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El Santander comentó esta operación a los analistas y a los grandes inversores, tras
explicar cómo iban a financiar la adquisición del Banco Real y el italiano Antonveneta,
filiales de ABN Amro, por unos 20.000 millones de euros. No obstante, Alfredo Sáenz
explicó en la presentación de la compra de ABN que una de las fuentes de financiación
sería "la venta de inmuebles y de la cartera industrial, con lo que lograr un mínimo de
1.900 millones de euros", sin dar más detalles.
El primer banco de España realiza esta operación por razones de oportunidad y
financieras. Para la entidad es más rentable vender los edificios, obtener las plusvalías
correspondientes y liberar las provisiones contables de los balances del grupo. Es decir,
se hace liquidez por partida doble: por un lado se recibe dinero fresco (con las
plusvalías correspondientes aprovechando el alza del mercado inmobiliario) y, por otro,
se liberan fondos que estaban prisioneros en los balances. Este dinero supondrá más
capacidad para prestar, negocio con el que los bancos obtienen un alto margen, y
también refuerza los fondos propios ante posibles compras. Además, el Santander se
deducirá fiscalmente el importe de los alquileres, una cantidad muy significativa
teniendo en cuenta las magnitudes de la operación.
El banco ya ha empezado a moverse. En primer lugar, ha contactado con las más
grandes tasadoras presentes en España para que realicen sus informes. Esta operación
no tardará mucho en cerrarse. Con esta información el grupo se pondrá en contacto con
grandes fondos de inversión inmobiliaria (sin incluir los del banco, que cuenta con
alguno de los más importantes), así como con aseguradoras e inversores institucionales.
Para esta clase de inversores, una operación de este tipo supone la inversión en un
activo seguro, ya que el banco es un inquilino fiable y se firman contratos a muy largo
plazo. Todavía no está cerrado el diseño de la operación, pero se plantea que el
Santander se comprometerá a permanecer en los edificios el tiempo más largo que
permita la legislación. Así, los contratos pueden tener una duración de 15 o 20 años.
Pasado este tiempo, el Santander tendrá opción de compra (a precio de mercado) y
derecho de tanteo, con lo que podrá igualar el precio en caso de que un tercero quiera
adquirir las propiedades.
En principio, quedan fuera de la operación los edificios de Banesto, aunque no se
descarta que se incluyan más adelante.