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La casi totalidad de los casos son producidos por cuatro especies de plasmodios (P. falciparum,
P. vivax, P. malariae y P. ovale), aunque también se ha identificado como fuente de casos en
humanos una quinta especie denominada Plasmodium knowlesi, originariamente considerada
causa de infecciones en primates.
La mayoría de los casos son producidos por P. falciparum y P. vivax; de ellos, P. falciparum es el
responsable de las formas más graves y el causante de la mayor parte de las muertes por esta
enfermedad.
Las infecciones mixtas –definidas como infección simultánea con varias especies de plasmodios–
ocurren en el 5-7% de los casos.
Epidemiología
El paludismo es la enfermedad parasitaria más importante del mundo debido al número de
casos y de muertes que causa.
La incidencia de esta enfermedad es importante, con unos 300 a 500 millones de nuevos
casos anuales, con entre 1 y 3 millones de muertes anuales.
Se estima que el 40% de la humanidad habita áreas donde existe el riesgo de contraer esta
enfermedad.
A nivel global, el paludismo explica por sí solo el 2,3% del número total de enfermedades
en el mundo.
En 1878, Manson demostró que los mosquitos del género Culex pueden
transmitir la filariasis humana mediante su picadura.
Esta etapa culmina con la liberación de merozoítos desde los eritrocitos infectados y la
invasión de nuevos eritrocitos por parte de una nueva generación de merozoítos.
Los gametocitos circulan silenciosamente sin invadir nuevos tejidos, y pueden ser ingeridos
por algún anofelino al picar.
Tras la ingestión por parte del mosquito, los gametocitos alcanzan el intestino medio del
insecto, donde completan su ciclo vital formando esporozoítos que migran hacia las
glándulas salivales del mosquito.
Estos esporozoítos serán inoculados con la saliva del anofelino al picar, infectando a un
nuevo huésped.
El Agente.
P. vivax y P. ovale poseen la capacidad de desarrollar hipnozoítos, formas
«durmientes » capaces de permanecer inactivas durante muchos meses en el tejido
hepático, y que al reactivarse permiten la reaparición de una malaria que parecía
curada.
Hiperesplenismo secundario
Las citocinas proinflamatorias liberadas en respuesta a la infección ejercen un efecto supresor sobre
la hematopoyesis, agravando así la anemia característica de estos enfermos.
El parásito obtiene energía mediante glucólisis anaerobia que acumula ácido láctico, lo que
ocasiona acidosis láctica e hipoglucemia.
Patogenia
En comparación con los restantes plasmodios, P. falciparum posee algunas propiedades
patogénicas únicas que explican la mayor gravedad de la infección causada por este
agente:
Esta inmunidad parcial no evita la infección pero protege del desarrollo de formas graves de malaria,
condición que se conoce como semi inmunidad.
Por este motivo, los habitantes de regiones endémicas que emigran a regiones libres de paludismo durante
períodos prolongados corren el riesgo de desarrollar formas graves de malaria cuando se exponen de nuevo
a la infección al regresar a su región de origen.
Malaria causada por P. falciparum
A diferencia de otros plasmodios, P. falciparum posee la capacidad de invadir hematíes de todas las edades, lo
que le permite infectar simultáneamente a un gran número de eritrocitos, que puede llegar a implicar la
infección simultánea de más del 50% de la masa eritrocitaria total, alcanzando niveles de parasitemia muy
elevados.
En efecto, las personas no inmunes presentan una relación casi lineal entre la magnitud de la parasitemia y el
riesgo de muerte.
Por el contrario, las personas semiinmunes pueden soportar parasitemias copiosas sin presentar ninguna clínica.
Otros factores que aumentan el riesgo de padecer malaria grave son una edad menor de 5 años –debido a la
inmadurez del sistema inmunológico, y el embarazo .
La mortalidad de la malaria grave supera el 30% incluso en las mejores condiciones sanitarias.
Los sujetos asplénicos también presentan mayor riesgo de desarrollar formas graves de malaria.
Manifestaciones clínicas
El período de incubación
Corresponde al intervalo que media entre la inoculación del plasmodio por la picadura de un
mosquito y el comienzo de la fase eritrocitaria de la infección.
Por definición, es completamente asintomático y dura entre 1 y 4 semanas, aunque varía en
función de la especie infectante:
P. falciparum incuba en 2 semanas, aunque se han documentado incubaciones mucho más largas,
de hasta un año de duración en sujetos semiinmunes o que han recibido profilaxis antipalúdica
P. vivax y P. ovale pueden también mostrar períodos de incubación prolongados, de hasta años de
duración, aunque lo habitual es que el 50% de los casos presenten síntomas al cabo de 2 meses
desde la exposición.
Cuadro Clínico
Los signos y síntomas de la malaria son múltiples y variados, pero la fiebre es un síntoma
prominente en los sujetos no inmunes. No obstante, aunque la fiebre está presente casi
universalmente, incluso este signo puede estar ausente en algunos casos.
La fiebre aparece como respuesta a la liberación de merozoítos producida por la rotura de hematíes
infectados, lo que ocurre en forma cíclica y sincronizada, causando la periodicidad típica de la
fiebre palúdica.
Con el tiempo, la rotura hemática se organiza en forma sincrónica, y entonces los paroxismos
febriles aparecen con su periodicidad típica: de un día por medio en las infecciones causadas por P.
vivax, P. ovale y P. falciparum, y cada 2 días en las infecciones por P. malariae.
Las infecciones simultáneas por dos especies diferentes de plasmodios alteran la periodicidad de la
fiebre mediante la suma de los ritmos de las especies infectantes, que superponen su sincronía.
Cuadro Clínico
Otros síntomas frecuentes incluyen sudores, cefalea, escalofríos, mialgias, fatiga,
náusea, dolor abdominal, vómitos, diarrea y tos.
Edema pulmonar, fallo renal, hipoglucemia, síndrome de distrés respiratorio del adulto (SDRA),
gastroenteritis, anemia y hemorragias.
El edema pulmonar palúdico y su correlato el SDRA cursan con una mortalidad del 15% en las mejores
condiciones.
El fallo renal que aparece en el paludismo es usualmente oligúrico y grave. Se debe por una parte a
factores de daño renal, como el bloqueo de la microcirculación intrarrenal, hipovolemia y hemolisis, y
por otra parte a la hemolisis de la malaria.
Complicaciones
La hemolisis de los eritrocitos parasitados ocurre por mecanismos directos,
como la rotura del hematíe debido a la eclosión de los parásitos de su interior,
e indirectos, como el secuestro de eritrocitos en el bazo y otros órganos,
favorecido por la pérdida de elasticidad de los hematíes parasitados.
Como consecuencia, se produce la liberación de grandes volúmenes de
hemoglobina y pigmentos que contribuyen al daño renal. Cuando estos
pigmentos pasan a la orina le dan un aspecto barroso que justifica la
denominación de «fiebre de aguas negras».
La hipoglucemia resulta de una combinación de factores que incluyen la
hiperinsulinemia dependiente del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-a)
junto con un mayor consumo debido al metabolismo parasitario.
El TNF-a también actúa como inhibidor de la hematopoyesis, contribuyendo a
la anemia del paludismo.
En niños pequeños, la afectación microvascular de los vasos del lecho
esplácnico puede causar gastroenteritis.
Complicaciones
En cuanto al paludismo causado por los plasmodios vivax y ovale, presenta
idénticas características clínicas.
Debido a que la parasitemia no es constante sino que sigue un patrón cíclico, deben
realizarse nuevos extendidos a intervalos de 6 horas durante 2 días antes de descartar el
diagnóstico, aunque el primer extendido suele ser positivo en el 95% de los casos.
Los extendidos gruesos tienen mayor sensibilidad diagnóstica, pero los extendidos
delgados permiten identificar la especie de plasmodio presente.
Son pruebas rápidas que se realizan a partir de una toma de sangre capilar digital y proporcionan el
resultado en 10-15 minutos.
Se han desarrollado métodos basados en dos antígenos parasitarios: la proteína rica en histidina-2
(HRP-2), presente solo en P. falciparum, y el antígeno de deshidrogenasa láctica parasitaria (pLDH),
presente en las cuatro especies de plasmodios.
Los viales tienen un umbral de sensibilidad de 100 parásitos/mm3, pero esta sensibilidad decae en
proporción inversa a la intensidad de la parasitemia.
Pruebas de detección de antígenos
Prueba basada en HRP-2
Este método tiene una sensibilidad de entre el 90 y el 95%, con una especificidad
cercana al 100% para P. falciparum. La especificidad es menor (75-85%) para P. vivax.
La sensibilidad depende básicamente de la masa parasitaria.
Otra limitación importante de esta prueba es su incapacidad para detectar P. vivax en
presencia de P. falciparum debido a reacciones cruzadas entre ambas especies.
TRATAMIENTO
Se recomienda, antes de iniciar el tratamiento, la confirmación parasitológica por microscopía en todos
los pacientes sospechosos de Paludismo, dentro de las 24 horas de notificado el caso.
Para el caso de resistencia a estas sustancias, diversas combinaciones con artemisina ofrecen una
alternativa eficaz.
Los tratamientos combinados más difundidos son las combinaciones basadas en artemisina
Diferentes regiones tienen diferentes perfiles de resistencia a antimaláricos, desde plasmodios solo
resistentes a cloroquina hasta plasmodios multirresistentes.
Como el riesgo de tratar en forma subóptima los casos de malaria grave excede considerablemente el
riesgo que conlleva el sobretratamiento, en la práctica es recomendable tratar como grave a cualquier
paciente palúdico de quien se sospeche que padece una forma grave de malaria.
Distribución mundial de la resistencia a
antimaláricos.
Consideraciones general sobre el tto.
Puesto que la gravedad y el pronóstico de la malaria están influenciados por:
*la edad
*el embarazo
*la presencia de semi inmunidad
*la intensidad de la parasitemia
*la forma de presentación
*la especie de plasmodio responsable y el grado de resistencia a antimaláricos
Estas condiciones también influyen sobre la elección del esquema terapéutico que se va a
utilizar.
Tratamiento del paludismo en viajeros
Los casos de paludismo que afectan a viajeros habitualmente corresponden a adultos no inmunes que
habitan en países donde la malaria no es endémica.
Estos pacientes, carentes de semiinmunidad, son propensos a desarrollar mayores niveles de
parasitemia y formas de malaria más graves.
Como regla general, si el paludismo se diagnostica mientras aún se hallan en el país visitado, los
viajeros deberían ser tratados con los mismos esquemas de tratamiento que la autoridad sanitaria
local recomienda para los nativos.
Cuando el paludismo es diagnosticado tras el retorno a su país de origen, ello se asocia con una
mayor mortalidad debido a la falta de familiaridad de los médicos locales con la enfermedad y al
hecho frecuente de que la mayoría de los antipalúdicos no están disponibles en regiones donde no
existe el paludismo.
Cuando se atiende a viajeros retornados con paludismo que residen en una zona no endémica deben
tomarse dos precauciones adicionales: en primer lugar, asegurarse de no administrar el mismo
antipalúdico usado como profilaxis durante el viaje y, en segundo lugar, administrar el mismo
tratamiento que se proporciona a los residentes del área donde se contrajo la enfermedad
PREVENCIÓN
Profilaxis antipalúdica
No existe ninguna vacuna disponible contra el paludismo, por lo que la única protección posible se
basa en la combinación de quimioprofilaxis con medidas que tiendan a combatir los mosquitos y
reducir la posibilidad de picaduras mediante el uso de repelentes, insecticidas, mosquiteros y
ropa de manga larga, que deja menos piel expuesta.
Quimioprofilaxis
La elección del fármaco más adecuado requiere conocer la historia médica del viajero, el destino del
viaje, la epidemiología local y el riesgo de exposición en función del tipo de viaje que se va a
realizar, teniendo en cuenta que –obviamente– no existe el mismo riesgo para quienes visiten áreas
selváticas que para quienes piensan permanecer en regiones urbanas densamente pobladas y con
buenos medios sanitarios disponibles.
Al respecto, existen guías para la quimioprofilaxis provistas por diversas organizaciones, entre las
cuales destaca la información disponible en internet por los Centros para el Control y la Prevención
de Enfermedades (CDC) de Atlanta, en su sitio web: http://www.cdc.gov/malaria/travel/index.htm
Bibliografía
http://www.cdc.gov/malaria/travel/index.htm
Murray; Rosenthal. Microbiología Médica. 14º Ed. Editorial Elsevier España. 2018.