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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA


UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA
DE LA FUERZA ARMADA NACIONAL BOLIVARIANA
UNEFA

TRABAJO 5

Profesor: Estudiantes:

Edgar Segura José Mujica. C.I: 28.259.401


Alejandro Urbano. C.I: 27.667.768
Anthony Medina. C.I: 31.129.834
Yoeli Jiménez C.I: 29.978.531

Sección: 04S-1309-D1

Naguanagua, Marzo 2.023


Índice

3-4: introducción

5-12: Democracia participa y protagónica

12-14: Corresponsabilidad y contraloría social.

14-14: INTELIGENCIA SOCIAL.

14-15: Misiones sociales.

15-15: Guerra popular prolongada

15-16: Milicia y cuerpos combatientes

16-16: Milicia territorial

16-17: Papel del componente no armado en la defensa integral de la


nación

17-17: Consejos Comunales

17-17: Comunas

18-19:conclusion
Introducción

En el contexto internacional, en años recientes se identifica claramente como


los procesos de la gestión pública del Estado han venido sufriendo una serie de
cambios y transformaciones transcendentales en la mayoría de los países,
producidos en primera instancia por la pérdida de credibilidad de los
ciudadanos sobre la manera en que se administran los recursos destinados al
beneficio de la calidad de vida del colectivo; así como por la falta de
transparencia en la intervención de los funcionarios públicos, la cual viene
reflejada en el incremento de la ineficacia, la corrupción y la burocracia.

Pese a tales aspectos, desde el propio perfil de la nueva gestión pública a nivel
mundial es factible poder comprender entonces que la misma persigue la
oportunidad de satisfacer todas las necesidades de la población e inclusive
muchas otras funciones gubernamentales; considerando para ello, el poder
fomentar la creación de una administración que maneje progresivamente los
principios de participación en los procesos de economía, eficacia y eficiencia,
como un mecanismo ideal para garantizar la mejor forma de operar desde la
plena transparencia organizativa.

En efecto, al establecer comparaciones entre las diversas gestiones de


gobierno de varios países, se aprecia como Culebro (2014) señala que existen
tres elementos comunes en las reformas hacia la introducción de una nueva
gestión pública, en la cual se entrelazan los aspectos de las políticas de
selección de los funcionarios públicos, las modificaciones en la estructura
organizativa del Estado, a la vez de manifestarse el perfeccionamiento de las
técnicas de control; donde es posible que se puedan apreciar, desde el punto
de vista del alcance de la función estatal, unas reformas de corte radical, otras
reformas de tipo incremental e incluso algunas reformas con características
gerenciales.

Desde esta perspectiva, en el diagnóstico de este autor se identifica al menos


como en España, a manera de ejemplo, se promueve la utilización de técnicas
privadas en el ámbito público, lo cual ha supuesto el desarrollo de la dirección
estratégica como técnica directiva, así como un importante auge de los
sistemas de control interno de los entes públicos para garantizar la
transparencia del Estado; aunque debe destacarse el retraso con el que las
técnicas de control han comenzado a aplicarse en la península ibérica en
relación a otros países con mayor tradición democrática como el Reino Unido o
los Estados Unidos.

Ahora bien, en América Latina al contrario que en Europa o los Estados


Unidos, se ha venido apreciando, según lo comentan Álvarez (2016), la
necesidad de contar con el diseño de políticas de Estado que permitan una
visión de mediano y largo plazo para todos los procesos gubernamentales;
incluyendo estrategias para un marco económico orientado hacia el fomento
integral de la planificación para el desarrollo, a la vez de contar con políticas de
desarrollo territoriales, incluyentes y centradas en la igualdad de resultados.

De esta manera, para los autores previamente reseñados, la mayoría de las


sociedades latinoamericanas, al canalizar una mayor participación democrática
en su nueva gestión pública desde el seno del pueblo, se convierten en actores
fundamentales para exigir a sus gobiernos una gestión pública de calidad;
donde se establezca una de las dimensiones de lo que podría llegar a ser el
renovado papel del Estado: la participación popular, que de inmediato genera
una interrogante clave respecto del tipo de Estado que verdaderamente
requiere la región para avanzar en una nueva ruta hacia el desarrollo colectivo.
Democracia participa y protagónica

LA DEMOCRACIA “PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA” que desde 1999 se


viene desarrollando en Venezuela, ha sido la manera como
los bolivarianos que hoy ejercen gobierno han dado respuesta a una aspiración
muy sentida por amplios sectores de la sociedad desde los años ochenta. A
diferencia de los países del Cono Sur, la democracia en Venezuela no llegó a
interrumpirse en las décadas de los sesenta y setenta para dar paso a una
dictadura militar. Por ello, los venezolanos no se plantearon en los años
noventa una “transición” desde el autoritarismo a una “democracia restringida”,
como sí ocurrió en países como Chile o Argentina. Al contrario, los diversos
movimientos sociales y de protesta, que se multiplicaban en el país, así como
algunos partidos, exigían una reforma del Estado para alcanzar una
democracia más “profunda”, más “integral”. Esta demanda fue una y otra vez
frustrada por los distintos gobiernos, desde Lusinchi (1984-1989), con su fallida
Reforma del Estado, hasta Caldera (1994-1999), con su postergada reforma
constitucional, pasando por Pérez (1989-1993) y sus reformas neoliberales.
Sólo los bolivarianos tuvieron la voluntad política de acometer la tarea, y, al
asumir el gobierno en 1999, convocaron casi inmediatamente a un proceso
constituyente. Se eligió e instaló la Asamblea Constituyente, y se elaboró la
Constitución que materializó la demanda por años postergada. Dice la
Exposición de Motivos de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, que la República se “refunda” para establecer “una sociedad más
democrática. Ya no sólo es el Estado el que debe ser democrático, sino
también la sociedad”. Desde un inicio se subraya que la democracia no debe
restringirse exclusivamente a la esfera política, sino que debe impregnar todos
los espacios de la vida social.

Esta democracia de nuevo cuño, ha incorporado en su discurso propuestas


novedosas en el abordaje de los graves problemas de exclusión e injusticia
social de las mayorías del país. Por ir a contracorriente del pensamiento
hegemónico mundial, ha sido vista con desconfianza y franca aversión, tanto
por algunos actores sociopolíticos y factores de poder en la sociedad
venezolana, como por parte de factores hegemónicos del sistema capitalista
mundial. También despertó inicialmente gran desconfianza entre grupos y
actores políticos de izquierda, entre otras razones, por provenir principalmente
de actores distintos a la izquierda tradicional —sectores militares—, y porque
sus bases filosóficas hunden sus raíces en fuentes distintas a las del
pensamiento marxista tradicional.

En primer lugar, presentamos como antecedentes, los fundamentos generales


que sustenta la propuesta participativa venezolana. En segundo lugar,
analizamos las implicaciones de la propuesta de democracia participativa en la
esfera política. En tercer lugar, nos centramos en el enfoque de lo social tal y
como se expresa en la Constitución y en Las Líneas Generales del Plan de
Desarrollo Económico y Social de la Nación, 2001-2007, que fueron
orientadores de las políticas públicas sociales a lo largo del período
constitucional que finalizó en enero de 2007. En cuarto lugar, revisamos, a
partir de los tres ejes del equilibrio social de Las Líneas Generales, leyes,
formulaciones de políticas y algunas cifras de realizaciones hasta mediados de
2006. Cerramos con unos comentarios sobre el desempeño hasta mediados
del 2006 de la acción social del gobierno.

Fundamentos

La democracia “participativa y protagónica”, que se asentó en la nueva


Constitución de 1999, procede en lo fundamental del pensamiento liberal
progresista de Rousseau y Stuart Mill, pero también del más reciente
socialismo democrático de Poulantzas. Estos autores, entre otros, fueron
ampliamente difundidos y debatidos en América Latina en los años setenta y
ochenta, pero sus ideas serían desechadas en sociedades como las del Cono
Sur, para optar más bien por modelos de democracia de tipo “procedimental” o
restringida, con la caída de las dictaduras militares. Lo terrible de la experiencia
autoritaria y la fuerza de sus actores protagónicos, determinó una aproximación
más cauta a la transición democrática. Ideas más amplias de democracia, sin
embargo, cayeron en tierra fértil en Venezuela, germinando en el Capítulo IV
de la nueva Carta Magna, que consagra el derecho a la participación de los
ciudadanos de manera “directa, semidirecta e indirecta”, no sólo en el proceso
del sufragio, sino también en la “formación, ejecución, y control de la gestión
pública” (Exposición de Motivos, Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (1999). En este aspecto, el cambio de enfoque con relación a la
Constitución previa de 1961 es muy notable, pues si bien se mantienen las
formas de la democracia representativa, ahora la “participación” en todos los
ámbitos del Estado se convierte en la práctica educativa clave para transformar
las relaciones de poder profundamente desiguales que existen en la sociedad.
Por su parte, en Las Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y
Social de la Nación 2001-2007, que viene a ser el plan de la nación para el
actual período constitucional y que abreviaremos en adelante como Las Líneas
Generales, se sostiene que la participación propicia el auto desarrollo, inculca
la corresponsabilidad e impulsa el “protagonismo” de los ciudadanos. Estos
son, de acuerdo con el proyecto bolivariano, los soportes desde los que debe
emerger una sociedad igualitaria, solidaria y democrática.

La esfera de la política

El proyecto de democracia participativa para Venezuela está esbozado en la


Constitución de 1999. Una idea central de dicho proyecto está bien expresada
en la primera parte de su artículo 62: “Todos los ciudadanos y ciudadanas
tienen el derecho de participar libremente en los asuntos
públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas”
(itálicas nuestras). Contempla además ese texto la separación del Poder
Público en tres niveles –el nacional, el estadal y el municipal-, siendo a su vez
el Poder Público Nacional organizado en cinco poderes formalmente
independientes entre sí. Además de los tres tradicionales en democracias
representativas —el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial—, en la CRBV se
incorporan dos adicionales –el Ciudadano y el Electoral-, que formalmente
incrementan la autonomía e independencia de las ramas del poder público
responsables de controlar al resto de los poderes y de administrar los procesos
electorales. De allí que el texto constitucional procura superar el falso dilema
entre democracia representativa y democracia participativa, optando por un
modelo de democracia más complejo que, además
de representativa, incorpora elementos de democracia más directa
o participativa.

En la práctica, el equilibrio entre la participación y la representación ha sido


más precario. Con las políticas sociales mencionadas, el proyecto bolivariano
tiende a privilegiar los rasgos de democracia directa —la participación y el
protagonismo— en la implementación de sus políticas. Pero, aunque se ha
avanzado en el desarrollo de las formas de organización del pueblo y con ello
en su capacidad de incidir en decisiones políticas más complejas, resulta
evidente que aspectos cruciales de la política nacional e internacional de la
República escapan de su alcance. Concentración de poder, debilidad en la
construcción de un liderazgo colectivo y personalismo en la figura del
Presidente son rasgos preocupantes del proceso político actual. Sectores de
oposición, pot su parte, también señalan debilidades en aspectos
representativos de la democracia, como la separación e independencia de los
poderes públicos.

El nuevo modelo ha sido sometido a prueba en varias ocasiones. Desde la


aprobación del texto constitucional, mediante referendo aprobatorio realizado
en diciembre de 1999, se han efectuado una elección presidencial, dos
parlamentarias, dos regionales, dos municipales y un referendo revocatorio
presidencial. Han sido comicios cargados de una fuerte polarización y en todos
han salido victoriosas las fuerzas que apoyan el proyecto bolivariano. Sin
embargo, las tensiones y contradicciones no han estado ausentes. El
dispositivo legal que rige los procesos electorales en Venezuela es la Ley
Orgánica del Sufragio y Participación Política, promulgada en mayo de 1998.
Cuando la Ley fue discutida, hubo sectores, principalmente hoy agrupados en
la oposición, que promovieron un sistema personalizado puro, pero terminó
imponiéndose un sistema más apegado a nuestra propia historia electoral con
el cual, aunque se le abrió un amplio espacio a la elección personalizada, se
mantuvo el criterio de la representación proporcional, garantizando cuerpos
deliberantes que reflejaran mejor las diversas posiciones que coexisten en la
sociedad.

Pero en las elecciones parlamentarias del año 2000 hubo un incidente que por
regional y relativamente pequeño tuvo en su momento poco impacto, aunque
luego, en otras elecciones, adquirió una dimensión nacional. El estado de
Yaracuy, un estado pequeño del centro-occidente del país, estuvo hasta las
elecciones de gobernadores de octubre de 2004 regido por un militante de
Convergencia, partido de oposición. En las elecciones parlamentarias de aquel
año, el gobernador Eduardo Lapi ideó una modalidad que a su organización
política le resultaría sumamente provechosa. Creó un grupo electoral
denominado La Alianza por Yaracuy (LAPY) que fonéticamente es similar a su
apellido, aunque termina en y, de Yaracuy. Con ese grupo electoral separó
formalmente las postulaciones nominales, presentadas por LAPY, de las de
lista del parrido Convergencia. Este ardid le dio por resultado que para la
Asamblea Nacional, con unas décimas más del 40% de los votos, obtuviera 4
de los 5 diputados del estado en disputa y para el Consejo Legislativo Estadal,
con poco más de 53% de los votos, fueran electos 6 de los 7 diputados
(www.cne.gov.ve). En su oportunidad, esta situación fue denunciada ante el
CNE y los tribunales sin que fuese invalidada. Los resultados claramente
reflejaban una distorsión del principio de representación proporcional
establecido en el artículo 63 de la Constitución de 1999 y una distorsión –sin
llegar a ser ilegal como determinaron los tribunales de la República- del
mecanismo establecido en la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política
que en sus artículos 12, 14, 15 y 17, establece un mecanismo para garantizar
una relación equilibrada entre la personalización del voto y la representación
proporcional. Ya en las elecciones municipales de 2004 el oficialismo copió ese
mecanismo y lo repitió para las elecciones parlamentarias de diciembre de
2005. Nuevamente el mecanismo fue denunciado, pero basados en las
decisiones tomadas en torno al antecedente del año 2000, tanto el Consejo
Nacional Electoral como las instancias judiciales, desecharon las solicitudes de
invalidación del mecanismo que llegó a popularizarse con el nombre de
“morochas” (por usarse dos partidos que en el fondo son idénticos o
“gemelos”). Fue esta una de las razones, no la única, que usaron como
argumento la mayoría de las organizaciones de oposición para justificar su
decisión de inhibirse de participar en las elecciones parlamentarias del pasado
diciembre. Ello tuvo como consecuencia, la conformación de la actual
Asamblea Nacional que, al ser todos sus diputados afectos al gobierno, dejó de
ser un cuerpo que representa adecuadamente a toda la sociedad, por lo que se
debilitó en su papel de poder esencial del sistema político.

Pueden también destacarse aspectos de la esfera política donde ella ha sido


fortalecida. El número de venezolanos en capacidad formal de ejercer sus
derechos políticos, desde 1998 hasta la fecha, se ha incrementado a un ritmo
superior al crecimiento de la población. Mientras que la población total del país
desde 1998 hasta 2005 ha crecido en algo más de 3.150.000 personas, el
Registro Electoral Permanente (REP) se ha incrementado en más de
3.200.000. Acompañando la misión de identidad, se han intensificado los
esfuerzos por, además de proporcionar documentos actualizados de identidad
a la población adulta que carecía de ellos, registrar en el REP a los no inscritos
para que adquieran el derecho a votar. Esta acción de política pública ha
estado dirigida, con éxito, a convertir a no ciudadanos –sin identidad ni
derechos políticos- en ciudadanos plenos.

La polarización, aunque atenuada desde la realización del referendo


revocatorio presidencial de agosto de 2004, sigue siendo una enfermedad no
curada de la sociedad venezolana. En todos los procesos electorales ocurridos
desde 1998, la distribución geográfica de los resultados lo evidencia
notablemente. En áreas de población predominantemente popular los
resultados siempre favorecen al proceso bolivariano, en áreas
mayoritariamente de sectores medios o altos, los resultados les son contrarios
(Lander y López Maya, 2005). Políticas sociales, como las arriba mencionadas,
están dirigidas a los sectores de la población de menores recursos –la
mayoría-, y por ello, estos sectores perciben de manera directa la acción del
gobierno, aunque puedan tener críticas sobre ineficiencias y debilidades en su
implementación. Por el contrario, para sectores de la población con niveles de
ingreso medianos y/o altos —la minoría—, la acción del gobierno a través de
las misiones puede pasar simplemente inadvertida.

En definitiva, el escenario se mantiene abierto a tendencias contradictorias, y


será la acción de los venezolanos, organizados y dinamizados por este proceso
de cambio social y político, quienes dirán la última palabra sobre la dirección
que terminará por tomarse. La democracia participativa es un horizonte utópico
lleno de escollos y desafíos por vencer. Los venezolanos conocimos años de
abundancia y generosidad del petro-Estado y supimos de los retrocesos que
tuvieron lugar cuando bajaron los precios. La superación de las rémoras que
aquí hemos detectado hará la diferencia entre un gobierno populista,
demagógico y fracasado más en nuestra historia, o uno de real profundización
democrática e inclusión social.
Enfoque a lo social.

El proyecto político bolivariano entiende la democracia no sólo como el disfrute


de libertades civiles y políticas, sino de manera muy enfática como justicia e
igualdad social. Es parte de su atractivo y fuerza. En Venezuela el concepto de
democracia tuvo también bajo el período de la hegemonía bipartidista una
connotación similar, pues se consideró que la democracia política era el medio
para alcanzar la justicia social. Esta manera de entender la democracia ha
estado pues enraizada en la cultura política, convirtiéndose para fines del siglo
xx en una de las promesas no cumplidas por la democracia representativa. Por
ello, lo que en Venezuela se ensaya actualmente es una transformación
sustantiva o profunda de la democracia representativa, buscando con ello que
se alcance lo que se entiende que quedó como materia pendiente en la etapa
puntofijista2. La búsqueda de la igualdad social como objetivo explícito es una
de las diferencias que tiene la actual democracia venezolana con otras
democracias de la región, y es uno de los sentidos que se le puede dar al
término “revolución” con el que se autoidentifica esta experiencia. Es así como
la Constitución de 1999, establece en su segundo artículo, los principios
fundamentales de la República:

“Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de


Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y
de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (itálicas nuestras).

Las Líneas Generales, que constituyen un instrumento básico de orientación


para las políticas públicas del actual gobierno, al tratar el problema de la
desigualdad social y la manera de superarla, rechazan explícitamente los
enfoques de naturaleza compensatoria. Esos enfoques asumen que las
carencias materiales de las mayorías son una condición accidental, provisional
y/o individual, como en el sentido asignado para el término pobreza en ciertas
perspectivas de política social de orientación neoliberal utilizadas por gobiernos
previos. El punto de partida ahora es la desigualdad social entendida como
“exclusión” social, más cerca a la acepción elaborada por el PNUD en los años
noventa, es decir, como exclusión del acceso a derechos sociales, incluso
como exclusión de la condición humana misma, como miembro de una
sociedad. El objetivo de la acción del Estado en lo social, por ende, debe estar
dirigido a construir inclusión, a restablecer la condición humana, los derechos
sociales, a colocar a las personas como sujetos sociales promotores y
corresponsables de su condición de vida. El enfoque de Las Líneas Generales
es de tipo holístico, es decir, dicha exclusión social se diagnostica como un
problema estructural de la sociedad, no de los individuos, que sólo puede ser
corregida aplicando una práctica pública que relacione lo social con el modelo
económico, territorial, cultural e internacional de la nación, y que trate de
progresar en todos estos frentes a la vez. Es lo que el documento llama “los
equilibrios” que se deben construir para salir de la crisis estructural, uno de los
cuales, el social, centraría la acción del Estado en la resolución de la exclusión.

Como estrategia para la consecución del equilibrio social, Las Líneas


Generales consideran decisivas las acciones de dos actores fundamentales:
por una parte, el Estado en todos sus niveles administrativos y ramas, como
creador de condiciones que harán posible el “empoderamiento” de los
ciudadanos; y por la otra, los ciudadanos, quienes a través de su organización
y participación, a través de las familias, las comunidades y los grupos
organizados, van a transformarse en sujetos políticos con valores como la
solidaridad, el respeto a los procedimientos democráticos y la
corresponsabilidad.

Corresponsabilidad y contraloría social.

CONTRALORÍA SOCIAL

La Contraloría Social se ha convertido en los últimos años en una herramienta


fundamental para el ejercicio de la democracia participativa, siendo compartida
como una función primordial entre las instancias del poder público, los
ciudadanos y las organizaciones del poder popular. En este sentido, al recopilar
la opinión de Nikken (2013) se define a la Contraloría Social como la potestad y
la capacidad del pueblo para supervisar la gestión de los organismos de la
administración pública en el manejo de los fondos públicos y en la eficacia en el
alcance de las metas de gestión pública.

No obstante, para esta variable se fija posición con la definición propuesta en


Venezuela por parte de la Ley Orgánica de Contraloría Social (2010), la cual en
su Artículo 2 expresa que esta importante herramienta, sobre la base del
principio constitucional de la corresponsabilidad, es una función compartida
entre las instancias del Poder Público, los ciudadanos (as) y las organizaciones
del Poder Popular, para garantizar que la inversión pública se realice de
manera transparente y eficiente en beneficio de los intereses de la sociedad, y
que las actividades del sector privado no afecten los intereses colectivos o
sociales.

PRINCIPIO DE CORRESPONSABILIDAD.

La Ley Orgánica de Contraloría Social (2010) señala que la contraloría social


se fundamenta sobre la base del principio constitucional de la
corresponsabilidad. En este orden de ideas, González (2014) fundamenta
categóricamente como la contraloría social establece una relación directa entre
los ciudadanos y los gestores públicos y/o privados; es decir, se determina en
su ejercicio la corresponsabilidad entre las entidades del Estado y la sociedad
civil (lo cual no es otra cosa que el pueblo organizado de manera
independiente), facilitando el trabajo conjunto para atender problemas
específicos presentados en la gestión de las políticas públicas, que por lo tanto,
afecten a los ciudadanos y ciudadanas.

PRINCIPIO DE TRANSPARENCIA.

De acuerdo con lo señalado en la Ley Orgánica de Contraloría Social (2010), el


ejercicio del control social en Venezuela, como herramienta fundamental para
la construcción de la nueva sociedad, se rige por varios principios y valores
socialistas entre los cuales se encuentra el principio de transparencia. De esta
manera, González (2014) expresa que el ejercicio de la contraloría social
propiciaría la transparencia en el sentido nominal de la honestidad y la
eficiencia en la administración de los diversos recursos humanos, materiales,
financieros y tecnológicos que son componentes de las políticas públicas
emprendidas desde el Estado.

PRINCIPIO DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

Atendiendo a lo señalado en la Ley Orgánica de Contraloría Social (2010), el


control social se puede ejercer de forma colectiva a través de la constitución de
organizaciones que deben ser registradas ante el Ministerio del Poder Popular
con competencia en materia de participación ciudadana, el cual diseñará e
implementará programas orientados a crear conciencia en la ciudadanía sobre
la utilidad y ventaja del correcto funcionamiento de todas las instancias del
Poder Público y del Poder Popular, así como de las organizaciones del sector
público en la realización de sus actividades, para contribuir al desarrollo integral
del país.

INTELIGENCIA SOCIAL.

La inteligencia social es la capacidad de comunicarse, entenderse y


relacionarse con otras personas desde una postura asertiva y empática. Esta
habilidad suele formar parte de una misma persona. Sin embargo, puede ser
adquirida y practicada. Y es que la inteligencia social forma parte del
conocimiento personal de cada uno.

Es una inteligencia que nos permite procesar, conectar, analizar y


comprender información inherente e invisible. Es la inteligencia que usamos
para detectar motivaciones, intenciones, estados psicológicos relevantes
para el otro o propio. Este concepto se relaciona directamente con la
inteligencia emocional, aunque son dos ideas diferentes.

Por su parte, la inteligencia emocional concierne a procesos cognitivos para


la resolución de conflictos, siendo más introspectiva y buscando modificar los
procesos que una persona activa antes de interaccionar. En cambio, la
inteligencia social se ocupa de otras áreas como la expresión, el aprendizaje
consecuente la comunicación externa, el diálogo, la escucha o la
conciliación.
La inteligencia social parte de la observación, escucha, percepción
inconsciente que tenemos sobre una relación o varias. Cuando iniciamos una
relación social, nos adherimos a varias conclusiones, pensamientos o
simbolizaciones compartidas y comunes.

Misiones sociales.

A partir de 1999, el comienzo de un nuevo gobierno trajo consigo cambios en


la esfera política-institucional, que incluyó el inicio de un proceso
constituyente finalizado con la aprobación de una nueva constitución. La
política social se concibió como la estrategia para hacer frente al problema
de equidad y la necesidad de reconocimiento y aplicación de los derechos de
los ciudadanos, una estrategia principalmente inclusiva mediante la
instalación en 1 de julio de 2003 de las misiones sociales. Este trabajo
presenta el concepto contextualización de las misiones sociales en
Venezuela, desde su origen, instalación y fomento. Por lo que se identifican
dos etapas en que las misiones son consideradas como instrumentos de la
política social de los gobiernos venezolanos, destacando que dicho concepto
se desvirtúa al ser las misiones sociales desarrolladas e instaladas en un
marco general de la economía y no en el eje de la satisfacción de las
necesidades fundamentales y urgentes de la población venezolana.

Guerra popular prolongada

La guerra popular prolongada: es una teoría política militar sustentada en la


experiencias de la lucha proletaria en el mundo y de nuestro pueblo, asimismo
esta basada análisis marxista leninista de nuestra realidad. La GPP tiene como
vía fundamental la lucha armada revolucionaria y en torno a ella todas las
formas de lucha.

Milicia y cuerpos combatientes.

La Milicia Nacional Bolivariana (MNB), es un componente de la Fuerza Armada


Nacional. De carácter popular, integrado por hombres y mujeres que
manifiestan su deseo patriótico de participar activamente en acciones que
contribuyan a la Seguridad de la Nación, en todos los ámbitos, está integrado
por un sistema de organización territorial que tiene como elemento básico la
Unidad Popular de Defensa Integral y Cuerpos Combatientes. Es el más
reciente de dicha fuerza militar y el más numeroso en personal militar, según la
data de la institución está conformado por más de cuatro millones de
milicianos.

Dicho cuerpo fue creado por el presidente Hugo Chávez en 2005 como el
Comando General de la Reserva Nacional y Movilización Nacional. En el año
2009, se cambió al nombre actual.

La Milicia Nacional Bolivariana no cuenta con una academia militar adscrita a la


Universidad Militar Bolivariana de Venezuela (UMBV), aunque su tropa alistada
y tropa profesional son formadas en núcleos militares dependientes de otros
componentes. Además, sus oficiales son adiestrados directamente por el
departamento de educación del Ministerio del Poder Popular para la Defensa,
los cuales tienen otra función, sin embargo tienen mando, pero no comando.
En diciembre de 2019, el integrante del Consejo Político del Partido Socialista
Unido de Venezuela (PSUV), William Fariñas, propuso crear la Academia
Militar de la Milicia Bolivariana, para formar cadetes en dicho componente de la
FANB. El proyecto aún no ha sido aprobado, de darse, sería la octava
academia de la UMBV. Su actual comandante general es el mayor general
Wistohor Chourio Andrade.

Milicia territorial.

Los miembros de la Milicia Territorial tienen por rutina concentrarse cuatro


veces al mes (fines de semana) para recibir instrucción militar, durante la
semana realizan otras actividades, por ejemplo de promoción social, decididas
por el comando, pudiendo además ser convocados a concentración en caso de
necesidad frente a otras ocasiones extraordinarias o emergencias.Un grupo
especial dentro de la Milicia Territorial lo constituye la llamada Milicia Rural, con
su armamento y equipo diferenciado al resto de la fuerza.

Papel del componente no armado en la defensa integral de la nación.

La Milicia Nacional Bolivariana es uno de los cinco componentes de la Fuerza


Armada Nacional Bolivariana (FANB), de carácter popular, integrado por
hombres y mujeres con deseo patriótico de participar activamente en acciones
que contribuyan a la defensa integral de la Nación, en todos los ámbitos.

Fuerza Trabajadora integrada

En el ámbito productivo, la Milicia Nacional Bolivariana ha puesto en marcha,


en el estado Bolívar los planes de inscripción, organización y adiestramiento
para la defensa integral de los complejos industriales del país.

Producción pesquera

La Unidad Agroproductiva Pesqueras de la Infanteria Marina de Guaca,


ubicada en el municipio Bermúdez del estado Sucre, está integrada por 168
milicianas y milicianos que intervienen en la cadena logística para obtener la
proteína del mar.

Consejos Comunales

Los Consejos Comunales (CC) son entes representativos y deliberativos de


participación ciudadana a través de los cuales las comunidades proponen,
debaten, formulan, deciden, gestionan y evalúan proyectos de política pública.
Cuentan con unidades de administración y financiación, controlaría social y
ejecución. Pueden estar formados por entre 150 y 400 familias en áreas
urbanas, por un mínimo de 20 familias en áreas rurales, y de 10 familias en
comunidades indígenas. Para su funcionamiento, una asamblea de la
comunidad elige a unos voceros o representantes que deben recibir el 30 % de
los votos de los adultos mayores de quince años o del 20 % en una segunda
vuelta.
Comunas

Las comunas en Venezuela son una forma de organización comunitaria que


busca la participación activa de las comunidades en la gestión y toma de
decisiones en diferentes aspectos de su vida, como la educación, la salud, la
seguridad, el ambiente, entre otros.

Las comunas se conforman por grupos de consejos comunales, que a su vez


están integrados por vecinos y vecinas de una misma localidad. Estos grupos
se organizaron en forma de consejos comunales y a su vez, los consejos
comunales en comunas.

El objetivo principal de las comunas es construir una sociedad más justa y


equitativa, donde el poder esté en manos del pueblo y se promueva la
participación activa de las comunidades en la gestión de los recursos y en la
toma de decisiones.
Conclusión
En Venezuela, es reconocido que la Contraloría Social se encuentra

enmarcada en aspectos constitucionales que la señalan como un relevante

factor de la participación popular y como un mecanismo de expresión de la

democracia participativa. No obstante, su nacimiento como segmento de las

políticas públicas es relativamente novedoso y vienen a surgir a partir de la

promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en

el año 1999. En el marco de esta carta magna, se aprecia entonces como los

principios constitucionales rectores de la Contraloría Social ejercida en los

consejos comunales tienen su principal fuente en un solo principio, el cual se

basa en la corresponsabilidad; donde se anexan principios accesorios tales

como la transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas.

Visto de esta manera, el principio de corresponsabilidad constituye la idea de

unión y participación en relación con el manejo de las políticas públicas del

Estado; generándose entonces una correspondencia ideal a lo prometido en

ellas. En efecto, con el mismo se trata de responder a la acción de ejecutar una

tarea entre dos o más personas, entidades, instituciones u organismos, en las

que todas las partes involucradas tendrán las mismas responsabilidades al

momento de efectuar dicha tarea. Por su parte, la transparencia implica el

ejercicio del derecho ciudadano a la información y el respeto al derecho de

petición por parte de las autoridades.

En el caso del principio de transparencia, corresponde a la ciudadanía el

análisis y uso adecuado de esa información a los fines de obligar a las

autoridades a cumplir las políticas públicas y a respetar sus derechos; todo ello

bajo un esquema de compromisos ciudadanos, con el propósito de contribuir a

que la gestión gubernamental se realice en términos de claridad administrativa.


Ahora bien, la contraloría social se transforma en uno de los escenarios o

mecanismos para ejercer el derecho a la participación ciudadana en los

asuntos públicos, privados y comunitarios.

De acuerdo con lo anterior, el principio de participación como tal queda

constituido entonces por un conjunto de acciones vinculadas al seguimiento,

evaluación, vigilancia y control, que puede ser activada o ejercida de manera

individual o colectiva, teniendo como propósito garantizar que la gestión pública

se realice de manera eficiente y transparente. Por su parte, el principio de

rendición de cuentas se convierte en un instrumento que puede utilizarse para

detectar el abuso del poder dentro del consejo comunal, así como garantizar

que los involucrados en cargos públicos en su estructura cumplan con

honestidad, eficiencia y eficacia el mandato otorgado por los ciudadanos a

través de la elección directa; dotando así a los ciudadanos para impulsar

cambios en la participación política de la sociedad civil.

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