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Cada uno de los textos refleja a una parte de las minorías en el poder.
Recordemos que si bien es cierto que el Señorío Quiché dominó gran parte del
altiplano guatemalteco, no por ello constituyo una unidad granítica o el único
Señorio. Todos sabemos que el Seño estuvo compuesta por tres ramas -NIMA
QUICHÉ, TAMUB E ILOCAB- y que la primera –la NIMA QUICHE- fue la que
controlo propiamente el poder. Aún más que uno de los linajes que conformaban
a los NIMA QUICHE el que acaparo con exclusividad los principales cargos. Sólo
los que descendían del linaje CAVEK tenían derecho a los puestos de honor
(Recinos 1975; 104), quedando desplazados a cargos inferiores los linajes NIHAIB
Y AHAU QUICHÉ, y las ramas TÁMUB e ILOCAB. De allí que los intereses tengan
que ser diferentes; las que convenían a los Cavek, Nihaib, Tamub, llocab.
Pero en el altiplano guatemalteco no sólo existió el Señorío Quiché. Los
Cakchiqueles y los Tzutuhiles impusieron también su señorío dominando y
subyugando pueblos. E igualmente podemos decir que en cada uno de ellos un
grupo familiar era el que controlaba los puestos principales. No hay que olvidar
que entre estos tres señoríos hubo hostilidad, discordia y lucha continua, al tratar
cada uno de acaparar las regiones más ricas y pobladas.
Podríamos preguntarnos si tanta división pudo operar e influir para que los
intereses de los antiguos grupos dominantes se hiciesen sentir al momento en que
se redactaron los textos indígenas. Surge la duda, sabiendo que éstos fueron
escritos a partir de la segunda mitad del siglo XVI, cuando ya los castellanos se
habían enseñoreado de estas regiones y pueblos. Con el POPOL VUY y el
RABINAL ACHI no hay problema.
Sus contenidos reflejan claramente intereses de clase: los de los Cavek y los de
Rebínales respectivamente. Con el resto de textos indígenas tampoco porque son
títulos de tierra, es decir alegatos presentados por algunos jefes de parcialidades,
por antiguos caciques -no por las masas de naturales-, indicando en ellos e. lugar
que ocuparon dentro del señorío a que habían pertenecido y la jurisdicción
territorial que, antes de la conquista hispana, les había sido asignada por sus
señores para que gozasen del tributo de los pueblos que allí habitaban. Los
castellanos que no encontraron en Guatemala cantidades considerables de
metales preciosos, tuvieron que aprovecharse de las formas de explotación
prehispánica. Por ello, no les importó reconocer señoríos y cacicazgos, a fin de
poder aprovecharse fácilmente del trabajo de los naturales.
De todo lo anterior podemos deducir que la mayoría de los textos indígenas fueron
escritos con el fin de alegar la Audiencia méritos antiguos y derecho a
jurisdicciones territoriales. En igual forma que cada uno de estos relatos conlleva
intereses muy particulares en la información que contienen.
A pesar de ser abundante la documentación que contiene información sobre los
Señoríos Quichés, no par ello podemos decir que con ella estén representados los
intereses de todos o al menos de los principales grupos.
Faltan en dichos textos la expresión de las mayorías la de los que en la época
prehispana fueron vencidos y rebajados, la de los que fueron sometidos a tributos
y trabajos. La razón está en el mismo surgimiento de los Señoríos Quichés, si los
vencidos hubieran tenido la oportunidad de dejar relatado el proceso de luchas
que tuvieron que afrontar hasta ser vencidos. Por ello, no nos queda más que leer
entre líneas y descubric, en las versiones dejadas por los grupos dominantes, las
verdaderas causas y motivos de proceso de conquista quiché, la cruda realidad
que se derivó para los vencidos y las consecuencias de los muchos años de
opresión.
Para explicarnos el desenlace final de los que fueron los señoríos quichés,
tendremos que utilizar también fuentes de la historiografía criolla guatemalteca.
Estas nos plantearán los intereses que movieron a los castellanos (segundones,
curas frailes, aristocracia hispana) a realizar tanta violencia y depredación sobre
estas regiones. Entre estas historiografía usaremos las obras de Bartolomé de las
Casas, Francisco Ximénez y Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, frailes los
dos primeros, encomendero el último, Las tres reflejan intereses particulares, pero
ayudan a entender la gran transformación social que sufrieron los distintos
señoríos que imperaban en Guatemala. La Conquista Hispana, en efecto, vino a
transformar la estructura social prehispánica y a implantar nuevos sistemas de
explotación, con nuevas formas de organización y creencia.
Así, “la versión de los vencidos”, complementada por la historiografía criolla, nos
permitirá una mejor comprensión de cómo concluyó una etapa del proceso
histórico guatemalteco.
PENETRACION Y CONQUISTA
INICIO DEL PRIMER SEÑORIO QUICHE
Todos sabemos que el proceso histórico guatemalteco se inició cuando grupos
humanos nómadas lograron asentarse en distintas regiones del país, al haber
incorporado a su modus vivendi la producción agrícola. Sin embargo, el desarrollo
material de estos pueblos no fue homogéneo, y así mientras en las TIERRAS
BAJAS DEL ATLANTICO las actividades humanas evolucionaron en tal forma
hasta constituir lo que conocemos como CIVILIZACIÓN MAYA, en el ALTIPLANO
se formó una cultura con rasgos diferentes. Las excavaciones arqueológicas
hechas en el Altiplano no manifiestan las espectacularidad urbanística, ni las
grandes dimensiones arquitectónicas, ni mucho menos las técnicas refinadas en el
trabajo de la cerámica.
Todos sabemos también que la Civilización Maya llegó a su fin a mediados del
siglo X de nuestra era. Tal colapso maya no fue sino el resultado de invasiones
toltecas, acompañadas al mismo tiempo de sublevaciones populares contra las
minorías teocráticas explotadoras, Cesó con ello el desarrollo material, cesaron los
grandes centros urbanos, parte de la población que había servido de base para el
desarrollo técnico y científico quedó sometida a los invasores, y el resto logró
escaparse de la nueva explotación internándose en las selvas tropicales
peteneras.
Las culturas que se desarrollaron en el Altiplano, en donde la explotación de las
mayorías no había llegado a grados elevados, sufrieron, al igual que los centros
urbanos peteneros, las invasiones guerreras de grupos toltecas. La presencia
tolteca en el Altiplano ha quedado demostrada plenamente a través de las
narraciones históricas contenidas en los textos indígenas guatemaltecos. Señalan
éstos como en el Altiplano habitaban muchos y muy numerosos pueblos, con
numerosos oficios y riquezas (Recinos 1,975: 30, 64, 124, 128, 131). Explican
asimismo cómo los grupos invasores no eran muy numerosos, pero sí dados a la
guerra, con una religión que servía para aterrorizar a los pueblos y que eran
grandes codiciadores de las riquezas ajenas (Ibídem: 39, 96, 110, 121, 122, 131;
Carmack 1,979: 94).
Este proceso de conquista nos lo presentaban los textos indígenas ya en forma
poética (CONQU ISTA DE XIBALBA) en el Popol Vuh, Titulo de los Señores de
Totonicapán.
La conquista tolteca de los pueblos que habitaban en el Altiplano fue planificada.
El ansia de tributos y de riqueza fue lo que movió a pueblos que habitaban en el
Altiplano fue planificada. El ansia de tributos y de riqueza fue lo que movió a
pueblos que residían en el golfo de México a lanzarse a la aventura guerrera.
“Entonces se nos dijo -señala el Memorial de Sololá-: En verdad, grandes serán
vuestros tributos, No os durmáis y venceréis, no seréis depreciados, hijos míos.
Os engrandeceréis, seréis poderosos. Así poseeréis y serán vuestros los escudos,
las riquezas, las flechas y las rodelas. Si os tributan piedras preciosas Gade),
metal, plumas verdes y azules, canciones por vosotros despreciadas, vuestras
serán también; seréis más favorecidos y se os alegrarán los rostros. Las piedras
de jade, el metal, las plumas verdes y azules, las pinturas y esculturas, todo lo que
han tributado las siete tribus os alegrarán los rostros en vuestra patria; todos
seréis favorecidos y se os alegrara los ojos con vuestros escudos. Tendréis un jefe
principal y otro más joven, A vosotros los trece guerreros, a vosotros los trece
señores, a vosotros los jefes de igual rango, os daré vuestros arcos y un vuestros
escudos. Pronto se van a alegrar vuestros rostros con las coses que recibiréis en
tributo, vuestros arcos y vuestros escudos, Hay guerra allá en el oriente, en el
llamado Zuyua; alla iréis a probar vuestros arcos y vuestros escudos que os daré
¡Id allá hijos míos! Así se nos dijo cuando fuimos a Tilán" (Recinos 1,950: 56),
Posteriormente trataron de justificar su acción señalando cómo la conquista la
hablan hecho porque los pueblos que habitaban esas regiones gustaban de hacer
la maldad, incitaban a la discordia, eran falsos de corazón, envidiosos y tiranos
(Recinos 1,975: 96). Sin embargo, sus escritos mismos se contradicen al anotar
informaciones que permiten una mejor explicación. Los documentos, en efecto,
señalan que en estas regiones habitaban muchas gentes que podían ser
empleadas en su servicio, ocupándolas en hacer “cacharros, apastes y piedras de
moler mata” (Idem), pueblos que pudiesen tributarles (Recinos 1,957: 83), lugares
con esmeraldas y piedras preciosas que eran el orgullo de estos pueblos (Recinos
1,975: 39), Es, en otras palabras, la codicia de riquezas la que hizo lanzar una
ofensiva sangrienta contra pueblos en que el desarrollo defensivo y ofensivo no
era muy avanzado. Necesariamente la superioridad de las armas ostentadas por
la minoría invasora se hizo sentir sobre los pueblos del altiplano.
En un principio éstos se extrañaban de cómo iban desapareciendo paco a paco
sus habitantes.
“He aquí -señala el Popol Vuh-, cómo comenzó el robo de los hombres de las
tribus por Balam Qustzé, Balam Acab, Mabucutab e iqui Balam. Luego vino la
matanza de las tribus. Cogían a uno solo cuando iba caminando, o a dos cuando
iban caminando, y no se sabía cuándo los cogían, y en seguida los iban a
sacrificar ante Tobil y Avilix. Después regaban la sangre en el camino y ponían la
cabeza por separado en el camino, Y decían las tribus: “El tigre se los comió. Así
comenzó el rapto de la gente cuando Brujos cogían a las tribus en los caminos y
los sacrificaban ante obil, Avilix y Hacavitz; pero a sus (propios) hijos los salvaron
allí en la montaña (Ibidem: 122-123).
Tarde se percataron los pueblos de la violencia planificada a que estaban sujetos.
Tarde buscaron la unidad para defenderse de los invasores. Su consigna QUE
TODOS SE LEVANTEN, QUE SE LLAME A TODOS, QUENO HAYA UN GRUPO
NI DOS GRUPOS DE ENTRE NOSOTROS QUE SE QUEDE ATRÁS DE LOS
DEMÁS (Ibídem:124) ya no pudo lograr su cometida, porque los invasores
estaban ya bien defendidos en las montañas y contaban con mejores armas
(Ibídem:131)
Después a los vencidos se les dijo que su derrota había sido causada por el poder
de los dioses toltecas —Tohil, Avilix y Hacavitz (Ibídem: 124) y que por lo mismo
tenían que ser los servidores de los Quichés por toda la vida (Ibidem: 131). Todo
esto pasó cuando los invasores quichés estaban fortificados en HACAVITZ.
Las avanzadas guerreras Toltecas estuvieron conformadas por grupos distintos,
pero el que las comandó en un principio fue el grupo Quiché. Por ello fueron
también los Quichés los que primero tuvieron la oportunidad de estructurar su
Señorío.
El Señorío Quiché logró subyugar a los pueblos que habitaban la región de la
Verapaz (Ibidem: 112), que fue donde iniciaron su conquista, y se extendió por lo
que actualmente son los departamentos de El Quiché (Ibídem: 131), Totonicapán,
Quetzaltenango (Ibídem: 142) y todo lo que es el suroccidente del país (Recinos
1,957: 770).
La lucha la enderezan contra grupos Pokom, Mames, Uspantecas, Ixiles, Pipiles...
El sentido de la lucha varió según las circunstancias. En algunos casos los
pueblos se sometían antes de entrar a batalla, como fue el caso de Mazatenango,
Cuyotenango, Zapotitlán, Samayaque, Sambó que, conociendo los tormentos a
que habían sido sometidos sus vecinos de Xetulul, prefirieron reconocer a los
Señores Buichés y obedecerles como sus tributarios (Ibidem: 77, 79). En otros
casos, algunos pueblos se rindieron después de presentar batalla como sucedió a
los Pokomames (Ibídem: 109). Unos pocos lucharon hasta ser derrotados
completamente, y en consecuencia hechos esclavos, heridos y asaetados contra
los árboles y destruidas sus moradas hasta los cimientos (Recinos 1,975: 142).
Los resultados les fueron favorables a los quichés porque eran gentes capacitadas
para la guerra y a la vez estaban bien armados — lanzas, arcos y flechas,
escudos (Recinos 1,957: 105). Además, antes de proceder a la conquista de una
región situaban avanzadas en lugares estratégicos y fortificados, desde donde
observaban y reconocían la región y los pueblos que planeaban conquistar
(Recinos 1,975: 143). A la vez, de antemano elegían a los que iban a ser los jefes
de las tierras que pensaban ocupar, para que así se esforzasen por conquistarlas
(Recinos 1,950: 236).
La implantación del Señorío Quiché significó el establecimiento de mecanismos
permanentes de control y de sumisión que facilitó a las minorías en cl poder
tributos y presentes con forma continua.
“Y ahora que nos han conquistado señala el Memorial de Sololá seremos vasallos
de tu trono y tu poder. Como un solo hombre te serviremos” (Ibidem: 75).
“Entonces se rindieron todas las tribus, humillaronse los pueblos ante Balam
Quirzé, Balam Acab y Mahucutab. -Tened piedad de nosotros, no nos matéis,
exclamaron. -Muy bien, Aunque sois dignos de morir, os volveréis nuestros)
vasallos para toda la vida, les dijeron” (Recinos 1,975: 131).
"Y estando ya los pueblos sometidos y terminada su grandeza las tribus ya no
tenían ningún poder y vivían todas dedicadas a servirles diariamente” (Ibídem:
134).
Lo que habían codiciado y que les llevó a una guerra de conquista lo habían
logrado. Desde entonces grandes fueron sus tributos, se lograron engrandecer y
fueron poderosos.
La reducción de los naturales a poblados fue una política que hizo aflorar el
verdadero sentido de la forma de tenencia de la tierra prehispánica. La tierra con
la conquista comenzó, en efecto, a tener dueños directos –no indirectos como era
antes-, El reconocimiento de cacicazgos por parte de la Audiencia no significó otra
cosa que el de adjudicarles en propiedad a la antigua clase dominante parte de la
tierra que había estado bajo su jurisdicción cuando sus Señoríos.
La conquista hispana en Guatemala vino a ser más benigna con la mayoría de los
sectores dominantes prehispánicos que lo que ellos habían sido cuando
conquistaron el Altiplano, La mayor parte de ellos, en efecto, conservaron sus
antiguos privilegios y llegaron a constituir la ARISTOCRACIA NATIVA que,
fundiendo sus intereses con los de la ARISTOCRACIA CRIOLLA, prosiguió
dedicada a la explotación de la mayoría de los naturales.
CONCLUSIÓN
Hemos tratado de explicar, a lo largo de esta exposición cómo el surgimiento de
los SEÑORÍOS QUICHÉS no fue otra cosa que el establecimiento estructuras
despótico tributarias.
Los datos que hemos manejado así lo indican. La unidad dialéctica campo-ciudad
nos mostró en el fondo la relación entre comunidades agrarias y teocracias
militares urbanas, en la que los primeros constituyeron la base y la posibilidad de
ser de los segundos.
Con la conquista castellana tal unidad dialéctica se transforma al implantarse
predominantemente, por un lado, la propiedad privada de la tierra -
disminuyéndose consecuentemente las tierras para el común de las gentes-, y por
otro al establecerse la obligación de los naturales –exceptuando a los
“principales”- a trabajar en las tierras de los nuevos poseedores, La relación ya no
fue entonces TRIBUTARIA sino SERVIL. Los SEÑORÍOS QUICHÉS desaparecen
y se inicia en el proceso histórico del país “LA PATRIA DEL CRIOLLO”.
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CAPITULO V
TÍTULOS JURÍDICOS DE LACOLONIZACIÓN EN AMÉRICA
Richard Koneteke
La expansión portuguesa y española en ultramar se atuvo, en lo tocante a la toma
de posesión de las islas y tierras recién descubiertas, a las concepciones jurídicas
derivadas del derecho romano y del canónico, convertidas en derecho
consuetudinario general de la tardía Edad media. Ese engrandecimiento encontró
inicialmente su fundamentación jurídica en la idea de la Reconquista que era
concebida como restauración del poder cristiano sobre la tierra y la gente de la
Península Ibérica. La expansión de los reinos cristianos en África del Norte, que al
igual que las grandes extensiones de la Península Ibérica había sido conquistada
por el Islam, pasaba por ser una prosecución natural de la Reconquista. Los
monarcas castellanos sostenían que los reinos de Fez, Tremecén y Marruecos
habían pertenecido largo tiempo a los reyes visigodos, cuyo heredero era Pelayo,
el primer soberano del reconquistado reino de Asturias, cuyos descendientes, a su
vez, fueron los reyes de Castilla y León.
Parte del reino visigótico del norte de África se consideraba que eran los
archipiélagos situados frente a él, y en particular las Islas Canarias. Había
alcanzado difusión general entre la población andaluza la idea de que la conquista
de las Canarias competía a la corona de Castilla, ya que las islas se encontraban
en las inmediaciones de la zona del continente africano que había pertenecido a
Rodrigo, el último rey visigodo. De modo que un primer título jurídico para las
adquisiciones ultramarinas de Castilla lo ofrecía un movimiento medieval
irredentista, la aspiración de reunificar todos los territorios que otrora integraban la
monarquía de los antiguos españoles.
Portugal, que procuraba impedir la ocupación castellana de África del Norte y que
asimismo reivindicaba las islas Canarias, aducía la situación geográfica de esos
parajes en la proximidad de las costas lusitanas y su compromiso de guerrear
contra los infieles, merced al cual justificaba la conquista de Ceuta y de otras
plazas fuertes marroquíes por los portugueses.
Al proseguir los descubridores su penetración en el espacio Atlántico de África
Occidental, ya no pudieron utilizar la idea de la restauración de un señorío anterior
o la proximidad geográfica como fundamentaciones jurídicas de su toma de
posesión de territorios ultramarinos. Afloraba ocasionalmente, por cierto, la
fantástica idea de suponer un vieja derecho hereditario de la corona de Castilla
sobre el Nuevo Mundo. El cronista, Gonzalo Fernández de Oviedo intentó
demostrar que Colón había, descubierto el país de las Hespérides. Así como las
ciudades y países tomaban su nombre de sus soberanos, esas comarcas, argüía
Oviedo, se denominaban así por Héspero, el duodécimo rey de la vieja España,
quien en viaje de cuarenta días hacia occidente había alcanzado las "Indias
Hespérides”. Esta había acontecido hace tres mil ciento noventa y tres años,
aseveraba Oviedo en 1535, Dios devolvía ahora a España, con tan viejos títulos y
luego de tantos siglos, esos reinos. El Consejo de Indias hizo saber, que mucho le
complacería que Oviedo aportara las pruebas de que las Indias Occidentales
habían sido una antiquísima posesión española.
Como la historia no proporciona títulos jurídicos valederos sobre posesiones
ultramarinas más distantes, las naciones de Europa Occidental que habían
ralizado los descubrimientos se esforzaron por obtener el reconocimiento de
principios jurídicos generales, en los cuales sustentar de manera ajustada a
derecho, sus pretenciones en pugna. En el caso de descubrimiento de islas
deshabitadas, como los Azores y el archipiélago de Madeira, coincidía la práctica y
la concepción jurídica en que tales islas, en su condición de res nuilius,
pertenecían a quien las descubriera y ocupara. La prioridad temporal del
descubrimiento proporcionaba en este caso el mejor título jurídico.
No obstante, los más de los países e islas recién descubiertos estaban habitados.
¿Qué títulos jurídicos podían esgrimir los europeos para establecer su dominación
sobre esos territorios de ultramar?
Los viajes de exploración de los siglos XIV y XV respondían a una difundida tesis
jurídica de la época, según la cual era licito apropiarse de los países recién
descubiertos que pertenecían a príncipes conciencia jurídica del hombre medieval
estaba in Como cristiano, creía tener un mejor derecho de Con la progresión de
los descubrimientos, entró en contacto con numerosas poblaciones no cristianas
que no practicaban ninguna religión revelada, a diferencia de los judíos y
mahometanos.
La actitud de los cristianos ante esos paganos dependía de ciertas circunstancias.
Podía tratarse de reinos poderosos, bien organizados, como el imperio mongol del
Gran Khan, del cual especialmente Marco Polo había difundido la fama. A este
soberano y a otros potentados de la India. Cristóbal Colón debía entregarles
cartas de recomendación de la real pareja española, en las que se expresaban
sentimientos de amistad.
Completamente distinto fue el comportamiento de los exploradores europeos ante
los primitivos aborígenes de las islas Canarias o del África tropical. Los guanches
y negros demostraban la existencia de infieles que vivían al margen de la
civilización y parecían hallarse privados de un ordenamiento jurídico y estatal
racional. Los europeos no tuvieron escrúpulo alguno en despojar y esclavizar a
esos habitantes. a quienes negaban personalidad jurídica, y tuvieron por justo
conquistar y dominar tales países paganos. Colón estaba persuadido que las islas
que había descubierto y ocupado en su viaje a Occidente pertenecían a los Reyes
Católicos con igual título que los dominios hereditarios deja corona. Según la
opinión vulgar de la época, los exploradores y conquistadores europeos tenían un
derecho posesorio incuestionable sobre el Nuevo Mundo.
Sin embargo, el derecho a ejercer la autoridad sobre las tierras recién
descubiertas no se siguió aceptando como el poder del más fuerte y superior, sino
que prontamente preocupó a la conciencia legal europea y suscitó acaloradas
controversias jurídicas, en las cuales debían desarrollarse los principios de una
comunidad universal regida por el derecho de gentes. Surgieron con ello nuevas
ideas que contradecían los intereses políticos y económicos de los imperios
coloniales español y portugués y que, más adelante, prestarían una valiosa ayuda
a los pueblos coloniales en su lucha por la independencia.
Por de pronto, los portugueses hicieron confirmar mediante bulas papales sus
derechos sobre los descubrimientos en África Occidental. De esta suerte para
impedir legalmente las expediciones de marinos andaluces la Guinea, obtuvieron
la bula de Nicolás V, en 1455, la autorización de conquistar las países de los
infieles desde el cabo Bojador y Num hasta Guinea incluida en su totalidad, y de
esclavizar a sus habitantes y despojarlos de sus pertenencias. Á quien penetrara
sin autorización en estos dominios la corona lusitana, se le amenazaba con la
excomunión. La intervención de la Iglesia en las querellas relativas a los
descubrimientos de ultramar se fundaba, según el Papa, en su responsabilidad por
la conversión que ya había sido emprendida por los portugueses en las zonas de
exploración y conquista que les cayeron en suerte.
Aunque los Reyes Católicos sostenían que Colón había tomado: posesión
legalmente de las islas por él descubiertas, en nombre de ellos y aunque los
jurisconsultos de la corte no consideraban necesaria ningún fundamentación
adicional de los títulos reales, desde el principio los monarcas españoles
solicitaran, para los descubrimientos en las Indias; Occidentales, bulas del Papa
similares a las que la corona portuguesa lograra para su zona de exploraciones en
África Occidental. En cinco bulas del año 1493 el papa Alejandro VI satisfizo esos
deseos. Otorgó a los Reyes. Católicos, sobre las islas y países adquiridos por
ellos en el océano, la "plena y libre y omnímoda potestad, autoridad y jurisdicción”,
y con ello los mismos derechos de soberanía Tac el papa Nicolás Y atribuyera a
los portugueses en la región de África Occidental.
Con estos documentos los españoles pudieron respaldar eficazmente sus
pretensiones de soberanía, alejar a los marinos extranjeros de su zona de
influencia y rebatir la concepción lusitana según la cual las islas descubiertas por
Colón en el Atlántico pertenecerían a la zona de exploración africana adjudicada
por la bula papal de 1455 a la corona de Portugal. De esta manera habíase
logrado una base para las negociaciones con el rey portugués. En realidad, en el
tratado hispano-lusitano de Tordesillas (1,494) se logró establecer una solución de
compromiso. Según esta, se dividía el Océano Atlántico, por un meridiano que
corría a 370 millas náuticas al oeste de las islas de Cabo Verde, en una zona de
exploración portuguesa y una española, con lo cual Portugal aseguraba sus
pretensiones sobre una parte del Nuevo Mundo, Brasil.
El primer descubrimiento y toma de posesión, la concesión papal y el tratado entre
las dos potencias ocupantes, España y Portugal, constituía los primitivos títulos
jurídicos de los asentamientos coloniales europeos en ultramar. No interesaba la
opinión o el derecho de la población indígena, tal como en las guerras europeas
de conquista no se tenía en cuenta la que pensaran los habitantes de un territorio
acerca del cambio forzado de príncipe reinante.
En su totalidad, esos tres principios jurídicos tomados de la Edad Media y a los
que se recurrió para fundamentar la expansión colonial portuguesa) española
fueran objeto en lo sucesivo de vivos ataques. Se impugnó la validez del primer
descubrimiento cuando a éste no lo seguía inmediatamente u toma efectiva de
posesión, por medio del establecimiento de una colonia. Los españoles y
portugueses, no obstante, al principio por lo general, y habían contentado con una
ocupación simbólica. Los marinos grababan inscripciones en algunos árboles o
levantaban cruces de madera. En subsiguientes exploraciones de las costas
africanas, los reyes de Portugal hicieron colocar estelas de piedra con el escudo e
inscripciones que pregonaban los derechos de soberanía a que aspiraba la
corona. Conforme a estas pautas, los españoles y portugueses también en el
Nuevo Mundo erigieron cruces de madera y de piedra cuando desembarcaban en
una isla recién descubierta. Ceremonias simbólicas acompañaban el acto formal
de la toma de posesión. Tras el desembarco en la isla de Guanahaní, Cristóbal
Colón desplegó la bandera real y dos lábaros, formuló ante testigos las
declaraciones pertinentes e hizo que un escribano levantara acta de todo ello. Se
simbolizaba también el cambio de posesión, por parte del jefe expedicionario,
cortando ramas con la espada o haciendo incisiones en un árbol, tomando un
puñado de tierra, bebiendo agua o practicando usos análogos, conservados de la
vida jurídica romana y germánica. Los indios que asistían a tal acto jurídico como
espectadores curiosos, desempeñaban el papel de comparsas y observaban, sin
comprenderlo, un ritual decisivo para su libertad y su vida.
Pero este sistema de ocupación y dominación, derivado del hecho del primer
descubrimiento, chocó desde muy pronto con una crítica creciente. Precisamente
porque hacía caso omiso de la voluntad de los aborígenes y no los consultaba en
absoluto. Esta crítica emanaba de teólogos españoles que recurrían a la tesis de
la escolástica medieval, y en particular de Tomás de Aquino, para desarrollar a
partir de ellas los principios que debían determinar el comportamiento de los
europeos en sus encuentros con los hombres del Nuevo Mundo. Según Tomás, la
formación de estados Locos de la razón natural, y por ello también era legítimo el
poder estatal file los príncipes paganos. Igualmente, para él, el derecho de
propiedad se da en el orden natural, y por ello también era legítimo el poder
estatal de los príncipes paganos. Igualmente, para él, el derecho de propiedad h
funda en el orden natural. Por tanto, deducían los escolásticos tardíos en España,
como el derecho natural es válido para todos los pueblos, los pobladores europeos
no debían desposeer a los indios de su autoridad sus posesiones. Francisco de
Vitoria impugnó la tesis de que el primer descubrimiento concediera un derecho de
propiedad sobre países habitados. Teólogos posteriores también consideraron que
ese título jurídico carecía de valor. El dominico Bartolomé de las Casas combatió
ese error con singular apasionamiento. Demostraban ignorancia y obcecación los
consejeros Reales al estimar “que, porque los Reyes de Castilla descubrieron por
medio del Almirante Colón aquestas Indias, tenían ya derecho para por paz a por
guerra, por mal o por bien, por tuerza o por grado, las gentes y señoríos de ellas
sojuzgallas y señoreallas, como si fueran las tierras de África”.
La escolástica española tardía impugnaba asimismo la donación papal como título
válido para la instauración del dominio colonial europeo. Blas bulas de los Papas,
que otorgaban a los príncipes cristianos derechos de posesión sobre los
descubrimientos ultramarinos, se fundamentaban teóricamente en las ideas del
dominio mundial papal, según las cuales el Pontífice gozaba también de un poder
directo sobre los asuntos seculares y de soberanía sobre todos los pueblos
paganos. Los juristas de la corona española recurrían a esta doctrina de la
omnipotencia papal para defender las pretensiones legales de España sobre las
Indias Occidentales, De las bulas papales de 1,493, Palacios Rubio dedujo que la
soberanía que el Pontífice había poseído sobre los paganos del Nuevo Mundo
desde la venida de Jesucristo pasaba ahora a los monarcas de España.
Pero ahora los teólogos españoles ponían en tela de juicio la validez jurídica de
las bulas papales, en lo que respecta a la legitimidad del dominio hispánico en el
Nuevo Mundo, Se remitían en ese punto a Tomás de Aquino, según el cual Cristo
no había querido ser un príncipe terrestre. De ahí infería este escolástico que
tampoco el Papa poseía derechos seculares de soberanía y por tanto, carecía de
toda autoridad sobre los paganos. Los príncipes paganos eran autoridades tan
legítimas como los monarcas cristianos, pues su poder derivaba del derecho
natural, ante el cual todos los hombres son iguales. Fundándose en esta doctrina
de Santo Tomás, el cardenal italiano Cayetano —que desde 1,508 era general de
la orden dominica y había enviado los primeros misioneros dominicos al Nuevo
Mundo trazó pocos años después del descubrimiento de las Indias Occidentales
los límites de la injerencia papal en los países de infieles. Dominicos como Las
Casas y Francisco de Vitoria negaron que Alejandro VI pudiera transferir a España
el poder secular sobre los descubrimientos en el Nuevo Mundo. El Papa no podía
agraciar a nadie con países y señoríos. Esto se convirtió en tesis de la escolástica
española tardía. Ello no obstante, los reyes españoles siempre consideraron que
la donación papal era el fundamento jurídico más importante de su imperio
americano. Poner en tela de juicio la validez de esa donación, manifestó el jurista
y miembro del Consejo de Indias Juan de Solórzano, era “querer dudar de la
grandeza y potestad del que reconocemos por Pite-Dios en la tierra”:
Particularmente los franceses, ingleses y holandeses, que no querían que seles
cerrara el acceso a las riquezas del Nuevo Mundo, impugnaron la validez que,
según el derecho de gentes, pudiera tener el tratado hispano-portugués, por el
cual las dos primeras naciones descubridoras se habían repartido el Nuevo Mundo
mediante el trazado de líneas demarcatorias. Á la fijación de esferas nacionales y
exclusivas de intereses en ultramar, contraponían las demás potencias marítimas
nacientes de Europa Occidental el principio de a libertad de los mares y del libre
comercio mundial.
Para los contemporáneos, empero, el fundamento más convincente de a toma de
posesión del Nuevo Mundo por parte de los europeos llegó a ser a misión entre los
infieles. El descubrimiento y la conquista de América por parte de los españoles,
desempeñaba un papel en la historia de la redención al ofrecer la posibilidad de
anunciar a los indios el mensaje evangélico, Era opinión general entre españoles y
portugueses que la difusión del cristianismo constituía una obra grata a los ojos de
Dios y que el descubrimiento de regiones del mundo desconocidas hasta entonces
estaba previsto en el plan divino de la redención. Cortés escribió a Carlos V que
Dios, Nuestro Señor, había hecho descubrir esas nuevas tierras por los reyes
españoles porque quería propagar la fe cristiana entre los aborígenes bárbaros. La
unidad entre la historia de la redención y la historia mundial podía demostrarse
aún más eficazmente cuando era factible invocar la autoridad del Papa. Incluso
aquellos que negaban el poder secular del Pontífice e impugnaban su derecho a
disponer de los países paganos, coincidían en que el Papa, como cabeza
espiritual de la Iglesia, tenía el derecho de dirigir este derecho —el de traer los
paganos al cristianismo y proteger la predicación de la doctrina cristiana un
príncipe cristiano. Según esta interpretación, las bulas papales de 1,493 no eran
otra cosa que el encargo de tal misión a los Reyes Católicos, con respecto a las
descubiertas Indias Occidentales. Esta función espiritual, aceptada en esos
momentos por los monarcas españoles, tenía, sin embargo, importantes
repercusiones políticas. Como enseñaba Francisco de Vitoria, el Papa, que había
encomendado a los españoles la realización de esa obra misional en sus
descubrimientos, podía excluir a las demás naciones europeas de una
participación en aquella, a fin de evitar perniciosas reyertas entre los príncipes
cristianos. El dominico Bartolomé de Canaliza, quien más tarde sería arzobispo de
Toledo, argüía además que se debía reconocer y amparar la religión cristiana.
Según Las Casas, a los reyes de Castilla debía tocarles en suerte la dignidad y
corona imperiales en América como indemnización por el celo puesto en la
conversión de los infieles. Era justo y lícito que el Papa hubiera convertido al
monarca hispano en emperador y patrono de los príncipes vernáculos de los
indios.
Ahora bien, ¿la misión entro los infieles legitimaba también la conquista armada de
los países pagarlos? Los conquistadores del Nuevo Mundo pudieron creerlo y
considerarse a sí mismos como precursores de los misioneros que vendrían
después. Teólogos contemporáneos, asimismo, defendieron y fundamentaron esta
concepción. El escocés Juan el Mayor, profesor de teología en la Universidad de
París, fue el primero que, en un opúsculo del año 1,510, procuró legitimarla
conquista del Nuevo Mundo. El príncipe cristiano, enseñaba, tiene la obligación de
propagar el culto del Dios verdadero, y esto se vuelve más fácil si penetra en los
países de los infieles, depone a sus príncipes y en lugar de éstos instituye
autoridades cristianas. Para cubrir los costos ocasionados por la misión entre los
infieles, sería conveniente y estaría justificado que el rey de España se apoderara
de los países de los indios. Pero si los caudillos autóctonos se convertían al
cristianismo, debían conservar su autoridad. Surgió la concepción según la cual el
sometimiento de los indios por la fuerza de las armas era imprescindible para
predicarles más fácilmente y con mayor éxito los Evangelios. En particular el
jurista y humanista Juan Ginés de Sepúlveda; precisamente por esta razón,
justificó la guerra que realizaban los españoles contra los indios, aunque no se
deseaba una conversión forzosa de esos aborígenes.
Según Vitoria y otros escolásticos españoles tardíos, la libre prédica es un
derecho natural y divino. Luego, si un príncipe pagano impedía la conversión de
sus súbditos o perseguía a los conversos cristianos, los españoles podían
guerrear contra esa autoridad tiránica y deponerla. El dominico Domingo de Soto
enseñó que cualquier príncipe cristiano podía intervenir bélicamente si en un
Estado pagano se impedía a algunos ciudadanos adoptar la fe cristiana. Tal
derecho de intervención para la defensa de inocentes, motivado por el amor
cristiano al prójimo, podía constituir una legitimación del dominio español en
América.
Los derechos de soberanía estatal, que se derivaban del compromiso de llevar a
cabo la misión entre los infieles, reconocían su origen en la autoridad papal, a la
que incumbía legalmente inmiscuirse en todo lo que guardara relación con el
provecho espiritual ele los hombres. La toma de posesión de las tierras
descubiertas en ultramar, empero, también podía legitimarse fundándose en el
imperio universal. Al conquistar los españoles el continente americano, su príncipe
reinante era el emperador Carlos V. Los conquistadores se presentaban como
súbditos de este poderoso emperador y exigían a los príncipes de la conversión de
los infieles. Era justo y lícito que el Papa hubiera convertido al monarca hispano en
emperador + patrono de los príncipes vernáculos de los indios.*
Ahora bien, ¿la misión entre los infieles legitimaba también la conquista armada de
los países paganos? Los conquistadores del Nuevo Mundo pudieron creerlo y
considerarse a sí mismos como precursores de los misioneros que vendrían
después. Teólogos contemporáneos, asimismo, defendieron y fundamentaron esta
concepción. El escocés Juan el Mayor, profesor de teología en la Universidad de
París, fue el primero que, en un opúsculo del año 1,510, procuró legitimar la
conquista del Nuevo Mundo. El príncipe cristiano, enseñaba, tiene la obligación de
propagar el culto del Dios verdadero, y esto se vuelve más fácil si penetra en los
países de los infieles, depone a sus príncipes y en lugar de éstos instituye
autoridades cristianas. Para cubrir los costos ocasionados por la misión entre los
infieles, sería conveniente y estaría justificado que el rey de España se apoderara
de los países de los indios. Pero si los caudillos autóctonos se convertían al
cristianismo, debían conservar su autoridad. Surgió la concepción según la cual el
sometimiento de los indios por la fuerza de las armas era imprescindible para
predicarles más fácilmente y con mayor éxito los evangelios. En particular el jurista
y humanista Juan Ginés de Sepúlveda, precisamente por esta razón, justificó la
guerra que realizaban los españoles contra los indios, aunque no se deseaba una
conversión forzosa de esos aborígenes.
Según Vitoria y otros escolásticos españoles tardíos, la libre prédica “s un derecho
natural y divino, Luego, si un príncipe pagano impedía la conversión de sus
súbditos o perseguía a los conversos cristianos, lo, españoles podían guerrear
contra esa autoridad tiránica y deponerla. El dominico Domingo de Soto enseñó
que cualquier príncipe cristiano podía intervenir bélicamente si en un estado
pagano se impedía a algunos ciudadanos adoptar la fe cristiana. Tal derecho de
intervención para la defensa de inocentes, motivado por el amor cristiano al
prójimo, podía constituir una legitimación del dominio español en América.
Los derechos de soberanía estatal, que se derivaban del compromiso de llevar a
cabo la misión entre los infieles, reconocían su origen en la autoridad papal, a la
que incumbía legalmente inmiscuirse en todo lo que guardara relación con el
provecho espiritual de los hombres. La toma de posesión de las tierras
descubiertas en ultramar, empero, también podía legitimarse fundándose en el
imperio universal. Al conquistar los españoles el continente americano, su príncipe
reinante era el emperador Carlos V. Los conquistadores se presentaban como
súbditos de coste poderoso emperador y exigían a los príncipes de los indígenas
que se sometieran a tal soberano universal. 1 Hernán Cortés quiso llevar a cabo
las cosas de tal manera que “20 le quedará a vuestra excelsitud Carlos V más que
hacer para ser monarca del mundo”. La idea imperial universalista de la Edad
Media podía utilizarse como legitimación teórica del imperio de los españoles en
ultramar, tal como procuró hacerlo en 1,525 el jurista Miguel de Ulcurrum en su
libro Catholicun opus imperiale regiminis rnundi, dedicado a Carlos V. En su
opinión, el jus gentium3 postulaba una integración de los reinos en una comunidad
internacional. He ahí por qué, merced al consenso de todos los pueblos, el
emperador había sido instaurado como soberano universal, sobre creyentes e
infieles, y por qué, asimismo, la justicia, la paz y la dicha de la sociedad humans
exigían más que nunca la monarquía universal. Si los paganos se negaban a
reconocer la soberanía ecuménica del emperador, era menester tratarlos como
rebeldes.
No obstante, la escolástica española tardía rechazó en su teoría del Estado la idea
del imperio universal y se pronunció por la soberanía de los Estados nacionales.
Según Vitoria, el emperador no es el señor de todo el globo terrestre, Según
Carranza, nunca ha habido un monarca del mundo entero, ni podría un solo
soberano regir todo el orbe. La Tierra, sostiene Melchor Cano, es demasiado
dispar como para ser gobernada como una unidad. “No conviene a los antípodas
nuestra industria y forma política”. Los escolásticos aducían que la tenencia del
título imperial no legitimaba ninguna intervención política de los europeos en el
Nuevo Mundo. La conquista no podía justificarse por la presunta soberanía
universal del emperador.
Se intentó, por lo demás, impugnar los derechos de soberanía que reñían los
príncipes aborígenes. El virrey del Perú, Francisco de Toledo, hizo redactar las
Informaciones acerca del señorío y gobierno de los indios para investigar,
mediante interrogatorios a los indígenas, las tradiciones históricas del imperio
incaico. Del conocimiento de la historia se desprendía que los incas nunca
poseyeron su señorío por herencia o elección, sino que lo habían instaurado por la
fuerza de las armas. Por ende los españoles, al tomar posesión del imperio
incaico, no hicieron más que deponer a invasores extranjeros y potentados
tiránicos. Según escribiera el virrey Toledo en una carta de 1,572 a Felipe Il, junto
a la cual le enviaba las “Informaciones”; lo primero que se deducía de todo ello era
que Vuestra Majestad es legítimo señor de estos reinos”.
La legitimidad de la dominación española sobre las comarcas descubiertas se
aceptaba sin discusión cuando los aborígenes se sometían y aceptaban
voluntariamente la soberanía de los reyes españoles. España, aseguraban aún los
teólogos más principistas y rigurosos, puede tomar posesión de reinos indígenas
si los habitantes o su gran mayoría desean ser súbditos de la monarquía
hispánica. La premisa es, con todo, que estamos aquí ante un libre acuerdo de
sumisión. La forma en que Hernán Cortés provocó la abdicación de Moctezuma y
su cesión voluntaria” del reino a la corona de España, y la reiteración de tales
prácticas por otros conquistadores, muestran ciertamente, que a menudo sólo se
trataba de preservar las formas exteriores de la legalidad.
Objeto de viva controversia fue la tesis de que la misión civilizadora del hombre
blanco en las tierras de ultramar le daba derecho a instaurar una dominación
colonial sobre los pueblos primitivos. Sepúlveda, en particular, afirmaba esto y lo
fundamentaba en la Política de Aristóteles, según el cual los hombres bárbaros e
incultos habían nacido para servir a los dotados de razón. Los pueblos civilizados
debían enseñorearse de los salvajes y primitivos. Por consiguiente, concluía
Sepúlveda, los europeos debían subyugar a los hombres del Nuevo Mundo,
pertenecientes a estadios culturales inferiores. El humanista español añadía a ello
la tesis de que los valerosos y cultivados españoles constituían un pueblo elegido
y superior, apto para tener entre sus manos el destino del mundo, Los españoles
ejercían con pleno derecho la soberanía sobre los bárbaros de América.
Esta legitimación nacionalista de las conquistas hispánicas en ultramar llevó a
pintar con los colores más sombríos la índole y costumbres de los indios. Los
aborígenes del Nuevo Mundo no sólo se hallan privados de cultura, sino que viven
como bestias salvajes. Practican una absurda idolatría, sacrifican a sus dioses
víctimas humanas y comen la carne de sus semejantes. Desconocen la
honestidad y cl pudor y son afectos a la embriaguez y la sodomía. Se discutía,
incluso, que fueran seres racionales, se les caracterizaba como animales que
hablaban.
No hay que exagerar, sin embargo, los resultados ni aún los propósitos de
esta política, La realidad se impuso y unas mismas instituciones adquirieron
modalidades diferentes en las distintas comarcas, según el ambiente
geográfico, social y económico en que hubieron de desenvolverse. No
faltan, por otra parte, en la propia legislación, preceptos dictados con una
clara visión realista que admiten la vigencia de las prácticas
consuetudinarias aceptadas en cada lugar.
Y al propio tiempo que esto ocurría, se produjo también una fuerte reacción
popular, en lo que pudiéramos llamar al estado llano de la colonización,
contra el derecho privilegiado de estos descendientes de los primeros
descubridores, que se manifestó en larga serie de pleitos sostenidos contra
ellos por los representantes de consejos y ciudades.
Fueron los segundones fijosdalgos los que en gran parte nutrieron las
expediciones descubridoras. La institución de los »mayorazgos, vigente en
España, había motivado que los hijos no primogénitos de las familias
nobiliarias quedasen en una situación económica difícil, notoriamente
desproporcionada con su posición social. El descubrimiento de América
abrió horizontes amplios a su ambición de labrarse una fortuna propia, que
les permitiese salir rápidamente, aún a costa de los mayores riesgos, del
estado de inferioridad económica en que vivían, y ello les impulsó a
enrolarse en las huestes de la conquista.
CAPITULO IX
ORGANISMOS
1. EL REY
Todos estos montos entraban a formar parte de sus bienes, al igual que.
«Las penas impuestas a sus oficiales y a sus súbditos por incumplimiento
de las misiones que les encomendaban o por contravención de las
disposiciones vigentes.”
Todo lo recaudado era del Rey, y por consiguiente del real erario, o real
Hacienda, sobre la cual tenía la prerrogativa de fijar los gastos, así como de
disponer sobre todos los fondos que tuviera.
Por lo tanto, dado que los nuevos territorios serían del Rey y que sus
oficiales Reales se encargarían de su control fiscal, se comprende que
éstos formaran parte de las primeras tripulaciones que llevaba Colón en sus
naves a conquistar y colonizar el nuevo mundo.
Al principio, era una autoridad intermediaria del comercio con las Indias y
del apresto de las naves, ya que la suprema dirección las tenían los reyes,
sus secretarios y consejeros.
Por lo que los Oficiales tenían jurisdicción sólo en lo que tocaba a cosas
comerciales de las Indias, además de que podían imponer multas
pecuniarias, exigir cantidades en fianza y decretar prisiones en nombre del
Rey.
5. EL CONSEJO DE HACIENDA
Sus funciones eran muy variadas, pero una de las más importantes era de
que tenía que encargarse directamente de la protección de los indios en su
distrito, por lo que tenían que efectuar visitas, haciendo audiencia en los
lugares en que se necesitara.
Por lo que conocía de los cargos tanto civiles como criminales de los indios,
ya fuera que estuvieran encomendados o puestos bajo la corona real, pero
si se iniciaba un pleito, éste lo debía de delegar a los alcaldes ordinarios
aunque él era el juez superior de éstos, ya que no debía adjudicarse las
competencias de ellos.
También obligaban a los indios a que les vendieran los productos de trabajo
a precios bajos, ya fueran en especie como otros manufacturados, para que
el Corregidor los revendiera más caros en el exterior de su distrito, y
asimismo, efectuaba la operación inversa al revenderles obligatoriamente a
los indígenas, productos excesivamente caros.
Estos muchas veces en los lugares importantes solían ser dos, uno para la
jurisdicción civil y otro para la criminal.”
Esto se debía a que la mayoría de los casos, los corregidores eran hombres
de capa y espada, que asumían los asuntos de carácter político y
administrativo, reservando los judiciales para un funcionario preparado para
ello, porque eran como un”... juez de letras que los Señores (que tienen
potestad para ello) ponen en sus lugares, para conocer en grado de
apelación de los pleitos de los demás alcaldes ordinarios de su Señorío”.”
7. VISITAS
“Se lama también el acto de jurisdicción, con que algún juez, o prelado se
informa del proceder de los ministros inferiores, o de los súbditos, o del
estado de las cosas en los distritos de su jurisdicción, pasando
personalmente a reconocerlo, o enviando en su nombre a quien lo
execute.”?
Mientras tanto el Visitador les cobraba lo que debían, les enviaba alguaciles
y escribanos para tomarles los libros, quedando éstos en su poder, y ponía
candado a las salas y almacenes de la casa, impidiéndoles la salida de la
misma sin su permiso.
8. RESIDENCIAS
CAPITULO X
LAS AUDIENCIAS
Luis Antonio Díaz Vasconcelos
Los Oidores tenían limitaciones en su vida privada. Así vemos que Felipe
11, en Madrid el 22 de mayo de 1,538, dispuso limitar las relaciones
sociales de aquellos funcionarios, ordenando no visitar a los vecinos, asi
como no asistir a desposorios, casamientos, ni entierros.
CAPITULO XI
GOBIERNO Y ADMINISTRACION
A. LOS VIRREYES
La institución del virreinato tuvo en las Indias, desde el primer momento de
su creación, un carácter netamente estatal, Aun cuando a Colón se le
concedió este título, esta concesión tuvo sólo un valor meramente
honorifico.
C. REGIMEN MUNICIPAL
Esta Casa de Contratación fue, al propio tiempo que el organismo rector del
comercio con las Indias, una institución de gobierno con atribuciones
Políticas singularmente en el orden fiscal-, una pieza importante en la
esfera de la administración de justicia y un factor poderoso para el estudio
de la geografía americana y de la ciencia náutica de la época.
Entre los impuestos, además del tributo que estuvieron obligados a pagar
los indios -y del cual ya nos hemos ocupado-, figuraron los siguientes: el
almojarifazgo, por todas las cosas que en las Indias se importasen de
Europa, así como por las que España se importasen de las indias y cuyo
tanto por ciento cambió a lo largo del periodo colonial; la sisa, viejo
impuesto de origen medieval, que consistía en una rebaja en favor del
erario, que se hacía en las pesas y medidas al realizar las transacciones de
mercaderías y que en las Indias tuvo un carácter extraordinario, estando
facultadas las autoridades para exigirlo en caso de guerra o de otro gasto
urgente, la alcabala, que sólo se introdujo en las Indias a fines del siglo XVl,
después de vencer enconadas resistencias, y cuyo tanto por ciento varió
también las circunstancias; los impuestos eclesiásticos, como los diezmos y
lo que se recaudó por la predicación de la Bula de la Santa Cruzada; los
impuestos especiales que pesaron sobre los funcionarios, como la mesada
y la media annata.
Por bulas de los pontífices Alejandro VI y Julio Il, ejercieron los monarcas
españoles el Regio Patronato sobre todas las iglesias de las Indias.
Ninguna Iglesia podía erigirse en las Indias sin autorización del Rey.
Tampoco podía establecerse y fundar monasterios ninguna orden religiosa
sin la previa licencia real.
De más está decir que las Leyes Nuevas fueron la expresión jurídica de un
enorme reajuste de intereses económicos, y que su aplicación - con
grandes modificaciones impuestas por la realidad fue la estructuración
definitiva de las bases de la sociedad colonial; bases que en ese momento
dejaron de ser esclavistas para tomar un carácter claramente feudal. Pero
únicamente nos interesa señalar la aparición del nuevo repartimiento
después de la muerte definitiva del antiguo.
A los indios de repartimiento había que pagarles un real por día, en moneda
y en mano propia, el último día de la semana y no después. También
establecían las Ordenanzas que debía pagárseles el día que caminaban
hacia la hacienda -el lunes., aunque no dicen nada acerca de pagarles el
tiempo y el esfuerzo invertido en el regreso a sus pueblos.
Esa modificación debe haber representado cierta ventaja para los indígenas
si se atiende a que debe haber disminuido la agitación semanal en los
pueblos, Sin embargo, hay testimonios históricos de que, desde otro punto
de vista, representó para ellos un grave perjuicio. Al retirar a los indios de
sus pueblos en las temporadas de más actividad agrícola -temporadas de
siembra y de cosecha de los cereales básicos y de otros granos-, los
apartaban de sus tierras comunales en los períodos en que era necesario el
laboreo de dichas tierras. Ello redundaba en una menor aportación de
productos de indios a los mercados locales, y en una mayor aportación
relativa de los productos de las haciendas. Observadores coloniales
señalaron de cuánto daño era este sistema para los indios, pero su
denuncia no cambió las cosas.
CAPITULO XIII
LA POLITICA AGRARIA COLONIAL Y LOS ORIGENES DE LATIFUNDIO
EN GUATEMALA
Para que ese estímulo diera los resultados apetecidos, la corona tenía que
mostrar mucha magnanimidad en la cesión de tierras, pues hubiera sido
desastroso que se propagara la noticia de que los conquistadores no
estaban siendo debidamente premiados por su inversión, ni los primeros
pobladores por su decisión de trasladarse a las colonias recientes. El rey
ofrecía y cedía -nótese este detalle importante una riqueza que no había
poseído nunca antes del momento de cederla. Los conquistadores salían a
conquistar unas tierras con autorización, en nombre y bajo el control de la
monarquía; y la monarquía los premiaba cediéndoles trozos de esas
mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues, con lo que ellos le
arrebataban a los nativos y con los nativos mismos. Y como cedía algo que
no le había pertenecido antes de cederlo, podía cederlo en grandes
cantidades. Las actas del primer cabildo de la ciudad de Santiago de
Guatemala, desde el día siguiente al asiento de la ciudad, muestran un
cuadro muy animado de los conquistadores repartiéndose las tierras entre
sí, en grandes extensiones, con base en la autorización que para ello tenía
el jefe de la expedición, Alvarado, y las personas en quienes delegó dicha
facultad en sus ausencias.
Resta decir que ese principio, segundo de nuestra serie, operó de manera
profunda y decisiva en la etapa de la conquista y colonización intensiva, a lo
largo del siglo XVL En los siglos subsiguientes continuó actuando de
manera atenuada, porque la posibilidad de adquirir tierra por merced real
siguió siendo un incitante de la inmigración española a Indias.
Perdió la fuerza y el sentido de la primera etapa, eso sí, por motivos que se
desprenden de lo que se verá enseguida.
Veamos.
La incitación del periodo anterior a pedir y obtener tierras había dado lugar
a muchas extralimitaciones. En aquel período convenía tolerarlas, pero
medio siglo más tarde se convirtieron en motivo de reclamaciones y de
“composiciones” La monarquía comenzó a dictar órdenes encaminadas a
que todos los propietarios de tierras presentaran sus títulos. Las
propiedades rústicas serían medidas para comprobar si se ajustaban a las
dimensiones autorizadas en aquellos documentos. En todos los casos en
que se comprobara que había habido usurpación de tierras realengas, el
rey se a venta a cederlas legalmente si los usurpadores aceptaban pagar
una suma de dinero por concepto de “composición”. En caso contrario, era
preciso desalojarlas para que el rey pudiera disponer de ellas.
La Cédula que hemos citado ordena recuperar para el rey todas las tierras
ocupadas sin títulos, No ofrece ninguna posibilidad de retenerlas con base
en arreglos. Es una orden tajante. Pero en la segunda Cédula de esa
misma fecha se le dice al Presidente que, no obstante lo ordenado en la
anterior, se puede entrar en arreglos con los usurpadores si éstos se
muestran dispuestos a pagar lo “justo y razonable”. Leamos sus renglones
medulares: “Por otra Cédula mía de la fecha de ésta os ordeno que me
hagáis restituir todas las tierras que cualesquiera personas tienen y poseen
en esa Provincia sin justo y legítimo título” -dice el monarca, pero
seguidamente agrega que: -.. por algunas justas causas y consideraciones,
y principalmente por hacer merced a mis vasallos, he tenido y tengo por
bien que sean admitidos a alguna acomodada composición, para que
sintiéndome con lo que fuere justo para fundar y poner en la mar una
gruesa armada para asegurar estos Reinos y esos, y las lotas que van y
vienen de ellos (..) se les confirme las tierras y viñas que Poseen, y por la
presente, con acuerdo y parecer de mi Consejo Real de Indias, os doy
poder, comisión y facultad para que, reservando ante todas cosas lo que
os apreciere necesario para plazas, ejidos, propios, pastos y baldíos de los lugares y concejos (se
refiere otra vez a los municipios de los pueblos, S. M.), así por lo que toca al estado presente como
el porvenir del aumento y crecimiento que puede tener cada uno, y a los indios lo que hubieren
menester para hacer sus sementeras, labores y crianzas, todo lo demás lo podáis componer, y
sirviéndome los poseedores de las dichas tierras (..) que tienen y poseen sin justo y legitimo título,
se las podáis confirmar y darles de nuevo título de ellas (la expresión 'de nuevo' no significaba en
aquel léxico "otra vez, sino por primera vez, como cosa que antes no había ocurrido", S.M.) (...) y
en caso que algunas personas rehusaren y no quisieren la dicha composición, procederéis contra
los tales conforme a derecho en virtud de la dicha mi real cédula...""
Sería ingenuo suponer que las dos Cédulas de aquel día se contradicen, o que pudo incluirse el
contenido de ambas en una sola, ya que tratan del mismo asunto. No se contradicen sino que se
complementan; y el hecho de poner la orden de restitución en un documento y la oferta de
composición en otro aparte, obedecía al propósito de no restarle fuerza legal a la primera y
aumentar así el atractivo de la segunda. Porque lo que la corona quería no era que le devolvieran
las tierras usurpadas, sino que no se las devolvieran: quería la composición, necesitaba dinero.
Es interesante observar que en la etapa en que privó el principio de la tierra como aliciente, la
corona puso ciertas condiciones al hacer merced de la tierra: había que radicar en. ella y cultivarla
durante un determinado tiempo antes de obtener la confirmación de su plena posesión según se
leyó en la famosa Cédula del Rey católico que hemos citado páginas atrás-. Pasada aquella corta y
decisiva etapa, privando ahora el principio de la cierra como fuente de ingresos para la monarquía,
desaparecieron totalmente aquellos requisitos: los terrenos realengos usurpados podían titularse
por vía de composición"...estando o no poblados, cultivados o labrados..."
La composición de tierras fue un mecanismo creado en la última década del siglo XVI; ingresó
como un tema permanente en la Recopilación de Leyes de Indias," estuvo causándole ingresos a la
corona durante todo el periodo colonial," y fue un importante renglón de la Real Hacienda en el
reino de Guatemala hasta pocos años antes de la Independencia. Dicho lo mismo de otro modo: la
usurpación de tierras se practicó desde el siglo XVI con base en la liberalidad de las concesiones
originales y en el descontrol de la primera etapa colonizadora. En la última década de ese siglo fue
instituido el sistema de composiciones, el cual no vino a frenar la usurpación -porque no era su
finalidad- sino a convertirla en un procedimiento normal para adquirir tierras y ensanchar los
latifundios con desembolsos moderados. Al normar la composición, las leyes sistematizaron la
usurpación de tierras para todo el período colonial.
No hay negocio que más prospere, que aquel en que los dos tratantes salen beneficiados. El
procedimiento usurpación-composición beneficiaba a la corona con una recaudación constante, y
a los terratenientes dándoles facilidades para ensancha propiedades. En las instrucciones que los
Presidentes le daba, a comisionados de hacer remedidas y composiciones de tierras, se les
recomienda, entre otras cosas. regatear en torno al precio de la tierra, pujar para arriba con el fin
de que "...siempre lo que se hiciere sea en aumento rial real haber..."y naturalmente preferir
siempre una composición baja antes que una devolución de tierras sin provecho alguno para el
"real haber La consigna era no permitir el fracaso de la composición.
A mediados del siglo XVIII una importante Cédula le dictó nueva forma a la administración del
ramo de tierras. y dispuso que los Subdelegados percibieran el dos por ciento de las ventas y
composiciones que se realizaran bajo su dirección. Tenemos allí, pues, un nuevo factor favorable
al proceso usurpación-composición, puesto que la concesión del citado estipendio a favor de los
Subdelegados à procurar precios altos en las composiciones-que elevarían el estipendio a recibir,
pero al mismo tiempo la inducia a realizar composiciones a cualquier precio antes que
malograrlas-más valía pájaro en mano que ciento volando
No hace falta demostrar que el resorte fundamental del mecanismo que estamos señalando se
hallaba en las necesidades de numerario que eran achaque crónico de la monarquía española. Y
resulta harto comprensible que buscara provechos en la concesión barata de tierras que de otro
modo no le rendían ningún beneficio sin reparar, claro está, en consecuencias históricas como el
latifundismo, que no le afectaban ni tenía por qué preverlas
Las tierras comunales se extendían normalmente en los alrededores del pueblo, más alta de los
ejidos (aunque también hubo tierras comunales situadas a considerables distancias de los
pueblos). Su extensión era variable, y se suponía que había tierra suficiente para que cada familia
pudiera percibir una parcela y cultivarla en forma individual. Al final de la colonia, sin embargo,
había pueblos que tenían mucha más tierra de la que necesitaban, y otros que carecían de la
necesaria. Los primero solían arrendarla a los segundos, y más comúnmente a ladinos pobres
totalmente desprovistos de tierra. Las tierras comunales eran administradas por Cabildo o
Ayuntamiento indígena" A partir de la dotación original, muchos pueblos ampliaron sus tierras,
bien solicitadas por merced, o bien, en muchos casos, titulándolas por composición después de
haber entrado en su uso por impulso de la necesidad. Para estas composiciones, y para otras
compras eventuales de tierras del común, los Cabildos echaban mano del fondo llamado de
comunidad (cajas de comunidad), integrado con ciertas contribuciones municipales entre las que
figuraba, de manera principal, cierta cantidad de trabajo en las mismas tierras del pueblo." A ello
se debe que, ocasionalmente, los documentos hagan distinción entre las tierras comunales o de
sementera y las de comunidad, dándole este segundo nombre a las adquiridas con fondos de
comunidad. Debe indicarse, empero. que hubo mucho descuido en la denominación de las tierras
de indios, y que fue incluso corriente llamar ejidos al conjunto de dichas tierras, englobando las
ejidales y las comunales. Fueron, como ya se dijo. dos tipos de tierra distintos.
Además de los ejidos y tierra comunales, hubo tierras que pertenecieron a ciertos indios en forma
particular. La estructura colonial propició la existencia de pequeñas camarillas de indios no serviles
en los pueblos; indios "nobles" que no tributaban ni acudían al trabajo obligatorio (repartimiento)
y que estaban incorporados al aparato de autoridad y de explotación. Dentro de esas facciones
cabildescas hubo indios ricos que dispusieron de medios económicos para componer tierras de su
propiedad. También hubo en los pueblos minorías de mestizos que llegaron a poseerlas propias en
modesta cantidad. La mediana y pequeña propiedad rústica existió, pues, en el cuadro agrario
colonial, pero fue una realidad muy limitada. El panorama del agro durante la colonia estuvo
predominantemente formado por latifundios y tierras comunales. (El cuadro de latifundios y
minifundios, que comprendía el problema agrario de nuestro tiempo, no es colonial. Entre aquél y
éste hay que situar la transformación agraria realizada por la reforma cafetalera en el último tercio
el siglo pasado (s. XIX): desmantelamiento de la estructura colonial de los pueblos, supresión total
de las tierras comunales, incremento de las rancherías con introducción de indios en ellas,
multiplicación en gran escala de la pequeña propiedad agraria en manos de mestizos, y violenta
elevación del número de empresas agrícolas grandes o nuevos latifundios cafetaleros).
En unas instrucciones dadas por el Presidente de la Audiencia Don Alonso Criado de Castilla, en
1,598, le encarga al comisionado que antes de entrar a composición con un particular ...hard
información de la cantidad que será menester para los pueblos de indios comarcanos -y agrega-
(...) de las tierras de que tuvieran necesidad para sus milpas, pastos, dehesas, potreros y otra
granjerías y ejidos, y todo lo demás que viere que los pueblos de los dichos naturales hubieren
menester, y eso les dejará y otro tanto más, de manera que siempre procure que los indios
queden contentos y no agraviados..." Más adelante vuelve a referirse a las tierras de indios,
diciéndole "...Las que: tierras para milpas, pastos, dehesas, potreros y ejidos que los indios en
particular y las Comunidades de tales pueblos tuvieren y poseyeren, se las deje y no trate de ello
en manera ninguna..."
Ciento cincuenta años más tarde, en la Cédula de 1,754 que reorganizó el ramo de tierras, se
incluyen renglones que vuelven a recomendar mucha templanza en la composición con indios
particulares, y la más amplia tolerancia con las tierras comunales: "... pues por lo tocante a las de
comunidad Las les están concedidas a sus pueblos para pastos y ejidos, no se ha de que hacer
novedad, manteniéndolos en la posesión de ellas y reintegrándoles en las que se les hubiera
usurpado, concediéndoles mayor extensión en ellas según la exigencia de la población...""
Esas recomendaciones reflejan con fidelidad la política de la corona frente al problema de las
tierras; de los pueblos. No es que estemos tomando cándidamente las leyes como realidades; una
documentación amplia, ajena al texto legal, demuestra que la preservación de las tierras de indios
fue efectivamente un principio de la política agraria colonial. Y ello no tiene nada de sorprendente.
La organización de los pueblos de indios -que fueron la pieza clave de la estructura económica de
la colonia- exigía la existencia de unas tierras en que los indígenas pudieran trabajar para
sustentarse, para tributar, y para estar en condiciones de ir a trabajar en forma casi gratuita a las
haciendas y labores y a otras empresas de los grupos dominantes. Se trata pues, de un principio
permanente y fundamental de la política agraria de la colonia, porque enraizaba en un interés
económico también fundamental y permanente de la monarquía. Para que los indios
permanecieran en sus pueblos, controlados para la tributación y para el trabajo forzado, era
indispensable que tuvieran allí unas tierras suficientes; que no tuvieran que ir a buscarlas a otra
parte.
De los cinco principios que nos proponemos señalar, éste es el único que no operó como factor de
desarrollo de los latifundios. Su importancia es en todo caso extraordinaria, y no puede faltar en
una exposición sistemática de la política agraria de aquel largo periodo.
Los cuatro principios señalados hasta aquí. EL SEÑORIO de la corona sobre toda la tierra de las
provincias, LA TIERRA COMO ALICIENTE de la conquista y la colonización, LA TIERRA COMO
FUENTE DE INGRESOS para la monarquía, y LA PRESERVACION DE LAS TIERRAS DE INDIOS-. todos
ellos tienen clara formulación en las leyes y aparecen ampliamente ilustrados en sus pormenores
en documentos coloniales de muy diversa índole.
El quinto principio último de nuestra serie- no se desprende de las leyes en ninguna forma, y antes
bien, si nos atuviéramos a ellas, pasaría totalmente inadvertido. Nos es revelado por hechos de
gran trascendencia consignarlos en documentos de otra naturaleza, gracias a los cuales sabemos,
precisamente, que era un principio que operaba al margen de la ley Lo llamaremos el principio de
BLOQUEO AGRARIO DE LOS MESTIZOS
Las Leyes de Indias en lo tocante a tierras no hacen discriminación de la gente mestiza "las castas,
los ladinos, sino que ofrecen puntos de apoyo legal para que ellos también puedan obtenerlas por
los procedimientos usuales" Las Cédulas especiales para Guatemala, así como las disposiciones
elaboradas por la Audiencia, tampoco establecen limitación para la adquisición de tierras por
mestizos, aunque es de notarse que siempre se refieren a ellos como particulares, facultándolos
para adquirirlas por composición Sin embargo, dado que los mestizos formaban un contingente
humano en crecimiento y de escasos recursos económicos, era de esperarse que el gobierno
colonial, a nivel peninsular o a nivel de provincia, dictara las providencias necesarias para dotarlos
de tierras, considerándolos como un grupo económicamente diferenciado y muy necesitado de
aquel recurso fundamental. Si los indios, como clase, vivían en sus pueblos, tenían tierras y
gozaban de un fuero especial, los mestizos, como grupo emergente en la sociedad colonial, no
ubicado y carente de medios de producción, debieron ser objeto de la creación de centros
especiales para ellos, dotados de tierras para trabajar. Esto, que se hizo en otras colonias y que los
mestizos del Reino de Guatemala solicitaron en diversas formas, fue sistemáticamente rehuido por
las autoridades de esta provincia. Numerosos documentos dan prueba del fenómeno, y una
primera síntesis histórica del mismo fue elaborada por el religioso, economista y notable
historiador Francisco de Paula García Peláez en las primeras décadas del siglo XIX. En sus ricas
"Memorias" consagró dos capítulos al sistema colonial de ladinos, y en ellos dejó definitivamente
señalados los siguientes hechos importantes: que el desarrollo demográfico de los mestizos
hubiera ameritado la creación de un crecido número de poblados de ladinos -villas, como se les
llamaba-, y que las treinta existentes eran del todo insuficientes para las necesidades de aquel
gran sector; que los ladinos solicitaron en diversas formas la creación de villas, pero el gobierno de
la provincia no le dio solución favorable a esa tendencia: que varias de las villas existentes en el
reino fueron fundadas por el esfuerzo propio de grupos de ladinos, quienes tuvieron que comprar
tierras de propiedad particular para establecerse; que el régimen colonial le cerraba las puertas de
los pueblos de indios a los ladinos, haciendo su existencia en ellos fuera siempre difícil e insegura;
que por todos esos que motivos se veían obligados los ladinos rurales a introducirse en las
haciendas, en donde vivían y laboraban en malísimas condiciones a cambio de poder usufructuar
parcelas de tierra de dichas empresas, y finalmente, que ciertas modalidades de conducta de los
ladinos, señaladas como "malas" por los grupos dominantes, eran consecuencia necesaria de las
limitaciones en que el régimen los obligaba a vivir.
No podemos adentramos aquí en pormenores acerca del mestizaje y el desarrollo de las capas
medias en la sociedad colonial,105 pero es indispensable señalar que los lineamientos
fundamentales de aquel complicado proceso estuvieron determinados por lo que
indiscutiblemente fue uno de los principios de la política agraria colonial: el bloqueo agrario de
aquellos sectores emergentes. La proliferación de ladinos configuró en aquella sociedad por lo
menos dos capas medias urbanas: una alta y reducida, artesanal proveedora, y otra baja y
numerosa, la "plebe" o gente pobre de los suburbios de las ciudades coloniales. También
configuró dos capas medias rurales: una alta y reducida, integrada por indios ricos y ladinos
acomodados en pueblos de indios, y otra baja de grandes proporciones, constituida por la masa de
ladinos pobres dispersos en rancherías. Todas ellas fueron, por así decirlo, caminos que tomaron
los mestizos ante la imposibilidad de obtener tierras. La política colonial de ladinos, que se las
negó siempre, los arrojó en esas direcciones, entendido que la última de ellas -el camino hacia las
rancherías de las haciendas- fue la adoptada por una gran mayoría de ladinos pobres.
Aunque los documentos son pródigos al poner de manifiesto el bloqueo agrario y sus
consecuencias históricas, ninguno revela directamente las causas profundas del fenómeno. 10
García Peláez se limita a señalar que había una contradicción entre lo dispuesto por las Leyes de
Indias y lo actuado por las autoridades del reino, y solamente denuncia un incumplimiento de
aquellas por estas últimas. Pero es seguro que allí hubo algo más que un mero incumplimiento de
la ley. Hacia 1,642 cesó en el cargo el último Presidente que atendió a la creación de villas para los
ladinos, y desde entonces quedó abandonado ese grave problema. Tan marcado viraje obliga a
sospechar un cambio de política deliberado, y aunque carezcamos de información directa al
respecto, hay elementos históricos que con buena lógica parecen indicar la causa fundamental del
abandono de los ladinos. El más voluminoso resultado del bloqueo agrario fue el desplazamiento
de ladinos pobres hacia las haciendas y la formación de un gran número de rancherías dispersas a
lo largo de todas las regiones habitadas del reino, La multiplicación de las rancherías significó una
creciente disponibilidad de mano de obra barata y permanente para los hacendados, y con ello
una distensión de la pugna que mantenían con las autoridades en torno al trabajo forzado de los
indios. Desde este punto de vista -que era de la mayor importancia en la dinámica social de la
colonia- la política de bloqueo agrario de los ladinos resultaba ser la más conveniente para las dos
fuerzas dominantes, la monarquía y los terratenientes criollos, ya que aumentaba constantemente
el número de peones que se introducían en las haciendas, que se avenían a formar rancherías
estables y a trabajar a cambio de usufructo de parcelas. Esto cuando las haciendas estaban en
crecimiento, necesitando mano de obra preferentemente servil -todas querían indios de
repartimiento- y estándoles. prohibido retener a los nativos y formar rancherías con ellos. Para la
corona, el desarrollo de las rancherías y el aumento numérico de los trabajadores ladinos rurales
venía a ser, en definitiva, un factor importantísimo para la conservación de los pueblos de indios
con su régimen cerrado, su sistema de tributación perfectamente controlado, y su régimen de
repartimientos ya regularizado conforme al número de indios y para un número limitado de
haciendas. Así se lo deben haber demostrado al rey los terratenientes y también los funcionarios
que estaban viendo de cerca la realidad. La fundación de villas hubiera sido un grave error de
política económica desde el punto de vista de los dos grupos explotadores, quienes,
desaprovechando un factor que venía a moderar la contradicción básica existente entre ellos,
hubieran impedido el crecimiento de una nueva gran masa de trabajadores susceptibles de ser
explotados en diversas formas,
Dos hechos seguros debemos retener en relación con nuestro asunto. Primero, que el bloqueo
agrario de los ladinos fue un importante principio de la política agraria colonial. Y segundo, que
ese principio arrojó a un gran número de trabajadores a las haciendas, convirtiéndolos en
arrendatarios de distintos tipos - predominantemente usufructuarios de parcelas a cambio de
trabajo. Este último fenómeno guarda estrecha relación con el desarrollo del latifundismo, porque
la perspectiva de encontrar un número creciente de trabajadores arrendatarios debe haber sido
un aliciente para la ampliación de las posesiones de los terratenientes.
Hemos señalado cinco principios que el estudio de la realidad colonial pone de manifiesto como
rectores de la política agraria de aquel período. El primero de ellos fue el fundamento sobre el que
operaron los restantes. El segundo fue el punto de arranque del latifundismo en Guatemala. El
tercero fue el gran mecanismo generador y ampliador de latifundios durante más de dos siglos
coloniales. El cuarto no fue generador de latifundios -tierra comunal para los pueblos de indios-. Y
el quinto debe haber actuado como incitante secundario.
Ahora bien; esos principios actuaban unilateralmente, fomentaban el latifundio desde el ángulo de
los intereses de la corona. Para que estos principios fueran operantes, tuvo que haber otros que
actuaran unilateralmente desde el ángulo de los intereses de los terratenientes; porque de nada
hubieran valido las facilidades que la monarquía ofrecía para ampliar las haciendas, si los
hacendados no hubieran tenido motivos para aceptarlas. Hubo, ciertamente, principios que
actuaron desde este otro ángulo. Es obvio que el mero hecho de poseer en grandes extensiones el
medio de producción básico, era suficiente para estimular el afán de acapararlo. Pero en el marco
de esa circunstancia actuó esta otra, originando entre ambas un círculo vicioso: la tierra era para
que los indios la trabajaran, pero la posibilidad de disponer de los indios dependía de que la tierra
estuviera acaparada. Dicho de otro modo: la tierra era fuente de riqueza si se disponía de indios
de repartimiento, pero los indios de repartimiento sólo podían obtenerse si se poseía tierras en
considerable extensión.
Desde el momento en que quedó organizado el sistema de repartimiento de indios, se vio que el
número de éstos, reducido por el hecho de que las autoridades los cedían en cantidades y por
períodos limitados, mantendría a los hacendados en un constante regateo, entre sí y con las
autoridades, para tener asegurada su cuota de trabajadores forzados. En esas condiciones, la
aparición de nuevas empresas agrícolas, de nuevas haciendas y labores, suponía un aumento
numérico de los interesados en obtener indios de repartimiento. Como ese aumento no
correspondía a un aumento numérico de los indios disponibles, necesariamente se daba una
agudización de la pugna en torno a la disponibilidad de mano de obra forzada. El incremento
demográfico de los mestizos vino a aliviar parcialmente dicho problema, como ya se señaló. Pero
de todos modos, la clase terrateniente tuvo que asegurar su dominio acaparando tierras, porque
era la manera de asegurarse a los indios.
Este hecho fundamental -la limitación de la disponibilidad de indios-hay que tenerlo presente en la
explicación de ciertas características del desarrollo de la clase criolla. Su rechazo y su miedo frente
a la inmigración de nuevos españoles al reino, por ejemplo, tenía ese problema en el fondo: tierra
había suficiente para que grupos de españoles llegaran periódicamente con miras de obtener
trozos de ella, desde ciertos puntos de vista, a la clase criolla le hubiera convenido ser un poco
más numerosa; pero esas consideraciones perdían toda su validez ante el hecho de que cada
nuevo terrateniente era un nuevo aspirante a indios. Guarda estrecha relación con lo que estamos
señalando la tendencia, muy acusada de la clase criolla, a constituir una sola gran familia, a ser una
parentela cerrada. Es evidente que de ese modo se conseguía acaparar la tierra en las manos de
un núcleo social compactado, unificar los intereses básicos e impedir la penetración de
advenedizos.
La limitación numérica de los indios disponibles también operaba en base de otro fenómeno
importante: el de que la clase criolla, renovada por elementos extranjeros que lograban penetrar
en ella, se mantuviera como una clase muy reducida, que no crecía, sino más bien tendía a
expulsar de su seno a criollos arruinados que pasaban a las capas medias. Esa lucha interna dentro
de la clase-lucha de la que ofrece claro testimonio la crónica de Fuentes y Guzmán-revela que la
base de sustentación económica de los criollos era una plataforma limitada, que la clase no podía
crecer, y que por ese motivo subían unos y caían otros. Había tierra suficiente para todos, pero no
había indios en cantidad ilimitada - esa era la plataforma con límites peligrosos, y siendo esto así,
acaparar la tierra, aunque no fuera a utilizarse, era una medida necesaria para conservar el control
sobre los indios y para preservar la clase. (Es interesante observar que la clase latifundista pudo
ampliarse, como lo hizo con la reforma cafetalera del siglo XIX, cuando, eliminando el dominio
español sobre los indios, se pudo echar mano de éstos y disponer de ellos ampliamente. Se
amplió, pues, la plataforma de sustentación de la clase terrateniente la disponibilidad de indios y
la clase pudo ampliarse también).
Resumiendo: Los principios de la política agraria colonial no hubieran llevado el latifundismo a los
extremos que llegó, si la estructura de la colonia y la esencia de la clase terrateniente criolla no
hubieran obligado a dicha clase a aprovecharse de aquellos principios para ampliar su dominio,
cerrado y excluyente, sobre la tierra. La tierra sin indios no valía nada, pero el gran valor de los
indios como creadores de valor, aconsejaba la adquisición de grandes extensiones de tierra.
Es interesante anotar que el latifundismo llegó a ser un serio problema todavía en la época
colonial. Así lo revelan varios documentos, pero manera notable los célebres Apuntamientos sobre
Agricultura y Comercio" de que el Consulado de Comercio le proporcionó a Don Antonio
Larrazabal como material de consulta para su gestión en las Cortes de Cádiz.110 El documento
refleja los puntos de vista de los grandes comerciantes españoles del reino, cuyos intereses se
hallaban en contradicción con los de los grandes terratenientes criollos. Mientras el bienestar de
éstos reposaba sobre el trabajo semigratuito y por ende sobre la miseria de los indios y de los
ladinos pobres, el desarrollo del comercio hubiera exigido una elevación de la capacidad de
compra de las masas campesinas, la cual sólo podía alcanzarse con reformas profundas. Los
comerciantes hubieran deseado, según se ve en su documento, cambios revolucionarios sin
Independencia, mientras que los terratenientes deseaban una Independencia sin cambios
revolucionarios. De ahí que los Apuntamientos contengan información absolutamente franca y
fidedigna acerca del estado del agro en las postrimerías de la colonia, y que una de sus secciones
sea un verdadero proyecto de reforma agraria-realmente el primer proyecto de reforma agraria
que conoce la Historia Económica de Guatemala, elaborado en 1,810-.
Se trata de una medida demagógica, claro está. Pero la eficacia Presidente le suponía radicaba que
falta de tierra un factor el de descontento entre indígenas mestizos quienes "mulatos" según el
uso de la época, él esperaba que aquellos repartos un golpe a la opinión Independencia.
Es interesante señalar, terminando, duro funcionario, que fingía achacarle los movimientos
Independencia la acción minorías subversivas, reconocía con toda claridad, dirigía secretamente
autoridad peninsular, que la miseria que arroja lucha revolucionaria a quienes la padecen, que
procedimiento para atenuar esa lucha, desde el punto vista los dominadores, a las fuentes de
riqueza un número mayor ciudadanos. Recomendó distribuir tierra, porque tierra -como es hoy-
todavía la principal fuente de riqueza mal distribuida el país. La enfermedad Guatemala ya estaba
allí
CAPITULO XIV
IMPLANTACION DE INTENDENCIAS
Flavio J. Quezada
La casa de Borbón en España se instaló en el poder a principios del siglo XVIII, o sea en el período
histórico en que era franco el declina miento del imperio español
Los Borbón en el poder consideraron encontrar en la liberación del comercio, tanto interno como
externo, hasta entonces monopolizado por diversos sectores, el factor que les permitiría
equilibrarse con la pujanza de los países con claro desarrollo capitalista. La Corona esperaba suplir
con la acumulación dineraria generada por la actividad comercial, la ausencia histórica de una
acumulación originaria desarrollada a partir de la explotación agrícola. Por supuesto que el
problema no era de acumulación dineraria sino de desarrollo histórico de las fuerzas productivas y
a pesar de todos los intentos borbones por hacer resurgir el imperio, éste decaería para siempre
en los años sucesivos.
Por esos años se dio un hecho muy importante cuyas incidencias vale la pena destacar. En el año
de 1765, durante el reinado de Carlos III (1759 1788), máximo exponente de los Borbones," se
autoriza al oidor de la Audiencia de Guatemala establecer los estacos de tabaco y reorganizar los
de la pólvora y naipes y otros ya existentes¹¹9 que para entonces eran todos subarrendados por la
nobleza criolla, a excepción del de aguardientes que era controlado por el poderoso Cabildo de
Guatemala. 120 Esta medida tenía tres objetivos fundamentales: el primero, arrebatar de las
manos de los ricos comerciantes guatemaltecos el monopolio que sobre los estancos poseían: el
segundo, reivindicar su control con el objeto de estimular-bajo igualdad de condiciones de todos
los comerciantes del Reino- la libre concurrencia; y el tercero, no menos importante, fiscalizar
directamente la tributación producida por la actividad comercial con el fin de incrementar los
ingresos a las arcas reales. Se pretende, además, incrementar las exigencias tributarias a algunas
actividades.
Por su parte, el descontento criollo y de los comerciantes poderosos de Reino se manifiestan con
principios de sedicción en marzo del mismo año y para noviembre se compactaron los gremios de
la ciudad y eligieran 25 representantes quienes como delegados elevaron una nueva petición que
buscaba la abolición de lo actuado, y obtuvieron nuevamente la negativa audiencial como
respuesta.
Los desórdenes prosiguieron y la insistencia del Cabildo de Guatemala, también, hasta que
finalmente el capitán general, temiendo una sublevación, de grandes proporciones, accedió a
buscar una solución conciliatoria y como resultado, el 19 de noviembre de 1799, dispuso
suspender el cobro alcabalas a artesanos, pulperos, tenderos y marítateros de la ciudad y acordó
bajar su costo futuro al 1% y 3% en vez del 6% que se había recientemente impuesto.
ayuntamiento ganó la batalla a la vez que se mantuvo el control de los guatemaltecos sobre el
comercio.
Esta situación contrariaba los intentos de liberar del comercio y por ello era lógico que en los
informes presentados a la Corona, se planteara la "inoperancia" administrativa del sistema de
división política provincial en alcaldías mayores y corregimientos. Se atribuía toda esta situación al
hecho de que los cargos de alcaldes mayores y corregidores eran vendidos por la de su compra
Corona y que por tanto, quienes los obtenían, no pensaban en otra cosa que no fuera resarcirse a
costa de cualquier cosa, de los gastos y los provocados por la toma de posesión del cargo, y por
supuesto, en la obtención de pingües ganancias." 134
Para la política borbónica, en relación con los intentos de liberación del comercio y centralización
del poder, la respuesta a la situación fue la implantación del régimen de intendencias, ya
experimentado en la misma Península Ibérica.135
Con la implantación del régimen de intendencias se perseguía, las menores primero "centralizar
uniformar, racionalizar y mejorar el gobierno de la monarquía española segundo, eliminar el
sistema de alcaldías mayores y corregimientos, sustituir los funcionarios respectivos por
subdelegados y de intendentes pagados por la Corona." En adelante, las circunscripciones
territoriales intermedias pasarían a ser las intendencias las subdelegaciones o partidos, y tercero,
la eliminación de la venta de cargos de corregidores y alcaldes mayores y la sustitución de estos
por el 138 subdelegado de intendentes pagados con una retribución consistente en cinco por
ciento de los tributos recaudados en el distrito Con esto último se buscaba resolver el problema
que los informes que habían señalado respecto a que el mal de la administración de las indias
estaba en la venta de los cargos mencionados, y esto es lo más importante, romper con la trama
monopólica de los comerciantes guatemaltecos y abolir el repartimiento de mercancías e hilazas
que desde mucho tiempo atrás había constituido un medio de enriquecimiento y obstaculización
de la fluidez comercial. En las ordenanzas de intendencias se indicaba que ni los subdelegados, ni
la alcaldes ordinarios, ni los Gobernadores que quedan existentes, ni otra persona alguna sin
excepción, han de poder repartir a los indios, Españoles, Mestizos y demás castas, efectos, frutos
ni ganados algunos, baxo la pena irremisible de perder su valor en beneficio de los naturales
perjudicados, "Por tanto, "ler indie y demás vasallos mies de aquelles dominios quedan por
consequencia, en libertar de comerciar donde y con quien les acomode para surtirse de todo lo
que necesiten" 140
En todas las colonias americanas fueron implantadas intendencias desde 1764 En el año de 1783
se comenzó a implantarlas en Guatemala, con las mismas ordenanzas de las de Buenos Aires, la
primera de ellas fue la de San Salvador, creada por Real Cédula de 17 de septiembre de 1785 y con
jurisdicción sobre San Salvador, San Vicente y San Miguel,
La segunda fue la de Ciudad Real, creada por cédula el 20 de septiembre de 1786 expedida en San
Ildefonso y con jurisdicción sobre las provincias de Chiapas, Tuxtla y Soconusco. La tercera, fue la
de Nicaragua (también conocida con el nombre de Intendencia de León) erigida por cédula de 23
de diciembre de 1786 expedida en Madrid." Con jurisdicción sobre el gobierno de Nicaragua, y
finalmente, por real cédula de 23 de diciembre de 1786 se creó la Intendencia de Honduras o
Comayagua,
A pesar de haber impuesto la Corona el control de los estancos de aguardiente, tabaco y naipe en
1765; de haber dispuesto abrir nuevas rutas comerciales construyendo vías de comunicación y
habilitando puertos provinciales: de haber estimulado el tráfico mercantil con la liberación de
impuestos para aquellas vías y puertos: de haber impuesto control de precios; y por último, de
haber implantado el régimen de intendencias entre 1785 y 1787, no logro romper el monopolio
comercial guatemalteco. Y es que los comerciantes guatemaltecos monopolistas no sólo eran eso,
sino además eran quienes controlaban también el financiamiento agrícola para los productores
provincianos,150 pero además de todo ello, se encontraban en estrecha alianza con los grandes
comerciantes de Cádiz y Flandes controlaban el comercio español exterior. De manera pues, que
para romper el monopolio guatemalteco tuvo que haberse intentado lo mismo para el monopolio
comercial entre España y sus colonias, cosa que la política que borbónica no contemplaba y
tampoco tenía la capacidad de hacer. Por último, las ventajas topográficas y las condiciones
generales del tráfico comercial por Guatemala, favorecidas por muchos años de monopolio
comercial, facilitaba mucho más la salida de mercancías por aquella provincia que por las nuevas
rutas abiertas, lo cual también fue un factor adverso a los intentos de liberar el comercio,152
Por otra parte, el repartimiento indígena para el trabajo forzado en las grandes haciendas no fue
alterado con la aplicación del régimen de Intendencias y, por el contrario, se siguió manteniendo
como antes sólo que para el último tercio del siglo XVIII ya existían variaciones en su modalidad¹5)
producida por la dinámica económica y la interrelación social del desarrollo histórico colonial.
Resulta que el auge que las rancherías habían adquirido por su desarrollo durante ese mismo siglo
con el incremento de la población mestiza hizo que gran parte del trabajo cotidiano y normal de
las grandes haciendas se tuviera seguro a cambio de concederle al mestizo un pedazo de tierra
para su subsistencia. Únicamente en los períodos de gran actividad agrícola-como en la siembra o
en los cortes de cosecha-se requería cantidad de mano de obra y es entonces en estos períodos
cuando se exigen gran los repartimientos indígenas que para entonces se les llamaba también
mandamientos.
Esta variación tuvo nocivos efectos para las labores de subsistencia del indígena, pues era
precisamente en las épocas en que él debía trabajar su tierra cuando tenía que trabajar las del
terrateniente y aunque todavía en 1780 "las autoridades recomendaban seguir con el sistema
rotativo de tandas por cuartas partes esta nueva modalidad se impone y perdura hacia la 155
independencia
La división política administrativa del Reino de Guatemala, después de la aplicación del régimen de
intendencias y hasta antes de la independencia era la siguiente: cuatro intendencias: San Salvador,
Ciudad Real, Nicaragua y Honduras una gobernación que era Costa Rica; ocho alcaldías Mayores, a
saber: Suchitepéquez, Sololá, Escuintla, Sonsonate. Verapaz, "Totonicapán, Chimaltenango y
Sacatepéquez y dos corregimientos: Chiquimula y Quetzaltenango
1. Chiquimula
2. Quetzaltenango
ALCALDIAS MAYORES
a. Suchitepéquez
b. Sololá
c. Escuintla
d. Sonsonate
e. Verapaz
f. Totonicapán
g. Chimaltenango
h. Sacatepéquez
GOBERNACIONES
A. Costa Rica
INTENDENCIAS
1. Nicaragua
2. Honduras
3. Ciudad Real
4. San Salvador
CAPITULO XV
1. Que las diferencias entre las clases están condicionadas por la posición que ocupa en
determinado sistema histórico de producción social. Esto quiere decir que cada clase está
vinculada a un determinado modo histórico de producción y que todo modo antagónico de
producción lleva aparejado una determinada división de la sociedad de clases. En la sociedad
dividida en clases antagónicas, de las relaciones de producción tienen el carácter de relaciones de
dominación y subordinación.
2. Las distintas posiciones que ocupen las clases dentro del modo de producción social, depende
del distinto tipo de relaciones entre las clases y los medios de producción. La clase dominante
posee los medios de producción, por lo menos los más importantes, en tanto que la clase oprimida
se ve privada de ellos, encontrándose en una situación de dependencia económica. Esto permite
también que las clases dominantes se apoderan del trabajo de las clases oprimidas y las exploten...
3. Del tipo de relación que las clases mantienen con los medios de producción que es lo que
constituye el rasgo social y decisivo de las clases, dependen todos los demás rasgos entre ellos. El
de función que cumplen las clases en la organización social del trabajo. Las clases dominantes,
explotadoras que representaban una minoría de la población, concentran en sus manos la
dirección de la producción y de los asuntos políticos y convierten el trabajo intelectual en
monopolio suyo, mientras la enorme mayoría de la población, a la que pertenecen las clases
oprimidas, se ve condenada a un duro y extenuante trabajo físico
La clase que posee los medios de producción es también por regla general la clase que dirige la
producción. Como ha señalado Marx, capitalista no es tal capitalista por ser director industrial, si
no al revés, es director industrial por ser capitalista...
4. El distinto tipo de relación que cada clase social establece con los medios de producción
condiciona también las ganancias, en cuanto al modo y la proporción que perciben la parte de la
riqueza social de que disponen las clases.
El capitalista, por ejemplo, recibe sus ingresos en forma de ganancias sobre el capital que ha
invertido en la empresa, mediante la apropiación de la plusvalía producida por el obrero
asalariado, éste por el contrario, obtiene sus ingresos en forma de salario, que apenas si cubre el
valor de su fuerza de trabajo.
Todos estos rasgos características de la división de la sociedad en clases han sido sintetizados por
Lenin en la siguiente definición: "las clases son grandes grupos de hombres, que se diferencian
entre sí por el lugar que ocupan en determinado sistema histórico de producción social, por las
relaciones que mantienen con los medios de producción, por la función que cumplen en la
organización social del trabajo y en consecuencia por el modo de proporción en que perciben la
parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, unos de los cuales
pueden apropiarse del trabajo del otro, gracias al lugar diferente que ocupan en determinado
régimen económico sociales.
Como producto de la conquista y la colonia, las clases y capas sociales hay que verlas aparecer
durante un proceso histórico. Es así que pueden observarse distintos momentos de la
configuración de la estructura social colonial.
PRIMERA GRAN DIVISIÓN
Que sentará las bases para el aparecimiento de la nueva sociedad dividida en clases sociales y que
deviene del impacto inmediato sobre la estructura social preexistente….
Estas dos clases se mantienen durante el periodo colonial, que va aproximadamente de 1524 a
1544. Durante este tiempo las relaciones sociales predominantes son las esclavistas.
Fueron un conjunto de leyes que se promulgaron como resultados de la disputa que se planteó
entre los conquistadores y la monarquía española por detentar el derecho a explotar la fuerza de
trabajo del indio.
La finalidad de las leyes nuevas fueron esencialmente destruir las relaciones de producción
esclavista.
A. CRIOLLOS: Grupo social dirigente cuya fuerza económica y política reside en la posesión de
latifundios explotación del indio como trabajador no libre.
En tanto que defiende los intereses económicos de una clase social, funciona como clase, pero en
sí LA BUROCRACIA NO ES UNA CLASE SOCIAL.
Control absoluto del poder económico Control relativo del poder económico
Control absoluto de la fuerza de trabajo Control relativo de la fuerza de trabajo
indígena indígena
Compartían el poder político pero a nivel Tenían acceso al poder político, pero en
dominante carácter de subordinación
Reciben todos los privilegios de las Constituyen una clase dominante a medias
autoridades españolas
D. NEGROS: Estos hacen su aparición como fuerza de trabajo explotada en Guatemala como
resultado de la aplicación de las LEYES NUEVAS. Estas como se dejó apuntado, terminan con la
esclavitud de los nativos.
Los negros conforman una verdadera clase social. Al respecto, Severo Martínez apunta lo
siguiente: "Los negros fueron una clase perfectamente definida en el primer periodo. Fueron
trabajadores cautivos, forzados, exentas de estímulos y de interés en el trabajo y su lucha se
enderezó como la de todos los esclavos del mundo hacia la recuperación de la libertad por la
evasión en rebeldía
Entre las clases sociales fundamentalmente coloniales, criollos, españoles (burocracia), indios,
negros (primer periodo) conformaron las clases sociales coloniales.
Sin embargo nos encontramos ante grupos sociales que ni son: criollo, españoles, indios, ni
negros, son grupos con características socioeconómicas distintas, éstas son las capas medias. Estos
serían los que se introducen en la vida social sin pertenecer a uno o a otro de los dos campos que
se enfrentan, ya sea que provengan de formaciones sociales anteriores o que surjan gracias a
condiciones nuevas de existencia.
El origen de estas CAPAS MEDIAS COLONIALES LO CONSTITUYO EL MESTIZAJE "De las uniones
entre los tres elementos sociales básicos: españoles, indios y negros surgieron tres tipos de
mestizaje que también podemos llamar básicos: el procreado por español con india. al que se le
llamó propiamente mestizo, el procreador de español con negra al que se le llamó mulato, el
procreado de negro con india se le llamó zambo. Españoles, criollos, indios, africanos, mestizos,
mulatos y zambos, mezclándose entre sí, procrearan seres de fórmulas étnicas variadísimas, todos
los mestizos aumentando en número durante la colonia, constituyen el elemento humano de las
capas medias de aquella sociedad.
"En las ciudades de reino, el desarrollo de los mestizos configuró tres capas medias urbanas".
1. LA PLEBE.
2. ARTESANAL PROVEEDORA
1. LA PLEBE
Esta capa social principia al mencionarse con alguna frecuencia en los documentos coloniales a
partir de 1667. Siempre que se utiliza este término se refiere con bastante claridad a la gente
pobre de la ciudad. "El concepto colonia de plebe no hacía referencia al color de la piel ni a la
ocupación de las personas, si no exclusivamente a su nivel de pobreza y a cierta conducta general
que se aprecia como propia de la gente pobre de la ciudad. Así, pues la plebe estaba constituida
por mestizos, mulatos, zambos, negros libres y la multitud de combinaciones que se engloban en
la designación de pardos".
Esta población menesterosa de la ciudad que formaba la plebe la integraban "carreteros, placeros,
zacateros, vendedores ambulantes de golosinas y baratijas, bordadoras, empleados menores de
talleres y negocios diversos como mesones, comedores, cantinas, estanquillos, tiendas,
carnicerías, molinos, caleros, panaderías, boticas, etc."
Aquí en el seno de esta capa social confusa y heterogénea solo uniformada por el rasero de la
pobreza común, existieron los primeros obreros guatemaltecos Ciertos talleres o pequeñas
fábricas no artesanales que empleaban mano de obra asalariada para producir mercancías como
lo fueron los molinos, las panaderías, los telares grandes, explotaron a los primeros obreros del
país. En el marco de las relaciones de producción muy semejante a los talleres manufacturados de
las ciudades europeas de la baja edad media, salvadas las diferencias de tamaño. Poco dispersos y
sumidos en la turbia y supersticiosa ignorancia de la gente pobre de las ciudades coloniales, esos
obreros no configuraron todavía un embrión del proletariado".
"Esta capa social integrada por artesanos, tuvo una gran importancia para el desarrollo económico
de la sociedad colonial Es enorme el recuento de los productos que salían de sus talleres, muchos
de los cuales, faltando, hubieran paralizado la vida de la sociedad colonial" "El trabajo artesanal
era un factor económico indispensable, no solo para la comodidad sino para el simple y puro
subsistir de la civilización. Es por lo demás la importancia que tuvieron los artesanos de todas las
sociedades preindustriales que alcanzaron la segunda división del trabajo.
"El trabajo realizado por los cientos y miles de maestros, oficiales y aprendices, en los talleres de
silleros, carroceros, guarnicioneros, curtidores, talabarteros, tejedores, pañeros, herreros,
herradores, carpinteros, ebanistas, ensambladores, cerrajeros, pintores, plateros, orfebres,
batiojas, sastres, jaboneros, zapateros, calceteros, sombrereros, sangradores, relojeros,
forjadores, talladores fue de una extraordinaria importada para la vida urbana colonial. "A pesar
de su gran utilidad social, los artesanos no tenían por delante una alagadora perspectiva de
bienestar económico". Ser artesano significaba haber tomado una ocupación de difícil aprendizaje
y generalmente fatigosa en su ejecución; formalmente reconocida como honesta por los grupos
dominantes que al mismo tiempo rechazan las artesanías como deshonrosas para ellos y que no
brindaban la posibilidad de enriquecerse.
Las artesanías se ofrecían como un campo de trabajo para la gente libre no poseedoras de medios
de producción con una mínima perspectiva de llegar a poseerlos en muy modesta medida.
"Es evidente la mayoría de los aprendices oficiales y un número que creciente de maestros pobres
pertenecían a la plebe urbana. Lo cual quiere decir -nótese bien-una fracción del sector artesanal
integrada por algunos maestros y quizá por unos pocos oficiales poseedores de cierto bienestar
puede considerarse como perteneciente a una capa media acomodada, no rica ni pobre. Una
mayoría de trabajadores artesanales pertenecía a la plebe".
aunque comúnmente se habla de los artesanos como de un sector de trabajadores que se definen
por ciertos rasgos comunes a todos sus oficios, talleres pequeños, jerarquía de maestros, oficiales
y aprendices, empleo de instrumentos relativamente simples y no otra fuerza que la humana, el
análisis de la participación de aquel sector en la dinámica de la ciudad colonial, descubre sin
embargo una falta de cohesión y unidad.
"Los oficiales recibían un salario, pero les estaba prohibido trabajar por cuenta propia mientras no
hubieran alcanzado la maestría". Esta maestría era muy difícil de alcanzar, muchos oficiales, según
reza en expedientes, hubieron de ejercer la oficialía por espacio de hasta 10, 12 y 20 años a fin de
lograr ser, finalmente maestros.
El aprendiz era un sirviente para el maestro y para el oficial, era explotado como sirviente y
toleraba esa explotación por muchos años por un salario. El oficial a su vez era el trabajador del
maestro y ansiaba algún día a formar parte del círculo de éste. "Todo lo cual quiere decir que en el
conjunto de trabajadores que generalmente llamamos artesanos, había por lo pronto un pugne
doble; en primer lugar, el forcejeo que siempre se establece entre el explotador que exige y
aprieta, el explotado que rehusa y se defiende; y en segundo lugar, la pugna que también se oculta
en las sociedades de case entre los que enseñan un oficio y profesión y aquellos que aprenden,
cuando los últimos son competidores potenciales de los primeros
Otra diferencia importante que se presenta en este grupo social es en lo relacionado a: que fuesen
productores de bienes y prestadores de servicios, es decir que fuesen artesanos productivos o no
productivos.
Los primeros dependían notablemente de la existencia y los precios de sus respectivas materias
primas: fibras, cueros, metales, tejedores, zapateros, herreros, mientras que los segundos, no
confrontaban ese básico problema: barberos, sangradores y albéitares.
"Entre los artesanos productivos hay que señalar una primera división muy importante: aquellos
que encontraban que en el país sus principales materias primas, y los que recibían las mismas a
través del comercio exterior monopolista y el contrabando. Así por ejemplo, los carpinteros y
tejedores -en el primer casa madera y algodón- y los herreros y orfebres en el segundo hierro,
estaño y bronce
Estas contradicciones entre artesanos es importante analizarlas en tanto que van a tener vigencia
en el estudio del proceso de independencia de España. Por ejemplo, para los tejedores, la
liberación del comercio venía a arruinarlos y previeron, sin equivocarse que la independencia sería
para ellos muy perjudicial. Los carpinteros por otro lado, la liberación del comercio les era
beneficioso en tanto que para poder desarrollar su proceso de trabajo necesitaban instrumentos
que no se producían en su mayoría aquí, desde ese punto de vista, cabe suponer que los
carpinteros fueron simpatizantes del comercio libre y por lo tanto, en su hora también de la
emancipación. "Concluyamos. No puede hablarse de una clase social de artesanos en la ciudad
colonial ni fue una de ellas, no hubo tal clase. Tampoco de una capa artesanal." "Así pues, ni la
plebe, ni la capa media artesanal proveedora abastecedora acomodada, eran clase, sino CAPAS DE
COMPOSICION COMPLEJA."
Esta capa social hace su aparición en las décadas de la independencia, aunque su desarrollo tiene
que venir naturalmente de períodos anteriores. Este sector social lo integran grupos de religiosos,
universitarios, profesionales, militares de baja graduación, burócratas, y empleados de modesta
categoría, propietarios, agricultores, tratantes.
En la sociedad colonial la capa media alta urbana es el único sector oprimido y resentido que tenía
en su seno a un grupo de hombres con alto desarrollo intelectual. Este grupo social fue decidido
partidario de la independencia. Los movimientos independentistas de León, Granada, San Salvador
y Belén, fueron organizados y realizados por ellos. Los principales mártires de aquel hecho
histórico pertenecían a esta capa social. "Los criollos consiguieron el control de la independencia,
ser los patriarcas de ella, aprovechándose para sus, fines del trabajo de agitación realizado por la
capa media alta entre las capas, medias y pobres."
Dentro de ese sector: existía el embrión de una pequeña burguesía y de una clase de agricultores
pequeños y medios. El embrión pequeño burgués estaba integrado principalmente por los
comerciantes que no se beneficiaban con el monopolio comercial, que no gozaban de relaciones
comerciales exclusivas con las Casas españolas de Cádiz y que por eso mismo se hallaban en un
plano de desventaja frente a treinta grandes firmas comerciales del Reino de Guatemala. También
hay que ubicar allí a ciertos productores no artesanales, manufactureros, explotadores de mano
de obra asalariada, que tienen que haber estado interesados en la ampliación del mercado interno
y en la abolición de las trabas de la producción.: propietarios de molinos, de tenerías, de fábricas
de jabón, de aguardientes u otros.
La capa media urbana, ampliada y estrechamente vinculada con la capa media alta rural, de la que
recibió cada vez más su fuerza económica y política jugó un papel de primer orden en la lucha por
la independencia que le fue hábilmente arrebatada por los criollos en una maniobra de
entendimiento con las autoridades españolas, en la desanexión a México y en la creación de la
política de la sociedad centroamericana en las guerras intestinas de la federación en que ella
polarizó y dirigió el bando liberal y en el movimiento de Reforma de 1871 en que finalmente tomó
el poder, aunque para entonces había sufrido importantes alteraciones en su contenido de clase.
Quedan incluidos dentro de esta capa social los ladinos que trabajaban en las haciendas de los
criollos. Al respecto, apunta Severo Martínez Peláez. lo siguiente:
"La gran mayoría de las ladinas vivían desparramados por los campos del interior del país
principalmente en las rancherías de las haciendas. No en puntos reconocidos por la
administración, ni regidos por autoridades oficiales de ninguna a especie, sino en choseríos
improvisados, a veces apiñados y juntos, otros aunque empobrecidos y en ocasiones alineados de
trecho en trecho junto a los polvorientes caminos
Las rancherías eran ocultadas por los hacendados a las autoridades, debido a que los ladinos
pobres que andaban a la búsqueda de un trozo de tierra se avenían a trabajarles en condiciones
desfavorables, En lo tocante a este sector de trabajadores, el historiador Martínez Peláez apunta
los tres puntos claves:
PRIMERO: que en las haciendas se encontraba un elevado porcentaje del total de los mestizos, el
cual puede estimarse en más de un 50 por ciento.
SEGUNDO: que los hacendados acogían en sus propiedades a grupos de trabajadores ladinos
porque les eran necesarios en razón de trabajaban: con mucha conveniencia", Y
"La fórmula era sencilla y vieja: típica y predominante en el feudalismo europeo aunque ya usada
lateralmente en las antiguas sociedades esclavistas. El trabajador desprovisto de tierra aceptaba
cultivar la del hacendado que la tenia de sobra y a cambio de ello, se les permitía cultivar para si
una parcela dentro de la misma hacienda. Cedía pues, una parte de su tiempo y de su esfuerza de
trabajo que le quedaba en el tiempo restante. La cesión de tierra en usufructo a cambio de trabajo
fue la relación de producción típica de la ranchería colonial. Era un sistema muy ventajoso para los
terratenientes, porque pagaban la fuerza de trabajo que era lo que necesitaban, no con dinero
sino prestando trozos de tierra que tenían de sobra y que estaban desaprovechados
"Como se ve, todos los aspectos fundamentales del régimen de las rancherías eran de carácter
feudal, salvo las circunstancias de que el trabajador no estaba adscrito, (sujeto) a la hacienda".
En síntesis, estos son los principales rasgos de las clases y capas sociales de la época colonial 57
CAPITULO XVI
La Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala Fue fundada el 31 de enero de 1676
por Real Cédula de Carlos II siendo la cuarta universidad fundada en América. Los pensadores más
importantes de la historia de Guatemala se han formado en este centro de estudio. Siendo la
Universidad de San Carlos la única universidad pública en Guatemala, se ha convertido también en
la más importante,
Casi medio siglo luego de la colonización, se fundaron las primeras universidades en el continente
americano:
La primera fue la imperial y pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, creada por el Rey
Carlos V y confirmada por el Papa Paulo III en 1538 en la ciudad de Santo Domingo, capital de la
isla española, hoy República Dominicana.
La segunda universidad fundada fue la Universidad de San Marcos, en Lima, Perú primera en
obtener Cédula Real, fundada el 12 de mayo de 1551.
La tercera universidad, fundada en 1553 por Real Cédula del Rey Felipe II, fue la Real y Pontificia
Universidad de México.
Los estudios universitarios aparecen en Guatemala desde mediados del siglo XVI, cuando el primer
obispo del reino de Guatemala, Licenciado Don Francisco Marroquín, funda el Colegio
Universitario de Santo Tomás, en el año de 1562, para becados pobres; con las cátedras de
filosofía, derecho y teología.
Luego, por la Orden de la Compañía de Jesús y a estas instituciones le siguieron el Colegio de Santo
Domingo y el tridentino. Las primeras autorizaciones para otorgar grados universitarios se
concedieron a estos Colegios, en vista de la ausencia de una Universidad. Existen abundantes
datos históricos de las solicitudes del Colegio de San Lucas ante la autoridad Real para convertirse
en Universidad.
Los bienes dejados para el colegio universitario se aplicaron un siglo más tarde formar el
patrimonio económico de la Universidad de San para Carlos, juntamente con los bienes que legó
para fundarla, el correo mayor Pedro Crespo Suárez. Hubo ya desde principios del siglo XVI otros
colegios universitarios, como el Colegio de Santo Domingo y el Colegio de San Lucas, que
obtuvieron licencia temporal de conferir grados.
Autorización de su fundación
La fundación de la Universidad de San Carlos de Guatemala fue debido a gestión del primer obispo
Licenciado Francisco Marroquín ante el Monarca Español en su carta de fecha primero de agosto
de 1548, en la cual solicita la autorización para fundar una universidad en la ciudad de Santiago de
los Caballeros de Guatemala, actualmente Antigua Guatemala.
El ayuntamiento de la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, la Real Audiencia y
varias de las órdenes religiosas también enviaron similares peticiones: La necesidad de una
institución de educación superior era evidente. Entre la solicitud y la fundación de la Universidad
de San Carlos de Guatemala, se establecieron Colegios de Artes, Teología y Filosofía.
Varias donaciones se hicieron para apoyar la fundación de la Universidad. entre ellas destacan la
del Capitán Pedro Crespo Suarez, Correo Mayor del Reino, que dono alrededor de 40.000 reales en
1646 para que el Colegio de Santo Tomás de Aquino se convirtiera en universidad. Esta donación
fue tomada en cuenta en la Real Cédula de fundación, así como la de don Sancho de Barahona y su
esposa doña Isabel de Loaiza,
En 1659 el obispo Payo Enríquez de Rivera envió a su Majestad Carlos II un informe, en donde
manifiesta la necesidad de contar con una institución de educación superior.
El 5 de julio de 1673 se recibió la Real Cédula que ordenaba que se hiciese una junta en la ciudad
de Santiago de Guatemala, formada por el presidente de la Real Audiencia, el Oidor más antiguo y
fiscal de ella, el Obispo, para que analizaran los pros y los contras de la fundación de una
Universidad. Dicha Junta informó sobre la necesidad de contar con una institución universitaria,
derivado de lo cual se funda la Universidad de San Carlos de Guatemala, en su orden de fundación
la cuarta del Continente Americano.
Fundación
La Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala fue fundada siglo y medio después de
la conquista española, por Real Cédula de Carlos II, de fecha 31 de enero de 1676. Recibe el
nombre de San Carlos en honor al rey Carlos II, quien autorizo su fundación.
La universidad abrió por primera vez sus puertas el 7 de enero de 1681, con más de sesenta
estudiantes inscritos.
Especial mención corresponde hacer del licenciado Don Francisco de Sarassa y Arce, hombre de
altos méritos intelectuales, a quien se deben las Constituciones y Estatutos de la institución (1686).
Estos instrumentos legales se basan en los similares de las universidades de México y Salamanca. y
fundamentaron por siglos el funcionamiento académico y el gobierno de la Universidad de San
Carlos.
1. Cánones
2. Leyes
3. Medicina
4. Teología Escolástica
5. Teología Moral
La universidad San Carlos de Guatemala recibió la aprobación papal por bula Exsuprema del 18 de
junio de 1687, como Real y Pontificia Universidad de San Carlos otorgada por el Papa Inocencio XII,
10 años después de su fundación y 6 años después de que comenzaran las clases.
Durante la época colonial, cruzaron sus aulas más de cinco mil estudiantes y además de las
doctrinas escolásticas, se enseñaron la filosofía moderna y el pensamiento de los científicos
ingleses y franceses del siglo XVIII. Sus puertas estuvieron abiertas a todos: criollos, españoles,
indígenas y entre sus primeros graduados se encuentran nombres de indígenas y personas de
extracción popular.
Los concursos de cátedras por oposición datan también de esa época y en muchos de ellos
triunfaron guatemaltecos de humilde origen. como el Doctor Tomás Pech, de origen indígena y el
Doctor Manuel Trinidad de Avalosy Porres, hombre de modesta cuna, a quien se atribuye la
fundación de la investigación científica en la Universidad de San Carlos, por la evidencia que existe
en sus trabajos médicos experimentales, como transfusiones e inoculaciones en perros y otros
animales.
En las ciencias jurídicas, cuyo estudio comprendía los derechos civil y canónico, también se
registraron modificaciones significativas al incorporar el examen histórico del derecho civil y
romano, así como el derecho de gentes, cuya introducción se remonta al siglo XVIII en nuestra
universidad.
Los primeros atisbos de colegiación pueden observarse desde el año de 1810, cuando se fundó en
Guatemala el ilustre Colegio de Abogados, cuya finalidad principal era la protección y depuración
del gremio.
Las nuevas ideas de la ilustración llegaron al reino de Guatemala, por los universitarios salidos de
la Universidad de San Carlos y simultáneamente al resto de las colonias españolas en América. Las
elites intelectuales las adoptaron con entusiasmo, lo cual vino a cambiar la mentalidad de los
criollos, los cuales fueron los más influenciados. A la par de los acontecimientos del reino de
España a raíz de la invasión napoleónica en 1808. Los criollos americanos se empezaron a interesar
en la independencia de la península, cosa que sucedió en 1821 a raíz de influencia de la
independencia de México. Guatemala se anexo a México en 1822 y posteriormente se separó en
1823 formándose al poco tiempo la Federación Centroamericana, que la guerra civil, los
caudillismos, los localismos provinciales hicieron desaparecer (1824-1838), de la cual surgieron las
cinco republicas centroamericanas que hoy conocemos (Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua y Costa Rica).
En 1834, siendo Jefe del Estado de Guatemala don Mariano Gálvez, se creó la Academia de
Ciencias, sucesora de la Universidad de San Carlos, implantándose la enseñanza de Algebra,
Geometría, Trigonometría y Física. Se otorgaron títulos de Agrimensores: siendo los primeros
graduados Francisco Colmenares, Felipe Molina, Patricio de León y nuestro insigne poeta José
Batres Montufar
La Academia de Ciencias funcionó hasta 1840, año en que bajo el gobierno de Rafael Carrera,
volvió a transformarse en la Universidad de San Carlos. En ese año, la Asamblea publicó los
estatutos de la nueva organización, exigiendo que para obtener el título de Agrimensor, era
necesario poseer el título de Bachiller en Filosofía, tener un año de práctica y aprobar el examen
correspondiente. El centro pedagógico que sufrió el primer impacto del régimen conservador de
los 30 años fue la Academia de Estudios y su Dirección General. El decreto del 26 de febrero de
1840. disolvía aquel importante establecimiento creado por Gálvez, y el 5 de noviembre del mismo
año se restablecía la Universidad de acuerdo con la organización que tenía en tiempos de la
colonia, poniendo en vigor las anacrónicas constituciones de 1686, teniendo la Iglesia el control de
toda la educación en Guatemala. Esta legislación, unida al restablecimiento de las antiguas
Constituciones, trajo como consecuencia que la Universidad volviera a muchos de los sistemas y
orientaciones de la época colonial. En el orden de las cátedras o estudios fueron instituidos los de
Teología, Derecho Canónico, Leyes, Medicina y Filosofía. Como adición a estos estudios que se
cursaban desde la Colonia, se mencionan asignaturas de Matemáticas y Física.
En esa forma llego la Universidad al final de la etapa conservadora en 1871, con el nombre de
Pontificia Universidad de San Carlos. Dentro del examen del desarrollo universitario durante el
periodo conservador, queda por analizar con precisión un hecho singular: fue del seno de esta
Universidad conservadora de donde egresaron relevantes prohombres del periodo de la Reforma
Liberal.
La Reforma Liberal de 1871 hizo tomar un rumbo distinto a la enseñanza de primeras letras y la
técnica superior, separando la Iglesia del Estado. Y, no obstante que la Universidad tomo el
nombre de Nacional siguió desarrollándose, se fundó la Escuela Politécnica en 1873 para formar
ingenieros militares, topógrafos y de telégrafos, además de oficiales militares
Decretos gubernativos específicos de 1875 son el punto de partida cronológico para considerar la
creación formal de las carreras de Ingeniería en la recién fundada Escuela Politécnica; carreras que
más tarde se Incorporaron a la Universidad.
Dentro de esas vicisitudes cabe mencionar que en 1895 se iniciaron nuevamente los estudios de
Ingeniería en la Escuela Politécnica, ofreciendo las carreras de Ingeniero Topógrafo, Ingeniero Civil
e Ingeniero Militar; habiéndose graduado 11 ingenieros civiles y militares.
La anterior inestabilidad terminó con la supresión de la Escuela Politécnica en 1908, a raíz de los
acontecimientos políticos acaecidos en ese año (atentado en contra del Presidente Estrada
Cabrera). El archivo de la Facultad siguió en el mismo lugar hasta 1912, año en que fue depositado
temporalmente en la Facultad de Derecho,
A partir de 1908 la Facultad tuvo una existencia ficticia. Hasta 1918. la Universidad fue reabierta
por el Lic. Manuel Estrada Cabrera (con d nombre de Universidad Estrada Cabrera) y a la Facultad
de Ingeniería sele denominó Facultad de Matemáticas.
Con la llegada del general Jorge Ubico al poder en 1931, el régimen de orden se hizo sentir pronto
en el ambiente nacional ya que como Ubico mismo lo dijo en su discurso inaugural: "mi conciencia
me avisa que este y comprometiéndome ante la historia futura, que ha de sopesar con precisión
mis actos oficiales, y que mi protesta fue prestada en rededor de las dos cosas más me preocupan
e interesan; el máximo bien de la patria y la clara limpieza de mi nombre
Este régimen de orden también llego a la Universidad, ya en el primer año de su gobierno, por
decreto 1710, Ubico deroga la ley orgánica de la Universidad, "por no haber llenado las altas miras
con que fue creada".
Adviértase que según esta ley el Rector es: el representante legal de la Universidad y el único
órgano de comunicación entre ésta y el ejecutivo. nombrado por el ejecutivo y sólo removible por
el mismo.
Se prohibió la Huelga de Dolores, lo mismo que el tradicional bautizo a los nuevos, "La norma era
disciplina y silencio, silencio y disciplina".
La Autonomía Universitaria, desapareció en el último cuarto del siglo XIX. para resurgir en el año
de 1944. A semejanza de lo que ocurrió en otros países de América Latina, nuestra universidad
luchó por su autonomía, que había perdido a fines del siglo pasado.
Desde septiembre del año 1945, la Universidad de San Carlos de Guatemala funciona como
entidad autónoma con autoridades elegidas por un cuerpo electoral, conforme el precepto legal
establecido en su Ley Orgánica, y se ha venido normando por los siguientes principios que, entre
otros, son el producto de la Reforma Universitaria en 1944: Libertad de elegir autoridades
universitarias y personal docente, o de ser electo para dichos cuerpos sin injerencia alguna del
Estado. Asignación de fondos que se manejan por el Consejo Superior Universitario con entera
autonomía. Libertad administrativa y ejecutiva para que la Universidad trabaje de acuerdo con las
disposiciones del Consejo Superior Universitario. Dotación de un patrimonio consistente en bienes
registrados a nombre de la Universidad. Elección del personal docente por méritos, en examen de
oposición. Participación estudiantil en las elecciones de autoridades universitarias Participación de
los profesionales catedráticos y no catedráticos en las elecciones de autoridades
Y la Ley de Colegiación obligatoria para todos los graduados que ejerzan su profesión en
Guatemala.
Desde septiembre del año 1945, la Universidad de San Carlos de Guatemala funciona como
entidad autónoma con autoridades elegidas por un cuerpo electoral, conforme el precepto legal
establecido en su Ley Orgánica y se ha venido normando por los siguientes principios que, entre
otros, son el producto de la Reforma Universitaria en 1944:
Libertad de elegir autoridades universitarias y personal docente, o de ser electo para dichos
cuerpos sin injerencia alguna del Estado.
Asignación de fondos que se manejan por el Consejo Superior Universitario con entera autonomía.
Libertad administrativa y ejecutiva para que la Universidad trabaje de acuerdo con las
disposiciones del Consejo Superior Universitario.
Esta intervención extranjera provoca que en los años 60 se de inicio el conflicto armado interno
que desangro a guatemaltecos de todos los estratos sociales, por el único hecho de soñar con una
Guatemala democrática e incluyente en materia política.
Este fenómeno social y político se originó a partir de la crisis ocasionada por el movimiento
intervencionista de 1954, que interrumpió el proceso revolucionario iniciado diez años antes. Los
sucesivos gobiernos a partir del presidido por Castillo Armas hay orientado su política interior al
silencio o iniquilacion de las instituciones, grupos, organismos o personas que postulan ideas
democráticas revolucionarias, incluyendo a quienes se han limitado a disentir del sistema
impuesto, o criticados actos gubernativos.
El nivel académico ha tenido fluctuaciones en razón de diversos factores, entre los cuales no ha
dejado de tener especial importancia y efectos la represión política contra profesores y
estudiantes en diversos momentos críticos de la vida nacional. Muchos docentes han sido víctimas
de asesinatos, secuestros, desapariciones, o han tenido que salir del país para proteger su vida, lo
cual ha privado a la Universidad de elementos capaces para su desarrollo académico.
La Universidad de San Carlos, cuenta con potencial académico, científico, técnico y cultural, como
principal fortaleza; lo que constituye contrapartidas importantes para su gestión de cooperación,
lo cual es posible lograr mediante la creación de la Coordinadora General de Cooperación La
cooperación e intercambio académico constituye uno de los objetivos estratégicos de la
Universidad de San Carlos de Guatemala, para el fortalecimiento de la política de vinculación
Universidad sociedad.
Las acciones en materia de cooperación que las dependencias de la Universidad de San Carlos,
promueven, deben de reorientarse de manera organizada y coordinada, de conformidad a los
lineamientos de carácter general de la Universidad.
Universidad Galileo
CAPITULO XVII
LA INDEPENDENCIA DE CENTRO AMÉRICA
Centroamérica fue descubierta por Cristóbal Colón en su cuarto viaje La población de numerosos y
diferentes señoríos indígenas que existían ese entonces fue conquistada reducida violentamente y
con apoyo de la Iglesia, durante las primeras décadas del XVI. a la ya corona habla mandado
organizar la Audiencia Confines (Reine de Guatemala) para controlar si las nuevas provincias que
habían ido creando, partiendo España en el área.
A finales de XVIII, situación económico-social de las Provincias del Reino Guatemala (Guatemala,
Chiapas, Soconusco, Salvador, Nicaragua Costa Rica) caracterizaba por el hecho que mayoría de
población tenía que básicos para y para minoría aristocrática, especialmente cumplir forma
forzada (repartimientos, servicios personales, apacería) el trabajo en obrajes añileros, cacaotales,
plantios de caña de azúcar y tabaco, sembrados de trigo, o en la producción de textiles.
Dicha diversidad productiva a la que había llegado era el resultado de las variantes económicas
que se habían venido experimentado durante tres siglos de explotación colonial. En efecto, la
imposibilidad de saciar en estas regiones la inmensa sed de oro traída con la conquista, llevó a los
colonizadores a profundizar durante la mitad del siglo XVI la explotación cacaotera y de plantas
medicinales (zarzaparrilla, bálsamo), posteriormente, y en la misma medida que el desarrollo
capitalista industrial europeo se iba incrementando, se empezó en el Reino de Guatemala la
producción de tintes, especialmente añil, y cueros. La posibilidad de hacer riquezas mediante
estos productos fue el motor impulsor de tales actividades económicas y la causa misma del
desarrollo desigual de las Provincias que conformaban el Reino de Guatemala, ya que para finales
del siglo XVII, en El Salvador, Nicaragua y Guatemala era donde más se producía para la
exportación. Sin embargo, debido que a la actividad comercial de exportación estuvo
monopolizada por la oligarquía guatemalteca, los terratenientes de las provincias permanecieron
en una continua dependencia de la misma, lo que constituyó la principal causa de las
contradicciones que condujeron a la posterior segmentación del Reino
En nuestros días, el análisis de este fenómeno ha ido cobrando importancia, en la medida en que
se ha ido profundizando en la comprensión del período colonial. En líneas generales podemos
decir que, mientras durante el siglo XVI predominaron las cuatro primeras formas de tenencia de
la tierra, para finales del siglo XVII fue la última, la latifundista, la había llegado a imponerse, a
costa prácticamente de muchas tierras que de las parcialidades indígenas o de realengos. Es decir,
conforme la actividad cacaotera había ido declinando y el binomio añil- ganado se había ido
imponiendo, en ese mismo ritmo los colonos habían ido arrebatando las tierras más propicias o
aptas para las nuevas actividades agropecuarias o en algún caso componiendo con la Corona, para
legalizar las usurpaciones de tierra que habían hecho para adquirir nuevas tierras. Así podemos
decir que para finales del siglo XVIII las tierras más adecuadas para el cultivo de añil y crianza de
ganado vacuno (llanuras semicálidas del Pacifico) pertenecían en su casi totalidad a unas pocas
familias criollas. José Cecilio del Valle, periodista de la época y redactor del Acta de Independencia,
corrobora tal señalamiento cuando dice:
Que dividida la población en cuatro y las tierras en tres partes, los tres cuartos de la población sólo
tienen un tercio de las tierras y un cuarto de población tiene dos tercios de ellas.
Que de los cuatro cuartos de población los tres son de indios, es decir, de hombres incultos,
ignorantes, pobres, miserables y casi salvajes.
A partir de la promulgación de las Leyes Nuevas en 1542, la Corona Española prohibió la esclavitud
de los indígenas y a cambió permitió la institucionalización del trabajo servil. En el Reino de
Guatemala, la abolición de la esclavitud de los naturales no fue del agrado de conquistadores y
colonos, como lo demostró el asesinato del Obispo Antonio Valdivieso por los hijos del gobernador
Contreras en León, Nicaragua, y la persecución que se hizo a Fray Bartolomé de las Casas y a frailes
dominicos en Chiapas (Remesal 1932-1: passim). Sin embargo, la prohibición al final se impuso.
pues las Leyes Nuevas obligaron a los indígenas no sólo a tributar, sino también a trabajar tierra de
españoles, lo que si constituían una forma más sutil, aunque no por eso menos brutal, de
garantizar el enriquecimiento de conquistadores y colonos.
El tributo y repartimiento, a que se había sometido a los indígenas luego de ser conquistados,
constituía todavía a finales del siglo XVIII la base del sistema de explotación colonial. Un informe
oficial hecho a la Corona señala sobre el particular:
'Los primeros que son, hablando con propiedad, los indígenas o naturales, gobernados
inmediatamente por sus Gobernadores y Justicias de la propia casta, bajo el dominio español; en
lo político, de un Intendente, Alcalde Mayor o Corregidor, y en lo espiritual. de los curas seculares
o regulares, se mantienen hasta el presente tan adictos a sus costumbres y usos antiguos, que
verdaderamente su vida es la misma que la de los primeros pobladores de la tierra (...).
Lo referido y los trabajos que se les obligaba, enviándolos los Alcaldes Mayores en partidas con
nombre de repartimiento a las haciendas de los que los piden para sus labores, y a los que deben
dárseles con arreglo a las leyes; la conducción sobre sus espaldas de cargas pertenecientes a los
mismos alcaldes mayores, curas y particulares de la clase de blancos, de unos parajes a otros, la
composición de caminos, la construcción de los edificios, templos y casas, bajo la dirección de los
maestros arquitectos o albañiles, y en fin todo lo es servicio penoso y molesto está reservado para
esta gente en todo el Reino que de Guatemala. Estos son el descanso de las demás clases sin
exclusión; ellos son los que nos alimentan surtiéndonos de lo necesario y de regalo, al paso que
ellos son tan parcos y frugales que casi nadan tomen de sustancia. Y si los indios trabajan como
queda insinuado, las indias hacen lo propio al y tal vez más: hasta los indezuelos trabajan, pues
apenas tienen alguna tanto y t solidez en sus piernecitas, cuando van con sus madres al monte a
recoger palitos para el fuego, y reglón seguido caminan ya con sus padres jornadas largas con sus
carguitas proporcionadas a cuestas" (en Contreras 1968:21).
La base laboral del sistema estuvo constituida propiamente por los indígenas ya que ellos, por
medio del tributo, proveían al resto de la población los alimentos básicos (maíz, frijol, gallinas,
cacao, miel, etcétera) y por medio del repartimiento proveían mano de obra para el laboreo en las
tierras de la Iglesia (la mayor terrateniente) y de españoles. La legislación laboral, expresión de
una política de segregación racial, contribuyó a la vez forjar un sistema rígido en el que no había
posibilidad de ascensos sociales para este gran sector poblacional (Mórner 1969: passitn).
Ciertamente el estrato social de las personas estaba determinado desde el nacimiento mismo.
Las castas, es decir mestizos, mulatos, zambos, ilegítimos, etc., fueron productos de la violencia
sexual desatada por españoles y negros sobre las indígenas desde el mismo inicio de la conquista,
o de españoles sobre negras. Estas constituían para finales del siglo XVIII un estrato social bien
complejo, pues por un lado, dado que no eran indígenas, eran en parte favorecidas por las leyes al
ser excluidas de tributos y repartimientos; pero por el otro, dado que no eran blancos se les
excluía igualmente de los privilegios nobiliarios y sufrían, en proporción a su posición económica,
un alto grado de discriminación social (Mórner 1970: passim).
En el desarrollo económico de la región, las castas parecen dedicadas, por lo general, a trabajos
artesanales (construcción, herrería, platería, etcétera). actividades agropecuarias (mayordomos,
mandadores, pequeños propietarios, a las milicias o al vagabundeo). En este sentido se sentían,
por su posición económica, superiores a los indígenas. Pero en realidad es que, a pesar de ello, no
se liberaron de ser tan explotados y que a finales del periodo colonial la minoría dominante se
refiriese a ellos en la forma siguiente:
"De esta especie se pueden hacer tres divisiones: 1. Artesanos: como pintores, escultores,
plateros, carpinteros, tejedores, sastres, zapateros. herreros, etc. Cuyos oficios son necesarios en
la República, pero de tal modo los ejercen por costumbre, capricho y arbitrariedad, que necesitan
una reforma y arreglo, que pecaban los menoscabos que sufre frecuentemente el común que está
por necesidad atenido a ellas, sin que por este perjudique a la habilidad particular de algunos
plateros, escultores y carpinteros; tanto más admirable, cuando que parece natural, que en vista
de sus principios. y falta de proporciones no debían tenerla, ni a la formalidad y honradez de
algunos maestros acreditados por su conducta. Carecen de fondos en lo general, para proveerse
de los materiales respectivos: es menester que el que necesite la obra, si su valor llega a una
docena de pesos los desembolse al maestro, antes de recibirla para comprar la materia, pagar los
oficiales, y comer mientras la trabaja, lo que sería soportable sí la recibiese en el tiempo
estipulado, y en aquellos términos y modos pactados; más no sucede así; las más veces se halla
frustrada la confianza del que manda hacer la obra y ha desembolsado su dinero con anticipación
porque si la consigue es en fuerza de su reconvenciones repetidas o demanda judicial a que se ve
constreñido por último recurso.
2° Gente de labranza y armería: qué penalidades; atrasos y fatigas no experimentan los dueños de
las haciendas y recuas con ellas (...) su pereza y falta radical de vergüenza, hacen indispensable
una continua vigilancia sobre ellos para que trabajen en algo: y no viéndolos, ya no hacen otra
cosa de provecho pasándoles el tiempo en la holgazanería y lo peor es que propensos al robo por
su educación enteramente abandonada, lo ejercen al menor descuido de los dueños y
mayordomos; y un mayordomo, regular hombre de bien, celoso por la hacienda del amo, es tan
raro encontrarse, que al que lo logre, lo tiene por gran fortuna. Sin embargo no deja de haber
porción de gente parda que dedicada a la agricultura en pequeñas heredadas, que trabajan por si,
tanto en las provincias, como en los pueblos de las inmediaciones de la capital, debemos con
justicia de excluirlos de la nota que sólo recae en la especie que acabamos de descubrir
3º Esta que no es la menos diminuta, se compone de una zanganada perjudicial en sumo grado a
todos los demás órdenes del Estado, porque no trabajan absolutamente para subsistir; viven a
expensas de los robos de reses y frutos, que ejecutan en las haciendas, de los plátanos que hallan
abundante en los márgenes de los ríos, de rapiñas y hurtos en poblados, con lo que pasan la vida
jugando a los dados, embriagándose, hiriéndose y matándose atrozmente, y en suma, arrimados a
las tapias y cerca de los pueblos, y de los barrios de la capital, infundiendo recelo a los honrados y
laboriosos" (en Contreras, 1968:19).
Si bien es cierto, las castas en su mayoría fueron un parásito social, un sector de ellas (tejedores,
albañiles, herreros, nopaleros) impregno a la economía de cierta dinámica comercial y fue por el
mismo agente de cambio económico durante las postrimerías del período colonial (ver supra 3.1).
"En cuanto a los hacendados, unos poseen tierras de considerable número de leguas sin
trabajarlas, a reversa de alguna muy corta parte, resultando por consiguiente inútiles a ellos, y al
común que carece absolutamente de terreno propio para sembrar su maíz u otro fruto. El ganado
mayor es por lo regular el nervio y sustancia de estas grandes haciendas, pues, criándose en las de
las provincias remotas y comprado y traído para repastarlo en las de la capital, para abastecer de
carne, forman un tráfico entre un orden de individuos. no corresponde propiamente a la
agricultura ni al comercio."
Los agricultores que se deben considerar como tales, son los que poseen las haciendas
productoras de añil. Este fruto por su preciosidad e importancia merece la mayor atención, porque
es toda el alma que vivifica el reino; es su comercio de extracción, de tal modo que sin él no habría
objeto de relaciones entre la metrópoli y nosotros."
"Respecto a los comerciantes, ascenderán a treinta o treinta y cinco en todo el reino de las casas
mercantiles que merezcan este título, siendo las únicas que directamente reciben de Cádiz per el
Golfe de Honduras anualmente el val de un millón de pesos sobre algunos miles más o menos, en
géneros europeos, que guerra distribuyéndose entre los mercaderes, les expenden por menor en
sus tiendas y aún el mayor número de los primeros practica lo propio en las que en sus casas
tienen con nombre de almacenes. Los retornos se efectúan en igual proporción de libras de añil,
fruto casi único que sostiene las relaciones del comercio con la metrópoli, debiéndose entender
este cálculo aproximado cuando la g con los ingleses no pone obstáculos a la navegación, la
langosta algún contratiempo no menoscaba las cosechas de tinta" (Contreras 1968:73).
Del informe se deduce, pues, cómo el añil y la ganadería constituían la base de las transacciones
comerciales con la Metrópoli, hechas por la minoría blanca (oligarquía guatemalteca). Sin embargo
estas actividades se llevan a cabo, ya sea con mano de obra de indios-siervos obtenidos en
repartimientos o con mozos-colonos sacados principalmente las castas. En otras palabras era en
un sistema basado en una aristocracia señorial y siervos-colonos (ver cuadro 1-pág. 214).
Un país donde no habían más que indios y españoles; donde la ley deprimía a los primeros y
elevada a los segundos; donde aquellos tenían el carácter de conquistadores; donde los unos eran
muchos y los otros eran pocos, era preciso que los españoles desdeñasen el matrimonio con las
indias, pero al mismo tiempo regular que se uniesen a ellas en amistades o tratados no permitidos
por la ley que fuesen numerosas las generaciones legitimas; que existiesen los mestizos; que
naciesen las castas; que estas se multiplicasen con la introducción de negros y que, miradas todas
por la ley y consideradas por el gobierno con ojos distintos se formase una población heterogénea,
separada en clases, dividida en intereses.
Un país donde los dos tercios de la población eran compuestos de indios a quienes la ley no
permitía contratar con ciertas formalidades, a ver diversiones sin licencia de alcalde, montar un
caballo, en ningún caso, tener armas, en ningún evento; era necesario que fuese muy
embrutecido. Era necesario que en ese país el máximo sirviese al mínimo: no fueses muy
respetados: que se ignorasen esos mismos derechos y que directamente reciben de Cádiz por el
Golfo de Honduras anualmente el valor de un millón de pesos, sobre algunos miles más o menos,
en géneros europeos, que distribuyéndose entre los mercaderes, los expenden por menor en sus
tiendas, y aún el mayor número de los primeros practica lo propio en las que en sus casas tienen
con nombre de almacenes. Los retornos se efectúan en igual proporción de libras de añil, fruto
casi único que sostiene las relaciones del comercio con la metrópoli, debiéndose entender este
cálculo aproximado cuando la guerra con los ingleses no pone obstáculos a la navegación, la
langosta o algún otro contratiempo no menoscaba las cosechas de tinta" (Contreras 1968:73).
Del informe se deduce, pues, cómo el añil y la ganadería constituían la base de las transacciones
comerciales con la Metrópoli, hechas por la minoría blanca (oligarquía guatemalteca). Sin embargo
estas actividades se llevan a cabo, ya sea con mano de obra de indios-siervos obtenidos en
repartimientos o con mozos-colonos sacados principalmente entre las castas. En otras palabras
era en un sistema basado en una aristocracia señorial y siervos-colonos (ver cuadro 1-pág. 214).
Un país donde no habían más que indios y españoles; donde la ley deprimía a los primeros y
elevada a los segundos; donde aquellos tenían el carácter de conquistadores; donde los unos eran
muchos y los otros eran pocos, era preciso que los españoles desdeñasen el matrimonio con las
indias, pero al mismo tiempo regular que se uniesen a ellas en amistades o tratados no permitidos
por la ley que fuesen numerosas las generaciones ilegitimas; que existiesen los mestizos; que
naciesen las castas; que estas se multiplicasen con la introducción de negros y que, miradas todas
por la ley y consideradas por el gobierno con ojos distintos se formase una población heterogénea,
separada en clases, dividida en intereses.
Un país donde los dos tercios de la población eran compuestos de indios a quienes la ley no
permitía contratar con ciertas formalidades, a ver diversiones sin licencia de alcalde, montar un
caballo, en ningún caso, tener armas, en ningún evento; era necesario que fuese muy
embrutecido. Era necesario que en ese país el máximo sirviese al mínimo: que los derechos no
fuesen muy respetados: que se ignorasen esos mismos derechos; y que de su ignorancia naciesen
todas las consecuencias que se han sufrido (en Contreras 1968:169-170; realce es mío).
CUADRO 1
ACTIVIDADES ECONÓMICAS
"La servidumbre no repugna ni a la razón ni al derecho natural, pues que se halla aprobada por la
Sagrada Escritura. Nacen los siervos de nuestras esclavas; y así, una sierva o esclava para a su hijo
o hija de cualquiera que sea queda reducida a la condición servil, La razón es clara: hemos dicho
que los siervos son cosas; se sigue, pues, que sus fetos o producciones deban ser de la misma
condición. Porque así como el feto de una vaca está en dominio, por derecho de accesión, de la
misma manera el feto de la esclava que sirve también ha de servir" (en García Laguardia 1976:64).
Por otro lado, aunque el sistema jurídico Colonial, por medio de sus Ordenanzas y Cédulas Reales
normó in extenso la protección de los indígenas, la realidad es que dichas leyes no se cumplieron,
como se desprende del informe de la visita pastoral hecha a finales del siglo XVIII por el Arzobispo
Pedro Cortés y Larraz a su diócesis (lo que es actualmente Guatemala y el Salvador). Aún más, si en
algún pleito mediante apelación a la Audiencia, las autoridades de provincias y pueblos, en vez de
dar cumplimiento de lo decidido por la máxima instancia de poder, la emprendían atropellando al
que había demandado y obtenido justicia.
En la práctica, la realidad era que los indígenas estaban sometidos, contra toda ley, a numerosas
obligaciones como se desprende de los numerosos escritos por quejas y abusos presentados ante
la Audiencia. Uno de ellos señala:
Las relaciones se exigen parte de las cofradías y parte de las justicias, que dan en efectivo el
sustento de curas y alcalde mayores, distribuyendo el fiscal de la Iglesia en frutos por un
prorrateo, en las familias semanaria o mensualmente su pago, según estilo de los pueblos y lo
mismo el servicio personal de 4, 12 y 18 indios y dos mujeres llamadas guatezonas o molenderas
que asisten diariamente el servicio de la casa parroquial, casa del alcalde mayor y sacristía de la
parroquia, sin contar los jóvenes de la escuela de doctrina, que traen la leña y paja para las
caballerías, siendo lo más doloroso que cualquier falta no queda impune, ni se ve con indiferencia
y disimulo, si no que se castiga rigurosamente con azotes, cárcel y grillete; en otros pueblo se
exige a más de lo dicho, lo que llaman primicia en las cuaresmas y cumplimiento de Iglesia para la
comunión pascual, que es de cada indio casado, media juega de maíz, un tercio de astas de
madera y cuatro mazos de paja para casas pajizas. 3 y 4 reales de América que hacen 8 y 10 de
vellón, al tiempo mismo de examinarle en la doctrina cristiana cuando viene a confesarse, y en
otros sólo un real de 21 cuartos; en los pueblos que llaman de ladinos son otros servicios, y la
primicia de frutos, viniendo a concluir que siempre trabajan para los curas, alcaldes mayores,
comunidades y cofradías, condenados a su miseria, opresión, vejaciones, y sin poder reclamar,
teniéndoles en pupilaje, para que no hagan recursos sin intervención de los fiscales de las
audiencias que se titulaban protectores de indios, mereciendo más bien el de destructores de
indios, porque rara vez se hacía defensa que no les costase doble de lo que les llevaría cualquier
otro letrado, y sin el riesgo y arbitrariedad de valerse del nombre de los pueblos para hacer
donativos en cien mil duros del fondo de comunidad, como se vio en Guatemala con escándalo,
por ser intereses que religiosamente debían mirarse e invertirse en solo el santo y laudable fin de
su instituto y no en usos contrarios (en Meléndez 1971 b:59-60)
Por lo hasta aquí expuesto se desprende que la situación económica social del Reino de Guatemala
se caracterizó en sus postrimerías por l comercialización al exterior <le tintas y cueros, productos
obtenidos: básicamente por medio del trabajo ser vil de indios y mestizos y del trabajo de
poquiteros que cultivaban añil. De ahí que la desigualdad social constituyó una cuestión del
sistema, como lo deja ver la reducida propiedad territorial de las amplias masas trabajadoras, ya
que la mayor parte de las tierras apta para el cultivo pertenecían a una minoría de la población
que apenas llegaba al 49% del total estando en la cúspide de dicha minoría unas 35 familias de
grandes comerciantes capitalinos que eran los más beneficiados en el sistema.
2. ECONOMIA Y PODER
A finales del siglo XVIII la sociedad del Reino de Guatemala estaba estructurada por una minoría
aristocrática y una mayoría poblacional sometida a diversas formas de explotación servil, como lo
fueron el repartimiento, los servicios personales, la aparcería y las rancherías. La casi totalidad de
la minoría aristocrática habitaba los centros urbanos de la región (Guatemala, San Salvador, San
Pedro Sula. Comayagua, Granada, León, Cartago), constituyéndose en los sectores dominantes y
dirigentes en las distintas provincias del Reino. Las mayorías poblacionales, por su lado, Vivian
reducidas en pueblos de indios o como las castas habitando en villas, rancherías, haciendas,
obrajes.
Así, desde finales del siglo XVIII, con la implantación del Régimen de Intendencias, y más aún a
principios del XIX a raíz de las Cortes de Cádiz, las contradicciones entre latifundistas provincianos
y grandes comerciantes guatemaltecos fueron cada vez más patentes y violentas, ya que los de las
provincias no aceptaban el insolente control sobre las actividades económicas, civiles y religiosas
por parte de la oligarquía guatemalteca.
El surgimiento y consolidación de los latifundios en cada u provincias fue factor cada vez que
permitió que el primitivo núcleo de conquistadores fuese comprando ante la Corona títulos de
propiedad una de las sobre las tierras que habían usurpado con anterioridad. Así surgieron los
Chamorros. Argüellos, Lacayos, Sacasas en Nicaragua, como los Pavón, Asturias, García Granados.
Montúfar, Piñol, Aycinena de Guatemala. Constituyeron estos últimos la aristocracia
guatemalteca, cuyo poder radicó en el absoluto control que llegó a tener no sólo de propiedad
territorial, sino con todo lo relacionado con la producción y comercialización del añil y del ganado
del Reino (Rodríguez 1970:43). El mismo Pedro de Molina q defendió con su periódico los
intereses de dichas familias (véase acápite 4), señaló el particular:
"Los nobles de Guatemala más tiranos que los reyes de España en tiempo de su gobierno se
acostumbraron a tratar a las clases oprimidas, que habia producido la naturaleza sólo para sus
comodidades; ocupaban todos como a seres los empleos que los españoles europeos no llenaba;
sólo ellos tenían derecho de cultivar sus talentos, desarrollar sus facultades naturales y educación
fina y decente. Aún el orden sagrado lo hicieron un bien patrimonial una la justicia y los
provincianos jamás ganaban un solo pleito contra ellos, por Compraban contra la ley evangélica,
que no separa de él ninguna clase de hombres; vendían claros que fuesen sus derechos, después
de gastar inmensas sumas. los añiles al precio bajo, mandando al efecto un agente o apoderado,
para que como único comprador los tomase a su antojo, porque no siendo libre el comercio, no
era lícito vender a todos.
Lo mismo sucedía con las partidas de ganado que precisamente debían de venderse en
Cuajiniquilapa, para que las pérdidas y gastos. de la conducción fuesen en dé cuenta de los
hacendados ganaderos, que por no volverse con sus partidas, daban al precio que querían los
monopolistas de Guatemala. A más de esto se obligaba a los que compraban ganado, a venir a
matarlo a Guatemala por cierto número de días, en proporción con el que se compraba, a fin de
surtir de carnes este mercado y ellos repastar el suyo, para después venderlo a precios más
subidos; de modo que si un salvadoreño compraba, debía ira Guatemala a matar su ganado" (Fado
1968:14).
Este monopolio económico les garantizaba a la vez el monopolio de los principales puestos
públicos, es decir de los que les podían permitir incidir en el control de mano de obra (alcaldías
mayores, corregimientos, jueces repartidores, comercio y orden público en las ciudades (alcaldes,
veedores, regidores, alguaciles), control ideológico (priores, abades, canónigos). control jurídico
(Colegio de Abogados), control económico (Consulado de Comercio). José Cecilio del Valle llegó a
demostrar que de 80 empleados públicos. 70 estaban en poder de los parientes de los Aycinena
(En Rodríguez Beteta 1970:42)
Esta división a nivel del poder político refleja ciertamente la existencia de otra forma de
fraccionamiento en el seno de la clase dominante- la de criollos peninsulares-fenómeno que en
otras regiones hispanoamericanas fue bien acentuado, como lo dejó señalado Simón Bolívar en su
Carta de Jamaica cuando escribió:
Jamás éramos virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias: arzobispos y
obispos, pocas veces, diplomáticos, nunca; militares, sólo en calidad de subalternos; nobles, sin
privilegios reales; no éramos, en. fin, ni magistrados, ni financistas, y casi ni aún comerciantes;
todo en contravención directa (le nuestras instituciones.
En el Reino de Guatemala, este fenómeno no fue tan profundo en el caso de los criollos, sino que
por el contrario hubo gran afinidad de intereses. La realidad es que no hubo exclusividad absoluta
en el control del poder político. Numerosos puestos de Alcaldes Mayores y Corregidores fueron
por mucho tiempo controlados por dicha oligarquía.
Pero esta relación de los peninsulares con los criollos de las Provincias se modificó a partir de la
implantación del Régimen de Intendencia (1783). Las medidas mandadas a realizar por los
Borbones tenían en efecto a una mayor ampliación y control por parte de la Corona de sus
intendentes económicos (alcabala, tributos, estancos, composiciones, etcétera), fenómeno que en
la práctica favoreció a los grandes comerciantes, y no solo redujo las posibilidades de
enriquecimiento de las minorías provinciales, sino que los sometió más fácilmente a una mayor
dependencia (Samayoa Guevara 1966: passim). Por tal razón, la actitud de los Ayuntamientos de
las provincias fue de oposición al Régimen de Intendencias. Muy distinta fue la actitud del
Ayuntamiento de Santiago de Guatemala, centro de poder de los grandes comerciantes, pues para
finales del siglo XVIII había perdido el carácter de oposición que había tenido durante los dos siglos
anteriores (ver Chinchilla Aguilar 1961: passim) y se había convertido en el principal centro de
apoyo de la Corona en la lucha contra las sublevaciones.
Las sublevaciones lidereadas por las minorías de las Provincias de San Salvador, Granada, León,
Chiquimula, Tegucigalpa. Totonicapán, sacaron a luz el hecho de que el sistema no funcionaba
bien. En efecto, las fracciones que componían la clase dominante-oligarquía comercial
guatemalteca y oligarquías terratenientes provinciales-habían entrado en profundas
contradicciones, dado que la primera tendía en forma creciente a un control total del poder
económico y desplazar a los segundos. Las luchas mostraban a la oligarquía guatemalteca la
posibilidad de perder su hegemonía, su poder. La realidad fue que el pueblo iba a sumándose y
dándole mayor carácter a las luchas iniciadas por las oligarquías provinciales.
La contradicción vino pues a precisarse mejor, pues por un lado, estaban los latifundios criollos en
las provincias y por el otro los grandes comerciantes capitalinos unidos a los representantes
directos de los intereses de la Corona (oficialidad real y alte clero). Fue esta contradicción la que
desencadenó las diferentes conspiraciones que a la larga propiciaron los acontecimientos del 15
de septiembre de 1821 y que a la vez señalaron el carácter de las luchas en su conjunto (ver
cuadro 2).
CUADRO 2
El Arzobispo Pedro Cortés y Larraz en la relación que hizo de la Visita Pastoral a su Diócesis, brinda
una radiografía de la ira popular que se había generado a lo largo de tres siglos de explotación
inmisericorde. Muestra cómo por doquier la rebeldía era un fenómeno común y que eran
continuos los alzamientos por los excesos en los cobros de tributo, así como por las exigencias de
mano de obra para las rancherías, obrajes y trapiches. Sin embargo, aunque los motines y
levantamientos de indios fueron constantes, como lo muestra J. Daniel Contreras en su trabajo Un
Motín Indígena en el partido de Totonicapán, las masas explotadas nunca pudieron aunar fuerzas
contra sus opresores, exceptuando la Rebelión de Totonicapán, debido a la misma organización
existente de la fuerza laboral que no permitía mayor libertad de movilización que la de su
jurisdicción residencial. Este control era favorecido por las disposiciones religiosas en torno al
bautismo, casamientos y por las disposiciones civiles en torno al vestido y empadronamiento
tributario.
Fueron básicamente las minorías dominantes de las Provincias las que iniciaron la rebelión,
buscando cómo violentar el sistema, a fin de propiciar una economía más dinámica, menos
centralista, más mercantil.
De todas estas rebeliones la que llegó a cobrar más fuerza, al haber aglutinado un buen número de
indios, fue la sublevación de Totonicapán en el altiplano occidental de Guatemala. J. Daniel
Contreras (19689) investigador de la misma, al referirse de ella señala:
"En julio de 1820, un año antes de la proclamación de nuestra independencia, estallé en el pueblo
indígena de Totonicapán, cabecera del Partido y Alcaldía Mayor del mismo nombre, una
sublevación en la cual tomaron parte grupos de indígenas de San Francisco de Alto,
Momostenango, San Andrés Xecul y San Cristóbal, pertenecientes todos al mismo Partido de
Totonicapán y al grupo lingüístico quiché.
Este levantamiento fue el epilogo de una larga etapa de protestas y motines indígenas en contra
de los reales tributos, que suprimidos en 1812 por las Cortes de Cádiz, habían vuelto a cobrárseles
desde la vuelta de Fernando VII al trono de España. Los indios, que siempre se mostraron
decididos a defender sus intereses, consideraron entonces la vuelta al sistema de tributos como
disposición arbitraria de sus Alcaldes Mayores y justicias para robarles impunemente. Elle dio lugar
a firmes alegatos.
Tal argumento exasperó los ánimos. Los indios se rebelaron abiertamente al no obtener de parte
de las autoridades centrales la orden solicitada para que sus Justicias no siguieran exigiéndoles el
pago de los tributos. Desconocieron a Las autoridades coloniales, hicieron huir al Alcalde Mayor,
encarcelaron a sus Alcaldes y Justicias indios y luego coronaron como rey al "natural" Atanacio
La superioridad de las armas de los españoles les permitió sofocar momentáneamente la rebelión:
pero no por ello el descontento contra el tributo cesó, como lo indican los motines de Santa María
Chiquimula Santo Domingo Sacapulas, Momostenango y San Francisco el Alto entre 1820 y 1821
(1968:9).
Hemos planteado en los incisos anteriores cómo a finales del siglo XVIII y principios del XIX, la
economía del Reino de Guatemala, a la par de una generalizada agricultura de subsistencia por
toda el área, mantenía una producción agrícola comercial basada principalmente en el cultivo del
jiquilite y en la cría del ganado. Señalarnos a la vez cómo en las Alcaldías Mayores de San Salvador
y San Vicente, así como en la Gobernación de Nicaragua era donde principalmente se
desarrollaban estas actividades, dando lugar en la región a una división entre latifundistas
provincianos y comerciantes guatemaltecos (ver infra 2.2).
La oligarquía guatemalteca controlaba en efecto no sólo el comercio con España, sino que
especialmente estaba atenta a cualquier movimiento contrario que pudiese transformar su
ventajosa situación (Floyd 1971: passim). llevando a cabo medidas que hacían que privara el
resentimiento por parte de las minorías de las provincias con el monopolio ejercido por ellos. Así,
a finales del siglo XVIII los comerciantes capitalinos tendían a monopolizar y concentrar en sus
manos todas las actividades productivas de exportación-importación, al controlar las principales
ferias ganaderas (Cerro Redondo en Guatemala y Chalchupa en El Salvador) y buscar cómo
posesionarse de los principales centros productores de añil de El Salvador. obligando a los
pequeños productores a recibir préstamos o adelantos que después no podían pagar. Es pues,
dentro de este contexto, donde se dieron los alzamientos de noviembre de 1811 en San Salvador y
diciembre del mismo año en Nicaragua, así como un buen número de sublevaciones menores
como el Motín de Artesanos en Guatemala, la sublevación de la milicia de Chinandega, la
intentona revolucionaria de Dolores-Izalco, las sublevaciones de Tegucigalpa, Chiquimula y la del
Batallón Fijo en la Ciudad de Guatemala (Valdés 1968:40-41).
La necesidad de lograr reformas económicas fue a la postre la causa principal de todos estos
amotinamientos. Al principio, en la sublevación de noviembre de 1811 en San Salvador. dichos
intereses no aparecieron claramente. El movimiento estaba enderezado prácticamente a sustituir
a las autoridades y especialmente el Gobernador-Intendente. Lo significativo. de este movimiento
fue que la zona de más densidad poblacional (San Salvador, Cojutepeque, Zacatecoluca, Usulután,
Chalatenango, Metapán) fue la que se sublevó, emprendiéndola contra los bienes de los españoles
(Gámez 1976:77,80), mientras que San Miguel, San Vicente y Aguachapán, zonas caracterizadas
por los principales latifundios, se opuso a tales acciones. Es decir, fue un movimiento de los
sectores más mercantilizados, apoyados rápidamente por la plebe. Los fines que se buscaban
lograron concretarlos, una vez depuestas las autoridades:
Verificada la deposición de Intendentes, el pueblo volvió en tumulto a las calles, pidiendo a gritos
la creación de otro gobierno, nombramiento de nuevos jueces, la abolición del monopolio del
aguardiente, la rebaja de los precios del tabaco y papel sellado, la supresión de los impuestos (de
carnes, carretas y alcabalas, la libertad de los presos existentes en las cárceles de ciudad (Gámez
1976:82).
Más clara fue la situación en las sublevaciones de Nicaragua. Estos movimientos (León, Granada,
Masaya y Rivas), aunque dirigidos por la oligarquía de las provincias, tuvieron una mayor
participación popular y esto le permitió mayor carácter reivindicativo. José Dolores Gámez
(1976:96) nos presenta sobre el particular una lista de la misma:
Joaquín Pardo (1963), historiador guatemalteco, señala igualmente que la sublevación de Granada
se decretó la libertad de comercio por el rio San Juan para romper con el monopolio
guatemalteco.
De lo expuesto hasta el momento, se desprende el hecho de que se formó una oposición en las
Provincias contra las minorías dominantes guatemaltecas. Los centros de poder político y religioso
(audiencia, ayuntamiento e Iglesia) se habían convertido en la práctica en la principal garantía de
la oligarquía guatemalteca. Y ante la sublevación operaron en una forma armónica. Para la
sublevación de San Salvador en 1,811, miembros del ayuntamiento, audiencia e Iglesia
guatemalteca fueron los que concurrieron en forma inmediata a resolver el problema. Si bien es
cierto no tuvieron que llegar en este caso al uso de la violencia militar, la realidad es que el hecho
les preocupó y prefirieron aceptar como un mal menor las principales demandas de los alzados,
fue la sustitución de las autoridades respectivas de la intendencia (Gámez 1976:81; Marure
1969:6).
La oligarquía guatemalteca operó en forma semejante cuando en 1811, a raíz de una delación,
descubrió una conspiración en el convento de Belén, la que tuvo como finalidad liberar de las
cárceles a los prisioneros de la sublevación de Granada de 1811. Los complicados en dicha
conspiración fueron sentenciados a pena de garrote vil, horca y destierro (Marure 1969:8).
Las sublevaciones encabezadas por las minorías de las provincias sacaron a luz el hecho de que el
sistema no estaba funcionando bien. La clase dominante estaba desunida y la minoría
guatemalteca necesitaba hacer reorganizaciones profundas en algunos niveles del poder político,
Se trataba de buscar una solución que sin modificar en forma sustancial los mecanismos de
explotación y enriquecimiento, permitiese disminuir las tensiones principalmente entre las
minorías guatemaltecas y las oligarquías de las Provincias de San Salvador y Nicaragua. La solución
que se proponían facilitaría, por un lado, mayor participación en el poder a las oligarquías
provincianas, pero en el fondo la principal acción que se había planificado era la búsqueda de un
poder foráneo y con fuerza suficiente para garantizar el mantenimiento del status quo.
Como resultado de la hostilidad de las oligarquías provincianas cada vez más pujante y del clamor
continuo del sector intelectual que desde la Universidad y los Periódicos Amigo de la Patria y
Editor Constitucional propugnaban por un sistema político antimonárquico y republicano, la
oligarquía guatemalteca buscó una salida política a la crisis. Es decir, genero un movimiento
oportunista de último momento para así anticiparse a una posible ruptura del sistema por parte
de las oligarquías provincianas. La forma utilizada fue la de buscar cómo convencer a las
autoridades de la Audiencia y a la jerarquía Eclesiástica sobre la conveniencia de la independencia
política de España, sin que ésta llegase a implicar modificaciones del status quo.
La oligarquía guatemalteca no tuvo mayores dificultades para persuadir al Capitán General Gabino
Gainza, pues bastó comunicarle que no se trataba de hacer novedades en las autoridades
constituidas y si de sostenerlas, permaneciendo bajo su dirección (en Meléndez Chaverri
1971:232). Más difícil fue el trabajo de convencer al Arzobispo Ramón Cassaus y Torres. Este, en
efecto, desde los primeros movimientos separatistas de 1811 y 1812 había venido empleando los
recursos del poder religioso para defender el statu quo. Un ejemplo de ello lo contiene la Carta
Circular del 20 de abril de 1,812 en la que señalaba entre otras cosas:
Han llegado pues a nuestras manos algunos de estos proyectos, pasquines, y libelos infames y
turbulentos, fraguados en la obscuridad de cuatro conventículos jacobinos y sanguinarios. En ellos
hemos visto a la superchería tan disoluta que suplantaba firmas, imitaba letras, robaban
periódicos de Raynal y de otros declamadores insolentes sus copiantes. También hemos leído con
asombro y con espanto, que tales plumas (de gavilanes) se propasaban hasta zaherir directamente
la religión y sus dogmas, la autoridad espiritual de la Iglesia y de sus Pastores, y que se proponían
formar cien repúblicas a su modo.
En el papel deja los hálitos pestilentes por donde podemos conocerlos y rastrearlos. Los mal
zurcidos periódicos, las destempladas voces, los paralogismos, las imprecaciones pintan el rostro
hipócrita y el corazón corrompido y venenoso de tal raza de víboras que todavía desean rasgar las
entrañas de su misma Madre.
Y ya que conspiraban sus negras almas contra la majestad soberana de la Nación que les ha dado
el ser, la religión y la honra y contra el Rey más amado y más digno de amarse, que esperaba ser
lealmente correspondido de todos sus hijos en los días de la aflicción y prueba, para después
gobernarlos con mayor beneficencia y gloria: no tomasen en boca tan delicioso nombre, cuando
en sus juntas, conventículos y actas han tratado de dar con disimulo los primeros pasos hacia la
rebelión y anarquía, y despedazarle después su cetro y corona; acumular quejas contra sus jefes y
magistrados respectivos para usurparse ellos por grados el mando, y subir sobre robos y cadáveres
al solio imaginario que cada juntero, cada fatuo, cada ruin y quebrado tinterillo ha pensado ocupar
en su tierra, con esparcir libelos sediciosos, y embriagar un día a los vecinos.
Y el Dios de las venganzas dirige visiblemente a los nuestros, porque son ejércitos suyos, para que
confundan a toda frente altanera, que intente sacudir al suave yugo de su ley divina y el de la
dominación española por más que aúllen los lobos nada adelantarán (en García Laguardia
1976:108 110).
"La ley prohíbe las calumnias y tu papel está lleno de ellas. La ley manda que seamos justos y tú no
lo eres, denigrando sin razón fundada, ofendiendo sin agravio precedente. La ley llama españoles
a todos los hombres nacidos y avecindados en los dominios de España y tú das el nombre
deprimente de mulatos a los artesanos y labradores honrados. Dices que defiendes su causa y
sostienes la del espíritu de familia. Das a entender que deseas para todos los derechos del
ciudadano, y trabajas por sostener a los que quieren el trabajo para ellos o por medio de ellos.
Indicas que debe de aumentarse la representación de nuestros caros paisanos, y eres el eco de los
que gritan cuando los representantes no son ellos o de ellos. Te ostentas liberal y tu idioma propio
de los tiempos de la obscuridad es de un siervo que alaba a sus patrones" (en Rodríguez Beteta
1971:118).
La realidad fue que para el 15 de septiembre de 1821 a pesar de que el mismo don Mariano de
Aycinena, acompañado de Pedro Molina anduvo por los barrios de la capital guatemalteca
instigando a los vecinos para que asistieran al siguiente día a la Plaza de Armas (en Meléndez
1971:119); a pesar de los griteríos de Barrundia; Molina, doña Dolores Bedoya y de Córdova, la
verdad es que el pueblo no tomó mayor parte en aquel movimiento, como el mismo Molina nos lo
indica:
"El 15 de septiembre de 1821 se celebró esta junta: el pueblo estaba preparado para pedir la
independencia, pero al mismo tiempo estaba tímido.
Sólo los más atrevidos independientes se asomaban a la sala en que se discutía a puerta abierta
tan grave negocio, ellos aplaudían al que votaba a favor y mostraba su descontento por los votos
contrarios. Entre tanto, en la plaza habia poca gente, para hacer mayor el concurso, animando a
los tímidos, don José Basilio Porras y doña María Dolores Bedoya, mujer del arriba mencionado
Doctor Molina, idearon poner música y quemar muchos cohetes. El artificio fue eficaz porque aún
los contrarios concurrieron fingiéndose partidarios de la independencia que creyeron ya
decretada; y la junta se resolvió más pronto a ella en vista del gran concurso del pueblo. Este se
entregó a la alegría más ruidosa sin que las armas intentaran oponerse" (en Villacorta 1968:35).
Miguel García Granados, testigo de la época, clasifica mejor lo que aconteció:
"En cuanto a lo que de la inmensa muchedumbre, debo decir -y yo tengo buena memoria, que a la
novedad de los cohetes que tiraron los que querían reunir al pueblo para dar al movimiento un
carácter popular e imponente, me fui al Palacio y no vi a esa inmensa muchedumbre de que habla
Marure... la verdad es que el pueblo no tomé ninguna parte en aquel movimiento, al cual se
mostró verdaderamente indiferente. El acta se ejecutó pacíficamente y sin derramarse una sola
gota de sangre, y el mismo Gainza quedó en el poder" (en Villacorta 1968:35).
La realidad fue que la población trabajadora de la ciudad de Guatemala no estuvo presente en los
acontecimientos del 15 de septiembre de 1821. a no ser de algunos mirones y desocupados, ya
que los intereses que se buscaban por la junta de Notables no era otra cosa que el mantenimiento
de status quo. Sin embargo tenemos que señalar que la posibilidad de una independencia hecha
con la participación del pueblo fue la razón principal del plan de independencia maquinado por la
casa de Aycinena, como lo indica el mismo primer artículo del Acta de Independencia: Que siendo
la Independencia del Gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin
perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Señor jefe Político la
mande publicar para prevenir las consecuencia que serían temibles en el caso de que la
proclamase de hecho el mismo pueblo (subrayado es mío).
Los que habían pacificado las sublevaciones de San Salvador, Granada, Convento de Belén y
especialmente la de Totonicapán, se había constituido ahora en los abanderados de innovaciones
políticas y de un separatismo sui generis, pues de lo contrario temían no sólo que las oligarquías
provinciales llegasen a vanguardizar las luchas sino que el mismo pueblo explotado desplazase a
los otros, como se había empezado a manifestar ya en el caso de la sublevación de Totonicapán.
Al declarar la independencia de España, la oligarquía guatemalteca, no tuvo pues otra mira que la
de evitar ser desplazada de su poder económico por las minorías provinciales y sobre todo la de
evitar una revolución social que transformase el sistema, lo que tampoco interesaba a los de las
provincias y en lo que sí tenían un poco en común. Buscaron la independencia en Guatemala, pero
para su propio provecho, para poder seguir medrando en lo material y que el gobierno les siguiese
perteneciendo en todas sus esferas o al menos respondiendo a sus intereses. El Acta de
Independencia es la mejor prueba de lo acontecido. En ella se parte del principio de que no debían
hacerse cambios significativos en el poder político, mientras esto no lo determinase un Congreso:
Art. 7 Que entre tanto, no haciendo novedad en las autoridades establecidas, sigan éstas
ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución, Decretos y Leyes, hasta que
el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico.
Art. 8 Que el señor Jefe Político, Brigadier don Garbino Gainza, continúe con el Gobierno Superior
Político y Militar...
Lo novedoso e inesperado para quienes habían preparado el Plan Pacifico fue lo relativo al
Congreso. Tal adicción al Acta de Independencia fue una incorporación in situ por los sectores que
representaban los intereses de las oligarquías provincianas. Los acontecimientos posteriores
demostrarán que a la oligarquía guatemalteca no le interesaba tal Congreso, sino una rápida
anexión del Reino de Guatemala a Nueva España.
El artículo 10 evidenció igualmente la razón del apoyo a última hora del alto clero, como fue la
protección de sus propiedades y bienes:
Que la religión católica, que hemos profesado en los siglos y profesaremos en los siglos sucesivos,
se conserve pura manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a
Guatemala, respetando a los Ministros Eclesiásticos Seculares y Regulares. protegiéndolos en sus
personas y propiedades (subrayado es mío).
Que se pase oficio a los dignos prelados de las comunidades religiosas para que cooperando a la
paz y sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un Gobierno a otro,
dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que estando unidos en el
sentimiento general de la independencia, deban estarlo también en todo lo demás, sofocando
pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas consecuencias (subrayado es
nuestro).
"La junta que tenía en ciertos días sus sesiones abiertas; en breve ya no gustó de la concurrencia
del pueblo, y de sus peticiones, que en lo general lo desechaba, desde luego las graduaba de
imprudentes, y el espíritu público que comenzaba a desarrollarse, espantó a muchos que pasando
de repente de un estado de servidumbre al de libertad, ni aún habían imaginado que fuese
necesario para ser libres los poderosos resorte de ésta. Las tertulias patrióticas en que se
procuraba ilustrar al pueblo inducían terror al servilismo y algunos discursos pronunciados en ellas
acerca de la libertad e igualdad de los hombres hicieron soltar la máscara a muchos que se
vendían por liberales, colocarse bajo las banderas del imperio" (en Townsend 1973:123).
Chiapas se incorporó al imperio mexicano por razones económicas. El añil que cosechaba lo
expendía por la vía de Tabasco; asimismo Oaxaca les compraba anualmente mil cabezas de ganado
(Meléndez Chaverri. 1971:368).
Si las provincias se inclinaron por la anexión a México fue debido a que no querían seguir siendo
controladas por los guatemaltecos. No sabían que los guatemaltecos ya en su Plan Pacifico de
Independencia habían maquinado lo de la anexión. Se conoce, en efecto, la correspondencia pre y
posindependencia que la familia Aycinena tuvo con representantes de la oligarquía mexicana. Es
relevante la carta que el Marqués de Aycinena le envió al Intendente de Chiapas, don Manuel
Ramírez y Páramo en que le decía:
Yo trabajo, amigo, incesantemente por lograr la unión de estas provincias al imperio mexicano.
Dios haga que mis trabajos no sean inútiles. Tengo muy fundadas esperanzas de que mis esfuerzos
al fin han de tener efecto (en Rodríguez Beteta 1971:299).
Por su parte, la oligarquía mexicana sabía bien que los Aycinena no sólo respondían a sus
intereses, sino que anhelaban depender de México. En efecto, Iturbide al nombrar a Antonio de
Flon para que dirigiese la intervención mexicana en los asuntos de las Provincias
Centroamericanas señalo:
En Guatemala debe VS. contar con don D. Mariano Aycinena, sujeto que ha seguido
correspondencia conmigo desde antes que aquella capital se hiciera independiente, y como es una
persona bien conexionada, no dejará de contribuir mucho a dar al nombre de VS. todo el carácter
de aprecio que se merece. Sea este uno a quien escriba V.S., sin olvidarse de hacerlo con toda
urbanidad al Capitán General, Diputación Provincial, Ayuntamiento, Arzobispo, Cabildo Eclesiástico
y Consulado (en Rodríguez Beteta 1971:4.5).
Sin embargo, los intereses de las oligarquías provinciales no apuntaron unánimemente hacia la
anexión. Tal fue eI caso de San Salvador que, al oponerse, sufrió primero la violencia armada
guatemalteca y a continuación la de las mexicanas que vinieron a reforzar a la primera. La realidad
fue que los latifundistas añileros de San Salvador, siendo los que más estaban interesados en una
autonomía política con respecto a Guatemala, se habían percatado que la anexión a México en
nada cambiaba su situación de dependencia económica.
Fue durante el Congreso que se llevó a cabo en 1823 que se legisló no sólo la independencia
absoluta de Centroamérica, sino una nueva forma de poder político. En este Congreso, la
oligarquía de las provincias dominó e impusieron una nueva forma de gobierno federal en contra
de las aspiraciones de un gobierno unitario puesto por la oligarquía guatemalteca.
Pero los intereses de la oligarquía eran muy profundos y distintos. Y así el sistema federal no pudo
unificar a las clases dominantes de Guatemala y las Provincias. Las contradicciones se fueron
haciendo más profundas.
Cuando se analizan las gestas independentistas de otras regiones latinoamericanas, como las de
Haití, México, Venezuela, Argentina y Uruguay nos encontramos con acontecimientos que apuntan
claramente a transformaciones profundas de la situación colonial. Por ejemplo, las acciones
encabezadas por Toussaint de Louverture, José María Morelos, Simón Bolívar y José Gervasio
Artigas, facilita la comprensión del carácter de dichas luchas. Por el contrario, el caso del proceso
de independencia centroamericana es, con respecto a los movimientos antes citados, un
fenómeno más complejo en que no se perfila con claridad las características y tendencias del
periodo.
Hasta el momento hemos venido analizando por separado distintos aspectos de las luchas por la
independencia. Ahora conviene interpretar el fenómeno en su conjunto. Es decir, precisar el
período en que se enmarcan los acontecimientos, y en especial, los aspectos determinantes del
proceso global. En lo referente a la periodización, considero que su inicio se da con la implantación
del Régimen de Intendencias en el área, durante el último cuarto del siglo XVIII, ya que con ella:
Se crearon las condiciones para que saliesen a luz y se manifestasen los intereses separatistas de
las oligarquías provincianas con respecto a la guatemalteca.
El carácter del proceso por su parte se vuelve difícil de encontrar si el análisis del fenómeno se
hace sólo a la luz de las manifestaciones políticas que se dieron entre 1821 y 1822. Ciertamente,
un análisis de sólo esos aspectos desvirtúa a la correcta compresión del proceso. Por el contrario,
los acontecimientos de 1821 no fueron más que acciones oportunistas de la oligarquía
guatemalteca para evitar que llegasen a consolidarse las reivindicaciones de las oligarquías
provincianas.
Veamos Algunos
3. La libertad es la facultad de hacer cada uno todo lo que no daña a los derechos de otro. Tiene
por principio. la naturaleza: por regla. la justicia; por garantía, la ley Su límite moral se comprende
en esta máxima: no hagas a otro lo que no quieras que te hagan.
4- La justicia natural se viola cuando una parte de la nación pretende privar a la otra del uso de los
derechos de propiedad, libertad y seguridad.
5. La seguridad consiste en la protección concedida por la sociedad a cada uno de sus miembros y
a sus propiedades.
7. El derecho de propiedad real es aquél por el que pertenece a todo ciudadano el goce y la libre
disposición de sus bienes y rentas, del fruto de sus trabajos, y de su industria.
8. Todo individuo de la sociedad, sea cual fuere el lugar de su residencia o de su naturaleza, debe
gozar una igualdad perfecta de sus derechos naturales, bajo la garantía de la sociedad.
12. Ninguno puede ser privado de la menor porción de su propiedad sin su consentimiento.
13- Todo estanco es una violación del derecho natural. Debe, pues. declararse abolido para
siempre (en Gámez 1976:106. Resaltado es mío).
Se necesitaba igualmente transformar las instituciones y legalidad existente. Por ellos es que
exigieron:
Se trataba, pues, de modernizar el sistema haciéndolo más mercantil, menos feudal, algo
capitalista.
Estas tendencias ponían en peligro el status quo y por ende las formas de enriquecimiento de
quienes habían monopolizado las actividades comerciales en la región. Esto los obligó a buscar
cómo implementar un plan que diese la apariencia de cambio sin modificaciones del sistema
imperante. El funcionamiento del plan, preparado por la oligarquía guatemalteca, fue breve y no
pudo consolidarse... Las contradicciones originales se volvieron después de la independencia más
compleja y con ellas las luchas continuaron.
Será en ese contexto que se irá gestando el Estado-Nación en cada provincia, paralelamente al
surgimiento de nuevas clases sociales. Se trata del inicio de una cadena de luchas, de un ciclo de
revoluciones menores que preparan las condiciones para las transformaciones profundas del
sistema en las últimas décadas del siglo XIX.
El proceso de Independencia la de Centro América no significó, pues, una revolución social como
lo fueron los movimientos independentistas en Haití o en México. Pero tampoco dicho proceso
puede caracterizase como el paso hacia formas políticas nuevas sin grandes conmociones. Estas
rebeliones no concluyeron en 1821, sino que más bien se acentuarán y eran más violentas a partir
de la misma declaración de independencia, asumiendo en algunos casos un carácter de luchas
antagónica como van a ser los movimientos encabezados por Cleto Ordoñez en Nicaragua o el de
Anastasio Aquino en el Salvador.
Hispanoamérica c. 1,790
CAPITULO XVIII
Esta era la forma ideal de gobierno para los criollos guatemaltecos ya que ella les aseguraba,
definitivamente, tanto frente a los españoles peninsulares como frente al pueblo explotado, sus
privilegios de clase dominante en el Istmo. Por una forma de gobierno de esta naturaleza lucharon
los criollos guatemaltecos hasta el último momento. Después, bajo la presión de las circunstancias,
se vieron obligados a proclamar la Independencia, pero esto sólo lo hicieron después de
habérseles hecho completamente imposible mantenimiento del Istmo en su calidad de colonia de
España. Esta actitud del criollo conservador centroamericano, ante todo del guatemalteco, no
reflejaba en realidad otra cosa que su debilidad como grupo monopolizador del poder para seguir
manteniendo el sistema de explotación heredado de la Colonia. Para seguir explotando al pueblo
en la forma tradicional, necesitaban ellos un fuerte aliado, como hasta el momento lo había sido el
imperio español. Más tarde, al perder este aliado con la obligada proclamación de la
Independencia, los criollos conservadores dirigieron que esperanzados la vista hacia el imperio de
Iturbide, que por una serie de factores que se examinarán más adelante, prometía cumplir la
función había realizado el sistema colonial para los elementos más reaccionarios de la sociedad
centroamericana. dominante
Las autoridades coloniales estaban conscientes, aleccionadas por el ejemplo de México, de que un
movimiento revolucionario contra el sistema colonial podía partir principalmente de la población
explotada de los indígenas y ladinos. Este temor movió al Capitán General a proponer algunas
medidas que tendrían como fin, mejorar la suerte de la población explotada. Entre otras medidas,
propuso a los criollos que mejoraran las condiciones de trabajo del campesinado suavizando el
sistema de repartimientos. Con el mismo objeto propuso la distribución de tierra a indios y
ladinos: "para dar a ambas clases el justo derecho de propiedad y también de que se pusieran
cultivo a las tierras eriales de los grandes propietarios, por medio de contratos de locación, o por
otros que se estimaran oportunos para conciliar el bien público con los derechos individuales" Por
este mismo tiempo redactó también el Consulado de Comercio su ya citado documento
proponiendo una distribución general de tierra entre la población indígena carente de ella." Estas
medidas no fueron puestas en práctica, habiéndose únicamente facilitando para los indígenas el
pago de los tributos."
La Iglesia era un factor estabilizador importante en la formación colonial. Como tal, el peso del
clero conservador era decisivo en la antigua Capitanía General de Guatemala. Los fuertes intereses
económicos que la Iglesia tenía en la región de Guatemala la empujaban a tomar parte en forma
abierta en los acontecimientos políticos. Un ataque contra el sistema colonial en Guatemala tenía
que desembocar necesariamente, como fue después a menudo el caso en la historia
guatemalteca, en un ataque contra las posesiones de la Iglesia. En eI tiempo de los levantamientos
de El Salvador y Nicaragua el clero fue el mejor aliado de las autoridades españolas para restaurar
el orden colonial.166 El celo de las autoridades clericales no se limitó sólo a desprestigiar a los
insurrectos de las provincias como enemigos de Dios,167 sino que también puso en movimiento
toda su influencia para que los criollos ricos contribuyeran materialmente a la formación de un
ejército anti-insurreccional." Sin embargo, la posición del clero ante la Independencia no fue la
misma en todas las provincias. En Centroamérica, como en las otras colonias americanas, un
sector importante del bajo clero se adhirió al movimiento independentista, principalmente en las
provincias de Nicaragua y San Salvador. Varios miembros de la Iglesia se vieron perseguidos o
confinados en las prisiones de los conventos por su participación o simpatía con los movimientos
anticoloniales. En Guatemala se encontraban varios eclesiásticos seriamente comprometidos en la
famosa conspiración de Belén, 170
Otro hecho que facilitó enormemente el dominio de la oligarquía en Guatemala de 1811 a 1814,
como también en el tiempo de las guerras que terminaron con la federación centroamericana, fue
el carácter específico de la población guatemalteca. El débil desarrollo económico alcanzado en los
trescientos años de dominio colonial no creó mayor tipo de nexos que unieran a los distintos
grupos indígenas que formaban la mayoría de la población guatemalteca, en un todo nacional.
Para la época de la Independencia la población indígena estaba desmembrada en veintidós grupos
étnicos distintos, con distinto idioma y con economías casi autosuficientes. Este atraso económico,
el carácter heterogéneo de la población indígena (que hasta el momento vive al margen de los
acontecimientos políticos y sólo es objeto de la explotación criolla y mestiza), la enorme influencia
que sobre la población en general tiene la Iglesia, así como la situación social especial del ladino
guatemalteco, que por lo regular no sólo explota también al indígena, sino que lo discrimina
viendo en el a un ser inferior, facilitan el dominio de la oligarquía y hacen de Guatemala su bastión
más seguro. Es decir, el débil desarrollo de una conciencia de clase en los grupos explotados los
convierte fácilmente en instrumentos de los intereses de la oligarquía y el clero. Por el momento,
para los indígenas guatemaltecos no había habido ningún cambio de la época colonial a la
independentista. Los dos ejemplos siguientes son significativos: en 1820 se dio un levantamiento
indígena en el departamento de Totonicapán en Guatemala, que completamente aislado del resto
de la población indígena, fue inmediatamente sofocado por las autoridades guatemaltecas. El otro
ejemplo es el caso de los indígenas de una región del occidente de Guatemala, que ocho años
después de jurada la independencia, enviaron una queja al rey de España protestando por los
abusos cometidos por varias autoridades locales. En las otras provincias del Istmo la situación era
distinta. Principalmente en El Salvador y Nicaragua, se conjugaban varios factores importantes que
favorecían el surgimiento de un movimiento revolucionario contra el sistema colonial.
Fue en El Salvador donde estos factores se presentaron con mayor acentuación, lo cual motivó
que la provincia se transformara más tarde, en el periodo de las guerras civiles, en el centro de los
acontecimientos políticos del Istmo. En esta provincia se iniciaron los primeros movimientos
armados contra eI poder colonial en 1811, y según un informe del propio Capitán General de
Guatemala, los cabecillas del levantamiento estaban en contacto con el movimiento
revolucionario de México. 172 El Salvador fue también más tarde, el que se levantó en armas
contra la anexión del Istmo a México. Y aquí también encontró Morazán su más fuerte y fiel aliado
en su lucha por la unidad del Istmo.
La provincia de San Salvador presentaba en aquella época, a diferencia del resto de las provincias,
una mayor homogeneidad económica, política y social. En El Salvador se daba la mayor
concentración territorial de la población: con 231.000 habitantes seguía en segundo lugar a
Guatemala y casi duplicaba la población de Honduras, siete veces mayor en extensión territorial.
Esta era la región con más movilidad social, producto de su evidente debilitamiento de las formas
coloniales de explotación y del sistema un de castas. Las relaciones de trabajo jornalero-asalariado
se encontraba extendidas por toda la región, a diferencia de Guatemala, donde sólo eran zonas
determinadas las absorbidas por el dinamismo de estas relaciones de trabajo, mientras que el
resto del país seguía prácticamente dominado por la economía autosuficiente indígena. La
población explotada estaba formada, tanto por los indígenas como mestizos y a inicios del siglo XIX
se hacía sentir ya un predominio de la población mestiza sobre la indígenas antagonismo de clase
se empezaba a concentrar entre el jornalero-asalariado y el hacendado criollo o mestizo. En 1808
habia en la región cerca de 20.000 jornaleros asalariados y 500 propietarios de haciendas. La suma
de estos factores se traducía en una tendencia general del movimiento de masas a tomar
contenido social, como fue el caso concreto del levantamiento armado agrarista del indígena
Anastasio Aquino (principios de 1833). Otro factor no menos importante fue el que en El Salvador
el nivel cultural de la población en general era más elevado que en el resto de las provincias, lo
cual facilitaba la incorporación de las masas en la lucha política.
Sin embargo, el factor más importante que hacía de la provincia de San Salvador la parte más
interesada del Istmo por la Independencia de España era el hecho de que esa provincia vivía
prácticamente bajo dos dictaduras: la del sistema colonial en general y la de los criollos
guatemaltecos en particular. La proximidad geográfica de las dos provincias hacía de El Salvador
una víctima fácil de la explotación y arbitrariedades de los criollos guatemaltecos. Las mejores
ganancias las obtenían ellos aquí a través del comercio desfavorable a que tenían sometidas a las
provincias. Según García: "La provincia tenía vida propia. Todavía son famosas sus cosechas de
añil, de cacao y de azúcar, pero gran parte de esos productos iban a enriquecer a los señores de
Guatemala. ¿Cómo entonces iban a estar satisfechos los salvadoreños si les quitaban la mitad de
sus subsistencias?" En el fondo, este conflicto entre las clases 177 dominantes de Guatemala y El
Salvador se reducía a la pugna de una clase dominante que vinculaba una parte importante de su
poder económico a la actividad puramente comercial y otra clase que lo hacía ligada directamente
a la producción agrícola. Las condiciones coloniales en que se desenvolvían estas contradicciones,
concretamente el hecho de que los ricos comerciantes guatemaltecos fueran los intermediarios
del comercio entre la Metrópoli y la Colonia y que Guatemala fuera a la vez el representante más
cercano del poder colonial, le prestaban al conflicto caracteres especiales.
En cierta forma las dos provincias habían llevado a cabo un desarrollo distinto que se evidenciaba
con toda claridad a fines del período colonial en la distinta composición socioeconómica de los dos
territorios. Sin caer en la apología que hace Barón Castro del criollo salvadoreño, es indudable que
el criollo de El Salvador se vio obligado a vincular su existencia más directamente a la actividad
productiva, ya que era seguramente la única forma de poder subsistir y enriquecerse. En
contraposición con el carácter estacionario y autosuficiente de la economía más dinamizada. Sus
ferias, la de San Miguel y la de San Salvador, única del Reino según Ulloa!" la habían convenido en
el centro comercial de mayor importancia en la Capitanía General de Guatemala. El
mantenimiento del status colonial significaba para el criollo guatemalteco seguir viviendo cómoda
y regaladamente del trabajo indígena y de las ganancias que le dejaban las transacciones
comerciales que realizaba. Aquí surgía el conflicto con los criollos salvadoreños, que por
representar una economía más desarrollada se veían especialmente bloqueados por el sistema
colonial, que representaban y defendían con especial interés los ricos comerciantes de Guatemala
A fines del siglo XVIII y principios del XIX se hizo evidente este conflicto en el intento que hicieron
las autoridades coloniales por fijar el precio del añil. Por medio de un precio fijo del añil se
buscaba proteger a los productores añileros, en su mayoría salvadoreños, contra la explotación de
los comerciantes guatemaltecos, los cuales valiéndose de la concesión de créditos fijaban el precio
del producto a su antojo. Utilizando el control que tenían sobre el comercio exterior y su
residencia en una capital colonial, que les permitió influir en las autoridades coloniales, los
comerciantes guatemaltecos decidieron prácticamente el conflicto a su favor. El montepío de
añileros no pudo resolver los problemas de los productores de añil, entre otras cosas, debido a la
falta de capitales suficientes que pudieran competir con los ricos comerciantes guatemaltecos. Así
se explica el carácter 180 avanzado que se da a las instrucciones salvadoreñas en las Cortes de
1820, y ante todo la importancia que se le daba en ellas a la libertad de comercio:
"La libertad absoluta de comercio y no ceñida a Waliz (es decir a Belice, posesión inglesa desde la
cual se efectuaba el mayor contrabatido en el Istmo, también controlado por los ricos
comerciantes guatemaltecos) como ahora será el manantial de la Provincia. Esta es una verdad
matemática que solo la avaricia y la ambición de los monopolistas ha querido reducirá question",
18
La economía salvadoreña sufría la misma crisis que afectaba al resto de las provincias. Los criollos
salvadoreños estaban conscientes de sus causas, como también estaban conscientes de que en
Guatemala, que aprovechaban del sistema colonial, no progresaría ningún movimiento contra la
dominación española. Antes por el contrario, la oligarquía guatemalteca usaría todo su poder para
combatirlos. Si El Salvador quería librarse del tutelaje español, tendría que contar con sus propias
fuerzas y con el apoyo de los elementos anticoloniales de las otras provincias como Nicaragua y
Honduras. En realidad, en Guatemala no progresó nunca un movimiento serio contra el orden
colonial. Se conocen: el levantamiento indígena de 1820 no pasó de ser un movimiento puramente
local; y el de 1813, la llamada Conspiración de Belén, fue aniquilada en su etapa conspirativa,
Ninguno de los dos puso nunca en peligro el sistema colonial. La oligarquía guatemalteca había
sido también aleccionada por el levantamiento de Hidalgo y Morelos y vio siempre en el sistema
colonial el mejor defensor de sus intereses. Los movimientos independentistas de 1811-1814
fueron controlados por las autoridades coloniales y de Guatemala partieron los principales
agentes at pacificar a las dos inquietas provincias.
En Centroamérica se puede dividir el movimiento independentista en dos etapas: una que se inicia
con los acontecimientos políticos desencadenados en Europa con la invasión napoleónica de
España y la otra que comienza a mediados de 1820. En los acontecimientos políticos de los años
1820-1821, que culminaron con la proclamación de la independencia política del Istmo, tuvieron
especial influencia dos hechos externos: el movimiento encabezado por Riego en España y la
proclamación del Plan de Iguala por Iturbide en México. Internamente el Istmo se caracterizaba
por la extrema debilidad de los elementos republicanos anticoloniales. Los grupos progresistas que
habían impulsado y dirigido los levantamientos de 1811-1814 se encontraban aislados y
debilitados por la represión de que habían sido objeto en los últimos años del gobierno colonial. La
causa fundamental de la debilidad del elemento republicano residía en última instancia en su poca
base económica. Su poder político descansaba en la actitud anticolonial de la provincia de San
Salvador y en la influencia que tenía sobre algunas ciudades, que como Granada, habían
progresado gracias al comercio que realizaban. Además, la organización y movilización de estos
grupos se veía prácticamente imposibilitada por el aislamiento en que se encontraban las
provincias.
La importancia política del elemento burgués republicano raramente rompe el nivel local. Su
actuación, a nivel centroamericano, era dependiente, ya fuera de la fuerte personalidad de un
caudillo, como fue el caso de Morazán, o bien de una coyuntura internacional favorable, como la
que se presentó más tarde con la caída del imperio de Iturbide. La desconfianza del artesano ante
la Independencia, que para él significaba la introducción total del libre cambio y por consiguiente
su ruina económica, fue utilizada por la oligarquía colonial en su lucha contra el movimiento
republicano. El caso de que las últimas elecciones para los Ayuntamientos organizadas según las
nuevas disposiciones de las Cortes fueran ganadas por el Partido Colonial encabezado por el
Capitán General y con el apoyo de los artesanos, es ilustrativo. Con miras a hacer proselitismo
entre el artesano descontento, el Capitán General prometía lo siguiente en 1820. "No se me oculta
para atraer a los artesanos y a todas las clases pueden tentarse hasta los peligrosos medios de
desacreditar al gobierno por sus medidas; y como en los papeles públicos se ha hablado,
especialmente sobre comercio de algodones, me parece justo deciros lo que en esto hay de
verdad. Lejos de haber concedido, como equivocadamente, sino maliciosamente, se trata de
divulgar, un comercio libre, he tratado de coartar el que tanto tiempo ha, se estaba haciendo, sin
pagar derechos y sin precaución alguna.
El mantenimiento de la "tranquilidad" colonial se iba haciendo cada vez más difícil a la oligarquía.
Con la introducción de las Cortes en para España y su tendencia liberal, empezó a flaquear la
famosa fidelidad de los criollos centroamericanos hacia España. Tanto la oligarquía como el clero
se empezaban a ver afectados en sus intereses por las medidas tomadas por la Cortes. A fines de
1820 se habia decretado ya la abolición de la mita y el repartimiento de indígenas," medidas que
afectaban principalmente a la oligarquía criolla guatemalteca. Asimismo se habla dictado una serie
de decretos que limitaban al dominio de la Iglesia." Esto determinó, entre otras cosas, un
distanciamiento de los criollos centroamericanos de España. A principios de 1821 recibió el
representante de Guatemala a las Cortes las siguientes instrucciones: "Entre las cuales se
encontraba la de reclamar contra aquella injusticia (a que España tuviera más representantes en
las Cortes las Colonias) y hacer presente que, si Guatemala, que había que permanecido leal a su
Metrópoli en medio de la deshecha tormenta de América, no estaba dispuesta a tolerar más que
le siguiese tratando como hasta entonces, como a vil esclava y no se la considerase con los mismos
derechos y prerrogativas que a los peninsulares."
La oligarquía sabía que después de la proclamación del Plan de iguala en México y del triunfo
evidente del movimiento independentista de la América del Sur, la Capitanía General de
Guatemala no podía continuar en su estado de Colonia de España. Estos hechos y la efervescencia
republicana que se empezaba a sentir en el Istmo, convencieron a la aristocracia colonial de que
tenía que ser ella la que debía de proclamar la independencia, si queréis seguir conservando en
sus manos el poder político, Las palabras de unos de les representantes de la oligarquía
guatemalteca al último Capitán General el día anterior de la Independencia reflejaban de manera
exacta su carácter de clase: "Por los demás agrego maquiavélicamente el señor Aycinena: no se
quiere hacer cambio de ninguno de los empleados y el Señor Jefe político (así se denominaba el
Capitán General, bajo el régimen de la Constitución). será con el nuevo plan, en vez de un
empleado dependiente de España, el director de un pueblo libre, como va a serlo Guatemala, 190
La independencia nacional se juró el 15 de septiembre de 1821.y como prometiera Aycinena, no se
hizo cambio alguno. Tanto en las provincias como en la Capital, siguieron gobernando las antiguas
autoridades coloniales. Gainza, el antiguo Capitán General, quedo al mando del nuevo gobierno.
Lo único nuevo fue la formación de una Junta Provincial Consultiva. compuesta de las antiguas
autoridades y los representantes de la aristocracia colonial centroamericana191 que tenía por
objeto asesorar a Gainza en asuntos de Gobierno. La clase dominante, que se había caracterizado
por el pavor que le inspiraba un levantamiento armado del pueblo explotado, habia logrado
proclamar la independencia nacional para prevenir las consecuencias que serían temibles en el
caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo Ella habia dado el paso peligroso de la Colonia a
la independencia sin perder un mínimo en su posición económica, política y social. El Acta de
Independencia, que reflejaba nítidamente el triunfo de la oligarquía, disponía sobre la Iglesia: Que
la religión católica que hemos profesado en los siglos anteriores y profesaremos en los siglos
sucesivos, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha
distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos seculares y regulares, y
protegiéndoles en sus personas y propiedades".193 Para marzo de 1822 debía reunirse un
Congreso Nacional elegido a través del antiguo aparato colonial electoral Esto ya no se llevó a
cabo: para ese 194 tiempo la antigua Capitanía de Guatemala era anexada a México gracias a las
maniobras de la misma clase que había proclamado su Independencia de España.
Con la proclamación de la Independencia salieron a luz todas las contradicciones que encerraba en
su seno la sociedad centroamericana de entonces. El desarrollo económico de la Colonia se había
caracterizado por la forma desigual que había tomado en las distintas regiones, sobre las cuales
Guatemala había mantenido siempre su hegemonía. En esas condiciones, Guatemala era la
provincia que más beneficios había obtenido de la época colonial. A la hora de la Independencia,
Guatemala era la región más rica del Istmo, en última instancia también gracias al comercio
desigual con las provincias. Su población de 661,000 habitantes superaba la población del resto de
las provincias y como capital colonial era la mejor organizada administrativamente y la que poseía
las mejores vías de comunicación. Guatemala mantenía también una especie de monopolio
intelectual debido a que en su territorio se encontraban concentradas las principales instituciones
culturales. El débil desarrollo económico, sin embargo, no había hecho de Guatemala un centro
nacional del resto de las provincias, como había sido el caso, por ejemplo de Buenos Aires o de la
ciudad de México. Guatemala había logrado mantener su hegemonía sobre las otras provincias
sólo debido a la presión exterior del sistema colonial, que las mantenía unidas bajo la obediencia
al Rey. El fuerte localismo centroamericano, producto de la autosuficiencia económica de las
provincias durante la época colonial, se agudiza más a la hora de la Independencia. El carácter
desigual del desarrollo económico se reflejó también en las distintas posiciones que tornaron las
provincias frente al movimiento independentista. La independencia política del Istmo no había
sido el resultado de una guerra revolucionario anticolonial, que abarcando a todas provincias
hubiera desarrollado en ellas un sentimiento de solidaridad nacional centroamericano. Los
movimientos independentistas de contenido republicano, potencialmente capaces de llevar a cabo
tal tarea, había sido extremadamente débiles y, a excepción de El Salvador, raramente perdían su
carácter regional. Para el tiempo en que se realizó la anexión del Istmo a México era la oligarquía
colonial la determinaba el momento histórico. El fuerte localismo centroamericano que se reflejó
especialmente en la ausencia total de un criterio único de las provincias con respecto al contenido
y forma de la Independencia.
Se trata de los antiguos centros de la administración colonial local que se declaran independientes,
tanto de España, como de Guatemala y proclaman su anexión a México, este paso lo dan,
pensando encontrar en el potente virreinato un fuerte apoyo no sólo contra Guatemala como
antigua capital colonial, sino también contra el elemento republicano, trataba también de imponer
sus intereses e influir en el contenido de la Independencia. Comayagua en Honduras, León en
Nicaragua y Cartago en Costa Rica, son las ciudades que proclamaron su anexión a México.
Los conflictos que se originaron entre los distintos grupos políticos por la hegemonía en el Istmo,
cristalizaron en la lucha entre las oligarquías locales de la clase dominante guatemalteca; así como
también entre y éstas y el elemento republicano, compuesto de algunos terratenientes y
comerciantes interesados en fortalecer la economía nacional, del bajo clero y de la inteligencia
colonial, dispersado en las distintas regiones, era muy débil e incapaz de organizarse para hacer
valer sus intereses. Esta debilidad se había puesto especialmente de manifiesto en su total
incapacidad de poder influir en el carácter y contenido de la Independencia. Toda su importancia
se había reducido prácticamente sólo a presionar a que la oligarquía colonial proclamara la
independencia. Sin embargo, con la proclamación de la Independencia el poder y la influencia de
la oligarquía habían perdido en efectividad y empezaba a tropezar con grandes obstáculos para
poder continuar imponiendo su dominación política. Por un lado, el elemento republicano se
tornaba cada vez más exigente pidiendo:
El clero, por su parte, contribuyó en forma decisiva para que la anexión se llevara a cabo. El
conflicto que entre los distintos grupos políticos originó la anexión fue transformado por él en un
problema religioso: por un lado los partidarios del Imperio, y por el otro los herejes, como fueron
calificados los que se oponían a la anexión. El plan de Iguala, que puntualizaba 199 la conservación
de la religión católica sin tolerancia de otra alguna era para el clero centroamericano el mejor
garante de sus intereses. Además, el clero conservador centroamericano se sentía más seguro en
su posición privilegiada teniendo como apoyo al Imperio de Iturbide y no sólo a la oligarquía
centroamericana, la cual se mostraba incapaz de mantener el status colonial. El Arzobispo de
Guatemala, Ramón Cassaus, enemigo irreconciliable de Hidalgo, felicitaba de la siguiente manera a
Iturbide para mediados de 1822. "Si este fausto acontecimiento (la coronación de Iturbide), sea
considerado como el más importante y necesario para garantizar la libertad, felicidad, y gloria de
este grande Imperio: no es menos interesante (sic) en él la religión santa y sus ministros, que
reconocen en la persona de V.M.I. su digno protector.
He dado humildes gracias a Dios nuestro señor que se ha dignado concedernos en el celo y
religiosidad de V.M.I. el firme apoyo que era de desearse en estos tiempos turbulentos, para
reparar el quebrando que empezaba a experimentarse en la doctrina, costumbres y disciplina
eclesiástica con grave detrimento de la Iglesia de Jesucristo" 200
En la anexión de Istmo a México influyeron, tanto factores internos como externo. Tanto en el
orden puramente cronológico, como en la forma en que se desarrollaron los acontecimientos, se
habia dado una similitud que acercaba a los grupos dominantes de las dos colonias españolas. En
ambas se habla dado anterior a la independencia una etapa, en la cual. la participación decisiva del
pueblo (aunque en menor medida, existe, no obstante, material que prueba la importancia
determinante de las masas en las provincias de San Salvador y Nicaragua en la primera etapa de
1811 a 1814) había mostrado a los criollos conservadores, que en un momento dado el
movimiento independentista podía volverse fácilmente contra sus propios intereses. Este temor
común no solo acercaba a los grupos oligarcas de las dos colonias, sino que también los movilizaba
a buscar soluciones similares: una de ellas, por ejemplo, la anexión del Istmo a México.
Además, en México se conocían las dificultades por las que atravesaba el Istmo, se conocían
también los pronunciamientos de León, Comayagua y Cartago en pro de la anexión al Imperio, y
era un hecho que la oligarquía guatemalteca simpatizaba con la idea anexionista. En un informe
enviado a Iturbide desde Tuxtla por un general mexicano encargado de seguir de cerca los
acontecimientos en el límite, se señalaban las condiciones favorables que existían en Guatemala
en pro de la anexión: "ya que en el acto de declarar su Independencia no conoce ni la forma de
gobierno que pueda proponer a sus provincias porque ignora su espiritual propende a sistemas
republicanos tiene contra si una nobleza que según cator amputato ama sus prerrogativas mucho
más que la mexicana, la plebe advierto por lo que veo está muy entorpecida y conserva hábitos
serviles
Varios factores importantes explicaban el que fuera San Salvador la única provincia del Istmo en
capacidad de desarrollar un fuerte movimiento armado contra la anexión. Primeramente, la
anexión a México no significaba otra cosa que la continuación del antiguo status colonial en el que
Guatemala, como entonces, tendría la hegemonía sobre las provincias. En la nueva administración
que pensaba introducir Iturbide en el Istmo, continuaba siendo Guatemala el centro de la
Administración de las provincias,207 contra lo que estaban los criollos salvadoreños por que se
oponía a sus intereses económicos.
Con la anexión del Istmo a México quedan frustrados los intereses de la oligarquía de salvadoreña,
que era la más interesada en una eliminación efectiva del dominio colonial. Además, en el lapso
entre 1811 y 1822 se había desarrollado en la región de El Salvador una fuerte tradición
revolucionaria anticolonial con participación activa de las masas explotadas tradición de lucha del
pueblo salvadoreño y la existencia de caudillos criollos en contacto con él a través de una posición
anticolonial desde 1811. cómo era el caso de Arce y del cura Delgado, facilitaron la movilización y
organización de las masas contra los invasores mexicanos y guatemaltecos A la vez, la junta de
gobierno que se instaló en la ciudad de San Salvador el 11 de enero de 1822, decretó, entre otra
medidas, una abolición de todos los impuestos y tributos que se pagaban en la época colonial y
declaró "abolida para siempre la esclavitud y en consecuencia, quedarán libres todos los esclavos
de ambos sexos en el acto de publicación de este bando"
Estas medidas tomadas por los criollos salvadoreños introdujeron una mejoría momentánea en la
suerte de las masas explotadas, transformando en esta forma el conflicto político en una lucha
entre el progreso y la restauración colonial, en la cual, el pueblo tenía por el momento intereses
concretos qué defender. Arce hizo al mismo tiempo de la lucha contra la anexión un movimiento
contra la oligarquía mexicana, pero especialmente contra la guatemalteca, que por su función
durante la dominación española se había identificado claramente con el sistema colonial. En una
proclama al pueblo salvadoreño de mediados de 1822 escribía Arce lo siguiente: "Habitantes de la
Provincia del Salvador, 'Viva la Patria! La mano poderosa del señor de los Ejércitos ha concedido
que las armas protectoras de la libertad triunfen del espíritu de opresión que reina en las
principales familias de Guatemala y en el que tiene el Gobierno de aquella provincia" 210
Uno de los proyectos importantes que ocupó la atención de los liberales fue el establecimiento de
la navegación a vapor en los ríos Polochic y Motagua, que comunicaba a Guatemala con la costa
del Atlántico, para llevar a cabo esta empresa, que facilitaría de gran manera el comercio con los
países europeos, se pensaba atraer capital extranjero. Con este objeto, se dirigió al gobierno
federal a mediados de 1824 al de los Estados Unidos para buscar la forma de establecer contactos
con casas de comercio que 227 tuvieran interés en el proyecto. Este proyecto estaba
estrechamente vinculado con el de construir un puerto en la costa del Atlántico (que sólo llegó a
realizarse bajo el gobierno progresista de Árbenz). Este puerto en el Atlántico terminaría con el
monopolio que mantenía la colonia inglesa de Belice sobre el comercio centroamericano,
colocando al Istmo en capacidad de comercio directamente con los países de Europa y con los
Estados Unidos. La inmigración europea sería importante para la colonización 228 de aquellos
territorios que hasta el momento no habían sido absorbidos por la economía de país. Es indudable,
que la colonización del norte de Guatemala, El Petén y la Verapaz, tenía también como objeto
frenar el constante expansionismo inglés en el Istmo. Este expansionismo inglés se manifestaba,
entre otras formas, en una prolongación constantes de las fronteras de Belice mucho más allá de
los límites establecidos por el tratado entre España e Inglaterra en 1786. Los ingleses justificaban
las usurpaciones de estos territorios argumentando precisamente que éstos se encontraban
deshabitados, y por consiguiente, fuera del poder guatemalteco. Estos proyectos de colonización
sólo se intentan más tarde bajo el régimen de Morazán.
Para el fomento de las minas se pensó también en atraer capital extranjero. A fines de 1825 se
formó una compañía anglo-guatemalteca con miras a intensificar este ramo de la economía del
país. Al mismo tiempo se autorizó la cantidad de ochocientos pesos para contratar los servicios de
un profesor de mineralogía 230
En el terreno de la enseñanza se trató de superar el sistema educativo heredado de la colonia
introduciendo el método lancasteriano,
Tanto los reformistas de la primera Sociedad Económica como los dirigentes del partido liberal
vieron en el estado lamentable del comercio exterior una de las causas principales de atraso
económico del Istmo. Además de la gran influencia que tuvo el mercantilismo en los políticos
liberales también contribuyó de manera decisiva, la negativa influencia colonial a que se le diera
tanta importancia al comercio libre como requisito indispensable para el desarrollo de la economía
nacional. La Asamblea Nacional Constituyente dictó primeramente varios decretos tendientes a
mejorar el comercio interno. Con este objeto se abolieron los estancos y además trabas que había
creado el sistema colonial para entorpecer el comercio interno de las provincias. Con la misma
intención se introdujo un sistema de y medidas iguales para pesas todos los Estados de la
Federación,233 y se dieron los primeros pasos para mejorar el sistema vial del país. En 1823
dispuso la Asamblea Nacional Constituyente que sólo se aceptarían como candidatos al nuevo
gobierno a aquellas personas que hubieran dado pasos para mejorar las calles de sus distritos.24
La mayoría de estos proyectos no se llevaron a la práctica. Esto se debió, por un lado, a la falta de
bases materiales para la realización de los mismos, y por otro, a la inestabilidad política del Istmo
en los primeros veinte años de su vida independiente, requisito que en última instancia se
condicionaban mutuamente. Con las medidas introducidas por los liberales se trataba de crear
condiciones favorables para el desarrollo del capitalismo en el Istmo. Sin embargo, el bajo nivel de
desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas à la época colonial hacía de antemano ineficaces
todas clases de reformas. en La pesada herencia colonial se hacía sentir principalmente en los
siguientes puntos: a) en el carácter autosuficiente y desigual de la economía; b) en la falta de un
mercado interno desarrollado o al menos en vías de desarrollo; c) en el predominio del espíritu
localista y en la casi inexistencia de un poder político centralizado; d) en la falta de una clase con
suficiente poder político-económico que no sólo respaldara medidas introducidas, sino que
estuviera también en capacidad de defender la economía nacional de la influencia dañina del
capital exterior, que utiliza la debilidad de los países recién independizados para transformarlos en
neocolonias del mercado capitalista internacional,
Generador y resultado del atraso general del Istmo, fue la existencia de una oligarquía enemiga de
cualquier clase de transformaciones en las estructuras heredadas de la colonia, así como el papel
preponderante que tenía el clero en la sociedad en general. Para acabar efectivamente con el
poder de la oligarquía y la influencia del clero y sentar así bases reales para un desarrollo nacional;
era ante todo indispensable eliminar el carácter colonial-parasitario de la gran propiedad
territorial. El único paso que se dio en esta dirección fue la promulgación de un decreto
reglamentando la parcelación de los terrenos baldíos o realengos. Smith es de la opinión, 243 los
liberales estaban conscientes de que el atraso de la agricultura de que se debía a la existencia de la
gran propiedad territorial y que precisamente esto motivó la promulgación del decreto anterior.
Esto, no obstante, el gobierno liberal no tomó en el primer periodo de su dominio ninguna medida
sería contra la gran propiedad de la oligarquía.
Está fuera de duda, lo prueba claramente el documento del Consulado de Comercio anteriormente
citado, que entre algunos liberales, 245 principalmente propietarios y comerciantes medianos
interesados en vitalizar el mercado interno, había interés en una distribución de la tierra que
estuviera más acorde con las nuevas tendencias económicas del capitalismo. Sin embargo, el
grueso del partido liberal estaba formado, tal y como el conservador, por grandes propietarios que
no tenían el menor deseo de plantear reformas que tan íntimamente tocaban sus intereses
económicos. Debido a ello, con relación al problema de la tierra, no habia en aquel tiempo, ni lo
hubo tampoco después, grandes discrepancias entre liberales y conservadores. El único problema
agrario que existía para ellos, y que fueron solucionados con el correr del tiempo a partir de 1871,
le planteaba la tierra de la Iglesia y la de las comunidades indígenas que aún no se habían
apropiado. Las pocas expropiaciones que se dieron algunas veces de liberales a conservadores y
viceversa, fueron ante todo motivadas por represalias políticas de unos contra otros, sin tomar en
algún momento carácter de medida socioeconómica encaminada a cambiar las grandes
desproporciones en la posesión de la tierra. Estos límites del progresismo liberal eran los límites
de lo inherente a la burguesía en general, que ante l perspectiva de defender sus intereses de
clase frente al pueblo explotado, e capaz de unirse a los sectores más reaccionarios de la sociedad.
En realidad, el primer intento por transformar la gran propiedad territorial sólo se dio a partir de
1829, cuando el Congreso Federal declara: "que la nación no reconoce ni admite en su seno orden
alguna de religiosos"246 fueron expulsados a la Habana 289 eclesiásticos. La expropiación y venta
de los bienes de la Iglesia, realizada bajo el gobierno de Morazán entre 1831 y 1837. produjeron la
cantidad de 181,708 pesos. Los 247 bienes del clero se remataron a precios ínfimos y
probablemente Montúfar no incluyó en su informe la cantidad que produjo la expropiación hecha
por los liberales guatemaltecos a fines de 1829.
Un medio afectivo para acabar con el poder de la Iglesia era expropiarla de sus bienes económicos.
A esto se había referido ya Valle, a principios de 1821, al señalar el poder económico de la Iglesia y
el peligro que representaba para el país, advirtiendo que de continuar esta situación, podía darse
un día el caso triste de que toda la tierra pasara a ser propiedad del clero. Aunque 248 la Iglesia
recuperó gran parte de sus dominios en la época de Carrera, es indudable que su posterior
expropiación sólo contribuyó a fortalecer el latifundismo conservador y liberal; ya que la difícil
situación material de las masas explotadas les cerraba toda posibilidad de sacar algún beneficio de
la venta de los bienes expropiados.
A principios de 1824 se dictaron las primeras medidas concretas contra la Iglesia, principalmente
en el Estado de Guatemala, donde su poder económico e influencia sobre la población la hacían
para los liberales un enemigo político de primer orden. Estos intentaron contrarrestar la influencia
del clero sobre la población como primer paso, promulgando la libertad de imprenta, de
pensamiento, y autorizando la introducción de toda la literatura prohibida durante la época
colonial. Sin embargo, el analfabetismo general de la población hizo tal medida ineficaz. Las
nuevas instituciones culturales, como el teatro y la prensa, fueron utilizadas también por los
liberales para ridiculizar y desprestigiar al clero." 249
Sin embargo, fueron los decretos emitidos por la Asamblea del Estado de Guatemala en los meses
junio y julio y septiembre de 1825 los que tocaron más vivamente los intereses de la Iglesia. Los
principales decretos, cuyo marcado anticlericalismo provocó prácticamente la caída del gobierno
liberal guatemalteco a fines de 1826, fueron los siguientes: a) se derogó un convento de hermanas
de la caridad y uno de la misión de San Agustín, pasando todos sus bienes a la disposición del
estado; b) se prohibió toda comunicación, bajo pena de expatriación, entre el clero guatemalteco
y las autoridades eclesiásticas residentes en España; c) la renta del diezmo fue reducida a la mitad.
asimismo se prohibió el servicio y raciones por parte de la población a los curas; d) se prohibió que
los jóvenes menores de 23 años entraran en conventos religiosos y profesaran sólo hasta los 25
años cumplidos; e) se autorizó que los hijos naturales, incluyendo los hijos de clérigos y monjas
profesas, pudieran heredar extestamento y abtestamento: f) entre los privilegios coloniales del
clero fueron suprimidos el de no pagar impuestos o alcabalas "de que abusivamente gozaban las
iglesias y monasterios aún respecto de los efectos comerciales". Para reforzar el control político
sobre las actividades del clero era para los liberales de gran importancia colocar a las autoridades
eclesiásticas bajo la jurisdicción de las estatales. Con este fin emitió la Asamblea del Estado un
decreto prohibiendo la circulación de edictos pastorales, así como de toda circular del
metropolitano, sin la autorización del Jefe de Estado, tal y como se acostumbraba bajo el régimen
colonial. Sin embargo la forma agresiva como reacciono el clero y la oligarquía, y en especial el
descontento que despertó la medida entre la población, obligó poco tiempo después a los
liberales a revocar tal medida 250
Otra maniobra de los liberales contra la Iglesia fue el intento que hicieron para dividir su influencia
en el Istmo por medio del establecimiento de un Obispado en el Estado de El Salvador. Esta
medida iba dirigida especialmente contra el Obispo Cassaus de Guatemala, enemigo jurado de la
independencia y que aunaba bajo su dirección al clero más reaccionario de Centroamérica. A la
vez, la fundación de un Obispado propio para la provincia de San Salvador había sido planteado
más de una vez por los criollos salvadoreños desde la lucha política de 1811. Tampoco fue una
casualidad que fuera precisamente el cura Delgado el nombrado para ocupar el cargo de Obispo.
Delgado se habla interesado vivamente por el Obispado desde años atrás, su militancia liberal se
había hecho patente en su actuación decisiva en su lucha contra la anexión. En 1823 presidió la
Asamblea Nacional Constituyente que organizó las bases de la futura república centroamericana.
Sin embargo, a mediados de 1825 el Senado Federal se vio obligado a desautorizar los pasos dados
por el Congreso Federal y por la Asamblea salvadoreña con respecto a la creación del Obispado. El
clero guatemalteco movilizó a las masas fanatizadas contra la administración liberal de tal manera,
que éstos se vieron obligados a ceder derogando la medida. El Estado de El Salvador se vio
invadido por curas guatemaltecos que se dedicaron a movilizar al pueblo para que se levantaran
contra el "impostor Delgado", que en aquellas condiciones significaba levantarse contra las
autoridades salvadoreñas. Delgado se vio así obligado a expulsar de su territorio a más de 41)
eclesiásticos que se dedicaban a estas actividades. 252 En el atraso que caracterizaba a la sociedad
centroamericana era inconcebible tratar de introducir cambios en las estructuras existentes sin
atacar al mismo tiempo las posesiones de la Iglesia. A ello se debió, que la lucha política tomara en
ese tiempo el cariz de una lucha religiosa y que los grupos políticos se definieran claramente en
dos partidos antagónicos: los que luchaban por defender los privilegios del clero y el status
colonial y los liberales o "herejes", que trataban de introducir cambios en las estructuras del país
Conforme las medidas liberales anticlericales se fueron caracterizando, el clero y la oligarquía
tradicional empezaron a tomar un fuerte bloque antiliberal apoyado por los sectores más fanáticos
y descontentos, especialmente por los artesanos arruinados a través del libre cambio. El clero y la
oligarquía utilizaron hábilmente la poca base popular de los liberales entre la población
guatemalteca, fomentando una atmósfera hostil contra las autoridades locales. El clero se dedicó a
divulgar entre la masa fanatizada y analfabeta, que la meta de las reformas liberales no era otra
cosa que la de terminar con la costumbre tradicional del pueblo y con la religión católica. El atraso
general de la sociedad guatemalteca y la específica composición social de su población fue el
mejor aliado de la oligarquía y el mayor obstáculo que encontró la actividad reformista liberal. Por
otra parte, las mismas limitaciones históricas del liberalismo centroamericano lo imposibilitaban
por completo para tomar medidas sociales efectivas que en algunas formas mejoraran la suerte de
las masas explotadas y en esa forma, ganar su simpatía y apoyo. La crisis que vivía la economía del
Istmo en esa época de la Independencia golpeaba especialmente a las masas explotadas y no cabe
duda, que ellas esperaban de la Independencia ante todo un mejoramiento económico. La
administración liberal, por el contrario, al liberalizar completamente el comercio exterior, arruinó
a amplios sectores del artesano que fueron luego utilizados por la oligarquía para la consecución
de sus propios fines políticos.
Con la promulgación de los decretos anticlericales de los liberales guatemaltecos entraban, en esta
forma, en una etapa de la lucha política en que era indispensable para la realización de los
mismos, las dos premisas siguientes: a) la creación de una fuerte base económica que estuviera en
capacidad de romper el equilibrio tradicional de las formas atrasadas de producción; b) una
cerrada unidad entre las filas progresistas políticas. En el tiempo en que se agudizó la lucha entre
los liberales y la oligarquía, no existían en Guatemala ninguna de estas dos condiciones: la fuerza
de los liberales destacaba en la unidad que habían logrado a nivel centroamericano bajo la presión
de la invasión mexicana y después, habían sabido utilizar al implantar el sistema federal como
forma de gobierno.
La debilidad de los liberales guatemaltecos los hacia especialmente dependientes del apoyo de las
fuerzas republicanas de los otros Estados. principalmente de las de El Salvador, para poder
imponer su dominación política. Cuando se agudizó la lucha política en Guatemala se dio
precisamente un distanciamiento momentáneo, por Arce hábilmente provocado, entre los
liberales de El Salvador y los guatemaltecos. Arce había sido hasta el momento el caudillo de los
liberales, gracias a su actitud anticolonial desde 1811 y a su evidente hostilidad hacia las familias
criollas guatemaltecas. Sin embargo, al convenirse en Presidente de la Federación salieron
también a luz las ambiciones del caudillo, que creyendo contar con suficiente popularidad en el
resto de los Estados, dispuso erigir su dictadura, contando para ello con el apoyo de la oligarquía
guatemalteca. En realidad, Arce sólo se convertiría en el instrumento que necesitaba la oligarquía
para derrotar a los liberales guatemaltecos y luego, con la ayuda del nuevo ejército federal,
impone nuevamente su hegemonía en el Istmo. El cambio político de Arce no es de extrañar. En
sociedades en estado de transformación política, y con escaso desarrollo económico, la
composición de los partidos políticos no es definitiva, dado que aún no existe una estructuración
clara de las distintas clases y grupos sociales.
Además, había un hecho importante que facilitaba el acercamiento entre Arce y la oligarquía: la
mutua aversión al sistema federal. Arce se había manifestado más de una vez, como él mismo lo
reconoce en su "Memoria" de 1830, contrarios al sistema federal como forma de gobierno
apropiada para Centroamérica. Lo que antes probablemente sólo había sido antipatía instintiva
hacia todo aquello que pudiera oponerse a sus ambiciones de mando, cobró para Arce
dimensiones objetivas a la hora de hacerse cargo de la presidencia de la República. En aquel
entonces tenía Arce dos motivos para sentirse inseguro en el poder. Por una parte, las
aspiraciones dictatoriales del caudillo Arce se veían constantemente frenadas por el sistema de
gobierno adoptado en 1824, el cual, además de asegurarle a los Estados una casi absoluta
autonomía en sus asuntos internos frente al gobierno central los autorizaba a oponerse al
Ejecutivo federal si se daba el caso de que éste atentan contra sus intereses. Sólo en una república
centralizada, donde el poder del presidente se ejerciera sin ninguna clase de limitaciones, podía
Arce llevar a cabo sus ambiciones políticas. El otro motivo de inseguridad para Arce eran las
condiciones precarias en que había obtenido el poder. Su selección como presidente había sido
prácticamente el resultado de una componenda entre liberales y conservadores que
respectivamente no habían logrado ponerse de acuerdo en relación al hombre que había de
representar sus intereses en la presidencia de la Federación.
Resultado de todo esto fue que Arce llegó a la presidencia de Centroamérica sobre bases muy
frágiles, después de largas vacilaciones entre los distintos grupos políticos. En estas circunstancias,
y pensando utilizarse mutuamente para llevar la práctica sus respectivos intereses, cerraron Arce y
la oligarquía una alianza momentánea que descansaba en la mutua aversión al sistema federal.
Esta alianza, a la cual Arce había entrado con la esperanza de fortalecer su poder sobre toda
Centroamérica se romperá poco tiempo después, al mostrarse éste incapaz de vencer la
resistencia militar de los estados y la oligarquía guatemalteca lo despoja por medio de una hábil
maniobra, primero de la jefatura del ejército federal y luego de la presidencia de la República.
El trabajo común entre Arce y la oligarquía era evidente: "Arce pues, por una de esas anomalías,
que no son raras en la época de revolución, se puso a la cabeza de los serviles, se decidió a
sostener las mismas opiniones que siempre había combatido; y se ligó con el arzobispo que habla
predicado contra él, con los frailes que los habían tenido por hereje, y con las familias que le
habían hecho la guerra en tiempo del imperio 24 Desde este momento los liberales guatemaltecos
se apartaron completamente de Arce, y se dedicaron a buscar la forma de desenmascararlo ante
los Estados como "al tirano que pretendía levantarse "255 Arce utilizó con la habilidad varias
circunstancias para aislar al gobierno guatemalteco de los otros Estados de la Federación, y hasta
logro su ayuda para derrotar a las autoridades guatemaltecas. Primeramente aprovechó su
prestigio en los Estados para crear la imagen de que las autoridades locales guatemaltecas no sólo
se mostraban contrarias al gobierno federal sino que conspiraban constantemente contra él. La
dificultad con que circulaban las noticias y la rapidez con que se desarrollaron los acontecimientos,
hizo prácticamente imposible que los Estados se pudieran formar un juicio exacto sobre el
verdadero carácter del conflicto entre Arce y las autoridades guatemaltecas. Al mismo tiempo,
Arce se ganaba las simpatías de los Estados recargando prácticamente sólo sobre las finanzas del
Estado de Guatemala los gastos del gobierno federal.
El factor más importante, sin embargo, que fue utilizado por los distintos grupos políticos en su
lucha por el poder, fue el fuerte localismo centroamericano que se reflejaba, entre otras formas,
en la tradicional antipatía de las provincias hacía la antigua capital colonial. Esta aversión general,
y el hecho de que era originario de El Salvador, le facilitó a Arce el sembrar la confusión y hasta
enemistad entre los liberales de su región natal contra el gobierno guatemalteco. En un dictamen
de octubre de 1826 (un mes antes habían sido depuestas por Arce las autoridades locales de
Guatemala y su Vicepresidente Cirilo Flores, había sido asesinado por una turba de fanáticos
instigados por el clero) escribía la Asamblea salvadoreña contra Guatemala: "Los partidos de
Guatemala han sido nuestra cuchilla y nuestro cadalso, y ya es llegada la ocasión de que nosotros
obremos con más decisión".
El rompimiento definitivo entre Arce y los liberales guatemaltecos se dio cuando el congreso
federal entró a discutir un proyecto sobre la forma cómo debía organizarse el ejército federal. Los
diputados liberales se habían valido de un oficial francés para elaborar y presentar un proyecto,
según el cual, el poder militar de la Federación quedaba repartido entre los cinco Estados y no sólo
en manos del Presidente de la Federación, según pretendía Arce. A este proyecto, que pretendía
evitar que Arce concentrara demasiado poder en sus manos, y a los pasos dados por al Congreso
Federal para declararle responsabilidad al Presidente de la Federación por ciertas irregularidades
en el manejo del préstamo inglés,101 respondió Arce con la supresión del Congreso y del Senado
Federal. Simultáneamente fueron arrestadas las autoridades locales de Guatemala y su
Vicepresidente asesinado. Los miembros de la Corte Suprema de justicia, que habían
desautorizado los actos arbitrarios de Arce y se habían negado a reconocer como legal al nuevo
gobierno de la oligarquía, se vieron también obligados a renunciar al principio de 1827.102 La
oligarquía era nuevamente dueña del poder en Guatemala, y poco tiempo después intentaría
imponer por la fuerza, por medio, de Arce y del ejército federal, su dominio sobre el resto de los
Estados de la federación.
CAPITULO XIX
Documento
Artículo 1
No tenemos jefe para esta empresa. Elegimos desde ahora de nuestra plena voluntad, y general
consentimiento al S.D.G. Gainza nuestro actual interino Gefe.
Si aceptare pasará a serlo(a) en toda la propiedad y que le confiere la elección del pueblo:
Obtendrá los honores y recompensas debidas por su mérito gratitud, y la de nuestra prosteridad.
Artículo 2°
La aceptación del Gefe tendrá como primer efecto convocar una junta Generalísima de los vecinos.
b) Hecha la votación se nombrará dos escrutadores, para reconocer los votos, y publicar su
resultado. (1).
Artículo 3°
Si este fuere en pro, el Gefe les dirá a los concurrentes: 'Señores: el pueblo está por la
independencia. Nombremos una junta que los dirija"(2).
Artículo 4°
Esta junta se nombrará acto continuo, y deberá constar de dos individuos de cada provincia,
procurado que sean nativos de ella. Acto continuo se llamarán a los sujetos nombrados, y se les
tomará juramento a cumplir fielmente su cargo. En el hecho quedará instalada la junta. (3).
Artículo 5°
La primera sesión de esta será secreta, y su primera ocupación extender los partes
correspondientes de este paso anterior dado hacia la independencia, para los gefes políticos
Superiores e Inferiores, y Alcaldes Constitucionales de los pueblos que formará con ellos el Gefe.
Artículo 6°
En sus sesiones siguiente se ocupará en preparar los elementos de que deberá constar el Congreso
Nacional Constituyente, modo de convocarlo & c. & c.
Artículo 7°
Artículo 8°
Artículo 9°
Los españoles europeos no sólo no serán perseguidos, sino protegidos por nosotros.
Artículo 10°
Artículo 11"
Tales serán los medios sencillos de proclamar nuestra independencia y las bases equitativas en
que deberá fundarse: y relaciones en que deberemos quedar con respecto a los españoles -si
logramos este paso el Xefe con la junta después de poner en resguardo a las personas que
pudiesen peligrar pasaría a la catedral a dar gracias Al Altísimo, y el resto del pueblo, se repartiría
por la Ciudad a hacer las demostraciones correspondientes.
1. A esta junta deberán concurrir el Arzobispo, y algunos canónigos, los Prelados Eclesiásticos, los
Xefes Militares, los Oidores que sean cabezas de casa, y de la Diputación Provincial, con algunos
vocales del Ayuntamiento. Determinado el día en que se ha de convocar la Junta se mandará
poner el Batallón de Milicias sobre las armas, y se dará aviso secreto al pueblo por medio de los
Síndicos para que concurra en masa a diferentes puntos de la ciudad, y griten viva la
independencia.
Una guardia de negros mandada por su oficial Dn. Justo Milla guardará la puerta del salón en que
se haga la junta, y aquel día estará de guardia en el Fixo un oficial de los de confianza.
2. Cuando el Xefe determine que se nombre esta Junta habrá grandes reconvenciones y alboroto.
El Xefe entonces llamará al orden a los exaltados, y les dirá: Señores: aquí hemos concurrido a
decir una cosa de la mayor importancia: he convocado à los principales para el efecto: Voten VV. Si
se debe o no hacer el nombramiento propuesto -Si alguno en este intermedio quisiese salir para
irse no se lo permitirá el Xefe, hasta que se concluya el nombramiento de la Junta. Concluido el
nombramiento mandará de Gefe arrestar a los más exaltados en contra de la independencia para
asegurar sus personas, y resguardarlas del insulto del pueblo.
4. Se removerán si de sus destinos todos los militares que notoriamente se hayan opuesto al
sistema de independencia, y se removerán, para siempre, quedándoles su sueldo íntegro a los que
lo tuvieren, y salvo conducto para salir fuera de la provincia.
CAPITULO XX
ACTA DE INDEPENDENCIA
Texto
Siendo públicos e indudables los deseos de independencia del gobierno español que por escrito y
de palabra ha manifestado el pueblo de esta capital: recibidos por el último correo diversos oficios
de los Ayuntamientos Constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, en que comunican haber
proclamado y jurado dicha independencia, y excitan a que se haga lo mismo en esta ciudad: siendo
positivo que han circulado iguales oficios a otros ayuntamientos: determinado de acuerdo con la
Excelentísima Diputación Provincial que para tratar de asunto tan grave se reuniesen en uno de los
Salones de este Palacio la misma Diputación Provincial, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, los Señores
individuos que diputasen, la Excelentísima Audiencia territorial, el Venerable Señor Dean y Cabildo
Eclesiástico, el Excelentísimo Ayuntamiento, el muy Ilustre Claustro, el Consulado y Colegio de
Abogados, los prelados regulares, jefes y funcionarios públicos Congregados todos en el mismo
Salón: leídos los oficios expresados: discutido y meditado detenidamente el asunto ;y leído el
clamor de viva la independencia que repetía de continuo el pueblo que se vela reunido en las
calles, plaza, patio, corredores, y ante sala de este palacio se acordó: por esta Diputación e
individuos del Excelentísimo Ayuntamiento.
1° Que siendo la independencia del gobierno español, la voluntad general del pueblo de
Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor
jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en caso de que
la proclamase de hecho el mismo pueblo.
2° Que desde luego se circulen Oficios a las Provincias por Correos extraordinarios para que sin
demora alguna se sirvan proceder" a elegir Diputados o Representantes suyos, y estos concurran a
esta capital a formar el Congreso que deba decidir el punto de independencia y fijar, en caso de
acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que debe regir.
3° Que para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas
Electorales de Provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a
Cortes?"
4° Que el número de estos diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos, sin
excluir de la Ciudadanía a los originarios de África 160
5° Que las misma Juntas electorales de provincia teniendo presente los últimos censos se sirvan
determinar según esta base el número de Diputados o Representantes que deban elegir.
6° Que en atención a la gravedad y urgencia del asumo, se sirvan hacer las elecciones de modo
que el día primero de marzo del año próximo de 1822 estén reunidos en esta Capital todos los
Diputados.
7° Que entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan estas ejerciendo
sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución, Decretos y Leyes, hasta que el Congreso
indicado determine lo que sea más justo y benéfico.
8° Que el Señor Jefe Político Brigadier don Gavino Gainza, continúe con el Gobierno Superior
Político y Militar, y para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se
forme una Junta provisional consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta
Diputación Provincial, y de los señores Don Miguel de Larreynaga Ministro de esta Audiencia, Don
José del Valle Auditor de Guerra, Marqués de Aycinena, Doctor Don José Valdez, Tesorero de esta
Santa Iglesia, Dr. Don Ángel María Candina, y Licenciado don Antonio Robles Alcalde 3º
constitucional: el primero por la provincia de León, el 2° por la de Comayagua, 3° por
Quezaltenango, 4 por y Chimaltenango, 5° por Sonsonate, y el 6 por Ciudad Real de Chiapa.
10 Que esta Junta provisional consulte al Señor jefe político en todos los asuntos económicos y
gubernativos dignos de su atención.
11 Que la religión católica, que hemos profesado en los siglos anteriores, y profesaremos en lo
sucesivo, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha
distinguido siempre a Guatemala, respetando a los Ministros eclesiásticos seculares y regulares, y
protegiéndoles en sus personas y propiedades.
12 Que pase oficio a los dignos prelados de las comunidades religiosas, para que cooperando a la
paz y sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro,
dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia, a los que estando unidas en el
sentimiento general de la independencia, deben estarlo también en todos los demás, sofocando
pasiones individuales que dividan los ánimos, y producen funestas consecuencias.
14° Que el Señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo notorios a la faz de todos, los
sentimientos generales del Pueblo, la Opinión de las autoridades y corporaciones: las medidas de
este gobierno: las causas y circunstancias que los decidieron a prestar en manos del señor Alcalde
primero, a pedimento del Pueblo, el juramento de independencia y fidelidad al Gobierno
Americano que se establezca.
16° Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la
solemnidad, señale día en que el Pueblo debe hacer la proclamación, y juramento expresado de
independencia.
17 Que el excelentísimo Ayuntamiento disponga la acuñación de una medalla que perpetue en los
Siglos la memoria del día quince de Septiembre de mil ochocientos veinte y uno, en que
Guatemala proclamó su feliz independencia.
19 Que se cante el día que designe el Señor Jefe Político una misa solemne de gracias, con
asistencia de la Junta provisional y de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose
salvas de artillería, y tres días de iluminación.
Gavino Gainza
Mariano de Beltranena
Antonio de Rivera
Pedro de Arroyave
Lorenzo de Romaña
Secretario
Mariano de Aycinena
Secretario de Palacio
CAPITULO XXI
1. INTRODUCCIÓN
Se intenta en este trabajo mostrar, en forma muy resumida, los factores que intervinieron, desde
fines de la Colonia, en el proceso que culminó con el fracaso de la República Federal de Centro
América y la fundación de las cinco repúblicas centroamericanas. Para ello se acude a identificar
las causas que contribuyeron a romper la federación y establecer cómo se correlacionaron para
hacer imposible la "República Mayor".
Además, se muestra el papel esencial que en el sistema colonial español desempeñaban las
ciudades (ie. los principales centros urbanos de españoles). especialmente las capitales. Como era
de esperar, ello continuó en los inicios de la vida independiente, y cada núcleo urbano importante
fue centro de la actividad, no sólo política sino también económica y social, de la flamante
República Federal de Centro América. Únicamente apreciando ese papel. en cada una de las
antiguas intendencias, se comprende el establecimiento de los estados nacionales
centroamericanos. En otras palabras, en cada una de las nuevas repúblicas hubo una "fuerza
central" dominante, que fue su principal centro urbano, aunque en algunos casos compitieron
otras ciudades, lo cual complicó y dificultó el proceso.
Por otra parte, se toma en cuenta el papel que desempeñó la difícil situación económica, poco
propicia en que se verificó la emancipación y se inició la vida independiente. La real hacienda
llevaba años de ser deficitaria, sólo se mantenía por el llamado "situado", que se efectuaba desde
el Virreinato de la Nueva España. La situación económica se agravó durante la unión al Imperio
Mexicano, ya que se generaron gastos por la presencia de las tropas imperiales y los
enfrentamientos militares que se produjeron.
Asimismo existían antiguas rivalidades y odios, tanto de parte de las provincias hacia la capital.
como entre los más importantes centros urbanos de las diversas regiones. Las elites provincianas
consideraban que eran explotadas por la forma como funcionaba el sistema, y querían asumir su
propio destino, sin intermediarios. También en este caso se produjeron enfrentamientos tensiones
internas en las provincias, y de éstas con la capital. Tal situación se agravó durante la anexión a
México y después. ya durante la Federación, se entró en una espiral de caos e intolerancia
agravada por las guerras que como resultado, hicieron inviable la Federación de Centro América.
Se ha insistido muchas veces que el sistema colonial español en América fue altamente
centralizado, tanto en las instituciones peninsulares como en cada una de las unidades políticas en
Hispanoamérica. Ello produjo una organización social y política dominada, en cada circunscripción
americana, por lo que puede llamarse una "ciudad-estado"; es decir, la capital del virreinato o
reino con una amplia zona bajo su influencia y control. La población de los pueblos de indios debía
no sólo de proveer todas las necesidades de la urbe, sino los requerimientos de la economía de
exportación, fuera ésta minera o agrícola.
En la capital se encontraba no sólo la sede del gobierno civil superior sino del eclesiástico, así
como la más rica y poderosa población blanca, aunque existía la rivalidad entre los "españoles
peninsulares" y los "españoles americanos, es decir criollos, la cual se fue acentuando a lo largo de
la Colonia, y que alcanzó su máximo al final. En las capitales americanas estaba concentrada la
población más ilustrada y la mejor preparada, y se daban las únicas posibilidades reales de ejercer
y mantener el poder y acaparar la mayor riqueza. Lo mismo se repetía, a escala regional, en las
capitales provinciales, que no era raro que tuvieran centros urbanos rivales. Recuérdese que hubo
pocas ciudades frente a los miles de "pueblos de indios" que se fundaron en Hispanoamérica.
Por otra parte, el sistema siempre favoreció para los más altos cargos a los peninsulares, lo que se
acentuó durante el proceso de las reformas borbónicas, con lo cual se recrudeció el resentimiento
criollo, que se manifestó especialmente contra las autoridades representantes de la Corona de
parte de los ayuntamientos, tanto en las regiones o provincias como en la capital. De ahí que al
producirse la emancipación los diversos grupos buscaran cosas distintas. Las elites capitalinas
querían asumir las decisiones e instancias del poder español que residían en España o que
desempañaban funcionarios peninsulares: y las elites provincianas (por supuesto también
urbanas) aspiraban a romper el "dominio" de los capitalinos (es decir. tanto de las autoridades
españolas como de los grandes comerciantes que los exploraban), y asumir ellos su propio
destino.265 Ello lo expresó muy bien, precisamente en 1821, el presbítero José Mariano Méndez
(diputado a las cortes españolas) cuando escribió: "...los intereses de la Capital de Guatemala
están encontrados y contrariados con los de los pueblos en las Provincias por razón del comercio
interior y sus largas distancias..." 266
En la segunda mitad del siglo XVIII la corona española promovió una serie de reformas, que
propuso el Visitador José de Gálvez, las cuales pretendían mejorar la organización general y
aumentar la recaudación de la real hacienda. En el caso del Reino de Guatemala fueron aplicadas
por el Oidor Sebastián Calvo de la Puerta, nombrado Subdelegado de Hacienda en 1765, con el
encargo expreso de establecer el nuevo Real Estanco del Tabaco y reorganizar los de la pólvora,
aguardiente, naipes y el aumento del cobro de la alcabala. Además, a fin de hacer más eficiente la
recaudación fiscal se crearon, ese mismo año, cuatro subdelegaciones de la real hacienda en
Ciudad Real (Chiapas). San Salvador, Comayagua (Honduras) y León (Nicaragua). Con ello se
definieron la jurisdicción de las regiones, que posteriormente sirvieron de base para la
delimitación de las intendencias.
La primera intendencia establecida en el Reino fue la de San Salvador, por real cédula del 17 de
septiembre de 1785, que comprendía los partidos de San Salvador. Santa Ana, San Vicente de
Austria y San Miguel. Después se estableció la de Chiapas, que incluía los partidos de Chiapas,
Tuxtla y Soconusco, por real cédula del 20 de septiembre de 1786. El 23 de diciembre de ese
mismo año se crearon simultáneamente las de Honduras, con capital en Comayagua, y la de
Nicaragua, con capital en León, que incluía la Gobernación de Costa Rica. (Véase mapa)
El sistema de intendencias afectó el papel de los ayuntamientos, ya que por la Real Ordenanza de
Intendencias se reguló que los alcaldes fueran parte de las juntas de real hacienda. En el caso de la
ciudad de Guatemala, sus dos alcaldes participaron como delegados en la Junta Superior de Real
Hacienda, y debieron de dar cuenta de la administración de los "propios" y arbitrios de la ciudad,
así como de los bienes de comunidad de los pueblos. sujetos a su jurisdicción.
Como puede verse, los obispados se crearon en el siglo XVI y no se había hecho ninguna
modificación, salvo suprimir el obispado de Verapaz (erigido en 1560 pero agregado al de
Guatemala en 1607), por sus cortas rentas. La ciudad de San Salvador deseaba, desde hacía
tiempo, ser sede de un obispado y lo había solicitado varias veces, sin resultado. Ello explica У que
los sansalvadoreños aprovecharan la primera oportunidad después de la emancipación para que el
Congreso del Estado estableciera el obispado, con lo que crearon un serio enfrentamiento con el
Arzobispo Ramón Casaus (quien declaró nula la erección) e incluso con las autoridades federales.
En Costa Rica también aspiraban a ser sede de obispado, pero ello era más reciente y estaban
conscientes de la limitación de sus rentas y su escasa población.
La situación cambió súbitamente con la caída del emperador Agustín I en México y el fin del
Imperio. que se conoció cuando las tropas imperiales, al mando del brigadier Vicente Filísola,
acababan de derrotar a los salvadoreños. el 9 de febrero de 1823. Filísola retornó de inmediato a
Guatemala y decidió convocar al Congreso constituyente, conforme se habia establecido el 15 de
septiembre. Se esperaba que los diputados pudieran estar presentes en la ciudad de Guatemala a
principios de junio de 1823.
No hay duda de que fue el resultado de muchos compromisos. La actuación de las autoridades de
San Salvador, que optaron por el sistema federal antes de aprobarse la Constitución de la
república, colocó a las autoridades centrales y a la ANC en una grave coyuntura. Además, se
cometió el error de establecer un ejecutivo federal débil y no delimitar un distrito federal. Otro
inconveniente fue concebir al organismo legislativo como supremo poder y concederle
demasiadas facultades a los estados o provincias, en contra de lo debe ser un verdadero sistema
federal. Asimismo, no había que un solo ejército ya que los estados podían formar los suyos, lo
que supuso sembrar las bases de la guerra civil. Igual puede decirse de haberse otorgado a las
provincias la facultad no sólo de crear impuestos sino de establecer cuál sería el cupo que le
correspondía al gobierno central, lo que significó condenar a éste a la permanente insuficiencia de
fondos.
Ya en la práctica, el celo local, isla de los políticos provincianos porque su Estado tuviera la máxima
autonomía. hizo que los gobiernos resultaran independientes del sistema federal. sin que
existieran normas constitucionales que orientaran los intereses nacionales y los estatales. El
sistema resultó a la vez complicado y costoso. en una región que no contaba con suficiente gente
bien preparada. El legislativo bicameral de la república (senado) congreso, copiado de Estados
Unidos de América se repetía en cada uno de los estados: lo mismo que el sistema judicial.
Además, la renovación legislativa era anual (por mitad), lo cual complicaba el oneroso esquema
Pero no debe de olvidarse que la ANC trabajó bajo difíciles circunstancias. Inició sus labores en un
ambiente de crisis e incluso algunas provincias se resistieron a acudir. Se proyectaba la sombra de
los enfrentamientos armados (especialmente en Nicaragua) y la grave debilidad financiera. Sin
embargo, al cerrar su trabajo el clima era de optimismo y esperanza, y se había alcanzado la paz.
Llama la atención la seguridad que se percibe en el citado "Informe de la Comisión de
Constitución, de mayo de 1824
Apenas iniciada la vida política de la República de Centro América se hicieron evidentes los
obstáculos que la harían imposible: el gran localismo de las minorías dirigentes urbanas
provincianas: la difícil situación económica: la inexperiencia de los políticos y su intolerancia: el
caudillismo y el recurso a las soluciones militares con ejércitos en todos los estados y la
inexistencia de un verdadero sentimiento nacional centroamericano.
El nuevo presidente tuvo dificultades para integrar su gabinete, porque personas relevantes de su
partido ya tenían otros cargos que no deseaban dejar. Por ello recurrió a miembros del otro
partido, lo que provocó recelos de algunos liberales. Además, pronto se produjeron divergencias
entre Arce y el jefe del Estado de Guatemala. Juan Barrundia (liberal, hermano de J. E Barrundia),
que culminaron con la destitución de éste. Así pues el presidente se halló enfrentado con su
partido y apoyándose en los conservadores capitalinos, tan odiados en las provincias. Al mismo
tiempo se planteó la disputa por la mitra salvadoreña: el Congreso de San Salvador creó el
obispado, designó prelado al pariente de Arce. Presbítero José Matías Delgado, El Arzobispo
primero y el Vaticano más tarde declararon la nulidad de la erección y el nombramiento.
La guerra civil culminó con el avance de Morazán sobre la ciudad de Guatemala. que tras de
cruentos combates capituló a principios de abril de 1829. Ello supuso el triunfo de los liberales,
quienes se tomaron la revancha contra las "familias-capitalinas y la Iglesia católica." Se nombró
presidente centroamericano provisional a José Barrundia. Los conservadores capitalinos más
significativos fueron encarcelados y después expulsados al exilio. Por primera vez se persiguió a la
Iglesia: se exclaustraron las órdenes regulares y se expropiaron sus bienes y poco después se
expulsó al Arzobispo Časaus.
Con ello se inició casi una década de dominio liberal radical. En 1830 fue electo Presidente de la
República Francisco Morazán, cargo que asumió el 16 de septiembre. En el Estado de Guatemala
asumió la jefatura Mariano Gálvez. Ambos fueron reelectos y dominaron la vida política hasta
1838. En 1834, al efectuarse elecciones para presidente triunfó José del Valle, pero falleció el 3 de
marzo de 1834, antes de tomar posesión. Se celebraron nuevas elecciones que favorecieron a
Morazán. En esa etapa se trasladó la capital federal a la ciudad de San Salvador.
El descontento popular, especialmente rural, se fue acentuando y se agravó por los brotes
rebeldes en la región oriental de Guatemala conocida como "La Montaña", a partir de 1835. Se
trató de una auténtica rebelión campesina popular. Su líder más conocido fue Rafael Carrera,
joven ladino que aunque nacido en la ciudad de Guatemala vivía en Mataquescuintla La epidemia
de colera morbus (principios de 1837), debilitó aún más al gobierno de Gálvez, ya que la población
la interpretó (por insinuación de la Iglesia) como castigo divino.
La rivalidad producida entre el Presidente de la república y el Jefe del Estado de Guatemala hizo
que Morazán retardara su auxilio a Gálvez, quien por fin decidió renunciar el 31 de enero de 1838.
Carrera se había fortalecido, ya pesar de varias derrotas y pactos para dejar la lucha, siempre
volvía a alzarse. Finalmente derrotó a Morarán (ya entonces Jefe del Estado de El Salvador, ya que
la República de Centro América se encontraba sin autoridades federales) en la ciudad de
Guatemala el 19 de marzo de 1840.
Hay que recordar que casi simultáneamente a la renuncia del Jefe M. Gálvez se produjo en febrero
y marzo de 1838. el establecimiento del llamado Sexto Estado de la federación o Estado de Los
Altos, que i incluía los corregimientos o departamentos de Quezaltenango. Totonicapán. Sololá y
Suchitepéquez: es decir, toda la parte occidental de Guatemala Si bien en un principio las
autoridades liberales de Guatemala aceptaron, a regañadientes, la secesión, la posición fue
cambiando al producirse la desaparición de hecho de la República Federal de Centroamérica.
El movimiento altense era una aspiración exclusiva de las minorías criolla y ladina, sin apoyo de las
mayorías indígenas de aquella región, quienes reclamaron en contra de algunos de los abusos
cometidos para levantar fondos y tropas. Con el dominio conservador en la ciudad de Guatemala,
se encargó a Carrera acabar con el Estado de Los Altos, lo cual cumplió en enero de 1840.
Entre 1838 y 1839 la República de Centro América dejó de existir. Nicaragua se separó el 30 de
abril de 1838. En Costa Rica el gobierno de Braulio Carrillo hacía caso omiso de la Federación y la
oposición conservadora se fortalecía en Honduras y El Salvador. Por su parte, el Congreso Federal,
reunido en San Salvador, acordó el 30 de mayo de 1838 dejar en libertad a los estados para seguir
su camino, y el 7 de julio del mismo año declaró que los estados eran "cuerpos políticos,
soberanos, libres e independientes
La perspectiva liberal se inició con Alejandro Marure, quien escribió su obra por encargo de
Mariano Gálvez 280 Su versión más detallada la realizó Lorenzo Montúfar.281 Los liberales
acusaron a los "serviles" de oponerse a todo cambio, aliados con la jerarquía católica y de usar a
las masas ignorantes campesinas. En cuanto a culpables, al primero que se señaló fue a Arce.
Ramón A. Salazar llegó a escribir que más le habría valido morir en San Salvador, cuando la
defendía contra Filísola, porque "de aquella malhadada administración data nuestra aflictiva
situación actual, siendo él el responsable de la desunión en que se encuentra y de las revoluciones
que han ensangrentado su suelo "282 Otros "villanos" fueron "las familias" de la capital
(especialmente los Aycinena). Además le confirieron una gran dosis de culpabilidad al Cónsul
británico Frederick Chatfield, de quien dicen fue la eminencia gris que conspiró contra la
Federación y los liberales, junto con su secretario y Ministro de Carrera, Francisco Pavón.283
La historiografía de las últimas décadas ha demostrado que el proceso fue muy complejo y que no
puede culparse sólo al texto constitucional o a la tardía actuación del cónsul británico, o achacarse
el fracaso a conservadores o liberales o a determinados personajes. Hoy se aprecia que
concurrieron muchos factores: inexperiencia política, intolerancia en ambos bandos, un sistema
administrativo complicado y mal estructurado, los odios hacia la capital, rivalidades regionales,
crisis económica, etcétera. También influyó la configuración geográfica de la región y las
deficientes comunicaciones. Asimismo, los líderes no tenían experiencia y demostraron
intransigencia y fanatismo. La situación demandaba de los dirigentes, por lo menos, un mejor
conocimiento de la situación social y política y tolerancia conciliadora. Sin embargo, se hizo gala de
intransigencia y de proyectos utópicos, sobre todo los liberales. La prioridad, tanto para
conservadores como liberales, era aprovechar los recursos del Istmo a fin de obtener pronto la
prosperidad que no había permitido el dominio colonial: lo que era diferente era la forma y la
premura. Para los conservadores era mejor continuar con el sistema heredado y poco a poco
hacer los cambios, sin trauma y con el apoyo de la Iglesia. Los liberales, deslumbrados por los
modelos anglosajones, estaban convencidos que era necesario hacerlo de inmediato y que el
progreso sólo era posible adoptando las instituciones de británicos y estadounidenses: el
federalismo y la democracia representativa, con libertad de cultos sin Iglesia oficial.
Las elites provinciales aspiraban a controlar totalmente su región. y querían que su capital fuera la
cabeza del sistema político regional y sede de obispado. La mayoría carecía de un sentido nacional
centroamericano y no hubo una ciudad y un líder o grupo de líderes que buscaran, con su prestigio
unificar: sino sólo grupos que lucharon por la desunión regional y la unión provincial. Además, el
sistema político funcionó de forma muy distinta a lo que establecía la Constitución. Mientras que
el senado y sobre todo el congreso nunca pudieron asumir todo su poder, el débil ejecutivo se
convirtió en el órgano dominante, pero para ello debió de asumir atribuciones que no le
correspondían.
En resumen, el régimen constitucional federal resultó inoperante, mientras que los gobiernos
estatales, aunque similares, si pudieron funcionar, aunque improvisando sobre la realidad. Bajo el
liderazgo de las elites urbanas se fueron definiendo los nuevos estados nacionales
centroamericanos a partir de 1824. Sólo en el caso de Los Altos fue Guatemala de mantener capaz
la integridad territorial. En los demás, cada Estado se conformó como una república que sólo se
concebía. en la mente de sus dirigentes, como una unidad política separada de los demás estados
centroamericanos.