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A partir de la segunda mitad del siglo XIX nuestro país se incorpora al orden mundial,
que se encontraba en expansión a causa de cambios tecnológicos trascendentales. Afines
del siglo XVIII se produce en Europa la Revolución Industrial, provocando la expansión de
la demanda de alimentos y materias primas. Argentina contaba con una economía que
podía responder adecuadamente al sistema que se iniciaba, como exportador de
productos agropecuarios. La cantidad de recursos naturales disponibles permitió basar
nuestro crecimiento en las exportaciones de productos primarios, convirtiendo al país en
un atractivo lugar para invertir capitales e inmigrar (grandes corrientes migratorias desde
Europa, ingreso de capitales de riesgo tales como ferrocarriles, puertos, frigoríficos, etc.)
lo que permitió alcanzar indicadores similares al de los países desarrollados de la época
(EEUU , Gran Bretaña, entre otros). El modelo de desarrollo agro-exportador fue el
resultado de la estrategia adoptada por la generación del ochenta para insertar al país en
el capitalismo moderno; en donde Estados Unidos y Europa se transformaron en centros
industriales demandantes de materia prima y una división internacional del trabajo que
integró a las economías periféricas como productoras de materias primas para los
mercados externos
En 1929 ante la crisis económica internacional, esta etapa basada en el Librecambio
entra en crisis, aunque deja una importante base de sustentación, debido a la magnitud
de los recursos, una incipiente industria, el nivel educativo y la dimensión que había
adquirido el mercado interno, para ingresar a la nueva etapa.
a) Marco Político
Este período se caracterizo por la estabilidad institucional, a partir de la formación
de instituciones democráticas. La elite gobernante se proponía construir una
nación moderna basada en tres pilares:
1. Fomentar la inmigración europea
2. desarrollar modernas formas de producción, incorporando
tecnología y construir una red de transportes (Ferrocarriles y
puertos)
3. Crear un sistema educativo universal, laico y obligatorio
b) La estructura social
En esta etapa el principal protagonista fue la tierra y esta estaba en poder de
terratenientes, que formaban Latifundios, que apoyaron a las grandes campañas
en las fronteras para apropiarse de territorios hasta ese momento ocupados por
los aborígenes.(J.M. de Rosas 1833-1835) (J.A. Roca 1875-1914)
d) El Estado
El comportamiento del Estado fue compatible con el sistema de poder en la
economía, donde la idea Librecambista era apoyada por la opinión pública,
garantizando el derecho a la propiedad, la seguridad interior y la unidad en el
territorio nacional.
El Estado tampoco hizo diferencia entre capital nacional o extranjero,
privilegiando muchas veces el segundo sobre el primero.
La concentración de ingreso no fue encausada hacia el ahorro sino prevaleció el
consumo de artículos suntuarios en el extranjero y en propiedades suntuosas.
El régimen conservador puso en marcha una política de educación pública reducido
a los límites del modelo existente, pero sentó las bases para las etapas subsiguientes.
En 1929 la caída de la bolsa y el consecuente colapso de a economía
internacional reveló la vulnerabilidad de la economía Argentina y el costo de no haber
tomado a tiempo medidas proteccionistas como las propuestas por Pelegrini
.
Las variables económicas
Ahorro e Inversión
Ventajas competitivas
La ampliación de las fronteras colaboró con la producción agrícola y ganadera, asi como
cierta mecanización de los cultivos y algunas modificaciones tecnológicas.
El avance de la educación elevó la capacitación de los recursos humanos.
El crecimiento sostenido se transfirió a otras actividades asociadas con el desarrollo urbano,
construcción, nuevos servicios y de mantenimiento de la infraestructura (mantenimiento de
la red ferroviaria), Argentina alcanzó en esta etapa tasas de ahorro e inversión
considerables.
Balanza de pagos
El Balance de pago argentino se sostuvo en todo el período con bases sólidas, el excedente
de la balanza comercial permitía pagar los servicios de la deuda externa.
Precios
En esta etapa prevaleció la estabilidad de precios y del tipo de cambio, lo que fue posible
por el equilibrio del presupuesto el saldo favorable de la cuenta corriente de la balanza de
pagos y la relación demanda-oferta de dinero.
La industrialización por sustitución de las importaciones (ISI) tuvo lugar en el período 1930-
1975, durante el cual es posible reconocer distintas etapas:
.
La primera denominada ISI fácil que abarca desde 1930 hasta 1952. En esta que
se aplicaron políticas arancelarias de protección a la industria local, controles
cambiarios y otorgamientos de créditos industriales. La segunda guerra mundial
profundizó las barreras proteccionista, lo que dio un impulso al desarrollo de la
industria liviana y es el peronismo quien otorga al proyecto de desarrollo industrial
un carácter social distinto , al impulsar la industria de bienes de consumo masivo.
Políticas de inversión publica directa en industrias y servicios y una política de
créditos subsidiados a los pequeños y medianos empresarios. El sector industrial
ocupa en esta etapa el liderazgo de la economía argentina, dando crecimiento a la
producción y al empleo. En esta etapa se desarrollan industrias que marchan con el
crecimiento de la población o denominadas vegetativas, (industria liviana) que usan
productos primarios con escaso valor agregado y poca tecnología, importando
productos industriales e insumos estratégicos (acero).
La segunda etapa denominada ISI difícil que abarca 1952 hasta 1975, ( aunque
para algunos autores el proceso de sustitución de las importaciones no ha finalizado
aún). Durante esta etapa la industria abarcó ramas mas complejas basadas en la
producción de insumos industriales tales como acero, papel, petroquímica, aluminio
y la creación de industrias de punta como la aeronáutica y automotriz, durante el
gobierno peronista ( 1945/55) se nacionalizaron empresas extranjeras de servicios
públicos (ferrocarriles argentinos, ); estas industrias requerían un de mayor
tecnología y de grandes capitales; estas industrias son conocidas como dinámicas,
porque crecen a mayor ritmo que la población y agregan mucho valor a cada unidad
del producto, son bienes de capital o de consumo durable. A través de la inversión
y la participación pública en empresas de producción de bienes y servicios promovió
la creación de empleo publico; que fue acompañado por mediadas de regulaciones
de precios y protección de los mercados internos que contribuyeron a una
redistribución del ingreso hacia la clase trabajadora, Durante esta etapa la
coyuntura mundial cambió y los capitales extranjeros disponibles preferían
ofrecerse con capitales de préstamo y no como capitales de riesgo. A pesar de esto
esta etapa dejo huellas en el desarrollo de país. si bien se produjo un crecimiento
económico ( 8%) existían dificultades de crédito externo para importar equipos e
insumos esenciales para el crecimiento. El crédito externo se mantuvo restringido
durante décadas y limitado a la oferta de algunos organismos públicos de las
naciones desarrolladas y a los internacionales como el FMI, que imponía pesadas
exigencias para otorgar sumas reducidas, Pero es a partir de 1970 que se produce
un exceso de oferta de crédito por parte de los grandes bancos privados
internacionales; y es a mediado de la década del 1970 donde la economía “cerrada”
comienza abrirse al exterior, vía exportaciones agrarias y fabriles crecientes que
ofrecían la posibilidad de pasar de la ISI a una industrialización apoyada en las
exportaciones . Pero la vulnerabilidad externa y los desordenes internos crean las
condiciones para caer en la deuda externa que se magnifica a partir del golpe de
1976.
a) Marco Político
b) La estructura social
Desde 1930 a 1943 la elite conservadora siguió con los principios del enfoque
ortodoxo. Se destaca en este período la visión crítica a las teorías neoclásicas de
Raúl Prebisch, que sienta las bases de lo que luego sería la heterodoxia y el
Estructuralismo Latinoamericano, establecidas en la vulnerabilidad inherente a la
condición periférica de estos países.
En 1945 con el ascenso de Juan D. Perón, el librecambio fue rechazado y la
intervención del estado pasó desde la regulación de los mercados hasta la
producción de bienes y servicios; las políticas eran de fuerte contenido nacionalista
y se confrontaban con el poder mundial.
La puja distributiva e incertidumbre atenúo las posibilidades de asumir, por parte de
los empresarios e industriales, nuevos procesos acumulativos de transformación y
crecimiento.
A partir de 1955 hubo nuevos aportes al pensamiento y a la política heterodoxa.
Destacando el Desarrollismo durante la presidencia de Arturo Frondizi
d) El Estado
Ahorro e Inversión
La tasa de ahorro era del orden del 20% , tasa comparable con los países lideres. La
inversión extranjera en este período fue del 1%
.
Ventajas competitivas
La competitividad siguió vinculada con los recursos naturales. Las manufacturas de origen
industrial ( no agropecuario) crecieron paulatinamente, aunque solo representaban el 20%
de las exportaciones.
Balanza de pagos
El desequilibrio de la cuenta corriente del balance de pago fue constante, aunque existieron
períodos de auge del balance comercial se tropezaba con la insuficiencia de la capacidad
de pagos internacionales
Precios
1976/83 El golpe de Estado por una dictadura militar e inicio de un modelo neo-liberal de
apertura económica, desregulación y privatizaciones
1983/89 El retorno de la democracia, el gobierno de transición de Raúl Alfonsin.
1989/1999 El gobierno de Carlos Menem y la consolidación del modelo neo-liberal de
apertura económica, desregulación y privatizaciones. El esquema de la convertibilidad
1991/1998
2000/2002 fase final de una progresiva “decadencia social”.
La vulnerabilidad externa y los desordenes internos crean las condiciones para caer en la
deuda externa que se magnifica a partir del golpe de 1976. La dictadura inicia un modelo
neo-liberal de apertura económica, libera las importaciones, conjuntamente con una
desregulación financiera y privatizaciones.
El aumento de los precios internacionales del petróleo y las materias primas a mediados de
1970 (ver unidad I) contribuyo a la expansión del mercado de euro-dólares que implicó la
multiplicación del crédito en divisa por parte de los grandes bancos internacionales, si bien
Argentina no tenia necesidad imperiosa de este crédito, la política oficial opto por este con
gran endeudamiento a partir de 1978. Este sistema funcionó hasta que se corto el crédito
externo, la crisis se hizo pública en marzo de 1981 con el cambio de gobierno, la crisis obligó
a una devaluación masiva provocó una recesión profunda y prolongadas. Este modelo
económico fue parte de una reestructuración capitalista a escala mundial que se profundizó
en 1990, con la caída del bloque socialista y la globalización de la economía. Dentro del
contexto de la globalización de las relaciones financieras internacionales, se permitió el
ingreso de la banca internacional haciendo crecer la deuda externa de U$S 3 mil millones
en 1975 paso a mas de U$S 50 mil millones en 1983, si bien toda América Latina se
endeudo, Argentina fue la de que alcanzó el mayor endeudamiento.
Este proceso de desmantelamiento de la industria (por las importaciones), provoco una
caída del Producto de un 21%, mientras que A.Latina cayó un 9% en la década del 80
(denominada la década perdida).
Las políticas económicas de la dictadura, la violación de los derechos humanos y el
conflicto bélico en Malvinas, provocaron el derrumbe del régimen de facto y abrieron paso
al retorno a la democracia en diciembre de 1983 (Alfonsín 1983-89).
a) Marco Político
La crisis política- institucional y el aumento de la violencia concluyeron con el golpe
de estado de 1976 que destituyo al gobierno de Isabel Perón. En 1983 con la
presidencia de Alfonsín se restituye la democracia y el país logra resolver problemas
que parecían insolubles como la antinomia peronismo-antiperonismo, aunque
persisten problemas de inseguridad y deterioros en las condiciones sociales
convirtiéndose en un impedimento para el desarrollo económico del país. Después
de medio siglo de golpes de estado se transfiere el gobierno a otro gobierno elegido
democráticamente
b) La estructura social
La restructuración capitalista, la desarticulación de la estructura productiva industrial
y el deterioro de las instituciones del Estado de Bienestar erosionaron las bases que
estructuraban el sistema de estratificación abierta e integrada que se dio en la etapa
anterior. Destacando entre los efectos regresivos el aumento de la desigualdad de
ingresos, el crecimiento de la pobreza , la instalación de la desocupación como
problema estructural del funcionamiento de la economía y aumento de la
precariedad laboral consecuencia de un país que desarticulo su estructura productiva
y su entramado social.
Ahorro e Inversión
Ventajas competitivas
La competitividad de nuestro país sigue descansando en la dotación de recursos naturales.
Seguimos exportando productos primarios y sus manufacturas y energéticos; el
autoabastecimiento de bienes de capital y manufactura compleja a disminuido y se
satisfacen a través de las importaciones, esto determina una brecha de contenido
tecnológico entre las importaciones y exportaciones.
Balanza de pagos
La cuenta corriente del balance de pago marco un creciente déficit debido al aumento de
las importaciones y de los servicios (intereses) de la deuda externa. El gobierno lanzó una
estrategia de tipo de cambio con atraso programado, conocida como la “Tablita”, que se
implemento para contener la inflación, pero en los hechos implico una continua caída de las
exportaciones y una suba de las importaciones y el déficit comercial se cubrió con
endeudamiento externo. El déficit tiende a aumentar por el agravamiento del desequilibrio
estructural del comercio exterior argentino, la transferencia de utilidades y los servicios de
la deuda externa.
Precios
La inflación llego a un 350% anual promedio en la década del 80, llegando al 400% en
1983. Las tensiones políticas de la transición democrática culminaron en un desorden
inflacionario
a) Marco político
El país tardó en superar la crisis de 1981, mientras seguía con altos índices
de inflación y presionado por los pago de los compromisos de la deuda externa,
esto llevó a una nueva crisis a finales de la década y que coincidió con un nuevo
cambio de gobierno. El gobierno de Menem se caracterizó por formar
alianzas políticas con las bases populares y los centros de poder internacional,
necesarios para sustentar una política neoliberal, extraña en un político peronistas.
Es en 1991 con la ley de convertibilidad que se logra la estabilidad de precios; este
régimen de tipo de cambio fijo y el libre movimiento de los capitales atrajo al país
capitales especulativos de corto plazo, conjuntamente con los ingresos generados
por las privatizaciones y el incremento de la recaudación tributaria permitió a
Argentina en 1994 tener una de las tasas de inflación mas baja del mundo.
Durante el gobierno peronista, entre 1991 y 1999 la deuda externa
aumentó de 61.000 millones a 145.000 millones de dólares (ver gráficos). La deuda
pública representaba el 86% del total en aquel año y el 58% en el último. La deuda
pública aumentó más del 60% en el período y la privada, impulsada por la diferencia
de las tasas de interés internacional y la local, en casi 600%. La Argentina registró
así los peores indicadores de endeudamiento de América Latina que, a su vez, era
la región más endeudada del mundo. Al final de la década de 1990, la deuda
representaba más de 5 veces las exportaciones frente a poco más de 2 veces del
promedio de América Latina (ver gráficos).
La relación entre intereses devengados sobre la deuda externa y el valor de
las exportaciones aumentó más del 100% en el transcurso de la década de 1990. Al
final de la misma superaba el 40% y sumada a las transferencias de utilidades de
las filiales de empresas extranjeras, la relación superaba el 50%, más del doble del
promedio de América Latina.
La evolución del comercio exterior fue coherente con la dinámica del
Modelo (convertibilidad). El valor de las exportaciones aumentó más del 100%, pero
el de las importaciones más del 300%. Entre 1992 y el final de la década, el balance
comercial de bienes y servicios arrojó un déficit de más de 30.000 millones de dólares
y la cuenta corriente del balance de pagos de 64.000 millones.
El Plan de Convertibilidad (1991) se aplica como herramienta para frenar la
inflación, mientras se recurría al crédito externo para cubrir el saldo de la balanza
comercial y de servicios. La crisis del “Tequila” (1994) fue una señal de la
dependencia de los flujos de divisas que tenía nuestro país, pero la crisis de 1999
fue mas fuerte aun cuando el país no podía llegar a pagar la deuda externa ni
siquiera los intereses que esta generaba.(cesación de pagos).
La concepción del desarrollo como un proceso de construcción de la Nación
en torno de sus propios ejes y metas se desvanecen, en el ámbito de las ideologías
y de los intereses hegemónicos en el orden mundial, sustentándose en la visión
fundamentalista de la globalización que ejerce un predominio en la difusión de las
ideas económicas, en el comportamiento de la economía internacional y por ende en
la economía argentina; tratándose de un proceso de alienación cultural y
subordinación ideológica.
b) La estructura social
d) El Estado
Ahorro e Inversión
En el período 1993-2001 el ahorro nacional bruto promedio se ubicó en el
15,9% del PBI, mientras que la inversión bruta interna fija representaba para el
mismo período 18,4% del PBI. La diferencia se financiaba con endeudamiento
externo.
La tasa de rentabilidad empresaria promedio de las empresas de mayor
tamaño, que se asocia con el aumento de la inversión, fue de un 3,1% en el
período 1991-2001.
Ventajas competitivas
Balance de pagos
Precios
El 6 de enero de 2002, se derogó los aspectos esenciales de la Ley de Convertibilidad
N° 23.928. En su discurso inaugural Duhalde había prometido: "van a ser respetadas
las monedas en que fueron pactados originalmente los depósitos (...) quien depositó
pesos, recibirá pesos, y quien depositó dólares, recibirá dólares". Sin embargo, por
Decreto 214/2002 de necesidad y urgencia del 3 de febrero de 2002 se “pesificaron”
forzosamente créditos y deudas ($1 a U$S 1), los depósitos bancarios ($1,40 a U$S 1)
y se dispuso la estatización de parte de la deuda privada de los bancos con los
particulares, al compensarles las diferencia entre $1 y $1,40 con una deuda a cargo
del Estado.
a) Marco Político
2003/7 El gobierno de N Kischner
2007/2011-2015 El gobierno de C F Kischner
b) La estructura social
Entre 2003 y 2009 la tasa de desocupación de la PEA disminuyó pasando del
17 % a un 8,8%. La tasa de empleo no registrado descendía del 37,1% en 2003 a un
27,4% en el año 2009. En cuanto a la distribución del ingreso la masa salarial en el 2003
representaba el 34,3 % del PBI, en el 2009 llegó al 44,7%. Entre 2003-2008 se revierten
las tendencias de las tasas ocupacionales pasando del 17; 4% de desocupación al 7,8%,
producto de nuevas políticas orientadas a la redistribución del ingreso (asignación
universal por hijo) disminuyendo también los niveles de desigualdad (coeficiente de gini) .
En el 2004, el 10% más rico ganaba 25,4 veces más que el 10% más pobre.
En 1990 la diferencia era de 15 veces. Pero desde 1992 la desigualdad comenzó a
profundizarse, aún en los períodos de alto crecimiento económico como 1996 y 1997.
Desde 1990 al 2005 la distribución del ingreso en la Argentina se vio notablemente
erosionada, impactando sobre todo sobre el 60% más pobre de la población.
Para Ferrer (2010) las ideas económicas y los actuales debates parten de sostener
“los equilibrios macroeconómicos, en los pagos internaciones, la moneda y las finanzas
públicas, con recursos propios. Esto proporciona capacidad operatoria y autonomía a la
política económica y permite la existencia de un estado desarrollista”
d) El Estado
Con una "política de dólar alto" que permitió producir bienes y servicios a precios
competitivos en el mercado internacional, muchas industrias de la Argentina comenzaron a
reflorecer después de la crisis. Desde el principio del gobierno de Néstor Kirchner, el papel
del Estado en la economía se ha ampliado respecto al que tenía durante el gobierno de
Carlos Menem. Esto se ve principalmente en la estatización de Aerolíneas Argentinas,
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Correo Argentino, Astillero Río Santiago y la creación de
ENARSA y de Agua y Saneamientos Argentinos.
Las variables económica
Ahorro e Inversión
La ministra de Industria, Débora Giorgi señala que entre las ventajas competitivas
para invertir en la Argentina se destacan los recursos humanos. Otra de las ventajas que
marcan la diferencia a la hora de pensar en invertir está relacionada con la infraestructura
productiva. En este sentido, Argentina marca tendencia ya que se ubica segunda en la
región en el ranking del Índice de Desempeño Logístico, lo que demuestra una vez más
sus ventajas competitivas.
El presidente de la bolsa de cereales de rosario (2012/13), Amuchástegui destacó las
ventajas competitivas que posee Argentina al ser uno de los pocos países que puede
generar un volumen creciente de alimentos para una demanda mundial en permanente
aumento.
Además, Argentina alcanzó un récord de producción automotriz y también una nueva
marca de exportaciones industriales. Debido a ello nuestro país se destaca en la
producción automotriz siendo el tercer productor en la región y ubicándonos dentro de los
veinte a nivel mundial. Las exportaciones industriales en los últimos dos años fueron el
principal rubro exportador, con un 34% del total comercializado en 2012, un hecho inédito
para un país de tradición agroexportadora. Aunque esa situación ha cambiado este año
2013.
Balance de pagos
En julio de 2013 el Gobierno sostuvo el plan de precios congelados de 500 productos que
lanzó en junio, pero sin embargo para el INDEC los alimentos subieron en promedio 1,2
por ciento.
Por otra parte, los precios mayoristas aumentaron 1,1 por ciento y acumularon en el año
un alza de 8 por ciento. A su vez, el costo de la construcción cayó 0,1 por ciento, y en
siete meses mostró una suba de 13 por ciento.
AÑO 2012
A fin del año 2012, la deuda neta de la Nación con acreedores del sector privado,
Organismos Multilaterales y países extranjeros era de U$S 82.696 millones (2), lo que
equivalía al 18,8% del PIB de Argentina en el año 2012.
Una parte de la misma - equivalente al 13,7% del PIB - es deuda externa. Es
decir, deuda con residentes del exterior, ya sea del sector privado (7,9% del PIB), de
organismos multilaterales o agencias de gobiernos extranjeros (5,7% del PIB). La deuda
externa privada, al 31-12-12, representa el 80,7% de las Reservas
Internacionales.
Se observa la continuidad del proceso de reducción del tamaño relativo de la deuda
del país frente a terceros, que se viene verificando desde el año 2003.
De la Deuda Pública Nacional neta, aproximadamente 31% corresponde a
préstamos de Organismos Multilaterales y Bilaterales, y el 69% a obligaciones en cartera
del sector privado.
Durante 2012, la Deuda Pública en poder de tenedores del sector privado registró
una reducción de U$S 1.369 millones. De este modo, el stock de deuda pública con
privados – sumando el total, deuda interna y externa – equivale al 13,1% del PIB,
determinando una disminución de 0,7 puntos porcentuales del producto respecto de fines
de 2011.
Por su parte, las obligaciones con Organismos Oficiales Internacionales
(Multilaterales y Bilaterales) ascendían a U$S 25.236 millones, que equivalían al 5,7%
del PIB. (1) Deuda del sector público nacional no financiero, en los términos de la Ley
24.156. Excluye, por lo tanto, la deuda del Banco Central de la República
Argentina y la deuda de provincias y municipios. Por razones de homogeneización
de cifras, también excluye los títulos elegibles para el canje (Decretos N° 1735/04
y N° 563/10) que no fueron presentados.
(2) No incluye los títulos elegibles para el Canje 2005 y 2010 que no fueron
canjeados
Para VICTOR DE GENNARO en 1997 las 200 empresas que mas facturaban del país,
facturaban el 11.2 % del PBI, de esas, 104 eran extranjeras, entonces paso Menem,
De la Rua, Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández y en el 2011 esas 200 empresas
facturan 21.5 % del PBI, casi el doble, y son 128 extranjeras, entonces hay un proceso
de concentración del capital y de extranjerización del capital”
SECTOR EXTERNO
Balance Comercial
Más allá de la incertidumbre en condiciones internacionales, las grandes
oscilaciones del comercio global en el trienio 2008 - 2011 arrojaron como saldo un
incremento adicional en los términos del intercambio. Al mismo tiempo, la
recuperación de las importaciones mundiales luego de la caída en 2009 alcanzó
especialmente a Brasil y otros países de América Latina. En este contexto, las
exportaciones argentinas se elevaron en un 20% acumulado en este período,
con un ritmo menor en términos de cantidades (alrededor de 11%). Asimismo,
la oferta de granos creció levemente (2% anual) mientras caía la producción de
hidrocarburos. Las crecientes compras de combustibles fueron un elemento
significativo en el crecimiento de las importaciones (cerca del 30% en el
trienio).
Reservas internacionales
Caen las reservas: El nivel de las reservas de divisas internacionales en
poder del Banco Central continúa registrando un persistente descenso en los
primeros meses de 2013. El stock de reservas se ubicaba en los u$s 43.200 millones a
fines de diciembre último, marcando una caída de 3.080 millones a lo largo de todo el año
2012.
El ritmo de deterioro de las reservas se ha acelerado en las últimas semanas, ya que a
mediados de marzo se ubicaban en los u$s 41.230 millones, o sea, una merma de unos
2.000 millones en menos de un trimestre, y acercándose a niveles que no se verificaban
desde el año 2007.
En el primer bimestre el nivel del déficit en materia energética -unos u$s 800 millones-
supera el monto de la disminución del superávit comercial. En efecto, las exportaciones de
combustibles y energía sumaron en ese período u$s 802 millones (-34% que en 2012), en
tanto que las importaciones de combustibles y lubricantes alcanzaron a 1.278 millones
(+52%). En ambos casos fue el gran rubro de mayor variación relativa.
SITUACION FISCAL
En 2012, el desfasaje entre la velocidad de crecimiento de los ingresos y de los gastos
determinó que se alcanzara un déficit primario de $ 4.374 millones, y si se incluyen los
pagos de intereses de la deuda pública, se pasa a un déficit financiero de 55.564 millones,
El saldo negativo ocurrió como consecuencia del aumento del 32,2 % del gasto
total respecto de 2011, mientras los ingresos totales subían 29,5 %. Los ingresos
tributarios por su parte, variaron un 24,6 %. Durante 2013 nada hace prever que las
cuentas públicas puedan mejorar sensiblemente. Del lado del gasto, dada la
inflexibilidad del grueso de los gastos a la baja y en razón del año electoral, las chances de
frenar la expansión son más bien escasas, por lo que la brecha entre erogaciones y
recursos seguiría abierta.
Para el año 2013 según un informe del Centro de Investigaciones CIFRA, los
asalariados sin aportes ni obra social rondaban el 34,5%; la desocupación era
sólo del 7,2%.
Para ese mismo año se estimaba que la pobreza es casi el doble de la admitida por
el Gobierno. Tres informes privados indicaban que superaba el 30% y alcanzaba a más
de 12 millones de personas en el país; habia más de 4 millones de indigentes; las
principales causas entendían que era la inflación, y la caída de la actividad, por lo que
paradójicamente, el crecimiento económico genera más pobres en la Argentina.
EL EMPLEO
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales.
171 205/ 113768/ 108 839/ 124542 / 12 4 916/ 115537/ 1 29 333/ 140 655/ 141126
LA ARGENTINA
Argentina volvió a encabezar un viraje económico con políticas neo-desarrollistas,
que complementaron la valorización internacional de sus exportaciones y la recuperación
de la rentabilidad pos- 2001. Pero el ensayo duró poco y ha declinado por el efecto de la
inflación, el déficit fiscal y las devaluaciones.
La crisis global no explica los desequilibrios actuales. Se apostó al virtuosismo de la
demanda eludiendo la centralidad de la ganancia. La renuncia a una apropiación mayor de
la renta sojera socavó el modelo. Se confió en capitalistas que utilizaron los subsidios para
fugar capital sin aportar inversiones.
El control de cambios fue tardío e ineficaz, no hubo reforma impositiva progresiva y
se retoma el endeudamiento externo. El modelo mantuvo el perfil extractivo, la estructura
industrial dependiente y un sistema financiero adverso a la inversión. Los críticos
neoliberales propician la perpetuación de esas falencias.
El neo-desarrollismo es un proyecto diferenciado dentro del patrón de
exportaciones básicas las últimas décadas.
En Argentina se implementó el principal ensayo del neo-desarrollista de
la última década. El país volvió a encabezar los virajes económicos de la región,
como ya ocurrió en los años 50-60 con la sustitución de importaciones y en los
90 con el neoliberalismo extremo.
Un corto ensayo
El esquema intentado en Argentina logró cierta efectividad en la fase inicial del
gobierno kirchnerista. Durante ese período (2003-2007) se reunieron las
condiciones para lograr alto crecimiento, con baja inflación y recuperación del
empleo.
Las políticas neo-desarrollistas aportaron un tercer ingrediente a los fundamentos
objetivos de este ciclo. El primer determinante fue la depreciación de los salarios y
la consiguiente recomposición de la rentabilidad que legó el derrumbe del
2001. El segundo motor de la expansión fue la valorización internacional de las
agro-exportaciones.
Las iniciativas neo-desarrollistas introdujeron cambios en la administración del
estado y un nuevo arbitraje entre los grupos dominantes. Pero este curso mantuvo
muchos vasos comunicantes con el esquema precedente. Subordinó la meta de
reindustrializar a la continuidad de exportaciones primarizadas y apuntaló a los
sectores empresarios más internacionalizados.
El modelo limitó inicialmente la valorización financiera y adaptó el rumbo
de la economía a la nueva relación social de fuerzas impuesta por la rebelión
del 2001. Hubo contemporización con las demandas populares y se recurrió a
una mayor escala de asistencialismo.
Durante cuatro años se pudo gestionar la economía con superávit fiscal
primario, alto tipo de cambio, bajas tasas de interés y expansión del consumo.
En el 2007-2010 comenzó la inflación y se frenó el crecimiento. El modelo
persistió con los nuevos impulsos aportados por la introducción de un ingreso
universal asistencial y la estatización de los fondos de pensión. Con esas
medidas se intentó sostener un esquema ya amenazado por el deterioro de sus
principales variables.
Esos desequilibrios emergieron con fuerza a partir del 2011. La inflación
se intensificó, la producción se estancó, el déficit fiscal reapareció y fallaron
todas las iniciativas implementadas para revertir el declive. El control de
cambios, la pesificación y la expansión de la emisión no atenuaron el
resquebrajamiento del modelo.
A comienzo del 2014 resurgieron finalmente las tensiones clásicas de la
economía argentina que condujeron a las repetidas debacles del pasado. La reiteración de
esos colapsos se encuentra actualmente contrarrestada por el limitado nivel de
endeudamiento público y privado, la solvencia de los bancos y la continuada
valorización de las exportaciones. Por esta razón el PBI se contrae, pero con apuestas
a un rebote ulterior.
A diferencia de sus antecesores el kirchnerismo encabezó una
administración con fisonomía centro-izquierdista y retórica progresista.
Restauró el sistema político, otorgó importantes concesiones democráticas y
sociales e improvisó un proyecto diferenciado del peronismo tradicional. Pero
no logró generar una identidad política sustituta. (Nuestro enfoque en: Katz
Claudio (2014), “Nuevo escenario, nuevas posibilidades”, 26/5. Disponible en:
www.rebelion.org/noticia
Este período concluye con un giro conservador, este viraje incluye una
gran devaluación y achatamientos de los salarios. A la luz de los enormes
desequilibrios acumulados durante los últimos años es muy dudosa la
persistencia del curso económico actual. La elevada tasa de inflación es la
principal manifestación de las tensiones generadas por el modelo. Ese
incremento de los precios supera en los últimos seis años la media global o
latinoamericana y se ha estabilizado en torno al 25-30% anual. No decae en las
coyunturas recesivas y su porcentaje real fue desconocido durante largo tiempo
por la manipulación oficial de las estadísticas. La gestión cotidiana de la
economía quedó afectada por esta distorsión de un indicador clave.
El incremento de los precios obedeció inicialmente al reducido nivel de
inversión frente a una demanda recompuesta. Ese cuello de botella se reforzó
posteriormente por el manejo concentrado de numerosos sectores. La
remarcación permitió mantener el nivel general de las ganancias una vez
disipada la capacidad ociosa.
Algunos economistas cuestionan este diagnóstico de “inflación por
oligopolio”, estimando que la carestía deriva de una “puja distributiva” entre
empresarios y trabajadores. Por simple experiencia, los capitalistas argentinos
apelan más a la remarcación que sus pares de otros países. Es una conducta
muy asociada con la elevada expatriación de capitales y el manejo de
inversiones dolarizadas.
Los rebrotes inflacionarios obedecen, además, a la preeminencia de una
estructura exportadora de alimentos que encarece todos los costos agrarios, al
compás de la valorización internacional de esos productos. Finalmente, en los
últimos años la inflación se intensificó por la decisión oficial de sostener el
consumo a través de una intensa emisión. Este ritmo de creación de moneda
quedó divorciado del respaldo en divisas y de los montos requeridos para la
producción. Por esta razón se acentuó la depreciación del peso.
El déficit fiscal constituye el segundo punto crítico del modelo. Ya se
aproxima al 3% del PBI y afecta duramente a las provincias, que destinan la
mitad de sus presupuestos al pago de salarios. Ante la ausencia de financiación
el gobierno promueve recortes a los subsidios del transporte y la energía.
El tercer campo de turbulencia ha sido la caldera cambiaria que estalló a
fin del 2013. El gobierno implementó la devaluación que pretendía evitar.
Intentó contener la estampida cambiaria vendiendo reservas, pero terminó
generando una hemorragia que redujo peligrosamente el respaldo de los pesos
en circulación.
También se introdujeron formas de control cambiario que los neoliberales
cuestionaron a viva voz, culpando al intervencionismo estatal por la “inestabilidad de los
mercados”. Pero esa injerencia fue muy acotada y sólo buscó detener las presiones
devaluatorias. Como Argentina no fabrica los dólares que utiliza para solventar sus
compras externas, necesita algún tipo de regulación estatal cuando las divisas comienzan
a escasear.
El gobierno intentó contrapesar el “mercado libre” que manejan los bancos y los
exportadores. No violó ninguna ley de la naturaleza, ni tampoco los principios de
una economía sana. El control de cambios fue introducido en forma tardía y se
manejó con total arbitrariedad. En lugar de penalizar a los especuladores, los
funcionarios toleraron la apropiación bancaria de los menguantes dólares.
Después de transitar por todos los rum bos posibles, el gobierno se
em barcó en un ajuste que cuestiona todos los principios neo-desarrollistas.
Elevó drásticamente las tasas de interés y forzó un encarecimiento del crédito
que asfixia el consumo. De un estancamiento en la creación de puestos de
trabajo se pasó a una coyuntura de menor empleo, en un marco de alta
informalidad laboral. Este contexto se ubica muy lejos de la depresión del 2001, pero el
modelo se ha quedado sin combustible.
Lo más traumático son las medidas de restricción salarial que convierten
a los ingresos populares en la variable de ajuste. La inflación licúa los salarios,
las jubilaciones y los programas de gasto social. El gobierno oculta las cifras de
pobreza e indigencia para no transparentar que su promedio actual se asemeja
a los decenios anteriores. Nadie puede exhibir com o un logro de la “década
ganada”, que la pobreza afecte hoy al trabajador y no al desocupado, o que el
asistencialism o evite las situaciones de ex trem a ham bruna.
Argentina ha vivido muchas veces estas coyunturas críticas. Pero las condiciones
actuales difieren significativamente en el plano político y económico de los antecedentes
traumáticos legados por el “rodrigazo” (1975), la hiperinflación (1989) o el colapso general
(2001). La tensión actual no tiene el alcance del pasado, pero ilustra la
impotencia de la receta neo-desarrollista para evitar los temblores que
atormentan a la economía.
Algunos economistas atribuyen las fallas al impacto de la crisis global que irrumpió en el
2008. Afirman que el modelo permitió contrarrestar las consecuencias más dramáticas de
esa convulsión, pero sin neutralizar todos sus efectos. Establecen comparaciones con
Europa y remarcan las virtudes del crecimiento nacional frente al resto de Sudamérica.
Ciertamente el divorcio del mercado financiero internacional y la
prioridad asignada al consumo, diferencian al modelo argentino de la apertura
neoliberal, imperante en otros países de Sudamérica. Pero el impacto de la crisis
mundial ha sido limitado y semejante en ambos casos, dada la afluencia común de divisas
que generó la apreciación de las exportaciones. Los precios récord de la soja y los
ingresos aportados por la agro-exportación durante la última década,
superaron en cinco veces el promedio de los 90 y en diez veces la media de los
80.
Los principales desequilibrios del experimento neo-desarrollista radican en el propio
modelo. Ese esquema supuso que bastaba con alentar la demanda para incentivar el
despegue de un círculo virtuoso de inversión y crecimiento. Inspirados en la heterodoxia
keynesiana, sus promotores imaginaron que el simple aliento al consumo impulsaría a
toda la economía hacia un sendero de crecimiento auto-sostenido. Pero lo que funcionó en
el 2003-07 perdió consistencia en el 2008-2010 y se tornó inviable desde el 2011. Los
heterodoxos suelen cometer una ingenuidad simétrica al ideario neoclásico, al imaginar
grandes expansiones de la oferta productiva por el mero repunte de la demanda.
Lo que funcionó durante la salida de la convertibilidad por la existencia
de importantes recursos ociosos, perdió viabilidad en la coyuntura posterior.
Esas políticas permitieron incluso ciertos resultados de corto plazo frente a la
recesión del 2009. Aprovecharon la subsistencia de un gran colchón de fondos
públicos para reanimar la economía. Pero ese excedente se disipó
posteriormente. Cuando en el 2013-2014 desapareció el margen para posponer
ajustes, el gobierno recurrió a las políticas ortodoxas de contracción de la
demanda, que el neo-desarrollismo suele objetar enfáticamente.
Los distintos proyectos de industrialización que se implementaron desde la segunda
mitad del siglo XX apuntaron a contrarrestar esta tendencia a la primarización estructural.
La primacía agroexportadora reapareció con fuerza en las últimas décadas de
modernización de la producción agrícola (modificaciones genéticas, agroquímicos,
maquinaria de última generación) y aumento de la demanda internacional (por
especulación financiera, compras de China-India y agro-combustibles).
Este escenario volvió a disuadir el tibio intento oficial de sostener la actividad fabril, más
allá de alguna sustitución de importaciones.
Con el manejo de dólar se experimentaron todas las alternativas de introducción y
eliminación de controles.
En el plano impositivo quedó nuevamente congelada la reforma
progresiva discutida en incontables oportunidades. Las propuestas para gravar
la renta financiera, el juego y las actividades minero-extractivas han sido tan
numerosas, como los proyectos para reintroducir los aportes patronales en la
previsión social. Se habló hasta el cansancio de estos temas sin ningún
correlato en definiciones prácticas.
Para Katz, esta sucesión de fracasos ha sido coronada en el 2014 con el
giro hacia la recreación del endeudamiento externo. Con ese objetivo se pagan
las sentencias que emitió el tribunal del Banco Mundial (CIADI), a favor de
cinco empresas afectadas por la pesificación que sucedió a la convertibilidad.
También se reabrió por tercera vez el canje de títulos externos en litigio, para
ofrecer un nuevo acuerdo a los fondos buitres. Estos financistas adquirieron por
moneditas las acreencias argentinas desvalorizadas y ahora aguardan su pago
integro en los tribunales de Nueva York.
El gobierno busca créditos externos luego de varios años de desembolsos que
afectaron seriamente a las reservas. Presentó como un acto de “soberanía financiera” ese
gran traspaso de fondos a los acreedores. Ahora intenta reiniciar un nuevo ciclo de
endeudamiento de los entes estatales y provinciales. Con el mismo objetivo de
retomar el endeudamiento externo se ha indemnizado a REPSOL,
desconociendo la promesa de auditar el saqueo que consumó esa compañía.
Algunos economistas describen esa capitulación como un logro, argumentando
que el país necesita inversiones para recuperar el faltante energético. Pero
olvidan que hasta hace pocos años Argentina exportaba combustible, mientras
las reservas de petróleo y gas se desplomaban, generando el actual bache de
importaciones. Este déficit no obedece al crecimiento de la economía.
Simplemente hubo permisividad oficial frente a todos los incumplimientos de
las compañías petroleras.
La recuperación cíclica de la última década reforzó, además, la
concentración y extranjerización de la industria. Como se mantuvo una ley de
inversiones extranjeras que otorga total libertad para remitir utilidades, el
grueso de las ganancias fueron giradas a las casas matrices.
Las empresas trasnacionales controlan la mayor parte de la actividad
industrial y no realizan transferencias de tecnologías. Como el mercado argentino
es marginal a sus estrategias globales, el nivel de reinversión local es muy bajo. El
contraste entre esa expansión y el desplome del sistema ferroviario retrata hasta qué
punto estuvieron invertidas las prioridades del desarrollo. Las pocas regulaciones
heterodoxas que se introdujeron para ordenar el mercado de capitales o actualizar la
Carta Orgánica del BCRA, no alteraron la carencia de préstamos de largo plazo. Sólo
multiplicaron la liquidez que manejan los bancos para motorizar la demanda.
El ocaso del ensayo neo-desarrollista está reavivando en Argentina las
convocatorias neoliberales a imitar las políticas de apertura y privatización de
los gobiernos conservadores.
Los neoliberales auguran una lluvia de dólares cuando se “recupere la confianza en
un buen gobierno”, sin aclarar quién lucrará con esas divisas y cuánto costará su repago.
También proponen extirpar el “populismo económico” y erradicar la perversa “intervención
del estado”.
Pero suelen desconocer el intenso estatismo que caracterizó a todos los gobiernos
pro-mercado. El gasto público nunca se redujo significativamente bajo esas
administraciones. También ellos utilizaron los recursos del estado para subsidiar a los
empresarios afines.
Al cabo de una década el neo-desarrollismo tambalea. El modelo se
distanció inicialmente del neoliberalismo, pero sin incluir las medidas
requeridas para llevar a cabo la redistribución real del ingreso y el cambio de la
matriz productiva. No modificó los pilares de una economía dependiente con
gran desigualdad social.
Denominaciones y proyectos
La crítica a esta corriente no debe recaer en la veneración del viejo
desarrollismo, olvidando que tampoco ese antecesor cumplió con sus metas. El
frustrado proceso de reindustrialización actual prolonga las dificultades que enfrentó la
versión fallida de los años 50-60. Las contradicciones con la primera experiencia
anticiparon los problemas que vuelven a emerger en la actualidad.
El principal debate entre los intérpretes del neo-desarrollismo opone a quienes
elogian y critican los propósitos (o resultados) de esa experiencia. Esta última visión busca
comprender y cuestionar los cambios de modelos y políticas económicas, que se han
registrado en América Latina en los últimos años. Estas modificaciones se procesan al
interior de un mismo patrón de reproducción de exportaciones básicas. La
complejidad del fenómeno justamente radica en la multiplicidad de vertientes
que actúan dentro de la misma etapa del capitalismo.
Es importante distinguir al neo-desarrollismo del neoliberalismo, para
notar cómo las diferencias en el plano económico se proyectan a la esfera
política, en afinidades hacia gobiernos de centroizquierda o administraciones
derechistas.
El neo-desarrollismo no es una simple bandera demagógica de presidentes con
discursos progresistas. Constituye la modalidad actual de los proyectos que
periódicamente adoptan las elites, las altas burocracias o los grupos
capitalistas de los países semiperiféricos. No es un programa en debate dentro
Estados Unidos u Honduras. Irrumpe cíclicamente en el escenario político de
Brasil, México o Argentina.
Este tipo de economías medianas necesitan retomar la industrialización.
Cuentan con importantes mercados internos y masas de asalariados, pero sin el
pilar que sostiene a esas estructuras en las potencias centrales. Han concluido
hace mucho tiempo sus procesos de acumulación primitiva, pero enfrentan
severas trabas periódicas para la acumulación de capital.
La definición del desarrollismo como una “religión de la periferia capitalista”
ilustra esta peculiar tendencia a la reiteración. Al concluir una experiencia fallida emerge
la amnesia social que hace olvidar ese fracaso, pero al mismo tiempo se preparan las
condiciones para repetir el experimento
- Claudio Katz es economista, investigador, profesor. Miembro del EDI (Economistas de
Izquierda).
Tras la severa crisis de principios de los años 2000, la economía conoció un rápido
crecimiento, y luego etapas de ralentización o repunte. Sin embargo, tras un crecimiento
bajo en 2015, el país volvió a entrar en recesión en 2016, con -1,8% de crecimiento.
Sin embargo, el FMI preveia una reacción del crecimiento en 2017 (+2,7%). Argentina
dispone de un potencial considerable en materias primas (litio, el segundo yacimiento de
gas de esquisto del mundo, la cuarta reserva de petróleo).
Las reservas del banco central de Argentina habían caido de 52 mil millones USD en
2011 a 26,2 mil millones USD a fines de 2015. Las compañías de electricidad requierian
inversiones considerables. Subsistian otros problemas estructurales, como la corrupción y
el deterioro de los transportes públicos, la educación y la salud.
La situación social del país era delicada: el desempleo aumentaBA (en torno a 7% en
2016), la malnutrición persistía y más de 30% de la población vivía debajo de la línea de
pobreza.
En 2016 puso fin al proteccionismo. Sin embargo, esto ocasiono una baja de la
producción industrial de 4%. Además, la mitad de la población activa trabaja en el sector
informal. El presidente Macri también suprimió las subvenciones al consumo energético para
reducir el déficit presupuestario. Sin embargo, esta medida aumentó el precio del gas.
Contexto Internacional
Por último ubicamos al ciclo denominado por Ferrer “Hegemonía financiera” a partir
de la desregulación de la tasa de interés y del régimen cambiario introducido con la
reforma financiera de 1977. El modelo rentístico financiero se caracterizó por el
endeudamiento externo. El matiz deferencial se dio desde la preponderancia del sector
financiero. A un lado quedaron la producción interna y las exportaciones. La apertura
irrestricta de los mercados pulverizó literalmente los activos internos. El precio vil de los
intercambios y la entrega vergonzosa de la Acción de Oro de las empresas nacionales,
inauguró una etapa nefasta de desguace nacional. Capitales golondrinas y expoliatorios
ingresaron al país con total libertad. Hoy Argentina intenta salir de un periodo de
ostracismo mundial en términos de posibilidades económicas para recibir flujos de
inversiones extranjeras directas (IED). El proceso de recuperación es lento. Se espera un
crecimiento del producto, balanza comercial positiva, superávit fiscal y aumento de
reservas.
Sin embargo, se preguntaba Aldo Ferrer, la gran dificultad que atraviesa esta
gestión, (gobierno de Cambiemos) es responder a la pregunta auto referencial: ¿cuál es
el costo social que tiene en mira afrontar considerando los retrasos salariales y
niveles de pobreza? Pareciese que la sociedad es la elegida para soportar
tamaños esfuerzos frente a “crisis terminales”.
Y la economía en resecion
El déficit según metas Dujovne
La Deuda en crecimiento
Estructura social y distribución del ingreso
En abril de 2019 la pobreza en el país llegó al 32% y hay casi 2,7 millones de
nuevos pobres. En estos momentos cuando las recientes cifras oficiales -desempleo,
pobreza - mostraron nuevamente la fragilidad de la estructura social argentina, el primer
punto a dilucidar es si un país que tiene un 32% de la población y un 23% de los hogares
que viven bajo la línea de la pobreza puede seguir siendo considerado un país donde
existe un gran porcentaje de estratos medios, o como vulgarmente se dice de clase media.
Los estratos o clases sociales expresan una configuración multidimensional. Contemplan
una diversidad de aspectos que hacen a la identidad de los individuos. Educación, trabajo,
ingresos, hábitos, consumos, vivienda, relaciones, herencia, geografía, lenguaje, códigos,
símbolos, entre otros. Salvo en situaciones de disrupción -como la hiperinflación de 1989 o
el colapso 2001/2002, por ejemplo-, los movimientos en las capas que dan forma a la
pirámide social son lentos. Así lo demuestra el índice de nivel socioeconómico elaborado
por los expertos de Saimo, CEIM y la AAM. Entre 2011 y 2017, el peso de cada uno de los
estratos se movió apenas algunas décimas. A grandes rasgos, la estructura social
argentina está congelada desde hace 8 años. Esta falta de cambios tiene una
evidente correlación con una economía que en ese largo período tuvo cuatro años
recesivos -2012, 2014, 2016 y 2018- y que, punta a punta, creció 0%.
De ahí en más, según la UCA , la serie estadística osciló en valores similares, pero
ascendentes, llegando a 2015 con un nivel de 29,7%. Al recuperarse las estadísticas
del Indec en 2016, la primera medición arrojó un guarismo aún más alto: 32,2% de las
personas y 23,1% de los hogares eran pobres. Luego se reduciría hasta el 25,7% de las
personas y el 19,6% de los hogares en el segundo semestre de 2017.
Que hoy estemos en el mismo punto que hace 30 años muestra a las claras la
magnitud del problema, lo traumático que resulta y las enormes dificultades para
resolverlo. La conclusión evidente que arroja el análisis de los indicadores sociales en una
perspectiva amplia es que desde hace muchos años nuestro país no es "un país", sino que
conviven "varios países" en un mismo territorio. La Argentina extravió la característica de
aquel cuerpo colectivo homogéneo que la distinguía de América Latina y adquirió un
progresivo nivel de fragmentación social, que terminaría coagulándose hasta volverse
estructural. Esta es la realidad que hoy vivimos y que complejiza no solo el análisis, sino
también el proceso decisorio, impactando tanto en quienes tienen que decidir inversiones
como en aquellos que deben definir políticas. Es cierto que el país tiene una acuciante,
dolorosa y muy preocupante fragilidad social que oscila desde hace años entre el 25% y el
33% de sus ciudadanos bajo la línea de pobreza. Eso no quita, por otra parte, que, a
pesar de ello, siga teniendo una de las clases medias más importantes de la región: 45%
de la población. Aún supera el promedio regional que, según la OCDE, en 2017 era del
35%. Con una diferencia: los países vecinos vienen de menos a más. En 2000 la clase
media era 21%. La idea del ADN de clase media que resiste y permanece vigente gana
densidad cuando indagamos en la autopercepción. Si bien el 45% de la población
técnicamente puede definirse como de clase media, en función sobre todo de su empleo y
su nivel educativo -lo que correlaciona fuertemente con su nivel de ingresos-, el 82% cree
pertenecer a este grupo. Nuestro potente imaginario de clase media no es un invento
narcisista, sino el resultado de la memoria reciente. La Argentina supo ser un país donde
más del 70% de la población era de clase m edia. Las primeras mediciones del
Indec, de 1974, lo confirman. Y eso quedó grabado a fuego en el ser nacional. De
ningún modo puede tratarse a la clase media como un todo homogéneo. Hay varias, por
lo menos dos: la media alta y la media baja. Tampoco puede pensarse el presente bajo los
parámetros del pasado. Señala la OCDE, en su informe Perspectivas económicas de
América Latina 2018, que los países vecinos se enfrentan ahora a dificultades que en la
Argentina se conocen desde hace rato. "La expansión de la clase media ha sido una de las
principales transformaciones de América Latina en los últimos años y ha traído consigo un
cambio de expectativas, aspiraciones y demandas que explica en gran manera la actual
insatisfacción en la región". Está claro: la clase media, por naturaleza, es exigente. Su
vocación, inherente a la movilidad social ascendente, es ir hacia arriba. Y su permanente
temor, también hijo del proceso que la vio nacer, es volver a caer. Aquí radica entonces la
enorme complejidad que "el país que contiene varios países" les plantea a los decisores
este año. Tanto a quienes buscan seducir a los consumidores como a los que pretender
interpelar a los ciudadanos. Deseos cada vez más homogéneos y demandas crecientes,
ambos potenciados por la transparencia que introdujeron las redes sociales, con bolsillos
estresados por la pérdida de poder adquisitivo y estructuralmente fragmentados. En
definitiva, una profunda disociación entre aspiraciones y posibilidades.
En enero del 2019, el repunte del valor de las grandes empresas argentinas llegó al
17,3% luego de un 2018 en el que perdieron la mitad de su capitalización bursátil, es
decir, la medición que indica cuánto vale una compañía según el número que le atribuye el
precio de su acción. Fue el mejor mes desde octubre de 2015, el de la primera vuelta de
las elecciones presidenciales que condujeron a Mauricio Macri al poder.
Las mayores ganancias fueron para los bancos. Grupo Financiero Galicia repuntó un
32,3% y Banco Macro, un 32,1%. La primera compañía está de festejo en el comienzo del
año: desde que cambió la composición del Merval, a principio de enero, es la firma con
mayor participación (17,58%), por lo que en un contexto de vuelta de flujos
financieros hacia la Argentina salió beneficiada. El contexto más favorable para los
activos financieros argentinos, dicen los especialistas, se dio por una conjunción de
factores internos y externos, pero también por un rebote después de un 2018 malo. En
primer lugar, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos confirmó la semana pasada que
será "más paciente" para elevar las tasas este año. Eso se traduce en un menor flight to
quality, el término que se utiliza en el mundo de las finanzas para describir la decisión de
un inversor de abandonar un activo de mayor riesgo por uno más seguro, como los bonos
estadounidenses. En las primeras cuatro semanas del año se vio un ingreso de capitales
hacia mercados como el argentino, que permitió una suba de los activos financieros y una
apreciación de las monedas respecto del dólar". Había una mayor calma por el
acuerdo comercial que está avanzando entre China y Estados Unidos, lo que llevaba
mayor tranquilidad a los inversores para buscar riesgo a medida que el huracán
geopolítico mundial va perdiendo fuerza. Pero solo fue por muy poco tiempo. A nivel
local, ayudó la liquidación de exportaciones agropecuarias durante los primeros meses por
US$1800 millones, lo que ayudó a que se apreciara el peso, se aquietara más el
dólar y, en un contexto de tasas altas, hizo más atractivos los activos en
moneda argentina. Los especialistas destacaban el éxito del plan monetario y cambiario
del Banco Central. "Que la cotización del dólar se vaya por debajo de la zona de
no intervención implica que están ingresando capitales y que hay mayor oferta
que demanda de dólares, ya sea porque hay menos plata para comprar o
porque no es negocio. A corto plazo esto es saludable, pero a largo plazo no es
congruente con una economía competitiva por el riesgo de un tipo de cambio
real atrasado”, afirmaban. El año 2018 estuvo marcado por errores internos y un
contexto internacional desfavorable. En el combo local entraron los movimientos erráticos
para contener la corrida cambiaria, los casos de corrupción y la incertidumbre política, que
se hizo presente más hacia fines de 2018. A ese escenario se le sumó la aversión por el
riesgo emergente que sobrevoló el mundo desde el primer trimestre. Un cambio de humor
internacional y algunas señales positivas locales transformaron el escenario en el arranque
de 2019
Crecimiento económico
CRECIMIENTO ECONÓMICO
2,00%
1,40% 1,30%
1,00% 0,90%
0,70% 0,60%
0,00% 0,10% 0,10% 0,20%
jun-18 jul-18 ago-18 sep-18 oct-18 nov-18 dic-18 ene-19 feb-19 mar-19 abr-19 may-19
-1,00%
-1,30% -1,30%
-2,00% -1,90%
-2,30%
-3,00%
TIPO DE CAMBIO
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
La Deuda externa
La deuda externa a valor nominal de la Argentina creció un 19,3% a lo lardo del año
pasado y alcanzó así los 277.921 millones de dólares, informó el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (Indec)
Por los desembolsos que el Fondo Monetario Internacional realizó en la segunda
mitad del año, el 49,8% de la expansión de la deuda se generó sólo en el cuarto y
último trimestre del 2018, de acuerdo al informe oficial. El stock de deuda externa
bruta total con títulos de deuda a valor nominal residual al 31 de diciembre de 2018, se
estimó en 277.921 millones, es decir, 22.377 millones de dólares mayor respecto al
trimestre anterior.
Balanza de Pagos
Es muy dificil comparar una gestión de 4 años con otra que aún no llegó a 9
meses. El saldo de la primera no fue bueno. De 16 indicadores económicos, sólo hubo
mejoras en 5, aunque en materia de infraestructura el saldo fue positivo: 7 mejoras sobre
8 indicadores.
Si revisamos os indicadores que Alberto Fernández “heredó” de Macri y ver qué
tendencia tuvieron desde entonces. Los resultados no son halagüeños.
El indicador más abarcativo es el “Estimador Mensual de Actividad Económica”. El
Gráfico adjunto, elaborado por la consultora de Miguel Broda en base a la serie del Indec,
desde 2004 a la fecha, muestra que la caída del nivel de actividad al inicio y en los últimos
dos años de la gestión macrista empalidece frente al colapso en lo que va del año.
Cabe consignar, además, que en el primer trimestre, que tuvo sólo cuatro días hábiles
afectados por la cuarentena iniciada el 20 de marzo, el nivel de actividad ya había
caído 5,4% respecto a igual trimestre de 2019.
La evolución del EMAE, de 2004 a la actualidad. El indicador más cercano al PBI, no
favorece a la gestión Fernández ni al coronavirus
Si bien desde mayo el indicador muestra variaciones positivas respecto del pozo de
abril, sigue en territorio negativo respecto de iguales meses de 2019 y difícilmente el saldo
del año sea una caída inferior al 10%. Guido Lorenzo, de la consultora LCG, por ejemplo,
la proyectó en 15%, lo que de verificarse retrotraería el PBI de 2020 al nivel de 2005 y el
PBI por habitante al de 2002. Esto es, retrocesos de entre 15 y 18 años.
Semejante caída fue poblando el cementerio de empresas. En diciembre de 2019 el
Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) registraba 546.074 empleadores “en
blanco”, 23.072 menos que cuando Macri asumió la presidencia, pero 20.374 más que en
junio pasado. Esto es, en los primeros 7 meses de gestión Fernández, en un contexto de
pandemia y cuarentena, el número de firmas con empleados en blanco retrocedió casi
tanto como en los cuatro años de Macri, al nivel más bajo de la última década: 525.700
que, además, empleaban 327.326 personas menos que un año ante
En eso apuntó el economista Matías Surt, de la consultora Invecq, cuando, en
reacción a declaraciones del presidente sobre el mercado laboral en los primeros 5 meses
del año, elaboró el gráfico de abajo, sobre la evolución del empleo registrado. Imposible
ver allí una mejora.en el empleo
Los datos son aún peores en el campo más pobre e impreciso de la informalidad. El
Observatorio de la Deuda Social de la UCA estimó que la tasa de desempleo habría
aumentado en el segundo trimestre al 15,5%, contra el 10,4% que registraba en el
primer trimestre (prepandemia) y el 8,9% del último trimestre de 2019. El Observatorio
calculó que 1.050.000 personas perdieron el empleo en los últimos meses y llamó a
650.000 de ellos “desocupados Covid”, trabajadores informales que se desempeñaban
como cuentapropistas, eventuales o asalariados no registrados de emprendimientos
pequeños y medianos.
La consecuencia es un marcado aumento de la pobreza, que diferentes consultores
estiman podría alcanzar al 50% de la población y que, según precisó Unicef Argentina a
principios de este mes, abarcaban en mayo al 53 % de los niños de la Argentina,
proporción que aumentaría a 63% hacia fin de año. Ocho millones de niños pobres, cerca
de 1,3 millones de chicas y chicos pobres más por una crisis cuyos efectos el presidente
frivoliza en pos de una chicana política.
Los datos de inflación, con un 15,8% acumulado en los primeros 7 meses del año y
42,2 % en los últimos 12 meses, lucen mejor que el 54% de inflación de 2019, pero no
tanto si se tiene en cuenta que se consiguieron en un marco de recesión y congelamientos
tarifarios que consumen recursos fiscales en forma de subsidios, y un cuadro fiscal,
monetario y cambiario prendido con alfileres.
Las reservas de libre disponibilidad son entre USD 5.600 millones y USD 4.600
millones menos que el 10 de diciembre de 2019, el déficit fiscal cerraría el año entre
8 y 10% del PBI y obliga a una fuerte emisión monetaria, parcialmente
compensada con emisión de Letras de Liquidez (Leliq) que alimentan el “déficit
cuasi-fiscal” (no ya del Tesoro, sino del BCRA) y junto a la debilidad de las reservas y los
bríos alcistas del dólar, apuntan a un aumento de las tasas de inflación en los últimos
meses del año, que podrían empeorar aún más el cuadro económico y social.
El presidente recibió una economía con una fuerte inercia inflacionaria y recesiva y
un margen estrecho para negociar la deuda externa con los acreedores privados, en el
marco de una deuda pública total que durante los cuatro años de Macri había aumentado
de USD 223.000 a 310.000 millones. Pero desde abril ya no paga esos vencimientos, el
acuerdo con los acreedores privados los despejó hasta 2025 y tiene hasta fines de 2021
para renegociar los vencimientos con el FMI. No es poca cosa pero, más allá de la
estrategia política, debería buscar comparaciones que lo favorezcan. Pero no las hay.
El superávit comercial fue de USD 1.893 millones en mayo, con otra fuerte caída de
las importaciones .Las compras al exterior cayeron el 31,8% y las exportaciones el 16,3%.
El saldo favorable acumuló USD 6.612 millones en los primeros cinco meses del año. China
desplazó a Brasil como principal socio comercial del país
El Intercambio Comercial Argentino (ICA) alcanzó un importante saldo positivo de
USD 1.893 millones en mayo, debido a una fuerte contracción de las importaciones. En los
primeros cinco meses del año el saldo favorable para el país por el intercambio de bienes
con el exterior acumuló 6.612 millones de dólares.
En un marco de contracción global del comercio y de la actividad económica por
efecto del coronavirus, el amplio saldo favorables se debió a que, en el quinto mes del
año, las exportaciones se redujeron un 16,3% interanual, y las importaciones, un 31,8%,
según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
El total del intercambio comercial (exportaciones más importaciones) disminuyó
23%, en relación con igual período del año anterior y alcanzó un valor de 8.229 millones
de dólares.
“Con la entrada en vigencia de las nuevas restricciones para que importadores
ingresen al mercado de cambios, esperamos que se reduzcan aún más”, añadió
Econviews.
Las exportaciones y las importaciones disminuyeron principalmente por las
menores ventas de vehículos para transporte. Este item significó en los últimos años casi
la mitad del intercambio comercial con Brasil y, por lo tanto, su descenso motivo que
China desplazara en mayo al país vecino como principal socio comercial.
En ese sentido, la nota saliente fue el aumento del 25,1% de las ventas a China el
mes pasado, mientras que las importaciones desde ese país cayeron el 21 por ciento. El
intercambio comercial con China registró en mayo un saldo positivo de 307 millones de
dólares. Las exportaciones sumaron USD 963 millones y las importaciones desde China
totalizaron 656 millones de dólares.
Mientras, el Banco Central estableció férreos controles en el mercado cambiario
con el fin de mantener una depreciación sostenida del tipo de cambio y no ver
erosionadas sus reservas internacionales, las cuales durante mayo se redujeron en USD
980 millones, según datos de la entidad financiera.
Sector
Sector público y deficit
El déficit fiscal se multiplicó por 10 en un año: en mayo ascendió a $251.287
millones.Fue la consecuencia del segundo mes con casi plena cuarentena. Se debilitaron
los recursos tributarios y se potenció el gasto social para asistir a los más vulnerables.
Según informó la Secretaría de Hacienda, volvió a debilitarse el resultado de las finanzas
públicas.
El Sector Público Nacional (SPN) registró en mayo un resultado primario deficitario de
$251.287 millones, se multiplicó casi por 10 respecto del registrado un año antes, pese a
que la inflación se redujo a menos de 45% en ese período. El pago de intereses de la
deuda pública ascendió a $56.932 millones, y elevó el rojo financiero a $308.219 millones.
Los ingresos totales del Sector Público Nacional sumaron $328.120 millones, apenas se
elevaron 2,4%. Al respecto, el informe de la Secretaría de Hacienda destaca: “Este
comportamiento de los recursos está explicado por los efectos contractivos del ASPO sobre
los volúmenes de producción, consumo, inversión y comercio exterior. En ese sentido, los
ingresos tributarios retrocedieron 3,3% respecto a mayo de 2019 (caída de 36,2% de los
derechos de exportación, 7,9% de la recaudación de IVA –neto de reintegros– y 5,1% del
impuesto sobre los débitos y créditos)”.
Contribuyeron a disminuir semejante efecto negativo en términos reales de más de 29%
el desempeño de los ingresos tributarios, los ingresos no habituales por el vencimiento
anual de bienes personales declarados fuera del país, ascendió a $2.705 millones (subió
1.191%), y el impuesto PAIS que no existía el año anterior, el cual aportó $6.774 millones.
Los ingresos totales del Sector Público Nacional sumaron $328.120 millones, apenas se
elevaron 2,4%, acusaron una caída en términos reales de 28,6 por ciento
Por el contrario, el gasto primario virtualmente se duplicó en los últimos 12 meses, sumó
$579.507 millones, como consecuencia principalmente de “las medidas implementadas por
el Poder Ejecutivo Nacional para sostener los ingresos de las familias ($80.000 millones),
el empleo y la producción y compensar la caída de recaudación de las administraciones
provinciales ($53.327 millones”, explicó la Secretaría de Hacienda.
Se repitió el escenario de los dos meses anteriores, cuando el Gobierno nacional decretó
desde el 20 de marzo la cuarentena, con el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio
(ASPO), porque derivó en el plano de las finanzas públicas en un movimiento de pinzas:
por un lado fuerte disminución de los recursos tributarios y por el otro, notable incremento
del gasto social derivado de las medidas paliativas que implementó el Gobierno para los
sectores vulnerables.
El informe diario de ejecución del Presupuesto de la Administración Central ya había
anticipado un severo deterioro de las finanzas públicas, con 43,3% del total previsto para
todo el año, según las partidas autorizadas hasta el presente por un total de $5,65
billones. El movimiento base caja del Sector Público No Financiero, esto es el resultado de
ingresos percibidos y gastos efectivamente pagados, acumuló en los primeros cinco meses
de 2020 un saldo negativo de $604.836 millones que contrastó con el superávit de
$36.819 millones de un año antes; mientras que el financiero, con el agregado del pago
del servicio de intereses de la deuda pública, concluyó con un déficit de $898.969
millones, multiplicó por 4,1 el registrado en igual tramo de 2019. Representó el
equivalente a 4% del PBI. En los primeros 5 meses de 2020 el déficit primario ascendió al
equivalente a 3% del PBI del año y el financiero se aproximó a 4% del producto
En junio hubo un aumento de jubilaciones de 6,12%, mucho menos que lo que hubiese
correspondido por segunda vez en el año con la suspendida Ley de Movilidad de las
Jubilaciones y Pensiones; más el pago del medio aguinaldo, juntamente con la extensión
del pago del Ingreso Familiar de Emergencia a unos 9 millones de beneficiarios.
Inicialmente para los perceptores de la Asignación Universal por Hijo, y desde mañana el
resto que completó el registro de la Clave Bancaria Única (CBU).
El default, la renegociación de la deuda y la herencia para los
que vendrán después
El acuerdo por la deuda qué herencia deja para los que siguen
El canje tal como fue acordado libera mucho los vencimientos para este período
presidencial y algo para el que empieza en el 2023.
La mayor parte del alivio en los pagos de deuda cae en el período presidencial de
Alberto Fernández, A partir de 2024 en adelante, la carga se vuelve más pesada
Con el canje de deuda bajo ley extranjera, y el esperable traslado de las mismas
condiciones a los bonistas tenedores de títulos ley local, la Argentina obtiene aire para sus
pagos hasta 2023 que, poco después, va desapareciendo a medida que se acumulan
vencimientos de relevancia que será necesario refinanciar.
El ministro de Economía Martín Guzmán obtuvo su alivio “significativo” de los
vencimientos de deuda, de más de USD 37.000 millones nominales en total. La mayor
parte del alivio cae sobre el presente período presidencial y, en menor medida, sobre el
siguiente. A partir de 2028, mientras tanto, la carga de vencimientos se vuelve más
pesada y requerirá que el Estado pueda refinanciarse.
Antes del canje, según datos compilados por Gabriel Rubinstein y Asociados el
Tesoro argentino enfrentaba pagos nominales al sector privado por USD 148.534 millones
entre 2020 y 2117 si se toma en forma conjunta los pagos de bonos regidos por ley local y
ley extranjera, ya que los primeros recibirían un trato similar según la ley que aprobó el
Congreso. Se trata de deuda por cerca de USD 83.000 millones de capital en manos de
tenedores privados a lo que se suman los pagos de intereses hasta el vencimiento.
Es, precisamente, el perfil de vencimientos que el Gobierno buscaba reducir y que,
según los cálculos de Rubinstein, cargaba entre 2020 y 2023 vencimientos por casi USD
38.797 millones al actual Gobierno, el iceberg que quería esquivar Guzmán. Y que se
redujo a cerca de USD 2.889 millones con el nuevo acuerdo.
Hay un alivio de corto plazo, que es el principal activo conseguido por Guzmán.
Superada esa fecha, los pagos de deuda que deberán enfrentar administraciones futuras
empiezan a engrosarse. Entre 2024 y 2027, pagos que caen en el próximo período
presidencial, el alivio de deuda es mucho más leve: el nuevo perfil de vencimientos cae de
USD 33.313 millones a USD 25.154 millones. Y a partir de 2028 y hasta 2031, ya con una
tercera administración en el Ejecutivo, en lugar de un alivio lo que hay es una mayor
carga: los vencimientos por USD 23.767 millones previos al canje saltan a USD 23.767
millones.
El acuerdo, entienden especialistas, le da cuatro años al Gobierno para tratar de
solucionar los problemas macro que le impiden financiarse en el mercado. Porque a
medida que avancen los pagos, será vital poder emitir deuda para refinanciar los pagos
que se deberán afrontar.
“Entre 2025 y 2035 inclusive los vencimientos totalizarán USD 92.200 millones, o USD
8.400 millones al año promedio. Así, para evitar que Argentina caiga en default
nuevamente en la próxima gestión presidencial (o la siguiente), el país debe ser capaz de
volver a los mercados de deuda”.
AÑOS 2020-2021
La economía argentina comenzó el 2021 con una caída interanual del nivel de actividad.
Según informó el Indec, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) marcó
un retroceso de 2% interanual, por lo que acumula 10 meses consecutivos de caídas como
consecuencia en parte de la pandemia.
El 2020 había terminado con un desplome del EMAE a nivel anual de 10%. De esa
manera, la economía concluyó el año de la pandemia con el retroceso más pronunciado
desde la crisis de fines de 2001, cuando esa cifra orilló el 11%.
De todas formas, medido de forma mensual, la economía sigue mostrando una recuperación
(en enero fue de 1,9%), una tendencia que comenzó a manifestarse en mayor o menor
medida desde mayo. Desde el Ministerio de Economía consideraron que con los números
de enero la actividad económica “supera el nivel de marzo de 2020 y se ubica apenas 1,3%
por debajo del nivel pre-Covid de febrero de 2020″.
Si analizamos la evolución de la actividad sector por sector, en la mayoría de los casos los
sectores que venían con crecimiento tuvieron un avance mayor y aquellos que todavía
tienen números rojos recortaron esa caída, de acuerdo a los datos difundidos por el
organismo estadístico. Crecieron de forma interanual siete sectores, dos más que en
diciembre. En enero lideró el crecimiento pesca (12,3% interanual), seguido de la
construcción, que creció 10,2% interanual y acumula la tercera suba consecutiva, y la
segunda a tasas de dos dígitos.
También crecieron intermediación financiera (7,2%), industria (4,6%) y comercio (2,6%),
estos últimos dos sectores registrando el tercer aumento consecutivo. También registraron
recuperaciones el sector agropecuario (1,7%) y las actividades inmobiliarias, empresariales
y de alquiler (1,2%). En este caso, se trató del primer crecimiento tras once meses en baja.
Las previsiones económicas privadas y de organismos internacionales estiman que la
actividad no sufrirá otro golpe este año. Pero el crecimiento no será vigoroso. El FMI
calcula que el país crecerá 5,8% este año 2021. Es lo mismo que decir que la actividad se
mantendrá casi estancada, ya que cinco puntos se explican porque el promedio de
actividad del año pasado fue muy bajo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) corrigió
al alza sus expectativas de crecimiento económico para la Argentina en 2021, del 4,5% que
estimaba en enero a un 5,8% esperado. Como siempre en las proyecciones económicas, hay
diferencias de acuerdo a quién es el organismo o el especialista que hace los números, pero
a grandes rasgos el consenso entre los analistas varía entre un piso del 6% y un techo del
8%. Son, prácticamente, tasas chinas de crecimiento, pero aun así nadie se entusiasma
mucho.
Por el impacto de la pandemia de coronavirus y la extensa cuarentena en el país, la
actividad económica en 2020 cayó 9,9%, la mayor contracción anual desde la crisis de
2002 (-10,9%) tras la salida de la convertibilidad, según informó el INDEC. De esta
manera, la economía argentina acumula tres años seguidos de recesión.
La cifra surge del informe de avance del nivel de actividad que arrojó que el Producto
Bruto Interno (PBI) en el cuarto trimestre de 2020 tuvo una baja preliminar de 4,3%
respecto a igual lapso del año anterior. En cambio, en la medición desestacionalizada, el
PBI verificó un crecimiento de 4,5% comparado con el tercer trimestre, mientras que la
tendencia-ciclo muestra una variación positiva de 0,5%.
DEUDA
DÓLAR E INFLACION
La inflación supera las previsiones del ministro Martín Guzmán. Lejos de la soñada
meta del 29% proyectada por el Gobierno para este año, las consultoras privadas estimaron
que la inflación terminará en el 48,4%, aunque algunas se estiraron hasta el 59,5 por ciento.
El Indec informó que en mayo la suba de precios fue del 3,3%, del 21,5% desde enero y del
48,8% en los últimos 12 meses.
En un contexto de aumento regional de la inflación (hasta el 9,2% en mayo contra el 8,7%
en abril) por el aumento de la demanda, las interrupciones de la oferta y la relajación de la
política monetaria, la Argentina sigue dando la nota por detrás de la caótica situación de
Venezuela, con una suba de precios del 22% desde enero y del 45% en un año.
La economía se encuentra en un problema de incerteza fuerte. Pero las empresas necesitan
un panorama y por eso hay consultoras que se dedican a crear un pronóstico.
En cuanto a los pronósticos de las consultoras privadas, el consenso del 48,4% de
inflación no oculta algunas divergencias: Econométrica pronosticó una suba de precios del
59,5%, el banco UBS del 54,9%, el estudio Ferreres & Asociados del 51,7%, Quantum del
50,9%, LCG y FIEL del 50,6%, el estudio Eco Go un 49% y, del otro lado, Gabriel
Rubinstein un 44 por ciento. Para el año próximo, el promedio es del 39,4%,
En cuanto al dólar, los analistas consultados por Latinfocus pronosticaron $ 114,4 a fin de
este año (contra $ 102,4 planteados por el Gobierno en el presupuesto), pero UBS se estiró
hasta $ 132, HSBC a $ 130, Torino Capital a $123,7 y Econométrica a $ 120,7. Para 2022,
el promedio es de $ 158,9, aunque Eco Go estimó $ 180,5, Empiria $ 173,9, LCG $ 171,5 y
Capital Economics 170 pesos. Un precio del dólar no contemplado en el presupuesto 2022,
que se calcula por debajo.
PRESION FISCAL
Las empresas argentinas pagan la segunda tasa impositiva más alta del mundo.
Supera el 100% según un informe del Banco Mundial. El impacto en la inversión y la
competencia. En los países vecinos, en tanto, los porcentajes van desde un 34% para Chile
hasta un 83,7% para Bolivia. Todos por debajo de la Argentina
La presión impositiva sobre las empresas argentinas es la segunda más alta a nivel global,
Según los datos del último informe Doing Business (Haciendo negocios), un proyecto
conjunto del Banco Mundial y la consultora PwC, la tasa total de impuestos y
contribuciones obligatorias que debe abonar una empresa local durante su segundo año de
actividad es de 106%, expresada como un porcentaje de sus beneficios.
En todo el mundo, solo dos países tienen porcentajes por encima del 100%: la Argentina y
Comoras, que alcanza el 219,6%. En los países vecinos, en tanto, los porcentajes van desde
un 34% para Chile hasta un 83,7% para Bolivia, pasando por un 65,1% en el caso de
Brasil.