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52 - Filosofia de La Ciencia
52 - Filosofia de La Ciencia
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Filosofia de la ciencia: ¿empresa descriptiva o prescriptiva?
Osear Nudler*
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Dese Presc
Ciencia Base Modelo de Ciencia -~ Otros Dominios
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antiwhig extrema. ilustraremos una de estas maneras tomando el ya mencionado caso de Aris-
tóteles.
S~ como se hace habitualmente, se considera a los Segundos Analíticos c?m~ el te>..to q~e
contiene la filosofía aristotélica de la ciencia, resulta que la abundante obra c1entífica de Aris-
tóteles, desde las Partes de los Animales hasta laMeteorologia, pasando-por la Física Y otros
tratados científicos, no responde en absoluto a ese modelo. Como es sab1do~ en_ los Segz~ndos
Analíticos se formula un modelo axiomático de la ciencia Y~~de las ;tencras me~cwna
das stá resentada en los tratados de Aristóteles en forma ax:tmnatica ¿Como se e>.."Plica esta
di.s.P~~ entre la filosofía de la ciencia y la ciencia aristotélica? Una respuesta. e.:umdar ~
sostener que en realidad los Segundos Analíticos pertenecen a una etapa en que Aristoteles aun
estaba bajo la influencia de Platón, con su énfasis sobre la matemática acompañado de un si-
rimltáneo desinterés por el mundo de la experiencia y que, en cambio, después Aristóteles viró
hacia una linea critica de Platón y adoptó un enfoque más empirista. Habría habido entonces
sencillamente una evolución en Aristóteles que lo llevó a dejar de lado el modelo de los Segun-
dos Analíticos. La cronología parece en principio compatible con esta interpretación ya que los
Segundos Analíticos pertenecen al período en que Aristóteles formaba aún parte de la Acade-
mia platónica y su obra más estrictamente científica es en cambio posterior a ese período. Sin
embargo, no creo que ésta sea la única interpretación posible, ni la más apropiada, del aparente
contraste entre el modelo aristotélico de ciencia y la ciencia aristotélica El problema central
que tratan los Segundos Analíticos es el de la organización de los resultados de la ciencia, or-
ganización que se presenta como un sistema deductivo a partir de principios que se auto-justifi~
can y que se dividen en axiomas, postulados y definiciones. Sólo una parte relativamente redu-
cida de los Segzmdos Analíticos está dedicada al problema de cómo se llega a tales resultados,
en particular a los principios. Aquí, en el tratamiento de este proble1na, es donde Aristóteles
introduce como es sabido la inducción. Sin embargo, en otras partes de su obra, me refiero
concretamente a los Tópicos, anteriores a los Segundos Analíticos, Aristóteles focalizó sobre el
problema que hoy llamaríamos del descubrimiento. Los Tópicos están justamente dedicados a
mostrar cómo alguíen que trabaja en un área determinada pueqe encararla de modo de poder
plantear el tipo de cuestiones apropiadas conducentes a la obtención de conocimiento. Este es
un tema que entra dentro de lo que Aristóteles llama "dialéctica'', un campo que tiene que ver
con razonamientos conjeturales o probables, no con razonamientos demostrativos propios de
una ciencia acabada .,
La distinción anterior permite entonceS disipar el. aparente coi}.traste entre la filosofía de la
ciencia y la ciencia aristotélica Simplemente podemos p~,sumir que Aristóteles fue conciente
de que las ciencias por él elaboradas no eran ciencias completas y, por lo tanto, no estaban aún
en un estado que permitiera organizarlas y presentarlas según el modelo de los Segundos Ana-
líticos. No es ésta una presunción infundada Aristóteles acusaba, según cuenta Cicerón, a los
viejos filósofos que pensaban que habían alcanzado un sistema completo de ser o bien "muy
estúpidos o muy vanos" (citado en Bames, 1993, p. 69). La sistematización axiomática no se
realiza pues en los tratados científicos de Aristóteles pero es no obstante, como señala Bames,
un ideal en el fondo siempre presente. De este modo el modelo de ciencia demostrativa no
suministraría para Aristóteles un criterio de demarcación entre cienCia y no ciencia sino sólo
entre ciencia avanzada o completa y ciencia en proceso de elaboración. El modelo de ciencia
sería más bien en este caso, para usar la expresión kantiana, un ideal regulativo.
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Lo anterior nos conduce a un tercer problema. Aunque sea sólo como ideal regulativo, una
pregunta que podemos formulamos frente a un modelo de ciencia dado es hasta dónde se pre-
tende e:-.'tender su dominio de aplicación. Es sabido que aquí aparecen grandes discrepancias
entre los filósofos de la ciencia. En un e:-.'tremo, y podemos mencionar a Popper como ejemplo
tipico, su e:-.'tensión es máxima, es decir, todo desarrollo que pretenda el cali:ficativo de cientí-
fico debe ajustarse a él. En realidad la aplicabilidad del modelo desborda para Popper aun el
,
j
terreno de la ciencia ya que considera al modelo de las conjeturas y refutaciones incluso como
modelo para la organización social, como guía para una sociedad abierta En el otro e>..'tremo
tenemos típicamente a Feyerabend, quien niega toda validez a cualquier modelo de ciencia y
califica los intentos de e)l.'tenderlo como autoritarios. En posiciones intermedias tenemos a
quienes aceptan la validez de un modelo dado de ciencia sólo para algunas áreas pero no para
otras. Por ejemplo, quienes consideran que un modelo inspirado en la :fisica no es enteran1ente
adecuado para la biología O, tomando otro ejemplo vastamente debatido, los que trazan una
linea divisoria tajante desde el punto de vista metodológico entre ciencias naturales y ciencias
hun1anas o sociales de modo de reconocer la cientificidad de ambas pero a partir de modelos de
ciencia total o parcialmente diferentes. En la versión más usual de esta separación, las ciencias
humanas son ciencias de carácter interpretativo o hermenéutico en tanto que las ciencias natu-
rales no lo son. Hay otras formas de construir esta dualidad metodológica como, por ejemplo,
la de Kulm (1991), que e:-.'tienden el carácter hermenéutico incluso a las ciencias naturales. No
entraré aquí en este debate, sólo quiero en este punto señalar que las polémicas en tomo de la
unidad y alcance del método científico subrayan la necesidad de que una filosofía de la- ciencia
tome alguna posición en este sentido. · -
Haciendo un balance de lo dicho hasta aquí, concluyo que la distinción entre ciencia base y
modelo de ciencia requiere algunos refinamientos pero, de todos modos, parece una manera en ·T
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presupuestos de caráctervalorativos aunque, siguiendo su esquema, si éstos existieran deberían
poder reducirse a presupuestos metodológicos, en que los valores funcionan como reglas, por
ejemplo para la elección entre teorías rivales. Otros filósofos de la ciencia, en particular los de
orientación kuhniana, sostendrían en cambio la inutilidad o imposibilidad de tal reducción del
plano axiológi.co a uno meto~o:~gi.co. Plru:tearian ~~cialmente _que.~os valores, en ~d de
estar abiertos a múltiples poSJ.bilidades de mterpretaCion y de aplicaCion, no pueden funCionar
como regla:: metodológicas. Ello no impide que la prioridad que una comunidad científica
acuerda a ciertos valores en un momento dado de su historia, por ejemplo la coherencia interna
0 e;\:terna, la simplicidad, la fertilidad, etc. sea un ele:tnento clave que subyace a las decisiones
que esa comunidad de hecho toma, especialmente en la elección entre teorías competitivas. Mi
pUnto de vista frente a esto es que si bien el modo como se etiquete y clasifique a los presu-
puestos que conforman las tradiciones científicas puede tener importancia, ésta es sólo relativa
ya que, de todas maneras, los distintos presupuestos no son independientes entre sí sino que,
por el contrario, están fuertemente interrelacionados. Así, para tomar un ejemplo, el desarrollo
de la observación astronómica de los planetas requirió que, con el propósito de mantener los
presupuestos ontológicos aristotélicos, se introdujeran presupuestos epistemológicos instru-
mentalistas, presupuestos atacados por quienes, como Galileo y Kepler, querían imponer una
alternativa antiaristotélica.
Pero el problema que ~qui nos atañe no es en todo ca,so el de las tradiciones en la ciencia
sino en la filosofía de la ciencia Podríamos preguntarnos al respecto si en este dominio tam-
bién operan presupuestos y, en caso afirmativo, cuál seria su naturaleza Una respuesta en
principio plaUSJ.ble sería la de negar la existencia de presupuestos, al menos los del tipo consi-
derado por Laudan, es decir, presupuestos ontológicos y metodológicos. Estos últimos porque a
nivel de la filosofía de la. ciencia la metodología es justamente un tema focal y no puede enton-
ces pertenecer al nivel de los presupuestos. Y, en cuanto a los presupuestos ontológicos, se
podría negar también su existencia a nivel de filosofia de la ciencia ya que ésta, como teoría de
segundo niveL no se ocupa directamente del mundo y, por lo tanto, la cuestión de la existencia
o no existencia de ciertas clases de entidades en el mundo no seria relevante para ella
Sin embargo, de hecho ocurre que aun filosofías de la ciencia que reconocen la miSJ.na
ciencia base difieren-considerablemente entre sí. Para dar un ejemplo, el Aristóteles deJos
Segundos Analíticos y el Descartes de las Reglas difieren marcadamente en el modelo de cien-
cia que basan en el mismo campo. Mientras el primero privilegia el método de orgaillzación
axiomático-deductiva, el segundo prioriza el método analítico de resolución de problemas y la
intuición, no sólo de los principios, sino también de los lazos deductivos entre juicios (cf.
Gaukroger, 1995, pp. 124-125). Salvando las distancias, esta diferencia también se pone de
manifiesto en la filosofía de la ciencia contemporánea entre quienes focalizan sobre la ciencia
como producto, en particular las teorías y su lenguaje, y quienes focalizan sobre la ciencia
como actividad, en particular la actividad dirigida al planteo y resolución de problemas. El
hecho de que se den tales diferencias está sugiriendo fuertemente que distintas representaciones
de la ciencia base estarían influidas después de todo por diferencias a nivel de presupuestos. Y
creo que es efectivamente asi Para seguir con el ejemplo anterior, la concepción esencialista de
Aristóteles es sin duda determinante en su concepción del proceso de la inducción como diri-
gido a la búsqueda de esencias. Por otra parte, este proceso presupone en Aristóteles un rea-
lismo epistemológico que afirma la posibilidad de un conocimiento de tales esencias. Ante
estas y otras evidencias que pueden acumularse acerca de la existencia de presupuestos en la
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filosofía de la ciencia de Aristóteles podría argüirse que, en realidad, se trata de creencias on-
tológicas y epistemológicas explícitamente desarrolladas por el mismo Aristóteles, particular-
mente en la Física y la Metajisica. Esto es sin duda correcto pero subsiste el hecho de que a
nivel de la filosofía de la ciencia pueden seguir siendo considerados como presupuestos, aun-
que el mismo autor los tome como foco en otras partes de su obra En definitiva, creo que si
todo esto pudiera generalizarse a otras filosofías de la ciencia, y mi sospecha es que sL habría
que complicar aún más el modelo hasta aquí planteado. Si bien seguiríamos consenrando la
relación entre modelo de ciencia y ciencia base deberíamos agregarle ahora un nivel de presu-
puestos pertenecientes a la filosofía implícita con sus distintas dimensiones: ontológica, epis-
temológica, axiológica. En otras palabras, la filosofía de la ciencia estaría conectada, según esta
perspectiva, por un lado con la ciencia y por otro con determinadas concepciones filosóficas
generales que muchas veces actúan como presupuestos sin e}.:plicitación o desarrollo ulterior.
Fue probablemente Lakatos (1978) quien más avanzó en un reconocimiento de la plurali-
dad de filosofías de la ciencia al distinguir entre inductivismo, convencionalismo, falsacio-·
nismo y su propia propuesta, la metodología de los programas de investigación Sin embargo,
su discusión de los méritos relativos de cada una es ahistórica, no toma en cuenta la ciencia
base sobre la cual se construyeron y se ciñe a lo metodológico, sin tomar debidamente en
cuenta la filosofía implícita que subyace a cada metodología Esto no deja de ser sorprendente
ya que a nivel de los programas de investigación científica si defendió la necesidad de situarlos
en su conte}..1:0 histórico, aunque fuera sólo de historia interna No dio pues el paso de conside-
rar a las filosofías de la ciencia también como programas de investigación, aunque a otro niveL
de modo de considerar la etapa de desarrollo en que se encuentran Introducir como aquí se
propone una conteA1:ualiza.ción de las filosofías de la ciencia, tanto en relación con su base
científica como en relación con sus presupuestos filosóficos, lleva fmzosamente a situarlas
históricamente y a dejar de considerarlas, como es habitnal, como alternativas puramente abs-
tractas, de un carácter cuasi platónico. Entiendo que de este modo el debate entre las mismas
seria más concreto y preciso de lo que suele ser actualmente.
Para concluir, la distinción entre elementos descriptivos y normativos introducida al princi-
pio debería de acuerdo con lo dicho modificarse admitiendo la pr,esencia de_ elementos inter-
pretativos; incluyendo elementos normativos, al nivel de la base· descriptiva Sin embargo, la
diferencia entre tal base descriptiva, en que los elementos nonñativos son implícitos, y el mo-
delo de ciencia, en el cual los elementos nonnativos son por el contrario explícitos, ciertamente
subsiste.
A la luz de las consideraciones anteriores nuestro esquema quedaría entonces completado
de la siguiente manera:
Filosofía Implícita
Desc.!Int 1 Presc.
1
-!-
Ciencia Base Modelo de Ciencia Otros
dominios
335
-- ·¡
Referencias bibliográficas
Aristóteles, Prior and Posterior Analytics. Introd., texto y notas por W.D. Ross (1949), Oxford Uni-
versity Press.
Bames, J. (1993), Aristóteles, Madrid, Cátedra. [Publicación original: Bames, J., Aristotle
(1982), Oxford University Press.]
Descartes, Regles pour la direction de /'esprit en Oeuvres philosophiques (1963), estudio y notas de
Ferdinand Alquié, Paris, Gamier Freres. .
Gaukroger, S. (1995), Desca~tes. A1l Intellectual Biography, Oxford, Clarendon Press.
Kulm, T.S. (1991), "The Natural and the Human Sciences" en D.R Hiley, J.F. Bohman, and R Shuster-
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Lakatos, l (1978), T1ze Methodology ofScientific Research Programmes- Philosophical Papers. Volume
L Cambridge University Press.
Laudan, L. (1977), Progress and Its Problems, Berkeley, University of California Press.
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