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Materia: Sociología VI
Por lo que propone el concepto de dramaturgia, que compara la vida social con una
obra de teatro, donde los individuos actúan según el escenario, el público y el guion que les
corresponde. De esta forma, el escenario está relacionado con el lugar establecido para la
acción según las normas preestablecidas, las expectativas sociales de los roles asignados
para el autor, y el bastidor, donde el actor se muestra más auténtico y relajado.
También, dentro de este mismo análisis, Goffman observa estos aspectos en los
grupos, o en “los equipos”. Basándose en la noción de que la interacción social es una
forma de hacer teatro, donde los actores desempeñan roles y siguen guiones para crear
impresiones en la audiencia.
Asi mismo, los equipos son grupos de actores que comparten un mismo objetivo y
que se coordinan para mantener una imagen coherente y convincente de su realidad. Estos a
su vez, tienen normas, valores, lenguajes y rituales propios que les permiten comunicarse y
cooperar entre sí. Los equipos también tienen estrategias para manejar las situaciones
imprevistas o problemáticas que puedan amenazar su representación. Por ejemplo, pueden
usar el trasfondo, el disfraz, la complicidad, la corrección o la justificación para ocultar o
minimizar los errores o las contradicciones. Goffman, consideraba que los equipos eran una
forma de organización social muy extendida y relevante, que podía encontrarse tanto en
ámbitos formales como informales. Según el artículo sobre el Interaccionismo Simbólico
(s.f):
Esta idea nos lleva al interés de Goffman por los equipos. Como
interaccionista simbólico, para Goffman el enfoque sobre los
individuos obscurece importantes hechos acerca de la interacción.
Su unidad básica de análisis era, pues, no el individuo, sino el
equipo. Un equipo es un conjunto de individuos que cooperan en la
representación de una rutina. Así el análisis anterior sobre la
relación entre el actor y la audiencia es, en realidad, un estudio
sobre el equipo. Cada miembro ha de confiar en los demás, porque
todos pueden destruir la representación y todos son conscientes de
que participan en un acto. Goffman concluía que un equipo es una
suerte de «sociedad secreta».
Por otra parte Goffman también desarrolla de manera más profunda, la idea del trasfondo
escénico. Para él, es el espacio donde los actores se preparan, ensayan y coordinan sus
acciones antes de presentarse en la región anterior, que es el escenario donde interactúan
con la audiencia. El trasfondo escénico tiene una función crucial para el éxito de la
actuación, ya que permite a los actores ajustar sus roles, sus expresiones y sus impresiones
según las expectativas y las reacciones de la audiencia.
Por eso, el trasfondo escénico debe estar aislado y protegido de la mirada indiscreta de la
audiencia, que podría descubrir los secretos, las contradicciones y las inconsistencias de la
actuación. Los actores emplean diversos recursos para mantener la separación entre el
trasfondo escénico y la región anterior, como puertas, cortinas, señales, códigos o normas
de etiqueta. Sin embargo, a veces esta separación se rompe o se vulnera, ya sea por
accidente, por curiosidad o por malicia. En esos casos, los actores se enfrentan a una
situación difícil y comprometida, en la que tienen que improvisar, justificar o negar lo que
ocurre en el trasfondo escénico.
Por último, existe una región residual que no forma parte ni del trasfondo escénico ni de la
región anterior, sino que corresponde al exterior, al ámbito donde los actores no están
actuando ni preparándose para actuar. En el exterior, los actores pueden mostrar su
verdadera identidad, sus opiniones y sus sentimientos sin tener que fingir ni adaptarse a las
demandas de la audiencia. Según el artículo sobre el Interaccionismo Simbólico (s.f):
Por último, otro de los aspectos relevantes para lograr culminar lo que explica
Goffman, es sobre la manipulación de las impresiones; Según el artículo sobre el
Interaccionismo Simbólico (s.f):
Para esto es importante comprender lo que Goffman llama como fachada, siendo el
conjunto de elementos expresivos el cual el individuo usa para presentarse ante los demás y
transmitir una determinada imagen de nosotros mismos. La fachada incluye lo anterior
expuesto, sobre los elementos dramatúrgicos, como la apariencia, el vestuario, el lenguaje,
los gestos, las emociones y las actitudes. Ahora bien, la manipulación de las impresiones
consiste en controlar y ajustar nuestra fachada según el contexto, la audiencia y el objetivo
que queremos lograr. De esta manera, evitamos que se produzcan situaciones que puedan
dañar nuestra reputación o credibilidad, como mostrar signos de nerviosismo, inseguridad,
incompetencia o deshonestidad. “En términos generales, la manipulación de las
impresiones se orienta a impedir una serie de acciones inesperadas, como gestos
espontáneos, intrusiones inoportunas y pasos en falso, así como acciones deliberadas como
«hacer una escena»”.
Así, por ejemplo, un político puede manipular sus impresiones para proyectar una
imagen de liderazgo, confianza y honestidad ante sus votantes; un profesor puede hacer lo
mismo para generar respeto y autoridad entre sus alumnos; o un vendedor puede intentar
persuadir a sus clientes mostrándose amable, experto y servicial.
Esta teoría bajo el foco de esta metáfora resulta útil para comprender el auto-
concepto y su importancia en la adolescencia, una etapa de desarrollo donde los jóvenes se
enfrentan a múltiples cambios y desafíos que afectan a su identidad y a su autoestima. En el
trabajo de investigación hecho por Nerea Cazalla-Luna y David Molero, observan este
proceso de la formación del auto concepto, y su importancia en la adolescencia, así como
las principales variables que lo influyen, como el género, la cultura o el contexto educativo.
Referencias.