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Tercera toma de Lima: la fuerza del cambio en manos de la gente

Nancy Madrid

09- 07- 2023

Estamos a las puertas de un acontecimiento trascendental en la historia de


nuestro país, evento que ha sido señalado como la “Tercera toma de Lima”,
promovida por las más importantes organizaciones de base a nivel nacional e
impulsada principalmente por los pueblos de la sierra sur del país.
Las discusiones que surgen en muchos de los encuentros nacionales
preparatorios, se centran en el pedido de “Restitución del Presidente Castillo” o
“Nuevas Elecciones”, pero parten de posiciones puramente agitativas,
consignas sin ningún aporte de contenido, lo cual imposibilita un acuerdo y una
salida al entrampamiento.
Al levantar la consigna de “Restitución”, no se le aporta un ápice de elementos
que conduzcan a esa situación. Es cierto que si la gran movilización social y
humana logra resultados contundentes en el mejor de los casos, la restitución
significaría la convocatoria a nuevas elecciones congresales con funciones
legislativas hasta el 2026 y de allí a nuevas elecciones generales. Por lo tanto,
la salida es electoral.
Por otra parte, la “Renuncia” de Dina Boluarte y “el cierre del Congreso” pasan
también por un llamado a nuevas elecciones y a la pregunta: Si renuncia Dina
Boluarte, ¿quién convoca a nuevas elecciones? y si se cierra el Congreso,
¿quién asumiría la jefatura del Estado?
Lo fundamental no sólo es quién grita más fuerte sus consignas, sino encontrar
los caminos posibles para llegar a una salida que, por lo visto, pasa
necesariamente por elecciones.

¿Por qué no “Restitución?

La “Restitución” de Pedro Castillo adolece de serios problemas:


1) Al intentar arbitrariamente cerrar el Congreso de la República y buscar
reformar las instituciones del Estado, se puso al margen de la ley, no porque
sus demandas fueran injustificadas, sino que lo hizo por fuera de la
Constitución que es la que lo llevó al gobierno. Entonces, si condenamos el
Golpe de Estado orquestado por el Congreso, también debemos condenar la
acción inconstitucional de Castillo y ambas someterlas a escrutinio judicial,
salvando las diferencias.
2) Las grandes limitaciones y corruptelas de su gobierno y sus concesiones a
la derecha terminaron arrinconándolo, y en vez de movilizar al pueblo para
impulsar los cambios que el país demandaba, no sólo retrocedió y quedó
aislado, sino que se mostró como un personaje de izquierda, sin formación
política y carente de liderazgo.
Por otro lado, el “Cierre del Congreso”, “la renuncia de la usurpadora” y
“nuevas elecciones”, demandarían la convocatoria a un gobierno de transición.
¿Quién lo hace?, ¿quién lo preside si ya no hay Ejecutivo ni Legislativo?. Si
hay nuevas elecciones, ¿quién las convoca y bajo qué reglas? Y si se quieren
eliminar las trabas y la intromisión descarada del actual Congreso, con el cierre
del mismo, ¿quién elaboraría las nuevas reglas para las nuevas elecciones?
Dejemos de agitar consignas vacías que luego no podremos sostener, y
empecemos a pensar y proponer en colectivo posibles salidas a la crisis que el
pueblo va a demandar.

¿Cuál es la salida?

El período político exige tener como centro de unidad la caída de Dina


Boluarte, el cierre del Congreso y la derrota del fujimorismo como tendencia
política y mafiosa.
La recuperación de la democracia en Perú implica la participación activa de la
ciudadanía y el fortalecimiento de los movimientos sociales. Es necesario
promover espacios de participación ciudadana, donde todos podamos ejercer
el derecho a decidir sobre las políticas públicas que nos afectan. Además,
donde podamos articular nuestras demandas más sentidas.
Estamos muy cerca del derrumbe del sistema de representación política, en
plena crisis hegemónica del proyecto neoliberal. Los movimientos sociales
tienen un papel eminentemente protagónico, ya que la irrupción "desde abajo"
de diferentes movimientos y organizaciones de campesinos, estudiantes,
obreros, trabajadores, mujeres, profesionales, debería ser un elemento clave
para provocar la derrota de la dictadura cívico parlamentaria de Dina Boluarte,
y el inicio de la construcción de una disponibilidad social que permita en el
futuro, la creación de un modelo de desarrollo económico en el cual se supere
el neoliberalismo desde un reposicionamiento del bienestar social como eje de
toda la organización social y estatal.
Citando a César Dorta, “el poder popular es la fuerza del cambio en manos de
la gente”. Pues será el pueblo quien logre el escenario perfecto, ya que las
respuestas se forjan al calor de las luchas.
Esta es una tarea urgente.

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