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Estimadxs estudiantes:

En las clases anteriores estuvimos reflexionando sobre la importancia que M.


Richmond le atribuye a la Relación, hoy nos proponemos comenzar a analizar dentro
de la fase inicial del proceso de trabajo social individual, la relevancia de “la relación”
como pilar fundamental.

Para abordar el tema veremos los aportes efectuados por: Gordon Hamilton en
“Teoría y Práctica del Trabajo Social de Casos (México la prensa Médica Mexicana
1982) y Helen Perlman “El Trabajo social Individualizado (Madrid. Rialp SA 1965),
siendo estas autoras consideradas como clásicos de TS, en el sentido que ya fue
abordado este concepto. Cristina de Robertis “Metodología de la Intervención en
Trabajo social. (Bs. As. El Ateneo 1988), Alfred Kadushin “La entrevista en Trabajo
Social” (México. Textos Contemporáneos. 1974) Osvaldo San Giácomo Parodi:
“Trabajo social y Conocimiento Objetivo” (Mar del Plata UNMDP. Paideia 2001)

Gordon Hamilton comienza explicando que, el “caso social individual es un


aconteciendo vivo “(pág.1, 2 ob. Citada) que cómo tal está constituido por diferentes
factores tanto internos como externos.

El acontecimiento humano está integrado por la persona y su situación.

La autora nos plantea la necesidad de estudiar los aspectos relativos a la persona y


su situación de una manera particular, como un “todo interactuando”, esto quiere decir
que las características internas de esa realidad objetiva y el significado que esa
realidad objetiva tiene para la persona que la experimenta se deben comprender de
manera dinámica, en interacción constante.

Una persona que se encuentra desempleada, puede sufrir como consecuencia de ello
un estado de angustia que le imposibilite la búsqueda de otras alternativas de trabajo,
generando un estado de malestar que no le permitan salir de su hogar, modificando
su ánimo, propiciando cotidianamente el despliegue de relaciones intrafamiliares -con
su pareja e hijos- marcadas por la tensión constante.

¿Qué implicaría ver la situación como un “acontecimiento vivo” en interacción?


Implicaría, no detenernos a pensar en los aspectos mencionados de manera aislada,
e intentar resolver uno de los ellos sin considerar los otros, como podría ser promover
la voluntad de la persona para ser más cordial y amable en el trato con sus hijos.
En este sencillo ejemplo nos enfrentamos a la complejidad del proceso de Trabajo
Social. Por años otras disciplinas han intentado desestimar la labor profesional
planteando: “los trabajadores sociales solo hablan con la gente” intentando simplificar
el proceso de conocimiento desplegado e implicado en la dialogicidad.

Al recorrer los aportes conceptuales de todos los autores y autoras propuestos para
esta clase, observamos que tienen como punto de acuerdo, sostener que la persona
(como acontecimiento vivo), que se acerca o a la que vamos, para iniciar un proceso
de trabajo social: “Ha realizado acciones previas para intentar resolver el problema
que presenta“.

Nos advierten que debemos intentar conocer cuáles han sido los procesos (y aquí
incluimos los procesos reflexivos) y acciones desplegadas por la persona para
modificar y/o resolver el problema.

En el ejemplo que citamos al abordar la idea antes mencionada, podríamos identificar:


que la persona se siente desvalorizada al no poder contar con un ingreso para aportar
al grupo familiar, que ha reflexionado sobre la posibilidad de pedir trabajo a su vecino
-quien se desempeña en el mismo rubro que él lo hacía- pero que no pudo concretar
esa acción dado que su vecino puede suponer que él es “poco hombre o un mal
hombre” porque lo han despedido, aunque también piensa que él no fue responsable
dado que la empresa en la que trabajaba cerró… y de esta manera continuar
explorando las experiencias internas y externas en interacción que atravesó la
persona antes de iniciar el pedido de ayuda con la o el trabajador social.

Como habrán notado a partir de los antedicho ha surgido una noción importante, que
es la noción de “problema”, vemos que hay una persona en situación y que esa
situación es problemática; será menester de otras clases analizar este aspecto.
Vamos aquí a mencionar que, como plantea C. de Robertis “problema es la dificultad
que es preciso resolver para lograr un cierto resultado. Situación inestable o peligrosa
que exige una decisión. Todo lo que es difícil de explicar o resolver”. (pág. 134 ob.
Citada).

Los y las T. S. no podemos ignorar la existencia de las acciones realizadas por la


persona con anterioridad al proceso que inician, aunque la persona no esté dispuesta
a revelarlas inicialmente, es dable entender que eso ha sucedido. Como sostiene
Watzlawick en su texto (“Cambio”. Barcelona Herder 1986) los intentos realizados
para resolver la dificultad pueden ser los que hayan generado el problema actual.
El reconocer que las acciones (pensadas y actuadas) no dieron los resultados
esperados muchas veces coloca a la persona en un estado de mayor incomodidad y
malestar.

Es en este punto la persona reconoce que tiene un problema, que no pudo resolverlo
por si sola, y que necesita pedir ayuda para solucionarlo, no siendo menor este
proceso de pensamiento.

La o el profesional generará el espacio para que la persona pueda, como dice


Hamilton, “entender su problema y propender a resolverlo”. Agregando que para que
se pueda generar un proceso de Trabajo Social se debe establecer una “relación
individualizada”.

Situémonos en la etapa inicial del proceso metodológico, de ese camino que vamos
a recorrer siguiendo determinadas pautas, nociones o procesos. Estando allí, nos
enfrentamos con la necesidad de que, para dar curso al proceso de Trabajo social
Individualizado, debemos establecer una RELACIÓN.

Todos los autores y autoras nos advierten que esa “relación” posee características
particulares, es por cuanto se diferencia y dista de otro tipo de relaciones (amistad,
pareja etc.) y que no sólo siendo amables podremos lograrla.

De acuerdo con Perlman, la relación es una interacción sentimental de breve o larga


duración, entre dos o más personas que tiene algún interés común. La señal distintiva
de una relación profesional es su intencionalidad consciente, basada en el
conocimiento de lo que se debe hacer para alcanzar un objetivo”.

Surge que tenemos una “intencionalidad consciente” esto es lo que regula y define
nuestra vinculación con el otro. Es en el primer encuentro en donde vamos a delinear
ese objetivo común sobre el que vamos a trabajar.

Cómo ya dijimos M. Richmond también le atribuye un papel esencial a este proceso,


dado que sin el establecimiento de una relación no sería posible generar la acción
reflexiva.

Entonces para poder comunicarnos con las personas involucradas establecemos una
comunicación con un lenguaje asequible por ambos, intentando generar un espacio
adecuado para que ruidos externos e interrupciones, no obstaculicen el
establecimiento de una relación.
La posibilidad de brindar un espacio seguro para que la persona se exprese, es un
factor que “contribuye a que la persona pueda ayudarse a sí misma “(G.Hamilton).

En igual sentido Perlman afirma “El proceso de casework que apunta a fomentar el
desarrollo de la persona debe basarse en la relación como instrumento fundamental.
Este proceso de resolución de `problemas parece menos arduo cuando se realiza en
un ambiente cordial y seguro que crea una estrecha y fuerte relación “

Nuestra experiencia en el ejercicio profesional, nos permite afirmar que, la mayoría


de los temas en los que trabajamos los y las TS, tratan sobre aspectos complejos
dolorosos, como lo es “promover una organización familiar que brinde soporte a un
joven para el cumplimiento de una morigeración ante la privación de libertad”, esta
situación posee implicancias emocionales que son distintas en cada una de las
personas implicadas Es por eso que los TS debemos saber que, tenemos a nuestro
cargo llevar a cabo de manera consciente, acciones que permitirán que las barreras
iniciales se derriben y se pueda acordar un objetivo consciente de trabajo.

En este último sentido nos acercaremos al aporte de A. Kadushin, autor que ustedes
abordaron en Metodología de primero y con quien continuaremos trabajando este
año.

Es por cuanto contamos con el conocimiento previo que Uds. poseen sobre las
características del proceso de comunicación así como sobre las diferencias que
existen entre una entrevista y una conversación.

Nos vamos a detener, ahora, a remarcar cuáles son para el autor los “componentes
de una buena relación”, haciendo la salvedad que, la noción de cliente se realiza en
el sentido ya aclarado en otras clases.

Los componentes son: *Autodeterminación del cliente; * Interés en el cliente;


*Respeto por la individualidad; * Actitud de no Juzgar; * Legitimidad y autenticidad
*Discreción confidencial y * Comprensión empática.

Entendemos que los 7 componentes para establecer una buena relación los debemos
conocer teóricamente, para poder poner en juego de manera deliberada y consciente,
al momento de la intervención profesional. Lo que debemos asegurarnos es que,
nuestro comportamiento (verbal y no verbal) sea coherente y que la persona de
manera fehaciente pueda reconocerlo y percibirlo.
Volviendo a los ejemplos, si a la persona que se encuentra desempleada, en nuestro
primer contacto lo abordamos preguntando ¿En el día de hoy estuvo buscando algún
trabajo? O en el otro caso si abordamos al referente familiar diciendo ¿Por qué roba
su hijo? es muy probable que con esas preguntas no perciban: ni respeto por su
individualidad, ni actitud de no juzgas, ni interés. Si nuestras palabras, nuestro
discurso no es acorde con las nociones que deseamos llevar adelante resultará
dificultoso el logro de una buena relación.

Para Hamilton las bases para una buena relación dependerá de: *Aceptación y
reconocimiento de sus necesidades; *Derecho a decidir y ver los cambios;* Apoyo y
Escucha * El TS debe ser genuino y cordial.

Hace hincapié en un aspecto fundamental que debemos tener en cuenta antes de


iniciar el proceso de intervención que es el “conocimiento de sí mismo para el uso
ético de la relación profesional”, es por cuanto nos propone que nos conozcamos,
para que estos aspectos no ejerzan influencia en el proceso, que seamos conscientes
de las convicciones, riquezas, limitaciones, ideas, pensamientos, etc. de nosotros
mismos.

Nos atrevemos a decir que, no sólo ayuda al desempeño de una ética profesional,
sino que, el conocimiento que realicen de Uds. mismos estará asociado al cuidado de
sí y cuidado del otro. En estos años de ejercicio profesional, tristemente vimos como
colegas, algunos de ellos muy jóvenes atraviesan situaciones de malestar emocional
y ven afectada su salud psicofísica, entendemos que la falta de esos ejercicios de
conocimiento de sí podría estar asociada a ello.

Uno de los autores que mayor énfasis va a realizar sobre la Relación profesional es
Osvaldo San Giacomo, si bien nos detendremos a estudiarlo más adelante, vamos a
mencionar algunos de los aspectos por brindados por el mismo.

En primer término recordaremos que, San Giacomo establece: “la relación entre el
sujeto profesional y los sujetos de la situación humana es una praxis social de
comunicación racional, apoyada en el análisis de su experiencia acumulada para la
reelaboración del conocimiento objetivo”.

El autor nos plantea que la persona es la principal fuente de información, es decir que
sin ella no podríamos efectuar ningún conocimiento o análisis, es por cuanto no
aparecen aislados de los sujetos, las vivencias o datos que de ellas surgen. Le
atribuye a la persona la capacidad de pensar y tomar sus decisiones, para de esta
manera iniciar un camino tendiente a superar sus problemas.

Cristina De Robertis también como nota distintiva nos lleva a analizar que, es el TS el
“responsable” de establecer una relación profesional, es quien debe conocer las
diferentes herramientas que van a propender a la persona para que se comprometa
con el proceso de resolución de problema.

La misma define a la relación como “el vínculo para comprender intelectualmente al


otros y su situación, ponerse en el lugar del otro empáticamente”.

Como ya han leído oportunamente, esta autora propone un modelo de intervención


diferente, creado en oposición y crítica al modelo médico. Realiza asimismo una
organización de intervenciones que distingue en directas e indirectas (en la que
incluye un capítulo importantísimo destinado a las intervenciones a nivel de los
organismos sociales).

Un error en el que se incurre comúnmente al estudiar a De Robertis, es no identificar


cuál es la diferencia significativa entre las relaciones directas e indirectas, se suele
decir las relaciones directas son las que se realizan “cara a cara” con la persona y las
indirectas son las que se realizan en favor de la persona pero “sin la persona en
frente”.

Entonces surge la pregunta: si estamos trabajando en una situación concreta desde


hace un tiempo y la persona nos llama por teléfono y nos plantea un aspecto que le
preocupa y lo debatimos, ¿es una intervención directa o indirecta? Y allí parece
claramente la respuesta: Es directa y se derrumba la explicación del “cara a cara”.

Lo anterior nos lleva a reflexionar que, la diferencia entre las intervenciones directas
e indirectas no radica en el hecho de que la persona esté o no frente mio, la diferencia
es que, en las intervenciones directas, y como condición necesaria para que estas
se puedan desplegar, debe existir una “relación profesional” es imposible llevar
adelante intervenciones como las que propone De Robertis de “clarificación –apoyo-
comprensión de si, informar, educar” etc. si no existe “la relación”, ella “es el medio
para lograr un cambio, para llevar adelante las intervenciones directas”. La relación
es necesaria para poder escuchar y comprender
Hasta acá estuvimos identificando los aportes que los diferentes autores le atribuyen
al establecimiento de una relación profesional para poder llevar adelante el proceso
de Trabajo Social.

Si bien se tiende a focalizar la importancia de este aspecto en la etapa inicial, es


necesario recordar que, debemos evaluar y mantenerlo presente a lo largo de todos
los momentos del proceso metodológico. Debemos identificar, con frecuencia, si
estamos efectuando acciones tendientes a concretar el objetivo propuesto, en el
marco de un clima que sea propicio para que la persona se exprese y sienta que al
hacerlo comienza a percibir su problema de una manera diferente.

Tal como algunos de Uds. estarán pensando en este momento, al establecer una
relación profesional pueden surgir obstáculos.

Situémonos en una primera entrevista, entendiendo a ésta como “una conversación


con un propósito deliberado, mutuamente aceptado por los participantes” y lo primero
que nos pasa es que, manejamos diferentes idiomas, entonces podríamos decir que
existen obstáculos para entablar el proceso de comunicación, dado que al no
compartir el significado de las palabras no nos podemos comunicar.

Otro obstáculo de la misma índole es al hablar con grupos con características


culturales propias, en donde existe una adecuación idiomática y se genera un código
para referirse a determinadas cosas. En este caso, con un esfuerzo de clarificación y
repregunta podemos llegar a establecer un significado aceptado por ambos y llevar
proseguir con el proceso.

Esto último es algo que, en el trabajo cotidiano con jóvenes con conductas en conflicto
con la ley penal, enfrentamos a diario las y los TS de ese campo, cuando en la
entrevista plantean “estábamos en el rancho y pintó un escruche”, si no nos
detenemos y clarificamos resulta imposible atribuir significados compartidos.

Kadushin nos plantea otros obstáculos en el proceso de entrevista, como puede ser
la presencia de ruidos constantes que dificulten la comunicación, interrupciones
telefónicas, intromisión de otros profesionales con consultas, etc.

Otros obstáculos derivan de un tema que ya mencionamos precedentemente y es el


conocimiento de sí. La falta de este ejercicio nos puede llevar a abordar situaciones
humanas que nos generan antipatía, o que despiertan prejuicios, o que nos
desbordan emocionalmente; si esto ocurre es muy frecuente que surjan estos
aspectos personales obstaculizando las acciones para establecer un vínculo.

Entendemos que el “fenómeno de transferencia” como lo llama Hamilton es uno de


los obstáculos que con mayor frecuencia surgen en la entrevista, en términos de la
autora “consiste en el desplazamiento hacia el terapeuta de sentimientos cariñosos
(transferencia positiva) u hostiles (transferencia negativa) procedentes de relaciones
anteriores del cliente “. Nos agrega que las personas menos equilibradas o menos
maduras con una percepción deformada de la realidad, no ven al TS con tanta
claridad, todas sus reacciones están coloreadas por actitudes provenientes de otras
experiencias, especialmente experiencias infantiles, las que ahora se proyectan en
las relaciones presentes.

Para comprender un poco más este tema recurriremos a lo planteado por Perlman
(obra citada pág 103) “A toda relación con carga emocional llevamos sentimientos y
actitudes conscientes o inconscientes que se originaron o corresponden a otras
relaciones importantes…” Estos elementos transferenciales de atracción o repulsión,
de deseo o defensa, de agrado o disgusto, aparecen espontáneamente en cualquier
momento de la relación. En lo que respecta al casework” no suponen un problema
grave excepto cuando el cliente está tan ligado a ellos que, considera y reacciona
ante el especialista en casework como si éste no fuera una persona cuya única misión
consiste en prestar ayuda.”

Se debe reconocer este mecanismo y poder clarificar la situación, si bien en otras


clases nos adentraremos sobre las técnicas que se dan en la entrevista, en esta
oportnidad, diremos que es recomendable que la relación se desarrolle en el plano
consciente, en cuyo marco los involucrados se identifiquen en el papel que en esa
relación desempeñan.

Para finalizar Perlman nos plantea que, como surge la transferencia también puede
aparecer la contratransferencia: “el especialista puede transferir inconscientemente la
relación ciertas reacciones positivas o negativas que, en realidad, no tiene razón de
ser, desconfianza, hostilidad o intenso sentimiento de adhesión”. Este fenómeno se
denomina contratransferencia; por eso nos plantea que, tal vez el primer paso que el
especialista debe dar para llegar a alcanzar el objetivo del autodominio consiste en
enfrentarse honradamente consigo mismo y con sus sentimientos.
Nos encontramos profundizando conceptos presentes en la fase inicial del proceso
metodológico, los que se operativizan en las practicas cotidianas de las y los
trabajadores sociales.

Saludos cordiales.

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