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INTRODUCCIÓN
TEMA I A la llegada de los europeos a
América, la organización del territo-
LOS TERRITORIOS rio se repartía entre dos grandes com-
VIRREINALES. plejos de carácter político-militar. El
imperio azteca en el subcontinente
ANTECEDENTES Y
norte y el inca en el sur, conformaban
ORGANIZACIÓN la última etapa de un largo proceso de
conformación estatal que hundía sus
raíces en un rico pasado histórico.
No obstante, las sociedades de una misma superárea cultural podían diferir en ni-
vel de desarrollo. Lo importante fue que las relaciones internas en cada una de ellas
se constituyeron en forma estructural y permanente. En cambio, dentro de ellas, los
meros vínculos comerciales o las simples copias de estilos artísticos no bastaron para
integrar a sus pueblos en una misma tradición. Por ejemplo, el intercambio entre Oasi-
samérica y Mesoamérica, aunque intenso, no uniformó los fundamentos culturales de
cada una de ellas.
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HISTORIA DEL ARTE IBEROAMERICANO EN LA EDAD MODERNA
MATERIALES DIDÁCTICOS
A partir del siglo XVI, esta estructuración territorial tuvo que ser adaptada a los
nuevos requerimientos de una organización política que debió insertarse y rediseñarse
para administrar e!cazmente nuevos y extensos territorios con una geografía diversa,
en los que había que poner en marcha todo un sistema e!caz que permitiera su funcio-
namiento regular. Los múltiples estudios realizados sobre ello hablan de una traslación
de los modelos peninsulares castellano-aragoneses de !nales del siglo XV, transmu-
tándose y adaptándose a la nueva realidad que había que gobernar. Este proceso im-
plicó una reorganización de los esquemas prehispánicos aunque se respetaron algunas
tradiciones organizativas internas de los grupos para garantizar el control inicial de sus
miembros.
y recolectores que cultivaban de manera incipiente. Con base en estos criterios econó-
micos, se distinguen a los aridamericanos de otras sociedades del norte de América, por
ejemplo los cazadores avanzados de las praderas cuyo recurso principal era el bisonte.
Se diferencian dentro de esta área los siguientes contextos: Centro de California, Sur de
California, Gran Cuenca, Noreste de Arizona, Apachería, Baja California, Costa de So-
nora y Sinaloa, Norte de México y Sur de Texas.
Este contexto abarca unas regiones septentrionales respecto a la zona nuclear del
Valle de México, donde la aridez no permitió la transformación protoeneolítica hacia la
agricultura y los recolectores-cazadores continuaron con su antigua forma de vida du-
rante milenios. Con la separación en el 2500 a.C. entre las sociedades nómadas y las
agrícolas sedentarias se marca convencionalmente el nacimiento de Aridamérica y Me-
soamérica. Dos mil años después el vasto territorio aridamericano se verá disminuido
probablemente por las avanzadas de los agricultores que penetran desde el sur a los ac-
tuales territorios de Chihuahua, Sonora, Nuevo México y Arizona. Surgirá así en el cora-
zón mismo de Aridamérica una nueva superárea cultural: Oasisamérica.
II.2. Oasiamérica
De las tres superáreas de las que estamos hablando, ésta es la última en formarse.
Su origen habría que situarlo 2000 años después de la separación de las otras dos, Me-
soamérica y Aridamérica, en torno al 500 a.C.
II.3. Mesoamérica
Mesoamérica ya fue percibida desde el siglo XVI cuando se señalaban e identi!-
caban las relaciones de la región guatemalteca con otras del norte por sus similitudes
religiosas.
En 1939 se identi!có por primera vez esta superárea cuyos límites a la llegada de
los europeos eran: una frontera norte (25o de latitud norte), formada por los ríos Sinaloa,
Lerma, Pánuco; la frontera sur (10o de latitud sur) en una franja que iba del río Motagua
al Golfo de Nicoya y al este y oeste, de mar a mar. Un área que socialmente estaba in-
tegrada por inmigrantes diferentes entre sí, que ingresaron en el territorio en diversas
épocas y que conforme se iban integrando en ella se incorporaban a una historia común.
Fue en 1943, cuando se aceptó su término de una forma generalizada.
Con el transcurso de los siglos, estos pueblos de tan distinto origen fueron capaces
de crear una unidad cultural fundada en torno al cultivo del maíz. Unos primeros agri-
cultores descendientes de los nómadas recolectores-cazadores que habían habitado el
mismo territorio durante milenios. El cultivo de maíz, frijol, calabaza y chile constituyó
la base de una alimentación mesoamericana que permitió a sus cultivadores desarro-
llar una tradición compartida independiente de in"uencias de otras áreas continentales
hasta el siglo XVI. Esto hace de ambos hitos, el sedentarismo agrícola y la irrupción eu-
ropea, los límites temporales de Mesoamérica, y que en fechas se pueden hablar de un
período que va entre el 2500 a. C y el siglo XVI.
Era un basto territorio que incluía valles fríos y elevados, bosque tropicales y lluvio-
sos, amplias planicies costeras, llanuras extensas, tierras áridas unas y otras ricas en
corrientes y depósitos de agua. Su capital, México-Tenochtitlan llamó la atención de los
europeos por su traza y edi!cios, además de por sus plazas y mercados en los que se
re"ejada la riqueza y diversidad de tierras que estaban bajo el gobierno azteca y cuyos
productos se podían encontrar en los tianguis.
Su complejidad hace que los desiertos costeros y las elevaciones andinas gene-
ren un sistema interconectado que obliga a su valoración conjunta, a los que se unen
otros factores como la Corriente de Humboldt, para explicar algunas de sus característi-
cas. Con una su!ciente inversión de tiempo y trabajo, los valles serranos de orientación
norte-sur fueron ocupados, junto a la adaptación de las fuertes pendientes con ande-
nes, para una explotación agro-ganadera con la que se aseguraba el alimento durante
todo el año.
En la costa, los desiertos se distribuyen a lo largo del litoral pací!co, solamente in-
terrumpidos por una cincuentena de ríos que desde la cordillera andina desembocan en
el mar. Ríos que generaron oasis que fueron cultivados e irrigados desde tiempos an-
tiguos. Su clima se hace más extremo conforme descendemos hacia el sur. Un paisaje
desértico que está sujeto a la rápida erosión causada por las riadas y la falta de vegeta-
ción estabilizadora fuera de las áreas irrigadas, donde también participan los movimien-
tos sísmicos. La vertiente oriental de la cordillera vierte sus aguas hacia la Amazonía, a
través de un paisaje abrupto que se derrama hacia la planicie tropical.
que enlaza los Andes centrales con el área meridional, donde la región nuclear es la que
se desenvuelve en torno al lago Titicaca. Por último el área andina sur incluye territorios
chilenos y del noreste argentino, prolongándose hasta la región central de Chile.
En este contexto, la cultura inca consiguió articular todo un territorio que en su ma-
yor expansión superó con creces el ámbito que controló el Imperio Romano en torno al
Mediterráneo. El nombre que el inca dio a su imperio, el Tiwantinsuyo, hacía referencia
a la concepción integral de ese dominio ya que signi!caba literalmente “las cuatro partes
del mundo”. El Tiwantinsuyo estaba dividido en cuatro regiones, el Antisuyo al Norte, el
Collasuyo al Este, el Contisuyo al Sur y el Chinchaysuyo al Oeste. Cada una de ellas se
subdividía al !nal en provincias que correspondían aproximadamente con los grupos ét-
nicos y los estados independientes que fueron progresivamente conquistados y anexio-
nados al imperio. Cada provincia estaba dividida en dos secciones y cada una de ellas
se dividía en ayllus, un elemento estructural que integraba de forma efectiva los siste-
mas políticos y de parentesco.
Por lo que respecta al Área Marginal, englobaría al menos cuatro regiones o áreas:
Llanuras norteamericanas, Caribe, Amazonía y Cono Sur. La primera de ellas com-
prende básicamente los extensos territorios que riegan los ríos San Lorenzo y Missis-
sippi, con una prolongación hacia el oeste, al norte de los territorios de Aridamérica. La
segunda de las áreas es el de las Antillas, mayores y menores, que se integraría con
la región norte de Sudamérica, es decir, la cuenca del Orinoco y las Guayanas pudién-
dose extender hasta el sur de Florida. Toda esta región es la que algunos autores deno-
minan como Circuncaribe.
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TEMA I LOS TERRITORIOS VIRREINALES. ANTECEDENTES Y ORGANIZACIÓN
Finalmente, lo que denominados Cono Sur, es una región suramericana muy va-
riada que incluye las grandes llanuras pampeanas, Patagonia y las costas recortadas
del Chile meridional.
Los cambios que se impusieron en las tradiciones indígenas son claros. Por rese-
ñar alguno de ellos, a partir del quinientos la ocupación europea afectaría seriamente
a los aridamericanos. Dicho proceso signi!có la imposición del sedentarismo a algunos
grupos nómadas; el acoso que llevó a otros a regiones inhóspitas de refugio; el hostiga-
miento militar, etc. Los gobiernos de México y los Estados Unidos continuarían con estas
prácticas extremas, declarando una guerra abierta a los recolectores-cazadores. A pe-
sar de ello, a principios del siglo XX el nomadismo no había desaparecido por completo.
El régimen indiano que se de!nió para controlar los nuevos territorios tenía una
serie de objetivos vagamente de!nidos en los primeros momentos: difusión religiosa o
evangelización, la buena gobernación o administración de justicia y el buen trato a los
indígenas. A lo anterior se implementaban las funciones del Estado, que fueron varias:
gobierno espiritual y temporal, funciones de justicia, de guerra y de hacienda. Todo ello
en un contexto de!nido inicialmente por un régimen en el que estuvo muy presente un
cierto centralismo, la existencia de una jerarquía "exiblemente estructurada y la colabo-
ración y control entre las distintas autoridades.
Un segundo periodo, que iría de 1525 al siglo XVIII, es cuando se amplían los te-
rritorios ocupados, además de organizar y consolidar lo que se ha ganado. Nacen los
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MATERIALES DIDÁCTICOS
primeros virreinatos, se han establecido las audiencias, se reconocen las !guras de los
reinos indianos y surgen los organismos que gobernarán las Indias, lo que supone la de-
limitación de las funciones y los espacios a controlar.
Finalmente, la tercera etapa, propia del siglo XVIII, viene a coincidir con las refor-
mas borbónicas que se llevan a cabo en todos los territorios.
Desde el punto de vista del gobierno, las provincias o Gobernaciones fueron las
unidades fundamentales de organización en los primeros decenios del siglo XVI, cuyo
control estaba con!ado a un gobernador. Al mismo tiempo aparecieron las diócesis ecle-
siásticas, con los obispos cuidadosamente elegidos por los Reyes en virtud de su privi-
legio de Patronato. Esos prelados, en su mayoría inicialmente dominicos, funcionaron
como instrumento e!caz para informar de los abusos de los gobernadores y defender a
los indígenas.
La propuesta para utilizar esta !gura de los virreinatos surgió hacia 1529 en el
Consejo de Indias por varios motivos. Por un lado, ante las de!ciencias detectadas
en el gobierno de México, pero a esta circunstancias se unían otras como la necesi-
dad de erradicar las pretensiones señoriales de los conquistadores o la implantación de
una fórmula política duradera que solventara el problema de la gobernabilidad desde
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TEMA I LOS TERRITORIOS VIRREINALES. ANTECEDENTES Y ORGANIZACIÓN
la distancia de unos territorios que los monarcas españoles nunca visitaron. A todo ello
habría que añadir el hecho, de que la población de los territorios mesoamericanos y
andinos estaba constituida por masas de indígenas de un nivel cultural superior a las an-
tillanas, descendientes de unas estructuraciones de gobierno complejas, lo que exigía
de fórmulas de control más complejas.
Por lo que respecta al virreinato del Río de la Plata, se formó a partir de la antigua
gobernación de Buenos Aires que comprendía también las gobernaciones de Paraguay,
Córdoba de Tucumán, Salta, La Paz, Potosí, Cochabamba, Charcas y Cuyo.
Esta estructura territorial permaneció así prácticamente hasta el siglo XIX, cuando
con las declaraciones de independencia de las distintas naciones iberoamericanas y los
reajustes fronterizos internos, se inició un proceso inexorable que llevó al desmantela-
miento de la estructura virreinal.