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Laura Peretti*
*Psicóloga. Escritora
Esp. en Psicología Forense
Docente de la cátedra de Psicología en el Ámbito Jurídico Forense. Facultad de Psicología UNR
Integrante del Dispositivo Interdisciplinario de Salud. Dirección de Salud Mental
Coordinadora de Las Bastardillas son nuestras, dispositivo psicoanalítico grupal con herramientas
de la lectura, escritura y creación literaria en la Unidad N°6 de Rosario
© Copyright by
EDITORIAL LIBRERÍA JURIS
de Luis Maesano
julio de 2023
ISBN 978-950-817-481-9
Peretti, Laura
Intervenciones de salud mental en cárceles : vidas y escrituras : prácticas de lo posible /
Laura Peretti. - 1a ed. - Rosario : Juris, 2023.
Libro digital, PDF
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Este libro está dedicado:
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Agradecimientos
A lxs equipos con los que comparto las prácticas en cárceles: Dispositivo
Interdisciplinario de Salud-DIS- y a los Equipos de Acompañamiento para la
Reintegración Social -EARS-
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ÍNDICE
Introducción ............................................................................................................... 7
Temporalidades ...................................................................................................... 25
A la deriva ............................................................................................................... 30
En el banquillo ......................................................................................................... 33
Etiqueta-miento ....................................................................................................... 41
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El sueño de Laura
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Quien se queda callado, quien se sume en el silencio, será hablado con libreto
ajeno institucional, por no haber aprendido a ejercer el habla con libreto propio. Con
la ficción propia.
Todos los pibes que están en el encierro tienen cosas para decir, traen una
impotencia en el habla que debe ser despertada a través de ejercicios del arte y
escritura. Salir del silencio y de las habladurías, es el primer paso, luego está la
cuestión confesional, pues el sistema que captura es también un gran confesionario
que exige la ratificación de los motivos que llevaron a alguien ese lugar.
Y esto es el mito religioso que aún subsiste en las instituciones de encierro:
sacarse el pecado, la posesión maldita que trabaja en las almas como culpa
impostada (como “pathos”). Por eso el sistema está repleto de confesores disfrazados
de profesionales dedicados normalizar y silenciar, reproducir la ficción del sistema
sobre cuerpos y almas.
Personas como Laura están en las antípodas de esos sacrificios, son la
apuesta de un mundo sin crueldad y con amor al otro. En el sueño de Laura el dolor
de esas trayectorias de miles de pibes que atraviesan el sistema carcelario a diario,
no es la confesión; sino la posibilidad de ser alojado en la humanidad de las palabras.
En esa hospitalidad que desterritorializa y abre el deseo de vivir otro mundo.
Y en esto, “Las bastardillas son nuestras” es el mejor ejemplo de que la
subjetividad y la escritura dentro del encierro se pueden juntar para crear algo
verdaderamente subversivo: ¿Pueden fabricarse poetas dentro de las cárceles?
Hay todo un mito en torno a esa pregunta. En el sueño de Laura no hay una
afirmación expresa, hay conjetura o posibilidades de demostración. Ella ha ayudado
a parir a varios poetas que comenzaron trazando sus cuartillas en la celda y ya tienen
libros publicados. Es decir, son escritores que se hicieron ficcionando su propia voz
(verso y re-verso) en el encierro y hoy pueden decir que son la muestra de esa
subversión.
La bastardilla es un estilo de tipografía en el que todos los caracteres están
inclinados. El término bastardilla se utiliza más en el ámbito de la tipografía para
resaltar el habla, y la idea de “nosotros”, como “nuestra” da cuenta de una apropiación
de la que el sistema no participa, sino que es excluido.
Por otro lado la palabra juega con el sentido de “bastardeo” que es un mecanismo de
la crueldad sobre el trato a los cuerpos y las palabras (bastardo es un hijo mal nacido).
Rechazar ese sentido, bastardear a quien bastardea, es también una forma de decir
“nosotros no lo hacemos”. Y esto podría ser un manifiesto para el sueño de Laura.
Por último, quisiera hacer notar sobre cada uno de los textos de este libro.
Experiencias reales, encuentros y desencuentros, notas y apuntes de entomóloga
sobre el sistema carcelario y sus violencias. Apreciaciones puntuales sobre los
lugares de la muerte y la vida en los circuitos de encierro. Infancias, disidencias, redes
de contención y alojamiento de la voz. Arte de la voz. Odio y amor en el sostén.
Voces y más voces que cincelan la cultura del descarte y –como contracara–
el sueño de un mundo mejor.
Como en Laura. Solo la palabra militada con amor nos salvará.
Julián Axat. Julio 2022.
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Introducción
Este texto está causado por lecturas y conversaciones que acompañan mis
prácticas diarias de trabajo en cárceles desde el discurso de la salud mental,
perteneciente al Ministerio de Salud de la Provincia de Santa Fe. Habitada por
intercambios que posibilitan, a veces, pensar, hacer, emocionarme, sentir
impresiones en la piel, en el cuerpo, y, sobre todo, como señalaba Foucault, sin dejar
de “percibir lo intolerable''.
Hablar de contextos carcelarios, en primer lugar, es ubicar los sufrimientos y
violencias en las vidas de quiénes lo habitan por ser parte de un entramado de
selección del sistema penal.
La insistencia en hacer -de todos modos- con los obstáculos, es una marca de
este texto, de una práctica, de su elaboración y la intencionalidad en abrir sentidos.
Organicé el libro en capítulos, cada uno de ellos lleva un título. A la hora de
elegir dichos títulos me guiaron las siguientes preguntas:
¿Qué hace un trabajador de salud mental en una cárcel? ¿Cómo abordar estos
binomios y sus contradicciones?
¿Qué lugar tiene la escritura, como trabajadorxs, cuando hablamos de otrxs?
¿y cuando se ofrece como intervención a que otrx escriba de sí mismx?
¿Es posible sostener una práctica con enfoque de derechos en un contexto
donde constantemente se vulneran?
¿Cómo ubicar las limitaciones, y diferenciarlas de la orden recurrente que hace
límite al encuentro de lo nuevo como creación instituyente?
¿Cuáles con lxs cuerpxs que atraviesan los distintos encierros carcelarios?
Los desafíos, aportes y distancias en el entrecruce de discursos, van
construyendo un posicionamiento. No se trata solamente de dar una opinión, sino de
construir un marco de prácticas sostenidas en la escucha a otrxs, a una trama
institucional, en sus lecturas y escrituras.
El texto que nace con estas páginas no contiene verdades, sino inquietudes. Y
me animo a decir que tiene una intención: la de transitar formas propias de destotalizar
la academia ortodoxa, y a los discursos disciplinadores que pretenden encerrar
colonizando pensamientos. Me convoca una apuesta de narrativa humanizada y
humanizante, de prácticas que no hablen por otrxs, (acto señalado por Foucault como
"indigno") sino desde la posibilidad de construir texto a partir de un contexto de
trabajo, de trayectos compartidos con personas en el armado de espacios que
producen escrituras. Algunos de esos encuentros han ido transformando mi forma de
concebir, creando en red, el campo de las prácticas de salud mental en el territorio
carcelario.
Decimos que lxs trabajadorxs en los territorios “ponemos el cuerpo". Pues bien:
la escritura también lo es, es una forma de dejarnos afectar el cuerpo. Con ella
podemos recuperar y resignificar experiencias, pero, sobre todo, la escritura es una
forma de hacer más vivible el mundo.
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Escribir y leer como intervención
La poesía como el oficio del sobreviviente.
(Claudia Masin, 2023)
Escribir como forma de pensar desprendida de los ideales del bien, sin juicio
ni expectativas, se desliza en respuesta a lo indigno, lo traumático e inhumano de
los sufrimientos carcelarios.
Escribir para hacer frente al horror, las oscuridades y actos crueles. Cuando
sucede, es todo un acontecimiento.
Escribir es permitir que unos hilos de luz se filtren por los intersticios,
mientras se resiste a las lógicas de normalización, control y urgencia institucional.
Escribir pone de manifiesto voces de otrxs con los que vamos conversando en
instituciones totales y no totales, adentro y afuera, en los cruces y bordes, siempre
desde el respeto a la otredad.
Escribir a las autoridades, defensores, fiscales, para decir de las potencias,
porque de carencias ya se encargan los cuerpos aplastados por la institución.
También para decir los riesgos, y nombrar sin etiquetas otras vidas.
Escribir como ofrecimiento, crea escribientes, “letra propia”, sostiene
lugares, convicciones y deseos.
La lectura como fuente de palabras que enciende el arte de narrar, con las
conexiones que teje la literatura, arman una trama de nuevas ficciones. La lectura
de escritos propios escuchados por lxs narrantes, genera un efecto de sorpresa, de
ajenidad del yo, de potencia hacia lo nuevo que promueve la creación. La marca
de lo singular como un derecho. El derecho a lo singular. Justicia poética, dirían
algunos defensores de lxs humanxs que dialogan por sus derechos. El efecto
sorpresa de la escritura es tan freudiano como el sueño, como los actos fallidos, el
olvido, tan amplio como la creación artística que sublima y entrama otros destinos
pulsionales.
Cada historia o novela, es singular, hay escenarios sociales particulares
donde se ubican tramas específicas y letras que zurcen heridas atravesadas o
producidas por las paredes de la misma institución-total.
La historia de la literatura muestra que en la cárcel se escribe y se traman
grandes relatos. Hay un tiempo que sobra, y hay un tiempo que falta. Existe un
ímpetu, y también una necesidad, la de “matar el tiempo'' (voy a abordar este tema
en un capítulo). Hay un saber-hacer de lxs narrantes en el tiempo que matan, y que
produce efectos cuando asumen una letra propia. No se trata de un acto voluntario,
tampoco es posible tomarlo sin un ofrecimiento. Que pase o no, depende de
muchas instancias, en particular de la apuesta a repensarnos lxs trabajadorxs de
la salud mental. En este sentido, hay algo específico en la misma definición de
salud mental, que nos orienta y proporciona marco.
La inter-relación forma y construye modos de estar, a los que les
corresponde mayor grado de malestar o bienestar. La Ley de Salud Mental 26.657
“reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes
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históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya
preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada
a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona” (Art.3, 2010)
Entonces, posicionarnos e intervenir desde un enfoque de derechos hacia el
cumplimiento, restitución y garantía de los mismos es una tarea que interpela
nuestras prácticas para invitarnos a narrar y crear otras formas posibles, otros
mundos.
"Ampliar la red", dijo Morena García en la primera conversación que tuvimos
a partir del trabajo con población travesti trans en contexto carcelario. Nos abrió a
pensar que al igual que en la pesca, la red necesita contar cada vez con mayor
extensión, entramado y solidez, nutrida por quiénes la habitamos.
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El derecho a decir
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En cuanto al derecho al decir, Althusser escribe en El porvenir es largo: “ni vivo
ni muerto, no sepultado, pero aún sin obra, esa magnífica expresión de Foucault para
designar la locura: desaparecido”. (Althusser, 2002)
La literatura llega a lugares inabordables, muchas veces puede decir aquello
que desde la teoría no se puede decir. Entonces las citas literarias se vuelven
centrales tanto en mi escritura, como en mis clases, como en la vida.
Retomo un cuento de Piglia, El joyero, uno de los que más me gusta. Hay un pasaje
donde el narrador cuenta:
El relato de ficción podría ser una causa penal, y la causa penal puede superar
a la ficción.
Al inicio, en la primera parte del cuento empieza, “era un pobre conscripto, pero
lo trataron como un asesino y lo convirtieron en un paria. El juez miró el expediente y
resolvió el juicio en diez minutos” (Piglia, 2001)
Esta resolución sin “voz propia” es una marca que atraviesa al poder punitivo.
No hay lectura de la singularidad, de la historia, de las contingencias, no hay margen
para posibilidades alternativas. El peso de la balanza recae sobre aquellas personas
que no pueden hablar, va cayendo lentamente y endurecidamente en cada hora, en
cada día, en cada mes, en cada año de encierro.
Hacer existir espacios para decir, donde se pueda poner en juego lo singular,
crea otra escena. Algo de este lugar, función, y creación nos incumbe, nos
compromete en nuestro trabajo de proteger la salud mental como un derecho. Con
todas las variables y dificultades que esto puede tener cuando es el poder punitivo, el
que ordena, otra vez, y a la inversa que, al ingreso, ahora pidiendo “que hable” “que
se arrepienta”, en un espacio terapéutico como condición para la libertad.
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Recordar, reincidir, restaurar
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vuelve a transitar las cárceles. Resulta empobrecedor el planteo de “puerta giratoria”,
como muchas veces se nombra a la cárcel, reduciendo el actuar a lo individual,
producto de la repetición. Esto ha sido tema de discusión en intercambios con algunxs
colegas psicoanalistas (ortodoxs o sin contexto) donde la mirada a la "compulsión a
la repetición" era la única versión.
Para que existan otras respuestas, destinos, es necesario ofrecer otras
puertas. Y en ese sentido, la cárcel (sistema penal en general) muy pocas veces lo
ofrece. Diferentes trabajadores desde organizaciones sociales, universitarias, de
Derechos Humanos, profesionales de salud; acompañamos en otras trayectorias, ya
que, el sistema favorece a la repetición.
Cuando la invitación a la palabra ronda por las crueldades del sistema
penatenciario (cómo lo nombré en otro trabajo), en algunas oportunidades, se acentúa
la desnaturalización de la cárcel como lugar. Es importante que se pueda hablar de
esto, también de que haya otrxs con quién contar adentro y afuera. Cuando alguien
puede reconocerse, siendo antes necesariamente reconocido por otrx, y esta es parte
de la apuesta al trabajo con la singularidad que acompaña el psicoanálisis, entonces
lo restaurativo -reparatorio- puede advenir.
Si alguien puede encontrar otras formas de autopercibirse, y ser nombradx en
actividades que trascienden la “etiqueta” con la que ingresó, cuando esa otra
posibilidad de ser nombrado circula, se habilita lugar al surgimiento de otras marcas.
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Cuerpos grises
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Goffman, es la barrera que se marca entre el interno y el mundo exterior: se lo despoja
del rol de la vida civil. Se habla de “muerte civil”, ya que no se puede manejar dinero,
ni votar.
El cuerpo es lo único con lo que se cuenta, es territorio y destinatario de
reclamos, tristezas, injusticias, soledades. Las faltas que corresponden a la
institución, o al sistema penitenciario se responden, muchas veces con lxs cuerpxs.
Cortes, lesiones, mutilaciones, ingesta de objetos. Y como respuesta, una nueva
sanción. Si una persona privada de la libertad ambulatoria se autolesiona, pone en
juego su conducta y concepto 1, como lo marca desde el año 1996, la Ley 24.660 de
Ejecución de la pena privativa de la libertad. Una ley centrada en la autodisciplina,
con fin correccional y de reinserción social, ubicando “el apoyo de la sociedad, como
parte de la rehabilitación mediante el control directo e indirecto” (24660, 1996).
"Con la escritura el cuerpo se siente beneficiado", dijo un usuario que participa
de un espacio de escritura que acompañamos en una unidad penitenciaria, al que
haré mención en un capítulo nombrado Las Bastardillas son nuestras.
El cuerpo se expresa escribiendo, la escritura se vuelve un deporte que incluye lo
intelectual. Pensar es una actividad no contemplada ni fomentada por el sistema
penal. Pero no sólo pensar, o al menos no racionalmente, dejarse pensar, sentir,
hablar, imaginar, soñar.
En la grupalidad hay risas que drenan tensiones, preguntas, reclamos dirigidos
con palabras. La escritura y la grupalidad causan formas de producción de otras
tonalidades, otros colores posibles.
Traigo en este sentido, la tapa de la antología publicada por Las Bastardillas
en octubre de 2021. Se trata de la creación de uno de los usuarios (un pintor, poeta y
músico que fue parte del taller durante cuatro años) una pintura de una persona con
los brazos abiertos, de colores por dentro entre rojo y tonos de amarillos, recibiendo
otros tonos violetas y celestes del universo, con un poema de despedida, en plena
libertad.
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ARTICULO 101. — El interno será calificado, asimismo, de acuerdo al concepto que merezca. Se
entenderá por concepto la ponderación de su evolución personal de la que sea deducible su mayor o
menor posibilidad de adecuada reinserción social.
ARTICULO 102. — La calificación de conducta y concepto será efectuada trimestralmente,
notificada al interno en la forma en que reglamentariamente se disponga y formulada de
conformidad con la siguiente escala: a) Ejemplar; b) Muy buena;c) Buena; d) Regular; e) Mala;f)
Pésima.
ARTICULO 103. — La calificación de conducta tendrá valor y efectos para determinar la
frecuencia de las visitas, la participación en actividades recreativas y otras que los reglamentos
establezcan.
ARTICULO 104. — La calificación de concepto servirá de base para la aplicación de la
progresividad del régimen, el otorgamiento de salidas transitorias, semilibertad, libertad
condicional, libertad asistida, conmutación de pena e indulto. (Ley de Ejecución de la Pena
privativa de la libertad N°24.660/1996)
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… “gracias compañeros por haber abierto el corazón
por compartir alegrías y dolor
quiero decirles que me llevo lo mejor de ustedes
por bancarme en mis locuras de poeta y cantor
los espero del otro lado del ventanal
que tenemos que cruzar para contemplar la vida
la perfección del universo
aprovechen la oportunidad cuando les toque pasar
háganlo convencidos
de que realmente se lo merecen
y el universo en su perfección abrirá las puertas
les dará la llave pero antes tienen que ser libres en su interior
de sus odios sus miedos
para poder salir de verdad
los saludo y les dejo este escrito y este dibujo
soy yo y el universo
sos vos en el universo
son las bastardillas
son todos y cada uno en plena libertad”
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Experiencia de los DIS -Dispositivo interdisciplinario de salud- Rosario
provincia de Santa Fe
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… “el cierre del denominado “corralito de Coronda”, que era un pabellón psiquiátrico
situado en el interior de la mayor institución carcelaria de la provincia, la cárcel de
Coronda, que había sido creado en 1985 con el objeto de internar allí principalmente
personas declaradas inimputables a las que se repudiaba con un grado de
peligrosidad tal que ameritaba su encierro en ese lugar de “máxima seguridad” [...] el
cierre se produjo en el mes de octubre de 2008. [...] desde ese momento los
tratamientos de salud mental a personas declaradas inimputables se comenzaron a
efectuar en las diversas instituciones de salud mental existentes en la provincia”
(Martínez, 2015, pp.175)
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El 2009 fue el año donde se creó un Convenio Interministerial entre tres
Ministerios: de Salud, de Seguridad y Justicia y DDHH. A partir de dicho acuerdo se
produce el nombramiento del Dispositivo Interdisciplinario de Salud- DIS- En este
sentido, historizar es una forma de visibilizar -nos remontamos trece años atrás-
acontecimientos puntuales para el avance en la formalización de los dispositivos de
salud en cárceles.
En el inicio existió una política pública que posibilitó la creación de dichos
equipos, una materialización pionera en relación a otras provincias donde no existen
trabajadores pertenecientes al Ministerio de Salud en cárceles. El propósito fue y
sigue siendo más allá de los debilitamientos, de los avances y retrocesos: por un lado,
garantizar el derecho a la salud de la población privada de libertad ambulatoria, y por
el otro, ofrecer la posibilidad de realizar un trabajo clínico con quién lo “consienta”, es
decir por fuera de la obligatoriedad que pueden pretender imponerse desde
intervenciones que no resguarden el consentimiento de posibles usuarixs.
Actualmente los dispositivos se sostienen en la necesidad de ser repensados,
de reinventarse en sus dinámicas de intervención, dado que la población penal crece
y lxs trabajadorxs no. Pero en mi criterio, no se trataría de que haya sobrepoblación
de trabajadores, sino de crear otras formas y destinos o resolución de conflictos, otras
apuestas y prácticas alternativas al punitivismo, es decir a la pena privativa de la
libertad.
Un dispositivo, siguiendo a Foucault, “tiene como componentes líneas de
visibilidad, de enunciación, líneas de fuerzas, líneas de subjetivización, líneas de
ruptura, de fisura, de fractura que se entrecruzan y se mezclan mientras unas suscitan
otras a través de variaciones o hasta mutaciones de disposición. existe por la
articulación con otros discursos”. (Foucault, 1984) Se constituye con las tramas, los
diferentes actores y actrices institucionales, como los devenires comunitarios y las
articulaciones que vamos construyendo más allá de la institución. El nombre propio
del DIS, resume una larga historia de nombres propios. La versión actual, es
paradójica, porque lo incluye en su nombre, pero no en los hechos, no incorpora lo
interdisciplinario. En este sentido asegurar una concepción integral de salud necesita
de un afuera respecto del propio discurso, y asimismo de un exterior respecto del
equipo. Por otra parte, en cada jornada laboral, cada nombre propio de cada
trabajador se registra en la institución sin incluir el registro el día anterior. El nombre
y el DNI son registros constantes que no cesan de no inscribirse. Me refiero tanto a
lxs trabajadorxs, como a los usuarixs que circulan fuera de los pabellones y tienen
que estar registradxs en listados diarios. En algunas oportunidades, al ingreso
escucho que no se sabe bien de qué se trata el lugar del DIS, me preguntan o
directamente anotan “DIX-DIC-DI ¿Qué?” El DIS no cesa de no inscribirse.
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Las bastardillas son nuestras
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Ubico otra marca de Las Bastardillas, son muchas nuestras historias en tantos
años, en tantas vidas y momentos compartidos. Traigo una que en mi sentir es
inolvidable. El espíritu del dispositivo es hacer hablar, es poner a la palabra en ronda
de forma oral y/o escrita. En ese intercambio invitamos a diferentes personas que no
están en la unidad, personas que ingresen trayendo algo para compartir y se lleven
la vivencia de lo que pasa con quiénes también producen, en un sentido creativo,
estético y poético, en el encierro. Dinámica que con la pandemia se vio interrumpida,
todas las vidas fueron endurecidas con privaciones mayores. El sueño de muchxs
directivos de cárceles es que nadie circule, como si la emergencia sanitaria hubiera
sido el recorte perfecto.
Volviendo al tema de lxs invitadxs al espacio de escritura, en esa apuesta de
bordear el adentro y afuera, de plantear los bordes como punto de intervención, los
cruces como posición; nos propusimos hacer cartas. Tomamos una experiencia de
Julián Axat, de cartas escritas a jueces/juezas por jóvenes detenidos en institutos, y
seguimos la pista de esa referencia. Las dos juezas con las que tuvimos
correspondencias, fueron invitadas, y a las pocas semanas se sumaron a nuestra
ronda. No es un tema menor -en mi opinión- que las juezas hayan sido mujeres, al
menos es un interrogante que puedo hacer a posteriori. Nos queda la intriga: ¿qué
hubiera pasado si la carta le hubiera estado dirigida a un juez?
Las cartas eran colectivas, escritas con la letra de uno de los escritores. Lo que
se ponía en claro era que había algo más para mostrar y decir que expedientes,
causas, informes de conducta y concepto. Se invitaba a compartir, a vivenciar y
conocer otros registros de sus vidas.
Así fue como invitamos a una jueza del juzgado de menores 4 de Rosario
(llamado así, aunque remita a la vieja ley de Agote, de patronato de menores. Desde
un enfoque de Derechos no se trata de menores sino de adolescentes) Se trata de la
jueza Dolores Aguirre Guarrochena. Una persona abierta a un encuentro además de
humano, artístico, a mostrarse en paridad, capaz de escuchar y ser parte del
intercambio.
La invitada trajo pinturas de acuarelas hechas por ella, los escritores tomaron
cada uno una pintura y escribieron sobre esas imágenes. La ronda creció en relatos,
en sorpresas, en risas, en abrazos. Dos de los presentes, habían sido condenados
por nuestra invitada. Nos sorprendió el acto de agradecimiento de uno de ellos. Ese
acercamiento (pre pandemia) trajo un abrazo como respuesta. La posición de alguien
que ocupa un lugar en la justicia, que nos compartió las dificultades que también
atañen a su función. La apertura fue un inicio, continuaron los intercambios de cartas
con uno de los escritores; y la jueza fue nuevamente invitada cuando presentamos la
antología Las Bastardillas son nuestras, en octubre del 2021 en el teatro Lavardén.
Ella estuvo en la mesa de presentadorxs junto a dos escritores (uno de ellos era a
quién había abrazado), lxs psicólogxs que formamos parte del dispositivo y la
Directora de Salud Mental provincial. Hay un registro de una foto donde la mirada de
ellxs dice más que mil palabras, donde la justicia restaurativa se podría ubicar en un
gesto como ese.
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A su vez, Dolores continuó intercambios con uno de los escritores, quién le
escribió a posteriori del encuentro, sobre el despertar de su pintura. Era una imagen
de dos caballos la que lo motivó a iniciar una correspondencia, con idas y vueltas, con
mi función de cartera como nexo de aquellas palabras y sentires.
La otra jueza invitada, llegó un día viernes a las diez de la mañana, sin que
estuviéramos avisadxs de la visita. Habíamos dejado abierta la posibilidad de que
cualquier viernes pudiera llegar. Su presencia sin previo aviso trajo rispideces
institucionales. Para nosotrxs, la alegría de haber sido escuchadxs por aquella jueza
de ejecución de adultos, era inconmensurable. Había algunos a quiénes había
condenado y otros con quienes tenía resoluciones, aún pendientes, por tomar.
Compartió el encuentro con sencillez y humildad, con atención a las historias
contadas, con la posibilidad de contar algo de su historia propia, de los cuentos que
les contaba a sus hijxs. Nos sacamos al final una foto como registro de aquel día,
todxs abrazados, con la asistente que la acompañó. Aquella fue una marca que
incluyó a una funcionaria del poder judicial como parte del “nuestras” que forma a Las
Bastardillas. Nos parece un acto de los más restaurativos que pueden existir, digno
de ser contado.
También existen semanas en las que no llegan lxs usuarios, o no contamos
con el espacio físico y cambiamos de lugares. Esto sucede las más de las veces. Aún
así, seguimos.
En el interjuego con el afuera, se realizaron las salidas a festivales de Salud
Mental, participación en ciclos literarios, la presentación de libro propio de uno de los
escritores, donde no se otorgó la salida. En otra oportunidad sí la obtuvimos con
custodia. Éstos han sido acontecimientos de perforación a los muros desde el arte.
Existen, por suerte, muchxs compañerxs que apuestan a las prácticas culturales
entendidas como Derecho, de los que aprendo y de quiénes tomé afiliaciones, desde
mis inicios como trabajadora de salud mental en cárceles. Son dispositivos de la
provincia de Santa Fe, con trascendencia a registros en el afuera, en la comunidad.
En este sentido quiero mencionar a los siguientes colectivos: Foto Crazy, La bemba
del sur, Mujeres tras las rejas, Canción urgente, espacios donde se teje el
fortalecimiento y la participación colectiva, a la salida y al (r)egreso siendo parte de
tejidos comunitarios.
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Verso y reverso
Es necesario un discurso jurídico que supere las ideologías "re" en un sentido más
compatible con los Derechos Humanos, porque lo requiere la propia operatividad del
segmento penitenciario, que queda huérfano de discurso. [...] que el nuevo discurso
sirva para orientar al segmento penitenciario como pauta realizable. [...] se pueden
entender como imponiendo un trato humano, lo menos deteriorante posible y que
ofrezca la posibilidad de reducir los niveles de vulnerabilidad. (Zaffaroni, 1995)
Por otro lado, retomando el planteo del verso, otra versión es la literaria.
También es un modo de decir que implica la creación. En Las Bastardillas son
nuestras, la invitación consiste en hablar -me refiero al hablar pensado desde el marco
psicoanalítico- con el equívoco, los sueños, y las ficciones. Versear como un modo
de bastardear, en este sentido, es el reverso de ser bastardeado. Es el corrimiento de
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la literalidad a lo literario, a la creación de un verso propio como posibilidad de
respuesta. A su vez, consideramos que el DIS como espacio colectivo de taller -con
los diferentes momentos, trabajadores y contextos- produce un reverso “a la
normalización” que la institución y el orden punitivo pretenden imponer a los internos
y a lxs trabajadorxs. No importa cómo se dice, sino que se diga, no hay un modo sino
estilos que se van construyendo con cada autor, con cada nombre propio.
Escribir, dice Freud, es un modo de permitir la expresión de la vida anímica.
Con el decir hay sustitución, hay respuesta y creación. Escribir es salir del juego
alienante individuo-masa, es entrar en el fuero más íntimo, del que no habla el
Derecho. Desde el psicoanálisis podemos hablar de “extimidad del inconsciente”, en
ese lugar de extimo se ubica el analista. Interjuego de intimidad-extimidad, propia del
campo de la transferencia. Nos convoca y afecta la posición de estar psicoanalista en
la institución, con la numerosidad social como propone Ulloa. Con la ternura como
política, y que también nombra el Che, cuando dice "hay que endurecerse sin perder
la ternura jamás".
El verso literario tiene diferentes devenires, se vuelve texto compartido, voz
coral, música. En las jornadas de Las Bastardillas, algunos escritores participaban
trayendo instrumentos musicales, contagiándonos del arte de combinar los sonidos.
Del pedido de ellos, nació otro dispositivo creativo. En principio funcionaron los dos
juntos. Ahora son independientes, se trata de un taller de composición musical que
abarcó dos instancias. En primer lugar, la invitación a músicxs de la ciudad de Rosario
para participar de un festejo de fin de año, y luego, la coordinación y armado de una
escena artística vinculada a un programa del Ministerio de Desarrollo Social, llamado
Santa Fe Más. Los propios es el nombre de la primera camada de músicos, la primer
banda reunida. Muchos de ellos siguieron en el afuera, en encuentros semanales de
ensayos, con más de catorce presentaciones, entre ellas en el teatro Lavardén, en
ocasión de la presentación de Las Bastardillas son nuestras. Los propios están
próximos a sacar su primer disco, son una apuesta musical que trasciende las
fronteras del adentro-afuera, sigue como lo llamamos, en el “pop-penitenciario”
(parafraseando la idea de pos penitenciario).
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Temporalidades
La dinámica de la cárcel tiene una relación con el tiempo muy particular. Por
un lado, se escucha por parte de quienes están privadxs de la libertad ambulatoria, la
insistencia en que el tiempo parece estar detenido como ellxs. Un tiempo que no pasa,
pasa lento o está “pasado” para acceder a derechos que corresponden en diferentes
fases o etapas de la condena, y a derechos humanos en general. También se escucha
en los trabajadorxs que el tiempo no pasa, las largas horas de las jornadas hacen que
sus caras estén tan fatigadas y lxs cuerpxs cansadxs como lxs de privadxs de libertad.
El tiempo parece estar pausado como aquella imagen de quien marca los días
en un almanaque, hacia el horizonte de la fecha esperada –cuando la misma se sabe-
y aun cuando llega, muchas veces la espera continua. El día tiene las horas marcadas
por los recuentos diarios, la comida y actividades de cada pabellón, por ejemplo, una
hora semanal de deporte. Esto es más acentuado en los pabellones religiosos donde
cada culto, oración o alabanza está determinado por rituales en diferentes horas del
día. En definitiva, hábitos de una institución total que administra y distribuye la misma
temporalidad para todxs.
Un escritor, usuario de Las Bastardillas, escribió un texto titulado: “Odio los
días martes”. En su escrito contaba que los martes era el día de ingreso de un pastor
al pabellón, por tanto, todos rondaban alrededor de su visita, quedando “tomados” por
las actividades pautadas. Que el espacio de escritura haya sido una posibilidad de
decir lo que no puede decir en el pabellón, fue una salida que encontró para expresar
el peso que los martes tenían para él.
Otras veces, el tiempo tiene una cara vertiginosa, vinculada a lo inesperado,
podríamos decir, en algunas oportunidades, con acontecimientos traumáticos. Sobre
este tiempo siempre se llega tarde. Es el tiempo de lo unheimlich freudiano, “concepto
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próximo a lo espantable, angustiante, espeluznante” (Freud, 2003). Concepto que
remite a la presencia del horror. “Lo siniestro sería aquella suerte de espanto que
afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás” (Freud, 2003). Lo
cotidiano se vuelve ajeno, lo impensado ocurre y la incertidumbre domina la escena
subjetiva.
Los modos de existencia propios de este tiempo en la cárcel son cotidianos,
aunque se vivencien de maneras diferentes. Por ejemplo, traslados de internos a otras
unidades sin que lo pidan; diferentes violencias físicas, psíquicas; sustracción de
pertenencias; y decisiones de poder arbitrarias que crean nuevas reglas de
sometimientos, restricciones, hacia dentro o hacia afuera con ellxs, y sus familias, las
visitas.
Freud cita que otra de las traducciones de lo siniestro, es el secreto. “Secreto,
oculto, de modo que otros no puedan advertirlo, querer disimular algo (…) donde la
discusión pública cesa” (Freud, 2003). Desde Ulloa podemos decir que la crueldad,
es el desamparo mayor al que quedan expuestas las personas en situación de
víctimas, el eje del dispositivo cruel es la mentira. (Ulloa, 1998) La perpetuidad del
silencio, como forma desubjetivante, es opuesta al derecho a decir.
Otro tiempo que ubicamos, es el de quién habla y es escuchado desde un trato
humanizante. El tiempo de la clínica. Un tiempo donde aparecen registros de tercero
de apelación en juego y articulación con la ternura como herramienta y política de
intervención. Dice Ulloa:
Los suministros de la ternura son tres: el abrigo, para los rigores de la intemperie; el
alimento, para los del hambre; y el buen trato, el trato según arte […] basamento del sujeto
comunicacional […] Si digo algunas palabras sobre la ternura es para contrastar el entorno
necesario para la constitución ética del sujeto con el entorno de la crueldad. (Ulloa, 1998)
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En este sentido retomo el concepto de pothlach. El potlatch constituye, según
Mauss, la clase más pura del fenómeno social total de intercambio. Se trata de un
vocablo que en la lengua chinook –tribu de América del Norte– quiere decir “alimentar
o consumir” –alimentar no a sí mismo, sino alimentar a otro. En esa tribu y en las
vecinas –como la tribu Aida– tiene también por extensión la significación de “matar la
riqueza”, asesinar ritualmente la riqueza. “Implica la serie de dones que alguien –en
representación de su clan, tribu o familia- ofrece a otro grupo, en señal del interés por
el afianzamiento de ese lazo social” (Cihello 2019).
En cuanto a la temporalidad de la clínica que mencioné anteriormente, quiero
señalar que la clínica psicoanalítica ubica otra escena, temporal y espacial, la escena
de lo inconsciente. Se trata de una temporalidad que no es ni lineal ni en serie. Escapa
a todo tratamiento posible de períodos judiciales y también a las expectativas que
puedan tenerse respecto al contenido que se diga. No se trata aquí de una confesión,
que alguien hable no implica que hable de su causa jurídica.
El sueño como vía regia, nos acerca a la verdad, que siempre es singular. Nos
acerca a las tramas compartidas, comunes, nos hace red narrante, como la escritura.
Como soñantes estamos todos adentro y afuera a la vez, la tópica onírica rompe la
materialidad de los muros. Hay una viñeta de Quino que describe esta imagen: un
soñante detenido, deja por fuera mientras sueña a los celadores y al hormigón que
porta la institución.
Los relatos de sueños que me tocó escuchar, escenificaban muchas veces, de
diferentes maneras, la escena de la libertad; el espacio al aire libre, el encuentro con
seres queridos. Por ejemplo, el sueño de un paciente que estaba bailando cumbia
con su madre recientemente fallecida. Por otro lado, también hay narrativas que
ponen en escena la intromisión de armas, tonos y escenas belicosas, donde el control
lo invade todo, hasta absorber el territorio más íntimo, más propio del soñante.
Lila Feldman en su libro Sueño, medida de todas las cosas, propone un trabajo
en detalle, dándole valor sobre el análisis de los sueños desde el psicoanálisis y más
allá, en general, desde la dimensión cultural. Los sueños nos unen en tanto “hacen
del abismo medida humana. ¿Será porque tienen estructura poética?”, se pregunta la
autora. En el capítulo Sueño e intimidad, me encontré con el siguiente planteo:
“el sueño como camino alternativo a la descarga pulsional. Tiene una función
defensiva y simultáneamente creadora. En tanto defensa, es dique. En tanto
crea, traspasa el dique, gambetea, salta sobre él. Entre tantas otras funciones
y alcances, el sueño tiene también el poder de crear y delimitar intimidad”
(Feldman, 2017, pp. 73).
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vuelve difícil, a veces imposible. En este sentido, no como resolutivo, pero sí como
aliviador, el sueño instala la dimensión de lo íntimo, otra espacialidad en donde por
más confusa que sea o dramática, es propia y de nadie más.
Hay un tiempo disruptivo, que rompe y construye la posibilidad de escribir una
historia, y sólo a partir de ahí se hace posible la creación de trazos hacia el presente
y el porvenir. Entonces, este tiempo de la clínica no es exclusivo de lo individual, es
allí donde aparece la trama vincular y donde se puede salir del uno que promueve la
unidad.
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Viñeta clínica
29
A la deriva
Estoy muy solo y triste
acá en este mundo abandonado
tengo una idea, es la de irme
al lugar que yo más quiera
(Lito Nebbia, 1967)
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se puede nombrar la historia, las potencias, o cuando sólo prima el diagnóstico o el
delito, que es más o menos lo mismo, dicho por discursos hegemónicos.
Las derivaciones a veces quedan a la deriva, y esa es una gran dificultad
cuando lxs usuarixs no llegan al consultorio, y/o al dispositivo grupal. Lo particular, y
yo diría complejo, es que la llegada no depende de ellxs, sino del personal
penitenciario, no sólo de la voluntad del personal en sí, sino de que exista personal.
Es decir, que haya trabajadores asignados a tal destino. Así, las discontinuidades son
frecuentes, hay usuarixs que vemos y dejamos de ver, o no llegamos a ver. Nos
encontramos nosotrxs, también como trabajadorxs, a la deriva en muchos momentos.
Las resistencias colectivas nos hacen más fuertes para mejorar condiciones y para ir
hacia puertos, sin morir en el intento. Más esperanzadxs, a veces, otras menos,
seguimos y sostenemos el pedido de "disponible", que en sí mismo es un pedido
amplio. La condición decisiva es que haya personal para acompañar a lxs usuarixs
del pabellón a los espacios de salud mental, y que no queden en la espera, a la deriva,
con aumento del dolor psíquico.
Encontramos que las derivaciones pueden ser de múltiples equipos,
generalmente del EARS (Equipo de acompañamiento para la reintegración social,
perteneciente al servicio penitenciario) también pueden surgir pedidos espontáneos o
por sugerencias de otrxs usuarixs que vienen al DIS. Es más complejo cuando, por
ejemplo, como condición para las salidas transitorias un/a juez/a pide que el interno/a
haga un "tratamiento" en el DIS, lo mismo sucede cuando son pedidos de defensores
y fiscales. En estas situaciones, nos encontramos con una encrucijada, en mi opinión,
con un punto de vulneración de derechos, ya que no es tenido en cuenta el
consentimiento del paciente, tal como lo proponen los marcos éticos referidos a
terapias o tratamientos de salud. Como expresa la ley de paciente N° 26742, cuando
propone: “Autonomía de la voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar
determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de
causa, como así también a revocar posteriormente su manifestación de la voluntad”
(26742, 2012).
Si bien como trabajadorxs de la salud, nos corresponde hacer la presentación
y el pedido de consentimiento, estar precedido de un acuerdo ante un/a juez/a no le
deja al usuarix posibilidad de desacuerdo. En este sentido, no poder decidir, va a
contrapelo de los Derechos personalísimos, de las instancias que nos igualan a todas
las personas en la toma de decisiones. Además, en algunas oportunidades, no dar
consentimiento al espacio ofrecido de salud mental, fue tomado como un punto
desfavorable a las trayectorias institucionales de lxs usuarixs.
Una derivación entonces, dista de una obligación o un imperativo. Siempre que sea
posible establecer marcos y acuerdos de trabajo, dicha instancia será sostenida y
amparada por la confianza y el secreto profesional. Escena que se desvanece en una
citación judicial a declarar, por ejemplo, en una audiencia oral. Una vez en una
supervisión, al inicio de mi práctica clínica en contexto carcelario, una analista me dijo:
“como terapeuta no podés ser testigo, son escenas distintas”. Palabras que me
quedaron marcadas, me siguen acompañando. Se trata de un no poder, un límite que
habilita la escena íntima de la transferencia en contraposición a la escena de un juicio
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oral, donde se trata de hablar públicamente frente a preguntas tramposas e
incómodas para lxs usuarixs y para quienes estamos acompañando desde la escucha
de su historia. La escena íntima da lugar al no todo, a la vergüenza, a la elección de
cuándo se puede decir y cómo. La escena íntima da lugar al derecho al pudor.
Retomando sobre las derivaciones, cuando nos llegan pedidos a lxs
trabajadorxs para incorporar nuevxs usuarixs y en algunas oportunidades, llegan
pedidos de informes sobre la asistencia al dispositivo, me parece importante aclarar
que acuerdo con generar formas de poder decir, en cada situación con cada persona
particular. Eso nos permite no estar a la deriva diciendo todo o nada, navegando ante
terremotos con un sólo remo. Nos implica advertidxs, munidxs con la brújula del
navegante que sostiene el deseo por una práctica y un discurso.
Dolores, una de las juezas citadas al taller de escritura, dijo en un encuentro:
“queremos que la responsabilidad penal se transforme en responsabilidad subjetiva”.
Algo muy distinto, imposible de igualar y mucho menos de cuantificar.
Otro punto que seguiré trazando más adelante, es el que hace referencia al afuera de
la cárcel, donde la cuestión de la frase “a la deriva” otra vez se hace presente,
tomando nuevos sentidos y destinos.
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En el banquillo
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“Descubrir o manifestar [algo] lo que estaba oculto”. Como en las fotos, revelar lo que
no se veía. Llevar luz, en un sentido iluminista de la cuestión.
De nuestro discurso, se espera que hagamos una copia fiel de aquello que dijo unx
usuarix a quien escuchamos. Y por ese camino, acatando la demanda que se nos
dirige, la encrucijada se transforma en encerrona.
En los marcos éticos, está la salida. Ahora bien, dicha salida se crea cada vez.
Del secreto profesional, en una escena judicial, somos relevadxs por el/la juez/a, y
por unx usuarix. No obstante, el criterio para poder recortar, decir, maniobrar es de
cada profesional. Nos encontramos, muchas veces, con formas de conducción de
interrogatorios que piden que se revele, que se diga todo, toda la verdad y nada más
que la verdad.
La escena que recuerdo, no es tanto por lo que dije, sino por lo que no dije. De
muchas preguntas me habilité a responder que no sabía, a decir que no podía dar
cuenta porque pertenecía a otra área, por ejemplo, la psiquiatría; o que no tenía que
ver con el tema que se me convocaba. Decidí sostener la mirada frente a quien estaba
en el banquillo para la justicia -también yo me sentía en interrogatorio- enlazándome
a la mirada de la persona con la que habíamos trabajado durante seis meses. Luego
de dos años sin verlx, me convocaron al juicio oral, sin conocer nada de su situación
actual.
Cuando ingresé a la sala, el clima era frío y denso, mucho más intenso que el
invierno de afuera. Al momento de sentarme en la silla destinada para “declarar”,
recibí la voz que precedía el tribunal, diciendo: “hable fuerte y claro, pegada al
micrófono. Usted va a ser grabada, sino se va a escuchar mal al momento de la
desgrabación”. Así fue el comienzo. Tenía enfrente al tribunal de jueces/zas, unx de
ellxs hablaba de las indicaciones del micrófono; a la derecha estaba la fiscalía, y al
otro lado, la defensa, cada unx con sus secretarixs. Al lado de la defensa, estaba
sentadx quien había sido mi paciente.
Fue sorprendente mirarnos. Para ambxs estaba el paso del tiempo en los
rostros, años de pandemia mediante, y dos años más de institucionalización en su
caso. No nos estaba permitido el diálogo, cuando lx vi quería saludarlx, saber cómo
estaba.
Nada de eso pasó.
En ese momento, me sentí convocada a armar una escena que lx incluya, no
sólo con las palabras. Entonces, hubo cercanía y sostén de otra escena que nos
humanizaba. Durante todo el tiempo que me hicieron preguntas fui respondiendo con
la mirada dirigida a ellx, de quién estaba hablando. En algún punto, encontré nítida la
intimidad y la confianza de haberme entregado su historia, es decir, del trabajo
compartido. También se podía leer en el brillo de sus ojos, el pedido de
acompañamiento ante el paisaje adverso y agresivo en el que nos encontrábamos.
Las miradas del tribunal, como la de los diferentes operadores judiciales, no lx
incluían, tampoco a mí. Las miradas eran de expulsión y, junto al tono de voz, se
marcaba el imperativo a decir la verdad, una obligación a hablar con nada más que la
verdad, bajo el peso del miedo.
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Realicé, antes de tomar la palabra, el juramento entregado en papel,
recordando los apercibimientos. También la presentación, implicaba decir los títulos,
trayectorias académicas, antigüedad y lugar de trabajo, instancias que acrediten mi
formación profesional y que me habiliten a tomar la palabra en aquella escena.
Formas verticalistas de poder que hacen perder de vista u olvidar fácilmente, lo
importante que es para lxs humanxs, mirarnos a los ojos.
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¿Hay un después de la cárcel?
Esta pregunta nos lleva a ubicar a tantas vidas que siguen siendo condenadas
aún con la libertad condicional, asistida o habiendo "terminado de pagar". En contra
de la idea de que hay respuestas universales, sabemos de jóvenes que arman otros
destinos, otra percepción de sí mismos, otra relación con los vínculos y las potencias.
Están quienes pueden volver a la cárcel como talleristas, seguir formando instancias
colectivas y laborales en el afuera. De algunxs tenemos noticias, sabemos que hay
apuestas vitales.
De muchxs no sabemos más nada.
Si hablamos de quienes reinciden, no nos estamos refiriendo a niveles de
determinación propios de la repetición freudiana. O a la idea del eterno retorno de
Nietzsche. Muchas veces, la reincidencia se sostiene en la imperiosa búsqueda de
sobrevivir al castigo que existe como realidad y vaticinio desde antes de la cárcel.
Existen múltiples vulneraciones y privaciones de derechos que en materia de Estado
no han sido garantizados.
En la pregunta inicial: ¿hay un después de la cárcel? quiero decir que hay
cientos, miles de vidas que son arrasadas por el narcotráfico en Rosario, las vidas de
jóvenes nombrados como "soldaditos". Con todo el peso y armadura que la palabra
inviste. Estar afuera también es un adentro cuando no hay salida, cuando es la cárcel
o la muerte, la respuesta.
La corresponsabilidad es del Estado y de la sociedad. Es de ayuda pensar éste
tema complejo con relación a la obediencia "debida", una salida sin escapatoria para
los adolescentes, una oferta engañosa que se paga con la vida, respondiendo a
jerarquías que no se puede renunciar.
En este sentido en el año 2012, a partir de un fallo que sienta precedente en el tema,
el fiscal Mario Gambacorta en Rosario, sitúa que luego del allanamiento a un galpón
utilizado para el comercio de drogas, se encuentra que en la casilla tipo búnker había
un joven menor de edad, encerrado con estupefacientes fraccionados en su poder.
Para el entonces fiscal, se debía acusar a las personas adultas:
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aparente oferta, oferta que ningún beneficio social puede equiparar desde lo que
contamos y ofrecemos a quienes egresan, en contraparte a lo que ofrecen los circuitos
del narcotráfico. Desde nuestro lugar, considero que podemos extender esa franja
etaria de menores de edad, también a jóvenes con mayoría de edad. Sabemos que
esas definiciones son construcciones generales del derecho, biologicistas, y no
contemplan las trayectorias subjetivas singulares. No hay mayoría de oportunidades
ni propuestas, se continúan las mismas vulneraciones, o en algunos casos se
incrementan con los años.
La trata de personas, existe, cuando no hay opción más que entregar la vida.
Es cruel poner esto a cuenta de la responsabilidad individual. Las variables quedan
(in)visibles, no hay salida al encierro sin otras posibilidades reales para las vidas que
egresan de las cárceles.
Nos conmovió la muerte de Fideo, el cómo y la forma. Él nos acompañó en el
taller de escritura con su rap y su alegría. Quedaron los textos en la antología de Las
Bastardillas son nuestras, previo a publicarse. A la presentación vino su familia. Lxs
recuerdo llevándose más libros además de los que le correspondían por autor.
Emocionadxs por una marca de continuidad que generó la escritura.
La alusión a su muerte y a su vida, fue definida en una nota de un diario, como "joven
tiratiros". El título decía, "Un joven asesinado en Tiro Suizo estaba sospechado de
balear a un abogado" (Lacapital.com, 2021). Acusado de balear, lo balearon.
“Estaba buscando laburos, tirando para quien le pagara”, seguía la nota del
diario La capital. Tiros en tiro suizo, no hay metáfora ni metonimia, no hay opciones.
El destino fue balear. Sin embargo, la nota, con todas las diferencias de posición por
las formas en que nombra livianamente a las vidas de "los matables", y por el
inflamiento del populismo punitivo dice algo: "Estaba buscando laburos". Lo que sigue
después de la coma, es la consecuencia lógica de esa búsqueda. "Tirando para que
le pagaran". Sabemos que se usa la expresión "tirando para no aflojar". El fideo se
encontró con esas formas de tirar, hay responsabilidad social por la existencia de esta
manera y por dejar de ver esas vidas, o los muertos que deja el "genocidio por goteo"
(expresión que recuerdo de escuchar y leer a Zaffaroni).
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Así como las cárceles son funcionales a las sociedades punitivas, los circuitos
del narcotráfico de los jóvenes vulnerados, también. No son disociados, claro está. La
creencia en la salida cuando no hay posibilidades de ofrecer más allá que el modelo
del soldado, es un engaño. "Adentro o afuera", el modelo de la masculinidad más dura
y enmudecida que sólo armado, tirando, tirado, puede aparecer.
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¿Interno / externo a qué?
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adentro/afuera, interno/externo, como un hecho sin fisuras, con ajenidad al
compromiso social de pertenecer a la misma humanidad.
Brotan esperanzas cuando hay encuentros con otrxs que conmueven y
promueven formas nuevas de tejido comunitario. No son nuevas en realidad, nos
anteceden los principios del buen vivir de los pueblos originarios, como también las
prácticas de los feminismos comunitarios, que abren a otras versiones posibles. Por
ejemplo, desde los vínculos con la naturaleza de la que somos parte, los alimentos,
las ciclicidades, registro del cuerpo; y el foro como forma de resoluciones de conflictos
a nivel social, a través de la palabra de lxs integrantes de la comunidad.
En este sentido, me remito a citar a las familias y organizaciones sociales que
se encuentran en Rosario, bajo La multisectorial contra la violencia institucional. Ellxs
crean diferentes formas de visibilizar, de pedir justicia ante el asesinato de jóvenes en
mano de la policía. Estas formas de pedir justicia, por el momento remiten al castigo.
Considero necesario y urgente la construcción de nuevos modos de resarcimiento a
los daños cometidos.
Otro brote alentador son algunas conversaciones en la facultad. Hablando de
las etiquetas y estereotipos, unx estudiante de una de mis clases de Psicología en el
Ámbito Jurídico Forense, hizo referencia a: “el lado oscuro de los medios de
comunicación”. Me parece central estar advertidxs de ese oscurantismo, de las
intenciones que se tejen con lo que se dice, no se dice, o se prohíbe decir. Poder
hacer estas lecturas, es un punto crítico ganado para seguir disputando sentidos, para
seguir construyendo lazos con otrxs más dignos, justos e igualitarios.
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Etiqueta-miento
Es aquí donde estoy muerto en vida, donde las mañanas son oscuras y las noches
claras para pensar en quien me ha olvidado, supuestos amigos, familia, y amores del
pasado.
Es aquí compañero donde nuestras vidas se ponen en pausa, sin importancia que
afuera avanza de mal en peor.
Es aquí que los segundos de mi vida son horas, que con el tiempo los sentimientos
van desapareciendo sin darme cuenta y sin mirar atrás.
Es aquí que mis sueños colapsan y se abre una puerta a una vida muy distinta a la
que llevaba.
Es aquí el lugar del olvido, aparenta cruel y el infierno es nuestro estilo de vida.
Es aquí el cementerio de los vivos, ser débil no es una opción, el llanto no existe,
la alegría es pura hipocresía.
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Es aquí donde nos llaman “basura de la sociedad”, donde el fuerte parece débil
y el débil inteligente.
Es aquí donde morimos sin ver la luz y revivimos con el deseo de la libertad.
Nahuel C. (Antología, 2021, pp.78).
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Los medios de comunicación con sus formas hegemónicas y dominantes,
instalan narrativas, como guiones preestablecidos. Imponen noticias como relato
vacío sin historias, sin sujeto ni posibilidad de comprensión.
Similar es la historia de Pierre Rivière, quién también en Francia, a sus veinte
años había matado a su madre, hija e hijo en el año 1895. Foucault estudió el caso,
recopilando el material en uno de sus cursos, mostrando las diferentes versiones de
un mismo hecho, y cómo aquel “hecho” estaba alterado por diferentes discursos ya
sea jurídicos, médicos, policíacos y periodísticos. Remitiendo a que “la verdad, toda
la verdad y nada más que la verdad no se encuentra más que en la Memoria escrita
por el propio parricida” (Foucault, 2001).
Las otras dos narrativas a las que me quiero referir son locales, llegan a la
reconstrucción de historias haciendo texto con el contexto y las voces de los
protagonistas. Una es el libro Magnetizado de Carlos Busqued, publicado en el año
2018, donde Ricardo Melogno un joven de veinte años, en el año 1982 en la ciudad
de Buenos Aires realizó cuatro asesinatos a taxistas, repitiendo de forma idéntica
cada hecho.
El libro se propone como conversación, un diálogo entre Melogno y un escritor
-Busqued- en el hospital psiquiátrico del complejo de Ezeiza. Hay material de
grabaciones de entrevistas, documentos forenses y recortes de diarios. Entre la cárcel
y el manicomio transcurrió la vida de Melogno, con diferentes diagnósticos y
sentencias, según lxs evaluadores. Dice:
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y producción de etiquetas para nombrar al otrx, no sólo para nombrarlx, sino para
hacerlx vivir y hacerlx morir.
¿Qué se esconde detrás de la etiqueta? ¿Cuáles discursos se legitiman en su
sostenimiento? ¿Hay reconocimiento del derecho a no decir, o a no decir “toda” la
verdad, cuando los discursos de poder obligan a confesar e instalan puras certezas?
Si el bien y el mal definen por penal, como dice la canción del epígrafe del
apartado, ¿cómo armar escenas que incluyan las complejidades humanas para ver y
para pensar al otrx en su otredad?
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Diferencias desigualadas: cárcel de mujeres, infancias y disidencias sexuales 2
Este último (feminicidio) remite al genocidio, y tiene lugar cuando las condiciones
históricas generan prácticas sociales conformadas por un ambiente ideológico social
de misoginia y de violencia naturalizada contra las mujeres. Hay feminicidio cuando el
Estado no ofrece garantías a las mujeres ni condiciones de seguridad, de ahí que se
lo considere un crímen de Estado acompañado por el silencio social, la desatención,
la vergüenza y hasta cierto enojo, cuestiones que no contribuyen a transformar las
cosas sino a disminuir los hechos. (Fernández Boccardo, 2012, pp.75)
2
El orden de las temáticas propuestos en el libro, tiene que ver con haber iniciado mi práctica
trabajando con varones en contexto carcelario. No obstante, este apartado es relevante, y está en
construcción, sigue sus reflexiones para nuevos devenires.
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cuerpo menstruante. Cada unx arma redes y estrategias, trueques (intercambio de
cigarrillos o yerba por toallitas, por ejemplo), o inventos para contener la sangre, que
entre los 12 y 50 años aproximadamente producen lxs cuerpos con capacidad de
hacerlo. Es fundamental desmitificar que menstruar es un “asunto de mujeres”, es un
tema necesario y urgente. Lxs cuerpos según la biología, el sexo de nacimiento, no
determinan la identidad de género.
A partir del trabajo con mis compañeras de equipo, pudimos escribir y
presentar un proyecto sobre Gestión menstrual que quedó con media sanción en la
cámara de diputados de la provincia de Santa Fe. Quedó detenido, sin avanzar, y
queda en nosotrxs el trabajo de seguir impulsando estos temas que a pocxs les
importan, mientras que tantxs lxs padecen.
Otra diferencia, muy marcada, son las violencias que recibieron las mujeres e
identidades trasnfemeninas y transmasculinas en sus trayectorias de vida por parte
de varones cis. En el relato de estas historias, sus cuerpxs han sido expuestos a
diferentes expresiones de violencias. A tratos crueles, inhumanos y degradantes. En
reiteradas veces, a violaciones por diferentes varones, muchos de ellos de la “familia”
(parejas, padres, hermanos, tíos, abuelos). Generaciones de mujeres violentadas,
teniendo como marca el peso de la obediencia patriarcal.
Marta Fernández Boccardo habla de “la culpa como disciplinadora de la
feminidad”, (Fernández Boccardo, 2012). Agrego, siguiendo su lectura, teniendo
como respuesta el silencio, el miedo, la vergüenza, las inhibiciones, los diferentes
síntomas corporales y sufrimientos psíquicos. En este sentido, los espacios de
escucha, afuera y adentro, en el encierro, posibilitan en algunos casos, la valiosa
oportunidad de “decir” por primera vez sobre las violencias recibidas en carne propia.
A su vez, siguiendo el efecto del patriarcado sobre las vidas de las mujeres e
identidades trans, puedo ubicar que hay desigualdades en las causas de los hechos
por los cuáles están detenidxs. Si bien no es materia de análisis de mi trabajo, puedo
o no saberlo, depende si se habla en el espacio clínico. Las veces que tuve la
oportunidad de escuchar, en algunos casos, aparecen en los relatos como antesala o
causalidad, el pedido de algún acto/ extorsión/ engaño/ obediencia, por parte de un
varón cis. Otra causa común en las mujeres privadas de libertad ambulatoria, es el
pasaje al acto como límite a la violencia machista y patriarcal. La serie Mujeres
asesinas, da cuenta de esas vidas sin salidas. Vidas que la cárcel sigue vulnerando
con el peso del castigo sobre sus cuerpos.
A continuación, ubico en dos apartados distintos otras diferencias
desigualadas: las mujeres que viven con niñxs -hasta los cuatro años- en el pabellón
de madres, y la población travesti trans. Disidencias sexuales, identidades
invisibilizadas, vulneradas afuera y mucho más adentro de la cárcel. Por ejemplo,
cuando las formas de autopercibirse no coinciden con las que son nombradxs en la
institución; cuando los tratamientos de hominización se interrumpen; la
desinformación respecto a la ley de identidad de género, cupo laboral trans, acceso a
programas sociales o el acceso a la justicia.
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No hay igualdad, dichos cuerpxs y trayectorias nada tienen de parecido a las
mujeres cis que el patriarcado ha nombrado y construido. Si bien los feminismos, han
avanzado hacia las lógicas de reivindicar derechos de las mujeres, lxs trans, travas y
no binaries, no siempre son visibilizadxs en las luchas.
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Niñeces en cárceles
Existen infancias que viven con mujeres (no siempre parir es correlativo de
advenir madre) privadas de libertad ambulatoria y permanecen en el encierro
carcelario hasta los cuatro años. Salvo que una mujer decida que el tiempo de egreso
sea antes, pero nunca puede decidir que sea posterior. Esto lo dispone en nuestro
país la Ley de Ejecución de la pena privativa de la libertad 24.660, sancionada en el
año 1996. Dedicada a varones cis en exclusividad. Recién a partir del artículo 190,
habla de “establecimientos para mujeres”. El artículo 195 dice: “La interna podrá
retener consigo a sus hijos menores de cuatro años. Cuando se encuentre justificado,
se organizará un jardín maternal a cargo de personal calificado”. Y el 196, continúa:
“Al cumplirse la edad fijada en el artículo anterior, si el progenitor no estuviere en
condiciones de hacerse cargo del hijo, la administración penitenciaria dará
intervención a la autoridad judicial o administrativa que corresponda” (Ley 24.660,
1996) (El resaltado es propio).
Esta letra de ley es vigente para las crianzas en cárceles. Como trabajadorxs
de la salud mental nos interrogamos por los contextos de producción de subjetividad.
Los primeros cuatro años de vida son un tiempo fundante del entramado psíquico. Es
imprescindible que las claves de Salud Mental y Derechos humanos tomen un lugar
relevante en pos de la protección de los derechos de las infancias y lxs adultxs
responsables.
Vivir en el contexto de una institución total a temprana edad, produce una
colisión normativa con la Ley 26.601, Ley de Protección Integral de Niñas, Niños
y adolescentes, como también con la Convención Internacional de los Derechos
del niño, que contempla la ley mencionada del año 2005. Algunas preguntas se
abren a partir de la decisión de convocar a diferentes actores, actrices y a
diferentes niveles del Estado, sin pretender respuestas cerradas sino reflexiones
que impliquen un quehacer comprometido en el tema.
¿Los diseños en las políticas públicas protegen los derechos de las niñeces en
cárceles? ¿En qué se diferencian con “los menores” de la vieja ley de Agote en
disposición del Estado? ¿Cómo transitan el embarazo y el estado puerperal en
ese contexto? ¿cómo propiciar escenarios subjetivantes de resistencia para las
infancias y adultxs responsables?
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año 1919. Se trata de un paradigma tutelar, de control y disposición de las infancias
como objetos de intervención. Este modelo de la minoridad, considera la minusvalía,
incapacidad madurativa y “desconoce el campo subjetivo” (Salomone, 2008). En el
mismo sentido, también es nombrada “la mujer presa junto al menor”, en una
continuidad destinataria e indiferenciada de vigilancias y castigos.
Abrimos la pregunta por el tiempo previo al nacimiento de unx niñx: ¿cómo es
vivido el embarazo en contextos carcelarios? En una experiencia de acompañamiento
a una joven, el modo de enterarse que estaba embarazada fue el “traslado” al pabellón
de madres. Sin posibilidad de elegir otro lugar, incluso sin posibilidad de decidir no
continuar con el embarazo.
En un tiempo relevante donde se juegan cambios en el cuerpo, incertidumbres,
y la posibilidad de empezar a construir los primeros lazos con unx otrx, en el
encarcelamiento se viven obstáculos complejos. Por ejemplo, en el modo en que son
“trasladadas” las mujeres a las consultas médicas. Van esposadas, con guardias que
entran a los controles, sin la posibilidad de gestar un encuentro íntimo en los primeros
registros y vivencias que acompañan al investimiento, que luego dará lugar a la
posibilidad de unx hijx. Tampoco acontece con un trato digno, no sólo en función del
estereotipo que recae sobre las personas privadas de libertad, sino y, sobre todo, por
ser “mujer presa”. Esta escena nos abre preguntas y replanteos en construcción con
compañerxs de equipo, abrimos redes para visibilizar la situación y propiciar
intervenciones acordes a la protección de derechos. También, para acompañar a las
mujeres que deciden no maternar, ¿cómo construir el acceso al derecho de la ILE/IVE
en contextos carcelarios?
Lxs niñxs desde el paradigma de Protección Integral son sujetos de derechos.
La Autonomía Progresiva, el principio de autonomía, es uno de los postulados que
integra la Convención de los Derechos del niño, y que luego profundiza la ley 26.061.
También el Interés Superior, como “máxima satisfacción, integral y simultánea de los
derechos y garantías reconocidos en esta ley” (Ley N°26061, 2005). Considerando
que el contexto carcelario produce vulneración de derechos y ejercicios de crueldades
en las vidas que lo habitan, nos convoca la particular insistencia en visibilizar y atender
a la efectiva protección del Estado, por parte de sus representantes Direcciones/Se-
cretarias/Organismos, y a la sociedad en su conjunto.
Algunas reflexiones construimos desde que el dispositivo de salud, en el año
2021, conquistó colectivamente un consultorio para atenciones en salud mental en la
unidad penitenciaria de "mujeres". Evento histórico, ya que no había espacio físico
destinado a la salud mental de las mujeres privadas de libertad. Dichos espacios eran
improvisados, provisorios y compartidos. La conquista del consultorio permitió
disponer de un espacio íntimo. Pudimos habitarlo con nuestros objetos, y con calorcito
en invierno. El sector está ubicado por fuera del pabellón de madres, en el servicio
médico. Situación que implica salir, hacer un trayecto por un pasillo, pasar varias
puertas hasta llegar al destino.
Recuerdo que el nuevo espacio fue inaugurado con una paciente que recibí
con su hijx, como veía todas las semanas desde hacía meses pero en lugares no
acondicionados. Aquella fue la primera vez que lx niñx se durmió en la entrevista.
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Podríamos construir que el “cuarto propio”, parafraseando a Virginia Woolf, ofreció las
condiciones para la posibilidad del descanso. Bajar la guardia, entregarse a una
escena que favorezca el soñar del niñx. También, permitió que la usuaria pudiera
hablar tranquila, correr la mirada, y descansar de maternar. El dormir construyó una
alternancia. Vale aclarar, que las entrevistas terapéuticas de mujeres privadas de
libertad, alojadas en el pabellón de madres, se realizan son con lx-s niñx-s con lxs
que convive. Salvo que sea horario y temporada de jardín, donde algunxs salen
llevadxs por personal penitenciario.
Lila Feldman, plantea que “soñar requiere tiempo y separa tiempos”. En otro
pasaje, cita a Pontalis quién leyendo a Winnicott, ubica el soñar cercano al objeto
transicional y un campo vinculado a la intimidad. "…derecho a no ser descubierto"
(Feldman, 2017).
A partir de un espacio íntimo, también se instaló un intercambio lúdico de
objetos: dar, recibir, esconder, apilar, contar, hacer trazos en el papel. “En la celda no
lo hace”, dijo la mamá. Mientras tanto, compartíamos juntas las conquistas con
miradas de sostén. Gesto de incluir en la escena a un tercero, más allá del niñx y el
pecho.
En este sentido, poder ofrecer un lugar en condiciones dignas para las
entrevistas es una intervención que favorece efectos subjetivos hacia las potencias
creadoras. Disponer las condiciones para un trabajo psíquico como el sueño, guardián
del dormir, y el juego, como fuente de investigación, creación y el posterior fantaseo
del que nos habla Freud, es disruptivo a las lógicas de adormecimiento y desigualdad
que producen las instituciones totales. La clínica en Salud Mental sin el paradigma de
Derechos Humanos, es pura obediencia. Dice María Graciela Iglesias: “La idea de
igualdad conlleva la de dignidad y ésta última está ligada a la autonomía moral y
funcional de la persona. Autonomía moral que consiste en la “igual” capacidad para
poseer una concepción del bien y adquirir un sentido de justicia” (Iglesias, 2015)
El abrazo es del orden de lo vital, y mucho más en los primeros tiempos de
vida. El abrazo dimensiona un cuerpo. Contiene y cuenta con la voz de quién sostiene.
Libidiniza como signo de amor. La voz, como ese adentro-afuera materno inaugura
tiempos de proximidades y separaciones. Instancia vital, complejizada y precarizada
en el contexto carcelario. El cuerpo de la madre se ofrece como único, constante,
viviendo en una misma celda. Otra forma de ubicar la continuidad, “la-madre-y-el-
menor”, desde el discurso institucional, sin separación.
La temática de la voz resuena de forma particular. En la cárcel los gritos remiten a
constantes formas de llamados, así como los golpes de puertas y candados, son
sonidos naturalizados que interfieren en el jugar y/o en el dormir de las infancias.
Actividades vitales para el psiquismo. Insistir sobre otras formas de aviso, por
ejemplo, el uso de un timbre, nos ubica en un gesto mínimo, pero no menor. Un
registro de aviso de que hay otrxs en plena constitución de la subjetividad.
Sin cerrar preguntas, sostenemos los interrogantes, también las convicciones.
Las fuerzas de seguridad basadas en lógicas de vulneración de derechos, no pueden
ofrecer legalidades éticas, desde el cuidado, la intimidad y el miramiento amoroso a
las infancias. Los únicos guardianes de la constitución subjetiva de lxs niñxs, hacia la
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potencia creadora, son el soñar y el jugar. Acompañadxs por el sostén y la
responsabilidad de adultxs, y de políticas públicas de un Estado que proteja las
infancias en clave de Salud Mental y Derechos Humanos.
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Ampliar la red
existo por nombrarme conjunto,
me bautizo con las otras.
Morena García
Al llegar a la unidad, entregamos los cuatro DNI, una ceremonia habitual ante
cada ingreso a la institución. Ese día con las compañeras de la comunidad travesti
trans Rosario, pero nos dijeron en la puerta de ingreso que no podíamos entrar. El
nombre de una de ellas no era el que figuraba en su DNI. La foto y el número sí
coincidían, pero eso no bastaba. El lapsus para el discurso carcelario se vuelve signo,
no hay metáfora.
Lxs cuatro seguimos en la puerta, viví la mayor demora en el ingreso que tuve
en los ocho años que llevo transitando cárceles. Como trabajadora también llevo
marcas de relatos, maltratos y destratos, de lo visto y oído, "lo intolerable". Y también,
la resistencia: lo amoroso de encontrarnos.
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Los llamados y la insistencia empezaron a ser parte de ese inicio. La búsqueda
continuó sin dar por vencida la partida, aunque nos aparecía la negativa como única
opción: "Reprogramen", recibimos como orden. Y la otra fue, "entran las demás, la
del DNI equivocado no".
"Si no entra ella, nosotras tampoco", dijeron. Y así sentí ese tejido comunitario
del que eran parte. La importancia del otrx, es una decisión política, no es de cualquier
manera y tampoco como el otrx quiere.
Sin darme por vencida, llamé a mi coordinador, quien hizo llamados a las autoridades.
Esto causó cierta incomodidad y apertura. Hasta el momento, las tensiones en la
puerta iban entre risas y miradas, cada penitenciario/a clavaba los ojos en sus
cuerpxs. Por mi parte, sentí una rareza que era propia de mis limitaciones y mi
condición de mujer cis. Ellxs habían trascendido hace tiempo esas miradas de control
y juzgamiento sobre sus cuerpxs y lo podían decir, "si hay algo que perdimos nosotrxs,
es la vergüenza". No recuerdo quien lo dijo, podría haber sido una expresión de lxs
tres, a coro.
Fui escuchando las formas de nombrarse, desde sus primeros nombres, cómo
cada unx transitó bautismos y rebautismo hasta llegar al nombre del DNI. Enunx de
ellxs, el nombre que figuraba era el de un familiar, un homenaje a una vida ya no
estaba. Eligió esa marca, otra puerta, nuevos destinos de las filiaciones, una forma
diferente, contracultural a la permanencia y destino fijado por la continuidad biológica.
Esa pregunta surgió luego en la actividad, ¿Cómo se "reproduce" unx trans?
Cuando la puerta se abrió, lxs revisaron, lxs hicieron dejar absolutamente todas
las pertenencias, abrieron las yerbas y las cambiaron a una bolsa. También revisaron
las facturas que habían llevado para compartir. Todo el procedimiento fue más
minucioso que de costumbre, al menos esa primera vez, fue más que el ejercido a
otrxs agentes externos. Caminar con ellxs los pasillos siguió generando nuevas
miradas, a unx de ellxs halagos a su pelo largo de rastas, y un grito: 'me enamore de
vos', de una jóven que esperaba atención de odontología.
Varias veces sobrevoló la idea, "a nosotras nos van a dejar de este lado".
Lxs invitadxs a la actividad eran chicas trans, sabían del día de encuentro
porque habían sido invitadas para la ocasión. Fueron llegando de a unx, arregladxs
como para una fiesta. El peso de no ingresar iba a recaer sobre ellxs, como un trato
no cumplido. Eso sí me importaba, como también las preguntas que habían traído a
las entrevistas y las no respuestas que di. Ese fue el impulso para convocar y ampliar
la red con experiencias entre pares, atravesadxs por saberes singulares. La
vinculación fue con ellxs para compartir experiencias y la información como derecho.
Instancia de reconocimiento ellxs como sujetos de derechos.
(Re)encuentro
El intercambio se inició desde el primer minuto, enseguida noté que eran parte
de una misma comunidad, muchxs se conocían de la calle. Fue un reencuentro entre
ellxs, las zonas del territorio callejero y las vivencias en común. Surgieron algunos
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recuerdos de enemistades, reconciliaciones y perdones. Lo común era vivido en esa
trama de palabras, manada de historias, de cuerpxs disidentes a las lógicas de
normatividad. Compartimos facturas y mates, en conversación había comunidad,
menos adentro del adentro.
Las formas de las violencias como prácticas conocidas fueron visibilizadas, y
aparecieron los intercambios hacia otras posibles, mediadas por la palabra. "Tenemos
que proteger al otrx que está pasando por esa misma situación, no pegarle'' dijo la
Miya.
Así es el lenguaje trava, sus códigos y palabras, sus miradas brillosas, los
objetos que son parte del universo común, como los tacones, las pinturas y los usos
propios. Todo ello se hizo parte de la mesa, de una escena identitaria de saberes
compartidos.
Las charlas continuaron: por ejemplo, sobre lxs cuerpxs hormonizados. ¿cómo
iniciar o con-seguir los tratamientos? Si la maquinita de afeitar se ingresa o si es mejor
la cera, si aceite, si gel, si tintura o canas, si las prótesis… Halagos entre ellxs,
miradas de comunión. Un despliegue de temas que sólo esa generosidad de la red,
fundada en la ternura como política, hace posible, traspasar las rejas para sentirnos
parte de una sociedad más digna y menos injusta.
Unx de ellxs recitó sus poemas alzando la voz, deslizando sus entonaciones,
cautivándonos. En un momento, rompió el silencio gritando PUTO, haciendo de su
performance un acto disruptivo a la desafectación de cuerpos y de emociones que
promueve la cárcel.
Una celadora se hizo presente cuando escuchó el grito. Como parte del control,
se quedó un rato observando. Luego vio los aplausos, esos que calan hondo y que
no son individuales, sino de muchxs, pluralidad de manos, cuerpxs y corazones.
Pluralidad del yo soy, ¿quién soy? Consigna que nos fue cinvidada para escribir.
Los nombres de ellxs, como escuché desde el ingreso, no son aislados, son
parte de un colectivo rebautizado. Tienen una historia que viven y portan, quienes se
animaron a torcer la historia de su identidad dada y recibida por otrxs cuando
nombran.
La fuerza y la potencia de las travas está en la acción y en la voz, en lo común
desnormado que promueve las multiformas de habitarnos en el mundo.
Estos encuentros con el ingreso de referentes de la comunidad travesti trans a la
unidad, siguieron con contundencia, se siguen expandiendo. Nos nutre el compromiso
de seguir andando y haciendo juntxs.
Las Crónicas de Transvania, serán parte de nuevas narrativas que persistan
en la apuesta a las Vidas y escrituras en cárceles como registros de lo posible.
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PD: Sub-versiones de lugares
…no es menor
camina con amor y comprensión
derribando el muro
en el que él mismo se metió
aferrado a la literatura
que tanto lo ayudó
(Humberto Kuperman, 2022)
A veces ocurre que los libros se empeñan en no haber terminado, aún cuando
los creíamos concluidos. Como si fuera posible.
El día 2 de noviembre de 2022, se presentó en la universidad pública un libro
que fue escrito en la cárcel. Dicha presentación es testimonio de la insistencia del
deseo, del “esfuerzo apasionado por un grupo de docentes para que el poeta pueda
recitar en libertad". (Axat, 2022) En virtud de este acontecimiento decidí agregar esta
posdata. Para encontrar los detalles precisos de la presentación, sugiero la nota de
uno de los invitados a tomar la palabra en el evento, Julián Axat en:
https://www.elcohetealaluna.com/la-reja-y-la-realidad/
Ese pulso vital por saltar el muro, a veces, permea las limitaciones impuestas
por los discursos instituidos. El deseo comanda, motoriza la creación entre tramas y
redes colectivas que nos sostienen.
El 2 de noviembre en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de
Rosario, ocurrió un acontecimiento inaugural en un clima de alegría e intriga. Era
condición para realizar el evento que contáramos con un móvil policial que pudiera
“trasladar” al protagonista, el autor del libro, bajo custodia continua del servicio
penitenciario.
La mesa de presentación del El amor no murió fue construida por voces que
integran saberes situados, interdisciplinarios. Estuvo presente el autor Humberto
Kuperman, Alcira Márquez, Psicóloga titular de la cátedra de Psicología en el ámbito
Jurídico Forense, Julián Axat, abogado y escritor; Belén Conzoli, estudiante de
Psicología, Rocío Muñoz Vergara, poeta y filóloga y yo.
Recorría el lugar Paula Arce, trabajadora social, vendiendo los ejemplares
desde su calidez y humanidad para estar siendo parte de ese adentro-afuera.
También participó Pablo Carcovich, con quien compartimos una trama más, un nuevo
escenario de todos aquellos que ponen a circular nuestras insistencias en prácticas
colectivas. La pluralidad de voces, incluyó además a cientos de estudiantes que como
parte de una actividad de formación práctica, participaron de la instancia de
intercambio. En suma, fue un encuentro humano, algo poco frecuente en la Justicia.
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Esta posdata fue agregada en consonancia con el título del libro:
Intervenciones en salud mental, prácticas de lo posible, ya que fueron muchos los
obstáculos transitados hasta llegar al evento
El acontecimiento en la Facultad, fue una marca. La llegada y la salida estuvo
signada por un peso que trascendió lo esperado. Hubo diez trabajadores
penitenciarios en diferentes puertas del lado de adentro y en las ventanas del lado de
afuera que estuvieron escoltando a Humberto. Aún así, apareció la libertad, la
creación y la firma cada vez que el autor remarcó el nombre propio, con letra y sello
(llamada al pie). Humberto Kuperman, escritor y poeta, dejó su huella en cada
ejemplar que los futuros lectores compraron. Hizo una dedicatoria diferente cada vez,
se tomó tiempo para escribirle a cada destinatario, como poemas que seguía
ofreciendo en nuevas páginas. Aquella espera también es dable señalar que fue
posible por el traslado del personal y la decisión que permitió la presentación.
El poemario El amor no murió, ha trascendido y perforado algunas durezas de
las miradas de los trabajadores.
¿Cómo sería que el personal penitenciario vaya vestido de civil a un evento,
ya sea en la facultad de Psicología o en otra institución? Nos hacíamos esta pregunta
con Gerónimo Ferreira, colega e interlocutor desde que inicié mi práctica, fue parte
del entramado para que el evento suceda. Encontramos que había poco de civil en
los ropajes, tal vez mucho de montaje. Más allá del personal que trasladó al escritor,
más acá, en el lugar que ocupan como trabajadores del Estado, necesitamos construir
socialmente formas de inclusión, también hacia ellos. Prácticas alternativas a la
segregación, a la rivalidad y el deterioro sobre los cuerpos que moldean las prácticas
penitenciarias. En este sentido, la universidad pública es un actor fundamental, tiene
mucho por seguir aportando y haciendo en el territorio. No se trata únicamente de la
universidad saliendo al campo, (a mi entender no es ese el sentido de la extensión
universitaria) sino a la inversa, que los actores/actoras de los territorios ingresen a
sus aulas, tomen la palabra, disputen sentidos y construyamos nuevas prácticas
colectivamente. Las intervenciones situadas en salud mental comunitaria incluyen
voces plurales, diversas que rompen los marcos teóricos rígidos, inamovibles más
allá de los cambios de época y de realidad local, como es la nuestra, latinoamericana.
Vuelvo al evento, y a los trabajadores que hicieron el traslado. Algunos más
abiertos que otros fueron encontrando la manera de ser parte, en la presencia y
acompañamiento a que el poeta lea, hable, firme, salude a la familia que estaba en
primera fila.
Luego de firmar el último ejemplar, Humberto fue trasladado de regreso a la
unidad. Recuerdo ir corriendo a llevarle una bolsa con los libros que le pertenecían
como autor. Agitada, se los entregué a un penitenciario, antes de que el móvil se
fuera, explicándole la situación. Me pregunté si le llegaría o no, pero confié. A los
pocos días, cuando nos reencontramos en Las Bastardillas son nuestras, Humberto
cuenta que recibió los ejemplares de su autoría, y nos dice que durante el viaje de
vuelta, uno de los trabajadores a cargo del traslado, le pidió un ejemplar. Él se lo
firmó, con nombre y dedicatoria, y en ese instante de entrega, vió que de los ojos del
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penitenciario caían unas lágrimas. Nos compartió este episodio con cierta conmoción,
también lo sentimos así lxs integrantes de Las Bastardillas. Un acto de esperanza.
Recuerdo este fragmento de Rebeca Solnit:
para mí los motivos para la esperanza son, simplemente, que no sabemos qué pasará
después, y que lo improbable y lo inimaginable suceden todo el tiempo. La historia no
oficial del mundo muestra que los individuos dedicados y los movimientos populares
pueden moldear y han moldeado la historia, pese a que no se pueda predecir cómo y
cuándo venceremos, ni cuánto tiempo llevará lograrlo. (Solnit, 2019, pp.80)
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Epílogo/Contratapa
Hacer del infierno carcelario un mundo posible de ser transitado, vía escritura,
es la operación que Laura Peretti propone en su práctica profesional y al mismo
tiempo, la operación que le permite a ella habitarla. De aquellos tránsitos surge este
libro.
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privilegiado de los circuitos pastorales: el corral del arrepentimiento y la confesión. El
trabajo con la escritura es su radical contracara. A contrapelo del poder y sus
crueldades, entonces, este libro sitúa su marca. Le devuelve al lenguaje su
indefinición estructural, agujereando los sentidos que el dispositivo carcelario, jurídico
y legal se dedica a sellar. Parecía que estaba todo dicho, hasta que alguien (en este
caso la autora) se atreve a leer todo de nuevo. Laura escribe porque decidió leer como
si fuera posible leer por primera vez, como si fuera posible leer todo de nuevo (sólo a
modo de ejemplo, leer de nuevo qué se entiende por “secreto profesional” y cuales
derechos y obligaciones le corresponde). Leer y escribir fabrican material inédito.
Desarman los “versos” con los que la institución opera. Rompen literalidades. Le
restituyen a la vida su condición inacabada, des-editan “sentencias” y “penas”.
Laura hizo –aquí- del leer y escribir, intervención poética y política, registros de
lo posible. Aún abiertos, no concluidos, aún porvenir, más acá y más allá de la cárcel.
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Bibliografía general
Amigo, Carolina (2022). Quince años de Soledades. Santa Fe: Libreria civica.
AA. VV. Antología (2021). Las Bastardillas son nuestras. Rosario: Letra propia.
Bleichmar, Silvia (2016) La construcción del suejto ético. Buenos Aires: Paidós.
Carcovich Pablo, Peretti Laura. (2019). Las bastardillas son nuestras: espacio
grupal de escritura en la unidad penitenciaria n° 6 de rosario.
https://idepsalud.org/las-bastardillas-son-nuestras-espacio-grupal-de-
escritura-en-la-unidad-penitenciaria-n-6-de-rosario/
Feldman, Lila (2017). Sueño. Medida de todas las cosas. Buenos Aires: Topia.
Fernández, Ana María (2013). Jóvenes de vidas grises. Buenos Aires: Nueva
Visión.
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Foucault, Michael. (2001). Yo, Pierre Rivière: Habiendo degollado a mi Madre,
a mi Hermana y a mi Hermano. España: Tusquets Editores.
Ley10772. (2009).
Massin Claudia, (2023) Curar y ser curados. Buenos Aires. Las furias
61
Neuman, Elías (Noviembre de 2004). ITESO, Universidad Jesuita de
Guadalajara. Obtenido de http://hdl.handle.net/11117/260
Solnit, Rebeca (2022) Los Hombres me dicen cosas. Buenos Aires. Fiordo
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