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ABOLICIÓN DEL SISTEMA IGLESIA-ESTADO

Información
Durante décadas se ha cuestionado el poder absoluto del Estado sobre la vida pública
y privada de los ciudadanos. Sin embargo, al buscar la emancipación y abolición de sus
diferentes mecanismos de opresión fallamos en cuestionar al que considero más
peligroso de todos, la religión.

A finales del siglo XIX el padre del enarco-colectivismo, Mijaíl Bakunin presenta su
más aclamada obra “Dios y el Estado” en la que expone las similitudes del estado y
diversas ideologías religiosas partiendo de la creencia más universal de todas, la
existencia de un dios bueno todo poderoso y su enemigo, satán.

Argumentación

Basandome en este principio ideológico impuesto por el miedo religioso vivo bajo la
norma de que todos los seres humanos, sus pensamientos y acciones solo pueden
categorizarse como buenos o malos, divinos o satánicos. Pero esto no es verdad, de
hecho, es esta ideología reduccionista la que nos aleja de la verdad.

Para entender mejor la manera en la que el Estado y la iglesia operan de manera


conjunta citaré el libro más conocido, la biblia. «No moriréis con seguridad, porque Dios
sabe que en el día en que comáis de ella, entonces vuestros ojos serán abiertos, y
seréis como dioses, conociendo el bien y el mal.», esta cita habla del primer pecado,
que por supuesto tuvo que ser cometido por una mujer ya que para la iglesia las
mujeres solo somos tentaciones banales, hijas de Lilith y satán, sin embargo,
simplemente somos peones en el juego patriarcal.

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¿Cómo es que Dios puede considerarse “bueno” si solo otorga el conocimiento a
un grupo selecto? Y más importante ¿cómo puede considerarse el Estado justo si sus
miembros ignoran las vivencias disidentes y basan la legalidad de nuestra existencia en
leyes divinas?

Al igual que la iglesia, el Estado tiene un líder incuestionable poseedor de


grandeza proveniente del conocimiento adquirido gracias a la jerarquía sustentada por
la esclavización de grupos etnícos gracias a la opresión racial del colonialismo y su
blanquitud. El capitalismo por otra parte le abre las puertas a la iglesia y al Estado para
gozar de riquezas materiales e intelectuales a costa del miedo, de la cárcel y el infierno.
Tanto la iglesia como el Estado viven de los sistemas de opresión.

El elitismo académico, la privatización del capital intelectual y el culto a entes


invisibles e incomprensibles solo nos demuestran una vez más que el Estado y la
iglesia trabajan en conjunto para reprimir a las masas por medios legales y metafísicos.
Política en la misa y religión en el congreso. Dioses y presidentes, sacerdotes y
diputados, todos jueces de nuestro derecho a la existencia y libertad plena

La iglesia y el Estado no pueden reformarse, cambiarse o mejorarse. No podemos


construir una sociedad justa porque como dijo Bakunin “estoy convencido de que
construir con unos materiales podridos sobre una carroña es trabajo perdido y de que
tan sólo a partir de una gran destrucción pueden aparecer de nuevo elementos
vivientes, y junto con ellos, elementos nuevos”.

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Todos los opresores y todos los explotadores de la humanidad. Sacerdotes,
monarcas, hombres de Estado, hombres de guerra, financistas públicos y privados,
funcionarios de todas las especies, policías, carceleros y verdugos, monopolizadores,
capitalistas, empresarios y propietarios, abogados, economistas, políticos de todos los
colores, hasta el último comerciante, todos repetirán al unísono estas palabras de
Voltaire:

“Si dios no existiese habría que inventarlo.”

Alexia Arlet Gaona Alvarez


3º5

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