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• Bibliografía
Sobre su prevención, ante las consecuencias dramáticas que pueden tener las mordeduras de perros -especialmente para niños y adolescentes- una revisión
• Más en la red Cochrane sugiere que enseñar a los jóvenes cómo interactuar con los perros podría contribuir a reducir las lesiones, aunque no existen suficientes pruebas para
• Autora afirmar que tal medida disminuya significativamente la tasa de mordeduras (Duperrex O, 2009). También se ha sugerido la castración obligatoria de perros como
medida para reducir mordeduras, que además prolonga sus vidas (D’Onise K, 2017).
Las zoonosis ocasionadas por perros y gatos vía sanguínea a través de rasguños o por contacto de sus fómites con nuestras mucosas en el momento de la agresión
(bartonelosis, Pasteurella, Capnocytophaga, Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, etc.) no se desarrollarán en el presente trabajo, pero se deberán tener
presentes.
• Mordeduras de perro: pueden provocar desde rasguños hasta heridas profundas, contusiones por aplastamiento o laceraciones abiertas. En niños menores de
5 años, se suelen localizar en cabeza y cuello. Pueden existir fracturas craneales con hundimiento e incluso provocar la aparición de abscesos cerebrales (Steen
T, 2015). En niños mayores y adultos suelen afectar a extremidades, generalmente la mano dominante (Ellis R, 2014).
En la anamnesis interesa interrogar sobre la raza y origen del perro, pues los considerados peligrosos -p. ej. pitbull terriers, pastores alemanes, rottweilers-
ejercen gran fuerza mandibular, y provocan lesiones más graves (D’Ingeo S, 2021).
• Mordeduras de gato: suelen afectar a extremidades. Al tratarse de heridas punzantes y profundas, conllevan una tasa de infección mucho más alta (hasta un
50%), mayor riesgo de abscesos, artritis séptica, osteomielitis, tenosinovitis o bacteriemia. En heridas en cabeza, cuello, tronco o articulaciones, se evaluarán
especialmente el estado hemodinámico y las lesiones en zonas adyacentes y distales a la herida. También se buscará minuciosamente material extraño. En
ataques de gatos, son frecuentes las lesiones oculares (fundamentalmente endoftalmitis). Aquellas que afectan a esclerótica y son susceptibles de provocar
endoftalmitis deberán ser remitidas con urgencia a un servicio de oftalmología (Kishore K, 2020).
• Mordedura humana: se infectan aproximadamente el 15%, pues la microbiota de nuestra saliva contiene aproximadamente 190 especies bacterianas,
mayoritariamente gérmenes anaeróbicos del sarro. La mayoría de las lesiones afectan a las manos, localización que -independientemente de la etiología- tiene
mayor tasa de infección. Además, los pacientes no suelen acudir a urgencias hasta que la infección está ya establecida (Bula-Rudas FJ, 2018). Las formas de
infección más frecuentes son celulitis, linfangitis o absceso.
La probabilidad de infección dependerá de las horas de evolución de la herida (de promedio, 24h para perros y 12h para gatos). Constituyen signos de alarma la
fiebre, inestabilidad hemodinámica, dolor no justificable tras varios días, crepitación, tumefacción articular y los signos locales tórpidos a pesar del tratamiento
antibiótico. Se debe evaluar muy especialmente los casos con inmunosupresión (incluida diabetes) o neuropatía, pues la alteración en su umbral de dolor
condiciona mayor riesgo de desarrollar una infección grave.
Ante mordeduras de perros o gatos callejeros se deberá contactar con un servicio de microbiología especializado, pues el espectro de las bacterias involucradas
podría ser diferente, y además existiría riesgo de otras infecciones (no bacterianas) graves (NICE, 2020).
El diagnóstico de infección se basa en la exploración física de la lesión. Esta puede ser superficial (celulitis, con o sin absceso) o provocar complicaciones asociadas
profundas (artritis séptica, osteomielitis, tenosinovitis o necrosis de partes blandas).
• Infección superficial: eritema, hinchazón, rubor, drenaje purulento y/o linfangitis. Un absceso se presentará como un nódulo fluctuante y doloroso.
• Infección profunda: aumento del dolor -incluso inmóvil- tras varios días de haber sufrido la mordedura, crepitación o inflamación, tumefacción articular,
secreción u olor desagradable, signos de afectación sistémica (fiebre, inestabilidad hemodinámica).
En pacientes con infección, los hallazgos analíticos son inespecíficos y no siempre existe leucocitosis o elevación de los marcadores inflamatorios séricos. Al
desbridar heridas infectadas y antes de iniciar el tratamiento con antibióticos, se deben obtener muestras para cultivos (bacterias aerobias y anaerobias) e insistir al
laboratorio que se trata de una mordedura animal; algunas de estas cepas pueden resultar difíciles de identificar por sus prolongados períodos de incubación
(Pasteurella multocida y Capnocytophaga canimorsus: 1-3 días; Bartonella henselae: 7-14 días).
No obstante, ante heridas aparentemente no infectadas, no está indicado hacer cultivos ni otro tipo de pruebas, pues los resultados no resultan predictivos de una
infección posterior (Ellis R, 2014).
Los hemocultivos tan solo se obtendrán en pacientes inmunodeprimidos, con fiebre u otros signos de infección sistémica (Talan DA, 1999). Para el resto de
población, su valor predictivo negativo probablemente no supere el beneficio.
Respecto a la utilidad de las imágenes, las mordeduras clínicamente no infectadas no aportan información y no están indicadas. Pero ante la sospecha de infección
superficial, las radiografías simples sí ayudarán a determinar la profundidad de la herida a nivel de los tejidos blandos, articulaciones o hueso adyacentes. Además,
la ecografía urgente puede identificar la presencia de absceso cutáneo y facilitar su drenaje, aunque no permite evaluar estructuras óseas.
Las heridas profundas o aquellas cerca de articulaciones también justifican radiografías para descartar cuerpos extraños (p. ej. dientes incrustados) o fracturas. Si
existe preocupación por una infección profunda, la técnica más costo-eficiente es la resonancia magnética nuclear (RMN).
En menores de 3 años con mordeduras de perro en cuero cabelludo, los hallazgos radiográficos pueden evidenciar fracturas craneales o aire libre en la bóveda
craneal, y una tomografía computarizada (TAC) diagnosticará una lesión penetrante del cráneo (Stevens DL, 2014).
¿Cuáles son las principales complicaciones que están en riesgo de desarrollar las personas
que han sufrido mordeduras?
En nuestro país se describen unas tasas de infección del 7%, 15% y 49%, para perros, humanos y gatos respectivamente. Los factores asociados a mayor riesgo
son:
Los niños que han sufrido mordeduras de perros también pueden desarrollar síntomas de trastorno de estrés postraumático.
Si se detecta estrés postraumático, se remitirá a un equipo de apoyo psicológico especializado en víctimas de mordeduras y sus familias para reducir los impactos a
largo plazo (Jakeman M, 2020).
Ante la sospecha de una herida ocular provocada por gato se deberá remitir de forma urgente al paciente a un servicio de oftalmología.
En laceraciones simples por mordeduras de perro que afecten a la cara, tronco, brazos o piernas (y también en las infringidas por gatos en la cara) se decidirá si es
apropiado suturar la herida (pues el beneficio estético deberá justificar el mayor riesgo de infección [Duncan-Sutherland N, 2022]).
Siempre se tendrá en cuenta el estado inmunitario del huésped, así como el aspecto de la herida, si la irrigación y el desbridamiento la pudieron limpiar
razonablemente y que no exceda del tiempo recomendable (≥12h) (≥24h en cara) (Meissner HC, 2019).
Una revisión Cochrane recomienda mantener abiertas -para cicatrizar por segunda intención- y evaluar diariamente (Bhaumik S, 2019):
La evidencia a favor de profilaxis antibiótica en mordeduras no infectadas es limitada y de baja calidad, pues se sabe que la localización y profundidad de una
mordedura afecta al riesgo de infección (Iqbal T, 2008). Por ello, existe discrepancia sobre su uso en evaluación inicial de mordeduras superficiales, no punzantes,
con penetración de dermis, pero sin sangrado y en zonas bien perfundidas. Una revisión Cochrane (Medeiros I, 2001) concluye que los antibióticos profilácticos no
modificarían la tasa de infección tras mordeduras por gatos o perros, aunque (con moderada confiabilidad) sí podrían reducir la tasa de infección en heridas de
manos (Odds Ratio 0,1, IC95% 0,0-0,9). No obstante, tras una sutura es habitual en la práctica clínica pautar profilaxis con amoxicilina + ácido clavulánico y evaluar
posibles signos de infección tras 24-48h.
La profilaxis antibiótica sí está aceptada por la mayoría de los grupos de expertos ante:
Los signos de infección obligarán a llevar a cabo desbridamiento y pruebas complementarias (cultivos, pruebas radiológicas o interconsulta a cirugía), prolongar el
tratamiento antibiótico oral o incluso considerar un ingreso hospitalario para tratar por vía parenteral.
1. Infección superficial de la herida (en ausencia de absceso) y sin signos de infección sistémica:
Las mordeduras con sospecha clínica de infección se mantendrán abiertas tras desbridamiento del tejido infectado. Retirar el material de sutura -en caso de
existir- y aproximar los bordes de la herida para facilitar el cierre por segunda intención.
El cierre primario de heridas infectadas se relegará a situaciones especiales (heridas faciales, laceraciones muy extensas y heridas desfigurantes).
2. Ante abscesos superficiales (sin sospecha de bacteriemia), tras drenaje, se iniciará tratamiento antibiótico parenteral hasta controlar el curso de la infección, y
posteriormente se pautará tratamiento oral hasta un mínimo de 48h después de que signos/síntomas de tejidos blandos y piel hayan desaparecido.
Habitualmente, la antibioticoterapia dura 5-14 días (Stevens DL, 2014).
Los pacientes con bacteriemia o infecciones complicadas (tenosinovitis, artritis séptica, osteomielitis…) requieren ingreso y tratamiento adaptado a las
circunstancias individuales (Duncan-Sutherland N, 2022).
Selección de antibióticos
El antibiótico de primera elección tanto para profilaxis de heridas iniciales como tratamiento de infección establecida sería la amoxicilina-clavulánico (a dosis de
250/125 o 500/125 mg, 3 veces al día; en niños 40 mg/kg/día oral [vs. 100 mg/kg/día endovenoso] máximo 3.000 mg), ya que cubre la flora oral del animal,
Staphylococcus aureus y estreptococos sensibles a meticilina (NICE, 2020; Stevens DL, 2014). Las poblaciones especiales como embarazadas, madres que lactan,
recién nacidos menores de 1 mes, y enfermos hepatorrenales deberán ajustar las dosis en función de su condición de base. Los pacientes alérgicos podrían recibir
un agente con actividad contra Pasteurella multocida y otro con actividad anaeróbica (doxiciclina y metronidazol vía oral, o para pautas intravenosas cefuroxima o ce
ftriaxona y metronidazol).
Como alternativa, trimetoprim-sulfametoxazol (o cefalosporina de 2ª o 3ª generación) + clindamicina. O bien una cefalosporina de 2ª generación + metronidazol.
La duración de la profilaxis antibiótica por vía oral es de 3 días, con estrecho seguimiento evolutivo.
El tratamiento oral de una infección superficial se pautará durante 5 días, aunque puede ser aumentado a 7 días si la evaluación clínica muestra que existe
destrucción significativa del tejido o ha penetrado estructuras óseas, articulares, tendinosas o vasculares.
Para el tratamiento parenteral, se considerarán los datos de cultivos y antibiograma cuando estén disponibles, y si resulta clínicamente posible, se pasará a la vía
oral tras 48h hasta completar 5-14 días.
Se contraindicarán los agentes sin actividad in vitro contra Pasteurella multocida (cefalosporinas de 1ª generación, penicilinas resistentes a penicilinasa y
macrólidos).
La cobertura antibiótica empírica para MRSA puede ser importante en personas susceptibles, aunque no se desarrollará en la presente guía.
• Gravedad clínica: signos de bacteriemia (hipertermia, hipotensión o taquicardia). Sospecha de infección profunda (artritis séptica, osteomielitis, tenosinovitis,
necrosis de tejidos blandos). Proximidad de la herida a prótesis o injerto vascular. Empeoramiento clínico, con extensión rápida del eritema tras 48h de
antibioticoterapia oral.
• Comorbilidades del paciente (huésped inmunocomprometido; incapacidad para tolerar la vía oral).
Tras evidenciar mejoría clínica con tratamiento antimicrobiano intravenoso se podrá considerar pasar a la vía oral.
Las heridas profundas (contusas o penetrantes) que afectan estructuras vitales deben ser manejadas como traumatismos penetrantes y no se desarrollarán en la
presente guía.
Las heridas por mordedura animal (especialmente gato) son tetanogénicas y se deberá actualizar su situación vacunal si esta no es correcta. Se administrará según
la edad:
• Entre 6 semanas y 6 años: [DTPa-VPi] toxoide tetánico + diftérico + tos ferina acelular + polio inactivada.
• Entre 7 y 18 años: [Tdpa] toxoide tetánico + diftérico de baja carga antigénica + tos ferina acelular.
• Adultos: [Td] toxoide tetánico-diftérico de baja carga antigénica.
En España la rabia se considera erradicada desde 1975, por lo cual -salvo contadas excepciones- carecería de sentido indicar su profilaxis. No obstante, en zonas
endémicas las mordeduras de perros callejeros son la principal causa de transmisión de la rabia. Incluso se transmite por rasguños, contacto de saliva con
mucosas o heridas provocadas en niños que juegan con animales muertos y justificaría iniciar profilaxis con vacuna e inmunoglobulina antirrábicos.
Documentación legal
Se debe hacer un parte judicial que describa las lesiones, así como el pronóstico y posibles secuelas. También se notificará a los cuerpos de seguridad para el
traslado del animal agresor a un centro veterinario municipal bajo control y vigilancia.
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Autora
• María Ángeles Rivas Fernández Médico Especialista en Pediatría
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.