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Lic.

Carlos Smachetti – Psicología del desarrollo 2 -

CLASE 6

INTRODUCCIÓN AL PERÍODO DE LA ADULTEZ

Los temas desarrollados pertenecen a mi propiedad intelectual -

Desde la perspectiva de Erikson, debemos tener presente los conceptos de


crisis y crisis vitales (ya caracterizados y diferenciados) y el ciclo vital en
tanto etapas que se suceden.

Erikson habla de dos estadios adultos:

JUVENTUD

DOS ESTADIOS ADULTOS

ADULTEZ

Cada estadio es condición necesaria para que el próximo tenga lugar. Cada
estadio es indispensable para el siguiente. La adultez corresponde con el
séptimo estadio del ciclo vital del que habla Erikson. La antítesis crítica se
plantea entre:

GENERATIVIDAD vs. ESTANCAMIENTO Y AUTOABSORSIÓN

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La generatividad abarca (como ya señalé cuando vimos el gráfico de las


edades de Erikson) la procreatividad, la productividad y la creatividad y por
lo tanto la generación de nuevos seres, de nuevos productos e ideas, todo
esto tiene que ver con un mayor desarrollo de la identidad. En este caso
tiene que ver con la identidad adulta.

Un sentimiento de estancamiento no es ajeno al sentir común de todos los


adulto (todos los adulto alguna vez sentimos ese tipo de sentimientos)
incluso a aquellos adultos que son productivos y creativos.

Así Erikson nos enseña que la nueva virtud que surge de esta antítesis del
estadío de la adultez, es “EL CUIDADO”, que se entiende como un
compromiso ampliado de cuidar de las personas, los productos y las ideas
por lo que uno ha aprendido a preocuparse; hay algo así como “darse
cuenta” de la importante que es la generación siguiente.

GENERATIVIDAD Procrear. Vida. Mundo físico. Matrimonio.


Producir. Bienes. Trabajo.
Crear. Ideas.

ESTANCAMIENTO Se acerca o asocia con la patología básica, posible


regresión a alguna crisis anterior no resuelta.

El cuidado es la fuerza positiva y se opone al rechazo que es la fuerza


negativa que opera en el estancamiento.

Remarca no sólo la importancia de la relación sexual en cuanto a la


posibilidad de potencia, es decir, procrear, sino también como una necesidad
psicobiológica de procreación, es decir, no sólo ligado a lo sexual, instintivo,
sino también vinculado a lo intelectual, al pensamiento. La cultura espera la
procreación y así se lo hace sentir a cada adulto (normalmente).

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Recordemos que en el estadio anterior (juventud) se había trabajado la


antítesis Intimidad vs. Aislamiento en donde era necesario animarse y lograr
“abandonarse” a sí mismos para el encuentro mutuo con otro en una
reunión de cuerpos y almas, es decir, que se lograba la intimidad bajo esas
condiciones.

El estancamiento, como todas las antítesis negativas del modelo de Erikson


(en este caso vinculado con la adultez) de las etapas anteriores, señala la
patología básica potencial de la etapa e implicará la posibilidad de algún tipo
de regresión o conflicto previo.

Un adulto debe estar dispuesto a transformarse y constituirse en un Modelo


numinoso los ojos (a la vista) de las generaciones siguientes y estar
dispuesto a actuar como juez del mal y a transmitir valores e ideales (algo así
como que están “obligados” a mostrarse positiva e idealmente ante los
menores).

La intimidad y la generatividad están obviamente relacionadas en forma


estrecha en el esquema que propone Erikson.

Por otra parte el término adulto encierra cierta ambigüedad, ya que desde la
definición legal (que se basa en la edad cronológica) puede no coincidir con
el concepto de adulto desde el punto de vista de la madurez. Alguien que
tiene veintiséis años es adulto cronológico pero puede no serlo desde el
punto de vista de la madurez y podría también ocurrir al revés. O sea que se
puede ser:

Cronológico - (relacionado con la edad y con los


parámetros que establece la ley).
ADULTO
Psicológico – (relacionado con la madurez).

Podríamos acordar que la adultez se extiende desde los veintiséis años hasta
aproximadamente los sesenta y cinco años, para esto nos hemos basado en
consideraciones relativas al desarrollo biológico, psicológico y social;
sujetándonos en cuestiones de orden cultural que enmarcan a esta etapa
entre estas edades.

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Es bastante probable y razonable que a los veintiséis años la mayoría de las


personas hayan logrado ciertas adaptaciones fundamentales y aprendizajes
suficientes como para poder resolver la mayor cantidad de problemas que
les plantea la vida en sociedad. En el otro extremo, a los sesenta y cinco años
la mayoría de las personas se sentirá en los umbrales de la vejez. Por
supuesto que estos dos extremos se basan en las exigencias e imposiciones
que marcan la sociedad y la cultura (en el próximo capítulo nos
extenderemos respecto del porqué de la edad de sesenta y cinco años para
el límite de ingreso a la vejez).

ALGUNOS ASPECTOS COMUNES DE LA MADUREZ -

Las personas de más edad en realidad presentan como una coraza, una capa
defensiva que les permite poder sobrellevar con menos daño hacia su
persona, cualquier tipo de experiencia vital, a diferencia de los más jóvenes
que presentan un punto de saturación mucho más bajo.

La edad y la experiencia tornarán más duras a las personas pues los adultos
desarrollan mecanismos de adaptación y supervivencia que son propios de
sus situaciones adultas.

A lo largo de los años para proteger a sí mismo o al propio YO contra los


asaltos de las experiencias difíciles, van tornándose habituales ciertas
técnicas que ayudan a superarlas.

Pero esta capacidad de defensa psicológica no constituye una prueba de


insensibilidad ya que la gente realmente DURA (de dureza) no necesitará
utilizar defensas tanto como la que realmente es sensible, por lo tanto
podemos decir que cuanto más defensivo sea el individuo, es más probable
que más sensible sea realmente.

En la transición a la adultez “se pierden” las ilusiones, en tanto que en la


madurez se aprende a vivir sin ellas o a poner alguna otra cosa en su lugar,
esa otra cosa implica una preocupación por la supervivencia personal y la
protección del sí mismo y del grupo familiar a través del trabajo y esfuerzo.

La transición a la adultez constituye una serie de dramáticos encuentros


con experiencias desilusionantes y decisiones inciertas. La adultez parece
una situación menos dramática de desgaste.

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El adulto joven puede dirigir su vida maniobrando de manera más libre e


independiente, más fluida, más idealista, sin preocuparse mayormente por
cuestiones de supervivencia.

El adulto maduro se ajusta más a las líneas relativamente fijas que se le


imponen a través de la cultura y la sociedad.

A continuación trabajaremos algunos aspectos que resulta muy importante


considerar en el estudio del período de la adultez:

EL MATRIMONIO –

Se puede decir que en general después de los primeros cinco años de


matrimonio, se produce una disminución general de la satisfacción y la
adaptación mutuas. Declina la intimidad física, la pareja comparte menos
intereses y actividades y son más los que hacen mención a que se sienten
solos.

Ocurre que con el transcurso del tiempo cada uno de los cónyuges van
siendo captados por sus mundos particulares (trabajo, amigos, deportes)
marcado u obligado por la necesidad de ganarse la vida. También es cierto
que en la mayoría de los matrimonios con el correr de los años, comienzan a
haber asperezas y hasta cierto desencanto.

El trabajo y las exigencias domésticas pueden generar un sentimiento de


ahogo que se suele acompañar con una solapada “necesidad de oxígeno”, de
escapar, de salirse. Tal vez esto esté marcando la necesidad de
comprometerse en un cambio y readaptación de la pareja y del vínculo.

Pareciera que se empieza a perder la dinámica de la pareja/matrimonio (o se


entra en otra dinámica que debe re-aprenderse) juntamente con cierto
endurecimiento de los cónyuges por su edad adulta, justamente cuando
habría que haber empezado a cambiar y no estancarse (recordar a Erikson,
estancamiento). El peor enemigo del matrimonio es el estancamiento (no el
aburrimiento) y lo mejor y más importante es tener presente que eso va a
ocurrir y entonces adelantarse a este fenómeno, prevenirlo con la intención
de ir optimizando el dinamismo para evitar el estancamiento, implica esto la
puesta en escena de ingenio, creatividad, respeto y consideración entre las
partes.

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En cuanto al matrimonio y con relación al concepto del desgaste y asperezas,


puede afirmarse que a pesar de estas consecuencias todavía existen ganas
de generar vida, cosas, ideas, trabajo lo que hace muchas veces, muy rica e
interesante la vida en matrimonio.

LA AMISTAD -

Ya sabemos que en la adultez aparecen desgastes y fatigas en el seno del


matrimonio con el correr de los años. Esto mismo también ocurre con el
trabajo y con las amistades, las que pierden alguna importancia en la
madurez. Las personas adultas satisfacen más las necesidades de
comunicación íntima dentro del matrimonio que con los amigos, en general.
Si bien existen relaciones personales y amistades, pero las relaciones que se
establecen con éstos, son más superficiales y formales.

Las lealtades primarias se asientan en la familia, se apoyan más en la familia


que en los amigos. Esto podrías deberse tal vez a que los deseos de éxito
profesional y las necesidades de progreso material propios de esta edad,
hacen que las relaciones no sean profundas y por esto la experiencia
individual le haya enseñado a los adultos a no comprometerse demasiado, a
no ir muy profundo, a “desconfiar” o a tener cuidado en sus relaciones.

Esto forma parte de la dureza que habíamos mencionado más arriba, de la


coraza de los adultos que protege de las frustraciones y golpes de la vida.

En la madurez ocurre un fenómeno que tiene parecidos y hasta se relaciona


con un cierto “retiro de la libido”, una cierta introversión normal, un cierto
aislamiento social además de una pérdida de sensibilidad. Así se aprecia en
general que la amistad de los adultos no es más que una mutua huida del
aburrimiento, la actividad se centra en la ocupación del tiempo libre (que
cada vez es menos).

Haciendo una mirada rápida, podríamos decir que la vida del adulto se
presenta como poco grata, que es desesperanzada, sin embargo existen
muchas razones para justificar seguir viviendo y con la actitud de
procreatividad vigente. Fundamentalmente justifica estas afirmaciones la
familia, los hijos, el/la esposo/a, el trabajo, la competencia.

Si bien todas estas cuestiones que “motivan” para seguir adelante, pueden
producirle daños físicos o afectaciones a la salud (todo tipo de enfermedades

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consecuencia del estrés sostenido). Existe una importante cantidad de


personas maduras que no cambiarían sus vidas para evitar estas
enfermedades.

ALGUNOS ASPECTOS CONSIDERADOS CRÍTICOS DE LA ADULTEZ SON “EL


DESGASTE” (QUE YA SE SEÑALÓ) Y EL “SENTIDO” O PÉRDIDA DEL MISMO.

En psicoterapia de adultos lo que se pretende es trabajar con el paciente


procurando que pueda resignificar sus conceptualizaciones para que pueda
realizar cambios, que se dé cuenta de que el tiempo pasa y que envejece
(esto es normal), que deben seguir a pesar de todo, pues esa es la razón de
ser de cada humano sano, es decir que sólo deben aprender a vivir.

La tarea básica que deben comprender las personas en la madurez consiste


en darse cuenta del rol que les compete dentro de esta edad.
Comprendiendo esto, seguramente podrán vivir de otra manera
entendiendo por qué deben soportar exigencias, esfuerzos, enfermedades,
estrés, etc. a lo largo de la vida.

La cultura hace que los adultos exijan a los niños y a los adolescentes para
que hagan ciertas cosas al mismo tiempo que también la cultura les impone
ciertas restricciones, pues entonces por qué no a las personas en la madurez
también la cultura les imponga restricciones y exigencias. Debemos entender
que así funciona, así es la dinámica del funcionamiento de la cultura para los
adultos y así deben vivir aunque podría no gustar.

Las pérdidas (desgaste) se ven compensadas por la experiencia, por lo


reconfortante que es ver crecer a los hijos y verlos crecer bien a pesar de las
dificultades, y además el hecho de poder sobreponerse a las dificultades,
resolver bien los problemas que las exigencias de la vida les plantea.

El darse cuenta es “una obligación” de los adultos y esto es bueno a los


ojos de las generaciones siguientes pues serviría como “un mensaje” que se
les transmite para que “entiendan” que vale la pena seguir los
lineamientos de la cultura y sus mandatos.

Las personas en la madurez deben lograr sobreponerse a esto para que los
de la generación que sigue a la de los adultos (los jóvenes) puedan tener una
vida mejor, más digna y con menos inseguridades.

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Cuando algo tiene sentido (familia, trabajo, amigos) aparece un compromiso


y eso hace que las cosas se hagan bien y con responsabilidad. Donde hay
sentido entonces puede surgir o aparecer la convicción. El sentido despierta
un desafío y estimula las ganas de competir, de seguir. El sentido implica
tener un para qué.

A veces en relación al sentido de la familia, suele ocurrir que la


pareja/matrimonio se esfuerza al principio por mejorar la situación
económica y cuando esto “se ha logrado” (alrededor de los cuarenta años)
se encuentran ambos desgastados en lo físico, en lo emocional y hasta en lo
vincular.

Es probable que la esposa haya sostenido al marido atendiendo ella la casa y


ocupándose del cuidado de los hijos para que el marido logre un cierto
progreso laboral, profesional, económico y cuando esto ocurre se encuentra,
se ve físicamente y estéticamente fea, desarreglada y hasta tal vez gorda, es
decir, que ella no ha recibido el mismo reconocimiento que el esposo (este
modelo es mas común en ciertas culturas).

Así, la esposa podría llegar a sentir que ella no ha recibido el mismo trato
(típicos conflictos de estos tiempos) y esto podría contribuir a generar algún
tipo de roces y asperezas entre los cónyuges que deben ser atendidos
preventivamente.

En este período es importante que cada uno de los integrantes de la pareja


se asuma tal cual es sin perder de vista los esfuerzos hechos por cada uno,
fundamentalmente no debe olvidarse el amor que ambos han puesto en
juego al unirse, al criar a sus hijos, al apoyarse para progresar
profesionalmente, etc. Los adultos deben asumir sus roles y hacerlo como
debe sin mas.

Entonces vemos que los desgastes aparecen en este período tanto en lo


físico, fisiológico, psicológico y en lo social. También debemos considerar la
crisis propia de esta edad, de este modo, podremos tomar conciencia de la
magnitud del fenómeno de la adultez.

Respecto de los desgastes, en relación a lo fisiológico, en esta edad


empiezan a aparecer “señales” externas (arrugas, canas, flacidez, celulitis,
caída del cabello, etc.). Esto coincide con la aparición de las cirugías

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estéticas, los estiramientos, la tintura, se adopta la moda de los más jóvenes,


etc.

Esto nos está, muestra un duelo en el adulto por la pérdida de juventud, de


fuerza, de estética, de reconocimiento externo (muchas veces por influencia
de los medios masivos de comunicación a través de los modelos culturales),
aspectos que necesariamente deben ser reemplazados por un
autoconocimiento de las potencialidades, de los pasos dados a lo largo de la
vida y así procurar enriquecer y mejorar la propia autoestima (de sí mismo)
que podría servir para compensar esas “supuestas pérdidas”.

Muchas veces el divorcio entre los cónyuges sobreviene por motivos


similares o vinculados con los aspectos señalados anteriormente en donde
las partes no aceptan o no quieren aceptar el desafío que implica
reformularse permanentemente la relación (reformularse para evolucionar
siguiendo los cambios).

La vida puede ser entendida como un largo proceso de pérdidas y rupturas,


pero no obstante, el ser humano tiene que sobreponerse y poder llegar a
destino razonablemente bien. Es importante en este período que los adultos
comprendan que deben auténticos con sigo mismos y con los demás, en
especial con los más cercanos.

A veces puede aparecer un sentimiento de sin sentido en los adultos. Este


sentimiento podría tener origen en una angustia existencial consecuencia de
la toma de conciencia de la finitud, relacionado con la percepción lineal del
tiempo lo que muestra la proximidad de la llegada de la muerte.

Otros autores más escépticos consideran que la situación del adulto es de


una matizada infelicidad. El adulto es un ser que se queja por naturaleza en
virtud de su insatisfacción y de la toma de conciencia de su incompletud y
finitud. La felicidad, que es un concepto muy abstracto y poco reconocible,
puede llegar a ser un medio, el motor, en el tránsito para lograr alcanzar la
sabiduría (mezcla de experiencia y esperanza). La felicidad es por instantes, a
veces, es fugaz. ¿Existe?

En general en la vida se sufre y se goza y en ambos casos tenemos la


posibilidad de encontrarnos con otros de variadas formas que permite la
expresión y manifestación de sentimientos y emociones de todo tipo, lo

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hacemos en el dolor y en la felicidad. Buscamos y necesitamos tener a otro


cerca en esos momentos.

También en la adultez podría aparecer algunas ideas emparentadas con el


suicidio (hablo de ideas) especialmente en las grandes ciudades por los
efectos del estrés, las frustraciones, que golpean la autoestima hasta por la
presencia talvez de angustia existencial, ante la muerte. ¿Estamos
capacitados para entender la muerte?

TRABAJAREMOS A CONTINUACIÓN LOS TEMAS DE DISCREPANCIA, CRISIS


ADULTA Y EL DESENCANTO.

Recordemos que en la crisis se producen una serie de cambios súbitos y


considerables en la persona, en toda la persona, en sus ideas, en sus
creencias como también en lo psicológico y en lo social. La persona en crisis
descubre que sus expectativas están alejadas de lo que la realidad le ofrece
asociado a situaciones de dudas, cuestionamientos, descontento e
insatisfacción crecientes, temores, nuevos deseos y necesidades.

LA DISCREPANCIA es la diferencia que existe entre lo que uno cría que iba a
ser, tener o lograr cuando fuera adulto (personas, afectos, bienes, hijos,
etc.), es decir las expectativas, y lo que realmente ha logrado. Esta
discrepancia puede ser en menos pero también puede ser en más y eso
suele sorprender a la persona que descubre que ha logrado superar las
expectativas iniciales.

Al encontrarse con la crisis las personas toman conciencia de que ya no


puede seguir con las antiguas estructuras, esquemas, modelos y que ahora
tiene que enfrentar situaciones diferentes a las habituales a las que no
puede aplicar soluciones predeterminadas o conocidas.

Se impone efectuar modificaciones de significación, asumir la crisis y la


necesidad de cambio y adaptación, tanto en la manera de pensar como en la
de actuar.

SE PRODUCEN CAMBIOS SÚBITOS Y CONSIDERABLES EN:

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1 - En el estado físico y la salud.


2 - En el YO.
3 - En el rol.
4 - En el contrato social relación conyugal
con los hijos
con los familiares y amigos
con los padres

5 - En el mundo exterior.

Veamos cada uno de estos cambios.

1 - En relación a cómo se ve afectado nuestro estado físico podemos


apreciar:

1. Disminución en la agudeza visual.


2. Caída del cabello.
3. Arrugas en la piel fundamentalmente en la cara.
4. Perturbaciones de salud (ciertas afecciones típicas como las úlceras
gástricas o duodenales, colesterol, hipertensión arterial, etc.).
5. Hay una lenta disminución de las hormonas sexuales masculinas y
femeninas con la consecuente repercusión en los procesos de
envejecimiento:
 relajación y atonía de la piel y los músculos,
 endurecimiento de los vasos sanguíneos,
 disminución de la capacidad pulmonar.
 degeneración de las articulaciones, en los miembros y en la
columna.
6. Aparece también disminución de algunas funciones cerebrales
(memoria, atención y concentración, agilidad mental).
7. Modificación del metabolismo que implica tener que cambiar de
hábitos alimenticios e incluir una rutina de ejercicios físicos.

2 - En cuanto a los cambios en el YO del adulto, después de haber logrado un


cierto éxito laboral y profesional (en nuestra cultura en especial primero el
hombre) necesita, desea tener tiempo para su familia, esposa, hijos, hobbies
y poder cultivar su persona. En tanto en la mujer que ha dedicado su tiempo
al cuidado del hogar, del esposo y de los hijos, desea ahora tener tiempo

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para ocuparse de sí misma, estudiar, trabajar y poder comprobar y afirmar


sus capacidades y valores que había postergado.

Aparece la discrepancia entre lo que se esperaba de su vida y lo que


realmente logró donde la autoestima y la autovaloración están ligadas a los
éxitos y logros laborales y materiales.

Con frecuencia se experimenta la sensación de que ya se ha vivido todo


cuanto es posible, disminuyen o desaparecen las esperanzas e ilusiones de
nuevas posibilidades.

3 - En cuanto al rol, se pasa de ser protegido y cuidado, propio de todos los


períodos anteriores a la adultez, a un nuevo rol y tarea y que consiste
esencialmente en que ahora tiene que cuidar y atender a dos generaciones
(a los hijos adolescentes y a los padres ancianos y/o enfermos).

4 – En el contrato social:

 Cambios en la relación conyugal consecuencia propia del paso del


tiempo y de algún tipo de estancamiento en la dinámica de la relación
(discusiones, discrepancias, desgaste, separaciones).
 Con los hijos, estos se casan y “abandonan” el hogar.
 Familiares, amigos, relaciones laborales, todo esto ahora genera
mayores erogaciones de dinero, gastos, salidas, en virtud de que los
hijos ingresan a la universidad e inician una vida “casi independiente”
a lo que además
 le debemos sumar los gastos que suelen ocasionar los padres ancianos
enfermos, tener que ubicarlos en algún geriátrico, o ayudar a comprar
los medicamentos.

5 – En el mundo exterior:

Van surgiendo cambios en las costumbres de la sociedad, en los estilos de


vida, en las normas, en las tecnologías. Estos cambios se producen más
rápidamente de lo que la persona es capaz de comprender, elaborar,
especialmente en los últimos tiempos y sobre todo a la manera en que se
transmite la información y en cómo comunicarse. Se reciben mensajes
provenientes de los medios de comunicación que generan estímulos
contradictorios que despiertan confusión, desconcierto, lo que su vez dispara

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un conflicto entre tener que adaptarse a “lo nuevo” o seguir firme a los
valores que se tiene.

PÉRDIDA DE ILUSIONES JUVENILES -

Desde que nacemos nuestros padres, los docentes, los agentes de


socialización, nos inculcan mensajes que apuntan convencernos de que si
nos portamos bien, estudiamos, trabajamos, formamos un hogar, tenemos
hijos, se impone la promesa de que se obtendrá el premio, la recompensa
por nuestro apropiado comportamiento, la que consistirá en:

1. Siempre seremos amados, protegidos, ayudados, reconocidos por los


seres queridos y la sociedad.
2. Con nuestro apropiado comportamiento vamos a evitamos grandes
dolores, penas, privaciones y frustraciones.
3. Lograríamos satisfacer muchos deseos, anhelos y necesidades.
4. Que tendríamos éxitos y triunfos, felicidad en el matrimonio y un
magnífico bienestar general.
5. Tendríamos estabilidad para el futuro, en lo laboral, matrimonial.
6. Tendríamos todo bajo control y que viviríamos casi “sin riesgos”.

O sea, que gran parte de la vida las personas se esfuerzan y se sacrifican en


perseguir objetivos externos con la creencia de que así lograrían satisfacer la
necesidad de seguridad exterior.

A esta edad, en la madurez, comienzan a descubrir o a tomar conciencia de


que ese “gran castillo de ilusiones, creencias y suposiciones” se está
deteriorando o desmoronando y que esa seguridad exterior tal como se la
habían enseñado desde pequeños, no existe.

¿QUÉ PUEDE SUCEDER? -

 Nuestros seres queridos no complacen nuestros deseos y expectativas.


 Existen conflictos y discusiones reiteradas con el cónyuge y los hijos
(algún hijo no estudia como se esperaba, o ha embarazo a otra o ha
sido embarazada, etc.).

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 Nuestros padres están ancianos o enfermos o han fallecido.


 Nuestro cónyuge puede morir, abandonarnos o dejar de amarnos.
 Un gran amigo se distancia o fallece.
 Nuestra entrada de dinero puede llegar a ser insuficiente.
 Pérdida del poder social o económico por haber invertido mal, perdido
juicios, compromisos financieros que no pueden cumplirse.
 Despido laboral o falta de ascenso.
 Aparición inesperada de enfermedades de cierta consideración (en
nosotros mismos por desgaste o en algún ser querido).
 Pérdida de la figura y la vitalidad física.

O sea que vamos descubriendo que nuestras creencias y suposiciones son


sólo suposiciones o fantasías. Tal vez en la madurez las personas descubren
que en cierta forma han sido decepcionados, engañados, estafados,
confundidos, doloridos, angustiados, es decir, toman conciencia de la crisis.

DUDAS Y CUESTIONAMIENTOS QUE APARECEN EN ESTA EDAD, PROPIOS DE


LA MADUREZ -

Las más frecuentes, que provienen de relevamientos efectuados a los


pacientes adultos durante muchos años de escucha en psicoterapia. Las
quejas más comunes que surgen, son:

1 - ¿Por qué no me siento feliz con lo que logré?


2 - ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Me gusta lo que estoy haciendo?
3 - ¿Por qué habré desperdiciado esas posibilidades y oportunidades?
4 - ¿Por qué no habré hecho tal cosa?
5 - ¿Cómo no me di cuenta antes de esto?
6 - ¿Tengo la vida que quiero o la que puedo? punto de apoyo para la
psicoterapia.
7 - ¿Por qué viví gran parte de mi vida para complacer y cumplir órdenes y
mandatos?
8 - ¿Por qué a veces me vienen deseos de huir de todo lo que me rodea?
9 - ¿Me quedará tiempo para obtener las metas que aun no logré o nuevas
metas?
10 - Si obtuve lo que deseaba ¿por qué no me produce la satisfacción que
suponía?¿Por qué esta sensación de vacío interior?

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11 - ¿Por qué esta sensación de ahogo en el trabajo y en el matrimonio?


12 - ¿Por qué siento enojo e irritación con frecuencia?
13 - ¿Por qué me exijo tanto y tengo que hacer todo a la perfección?
14 - ¿Soy dependiente o independiente?

TODAS ESTAS CUESTIONES DEJAN TRASLUCIR LA CRISIS DEL ADULTO Y POR


SUPUESTO PERMITE INFERIR LA EXISTENCIA DE:

- Angustia ante la crisis, ante la existencia.


- Sentimientos de estancamiento.
- Depresión, melancolía.
- Desgaste.
- Desilusión.
- Enojo.
- etc.

ESTO PERMITE ASEGURAR QUE EXISTE TEMOR A:

En este período aparece temor fundamentalmente al cambio, a lo


desconocido, a lo que vendrá, propio de la crisis. Todos deseamos transitar
nuestra vida por una senda que nos brinde una cierta seguridad, más en esta
época de grandes cambios.

Generalmente se teme a:

- A las enfermedades. No se quiere sufrir.


- A la vejez.
- A la muerte, de sí mismo o de seres queridos.
- A la pobreza y/o pérdida de posición social o económica.
- Al fracaso sexual, fundamentalmente en el hombre.
- A la pérdida de atractivo físico y a no ser deseado,
fundamentalmente en la mujer.

ESTO NOS ESTÁ INDICANDO QUE ES NECESARIO TOMAR CONCIENCIA QUE


HAY QUE CAMBIAR -

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Todo lo anterior nos permite pensar que se hace indispensable hacerle


entender a la persona que atraviesa esta crisis, que es necesario ir
cambiando estructuras de vida que no se adecuan a la evolución del YO y de
los tiempos (corregir el desfasaje). Fundamentalmente se apunta que el
paciente en estas circunstancias adopte iniciativas de cambio para satisfacer
nuevos deseos. Está implícita una necesidad de adaptarse (mejorar la
tolerancia a la frustración).

Nos damos cuenta en esta edad que toda nuestra vida estuvo dirigida,
conciente o inconcientemente, por el entorno social, cultural, familiar,
adoptando esos patrones e incorporándolos a su identidad y personalidad.

Es en la mediana edad en que las capacidades, talentos y potencialidades


innatas, que habían sido postergadas, salen a batallar para intentar el
desarrollo (la salida). El ser humano intentará de esta forma, una nueva
identidad o readaptación y reestructuración de la personalidad, que sea más
realista y auténtica. Se debe lograr la identidad adulta.

BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA PARA ESTA UNIDAD:

Smachetti, Carlos: “Psicología del desarrollo desde la pubertad hasta la


vejez” – Ed. UNLZ – 2003 –

Erikson, E.: “El ciclo vital completado”.

Veronesi, umberto: “Longevidad” – Adrián Hidalgo editora – 2012 –

Rappaport, L.: “La personalidad de los 26 hasta la ancianidad”. Paidós.

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