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Rafael, Díaz-Salazar, Democracia laica y religión pública

Article  in  Revista Internacional de Sociología · April 2009


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Fernando Aguiar
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Rafael DÍAZ-SALAZAR,
Democracia laica y religión pública
Madrid, Taurus, 2007

En contra de lo que se afirma con frecuen- Por otro lado, las persecuciones en Fran-
cia, el origen histórico de la tolerancia cia por motivos religiosos acabaron en el
religiosa no está relacionado con la apari- siglo XVIII con la Revolución, que sienta
ción de una concepción neutral del Estado las bases de un Estado democrático laico.
–el Estado liberal- que respeta de forma Sienta las bases nada más, pues hasta
ecuánime todas las creencias. El origen 1905 no se produce en Francia la sepa-
de la tolerancia hay que buscarlo en el ración definitiva de la Iglesia y el Estado.
paulatino surgimiento de un Estado que Como señala Max Weber en Economía y
interviene de forma muy activa en la vida sociedad, tal separación “es una fórmula
social para someter a aquellos poderes que que resulta sólo posible en caso de una
tratan de imponer su particular concepción renuncia fáctica de uno de ellos a ejercer
del bien. En el siglo XVII, en la Inglate- el completo dominio sobre un campo que,
rra republicana de Cromwell, el Estado en principio, le es accesible” (p. 935). Ahora
adquiere conciencia de que sólo puede bien, como hemos visto en la cita de Hill,
establecer la tolerancia religiosa negando esa renuncia fáctica fue obra en su origen
a la Iglesia derecho alguno a intervenir en del uso legítimo de la fuerza por parte de
la vida pública. Como señala el historiador un incipiente Estado democrático y, más
Christopher Hill en su conocido estudio tarde, de una férrea legislación laica que
sobre la revolución inglesa de 1640, lo que la Iglesia debía acatar. La renuncia fáctica
hizo que los ingleses, al poder terrenal por parte de la Iglesia
Católica, poder que le era accesible, no
“se volvieran escépticos y tolerantes en ha sido nunca –si exceptuamos el Concilio
cuestiones religiosas no fue su mayor Vaticano II- una renuncia graciosa.
sabiduría, ni su mayor bondad, sino Mas en la larga historia de la Iglesia
Cromwell, quien, estabulando en las Católica el Concilio Vaticano II apenas fue
catedrales los caballos de la caballería un suspiro, y la Iglesia, con Juan Pablo II a
más disciplinada y democrática que la cabeza, trató de corregir pronto el rumbo
el mundo haya conocido, obtuvo una modernizador que Juan XXIII y Pablo VI
victoria que impidió para siempre jamás habían iniciado. Para ello, Juan Pablo II y
que los hombres fueran flagelados o Benedicto XVI, su sucesor, “no sólo defien-
quemados vivos por tener puntos de den el sometimiento del orden político-
vista poco ortodoxos respecto del oficio jurídico al orden moral, sino que afirman
de la comunión” (Christopher Hill, The que ambos han de fundarse y ser guiados
English Revolution of 1640, Londres, por la Verdad objetiva que es revelada por
Lawrence&Wishart, 1968, pág. 12). el orden religioso” (Díaz-Salazar, p. 52).
La Iglesia ya no persigue herejes y acepta

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–qué remedio- la autonomía del Estado; los neocons católicos “pretenden poseer
pero el nuevo fundamentalismo católico el monopolio de la verdad” (p. 86) y, por
no ceja en su empeño de influir en el poder otro, que “las tesis de la jerarquía católica...
político directamente (a través de partidos tienen más que ver con un modelo de Igle-
católicos) o indirectamente (a través de la sia totalitaria que con los valores cristianos”
prensa, la radio, la televisión y la escuela). (p. 58), lo que es más grave aún.
Esto esa así porque, aun aceptando la Díaz-Salazar analiza con detalle este
separación de la Iglesia y el Estado, si “la programa fundamentalista en los capítulos
Iglesia –según Ratzinger- queda suprimida segundo y tercero de su interesante (y
como instancia pública o públicamente oportuno) libro. El análisis evidencia con
relevante, la libertad decae, porque allí el claridad las bases ideológicas del funda-
Estado reclama para sí...la función de la mentalismo que impera en el Vaticano y
ética” (citado por Díaz-Salazar, p. 106). El que ha calado en la Iglesia española espe-
Estado sólo se puede fundar éticamente cialmente. Un fundamentalismo, por cierto,
en una verdad absoluta previa al Estado que no se limita al ámbito de las ideas, pues
mismo, una verdad prepolítica que tras- la Iglesia no renuncia a influir en el poder
ciende los valores laicos de naturaleza político. Como decíamos al principio de
relativista. Esa verdad es la verdad reve- esta reseña, no conviene olvidar que his-
lada y la comunidad en que encarna es la tóricamente la Iglesia se separa del Estado
comunidad cristiana. No puede ser de otra a la fuerza, pues la Iglesia como institución
forma, pues, según Benedicto XVI, “sólo [el nunca tuvo verdadera voluntad de dejar el
Creador] puede establecer valores que se poder; tanto es así que cuando ha tenido
fundan en la esencia del hombre y que son la ocasión se ha unido sin reparos al poder
intangibles” (citado por Díaz- Salazar, p. político aunque se tratara de un poder
103). Desde esta perspectiva, para el cato- dictatorial, como en la España de Franco
licismo integrista que representa Ratzinger o en algunas dictaduras latinoamericanas
–y en España la Conferencia Episcopal- recientes. Esa ambición de poder se deja
resulta inaceptable cualquier medida traslucir en todas las páginas de Democra-
social y política que, cargada de valores, cia laica y religión pública. En todas menos
provenga “sólo” del Estado, pues el Estado en una. En efecto, en la página ciento seis
no es fuente de moral ni de verdad. Por eso Díaz-Salazar afirma que “el fundamento
el matrimonio homosexual, la eutanasia, el de la pretensión pública de la Iglesia”,
aborto, la educación para la ciudadanía, la así como su actual beligerancia, “no nace
investigación biomédica, etc., sólo pueden de su afán de poder o control, sino de su
ser producto del relativismo moral de Esta- responsabilidad para cumplir un imperativo
dos laicos, un relativismo que destruye la ético”. En el libro de Díaz-Salazar queda
libertad, que ha de entenderse en relación claro, sin embargo, que para cumplir ese
con la verdad divina absoluta, verdad que imperativo ético la Iglesia trata de estar
depende a su vez de la revelación. Ante cerca del poder allí donde no puede ser el
semejante dogmatismo el autor del libro poder mismo. Quizá hayamos de entender
que reseñamos afirma, por un lado, que entonces esta frase en el siguiente sentido:

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la Iglesia no busca el poder como fin en exacerbar el fundamentalismo católico –y


sí mismo, sino como medio para cumplir el no católico- al dejar fuera del ámbito
un imperativo ético. Es posible, pero en público aquellas creencias que para tanta
cualquier caso Democracia laica y religión gente forman parte de su identidad. Por
pública deja bien sentado el hecho de que eso el autor de Democracia laica y religión
la Iglesia católica necesita del poder político pública prefiere una medicina distinta de
para incrementar su influencia (lo necesita y la rawlsiana contra el integrismo católico.
lo usa) y tiene un inmenso poder mediático A su entender el remedio para el mal del
y adoctrinador (sin olvidar el económico, integrismo consistiría en que se com-
asunto ajeno a este libro). prendiera que nos hallamos, como afirma
Así pues, el profesor Díaz-Salazar per- Habermas, en “sociedades postseculares”.
sigue con elegancia e inteligencia los argu- En el famoso debate entre Ratzinger y
mentos de la Iglesia y trata de desmontarlos Habermas (que Díaz-Salazar analiza en
con el apoyo de autores tanto católicos el último tramo del capítulo 3), el filósofo
como no católicos. En el primer capítulo alemán defiende la necesidad de que
presenta con rigor, entre otras cosas, la Estado e Iglesia estén separados y rechaza
defensa rawlsiana del Estado neutral. que el Estado necesite verdades absolutas
Para el filósofo John Rawls las creencias de naturaleza prepolítica para legitimar
morales y religiosas deben quedar fuera del su acción. Ahora bien, en la sociedad
consenso constitucional, para lograr así lo postsecularizada, esto es, en aquella
que denomina un “consenso entrecruzado” que, lejos de todo integrismo religioso, ha
(overlapping consensus). Aunque en su superado también el laicismo radical, “los
día las doctrinas religiosas constituyeron ciudadanos secularizados no pueden negar
la base de la sociedad, hoy han dado paso por principio a los conceptos religiosos su
a principios constitucionales en los que se potencial de verdad, ni pueden negar a los
pueden reconocer todos los ciudadanos. conciudadanos creyentes su derecho a
Los defensores de distintos credos religio- realizar aportaciones en lenguaje religioso
sos y morales deben, por tanto, dejarlos a las discusiones públicas” (citado por Díaz-
fuera del debate público, según Rawls, para Salazar, p. 141). Esta postura se halla cerca
llegar a acuerdos básicos sobre derechos de la de Rafael Díaz-Salazar, quien a lo
y libertades. De esta forma se asegura la largo del libro cita elogiosamente a muchos
convivencia en sociedades plurales, pues autores católicos progresistas. Ese catoli-
con independencia de su credo todo el cismo progresista se podría ver plasmado
mundo puede vivir bajo el acuerdo consti- en una suerte de cristianismo laico, demo-
tucional al que se ha llegado en común. crático y republicano de raíz tocquevilliana
Díaz-Salazar no se siente del todo cómodo, (“un cristianismo que no hallo mejor medio
sin embargo, con la tajante separación de describir que llamándolo democrático y
rawlsiana de un ámbito público de derechos republicano”, afirmaba Tocqueville y Díaz-
y libertades y un ámbito privado de creen- Salazar nos lo recuerda en la página ciento
cias filosóficas y religiosas. Díaz-Salazar setenta y tres de su libro). El cristianismo
considera que la teoría de Rawls podría republicano debería aportar al Estado los

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valores políticos y morales fundamentales: emocionalmente casi tan lejos de noso-


la virtud cívica, la igualdad, la fraternidad. tros como la república de Cromwell. Sin
Pero debería aportarle también espirituali- embargo, como nos recuerda el propio
dad, es decir, la capacidad para reconocer Díaz-Salazar, el cristianismo republicano
que la religión desempeña un importante no es lo que predomina en Roma, sino
papel en el desarrollo de una sociedad un “catolicismo clerical, fundamentalista y
civil integrada: “la espiritualidad en política monárquico” (p. 180) que quiere ver en la
tiene mucho que ver con los fundamentos fe revelada y en su Dios el fundamento de la
morales prepolíticos y con el sistema sociedad y del Estado. No se puede afirmar
de motivaciones o motor interno de la entonces, en modo alguno, que vivamos
acción” (p. 175). Así pues, en el cuarto en una sociedad postsecularizada, por lo
y último capítulo de Democracia laica y que el cristianismo republicano hará bien
religión pública Díaz-Salazar defiende el en comprender que, hoy por hoy, todavía
cristianismo republicano como remedio debe ser más republicano que cristiano si
contra el fundamentalismo católico, contra quiere construir una sociedad justa y libre
el laicismo radical que excluye la religión que no se base en absoluto –ni siquiera
del ámbito público y como fundamento republicanamente- en verdades de fe
moral último de un Estado democrático y incontrovertibles.
solidario.
Ante el vigor y ecuanimidad de la pro-
puesta cristiano-republicana quizá haya
quien piense que el tiempo del laicismo Fernando Aguiar
radical que quita crucifijos de las escuelas IESA-CSIC
ha pasado, que deberíamos considerarlo

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