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FUNDAMENTOS JURÍDICOS PARA EL PLANTEAMIENTO DE LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL POR

DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O


RECURSOS DE CASACIÓN

FUNDAMENTOS JURÍDICOS PARA EL PLANTEAMIENTO


DE LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL POR
DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA
TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
RECURSOS DE CASACIÓN
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RESUMEN

El presente estudio monográfico se centra en la extinción de la acción penal, bajo


la causal de duración máxima del proceso, que según el artículo 133 del Código
de Procedimiento Penal es de 3 años. Sin embargo, el código de procedimiento
penal no establece con precisión el procedimiento en cuanto a su tramitación, ya
que en la práctica jurídica de litigación se evidencia que existen dificultades de
interponer la extinción de la acción penal durante la tramitación de la apelación
restringida y/o recursos de casación.

En razón a esta problemática, la presente monografía se realizo con el fin de dotar


de mayor precisión a la normativa procesal, recogiendo elementos teórico
doctrinales y los criterios jurisprudenciales del Tribunal Constitucional, para que
estos sean sintetizados en la redacción del artículo 133, de esta forma precisar
ante quien se interpone este recurso y el momento hasta el cual es oportuno su
presentación.

La monografía expone los fundamentos jurídicos que respaldan la importancia de


habilitar la interposición de la extinción de la pena posterior a la fase de juicio oral
aún en fase de apelación restringida o recursos de casación, puesto que este
proceder garantizaría el principio de legalidad, seguridad jurídica, razonabilidad en
cuanto a la duración del proceso y el principio de inocencia del acusado.

Los resultados obtenidos tras el estudio de libros, textos y documentos


relacionados con la extinción de la pena, son que la doctrina establece la
importancia de que el proceso penal tenga una duración determinada a fin de no
vulnerar las garantías del encausado, que ante un proceso penal en su contra que
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supera un tiempo razonable de duración se le genera incertidumbre además de


afectar su derecho a una defensa eficaz, se vulnera el principio de inocencia y
perjudica al principio de seguridad jurídica, por lo que resulta importante optimizar
la redacción del artículo 133 del Código de Procedimiento Penal refiriendo ante
quien se puede interponer este recurso y hasta que momento es viable, con ello
brindar certeza al público litigante y principalmente a todo encausado.

El presente tema es fundamental en su estudio como una forma de garantizar


certidumbre al acusado respecto de su situación jurídica en tanto finaliza el
proceso penal, dotándole de recursos legales que prevengan dilaciones indebidas,
en concreto el presente trabajo monográfico, se constituye en un documento de
consulta que acopia información relevante sobre la temática de la extinción de la
acción penal por duración máxima del proceso, información que a posterior puede
ser utilizada para abrir espacios de debate y el constante perfeccionamiento del
sistema penal boliviano.
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ÍNDICE GENERAL
Pág.
AGRADECIMIENTO
DEDICATORIA
INTRODUCCIÓN..................................................................................................... 1

PARTE I
ASPECTOS METODOLÓGICOS
1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA...............................................................4
1.1. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA..............................................................4
1.2. PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN.............................................................5
2. JUSTIFICACIÓN...............................................................................................5
3. OBJETIVOS......................................................................................................6
3.1. OBJETIVO GENERAL................................................................................6
3.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS.......................................................................6
4. DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA....................................................................6
4.1. DELIMITACIÓN TEMPORAL......................................................................6
4.2. DELIMITACIÓN ESPACIAL........................................................................6
4.3. DELIMITACIÓN TEMÁTICA........................................................................7
5. METODOLOGÍA............................................................................................... 7
5.1. TIPO DE INVESTIGACIÓN.........................................................................7
5.2. MÉTODOS..................................................................................................8
5.2.1. EL MÉTODO ANALÍTICO.....................................................................8
5.2.2. EL MÉTODO INDUCTIVO....................................................................8
5.2.3. MÉTODO GRAMATICAL......................................................................9

PARTE II
DESARROLLO TEÓRICO PRACTICO
6. DESARROLLO TEÓRICO PRÁCTICO...........................................................10
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6.1. ACCIÓN PENAL....................................................................................... 10


6.1.1. CARACTERÍSTICAS DE LA ACCIÓN PENAL...................................11
6.1.2. PERSPECTIVAS DE LA ACCIÓN PENAL.........................................11
6.2. PRESCRIPCIÓN.......................................................................................12
6.3. EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL........................................................13
6.3.1. PRESCRIPCIÓN................................................................................14
6.3.2. POR DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO......................................16
6.4. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DE LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN
PENAL EN SUS DISTINTAS VERTIENTES.............................................17
6.4.1. PRINCIPIO DE SEGURIDAD JURÍDICA............................................17
6.4.2. PRINCIPIO DE INOCENCIA..............................................................18
6.4.3. PRINCIPIO DE RAZONABILIDAD.....................................................19
6.4.4. PRINCIPIO DE LEGALIDAD..............................................................20
6.4.5. DERECHO DE DEFENSA COMO PARTE DEL DEBIDO
PROCESO..........................................................................................21
6.5. OTROS FUNDAMENTOS PENALES Y PROCESALES DE LA
PRESCRIPCIÓN.......................................................................................22
6.6. LA EXTINCIÓN, DURACIÓN RAZONABLE DEL PROCESAL PENAL Y EL
BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD (NORMATIVA
SUPRANACIONAL)..................................................................................25
6.6.1. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS.......27
6.6.2. PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS27
6.7. CAUSALES DE EXTINCIÓN PENAL EN LA LEGISLACIÓN
COMPARADA...........................................................................................28
6.7.1. MÉXICO............................................................................................. 28
6.7.2. ARGENTINA.......................................................................................28
6.7.3. ESPAÑA.............................................................................................29
6.7.4. CHILE.................................................................................................30
6.8. LA DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO................................................31
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6.9. TRAMITE PROCESAL PARA LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL


POR DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO............................................36

PARTE III
PROPUESTA DE LA MONOGRAFÍA
7. PROPUESTA..................................................................................................39
7.1. FUNDAMENTO DE LA PROPUESTA......................................................39
7.2. PROPUESTA DE MODIFICACIÓN DEL ARTÍCULO 133 DE LA LEY
1970.......................................................................................................... 39
7.3. TEXTO PROPUESTO DEL DECRETO SUPREMO PARA LA
MODIFICACIÓN DEL ARTÍCULO 133 (DURACIÓN MÁXIMA DEL
PROCESO) DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO PENAL......................40

PARTE IV
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
8. CONCLUSIONES........................................................................................... 42
9. RECOMENDACIONES...................................................................................44
10. GLOSARIO...................................................................................................45
11. BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................47
ANEXOS................................................................................................................ 49
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INTRODUCCIÓN

El poder punitivo del estado, por el desarrollo progresivo de los derechos


humanos en Bolivia y en todo el mundo ha empezado a verse limitada en su
ejercicio.

La presente monografía aborda justamente una de las limitaciones al poder


punitivo del estado, en este caso por el transcurso del tiempo, entendiendo
que toda acción penal que se ejerza en contra de una persona no puede ser
de por vida, debe tener un límite, siendo armonioso este razonamiento con la
Constitución Política del Estado que en su Art. 115 Parágrafo II, refiere la
obligación del estado de garantizar como un derecho el acceso a una justicia
pronta y oportuna.

Ahora bien, uno de los más grandes problemas dentro del litigio penal
boliviano dentro de los tribunales, es la posibilidad de interponer la extinción
de la acción penal por duración máxima del proceso después de la sentencia
en primera instancia, es decir ante el tribunal de alzada y el tribunal supremo,
debate que abordamos a objeto de solidificar razonamientos del tribunal
constitucional, y la aplicación de reglas esenciales dentro de un proceso que
es la presunción de inocencia, pro actione, legalidad, seguridad jurídica, que
entran en juego al considerar el planteamiento del título a desarrollar.

Con el fin de exponer los fundamentos jurídicos que constituyan la base para
un planteamiento efectivo de la extinción de la acción penal por duración
máxima del proceso incluso durante la tramitación de la apelación restringida
o recursos de casación, la presente monografía se desarrollo en tres partes
principales:

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1. La primera parte de la monografía comprende el planteamiento del


problema, donde se desarrolla la descripción del problema y pregunta
de investigación que delinea el desarrollo de la investigación,
asimismo se desarrolla justificación de la realización de la
investigación monográfica y los objetivos tanto general como
específicos que se pretende alcanzar con el desarrollo de la
monografía.

2. La segunda parte de la monografía esta constituida por el Desarrollo


Teórico Práctico, en la cual se expone información teórica sobre la
acción penal, sus características y perspectivas, así como la
prescripción y la extinción de la acción penal, donde se inicia un
pequeño desarrollo jurisprudencial sobre su validez y procedimiento
en nuestro país, para posteriormente exponer de forma concreta los
fundamentos jurídicos que respaldan el planteamiento de la extinción
de la acción penal por duración máxima del proceso, principalmente
se exponen los principios como ser el de seguridad jurídica, principio
de inocencia, razonabilidad, legalidad y derecho a la defensa,
garantías fundamentales que deben ser observadas a fin de no
extender la duración del proceso más allá de limites de tiempo
razonables y con ello garantizar al acusado una administración de
justicia pronta, en la segunda parte de la monografía también se
desarrolla la legislación comparada y la normativa supranacional que
respalda la extinción por duración máxima del proceso.

3. La tercera parte de la monografía comprende la propuesta de la


presente monografía, la misma que de forma concreta consiste en la
proposición de la modificación del artículo 133 del código de
procedimiento penal, modificación que amplié o especifique la forma
de plantear la extinción por duración máxima del proceso.

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4. Finalmente se expone las conclusiones a las que arribo el grupo que


en síntesis busca que la normativa procesal sea modificada a fin de
contar con mayor especificidad de esta forma se cuenta con una mejor
comprensión de los alcances del instituto de la extinción por duración
máxima del proceso.

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PARTE I
ASPECTOS METODOLÓGICOS

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

1.1. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA

La interposición de la extinción de la acción penal por duración máxima del


proceso es una figura del sistema penal boliviano que tiene por finalidad
garantizar la seguridad jurídica y la resolución de un proceso penal dentro del
marco de la razonabilidad o de un tiempo razonable, debido a que el
acusado no puede encontrarse en incertidumbre sobre su situación jurídica
de forma indefinida.

La presente monografía identifica como problemática principal de


investigación, el hecho de que la interposición de la extinción de la acción
penal por duración máxima del proceso, es imprecisa cuando esta es
intentada durante la tramitación de la apelación restringida y/o el recurso de
casación, puesto que se considera que estas fases no forman parte del
proceso principal, razón por la que no podría ser intentada la extinción de la
acción penal.

La problemática se encuentra en que la normativa penal no establece con


precisión el alcance de este instituto penal, que de forma directa afecta el
interés de todo acusado, ya que al no poder interponer dicha extinción de la
acción penal se estaría alargando la incertidumbre del acusado.

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1.2. PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN

¿Para garantizar la vigencia de garantías constitucionales será necesario


profundizar el estudio de los fundamentos jurídicos para el planteamiento de
la extinción de la acción penal por duración máxima del proceso aun en
etapa de apelación restringida y/o recurso de casación?

2. JUSTIFICACIÓN

El desarrollo del presente tema sobre fundamentos jurídicos para el


planteamiento de la extinción de la acción penal por duración máxima del
proceso durante la tramitación de la apelación restringida y/o recursos de
casación, tiene como justificativo de su realización la profundización de la
información académica en el campo del derecho penal, específicamente en
el aspecto procedimental del planteamiento de la extinción de la acción penal
por exceder la duración máxima del proceso, el mismo que resulta ser un
tema crucial para toda persona acusada, ya que la misma no puede enfrentar
un proceso penal en forma indefinida.

Asimismo la finalidad del presente documento es constituirse en un


documento de consulta que exponga fundamentos jurídicos que respalden la
importancia de que el planteamiento de la extinción de la acción penal por
duración máxima del proceso, se encuentre definida con precisión en el
Código de Procedimiento Penal, de forma tal que se facilite su tramitación,
propender al estudio del tema y a futuro generar espacios para el debate
sobre los requisitos de procedibilidad.

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3. OBJETIVOS

3.1. OBJETIVO GENERAL

Determinar los fundamentos jurídicos que respaldan el planteamiento de la


extinción de la acción penal por duración máxima del proceso aun durante la
tramitación de la apelación restringida y/o recursos de casación.

3.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Identificar las características de la acción penal


 Individualizar los fundamentos jurídicos de la extinción de la acción
penal
 Describir la legislación comparada
 Proponer la modificación del artículo 133 del Código de Procedimiento
Penal

4. DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA

4.1. DELIMITACIÓN TEMPORAL

La delimitación temporal de la monografía abarca al segundo semestre de la


presente gestión 2019.

4.2. DELIMITACIÓN ESPACIAL

En cuanto a la delimitación espacial del presente tema, el campo de estudio


será en la ciudad de La Paz, el Área Urbana.

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4.3. DELIMITACIÓN TEMÁTICA

La presente monografía se delimita temáticamente en el Derecho Penal, en


la especialidad de Derecho Procesal Penal - Extinciones.

5. METODOLOGÍA

5.1. TIPO DE INVESTIGACIÓN

El estudio a realizar, tendrá características metodológicas de tipo “No


Experimental” porque solo se observará la realidad vivida en nuestro país y
no se modificarán las variables a estudiar, asimismo es descriptivo y
propositivo. (Hernandez Sampieri, 2003)

 Descriptivo. La descripción consiste en la explicación, de forma


detallada y ordenada sobre alguien o algo (Hernandez Sampieri,
2003). De esta forma, la presente monografía describe las
características principales del tema de la extinción y la duración
máxima del proceso penal, así como de los fundamentos
jurídicos que los respaldan.

 Propositivo. El aspecto propositivo de la monografía se


encuentra plasmado en la parte III que detalla la propuesta
efectuada por el grupo, la cual es proponer la modificación del
Artículo 133 del Código de Procedimiento Penal a fin de
especificar el trámite y principalmente ante quien y hasta que
momento se puede interponer la extinción por duración máxima
del proceso penal.

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5.2. MÉTODOS

El Método será el camino a seguir para lograr un fin determinado, en este


caso utilizaremos varios caminos los cuales nos ayudaran a demostrar la
necesidad de modificar el Artículo 133 del Código de Procedimiento Penal, el
método nos ayudará a alcanzar el objetivo, la estrategia general que guía el
proceso de la investigación.

5.2.1. EL MÉTODO ANALÍTICO

El Método Analítico consiste en descomponer y distinguir los elementos de


un todo para posteriormente reconstruirlo, a partir de los elementos
estudiados por el análisis posibilitando una comprensión total de la esencia
del objeto estudiado. (Ortiz Uribe, 2005)

El método se aplica a través del análisis de documentos relacionados con el


tema de la extinción de la acción penal, lo cual da como resultado el análisis
y comprensión del tema, que dada la escueta redacción en el código de
procedimiento penal genera una imprecisión en cuanto al momento hasta
donde se puede presentar este recurso.

5.2.2. EL MÉTODO INDUCTIVO

Consiste, en partir del estudio profundo del fenómeno particular hasta llegar
a las conclusiones, para el análisis de una amplia gama de fenómenos
generales. Por lo que la inducción puede aplicarse cuando se estudia un
conjunto de objetos relativamente pequeños porque pueden examinarse
todos y cada uno de ellos. (Hueso, 2012)

El presente método es utilizado, para el análisis de casos particulares en los


que se intenta plantear la extinción de la acción penal pero que es observada

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o rechazada durante la tramitación de la apelación restringida o casación, por


lo cual es necesario acudir a la línea jurisprudencial para precisar su alcance
y tratamiento llegando a determinar una modificación de la norma procesal
penal para contar con mayor precisión respecto al momento oportuno de
interponer la extinción por duración máxima del proceso penal.

5.2.3. MÉTODO GRAMATICAL

Para la aplicación del método se debe tomar en cuenta el sentido de la


palabra buscando el origen etimológico de las palabras es decir en el
contenido de las palabras debemos encontrar el “contenido” de una norma
jurídica.

En la presente investigación se buscan conceptos los cuales son estudiados


y nos ayudaran a determinar la necesidad de modificar el Artículo 133 del
Código de Procedimiento Penal y con ello precisar ante quien se plantea y
hasta que momento es oportuno.

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PARTE II
DESARROLLO TEÓRICO PRACTICO

6. DESARROLLO TEÓRICO PRÁCTICO

6.1. ACCIÓN PENAL

El derecho penal es un conjunto de normas que contiene pretensiones


punitivas, la violación o el infringir la normativa penal amerita la activación
jurisdiccional que se encuentra regulada por el derecho procesal penal. El
procedimiento penal constituye el marco regulatorio necesario para el
ejercicio y aplicación del derecho por parte de los jueces, a quienes el Estado
delega y encomienda la potestad de la administración de justicia.

La acción penal constituye uno de los temas principales del derecho


procesal. La acción penal puede definirse como la potestad jurídica de incitar
la actividad de los órganos jurisdiccionales del Estado, con el fin de obtener
la aplicación de la pena prevista en la norma cuya violación inicio dicha
pretensión.

La acción penal no es únicamente la herramienta a través de la cual se da


impulso a la jurisdicción sino también, tal como lo sostiene Soler, es la
herramienta mediante la cual la punibilidad, prevista en el ordenamiento de
fondo, se transforma concretamente en punición. (Soler, 1993)

La facultad de promover, por medio de la acción, la intervención del Estado y


de acudir a sus órganos jurisdiccionales a fin de ejercer su pretensión
punitiva le incumbe a cualquier persona, en tanto posea la legitimación
correspondiente.

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Desde la perspectiva procesalista toda acción contiene una pretensión


fundada en el derecho sustantivo y, en el caso de la acción penal, puede
afirmarse que su contenido es una pretensión de carácter punible.

Cabe destacar que es el Estado quien detenta el monopolio de la fuerza y,


por tanto, de la administración de justicia y del poder punitivo. En virtud de
ello, y a los fines de evitar todo tipo de impartición de justicia por mano
propia, dota a los ciudadanos de la facultad de requerirle su intervención y
protección ante el quebrantamiento del ordenamiento jurídico, pues es el
Estado el encargado de tutelarlo y el responsable de restablecerlo mediante
el ejercicio de la función jurisdiccional.

La acción puede ser entendida como el derecho que, frente a la comisión de


un hecho delictivo, posee toda persona de promover un proceso a los fines
de exigirle al Estado que le brinde protección jurídica y satisfaga su
pretensión punitiva, a través de sus órganos jurisdiccionales y mediante el
desarrollo del procedimiento penal. (Bustos Ramirez, 2005)

6.1.1. CARACTERÍSTICAS DE LA ACCIÓN PENAL

Esta acción penal, cuyas características más significativas radicanen su


naturaleza pública, indivisible, irrevocable e intransmisible; puedeser ejercida
de manera pública o privada; la primera se materializa através de la
actuación del Ministerio Público en atención a sus funciones legitimadas por
la Constitución, y la segunda, supone que la acción penal puede ser ejercida
por el propio agraviado ante el juez, en los casos expresamente previstos en
la ley. (Sanchez Velarde, 2004)

6.1.2. PERSPECTIVAS DE LA ACCIÓN PENAL

Sánchez Velarde, La acción penal entendida desde sus dos perspectivas:

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a. Como derecho a iniciar un proceso, sea por la Autoridad pública


encargada de tal función: el Ministerio Público (ejercicio público); sea
por el agraviado en los delitos de ejercicio privado, respectivamente
b. Como derecho a la acusación y al juicio que culmina con la resolución
definitiva del juez, materialmente el derecho a la tutela jurisdiccional”.
(Sanchez Velarde, 2004)

6.2. PRESCRIPCIÓN

Con carácter previo al estudio de la extinción de la acción penal debe ser el


análisis del concepto de prescripción en materia penal, por lo cual se estudia
la doctrina penal relacionada a este tema, así, por ejemplo, para Muñoz
Conde la prescripción “es una causa de extinción de la responsabilidad
criminal fundada en la acción del tiempo sobre los acontecimientos humanos.
Su fundamentación radica, pues, más en razones de seguridad jurídica, que
en consideraciones de estricta Justicia material. Se trata de impedir el
ejercicio del poder punitivo, una vez que transcurrido determinados plazos a
partir de la comisión del delito o del pronunciamiento de la condena, sin
haberse cumplido la sanción”. (Muñoz Conde & Garcia Aran, 2007)

Para Mir Puig en cambio “el fundamento de la prescripción se halla en parte


vinculado a la falta de necesidad de la pena tras el transcurso de cierto
tiempo (fundamento material), y en parte a las dificultades de prueba que
determina el transcurso del tiempo (fundamento procesal). Este segundo
aspecto sólo afecta a la prescripción del delito. En ésta puede también jugar
un papel la consideración de las expectativas que crea en el sujeto la falta de
persecución del hecho durante un determinado plazo (…) la prescripción, sea
del delito, sea de la pena, responde a razones que hacen desaparecer la
necesidad de la pena, aunque en la prescripción del delito se añadan
consideraciones procesales, deberá reconocerse a ambas clases de

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prescripción una naturaleza material y no de mero obstáculo procesal. Dos


consecuencias prácticas importantes se desprenden de este significado
material de la prescripción. Por una parte, puesto que se ha extinguido la
responsabilidad penal, ha de absolverse al reo si procede la prescripción,
aunque ésta no se hubiera alegado como artículo de previo pronunciamiento
antes del juicio oral. Por otra parte, las modificaciones legislativas de los
plazos o condiciones de la prescripción serán irretroactivas si perjudican al
reo y retroactivas si les son favorable. Si la regulación de la prescripción
tuviese sólo carácter procesal, sus modificaciones podrían considerarse
siempre retroactivas”. (Mir Puig, 2004)

En consecuencia, para la doctrina penalista la prescripción es una institución


destinada a garantizar la seguridad jurídica en la aplicación de la ley penal, y
en concreto dirigida a procurar que el transcurso del tiempo no resulte
inmune para la aplicación de la ley penal a las conductas de los sujetos, tras
la constatación de que el plazo del tiempo hace más difícil la prueba de los
hechos delictivos (fundamento procesal) y la posibilidad de imposición de la
pena (fundamento material).

6.3. EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL

La extinción de la acción penal tiene como presupuestos específicos


circunstancias que sobrevienen después de cometida la infracción penal, y
tiene como fundamento la anulación de la ejecución de la pena.

En tales circunstancias se limita grandemente el derecho del Estado imponer


la pena hasta llegar a cesarse tal potestad. Para el sujeto que cometió el
delito desaparece la obligación de cumplir la pena consecuencia de su
accionar.

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La Ley 1970 entre las causales de extinción de la acción penal, establece la


prescripción prevista en su art. 27 inc. 8) y la duración máxima del proceso
en el art. 27 inc. 10) ambos del Código de Procedimiento Penal, por lo que
previamente a ingresar al análisis de la problemática planteada es necesario
diferenciar claramente estos institutos jurídicos.

6.3.1. PRESCRIPCIÓN

En ese entendido, el extinto Tribunal Constitucional mediante


la SC 0023/2007-R de 16 de enero, determinó que: “…la prescripción se
traduce en los efectos que produce el transcurso del tiempo sobre el
ejercicio de una determinada facultad. Esta definición, aplicada al
ámbito penal, significa la expresa renuncia por parte del Estado del
derecho a juzgar debido al tiempo transcurrido.

Conforme a ello, es el propio Estado el que, a través de la norma penal


(procesal o sustantiva, según las legislaciones), establece los límites
de tiempo en que puede ejercer la persecución penal. La actividad
represiva del Estado no puede ser ejercida de manera
indefinida, ya que al hacerlo se quebrantaría el equilibrio que
debe existir entre la función de defensa de la sociedad y la
protección de derechos y garantías individuales.

– Cómputo de la prescripción.

El art. 29 del CPP determina los plazos para la prescripción de la


acción penal, atendiendo al máximo legal de la pena privativa de
libertad (presidio o reclusión) prevista para los distintos tipos penales
establecidos en el Código Penal. Los términos señalados en esa norma,
de acuerdo al art. 30 del CPP, empiezan a correr desde la media noche

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del día en que se cometió el delito o en que cesó su consumación, y


pueden interrumpirse por la declaratoria de rebeldía del imputado,
como se analizará posteriormente, y suspenderse en los siguientes
casos previstos en el art. 32 del CPP:

1) Cuando se haya resuelto la suspensión de la persecución penal y


esté vigente el periodo de prueba correspondiente.

2) Mientras esté pendiente la presentación del fallo que resuelva las


cuestiones prejudiciales planteadas.

3) Durante la tramitación de cualquier forma de antejuicio o de la


conformidad de un gobierno extranjero de la que dependa el inicio del
proceso; y,

4) En los delitos que causen alteración del orden constitucional e


impidan el ejercicio regular de la competencia de las autoridades
legalmente constituidas, mientras dure ese estado.

Ahora bien, de acuerdo a nuestra norma procesal, sólo esas causales


suspenden la prescripción; en consecuencia, fuera de ellas, la prescripción
continúa corriendo, independientemente de que se hubiera iniciado o no la
acción penal correspondiente

La prescripción de la acción penal puede ser presentada en cualquier


momento del proceso, conforme ha quedado establecido en la jurisprudencia
del Tribunal contenida en la SC 1510/2002-R, de 9 de diciembre de 2002,
que de manera expresa determinó que: “la denuncia no constituye causal de
interrupción o suspensión de la prescripción al no estar contemplada en los
arts. 29 y 31 CPP. Entendimiento que fue reiterado en la SC 0187/2004-R,

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de 9 de febrero, en la que se determinó que ‘…para la interrupción o


suspensión de la prescripción, necesariamente tienen que presentarse uno
de los supuestos descritos, entre los que no se encuentra el inicio de la
acción penal, debiendo contarse el plazo desde el día en que supuestamente
se consumó el delito, sin interrupción’”. La sentencia constitucional referida
fue reforzada por la SC 0101/2006-R, de 25 de enero de 2006.

6.3.2. POR DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO

Al respecto, la referida SC 0023/2007-R, asumiendo los razonamientos de


la SC 0101/2004-R “De lo anterior se extrae que la finalidad que
persigue el legislador constituyente boliviano al introducir, en
concordancia con los preceptos internacionales aludidos, el derecho a
ser juzgado dentro de un plazo razonable, es que el imputado pueda
definir su situación ante la ley y la sociedad dentro del tiempo más
corto posible, desde un punto de vista razonable; poniendo fin a la
situación de incertidumbre que genera todo juicio, y la amenaza
siempre latente a su libertad que todo proceso penal representa. Con
esto se persigue evitar que la dilación indebida del proceso, por
omisión o la falta de la diligencia debida de los órganos competentes
del sistema penal, pueda acarrear al procesado lesión a otros
derechos, entre ellos, el de la dignidad y la seguridad jurídica, que
resulten irreparables.

Conforme a lo anotado, el fundamento de la extinción de la acción


penal por duración máxima del proceso, prevista en el art. 133 del CPP
se encuentra en el derecho del imputado a la conclusión del proceso
penal dentro de un plazo razonable, derecho que implica, como señala
la jurisprudencia glosada, que el imputado pueda definir su situación
jurídica dentro del tiempo más corto posible, desde un punto de vista

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razonable; poniendo fin a la situación de incertidumbre que genera


todo juicio.

Ante la infracción a ese derecho, por sobrepasar el proceso penal el


término razonable, que en muchas legislaciones -como la nuestra-
está previsto en la norma procesal penal, se impone, entonces, la
extinción de la acción penal ante la omisión o falta de diligencia de los
órganos competentes del sistema penal”

6.4. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DE LA EXTINCIÓN DE LA


ACCIÓN PENAL EN SUS DISTINTAS VERTIENTES

6.4.1. PRINCIPIO DE SEGURIDAD JURÍDICA

La seguridad jurídica es un valor estrechamente ligado al Estado de Derecho


que se concreta en exigencias objetivas de: corrección estructural
(formulación adecuada de las normas del ordenamiento jurídico) y corrección
funcional (cumplimiento del derecho por sus destinatarios y especialmente
por los órganos encargados de su aplicación). Junto a esa dimensión
objetiva la seguridad jurídica se presenta, en su acepción subjetiva
encarnada por la certeza del Derecho, como la proyección en las situaciones
personales de las garantías estructurales y funcionales de la seguridad
objetiva. (Perez Luño, 2000)

Entonces la Seguridad Jurídica es la exigencia de que los sistemas jurídicos


contengan los instrumentos y mecanismos necesarios para que los sujetos
obtengan una cierta garantía sobre cómo van a ser las normas jurídicas que
rigen sus conductas, y cuáles serán las que se apliquen cada una de las
mismas. (Escudero Alday, 2002)

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La extinción de la acción está estrechamente relacionada con el principio de


la seguridad jurídica, esta relación o vinculo es aún mayor cuando se trata de
la acción penal puesto que; de no existir una regulación expresa y específica
sobre el límite temporal en el cual el Estado puede ejercer el poder punitivo,
la incertidumbre ciudadana sería de considerable magnitud negativa.

La extinción de la acción penal por duración máxima del proceso consiste en


la cesación de la potestad punitiva del Estado provocado por el transcurso de
un determinado período fijado en la ley. El Estado, en estos casos, declina el
ejercicio de su potestad punitiva y el derecho de aplicar una determinada
pena situación que tiene su origen en la necesidad de respetar el principio de
seguridad jurídica de las personas.

Ante el poder/deber del Estado de aplicar la ley y perseguir el delito, surge


también el derecho a resistir ese poder de ello existe en la norma reglas,
para limitarlo y proteger al ciudadano. Así, el derecho a la defensa, a la
seguridad jurídica (en palabras simples consiste en saber a qué atenerse)
son sólo algunas de esas reglas que buscan equilibrar los intereses de los
ciudadanos y los del Estado, todo enmarcado en el contexto de un sistema
democrático de derecho.

Se trata de un instrumento procesal que surge ante la necesidad de


garantizarle al ciudadano que no habrá arbitrariedad frente a la prosecución
del delito, porque ante él opera la plena vigencia de los parámetros objetivos
establecidos en la ley, y no otros, por tanto, la extinción de la acción penal
por duración máxima del proceso tiene por finalidad y objetivo servir a la
seguridad jurídica en la aplicación de la norma penal.

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6.4.2. PRINCIPIO DE INOCENCIA

Otro de los principios constitucionales estrechamente vinculados al tema de


la extinción de la acción penal es el de inocencia previsto en el artículo 116
de la Constitución Política del Estado Plurinacional que da a entender que,
para ser desvirtuado, se emita una sentencia firme a través del debido
proceso legal que incluye el ejercicio de la defensa y la demostración de la
culpabilidad. Esta demostración de la culpabilidad le compete
exclusivamente al Estado o a los particulares que ejerzan la acción penal en
calidad de querellantes. La persona acusada no debe demostrar su inocencia
ni se exige que de él emane la prueba para sostener su culpabilidad. Dicho
de otra forma, la “necesaria demostración de culpabilidad” corresponde al
Estado y/o los acusadores particulares.

Bajo este entendido, si se emite una sentencia condenatoria cuando la


acción penal ya ha prescrito o se ha extendido más allá de la duración
máxima del proceso, además de una violación al debido proceso legal,
existirá vulneración al principio de inocencia debido a que la actividad
investigativa, probatoria y jurisdiccional del Estado para demostrar la
culpabilidad de una persona sobrepaso el límite que tenía para ello. Por
tanto, el principio de inocencia se mantiene incólume pues no fue desvirtuado
dentro de los parámetros conferidos para ello por el Ordenamiento Jurídico.

El principio de inocencia, también sería violado, en caso de condenarse a


una persona con base en un delito cuya acción ha prescrito, porque el estado
de inocencia que establece nuestra Constitución, sólo puede desvirtuarse
con respeto a las reglas del debido proceso legal. Es decir, no es válido
provocar un ánimo de certeza en el juzgador, en contra de un imputado, por
medio de la arbitrariedad judicial.

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6.4.3. PRINCIPIO DE RAZONABILIDAD

El jurista argentino Eugenio Raúl Zaffaroni refiere sobre el tema que: “el más
importante y complejo de los impedimentos de perseguibilidad es la
prescripción de la acción. Si bien se trata de un instituto de esencia procesal,
comparte sus fundamentos con la prescripción de la pena, aunque
agregando a estos los específicamente procedimentales, entre los que
corresponde relevar fundamentalmente el derecho a un juzgamiento en un
tiempo razonable. Este derecho del imputado derivado del principio de
razonabilidad aparece afectado cuando el estado – por cualquier motivo –
viola los plazos máximo legales para la persecución punitiva, extremo que si
bien no debe confundirse con los límites que la ley impone a las penas
anticipadas por prisión preventiva, no deja de indicar que en parte se
superpone con la problemática de la prescripción penal”. (Zaffaroni, 2002)

La razonabilidad en cuanto a la duración del proceso penal es una garantía


para todas las partes, pero especialmente, para el acusado quien puede
combatir la lentitud procesal a través de la invocación de la prescripción de la
acción penal. Tanto por lo referido en la Constitución Política del Estado
Plurinacional en su artículo 115: “justicia plural, pronta, oportuna” como con
la alusión a juzgamiento en un “plazo razonable”, “oportuno” o “sin dilaciones
indebidas” que usan los instrumentos internacionales, por lo que se videncia
la implícita limitación del Estado de perseguir y sancionar conductas ilícitas
en forma irrestricta.

En otras palabras, los plazos excesivos de investigación o juzgamiento están


controlados en la normativa constitucional y el bloque de constitucionalidad,
entonces, la relación entre la prescripción de la acción penal y el derecho
constitucional a la tutela judicial efectiva y al juzgamiento dentro de un plazo
razonable, son principios que pueden ser vulnerados cuando no se da curso

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al planteamiento de la extinción durante la tramitación de la apelación


restringido e incluso durante el recurso de casación, hecho al que se debe
poner un límite claro con el fin de evitar una persecución penal indefinida.

6.4.4. PRINCIPIO DE LEGALIDAD

El principio de legalidad elevado a la categoría de garantía constitucional del


debido proceso en el Art. 115.II, determina el respeto a la normativa vigente
en relación al tiempo de los hechos. Cumplidos los presupuestos objetivos de
procedibilidad para que se produzca la renuncia del poder punitivo que ejerce
el Estado, se debe declarar la extinción del ejercicio de la acción penal y de
la pretensión punitiva.

El principio de legalidad es determinado como un principio fundamental, por


el cual todo ejercicio del poder público debe realizarse acorde a la normativa
vigente y su jurisdicción, no así a la voluntad de las personas. Si
un Estado se atiene a dicho principio entonces las actuaciones de sus
poderes estarían sometidas a la constitución y las leyes vigentes.

En la actualidad suele decirse que un Estado de Derecho debe proteger al


individuo no sólo mediante el Derecho penal sino del Derecho penal, es
decir, que todo ordenamiento jurídico debe disponer medios adecuados para
la prevención del delito, y también para imponer límites al empleo de la
potestad punitiva (ius puniendi), ello para que el individuo no quede a merced
de una intervención excesiva o arbitraria del Estado. (Roxin, 2003)

Para tal fin existen diferentes instrumentos de protección, como el principio


de culpabilidad, el de proporcionalidad, el de lesividad, el de intrascendencia,
el de la prohibición de la doble punición, entre otros, y, primordialmente, el
principio de legalidad, que tiende a evitar una punición arbitraria, no
calculable sin ley o basada en una ley retroactiva o imprecisa. Desde esta

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óptica, el principio opera como una garantía política para el ciudadano, en


cuanto no podrá verse sometido por parte del Estado, ni de los jueces a
penas que no admita el pueblo.

6.4.5. DERECHO DE DEFENSA COMO PARTE DEL DEBIDO PROCESO

El procesamiento penal dentro de un plazo razonable se vincula


necesariamente con el derecho de defensa como parte del debido proceso,
puesto que los plazos legales de persecución, no solo están relacionados
con la sanción de extinción de la pena ante la lentitud burocrática en el
proceso, sino principalmente con el sentido positivo que implica para los
operadores de justicia, quienes tienen la obligación de impulsar el juicio en
contra de imputados y/o acusados y resolver definitivamente su situación en
un plazo razonable.

6.5. OTROS FUNDAMENTOS PENALES Y PROCESALES DE


LA PRESCRIPCIÓN

El autor Juan Bustos Ramírez penalista chileno en su texto titulado obras


completas (Bustos Ramirez, 2005), al referirse a la extinción de la
responsabilidad penal, ubica en primer lugar a la prescripción como una de
las causas de su extinción, expresando: “En doctrina se ha discutido sobre la
naturaleza de la prescripción. Para algunos tiene un carácter sustantivo
penal, para otros es procesal penal. Lo cierto es que en esta discusión se
pierde de vista que ambas disciplinas son inseparables, pues ambas guardan
relación con el poder punitivo del Estado. Desde esta perspectiva el
problema de la naturaleza penal o procesal penal de la prescripción se
desvanece. El problema de la naturaleza de la prescripción está ligado al
principio de la necesidad de la pena. El transcurso del tiempo afecta
directamente a la facultad punitiva del Estado. Tiene la prescripción, en

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consecuencia, una vinculación directa con un principio de carácter básico


material en el sistema penal, que informa tanto al Derecho Penal sustantivo
como al Derecho Procesal penal” (Bustos Ramirez, 2005).

El Prof. Julio Bernardo José Maier, autor del anteproyecto de Código


Procesal Penal Modelo para Iberoamérica que es la simiente o matriz del
modelo acusatorio oral que se ha venido implantado en América Latina, dice
en relación a las causas de extinción de la persecución penal en especial la
prescripción de la acción: “La prescripción de la persecución penal, como
toda causa de extinción, es para nuestro Derecho una causa que excluye la
punibilidad del delito, al mismo nivel que las excusas absolutorias, por
ejemplo. Ellas no eliminan el delito y solo están fundadas en consideraciones
político-criminales que tornan innecesaria la imposición de una pena. (Maier,
2002)

El hecho de que las causas de extinción de la persecución penal provoquen,


cuando se las comprueba, un efecto preciso en el procedimiento penal, a
saber la culminación anticipada del procedimiento con una resolución
absolutoria del imputado, y, mas aún, el de que el Derecho procesal penal
conceda al imputado la facultad, vinculante para el tribunal penal, de
provocar una decisión anticipada acerca de las causas de extinción de la
persecución penal (excepciones perentorias), en nada cambia la naturaleza
de ellas como causas de exclusión de la punibilidad” (Maier, 2002).

Posteriormente y al referirse nuevamente a esta renuncia del poder punitivo


del Estado, como consecuencia de la duración del proceso penal y del
vencimiento de los plazos, que permiten una exclusión de la reacción social
formal a través de un proceso penal, nos dice: “Los plazos del procedimiento,
en especial el tan debatido derecho del imputado a ser juzgado en un plazo
razonable, a obtener un pronunciamiento definitivo, del modo más breve

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posible, que ponga fin a la situación de incertidumbre y restricción de la


libertad que comporta el procedimiento penal, están destinados a influir,
alguna vez, la institución de la prescripción en el Código penal” (Maier,
2002).

Bajo este criterio, estimamos que la tramitación del proceso penal no debe
prolongar indebidamente el plazo de prescripción y con ello garantizar el
derecho del acusado a ser juzgado en un plazo razonable, criterio que debe
ser ampliado a través de la Ley 1173 para provocar la abreviación de los
plazos de prescripción, para quien es perseguido en un proceso penal, de
esta forma coincidir con instrumentos internacionales de derechos humanos
como son la Convención Americana de Derechos Humanos como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

El autor argentino, Alberto M. Binder en una de sus obras (Binder, 2002), al


referirse a los Niveles en el régimen de la acción, expresa que “en el
desarrollo del régimen de la acción en los sistemas procesales concretos
existen tres niveles: 1) uno vinculado a la distribución de facultades o de
poderes entre el Estado y la víctima, que es lo que se conoce como división
o clasificación de las acciones; 2) un segundo nivel, vinculado a las
condiciones y modalidades del ejercicio de la acción, y 3) un tercer nivel que
regula los modos de extinción de esa acción”. Posteriormente y al referirse al
tema que origina estos comentarios, dice: “el tercer nivel está vinculado a la
extinción de esa acción penal, es decir, cuáles son las razones que
extinguen el derecho que tiene el Estado de perseguir. En primer lugar las
razones por las cuales se extingue la acción penal están vinculadas a ciertos
hechos: por ejemplo si muere el imputado contra quien se dirige esa
persecución penal, obviamente ella ya carece de sentido y se extingue; sobre
todo porque en el Derecho penal moderno no se puede extender la penalidad

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hacia los allegados o hacia las personas vinculadas a ese imputado, tal como
ocurría antiguamente.

El primero de ellos tiene que ver con el tiempo, es decir si la intervención del
Estado en la persecución penal requiere una justificación, también debe
formar parte de esa justificación el tiempo por el cual se da esa facultad al
Estado. Normalmente se admite, para la gran mayoría de delitos, que esta
facultad que se le da al Estado está limitada por el tiempo. La institución que
regula la limitación temporal se conoce como plazo de prescripción. El plazo
que se establezca para cada delito varía según la legislación. Sin embargo
como la prescripción es una garantía del imputado, no es un problema de la
acción, en realidad, sino del régimen de garantías. La prescripción entonces
es una institución jurídica que regula el tiempo por el cual se faculta al
Estado a ejercer la persecución penal… En fin, a través del régimen de la
extinción de la acción penal se están reconociendo en muchas ocasiones
que se han provocado soluciones para el caso, que son mucho mas
civilizadas que el ejercicio del poder penal, o permiten cumplir las finalidades
de la administración de la justicia de un modo mas acabado” (Binder, 2002).

El profesor Roxin, refiere que “la prescripción elimina así mismo la


punibilidad, sin que el hecho tenga siquiera que haber llegado a conocerse o
haber provocado medidas procesales. Por eso según la teoría de Kaufmann,
todos estos elementos constituyen condiciones de punibilidad o causas de
exclusión de la punibilidad y pertenecen al Derecho material” (Roxin, 2003).

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6.6. LA EXTINCIÓN, DURACIÓN RAZONABLE DEL


PROCESAL PENAL Y EL BLOQUE DE
CONSTITUCIONALIDAD (NORMATIVA
SUPRANACIONAL)

Bolivia ha suscrito tanto la Convención Americana de Derechos Humanos o


Pacto de San José de Costa Rica, como el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, que en consecuencia son vinculantes para el Estado
Plurinacional de Bolivia y forman parte de la normativa que relacionada
incluso con los Derechos Humanos y Garantías determinadas en los pactos,
tratados y convenios, debe respetarse en nuestro país, según el expreso
mandato contenido en la Constitución Política del Estado Plurinacional
vigente desde 2009 que en la parte pertinente preceptúa:

Artículo 13. I. Los derechos reconocidos por esta Constitución son


inviolables, universales, interdependientes, indivisibles y progresivos. El
Estado tiene el deber de promoverlos, protegerlos y respetarlos.

II. Los derechos que proclama esta Constitución no serán entendidos como
negación de otros derechos no enunciados.

IV. Los tratados y convenios internacionales ratificados por la Asamblea


Legislativa Plurinacional, que reconocen los derechos humanos y que
prohíben su limitación en los Estados de Excepción prevalecen en el orden
interno. Los derechos y deberes consagrados en esta Constitución se
interpretarán de conformidad con los Tratados internacionales de derechos
humanos ratificados por Bolivia.

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Artículo 14. I. Todo ser humano tiene personalidad y capacidad jurídica con
arreglo a las leyes y goza de los derechos reconocidos por esta Constitución,
sin distinción alguna.

III. El Estado garantiza a todas las personas y colectividades, sin


discriminación alguna, el libre y eficaz ejercicio de los derechos establecidos
en esta Constitución, las leyes y los tratados internacionales de derechos
humanos.

En cuanto a la jerarquía jurídica de la normativa internacional dice nuestra


Constitución:

Artículo 410.- II. La Constitución es la norma suprema del ordenamiento


jurídico boliviano y goza de primacía frente a cualquier otra disposición
normativa. El bloque de constitucionalidad está integrado por los Tratados y
Convenios internacionales en materia de Derechos Humanos y las normas
de Derecho Comunitario, ratificados por el país. La aplicación de las normas
jurídicas se regirá por la siguiente jerarquía, de acuerdo a las competencias
de las entidades territoriales:

1. Constitución Política del Estado.


2. Los tratados internacionales
3. Las leyes nacionales, los estatutos autonómicos, las cartas orgánicas
y el resto de legislación departamental, municipal e indígena
4. Los decretos, reglamentos y demás resoluciones emanadas de los
órganos ejecutivos correspondientes.

6.6.1. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS

Transcribimos la parte pertinente de la Convención y del Pacto:

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Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal. 1. Toda persona tiene derecho a


la libertad y a la seguridad personales. 5. Toda persona detenida o retenida
debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por
la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro
de un plazo razonable o a ser puesta en libertad.

Artículo 8. Garantías Judiciales. 1. Toda persona tiene derecho a ser oída,


con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad
por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra
ella.

6.6.2. PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS

Artículo 9. 1. Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad


personales. Nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias. Nadie
podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por ley y con
arreglo al procedimiento establecido en ésta. 3. tendrá derecho a ser juzgada
dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad.

Artículo 14. 2. Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se


presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la
ley. 3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: c) A ser
juzgado sin dilaciones indebidas.

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6.7. CAUSALES DE EXTINCIÓN PENAL EN LA LEGISLACIÓN


COMPARADA

6.7.1. MÉXICO

En el caso mexicano encontramos en su Código Penal Federal, que se


denomina Extinción de la Responsabilidad Penal y se encuentra regulado en
el Titulo Quinto del citado cuerpo legal, asimismo, considera como causales
las siguiente:

a. Capítulo I - Muerte del delincuente (art. 91)

b. Capitulo II – Amnistía (art. 92)

c. Capitulo III - Perdón del ofendido o legitimado para


otorgarlo (art. 93)

d. Capitulo IV - Reconocimiento de inocencia e indulto (art. 94


al 98)

e. Capítulo V – Rehabilitación (art. 99)

f. Capítulo VI – Prescripción (art. 100 al 115)

6.7.2. ARGENTINA

El Código Penal de la Nación Argentina, no obvia este tipo de supuestos,


dentro del cual que los supuestos están regulados en el art. 59, y que forma
parte del título X, en ese sentido regula:

La acción penal se extinguirá:

 Por la muerte del imputado;

 Por la amnistía;

 Por la prescripción;

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 Por la renuncia del agraviado, respecto de los delitos de acción


privada;

 Por aplicación de un criterio de oportunidad, de conformidad


con lo previsto en las leyes procesales correspondientes;

 Por conciliación o reparación integral del perjuicio, de


conformidad con lo previsto en las leyes procesales
correspondientes;

 Por el cumplimiento de las condiciones establecidas para la


suspensión del proceso a prueba, de conformidad con lo
previsto en este Código y las leyes procesales
correspondientes.

Asimismo, cabe precisar que estos han sido modificados recientemente. En


mérito al art. 1° de la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015, es decir, nos muestra
una realidad más próxima a la nuestra.

6.7.3. ESPAÑA

En el caso español encontramos el Capítulo I, perteneciente al título VII,


denominado “De las causas que extinguen la responsabilidad criminal”, en
donde su artículo 130, numeral 1, precisa:

1.- La responsabilidad criminal se extingue:

a. Por la muerte del reo.

b. Por el cumplimiento de la condena.

c. Por la remisión definitiva de la pena, conforme a lo dispuesto en


el artículo 85. 2 de este Código.

d. Por el indulto.

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e. Por el perdón del ofendido, cuando la ley así lo prevea. El


perdón habrá de ser otorgado de forma expresa antes de que
se haya dictado sentencia, a cuyo efecto el juez o tribunal
sentenciador deberá oír al ofendido por el delito antes de
dictarla. En los delitos o faltas contra menores o incapacitados,
los jueces o tribunales, oído el Ministerio Fiscal, podrán
rechazar la eficacia del perdón otorgado por los representantes
de aquéllos, ordenando la continuación del procedimiento, con
intervención del Ministerio Fiscal, o el cumplimiento de la
condena. Para rechazar el perdón a que se refiere el párrafo
anterior, el juez o tribunal deberá oír nuevamente al
representante del menor o incapaz. 6º Por la prescripción del
delito.

f. Por la prescripción de la pena o de la medida de seguridad.

6.7.4. CHILE

El Código Penal Chileno también regula las causales de extinción, el mismo


que está en el art. 93, bajo el título “DE LA EXTINCIÓN DE LA
RESPONSABILIDAD PENAL”, y dentro de ella prescribe: .

La responsabilidad penal se extingue:

a. Por la muerte del responsable, siempre en cuanto a las penas


personales, y respecto de las pecuniarias sólo cuando a su
fallecimiento no se hubiere dictado sentencia ejecutoriada.

b. Por el cumplimiento de la condena.

c. Por amnistía, la cual extingue por completo la pena y todos


sus efectos.

d. Por indulto.

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La gracia de indulto sólo remite o conmuta la pena; pero no


quita al favorecido el carácter de condenado para los efectos
de la reincidencia o nuevo delinquimiento y demás que
determinan las leyes.

e. Por el perdón del ofendido cuando la pena se haya impuesto


por delitos respecto de los cuales la ley sólo concede acción
privada.

f. Por la prescripción de la acción penal.

g. Por la prescripción de la pena.

6.8. LA DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO

La causal de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso


es uno de los medios idóneos para el ejercicio pleno de las garantías
constitucionales tal como refiere la Constitución Política del Estado en su art.
15.II que señala: “El Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la
defensa y a una justicia plural, PRONTA, OPORTUNA, gratuita, transparente
y sin dilaciones”, de esta forma ante la presencia de un proceso penal
dilatado o que se extiende más allá de un tiempo razonable, se puede activar
la interposición de extinción.

El criterio constitucional de garantizar el debido proceso es concordante con


el artículo 178.I relacionado con los del Órgano Judicial respecto a la
administración de justicia, contempla como tales a la celeridad, la seguridad
jurídica y el respeto a los derechos, principios reconocidos en los arts. 115,
178 y 180.I de la Constitución Política del Estado Plurinacional.

La duración máxima del proceso se halla contenido en el artículo 27 inciso


10) del Código de Procedimiento Penal dispone: “Por vencimiento del plazo

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máximo de duración del proceso”, este vencimiento es computado bajo lo


establecido en el art. 133 del Código de Procedimiento Penal, que refiere:
“Todo proceso tendrá una duración máxima de tres años, contados desde el
primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía.

Por primer acto del procedimiento se refiere a cualquier sindicación en sede


judicial o administrativa contra una persona como presunto autor o partícipe
de la comisión de un delito, en otras palabras, la denuncia ya sea verbal o
escrita o la denominada notitia criminis.

A fin de determinar con mayor precisión la duración máxima del proceso


penal, la jurisprudencia nacional amplia la temática que pasamos a trascribir:
el Tribunal Constitucional estableció, analizando la actuación del Tribunal de
alzada, que: “…no tomaron en cuenta lo previsto por la SC 1036/2002-R, de
29 de agosto, pues el cómputo de los seis meses previstos por el art. 134 del
CPP para el desarrollo de la etapa preparatoria, empieza a partir de que el
Juez cautelar pone en conocimiento del encausado la imputación formal, y a
partir de ahí, se tiene un término máximo de seis meses para presentar la
acusación, plazo que en casos de existir pluralidad de imputados se computa
desde la última notificación con la imputación formal; lo que no implica que el
plazo de tres años (art. 133 CPP) en el que deben finalizar los juicios se
amplíe, con ese razonamiento interpretativo la ya citada SC 1036/2002-R, en
forma clara, determinó que el computo de los tres años de duración del
proceso no debía efectuarse desde la imputación formal al señalar que: ‘éste
entendimiento interpretativo (se refiere a la imputación formal y al inicio del
proceso) no significa que nuestro sistema procesal se aparte del mandato de
justicia pronta y efectiva, que contiene el art. 116.X constitucional, por cuanto
el plazo de tres años (art. 133 del CPP) en el que deben finalizar los juicios,
no se amplía con este razonamiento interpretativo’.

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DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
RECURSOS DE CASACIÓN

Por su parte el art. 5 del CPP, párrafo segundo, dispone que: ‘Se entenderá
por primer acto del proceso, cualquier sindicación en sede judicial o
administrativa contra una persona como presunto autor o partícipe de la
comisión de un delito’; por consiguiente, considerando dicha normativa, el
cómputo de los tres años de duración del proceso penal previsto en el
art. 133 del CPP, se computa a partir de la primera sindicación
efectuada en sede judicial o administrativa contra una persona como
presunto autor o partícipe de la comisión de un delito; en consecuencia,
para computar la extinción de la acción penal por el transcurso máximo del
tiempo previsto en el referido art. 133 del CPP, es necesario considerar lo
manifestado” (Sentencia Constitucional 033/2006 de 11 de enero).

En la práctica, a través del ejercicio del litigio, se ha podido comprobar que la


autoridad jurisdiccional siguiendo los lineamientos jurisprudenciales
ampliatorios de la extinción por duración máxima del proceso, el transcurso
del tiempo no es el único elemento a tomar en cuenta, sino que el juzgador
debe proceder a un análisis caso por caso la complejidad del asunto, referida
no sólo a los hechos, también a la cuestión jurídica, la conducta de las partes
que intervienen en el proceso y de las autoridades competentes, carga
atribuida al imputado así se extracta de la Sentencia Constitucional 101/2004
de 14 de septiembre de 2004, Auto Constitucional 0079/2004-ECA de 29 de
septiembre y 1042/2005-R de 5 de septiembre.

Lo referido es ratificado por la Sentencia Constitucional 0551/2010-R de 12


de julio, que determino lo siguiente: “(…) vale dejar claramente establecido
que el plazo fatal y fijo, no puede ser considerado como único criterio para
extinguir una causa por duración máxima del proceso, sino que también debe
ponderarse en forma concurrente los factores ya citados en la jurisprudencia
constitucional glosada, efectuando un análisis para cada caso concreto,
donde deberá analizarse si existen elementos suficientes que establezcan la

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DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
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extinción de la acción, como son la conducta de las partes que intervinieron


en el proceso penal y de las autoridades que conocieron el mismo, aspectos
que constituyen una omisión indebida por parte de los codemandados, sin
soslayar que la situación de los jueces y tribunales bolivianos, así como del
Ministerio Público no se encuentra sujeta únicamente a su propia voluntad
sino a aspectos ajenos al propio órgano, como la falta de nombramiento
oportuno de dichas autoridades, las frecuentes e intempestivas renuncias de
funcionarios de esas reparticiones, así como otras circunstancias que inciden
negativamente en el propósito encomiable de una pronta y oportuna
administración de justicia. En consecuencia, corresponderá efectuar un
estudio integral de los elementos que incidieron en la mora procesal, sin
atentar contra la eficacia de la coerción penal favoreciendo a la impunidad”.

Por tanto, actualmente la interposición de la extinción por duración máxima


del proceso tiene como parámetro objetivo el plazo de 3 años, sin embargo
no basta el solo transcurso del tiempo, por lo que vencido este plazo,
corresponde realizar un análisis minucioso de tres elementos a saber:

a) La complejidad del asunto


b) La actividad procesal del interesado
c) La conducta de las autoridades judiciales

Estos criterios de análisis son delineados por el Tribunal Constitucional


mediante la Sentencia Constitucional 0101/2004 de 14 de septiembre y el
Auto complementario 0079/2004-ECA de 29 del mismo mes, criterios que a
su vez devienen de los criterios sugeridos por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.

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DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
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Por tanto, el elemento fundamental de la extinción por duración máxima del


proceso es que exista una indebida dilación de la causa, no únicamente el
vencimiento del tiempo.

Los criterios de análisis son especificados por la Sentencia Constitucional


0101/2004:

 Complejidad del asunto, éste debe determinarse en función de las


circunstancias de jure y de facto del caso concreto, que a su vez,
alternativamente pueden estar compuestas por: a) el establecimiento y
esclarecimiento de los hechos, los cuales pueden ser simples o
complejos; b) el análisis jurídico de los hechos por los cuales se inicia
el proceso penal; c) la prueba de los hechos, la cual puede ser difícil,
necesariamente prolongada o de complicada actuación; y, d) la
pluralidad de agraviados o inculpados, con sus respectivas defensa,
entre otros elementos.

 La actividad o conducta procesal del imputado, con relación a la


conducta procesal, cabe destacar que ésta puede ser determinante
para la pronta resolución del proceso o para su demora, en el caso
que el imputado demuestre un comportamiento procesal
obstruccionista o dilatorio. Por ello, para determinar si la conducta
procesal del imputado ha contribuido a la demora en la resolución del
proceso penal, es necesario verificar si ésta ha sido obstruccionista o
dilatoria y si ha transcendido o influido en la resolución de éste, para lo
cual debe tenerse presente si ha hecho uso abusivo e innecesario de
los instrumentos que la ley pone a su disposición, bajo la forma de
recursos o de otras figuras.

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DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
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 La conducta de las autoridades judiciales, para evaluar la conducta


o comportamiento de las autoridades judiciales es necesario tener
presente: a) la insuficiencia o escasez de los tribunales; b) la
complejidad del régimen procesal; y, c) si los actos procesales
realizados han contribuido, o no, a la pronta resolución del proceso
penal.

De esta forma, la modulación realizada en las líneas jurisprudenciales, se


puede comprender que la extinción por duración máxima del proceso tiene
por finalidad garantizar el acceso a una justicia pronta y eficaz,
principalmente al juzgamiento en un plazo razonable para evitar
incertidumbre en el acusado que no tiene certeza sobre su situación procesal
a causa de actos injustificados que dilatan la tramitación del proceso.

6.9. TRAMITE PROCESAL PARA LA EXTINCIÓN DE LA


ACCIÓN PENAL POR DURACIÓN MÁXIMA DEL
PROCESO

La figura de la extinción de la acción penal por duración máxima del proceso,


encuentra su inicio en lo previsto por el art. 133 del Código de Procedimiento
penal: el cual establece que todo proceso tendrá una duración máxima de
TRES AÑOS, contados desde el primer acto del procedimiento.

En cuanto a su tramitación, es menester recurrir a la jurisprudencia creada


por el anterior Tribunal Constitucional, establece parámetros genéricos:

 Toda solicitud de extinción de la acción penal debe ser conocida por


los jueces de primera instancia o en su caso, ante los jueces técnicos
de los tribunales de sentencia (SC 0318/2011-R de 1 de abril)

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DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
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o quienes antes de resolver dicho petitorio, deberán solicitar a la


Corte Suprema de Justicia, la remisión inmediata de todos los
antecedentes procesales para que de esta forma, el Tribunal de
Sentencia pueda resolver la extinción de forma fundamentada y
motivada; determinación que de la misma forma debe ser
comunicada a la Corte Suprema de Justicia para que se
pronuncie según corresponda (SC 1716/2010-R de 25 de
octubre).

 El trámite de la extinción de la acción penal por duración máxima del


proceso se encuentra establecido en los arts. 314 y ss. del Código de
Procedimiento Penal, al estar comprendida dentro de la lista de
excepciones contenidas en el art. 308 del mismo cuerpo legal; con la
aclaración realizada por la jurisprudencia constitucional a través de las
SSCC 1716/2010-R y 0318/2011-R, en las que se estableció que este
tipo de solicitudes debe ser conocida por los jueces de primera
instancia o bien, dependiendo del estado del proceso, por los jueces
técnicos del tribunal de sentencia

 Ahora bien, resulta fundamental determinar que la extinción de la


acción penal por duración máxima del proceso puede ser planteada
aun durante la tramitación de la apelación restringida y/o el recurso de
casación, puesto que la duración máxima del proceso comprende
hasta la ejecución de la sentencia, por lo que dicha duración máxima
debe comprender también estas fases del proceso y como resultado
de ello, también puede ser planteado, para su resolución de forma
oportuna.

 Tratándose de una excepción de previo y especial pronunciamiento,


en caso de encontrarse en etapa de apelación o casación, se debe

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paralizar el proceso, comunicar de inmediato a la instancia donde se


encuentre tramitándose, ya sea en apelación o casación, requiriendo
la remisión de antecedentes y proceder a dictar resolución según el
plazo máximo contenido en el art. 315 del Código de Procedimiento
Penal, criterio establecido por la línea jurisprudencial trazada en la SC
1529/2011-R, retomando el entendimiento comprendido en la SC
1716/2010-R.

En definitiva la solicitud de extinción de la acción penal por duración máxima


del proceso, no debe encontrar límite en el juicio oral hasta antes de
pronunciarse resolución ya que según lo establecido en el art. 133, se refiere
a todo el proceso penal, por lo tanto, no es posible excluir la etapa de
apelación o casación de su activación, ya que el proceso penal concluye o
fenece, cuando la sentencia adquiere ejecutoria; lo que implica, que tanto en
etapa de apelación o casación, es perfectamente posible su presentación,
pues el juzgamiento en un plazo razonable es un derecho fundamental de
toda persona sometida a un proceso, derecho reconocido no solamente por
nuestra legislación, sino también en instrumentos internacionales.

La extinción de la acción penal por duración máxima del proceso es un


beneficio otorgado a las partes que puede declararse durante la tramitación
de todo el proceso penal, desde el momento que marca su inicio, como es la
sindicación en sede policial o administrativa hasta que la sentencia adquiera
ejecutoria; es decir, una vez agotadas las vías idóneas de impugnación;
puede darse de oficio o a petición de parte.

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PARTE III
PROPUESTA DE LA MONOGRAFÍA

7. PROPUESTA

7.1. FUNDAMENTO DE LA PROPUESTA

La presente monografía según la observación directa realizada al sistema


penal boliviano se evidencia que el planteamiento de la extinción de la acción
penal por duración máxima del proceso es un instituto reconocido en el art.
27 inciso 10) del Código de Procedimiento Penal, el mismo que en la práctica
procesal encuentra dificultades en cuanto a su planteamiento posterior a la
fase de juicio oral, específicamente en etapa de Apelación Restringida y/o
Recurso de Casación, debido principalmente a que la Ley 1970 no establece
con precisión el procedimiento para su tramitación.

En razón a la falta de precisión en la normativa boliviana en cuanto a la


interposición de la extinción de la acción penal, la propuesta de la presente
monografía consiste en la modificación del artículo 133 del Código de
Procedimiento Penal, con el siguiente artículo.

7.2. PROPUESTA DE MODIFICACIÓN DEL ARTÍCULO 133 DE


LA LEY 1970

Después del estudio de la doctrina jurídica y el análisis de la jurisprudencia


constitucional, se concluye la necesidad de modificar el texto actual del
artículo 133 (DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO) del Código de
Procedimiento Penal.

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DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
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La fundamentación de la propuesta se halla en la necesidad de dotar de


precisión y certeza al procedimiento de la extinción de la acción penal por
duración máxima del proceso, de forma tal que el sistema penal boliviano
describa con precisión el alcance de este instituto jurídico.

7.3. TEXTO PROPUESTO DEL DECRETO SUPREMO PARA


LA MODIFICACIÓN DEL ARTÍCULO 133 (DURACIÓN
MÁXIMA DEL PROCESO) DEL CÓDIGO DE
PROCEDIMIENTO PENAL

“DECRETO SUPREMO Nº ***

EVO MORALES AYMA

PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DEL ESTADO PLURINACIONAL

CONSIDERANDO:

Que la Constitución Política del Estado concibe a nuestra nación como


Estado Social y Democrático de Derecho que sostiene como valores
superiores la libertad, la igualdad y la justicia, que deben aplicarse con
prioridad a cualquier norma de menor jerarquía y sobre todo cuando se trata
de respetar los derechos de cada uno de los ciudadanos.

Que el Artículo 81 de la Constitución Política del Estado, dispone que


la norma jurídica es obligatoria desde el día de su publicación.

Que las normas jurídica del Estado Plurinacional, propugnan el


respeto a la vida, la integridad física y el normal desarrollo de estas.

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Que a todo acusado se le reconoce las garantías constitucionales en


relación a la seguridad jurídica, razonabilidad y legalidad en cuanto a la
certeza de la sanción que corresponde emergente de un proceso penal.

EN CONSEJO DE MINISTROS,

D E C R E T A:

ARTICULO 1.- Se modifica el artículo 133 del Código de Procedimiento


Penal, quedando redactado con el siguiente texto:

Artículo 133. (DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO). Todo proceso tendrá


una duración máxima de tres años, contados desde el primer acto del
procedimiento, salvo el caso de rebeldía.

Las causas de suspensión de la prescripción suspenderán el plazo de


duración del procedimiento. Cuando desaparezcan estas, el plazo
comenzara a correr nuevamente computándose el tiempo ya transcurrido.

LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL POR DURACIÓN MÁXIMA DEL


PROCESO PODRÁ SER INTERPUESTA ANTE EL JUEZ O TRIBUNAL
(TRIBUNAL SUPREMO) DONDE RADICA LA CAUSA PRINCIPAL,
POSTERIOR A LA FASE DE JUICIO ORAL HASTA ANTES DE
EJECUCIÓN DE SENTENCIA, vencido el plazo, el juez o tribunal del
proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la acción penal.

Se abrogan y derogan todas las disposiciones contrarias al presente Decreto


Supremo.

Es dado en la Asamblea Legislativa Plurinacional de la ciudad de La Paz, a


los 01 días del mes de 01 del año dos mil 2019 años.

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PARTE IV
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

8. CONCLUSIONES

La Acción Penal en nuestro país en relación a las causales de extinción de la


acción penal está regulado en el Código de Procedimiento Penal, en su
artículo 27, el artículo en cuestión menciona las causales de extinción y es la
jurisprudencia en correlación con la doctrina que ha desarrollado las
características, requisitos y procedimiento a seguir, los mismos que siguen
lineamientos internacionales de procedimiento penal en respeto a los
derechos humanos.

Producto de la realización de la presente monografía, es que estamos


convencidos de la necesidad de fortalecer la vigencia de un Estado de
Derecho, para cuyo cumplimiento en determinados casos resulta
imprescindible contar con una precisión normativa que habilite los recursos
jurídicos necesarios para que las personas imputadas o acusadas puedan
obtener una administración de justicia rápida y oportuna.

Como conclusión general se tiene: la extinción de la acción penal por


duración máxima del proceso aun durante la tramitación de la apelación
restringida y/o recursos de casación, tiene fundamentos jurídicos solidos
contenidos principalmente en principios como la seguridad jurídica,
razonabilidad, legalidad defensa y el principio de inocencia, garantías
constitucionales importantísimas para el acusado que no debe ser afectado
por un proceso plagado de dilaciones que generan incertidumbre sobre su
situación procesal, en razón a ello es necesario que la normativa procesal

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sea precisa y describa ante quien debe plantearse este recurso y hasta que
momento es oportuno.

En cuanto a las conclusiones especificas tenemos:

 Las características de la acción penal son que es pública, indivisible,


irrevocable e intransmisible, la acción penal implica el poder punitivo
del estado a través de los operadores de justicia y el órgano
jurisdiccional encargado de administrar justicia.

 Los fundamentos jurídicos de la extinción de la acción penal, están


basados principalmente en los principios de la seguridad jurídica,
inocencia, razonabilidad, legalidad y defensa, todos estos principios
orientados a garantizar al encausado el acceso a una justicia pronta y
oportuna, reconociendo en todo momento la inocencia del encausado
hasta no demostrarse lo contrario, que la resolución del proceso no se
extienda indebida generando incertidumbre sobre la situación procesal
y con ello vulnerar el derecho a una defensa eficaz.

 La legislación extranjera es estudiada con el fin de identificar


similitudes o diferencias en cuanto al régimen de extinción de la acción
de la pena, en ese sentido, se ha escogido países como México,
Argentina, España y Chile, todos estos países guardan un lineamiento
similar al nuestro país, por cuanto reconocen causales como la muerte
del encausado, amnistía, indulto, prescripción, sin embargo, no se
define con claridad la extinción por duración máxima del proceso, lo
que permite considerar a nuestro sistema penal como vanguardista
por tratar un tema de relevante importancia para el acusado quien de
no contar con este recurso enfrentaría un proceso penal extendido que

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afecte su derecho a una defensa eficaz y resolución del proceso en un


plazo razonable.

 Producto de la realización de la investigación monográfica, se


concluye como una necesidad imperiosa la modificación del artículo
133 del Código de Procedimiento Penal, a fin de especificar elementos
fundamentales como ante quien se interpondría este recurso y el
momento o fase procesal hasta el cual es viable su planteamiento, de
esta forma evitar confusión en la comunidad litigante y también
generar mayor certeza en el encausado.

En síntesis, se concluye que la extinción de la acción penal por duración


máxima del proceso, constituye un mecanismo eficaz para que el encausado
pueda definir su situación ante la ley y la sociedad dentro del tiempo más
corto posible, desde un punto de vista razonable, con ello eliminando la
posibilidad de generarle incertidumbre sobre su situación procesal, este
recurso es útil para evitar la dilación indebida del proceso, por omisión o la
falta de la diligencia debida de los operadores de justicia, siendo la finalidad
principal prevenir la lesión a derechos y garantías fundamentales del
procesado, entre ellos, el de la dignidad y la seguridad jurídica.

9. RECOMENDACIONES

Las recomendaciones que se pueden realizar son:

 La normativa procesal debe ser constantemente actualizada y


complementada con la finalidad de evitar imprecisiones o confusiones,
hecho que viabilizará una mejor administración de justicia.

 La extinción por duración máxima del proceso, es un recurso


importante para todo encausado, necesario para limitar o controlar

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actuaciones dilatorias que alarguen más de lo debido el proceso


penal, por lo que se recomienda que los artículos relacionados como
el art. 133 del código de procedimiento penal sea ampliado en su
redacción recogiendo los criterios o lineamiento jurisprudenciales
determinados por el Tribunal Constitucional.

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10. GLOSARIO

Extinción: Vencimiento de un plazo para el ejercicio de un derecho y


consiguiente pérdida de la posibilidad de hacerlo valer ante la justicia.

Prescripción: Instituto jurídico por el cual el transcurso del tiempo produce el


efecto de consolidar las situaciones de hecho, permitiendo la extinción de los
derechos o la adquisición de las cosas ajenas.

Acción Penal.- Es aquella que se origina a partir de un delito y que supone


la imposición de un castigo al responsable de acuerdo a lo establecido por
ley. De esta manera la acción penal es el punto de partida del proceso
judicial.

Principio de Celeridad.- Se entiende que la economía del tiempo procesal


esta edificada sobre un conjunto de institutos orientados a conseguir una
pronta solución de las contiendas judaíceles, lo cual esta estrechamente
relacionado con el derecho a ser juzgado en un plazo razonable.

Presunción de Inocencia.- Es un derecho de formulación constitucional que


implica que toda persona contra la que sea dirigido un proceso – imputado,
procesado o acusado- debe ser tenida como inocente a todos los efectos
hasta tanto no sea declarado su culpabilidad en sentencia judicial firme.

Acusado.- Persona a quien se le acusa de un delito en un proceso judicial.

Razonabilidad jurídica.- Es la realización jurídica de un hecho jurídico


causada por la culpabilidad (dolosa o no) de la persona o por el simple
acaecimiento del hecho desligado de culpabilidad (responsabilidad objetiva);

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que supone el nacimiento de obligaciones para el imputado y e nacimiento


de derechos para el sujeto que se encuentre en posición de reclamarlas.

Defensa.- El derecho a la defensa es el derecho fundamental de una


persona, física o jurídica o de algún colectivo a defenderse ante un tribunal
de justicia de los cargos que se imputan con plenas garantías de igualdad e
independencia.

Proceso penal.- Es el procedimiento de carácter jurídico que se lleva a


cabo para que un órgano estatal aplique una ley de tipo penal en un caso
específico. Las acciones se desarrollan en el marco de estos procesos están
orientados a la investigación, la identificación y el eventual castigo de
aquellas conductas que están tipificadas como delitos por el código penal.

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ANEXOS

SENTENCIA CONSTITUCIONAL 0101/2004


Sucre, 14 de septiembre de 2004
Expediente: 2004-09100-19-RDI
Distrito: La Paz
Magistrado Relator: Dr. Willman Ruperto Durán Ribera
En el recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad interpuesto por Oscar Octavio Claros Rivas,
Diputado Nacional Titular por el Departamento de Cochabamba, demandando la inconstitucionalidad
de la Ley 2683 de 12 de mayo de 2004 por violar presuntamente los arts. 6, 9.1, 16.IV y 116.X de la
Constitución Política del Estado (CPE).
I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA
I.1. Contenido del recurso
I.1.1. Hechos que motivan el recurso
En la demanda presentada el 21 de mayo de 2004 (fs. 78 a 89), el recurrente expresa:

A través de la Disposición Tercera Transitoria del nuevo Código de procedimiento penal, (CPP), el
legislador estableció un corte en el tiempo al indicar que a partir del 31 de mayo de 2001, todos los
procesos del sistema antiguo deberían ser concluidos en el plazo máximo de cinco años bajo pena de
extinción. Asimismo, en atención al Régimen de Transición establecido en la parte final del indicado
Código de Procedimiento Penal, el legislador también determinó que el derecho a ser juzgado en un
plazo razonable se aplica a toda persona sometida a un proceso. Entendimiento ratificado y
convalidado por el Tribunal Constitucional en la SC 77/2002, de 29 de agosto, cuando señala que esa
Disposición responde a una determinación político-criminal que precautela la seguridad jurídica de los
contendientes y sobre todo de los encausados, ya que con ella, los encausados pueden tener la
certeza de que su proceso en el viejo sistema tendrá una duración razonable y no se extenderá por
tiempo indefinido.

La Ley 2683 impugnada que abroga la Disposición Transitoria Tercera del CPP, y determina que las
causas que se vienen tramitando bajo el anterior régimen procesal penal continuarán tramitándose
hasta la conclusión de las mismas, sin fecha límite, es decir con carácter indefinido, no solo viola el art.
8 numeral 1. del Pacto de San José de Costa Rica, sino los arts. 6, 9.1., 16.IV y 116.X de la CPE, y se
encuentra en contraposición con los arts. 100, 101, 102 y 106 del Código penal (CP), y 29 al 34 del
CPP, así como con la línea jurisprudencial sentada en las SSCC 77/2002-R, 647/2001-R, 340/2001-R
y 280/2001-R, entre otras, que establecen que los procesos no pueden tener una duración indefinida
pues ello significa violar los derechos humanos en lo que a las garantías judiciales se refiere. En
consecuencia, la derogatoria de la Disposición Transitoria Tercera impide la extinción de los procesos
que se tramitan con el Código de procedimiento penal de 1972, si consideramos que las normas
citadas del Código penal establecen la extinción de la acción penal por la prescripción, pero su
carácter indefinido se encuentra determinado por el art. 102 de ese cuerpo legal que dice que la
prescripción empezará a correr desde la medianoche del día en que se cometió el delito, siempre que
no se hubiera iniciado la instrucción correspondiente y en caso de que ya se hubiera dado comienzo,
el término de la prescripción de la acción se computará desde la última actuación. En mérito a esta
norma, el proceso en el sistema procesal anterior puede durar indefinidamente ya que con cada
actuación judicial se interrumpe el término de la prescripción de la acción y ésta se empieza a

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computar nuevamente, existiendo por eso a la fecha procesos y detenidos en los penales del país
desde hace más de diez años sin la esperanza de obtener Sentencia ejecutoriada o de lograr su
libertad por retardación de justicia ó la extinción de sus procesos por prescripción.

En base al informe 20/2003 de 29 de septiembre, existirían en el país 4000 causas que llegarán hasta
mayo de 2004 a conocimiento de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, razón por la cual ésta
presentó al Parlamento Nacional un proyecto de Ley que una vez sancionado por ambas Cámaras del
Congreso, fue promulgado por el Presidente de la República y así publicada la inconstitucional Ley
2683 que dispone el plazo indefinido para los procesos que se vienen tramitando con el Código de
procedimiento penal de 1972, en contraposición al punto de vista jurídico de varias instituciones
judiciales y defensoras de los derechos fundamentales de las personas que fue dada conocer a la
Comisión de Constitución del Congreso Nacional.

I.1.2. Petición

Solicita se declare en Sentencia la inconstitucionalidad de la Ley 2683 de 12 de mayo de 2004 y de


esa manera quede sin efecto legal alguno.

I.2 Admisión y citaciones

Por AC 331/2004-CA, de 14 de junio (fs. 90 a 91), la Comisión de Admisión de este Tribunal admitió el
recurso planteado y ordenó que sea puesto en conocimiento de Hormando Vaca Diez Vaca Diez,
Presidente del Congreso Nacional, como personero del órgano que generó la norma impugnada.
Diligencia que se cumplió el 28 de junio de 2004 (fs. 111).

I.3. Alegaciones del personero del órgano que generó la norma impugnada

Por memorial presentado el 22 de julio de 2004 (fs. 122 a 126) Hormando Vaca Diez Vaca Diez,
Presidente del Congreso Nacional, se apersonó y formuló alegatos en los siguientes términos:

La cuestionada Ley 2683 de 12 de mayo de 2004 fue sancionada con el objeto de garantizar la
seguridad jurídica de las personas, que es la condición esencial para la vida y desenvolvimiento de
una nación en estado de derecho, pero adecuada a nuestra realidad social a fin de evitar el caos
procesal y la inseguridad jurídica que habría significado la aplicación del nuevo sistema procesal penal
a causas iniciadas con un sistema procesal y una lógica de funcionamiento diametralmente opuesta.
Asimismo, persigue evitar la impunidad de los delincuentes, ya que la extinción de la acción penal
pondría a los imputados (violadores, asesinos, narcotraficantes, etc.), fuera del alcance de la autoridad
judicial y podría conllevar a reiterar sus conductas delictivas.

Las líneas jurisprudenciales contenidas en las SSCC 219/2001-R, 647/2001-R, 340/2001-R y


280/2001-R, además de la 77/2002, si bien tienen alguna relación con el motivo que genera el recurso,
constituyen líneas emitidas en la resolución de recursos deducidos en su momento, con motivo del
nuevo régimen de prescripción de la acción penal establecido por los arts. 29 al 34 del CPP o contra la
Disposición Transitoria Tercera de ese cuerpo legal. Por consiguiente, dichas líneas jurisprudenciales
no son de aplicación a la nueva realidad fáctica establecida a partir de la Ley 2683 de 12 de mayo de
2004, por lo que a diferencia de lo que sostiene el recurso en análisis, no corresponde entender el
establecimiento definitivo de una línea jurisprudencial sobre el tema, más cuando incluso, si estuvieran
referidas a una misma situación fáctica, la doctrina y la práctica admiten cambios fundamentados de la
jurisprudencia.

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En cuanto a la supuesta infracción del art. 8 numeral 1 del Pacto de San José de Costa Rica, en lo
referente a ser juzgado dentro de un plazo razonable, debe entenderse que dicho plazo razonable
puede ser interpretado de diversas maneras, y la razonabilidad debe apreciarse en su contexto
específico o propio, sin perjuicio de establecerse un plazo general más allá del cual la duración sea
considerada ilegítima, con la exigencia de que el mismo responda también a un contexto propio.

La aparente discriminación que establece la Ley 2683 no se funda en arbitrariedades ni atenta contra
la dignidad humana y menos otorga favores o privilegios, al contrario se trata de una imprescindible
diferenciación de trato, a fin de evitar el caos procesal y consiguientemente la inseguridad jurídica, por
tanto la Ley cuestionada no viola el principio de igualdad consagrado en el art. 6 de la CPE otra parte,
se hizo notar que la norma recurrida está vinculada con la duración del proceso penal y no tiene
ninguna relación con el art. 9.1 de la CPE, que se refiere al principio de legalidad de las medidas
cautelares. Tampoco viola el art. 16.IV de la CPE, ya que la norma impugnada no tiene en su
contenido ninguna disposición que vulnere la garantía del debido proceso, al margen que el recurrente
no toma en cuenta que esa disposición se refiere a la ley penal sustantiva y no así a la ley penal
adjetiva o procesal, correspondiendo dejar establecido que la retroactividad abarca únicamente a la ley
penal sustantiva más beneficiosa, sin que se haya violado tampoco el principio de retroactividad de la
ley penal más favorable. Respecto a la supuesta infracción del art. 116.X que reconoce el principio de
celeridad, tampoco es evidente, ya que no debe interpretarse como lo hace el recurrente, que la norma
impugnada estaría concretando la duración indefinida de los procesos penales del antiguo sistema,
toda vez que también aquellos trámites se encuentran sometidos precisamente a las normas relativas
a la prescripción previstas en los arts. 29 y siguientes del CPP, que impiden la duración ilimitada de
esos procedimientos.

Por último, sobre la supuesta contraposición de la norma legal impugnada con los arts. 100, 101, 102 y
106 del Código penal y 29 y 34 del CPP, se recuerda que conforme a la doctrina, el recurso directo o
abstracto de inconstitucionalidad constituye una acción remedial cuya finalidad consiste en el control
objetivo de las disposiciones legales ordinarias, para establecer su compatibilidad o incompatibilidad
con los principios, declaraciones, preceptos y normas de la Constitución Política del Estado, de lo que
se infiere que no procede en los casos de conflicto o incompatibilidad entre una ley infralegal con las
normas de una ley, ó la contradicción de las normas de dos leyes ordinarias de igual jerarquía, como
resulta ser en caso de la Ley 2683 impugnada y los preceptos del Código penal y de su procedimiento,
ya que su presunta incompatibilidad corresponde al ámbito de control de legalidad y no al control de
constitucionalidad.

Por lo señalado, pide se pronuncie Sentencia declarando constitucional la Ley 2683 de 12 de mayo de
2004.

II. CONCLUSIONES

II.1.La Ley 2683 de 12 de mayo de 2004, impugnada de inconstitucional, dispone:

“ARTICULO UNICO.- Modifícase la Parte Tercera (Duración del Proceso), de Disposiciones


Transitorias de la Ley Nº 1970, de 25 de marzo de 1999, en los siguientes términos:

1)Las causas con actividad procesal sujetas al régimen anterior continuarán tramitándose hasta su
conclusión”.

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II.2.Los preceptos de la Constitución Política del Estado presuntamente vulnerados son:

Art. 6.-
“I.- Todo ser humano tiene personalidad y capacidad jurídica, con arreglo a las leyes. Goza de los
derechos, libertades y garantías reconocidos por esta Constitución, sin distinción de raza, sexo,
idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen, condición económica o social, u otra
cualquiera.
II.- La dignidad y la libertad de la persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber
primordial del Estado”.

Art. 9.I.- “Nadie puede ser detenido, arrestado ni puesto en prisión, sino en los casos y según las
formas establecidas por Ley, requiriéndose para la ejecución del respectivo mandamiento, que éste
emane de autoridad competente y sea intimado por escrito”.

Art. 16.IV.- “Nadie puede ser condenado a pena alguna sin haber sido oído y juzgado previamente en
proceso legal; ni la sufrirá si no ha sido impuesta por Sentencia ejecutoriada y por autoridad
competente. La condena penal debe fundarse en una ley anterior al proceso y sólo se aplicarán las
leyes posteriores cuando sean más favorables al encausado”.

Art. 116.X.- “La gratuidad, publicidad, celeridad y probidad en los juicios son condiciones esenciales de
la administración de justicia…”

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El presente recurso ha sido planteado con la finalidad de someter al control de constitucionalidad a la


Ley 2683 de 12 de mayo de 2004, por violar presuntamente los arts. 6, 9.I, 16.IV y 116.X de la CPE.

III.1. Sobre la competencia del Tribunal y la pertinencia del recurso.- El art. 120.1ª de la CPE establece
que es atribución del Tribunal Constitucional conocer y pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de
leyes, decretos y cualquier género de resoluciones. Sobre la base de la normativa constitucional
referida, la Ley del Tribunal Constitucional ha desarrollado el contenido y alcances de los recursos a
que se refiere la Ley Fundamental del país. En este cometido, el Capítulo II del Título Cuarto de la Ley
del Tribunal Constitucional, establece el recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad, señalando
en el art. 54 que este recurso “procederá contra toda ley, decreto o cualquier género de resolución no
judicial, contraria a la Constitución Política del Estado como acción no vinculada a un caso concreto”;
extremo que guarda coherencia plena sobre el carácter remedial al que la Constitución alude en el art.
120.1ª; de lo que se establece la competencia del Tribunal para conocer el presente recurso, así como
la legitimación activa del recurrente, comprobada en el trámite de admisión.

En atención a la conexitud de la norma impugnada con el art. 133 y la Disposición Transitoria Tercera,
ambos del CPP, corresponde, en aplicación del art. 58.IV de la LTC, extender el juicio de
constitucionalidad a las indicadas normas; precisando que si bien la última de las disposiciones
nombradas fue declarada constitucional, y según el art. 58.V, “La Sentencia que declare la
constitucionalidad de la norma legal impugnada, hace improcedente cualquier nueva demanda de
inconstitucionalidad contra ella”; ello no impide someter a la indicada norma a un nuevo juicio de
constitucionalidad, al ser distinto el fundamento en el que se basó tal análisis; dado que lo que la
norma prohíbe es un nuevo examen sobre un mismo fundamento.

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En este cometido, se tiene que las normas objeto del juicio de constitucionalidad por conexión, tienen
el siguiente texto:

“Artículo 133°.- (Duración máxima del proceso). Todo proceso tendrá una duración máxima de tres
años, contados desde el primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía”.

“Las causas de suspensión de la prescripción suspenderán el plazo de duración del procedimiento.


Cuando desaparezcan éstas, el plazo comenzará a correr nuevamente computándose el tiempo ya
transcurrido”.

“Vencido el plazo, el juez o tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la
acción penal.”

Disposiciones Transitorias

“Tercera.- (Duración del proceso). Las causas que deban tramitarse conforme al régimen procesal
anterior, deberán ser concluidas en el plazo máximo de cinco años, computables a partir de la
publicación de este Código.

“Los jueces constatarán, de oficio o a pedido de parte, el transcurso de este plazo y cuando
corresponda declararán extinguida la acción penal y archivarán la causa”.

III.2. Bolivia, como Estado Social y Democrático de Derecho. La auto- organización, como fuente de
legitimidad del poder y del Derecho, se visualiza de manera nítida en el acto constituyente. En efecto,
en este acto, el pueblo de manera soberana decide organizarse jurídica y políticamente, estableciendo
el modelo de Estado que mejor condiga con las aspiraciones comunes de sus miembros; decisión que
se plasma en una norma que tiene el carácter de fundacional y fundamental a la vez (su Constitución),
por conciliar en ella todo el plan de vida que el grupo social acordó realizar.

Bajo este entendimiento, el constituyente boliviano, en la reforma a la Constitución de 20 de febrero de


2004, optó por la fórmula del Estado Social y Democrático de Derecho, como modelo de Estado. Ahora
bien, para desentrañar el significado y las proyecciones de este modelo, es necesario, como punto de
partida, precisar que estamos frente a un concepto, al que la doctrina y la jurisprudencia, de manera
generalizada, lo ha definido como una fórmula sintética de Estado, producto de la unión de los
principios propios del Estado Liberal y el Estado Social. Conforme a esto, en lo relevante a nuestro
análisis, se tiene que del Estado Liberal, el Estado Social y Democrático de Derecho, adopta el
principio Estado de Derecho.

A esta altura del análisis, por su relevancia práctica, conviene precisar que la expresión Estado de
Derecho puede ser conceptualizada desde una doble perspectiva, con resultados diametralmente
opuestos o al menos inconciliables. Así, desde una primera postura, es aquel modelo de Estado en el
que impera la ley, o en el que rige formalmente el principio de legalidad o que funciona a través de los
cauces establecidos por la legislación vigente. Así, todo Estado sería de Derecho por el sólo hecho de
que la actividad estatal se desarrolle bajo cánones legales. Esta noción reduciría el concepto Estado
de Derecho a un simple sistema normativo, sin ninguna vinculación a principios y valores
fundamentales. Desde una segunda perspectiva, el Estado de Derecho no sólo se caracteriza por la
sujeción de los poderes públicos y los ciudadanos al ordenamiento jurídico vigente, sino por su
vinculación a un ordenamiento superior en que se consagran y garantizan unos valores (derechos y

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libertades públicas) que, desde el punto moral y político, se consideran básicos para la convivencia
humana y la consecución de la paz social.

Esta noción de Estado de Derecho, responde a una determinada concepción filosófica del hombre y de
la comunidad política -el Estado como ente racional al servicio del individuo- que se constituye en un
sistema de vida en libertad, que se configura bajo la idea de: a) separación de los poderes estatales; b)
sometimiento de todos los poderes al orden constitucional y a las leyes; c) sujeción de la
administración a la ley y control judicial; d) reconocimiento jurídico formal de una serie de derechos,
libertades y garantías fundamentales . Esta segunda noción de Estado de Derecho es la que guarda
compatibilidad con el modelo de Estado diseñado por la reforma de nuestra Constitución; lo que
significa que el legislador a tiempo de crear normas legales, debe precautelar que éstas no
menoscaben los derechos y garantías fundamentales.

III.3. Principio de legalidad como pilar del Estado de Derecho y su proyección en materia penal. El
principio de sometimiento de los poderes al orden constitucional y las leyes, es una manifestación del
principio general de imperio de la ley, según el cual todos (gobernantes y gobernados), se encuentran
sujetos a la ley y únicamente en virtud de ella adquieren legitimidad sus actuaciones (principio de
legalidad). Conforme a esto, en el marco de nuestra Constitución, como en las otras de esta órbita de
cultura, el principio de legalidad se constituye en el pilar básico del Estado de Derecho y soporte del
principio de seguridad jurídica. Viene a sustituir el gobierno de los hombres por el gobierno de la ley.
Es por tanto un principio informador de todo el ordenamiento jurídico de la nación.

En este orden, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que tiene carácter vinculante general, ha
sentado un entendimiento firme sobre el principio de legalidad y como proyección de éste, del principio
de irretroactividad de las leyes penales desfavorables, al interpretar el contenido normativo de los arts.
16.IV y 33 de la CPE; así, en la SC 1030/2003-R, de 1 de julio, expresó:

“El art. 33 constitucional, consagra el principio general de irretroactividad de ley, en los siguientes
términos “La ley sólo dispone para lo venidero y no tiene efecto retroactivo…”; principio que en el
ámbito penal es una derivación del principio de legalidad, conforme al cual, ningún acto puede
considerarse como delito si una ley no lo ha descrito como tal con anterioridad a su ejecución. Por
tanto, aquí se está frente a una prohibición de retroactividad de toda ley penal desfavorable, que afecte
el ámbito de libertad del encausado”.

”III.2 El principio de favorabilidad, como excepción al principio de irretroactividad de la ley penal y sus
alcances.- La parte in-fine del art. 33 CPE establece el principio de retroactividad de la ley penal
favorable, en los siguientes términos: “La ley sólo dispone para lo venidero y no tiene efecto
retroactivo, excepto en materia social cuando lo determine expresamente, y en materia penal cuando
beneficie al delincuente.” (las negrillas son nuestras). Corresponde por tanto, por su pertinencia,
establecer cuáles son los alcances que la Constitución le asigna al principio”.

”Como ha quedado sentado, el precepto constitucional acoge el principio general de que la ley rige
para lo venidero, es decir mira al futuro; estableciendo de manera excepcional el principio de
retroactividad de toda norma penal que beneficie al delincuente (aquí utilizaremos el término
delincuente en el sentido genérico que le asigna la Constitución), del que nace también el principio de
ultraactividad de la ley derogada, que consiste en la aplicación de la ley vigente en el momento de la
comisión del delito, cuando el nuevo precepto penal resultare desfavorable”.

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Con relación a la invocación por parte del órgano que generó la norma de que se trata de una ley
procesal y no sustantiva y que por tanto el principio de prohibición de irretroactividad de ley
desfavorable no sería aplicable al caso de autos, sobre el particular, la Sentencia que se glosa,
estableció que “ Si bien es cierto que un importante sector de la doctrina considera que el concepto
Derecho Penal, en sentido amplio, es comprensivo del sistema penal y, por tanto, abarca al Derecho
Penal sustantivo o material, al Derecho Penal procesal y al Derecho Penal de ejecución; sin embargo,
de ello no puede desprenderse que el legislador constituyente hubiera querido cobijar bajo el alcance
del principio de favorabilidad a todas las normas del sistema penal; empero, tampoco de ello puede
concluirse en sentido de que el principio sólo alcanzaría a los preceptos contenidos en el Derecho
penal material (Código penal y leyes penales especiales), por lo que conviene precisar lo siguiente:

1. El principio nace de la idea de que ley penal expresa la política de defensa social que adopta el
Estado en un determinado momento histórico, en su lucha contra la delincuencia. 2. Que toda
modificación de las normas penales expresa un cambio en la valoración ético-social de la conducta
delictiva, en el cómo y la forma en que ha de ejecutarse la acción represora del Estado frente a la
realización del hecho delictivo y en las reglas de ejecución de la consecuencia jurídica del delito; esto
es, la sanción penal.

Consiguientemente, la aplicación del principio de favorabilidad no puede estar limitado sólo a


supuestos en los que la nueva norma penal descriminaliza la conducta típica o disminuye el quantum
de su pena, sino también, cuando la nueva ley (ley penal material, procesal o de ejecución) beneficie al
delincuente, en el ámbito de su esfera de libertad.; siendo comprensivas de tal ámbito, entre otras: las
circunstancias, el tiempo de la prescripción de la acción penal o de la pena, la rehabilitación, y las
medidas cautelares personales.

III. 3 Consiguientemente, como quedó precisado, el baremo (medida de valoración) para la


determinación de la aplicación retroactiva de la ley penal favorable no está en que el precepto
invocado forme parte del derecho penal material, sino en que el mismo afecte esferas de libertad del
procesado; pues, no es infrecuente que en el Código penal, por ejemplo, existan disposiciones de
indiscutible naturaleza procesal (arts. 3 y 90, entre otros), y en sentido inverso, que en el Código de
procedimiento penal existan normas de indiscutible naturaleza sustantiva…”.

De la jurisprudencia glosada, se extraen los siguientes puntos:

1. La prohibición de aplicación retroactiva de la ley penal contenida en los arts. 16.IV y 33 de la CPE,
se extiende a las normas de contenido sustantivo que se encuentren en leyes tanto materiales como
procesales y de ejecución; 2. una norma tendrá carácter sustantivo, cuando afecte las esferas de
libertad del imputado o condenado, entendiéndose a la libertad aquí aludida, como la facultad de
autodeterminarse que tienen los hombres, sin sujeción a una fuerza o coacción proveniente del
exterior, en este caso, del sistema penal. Conforme a ello, aquellas normas contenidas en leyes
penales que afecten, restrinjan o limiten los derechos fundamentales de las personas, tendrán carácter
sustantivo.

III.4. Sobre el derecho a la conclusión de los procesos en un plazo razonable. Si bien nuestra
Constitución no establece de manera expresa el derecho fundamental del imputado a la conclusión del
proceso penal dentro de un plazo razonable, de manera implícita lo consagra al proclamar en forma
genérica que la “celeridad” es una de las “…condiciones esenciales de la administración de justicia”,
entendimiento que se extrae del contenido del art. 116.X Constitucional. Nos parece que una

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interpretación en sentido contrario sólo podría tener sustento si se aceptara que tal proclamación
carece de significado, lo que no es posible tratándose de una norma jurídica, y aun más, de la norma
fundamental del país, siempre cargada de significado y fines.

A su vez, la normativa internacional sobre derechos humanos (los Pactos), que según la doctrina de
este Tribunal integran el bloque de Constitucionalidad y por tanto tienen rango constitucional (Así
SSCC 1494/2003-R, 1662/2003-R, 69/2004, entre otras), de manera expresa reconocen tal derecho,
conforme a lo siguiente:

1) Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 8.1) “Toda persona tiene derecho a ser oída,
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por ley, en la sustanciación de cualquier acusación formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter”.

2)Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 14.3) “Durante el proceso, toda persona
acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: c. A ser
juzgada sin dilaciones indebidas”
.

De lo anterior se extrae que la finalidad que persigue el legislador constituyente boliviano al introducir,
en concordancia con los preceptos internacionales aludidos, el derecho a ser juzgado dentro de un
plazo razonable, es que el imputado pueda definir su situación ante la ley y la sociedad dentro del
tiempo más corto posible, desde un punto de vista razonable; poniendo fin a la situación de
incertidumbre que genera todo juicio, y la amenaza siempre latente a su libertad que todo proceso
penal representa. Con esto se persigue evitar que la dilación indebida del proceso, por omisión o la
falta de la diligencia debida de los órganos competentes del sistema penal, pueda acarrear al
procesado lesión a otros derechos, entre ellos, el de la dignidad y la seguridad jurídica, que resulten
irreparables.

En coherencia con esto, la Disposición Transitoria Tercera del CPP, para dar concreción práctica al
derecho a que el proceso concluye dentro del plazo razonable a que aluden los Pactos, estableció el
plazo de cinco años para la conclusión de las causas bajo el régimen anterior (Código de
Procedimiento penal de 1972).

Sobre esta Disposición Transitoria, este Tribunal, en la SC 77/2002, de 29 de agosto, al resolver un


recurso directo de inconstitucionalidad planteado contra esa norma, por supuesta lesión al derecho a la
igualdad, fundamentó su constitucionalidad en la necesidad de que exista un plazo razonable para la
culminación de los procesos penales tramitados con el antiguo Código de procedimiento penal de
1972, precisando que:

“…el legislador entendiendo la diferencia entre el sistema procesal penal antiguo y el actual, toda vez
que sus características son diametralmente opuestas, otorgó un plazo razonable de cinco años para la
conclusión de los juicios con el Código de Procedimiento Penal abrogado, a contar desde la
publicación del nuevo Código, permitiendo de esa manera, una etapa de transición necesaria donde
reconoce la coexistencia de los dos sistemas a fin de concluir las causas en trámite en el plazo
señalado, bajo pena de declararse su extinción, extremo que desde ningún punto de vista es arbitrario,
al contrario, responde a una determinación político-criminal que precautela la seguridad jurídica de los
contendientes y, sobre todo de los encausados que, con la Disposición Transitoria Tercera CPP,

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pueden tener la certeza de que su proceso en el viejo sistema tendrá una duración razonable y no se
extenderá por tiempo indefinido”.

III.5. El contraste o test de constitucionalidad.

III.5.1. Norma impugnada por el recurrente.

Como se ha señalado líneas arriba, la Disposición Transitoria Tercera del CPP fijó una duración de
cinco años de los procesos penales tramitados con el anterior régimen, estableciendo la extinción de la
acción penal si en ese tiempo no concluía el proceso; sin embargo, la Ley 2683 amplió indefinidamente
ese plazo, es decir, hasta la conclusión de esas causas.

Precisado esto, así como el alcance de las normas constitucionales antes referidas, supuestamente
violadas por la norma impugnada, corresponde analizar los siguientes puntos: 1. el contenido
sustantivo de la Disposición Transitoria Tercera del CPP; 2. si la Ley 2683 de 12 de mayo de 2004,
modificó desfavorablemente el contenido de la Disposición Transitoria Tercera del CPP y, en
consecuencia, si es constitucional o no su aplicación retroactiva.

Para realizar el análisis del primer punto, es preciso señalar que la Disposición Transitoria Tercera
establecía una forma de conclusión extraordinaria del proceso penal, cual es la extinción de la acción
penal, que conlleva la imposibilidad de continuar con el ejercicio de la acción penal, sea pública o
privada, por el cumplimiento del plazo máximo fijado por el propio legislador (cinco años) para la
culminación de los procesos penales tramitados con el anterior régimen. Consecuentemente, el efecto
inmediato de la declaratoria de extinción de la acción penal es la pérdida por parte del Estado de su
potestad punitiva; lo que implica que el proceso ya no puede desarrollarse más, extinguiéndose el
ejercicio del ius puniendi del Estado. Vistas así las cosas, la Disposición Transitoria Tercera del CPP,
tiene contenido sustantivo, porque afecta los derechos del imputado, entre los que se encuentra el
derecho fundamental a la libertad, que en materia penal, entre otros supuestos, puede ser restringido
en virtud de una Sentencia condenatoria con la imposición de la pena de reclusión o presidio; de lo que
se extrae que esa disposición, pese a estar inserta dentro del Código de procedimiento penal, en el
sentido analizado, contiene una norma de carácter sustantivo, pues afecta a las esferas de libertad de
los encausados.

Ahora bien, la Ley 2683 de 12 de mayo de 2004, al establecer que “Las causas con actividad procesal
sujetas al régimen anterior continuarán tramitándose hasta su conclusión”, eliminó la posibilidad de
que se declare la extinción de la acción penal en los procesos tramitados con el anterior régimen y,
como resultado de ello, prolongó de manera indefinida el plazo para su conclusión; en consecuencia,
resulta ser una norma penal desfavorable.

De lo anterior se concluye en sentido de que la norma impugnada colisiona de manera inadmisible con
las garantías constitucionales de irretroactividad de ley penal desfavorable, consagrada por los arts.
16.IV y 33 de la CPE, así como el derecho fundamental a la seguridad, consagrado por el art. 7 inc.a)
Constitucional y, en consecuencia, las bases sobre las que se asienta el Estado de Derecho
consagrado por el art. 2.II de la misma Ley Fundamental; pues la antinomia existente entre la creciente
necesidad de eficacia de la persecución penal del Estado y el respeto por los derechos y garantías
procesales que proclama la Constitución, debe ser afrontada con especial mesura por parte del
legislador, evitando toda fisura con el catálogo de valores proclamados por la Ley Fundamental del
país, al que -como quedó expresado- está vinculado por mandato constitucional.

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III.5.2. Normas por conexitud.

De lo anterior resulta claro que cuando las normas que se analizan por conexión establecen que:

“Art. 133.- (Duración máxima del proceso). Todo proceso tendrá una duración máxima de tres años,
contados desde el primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía”.

“Las causas de suspensión de la prescripción suspenderán el plazo del duración del procedimiento.
Cuando desaparezcan éstas, el plazo comenzará a correr nuevamente computándose el tiempo ya
transcurrido”.

Disposición Transitoria “Tercera. (Duración del proceso). Las causas que deban tramitarse conforme al
régimen procesal anterior, deberán ser concluidas en el plazo máximo de cinco años, computables a
partir de la publicación de este Código”.

están guardando plena compatibilidad con la Constitución; sin embargo, cuando en la última parte de
ambos preceptos, de manera lisa y llana, es decir sin discriminar si la demora en la tramitación del
proceso es atribuible a los órganos estatales competentes de la justicia penal o a las partes,
establecen:

Artículo 133.-

“Vencido el plazo, el juez o tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la
acción penal”.

Disposición Transitoria Tercera “Los jueces constatarán, de oficio o a pedido de parte, el transcurso de
este plazo y cuando corresponda declararán extinguida la acción penal y archivarán la causa”.

no guardan plena compatibilidad con el sentido del orden constitucional y de los pactos sobre derechos
humanos aludidos, pues tal extinción sólo puede ser conforme a la Constitución, cuando se constate
que la no conclusión del proceso dentro del plazo máximo establecido por ambas disposiciones es
atribuible a omisiones o falta de diligencia debida de los órganos administrativos o jurisdiccionales del
sistema penal y no a acciones dilatorias del imputado o procesado.

Pues, debe tenerse presente que en el sentido de la Constitución, se vulnera el derecho a la celeridad
procesal y, dentro de ello, a la conclusión del proceso en un plazo razonable, cuando los órganos
competentes de la justicia penal del Estado omiten desplegar, injustificadamente, la actividad procesal
dentro de los términos que el ordenamiento jurídico establece; por tanto, en sentido del orden
constitucional, no habrá lesión a este derecho, si la dilación del proceso, en términos objetivos y
verificables, es atribuible al imputado o procesado. Un entendimiento distinto no guardaría
compatibilidad ni coherencia con las exigencias de seguridad jurídica que la Constitución proclama [art.
7 inc. a)] así como el deber del Estado de proteger de manera eficaz, toda lesión o puesta en peligro
concreto, de los bienes jurídicos protegidos por el orden penal boliviano.

Lo señalado concuerda con lo expresado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que
considera que el concepto de “plazo razonable” al que hace referencia el art. 8 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, debe medirse de acuerdo a los siguientes criterios: “…la
complejidad del litigio, la conducta de los demandantes y de las autoridades judiciales y la forma cómo

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se ha tramitado la etapa de instrucción en el proceso” (Informe 43/96. Caso 11.430, 15 de octubre de


1996, punto 54, Comisión Interamericana de Derechos Humanos).

Este también es el criterio del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ha señalado en reiterados
fallos que para considerar la duración razonable de un proceso penal, debía considerarse la
complejidad del caso, la conducta del imputado y la manera en que el asunto fue llevado por las
autoridades administrativas y judiciales.

Esta doctrina ha sido asumida por el Tribunal Constitucional de España que entre los criterios para
establecer el derecho a tener un proceso sin dilaciones indebidas, ha considerado a “…las
circunstancias del proceso, su complejidad objetiva, la duración normal de procesos similares, la
actuación procesal del órgano judicial en el supuesto concreto y la conducta del recurrente al que le es
exigible una actitud diligente…”(Sentencia 313/1993).

Resulta claro que en el marco de nuestra legislación, que a diferencia de las líneas arriba aludidas, ha
establecido un plazo máximo general para la conclusión de los procesos tanto del régimen anterior
como del establecido por la Ley 1970, no es posible considerar factores como la complejidad del
asunto y sus circunstancias, que han sido asumidas dentro del plazo global establecido, sino la
actuación del Ministerio Público (en los Actos Iniciales y la Etapa Preparatoria), del órgano judicial y la
conducta del imputado o procesado.

Que, el art. 4 de la LTC faculta a este Tribunal que: “En caso excepcional de que una ley, decreto o
cualquier género de resolución admita diferentes interpretaciones, el Tribunal Constitucional en
resguardo del principio de conservación de la norma adoptará la interpretación que, concuerde con la
Constitución”.

Que, en este sentido, como ha quedado establecido precedentemente, las disposiciones legales objeto
del presente juicio de constitucionalidad sólo pueden ser compatibles con los preceptos
constitucionales referidos, en la medida que se entienda que, vencido el plazo, en ambos sistemas, en
lo conducente, el juez o tribunal del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la
acción penal, cuando la dilación del proceso más allá del plazo máximo establecido, sea atribuible al
órgano judicial y/o, al Ministerio Público, bajo parámetros objetivos; no procediendo la extinción cuando
la dilación del proceso sea atribuible a la conducta del imputado o procesado.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción que ejerce por mandato de los arts. 120.1º de la
CPE, 7 inc. 1), 54 y siguientes de la LTC, resuelva declarar:
1º La INCONSTITUCIONALIDAD de la Ley 2683 de 12 de mayo de 2004, con los efectos establecidos
por el art. 58 de la LTC.
2º La CONSTITUCIONALIDAD del último párrafo del art. 133 y segundo párrafo de la Disposición
Transitoria Tercera, ambos del Código de procedimiento penal; únicamente en el sentido establecido
en el último párrafo del FJ III.5.2 de la presente resolución.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional.

Fdo. Dr. Willman Ruperto Durán Ribera


PRESIDENTE

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Fdo. Dr. René Baldivieso Guzmán


DECANO

Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas


MagistradA

Fdo. Dr. José Antonio Rivera Santivañez


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Martha Rojas Álvarez


MAGISTRADA
Documento relacionado al mismo expediente
0079/2004-ECA

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SENTENCIA CONSTITUCIONAL 0023/2007-R


Sucre, 16 de enero de 2007
Expediente: 2006-13586-28-RAC
Distrito: La Paz
Magistrada Relatora: Dra. Martha Rojas Álvarez
En revisión, la Resolución 009/06-SSA-I22, de marzo de 2006 cursante de fs. 144 a 145, pronunciada
por la Sala Social y Administrativa Primera de la Corte Superior del Distrito Judicial de La Paz, dentro
del recurso de amparo constitucional interpuesto por Alfred Rolf Wietholter contra Carlos Jaime
Villarroel Ferrer y Blanca Isabel Alarcón de Villarroel Vocales de la Sala Penal Tercera; y Susana
Leytón de Quiroga, Jueza Cuarta de Sentencia; alegando la vulneración de sus derechos a la
seguridad jurídica, a la defensa y la garantía del debido proceso, previstos en los arts. 7 inc. a) y 16.II y
IV de la Constitución Política del Estado (CPE).
I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA
I.1. Contenido del recurso
I.1.1. Hechos que motivan el recurso
Por memorial presentado el 13 de marzo de 2006, cursante de fs. 6 a 14 y el de subsanación de 16 de
marzo de 2006, el recurrente interpone el presente recurso contra la Resolución 14/2006 de 20 de
enero, pronunciada por los Vocales recurridos, que resolvió el recurso incidental que interpuso contra
la Resolución E-45/2005 de 7 de octubre, dictada por la Jueza Cuarta de Sentencia, en la que se
declaró injustamente la improcedencia de la excepción de extinción de la acción penal.
El 10 de diciembre de 2001, Ramiro Suárez Loza inició un proceso penal en su contra por el supuesto
delito de giro de cheque en descubierto, presentando en dicha fecha la correspondiente acusación
particular por tratarse de un delito de acción privada; proceso que desde su inicio estuvo afectado por
diversas irregularidades, generando un constante estado de indefensión hasta conseguir se lo declare
rebelde el 20 de agosto de 2002, lográndose de esa manera materializar su aprehensión para
conducirlo a una audiencia de juicio oral, en la que sin haber notificado a su abogado defensor de
oficio se dictó sentencia en su contra, contra la cual interpuso recurso de apelación restringida el 27 de
septiembre de 2002, haciendo notar la existencia de actividad procesal defectuosa.
Mediante Auto de Vista 164/2002, de 24 de diciembre se anuló la sentencia apelada disponiendo la
realización de un nuevo juicio ante otro juez de sentencia que cumpla con las normas de
procedimiento extrañadas en dicho fallo; sin embargo, todo el procedimiento a partir de la anulación de
la sentencia incurrió en graves equivocaciones y en la realización de actos innecesarios y dilatorios,
por cuanto el querellante, el 12 de mayo de 2003, sin que exista necesidad legal, conminación, orden o
instrucción, presentó una nueva acusación particular ante la Jueza Cuarta de Sentencia, quien en
lugar de ignorarla, disponiendo que se esté a los datos del proceso, y emitir directamente el auto de
apertura de juicio, conforme lo dispone el art. 413 del Código de Procedimiento Penal (CPP), tramitó la
causa como si se tratara de un caso que nunca hubiera existido señalando innecesariamente día y
hora para una audiencia de conciliación, otorgando valor procedimental a aquélla segunda acusación
particular que estaba fuera de contexto, puesto que lo único que se había anulado era la sentencia,
viéndose sometido a una considerable retardación que en ningún momento fue atribuible a su persona.
Por las constantes paralizaciones del proceso, no atribuibles a su persona, sino al órgano judicial y a la
parte querellante, el proceso excedió el término de tres años de duración máxima del proceso penal
contemplado en el art. 133 del CPP; sin embargo, dicho término no podía computarse desde el 10 de
diciembre de 2001, fecha en la que se presentó la acusación particular en su contra, debido a que se
logró obtener la declaratoria de su rebeldía mediante actos temerarios que procuraron su indefensión;

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en cuyo mérito el término de tres años era computable a partir de dicha declaratoria, que data del 20
de agosto de 2002, conforme lo establece el art. 31 del CPP concordante con el art. 133 del mismo
Código, puesto que en virtud de dicha normativa, la declaratoria de rebeldía interrumpe el término de
prescripción y de la duración máxima del proceso y además se constituye en el acto a partir del cual
ambos términos (prescripción y duración máxima) comienzan a computarse nuevamente, por lo tanto,
los tres años de duración máxima del proceso llegaban a su vencimiento el 20 de agosto de 2005.
Con estos fundamentos, el 7 de octubre de 2005, a tiempo de llevarse a cabo la audiencia de
prosecución del juicio oral, planteó la excepción de extinción de la acción penal por vencimiento del
término de duración máxima del proceso, amparándose en los artículos 308 inc. 4) y 27 inc. 10) del
CPP, la que fue resuelta en la misma audiencia por la Jueza de la causa mediante Resolución E-
45/2005, de 7 de octubre, declarando improcedente la excepción planteada, con el argumento de que
el plazo de tres años de duración máxima del proceso debería computarse desde actos posteriores,
esto es, desde el Auto de Vista 164/2002 de 24 de diciembre, puesto que dicha resolución dispuso la
anulación de todo el proceso. Ante esa errónea interpretación, solicitó enmienda y complementación
haciendo notar que El Auto de Vista 164/2002, sólo dispuso la anulación de la sentencia y la
realización de un nuevo juicio oral y no la tramitación de todo el proceso desde su inicio; sin embargo,
la jueza recurrida persistió en su decisión, ratificando la improcedencia de la excepción planteada.
Ante dicha decisión, interpuso recurso de apelación incidental el 8 de octubre de 2004, que fue
resuelto por los Vocales recurridos, quienes emitieron la Resolución 14/2006 de 20 de enero por la que
se declaró improcedente el recurso, confirmándose la Resolución E-45/2005 de 7 de octubre, bajo
argumentos injustos y equivocados, esto es, que no procedía la extinción de la acción penal por
vencimiento del término de duración máxima del proceso, porque los tres años de dicho término
deberían computarse a partir de la segunda acusación particular presentada por Ramiro Suárez Loza
el 12 de mayo de 2003, ya que ese acto, al ser la acusación particular debería considerarse el primer
acto del procedimiento, señalando que el origen lógico de aquella segunda acusación particular fue el
Auto de Vista 164/2002 que dispuso la anulación de la sentencia, afirmación que tergiversa la realidad,
por cuanto dicho auto no dispone en ninguna parte que el querellante presente una segunda
acusación, el que se limitó a disponer se realice un nuevo juicio en virtud de la anulación de la
sentencia.
Por otra parte, en la misma Resolución, los Vocales afirmaron que los tres años de duración máxima
del proceso se computan a partir del primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía, así
como el Auto de Vista que anula la sentencia; es decir, que hicieron las veces de legisladores al
modificar arbitrariamente lo dispuesto en los arts. 31 y 133 del CPP, generando una segunda causa de
interrupción de la prescripción y de duración máxima del proceso.
I.1.2. Derechos y garantía supuestamente vulnerados
Considera lesionados sus derechos a la seguridad jurídica, a la defensa y la garantía del debido
proceso, previstos en los arts. 7 inc. a) y 16.II y IV de la CPE.
I.1.3. Autoridades recurridas y petitorio
El recurso se interpone contra Carlos Jaime Villarroel Ferrer y Blanca Isabel Alarcón de Villarroel
Vocales de la Sala Penal Tercera; y Susana Leytón de Quiroga, Jueza Cuarta de Sentencia,
solicitando sea declarado procedente y se disponga la extinción de la acción penal por vencimiento del
término de duración máxima del proceso y sea de conformidad a lo dispuesto por el art. 133 del CPP
concordante con los arts. 27 inc. 10) y 31 del mismo Código.
I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de amparo constitucional

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Efectuada la audiencia pública el 22 de marzo de 2006, según consta en el acta de fs. 141 a 143 vta.,
se produjeron los siguientes actuados:
I.2.1. Ratificación del recurso
El abogado del recurrente ratificó y reiteró el contenido de su demanda.
I.2.2. Informe de las autoridades recurridas
Carlos Jaime Villarroel Ferrer y Blanca Isabel Alarcón de Villarroel, Vocales de la Sala Penal Tercera
de la Corte Superior del Distrito Judicial de La Paz, en el informe cursante a fs. 140 vta., aseveraron lo
siguiente: 1) el 7 de octubre de 2005, pronunciaron la Resolución 14/2006 de 20 de enero, declarando
improcedente el recurso de apelación interpuesto por el recurrente y confirmando la Resolución E-
45/2005 de 7 de octubre de 2005, dictada por la Jueza Cuarta de Sentencia en lo Penal que a su vez
rechazó el incidente de extinción de la acción penal suscitado por el imputado dentro del proceso en el
cual ya se había dictado sentencia condenatoria, la que fue anulada por Auto de Vista, disponiendo se
realice un nuevo juicio; 2) en ejecución de la Resolución 164/2004 que dio lugar a la realización de un
nuevo juicio y con una nueva acusación presentada el 12 de mayo de 2003, ante solicitud expresa, se
pronunció la Resolución E-45/2005 de 7 de octubre, rechazando el incidente de extinción de la acción
penal interpuesto por el imputado; apelada que fue, se dictó la Resolución sin vulnerar ningún derecho
constitucional del recurrente, quien por la vía del amparo pretende eludir sus responsabilidades de
haber girado un cheque al descubierto por la suma de $us26000.- (veintiséis mil 00/100 dólares
estadounidenses); 3) el recurso de amparo, se funda en que el término de tres años para disponer la
extinción de la acción penal prevista por el art. 133 del CPP se computa a partir de su declaratoria de
rebeldía de 20 de agosto de 2002, sin considerar que por Auto de Vista 164/2002 de 24 de diciembre
se anuló la sentencia disponiendo la realización de un nuevo juicio que originó la nueva acusación
particular de 20 de agosto de 2003, a partir de cuya notificación corre el término, según la
jurisprudencia constitucional.
Rubén Ramírez, Juez suplente de Susana Leytón de Quiroga, Jueza Cuarta de Sentencia correcurrida,
en el informe prestado en la audiencia pública de amparo cursante de fs. 142 y vta. señaló lo
siguiente: a) dentro del proceso penal seguido por Ramiro Suárez Loza contra el recurrente se dictó
sentencia la cual fue apelada y posteriormente anulada, devueltos los antecedentes e interpretado el
Auto de Vista 164/2004, se dio inicio al proceso penal dando lugar a que el querellante, como acusador
particular, pueda formular una nueva demanda; habiendo el recurrente suscitado diferentes incidentes
de nulidad, tales como la suspensión de audiencias procesales; b) si tomamos en cuenta el criterio de
la parte recurrente, conforme establecen las normas previstas en los art. 27 y 29 del CPP, la causa se
extinguiría recién el 20 de agosto de 2007; c) teniendo en cuenta el entendimiento asumido por la SC
0101/2004, de 14 de septiembre y su Auto complementario, se establece que el recurrente ha venido
sometiendo su comportamiento a constantes suspensiones.
I.2.3. Intervención del tercero interesado
Rodrigo Suárez Monje, en la audiencia de amparo, señaló que la presentación de la nueva querella el
12 de mayo de 2003 no obedece a un caso atípico conforme sostiene el recurrente sino al
cumplimiento del Auto de Vista emitido por la Sala Penal Segunda que dispuso anular la sentencia
disponiendo la realización de un nuevo juicio por otro Juez de Sentencia que cumpla con las normas
de procedimiento extrañadas en el presente fallo; por lo que una vez devuelto el expediente al juzgado
de origen, se dispuso su remisión al sistema IANUS para su nuevo sorteo, habiendo la Jueza recurrida
providenciado en sentido de que en mérito a la Resolución 164/2002, de conformidad con lo dispuesto
por el art. 340 del CPP, se corra traslado a Ramiro Suárez Loza para que presente su querella y
acusación particular y ofrezca pruebas de cargo, es decir, que para la realización de un nuevo juicio
es base fundamental la presentación de una querella, por cuanto el juez no podía haber dictado una

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sentencia con los antecedentes y la acusación particular anulada; en cuyo mérito, no corresponde
analizar si corresponde o no la extinción de la acción penal, por cuanto no se vulneró ningún derecho.
I.2.4. Resolución
La Resolución 009/06-SSA-I de 22 de marzo de 2006, cursante de fs. 144 a 145 denegó el recurso, sin
multa, por ser excusable, con los siguientes fundamentos:
a) La Sala Penal Segunda, al pronunciar el Auto de Vista 164/2002 de 24 de diciembre, anulando la
sentencia apelada y ordenando la realización de un nuevo juicio por otro juez de sentencia, lo hizo en
resguardo de los derechos constitucionales que asistían al imputado, ahora recurrente, al no haber
sido notificado conforme a las normas procesales en vigencia.
b) La nulidad declarada, de acuerdo a la teoría de los actos jurídicos, acarrea la inexistencia del acto,
alcanzando la nulidad de la sentencia a todo el juicio, habiendo la Sala Penal aplicado el art. 413 del
CPP disponiendo que “cuando no sea posible reparar directamente la inobservancia de la ley o su
errónea aplicación, el tribunal de alzada anulará total o parcialmente la sentencia y ordenará la
reposición del juicio por otro juez o tribunal”. En el presente caso la nulidad fue total por haber incurrido
en vicios procesales como ser la falta de notificación personal al imputado, por consiguiente los actos
procesales tenían que producirse de inicio; toda vez que la anulación tiene como consecuencia la
realización de un nuevo juicio por otro juez, no se puede computar el tiempo para la petición de
extinción de la causa desde la primera acusación particular.
c) La jueza que intervino en el pronunciamiento de la Resolución E-45/2005 de 7 de octubre, actuó
con criterio certero al fundamentar que el cómputo se inicia a partir del 2003, es decir, desde la
segunda acusación particular, en cuyo mérito no operó la extinción de la acción penal. A su vez, la
Sala Penal Tercera recurrida al pronunciar la Resolución 14/06 de 20 de enero de 2006 con el
argumento de que el plazo no podía ser computado desde la declaratoria de la rebeldía, esto es desde
el 20 de agosto de 2002, por cuanto el primer proceso fue anulado, tampoco vulneró los derechos
fundamentales y garantías constitucionales del imputado y menos infringió normas procesales; en cuyo
mérito, es innecesario realizar mayor análisis sobre a cual de las partes era atendible la retardación o
si provenía de las autoridades jurisdiccionales según el entendimiento asumido por el Tribunal
Constitucional en la SC 0101/2004 y Auto Constitucional 0079/2004-ECA.
I.3. Trámite procesal en el Tribunal Constitucional
A pedido de la Magistrada Relatora, a efectos de contar con mayores elementos de juicio para la
dilucidación del presente recurso, mediante Auto Constitucional 603/2006-CA, de 1 de diciembre, la
Comisión de Admisión solicitó al Tribunal del recurso de amparo constitucional remita la
documentación allí detallada, suspendiéndose el cómputo del plazo para la dictación de la Resolución.
Habiéndose reanudado el cómputo del plazo mediante decreto de 19 de diciembre de 2006, por lo que
la presente Sentencia esta dentro del plazo de ley.
II. CONCLUSIONES
Del análisis del expediente y de la prueba aportada, se concluye lo siguiente:
II.1. El 10 de diciembre de 2001, Ramiro Suárez Loza presentó acusación particular contra Alfred Rolf
Wietholter -ahora recurrente- (fs.17 y vta.) por la supuesta comisión del delito giro de cheque en
descubierto.
II.2. Según el acta de juicio oral de 20 de agosto de 2002 (fs. 18 y 19), el Juez Tercero de Sentencia,
en cumplimiento de lo dispuesto por los arts. 87 y 89 del CPP declaró rebelde al recurrente y dispuso
se expida mandamiento de aprehensión en su contra; así como se proceda a su arraigo, designando
como abogado defensor de oficio a Felipe Jiménez Galvez.
II.3. El mandamiento de aprehensión fue ejecutado el 29 de agosto de 2002, y en la misma fecha se
llevó adelante la audiencia de juicio oral, en la que participó el ahora recurrente y en la que se dispuso

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como medida cautelar, la presentación del imputado en el juzgado los días lunes y miércoles (fs. 68 a
71).
II.4. El 14 de septiembre de 2002 (fs. 20 a 21) el Juez Tercero de Sentencia pronunció la Sentencia
20/2002, declarando autor del delito de cheque en descubierto, previsto y sancionado por el art. 204
del CP, condenándolo a sufrir la pena privativa de libertad de cuatro años a cumplir en el Penal de San
Pedro de la ciudad de La Paz, más costas y daño civil que se calificará en ejecución de sentencia.
II.5. El 26 de septiembre de 2002 (fs. 22 a 31) el recurrente planteó recurso de apelación restringida
contra la Sentencia 20/2002, que fue resuelto por la Sala Penal Segunda de la Corte Superior del
Distrito Judicial de La Paz mediante Auto de Vista 164/2002 de 24 de diciembre (fs. 32 a 33),
disponiendo lo siguiente: “ANULA totalmente la sentencia apelada dictada en la presente acción penal
por el Juez de Sentencia Tercero, disponiendo la realización de un nuevo juicio por otro Juez de
Sentencia que cumpla con las normas de procedimiento extrañados en el presente fallo”. Los
argumentos esgrimidos en dicho fallo, son los siguientes:
a) Se provocó absoluta indefensión en el imputado por cuanto al no habérsele notificado en su
domicilio real, éste desconocía de la existencia de la acusación penal presentada en su contra, de tal
manera no se le permitió asistir a la Audiencia de Conciliación, no se le permitió ofrecer sus pruebas
de descargo en el plazo de los 10 días que se le concedió, no tuvo la posibilidad de oponer
excepciones y recursos que la Ley le franquea, conduciéndolo en calidad de aprehendido directamente
al juicio oral.
b) No obstante que contra dichas ilegalidades el imputado planteó incidente de nulidad de obrados;
sin embargo, el Juez ilegalmente rechazó tal incidente, subsanando lo insubsanable ya que las
notificaciones con los diferentes actuados realizados antes de ingresar al juicio oral, eran nulas por
existir error en el lugar de la notificación al tenor del art. 166 inc. 1) del CPP. Asimismo el Juez no
subsanó la falta de notificación del Defensor de Oficio, así como con las actuaciones posteriores a su
declaratoria de rebeldía, permitiendo que el imputado sea aprehendido y conducido directamente a la
audiencia de juicio oral.
II.6. El 12 de mayo de 2003, Ramiro Suárez Loza presentó acusación particular por el delito de giro
de cheque en descubierto (fs. 34 a 35); la que fue radica por resolución de 13 de mayo (fs.36) en el
Juzgado Cuarto de Sentencia.
II.7. Por Resolución 69-C/2003 de 26 de septiembre (fs. 107) se dispuso la apertura del juicio penal
contra el recurrente, señalando audiencia de juicio oral y público para el 19 de noviembre de ese año a
horas 15:00.
II.8. Según el acta de audiencia de prosecución de juicio oral de 7 de octubre de 2005, (fs. 44 y vta.)
el recurrente interpuso excepción de extinción de la acción penal en dicha audiencia, que fue
rechazada por Resolución E-45/2005 de 7 de octubre (fs. 45 a 46), con los siguientes argumentos:
a) “Que en la previsión del art. 29 num. 2 del CPP corresponde aplicar en el presente caso y teniendo
en cuenta que la causa se prosigue por la comisión del delito de giro de cheque en descubierto
previsto por el art. 204 del CP cuya sanción máxima es de cuatro años, se computa la prescripción de
la acción en 5 años posteriores al inicio del proceso”.
b) “Haciendo una ponderación de valores en todo caso que es lo que ordena el Tribunal
Constitucional con referencia a la extinción de la acción por el tiempo transcurrido se tiene que este
proceso ha sido anulado en su totalidad por Auto de Vista ya mencionado y que cobra un inicio o se
inicia a partir del año 2003 lo que corresponde que en derecho no operaría la extinción de la acción
penal por el transcurso del tiempo estando vigente en todo caso la acción penal para su tramitación”.
En la misma audiencia, la parte recurrente interpuso enmienda y complementación de la Resolución E-
45/2005, señalando que el Auto de Vista 164/2002 sólo dispuso la anulación de la sentencia y no todo
el proceso desde su inicio; solicitud que fue resuelta con el argumento de que debido a que el proceso
penal seguido contra el recurrente era un proceso por un delito de acción privada y que al tenor de lo

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dispuesto por el art. 342 del CPP la acusación particular es la base del juicio oral, la repetición del
juicio al que hace referencia el Auto de Vista 164/2002 es desde la presentación de la querella.
II.9. Por memorial presentado el 8 de octubre de 2005 (fs. 37 a 40) el recurrente, interpuso apelación
incidental contra la Resolución E-45/2005, y el 20 de enero de 2006, la Sala Penal Tercera de la Corte
Superior del Distrito Judicial de La Paz, mediante Resolución 14/2006 de 20 de enero (fs. 1 a 2),
declaró improcedente la apelación incidental interpuesta por el recurrente y confirmó la Resolución E-
45/2005 de 7 de octubre, en todas sus partes, con costas, de conformidad con lo dispuesto por los
arts. 133, 265 y 406 del CPP; con lo siguientes argumentos:
a) “La Sala Penal Segunda de la R. Corte Superior ha pronunciado el Auto de Vista No 164/2002 de 24
de diciembre anulando la sentencia de instancia en la presente causa (fs. 108 a 109 originales)
disponiendo la realización de un nuevo juicio que ha dado lugar a la presentación de una nueva
acusación particular que lleva fecha 12 de mayo de 2003. La solicitud de aclaración y enmienda por el
imputado durante la audiencia de juicio (fs. 5) no afecta al fondo de la resolución”.
b) “La Resolución E-45/2005 pronunciada por el Juzgado Cuarto de Sentencia debidamente
fundamentada conforme dispone el Art. 124 del CPP funda entre otras razones a las claras
disposiciones del Art. 133 a la duración máxima del proceso con duración máxima de tres años
contados desde el primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía, así como el contenido del
A.V. No. 164 que motivó precisamente la segunda y nueva acusación particular del querellante”.
c) “Lo anterior permite inferir que la Resolución E-45/2005 apelada por el imputado, se halla en el
marco de la normatividad vigente, sin que sea necesario referirse a la línea jurisprudencia del Tribunal
Constitucional sobre la extinción de la acción penal”.
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO
El recurrente alega que las autoridades judiciales recurridas vulneraron sus derechos a la seguridad
jurídica y a la defensa, así como la garantía del debido proceso, al haber rechazado ilegalmente su
solicitud de excepción de extinción de la acción penal, computando los tres años de duración máxima
del proceso desde que el querellante -a consecuencia de la nulidad de la sentencia dispuesta por Auto
de Vista 164/2002 de 24 de diciembre- presentó una nueva acusación particular el 12 de mayo de
2003, cuando ese término debió computarse desde la declaratoria de rebeldía que data del 20 de
agosto de 2002, conforme lo establece el art. 31 del CPP, concordante con el art. 133 del mismo
Código. En consecuencia, corresponde analizar, en revisión, si tales aseveraciones dan lugar o no a
brindar la tutela que otorga el art. 19 de la CPE.
III.1. Sobre el análisis de la interpretación de la legalidad ordinaria
Antes de ingresar al análisis de fondo de la problemática planteada en el presente recurso,
corresponde hacer referencia a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional sobre la interpretación de
la legalidad ordinaria, para determinar si en el caso analizado corresponde realizar el análisis de la
interpretación de los arts. 31 y 133 del CPP efectuada por los jueces ahora recurridos.
En ese cometido, a partir de la SC 1846/2004-R, de 30 de noviembre, el Tribunal Constitucional
estableció la línea jurisprudencial que señala que la interpretación de la legalidad ordinaria es
atribución de los jueces y de las autoridades administrativas; sin embargo, en la misma Sentencia se
estableció que compete a la jurisdicción constitucional “…verificar si en esa labor interpretativa no se
han quebrantado los principios constitucionales informadores del ordenamiento jurídico, entre ellos, los
de legalidad, seguridad jurídica, igualdad, proporcionalidad, jerarquía normativa y debido proceso;
principios a los que se hallan vinculados todos los operadores jurídicos de la nación; dado que
compete a la jurisdicción constitucional otorgar la protección requerida, a través de las acciones de
tutela establecidas en los arts. 18 y 19 de la Constitución, ante violaciones a los derechos y garantías

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constitucionales, ocasionadas por una interpretación que tenga su origen en la jurisdicción ordinaria,
que vulnere principios y valores constitucionales”.
Siguiendo ese razonamiento, la SC 1917/2004-R, de 13 de diciembre, en su Fundamento Jurídico III.2,
puntualizó que: “…toda supuesta inobservancia o errónea aplicación de la legislación ordinaria, debe
ser corregida por la jurisdicción común a través de los recursos que establece el ordenamiento; y sólo
en defecto de ello, y ante la invocación de infracciones a las reglas de la interpretación admitidas por el
derecho, la jurisdicción constitucional puede ingresar a verificar si la labor interpretativa desarrollada …
cumplió o no con las reglas de interpretación y si a través de esa interpretación arbitraria, se lesionó
algún derecho fundamental, únicos supuestos que permiten al Tribunal Constitucional realizar una
verificación de la labor interpretativa de la jurisdicción común”.
Posteriormente, la SC 0085/2006-R, de 25 de enero, determinó que la jurisdicción constitucional le
compete, “…en los casos en que se impugne tal labor como arbitraria, insuficientemente motivada o
con error evidente, el estudio, dentro de las acciones de tutela, de la decisión impugnada, a los efectos
de comprobar si la argumentación jurídica en la que se funda la misma es razonable desde la
perspectiva constitucional -razonamiento que debe ajustarse siempre a una interpretación conforme a
la Constitución- o si por el contrario, se muestra incongruente, absurda o ilógica, lesionando con ello
derechos fundamentales o garantías constitucionales”. (las negrillas son nuestras).
Sin embargo, para que el Tribunal pueda realizar ese análisis, es indispensable que, en la
presentación del recurso, se cumplan ciertos requisitos que han sido sintetizados por la jurisprudencia
del Tribunal en la citada SC 0085/2006-R, determinando:
“…que el recurrente, en su recurso, a tiempo de cuestionar la interpretación de la legalidad ordinaria:
1. Explique por qué la labor interpretativa impugnada resulta insuficientemente motivada, arbitraria,
incongruente, absurda o ilógica o con error evidente, identificando, en su caso, las reglas de
interpretación que fueron omitidas por el órgano judicial o administrativo, y 2. Precise los derechos o
garantías constitucionales que fueron lesionados por el intérprete, estableciendo el nexo de causalidad
entre éstos y la interpretación impugnada; dado que sólo de esta manera la problemática planteada
por el recurrente, tendrá relevancia constitucional.
Lo señalado implica que el actor, en su recurso, no debe limitarse a hacer un relato de los hechos, sino
que debe explicar no sólo por qué considera que la interpretación no es razonable, sino también cómo
esa labor interpretativa vulneró sus derechos y garantías”.
En el caso analizado, el recurrente cuestiona la interpretación que realizaron las autoridades judiciales
recurridas de los arts. 31 y 133 del CPP, al considerar que fue “forzada, temeraria, ilegal y arbitraria”,
por cuanto computaron el plazo de tres años establecido en el art. 133 del CPP a partir de la nueva
acusación presentada por el querellante, a consecuencia de la nulidad de la sentencia dispuesta por
Auto de Vista 164/2002 de 24 de diciembre, cuando ese plazo debió computarse desde la declaratoria
de rebeldía que data del 20 de agosto de 2002, conforme lo establece el art. 31 del CPP, concordante
con el art. 133 del mismo Código.
Así mismo, señala que con esa interpretación, las autoridades demandadas. lesionaron la garantía del
debido proceso, ya que pasaron por alto el plazo determinado por ley para la duración máxima de la
causa, generando la posibilidad de que un proceso dure eternamente; el derecho a la defensa, que no
se materializa por el sólo hecho de defenderse, sino, principalmente, por la obtención de las
consecuencias jurídicas que se encuentran legalmente establecidas cuando el medio de defensa es
utilizado correctamente; el derecho a la seguridad jurídica, al posibilitar la persecución penal de
manera indefinida, no obstante que los plazos máximos de duración de un proceso penal, son
limitaciones establecidas en respuesta a una política criminal que busca consagrar, en un Estado de
Derecho, el respeto a la seguridad jurídica.

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En consecuencia, habiéndose cumplido con los requisitos señalados por la jurisprudencia


constitucional para analizar la interpretación impugnada en el presente recurso, corresponde ingresar
al análisis de fondo de la problemática planteada.
III.2. La prescripción y la extinción de la acción penal por duración máxima del proceso.
El Código de Procedimiento Penal, al referirse a la extinción de la acción penal, establece diferentes
supuestos, entre los que se encuentran la prescripción (art. 27 inc. 8) del CPP) y el vencimiento del
plazo máximo de duración del proceso (art. 27 inc. 10) del CPP), haciendo una diferenciación entre
ambas causales de extinción, que se traduce en un tratamiento específico para ambos institutos.
En la doctrina, si bien se reconoce que ambos supuestos tienen fundamentos diferentes y
particularidades que los distinguen, se considera a la prescripción de la acción penal por vencimiento
del plazo máximo de duración del proceso, como una especie de prescripción, atendiendo,
fundamentalmente, a la característica común del transcurso del tiempo como medio para la extinción
de derechos; sin embargo, como se tiene dicho, nuestro Código, sin desconocer esa similitud, pero
resaltando las diferencias, regula a estos institutos de manera independiente, conforme se pasa a
analizar:
III.2.1. La prescripción de la acción penal
- Fundamento
De acuerdo a la doctrina, la prescripción se traduce en los efectos que produce el transcurso del
tiempo sobre el ejercicio de una determinada facultad. Esta definición, aplicada al ámbito penal,
significa la expresa renuncia por parte del Estado del derecho a juzgar debido al tiempo transcurrido.
Conforme a ello, es el propio Estado el que, a través de la norma penal (procesal o sustantiva, según
las legislaciones), establece los límites de tiempo en que puede ejercer la persecución penal. La
actividad represiva del Estado no puede ser ejercida de manera indefinida, ya que al hacerlo se
quebrantaría el equilibrio que debe existir entre la función de defensa de la sociedad y la protección de
derechos y garantías individuales.
Tradicionalmente se ha fundamentado la prescripción en diferentes razones, unas de tipo subjetivo,
vinculadas a los cambios que el tiempo opera en la personalidad del delincuente, que determinan la
desaparición de su peligrosidad para la sociedad; otras consideradas objetivas y de utilidad social, que
señalan que con el transcurso del tiempo desaparece la alarma social y no existe necesidad de
prevención general; aquellas de orden procesal que sostienen que existen dificultades en la
recolección de elementos probatorios para determinar la culpabilidad o inocencia del presunto autor.
También se han aducido razones de política criminal, en sentido que el castigo impuesto mucho
tiempo después de la comisión del hecho no alcanza los fines de la pena (prevención especial y
prevención general, positiva y negativa), careciendo, en consecuencia, su imposición de razón de ser;
así como razones jurídicas, que inciden en la necesidad de eliminar la incertidumbre en las relaciones
jurídicas y la desaparición de la intranquilidad causada por el delito.
Si bien los anteriores fundamentos son válidos, actualmente la prescripción debe fundamentarse
desde la Constitución, en la medida en que este instituto está íntimamente vinculado con los principios,
valores, derechos y garantías constitucionales, fundamentalmente la garantía del debido proceso, la
prohibición de indefensión y el derecho a la seguridad jurídica.
Así, respecto al derecho a la defensa, es innegable que si pese al tiempo transcurrido, la acción penal
se dirigiera contra el supuesto culpable, llegando inclusive a imponerse una pena, se produciría una
grave indefensión, pues los medios de defensa de los que podría servirse el imputado, o ya no
existirían o se encontrarían debilitados, corriéndose el riesgo de condenar a un inocente por el tiempo
transcurrido. En síntesis, el transcurso del tiempo incrementa el riesgo del error judicial, por
encontrarse debilitadas las pruebas de la defensa.

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A su vez, el derecho a la defensa se encuentra conectado con la seguridad jurídica, derecho que se
garantiza al evitar que se celebren procesos que no gozan de las mínimas garantías que permitan
obtener una sentencia justa y que ocasionarían lesión a la garantía del debido proceso.
De lo dicho se desprende que la prescripción sirve también para compeler a los órganos encargados
de la persecución penal, y a la misma administración de justicia penal, a resolver de forma rápida y
definitiva el ilícito que se ha cometido; combinándose, entonces, la necesidad de una justicia pronta y
efectiva (art. 116.X de la CPE), como garantía de la sociedad, y un debido proceso, como garantía del
imputado (art. 16.IV de la CPE), que a su vez precautele sus derechos a la defensa (art. 16.II de la
CPE) y a la seguridad jurídica (art. 7 inc. a) de CPE).
- Cómputo de la prescripción.
El art. 29 del CPP determina los plazos para la prescripción de la acción penal, atendiendo al máximo
legal de la pena privativa de libertad (presidio o reclusión) prevista para los distintos tipos penales
establecidos en el Código Penal. Los términos señalados en esa norma, de acuerdo al art. 30 del CPP,
empiezan a correr desde la media noche del día en que se cometió el delito o en que cesó su
consumación, y pueden interrumpirse por la declaratoria de rebeldía del imputado, como se analizará
posteriormente, y suspenderse en los siguientes casos previstos en el art. 32 del CPP:
1. Cuando se haya resuelto la suspensión de la persecución penal y esté vigente el periodo de prueba
correspondiente.
2. Mientras esté pendiente la presentación del fallo que resuelva las cuestiones prejudiciales
planteadas.
3. Durante la tramitación de cualquier forma de antejuicio o de la conformidad de un gobierno
extranjero de la que dependa el inicio del proceso; y,
4. En los delitos que causen alteración del orden constitucional e impidan el ejercicio regular de la
competencia de las autoridades legalmente constituidas, mientras dure ese estado.
Ahora bien, de acuerdo a nuestra norma procesal, sólo esas causales suspenden la prescripción; en
consecuencia, fuera de ellas, la prescripción continúa corriendo, independientemente de que se
hubiera iniciado o no la acción penal correspondiente, lo que sin duda marca una clara diferencia con
la anterior normativa sobre el particular, que en el art. 102 del Código Penal (CP) establecía que la
prescripción se interrumpía con el inicio de la instrucción penal y se la computaba nuevamente desde
la última actuación que ésta registrara.
Efectivamente, el anterior sistema procesal, permitía la prolongación indefinida de los procesos y el
sometimiento del imputado a la exclusiva voluntad del Ministerio Público y/o del querellante, quienes,
de manera arbitraria, podían hacer abandono del proceso penal y reactivarlo después de mucho
tiempo, sólo con la finalidad de evitar la prescripción, lo que determinaba la constante zozobra del
imputado y la vulneración de sus derechos y garantías, fundamentalmente del derecho a la seguridad
jurídica.
El nuevo Código de Procedimiento Penal, conforme se tiene dicho, cambia radicalmente el sistema
anterior, puesto que no establece entre sus causales de interrupción o prescripción de la acción penal,
el inicio de la acción penal; consecuentemente, es posible interponer esta excepción en cualquier
momento del proceso, conforme ha quedado establecido en la jurisprudencia del Tribunal contenida en
la SC 1510/2002-R, de 9 de diciembre, que de manera expresa determinó que la denuncia no
constituye causal de interrupción o suspensión de la prescripción al no estar contemplada en los arts.
29 y 31 CPP. Entendimiento que fue reiterado en la SC 0187/2004-R, de 9 de febrero, en la que se
determinó que “…para la interrupción o suspensión de la prescripción, necesariamente tienen que
presentarse uno de los supuestos descritos, entre los que no se encuentra el inicio de la acción penal,
debiendo contarse el plazo desde el día en que supuestamente se consumó el delito, sin
interrupción.”. En similar sentido se ha pronunciado la SC 0101/2006-R, de 25 de enero.
- La rebeldía y su efecto en la prescripción

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Como se tiene señalado precedentemente, el art. 31 del CPP determina que el término de la
prescripción de la acción se interrumpe por la declaratoria de rebeldía del imputado, momento desde el
cual el plazo se computa nuevamente.
Conforme a esa norma, la declaratoria de rebeldía tiene como efecto borrar el tiempo corrido de
prescripción y comenzar un nuevo plazo a partir de esa declaratoria; esto debido a que la rebeldía
tiene como fundamento el incumplimiento del imputado a disposiciones judiciales como la
incomparecencia sin causa justificada a una citación, la evasión del establecimiento donde se
encontraba detenido, el incumplimiento de un mandamiento de aprehensión y la ausencia, sin licencia
del juez del lugar asignado para residir (art. 87 del CPP) y, por lo mismo, el rebelde no puede ser
beneficiado con la prescripción del tiempo transcurrido hasta la declaratoria de rebeldía.
La interrupción de la prescripción por rebeldía, implica una sanción para quien desobedece órdenes
judiciales y se resiste al sometimiento a juicio, pues el cómputo del plazo se modifica sustancialmente
para el rebelde, quien tendrá que realizar el cálculo de la prescripción considerando el plazo íntegro de
los supuestos establecidos en el art. 29 del CPP a partir de la declaratoria de rebeldía.
Conforme a lo anotado, nuestro Código adopta una posición que responde al criterio mayoritario de la
doctrina y legislación comparada; pues, permite al rebelde acogerse al beneficio de la prescripción,
pero contando un nuevo término. La posición contraria afirma que el rebelde debe ser excluido de la
prescripción, puesto que en el proceso no se le ha causado indefensión: conocía la denuncia y el
proceso seguido en su contra y, pese a ello, no utilizó los medios de defensa previstos por el
ordenamiento jurídico; sin embargo, el grupo mayoritario de autores, sigue el criterio -al que se acoge
nuestro Código- que el rebelde puede ser incluido dentro de la prescripción, pues ésta no sólo se
funda en el derecho a la defensa, sino también en el derecho a la seguridad jurídica y en las múltiples
razones de orden subjetivo, objetivo, de política criminal, etc. descritas precedentemente.
III.2.2. La doctrinal constitucional sobre la extinción de la acción penal.
- Fundamento
La jurisprudencia del Tribunal Constitucional contenida en la SC 101/2004, sobre el derecho a la
conclusión de los procesos en un plazo razonable, ha establecido la siguiente doctrina constitucional:
“…Si bien nuestra Constitución no establece de manera expresa el derecho fundamental del imputado
a la conclusión del proceso penal dentro de un plazo razonable, de manera implícita lo consagra al
proclamar en forma genérica que la “celeridad” es una de las “…condiciones esenciales de la
administración de justicia”, entendimiento que se extrae del contenido del art. 116.X Constitucional.
Nos parece que una interpretación en sentido contrario sólo podría tener sustento si se aceptara que
tal proclamación carece de significado, lo que no es posible tratándose de una norma jurídica, y aun
más, de la norma fundamental del país, siempre cargada de significado y fines”.
'A su vez, la normativa internacional sobre derechos humanos (los Pactos), que según la doctrina de
este Tribunal integran el bloque de Constitucionalidad y por tanto tienen rango constitucional (Así
SSCC 1494/2003-R, 1662/2003-R, 69/2004, entre otras), de manera expresa reconocen tal derecho,
conforme a lo siguiente:
'1) Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 8.1) 'Toda persona tiene derecho a ser oída,
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por ley, en la sustanciación de cualquier acusación formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter'.
'2)Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 14.3) 'Durante el proceso, toda persona
acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: c. A ser
juzgada sin dilaciones indebidas' .
'De lo anterior se extrae que la finalidad que persigue el legislador constituyente boliviano al introducir,
en concordancia con los preceptos internacionales aludidos, el derecho a ser juzgado dentro de un
plazo razonable, es que el imputado pueda definir su situación ante la ley y la sociedad dentro del

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tiempo más corto posible, desde un punto de vista razonable; poniendo fin a la situación de
incertidumbre que genera todo juicio, y la amenaza siempre latente a su libertad que todo proceso
penal representa. Con esto se persigue evitar que la dilación indebida del proceso, por omisión o la
falta de la diligencia debida de los órganos competentes del sistema penal, pueda acarrear al
procesado lesión a otros derechos, entre ellos, el de la dignidad y la seguridad jurídica, que resulten
irreparables'.
'[…] en el sentido de la Constitución, se vulnera el derecho a la celeridad procesal y, dentro de ello, a
la conclusión del proceso en un plazo razonable, cuando los órganos competentes de la justicia penal
del Estado omiten desplegar, injustificadamente, la actividad procesal dentro de los términos que el
ordenamiento jurídico establece; por tanto, en sentido del orden constitucional, no habrá lesión a este
derecho, si la dilación del proceso, en términos objetivos y verificables, es atribuible al imputado o
procesado. Un entendimiento distinto no guardaría compatibilidad ni coherencia con las exigencias de
seguridad jurídica que la Constitución proclama [art. 7 inc. a)] así como el deber del Estado de proteger
de manera eficaz, toda lesión o puesta en peligro concreto, de los bienes jurídicos protegidos por el
orden penal boliviano”. (las negrillas son nuestras).
Conforme a lo anotado, el fundamento de la extinción de la acción penal por duración máxima del
proceso, prevista en el art. 133 del CPP se encuentra en el derecho del imputado a la conclusión del
proceso penal dentro de un plazo razonable, derecho que implica, como señala la jurisprudencia
glosada, que el imputado pueda definir su situación jurídica dentro del tiempo más corto posible,
desde un punto de vista razonable; poniendo fin a la situación de incertidumbre que genera todo juicio.
Ante la infracción a ese derecho, por sobrepasar el proceso penal el término razonable, que en
muchas legislaciones -como la nuestra- está previsto en la norma procesal penal, se impone,
entonces, la extinción de la acción penal ante la omisión o falta de diligencia de los órganos
competentes del sistema penal.
- Sobre el momento a partir del cual debe computarse el término previsto en el art. 133 del CPP en los
delitos de acción privada
De acuerdo al art. 133 del CPP, todo proceso tendrá una duración máxima de tres años, contados
desde el primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía.
En los delitos de acción privada, ese plazo se computa desde la notificación con la admisión de la
acusación particular presentada por el querellante, ya que se constituye en el primer actuado por el
cual se hace conocer al juez y al procesado de la existencia de una acusación.
En la práctica, pueden darse algunos casos en los que, como emergencia de nulidades dispuestas por
autoridades judiciales superiores, el querellante presente una nueva acusación particular; sin embargo,
ello no significa que nos encontremos ante un nuevo proceso penal, sino ante una fase del mismo que
tiene una fecha única de iniciación: la notificación con la primera acusación particular presentada. Ese
razonamiento se encuentra en la SC 0727/2003-R, de 3 de junio, que analizó el principio del non bis in
idem y la celebración de un nuevo juicio oral, a consecuencia de una nulidad dispuesta. En esa
Resolución se estableció el siguiente entendimiento:
“Bajo la rúbrica de 'Persecución penal única', el art. 4 CPP, consagra la garantía del non bis in idem,
cuando señala que "Nadie será procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho, aunque
se modifique su calificación o se aleguen nuevas circunstancias". Del contenido del precepto glosado,
se extrae que la norma no prohíbe el desarrollo de un nuevo juicio oral (en el caso de autos,
circunscrito a la determinación judicial de la pena) a consecuencia de la nulidad determinada por un
Tribunal Superior en la función de control de la correcta aplicación de la norma, que la ley le asigna;
dado que, la realización de un nuevo juicio oral no comporta la realización de un nuevo proceso, por

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cuanto el primero es sólo una fase del segundo; consiguientemente, no se aprecia violación alguna a
la garantía invocada.”
De lo anterior se concluye que el cómputo de los tres años de duración máxima del proceso penal,
tratándose de delitos de acción privada, en los supuestos en que existe un nuevo desarrollo del juicio
oral, debe realizarse desde la notificación con la inicial Admisión de la acusación particular presentada,
pues ese es el acto que marca el inicio del proceso penal; lo contrario significaría mantener al
imputado en un estado de zozobra e inseguridad jurídica no compatible con los valores y principios
que informan nuestra Constitución Política del Estado; pues sólo se atendería a la eficacia del Estado
en la persecución penal e imposición de una condena, más no al respeto de los derechos y garantías
del imputado, en una actitud propia de los Estados autoritarios (SC 1036/2002-R, de 29 de agosto).
Efectivamente, si se concebiría la posibilidad de que con cada nulidad dispuesta, se reiniciara el
cómputo del plazo previsto por el art. 133 del CPP, el imputado no tendría certeza jurídica sobre la
duración del proceso penal, que podría prolongarse de manera indefinida por posibles dilaciones
ocasionadas por las autoridades judiciales o por el propio querellante, lo que no se condice con el
derecho del imputado a la conclusión del proceso penal dentro de un plazo razonable.
Por otra parte, se debe precisar que de acuerdo al art. 133 del CPP, el plazo de duración del proceso
penal se suspende por las mismas causales establecidas para la prescripción de la acción penal, que
fueron analizadas en el Fundamento jurídico anterior, no contemplándose en ninguna de esas
causales la celebración de un nuevo juicio penal ni la presentación de una nueva acusación, y menos
la declaratoria de rebeldía, conforme se analizará posteriormente.
- La rebeldía y su efecto en la extinción de la acción penal.
El primer párrafo del art. 133 del CPP en forma expresa determina que: “Todo proceso tendrá una
duración máxima de tres años, contados desde el primer acto del procedimiento, salvo el caso de
rebeldía” (las negrillas son nuestras).
Como se puede apreciar, la norma transcrita excluye al declarado rebelde del plazo de duración
máxima del proceso, y esto se explica desde el propio fundamento de la extinción de la acción penal:
el derecho del imputado a la conclusión del proceso penal dentro de un plazo razonable.
Efectivamente, no sería compatible con el fundamento anotado, ni con la tendencia política criminal del
Código de procedimiento penal boliviano, el incluir al declarado rebelde en la extinción de la acción por
duración máxima del proceso dentro del plazo previsto por el art. 133 del CPP; toda vez que en el caso
de la rebeldía, es el propio imputado el que se coloca en estado de indefensión y provoca la dilación
en la tramitación del proceso, cuando conforme a lo sostenido por la SC 0101/2004, para que se
produzca la extinción de la acción penal, las dilaciones en el proceso deben ser atribuidas al órgano
judicial o al Ministerio Público, conforme al siguiente razonamiento:
"(..) el sentido de la Constitución, se vulnera el derecho a la celeridad procesal y, dentro de ello, a la
conclusión del proceso en un plazo razonable, cuando los órganos competentes de la justicia penal del
Estado omiten desplegar, injustificadamente, la actividad procesal dentro de los términos que el
ordenamiento jurídico establece; por tanto, en sentido del orden constitucional, no habrá lesión a este
derecho, si la dilación del proceso, en términos objetivos y verificables, es atribuible al imputado o
procesado. Un entendimiento distinto no guardaría compatibilidad ni coherencia con las exigencias de
seguridad jurídica que la Constitución proclama [art. 7 inc. a)] así como el deber del Estado de proteger
de manera eficaz, toda lesión o puesta en peligro concreto, de los bienes jurídicos protegidos por el
orden penal boliviano. "en este sentido, como ha quedado establecido precedentemente, las
disposiciones legales objeto del presente juicio de constitucionalidad [art. 133 y Disposición Transitoria
Tercera del CPP] sólo pueden ser compatibles con los preceptos constitucionales referidos, en la
medida que se entienda que, vencido el plazo, en ambos sistemas, en lo conducente, el juez o tribunal

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del proceso, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la acción penal, cuando la dilación del
proceso más allá del plazo máximo establecido, sea atribuible al órgano judicial y/o, al Ministerio
Público, bajo parámetros objetivos; no procediendo la extinción cuando la dilación del proceso sea
atribuible a la conducta del imputado o procesado".
No obstante lo anotado precedentemente, es cierto que no es posible sostener, por el hecho de que el
imputado hubiera sido declarado rebelde, que el mismo queda sujeto de manera indefinida a la
tramitación del juicio, ya que esto no sería compatible con los valores, principios, derechos y garantías
que sustentan nuestra Constitución. Por ello, es necesario distinguir dos supuestos:
1. Situación del imputado rebelde que no comparece a juicio: Cuando el imputado declarado rebelde
no comparece a juicio, nos atenemos a la regla contenida en el art. 31 del CPP, antes analizado,
referido a la interrupción de la prescripción, entendiendo que desde la declaratoria de rebeldía se
computará un nuevo plazo, con la finalidad de determinar la extinción de la acción penal por
prescripción.
2. Situación del imputado declarado rebelde que comparece a juicio: Si el imputado declarado rebelde
comparece al proceso, el plazo de tres años previsto en el art. 133 del CPP tendrá que ser computado
desde ese momento, es decir desde que purga su rebeldía, pues con ese acto está demostrando su
voluntad de someterse al proceso y de llevar adelante el mismo sin dilaciones indebidas atribuibles a
su persona.
Si bien este extremo no está expresamente dispuesto por la norma procesal penal, no es menos cierto
que el mismo subyace en el fundamento de la duración máxima del proceso y de la extinción de la
acción penal, y lo sostenido por la jurisprudencia contenida en la SC 0101/2004, que -conforme se
tiene señalado- ha establecido que el art. 133 del CPP sólo puede ser compatible con los preceptos
constitucionales cuando la extinción de la acción penal sea dispuesta por dilaciones en el proceso
atribuibles al órgano judicial o al Ministerio Público, más no a la conducta del imputado o procesado.
III.3. La problemática planteada.
En el caso analizado, el recurrente señala que se vulneraron sus derechos a la seguridad jurídica, a la
defensa y la garantía del debido proceso, por cuanto las autoridades recurridas, en una interpretación
forzada, ilegal y arbitraria, computaron el plazo de tres años establecido en el art. 133 del CPP a partir
de la nueva acusación presentada por el querellante, a consecuencia de la nulidad de la sentencia
dispuesta por Auto de Vista 164/2002 de 24 de diciembre, cuando ese plazo debió computarse desde
la declaratoria de rebeldía que data del 20 de agosto de 2002, conforme lo establece el art. 31 del
CPP, concordante con el art. 133 del mismo Código.
De la revisión de los antecedentes del caso se constata que el 10 de diciembre de 2001, Ramiro
Suárez Loza presentó acusación particular contra Alfred Rolf Wietholter, ahora recurrente, por la
supuesta comisión del delito giro de cheque en descubierto, quien fue declarado rebelde el 20 de
agosto de 2002 por el Juez Tercero de Sentencia, disponiéndose la expedición del mandamiento de
aprehensión, que fue ejecutado el 29 de agosto de 2002. En la misma fecha se llevó adelante la
audiencia de juicio oral, en la que participó el ahora recurrente, interponiendo un incidente de nulidad
de la notificación con el Auto de apertura de juicio; incidente que fue rechazado por el Juez Tercero de
Sentencia.
Posteriormente, el 11 de septiembre de 2002 se dictó Sentencia que declaró al recurrente autor del
delito de cheque en descubierto, condenándolo a la pena “privativa de libertad” de cuatro años;
Sentencia que en apelación fue anulada por los Vocales de la Sala Penal Segunda, disponiéndose la
realización de un nuevo juicio por otro Juez de Sentencia. A consecuencia del Auto de Vista aludido, el
querellante formalizó nueva acusación ante el Juez Cuarto de Sentencia en lo Penal, el 12 de mayo de
2003, que fue radicada en ese juzgado el 13 de mayo del mismo año.

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En la audiencia de 7 de octubre de 2005, el ahora recurrente interpuso en la vía incidental, extinción de


la acción penal, amparándose en las previsiones del art. 133 y 27 inc. 10) del CPP, que fue rechazada
por Resolución E-45/2005 de la misma fecha, con los siguientes argumentos:
1. Corresponde aplicar la previsión del art. 29 inc. 2) del CPP, teniendo en cuenta la causa por la que
se sigue la acción, computándose la prescripción de la acción en 5 años posteriores al inicio del
proceso.
2. Haciendo una ponderación de valores con relación al tiempo transcurrido, se tiene que el proceso
fue anulado en su totalidad y se inició a partir del año 2003, no correspondiendo la extinción de la
acción penal para su tramitación.
En apelación, los Vocales recurridos confirmaron la Resolución aludida, con la siguiente
fundamentación:
1. La Sala Penal Segunda de la Corte Superior, por Auto de Vista de 24 de diciembre de 2002, anuló
la sentencia, disponiendo la realización de un nuevo juicio.
2. La Resolución E-45/2005 está debidamente fundamentada y se basa, entre otras razones, en el art.
133 del CPP, referido a la duración máxima del proceso contada desde el primer acto del
procedimiento, salvo el caso de rebeldía, “así como el contenido del A.V. N° 164 que motivó
precisamente la segunda y nueva acusación particular del querellante” (sic).
3. La Resolución E-45/2005 se halla en el marco de la normatividad vigente, sin que sea necesario
referirse a la línea jurisprudencial del Tribunal Constitucional sobre la extinción de la acción penal.
Ahora bien, de la revisión de las resoluciones impugnadas en el presente recurso, se evidencia que en
ambas se realizó una interpretación arbitraria de las normas jurídicas vinculadas a la extinción de la
acción penal por vencimiento del plazo de duración máxima del proceso, pues tanto la jueza como los
vocales recurridos fundaron el rechazo de la excepción presentada por el querellado en el inicio de un
supuesto nuevo proceso a partir del año 2003.
Sin embargo, conforme se tiene ampliamente desarrollado en los Fundamentos precedentes, ese
argumento no resulta razonable ni fundado en lo dispuesto por el Código de Procedimiento Penal, y
menos en las normas previstas en la Constitución Política del Estado, toda vez que el hecho de
haberse anulado la Sentencia e iniciado un nuevo juicio oral, no implica que nos encontremos ante un
nuevo proceso penal, sino ante el mismo, que tiene una fecha única de inicio: la notificación con el
Auto de Admisión de la acusación, que en el caso analizado fue practicada el 26 de febrero de 2002,
aunque posteriormente, por Resolución de 24 de diciembre de 2002, los vocales de la Sala Penal
Segunda anularon ese actuado al considerar que el ahora recurrente no fue notificado en su domicilio
real.
El entendimiento asumido por los recurridos, de ninguna manera puede ser aceptado en un Estado
social y democrático de derecho como el boliviano, basado en el respeto a los derechos y garantías
del imputado; pues aceptarlo, implicaría, como se tiene desarrollado, mantener al imputado en un
estado de zozobra e inseguridad jurídica no compatible con los valores y principios que informan
nuestra Constitución Política del Estado, ya que sólo atendería a la eficacia del Estado en la
persecución penal, más no al respeto de los derechos y garantías del imputado, fundamentalmente, el
derecho a la culminación del proceso dentro de un plazo razonable, que es el fundamento de la
extinción de la acción penal prevista en el art. 133 del CPP, y que es un derecho que forma parte de la
garantía del debido proceso.
Por otra parte, respecto a lo señalado por el recurrente, en sentido que el término de la extinción de la
acción penal debió computarse desde la declaratoria de rebeldía que data del 20 de agosto de 2002,
basando su argumento en los arts. 31 y 133 del CPP, corresponde señalar que esta afirmación no es

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FUNDAMENTOS JURÍDICOS PARA EL PLANTEAMIENTO DE LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL POR
DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
RECURSOS DE CASACIÓN

evidente, toda vez que el art. 31 del CPP está referido exclusivamente a la prescripción de la acción
penal (art. 29 del CPP), y no así a la extinción de la acción penal por vencimiento por plazo máximo del
proceso (art. 133 del CPP); institutos que, conforme se ha visto, están diferenciados nítidamente en el
Código de procedimiento penal y tienen normas específicas que los regulan.
Sin embargo, conforme se ha concluido en el Fundamento Jurídico III.2.2, el hecho que el imputado
hubiera sido declarado rebelde no significa que queda sujeto en forma indefinida a la tramitación del
juicio, sino que, una vez que el imputado comparece a juicio, el plazo de los tres años debe ser
computado a partir de esa actuación. En el caso analizado, el ahora recurrente, si bien fue declarado
rebelde por Resolución de 20 de agosto de 2002, se constata que compareció a juicio el 29 de agosto
de 2002, interviniendo desde esa fecha en el proceso penal seguido en su contra; consecuentemente,
es a partir de esa fecha que tendrían que computarse los tres años de duración, previstos en el art.
133 del CPP, con la interpretación realizada por este Tribunal en la SC 0101/2004.
Consiguientemente, se concluye que las autoridades judiciales recurridas, realizaron una interpretación
arbitraria del art. 133 del CPP, vulnerando con ello la garantía del debido proceso del recurrente, en su
componente del derecho a la culminación del proceso penal dentro de un plazo razonable, así como al
derecho a la seguridad jurídica; toda vez que con la interpretación realizada, además de no basar sus
decisiones en lo previsto por el Código de Procedimiento Penal y la Constitución Política del Estado,
crearon incertidumbre en el recurrente, al prolongar de manera arbitraria la duración del proceso, todo
lo que evidentemente determina que se brinde la protección que otorga el recurso de amparo
constitucional.
Por lo expuesto, el Tribunal de amparo al haber denegado el recurso no ha dado correcta aplicación al
precepto constitucional contenido en el art. 19 de la CPE.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción y competencia que ejerce por mandato de los
arts. 19.IV y 120.7ª de la CPE y los arts. 7 inc. 8) y 102.V de la Ley del Tribunal Constitucional, en
revisión, resuelve:
1. REVOCAR la Resolución revisada y, en consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada por el
recurrente.
2. Ordenar la nulidad de las Resoluciones E-45/2005 de 7 de octubre y 14/2006 de 20 de enero,
pronunciadas por la Jueza y los Vocales recurridos, respectivamente.
3. Disponer que la Jueza recurrida pronuncie nueva Resolución, conforme a los fundamentos de la
presente sentencia.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional.
No interviene el Magistrado, Dr. Wálter Raña Arana, por no haber conocido el asunto.

Fdo. Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas


presidenta
Fdo. Dra. Martha Rojas Álvarez
DECANA
Fdo. Dr. Artemio Arias Romano
magistrado

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FUNDAMENTOS JURÍDICOS PARA EL PLANTEAMIENTO DE LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL POR
DURACIÓN MÁXIMA DEL PROCESO DURANTE LA TRAMITACIÓN DE LA APELACIÓN RESTRINGIDA Y/O
RECURSOS DE CASACIÓN

Fdo. Dra. Silvia Salame Farjat


MagistradA

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