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CAPÍTULO DOS

ENCONTRANDO EL CAMINO EN ESTE MUNDO

No se nos ha enseñado que el mundo espiritual sí afecta al mundo natural.


Hemos sido convencidos por el punto de vista secular del occidente. Muchos
cristianos no toman en cuenta lo sobrenatural, o lo limitan al nivel trascendental
donde no afectará sus vidas.

Viviendo en el centro excluido

Las Escrituras enseñan claramente que las fuerzas sobrenaturales y espirituales


trabajan en el mundo natural.

No todas las personas enfermas o heridas están siendo aterrorizadas por un


demonio. Eso es irse al extremo del nivel trascendental. Pero estoy convencido que
muchos cristianos batallan con los síntomas físicos sin éxito con medios naturales
cuando la esencia del problema y la solución es espiritual.

Vivimos en un mundo natural, pero estamos involucrados en una batalla


espiritual.

Siendo espiritual sin Dios


Vino para deshacer las obras de Satanás (1 Juan 3:8), no las del César.
El Hijo del Dios viviente (Mateo 16:16).
“Todos los hombres son egocéntricos de corazón y tienen su precio. Algunos podrán
aguantar más que otros, pero al fin de cuentas cada hombre preferirá lo suyo a las
cosas de Dios”.

Ese es el credo de Satanás, y desafortunadamente las vidas de muchos


cristianos afirman sus declaraciones. Satanás los ha hecho creer que se están
sirviendo a sí mismos, cuando en realidad le están sirviendo al mundo, a la carne y al
diablo.

Pero el punto de vista cristiano tiene un centro distinto. Jesús conforta nuestras
ideas humanísticas de servicio propio y ofrece un punto de vista con la perspectiva

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desde la cruz. Solamente desde Su centro podrá escapar de la atadura del que tiene
el único intento de “hurtar y matar y destruir” (Juan 10:10).

La perspectiva desde la Cruz


Adán fue el primer mortal que abrigó la idea de “ser como Dios” (Génesis 3:5).

Un sin número de personas desde Adán han sido seducidas por Satanás para
creer que son sus propios dioses, y hoy en día, el movimiento de la Nueva Era está
promoviendo esta mentira a gran escala y de una manera internacional. Somos seres
creados que no podemos existir aparte de Dios.

Desde Adán, cada persona que nace en este mundo está físicamente vivo
pero espiritualmente muerto (Efesios 2:1). Estando separado de Dios, el hombre sólo
puede intentar encontrar motivo y propósito para la vida por medio de su existencia
física. Se convierte en su propio dios pequeño, y su vida es caracterizada por el
orgullo, la autoexaltación y la independencia del Dios que le hizo. “Decidiré mi propio
propósito, estableceré mi propia identidad, y viviré como yo quiera”.

Si usted desea vivir en libertad de las cadenas del mundo, la carne y el diablo,
este eslabón principal de la cadena se tiene que destruir.

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su
vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo
el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y
entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:24-27).

Niéguese a sí mismo
Negarse a sí mismo no es lo mismo que la abnegación. Negarse a sí mismo en la
batalla esencial de la vida: el intento de controlar el trono, la lucha de quién va a ser
Dios. Jesús no participa en esta batalla, ya la ganó. El ocupa el trono y con Su gracia
ofrece compartirlo con nosotros. Pero queremos ser reyes de nuestras vidas por
nuestra cuenta.

Sin el pápel de Dios en nuestras vidas, no estaremos en paz con nosotros mismos
ni con Dios, y nunca seremos libres.

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Usted no fue diseñado para funcionar de manera independiente de Dios, ni su
alma fue diseñada para funcionar como su amo y dueño. Usted servirá a Dios y su
reino o a Satanás y su reino. Cuando usted se niega a sí mismo, está invitando a Dios
a tomar el trono de su vida. Negarse a uno mismo es esencial para la libertad
espiritual.

Tome su cruz
La cruz que debemos tomar a diario no es nuestra cruz, sino la de Cristo.
Estamos estrechamente identificados con Su cruz porque hemos sido crucificados
con Cristo y ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive en nosotros (Gálatas 2:20). Su
cruz proveyó el perdón por lo que habíamos hecho, y libertad de lo que éramos.

Tomar la cruz significa reconocer diariamente que le pertenecemos a Dios.


Hemos sido comprados por la sangre del Señor Jesucristo (1 Pedro 1:18,19). Cuando
levantamos la cruz, afirmamos que nuestra identidad no está basada en nuestra
existencia física, sino en nuestra relación con Dios. Somos identificados como hijos de
Dios (1 Juan 3:1-3) y nuestra vida está en Cristo, quien es nuestra vida (Colosenses
3:3,4).

Como resultado de este reconocimiento, dejamos de intentar hacer lo que


queremos para lograr vivir diariamente agradando a nuestro Padre Celestial. Dejamos
de intentar llegar a ser lo que no somos, y descansamos en la obra completa de
Cristo.

Siga a Cristo
Intentar sobrellevar el “yo” por medio del esfuerzo personal es una lucha
imposible. El hecho de que somos guiados por el Espíritu de Dios, aun cuando resulta
en la experiencia dolorosa de la muerte del yo, es nuestra garantía de ser hijos
(Romanos 8:14).

Sacrifique los placeres de las cosas para obtener el placer de la vida


¿Qué aceptaría usted a cambio del fruto del Espíritu en su vida? ¿Qué posesión
material, qué cantidad de dinero, que posición o título cambiaría por el amor, gozo,
paz y paciencia que disfruta en Cristo? Pero, ¿cómo contesta su vida cotidiana las
mismas preguntas?

El fin principal de la humanidad pecaminosa es ser felices como los animales, es


decir, guiados por instintos, en vez de ser benditos como hijos de Dios.

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María y Marta (Lucas 10:38-42). La tendencia de Marta era amar a las cosas y
utilizar a las personas, pero Jesús indicó que María había escogido “la buena parte”
(versículo 42) al amar a las personas y utilizar las cosas. La victoria sobre el yo viene al
aprender a amar a las personas y utilizar las cosas, y no al invertir estas dos
actividades.

Sacrifique lo temporal para obtener lo eternal


Es mucho mejor saber que somos hijos de Dios que obtener cualquier cosa que
el mundo valúe. Aun si seguir a Cristo resulta en dificultades en esta vida, El corregirá
todo en la eternidad.

La máxima mentira de Satanás es que usted es capaz de ser el dios de su


propia vida, y su máxima atadura es hacer que usted viva como si su mentira fuera
verdad. Y cuando usted vive independiente de Dios, enfocándose a sí mismo en vez
de enfocar la cruz, prefiriendo los valores materiales y temporales a los espirituales y
eternos, Satanás habrá tenido éxito.

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