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De naturaleza amarga, de Aleqs Garrigóz

La percepción que tenemos de las cosas que nos rodean o que nos pasan están filtradas por
cómo nos sentimos. Incluso, un mismo recuerdo, según nuestro sentir, puede pasar de ser
algo lúgubre y funesto, a un instante grácil y áureo al que quisiéramos volver. El poemario
De naturaleza amarga, del poeta Aleqs Garrigóz (Puerto Vallarta, 1986), se insertaría en la
construcción de una naturaleza que está inoculada por una subjetividad dolida y angustiada,
pero que, en el arte, aunque no halle la cura; sobrevive, canta.

Los versos del libro establecen un diálogo claro con el romanticismo, de ahí que el
primer poema se llame “Soliloquio de un poeta romántico”, que a su vez puede leerse a
manera de prólogo. Después están dos apartados: “Muro de espejos” y “Naturaleza
amarga”. Los poemas del primer momento parecen diferentes reflejos de un “yo que
enuncia”, una voz enferma, triste, que evoca esos deseos persistentes e inalcanzables, un
corazón que hasta en los sueños es un niño enfermo que no para de toser; la juventud como
una carencia o duda constante; el sufrimiento que hace sentir a ese yo, empatía con una
columna rota en medio de un barbecho. La sensación de estar solo “como gaviota herida
que la bandada deja atrás”.

Del segundo momento, destaco la capacidad del poeta para recrear paisajes y la
evocación de escenarios en la naturaleza. Los desiertos, campos, mares y montañas que
perfila, están cargados de pinceladas amargas. Lo que entretejen los versos sigue siendo
una voz melancólica, aunque encuentra ciertos destellos de esperanza en el arte y la
literatura. La poesía podría ser la salvación o el refugio del poeta, pero el poemario no cae
en esa voz gentil de salvación. Tampoco el amor lo hará, pues este aparece como una mina
que podría reventarlo todo. La naturaleza que me parece tiene más peso en este segundo
momento, es la marina. No representa un mar pacífico o soleado, sino uno melancólico y
destructor.

De naturaleza amarga también puede leerse como una invitación a preocuparnos


por el hoy. La vida se resume a esta eternidad que transcurre sin cesar. Hay una angustia
por el cuidado del hoy que ya el mañana aparece como algo imposible y atroz. Cuestionar
la existencia es un ejercicio de libertad y, al mismo tiempo, una primera sensación de
orfandad, de sensación de peligro.
A manera de epílogo, el poemario cierra con “reconciliación”. Me pregunto si aquí
el yo que enuncia en los poemas, consciente del alambrado de fatalidad en que ha cercado
al lector, busca establecer o proponer una tregua. O si se la propone a sí misma. Aunque el
poema pareciera proponer un cese al sufrimiento, me parece que esa proposición queda a
medias o muy tenue frente a los versos melancólicos que ya se han recorrido. El sabor que
queda sigue siendo amargo y, sin embargo, placentero para la lectura.

Aleqs Garrigóz, De naturaleza amarga, Universidad de Guanajuato, México, 2021.

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