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1.1 ORIGEN HISTÓRICO DEL LÉXICO CASTELLANO.

La mayoría de las palabras del español provienen del latín. Muchas de ellas están en nuestra lengua
desde sus orígenes, y han ido evolucionando con el paso del tiempo. A esas palabras las llamamos
voces patrimoniales. El latín que se hablaba en la península tenía rasgos que lo diferenciaban del latín
que se hablaba en otras partes. El latín de la península tenía además palabras procedentes de lenguas
prerromanas, como perro, barro o charco. A estas palabras de origen prerromano, a las patrimoniales
latinas y a los cultismos las denominamos, conjuntamente, léxico heredado.

Pero otras palabras empiezan a formar parte de la lengua cuando esta ya está constituida como tal,
bien provenientes de otras lenguas modernas, o bien creadas mediante métodos especiales (léxico
multiplicado). A todas las palabras nuevas en la lengua se las conoce como léxico adquirido o
neologismos. Existen varios modos de crear un neologismo:

Se pueden crear palabras mediante derivación, composición o parasíntesis (creación de significante).


También se pueden crear por ampliación del significado: a veces, el significado de un término se
amplía, creando una nueva relación significante-significado desconocida anteriormente (como, por
ejemplo, ratón o menú).

Además de esto, encontramos los cultismos. Son términos que, con origen latín o griego, no están en
la lengua desde los orígenes, sino que se han incorporado más tarde, por lo que se parecen a la palabra
latina de la que proceden (a su étimo), como “álbum” o “delicado”. En algunos casos puede haber
algún cambio fonético con respecto al étimo, pero no una evolución completa; nos encontramos ante
los semicultismos (espejo, de speculum). A veces, además, la misma etimología latina origina una voz
culta y una voz patrimonial, dando lugar a lo que se denomina doblete (soltero/solitario, de solitarium).

También hay préstamos, palabras que entran en un idioma procedente de otra lengua moderna. Nos
encontramos con préstamos históricos como los germanismos “yelmo” o “guerra”, los arabismos
“almohada” o “aceituna”, los galicismos “jardín“ o “bidé” o los italianismos “novela” u “ópera”. Pero
la mayor parte de nuestros préstamos actuales son anglicismos: calcos semánticos (traducción literal),
como rascacielos; xenismos o barbarismos, palabras que se instalan sin ninguna modificación
(“marketing”, “hub”…); o híbridos, palabras que se adecúan a nuestra pronunciación y ortografía,
como “fútbol” o “gol”. Los préstamos pueden ser necesarios, si en la lengua que los acoge no existe
un término para esa realidad (patata); o innecesarios, si se adoptan por moda (hall, hit…).

El siguiente procedimiento es el acortamiento, consistente en la eliminación de una parte de una


palabra ya existente: cine, moto… Se pueden formar por aféresis (pérdida de sonidos en posición
inicial), síncopa (pérdida de uno o más sonidos en el interior de una palabra) o apócope (pérdida de
sonidos al final de la palabra). Suelen emplearse en ámbitos coloquiales o familiares de la lengua.

También encontramos las siglas, nuevas palabras formadas con las letras iniciales de otras (ONU:
Organización de Naciones Unidas), y los acrónimos, similares a las siglas pero formadas por sílabas
iniciales y finales de grupos de palabras (Adena: Amigos de la naturaleza). También hay onomatopeyas
formadas por imitación de sonidos de la naturaleza: miau, clic…

Y, por último, encontramos las locuciones, expresiones características de una lengua que está formada
por un conjunto de palabras con una estructura fija y que tiene un significado que no se puede deducir
del significado de las palabras que lo forman. Pueden equivaler a cualquier categoría gramatical.
1.2 PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS.
Todas las palabras están compuestas por monemas, unidades significativas mínimas. Existen monemas
léxicos (raíces o lexemas) cuyo significado lo encontramos mirando en el diccionario; y monemas
gramaticales (morfemas), cuyo significado conocemos porque somos hablantes de español o porque
estudiamos su gramática, y que aportan significados como número o género. Combinando monemas
se obtienen las palabras, aunque algunas cuentan con un solo monema. La palabra, pues, podrá
definirse como la unidad lingüística formada por uno o más monemas.

Primeramente, por su forma, nos encontramos con dos tipos de palabras: las palabras simples y las
no-simples. Las simples son aquellas que sólo tienen un monema (más sus posibles morfemas
formantes), y las no-simples las que tienen más de un monema (+ sus posibles monemas formantes).
Dentro de estas últimas encontramos las compuestas (con dos o más lexemas, como paraguas o
quitamanchas), las derivadas (que tienen un lexema y uno o más morfemas facultativos que nos darán
el tipo de derivación de la palabra) y las parasintéticas.

Existen tres tipos de morfemas facultativos: prefijos, sufijos e interfijos. Los prefijos se colocan delante
del lexema (antetítulo), generando palabras prefijadas o derivadas por prefijación. Los sufijos se
colocan detrás del lexema (sillón), generando palabras sufijadas o derivadas por sufijación. Prefijos y
sufijos pueden combinarse en la misma palabra (neoclásico), y pueden dar lugar también a derivados
de compuestos. Los interfijos se colocan entre el prefijo y el lexema o entre el lx y el sufijo. No aportan
significación a la nueva palabra y no generan ningún tipo de derivación. Destacan -ad-, -ific-, -e-...

En cuanto a las palabras parasintéticas, el prefijo y el sufijo se colocan a la vez (in-habit-able). Aunque
un segundo modo de concebir la parasíntesis consiste en entender como parasintéticas las palabras
generadas por dos lexemas a las que se añade un sufijo. Las bases existentes no funcionan como una
unidad léxica, sino como dos independientes. Así, tendremos palabras con la forma “lx + lx + suf” (+
posibles formantes) que realmente no provienen de un compuesto, sino de dos palabras
independientes (Quinceañero, de quince + año + -ero; pero no existe la combinación quinceaño). A las
parasintéticas del primer tipo se las suele denominar parasintéticas derivadas (pref+ lx + suf) porque
coinciden en forma con algunas derivadas; a las del segundo tipo, parasintéticas compuestas (lx + lx +
suf) porque tienen más de un lexema.
1.3 AMPLITUD Y CAMBIO SEMÁNTICO.
CONNOTACIÓN Y DENOTACIÓN.
El significado de un término viene dado por las relaciones paradigmáticas que ese término mantiene.
Establece estas relaciones paradigmáticas y no otras porque hay que considerar el contexto
(lingüístico) que rodea al término; esto es, las relaciones sintagmáticas que establece con los términos
que aparecen junto a él. No obstante, el contexto no siempre es claro para determinar el valor real de
un término. Para determinarlo tenemos que considerar también la situación en que se emite. Por
tanto, el contexto y la situación son elementos capaces de alterar el significado de un término.

Todas las palabras poseen un significado denotativo que se recoge en los diccionarios. Pero la
denotación de un término puede verse alterada por la connotación y por la intención. La connotación
es la subjetividad que un hablante da a la denotación de un término. Y la intención es la determinación
de conseguir algún fin, cambiando el valor de las palabras mediante la ironía o la alabanza. Por ejemplo,
“listo” tiene un significado positivo, pero su uso irónico puede hacer que signifique lo contrario.

El significado de un término coincide con su denotación y viene determinado y matizado por la


situación, el contexto, la intención y/o la connotación, que le aportan un sentido concreto. El sentido
será, así, el uso concreto que hacemos del significado de un término. Ahora bien, la relación entre
significante y significado no es siempre fija y puede variar, tanto por parte del significante como del
significado. Si se producen variaciones en el significado nos encontramos con un cambio semántico,
que obedece a causas muy variadas.

La primera es la reducción del contexto (causas lingüísticas): por aparecer muy a menudo una palabra
junto a otra en determinados contextos, esta palabra puede contagiarse del significado de la otra hasta
asumirlo totalmente (“cortado”, a partir de “café cortado”). También encontramos causas históricas:
con el tiempo, las cosas cambian de forma o de uso, y pueden llegar a ser objetos totalmente diferentes
que se siguen denominando con el mismo vocablo (“colgar” el teléfono). Por otro lado, hay también
factores psicológicos: las cualidades de determinados objetos o animales explican que en ocasiones
sirvan para definir el carácter de las personas (Inés es una hormiga si es muy laboriosa). Y por último,
también hay causas o factores sociales, que incluye varias. La primera es la generalización del
significado primitivo: un término pasa de tener un significado restringido a ampliarlo (“romántico”).
También se puede producir la restricción del significado originario (“república”). Y por último, la
vergüenza, el temor… pueden motivar que algunas palabras, llamadas tabús, se consideren
malsonantes en determinados contextos. Las palabras más decorosas por las que podemos sustituir
los tabús se denominan eufemismos.

Muchos de los cambios semánticos se producen por metáfora o por metonimia. También la etimología
popular explica algunos cambios semánticos: se perciben relaciones entre palabras diferentes porque
sus significantes se parecen y una palabra contagia al significado de la otra, aunque no tengan relación
entre sí. Esto se da por ejemplo cuando decimos “destornillarnos” de risa en lugar de “desternillarnos”.
1.4 RELACIONES SEMÁNTICAS ENTRE PALABRAS.
Las relaciones semánticas son aquellas que se establecen entre los significados de los términos. Son
fundamentales para conseguir la cohesión textual.

Las primeras relaciones que encontramos son la monosemia, la polisemia y la sinonimia. La monosemia
es la relación de un significante y un significado, y es propia de textos científicos y técnicos (por ejemplo,
bolígrafo). La polisemia consiste en que un significante tiene más de un significado, y es más frecuente
que la monosemia (por ejemplo, copa). Y la sinonimia consiste en que varios significantes tienen un
mismo significado. La sinonimia puede ser conceptual, si los significantes tienen significados iguales en
todas sus acepciones, por lo que se pueden intercambiar en cualquier contexto (ordenador y
computadora); contextual, si los significantes son intercambiables sólo en algunos contextos (listo y
preparado); o referencial, si se produce entre términos que no significan lo mismo pero que tienen el
mismo referente (en “ayer detuvieron a un joven; el ladrón tenía 19 años”, joven y ladrón).

La siguiente relación es la homonimia, o coincidencia de significantes con significados y etimologías


diferentes. Existen dos tipos de términos homónimos: los homógrafos tienen el mismo significante, tanto
oral como escrito (vino, de venir, y vino, de bebida); los homófonos tienen el mismo significante oral,
pero no el mismo escrito (vaca y baca).

Encontramos también la oposición de significados (antonimia). Los términos antónimos son aquellos
que se relacionan por oponer sus significados. Si la antonimia se establece por procedimientos léxicos
(significantes con lexemas diferentes), tendremos antónimos léxicos (alto y bajo); si se produce por
procedimientos gramaticales (significantes con el mismo lexema), antónimos gramaticales (tranquilo e
intranquilo). Se pueden distinguir tres tipos de antonimia: complementaria, si la negación de uno de ellos
implica la afirmación del otro (presente y ausente); gradual, si entre los términos opuestos existe al
menos un término intermedio (blanco y negro); y recíproca, si la existencia de uno de los términos
opuestos implica necesariamente la existencia del otro (comprar y vender). Todas estas relaciones
dependen del contexto o la situación.

La siguiente relación es la jerarquización de significados (hiperonimia o hiponimia): el significado de un


término engloba a los significados de otros. Al término englobante se lo denomina hiperónimo, y a los
englobados hipónimos. Por ejemplo, fruta es el hiperónimo de manzana, pera y naranja, que son sus
hipónimos. Los términos hiperónimos siempre pueden funcionar como sinónimos contextuales o
referenciales de cualquiera de sus hipónimos.

También existe la meronimia, relación que se establece entre una parte y el todo en que se integra. Se
denomina merónimo a la palabra cuyo significado constituye una parte del significado total de otra
palabra denominada holónimo. Por ejemplo,”dedo” es merónimo de mano, que es su holónimo.

Y por último encontramos las asociaciones pragmáticas: campos semánticos y campos asociativos. Las
palabras, por su significado, pueden constituir asociaciones que contribuyen a conferir cohesión a los
textos. Estas asociaciones son el campo semántico y el asociativo, que constituyen la realización práctica
en un texto de las relaciones semánticas. Un campo semántico está constituido por un grupo de términos
de la misma categoría gramatical que tienen en común, al menos, un rasgo significativo (el campo
semántico de “vehículos” incluye “moto” o “coche”). Por su parte, el campo asociativo está formado por
palabras (que pueden pertenecer a diferentes categorías gramaticales) que no tienen relación por su
significado, pero que hacen referencia a la misma parcela de la realidad. El campo asociativo de “fútbol”
estará integrado por “balón”, “portero”, “marcar”, etc.
3.1 VARIEDADES SOCIOCULTURALES O NIVELES.
La lengua es el resultado de la tensión entre centrífugas o de diversificación y fuerzas centrípetas o de
uniformidad. Las centrífugas se deben a factores históricos, geográficos o socioculturales y establecen
usos particulares de la lengua entre los distintos territorios y grupos sociales que la usan. Cuando las
circunstancias son geográficas, históricas, políticas o socioeconómicas, aparecen las variedades
diatópicas (dialectos y hablas locales); cuando son socioculturales, aparecen las variedades
diastráticas o sociales (niveles de uso, lenguajes especializados y registros idiomáticos). Las fuerzas
centrípetas, por su parte, dan uniformidad a la lengua y la convierten en una lengua común de un
pueblo o cultura (koiné). Se deben a los sistemas educativos y a los medios de comunicación.

Las variedades sociales de la lengua están motivadas por factores socioeconómicos que dividen la
sociedad en grupos con distinto nivel de cultura y educación. Entre otros, los factores de diversificación
más destacables son el lugar de residencia (el habla rural es más conservadora que la urbana, aunque
la última difiere también si se usa en las grandes ciudades o en barrios marginales); el acceso a la
educación y a la cultura; la actividad profesional; los gustos y aficiones; la edad y el sexo. Estos factores
socioculturales están en la base de niveles culto, estándar y vulgar de la lengua (sociolectos); y de las
jergas profesionales y el argot marginal (hablas de grupos sociales).

El nivel culto es utilizado por quienes conocen y manejan adecuadamente la lengua y sus reglas (se
expresan con corrección y exactitud). En lo fonético hay vocalización precisa y entonación adecuada.
En lo ortográfico hay un uso adecuado de las reglas de acentuación, puntuación y de las letras. En lo
léxico hay riqueza y precisión de vocabulario (tanto activo como pasivo), uso adecuado de la sinonimia,
y escasez de muletillas y frases hechas. Y en lo morfosintáctico, hay coherencia en las ideas,
concordancias gramaticales adecuadas, precisión en los tiempos verbales y un uso correcto de
conectores

El nivel estándar es una variedad del culto que respeta las normas de corrección, pero sin extremar
las exigencias cultas: se da en la conversación cuidada y en los medios de comunicación. En general es
el que la mayor parte de la población reconoce como correcto. Requiere una cierta formación.

El nivel vulgar es la única forma de expresión de las personas de escasa instrucción cultural. Hay un
abundante uso de vulgarismos, pobreza de vocabulario y presencia de construcciones sintácticas
incorrectas. En lo fónico, confunde el timbre de vocales, hay incrementos vocálicos, se reducen los
diptongos, hay apócope de -e ante vocal, hay pérdida de -d- y -r- intervocálicas y de -d final, hay
metátesis de fonemas, hay confusión l/r y b/g, y se reducen los grupos consonánticos. En lo léxico, hay
un uso de sentidos impropios de ciertas palabras y de palabras malsonantes. En lo morfosintáctico, se
alteran los géneros y la conjugación verbal, se usa el infinitivo como imperativo, el verbo haber se
conjuga como no impersonal, hay laísmo, loísmo y leísmo, queísmo y dequeísmo, y se cambian de
orden los pronombres.

Por su parte, las jergas son los usos peculiares que hacen de la lengua los miembros de un grupo de
algún modo relacionado. Se usan tecnicismos y palabras propias de esa jerga. Pueden ser
profesionales, de aficionados, juveniles… Un caso extremo es el argot, que, con un código secreto,
suele ser usado por grupos sociales marginales para relacionarse y evitar ser comprendidos, muchas
veces en el ámbito de la delincuencia.
3.2 VARIEDADES SITUACIONALES O REGISTROS
IDIOMÁTICOS.
Los idiolectos o hablas individuales son el uso que cada uno hace de la lengua, con sus propios rasgos
y circunstancias. Un mismo hablante puede variar su expresión, adaptándolo a la situación
comunicativa. Así, llegamos a los registros, variedades diafásicas o fasolectos, que son los distintos
comportamientos idiomáticos que un individuo puede adoptar según la situación comunicativa en que
se encuentre: una misma persona puede usar la lengua con un registro diferente en función de una
serie de factores del acto comunicativo. En función del canal, el registro puede ser oral o escrito; en
cuanto a la relación entre los interlocutores, formal o informal; y en cuanto al tema del discurso, común
o especializado, apareciendo también los distintos tipos de texto. Del conjunto de las múltiples
circunstancias comunicativas deriva el registro coloquial o conversacional, que incorpora lo oral, lo
informal y lo común.

El registro coloquial depende de la situación comunicativa oral y a él tienen acceso todos los hablantes.
Se caracteriza por la espontaneidad, la naturalidad y la improvisación. Requiere la presencia de los
interlocutores, y adquieren importancia los códigos no verbales. Entre sus rasgos destacamos la
sintaxis no convencional (expresión no planificada); la pronunciación expresiva, a veces exclamativa,
para acentuar lo principal del discurso; la tendencia a la exageración; un carácter egocéntrico,
resaltando el yo; unos enunciados dejados en suspenso; un léxico reducido y con palabras baúl;
alargamientos de sílabas; relajación y pérdida de sonidos; y pronunciación enfática.

Para que todos los hablantes de español del mundo podamos entendernos, es esencial que actúen
unos agentes uniformadores (como los medios de comunicación, las escuelas o las nuevas
tecnologías). Las colecciones de textos son agentes que dan unidad dado que los escritores se
convierten en modelos lingüísticos que van creando la norma. Hoy en día es relativamente fácil acceder
a escritos diversos de escritores de distintos países hispanohablantes. Las Academias de la Lengua se
coordinan para elaborar diferentes estudios normalizadores, como la RAE, el Diccionario Panhispánico
de Dudas o la Ortografía de la Lengua Española, documentos que facilitan la comunicación, sobre todo
la escrita, entre los hablantes de nuestra lengua.
3.3 ESPAÑOL EN LA RED Y EN LAS NUEVAS
TECNOLOGÍAS: LÉXICO Y GRAMÁTICA.
El español es la tercera lengua más empleada en Internet por número de internautas. El 63% de los
habitantes de los países hispanohablantes tiene acceso a Internet (la media mundial es del 59%),
aunque hay oscilaciones en función de la región. A pesar de todo, los países hispánicos mejor situados
no alcanzan los niveles de los países más desarrollados. Pero, a pesar de la baja tasa de acceso a
Internet, la comunidad hispanohablante tiene un gran peso específico, sólo por detrás del inglés y el
chino. El español se usa en el 5,1% de las páginas multilingües, mientras que el inglés se emplea en el
51,2% de las mismas.

La importancia de Internet como instrumento comunicativo y como fuente de información radica en


la cantidad de información que almacena y en la facilidad con que se accede a ella. La presencia de un
idioma en Internet puede estar condicionada por la posibilidad de acceso a la red por parte de una
comunidad lingüística y no por el número de hablantes.

El español es, como se ha dicho, la tercera lengua más utilizada en la red por número de internautas.
Si tenemos en cuenta que sólo hablan chino sus nativos, el español es la segunda lengua de
comunicación en Internet, aunque muy por detrás del inglés. Un primer efecto de Internet sobre el
español es la acogida de préstamos ingleses (hardware, módem…), calcos semánticos (acceso,
navegación…), híbridos (chatear), y palabras técnicas (bit). Una segunda característica léxica es su gran
acercamiento a la lengua hablada: la oralidad y lo conversacional aparecen en la escritura. Podemos
encontrar interjecciones (jaja, ufff), vocablos populares (peli, finde…) o palabras malsonantes en blogs,
foros…

Destaca el descuido y el alejamiento de las normas gramaticales. En cuanto a ortografía, las mayúsculas
se usan con un sentido diferente para destacar lo que se está diciendo o para gritar. Se omiten muchas
tildes y empiezan a usarse algunas consonantes especiales (c y q se cambian por k). Se usan muchas
abreviaturas (bn por bien), y las vocales se suprimen o se alargan. El español espontáneo también está
sufriendo cambios: hay dificultades para representar las tildes, la interrogación/admiración de
apertura o la ñ en muchos teclados; se han desarrollado “emoticonos” que expresan sentimientos; hay
un descuido de la ortografía y cada vez más abreviaciones; hay muchos anglicismos; el nivel destacado
es el informal y se simplifica el uso del subjuntivo.

Hay que añadir también el problema de que se están dando divergencias lingüísticas entre los distintos
países hispanohablantes a la hora de adaptar los anglicismos. Por esto, las Academias de la Lengua
(“Nueva Gramática de la lengua española”, “Ortografía” y “Diccionario Panhispánico de Dudas”) se
reúnen para evitar la fragmentación del idioma. Es notable la diferencia de léxico de ambos lados del
Atlántico. Por otra parte, la Web es un vehículo de comunicación general. Así, los grandes fabricantes
de productos para hispanohablantes usan un “español neutro", que tiene muchas posibilidades de
triunfar en la red. Para elaborarlo, se escogen términos comunes a las distintas variantes.
3.4 NUEVOS TEXTOS, TECNOLOGÍAS E INSTITUCIONES
AL SERVICIO DE LA LENGUA.

La digitalización propicia todo un conjunto de técnicas aplicadas a las lenguas naturales. Entre ellas,
podemos destacar tres que facilitan el uso de la red. Los buscadores o navegadores son programas
que rastrean la información solicitada sobre determinado tema, exigiendo para ello una tecnología
que depende estrechamente de la lengua, pues han de detectar artículos relacionados, palabras clave,
desechar las páginas no fiables… Incluso “corrigen” nuestra ortografía y nuestra sintaxis. Existen
también programas para traducir directamente páginas de Internet, aunque los resultados son
frecuentemente deficientes. Para las empresas multinacionales esto puede significar un
abaratamiento de costes en las traducciones, pero a costa de un descenso notable en la calidad de la
lengua utilizada. Las lenguas están repletas de ambigüedades, excepciones, juegos de palabras… que
el ordenador aún no puede descifrar. Un asistente virtual es un programa informático capaz de
reconocer una o más lenguas y simular una conversación para dar información u ofrecer un servicio.
Comprende el lenguaje natural, controla el diálogo, conoce el dominio y, a veces, presenta un aspecto
visual que en los más avanzados pueden simular estados de ánimo. Se pueden encontrar en altavoces,
en aplicaciones, etc. El problema con estos agentes inteligentes está en si sus desarrolladores son
empresas “nativas” de español o de otras lenguas, pues no tratarán de igual modo a la lengua.

Además de permitir buscar información, Internet permite la comunicación a través de diversos medios.
El correo electrónico es uno de los sistemas más habituales de intercomunicación, junto al SMS, las
redes sociales o el WhatsApp. Los usuarios españoles ocupamos el segundo lugar en uso de programas
de mensajería instantánea. Los chats transmiten la información al instante entre dos o más personas.
En ellos es donde más errores ortográficos o de puntuación hay. El foro de debate ofrece la posibilidad
de que nuestro mensaje llegue a muchos destinatarios interesados en un tema común. El blog es un
sitio que actualiza y recopila cronológicamente artículos de uno o varios autores. Las nuevas
tecnologías han planteado la necesidad de crear un nuevo léxico español, y por esto se han creado
nuevos glosarios y diccionarios.

El español ha adquirido protagonismo en los últimos años en las redes sociales. Es la segunda lengua
más utilizada en Facebook y Twitter, aunque bastante por detrás del inglés. En Wikipedia, medio de
colaboración abierto cuyo objetivo es crear fuentes de información gratuitas, el español es la novena
lengua en redacción de artículos y la segunda en número de usuarios (de las 288 lenguas que divulgan
esta enciclopedia).

Las instituciones y organismos que se dedican al estudio de la lengua española tienen presencia en
Internet. Algunas entidades privadas son la página de la lengua española, la página del idioma español,
la hispanoteca o el corpus del español. Entre las públicas encontramos el DRAE, el Diccionario
Panhispánico de Dudas, el CREA y el CORDE. La RAE, fundada en 1773, se ha ido adaptando a los
tiempos. Su misión es velar por que la adaptación del español a las necesidades de sus hablantes no
quiebre la unidad que mantiene en el ámbito hispánico. En 1998 abrió su portal en Internet para que
los interesados pudieran consultar los distintos diccionarios académicos a lo largo de su historia
(CORDE) o en el momento actual (CREA). Además, para profundizar en el léxico de nuestra lengua, se
pueden consultar las obras lexicográficas más destacadas.
El Instituto Cervantes es una institución pública creada en 1991 para promover y enseñar la lengua
española, y difundir la cultura española e hispanoamericana en el extranjero. Sus objetivos son
organizar cursos de las lenguas de España (español y otras cooficiales); apoyar la labor de los
hispanistas; y difundir la lengua y la cultura españolas. El Centro Virtual Cervantes (CVC) es un portal
creado por el Instituto Cervantes de España para difundir la lengua y la cultura hispánicas. Ofrece
materiales y servicios para cualquier persona interesada en nuestra lengua, en nuestra cultura y en la
situación del español en la red (profesores, estudiantes…).

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