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ECONOMIA Y COMUNICACIÓN UNIDAD VI

Modelos de Desarrollo Económico en la Argentina


Dra Ana Emaides

Para intentar comprender la situación actual de nuestro país y su posición en el


orden mundial, debemos primero conocer nuestra trayectoria histórica
económica, analizando cada una de las etapas históricas a través de algunas
de las variables más significativas. (Aldo Ferrer y elaboración de la cátedra)

1. La Etapa Agro-Ex portadora (1860-1930)

A partir de la segunda mitad del siglo XIX nuestro país se incorpora al orden mundial,
que se encontraba en expansión a causa de cambios tecnológicos trascendentales. Afines
del siglo XVIII se produce en Europa la Revolución Industrial, provocando la expansión de
la demanda de alimentos y materias primas. Argentina contaba con una economía que
podía responder adecuadamente al sistema que se iniciaba, como exportador de
productos agropecuarios. La cantidad de recursos naturales disponibles permitió basar
nuestro crecimiento en las exportaciones de productos primarios, convirtiendo al país en
un atractivo lugar para invertir capitales e inmigrar (grandes corrientes migratorias desde
Europa, ingreso de capitales de riesgo tales como ferrocarriles, puertos, frigoríficos, etc.)
lo que permitió alcanzar indicadores similares al de los países desarrollados de la época
(EEUU , Gran Bretaña, entre otros). El modelo de desarrollo agro-exportador fue el
resultado de la estrategia adoptada por la generación del ochenta para insertar al país en
el capitalismo moderno; en donde Estados Unidos y Europa se transformaron en centros
industriales demandantes de materia prima y una división internacional del trabajo que
integró a las economías periféricas como productoras de materias primas para los
mercados externos
En 1929 ante la crisis económica internacional, esta etapa basada en el Librecambio
entra en crisis, aunque deja una importante base de sustentación, debido a la magnitud
de los recursos, una incipiente industria, el nivel educativo y la dimensión que había
adquirido el mercado interno, para ingresar a la nueva etapa.

a) Marco Político
Este período se caracterizo por la estabilidad institucional, a partir de la formación
de instituciones democráticas. La elite gobernante se proponía construir una
nación moderna basada en tres pilares:
1. Fomentar la inmigración europea
2. desarrollar modernas formas de producción, incorporando
tecnología y construir una red de transportes (Ferrocarriles y
puertos)
3. Crear un sistema educativo universal, laico y obligatorio

b) La estructura social
En esta etapa el principal protagonista fue la tierra y esta estaba en poder de
terratenientes, que formaban Latifundios, que apoyaron a las grandes campañas
en las fronteras para apropiarse de territorios hasta ese momento ocupados por
los aborígenes.(J.M. de Rosas 1833-1835) (J.A. Roca 1875-1914)

La mano de obra provino a partir de 1870 de las grandes corrientes


migratorias que llegaron principalmente de Europa. La inmigración europea
constituyó uno de los pilares del proyecto de organización nacional de la elite
gobernante
Esta inmigración quintuplico el crecimiento de la población entre 1860 y 1920, Este
aluvión inmigratorio europeo produjo “La virtual desaparición” del tipo social nativo
preexistente (criollo); el mayor prestigio social de los inmigrantes europeos con
respecto a la población criolla favoreció su integración y ascenso social, ligados a
sus valores de ahorro y esfuerzo, formando posiciones de clase media.
Debido a que la concentración de la población se centro en la pampa
húmeda, las región del norte y noroeste del país quedaron estancadas y atrasadas
y en consecuencia su estructura social mas cerrada.
Esta diferencia entre centro y periferia constituían signos elocuentes de un
modelo de desarrollo económico desequilibrado.
Siendo la unidad económica preponderante el Latifundio, la explotación de estos se
basaba en arrendamientos de parcelas, medieros, y otros tipos de ocupación
precaria de la tierra.
La mayor parte de la población del país ya sea de origen nacional o
extranjera se incorporó al sistema económico, no existió en este período
desempleo estructural de largo plazo.
Existía una fuerte concentración del ingreso en los terratenientes y en los sectores
vinculados con la infraestructura, lo comercial y el sector financiero.

c) Las principales ideas

La idea principal de todo este período fue la de Librecambio, ideas productivas


y proteccionistas como las de Carlos Pelegrini fueron derrotadas, a pesar de que
la mayoría de los países desorillados de la época comenzaron a elevar sus
impuestos a las importaciones en defensa de sus mercados internos, Argentina
siguió adherida a la postura librecambista. No hubo ninguna oposición a este
modelo Conservador por pare de Radicales o Socialistas, el cambio político se
reflejó en nuevas demandas sobre la distribución del ingreso y la legislación social.
La falta de políticas económicas dejo la asignación de recursos, la estructura
productiva y el comercio exterior librado a las fuerzas del mercado, a las señales
del sistema de precios y de las ventajas comparativas.
El 50% del capital productivo pertenecía a extranjeros, del cual 1/3 estaba en
ferrocarriles, puertos, transporte, electricidad (infraestructura); 1/3 en industrias
(frigoríficas principalmente), financiera y redes comerciales. Y el 1/3 restante en
títulos emitidos por el Estado
Es en 1870, donde se produce un debate sobre la Ley de aduanas, la proyección
del mercado interno y el futuro de la industria nacional, la que es derrotada por la
continuidad del modelo agro-exportador y a la dependencia hegemónica de Gran
Bretaña.

d) El Estado
El comportamiento del Estado fue compatible con el sistema de poder en la
economía, donde la idea Librecambista era apoyada por la opinión pública,
garantizando el derecho a la propiedad, la seguridad interior y la unidad en el
territorio nacional.
El Estado tampoco hizo diferencia entre capital nacional o extranjero,
privilegiando muchas veces el segundo sobre el primero.
La concentración de ingreso no fue encausada hacia el ahorro sino prevaleció el
consumo de artículos suntuarios en el extranjero y en propiedades suntuosas.
El régimen conservador puso en marcha una política de educación pública reducido
a los límites del modelo existente, pero sentó las bases para las etapas subsiguientes.
En 1929 la caída de la bolsa y el consecuente colapso de a economía
internacional reveló la vulnerabilidad de la economía Argentina y el costo de no haber
tomado a tiempo medidas proteccionistas como las propuestas por Pelegrini
.
Las variables económicas

Ahorro e Inversión

Argentina alcanzó en esta etapa tasas de ahorro e inversión considerables, siendo el la


época de 1920 del orden del 15% al 20% del PBI. Esta inversión contribuyo a que la tasa
de crecimiento del período alcanzara el 5% anual del PBI, permitiendo la expansión del
empleo.

Ventajas competitivas

La ampliación de las fronteras colaboró con la producción agrícola y ganadera, asi como
cierta mecanización de los cultivos y algunas modificaciones tecnológicas.
El avance de la educación elevó la capacitación de los recursos humanos.
El crecimiento sostenido se transfirió a otras actividades asociadas con el desarrollo urbano,
construcción, nuevos servicios y de mantenimiento de la infraestructura (mantenimiento de
la red ferroviaria), Argentina alcanzó en esta etapa tasas de ahorro e inversión
considerables.

Balanza de pagos

El Balance de pago argentino se sostuvo en todo el período con bases sólidas, el excedente
de la balanza comercial permitía pagar los servicios de la deuda externa.

Precios

En esta etapa prevaleció la estabilidad de precios y del tipo de cambio, lo que fue posible
por el equilibrio del presupuesto el saldo favorable de la cuenta corriente de la balanza de
pagos y la relación demanda-oferta de dinero.

2. La Etapa de Industrialización sustitutiva de Im portaciones (ISI) (1930-


1975)
En 1930 se produce la Gran crisis internacional en donde el orden hegemónico del libre
cambio cae, se derrumba el patrón oro y el sistema multilateral de comercio y pagos
prevalente hasta ese momento. Esta crisis provocó un enorme impacto en Argentina, cuya
economía se basaba en el ingreso de divisas por las cuantiosas exportaciones
agropecuarias, generadas por la fertilidad de nuestra tierra, que permitían importar todos
los bienes que el país requería y que no sentía la necesidad de producir. El país hasta
entonces había tomado créditos que le permitía reciclar sus deudas, pero la crisis también
cerró estas fuentes de ingreso. Todo esto determino la imposibilidad de seguir con el modelo
agro-exportador y por ende trajo como consecuencia al no tener disponibilidad de divisas,
la imposibilidad de hacer frente a la deuda externa.
A mediado de la década de 1930 el régimen conservador había comenzado a crear
instrumentos para intervenir en el mercado, (controles bancarios, reformas impositivas,
control del tipo de cambio regulación de los mercados de carnes y cereales) y a partir de la
crisis se profundiza la regulación de la actividad económica con una fuerte participación del
Estado en la economía, y en el desarrollo de políticas públicas de estimulo a la producción
industrial.
es este cambio el que favoreció a una nueva etapa en la economía nacional.

La industrialización por sustitución de las importaciones (ISI) tuvo lugar en el período 1930-
1975, durante el cual es posible reconocer distintas etapas:

.
 La primera denominada ISI fácil que abarca desde 1930 hasta 1952. En esta que
se aplicaron políticas arancelarias de protección a la industria local, controles
cambiarios y otorgamientos de créditos industriales. La segunda guerra mundial
profundizó las barreras proteccionista, lo que dio un impulso al desarrollo de la
industria liviana y es el peronismo quien otorga al proyecto de desarrollo industrial
un carácter social distinto , al impulsar la industria de bienes de consumo masivo.
Políticas de inversión publica directa en industrias y servicios y una política de
créditos subsidiados a los pequeños y medianos empresarios. El sector industrial
ocupa en esta etapa el liderazgo de la economía argentina, dando crecimiento a la
producción y al empleo. En esta etapa se desarrollan industrias que marchan con el
crecimiento de la población o denominadas vegetativas, (industria liviana) que usan
productos primarios con escaso valor agregado y poca tecnología, importando
productos industriales e insumos estratégicos (acero).

 La segunda etapa denominada ISI difícil que abarca 1952 hasta 1975, ( aunque
para algunos autores el proceso de sustitución de las importaciones no ha finalizado
aún). Durante esta etapa la industria abarcó ramas mas complejas basadas en la
producción de insumos industriales tales como acero, papel, petroquímica, aluminio
y la creación de industrias de punta como la aeronáutica y automotriz, durante el
gobierno peronista ( 1945/55) se nacionalizaron empresas extranjeras de servicios
públicos (ferrocarriles argentinos, ); estas industrias requerían un de mayor
tecnología y de grandes capitales; estas industrias son conocidas como dinámicas,
porque crecen a mayor ritmo que la población y agregan mucho valor a cada unidad
del producto, son bienes de capital o de consumo durable. A través de la inversión
y la participación pública en empresas de producción de bienes y servicios promovió
la creación de empleo publico; que fue acompañado por mediadas de regulaciones
de precios y protección de los mercados internos que contribuyeron a una
redistribución del ingreso hacia la clase trabajadora, Durante esta etapa la
coyuntura mundial cambió y los capitales extranjeros disponibles preferían
ofrecerse con capitales de préstamo y no como capitales de riesgo. A pesar de esto
esta etapa dejo huellas en el desarrollo de país. si bien se produjo un crecimiento
económico ( 8%) existían dificultades de crédito externo para importar equipos e
insumos esenciales para el crecimiento. El crédito externo se mantuvo restringido
durante décadas y limitado a la oferta de algunos organismos públicos de las
naciones desarrolladas y a los internacionales como el FMI, que imponía pesadas
exigencias para otorgar sumas reducidas, Pero es a partir de 1970 que se produce
un exceso de oferta de crédito por parte de los grandes bancos privados
internacionales; y es a mediado de la década del 1970 donde la economía “cerrada”
comienza abrirse al exterior, vía exportaciones agrarias y fabriles crecientes que
ofrecían la posibilidad de pasar de la ISI a una industrialización apoyada en las
exportaciones . Pero la vulnerabilidad externa y los desordenes internos crean las
condiciones para caer en la deuda externa que se magnifica a partir del golpe de
1976.

a) Marco Político

En 1930 el golpe de estado inició la ruptura del orden institucional provocando


cambios significativos en las diferentes políticas económicas implementadas (cinco
golpes de estado). Esta falta de estabilidad agravó los desequilibrios
macroeconómicos y desalentó la iniciativa privada.
En esta etapa encontramos
1) 1930/43 gobiernos conservadores, mano firme en lo económico ( junta
reguladora de granos, corporación argentina de Productores de granos, en 1935
se crea el banco central )
2) 1945/55 gobierno peronista, populista de reparto y subsidios a la
industrialización
3) 1955 quiebre de la estabilidad institucional con un modelo liberal

b) La estructura social

En la primera etapa el impulso industrializador no fue acompañado por políticas de


redistribución del ingreso.
Con el peronismo se implementa una política social basada en la redistribución del
ingreso hacia los asalariados lo que implico el crecimiento de una clase obrera con
demandas insatisfechas La nueva producción industrial y los servicios adquieren
relevancia y modifica la estructura social, lo que implica cambios en la distribución
del ingreso que favorecieron a segmentos asalariados de las clases medias,
provocando también que la burguesía industrial, desplace a la antigua elite
dirigente, y disputen con los trabajadores; organizados en sindicatos, por los
espacios de poder . El peronismo tuvo un papel importante en la formación de la
clase trabajadora consolidada por varios factores; otorgándoles derechos sociales y
capacidades económicas para hacer valer sus derechos civiles, contribuyendo a
organizar una estructura sindical fuerte para materializar las reivindicaciones sociales
y económicas de los trabajadores. la expansión de la matricula educativa en el nivel
medio y universitario acompaño este proceso proporcionando personal calificado que
implicaba mayores remuneraciones y permitía la movilidad social. En esta etapa
Argentina presentaba un perfil más equitativo de distribución de ingresos en relación
a otros países de America latina.
Las políticas de equidad e igualdad de oportunidades junto a la extensión de los
canales de movilidad social se articularon y contribuyeron a conformar una
estructura social abierta e integrada que permitía una gran movilidad principalmente
de abajo hacia arriba.
La inestabilidad institucional y política de este período no permite la construcción
del capitalismo nacional fundamental para el desarrollo de industrias lideres, las
cuales fueron delegadas a subsidiarias de corporaciones transnacionales
(automotrices, metalmecánicas y químicas).

c) Las principales ideas

Desde 1930 a 1943 la elite conservadora siguió con los principios del enfoque
ortodoxo. Se destaca en este período la visión crítica a las teorías neoclásicas de
Raúl Prebisch, que sienta las bases de lo que luego sería la heterodoxia y el
Estructuralismo Latinoamericano, establecidas en la vulnerabilidad inherente a la
condición periférica de estos países.
En 1945 con el ascenso de Juan D. Perón, el librecambio fue rechazado y la
intervención del estado pasó desde la regulación de los mercados hasta la
producción de bienes y servicios; las políticas eran de fuerte contenido nacionalista
y se confrontaban con el poder mundial.
La puja distributiva e incertidumbre atenúo las posibilidades de asumir, por parte de
los empresarios e industriales, nuevos procesos acumulativos de transformación y
crecimiento.
A partir de 1955 hubo nuevos aportes al pensamiento y a la política heterodoxa.
Destacando el Desarrollismo durante la presidencia de Arturo Frondizi

d) El Estado

El estado como en el resto del mundo aumentó su presencia en la economía. Aunque


el estado fracasó en su responsabilidad básica de asegurar el equilibrio
macroeconómico, la estabilidad de precios y las relaciones sociales. No estableció
políticas que fortalecieran la presencia del capital nacional en sectores estratégicos
y de desarrollo.
Las tentativas de mejorar la distribución del ingreso culminaron en procesos
inflacionarios, debido a la falta de crecimiento genuino y al crecimiento del gasto
público.

e) Las variables económicas

Ahorro e Inversión
La tasa de ahorro era del orden del 20% , tasa comparable con los países lideres. La
inversión extranjera en este período fue del 1%
.
Ventajas competitivas

La competitividad siguió vinculada con los recursos naturales. Las manufacturas de origen
industrial ( no agropecuario) crecieron paulatinamente, aunque solo representaban el 20%
de las exportaciones.

Balanza de pagos

El desequilibrio de la cuenta corriente del balance de pago fue constante, aunque existieron
períodos de auge del balance comercial se tropezaba con la insuficiencia de la capacidad
de pagos internacionales

Precios

El desequilibrio macroeconómico que se da a partir de 1945; el déficit fiscal, el bajo


crecimiento de la economía, el desequilibrio de la balanza de pago, la expansión de la oferta
monetaria sobre la demanda y la puja distributiva a través del aumento de los salarios,
entre otros factores, dieron como resultado una inflación promedio del 25% anual, llegando
a los tres dígitos en 1975.

3. La Etapa de la Deconstrucción - Reconstrucción de la Dem ocracia ( 1976-


1989)y los 90s

1976/83 El golpe de Estado por una dictadura militar e inicio de un modelo neo-liberal de
apertura económica, desregulación y privatizaciones
1983/89 El retorno de la democracia, el gobierno de transición de Raúl Alfonsin.
1989/1999 El gobierno de Carlos Menem y la consolidación del modelo neo-liberal de
apertura económica, desregulación y privatizaciones. El esquema de la convertibilidad
1991/1998
2000/2002 fase final de una progresiva “decadencia social”.

La vulnerabilidad externa y los desordenes internos crean las condiciones para caer en la
deuda externa que se magnifica a partir del golpe de 1976. La dictadura inicia un modelo
neo-liberal de apertura económica, libera las importaciones, conjuntamente con una
desregulación financiera y privatizaciones.
El aumento de los precios internacionales del petróleo y las materias primas a mediados de
1970 (ver unidad I) contribuyo a la expansión del mercado de euro-dólares que implicó la
multiplicación del crédito en divisa por parte de los grandes bancos internacionales, si bien
Argentina no tenia necesidad imperiosa de este crédito, la política oficial opto por este con
gran endeudamiento a partir de 1978. Este sistema funcionó hasta que se corto el crédito
externo, la crisis se hizo pública en marzo de 1981 con el cambio de gobierno, la crisis obligó
a una devaluación masiva provocó una recesión profunda y prolongadas. Este modelo
económico fue parte de una reestructuración capitalista a escala mundial que se profundizó
en 1990, con la caída del bloque socialista y la globalización de la economía. Dentro del
contexto de la globalización de las relaciones financieras internacionales, se permitió el
ingreso de la banca internacional haciendo crecer la deuda externa de U$S 3 mil millones
en 1975 paso a mas de U$S 50 mil millones en 1983, si bien toda América Latina se
endeudo, Argentina fue la de que alcanzó el mayor endeudamiento.
Este proceso de desmantelamiento de la industria (por las importaciones), provoco una
caída del Producto de un 21%, mientras que A.Latina cayó un 9% en la década del 80
(denominada la década perdida).
Las políticas económicas de la dictadura, la violación de los derechos humanos y el
conflicto bélico en Malvinas, provocaron el derrumbe del régimen de facto y abrieron paso
al retorno a la democracia en diciembre de 1983 (Alfonsín 1983-89).

El retorno a la estabilidad institucional en 1983 (que hereda una inflación de


más del 400 % anual; una estructura productiva destruida; y un
endeudamiento por encima de la capacidad de pago) fue un paso importante para
iniciar el proceso de acumulación en sentido amplio. Pero en otros planos subsistieron
problemas, a esa altura históricos. Los acontecimientos de la década de 1990 frustraron el
despegue de procesos acumulativos esenciales y desarticularon otros preexistentes. Por
ejemplo: la formación de capital, la tecnología y la autonomía de gestión de las políticas
públicas.
Es así, que el período democrático se inicia con profundos desequilibrios
macroeconómicos y con una enorme deuda externa, y dentro de un marco de crisis
internacional, iniciada en México (suspensión de los pagos de su deuda externa).
Imposibilitando la ejecución de políticas de transformación y crecimiento.
En este contexto internacional el gobierno constitucional debió
restablecer las instituciones y la reparación de los agravios de los derechos
humanos; pero las tensiones políticas producto de la transición hacia la
democracia culminaron en 1989 en un desborde inflacionario.
En 1989 con el Gobierno de Menem se inicia un cambio de rumbo de la política
económica y en el desarrollo del capitalismo argentino, logrando convergencias para
sustentar una política liberal
En este periodo el avance de las empresas extranjeras dan lugar a alianzas
estratégicas entre los principales grupos económicos de capital nacional y los intereses
extranjeros para el desarrollo de negocios específicos, financiados por la facilidad del acceso
a los mercados de capitales internacionales (explotación de recursos naturales, gasíferos,
pesqueros, cultivos oleaginosos y forestales, etc.). Estas alianzas debilitan la integración
del proceso productivo ya que las empresas extranjeras tienden a abastecer de insumos y
tecnología en sus matrices del país de origen; estas Filiales no reinvierten en el país sus
utilidades y las remiten al exterior disminuyendo la acumulación de capital en el país; la
transferencia de las utilidades o intereses implican la salida de divisas lo que provoca
desequilibrio en la balanza de pago del país. La extranjerización de las empresas públicas
frenan la formación de un sistema nacional de ciencia y tecnología nacional.

En los 90s se sucedieron acontecimientos que, poco después, provocarían un cambio


drástico de la evolución de la economía argentina.

La fractura del proceso de acumulación

El proceso de acumulación en sentido amplio, inherente al desarrollo, no había


logrado instalarse en la etapa de la economía primaria exportadora, cuando el golpe de
Estado de 1930 interrumpió una de sus bases fundamentales: la estabilidad institucional. A
partir de entonces se sucedieron acontecimientos que produjeron, además, fracturas en
otros planos, como la acumulación de capital y conocimientos (sobre esto último, por
ejemplo, las consecuencias de la intervención de las universidades en 1966), los
eslabonamientos entre sectores productivos y entre regiones y la composición del comercio
exterior. Después del golpe de Estado de 1976, el proceso de acumulación fue nuevamente
interrumpido, abarcando desde el plano institucional hasta las principales variables
económicas.
La dinámica del modelo neoliberal deprimió la acumulación de capital. La
concentración de los núcleos de rentabilidad en actividades fuertemente concentradas y
limitadas esencialmente a la explotación de los recursos naturales, la infraestructura y
bienes y servicios no transables internacionalmente excluyó a segmentos de la economía y
unidades productivas que son cruciales en la formación de una economía integrada y
compleja, capaz de asimilar y difundir el progreso técnico. El espacio para la acumulación
de capital productivo, el aumento de la productividad y la formación de ganancias y ahorro
se redujo radicalmente. Simultáneamente, la transferencia de los núcleos de rentabilidad
del modelo (petróleo, telecomunicaciones, industria agroalimentaria, etc.), a la propiedad
de filiales de empresas extranjeras y no residentes, subordinó a la decisión de agentes
transnacionales la inversión de los excedentes, de los cuales la mayor parte se transfirió a
las matrices y sus países de origen. Según las estimaciones de FIDE (Fundación de
Investigación para el Desarrollo), en la década de 1990, el 60% de las utilidades fueron
remesadas al exterior. Otra parte importante de los excedentes fue transferida al exterior
en concepto de pagos de intereses de la deuda privada, incurrida en gran medida para la
compra de los activos de empresas privadas y públicas.
Estos hechos convergieron para agravar un problema endémico: la fuga de capitales.
El dinero colocado en el exterior a cuenta de residentes en la Argentina ascendió, en la
década de 1990, a una suma comparable al monto de la deuda externa. El modelo neoliberal
promovió la exportación de ahorro argentino y, como contrapartida, registró la importación
de deuda y la transferencia de sectores fundamentales de la economía a la propiedad de no
residentes. La inestabilidad, inherente a un sistema profundamente desequilibrado, agravó
las condiciones de incertidumbre y comprometió la seguridad jurídica, factores éstos que
desalentaron la acumulación de capital en la economía argentina. La vulnerabilidad
financiera argentina fue así de naturaleza distinta a la observable en la crisis de 1997-1998
en varios países, por otros motivos altamente exitosos en sus procesos de acumulación en
sentido amplio y desarrollo, como la República de Corea y Malasia. En esos casos, la crisis
fue estrictamente financiera por el descalce de las operaciones de sus bancos, tomadores
de fondos en divisas y prestamistas en sus propias monedas. Al producirse la caída de las
cotizaciones bursátiles y del mercado inmobiliario (ver Unidad I), se registró una crisis
transitoria de insolvencia rápidamente resuelta en economías cuyas respuestas a la
globalización habían sido adecuadas y contaban con sólidos equilibrios macroeconómicos.
En la Argentina, el resultado fue la baja de la tasa de acumulación de capital de la
economía argentina que, de un promedio del orden del 22% del PBI entre 1930 y 1975,
declinó al 15% en el período de hegemonía de la estrategia neoliberal. El problema fue
agravado por la concentración de la inversión en los sectores más rentables y la
descapitalización en el capital social y productivo del resto de la economía. Esto aumentó la
dimensión de las brechas entre los niveles de productividad de los diversos sectores
económicos, lo cual contribuye a explicar las diferencias crecientes en los niveles medios de
ingresos en los distintos componentes de la fuerza de trabajo y del empleo.
Simultáneamente con esta fractura en el proceso de acumulación de capital, se
produjo un deterioro en la acumulación de tecnología y en la capacidad de asimilar, adaptar,
generar y difundir conocimientos en el tejido económico y social. La desarticulación entre el
sistema nacional de ciencia y tecnología se produjo en dos frentes. Por un lado, la inclinación
natural de las empresas extranjerizadas en sectores intensivos en el uso de tecnología, como
las telecomunicaciones y la producción de combustibles y energía, de abastecerse en sus
casas matrices y en sus países de origen, sustituyendo a los proveedores locales. Un ejemplo
crítico se refiere a la suerte de los laboratorios de investigación y desarrollo que existían en
YPF antes de su extranjerización, experiencia que merece compararse con el desarrollo
tecnológico alcanzado por las empresas petroleras estatales PEMEX y Petrobras, en México
y el Brasil, respectivamente. Por otro, el desmantelamiento de los departamentos de
investigación y desarrollo de firmas locales por el incentivo a importar tecnologías, bienes
de capital e insumos a través de la apertura y la sobrevaluación cambiaria.
La política de alineamiento incondicional con la potencia hegemónica (relaciones
carnales del gobierno peronista con los Estados Unidos) llevó a desmantelar proyectos
estratégicos, como el misilístico del Plan Cóndor, y a desactivar el desarrollo de la energía
nuclear con la paralización de la conclusión de la tercera central (Atucha II) y el
desfinanciamiento de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Esto llevó a la fractura del proceso de acumulación tecnológica. Primero, a través del
desmantelamiento de la capacidad productiva interna de máquinas herramientas y otros
bienes de capital, que constituyen la principal correa de transmisión entre la tecnología y el
sistema productivo y de incorporación de conocimientos en el propio acervo. Segundo, al
reducir la demanda de tecnologías y personal calificado generado por el sistema nacional
de ciencia y tecnología, se produjo el desmantelamiento de laboratorios y centros de
investigación y desarrollo y la fuga de cerebros al exterior o a ocupaciones en actividades
locales en las cuales son inaplicables las capacidades adquiridas.
Por último, el peso creciente de la deuda externa generó un desequilibrio crónico
que subordinó al país a negociaciones continuas, renovadas e interminables con el FMI y
los acreedores. Las condicionalidades inherentes a los acuerdos con el Fondo y a las
expectativas de los mercados para acceder al financiamiento voluntario de los mismos
subordinaron la política económica al pensamiento céntrico y a la ideología neoliberal
profesada por los grupos hegemónicos en el espacio interno. El Consenso de Washington
se articuló así con una estrategia de renuncia a la capacidad de conducir la política
cambiaria, monetaria y fiscal, proceso que llegó a su culminación con el Plan de
Convertibilidad y la reforma de la carta orgánica del Banco Central. En la década de 1990,
se desmantelaron instrumentos esenciales de la conducción económica, tales como, por
ejemplo, los institutos reguladores de sectores claves como la producción agropecuaria. En
el mundo global, uno de los requisitos del proceso de acumulación en sentido amplio es el
de ejercer una autonomía suficiente en la conducción de la política económica para dar
respuestas a los desafíos y oportunidades de la globalización determinadas por el interés
nacional. El modelo neoliberal hizo exactamente lo contrario y, en el contexto de crecientes
desequilibrios macroeconómicos, subordinó al país a fuerzas incontrolables, demolió la
seguridad jurídica y el régimen de contratos, multiplicando la inseguridad y la incertidumbre,
factor desencadenante, a su vez, de la fuga de capitales.

a) Marco Político
La crisis política- institucional y el aumento de la violencia concluyeron con el golpe
de estado de 1976 que destituyo al gobierno de Isabel Perón. En 1983 con la
presidencia de Alfonsín se restituye la democracia y el país logra resolver problemas
que parecían insolubles como la antinomia peronismo-antiperonismo, aunque
persisten problemas de inseguridad y deterioros en las condiciones sociales
convirtiéndose en un impedimento para el desarrollo económico del país. Después
de medio siglo de golpes de estado se transfiere el gobierno a otro gobierno elegido
democráticamente

b) La estructura social
La restructuración capitalista, la desarticulación de la estructura productiva industrial
y el deterioro de las instituciones del Estado de Bienestar erosionaron las bases que
estructuraban el sistema de estratificación abierta e integrada que se dio en la etapa
anterior. Destacando entre los efectos regresivos el aumento de la desigualdad de
ingresos, el crecimiento de la pobreza , la instalación de la desocupación como
problema estructural del funcionamiento de la economía y aumento de la
precariedad laboral consecuencia de un país que desarticulo su estructura productiva
y su entramado social.

c) Las principales ideas

Durante el gobierno de facto se aplicaron políticas de liberación de las importaciones


y desregulación financiera con una fuerte revaluación del tipo de cambio.
Renunciando con esto a las políticas de industrialización y desarrollo establecidas en
la etapa anterior, provocando un debilitamiento de las exportaciones industriales. La
nacionalización de la deuda externa privada y la desregulación financiera generaron
rentas privadas incalculables.
A partir de la crisis Mexicana el Fondo Monetario Internacional adquirió una presencia
permanente en la administración de las políticas económicas de los países deudores;
las recomendaciones de los organismos de Bretton Woods para lograr la estabilidad
de los países deudores incluyeron recomendaciones de políticas de ajuste estructural
de carácter neoliberal o del Consenso de Washington¸ tales como: desregulación
financiera, liberación de las importaciones, privatización de las empresas públicas,
achicamiento del estado, equilibrio fiscal.
A partir de 1989 con Carlos Menem se sustenta la política neoliberal y de relaciones
carnales con Estados unidos, cumpliendo con las políticas establecidas por el
consenso de Washington, estas incluían la profundización de la desregulación
financiera, el equilibrio fiscal, la liberación de las importaciones, la privatización de
las empresas públicas y el achicamiento del estado a su mínima expresión

Las variables económicas

Ahorro e Inversión

En este periodo el 90% de la formación del capital corresponde a la inversión privada, el


sector público que antes representaba el 50%, lo hace solo con un 10%. La inversión
privada directa extranjera durante el gobierno de Menem consiste en la compra de activos
existentes y no en la creación de nuevas empresas, este capital no genera nuevos empleos
y riqueza, lo que si hace es remitir las utilidades al exterior. El ahorro interno no repunta
por la baja tasa de reinversión de utilidades de las empresas y la propensión al consumo
suntuario de los argentinos.

Ventajas competitivas
La competitividad de nuestro país sigue descansando en la dotación de recursos naturales.
Seguimos exportando productos primarios y sus manufacturas y energéticos; el
autoabastecimiento de bienes de capital y manufactura compleja a disminuido y se
satisfacen a través de las importaciones, esto determina una brecha de contenido
tecnológico entre las importaciones y exportaciones.

Balanza de pagos

La cuenta corriente del balance de pago marco un creciente déficit debido al aumento de
las importaciones y de los servicios (intereses) de la deuda externa. El gobierno lanzó una
estrategia de tipo de cambio con atraso programado, conocida como la “Tablita”, que se
implemento para contener la inflación, pero en los hechos implico una continua caída de las
exportaciones y una suba de las importaciones y el déficit comercial se cubrió con
endeudamiento externo. El déficit tiende a aumentar por el agravamiento del desequilibrio
estructural del comercio exterior argentino, la transferencia de utilidades y los servicios de
la deuda externa.
Precios
La inflación llego a un 350% anual promedio en la década del 80, llegando al 400% en
1983. Las tensiones políticas de la transición democrática culminaron en un desorden
inflacionario

4. La Etapa del fin de la convertibilidad.

a) Marco político

El país tardó en superar la crisis de 1981, mientras seguía con altos índices
de inflación y presionado por los pago de los compromisos de la deuda externa,
esto llevó a una nueva crisis a finales de la década y que coincidió con un nuevo
cambio de gobierno. El gobierno de Menem se caracterizó por formar
alianzas políticas con las bases populares y los centros de poder internacional,
necesarios para sustentar una política neoliberal, extraña en un político peronistas.
Es en 1991 con la ley de convertibilidad que se logra la estabilidad de precios; este
régimen de tipo de cambio fijo y el libre movimiento de los capitales atrajo al país
capitales especulativos de corto plazo, conjuntamente con los ingresos generados
por las privatizaciones y el incremento de la recaudación tributaria permitió a
Argentina en 1994 tener una de las tasas de inflación mas baja del mundo.
Durante el gobierno peronista, entre 1991 y 1999 la deuda externa
aumentó de 61.000 millones a 145.000 millones de dólares (ver gráficos). La deuda
pública representaba el 86% del total en aquel año y el 58% en el último. La deuda
pública aumentó más del 60% en el período y la privada, impulsada por la diferencia
de las tasas de interés internacional y la local, en casi 600%. La Argentina registró
así los peores indicadores de endeudamiento de América Latina que, a su vez, era
la región más endeudada del mundo. Al final de la década de 1990, la deuda
representaba más de 5 veces las exportaciones frente a poco más de 2 veces del
promedio de América Latina (ver gráficos).
La relación entre intereses devengados sobre la deuda externa y el valor de
las exportaciones aumentó más del 100% en el transcurso de la década de 1990. Al
final de la misma superaba el 40% y sumada a las transferencias de utilidades de
las filiales de empresas extranjeras, la relación superaba el 50%, más del doble del
promedio de América Latina.
La evolución del comercio exterior fue coherente con la dinámica del
Modelo (convertibilidad). El valor de las exportaciones aumentó más del 100%, pero
el de las importaciones más del 300%. Entre 1992 y el final de la década, el balance
comercial de bienes y servicios arrojó un déficit de más de 30.000 millones de dólares
y la cuenta corriente del balance de pagos de 64.000 millones.
El Plan de Convertibilidad (1991) se aplica como herramienta para frenar la
inflación, mientras se recurría al crédito externo para cubrir el saldo de la balanza
comercial y de servicios. La crisis del “Tequila” (1994) fue una señal de la
dependencia de los flujos de divisas que tenía nuestro país, pero la crisis de 1999
fue mas fuerte aun cuando el país no podía llegar a pagar la deuda externa ni
siquiera los intereses que esta generaba.(cesación de pagos).
La concepción del desarrollo como un proceso de construcción de la Nación
en torno de sus propios ejes y metas se desvanecen, en el ámbito de las ideologías
y de los intereses hegemónicos en el orden mundial, sustentándose en la visión
fundamentalista de la globalización que ejerce un predominio en la difusión de las
ideas económicas, en el comportamiento de la economía internacional y por ende en
la economía argentina; tratándose de un proceso de alienación cultural y
subordinación ideológica.

b) La estructura social

Es en el periodo 1998-2001 en el que se registra la crisis final del modelo de


liberalización de la economía produjo la desaparición de pequeñas y medianas
empresas manufactureras que no pudieron soportar la competencia externa. La
privatización de empresas de servicios públicos y las industrias básicas de hierro,
hacer, petróleo y petroquímicas, tuvo el efecto de contracción de la mano de obra
tanto calificada como no calificada, acelerando las tasas de desempleo que llegaron
al 22% de PEA y alrededor del 57% de la población quedo baja loa línea de pobreza.
La nuevas empresas de servicio de alto desarrollo tecnológico requerían de personal
de alta calificación y por ende con sueldos diferenciados, aumentando la desigualdad
de ingresos entre la clase-media y clase media-alta.
Entre 1991 y 2001 el desempleo de la PEA se expandió del 6,1% al
18,3%. El porcentaje de los asalariados con empleos precarios pasó del 30.6% al
38.2%. La tasa de empleo no registrado aumentaba del 29,6% en 1991 a 37,3%
en el año 2000. La pobreza de la población trepó del 21.5% al 35.4%, la
indigencia se cuadruplicó afectando al 12.2% de la población a fines de 2001.

c) Las principales ideas


Es un período de transición en que las medidas que se instrumentan son sólo
medidas de coyuntura pero no de mediano o largo plazo. No hay un modelo o marco
teórico que conduzca las políticas públicas en ese momento.

d) El Estado

La crisis definitiva de la Convertibilidad se inicia en octubre de 2000, cuando el


Vicepresidente Carlos Álvarez, renuncia a su cargo disconforme con hechos de
corrupción que estaban ocurriendo dentro del propio Gobierno. Esta crisis
institucional provocó una primera salida de depósitos del sistema bancario.
Fernando De la Rúa ofrece el cargo de Ministro de Economía a Domingo Cavallo,
considerando que era el único capaz de conducir al país hacia la reactivación
económica.
Luego de las elecciones legislativas de octubre, el Presidente Fernando De La Rúa
consideró que se daban las condiciones necesarias para encarar el programa de
reestructuración de Deuda Pública Nacional y Provincial. El día 19 de diciembre
amaneció con saqueos y disturbios en todo el país, principalmente en el conurbano
bonaerense, donde la inacción policial fue evidente. Los legisladores radicales se
ausentaron todos de la Comisión de análisis presupuestario, boicoteando el
tratamiento del Presupuesto.
Dirigentes de la UCR, entre ellos el Senador y ex Presidente Raúl Alfonsín, se
reunieron con Fernando De La Rúa, para plantearle la inmediata necesidad de que
renunciara todo el Gabinete. Domingo Cavallo y todos los ministros del Gobierno
debieron abandonar sus cargos ese mismo día.
Aferrado al escaso sector radical que aún le respondía De la Rúa intentó convocar al
justicialismo, para crear un gobierno de unidad nacional. El rechazo del PJ decidió al
presidente a presentar su renuncia al parlamento a las 19.45 horas de aquel 20 de
diciembre de 2001. Apenas en la mitad de su mandato constitucional, Fernando De
la Rúa debió abandonar la Casa Rosada en helicóptero.
La Asamblea legislativa convocada por el Senador Ramón Puerta (en ejercicio de la
presidencia nacional) eligió como Presidente de la Nación al entonces Gobernador
de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, para un período transitorio de 90 días, tras el
cual se convocaría a elecciones presidenciales. Asumió la Presidencia el domingo 23
de diciembre.
La situación era tal que el propio Ramón Puerta (Presidente del Senado), renunció a
su cargo antes de que Rodríguez Saá hubiera hecho pública su renuncia. Por lo tanto,
la sucesión recayó sobre el Presidente de la Cámara de Diputados, el "duhaldista"
Eduardo Camaño. Éste convocó a la Asamblea legislativa, y llevó a cabo los acuerdos
necesarios que llevaron a la presidencia a Eduardo Duhalde, quién asumió el 2 de
enero de 2002, con mandato hasta el 10 de diciembre de 2003 (hasta completar el
mandato para el que había sido elegido De la Rúa).

Las variables económicas

Ahorro e Inversión
En el período 1993-2001 el ahorro nacional bruto promedio se ubicó en el
15,9% del PBI, mientras que la inversión bruta interna fija representaba para el
mismo período 18,4% del PBI. La diferencia se financiaba con endeudamiento
externo.
La tasa de rentabilidad empresaria promedio de las empresas de mayor
tamaño, que se asocia con el aumento de la inversión, fue de un 3,1% en el
período 1991-2001.
Ventajas competitivas

Argentina siguió conservando las ventajas competitivas en el sector agro-exportador. A


este se le sumo el desarrollo de la industria automotriz. El tipo de cambio tan atrasado
hacái que gran parte de esas ventajas competitivas se perdieran.

Balance de pagos

En el período 1992-2001 el saldo comercial del Balance de Pagos registró un saldo


deficitario que promedió los US$ 3.769 millones.
Mientras que en dicho período la cuenta corriente del Balance de Pagos presentó un
saldo deficitario que promedió los US$ 8.783 millones. A lo largo del período de
convertibilidad se fugaron anualmente divisas en un promedio de US$ 7.730 millones.
En síntesis; En los 90s se sucedieron acontecimientos que, poco después, provocarían
un cambio drástico de la evolución de la economía argentina.

Precios
El 6 de enero de 2002, se derogó los aspectos esenciales de la Ley de Convertibilidad
N° 23.928. En su discurso inaugural Duhalde había prometido: "van a ser respetadas
las monedas en que fueron pactados originalmente los depósitos (...) quien depositó
pesos, recibirá pesos, y quien depositó dólares, recibirá dólares". Sin embargo, por
Decreto 214/2002 de necesidad y urgencia del 3 de febrero de 2002 se “pesificaron”
forzosamente créditos y deudas ($1 a U$S 1), los depósitos bancarios ($1,40 a U$S 1)
y se dispuso la estatización de parte de la deuda privada de los bancos con los
particulares, al compensarles las diferencia entre $1 y $1,40 con una deuda a cargo
del Estado.

La fractura del proceso de acumulación

El proceso de acumulación en sentido amplio, inherente al desarrollo, no había


logrado instalarse en la etapa de la economía primaria exportadora, cuando el golpe de
Estado de 1930 interrumpió una de sus bases fundamentales: la estabilidad institucional. A
partir de entonces se sucedieron acontecimientos que produjeron, además, fracturas en
otros planos, como la acumulación de capital y conocimientos (sobre esto último, por
ejemplo, las consecuencias de la intervención de las universidades en 1966), los
eslabonamientos entre sectores productivos y entre regiones y la composición del
comercio exterior. Después del golpe de Estado de 1976, el proceso de acumulación fue
nuevamente interrumpido, abarcando desde el plano institucional hasta las principales
variables económicas.
El retorno a la estabilidad institucional en 1983 (que hereda una inflación de mas
del 400 % anual; una estructura productiva destruida; y un endeudamiento por encima de
la capacidad de pago) fue un paso importante para iniciar el proceso de acumulación en
sentido amplio. Pero en otros planos subsistieron problemas, a esa altura históricos. Los
acontecimientos de la década de 1990 frustraron el despegue de procesos acumulativos
esenciales y desarticularon otros preexistentes. Por ejemplo: la formación de capital, la
tecnología y la autonomía de gestión de las políticas públicas.
La dinámica del modelo neoliberal deprimió la acumulación de capital. La
concentración de los núcleos de rentabilidad en actividades fuertemente concentradas y
limitadas esencialmente a la explotación de los recursos naturales, la infraestructura y
bienes y servicios no transables internacionalmente excluyó a segmentos de la economía y
unidades productivas que son cruciales en la formación de una economía integrada y
compleja, capaz de asimilar y difundir el progreso técnico. El espacio para la acumulación
de capital productivo, el aumento de la productividad y la formación de ganancias y ahorro
se redujo radicalmente. Simultáneamente, la transferencia de los núcleos de rentabilidad
del modelo (petróleo, telecomunicaciones, industria agroalimentaria, etc.), a la propiedad
de filiales de empresas extranjeras y no residentes, subordinó a la decisión de agentes
transnacionales la inversión de los excedentes, de los cuales la mayor parte se transfirió a
las matrices y sus países de origen. Según las estimaciones de FIDE (Fundación de
Investigación para el Desarrollo), en la década de 1990, el 60% de las utilidades fueron
remesadas al exterior. Otra parte importante de los excedentes fue transferida al exterior
en concepto de pagos de intereses de la deuda privada, incurrida en gran medida para la
compra de los activos de empresas privadas y públicas.

Estos hechos convergieron para agravar un problema endémico: la fuga de


capitales. El dinero colocado en el exterior a cuenta de residentes en la
Argentina (incluso de gobiernos provinciales) ascendió, en la década de 1990, a una
suma comparable al monto de la deuda externa. El modelo neoliberal promovió la
exportación de ahorro argentino y, como contrapartida, registró la importación de deuda y
la transferencia de sectores fundamentales de la economía a la propiedad de no
residentes. La inestabilidad, inherente a un sistema profundamente desequilibrado, agravó
las condiciones de incertidumbre y comprometió la seguridad jurídica, factores éstos que
desalentaron la acumulación de capital en la economía argentina. La vulnerabilidad
financiera argentina fue así de naturaleza distinta a la observable en la crisis de 1997-1998
en varios países, por otros motivos altamente exitosos en sus procesos de acumulación en
sentido amplio y desarrollo, como la República de Corea y Malasia. En esos casos, la crisis
fue estrictamente financiera por el descalce de las operaciones de sus bancos, tomadores
de fondos en divisas y prestamistas en sus propias monedas. Al producirse la caída de las
cotizaciones bursátiles y del mercado inmobiliario (ver Unidad I), se registró una crisis
transitoria de insolvencia rápidamente resuelta en economías cuyas respuestas a la
globalización habían sido adecuadas y contaban con sólidos equilibrios macroeconómicos.
En la Argentina, el resultado fue la baja de la tasa de acumulación de capital de la
economía argentina que, de un promedio del orden del 22% del PBI entre 1930 y 1975,
declinó al 15% en el período de hegemonía de la estrategia neoliberal. El problema fue
agravado por la concentración de la inversión en los sectores más rentables y la
descapitalización en el capital social y productivo del resto de la economía. Esto aumentó
la dimensión de las brechas entre los niveles de productividad de los diversos sectores
económicos, lo cual contribuye a explicar las diferencias crecientes en los niveles medios
de ingresos en los distintos componentes de la fuerza de trabajo y del empleo.
Paralelamente a la fractura en el proceso de acumulación de capital, se produjo un
deterioro en la acumulación de tecnología y en la capacidad de asimilar, adaptar, generar
y difundir conocimientos en el tejido económico y social. La desarticulación entre el
sistema nacional de ciencia y tecnología se produjo en dos frentes. Por un lado, la
inclinación natural de las empresas extranjerizadas en sectores intensivos en el uso de
tecnología, como las telecomunicaciones y la producción de combustibles y energía, de
abastecerse en sus casas matrices y en sus países de origen, sustituyendo a los
proveedores locales. Un ejemplo crítico se refiere a la suerte de los laboratorios de
investigación y desarrollo que existían en YPF antes de su extranjerización, experiencia
que merece compararse con el desarrollo tecnológico alcanzado por las empresas
petroleras estatales PEMEX y Petrobras, en México y el Brasil, respectivamente. Por otro,
el desmantelamiento de los departamentos de investigación y desarrollo de firmas locales
por el incentivo a importar tecnologías, bienes de capital e insumos a través de la apertura
y la sobrevaluación cambiaria.
La política de alineamiento incondicional con la potencia hegemónica (relaciones
carnales del gobierno peronista con los Estados Unidos) llevó a desmantelar proyectos
estratégicos, como el misilístico del Plan Cóndor, y a desactivar el desarrollo de la energía
nuclear con la paralización de la conclusión de la tercera central (Atucha II) y el
desfinanciamiento de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Esto llevó a la fractura del proceso de acumulación tecnológica. Primero, a través
del desmantelamiento de la capacidad productiva interna de máquinas herramientas y
otros bienes de capital, que constituyen la principal correa de transmisión entre la
tecnología y el sistema productivo y de incorporación de conocimientos en el propio
acervo. Segundo, al reducir la demanda de tecnologías y personal calificado generado por
el sistema nacional de ciencia y tecnología, se produjo el desmantelamiento de
laboratorios y centros de investigación y desarrollo y la fuga de cerebros al exterior o a
ocupaciones en actividades locales en las cuales son inaplicables las capacidades
adquiridas.
Por último, el peso creciente de la deuda externa generó un desequilibrio crónico
que subordinó al país a negociaciones continuas, renovadas e interminables con el FMI y
los acreedores. Las condicionalidades inherentes a los acuerdos con el Fondo y a las
expectativas de los mercados para acceder al financiamiento voluntario de los mismos
subordinaron la política económica al pensamiento céntrico y a la ideología neoliberal
profesada por los grupos hegemónicos en el espacio interno. El Consenso de
Washington se articuló así con una estrategia de renuncia a la capacidad de conducir la
política cambiaria, monetaria y fiscal, proceso que llegó a su culminación con el Plan de
Convertibilidad y la reforma de la carta orgánica del Banco Central. En la década de 1990,
se desmantelaron instrumentos esenciales de la conducción económica, tales como, por
ejemplo, los institutos reguladores de sectores claves como la producción agropecuaria. En
el mundo global, uno de los requisitos del proceso de acumulación en sentido amplio es el
de ejercer una autonomía suficiente en la conducción de la política económica para dar
respuestas a los desafíos y oportunidades de la globalización determinadas por el interés
nacional. El modelo neoliberal hizo exactamente lo contrario y, en el contexto de
crecientes desequilibrios macroeconómicos, subordinó al país a fuerzas incontrolables,
demolió la seguridad jurídica y el régimen de contratos, multiplicando la inseguridad y la
incertidumbre, factor desencadenante, a su vez, de la fuga de capitales.

5. La etapa de un nuevo patrón de crecimiento (2002-2012)


En esta etapa se delinea los principales rasgos de funcionamiento del esquema de
la post-convertibilidad, el crecimiento se sustento en el desarrollo de los sectores
productores de bienes, en particular la producción manufacturera. A partir de 2004 y hasta
fines del 2007 Argentina tuvo un crecimiento ininterrumpido del 9 % anual en su Producto
Bruto Interno. En el 2006, por primera vez en 30 años, superó el nivel del PBI logrado en
1974 (más 6,6 %).

a) Marco Político
2003/7 El gobierno de N Kischner
2007/2011-2015 El gobierno de C F Kischner

b) La estructura social
Entre 2003 y 2009 la tasa de desocupación de la PEA disminuyó pasando del
17 % a un 8,8%. La tasa de empleo no registrado descendía del 37,1% en 2003 a un
27,4% en el año 2009. En cuanto a la distribución del ingreso la masa salarial en el 2003
representaba el 34,3 % del PBI, en el 2009 llegó al 44,7%. Entre 2003-2008 se revierten
las tendencias de las tasas ocupacionales pasando del 17; 4% de desocupación al 7,8%,
producto de nuevas políticas orientadas a la redistribución del ingreso (asignación
universal por hijo) disminuyendo también los niveles de desigualdad (coeficiente de gini) .
En el 2004, el 10% más rico ganaba 25,4 veces más que el 10% más pobre.
En 1990 la diferencia era de 15 veces. Pero desde 1992 la desigualdad comenzó a
profundizarse, aún en los períodos de alto crecimiento económico como 1996 y 1997.
Desde 1990 al 2005 la distribución del ingreso en la Argentina se vio notablemente
erosionada, impactando sobre todo sobre el 60% más pobre de la población.

La clase media en Argentina se duplicó en la última década, destacándose además como


el país latinoamericano con el mayor aumento de su clase media como porcentaje de la
población total, la clase media aumentó en ese periodo de 9.3 millones a 18.6 millones de
personas.64 La pobreza en 2012 es del 6.5% y la indigencia del 1.7%.65 En el primer
cuatrimestre del 2013 desempleo bajó hasta el 7.1%.66. La intervension del INDEC
desde 2007 distorsiono todos los datos macroeconomicos
c) Las principales Ideas

Para Ferrer (2010) las ideas económicas y los actuales debates parten de sostener
“los equilibrios macroeconómicos, en los pagos internaciones, la moneda y las finanzas
públicas, con recursos propios. Esto proporciona capacidad operatoria y autonomía a la
política económica y permite la existencia de un estado desarrollista”

d) El Estado
Con una "política de dólar alto" que permitió producir bienes y servicios a precios
competitivos en el mercado internacional, muchas industrias de la Argentina comenzaron a
reflorecer después de la crisis. Desde el principio del gobierno de Néstor Kirchner, el papel
del Estado en la economía se ha ampliado respecto al que tenía durante el gobierno de
Carlos Menem. Esto se ve principalmente en la estatización de Aerolíneas Argentinas,
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Correo Argentino, Astillero Río Santiago y la creación de
ENARSA y de Agua y Saneamientos Argentinos.
Las variables económica

Ahorro e Inversión

En el período 2003-2008 el ahorro nacional bruto promedio alcanzó un 24,8%


del PBI, mientras que la inversión bruta interna fija promedio representaba para el mismo
período el 21,8% del PBI. El saldo favorable ahorro-inversión permitió la reducción del
grado de endeudamiento externo del país, tanto a nivel del sector público como del sector
privado..
En el año 2002 marco de la crisis final del régimen de convertibilidad la relación
Inversión/PBI representaba el 11,3% mientras que en el año 2010 representó el 22,8%,
es decir se expandió a una tasa anual acumulativa del 17,5%. Este sostenido aumento de
las inversiones permitió que se expandiera la capacidad productiva de la economía y
posibilitó una tasa anual acumulativa de crecimiento del 7,4 para el período 2002-2010. La
tasa de rentabilidad empresaria promedio de las empresas de mayor tamaño, que se
asocia con el aumento de la inversión, fue de un 8,5% en el período 2003-2009. En el
período 2002-2008 Luego de la crisis, el estado impulso transformaciones en el modelo
de desarrollo económico social, sosteniendo un tipo de cambio alto que favoreció las
actividades vinculadas con el mercado interno, al tiempo que encareció las importaciones
y donde tiene cabida nuevamente la sustitución de las importaciones. Esta política
macroeconómica sumada a los altos precios de los productos exportables y al crecimiento
de las exportaciones de los commoditis y productos primarios semielaborados permitieron
un crecimiento del 9% del PBI, revirtiendo las tendencias de las tasas ocupacionales.
En la última década se lograron superávits gemelos, un éxito inédito para la economía de
nuestro país, acostumbrada a los desequilibrios y crisis recurrentes (“stop and go”). Hubo
una acumulación record de reservas internacionales de USD 67.000 millones, con las
cuales pudimos pagar USD 20.000 millones de deuda.
Ventajas competitivas

La ministra de Industria, Débora Giorgi señala que entre las ventajas competitivas
para invertir en la Argentina se destacan los recursos humanos. Otra de las ventajas que
marcan la diferencia a la hora de pensar en invertir está relacionada con la infraestructura
productiva. En este sentido, Argentina marca tendencia ya que se ubica segunda en la
región en el ranking del Índice de Desempeño Logístico, lo que demuestra una vez más
sus ventajas competitivas.
El presidente de la bolsa de cereales de rosario (2012/13), Amuchástegui destacó las
ventajas competitivas que posee Argentina al ser uno de los pocos países que puede
generar un volumen creciente de alimentos para una demanda mundial en permanente
aumento.
Además, Argentina alcanzó un récord de producción automotriz y también una nueva
marca de exportaciones industriales. Debido a ello nuestro país se destaca en la
producción automotriz siendo el tercer productor en la región y ubicándonos dentro de los
veinte a nivel mundial. Las exportaciones industriales en los últimos dos años fueron el
principal rubro exportador, con un 34% del total comercializado en 2012, un hecho inédito
para un país de tradición agroexportadora. Aunque esa situación ha cambiado este año
2013.

Balance de pagos

Entre los años 2002 y 2010 se fugaron anualmente divisas en un promedio


de US$ 8.142 millones. En el período 2002-2010 el saldo comercial del Balance de
Pagos registró un saldo superavitario que promedió los US$ 14.143 millones. Mientras que
en dicho período la cuenta corriente del balance de pagos presentó un saldo superavitario
que promedió los US$ 6.886 millones. Este superavit posibilitó un incremento de las
reservas en manos del BCRA (Banco Central de la República Argentina), que pasaron de
menos de US$ 10.000 millones a comienzos del 2002 a más de US$ 52.000 millones a
finales del año 2010.
Precios

En el cálculo anualizado, para el INDEC la variación de precios al consumidor fue de 10,6


por ciento en los últimos doce meses frente al 24,59 por ciento que informaron los
analistas. Y, siempre de acuerdo al organismo oficial, en siete meses los precios subieron
5,7 por ciento.

En julio de 2013 el Gobierno sostuvo el plan de precios congelados de 500 productos que
lanzó en junio, pero sin embargo para el INDEC los alimentos subieron en promedio 1,2
por ciento.

Por otra parte, los precios mayoristas aumentaron 1,1 por ciento y acumularon en el año
un alza de 8 por ciento. A su vez, el costo de la construcción cayó 0,1 por ciento, y en
siete meses mostró una suba de 13 por ciento.

La inflación y el cálculo del PBI. Sus efectos sobre el pago de la deuda.

AÑO 2012
A fin del año 2012, la deuda neta de la Nación con acreedores del sector privado,
Organismos Multilaterales y países extranjeros era de U$S 82.696 millones (2), lo que
equivalía al 18,8% del PIB de Argentina en el año 2012.
Una parte de la misma - equivalente al 13,7% del PIB - es deuda externa. Es
decir, deuda con residentes del exterior, ya sea del sector privado (7,9% del PIB), de
organismos multilaterales o agencias de gobiernos extranjeros (5,7% del PIB). La deuda
externa privada, al 31-12-12, representa el 80,7% de las Reservas
Internacionales.
Se observa la continuidad del proceso de reducción del tamaño relativo de la deuda
del país frente a terceros, que se viene verificando desde el año 2003.
De la Deuda Pública Nacional neta, aproximadamente 31% corresponde a
préstamos de Organismos Multilaterales y Bilaterales, y el 69% a obligaciones en cartera
del sector privado.
Durante 2012, la Deuda Pública en poder de tenedores del sector privado registró
una reducción de U$S 1.369 millones. De este modo, el stock de deuda pública con
privados – sumando el total, deuda interna y externa – equivale al 13,1% del PIB,
determinando una disminución de 0,7 puntos porcentuales del producto respecto de fines
de 2011.
Por su parte, las obligaciones con Organismos Oficiales Internacionales
(Multilaterales y Bilaterales) ascendían a U$S 25.236 millones, que equivalían al 5,7%
del PIB. (1) Deuda del sector público nacional no financiero, en los términos de la Ley
24.156. Excluye, por lo tanto, la deuda del Banco Central de la República
Argentina y la deuda de provincias y municipios. Por razones de homogeneización
de cifras, también excluye los títulos elegibles para el canje (Decretos N° 1735/04
y N° 563/10) que no fueron presentados.
(2) No incluye los títulos elegibles para el Canje 2005 y 2010 que no fueron
canjeados

Concentración y transnacionalización de la propiedad

Para VICTOR DE GENNARO en 1997 las 200 empresas que mas facturaban del país,
facturaban el 11.2 % del PBI, de esas, 104 eran extranjeras, entonces paso Menem,
De la Rua, Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández y en el 2011 esas 200 empresas
facturan 21.5 % del PBI, casi el doble, y son 128 extranjeras, entonces hay un proceso
de concentración del capital y de extranjerización del capital”

2013.Informe del Consejo de Ciencias Económicas de Buenos Aires


El proceso inflacionario y sus consecuencias
La economía argentina muestra en la actualidad fuertes desequilibrios –restricción
externa, déficit fiscal, estancamiento productivo–, que obedecen a procesos acumulativos
de diversa naturaleza que no han sido corregidos a lo largo del tiempo.
Sin embargo, un factor central que parece estar en la génesis de los principales
problemas, es el prolongado proceso inflacionario de los últimos años.
Claramente presente desde el año 2007, la cuestión inflacionaria ha sido
permanentemente negada por el gobierno, comenzando por la intervención del INDEC a
principios de dicho año y la consiguiente difusión de datos que subestiman el alza de los
precios. Desde el sector oficial se ha diagnosticado que ni la emisión monetaria ni los
incrementos salariales por encima de las mejoras en la productividad laboral,
constituyen factores que impulsan la inflación. En todo caso, los elementos que ha estado
utilizando el gobierno, en los últimos años, para moderar la inflación, han sido el
congelamiento de las tarifas públicas y la devaluación del tipo de cambio por debajo de la
dinámica inflacionaria.
Gasto Público
El sostenimiento de las tarifas de los servicios públicos se logró con el uso creciente de
subsidios, aplicación que terminó por deteriorar el resultado de las cuentas
públicas, a tal punto que en 2012 el déficit fue equivalente a 2,4% del PIB.
Adicionalmente, el congelamiento tarifario provocó una caída de la inversión en sectores
claves –como el energético, por ejemplo–, que derivó en un elevado costo fiscal en
materia de importaciones de energía y combustibles.
Política cambiaria
Por su parte, la devaluación de la paridad cambiaria (oficial) muy por debajo de la
inflación (no oficial) y por varios años consecutivos, provocó un atraso del tipo de
cambio real, con la consiguiente pérdida de competitividad para los sectores productores
de bienes transables internacionalmente. La percepción por parte de los agentes
económicos del atraso cambiario impulsó, además, una fuga de divisas -por
razones de atesoramiento- por montos considerables que erosionaron el nivel de las
reservas internacionales.
Frente a tal escenario, las autoridades económicas dispusieron primero un mecanismo de
control de las importaciones y, más tarde, un sistema de restricciones a la
adquisición de divisas (cepo cambiario). Como resultante de ésta última decisión se
generó un mercado cambiario paralelo (blue), cuya brecha con el tipo de cambio
oficial es creciente, provocando serias distorsiones en el sistema de precios relativos.
El congelamiento de precios –que se extenderá en el tiempo– puede tener un efecto
moderador en el corto plazo, pero en la medida que determinados componentes de los
costos aumentan -caso de los salarios y todo lo vinculado al tipo de cambio, por ejemplo-
los márgenes unitarios de rentabilidad tienden a disminuir. Y en algún momento ello
significará faltantes de productos o ruptura unilateral del acuerdo de precios, como se ha
demostrado en otras experiencias similares.
La continuidad del proceso inflacionario parece estar asegurada en los próximos meses,
aún cuando tenga una declinación temporaria en lo inmediato.
SECTOR INDUSTRIAL: SITUACION
La producción de la industria manufacturera -según el Estimador Mensual
Industrial (EMI) del INDEC- mostró en febrero disminuciones sin estacionalidad de 1,5%
respecto del mes anterior y de 0,9% frente a febrero de 2012. Acumuló así en el primer
bimestre del año una reducción interanual de 0,5%. En la comparación interanual del
primer bimestre, seis de las 12 ramas expuestas tuvieron aumento de su producción
(4,8% en productos químicos), mientras que otras seis mostraron bajas (-17,1% en
industrias metálicas básicas, con incremento en aluminio y retroceso en acero).
La utilización de la capacidad instalada de producción en la industria manufacturera
promedió en el primer bimestre del año 68,6%, nivel inferior al 71,5% alcanzado en
igual lapso de 2012.

SECTOR EXTERNO
Balance Comercial
Más allá de la incertidumbre en condiciones internacionales, las grandes
oscilaciones del comercio global en el trienio 2008 - 2011 arrojaron como saldo un
incremento adicional en los términos del intercambio. Al mismo tiempo, la
recuperación de las importaciones mundiales luego de la caída en 2009 alcanzó
especialmente a Brasil y otros países de América Latina. En este contexto, las
exportaciones argentinas se elevaron en un 20% acumulado en este período,
con un ritmo menor en términos de cantidades (alrededor de 11%). Asimismo,
la oferta de granos creció levemente (2% anual) mientras caía la producción de
hidrocarburos. Las crecientes compras de combustibles fueron un elemento
significativo en el crecimiento de las importaciones (cerca del 30% en el
trienio).

Reservas internacionales
Caen las reservas: El nivel de las reservas de divisas internacionales en
poder del Banco Central continúa registrando un persistente descenso en los
primeros meses de 2013. El stock de reservas se ubicaba en los u$s 43.200 millones a
fines de diciembre último, marcando una caída de 3.080 millones a lo largo de todo el año
2012.
El ritmo de deterioro de las reservas se ha acelerado en las últimas semanas, ya que a
mediados de marzo se ubicaban en los u$s 41.230 millones, o sea, una merma de unos
2.000 millones en menos de un trimestre, y acercándose a niveles que no se verificaban
desde el año 2007.

En el primer bimestre el nivel del déficit en materia energética -unos u$s 800 millones-
supera el monto de la disminución del superávit comercial. En efecto, las exportaciones de
combustibles y energía sumaron en ese período u$s 802 millones (-34% que en 2012), en
tanto que las importaciones de combustibles y lubricantes alcanzaron a 1.278 millones
(+52%). En ambos casos fue el gran rubro de mayor variación relativa.

SITUACION FISCAL
En 2012, el desfasaje entre la velocidad de crecimiento de los ingresos y de los gastos
determinó que se alcanzara un déficit primario de $ 4.374 millones, y si se incluyen los
pagos de intereses de la deuda pública, se pasa a un déficit financiero de 55.564 millones,
El saldo negativo ocurrió como consecuencia del aumento del 32,2 % del gasto
total respecto de 2011, mientras los ingresos totales subían 29,5 %. Los ingresos
tributarios por su parte, variaron un 24,6 %. Durante 2013 nada hace prever que las
cuentas públicas puedan mejorar sensiblemente. Del lado del gasto, dada la
inflexibilidad del grueso de los gastos a la baja y en razón del año electoral, las chances de
frenar la expansión son más bien escasas, por lo que la brecha entre erogaciones y
recursos seguiría abierta.

Para el año 2013 según un informe del Centro de Investigaciones CIFRA, los
asalariados sin aportes ni obra social rondaban el 34,5%; la desocupación era
sólo del 7,2%.
Para ese mismo año se estimaba que la pobreza es casi el doble de la admitida por
el Gobierno. Tres informes privados indicaban que superaba el 30% y alcanzaba a más
de 12 millones de personas en el país; habia más de 4 millones de indigentes; las
principales causas entendían que era la inflación, y la caída de la actividad, por lo que
paradójicamente, el crecimiento económico genera más pobres en la Argentina.
EL EMPLEO

La intervención del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, sobre los


datos que miden la inflación distorsionba el cálculo de las canastas que marcan la
pertenencia al piso de la pirámide social. Por ejemplo para el Gobierno, la indigencia
alcanzaba al 5,1% de las personas en el primer semestre de 2008, mientras que otras
mediciones la ubican en más de un 10%, o sea, impactando a 4 millones de argentinos.

Desde enero de 2007, el Gobierno mantía intervenido el Indec y subestimaba los


datos de inflación, lo que, a su vez, desinfla el alza de estas canastas y el cómputo de la
cantidad de pobres e indigentes que elabora la Encuesta Permanente de Hogares (EHP).

Para la CTA, la inflación real es cuatro veces superior a la oficial


"La pobreza en la Argentina posiblemente se encuentre más cerca del 30% que del 18%
estimado por las estadísticas oficiales. Esto deriva en un incremento de la vulnerabilidad
social, acompañado por un mayor riesgo de desnutrición y malnutrición infantil", indicaron.

ARGENTINA: PRINCIPALES INDICADORES ECONÓMICOS

2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012a/


PBI 9,0 9,2 8,5 8,7 6,8 0,9 9,2 8,9 1,9
PBI por habitante 8,1 8,2 7,5 7,7 5,8 0,0 8,2 7,9 1,0

Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales.

Deuda externa bruta total (mill.dólares)

171 205/ 113768/ 108 839/ 124542 / 12 4 916/ 115537/ 1 29 333/ 140 655/ 141126

2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012


Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales.

La política económica Argentina ¿neo-desarrollista?


Resumen de las notas publicadas por: Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)

¿Cuáles son las principales tesis económicas del nuevo desarrollismo?

El neo-desarrollismo propone mayor intervención estatal, políticas


económicas heterodoxas, retomar la industrialización, reducir la brecha
tecnológica e imitar al Sudeste Asiático. A diferencia del desarrollismo clásico
promueve alianzas con el agro-negocio, relativiza el deterioro de los términos
de intercambio, se aleja del enfoque centro-periferia y prioriza el manejo del
tipo de cambio.
El neo-desarrollismo es más afín a la CEPAL tecnocrática que al
pensamiento crítico y presenta más continuidades que rupturas con el
neoliberalismo.

LA ARGENTINA
Argentina volvió a encabezar un viraje económico con políticas neo-desarrollistas,
que complementaron la valorización internacional de sus exportaciones y la recuperación
de la rentabilidad pos- 2001. Pero el ensayo duró poco y ha declinado por el efecto de la
inflación, el déficit fiscal y las devaluaciones.
La crisis global no explica los desequilibrios actuales. Se apostó al virtuosismo de la
demanda eludiendo la centralidad de la ganancia. La renuncia a una apropiación mayor de
la renta sojera socavó el modelo. Se confió en capitalistas que utilizaron los subsidios para
fugar capital sin aportar inversiones.
El control de cambios fue tardío e ineficaz, no hubo reforma impositiva progresiva y
se retoma el endeudamiento externo. El modelo mantuvo el perfil extractivo, la estructura
industrial dependiente y un sistema financiero adverso a la inversión. Los críticos
neoliberales propician la perpetuación de esas falencias.
El neo-desarrollismo es un proyecto diferenciado dentro del patrón de
exportaciones básicas las últimas décadas.
En Argentina se implementó el principal ensayo del neo-desarrollista de
la última década. El país volvió a encabezar los virajes económicos de la región,
como ya ocurrió en los años 50-60 con la sustitución de importaciones y en los
90 con el neoliberalismo extremo.
Un corto ensayo
El esquema intentado en Argentina logró cierta efectividad en la fase inicial del
gobierno kirchnerista. Durante ese período (2003-2007) se reunieron las
condiciones para lograr alto crecimiento, con baja inflación y recuperación del
empleo.
Las políticas neo-desarrollistas aportaron un tercer ingrediente a los fundamentos
objetivos de este ciclo. El primer determinante fue la depreciación de los salarios y
la consiguiente recomposición de la rentabilidad que legó el derrumbe del
2001. El segundo motor de la expansión fue la valorización internacional de las
agro-exportaciones.
Las iniciativas neo-desarrollistas introdujeron cambios en la administración del
estado y un nuevo arbitraje entre los grupos dominantes. Pero este curso mantuvo
muchos vasos comunicantes con el esquema precedente. Subordinó la meta de
reindustrializar a la continuidad de exportaciones primarizadas y apuntaló a los
sectores empresarios más internacionalizados.
El modelo limitó inicialmente la valorización financiera y adaptó el rumbo
de la economía a la nueva relación social de fuerzas impuesta por la rebelión
del 2001. Hubo contemporización con las demandas populares y se recurrió a
una mayor escala de asistencialismo.
Durante cuatro años se pudo gestionar la economía con superávit fiscal
primario, alto tipo de cambio, bajas tasas de interés y expansión del consumo.
En el 2007-2010 comenzó la inflación y se frenó el crecimiento. El modelo
persistió con los nuevos impulsos aportados por la introducción de un ingreso
universal asistencial y la estatización de los fondos de pensión. Con esas
medidas se intentó sostener un esquema ya amenazado por el deterioro de sus
principales variables.
Esos desequilibrios emergieron con fuerza a partir del 2011. La inflación
se intensificó, la producción se estancó, el déficit fiscal reapareció y fallaron
todas las iniciativas implementadas para revertir el declive. El control de
cambios, la pesificación y la expansión de la emisión no atenuaron el
resquebrajamiento del modelo.
A comienzo del 2014 resurgieron finalmente las tensiones clásicas de la
economía argentina que condujeron a las repetidas debacles del pasado. La reiteración de
esos colapsos se encuentra actualmente contrarrestada por el limitado nivel de
endeudamiento público y privado, la solvencia de los bancos y la continuada
valorización de las exportaciones. Por esta razón el PBI se contrae, pero con apuestas
a un rebote ulterior.
A diferencia de sus antecesores el kirchnerismo encabezó una
administración con fisonomía centro-izquierdista y retórica progresista.
Restauró el sistema político, otorgó importantes concesiones democráticas y
sociales e improvisó un proyecto diferenciado del peronismo tradicional. Pero
no logró generar una identidad política sustituta. (Nuestro enfoque en: Katz
Claudio (2014), “Nuevo escenario, nuevas posibilidades”, 26/5. Disponible en:
www.rebelion.org/noticia
Este período concluye con un giro conservador, este viraje incluye una
gran devaluación y achatamientos de los salarios. A la luz de los enormes
desequilibrios acumulados durante los últimos años es muy dudosa la
persistencia del curso económico actual. La elevada tasa de inflación es la
principal manifestación de las tensiones generadas por el modelo. Ese
incremento de los precios supera en los últimos seis años la media global o
latinoamericana y se ha estabilizado en torno al 25-30% anual. No decae en las
coyunturas recesivas y su porcentaje real fue desconocido durante largo tiempo
por la manipulación oficial de las estadísticas. La gestión cotidiana de la
economía quedó afectada por esta distorsión de un indicador clave.
El incremento de los precios obedeció inicialmente al reducido nivel de
inversión frente a una demanda recompuesta. Ese cuello de botella se reforzó
posteriormente por el manejo concentrado de numerosos sectores. La
remarcación permitió mantener el nivel general de las ganancias una vez
disipada la capacidad ociosa.
Algunos economistas cuestionan este diagnóstico de “inflación por
oligopolio”, estimando que la carestía deriva de una “puja distributiva” entre
empresarios y trabajadores. Por simple experiencia, los capitalistas argentinos
apelan más a la remarcación que sus pares de otros países. Es una conducta
muy asociada con la elevada expatriación de capitales y el manejo de
inversiones dolarizadas.
Los rebrotes inflacionarios obedecen, además, a la preeminencia de una
estructura exportadora de alimentos que encarece todos los costos agrarios, al
compás de la valorización internacional de esos productos. Finalmente, en los
últimos años la inflación se intensificó por la decisión oficial de sostener el
consumo a través de una intensa emisión. Este ritmo de creación de moneda
quedó divorciado del respaldo en divisas y de los montos requeridos para la
producción. Por esta razón se acentuó la depreciación del peso.
El déficit fiscal constituye el segundo punto crítico del modelo. Ya se
aproxima al 3% del PBI y afecta duramente a las provincias, que destinan la
mitad de sus presupuestos al pago de salarios. Ante la ausencia de financiación
el gobierno promueve recortes a los subsidios del transporte y la energía.
El tercer campo de turbulencia ha sido la caldera cambiaria que estalló a
fin del 2013. El gobierno implementó la devaluación que pretendía evitar.
Intentó contener la estampida cambiaria vendiendo reservas, pero terminó
generando una hemorragia que redujo peligrosamente el respaldo de los pesos
en circulación.
También se introdujeron formas de control cambiario que los neoliberales
cuestionaron a viva voz, culpando al intervencionismo estatal por la “inestabilidad de los
mercados”. Pero esa injerencia fue muy acotada y sólo buscó detener las presiones
devaluatorias. Como Argentina no fabrica los dólares que utiliza para solventar sus
compras externas, necesita algún tipo de regulación estatal cuando las divisas comienzan
a escasear.
El gobierno intentó contrapesar el “mercado libre” que manejan los bancos y los
exportadores. No violó ninguna ley de la naturaleza, ni tampoco los principios de
una economía sana. El control de cambios fue introducido en forma tardía y se
manejó con total arbitrariedad. En lugar de penalizar a los especuladores, los
funcionarios toleraron la apropiación bancaria de los menguantes dólares.
Después de transitar por todos los rum bos posibles, el gobierno se
em barcó en un ajuste que cuestiona todos los principios neo-desarrollistas.
Elevó drásticamente las tasas de interés y forzó un encarecimiento del crédito
que asfixia el consumo. De un estancamiento en la creación de puestos de
trabajo se pasó a una coyuntura de menor empleo, en un marco de alta
informalidad laboral. Este contexto se ubica muy lejos de la depresión del 2001, pero el
modelo se ha quedado sin combustible.
Lo más traumático son las medidas de restricción salarial que convierten
a los ingresos populares en la variable de ajuste. La inflación licúa los salarios,
las jubilaciones y los programas de gasto social. El gobierno oculta las cifras de
pobreza e indigencia para no transparentar que su promedio actual se asemeja
a los decenios anteriores. Nadie puede exhibir com o un logro de la “década
ganada”, que la pobreza afecte hoy al trabajador y no al desocupado, o que el
asistencialism o evite las situaciones de ex trem a ham bruna.
Argentina ha vivido muchas veces estas coyunturas críticas. Pero las condiciones
actuales difieren significativamente en el plano político y económico de los antecedentes
traumáticos legados por el “rodrigazo” (1975), la hiperinflación (1989) o el colapso general
(2001). La tensión actual no tiene el alcance del pasado, pero ilustra la
impotencia de la receta neo-desarrollista para evitar los temblores que
atormentan a la economía.
Algunos economistas atribuyen las fallas al impacto de la crisis global que irrumpió en el
2008. Afirman que el modelo permitió contrarrestar las consecuencias más dramáticas de
esa convulsión, pero sin neutralizar todos sus efectos. Establecen comparaciones con
Europa y remarcan las virtudes del crecimiento nacional frente al resto de Sudamérica.
Ciertamente el divorcio del mercado financiero internacional y la
prioridad asignada al consumo, diferencian al modelo argentino de la apertura
neoliberal, imperante en otros países de Sudamérica. Pero el impacto de la crisis
mundial ha sido limitado y semejante en ambos casos, dada la afluencia común de divisas
que generó la apreciación de las exportaciones. Los precios récord de la soja y los
ingresos aportados por la agro-exportación durante la última década,
superaron en cinco veces el promedio de los 90 y en diez veces la media de los
80.
Los principales desequilibrios del experimento neo-desarrollista radican en el propio
modelo. Ese esquema supuso que bastaba con alentar la demanda para incentivar el
despegue de un círculo virtuoso de inversión y crecimiento. Inspirados en la heterodoxia
keynesiana, sus promotores imaginaron que el simple aliento al consumo impulsaría a
toda la economía hacia un sendero de crecimiento auto-sostenido. Pero lo que funcionó en
el 2003-07 perdió consistencia en el 2008-2010 y se tornó inviable desde el 2011. Los
heterodoxos suelen cometer una ingenuidad simétrica al ideario neoclásico, al imaginar
grandes expansiones de la oferta productiva por el mero repunte de la demanda.
Lo que funcionó durante la salida de la convertibilidad por la existencia
de importantes recursos ociosos, perdió viabilidad en la coyuntura posterior.
Esas políticas permitieron incluso ciertos resultados de corto plazo frente a la
recesión del 2009. Aprovecharon la subsistencia de un gran colchón de fondos
públicos para reanimar la economía. Pero ese excedente se disipó
posteriormente. Cuando en el 2013-2014 desapareció el margen para posponer
ajustes, el gobierno recurrió a las políticas ortodoxas de contracción de la
demanda, que el neo-desarrollismo suele objetar enfáticamente.
Los distintos proyectos de industrialización que se implementaron desde la segunda
mitad del siglo XX apuntaron a contrarrestar esta tendencia a la primarización estructural.
La primacía agroexportadora reapareció con fuerza en las últimas décadas de
modernización de la producción agrícola (modificaciones genéticas, agroquímicos,
maquinaria de última generación) y aumento de la demanda internacional (por
especulación financiera, compras de China-India y agro-combustibles).
Este escenario volvió a disuadir el tibio intento oficial de sostener la actividad fabril, más
allá de alguna sustitución de importaciones.
Con el manejo de dólar se experimentaron todas las alternativas de introducción y
eliminación de controles.
En el plano impositivo quedó nuevamente congelada la reforma
progresiva discutida en incontables oportunidades. Las propuestas para gravar
la renta financiera, el juego y las actividades minero-extractivas han sido tan
numerosas, como los proyectos para reintroducir los aportes patronales en la
previsión social. Se habló hasta el cansancio de estos temas sin ningún
correlato en definiciones prácticas.
Para Katz, esta sucesión de fracasos ha sido coronada en el 2014 con el
giro hacia la recreación del endeudamiento externo. Con ese objetivo se pagan
las sentencias que emitió el tribunal del Banco Mundial (CIADI), a favor de
cinco empresas afectadas por la pesificación que sucedió a la convertibilidad.
También se reabrió por tercera vez el canje de títulos externos en litigio, para
ofrecer un nuevo acuerdo a los fondos buitres. Estos financistas adquirieron por
moneditas las acreencias argentinas desvalorizadas y ahora aguardan su pago
integro en los tribunales de Nueva York.
El gobierno busca créditos externos luego de varios años de desembolsos que
afectaron seriamente a las reservas. Presentó como un acto de “soberanía financiera” ese
gran traspaso de fondos a los acreedores. Ahora intenta reiniciar un nuevo ciclo de
endeudamiento de los entes estatales y provinciales. Con el mismo objetivo de
retomar el endeudamiento externo se ha indemnizado a REPSOL,
desconociendo la promesa de auditar el saqueo que consumó esa compañía.
Algunos economistas describen esa capitulación como un logro, argumentando
que el país necesita inversiones para recuperar el faltante energético. Pero
olvidan que hasta hace pocos años Argentina exportaba combustible, mientras
las reservas de petróleo y gas se desplomaban, generando el actual bache de
importaciones. Este déficit no obedece al crecimiento de la economía.
Simplemente hubo permisividad oficial frente a todos los incumplimientos de
las compañías petroleras.
La recuperación cíclica de la última década reforzó, además, la
concentración y extranjerización de la industria. Como se mantuvo una ley de
inversiones extranjeras que otorga total libertad para remitir utilidades, el
grueso de las ganancias fueron giradas a las casas matrices.
Las empresas trasnacionales controlan la mayor parte de la actividad
industrial y no realizan transferencias de tecnologías. Como el mercado argentino
es marginal a sus estrategias globales, el nivel de reinversión local es muy bajo. El
contraste entre esa expansión y el desplome del sistema ferroviario retrata hasta qué
punto estuvieron invertidas las prioridades del desarrollo. Las pocas regulaciones
heterodoxas que se introdujeron para ordenar el mercado de capitales o actualizar la
Carta Orgánica del BCRA, no alteraron la carencia de préstamos de largo plazo. Sólo
multiplicaron la liquidez que manejan los bancos para motorizar la demanda.
El ocaso del ensayo neo-desarrollista está reavivando en Argentina las
convocatorias neoliberales a imitar las políticas de apertura y privatización de
los gobiernos conservadores.
Los neoliberales auguran una lluvia de dólares cuando se “recupere la confianza en
un buen gobierno”, sin aclarar quién lucrará con esas divisas y cuánto costará su repago.
También proponen extirpar el “populismo económico” y erradicar la perversa “intervención
del estado”.
Pero suelen desconocer el intenso estatismo que caracterizó a todos los gobiernos
pro-mercado. El gasto público nunca se redujo significativamente bajo esas
administraciones. También ellos utilizaron los recursos del estado para subsidiar a los
empresarios afines.
Al cabo de una década el neo-desarrollismo tambalea. El modelo se
distanció inicialmente del neoliberalismo, pero sin incluir las medidas
requeridas para llevar a cabo la redistribución real del ingreso y el cambio de la
matriz productiva. No modificó los pilares de una economía dependiente con
gran desigualdad social.

Denominaciones y proyectos
La crítica a esta corriente no debe recaer en la veneración del viejo
desarrollismo, olvidando que tampoco ese antecesor cumplió con sus metas. El
frustrado proceso de reindustrialización actual prolonga las dificultades que enfrentó la
versión fallida de los años 50-60. Las contradicciones con la primera experiencia
anticiparon los problemas que vuelven a emerger en la actualidad.
El principal debate entre los intérpretes del neo-desarrollismo opone a quienes
elogian y critican los propósitos (o resultados) de esa experiencia. Esta última visión busca
comprender y cuestionar los cambios de modelos y políticas económicas, que se han
registrado en América Latina en los últimos años. Estas modificaciones se procesan al
interior de un mismo patrón de reproducción de exportaciones básicas. La
complejidad del fenómeno justamente radica en la multiplicidad de vertientes
que actúan dentro de la misma etapa del capitalismo.
Es importante distinguir al neo-desarrollismo del neoliberalismo, para
notar cómo las diferencias en el plano económico se proyectan a la esfera
política, en afinidades hacia gobiernos de centroizquierda o administraciones
derechistas.
El neo-desarrollismo no es una simple bandera demagógica de presidentes con
discursos progresistas. Constituye la modalidad actual de los proyectos que
periódicamente adoptan las elites, las altas burocracias o los grupos
capitalistas de los países semiperiféricos. No es un programa en debate dentro
Estados Unidos u Honduras. Irrumpe cíclicamente en el escenario político de
Brasil, México o Argentina.
Este tipo de economías medianas necesitan retomar la industrialización.
Cuentan con importantes mercados internos y masas de asalariados, pero sin el
pilar que sostiene a esas estructuras en las potencias centrales. Han concluido
hace mucho tiempo sus procesos de acumulación primitiva, pero enfrentan
severas trabas periódicas para la acumulación de capital.
La definición del desarrollismo como una “religión de la periferia capitalista”
ilustra esta peculiar tendencia a la reiteración. Al concluir una experiencia fallida emerge
la amnesia social que hace olvidar ese fracaso, pero al mismo tiempo se preparan las
condiciones para repetir el experimento
- Claudio Katz es economista, investigador, profesor. Miembro del EDI (Economistas de
Izquierda).

CONDICIONES SOCIO ECONOMICAS EN QUE RECIBIO EL PAIS AL ASUMIR Y


PRIMERAS MEDIDAS DEL GOBIERNO DE CAMBIEMOS

Tras la severa crisis de principios de los años 2000, la economía conoció un rápido
crecimiento, y luego etapas de ralentización o repunte. Sin embargo, tras un crecimiento
bajo en 2015, el país volvió a entrar en recesión en 2016, con -1,8% de crecimiento.
Sin embargo, el FMI preveia una reacción del crecimiento en 2017 (+2,7%). Argentina
dispone de un potencial considerable en materias primas (litio, el segundo yacimiento de
gas de esquisto del mundo, la cuarta reserva de petróleo).

Electo en diciembre de 2015, el presidente Macri anunció reformas económicas


importantes que rompen con las políticas macroeconómicas expansionistas de la presidencia
de Kirchner. Apenas iniciado el gobierno, las condiciones previas en que el gobierno anterior
dejo al pais llevaron a que en 2016, Argentina se viera confrontada a importantes desafíos:
una inflación de 40%, una fuerte cesantía y una caída del consumo. El presidente
había prometido combatir la pobreza, pero esta aumentó. A fines de 2015, se realizó
un ajuste monetario: el Banco Central de Argentina eliminó los controles de tasas y capital
con la esperanza de que esto alentara a inversionistas temerosos de una sobrevaluación de
la moneda nacional. Este ajuste también buscaba disminuir el costo de las exportaciones
agrícolas del país.

Las reservas del banco central de Argentina habían caido de 52 mil millones USD en
2011 a 26,2 mil millones USD a fines de 2015. Las compañías de electricidad requierian
inversiones considerables. Subsistian otros problemas estructurales, como la corrupción y
el deterioro de los transportes públicos, la educación y la salud.
La situación social del país era delicada: el desempleo aumentaBA (en torno a 7% en
2016), la malnutrición persistía y más de 30% de la población vivía debajo de la línea de
pobreza.
En 2016 puso fin al proteccionismo. Sin embargo, esto ocasiono una baja de la
producción industrial de 4%. Además, la mitad de la población activa trabaja en el sector
informal. El presidente Macri también suprimió las subvenciones al consumo energético para
reducir el déficit presupuestario. Sin embargo, esta medida aumentó el precio del gas.

El ex Ministro de Economía, Alfonso Prat Gay dijo en su momento, en una conferencia


en EE.UU., que el “trabajo sucio” ya estaba hecho. Se refería a las iniciales medidas
económicas del gobierno de Macri: la devaluación, el levantamiento a las restricciones
cambiarias (CEPO), la eliminación o reducción de retenciones a las exportaciones, el arreglo
con los acreedores en conflicto con más deuda y el ajuste de tarifas de servicios públicos.
Cuando se despedía, no dudó en hablar de “éxito” de su gestión, pese a la recesión y la
inflación, coronado con un anuncio de 90.000 millones de dólares exteriorizados por el
blanqueo, que podría llegar a 120.000 millones de dólares hacia fines de marzo cuando se
exterioricen los inmuebles no declarados. De su propia boca escuchamos al Ministro saliente
aludir al trabajo sucio y al éxito de la gestión, toda una confesión, que explicita beneficiarios
y perjudicados. Para los críticos de esa política económica, los beneficiados son los
grandes productores y exportadores, la gran banca y los especuladores, entre ellos los
acreedores externos y nuevos prestamistas de la Argentina, y en general el gran capital
hegemónico, pese a la recesión y la inflación. En materia de precios, son los sectores más
concentrados los que explican la escalada de precios. Los perjudicados son la mayoría de la
sociedad, la gran masa de trabajadoras y trabajadores y el grueso de los pequeños y
medianos productores y empresarios, en general, todos asociados a la capacidad de compra
y venta en el mercado interno.

Cuando el nuevo Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne se hizo cargo anunció en


conferencia de prensa sus objetivos concentrados en: a) bajar el déficit, b) aumentar el
gasto en infraestructura, c) reducir impuestos, distorsivos dice, y d) comunicar buenas
noticias a la sociedad. Para sus críticos, el primer objetivo es contradictorio con el segundo,
por lo que se supone el nivel de ajuste del gasto social será importante. Además sus críticos
dicen que ni por asomo se piensa en reducir la alícuota del IVA, principal fuente de
recaudación tributaria en la Argentina, un 8% del PBI, contra el 6% del impuesto
a las ganancias, de los cuales, más del 2% recae en los pagos de la cuarta
categoría que abonan unos 2 millones de trabajadoras/es. Para 2017 la economía
muestraba una incipiente recuperación y la inflación era cercana a la mitad de la registrada
en 2016. Pese a esto, las dudas aparecen por el lado de las inversiones y de las
exportaciones.

Contexto Internacional

Nueva situación mundial: El marco internacional continua desfavorable para la


aspiración de atraer inversores .La situación mundial privilegia la orientación de capitales
hacia los países capitalistas desarrollados, especialmente EE.UU. con Danald Trump en
Washington y su política de recuperación de la economía estadounidense, es previsible
que la potencia imperialista actúe como una aspiradora de fondos de inversión de todo el
mundo. El papel de Argentina es subordinado en esta ecuación global, y a no dudar, el
destino seguirá profundizando la dependencia del capitalismo local en el sistema mundial.
Luego de una caída de 1,5% del PBI; el difícil panorama de recesión con
aceleración de la inflación descripto para 2016 mejoró hacia fin del año. En 2016 el efecto
combinado de la devaluación y los tarifazos, sumado a un techo a las negociaciones
salariales paritarias por debajo de la inflación, dieron un golpe al bolsillo que deprimió el
consumo. El salario que viene de deteriorarse en promedio un 6 % en 2016 según cálculos
de la consultora Ecolatina, empiezo recibiendo nuevos golpes a poco de andar 2017
perdiendo también este año.
La inflación mensual se desaceleró desde casi un 4% mensual en el primer
semestre al 1.8% mensual en el cuarto trimestre. Algunos indicadores de consumo
comenzaron a recuperarse de la mano de una pequeña mejoría en el poder adquisitivo de
los salarios, de los préstamos personales, de la confianza de los consumidores y del
empleo privado. De esta forma, la economía como un todo también mostró una pequeña
recuperación en el cuarto trimestre y volvió a expandirse (respecto del período anterior)
luego de 5 trimestres consecutivos de caída.
De esta forma, a pesar que 2016 fue un año recesivo con fuerte aceleración de
la inflación, el 2017 comenzó con una incipiente recuperación de la economía y con
una inflación cercana a la mitad de la registrada en el año anterior. Respecto a la actividad
económica para 2017, una de las mejoras esperadas estaría basada en el consumo fruto
de una recuperación en los ingresos de buena parte de la población (poder adquisitivo
de las jubilaciones y de los salarios). El impulso de estos factores podría más que
compensar las aún elevadas tasas de interés (política antiinflacionaria del Banco Central) y
permitir que el consumo mejorase en 2017 pero con menor intensidad que los rebotes
registrados en el pasado luego de los últimos episodios recesivos.

Crecimiento de la economía y crecimiento del endeudamiento

Luego de un 2016 done el PBI retrocedió, el 27 de septiembrede 2017 el Indec


difundió el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) que detectó que la
economía creció en julio 4,9% respecto del mismo mes de 2016, y por quinto mes
consecutivo consiguió resultados positivos. En tanto, la deuda externa total tanto
pública como privada creció 15,8% en el segundo trimestre hasta los US$
204.818 millones. También el organismo de estadísticas reporta que la actividad
económica subió un 4,9% en julio, acumulando un 2,1% en lo que va del año.
El debate vuelve a plantearse en torno a si la deuda pública afecta o no el crecimiento
económico.
En 2015, en la Nota de Discusión “Cuando debe ser reducida la Deuda Pública”, el
Fondo Monetario Internacional (FMI) planteó que la opción de vivir con elevada deuda,
merece consideración en países en donde la sostenibilidad de la deuda no está
presionando.
El debate parece dividirse entre quienes consideran que la deuda es perjudicial para
el crecimiento y por lo tanto promueven su reducción, y los que adoptando
consideraciones keynesianas de gestión de la dem anda argumentan a favor de un
ritmo mesurado de consolidación, quizá con un aumento de la inversión pública mientras
las tasas de interés permanecen en niveles históricamente bajos.
El ministro de Finanzas, Luis Caputo oficializó la licitación de dos series de Letras
del Tesoro (LETES) por un monto total de US$ 700 millones de dólares en el marco de una
"estrategia financiera integral".
Según la información publicada en la página web de la cartera, la deuda total bruta
del país llegó en ese período a US$ 284.880,7 millones, equivalente al 51,2% del Producto
Interno Bruto.
El economista jefe del Banco Mundial para América Latina, Carlos Vegh,
consideró este miércoles que la deuda externa argentina es "bastante baja" en términos
regionales y evaluó que es necesario "continuar con la disminución gradual del déficit
primario y ser muy firmes con las metas de inflación"."La clave es continuar con la
disminución gradual del déficit primario, que reduce la tasa de crecimiento de la deuda
pública, y ser muy firmes con las metas de inflación, pero el aumento de la deuda
argentina no me preocupa: a nivel regional es bastante baja y con acumulación de
muchas reservasY agregó que el panorama de la inflación en Argentina es "optimista" por
estar el índice "mucho menos indexado que en el Brasil de los 80 o el Uruguay de los 90:
podría llegar a un dígito en menos de cinco años".

Sector Público y la reforma tributaria

El ministro Dujovne afirma:"El impuesto a la renta financiera será más


fuerte que lo previsto: llegará al 35% y alcanzará a todas las colocaciones
bancarias”. Entre ellas, la poderosa bicicleta de las Lebac y hasta los plazos fijos
superiores a un monto por determinar. Se calcula que pagarían todas las operaciones
superiores a 500.000 pesos. Este tributo sería una de las vedettes de la reforma impositiva
que el Gobierno prepara a toda marcha y proyecta presentar después de las elecciones".
Por no aplicar este impuesto el fisco deja de recaudar por no gravar esa actividad $
33.000 millones al año."

Politica monetaria: inflación y tasa de interes

El presidente del Banco Central, Sturzenegger advirtió en septiembre de 2017 que


"no están dadas las condiciones" para "relajar la política monetaria" en los próximos
meses. Las tasas de interés que se pagan por quedarse en pesos a través de instrumentos
financieros se mantendrán en un alto ratio por algunos meses más. “A partir de marzo
enfocamos la política monetaria en la desinflación. La tasa de interés produjo una rápida
desinflación en la economía argentina. Esa política monetaria tan dura que comenzó en
marzo tuvo su correlato en una rápida desinflación en el segundo semestre”, explicó el
funcionario. Sturzenegger admitió que la baja de las tasas que se produjo entre fines de
2016 y febrero de este año fue algo "excesivo" con una consecuencia negativa-“Tuvimos
un proceso de relajamiento de la política monetaria muy gradual, desde fines del año
pasado hacia febrero. El relajamiento fue excesivo y nos produjo una suba de la inflación.
A partir de mayo logramos una nueva desaceleración”, continuó. Destacó que “a partir de
ahora el BCRA esta en el momento de mayor dureza en su política monetaria" y buscará
"acercar la inflación al 1%”.Asimismo, señaló que “el crédito en términos reales ha crecido
un 20%” y añadió que “está creciendo a una tasa nominal del 60%”.“Las tasas en pesos
han caído. En algunos casos la caída es dramática. La gente está accediendo a créditos
con las tasas más bajas en la historia”, subrayó el titular del BCRA.
El escenario que se esperaba era que 2017 fuera un año donde la economía comience
a recuperarse pero más de la mano del consumo que de las inversiones y de las
exportaciones. En este contexto de mejoría cabe preguntarse si el mismo será suficiente o
no para que el gobierno pudiera alcanzar una buena performance en las elecciones de
octubre y de esta forma, poder encarar en 2018 las reformas estructurales tan necesarias
para que el proceso de inversiones pueda desarrollarse y asegure un proceso de
crecimiento sostenido en el mediano plazo.

Economía argentina: ¿Recesión o crecimiento?

Históricamente nuestro país ha estado ligado a los ciclos económicos


predominantes. Aldo Ferrer identifica en las fluctuaciones de la producción y el empleo así
como en el ajuste de los pagos internacionales, una serie de prototipos de ciclos que
guardan un correlato con la evolución histórica económica.
En la primera parte de esta nota de política económica decíamos siguiendo a Aldo Ferrer:
El periodo primario-exportador comprende desde 1880 hasta la crisis del treinta. Bajo el
esquema agroexportador observamos un fuerte endeudamiento externo, el desarrollo de
una estructura agropecuaria basada en las exportaciones y un mercado mundial ávido de
nuestros productos. La economía argentina presentaba una dependencia absoluta al
movimiento favorable o adverso de flujos de capital en parte dirigido desde el Banco de
Inglaterra a partir de la baja o alza de la tasa de interés. La detención económica de los
flujos perforaba automáticamente la matriz productiva del país. Ejemplo de ello han sido
las crisis de 1890 y 1930.

Por su parte, el periodo industrial sustitutivo de importaciones abarca tres décadas


corridas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis político-económica de
1974-75. El modelo de industrialización por sustitución de importaciones permite vincular
los ciclos económicos al mercado interno y externo a la vez. Los tiempos de “vacas
gordas” abrían paso a una etapa de auge caracterizada por el aumento de la producción
industrial relacionada directamente al consumo local. Así, se aumentaban las
importaciones en pos de adquirir bienes de capital e insumos básicos y se reducían las
exportaciones debido a la mayor demanda interna que provocaba la suba del salario real y
de los niveles de ingresos. El dilema lo presentaba el déficit en la balanza comercial a
partir de la disminución de las divisas abriendo paso a una fuerte devaluación ocasionando
un aumento del precio de los productos agrarios exportables y de los insumos importados.
En una palabra, se trata de un círculo vicioso cuyos componentes son: crisis del sector
externo, inflación y políticas monetarias restrictivas.

Por último ubicamos al ciclo denominado por Ferrer “Hegemonía financiera” a partir
de la desregulación de la tasa de interés y del régimen cambiario introducido con la
reforma financiera de 1977. El modelo rentístico financiero se caracterizó por el
endeudamiento externo. El matiz deferencial se dio desde la preponderancia del sector
financiero. A un lado quedaron la producción interna y las exportaciones. La apertura
irrestricta de los mercados pulverizó literalmente los activos internos. El precio vil de los
intercambios y la entrega vergonzosa de la Acción de Oro de las empresas nacionales,
inauguró una etapa nefasta de desguace nacional. Capitales golondrinas y expoliatorios
ingresaron al país con total libertad. Hoy Argentina intenta salir de un periodo de
ostracismo mundial en términos de posibilidades económicas para recibir flujos de
inversiones extranjeras directas (IED). El proceso de recuperación es lento. Se espera un
crecimiento del producto, balanza comercial positiva, superávit fiscal y aumento de
reservas.

Sin embargo, se preguntaba Aldo Ferrer, la gran dificultad que atraviesa esta
gestión, (gobierno de Cambiemos) es responder a la pregunta auto referencial: ¿cuál es
el costo social que tiene en mira afrontar considerando los retrasos salariales y
niveles de pobreza? Pareciese que la sociedad es la elegida para soportar
tamaños esfuerzos frente a “crisis terminales”.

Indicadores económicos del año 2018

Estimado para 2017 y 2018

Indicadores de 2014 2015 2016 2017 (e) 2018 (e)


crecimiento

PIB (miles de 563,61 631,62 545,12 628,94 658,13


millones de USD)
Indicadores de 2014 2015 2016 2017 (e) 2018 (e)
crecimiento

PIB (crecimiento -2,5 2,6 -2,3 2,2 2,3


anual en %, precio
constante)

PIB per 13.209e 14.644e 12.503e 14.267 14.764


cápita (USD)

Saldo de la -3,9 -7,0 -5,8 -5,8 -4,5


hacienda
pública (en % del
PIB)

Endeudamiento 43,6 52,0 51,3 49,4 49,2


del Estado (en %
del PIB)

Tasa de n/a n/a n/a 25,6 18,7


inflación (%)

Tasa de paro (% de 7,3 0,0 8,5 7,4 7,3


la población activa)

Balanza de -7,99 -16,80 -14,17 -18,53 -22,65


transacciones
corrientes (miles de
millones de USD)

Balanza de -1,4 -2,7 -2,6 -2,9 -3,4


transacciones
corrientes (en % del
PIB)

Fuente: IMF – World Economic Outlook Database, 2017

Nota: (e) Datos estimados


Principales sectores económicos: ventajas competitivas

A pesar recientes problemas económicos, Argentina sigue jugando un papel


importante en la economía global, sobre todo por su producción agrícola. Este sector,
basado en la cría de ganado, la producción de cereales (trigo, maíz y soja transgénica), los
cítricos, el tabaco, el té y la uva representa alrededor de 6% del PIB argentino, y su peso
en la economía ha ido disminuyendo. A nivel mundial, es el primer exportador de
productos derivados de la soja y el tercer productor. El cultivo de soja y caña de azúcar
sirve para elaborar el biocarburante, una especialidad del país que es el mayor exportador
de biodiesel y el cuarto productor mundial. Rica en recursos energéticos, Argentina
además tiene un gran potencial en materias primas: es el primer productor de gas en
América Latina, tiene el segundo yacimiento más importante de gas de esquisto a nivel
mundial, la cuarta reserva de petróleo y litio.

El sector industrial se ha desarrollado considerablemente durante los últimos años.


Contribuye a un 28% del PIB y emplea a cerca de un cuarto de la población. La
preparación industrial de los alimentos (en particular el envasado de la carne, la molienda
de harina y las conservas) y la molinería constituyen las principales industrias del país. La
industria se apoya también en las filiales de automóviles, los bienes de consumo durable,
el sector textil, las actividades químicas, petroquímicas y metalúrgicas. La producción
industrial crece 0,3% al año.

El sector terciario ha seguido la misma tendencia que la industria. En la actualidad


contribuye 66% del PIB y emplea a tres cuartos de la población activa. Argentina se ha
especializado en servicios de sectores de punta y el país es especialmente competitivo en
el desarrollo de software, call centers, energía nuclear y turismo. El sector de la telefonía y
las TIC se desarrolla de igual forma.
Repartición de la actividad Agricultura Industria Servicios
económica por sector

Empleo por sector (en % del empleo 2,0 24,6 72,8


total)

Valor añadido (en % del PIB) 7,6 26,7 65,8

Valor añadido (crecimiento anual en -5,3 -5,8 -0,2


%)

Fuente: World Bank, 2016

El índice de gini mejoraba a esta fecha pero..

INDICADORES ECONOMICOS PARA EL 2018 2º SEMESTRE


Cambia todo cambia…

Un contexto internacional signado por la “guerra” comercial entre Estados


Unidos y China mas la sequía que azoto al país este año provoco un profundo
cambio en los indicadores económicos y sociales
Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina que
elabora la Universidad Católica Argentina (UCA), casi ocho millones de niños en
Argentina enfrentan una infancia pobre; el informe se basa en esta oportunidad en
un enfoque multidimensional de la pobreza, y no sólo teniendo en cuenta el
aspecto económico, se indicó desde el Observatorio. “El 62,5 por ciento de los
menores de hasta 17 años tiene alguno de sus derechos vulnerados”, revela el
estudio publicado en el diario La Nación. Es el nivel más alto desde 2013. En tanto,
el 39,7 por ciento de los menores de hasta 14 años son pobres en ingresos y el 4,8
son indigentes.
La estructura tributaria argentina sigue siendo fuertemente regresiva

Y la economía en resecion
El déficit según metas Dujovne

La Deuda en crecimiento
Estructura social y distribución del ingreso

En abril de 2019 la pobreza en el país llegó al 32% y hay casi 2,7 millones de
nuevos pobres. En estos momentos cuando las recientes cifras oficiales -desempleo,
pobreza - mostraron nuevamente la fragilidad de la estructura social argentina, el primer
punto a dilucidar es si un país que tiene un 32% de la población y un 23% de los hogares
que viven bajo la línea de la pobreza puede seguir siendo considerado un país donde
existe un gran porcentaje de estratos medios, o como vulgarmente se dice de clase media.
Los estratos o clases sociales expresan una configuración multidimensional. Contemplan
una diversidad de aspectos que hacen a la identidad de los individuos. Educación, trabajo,
ingresos, hábitos, consumos, vivienda, relaciones, herencia, geografía, lenguaje, códigos,
símbolos, entre otros. Salvo en situaciones de disrupción -como la hiperinflación de 1989 o
el colapso 2001/2002, por ejemplo-, los movimientos en las capas que dan forma a la
pirámide social son lentos. Así lo demuestra el índice de nivel socioeconómico elaborado
por los expertos de Saimo, CEIM y la AAM. Entre 2011 y 2017, el peso de cada uno de los
estratos se movió apenas algunas décimas. A grandes rasgos, la estructura social
argentina está congelada desde hace 8 años. Esta falta de cambios tiene una
evidente correlación con una economía que en ese largo período tuvo cuatro años
recesivos -2012, 2014, 2016 y 2018- y que, punta a punta, creció 0%.

En cuanto a la clase media argentina, su tamaño oscila entre el 44% y el 47%


de los hogares del país desde 2007. En cuanto a la pobreza, lo que muestran las
estadísticas es que la Argentina tiene un problema de fondo que arrastra décadas. Según
la serie histórica del economista Orlando Ferreres , en los años 70 no superaba el 4%, en
1980 era del 8% y en 1985, del 16%. El problema se hace evidente cuando hacia finales
de los 80 los datos del Indec señalan que la pobreza ya era del 32% en 1988 y que llegó
al 47% con la hiperinflación de 1989. Logró reducirse hasta el 16,8% en 1993, tras el
inicio del régimen de convertibilidad (instaurado en 1991). Pero luego volvió a crecer de
manera exponencial, de la mano de la expansión del desempleo, para llegar al 26,7% en
1999. Alcanzaría niveles catastróficos del 54,3% en 2002, para luego reducirse
rápidamente y llegar al 26,9% en 2006.

De ahí en más, según la UCA , la serie estadística osciló en valores similares, pero
ascendentes, llegando a 2015 con un nivel de 29,7%. Al recuperarse las estadísticas
del Indec en 2016, la primera medición arrojó un guarismo aún más alto: 32,2% de las
personas y 23,1% de los hogares eran pobres. Luego se reduciría hasta el 25,7% de las
personas y el 19,6% de los hogares en el segundo semestre de 2017.

Finalmente, la reciente crisis económica, haría crecer nuevamente la pobreza hasta


el 32% de las personas y el 23,4% de los hogares en el segundo semestre de 2018.
Prácticamente los mismos valores de 2016 y de 1988.

Que hoy estemos en el mismo punto que hace 30 años muestra a las claras la
magnitud del problema, lo traumático que resulta y las enormes dificultades para
resolverlo. La conclusión evidente que arroja el análisis de los indicadores sociales en una
perspectiva amplia es que desde hace muchos años nuestro país no es "un país", sino que
conviven "varios países" en un mismo territorio. La Argentina extravió la característica de
aquel cuerpo colectivo homogéneo que la distinguía de América Latina y adquirió un
progresivo nivel de fragmentación social, que terminaría coagulándose hasta volverse
estructural. Esta es la realidad que hoy vivimos y que complejiza no solo el análisis, sino
también el proceso decisorio, impactando tanto en quienes tienen que decidir inversiones
como en aquellos que deben definir políticas. Es cierto que el país tiene una acuciante,
dolorosa y muy preocupante fragilidad social que oscila desde hace años entre el 25% y el
33% de sus ciudadanos bajo la línea de pobreza. Eso no quita, por otra parte, que, a
pesar de ello, siga teniendo una de las clases medias más importantes de la región: 45%
de la población. Aún supera el promedio regional que, según la OCDE, en 2017 era del
35%. Con una diferencia: los países vecinos vienen de menos a más. En 2000 la clase
media era 21%. La idea del ADN de clase media que resiste y permanece vigente gana
densidad cuando indagamos en la autopercepción. Si bien el 45% de la población
técnicamente puede definirse como de clase media, en función sobre todo de su empleo y
su nivel educativo -lo que correlaciona fuertemente con su nivel de ingresos-, el 82% cree
pertenecer a este grupo. Nuestro potente imaginario de clase media no es un invento
narcisista, sino el resultado de la memoria reciente. La Argentina supo ser un país donde
más del 70% de la población era de clase m edia. Las primeras mediciones del
Indec, de 1974, lo confirman. Y eso quedó grabado a fuego en el ser nacional. De
ningún modo puede tratarse a la clase media como un todo homogéneo. Hay varias, por
lo menos dos: la media alta y la media baja. Tampoco puede pensarse el presente bajo los
parámetros del pasado. Señala la OCDE, en su informe Perspectivas económicas de
América Latina 2018, que los países vecinos se enfrentan ahora a dificultades que en la
Argentina se conocen desde hace rato. "La expansión de la clase media ha sido una de las
principales transformaciones de América Latina en los últimos años y ha traído consigo un
cambio de expectativas, aspiraciones y demandas que explica en gran manera la actual
insatisfacción en la región". Está claro: la clase media, por naturaleza, es exigente. Su
vocación, inherente a la movilidad social ascendente, es ir hacia arriba. Y su permanente
temor, también hijo del proceso que la vio nacer, es volver a caer. Aquí radica entonces la
enorme complejidad que "el país que contiene varios países" les plantea a los decisores
este año. Tanto a quienes buscan seducir a los consumidores como a los que pretender
interpelar a los ciudadanos. Deseos cada vez más homogéneos y demandas crecientes,
ambos potenciados por la transparencia que introdujeron las redes sociales, con bolsillos
estresados por la pérdida de poder adquisitivo y estructuralmente fragmentados. En
definitiva, una profunda disociación entre aspiraciones y posibilidades.

Pocos ganadores y escenarios internacionales volátiles

En enero del 2019, el repunte del valor de las grandes empresas argentinas llegó al
17,3% luego de un 2018 en el que perdieron la mitad de su capitalización bursátil, es
decir, la medición que indica cuánto vale una compañía según el número que le atribuye el
precio de su acción. Fue el mejor mes desde octubre de 2015, el de la primera vuelta de
las elecciones presidenciales que condujeron a Mauricio Macri al poder.
Las mayores ganancias fueron para los bancos. Grupo Financiero Galicia repuntó un
32,3% y Banco Macro, un 32,1%. La primera compañía está de festejo en el comienzo del
año: desde que cambió la composición del Merval, a principio de enero, es la firma con
mayor participación (17,58%), por lo que en un contexto de vuelta de flujos
financieros hacia la Argentina salió beneficiada. El contexto más favorable para los
activos financieros argentinos, dicen los especialistas, se dio por una conjunción de
factores internos y externos, pero también por un rebote después de un 2018 malo. En
primer lugar, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos confirmó la semana pasada que
será "más paciente" para elevar las tasas este año. Eso se traduce en un menor flight to
quality, el término que se utiliza en el mundo de las finanzas para describir la decisión de
un inversor de abandonar un activo de mayor riesgo por uno más seguro, como los bonos
estadounidenses. En las primeras cuatro semanas del año se vio un ingreso de capitales
hacia mercados como el argentino, que permitió una suba de los activos financieros y una
apreciación de las monedas respecto del dólar". Había una mayor calma por el
acuerdo comercial que está avanzando entre China y Estados Unidos, lo que llevaba
mayor tranquilidad a los inversores para buscar riesgo a medida que el huracán
geopolítico mundial va perdiendo fuerza. Pero solo fue por muy poco tiempo. A nivel
local, ayudó la liquidación de exportaciones agropecuarias durante los primeros meses por
US$1800 millones, lo que ayudó a que se apreciara el peso, se aquietara más el
dólar y, en un contexto de tasas altas, hizo más atractivos los activos en
moneda argentina. Los especialistas destacaban el éxito del plan monetario y cambiario
del Banco Central. "Que la cotización del dólar se vaya por debajo de la zona de
no intervención implica que están ingresando capitales y que hay mayor oferta
que demanda de dólares, ya sea porque hay menos plata para comprar o
porque no es negocio. A corto plazo esto es saludable, pero a largo plazo no es
congruente con una economía competitiva por el riesgo de un tipo de cambio
real atrasado”, afirmaban. El año 2018 estuvo marcado por errores internos y un
contexto internacional desfavorable. En el combo local entraron los movimientos erráticos
para contener la corrida cambiaria, los casos de corrupción y la incertidumbre política, que
se hizo presente más hacia fines de 2018. A ese escenario se le sumó la aversión por el
riesgo emergente que sobrevoló el mundo desde el primer trimestre. Un cambio de humor
internacional y algunas señales positivas locales transformaron el escenario en el arranque
de 2019

Indicadores macroeconómicos de 2019

Para junio de 2019, el aguinaldo, las paritarias y medidas oficiales no alcanzaron


para reactivar el consumo que volvió a desplomarse. Solo en supermercados la
contracción alcanzó un 7,9%

Crecimiento económico
CRECIMIENTO ECONÓMICO
2,00%
1,40% 1,30%
1,00% 0,90%
0,70% 0,60%
0,00% 0,10% 0,10% 0,20%
jun-18 jul-18 ago-18 sep-18 oct-18 nov-18 dic-18 ene-19 feb-19 mar-19 abr-19 may-19
-1,00%
-1,30% -1,30%
-2,00% -1,90%
-2,30%
-3,00%

Tipo de cambio real

Según datos del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana


(Ieral) para fines del marzo de 2019 el tipo de cambio real es 57% más competitivo que
antes de la salida del cepo. El índice de tipo de cambio real multilateral se ubica
actualmente un 57,1% por encima del nivel de noviembre 2015, es decir antes del cambio
de gobierno y la salida del cepo cambiario. Los datos de marzo reflejan así un panorama
mucho más competitivo que aquel de hace más de 3 años atrás, previo a la eliminación de
los controles cambiarios y la unificación del tipo de cambio. El índice publicado por el
Banco Central mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina
con respecto al de los principales 12 socios comerciales del país, en función del flujo de
comercio de manufacturas. Cuando se lo compara con el valor promedio de los últimos 21
años, se tiene que el tipo de cambio real multilateral se encuentra prácticamente en su
nivel de equilibrio, siendo el índice de marzo apenas un 1,4% superior al promedio
histórico. El tipo de cambio real multilateral había alcanzado un pico en septiembre de
2018 producto de la devaluación del peso (mes en que el tipo de cambio superó los $40
por primera vez), llegando a estar 16% por encima del promedio de toda la serie. Esta
situación no era muy sostenible en el tiempo ya que, en los meses siguientes, más allá de
la volatilidad del tipo de cambio, la inflación local llevó a una rápida reducción en el
tipo de cambio real multilateral, para ubicarse en un nuevo andarivel cerca del
promedio histórico.

TIPO DE CAMBIO
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0

La Deuda externa

En marzo de 2019 unos 44.969 millones de dólares se sumaron al pasivo que


arrastraba el país a finales de 2017, de este modo alcanzó un stock nominal de 277.921
millones de dólares. Es asi que el pasivo del Banco Central se expandió más que el del
Gobierno.

La deuda externa a valor nominal de la Argentina creció un 19,3% a lo lardo del año
pasado y alcanzó así los 277.921 millones de dólares, informó el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (Indec)
Por los desembolsos que el Fondo Monetario Internacional realizó en la segunda
mitad del año, el 49,8% de la expansión de la deuda se generó sólo en el cuarto y
último trimestre del 2018, de acuerdo al informe oficial. El stock de deuda externa
bruta total con títulos de deuda a valor nominal residual al 31 de diciembre de 2018, se
estimó en 277.921 millones, es decir, 22.377 millones de dólares mayor respecto al
trimestre anterior.

Al estudiar la expansión de la deuda bruta del país se observa que se registraron


incrementos interanuales del 22% para la deuda del Gobierno general; del 29% para el
Banco Central; del 30% para otras sociedades financieras; y del 10% para sociedades no
financieras. A contramano se redujo en un 3% la deuda de las sociedades captadoras de
depósitos, señaló el Indec.

A fin de diciembre de 2018, el 62% de la deuda correspondía al gobierno; el 26%


a sociedades no financieras, hogares e instituciones sin fines de lucro; el 9% al Banco
Central; el 2% a las sociedades captadoras de depósitos; y el 1%, a otras sociedades
financieras.

El 91% de la deuda externa a valor nominal está nominada en moneda


extranjera y sólo el 9% en pesos. La mayor proporción, 61%, se encuentra nominada
en dólares.
DEUDA EXTERNA
280000
270000
260000
250000
240000
PRIMER TRIMESTRE SEGUNDO TERCER TRIMESTRE CUARTO PRIMER TRIMESTRE
2018 TRIMESTRE 2018 2018 TRIMESTRE 2018 2019

Balanza de Pagos

Al analizar la balanza de pagos del país se deprenden los siguientes datos:

1) Cuenta corriente: registró un déficit de US$ 2.317 millones.


2) Balanza comercial de bienes y servicios: registró un superávit de US$ 1.955
millones.
3) Cuenta financiera: mostró un ingreso neto de capitales de US$ 2.544 millones.
4) Reservas internacionales: se incrementaron en US$ 16.670 millones por el crédito
del FMI y el nuevo swap –intercambio de monedas- con China.

De la herencia que recibió Cambiemos a la que dejo y la


Pandemia económica actual

Es muy dificil comparar una gestión de 4 años con otra que aún no llegó a 9
meses. El saldo de la primera no fue bueno. De 16 indicadores económicos, sólo hubo
mejoras en 5, aunque en materia de infraestructura el saldo fue positivo: 7 mejoras sobre
8 indicadores.
Si revisamos os indicadores que Alberto Fernández “heredó” de Macri y ver qué
tendencia tuvieron desde entonces. Los resultados no son halagüeños.
El indicador más abarcativo es el “Estimador Mensual de Actividad Económica”. El
Gráfico adjunto, elaborado por la consultora de Miguel Broda en base a la serie del Indec,
desde 2004 a la fecha, muestra que la caída del nivel de actividad al inicio y en los últimos
dos años de la gestión macrista empalidece frente al colapso en lo que va del año.
Cabe consignar, además, que en el primer trimestre, que tuvo sólo cuatro días hábiles
afectados por la cuarentena iniciada el 20 de marzo, el nivel de actividad ya había
caído 5,4% respecto a igual trimestre de 2019.
La evolución del EMAE, de 2004 a la actualidad. El indicador más cercano al PBI, no
favorece a la gestión Fernández ni al coronavirus

Si bien desde mayo el indicador muestra variaciones positivas respecto del pozo de
abril, sigue en territorio negativo respecto de iguales meses de 2019 y difícilmente el saldo
del año sea una caída inferior al 10%. Guido Lorenzo, de la consultora LCG, por ejemplo,
la proyectó en 15%, lo que de verificarse retrotraería el PBI de 2020 al nivel de 2005 y el
PBI por habitante al de 2002. Esto es, retrocesos de entre 15 y 18 años.
Semejante caída fue poblando el cementerio de empresas. En diciembre de 2019 el
Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) registraba 546.074 empleadores “en
blanco”, 23.072 menos que cuando Macri asumió la presidencia, pero 20.374 más que en
junio pasado. Esto es, en los primeros 7 meses de gestión Fernández, en un contexto de
pandemia y cuarentena, el número de firmas con empleados en blanco retrocedió casi
tanto como en los cuatro años de Macri, al nivel más bajo de la última década: 525.700
que, además, empleaban 327.326 personas menos que un año ante
En eso apuntó el economista Matías Surt, de la consultora Invecq, cuando, en
reacción a declaraciones del presidente sobre el mercado laboral en los primeros 5 meses
del año, elaboró el gráfico de abajo, sobre la evolución del empleo registrado. Imposible
ver allí una mejora.en el empleo
Los datos son aún peores en el campo más pobre e impreciso de la informalidad. El
Observatorio de la Deuda Social de la UCA estimó que la tasa de desempleo habría
aumentado en el segundo trimestre al 15,5%, contra el 10,4% que registraba en el
primer trimestre (prepandemia) y el 8,9% del último trimestre de 2019. El Observatorio
calculó que 1.050.000 personas perdieron el empleo en los últimos meses y llamó a
650.000 de ellos “desocupados Covid”, trabajadores informales que se desempeñaban
como cuentapropistas, eventuales o asalariados no registrados de emprendimientos
pequeños y medianos.
La consecuencia es un marcado aumento de la pobreza, que diferentes consultores
estiman podría alcanzar al 50% de la población y que, según precisó Unicef Argentina a
principios de este mes, abarcaban en mayo al 53 % de los niños de la Argentina,
proporción que aumentaría a 63% hacia fin de año. Ocho millones de niños pobres, cerca
de 1,3 millones de chicas y chicos pobres más por una crisis cuyos efectos el presidente
frivoliza en pos de una chicana política.
Los datos de inflación, con un 15,8% acumulado en los primeros 7 meses del año y
42,2 % en los últimos 12 meses, lucen mejor que el 54% de inflación de 2019, pero no
tanto si se tiene en cuenta que se consiguieron en un marco de recesión y congelamientos
tarifarios que consumen recursos fiscales en forma de subsidios, y un cuadro fiscal,
monetario y cambiario prendido con alfileres.
Las reservas de libre disponibilidad son entre USD 5.600 millones y USD 4.600
millones menos que el 10 de diciembre de 2019, el déficit fiscal cerraría el año entre
8 y 10% del PBI y obliga a una fuerte emisión monetaria, parcialmente
compensada con emisión de Letras de Liquidez (Leliq) que alimentan el “déficit
cuasi-fiscal” (no ya del Tesoro, sino del BCRA) y junto a la debilidad de las reservas y los
bríos alcistas del dólar, apuntan a un aumento de las tasas de inflación en los últimos
meses del año, que podrían empeorar aún más el cuadro económico y social.
El presidente recibió una economía con una fuerte inercia inflacionaria y recesiva y
un margen estrecho para negociar la deuda externa con los acreedores privados, en el
marco de una deuda pública total que durante los cuatro años de Macri había aumentado
de USD 223.000 a 310.000 millones. Pero desde abril ya no paga esos vencimientos, el
acuerdo con los acreedores privados los despejó hasta 2025 y tiene hasta fines de 2021
para renegociar los vencimientos con el FMI. No es poca cosa pero, más allá de la
estrategia política, debería buscar comparaciones que lo favorezcan. Pero no las hay.
El superávit comercial fue de USD 1.893 millones en mayo, con otra fuerte caída de
las importaciones .Las compras al exterior cayeron el 31,8% y las exportaciones el 16,3%.
El saldo favorable acumuló USD 6.612 millones en los primeros cinco meses del año. China
desplazó a Brasil como principal socio comercial del país
El Intercambio Comercial Argentino (ICA) alcanzó un importante saldo positivo de
USD 1.893 millones en mayo, debido a una fuerte contracción de las importaciones. En los
primeros cinco meses del año el saldo favorable para el país por el intercambio de bienes
con el exterior acumuló 6.612 millones de dólares.
En un marco de contracción global del comercio y de la actividad económica por
efecto del coronavirus, el amplio saldo favorables se debió a que, en el quinto mes del
año, las exportaciones se redujeron un 16,3% interanual, y las importaciones, un 31,8%,
según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
El total del intercambio comercial (exportaciones más importaciones) disminuyó
23%, en relación con igual período del año anterior y alcanzó un valor de 8.229 millones
de dólares.
“Con la entrada en vigencia de las nuevas restricciones para que importadores
ingresen al mercado de cambios, esperamos que se reduzcan aún más”, añadió
Econviews.
Las exportaciones y las importaciones disminuyeron principalmente por las
menores ventas de vehículos para transporte. Este item significó en los últimos años casi
la mitad del intercambio comercial con Brasil y, por lo tanto, su descenso motivo que
China desplazara en mayo al país vecino como principal socio comercial.
En ese sentido, la nota saliente fue el aumento del 25,1% de las ventas a China el
mes pasado, mientras que las importaciones desde ese país cayeron el 21 por ciento. El
intercambio comercial con China registró en mayo un saldo positivo de 307 millones de
dólares. Las exportaciones sumaron USD 963 millones y las importaciones desde China
totalizaron 656 millones de dólares.
Mientras, el Banco Central estableció férreos controles en el mercado cambiario
con el fin de mantener una depreciación sostenida del tipo de cambio y no ver
erosionadas sus reservas internacionales, las cuales durante mayo se redujeron en USD
980 millones, según datos de la entidad financiera.

Sector
Sector público y deficit
El déficit fiscal se multiplicó por 10 en un año: en mayo ascendió a $251.287
millones.Fue la consecuencia del segundo mes con casi plena cuarentena. Se debilitaron
los recursos tributarios y se potenció el gasto social para asistir a los más vulnerables.
Según informó la Secretaría de Hacienda, volvió a debilitarse el resultado de las finanzas
públicas.
El Sector Público Nacional (SPN) registró en mayo un resultado primario deficitario de
$251.287 millones, se multiplicó casi por 10 respecto del registrado un año antes, pese a
que la inflación se redujo a menos de 45% en ese período. El pago de intereses de la
deuda pública ascendió a $56.932 millones, y elevó el rojo financiero a $308.219 millones.
Los ingresos totales del Sector Público Nacional sumaron $328.120 millones, apenas se
elevaron 2,4%. Al respecto, el informe de la Secretaría de Hacienda destaca: “Este
comportamiento de los recursos está explicado por los efectos contractivos del ASPO sobre
los volúmenes de producción, consumo, inversión y comercio exterior. En ese sentido, los
ingresos tributarios retrocedieron 3,3% respecto a mayo de 2019 (caída de 36,2% de los
derechos de exportación, 7,9% de la recaudación de IVA –neto de reintegros– y 5,1% del
impuesto sobre los débitos y créditos)”.
Contribuyeron a disminuir semejante efecto negativo en términos reales de más de 29%
el desempeño de los ingresos tributarios, los ingresos no habituales por el vencimiento
anual de bienes personales declarados fuera del país, ascendió a $2.705 millones (subió
1.191%), y el impuesto PAIS que no existía el año anterior, el cual aportó $6.774 millones.
Los ingresos totales del Sector Público Nacional sumaron $328.120 millones, apenas se
elevaron 2,4%, acusaron una caída en términos reales de 28,6 por ciento
Por el contrario, el gasto primario virtualmente se duplicó en los últimos 12 meses, sumó
$579.507 millones, como consecuencia principalmente de “las medidas implementadas por
el Poder Ejecutivo Nacional para sostener los ingresos de las familias ($80.000 millones),
el empleo y la producción y compensar la caída de recaudación de las administraciones
provinciales ($53.327 millones”, explicó la Secretaría de Hacienda.
Se repitió el escenario de los dos meses anteriores, cuando el Gobierno nacional decretó
desde el 20 de marzo la cuarentena, con el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio
(ASPO), porque derivó en el plano de las finanzas públicas en un movimiento de pinzas:
por un lado fuerte disminución de los recursos tributarios y por el otro, notable incremento
del gasto social derivado de las medidas paliativas que implementó el Gobierno para los
sectores vulnerables.
El informe diario de ejecución del Presupuesto de la Administración Central ya había
anticipado un severo deterioro de las finanzas públicas, con 43,3% del total previsto para
todo el año, según las partidas autorizadas hasta el presente por un total de $5,65
billones. El movimiento base caja del Sector Público No Financiero, esto es el resultado de
ingresos percibidos y gastos efectivamente pagados, acumuló en los primeros cinco meses
de 2020 un saldo negativo de $604.836 millones que contrastó con el superávit de
$36.819 millones de un año antes; mientras que el financiero, con el agregado del pago
del servicio de intereses de la deuda pública, concluyó con un déficit de $898.969
millones, multiplicó por 4,1 el registrado en igual tramo de 2019. Representó el
equivalente a 4% del PBI. En los primeros 5 meses de 2020 el déficit primario ascendió al
equivalente a 3% del PBI del año y el financiero se aproximó a 4% del producto
En junio hubo un aumento de jubilaciones de 6,12%, mucho menos que lo que hubiese
correspondido por segunda vez en el año con la suspendida Ley de Movilidad de las
Jubilaciones y Pensiones; más el pago del medio aguinaldo, juntamente con la extensión
del pago del Ingreso Familiar de Emergencia a unos 9 millones de beneficiarios.
Inicialmente para los perceptores de la Asignación Universal por Hijo, y desde mañana el
resto que completó el registro de la Clave Bancaria Única (CBU).
El default, la renegociación de la deuda y la herencia para los
que vendrán después

El acuerdo por la deuda qué herencia deja para los que siguen
El canje tal como fue acordado libera mucho los vencimientos para este período
presidencial y algo para el que empieza en el 2023.
La mayor parte del alivio en los pagos de deuda cae en el período presidencial de
Alberto Fernández, A partir de 2024 en adelante, la carga se vuelve más pesada
Con el canje de deuda bajo ley extranjera, y el esperable traslado de las mismas
condiciones a los bonistas tenedores de títulos ley local, la Argentina obtiene aire para sus
pagos hasta 2023 que, poco después, va desapareciendo a medida que se acumulan
vencimientos de relevancia que será necesario refinanciar.
El ministro de Economía Martín Guzmán obtuvo su alivio “significativo” de los
vencimientos de deuda, de más de USD 37.000 millones nominales en total. La mayor
parte del alivio cae sobre el presente período presidencial y, en menor medida, sobre el
siguiente. A partir de 2028, mientras tanto, la carga de vencimientos se vuelve más
pesada y requerirá que el Estado pueda refinanciarse.
Antes del canje, según datos compilados por Gabriel Rubinstein y Asociados el
Tesoro argentino enfrentaba pagos nominales al sector privado por USD 148.534 millones
entre 2020 y 2117 si se toma en forma conjunta los pagos de bonos regidos por ley local y
ley extranjera, ya que los primeros recibirían un trato similar según la ley que aprobó el
Congreso. Se trata de deuda por cerca de USD 83.000 millones de capital en manos de
tenedores privados a lo que se suman los pagos de intereses hasta el vencimiento.
Es, precisamente, el perfil de vencimientos que el Gobierno buscaba reducir y que,
según los cálculos de Rubinstein, cargaba entre 2020 y 2023 vencimientos por casi USD
38.797 millones al actual Gobierno, el iceberg que quería esquivar Guzmán. Y que se
redujo a cerca de USD 2.889 millones con el nuevo acuerdo.
Hay un alivio de corto plazo, que es el principal activo conseguido por Guzmán.
Superada esa fecha, los pagos de deuda que deberán enfrentar administraciones futuras
empiezan a engrosarse. Entre 2024 y 2027, pagos que caen en el próximo período
presidencial, el alivio de deuda es mucho más leve: el nuevo perfil de vencimientos cae de
USD 33.313 millones a USD 25.154 millones. Y a partir de 2028 y hasta 2031, ya con una
tercera administración en el Ejecutivo, en lugar de un alivio lo que hay es una mayor
carga: los vencimientos por USD 23.767 millones previos al canje saltan a USD 23.767
millones.
El acuerdo, entienden especialistas, le da cuatro años al Gobierno para tratar de
solucionar los problemas macro que le impiden financiarse en el mercado. Porque a
medida que avancen los pagos, será vital poder emitir deuda para refinanciar los pagos
que se deberán afrontar.

“Entre 2025 y 2035 inclusive los vencimientos totalizarán USD 92.200 millones, o USD
8.400 millones al año promedio. Así, para evitar que Argentina caiga en default
nuevamente en la próxima gestión presidencial (o la siguiente), el país debe ser capaz de
volver a los mercados de deuda”.
AÑOS 2020-2021

La economía argentina comenzó el 2021 con una caída interanual del nivel de actividad.
Según informó el Indec, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) marcó
un retroceso de 2% interanual, por lo que acumula 10 meses consecutivos de caídas como
consecuencia en parte de la pandemia.
El 2020 había terminado con un desplome del EMAE a nivel anual de 10%. De esa
manera, la economía concluyó el año de la pandemia con el retroceso más pronunciado
desde la crisis de fines de 2001, cuando esa cifra orilló el 11%.
De todas formas, medido de forma mensual, la economía sigue mostrando una recuperación
(en enero fue de 1,9%), una tendencia que comenzó a manifestarse en mayor o menor
medida desde mayo. Desde el Ministerio de Economía consideraron que con los números
de enero la actividad económica “supera el nivel de marzo de 2020 y se ubica apenas 1,3%
por debajo del nivel pre-Covid de febrero de 2020″.
Si analizamos la evolución de la actividad sector por sector, en la mayoría de los casos los
sectores que venían con crecimiento tuvieron un avance mayor y aquellos que todavía
tienen números rojos recortaron esa caída, de acuerdo a los datos difundidos por el
organismo estadístico. Crecieron de forma interanual siete sectores, dos más que en
diciembre. En enero lideró el crecimiento pesca (12,3% interanual), seguido de la
construcción, que creció 10,2% interanual y acumula la tercera suba consecutiva, y la
segunda a tasas de dos dígitos.
También crecieron intermediación financiera (7,2%), industria (4,6%) y comercio (2,6%),
estos últimos dos sectores registrando el tercer aumento consecutivo. También registraron
recuperaciones el sector agropecuario (1,7%) y las actividades inmobiliarias, empresariales
y de alquiler (1,2%). En este caso, se trató del primer crecimiento tras once meses en baja.
Las previsiones económicas privadas y de organismos internacionales estiman que la
actividad no sufrirá otro golpe este año. Pero el crecimiento no será vigoroso. El FMI
calcula que el país crecerá 5,8% este año 2021. Es lo mismo que decir que la actividad se
mantendrá casi estancada, ya que cinco puntos se explican porque el promedio de
actividad del año pasado fue muy bajo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) corrigió
al alza sus expectativas de crecimiento económico para la Argentina en 2021, del 4,5% que
estimaba en enero a un 5,8% esperado. Como siempre en las proyecciones económicas, hay
diferencias de acuerdo a quién es el organismo o el especialista que hace los números, pero
a grandes rasgos el consenso entre los analistas varía entre un piso del 6% y un techo del
8%. Son, prácticamente, tasas chinas de crecimiento, pero aun así nadie se entusiasma
mucho.
Por el impacto de la pandemia de coronavirus y la extensa cuarentena en el país, la
actividad económica en 2020 cayó 9,9%, la mayor contracción anual desde la crisis de
2002 (-10,9%) tras la salida de la convertibilidad, según informó el INDEC. De esta
manera, la economía argentina acumula tres años seguidos de recesión.
La cifra surge del informe de avance del nivel de actividad que arrojó que el Producto
Bruto Interno (PBI) en el cuarto trimestre de 2020 tuvo una baja preliminar de 4,3%
respecto a igual lapso del año anterior. En cambio, en la medición desestacionalizada, el
PBI verificó un crecimiento de 4,5% comparado con el tercer trimestre, mientras que la
tendencia-ciclo muestra una variación positiva de 0,5%.

DEUDA

El 9 de julio del año 2021 se venció la primera cuota de intereses correspondiente al


canje de deuda negociado por el ministro de Economía, Martin Guzmán, con los acreedores
privados bajo ley extranjera en el 2020. De esta forma, Argentina debió pagar US$ 155
millones del cupón de bonos emitidos en septiembre del año 2020. Los agentes financieros
siguen de cerca el proceso de endeudamiento en pesos a gran escala que viene encarando el
Tesoro, este gobierno. En ese sentido, en la última licitación de junio, Economía buscaba
unos $240.000 millones, pero sólo consiguió $173.000 millones. Cabe señalar que en julio
vencieron casi $243.000 millones, mientras que en agosto la cuenta creció a $351.000
millones. Así lo reflejan los datos de la Secretaría de Finanzas.
Además, en septiembre y en octubre, el Tesoro debe afrontar vencimientos por unos
$190.000 millones y $90.000 millones, respectivamente. En tanto que, en los último dos
meses del año, se deberá pagar $160.000 millones en noviembre y $17.500 millones en
diciembre. En el mercado consideran que el Tesoro se va a seguir financiando sin
demasiados inconvenientes, pero advierten la tasa de interés crece en forma paulatina.
Por otro lado, a principios de 2022 se deberá afrontar el pago del segundo vencimiento del
canje de deuda por unos US$ 500 millones. Si bien los agentes financieros confían en que
Argentina cumplirá con esos vencimientos, también hacen notar que la cotización de los
bonos de la deuda no para de caer desde el canje. A esto se le suma una segunda mitad del
año mucho más exigente, ya que vencen unos US$ 6.200 millones hasta noviembre.

DÓLAR E INFLACION

La inflación supera las previsiones del ministro Martín Guzmán. Lejos de la soñada
meta del 29% proyectada por el Gobierno para este año, las consultoras privadas estimaron
que la inflación terminará en el 48,4%, aunque algunas se estiraron hasta el 59,5 por ciento.
El Indec informó que en mayo la suba de precios fue del 3,3%, del 21,5% desde enero y del
48,8% en los últimos 12 meses.
En un contexto de aumento regional de la inflación (hasta el 9,2% en mayo contra el 8,7%
en abril) por el aumento de la demanda, las interrupciones de la oferta y la relajación de la
política monetaria, la Argentina sigue dando la nota por detrás de la caótica situación de
Venezuela, con una suba de precios del 22% desde enero y del 45% en un año.
La economía se encuentra en un problema de incerteza fuerte. Pero las empresas necesitan
un panorama y por eso hay consultoras que se dedican a crear un pronóstico.
En cuanto a los pronósticos de las consultoras privadas, el consenso del 48,4% de
inflación no oculta algunas divergencias: Econométrica pronosticó una suba de precios del
59,5%, el banco UBS del 54,9%, el estudio Ferreres & Asociados del 51,7%, Quantum del
50,9%, LCG y FIEL del 50,6%, el estudio Eco Go un 49% y, del otro lado, Gabriel
Rubinstein un 44 por ciento. Para el año próximo, el promedio es del 39,4%,
En cuanto al dólar, los analistas consultados por Latinfocus pronosticaron $ 114,4 a fin de
este año (contra $ 102,4 planteados por el Gobierno en el presupuesto), pero UBS se estiró
hasta $ 132, HSBC a $ 130, Torino Capital a $123,7 y Econométrica a $ 120,7. Para 2022,
el promedio es de $ 158,9, aunque Eco Go estimó $ 180,5, Empiria $ 173,9, LCG $ 171,5 y
Capital Economics 170 pesos. Un precio del dólar no contemplado en el presupuesto 2022,
que se calcula por debajo.

PRESION FISCAL

Las empresas argentinas pagan la segunda tasa impositiva más alta del mundo.
Supera el 100% según un informe del Banco Mundial. El impacto en la inversión y la
competencia. En los países vecinos, en tanto, los porcentajes van desde un 34% para Chile
hasta un 83,7% para Bolivia. Todos por debajo de la Argentina
La presión impositiva sobre las empresas argentinas es la segunda más alta a nivel global,
Según los datos del último informe Doing Business (Haciendo negocios), un proyecto
conjunto del Banco Mundial y la consultora PwC, la tasa total de impuestos y
contribuciones obligatorias que debe abonar una empresa local durante su segundo año de
actividad es de 106%, expresada como un porcentaje de sus beneficios.
En todo el mundo, solo dos países tienen porcentajes por encima del 100%: la Argentina y
Comoras, que alcanza el 219,6%. En los países vecinos, en tanto, los porcentajes van desde
un 34% para Chile hasta un 83,7% para Bolivia, pasando por un 65,1% en el caso de
Brasil.

La tasa impositiva total mide el monto de los impuestos y las contribuciones


obligatorias que pagan las empresas —después de las deducciones y exenciones
permitidas— como parte de las ganancias comerciales. Este número proporciona una
medida del costo de todos los impuestos que una empresa soporta. La metodología toma
todos los impuestos y contribuciones que están obligadas a pagar (en los niveles federal,
estatal y local) y también cualquier imposición que afecte las cuentas comerciales. Las
principales diferencias entre los países se encuentran en los gastos laborales y los impuestos
al valor agregado.

La presión fiscal afecta al desarrollo de las empresas e impacta en la inversión y en


los niveles de competencia. "No debe sorprender que la Argentina se ubique en el segundo
lugar de mayor presión impositiva en el mundo, con más de 100 tributos a nivel nacional,
provincial y municipal la superposición de impuestos hace que las empresas puedan llegar a
pagar tres impuestos diferentes sobre una misma base", explicó Roberto Cachanosky.
Las firmas locales pueden llegar a pagar hasta tres impuestos diferentes sobre la misma
base (Adrián Escandar) Y detalló algunos ejemplos: las provincias cobran Ingresos Brutos
sobre las ventas y las empresas pagan un determinado porcentaje sobre el volumen bruto de
facturación; pero al mismo tiempo, hay municipios que cobran la Tasa de Higiene, que
también es un porcentaje sobre lo que facturan las empresas radicadas en ese municipio.

La Argentina presenta una situación sumamente compleja: precisa reducir


urgentemente la carga fiscal sobre el sector privado, pero al mismo tiempo eliminar el
déficit fiscal.
"Mientras para el promedio de los países de la OCDE los impuestos a los bienes y
servicios, como por ejemplo el IVA, representan el 11 por ciento de la recaudación, aquí
son responsables de casi la mitad (47,8) de lo que se cobra. Tomando en cuenta sólo lo que
la AFIP recauda de IVA se más que duplica al promedio de lo que ingresa por este tipo de
impuestos en los países de la OCDE", explicó.
"La Argentina presenta una situación sumamente compleja: precisa reducir urgentemente la
carga fiscal sobre el sector privado, pero al mismo tiempo eliminar el déficit fiscal. El FMI
se hizo eco de este dilema en el último staff report elevado al directorio del organismo. Allí
plantea la necesidad de ir a una nueva reforma fiscal que reduzca los impuestos distorsivos.
Y al mismo tiempo propone una serie de acciones para aumentar la base imponible en la
recaudación", aseguró Pablo Wende.
Dicho de otro modo, sugiere la necesidad imperiosa de avanzar en la lucha contra la
evasión. Solo en el caso del IVA, esto permitiría recaudar un adicional de 3,7 puntos del
PBI.
Para 2021 la Argentina hace tiempo que acumula los peores resultados en las grandes
disciplinas de la vida económica y social. Una de lista de los principales récords de la
economía local:
1 - Récord de inflación. En mayo, con otro índice cercano al 4%, el país volvió a ser
superada por el 19% de Venezuela el mes pasado; advierten que, pese a la inflación
reprimida, el índice estará más cerca del resultado del 2019 que del 2020.
2 - Récord de pobreza. Según datos de la UCA, el 45% de los argentinos son pobres, pero
ya hay otro 20% que está al borde de serlo.
3 - Récord de situaciones de cesación de pagos con los acreedores internacionales y locales.
4 - Récord de episodios recesivos. Argentina es uno con los peores índices en materia
sanitaria y económica, según un estudio que compara la evolución de indicadores clave
desde la irrupción del covid-19, hace más de un año. El estudio lo realizaron los
economistas Marcos Ochoa y Maximiliano Albornoz del Centro de Estudios para el
Cambio Estructural (CECE) y la UNLZ-Económicas y se llama “Impacto económico y
sanitario en Argentina y el mundo”.
5 - Récord en el Índice de Miseria. El país, con 95 puntos, volvió a integrar el Top10 del
ranking mundial de Miseria, edición 2020, que encabeza Venezuela y en la que comparte el
lote con países afectados por gravísimos conflictos bélicos y civiles.
6 - Récord de baja calidad institucional. Puesto 112° entre 189 países (75° en instituciones
políticas y 137° en instituciones de mercado) de la medición de la Red Liberal de América
Latina.
7 - Récord de mínima competitividad internacional. Por segundo año consecutivo,
Argentina se ubicó en la anteúltima posición en el Ranking Mundial de Competitividad que
mide esa característica en 64 países de todo el mundo. El país quedó en el puesto 63, siendo
superado únicamente en su falta de competitividad por Venezuela. El Ranking Mundial de
Competitividad es elaborado desde 1989 por el IMD, un think tank con sede en Suiza.
8 - Récord de cierre de la economía, es uno de los que menos acuerdos de libre comercio
firmó con el resto del mundo. Por mencionar sólo un ejemplo, en 15 años cayó 40% la
cantidad de empresas exportadoras.
9 - Récord de falta de transparencia de los actos públicos. Un informe de la “Alianza
Presupuestaria Internacional” presentado en EEUU consideró “parcial” la información,
“mínimas” la vigilancia y transparencia y “limitada” la rendición de cuentas.
10 - Récord de altos funcionarios con causas judiciales de corrupción. Este año, Argentina
bajó 12 lugares en el ranking global que mide la corrupción.
11 - Récord de impuestos en todos los órdenes de gobierno: nacional, provincial y
municipal. En total, son más de 165 tributos.
12 - Récord de restricciones al movimiento de capitales. El país tiene un cepo cambiario
desde el final del gobierno de Macri, con distintos capítulos desde entonces.
13 - Récord de retenciones sobre las exportaciones. Junto con Kazajistán, la economía local
es una de las que aplican más retenciones a sus exportaciones.
14 - Récord de pérdida de calidad educativa.
15 - Récord de muertes por covid en términos por habitante.
16 - Récord de ministros de Economía y de ausencia de planes económicos en los últimos
100 años. En toda la historia hubo 105 ministros de Economía, pero apenas dos
completaron los períodos presidenciales.
17 - Récord de firma de acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y posterior
incumplimiento.
18 - Récord de pleitos internacionales en el Ciadi (Tribunal de Controversias del Banco
Mundial).
19 - Récord de destrucción del mercado de capitales. El último capítulo de escenario es la
degradación a mercado standalone de la última semana por parte de MSCI.
20 - Récord de cambios de signos monetarios por ausencia de un Banco Central que
honrara el mandato constitutivo de honrar el valor del peso y generar las condiciones para
el bienestar general.

Sólo con políticas de consenso entre la dirigencia política, primero, y la empresaria


y sindical, después, se podrá aspirar al regreso a las fuentes de la política económica que
honren las enseñanzas de la ciencia y los planes consistentes de corto, mediano y largo
plazo, y un sistema judicial ágil que penalice a los detractores de la sociedad, la Argentina
podrá revertir más temprano que tarde la penosa situación que implica caer en el limbo, y
volver al terreno de la prosperidad que supo disfrutar poco más de un siglo atrás. Es
necesario tener la meta de alcanzar un clima educativo mínimo, ello implica inicialmente en
la era actual entre 15 y 20 años; aún más llevará alcanzar un clima de bienestar económico
y social a partir de estructuras tan debilitadas, y con una población ahora agobiada no sólo
por las carencias económicas básicas que se sintetizan en casi la mitad en estado de
pobreza, y con sólo un 10% o 15% con espaldas suficientes para poder avanzar hacia el
duro y largo camino del progreso para todos, sino por el agotamiento físico y psíquico que
generó la crisis sanitaria.
Por ello, un primer paso, coincidente con la preparación de las pautas
macroeconómicas y sociales para el diseño del Presupuesto 2022, es consensuar con las
comisiones legislativas una propuesta clara y contundente de sincerar todas las variables:
tarifas, tipo de cambio, salarios, impuestos, y gasto público, junto a un ambicioso plan de
reformas estructurales: laborales, tributaria, aduaneras y de apertura al mundo financiero y
comercial, consistente con un plan de estabilización de precios e incentivos a la inversión
productiva para aggiornar la industria nacional y generar fuentes de trabajo de calidad. El
resultado de esos cambios está asegurado, hay suficientes ejemplos en la región y en todos
los continentes. De su consistencia dependerá que el mundo vuelva a elegir a la Argentina
para volcar sus capitales y acelerar el proceso de desarrollo y crecimiento sustentable que lo
aleje de un pasado de la larga decadencia, económica y social.

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