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Unidad 3.

Geomorfología y corrientes
Resumen
Andrea Rosas Castillo
a2193720587
MIEE. Federico Ampudia Ramírez
Sistemas de Energía Marina
03/10/2021
Ingeniería en Energías Renovables
UAT Reynosa – Rhode

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Los océanos, mares, ríos, arroyos y otros cuerpos de agua son componentes
fundamentales para la vida en la Tierra como la conocemos. Pero ¿Qué tanto
conocemos sobre su estructura? ¿Su funcionamiento? ¿Por qué son tan
importantes? ¿Qué las caracteriza? Aprenderemos mucho más sobre lo que tienen
por decirnos los que ocupan buena parte de la superficie de este planeta. Para ello,
veremos cómo se conforma la hidrósfera terrestre, qué son las mareas y cuáles son
sus características más relevantes y cómo nos ayudan las corrientes marinas.
Geomorfología de la hidrósfera terrestre
De acuerdo con las leyes de la hidrodinámica, todo fluido en movimiento dentro de
un campo gravitatorio actúa sobre cada uno de los puntos con una energía o
potencia proporcional a su masa o caudal y a la velocidad a la que fluye. ¿Qué
influencia tienen estas leyes en los cuerpos de agua? Primero, hablemos de los
cauces. Estos se forman, en parte, debido a la fuerza de gravedad, haciendo que
las aguas recibidas y las partículas tiendan a desplazarse hacia ellos y se canalicen
conforme su trazado. Para ello, se quiere que el agua tenga un volumen y
continuidad suficientes. En el caso de los ríos son el resultado de flujos impulsados
por la gravedad desarrollada sobre una línea sólida.
Pero la acción de la gravedad no para ahí. Si la energía es suficiente y hay
movimiento considerable de partículas, se puede cambiar la forma del cauce. Esto
también es conocido como la acción fluvial, una erosión lineal efectuada por las
aguas de acuerdo con las leyes de la hidrodinámica. Ahora bien, no toda la energía
gravitatoria pasa a efectuar un trabajo de modelado, debido a las pérdidas
ocasionadas por el consumo en el roce y el transporte de carga.
Entonces, ¿Cómo se sabe si se efectuará un trabajo de modelado? Gracias a la
potencia neta, que puede ser positiva, negativa o nula, podemos conocer el sentido
del modelado. En caso de ser positiva, las aguas tienen a accionar partículas,
realizando una labor de excavación o incisión, haciendo descender el cauce. Si es
negativa, las aguas fluviales realizan una labor de descarga, sedimentando una
parte de los materiales que transportan el cauce, haciendo que se levante. Si es
nula, no realiza trabajo de modelado sobre el cauce, siendo este el último estado al
que tienen las otras acciones de modelado. Esto nos enseña que la erosión no es
ilimitada, pues limita lo necesario para reducir la pendiente hasta que el excedente
de la energía haya desaparecido o para producir un incremento de pendiente para
compensar el déficit de energía.
Los ríos efectúan una labor importante en el modelado de los cauces, al combinar
procesos de ablación y acumulación que buscan conseguir que en todos los puntos
la potencia neta sea cero. Para entender mejor este proceso, veamos un poco más
sobre los elementos constituyentes de los cauces y cómo están interrelacionados.
Todo empieza con la cabecera, el lugar donde la aportación hídrica hace que
comience el flujo del curso de agua. El nivel de base es donde el flujo cesa de
alcanzar una masa de agua o se suma a otra corriente. El perfil longitudinal es la

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configuración topográfica definida por puntos que forman el cauce y el trazado es la
forma planimétrica que presenta la línea de agua sobre la superficie terrestre.
Si desciende un punto del cauce por una acción excavadora, aumenta la pendiente
en el tramo de aguas arriba, aumenta la velocidad de flujo y potencia erosiva. Si
asciende un punto del cauce, sucede lo contrario, disminuye la pendiente,
reduciéndose la velocidad y potencia erosiva.
Como vemos, todos los puntos están relacionados y cualquier cambio en uno de
ellos provoca un reajuste en todo el conjunto. Esto es porque el sistema tiende al
perfil de equilibrio, en el que la potencia neta de las aguas es nula.
¿A qué velocidad ocurre todo esto? La velocidad de propagación de la erosión
regresiva depende de la resistencia del material, la velocidad y caudal del río,
siendo el remodelado más rápido mientras más caudaloso y veloz sea el río. Ahora
bien, en perfiles longitudinales idénticos, la eficacia y rapidez del modelado serán
mayores en un curso de agua caudaloso. Este caudal dependerá de la alimentación
que cada río reciba de su cuenca. La cuenca es el territorio que vierte al río, aunque
si hay dos cuencas contiguas, la captación de agua es mayor en la más extensa.
Esto tiene repercusiones en la competición modeladora, pues los primeros lugares
suelen ser de los que disponen de una cuenca con vertiente más amplia. Por
ejemplo, si hay excavación, se amplía el surco, incrementa el caudal, la velocidad y
la actividad erosiva.
Por otra parte, los ríos también cumplen otras funciones, como las de captación.
Esta puede llevarse a cabo de dos formas. Una es mediante el derrame, en la que la
acción modeladora del río más activo lleva la divisoria de aguas de su cuenca hasta
el cauce de otra próxima que presenta una menor labor excavadora. Otra es
mediante la captura, en la cual la cabecera del más activo interfiere con el cauce de
otro menos importante.
Ahora bien, los ríos se ven influenciados por los sistemas fluviales, pues su carácter
y ritmo de la acción modeladora se transmite a todos los ríos que la forman,
iniciándose en el punto de confluencia y propagándose aguas arriba. Sin embargo,
si todos los cauces tienen un perfil de equilibrio, se denomina penillanura.
Otras variables que influyen en el desarrollo del modelado fluvial son las diferencias
de resistencia de afloramientos (capacidad de aguantar durante mucho tiempo la
energía liberada), los controles derivados de la disposición estructural (que tienen
efectos en el modelado de lechos) y la permanente actividad tectónica (modifica el
nivel de base o desnivel de cabeceros a un ritmo mayor que el de la acción de los
ríos).
Pero la cuestión no acaba ahí, pues los ríos fluyen sobre franjas, lechos o canales
en los que hay diferencias de rugosidad, capaces de afectar la velocidad del flujo.
Esto trae como consecuencia la inexistencia de una sola velocidad en cada lugar del
curso de agua, ya que los márgenes y el fondo introducen efectos de roce o freno,
siendo el ritmo diferente en los bordes, el centro, el exterior, el interior y la base de

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la corriente. También hace que haya un carácter turbulento derivado de los
gradientes de velocidad, produciéndose movimientos helicoidales, turbulencias o
torbellinos. Por ello, se sabe que los ríos con mayor capacidad de erosión no son
siempre los más caudalosos ni más rápidos, sino los más turbulentos. ¿Cómo es
esto posible? El roce del agua sobre la superficie es un factor de freno y pérdida de
energía, pero también se incrementa la capacidad modeladora, y por ende, la
transmisión de energía. Por ello, las aguas circulan con mayor rapidez y de forma
menos turbulenta en los canales poco rugosos, mientras que circulan con menor
velocidad y de forma más turbulenta en canales de alta rugosidad.
Lo anterior está relacionado con la competencia fluvial, es decir, la capacidad para
movilizar o desplazar partículas. Al aumentar la velocidad de flujo y la rugosidad,
crece la turbulencia y la competencia, mientras que al disminuir la velocidad y
aumentar la rugosidad, disminuye la turbulencia y también la competencia fluvial.
Así que, sabemos que la competencia crece con la turbulencia, que depende de la
velocidad y rugosidad, lo cual se entiende mediante el siguiente enunciado:
La elevación al cuadrado de la velocidad de la corriente da lugar a una elevación
casi al cubo del calibre máximo de partículas capaz de accionar.
Mareas
Pero la energía del agua no solamente tiene que ver con su geomorfología, es decir,
su estructura y características del terreno. También tiene que ver con la atracción
gravitatoria ejercida por la Luna y el Sol. Debido a esta fuerza de atracción, se
generan los movimientos periódicos de ascenso y descenso de las aguas del mar,
conocidas como mareas, aunque el efecto de la Luna termina siendo más
importante. Sin embargo, las mareas no son iguales en todo el planeta, ni en toda
una región geográfica. ¿Por qué? A continuación, veremos algunos de los motivos.
La situación de ambos astros con respecto a la Tierra en determinado momento
hace que las atracciones se sumen o compensen parcialmente. Por ejemplo, las
órbitas no se encuentran en el mismo plano y cada astro tarda un tiempo distinto en
recorrer su órbita, haciendo que varíe la suma o compensación. Dependiendo de la
situación de los astros, podemos tener:
- Mareas vivas o de sicigias. En caso de que el Sol, la Luna y la Tierra estén
alineados, es decir, cuando hay luna llena o luna nueva. En el primer caso, el
Sol y la Luna están en oposición. En el segundo caso, el Sol y la Luna están
en conjunción. Tanto en luna llena como en luna nueva, las fuerzas de marea
se suman, consiguiéndose pleamares más altas y bajamares más bajas que
el promedio. Sin embargo, la alineación no es perfecta, ni es la misma en
todas las mareas vivas. Esto es debido al eje de rotación con respecto al
plano de la elíptica y la inclinación de la órbita de la Luna con respecto a la
elíptica. En equinoccios, la alineación es mayor porque el Sol está sobre el
ecuador terrestre. Cuando la declinación del Sol es cero, la suma de
atracciones es más eficiente y las mareas son más intensas. Además, el
carácter elíptico de la órbita lunar hace que la distancia de la Tierra a la Luna

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no sea constante, siendo las mareas más intensas cuando este satélite está
cerca. Curiosamente, cada 4.5 años coincide la marea de sicigia con la
posición de la Luna en el perigeo, dando lugar a impresionantes mareas.
- Mareas muertas o de cuadratura. Son las menos intensas, dándose cuando
la Luna está en cuarto menguante o en cuarto creciente, ya que las
atracciones gravitatorias se compensan parcialmente.
Sin embargo, en ambos fenómenos, interviene la edad de la marea, un retraso entre
las fases de la Luna y las mareas. Esto se explica mejor suponiendo que toda la
superficie del planeta estuviera cubierta por una capa uniforme de agua igualmente
profunda en todos los puntos de la marea, que no hubiera tierra firme y olvidando
los efectos dinámicos del agua. Un punto de la Tierra experimenta una pleamar
cuando la Luna está sobre el meridiano de dicho punto y considerando que la Luna
vuelve a estar sobre el mismo meridiano 24 horas y 50 minutos más tarde,
tendríamos una deformación de la capa de agua que provoca 2 pleamares. Un
observador en esta Tierra ficticia vería una pleamar cuando la Luna está en su
meridiano y otra 12 horas y 25 minutos más tarde, al estar sobre el antimeridiano.
Entre las 2 pleamares, habría una bajamar. La amplitud máxima de esta marea se
obtendría en el Ecuador cuando la Luna tuviese una declinación cero. Sin embargo,
esto no es así, pues los océanos no forman una capa uniforme igualmente profunda
en toda la superficie del planeta, cada océano y mar oscila diferente ante fuerzas y
tienen su propio periodo de oscilación. A veces puede haber 2 pleamares con sus
correspondientes bajamares cada 24 horas y 50 minutos, pero otras veces
solamente habrá una única bajamar o hasta situaciones mixtas.
- Mareas semidiurnas. Consisten en 2 pleamares con 2 bajamares en cada día
lunar.
- Mareas diurnas. Una pleamar y una bajamar en cada día lunar, son más
raras que las anteriores. Se dan en el Golfo de México (norte), el Mar de
Java, el Golfo de Tankin y otros.
- Mareas mixtas. Se parece a las dos anteriores. Normalmente presenta 2
pleamares y 2 bajamares, con gran diferencia en las alturas entre los niveles
de las bajamares. Ocasionalmente la marea adquiere un carácter diurno.
Comunes en la costa pacífica de Estados Unidos.
Otros fenómenos muy interesantes son la doble pleamar y la doble bajamar. La
primera consiste en una ligera disminución del nivel del agua durante la pleamar que
alarga su tiempo de duración.
Pero ¿qué es la pleamar?, ¿y la bajamar? Veamos algunos conceptos que vale la
pena saber al estudiar las mareas:
- Nivel medio: de no existir el fenómeno de las mareas, el mar tendría un nivel
constante.
- Pleamar: cuando el nivel del agua alcanza su altura máxima durante su
ascenso.
- Bajamar: la mínima altura alcanzada dando lugar a una menor profundidad.
- Amplitud de marea: la diferencia de altura entre la pleamar y la bajamar.
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- Ritmo de creciente y vaciante: velocidad a la que sube y baja la marea no es
constante.
- Repunte de marea: periodo de tiempo en pleamar o bajamar durante el que
no se observa movimiento en el nivel del agua.
- Altura de marea: elevación del nivel del agua sobre la sonda indicada en la
carta Sc, en un instante dado.
- Bajamar escorada: nivel más bajo registrado que ha alcanzado el agua en
cualquier época.
- Sonda en un instante dado, Sm: la suma del datum (sonda indicada en las
cartas) más la altura de la marea en ese instante.
- Establecimiento de puerto: el promedio de los intervalos medidos en luna
llena o luna nueva. Los intervalos son los retrasos entre el paso del satélite
por el meridiano del lugar y la siguiente pleamar.
- Unidad de altura: diferencia entre el nivel alcanzado por el agua durante la
pleamar de marea de sicigia media y el nivel de pleamar media.
- Coeficiente de marea: cociente entre la altura de la pleamar sobre el nivel
medio del agua en un día cualquiera y la unidad de altura.
- Mareógrafos: aparatos registradores del nivel del agua que lo detectan en
cada instante y lo transmiten los datos a una central donde son procesados
permitiendo obtener gráficas del nivel en función del tiempo.
- Escalas de mareas: colocadas en lugares abrigados de los puertos,
permitiendo observar el nivel del agua.
Corrientes de marea
La fuerza de marea en un punto dado del planeta tiene dos componentes, uno
horizontal y otro vertical, siendo las corrientes de marea correspondientes al
componente horizontal. Aunque su predicción es muy compleja porque depende de
numerosas variables como la forma de la costa y la profundidad, es bueno conocer
qué las origina, su viaje alrededor del planeta y algunos ejemplos de ellas.
Los vientos son responsables de producir olas y corrientes. Como la energía del
viento viene del Sol, vale la pena mencionar que la mayor energía solar captada se
da en el Ecuador. El aire caliente se eleva en esa región al ser menos denso,
formando una zona de baja presión. Al alejarse del Ecuador, se vuelve más frío y
denso, bajando y provocándose un gradiente de presión. Otra masa de aire lo
reemplaza y se ocasiona el viento, formándose una celda de convección o
circulación.
Hay varios tipos de corrientes. Las corrientes superficiales conforman el 10% del
agua del océano y se encuentran desde los 400 metros hacia arriba. Las corrientes
de agua profunda conforman el 90% restante. Ambas son influenciadas por dos
tipos de fuerzas, siendo las de primer tipo provocadas por el calentamiento solar, los
vientos, la gravedad y la fuerza de Coriolis, mientras que las del segundo tipo
influyen en la dirección de su flujo.
También están las corrientes geostróficas, influenciadas mayormente por la rotación
de la Tierra. Lo que sucede es que el viento empuja el agua en la dirección de
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donde proviene el viento, acumulándose, y la gravedad tiende a halar el agua
haciendo que descienda por una pendiente. Sin embargo, debido a la fuerza de
Coriolis, que causa que el movimiento del agua sea 45º hacia la derecha de la
dirección del viento en el hemisferio norte y 45º a la izquierda en el hemisferio sur,
alrededor de los centros de amontonamiento, se producen grandes corrientes
circulares conocidas como Giros.
Por otro lado, las corrientes pueden ser cálidas o frías. Las primeras hacen que
aumente la temperatura del aire y que haya mayor concentración de vapor de agua
en la atmósfera. Estas transportan energía en forma de calor a los polos. En
cambio, las frías ayudan a refrescar los trópicos.
Otras son las corrientes termohalinas o de agua profunda. Estas aguas se
sumergen en las cuencas oceánicas por cambios de densidad ocasionadas por
diferencias en la temperatura y salinidad.
Pero ¿Para qué más sirven las corrientes? Las corrientes marinas transportan
grandes cantidades de agua y energía en forma de calor, influyendo en la
distribución de salinidad y temperatura.
La temperatura promedio del océano es de 17.5 °C, detectándose una máxima de
36 °C en el Mar Rojo y una mínima de -2 °C en el Mar de Weddel (Antártida). Ahora
bien, su distribución depende de la radiación solar y la mezcla de masas de agua.
Las aguas cálidas superficiales transmiten el calor a las aguas próximas debajo de
ellas en la zona de productividad (200 a 400 m). Llegando a los 1000 – 1800 m, la
temperatura disminuye gradualmente, mientras que a partir de los 1800 m, la
temperatura del agua se mantiene fría.
La salinidad depende mayormente de la evaporación y la precipitación. Por ejemplo,
en las zonas tropicales, la evaporación es mayor que la precipitación, dando lugar a
un porcentaje de salinidad mayor al 35%. En cambio, en las regiones costeras
donde el agua dulce desemboca cerca de la boca de los ríos, la salinidad no excede
del 15 al 20%. En la zona de los polos, el proceso de congelamiento y derretimiento
ejerce influencia sobre la salinidad haciendo que sea alrededor del 29%. La
salinidad promedio es del 35%.
Estos dos factores, la temperatura y la salinidad, son importantes pues afectan la
densidad del agua, la cual afecta parámetros como los procesos de mezcla y
transmisión. A este respecto, las aguas estratificadas evitan la mezcla de agua
superficial con agua de profundidad, mientras que las aguas poco estratificadas
favorecen la mezcla.
Finalmente, podemos hablar del cinturón de transporte, una conexión compleja
entre las corrientes oceánicas que se encargan de llevar calor y humedad a lo largo
del planeta. Un sistema de regulación importantísimo que podría verse afectado por
cambios en los patrones de viento, derretimiento de los polos, fluctuaciones de
precipitación, entre otros factores.

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Sin duda, el océano alberga uno de los más fascinantes sistemas de regulación y
abastecimiento de nutrientes que conocemos. Similarmente, otros cuerpos de agua
también cumplen un papel importante en los ecosistemas. Todos ellos tienen un
potencial energético enorme, prácticamente inmensurable, que podría abastecer a
prácticamente todo el planeta. Sin embargo, no se puede aprovechar toda la
energía marina o de otros cuerpos como ríos y arroyos, puesto que ya hemos visto
que su funcionamiento conlleva un delicado equilibrio. De todas formas, conocer
qué hay detrás de la energía marina, nos puede ayudar a diseñar sistemas que
aprovechen su potencial, evitando causar daños significativos en los ecosistemas
circundantes. Además, conocer esta información nos permite tomar mejores
decisiones en cuanto a la ubicación de los sitios de implementación de estos
sistemas, puesto que no en todas partes se tiene el mismo potencial ni el mismo tipo
de marea. Espero poder aprender más sobre este tema en las siguientes unidades.
Referencias
Mederos, L. (2009). Las mareas.
https://campusenlinea-uat.blackboard.com/bbcswebdav/courses/EDLC030468/Las-
mareas%20de%20Mederos.pdf
Muñoz, J. (1993). Geomorfología General.
https://onggem.files.wordpress.com/2011/01/muc3b1oz-1995-la-biblia.pdf
Ramírez, J. (2006). Corrientes oceánicas. Revista 360°, 2, 1-9.
https://campusenlinea-uat.blackboard.com/bbcswebdav/courses/EDLC030468/
Corrientes%20oce%C3%A1nicas.pdf

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