Está en la página 1de 13

5.1.

2 Carecterirticas principales de la terapia breve centrad¡ en la solución

LIpCHIK, Eve. (2004). Terapia cenüada en la solución. Mas allá de la tecnica- Buenos
Aires. Amorrortu. Págs. 46-58.

LIna teorif centrada en la solución

Lo que expondré a continuación es una teoría nacida


de mi experiencia personal respecto de lo que da resultado
en la TCS. La considero una teoría constructivista que
consen/a algunos conceptos interaccionales-estratégicos y
los integra a una perspectiva biológica que incluye las
emociones.

I-os seres humanos son únicos en lo concerniente a su


h,ererrcia geruti,ca y su dnsanollo social. Su capacidad
d.e, cambiar determinada por estos factores y por
estd.
sus interacci.ones con los dBmd.s. Los problemas son si-
tuacinnes d.e Ia ui.dn actu,al experitnentados conro insa-
tisfa.cciúrt enrcci.onal con. u,no ¡ttistno y en relació¡t, co¡t
/r¡s oü¡u.s. EI cont.bio sc prcdt¿cc pot. tttcdio dcl lenguaje
cuattdo el reconocitttiento de las excepciorles y de los
puntos fuertes existentes y potenciales da origen a nu,e-
aas a.cci.ones. .

Ios supuestos derivados de este enunciado dan forma


a la actitud del terapeuta hacia los clientes yguían la rela-
ción entre uno y otros. Obsérvese que, ar¡nque se ocupan
de asuntos distintos, estos supuestos a menudo se super-
ponen o confluyen, por lo que se refuerzan mutuamente.

Supuestos centrados en la solución

t.
Co.da cli.ente es único. Esta proposición se relaciona
con la teoría de que los sistemas vivientes (los clientes) es-

46
tán determinados por su estnrctura. Cuando los terapeu-
tas centrados en la solución tienen esto en mente, resisten
mejor la tentación natural de creerse conocedores de la
solución para el problema de un cliente dado porque se
tratade una solución que funcionó en un caso similar o les
ha sido útil en su üda personal. Así como cada cliente es
único, también lo es cada relación. Los problemas surgi-
dos en la relación de una pareja después del nacimiento
de su primer hijo podrían resolverse si la esposa permite
que su marido tenga una mayor participación en el cuida-
do del niño, mientras que otra solución podría consistir en
que ambos cónyuges se tomaran una noche libre por se-
:

-,.¡
m¿Ina.
La TCS es un modelo constmctivista. La apelación al
uso de Ia misma intervención constituye un modo de pen-
samiento lineal que implica causalidad y se centra en el
contenido más que en el proceso. La probabilidad de ha-,
llar la solución más rápida y más apropiada para los clien-
tes será mayor si el terapeuta los trata como seres únicos,
y no pierde la "curiosidad" (Cecchin, 1987).
Naturalmente, no queremos decir con esto que la expe-
riencia profesional o personal no tenga cabida en la tera-
pia. Sin embargo, sólo deberíamos recurrir a ella después
de haber empleado todos los medios a nuestro alcance pa-
ra ayudar al cliente a acceder a su propia información, y
aun así de manera cautelosa, üciendo, por ejemplo: ,.A al-
gunas personas les ha resultado útil. . ." o "Si estuviera
dispuesto a considerar. . . ¿cree que podría ser útil?".

2. Los clicntes poseen puntos fuertes y recursos intrínse-


cos para ayudarse a sí mismos. Este es el supuesto esen-
cial de la filosofia centrada en Ia solución, y tal vez uno de
Ios más dificiles de recordar para los terapeutas. Como
profesionales de la salud, consideramos que es nuestra
responsabilidad alivia¡ eI sufrimiento de los clientes tan
rápido como sea posible. Tbrminamos por asemejarnos a
esos padres protectores que guían en exceso a sus hijos pa-
ra evitar que sufran algl¡n darlo en lugar de ayudarlos a
utilizar sus propios recursos para cuidar de sí mismos.
Esa manera de criar a los hijos no contribuye a que tomen

47
i
conciencia de su fuerza ni les infunde confianza en sí
mismos.
La respuesta de Maturana a la pregunta: n¿cuál es el
propósito de la terapia?, ofrece una perspectiva útil para
apoyar este supuesto. En relación con el acoplamiento de
estnrcturas, Maturana sostiene que la terapia debería ge-
nerar una dinámica de interacción en la que las personas
recuperaran algo (autonespeto, amor, legitimidad), tanto
en sí mismas como en los demás (1996). visto desde la po-
sición de los terapeutas, esto sugiere que busquemos y en-
faticemos nuestros recursos de aceptación, empatía y res-
peto por los clientes.
Desde un punto de vista práctico, este supuesto
'rás de estar vivos y haber
nos recuerda que el simple hecho
acudido a nuestro consultorio es una rnuestra de los pun-
tos fuertes de los clientes. Han sobreviüdo ffsicayemocio-
nalmente hasta ahora, y debemos unirnos a eilos en la
empresa de continuar con su vida en la medida de su ca-
pacidad. con frecuencia, sin embargo, la historia de esa
supen'i'encia puede estar tan llena de dificultades y su-
frin'rientos que tal vez nos deje anonadados y sin esperan-
zas. En e.sas ocasiones, pensamientos como .,Es argo ho-
r¡tltdo", "No ha.y nadn que yo ptreda hacer,, o ,,No sabría
por dónde crnpezar), pueden contrarresüarse con el su-
puesto de que los clientes tienen la fortaleza y los recursos
para ayudarse a sí mismos. Esta idea lleva automática-
mente a una reacción como la siguiente:
"usted tiene que
hacer frente a muchas cosas en este momento. ¿cómo ha
podido arreglárselas hasta ahora?,,. Esta respuesta se
centra de inmediato en los recursos y al mismo tiempo be-
neficia la relación terapeuta-cliente con su mensaje de
comprensión y consideración positiva.

3. Na"da es totalm.ente rwgatiuo. Este supuesto encuen-


tra respaldo en la idea de Maturana y varela rle que no
puede haber cambio sin conservación. por lo general
nuestros clientes perciben su situación corno totalmente
negativa y no tienen conciencia de las excepciones ni de
sus propios recursos. Dicen cosas como.,Tbngo que librar-
me de mi angustiar, sin darse cuenta de que sentir un

48
poco de angustia es ventajoso en muchas situaciones.
Como terapeutas, también nosotros solemos pensar las
cosas en términos excluyentes entre sí. De este modo,
cuando los clientes nos plantean situaciones que implican
al mismo tiempo pérdidas personales, mala salud, dificul-
tades económicas y problemas legales, como a veces suce-
de, este supuesto nos lleva a pensar: "Sí, pero ¿qué les ha
permitido seguir adeia¡rte y cómo podemos preservarlo y
tomarlo como base?". Este pensamiento nos orienta hacia
las preguntas sobre la capacidad para arreglárselas, que
en situaciones extremas son mucho más empáticas y sen-
i
sibles que preguntar "¿Qué anda bien todavía en su vi-
I da?", crrando todo parece estar mal.

I 4. I-a resistetrcia no existe. "Resistenteso es el término t.


j
con que los terapeutas designan a los clientes que no acep- jf i,
tan su punto de vista sobre la manera de cambiar. La me-
ra idea de que los terapeutas apliquen €tiquetas a la con-
ducta de los clientes no es compatible con la TCS ni con el
pensamiento posmoderno en general. Un cliente no puede .

ser resistente; esa calificación significa simplemente que 1


el terapeuta no comprende cómo debe proceder para pro- i
vocar un cambio (perturbar) de modo tal que perrnita al '
cliente reaccionar de una manera adaptativa. Por lo ta¡r-
I
to, el terapeuta debe seguir obsen¡ándolo para entender
-J mejor qué puede fi¡ncionar en su caso.
I
Matura¡ra utiliza la expresión "interacción ortogonal> :.i '1
¿
para describir el proceso terapéutico. Con ello alude a un I '" '
\,,
tipo de relación que lleva a la persona a generar una res- { '
I
puesta nueva o infrecuente. La perturbación producida '
!,i por la interacción provoca el surgimiento de nuevas pau-
tas (Efran y Blumberg 1994)
i
: Pero aunque el concepto de resistencia no es apropiado
para este tipo de terapia, el témino "resistencia" describe
bien lo que los terapeutas centrados en la solución sienten
a menudo en su interacción con los clientes. [Qué terapeu-
ta no ha pasado por la experiencia de sentir envararse su
cuerpo cuando un cliente contesta "sí, pero. . .>) a todo lo
:

que se le dice? Nos demos cuenta de que en lugar de per-


manecer sentados en nuestra posición relajada habitual,

49
nos inclinamos hacia el cliente con el cuerpo rígido. Es po-
sible que elevemos la vozy se nos cierre la garganta. Sen-
timos que estamos haciendo un gran esfuerzo. El recurso
a este supuesto en un momento semejante nos a¡rdará a
reclinarnos en el asiento, respirar hondo, volvernos hacia
.,
el cliente y preguntarle: "En su opinión, ¿qué sería lo más
I adecuado para usted en este momento a fin de que las
\ cosas pudieran mejorar?". Esto es útil tanto para nosotros
como para el cliente, por su efecto positivo sobre el clima
emocional.

5. Usted no puede cambiar a los clientes; sólo ellos


ptteden cantbi.arse a sl tnism.os. Muy de vez en cuando los ::::
¡:
t,erapeutas centrados en la solución experirnentan la sen-
sación de estar librando una lucha por el poder con un
cliente o de esforzarse demasiado por hacerle entender
una idea. La creencia de que los sisternas vivientes están
"cel't'ados a la inforrnación" y no pueden modificarse des-
de afuera respalda este supuesto, que previene o corrige
esos desJices.
LIn ejemplo que me üene a la mente es el de una situa-
ción en Ia quc urra ¡rradre, cuyo hijo habÍa sido colocado en
trnt'nnric¡rto ¡r donlicilio por hnber nbusndo scxuahnentc
de una herrnana menor, recibió la orden de trabajar con
un terapeuta familiar con miras a la reunificación. El mu-
chacho había hecho grandes progresos, y el organismo
que cubría las prestaciones estaba ansioso por dar por ter-
'11:
minado el costoso tratamiento a domicilio. Sin embargo,
pese a haber empleado técnicas centradas en la solución,
el terapeuta no podía conseguir que la madre mantuviera
sus intenciones declaradas de realizar en su hogar y en sí
misma los cambios necesarios a frn de que la casa fuera
considerada segura para la hermana menor. Los colegas a
quienes consultó lo instaron a dejar de "centrarse en la'
solución" )'& intensificar el temor de la madre a perder a
su hijo para conseguir que cambiara. Pero el terapeuta de-
cidió consultar algunas obras centradas en la solución pu-
blicadas a fines de Ia década de 1980 y encontró este su-
puesto. Como consecuencia, deciclió cambiar él mismo pa-
ra marcar una diferencia. Decidió asumir la responsabili-

50
dad dísculpándose arftnlamadre por no haberla a¡rdado
a satisfacer las expectativas que otras personas tenían a
su respecto, y le pidió que lo ayr:dara a entender mejor
cómo podría obtener ese resultado. La madre reaccionó
con mucha emotividad y expresó cierta ambivalencia
respecto de la reunificación. Confesó que se sentÍa culpa-
ble de no querer esforzarse por realizar cambios cuya
eftcacta juzgaba poco probable. Esta confesión brindó al
terapeuta la oportunidad de a¡rdarla a manejar su senti-
miento de culpa y a considerar otras opciones para el futu-
ro que parecían más prometedoras. El muchacho fue colo-
cado en un hogar sustituto yla familia continuó trabajan-
I do con miras a la reunificación. Un entorno que indicaba
apoyo en lugar de censura provocó poco a poco cambios fa-
-1
vorables a la reuniñcación.
Cuando los clientes parecen haber llegado a un punto(¡
muerto, a menudo es útil comunicarles que compren- |\'
demos sus sentimientos. Maturaná (l-988, pá9. L7),
conforme a su idea de que las preferencias (las emociones)
i
!
deterrrinan las acciones, nos advierte que no debemos ¡i,
-.,i
tratar de cambiar a los clientes mediante la lógica si no iil
I
existe un acuerdo mutuo respecto de las emociones sub-
i yacentes.

tI
6.La TCS auanza a poso lento. La TCS es un modelo
breve, similar al desa:rollado en la Brief Therapy Clinic
del Mental Research Institute. En su denominación he
suprimido deliberadamente la palabra "breve> para
evitar conjeturas erróneas. El supuesto precedente se
elaboró qriginalmente para contrarrestar la creencia de
qu€ (breve" implic¿ "rápida". Por lo común, los modelos(
de terapia breve pueden proporcionar tratamientos efica- ¡
t
ces y de efectos duraderos en lapsos más cortos que otros '
modelos de terapia. Sin embargo, la brevedad será el re-
sultado de haber realizado la intervención más apropiada
paraun cliente determinado, yno de la aplicación apresu-
rada de la tecnica. El uso prematuro de la técnica puede
:
,i prolongar el tratamiento, porque es posible que se cor]'cen-
tre en quejas que no tienen relación con lo que el ciiente
desea realrnente de la terapia.

51
La ruD [an]olen
La TCS también se aplica sln pnsa en casos que re-
apltca srn
quieren apoyo terapéutico durante años. Los episodios de
contacto intenso en momentos de crisis, intercalados en
un proceso inintermmpido de apoyo moderado, pueden
producir una mejoría sorprendente y duradera en el de-
sempeño si el esfuerzo se concentra en metas limitadas
identifrcadas por los clientes y abordadas en un clima
emocional seguro.
Este supuesto es sobre todo un recordatorio de que
debemos ser pacientes con nosotros mismos. Hacemos
TCS incluso cuando sólo nos ocupamos del entorno que los
clientes necesitan para cambiar. :-:,

7.No ltay causa y efecto. El concepto de causa y efecto


no existe en un mundo constructivista, porque implica la
existencia de alguna verdad objetiva. Los problemas y las
soluciones son vistos, en cambio, como acontecimientos
impredecibles de Ia vida. Por lo tanto, en lugar de dejar
que los clientes nos induzcarr a preguntarnos junto con
ellos ". . .¿Por qué existe este problema?", debemos pre-
guntarnos "¿Qué debe ser diferente en el futuro?". Por
otra parte, tenemos que estar dispuestos a hablar con
ellos sobre causas y efectos si ese es el úrnico modo como
pueden pensar en una solución.
Por ejemplo, una cliente que durante varios meses se
ha sentido deprimida informa que mejoró súbitamente
después de leer, la semana anterior, un libro de autoayu-
da. Al terapeuta le consta que la mujer ha informado de :tt:

signos graduales de mejoría, aunque se mostró renuente a


admitirlos. Lo que importa en este caso es que encontró
una m¿rnera de cambiar. Si prefrere creer que ha cambia-
do debido al libro y no a la terapia, ese pensamiento en
términos de causa y efecto es su modo de cambiar, y debe
ser aceptado. Para esta cliente, el cambio en el contexto de
la relación con un terapeuta no era una opción en ese mo-
mento.
En el canpo de la salud mental existe la firme creencia
de que el hecho de haber sido víctima de abuso sexual y
violencia fisica es directamente responsable de los proble-
mas emocionales que se presentan más adelante. No hay

52
duda de que esos terribles acontecimientos influyen en la
vida de la víctima; sin embargo, es imposible establecer
una relación directa, porque siempre se pueden hallar
clientes que muestran síntomas similares sin haber pasa-
do por esa experiencia. Mientras los profesionales de la
salud mental no dispongan de instrumentos de diagnós-
tico similares a los de los médicos, como las técnicas de
imágenes ylos análisis de sangre,la refleúón en términos
de causa y efecto es una vía que ningún terapeuta centra-
do en la solución debería seguir.
Cuando los clientes buscan una causa, resulta útil pre-
I guntarles si el conocimiento de esta los a¡rdará a resolver
t
su problema. Por lo general contestan que los ayudará a
comprender. La pregunta "Si puüera resolver su proble-
I
ma sin comprender, ¿estaría conforme?" suele proporcio-
nar un punto de vista que resultará novedoso para mu-
:
chos de ellos.
.j

8. Las soluciones no tienen qr.tz uer necesariam.ente con


eIproblema. Este supuesto fue desarrollado en el Brief
Fa:nily Therapy Center en 1982, al transferirse el énfasis
del problema a la solución, en las circunstancias que ya he
-) mencionado. En esa época se comprobó que la pregunta
"¿Qué no quiere cambiar en la situación qué lolra¡o
aquí?" generaba diferencias positivas al margen de la des-
cripción del problema. En efecto, parecía provocar accio-
I
nes creativas en clientes que eran incapaces de cambiar
cua¡rdo pensaban en lo que quería¡r moüficar.
Este supuesto nos recuerda r-rna vez más que no debe-
mos pensar en causas y efectos. En la vida, como en la te-
rapia, el cambio es inevitable e impredecible. Por ejemplo,
una persona que se abure en su trabajo puede volverse
cadavez más letárgica e ineficaz. Un estÍmulo inesperado
ajeno a su mundo laboral, como un pasatiempo, un de-
porte o una nueva relación, pueden producir en ella un
cambio general de actitud que afecte su percepción del
trabajo y su desempeño en é1. La búsqueda de soluciones
únicamente relacionadas con el problema puede limitar
en gr¿m medida el progreso.

53
9. IÁs emocianas son parte d.e todo problemn
y d.e toda
solucün. Por razones teóricas y prácticas, el Mental Re-
search Institute y el modelo centrado en la solución han
adoptado un enfoque cognitivo-conductal y evitado hablar
de los sentimientos, salvo para establecervínculos. Pero si
el lenguaje se concibe como una acción inseparable de la
emoción, Ias ernociones de los clientes conciernen enton-
ces a la terapia no menos que sus pensamientos y conduc-
tas. Dada esta teoría, el hecho de no hablarles de sus sen-
timientos y de no conectarnos en ese nivel podría limitar
nuestra comprensión de ellos, su comprensión de sí mis-
mos y las posibilidades de hallar soluciones. :i:l:
::.:
Este supuesto nos recuerda que las emociones forman
parte del lenguaje y son esenciales en el proceso de toma
de decisiones de nuestros clientes (Damasio, L994; Matu-
rana y Varela, 1987). También nos recuerda que debemos
estar atentos al clima emocional en que se desenvuelve
nuestra relación con los clientes (véase el capítulo 2); en
primer lugar, porque la seguridad, y no la angustia, es el
estado emocional al que aspiran las personas (Sullivan,
1953d y en el que se sienten más relajadas, y en segundo
lugnr', porque un estado de relqiación hace que estén más
abiertns n sus propios recru'sos y a la nueva información
(trrickson, 1977),
Si un cliente afirma que no está haciendo progresos
con su tesis doctoral de ingeniería y describe la situación
en términos de tiempo, espacio, obligaciones familiares y
prcblemas con la computadora, el mejor modo de cooperar
con él sería, tal vez, emplear un lenguaje y unos conceptos
que se adecuaran a su visión concreta del mundo. Pero si
esto no lleva a ninguna parte, acaso sea productivo hablar
del estado emocional que Ie provoca el problema.
También nos conectamos emocionalmente con los de-
más de r¡n modo no verbal, y a algunos clientes que tienen
conciencia de sus emociones puede resultarles incómodo
hablar de ellas. Como terapeutas, es nuestra responsa-
bilidad ser sensibles a los niveles de comodidad de nues-
tros clientes y respetarlos. Con todo, lo importante es
transmitirles que comprendemos lo que nos dicen tan ple-
namente como es posible.

54
L0. EI cambio es constunte e ineuitable: un pequeño
cambio puede lleuar a cambbs mús grandes. Para el Men-
tal Research Institute y la TCS,los problemas no son otra
cosa que las inevitables vicisitudes de la vida. Algunas
personas los resuelven por medio de la terapia y otras se
recuperan espontáneamente (Bergin y Lambert, 1978).
Se estima que el 40Vo de los clientes se recuperan debido a
factores extraterapéuticos (Lambert, 1992). En realidad,
no tenemos pruebas de que las personas que buscan
a¡rda no se habrían recuperado sin ella. r
:).
Nuestra üda está sujeta a constantes cambios, co-o\ i

consecuencia de la complejidad de nuestra red de relacio- (,,


nes, que comprende desde la familia nuclear hasta perso- I
nas de todo el mundo, y de circunstancias tales como las
guerras, el clima y los fenómenos astrofisicos, muchos de
los cuales escap¿rn a nuestro control o son desconocidos.
Un cambio en cualquiera de ellos puede afectar nuestra
vida.
La conciencia de la certeza respecto de esta incerti-
dumbre, combinada con la confianza en los recursos in-
trÍnsecos de los clientes, ayr:da al terapeuta centrado en
la solución a mantener r¡na actitud esperanzada a pesar
de las dificultades que estos mencionan.Así, cuando nos
sentimos abmmados por el relato de un cliente, y tan du-
bitativos como este respecto de lo que debe hacerse, el pri-
mer paso es tener en cuenta que el cambio es inevitable, y
el segundo, comprometerse con el cliente a hacer algo, por
pequeño que sea, que a su juicio marque una diferencia.
l
En una situación que parece inemediable o abmmadora,
i
un pequeño paso puede generar una sensación de control
hasta entonces ausente. La decisión de tomar medidas,
aunque se trate de algo de poca importancia, puede perci-
birse como el fin de un estancamiento total e infundir es-
peranza. De nosotros depende no ser demasiado ambicio-
sos respecto de los pequeños pasos que den nuestros clien-
tes, y evitar que estos sean demasiado ambiciosos, ya que
algo en apariencia tan insignificante como cambiar de pei-
nado, hacer una llamada telefónica a un viejo amigo o co-
mer con alguien en vez de hacerlo a solas puede conducir a
cambios mayores.

co
Tbdos nos hemos sentido alguna vez abrumados por la
cantidad de trabajo que teníamos por delante y que creía-
mos imposible de realizar. Por lo general, la mejor solu-
ción en estos casos es hacer una lista, establecer priorida-
des y comenzar a trabajar. De pronto la carga de trabajo
nos parece manejable. ¡Un pequeño cambio puede llevar a
un cambio más grande!

Ll. No pod.enws cantbiar el po.sado, de modo que debe-


mos corrcentrarnos en eI fut¿ro. Este supuesto es evidente,
pero recordarlo en todo momento no es fácil. La acepta-
ción del supuesto de que el lenguaje es una acción en el ::l
presente respalda la creencia de que también el cambio :.:.,

sólo puede ocurrir en el presente.


Los clientes suelen decir que sabriín que ya no necesi-
tan seguir en terapia cuando comprendan sus acciones
pásadas que desembocaron en el problema. Parecen creer
,1
\\q"" la comprensión es necesaria para arribar a una solu-
\i ción. Algunos persisten incluso en tratar de entender "por
;qué" después de haber alcanzado su meta. I

En la terapia de parejas es habitual que, aun cuando


nnrl'ros integlrantes deseen per¡uanecer juntos, no hagan
prusrcsos porque uno de ellos, o los dos, siguen hurgando
en sucesos dolorosos del pasado. Los üerapeutas centrados
en la solución deben eütar quedar,atrapados en ese fútil
proceso y encontrar el modo de ayudar a sus clientes a
perdonar, si no a olüdar, en bien de su futuro.
Otro proceso sin ganadores frecuentemente observado
en la terapia es el de los clientes obsesionados con el trato
como injusto o agraviant* que recibieron de
-percibido
los padres en su niñez. Esos agravios no sóIo no pueden
modificarse, sino que quizá se trate del recuerdo de per-
cepciones infantiles de hechos que en otra etapa de lavida
talvez se habrían considerado de diferente manera.
Un modo útil de trabajar con los clientes que persisten
en hurgar en el pasado es decirles "Comprenrlo que para
usted sea dificil olvidar (o perdonar) el pasado (eI dolor,la
desilusión, etc.), pero ¿qué cree que necesitaría ahora, o en
el futuro, para aceptar el hecho de que eso ocurrió o co-
menzar a dejarlo atrás?".

56
Los supuestos danforma anuestras actitudes hacia los
clientes y, por lo tanto, a nuestra relación con ellos. Nos
ayudan a decidir qué debemos hacer. El supuesto de que
los clientes tienen puntos fuertes nos inducirá a formular
preguntas sobre estos. El supuesto de que todos los pro-
blemas y soluciones implican emociones nos recordará
que debemos ser empáticos y alentadores. Cuando un
cliente informa sobre una recaída después de varias bue-
nas semarlas, podemos sentir la tentación de unirnos a él
en labúsqueda de las causas de que eso haya ocurrido. Pe-
ro los supuestos centrados en la solución nós ayudan a for-
jar una actitud positiva en nosotros y en nuestros clientes,
al inducirnos a preguntar: "Desde que describió por pri-
mera vezelproblema que lo trajo aquí, usted hizo algunos
progresos. Eso tiene que haber producido, necesariamen-
te, algún efecto sobre la situación actual. ¿Cuál es la dife-
rencia entre la situación presente y la del comienzo de la
terapia?". Estas conexiones entre la teoría, los supuestos
y la práctica serán señaladas en todo el libro.

Conclusión

El hecho de que la TCS prescinüera cada vez más de la


teorÍa hizo que el escepticismo, sobre todo respecto de la
forma como se la practica, fuera en aumento (Efron y Vee-
nendaal, 1993; Kleckner, Fra¡rk, Bla¡rd,Amendt y Bryant,
L992; Lipchik, L994; S. D. MilleE L994; Nylund y Cor-
siglia, 1994). La teoría descripta en este capítulo se ela-
boró para proporcionar un modo alternativo de concep-
tualizar y practicar la TCS que suscitara menos interro-
gantes sobre su legitimidad yvalor (Cecchin, Lane y Ray,
1994). De acuerdo con la idea de que el cambio debe im-
plicar la consen¡ación, esta versión reintroduce aspectos
del pasado de la TCS y los combina con otros anteriormen-
te no relacionados con ella. El componente biológico alla-
na el camino a la integración de futuros descubrimien-
tos de la neurociencia y otras áreas de la medicina que
pueden ayudarnos a tratar con mayor eficaeia a nuestros
clientes.

57
Mi razonamiento sobre las interpretaciones erróneas
de la TCS se basa en cambios teóricos, pero d.eseo destacar
que los prestadores de atención médica administrada no
esfuin exentos de culpa (Hoyt y Friedman, 199g). su apro-
bación de la TCS como tratamiento breve opcional dio lu-
g,ar a una plétora de talleres de uno o dos días de duración
destinados a proporcionar a los participantes algunos ele-
mentos de utilidad que pudieran incorporar a su práctica.
En tales circunstancias, las técnicas tienen la primacía y
el contexto teórico sólo complica las cosas. como este tipo
de fonnación ha proliferado, sus principales característi-
cas han llegado a definir la TCS.
como terapeutas no debemos esperar que nuestro tra- :-:-

bajo sea una serena travesía. Por lo tanto, debemos procu-


rar con insistencia que el viaje sea más confortable para
nuestros clientes y para nosotros.

-i

58

También podría gustarte