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Modernidad en apuros:

Democracia y participación a
la luz de las transformaciones
del sujeto político y los
movimientos sociales

Pefaur, M. (2020). Modernidad en apuros: Democracia y participación a


la luz de las transformaciones del sujeto político y los movimientos
sociales. [Apunte] Universidad Andrés Bello, Santiago, Chile.
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Modernidad en apuros: Democracia y participación a la luz de las


transformaciones del sujeto político y los movimientos sociales

El retorno a la democracia en Chile, oficialmente inaugurado el 11 de marzo de


1990, con la asunción del presidente electo, se inicia un proceso de recuperación
y consolidación de la democracia no exento de dificultades y tensiones 1. Se trató
en el inicio de una “democracia protegida”, el eufemismo, resulta decidor. No es
efectivo que los garantes del “orden institucional”, a saber, las Fuerzas Armadas
acuerdo a la Constitución (Art. 90) vigente a la época, estuviesen de hecho
protegiendo la estabilidad de la democracia, sino que las instituciones
democráticas se encontraban bajo vigilancia. El proceso de transición democrática
fue por tanto un proceso gradual y pactado. La democracia de inicio de los 90’ irá
paulatinamente consolidándose, las reformas constitucionales de 2005 permitieron
dejar atrás los enclaves autoritarios más evidentes, como la función garante del
“orden institucional”.

Sin embargo, vale la pena reflexionar sobre los alcances y la profundidad del
proceso de democratización a la luz dos ideas de democracia: la democracia
representativa y la democracia directa. La participación política en Chile ha
decrecido constantemente desde el retorno a la democracia. 2 La confianza en las
instituciones políticas ha sido bajísima ya por décadas: senado, partidos políticos
(CERC-MORI, mayo 2019, lám. 32).

1. La exigencia por mayor democracia

Como señala Bobbio, la exigencia de más democracia implica que “la democracia
representativa sea acompañada e incluso sustituida por la democracia directa”
(1986, p.32) Ahora bien para poder interpretar adecuadamente esta exigencia, es
preciso evitar malinterpretar ambos conceptos. El concepto de democracia directa,
entendido correctamente no significa que todas las decisiones políticas, requieran
de la participación de cada uno de los ciudadanos, eso sería impracticable, e

1
En 1991 el “ejercicio de enlace” por el caso denominado “pinocheques”. Ver más detalles en BIBLIOTECA
NACIONAL DE CHILE. "Tensión existente", en: Augusto Pinochet Ugarte (1915-2006). Memoria Chilena.
Disponible en http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-92406.html
En 1993 “el boinazo” por la reapertura del caos “pinocheques”. Ver más detalles en Camus, María Eugenia.
Las razones de un "boinazo”. Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-85819.html
2
PNUD (2017). Diagnóstico sobre la Participación Electoral en Chile. Santiago de Chile, Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo. Disponible en
https://www.cl.undp.org/content/chile/es/home/library/democratic_governance/diagnostico-sobre-la-
participacion-electoral-en-chile.html
2

incluso indeseable, piensa Bobbio. Para el autor es errada la idea que “todo es
política”, pues implica la disolución de la esfera privada en la pública. Sería una
suerte de totalitarismo invertido, en lugar del Estado total, el ciudadano total. La
razonable exigencia de mayor democracia no debiera entenderse en tal sentido
totalizante. Una comprensión adecuada de la democracia representativa involucra
la necesidad de deliberaciones colectivas, realizadas por los representantes,
electos para tal finalidad. Por ello es fundamental entender en qué consiste la
función de representación política y como se relaciona con los intereses
particulares y generales de los representados. En general se entiende que la
representación política, bajo la noción de una democracia representativa, consiste
en la representación de los intereses generales de la sociedad y no los intereses
particulares de sus votantes. Con ello el represente queda desvinculado de los
representados.

La democracia directa, en cambio, requeriría que no hubiese intermediarios,


lo que ya se ha mostrado como impracticable como regla general, aun cuando la
tecnología hoy permita mecanismo de participación sin intermediarios. Pero no
parece adecuado interpretara la representación solo como una necesidad técnica,
ante el gran número de representados, pues su labor de mediación en la
deliberación democrática también juega un papel relevante en la construcción
actividad política. Desde luego hay mecanismos como los mandatos revocatorios,
que permiten evitar tal desconexión entre el represente y sus representados,
haciendo responsables a los primeros ante los segundo. Lo que constituiría a juico
de Bobbio una solución intermedia entre democracia representativa y directa. Es
posible reconocer en las democracias actuales la presencia de mecanismos de
democracia directa como el referendum. Todo ello debiera señalarnos que más y
mejor democracia no sería simplemente la sustitución de un tipo de democracia
por otro, sino una construcción compleja que incorpora elementes de ambos tipos,
a fin de evitar que el espacio de la política sea capturado por instituciones
burocráticas y jerárquicas. Para Bobbio el verdadero problema de la democracia
no estaría en la discusión entre democracia representativa o democracia directa,
que ha quedado expuesto como un falso dilema, sino en la necesidad de ir de la
democratización del Estado a la democratización de la sociedad (1986, p.42).

La exigencia por mayor democracia ha sido planteada por Abensour (2012)


en otros términos, desde su perspectiva una verdadera democracia, sería una
democracia insurgente, a saber, una que plantea su tarea en contra del Estado,
entendido este último como poder de dominación. La democracia insurgente sería
un poder de resistencia de parte del pueblo contra el Estado. La propuesta de
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Abensour, se plantea en directa confrontación la tradición moderna, que ha


articulado la política en torno al Estado, como su realización. El autor defenderá la
idea de una democracia fuera de los causales institucionales del orden estatal. En
tal sentido la participación política y ciudadana desembocaría en una acción
colectiva que hace surgir la comunidad política contra el Estado (Abensour, 2012)
A primera vista pareciera que la propuesta de una democracia insurgente, que
pareciera evocar un continuo movimiento por disolver las estructuras estatales es
contradictoria con la institución, pero el autor se esforzará, por argumentar la
necesidad de concebir de otro modo la institución. Queda por ver cuál es la real
posibilidad de esto.

2. Transformación de los movimientos sociales

Sin pretender fijar una fecha exacta, hemos visto en las últimas décadas (2000 en
adelante) como los estrechos límites de la democracia representativa para
canalizar la participación política han sido continuamente desafiados y
sobrepasados por movimientos sociales de distinta índole y características, por
mencionar solo algunos:

• El movimiento estudiantil (la “revolución pingüina” de 2006, el movimiento


estudiantil de 2011);
• El movimiento feminista de mayo del 2018, en paralelo al movimiento global
“Me too”.
• Los movimientos ambientalistas (“Patagonia sin represas”, “No Alto Maipo”
y también movimientos ambientalistas de carácter global);
• No+ AFP;
• El movimiento por el cambio de Constitución (Marca AC en 2013, Cabildos,
etc.);
• Los movimientos locales de Magallanes (2011), Aysén (2012) Freirina
(2012) Quintero y Puchuncaví (2018).
• La persistente presencia del movimiento Mapuche, desde luego de otros
pueblos originarios, en pos del reconocimiento Constitucional, Autonomía,
etc.

Algunos de estos movimientos son recientes, pero muchos de ellos tienen una
larga historia. Pero lo que es más digno de reflexión es la creciente aparición de
movimientos sociales que emplean las manifestaciones en los espacios públicos
interpelando directamente a las autoridades y la sociedad, sin encausar
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necesariamente sus demandas por las vías clásicas de participación ciudadana.


Parece necesario entonces hacer una revisión sumaria de la transformación
acontecida en las últimas décadas en la participación política.

3. Breve historia de la relación entre política institucional y movimientos


sociales

Aunque los estados latinoamericanos son relativamente jóvenes, en el caso de


Chile, se puede identificar el punto de conflicto mucho antes de los
acontecimientos que forzaron un giro hacia la modernización, en 1973. En una
revisión histórica que se remonta comienzo de nuestra República, podemos
identificar el origen de la nefasta acción política de la oligarquía, que está
contenida en la Constitución portaliana de 1833, como señala Salazar (2012). En
ella se establecieron y afirmaron las prebendas a las que tanto se mantuvieron
aferrados quienes llegaban al Congreso, con las mejores intenciones reformistas,
para “cambiarlo desde adentro” (p.18). Es la propia tendencia a la elitización de la
institucionalidad la que abre un abismo entre la clase política gobernante y las
clases gobernadas. De acuerdo con el autor quienes llegan pretendidamente a
desafiar y cambiar el orden institucional, terminan acomodándose y legitimando
dicha Constitución, cuya estructura esencialmente oligárquica permanece
incólume. La Constitución de 1980 en términos de la tradición constitucional, es
continuadora de la Constitución de 1833 y no de su antecedente inmediato la
constitución de 1925. La constitución vigente y el orden institucional que ella
instaura tendría la misma marca oligárquica. Para Salazar esto se evidencia en dos
décadas de “historia neoliberal” ningún partido de centro izquierda haya intentado
introducir cambios estructurales a la Constitución de 1980 (Salazar, 2012, p.25)
Esto supone que las reformas constitucionales de 2005 no habrían tocado la
estructura de la Constitución.

Siguiendo el razonamiento de Salazar, cabría espera que también los diputados y


diputas que recientemente han pasado desde los movimientos sociales del 2011 al
parlamento, terminen validando y defendiendo ese orden institucional. Si eso
termina siendo efectivo o no, es algo que no podemos saber hoy. Pero la política
institucional, tendría como contrapeso a los movimientos sociales. En especial tras
el cambio desde el movimiento de masas al movimiento ciudadano, en el cual las
“masas populares” comienzan a autodenominarse “actores sociales”, en este
proceso, que va desde de 1947 en adelante, se desarrolla a juicio de Salazar
(2012) la soberanía popular-ciudadana. En dicha soberanía, construida en décadas
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de prácticas de participación de los movimientos sociales, estaría el potencial de


un cambio estructural del orden institucional vigente, se tratará de una “transición
ciudadana por debajo”, contrapuesta a la política oligárquica desde arriba.

4. De la matriz clásica a las nuevas formas de acción colectiva

Cuando en Chile se asienta la “modernización”, lo que se da es un giro histórico


desde una línea ideológica que define los acontecimientos y que se podría
considerar clásica, hacia otra que nos obliga a reconsiderar los elementos que
componen la realidad política y social del país, En otras palabras, el proceso
modernizador modificará las relaciones clásicas entre el Estado y la sociedad
(Garretón, 2002). En el panorama latinoamericano, se puede distinguir con cierta
claridad el punto de inflexión, la recuperación de la democracia tras la superación
de las dictaduras, mediante procesos de transición en general exitosos. Esto junto
al proceso de modernización y la apertura a la economía globalizada, modificará
profundamente los modos de participación política. De acuerdo con el sociólogo
en el contexto de la democratización se puede identificar tres lógicas en las que
operaría la acción colectiva:

Una es la lógica política orientada hacia el establecimiento de una


democracia consolidada como condición para cualquier otro tipo de
demanda. La otra es la lógica particular de cada uno de los actores
orientada hacia beneficios concretos en la democratización social
como condición para apoyar activamente al nuevo régimen
democrático. La última lógica critica la insuficiencia de los cambios
institucionales y concibe la democracia como un cambio social más
profundo y extensivo a otras dimensiones de la sociedad. (2002, p.15)

Como podemos apreciar estas tres lógicas parecen seguir un orden secuencial, de
modo que la tercera solo habría de desarrollarse una vez que las primeras
hubiesen logrado un desarrollo previo suficientemente robusto. Los procesos de
cambio y transición políticos en Chile conllevan no solo al cambio en las formas de
acción de los movimientos sociales, sino también al cambio de sus demandas.
Para Garretón, la sociedad moderna da lugar a los nuevos actores sociales que
reivindican, a su vez, nuevas referencias de identificación. Con ello se abandona el
tipo societal clásico que permitía la identificación de los actores sociales con
determinadas clases, y sus demandas podían estructurarse entorno a tal identidad.
Mientras que el nuevo tipo societal, “postindustrial globalizado”, articularía sus
demandas entorno a los ejes del consumo y la información. Ello implica una
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evidente perdida de relevancia de los partidos políticos como articuladores y


canalizadores de acción colectiva, ya no pueden representar una clase, cuando
ella se ha diluido.

El nuevo tipo societal, fija su foco en la búsqueda de mejoras a las condiciones de


vida, el acceso a los medios que conduzcan a ella y la obtención de derechos que
la aseguren. Los movimientos sociales en Chile han debido ajustar sus lógicas y
metodologías, al nuevo tipo societal. Esto, por supuesto, no es garantía de éxito. En
los procesos de cambio, algunos actores quedan atrás, pues sus metas se
consideran de menor prioridad en el nuevo esquema (o nunca tuvieron relevancia
para las facciones ganadoras) o son alcanzadas con la modificación misma del
modelo.

5. La transformación del sujeto y la sociedad

La modernización de la sociedad a nivel local y global llevará a una transformación


profunda de los modos de vida. No se trata solo del proceso acelerado de
globalización e instantaneidad de las comunicaciones, posibilitada por el desarrollo
tecnológico disponibilidad, que desdibuja para una parte de la población los
límites territoriales. Esta interconexión global, desde luego no realiza el ideal
cosmopolita moderno, pero desde luego desafía el orden tradicional de los Estados
nacionales, basados constituidos sobre un determinado territorio y un pueblo con
una cultura que se ha ido asentado con el correr del tiempo. La modernidad, con
su poder crítico, a saber, esa capacidad de someter a cuestionamiento lo viejo,
para sustituirlo por al mejor, que es lo que está la base de la idea de progreso, ha
puesto en cuestión las estructuras de la sociedad moderna que hasta hace poco
parecían sólidas. Zygmunt Bauman (2002) sostendrá que la modernidad se ha
vuelto líquida, en esta metáfora lo que se juega es que la estructura de la sociedad
moderna, adopta la propiedad de los líquidos que “a diferencia de los sólidos no
conservan fácilmente su forma” (p.8) Lo interesante de la propuesta de Bauman es
precisamente que la modernidad, en la búsqueda de fundamentos y elementos
más sólidos sobre los que edificar su proyecto, termina por volver líquida a la
sociedad misma, o para ser más preciso las relaciones que han mantenido algún
grado de cohesión en la sociedad.

Los sólidos que han sido sometidos a la disolución, y que se están


derritiendo en este momento, el momento de la modernidad fluida,
son los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos y las
acciones colectivos –las estructuras de comunicación y coordinación
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entre las políticas de vida individuales y las acciones políticas


colectivas-. (Bauman, 2002, p.11-12)

El sujeto de esta modernidad líquida ya no tiene disponible como puntos de


referencia propios de las categorías tradicionales de lo social o lo político. O si se
prefiere tiene ante sí una multiplicidad de categorías disponibles, ellas mismas
fluidas. El individuo debe escoger por sí mismo los códigos de conducta a los que
ceñirse, sin pautas o puntos de referencias para ello. Sin duda una experiencia de
libertad amplísima, pero al mismo tiempo el total desamparo. Dirá Bauman “la
nuestra es una versión privatizada de la modernidad, en la que el peso de la
construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen primordialmente
sobre los hombros del individuo” (2002, p.13)

Araujo y Martuccelli (2010) analizarán el proceso de construcción del sujeto, sobre


la hipótesis que las experiencias de subjetivación del individuo resultan
determinantes para comprender las sociedades contemporáneas. Su lectura se
distancia del modelo clásico que interpreta el sujeto, actor, a partir de la posición
social. En tal modelo la cultura cumpliría la función de formar, “socializar” al
individuo ajustando su personalidad a la sociedad. Sin embargo, la cultura
(fuertemente influenciada por el mercado), no cumpliría tal función de ajuste, sino
al contrario generaría una inflación de las expectativas individuales, que no guarda
correlación alguna con la realidad. La propuesta de estos autores supone
reconocer la singularización trayectorias personales de los actores. Esta
perspectiva sugiere analizar la producción del sujeto a partir de las “pruebas
estructurales” a las que los sujetos se encuentran sometidos (Araujo y Martuccelli,
2010, p.83). Se trata de desafíos que los individuos están obligados a enfrentar en
su constitución como sujetos. Entre las diversas pruebas a las que el sujeto puede
verse sometido en su trayectoria personal se encuentran: la escuela, el trabajo y la
familia, la relación con el colectivo, etc. Algunas de ellas tendrán una dimensión
selectiva, que permitirá medir y calificar a los actores de acuerdo con el éxito o el
fracaso. En este sentido la trayectoria personal de los jóvenes podría permitir
comprender la transversalidad del movimiento estudiantil o el movimiento
feminista.

La experiencia de una sociedad en la que los derechos sociales son provistos


como bienes de mercado (salud, educación, previsión, etc.) o en la que los
recursos naturales esenciales para la vida, como el agua, son tratados bajo
esquemas de propiedad privada, hacen urgente la pregunta ¿Cuál es la
caracterización adecuada para el sujeto político en tal sociedad? ¿Se trata de un
ciudadano o un consumidor? Al respecto Streeck (2012) analiza el modo en que
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la sociedad de consumo ha incidido en la comprensión del sujeto político,


mercantilizando la esfera de lo público. La confusión de los roles de consumidor y
ciudadano se manifiesta por ejemplo en la forma en que los ciudadanos se
relacionan con la burocracia, como si fuesen clientes (Streeck, 2012, p.34). En
Chile, las demandas por un sistema de educación que garantice el derecho, desde
la educación preescolar a la superior, recibió como respuesta la gratuidad bajo el
esquema de subvención a la demanda (vouchers) y créditos.
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Referencias

• Abensour, M. (2012). Democracia insurgente e Institución, Enrahonar.


Quaderns de Filosofía, 48, 31-48.
https://revistes.uab.cat/enrahonar/article/view/v48-abensour/100

• Araujo, K. y Martuccelli, D. (2010). La individuación y el trabajo de los


individuos. Educação e Pesquisa, 36(spe), 77-
91. https://doi.org/10.1590/S1517-97022010000400007

• Bauman, Z. (2002). Capítulo 5. Comunidad. En Modernidad Líquida.


(pp.179-212) Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

• Bobbio, N. (1986) II. Democracia directa y democracia representativa. En El


futuro de la democracia. (pp. 32-50) México: Fondo de Cultura Económica,

• Garreton, M.A. (2002) La transformación de la acción colectiva en América


Latina. En Revista de la CEPAL Nº 76, abril 2002 pp. 7-24
https://www.cepal.org/es/publicaciones/10797-la-transformacion-la-accion-
colectiva-america-latina

• Salazar, G. (2012) La involución de la clase política civil, evolución de la


ciudadanía. En Movimientos sociales en Chile: trayectoria histórica y
proyección política. (pp 17-46) Santiago: Uqbar Editores.

• Streeck, W. (2012) Los ciudadanos como clientes, NLR, 76


https://newleftreview.es/issues/76/articles/wolfgang-streeck-los-ciudadanos-
como-clientes.pdf

ENLACES DE INTERÉS

• CERC-MORI (mayo 2019) Barómetro de la Política. Disponible en


http://morichile.cl/barometro-de-la-politica-mayo-2019/
• PNUD (2017). Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social
en Chile. Santiago de Chile, Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo. Disponible en
https://www.cl.undp.org/content/chile/es/home/library/poverty/desiguales--
origenes--cambios-y-desafios-de-la-brecha-social-en-.html
10

• PNUD (2017). Diagnóstico sobre la Participación Electoral en Chile.


Santiago de Chile, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Disponible en
https://www.cl.undp.org/content/chile/es/home/library/democratic_governan
ce/diagnostico-sobre-la-participacion-electoral-en-chile.html
• BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE (s.f.) Primeros movimientos sociales
chilenos (1890-1920). Memoria Chilena. Disponible en
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-603.html
• BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE (s.f.) El movimiento obrero (1909-
1953). Memoria Chilena. Disponible en
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3392.html
• BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE. El movimiento mapuche y el Estado en
el siglo XX. Memoria Chilena. Disponible en
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-602.html
• BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE. Movimiento Feminista durante la
dictadura (1973-1989). Memoria Chilena. Disponible en
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100703.html

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