Está en la página 1de 198

CAPITULO I

EL ORIGEN DE LA POBLACIÓN AMERICANA

Muchas teorías se han elaborado para explicar el origen de los indígenas


americanos. Actualmente, se acepta en lo general que la mayoría entró por el
estrecho de Behring, angosta faja marina que separa el Continente Americano de
la punta oriental del Asiático, Los esquimales, semejante en sus formas de vida a
los primeros pobladores de América, pasaban todavía en épocas recientes de uno
a otro lado del Estrecho.
Se supone que además de la entrada señalada, ha habido inmigraciones a través
de las Islas Aleutianas y otras desde la Polinesia que atravesaron el sur del
Pacífico. Se rechazan hoy las ideas del origen americano del hombre, así como
las de la Atlántida y otras similares, que llegaron a tener aceptación durante cierto
tiempo.
El tipo físico del indígena americano es extraordinariamente parecido al del
mongol; ambos tienen pelo lacio, color moreno (cobrizo o amarillento
respectivamente), poco vello en el cuerpo y ojos oscuros. Gran número de
indígenas americanos tienen también los ojos oblicuos característicos de muchos
mongoles.
La entrada de diferentes grupos, en varias oleadas sucesivas, y la permanencia
prolongada en distintas regiones americanas han dado por resultado un gran
número de pueblos, con variadas características físicas y culturales, La
inmigración procedente de la Polinesia, y algunas otras que vinieron por el
Pacífico del Sur, más que influencia física deben haber producido un impacto
cultural de importancia. Son notorias las semejanzas culturales entre los pueblos
sudamericanos y los polinesios descubiertas por Paul River.
CAZADORES Y RECOLECTORES
Los pueblos que entraron al Continente Americano tenían un desarrollo propio de
la Edad de Piedra; los más antiguos (de una antigüedad entre quince y cuarenta
mil años), corresponden Paleolítico y los más recientes, posiblemente, al
Mesolítico o al Neolítico. Únicamente los polinesios aportaron ya elementos de alta
cultura.
Las culturas americanas semejan una gran pirámide cuya cúspide está en las
regiones centrales, en el área ocupada por las civilizaciones mexicanas,
centroamericanas e inca. Los pueblos al norte de una línea aproximada, que va de
Quebec a Los Angeles, y al sur de otra, de Pará a Puerto Montt, nunca pasaron de
recolectores, pescadores y cazadores. Eran nómadas de organización tribal, los
actuales esquimales y otros pueblos de estas regiones conservan en gran parte
sus características antiguas. En los primeros milenios de presencia humana en el
continente, todo éste estaba ocupado por pueblos de tal nivel, algunos de los
cuales se mantuvieron así, enclavados en las regiones de civilización más
elevada, hasta épocas muy posteriores.
LOS PUEBLOS AGRICULTORES
Entre los límites señalados se desenvolvieron pueblos que combinaban la
agricultura primitiva con la caza, la pesca y la recolección. Estos grupos forman el
segundo escalón de la pirámide cultura! americana.
Solamente llegó a cultivarse un único cercal en América: el maíz, El origen de su
cultivo, sumamente antiguo, se ha podido estudiar en el valle de Tehuacán, en
México, probablemente tuvo lugar también en regiones entre el norte de la
América del Sur y el centro del México actual. El instrumento principal de labranza
fue lo que los aztecas llamaron la coa, que es simplemente una estaca, con la que
se hace un agujero en la tierra para depositar la semilla. Este sistema es muy
inferior al cultivo con arado, porque no remueve la tierra. Algunos pueblos llegaron
a usar sistemas que se aproximan más al arado, pero ninguno llegó a éste,
Se utilizaban otras plantas, como la papa o la patata (América del Sur), el camote,
la yuca, el cacahuate, el chile, el camote y el algodón. Los indígenas americanos
tuvieron muy pocos animales domésticos. El más difundido era el perro, traído
probablemente ya domesticado por una de las sucesivas olas migratorias. Algunos
cebaban determinadas razas de perros para comerlos. También tenían la gallina
americana, el guajolote, chompipe, chunto o pavo común. En las culturas andinas
se habían domesticado varias especies que tienen parentesco con los camellos: la
llama, la alpaca, la vicuña y el guanaco. Se les usaba para aprovechar la lana, y
en tiempos posteriores también para obtener leche y como bestias de carga. Sin
embargo, el uso de estos animales, limitado exclusivamente a la América del Sur,
no llegó a desplazar a los cargadores humanos como principal instrumento de
transporte.
La ausencia casi toral de animales grandes capaces de ser domesticados fue
probablemente la causa de que los pueblos americanos nunca llegaran a usar la
rueda, ni a inventar el arado propiamente dicho.
Los pueblos cultivadores tenían ya una cerámica bastante desarrollada, cuyo
estudio permite localizar las relaciones entre los diferentes grupos y observar sus
adelantos.
La tierra era, fundamentalmente, de propiedad comunal. Algunos pueblos la
cultivaban colectivamente, mientras otros hacían un reparto de las parcelas de
labor, que se entregaban en usufructo pero no en plena propiedad a los
campesinos. La organización político-social es la de la tribu, basada en la
participación con igualdad de derechos de todos sus miembros. Empiezan a
formarse grupos que disfrutan de propiedades particulares y tienen privilegios de
gobierno, y otros, sin propiedades y sin intervención en el manejo de los asuntos
públicos. Las guerras entre los pueblos acentúan sus diferencias y dan por
resultado comunidades explotadas y otras explotadoras, al mismo tiempo que
fomentaban la desigualdad en el seno de las tribus mismas.
LOS PUEBLOS CIVILIZADOS
En el área que abarca aproximadamente desde el Perú y el norte de Chile en el
Sur hasta el Trópico de Cáncer en el norte, se formaron las altas culturas
prehispánicas de América, Su periodo es relativamente breve, ya que empieza
hacia principios de nuestra era y termina violentamente con la conquista europea
en la primera mitad del siglo XVI. Los tres centros que más destacan son el nahua
en el altiplano mexicano, el maya en Yucatán y parce de Centroamérica y el inca
en Perú.
La base económica de todas estas civilizaciones fue el maíz y los demás
productos que tenían todos los pueblos cultivadores americanos.
Crearon una cerámica muy hermosa, usaban utensilios de piedra rallada y pulida y
llegaron a trabajar el oro, la plata, el cobre y el bronce.
Algunos pueblos de este nivel desarrollaron un comercia muy intenso y bien
estructurado.
En su organización social hay una mezcla de elementos propios del comunismo
primitivo con otros de una sociedad de clases. Las formas de evolución son muy
variadas, y desconocemos muchos de sus aspectos. Sin embargo, sabemos que
en la época de la Conquista, la gran mayoría de la tierra entre las aztecas
pertenecía al calpulli, o sea, era propiedad comunal; lo mismo sucedía con el ayllu
de los incas, en cuyos dominios también los animales importantes, las llamas y
alpacas, pertenecían a la colectividad representada por el gobernante, quien tenía
el título de Inca. Algunos pueblos hablan conquistado extensas regiones y
obligaban a las tribus sometidas a entregarles fuertes tributos. Además, había ya
tierras de propiedad personal, pertenecientes sobre todo a los guerreros más
distinguidos o a sus herederos; estos campos eran labrados generalmente por
trabajadores siervos. La democracia militar primitiva entre los mexicas y los incas
se ve sustituida por una capa dominante perfectamente delimitada a la que era
prácticamente imposible ascender.
CAPITULO II
MESOAMÉRICA
Demetrio Sodi M.
Tenemos ya los datos necesarios para intentar definir lo que es Mesoamérica.
Como hemos visto, el hombre ha dejado de balbucear y dudar ante el reto que le
plantea la naturaleza. Poco a poco, se ha preparado para llevar en el futuro a sus
culturas a un clasicismo y a un período histórico. Pero estos dos períodos, a
niveles ya muy superiores, solamente se suceden en dos de las grandes súper
áreas de América: Mesoamérica y la Zona Andina. .
Las otras grandes súper áreas, que no alcanzan el desarrollo de aquellas dos, son
las de los cultivadores inferiores y superiores, así como de los cazadores del este
y el oeste de los Estados Unidos; los cultivadores superiores de la zona Chibcha al
sur de Mesoamérica, y por último el amazonas, Veamos esto más detenidamente,
Mesoamérica es nuestro tema. ¿Qué es lo que este concepto significa?, ¿Qué es
lo que representa para nosotros y desde qué punto de vista?, Mesoamérica es en
realidad un concepto tanto geográfico como cultural. Pero para llegar a dicho
concepto, hubo que pasar un largo periodo de ensayos, meditaciones e intentos
de conceptuación que no fueron precisamente los adecuados.
En efecto, la mayoría de los americanistas dividen el continente en la forma más
sencilla; Norte y Sur América, simplemente. Algunos intercalan entre ambas, otra
sección: México y Centro América, denominada esta última por los
norteamericanos Middle América. Ambas divisiones no son exactamente iguales,
Si se divide el continente en norte y sur, la línea biogeográfica comúnmente
aceptada como divisoria la forma el río San Juan, situado entre Nicaragua y Costa
Rica, Si se habla de México y Centroamérica, se incluye el territorio encerrado
entre la frontera septentrional de México y la frontera oriental de Panamá, Middle
América es más o menos lo mismo, pero a veces suprime el norte de México, y
otras incluye las Antillas. Por cierto, el término Middle América, usado por los
antropólogos norteamericanos, no es original; desde el siglo pasado, y con el
mismo sentido, el antropólogo alemán Eduard Seler usaba Mittel Amerika.
Para el antropólogo es obvio que esas divisiones son inútiles o muy poco útiles,
cuando se quieren peculiarizar áreas culturales o establecer zonas de
interinfluencia. Por ejemplo, en la primera división quedan dentro de Norteámerica
culturas o establecer zonas de interinfluencia. Por ejemplo, en la primera división
quedan dentro de Norteamérica culturas como la sumo, misquito, paya y jicaque,
que son tan “Sudamericanas” como la de los chibcha de Centroamérica, Y al sur,
no existe la menor homogeneidad, pues hay culturas tan distintas como la de los
caribe, los fueguinos y los incas.
Por otra parte, si se suprime el norte de México, las culturas que se desarrollan en
la parte sur de este país y en Centroamérica no tienen nada de “horteamericanas”,
sino más bien poseen rasgos que las acercan a lo “sudamericano”, pero son, sin
embargo, muy distintas. Existe otra división o clasificación geográfica. Para
caracterizar los niveles culturales, algunos antropólogos dividen las culturas
indígenas americanas en cinco grupos, a saber.
1. Los recolectores, cazadores y pescadores de Norteamérica.
2. Los cultivadores inferiores de Norteamérica.
3. Los cultivadores superiores (“altas culturas”).
4. Los cultivadores inferiores de Sudamérica.
5. Los recolectores y cazadores de Sudamérica.
Está división es mucho más útil, pero no debemos olvidar que dentro de las
Inmensas áreas que ocupan los grupos con niveles culturales como los cinco
mencionados, hay también subáreas de niveles culturales inferiores, y que, sin
embargo, están rodeadas y conviven con los de cultura predominante. Son una
especie de subáreas dentro de las “súper áreas”. Así, por ejemplo, entre los
cultivadores inferiores de Norteamérica, el “sudeste” y el “Sudoeste” serían súper
áreas, y dentro de la zona de los cultivadores superiores podríamos delimitar una
inmensa súper área que, gracias a Paul KirchhoS, el teórico de la misma, desde
1,943 se llama Mesoamérica, Desde entonces, por fin contamos con un término o
concepto, o mejor dicho, con una súper área cuyos límites geográficos,
composición étnica y caracteres culturales, nos permiten delimitar y, por lo tanto,
estudian más profundamente una región que resalta de las demás culturas del
continente y por ende merece investigación aparte.
Antes de seguir adelante, sin embargo, conviene aclarar una cosa: la
Mesoamérica de Kirchhoff es la del siglo XVI. Pero, ¿por qué se limitó a esa
época? Es fácil de comprender. En el siglo XVI tenemos abundante información
escrita, de la cual podemos extraer los datos que nos permitan definir lo
geográfico, lo étnico y lo cultural. Pero además, tenemos muchos otros datos que
han aportado las numerosas exploraciones arqueológicas que se han realizado en
la súper área.
Conviene aclarar, sin embargo, que aquí nos referimos a Mesoamérica tal como la
definió Kirchhoff en 1,943. Posteriormente, conforme han avanzado las
exploraciones (que han propuesto modificaciones principalmente en lo que
respecta a la frontera norte, aunque casi siempre se refieren a fronteras anteriores
al siglo XVI, Y también debemos decir que si queremos delimitar Mesoamérica
antes del siglo XVI, cada vez será más difícil, pues conforme retrocedemos en el
tiempo, los datos que nos lo podrían permitir son más escasos, y la problemática
cada vez más compleja.
COMPOSICIÓN ÉTNICA DE MESOAMÉRICA
Según Kirchhoff, los grupos humanos que existían en Mesoamérica en el siglo XVI
eran los que se pueden agrupar en los cinco siguientes:
1. Tribus que hablan idiomas hasta ahora no clasificados, como tarasco,
Cultlateca, lenca y otros.
2. Todas las tribus de las familias lingüísticas maya, zoque y totonaca. Según
ciertos investigadores, los idiomas de estas tres familias, a las que probablemente
hay que agregar el huave, forman un grupo que podríamos llamar zoque-maya o
macro-mayence.
3. Todas las tribus, menos dos, de la familia otomí, chocho- popoloca y mixteca
que parecen formar, junto con la familia choroteca-mangue, un grupo llamado
otomangue. y todas las tribus de la familia trique, zapoteca y chinanteca que otros
consideran emparentadas con el grupo anterior, formando un grupo llamado
macro-otomangue.
4. Todas las tribus de la farnilia nahua y una serie de otras tribus de filiación yuto-
azteca, entre ellas las cora y huichol, cuya agrupación en familias todavía no es
definitiva.
5. Todas las tribus de las familias tlapaneca-subtiaba y tequistlateca que
pertenecen al grupo hokano de Sapir.
Así pues, según el mismo Kirchhoff, un análisis de la composición étnica de
Mesoamérica en el siglo XVI y con base a lo anterior, demostraría lo siguiente:
a) Derodas las familias lingiísticas que forman parte de Mesoamérica, sólo una, la
otomí, tiene algunos miembros (los Pame y los jonaz) que talvez sean dos
sudvisiones de una sola tribu que no pertenecen a este conjunto cultural.
b) Dos grupos lingüísticos formados por algunas de las familias citadas, el zoque-
maya y el macro-otomangue, en caso de que su existencia quede comprobada,
quedarían en su totalidad dentro de Mesomérica.
e) Las tribus de estos dos grupos, también de la familia nahua, llegan,
probablemente como resultado de migraciones, hasta los últimos límites
geográficos de Mesoamérica, tanto en el norte (del grupo zoque-maya, los
huasteca; del macro-otomangue, los otomí, y de la familia nahua, los cazcán y los
mexicanos), como en el sur (del grupo zoque-maya, los chol-chortíz del
macrootomangue, los chorotega, y de la familia nahua, los Nicarao).
Ya hemos dicho que nos referíamos a lo expuesto por Kirchhoff en 1,943 lo cual
fue reafirmado en 1,960. Pero actualmente varios especialistas no están
completamente de acuerdo con estos análisis, problema que aquí no podemos
detallar.
LIMITES GEOGRÁFICOS DE MESOAMÉRICA
Así pues, estudios anteriores, así corno la identificación de los rasgos culturales
propios de la superárea, permitieron delimitar Mesoamérica en el siglo XVL. Esos
rasgos o caracteres culturales serán descritos después. Ahora señalemos que los
grupos de cultura mesoamericana que en aquel siglo ocupaban el sur, eran los
chal-chortí, los lenea (y tal vez los Meragalpa), los subriaba, los nicarao y los
chorotega-mangue; esto nos permite fijar la frontera sur de Mesoamérica desde la
desembocadura del río Motagua hasta el Golfo de Nicoya, pasando por el lago de
Nicaragua.
En tanto que en el norte estaban los huateca, los mexicanos de Meztidán, los
otomí y mazahua, los tarascos, los coca, los tecuexe, los cazcán, parte de los
zacateca (había Zacatecas que eran recolectores- cazadores), los Tepehuanes,
los acaxe y los moacrito. Esto nos permite una vez más fijar la frontera norte de
Mesoamérica en una línea que va desde el río Pánuco, en el Golfo, hasta el río
Sinaloa, en el Pacífico, con una depresión central que pasa por los ríos Tula y
Moctezuma.
CARACTERES CULTURALES DE MESOAMÉRICA:
Solamente enumeraremos los principales. Sin embargo, debemos aclarar que
varios de ellos no son privativos de Mesoamérica, sino que participaban de ellos
los grupos étnicos de otras superárcas. Aunque no lo hace Kirchhoff, hemos
clasificado estos elementos culturales según diversa manifestaciones de la cultura,
su utilización, su contexto, etc,, aunque seguramente algunos de esos elementos
culturales podrían ser clasificado en dos o más de los grupos que hemos
establecido.
RELIGIÓN Y RITUAL, COSMOGONÍA Y COSMOVISIÓN
Varias destrucciones y creaciones del mundo, 13 6 9 ciclos, la tierra y 9
inframundos.
Un complejo panteón de deidades presididas por un Dios dual pareja creadora.
Fiestas sagradas fijas y móviles.
El uso de dos calendarios, uno solar de 365 días, y otro ritual de 260 días, y
combinaciones de ambos para formar un ciclo de 52 años
 Tambor de madera con dos lengüetas.
 Canibalismo
 Confesión de transgresiones morales
 Uso de papel y hule.
 Juego del volador.
 Baño de vapor (Temascal).
 Sacrificios humanos.
 Quema de hombres vivos y extracción del corazón.
 Degollamiento.
 Aspersión de santuarios con sangre de víctimas sacrificadas,
 Autosacrificio.
 Sangrarse la lengua, orejas, piernas y órganos sexuales.
 El uso como vestido de la piel del ser humano desollado en sacrificio.
 Sacrificio de codornices,
 Números rituales 13, 4 y 9.
ESCRITURA
 Escritura jeroglífica
 Uso de Números con valor relativo según la posición que ocupan.
 Libros plegados (códices).
 Anales históricos y mapas.
ORGANIZACIÓN POLITICO-SOCIAL
 Clanes patrilineales del tipo Calpulli.
 Órdenes militares (4guilas y tigres).
 Mercaderes que fungen simultáneamente como espías y embajadores,
 Organización en clases: Nobleza, sacerdocio y macchuales (gente de
pueblo)
 Mercados especializados o subdivididos según especialidades.
TECNOLOGIA
 Pulimento de la obsidiana.
 Tubos de cobre para horadar piedras.
 Aventador de cestería,
 Balsas con flotadores de calabazas.
 Uso del comal para cocinar las tortillas.
 Metales,
 Puntas de proyectil de diversos materiales: Punzones, raspadores, buriles,
malacares, plomadas y pulidores,
ARQUITECTURA
 Construcciones de piedra o barro.
 Pirámides escalonadas.
 Pisos y muros recubiertos con estuco, muchas veces policromados o con
pinturas murales,
 Patios con anillo para juego de pelota,
 Calzadas empedradas.
 Puentes colgantes.
 Hornos subterráneos.
GUERRA
 Espadas de palo con hojas de pedernal u obsidiana en los bordes,
 Escudos entretejidos con dos manijas.
 Trofeos de cabeza.
 Picas.
 Balines de barro para cerbatanas.
 Uso del arco y flecha (también para cacería).
 Guerras para conseguir víctimas para la realización del sacrificio (Guerra
Florida).
AGRICULTURA
 Uso de la coa o bastón plantador.
 Chinampas o construcción de huertos ganando terreno a los lagos.
 Cultivo a mano.
 Cultivo de maíz, calabaza, chile, frijol; chía para bebida, aceite y ilustre para
las pinturas, maguey para aguamiel, jarabe, pulque, papel y espinas para el
sacrificio; cacao, patata, algodón, yuca dulce, piña, aguacate, papaya,
zapote y diversas variedades de ciruela.
 Molicuda de maíz con ceniza o cal (nixcramal).
 Irrigación,
PARAFERNALIA
 Uso de pelo de conejo para decorar tejidos,
 Corseletes de algodón.
 Turbantes.
 Sandalias con taloneras.
 Vestidos guerreros completos de una pieza.
 Bezotes, orejeras, collares, brazaletes, ajorcas, pectorales, frecuentemente
fabricados con metales preciosos.
CRONOLOGÍA DE MESOAMÉRICA
Cuando menos para el siglo XVI, hemos podido, gracias a Paul Kirchhoff, situar
geográficamente y peculiarizar culturalmente a Mesoamérica. Aunque en términos
muy generales, procuraremos ahora situarla cronológicamente. Pero antes,
algunos comentarios que nos permitirán tener un marco teórico,
Para la arqueología mexicana utilizamos el término “Horizontes Culturales”. Estos
horizontes están basados en el examen de dos medidas fundamentales: espacio y
tiempo. O sea, como dice Willey, “son los travesaños horizontales por medio de
los cuales las columnas verticales de los desarrollos regionales especializados se
ligan entre sí en un esquema de tiempo”.
En colaboración conjunta, arqueólogos mexicanos y norteamericanos han podido
establecer una Tabla Cronológica, generalmente aceptada, para fechar los
diversos horizontes culturales, Sin embargo, esta es una tabla general, es decir,
que cuando se tienen datos más exactos de algunas zonas arqueológicas,
obtenidos gracias a exploraciones más profundas, quizá no coincidan con las
fechas generales que son mucho más “cuadradas”. Pero la tabla es
extraordinariamente útil.
La tabla ha sido establecida de acuerdo con dos criterios: sobre la base de
exploraciones estratigráficas en cada lugar, y con fechas establecidas de acuerdo
con el Carbono 14 o Radiocarbono. Por fortuna, casi siempre los descubrimientos
logrados por ambos métodos han coincidido, lo cual permite tener gran confianza
en la Tabla Cronológica de Mesoamérica.
Como ya hemos visto, la primera fase cultural está representada por los cazadores
de mamuts y otras especies extintas en Mesoamérica. Descubrimientos como los
de tepexpan, Santa Isabel y otros, nos indican que hace más de 10,000 años a.
De C., el hombre cazaba grandes mamíferos alrededor del lago de Tezcoco, el
cual tenía entonces dimensiones mayores de las que tenía en el momento de la
Conquista. Industrias o complejos líticos como la de Chalco, punta de dardo y
otros instrumentos de piedra encontrados en conexión con huesos de mamut, son
prueba de la presencia de cazadores. Alfonso Caso propuso -y se aceptó- llamar a
esta fase Horizonte Prehistórico.
En la segunda fase se descubre la agricultura. Descubrimientos como los de
MacNeish en Tehuacán nos dan las fechas que ya hemos estudiado en el capítulo
anterior. Es interesante señalar que el maíz se empieza a cultivar al mismo tiempo
que los cercales eran cultivados por primera vez en Palestina. Alfonso Caso
propuso para esta fase el nombre de Horizonte Primitivo, pero él mismo dice que
quizá podría llamarse también el horizonte del principio de la agricultura.
El siguiente Horizonte se denomina Preclásico; en él empieza el establecimiento
de pueblos y más tarde de ciudades. Aparece también la escritura y los numerales
de barra y punto, así como el calendario y un panteón rico y complejo.
Shook descubrió una estela en los Altos de Guatemala que podría ser fechada en
800 años a. de C. Pero tanto Shook como Caso encontraron en esas estelas un
calendario ya perfectamente elaborado, con grifos de días el año, los meses, etc.,
que necesariamente debe haber sido elaborado en periodo previo. Tan solo
aproximadamente, podríamos decir que se empezó a elaborar un poco antes del
primer milenio antes de Cristo. De esta manera, situamos el Preclásico entre 2,000
años a. de C. y aproximadamente el principio de la Era Cristiana.
Después del Horizontes Preclásico sigue el Clásico, que empezó 100 años a. de
C. y terminó en 800 ó 900 años d. de C. Esta es la fase de las culturas
mesoamericanas. Las mayas, las zapotecas, las mixtecas, y muy especialmente
las teotihuacanas, entre otras.
El último es el Horizonte Histórico. Sobre éste se tienen informes históricos,
guardados por los nativos por tradición oral o en códices, transmitidos a los
españoles, o bien escritos por los mismos indígenas, mediante los caracteres
latinos pero en sus propias lenguas, después de la Conquista. Dichos informes se
pueden situar, como promedio, hacia 1520 d. de C. Alfonso Caso pudo leer, sobre
este período, las relaciones escritas en códices o documentos nativos, en escritura
jeroglífica, en los códices mixtecos, y la fecha más temprana que encontró en ellos
equivale 2690 años d. de C. Así pues, cuando menos desde el siglo VII después
de Cristo existe una historia escrita en Mesoamérica.

En síntesis este es el desarrollo cronológico de la cultura de una parte de México y


la parte norte de Centroamérica, que denominamos Mesoamérica. El sencillo
esquema es de gran ayuda en la discusión de los temas que desarrollamos en
este libro.
CAPITULO III
LOS MAYAS
Manuel Luesna Salmoral
LOS MISTERIOSOS MAYAS DEL PERÍODO CLÁSICO
Fueron únicos. Inventaron una escritura a base de ideogramas y signos fonéticos
que aún no han podido descifrarse totalmente. También idearon un calendario de
365 días, un sistema de cómputo del tiempo y desarrollaron una brillante
civilización en las selvas del Petén, demostrándonos lo que el hombre puede
hacer, lo que fue capaz de hacer.
Sobre unas bases de culturas formativas de la zona de Chiapas y Guatemala, que
tuvieron, primero, influencias olmecoídes y, luego, teotihuacanas, surgió la cultura
maya del período Clásico, hacia 250 de nuestra Era; se mantuvo durante 750
años, o más, si bien sus últimos tres siglos fueron de decadencia. Se extendió
principalmente por las tierras bajas guatemaltecas (por debajo de los 30 metros
sobre el nivel del mar), donde abundan la lluvia y la vegetación tropicales, pero
también por lo que hoy son Honduras y Belice hasta la península mexicana de
Yucatán.
El medio geográfico donde se asentaron los mayas no era apropiado para una
explotación agrícola óptima (selva en las tierras bajas y desierto en Yucatán),
extensiva (tala de monte y quema) e intensiva (irrigación por medio de canales,
extracción de aguas subterráneas y cultivo de las riberas de los ríos y zonas
pantanosas) para construir sus ciudades, que fueron como calveros en la selva y
como oasis en el desierto.
Mucho se ha especulado con el cambio de clima en esta región del planeta
durante los últimos dos mil años, pero los estudios más recientes demuestran que
no hubo mutaciones sustanciales. La selva y el desierto eran más o menos iguales
a los de hoy cuando en ellos vivían los mayas. Cuesta trabajo, pensar que allí
hubiera urbes de hasta 50,000 habitantes, como Tikal.
El misterio del desarrollo de la cultura maya en esta zona tan poco propicia tiene
una clave y es que, además de la explotación del entorno, los mayas crearon una
inmensa red comercial, una de cuyas funciones era importar excedentes de otras
zonas.
LA JERARQUIZACIÓN SOCIAL
Los mayas construyeron numerosas ciudades- Estado, entre las que sobresalieron
Tikal, Palenque, Calakmul y Copán, que hacia el año 731 controlaban las tierras
bajas. Cada una de ellas tenía un glifo emblema como símbolo nacional, que se
colocaba en las ciudades dependientes. Estaban gobernadas por el “Halach
Utnic”, una especie de rey con antepasados divinos. Esta dignidad se transmitía
hereditariamente a los hijos varones, aunque hubo usurpaciones, Las
coronaciones, matrimonios reales (utilizados como instrumento político) y las
triunfos de estos “monarcas” fueron grabados en las estelas como grandes
acontecimientos. Por debajo de la estirpe real habla una nobleza de sangre
(emparentada con el monarca), ocupada en la administración o el sacerdocio; una
nobleza de mérito, con cierto carácter feudal; los profesionales de la religión, el
comercio, la construcción y la escritura, encargados de sostener el orden social y
la vitalidad del Estado y finalmente, los trabajadores urbanos y rurales. Era en
definitiva, una sociedad muy jerarquizada y en la que era difícil salir del lugar
asignado al nacer. Mientras los campesinos vivían en pequeñas casas de forma
rectangular, paredes de piedra y techos de palma, los nobles y señores se
alojaban en suntuosas mansiones urbanas, donde también se erigían templos,
juegos de pelota, fortificaciones, depósitos de agua, estelas, altares, etc.
ARQUITECTURA, ESCULTURA Y ESCRITURA
Los mayas lograron imprimir un estilo artístico a sus objetos funcionales, que
resultaron así particularmente bellos. En arquitectura utilizaron el adobe y la piedra
para hacer grandes templos con escalinatas y cresterías y llegaron a inventar la
falsa bóveda, que formaban sacando cada vez más piedras del dintel hasta la
clave central. Los palacios eran rectangulares y constaban de numerosas
habitaciones. Hacían juegos de pelota, por la común próximos a baños de vapor,
en los que los jugadores efectuaban sus ceremonias de purificación. Asimismo,
construían observatorios astronómicos, calzadas para las comunicaciones,
cenotes o grandes pozos para extraer aguas subterráneas (sobre todo en la zona
de Yucatán, etc.).
La escultura fue aislada (estelas, altares, grandes cabezas) o como complemento
de la arquitectura (dinteles, tableros, columnas, etc.). Las estelas se colocaban en
los templos y tenían relieves de grandes personajes asociados con figuras de
animales. Sobresalieron también en la pintura, el arte plumario, los textiles
(elaboraban camisas, faldas, túnicas, cinturones, fajas, etc., para sus vestidos), la
música (tambores, cascabeles y objetos sonoros de concha) y la danza.
Una de sus grandes aportaciones fue la invención de la escritura. Fue el único
pueblo prehispánico que pudo expresar por escrito concepciones ideológicas.
Estaba formada por una combinación de signos que tenían a la vez valor
Ideográfico fonético, sistema parecido al de los sumerios o los egipcios. Escribían
en doble columna de izquierda a derecha y de arriba abajo. Sus textos datan del
siglo III d. C. y se encuentran en estelas, piedras y toda clase de monumentos,
pero principalmente en códices, hechos en corteza de árboles machacada, sobre
la cual se daba una patina de resinas y cal para poder escribir, Cada hoja se
pegaba a la siguiente, formando una enorme tira de unos diez metros, que se
plegaba luego en forma de biombo. Aunque se han encontrado restos de tales
códices en muchos lugares, los que han llegado hasta nosotros con posibilidad de
ser leidos son los del período Posclásico, cuatro exactamente, conocidos por el
lugar donde se conservan: Dresde, París, Madrid y de Nueva York o Grolier. Los
de Dresde y Madrid son tratados de astronomía y adivinación. El de París es de
predicciones y profecías y el de Nueva York calendárico.
LA MEDIDA DEL TIEMPO
Los mayas tuvieron una concepción clara del fluir del tiempo y de su estar o vivir
en él. La medición del tiempo la lograron gracias a su gran desarrollo matemático.
Descubrieron el concepto del cero que representaban mediante una concha
invertida y un sistema de contabilidad vigesimal. Las unidades se escribían con un
punto, y los lustros, con una barra. Así por ejemplo, el número 18 era tres barras
horizontales con tres puntos encima. Para anotaciones mayores de 20 se tenían
en cuenta las posiciones verticales (igual que nosotros hacemos con las
horizontales), multiplicando por 20 cada nivel. Incluso existía un tercer nivel para
anotaciones mayores. En Quiriguá se registró la fecha de 90.000.000 años, y aún
hay otra de 400.000.000.
Su dominio de la astronomía les permitió elaborar un calendario. En realidad,
tenían dos: uno, religioso, y otro solar. El primero constaba de 13 meses mediante
combinaciones de 1 a 13, con los símbolos protectores de cada uno de los 20
días. El solar era perfecto: 18 meses de 20 días cada uno, más un mes adicional
de sólo cinco días: 365 en total. Al multiplicarse los 260 días del calendario
religioso por los 365 del solar se obtenía un período de 18,980 días o 52 años
solares. Cada ciclo de 52 años era considerado algo así como nuestros siglos, y la
transición de uno a otro era motivo de expectación y temor, pues creían probables
acontecimientos especiales. Los mayas utilizaron un año solar de 365.2420 días,
más exacto (tiene en realidad 365.2422 días) que el gregoriano, adoptado por el
mundo occidental en 1582. Para hacer sus bisiestos empleaban meses lunares de
29 6 30 días. Incluso se hicieron correcciones en la cronología, constando dos de
ellas, realizadas en los años 687 y 756.
En cuanto a la cronología, que les permitía tener noción de su estar en el tiempo,
se anotaba a partir de una fecha mítica de 1,872.000 días (5,128 años solares),
que coincide con nuestro 13 de agosto del año 3114 a, C. este gran espacio de
tiempo se dividía en baktunes, katunes, tunes, uninales y kines. El kin era un día, y
20 formaban animal; 360, un tun; 7.200 un Katun, y 144.000 un bakrun. La fecha
mítica correspondía por tanto a 13 baktunes, y se usó en Mesoamérica, conocido
como la Cuenta Larga. Las fechas importantes, los hitos históricos, aparecen en
estelas, altares y esculturas, Al terminar el Clásico se perdió cl uso de la Cuenta
Larga, sustituido por la Carta, con cielos máximos de 260 tunes.
EL FATALISMO RELIGIOSO
La religión maya surgió para dar respuesta a los grandes enigmas de la vida y la
muerte, pero se fue volviendo extremadamente compleja y pasó a ser patrimonio
de una ¿lite que la utilizó para dominar al pueblo y defender una desigualdad
social que le favorecía. Los reyes fueron divinizados y considerados parte del
sostenimiento de ese orden cósmico, que, por otra parte, imprimió unidad a la
zona mesoamericana.
La religión gobernaba el tiempo y el espacio. El tiempo, era un fluido continuo, en
el que periódicamente se hablan producido creaciones y destrucciones del mundo
y de sus habitantes, y cabía esperar otra destrucción similar en el futuro. Para
evitarla, o quizá mejor aplazarla, había que obedecer en todo a los sacerdotes.
En cuanto al espacio, era concebido como una serie de cielos por encima de la
tierra y unos inframundo por debajo, en cada uno de los cuales moraba un señor o
un Dios. Los puntos cardinales estaban bajo la protección de una divinidad, Los
dioses eran Itzamna o el señor del cielo; Chac, o el señor de la lluvia, y Ab Puch, o
dios de la muerte. La existencia de una vida sobrenatural dio lugar a un culto
mortuario que alcanzó expresiones monumentales en los enterramientos de los
grandes personajes.
El culto implicaba sacrificios a los dioses para obtener sus favores, sacrificios que
realizaban sacerdotes. Lo sacrificado eran elementos valiosos, como comida u
objetos de valor, raramente seres humanos. Los sacerdotes se comunicaban con
los dioses realizando grandes ayunos, automutilándose, tomando alucinógenos,
etc.
A finales del siglo VIII se inició la decadencia de los mayas de las tierras bajas,
que se consumó en el siglo X. El último monumento se levantó en el año 909, No
se saben las causas de su hundimiento, aunque * se han apuntado numerosas
hipótesis: agotamiento del suelo, cambio de clima, revoluciones campesinas,
erupciones volcánicas, epidemias, psicosis depresiva por la angustia temporal,
guerra civil, etc.
LOS ÚLTIMOS MAYAS
Tras el hundimiento de los mayas clásicos en las tierras bajas de Guatemala y
Honduras, vino el resurgir de los mayas posclásicos de Yucarán. Son unos mayas
muy diferentes, pues predominaban en ellos el militarismo y una serie de
tradiciones típicas del centro y norte de Mesoamérica, Su auge y poderío se
desarrollaron además cuando las antiguas ciudades mayas Y de la selva
agonizaban o estaban ya deshabitadas.
La mayor parte de las crónicas mayas fueron quemadas en auto de fe por fray
Diego de Landa, primer obispo de Yucatán. Se nos ha privado así de conocer su
historia; el por qué resurgió el poderío maya en Yucarán. Gracias a las pocas
crónicas salvadas se ha podido saber que, tras el hundimiento del Viejo Imperio de
las tierras bajas, los mayas fueron emigrando hacia las tierras altas de Guatemala
y a Yucatán, donde fundaron numerosos poblados. Serían el origen de las futuras
ciudades de Chichén Itzá, Uxmal, Kabah, Labná, etc. A comienzos del siglo X,
esta región yucateca fue invadida por gentes procedentes del norte, que se
integraron con los habitantes primitivos. En el año 987 arribaron gentes de Tila,
mandadas por un jefe llamado Quetzalcóatl-Kukulcán (Serpiente Emplumada) y se
instalaron en la población de Chichen Itzá, convirtiéndola en su capital y en la
cabecera de un poderoso Estado.
La arqueología ha demostrado la decadencia de los enclaves mayas situados en
las tierras bajas de Guatemala y Honduras, el auge de los yucatecos y la caída de
Tula, así como la llegada masiva de elementos toltecas a la península de Yucatán.
La ciencia ha corroborado, pues, lo que afirmaba la tradición.
Los toltecas transformaron totalmente Chichén Itzá para hacer de ella una ciudad
tan hermosa o más que la antigua Tula. Su templo de los guerreros, por ejemplo,
es mayor y mucho más bello que el de la ciudad originaria aunque lo recuerda en
el trazado. Lo mismo ocurre con el juego de pelota, de dimensiones
impresionantes y decorado con unos bajorrelieves donde se recogen escenas
relacionadas con el ritual del juego. Otras construcciones notables fueron el
templo de Kukulcán, las plataformas de jaguares y águilas, el pario de las 100
columnas, el baño de vapor, el mercado, un observatorio circular llamado El
Caracol y otros dos juegos de pelota más pequeños. En Chichén quedan infinidad
de manifestaciones toltecas, como columnas en forma de serpiente emplumada
con la cabeza abajo, atlantes, figuras del Chac Mool, jaguares y águilas comiendo
corazones, cerámica plomiza, etc, También abundan elementos de la cultura maya
clásica, como el uso de veneras -conchas-, el empleo de mosaicos para decorar
las fachadas o las representaciones del dios Chac. Los mayas nuevos integraron
dentro de su civilización todas las conquistas culturales de los pueblos
meridionales mesoamericanos, los de sus predecesores, los mayas clásicos, y las
del mundo septentrional mesoamericano. Por eso dijimos al principio que los
mayas no eran un fenómeno surgido de la nada, sino la síntesis de un largo
proceso de conquistas culturales y sociales.
LA BREVE HISTORIA DE LOS MAYAS NUEVOS
Chichén Itzá dominó todo el Yucatán gracias a su poderoso ejército. Impuso
tributos a otras ciudades y terminó por ejercer una tiranía sobre ellas que concluyó
en el siglo XU, cuando una alianza entre los jefes de Izamal (población cercana) y
de Mayapán lanzó sobre ellas a los guerreros de las ciudades sometidas, que la
destruyeron, La arqueología ha demostrado tal destrucción. Sus dioses del templo
de los guerreros fueron derribados y destrozados. Los Itzás sobrevivientes que
emigraron hacia el Petén, su posible zona de origen, donde llevaron una
existencia opaca hasta comienzos del siglo XVIL.
Como tantas veces ha ocurrido en la Historia, los destructores de la tiranía se
convirtieron en los nuevos tiranos. Ahora fue la ciudad de Mayapán la que trató de
establecer su hegemonía sobre la zona, pero con menos éxito, ya que muchas
ciudades-Estado lograron zafarse de la dominación y desarrollar una vida
independiente. Esta ciudad se había fundado en el año 1,100 y fue la última gran
urbe maya. Estaba rodeada de una muralla de nueve kilómetros, cuyo interior
albergaba 4,140 estructuras, 140 de las cuales eran de carácter ceremonial.
Aunque reunió experiencias urbanas mayas y toltecas, su centro ceremonial está
más próximo a Chichén Itzá que a los de las tierras bajas. Su templo principal es
casi una copia del Castillo de Chichén Itzá, y tiene un observatorio parecido al del
Caracol. Abundan además las columnas serpentiformes y los vestíbulos con
columnas o pilares. Unos 2,100 de sus edificios sirvieron de vivienda a una
población estimada en unos 12,000 habitantes. Fuera de la urbe residían además
numerosos campesinos.
Cocom, linaje reinante en Mayapán, reunió en torno suyo una aristocracia
regional, lo que le facilitó el control político y económico del área. El ejército de
Mayapán estaba compuesto de mercenarios, muchos de los cuales procedían del
centro de México. Con ayuda logró mantener su primacía en Yucatán hasta el año
1,441, cuando unas revueltas acabaron con la dinastía reinante y con la
hegemonía de la ciudad. Surgieron entonces 17 provincias o Estados
independientes, ninguno de los cuales tuvo relevancia especial. Hacia mediados
del sigloXV, gran parte de la población maya de Yucacán había abandonado los
centros urbanos y vivía en zonas rurales, donde mantenían sus antiguas
costumbres y cierta relación comercial. Chichén lztá y Uxmal, antiguas ciudades
esplendorosas, estaban desiertas. Esto fue lo que encontró Hernán Cortés en
1,524 cuando atravesó la región camino de Honduras. Por cierto, que Cortés se
guiaba por un mapa maya utilizado por los comerciantes para sus transacciones.
El llamado Imperio Maya, el nuevo, se había desintegrado antes de la llegada de
los españoles; había durado poco más de cuatrocientos años, Los restos del Viejo
Imperio Maya, el Clásico, estaban ya abandonados cuando llegaron los
conquistadores, que no concedieron importancia alguna a aquellos templos
suntuosos edificados en medio de la selva.
ESTRUCTURA SOCIAL Y COMERCIO
Las últimas ciudades mayas fueron realmente majestuosas, pues combinaron los
logros de los mayas clásicos (falsa bóveda, cornisa y frisos de máscaras, con
elementos arquitectónicos mexicanos, tales como muros en talud, columnas de
serpientes, pilares esculpidos y almenas. Se ensancharon las puertas de los
templos, dividiéndolas en secciones par medio de columnas redondas con
capiteles cuadrados y se les doró de unos pórticos de columnas, En general
combinaron la planificación urbanística mexicana con la decoración maya, por lo
que resultaron extraordinariamente bellas.
La nueva sociedad maya heredó la jerarquización de la antigua. Monarcas, nobles
de sangre y de servicio, seguían ocupando la cabeza de la pirámide, pero hubo
innovaciones importantes, los sacerdotes bajaron de categoría ante el enorme
prestigio alcanzando por los guerreros y los comerciantes, Los primeros,
encuadrados en una especie de órdenes militares, garantizaban el poder del
Estado, respaldando a los gobernantes, y la sumisión de los territorios
dependientes.
En cuanto a los comerciantes, suministraban los artículos básicos y de lujo que
una sociedad sofisticada demandaba, Muchos nobles se dedicaron a estas
actividades, que incluso tentaron a los mismos reyes. Los comerciantes traficaban
con alimentos, tales como el maíz, el frijol, la calabaza, el ají, la chía (semilla con
la que se hace un refresco) y, sobre todo, el cacao y la vainilla. También
compraban y vendían pieles de animales feroces, plumas (sobre todo, de quetzal,
guacamayo, tucán, garza y patos silvestres), colorantes, como la grana o
cochinilla, y el añil; maderas, algodón, henequén (fibra) copal (una resina que
utilizaban como incienso para sus ceremonias religiosas), chicle (lo usaban como
pegamento), jade, turquesa, pirita (para hacer espejos), obsidiana (mineral
volcánico vítreo negro o verde, usado para fabricar cuchillos y navajas), alabastro,
ámbar (para adornos), cobre, oro, plata concha, loza de barro, etc. Sus centros de
negociación más importantes eran Xicalango (Tabasco) y Zinacatán (Chiapas),
Nito (Guatemala) y Naco (Honduras). La enorme expansión de la lengua maya les
permitía abarcar aquel enorme radio de acción. Comerciaban por las rutas
terrestres llevando caravanas de esclavos, que transportaban las cargas, y por las
marítimas, mediante embarcaciones de hasta 25 hombres.
Antes de que los europeos descubrieran la tierra y cultura mayas, tropezaron con
sus comerciantes, En 1,502, Cristóbal Colón encontró en la isla de Guanaja
(Honduras) -durante su cuarto y último viaje- una extraña canoa maya de unos
ocho pies de ancho, dentro de la cual iban unos comerciantes con sus mujeres y
nifios y mercancías, como cacao, mantas de algodón coloreadas, hachuelas y
cascabeles de cobre, lanzas o macanas, mazas con filos de pedernal, etc, La
canoa venía de Yucatán e iba hacia Honduras.
LA CULTURA MAYA
Salvo en los aspectos citados, los mayas nuevos seguían viviendo con los
patrones de los antiguos, Empleaban los mismos calendarios, la misma
matemática, la misma ciencia y las mismas creencias, y su vida cotidiana se regía
por idénticas pautas.
Los mayas seguían la vieja tradición de deformarse el cráneo. A los pocos días de
nacidos, les colocaban dos tablas en el frontal y en el occipital unidas por unas
vendas, lo que producía un alargamiento de las paredes craneanas, que
consideraban bello. También se deformaban a veces las narices, para que
tuvieran el aspecto del pico de un ave, Eran educados en una atmósfera de
comedimiento y modetación, con enorme respeto a las autoridades y a los
mayores. Incluso en su alimentación eran frugales.
En cuanto a la comida, solían tomar un desayuno ligero, compuesto de tortillas de
maíz y un tazón de cacao. Luego, al volver a trabajar, hacían la única comida del
día, compuesta de tortillas de maíz, legumbres y a veces carne o pescado. El
cacao constituía un auténtico vicio nacional. No en vano se había domesticado en
sus tierras, donde además se cultivaba el de mejor calidad de toda América. Su
chocolate no tenía azúcar (desconocida en América hasta la llegada de los
españoles), y consistía en una bebida fría de cacao y agua, a la que le añadían a
veces unos granos de maíz, e incluso ají o picante. Algunas veces se endulzaba
con miel.
La Civilización maya es admirada comúnmente por sus majestuosos templos y
palacios, sus bajorrelieves y sus estelas (columnas o lápida) con relieves, pero
aparte de este corazón de piedra y de sus conocimientos prácticos, los mayas
tuvieron también una enorme vitalidad artística y humanística, poco valoradas,
como ponen de manifiesto su teatro, su danza y su música. Junto a los grandes
templos se levantaron teatros donde representaban verdaderas farsas y comedias,
como dijeron los cronistas, tales como El escabel del cielo, El vendedor de pavos,
el cultivador de cacao. Los actores que las representaban se vestían con trajes
apropiados a la pieza escénica. En cuanto a su música, fue no menos notable y la
ejecutaban con tambores pequeños y grandes, grandes trompetas, palos huecos,
caparazones de tortuga, conchas marinas y silbatos. Cada comunidad tenía su
maestro cantor, que enseñaba y cuidaba la armonía de los coros, aparte de
inventar las canciones. En 1,952 fueron descubiertas en Mérida nueve hojas
escritas en maya, que contenían 15 cantares precolombinos que se entonaban
acompañados de danza. Son conocidos como los Cantares de Dzibaliché, y son
una extraordinaria manifestación de la vida espiritual del pueblo maya.
CAPITULO IV
LOS SEÑORÍOS QUICHÉS
UN INTENTO DE INTERPRETACIÓN
Horacio Cabezas
INTRODUCCIÓN
El proceso histórico guatemalteco, al igual que el del resto de pueblos
centroamericanos, muestra, en nuestros días una gran reestructuración social.
Tales cambios nos obligan, a los que nos dedicamos al estudio del hecho
histórico, a reexaminar el pasado para tratar de comprender la dinámica de
transformación que conlleva este proceso.
Este análisis sobre los SEÑORÍOS QUICHÉS trata de estudiar un momento sobre
el proceso. Las explicaciones que planteamos respecto al origen y el fin de los
Señoríos Quichés nos mostrarán cono grupos invasores toltecas impondrán, por
medio de las armas y la religión, una relación de sumisión y tributo de las
comunidades agrarias hacia ellos.
Tal relación nos mostrará, a la vez, la base del poder y grandeza que las minorías
teocráticas quichés llegaron a tener.

Asimismo en este análisis se contemplará como, a lo largo del proceso, las


relaciones se van haciendo cada vez más tirantes a causa de la explotación que
sufren las comunidades agrarias, Tal situación, veremos, facilitará la victoria de
conquistadores venidos de más lejos - los CASTELLANOS- y la transformación de
las relaciones tributarias en serviles, terminándose así los SEÑORÍOS QUICHÉS.
Mientras tanto, el proceso histórico guatemalteco continuó y continúa, ya que “les
transformaciones de los pueblos no se detienen”.
TEXTOS INDÍGENAS: SUS AUTORES E INTERESES
Para referirnos a los Señorios Quichés y poder plantear sobre ellos algunas
hipótesis que nos ayuden a entenderlos, debemos examinar primeramente la
documentación disponible y el tipo de información que ésta nos proporciona.
Documentación indígena existe y es abundante. Parte de ella como el POPOL
VUH, el RABINAL ACHI y el MEMORIAL DE SOLOLA forman parte ya de la
historiografía selecta sobre América Prehispana. El resto de ella es un buen
número de "títulos de tierra” de la segunda mitad del siglo XVI, Contienen estos
documentos información minuciosa sobre q) pasado precolombino, la conquista y
los primeros años de vida colonial.
El tipo de información que nos proporcionan estas fuentes, así como puede ser
cualquier relación documental, conlleva intereses concretos, según sea(n)
persona(s) que las hayan redactado. En la mayoría de los casos, un documento
histórico, sin tener que distorsionar o falsear un acontecimiento, lo puede
presentas en forma distinta según sea la persona que lo haya escrito. Los
principales acontecimientos sobre el Señorío Cakchiquel, por ejemplo, no están
reflejados igualmente en una versión quiché -Popol Vuh- que en una cakchiquel -
Memorial de Sololá-. La presentación de estos mismos acontecimientos varía
igualmente en los distintos documentos Cakchiqueles -Memoria] de Sololá,
Historia de Xpantzay. Y nos podríamos preguntar: ¿Cómo estarían enfocados
estos acontecimientos, si por casualidad algún día encontráramos una versión
Pokomán -pueblo sometido por los Cakchiqueles-?
Del ejemplo podemos deducir que un mismo acontecimiento puede ser planteado
en formas varias, sin necesidad de tener que distorsionar el hecho. La función del
relato mismo es la que exige diferentes juicios de valor y que éscos respondan a
los intereses concretos del grupo a que pertenece el redactor.
Por ello, al utilizar la información que nos proporcionan los textos indígenas,
tenemos que partir, en primer lugar, del hecho de que son documentos escritos
por sectores privilegiados de los que fueron los Señorío Quichés. En segundo
lugar, que ni siquiera podemos decir que exista un texto que refleje el sentir de
todo el sector dominante, porque este sentir no existió.

Cada uno de los textos refleja a una parte de las minorías en el poder.
Recordemos que si bien es cierto que el Señorío Quiché dominó gran parte del
altiplano guatemalteco, no por ello constituyo una unidad granítica o el único
Señorio. Todos sabemos que el Seño estuvo compuesta por tres ramas -NIMA
QUICHÉ, TAMUB E ILOCAB- y que la primera –la NIMA QUICHE- fue la que
controlo propiamente el poder. Aún más que uno de los linajes que conformaban
a los NIMA QUICHE el que acaparo con exclusividad los principales cargos. Sólo
los que descendían del linaje CAVEK tenían derecho a los puestos de honor
(Recinos 1975; 104), quedando desplazados a cargos inferiores los linajes NIHAIB
Y AHAU QUICHÉ, y las ramas TÁMUB e ILOCAB. De allí que los intereses tengan
que ser diferentes; las que convenían a los Cavek, Nihaib, Tamub, llocab.
Pero en el altiplano guatemalteco no sólo existió el Señorío Quiché. Los
Cakchiqueles y los Tzutuhiles impusieron también su señorío dominando y
subyugando pueblos. E igualmente podemos decir que en cada uno de ellos un
grupo familiar era el que controlaba los puestos principales. No hay que olvidar
que entre estos tres señoríos hubo hostilidad, discordia y lucha continua, al tratar
cada uno de acaparar las regiones más ricas y pobladas.
Podríamos preguntarnos si tanta división pudo operar e influir para que los
intereses de los antiguos grupos dominantes se hiciesen sentir al momento en que
se redactaron los textos indígenas. Surge la duda, sabiendo que éstos fueron
escritos a partir de la segunda mitad del siglo XVI, cuando ya los castellanos se
habían enseñoreado de estas regiones y pueblos. Con el POPOL VUY y el
RABINAL ACHI no hay problema.
Sus contenidos reflejan claramente intereses de clase: los de los Cavek y los de
Rebínales respectivamente. Con el resto de textos indígenas tampoco porque son
títulos de tierra, es decir alegatos presentados por algunos jefes de parcialidades,
por antiguos caciques -no por las masas de naturales-, indicando en ellos e. lugar
que ocuparon dentro del señorío a que habían pertenecido y la jurisdicción
territorial que, antes de la conquista hispana, les había sido asignada por sus
señores para que gozasen del tributo de los pueblos que allí habitaban. Los
castellanos que no encontraron en Guatemala cantidades considerables de
metales preciosos, tuvieron que aprovecharse de las formas de explotación
prehispánica. Por ello, no les importó reconocer señoríos y cacicazgos, a fin de
poder aprovecharse fácilmente del trabajo de los naturales.
De todo lo anterior podemos deducir que la mayoría de los textos indígenas fueron
escritos con el fin de alegar la Audiencia méritos antiguos y derecho a
jurisdicciones territoriales. En igual forma que cada uno de estos relatos conlleva
intereses muy particulares en la información que contienen.
A pesar de ser abundante la documentación que contiene información sobre los
Señoríos Quichés, no par ello podemos decir que con ella estén representados los
intereses de todos o al menos de los principales grupos.
Faltan en dichos textos la expresión de las mayorías la de los que en la época
prehispana fueron vencidos y rebajados, la de los que fueron sometidos a tributos
y trabajos. La razón está en el mismo surgimiento de los Señoríos Quichés, si los
vencidos hubieran tenido la oportunidad de dejar relatado el proceso de luchas
que tuvieron que afrontar hasta ser vencidos. Por ello, no nos queda más que leer
entre líneas y descubric, en las versiones dejadas por los grupos dominantes, las
verdaderas causas y motivos de proceso de conquista quiché, la cruda realidad
que se derivó para los vencidos y las consecuencias de los muchos años de
opresión.
Para explicarnos el desenlace final de los que fueron los señoríos quichés,
tendremos que utilizar también fuentes de la historiografía criolla guatemalteca.
Estas nos plantearán los intereses que movieron a los castellanos (segundones,
curas frailes, aristocracia hispana) a realizar tanta violencia y depredación sobre
estas regiones. Entre estas historiografía usaremos las obras de Bartolomé de las
Casas, Francisco Ximénez y Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, frailes los
dos primeros, encomendero el último, Las tres reflejan intereses particulares, pero
ayudan a entender la gran transformación social que sufrieron los distintos
señoríos que imperaban en Guatemala. La Conquista Hispana, en efecto, vino a
transformar la estructura social prehispánica y a implantar nuevos sistemas de
explotación, con nuevas formas de organización y creencia.

Así, “la versión de los vencidos”, complementada por la historiografía criolla, nos
permitirá una mejor comprensión de cómo concluyó una etapa del proceso
histórico guatemalteco.
PENETRACION Y CONQUISTA
INICIO DEL PRIMER SEÑORIO QUICHE
Todos sabemos que el proceso histórico guatemalteco se inició cuando grupos
humanos nómadas lograron asentarse en distintas regiones del país, al haber
incorporado a su modus vivendi la producción agrícola. Sin embargo, el desarrollo
material de estos pueblos no fue homogéneo, y así mientras en las TIERRAS
BAJAS DEL ATLANTICO las actividades humanas evolucionaron en tal forma
hasta constituir lo que conocemos como CIVILIZACIÓN MAYA, en el ALTIPLANO
se formó una cultura con rasgos diferentes. Las excavaciones arqueológicas
hechas en el Altiplano no manifiestan las espectacularidad urbanística, ni las
grandes dimensiones arquitectónicas, ni mucho menos las técnicas refinadas en el
trabajo de la cerámica.
Todos sabemos también que la Civilización Maya llegó a su fin a mediados del
siglo X de nuestra era. Tal colapso maya no fue sino el resultado de invasiones
toltecas, acompañadas al mismo tiempo de sublevaciones populares contra las
minorías teocráticas explotadoras, Cesó con ello el desarrollo material, cesaron los
grandes centros urbanos, parte de la población que había servido de base para el
desarrollo técnico y científico quedó sometida a los invasores, y el resto logró
escaparse de la nueva explotación internándose en las selvas tropicales
peteneras.
Las culturas que se desarrollaron en el Altiplano, en donde la explotación de las
mayorías no había llegado a grados elevados, sufrieron, al igual que los centros
urbanos peteneros, las invasiones guerreras de grupos toltecas. La presencia
tolteca en el Altiplano ha quedado demostrada plenamente a través de las
narraciones históricas contenidas en los textos indígenas guatemaltecos. Señalan
éstos como en el Altiplano habitaban muchos y muy numerosos pueblos, con
numerosos oficios y riquezas (Recinos 1,975: 30, 64, 124, 128, 131). Explican
asimismo cómo los grupos invasores no eran muy numerosos, pero sí dados a la
guerra, con una religión que servía para aterrorizar a los pueblos y que eran
grandes codiciadores de las riquezas ajenas (Ibídem: 39, 96, 110, 121, 122, 131;
Carmack 1,979: 94).
Este proceso de conquista nos lo presentaban los textos indígenas ya en forma
poética (CONQU ISTA DE XIBALBA) en el Popol Vuh, Titulo de los Señores de
Totonicapán.
La conquista tolteca de los pueblos que habitaban en el Altiplano fue planificada.
El ansia de tributos y de riqueza fue lo que movió a pueblos que habitaban en el
Altiplano fue planificada. El ansia de tributos y de riqueza fue lo que movió a
pueblos que residían en el golfo de México a lanzarse a la aventura guerrera.
“Entonces se nos dijo -señala el Memorial de Sololá-: En verdad, grandes serán
vuestros tributos, No os durmáis y venceréis, no seréis depreciados, hijos míos.
Os engrandeceréis, seréis poderosos. Así poseeréis y serán vuestros los escudos,
las riquezas, las flechas y las rodelas. Si os tributan piedras preciosas Gade),
metal, plumas verdes y azules, canciones por vosotros despreciadas, vuestras
serán también; seréis más favorecidos y se os alegrarán los rostros. Las piedras
de jade, el metal, las plumas verdes y azules, las pinturas y esculturas, todo lo que
han tributado las siete tribus os alegrarán los rostros en vuestra patria; todos
seréis favorecidos y se os alegrara los ojos con vuestros escudos. Tendréis un jefe
principal y otro más joven, A vosotros los trece guerreros, a vosotros los trece
señores, a vosotros los jefes de igual rango, os daré vuestros arcos y un vuestros
escudos. Pronto se van a alegrar vuestros rostros con las coses que recibiréis en
tributo, vuestros arcos y vuestros escudos, Hay guerra allá en el oriente, en el
llamado Zuyua; alla iréis a probar vuestros arcos y vuestros escudos que os daré
¡Id allá hijos míos! Así se nos dijo cuando fuimos a Tilán" (Recinos 1,950: 56),
Posteriormente trataron de justificar su acción señalando cómo la conquista la
hablan hecho porque los pueblos que habitaban esas regiones gustaban de hacer
la maldad, incitaban a la discordia, eran falsos de corazón, envidiosos y tiranos
(Recinos 1,975: 96). Sin embargo, sus escritos mismos se contradicen al anotar
informaciones que permiten una mejor explicación. Los documentos, en efecto,
señalan que en estas regiones habitaban muchas gentes que podían ser
empleadas en su servicio, ocupándolas en hacer “cacharros, apastes y piedras de
moler mata” (Idem), pueblos que pudiesen tributarles (Recinos 1,957: 83), lugares
con esmeraldas y piedras preciosas que eran el orgullo de estos pueblos (Recinos
1,975: 39), Es, en otras palabras, la codicia de riquezas la que hizo lanzar una
ofensiva sangrienta contra pueblos en que el desarrollo defensivo y ofensivo no
era muy avanzado. Necesariamente la superioridad de las armas ostentadas por
la minoría invasora se hizo sentir sobre los pueblos del altiplano.
En un principio éstos se extrañaban de cómo iban desapareciendo paco a paco
sus habitantes.
“He aquí -señala el Popol Vuh-, cómo comenzó el robo de los hombres de las
tribus por Balam Qustzé, Balam Acab, Mabucutab e iqui Balam. Luego vino la
matanza de las tribus. Cogían a uno solo cuando iba caminando, o a dos cuando
iban caminando, y no se sabía cuándo los cogían, y en seguida los iban a
sacrificar ante Tobil y Avilix. Después regaban la sangre en el camino y ponían la
cabeza por separado en el camino, Y decían las tribus: “El tigre se los comió. Así
comenzó el rapto de la gente cuando Brujos cogían a las tribus en los caminos y
los sacrificaban ante obil, Avilix y Hacavitz; pero a sus (propios) hijos los salvaron
allí en la montaña (Ibidem: 122-123).
Tarde se percataron los pueblos de la violencia planificada a que estaban sujetos.
Tarde buscaron la unidad para defenderse de los invasores. Su consigna QUE
TODOS SE LEVANTEN, QUE SE LLAME A TODOS, QUENO HAYA UN GRUPO
NI DOS GRUPOS DE ENTRE NOSOTROS QUE SE QUEDE ATRÁS DE LOS
DEMÁS (Ibídem:124) ya no pudo lograr su cometida, porque los invasores
estaban ya bien defendidos en las montañas y contaban con mejores armas
(Ibídem:131)
Después a los vencidos se les dijo que su derrota había sido causada por el poder
de los dioses toltecas —Tohil, Avilix y Hacavitz (Ibídem: 124) y que por lo mismo
tenían que ser los servidores de los Quichés por toda la vida (Ibidem: 131). Todo
esto pasó cuando los invasores quichés estaban fortificados en HACAVITZ.
Las avanzadas guerreras Toltecas estuvieron conformadas por grupos distintos,
pero el que las comandó en un principio fue el grupo Quiché. Por ello fueron
también los Quichés los que primero tuvieron la oportunidad de estructurar su
Señorío.
El Señorío Quiché logró subyugar a los pueblos que habitaban la región de la
Verapaz (Ibidem: 112), que fue donde iniciaron su conquista, y se extendió por lo
que actualmente son los departamentos de El Quiché (Ibídem: 131), Totonicapán,
Quetzaltenango (Ibídem: 142) y todo lo que es el suroccidente del país (Recinos
1,957: 770).
La lucha la enderezan contra grupos Pokom, Mames, Uspantecas, Ixiles, Pipiles...
El sentido de la lucha varió según las circunstancias. En algunos casos los
pueblos se sometían antes de entrar a batalla, como fue el caso de Mazatenango,
Cuyotenango, Zapotitlán, Samayaque, Sambó que, conociendo los tormentos a
que habían sido sometidos sus vecinos de Xetulul, prefirieron reconocer a los
Señores Buichés y obedecerles como sus tributarios (Ibidem: 77, 79). En otros
casos, algunos pueblos se rindieron después de presentar batalla como sucedió a
los Pokomames (Ibídem: 109). Unos pocos lucharon hasta ser derrotados
completamente, y en consecuencia hechos esclavos, heridos y asaetados contra
los árboles y destruidas sus moradas hasta los cimientos (Recinos 1,975: 142).
Los resultados les fueron favorables a los quichés porque eran gentes capacitadas
para la guerra y a la vez estaban bien armados — lanzas, arcos y flechas,
escudos (Recinos 1,957: 105). Además, antes de proceder a la conquista de una
región situaban avanzadas en lugares estratégicos y fortificados, desde donde
observaban y reconocían la región y los pueblos que planeaban conquistar
(Recinos 1,975: 143). A la vez, de antemano elegían a los que iban a ser los jefes
de las tierras que pensaban ocupar, para que así se esforzasen por conquistarlas
(Recinos 1,950: 236).
La implantación del Señorío Quiché significó el establecimiento de mecanismos
permanentes de control y de sumisión que facilitó a las minorías en cl poder
tributos y presentes con forma continua.
“Y ahora que nos han conquistado señala el Memorial de Sololá seremos vasallos
de tu trono y tu poder. Como un solo hombre te serviremos” (Ibidem: 75).
“Entonces se rindieron todas las tribus, humillaronse los pueblos ante Balam
Quirzé, Balam Acab y Mahucutab. -Tened piedad de nosotros, no nos matéis,
exclamaron. -Muy bien, Aunque sois dignos de morir, os volveréis nuestros)
vasallos para toda la vida, les dijeron” (Recinos 1,975: 131).
"Y estando ya los pueblos sometidos y terminada su grandeza las tribus ya no
tenían ningún poder y vivían todas dedicadas a servirles diariamente” (Ibídem:
134).
Lo que habían codiciado y que les llevó a una guerra de conquista lo habían
logrado. Desde entonces grandes fueron sus tributos, se lograron engrandecer y
fueron poderosos.

CONSOLIDACIÓN DEL PRIMER SEÑORÍO:


EL DE LOS QUICHES
Conforme el grupo invasor quiche fue ampliado sus conquistas, en igual forma fue
estableciendo nuevos centro de dominio y ubicando su centro de poder en sitios
estratégico. A esto obedeció la migración desde su primer centro en HACAVITZ a
PISMACHI y luego a GUMARCAA] El hecho es que los centros de poder se fueron
convirtiendo, con el tiempo en lugares defensivos y de muy difícil acceso,
buscando los grupos dominantes en ello salvaguardarse de los continuos
levantamientos de los pueblos explotados. Así sabemos, por ejemplo que
PISMACHI fue fortificada para contrarrestar una rebelión interna entre el mismo
sector dominante, cuando los Ilocab querían destruir a los Nimá Quiché (Recinos
1,975: 138).
Claro está que la construcción de estos centros urbanísticos fortificados fue hecha
por los pueblos sometidos. Pero después se les dijo que "no fue engañándolos, ni
robándolos, ni arrebatándolos violentamente”, sino que lo hicieron por la obligación
que tenían de servir a sus señores (Íbidem: 141). Fue desde las edificaciones de
estos lugares, las Casas Grandes (NIM JA) desde donde se administró las
extensas regiones conquistadas a través de una estructura de poder muy rígida.
El poder politic arrancaba en los NIM JA, en donde el linaje CAVEK de los NIMA
QUICHE mantenía la hegemonía, ocupando los principales puestos de mando.
De allí por delegación el poder pasaba a centros urbanos intermedios
(CHINAMIT), donde jefes menores –AT TZALAM, UTZAM, CHINAMITAL
(Recinos 1950:236), caciques o cabezas de chinamital (Ximenez 1965; 123)-
administraba a las mayorías poblacionales, que residían desparramados por
quebradas y montes (Ibidem: 48). Es decir desde los centros intermedios
(CHINAMIT) era en realidad que se administraban a las poblaciones tributarias. Al
respecto señala Francisco Ximénez:
“Tenían unos como alguaciles, que servían de llamar y convocar el pueblo y
andaban de casa en casa señalando el tributo que cada uno debía pagar al rey o
al señor. También si alguna cosa se ordenaba en casa del rey y su corte para que
viniese en noticias de todos, éstos iban por toda la tierra y lo publicaban
pregonándolo. En lo tocante a las rentas del rey y señores había este orden, que
todo venían a un montón y de allí le daban al rey su parte, después daban a dos
señores según cada uno era y después daban a los oficiales y a quien el rey les
hacía mercedes” (Ibídem 89; el subrayado es mío).
Del texto se deduce que los Señores de los Chinamit tenían como función el
controlar y recaudar el tributo de grupos familiares - “casas”- por ello, el hecho de
que los grupos familiares conquistados pertenecieran a Chinamit no significó en
ningún caso que el Señorío Quiché propiciara un sistema igualitario.
En este rígido sistema de poder todos los miembros del sector dominante
pertenecían a una misma élite familiar. Estos desde sus centros de mando -los
NIMJA y los CHINAMITALES- no necesitaron de la tenencia directa de la tierra
para aprovecharse del trabajo de las mayorías. De hecho, los pueblos vencidos
gozaban de autonomía en lo referente al uso de sus tierras, Bartolomé de las
Casas plantea cómo los jefes de los grupos familiares eran los encargados de
distribuir la tierra dentro de sus componentes, y asimismo de resolver los
problemas entre las familias (Las Casas 1,958: 355). En igual forma los textos
indígenas, al hablarnos del proceso de conquista realizado por los Quichés, nos
plantean imposición de tributos -piedras preciosa, plumas, miel, cangrejos,
algodón, maíz, frijol, cacao, pataxte, frutas, pescados, telas... (Recinos 1,950: 88,
246; 1,975: 134, 148), imposición de trabajos artesanales y domésticos, entrega
de mujeres; muestran asimismo cómo el fin de la conquista quiché no era el
esclavizar o sacrificar a las mayorías, sino el de tenerlos sujetos al control para
aprovecharse de su trabajo sin tener que intervenir ellos en forma continua en la
supervisión de las actividades productivas (Recinos 1,957: 79; 1,975: 96, 131,
143). Es decir, los Señores Quichés sólo poseían indirectamente la tierra a través
de la renta continua significada en el tributo y trabajo de las comunidades
sometidas.
El poder quiché se consolidó en la medida que logró establecer un PA Esto les fue
posible al crear una división tajante entre ellos y las masas humanas dispersas por
barrancas y “montes. En efecto, sólo los que descendían en línea directa
patrilineal del grupo conquistador tenían derecho al ejercicio del poder ya sea en
los centros principales (NIM JA) o en los centros intermedios (CHINAMITALES).
De tal modo que podemos decir que la separación entre la ciudad y el campo
obedeció a la situación clasista que obligaba a los últimos a vivir en una continua
dependencia que los sometía a la entrega de tributos ya sea en productos de la
tierra o en trabajos (Recinos 1,950: 246).
Pero no era con gusto que los pueblos hacían el tributo.
“Llenos de dolor -dice el Popol Vub- llegaron a entregarlo” (1,975: 149). Y él no
pagar el tributo significaba la muerte y el que les destruyesen sus viviendas y
sembrados (Ibídem: 143; Ximénez 1,965: 101)
“A los que se ensoberbecían contra los señores queriendo alzarles el homenaje y
obediencia -haciendo el cronista Ximénez un análisis desde una perspectiva
Feudal- y que no les pagasen sus tributos, ahorcabanlos”. (Ibidem: 106).
Fue el trabajo de las comunidades, el de las personas que habitaban por
barrancas y montañas, el que permitió el engrandecimiento de las minorías. Así
mientras los primeros vivían sumidos en actividades laborales, en las que el
excedente producido no les pertenecía, sino que también como mercancía para el
intercambio comercial. Las diferencias y desigualdades en la actividad productiva
y en la utilización de lo obtenido fueron las que permitieron a las minorías
dominantes dedicarse a actividades intelectuales, administrativas, artísticas,
comerciales, religiosas... por ello es que en los centros urbanos existía una gran
división laboral -sacerdotes, administradores, artesanos.
Por ello es que en los centros urbanos existía actividad comercial; no para las
mayorías, puesto que éstas no tenían excedente alguno que intercambiar, sino
exclusivamente para las minorías. Esta actividad, claro está, no la realizaban los
linajes hegemónicos, sino que por lo general eran comerciantes extranjeros los
que andaban por los diferentes centros urbanos; también se sabe que algunos
linajes inferiores, como el de los llocab, realizaron tal actividad (Recinos 1,957:
65).
Fue tan compleja la vida en los centros urbanos quichés que se dio en ella la
exiscencia de esclavos -de tipo patriarcal- y de grupos humanos sometidos a
actividades propiamente serviles (Carmak 1,979: 85). Pero realmente no fue la
actividad de siervos y esclavos la que mantuvo la grandeza de los señorlos, sino la
actividad comunal de las poblaciones rurales tributarias.
La diferencia entre las minorías y las mayorías fue clara en muchos aspectos.
Hasta en la vestimenta se notó, pues mientras los primeros utilizaban algunas
prendas, las mayorías (maseguales) andaban desnudos y a lo más “con unas
bandas que cubrían sus partes vergonzosas” (Ximénez 1,965: 122).
El Señorío Quiché encontró su principal sostén en la religión -RITUALISMO- que
impuso a los vencidos.
“Si debemos perecer por medio de estos raptos -señala el Popol Vuh en boca de
los que iban a ser vencidos- que así sea; y sí es tan grande el poder de Tohil,
Avilix y Hacavitz, entonces que sea nuestro Dios este Tohil” (Recinos 1,975: 124).
Desde el comienzo de la conquista, la religión fue para los quichés una de sus
principales armas. Las primeras manifestaciones de violencia las realizaron
cuando aprisionaban gentes por los caminos para sacrificárselas a Tohil (Ibídem:
123). Sus victorias, a la vez, las celebraban ofrendando sacrificios humanos a sus
dioses a fin de aterrorizar a sus enemigos (Ximénez 1,965: 80). Hasta el acto de
pagar el tributo estaba revestido de todo un ritualismo religioso:
“Los pueblos -dice el Popol Vuh- hacían primero sus sacrificios ante Tohil y
después iban a ofrecer sus respetos al Ahpop y al Abpop Camha. Luego iban a
presentar sus plumas ricas y su tributo ante el rey Y los reyes a quienes sostenían
eran el Ahpop y el Abpop Camha, que habían conquistado sus ciudades” (Recinos
1,975: 146),
La religiosidad que impusieron a los pueblos, en fin, llegó a extremos mayores, al
obligarlos a creer que sus señores eran dioses o hijos de dioses (Recinos 1,950:
245; 1,975; 146; Carmack: 1,979: 69).
La estructura social quicheana Fe pues una relación entre tributarios y señores -el
parentesco jugaba un rol determinante en ambos casos- en la que los primeros
con una tenencia indirecta de la tierra, debían tributar a sus señores a través de un
mecanismo complejo de control, En este mecanismo la religión -en la que el
sacrificio humano era la principal manifestación y las armas fueron los pilares
fundamentales.
LUCHA POR LA HEGEMONÍA
Durante el siglo XV se consolidó el Señorío Quiché. Pero no había terminado aún
de imponer su hegemonía, cuando ya tenga problemas.
Fueron los de ILOCAB los primeros en rebelarse, al ver como los NIMA QUICHÉ
se quedaban con los principales puestas del poder. En y efecto, a ellos no se les
había permitido tener Casa Grande -NIM JA—. “Sólo dos tenían casas grandes,
dice el Popol Vuh, las dos ramas de La familia —los y quiches y los Tamub—"
(Recinos 1,975: 137). Su rebelión, sin embargo, no prosperó, sino que fue
aplastada. El Popol Vuh relata con lujo de detalle la forma en que fue sofocada la
rebelión:
"Sólo llegaron a morir, fueron capturados y cayeron en cautividad y no fueron
muchos de entre ellos los que lograron escapar.
En seguida comenzaron a sacrificarlos; los de Ilocab fueron sacrificados frente al
Dios, y éste fue el pago de sus pecados por orden del rey Cotuha. Muchos fueron
también los que cayeron en esclavitud y en servidumbre, sólo fueron a E
entregarse y ser vencidos por haber dispuesto la guerra contra los Señores y
contra " da ciudad. La destrucción y la ruina de la raza y del rey Quiché era lo que
deseaban sus corazones, pero no lo consiguieron. Al creció el temor a su Dios,
sentían terror y se llenaron de espanto todas las tribus, grandes y pequeñas, que
presenciaban la llegada de los cautivos, los cuales eran sacrificados y matados
por obra del poder y señorío del rey Cotubd, del rey Iztayul y los de Nihaib y de
Ahau Quiché” (Idem).
No había pasado mucho tiempo de esta sublevación, cuando nuevamente
surgieron discordias entre el sector dominante quiché por el acaparamiento de
poder, Las disensiones fueron entre los que componían el grupo NIMA QUICHÉ -
los Cavek, Nihaib y Ahau Quiche», Y la lucha se concluyó hasta que se amplió y
permitió una mayor participación en los pueblos de mando.
“Esta fue, pues, la causa -señala el Popol Vuh- de que se dividieran y que se
volvieran «nos contra otros, y se arrojaran las calaveras de los muertos, se las
arrojaran entre sí.
Entonces se dividieron en nueve familias, y habiendo terminado el pleito de las
hermanas y de las hijas, ejecutaron la disposición de dividir el reino en veinticuatro
Casas Grandes, lo que así se hizo” (Ibídem: 139).
Hasta este momento las luchas y discordias se daban entre ellos mismos, en
cuanto sólo existía el Señorío Quiché en Gumarcaah. Pero una vez que se
engrandecieron al ampliar el número de pueblos tributarios con la conquista del
occidente y de la costa sur, las disputas fueron mayores. En efecto, los quichés no
quisieron reconocer que sin los Cakchiqueles, no les hubiera sido fácil realizar
tales conquistas. Los textos Cakchuiqueles sobre el particular señalan:
"Los quichés comenzaron la pelea; pero después de empujarlos a la guerra (a los
zotziles) se marcharon, regresaron a sus casas y no quisieron pelear más”
(Recinos 1,957: 137).
“Al amanecer entraron al pueblo y le dieron fuego. No lo conocieron los quichés,
Llevaron gran cantidad de riqueza y de dinero, el tesoro del pueblo de Cohà. Y
como los quichés de Cavek ocultaron mucha cantidad, los zotziles y tukuchés los
insultaron, Así fue la primera derrota, cuando los zotziles y tukuchés los vencieron
con sus flechas y sus escudos.
De esta manera fue el incendio del pueblo por la gente en unión de Quicab. Luego
entraron en consulta allí misma en la ciudad. Primero recogió Quicab los huesos
de su padre allí en Cohà. En seguida trasladaron y juntaron los pueblos
conquistados, cuyos nombres son: Cumatz, Tuhal Vinac, Bahay, Teitol, el gran
pueblo del rey de Zakulew, el pueblo de Chimekenyá, Selahub, que habían
quemado antiguamente Ab Chiyú y Ah Chi Cakix, Halic y Tabanal. Estos son los
nombres de los pueblos que conquistaron los zotziles y tukuchés" (Ibidem: 145).
Los Cakchiqueles fueron pueblos dedicados con exclusividad al ejercicio de las
armas desde el principio de la conquista quiché (Recinos 1,950). Fueron pues sus
méritos los que les permitieron engrandecerse y asentarse muy cerca de
Gumarcaah en CHLAVAR, pues servían como soldados a la defensa del Señorio
Quiché (Recinos 1,957: 161).
Su presencia sin embargo, no era grata a los herederos del Señorio Quiché, a los
hijos del Ahpop Quikab. Estos ambicionaron en forma anticipada el poder real y
codiciaron las piedras preciosas, los esclavos y la gente de su padre; por ello se
amotinaron y encabezaron una lucha cruenta contra su padre. Pero para poder
llevar a cabo sus intentos, tenían que destruir primero al principal baluarte del
Ahpop, a los Cakchiqueles (Recinos 1,950: 93). La rebelión creció: Y los
Cakchiqueles, antes de entrar en combate, aconsejados por Quikab, abandonaron
el sitio de Chiavar y fueron a fortificarse sobre el monte Ratzamut en IXIMCHE,
donde constituyeron su SEÑORÍO (Ibídem: 100). Lo hasta aquí planteado es lo
que se deduce de una narración Cakchiquel -Memorial de Sololá-. El cronista
Ximénez supone, al respecto, que fue la ambición de mandar la que los hizo
emigrar (Ximénez 1,965: 59). Tal afirmación viene a complementar el
planteamiento anterior porque indica que los hijos del Ahpop renfan razones
suficientes para envidiar y desconfiar de los Cakchiqueles. Y aún más sabemos
que los Cakchiqueles desde Iximché emprendieron en forma inmediata serie de
conquistas.
Los Cakchiqueles sometieron, en efecto, a muchos pueblos pokomanes y de la
costa sur (Recinos 1,950: 103). Mantuvieran a la vez una prolongada lucha contra
el Señorío de los Tzutuhiles (Ibídem: 80) y especialmente contra el de los Quichés
(Recinos 1,957: 133-149). Motivadas todas estas contiendas par el ansia de
controlar las regiones más pobladas y ricas.
El engrandecimiento obligó a los Cakchiqueles a fortificar su centro de poder en
Iximché para defenderse no solamente de sus enemigos principales -los Quichés y
Tzutuhiles- sino también de una de sus parcialidades, la de los Akajales, y sobre
todo de los pueblos que explotaban.
De la gran invasión tolteca, tres grupos fueron los que lograron concretizar sus
conquistas en Señoríos. Los primeros fueron los Quichés, después los
Cakchiqueles y Tzutuiles. Los tres a fines del siglo XV, eran grandes enemigos y
vivían en continuas luchas porque esa era la única forma de sostener y mantener
la base de su señorío: la explotación tributaria de comunidades agrarias.
EL FINAL DE LOS SEÑORÍOS QUICHÉS
Antes de la llegada de los castellanos a Guatemala, existían en el Altiplano tres
Señoríos Indígenas en contiendas continuas ya con los pueblos que explotaban o
ya entre ellos mismos al tratar de quitarse unos a otros los pueblos tributarios.
Tal situación no sólo fue favorable, sino que fue aprovechada por los castellanos
para conquistar con facilidad estos Señoríos, reduciéndolos primeramente a la
esclavitud y después al trabajo servil.
Estas luchas, lejos de lo que parece a primera vista por los documentos, no fue
encaminada contra las masas indígenas que Vivian dispersas por montes y
barrancas, sino contra los que habitaban centros urbanos. La lucha, por lo mismo,
fue más bien entre las soldadescas que habitaban los poblados- “únicamente
partieron los hombres de la ciudad” dice el Memorial de Sololá (Recinos 1,950:
125)- y los castellanos, auxiliados estos últimos por indígenas tlaxcaltecas. La
población de la mayoría de las comunidades agrarias, al principio, estuvo
propiamente al margen. Su lucha y oposición comenzó hasta que sobre ellas
recayó no sólo la explotación de sus antiguos dominadores, sino que también la
de los nuevos conquistadores.
Las minorías que dominaban los Señoríos Quichés muy difícilmente pudieron
haber puesto resistencia a la soldadesca castellana, ya que ésta por un lado venía
mejor armada, y además los Señoríos no gozaban de respaldo popular ni de
unidad interna. De hecho, desde los primeros enfrentamientos una de las ramas
componentes del Señorío Quiché –los NIHAIB- no sólo se sometieron sino que se
prestaron a colaborar con los castellanos para vencer a los CAVEK Gumarcaah
(Recinos 1,957: 88, 91-92; Gall 1,963: 29). Después de pasada la conquista, la
Audiencia premió esta acción con el reconocimiento del Señorío de
Momostenango (Recinos 1,957; 96-105).
Por si fuera poco la división que se daba dentro del mismo Señorío Quiché, el
conflicto que tenían con los otros señoríos vino a debilitarlos más.
Los Cakchiqueles, por ejemplo, enviaron gente armada para ayuda a los
castellanos en la matanza de los Quichés (Recinos 1,950; 125). Son" los
Cakchiqueles, a la vez los que contribuyen a que los españoles someta: a los
Tzutuhiles y a los de panatacat -Escuintla ayudándoles a destruir sus moradas y
colaborando en las grandes matanzas (Ibídem 12, 127).
Los Cakchiqueles, posteriormente, son los que tienen que huir de los, Castellanos
que los acosaban con la ayuda de los quichés.
Los Señoríos Indígenas del Altiplano Guatemalteco en poco tiempo fueron
vencidos por los Castellanos (1525-1530). Entonces comenzó el verdadero terror
cuando los castellanos empezaron a esclavizar, herrando a los naturales, y
obligándolos a entregarles y extraerles oro de los ríos (Ibídem: 128, 133-134)",
Los primeros años de lo que fue el Reino de Guatemala se caracterizaron por la
acción de los castellanos de esclavizar a los naturales. Tal situación era caótica
porque sólo significaba el enriquecimiento de unos pocos y la disminución
creciente de los naturales, Por ello la Corona tuvo que intervenir, imponiendo para
el Reino de Guatemala, toda una estructuración política -la AUDIENCIA. Esta dio
inicio a sus actividades liberando a los nativos de la esclavitud, pero
sometiéndolos al trabajo y tributo servil a favor de los castellanos (Ibídem: 135,
140). Empezó a estructurarse así en Guatemala el sistema de servidumbre que
habría de perdurar hasta muy entrado el siglo XX.
Con la conquista hispana las relaciones de poder prehispánico terminaron, pero no
del todo. Fueron acogidas en la nueva estructuración, ya que lo que interesaba a
los Castellanos era un mecanismo de control. Para ello permitieron que se
conservara la subordinación que las Comunidad agrarias -los maseguales- habían
tenido hacia sus “Señores”, los antiguos cacicazgos y los sistemas de parentesco-
parcialidades. Esto último les sirvió enormemente con la formación de los barrios
de los "PUEBLOS DE INDIOS” (Ver en Crespo 1,968. Título Cagcoh y Título
Sacapulas). Una vez formados los “pueblos de indios”, a los conquistadores sólo
les basto controlar a los “señores” y “principales” indígenas a través de Cabildos y
sobre todo de la Iglesia -Cofradías-.
Antes de que se formasen los “pueblos de indios” se había ya procedido a
“doctrinar” los naturales (Recinos 1,950: 140). Y ya en los pueblos organizados,
los Curas tenían que ver en todos los aspectos principales de la vida municipal.
Por ejemplo en el control de la nueva forma de trabajo (REPARTIMIENTO) y
tributo servil (ENCOMIENDA) eran los Curatos los que proveían la principal
información con sus registros de bautismos, matrimonios y defunciones; lo mismo
se puede decir de las fechas para el pago del tributo que era en las fiestas de San
Juan y Navidad (AGI: Guatemala 128). Su poder llegaba aun a poder castigar y
cambiar a las autoridades de un pueblo.
Las autoridades del cabildo -alcaldes y regidores- y los “principales” no tuvieron en
el nuevo sistema más función que la de ser sumisos servidores de los castellanos,
ya que estaban sujetos a un estricto control por parte de los Justicias Mayores y
de los Curas, Tales cambios señalan la implantación de-una nueva estructura
social por haber variado fundamentalmente las antiguas relaciones tributarias.
Estos cambios respondieron en el fondo al cambio que se hizo en lo relativo a la
tenencia de la tierra. De hecho a las Comunidades agrarias de naturales se les
saca de sus montes y barrancas para concentrarlos en poblados. Con ello
desapareció la libertad que disponían antes para trabajar las tierras en que vivían.
Desde entonces tuvieron que trabajar en las tierras ejidales de los poblados o en
tierras pedidas en alquiler a sus “principales” o a castellanos para poder producir
no sólo lo que les era indispensable para subsistir, sino que sobre todo el tributo
que debían pagar al Común del Pueblo y al Encomendero (Recinos 1,950; 153,
185, 196).

La reducción de los naturales a poblados fue una política que hizo aflorar el
verdadero sentido de la forma de tenencia de la tierra prehispánica. La tierra con
la conquista comenzó, en efecto, a tener dueños directos –no indirectos como era
antes-, El reconocimiento de cacicazgos por parte de la Audiencia no significó otra
cosa que el de adjudicarles en propiedad a la antigua clase dominante parte de la
tierra que había estado bajo su jurisdicción cuando sus Señoríos.
La conquista hispana en Guatemala vino a ser más benigna con la mayoría de los
sectores dominantes prehispánicos que lo que ellos habían sido cuando
conquistaron el Altiplano, La mayor parte de ellos, en efecto, conservaron sus
antiguos privilegios y llegaron a constituir la ARISTOCRACIA NATIVA que,
fundiendo sus intereses con los de la ARISTOCRACIA CRIOLLA, prosiguió
dedicada a la explotación de la mayoría de los naturales.
CONCLUSIÓN
Hemos tratado de explicar, a lo largo de esta exposición cómo el surgimiento de
los SEÑORÍOS QUICHÉS no fue otra cosa que el establecimiento estructuras
despótico tributarias.
Los datos que hemos manejado así lo indican. La unidad dialéctica campo-ciudad
nos mostró en el fondo la relación entre comunidades agrarias y teocracias
militares urbanas, en la que los primeros constituyeron la base y la posibilidad de
ser de los segundos.
Con la conquista castellana tal unidad dialéctica se transforma al implantarse
predominantemente, por un lado, la propiedad privada de la tierra -
disminuyéndose consecuentemente las tierras para el común de las gentes-, y por
otro al establecerse la obligación de los naturales –exceptuando a los
“principales”- a trabajar en las tierras de los nuevos poseedores, La relación ya no
fue entonces TRIBUTARIA sino SERVIL. Los SEÑORÍOS QUICHÉS desaparecen
y se inicia en el proceso histórico del país “LA PATRIA DEL CRIOLLO”.

º
CAPITULO V
TÍTULOS JURÍDICOS DE LACOLONIZACIÓN EN AMÉRICA
Richard Koneteke
La expansión portuguesa y española en ultramar se atuvo, en lo tocante a la toma
de posesión de las islas y tierras recién descubiertas, a las concepciones jurídicas
derivadas del derecho romano y del canónico, convertidas en derecho
consuetudinario general de la tardía Edad media. Ese engrandecimiento encontró
inicialmente su fundamentación jurídica en la idea de la Reconquista que era
concebida como restauración del poder cristiano sobre la tierra y la gente de la
Península Ibérica. La expansión de los reinos cristianos en África del Norte, que al
igual que las grandes extensiones de la Península Ibérica había sido conquistada
por el Islam, pasaba por ser una prosecución natural de la Reconquista. Los
monarcas castellanos sostenían que los reinos de Fez, Tremecén y Marruecos
habían pertenecido largo tiempo a los reyes visigodos, cuyo heredero era Pelayo,
el primer soberano del reconquistado reino de Asturias, cuyos descendientes, a su
vez, fueron los reyes de Castilla y León.
Parte del reino visigótico del norte de África se consideraba que eran los
archipiélagos situados frente a él, y en particular las Islas Canarias. Había
alcanzado difusión general entre la población andaluza la idea de que la conquista
de las Canarias competía a la corona de Castilla, ya que las islas se encontraban
en las inmediaciones de la zona del continente africano que había pertenecido a
Rodrigo, el último rey visigodo. De modo que un primer título jurídico para las
adquisiciones ultramarinas de Castilla lo ofrecía un movimiento medieval
irredentista, la aspiración de reunificar todos los territorios que otrora integraban la
monarquía de los antiguos españoles.
Portugal, que procuraba impedir la ocupación castellana de África del Norte y que
asimismo reivindicaba las islas Canarias, aducía la situación geográfica de esos
parajes en la proximidad de las costas lusitanas y su compromiso de guerrear
contra los infieles, merced al cual justificaba la conquista de Ceuta y de otras
plazas fuertes marroquíes por los portugueses.
Al proseguir los descubridores su penetración en el espacio Atlántico de África
Occidental, ya no pudieron utilizar la idea de la restauración de un señorío anterior
o la proximidad geográfica como fundamentaciones jurídicas de su toma de
posesión de territorios ultramarinos. Afloraba ocasionalmente, por cierto, la
fantástica idea de suponer un vieja derecho hereditario de la corona de Castilla
sobre el Nuevo Mundo. El cronista, Gonzalo Fernández de Oviedo intentó
demostrar que Colón había, descubierto el país de las Hespérides. Así como las
ciudades y países tomaban su nombre de sus soberanos, esas comarcas, argüía
Oviedo, se denominaban así por Héspero, el duodécimo rey de la vieja España,
quien en viaje de cuarenta días hacia occidente había alcanzado las "Indias
Hespérides”. Esta había acontecido hace tres mil ciento noventa y tres años,
aseveraba Oviedo en 1535, Dios devolvía ahora a España, con tan viejos títulos y
luego de tantos siglos, esos reinos. El Consejo de Indias hizo saber, que mucho le
complacería que Oviedo aportara las pruebas de que las Indias Occidentales
habían sido una antiquísima posesión española.
Como la historia no proporciona títulos jurídicos valederos sobre posesiones
ultramarinas más distantes, las naciones de Europa Occidental que habían
ralizado los descubrimientos se esforzaron por obtener el reconocimiento de
principios jurídicos generales, en los cuales sustentar de manera ajustada a
derecho, sus pretenciones en pugna. En el caso de descubrimiento de islas
deshabitadas, como los Azores y el archipiélago de Madeira, coincidía la práctica y
la concepción jurídica en que tales islas, en su condición de res nuilius,
pertenecían a quien las descubriera y ocupara. La prioridad temporal del
descubrimiento proporcionaba en este caso el mejor título jurídico.
No obstante, los más de los países e islas recién descubiertos estaban habitados.
¿Qué títulos jurídicos podían esgrimir los europeos para establecer su dominación
sobre esos territorios de ultramar?
Los viajes de exploración de los siglos XIV y XV respondían a una difundida tesis
jurídica de la época, según la cual era licito apropiarse de los países recién
descubiertos que pertenecían a príncipes conciencia jurídica del hombre medieval
estaba in Como cristiano, creía tener un mejor derecho de Con la progresión de
los descubrimientos, entró en contacto con numerosas poblaciones no cristianas
que no practicaban ninguna religión revelada, a diferencia de los judíos y
mahometanos.
La actitud de los cristianos ante esos paganos dependía de ciertas circunstancias.
Podía tratarse de reinos poderosos, bien organizados, como el imperio mongol del
Gran Khan, del cual especialmente Marco Polo había difundido la fama. A este
soberano y a otros potentados de la India. Cristóbal Colón debía entregarles
cartas de recomendación de la real pareja española, en las que se expresaban
sentimientos de amistad.
Completamente distinto fue el comportamiento de los exploradores europeos ante
los primitivos aborígenes de las islas Canarias o del África tropical. Los guanches
y negros demostraban la existencia de infieles que vivían al margen de la
civilización y parecían hallarse privados de un ordenamiento jurídico y estatal
racional. Los europeos no tuvieron escrúpulo alguno en despojar y esclavizar a
esos habitantes. a quienes negaban personalidad jurídica, y tuvieron por justo
conquistar y dominar tales países paganos. Colón estaba persuadido que las islas
que había descubierto y ocupado en su viaje a Occidente pertenecían a los Reyes
Católicos con igual título que los dominios hereditarios deja corona. Según la
opinión vulgar de la época, los exploradores y conquistadores europeos tenían un
derecho posesorio incuestionable sobre el Nuevo Mundo.
Sin embargo, el derecho a ejercer la autoridad sobre las tierras recién
descubiertas no se siguió aceptando como el poder del más fuerte y superior, sino
que prontamente preocupó a la conciencia legal europea y suscitó acaloradas
controversias jurídicas, en las cuales debían desarrollarse los principios de una
comunidad universal regida por el derecho de gentes. Surgieron con ello nuevas
ideas que contradecían los intereses políticos y económicos de los imperios
coloniales español y portugués y que, más adelante, prestarían una valiosa ayuda
a los pueblos coloniales en su lucha por la independencia.
Por de pronto, los portugueses hicieron confirmar mediante bulas papales sus
derechos sobre los descubrimientos en África Occidental. De esta suerte para
impedir legalmente las expediciones de marinos andaluces la Guinea, obtuvieron
la bula de Nicolás V, en 1455, la autorización de conquistar las países de los
infieles desde el cabo Bojador y Num hasta Guinea incluida en su totalidad, y de
esclavizar a sus habitantes y despojarlos de sus pertenencias. Á quien penetrara
sin autorización en estos dominios la corona lusitana, se le amenazaba con la
excomunión. La intervención de la Iglesia en las querellas relativas a los
descubrimientos de ultramar se fundaba, según el Papa, en su responsabilidad por
la conversión que ya había sido emprendida por los portugueses en las zonas de
exploración y conquista que les cayeron en suerte.
Aunque los Reyes Católicos sostenían que Colón había tomado: posesión
legalmente de las islas por él descubiertas, en nombre de ellos y aunque los
jurisconsultos de la corte no consideraban necesaria ningún fundamentación
adicional de los títulos reales, desde el principio los monarcas españoles
solicitaran, para los descubrimientos en las Indias; Occidentales, bulas del Papa
similares a las que la corona portuguesa lograra para su zona de exploraciones en
África Occidental. En cinco bulas del año 1493 el papa Alejandro VI satisfizo esos
deseos. Otorgó a los Reyes. Católicos, sobre las islas y países adquiridos por
ellos en el océano, la "plena y libre y omnímoda potestad, autoridad y jurisdicción”,
y con ello los mismos derechos de soberanía Tac el papa Nicolás Y atribuyera a
los portugueses en la región de África Occidental.
Con estos documentos los españoles pudieron respaldar eficazmente sus
pretensiones de soberanía, alejar a los marinos extranjeros de su zona de
influencia y rebatir la concepción lusitana según la cual las islas descubiertas por
Colón en el Atlántico pertenecerían a la zona de exploración africana adjudicada
por la bula papal de 1455 a la corona de Portugal. De esta manera habíase
logrado una base para las negociaciones con el rey portugués. En realidad, en el
tratado hispano-lusitano de Tordesillas (1,494) se logró establecer una solución de
compromiso. Según esta, se dividía el Océano Atlántico, por un meridiano que
corría a 370 millas náuticas al oeste de las islas de Cabo Verde, en una zona de
exploración portuguesa y una española, con lo cual Portugal aseguraba sus
pretensiones sobre una parte del Nuevo Mundo, Brasil.
El primer descubrimiento y toma de posesión, la concesión papal y el tratado entre
las dos potencias ocupantes, España y Portugal, constituía los primitivos títulos
jurídicos de los asentamientos coloniales europeos en ultramar. No interesaba la
opinión o el derecho de la población indígena, tal como en las guerras europeas
de conquista no se tenía en cuenta la que pensaran los habitantes de un territorio
acerca del cambio forzado de príncipe reinante.
En su totalidad, esos tres principios jurídicos tomados de la Edad Media y a los
que se recurrió para fundamentar la expansión colonial portuguesa) española
fueran objeto en lo sucesivo de vivos ataques. Se impugnó la validez del primer
descubrimiento cuando a éste no lo seguía inmediatamente u toma efectiva de
posesión, por medio del establecimiento de una colonia. Los españoles y
portugueses, no obstante, al principio por lo general, y habían contentado con una
ocupación simbólica. Los marinos grababan inscripciones en algunos árboles o
levantaban cruces de madera. En subsiguientes exploraciones de las costas
africanas, los reyes de Portugal hicieron colocar estelas de piedra con el escudo e
inscripciones que pregonaban los derechos de soberanía a que aspiraba la
corona. Conforme a estas pautas, los españoles y portugueses también en el
Nuevo Mundo erigieron cruces de madera y de piedra cuando desembarcaban en
una isla recién descubierta. Ceremonias simbólicas acompañaban el acto formal
de la toma de posesión. Tras el desembarco en la isla de Guanahaní, Cristóbal
Colón desplegó la bandera real y dos lábaros, formuló ante testigos las
declaraciones pertinentes e hizo que un escribano levantara acta de todo ello. Se
simbolizaba también el cambio de posesión, por parte del jefe expedicionario,
cortando ramas con la espada o haciendo incisiones en un árbol, tomando un
puñado de tierra, bebiendo agua o practicando usos análogos, conservados de la
vida jurídica romana y germánica. Los indios que asistían a tal acto jurídico como
espectadores curiosos, desempeñaban el papel de comparsas y observaban, sin
comprenderlo, un ritual decisivo para su libertad y su vida.
Pero este sistema de ocupación y dominación, derivado del hecho del primer
descubrimiento, chocó desde muy pronto con una crítica creciente. Precisamente
porque hacía caso omiso de la voluntad de los aborígenes y no los consultaba en
absoluto. Esta crítica emanaba de teólogos españoles que recurrían a la tesis de
la escolástica medieval, y en particular de Tomás de Aquino, para desarrollar a
partir de ellas los principios que debían determinar el comportamiento de los
europeos en sus encuentros con los hombres del Nuevo Mundo. Según Tomás, la
formación de estados Locos de la razón natural, y por ello también era legítimo el
poder estatal file los príncipes paganos. Igualmente, para él, el derecho de
propiedad se da en el orden natural, y por ello también era legítimo el poder
estatal de los príncipes paganos. Igualmente, para él, el derecho de propiedad h
funda en el orden natural. Por tanto, deducían los escolásticos tardíos en España,
como el derecho natural es válido para todos los pueblos, los pobladores europeos
no debían desposeer a los indios de su autoridad sus posesiones. Francisco de
Vitoria impugnó la tesis de que el primer descubrimiento concediera un derecho de
propiedad sobre países habitados. Teólogos posteriores también consideraron que
ese título jurídico carecía de valor. El dominico Bartolomé de las Casas combatió
ese error con singular apasionamiento. Demostraban ignorancia y obcecación los
consejeros Reales al estimar “que, porque los Reyes de Castilla descubrieron por
medio del Almirante Colón aquestas Indias, tenían ya derecho para por paz a por
guerra, por mal o por bien, por tuerza o por grado, las gentes y señoríos de ellas
sojuzgallas y señoreallas, como si fueran las tierras de África”.
La escolástica española tardía impugnaba asimismo la donación papal como título
válido para la instauración del dominio colonial europeo. Blas bulas de los Papas,
que otorgaban a los príncipes cristianos derechos de posesión sobre los
descubrimientos ultramarinos, se fundamentaban teóricamente en las ideas del
dominio mundial papal, según las cuales el Pontífice gozaba también de un poder
directo sobre los asuntos seculares y de soberanía sobre todos los pueblos
paganos. Los juristas de la corona española recurrían a esta doctrina de la
omnipotencia papal para defender las pretensiones legales de España sobre las
Indias Occidentales, De las bulas papales de 1,493, Palacios Rubio dedujo que la
soberanía que el Pontífice había poseído sobre los paganos del Nuevo Mundo
desde la venida de Jesucristo pasaba ahora a los monarcas de España.
Pero ahora los teólogos españoles ponían en tela de juicio la validez jurídica de
las bulas papales, en lo que respecta a la legitimidad del dominio hispánico en el
Nuevo Mundo, Se remitían en ese punto a Tomás de Aquino, según el cual Cristo
no había querido ser un príncipe terrestre. De ahí infería este escolástico que
tampoco el Papa poseía derechos seculares de soberanía y por tanto, carecía de
toda autoridad sobre los paganos. Los príncipes paganos eran autoridades tan
legítimas como los monarcas cristianos, pues su poder derivaba del derecho
natural, ante el cual todos los hombres son iguales. Fundándose en esta doctrina
de Santo Tomás, el cardenal italiano Cayetano —que desde 1,508 era general de
la orden dominica y había enviado los primeros misioneros dominicos al Nuevo
Mundo trazó pocos años después del descubrimiento de las Indias Occidentales
los límites de la injerencia papal en los países de infieles. Dominicos como Las
Casas y Francisco de Vitoria negaron que Alejandro VI pudiera transferir a España
el poder secular sobre los descubrimientos en el Nuevo Mundo. El Papa no podía
agraciar a nadie con países y señoríos. Esto se convirtió en tesis de la escolástica
española tardía. Ello no obstante, los reyes españoles siempre consideraron que
la donación papal era el fundamento jurídico más importante de su imperio
americano. Poner en tela de juicio la validez de esa donación, manifestó el jurista
y miembro del Consejo de Indias Juan de Solórzano, era “querer dudar de la
grandeza y potestad del que reconocemos por Pite-Dios en la tierra”:
Particularmente los franceses, ingleses y holandeses, que no querían que seles
cerrara el acceso a las riquezas del Nuevo Mundo, impugnaron la validez que,
según el derecho de gentes, pudiera tener el tratado hispano-portugués, por el
cual las dos primeras naciones descubridoras se habían repartido el Nuevo Mundo
mediante el trazado de líneas demarcatorias. Á la fijación de esferas nacionales y
exclusivas de intereses en ultramar, contraponían las demás potencias marítimas
nacientes de Europa Occidental el principio de a libertad de los mares y del libre
comercio mundial.
Para los contemporáneos, empero, el fundamento más convincente de a toma de
posesión del Nuevo Mundo por parte de los europeos llegó a ser a misión entre los
infieles. El descubrimiento y la conquista de América por parte de los españoles,
desempeñaba un papel en la historia de la redención al ofrecer la posibilidad de
anunciar a los indios el mensaje evangélico, Era opinión general entre españoles y
portugueses que la difusión del cristianismo constituía una obra grata a los ojos de
Dios y que el descubrimiento de regiones del mundo desconocidas hasta entonces
estaba previsto en el plan divino de la redención. Cortés escribió a Carlos V que
Dios, Nuestro Señor, había hecho descubrir esas nuevas tierras por los reyes
españoles porque quería propagar la fe cristiana entre los aborígenes bárbaros. La
unidad entre la historia de la redención y la historia mundial podía demostrarse
aún más eficazmente cuando era factible invocar la autoridad del Papa. Incluso
aquellos que negaban el poder secular del Pontífice e impugnaban su derecho a
disponer de los países paganos, coincidían en que el Papa, como cabeza
espiritual de la Iglesia, tenía el derecho de dirigir este derecho —el de traer los
paganos al cristianismo y proteger la predicación de la doctrina cristiana un
príncipe cristiano. Según esta interpretación, las bulas papales de 1,493 no eran
otra cosa que el encargo de tal misión a los Reyes Católicos, con respecto a las
descubiertas Indias Occidentales. Esta función espiritual, aceptada en esos
momentos por los monarcas españoles, tenía, sin embargo, importantes
repercusiones políticas. Como enseñaba Francisco de Vitoria, el Papa, que había
encomendado a los españoles la realización de esa obra misional en sus
descubrimientos, podía excluir a las demás naciones europeas de una
participación en aquella, a fin de evitar perniciosas reyertas entre los príncipes
cristianos. El dominico Bartolomé de Canaliza, quien más tarde sería arzobispo de
Toledo, argüía además que se debía reconocer y amparar la religión cristiana.
Según Las Casas, a los reyes de Castilla debía tocarles en suerte la dignidad y
corona imperiales en América como indemnización por el celo puesto en la
conversión de los infieles. Era justo y lícito que el Papa hubiera convertido al
monarca hispano en emperador y patrono de los príncipes vernáculos de los
indios.
Ahora bien, ¿la misión entro los infieles legitimaba también la conquista armada de
los países pagarlos? Los conquistadores del Nuevo Mundo pudieron creerlo y
considerarse a sí mismos como precursores de los misioneros que vendrían
después. Teólogos contemporáneos, asimismo, defendieron y fundamentaron esta
concepción. El escocés Juan el Mayor, profesor de teología en la Universidad de
París, fue el primero que, en un opúsculo del año 1,510, procuró legitimarla
conquista del Nuevo Mundo. El príncipe cristiano, enseñaba, tiene la obligación de
propagar el culto del Dios verdadero, y esto se vuelve más fácil si penetra en los
países de los infieles, depone a sus príncipes y en lugar de éstos instituye
autoridades cristianas. Para cubrir los costos ocasionados por la misión entre los
infieles, sería conveniente y estaría justificado que el rey de España se apoderara
de los países de los indios. Pero si los caudillos autóctonos se convertían al
cristianismo, debían conservar su autoridad. Surgió la concepción según la cual el
sometimiento de los indios por la fuerza de las armas era imprescindible para
predicarles más fácilmente y con mayor éxito los Evangelios. En particular el
jurista y humanista Juan Ginés de Sepúlveda; precisamente por esta razón,
justificó la guerra que realizaban los españoles contra los indios, aunque no se
deseaba una conversión forzosa de esos aborígenes.
Según Vitoria y otros escolásticos españoles tardíos, la libre prédica es un
derecho natural y divino. Luego, si un príncipe pagano impedía la conversión de
sus súbditos o perseguía a los conversos cristianos, los españoles podían
guerrear contra esa autoridad tiránica y deponerla. El dominico Domingo de Soto
enseñó que cualquier príncipe cristiano podía intervenir bélicamente si en un
Estado pagano se impedía a algunos ciudadanos adoptar la fe cristiana. Tal
derecho de intervención para la defensa de inocentes, motivado por el amor
cristiano al prójimo, podía constituir una legitimación del dominio español en
América.
Los derechos de soberanía estatal, que se derivaban del compromiso de llevar a
cabo la misión entre los infieles, reconocían su origen en la autoridad papal, a la
que incumbía legalmente inmiscuirse en todo lo que guardara relación con el
provecho espiritual ele los hombres. La toma de posesión de las tierras
descubiertas en ultramar, empero, también podía legitimarse fundándose en el
imperio universal. Al conquistar los españoles el continente americano, su príncipe
reinante era el emperador Carlos V. Los conquistadores se presentaban como
súbditos de este poderoso emperador y exigían a los príncipes de la conversión de
los infieles. Era justo y lícito que el Papa hubiera convertido al monarca hispano en
emperador + patrono de los príncipes vernáculos de los indios.*
Ahora bien, ¿la misión entre los infieles legitimaba también la conquista armada de
los países paganos? Los conquistadores del Nuevo Mundo pudieron creerlo y
considerarse a sí mismos como precursores de los misioneros que vendrían
después. Teólogos contemporáneos, asimismo, defendieron y fundamentaron esta
concepción. El escocés Juan el Mayor, profesor de teología en la Universidad de
París, fue el primero que, en un opúsculo del año 1,510, procuró legitimar la
conquista del Nuevo Mundo. El príncipe cristiano, enseñaba, tiene la obligación de
propagar el culto del Dios verdadero, y esto se vuelve más fácil si penetra en los
países de los infieles, depone a sus príncipes y en lugar de éstos instituye
autoridades cristianas. Para cubrir los costos ocasionados por la misión entre los
infieles, sería conveniente y estaría justificado que el rey de España se apoderara
de los países de los indios. Pero si los caudillos autóctonos se convertían al
cristianismo, debían conservar su autoridad. Surgió la concepción según la cual el
sometimiento de los indios por la fuerza de las armas era imprescindible para
predicarles más fácilmente y con mayor éxito los evangelios. En particular el jurista
y humanista Juan Ginés de Sepúlveda, precisamente por esta razón, justificó la
guerra que realizaban los españoles contra los indios, aunque no se deseaba una
conversión forzosa de esos aborígenes.
Según Vitoria y otros escolásticos españoles tardíos, la libre prédica “s un derecho
natural y divino, Luego, si un príncipe pagano impedía la conversión de sus
súbditos o perseguía a los conversos cristianos, lo, españoles podían guerrear
contra esa autoridad tiránica y deponerla. El dominico Domingo de Soto enseñó
que cualquier príncipe cristiano podía intervenir bélicamente si en un estado
pagano se impedía a algunos ciudadanos adoptar la fe cristiana. Tal derecho de
intervención para la defensa de inocentes, motivado por el amor cristiano al
prójimo, podía constituir una legitimación del dominio español en América.
Los derechos de soberanía estatal, que se derivaban del compromiso de llevar a
cabo la misión entre los infieles, reconocían su origen en la autoridad papal, a la
que incumbía legalmente inmiscuirse en todo lo que guardara relación con el
provecho espiritual de los hombres. La toma de posesión de las tierras
descubiertas en ultramar, empero, también podía legitimarse fundándose en el
imperio universal. Al conquistar los españoles el continente americano, su príncipe
reinante era el emperador Carlos V. Los conquistadores se presentaban como
súbditos de coste poderoso emperador y exigían a los príncipes de los indígenas
que se sometieran a tal soberano universal. 1 Hernán Cortés quiso llevar a cabo
las cosas de tal manera que “20 le quedará a vuestra excelsitud Carlos V más que
hacer para ser monarca del mundo”. La idea imperial universalista de la Edad
Media podía utilizarse como legitimación teórica del imperio de los españoles en
ultramar, tal como procuró hacerlo en 1,525 el jurista Miguel de Ulcurrum en su
libro Catholicun opus imperiale regiminis rnundi, dedicado a Carlos V. En su
opinión, el jus gentium3 postulaba una integración de los reinos en una comunidad
internacional. He ahí por qué, merced al consenso de todos los pueblos, el
emperador había sido instaurado como soberano universal, sobre creyentes e
infieles, y por qué, asimismo, la justicia, la paz y la dicha de la sociedad humans
exigían más que nunca la monarquía universal. Si los paganos se negaban a
reconocer la soberanía ecuménica del emperador, era menester tratarlos como
rebeldes.
No obstante, la escolástica española tardía rechazó en su teoría del Estado la idea
del imperio universal y se pronunció por la soberanía de los Estados nacionales.
Según Vitoria, el emperador no es el señor de todo el globo terrestre, Según
Carranza, nunca ha habido un monarca del mundo entero, ni podría un solo
soberano regir todo el orbe. La Tierra, sostiene Melchor Cano, es demasiado
dispar como para ser gobernada como una unidad. “No conviene a los antípodas
nuestra industria y forma política”. Los escolásticos aducían que la tenencia del
título imperial no legitimaba ninguna intervención política de los europeos en el
Nuevo Mundo. La conquista no podía justificarse por la presunta soberanía
universal del emperador.
Se intentó, por lo demás, impugnar los derechos de soberanía que reñían los
príncipes aborígenes. El virrey del Perú, Francisco de Toledo, hizo redactar las
Informaciones acerca del señorío y gobierno de los indios para investigar,
mediante interrogatorios a los indígenas, las tradiciones históricas del imperio
incaico. Del conocimiento de la historia se desprendía que los incas nunca
poseyeron su señorío por herencia o elección, sino que lo habían instaurado por la
fuerza de las armas. Por ende los españoles, al tomar posesión del imperio
incaico, no hicieron más que deponer a invasores extranjeros y potentados
tiránicos. Según escribiera el virrey Toledo en una carta de 1,572 a Felipe Il, junto
a la cual le enviaba las “Informaciones”; lo primero que se deducía de todo ello era
que Vuestra Majestad es legítimo señor de estos reinos”.
La legitimidad de la dominación española sobre las comarcas descubiertas se
aceptaba sin discusión cuando los aborígenes se sometían y aceptaban
voluntariamente la soberanía de los reyes españoles. España, aseguraban aún los
teólogos más principistas y rigurosos, puede tomar posesión de reinos indígenas
si los habitantes o su gran mayoría desean ser súbditos de la monarquía
hispánica. La premisa es, con todo, que estamos aquí ante un libre acuerdo de
sumisión. La forma en que Hernán Cortés provocó la abdicación de Moctezuma y
su cesión voluntaria” del reino a la corona de España, y la reiteración de tales
prácticas por otros conquistadores, muestran ciertamente, que a menudo sólo se
trataba de preservar las formas exteriores de la legalidad.
Objeto de viva controversia fue la tesis de que la misión civilizadora del hombre
blanco en las tierras de ultramar le daba derecho a instaurar una dominación
colonial sobre los pueblos primitivos. Sepúlveda, en particular, afirmaba esto y lo
fundamentaba en la Política de Aristóteles, según el cual los hombres bárbaros e
incultos habían nacido para servir a los dotados de razón. Los pueblos civilizados
debían enseñorearse de los salvajes y primitivos. Por consiguiente, concluía
Sepúlveda, los europeos debían subyugar a los hombres del Nuevo Mundo,
pertenecientes a estadios culturales inferiores. El humanista español añadía a ello
la tesis de que los valerosos y cultivados españoles constituían un pueblo elegido
y superior, apto para tener entre sus manos el destino del mundo, Los españoles
ejercían con pleno derecho la soberanía sobre los bárbaros de América.
Esta legitimación nacionalista de las conquistas hispánicas en ultramar llevó a
pintar con los colores más sombríos la índole y costumbres de los indios. Los
aborígenes del Nuevo Mundo no sólo se hallan privados de cultura, sino que viven
como bestias salvajes. Practican una absurda idolatría, sacrifican a sus dioses
víctimas humanas y comen la carne de sus semejantes. Desconocen la
honestidad y cl pudor y son afectos a la embriaguez y la sodomía. Se discutía,
incluso, que fueran seres racionales, se les caracterizaba como animales que
hablaban.

Diversos teólogos de la tardía Edad Media, como el arzobispo de Armagh, Richard


Fitzralph, afirmaban que sólo el hombre es dueño de las cosas terrenales, por
cuanto ha sido creado a imagen de Dios. Si carece de razón -esto es, del
fundamento de su semejanza con Dios-, cesa de ejercer un poder legítimo sobre
sus semejantes y sus bienes, aun cuando tenga el nombre de rey o príncipe. En
estas circunstancias, se justificaban las guerras de conquista de los españoles con
América. El jurista y licenciado Gregorio López, que de 1,543 a 1,556 fue miembro
del Consejo de las Indias, mantuvo la concepción de que los pecados de los indios
contra Dios y la naturaleza proporcionaban un título jurídico para la conquista de
América. En caso necesario, los reyes de España podían forzar a los habitantes
del Nuevo Mundo, por medio de la guerra, a que vivieran en conformidad con el
derecho natural. Con ello se fundamentaba moralmente un imperialismo al servicio
de la civilización.
Esta discriminación de la raza india bien pronto suscitó protestas y dio motivo a
agitadas polémicas sobre la naturaleza humana de los indígenas americanos.
Misioneros y teólogos llevaron la voz cantante en esta controversia. El padre
Antonio de Montesinos, en su sermón de Adviento de 1,511, procuró despertar la
conciencia de los colonos de Santo Domingo al preguntarles acerca de los indios:
“Estos.
¿no son hombres?, ¿no tienen animas racionales?” un celoso misionero
dominico, Bernardino de Minayo, viajó a Roma para informar al Papa de que a los
indios se les consideraba animales salvajes, y otro dominico, el obispo de
Tlaxcala, Julián Garcés, refutó en un escrito el argumento de aquellos que
negaban a los indios, por su incultura y barbarie, la condición de seres racionales.
Fundándose en ello, el papa Pablo IM proclamó en una bula del año 1,537 que los
indios eran hombres verdaderos y que podían disponer libremente de sí mismos y
de sus propiedades.
Los escolásticos españoles tardíos sostuvieron esa misma concepción. Francisco
de Vitoria enseñó que los indios eran hombres, por salvajes y bárbaros que
fueran, y que, por consiguiente, antes de la llegada de los españoles se hallaban
en posesión legítima de sus países y dominios. España, deducía el célebre jurista
de la Universidad de Salamanca Diego de Covarrubias, en 1,548 no tenía derecho
alguno, basado en su civilización superior, a declarar la guerra a los indios y
someterlos a su dominación. De igual suerte afirmaba el discípulo predilecto de
Vitoria, Melchor Cano, que la superioridad cultural no concede ningún derecho de
soberanía. Cano llegó incluso a plantear el problema de si la introducción del
ordenamiento social de los españoles no resultaría dañina para tales pueblos
rezagados. De todos modos, la intención de educar humanamente a los indios y
gobernarlos con justicia, no daba ningún derecho a conquistar sus países. El
civilizar a los indígenas, esto es, el insertarlos en la cultura cristiano-occidental, no
podía reconocerse como una legitimación del colonialismo europeo. A lo sumo se
podía admitir un protectorado temporal sobre los pueblos primitivos, del mismo
modo que los niños necesitan que se les oriente y ampare hasta que son mayores.
Una vez eliminada la barbarie entre los indios y establecido entre ellos la paz y el
orden, se les debía devolver la libertad plena.
Los escolásticos españoles procuraron, finalmente, fundamentar los títulos
jurídicos auténticos e incontrovertibles de la dominación española en América
sobre los nuevos principios de un derecho válido para todas las naciones, del jus
gentíum. Desarrollaron, mientras los descubridores europeos establecían las
comunicaciones con los habitantes de las partes más lejanas de la Tierra, el
concepto de una comunidad mundial que abarcara el género humano en su
totalidad. Todos los pueblos y reinos constituían una unidad. El orbe entero era
una república. El jus gentium requería, luego, que todos los pueblos mantuvieran
relaciones recíprocas, Los españoles, pues, deducía Francisco de Vitoria, tenían
derecho de trasladarse a los países allende el océano, asentarse y comerciar allí,
en la medida en que con ello no se les infligiera daño alguno a los aborígenes. La
libertad general de circulación y residencia y el tráfico comercial sin trabas
constituyen derechos humanos fundamentales. Ahora bien: si los indios
estorbaban a los españoles en el ejercicio de estos derechos y no prestaban oídos
a las benévolas amonestaciones que se les hacía, podía forzárseles, por medio de
las armas y de la ocupación de su país, a que observaran el jus Gentium.
Ciertamente, Vitoria contradecía este principio cuando pretendía excluir de la
colonización y el comercio en América a todas las demás naciones, lo que él
fundamentaba en la ejecución expedita de la misión entre los infieles
encomendada por el Papa, y también en la constancia de que los reyes
españoles, por su iniciativa y a sus costas, habían descubierto el Nuevo Mundo,
Vitoria, pues, depende también la pretensión española a un monopolio comercial y
político en América. El interés nacional anula de nuevo la validez universal del jus
gentium.
Del principio de la fraternidad general de los hombres se hacía derivar un título
jurídico adicional en favor del imperio colonial español. El teólogo dominico Juan
de la Peña se ocupó, en las lecciones que explicara en la Universidad de
Salamanca de 1,560 a 1,563, de la conquista española de América y sostuvo la
tesis de que, en salvaguardia de los derechos fundamentales de la persona
humana, todo Estado podía intervenir en otro para defender a los inocentes y
vengar los delitos contra la humanidad. Tal ayuda, prestada a semejantes en
peligro, podía legitimar la guerra de os españoles contra los indios y la ocupación
del territorio de éstos por los primeros.
La discusión en torno a los títulos jurídicos falsos y auténticos del imperio español
en América —tal como se desarrolló por parte de calificados teólogos y
canonistas, en las universidades y en el colegio del convento dominico de San
Esteban, en Salamanca encontró un vivo eco en el público. El apasionado
criticismo acerca de la legitimidad de la dominación colonial española fue a los
ojos de emperador Carlos V tan “perjudicial y escandaloso” que, en una carta del
10 de noviembre de 1,539. Le encomendó al prior de San Esteban que prohibiera
todos los debates y sermones de los miembros de la orden sobre ese tema e
hiciera confiscar y entregar todos los escritos relativos al mismo. Empero, los
teólogos y mojes reprendidos no se redujeron al silencio. Las Casas pudo
atreverse, ante una comisión convocada por Carlos V en 1,542 y en presencia de
éste, a sostener que las conquistas españolas en el Nuevo Mundo eran
“invasiones violentas de crueles tiranos, condenadas no sólo por la ley de Dios,
pero por todas las leyes humanas”. El sacerdote dominico reclamó que se tuvieran
por nulas todas las conquistas realizadas hasta entonces por los españoles en
América y que se restituyeran los territorios ocupados a sus señores naturales, los
anteriores soberanos autóctonos. Según una tradición posterior, el emperador
habría experimentado entonces tales cargos de conciencia que quiso devolver los
reinos del Perú a sus príncipes incaicos, pero con seguridad se trata tan sólo de
rumores que cundieron en Perú y que no han sido confirmados por ningún
documento contemporáneo.
Estas discusiones, en las que incluso hubo españoles que criticaron € impugnaron
las bases jurídicas de su dominación colonial, mal podrían llevar a pensar
seriamente en un abandono de las posesiones de ultramar pero hicieron que el
gobierno español diera a nuevas expediciones el carácter de empresas guiadas
por el carácter del amor pacífico y cristiano al prójimo. Las ordenanzas de 1,573
sustituyen expresamente la palabra conquista por pacificación. Al deducirse de los
valores morales los derechos de dominación colonial, deducción que influyó en
alto grado sobre la legislación colonial española, surgía por el mismo hecho el
compromiso de tratar humanamente a los indígenas.
CAPITULO VI
EL REQUERIMIENTO
Resultado inmediato de lo planteado por Fray Antonio de Montesinos sobre la
Gusta guerra”, fueron los tratados de Palacios Rubios y de Paz y como
consecuencia de estos tratados vino la formulación del Requerimiento en 1.513.
Lewis Hanke lo llama “un documento extraordinario”. En este documento se
“requería” a los indios que aceptaran la fe cristiana y reconocieran la autoridad del
papa y del monarca español; si no lo hacían así podrían ser atacados con toda
justificación. Por supuesto, el documento se leía en español (se asegura que hubo
veces que se leyó en latín, en muchas oportunidades desde las naves o ante
poblados vacíos).
En realidad, resultó un verdadero subterfugio legal para dar base a las exigencias
del legalismo de la época. Así, dice Lewis Hanke: “El documento incorpora teorías
mantenidas en aquel tiempo como válidas por algunos españoles muy bien
situados, incluyendo a los dominicos de la corte, y la facilidad con que los teóricos
realistas acallaron la conciencia del rey con el Requerimiento conduce a pensar lo
diferente que habría sido la conquista si no hubieran surgido agresivos campeones
de los indios para combatir las ideas de los que ignoraban los derechos de los
indios”*
El documento se usó en forma regular hasta que casi se finalizaron las conquistas.
Con el tiempo se exigió que se usaran intérpretes y que efectivamente se viera
que los indígenas escucharan y entendieran lo que se decía.
Existen varias versiones del Requerimiento, pero en general todas mantienen lo
esencial. A continuación presentamos una versión usada en 1,533 la forma y
orden que se ha de tener en el requerimiento que de parte de su Majestad se ha
de hacer a los Indios Caribes, alzados de la provincia del Perú, es el siguiente:
De parte del Il Emperador y Rey don Carlos, y de Doña Juana su madre. Reyes de
Castilla de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña
de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaen de los Alomes de Algecira, de
Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias islas e tierra firme del mar Océano,
Condes de Barcelona, Señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas, y de
Neopatria, Condes de Ruyselló y de Cerdeña, Marqueses de Oristan, y de
Gociano, Archiduque de Austria, Duques de Borgoña, y de Bravante, Condes de
Flandes y de Tirol, Domadores de las gentes bárbaras.
Sus criados os notificamos y hacemos saber cómo mejor podemos, que Dios
Nuestro Señor vino y eterno, crio el cielo y la tierra, e un hombre e una muger, de
quien nos e vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son decédietés e
procreados, e todos los q' después de nofotros vinieré, mas por la muchedubre de
la generación que destos ha salido desde cinco mil y más años q el mundo fue
criado, fue necessario q' los nos hombres fuesen por una parte e otros por otra y
se dividiessen por muchos reynos e provincias q en una sola no se podían
sostener y conservar.
De todas estas gétes Dios nfo Señor dío cargo a uno, q fue llamado S. Pedro, para
q d todos los hombres del mundo fuesse señor, y superiora quién todos
ohedcciessen, e fue cabe ca de todo el linage humano, quier q/ los hóbres
viviessen en qualquier ley seta o créecia, y cioje todo el mundo por su reyno e
juridición, y como quier que el mando poner su silla en Roma, como en lugar mas
aparejado para regir el mundo, mas también le permitió que pudiesse estar y
poner su silla en cualquiera otra parte del mundo, e juzgar e governar a todas las
gentes, Christianos, Moros, judíos, Gentiles, o de cualquiera otra seta o creencia
que fuere, a este llamaron Papa, porq quiere dezir, admirable, mayot, padre, e
governador de todos los hombres.
A este San Pedro obedecieron e tomaron por señor Rey y superior del universo
los q! en aquel tiempo vivian, y ansi mismo há tenido a todos los otros que
después del Lucró al pontificado eligidos, e ansise ha continuado hasta agora e
continuara hasta q" el múdo se acabe.
Vno de los Pontífices passados que en lugar dente sucedió en aquella dignidad v
silla que he dicho, como señor del mundo hizo donación destas islas y tierra firme
del mar Octano a los dichos rey y reyma e asus sucessores en estos reynos, con
todo lo que en ellas ay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello
passaron según dicho es, q' podréis ver si quisieredes: ansi que sus magestades
son reyes y señores destas islas e tierra firme por virtud de la dicha donación, y
como a tales reyes y señores algunas islas mas y casi todas a quien esto ha sido
notificado, han recibido a sus Magestades, y los han obedecido, y servido y sirven
como súbditos lo deven hacer, e con buena voluntad, y sin ninguna resistencia,
luego sin dilación como fueron informados de los suso dichos, obedecieron e
recebieron los Varones religiosos que sus altezas les cambiavan para que les
predicasten y enseñassen nuestra santa Fé, y todos ellos de su libre agradable
voluntad, Sin premia ni condición alguna se tornaron Christianos, e lo son, y sus
Magestades los recibieron alegre y benignamente, y assi los mandaron tratar
como a los otros súbditos e vasallos, e vosotros sois renudos y obligados a hacer
lo mismo.
Por ende como mejor podemos vos rogamos y requerimos que entendáis bien
esto que os hemos dicho, e toméis para entenderlo e deliberar sobre ello el tiempo
que fuere justo, y reconozcáis a la Yglesia por señora y superiora del Universo
mundo, y al Summo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Emperador y
Reyna doña Juana nuestros señores en su lugar como a superiores e señores e
reyes de essas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación e consintais e
deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo suso dicho.
Si ansi lo hizieredes haréis bien, e aquello que sois tenudos y obligados, y sus
altezas e nos en su mombre vos recebiremos có todo amor y caridad, e vos
dexaremos vuestras mujeres e hijos e hazien das libres e sin servidumbre, para
que delta e de vosotros hagáis libremente lo que quisieredes y por bien tuvieredes,
y nos vos compelerá a que vos tornéis "hristianos, salvo si vosotros informados de
la verdad os quisieredes convertir a muestra santa Fe católica, como lo há hecho
casi todos los vezinos de las otras islas, y allende esto sus Magestades os
concederán privilegios y exenciones, e vos liarán muchas mercedes.
Y si no lo hizieredes o en cello maliciosamente dilación pusieredes;

cercificoos q' cón el ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente cótra


vosotros, e vos haremos guerra por todas las partes e maneras que pudieremos. e
vos sugetaremos al yugo e obediécia de la yglesia e de sus Magestades, e
tomaremos vuestras personas e de vuestras mugeres e hijos e los haremos
esclavos, e como tales los véderemos e dispornemos dellos como sus
Magestades nadaré, e vos tomaremos víos bienes, e vos haremos todos los males
e daños que pudiéremos, como a vasallos q! no obedecé ni quieré recibir su
señor, y le resisté a contradiz y protestamos q las muertes y daños que ello
ferecrecieren sea a vuestra culpa e no de sus Magestades, ni nuestra, ni destos
cavalleros que con nosotros viené, y de como lo dezimos y requerimos pedimos al
presente escrivano que nos lo de por testimonio signado, y a los presentes
rogamos q” dello seá testigos. Señalada del Code, Doctor Beltran. Licéciado
Carbajal. Licéciado Bernal. Licéciado Mercado de Peñalosa. Esta se despacho
para el Marques Don Francisco Pizarro el ocho de marzo de mil y quinientos y
treinta y tres años, quando se embio provisión para que pidiesse continuar la
conquista y población de las provincias del Perú.

ESPAÑA EN EL SIGLO XVI


Ciudades principales a mediados del siglo XVI, Atendiendo a la población, la más
importante de Castilla era Sevilla, que duplicó su censo entre 1,530 y 1,591,
pasando de 45.395 a 90.000 habitantes; le seguía Toledo que pasaría de 31.930 a
54.665 vecinos; y Valladolid, Córdoba, Jaén y Segovia. Madrid [me de 4,060
habitantes en 1,530 a 37,501) al terminar la centuria, lo que ya la situaba de entre
las ciudades castellanas. Poblaciones importantes fueron Baeza, Ubeda, Alcalá,
Toro, Medina del Campo, Medina de Rioseco, Alcázar de San Juan, Talavera,
Ciudad Rodrigo, etc. En el Reino de Aragón ocupaba lugar destacado Valencia,
que tenia entre 60,000 y 70,000 habitantes -y era, por tanto, la segunda del
conjunto nacional, después de Sevilla-; le seguía Barcelona que rondaba los
40,000, Zaragoza con alrededor de 25,000, y Palma de Mallorca con 17,000
habitantes.
CAPITULO VII
LA COLONIZACION DE AMERICA EN EL CONTEXTO DE LA EXPANSION
COMERCIAL
1. COMERCIO Y COLONIZACION
La colonización de América constituye una consecuencia —probablemente de
la mayor importancia y complejidad—, de la expansión marítima y comercial
europea. Como proceso de la conquista y la colonización resultaron de la
asociación estrecha entre intereses privados (desde el aventurero hasta el que
financiaba las expediciones) e intereses públicos (las monarguías nacionales).
Es fácil explicar las razones de la vinculación: la necesidad de movilizar
recursos importantes; los grandes riesgos implicados en la expansión marítima,
la ocupación y la defensa de las colonias; la ausencia (por lo menos al
principio) de formas de organización de las empresas que permitieran
concentrar los enormes recursos exigidos y hacer frente a los riesgos exigidos
y hacer tiente a los riesgos mencionados, Y hay que destacar que esta
asociación de intereses fue importante aún con los casos en que el Estado
delegó el control de las operaciones a compañías monopolistas privilegiadas
cuya constitución y actividades vigilaba tanto como podía.
La vinculación entre intereses privados y públicos ayuda a entender el
fenómeno colonial en dos aspectos básicos: los “premios” y “remuneraciones”
que el Estado otorga a los colonizadores privados bajo la forma de apropiación
de recursos naturales y de mano de obra; la política comercial, fiscal y
administrativa aplicada en las colonias.
En toda la etapa de estructuración de los Imperios Coloniales, en el siglo XVI.
La acción de la Corona oscila entre dos extremos que a la postre es imposible
conciliar: la plena satisfacción de los intereses privados y el asegurar al Estado
un aprovechamiento y control estricto de las riquezas derivadas de la
colonización.
Las políticas comercial y colonial se volvieron por consiguiente un elemento
esencial en la acción de los Estados modernos, hecho éste que debe ser
analizado en una perspectiva internacional de dura competencia, de políticas
de poder y hegemonía. Por esto, la historia de la colonización del siglo XVI al
XVIII, es inseparable de un contexto europeo muy complejo. Importa pues
tomar en cuenta constantemente un gran número de factores cuya importancia
explicativa es fundamental: el contenido social del Estado; la sucesión de las
fases coyunturales, positivas y negativas; el poderío militar (y principalmente
naval) de los diferentes Estados; la posición social y política de la burguesía
mercantil en cada caso; etc. Estos factores —y muchos otros que no citaremos
definen no solamente relaciones de fuerzas que interesan a la evolución de las
áreas metropolitanas, a las rivalidades y conflictos comerciales y coloniales
entre las potencias europeas, sino que condicionan igualmente la historia
interna de las colonias, y frecuentemente llegan a determinarla.
Las relaciones Metrópoli-Colonia estuvieron regidas por un sistema llamado
impropiamente “pacto colonial”, que se traduce esencialmente en el monopolio
del comercio colonial por la metrópoli. Los precios de los productos importados
y exportados por las colonias eran controlados por un grupo de mercaderes
metropolitanos que ejercían un poder de oligopolio y oligopsonio en cuanto a la
comercialización y abastecimiento de las áreas coloniales, y que acumulaban
capitales gracias a dicha situación.
El Estado resultaba beneficiado desde un punto de vista fiscal, por estas
relaciones y orientaban las estructuras económicas coloniales a una estricta
complementariedad con respecto a las estructuras económicas metropolitanas.
Es evidente, en la práctica, el rigor del monopolio o pacto colonial fue
compensado o disminuido por un importante comercio ilícito, por la piratería y
por la presión de los intereses radicados en la colonia. Estos últimos cuando
las colonias se volvían importantes y su comercio se tornaba una pieza
esencial de la vida económica metropolitana, podían eventualmente hacerse
escuchar por la administración central.
La colonización de América se orientó esencialmente hacia la constitución de
sistemas productivos destinados a abastecer el mercado europeo con metales
preciosos y productos tropicales (alimentos de lujo, materias primas). Se
crearon diversos núcleos exportadores, y a su alrededor se articularon en
seguida otras zonas productivas, subsidiarias secundarias o marginales (por
ejemplo las áreas de ganadería extensivas, las zonas de latifundio
relativamente cerrados - resultantes con frecuencia de la declinación de un
ciclo exportador-, etc.),
Visto desde el ángulo económico, el hecho colonial significó para las colonias
de América:
1. Una economía deformada desde un principio, debido a la hipertrofia de
ciertos sectores productivos ligados a la exportación, los cuales constituían
el centro de la atracción de la metrópolis el eje de la vida colonial misma;
los sectores ligados al abastecimiento del mercado colonial eran, al revés,
absolutamente despreciados, y las actividades que hacían competencia a
algún interés metropolitano eran prohibidas (con mayor o menor éxito
según los casos).

2. El status de zonas periféricas y dependientes que sufrían en forma directa y


pesada la consecuencia de los cambios de tendencia que ocurrían en el
mercado mundial, debido al carácter unilateral, deformado y volcado hacia
afuera de sus economías, las que además carecían de la flexibilidad que
les hubiera permitido adaptarse rápidamente a situaciones nuevas.

3. Como ya mencionarnos, una organización comercial favorable a las


metrópolis y no a las colonias: los productos coloniales eran mantenidos a
precios relativamente bajos (lo que ayuda a explicar las formas serviles y
semi-serviles de trabajo en América; los productos vendidos a las colonias
eran caros y frecuentemente malos.
2. UNA TIPOLOGIA DE LAS SOCIEDADES COLONIALES
En este punto las opciones son varias y dependen, naturalmente, de los
criterios que se consideran más relevantes o explicativos para efectuar la
clasificación. Podríamos construir tipologías:
1. Según las potencias colonizadoras: se hará entonces la diferencia entre los
imperios coloniales de Portugal, Francia, España, Inglaterra y Holanda en
América. Se trata del criterio más débil; aunque ciertas diferencias
importantes resultaban de los distintos niveles de evolución social,
económica y financiera de las potencias metropolitanas, como de su mayor
o menor poder militar y su aparato burocrático, si tomamos el Brasil
azucarero (colonia portugués) y las Antillas francesas e inglesas
productoras de azúcar, tendremos colonias esclavistas y azucareras
esencialmente similares entre si aunque colonizadas por tres países
europeos diferentes.

2. Según el grado de vinculación al mercado mundial: hemos visto que: las


distinciones entre núcleos exportadores que producen metales preciosos y
productos tropicales para venderlos en Europa, zonas subsidiarias volcadas
hacia el mercado local o intercolonial (el área ganadera de Brasil,
complemento de la zona azucarera; la producción de trigo en Chile para
venderlo a las minas peruanas, etc.), y en zonas relativamente marginales
(como la Amazonia, o como Costa Rica en el caso de Centroamérica);
tienen su importancia. Pero tampoco este criterio puede conducir a
tipologías realmente explicativas, por basarse en la circulación y no en la
esfera de la producción y la estructura social.

3. Según los tipos de producción: (que a su vez dependen en medida


considerable de los datos geográficos y de los recursos naturales, variables
de una zona a otra en América). Tendremos tomando en cada caso sólo el
sector productivo más importante colonias mineras México, Perú y Alto
Perú, la zona minera del interior del Brasil en el siglo XVIII), colonias
exportadoras de productos tropicales (el Brasil agrícola, México tropical,
Guatemala y El Salvador, las Antillas, las Guayanas, parte de “Venezuela y
Colombia), colonias productoras de alimentos para los mismos mercados
de América Chile, Nueva Inglaterra -que además tuvo un desarrollo
manufacturero importante desde la época colonial), las zonas ganaderas
del Brasil y México, etc.), Con este criterio ya podemos percibir diferencias
más importantes, dado que los tipos de producción tienen gran influencia
sobre el nivel técnico, la organización social, etc.

4. Según la cuestión de la mano de obra y el carácter de la colonización: En la


época precolombina, podemos distinguir una zona nuclear de poblamiento
indígena (comprendiendo las áreas Mesoamericana y Andina, la única que
contenía grandes concentraciones demográficas y un nivel agrícola
relativamente desarrollado; y el resto del continente, con un poblamiento
poco denso de recolectores, cazadores y agricultores primitivos. En la zona
nuclear, la colonización se basó en la explotación de las comunidades
indígenas, parcialmente desposeídas de sus tierras y obligadas a trabajos
forzados a través de procedimientos diversos (tributos, encomiendas, mita,
cuatequil, yanaconazgo, etc.); aunque la esclavitud negra no estuvo
ausente del todo, las sociedades resultantes fueron sobre todo euro
indígenas (México, Perú, Guatemala, etc.). En el resto del continente,
podemos distinguir dos alternativas principales: 1) allí donde las
condiciones naturales permitían el desarrollo de cultivos tropicales de
exportación, tras la desposesión de los grupos indígenas, que fueron
expulsados, esclavizados y diezmados, la importación masiva de esclavos
africanos llevó a la constitución de sociedades principalmente euroafricanas
(Sur de los futuros Estados Unidos, Brasil, Antillas, Guayanas, porciones de
América Española continental); 2) donde las condiciones naturales se
aproximaban a la de las zonas templadas de Europa, tras la conquista y la
desposesión de los grupos indígenas, se constituyeron colonias de
poblamiento a partir de una inmigración europea más o Menos importante,
y surgieron las que P Armillas llama sociedades curo americanas (Nueva
Inglaterra, Canadá y -ya en el siglo XIX la zona pampeana argentina y
uruguaya). Claro está que esta tipología -tal vez lo mejor sobre todo si la
combinamos con la anterior-, admite casos intermedios o especiales (como
el de Chile, transformado por la fuerte resistencia araucana en verdadera
“frontera militar” durante siglos, o en zonas de tránsito, como Panamá).
Estas cuatro clasificaciones nos ayudan a comparar y a explicar el funcionamiento
de las economías y las sociedades coloniales de América en los siglos XVT al
XVII. Conviene destacar, sin embargo, que la colonización inglesa en Nueva
Inglaterra asumió formas y dio resultados muy diferentes.
En efecto, mientras que las colonias esclavistas del sur se desarrollaron según
patrones coloniales típicos, las colonias del centro y sobre todo las del noreste
(Nueva Inglaterra) constituyeron un caso aparte, único en América colonial. Se
trata de una zona templada que contó con una fuerte corriente de inmigración
proveniente de Europa, en función de las luchas políticas y religiosas de los
Tiempos Modernos; estos colonos traían frecuentemente fortunas considerables, y
dieron nacimiento a una sociedad agrícola, productora de cereales, con un
mercado interno bastante desarrollado. Las manufacturas y la producción de
barcos, en parte incentivada por lo misma metrópoli (debido a las riquezas
forestales de las colonias del centro salía mucho más barato producir en América
los buques), tuvieron temprano desarrollo.
¿Cómo fue posible una evolución tan distinta del resto del continente, un
desarrollo tan poco “colonial” en su esencia?. Sin duda debido a las crisis
metropolitanas durante el periodo de la colonización (siglo XVII). Los intentos de
Inglaterra, durante el siglo XVIIL, por transformar los futuros Estados Unidos en
una serie de colonias conforme al patrón mercantilista del pacto colonial no
tuvieron éxito duradero. y condujeron a la independencia de las colonias del centro
y de Nueva Inglaterra, que en el proceso arrastraron a los esclavistas del sur
(1779-1783).
Desde antes de la independencia, sin embargo, las colonias inglesas del norte y
del centro, participaban activamente en el comercio atlántico, gracias a su flota y a
su precoz desarrollo agrícola y manufacturero, a través de un comercio triangular
que permitía grandes beneficios a los norteamericanos y que puede ser
sintetizado así: 1) las colonias de Nueva Inglaterra y del centro vendían a las
Indias Occidentales (Antillas inglesas y francesas, Guayanas) productos
manufacturados europeos, pescado, cereales, carne, madera, y recibían en
cambio dinero y melaza; 2) la melaza era transformada en ron en la Nueva
Inglaterra, y éste exportado hacia África, a cambio de esclavos negros; 3) los
esclavos negros eran vendidos en las Indias Occidentales y en las colonias
inglesas del sur de Norteamérica, cerrando asi el triángulo Norteamérica-Antillas-
África.
El desarrollo capitalista autónomo de los Estados Unidos en el siglo XIX no resulta
pues, como a menudo se repite, de las “ventajas de la colonización británica”, sino
de la estructuración, desde el comienzo, de una sociedad no colonial. El caso de
Nueva Inglaterra constituye, desde todo punto de vista que se examine, una
excepción. Y la comparación es todavía más concluyente si se efectúa con
respecto al mismo sur de los Estados Unidos o a las antillas inglesas
dependientes de la misma potencia colonizadora.
3. POLITICA COLONIZADORA Y FORMAS DE COLONIZACION EN
HISPANOAMERICA
Es posible distinguir dos etapas diferentes en la colonización española; el periodo
1,492-1,518 centrado en las Antillas y caracterizado por toda suerte de ensayos; el
periodo 1,519-1,570, de conquista y colonización del Continente que culmina con
la organización de los Virreinatos de Nueva España y del Perú, la redefinición de
la población indígena a partir de las Leyes Nuevas (1,542:1,548), y “el despegue”
de las minas del Potosí.
Obviamente este segundo período es el que más interesa para comprender los
caracteres de la colonización Hispanoamérica.
El patrón de poblamiento español, derivado en gran parte de experiencia de la
Reconquista Ibérica constituyó básicamente en fundación de una serie de
ciudades, penetrando a lo largo y a lo ancho del Continente conquistado. Estos
asentamientos urbanos-blanco salpicados de valles y llanuras, estuarios y bahías,
constituían ei espíritu dorsal del sistema administrativo y militar, y canalizaban la
actividades económicas que proporcionaban la mayor riqueza. Después de las
Leyes Nuevas, el patrón urbano fue extendido a los indios obligados a organizarse
en pueblos y reducciones se aplicó, con éxito duradero en las zonas de población
indígena relativamente densas. El asentamiento urbano respondía, como patrón
de poblamiento, tanto a los hábitos españoles de vida, como a los interese;
estatales de control administrativo y fiscal.
La asociación, en el proceso de colonización, de intereses privados y públicos,
implicó que las riquezas encontradas se repartieran siguiendo las pautas de un
sistema de “premios” o recompensas cuya distribución era en principio potestad de
la Corona. Dentro de este marco general, y de variadas coyunturas y situaciones
de hecho, se fueron repartiendo las riquezas básicas: los indios, las minas de oro
y de plata, las tierras.
Los derechos sobre la mano de obra indígena fueron objeto de encendidas
polémicas —demasiado conocidas para ser señaladas aquí—que condujeron, en
la década de 1,540, a definir una política indígena centrada en la encomienda de
tributos y el repartimiento de indios y que resultaba de un intento de reconciliación
entre los abusos de la primera época, el exterminio rápido de la población
indígena y los intereses de la Corona.
Las minas eran adjudicadas a empresarios privados, reservándose el Estado de la
recaudación del quinto del metal extraído, en el momento de la fundición.

Las tierras fueron entregadas a la propiedad privada de españoles gratuitamente


(mercedes), o bien mediante el pago de dinero (composiciones) se procedió a
legalizar la ocupación de hecho. Pero también se mantuvieron formas colectivas
de propiedad, para los pueblos españoles y para los pueblos indios (ejidos, tierras
comunales).
La política colonizadora buscó, por todos los medios, impedir la formación de una
nobleza indiana poderosa. El objetivo se logró a medias: si la Corona impidió que
la adjudicación de mano de obra implicara simultáneamente poderes judiciales y
administrativos, o que cl reparto de tierras conllevara el de indios, no consiguió
impedir la concentración de las propiedades rurales en pocas manos, y en medio
de la catástrofe demográfica resultó difícil aplicar estrictamente la legislación. La
burocracia colonial tomó también, pese al complicado sistema de controles
participación de hecho en la distribución de riquezas. Como resultado de todo
esto, la importancia de sectores terratenientes fue en aumento, al punto de
convertirse, en los siglos XVII y XVII, connotados cada vez más por el sentimiento
criollo en un grupo social particularmente fuerte y definido. Por todo esto, el
reajuste imperial de la política colonial conocido como “Reformas Borbónicas” no
estará lejos de desatar un mundo de tensiones y de problemas cada vez más
agudos.
En la política comercial el sistema español se caracterizó por una aplicación
extrema de los principios mercantilistas: régimen de puerto único, sistema de
flotas, prohibición del comercio intercolonial, burocracia para el control comercial,
con la Casa de Contratación como organismo central. Sin embargo, la debilidad
creciente de España en el plano económico y naval, hizo que los beneficios del
sistema escaparan, en buena parte a la Metrópoli, tanto por su dependencia
económica frente a los países más avanzados de Europa Occidental como a
través de subterfugios como el asiento y el navío de registro, cuando no por el
contrabando, el fraude y la piratería.
CAPITULO VIII
BASES JURIDICAS DE LA COLONIZACION ESPAÑOLA EN AMERICA
A. EL DERECHO CASTELLANO, LAS PRIMITIVAS COSTUMBRES JURÍDICAS
DE LOS INDIOS ABORIGENES Y EL DERECHO PROPIAMENTE INDIANO.
Es sabido que al tiempo de producirse los descubrimientos colombinos existía en
España, desde el punto de vista político, una unidad dinástica, pero no una unidad
nacional.
Á pesar del matrimonio contraído por Isabel de Castilla y Fernando de Aragón,
seguían estos viejos reinos peninsulares manteniendo cada uno de ellos su propia
personalidad política y administrativa. En tierras de Castilla, continuaban
rigiéndose según las normas jurídicas peculiares del derecho castellano. En los
viejos Estados que integraban la Corona de Aragón, se mantenía igualmente la
vigencia de sus derechos particulares: aragonés, catalán, valenciano y mallorquín.
Navarra, incorporada pronto al reino aragonés, conservaba en aquellos años,
dentro de la Península, su condición de Estado soberano e independiente.
Estas circunstancias, unidas al hecho de que Isabel, la que patrocinase los
proyectos descubridores de Colón, explican históricamente que los territorios de
las que se llamaron Indias Occidentales quedaran incorporados políticamente a la
Corona de Castilla, y que fuera el derecho castellano” y no los otros derechos
españoles península el que se proyectase desde España sobre estas comarcas
del Nuevo Mundo, modelando originalmente la vida de sus instituciones.
Para este Nuevo Mundo, de contenido tan vasto y tan complejo presentaba
características geográficas, raciales, sociales y económicas: muy diversas. Tan
pronto como se superó la primera etapa insular de l: colonización y los españoles
se adentraron en tierra continental - "Tierra Firme-, tuvieron que enfrentarse con
los aborígenes de estas comarcas. Muchos de los cuales vivían dentro de fuertes
organizaciones políticas -recordemos, como ejemplos más destacados, los viejos
imperios de los aztecas de México, de los Incas del Perú-, cuyas organizaciones,
pasado el fragor de la conquista, convenía a los hombres del gobierno de España
utilizar, en la medida de lo posible, al servicio de su política colonizadora.
Se decretó, por los monarcas españoles, que se respetase la vigencia de las
primitivas costumbres jurídicas de los aborígenes sometidos, en tanto estas
costumbres no estuvieran en contradicción con los intereses supremos del Estado
colonizador, y por este camino, un nuevo elemento, tl representado por las
costumbres de los indios sometidos, vino a influir la Vida del derecho y de las
instituciones económicas y sociales de los nuevos territorios de Ultramar
incorporados al dominio de España.
Un tercer elemento, que al cabo hubo de prevalecer sobre los doy Anteriormente
indicados, se hace pronto presente en la vida jurídica, socia] y económica de los
territorios coloniales hispanoamericanos. Las exigencias ineludibles del nuevo
ambiente geográfico, económico y social, hicieron Prácticamente inaplicable, en
muchos aspectos, cl viejo derecho castellano Para regir la vida de las nuevas
ciudades coloniales. Hubo necesidad de dictar desde la Metrópoli, y aún por las
propias autoridades coloniales, con aprobación de los monarcas, normas jurídicas
especiales que regulasen los Problemas surgidos a impulsos de una realidad
siempre apremiante y cada Vez más alejada de los viejos módulos peninsulares.
El conjunto de estas normas constituyó lo que se llamó especialmente derecho
indiano.
Este nuevo derecho, o sea el derecho propiamente indiano, presentó pronto como
rasgos más característicos los siguientes:
1. Un casuismo acentuado y, en consecuencia, una gran profusión. No se
intentaron, salvo en contadas ocasiones, amplias construcciones jurídicas
que comprendiesen las distintas esferas del derecho. Se legisló, por el
contrario, sobre cada caso concreto y se trató de generalizar, en la medida
de lo posible, la solución sobre cada caso adoptada.

2. Una tendencia asimiladora y uniformista. Se pretendió desde la Metrópoli,


primero por los monarcas de la casa de Austria, y más todavía por los de la
casa de Borbón, estructurar la vida jurídica de estos territorios con visión
uniformadora y tratando de asimilarlos a las viejas concepciones
peninsulares.

No hay que exagerar, sin embargo, los resultados ni aún los propósitos de
esta política, La realidad se impuso y unas mismas instituciones adquirieron
modalidades diferentes en las distintas comarcas, según el ambiente
geográfico, social y económico en que hubieron de desenvolverse. No
faltan, por otra parte, en la propia legislación, preceptos dictados con una
clara visión realista que admiten la vigencia de las prácticas
consuetudinarias aceptadas en cada lugar.

3. Una gran minuciosidad reglamentista. Los monarcas españoles quisieron


tener en sus manos todos los hilos del gobierno de un mundo tan vasto, tan
complejo y tan lejano. Lo mismo quisieron conocer de los grandes
problemas políticos y económicos que afectaban a todas las Indias o a toda
la demarcación territorial de una Audiencia o un Virreinato, que de
cuestionen pequeñas que interesaba sólo a una ciudad o a un reducido
distrito rural.

Comprendían las dificultades que esto ofrecía, y movidos por la


desconfianza en sus autoridades coloniales, multiplicaron las instrucciones
de gobierno y complicaron extraordinariamente los trámites burocráticos y
administrativos.

4. Un hondo sentido religioso y espiritual. La conversión de los indios a la fe


de Cristo y la defensa de la religión católica en estos territorios fue una de
las precauciones primordiales en la política colonizadora de los monarcas
españoles. Esta actitud se reflejó ampliamente en las llamadas Leyes de
Indias. En buena parte fueron dictadas estas Leyes, más que por juristas y
hombres de gobierno, por moralistas y teólogos. Se acusa en ellas, sobre
todo al abordar el difícil problema del indio, un tono de plausible elevación
moral; pero se desconocen al propio tiempo, o se tratan de soslayar,
ineludibles imperativos económicos y sociales.

Esta es la causa de que se observe, a lo largo de toda la vida jurídica


colonial, un positivo divorcio entre el derecho y el hecho. Una fue la doctrina
declarada en la ley y otra la realidad de la vida social. Se quiso ir
demasiado lejos en el noble afán de defender para el indio un tono de vida
elevado en el orden social y en el orden espiritual, y al dictar, para
protegerle, normas de cumplimiento difícil o imposible, se dio pie, sin
desearlo, para que de hecho prevaleciera en buena parte la arbitrariedad,
quedando cl indio a merced de los españoles encomenderos y de las
autoridades de la colonia.

Este desconocimiento de la realidad, unido a la minuciosidad reglamentista


de los monarcas, señaladas anteriormente, explica también una práctica
política y administrativa que es necesario tener en cuenta para comprender
en su justa verdad histórica, la vida jurídica de los territorios indianos. Con
frecuencia apelaron las autoridades coloniales, frente a Cédulas Reales de
cumplimiento difícil, o en su concepto peligroso, a la socorrida forma de
declarar que se acata pero no se cumple. Recibida la Real Cédula cuya
ejecución no se consideraba pertinente, el virrey, presidente o gobernador,
la colocaba solemnemente sobre su cabeza, en señal de acatamiento y
reverencia, al propio tiempo que declaraba qué su cumplimiento quedaba
en suspenso.

No implica esta medida acto alguno de desobediencia, porque en definitiva


se daba cuenta al Rey de lo acordado para que éste, en última instancia y a
la vista de la nueva información recibida, resolviese. Y si bien es cierto que
al amparo de esta costumbre pudieron cometerse abusos y arbitrariedades
por parte de algunas autoridades, no lo es menos que, gracias a ella, pudo
dotarse al derecho colonial de una cierta flexibilidad que le era muy
necesaria, y que de otro modo no hubiera podido conseguirse dada la
tendencia centralizadora de los monarcas y de sus hombres de gobierno.”

Cerremos, pues estas observaciones, haciendo notar que, frente al derecho


propiamente indiano, el derecho de Castilla sólo tuvo en estos territorios un
carácter supletorio; únicamente a falta de precepto aplicable en la llamada
legislación de Indias, podía acudirse a las viejas fuentes del derecho
castellano peninsular. Advirtamos, sin embargo, que aun siendo esto así,
jugó este derecho castellano un papel preponderante en lo que se refiere a
la organización jurídica de la familia y al derecho de sucesión.”
En cuanto a la influencia positiva que lograron ejercer en la vida de las
instituciones jurídicas coloniales las primitivas costumbres de los indios
aborígenes que no estuvieran en clara contradicción con los principios
básicos del Estado español, es cuestión que no ha sido todavía
suficientemente estudiada. Sabemos, no obstante, que dejaron huella
considerable en orden a la regulación del trabajo, clases sociales, régimen
de la tierra, etcétera, instituciones tan representativas como los cacicazgos,
la mita y otras que examinaremos en cl momento oportuno.

B. CARÁCTER DE LAS EXPEDICIONES DESCUBRIDORAS: EL


ESFUERZO PRIVADO INDIVIDUAL Y LA ACCIÓN OFICIAL DEL,
ESTADO, LAS CAPITULACIONES, POLITICA DE POBLACIÓN: LAS
ORDENANZAS DE 1,573.

Sehadicho, y es una verdad históricamente absolutamente comprobada,


que el descubrimiento, conquista y colonización de América española, fue
una obra eminentemente popular.

Significa esto que en las expediciones descubridoras predominó el esfuerzo


privado, individual, sobre la acción oficial del Estado.

El título jurídico que sirvió de base a toda expedición de descubrimientos o


nueva población fue la capitulación o contrato otorgado entre la Corona o
sus representantes y el jefe de la expedición proyectada. En estas
capitulaciones, que recuerdan por su carácter y contenido las viejas cartas
de población de la Edad Media Castellana, se fijaban los derechos que se
reservaba la Corona en los nuevos territorios a descubrir y las mercedes
concedidas a los distintos participantes en la empresa descubridora. El
estudio de sus cláusulas pone de relieve que sólo en muy contadas
ocasiones -los viajes colombinos, las expediciones de Pedrarías Dávila y la
de Magallanes - participó el Estado directamente en el costeamiento de los
gastos que la expedición originaba. Lo corriente es que todos los gastos
fueran a cargo del individuo que organizaba la expedición, el cual podía ser
al mismo tiempo caudillo militar de la misma, o simplemente su empresario
afianzador.

Esto explica que, en ocasiones, la capitulación se convirtiera en un


verdadero título negociable y era objeto de diversas operaciones jurídicas:
ventas, traspasos, permutas, contratos de sociedad, etc. Fn algunos
historiadores de la conquista -Bernal Díaz del Castillo: Historia de la
conquista de Nueva España—se contienen a este respecto noticias del
mayor interés.
No faltaron voces que denunciaron los vicios graves que se derivaban de
este sistema privado aceptado por los monarcas españoles. Recordemos
entre otros al licenciado Alfonso de Zuazo y al P. Las Casas. A pesar de
ello, el sistema prevaleció y fue sancionado expresamente en las
ordenanzas de Felipe II, de 1,537, y en la Recopilación de Leyes de las
Indias, de 1,680, Pesó más en el ánimo de los reyes de España la
economía de gastos para el Tesoro que este sistema implicaba, que las
dificultades de carácter político y social que al propio tiempo producía.
Las consecuencias jurídicas, Originadas por este sistema
preponderantemente privado, fueron importantes. La fuente primera y
principal del nuevo derecho. en los territorios de nuevo descubrimiento, la
constituyeron las capitulaciones. Tuvo así este derecho, en sus orígenes,
un carácter particularista, porque cada capitulación constituyó el código
fundamental —especie de carta puebla o fuero municipal en el territorio q
su amparo descubierto.

Por otra parte, la necesidad de recompensar con largueza a los particulares


que todo lo ponían y que tanto arriesgaban en estas expediciones
descubridoras, motivó la concesión a los interesados en las mismas de
privilegios extraordinarios de carácter acentuadamente señorial. Se otorgó
el título de Adelantado con un carácter de vitalicio o hereditario al jefe de la
expedición descubridora, se le facilitó para repartir tierras y solares, y en
ocasiones también para hacer repartimientos de indios; se le autorizó para
la erección de fortalezas y para gozar, vitalicia o hereditariamente, de la
tenencia de las mismas; se le permitió la provisión de oficios públicos en las
ciudades de su jurisdicción, y se unieron a éstas otras lucrativas
recompensas de carácter patrimonial.

Fue así como la vieja Edad Media castellana, va superada o en trance de


superación en la Metrópoli, se proyectó y se continué en estos territorios de
las Indias.

Pero a pesar de esta preponderancia del elemento privado en las empresas


descubridoras, la presencia del Estado español se acusa con matices más
o menos acentuados desde los primeros descubrimientos.

No se consideran nunca los nuevos territorios descubiertos como meras


factorías comerciales o depósito de esclavos. "Colón y sus continuadores
obraron siempre en nombre de la Corona de Castilla y con tal carácter
tomaron posesión de las tierras y mares que descubrían.””

No se produjeron desmembraciones de la soberanía en el orden


jurisdiccional: de los fallos dictados por las justicias nombradas por los
descubridores podía apelarse ante los Tribunales del Rey, y esto aún en los
casos de privilegios más excepcionales.

Las cláusulas sobre el buen tratamiento de los indios se intercalaron en los


textos de las capitulaciones tal y como quedaron fijadas en la Real
Provisión del 17 de noviembre de 1,526. También se hicieron constar en los
textos de las capitulaciones los fines espirituales de la conquista, junto con
los fines políticos, con lo cual se acentuó el carácter público de estos
contratos.

Se impuso, poco a poco, en el contenido de las capitulaciones, una


tendencia a la uniformidad y se dictaron normas reales complementarias,
en las que sc acusaba una verdadera política de población que tiene
manifestaciones destacadas en la Real Provisión del 17 de noviembre de
1,526 y en las leyes nuevas de 1,542, y que alcanza su expansión más alta
y sistemática en la célebres ordenanzas de Felipe 11, de 1,573,
incorporadas más tarde a la recopilación del año 1680.'*

Se dispuso que en todas las expediciones figurasen clérigos para el mejor


cumplimiento de los fines espirituales y oficiales reales, para la
administración y defensa de los intereses de la Corona.

Se articuló por juristas y reólogos un cuadro complejo de teorías en trno al


problema del justo título para la penetración española en las Indias, que
culminaron con el famoso Requerimiento de Palacios Rubios, intimidando a
los indios para su sumisión con argumentaciones conceptuosas, que tuvo
en su aplicación manifestaciones trágicas y grotescas.!?

Se articuló igualmente por los juristas un cuadro completo de regalías


inherentes a la Corona en estos territorios, v a su amparo, y a través de
pleitos enconados sostenidos con tenacidad, fueron reivindicando los
fiscales de la Monarquía los atributos esenciales del Estado, según las
viejas concepciones del derecho romano imperantes en la epoca, frente
alos privilegios señoriales excesivos de los primeros descubridores y sus
descendientes.

Y al propio tiempo que esto ocurría, se produjo también una fuerte reacción
popular, en lo que pudiéramos llamar al estado llano de la colonización,
contra el derecho privilegiado de estos descendientes de los primeros
descubridores, que se manifestó en larga serie de pleitos sostenidos contra
ellos por los representantes de consejos y ciudades.

LAS INSTITUCIONES SOCIALES NUCLEOS


OFICIALES PENINSULARES QUE NUTRIERON LAS EXPEDICIONES
DESCUBRIDORAS Y COLONIZADORAS

Los sectores aristocráticos más elevados de la Península adoptaron frente


al hecho sorprendente de los descubrimientos indianos una actitud de
reserva e inhibición. No participaron en las expediciones descubridoras ni
como caudillos ni como empresario. Dificultaron además, el pase a las
Indias de los agricultores, cultivadores de sus tierras, ante el temor de que
éstas quedasen despobladas.

Fueron los segundones fijosdalgos los que en gran parte nutrieron las
expediciones descubridoras. La institución de los »mayorazgos, vigente en
España, había motivado que los hijos no primogénitos de las familias
nobiliarias quedasen en una situación económica difícil, notoriamente
desproporcionada con su posición social. El descubrimiento de América
abrió horizontes amplios a su ambición de labrarse una fortuna propia, que
les permitiese salir rápidamente, aún a costa de los mayores riesgos, del
estado de inferioridad económica en que vivían, y ello les impulsó a
enrolarse en las huestes de la conquista.

Los monarcas españoles se esforzaron por conseguir el pase a las indias


de menestrales y artesanos especializados en determinados oficios, así
como de labradores, cultivadores de las tierras, pero esta política, inspirada
en las acertadas orientaciones económicas, tuvo escasos resultados.”

Por Reales Cédulas de 1,492 v 1,497 quedó autorizada la recluta de


delincuentes para formar parte de las expediciones descubridoras. Estas
disposiciones quedaron abolidas por otra Real Cédula de 11 de abril de
1,505 y no tuvieron, de hecho, importancia mayor.**

En el índice de las personas prohibidas en las expediciones descubridoras


o colonizadoras figuraron: los descendientes de moros o judíos, los herejes
reconciliados o castigados por la Inquisición, los negros ladinos y los
gitanos. No se ha investigado todavía suficientemente el alcance que haya
podido tener el posible divorcio entre el derecho y el hecho en orden al
cumplimiento de estas prohibiciones.

Una última observación a hacer es la de que, pasados los primeros tiempos


de los descubrimientos, se generalizó el sistema de organizar las nuevas
expediciones con los núcleos de pobladores ya radicados en las indias. Con
esto se economizaban gastos, se aprovechaba la experiencia ya adquirida
por estos pobladores en los territorios indianos y se atajaba la disminución
alarmante de la población peninsular. Pero se creó un nuevo problema, la
posible despoblación de ciudades coloniales recién fundadas, al que hubo
necesidad de hacer frente con medidas muy rigurosas.

CAPITULO IX
ORGANISMOS

1. EL REY

A los monarcas españoles se les consideraba señores absolutos de las


nuevas tierras descubiertas, pasando a pertenecerles éstas en calidad de
regalías. Estas eran una “...preeminencia, prerrogativa o excepción
particular y privativa, que en virtud de suprema autoridad y potestad ejerce
cualquier soberano en su reino, o Estado.

Tenía la propiedad sobre todas las provincias conquistadas, a excepción de


las otorgadas a las villas ya los particulares; pero como no podía
beneficiarlas todas directamente, cedió parte de su explotación a sus
vasallos, castellanos principalmente, a través de toda una serie de
concesiones.

Garantizando a cambio de esto, la retribución de una parte de lo obtenido


para el legítimo propietario, el Rey, quien establecía los impuestos que
creyera convenientes; así, se reserva el derecho de otorgar tierras a cambio
de tributo; minas por el pago de un porcentaje que podía ser el diezmo o el
quinto: impuesto sobre los productos que se comerciaban entre sus reinos;
y había productos que tenían un especial interés, como los colorantes y el
azogue, que se constituyeron en monopolio del Rey, asentando éste su
beneficio y comercio con personas de su elección, a cambio también de
una contribución por parte de ellos.”

Todos estos montos entraban a formar parte de sus bienes, al igual que.
«Las penas impuestas a sus oficiales y a sus súbditos por incumplimiento
de las misiones que les encomendaban o por contravención de las
disposiciones vigentes.”
Todo lo recaudado era del Rey, y por consiguiente del real erario, o real
Hacienda, sobre la cual tenía la prerrogativa de fijar los gastos, así como de
disponer sobre todos los fondos que tuviera.

Además, realizaba el nombramiento de quienes se iban a encargar de la


administración de sus bienes en las Indias, de los Oficiales Reales con
carácter permanente; así como la creación de oficios nuevos, siendo el
único que podía modificar el número de ellos.

Establecía el monto de los salarios que éstos iban a percibir, el cual no


podía modificarse, sino por su autorización, así como cualquier gasto de
monto considerable o extraordinario que quisieran llevar a cabo los
funcionarios reales en Indias.

Por lo tanto, dado que los nuevos territorios serían del Rey y que sus
oficiales Reales se encargarían de su control fiscal, se comprende que
éstos formaran parte de las primeras tripulaciones que llevaba Colón en sus
naves a conquistar y colonizar el nuevo mundo.

2. LOS PRIMEROS OFICIALES REALES

En los primeros momentos que siguieron a los descubrimientos colombinos


no existía una Idea clara acerca del régimen fiscal que iba a imponerse, por
lo que se dio lugar a que la corona cediera en materia de comercio y
rescates, ante los requerimientos de los primeros colonizadores en las
capitulaciones otorgadas al descubridor.

Pero cuando se prepara el segundo viaje en mayo de 1,493, dentro de la


comisión organizadora del mismo, se cuenta ya con representantes de la
Contaduría Mayor de Castilla, como era Juan de Soria y Juan Rodríguez de
Fonseca, en unión de Francisco Pinelo, nombrado Tesorero, y quienes se
encargaron del apresto de las naves.*

En las instrucciones que llevaba el Almirante, se regula con mayor precisión


la distribución del oro que se obtuviere en los rescates y la parte que le
tocaba al Rey; se prohibía a los particulares que llevaran mercaderías a las
Indias con propósitos comerciales, ya que desde entonces se constituyó en
prerrogativa real, ordenando al mismo tiempo llevar un registro de rodas
ellas en las aduanas, para que todos los tratos se realizaran ante los
tenientes O delegados de los contadores mayores de Castilla, un Tesorero,
un Contador, y un representante del propio Colón.”
Estos tenían que poner registro de las mercaderías en uno de los libros que
llevan consigo, y en los otros debían quedar asentados todos los rescates y
las mercancías que habían sido confiscadas por no haberse registrado y
que entraban en su poder,

En estas primeras instrucciones, ya se apunta cl interés de la corona por


garantizar los derechos que en un principio había cedido y que recuperaría
rápidamente por medio de la implantación de todo un sistema de control
sobre los particulares y sus mismos delegados quienes envía
posteriormente a La Española, en 1,501, cuando ésta recibe el
nombramiento del que sería su Gobernador y de los nuevos funcionarios
del fisco, esta vez en número de cuatro: Tesorero, Contador, Factor y
Veedor, los cuales eran denominados “Oficiales Reales de Hacienda” o
simplemente “Oficiales Reales” como seguiremos refiriéndonos a ellos en
este trabajo.

Estos tuvieron de aquí en adelante, la función primordial de velar por los


intereses económicos de la corona; originalmente encargándose del cobro
de los impuestos, de la inspección de la explotación de las minas, del
cuidado de los asuntos comerciales y del acrecentamiento de las rentas
reales en general.

A partir de este momento, la administración de la hacienda indiana se


empieza a llevar ya a cabo de una manera sistemática.”

3. LA CASA DE CONTRATACION DE SEVILLA

Las actividades más importantes para fomentar el desarrollo de las


colonias, como eran el apresto de las flotas, la compra y administración de
las mercancías, etc., se encontraban en las manos de los Reyes Católicos y
de su representante sevillano, Juan Rodríguez de Fonseca quien se habrá
encargado personalmente de las nuevas empresas reales,

Pero dadas las nuevas necesidades, creadas por el incremento de


funciones y problemas y sobre todo por todo el desarrollo del comercio, en
1,501 se presentó ante los monarcas un proyecto de “Casa de
Contratación” a establecer en Sevilla, la cual sería el Órgano que se
encargaría de regular las cuestiones referentes al comercio y la navegación
con las Indias principalmente, además de ser *...una institución de gobierno
con atribuciones políticas -singularmente en el orden fiscal —”, que sería
una fundación muy provechosa para aumentar el bienestar y crecimiento de
las colonias.*
Por lo que se creó por real cédula de 20 de enero de 1.503 habiendo los
Señores Reyes Católicos D. Fernando y doña Isabel, nuestros gloriosos
progenitores, fundado la Casa de Contratación de las Indias en la Ciudad
de Sevilla, por establecer, y perpetuar el comercio de estos con aquellos
reinos, de que han resultado muy buenos efectos,” y estuvo integrada en
sus comienzos por un Presidente, un Tesorero, un Factor y un Escribano
Escribano Contador principalmente, con funciones administrativas y
comerciales.

Al principio, era una autoridad intermediaria del comercio con las Indias y
del apresto de las naves, ya que la suprema dirección las tenían los reyes,
sus secretarios y consejeros.

Por lo que los Oficiales tenían jurisdicción sólo en lo que tocaba a cosas
comerciales de las Indias, además de que podían imponer multas
pecuniarias, exigir cantidades en fianza y decretar prisiones en nombre del
Rey.

Desde 1.511, por real provisión se le concedió jurisdicción civil y criminal en


casos del comercio y navegación con los nuevos territorios, así se
ordenaba “..que el Presidente, y Jueces Oficiales, y letrados de la Casa de
Contratación de Sevilla, conozcan de la guarda, ejecución, y cumplimiento
de todo lo que por leyes de este libro estuviere ordenado, y después se
ordenare para navegación, trato y comercio de nuestra Indias, Islas de
Tierra firme del Mar Océano, ajustándose según sus profesiones, a lo que
tocare a todos, y a cada uno en particular.

En las ordenanzas dadas a los Oficiales de la Casa, se registraban también


todas las obligaciones de los mismos, dentro de los cuales se marca la
orden de que “...tendrán un libro para asentar todos los despachos dirigidos
por el gobierno a las Indias, más dos libros de cuentas para salida y
entradas de bienes Reales, un libro de registro para toda clase de objetos
almacenados que sirvieran para el apresto de las flotas, y un manual para
apuntar las compras de materia.

Así también tenían la obligación de asentar en un libro particular las


cuentas que los Oficiales Reales enviaran de las Indias, siendo los
funcionarios de la Casa los encargados de su revisión.

Recomendándoles, finalmente, el tener mucho cuidado, y vigilancia en


todas las materias, y cosas, que convienen, y lo que debemos proveer para
el bien, y acrecentamiento de la gobernación, tráfico y comercio de Muestra
Indias”, esto especialmente, dado que eran los encargados de recibir todo
lo proveniente de las colonias, ya fuera en especie y sobre todo, en metales
preciosos, oro y plata, que entrarían bajo su custodia.”

4. El CONSEJO REAL Y SUPREMO DE LAS INDIAS

Los demás asuntos referentes a la administración de los nuevos territorios


se encontraban en manos del arcediano Fonseca y de Lope de Conchillos,
Secretario y amigo del Rey Carlos V, reservándose los asuntos Judiciales al
Consejo de Castilla.

Pero en 1,519, al irse multiplicando los negocios, se ve asimismo la


necesidad de crear un organismo que logrará una unidad de dirección en
los asuntos indianos con amplios poderes administrativos y judiciales, que
se expresó en la creación dentro del Consejo de Indias, compuesto por el
mismo Fonseca y otros miembros del Consejo que actuaban
colegiadamente.

Y para 1,524 se organiza con carácter independiente, bajo la dirección del


Cardenal Loaisa, recibiendo el título de “Real y Supremo Consejo de
Indias”, concediéndole el monarca amplios poderes, “...porque los del
nuestro Consejo de las Indias, con más poder y autoridad nos sirvan y
ayuden a cumplir con la obligación que tenernos al bien de tan grandes
Reinos y señoríos. Es nuestra merced y voluntad, que el dicho Consejo
tenga la jurisdicción suprema de todas nuestras Indias Occidentales
descubiertas, y que se descubriesen, y de los negocios, que de ellos
resultaren y dependieren, y para la buena gobernación y administración de
justicia... incluyendo la prerrogativa de la suprema dirección de la Hacienda
de Indiana, resultando con esto, la subordinación de la Casa de
Contratación Sevillana a este nuevo organismo, con la consecuente
reducción y estabilización de sus funciones que quedaron en:

El centrarse exclusivamente en los rubros concernientes al comercio y a la


navegación; a recibir las fianzas de los funcionarios reales antes de pasar a
las Indias; a mantener una estrecha relación con los factores, a quienes
remitía mercaderías para su venta; a recibir y custodiar las remesas de oro
y plata que le enviaran los Oficiales Reales y cuya contabilidad había de
recibir para remitirla al Consejo.

Se comienza pues, a sentir la intervención de los miembros del Consejo en


una materia tan importante como es la toma y previsión de cuentas, dada la
acumulación de las mismas, y de la transferencia de funciones.
Por lo tanto, una de las funciones primordiales del Consejo de Indias en
materia de Hacienda se refería a la revisión de los libros de cuentas que los
Oficiales Reales de Indias estaban obligados a llevar, lo que se realizaba de
dos maneras: directamente en Indias, por medio de contadores de cuentas
enviados por el Consejo, lo que trató de irse constituyendo en una práctica
a lo largo de todo el siglo XVI, pero lo que de hecho prevaleció fue el
examen riguroso de las copias de las CUENTAS que los funcionarios
indianos remitían al Consejo para su revisión y finiquito, lo cual dio lugar a
la creación en su seno de una sección propia para ello llamada la
Contaduría Mayor, que en 1,528 tenía va un Oficial de Cuentas.*”

Otra manera en que se fiscalizaban y controlaba la actuación de los


Oficiales Reales era mediante las visitas y residencias a las cajas reales o a
algún funcionario, que se realizaban por un motivo especial o por una
revisión general del territorio, y que consistían en enviar a una persona de
suma confianza a inspeccionar un distrito fiscal o a determinado Oficial del
mismo.

Además de estas funciones, dado que el Consejo se encargaba de la


HACIENDA Colonial, cuidaba de escoger a los funcionarios “... para nuestra
Real Hacienda, Ministros y oficiales de quien se puede confiar, que será
acrecentada, y que abra en ella el buen recaudo, seguridad y guarda, que
conviene, aunque estuvieran sujetos posteriormente a confirmación real.”

Les expedía las ordenanzas que debían cuidar en el desempeño de su


oficio con el mayor celo, ya que darían cuenta de ellas el propio consejo.

Entre otras funciones, este organismo se encargaba del desarrollo de la


explotación de las minas de oro y plata con la consecuente distribución del
azogue, elemento que sería necesario, a partir de la quinta década del
siglo, para purificación de la plata; de los fraudes que se cometieran en las
fundiciones de los metales, alterando la ley de los mismos o las cantidades
que debían de contener en la fabricación de moneda.

También debía cuidar del régimen de servicios personales y tributos de los


indios, con su debida tasación, legislación y cuidado del buen tratamiento
de los mismos.

De los convenios financieros o asientos que se realizaran entre la corona y


los particulares para la explotación de determinados productos coloniales,
como eran los colorantes.
Se ocupaba asimismo de los problemas del comercio, de las mercancías
que debía llevarse a Indias, las aduanas y aranceles, del apresto de las
Notas, de las expediciones de descubrimientos, e incluso de combatir el
contrabando, colaborando con la Casa de Contratación.

Se encargaba de sugerir los posibles ingresos que entrarían a las arcas


reales por medio de la imposición de nuevos gravámenes, y de la
administración e incremento de las rentas reales que ya existían.

Por último, entre sus múltiples atribuciones estaba el conocimiento en


última instancia de los pleitos civiles procedentes de las audiencias de las
Indias, en casos de apelación, y desde ciertas cantidades en adelante,
pudiendo conocer de ellos también en primera instancia.

Parece ser que también tuvo competencia en cuanto a jurisdicción criminal


de las Indias y en general de todos los asuntos referentes a la buena
admistración y gobernación de los nuevos territorios, junto con la Casa de
Contratación, la que le ayudaba en todos los pormenores técnicos.**

5. EL CONSEJO DE HACIENDA

El hecho de que al Consejo de Indias se le hubiera concedido la totalidad


de la dirección de la Hacienda indiana, cuando que a la Contaduría Mayor
de Castilla se le había dado el control de todos los que hasta entonces iban
siendo los reinos de la monarquía, creó una pugna constante entre estos
órganos, que se resolvió temporalmente en el corto periodo de 1,557-1562
cuando poco después de subir al trono Felipe Il, decide que toda la
organización fiscal de sus reinos se unificara en un sólo organismo,
transformando la Contaduría Mayor de Castilla en el Consejo de Hacienda.

“Estando las cosas en este estado, parece que se tomó resolución de


incorporar la Real Hacienda de las Indias con la de Castilla, y que la
administración, cuenta y razón de ella fuere a cargo del Consejo de
Hacienda, por juzgar, que esta materia de ocupación era más propia de los
ministros de ella que de los Consejos de Indias.“

Con lo cual, éste perdió gran parte de su autonomía. al no tener más


injerencia en las Finanzas indianas; e incluso, a la casa de Contratación se
le ordena que en adelante todos los asuntos que tienen que ver con las
Indias los traten con el Consejo de Hacienda directamente.

Esta reforma había sido inspirada en el modelo flamenco del Consejo de


Finanzas, el cual ya se había tratado de aplicar anteriormente por Carlos V
a la administración peninsular, dado que éste contaba con autonomía con
respecto de los demás consejos, a la vez que se quería lograr con esto la
unidad de caja, centralizando la contabilidad y obteniendo un régimen de
unidad de cuentas en los libros.

Esta situación se conservó durante largos años, “pero porque en esto


retornaron más larga mano y superioridad de las que debió convenir, y por
otros excesos, quejas e inconvenientes que se ofrecieron y descubrieron,
duró poco tiempo esta forma de administración y se mandó cesar por
cédula de 1,562”.

“Con esto el año de 1,562, se volvió al Consejo de Indias esta


administración, porque se embarazaban las resoluciones con dividir los
papeles en que iban juntos, todos los negocios de Gobierno y Hacienda”.*

El hecho de manejar a la vez las cuestiones de todos los reinos constituía


una tarea gigantesca para la cual no estaba preparado el Consejo; al
unificar la contabilidad, se lograba uniformidad, pero los papeles se
multiplicaban dando lugar a innumerables retrasos en la expedición de los
asuntos, ya lentos de por si.

A esto se sumaba el hecho de que estando unificados todos los fondos,


cuando los negocios estaban divididos en los distintos organismos todavía,
sin contar con su particular administración hacía que existiera el peligro de
un despilfarro mayor.

Éstos inconvenientes, junto con las continuas protestas del Consejo de


Indias hicieron que el Monarca decidiera la desaparición del Consejo de
Hacienda, retornando las cosas a como estaban organizadas anteriormente
sin que en esto se hiciera novedad.*

6. CORREGIDORES Y ALCALDES MAYORES

Una de las prerrogativas de que gozaron el Virrey y la Audiencia era el que


podían designar a los funcionarios locales que dependerían de ellos. Los
nuevos territorios “...se hallaban divididos a efectos de la administración
local en jurisdicciones territoriales menores, y éstas a su vez en distritos
municipales, si contaban con un número de habitantes suficientes para
permitir su concentración en centros urbanos. Estas jurisdicciones
locales,/.../ eran gobernadas desde sus ciudades principales por
funcionarios llamados según el caso/..,/ corregidores o alcaldes mayores,“
El nombramiento de éstos se llevaba a cabo por parte de la Audiencia y el
Virrey, los que enviaban anualmente a la corona una relación con los
nombres de las personas que creyeran convenientes para desempeñar el
cargo; aunque avanzando el siglo, la metrópoli se fue reservando la
designación de los funcionarios más importantes.

Los corregidores y alcaldes mayores poseían autoridad política, judicial y


administrativa en sus respectivos distritos.

El corregidor es “...cl que rige y gobierna alguna ciudad o Villa de la


jurisdicción Real, representando en su ayuntamiento y territorio al Rey”.

Sus funciones eran muy variadas, pero una de las más importantes era de
que tenía que encargarse directamente de la protección de los indios en su
distrito, por lo que tenían que efectuar visitas, haciendo audiencia en los
lugares en que se necesitara.

Por lo que conocía de los cargos tanto civiles como criminales de los indios,
ya fuera que estuvieran encomendados o puestos bajo la corona real, pero
si se iniciaba un pleito, éste lo debía de delegar a los alcaldes ordinarios
aunque él era el juez superior de éstos, ya que no debía adjudicarse las
competencias de ellos.

Su función administrativa más relevante era la recaudación de los tributos


de los indios, que aunque tenían el deber de velar por ellos constantemente
les cometieron abusos, cometiéndolos a toda clase de exacciones en forma
de presentaciones personales gratuitas y de tributos ilegales y excesivos.

También obligaban a los indios a que les vendieran los productos de trabajo
a precios bajos, ya fueran en especie como otros manufacturados, para que
el Corregidor los revendiera más caros en el exterior de su distrito, y
asimismo, efectuaba la operación inversa al revenderles obligatoriamente a
los indígenas, productos excesivamente caros.

En su papel de cobrador de tributos, tenía que prestar fianzas, porque una


vez que había recibido las sumas cobradas, éstas debían de entregarlas a
los Oficiales Reales, a los cuales tenía que presentarles las cuentas de lo
recaudado, siendo susceptible de que se le efectuara una visita a su distrito
o una residencia a él mismo por todos los abusos y dilaciones cometidos.*

Estas otras arbitrariedades podían llevarse a cabo ya que se encontraban


protegidos por las distancias que prevalecían dentro del virreinato y por las
dificultades de comunicaciones y caminos, lo que hacía que la Audiencia se
enterara muchas veces tarde y el Consejo de Indias mucho más o ya se
porque algunos eran nombrados directamente por el Rey; pudiendo actuar
con independencia considerable; además de que en sus manos se había
dejado la justicia local,

Para efectuar ésta, el Corregidor se auxiliaba con un letrado llamado


Alcalde Mayor, que era un “Juez de letras sin garnacha, con jurisdicción
ordinaria, aprobado por el Rey en su Consejo Real y Cámara de Castilla,
como asesor del Corregidor de alguna ciudad”.

Estos muchas veces en los lugares importantes solían ser dos, uno para la
jurisdicción civil y otro para la criminal.”

Esto se debía a que la mayoría de los casos, los corregidores eran hombres
de capa y espada, que asumían los asuntos de carácter político y
administrativo, reservando los judiciales para un funcionario preparado para
ello, porque eran como un”... juez de letras que los Señores (que tienen
potestad para ello) ponen en sus lugares, para conocer en grado de
apelación de los pleitos de los demás alcaldes ordinarios de su Señorío”.”

A menudo se confundía esta diferencia, ya que sus cargos poseían casi la


misma dignidad, muchas veces usándolos como sinónimos;
correspondiéndoles a los alcaldes mayores la misma legislación que a los
corregidores, aunque parece que su nombramiento correspondía al mismo
Corregidor.

También se les llamaba tenientes de Corregidor “...cuando ejercían su


cargo en aquellas ciudades que sin ser cabezas de Corregimiento,
pertenecían al mismo, o cuando suplían al Corregidor en sus ausencias,
enfermedad, etc”.

7. VISITAS

“Se lama también el acto de jurisdicción, con que algún juez, o prelado se
informa del proceder de los ministros inferiores, o de los súbditos, o del
estado de las cosas en los distritos de su jurisdicción, pasando
personalmente a reconocerlo, o enviando en su nombre a quien lo
execute.”?

Así, cuando de parte de la corona existían algunas sospechas o indicios de


que se estaban cometiendo irregularidades y abusos de poder en beneficio
propio por parte de los funcionarios reales en las colonias, en lugar de
atender a los intereses del soberano, se enviaba a un visitador para
reconocer e informar acerca de la actuación, en este caso, de los Oficiales
Reales.%

Los visitadores podían ser despachados en cualquier momento, y eran


nombrados previa consulta con el Rey por el Consejo de Indias, y enviados
a las Indias por medio de la Casa de Contratación, dependiendo de la
amplitude de sus atribuciones, se dividian en visitadores generals, cuando
tinía a su cargo la fiscalización de todo el virreinato o de un organismo del
mismo, y en visitadores particulares cuando revisaban la actuación de un
solo funcionario, lo cual era raro y correspondía solamente al Virrey.

Para la Hacienda Real tocaban los visitadores gencrales, ya que se trataba


de un organismo administrativo cuya dirección se llevaba a cabo de manera
colegiada por parte de los Oficiales Reales, que compartían la
responsabilidad; o también podía corresponder una visita especifica para
esta institución, cuando se considerase necesario, pero durante el siglo XVI
fue más común lo primero.

El salario del Visitador se formaba de los gastos de justicia y penas de


cámara, o en su defecto, si no alcanzaren, se formaría este de la real
Hacienda.*

El visitador contaba con amplios poderes sobre cualquier otro organismo de


la colonia, a los cuales no tenía que rendir cuentas, siendo que se le
ordenaba formar parte de las funciones de Justicia, Gobernación y
Hacienda cuyos funcionarios locales no debían entrometerse e incluso
deberían prestarle toda la ayuda que precisara para efectuar la visita.

Para esto, el Visitador tenía la facultad de emitir autos, ordenanzas,


instrucciones y aún leyes que considerara necesarias para la mejor
administración y gobierno de los nuevos territorios.

El procedimiento comenzaba dándole la mayor publicidad posible,


pregonándolo por toda la colonia, durante dos meses, para poder durante
este lapso recibir todas las demandas públicas acerca del proceder de los
inculpados; para lo cual, el Visitador tenía que recorrer personalmente
codos los lugares señalados, y después de esto, reunidos todos los
informen, procedía a dictar la sentencia.*

Ahora bien, además de este procedimiento general, y considerando la


información secreta, al realizar la visita a la caja real solía nombrar
contadores que le ayudaran en la visita, requería de los Oficiales Reales
sus libros, revisando que éstos hubieran firmado los cargos, y las partidas
que estuvieren sin Ármar y sin asentar, las asentaran y firmaran bajo pena:
ordenándoles además que no despacharan libranzas sin avisarle
previamente bajo pena de mil pesos y de suspensión del oficio, ya que si se
descubrían irregularidades en la administración de la Hacienda “...y si se
han hecho algunos fraudes en fundir, y quintar, o en otra cualquier forma, y
los que han sido culpados, y qué penas se han aplicado a nuestra cámara y
fisco, y en qué cantidad, y quien las tiene..., el Visitador tenía facultad de
suspender al Oficial de su cargo, ya que los funcionarios del fisco no
dejaban de actuar durante la visita; y “...habiéndoles primero dado cargos, y
recibido sus descargos, los suspendían del uso y ejercicio, hasta que vista
la visita en nuestro Consejo de Indias, se provea justicia”*

Mientras tanto el Visitador les cobraba lo que debían, les enviaba alguaciles
y escribanos para tomarles los libros, quedando éstos en su poder, y ponía
candado a las salas y almacenes de la casa, impidiéndoles la salida de la
misma sin su permiso.

Si consideraba que la falca era muy grave, mandaba apresar al


responsable e incluso lo podía desterrar a España, donde los culpados
podían hacer apelación ante el Consejo de Indias; organismo que estaba
encargado de revisar el original de la relación de las cuentas y sentencias
que le eran enviadas por el Visitador, además de la copia del mismo que
quedaba en el archivo de la Real Audiencia, con lo cual daba por terminada
su tarea.”

8. RESIDENCIAS

Por último, además de la revisión colectiva que representaba la visita, que


era el procedimiento de control más adecuado para los Oficiales Reales,
por ser éstos funcionarios de la corona en lo general, estaban obligados a
someterse a un juicio individualmente, que era denominado residencia, y
significaba “...la cuenta que torna un juez a otro, o a otra persona de cargo
público, de la administración de su oficio, de aquel tiempo que estuvo a su
cuidado”.

Así, este juicio se realizaba tanto cuando un funcionario hubiera terminado


su cargo por haber cubierto el tiempo señalado para éste, como por otros
motivos, ya fuera que por traslado, pena o muerte hubiera cesado
definitivamente en su oficio. Existía también la posibilidad de que aún
durante cl desempeño de su cargo, el Virrey, la Audiencia o el Consejo de
Indias o por la Audiencia, recibiendo su salario a costa de gastos de justicia
o de penas de cámara,
El procedimiento duraba sesenta días y el Oficial residenciado tenía que
permanecer este plazo en el mismo lugar donde había desempeñado sus
funciones, para que allí acudieran sus subordinados ante el juez para hacer
declaraciones, para lo cual antes “...se pusieren edictos, publicaren, y
pregonaren las residencias, para que vengan a noticia de los Indios, para
que puedan pedir justicia de sus agravios con entera libertad”, recibiendo
Junto con esto, la defensa del acusado.

El Juez tenía instrucciones de sopesar tanto los buenos o malos


procedimientos de los residenciados “...para que los buenos sean
premiados y castigados los malos.

Finalmente, formulaba un memorial de todo el proceso, declarando los


cargos que hubieren resultado, los testigos que se presentaron, y las
escrituras de su comprobación, para enviarlos al Consejo de Indias, el cual
dictaría las penas correspondientes que se ejecutarían en los mismos
culpables y sus bienes, o en el caso de su fallecimiento, en las de sus
herederos y fiadores, “para que más breve y fácilmente se puedan prevenir
y despachar, pena de que si así no lo hicieren, mandaremos proveer justicia
contra los jueces.

CAPITULO X
LAS AUDIENCIAS
Luis Antonio Díaz Vasconcelos

Vimos en el capítulo anterior lo relativo al gobierno español en estas


latitudes; de propósito dejamos sin incluir el cuerpo colegiado que, con el
nombre de Audiencia, formó filas desde los primeros instantes, en el grupo
de órganos administrativos de la Metrópoli en Indias.

Ya hemos dicho varias veces que no hubo, para la creación y la


designación de los órganos y el personal que los integraba de parte de los
directivos metropolitanos, un plan sistematizado o una intención unificadora.
Todo fue variado y cambiante, no sólo en el tiempo, sino que también en el
espacio. Lo que fue valedero para el Sur, no lo fue para el Norte. Una
década después de la otra, marcan en la historia diferencias formales y
sustanciales, al grado que no es posible describir un patrón inalterable. De
todos modos, siguiendo a quienes han buceado en las propias fuentes
históricas, trataremos de hacer una pequeña reseña de la vida y milagros
de este cuerpo colegiado, que se identifica en la Historia del Derecho
Indiano como LA AUDIENCIA.
Las pretensiones de don Diego Colón, quien como ya lo hemos visto había
logrado ser nombrado juez y gobernador, por merced y delegación expresa
de la Corona, en las posesiones en La Española, manifestadas como era
natural, en pugna con los propios intereses de la Metrópoli, dieron origen a
la creación de un organismo que pudiera limitar las extralimitaciones del
descendiente del Descubridor.

En 1,511 se crea la primera Audiencia en los territorios americanos con una


organización semejante a la que en Castilla presentaban las Reales
Audiencias y Cancillerias de la Peninsula, las que cubrían las dos grandes
circunscripciones judiciales: la del Norte, con sede en Valladolid y la del Sur
con cabecera en Granada. Es lógico que al nuevo órgano que se creaba
para vigencia con ultramar se le diera algunos contornos de los que
carecían sus modelos. La función puramente administrativa, no estaba
asignado a los castellanos en la forma amplia que recibieron las audiencias
coloniales."

La naturaleza de los intereses que privaban con el medio para el que se


creaban los nuevos órganos de administración, dio origen o fue causa de
que se les diera una organización que con el tiempo difirió sustancialmente
de las peninsulares. Es difícil estimar, si lo administrativo privó sobre lo
judicial, en estos nuevos cuerpos colegiados, ya que la vida jurídica quizá
era menos interesante y menos intensa que la actividad administrativa, por
el propio contenido colonial. De todos modos, la Audiencia cobra suma
importancia en el desenvolvimiento de la vida colonial en Indias y se perfila
como órgano administrativo, con rasgos característicos propios, que la
identifican en forma absoluta.

La joven Audiencia Dominicana, fundada apenas en 1,511 hubo que


clausurarla por los conflictos que se originaron de la pugna de los intereses
de don Diego y el nuevo órgano, ya que el Presidente de ella, era, en su
propia organización, a la vez Gobernador y Capitán General, lo que
pugnaba con las facultades conferidas al Adelantado. El remedio no curó el
mal. La gravedad y frecuencia de los choques dio origen para que los
Soberanos clausuraran la Audiencia y nombraran para gobernar los
territorios de La Española, a la famosa comisión de frailes jerónimos, con
amplios poderes. Una de las principales recomendaciones que se les hizo a
los jerónimos, fue la de pacificar el medio en la naciente sociedad, la que se
había dividido al tomar partido cada grupo; seguidores del Adelantado unos
y de la Audiencia otros.
Los nuevos y grandes descubrimientos en tierra firme y el asentamiento de
la colonización en estos nuevos lugares, que cada día cobraban mayor
importancia, obligó a la Metrópoli a crear nuevas Audiencias.

En 1,527 se creó la primera Audiencia en tierra firme, con sede en México,


pero como consecuencia de las múltiples quejas por los supuestos abusos,
fue clausurada, aunque poco más adelante, en 1,530 vuelve a autorizarse,”

De la colección de Cédulas Reales, sancionada en 1,680, por Carlos Il,


vemos que ya en el siglo XVII, según ley primera, título quince del libro
segundo, el territorio de las Indias estaba administrado por once audiencias,
y, por separado, las Filipinas también tenían la propia. Estas según el texto
de la Recopilación aludida, estaban repartidas así; Estas según el texto de
la Recopilación aludida, estaban repartidas así: Santo Domingo, en la Isla la
Española; México, en la Nueva España; Panamá, en Tierra Firme; Lima, en
el Perú; Santiago de los Caballeros, en Guatemala; Guadalajara de la
Galicia, en Nueva España; Santa Fe, en el Nuevo Reino de Granada, Real
de la Plata, en las Charcas, Perú; San Francisco de Quitó, en el Perú; Real
de Santiago, en Chile; y la Trinidad, en Buenos Aires. Las tres primeras
dependían del Virreynato de Nueva España y las ocho restantes
correspondían a su congénere del Perú. Al crearse el Virreynato de Nueva
Granada se subordinaron a él las audiencias de: Santa Fe de Bogotá,
Panamá, Quito y Venezuela y a la vez al autorizarse el del Río de la Plata,
se le asignaron las de Buenos Aires y Charcas.

Puede hacerse una clasificación siguiendo la ubicación del órgano


presidencial que lo distingue y así se clasifican entre: Virreynales,
Pretoriales y Subordinadas. La jerarquía señalada en esta clasificación
puede considerarse más nominal que real.

Las primeras son aquellas que se encuentran establecidas en la propia


capital del Virreynato y, como consecuencia, su Presidente es el propio
Virrey: las Pretoriales están situadas o establecidas en una ciudad
metropolitana, donde existe la cabecera de la Capitanta General y su
Presidente es el propio Capitán General; las Subordinadas son aquellas
que por necesidad hay que establecer por razones geográficas y políticas,
para abarcar un extenso territorio, pero en lugar donde no hay otra
autoridad más que la Audiencia, estas tenían cierta dependencia
jurisdiccional, pero, en lo político, en España, valían tanto como las otras.

Las audiencias cuando se creaban aparecían con limitados elementos


humanos, que aumentaban de conformidad con las necesidades lugareñas
y la ampliación de los intereses metropolitanos en la región y así también
sucedía con la división en cámaras de lo civil y lo criminal.

El equipo de funcionarios fue variando con el tiempo, pero siempre se contó


con el indispensable. Desde el primer momento la Audiencia estaba
integrada por Oidores y Fiscales, como funcionarios mayores, y por
menores, titulados: Canciller, Alguacil mayor, Capellán, Relatores,
Escribanos, Agentes fiscales, Receptores, Procurador y Defensor de oficio
para la defensa de los pobres.

La sola enumeración de los funcionarios sugiere la variada división de las


funciones de aquel órgano colectivo; el de mayor importancia que se
conocía en el terreno jurisdiccional.

En dos grupos pueden dividirse las funciones audienzales principales: las


judiciales o jurisdiccionales y las administrativas.

Fueron en lo judicial tribunales de apelación en los fallos de las justicias


menores; además conocían en segundo grado, como recurso de fuerza, en
los fallos de los tribunales eclesiásticos, así también conocían en primera
instancia en caso especiales, que en aquel tiempo dieron en denominarse
CASOSDECORTES, pero dicha atribución estaba explícitamente señalada
en las disposiciones que regían a los Tribunales colegiados. Sus fallos
podían ser recurridos en determinados casos, ante el Supremo Consejo de
Indias, con sede en la Península. Oidores de las audiencias vemos
curiosamente figurar en algunas oportunidades como Jueces especiales: de
la Bula de la Santa Cruzada, de los bienes de difuntos y de los casados
cuyas esposas residían en España. En el procedimiento judicial audiencial
se encontraban tres momentos: vista, revista y suplicación. Estos no eran
más que grados del proceso.

El número de oidores asignados a cada audiencia variaba de conformidad


con el tiempo y el lugar donde se establecía El Tribunal. En la de México,
por ejemplo, se inició con cinco miembros; un Presidente y Cuatro Oidores;
en el siglo XVII la encontramos ya con doce miembros y pletórica de
funcionarios administrativos de segundo orden.

Las audiencias formaron en lo judicial el primer organismo de cada colonia,


conociendo además de los llamados casos de Corte, como tribunales
ordinarios de apelación, tanto en lo civil como en lo penal, existiendo una
escala ascendente en la jurisdicción, en la siguiente forma: Alcaldes
Ordinarios, Alcaldes Mayores o Corregidores, Gobernadores y Audiencias,
Pero las audiencias habían sido concebidas y desarrolladas con una mente
y finalidad híbrida, asignándoseles las dos funciones: judicial y
administrativa política. En el desenvolvimiento de la primera finalidad ya
hemos visto que no es más que un tribunal colegiado, conociendo en su
mayor parte en una segunda instancia.

Como el Presidente de la audiencia, era a la vez, según el caso, el Virrey y


el Capitán General o el Gobernador, a este miembro del colegiado le
correspondían las funciones primordiales de tipo administrativo. De todo;
modos, las resoluciones que eran emitidas por la audiencia, eran tratadas
en pleno, en sesiones especiales, a la altura de Consejo de Ministros, cuya
resolución se conoce con el nombre de AÚTOS ACORDADOS, Esa función
que en términos burocráticos se denominó Real Acuerdo fue adquiriendo
con el tiempo mucha preponderancia. Estas resoluciones de la audiencia,
que eran emitidas para aplicación y observancia general, deben de
considerarse como una manifestación de capacidad legislativa, lo que le
aproxima más a la semejanza con el viejo Concejo de Castilla de España.
En las funciones puramente administrativas, tuvieron la calidad de
Inspectores de las Armadas de las Indias y Delegados reguladores de los
impuestos, Como función netamente administrativa, también correspondía
al Presidente de la Audiencia velar por el mantenimiento del orden y la
buena administración de todas las ciudades de su jurisdicción.

En los últimos tiempos, a fines del Siglo XV 111, le aparece un funcionario,


que lo sentimos postizo, y que se incorpora a la audiencia con el título de
Regente, a quien se le asignan muchas de las funciones presidenciales que
habían correspondido por tanto tiempo al Presidente de la Audiencia, a
quien le quedó mayor libertad en las funciones administrativas.

En lo que respecta a la realización de justicia, podemos decir que por lo


extenso de los territorios asignados para que ejerciera su función, el
desconocimiento de los lugares por los legisladores metropolitanos, la falta
de medios de locomoción, los procedimientos dispendiosos y eternizantes,
amén de la abundante desintegración de los mismos órganos por las
constantes fricciones entre los servidores de la Corona, hicieron ineficaces
y tardíos, en mucho, a estos tribunales de justicia, contrario de la aspiración
general de una pronta y cumplida. De todos modos, ocuparon un puesto de
suma importancia. Con el correr del tiempo fueron mejorando, tanto en su
integración, en su funcionamiento, como en su eficacia,

Los Oidores tenían limitaciones en su vida privada. Así vemos que Felipe
11, en Madrid el 22 de mayo de 1,538, dispuso limitar las relaciones
sociales de aquellos funcionarios, ordenando no visitar a los vecinos, asi
como no asistir a desposorios, casamientos, ni entierros.

También el Emperador Carlos, en Valladolid, el 2 de Mayo de 1,550 limitó el


derecho de propiedad de los Oidores, disponiendo: “Mandarnos que los
oidores, alcaldes y fiscales en ningún caso ni en manera alguna puedan
tener ni tengan casas propias para su vivienda, ni para alquilar, ni chacras,
ni estancias, ni tierras, ni huertos, ni labren casas, ni tiendas, en las
ciudades donde residieren, ni fuera de ellas, ni en todo el distrito de su
audiencia. También les estaba prohibido por disposición de Felipe II, recibir
dinero en préstamo, dádivas y presentes, ni tener familiaridades estrechas,
ni permitidas a sus familiares. Felipe 11, también prohibió, por Real Cédula,
emitida en Madrid, el 10 de febrero de 1,575 que los funcionarios indianos,
así como sus hijos, se casaren en sus distritos bajo pena de perder sus
oficios”.

Ni siquiera el recurso de obtener fiada alguna cosa poseían estos


funcionarios, puesto que lo prohibía la ley XXVI, del título XVI, del libro II de
la Recopilación.

CAPITULO XI
GOBIERNO Y ADMINISTRACION

A. LOS VIRREYES
La institución del virreinato tuvo en las Indias, desde el primer momento de
su creación, un carácter netamente estatal, Aun cuando a Colón se le
concedió este título, esta concesión tuvo sólo un valor meramente
honorifico.

Los dos primeros grandes virreinatos, el de Nueva España y el del Perú, se


crearon en el siglo XVI, cuando ya empezó a tenerse en la Metrópoli una
visión más precisa del hecho geográfico americano y de la complejidad del
nuevo mundo incorporando a la Corona castellana. En el siglo XVII se
crearon los virreinatos de Nueva Granada y del Río de la Plata, ya que
desde Lima era prácticamente imposible la gobernación de una
demarcación territorio) tan vasta.
Fueron los primeros virreyes, como encarnación suprema del Estado
español en las Indias, altos funcionarios que gozaban de un complejo de
atribuciones hasta entonces nunca igualadas. Como un alter ego, hablan de
ellos los monarcas. La inmensidad de las distancias, la dificultad de las
comunicaciones con la Metrópoli y la urgencia de los múltiples problemas a
resolver obligaban a los virreyes a decidir por sí y ante sí, en muchos
casos, sin plantear siquiera la cuestión a los altos organismos del gobierno
radicados en España.

Por medio de instrucciones trazaban pautas para el desempeño de sus


actividades públicas a gobernadores y otros funcionarios de la
Administración, dependientes de su autoridad. En sus memorias dejaron
consignadas sus experiencias de gobierno, para que pudieran ser
aprovechadas por sus sucesores: en el llamado pliego de mortaja
designaban al que había de sucederle en el interín, en caso de
fallecimiento, hasta la llegada del nuevo virrey nombrado por la Corona.

Su nombramiento fue vitalicio en los primeros tiempos. Luego se fijó el


plazo de tres años, que gradualmente se extendió hasta cinco.

Esta amplitud de poderes de los primeros virreyes se fue limitando poco a


poco, de un lado, por la obligación que se les impuso de informar a los
monarcas de todas sus actividades de gobierno con detallado pormenor, y
de otro, por la minuciosidad reglamentarista con que se legislaba desde
España. Ya hemos visto, por otra parte, la fiscalización que sobre los
virreyes ejercieron las Audiencias por medio de sus Reales Acuerdos, y ya
hemos visto también lo que a este respecto significaron las visitas y los
juicios de residencia.

La exposición detallada de las atribuciones de los virreyes sería tarca muy


prolija. Su nota distintiva fue la universalidad, abarcando, en consecuencia,
todos los aspectos de la vida pública: legislativo, gubernativo, fiscal y
económico, judicial, militar y aún eclesiástico, por virtud del Regio Patronato
Indiano, en su condición de Vicepatronos de las Iglesias del Virreinato.“

B. LOS CAPITANES-GENERALES GOBERNADORES Y LOS


GOBERNADORES, ALCALDES MAYORES O CORREGIDORES

En el mapa político y administrativo de las Indias se registran otras


circunscripciones que fueron designadas con los nombres de Capitanías
Generales y Gobernaciones. Al frente de la primeras hubo un alto
funcionario de carácter preponderantemente militar -Capitán General., pero
con atribuciones también de orden civil: gubernativas, administrativas y aun
jurisdiccionales. El mando de las segundas lo ejerció un Gobernador,
funcionario de nombre civil, pero con facultades también de carácter militar.

Ha hecho notar el profesor Haring que no se advierte una concepción


sistemática, por parte del Estado español, en la determinación de estas
demarcaciones políticas y administrativas. De ordinario se crearon en
lugares fronterizos con comarcas inexploradas o habitadas por indios
rebeldes al yugo de los conquistadores.

Al frente de las ciudades importantes figuró otro funcionario, representante


en la ciudad del poder del Estado, con el nombre de Alcalde Mayor en unas
regiones y en otras de Corregidor. Estos alcaldes mayores o corregidores,
supeditados directamente a los virreyes, presidentes, gobernadores y
capitanes generales, según los casos, representaron, en la ciudad en que
ejercieron sus funciones de gobierno, el poder inmediatamente superior y
con frecuencia tuvieron conflictos jurisdiccionales con los cabildos
municipales y con sus alcaldes ordinarios.

C. REGIMEN MUNICIPAL

El régimen municipal de las ciudades de Indias fue en sus líneas generales,


un fiel trasplante del viejo municipio castellano de la Edad Media.

Pero así como en Castilla, al tiempo de producirse los descubrimientos


colombinos, había llegado el municipio a un momento de postración y
decadencia grandes, siendo sólo una sombra de lo que fue el vigoroso
régimen municipal castellano de los siglos XI y XIIL en las nuevas ciudades
de las Indias, estas mismas instituciones municipales, caducas en la
Metrópoli, cobraron savia joven en un mundo de características sociales y
económicas tan distintas, y jugaron un papel importantísimo en la vida
pública de los nuevos territorios descubiertos.

Para lo que pudiéramos llamar el estado llano de los colonizadores, fue el


Concejo Municipal de la ciudad el órgano adecuado para dar curso a sus
aspiraciones sociales, así como el punto de apoyo necesario para hacer
frente, de una parte, a los privilegios señoriales excesivos de los grandes
descubridores y sus descendientes y, de otra, a los abusos de poder de las
propias autoridades de la Corona.

No duró mucho este periodo de florecimiento del municipio colonial


hispanoamericano. Ya en tiempos de Felipe 1, para hacer frente a las
apremiantes necesidades del tesoro, se implantó en las Indias, como se
había establecido en España, la práctica viciosa de enajenar en pública
subasta y adjudicar al mejor postor los oficios públicos de más lucrativo
desempeño, cuya provisión correspondía a la Corona como una de sus
regalías.

De este modo los oficios concejiles de las distintas ciudades pasaron a


manos de las familias más acaudaladas. Surgió así un tipo de gobierno
municipal de carácter oligárquico, en el cual no siempre coincidían los
intereses particulares de los regidores con los generales de los vecinos,
que debían ser sus representados.

Es necesario llegar a los años precursores de la Independencia para que


los cabildos municipales vuelvan a recobrar su perdida significación,
haciéndose intérpretes de los anhelos generales de la ciudad.

El derecho de la época admitió la existencia de Cabildos abiertos, a los


cuales concurrían todos los vecinos del lugar, y Cabildos cerrados,
integrados únicamente por los regidores y demás magistrados municipales,
bajo la presidencia de los alcaldes ordinarios o de los alcaldes mayores o
corregidores en las ciudades en que existieran estos últimos funcionarios.
Los cabildos abiertos sólo tuvieron efectividad considerable en los
momentos iniciales de la colonización y en los años precursores de la
Independencia.

En la legislación se distinguieron tres clases de poblaciones: ciudades


metropolitanas, ciudades diocesanas o sufragáneas y villas o lugares. El
Cabildo de las primeras estaba integrado por “doce Regidores, dos Fieles
Executores, dos Jurados de cada Parroquia, un Procurador General, un
Mayordomo, un Escribano de Concejo, dos Escribanos públicos, uno de
Minas y Registros, un Pregonero Mayor, un Corredor de Lonja y dos
Porteros”. En las Segundas, “ocho Regidores y los demás oficiales
perpetuos”. Para las villas y lugares: Alcalde Ordinario, cuatro Regidores,
un Alguacil, un Escribano de Concejo público y un Mayordomo”. (Ley Il, tic
VII, lib. IV de la Recopilación de 1,680).

Son muy interesantes los preceptos contenidos en las Ordenanzas de


Felipe 11, de 1,573, sobre fundación de ciudades y urbanismos.*

D. LOS ORGANOS DE GOBIERNO RADICADOS EN LA METROPOLI,


CASA DE CONTRATACIÓN DE SEVILLA. CONSEJO SUPREMO DE LAS
INDIAS.

El gobierno metropolitano de los territorios descubiertos por Colón y sus


heroicos continuadores estuvo, en los primeros momentos, en manos del
arcediano Fonseca, auxiliado por el contador Juan de Soria. Para la
regulación del comercio se creó una Aduana en Cádiz el 19 de mayo de
1,493.

El 20 de enero de 1,503 se creó ya en Sevilla la llamada Casa de la


Contratación de las Indias. Razones geográficas -el ser Sevilla un puerto
interior, al abrigo de posibles incursiones de piratas y corsarios-,
económicas y políticas, aconsejaron la elección de esta ciudad como sede
de todo el comercio ultramarino.

Esta Casa de Contratación fue, al propio tiempo que el organismo rector del
comercio con las Indias, una institución de gobierno con atribuciones
Políticas singularmente en el orden fiscal-, una pieza importante en la
esfera de la administración de justicia y un factor poderoso para el estudio
de la geografía americana y de la ciencia náutica de la época.

En sus comienzos sólo formaron parte de la Casa de la Contratación un


Factor, un Tesorero y un Escribano-Contador.

Los conflictos jurisdiccionales con las otras autoridades de Sevilla fueron,


en todo momento, frecuentes.

En 1,508 -22 de marzo se creó el cargo de Piloto Mayor, al cual se le confió


el examen de pilotos para la travesía a las Indias y la redacción de cartas
de marcar. En 1,510 se nombró un Juez Letrado, asesor en el orden judicial
de los oficios de la Casa, En 1,511 se concedieron a este alto organismo
facultades jurisdiccionales, tanto de orden civil como criminal, en asuntos
de comercio y navegación.

La Casa de Contratación estuvo directamente supeditada al Poder Real,


ejercido primero por medio de los Secretarios Fonseca y Lope de
Conchillos, y luego por el Real y Supremo Consejo de Indias,

Los orígenes históricos de este último organismo son muy confusos. El


investigador alemán profesor Scháfer, aceptando las noticias de Solórzano,
admite como fecha definitiva de su creación la de 1? de agosto de 1,524.
Con anterioridad a esta fecha, había sido confiado el estudio y resolución
de los asuntos de Indias a algunos miembros del Consejo Real de Castilla.

Ya en 14 de septiembre de 1,519 se había creado, dentro de este Consejo


de Castilla, una Sección especial para conocer de los asuntos indianos.
La organización y atribuciones -muy amplias del Consejo de Indias se
presenta con gran indeterminación en los primeros tiempos y se va
precisando a lo largo de la primera mitad del siglo XVL En sus manos
estuvo todo el gobierno político y administrativo de los territorios de las
Indias: Jurisdicción civil y criminal en última instancia: nombramiento de
funcionarios; presentación de prelados; aprestos de Nota; expediciones de
descubrimientos; hacienda colonial; tratamiento de los indios. Pero todo ello
con subordinación efectiva a la alta autoridad de los monarcas, que en
tiempos de Felipe 11 se acusó con una intervención personal constante,
reservada y cautelosa.

Las actividades científicas para el mejor conocimiento de Últramar no


fueron descuidadas. En el Consejo hubo un Cronista Mayor de las Indias y
un Cosmógrafo Mayor.

En las célebres Leyes Nuevas de 1,542 se fijó la estructura de este alto


organismo por medio de unas Ordenanzas muy minuciosas. Nuevas y
elogiables Ordenanzas fueron redactadas en 1,571, con motivo de la visita
inspección al Consejo, realizada por el destacado jurista Juan de Ovando.

A pesar de lograr autoridad del Consejo, se crearon algunas Juntas


especiales para conocer de determinados asuntos. En 1,575 se creó la
Junta de Hacienda de Indias y en 1,579 la Junta de Guerra.

En el siglo XVII, con el gobierno de los privados o favoritos de los


monarcas, la decadencia general de España se acusa también en el
Consejo de Indias, Se realizaron en esta época algunas reformas
importantes en la estructura de este organismo. Se creó dentro del Consejo
—demasiado numeroso una especie de Comisión ejecutiva llamada
Cámara de Indias, que fue suprimida en 1,609, cuatro, secretarias letanías,
que fueron reducidas a dos en 1,609: una para Nueva España y otra para el
Perú. En 1,636 se redactaron nuevas Ordenanzas. Entretanto, la crisis
económica del Consejo aumentaba con el incremento del personal y de los
salarios.

Un proceso análogo de decadencia sufrió la Casa de Contratación de


Sevilla. En 1,772 se dispuso su traslado a Cádiz, y en 1,790 se decretó su
extinción.

El Consejo de Indias se convirtió en mero organismo consultivo cuando


Felipe Y implantó, en 1,717, la Secretaría del Despacho Universal de las
Indias.”
E. ORGANIZACIÓN FISCAL Y REGIMEN TRIBUTARIO

No fue muy complicado el cuadro de la burocracia fiscal de las Indias. En


los primeros tiempos, los Oficiales Reales de cada ciudad importante
fueron: un Tesorero, un Contador, un Factor y un Veedor.

Más tarde desapareció el cargo de veedor y en algunos lugares también el


de factor.

Para ciertos impuestos especiales, como el de alcabala, hubo un


recaudador especial en cada distrito.

La política general financiera de cada territorio fue regulada por la Junta


Real, el Juez Decano y el Fiscal de la Audiencia. Las cuentas se remitían
periódicamente a la Casa de la Contratación de Sevilla y al Consejo de
Indias.

En 1,605 se establecieron tres Tribunales de Cuentas: uno en México, otro


en Lima y otro en Santa Fe de Bogotá. Hubo además un Contador especial
en la Habana y otro en Caracas.

En el cuadro de los Ingresos del “tesoro Español en las Indias figuró en


primer término lo procedente de las distintas regalías, anteriormente
enumeradas.

Entre los impuestos, además del tributo que estuvieron obligados a pagar
los indios -y del cual ya nos hemos ocupado-, figuraron los siguientes: el
almojarifazgo, por todas las cosas que en las Indias se importasen de
Europa, así como por las que España se importasen de las indias y cuyo
tanto por ciento cambió a lo largo del periodo colonial; la sisa, viejo
impuesto de origen medieval, que consistía en una rebaja en favor del
erario, que se hacía en las pesas y medidas al realizar las transacciones de
mercaderías y que en las Indias tuvo un carácter extraordinario, estando
facultadas las autoridades para exigirlo en caso de guerra o de otro gasto
urgente, la alcabala, que sólo se introdujo en las Indias a fines del siglo XVl,
después de vencer enconadas resistencias, y cuyo tanto por ciento varió
también las circunstancias; los impuestos eclesiásticos, como los diezmos y
lo que se recaudó por la predicación de la Bula de la Santa Cruzada; los
impuestos especiales que pesaron sobre los funcionarios, como la mesada
y la media annata.

Las llamadas rentas estancadas cambiaron con los tiempos. En la


Recopilación de 1,680 se registran como tales: el azogue, la sal donde
conviniere, la pimienta, el solían, los naipes y el papel sellado. Con razón
ha hecho notar el profesor Haring que la recaudación de estos derechos
produjo más irritación de los contribuyentes que beneficios para la
Hacienda. Recordemos la sublevación de los comuneros de la Nueva
Granada.

Constituyeron también fuente de ingresos los donativos o servicios -más o


menos voluntarios de los particulares, los empréstitos, los embargos
extraordinarios de bienes particulares enviados en los navios de las Indias,
las composiciones, las multas y las confiscaciones. Aun cuando sobre el
particular todavía no puede darse una respuesta sólidamente documentada,
puede uno preguntarse, con el tantas veces citado profesor Haring “¿No
fueron las riquezas de las minas de América una desgracia para la nación
española? ¿No es verdad que los tesoros traídos a América motivaron un
aumento de dinero y una subida de precios en un país no industrial y que
estos tesoros sirvieron solamente para satisfacer vanidades sociales y para
hacer a la nación más incapaz para el desarrollo de su vida industrial y
mercantil.

F. El REGIO PATRONATO INDIANO

Por bulas de los pontífices Alejandro VI y Julio Il, ejercieron los monarcas
españoles el Regio Patronato sobre todas las iglesias de las Indias.

Los juristas consideraron el Regio Patronato como una de las regalías de la


Corona y los reyes de España se mostraron muy celosos por su defensa y
ejercicio.

Por virtud del Regio Patronato, correspondió a la Corona la presentación de


todas las dignidades eclesiásticas de las Indias, cualquiera que fuere su
jerarquía, y la percepción de los diezmos, con la obligación, por parte de los
monarcas, de atender cumplidamente a los gastos de la erección de
iglesias y a los de su sostenimiento.

Ninguna Iglesia podía erigirse en las Indias sin autorización del Rey.
Tampoco podía establecerse y fundar monasterios ninguna orden religiosa
sin la previa licencia real.

El Consejo de Indias estaba autorizado para examinar y conceder el pase


de las Bulas y Breves pontificios, pudiendo ordenar su retención con su
aplicación al Pontífice cuando contuvieren preceptos que lesionaran los
derechos del Regio Patronato.”
CAPITULO XII
ALGO SOBRE REPARTIMIENTOS

En libros y articulos sobre problemas de economía nacional es frecuente


encontrar, al momento de señalar los antecedentes coloniales de dichos
problemas, una gran inseguridad y verdadera confusión. Ello es
particularmente notorio cuando se trata del régimen de trabajo colonial, y
más concretamente de lo que en aquella época se llamó repartimiento, Este
apunte se propone explicar, en síntesis muy sencilla. a qué realidades se le
dio el nombre de repartimiento en aquel largo período.

La palabra repartimiento tiene una significación general de léxico; significa


el acto de repartir o distribuir. De ahí que viniera a ser el nombre de ciertos
usos coloniales que implicaban reparto de cosas entre personas y también
de personas entre sí. Usos que configuraron relaciones de producción y
que fueron motivo de formación legal. Hubo, pues, cinco instituciones
económicas coloniales a las que se dio el nombre de repartimiento, si bien
una de ellas -la destacaremos adelante reviste importancia superior y debe
contarse entre los grandes temas de la Historia Económica de Guatemala.

COMENCEMOS POR LO MÁS ANTIGUO. .

A raíz de la derrota militar de los indígenas, y como expresión inmediata de


su conquista efectiva, fueron repartidos y encomendados. Aquel primer
repartimiento surgió ligado a la primitiva encomienda y fueron una sola
institución. El capitán de conquista, con facultades reales que para ello
tenía, repartía y encomendaba indios entre los conquistadores y entre los
primeros colonos que lo solicitaban. Posteriormente, siempre en las dos
primeras décadas de la colonización española de Guatemala, hicieron
repartimientos de indios los representantes de Alvarado en sus ausencias, y
también el Ayuntamiento de la ciudad de Santiago Cabildo de
conquistadores y primeros pobladores-, Este primitivo repartimiento
consistía con lo siguiente:

Los indígenas repartidos permanecían en sus poblados prehispánicos -


poblados dispersos de estructura muy peculiar, distinta de la estructura del
pueblo de indios colonial que fue creado después. Al beneficiario se le
repartían y encomendaban los indios de uno o más poblados, quienes por
ese acto quedaban obligados a tributarle en bienes y en trabajo. La
tasación de esos tributos dependía arbitrariamente de la exigencia del
conquistador o colono -es decir, del llamado encomendero en ese período y
el mecanismo de la institución se apoyaba en el terror bélico, la amenaza
de muerte ejercida directamente sobre los indios repartidos. El
repartimiento primitivo encubría una forma de esclavitud. El trabajador, ya
tributara en frutos, en metales o en trabajo, lo hacía contra su voluntad y sin
ningún aliciente, movido por el temor, Aunque los indios repartidos no
pasaban a ser por derecho una posesión del encomendero, de hecho eran
propiedad suya, porque disponía de sus vidas sin ninguna instancia local
que limitara efectivamente su poder,

La monarquía española no aceptó nunca expresamente esta esclavitud


virtual, pero tampoco pudo refrenarla; ello hubiera equivalido a frenar la
acción de los conquistadores y colonos, que estaban fundando un imperio
incitados por la perspectiva de un pronto enriquecimiento esclavista. La
justificación moral y política del repartimiento primitivo radicaba en la
encomienda que le era consubstancial: se decía que la corona permitía los
repartimientos porque los indios quedaban así encomendados a quien los
recibía, quien velaría por su indoctrinación cristiana y la salvación de sus
almas. Estos fueron los repartimientos y encomiendas contra los cuales
clamó Fray Bartolomé de Las Casas. Fueron suprimidos a mediados del
siglo XVI, al llevarse a cabo la gran reorganización definitiva de las colonias
con la aplicación de las llamadas Leyes Nuevas.

Nótese que el primitivo repartimiento de indios no implicaba dominio sobre


las tierras de los indios repartidos. Estas tierras le pertenecían al rey, por
derecho de señorío derivado de la conquista hecha en su nombre, y el rey
las dejaba en poder de sus antiguos poseedores -los indígenas para que en
ellas trabajaran para sí y para los primitivos encomenderos -conquistadores
y primeros colonos-.

Debe señalarse que junto a la esclavitud virtual que se escondía bajo


repartimiento y encomienda', existió también la esclavitud legal y declarada,
y que la existencia de una y otra es lo que le confiere al periodo un carácter
decididamente esclavista. Hubo en el primer periodo de la colonización la
posibilidad de hacer esclavos legalmente. Bajo el pretexto de que los
indígenas oponían una resistencia tenaz y de que era imposible hacerlos
aceptar la soberanía del rey de España, obtuvieron los conquistadores el
derecho de hacer esclavos de guerra - lo cual dio lugar, por cierto, a que se
hiciera la guerra con el único fin de hacer esclavos-.

En el periodo al que nos estamos refiriendo, los conquistadores también se


repartían tierras. .A esto se le llamó repartimiento de tierras. Podría
pensarse que el repartimiento de indios y el repartimiento de tierras
guardaban entre si relación, en el sentido de que las tierras repartidas a un
conquistador hubieran sido las de los indios que se le repartían al mismo
conquistador. Pero no fue así. La distribución de tierras afectaba luego las
de los poblados indígenas. Eran las tierras más apetecidas. Pero estos
repartimientos no se sobreponían a los que hemos señalado anteriormente,
porque el repartimiento primitivo de indios suponía que éstos se mantenían
en el uso de sus tierras para sobrevivir y tributar. Por eso solicitaban y se
repartían. las tierras de aquellos poblados cuyos indígenas no habían sido
repartidos; y viceversa: se solicitaban y repartían lo indios de aquellos
poblados cuyas tierras no habían sido repartidas. Ahora bien, a las tierras
repartidas podían aplicarse indios repartidos, pues ya se dijo que éstos
estaban obligados a tributar también en trabajo. Pero lo más frecuente fue
aplicar a las tierras repartidas el trabajo de los indios legalmente
esclavizados. Así, el panorama de los dos repartimientos anteriores a las
Leyes Nuevas puede esquematizarse del siguiente modo: en los poblados
indígenas repartidos o dados en encomienda -que era exactamente lo
mismo trabajaban los indios bajo la presión de una esclavitud virtual, Y las
tierras repartidas -arrebatadas también a los nativos las trabajaban
principalmente los indios legalmente esclavizados. El repartimiento de
indios configuró el poblado indígena encomendado, y el repartimiento de
tierras configuró las empresas agrícolas esclavistas de aquel período,
llamadas “estancias”,

ESE CUADRO NO DURÓ MÁS ALLÁ DE 1,560.

Hacia 1,530 cobró un auge inusitado la defensa de los indios, realizada


principalmente por los frailes de la Orden Religiosa de Santo Domingo. En
1,542 fueron promulgadas las Leyes Nuevas, que prohibieron
absolutamente todas las formas de esclavitud de los indios, inclusive la
esclavitud virtual encubierta con el título de “repartimiento y encomienda”.
Entre 1,548 y 1,555 fue Presidente de la Audiencia de Guatemala don
Alonso López Curato, cuyo gobierno se recuerda en todos los documentos
de aquella época -españoles e indígenas como el periodo de la pronta y
enérgica aplicación de las Leyes reformadoras. La colonia fue
reestructurada desde sus bases. Los nativos fueron concentrados en
nuevos pueblos y pasaron a ser tributarios del rey. La tributación fue tasada
y recaudada por las autoridades reales para el resto de la época colonial.
La instalación de las Audiencias significó la toma efectiva del poder local
por los funcionarios del rey. El núcleo esclavista inicial, constituido por las
familias de los conquistadores y primeros colonos, quedó relegado a la
autoridad media de los Ayuntamientos urbanos y de los Corregimientos o
jefaturas de distrito. Ese núcleo fue el embrión de la clase latifundista
colonial, vinculada al poder monárquico por el común interés de mantener
dominados a los indios, y enfrentada al poder monárquico por una
constante pugna en torno a la explotación de los mismos indios.
El significado profundo de la gran reorganización de las colonias a
mediados del siglo XVI debe verse en los siguientes hechos: la monarquía
española estimuló la iniciativa conquistadora con la concesión de tierras e
indios y con una política de tolerancia frente a la más despiadada
exploración de éstos últimos -de ahí el carácter verdaderamente brutal de la
primera etapa de la colonización pero cuando estuvo consolidado el imperio
cambió su política respecto de los conquistadores y primeros colonos: les
quitó el poder amplísimo que antes les había dado en las colonias recién
fundadas por ellos, y les arrebató a los indios. El auge de la defensa de los
indios hecha por: los frailes dominicos, y la culminación exitosa de dicha
defensa en las Leyes Nuevas, solo pueden entenderse en el marco de los
intereses económicos de la monarquía en aquel momento; fueron esos
intereses los que depararon las condiciones históricas propicias para la
defensa, la cual desembocó, en definitiva, en la transformación de los
indígenas en tributarios del rey.

Ningún conquistador ni Cabildo alguno volvieron a repartir indios en


encomienda ni a repartir tierras. En adelante fue el rey, por medio de sus
funcionarios, quien cedió o vendió tierras a los particulares y comunidades
que las solicitaron.

De más está decir que las Leyes Nuevas fueron la expresión jurídica de un
enorme reajuste de intereses económicos, y que su aplicación - con
grandes modificaciones impuestas por la realidad fue la estructuración
definitiva de las bases de la sociedad colonial; bases que en ese momento
dejaron de ser esclavistas para tomar un carácter claramente feudal. Pero
únicamente nos interesa señalar la aparición del nuevo repartimiento
después de la muerte definitiva del antiguo.

Las Leyes Nuevas contemplaban en distintas formas la necesidad de


compensar a los conquistadores y colonos por sus servicios en la
implantación del imperio. Una de dichas formas, llamada encomienda en el
propio texto de las leyes consistía en cederle a un particular los tributos de
uno o varios pueblos de indios -pueblos nuevos, compactos y con régimen
de municipio, que reemplazaron totalmente a los pobladores
prehispánicos-. Los conquistadores y colonos comenzaron inmediatamente
a solicitar esa merced, y quedó instaurada la nueva institución. La
encomienda -completamente distinta de la anterior-fue el derecho
concedido por el rey a un particular, en premio por servicios suyos o de sus
antepasados en Indias, consistente en recibir los tributos de uno o más
pueblos de indios. Tales tributos eran tasados por la autoridad real, y el
nuevo encomendero no tenía derechos sobre la tierra de estos pueblos, ni
sobre la fuerza de trabajo de sus indios. Únicamente tenía derecho sobre
los tributos que el rey le cedía, tasados y recaudados por las autoridades
reales, Esta encomienda subsistió hasta el segundo tercio del siglo XVIII, y
fue una renta que fomentó el parasitismo económico entre un grupo e
integrantes de la clase terrateniente colonial.

Ha habido mucha confusión al distinguir al terrateniente y al encomendero


coloniales. Dicha confusión, se debe, principalmente, a que muchos
encomenderos fueron además terratenientes. El problema queda
parcialmente aclarado si se comprende que la propiedad de la tierra y la
propiedad de encomiendas respondían a dos titulaciones distintas e
independientes una de la otra. Hubo encomenderos que no tuvieron un
palmo de tierra, si bien lo más frecuente fue que también poseyeran tierras.
Pero la confusión en este punto se debe también a que después de las
Leyes Nuevas se fue organizando un nuevo sistema de trabajo forzoso de
indios, y es preciso explicar, por ello, que la titulación de tierras y la de
encomiendas, distintas entre sí, eran a su vez distintas del derecho que los
terratenientes podían obtener para que se les diera indios de repartimiento.

Pero ¿no se había dicho que los indios quedaban en situación de


trabajadores libres conforme a las Leyes Nuevas?

Ciertamente, ese fue el propósito de la corona española cuando aquellas


Leyes fueron promulgadas. Pero dicho propósito no se cumplió. No se
volvió tampoco a la esclavitud de indios. La aplicación de las Leyes Nuevas
motivó la importación de esclavos africanos, y desde aquel momento sólo
los negros fueron esclavos en el reino de Guatemala. Los indios pasaron a
una situación intermedia entre el trabajador libre y el esclavo, y en dicha
situación jugó. un papel de primer orden el nuevo repartimiento, cuya
aparición pasamos a explicar.

La liberación de los indios causó una profunda sacudida en todas las


colonias y también en Guatemala. No aceptaron los conquistadores y
colonos la obligación de contratar a los indios para trabajar. Alegaron que
los nativos eran por naturaleza holgazanes, y exigieron que en alguna
forma se les obligara a trabajar en las haciendas. (El prejuicio de la innata
holgazanería del indio nació, en ese momento, y fue, desde entonces, una
falsa justificación del trabajo forzado). La corona hizo innumerables
consultas a sus funcionarios y hombres de confianza en las colonias, y
todos ellos le aconsejaron no volver a la esclavitud, sino encontrar la
manera de que los indios trabajaran para los hacendados obligatoriamente
durante periodos de tiempos limitados. (En Guatemala que el Obispo don
Francisco Marroquín uno de aquellos hombres de confianza. Hombre
práctico, aconsejó lo que la realidad exigía. Se comenzó pues, a obligar a
los indios a acudir a las haciendas de los españoles, pero sin la posibilidad
de ser retenidos en ellas: tenían que volver a sus pueblos.

Lo que estaba ocurriendo, en el fondo, era que la corona y los


colonizadores estaban llegando a un ajuste para compartir la explotación de
la población indígena. Ese ajuste se hizo necesario porque la libre
contratación del trabajo de los indios, con los instrumentos y conocimientos
que les fueron proporcionados, hubiera encarecido el costo de producción
en la agricultura y habría reducido mucho, consiguientemente, el margen de
utilidades para los terratenientes. Dicho de otro modo: el grado de
desarrollo de las fuerzas productivas no permitía la adopción del salario. El
trabajo de libre contratación reducía a niveles muy bajos el aliciente de los
colonos para permanecer en las colonias. En todas partes amenazaron con
“despoblar”, volverse a España, y ciertamente lo hubieran hecho si la
monarquía no hubiere adoptado una flexible política de concesiones que
desembocaron en el nuevo repartimiento de indios. En todas las colonias se
llegó a resultados parecidos; en México se adoptó el “cuatequil” (también
llamado repartimiento en aquel virreinato); en el Perú se adoptó la “mira”.
Las modalidades y el desarrollo peculiar del trabajo forzado de indios en las
distintas colonias, viene determinado por el cuadro económico que se daba
en cada una de ellas. Puede afirmarse, sin embargo que allí donde los
metales eran escasos y donde el comercio de explotación fue poco activo,
allí la tributación de los indios vino a ser la renta más importante de la
corona. En esos lugares se hizo más indispensable que los indios
permanecieran concentrados en sus pueblos, controlados para producir
tributos, y allí tomo el repartimiento una organización más definida y
perduró hasta el final de la colonia. Este fue el caso de Guatemala. Hacia
1,580 estaba ya funcionando en el reino el repartimiento de indios con sus
características esenciales. Y los documentos de la ¿poca de la
Independencia, dos siglos y medio más tarde, lo presentaban todavía como
el régimen de trabajo fundamental.

ESQUEMATICAMENTE AQUEL SISTEMA DE TRABAJO ERA COMO


SIGUE:

Tenían que acudir al repartimiento todos los indios varones en edad de


trabajar, Se exceptuaba solamente a los indios “nobles”, que tenían acceso
a los Cabildos de los pueblos de indios y que, precisamente, eran los más
inmediatos encargados del repartimiento en el seno de los pueblos. La
suma de trabajadores de cada pueblo se dividía en cuatro tandas, cada una
de las cuales tenía que ir a las haciendas sucesivamente. Se trataba con
ello de que todos los trabajadores de cada pueblo desfilaran por las
haciendas en el curso de cada mes; se trataba, también, de dejarle al indio
tiempo suficiente para trabajar su parcela en las tierras comunales del
pueblo, de las que obtenía lo fundamental para sustentarse y lo necesario
para tributar (tributar al rey; sí era pueblo “realengo”, y al encomendero si
era “de encomienda”),

El domingo por la tarde, cuando estaban llegando los indios del


repartimiento de la semana anterior, se estaban juntando y preparando los
de la semana siguiente. Se hacían presentes en los pueblos los
mayordomos y empleados de las haciendas, quienes acompañaban y
vigilaban a los indios en el trayecto del lunes.

A los indios de repartimiento había que pagarles un real por día, en moneda
y en mano propia, el último día de la semana y no después. También
establecían las Ordenanzas que debía pagárseles el día que caminaban
hacia la hacienda -el lunes., aunque no dicen nada acerca de pagarles el
tiempo y el esfuerzo invertido en el regreso a sus pueblos.

Las anomalías y abusos del repartimiento constituían su más Íntima


realidad, pero no podemos entrar a señalarlos en esta síntesis. Digamos
solamente, por razón de su gran importancia, que el real, la paga forzosa,
no se pagó nunca por día, sino se adoptó el sistema de pago por tareas
desde principios del siglo XVIL. Estas tareas eran arbitrariamente
establecidas por los hacendados, y requerían un esfuerzo que no podía
realizarse en una jornada, de modo que el indio de repartimiento venía a
ganar menos de un real por día. También el pago en moneda gastada y
depreciada, así como el pago en especie -justificado por la escasez de
metálico-, disminuía la paga de repartimiento, que de por sí era
insignificante (191 real era la octava parte de un peso, y su poder
adquisitivo equivalía aproximadamente a siete onzas de pan de trigo).

Á mediados del siglo XVII] estaba ya muy generalizada una importante


modificación del repartimiento. Se abandonó el sistema de envíos de indios
por semanas y se adoptó el de enviarlos en las temporadas en que las
haciendas tenían más necesidad de mano de obra. Es muy probable que
esa modificación haya tenido por causa el incremento de la población
mestiza menesterosa -los ladinos rurales pobres y el consiguiente aumento
de la disponibilidad de mano de obra barata por los hacendados. Los
documentos del siglo XVII revelan la proliferación de las rancherías
habitadas por ladinos en las haciendas, y ello hace pensar que los
hacendados, disponiendo de trabajadores permanentes, encontraron más
ventajoso desistir de sus repartimientos semanales y adoptar el sistema de
repartimiento por temporada.

Esa modificación debe haber representado cierta ventaja para los indígenas
si se atiende a que debe haber disminuido la agitación semanal en los
pueblos, Sin embargo, hay testimonios históricos de que, desde otro punto
de vista, representó para ellos un grave perjuicio. Al retirar a los indios de
sus pueblos en las temporadas de más actividad agrícola -temporadas de
siembra y de cosecha de los cereales básicos y de otros granos-, los
apartaban de sus tierras comunales en los períodos en que era necesario el
laboreo de dichas tierras. Ello redundaba en una menor aportación de
productos de indios a los mercados locales, y en una mayor aportación
relativa de los productos de las haciendas. Observadores coloniales
señalaron de cuánto daño era este sistema para los indios, pero su
denuncia no cambió las cosas.

El repartimiento perduró hasta los días de la Independencia con la


modificación que acabamos de señalar, y así continuó practicándose
después de la Independencia, porque debe saberse que la dictadura
terrateniente conocida como “de los treinta años” (gobiernos de Carrera y
Cerna) no alteró la estructura colonial del pueblo de indios ni abolió el
sistema de repartimientos.

Hemos diferenciado, hasta aquí, tres instituciones coloniales que fueron


llamadas repartimiento. El repartimiento de indios esclavista anterior del
siglo XVL. El repartimiento de tierras, también de aquel periodo en que los
conquistadores gobernaban todavía a través de sus Ayuntamientos y se
distribuían las tierras y las gentes conquistadas por ellos. Luego el
repartimiento de indios feudal, en que el indio, adscrito a su pueblo y
obligado allí a tributar, era enviado por semanas a trabajar a las haciendas
a cambio de una paga insuficiente y también obligatoria, Este repartimiento
fue, por su significación económica y social, y por su duración, la institución
económica más importante de la época colonial.

No es raro encontrar en los documentos coloniales la palabra mandamiento


aplicada al sistema de trabajo forzoso que hemos esbozado. Para aclarar
este punto, basta anotar lo siguiente: al principio se empleó este término
para designar los envíos de indios a lugares muy distantes de sus pueblos y
por períodos mayores de una semana. Las Ordenanzas de repartimiento
estipulaban que los indios no debían ser enviados más allá de diez leguas
de sus pueblos ni por más de seis días, de lunes a sábado, una vez cada
mes. Pero ciertas empresas situadas en la costa, especialmente las
haciendas añilaras. Exigían mano de obra suplementaria que les era
enviada desde lejos. Estos envíos, reiterada e inútilmente prohibidos por la
monarquía, se siguieron usando por lo menos hasta Anales del siglo XVIL
Se hicieron cada vez menos frecuentes, conforme aquellas empresas
contaron con una afluencia creciente de mano de obra mestiza. Así, pues,
hasta fines del siglo XVII se le llamó repartimiento al sistema rotativo de
semanas, y mandamiento al envío de indios a lugares distantes y por
temporadas mayores que una semana. En el siglo XVII, en cambio, se le
llamó indistintamente repartimiento y mandamiento al sistema de trabajo
forzado por temporadas que hemos explicado, aunque puede decirse que
fue más usual llamarlo repartimiento. En el siglo XVII se le llamó
indistintamente repartimiento y mandamiento al sistema de trabajo forzado
por temporadas que hemos explicado, aunque puede decirse que fue más
usual llamarlo repartimiento. En resumen: en el siglo XVII se le llamó
mandamiento a una variante del repartimiento -más distancia y más
duración-. y en los siglos XVII y XIX se llamó indistintamente mandamiento
y repartimiento al repartimiento modificado (de temporadas).

No se acaban allí las instituciones económicas nombradas repartimientos


durante la colonia. Hubo otras dos, las cuales, pese a su gran significado
como mecanismos de opresión de la clase indígena servil, pueden ser
explicadas muy brevemente.

Mencionemos en primer lugar el repartimiento de mercancías, también


llamado de enseres. Existió desde principios del siglo XVII hasta las
postrimerías de la colonia, y fue un negocio reservado exclusivamente a los
Corregidores o Alcaldes Mayores -jefes de amplios distritos llamados
Corregimientos-. El repartimiento de enseres no era ni más ni menos que
una venta forzada. Los Corregidores, valiéndose para este reparto de las
autoridades indígenas de los pueblos -los Alcaldes Indios, procedentes.
Siempre de la camarilla de los “nobles” del lugar, excluidos de tributo Y de
la obligación de ir al repartimiento-distribuían por la fuerza entre los indios
grandes cantidades de mercancías de diversa naturaleza. Repartían
herramientas, telas como azadas, hachas, machetes; también telas y ropa!
Igualmente alimentos. Todo ello imponiendo las cantidades, los precios y
las calidades de los artículos, sin que los indígenas pudieran negarse a
recibirlos ni protestar. El repartimiento de enseres se hacía bajo la presión
del terror colonial, y los indios sabían que resistirlo era concitar la
animadversion del Corregidor, quien con cualquier pretexto podía mandar
azotar a los remisos hasta despellejarlos. Así, aquellos enseres, caros,
inútiles, inoportunos, eran recibidos y endeudaban a los indios. Había que
pagarlos en frutos, en moneda o en trabajo. (El indio, obligado a trabajar
gratuitamente para el rey - tributo-; obligado a trabajar en forma
semigratuita para los hacendados -repartimiento-; tenía que trabajar
también para pagarle a los Corregidores estas deudas in ames. Obsérvese
que en estos mecanismos está la causa de la interioridad económica en
que se mantuvo al indio durante los tres siglos coloniales, y por ende la
inferioridad de su desarrollo general que maliciosamente se le achacó a su
raza).

Los puestos de Corregidor sólo eran accesibles a personas muy


adineradas, y solían estar en manos de grandes terratenientes. Aunque el
puesto tenía un sueldo simbólico, su verdadera retribución radicaba en los
grandes negocios que el funcionario podía realizar durante los años de su
gestión, que solían ser entre cuatro y seis. Para obtener un Corregimiento
había que hacer cuantiosas donaciones en dinero a la corona, las cuales
eran una inversión que arrojaba fabulosas ganancias. La prisa en recuperar
el dinero entregado a la corona, así como la prisa en recuperar el monto de
las deudas contraídas con los comerciantes de la ciudad -a quienes se
habían comprado los enseres repartidos-, convertían al Corregidor en una
figura de voracidad y crueldad proverbiales. El repartimiento de mercancías
fue una de las muchas calamidades que pesaron sobre la población
indígena en la colonia, y una de las fuentes de enriquecimiento de que
maliciosamente se le achacó a su raza.

Otro despiadado negocio de los Corregidores fue el repartimiento de


hilados, también llamado de hilazas o de algodones. Á diferencia del de
mercancías, que se practicó en todo el reino, éste se practicó solamente en
los Corregimientos de Totonicapán y Huehuetenango y en el de
Quetzaltenango. Los Corregidores compraban grandes cantidades de
algodón en mota y en fibra las cuales solían adquirir en Mazatenango-, y las
repartían entre las mujeres de todos los pueblos que caían bajo la
jurisdicción del Corregimiento. En esta compleja operación también
colaboraban los Alcaldes Indios, obteniendo a veces algún beneficio como
verdaderos colaboradores del Corregidor, y en otros casos bajo la amenaza
de ser castigados si no prestaban su ayuda, Se sabe de casos en que los
Alcaldes Indios fueron azotados brutalmente por no haber puesto bastante
empeño en exigir a las indias un trabajo intenso y un producto bien
acabado. El algodón se le entregaba a las mujeres indígenas para que lo
torcieran y lo devolvieran convertido en hilo. Se les daba y se les recogía
pesado, para que no hubiera merma; pero como el trabajo suponía siempre
una merma inevitable, las indias ajustaban el peso de la entrega con
desembolsos de su corto peculio. Cuando el algodón no era devuelto con
puntualidad, o cuando faltaba algo en el peso, y también cuando no estaba
bien retorcido, las mujeres indígenas eran azotadas.
En algunas regiones y épocas se sabe que los Corregidores pagaron algo
por cada quintal de algodón hilado (se usaba esa medida de peso); pero la
paga era insignificante, y el terror era necesario para que las indias
cumplirán con lo que se les exigía, igual que en las regiones en donde no
se les pagaba nada.

A principios del siglo XVII, al inaugurarse este uso, se exigía el algodón


hilado hasta la contextura de pabilo y era usado en la fabricación de
candelas (manufactura muy importante en aquella sociedad, tanto para la
iluminación como para el culto). Posteriormente se exigió que fuera hilado
hasta la contextura de hilo de tejer, con lo cual aumentó notablemente el
peso de esta obligación sobre las indias. Al principio se hacía sólo un
repartimiento de algodones al año; después se hicieron dos, y a fines del
siglo XVII ya se hacían tres, que fue el número de repartimientos de hilazas
que se mantuvo hasta la Independencia. Muchos documentos hacen
referencia al perjuicio que causaba en el hogar de los indios, y en la
estructura familiar, esta obligación que apartaba a la mujer de sus hijos, de
su esposo y sus padres, y también de la tierra en cuyo laboreo ella
cooperaba.

Estos dos repartimientos que hemos descrito brevemente, el de mercancías


y el de hilazas, no constituían anomalías o hechos excepcionales. Eran
instituciones económicas reconocidas y aceptadas dentro del régimen
colonial. Eran, en realidad, la retribución que la monarquía le daba al
Corregidor a cambio de mantener a raya a los indios de su distrito y de
velar por la recaudación de los tributos en el mismo.

Hemos completado la breve descripción con fines de diferenciación que nos


proponíamos. No hay posibilidad de confundir los cinco repartimientos
coloniales: el de tierras y el de indios del periodo esclavista, anteriores a la
estructuración definitiva del régimen colonial; el repartimiento de indios o
mandamiento, régimen de trabajo forzado de los indios desde mediados del
siglo XVI hasta la Reforma Liberal de 1,871 -porque, repitamos, la
Independencia no abolió el repartimiento colonial de temporadas-; el
repartimiento de enseres o venta forzosa de mercancías por los
corregidores y el repartimiento de hilados, sistema de explotación que
recata directamente sobre la población indígena femenina de ciertos
Corregimientos,

Es de interés señalar, ya concluyendo este apunte, que la Reforma Liberal


y la serie de dictaduras cafetaleras que le fueron subsiguientes no
suprimieron el trabajo forzado de los indios; antes bien lo reactivaron y lo
llevaron a extremos que no se habían conocido antes. En efecto: la
impetuosa multiplicación de las fincas cafetaleras, y la consiguiente
necesidad de mano de obra fija y estacionaria, le impusieron a la Reforma
una política sumamente drástica para con la población indígena. La
legislación agraria del gobierno de Barrios rompió la estructura colonial del
pueblo de indios: al convertir en propiedad privada las parcelas de las
tierras comunales de los pueblos, favoreció a los núcleos de ladinos
incrustados desde la colonia en dichos pueblos -la capa media alta rural,
que fue uno de los contenidos de clase de la Reforma y lanzó grandes
masas de indios sin tierra a las rancherías de las fincas. La legislación
laboral del propio gobierno de Barrios, creó instrumentos para retener a los
indígenas en las fincas (el endeudamiento forzoso y la retención por
deudas) y para enviarlos obligatoriamente a las fincas cuando los finqueros
los necesitaran en mayor número. El tristemente célebre Reglamento de
jornaleros estableció que los Ánqueros podían pedirle a los Jefes Políticos
el envío de indios cuando los necesitaran, y una de las más importantes
atribuciones de aquellos jefes -también célebres en el mismo sentido-fue la
de mantener activo el sistema de envió forzoso de indígenas a las fincas.
Estos envíos forzados fueron llamados “mandamientos” en la legislación y
en el lenguaje corriente, y fueron, en realidad, una reactivación del
mandamiento colonial en un cuadro histórico distinto.

Ciertas modificaciones introducidas en la legislación laboral por los


gobiernos cafetaleros, aunque trataron de presentarse como avances
liberales, no fueron en realidad otra cosa que habilidosos
perfeccionamientos -más eficaces y más disimulados del aparato de
compulsión que obligaba a los indígenas a trabajar en las fincas, y que, por
lo tanto, mantenía vedada la libre contratación. Así, el gobierno de Reyna
Barrios prohibió en 1,893 los mandamientos, pero al año siguiente enero
creó las “compañías de zapadores” y también (febrero) decretó una nueva
Ley de Trabajadores. Esta última fue un calco del Reglamento de jornaleros
de Barrios, con la única diferencia de que fueron suprimidas las
disposiciones relativas a los mandamientos, En ella se establece, empero
que los trabajadores no podrán ausentarse de las Áncas mientras no
comprueben su solvencia con el patrono consignada en un libreto especial.
Las autoridades perseguirán al “nozó” que se retire de la finca estando
insolvente, y el patrono tendrá derecho de pedir que le sea devuelto o
decidir que sea remitido a las compañías de zapadores. Las célebres
compañías estarían compuestas solamente por indígenas, tendrían por
finalidad construir y componer gratuitamente los caminos, y sólo podrían
eximirse de ese servicio quienes demostraran, por medio del libreto antes
aludido, tener compromiso de servir en una finca. Quiere decir, pues, que la
falta de solvencia retenía al indio en la finca, y la disponibilidad de solvencia
lo llevaba a la compañía de zapadores. Salta a la vista que con esas
innovaciones no eran necesarios los mandamientos, antes bien, se había
convertido en un sistema anticuado para garantizar el trabajo obligatorio,
asegurado ahora en formas mucho más amplias. El trabajo forzado en las
fincas se controló con la amenaza de otro trabajo forzado mucho más duro,
el cual, en definitiva, también era urgente para los finqueros, porque los
caminos fueron en aquel periodo fundamentalmente una necesidad para el
movimiento del café.

Lo mismo ocurrió 40 años después, gobernando Ubico. El 7 de mayo de


1,934 fue emitido el Decreto que anulaba las deudas de los mozos en las
fincas y prohibía capturarlos con el pretexto de anticipos. Los
propagandistas de aquel gobernante presentaron dicho decreto como un
gran avance en las relaciones entre colonos y Ánqueros. Y realmente lo
fue, pero sin ninguna ventaja para los primeros y con algunas muy
sustanciales para los segundos. Apenas 3 días más tarde salió un nuevo
Decreto que ponía de manifiesto la intención verdadera del anterior. El 10
de Mayo se emitió la Ley contra la Vagancia. En su sección dedicada a
tipificar a los reos de vagancia se incluyen todos los jornaleros que no
tengan comprometidos sus servicios con las Incas, ni cultiven con su
trabajo personal por lo menos 3 manzanas de café, caña o tabaco en
cualquier zona del país, o tres manzanas de maíz en zona cálida y en zona
fría, ó 4 manzanas de trigo, patatas, hortalizas y otros productos en
cualquier zona. Todos los reos de vagancia - que serían, como se ve, todos
los trabajadores privados de tierra o que la tuvieran en cantidades menores
de las arriba estipuladas - sufrían 30 días de prisión dedicados a caminos y
obras públicas, entendiendo que les correría igual pena todas las veces que
incurrieran en reincidencia. La pena sería conmutable en trabajo de fincas,
eso sí, siempre que un finquero se ofreciera para recibir al reo en su finca
como jornalero... En septiembre de 1,935 firmó Ubico un Acuerdo
Presidencial que contiene un Reglamento de jornaleros, cuyo primer
artículo dice que serán tenidos por vagos, y castigados como tales, los
jornaleros que no puedan demostrar, con presentación de un libreto
especial, haber trabajado 100 jornales al año en las fincas, si se trata de
trabajadores con cultivos propios y 150 jornales cuando se trate de
trabajadores sin tierra.

Los mandamientos pues, fueron suprimidos en el papel pero se


conservaron en la realidad. Cuando los Finqueros necesitaban trabajadores
forzados los solicitaban igual que antes, y las autoridades se encargaban
de enviar con prontitud una redada de “vagos” en el número exacto
solicitado. El finquero los acogía para conmutar la pena en trabajo, y si
quería retenerlos no necesitaba endeudarlos, porque bastaba con no
firmarles la solvencia en el libreto. Ello significaba que salían de la finca
nuevamente como vagos, Y que a poco andar los capturaría la autoridad
específica y los devolvería al patrono.

Antes de la Revolución de Octubre, abolidos ya los mandamientos pero


creados en su reemplazo los mecanismos señalados, “que escena
frecuente muy conocida, en las ciudades del Occidente del país, el paso de
las filas de indios enviados a las incas desde los pueblos del altiplano. Filas
de hombres hambrientos y abatidos, siempre escoltado, a veces atados,
seguidos de lejos por grupos de mujeres indígenas que los acompañaban
en su ominosa caminata hacia las fincas Viva estampa colonial en la cuarta
década del Siglo XX”.

El trabajo forzado de los indios no fue abolido en Guatemala hasta el año


1,945. Su abolición fue uno de los más importantes cambios revolucionarios
introducidos por la Revolución de Octubre. El Decreto del Congreso de la
República de ficha 23 de marzo de 1,945 suprimió definitivamente los
envíos de indios forzados con pretexto de vagancia. y cerró, de ese modo,
un largo capítulo de la historia del trabajo en nuestro país. Ese ciclo se
había iniciado en los repartimientos coloniales, cuyas características hemos
querido establecer un poco en estas breves anotaciones.”

CAPITULO XIII
LA POLITICA AGRARIA COLONIAL Y LOS ORIGENES DE LATIFUNDIO
EN GUATEMALA

De sobra se sabe que el problema primordial de la sociedad guatemalteca


es la mala distribución de su más importante medio de producción. La tierra
se halla concentrada en pocas manos, mientras carece de ella la gran
mayoría de la población dedicada a la agricultura, va porque no la tenga en
absoluto o porque sea escasa y mala la que posee. Censos y estudios
recientes ponen a la vista las proporciones del fenómeno. * Los orígenes
del latifundismo guatemalteco se encuentran en la organización económica
de la sociedad colonial, El presente trabajo se propone señalar cuáles
fueron los principios rectores de la política agraria colonial, y de qué manera
esos principios determinaron el desarrollo inicial decisivo del latifundismo en
nuestro país. (Por tratarse de procesos acaecidos cuando Guatemala era
un trozo de la Capitanía General de Guatemala, muchos de los juicios aquí
vertidos son válidos para la Historia Económica de Centroamérica y de
Chiapas).

Algunos estudiosos de las leyes y de las instituciones indianas han insistido


en que la legislación de Indias tuvo un carácter marcadamente casuista,
vale decir que estuvo enderezada a resolver casos y problemas surgidos en
determinados lugares y tiempos, y que por tal motivo, fue una legislación
caprichosa y desprovista de unidad sistemática. Esa es una verdad de
superficie, que desafortunadamente encubre importantes hechos de fondo.
Las leyes que emite un Estado cualquiera son, en una u otra forma,
expresión jurídica de los intereses de las clases dominantes a quienes ese
Estado representa; y como entre tales intereses tiene que haber
necesariamente algunos que sean principales y permanentes, de ahí que
toda legislación, por muy casuista que sea, deba estar regida por ciertos
principios fundamentales que le confieren unidad interna. La legislación
indiana se formó principalmente -es cierto con un caudal de Reales Cédulas
que le buscaban solución a problemas muy concretos y hasta
circunstanciales, pero ese cúmulo de disposiciones, ordenadas
oportunamente en una Recopilación, integraron y ponen a la vista un
cuerpo de Derecho bastante coherente.

Por lo que hace a la tierra, el estudio atento de las fuentes coloniales


guatemaltecas permite descubrir los lineamientos de una política agraria
perfectamente definida. Es más: pueden señalarse con cierta precisión los
cinco principios que configuraron aquella política, todos emanados de
intereses económicos que la propia documentación no oculta. Cuatro de
esos principios hallaron expresión en las leyes coloniales de tierras; el otro
es revelado por documentos de diversa naturaleza. Vamos a referimos
principalmente a la legislación, pues, sin atribuirle fuerza de factor
determinante -que nunca la tiene—, sino como expresión de intereses
económicos.

El principio fundamental de la política indiana en lo relativo al agro se


encuentra expresado en el SEÑORIO que ejercía la corona de España
sobre todas las tierras de las provincias conquistadas en su nombre. Este
principio no era otra cosa que el derecho de conquista como hecho
consumado; era la expresión legal de la toma de posesión de la tierra, y
constituye, por eso mismo, la base y el punto de partida del régimen agrario
colonial." La conquista fue esencialmente un proceso violento de
apropiación -proceso económico, por ende que suprimió automáticamente
el derecho de propiedad de los nativos sobre sus tierras; * pero que no se lo
dio automáticamente a los conquistadores, como podría suponerse. Unos y
otros, conquistadores y conquistados, sólo podían recibir tierras del nuevo y
verdadero dueño, el rey, pues en su nombre, y únicamente bajo esa
condición, habían venido los primeros a arrebatarle sus dominios a los
segundos. Inmediatamente después de consumada la conquista, toda
propiedad sobre la tierra provenía, directa O indirectamente, de una
concesión real. El reparto de tierras que hacían los capitanes de conquista
entre sus soldados, lo hacían en nombre del monarca con poderes
especiales otorgados por él, y la plena propiedad de aquellas posesiones
estaba sujeta a la confirmación real.”

El principio de señorío-hay que repetir lo tuvo una importancia


extraordinaria por haber sido la expresión legal de un acto material
absolutamente básico: el despojo de los nativos y el paso de toda
propiedad a la corona en cuyo nombre se hizo la conquista. Las enormes
proyecciones de este principio deben ser bien comprendidas en sus dos
vertientes. Una positiva: sólo el rey cede o vende tierra; toda posesión
deriva de una cesión o venta original de la corona. Y otra negativa no
menos importante: cualquier tierra que el rey no haya vendido o cedido es
tierra realenga, le pertenece al rey y no puede ocuparse ni usarse sin
incurrir en delito de usurpación. La corona cedió y vendió tierras cuando y a
quien le convino, y también veremos que, al negarle tierras a los mestizos
pobres, los lanzó como arrendatarios a las grandes haciendas y creó con
ello un motivo adicional para la expansión latifundista de dichas empresas.

Con base en el principio anterior, el Estado español desarrolló un segundo


principio de su política agraria en Indias: lo llamaremos el PRINCIPIO DE
LA TIERRA COMO ALICIENTE, porque eso fue en realidad.

Varios autores han señalado que la corona española, imposibilitada para


sufragar las expediciones de conquista como empresas estatales, las
estimuló como empresas privadas con el aliciente de ofrecerles a los
conquistadores una serie de ventajas económicas en las provincias que
conquistasen. Agregamos nosotros que en la región centroamericana,
territorio pobre en metales preciosos, la concesión de tierras y de control
sobre los indios fueron los principales alicientes empleados en aquel
período. Con diáfana claridad lo manifiesta la Real Cédula de Fernando el
Católico, fechada en Valladolid el 18 de junio de 1,513 -incorporada
después a la Recopilación de Leyes de Indias.

“Porque nuestros vasallos se alienten al descubrimiento y población de las


Indias, y puedan vivir con la comodidad, y conveniencia, que deseamos: Es
nuestra voluntad, que se puedan repartir y repartan casas, solares, tierras,
caballerías y peonías a todos los que fueren poblar tierras nuevas en los
Pueblos y Lugares, que por el Gobernador de la nueva población les fueren
señalados, haciendo distinción entre escuderos y peones, y los que fueren
de menos grado y merecimiento, y los aumenten y mejoren atenta la
calidad de sus servidos, para que de allí adelante los puedan vender, y
hacer de ellos a su voluntad libremente, como cosa suya propia; y asimismo
conforme a su calidad, el Gobernador o quien tuviere nuestra facultad, les
encomiende los Indios en el repartimiento que hiciere, Para que gocen de
sus aprovechamientos y demoras, en conformidad a las tasas, y de lo que
está ordenado”.

Para que ese estímulo diera los resultados apetecidos, la corona tenía que
mostrar mucha magnanimidad en la cesión de tierras, pues hubiera sido
desastroso que se propagara la noticia de que los conquistadores no
estaban siendo debidamente premiados por su inversión, ni los primeros
pobladores por su decisión de trasladarse a las colonias recientes. El rey
ofrecía y cedía -nótese este detalle importante una riqueza que no había
poseído nunca antes del momento de cederla. Los conquistadores salían a
conquistar unas tierras con autorización, en nombre y bajo el control de la
monarquía; y la monarquía los premiaba cediéndoles trozos de esas
mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues, con lo que ellos le
arrebataban a los nativos y con los nativos mismos. Y como cedía algo que
no le había pertenecido antes de cederlo, podía cederlo en grandes
cantidades. Las actas del primer cabildo de la ciudad de Santiago de
Guatemala, desde el día siguiente al asiento de la ciudad, muestran un
cuadro muy animado de los conquistadores repartiéndose las tierras entre
sí, en grandes extensiones, con base en la autorización que para ello tenía
el jefe de la expedición, Alvarado, y las personas en quienes delegó dicha
facultad en sus ausencias.

Este principio político -la tierra como aliciente-, determinado por la


necesidad de expandir y consolidar un imperio sin hacer gastos, a
expensas de los conquistados, fue a su vez un punto de partida del
latifundismo. Las tierras cedidas a los conquistadores y primeros
pobladores, solicitadas por ellos en extensiones que la corona no podía
valorar por desconocimientos de lo que cedía, fueron los primeros
latifundios coloniales -susceptibles de ser ulteriormente ampliados, como se
verá adelante.

Resta decir que ese principio, segundo de nuestra serie, operó de manera
profunda y decisiva en la etapa de la conquista y colonización intensiva, a lo
largo del siglo XVL En los siglos subsiguientes continuó actuando de
manera atenuada, porque la posibilidad de adquirir tierra por merced real
siguió siendo un incitante de la inmigración española a Indias.

Perdió la fuerza y el sentido de la primera etapa, eso sí, por motivos que se
desprenden de lo que se verá enseguida.

Finalizando el siglo XVI, dos generaciones de colonizadores españoles


había echado raíces en las colonias. Habían erigido ciudades, tenían tierras
en abundancia, disponían del trabajo forzado de los indios, “muchos de
ellos tenían encomiendas, habían fundado familias ya tenían descendientes
criollos, Afianzando el imperio por obra de la colonización y de la toma
efectiva del poder local por las autoridades peninsulares, el principio político
de la tierra como aliciente perdió su sentido original y siguió actuando en
forma atenuada. A tono con la nueva situación, la monarquía se halló en
condiciones de aplicar con provecho un nuevo principio: LA TIERRA COMO
FUENTE DE INGRESOS PARA LAS CAJAS REALES bajo el
procedimiento de “composición de tierras”.

Veamos.

La incitación del periodo anterior a pedir y obtener tierras había dado lugar
a muchas extralimitaciones. En aquel período convenía tolerarlas, pero
medio siglo más tarde se convirtieron en motivo de reclamaciones y de
“composiciones” La monarquía comenzó a dictar órdenes encaminadas a
que todos los propietarios de tierras presentaran sus títulos. Las
propiedades rústicas serían medidas para comprobar si se ajustaban a las
dimensiones autorizadas en aquellos documentos. En todos los casos en
que se comprobara que había habido usurpación de tierras realengas, el
rey se a venta a cederlas legalmente si los usurpadores aceptaban pagar
una suma de dinero por concepto de “composición”. En caso contrario, era
preciso desalojarlas para que el rey pudiera disponer de ellas.

En 1591 fueron despachadas por Felipe II las dos Cedulas que


definitivamente pusieron en vigencia el principio de la composición de
tierras en el reino de Guatemala” ; y parece que lo mismo ocurrió en todas
las colonias en ese año. Es del mayor interés la lectura cuidadosa de unos
fragmentos de dichas Cédulas, ya que ilustran de manera inmejorable los
criterios que presidieron el principio de composición de tierras desde sus
inicios. Las dos Reales Cédulas son de la misma fecha (1? de noviembre
de 1,591) y en la primera se leen los siguientes conceptos: “El Rey. Mi
presidente de mi Audiencia Real de Guatemala. Por haber yo sucedido
enteramente en el Señorío que tuvieron en las Indias los Señores que
fueron de ellas (se refiere a los nativos conquistados, S.M.), es de mi
patrimonio y corona real el Señorío de los baldíos, suelo y tierra de ellos
que no estuviere concedido por los Señores Reyes mis predecesores o por
mí, o en su nombre y en el mío con poderes especiales que hubiéramos
dado para ello; y aunque yo he tenido y tengo voluntad de hacer merced y
repartir el suelo justamente (...) la confusión y exceso que ha habido en
esto por culpa u omisión de mis Virreyes, Audiencias y Gobernadores
pasados, que han consentido que unos con ocasión que tienen de la
merced de algunas tierras se hayan entrado en otras muchas sin título (...)
(lo cual) es causa que se hayan ocupado la mejor y la mayor parte de toda
la tierra, sin que los concejos (se refiere a los municipios de los pueblos, S.
M.) e indios tengan lo que necesariamente han menester (...); habiéndose
visto y considerado todo lo susodicho en mi Real Consejo de las Indias y
consultándose conmigo, ha parecido que conviene que toda la tierra que se
posee sin justos y verdaderos títulos se me restituya, según y cómo me
pertenece y por ese tenor continúa la Cédula ordenando que todas las
tierras usurpadas le sean devueltas al rey.

Parecería a primera vista, que la usurpación de tierras, su apropiación ilegal


y subrepticia, sufría un rudo golpe con aquella categórica disposición real.
Pero estaba ocurriendo precisamente lo contrario: se estaban poniendo las
bases para que la usurpación se convirtiera en un procedimiento normal
para apropiarse la tierra y una de las principales modalidades de la
formación de latifundios.

No se piense que todo ello ocurrió a despecho de la voluntad de los reyes;


fue un fenómeno promovido hábilmente por la política económica de la
monarquía.

La Cédula que hemos citado ordena recuperar para el rey todas las tierras
ocupadas sin títulos, No ofrece ninguna posibilidad de retenerlas con base
en arreglos. Es una orden tajante. Pero en la segunda Cédula de esa
misma fecha se le dice al Presidente que, no obstante lo ordenado en la
anterior, se puede entrar en arreglos con los usurpadores si éstos se
muestran dispuestos a pagar lo “justo y razonable”. Leamos sus renglones
medulares: “Por otra Cédula mía de la fecha de ésta os ordeno que me
hagáis restituir todas las tierras que cualesquiera personas tienen y poseen
en esa Provincia sin justo y legítimo título” -dice el monarca, pero
seguidamente agrega que: -.. por algunas justas causas y consideraciones,
y principalmente por hacer merced a mis vasallos, he tenido y tengo por
bien que sean admitidos a alguna acomodada composición, para que
sintiéndome con lo que fuere justo para fundar y poner en la mar una
gruesa armada para asegurar estos Reinos y esos, y las lotas que van y
vienen de ellos (..) se les confirme las tierras y viñas que Poseen, y por la
presente, con acuerdo y parecer de mi Consejo Real de Indias, os doy
poder, comisión y facultad para que, reservando ante todas cosas lo que

os apreciere necesario para plazas, ejidos, propios, pastos y baldíos de los lugares y concejos (se
refiere otra vez a los municipios de los pueblos, S. M.), así por lo que toca al estado presente como
el porvenir del aumento y crecimiento que puede tener cada uno, y a los indios lo que hubieren
menester para hacer sus sementeras, labores y crianzas, todo lo demás lo podáis componer, y
sirviéndome los poseedores de las dichas tierras (..) que tienen y poseen sin justo y legitimo título,
se las podáis confirmar y darles de nuevo título de ellas (la expresión 'de nuevo' no significaba en
aquel léxico "otra vez, sino por primera vez, como cosa que antes no había ocurrido", S.M.) (...) y
en caso que algunas personas rehusaren y no quisieren la dicha composición, procederéis contra
los tales conforme a derecho en virtud de la dicha mi real cédula...""

Sería ingenuo suponer que las dos Cédulas de aquel día se contradicen, o que pudo incluirse el
contenido de ambas en una sola, ya que tratan del mismo asunto. No se contradicen sino que se
complementan; y el hecho de poner la orden de restitución en un documento y la oferta de
composición en otro aparte, obedecía al propósito de no restarle fuerza legal a la primera y
aumentar así el atractivo de la segunda. Porque lo que la corona quería no era que le devolvieran
las tierras usurpadas, sino que no se las devolvieran: quería la composición, necesitaba dinero.

Es interesante observar que en la etapa en que privó el principio de la tierra como aliciente, la
corona puso ciertas condiciones al hacer merced de la tierra: había que radicar en. ella y cultivarla
durante un determinado tiempo antes de obtener la confirmación de su plena posesión según se
leyó en la famosa Cédula del Rey católico que hemos citado páginas atrás-. Pasada aquella corta y
decisiva etapa, privando ahora el principio de la cierra como fuente de ingresos para la monarquía,
desaparecieron totalmente aquellos requisitos: los terrenos realengos usurpados podían titularse
por vía de composición"...estando o no poblados, cultivados o labrados..."

La composición de tierras fue un mecanismo creado en la última década del siglo XVI; ingresó
como un tema permanente en la Recopilación de Leyes de Indias," estuvo causándole ingresos a la
corona durante todo el periodo colonial," y fue un importante renglón de la Real Hacienda en el
reino de Guatemala hasta pocos años antes de la Independencia. Dicho lo mismo de otro modo: la
usurpación de tierras se practicó desde el siglo XVI con base en la liberalidad de las concesiones
originales y en el descontrol de la primera etapa colonizadora. En la última década de ese siglo fue
instituido el sistema de composiciones, el cual no vino a frenar la usurpación -porque no era su
finalidad- sino a convertirla en un procedimiento normal para adquirir tierras y ensanchar los
latifundios con desembolsos moderados. Al normar la composición, las leyes sistematizaron la
usurpación de tierras para todo el período colonial.

No hay negocio que más prospere, que aquel en que los dos tratantes salen beneficiados. El
procedimiento usurpación-composición beneficiaba a la corona con una recaudación constante, y
a los terratenientes dándoles facilidades para ensancha propiedades. En las instrucciones que los
Presidentes le daba, a comisionados de hacer remedidas y composiciones de tierras, se les
recomienda, entre otras cosas. regatear en torno al precio de la tierra, pujar para arriba con el fin
de que "...siempre lo que se hiciere sea en aumento rial real haber..."y naturalmente preferir
siempre una composición baja antes que una devolución de tierras sin provecho alguno para el
"real haber La consigna era no permitir el fracaso de la composición.

A mediados del siglo XVIII una importante Cédula le dictó nueva forma a la administración del
ramo de tierras. y dispuso que los Subdelegados percibieran el dos por ciento de las ventas y
composiciones que se realizaran bajo su dirección. Tenemos allí, pues, un nuevo factor favorable
al proceso usurpación-composición, puesto que la concesión del citado estipendio a favor de los
Subdelegados à procurar precios altos en las composiciones-que elevarían el estipendio a recibir,
pero al mismo tiempo la inducia a realizar composiciones a cualquier precio antes que
malograrlas-más valía pájaro en mano que ciento volando
No hace falta demostrar que el resorte fundamental del mecanismo que estamos señalando se
hallaba en las necesidades de numerario que eran achaque crónico de la monarquía española. Y
resulta harto comprensible que buscara provechos en la concesión barata de tierras que de otro
modo no le rendían ningún beneficio sin reparar, claro está, en consecuencias históricas como el
latifundismo, que no le afectaban ni tenía por qué preverlas

Desde el punto de vista de la corona, la composición fue un recurso económico inteligente.


Usurpar tierras realengas y componerlas después, fue el procedimiento normal para comprar
tierras al rey a precios favorables.

El cuarto principio de la política agraria fue la PRESERVACIÓNDE LAS TIERRAS COMUNALES DE


INDIOS. Al hacerse la organización definitiva de las colonias a mediados del siglo XVI, fueron
creados los pueblos de indios -completamente distintos de los poblados prehispánicos, que fueron
desmantelados para crear estas nuevas concentraciones" Todos los pueblos de indios fueron
dotados desde su creación con dos clases de tierras: las llamadas ejidos -también "de pastos y
ejidos" o "montes y pastos", y las llamadas tierras comunales también comunes de labranza, "de
sementera" o "de labranza y sementera". Los ejidos eran la tierra indispensable y de uso común en
derredor del pueblo: tierra y montes para recolectar madera y otros materiales de construcción,
madera y hojas secas para combustible, espacios para exponer al aire y al sol hilos y telas, y
también para soltar algunos animales de propiedad particular a fin de que pacieran en ellas. La ley
establecía que la extensión de los ejidos debía calcularse representándose dos líneas rectas que se
cruzaran en el centro del pueblo -la fuente de la plaza, si la había- cada una de las cuales debía
tener una legua de longitud, o sea media legua desde el centro del pueblo. Se suponía que el área
encerrada entre los cuatro extremos de esas líneas podía considerarse como ejido de un pueblo,"
pero esa norma era muy flexible y sufrió toda clase de violaciones.

Las tierras comunales se extendían normalmente en los alrededores del pueblo, más alta de los
ejidos (aunque también hubo tierras comunales situadas a considerables distancias de los
pueblos). Su extensión era variable, y se suponía que había tierra suficiente para que cada familia
pudiera percibir una parcela y cultivarla en forma individual. Al final de la colonia, sin embargo,
había pueblos que tenían mucha más tierra de la que necesitaban, y otros que carecían de la
necesaria. Los primero solían arrendarla a los segundos, y más comúnmente a ladinos pobres
totalmente desprovistos de tierra. Las tierras comunales eran administradas por Cabildo o
Ayuntamiento indígena" A partir de la dotación original, muchos pueblos ampliaron sus tierras,
bien solicitadas por merced, o bien, en muchos casos, titulándolas por composición después de
haber entrado en su uso por impulso de la necesidad. Para estas composiciones, y para otras
compras eventuales de tierras del común, los Cabildos echaban mano del fondo llamado de
comunidad (cajas de comunidad), integrado con ciertas contribuciones municipales entre las que
figuraba, de manera principal, cierta cantidad de trabajo en las mismas tierras del pueblo." A ello
se debe que, ocasionalmente, los documentos hagan distinción entre las tierras comunales o de
sementera y las de comunidad, dándole este segundo nombre a las adquiridas con fondos de
comunidad. Debe indicarse, empero. que hubo mucho descuido en la denominación de las tierras
de indios, y que fue incluso corriente llamar ejidos al conjunto de dichas tierras, englobando las
ejidales y las comunales. Fueron, como ya se dijo. dos tipos de tierra distintos.
Además de los ejidos y tierra comunales, hubo tierras que pertenecieron a ciertos indios en forma
particular. La estructura colonial propició la existencia de pequeñas camarillas de indios no serviles
en los pueblos; indios "nobles" que no tributaban ni acudían al trabajo obligatorio (repartimiento)
y que estaban incorporados al aparato de autoridad y de explotación. Dentro de esas facciones
cabildescas hubo indios ricos que dispusieron de medios económicos para componer tierras de su
propiedad. También hubo en los pueblos minorías de mestizos que llegaron a poseerlas propias en
modesta cantidad. La mediana y pequeña propiedad rústica existió, pues, en el cuadro agrario
colonial, pero fue una realidad muy limitada. El panorama del agro durante la colonia estuvo
predominantemente formado por latifundios y tierras comunales. (El cuadro de latifundios y
minifundios, que comprendía el problema agrario de nuestro tiempo, no es colonial. Entre aquél y
éste hay que situar la transformación agraria realizada por la reforma cafetalera en el último tercio
el siglo pasado (s. XIX): desmantelamiento de la estructura colonial de los pueblos, supresión total
de las tierras comunales, incremento de las rancherías con introducción de indios en ellas,
multiplicación en gran escala de la pequeña propiedad agraria en manos de mestizos, y violenta
elevación del número de empresas agrícolas grandes o nuevos latifundios cafetaleros).

La legislación colonial de tierras, tanto la general contenida en la Recopilación como la contenida


en Cédulas e instrucciones especiales para la Audiencia de Guatemala," expresaba de manera
insistente y clarísima el interés de la monarquía en que los pueblos de indios tuvieran tierras
suficientes. Las primeras indicaciones precisas en tal sentido no aparecen sino hasta la gran
reforma de las Leyes Nuevas," ya que desde ese momento comenzaron a vivir los indios en
pueblos y a tributar al rey - anteriormente tributaban a los conquistadores-, Desde entonces, la
posición de la monarquía es firme: los pueblos deben tener suficientes tierras comunales para sus
siembras, y deben tener sus ejidos. En ningún caso debe admitirse la composición a quien haya
usurpado tierras de Indios, ya se trate de tierras comunales, de ejidos, o de propiedad particular
de indios ricos. Antes de componer tierras con particulares españoles y criollos, los comisionados
deben hacer averiguación en los pueblos indígenas cercanos para asegurarse de que no se está
solicitando tierra usurpada a ellos.

En unas instrucciones dadas por el Presidente de la Audiencia Don Alonso Criado de Castilla, en
1,598, le encarga al comisionado que antes de entrar a composición con un particular ...hard
información de la cantidad que será menester para los pueblos de indios comarcanos -y agrega-
(...) de las tierras de que tuvieran necesidad para sus milpas, pastos, dehesas, potreros y otra
granjerías y ejidos, y todo lo demás que viere que los pueblos de los dichos naturales hubieren
menester, y eso les dejará y otro tanto más, de manera que siempre procure que los indios
queden contentos y no agraviados..." Más adelante vuelve a referirse a las tierras de indios,
diciéndole "...Las que: tierras para milpas, pastos, dehesas, potreros y ejidos que los indios en
particular y las Comunidades de tales pueblos tuvieren y poseyeren, se las deje y no trate de ello
en manera ninguna..."

Ciento cincuenta años más tarde, en la Cédula de 1,754 que reorganizó el ramo de tierras, se
incluyen renglones que vuelven a recomendar mucha templanza en la composición con indios
particulares, y la más amplia tolerancia con las tierras comunales: "... pues por lo tocante a las de
comunidad Las les están concedidas a sus pueblos para pastos y ejidos, no se ha de que hacer
novedad, manteniéndolos en la posesión de ellas y reintegrándoles en las que se les hubiera
usurpado, concediéndoles mayor extensión en ellas según la exigencia de la población...""
Esas recomendaciones reflejan con fidelidad la política de la corona frente al problema de las
tierras; de los pueblos. No es que estemos tomando cándidamente las leyes como realidades; una
documentación amplia, ajena al texto legal, demuestra que la preservación de las tierras de indios
fue efectivamente un principio de la política agraria colonial. Y ello no tiene nada de sorprendente.
La organización de los pueblos de indios -que fueron la pieza clave de la estructura económica de
la colonia- exigía la existencia de unas tierras en que los indígenas pudieran trabajar para
sustentarse, para tributar, y para estar en condiciones de ir a trabajar en forma casi gratuita a las
haciendas y labores y a otras empresas de los grupos dominantes. Se trata pues, de un principio
permanente y fundamental de la política agraria de la colonia, porque enraizaba en un interés
económico también fundamental y permanente de la monarquía. Para que los indios
permanecieran en sus pueblos, controlados para la tributación y para el trabajo forzado, era
indispensable que tuvieran allí unas tierras suficientes; que no tuvieran que ir a buscarlas a otra
parte.

De los cinco principios que nos proponemos señalar, éste es el único que no operó como factor de
desarrollo de los latifundios. Su importancia es en todo caso extraordinaria, y no puede faltar en
una exposición sistemática de la política agraria de aquel largo periodo.

Los cuatro principios señalados hasta aquí. EL SEÑORIO de la corona sobre toda la tierra de las
provincias, LA TIERRA COMO ALICIENTE de la conquista y la colonización, LA TIERRA COMO
FUENTE DE INGRESOS para la monarquía, y LA PRESERVACION DE LAS TIERRAS DE INDIOS-. todos
ellos tienen clara formulación en las leyes y aparecen ampliamente ilustrados en sus pormenores
en documentos coloniales de muy diversa índole.

El quinto principio último de nuestra serie- no se desprende de las leyes en ninguna forma, y antes
bien, si nos atuviéramos a ellas, pasaría totalmente inadvertido. Nos es revelado por hechos de
gran trascendencia consignarlos en documentos de otra naturaleza, gracias a los cuales sabemos,
precisamente, que era un principio que operaba al margen de la ley Lo llamaremos el principio de
BLOQUEO AGRARIO DE LOS MESTIZOS

Las Leyes de Indias en lo tocante a tierras no hacen discriminación de la gente mestiza "las castas,
los ladinos, sino que ofrecen puntos de apoyo legal para que ellos también puedan obtenerlas por
los procedimientos usuales" Las Cédulas especiales para Guatemala, así como las disposiciones
elaboradas por la Audiencia, tampoco establecen limitación para la adquisición de tierras por
mestizos, aunque es de notarse que siempre se refieren a ellos como particulares, facultándolos
para adquirirlas por composición Sin embargo, dado que los mestizos formaban un contingente
humano en crecimiento y de escasos recursos económicos, era de esperarse que el gobierno
colonial, a nivel peninsular o a nivel de provincia, dictara las providencias necesarias para dotarlos
de tierras, considerándolos como un grupo económicamente diferenciado y muy necesitado de
aquel recurso fundamental. Si los indios, como clase, vivían en sus pueblos, tenían tierras y
gozaban de un fuero especial, los mestizos, como grupo emergente en la sociedad colonial, no
ubicado y carente de medios de producción, debieron ser objeto de la creación de centros
especiales para ellos, dotados de tierras para trabajar. Esto, que se hizo en otras colonias y que los
mestizos del Reino de Guatemala solicitaron en diversas formas, fue sistemáticamente rehuido por
las autoridades de esta provincia. Numerosos documentos dan prueba del fenómeno, y una
primera síntesis histórica del mismo fue elaborada por el religioso, economista y notable
historiador Francisco de Paula García Peláez en las primeras décadas del siglo XIX. En sus ricas
"Memorias" consagró dos capítulos al sistema colonial de ladinos, y en ellos dejó definitivamente
señalados los siguientes hechos importantes: que el desarrollo demográfico de los mestizos
hubiera ameritado la creación de un crecido número de poblados de ladinos -villas, como se les
llamaba-, y que las treinta existentes eran del todo insuficientes para las necesidades de aquel
gran sector; que los ladinos solicitaron en diversas formas la creación de villas, pero el gobierno de
la provincia no le dio solución favorable a esa tendencia: que varias de las villas existentes en el
reino fueron fundadas por el esfuerzo propio de grupos de ladinos, quienes tuvieron que comprar
tierras de propiedad particular para establecerse; que el régimen colonial le cerraba las puertas de
los pueblos de indios a los ladinos, haciendo su existencia en ellos fuera siempre difícil e insegura;
que por todos esos que motivos se veían obligados los ladinos rurales a introducirse en las
haciendas, en donde vivían y laboraban en malísimas condiciones a cambio de poder usufructuar
parcelas de tierra de dichas empresas, y finalmente, que ciertas modalidades de conducta de los
ladinos, señaladas como "malas" por los grupos dominantes, eran consecuencia necesaria de las
limitaciones en que el régimen los obligaba a vivir.

No podemos adentramos aquí en pormenores acerca del mestizaje y el desarrollo de las capas
medias en la sociedad colonial,105 pero es indispensable señalar que los lineamientos
fundamentales de aquel complicado proceso estuvieron determinados por lo que
indiscutiblemente fue uno de los principios de la política agraria colonial: el bloqueo agrario de
aquellos sectores emergentes. La proliferación de ladinos configuró en aquella sociedad por lo
menos dos capas medias urbanas: una alta y reducida, artesanal proveedora, y otra baja y
numerosa, la "plebe" o gente pobre de los suburbios de las ciudades coloniales. También
configuró dos capas medias rurales: una alta y reducida, integrada por indios ricos y ladinos
acomodados en pueblos de indios, y otra baja de grandes proporciones, constituida por la masa de
ladinos pobres dispersos en rancherías. Todas ellas fueron, por así decirlo, caminos que tomaron
los mestizos ante la imposibilidad de obtener tierras. La política colonial de ladinos, que se las
negó siempre, los arrojó en esas direcciones, entendido que la última de ellas -el camino hacia las
rancherías de las haciendas- fue la adoptada por una gran mayoría de ladinos pobres.

Aunque los documentos son pródigos al poner de manifiesto el bloqueo agrario y sus
consecuencias históricas, ninguno revela directamente las causas profundas del fenómeno. 10
García Peláez se limita a señalar que había una contradicción entre lo dispuesto por las Leyes de
Indias y lo actuado por las autoridades del reino, y solamente denuncia un incumplimiento de
aquellas por estas últimas. Pero es seguro que allí hubo algo más que un mero incumplimiento de
la ley. Hacia 1,642 cesó en el cargo el último Presidente que atendió a la creación de villas para los
ladinos, y desde entonces quedó abandonado ese grave problema. Tan marcado viraje obliga a
sospechar un cambio de política deliberado, y aunque carezcamos de información directa al
respecto, hay elementos históricos que con buena lógica parecen indicar la causa fundamental del
abandono de los ladinos. El más voluminoso resultado del bloqueo agrario fue el desplazamiento
de ladinos pobres hacia las haciendas y la formación de un gran número de rancherías dispersas a
lo largo de todas las regiones habitadas del reino, La multiplicación de las rancherías significó una
creciente disponibilidad de mano de obra barata y permanente para los hacendados, y con ello
una distensión de la pugna que mantenían con las autoridades en torno al trabajo forzado de los
indios. Desde este punto de vista -que era de la mayor importancia en la dinámica social de la
colonia- la política de bloqueo agrario de los ladinos resultaba ser la más conveniente para las dos
fuerzas dominantes, la monarquía y los terratenientes criollos, ya que aumentaba constantemente
el número de peones que se introducían en las haciendas, que se avenían a formar rancherías
estables y a trabajar a cambio de usufructo de parcelas. Esto cuando las haciendas estaban en
crecimiento, necesitando mano de obra preferentemente servil -todas querían indios de
repartimiento- y estándoles. prohibido retener a los nativos y formar rancherías con ellos. Para la
corona, el desarrollo de las rancherías y el aumento numérico de los trabajadores ladinos rurales
venía a ser, en definitiva, un factor importantísimo para la conservación de los pueblos de indios
con su régimen cerrado, su sistema de tributación perfectamente controlado, y su régimen de
repartimientos ya regularizado conforme al número de indios y para un número limitado de
haciendas. Así se lo deben haber demostrado al rey los terratenientes y también los funcionarios
que estaban viendo de cerca la realidad. La fundación de villas hubiera sido un grave error de
política económica desde el punto de vista de los dos grupos explotadores, quienes,
desaprovechando un factor que venía a moderar la contradicción básica existente entre ellos,
hubieran impedido el crecimiento de una nueva gran masa de trabajadores susceptibles de ser
explotados en diversas formas,

Dos hechos seguros debemos retener en relación con nuestro asunto. Primero, que el bloqueo
agrario de los ladinos fue un importante principio de la política agraria colonial. Y segundo, que
ese principio arrojó a un gran número de trabajadores a las haciendas, convirtiéndolos en
arrendatarios de distintos tipos - predominantemente usufructuarios de parcelas a cambio de
trabajo. Este último fenómeno guarda estrecha relación con el desarrollo del latifundismo, porque
la perspectiva de encontrar un número creciente de trabajadores arrendatarios debe haber sido
un aliciente para la ampliación de las posesiones de los terratenientes.

Hemos señalado cinco principios que el estudio de la realidad colonial pone de manifiesto como
rectores de la política agraria de aquel período. El primero de ellos fue el fundamento sobre el que
operaron los restantes. El segundo fue el punto de arranque del latifundismo en Guatemala. El
tercero fue el gran mecanismo generador y ampliador de latifundios durante más de dos siglos
coloniales. El cuarto no fue generador de latifundios -tierra comunal para los pueblos de indios-. Y
el quinto debe haber actuado como incitante secundario.

Ahora bien; esos principios actuaban unilateralmente, fomentaban el latifundio desde el ángulo de
los intereses de la corona. Para que estos principios fueran operantes, tuvo que haber otros que
actuaran unilateralmente desde el ángulo de los intereses de los terratenientes; porque de nada
hubieran valido las facilidades que la monarquía ofrecía para ampliar las haciendas, si los
hacendados no hubieran tenido motivos para aceptarlas. Hubo, ciertamente, principios que
actuaron desde este otro ángulo. Es obvio que el mero hecho de poseer en grandes extensiones el
medio de producción básico, era suficiente para estimular el afán de acapararlo. Pero en el marco
de esa circunstancia actuó esta otra, originando entre ambas un círculo vicioso: la tierra era para
que los indios la trabajaran, pero la posibilidad de disponer de los indios dependía de que la tierra
estuviera acaparada. Dicho de otro modo: la tierra era fuente de riqueza si se disponía de indios
de repartimiento, pero los indios de repartimiento sólo podían obtenerse si se poseía tierras en
considerable extensión.
Desde el momento en que quedó organizado el sistema de repartimiento de indios, se vio que el
número de éstos, reducido por el hecho de que las autoridades los cedían en cantidades y por
períodos limitados, mantendría a los hacendados en un constante regateo, entre sí y con las
autoridades, para tener asegurada su cuota de trabajadores forzados. En esas condiciones, la
aparición de nuevas empresas agrícolas, de nuevas haciendas y labores, suponía un aumento
numérico de los interesados en obtener indios de repartimiento. Como ese aumento no
correspondía a un aumento numérico de los indios disponibles, necesariamente se daba una
agudización de la pugna en torno a la disponibilidad de mano de obra forzada. El incremento
demográfico de los mestizos vino a aliviar parcialmente dicho problema, como ya se señaló. Pero
de todos modos, la clase terrateniente tuvo que asegurar su dominio acaparando tierras, porque
era la manera de asegurarse a los indios.

Este hecho fundamental -la limitación de la disponibilidad de indios-hay que tenerlo presente en la
explicación de ciertas características del desarrollo de la clase criolla. Su rechazo y su miedo frente
a la inmigración de nuevos españoles al reino, por ejemplo, tenía ese problema en el fondo: tierra
había suficiente para que grupos de españoles llegaran periódicamente con miras de obtener
trozos de ella, desde ciertos puntos de vista, a la clase criolla le hubiera convenido ser un poco
más numerosa; pero esas consideraciones perdían toda su validez ante el hecho de que cada
nuevo terrateniente era un nuevo aspirante a indios. Guarda estrecha relación con lo que estamos
señalando la tendencia, muy acusada de la clase criolla, a constituir una sola gran familia, a ser una
parentela cerrada. Es evidente que de ese modo se conseguía acaparar la tierra en las manos de
un núcleo social compactado, unificar los intereses básicos e impedir la penetración de
advenedizos.

La limitación numérica de los indios disponibles también operaba en base de otro fenómeno
importante: el de que la clase criolla, renovada por elementos extranjeros que lograban penetrar
en ella, se mantuviera como una clase muy reducida, que no crecía, sino más bien tendía a
expulsar de su seno a criollos arruinados que pasaban a las capas medias. Esa lucha interna dentro
de la clase-lucha de la que ofrece claro testimonio la crónica de Fuentes y Guzmán-revela que la
base de sustentación económica de los criollos era una plataforma limitada, que la clase no podía
crecer, y que por ese motivo subían unos y caían otros. Había tierra suficiente para todos, pero no
había indios en cantidad ilimitada - esa era la plataforma con límites peligrosos, y siendo esto así,
acaparar la tierra, aunque no fuera a utilizarse, era una medida necesaria para conservar el control
sobre los indios y para preservar la clase. (Es interesante observar que la clase latifundista pudo
ampliarse, como lo hizo con la reforma cafetalera del siglo XIX, cuando, eliminando el dominio
español sobre los indios, se pudo echar mano de éstos y disponer de ellos ampliamente. Se
amplió, pues, la plataforma de sustentación de la clase terrateniente la disponibilidad de indios y
la clase pudo ampliarse también).

Resumiendo: Los principios de la política agraria colonial no hubieran llevado el latifundismo a los
extremos que llegó, si la estructura de la colonia y la esencia de la clase terrateniente criolla no
hubieran obligado a dicha clase a aprovecharse de aquellos principios para ampliar su dominio,
cerrado y excluyente, sobre la tierra. La tierra sin indios no valía nada, pero el gran valor de los
indios como creadores de valor, aconsejaba la adquisición de grandes extensiones de tierra.
Es interesante anotar que el latifundismo llegó a ser un serio problema todavía en la época
colonial. Así lo revelan varios documentos, pero manera notable los célebres Apuntamientos sobre
Agricultura y Comercio" de que el Consulado de Comercio le proporcionó a Don Antonio
Larrazabal como material de consulta para su gestión en las Cortes de Cádiz.110 El documento
refleja los puntos de vista de los grandes comerciantes españoles del reino, cuyos intereses se
hallaban en contradicción con los de los grandes terratenientes criollos. Mientras el bienestar de
éstos reposaba sobre el trabajo semigratuito y por ende sobre la miseria de los indios y de los
ladinos pobres, el desarrollo del comercio hubiera exigido una elevación de la capacidad de
compra de las masas campesinas, la cual sólo podía alcanzarse con reformas profundas. Los
comerciantes hubieran deseado, según se ve en su documento, cambios revolucionarios sin
Independencia, mientras que los terratenientes deseaban una Independencia sin cambios
revolucionarios. De ahí que los Apuntamientos contengan información absolutamente franca y
fidedigna acerca del estado del agro en las postrimerías de la colonia, y que una de sus secciones
sea un verdadero proyecto de reforma agraria-realmente el primer proyecto de reforma agraria
que conoce la Historia Económica de Guatemala, elaborado en 1,810-.

Ceñidos a lo que nos interesa, destacaremos algunas observaciones y recomendaciones de aquel


proyecto.

El grado de expansión alcanzado por el latifundismo hacia el final de la colonia, aparece


claramente manifiesto en observaciones como la siguiente: ...En cuanto a los hacendados, unos
poseen tierras de considerable número de leguas sin trabajarlas, a reserva de alguna muy corta
parte, resultando por consiguiente inútiles a ellos y al común, que carece absolutamente de
terreno propio para sembrar sus maíces u otro fruto... En otros lugares el documento es más
categórico acerca de la significación del latifundismo: "...Ya queda demostrado -dice- que el origen
o causa primaria de los atrasos y obstrucción que experimenta en el Reyno la Agricultura, apoyo
de la subsistencia de todos sus habitantes, es sin contradicción el que las tierras se hallan
distribuidas en posesiones inmensas entre pocos individuos, con enorme perjuicio de los muchos
que forman la masa del Estado, y que no tienen un palmo de terreno donde sembrar una milpa.
Parece, pues, cosa razonable, justa, necesaria al Reyno, y conforme a nuestras Leyes de Indias, que
las tierras están repartidas en muchas manos, para que en este caso quede removida la causa del
grave mal indicado..."12

Si el documento que comentamos no fuera suficiente prueba de que la mala distribución de la


tierra llegó a ser, todavía dentro de la colonia, el problema capital de la sociedad guatemalteca,
tenemos a mano una última prueba que aportamos con dedicatoria para quienes, cogidos en la
ideología de los criollos latifundistas-sin serlo, muchas veces-se estremecen al oír hablar de
reformas agrarias. Allí va: El más drástico e intransigente de todos los Capitanes Generales del
reino de Guatemala, enviado especialmente para reprimir el movimiento de Independencia, y
tristemente recordado por la crueldad que puso en el cumplimiento de su misión; el ceñudo y
amargo -pero no tonto- José Bustamante y Guerra, llegó a la conclusión de que en el reino de
Guatemala era necesaria una amplia repartición de tierras entre la gente pobre. En un documento
de 1,813, dirigido al gobierno peninsular y muy reservado, aconseja: Abrir las fuentes de riqueza
públicas para desterrar la miseria que dispone a los que la sufren a revoluciones en que esperan
variar de suerte, multiplicar el número de propietarios para aumentar el de verdaderos
ciudadanos (...) Proteger liberalmente a los indios, clase la más numerosa y recomendable, al
mismo tiempo que por su sencillez es la más expuesta a ser seducida"" Y a la hora de recomendar
las medidas concretas más urgentes para impedir que en Guatemala se desarrollaran los planes de
subversión contra el régimen, Bustamante recomendó mucha drasticidad, reforzar las milicias,
pero también: ..que se repartiesen en pequeñas suertes a los mulatos e indios honrados que no
fuesen propietarios, las tierras que se pudiesen conceder sin perjuicio de tercero,
proporcionándoles caudales del fondo de comunidades para los primeros gastos de cultivo

Se trata de una medida demagógica, claro está. Pero la eficacia Presidente le suponía radicaba que
falta de tierra un factor el de descontento entre indígenas mestizos quienes "mulatos" según el
uso de la época, él esperaba que aquellos repartos un golpe a la opinión Independencia.

Es interesante señalar, terminando, duro funcionario, que fingía achacarle los movimientos
Independencia la acción minorías subversivas, reconocía con toda claridad, dirigía secretamente
autoridad peninsular, que la miseria que arroja lucha revolucionaria a quienes la padecen, que
procedimiento para atenuar esa lucha, desde el punto vista los dominadores, a las fuentes de
riqueza un número mayor ciudadanos. Recomendó distribuir tierra, porque tierra -como es hoy-
todavía la principal fuente de riqueza mal distribuida el país. La enfermedad Guatemala ya estaba
allí

CAPITULO XIV

IMPLANTACION DE INTENDENCIAS

Flavio J. Quezada

INTENTOS DE LIBERAR EL COMERCIO EN GUATEMALA Y LA IMPLANTACION DE INTENDENCIAS

La casa de Borbón en España se instaló en el poder a principios del siglo XVIII, o sea en el período
histórico en que era franco el declina miento del imperio español

Hasta entonces, el Estado español había sostenido el imperio fundamentalmente a través de la


conquista y dominios coloniales, con las riquezas de ellas extraídas y del intercambio comercial.
Por otra parte el capitalismo despuntaba con un arrollador desarrollo originado por la
industrialización en la producción agrícola de países tales como Francia, Inglaterra y Holanda que
amenazaban convertirse en las potencias que dominarían el mundo.

Los Borbón en el poder consideraron encontrar en la liberación del comercio, tanto interno como
externo, hasta entonces monopolizado por diversos sectores, el factor que les permitiría
equilibrarse con la pujanza de los países con claro desarrollo capitalista. La Corona esperaba suplir
con la acumulación dineraria generada por la actividad comercial, la ausencia histórica de una
acumulación originaria desarrollada a partir de la explotación agrícola. Por supuesto que el
problema no era de acumulación dineraria sino de desarrollo histórico de las fuerzas productivas y
a pesar de todos los intentos borbones por hacer resurgir el imperio, éste decaería para siempre
en los años sucesivos.

Las consecuencias de esta tendencia borbónica de liberar el comercio se traducen de diversas


maneras en América en general y en el Reino de Guatemala en particular, donde los grandes
comerciantes asentados en la capital controlaban esa actividad en su totalidad. Así comenzaron a
tomarse medidas diversas tratando de romper este monopolio. Se liberó el comercio directo entre
las provincias de Centroamérica multiplicando sus rutas;" 115 entre 1750 y 1755 se construyó el
puerto de Omoa en Honduras tratando de contrapesar la salida de mercancía por el puerto de
Santo Tomás de Castilla, totalmente controlada por los guatemaltecos en alianza con los
comerciantes de Cádiz y Flandes.117

Por esos años se dio un hecho muy importante cuyas incidencias vale la pena destacar. En el año
de 1765, durante el reinado de Carlos III (1759 1788), máximo exponente de los Borbones," se
autoriza al oidor de la Audiencia de Guatemala establecer los estacos de tabaco y reorganizar los
de la pólvora y naipes y otros ya existentes¹¹9 que para entonces eran todos subarrendados por la
nobleza criolla, a excepción del de aguardientes que era controlado por el poderoso Cabildo de
Guatemala. 120 Esta medida tenía tres objetivos fundamentales: el primero, arrebatar de las
manos de los ricos comerciantes guatemaltecos el monopolio que sobre los estancos poseían: el
segundo, reivindicar su control con el objeto de estimular-bajo igualdad de condiciones de todos
los comerciantes del Reino- la libre concurrencia; y el tercero, no menos importante, fiscalizar
directamente la tributación producida por la actividad comercial con el fin de incrementar los
ingresos a las arcas reales. Se pretende, además, incrementar las exigencias tributarias a algunas
actividades.

Las reacciones no se hicieron esperar y de inmediato comenzaron a producirse desórdenes


públicos manipulados por los ricos criollos locales, 2 quienes aprovecharon la presencia de algunos
sectores populares afectados por las pretendidas cargas tributarias como un efectivo medio de
presión. A la par el ayuntamiento se dirigía a la Audiencia adversando la medida sin que este
organismo cediera ni un solo trecho, argumentado que sólo habían sido afectados productos y
actividades no esenciales para la subsistencia. En el mismo sentido, el ayuntamiento eleva un
nuevo memorial, sólo que esta vez 123 dirigido concretamente al monarca. Mientras tanto se
inició la ejecución del mandato y en febrero de 1766 se establecieron los estancos de pólvora,
agua regia y naipe, 12 el 15 de marzo, la administración y estanco de tabaco y el 23 de septiembre
el de aguardientes. Ese mismo año, se aumentó el impuesto de alcabala, 125

Por su parte, el descontento criollo y de los comerciantes poderosos de Reino se manifiestan con
principios de sedicción en marzo del mismo año y para noviembre se compactaron los gremios de
la ciudad y eligieran 25 representantes quienes como delegados elevaron una nueva petición que
buscaba la abolición de lo actuado, y obtuvieron nuevamente la negativa audiencial como
respuesta.

Los desórdenes prosiguieron y la insistencia del Cabildo de Guatemala, también, hasta que
finalmente el capitán general, temiendo una sublevación, de grandes proporciones, accedió a
buscar una solución conciliatoria y como resultado, el 19 de noviembre de 1799, dispuso
suspender el cobro alcabalas a artesanos, pulperos, tenderos y marítateros de la ciudad y acordó
bajar su costo futuro al 1% y 3% en vez del 6% que se había recientemente impuesto.
ayuntamiento ganó la batalla a la vez que se mantuvo el control de los guatemaltecos sobre el
comercio.

Otros intentos en el mismo sentido de romper el monopolio comercial se hicieron sucesivamente


en 1782, cuando se rehabilitó el puerto de Trujillo en Honduras, tratando de estimular por esa vía
la exportación e importación mercantil; en 1796, Nicaragua recibió permiso para establecer un
puerto en el Atlántico; en 1778 se decretó el reglamento de "comercio libre" y se bajaron los
impuestos de importación en Omoa y Santo Tomás 128 y en general, fueron intentados muy varias
medidas sin que al final hayan logrado su objetivo. 129

Dentro de esta estrategia borbónica de liberación comercial, se implantó también el régimen de


intendencias en América. El despotismo ilustrado que entraña un intento de reformarla sociedad
desde arriba..." 130 destacó hacia las colonias varios visitadores con el objetivo de conocer el
verdadero estado de su administración. Los informes, como era de esperarse, fueron desastrosos.
En ellos, entre otras cosas, se consignaba la arbitrariedad que practicaban los alcaldes mayores en
el repartimiento de mercancías e hilazas a los indios,"" obligándolos a comprar las primeras a
precios muy elevados y a trabajar las segundas para convertirlas en hilo con muy poca o ninguna
paga. Pero a la par del intercambio comercial forzado que imponían a los indígenas, los alcaldes
mayores y corregidores 1.132 fueron paulatinamente parte integrante de la trama monopólica del
control comercial guatemalteco. Ellos servían de intermedio a los grandes comerciantes de la
capital: compraban a precios arbitrarios y ridículos su producción a pequeños y medianos
agricultores que no tenían el medio para trasladarla a la capital; era una especie de ramificación
de la tiranía del comerciante monopolista guatemalteco.133

Esta situación contrariaba los intentos de liberar del comercio y por ello era lógico que en los
informes presentados a la Corona, se planteara la "inoperancia" administrativa del sistema de
división política provincial en alcaldías mayores y corregimientos. Se atribuía toda esta situación al
hecho de que los cargos de alcaldes mayores y corregidores eran vendidos por la de su compra
Corona y que por tanto, quienes los obtenían, no pensaban en otra cosa que no fuera resarcirse a
costa de cualquier cosa, de los gastos y los provocados por la toma de posesión del cargo, y por
supuesto, en la obtención de pingües ganancias." 134

Para la política borbónica, en relación con los intentos de liberación del comercio y centralización
del poder, la respuesta a la situación fue la implantación del régimen de intendencias, ya
experimentado en la misma Península Ibérica.135

Con la implantación del régimen de intendencias se perseguía, las menores primero "centralizar
uniformar, racionalizar y mejorar el gobierno de la monarquía española segundo, eliminar el
sistema de alcaldías mayores y corregimientos, sustituir los funcionarios respectivos por
subdelegados y de intendentes pagados por la Corona." En adelante, las circunscripciones
territoriales intermedias pasarían a ser las intendencias las subdelegaciones o partidos, y tercero,
la eliminación de la venta de cargos de corregidores y alcaldes mayores y la sustitución de estos
por el 138 subdelegado de intendentes pagados con una retribución consistente en cinco por
ciento de los tributos recaudados en el distrito Con esto último se buscaba resolver el problema
que los informes que habían señalado respecto a que el mal de la administración de las indias
estaba en la venta de los cargos mencionados, y esto es lo más importante, romper con la trama
monopólica de los comerciantes guatemaltecos y abolir el repartimiento de mercancías e hilazas
que desde mucho tiempo atrás había constituido un medio de enriquecimiento y obstaculización
de la fluidez comercial. En las ordenanzas de intendencias se indicaba que ni los subdelegados, ni
la alcaldes ordinarios, ni los Gobernadores que quedan existentes, ni otra persona alguna sin
excepción, han de poder repartir a los indios, Españoles, Mestizos y demás castas, efectos, frutos
ni ganados algunos, baxo la pena irremisible de perder su valor en beneficio de los naturales
perjudicados, "Por tanto, "ler indie y demás vasallos mies de aquelles dominios quedan por
consequencia, en libertar de comerciar donde y con quien les acomode para surtirse de todo lo
que necesiten" 140

Otro fin de la implantación de las intendencias lo explicita la Corona al referirse al nombramiento


de los intendentes, "(...) para que dotadas de autoridad y sueldos competentes (...) cuiden de su
policía y recuerden los intereses legitimas de mi Real Erario con la integridad, cielo y vigilancia que
prefinen las savias leyes de indias"

En todas las colonias americanas fueron implantadas intendencias desde 1764 En el año de 1783
se comenzó a implantarlas en Guatemala, con las mismas ordenanzas de las de Buenos Aires, la
primera de ellas fue la de San Salvador, creada por Real Cédula de 17 de septiembre de 1785 y con
jurisdicción sobre San Salvador, San Vicente y San Miguel,

La segunda fue la de Ciudad Real, creada por cédula el 20 de septiembre de 1786 expedida en San
Ildefonso y con jurisdicción sobre las provincias de Chiapas, Tuxtla y Soconusco. La tercera, fue la
de Nicaragua (también conocida con el nombre de Intendencia de León) erigida por cédula de 23
de diciembre de 1786 expedida en Madrid." Con jurisdicción sobre el gobierno de Nicaragua, y
finalmente, por real cédula de 23 de diciembre de 1786 se creó la Intendencia de Honduras o
Comayagua,

Un aspecto importante de destacar es que la aplicación del régimen de Intendencias en América


fue desigual. Hubo regiones enteras donde su aplicación fue total y otras donde fue parcial. Esta
implantación diferenciada se da porque a la Corona, donde le interesaba imponer aquel régimen-
que entre otras cosas le provocaba grandes gastos era en aquellas provincias con una creciente
actitud comercial pero cuya relación con la metrópoli, en ese sentido, se daba de manera
indirecta; es decir. Supeditada a la intermediación de monopolistas comerciales. Es por esto que
en el Reino de Guatemala se aplica únicamente en las provincias que se encontraban supeditadas
comercialmente a quienes en la capital controlaban el intercambio mercantil y para quienes los
corregidores y alcaldes mayores provincianos-cargas abolidos como parte de la implantación del
nuevo régimen-eran un inestimable recurso de colaboración. En la provincia de Guatemala no fue
aplicado el sistema de Intendencia probablemente por dos razones: la primera, porque esta
provincia poseía casi desde inicios de la Colonia, un canal directo de actividad comercial con la
metrópoli; y la segunda, porque habiendo supuestamente la Corona roto la trama monopólica
comercial del Reino al afectar, con aquel régimen. la estructura operativa que la sustentaba no
había razón para entrar en hostilidades con el resto de los sectores dominantes guatemaltecos,
quienes además eran un importante recurso político para el dominio colonial de España.

A pesar de haber impuesto la Corona el control de los estancos de aguardiente, tabaco y naipe en
1765; de haber dispuesto abrir nuevas rutas comerciales construyendo vías de comunicación y
habilitando puertos provinciales: de haber estimulado el tráfico mercantil con la liberación de
impuestos para aquellas vías y puertos: de haber impuesto control de precios; y por último, de
haber implantado el régimen de intendencias entre 1785 y 1787, no logro romper el monopolio
comercial guatemalteco. Y es que los comerciantes guatemaltecos monopolistas no sólo eran eso,
sino además eran quienes controlaban también el financiamiento agrícola para los productores
provincianos,150 pero además de todo ello, se encontraban en estrecha alianza con los grandes
comerciantes de Cádiz y Flandes controlaban el comercio español exterior. De manera pues, que
para romper el monopolio guatemalteco tuvo que haberse intentado lo mismo para el monopolio
comercial entre España y sus colonias, cosa que la política que borbónica no contemplaba y
tampoco tenía la capacidad de hacer. Por último, las ventajas topográficas y las condiciones
generales del tráfico comercial por Guatemala, favorecidas por muchos años de monopolio
comercial, facilitaba mucho más la salida de mercancías por aquella provincia que por las nuevas
rutas abiertas, lo cual también fue un factor adverso a los intentos de liberar el comercio,152

Por otra parte, el repartimiento indígena para el trabajo forzado en las grandes haciendas no fue
alterado con la aplicación del régimen de Intendencias y, por el contrario, se siguió manteniendo
como antes sólo que para el último tercio del siglo XVIII ya existían variaciones en su modalidad¹5)
producida por la dinámica económica y la interrelación social del desarrollo histórico colonial.
Resulta que el auge que las rancherías habían adquirido por su desarrollo durante ese mismo siglo
con el incremento de la población mestiza hizo que gran parte del trabajo cotidiano y normal de
las grandes haciendas se tuviera seguro a cambio de concederle al mestizo un pedazo de tierra
para su subsistencia. Únicamente en los períodos de gran actividad agrícola-como en la siembra o
en los cortes de cosecha-se requería cantidad de mano de obra y es entonces en estos períodos
cuando se exigen gran los repartimientos indígenas que para entonces se les llamaba también
mandamientos.

Esta variación tuvo nocivos efectos para las labores de subsistencia del indígena, pues era
precisamente en las épocas en que él debía trabajar su tierra cuando tenía que trabajar las del
terrateniente y aunque todavía en 1780 "las autoridades recomendaban seguir con el sistema
rotativo de tandas por cuartas partes esta nueva modalidad se impone y perdura hacia la 155
independencia

La división política administrativa del Reino de Guatemala, después de la aplicación del régimen de
intendencias y hasta antes de la independencia era la siguiente: cuatro intendencias: San Salvador,
Ciudad Real, Nicaragua y Honduras una gobernación que era Costa Rica; ocho alcaldías Mayores, a
saber: Suchitepéquez, Sololá, Escuintla, Sonsonate. Verapaz, "Totonicapán, Chimaltenango y
Sacatepéquez y dos corregimientos: Chiquimula y Quetzaltenango

DIVISIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVO DEL REINO DE GUATEMALA DESPUÉS DE LA


IMPLANTACIÓN DEL RÉGIMEN DE INTENDENCIA (1785-1787) Y HASTA ANTES DE LA
INDEPENDENCIA
CORREGIMIENTOS

1. Chiquimula

2. Quetzaltenango

ALCALDIAS MAYORES

a. Suchitepéquez

b. Sololá

c. Escuintla

d. Sonsonate

e. Verapaz

f. Totonicapán

g. Chimaltenango

h. Sacatepéquez

GOBERNACIONES

A. Costa Rica

INTENDENCIAS

1. Nicaragua

2. Honduras

3. Ciudad Real

4. San Salvador

CAPITULO XV

CAPAS Y CLASES SOCIALES EN LA ÉPOCA FINAL DE LA COLONIA

Severo Martínez Peláez


Al desarrollar este punto del programa, es necesario recordar lo siguiente:

1. Que las diferencias entre las clases están condicionadas por la posición que ocupa en
determinado sistema histórico de producción social. Esto quiere decir que cada clase está
vinculada a un determinado modo histórico de producción y que todo modo antagónico de
producción lleva aparejado una determinada división de la sociedad de clases. En la sociedad
dividida en clases antagónicas, de las relaciones de producción tienen el carácter de relaciones de
dominación y subordinación.

2. Las distintas posiciones que ocupen las clases dentro del modo de producción social, depende
del distinto tipo de relaciones entre las clases y los medios de producción. La clase dominante
posee los medios de producción, por lo menos los más importantes, en tanto que la clase oprimida
se ve privada de ellos, encontrándose en una situación de dependencia económica. Esto permite
también que las clases dominantes se apoderan del trabajo de las clases oprimidas y las exploten...

3. Del tipo de relación que las clases mantienen con los medios de producción que es lo que
constituye el rasgo social y decisivo de las clases, dependen todos los demás rasgos entre ellos. El
de función que cumplen las clases en la organización social del trabajo. Las clases dominantes,
explotadoras que representaban una minoría de la población, concentran en sus manos la
dirección de la producción y de los asuntos políticos y convierten el trabajo intelectual en
monopolio suyo, mientras la enorme mayoría de la población, a la que pertenecen las clases
oprimidas, se ve condenada a un duro y extenuante trabajo físico

La clase que posee los medios de producción es también por regla general la clase que dirige la
producción. Como ha señalado Marx, capitalista no es tal capitalista por ser director industrial, si
no al revés, es director industrial por ser capitalista...

4. El distinto tipo de relación que cada clase social establece con los medios de producción
condiciona también las ganancias, en cuanto al modo y la proporción que perciben la parte de la
riqueza social de que disponen las clases.

El capitalista, por ejemplo, recibe sus ingresos en forma de ganancias sobre el capital que ha
invertido en la empresa, mediante la apropiación de la plusvalía producida por el obrero
asalariado, éste por el contrario, obtiene sus ingresos en forma de salario, que apenas si cubre el
valor de su fuerza de trabajo.

Todos estos rasgos características de la división de la sociedad en clases han sido sintetizados por
Lenin en la siguiente definición: "las clases son grandes grupos de hombres, que se diferencian
entre sí por el lugar que ocupan en determinado sistema histórico de producción social, por las
relaciones que mantienen con los medios de producción, por la función que cumplen en la
organización social del trabajo y en consecuencia por el modo de proporción en que perciben la
parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, unos de los cuales
pueden apropiarse del trabajo del otro, gracias al lugar diferente que ocupan en determinado
régimen económico sociales.

Como producto de la conquista y la colonia, las clases y capas sociales hay que verlas aparecer
durante un proceso histórico. Es así que pueden observarse distintos momentos de la
configuración de la estructura social colonial.
PRIMERA GRAN DIVISIÓN

Que sentará las bases para el aparecimiento de la nueva sociedad dividida en clases sociales y que
deviene del impacto inmediato sobre la estructura social preexistente….

A. Españoles (conquistadores y primeros pobladores)

B. Nativos (esclavos y semi-esclavos).

Estas dos clases se mantienen durante el periodo colonial, que va aproximadamente de 1524 a
1544. Durante este tiempo las relaciones sociales predominantes son las esclavistas.

LAS LEYES NUEVAS DE 1542

Fueron un conjunto de leyes que se promulgaron como resultados de la disputa que se planteó
entre los conquistadores y la monarquía española por detentar el derecho a explotar la fuerza de
trabajo del indio.

La finalidad de las leyes nuevas fueron esencialmente destruir las relaciones de producción
esclavista.

Con la destrucción de la esclavitud surgen nuevas relaciones de producción predominantemente


feudales. La estructura social colonial puede integrarse de la siguiente manera:

A. CRIOLLOS: Grupo social dirigente cuya fuerza económica y política reside en la posesión de
latifundios explotación del indio como trabajador no libre.

B. BUROCRACIA ESPAÑOLA: Estaba integrada por los funcionarios de la monarquía española


residente en la colonia cuya finalidad era la de defender los intereses económicos de la clase
burguesa española.

En tanto que defiende los intereses económicos de una clase social, funciona como clase, pero en
sí LA BUROCRACIA NO ES UNA CLASE SOCIAL.

Control absoluto del poder económico Control relativo del poder económico
Control absoluto de la fuerza de trabajo Control relativo de la fuerza de trabajo
indígena indígena
Compartían el poder político pero a nivel Tenían acceso al poder político, pero en
dominante carácter de subordinación
Reciben todos los privilegios de las Constituyen una clase dominante a medias
autoridades españolas

C. INDIOS: Estos constituyen la clase explotada; sus características esenciales son:

1. Vivir en pueblos de indios.


2. Estar sujetos a pago de tributo (encomienda)

3. Estar sujetos al trabajo forzado (repartimiento)

D. NEGROS: Estos hacen su aparición como fuerza de trabajo explotada en Guatemala como
resultado de la aplicación de las LEYES NUEVAS. Estas como se dejó apuntado, terminan con la
esclavitud de los nativos.

Los criollos al verse desposeídos de su fuerza de trabajo esclavizada gestionan la importación de


africanos.

Los negros conforman una verdadera clase social. Al respecto, Severo Martínez apunta lo
siguiente: "Los negros fueron una clase perfectamente definida en el primer periodo. Fueron
trabajadores cautivos, forzados, exentas de estímulos y de interés en el trabajo y su lucha se
enderezó como la de todos los esclavos del mundo hacia la recuperación de la libertad por la
evasión en rebeldía

Entre las clases sociales fundamentalmente coloniales, criollos, españoles (burocracia), indios,
negros (primer periodo) conformaron las clases sociales coloniales.

Sin embargo nos encontramos ante grupos sociales que ni son: criollo, españoles, indios, ni
negros, son grupos con características socioeconómicas distintas, éstas son las capas medias. Estos
serían los que se introducen en la vida social sin pertenecer a uno o a otro de los dos campos que
se enfrentan, ya sea que provengan de formaciones sociales anteriores o que surjan gracias a
condiciones nuevas de existencia.

El origen de estas CAPAS MEDIAS COLONIALES LO CONSTITUYO EL MESTIZAJE "De las uniones
entre los tres elementos sociales básicos: españoles, indios y negros surgieron tres tipos de
mestizaje que también podemos llamar básicos: el procreado por español con india. al que se le
llamó propiamente mestizo, el procreador de español con negra al que se le llamó mulato, el
procreado de negro con india se le llamó zambo. Españoles, criollos, indios, africanos, mestizos,
mulatos y zambos, mezclándose entre sí, procrearan seres de fórmulas étnicas variadísimas, todos
los mestizos aumentando en número durante la colonia, constituyen el elemento humano de las
capas medias de aquella sociedad.

CAPAS MEDIAS URBANAS

"En las ciudades de reino, el desarrollo de los mestizos configuró tres capas medias urbanas".

1. LA PLEBE.

2. ARTESANAL PROVEEDORA

3. CAPA MEDIA ALTA URBANA

1. LA PLEBE

Esta capa social principia al mencionarse con alguna frecuencia en los documentos coloniales a
partir de 1667. Siempre que se utiliza este término se refiere con bastante claridad a la gente
pobre de la ciudad. "El concepto colonia de plebe no hacía referencia al color de la piel ni a la
ocupación de las personas, si no exclusivamente a su nivel de pobreza y a cierta conducta general
que se aprecia como propia de la gente pobre de la ciudad. Así, pues la plebe estaba constituida
por mestizos, mulatos, zambos, negros libres y la multitud de combinaciones que se engloban en
la designación de pardos".

"Objetivamente, la plebe colonial era población urbana menesterosa". Dentro de las


características que presenta esta capa social están "Una desesperada pobreza, desocupación
forzosa, segregación en barrios propios, violencia y vicios como natural consecuencia de las
condiciones antes apuntadas

Esta población menesterosa de la ciudad que formaba la plebe la integraban "carreteros, placeros,
zacateros, vendedores ambulantes de golosinas y baratijas, bordadoras, empleados menores de
talleres y negocios diversos como mesones, comedores, cantinas, estanquillos, tiendas,
carnicerías, molinos, caleros, panaderías, boticas, etc."

Aquí en el seno de esta capa social confusa y heterogénea solo uniformada por el rasero de la
pobreza común, existieron los primeros obreros guatemaltecos Ciertos talleres o pequeñas
fábricas no artesanales que empleaban mano de obra asalariada para producir mercancías como
lo fueron los molinos, las panaderías, los telares grandes, explotaron a los primeros obreros del
país. En el marco de las relaciones de producción muy semejante a los talleres manufacturados de
las ciudades europeas de la baja edad media, salvadas las diferencias de tamaño. Poco dispersos y
sumidos en la turbia y supersticiosa ignorancia de la gente pobre de las ciudades coloniales, esos
obreros no configuraron todavía un embrión del proletariado".

2. CAPA ARTESANAL PROVEEDORA

"Esta capa social integrada por artesanos, tuvo una gran importancia para el desarrollo económico
de la sociedad colonial Es enorme el recuento de los productos que salían de sus talleres, muchos
de los cuales, faltando, hubieran paralizado la vida de la sociedad colonial" "El trabajo artesanal
era un factor económico indispensable, no solo para la comodidad sino para el simple y puro
subsistir de la civilización. Es por lo demás la importancia que tuvieron los artesanos de todas las
sociedades preindustriales que alcanzaron la segunda división del trabajo.

"El trabajo realizado por los cientos y miles de maestros, oficiales y aprendices, en los talleres de
silleros, carroceros, guarnicioneros, curtidores, talabarteros, tejedores, pañeros, herreros,
herradores, carpinteros, ebanistas, ensambladores, cerrajeros, pintores, plateros, orfebres,
batiojas, sastres, jaboneros, zapateros, calceteros, sombrereros, sangradores, relojeros,
forjadores, talladores fue de una extraordinaria importada para la vida urbana colonial. "A pesar
de su gran utilidad social, los artesanos no tenían por delante una alagadora perspectiva de
bienestar económico". Ser artesano significaba haber tomado una ocupación de difícil aprendizaje
y generalmente fatigosa en su ejecución; formalmente reconocida como honesta por los grupos
dominantes que al mismo tiempo rechazan las artesanías como deshonrosas para ellos y que no
brindaban la posibilidad de enriquecerse.

Las artesanías se ofrecían como un campo de trabajo para la gente libre no poseedoras de medios
de producción con una mínima perspectiva de llegar a poseerlos en muy modesta medida.
"Es evidente la mayoría de los aprendices oficiales y un número que creciente de maestros pobres
pertenecían a la plebe urbana. Lo cual quiere decir -nótese bien-una fracción del sector artesanal
integrada por algunos maestros y quizá por unos pocos oficiales poseedores de cierto bienestar
puede considerarse como perteneciente a una capa media acomodada, no rica ni pobre. Una
mayoría de trabajadores artesanales pertenecía a la plebe".

aunque comúnmente se habla de los artesanos como de un sector de trabajadores que se definen
por ciertos rasgos comunes a todos sus oficios, talleres pequeños, jerarquía de maestros, oficiales
y aprendices, empleo de instrumentos relativamente simples y no otra fuerza que la humana, el
análisis de la participación de aquel sector en la dinámica de la ciudad colonial, descubre sin
embargo una falta de cohesión y unidad.

"Se presentan muchas e importantes contradicciones internas de carácter económico. La primera


de ellas se daba entre los maestros, por un lado y los oficiales y los aprendices por el otro, el
aprendizaje era una forma de explotación de adolescentes, movida por la necesidad que a tenían
los maestros de contar con alguien que les ayudara en el trabajo y por la necesidad que tenían los
jóvenes de aprender el oficio.

"Los oficiales recibían un salario, pero les estaba prohibido trabajar por cuenta propia mientras no
hubieran alcanzado la maestría". Esta maestría era muy difícil de alcanzar, muchos oficiales, según
reza en expedientes, hubieron de ejercer la oficialía por espacio de hasta 10, 12 y 20 años a fin de
lograr ser, finalmente maestros.

El aprendiz era un sirviente para el maestro y para el oficial, era explotado como sirviente y
toleraba esa explotación por muchos años por un salario. El oficial a su vez era el trabajador del
maestro y ansiaba algún día a formar parte del círculo de éste. "Todo lo cual quiere decir que en el
conjunto de trabajadores que generalmente llamamos artesanos, había por lo pronto un pugne
doble; en primer lugar, el forcejeo que siempre se establece entre el explotador que exige y
aprieta, el explotado que rehusa y se defiende; y en segundo lugar, la pugna que también se oculta
en las sociedades de case entre los que enseñan un oficio y profesión y aquellos que aprenden,
cuando los últimos son competidores potenciales de los primeros

Otra diferencia importante que se presenta en este grupo social es en lo relacionado a: que fuesen
productores de bienes y prestadores de servicios, es decir que fuesen artesanos productivos o no
productivos.

Los primeros dependían notablemente de la existencia y los precios de sus respectivas materias
primas: fibras, cueros, metales, tejedores, zapateros, herreros, mientras que los segundos, no
confrontaban ese básico problema: barberos, sangradores y albéitares.

"Entre los artesanos productivos hay que señalar una primera división muy importante: aquellos
que encontraban que en el país sus principales materias primas, y los que recibían las mismas a
través del comercio exterior monopolista y el contrabando. Así por ejemplo, los carpinteros y
tejedores -en el primer casa madera y algodón- y los herreros y orfebres en el segundo hierro,
estaño y bronce

Estas contradicciones entre artesanos es importante analizarlas en tanto que van a tener vigencia
en el estudio del proceso de independencia de España. Por ejemplo, para los tejedores, la
liberación del comercio venía a arruinarlos y previeron, sin equivocarse que la independencia sería
para ellos muy perjudicial. Los carpinteros por otro lado, la liberación del comercio les era
beneficioso en tanto que para poder desarrollar su proceso de trabajo necesitaban instrumentos
que no se producían en su mayoría aquí, desde ese punto de vista, cabe suponer que los
carpinteros fueron simpatizantes del comercio libre y por lo tanto, en su hora también de la
emancipación. "Concluyamos. No puede hablarse de una clase social de artesanos en la ciudad
colonial ni fue una de ellas, no hubo tal clase. Tampoco de una capa artesanal." "Así pues, ni la
plebe, ni la capa media artesanal proveedora abastecedora acomodada, eran clase, sino CAPAS DE
COMPOSICION COMPLEJA."

3. CAPA MEDIA ALTA URBANA

Esta capa social hace su aparición en las décadas de la independencia, aunque su desarrollo tiene
que venir naturalmente de períodos anteriores. Este sector social lo integran grupos de religiosos,
universitarios, profesionales, militares de baja graduación, burócratas, y empleados de modesta
categoría, propietarios, agricultores, tratantes.

En la sociedad colonial la capa media alta urbana es el único sector oprimido y resentido que tenía
en su seno a un grupo de hombres con alto desarrollo intelectual. Este grupo social fue decidido
partidario de la independencia. Los movimientos independentistas de León, Granada, San Salvador
y Belén, fueron organizados y realizados por ellos. Los principales mártires de aquel hecho
histórico pertenecían a esta capa social. "Los criollos consiguieron el control de la independencia,
ser los patriarcas de ella, aprovechándose para sus, fines del trabajo de agitación realizado por la
capa media alta entre las capas, medias y pobres."

El planteamiento que se hacía en lo relacionado con la independencia era el de una independencia


violenta, revolucionaria, poniéndola en contacto con la revolución mexicana.

Dentro de ese sector: existía el embrión de una pequeña burguesía y de una clase de agricultores
pequeños y medios. El embrión pequeño burgués estaba integrado principalmente por los
comerciantes que no se beneficiaban con el monopolio comercial, que no gozaban de relaciones
comerciales exclusivas con las Casas españolas de Cádiz y que por eso mismo se hallaban en un
plano de desventaja frente a treinta grandes firmas comerciales del Reino de Guatemala. También
hay que ubicar allí a ciertos productores no artesanales, manufactureros, explotadores de mano
de obra asalariada, que tienen que haber estado interesados en la ampliación del mercado interno
y en la abolición de las trabas de la producción.: propietarios de molinos, de tenerías, de fábricas
de jabón, de aguardientes u otros.

Este grupo de intelectuales y activistas revolucionarios de la época de la independencia, no eran


exclusivamente una capa urbana - ésa es la clave de su compresión- se prolongaba y completaba
en la capa media alta rural de los pueblos y estaba presente en donde hubiera propietarios de
rango medio no colonial, no herederos de la conquista ni del apoyo del poder español.

La capa media urbana, ampliada y estrechamente vinculada con la capa media alta rural, de la que
recibió cada vez más su fuerza económica y política jugó un papel de primer orden en la lucha por
la independencia que le fue hábilmente arrebatada por los criollos en una maniobra de
entendimiento con las autoridades españolas, en la desanexión a México y en la creación de la
política de la sociedad centroamericana en las guerras intestinas de la federación en que ella
polarizó y dirigió el bando liberal y en el movimiento de Reforma de 1871 en que finalmente tomó
el poder, aunque para entonces había sufrido importantes alteraciones en su contenido de clase.

4. CAPA MEDIA BAJA RURAL

Quedan incluidos dentro de esta capa social los ladinos que trabajaban en las haciendas de los
criollos. Al respecto, apunta Severo Martínez Peláez. lo siguiente:

"La gran mayoría de las ladinas vivían desparramados por los campos del interior del país
principalmente en las rancherías de las haciendas. No en puntos reconocidos por la
administración, ni regidos por autoridades oficiales de ninguna a especie, sino en choseríos
improvisados, a veces apiñados y juntos, otros aunque empobrecidos y en ocasiones alineados de
trecho en trecho junto a los polvorientes caminos

La mayoría de estos trabajadores rurales, trabajan en las haciendas, en tierras de propiedad


privada y solamente una minoría conseguía trabajar tierras realengas o de comunidades indígenas
en forma ilícita.

Las rancherías eran ocultadas por los hacendados a las autoridades, debido a que los ladinos
pobres que andaban a la búsqueda de un trozo de tierra se avenían a trabajarles en condiciones
desfavorables, En lo tocante a este sector de trabajadores, el historiador Martínez Peláez apunta
los tres puntos claves:

PRIMERO: que en las haciendas se encontraba un elevado porcentaje del total de los mestizos, el
cual puede estimarse en más de un 50 por ciento.

SEGUNDO: que los hacendados acogían en sus propiedades a grupos de trabajadores ladinos
porque les eran necesarios en razón de trabajaban: con mucha conveniencia", Y

TERCERO: que los hacendados se oponían a la intromisión de la autoridad religiosa en sus


propiedades y ocultaban o trataban de hacer menos ostensible la presencia de los trabajadores
establecidos en ellas.

Las relaciones de producción entre los hacendados y rancherías tuvieron un carácter


marcadamente feudal la gente de las

"La fórmula era sencilla y vieja: típica y predominante en el feudalismo europeo aunque ya usada
lateralmente en las antiguas sociedades esclavistas. El trabajador desprovisto de tierra aceptaba
cultivar la del hacendado que la tenia de sobra y a cambio de ello, se les permitía cultivar para si
una parcela dentro de la misma hacienda. Cedía pues, una parte de su tiempo y de su esfuerza de
trabajo que le quedaba en el tiempo restante. La cesión de tierra en usufructo a cambio de trabajo
fue la relación de producción típica de la ranchería colonial. Era un sistema muy ventajoso para los
terratenientes, porque pagaban la fuerza de trabajo que era lo que necesitaban, no con dinero
sino prestando trozos de tierra que tenían de sobra y que estaban desaprovechados
"Como se ve, todos los aspectos fundamentales del régimen de las rancherías eran de carácter
feudal, salvo las circunstancias de que el trabajador no estaba adscrito, (sujeto) a la hacienda".

En síntesis, estos son los principales rasgos de las clases y capas sociales de la época colonial 57

DIAGRAMA DE LAS CAPAS MEDIAS EN LA DINÁMICA DE CLASES

DIAGRAMA ILUSTRATIVO DE LAS CAPAS MEDIAS EN LA DINAMICA DE CLASES

Capítulo Sexto, Apartados VIII, IX y X

CAPITULO XVI

HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

Edgar Escobar Medrano

La Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala Fue fundada el 31 de enero de 1676
por Real Cédula de Carlos II siendo la cuarta universidad fundada en América. Los pensadores más
importantes de la historia de Guatemala se han formado en este centro de estudio. Siendo la
Universidad de San Carlos la única universidad pública en Guatemala, se ha convertido también en
la más importante,

En la época de la revolución guatemalteca de 1944 se estableció su total autonomía, llegando a


nivel constitucional. La trascendencia de sus estudiantes y de la misma se ha visto reflejada en
diferentes épocas de importancia, desde la independencia de Guatemala, la revolución del 44, el
conflicto armado guatemalteco y hasta la fecha.

Primeras universidades en América

Casi medio siglo luego de la colonización, se fundaron las primeras universidades en el continente
americano:

La primera fue la imperial y pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, creada por el Rey
Carlos V y confirmada por el Papa Paulo III en 1538 en la ciudad de Santo Domingo, capital de la
isla española, hoy República Dominicana.

La segunda universidad fundada fue la Universidad de San Marcos, en Lima, Perú primera en
obtener Cédula Real, fundada el 12 de mayo de 1551.

La tercera universidad, fundada en 1553 por Real Cédula del Rey Felipe II, fue la Real y Pontificia
Universidad de México.

Colegio Universitario de Santo Tomás

El primer Colegio en Guatemala es producto de la última voluntad del Obispo Francisco


Marroquín, quien al fallecer en 1563, en su testamento dejó varios bienes para que se fundara un
Colegio de Artes, Teología y otras ciencias. lo que se logró en 1620 al establecerse el Colegio de
Santo Tomás de Aquino.

Los estudios universitarios aparecen en Guatemala desde mediados del siglo XVI, cuando el primer
obispo del reino de Guatemala, Licenciado Don Francisco Marroquín, funda el Colegio
Universitario de Santo Tomás, en el año de 1562, para becados pobres; con las cátedras de
filosofía, derecho y teología.

Luego, por la Orden de la Compañía de Jesús y a estas instituciones le siguieron el Colegio de Santo
Domingo y el tridentino. Las primeras autorizaciones para otorgar grados universitarios se
concedieron a estos Colegios, en vista de la ausencia de una Universidad. Existen abundantes
datos históricos de las solicitudes del Colegio de San Lucas ante la autoridad Real para convertirse
en Universidad.

Los bienes dejados para el colegio universitario se aplicaron un siglo más tarde formar el
patrimonio económico de la Universidad de San para Carlos, juntamente con los bienes que legó
para fundarla, el correo mayor Pedro Crespo Suárez. Hubo ya desde principios del siglo XVI otros
colegios universitarios, como el Colegio de Santo Domingo y el Colegio de San Lucas, que
obtuvieron licencia temporal de conferir grados.

Autorización de su fundación

La fundación de la Universidad de San Carlos de Guatemala fue debido a gestión del primer obispo
Licenciado Francisco Marroquín ante el Monarca Español en su carta de fecha primero de agosto
de 1548, en la cual solicita la autorización para fundar una universidad en la ciudad de Santiago de
los Caballeros de Guatemala, actualmente Antigua Guatemala.
El ayuntamiento de la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, la Real Audiencia y
varias de las órdenes religiosas también enviaron similares peticiones: La necesidad de una
institución de educación superior era evidente. Entre la solicitud y la fundación de la Universidad
de San Carlos de Guatemala, se establecieron Colegios de Artes, Teología y Filosofía.

Varias donaciones se hicieron para apoyar la fundación de la Universidad. entre ellas destacan la
del Capitán Pedro Crespo Suarez, Correo Mayor del Reino, que dono alrededor de 40.000 reales en
1646 para que el Colegio de Santo Tomás de Aquino se convirtiera en universidad. Esta donación
fue tomada en cuenta en la Real Cédula de fundación, así como la de don Sancho de Barahona y su
esposa doña Isabel de Loaiza,

En 1659 el obispo Payo Enríquez de Rivera envió a su Majestad Carlos II un informe, en donde
manifiesta la necesidad de contar con una institución de educación superior.

El 5 de julio de 1673 se recibió la Real Cédula que ordenaba que se hiciese una junta en la ciudad
de Santiago de Guatemala, formada por el presidente de la Real Audiencia, el Oidor más antiguo y
fiscal de ella, el Obispo, para que analizaran los pros y los contras de la fundación de una
Universidad. Dicha Junta informó sobre la necesidad de contar con una institución universitaria,
derivado de lo cual se funda la Universidad de San Carlos de Guatemala, en su orden de fundación
la cuarta del Continente Americano.

Fundación

La Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala fue fundada siglo y medio después de
la conquista española, por Real Cédula de Carlos II, de fecha 31 de enero de 1676. Recibe el
nombre de San Carlos en honor al rey Carlos II, quien autorizo su fundación.

La universidad abrió por primera vez sus puertas el 7 de enero de 1681, con más de sesenta
estudiantes inscritos.

Especial mención corresponde hacer del licenciado Don Francisco de Sarassa y Arce, hombre de
altos méritos intelectuales, a quien se deben las Constituciones y Estatutos de la institución (1686).
Estos instrumentos legales se basan en los similares de las universidades de México y Salamanca. y
fundamentaron por siglos el funcionamiento académico y el gobierno de la Universidad de San
Carlos.

Las primeras cátedras de la Universidad de San Carlos fueron:

1. Cánones

2. Leyes

3. Medicina

4. Teología Escolástica

5. Teología Moral

6. Dos cursos de lenguas


Ese mismo año, se realiza la primera protesta estudiantil primeros alumnos de Leyes y Derecho
canónico, porque los profesores nombrados en forma interina no inician clases y el 3 de febrero de
1681. por los Piden a las autoridades universitarias el nombramiento del Licenciado Antonio Dávila
Quiñones para la cátedra de Leyes, la cual es autorizada el 10 de febrero de ese año.

La constitución universitaria exigía la libertad de cátedra, asimismo obligaba a que se leyesen


doctrinas filosóficas contrarias para motivar la dialéctica y la discusión de ideas.

Además de cátedras de su tiempo: ambos derechos (civil y canónico), medicina, filosofía y


teología, incluyó en sus estudios la docencia de lenguas indígenas.

La universidad San Carlos de Guatemala recibió la aprobación papal por bula Exsuprema del 18 de
junio de 1687, como Real y Pontificia Universidad de San Carlos otorgada por el Papa Inocencio XII,
10 años después de su fundación y 6 años después de que comenzaran las clases.

Durante la época colonial, cruzaron sus aulas más de cinco mil estudiantes y además de las
doctrinas escolásticas, se enseñaron la filosofía moderna y el pensamiento de los científicos
ingleses y franceses del siglo XVIII. Sus puertas estuvieron abiertas a todos: criollos, españoles,
indígenas y entre sus primeros graduados se encuentran nombres de indígenas y personas de
extracción popular.

Los concursos de cátedras por oposición datan también de esa época y en muchos de ellos
triunfaron guatemaltecos de humilde origen. como el Doctor Tomás Pech, de origen indígena y el
Doctor Manuel Trinidad de Avalosy Porres, hombre de modesta cuna, a quien se atribuye la
fundación de la investigación científica en la Universidad de San Carlos, por la evidencia que existe
en sus trabajos médicos experimentales, como transfusiones e inoculaciones en perros y otros
animales.

La legislación contempló desde sus fases iniciales, el valor de la discusión académica, el


comentario de textos, los cursos monográficos y la lección magistral. La libertad de criterio está
ordenada en sus primeros estatutos, que exigen el conocimiento de doctrinas filosóficas opuestas
"dialécticas", para que el esfuerzo de la discusión beneficiara con sus aportes formativos la
educación universitaria. El afán de reforma pedagógica y de lograr cambios: de criterios científicos
es también una característica que data de los primeros años de su existencia. Fray Antonio de
Goicoechea fue precursor de estas inquietudes.

En las ciencias jurídicas, cuyo estudio comprendía los derechos civil y canónico, también se
registraron modificaciones significativas al incorporar el examen histórico del derecho civil y
romano, así como el derecho de gentes, cuya introducción se remonta al siglo XVIII en nuestra
universidad.

Por este tiempo en la Universidad se crearon cátedras de economía política y de letras. La


Universidad de San Carlos ha contado también, desde los primeros decenios de su existencia, con
representantes que el país recuerda con orgullo. El doctor Felipe Flores sobresalió con originales
inventos y teoría, que se anticiparon a muchas de ulterior triunfo en Europa. El doctor Esparragoza
y Gallardo puede considerarse un extraordinario exponente de la cirugía científica, y en el campo
del derecho, la figura del doctor José María Álvarez, autor de las renombradas Instituciones de
Derecho Real de Castilla y de Indias, publicadas en 1818.

Los primeros atisbos de colegiación pueden observarse desde el año de 1810, cuando se fundó en
Guatemala el ilustre Colegio de Abogados, cuya finalidad principal era la protección y depuración
del gremio.

Las nuevas ideas de la ilustración llegaron al reino de Guatemala, por los universitarios salidos de
la Universidad de San Carlos y simultáneamente al resto de las colonias españolas en América. Las
elites intelectuales las adoptaron con entusiasmo, lo cual vino a cambiar la mentalidad de los
criollos, los cuales fueron los más influenciados. A la par de los acontecimientos del reino de
España a raíz de la invasión napoleónica en 1808. Los criollos americanos se empezaron a interesar
en la independencia de la península, cosa que sucedió en 1821 a raíz de influencia de la
independencia de México. Guatemala se anexo a México en 1822 y posteriormente se separó en
1823 formándose al poco tiempo la Federación Centroamericana, que la guerra civil, los
caudillismos, los localismos provinciales hicieron desaparecer (1824-1838), de la cual surgieron las
cinco republicas centroamericanas que hoy conocemos (Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua y Costa Rica).

En 1834, siendo Jefe del Estado de Guatemala don Mariano Gálvez, se creó la Academia de
Ciencias, sucesora de la Universidad de San Carlos, implantándose la enseñanza de Algebra,
Geometría, Trigonometría y Física. Se otorgaron títulos de Agrimensores: siendo los primeros
graduados Francisco Colmenares, Felipe Molina, Patricio de León y nuestro insigne poeta José
Batres Montufar

La Academia de Ciencias funcionó hasta 1840, año en que bajo el gobierno de Rafael Carrera,
volvió a transformarse en la Universidad de San Carlos. En ese año, la Asamblea publicó los
estatutos de la nueva organización, exigiendo que para obtener el título de Agrimensor, era
necesario poseer el título de Bachiller en Filosofía, tener un año de práctica y aprobar el examen
correspondiente. El centro pedagógico que sufrió el primer impacto del régimen conservador de
los 30 años fue la Academia de Estudios y su Dirección General. El decreto del 26 de febrero de
1840. disolvía aquel importante establecimiento creado por Gálvez, y el 5 de noviembre del mismo
año se restablecía la Universidad de acuerdo con la organización que tenía en tiempos de la
colonia, poniendo en vigor las anacrónicas constituciones de 1686, teniendo la Iglesia el control de
toda la educación en Guatemala. Esta legislación, unida al restablecimiento de las antiguas
Constituciones, trajo como consecuencia que la Universidad volviera a muchos de los sistemas y
orientaciones de la época colonial. En el orden de las cátedras o estudios fueron instituidos los de
Teología, Derecho Canónico, Leyes, Medicina y Filosofía. Como adición a estos estudios que se
cursaban desde la Colonia, se mencionan asignaturas de Matemáticas y Física.

En esa forma llego la Universidad al final de la etapa conservadora en 1871, con el nombre de
Pontificia Universidad de San Carlos. Dentro del examen del desarrollo universitario durante el
periodo conservador, queda por analizar con precisión un hecho singular: fue del seno de esta
Universidad conservadora de donde egresaron relevantes prohombres del periodo de la Reforma
Liberal.
La Reforma Liberal de 1871 hizo tomar un rumbo distinto a la enseñanza de primeras letras y la
técnica superior, separando la Iglesia del Estado. Y, no obstante que la Universidad tomo el
nombre de Nacional siguió desarrollándose, se fundó la Escuela Politécnica en 1873 para formar
ingenieros militares, topógrafos y de telégrafos, además de oficiales militares

Decretos gubernativos específicos de 1875 son el punto de partida cronológico para considerar la
creación formal de las carreras de Ingeniería en la recién fundada Escuela Politécnica; carreras que
más tarde se Incorporaron a la Universidad.

Dentro de esas vicisitudes cabe mencionar que en 1895 se iniciaron nuevamente los estudios de
Ingeniería en la Escuela Politécnica, ofreciendo las carreras de Ingeniero Topógrafo, Ingeniero Civil
e Ingeniero Militar; habiéndose graduado 11 ingenieros civiles y militares.

La anterior inestabilidad terminó con la supresión de la Escuela Politécnica en 1908, a raíz de los
acontecimientos políticos acaecidos en ese año (atentado en contra del Presidente Estrada
Cabrera). El archivo de la Facultad siguió en el mismo lugar hasta 1912, año en que fue depositado
temporalmente en la Facultad de Derecho,

A partir de 1908 la Facultad tuvo una existencia ficticia. Hasta 1918. la Universidad fue reabierta
por el Lic. Manuel Estrada Cabrera (con d nombre de Universidad Estrada Cabrera) y a la Facultad
de Ingeniería sele denominó Facultad de Matemáticas.

Con la llegada del general Jorge Ubico al poder en 1931, el régimen de orden se hizo sentir pronto
en el ambiente nacional ya que como Ubico mismo lo dijo en su discurso inaugural: "mi conciencia
me avisa que este y comprometiéndome ante la historia futura, que ha de sopesar con precisión
mis actos oficiales, y que mi protesta fue prestada en rededor de las dos cosas más me preocupan
e interesan; el máximo bien de la patria y la clara limpieza de mi nombre

Este régimen de orden también llego a la Universidad, ya en el primer año de su gobierno, por
decreto 1710, Ubico deroga la ley orgánica de la Universidad, "por no haber llenado las altas miras
con que fue creada".

El consejo Superior Universitario, como queda consignado en el artículo 35 de la misma ley, es un


cuerpo consultivo y deliberante en materia de su competencia y que estudia y propone a la
Secretaría de Educación Pública las reformas que necesiten los Estatutos de la Universidad
Nacional y los reglamentos y planes de estudio de las Escuelas Facultativas. Forman el Consejo: el
Rector, el Secretario de la Universidad y los decanos de las facultades.

Adviértase que según esta ley el Rector es: el representante legal de la Universidad y el único
órgano de comunicación entre ésta y el ejecutivo. nombrado por el ejecutivo y sólo removible por
el mismo.

Se prohibió la Huelga de Dolores, lo mismo que el tradicional bautizo a los nuevos, "La norma era
disciplina y silencio, silencio y disciplina".

El movimiento revolucionario de Octubre de 1944, toma el poder. dejando sin efecto la


constitución liberal de 1879, suprime todo tipo de trabajos forzosos, como la ley de vialidad y la
ley de vagancia. Le otorga autonomía a las municipalidades y a la Universidad, convoca a una
asamblea nacional constituyente para promulgar una nueva constitución, conocida como
constitución de 1945.

La Autonomía Universitaria, desapareció en el último cuarto del siglo XIX. para resurgir en el año
de 1944. A semejanza de lo que ocurrió en otros países de América Latina, nuestra universidad
luchó por su autonomía, que había perdido a fines del siglo pasado.

Desde septiembre del año 1945, la Universidad de San Carlos de Guatemala funciona como
entidad autónoma con autoridades elegidas por un cuerpo electoral, conforme el precepto legal
establecido en su Ley Orgánica, y se ha venido normando por los siguientes principios que, entre
otros, son el producto de la Reforma Universitaria en 1944: Libertad de elegir autoridades
universitarias y personal docente, o de ser electo para dichos cuerpos sin injerencia alguna del
Estado. Asignación de fondos que se manejan por el Consejo Superior Universitario con entera
autonomía. Libertad administrativa y ejecutiva para que la Universidad trabaje de acuerdo con las
disposiciones del Consejo Superior Universitario. Dotación de un patrimonio consistente en bienes
registrados a nombre de la Universidad. Elección del personal docente por méritos, en examen de
oposición. Participación estudiantil en las elecciones de autoridades universitarias Participación de
los profesionales catedráticos y no catedráticos en las elecciones de autoridades

La autonomía se le da 1 de diciembre del año 1944, decretada por la Junta Revolucionaria de


Gobierno. Con ello se restableció el nombre tradicional de la Universidad de San Carlos de
Guatemala y se le asignaron rentas propias para lograr un respaldo económico. Se funda en esta
época la Facultad de Humanidades. La Constitución de Guatemala emitida en el año de 1945,
consagró como principio fundamental la autonomía universitaria, y el Congreso de la República
complementó las disposiciones de la Carta Magna con la emisión de dos leyes:

La Ley Orgánica de la Universidad.

Y la Ley de Colegiación obligatoria para todos los graduados que ejerzan su profesión en
Guatemala.

Desde septiembre del año 1945, la Universidad de San Carlos de Guatemala funciona como
entidad autónoma con autoridades elegidas por un cuerpo electoral, conforme el precepto legal
establecido en su Ley Orgánica y se ha venido normando por los siguientes principios que, entre
otros, son el producto de la Reforma Universitaria en 1944:

Libertad de elegir autoridades universitarias y personal docente, o de ser electo para dichos
cuerpos sin injerencia alguna del Estado.

Asignación de fondos que se manejan por el Consejo Superior Universitario con entera autonomía.

Libertad administrativa y ejecutiva para que la Universidad trabaje de acuerdo con las
disposiciones del Consejo Superior Universitario.

Dotación de un patrimonio consistente en bienes registrados a nombre de la Universidad. Elección


del personal docente por méritos, en examen de oposición.

Participación estudiantil en las elecciones de autoridades. universitarias.

Participación de los profesionales catedráticos y no catedráticos en las elecciones de autoridades.


A raíz de las reformas realizadas por los gobiernos revolucionarios de 1944-1954, que vienen a
afectar intereses de la oligarquía nacional y Norteamérica; el gobierno de los EE.UU. a través de la
Agencia Central de Inteligencia (CIA), forma un ejército de exiliados guatemaltecos y mercenario
("ejército de liberación nacional") en la republica de Honduras, liderado por el coronel Carlos
Castillo Armas, el cual en componendas con el alto mando del ejército, obligan a renunciar al
presidente Jacobo Árbenz Guzmán el 27 de Junio de 1954.

Esta intervención extranjera provoca que en los años 60 se de inicio el conflicto armado interno
que desangro a guatemaltecos de todos los estratos sociales, por el único hecho de soñar con una
Guatemala democrática e incluyente en materia política.

Prolongada y sangrienta ha sido la represión contra la Universidad de San Carlos de Guatemala en


las últimas cuatro décadas de la época contemporánea (1954-1996), y esa actividad represiva, por
supuesto, también la han sufrido otros sectores del pueblo Guatemalteco.

Este fenómeno social y político se originó a partir de la crisis ocasionada por el movimiento
intervencionista de 1954, que interrumpió el proceso revolucionario iniciado diez años antes. Los
sucesivos gobiernos a partir del presidido por Castillo Armas hay orientado su política interior al
silencio o iniquilacion de las instituciones, grupos, organismos o personas que postulan ideas
democráticas revolucionarias, incluyendo a quienes se han limitado a disentir del sistema
impuesto, o criticados actos gubernativos.

La lista de víctimas de la represión es tan numerosa, y las características de la violencia utilizada


tan sanguinaria, que sólo la enumeración y el análisis de esos hechos sería motivo de un estudio
histórico especial.

La Comisión para el Esclarecimiento Histórico concluye que la estructura y la naturaleza de las


relaciones económicas, culturales y sociales en Guatemala han sido profundamente excluyentes,
antagónicas y conflictivas, reflejo de su historia colonial. Desde la independencia proclamada en
1821, acontecimiento impulsado por las elites del país, se configuró un Estado autoritario y
excluyente de las mayorías, racista en sus preceptos y en su práctica, que sirvió para proteger los
intereses de los restringidos sectores privilegiados. Las evidencias, a lo largo de la historia
guatemalteca, y con toda crudeza durante el enfrentamiento armado, radican en que la violencia
fue dirigida fundamentalmente desde el Estado, en contra de los excluidos, los pobres y, sobre
todo, la población maya, así como en contra de los que luchaban a favor de la justicia y de una
mayor igualdad social.

El nivel académico ha tenido fluctuaciones en razón de diversos factores, entre los cuales no ha
dejado de tener especial importancia y efectos la represión política contra profesores y
estudiantes en diversos momentos críticos de la vida nacional. Muchos docentes han sido víctimas
de asesinatos, secuestros, desapariciones, o han tenido que salir del país para proteger su vida, lo
cual ha privado a la Universidad de elementos capaces para su desarrollo académico.

Esta violencia institucionalizada afecto también a intelectuales de Universidades privadas que en


la década de los 60 habían sentado sus bases en Guatemala. Todos estos acontecimientos fueron
originados por el conflicto armado interno que duro 36 años, hasta la firma de los acuerdos de paz
el 29 de diciembre de 1996.
Las actuales transformaciones socio-económicas, geopolíticas y científico-tecnológicas, a nivel
mundial sitúan a la Universidad de San Carlos de Guatemala frente a nuevos escenarios, en los
cuales el tema de cooperación e intercambio académico constituye uno de los objetivos
estratégicos para el desarrollo de sus funciones y su proyección social.

Las alianzas con socios estratégicos, la estructuración de redes y sistemas en el campo de la


cooperación, contribuyen significativamente al posicionamiento académico de la Universidad de
San Carlos de Guatemala a nivel nacional e internacional, tomando en consideración que en la
actualidad el éxito en la gestión universitaria requiere de esfuerzos conjuntos.

Ante tales circunstancias, las unidades académicas y administrativas de la Universidad reencauzar


la gestión de cooperación académica, técnica, científica y financiera, de manera coordinada y de
conformidad a ay lineamientos de carácter general, que permita la identificación, formulación y
priorización de proyectos a presentar a fuentes de cooperación a nivel nacional e internacional

La Universidad de San Carlos, cuenta con potencial académico, científico, técnico y cultural, como
principal fortaleza; lo que constituye contrapartidas importantes para su gestión de cooperación,
lo cual es posible lograr mediante la creación de la Coordinadora General de Cooperación La
cooperación e intercambio académico constituye uno de los objetivos estratégicos de la
Universidad de San Carlos de Guatemala, para el fortalecimiento de la política de vinculación
Universidad sociedad.

La cooperación e intercambio académico debe responder a conceptual, referencial y metodológico


contenido en los lineamientos para el Plan Estratégico de la Universidad de San Carlos de
Guatemala (2002 2022), aprobados por el Consejo Superior Universitario. Las alianzas con socios
estratégicos, la estructuración de redes y sistemas en materia de cooperación e intercambio
académico constituyen una prioridad para fortalecer el posicionamiento de la Universidad de San
Carlos de Guatemala a nivel nacional, regional e internacional.

El carácter Estatal y Autónomo, debe considerarse como un importante potencial de la


Universidad de San Carlos, en la política de vinculación y gestión. El potencial en las áreas de
ciencias de la salud, científico-tecnológica y social humanística que posee la Universidad de San
Carlos, constituye la principal fortaleza para la estructuración y operacionalización de políticas en
materia de cooperación e intercambio académico.

Las acciones en materia de cooperación que las dependencias de la Universidad de San Carlos,
promueven, deben de reorientarse de manera organizada y coordinada, de conformidad a los
lineamientos de carácter general de la Universidad.

La política de cooperación e intercambio académico de la Universidad de San Carlos, además de


orientarse a la generación de satisfactores de la sociedad guatemalteca, debe enmarcarse en el
contexto pluricultural. multilingüe y multiétnico del país. Así como, en el contexto socio ambiental.
para el engrandecimiento de todos los Guatemaltecos

Universidades privadas existentes en Guatemala


A partir de la década de los 60 se autorizaron las Universidades privadas con una mística diferente
a la Universidad Nacional, entre estas tenemos las siguientes:

Universidad del Istmo (UNIS)

Universidad del Valle de Guatemala (UVG)

Universidad Francisco Marroquín (UFM)

Universidad Galileo

Universidad Mariano Gálvez de Guatemala (UMG)

Universidad Mesoamericana Guatemala (UMES)

Universidad Panamericana de Guatemala (UPANA)

Universidad Rafael Landívar (URL)

Universidad Rural de Guatemala (URURAL)

Universidad San Pablo de Guatemala (USPG)

CAPITULO XVII
LA INDEPENDENCIA DE CENTRO AMÉRICA
Centroamérica fue descubierta por Cristóbal Colón en su cuarto viaje La población de numerosos y
diferentes señoríos indígenas que existían ese entonces fue conquistada reducida violentamente y
con apoyo de la Iglesia, durante las primeras décadas del XVI. a la ya corona habla mandado
organizar la Audiencia Confines (Reine de Guatemala) para controlar si las nuevas provincias que
habían ido creando, partiendo España en el área.

Aproximadamente tres siglos después de la conquista se inició proceso independentista


centroamericano, que aunque no tuvo misma proyección que el Haití el de Nueva España, posee
un significado y ayuda a comprender el proceso de segmentación política que se dio en el muy
tempranamente y la perdida de algunas regiones favor Nueva España y formación de las
repúblicas centroamericanas.

SITUACION SOCIOECONOMICA ANTES DE LA INDEPENDENCIA

A finales de XVIII, situación económico-social de las Provincias del Reino Guatemala (Guatemala,
Chiapas, Soconusco, Salvador, Nicaragua Costa Rica) caracterizaba por el hecho que mayoría de
población tenía que básicos para y para minoría aristocrática, especialmente cumplir forma
forzada (repartimientos, servicios personales, apacería) el trabajo en obrajes añileros, cacaotales,
plantios de caña de azúcar y tabaco, sembrados de trigo, o en la producción de textiles.
Dicha diversidad productiva a la que había llegado era el resultado de las variantes económicas
que se habían venido experimentado durante tres siglos de explotación colonial. En efecto, la
imposibilidad de saciar en estas regiones la inmensa sed de oro traída con la conquista, llevó a los
colonizadores a profundizar durante la mitad del siglo XVI la explotación cacaotera y de plantas
medicinales (zarzaparrilla, bálsamo), posteriormente, y en la misma medida que el desarrollo
capitalista industrial europeo se iba incrementando, se empezó en el Reino de Guatemala la
producción de tintes, especialmente añil, y cueros. La posibilidad de hacer riquezas mediante
estos productos fue el motor impulsor de tales actividades económicas y la causa misma del
desarrollo desigual de las Provincias que conformaban el Reino de Guatemala, ya que para finales
del siglo XVII, en El Salvador, Nicaragua y Guatemala era donde más se producía para la
exportación. Sin embargo, debido que a la actividad comercial de exportación estuvo
monopolizada por la oligarquía guatemalteca, los terratenientes de las provincias permanecieron
en una continua dependencia de la misma, lo que constituyó la principal causa de las
contradicciones que condujeron a la posterior segmentación del Reino

1.1 EL LATIFUNDIO EN LAS POSTRIMERIAS DEL PERIODO COLONIAL

La tenencia de la tierra en el Reino de Guatemala, aunque señorial en su esencia, constituyó un


aglutinamiento de tierras comunales (pervivencia prehispánica), realengos, ejidos, solares y
latifundios.

En nuestros días, el análisis de este fenómeno ha ido cobrando importancia, en la medida en que
se ha ido profundizando en la comprensión del período colonial. En líneas generales podemos
decir que, mientras durante el siglo XVI predominaron las cuatro primeras formas de tenencia de
la tierra, para finales del siglo XVII fue la última, la latifundista, la había llegado a imponerse, a
costa prácticamente de muchas tierras que de las parcialidades indígenas o de realengos. Es decir,
conforme la actividad cacaotera había ido declinando y el binomio añil- ganado se había ido
imponiendo, en ese mismo ritmo los colonos habían ido arrebatando las tierras más propicias o
aptas para las nuevas actividades agropecuarias o en algún caso componiendo con la Corona, para
legalizar las usurpaciones de tierra que habían hecho para adquirir nuevas tierras. Así podemos
decir que para finales del siglo XVIII las tierras más adecuadas para el cultivo de añil y crianza de
ganado vacuno (llanuras semicálidas del Pacifico) pertenecían en su casi totalidad a unas pocas
familias criollas. José Cecilio del Valle, periodista de la época y redactor del Acta de Independencia,
corrobora tal señalamiento cuando dice:

Que dividida la población en cuatro y las tierras en tres partes, los tres cuartos de la población sólo
tienen un tercio de las tierras y un cuarto de población tiene dos tercios de ellas.

Que de los cuatro cuartos de población los tres son de indios, es decir, de hombres incultos,
ignorantes, pobres, miserables y casi salvajes.

Que el exceso de productos no es proporcional al de tierras. Los árboles de españoles y ladinos


exceden a los de los indios en razón de cuatro a uno y las tierras de aquellos exceden a la de éstos
en la de tres a uno.
Que las tierras de los indios son un tercio de las tierras de los españoles y ladinos; y los árboles de
los primeros son un cuarto de los segundos (en Rodríguez 1971b:146). Si a las cifras anteriores les
sumamos el hecho de que siendo en ese entonces la población del Reino de Guatemala alrededor
de un millón de personas, de las cuales aproximadamente el 64.6 % era indígena y el 31.3 %
mestiza, una conclusión lógica es que el 4 % de la población, la aristocracia blanca, vivía a expresas
del trabajo del 96 % restante, el de indios y castas (Solórzano, 1970:263).

1.2 EL FENOMENO DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

A partir de la promulgación de las Leyes Nuevas en 1542, la Corona Española prohibió la esclavitud
de los indígenas y a cambió permitió la institucionalización del trabajo servil. En el Reino de
Guatemala, la abolición de la esclavitud de los naturales no fue del agrado de conquistadores y
colonos, como lo demostró el asesinato del Obispo Antonio Valdivieso por los hijos del gobernador
Contreras en León, Nicaragua, y la persecución que se hizo a Fray Bartolomé de las Casas y a frailes
dominicos en Chiapas (Remesal 1932-1: passim). Sin embargo, la prohibición al final se impuso.
pues las Leyes Nuevas obligaron a los indígenas no sólo a tributar, sino también a trabajar tierra de
españoles, lo que si constituían una forma más sutil, aunque no por eso menos brutal, de
garantizar el enriquecimiento de conquistadores y colonos.

En la práctica tal normativa permitió la prolongación en América de formas de explotación servil


que empezaban a transformarse en la Península Ibérica al cambiar a formas asalariadas. Así la
sociedad colonial del Reino de Guatemala se estructuró en formas económicas en que la mayoría.
conformada por indígenas y castas (mulatos, pardos, negros, etcétera), estaba sujeta a diferentes
formas de trabajo servil o artesanal, mientras que una minoría aristocrática gozaba del dominio
absoluto sobre la tierra y especialmente sobre sus habitantes.

El tributo y repartimiento, a que se había sometido a los indígenas luego de ser conquistados,
constituía todavía a finales del siglo XVIII la base del sistema de explotación colonial. Un informe
oficial hecho a la Corona señala sobre el particular:

'Los primeros que son, hablando con propiedad, los indígenas o naturales, gobernados
inmediatamente por sus Gobernadores y Justicias de la propia casta, bajo el dominio español; en
lo político, de un Intendente, Alcalde Mayor o Corregidor, y en lo espiritual. de los curas seculares
o regulares, se mantienen hasta el presente tan adictos a sus costumbres y usos antiguos, que
verdaderamente su vida es la misma que la de los primeros pobladores de la tierra (...).

Lo referido y los trabajos que se les obligaba, enviándolos los Alcaldes Mayores en partidas con
nombre de repartimiento a las haciendas de los que los piden para sus labores, y a los que deben
dárseles con arreglo a las leyes; la conducción sobre sus espaldas de cargas pertenecientes a los
mismos alcaldes mayores, curas y particulares de la clase de blancos, de unos parajes a otros, la
composición de caminos, la construcción de los edificios, templos y casas, bajo la dirección de los
maestros arquitectos o albañiles, y en fin todo lo es servicio penoso y molesto está reservado para
esta gente en todo el Reino que de Guatemala. Estos son el descanso de las demás clases sin
exclusión; ellos son los que nos alimentan surtiéndonos de lo necesario y de regalo, al paso que
ellos son tan parcos y frugales que casi nadan tomen de sustancia. Y si los indios trabajan como
queda insinuado, las indias hacen lo propio al y tal vez más: hasta los indezuelos trabajan, pues
apenas tienen alguna tanto y t solidez en sus piernecitas, cuando van con sus madres al monte a
recoger palitos para el fuego, y reglón seguido caminan ya con sus padres jornadas largas con sus
carguitas proporcionadas a cuestas" (en Contreras 1968:21).

La base laboral del sistema estuvo constituida propiamente por los indígenas ya que ellos, por
medio del tributo, proveían al resto de la población los alimentos básicos (maíz, frijol, gallinas,
cacao, miel, etcétera) y por medio del repartimiento proveían mano de obra para el laboreo en las
tierras de la Iglesia (la mayor terrateniente) y de españoles. La legislación laboral, expresión de
una política de segregación racial, contribuyó a la vez forjar un sistema rígido en el que no había
posibilidad de ascensos sociales para este gran sector poblacional (Mórner 1969: passitn).
Ciertamente el estrato social de las personas estaba determinado desde el nacimiento mismo.

Las castas, es decir mestizos, mulatos, zambos, ilegítimos, etc., fueron productos de la violencia
sexual desatada por españoles y negros sobre las indígenas desde el mismo inicio de la conquista,
o de españoles sobre negras. Estas constituían para finales del siglo XVIII un estrato social bien
complejo, pues por un lado, dado que no eran indígenas, eran en parte favorecidas por las leyes al
ser excluidas de tributos y repartimientos; pero por el otro, dado que no eran blancos se les
excluía igualmente de los privilegios nobiliarios y sufrían, en proporción a su posición económica,
un alto grado de discriminación social (Mórner 1970: passim).

En el desarrollo económico de la región, las castas parecen dedicadas, por lo general, a trabajos
artesanales (construcción, herrería, platería, etcétera). actividades agropecuarias (mayordomos,
mandadores, pequeños propietarios, a las milicias o al vagabundeo). En este sentido se sentían,
por su posición económica, superiores a los indígenas. Pero en realidad es que, a pesar de ello, no
se liberaron de ser tan explotados y que a finales del periodo colonial la minoría dominante se
refiriese a ellos en la forma siguiente:

"De esta especie se pueden hacer tres divisiones: 1. Artesanos: como pintores, escultores,
plateros, carpinteros, tejedores, sastres, zapateros. herreros, etc. Cuyos oficios son necesarios en
la República, pero de tal modo los ejercen por costumbre, capricho y arbitrariedad, que necesitan
una reforma y arreglo, que pecaban los menoscabos que sufre frecuentemente el común que está
por necesidad atenido a ellas, sin que por este perjudique a la habilidad particular de algunos
plateros, escultores y carpinteros; tanto más admirable, cuando que parece natural, que en vista
de sus principios. y falta de proporciones no debían tenerla, ni a la formalidad y honradez de
algunos maestros acreditados por su conducta. Carecen de fondos en lo general, para proveerse
de los materiales respectivos: es menester que el que necesite la obra, si su valor llega a una
docena de pesos los desembolse al maestro, antes de recibirla para comprar la materia, pagar los
oficiales, y comer mientras la trabaja, lo que sería soportable sí la recibiese en el tiempo
estipulado, y en aquellos términos y modos pactados; más no sucede así; las más veces se halla
frustrada la confianza del que manda hacer la obra y ha desembolsado su dinero con anticipación
porque si la consigue es en fuerza de su reconvenciones repetidas o demanda judicial a que se ve
constreñido por último recurso.

2° Gente de labranza y armería: qué penalidades; atrasos y fatigas no experimentan los dueños de
las haciendas y recuas con ellas (...) su pereza y falta radical de vergüenza, hacen indispensable
una continua vigilancia sobre ellos para que trabajen en algo: y no viéndolos, ya no hacen otra
cosa de provecho pasándoles el tiempo en la holgazanería y lo peor es que propensos al robo por
su educación enteramente abandonada, lo ejercen al menor descuido de los dueños y
mayordomos; y un mayordomo, regular hombre de bien, celoso por la hacienda del amo, es tan
raro encontrarse, que al que lo logre, lo tiene por gran fortuna. Sin embargo no deja de haber
porción de gente parda que dedicada a la agricultura en pequeñas heredadas, que trabajan por si,
tanto en las provincias, como en los pueblos de las inmediaciones de la capital, debemos con
justicia de excluirlos de la nota que sólo recae en la especie que acabamos de descubrir

3º Esta que no es la menos diminuta, se compone de una zanganada perjudicial en sumo grado a
todos los demás órdenes del Estado, porque no trabajan absolutamente para subsistir; viven a
expensas de los robos de reses y frutos, que ejecutan en las haciendas, de los plátanos que hallan
abundante en los márgenes de los ríos, de rapiñas y hurtos en poblados, con lo que pasan la vida
jugando a los dados, embriagándose, hiriéndose y matándose atrozmente, y en suma, arrimados a
las tapias y cerca de los pueblos, y de los barrios de la capital, infundiendo recelo a los honrados y
laboriosos" (en Contreras, 1968:19).

Si bien es cierto, las castas en su mayoría fueron un parásito social, un sector de ellas (tejedores,
albañiles, herreros, nopaleros) impregno a la economía de cierta dinámica comercial y fue por el
mismo agente de cambio económico durante las postrimerías del período colonial (ver supra 3.1).

La minoría de la población del Reino de Guatemala, la blanca. compuestas por comerciantes,


hacendados y la burocracia estatal eclesiástica vivía, según la misma fuente, a expensas del trabajo
de indígenas y castas. Cabe señalar que todo el poder económico estaba en sus manos, como lo
declara un documento oficial:

"En cuanto a los hacendados, unos poseen tierras de considerable número de leguas sin
trabajarlas, a reversa de alguna muy corta parte, resultando por consiguiente inútiles a ellos, y al
común que carece absolutamente de terreno propio para sembrar su maíz u otro fruto. El ganado
mayor es por lo regular el nervio y sustancia de estas grandes haciendas, pues, criándose en las de
las provincias remotas y comprado y traído para repastarlo en las de la capital, para abastecer de
carne, forman un tráfico entre un orden de individuos. no corresponde propiamente a la
agricultura ni al comercio."

Los agricultores que se deben considerar como tales, son los que poseen las haciendas
productoras de añil. Este fruto por su preciosidad e importancia merece la mayor atención, porque
es toda el alma que vivifica el reino; es su comercio de extracción, de tal modo que sin él no habría
objeto de relaciones entre la metrópoli y nosotros."

"Respecto a los comerciantes, ascenderán a treinta o treinta y cinco en todo el reino de las casas
mercantiles que merezcan este título, siendo las únicas que directamente reciben de Cádiz per el
Golfe de Honduras anualmente el val de un millón de pesos sobre algunos miles más o menos, en
géneros europeos, que guerra distribuyéndose entre los mercaderes, les expenden por menor en
sus tiendas y aún el mayor número de los primeros practica lo propio en las que en sus casas
tienen con nombre de almacenes. Los retornos se efectúan en igual proporción de libras de añil,
fruto casi único que sostiene las relaciones del comercio con la metrópoli, debiéndose entender
este cálculo aproximado cuando la g con los ingleses no pone obstáculos a la navegación, la
langosta algún contratiempo no menoscaba las cosechas de tinta" (Contreras 1968:73).
Del informe se deduce, pues, cómo el añil y la ganadería constituían la base de las transacciones
comerciales con la Metrópoli, hechas por la minoría blanca (oligarquía guatemalteca). Sin embargo
estas actividades se llevan a cabo, ya sea con mano de obra de indios-siervos obtenidos en
repartimientos o con mozos-colonos sacados principalmente las castas. En otras palabras era en
un sistema basado en una aristocracia señorial y siervos-colonos (ver cuadro 1-pág. 214).

1.3 LA JUSTIFICACION DE LA DESIGUALDAD

El aparato jurídico-político y la jerarquía religiosa de la época. justificaron en forma diferente la


legalidad del sistema. Con ello no hicieron otra cosa que reflejar los intereses económicos del
grupo aristocrático que controlaba el poder. José Cecilio del Valle que fue parte del sector
gobernante durante la colonia y primeros años del periodo independiente, sobre el particular
señaló:

Un país donde no habían más que indios y españoles; donde la ley deprimía a los primeros y
elevada a los segundos; donde aquellos tenían el carácter de conquistadores; donde los unos eran
muchos y los otros eran pocos, era preciso que los españoles desdeñasen el matrimonio con las
indias, pero al mismo tiempo regular que se uniesen a ellas en amistades o tratados no permitidos
por la ley que fuesen numerosas las generaciones legitimas; que existiesen los mestizos; que
naciesen las castas; que estas se multiplicasen con la introducción de negros y que, miradas todas
por la ley y consideradas por el gobierno con ojos distintos se formase una población heterogénea,
separada en clases, dividida en intereses.

Un país donde los dos tercios de la población eran compuestos de indios a quienes la ley no
permitía contratar con ciertas formalidades, a ver diversiones sin licencia de alcalde, montar un
caballo, en ningún caso, tener armas, en ningún evento; era necesario que fuese muy
embrutecido. Era necesario que en ese país el máximo sirviese al mínimo: no fueses muy
respetados: que se ignorasen esos mismos derechos y que directamente reciben de Cádiz por el
Golfo de Honduras anualmente el valor de un millón de pesos, sobre algunos miles más o menos,
en géneros europeos, que distribuyéndose entre los mercaderes, los expenden por menor en sus
tiendas, y aún el mayor número de los primeros practica lo propio en las que en sus casas tienen
con nombre de almacenes. Los retornos se efectúan en igual proporción de libras de añil, fruto
casi único que sostiene las relaciones del comercio con la metrópoli, debiéndose entender este
cálculo aproximado cuando la guerra con los ingleses no pone obstáculos a la navegación, la
langosta o algún otro contratiempo no menoscaba las cosechas de tinta" (Contreras 1968:73).

Del informe se deduce, pues, cómo el añil y la ganadería constituían la base de las transacciones
comerciales con la Metrópoli, hechas por la minoría blanca (oligarquía guatemalteca). Sin embargo
estas actividades se llevan a cabo, ya sea con mano de obra de indios-siervos obtenidos en
repartimientos o con mozos-colonos sacados principalmente entre las castas. En otras palabras
era en un sistema basado en una aristocracia señorial y siervos-colonos (ver cuadro 1-pág. 214).

1.3 LA JUSTIFICACION DE LA DESIGUALDAD


El aparato jurídico-político y la jerarquía religiosa de la época justificaron en forma diferente la
legalidad del sistema. Con ello no hicieron cera cosa que reflejar los intereses económicos del
grupo aristocrático que controlaba el poder. José Cecilio del Valle que fue parte gobernante
durante la colonia y primeros años del periodo independiente, sobre el particular señaló: del
sector.

Un país donde no habían más que indios y españoles; donde la ley deprimía a los primeros y
elevada a los segundos; donde aquellos tenían el carácter de conquistadores; donde los unos eran
muchos y los otros eran pocos, era preciso que los españoles desdeñasen el matrimonio con las
indias, pero al mismo tiempo regular que se uniesen a ellas en amistades o tratados no permitidos
por la ley que fuesen numerosas las generaciones ilegitimas; que existiesen los mestizos; que
naciesen las castas; que estas se multiplicasen con la introducción de negros y que, miradas todas
por la ley y consideradas por el gobierno con ojos distintos se formase una población heterogénea,
separada en clases, dividida en intereses.

Un país donde los dos tercios de la población eran compuestos de indios a quienes la ley no
permitía contratar con ciertas formalidades, a ver diversiones sin licencia de alcalde, montar un
caballo, en ningún caso, tener armas, en ningún evento; era necesario que fuese muy
embrutecido. Era necesario que en ese país el máximo sirviese al mínimo: que los derechos no
fuesen muy respetados: que se ignorasen esos mismos derechos; y que de su ignorancia naciesen
todas las consecuencias que se han sufrido (en Contreras 1968:169-170; realce es mío).

CUADRO 1

ACTIVIDADES ECONÓMICAS

Producción Producción Lugar Forma de Finalidad


expresión
Maíz Tierras Toda la región Trabajo comunal Tributo
Frijol comunales Trabajo
Verduras Pequeña campesino
Cacao propiedad
Caña de azúcar Latifundios El Salvador Mozos,
Pequeña Nicaragua Colonos, Mercado interno
propiedad Esclavos
Tejidos Talleres Guatemala Artesanal Mercado interno
Mayólica
Añil Latifundios El Salvador Mercado interno
Nicaragua
Grana Pequeña Guatemala Campesina Mercado interno
propiedad
Ganado Latifundios Nicaragua Mozo Mercado interno
Honduras Colono
Guatemala
Más comprometido con la defensa ideológica del sistema, fue José María Álvarez, abogado
guatemalteco, cuya producción de literatura jurídica sirvió de manuales oficiales en algunas
universidades de Hispanoamérica de la época, al referirse a la fuerza laboral, señalo:

"La servidumbre no repugna ni a la razón ni al derecho natural, pues que se halla aprobada por la
Sagrada Escritura. Nacen los siervos de nuestras esclavas; y así, una sierva o esclava para a su hijo
o hija de cualquiera que sea queda reducida a la condición servil, La razón es clara: hemos dicho
que los siervos son cosas; se sigue, pues, que sus fetos o producciones deban ser de la misma
condición. Porque así como el feto de una vaca está en dominio, por derecho de accesión, de la
misma manera el feto de la esclava que sirve también ha de servir" (en García Laguardia 1976:64).

Por otro lado, aunque el sistema jurídico Colonial, por medio de sus Ordenanzas y Cédulas Reales
normó in extenso la protección de los indígenas, la realidad es que dichas leyes no se cumplieron,
como se desprende del informe de la visita pastoral hecha a finales del siglo XVIII por el Arzobispo
Pedro Cortés y Larraz a su diócesis (lo que es actualmente Guatemala y el Salvador). Aún más, si en
algún pleito mediante apelación a la Audiencia, las autoridades de provincias y pueblos, en vez de
dar cumplimiento de lo decidido por la máxima instancia de poder, la emprendían atropellando al
que había demandado y obtenido justicia.

En la práctica, la realidad era que los indígenas estaban sometidos, contra toda ley, a numerosas
obligaciones como se desprende de los numerosos escritos por quejas y abusos presentados ante
la Audiencia. Uno de ellos señala:

Las relaciones se exigen parte de las cofradías y parte de las justicias, que dan en efectivo el
sustento de curas y alcalde mayores, distribuyendo el fiscal de la Iglesia en frutos por un
prorrateo, en las familias semanaria o mensualmente su pago, según estilo de los pueblos y lo
mismo el servicio personal de 4, 12 y 18 indios y dos mujeres llamadas guatezonas o molenderas
que asisten diariamente el servicio de la casa parroquial, casa del alcalde mayor y sacristía de la
parroquia, sin contar los jóvenes de la escuela de doctrina, que traen la leña y paja para las
caballerías, siendo lo más doloroso que cualquier falta no queda impune, ni se ve con indiferencia
y disimulo, si no que se castiga rigurosamente con azotes, cárcel y grillete; en otros pueblo se
exige a más de lo dicho, lo que llaman primicia en las cuaresmas y cumplimiento de Iglesia para la
comunión pascual, que es de cada indio casado, media juega de maíz, un tercio de astas de
madera y cuatro mazos de paja para casas pajizas. 3 y 4 reales de América que hacen 8 y 10 de
vellón, al tiempo mismo de examinarle en la doctrina cristiana cuando viene a confesarse, y en
otros sólo un real de 21 cuartos; en los pueblos que llaman de ladinos son otros servicios, y la
primicia de frutos, viniendo a concluir que siempre trabajan para los curas, alcaldes mayores,
comunidades y cofradías, condenados a su miseria, opresión, vejaciones, y sin poder reclamar,
teniéndoles en pupilaje, para que no hagan recursos sin intervención de los fiscales de las
audiencias que se titulaban protectores de indios, mereciendo más bien el de destructores de
indios, porque rara vez se hacía defensa que no les costase doble de lo que les llevaría cualquier
otro letrado, y sin el riesgo y arbitrariedad de valerse del nombre de los pueblos para hacer
donativos en cien mil duros del fondo de comunidad, como se vio en Guatemala con escándalo,
por ser intereses que religiosamente debían mirarse e invertirse en solo el santo y laudable fin de
su instituto y no en usos contrarios (en Meléndez 1971 b:59-60)
Por lo hasta aquí expuesto se desprende que la situación económica social del Reino de Guatemala
se caracterizó en sus postrimerías por l comercialización al exterior <le tintas y cueros, productos
obtenidos: básicamente por medio del trabajo ser vil de indios y mestizos y del trabajo de
poquiteros que cultivaban añil. De ahí que la desigualdad social constituyó una cuestión del
sistema, como lo deja ver la reducida propiedad territorial de las amplias masas trabajadoras, ya
que la mayor parte de las tierras apta para el cultivo pertenecían a una minoría de la población
que apenas llegaba al 49% del total estando en la cúspide de dicha minoría unas 35 familias de
grandes comerciantes capitalinos que eran los más beneficiados en el sistema.

2. ECONOMIA Y PODER

A finales del siglo XVIII la sociedad del Reino de Guatemala estaba estructurada por una minoría
aristocrática y una mayoría poblacional sometida a diversas formas de explotación servil, como lo
fueron el repartimiento, los servicios personales, la aparcería y las rancherías. La casi totalidad de
la minoría aristocrática habitaba los centros urbanos de la región (Guatemala, San Salvador, San
Pedro Sula. Comayagua, Granada, León, Cartago), constituyéndose en los sectores dominantes y
dirigentes en las distintas provincias del Reino. Las mayorías poblacionales, por su lado, Vivian
reducidas en pueblos de indios o como las castas habitando en villas, rancherías, haciendas,
obrajes.

La economía de la época, basada principalmente en actividades añilerías, ganaderas y un poco de


minería, no sólo habia generado las desigualdades sociales sumían a las mayorías poblacionales a
condiciones de opresión, que sino que a la vez había engendrado una clase dominantes con
fuertes contradicciones internas, a raíz del monopolio comercial que un sector de ella, el de la
ciudad de Guatemala, ejercía sobre el añil y ganado. Es decir era una clase dominante fraccionada
en un sector latifundista y un sector comercial.

Así, desde finales del siglo XVIII, con la implantación del Régimen de Intendencias, y más aún a
principios del XIX a raíz de las Cortes de Cádiz, las contradicciones entre latifundistas provincianos
y grandes comerciantes guatemaltecos fueron cada vez más patentes y violentas, ya que los de las
provincias no aceptaban el insolente control sobre las actividades económicas, civiles y religiosas
por parte de la oligarquía guatemalteca.

2.1 LAS BASES DEL PODER DE LA OLIGARQUIA GUATEMALTECA

El surgimiento y consolidación de los latifundios en cada u provincias fue factor cada vez que
permitió que el primitivo núcleo de conquistadores fuese comprando ante la Corona títulos de
propiedad una de las sobre las tierras que habían usurpado con anterioridad. Así surgieron los
Chamorros. Argüellos, Lacayos, Sacasas en Nicaragua, como los Pavón, Asturias, García Granados.
Montúfar, Piñol, Aycinena de Guatemala. Constituyeron estos últimos la aristocracia
guatemalteca, cuyo poder radicó en el absoluto control que llegó a tener no sólo de propiedad
territorial, sino con todo lo relacionado con la producción y comercialización del añil y del ganado
del Reino (Rodríguez 1970:43). El mismo Pedro de Molina q defendió con su periódico los
intereses de dichas familias (véase acápite 4), señaló el particular:
"Los nobles de Guatemala más tiranos que los reyes de España en tiempo de su gobierno se
acostumbraron a tratar a las clases oprimidas, que habia producido la naturaleza sólo para sus
comodidades; ocupaban todos como a seres los empleos que los españoles europeos no llenaba;
sólo ellos tenían derecho de cultivar sus talentos, desarrollar sus facultades naturales y educación
fina y decente. Aún el orden sagrado lo hicieron un bien patrimonial una la justicia y los
provincianos jamás ganaban un solo pleito contra ellos, por Compraban contra la ley evangélica,
que no separa de él ninguna clase de hombres; vendían claros que fuesen sus derechos, después
de gastar inmensas sumas. los añiles al precio bajo, mandando al efecto un agente o apoderado,
para que como único comprador los tomase a su antojo, porque no siendo libre el comercio, no
era lícito vender a todos.

Lo mismo sucedía con las partidas de ganado que precisamente debían de venderse en
Cuajiniquilapa, para que las pérdidas y gastos. de la conducción fuesen en dé cuenta de los
hacendados ganaderos, que por no volverse con sus partidas, daban al precio que querían los
monopolistas de Guatemala. A más de esto se obligaba a los que compraban ganado, a venir a
matarlo a Guatemala por cierto número de días, en proporción con el que se compraba, a fin de
surtir de carnes este mercado y ellos repastar el suyo, para después venderlo a precios más
subidos; de modo que si un salvadoreño compraba, debía ira Guatemala a matar su ganado" (Fado
1968:14).

Este monopolio económico les garantizaba a la vez el monopolio de los principales puestos
públicos, es decir de los que les podían permitir incidir en el control de mano de obra (alcaldías
mayores, corregimientos, jueces repartidores, comercio y orden público en las ciudades (alcaldes,
veedores, regidores, alguaciles), control ideológico (priores, abades, canónigos). control jurídico
(Colegio de Abogados), control económico (Consulado de Comercio). José Cecilio del Valle llegó a
demostrar que de 80 empleados públicos. 70 estaban en poder de los parientes de los Aycinena
(En Rodríguez Beteta 1970:42)

2.2 EL CONTROL A MEDIAS DEL PODER

En el numeral 1 planteamos que la situación socioeconómica se caracterizó fundamentalmente


por el hecho de que las necesidades básicas para la supervivencia humana se satisfacían a través
de la producción de granos básicos, la que era generada mediante trabajo servil que esta situación
laboral era ejercida por la mayoría de la población en un espacio territorial reducido, dado que la
minoría dominante controlaba el medio de producción básica: la tierra. Señalamos a la vez que el
comercio de exportación-importación. así como la producción de añil y ganado era controlado por
la oligarquía criolla. Sin embargo, no todo era armonía entre la minoría el sector de dominante. El
control de mano de obra generaba en efecto fraccionamiento entre dicha minoría, al estar la
población trabajadora repartida en pueblos en la cabeza del rey o realengos y pueblos de
encomienda en carácter de beneficio y en el que el goce de los primeros pueblos era controlado
por los venidos directamente de España, mientras el de los segundos por los españoles criollos
(más ampliamente en Cabezas 1973). Ciertamente, la Corona española procuraba por sus enviados
mejorar sus formas de enriquecimiento, mientras los segundos luchaban por substraerse de dicho
control.
Es así como el aparato estatal reflejó este fraccionamiento, estas contradicciones del sistema, al
estar el poder de los Ayuntamientos en manos de la oligarquía criolla, mientras que el poder de la
Audiencia, Gobernaciones y algunos Corregimientos y Alcaldías Mayores en manos de
peninsulares.

Esta división a nivel del poder político refleja ciertamente la existencia de otra forma de
fraccionamiento en el seno de la clase dominante- la de criollos peninsulares-fenómeno que en
otras regiones hispanoamericanas fue bien acentuado, como lo dejó señalado Simón Bolívar en su
Carta de Jamaica cuando escribió:

Jamás éramos virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias: arzobispos y
obispos, pocas veces, diplomáticos, nunca; militares, sólo en calidad de subalternos; nobles, sin
privilegios reales; no éramos, en. fin, ni magistrados, ni financistas, y casi ni aún comerciantes;
todo en contravención directa (le nuestras instituciones.

En el Reino de Guatemala, este fenómeno no fue tan profundo en el caso de los criollos, sino que
por el contrario hubo gran afinidad de intereses. La realidad es que no hubo exclusividad absoluta
en el control del poder político. Numerosos puestos de Alcaldes Mayores y Corregidores fueron
por mucho tiempo controlados por dicha oligarquía.

Pero esta relación de los peninsulares con los criollos de las Provincias se modificó a partir de la
implantación del Régimen de Intendencia (1783). Las medidas mandadas a realizar por los
Borbones tenían en efecto a una mayor ampliación y control por parte de la Corona de sus
intendentes económicos (alcabala, tributos, estancos, composiciones, etcétera), fenómeno que en
la práctica favoreció a los grandes comerciantes, y no solo redujo las posibilidades de
enriquecimiento de las minorías provinciales, sino que los sometió más fácilmente a una mayor
dependencia (Samayoa Guevara 1966: passim). Por tal razón, la actitud de los Ayuntamientos de
las provincias fue de oposición al Régimen de Intendencias. Muy distinta fue la actitud del
Ayuntamiento de Santiago de Guatemala, centro de poder de los grandes comerciantes, pues para
finales del siglo XVIII había perdido el carácter de oposición que había tenido durante los dos siglos
anteriores (ver Chinchilla Aguilar 1961: passim) y se había convertido en el principal centro de
apoyo de la Corona en la lucha contra las sublevaciones.

Las sublevaciones lidereadas por las minorías de las Provincias de San Salvador, Granada, León,
Chiquimula, Tegucigalpa. Totonicapán, sacaron a luz el hecho de que el sistema no funcionaba
bien. En efecto, las fracciones que componían la clase dominante-oligarquía comercial
guatemalteca y oligarquías terratenientes provinciales-habían entrado en profundas
contradicciones, dado que la primera tendía en forma creciente a un control total del poder
económico y desplazar a los segundos. Las luchas mostraban a la oligarquía guatemalteca la
posibilidad de perder su hegemonía, su poder. La realidad fue que el pueblo iba a sumándose y
dándole mayor carácter a las luchas iniciadas por las oligarquías provinciales.

La contradicción vino pues a precisarse mejor, pues por un lado, estaban los latifundios criollos en
las provincias y por el otro los grandes comerciantes capitalinos unidos a los representantes
directos de los intereses de la Corona (oficialidad real y alte clero). Fue esta contradicción la que
desencadenó las diferentes conspiraciones que a la larga propiciaron los acontecimientos del 15
de septiembre de 1821 y que a la vez señalaron el carácter de las luchas en su conjunto (ver
cuadro 2).

CUADRO 2

Estructura social Estratificación social


Clases sociales Peninsulares
 Aristocracia colonial Criollos
Oficialidad real
Alto Clero
Grandes comerciantes
Latifundistyas
 Siervo colonial Indios
Tributarios
Mozos colonos
Capas sociales Mestizos
Campesinos Negros
Pequeña intelectualidad
Artesanos
Vagabundos
Esclavos

3. EMBESTIDAS CONTRA EL ORDEN COLONIAL

El Arzobispo Pedro Cortés y Larraz en la relación que hizo de la Visita Pastoral a su Diócesis, brinda
una radiografía de la ira popular que se había generado a lo largo de tres siglos de explotación
inmisericorde. Muestra cómo por doquier la rebeldía era un fenómeno común y que eran
continuos los alzamientos por los excesos en los cobros de tributo, así como por las exigencias de
mano de obra para las rancherías, obrajes y trapiches. Sin embargo, aunque los motines y
levantamientos de indios fueron constantes, como lo muestra J. Daniel Contreras en su trabajo Un
Motín Indígena en el partido de Totonicapán, las masas explotadas nunca pudieron aunar fuerzas
contra sus opresores, exceptuando la Rebelión de Totonicapán, debido a la misma organización
existente de la fuerza laboral que no permitía mayor libertad de movilización que la de su
jurisdicción residencial. Este control era favorecido por las disposiciones religiosas en torno al
bautismo, casamientos y por las disposiciones civiles en torno al vestido y empadronamiento
tributario.

Fueron básicamente las minorías dominantes de las Provincias las que iniciaron la rebelión,
buscando cómo violentar el sistema, a fin de propiciar una economía más dinámica, menos
centralista, más mercantil.

3.1 LOS DESPOSEIDOS SE REBELAN


La conquista redujo ciertamente al indígena a la opresión sometiéndole primeramente a la
esclavitud y posteriormente con las Leyes Nuevas en 1542, a formas de explotación servil. Sin
embargo, éste jamás aceptó su nueva situación, como lo demuestran los archivos coloniales que
están llenos de expedientes sobre motines y rebeliones contra el tributo, repartimiento o exceso
de alcaldes y curas doctrineros.

De todas estas rebeliones la que llegó a cobrar más fuerza, al haber aglutinado un buen número de
indios, fue la sublevación de Totonicapán en el altiplano occidental de Guatemala. J. Daniel
Contreras (19689) investigador de la misma, al referirse de ella señala:

"En julio de 1820, un año antes de la proclamación de nuestra independencia, estallé en el pueblo
indígena de Totonicapán, cabecera del Partido y Alcaldía Mayor del mismo nombre, una
sublevación en la cual tomaron parte grupos de indígenas de San Francisco de Alto,
Momostenango, San Andrés Xecul y San Cristóbal, pertenecientes todos al mismo Partido de
Totonicapán y al grupo lingüístico quiché.

Este levantamiento fue el epilogo de una larga etapa de protestas y motines indígenas en contra
de los reales tributos, que suprimidos en 1812 por las Cortes de Cádiz, habían vuelto a cobrárseles
desde la vuelta de Fernando VII al trono de España. Los indios, que siempre se mostraron
decididos a defender sus intereses, consideraron entonces la vuelta al sistema de tributos como
disposición arbitraria de sus Alcaldes Mayores y justicias para robarles impunemente. Elle dio lugar
a firmes alegatos.

Tal argumento exasperó los ánimos. Los indios se rebelaron abiertamente al no obtener de parte
de las autoridades centrales la orden solicitada para que sus Justicias no siguieran exigiéndoles el
pago de los tributos. Desconocieron a Las autoridades coloniales, hicieron huir al Alcalde Mayor,
encarcelaron a sus Alcaldes y Justicias indios y luego coronaron como rey al "natural" Atanacio

La superioridad de las armas de los españoles les permitió sofocar momentáneamente la rebelión:
pero no por ello el descontento contra el tributo cesó, como lo indican los motines de Santa María
Chiquimula Santo Domingo Sacapulas, Momostenango y San Francisco el Alto entre 1820 y 1821
(1968:9).

3.2 LOS POSEEDORES SE REBELAN

Hemos planteado en los incisos anteriores cómo a finales del siglo XVIII y principios del XIX, la
economía del Reino de Guatemala, a la par de una generalizada agricultura de subsistencia por
toda el área, mantenía una producción agrícola comercial basada principalmente en el cultivo del
jiquilite y en la cría del ganado. Señalarnos a la vez cómo en las Alcaldías Mayores de San Salvador
y San Vicente, así como en la Gobernación de Nicaragua era donde principalmente se
desarrollaban estas actividades, dando lugar en la región a una división entre latifundistas
provincianos y comerciantes guatemaltecos (ver infra 2.2).

La oligarquía guatemalteca controlaba en efecto no sólo el comercio con España, sino que
especialmente estaba atenta a cualquier movimiento contrario que pudiese transformar su
ventajosa situación (Floyd 1971: passim). llevando a cabo medidas que hacían que privara el
resentimiento por parte de las minorías de las provincias con el monopolio ejercido por ellos. Así,
a finales del siglo XVIII los comerciantes capitalinos tendían a monopolizar y concentrar en sus
manos todas las actividades productivas de exportación-importación, al controlar las principales
ferias ganaderas (Cerro Redondo en Guatemala y Chalchupa en El Salvador) y buscar cómo
posesionarse de los principales centros productores de añil de El Salvador. obligando a los
pequeños productores a recibir préstamos o adelantos que después no podían pagar. Es pues,
dentro de este contexto, donde se dieron los alzamientos de noviembre de 1811 en San Salvador y
diciembre del mismo año en Nicaragua, así como un buen número de sublevaciones menores
como el Motín de Artesanos en Guatemala, la sublevación de la milicia de Chinandega, la
intentona revolucionaria de Dolores-Izalco, las sublevaciones de Tegucigalpa, Chiquimula y la del
Batallón Fijo en la Ciudad de Guatemala (Valdés 1968:40-41).

La necesidad de lograr reformas económicas fue a la postre la causa principal de todos estos
amotinamientos. Al principio, en la sublevación de noviembre de 1811 en San Salvador. dichos
intereses no aparecieron claramente. El movimiento estaba enderezado prácticamente a sustituir
a las autoridades y especialmente el Gobernador-Intendente. Lo significativo. de este movimiento
fue que la zona de más densidad poblacional (San Salvador, Cojutepeque, Zacatecoluca, Usulután,
Chalatenango, Metapán) fue la que se sublevó, emprendiéndola contra los bienes de los españoles
(Gámez 1976:77,80), mientras que San Miguel, San Vicente y Aguachapán, zonas caracterizadas
por los principales latifundios, se opuso a tales acciones. Es decir, fue un movimiento de los
sectores más mercantilizados, apoyados rápidamente por la plebe. Los fines que se buscaban
lograron concretarlos, una vez depuestas las autoridades:

Verificada la deposición de Intendentes, el pueblo volvió en tumulto a las calles, pidiendo a gritos
la creación de otro gobierno, nombramiento de nuevos jueces, la abolición del monopolio del
aguardiente, la rebaja de los precios del tabaco y papel sellado, la supresión de los impuestos (de
carnes, carretas y alcabalas, la libertad de los presos existentes en las cárceles de ciudad (Gámez
1976:82).

Más clara fue la situación en las sublevaciones de Nicaragua. Estos movimientos (León, Granada,
Masaya y Rivas), aunque dirigidos por la oligarquía de las provincias, tuvieron una mayor
participación popular y esto le permitió mayor carácter reivindicativo. José Dolores Gámez
(1976:96) nos presenta sobre el particular una lista de la misma:

 El establecimiento de una Junta Gubernativa.


 El que los indios no pagaran más que cuatro reales los solteros y dos los casados;
devolviéndoseles los excesos de esta tasa que hubiesen pagado antes.
 La rebaja de la alcabala al dos por ciento. La abolición de los impuestos de sisa, propias y
derechos de saliere, y rebaja del precio del tabaco y del papel sellado y pólvora.
 La supresión de los estancos y fábricas de aguardiente y de naipes, así como la de los
repartimientos y mandamientos de indios.
 La inmediata rendición de cuentas de los empleados de hacienda destituidos.
 El despojo de todos los europeos, de los destinos públicos, subrogándolos con criollos.
 La abolición absoluta de la esclavitud negra.
 Que se facultase a la Junta para que pudiera reponer con personas de su confianza, siendo
criolla, a cualquiera de sus miembros que faltase por muerte. Que se obligase a los
propietarios de haciendas a vender sus productos por si o por sus sirvientes y no por otras
personas.
 Que hubiese la libertad de destace, en los lugares que la Junta señalase.
 Que la carne tuviera un precio fijo que no excediera de tres libras por medio real
 Que los deudores en estado de miseria se les concediese un plazo de cinco años.
 Que se prohibiese a los europeos tener pulperías.
 Y que se despojase a don Antonio Bustos y a los cuatro sargentos de la guarnición,
sustituyéndolos con vecinos de confianza.

Joaquín Pardo (1963), historiador guatemalteco, señala igualmente que la sublevación de Granada
se decretó la libertad de comercio por el rio San Juan para romper con el monopolio
guatemalteco.

Como se ve, tanto en la sublevación salvadoreña como en la de Nicaragua dominaron


reivindicaciones de sectores mercantiles: rebaja de alcabala, supresión de estancos, libertad de
comercio. Sin embargo, en las sublevaciones de Nicaragua, junto a estas demandas, aparecieron
también reivindicaciones de sectores explotados, como fueran rebaja de las tasaciones tributarias,
abolición absoluta de la esclavitud negra, supresión de repartimientos y mandamientos de indios.

De lo expuesto hasta el momento, se desprende el hecho de que se formó una oposición en las
Provincias contra las minorías dominantes guatemaltecas. Los centros de poder político y religioso
(audiencia, ayuntamiento e Iglesia) se habían convertido en la práctica en la principal garantía de
la oligarquía guatemalteca. Y ante la sublevación operaron en una forma armónica. Para la
sublevación de San Salvador en 1,811, miembros del ayuntamiento, audiencia e Iglesia
guatemalteca fueron los que concurrieron en forma inmediata a resolver el problema. Si bien es
cierto no tuvieron que llegar en este caso al uso de la violencia militar, la realidad es que el hecho
les preocupó y prefirieron aceptar como un mal menor las principales demandas de los alzados,
fue la sustitución de las autoridades respectivas de la intendencia (Gámez 1976:81; Marure
1969:6).

Sin embargo, cuando el fenómeno de la rebelión se propagó a Nicaragua y alcanzó un carácter


más profundo, no dudaron en emplear la represión armada en sus formas más brutales. Es más,
como el conflicto se resolvió por la vía de la negociación pues no lograron vencer a los sitiados;
cuando ya los alzados granadinos creían que la paz había retornado, irrespetaron las bases del
armisticio acordado, tomaron prisioneros a un gran número de vecinos y condenaron a algunos a
la pena capital, y a los demás al destierro o a largos años de prisión. El problema en cuestión era
que el sistema caracterizador de los privilegios de la oligarquía había sido estremecido (Gámez
1,976:81).

La oligarquía guatemalteca operó en forma semejante cuando en 1811, a raíz de una delación,
descubrió una conspiración en el convento de Belén, la que tuvo como finalidad liberar de las
cárceles a los prisioneros de la sublevación de Granada de 1811. Los complicados en dicha
conspiración fueron sentenciados a pena de garrote vil, horca y destierro (Marure 1969:8).
Las sublevaciones encabezadas por las minorías de las provincias sacaron a luz el hecho de que el
sistema no estaba funcionando bien. La clase dominante estaba desunida y la minoría
guatemalteca necesitaba hacer reorganizaciones profundas en algunos niveles del poder político,
Se trataba de buscar una solución que sin modificar en forma sustancial los mecanismos de
explotación y enriquecimiento, permitiese disminuir las tensiones principalmente entre las
minorías guatemaltecas y las oligarquías de las Provincias de San Salvador y Nicaragua. La solución
que se proponían facilitaría, por un lado, mayor participación en el poder a las oligarquías
provincianas, pero en el fondo la principal acción que se había planificado era la búsqueda de un
poder foráneo y con fuerza suficiente para garantizar el mantenimiento del status quo.

4. LOS INTERESES QUE SE PROMOVIERON CON LA INDEPENDENCIA

Como resultado de la hostilidad de las oligarquías provincianas cada vez más pujante y del clamor
continuo del sector intelectual que desde la Universidad y los Periódicos Amigo de la Patria y
Editor Constitucional propugnaban por un sistema político antimonárquico y republicano, la
oligarquía guatemalteca buscó una salida política a la crisis. Es decir, genero un movimiento
oportunista de último momento para así anticiparse a una posible ruptura del sistema por parte
de las oligarquías provincianas. La forma utilizada fue la de buscar cómo convencer a las
autoridades de la Audiencia y a la jerarquía Eclesiástica sobre la conveniencia de la independencia
política de España, sin que ésta llegase a implicar modificaciones del status quo.

La oligarquía guatemalteca no tuvo mayores dificultades para persuadir al Capitán General Gabino
Gainza, pues bastó comunicarle que no se trataba de hacer novedades en las autoridades
constituidas y si de sostenerlas, permaneciendo bajo su dirección (en Meléndez Chaverri
1971:232). Más difícil fue el trabajo de convencer al Arzobispo Ramón Cassaus y Torres. Este, en
efecto, desde los primeros movimientos separatistas de 1811 y 1812 había venido empleando los
recursos del poder religioso para defender el statu quo. Un ejemplo de ello lo contiene la Carta
Circular del 20 de abril de 1,812 en la que señalaba entre otras cosas:

Han llegado pues a nuestras manos algunos de estos proyectos, pasquines, y libelos infames y
turbulentos, fraguados en la obscuridad de cuatro conventículos jacobinos y sanguinarios. En ellos
hemos visto a la superchería tan disoluta que suplantaba firmas, imitaba letras, robaban
periódicos de Raynal y de otros declamadores insolentes sus copiantes. También hemos leído con
asombro y con espanto, que tales plumas (de gavilanes) se propasaban hasta zaherir directamente
la religión y sus dogmas, la autoridad espiritual de la Iglesia y de sus Pastores, y que se proponían
formar cien repúblicas a su modo.

En el papel deja los hálitos pestilentes por donde podemos conocerlos y rastrearlos. Los mal
zurcidos periódicos, las destempladas voces, los paralogismos, las imprecaciones pintan el rostro
hipócrita y el corazón corrompido y venenoso de tal raza de víboras que todavía desean rasgar las
entrañas de su misma Madre.

Y ya que conspiraban sus negras almas contra la majestad soberana de la Nación que les ha dado
el ser, la religión y la honra y contra el Rey más amado y más digno de amarse, que esperaba ser
lealmente correspondido de todos sus hijos en los días de la aflicción y prueba, para después
gobernarlos con mayor beneficencia y gloria: no tomasen en boca tan delicioso nombre, cuando
en sus juntas, conventículos y actas han tratado de dar con disimulo los primeros pasos hacia la
rebelión y anarquía, y despedazarle después su cetro y corona; acumular quejas contra sus jefes y
magistrados respectivos para usurparse ellos por grados el mando, y subir sobre robos y cadáveres
al solio imaginario que cada juntero, cada fatuo, cada ruin y quebrado tinterillo ha pensado ocupar
en su tierra, con esparcir libelos sediciosos, y embriagar un día a los vecinos.

Y el Dios de las venganzas dirige visiblemente a los nuestros, porque son ejércitos suyos, para que
confundan a toda frente altanera, que intente sacudir al suave yugo de su ley divina y el de la
dominación española por más que aúllen los lobos nada adelantarán (en García Laguardia
1976:108 110).

La familia Aycinena fue la artífice intelectual y material de los acontecimientos políticos de


septiembre de 1821 que tenían como meta el mantenimiento del status quo y la consolidación del
mismo mediante la anexión de Centro América a México. La controversia política entre los
periodistas de la época José Cecilio del Valle y Pedro Molina saco a luz el rol que desempeñaron las
clases y capas sociales de la ciudad de Guatemala en dichos acontecimientos. A Molina, Del Valle
lo enjuicia públicamente cuando le señala:

"La ley prohíbe las calumnias y tu papel está lleno de ellas. La ley manda que seamos justos y tú no
lo eres, denigrando sin razón fundada, ofendiendo sin agravio precedente. La ley llama españoles
a todos los hombres nacidos y avecindados en los dominios de España y tú das el nombre
deprimente de mulatos a los artesanos y labradores honrados. Dices que defiendes su causa y
sostienes la del espíritu de familia. Das a entender que deseas para todos los derechos del
ciudadano, y trabajas por sostener a los que quieren el trabajo para ellos o por medio de ellos.
Indicas que debe de aumentarse la representación de nuestros caros paisanos, y eres el eco de los
que gritan cuando los representantes no son ellos o de ellos. Te ostentas liberal y tu idioma propio
de los tiempos de la obscuridad es de un siervo que alaba a sus patrones" (en Rodríguez Beteta
1971:118).

La realidad fue que para el 15 de septiembre de 1821 a pesar de que el mismo don Mariano de
Aycinena, acompañado de Pedro Molina anduvo por los barrios de la capital guatemalteca
instigando a los vecinos para que asistieran al siguiente día a la Plaza de Armas (en Meléndez
1971:119); a pesar de los griteríos de Barrundia; Molina, doña Dolores Bedoya y de Córdova, la
verdad es que el pueblo no tomó mayor parte en aquel movimiento, como el mismo Molina nos lo
indica:

"El 15 de septiembre de 1821 se celebró esta junta: el pueblo estaba preparado para pedir la
independencia, pero al mismo tiempo estaba tímido.

Sólo los más atrevidos independientes se asomaban a la sala en que se discutía a puerta abierta
tan grave negocio, ellos aplaudían al que votaba a favor y mostraba su descontento por los votos
contrarios. Entre tanto, en la plaza habia poca gente, para hacer mayor el concurso, animando a
los tímidos, don José Basilio Porras y doña María Dolores Bedoya, mujer del arriba mencionado
Doctor Molina, idearon poner música y quemar muchos cohetes. El artificio fue eficaz porque aún
los contrarios concurrieron fingiéndose partidarios de la independencia que creyeron ya
decretada; y la junta se resolvió más pronto a ella en vista del gran concurso del pueblo. Este se
entregó a la alegría más ruidosa sin que las armas intentaran oponerse" (en Villacorta 1968:35).
Miguel García Granados, testigo de la época, clasifica mejor lo que aconteció:

"En cuanto a lo que de la inmensa muchedumbre, debo decir -y yo tengo buena memoria, que a la
novedad de los cohetes que tiraron los que querían reunir al pueblo para dar al movimiento un
carácter popular e imponente, me fui al Palacio y no vi a esa inmensa muchedumbre de que habla
Marure... la verdad es que el pueblo no tomé ninguna parte en aquel movimiento, al cual se
mostró verdaderamente indiferente. El acta se ejecutó pacíficamente y sin derramarse una sola
gota de sangre, y el mismo Gainza quedó en el poder" (en Villacorta 1968:35).

La realidad fue que la población trabajadora de la ciudad de Guatemala no estuvo presente en los
acontecimientos del 15 de septiembre de 1821. a no ser de algunos mirones y desocupados, ya
que los intereses que se buscaban por la junta de Notables no era otra cosa que el mantenimiento
de status quo. Sin embargo tenemos que señalar que la posibilidad de una independencia hecha
con la participación del pueblo fue la razón principal del plan de independencia maquinado por la
casa de Aycinena, como lo indica el mismo primer artículo del Acta de Independencia: Que siendo
la Independencia del Gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin
perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Señor jefe Político la
mande publicar para prevenir las consecuencia que serían temibles en el caso de que la
proclamase de hecho el mismo pueblo (subrayado es mío).

Los que habían pacificado las sublevaciones de San Salvador, Granada, Convento de Belén y
especialmente la de Totonicapán, se había constituido ahora en los abanderados de innovaciones
políticas y de un separatismo sui generis, pues de lo contrario temían no sólo que las oligarquías
provinciales llegasen a vanguardizar las luchas sino que el mismo pueblo explotado desplazase a
los otros, como se había empezado a manifestar ya en el caso de la sublevación de Totonicapán.

4.1 MANTENIMIENTO DEL ESTATUS QUO

Al declarar la independencia de España, la oligarquía guatemalteca, no tuvo pues otra mira que la
de evitar ser desplazada de su poder económico por las minorías provinciales y sobre todo la de
evitar una revolución social que transformase el sistema, lo que tampoco interesaba a los de las
provincias y en lo que sí tenían un poco en común. Buscaron la independencia en Guatemala, pero
para su propio provecho, para poder seguir medrando en lo material y que el gobierno les siguiese
perteneciendo en todas sus esferas o al menos respondiendo a sus intereses. El Acta de
Independencia es la mejor prueba de lo acontecido. En ella se parte del principio de que no debían
hacerse cambios significativos en el poder político, mientras esto no lo determinase un Congreso:

Art. 7 Que entre tanto, no haciendo novedad en las autoridades establecidas, sigan éstas
ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución, Decretos y Leyes, hasta que
el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico.

Art. 8 Que el señor Jefe Político, Brigadier don Garbino Gainza, continúe con el Gobierno Superior
Político y Militar...

Lo novedoso e inesperado para quienes habían preparado el Plan Pacifico fue lo relativo al
Congreso. Tal adicción al Acta de Independencia fue una incorporación in situ por los sectores que
representaban los intereses de las oligarquías provincianas. Los acontecimientos posteriores
demostrarán que a la oligarquía guatemalteca no le interesaba tal Congreso, sino una rápida
anexión del Reino de Guatemala a Nueva España.

El artículo 10 evidenció igualmente la razón del apoyo a última hora del alto clero, como fue la
protección de sus propiedades y bienes:

Que la religión católica, que hemos profesado en los siglos y profesaremos en los siglos sucesivos,
se conserve pura manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a
Guatemala, respetando a los Ministros Eclesiásticos Seculares y Regulares. protegiéndolos en sus
personas y propiedades (subrayado es mío).

A cambio de esta garantía, la Iglesia se comprometió a seguir siendo el anteriores inalterable,


principal medio ideológico coercitivo, como lo indica el artículo 11:

Que se pase oficio a los dignos prelados de las comunidades religiosas para que cooperando a la
paz y sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un Gobierno a otro,
dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que estando unidos en el
sentimiento general de la independencia, deban estarlo también en todo lo demás, sofocando
pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas consecuencias (subrayado es
nuestro).

La oligarquía guatemalteca se preocupó asimismo de añadir al elemento religioso, la coerción


militar, a fin de poder resolver en forma inmediata cualquier subversión popular en los
alrededores y pueblos cercanos, como quedó expresado en el artículo 12: Que el excelentísimo
Ayuntamiento a quien corresponde la conservación del orden y tranquilidad tome las medidas
más activas para mantenerla imperturbable en toda esta capital y pueblos inmediatos.

No se puede más que reafirmar lo ya indicado. Los acontecimientos de septiembre de 1821 no


fueron más que la toma del poder político por la oligarquía guatemalteca para prevenir las
consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo,
garantizándose así el mantenimiento del status quo.

4.2 EL PROYECTO DE INDEPENDENCIA Y LA ANEXION A MEXICO

En 1821-escribe el Marqués de Aycinena-, lo digo con franqueza, no creía aplicable el régimen


republicano a mi país. Mi opinión por una monarquía moderada se fundaba en la excelencia de
esta forma de gobierno, elogiada como la mejor por los mismos republicanos más sabios de la
antigüedad.... (en Meléndez Chaverri 1971:119-124). La actividad de los Aycinena no es de
extrañar. Ellos habían sido los artífices de la independencia y en igual forma maquinaron la
anexión a México, pues sólo así se garantizaban la prolongación de su poderío económico. A pocos
meses de la Independencia se realizó la anexión a México obedeciendo a diversos intereses, en el
que la población trabajadora no tuvo más participación que las acciones llevadas a cabo por la
oligarquía dominante para evitar su participación. La anexión fue más bien una cuestión de
garantizar preeminencias y privilegios, que la de modificar el status quo. La anexión fue, por esto,
obra de la aristocracia terrateniente provincial y la oligarquía comercial, ahora unidos y opuestos a
sectores ilustrados que propugnaban por la independencia absoluta.
Las minorías provinciales por el desprecio que tenían contra la oligarquía guatemalteca se
decidieron por la anexión. Y así Chiapas, Comayagua, León, Quetzaltenango y Sololá lo hicieron al
margen de las negociaciones que estaba llevando a cabo la oligarquía guatemalteca. La realidad
fue que se temía al pueblo y se buscaba por esto mismo un poder fuerte en otra parte. Al respecto
José Matías Delgado, uno de los principales dirigentes de las sublevaciones de San Salvador,
señala:

"La junta que tenía en ciertos días sus sesiones abiertas; en breve ya no gustó de la concurrencia
del pueblo, y de sus peticiones, que en lo general lo desechaba, desde luego las graduaba de
imprudentes, y el espíritu público que comenzaba a desarrollarse, espantó a muchos que pasando
de repente de un estado de servidumbre al de libertad, ni aún habían imaginado que fuese
necesario para ser libres los poderosos resorte de ésta. Las tertulias patrióticas en que se
procuraba ilustrar al pueblo inducían terror al servilismo y algunos discursos pronunciados en ellas
acerca de la libertad e igualdad de los hombres hicieron soltar la máscara a muchos que se
vendían por liberales, colocarse bajo las banderas del imperio" (en Townsend 1973:123).

Chiapas se incorporó al imperio mexicano por razones económicas. El añil que cosechaba lo
expendía por la vía de Tabasco; asimismo Oaxaca les compraba anualmente mil cabezas de ganado
(Meléndez Chaverri. 1971:368).

Si las provincias se inclinaron por la anexión a México fue debido a que no querían seguir siendo
controladas por los guatemaltecos. No sabían que los guatemaltecos ya en su Plan Pacifico de
Independencia habían maquinado lo de la anexión. Se conoce, en efecto, la correspondencia pre y
posindependencia que la familia Aycinena tuvo con representantes de la oligarquía mexicana. Es
relevante la carta que el Marqués de Aycinena le envió al Intendente de Chiapas, don Manuel
Ramírez y Páramo en que le decía:

Yo trabajo, amigo, incesantemente por lograr la unión de estas provincias al imperio mexicano.
Dios haga que mis trabajos no sean inútiles. Tengo muy fundadas esperanzas de que mis esfuerzos
al fin han de tener efecto (en Rodríguez Beteta 1971:299).

Por su parte, la oligarquía mexicana sabía bien que los Aycinena no sólo respondían a sus
intereses, sino que anhelaban depender de México. En efecto, Iturbide al nombrar a Antonio de
Flon para que dirigiese la intervención mexicana en los asuntos de las Provincias
Centroamericanas señalo:

En Guatemala debe VS. contar con don D. Mariano Aycinena, sujeto que ha seguido
correspondencia conmigo desde antes que aquella capital se hiciera independiente, y como es una
persona bien conexionada, no dejará de contribuir mucho a dar al nombre de VS. todo el carácter
de aprecio que se merece. Sea este uno a quien escriba V.S., sin olvidarse de hacerlo con toda
urbanidad al Capitán General, Diputación Provincial, Ayuntamiento, Arzobispo, Cabildo Eclesiástico
y Consulado (en Rodríguez Beteta 1971:4.5).

Sin embargo, los intereses de las oligarquías provinciales no apuntaron unánimemente hacia la
anexión. Tal fue eI caso de San Salvador que, al oponerse, sufrió primero la violencia armada
guatemalteca y a continuación la de las mexicanas que vinieron a reforzar a la primera. La realidad
fue que los latifundistas añileros de San Salvador, siendo los que más estaban interesados en una
autonomía política con respecto a Guatemala, se habían percatado que la anexión a México en
nada cambiaba su situación de dependencia económica.

Mientras tanto, el elemento conservador mexicano no lograba mantener el Imperio de Iturbide y


se daba paso a la toma del poder por grupos liberales. Ante tal situación, la anexión
centroamericana a México perdía su validez y tenía que buscarse un tipo de poder político que
rigiese a las Provincias Centroamericanas. Fue aquí donde nuevamente volvieron a entrar en
pugnas las oligarquías provinciales contra la guatemalteca. Pero en este caso, la situación fue
diferente, pues la caída de Iturbide fue realmente perjudicial para esta última, que habiendo
puesto sus esperanzas en el poder mexicano, había perdido así el control del poder político.

Fue durante el Congreso que se llevó a cabo en 1823 que se legisló no sólo la independencia
absoluta de Centroamérica, sino una nueva forma de poder político. En este Congreso, la
oligarquía de las provincias dominó e impusieron una nueva forma de gobierno federal en contra
de las aspiraciones de un gobierno unitario puesto por la oligarquía guatemalteca.

Pero los intereses de la oligarquía eran muy profundos y distintos. Y así el sistema federal no pudo
unificar a las clases dominantes de Guatemala y las Provincias. Las contradicciones se fueron
haciendo más profundas.

Vinieron las gorras y finalmente la ruptura del Estados Federal

5. CARÁCTER DEL PROCESO INDEPENDENTISTA

Cuando se analizan las gestas independentistas de otras regiones latinoamericanas, como las de
Haití, México, Venezuela, Argentina y Uruguay nos encontramos con acontecimientos que apuntan
claramente a transformaciones profundas de la situación colonial. Por ejemplo, las acciones
encabezadas por Toussaint de Louverture, José María Morelos, Simón Bolívar y José Gervasio
Artigas, facilita la comprensión del carácter de dichas luchas. Por el contrario, el caso del proceso
de independencia centroamericana es, con respecto a los movimientos antes citados, un
fenómeno más complejo en que no se perfila con claridad las características y tendencias del
periodo.

Hasta el momento hemos venido analizando por separado distintos aspectos de las luchas por la
independencia. Ahora conviene interpretar el fenómeno en su conjunto. Es decir, precisar el
período en que se enmarcan los acontecimientos, y en especial, los aspectos determinantes del
proceso global. En lo referente a la periodización, considero que su inicio se da con la implantación
del Régimen de Intendencias en el área, durante el último cuarto del siglo XVIII, ya que con ella:

Se crearon las condiciones para que saliesen a luz y se manifestasen los intereses separatistas de
las oligarquías provincianas con respecto a la guatemalteca.

En las provincias, se profundizó la contradicción entre ayuntamientos y poder político,


representado este último por los gobernadores intendentes.

En la ciudad de Guatemala empezó a desaparecer la contradicción ayuntamiento-audiencia.


Distintos sectores de las Provincias perdieron el miedo a expresar las verdaderos sentimientos e
intereses económicos. El período concluyó con la Constitución del Congreso Federal en 1824,
cuando surgieron contradicciones económicas y políticas nuevas y más profundas en cada una de
las Provincias.

El carácter del proceso por su parte se vuelve difícil de encontrar si el análisis del fenómeno se
hace sólo a la luz de las manifestaciones políticas que se dieron entre 1821 y 1822. Ciertamente,
un análisis de sólo esos aspectos desvirtúa a la correcta compresión del proceso. Por el contrario,
los acontecimientos de 1821 no fueron más que acciones oportunistas de la oligarquía
guatemalteca para evitar que llegasen a consolidarse las reivindicaciones de las oligarquías
provincianas.

En efecto, al analizar el período en su conjunto, se constata una serie de tendencias coincidentes.


Se refieren éstas a la necesidad de modernizar el sistema de exportación, a hacerlo más dinámico,
a fin de conseguir un mejor aprovechamiento, Los postulados presentados a las Cortes de Cádiz en
1812 por los representantes de las oligarquías del Reino de Guatemala son significativos y
muestran ya en embrión el carácter que asumirán posteriormente las luchas.

Veamos Algunos

1. El gobierno es obra del hombre. Se estableció para su conservación y tranquilidad. La


conservación mira a la existencia y la tranquilidad al goce de sus derechos naturales e
imprescriptibles.

2. Estos derechos son: igualdad, la propiedad, la seguridad y la libertad.

3. La libertad es la facultad de hacer cada uno todo lo que no daña a los derechos de otro. Tiene
por principio. la naturaleza: por regla. la justicia; por garantía, la ley Su límite moral se comprende
en esta máxima: no hagas a otro lo que no quieras que te hagan.

4- La justicia natural se viola cuando una parte de la nación pretende privar a la otra del uso de los
derechos de propiedad, libertad y seguridad.

5. La seguridad consiste en la protección concedida por la sociedad a cada uno de sus miembros y
a sus propiedades.

6. La propiedad personal está bajo la protección de la ley; inviolable al ciudadano, al magistrado y


al Rey Sólo las acciones contrarias a la ley la allanan.

7. El derecho de propiedad real es aquél por el que pertenece a todo ciudadano el goce y la libre
disposición de sus bienes y rentas, del fruto de sus trabajos, y de su industria.

8. Todo individuo de la sociedad, sea cual fuere el lugar de su residencia o de su naturaleza, debe
gozar una igualdad perfecta de sus derechos naturales, bajo la garantía de la sociedad.

9. La opresión de un ciudadano ofende al cuerpo social y la sociedad debe reclamarlo. Cualquier


individuo de la sociedad tiene derecho a esta reclamación, porque la opresión de un ciudadano
atento a la seguridad de los demás,
10- La garantía social no existe, si los límites de las funciones públicas de todos los funcionarios no
está asegurada.

11- No puede establecerse contribución, sino por la utilidad general.

12. Ninguno puede ser privado de la menor porción de su propiedad sin su consentimiento.

13- Todo estanco es una violación del derecho natural. Debe, pues. declararse abolido para
siempre (en Gámez 1976:106. Resaltado es mío).

Posteriormente, en las luchas llevadas a cabo en 1811, 1812 y 1821 se presentaron


reivindicaciones que plantearon un cambio, una modernización del sistema. Intereses económicos
profundos guiaban ciertamente a las oligarquías de las Provincias cuando junto a sus propias
reivindicaciones (libertad de comercio y supresión de estancos) exigieron también supresión de
tributos y abolición de la esclavitud. Significativa será igualmente la lucha emprendida por los
indígenas de Totonicapán contra el tributo y los repartimientos forzosos. Así lo que para los
explotados fue lucha por la libertad, para los explotadores se convirtió en una necesidad para
tener una mano de obra en condiciones de rendir más en la producción.

Se necesitaba igualmente transformar las instituciones y legalidad existente. Por ellos es que
exigieron:

 Mayor autonomía provincial


 Fortalecimiento de los Ayuntamientos
 Supresión de los estancos
 Rebaja de la alcabala
 Libertad de comercio

Se trataba, pues, de modernizar el sistema haciéndolo más mercantil, menos feudal, algo
capitalista.

Estas tendencias ponían en peligro el status quo y por ende las formas de enriquecimiento de
quienes habían monopolizado las actividades comerciales en la región. Esto los obligó a buscar
cómo implementar un plan que diese la apariencia de cambio sin modificaciones del sistema
imperante. El funcionamiento del plan, preparado por la oligarquía guatemalteca, fue breve y no
pudo consolidarse... Las contradicciones originales se volvieron después de la independencia más
compleja y con ellas las luchas continuaron.

Será en ese contexto que se irá gestando el Estado-Nación en cada provincia, paralelamente al
surgimiento de nuevas clases sociales. Se trata del inicio de una cadena de luchas, de un ciclo de
revoluciones menores que preparan las condiciones para las transformaciones profundas del
sistema en las últimas décadas del siglo XIX.

El proceso de Independencia la de Centro América no significó, pues, una revolución social como
lo fueron los movimientos independentistas en Haití o en México. Pero tampoco dicho proceso
puede caracterizase como el paso hacia formas políticas nuevas sin grandes conmociones. Estas
rebeliones no concluyeron en 1821, sino que más bien se acentuarán y eran más violentas a partir
de la misma declaración de independencia, asumiendo en algunos casos un carácter de luchas
antagónica como van a ser los movimientos encabezados por Cleto Ordoñez en Nicaragua o el de
Anastasio Aquino en el Salvador.

ORIENTACIÓN DE LECTURAS ADICIONALES

Los trabajos de Chéster Zelaya, Nicaragua en la Independencia, y Alejandro Marroquín,


Apreciación sociológica de la independencia salvadoreña, facilitan una mejor compresión de los
movimientos de 1811 y 1812 y su carácter reivindicativo.

En lo que respecta a las rebeliones indígenas y, en especial, la de 1820 en Guatemala. el trabajo


más representativo es el de J. Daniel Contreras, una rebelión indígena en el Partido de
Totonicapán en 1820. El indio y la independencia.

LA ESPAÑA DE LOS BORBONES Y SU IMPERIO AMERICANO

Hispanoamérica c. 1,790

CAPITULO XVIII

GUATEMALA EN LA DÉCADA DE LA INDEPENDENCIA

J.C Pinto Soria

1. CONTENIDO DE CLASES DE LA INDEPENDENCIA


La crisis política desencadenada por la invasión napoleónica de la Península Ibérica tuvo también
para la Capitanía General de Guatemala, como para el resto de la América Española, hondas
repercusiones. Aunque para entonces el Istmo Centroamericano se seguía caracterizando por su
"acrisolada fidelidad" hacia el gobierno español, las autoridades coloniales y los criollos
guatemaltecos tenían fundados temores de que el movimiento revolucionario bajo la dirección de
Hidalgo y principalmente el dirigido por Morelos en el sur de México, se prolongara hasta las
provincias centroamericanas. En 1812, cuando realmente se hizo evidente el peligro de que
Morelos invadiera Chiapas, entonces provincia de la capitanía General de Guatemala, un criollo
guatemalteco se dirigió al Capitán General pidiendo quince mil armas para defender el istmo. Este
había decidido ya, a fines de 1810, el restablecimiento de la Sociedad Económica con el ánimo de
granjearse la voluntad de los criollos 159 Entre las razones que lo impulsaron a dar este paso,
mencionó a la Corte la siguiente: "Es importante sobre todo que estos habitantes empiecen a
experimentar que no son palabras necias las de ser partes integrantes iguales en derechos con los
de la Península 16 160 El Capitán General conocía bien a los criollos centroamericanos y no se
equivocaba en este sentido. Larrazábal, representante por Guatemala a las Cortes de 1812,
defendía los intereses criollos de la siguiente manera: "Mis endebles deseos, repito, se han
dirigido a la felicidad de la monarquía, unión indisoluble de uno y otro hemisferio; ésta no lo dudo
será sólida y eterna si las vínculos que nos estrechen sean los de la justicia y beneficencia en la
igualdad de derechos En esta "unión indisoluble de uno y otro hemisferio, por medio de 161 una
monarquía constitucional, el clero seguiría manteniendo la importancia que había tenido hasta
entonces' 162

Esta era la forma ideal de gobierno para los criollos guatemaltecos ya que ella les aseguraba,
definitivamente, tanto frente a los españoles peninsulares como frente al pueblo explotado, sus
privilegios de clase dominante en el Istmo. Por una forma de gobierno de esta naturaleza lucharon
los criollos guatemaltecos hasta el último momento. Después, bajo la presión de las circunstancias,
se vieron obligados a proclamar la Independencia, pero esto sólo lo hicieron después de
habérseles hecho completamente imposible mantenimiento del Istmo en su calidad de colonia de
España. Esta actitud del criollo conservador centroamericano, ante todo del guatemalteco, no
reflejaba en realidad otra cosa que su debilidad como grupo monopolizador del poder para seguir
manteniendo el sistema de explotación heredado de la Colonia. Para seguir explotando al pueblo
en la forma tradicional, necesitaban ellos un fuerte aliado, como hasta el momento lo había sido el
imperio español. Más tarde, al perder este aliado con la obligada proclamación de la
Independencia, los criollos conservadores dirigieron que esperanzados la vista hacia el imperio de
Iturbide, que por una serie de factores que se examinarán más adelante, prometía cumplir la
función había realizado el sistema colonial para los elementos más reaccionarios de la sociedad
centroamericana. dominante

Las autoridades coloniales estaban conscientes, aleccionadas por el ejemplo de México, de que un
movimiento revolucionario contra el sistema colonial podía partir principalmente de la población
explotada de los indígenas y ladinos. Este temor movió al Capitán General a proponer algunas
medidas que tendrían como fin, mejorar la suerte de la población explotada. Entre otras medidas,
propuso a los criollos que mejoraran las condiciones de trabajo del campesinado suavizando el
sistema de repartimientos. Con el mismo objeto propuso la distribución de tierra a indios y
ladinos: "para dar a ambas clases el justo derecho de propiedad y también de que se pusieran
cultivo a las tierras eriales de los grandes propietarios, por medio de contratos de locación, o por
otros que se estimaran oportunos para conciliar el bien público con los derechos individuales" Por
este mismo tiempo redactó también el Consulado de Comercio su ya citado documento
proponiendo una distribución general de tierra entre la población indígena carente de ella." Estas
medidas no fueron puestas en práctica, habiéndose únicamente facilitando para los indígenas el
pago de los tributos."

Que sepamos, en la época del levantamiento de Hidalgo y cuando el movimiento agrarista de


Morelos se caracterizaba por un profundo contenido social, en la provincia de Guatemala no se
dio ningún movimiento armado del pueblo explotado que pusiera en peligro el sistema colonial.
Esto lo explican varios factores específicos de la sociedad centroamericana de entonces.
Guatemala como capital colonial y como centro de la oligarquía tradicional del Istmo, contaba
para imponer su dominio (tanto sobre la población explotada como para mantener su control
sobre las provincias) con un represivo aparato estatal bien organizado y en capacidad de
reaccionar drástica y rápidamente contra cualquier movimiento subversivo anticolonial.

La Iglesia era un factor estabilizador importante en la formación colonial. Como tal, el peso del
clero conservador era decisivo en la antigua Capitanía General de Guatemala. Los fuertes intereses
económicos que la Iglesia tenía en la región de Guatemala la empujaban a tomar parte en forma
abierta en los acontecimientos políticos. Un ataque contra el sistema colonial en Guatemala tenía
que desembocar necesariamente, como fue después a menudo el caso en la historia
guatemalteca, en un ataque contra las posesiones de la Iglesia. En eI tiempo de los levantamientos
de El Salvador y Nicaragua el clero fue el mejor aliado de las autoridades españolas para restaurar
el orden colonial.166 El celo de las autoridades clericales no se limitó sólo a desprestigiar a los
insurrectos de las provincias como enemigos de Dios,167 sino que también puso en movimiento
toda su influencia para que los criollos ricos contribuyeran materialmente a la formación de un
ejército anti-insurreccional." Sin embargo, la posición del clero ante la Independencia no fue la
misma en todas las provincias. En Centroamérica, como en las otras colonias americanas, un
sector importante del bajo clero se adhirió al movimiento independentista, principalmente en las
provincias de Nicaragua y San Salvador. Varios miembros de la Iglesia se vieron perseguidos o
confinados en las prisiones de los conventos por su participación o simpatía con los movimientos
anticoloniales. En Guatemala se encontraban varios eclesiásticos seriamente comprometidos en la
famosa conspiración de Belén, 170

Otro hecho que facilitó enormemente el dominio de la oligarquía en Guatemala de 1811 a 1814,
como también en el tiempo de las guerras que terminaron con la federación centroamericana, fue
el carácter específico de la población guatemalteca. El débil desarrollo económico alcanzado en los
trescientos años de dominio colonial no creó mayor tipo de nexos que unieran a los distintos
grupos indígenas que formaban la mayoría de la población guatemalteca, en un todo nacional.
Para la época de la Independencia la población indígena estaba desmembrada en veintidós grupos
étnicos distintos, con distinto idioma y con economías casi autosuficientes. Este atraso económico,
el carácter heterogéneo de la población indígena (que hasta el momento vive al margen de los
acontecimientos políticos y sólo es objeto de la explotación criolla y mestiza), la enorme influencia
que sobre la población en general tiene la Iglesia, así como la situación social especial del ladino
guatemalteco, que por lo regular no sólo explota también al indígena, sino que lo discrimina
viendo en el a un ser inferior, facilitan el dominio de la oligarquía y hacen de Guatemala su bastión
más seguro. Es decir, el débil desarrollo de una conciencia de clase en los grupos explotados los
convierte fácilmente en instrumentos de los intereses de la oligarquía y el clero. Por el momento,
para los indígenas guatemaltecos no había habido ningún cambio de la época colonial a la
independentista. Los dos ejemplos siguientes son significativos: en 1820 se dio un levantamiento
indígena en el departamento de Totonicapán en Guatemala, que completamente aislado del resto
de la población indígena, fue inmediatamente sofocado por las autoridades guatemaltecas. El otro
ejemplo es el caso de los indígenas de una región del occidente de Guatemala, que ocho años
después de jurada la independencia, enviaron una queja al rey de España protestando por los
abusos cometidos por varias autoridades locales. En las otras provincias del Istmo la situación era
distinta. Principalmente en El Salvador y Nicaragua, se conjugaban varios factores importantes que
favorecían el surgimiento de un movimiento revolucionario contra el sistema colonial.

El alto grado de concentración territorial de la población (en Nicaragua principalmente en las


costas del Pacifico) y el mayor porcentaje de mestizaje les prestaban a estas regiones un carácter
general más homogéneo, que fue favorable para la organización y desarrollo de un movimiento
anticolonial. En estas regiones, donde lo mestizo iba ya firmando el núcleo de la población activa y
el sistema de castas se encontraba más debilitado, se daba una mayor movilidad social que
permitía poner en movimiento al pueblo para el logro de fines políticos,

Fue en El Salvador donde estos factores se presentaron con mayor acentuación, lo cual motivó
que la provincia se transformara más tarde, en el periodo de las guerras civiles, en el centro de los
acontecimientos políticos del Istmo. En esta provincia se iniciaron los primeros movimientos
armados contra eI poder colonial en 1811, y según un informe del propio Capitán General de
Guatemala, los cabecillas del levantamiento estaban en contacto con el movimiento
revolucionario de México. 172 El Salvador fue también más tarde, el que se levantó en armas
contra la anexión del Istmo a México. Y aquí también encontró Morazán su más fuerte y fiel aliado
en su lucha por la unidad del Istmo.

La provincia de San Salvador presentaba en aquella época, a diferencia del resto de las provincias,
una mayor homogeneidad económica, política y social. En El Salvador se daba la mayor
concentración territorial de la población: con 231.000 habitantes seguía en segundo lugar a
Guatemala y casi duplicaba la población de Honduras, siete veces mayor en extensión territorial.
Esta era la región con más movilidad social, producto de su evidente debilitamiento de las formas
coloniales de explotación y del sistema un de castas. Las relaciones de trabajo jornalero-asalariado
se encontraba extendidas por toda la región, a diferencia de Guatemala, donde sólo eran zonas
determinadas las absorbidas por el dinamismo de estas relaciones de trabajo, mientras que el
resto del país seguía prácticamente dominado por la economía autosuficiente indígena. La
población explotada estaba formada, tanto por los indígenas como mestizos y a inicios del siglo XIX
se hacía sentir ya un predominio de la población mestiza sobre la indígenas antagonismo de clase
se empezaba a concentrar entre el jornalero-asalariado y el hacendado criollo o mestizo. En 1808
habia en la región cerca de 20.000 jornaleros asalariados y 500 propietarios de haciendas. La suma
de estos factores se traducía en una tendencia general del movimiento de masas a tomar
contenido social, como fue el caso concreto del levantamiento armado agrarista del indígena
Anastasio Aquino (principios de 1833). Otro factor no menos importante fue el que en El Salvador
el nivel cultural de la población en general era más elevado que en el resto de las provincias, lo
cual facilitaba la incorporación de las masas en la lucha política.
Sin embargo, el factor más importante que hacía de la provincia de San Salvador la parte más
interesada del Istmo por la Independencia de España era el hecho de que esa provincia vivía
prácticamente bajo dos dictaduras: la del sistema colonial en general y la de los criollos
guatemaltecos en particular. La proximidad geográfica de las dos provincias hacía de El Salvador
una víctima fácil de la explotación y arbitrariedades de los criollos guatemaltecos. Las mejores
ganancias las obtenían ellos aquí a través del comercio desfavorable a que tenían sometidas a las
provincias. Según García: "La provincia tenía vida propia. Todavía son famosas sus cosechas de
añil, de cacao y de azúcar, pero gran parte de esos productos iban a enriquecer a los señores de
Guatemala. ¿Cómo entonces iban a estar satisfechos los salvadoreños si les quitaban la mitad de
sus subsistencias?" En el fondo, este conflicto entre las clases 177 dominantes de Guatemala y El
Salvador se reducía a la pugna de una clase dominante que vinculaba una parte importante de su
poder económico a la actividad puramente comercial y otra clase que lo hacía ligada directamente
a la producción agrícola. Las condiciones coloniales en que se desenvolvían estas contradicciones,
concretamente el hecho de que los ricos comerciantes guatemaltecos fueran los intermediarios
del comercio entre la Metrópoli y la Colonia y que Guatemala fuera a la vez el representante más
cercano del poder colonial, le prestaban al conflicto caracteres especiales.

En cierta forma las dos provincias habían llevado a cabo un desarrollo distinto que se evidenciaba
con toda claridad a fines del período colonial en la distinta composición socioeconómica de los dos
territorios. Sin caer en la apología que hace Barón Castro del criollo salvadoreño, es indudable que
el criollo de El Salvador se vio obligado a vincular su existencia más directamente a la actividad
productiva, ya que era seguramente la única forma de poder subsistir y enriquecerse. En
contraposición con el carácter estacionario y autosuficiente de la economía más dinamizada. Sus
ferias, la de San Miguel y la de San Salvador, única del Reino según Ulloa!" la habían convenido en
el centro comercial de mayor importancia en la Capitanía General de Guatemala. El
mantenimiento del status colonial significaba para el criollo guatemalteco seguir viviendo cómoda
y regaladamente del trabajo indígena y de las ganancias que le dejaban las transacciones
comerciales que realizaba. Aquí surgía el conflicto con los criollos salvadoreños, que por
representar una economía más desarrollada se veían especialmente bloqueados por el sistema
colonial, que representaban y defendían con especial interés los ricos comerciantes de Guatemala

A fines del siglo XVIII y principios del XIX se hizo evidente este conflicto en el intento que hicieron
las autoridades coloniales por fijar el precio del añil. Por medio de un precio fijo del añil se
buscaba proteger a los productores añileros, en su mayoría salvadoreños, contra la explotación de
los comerciantes guatemaltecos, los cuales valiéndose de la concesión de créditos fijaban el precio
del producto a su antojo. Utilizando el control que tenían sobre el comercio exterior y su
residencia en una capital colonial, que les permitió influir en las autoridades coloniales, los
comerciantes guatemaltecos decidieron prácticamente el conflicto a su favor. El montepío de
añileros no pudo resolver los problemas de los productores de añil, entre otras cosas, debido a la
falta de capitales suficientes que pudieran competir con los ricos comerciantes guatemaltecos. Así
se explica el carácter 180 avanzado que se da a las instrucciones salvadoreñas en las Cortes de
1820, y ante todo la importancia que se le daba en ellas a la libertad de comercio:

"La libertad absoluta de comercio y no ceñida a Waliz (es decir a Belice, posesión inglesa desde la
cual se efectuaba el mayor contrabatido en el Istmo, también controlado por los ricos
comerciantes guatemaltecos) como ahora será el manantial de la Provincia. Esta es una verdad
matemática que solo la avaricia y la ambición de los monopolistas ha querido reducirá question",
18

La economía salvadoreña sufría la misma crisis que afectaba al resto de las provincias. Los criollos
salvadoreños estaban conscientes de sus causas, como también estaban conscientes de que en
Guatemala, que aprovechaban del sistema colonial, no progresaría ningún movimiento contra la
dominación española. Antes por el contrario, la oligarquía guatemalteca usaría todo su poder para
combatirlos. Si El Salvador quería librarse del tutelaje español, tendría que contar con sus propias
fuerzas y con el apoyo de los elementos anticoloniales de las otras provincias como Nicaragua y
Honduras. En realidad, en Guatemala no progresó nunca un movimiento serio contra el orden
colonial. Se conocen: el levantamiento indígena de 1820 no pasó de ser un movimiento puramente
local; y el de 1813, la llamada Conspiración de Belén, fue aniquilada en su etapa conspirativa,
Ninguno de los dos puso nunca en peligro el sistema colonial. La oligarquía guatemalteca había
sido también aleccionada por el levantamiento de Hidalgo y Morelos y vio siempre en el sistema
colonial el mejor defensor de sus intereses. Los movimientos independentistas de 1811-1814
fueron controlados por las autoridades coloniales y de Guatemala partieron los principales
agentes at pacificar a las dos inquietas provincias.

En la independencia política de Centroamérica tuvieron importancia tanto factores internos como


externos. Sin embargo, dada la especial correlación de fuerzas que existía en ese tiempo entre los
distintos grupos políticos, cobraron importancia decisiva los factores externos.

En Centroamérica se puede dividir el movimiento independentista en dos etapas: una que se inicia
con los acontecimientos políticos desencadenados en Europa con la invasión napoleónica de
España y la otra que comienza a mediados de 1820. En los acontecimientos políticos de los años
1820-1821, que culminaron con la proclamación de la independencia política del Istmo, tuvieron
especial influencia dos hechos externos: el movimiento encabezado por Riego en España y la
proclamación del Plan de Iguala por Iturbide en México. Internamente el Istmo se caracterizaba
por la extrema debilidad de los elementos republicanos anticoloniales. Los grupos progresistas que
habían impulsado y dirigido los levantamientos de 1811-1814 se encontraban aislados y
debilitados por la represión de que habían sido objeto en los últimos años del gobierno colonial. La
causa fundamental de la debilidad del elemento republicano residía en última instancia en su poca
base económica. Su poder político descansaba en la actitud anticolonial de la provincia de San
Salvador y en la influencia que tenía sobre algunas ciudades, que como Granada, habían
progresado gracias al comercio que realizaban. Además, la organización y movilización de estos
grupos se veía prácticamente imposibilitada por el aislamiento en que se encontraban las
provincias.

La importancia política del elemento burgués republicano raramente rompe el nivel local. Su
actuación, a nivel centroamericano, era dependiente, ya fuera de la fuerte personalidad de un
caudillo, como fue el caso de Morazán, o bien de una coyuntura internacional favorable, como la
que se presentó más tarde con la caída del imperio de Iturbide. La desconfianza del artesano ante
la Independencia, que para él significaba la introducción total del libre cambio y por consiguiente
su ruina económica, fue utilizada por la oligarquía colonial en su lucha contra el movimiento
republicano. El caso de que las últimas elecciones para los Ayuntamientos organizadas según las
nuevas disposiciones de las Cortes fueran ganadas por el Partido Colonial encabezado por el
Capitán General y con el apoyo de los artesanos, es ilustrativo. Con miras a hacer proselitismo
entre el artesano descontento, el Capitán General prometía lo siguiente en 1820. "No se me oculta
para atraer a los artesanos y a todas las clases pueden tentarse hasta los peligrosos medios de
desacreditar al gobierno por sus medidas; y como en los papeles públicos se ha hablado,
especialmente sobre comercio de algodones, me parece justo deciros lo que en esto hay de
verdad. Lejos de haber concedido, como equivocadamente, sino maliciosamente, se trata de
divulgar, un comercio libre, he tratado de coartar el que tanto tiempo ha, se estaba haciendo, sin
pagar derechos y sin precaución alguna.

No obstante el dominio casi absoluto de la oligarquía colonial se empezó a sentir también en la


Capitanía General de Guatemala y del movimiento republicano, alentado principalmente por el
carices liberal de las Cortes de España y por el progreso innegable que hacia la causa de la
Independencia en todo el Continente. Entre 1820 y 1821 buscan los elementos republicanos la
forma de organizarse a nivel nacional e incrementan su actividad por la independencia
aprovechando la libertad de prensa que se empieza a gozar bajo las cortes. A mediados de 1820 se
había dado el levantamiento indígena de Guatemala, que si bien es cierto, fue controlado
rápidamente, probaba por otra parte el descontento general de la población explotada. un auge

El mantenimiento de la "tranquilidad" colonial se iba haciendo cada vez más difícil a la oligarquía.
Con la introducción de las Cortes en para España y su tendencia liberal, empezó a flaquear la
famosa fidelidad de los criollos centroamericanos hacia España. Tanto la oligarquía como el clero
se empezaban a ver afectados en sus intereses por las medidas tomadas por la Cortes. A fines de
1820 se habia decretado ya la abolición de la mita y el repartimiento de indígenas," medidas que
afectaban principalmente a la oligarquía criolla guatemalteca. Asimismo se habla dictado una serie
de decretos que limitaban al dominio de la Iglesia." Esto determinó, entre otras cosas, un
distanciamiento de los criollos centroamericanos de España. A principios de 1821 recibió el
representante de Guatemala a las Cortes las siguientes instrucciones: "Entre las cuales se
encontraba la de reclamar contra aquella injusticia (a que España tuviera más representantes en
las Cortes las Colonias) y hacer presente que, si Guatemala, que había que permanecido leal a su
Metrópoli en medio de la deshecha tormenta de América, no estaba dispuesta a tolerar más que
le siguiese tratando como hasta entonces, como a vil esclava y no se la considerase con los mismos
derechos y prerrogativas que a los peninsulares."

La oligarquía sabía que después de la proclamación del Plan de iguala en México y del triunfo
evidente del movimiento independentista de la América del Sur, la Capitanía General de
Guatemala no podía continuar en su estado de Colonia de España. Estos hechos y la efervescencia
republicana que se empezaba a sentir en el Istmo, convencieron a la aristocracia colonial de que
tenía que ser ella la que debía de proclamar la independencia, si queréis seguir conservando en
sus manos el poder político, Las palabras de unos de les representantes de la oligarquía
guatemalteca al último Capitán General el día anterior de la Independencia reflejaban de manera
exacta su carácter de clase: "Por los demás agrego maquiavélicamente el señor Aycinena: no se
quiere hacer cambio de ninguno de los empleados y el Señor Jefe político (así se denominaba el
Capitán General, bajo el régimen de la Constitución). será con el nuevo plan, en vez de un
empleado dependiente de España, el director de un pueblo libre, como va a serlo Guatemala, 190
La independencia nacional se juró el 15 de septiembre de 1821.y como prometiera Aycinena, no se
hizo cambio alguno. Tanto en las provincias como en la Capital, siguieron gobernando las antiguas
autoridades coloniales. Gainza, el antiguo Capitán General, quedo al mando del nuevo gobierno.
Lo único nuevo fue la formación de una Junta Provincial Consultiva. compuesta de las antiguas
autoridades y los representantes de la aristocracia colonial centroamericana191 que tenía por
objeto asesorar a Gainza en asuntos de Gobierno. La clase dominante, que se había caracterizado
por el pavor que le inspiraba un levantamiento armado del pueblo explotado, habia logrado
proclamar la independencia nacional para prevenir las consecuencias que serían temibles en el
caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo Ella habia dado el paso peligroso de la Colonia a
la independencia sin perder un mínimo en su posición económica, política y social. El Acta de
Independencia, que reflejaba nítidamente el triunfo de la oligarquía, disponía sobre la Iglesia: Que
la religión católica que hemos profesado en los siglos anteriores y profesaremos en los siglos
sucesivos, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha
distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos seculares y regulares, y
protegiéndoles en sus personas y propiedades".193 Para marzo de 1822 debía reunirse un
Congreso Nacional elegido a través del antiguo aparato colonial electoral Esto ya no se llevó a
cabo: para ese 194 tiempo la antigua Capitanía de Guatemala era anexada a México gracias a las
maniobras de la misma clase que había proclamado su Independencia de España.

2. LA ANEXION DE CENTROAMÉRICA A MÉXICO

Con la proclamación de la Independencia salieron a luz todas las contradicciones que encerraba en
su seno la sociedad centroamericana de entonces. El desarrollo económico de la Colonia se había
caracterizado por la forma desigual que había tomado en las distintas regiones, sobre las cuales
Guatemala había mantenido siempre su hegemonía. En esas condiciones, Guatemala era la
provincia que más beneficios había obtenido de la época colonial. A la hora de la Independencia,
Guatemala era la región más rica del Istmo, en última instancia también gracias al comercio
desigual con las provincias. Su población de 661,000 habitantes superaba la población del resto de
las provincias y como capital colonial era la mejor organizada administrativamente y la que poseía
las mejores vías de comunicación. Guatemala mantenía también una especie de monopolio
intelectual debido a que en su territorio se encontraban concentradas las principales instituciones
culturales. El débil desarrollo económico, sin embargo, no había hecho de Guatemala un centro
nacional del resto de las provincias, como había sido el caso, por ejemplo de Buenos Aires o de la
ciudad de México. Guatemala había logrado mantener su hegemonía sobre las otras provincias
sólo debido a la presión exterior del sistema colonial, que las mantenía unidas bajo la obediencia
al Rey. El fuerte localismo centroamericano, producto de la autosuficiencia económica de las
provincias durante la época colonial, se agudiza más a la hora de la Independencia. El carácter
desigual del desarrollo económico se reflejó también en las distintas posiciones que tornaron las
provincias frente al movimiento independentista. La independencia política del Istmo no había
sido el resultado de una guerra revolucionario anticolonial, que abarcando a todas provincias
hubiera desarrollado en ellas un sentimiento de solidaridad nacional centroamericano. Los
movimientos independentistas de contenido republicano, potencialmente capaces de llevar a cabo
tal tarea, había sido extremadamente débiles y, a excepción de El Salvador, raramente perdían su
carácter regional. Para el tiempo en que se realizó la anexión del Istmo a México era la oligarquía
colonial la determinaba el momento histórico. El fuerte localismo centroamericano que se reflejó
especialmente en la ausencia total de un criterio único de las provincias con respecto al contenido
y forma de la Independencia.

En la proclamación de la Independencia vieron las oligarquías locales primeramente la


oportunidad de librarse no sólo del tutelaje español, sino también del guatemalteco, que por su
proximidad geográfica resultaba muchas veces más real y molesto que el primero. Comayagua, la
antigua capital colonial de Honduras, habia declarado su independencia de España: a condición de
que la Provincia quedaría independiente de Guatemala y únicamente sujeta al Gobierno que se
estableciera en la América Septentrional Ocho días después de jurada la Independencia 195 por
Guatemala declaraba igualmente la Diputación Provincial de León con respecto a Nicaragua:
'Primero, la absoluta y total independencia de Guatemala, que parece se ha erigido en soberana:
segundo, la independencia del gobierno español hasta tanto que se aclaren los nublados días y
pueda obrar esta Provincia con arreglo a lo que exigen sus empeños religiosos y verdaderos
intereses" 196

Se trata de los antiguos centros de la administración colonial local que se declaran independientes,
tanto de España, como de Guatemala y proclaman su anexión a México, este paso lo dan,
pensando encontrar en el potente virreinato un fuerte apoyo no sólo contra Guatemala como
antigua capital colonial, sino también contra el elemento republicano, trataba también de imponer
sus intereses e influir en el contenido de la Independencia. Comayagua en Honduras, León en
Nicaragua y Cartago en Costa Rica, son las ciudades que proclamaron su anexión a México.

Los conflictos que se originaron entre los distintos grupos políticos por la hegemonía en el Istmo,
cristalizaron en la lucha entre las oligarquías locales de la clase dominante guatemalteca; así como
también entre y éstas y el elemento republicano, compuesto de algunos terratenientes y
comerciantes interesados en fortalecer la economía nacional, del bajo clero y de la inteligencia
colonial, dispersado en las distintas regiones, era muy débil e incapaz de organizarse para hacer
valer sus intereses. Esta debilidad se había puesto especialmente de manifiesto en su total
incapacidad de poder influir en el carácter y contenido de la Independencia. Toda su importancia
se había reducido prácticamente sólo a presionar a que la oligarquía colonial proclamara la
independencia. Sin embargo, con la proclamación de la Independencia el poder y la influencia de
la oligarquía habían perdido en efectividad y empezaba a tropezar con grandes obstáculos para
poder continuar imponiendo su dominación política. Por un lado, el elemento republicano se
tornaba cada vez más exigente pidiendo:

1. Hacer de Centroamérica un estado independiente sobre las bases de la libertad, la igualdad y la


justicia; es decir, darle a la Junta Consultiva carácter gubernativo.

2. Destitución de las antiguas autoridades coloniales y de nombramiento de otras que se hubieran


distinguido por su probado patriotismo.

3. La formación de milicias nacionales para fortalecer y defender la Independencia de sus


enemigos internos y externos.

4. Convocar un Congreso Constituyente que se ocupara de elaborar definitivamente las bases de la


futura República Centroamericana.197
Por otra parte, las provincias se mostraban cada vez más dispuesta a gobernarse por sí mismas, sin
la intervención de la antigua capital del Reino de Guatemala. Estos hechos, es decir, la debilidad de
la aristocracia guatemalteca en poder seguir poniendo su hegemonía en el Istmo, la empuja a
buscar en Iturbide un sustituto del poder colonial que le garantizara, en la nueva situación creada
por la proclamación de la Independencia, seguir disfrutando de sus privilegios coloniales. El
contenido conservador del Plan de iguala reflejaba en forma cabal no sólo los intereses de la
oligarquía mexicana, sino también los de la guatemalteca, que veía con terror cualquier síntoma
social que presagiara una conmoción violenta de la sociedad. Poco después de ser proclamada la
Independencia se publicó un artículo en la prensa oficial de México y Guatemala en el que
señalaban los peligros que podría acarrear "el pasar violentamente de uno a otro extremo en
sistemas de Gobierno, arrasando muchos intereses y fortunas", recordando seguidamente que el
interés más evidente de la patria consiste en la unión de todos sus miembros bajo los auspicios de
la autoridad real, erigida sobre las bases de una sabia constitución" "198 En otras palabras, el
Imperio de Iturbide debería ser el instrumento que mantendría la "paz" colonial para los
explotadores, tanto en México como en Centroamérica.

El clero, por su parte, contribuyó en forma decisiva para que la anexión se llevara a cabo. El
conflicto que entre los distintos grupos políticos originó la anexión fue transformado por él en un
problema religioso: por un lado los partidarios del Imperio, y por el otro los herejes, como fueron
calificados los que se oponían a la anexión. El plan de Iguala, que puntualizaba 199 la conservación
de la religión católica sin tolerancia de otra alguna era para el clero centroamericano el mejor
garante de sus intereses. Además, el clero conservador centroamericano se sentía más seguro en
su posición privilegiada teniendo como apoyo al Imperio de Iturbide y no sólo a la oligarquía
centroamericana, la cual se mostraba incapaz de mantener el status colonial. El Arzobispo de
Guatemala, Ramón Cassaus, enemigo irreconciliable de Hidalgo, felicitaba de la siguiente manera a
Iturbide para mediados de 1822. "Si este fausto acontecimiento (la coronación de Iturbide), sea
considerado como el más importante y necesario para garantizar la libertad, felicidad, y gloria de
este grande Imperio: no es menos interesante (sic) en él la religión santa y sus ministros, que
reconocen en la persona de V.M.I. su digno protector.

He dado humildes gracias a Dios nuestro señor que se ha dignado concedernos en el celo y
religiosidad de V.M.I. el firme apoyo que era de desearse en estos tiempos turbulentos, para
reparar el quebrando que empezaba a experimentarse en la doctrina, costumbres y disciplina
eclesiástica con grave detrimento de la Iglesia de Jesucristo" 200

En la anexión de Istmo a México influyeron, tanto factores internos como externo. Tanto en el
orden puramente cronológico, como en la forma en que se desarrollaron los acontecimientos, se
habia dado una similitud que acercaba a los grupos dominantes de las dos colonias españolas. En
ambas se habla dado anterior a la independencia una etapa, en la cual. la participación decisiva del
pueblo (aunque en menor medida, existe, no obstante, material que prueba la importancia
determinante de las masas en las provincias de San Salvador y Nicaragua en la primera etapa de
1811 a 1814) había mostrado a los criollos conservadores, que en un momento dado el
movimiento independentista podía volverse fácilmente contra sus propios intereses. Este temor
común no solo acercaba a los grupos oligarcas de las dos colonias, sino que también los movilizaba
a buscar soluciones similares: una de ellas, por ejemplo, la anexión del Istmo a México.
Además, en México se conocían las dificultades por las que atravesaba el Istmo, se conocían
también los pronunciamientos de León, Comayagua y Cartago en pro de la anexión al Imperio, y
era un hecho que la oligarquía guatemalteca simpatizaba con la idea anexionista. En un informe
enviado a Iturbide desde Tuxtla por un general mexicano encargado de seguir de cerca los
acontecimientos en el límite, se señalaban las condiciones favorables que existían en Guatemala
en pro de la anexión: "ya que en el acto de declarar su Independencia no conoce ni la forma de
gobierno que pueda proponer a sus provincias porque ignora su espiritual propende a sistemas
republicanos tiene contra si una nobleza que según cator amputato ama sus prerrogativas mucho
más que la mexicana, la plebe advierto por lo que veo está muy entorpecida y conserva hábitos
serviles

En la inestabilidad política del Istmo y en la actitud antinacional de la oligarquía guatemalteca vio


Iturbide la oportunidad de ensanchar las fronteras de su Imperio. La oligarquía mexicana, por su
parte, contribuyó a acelerar los acontecimientos, no dejando lugar a duda que utilizaría la fuerza,
como se utilizó efectivamente después contra El Salvador para llevar a cabo la anexión. Con el
engrandecimiento del Imperio por medio de la incorporación de Centroamérica pretendía la
oligarquía mexicana fortalecer las bases de su dominio. Escasos años atrás los levantamientos
revolucionarios de las masas explotadas habían puesto en peligro las estructuras coloniales de
toda la sociedad mexicana; este Imperio de dimensiones gigantescas cumpliría la función, entre
otras cosas, de ganar al pueblo para los sueños expansionistas de la clase dominante y en esta
forma, apartarlo de sus verdaderos intereses.

Solamente quince días después de proclamada la independencia de Centroamérica escribía


Iturbide a Gainza: "Cuando volviendo los ojos a la ilustrada y bella Guatemala, conoció la
necesidad de asociarla a su gloria (refiriéndose a México) y llevarla a la participación de la dicha
que va a hacer indiferectiblemente el resultado de la independencia" El 19 de octubre: volvía a
escribir el jefe del Gobierno mexicano al de Centroamérica 'Mi objeto es sólo manifestara V.E que
el interés actual de México y Guatemala es tan idéntico e indivisible, que no puede regirse en
Naciones separadas e independientes sin aventurar su existencia y seguridad". En los últimos
meses de 1821 se decidió apresuradamente la anexión del Istmo a México por medio del voto
favorable de una minoría de ayuntamientos controlados por la oligarquía centroamericana Para
consolidar el paso dado se implantó un régimen de terror contra los opositores a la anexión.
Inmediatamente después de proclamada la anexión, el 5 de enero de 1822, se publicó un bando
calificando de sedicioso a todo aquel que de palabra o por escrito la criticase, 20 Como la
oligarquía centroamericana se mostraba incapaz de mantener el nuevo orden por si sola (pues las
ciudades de Granada, San Jost, Tegucigalpa, pero especialmente la provincia de San Salvador
seguían siendo partidarias de una independencia absoluta, tanto de España como de México) se
envió desde México un ejército encargado de someter a las ciudades rebeldes, especialmente a las
provincias de San Salvador. Esta provincia se opuso tenazmente a la anexión del Istmo a México y
logró mantenerse independiente, tanto de este país como de Guatemala, todo el tiempo que duró
el imperio de Iturbide.

Varios factores importantes explicaban el que fuera San Salvador la única provincia del Istmo en
capacidad de desarrollar un fuerte movimiento armado contra la anexión. Primeramente, la
anexión a México no significaba otra cosa que la continuación del antiguo status colonial en el que
Guatemala, como entonces, tendría la hegemonía sobre las provincias. En la nueva administración
que pensaba introducir Iturbide en el Istmo, continuaba siendo Guatemala el centro de la
Administración de las provincias,207 contra lo que estaban los criollos salvadoreños por que se
oponía a sus intereses económicos.

Con la anexión del Istmo a México quedan frustrados los intereses de la oligarquía de salvadoreña,
que era la más interesada en una eliminación efectiva del dominio colonial. Además, en el lapso
entre 1811 y 1822 se había desarrollado en la región de El Salvador una fuerte tradición
revolucionaria anticolonial con participación activa de las masas explotadas tradición de lucha del
pueblo salvadoreño y la existencia de caudillos criollos en contacto con él a través de una posición
anticolonial desde 1811. cómo era el caso de Arce y del cura Delgado, facilitaron la movilización y
organización de las masas contra los invasores mexicanos y guatemaltecos A la vez, la junta de
gobierno que se instaló en la ciudad de San Salvador el 11 de enero de 1822, decretó, entre otra
medidas, una abolición de todos los impuestos y tributos que se pagaban en la época colonial y
declaró "abolida para siempre la esclavitud y en consecuencia, quedarán libres todos los esclavos
de ambos sexos en el acto de publicación de este bando"

Estas medidas tomadas por los criollos salvadoreños introdujeron una mejoría momentánea en la
suerte de las masas explotadas, transformando en esta forma el conflicto político en una lucha
entre el progreso y la restauración colonial, en la cual, el pueblo tenía por el momento intereses
concretos qué defender. Arce hizo al mismo tiempo de la lucha contra la anexión un movimiento
contra la oligarquía mexicana, pero especialmente contra la guatemalteca, que por su función
durante la dominación española se había identificado claramente con el sistema colonial. En una
proclama al pueblo salvadoreño de mediados de 1822 escribía Arce lo siguiente: "Habitantes de la
Provincia del Salvador, 'Viva la Patria! La mano poderosa del señor de los Ejércitos ha concedido
que las armas protectoras de la libertad triunfen del espíritu de opresión que reina en las
principales familias de Guatemala y en el que tiene el Gobierno de aquella provincia" 210

El ejército de Guatemala encargado de obligar a la provincia de San Salvador a que reconociera la


anexión fue derrotado completamente por el pueblo salvadoreño, lo que motivó la intervención
rápida de las tropas mexicanas. En esta lucha contra la invasión mexicana-guatemalteca se
distinguió Arce y su prestigio se extendió a toda Centroamérica. Esta popularidad, que lo llevaría
después a la presidencia de la Federación, lo movió más tarde a tratar de implantar con la
oligarquía guatemalteca 1824. La abolición de la esclavitud afectó a muy pocos propietarios, dada
la poca importancia que ella tenía en la economía del Istmo. Uno de los pocos afectados por este
decreto fue la misión de Santo Domingo, la cual perdió 800 esclavos. La propiedad privada y las
nuevas relaciones de trabajo serían las premisas fundamentales de la nueva sociedad que se
trataba de instaurar. A finales del 20 decía Valle sobre la propiedad privada: "El primero que dijo:
la propiedad es sagrada, fue un Dios digno de la adoración de los pueblos.... El pueblo donde se
hable con sinceridad este idioma: el Tuyo y Mio, será rico y poderoso... Pero si la propiedad no es
sagrada: si puede arrebatarla el crimen, violar la fuerza. ¿Quién será el fatuo que quiera hacer los
sacrificios siempre penosos, que exige la acumulación de valores o producción de capital?"? Por
ese mismo tiempo se dictaron varios decretos que tenían por objeto abolir las relaciones
coloniales de trabajo. Sobre la importancia de las nuevas relaciones de trabajo para el desarrollo
de la economía nacional decía valle: "Ya va pasando el tiempo en que los jornaleros eran vistos
como siervos, los propietarios como dueños o señores de ellos. Un operario, un obrero o jornalero
no es un siervo. Es un coproductor de la riqueza. No es una servidumbre la que se estipula: es un
pacto el que se celebra. El operario ofrece brazos y el capitalista promete salarios

Los liberales centroamericanos estaban fuertemente convencidos, influenciados parcialmente por


la negativa experiencia colonial que habia prácticamente paralizado la emigración de población
europea al Istmo, que en el incremento de la economía nacional jugaría un papel importante la
migración de la población extranjera. Por ese tiempo se dictaron varios decretos encaminados a
fomentar la inmigración. El territorio de Centroamérica fue declarado: Asilo sagrado para todo
extranjero, convida con todas las prerrogativas de la ciudadanía y les ofrece extensos y fértiles
terrenos a todos los que quieran radicarse en el país o ejercer en él alguna profesión útil. y manda,
tanto a las autoridades de las fronteras como a las demás de la Nación que le faciliten su cómodo
traslado al interior de la República". Estos decretos tenían vigencia para todos los estados de la
Federación, los cuales quedaban autorizados en esta forma a utilizar sus respectivos terrenos
baldíos para la realización de los mismos. Con la inmigración de la población europea pensaban los
liberales resolver problemas importantes para el desarrollo nacional. "La Europa, decía Valle, es el
país de los capitales y luces. Abramos al europeo las puertas de la República, si queremos que
Centro América sea ilustrada y rica" 226 Para los liberales la llegada de población europea
significaba ante todo la introducción de capitales y nuevas técnicas de trabajo, según ellos,
condiciones indispensables para el desarrollo del país.

Uno de los proyectos importantes que ocupó la atención de los liberales fue el establecimiento de
la navegación a vapor en los ríos Polochic y Motagua, que comunicaba a Guatemala con la costa
del Atlántico, para llevar a cabo esta empresa, que facilitaría de gran manera el comercio con los
países europeos, se pensaba atraer capital extranjero. Con este objeto, se dirigió al gobierno
federal a mediados de 1824 al de los Estados Unidos para buscar la forma de establecer contactos
con casas de comercio que 227 tuvieran interés en el proyecto. Este proyecto estaba
estrechamente vinculado con el de construir un puerto en la costa del Atlántico (que sólo llegó a
realizarse bajo el gobierno progresista de Árbenz). Este puerto en el Atlántico terminaría con el
monopolio que mantenía la colonia inglesa de Belice sobre el comercio centroamericano,
colocando al Istmo en capacidad de comercio directamente con los países de Europa y con los
Estados Unidos. La inmigración europea sería importante para la colonización 228 de aquellos
territorios que hasta el momento no habían sido absorbidos por la economía de país. Es indudable,
que la colonización del norte de Guatemala, El Petén y la Verapaz, tenía también como objeto
frenar el constante expansionismo inglés en el Istmo. Este expansionismo inglés se manifestaba,
entre otras formas, en una prolongación constantes de las fronteras de Belice mucho más allá de
los límites establecidos por el tratado entre España e Inglaterra en 1786. Los ingleses justificaban
las usurpaciones de estos territorios argumentando precisamente que éstos se encontraban
deshabitados, y por consiguiente, fuera del poder guatemalteco. Estos proyectos de colonización
sólo se intentan más tarde bajo el régimen de Morazán.

Para el fomento de las minas se pensó también en atraer capital extranjero. A fines de 1825 se
formó una compañía anglo-guatemalteca con miras a intensificar este ramo de la economía del
país. Al mismo tiempo se autorizó la cantidad de ochocientos pesos para contratar los servicios de
un profesor de mineralogía 230
En el terreno de la enseñanza se trató de superar el sistema educativo heredado de la colonia
introduciendo el método lancasteriano,

Tanto los reformistas de la primera Sociedad Económica como los dirigentes del partido liberal
vieron en el estado lamentable del comercio exterior una de las causas principales de atraso
económico del Istmo. Además de la gran influencia que tuvo el mercantilismo en los políticos
liberales también contribuyó de manera decisiva, la negativa influencia colonial a que se le diera
tanta importancia al comercio libre como requisito indispensable para el desarrollo de la economía
nacional. La Asamblea Nacional Constituyente dictó primeramente varios decretos tendientes a
mejorar el comercio interno. Con este objeto se abolieron los estancos y además trabas que había
creado el sistema colonial para entorpecer el comercio interno de las provincias. Con la misma
intención se introdujo un sistema de y medidas iguales para pesas todos los Estados de la
Federación,233 y se dieron los primeros pasos para mejorar el sistema vial del país. En 1823
dispuso la Asamblea Nacional Constituyente que sólo se aceptarían como candidatos al nuevo
gobierno a aquellas personas que hubieran dado pasos para mejorar las calles de sus distritos.24

Importancia decisiva para el comercio interno tendría el proyecto sobre la instalación de la


navegación a vapor en los ríos Polochic y Motagua y la construcción de una carretera que
comunicara a la ciudad de Guatemala con el Puerto de Iztapa, en la costa del pacífico. Para el
comercio exterior se habilitaron los puertos de Iztapa, La Libertad, La Unión y San Juan Según un
informe del gobierno federal comentado por Thompson, las exportaciones del Istmo se duplicaron
en el lapso de dos años, y se tenían razones fundadas para creer que pronto alcanzarían la suma
de 5.000,000 de pesos. En poco tiempo se vio Centroamérica invadida de mercancías 236 inglesas,
que arruinarían la industria textil nacional. En 1820 existían sólo en la capital de Guatemala la
cantidad de 637 telares, diez años más tarde escasamente llegaban a 73. La situación penosa que
atravesaban los artesanos los empujó no sólo a protestar ante el gobierno federal, sino también a
pedir medidas en favor de la industria textil nacional. Sin 238 embargo, el gobierno federal
profundamente convencido de la importancia capital del libre cambio en el desarrollo nacional no
accedió a las peticiones de los artesanos. Valle, probablemente el ideólogo más capaz de los
liberales centroamericanos responde a los artesanos de esta manera: "En un pueblo naciente
donde todo comienza a ser, sería delito embarazar la introducción artefactos extraños, trabajados
con perfección y economía, y forzar a la venta de los nacionales, caros y mal hecho. Según datos
existentes, quedaron arruinados de 3000 a 4000 tejedores.40 Que más tarde serían movilizados
por la oligarquía en contra del régimen liberal.

Los liberales centroamericanos se interesaron también en forma especial en la construcción de un


canal interoceánico en el Estado de Nicaragua. Para llevar a la práctica este proyecto se envió un
agente del gobierno federal a los Estados Unidos para interesar a ese gobierno en la construcción
del mismo. Sin embargo, para aquel tiempo ya advertí Valle sobre las posibles consecuencias
negativas que podría la integridad nacional del Istmo, debido a su debilidad económica, el hecho
de que el canal interoceánico fuera construido por una compañía extranjera: "Todos los puntos o
lugares del globo han sido objeto de celos y rivalidades desde el instante en que se les ha puesto
en estado interesante para el comercio... Nicaragua, colocada en posición tan ventajosa no ha sido
olvidada por las naciones extranjeras... Nicaragua sin canal no ofrece tantos Nicaragua con
atractivos como Nicaragua con canal.243 En Nicaragua sin canal no hay para ocuparla los motivos
y pretextos que puede haber en canal Valle afirmaba, que para poder estar en capacidad de
responder por la integridad del Istmo, a la hora de la construcción de un canal interoceánico, era
necesario fortalecer primero las bases de la economía nacional.

La mayoría de estos proyectos no se llevaron a la práctica. Esto se debió, por un lado, a la falta de
bases materiales para la realización de los mismos, y por otro, a la inestabilidad política del Istmo
en los primeros veinte años de su vida independiente, requisito que en última instancia se
condicionaban mutuamente. Con las medidas introducidas por los liberales se trataba de crear
condiciones favorables para el desarrollo del capitalismo en el Istmo. Sin embargo, el bajo nivel de
desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas à la época colonial hacía de antemano ineficaces
todas clases de reformas. en La pesada herencia colonial se hacía sentir principalmente en los
siguientes puntos: a) en el carácter autosuficiente y desigual de la economía; b) en la falta de un
mercado interno desarrollado o al menos en vías de desarrollo; c) en el predominio del espíritu
localista y en la casi inexistencia de un poder político centralizado; d) en la falta de una clase con
suficiente poder político-económico que no sólo respaldara medidas introducidas, sino que
estuviera también en capacidad de defender la economía nacional de la influencia dañina del
capital exterior, que utiliza la debilidad de los países recién independizados para transformarlos en
neocolonias del mercado capitalista internacional,

Generador y resultado del atraso general del Istmo, fue la existencia de una oligarquía enemiga de
cualquier clase de transformaciones en las estructuras heredadas de la colonia, así como el papel
preponderante que tenía el clero en la sociedad en general. Para acabar efectivamente con el
poder de la oligarquía y la influencia del clero y sentar así bases reales para un desarrollo nacional;
era ante todo indispensable eliminar el carácter colonial-parasitario de la gran propiedad
territorial. El único paso que se dio en esta dirección fue la promulgación de un decreto
reglamentando la parcelación de los terrenos baldíos o realengos. Smith es de la opinión, 243 los
liberales estaban conscientes de que el atraso de la agricultura de que se debía a la existencia de la
gran propiedad territorial y que precisamente esto motivó la promulgación del decreto anterior.
Esto, no obstante, el gobierno liberal no tomó en el primer periodo de su dominio ninguna medida
sería contra la gran propiedad de la oligarquía.

Está fuera de duda, lo prueba claramente el documento del Consulado de Comercio anteriormente
citado, que entre algunos liberales, 245 principalmente propietarios y comerciantes medianos
interesados en vitalizar el mercado interno, había interés en una distribución de la tierra que
estuviera más acorde con las nuevas tendencias económicas del capitalismo. Sin embargo, el
grueso del partido liberal estaba formado, tal y como el conservador, por grandes propietarios que
no tenían el menor deseo de plantear reformas que tan íntimamente tocaban sus intereses
económicos. Debido a ello, con relación al problema de la tierra, no habia en aquel tiempo, ni lo
hubo tampoco después, grandes discrepancias entre liberales y conservadores. El único problema
agrario que existía para ellos, y que fueron solucionados con el correr del tiempo a partir de 1871,
le planteaba la tierra de la Iglesia y la de las comunidades indígenas que aún no se habían
apropiado. Las pocas expropiaciones que se dieron algunas veces de liberales a conservadores y
viceversa, fueron ante todo motivadas por represalias políticas de unos contra otros, sin tomar en
algún momento carácter de medida socioeconómica encaminada a cambiar las grandes
desproporciones en la posesión de la tierra. Estos límites del progresismo liberal eran los límites
de lo inherente a la burguesía en general, que ante l perspectiva de defender sus intereses de
clase frente al pueblo explotado, e capaz de unirse a los sectores más reaccionarios de la sociedad.
En realidad, el primer intento por transformar la gran propiedad territorial sólo se dio a partir de
1829, cuando el Congreso Federal declara: "que la nación no reconoce ni admite en su seno orden
alguna de religiosos"246 fueron expulsados a la Habana 289 eclesiásticos. La expropiación y venta
de los bienes de la Iglesia, realizada bajo el gobierno de Morazán entre 1831 y 1837. produjeron la
cantidad de 181,708 pesos. Los 247 bienes del clero se remataron a precios ínfimos y
probablemente Montúfar no incluyó en su informe la cantidad que produjo la expropiación hecha
por los liberales guatemaltecos a fines de 1829.

Un medio afectivo para acabar con el poder de la Iglesia era expropiarla de sus bienes económicos.
A esto se había referido ya Valle, a principios de 1821, al señalar el poder económico de la Iglesia y
el peligro que representaba para el país, advirtiendo que de continuar esta situación, podía darse
un día el caso triste de que toda la tierra pasara a ser propiedad del clero. Aunque 248 la Iglesia
recuperó gran parte de sus dominios en la época de Carrera, es indudable que su posterior
expropiación sólo contribuyó a fortalecer el latifundismo conservador y liberal; ya que la difícil
situación material de las masas explotadas les cerraba toda posibilidad de sacar algún beneficio de
la venta de los bienes expropiados.

A principios de 1824 se dictaron las primeras medidas concretas contra la Iglesia, principalmente
en el Estado de Guatemala, donde su poder económico e influencia sobre la población la hacían
para los liberales un enemigo político de primer orden. Estos intentaron contrarrestar la influencia
del clero sobre la población como primer paso, promulgando la libertad de imprenta, de
pensamiento, y autorizando la introducción de toda la literatura prohibida durante la época
colonial. Sin embargo, el analfabetismo general de la población hizo tal medida ineficaz. Las
nuevas instituciones culturales, como el teatro y la prensa, fueron utilizadas también por los
liberales para ridiculizar y desprestigiar al clero." 249

Sin embargo, fueron los decretos emitidos por la Asamblea del Estado de Guatemala en los meses
junio y julio y septiembre de 1825 los que tocaron más vivamente los intereses de la Iglesia. Los
principales decretos, cuyo marcado anticlericalismo provocó prácticamente la caída del gobierno
liberal guatemalteco a fines de 1826, fueron los siguientes: a) se derogó un convento de hermanas
de la caridad y uno de la misión de San Agustín, pasando todos sus bienes a la disposición del
estado; b) se prohibió toda comunicación, bajo pena de expatriación, entre el clero guatemalteco
y las autoridades eclesiásticas residentes en España; c) la renta del diezmo fue reducida a la mitad.
asimismo se prohibió el servicio y raciones por parte de la población a los curas; d) se prohibió que
los jóvenes menores de 23 años entraran en conventos religiosos y profesaran sólo hasta los 25
años cumplidos; e) se autorizó que los hijos naturales, incluyendo los hijos de clérigos y monjas
profesas, pudieran heredar extestamento y abtestamento: f) entre los privilegios coloniales del
clero fueron suprimidos el de no pagar impuestos o alcabalas "de que abusivamente gozaban las
iglesias y monasterios aún respecto de los efectos comerciales". Para reforzar el control político
sobre las actividades del clero era para los liberales de gran importancia colocar a las autoridades
eclesiásticas bajo la jurisdicción de las estatales. Con este fin emitió la Asamblea del Estado un
decreto prohibiendo la circulación de edictos pastorales, así como de toda circular del
metropolitano, sin la autorización del Jefe de Estado, tal y como se acostumbraba bajo el régimen
colonial. Sin embargo la forma agresiva como reacciono el clero y la oligarquía, y en especial el
descontento que despertó la medida entre la población, obligó poco tiempo después a los
liberales a revocar tal medida 250
Otra maniobra de los liberales contra la Iglesia fue el intento que hicieron para dividir su influencia
en el Istmo por medio del establecimiento de un Obispado en el Estado de El Salvador. Esta
medida iba dirigida especialmente contra el Obispo Cassaus de Guatemala, enemigo jurado de la
independencia y que aunaba bajo su dirección al clero más reaccionario de Centroamérica. A la
vez, la fundación de un Obispado propio para la provincia de San Salvador había sido planteado
más de una vez por los criollos salvadoreños desde la lucha política de 1811. Tampoco fue una
casualidad que fuera precisamente el cura Delgado el nombrado para ocupar el cargo de Obispo.
Delgado se habla interesado vivamente por el Obispado desde años atrás, su militancia liberal se
había hecho patente en su actuación decisiva en su lucha contra la anexión. En 1823 presidió la
Asamblea Nacional Constituyente que organizó las bases de la futura república centroamericana.
Sin embargo, a mediados de 1825 el Senado Federal se vio obligado a desautorizar los pasos dados
por el Congreso Federal y por la Asamblea salvadoreña con respecto a la creación del Obispado. El
clero guatemalteco movilizó a las masas fanatizadas contra la administración liberal de tal manera,
que éstos se vieron obligados a ceder derogando la medida. El Estado de El Salvador se vio
invadido por curas guatemaltecos que se dedicaron a movilizar al pueblo para que se levantaran
contra el "impostor Delgado", que en aquellas condiciones significaba levantarse contra las
autoridades salvadoreñas. Delgado se vio así obligado a expulsar de su territorio a más de 41)
eclesiásticos que se dedicaban a estas actividades. 252 En el atraso que caracterizaba a la sociedad
centroamericana era inconcebible tratar de introducir cambios en las estructuras existentes sin
atacar al mismo tiempo las posesiones de la Iglesia. A ello se debió, que la lucha política tomara en
ese tiempo el cariz de una lucha religiosa y que los grupos políticos se definieran claramente en
dos partidos antagónicos: los que luchaban por defender los privilegios del clero y el status
colonial y los liberales o "herejes", que trataban de introducir cambios en las estructuras del país
Conforme las medidas liberales anticlericales se fueron caracterizando, el clero y la oligarquía
tradicional empezaron a tomar un fuerte bloque antiliberal apoyado por los sectores más fanáticos
y descontentos, especialmente por los artesanos arruinados a través del libre cambio. El clero y la
oligarquía utilizaron hábilmente la poca base popular de los liberales entre la población
guatemalteca, fomentando una atmósfera hostil contra las autoridades locales. El clero se dedicó a
divulgar entre la masa fanatizada y analfabeta, que la meta de las reformas liberales no era otra
cosa que la de terminar con la costumbre tradicional del pueblo y con la religión católica. El atraso
general de la sociedad guatemalteca y la específica composición social de su población fue el
mejor aliado de la oligarquía y el mayor obstáculo que encontró la actividad reformista liberal. Por
otra parte, las mismas limitaciones históricas del liberalismo centroamericano lo imposibilitaban
por completo para tomar medidas sociales efectivas que en algunas formas mejoraran la suerte de
las masas explotadas y en esa forma, ganar su simpatía y apoyo. La crisis que vivía la economía del
Istmo en esa época de la Independencia golpeaba especialmente a las masas explotadas y no cabe
duda, que ellas esperaban de la Independencia ante todo un mejoramiento económico. La
administración liberal, por el contrario, al liberalizar completamente el comercio exterior, arruinó
a amplios sectores del artesano que fueron luego utilizados por la oligarquía para la consecución
de sus propios fines políticos.

Frente al indígena la posición liberal progresista no era tampoco fundamentalmente distinta de la


del conservador. Tanto el uno como el otro, incluyendo aquí también al ladino guatemalteco,
compartían ante el indígena los prejuicios heredados de la Colonia, que hacían de él un ser inferior
incapaz de cualquier superación. Al indígena no le interesaba esencialmente participar en las
luchas políticas que se llevaban a cabo entre los distintos sectores de la clase dominante, que
además de no prometerle nada como grupo explotado, no tenían más objeto que el de disputarse
el derecho de explotarlo, fuera con métodos tradicionales o modernos. Con la independencia de
España sólo se inicia para el indígena una época oscura, en la que al faltar los obstáculos que a
veces representaban al Rey y las misiones religiosas, su persona y bienes se verán en constante
peligro. Sin embargo, con la proclamación de la independencia se produjo también un
debilitamiento del poder central que favoreció indirectamente, aunque sólo en forma pasajera
durante los primeros años de la post-emancipación, la suerte de la población indígena, al
debilitarse el control dominante sobre ella, lo cual le permitió por un tiempo mantenerse alejada
de las guerras civiles que agitaban a la sociedad. Los liberales, por la forma en que realizaron sus
medidas, en vez de aumentar sus bases populares se aislaron más de la población. La forma
violenta como se cobraban las contribuciones, los reclutamientos forzosos que realizaba entre la
población y la manera abierta que se ridiculizaba el clero, no hicieron otra cosa que canalizar el
descontento de la población contra la Administración liberal,253

Con la promulgación de los decretos anticlericales de los liberales guatemaltecos entraban, en esta
forma, en una etapa de la lucha política en que era indispensable para la realización de los
mismos, las dos premisas siguientes: a) la creación de una fuerte base económica que estuviera en
capacidad de romper el equilibrio tradicional de las formas atrasadas de producción; b) una
cerrada unidad entre las filas progresistas políticas. En el tiempo en que se agudizó la lucha entre
los liberales y la oligarquía, no existían en Guatemala ninguna de estas dos condiciones: la fuerza
de los liberales destacaba en la unidad que habían logrado a nivel centroamericano bajo la presión
de la invasión mexicana y después, habían sabido utilizar al implantar el sistema federal como
forma de gobierno.

La debilidad de los liberales guatemaltecos los hacia especialmente dependientes del apoyo de las
fuerzas republicanas de los otros Estados. principalmente de las de El Salvador, para poder
imponer su dominación política. Cuando se agudizó la lucha política en Guatemala se dio
precisamente un distanciamiento momentáneo, por Arce hábilmente provocado, entre los
liberales de El Salvador y los guatemaltecos. Arce había sido hasta el momento el caudillo de los
liberales, gracias a su actitud anticolonial desde 1811 y a su evidente hostilidad hacia las familias
criollas guatemaltecas. Sin embargo, al convenirse en Presidente de la Federación salieron
también a luz las ambiciones del caudillo, que creyendo contar con suficiente popularidad en el
resto de los Estados, dispuso erigir su dictadura, contando para ello con el apoyo de la oligarquía
guatemalteca. En realidad, Arce sólo se convertiría en el instrumento que necesitaba la oligarquía
para derrotar a los liberales guatemaltecos y luego, con la ayuda del nuevo ejército federal,
impone nuevamente su hegemonía en el Istmo. El cambio político de Arce no es de extrañar. En
sociedades en estado de transformación política, y con escaso desarrollo económico, la
composición de los partidos políticos no es definitiva, dado que aún no existe una estructuración
clara de las distintas clases y grupos sociales.

Además, había un hecho importante que facilitaba el acercamiento entre Arce y la oligarquía: la
mutua aversión al sistema federal. Arce se había manifestado más de una vez, como él mismo lo
reconoce en su "Memoria" de 1830, contrarios al sistema federal como forma de gobierno
apropiada para Centroamérica. Lo que antes probablemente sólo había sido antipatía instintiva
hacia todo aquello que pudiera oponerse a sus ambiciones de mando, cobró para Arce
dimensiones objetivas a la hora de hacerse cargo de la presidencia de la República. En aquel
entonces tenía Arce dos motivos para sentirse inseguro en el poder. Por una parte, las
aspiraciones dictatoriales del caudillo Arce se veían constantemente frenadas por el sistema de
gobierno adoptado en 1824, el cual, además de asegurarle a los Estados una casi absoluta
autonomía en sus asuntos internos frente al gobierno central los autorizaba a oponerse al
Ejecutivo federal si se daba el caso de que éste atentan contra sus intereses. Sólo en una república
centralizada, donde el poder del presidente se ejerciera sin ninguna clase de limitaciones, podía
Arce llevar a cabo sus ambiciones políticas. El otro motivo de inseguridad para Arce eran las
condiciones precarias en que había obtenido el poder. Su selección como presidente había sido
prácticamente el resultado de una componenda entre liberales y conservadores que
respectivamente no habían logrado ponerse de acuerdo en relación al hombre que había de
representar sus intereses en la presidencia de la Federación.

Resultado de todo esto fue que Arce llegó a la presidencia de Centroamérica sobre bases muy
frágiles, después de largas vacilaciones entre los distintos grupos políticos. En estas circunstancias,
y pensando utilizarse mutuamente para llevar la práctica sus respectivos intereses, cerraron Arce y
la oligarquía una alianza momentánea que descansaba en la mutua aversión al sistema federal.
Esta alianza, a la cual Arce había entrado con la esperanza de fortalecer su poder sobre toda
Centroamérica se romperá poco tiempo después, al mostrarse éste incapaz de vencer la
resistencia militar de los estados y la oligarquía guatemalteca lo despoja por medio de una hábil
maniobra, primero de la jefatura del ejército federal y luego de la presidencia de la República.

El trabajo común entre Arce y la oligarquía era evidente: "Arce pues, por una de esas anomalías,
que no son raras en la época de revolución, se puso a la cabeza de los serviles, se decidió a
sostener las mismas opiniones que siempre había combatido; y se ligó con el arzobispo que habla
predicado contra él, con los frailes que los habían tenido por hereje, y con las familias que le
habían hecho la guerra en tiempo del imperio 24 Desde este momento los liberales guatemaltecos
se apartaron completamente de Arce, y se dedicaron a buscar la forma de desenmascararlo ante
los Estados como "al tirano que pretendía levantarse "255 Arce utilizó con la habilidad varias
circunstancias para aislar al gobierno guatemalteco de los otros Estados de la Federación, y hasta
logro su ayuda para derrotar a las autoridades guatemaltecas. Primeramente aprovechó su
prestigio en los Estados para crear la imagen de que las autoridades locales guatemaltecas no sólo
se mostraban contrarias al gobierno federal sino que conspiraban constantemente contra él. La
dificultad con que circulaban las noticias y la rapidez con que se desarrollaron los acontecimientos,
hizo prácticamente imposible que los Estados se pudieran formar un juicio exacto sobre el
verdadero carácter del conflicto entre Arce y las autoridades guatemaltecas. Al mismo tiempo,
Arce se ganaba las simpatías de los Estados recargando prácticamente sólo sobre las finanzas del
Estado de Guatemala los gastos del gobierno federal.

El factor más importante, sin embargo, que fue utilizado por los distintos grupos políticos en su
lucha por el poder, fue el fuerte localismo centroamericano que se reflejaba, entre otras formas,
en la tradicional antipatía de las provincias hacía la antigua capital colonial. Esta aversión general,
y el hecho de que era originario de El Salvador, le facilitó a Arce el sembrar la confusión y hasta
enemistad entre los liberales de su región natal contra el gobierno guatemalteco. En un dictamen
de octubre de 1826 (un mes antes habían sido depuestas por Arce las autoridades locales de
Guatemala y su Vicepresidente Cirilo Flores, había sido asesinado por una turba de fanáticos
instigados por el clero) escribía la Asamblea salvadoreña contra Guatemala: "Los partidos de
Guatemala han sido nuestra cuchilla y nuestro cadalso, y ya es llegada la ocasión de que nosotros
obremos con más decisión".

El rompimiento definitivo entre Arce y los liberales guatemaltecos se dio cuando el congreso
federal entró a discutir un proyecto sobre la forma cómo debía organizarse el ejército federal. Los
diputados liberales se habían valido de un oficial francés para elaborar y presentar un proyecto,
según el cual, el poder militar de la Federación quedaba repartido entre los cinco Estados y no sólo
en manos del Presidente de la Federación, según pretendía Arce. A este proyecto, que pretendía
evitar que Arce concentrara demasiado poder en sus manos, y a los pasos dados por al Congreso
Federal para declararle responsabilidad al Presidente de la Federación por ciertas irregularidades
en el manejo del préstamo inglés,101 respondió Arce con la supresión del Congreso y del Senado
Federal. Simultáneamente fueron arrestadas las autoridades locales de Guatemala y su
Vicepresidente asesinado. Los miembros de la Corte Suprema de justicia, que habían
desautorizado los actos arbitrarios de Arce y se habían negado a reconocer como legal al nuevo
gobierno de la oligarquía, se vieron también obligados a renunciar al principio de 1827.102 La
oligarquía era nuevamente dueña del poder en Guatemala, y poco tiempo después intentaría
imponer por la fuerza, por medio, de Arce y del ejército federal, su dominio sobre el resto de los
Estados de la federación.

CAPITULO XIX

PLAN PACÍFICO DE INDEPENDENCIA

Documento

EN NOMBRE DEL SER SUPREMO PLAN PACIFICO DE INDEPENDENCIA PARA LA PROVINCIA DE


GUATEMALA

Artículo 1

No tenemos jefe para esta empresa. Elegimos desde ahora de nuestra plena voluntad, y general
consentimiento al S.D.G. Gainza nuestro actual interino Gefe.

Si aceptare pasará a serlo(a) en toda la propiedad y que le confiere la elección del pueblo:
Obtendrá los honores y recompensas debidas por su mérito gratitud, y la de nuestra prosteridad.

Artículo 2°

La aceptación del Gefe tendrá como primer efecto convocar una junta Generalísima de los vecinos.

a) Pretexto de prevenir el desorden en caso de decidirse el pueblo a la independencia en que


solamente se les propondrá a los concurrentes voten secretamente en pro o en contra de ellos.

b) Hecha la votación se nombrará dos escrutadores, para reconocer los votos, y publicar su
resultado. (1).

Artículo 3°
Si este fuere en pro, el Gefe les dirá a los concurrentes: 'Señores: el pueblo está por la
independencia. Nombremos una junta que los dirija"(2).

Artículo 4°

Esta junta se nombrará acto continuo, y deberá constar de dos individuos de cada provincia,
procurado que sean nativos de ella. Acto continuo se llamarán a los sujetos nombrados, y se les
tomará juramento a cumplir fielmente su cargo. En el hecho quedará instalada la junta. (3).

Artículo 5°

La primera sesión de esta será secreta, y su primera ocupación extender los partes
correspondientes de este paso anterior dado hacia la independencia, para los gefes políticos
Superiores e Inferiores, y Alcaldes Constitucionales de los pueblos que formará con ellos el Gefe.

Artículo 6°

En sus sesiones siguiente se ocupará en preparar los elementos de que deberá constar el Congreso
Nacional Constituyente, modo de convocarlo & c. & c.

Artículo 7°

No se innovará nada en cuanto al govierno, ni se tratará de remover empleado alguno: a no ser


que se considere peligroso contra el futuro inmediato sistema.

Artículo 8°

Seremos aliados natos en la Península; y confederados de los nuevos Goviernos americanos.

Artículo 9°

Los españoles europeos no sólo no serán perseguidos, sino protegidos por nosotros.

Artículo 10°

Obtendrán los mismos derechos, que hoy tienen.

Artículo 11"

Y privilegios en punto a Comercio con respecto a los extranjeros.

Tales serán los medios sencillos de proclamar nuestra independencia y las bases equitativas en
que deberá fundarse: y relaciones en que deberemos quedar con respecto a los españoles -si
logramos este paso el Xefe con la junta después de poner en resguardo a las personas que
pudiesen peligrar pasaría a la catedral a dar gracias Al Altísimo, y el resto del pueblo, se repartiría
por la Ciudad a hacer las demostraciones correspondientes.

1. A esta junta deberán concurrir el Arzobispo, y algunos canónigos, los Prelados Eclesiásticos, los
Xefes Militares, los Oidores que sean cabezas de casa, y de la Diputación Provincial, con algunos
vocales del Ayuntamiento. Determinado el día en que se ha de convocar la Junta se mandará
poner el Batallón de Milicias sobre las armas, y se dará aviso secreto al pueblo por medio de los
Síndicos para que concurra en masa a diferentes puntos de la ciudad, y griten viva la
independencia.

Una guardia de negros mandada por su oficial Dn. Justo Milla guardará la puerta del salón en que
se haga la junta, y aquel día estará de guardia en el Fixo un oficial de los de confianza.

2. Cuando el Xefe determine que se nombre esta Junta habrá grandes reconvenciones y alboroto.
El Xefe entonces llamará al orden a los exaltados, y les dirá: Señores: aquí hemos concurrido a
decir una cosa de la mayor importancia: he convocado à los principales para el efecto: Voten VV. Si
se debe o no hacer el nombramiento propuesto -Si alguno en este intermedio quisiese salir para
irse no se lo permitirá el Xefe, hasta que se concluya el nombramiento de la Junta. Concluido el
nombramiento mandará de Gefe arrestar a los más exaltados en contra de la independencia para
asegurar sus personas, y resguardarlas del insulto del pueblo.

3. Nombrada la Junta se presentará el Xefe en un balcón y gritará viva la independencia: a que


contestará el pueblo con aclamación: en seguida se presentará en el mismo parage la Junta
Provisional preparatoria, y el Gefe la dará a conocer al pueblo.

4. Se removerán si de sus destinos todos los militares que notoriamente se hayan opuesto al
sistema de independencia, y se removerán, para siempre, quedándoles su sueldo íntegro a los que
lo tuvieren, y salvo conducto para salir fuera de la provincia.

CAPITULO XX

ACTA DE INDEPENDENCIA

Texto

"Palacio Nacional Guatemala, quince de septiembre de mil ochocientos veinte y uno.

Siendo públicos e indudables los deseos de independencia del gobierno español que por escrito y
de palabra ha manifestado el pueblo de esta capital: recibidos por el último correo diversos oficios
de los Ayuntamientos Constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, en que comunican haber
proclamado y jurado dicha independencia, y excitan a que se haga lo mismo en esta ciudad: siendo
positivo que han circulado iguales oficios a otros ayuntamientos: determinado de acuerdo con la
Excelentísima Diputación Provincial que para tratar de asunto tan grave se reuniesen en uno de los
Salones de este Palacio la misma Diputación Provincial, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, los Señores
individuos que diputasen, la Excelentísima Audiencia territorial, el Venerable Señor Dean y Cabildo
Eclesiástico, el Excelentísimo Ayuntamiento, el muy Ilustre Claustro, el Consulado y Colegio de
Abogados, los prelados regulares, jefes y funcionarios públicos Congregados todos en el mismo
Salón: leídos los oficios expresados: discutido y meditado detenidamente el asunto ;y leído el
clamor de viva la independencia que repetía de continuo el pueblo que se vela reunido en las
calles, plaza, patio, corredores, y ante sala de este palacio se acordó: por esta Diputación e
individuos del Excelentísimo Ayuntamiento.
1° Que siendo la independencia del gobierno español, la voluntad general del pueblo de
Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor
jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en caso de que
la proclamase de hecho el mismo pueblo.

2° Que desde luego se circulen Oficios a las Provincias por Correos extraordinarios para que sin
demora alguna se sirvan proceder" a elegir Diputados o Representantes suyos, y estos concurran a
esta capital a formar el Congreso que deba decidir el punto de independencia y fijar, en caso de
acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que debe regir.

3° Que para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas
Electorales de Provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a
Cortes?"

4° Que el número de estos diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos, sin
excluir de la Ciudadanía a los originarios de África 160

5° Que las misma Juntas electorales de provincia teniendo presente los últimos censos se sirvan
determinar según esta base el número de Diputados o Representantes que deban elegir.

6° Que en atención a la gravedad y urgencia del asumo, se sirvan hacer las elecciones de modo
que el día primero de marzo del año próximo de 1822 estén reunidos en esta Capital todos los
Diputados.

7° Que entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan estas ejerciendo
sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución, Decretos y Leyes, hasta que el Congreso
indicado determine lo que sea más justo y benéfico.

8° Que el Señor Jefe Político Brigadier don Gavino Gainza, continúe con el Gobierno Superior
Político y Militar, y para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se
forme una Junta provisional consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta
Diputación Provincial, y de los señores Don Miguel de Larreynaga Ministro de esta Audiencia, Don
José del Valle Auditor de Guerra, Marqués de Aycinena, Doctor Don José Valdez, Tesorero de esta
Santa Iglesia, Dr. Don Ángel María Candina, y Licenciado don Antonio Robles Alcalde 3º
constitucional: el primero por la provincia de León, el 2° por la de Comayagua, 3° por
Quezaltenango, 4 por y Chimaltenango, 5° por Sonsonate, y el 6 por Ciudad Real de Chiapa.

10 Que esta Junta provisional consulte al Señor jefe político en todos los asuntos económicos y
gubernativos dignos de su atención.

11 Que la religión católica, que hemos profesado en los siglos anteriores, y profesaremos en lo
sucesivo, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha
distinguido siempre a Guatemala, respetando a los Ministros eclesiásticos seculares y regulares, y
protegiéndoles en sus personas y propiedades.

12 Que pase oficio a los dignos prelados de las comunidades religiosas, para que cooperando a la
paz y sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro,
dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia, a los que estando unidas en el
sentimiento general de la independencia, deben estarlo también en todos los demás, sofocando
pasiones individuales que dividan los ánimos, y producen funestas consecuencias.

13 Que el excelentísimo Ayuntamiento, a quién corresponde la conservación del orden y


tranquilidad, tome las medidas más activas para mantenerla imperturbable en toda esta capital y
pueblos inmediatos.

14° Que el Señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo notorios a la faz de todos, los
sentimientos generales del Pueblo, la Opinión de las autoridades y corporaciones: las medidas de
este gobierno: las causas y circunstancias que los decidieron a prestar en manos del señor Alcalde
primero, a pedimento del Pueblo, el juramento de independencia y fidelidad al Gobierno
Americano que se establezca.

15 Que igual juramento presten la Junta provisional el Excelentísimo Ayuntamiento: El ilustrísimo


señor Arzobispo: los Tribunales. jefes políticos y militares: los Prelados regulares: sus comunidades
religiosas: jefes y empleados en las Rentas: autoridades, corporaciones: y tropas de las respectivas
guarniciones.

16° Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la
solemnidad, señale día en que el Pueblo debe hacer la proclamación, y juramento expresado de
independencia.

17 Que el excelentísimo Ayuntamiento disponga la acuñación de una medalla que perpetue en los
Siglos la memoria del día quince de Septiembre de mil ochocientos veinte y uno, en que
Guatemala proclamó su feliz independencia.

18 Que imprimiéndose esta acta, y el manifiesto expresado se circule a las Excelentísimas


Diputaciones provinciales, Ayuntamientos constitucionales, y demás autoridades eclesiásticas
regulares, seculares y militares, para que siendo acordes en los mismos sentimientos que ha
manifestado este Pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo expuesto.

19 Que se cante el día que designe el Señor Jefe Político una misa solemne de gracias, con
asistencia de la Junta provisional y de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose
salvas de artillería, y tres días de iluminación.

Gavino Gainza

José Mariano Calderón

Manuel Antonio de Molina

Mariano de Beltranena

José Matías Delgado

Antonio de Rivera

Ysidoro de Valle y Castriciones

José Antonio de Larrave


Mariano de Larrave

Pedro de Arroyave

Lorenzo de Romaña

Secretario

Mariano de Aycinena

José Domingo Dieguez

Secretario de Palacio

CAPITULO XXI

LA FORMACIÓN DE LOS ESTADOS NACIONALES EN CENTROAMÉRICA A RAÍZ DE LA


INDEPENDENCIA

Jorge Luján Muñoz 25a

1. INTRODUCCIÓN

Se intenta en este trabajo mostrar, en forma muy resumida, los factores que intervinieron, desde
fines de la Colonia, en el proceso que culminó con el fracaso de la República Federal de Centro
América y la fundación de las cinco repúblicas centroamericanas. Para ello se acude a identificar
las causas que contribuyeron a romper la federación y establecer cómo se correlacionaron para
hacer imposible la "República Mayor".

Se retrotrae el proceso a la última parte de la dominación española y la implantación de las


reformas borbónicas en esa época. El nacimiento de los actuales países centroamericanos estuvo
íntimamente relacionado con la formación de las intendencias al final de la Colonia y con la
actuación de las elites criollas de los principales centros urbanos de cada una de esas intendencias.
las cuales eran las que "sentían" la urgencia y necesidad de ciertas reivindicaciones, y las que. con
ellas en mente, dirigieron la vida política tras la emancipación. En otras palabras, los estados o
provincias que se formaron fueron los mismos que previamente habían sido intendencias, y en
cada caso la capital o la ciudad más poderosa (aunque en algunos casos hubo más de una, lo que
provocó enfrentamientos entre las urbes rivales), que se convirtió en el centro de la actividad
provinciana y en la futura capital del nuevo país.

Además, se muestra el papel esencial que en el sistema colonial español desempeñaban las
ciudades (ie. los principales centros urbanos de españoles). especialmente las capitales. Como era
de esperar, ello continuó en los inicios de la vida independiente, y cada núcleo urbano importante
fue centro de la actividad, no sólo política sino también económica y social, de la flamante
República Federal de Centro América. Únicamente apreciando ese papel. en cada una de las
antiguas intendencias, se comprende el establecimiento de los estados nacionales
centroamericanos. En otras palabras, en cada una de las nuevas repúblicas hubo una "fuerza
central" dominante, que fue su principal centro urbano, aunque en algunos casos compitieron
otras ciudades, lo cual complicó y dificultó el proceso.
Por otra parte, se toma en cuenta el papel que desempeñó la difícil situación económica, poco
propicia en que se verificó la emancipación y se inició la vida independiente. La real hacienda
llevaba años de ser deficitaria, sólo se mantenía por el llamado "situado", que se efectuaba desde
el Virreinato de la Nueva España. La situación económica se agravó durante la unión al Imperio
Mexicano, ya que se generaron gastos por la presencia de las tropas imperiales y los
enfrentamientos militares que se produjeron.

Asimismo existían antiguas rivalidades y odios, tanto de parte de las provincias hacia la capital.
como entre los más importantes centros urbanos de las diversas regiones. Las elites provincianas
consideraban que eran explotadas por la forma como funcionaba el sistema, y querían asumir su
propio destino, sin intermediarios. También en este caso se produjeron enfrentamientos tensiones
internas en las provincias, y de éstas con la capital. Tal situación se agravó durante la anexión a
México y después. ya durante la Federación, se entró en una espiral de caos e intolerancia
agravada por las guerras que como resultado, hicieron inviable la Federación de Centro América.

2. EL SISTEMA POLÍTICO ESPAÑOL

Se ha insistido muchas veces que el sistema colonial español en América fue altamente
centralizado, tanto en las instituciones peninsulares como en cada una de las unidades políticas en
Hispanoamérica. Ello produjo una organización social y política dominada, en cada circunscripción
americana, por lo que puede llamarse una "ciudad-estado"; es decir, la capital del virreinato o
reino con una amplia zona bajo su influencia y control. La población de los pueblos de indios debía
no sólo de proveer todas las necesidades de la urbe, sino los requerimientos de la economía de
exportación, fuera ésta minera o agrícola.

En la capital se encontraba no sólo la sede del gobierno civil superior sino del eclesiástico, así
como la más rica y poderosa población blanca, aunque existía la rivalidad entre los "españoles
peninsulares" y los "españoles americanos, es decir criollos, la cual se fue acentuando a lo largo de
la Colonia, y que alcanzó su máximo al final. En las capitales americanas estaba concentrada la
población más ilustrada y la mejor preparada, y se daban las únicas posibilidades reales de ejercer
y mantener el poder y acaparar la mayor riqueza. Lo mismo se repetía, a escala regional, en las
capitales provinciales, que no era raro que tuvieran centros urbanos rivales. Recuérdese que hubo
pocas ciudades frente a los miles de "pueblos de indios" que se fundaron en Hispanoamérica.

Por otra parte, el sistema siempre favoreció para los más altos cargos a los peninsulares, lo que se
acentuó durante el proceso de las reformas borbónicas, con lo cual se recrudeció el resentimiento
criollo, que se manifestó especialmente contra las autoridades representantes de la Corona de
parte de los ayuntamientos, tanto en las regiones o provincias como en la capital. De ahí que al
producirse la emancipación los diversos grupos buscaran cosas distintas. Las elites capitalinas
querían asumir las decisiones e instancias del poder español que residían en España o que
desempañaban funcionarios peninsulares: y las elites provincianas (por supuesto también
urbanas) aspiraban a romper el "dominio" de los capitalinos (es decir. tanto de las autoridades
españolas como de los grandes comerciantes que los exploraban), y asumir ellos su propio
destino.265 Ello lo expresó muy bien, precisamente en 1821, el presbítero José Mariano Méndez
(diputado a las cortes españolas) cuando escribió: "...los intereses de la Capital de Guatemala
están encontrados y contrariados con los de los pueblos en las Provincias por razón del comercio
interior y sus largas distancias..." 266

3. EL RÉGIMEN DE INTENDENCIAS EN EL REINO DE GUATEMALA

En la segunda mitad del siglo XVIII la corona española promovió una serie de reformas, que
propuso el Visitador José de Gálvez, las cuales pretendían mejorar la organización general y
aumentar la recaudación de la real hacienda. En el caso del Reino de Guatemala fueron aplicadas
por el Oidor Sebastián Calvo de la Puerta, nombrado Subdelegado de Hacienda en 1765, con el
encargo expreso de establecer el nuevo Real Estanco del Tabaco y reorganizar los de la pólvora,
aguardiente, naipes y el aumento del cobro de la alcabala. Además, a fin de hacer más eficiente la
recaudación fiscal se crearon, ese mismo año, cuatro subdelegaciones de la real hacienda en
Ciudad Real (Chiapas). San Salvador, Comayagua (Honduras) y León (Nicaragua). Con ello se
definieron la jurisdicción de las regiones, que posteriormente sirvieron de base para la
delimitación de las intendencias.

La primera intendencia establecida en el Reino fue la de San Salvador, por real cédula del 17 de
septiembre de 1785, que comprendía los partidos de San Salvador. Santa Ana, San Vicente de
Austria y San Miguel. Después se estableció la de Chiapas, que incluía los partidos de Chiapas,
Tuxtla y Soconusco, por real cédula del 20 de septiembre de 1786. El 23 de diciembre de ese
mismo año se crearon simultáneamente las de Honduras, con capital en Comayagua, y la de
Nicaragua, con capital en León, que incluía la Gobernación de Costa Rica. (Véase mapa)

El sistema de intendencias afectó el papel de los ayuntamientos, ya que por la Real Ordenanza de
Intendencias se reguló que los alcaldes fueran parte de las juntas de real hacienda. En el caso de la
ciudad de Guatemala, sus dos alcaldes participaron como delegados en la Junta Superior de Real
Hacienda, y debieron de dar cuenta de la administración de los "propios" y arbitrios de la ciudad,
así como de los bienes de comunidad de los pueblos. sujetos a su jurisdicción.

4. INTENDENCIAS, DIPUTACIONES PROVINCIALES Y AYUNTAMIENTOS

La Constitución de 1812 modificó el poder político de las audiencias al sustituir el cargo de


presidente por una jefatura política, y por la creación de las diputaciones provinciales. Las
diputaciones buscaban otorgar cierto grado de autonomía a las regiones, y se deseaba que se
convirtieran en el órgano máximo de gobierno. En el Reino de Guatemala sólo se establecieron
dos, una con sede en León y la otra en la Nueva Guatemala. Las principales atribuciones de las
diputaciones eran ser tribunales de última instancia, dictaminar sobre planes de fomento de la
agricultura, industria, artes y comercio: promover el reparto de tierra baldía: censurar de oficio la
conducta de los empleados públicos, proponer las personas convenientes para dichos cargos;
fiscalizar la inversión y administración de las rentas públicas, y atender la educación pública. Sin
embargo, tuvieron escaso tiempo de aplicación, ya que la Constitución se derogó en 1814. y sólo
se restableció en 1820. Además, el Presidente José Bustamante obstaculizó y retardó su aplicación
en 1812-1813.
Por otra parte, la Constitución cambió la forma en que se designaban los miembros de los
"ayuntamientos constitucionales", ya que éstos se elegían de forma indirecta, con lo que se les
quitó su carácter tradicional de cuerpo con cargos vitalicios comprados; si bien perdieron
funciones políticas y deberes administrativos en favor de las diputaciones.

Las diputaciones desempeñaron un papel importante en el proceso inmediato a la emancipación.


Por ejemplo, en la reunión en el Real Palacio de la Nueva Guatemala. el 15 de septiembre de 1821,
en la que se declaró la independencia del Reino, la Diputación Provincial de Guatemala (que
incluía a El Salvador) estuvo presente en pleno, y a ella se le asignó (en el punto 8° del Acta de
Independencia), formar parte primordial de la llamada Junta Provisional consultiva".169

5. ORGANIZACIÓN ECLESIÁSTICA 270

En lo religioso el Reino de Guatemala estaba gobernado por un arzobispo y tres obispos


sufragáneos. El obispado de Guatemala había sido establecido en 1534, y en 1742 fue elevado a
arzobispado por Benedicto XIV, en calidad de metropolitano. Incluía la región de San Salvador. Los
otros obispados eran el de León (erigido en 1531), que comprendía toda la Intendencia de
Nicaragua y la Gobernación de Costa Rica. Estaban, asimismo, el obispado de Comayagua (erigido
en 1534), que comprendía. toda la Intendencia de Honduras, y de Ciudad Real de Chiapa (erigido
en 1538), cuyo distrito era el mismo de la Intendencia de Chiapas.

Como puede verse, los obispados se crearon en el siglo XVI y no se había hecho ninguna
modificación, salvo suprimir el obispado de Verapaz (erigido en 1560 pero agregado al de
Guatemala en 1607), por sus cortas rentas. La ciudad de San Salvador deseaba, desde hacía
tiempo, ser sede de un obispado y lo había solicitado varias veces, sin resultado. Ello explica У que
los sansalvadoreños aprovecharan la primera oportunidad después de la emancipación para que el
Congreso del Estado estableciera el obispado, con lo que crearon un serio enfrentamiento con el
Arzobispo Ramón Casaus (quien declaró nula la erección) e incluso con las autoridades federales.
En Costa Rica también aspiraban a ser sede de obispado, pero ello era más reciente y estaban
conscientes de la limitación de sus rentas y su escasa población.

6. LA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA Y LA UNIÓN A MÉXICO

La declaración de la independencia del Reino se produjo, como ya se dijo, en la ciudad de


Guatemala el 15 de septiembre. En la sesión se acordó convocar a un Congreso que debía "decidir
el punto de Independencia y fixar, en caso de acordarla, la forma de gobierno, y ley fundamental
que deba regir". Por el cual debía reunirse en la ciudad de Guatemala e iniciar sus deliberaciones
el 1 de marzo de 1822 (Punto 6°). El jefe Político Gavino Gainza, de acuerdo a lo decidido, mandó
circular oficios a las provincias por correos extraordinarios, para que sin demora designaran sus
diputados por medio de las mismas juntas electorales que habían hecho las últimas elecciones de
Diputados a Cortes.271

Desde antes de la declaratoria de Independencia ya había grupos partidarios de la anexión al


Imperio Mexicano, tanto en las provincias como en la capital. De hecho, en la sesión del 15 de
septiembre se intentó que ahí mismo se decidiera la adhesión al Plan de Iguala, pero se logró
diferir dicha decisión al citado congreso de marzo del año siguiente.

Tras la emancipación la lucha entre "imperiales" e "independientes" se trasladó tanto a la junta


Provisional Consultiva como a los medios de prensa y a la discusión pública. y se produjo una
recomposición de los "partidos"272 Los anexionistas tenían la ventaja de que el Jefe Político los
favorecía y que contaban con mayoría en el ayuntamiento de la capital. Además, algunas de las
provincias tomaron la decisión, al recibir la comunicación de lo acordado en la ciudad de
Guatemala, de aceptar la emancipación adhiriéndose al Plan de Iguala. Ante tal situación, el jefe
Político y la junta Consultiva acordaron, el 30 de noviembre, consultar al respecto directamente a
los ayuntamientos y no esperar a la reunión del Congreso, en marzo.

El 5 de enero se decidió la unión, considerándose que ya se habían recibido suficientes respuestas


que favorecían la unión al Imperio (aproximadamente 71 no habían contestado): 104 aceptaban
llanamente la anexión, 32 se sometían a lo que decidiera la junta, 21 por lo que decidiera el
Congreso, y sólo dos (San Salvador y San Vicente) se manifestaron en contra. El problema fue que
esos dos, especialmente la ciudad de San Salvador, decidieron resistir por la fuerza. Así se iniciaron
las guerras civiles en Centroamérica, que también tuvieron lugar por el tema de la anexión entre
Granada (favorable a Guatemala) y León (imperial), en Nicaragua, y en Costa Rica entre San José
(contraria al Imperio) y Cartago (favorable)."

La situación cambió súbitamente con la caída del emperador Agustín I en México y el fin del
Imperio. que se conoció cuando las tropas imperiales, al mando del brigadier Vicente Filísola,
acababan de derrotar a los salvadoreños. el 9 de febrero de 1823. Filísola retornó de inmediato a
Guatemala y decidió convocar al Congreso constituyente, conforme se habia establecido el 15 de
septiembre. Se esperaba que los diputados pudieran estar presentes en la ciudad de Guatemala a
principios de junio de 1823.

7. LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE Y LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.

El ambiente prevaleciente en ella y la Constitución resultante sólo se comprenden teniendo en


cuenta el clima de las provincias en contra de la capital y su esfuerzo por lograr un sistema en el
que el gobierno central y la ciudad de Guatemala tuvieran el menor peso posible y las provincias
mayor autonomía. Sobre el particular se escribió en el "Informe" presentado cuando se entregó el
texto de Constitución, el 23 de mayo de 1824, lo siguiente:

"Desde la independencia de España, cada provincia se separó y ha formado después un gobierno


particular. Costa Rica ha tenido, y aún mantiene una legislatura: León apenas se vio libre, creó una
Junta con muy extensas atribuciones; Granada tuvo un régimen particular: Honduras siguió
manejándose por sí misma hasta que se unió a nuestro último pacto: San Salvador sostuvo su
libertad contra los agentes de México, que subyugaban a Guatemala y le hicieron la guerra a costa
de sus hijos. No es, pues, un sistema uniforme el que han tenido los estados en nuestros días de
independencia: las opiniones y los sentimientos y los hábitos, que tanto han debido desenvolverse
en estos primeros tiempos de nuestra existencia política, no han podido tender a un centralismo
que, por una parte contrario a las preocupaciones vulgares contra la capital de Guatemala, y por
otro parte opuesto a los principios liberales de los hijos de las provincias y aun de los de esta
ciudad"273

La Asamblea Nacional Constituyente, que se reunió en la ciudad de Guatemala desde finales de


junio de 1823 a enero de 1825, fue la primera arena conjunta de definición política de la República
de Centro América Uno de sus primeros decretos fue declarar la independencia absoluta de
España y de México el 1 de julio de 1823. En 19 meses realizó una amplia labor legislativa y dio
forma a la naciente república.

En su seno se produjo el enfrentamiento (ideológico, jurídico y político) acerca del sistema de


gobierno, tanto nacional como provincial Se plantearon dos propuestas: un sistema centralista o
unitario y uno federal, el primero favorecido por los conservadores y el segundo por los liberales.
Si bien la mayoría de los diputados eran conservadores. predominó la tesis federalista, resultado
de la alianza entre los liberales capitalinos (sobre todo José E Barrundia y Mariano Gálvez) y los
constituyentes provincianos (especialmente de El Salvador y Costa Rica). Los más connotados
defensores del centralismo fueron José Francisco Córdova. José María Castilla y Fernando Dávila.
La cuestión se dilucido pronto, el 17 de diciembre de 1823, al aprobarse las "bases
constitucionales". con un sistema federal. El recelo a un excesivo predominio capitalino y el afán
autonómico de las elites urbanas de las provincias hizo que la mayoría de los diputados
favoreciera el sistema federativo.

El 23 de mayo de 1824 la Comisión de Constitución, al terminar el texto propuesto, presentó su


informe final, que fue conocido por el pleno de la ANC. Al referirse a los modelos que se habían
tenido en cuenta escribieron: "hemos adoptado en la mayor parte, el de los Estados Unidos,
ejemplo digno de los pueblos independientes, pero hicieron "alteraciones bien notables" y
producir un texto "que debe acomodarse a nuestras circunstancias o ajustarse a los más luminosos
principios que desde la época de aquella nación han adelantado en mucha parte la ciencia
legislativa". Tuvieron también "presentes las Constituciones de España y Portugal. la federativa y
central de Colombia y toda la legislación constitucional de Francia, de aquel gran У pueblo que
entre mil célebres escritos…hizo el ensayo de cuantas formas hay de gobierno menos la
federal...""Nosotros hemos aprovechado alguna parte de las máximas establecidas en todas estas
instituciones combinándolo todo con nuestras ideas. nos propusimos una Constitución
peculiarmente nuestra y singularmente ajustada a los principios La Constitución terminó de
aprobarse en noviembre de 1824.

No hay duda de que fue el resultado de muchos compromisos. La actuación de las autoridades de
San Salvador, que optaron por el sistema federal antes de aprobarse la Constitución de la
república, colocó a las autoridades centrales y a la ANC en una grave coyuntura. Además, se
cometió el error de establecer un ejecutivo federal débil y no delimitar un distrito federal. Otro
inconveniente fue concebir al organismo legislativo como supremo poder y concederle
demasiadas facultades a los estados o provincias, en contra de lo debe ser un verdadero sistema
federal. Asimismo, no había que un solo ejército ya que los estados podían formar los suyos, lo
que supuso sembrar las bases de la guerra civil. Igual puede decirse de haberse otorgado a las
provincias la facultad no sólo de crear impuestos sino de establecer cuál sería el cupo que le
correspondía al gobierno central, lo que significó condenar a éste a la permanente insuficiencia de
fondos.
Ya en la práctica, el celo local, isla de los políticos provincianos porque su Estado tuviera la máxima
autonomía. hizo que los gobiernos resultaran independientes del sistema federal. sin que
existieran normas constitucionales que orientaran los intereses nacionales y los estatales. El
sistema resultó a la vez complicado y costoso. en una región que no contaba con suficiente gente
bien preparada. El legislativo bicameral de la república (senado) congreso, copiado de Estados
Unidos de América se repetía en cada uno de los estados: lo mismo que el sistema judicial.
Además, la renovación legislativa era anual (por mitad), lo cual complicaba el oneroso esquema

Pero no debe de olvidarse que la ANC trabajó bajo difíciles circunstancias. Inició sus labores en un
ambiente de crisis e incluso algunas provincias se resistieron a acudir. Se proyectaba la sombra de
los enfrentamientos armados (especialmente en Nicaragua) y la grave debilidad financiera. Sin
embargo, al cerrar su trabajo el clima era de optimismo y esperanza, y se había alcanzado la paz.
Llama la atención la seguridad que se percibe en el citado "Informe de la Comisión de
Constitución, de mayo de 1824

8. LAS PRIMERAS AUTORIDADES Y LA GUERRA CIVIL.

Apenas iniciada la vida política de la República de Centro América se hicieron evidentes los
obstáculos que la harían imposible: el gran localismo de las minorías dirigentes urbanas
provincianas: la difícil situación económica: la inexperiencia de los políticos y su intolerancia: el
caudillismo y el recurso a las soluciones militares con ejércitos en todos los estados y la
inexistencia de un verdadero sentimiento nacional centroamericano.

El primer enfrentamiento aparentemente de menor importancia. ocurrió con la designación del


presidente federal, en 1825. Hubo dos candidatos: el salvadoreño Manuel José Arce. apoyado por
los liberales y el hondureño (aunque residente en la ciudad de Guatemala desde joven) José del
Valle, por los conservadores. En la votación por compromisarios obtuvo mayoría Valle, pero el
Congreso decidió que para definir la mayoría debían de tomarse en cuenta no sólo los votos
emitidos sino los ausentes, por lo que pasó a decidir dicho cuerpo. A pesar de que la mayor parte
de los diputados cran conservadores salió designado el liberal Arce (aparentemente por un pacto
previo reservado). quien tomó posesión el 26 de abril de 1825.

El nuevo presidente tuvo dificultades para integrar su gabinete, porque personas relevantes de su
partido ya tenían otros cargos que no deseaban dejar. Por ello recurrió a miembros del otro
partido, lo que provocó recelos de algunos liberales. Además, pronto se produjeron divergencias
entre Arce y el jefe del Estado de Guatemala. Juan Barrundia (liberal, hermano de J. E Barrundia),
que culminaron con la destitución de éste. Así pues el presidente se halló enfrentado con su
partido y apoyándose en los conservadores capitalinos, tan odiados en las provincias. Al mismo
tiempo se planteó la disputa por la mitra salvadoreña: el Congreso de San Salvador creó el
obispado, designó prelado al pariente de Arce. Presbítero José Matías Delgado, El Arzobispo
primero y el Vaticano más tarde declararon la nulidad de la erección y el nombramiento.

El Senado y el Congreso no aprobaron la actuación del Presidente contra el jefe Barrundia y se


declararon disueltos. Arce asumió poderes dictatoriales y convocó a la elección de un Congreso
extraordinario, que debía reunirse en Cojutepeque (El Salvador). Por su parte, los salvadoreños
decidieron defender "la legalidad" con las armas. e iniciaron la preparación de un ejército con el
que se dirigieron contra la capital federal. El Presidente los derrotó en la batalla de Arrazola (en las
cercanías de dicha ciudad de Guatemala), el 23 de marzo de 1827. Sin embargo, este triunfo no
fue decisivo. Las tropas guatemaltecas (federales y estatales) se desplazaron a San Salvador,
donde se prolongó la lucha. Un elemento decisivo a favor de los salvadoreños fue la llegada de
tropas desde Honduras al mando de Francisco Morazán. Las vacilaciones de Arce hicieron que
saliera derrotado en la batalla de Milingo (en las afueras de San Salvador), el 2 de Durante 1828 la
guerra siguió en El Salvador, con alternativas para ambas fuerzas y negociaciones sin resultado.
Finalmente el Presidente regresó a la ciudad de Guatemala. Sin embargo, quedaron allá las tropas
para 276 enfrentar sin éxito, al llamado "Ejército Aliado Protector de la Ley mayo.

La guerra civil culminó con el avance de Morazán sobre la ciudad de Guatemala. que tras de
cruentos combates capituló a principios de abril de 1829. Ello supuso el triunfo de los liberales,
quienes se tomaron la revancha contra las "familias-capitalinas y la Iglesia católica." Se nombró
presidente centroamericano provisional a José Barrundia. Los conservadores capitalinos más
significativos fueron encarcelados y después expulsados al exilio. Por primera vez se persiguió a la
Iglesia: se exclaustraron las órdenes regulares y se expropiaron sus bienes y poco después se
expulsó al Arzobispo Časaus.

Con ello se inició casi una década de dominio liberal radical. En 1830 fue electo Presidente de la
República Francisco Morazán, cargo que asumió el 16 de septiembre. En el Estado de Guatemala
asumió la jefatura Mariano Gálvez. Ambos fueron reelectos y dominaron la vida política hasta
1838. En 1834, al efectuarse elecciones para presidente triunfó José del Valle, pero falleció el 3 de
marzo de 1834, antes de tomar posesión. Se celebraron nuevas elecciones que favorecieron a
Morazán. En esa etapa se trasladó la capital federal a la ciudad de San Salvador.

El descontento popular, especialmente rural, se fue acentuando y se agravó por los brotes
rebeldes en la región oriental de Guatemala conocida como "La Montaña", a partir de 1835. Se
trató de una auténtica rebelión campesina popular. Su líder más conocido fue Rafael Carrera,
joven ladino que aunque nacido en la ciudad de Guatemala vivía en Mataquescuintla La epidemia
de colera morbus (principios de 1837), debilitó aún más al gobierno de Gálvez, ya que la población
la interpretó (por insinuación de la Iglesia) como castigo divino.

La rivalidad producida entre el Presidente de la república y el Jefe del Estado de Guatemala hizo
que Morazán retardara su auxilio a Gálvez, quien por fin decidió renunciar el 31 de enero de 1838.
Carrera se había fortalecido, ya pesar de varias derrotas y pactos para dejar la lucha, siempre
volvía a alzarse. Finalmente derrotó a Morarán (ya entonces Jefe del Estado de El Salvador, ya que
la República de Centro América se encontraba sin autoridades federales) en la ciudad de
Guatemala el 19 de marzo de 1840.

Hay que recordar que casi simultáneamente a la renuncia del Jefe M. Gálvez se produjo en febrero
y marzo de 1838. el establecimiento del llamado Sexto Estado de la federación o Estado de Los
Altos, que i incluía los corregimientos o departamentos de Quezaltenango. Totonicapán. Sololá y
Suchitepéquez: es decir, toda la parte occidental de Guatemala Si bien en un principio las
autoridades liberales de Guatemala aceptaron, a regañadientes, la secesión, la posición fue
cambiando al producirse la desaparición de hecho de la República Federal de Centroamérica.
El movimiento altense era una aspiración exclusiva de las minorías criolla y ladina, sin apoyo de las
mayorías indígenas de aquella región, quienes reclamaron en contra de algunos de los abusos
cometidos para levantar fondos y tropas. Con el dominio conservador en la ciudad de Guatemala,
se encargó a Carrera acabar con el Estado de Los Altos, lo cual cumplió en enero de 1840.

Entre 1838 y 1839 la República de Centro América dejó de existir. Nicaragua se separó el 30 de
abril de 1838. En Costa Rica el gobierno de Braulio Carrillo hacía caso omiso de la Federación y la
oposición conservadora se fortalecía en Honduras y El Salvador. Por su parte, el Congreso Federal,
reunido en San Salvador, acordó el 30 de mayo de 1838 dejar en libertad a los estados para seguir
su camino, y el 7 de julio del mismo año declaró que los estados eran "cuerpos políticos,
soberanos, libres e independientes

9. CONCLUSIONES: EL FRACASO DE, LA FEDERACIÓN LA FORMACIÓN DE LAS REPUBLICAS


CENTROAMERICANAS

El tema del fracaso de la República de Centro América ha interesado a la historiografía de la región


desde el mismo momento en que aconteció. Los autores iniciales fueron testigos o actores de los
acontecimientos y escribieron para justificar a su partido y atacar al grupo contrario. La primera
versión conservadora fue la de Manuel Montúfar y Coronado, quien se refirió a la primera guerra
civil (1826-29) y a la inmediata vindicación liberal. Según él. la culpa inicial la tuvo el texto
constitucional, por su sistema federal, costoso y complicado, imposible de aplicar, con un ejecutivo
débil y la excesiva autonomía de las provincias. También señaló los excesos liberales, los ataques a
la Iglesia y el odio provinciano contra "las familias" de la capital. La versión conservadora más
elaborada es la del nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro. Dada su concepción personalista de la
historia, buscó personajes culpables, y el principal fue Francisco Morazán, empeñado en la
solución militar; otro culpable fue José Barrundia, por su intransigencia frente a Arce, primero, y
contra Gálvez, después.

La perspectiva liberal se inició con Alejandro Marure, quien escribió su obra por encargo de
Mariano Gálvez 280 Su versión más detallada la realizó Lorenzo Montúfar.281 Los liberales
acusaron a los "serviles" de oponerse a todo cambio, aliados con la jerarquía católica y de usar a
las masas ignorantes campesinas. En cuanto a culpables, al primero que se señaló fue a Arce.
Ramón A. Salazar llegó a escribir que más le habría valido morir en San Salvador, cuando la
defendía contra Filísola, porque "de aquella malhadada administración data nuestra aflictiva
situación actual, siendo él el responsable de la desunión en que se encuentra y de las revoluciones
que han ensangrentado su suelo "282 Otros "villanos" fueron "las familias" de la capital
(especialmente los Aycinena). Además le confirieron una gran dosis de culpabilidad al Cónsul
británico Frederick Chatfield, de quien dicen fue la eminencia gris que conspiró contra la
Federación y los liberales, junto con su secretario y Ministro de Carrera, Francisco Pavón.283

La historiografía de las últimas décadas ha demostrado que el proceso fue muy complejo y que no
puede culparse sólo al texto constitucional o a la tardía actuación del cónsul británico, o achacarse
el fracaso a conservadores o liberales o a determinados personajes. Hoy se aprecia que
concurrieron muchos factores: inexperiencia política, intolerancia en ambos bandos, un sistema
administrativo complicado y mal estructurado, los odios hacia la capital, rivalidades regionales,
crisis económica, etcétera. También influyó la configuración geográfica de la región y las
deficientes comunicaciones. Asimismo, los líderes no tenían experiencia y demostraron
intransigencia y fanatismo. La situación demandaba de los dirigentes, por lo menos, un mejor
conocimiento de la situación social y política y tolerancia conciliadora. Sin embargo, se hizo gala de
intransigencia y de proyectos utópicos, sobre todo los liberales. La prioridad, tanto para
conservadores como liberales, era aprovechar los recursos del Istmo a fin de obtener pronto la
prosperidad que no había permitido el dominio colonial: lo que era diferente era la forma y la
premura. Para los conservadores era mejor continuar con el sistema heredado y poco a poco
hacer los cambios, sin trauma y con el apoyo de la Iglesia. Los liberales, deslumbrados por los
modelos anglosajones, estaban convencidos que era necesario hacerlo de inmediato y que el
progreso sólo era posible adoptando las instituciones de británicos y estadounidenses: el
federalismo y la democracia representativa, con libertad de cultos sin Iglesia oficial.

Las elites provinciales aspiraban a controlar totalmente su región. y querían que su capital fuera la
cabeza del sistema político regional y sede de obispado. La mayoría carecía de un sentido nacional
centroamericano y no hubo una ciudad y un líder o grupo de líderes que buscaran, con su prestigio
unificar: sino sólo grupos que lucharon por la desunión regional y la unión provincial. Además, el
sistema político funcionó de forma muy distinta a lo que establecía la Constitución. Mientras que
el senado y sobre todo el congreso nunca pudieron asumir todo su poder, el débil ejecutivo se
convirtió en el órgano dominante, pero para ello debió de asumir atribuciones que no le
correspondían.

En resumen, el régimen constitucional federal resultó inoperante, mientras que los gobiernos
estatales, aunque similares, si pudieron funcionar, aunque improvisando sobre la realidad. Bajo el
liderazgo de las elites urbanas se fueron definiendo los nuevos estados nacionales
centroamericanos a partir de 1824. Sólo en el caso de Los Altos fue Guatemala de mantener capaz
la integridad territorial. En los demás, cada Estado se conformó como una república que sólo se
concebía. en la mente de sus dirigentes, como una unidad política separada de los demás estados
centroamericanos.

También podría gustarte