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La figura de
San José en el arte gótico alavés
María Dolores Conde Borrajo*
San Joseren figurak Arabako arte gotikoan izan duen bilakaera ikonografikoa
aztertzen du lan honek, eta Arabako lurraldean ezagutzen diren irudikapenak ditu
oinarri. Azterlanak Haurtzaroko zikloak jorratzen ditu, eta honako leku hauetan
dauden San Joseren irudikapenak deskribatzen ditu: San Pedro Elizako porta-
dako tinpanoa, Santa Maria Elizako portada nagusia (biak Gasteizen), Gazeoko
horma-pinturak, Kexaa, Arana, Tortura eta Olanoko erretaulak, eta, urregintza-
ren arloan, Kexaako Adatseko Andre Mariaren erlikia-ontzia. Ikerketari esker,
San Josek Erdi Aroko artean (XIV. mendetik XVI. mendera arte) nolako zeregina
bete zuen ikus daiteke. San Joseren figurak bazterreko leku pasibo bat betetzen
zuen hasieran irudikapen ikonografikoetan, baina leku nagusia eta aktiboa har-
tu zuen gero, frantziskotarren eta karmeldarren erlijio-ordenek haren debozioa
zabaldu eta, horren ondorioz, debozio hori garatu eta hazi zenean.
The work analyzes the iconographic evolution of St. Joseph in Gothic art in Ala-
va, based on known depictions in the territory of Alava. The study focuses on the
following: the doorway of the Church of St. Peter and the central doorway of the
Church of St. Mary, both in Vitoria, the Gaceo murals on the altarpieces of Que-
jana, Arana, Tortura and Olano, and in the field of gold and silverware, the Shrine
of the Virgin of the Cabello de Quejana. The research enables the role played by
St. Joseph in medieval art between the 14th and 16th centuries to be appreciated.
The figure of St. Joseph evolves from a marginal, passive place in iconographic
depictions to a central, active one, coinciding with the development and growth
in devotion to this saint as disseminated by the new Franciscan and Carmelite
religious orders.
PALABRAS CLAVE San José, padre putativo, Ciclos de Infancia, Iconografía, Arte Medieval alavés.
GAKO-HITZAK San Jose, aita-ustekoa, Haurtzaroko Zikloa, Ikonografia, Arabako Erdi Aroko
KEY WORDS artea.
St. Joseph, putative father, childhood cycles, iconography, medieval art in Alava
del profesor José María Azcárate, Micaela Portilla, Soledad Silva Ve-
rástegui y Lucía Lahoz sobre la escultura monumental, los del profesor
Juan Carlos Steppe y Raquel Sáenz Pascual sobre la pintura mural, y
en tabla y los de Micaela Portilla y Rosa Martín Vaquero para las artes
suntuarias3. Una conclusión importante ha sido que la figura de San
José se encuentra siempre en el gótico alavés formando parte del Ciclo
de la Infancia de Cristo. Ello nos ha llevado a la consulta de los más
importantes repertorios iconográficos sobre el arte Medieval entre los
que mencionamos los de E. Male, L. Reau y G. Schiller sobre el ciclo
de Infancia en particular4.
Un aspecto importante de nuestro trabajo lo ha constituido, sin duda,
también el acopio de las fuentes escritas sobre los ciclos de Infancia que
nos ha proporcionado datos de gran interés para el estudio iconográfico.
Hemos partido de los Evangelios Canónicos5. Estos libros han servido
para crear unos temas que van a enriquecer los repertorios iconográ-
ficos del arte cristiano. Así pues, es a ellos, donde primero debemos
acudir para encontrar una fuente inspiradora de los asuntos de la Vida e
Infancia de Jesús. Son los evangelistas San Mateo y San Lucas, las úni-
cas fuentes principales de la vida del santo, mientras que San Marcos y
San Juan silencian estos relatos omitiéndolos en sus escritos. Son todos
ellos pasajes cortos y lacónicos que han conducido a una serie de auto-
res, a la creación de los llamados evangelios apócrifos, para satisfacer
esa piedad popular que no se contentaba con la brevedad y la sobriedad
de los evangelios Canónicos.
Los Evangelios Apócrifos se incluyen entre los escritos que desa-
rrollan temas análogos a los libros canónicos del Nuevo Testamento,
aparecen en la segunda mitad del siglo II6. Entre los que conciernen a
los primeros momentos de la vida de Cristo hombre, contamos con los
apócrifos de la Natividad e Infancia; destacaremos los que más van a
3 Véase José María AZCÁRATE RISTORI: Arte Gótico en España, Madrid, 1990, p.
209; Micaela PORTILLA: “Parroquia de San Pedro Apóstol”, Catálogo Monumental de
la Diócesis de Vitoria, tomo II, Vitoria, 1970; Soledad SILVA VERÁSTEGUI, Iconografía
Gótica en Álava. Temas iconográficos de la escultura monumental, Vitoria, 1987, pp. 55-
87; Lucía LAHOZ: El arte gótico en Álava, Vitoria, 1989; Raquel SÁENZ PASCUAL, La
pintura gótica en Álava. Una contribución a su estudio. Diputación Foral de Álava, 1987,
pp. 44-46 y 112-113; Juan Carlos STEPPE: “Las pinturas murales de Gaceo: una catequesis
a través del arte”, Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria, 1982, p. 183; Micaela
PORTILLA VITORIA: Quejana, solar de los Ayala. Diputación Foral de Álava, Vitoria,
pp. 29-30 y Rosa MARTÍN VAQUERO: La platería en la Diócesis de Vitoria (1350-1650).
Diputación Foral de Álava, 1997, pp. 161-163.
4 L. REAU: Iconographie de l’art Chretien, París, 1959, p. 16; E. MALE: L’art religieux
du siecle en France. Etude sur les origins de L’iconographie du Moyen Age, Paris, 1966, p.
440 y G. SCHILLER: Iconography of Christian Art, vol. I, Londres, 1971, pp. 74-81.
5 Evangelios Canónicos en Sagrada Biblia, Edición, E. Nacar Fuster y A. Colunga.,
B.A.C., Madrid, 1958, pp. 1153-1154.
6 Aurelio de SANTOS OTERO: Evangelios Apócrifos, B.A.C., Madrid, 1963. 265
7 Aurelio de SANTOS OTERO: op. cit, pp. 167-172. Véase María Teresa PÉREZ-
266 HIGUERA: La Navidad en el arte Medieval. Banco Bilbao Vizcaya, Madrid, 1994, p. 16.
mé, los animales como el buey y la mula que calientan al Niño, el baño
de este, y la huída a Egipto con los sucesos que acompañan al viaje.
Pero la difusión de los textos en la Baja Edad Media corre a cargo de
la Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine8, la casi totalidad de sus
capítulos se refiere a vida de santos, escrita hacia el año 1264. Relata
escenas del Ciclo de Infancia con una mayor elocuencia que los Evan-
gelios Apócrifos, se recreará de una manera fantástica, que motivará a
la devoción popular.
Otro aspecto importante en nuestro trabajo lo han constituido las Me-
ditaciones de PseudoBuenaventura9, que se expresa ya a fines del siglo
XIII, con la renovación del espíritu religioso de una manera individual
y personalizada. Revelará un cambio importante en la valoración del
papel de San José, que empezará a desempeñar la función de protec-
tor de la Sagrada Familia (término acuñado a partir del siglo XVI). A
partir de fines del siglo XIV, adquiere un protagonismo que es como
el reverso del amor y culto que el gótico desarrolla hacia la Virgen: a
medida que se ensalza a esta, a San José se le relega al papel de padre
de familia, ocupado en trabajos domésticos, como encender el fuego,
fabricar cerca de ramas para evitar el frío en el establo o cocinar la
comida del Niño.
En el siglo XIV, destacar las Celestiales Revelaciones de Santa Brí-
gida de Suecia10, en los que el mismo Cristo se dirige a la santa, los
episodios son narrados minuciosamente con una gran piedad sensiblera
y una exaltación mística, cuyo éxito perdurará hasta el siglo XV. Fueron
tan populares que dieron un nuevo giro a la iconografía de la Natividad:
la Virgen arrodillada, vestida con túnica blanca y los cabellos extendi-
dos sobre los hombros, junta las manos en oración; el Niño, rodeado
por una aureola radiante, mientras que San José sostiene una candela
encendida cuya llama protege con su mano. En otros ejemplos, aparece
San José, arrodillado junto a la Virgen adorando al Niño recién nacido,
será un Nacimiento-Adoración.
Finalmente, ateniéndonos a un principio fundamental respecto a la
creación de las obras artísticas y a la iconografía; es que “el arte en
general es generado siempre por el mismo arte”, hemos procedido al
análisis comparativo de las representaciones josefinas de nuestro arte
alavés con otras obras creadas en otros ámbitos geográficos más o me-
nos próximos, como Navarra, Castilla, Aragón, Cataluña o Galicia, que
pudieron servir como modelos a nuestros artistas. Ello nos ha permitido
establecer las características de la Iconografía de San José en el arte
gótico alavés y trazar su evolución entre los siglos XIV y XV, princi-
palmente.
Para facilitar su comprensión nuestro trabajo comprende cuatro apar-
tados centrados en las cuatro escenas donde aparece la figura de San
José en los ciclos de Infancia en Álava:
1. La imagen de San José en el Nacimiento de Cristo.
2. La figura de San José en la Epifanía.
3. San José en la Presentación en el Templo.
4. San José en la Huída a Egipto.
Cada capítulo integra, siguiendo un orden cronológico, las diversas
manifestaciones artísticas, la escultura monumental, la pintura mural y
en tabla o la orfebrería. Hemos decidido agrupar las representaciones
de San José, según su actitud, primero estudiaremos a un San José,
pasivo, en un puesto marginal, totalmente ajeno a la escena, para pasar
posteriormente a analizar a un San José diferente, activo, participando
de lleno en las escenas y desempeñando un papel principal.
El trabajo se cierra con las conclusiones más relevantes derivadas
de este estudio. Finalmente hemos incorporado una bibliografía básica,
prácticamente centrada en la historiografía del gótico alavés, ya que la
limitada extensión de este artículo nos impide incluir todo un amplio
repertorio bibliográfico, que hemos consultado para su elaboración.
Comenzamos con tres ejemplos en los que este se muestra pasivo, un I. LA IMAGEN DE
tanto al margen, ante la escena del Nacimiento: en la escultura monu- SAN JOSÉ EN EL
mental, en el siglo XIV, en la portada central de la Iglesia de San Pedro NACIMIENTO DE
de Vitoria11. El dintel se destina al Ciclo de Infancia, que comienza la CRISTO
escena con la Anunciación, seguido de la Visitación y el Nacimiento.
21 Ángela FRANCO MATA: “El programa iconográfico del retablo de Quejana (Álava).
Un apunte de orden fundamentalmente litúrgico-devocional”. El punto de las artes, 14-20
de septiembre, 2001, p.17. 273
27 Aurelio de SANTOS: Los Evangelios Apócrifos, Madrid, 1991, 7ª ed. Liber Infantia
278 Salvatoris, pp. 260-261.
Los ejemplos más importantes nos los proporcionan también los reta- IV. SAN JOSE EN LA
blos del siglo XIV y XV36. La primera escena se encuentra en el retablo HUIDA A EGIPTO
de Quejana37; esta en el octavo recuadro del registro inferior. Ocupando
la mayor parte del espacio aparece la Virgen con el Niño, en brazos,
sentada sobre el asno. A la derecha la figura de San José, de pie, cami-
nando. La escena se desarrolla en un espacio al aire libre, lo que viene
a indicarnos las características del terreno, que curiosamente esta for-
mado por bloques más o menos regulares que nos traen a la mente las
losas de las calzadas antiguas38.
La figura de la Virgen, como en casi todas las escenas, es una figura
bella y delicada. En este episodio en concreto aparece sentada sobre el
pollino, sujetando al Niño en forma delicada y bastante realista. Apare-
ce cubierto por el manto, incluso la cabeza, que presenta pliegues más
bien escasos y rígidos, salvo en la parte inferior en la que se ha intenta-
do representar un doble bucle sin mucho éxito.
El Niño aparece fajado, quedando al descubierto su brazo y hombro
izquierdo, además de la cabeza. Mira hacia la Virgen, y pone su mano
sobre el escote del vestido de la Virgen en ademán de asirse. Su cabello
es corto y rizado.
San José aparece delante del pollino, caminando, sujetando con su
mano las riendas y con la otra la vara apoyada, sobre su hombro de-
recho, del que pende un paño rígido de tono marrón. Pese a que su
cuerpo se dirige hacia la derecha del recuadro, vuelve la cabeza para
mirar a la Virgen y al Niño. Resulta curiosa esta figura en su forma de
vestir, y es que si anteriormente la habíamos visto en la escena de la
Natividad-Anuncio a los Pastores, llevando túnica larga, más acorde
con las ropas de la Virgen; en esta escena de la Huída a Egipto, aparece
representado con vestiduras cortas, propias de la moda de la época en
que se pinto la obra.
Así aparece con una jaqueta abotonada a lo largo en el centro con
innumerables y diminutos botones y mangas amplias, de tipo embu-
do39. Lleva medias calzas hasta la rodilla con doble rosca y calzado
Los retablos de Arana y Olano nos ofrecen los ejemplos más innova-
dores: El retablo de Arana (Condado de Treviño). En esta pequeña tabla
situada en la parte superior del sagrario del Retablo Mayor40, encontra-
mos otra escena exterior, tal y como se ve en el dibujo del suelo, que
se representa a base de líneas sinuosas de tonos ocre-marrones sobre
fondo crema y algunos macizos de hierbas diseminadas por el espacio.
El fondo sigue siendo dorado con punteado y dibujo de flores blancas.
La escena está concebida para que la atención del espectador se di-
rija hacia la Virgen con el Niño en brazos que aparece sentada sobre el
284 41 G. SCHILLER: Iconography of the Christian Art, vol. I, Londres, 1971, p. 120.
sición, al estar los personajes muy juntos unos a otros y quedar poco
espacio libre. Estos detalles, junto con otros como la posición de las
patas del asno caminando, llevan a la consideración de un modelo de
gran influencia y extensión que parece haber monopolizado las repre-
sentaciones de esta escena hasta fines del período gótico en detrimento
de otros temas como el descanso en el viaje.
En el arte bizantino es frecuente que vayan acompañados por un
hombre, más o menos joven, identificado como uno de los hijos de
José, llamado Simón, iconografía rara en Occidente, donde los acom-
pañantes suelen ser un ángel o una mujer con un cesto sobre la cabeza,
que según la referencia de algunos relatos apócrifos, sería Salomé, la
comadrona incrédula42.
CONCLUSIONES Vemos que son varias las representaciones de San José en la pro-
vincia de Álava, tras analizar su figura, escena por escena. A modo de
conclusión general podemos decir, que la figura de San José evolucio-
na notablemente, aunque sea dentro de un gótico tardío en Álava. A
comienzos del siglo XIV, su actitud es pasiva, ajena a la escena, y su
imagen ocupa un papel secundario, en cambio, a partir de mediados del
siglo XIV, y durante el siglo XV y principios del siglo XVI, vemos un
San José, activo, desarrollando tareas que le corresponden como padre:
ocupado en trabajos domésticos, como encender el fuego, fabricar cerca
de ramas para evitar el frío en el establo o cocinar la comida del Niño;
dejando de lado esa imagen que se tenía en la Edad Media, de ser el
“padre putativo” del Salvador.
Las primeras representaciones de un San José, pasivo, ajeno a la es-
cena, las podemos ver en el tímpano de la portada de la Iglesia de San
Pedro en Vitoria, en las pinturas murales de Gaceo y en el relicario de
la Virgen del Cabello de Quejana, en el Nacimiento; en el tímpano de la
iglesia de Santa María de Vitoria, en la Presentación en el templo y en la
Epifanía, en los retablos de Tortura y Olano. A mediados del siglo XIV,
observamos ya un cambio en su representación, podemos ver cómo la 287
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