Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Son varias y profundas las ideas que expresa Ramón Xirau acerca de la poesía y el quehacer
literario de Octavio Paz, pero me parece que una idea que atraviesa como parábola de principio a
fin sus ensayos, está relacionada con un concepto que en estos años se ha puesto de moda: el
hechos al molde arquetípico hablan de eso: para querer, primero hay que querernos.
Sin embargo, a decir de Ramón Xirau, y en esto me es imposible no encontrar ecos de Georges
salir de nosotros mismos. Dejar el yo a un lado y arrojarse a la otra orilla, al otro o a lo otro.
Ineluctable es, desde luego, no pensar también en Arthur Rimbaud y su “yo es otro”. Estas ideas,
creo, demuestran lo reducida que es en los medios de difusión la idea del amor propio, porque la
limitan a creer o pensar que para poder amar primero se necesita sentirse completo.
A estas alturas, también cabe remontarse al mito del andrógino de Platón. ¿Dentro de nosotros
está el remanso de paz? De ser así, todos podríamos ser unos ermitaños y cosechar nuestros
propios medios de subsistencia tanto de primer orden (fisiológicos), como espirituales. Pero no,
el asunto no es tan sencillo. Ramón Xirau permite ver que Octavio Paz buscaba en su poesía un
ritmo de la vida, un ritmo que llevara a “la inocencia original”, es decir, donde el binarismo no
prevaleciera, sino esa unión de contarios donde no se trata tan sólo del yo-para-mí, sino en
amarme completamente pues lo que sé de mí es una parcela. Así, no se trata de ser yo o de ser
otro, sino de un acrisolamiento en donde todo es. La poesía de Paz, a decir de Xirau, busca volver