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Un poco de Historia:
Si tocamos dos piedras iguales, una a la sombra y otra calentada por el sol (o por el fuego de
una hoguera) las encontramos diferentes. Tienen algo distinto que detecta nuestro tacto, la
temperatura.
Las primeras valoraciones de la temperatura dadas a través del tacto son simples y poco
matizadas. De una sustancia sólo podemos decir que está caliente, tibia (caliente como el
cuerpo humano), templada (a la temperatura del ambiente), fría y muy fría.
Con el diseño de aparatos se pudieron establecer escalas para una valoración más precisa de la
temperatura.
El primer termómetro (vocablo que proviene del griego thermes y metron, medida del calor)
se atribuye a Galileo que diseñó uno en 1592 con un bulbo de vidrio del tamaño de un puño y
abierto a la atmósfera a través de un tubo delgado.
Para evaluar la temperatura ambiente, calentaba con la mano el bulbo e introducía parte del
tubo (boca abajo) en un recipiente con agua coloreada. El aire circundante, más frío que la
mano, enfriaba el aire encerrado en el bulbo y el agua coloreada ascendía por el tubo.
A mediados del XVII, Robert Boyle descubrió las dos primeras leyes que manejan el concepto
de temperatura:
Posteriormente se descubrió, pese a la engañosa evidencia de nuestros sentidos, que todos los
cuerpos expuestos a las mismas condiciones de calor o de frío alcanzan la misma temperatura
(ley del equilibrio térmico). Al descubrir esta ley se introduce por primera vez una diferencia
clara entre calor y temperatura.
ENERGÍA TÉRMICA
La energía térmica es la energía de todas las partículas que forman un cuerpo. La oscilación de
temperatura en el cuerpo es señal del aumento (calentar) o disminución (enfriar) de su energía
interna. La ganancia o pérdida de esa energía interna durante el proceso es llamada calor.
La energía térmica puede ser adquirida a través de diferentes medios como: el sol, reacciones
exotérmicas a través de la combustión de algún combustible, rozamiento como consecuencia
de diferentes procesos químicos o mecánicos, entre otros.
TEMPERATURA:
La temperatura es la medida de la energía térmica de una sustancia. Se mide con un
termómetro. Las escalas más empleadas para medir esta magnitud son la Escala Celsius (o
centígrada) y la Escala Kelvin.
Resumiendo….
La temperatura es la magnitud física que mide la energía cinética de las moléculas y el estado
térmico de un cuerpo. Esto es, mientras más caliente esté el cuerpo, mayor es su agitación
molecular, por el contrario, cuanto más frío esté el cuerpo, menor es su agitación molecular.
CALOR:
El calor se define como el movimiento o intercambio de energía entre cuerpos. El calor es una
cantidad de energía y es una expresión del movimiento de las moléculas que componen un
cuerpo.
En el Sistema Internacional de Unidades (SI) el calor se mide en unidades de energía joules (J).
También se puede medir en calorías, siendo 1 caloría =4,186 joules. La calorimetría es la parte
de la física que estudia el calor, es decir, la transferencia de energía de un cuerpo para otro.
Como ya dijimos, el calor es la energía total del movimiento molecular en un cuerpo, mientras
que la temperatura es la medida de dicha energía. El calor depende de la velocidad de las
partículas, de su número, de su tamaño y de su tipo. La temperatura no depende del tamaño,
ni del número ni del tipo.
Por ejemplo, si hacemos hervir agua en dos recipientes de diferente tamaño, la temperatura
alcanzada es la misma para los dos, 100° C, pero el que tiene más agua posee mayor cantidad
de calor.
La temperatura no es energía sino una medida de ella; sin embargo, el calor sí es energía.
La conducción es una forma de transferencia del calor que se da cuando dos cuerpos están en
contacto o cuando pasa el calor de un lado a otro de un mismo cuerpo. Por ejemplo, si
calentamos un extremo de una vara de hierro, el otro extremo se calentará al rato, a pesar de
no estar en contacto directo con la fuente de calor.
La capacidad de los materiales para conducir el calor que se conoce como conductividad
térmica. Por ejemplo, el aire tiene una baja conductividad así como la madera.
Por otro lado, los metales, como el aluminio y el hierro, tienen una alta conductividad térmica.
Estos materiales son muy eficaces en la conducción de calor, ya que poseen electrones libres
que transfieren energía más rápido desde las zonas calientes a las zonas frías del cuerpo.
Sartén de hierro fundido sobre una hornilla encendida: el calor de la hornilla calienta la
sartén que conduce el calor al resto de la sartén y los contenidos dentro de la misma.
Hielo derretido en la mano: si colocamos un hielo en la mano, este se derrite debido a
la conducción del calor corporal.
Los pies calientes en la arena: en un día caluroso en la playa, si caminamos por la arena
caliente con los pies descalzos, al rato sentiremos que nos quemamos por la
conducción del calor de la arena a nuestros pies.
La taza de café caliente: al verter café caliente (u otra bebida caliente) en una taza, con
el tiempo sentiremos el calor en nuestras manos. Por eso las tazas tienen un asa para
que podamos agarrarla sin quemarnos.
La cuchara de metal contra la cuchara de madera: una cuchara de madera conduce
mal el calor mientras la cuchara de metal se calienta rápido. Por eso podemos mezclar
la comida con la cuchara de madera, pero cuando comemos la sopa usamos una
cuchara de metal.
¿Qué es la convección del calor?
Es gracias al proceso de convección que se forman las nubes: el vapor de agua y el aire caliente
en la superficie de la Tierra se eleva para luego condensarse como nubes en las alturas. Este
tipo de convección es natural o libre, sin la intervención de fuerzas externas.
Por otro lado, la convección forzada se produce cuando se aplica una fuerza para mover el
fluido. Esto es lo que sucede cuando usamos los ventiladores para mover el aire caliente de
una habitación, o cuando movemos el contenido de una olla sobre la hornilla.
La radiación es la transferencia de calor sin que exista contacto entre los objetos. Esto ocurre a
través de las ondas electromagnéticas, como la luz visible, el ultravioleta y el infrarrojo, que se
propagan por el espacio.
Los cuerpos emiten calor por radiación, pero también absorben el calor, dependiendo de la
diferencia de temperatura. De hecho, los cuerpos que mejor absorben también son buenos
emisores. Por ejemplo, una superficie negra absorbe mejor las radiaciones, pero también
emiten más que una superficie blanca.
Así, la emisión depende de la temperatura del cuerpo, a mayor temperatura, mayor emisión
de calor.
El calor del Sol: la Tierra recibe el calor del Sol por radiación.
Brasas de una hoguera: cuando nos acercamos a una hoguera o chimenea, los
carbones encendidos emanan calor por radiación.
Cámaras térmicas: las cámaras termográficas registran el calor de los cuerpos emitido
por radiación.
Cámaras de bronceado: las camas de bronceado se basan en la emisión de rayos
ultravioleta que promueven el bronceado de la piel. Su uso se encuentra limitado por
la predisposición a daños de la piel.