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La ceremonia de las mariquitas

Me desperté 10 minutos tarde porque mi chicharra decidió no zumbar hoy. Estaba llegando
tarde, era el primer día de la primavera, el día en que se les otorga a cada mariquita su color.
Estaba muy emocionada con esta nueva etapa. Me vestí rápido, me puse mi mejor vestido,
uno morado con flores doradas, y salí en dirección al salón ceremonial. Al llegar mi mejor
amiga Eli ya estaba allí, tenía un vestido rojo y un moño en la cabeza. Hablamos sobre lo
emocionadas que estábamos y observamos a las otras mariquitas.

Un rato después la ceremonia comenzó, Lidia, la reina mariquita, dio un pequeño discurso y
comenzó a llamar a cada mariquita por lista. Todas se veían muy felices con sus colores. La
primera fue de color amarillo, la siguiente naranja, otra roja, el más común, y así paso el
tiempo. La espera se hizo eterna hasta que finalmente era mi turno y me llamaron.

Mientras caminaba por el pasillo que llevaba al escenario todos me miraban. Estaba nerviosa.
En el centro estaba la máquina de los colores, uno entra allí adentro, cierran las puertas,
empiezan a salir color por todos lados de ella, y cuando termina se abre y la mariquita que
estaba adentro ya tiene su color. Es simple, un test que analiza tu personalidad. Entré en la
máquina, las puertas se cerraron, todo era oscuro, de repente apareció una luz, empezó a
hacer ruidos extraños, había chispas a mi alrededor. La máquina hizo un ruido como de
explosión y se abrió.

Cuando salí estaba confundida, no sabía lo que había pasado. Todos me miraban de manera
extraña, era muy raro. Lidia parecía haber visto un fantasma, corrí a un espejo que había al
costado. Me quede en shock. No era un color el que me había tocado, ni dos, eran múltiples
colores morado, rojo, amarillo, naranja. Estaba muy asustada, no entendía que había pasado.
Salí corriendo y pensé que Eli me iba a buscar, pero no apareció.

Los días siguientes fueron horribles. En la escuelita de mariquitas todos evitaban mirarme. Me
empujaban si pasaban al lado mío. Eli ya no me hablaba y tuve que pasar los descansos en el
baño con mi almuerzo. Un día estaba caminando por el gran jardín, en donde las mariquitas
mayores trabajan. Solo fui a pasear un rato y, de repente, un humano estaba allí, todas las
mariquitas escaparon, pero el humano no las veía a ellas, me veía a mí. Tuve miedo, mucho
miedo. Tenía una red, y empezó a intentar atraparme. Empecé a volar en todas las direcciones.
El humano tenía cabello blanco, y arrugas en la cara. Tenía una expresión rara, parecía un loco.
Escape de él todo lo que pude, pero me atrapó.

Pase horas ahí, estaba asustada no sabía lo que me iba a hacer, a lo lejos veo a Eli con todo el
grupo de amigas, sentí un alivio, aunque no sabía si me iban a ayudar o se iban a burlar. Ella
trata de llegar a donde estoy yo, le es difícil, pero lo logra, me dijo q no me preocupe y que
todo va a estar bien, pero de repente llega el viejo y también la atrapa a ella y a algunas de las
otras mariquitas, entre en desesperación y tristeza, decidí quedarme sin certeza hasta cuando
sería. De repente siento que me estoy moviendo, miro para atrás y todas las chicas estaban
empujando el frasco de vidrio en donde estábamos, al caer se rompe y salimos volando, todas
estaban desesperadas por escapar.

Al volver a casa me di cuenta que una de mis alas se había roto, nose en qué momento pudo
haber pasado, mi vuelo descendió hasta que quede en el piso, me sentía un poco mareada por
la caída, pude ver una oruga que pasaba por allí.

-como has llegado aquí? - pregunto curiosa


-no puedo volar- exprese cansada

-lo note y también note que tienes increíbles tonos en tu cuerpo- comento la oruga curiosa

-¿increíbles?- cuestione a la oruga

-si, increíbles algo que causa gran admiración, son simplemente muy bellos y únicos-

-¿usted cree eso?- con un poco de inseguridad pregunte

-claro que lo creo, no todos los días se ve una mariquita con tantos colores, es muy único
seguro las demás desearían tener algo así de magnifico- afirmo muy segura de sí la oruga

-me alegro mucho de que piense así, ojala el resto pensase así-

-que importa el resto, lo más importante es lo que tu creas-

Esas palabras bastaron para darme confianza, en un tiempo ya podía volar y no dude en ir a
casa, la oruga tenía razón son mis colores y no tengo de que avergonzarme, además mi opinión
y mi seguridad son lo más importante.

Al llegar a mi aldea, pude tener más confianza en mí misma y siempre priorizar mi opinión,
impidiendo así opiniones negativas innecesarias y no solicitadas. Todo comenzó a ir mejor a
partir de eso, gracias a la oruga y la seguridad que me transmitió.

GRUPO: 4 “A”

-Brazeiro Arianne

-Cáceres, Aline Josefina

-Ledesma, Ornella

-Iribas Josefina

-Rolón María Victoria

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