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Corrientes de marea[editar]

Como se ha dicho, la variación de nivel del mar sobre la plataforma continental exige un
movimiento alternativo del agua hacia la costa y hacia el mar. Como la profundidad del agua
no es la misma cuando la marea sube que cuando baja, la forma de los obstáculos no es la
misma, y la dirección y la velocidad de la corriente tampoco es la misma. El vector velocidad
dibuja una especie de elipsoide cuyo eje mayor es más o menos paralelo a la costa.
En sitios donde las mareas tienen gran amplitud, las velocidades del mar también pueden ser
muy grandes. Por ejemplo, en el Canal de la Mancha, en el Raz de Sein (en el extremo oeste
de Bretaña, en Francia) y en el Raz Blanchard (al norte de la península del Cotentín, también
en Francia), la corriente sobrepasa los 10 nudos (18 km/h) durante las grandes mareas. En el
estrecho de Mesina, la corriente puede llegar a 5 nudos.

Centrales mareomotrices[editar]

Antiguo molino de mareas en Isla Cristina (Huelva).

Artículo principal: Energía maremotriz

La energía de las mareas ha sido utilizada desde la edad media en Inglaterra, Francia, España
y probablemente otros países. Los molinos de mareas de esa época solo funcionaban
en reflujo. Estos, como muchos otros molinos hidráulicos, dejaron de utilizarse con la aparición
de motores eléctricos.
La instalación de una central mareomotriz crea problemas medioambientales importantes
como aterramiento del río, cambios de salinidad en el estuario y sus proximidades y cambio
del ecosistema antes y después de las instalaciones.

Mareas terrestres[editar]
Las fuerzas de gravedad que provocan las mareas de los océanos también deforman la
corteza terrestre. La deformación es importante y la amplitud de la marea terrestre llega a
unos 25 a 30 cm en sizigia y casi 50 cm durante los equinoccios.

Mareas atmosféricas[editar]
Artículo principal: Marea atmosférica

Al ser el aire atmosférico un fluido, como sucede con las aguas oceánicas, también las
dimensiones de la atmósfera sufren la acción de las mareas, afectando su espesor y altura y,
por consiguiente, la presión atmosférica. Así, la presión atmosférica disminuye
considerablemente durante las fases de luna llena y luna nueva, al ser atraída la columna de
aire por el paso, combinado o no, de la luna y el sol por el cenit y/o el nadir. Como hemos visto
con las mareas oceánicas, el nivel del mar puede ascender o bajar varios metros cada día en
los lugares más propicios (estuarios o bahías). Pero en el caso de la atmósfera su nivel puede
ser modificado por la atracción de la luna y el sol en varios km. Hay que tener en cuenta, sin
embargo, que la atmósfera tiene un mayor espesor en la zona ecuatorial en especial y en la
zona intertropical en general, por la fuerza centrífuga del movimiento de rotación terrestre, por
lo que la intensidad de las mareas vendría a superponerse a dicha fuerza centrífuga y, lo
mismo que sucede con las mareas oceánicas en la zona intertropical, sus efectos no son tan
notorios ya que quedan enmascarados por dicha fuerza centrífuga. Por otra parte, hay que
tener en cuenta que el aumento del espesor de la atmósfera por la atracción solar y/o lunar
contribuye a la disminución de la presión, a la disminución de la velocidad de los vientos (de
ahí el término de calmas ecuatoriales que, aun siendo correcto, se ha venido quedando en
desuso) y al aumento de la condensación y de las lluvias.
En la zona intertropical, los cambios de la presión atmosférica durante las mareas
atmosféricas dan origen a notables cambios de temperatura que se notan con un simple
termómetro y que no se explicarían de otra forma: en luna llena o luna nueva, por ejemplo,
puede fácilmente subir un grado o más cerca del mediodía o de la medianoche y en este
último caso no tendría explicación si no tuviéramos en cuenta el calentamiento por
condensación al disminuir la presión del aire y elevarse. No solo la presión atmosférica se
modifica con las mareas atmosféricas, sino también la intensidad de las lluvias. Un estudio
meteorológico del mes de octubre de 2012 nos mostraría una alta correlación entre las fases
lunares con la mayor intensidad de los huracanes (Nadine, Rafael y Sandy) y/o su disipación.
En este último caso, las graves inundaciones causadas por Sandy en Nueva Jersey y Nueva
York resultaron de la combinación de la intensa marea producida por la luna llena (el 29 de
octubre) y el mar de leva producido por el propio huracán al entrar en la costa de dichos
estados, factor explicado en un artículo del NHC (National Hurricane Center) cuya lectura es
muy apropiada para la comprensión de este tema:
Storm surge is an abnormal rise of water generated by a storm, over and above the predicted
astronomical tides. Storm surge should not be confused with storm tide, which is defined as the water
level rise due to the combination of storm surge and the astronomical tide. This rise in water level can
cause extreme flooding in coastal areas particularly when storm surge coincides with normal high tide,
resulting in storm tides reaching up to 20 feet or more in some cases.
Un mar de leva (o mar de fondo) es el ascenso anormal del nivel del mar generado por el oleaje de una
tormenta ciclónica, sin tener en cuenta las mareas astronómicas. Un mar de leva no debe confundirse
con una marea de tormenta (galerna) que se define como el ascenso del nivel del mar debido a la
combinación de un mar de leva con el pleamar de una marea astronómica. Este ascenso del nivel del
mar puede ocasionar inundaciones extremas en áreas costeras, en particular cuando las dos causas
coinciden en el mismo lugar, al mismo tiempo, pudiendo alcanzar un oleaje de unos 5 metros de altura o
más en algunos casos
NHC (National Hurricane Center): Storm Surge Overview

(Tomado del artículo Storm Surge Overview [1])

Frenado de la rotación de la Tierra[editar]


Tanto la deformación de la Tierra debida a las mareas terrestres como el movimiento del agua
de las mareas acuáticas son procesos que disipan energía. El trabajo lo efectúa
el momento que la Luna y Sol ejercen sobre la parte deformada de la Tierra y de los océanos.
La disipación de energía exige que los ejes mayores de los elipsoides de la hidrosfera y de la
Tierra no estén perfectamente alineados con la Luna y el Sol, sino que tengan un pequeño
retardo de fase. En el modelo sin continentes, ese retardo correspondería a 3° (y a 12 minutos
en tiempo). Ese momento frena la rotación de la Tierra y la duración del día aumenta
17 microsegundos por año (aproximadamente, 1 segundo cada 59.000 años).
La Tierra ejerce el mismo momento sobre la Luna que el que la Luna ejerce sobre la Tierra. El
momento que la Tierra ejerce sobre la Luna le comunica energía. Como la Luna está en órbita
alrededor de la Tierra, ese aumento de energía se traduce en un aumento de la distancia entre
los dos astros y un aumento de la duración del mes lunar. La distancia Tierra-Luna aumenta
unos 38 mm por año.
De la misma manera que la Luna crea mareas en la Tierra, tanto acuáticas como terrestres, la
Tierra también ejerce mareas sobre la Luna. La fricción debida a esas mareas frenó la rotación
de la Luna, provocando que ésta presente siempre la misma cara hacia la Tierra. Este hecho
se interpretó como el posible origen terrestre de nuestro satélite: siendo la Tierra aún un
cuerpo semifluido o incandescente, el movimiento de rotación habría producido una
protuberancia que iría aumentando de velocidad por el incremento de la fuerza centrífuga. Con
el tiempo, se habrían separado los dos astros, manteniendo la misma cara lunar visible desde
la Tierra (teoría actualmente desacreditada). En otros satélites del sistema solar que aún
giran, la energía disipada por las deformaciones debidas a la marea genera actividad
volcánica.

Véase también

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