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Carl Whitaker y otros Mony Elkaim (compilador) La terapia familiar e Pee Cie wag ‘Titulo original: Le thérapie familiale en changement Publicado en francés por Synthélabo, Le Plessis-Robinson Traduccién de Irene Agoff Cubierta de Mario Eskenazi 1? edicion, 1998 ‘Quedan rigurosamente protibids, sin la autorzacin esrita de los telares del «Copyright», bajo las sancionesextablecidas en as lees, ln reprodceiin tot o parcial de esta cbra por eualguier medio o procecimiento, comprendidos la eprograia ye tatumento iformatico, yl distrbucion de ciemplares de ella mediante alauilero préstamo publcos © 1994 by Mony Elkaim © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, $.A., Mariano Cubji, 92 — 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICF, Defensa, 599 — Buenos Aires ISBN: 84-943-0273-0 Depésito legal: B-36/1998 Impreso en Hurope, S.L., Lima, 3 - 08030 Barcelona Impreso en Esparia— Printed in Spain SUMARIO Prologo, Mony Elkeaiit 00.0. 0c cece ccc v cece cee neve eve ee cenee ee 9 Primera parte INTERCAMBIOS CLINICOS 1. Simulacién de una entrevista de terapia familiar geval Carl Whitaker, Carlos Sluzki, Luigi Boscolo, Mony Elkaim 2, Sistemas terapéuticos, narraciones y resonancias . La transformaci6n de los relatos en terapia . Abardonar la repetici6n 2... 06 eee eee ee cesses exe? Paul Watzlawick Sistemas terapéuticos y terapeutas....... 0... eee eve eee seed Gianfranco Cecchin Notes sobre la autorreferencia y la terapia familiar . . Mony Elkaim 3. Estabilidad y contexto terapéutico. (disolving therapies), oponiéndose en esto a las solving therapies, que son las erapias estratégicas centradas en el sintoma. Desde esta perspecti- va, lo vivido se comprende y se siente a través de realidades narrativas social- mente construidas. Son estas realidades las que atribuyen una significacién a nuestra experiencia. El terapeuta ya no interviene, se contenta con participar. Las preguntas que propone no son ya intervenciones dirigidas a obtener un 1. Herlene Anderson y Harry A. Goolishian, «Human Systems as Linguistic Systems: Preliminary and Evolving Ideas about the Implications for Clinical Theory», Family Process, 27 (1988), pags. 371-394. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 1. SIMULACION DE UNA ENTREVISTA DE TERAPIA FAMILIAR Carl Whitaker, Carlos Sluzki, Luigi Boscolo, Mony Elkaim CARLOS SLUZKE Tras la simulacién de una entrevista familiar que estar a cargo de Carl Whitaker, intervendremos Luigi Boscolo, Mony Elleaim y yo mismo, CARL WHITAKER: Hace unos veinticinco afios me propuse no atender a mas pacientes en forma individual. Decid{ atender unicamente familias. Después necesité todavia dos afios mas para decidir que las parejas no eran familias: las parejas vienen para que les supervisen su intento de ayudarse entre si y de obtener ayuda el uno del otro; en realidad la psicoterapia no les interesa. En mi opinién, la psicoterapia familiar debe involucrar a dos gene- raciones: tendremos que poder tratar ya sea con los miembros de la pareja y sus padres, ya sea con los miembros de la pareja y sus hijos. Estos ultimos veinticinco aiios, durante los cuales no he tratado a ningtin paciente de for- ma individual, me han permitido encontrar personas dispuestas a la psicote- rapia: Laman porque sufren y no pueden hacer nada contra ese sufrimiento. Ahora intento contrarrestar el lenguaje que utilizan con lo que yo denomino lenguaje de la inferencia, y voy a procurar simular para ustedes este tipo de conversacion: los preliminares a la «cita a ciegas» (llamo asi ala primera entre- vista), en la cual hay dos participantes paranoides: una familia paranoide y un terapeuta paranoide. Si el contexto es sano, el terapeuta es mds paranoide que la -amilia. Esto es muy importante en lo que respecta a los hombres. En efecto, todas las madres han ensefiado a sus hijas que una «cita a ciegas» nun- ca se debe tomar al pie de la letra. «Si un chico llama no es para tomar el té, es para aprovecharse de ti.» ‘Pero nosotros, en psicoterapia, todavia no lo hemos descubierto, y eso Ile- vara tiempo. Pasemos ahora a la simulacién: mi victima esté sentada aqui, desamparada, y vamos a tener una conversacion telefénica. WHUTAKER: Mary, habla Carl Whitaker. Esta mafiana me han llamado des- de la clinica; me han dicho que era el siguiente en la lista y que usted ha lla- mado para pedir ayuda. Les he contestado que queria hablarle antes de encon- trarnos, porque si no dispongo de algunos elementos en cuanto a las razones de su Hamada no tendré la suficiente confianza. Puede decirme por qué tele- fone6 a la clinica y pidié ayuda por un problema psicolégico? MARY: He llamado porque fui a un grupo «Al-Anon», el grupo de los com- pafiercs de alcohdlicos. Me dijeron que necesitaba una terapia. Mi marido a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SIMULACION DE UNA ENTREVISTA DE TERAPIA FAMILIAR 19 WHITAKER: Ahora necesitamos a alguien que haga de marido. (A una per- sona que se ofrece en la sala): usted no parece un borracho, pero podria tratar de representar uno. Supongo que si va a esas reuniones ya no es un borracho sino simplemente un alcohdlico. MARY Yo traigo a mis hijos. WHITAKER: Perfecto. MARY (a la sala): ¢Puedo conseguir hijos? WHIVAKER: Déjeme hablar con el marido, déjeme hablar con el marido, primero. MARY: Ah, de acuerdo. WHITAKER (simulando una entrevista telefénica): Buenos dias. EL MARIDO: iHola! WHITAKER: Su mujer me habl6 ayer de su deseo de hacer algo por ella mis- ma y no me interesa intentar ayudarla siendo su nuevo marido; le dije enton- ces que necesita de usted. ¢Le parece bien? EL MARIDO: Perfecto. WHITAKER: Seguin usted, équé es lo que no funciona en la situaci6n en que vive? EL MARIDO: Pucs..., nolo sé. Mire, la vida no es facil y el alcohol ayuda a seguir. WHITAKER: Hum, hum, écudnto hace que bebe? EL MARIDO: Desde los dieciocho afios, creo, diecisiete, dieciocho. WHITAKER: ¢Su padre también bebia? EL N-ARIDO: No. WHITAKER: ¢De veras? EL MARIDO: No. WHITAKER: ¢Cémo hizo él para ensefiarle si no bebia? EL MARIDO: Era un fanatico del trabajo. WHITAKER: Ah, comprendo. O sea que él decidié que, en lugar de beber, trabajaria hasta la muerte. EL MARIDO: Si, eso es lo que hizo. WHITAKER: ¢Cudndo murié? EL MARIDO: A los cuarenta y ocho, cincuenta afios. WHITAKER: ¢Y qué edad tiene usted? EL MARIDO: Treinta y nueve. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SIMULACION DE UNA ENTREVISTA DE TERAPIA FAMILIAR 23 WHITAKER: Un momento. Yo aspiro a conducir el debate y a manejar todos los hilos. (Al padre): quiero saber otra cosa sobre su madre. ¢Qué tipo de mujer era, en realidad? EL PADRE: No sé qué decir. WHITAKER: ¢Era tirdnica? ¢Tenfa é] problemas en trabajar para ella? EL PADRE: ¢Mi padre? WHITAKER: Si. EL PADRE: ¢Usted quiere decir mi padre? WHITAKER: Si, EL PADRE: Mire, clla nunca sc lo pidid. Estaba enferma y tenfa miedos, y bueno, “ue a ver a un médico: tenfa fobia a la calle LA MADRE: Tu madre es una sefora de lo mas amable. WHITAKER: ¢Era é] un nifio bueno para ella? EL PADRE: ¢Cémo dice? wurtaker: , Cahiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 1, pags. 9-13, Paris, Gamma, 1979. Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G., Prata, G., Paradoja y contra- paradojas. Un nuevo modelo en la terapia de la familia de tralasaccibn esqui- zofrénica, Barcelona, Paidds, 71991. Selvini Palazzoli, M., Cirillo, S., D’Ettorre, L., Garbellini, M., Ghezzi, D., Lerma, M., Lucchini, M., Martino, C., Mazzoni, G., Mazzuchelli, F., Nichele, M., El mago sin magéa, Barcelona, Paidés, 1990. Selvini Palazzoli, M., Anolli, L., Binda, W, Di Blasio, P, Giossi, L., Paruta, R., Pisano, L, Ricci, C., Sacci, M., Ugazio, V, «Les piéges des institu- tions», Cabiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 2, pags. 60-67, Paris, Gamma, 1980. Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G., Prata, G., «Elaboracion de hipétesis, circularidad, neutralidad. Tres directrices para la coordinacion de la sesién», en M. Selvini (comp.), Crénica de una investigacién, Barcelona, Paidés, 1990. Selvini Palazzoli, M., «La naissance d’une approche systémique globale», Thérapie Familiale, 4, pags. 3-22, 1983. Selvini Palazzoli, M., Anolli, L., Di Blasio, P., Giossi, L., Pisano, I., Ricci, C., Sacchi, M., Ugazio, V, Al frente de la organizacion. Estrategia y tactica, Barcelona, Paidés, 1990. Selvini Palazzoli, M., «Vers un modéle général des jeux psychotiques dans la iamilles, Cabiers critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 8, pags. 111-128, Toulouse, Privat, 1988. Selvini Palazzoli, M., «Réponse a Anderson», Cahiers critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 8, pags. 135-138, Toulouse, Privat, 1988. Selvini Palazzoli, M. y Viaro, M., «Le processus anorexique dans la famille: ur. modéle en six phases comme guide pour la thérapie individuelle», Cahiers Critiques de Thévapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 9, pags. 117-144, Toulouse, Privat, 1988. Selvini Palazzoli, M., Cirillo, S., Selvini, M., Sorrentino, A.M., Los juegos psicéticos en la familia, Barcelona, Paidés, 1993. Selvini Palazzoli, M., «Approche systémique et dimension individuelle», en Rey ¥. y Pricur B., Systérves, étiques, perspectives en thérapie familiale, Paris, ESE, 1991. Selvini, M., Selvini Palazzoli, M., «La consultation en équipe: un outil indis- pensable pour le progres de la connaissance», en Elkaim, M. y Trappeniers, E., Etapes d’une evolution. Approche systémique et thérapie familiale, Tculouse, Privat, 1993. LA TRANSFORMACION DE LOS RELATOS EN TERAPIA. Carlos Sluzki Lo que voy a presentarles seré un breve resumen de mis recientes tenta- tivas de responder a la pregunta: équé ambitos privilegiados y qué nuevas direcciones con vistas a un cambio seméntico constituyen el nucleo de las mictopricticas transformadoras que llamamos terapia? INTRODUCCION Los terapeutas sistémicos, influidos por el constructivismo, operan con ciertas ideas bien especificas: primeramente, la historia contada por las fami- lias expresa las restricciones que contribuyen a mantener la razon por la que consultan; la raz6n de la consulta forma parte de la historia, de manera recur- siva; en segundo lugar, la terapia procura facilitar, a través de la conversacion terapéutica, la produccién de una historia diferente por parte de la familia. Las nuevas historias, preferidas por el terapeuta, pueden ser simplemente una nueva combinacién de los elementos de una historia precedente o pue- den comprender nuevos elementos pero, sea como fuere, muestran una «for- ma mejor»: la nueva historia contiene dimensiones éticas, afectivas o cogni- tivas que abren una gama de corolarios a comportamientos alternativos. Dicho de otra manera, estas nuevas historias, contrariamente a las primeras, no supo- nen como corolario forzoso el mantenimiento de una conducta sintomatica o problematica. Asi pues, la terapia es ayudar al individuo o a la familia a trans- formar su historia colectiva o individual. El «cémo» especifico depende de la adecuaci6n entre el estilo y la forma de la historia original contada por la fami- lia y las idiosincrasias y preferencias del terapeuta (que Mony Elkaim deno- mina, con acierto, singularidades del terapeuta). El proceso de transformacién de una historia abarca todo el tiempo de una conversacién terapéutica; se ve favorecido por una serie de actitudes por parte del terapeuta, como las aso- ciaciones reflexivas, las preguntas lineales 0 circulares, los sefialamientos y las observaciones. As{ pues, lo que me interesa es formalizar este procedimien- to transformador, describir los dmbitos semanticos en los que el cambio resulta favorecido por el terapeuta, tanto como las orientaciones preferidas por éste para dichas transformaciones. Quisiera presentarles una sistematizacion pre- liminar de los pardmetros o ejes de la historia suministrada por el paciente o la familia, que el terapeuta puede intentar transformar en el transcurso de un procedimiento terapéutico. En mi opinién, este nivel de andlisis tiene impor- tantes implicaciones en el terreno de la investigacién y la ensefianza. 34 INTERCAMBIOS CLINICOS En la conversacién terapéutica, nuestro propésito fundamental es favo- recer una transformacién —o la consolidacién de una transformacién— en la naturaleza de la historia y/o una transformacién en la manera en que la histo- ria es contada. Cada uno de estos dos dominios, que estan intimamente liga- dos, pueden ser sistematizados ademds de acuerdo con ciertos ejes semanti- cos 0 narrativos. ‘TRANSFORMACIONES EN LA NATURALEZA DE LA HISTORIA Cuando intentamos cambiar la naturaleza de una historia, podemos intro- ducir cambios en la dimensién 0 el eje del TIEMPO. Podemos hacerlo favo- reciendo el desplazamiento de una historia estdtica a una historia dindmica, de una descripcién que no muestra ninguna fluctuacion a una que si la pre- senta. Cuando una historia contiene rasgos que son definidos como regulares o universales (tal vez un sintoma, o un conflict), podemos explorar qué excep- ciones existen a esa regla. «Siempre nos peleamos.» «Siempre? ¢No hay algu- na ocasién en que no se peleen? Cuéntenme lo que pasa cuando no se pe- lean.» Podemos también transformar los sestantivos en verbos, obrar de tal modo que una historia en la que las cosas 0 los individuos aparecen defini- dos de manera estatica, se transforme en una descripcién de actos. Asi pues, sila descripcién esta centrada en rasgos relativos a situaciones o en una atri- bucin fija, el terapeuta puede preguntar: «¢Qué conductas de ese individuo 0 qué secuencias de ese suceso contienen este atributo?». Por ultimo, tam- bién podemos jugar con el tiempo, favoreciendo la transformacién de un rela- to abistérico en relato histérico, es decir, de una historia desprovista de tem- poralidad y contexto en una historia poseedora de un comienzo y un desarrollo. De esta manera, cuando un individuo describe un acontecimiento desprendi- do de su contexto, el terapeuta puede preguntar: «¢En qué circunstancias?», 0: «eCudndo empez6 eso?», 0: «¢Por qué ha decidido usted consultar ahora?». Una variante de este cambio puede describirse como centrada en el eje ESPACIO; una historia puede ser transferida de una descripcién 10 contex- tual a una descripcién contextual, gracias a preguntas o sefialamientos que podrian agregar un guidn a la historia: «¢En qué circunstancias sucede eso? (0 éeso cesa 0 cambia?)», Podemos favorecer una transformacién en el campo de la CAUSALIDAD pasando de /os ortgenes a los efectos: partiendo de una historia centrada alre- dedor de causas u origenes, se pasa a una historia en la cual esta incluido un efecto continuo colectivo. También podemos desplazar la causalidad de las intenciones a los efectos: modificar una historia que se caracteriza por la atri- bucién de intenciones a las personas en una situacidn (histérica) dada, para insistir sobre los efectos de esos comportamientos o situaciones. De esta mane- ra, cuando un paciente describe el estado interior de otro individuo, por ejem- plo atribuyéndole determinada intencién o determinada motivacion, el tera- peuta puede decir: «Sin preocuparse por la intencién vigente, écudl ha sido elefecto de esa conducta sobre usted?». Lo mismo que con otras categorias, podemos, por supuesto, saltar de los efectos a las intenciones, en un movi- miento inverso. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 56 INTERCAMBIOS CLINICOS CONCLUSION Cada una de estas transformaciones define un eje o un pardmetro para la organizacién de una historia (por ejemplo, el eje estatico-dinamico, o des- criptivo-interpretativo). Estas transformaciones de una historia pueden ver- se favorecidas por el desplazamiento de una descripcin hacia uno u otro polo de un parametro (por ejemplo, hacia una organizacién de la historia mas esta- tica o dinamica, o hacia una manera de contar mas interpretativa o descrip- tiva). Asf pues, incluso si las transformaciones descritas en este resumen no favorecen mas que lo que va en un determinado sentido, transformaciones en el sentido opuesto pueden tener un similar poder de modificacién del rela- to y favorecer las alternativas. Debe apuntarse también que entre todos estos parametros existe una rela- cién recursiva. Cada uno puede abrir un camino hacia los demas. Optar por una transformacién en un relato, por ejemplo, puede conducir a un cambio en la naturaleza del que cuenta la historia, y viceversa; favorecer una historia mas dinamica puede inducir un pasaje de sintomas molestos a conflictos via- bles, 0 lo inverso, etcétera. Este nivel de andlisis tiene, en mi opinisn, implicaciones capitales para la formacion y la investigacién terapéuticas... pero esto sera el objeto de futu- ros articulos. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Sluzki, C., «Epistémologies conflictuelles», Cahiers Critiques de Thérapte Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 2, pags. 75-76, Paris, Gamma, 1980. Sluzki, C., Beavin, J., «Symétrie et complémentarité: une définition opé- rationnelle et une typologie des dyades», en Watzlawick, P, Weakland, J., Sur Vinteraction, une nouvelle approche thérapeutique, Parts, Seuil, 1981 Sluzki, C., Veron, E., «La double contrainte comme situation pathogéne uni- verselle», en Watzlawick P, Weakland J., Sur l’interaction, pags. 283-307, Paris, Seuil, 1981. Sluzki, C., Beabin, J., Tarnopolsky, A., Veron, E., «Disqualification transac- tionnelle: recherche sur la double contrainte» (1967), en Watzlawick, P, Weakland J., Sur Vinteraction, pags. 283-307, Paris, Seuil, 1981. Sluzki, C., «Comment délimiter un territoire dans le champ de la thérapie familiale en trois lecons faciles», Cabiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réveaux, n° 8, pags. 35-38, Toulouse, Privat, 1988. Sluzki, C., «A propos d’auto-référence et de thérapie familiale», Cabyers Critiques de Therapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 9, pags. 13-18, Toulouse, Privat, 1988. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SISTEMAS TERAPEUTICOS, NARRACIONES Y RESONANCIAS 61 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Watzlawick, P., Helmick Beavin, J., Jackson, D.D., Une logique de la com- munication, Paris, Seuil, 1972. Watzlawick, P, Weakland, J., Fisch, R., Changements, paradoxes et psychothé- rapte, Paris, Seuil, 1975. Watzlawick, P, La réalité de la réalité, Paris, Seuil, 1978. Watzlawick, P, Le langage du changement. Eléments de communication théra- peutique, Paris, Scuil, 1980. Watzlawick, P, Weakland, J., Sur V’interaction, une nouvelle approche théra- peutique, Paris, Seuil, 1981. Maruani, G., Watzlawick, P, interaction en médecine et en psychiatrie, Paris, Eres, 1982. Watzlawick, P,«Les pathologies des grands systémes», Cahiers Critiques de Therapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 8, pags. 83-108, Toulouse, Privat, 1988. Watzlawick, P, Vinvention de la réalité, Paris, Seuil, 1988. Watzlawick, P, «Pensée systémique et approche des systémes humains», Cahiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratigues de Réseaux, n° 9, pags. 49-51, Toulouse, Privat, 1988. Watzlawick, P, «Contexte épistémologique et social de l'approche systémi- que», en Rey, Y., Prieur, B., Systémes, éthique, perspectives en thérapte famt- fiale, Paris, ESF, 1990. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 66 INTERCAMBIOS CLINICOS rior. Ahora que usted me lo dice me doy cuenta de que sentia las cosas asi. En esos momentos no era consciente, pero ahora me parece totalmente cla- ro. Ahora volveré y les diré algo. Disculpenme, ahora me voy, me ocuparé de esta situacién». Abandon6 la sala y desaparecié durante unos minutos, mientras nosotros esperabamos que volviese a la sesién. Volvié a reunirse con la familia y les dijo: «Miren, he hablado con mis cole- gas durante algunos minutos y mi supervisor me ha refiido porque he inter- venido en su tentativa de encontrar una manera de vivir sin sus hijas. Lo s« yo soy también una hija de padres como ustedes y tengo muchas dificultades para no mezclarme. Por lo tanto, ahora interrumpiremos la sesi6n. Vuelvan dentro de un mes. Espero curarme de mi intencion de mezclarme en su ten- tativa de estar en pareja. Es mas fuerte que yo. Interrumpamos la sesién aho- ra porque, si seguimos, serd peor». Se levanté; los dos padres se levantaron; sonreian, la estrecharon en sus brazos casi como si fuera realmente hija suya, estaban muy felices; después dijeron: «¢Podria, por favor, dar nuestros salu- dos a las personas que estan detras del espejo? Volveremos el mes que viene». Este fue un breve ejemplo de la manera de utilizar las reacciones del tera- peuta y de reorientarlas hacia la familia. Cuando ustedes crean un cambio —esto es lo que pasd en este caso la pareja se siente mejor, la terapeuta pudo utilizar sus propias reacciones ante la familia presente y lo mismo el supervi- sor; en apariencia, comprendieron la estructura subyacente. En cierto modo habia un sentimiento general de felicidad y cambio. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G., Prata, G., «Premiére séance d'une thérapie familiale systémique», Cabiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 1, pags. 9-13, Paris, Gamma, 1979. Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G., Prata, G., Paradoxes et contre- paradoxes, Paris, ESF, 1980. Cecchin, G., «La famille peut-elle étre considérée comme un systéme auto- poiétique?», Thérapie familiale, 8 (1), pags. 99-106, 1987. Cecchin, G., «Systeme familial et systtme en crise», Cahiers Critiques de Therapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 8, pags. 51-52, Toulouse, Privat, 1988, a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 70 INTERCAMBIOS CLINICOS REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Elkaim, M. (comp.), Réseau-Alternative a la psychiatrie, Paris, Union généra- le d’éditions, 1977. Elkaim, M., «Une approche systémique de quelques cas d’anorexie menta- le», Cahiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 1, pags. 43-51, Paris, Gamma, 1979. Elkaim, M., lemente ella se siente atraida por un hombre mas joven, exhibién- dose ante él. Drama para el profesor: él lo ha dejado todo por esta mujer, todos sus atributos sociales y masculinos; ademas, para nuestro imaginario cultural, amar con semejante ardor es propio de la feminidad. Ultima y emo- tiva escena de la pelicula: a fin de recobrar su virilidad, é1 agita los brazos como si aleteara, levanta y sacude la cabeza violentamente lanzando el grito del gallo, sacrificando al final su salud mental en un ultimo esfuerzo por reco- brar ura apariencia de virilidad. Nuestras ideas sobre la construccién social de la identidad sexual son fru- to de los tres afios que lleva el proyecto «Identidad sexual» en el Instituto Ackerman de Nueva York, en el cual colaboran Marcia Sheinberg, mi colega, Virgina Goldner, Gillian Walker y yo misma. Nuestro trabajo se rige por una sola regla: pensar y expresarnos a nuestro antojo, y esto comprende niveles de explicacién procedentes del aprendizaje social, de la psicologia, la politica yla teorfa de sistemas. Ha sido interesante para nosotros descubrir que estos nive- les de explicacién posibilitaban una mejor integraci6n de la que nos permitfan nociones separadas. Aunque nuestro grupo teorice en conjunto, trabajamos en. equipos separados, y varias ideas a las que hoy me referiré descansan particu larmen:e en el trabajo clinico llevado por Marcia Sheinberg y yo misma, espe- a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA EVOLUCION DEL MODELO SISTEMICO. DE LA CIBERNETICA DE PRIMER ORDEN ALA CIBERNETICA DE SEGUNDO ORDEN Luigi Boscolo Me parece muy interesante observar cronoldgicamente el desarrollo tedrico-clinico de diferentes investigadores y clinicos. Quisiera describir, de manera sumaria, los pasos de este desarrollo en el centro familiar de Milan. En la década de 1970, el equipo de origen (Selvini, Boscolo, Cecchin, Prata), que utilizaba un modelo de sistema cibernético, intenté descubrir el modo en que se organizaba cada familia y qué modelos emergian simulta- neamente con los sintomas. Resultados: «una hipotesis sistémica» y «una intervenci6n final» (reencuadre o prescripcién), que el terapeuta comunica- ba a sus asistidos. Por entonces crefamos que la hipotesis sistémica, para ser eficaz, debia corresponder a la organizacién del sistema como una lave corres- ponde a una cerradura. Trabajabamos con un modelo cibernético de primer orden (0 cibernética del sistema observado). En 1980 el equipo se separ6. Selvini, primero con Prata y después con otro equipo, continuo sus investigaciones en este terreno. Su principal esfuerzo apuntaba a descubrir si en las familias con un miembro psicético habfa un presunto «juego comtin a todas las familias». Declaré haber hallado, en efec- to, un «juego comtin a todas estas familias». Esta investigacién continuaba utilizando un modelo cibernético de primer orden. ‘Tras la disolucién del equipo en 1980, Cecchin y yo trabajamos con las familias en el contexto de un programa de formacién: Este cambio fue i impor- tante porque favorecié el desarrollo de un modelo cibernético de segundo orden (o cibernética del sistema de observacién). Por supuesto, cuando hablo de cibernética de primer o segundo orden no pronuncio juicio alguno de valor en cuanto a que uno fuese mejor que el otro. No es ése el objetivo: ambos son puntos de vista importantes. La nueva estructura de trabajo, que comprende a las personas en forma- cién, esté compuesta de dos habitaciones separadas por un espejo sin estafio: la sale de tratamiento, donde uno o dos estudiantes interrogan a la familia, y «la sala de observaciény. Er. la «sala de observaciénm, el grupo de estudiantes (10 a 15 personas) se divide en dos grupos; el «grupo terapéutico» (compuesto por 5 0 6 pet- sonas con un formador), cuya tarea es asistir al terapeuta en su trabajo con la familia, y el «grupo de observacién» (los otros alumnos con un segundo for- mador), cuya tarea es observar el proceso de trabajo del grupo terapéutico que asiste al terapeuta en su entrevista con la familia. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ASPECTOS DE LA TEORIA DE SISTEMAS Y PSICOTERAPIA Jay Haley Uno de los temas que han vuelto a tratarse en este encuentro es el de «tera- pia sistémica». No sé qué quiere decir esto. Parece haber una extraiia para- doja en combinar las dos palabras, porque la teoria sistémica es una teorfa de estabiliclad, de no cambio. Por definicién, un sistema es autocorrectivo y, por lo tanto, si empieza a cambiar, hay reguladores que actian para mantenerlo estable. Sin embargo, la psicoterapia tiene necesidad de una teorfa que expli- que cério cambiar a la gente. Querer combinar ambas cosas, sistema y psi- coterapia, parece inapropiado. En lo que a mi respecta, la contribucién revo- lucionaria de la teoria de sistemas no ha consistido en facilitar el cambio en psicoterapia sino en dar cuenta de la razén por la cual las personas son como son, que es un problema muy diferente. En la década de 1950, participaba en una investigacién sobre psicotera- pia cuando hicieron su aparicién las teorias sistémicas. Parece dificil creer has- ta qué punto las ideas sobre la psicoterapia habfan sido hasta entonces radi- cales. Se creia de manera absoluta que la causa de todos los problemas residia en el pasado. Era, pues, lo més légico que la terapia se ocupara de explorar el pasaco de una persona, su infancia, etc. Se crefa que, comprendiendo sim- plemente el pasado, los sintomas desaparecerian. Para ilustrar cudn radical era este modo de ver las cosas recordaré una discusién de esa época con un interno en psiquiatria. Este interno conducia una terapia de varias veces por semana con un paciente, desde hacia seis meses. Le pregunté si su paciente estaba casado. El interno no lo sabia, pues a su entender esto no tenia nada que ver con el problema: él se ocupaba del pasado del paciente y estaba pasan- do de la primera infancia al perfodo ulterior, pero todavia no habia Ilegado ala etapa en que el paciente se habia casado. No lo complicaba en absoluto la carencia de informaciones sobre su situacién conyugal, dado que ninguna informacién sobre el contexto actual podfa tener pertinencia, aun cuando uno se ocupara de alguien internado en un hospital, que era precisamente el caso. Asf pues, la idea de que el pasado era la causa del presente resultaba extre- madamente decisiva. Todo el mundo afirmaba que un sintoma provenia del pasado y que el comportamiento presente carecfa de interés, al carecer de la menor “elacién. La teoria de sistemas propuso un punto de vista totalmente distinto. La cosa empezé con la revolucién cibernética a finales de la década de 1940, influy6 en la psiquiatria y la psicologfa a comienzos de la de 1950, en buena medida gracias a Gregory Bateson, quien daba cursos a un publico de clini- a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. EL TERCERO AUSENTE EN EL SISTEMA Edith Goldbeter Merinfeld* Quisiera presentar una lectura particular del encuentro terapéutico. El mapa propuesto puede parecer general, dado que se refiere a zonas de sen- sibilidad universalmente extendidas (tocantes a la ausencia), pero toca alo singula: en la aplicacion cada vez tinica que puede hacerse de ella durante el encuentro entre un terapeuta y una familia.’ Desarrollaré, tomando como base la presentacién de un caso, la nocién de tercero de peso. Esta situacién se remonta a quince afios atrs, pero la traigo equi porque de ella nacié mi sensibilidad, en el plano terapéutico, a la ausencia del tercero de peso. Mi coterapeuta y yo debiamos recibir por primera vez a la familia M. De acuerd) con el modelo de Minuchin, previamente colocamos sillas para la sesién, previendo una mas que el ntimero de participantes: asi podriamos hacernos una idea de las distancias existentes en el seno de esta familia. Por ese entonces trabajébamos en un centro de salud mental de Bruselas que se habia abierto hacfa poco; razones econémicas habian hecho que se compra- sen los muebles a unos revendedores, por lo que formaban un conjunto bas- tante heterdclito. No habiamos prestado ninguna atencion especial a las carac- teristicas especificas de las sillas que habfamos «elegido». Al comenzar la sesién, el hijo de 15 afios se instalé al lado de su padre, el cual estaba separado de la madre por una silla vacia; nosotros ocupamos los dos ultimos asientos, frente a la familia. Silla Padre Madre Hijo Coterap. EG. Quien habia llamado al centro habfa sido la madre: le preocupaba el com- portamiento de su hijo Robert, a quien habia sorprendido jugando a lanzar ituto de Estudios de la Familia y de los Sistemas Humanos, Bruselas, Servicio de Psiquiat-fa de las Clinicas Universitarias de Bruselas, Hospital Erasme. 1. Goldbeter Merinfeld, E., «Le tiers absent du systemen, Cabiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 11, pags. 83-90, Toulouse, Privat, 1990. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ESTABILIDAD ¥ CONTEXTO TERAPEUTICO. a1 tratar las familias de los dems fuese a «reparar» la propia. Tenemos, pues, un encuentro que podria ser complementario y totalmente equilibrado entre una familia que busca rematerializar, devolver peso a su tercero ausente, y un tercero de peso «profesional» en busca de una familia en la que pueda desem- pefiar su rol. Sin embargo, el encaje no es siempre perfecto, pues los tera- peutas se preocupan igualmente del cambio, y la funcion de tercero de peso no se cumple de la misma manera en cada familia. Esto puede echar una luz particular sobre el concepto de resonancia. En efecto, mis all4 de la gene- ralidad del mapa, se alcanzan los aspectos singulares: van a emerger las zonas de intersecciones particulares alrededor de la ausencia. Para favorecer la eventual utilizacién de este mapa en mis terapias (es decir, para favorecer la aparicién de resonancias mds espectficas entre el terapeuta yla familia en cuanto al tema de la ausencia), coloco siempre un nimero sufi- ciente de asientos para que pueda quedar por lo menos uno vacio. La meta- fora se une aqui a lo concreto. En efecto, cuando se sienta primero, la fami- lia sefiala implicitamente un lugar al terapeuta. Ante los dos asientos que han quedado libres, el interviniente tendré que hacer una elecci6n, pero, sea ésta cual fue-e, ya no olvidard facilmente que el sistema est4 incompleto, que siem- pre hay ausentes. Llegado el caso, podra abordar este tema con la familia, haciéndole sefialar el asiento del tercero de peso que falta ¢ identificarlo; des- pertaré asf la vivencia de esa ausencia sin Ilenarla él mismo. Si resulta, por inadvertencia, que el ausente ocuparia el lugar elegido por el terapeuta, deja- r4 libre este asiento y se instalard en otro. Esta manera de dramatizar la dife- rencia entre el tercero de peso ausente de la familia y la funcién del tera- peuta est, para mij, llena de recursos: la familia es invitada a trabajar el duelo del ausente y el terapeuta tendr4 «las manos més libres» para trabajar en el sentido de la apertura a un cambio. Evidentemente, esta forma de lectura no es sino una construccién reali- zada a partir de mis propias historias sistémicas; pero en general concuerda perfectzmente, en el propio seno del sistema terapéutico, con las represen- taciones familiares; y sobre la base de las resonancias que despierta, permite el avance del proceso terapéutico. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Elkaim, M., Goldbeter, A., Goldbeter, E., «Analyse des transitions de com- portement dans un systéme familial en termes de bifurcations», Cabiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 3, pags. 18-34, Paris, Gamma, 1980. Goldbeter Merinfeld, E., «Par-dela la cohérence: vers le systtme», Cahiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 7, pags. 135-138, Paris, Ed. Universitaire, 1983. 2. Elkaim, M., «Résonance», en Benoit, J.C., Malarewicz, J.A., Le dictionnaire clinique des thérap ies familiales et systémiques, Paris, ESF, 1988. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ESTABILIDAD Y CONTEXTO TERAPEUTICO 95 que puedan surgir sentidos y hacerse visibles, pudiendo convertirse estos sen- tidos en elemento fundamental de conflictos. En la experiencia clinica conocemos dos subgéneros cataténicos: un sub- género hiperexcitado y otro, el del estupor. Los dos ofrecen ejemplos de inter- valos de oscilaciones variados. En el subgénero hiperexcitado, estos interva- los son en rigor mas largos que en el estupor. Entrafian movimientos que podemos reconocer aun cuando parezcan desorganizados y carentes de obje- tivo. Podemos considerarlos como tentativas de equilibrar los polos de una ambivalencia que provoca una tensi6n. En el estupor, los intervalos de osci- laciones son mas cortos, lo cual refleja una alternancia mds rapida todavia en las tenta-ivas de comienzo y fin de puesta en equilibrio de los polos de ambi- valencia. Encontramos una tensién maxima debida a la ambivalencia y al mis- mo tiempo una inmovilidad corporal. Sin embargo, hallamos en el cuerpo, como en el caso del subgénero hiperexcitado, un estado externo de excita- cién con pardmetros elevados tales como presién arterial, ritmo cardiaco, tem- peratura, etcétera. Es pertinente desde el punto de vista clinico localizar la esquizofrenia cata- ténica en la interfase de los desérdenes esquizofrénicos y esquizoafectivos. Se coincide aqui con el punto de vista de los autores contemporaneos que consideran el comportamiento catatonico como un sindrome esquizoafecti- vo. Sus precondiciones demuestran ser, por un lado, significaciones doloro- sas y mutuamente excluyentes y duras y, por el otro, una tensién extrema debi- da ala ambivalencia, que resulta del enfrentamiento de estas significaciones dolorosas. Podriamos decir que la persona cataténica tiene en su interior dos significaciones que amenazan con partirla en dos. En un nivel interaccional esto quetria decir: «Mi interpretacién se opone a la suya, pase lo que pase». Pero lo que engendra una alta tensién de ambivalencia 0 conflicto puede engendrar también creatividad. Puede posibilitar lo que Bateson denomind «transcontextualidad»: capacidad y voluntad de desplazar un contexto o de marcar este contexto de manera inhabitual. Un arbol puede ser visto no sola- mente como un tronco con ramas, sino también como parte de un tren de madera, etc. Sin embargo, antes de desplazar un contexto se lo debe reco- nocer como tal e investirlo de sentido: un arbol no puede al mismo tiempo dar sombra, dar papel, ser parte de un tren de madera, etc., a menos que haya un observador que rompa semejante sincronicidad y al mismo tiempo con- serve los pedazos separados suficientemente cerca unos de otros como para engendrar una tension productiva. Asi pues, los intervalos de oscilaciones no deben estirarse hasta separar definitivamente los diferentes contextos. Asi, anuestro entender, muchas paradojas en el andlisis final son contradicciones debidas a que hemos descuidado el factor tiempo —cuestion elaborada por Spencer Brown (1969)* y otros— y no deben disolverse totalmente cuando tie- nen una posibilidad de estimular la creatividad. En los sistemas con sintomas maniaco-depresivos encontramos una ¢s- tructura temporal distinta, todavia mds alejada del punto de sincronicidad 4. Speacer Brown, G., Laws of Form, Nueva York, Dutton, 1979. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Segunda parte INTERCAMBIOS TEORICOS a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SISTEMAS, EVOLUCION, CRISIS Y CAMBIO 107 1823, desobedecié las reglas y de este modo cambié el futbol en rugby, como metafora del cambio social. Sélo cuando el individuo cambia puede aparecer el cambio social. De Francisco Varela me gusta pensar que es un neurdlogo y él me reafir- ma en este pensamiento con su intervencion sobre las multiples figuras de Ia circularidad. A primera vista puede parecer sorprendente que en este encuen- tro sobre la crisis y el cambio no mencione ni una sola vez el término crisis ni el término cambio. De una manera implicita, sin embargo, estas nociones estan inscritas en las multiples figuras de la circularidad, se trate de la forma general en la cual A implica B, B implica C, y C a su vez A; en la forma refle- xiva en que A implica B, y B implica A; o en su forma autorreferencial don- de A implica A, la magia diltima: «Soy quien soy».’ Como en general nos preo- cupamos sobre todo de las A, las By las C, dirige nuestra atencién sobre la emergencia de las implicaciones, sobre la emergencia de las operaciones de coneaiones; donde; «un espacio.ac‘abre/parael sujeto que-naces: Paul Watzlawick, el tedtico y el practicante, nos recuerda que aqui todas las discusiones deberfan ser en definitiva beneficiosas para quienes, por deses- peracién, entrampados en un sistema, demandan ayuda y para los que anhe- lan ofrecerles su ayuda. Frente a problemas en los cuales los elementos te6- ricos y practicos estan mezclados de una manera inseparable, él muestra de qué manera el «enfoque sistémico» es exitoso. Su fuerza es triple: 1. Como un sistema puede ser reconocido por sus relaciones estructurales y no por su talla, es independiente de su talla, es decir que puede ser valido para fari- lias, minorfas y otras entidades sociales. 2. No responder en una interaccién es tamb.én una respuesta, una manera de ver que corresponde, en el dmbi- to de la teorfa de los nimeros, al primer axioma de Peano: «Cero es un niime- ro». Y 3. La causalidad lineal es inttil. Este punto concentra especialmente a atencisn del terapeuta sobre las potencialidades de cambio en el aqut y aho- ta, en lugar de preocuparse por articular und teorfa de las razonies por las que sloo-oauedd, teeta que por orincipio ne puede eer confimeda, En otros tr: minos, ro tiene sentido decir: «La historia se repetira>. Quienes se repiten a si mismos no son sino los historiadores. Carlos Sluzki introduce a la ultima oradora en estos términos: «iPor ulti- mo, el espiritu universal de Isabelle Stengers!». Ella, sin embargo, no se liga a la universalidad, pero de una manera graciosa y elegante cierra el circulo de la dise nde esta mesa redonda volviendo a Mony Elkaim, quien habia intervenido primero y hablado de la traneformacién de una persona cuando «crea algo original», un «puente singular» que la conecta de una manera nue- va y Unica a una familia. Se pregunta qué se produce en estos momentos de cambios fundamentales, y sugiere una conexion estrecha, como ella dice, «entre el problema de la crisis y el problema de lo que llamamos ser lo mis- mo, seguir siendo el mismo “yo” o el mismo sujeto». Un aspecto fascinante de esta cuestién crucial que se centra en francés en ale méme> (lo/el mismo], en inglés plantea interrogaciones fundamentales a 3. Exodo, 3/14 a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CRISIS* Jean-Louis Le Moigne SOBRE LA MODELIZACION SISTEMICA DE LA CRISIS éNo hay cierta paradoja en el proyecto de una modelizacién de la crisis en un sisterna, cualquiera que fuese? ¢La crisis no es precisamente, casi por defi- nicién, ¢l caos, lo imprevisible, y por lo tanto lo no modelizable? Analiticos o sistémicos, habitualmente los métodos de modelizacién nos per- miten representar por un modelo el estado del sistema antes de la crisis, y por otro modelo el estado del sistema después de la crisis. Pero épermiten ellos con- cebir y construir un modelo del paso del estado anterior al estado posterior? Los analistas y cibernetistas nos diran que, para hacerlo, han desarrollado el poderoso concepto de ecuacidn de estado de un sistema, modelo general que permite dar cuenta de la trayectoria simbédlica de este sistema en su «espa- cio de estados»: secuencia de estados por los cuales deberé pasar para desem- bocar en un estado final estable y presuntamente deseable partiendo de un estado inicial presuntamente conocido. Pero agregarén de inmediato que la ecuaciéa de estado da cuenta precisamente del comportamiento correcta- mente regulado de un sistema sin crisis: sabe dénde esta, sabe ad6énde quie- re ir, y conoce las etapas —los cambios programables de comportamiento- que le permiten llegar con seguridad... iy por lo tanto sin crisis!... Es precisamente la ausencia (esperada) de crisis lo que legitima el método de modelizacién del proceso de cambio de estado... UN DESAFIO PARA LA MODELIZACION SISTEMICA Este contrato constituye un estimulante desaffo para la sistémica (enten- dida aqai como la disciplina que hace su objeto de los métodos de modeli- zaci6n, con fines de intervencién, de fendmenos percibidos como comple- jos): si también ella debe bajar los brazos no bien se encuentra con un fendémeno complejo tan familiar y universal como la crisis, épuede pretender, pretenderse seriamente «disciplina cientifica»? Lo que las modelizaciones analiticas (o conjuntistas) y cibernéticas (de primer orden) no saben hacer, éno debe ella intentarlo? Sobre estas insuficiencias de sus predecesoras se legitimé precisamente la sistémnica desde sus origenes, Desafio mas importante atin de destacar aqui cuanto que se trata de mode- lizar no un «estado» sino un «proceso»: ahora bien, es sobre este proyecto * Eltitulo es del director de la compilacién. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SERES HUMANOS INDIVIDUALES Y FENOMENOS SOCIALES HUMANOS* Humberto Maturana Justo después de regresar de Chile, armado con mi doctorado, después de estudiar siete afios en el extranjero, convenci al profesor del departamento de biologia de la escuela médica de la universidad de Chile para que me deja- ra dar cinco lecciones en el curso de biologia para estudiantes de medicina. Mi objetivo era hablar de la organizacion de los sistemas vivos y del origen de la vida. Cuando terminé la quinta leccién, uno de'los alumnos me pregunto: «Doctor Maturana, épuede decirnos qué es lo que comenzé en determinado momenito de la historia de la Tierra, de tal forma que se pueda decir que los sistemas vivos comienzan ahi? ¢Qué ocurre en ese momento por lo que los seres vivos no existen sino después mientras que antes no los habia?». Cuando ese alumno me hizo esta pregunta, me sonrojé. No podia respon- derla, Habia pasado todos mis anos de estudios preparandome para una pre- gunta semejante: de hecho, toda la pasién que habia puesto en estudiar biolo- gia y er hacerme bidlogo venia de mi deseo de encararme con esa pregunta a la cual seguia sin poder responder. Tras un momento de reflexién, dije: «Yo no conozco la respuesta a esa pregunta, pero si viene usted el afio que viene, inten- taré proponerle una». Desde ese momento me aboqué a la tarea de descubrir la organizacién que constituye a los seres vivos en unidades auténomas. Mis esfuer- zos culiinaron, hacia 1966, cuando mostré que un sistema vivo en cuanto enti- dad au:Gnoma es una red discontinua de procesos circulares de producciones moleculares, en el cual las moléculas producidas constituyen mediante sus interacciones la red que las produce, determinando su ctecimiento, y no existe sino durante todo el tiempo en que permanece asi. A] comienzo, llamé a esta organizacion «organizacién circular», a causa de la circularidad de los procesos de procluccién molecular que pone en juego, pero més tarde, en un articulo que escribi son mi ex alumno Francisco Varela, introdujimos la palabra autopoyesis para designar y caracterizar la organizaci6n de los sistemas vivos en forma tal que quedaran en evidencia las consecuencias de su operacién. A la pregunta: «¢Qué tipo de sistemas son los sistemas vivos?», respondiamos sistemas autopoyéticos moleculares». Me dirijo ahora a un problema conceptual que se presenta generalmente cada vez que se intenta comprender un sistema como una totalidad. Se trata de la frecuente confusién entre las condiciones que presiden la constitucién de «Los sistemas vivos son * El titulo es del director de la compilacién. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LAS MULTIPLES FIGURAS DE LA CIRCULARIDAD Francisco Varela Entre todos los temas que se pueden presentar durante el breve tiempo concedic.o a cada uno de nosotros, elegiré uno que me ha apasionado duran- te toda mi vida de investigador y que al mismo tiempo tiene pertinencia en el dominio de la terapia familiar. Se trata de la nocién de autorreferencia (0 cir- cularidad, o reflexividad; utilizaré aqui estos tres términos indiferentemen- te). Es una nocién que hasta fechas muy recientes resultaba mas bien mar- ginal. Pero estoy convencido de que esta llamada a cumplir un papel cada vez més importante en la ciencia. En lo que sigue distinguiré tres niveles donde la reflexividad aparece bajo formas diferentes. LA CIRCULARIDAD LOGICA EI primer nivel es también el mas usual: la circularidad como anillo légi- co. En el campo de la terapia familiar, fue Bateson quien introdujo esta idea al afirmar que es importante mantener una separacién entre los tipos Idgicos. La nocién de tipo légico fue introducida por B. Russell y N. Whitehead en los Principia Mathematica, como un medio para mantener la separacion entre una funcién y sus argumentos, los operandos y los operadores, de tal suerte que en general el proceso y los resultados permanecen en niveles diferentes. Tomemas, por ejemplo, la funcién «adicién de dos niimeros»; esta funcién «adicién» no debe encontrarse en el mismo nivel que los nimeros sobre los que opera. Por qué es esto importante? Porque Russell se dio cuenta de que, de no mantenerse esta distincién, los sistemas formales que construia para fundar Jas matemdticas se tornaban incoherentes. Es muy importante comprender que la teoria de los tipos légicos esta estrechamente ligada al problema de la consistericia en los sistemas formales. Los Principia fueron esctitos en la pri- mera década del siglo; ahora bien, desde entonces han ocurrido muchas cosas en légica matematica. Tantas que hoy podemos decir, con toda seguridad, que el espectro russelliano de confusién entre tipos légicos se ha disipado. Hoy esta claro que ninguna necesidad intrinseca se opone a una plena identifica- cion de los operadores y los operandos, a condici6n de disponer de dominios de trabajo més ricos, mateméticamente hablando, que la simple légica biva- lente —verdadero y falso— en la que se redactaron los Principia y que consti- tuye el basamento de la légica proposicional clasica. Pienso que el mandato batesoniano de aferrarse a la distincidn de tipos ldgicos como a una boya de a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. EXPLORACION Y DRAMA* Isabelle Stengers Como soy la ultima, aprovecharé para tratar de no hablar mucho tiem- po, pues lo necesitaremos para la discusién; y también aprovecharé para tratar de «redondear». Lo que he escuchado esta mafiana, me gustarfa comentar la escena que nos hizo Mony al comienzo, porque me parece que tal vez habia mas para decir de lo que él dijo. Siempre hay mds que decir de lo que dice cual- quiera, y justamente por eso puede uno aprender, pero en fin, aqui pasé algo que me parecié curioso: Mony nos colocé ante un problema y nos pidié que respondiéramos, y lo que me parece interesante es que todos sabfan cue habia una cosa que no se podia decir. No se podia decir: «Puesto que estoy implicado, puesto que me reconozco, tengo que dejar esto a un lade», es decir que ya no podiamos atenernos a una norma de objeti: vidad que en otros medios intelectuales hubiera sido evidente. Entonces, como sabiamos que no podiamos decirlo, ¢qué es lo que se podia decir? Esto era un problema. Era un pequefio problema que se exploré de dife- rentes maneras y lo que me interesé es que, en el fondo, Ilegamos —y jus- tamente por eso quiero hablar de crisis—, llegamos a dos posiciones bas- tante claras; una, la primera, es: «No, no, no puedo decir que no puedo comprometerme en esta relacién terapéutica, que no soy capaz», o «¢Soy capaz? Tal vez seré capaz, y por lo tanto si soy bastante fuerte puedo hacer- lo», y esto coloca el problema bajo el signo del drama; va a producirse un drama, ¢soy capaz de tolerar este drama? Y la otra, que Mony finalmente tomé a su cargo, era: «Qué suerte tienes, vas a producir una construc. cién or: ginal, vas a explorar un paisaje con una agudeza, una sensibi dad, y lo digo, una sensibilidad que yo mismo no podria tener». Entonces, esto es un poco lo que me interesaba a mi: que hemos tenido en estas dos soluciones, en el fondo estables, al problema planteado, dos estéticas diferentes de la crisis: la del drama y la de la exploracién. ¢Son dos esté- ticas contradictorias? No lo sé. Son tal vez dos polos que ponen bajo tensién ese algo que se puede considerar como relativamente homogé. neo pero que habria que reflexionar sobre esta tensién a pesar de esa homo- geneidad. En el fondo, el que dice al otro o que logra pensar: «Qué suer- te tengo, voy a poder construir», dice menos «Voy a poder construir un paisaje» que «Va a construirse un paisaje del que yo formaria parte», pero * El titulo es del director de la compilacién.

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