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Laura Alejandra Montoya González

La lucha por los derechos de la mujer en Medio Oriente

Como bien se conoce, las mujeres en Medio Oriente han estado desde siempre

carentes de la oportunidad de ser sujetos de derecho. Debido a esto, han

permanecido bajo el control de sus familiares varones, ya sean sus padres, sus

hermanos, sus esposos o sus hijos, en todo caso. Y es a raíz de esto, que

cansadas de permanecer bajo el yugo de una sociedad machista, se han

propuesto luchar porque sus derechos sean reivindicados. Así, de esta forma

poder integrarse en la sociedad de manera paulatina y justa. Es por eso, que este

artículo está encaminado a tratar dicha problemática social y a resolver una

pregunta en específico que está ligada a la misma.

La pregunta a resolver es la siguiente: ¿Qué avances se han obtenido a raíz de la

promoción del movimiento que busca la consideración de los derechos de la mujer

en Medio Oriente?

Lo primero a contemplar para intentar dar respuesta a la interrogante, es que este

artículo manejara tres frentes para ubicar el papel de la mujer en Medio Oriente. El

primero de ellos, es la situación de los derechos para el sexo femenino. Un dato

inicial de este tema es el considerar que la mujer ha jugado un rol protagónico en

la lucha por sus derechos civiles, sociales, políticos. Teniendo como objetivo el

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que se unifique el movimiento feminista en Medio Oriente. Ante esto, es

importante considerar una precisión que hace Ángeles Ramírez en su texto

“¿Oriente es Oriente? feminismo e islamismo en Marruecos”.1 Y es que a las

mujeres musulmanas les han sido sustraídos sus derechos, situación que las

diferencia de las mujeres occidentales, quienes partieron de no tener nada para

luego conseguir ganar sus derechos en un largo proceso histórico. Ahora, de

acuerdo con Valentine Moghadam en su artículo “La democracia y los derechos de

la mujer: Reflexiones sobre el Medio Oriente y el África del Norte”. 2 Muchas

feministas exigen cambios institucionales y reformas diversas a fin de expandir la

presencia pública de la mujer. Entre ellas, reformas institucionales y sociales tales

como guarderías infantiles, licencias por maternidad con goce de sueldo y

reformas políticas tales como cupos dentro de los partidos políticos. Dichas

reformas son necesarias para nivelar el campo, permitir que las mujeres alcancen

las posiciones de los hombres, y compensar la marginalización y exclusión del

pasado. Ya que, es necesario que las mujeres se constituyan al menos en una

gran minoría para ejercer alguna influencia. Pero este no es un proceso sencillo,

debido a que, genera rechazo a quienes tienen costumbres muy arraigadas, ya

que consideran que la mujer no es sujeto de derecho. Tal como dice Oscar

Fonseca en su texto “Derechos de la mujer y representación política de la mujer

palestina y egipcia con respecto a la situación coyuntural de Medio Oriente” 3,

existe una creciente resistencia a la apertura hacia las mujeres, con el argumento

principal de señalar que, las demandas en pro de los derechos humanos, se

constituyen como una “construcción occidental”, ajena a la tradición ligada a la

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religión, además, son parte de complejas teorías de conspiración en contra de los

valores islámicos y árabes.

Si tomamos todo lo anterior y lo ponemos en contraposición con los argumentos

de Karl Mannheim en su obra “Ideología y utopía” 4, podemos fijarnos que este

carácter de negación de parte de la sociedad árabe e islámica, coincide con una

de las utopías que trata este autor, la cual es el conservadurismo. Estando esta,

relacionada con la comunidad, nación o Estado a modo de organismo, en el que

se da prioridad al pasado. Dicho pasado es el encargado de nutrir el presente, ya

que le proporciona sus raíces y resalta la importancia de la tradición. Lo que

significa que la sociedad árabe y musulmana no está preparada para dar aquel

paso hacia la modernidad, debido a que, su tradición está tan arraigada que

claramente se lo impide. Si hablamos de otro autor que puede relacionarse aquí,

podemos referirnos a Michel De Certeau, quien en su texto “La invención de lo

cotidiano” 5, permite interpretar como sujetos comunes y corrientes reciben, viven,

transforman y resisten las interpelaciones del Estado y de los medios masivos de

comunicación. En este caso, aunque existan intenciones para conseguir

normalizar los movimientos feministas, los propios Estados no brindan su apoyo

para que surjan estos movimientos y haya igualdad de derechos y condiciones

para ambos sexos. Por último, otro autor importante frente a este tema es David

Bloor, el cual por medio de su obra “El programa fuerte en Sociología del

conocimiento” 6, da a conocer una connotación que relaciona dos tipos de

comportamiento: correcto y equivocado. También muestra que ni las acciones ni

los comportamientos de la gente son previsibles, a menos de que exista un


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conocimiento sobre su situación. Llevando esto a la realidad de Medio Oriente, la

situación comportamental de los miembros arraigados a la tradición, se puede

entender como normalizada aunque sea notoriamente equivocada por su carácter

represor ante el cambio.

El segundo frente es el feminismo árabe y postcolonial. Dentro de este, un primer

punto a considerar es -en palabras de Elena García en su artículo “La resistencia

palestina: una imagen de feminismo en Medio Oriente”- 7, que si se sopesa el

cuestionamiento de cómo el movimiento feminista se relaciona con la causa

palestina, es importante apuntar que el primero busca hacer conciencia y tomar

acciones con respecto a la opresión, dominación y explotación de la cual las

mujeres han sido objeto; mientras que la causa Palestina se enfoca en la

concientización y lucha por eliminar la ocupación que Israel mantiene sobre el

territorio palestino y la dominación física e ideológica sobre la población palestina.

En relación al feminismo colonial, para Ramírez es el origen de la división entre la

cuestión de las mujeres, de su opresión y de las culturas de otros hombres. Aquí

entra en juego el Medio Oriente, en el que la teoría feminista es parte del

feminismo poscolonial. Sin embargo, hay un sentido negativo en la promoción del

feminismo con respecto a la fe islámica. Ya que, al excluir al Islam del movimiento

feminista, se priva de la libertad a las mujeres de desarrollar plenamente su fe y, a

su vez, de participar activamente en la esfera pública y privada en la defensa de la

equidad de género. Siendo muy claro que, para avanzar hacia un feminismo que

establezca una comunicación horizontal entre todas las mujeres, es necesario el

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reconocimiento de las luchas de todos los grupos de mujeres, independientemente

de su grupo étnico, religión o nacionalidad.

Recogiendo lo anterior y relacionándolo con el texto de Edward Said,

“Orientalismo” 8. Es importante resaltar que el orientalismo se relaciona con el

feminismo desde el punto en el que éste último, al estar vinculado con una serie

de valores occidentales, rechaza de manera categórica cualquier proceso que se

lleve a cabo en Medio Oriente, haciendo a un lado el fatídico trabajo que las

mujeres, como grupo social organizado, han realizado en pro de darle veracidad a

su búsqueda de libertad e igualdad social. También se puede hacer una

contraposición de este tema con el capítulo “La otra pregunta. El estereotipo, la

discriminación y el discurso colonial” de la obra de Homi Bhabha “El lugar de la

cultura”. 9 Dicha comparación se manifiesta a partir del discurso colonial y el

reconocimiento del estereotipo como un modo ambivalente de conocimiento y

poder. Juntos exigen una articulación de formas de diferencia, racial y sexual.

Pero a la vez, de manera particular, el discurso colonial produce al colonizado

como una realidad social que es a la vez un "otro", y sin embargo enteramente

conocible y visible. Todo esto a partir del hecho de que existe una notable

diferencia sexual, en la que predomina el hombre por encima del lugar de la mujer,

siendo él favorecido y ella desestimada sólo por nacer del género femenino.

Además, el feminismo árabe tiene una connotación colonial, que de uno u otro

modo, lo conecta con el sentido que tiene en su esencia el discurso colonial. El

cual, en cierto medida, convierte a la mujer en un “otro” que es subvalorado e

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inmoralizado. Finalmente, este tipo de feminismo se puede relacionar con el texto

de Boaventura de Souza, “La Sociología de las Ausencias y la Sociología de las

Emergencias: para una ecología de saberes”. 10 Ante esto, se puede precisar que

las formas de racionalidad occidental emergen de la periferia del mundo. Ya que

se identifica a occidente como la periferia de Oriente. La situación, es que el

conocimiento oriental es mucho más global, además, su racionalidad es más

compleja. Mientras la racionalidad occidental se basa en la idea de la

transformación de lo real, pero no en la comprensión de lo real. En este punto, la

racionalidad es la que demuestra qué posicionamiento tiene Oriente con respecto

a Occidente, resaltando que la mentalidad de los orientales está por encima de la

de los occidentales. Lo que, a su vez, demuestra que el movimiento feminista

árabe está notablemente mejor construido que el de las mujeres occidentales, y

que sus principios están fundamentados de forma más racional y ética.

El último frente a desarrollar, es la representación política. Aquí, respecto a la

recopilación de las autoras Graciela Di Marco y Constanza Tabush, en el texto

“Feminismos, democratización y democracia radical. Estudios de caso de América

del Sur, Central, Medio Oriente y Norte de África”. 11 Se habla de la importancia

de la participación de las mujeres en la construcción e institucionalización de la

democracia, y de que es precisamente por la evidente falta de participación

femenina en espacios políticos, que se da un retraso en la transición a la

democracia en Medio Oriente y África del Norte.

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Considerando esto, el tema se puede analizar a la luz del texto de Thomas

Luckmann, “Acción individual y conocimiento social”. 12 Tomando en cuenta que

las realidades sociales, se pueden conectar a condiciones anteriores y a

consecuencias. A partir de esto, la vida social depende de la acumulación y de la

distribución de los conocimientos que la sociedad posee sobre el mundo en

general, y sobre la realidad social en particular. Estos argumentos se relacionan

con la realidad que viven las mujeres de Medio Oriente al no poder tener un

espacio dentro del sistema político. Forjando una vida social nula, que impide que

los impulsos de la mujer por salir de su condición de subalterna y sumisa tengan

éxito. Por lo tanto, ellas normalizan en muchos casos el vivir en una sociedad

opresora y machista, en la que puede que falte mucho tiempo para que la mujer

tenga un lugar. Cuando esto se logre por fin, se promoverá, con ello, cambios que

harán de la sociedad una dimensión igualitaria y justa.

A modo de conclusión de este artículo, se podría decir que las sociedades en

Medio Oriente han dado pequeños pasos hacia la igualdad de género, lo cual se

evidencia en el hecho de que algunas mujeres hayan podido representar a sus

países en eventos importantes. Desde 2018 se ha conseguido que la mujer pueda

conducir. Y hay algo de laxitud con el uso del velo, quitándole su carácter

plenamente obligatorio. Siendo esto, claramente logrado por los movimientos que

promueven los derechos de la mujer en la región, los cuales han forjado al

feminismo árabe y han incentivado la lucha por conseguir que ellas tengan su

propia representación política.

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Resumen: Las mujeres en Medio Oriente buscan su lugar en la sociedad; por

medio de movimientos a favor de sus derechos impulsan el encuentro de dicho

espacio. El artículo buscaba evidenciar tal búsqueda por medio de tres frentes:

Los derechos de la mujer, el feminismo árabe y la representación política de la

mujer.

Palabras claves: Mujer, Medio Oriente, derechos, feminismo árabe, representación

política y sociedad.

Bibliografía:

1. Ramírez, A. (2004). ¿Oriente es Oriente? feminismo e islamismo en

Marruecos. Revista Internacional de Sociología (RIS). Madrid, España.

Universidad Autónoma de Madrid.

2. Moghadam, V. (2008). La democracia y los derechos de la mujer: Reflexiones

sobre el Medio Oriente y el África del Norte. Seminario Internacional “Estudios

comparativos sobre la democratización de la familia y la sociopolítica”. Buenos

Aires, Argentina.

3. Fonseca, O. (2017). Derechos de la mujer y representación política de la mujer

palestina y egipcia con respecto a la situación coyuntural de Medio Oriente.

Bogotá, Colombia. Universidad Militar Nueva Granada

4. Mannheim, K (1987). “Ideología y utopía” en Ideología y Utopía. Introducción a

la sociología del conocimiento. Madrid: FCE.

5. De Certeau, M (2000). “Un lugar común: el lenguaje ordinario” y “valerse de:

usos y prácticas” en La invención de lo cotidiano 1 Artes de hacer. México:


8
Universidad Iberoamericana-Instituto tecnológico y de estudios superiores de

occidente.

6. Bloor, D (2003) “El programa fuerte en Sociología del conocimiento” en

Conocimiento e imaginario social. Barcelona: Gedisa

7. García, E. (2019). La resistencia palestina: una imagen de feminismo en Medio

Oriente. Ciudad de México, México. Universidad La Salle

8. Said, E. (2008) “Introducción” Orientalismo. Barcelona: Random House

Mondadori.

9. Bhabha, H. (1994) “La otra pregunta. El estereotipo, la discriminación y el

discurso colonial.” En El lugar de la cultura.

10. de Sousa, B. (2006). “La Sociología de las Ausencias y la Sociología de las

Emergencias: para una ecología de saberes”. En publicación: Renovar la teoría

crítica y reinventar la emancipación social (encuentros en Buenos Aires).

11. Di Marco, G; Tabush, C. (2011). Feminismos, democratización y democracia

radical. Estudios de caso de América del Sur, Central, Medio Oriente y Norte

de África. Buenos Aires, Argentina. UNSAM.

12. Luckmann, T. (2008). “Acción individual y conocimiento social” en

Conocimiento y sociedad. Madrid: Trotta.

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