Está en la página 1de 110
‘Han participado en esta obra RENE Kats, psicoanalista, profesor de psicologia y psicopatologia clinieas en la Universidad Lumiére, Lyon Tl. HAYDEE FAIMBERG, médica psicoanalista, miombro titular on funcién didetica de Ia Sociedad Psicoanalities de Paris y de la Asociacién Paicoanalitien Argentina, vicopresidenta de la Aso- jacién Psicoanalitiea Internacional. MIcHELINE BNRIGUEZ, psicomalists, miembro del IV? grupo. JeaN-José BARANES, psicoanslista, miembro titular en funcién, ‘idsetiea de la Sociedad Peicoanalitica de Paris, médico director dol Contro do Dia Etienne Marcel, en Paris. De los mismos autores, en esta biblioteca La envoltura de memoria y eus huocoss, Micheline Enriquez. En Las envoliuras pstquicas, D. Anzieu, D. Houzel, A. Missenard, ‘M. Enriquez, A. Anzieu, J. Guillaumin, J. Doron, B. Lecourt ¥ T.Nathan en el proceso psiquico del eujeto singular y ea el proceso psiquico del con- junto intersubjetivo. Desde esta perspectiva, justamente, es necesario comprender la hipévesis freudiana de este apa- rato de interpretar que aseguraria la funcién de trasmisién y de trasformacién: «si no existe nada importante.que una ‘generacién esté en condiciones de ocultar a otra», como es- cribe Freud, sigue habiendo sujetos sobre quienes pesa lo negative de la trasmisién: lo més dificil de admitir es que puedan consentirle y, de una manera u otra, extraer de ello un atroz provecho. Con el psicoanillisis y, a fortiori, en sus desarrollos, el destino de la trasmisidn, en su linealidad tragica, es pensa- do en otra categoria del tiempo, en otra concepeién de la huellay del estigma. La categoria que altera los modelos do- minantes de la trasmisiGn Mluidica irreversible, que cons truyen tanto la teoria de la degeneracién como la epidemio- logia y la bacteriologia, es la categoria del aprés-coup. El tiempo, la memoria y la relacién del sujeto con su propia historia psiquica se ven asi modificados: el psicoandlisis, ex- periencia de la reinseripeidn, no se emparienta con ninguna otra psicaterapia. VIL. Crisis de trasmisién y modernidad La modemnidad de Freud, euando piensa la trasmisién psiquica, esta en Ia potencia de ruptura que contienen los modelos que propone: el del aprés-coup, que es uno de Tos principales, pero también el qze hace de la falta, de la au- seneia y de la falla una condicién de la trasmisién, de la po- sitividad de los abjetos y de los procesos que Ta eonstituyen en trasmisin de Ja vida. Las frachuras ocasionadas por las mutaciones en los sistemas de trasmisién psiquicos, socia~ lesy culturales han arrojado més luz que en el pasado sobre esta polaridad negativa. Nuestro Zeitgeist, las emergencias de nuevas patologias, esencialmente los sufrimientos psi- quicos asociados a las perturbaciones graves de la trasmi- sion.y del vinculo, pero también el desarrollo de ciertas sen- sibilidades clinicas y tedricas en el psicoandlisis revelaron las profundas fallas en las continuidades narcisistas en las que se fundan el sujeto singular y los conjuntas relacionales de los que forma parte. Todos estos factores han contribuido a radicalizar la dimensién de lo negativo en el centro de las apuestas de la trasmisidn, hasta el punto extremo en que se plantea Ia cuestién do saber si atin existe apuesta, es decir, Vida. Seria necesario releer y quiz reescribir El malestar ent la cultura (1929), con el no futuro de las generaeiones del setenta/ochenta en el ofdo, y determinar su dimensién en al espacio psiquico. El debate de la modernidad noes solamente el que opone yarticula las exigencias de la subjetividad y las de la razon, ‘como Io ha mostrado magistralmente A. Touraine (1992) en su Critique de la modernité; se da también entre las exigen- cias de la subjetividad individual y las de la subjetividad del conjunto. Nuestra tarea es la de pensar, para superarlo, el falso y recurrente problema de la oposicion del individuo y del grupo; para ello tenemos que imaginar y pensar al su- jeto psiquico como inseparable de la intersubjetividad, de sus exigencias de trabajo psiquico, de sus coacciones y de sus limites, Debemos pensar las fallas y los teleseopajes entre estos dos espacios que tienen sus propias leyes y sus reglas de sustitucién reciproca; sin este trabajo de pensamiento no Podemos comprender lo que se repite de una subjetividad otra, ni cémo eso se repite. Por eso, en su aspecto més general, Ia cuestién de la tras- misién es una cuestién de Ia modemnidad: estas dos cues- tiones parecen indisociables, invocadas la una por la otra. ‘Movilizan movimientos contrarios: tentativas de poner en juego, tratar y pensar lo que se ha roto, o la voluntad de ensanchar todavia més la distancia entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo mismo y lo otro. Es siempre en un momento eritico de la historia cuando emergen e insisten Ia cuestién de la trasmision y la necesi- dad de darse una representacién de ella: en el momento en 28 que, entre Jas generaciones, se instaura la incertidumbre sobre los vinculos, los valores, los saberes por trasmitir, so- bre los destinatarios de la herencia: éa quién trasmitir? Cuestidn fecunda, que instaura y mantiene el trabajo de la muerte en el placer de la vida. Seguramente el concepto de modernidad es, en el limite, quel por el cual eada generacién se despega de la preceden- te y se coloca en posicidn de instituirse su heredera. Pero quizé, para algunas generaciones, es una puesta en crisis més profunda, cuando en la conjuncién de una doble incer- tidumbre en las relacfones entre las generaciones, tanto del lado de los Padres y Madres como del lado de'los Hijos © Hijas, se agrega una desintricacién de los movimientos de vida y de muerte. En este sentido, nuestra modernidad no es solamente la crisis de la trasmisién, de sus objetos y de sus procesos: es también la crisis del concepto de la trasmi- sin misma. Esta obra quisiera contribuir a esta crisis y a su elaboracién. 29 1. Introduceién al concepto de trasmisién psiquica en el pensamiento de Freud René Kaés I. Seméntica, recorrido, investigaciones Semantica En el texto froudiano, al mencs cuatro términos designan 1a trasmision: die tbertragung, que, con otros términos forjades sobre esta base, califica al hecho de trasmitir (tibertragen) 0 8 Ia trasmisibilidad (die Uoertragbarkeit), El mismo término de- signa la trasfarencia, en el estricto sentido psicoanalitico; pero ademas la traslacién, la treduccién y, en una acepcién ds restrictiva, la comunicacin por contagio; die Vereriung, que sirve para designar lo que se trasmite por legado o por herencia; die Erwerbung, que indica la adquisicién como resultado de la trasmisién; asi, en el verso del Fausto de Goethe: «Was clu ererbt von deinem Vaitern hast, Erwirb es, um es 2u besit- zene, eLo que has heredadio de tus Padres, para poseerlo, ad- quiérelo»; die Erblichkeit, término formado a partir del adjetivo er: blioh (hereditario, trasmisible por legada biol6gico o por Su: cesién juridica) y utilizado para designar lo heredado o ia harencia. Como vemos, en Freud la nozién de trasmisisn esté so metida a una importante polisemia. De este modo, al lado del sentido especifico que ha adquirido en el campo psico- analitico, Ubertragung se emplea también para designar los procesos de la trasmisién de pensamiento, de la telepa~ tia, de la induceién, los fenémenos de contagio y de imita- cién presentes en las multitudes, las modalidades de 1a 31 prescripeién del tabi. Ubertragung es ademas uno de los ‘términos utilizados en ol debate freudiano sobre el legado y la etiologia de la neurosis, en la medida en que toma parte en ello precisamente la cuestién de la adquisicién (Erwerb- ung) y de la trasmisién, por la via psiquica, de la enferme- dad. Estas cuestiones son justamente las que inauguran la reflexion sobre la histeria, y por otro lado la presentacion, de] andlisis de Dora pone inmediatamente en perspectiva la dimension intergeneracional e intragrupal de esa trasmi- sign (R. Kaés, 1985) Recorrido Esta diversidad seméntica indica la diversidad de los ob- jetos de la investigacién freudiana sobre la trasmisisn, du- ante toda su obra. La cuestién de la trasmisién se afirma en ciertos momentos de sus escritos, sexiin acentuaciones notables. De este modo, la cuestidn de Io heredado, que va a acompafiarlo desde los Estudios sobre la. histeria (1895) hasta los tiltimos textos de «Analisis terminable e intermi- nable» (1937) y del Moisés (1939), serd tratada sin embargo en un momento privilegiado, entre 1895 y 1905. Fn ese mo- mento, el debate es el de la etiologia de las neurosis y su trasmisibilidad por via psiquiea. La interpretacién de los suerios (1900) va a inaugurar otra via, siempre en relacin, con la cuestién de la histeria: la de la trasmisisn inconciente por identificacién con el objeto o con la fantasia del deseo del otro, El debate se inscribe en la imitacién y el contagio psi- guico entre los sujetos, pero también en las modalidades in- trapsiquieas de la trasmisiOn de los pensamientos (del sue- io). Tétem y tabi (1912-1918) inaugura otra via. El trabajo se funda muy previsamente en lo que se trasmite de gene- racién en generacion: la trasmision del taba, la trasmisidn de laculpa y de la culpabilidad. 1 giro de 1920-1921, con Psi- ‘cologia de las masas y andlisis del yo (1921) y Bt yoy el ello (1928) replantea, sobre bases muy distintas, la cuestién de la identificacién, del Yo y del Superyé en cuanto a los pro- cosos y los azares de la trasmisién, Freud reelabora alli la ‘cuestién de lo heredado y de la horencia de los rasgos psfqui- cos, poro después de haber seguido el destino del objeto per dido en la elaboracién de las instancias del aparato psiquico. 32 -penmenesd Esta diversidad de las problematicas y de los momentos de su elaboracién se cruzan en lo que Freud Hama, en su teoria de a cadena asociativa, puntos de anudamiento (die Knotenpunkte). El momento de la muerte de su padre es uno de los puntos de anudamiento: Freud descubre la via psiquica de la trasmisién de la neurosis. La ruptura con Jung yen consecuencia, el cuestionamiento de su propia pater- nidad, es otro: Freud se interroga sobre la trasmisién de la culpa del padre y contra el padre. Luego legan la reelabo- racién metapsicologica de 1920-1921, esbozada desde los trabajos sobre el narcisismo, el duelo y la pulsién de muerte ¥, finalmente, los textos llamados anizopoldgicos: El porve- nir de una ilusién (1927), El malestar en la cultura (1929), hasta las viltimas paginas de Moisésy la religin monoteista (1939). Una cuestién recurrente atraviesa toda su obra: la de la telepatia, de la trasmision de pensamiento (Gedan- Reniibertragung) ¥ del ocultismo. Cuestién por mucho tiem- po desconocida, encubierta, ocultada, hasta en afios muy re- cientes en Francia: algunos manuscritos desaparecieron, algunos textos esperaron veinte afios para ser publicados (espués de la muerte de Freud), y todavia mas para ser traducidos, y algunos no Jo fueron todavia, Investigaciones Reagrupadas por sus objetos y sus apuestas, las pro- Blematicas de la trasmisién hacen aparecer cuatro terri torios de investigacién en la obra de Freud: la trasmisién intrapsiquica, la trasmisién intersubjetiva, la trasmision transpsiquica y la cuestién de la formacién del Yo. Todas estas problematicas tienen como objeto y como horizonte cli- nico la cuestin de la neurosis, La trasmisiGn intrapsiquica El texto de referencia es La interpretacién de los swetios. La cuestién es saber lo que se trasmite o se trasfiere (en el sentido de trasporte o de traslacién) en intensidad y en re- presentacién en el paso de la vigilia al sueiio, del Inconciente al Prevonciente, del Preconciente al Conciente, de los pensa- 33 mientos latentes al relat manifiesto, de las asociaciones a la representacién-meta inconciente, y cémo se efectian estos pasajes, principalmente gracias a los pensamientos intermediarios (dlie Zwischengedanken). Bstas formaciones intermediarias hacen de puente y de separacién entre las formaciones intrapsiquicas; cumplen diversas funciones de ligazén, de desplazamiento, de fijacién, de condensacion, de para-excitaciones, de delogacién; adquieren con frecuencia Ia estructura y 1a funcidn de las formaciones de compromiso. ‘Sueiio, proceso asociativo, representacion, estas formaciones ‘son los abjetos y los vectores de la trasmisicn interna do la realidad psiquiea. Freud los piensa ante todo en términos que otorgan tun lugar importente al punto de vista econémi: co: investiduras, colocaciones, desplazamientos de afectos, de energia y de representacién, condonsacién y difraecién. La trasmision intersubjetiva Introduzeo aqui una distincidn entre el nivel de la real dad interpstquica y el de la realidad intersubjetiva; el pri- mero describe las relaciones y los efectos de las velaciones ‘entre los aparatos psiquicos bajo dos aspectos complemen- ‘tarios: el de la formacién de las aparatos psiquicos y el de la formacién del espacio especifice que generan sus relaciones. Bl nivel de la intersubjetividad describe e interpreta los em- plazamientos correlatives de los sujetos en sus relaciones imaginarias, simbélicas y reales. Bl espacio originario de la intersubjetividad es el grupc familiar (0, mds generalmen- ‘te, el grupo primario) en tanto precede al sujeto singular, esti estructurado por una ley constitutiva y sus elementos- sujetos estén en relaciones de diferencia y de complemen- tariedad. E] andlisis dela trasmision intersubjetiva tendra pues camo objetos principales los tres siguientes: las formaciones intersubjetivas primarias: son ellas las que aseguran las condiciones de posibilidad del espacio y de los vineulos intersubjetivos, prineipalmente los apuntala- mientos reciprocos, las investiduras narcisistas y las exi- gencias de separacién; ‘el espacio y los vinculos que forman la realidad psiquica de] conjunto intersubjetivo: =n este conjunto son presenta- 34 dos los enunciados veferidos a las prohibiciones fundamen- tales y se ponen en priictica las predisposiciones signifi- cantes utilizables por eada sujeto en gu actividad de repre- sentacién, y por varios sujetor para comunicarse entre sf. ‘También én este conjunto se eostituyen, segiin una doble ogica intrapsiquica e intorsubjetiva, los abjetos y loa vineu- los de identificacién y, en consecuencia, las ectructuras asicas del Yo y del Superyé; el complejo de Edipo, en tanio preseribe las relaciones de deseo y de prohibicién entre los sujetos, y reconstruye en el campo de la representacidn las diferencias entre los sexos ¥ las generaciones, y las correspondientes identificaciones. La trasmision transpsiquica La distingo de la trasmisisn intersubjetiva en tanto esta supone la existencia de un esracio de traseripeién trasfor- ‘madora de la trasmisién. Lo que se trasmite entre sujetos no del miamo orden que lo que se trasmite a Jas de la norma. Bn ese momento precipitard Ia nocién de ‘una inmaunidad psiquica, social o cultural para resguardar- se del otro y de aquello que trasmite. Mas alld de la analo- gia, el valor de este concepto bio-psico-sovial se mide esen- cialmente, también aqui, por ol temor a la contaminacién por un objeto de trasmisin persecuto: El modelo del contagio mental y las psicologias de las multitudes ‘Todos los datos de bactericlogia y de epidemiologia médi- ea establecen correspondencia” cuando son retomados en otros dominios: psiquiatria, sociologia, psicologia, etnologia Desde este punto de vista, no se podria subestimar la pode- rosa funcién metaférica del nombre y los descubrimientos de Pasteur. + 1B. Kas ineluye « menudo on este texto, come en muchos ott, con ceptos que tomia dela teoris matamstiea como domaine (dominio), fonction {funeion), 0, omo en este caso, mage (correepandancia). (N. de a 73) 40 La nocién de contagio mental desarrollada por G. Le Bon enel capitulo dos de su Paychologie des foules (1895, es decir el afio de los Estudios sobre la histeria) es prueba de la epis- temologia social fundada on el pensamiento médico del siglo XIX, Le Bon caracteriza a la multitud por los rasgos de im- pulsividad, irritabilidad, incapacidad de razonar, ausencia de juicio y de espiritu eritico, exageracién de los sentimien- tos y otros més, que son asimismo observables en los seres que pertenecen a formas inferiores de evolucién, como el salvaje y el niio. Puesto que su inestabilidad y su movilidad las vuelven muy dificiles de gobernar, las muititudes necesitan encontrar un jefe, un amo. La multitud es mujer y, en una palabra, his- tériea. Victor Hugo, gran manipulador de opinién, podrs ade- mais menospreciarla: la multitud es una «mujer borracha>. «. Otros dos textos importantes se publicardn posteriormente: el eapitalo sobre la trasferencia en las Conferencias de introduccisn at peicoandlisis (1916) y el articulo de 1987: «Andlisis termina- ble ¢ interminable». Los dos articulos de 1896 for-man parte del debate episte- moléjgico sobre la teoria de la degeneracién. Ahora se conoce mejor el contexto de este periodo de la vida de Freud, que acompaiié las modificaciones aportadas, en ese momento crucial del duelo por su padre, a su teoria de la seduccién. Esta aparece ya sea como uns altemnativa traumatica a le 47 +eoria de Ja trasmisin biologica hereditaria, ya sea como un cambio completa de perspectiva, en la medida en que la di- mensién propiamente psiquica de la fantasia y de la resigni icacion sustituye a la realidad de la escona, y a aquella tesis de la trasmisién psiquica directa de los rasgos neursticos. Escrito en francés, el primer articulo llama la atencién de los médicos que se verian xdeslumbrados por la grandiosa perspectiva de la condicién etiolégica hereditarias.’ Debe- fan distinguir al menos entre lo heredado similar (el mi mo Jegado en los miombros de una misma familia, asi en ciertas miopatias en las coreas) y lo heredado disimilar. Esto, emucho mais importante que Jo otro, deja lagunas que sera necesario Henar para Hegar a una solucién satisfacto- ria de los problemas etiolégicos. Consiste en el hecho de que os miembros de la misma familia se ven atacados por las neuropatias més diversas, funcionales y orgdnicas, sin que pueda develarse una ley que rija la sustitucién de una en- fermedad por otra 0 el orden de su sucesién a través de las sgeneraciones. Al lado de los individuos enfermos, hay en al- gunas familias personas que permanecen sanas, y la teoria de lo heredado disimilar no nos dice por qué estas personas soportan la misma carga hereditaria sin sucumbir a ella, ni por qué otra persona enferma habré elegido, entre las afec- ciones que constituyen la gran familia neuropatica, deter- minada afeccién nerviosa en lugar de haber elegido otra, la histeria en lugar de la epilepsia, dea vesania, ete. Como no hay nada fortuito en patogenia nerviosa, como en ninguna otra parte, es ciertamente necesario admitir que no es lo here- dado lo que rige la eleccisn de ta neuropatia que se descrro- ard en el miembro de una familia predispuestar.® Freud propone admitir la existencia de otras influencias etiopatogénicas, reveladas por la consideracién de la histo- ria personal (y el andlisis de la'eleccidn del sintoma), y que merecen ser vistas como etiologias especificas. De este modo, se ve llevado a distinguir entre las condiciones indis- pensables para la produccién de una afeccién, las causas concurrentes y Jas causas especificas; concluye: «La aecién 4 Sohre oste pasafe y las ctas que siguen, ef los artieulos de P. Péalida (1982), F. Gantheret, J. Laplanche, S. Leclair (1982), M. Dayan (1981), J. Borie (1981). 5 Freud, 1896, op. cit, pigs, 409-10, ne bastardllas son nuestras, 48 de lo heredado es entonces comparable a Ja del hilo multi plicador en el cireuito eléctrico, que amplia la desviacién visi- ble de la aguja, pero que no podré determinar su direccién» (ibid., pag. 412). ‘Bs interesante resaltar la metéfora por su valor en el re- pertorio freudiano de las representaciones de los procesos psiquicos: debemos considerar aqui um aparato de amplifiea- cidn de fenémenos cuya determinacién obedece a un orden especifico: lo heredado vuelve manifiestas las formaciones psiquicas que sufrieron una desviacién respecto de las deter- minaciones intrinsecas. Freud intentard, por lo tanto —y P, Fédida (1982) destaca la importaneia de esta propo: — poner en evidencia los factores que deciden la eleccién del ingreso en la enfermedad. Freud no mostrara ambigiie- dad en el articulo de 1898 sobre la sexualidad en la etiologia de las neurosis: «Etiologia sexual en todos los casos de newro- sis», escribe sin ninguna reserva (op. cit., trad. fr., pag. 80). Esta perspectiva serd retomada en 1916, en el tiltimo ca- pitulo de las Conferencias de introduccidn al psicoandilisis: Freud resume para su auditorio de médicos lo que acaba de exponer a propésite de todos los factores que intervienen en, la enfermedad, y se pregunta si queda siquiera un lugar pa- va la accidn terapéutica. Formula entonces estas observa- ciones que hacen de lo heredado una realidad que no puede ser negada: (op. cit, trad. fr, pags. 408-9.) El articulo de 1997, «Analisis terminable e intermina- bles, trata sobre las condiciones requeridas para que se pro- duzea el efecto terapéutico de Ia cura y sobre obstaculos que 8¢ oponen a este efecto. Freud acaba de examinar la accion, de las defensas del Yo y, més precisamente, de las resisten- 49 cias propias dela emoditicacién del Yoo: legado a este punto de su exposicidn, se progunta si toda modifieacién del Yo se adquiere durante los combates dofensivos de los primeros aiios, Retoma el debate sobre la parte deo innato ¥ de lo ad- quirido: Ja nocién de patrimonio y de herencia areaica, in- troducida con fuerza por Téter y tabti (1912-1913), reapare- ce aqui, pero se encuentra moderada otra vez por la toma en consideracién de los factores de la historia personal y de la setiologia especificar. La posicién de Freud ante la euestin que plantea es matizada aur si, para él, «la respuesta no puede ser equivoea». No existe ninguna razén —eseribe— ara poner en duda la existencia y la importancia de las di- versidades originarias ¢ innavas del Yo. Un hecho es desde el comienzo docisivo, a saber: que cada persona hace su elec- cién entre los mecanismos de ‘efensa posibles, utiliza siem- pre sélo algunos, y en este caso constantemente emplea Ios mismos. Esto indica que cada Yo particular esta dotado des- de el comienzo de disposiciones y de tendencias individuales cuya naturaleza y condiciones determinantes, a decir ver~ dad, no podriames indicar: Ademas, sabemos que no tene- ‘mos derecho a exagerar Ia diferencia entre las propiedades heredadas y las propiedades «dquiridas hasta volverlas an- tinémicas; dentxo de Io heredado, lo que los ancestros han adquirido constituye seguramente una parte importante. Cuando hablamos de eherenc.a arcaieas, s6lo pensamos ha- bitalmente en el Ello y al parecer suponemos que ningtin Yo esté todavia presente al camienzo de la vida individual. No olvidemos, sin embargo, quo, en el origen, Ello y Yo son ‘uno, y no hay por lo tanto ninguna sobrestimacién mistica de lo heredado (die Erblichkeit) en considerar verosimil que al Yo, inexistente atin, tenga va asignadas algunas direc- ciones de desarrollo, algunas tendencias y algunas reaccio- nes que manilestars ulteriomente. Las particularidades psicolégicas de las familias, de las razas y de las naciones, incluso en sus comportamientos respecio del anélisis, no autorizan ninguna otra explicacion. Mas atin, la experien- cia anallitica nos ha impuesto la conviceién de que inctuso ciertos cantenides psiquices, tales como lo simbélico, no tie- nen otras fuentes que la trasierencia hereditaria (0 la tras- misin hereditaria: die erbliche Ubertragung), y diferentes investigaciones de psicologia de los pueblos nos invitan a suponer, en la herencia areaica, la presencia de otros sedi- 50 mentos, igualmente especializados, del desarrollo humano primitives (op. cit., trad. fr., pags. 255-6). Contra las teorias de la degeneracién hereditaria El pensamiento de Freud sobre la trasmisin psfquica se manifiesta en ruptura respecto de las teorfas de la degene- racién, que refutard en varias ocasiones. Retoma las teorias surgidas del darwinismo, poniendo el acento sobre la he- reneia cultural, es decir, sobre las trasmisiones de trasfe- rencia y, dato moderno, sobre le epigénesis. ‘Desde los Estudios sobre la histeria, Freud se opone ala teoria de la degeneracién hereditaria; a propésito del caso de la sefiora Emmy von N,, fustiga la teoria de P. Janet: «Confieso ademas no eneontrarnada en la historia de la se- iora v. N. que me recuerde la “disminucién de produccién psiquica” a la que Pierre Janet atribuye la aparicién de la histeria, El piensa que la predisposicién histérica consiste en un estrechamiento anormal del campo de la conciencia (como consecuencia de degeneracién hereditaria), eatrecha- miento que leva a In omisién do varias series de percepeio- nes, luego a la disgregacién del yo y a la formacién de esta- dos segundos» (GW, 1, pag. 161; trad. fr., pag. 81). Enel texto que redacta en 1905 para dar cuenta del ané- lisis de Dora, Freud eseribe: Por la naturaleza de las cosas ‘que constituyen el material del psicoandlisis, debemos pres- tar en nuestras observaciones tanta atencin a las condicio- nes puramente humanas y sociales en que se encuentran los enfermos como a los datos sométicos y a los sintomas mérbi- dos. Ante todo, nos interesames por laa relaciones familia~ res de la enferma, y esto, come veremes, por otras razones ademis del solo examen de la herencia» (GW, V, pag. 176; trad. fr., pag. 10). Sigue la presentacion de la familia de Do- rra, donde al lado con ocasién éel peso de la enfermedad de! padre, Freud precisa osmo se forma el campo propiamente psiquico de las fantasias, de los deseos, de las identificacio- nes y de los mecanismos de defensa de la historia de la que Dora es sujeto y porta-sintoma, en la doble dimensién de su subjetividad singular y de su pertenencia grupal y familiar. La elaboracién que emprende Freud del andlisis de Dora flustra perfoctamente la tesis de la trasmisién de la neuro- 51 sis por la via psiquica: se trata —y la idea se constituye a pars tir de esta época—de una trasmisién de trasferencia, lo que volver en la cura, sobre Freud, como trasferencias de tras- misién. Bl sujeto Dora se constituye en el punto de anuda- miento de los conflictos sexuales inconcientes en la eadena de la generacién y en la trama del grupo donde esos sinto- mas se actualizan. Esta perspectiva es nuevamente afirmada en «La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna (1908). Freud sefiala la influencia de esta moral sobre la génesis y el de- sarrollo de las neurosis: «Los no iniciados no pueden ereer, ingenuamente, cudn raro es encontrar hombres con una p ‘tencia sexual normal y cuan frecuente es encontrar la frigi dez en la mitad femenina de las parejas casadas dominadas por nuestra moral sexual cultural; ia qué renunciamientos ppara los dos esposos esta atado frecuentemente el matrimo- no, a qué se reduce la vida conyugal, la felicidad tan apasio- nadamente deseada! Ya mencioné que, en estas cireunstan- cias, el resultado més seguro es la enfermedad nerviosa; sin embargo, deseo sefialar ademas de qué manera tal pareja produce efectos sobre su o sus pocos hijos. Se cree que se tra- ta de una trasmisién hereditaria (0 de una trasferencia he- reditaria: einer erblichen Ubertragung),? pero, visto mas de cerea, se trata de la influencia de poderosas impresiones in- fantiles. La mujer neurética, insatisfecha por su marido, es una madre hiperprotectora ¢ hiperansiosa para con su hijo, al que trasfiere su necesidad de amor y en el que despierta ® Erbliche Ubertragung podria tradueirse también coro «trasferencia hroreditarias, Beta porspestiva mereceria que noe detuviéeemos en ella, ‘porquo.e trataria neda menee que de introduir la nocién dena trasmoi. ‘ign hereditaria de lotrasferide, nocién que subrays el fenémeno de a repe- tieién de los misimas prottipos de relaciones de objetn, ode identifieacionee © de escenae fantasmdticas de una genersciin a otra. Esta proposicién 26 formula deede Tétem y tabi. En realidad, ce twata do un postulade para cu ‘ya puesta a prueba Freud no dispone de sitaacion metodologics apropieds; tes tambidn el estatuto do su hipstesis sobre la Massenpayche y ee absolu tamento notable que procieamente Fred asigne a las investigaciones de Ja epsicologia de los pueblos» la tarea de hacer conccor estos wresiduoss del desarrollo primitivo de la psique humana. El dispositive pslcoanalitico de [grupo permite trarformar estas constraceiones axpeculativas en hipéteaie Clinico-tedrions (ef. mi teabajo Le groupe et le eujet du groupe. Elements ‘Pour tne théorie peyehanalytique du groupe, 1998 [8 grupo y el sujeto del ‘grupo. Blementes para una teoria psicoanaiitiea del grupo, Buenos Aires: ‘Amowrortu editores, 1096). 2 una precocidad sexual. El desacuerdo entre los padres exci- ta la vida afectiva del nifo y lo hace sentir intensamente, a una edad muy tierna atin, el amor, el odio y los celos. La edu- cacidn severa, que no tolera ninguna actividad de la vida sexual tan precozmente despertada, aporta la fuerza repre siva; semejante conflicto a tal edad contiene todo lo nece- sario para provocar la enfermedad nerviosa que dura toda, la vida» (GW, VIL, pag. 165; trad. fr., pag. 44). Para Freud, la seduccién traumatica precoz se inscribe con una determina- cién causal en la moral sexual cultural, pero pasa por el pro- fquico: es asi como la enfermedad neurética de los pa- La trasmisién intergeneracional Los dos textos precedentes introducen a esta cuestién central del debate sobre lo heredado: cémo juega el vineulo entre las generaciones sobre la formacién del psiquismo, sobre sus estructuras fundamentales y sobre sus procesos: el inconciente originario, las fantasias originarias, el Ello, el ‘Yo, el Superyé, la identidad del sujeto singular. Dos textos casi contemporiineos, Totem y tabi (1912-1918) e edntroduccién de! narcisismo> (1914) precisan la apuesta de esta cuestién, primer texte pone de relieve la oposicién. entre dos contenidos de trasmisién que se oponen: el consti- ‘tuido por los objetos simbélicos y las adquisiciones cultura- Jes, el que organiza el narcisismo. La psique de masa y el aparato de interpretar Totem y tabti comienza y termina con un largo andilisis sobre Ia trasmisién. Fn primar Ingar sobre la trasmisin del tabti (cap. 2) en la organizacidn social y en la realidad psi- quica, especialmente en la estructura de la neurosis obse- siva. Luego, sobre la continnidad de la vida psiquica entre Jas generaciones: demo se asegura esta trasmisidn, por qué medios y con qué contenidos? Para definir el tabi, Freud se apoya en las investigacio- nes de los especialistas de la psicologia de los pueblos, prin- cipalmente en los trabajos de Wundt: el tabti es el eédigo no 53, escrito mis antiguo de la humanidad, es mas antiguo que los dioses y se remonta a una época anterior a toda religion. Freud destaca que el tabti se distingue por la forma como es ‘trasmitido: ya sea directamente, en cuyo caso es producido por una fuerza misteriosa, el mana, atribuide a-una persona oa una cosa; ya sea indirectamente, y adquirido por pres- tacién de un mediador, jefe o sacerdote, que lo trasmite a otro sujeto. El tabti es pues un intermediario entre dos indi- viduos, El tabui trasmitido obtiene su potencia de la importancia del trasmisor: el trasmitido por un rey 0 por un sacerdote es mas eficaz que el trasmitido por un hombre comtin. Freud destaca sobre todo que el tabii es deseado y prohibido a la ‘ver: «Todas estas prohibiciones parecon descansar en una teoria segiin la cual aquellas serian necesarias porque cier- tas personas y ciertas cosas poseen una fuerza peligrosa ‘que se trasmite por contacto, como un contagio (fast wie eine Ansteckung). Determinado hombre 0 determinada cosa po- sean esta fuerza en un grado mayor gue tal otro hombre 0 tal otra cosa, y el peligro es proporeional a la diferencia que existe entre las dos cargas. Lo mas extrafio en todo esto es que aquel que ha tenido In desgracia de violar una de estas prohibiciones deviene é1 mismo prohibide y proscrito, camo ‘si hubiera recibido la totalidad de la carga peligrosa. Esta fuerza es inherente a todas las personas que presentan algo particular, a los reyes, a los sazerdotes, a los recién nacidos; es inherente a todos los estados algo excepcionales, como la menstruacién, la pubertad, el nacimiento; o a estados mis- teriosos, como la enfermedad, la muerte: a todo lo que es susceptible de difundirse y de propagar el contagion (GW, XI, pag. 81; trad. fr, pag. 88). Bin todo este pasaje, la trasmisién por eontagio seré un verdadero leitmotiv: el tabt es contagioso. Después de haber puesto en evidencia odmo, en el tabi, funcionan la categoria Ge lo sagrado y lo impuro y la ambivalencia de los sentimien- tos, Freud compara esta estructura a In de la neurosis obse- siva, sprovisto de los datos del psicoanalisis, es decir, de los datos suministrados por el examen de la parte inconciente de nuestra vida psiquica» (ibid., trad. fr, pag. 87). Yaxta- pondré dos ejemplos de trasmisién: el primero, tomado de ‘Frazer, conresponde a la vida psiquica de los maories; extrac ‘el segundo de una de sus propias observaciones dé una neu- 54 rosis obsesiva, luego despejani los puntos en comtin entre las costumbres tabu y los sintomas de la neurosis obsesiva. ‘Notemos la equivalencia que establoce Freud entre tras misién, desplazamionto y contagiosidad (Ansteckunagefihr, GW, IX, pag. 39). Lucgo Freud se pregunta por la trasmisi- bilidad y la contagiosidad de la prohibicién del tabi: «La trasmisibilidad (die Ubertrangbarkeit) y la facultad de ex- pansién de la prohibicién reflejan un proceso que realiza el Gesco inconciente y que las condiciones psicoldgicas de lo in- conciente favorecen particularmente. La tendencia-deseo se desplaza constantemente para escapar a la prohibicién que cae sobre ella, y busea remplazar lo que le esta vedado por ssustituciones: objetos o actos de sustitucidns (GW, IX, pag. 40; tuad. fr, pg. 42). Preud describe alli un procoso general ya probado en La interpretacién de los suefios vnos ensefia que la trasmnisibi- Jidad refleja (gpiegelt) un proceso que cumple el deseo incon- ciente: deseo de trasmitir y no solamente modalidad por la que el deseo obedece, para realizarse, las condiciones psico- égicas de lo ineoncionte, las ée la censura (aqui la prohibi- cidn, die Verbote). Nos encontramos nuevamente en un niudo donde se entrecruzan la trasmisién intrapsiquica y la twasmision intersubjetiva. Freud precisa su conexiénen la siguiente hipétesis, que resume su punto de vista sobre el origen, la funcién, el pasa- je del tabi en la vida psiquica: «Ahora bien, después de lo que sabemos de las prohibiciones obsesivas, es asi como po- demos reconstituir la historia del tabii. Los tabties serfan prohibiciones muy antiguas aeaso impuestas en otro tiempo desde afuera a una generacién anterior. Estas prohibiciones pesaron sobre actividades que debian de tener una fuerte tendencia a ser realizadas. Fueron luego mantenidas de ge- neracién en generacién, tal ver solamente a favor de la tra- dicién, trasmitida por Is autoridad paterna y social. Es posi- blo también quo Hegaran a sar una parte “orgdnica” de Ia vida psiquica de las generaciones ulteriores» (GW, X, pag. 41; trad. fr, pag. 48) Freud propone de este modo distinguir dos vias de la trasmisién: una pasa por Ia cultura y por la tradicién, y s soporte es el aparaio cultural y social que asegura la con: nuidad de generacisn en generacion; la otra esta constitui da por wesla parle “orgénica” de la vida psiquica de las gene- 5B raciones ulteriores»: las prohibiciones Hegaron a ser una ‘parte integrante de su inconciente. Freud retomaré este te- ma en las tltimas paginas de Totem y tabu, al esbozar la hi- pétesis de que esas dos vias se encuentran para formar la extension psiquica dela cultura y la inclusién de lo social en. Ja psique. Diez aiios mas tarde, en El yo y elello, este tema volverd en su reflexion sobre el origen y sobre lo originario. Freud extiende estas hipétesis en todo el alcance hasta el cual pueden sor sostenidas. Prosigue, pues: «Resulta im- posible decidir, en el caso de que nos ocupamos, sise trata de una forma de “ideas innatas”, 0 6i estas ideas han determi- nado Ia fijacién del tabui por si solas o paralelamente a la educacién. Pero el mantenimiento del tabti tavo por efecto ‘que el deseo primitivo de hacer lo que es tabi persistiera en e508 pueblos. Estos adoptaron pues una actitud ambivalente respecto de su prohibicién tabti; su inconciente estaria feliz, de quebrantar estas prohibiciones, pero temen hacerlo; te- men hacerlo porque quisieran hacerlo, y el temor es mas fuerte que el deseo. Pero en cada individue que forma parte del pueblo, el deseo es tan inconciente como en el neurstico» (ibid). Este texto es fundamental en la presentacién de la pro- blemaitica freudiana de la trasmisién y de la herencia de las formaciones, de los contenidos y de ios procesos psiquicos inconcientes. ‘Freud prosigue el andlisis examinando la tentacién de quebrantar el tabu y In contagiosidad de esta trasgresién: «El hombre que ha quebrantado un tabii se vuelve tabti él mismo, porque posee la peligrosa facultad de incitar a los otros a seguir su ejemplo. Despierta los celos y la envidia: épor qué le estaria permitido lo que a los otros les esta veda- do? El es pues realmente contagioso, puesto que su ejemplo impulsa a la imitacién, y por eso debe ser evitado» (GW, IX, pag. 45). ‘Debe ser evitado porque excita los deseos prohibidos de los otros y los expone a Ja ambivalencia. El andlisis que si- ‘gue describe situaciones peligrosas porque suscitan la envi- dia y la dominacién, la apropiacién directa de una parte del otro, de su cuerpo, de su potencia. Los conceptos de participacidn, o de nudos de partici- pacién, de mentalidad prelégica y de identidad esencial (os borere son arara»), propuestos hace mucho tiempo por 56 L. Lévy-Brubl (1910), podrfan también describir esos esta- dos, con Ja condicién de distinguir entre la identificacién ya incorporacién, pudiendo este ultimo concepto traducir quiza lanocién de identidad esencial en Lévy-Bruhl. El concepto de incorporacién, propuesto por N. Abraham y M. Torok (1978), describe situaciones en que falta la mediacién fantasmati- ca: apropiarse de una parte del cuerpo del otro (eabellos, ufias) es tomar posesién de éi por la via més directa, la mas esen- cial, si por esto entendemos que so trata de apropiarse sin ‘trasformacién de Ja esencia del otro, de ser él En Tétemy tabui Froud desarrolia otra idea: la dela tras- misién por imitacién. Freud dispone, desde La interpreta cidn de los suerios, de la distincion entre imitacisn e identifi- ‘cacién. En realidad, aqui se trata de identificacién. Confir- ma esto el concepto de intermediario, que introduce lineas después. Bl intermediario (der Vermittler) es un agente de trasmisidn que cumple una funcidn reguladora entre for- maciones de estructura o de intensidad demasiado diferen- tes: «El tabti de un rey es demasiado fuerte para su sibdi- to, porque la diferencia social que los separa es demasiado grande. Pero un ministro puede asumir, entre uno y otro, e) papel de un intermediario inofensivo. Traducido del lengua- jedel tabi al de la psicologia normal, esto significa: siibdi- to, que teme la tentacién que puede presentarle el contacto con el rey, puede soportar el trato con el funcionario, que le inspira menos envidia y al que eree poder tal vez igualar algun dia, En cuanto al ministro, la envidia que puede ali mentar hacia el rey est compensada por la conciencia del poder del que él mismo est investido. Asi, las pequesias di- ferencias entre las respectivas fuerzas magicas son menos temibles que las grandes» (GW, IX, pag. 44; trad. fr, pag. 45). Bl intermediario funciona entonces como una barrera filteante, como una barrera para-excitaciones contra el po- der contagiono del deseo que destruiria todo si fuera satis- focho sin otro tratamiento econémico. Evidentemento, este intermediario intersubjetivo tiene su correlato estructural y funcional en la realidad intrapsiquica. El intermediario funciona como una instancia de metabolizacién; puede re- vestir las formas més diversas, desde el sintoma y los pen- samientos intermediarios del suefio hasta el Yo mismo. ‘Dos paginas enteras retoman y amplifican el concepto de contagio (ibid., trad. fr, pags. 44-6), que se aplica a veces 87 a la trasmisién intersubjetiva, a veces al tabi mismo (es contagioso porque es deseable, induce al hombre a la tens tacion), a veres al deseo: el contagio es entonces el despla- zamiento —o la trasmisin— del objeto del deseo en el in- conciente, y la imitacin aparece, al menos acpi, no come la causa, sino como el efecto de le comunidad de las identifica ciones inconcientes eon un objeto (cf. La interpretacicn de Jog sucrios). La conclusion del capitulo 2 y todo el tiltimo capitulo de ‘Totem y bx sostienen Ia idea central do un herodado peico- filogendtico: ela tendencia a trasgredir persiste en [su] in- coneiontes (ibid., rad. fr, pag. 46). Desde Téter y tabi —y este punto de vista sera sostenido nuevamente con mayor fuerza en 1993 en Bl yoy el ello— el Inconciente hereditario esté en parte constituide por asta trasmision que entraiia Jas adquisieiones de la humanidad. De este vinculo y esta, trasmision dan testimonio los érminos freudianos Massen- payche, Massenseele, Volksseele, Gruppenseele: el alma de las masas, de las generaciones, de los pueblos en cada psi- que individual. e en primer Ingar, sin dada a nadie ha es: capado que postulamos la existencia de una psique colectiva (einer Massenpsyohe) en la que se cumplen los mismos pro- esos que los que tienen su sode en el alma individual. Ad- mitimos en efecto que un sentimiento de responsabilidad ha persistido durante milenios, trasmitiéndose de generacién, fen generacidn y ligindose a una culpa tan antigua que en %p momento dado os hombres no han debido ya consurvar ie ella el menor recuerdo» (GW, IX, pag. 189; trad. fr, pag. oo « pag. 189; trad. fr, pag. ‘La hipstesis queda propuesta, no sin reserva ni interno sgacidn sobre su persistencia: Zexé otra, mnejor, ostaria dispo- nible? «Admitimos que un proceso afectivo, tel eomo sélo pu- do nacer en una generacién de aijos que fueron maltratados por su padre, pudo subsistir en nuevas generaciones que fueron, por el contrario, sustraidas a este trato gracias a le supresién del padre tininieo, Estas hipdtesis son suscep bles de suseitar graves objeciones, y convenimos de buen grado en que soria proferible cualquier otra explicacién que no tuviera necesidad de apoyarse en hipétesis semejantes. Pero al reflexionar con euidado.n ello, el lector comprobard ‘que no somos los tinicos en eangar con la responsabilidad de esta audacia. Sin la hipétesis de una psique colectiva (eine 58 Massenpsyche), de una continuidad de la vida psiquica del hombre que permita ne ocupsrse de interrupciones de los. actos psiquicos a consecuencia de la desaparicién de las existencias individuales, la psicologia colectiva, la psicolo- gia de los pueblos no podria ex‘stir. Si los procesos psiquicos de una generacién no se trasmitieran a otra, no se conti- nuaran en ota, cada uns estaria obligada a recomenzar su aprendizaje de la vida, lo que excluiria todo progreso ¥ todo desarrollo» (ibid., pag. 190; trad. fr., pag. 18D. [La nocién de progreso y de desarrollo designa aqui al vector taleolégico de la trasmision, la razon de la continuidad de la vida psiquica. Pero seguidamente se precisa de otro ‘modo:

También podría gustarte