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Huidobro y el superhombre

En la presente contribución al curso propongo el conciso estudio del filosema nietcheano


incluido en el título. Este filosema remite a un estado de ánimo caracterizado por la dualidad:
dolor y jovialidad. El dolor ante la ruptura producida entre la Tradición y la Creación, la
Modernidad y la Vanguardia, y la jovialidad ante la esperanza de la realización de nuevos
proyectos poéticos. Ambos estados materializados en el mismo registro poético caracterizado
por construcciones literarias complejas:

“Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las
hortensias y los aeroplanos del calor tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de
automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata

El lector bucea en un océano de significantes; construcciones sorprendentes que crean un


conflicto cognitivo en el lector, el lenguaje tiene a la metáfora, distanciándose de la normas del
lenguaje estándar. Desconozco la existencia de información que vincule al poeta chileno con
Roland Barthes, no puedo afirmar que haya leído Altazor antes de escribir “El grado cero de la
escritura” pero puedo sugerir que hubiera sido un valioso aporte a su investigación.

El futuro ya no es lo que era, las utopías románticas agonizan a la sombra de los colosales
edificios industriales. El poeta del Avand-Garde interpela al creador modernista. Las nuevas
sensibilidades rechazan las estéticas del siglo anterior e incluso cuestionan su estatuto de ser:

“Altazor ¿por qué perdiste tu primera serenidad?

¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa

Con la espada en la mano?

¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos como el adorno de

un dios?

¿Por qué un día de repente sentiste el terror de ser?...”

Poema de connotaciones filosófica, estructurado alrededor de los conceptos ya explicitados,


que obsesionaran al poeta. No hay respuestas positivas, Huidobro, poeta-filósofo intenta
realizar una quimera: crear un mundo poético nuevo, emulando a un dios. Entiéndase que fue
el creador de un ismo que anheló lo impensable para los filósofos del siglo anterior.

Nietzsche llamó ‘instinto de conocimiento’ en sus primeras obras, o ‘gran pasión’, en las del
último período; a la valiente decisión de conocer del hombre trágico, dispuesto a no
retroceder ante las consecuencias muchas veces funestas que la pasión por el conocimiento
puede acarrear; pues la verdad se encuentra a veces enfrentada a la belleza y a la felicidad.

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