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Pero el punto de vista cristiano tiene un centro distinto. Jesús conforta nuestras
ideas humanísticas de servicio propio y ofrece un punto de vista con la perspectiva
Un sin número de personas desde Adán han sido seducidas por Satanás para
creer que son sus propios dioses, y hoy en día, el movimiento de la Nueva Era está
promoviendo esta mentira a gran escala y de una manera internacional. Somos seres
creados que no podemos existir aparte de Dios.
Desde Adán, cada persona que nace en este mundo está físicamente vivo
pero espiritualmente muerto (Efesios 2:1). Estando separado de Dios, el hombre sólo
puede intentar encontrar motivo y propósito para la vida por medio de su existencia
física. Se convierte en su propio dios pequeño, y su vida es caracterizada por el
orgullo, la autoexaltación y la independencia del Dios que le hizo. “Decidiré mi propio
propósito, estableceré mi propia identidad, y viviré como yo quiera”.
Si usted desea vivir en libertad de las cadenas del mundo, la carne y el diablo,
este eslabón principal de la cadena se tiene que destruir.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su
vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo
el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y
entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:24-27).
Niéguese a sí mismo
Negarse a sí mismo no es lo mismo que la abnegación. Negarse a sí mismo en la
batalla esencial de la vida: el intento de controlar el trono, la lucha de quién va a ser
Dios. Jesús no participa en esta batalla, ya la ganó. El ocupa el trono y con Su gracia
ofrece compartirlo con nosotros. Pero queremos ser reyes de nuestras vidas por
nuestra cuenta.
Sin el pápel de Dios en nuestras vidas, no estaremos en paz con nosotros mismos
ni con Dios, y nunca seremos libres.
Tome su cruz
La cruz que debemos tomar a diario no es nuestra cruz, sino la de Cristo.
Estamos estrechamente identificados con Su cruz porque hemos sido crucificados
con Cristo y ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive en nosotros (Gálatas 2:20). Su
cruz proveyó el perdón por lo que habíamos hecho, y libertad de lo que éramos.
Siga a Cristo
Intentar sobrellevar el “yo” por medio del esfuerzo personal es una lucha
imposible. El hecho de que somos guiados por el Espíritu de Dios, aun cuando resulta
en la experiencia dolorosa de la muerte del yo, es nuestra garantía de ser hijos
(Romanos 8:14).