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EL TIPO SENSIBLE (EL HOGAREÑO)

Las personas sensibles están en total posesión de sus facultades cuando viven en
un mundo pequeño y conocen a todos los que lo habitan.

Se trata de un tipo de personalidad muy común, en el cual la familiaridad con el


entorno les aporta comodidad, contento e inspiración.

Estos hombres y mujeres –pese a que evitan el intercambio social y huyen de la


celebridad- son capaces de obtener un notable reconocimiento por su creatividad.
Cobijados por un ambiente tranquilo en lo emocional, rodeados de unos pocos
familiares o amigos queridos, el espíritu explorador y la imaginación del sensible
no tienen límites. Por medio de la mente, de sus sentimientos y fantasías, los
sensibles encuentran la libertad.

 LAS CINCO CARACTERÍSTICAS

Las cinco conductas y rasgos siguientes denotan la presencia del tipo sensible.

El individuo con una marcada tendencia sensible exhibirá más conductas de las
que se mencionan a continuación, y más intensamente, que alguien que posea
menos rasgos de este estilo en su perfil.

FAMILIARIDAD. Estos individuos prefieren lo conocido a lo desconocido.

Se sienten cómodos, e incluso encuentran inspiración, en lo habitual, lo repetitivo


y rutinario.

FAMILIA. Se mantienen apegados a la familia o a unos pocos amigos.

No necesitan gran cantidad de amigos o conocidos y valoran los placeres del


hogar.

PREOCUPACIÓN. Les preocupa enormemente lo que piensen los demás sobre


ellos.

CIRCUNSPECCIÓN. Se comportan con suma discreción en el trato con el otro.

No emiten juicios apresurados ni reaccionan antes de tener todos los elementos


para juzgar.

TRATO CORTÉS. En el plano social se preocupan por mantener una conducta


urbana y moderada.
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LOS SEIS DOMINIOS DE LA PERSONALIDAD SENSIBLE

Son dos los dominios –el de las emociones y el de las relaciones- que moldean el
funcionamiento del individuo sensible.

LAS EMOCIONES: SENTIRSE SEGURO EN CASA

Cada uno de los trece tipos de personalidad ofrece una forma de obtener la
seguridad emocional.

El fiel, por ejemplo, la encuentra apegándose a otra persona; el vigilante por medio
de la independencia y la confianza en sí mismo.

Los sensibles, por su parte, constituyen un mundito propio centrado en la familia.


Establecen vínculos profundos y duraderos con la familia o con unos pocos
amigos.

Su hogar es su reino, y tratan de hacerlo cómodo, personal, atractivo. Siempre se


alegran de volver a su casa.

Dentro de los límites de su propio dominio, se sienten libres en lo emocional.


Entonces son cálidos, generosos, espontáneos, creativos.

Pero fuera de su mundito protegido, a menudo se sienten vulnerables, como pez


fuera del agua.

Les causa inquietud enfrentarse a situaciones nuevas, por lo cual se vuelven


cautos y guardan cierta reserva emocional. Nunca se los ve a sus anchas
rodeados de extraños. Quizá hasta se sientan en cierto modo amenazados, fuera
de su elemento y, por lo tanto, a la defensiva, ansiosos, preocupados; pero
disimulan su malestar bajo una fachada cortés, aunque indiferente.

Muy pocos de los desconocidos con quienes alternan en una reunión muy
concurrida serían capaces de advertir lo incómodos que se sienten.

EL EXPLORADOR SENSIBLE

Los sensibles prefieren explorar lo ya conocido. Lo habitual en el sensible es que


se contente con lo conocido o que trate de familiarizarse con lo desconocido para
poder adentrarse más en el mundo. Pero una minoría de personas sensibles
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revela la tendencia opuesta: se lanzan a lo desconocido, pese, o a veces debido a,
su ansiedad interior.

Estas personas exhiben un estilo CONTRAFÓBICO de hacer frente a las cosas.

SIEMPRE PREPARADOS

Los sensibles se afligen por todo. ¿Y si se desencadena un huracán cuando


estamos en la costa? ¿Y si se recalienta el calefón cuando no estamos en casa y
explotan las cañerías? ¿Y si la niñera pierde el teléfono que le dejamos y no
puede avisarnos de que el niño está con fiebre?

¿Qué hacen los sensibles para superar tantos temores? Si son de sensibilidad
extrema, se quedan en su casa, pero si son más razonables, invocan el lema de
los BOY SCOUTS: ‘Siempre listos’.

Están siempre preparados para cualquier contingencia. Cuando van de viaje,


llevan todo lo que podrían necesitar, llaman de inmediato a casa, salen con
paraguas cuando hay posibilidades de que llueva.

VIAJES INTERIORES

Los sensibles realizan algunas de sus mejores exploraciones desde el sillón de la


sala, pero el hecho de que sea en su casa donde más a gusto se sienten no
quieren decir que no sean personas curiosas.
Son ávidos lectores.

Si bien es posible que impongan ciertos límites a su mundo físico, los sensibles a
menudo invierten la energía de un explorador en el terreno de la fantasía, la
imaginación y la creación, su mente y su corazón se sienten libres en el ámbito del
‘espacio interior’.

LAS RELACIONES: UNAS POCAS CARAS CONOCIDAS

El estilo sensible de personalidad lo centra todo en los demás.

Estos individuos necesitan la aprobación de los otros para sentirse bien consigo
mismos y cómodos en el mundo. Sienten un verdadero gusto por el otro y quieren
incluirlo en su vida, pero sólo hasta cierto punto. Su confianza en sí mismos es
mayor en el marco de una relación sólida, de cariño, con una sola persona, o
dentro de un grupo pequeño de amigos o familiares. Pero basta que se los sitúe
dentro de un grupo grande para que empiecen a buscar pretextos y volverse
enseguida a casa.
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Los sensibles reafirman su confianza en proporción inversa a la cantidad de
extraños que deben soportar de una sola vez. A diferencia de los vigilantes, que
dudan de los desconocidos, los sensibles dudan de sí mismos.

Necesitan causar buena impresión, pero a medida que se amplía el grupo, se


sienten apabullados por la cantidad de gente a la que deben impresionar.
Empiezan a sentirse tímidos y temen que su incomodidad los lleve a decir
tonterías.

Al acercarse la personalidad de los sensibles al Trastorno Evasivo de la


personalidad, aumenta su ansiedad por las reacciones ajenas, y llegan al extremo
de rechazar las invitaciones a cualquier reunión, aunque en el fondo les gustaría
asistir.

Cuando la tendencia no es acentuada, se sentirán más cómodos yendo a una


fiesta del brazo de un amigo y, si acuden solos, de inmediato buscarán alguna
cara conocida. Si no la encuentran, estarán contando los minutos para retirarse.

Cuando conocen a quienes los rodean y están seguros de su cariño y su respeto,


no experimentan esa tensión por lo social y su personalidad brilla.

Así, suelen edificar su vida en torno de unas pocas personas con quienes pueden
sentirse felices. ‘Aquí siempre se te recibe con mucho gusto; para mí eres de la
familia’, les dicen a los amigos íntimos.

Sin embargo, son remisos a establecer nuevos vínculos. Hasta confiar en lo que
la nueva persona siente por ellos, se habrán encerrado tras una máscara de
amabilidad, cortesía y distancia emocional.

Cuando por fin bajan la guardia, es muy probable que nunca vuelvan a la anterior
actitud distante. Los sensibles son fieles, abnegados, cariñosos. Es muy común en
ellos que se casen para toda la vida.

Los que permanecen solteros también prefieren las relaciones prolongadas.


Gustosamente aceptan las comodidades del hogar y la rutina de la vida
doméstica.

LA TENSIÓN

A estas personas les provoca tensión tener que enfrentarse a lo desconocido.

Lo mismo les ocurre con las críticas. Tanto les importa lo que los demás piensen
de ellos, que una manifestación de desaprobación los hiere en lo más íntimo,
aunque a veces uno no se da cuenta por lo reservados que son.
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Si el que los criticó es un extraño, nunca se acercarán a él; por el contrario, si se
tata de alguien que les importa, tratarán de mejorar su conducta para reconquistar
su favor.

Frente al miedo que le produce lo desconocido, el sensible tiene tres maneras de


reaccionar: busca a alguien para que le ayude a vencerlo, se echa atrás y no se
enfrenta al desafío, o bien se zambulle de cabeza en él.

Esto último es el estilo contra fóbico, de la persona que hace lo que más teme
como forma de dominar el terror, o al menos de evitar sentirse dominado por él.
Sin embargo, generalmente se contentan con estructurar su vida alrededor de lo
que les es cómodo y no sienten la necesidad de luchar contra sus demonios
interiores.

Como necesitan tener alguien en quien confiar en la vida, las separaciones les
producen una gran ansiedad. Su manera de superar el trance es recurrir a las
caras conocidas.

No tienen interés en salir para conocer gente nueva, y a menudo intentan volver a
una relación anterior.

Si no hay un viejo amor que reconquistar, les cuesta mucho iniciar una nueva
relación, lo cual a su vez los deprime sobremanera.

LA PAREJA DEL SENSIBLE

Con quien mejor se siente el sensible es con una persona que esté pendiente de
la familia, que pueda tomar la iniciativa en las cuestiones sociales y facilitarle el
intercambio social.

A la inversa, los individuos solitarios, que pueden prescindir de los demás, no


hacen buena pareja con él.

Los que poseen una combinación equilibrada de rasgos concienzudos y rasgos


seguros de sí mismos o teatrales tienen mucho que ofrecer al sensible. No
obstante, un exceso de inclinaciones concienzudas puede hacer que el cónyuge
se sienta incómodo y torpe en la vida social.

El cónyuge con una sobreabundancia de rasgos seguros de sí mismos quizá no


tolere los límites que el sensible a menudo impone sobre su propio universo.

Y si el cónyuge es demasiado teatral, va a tender siempre hacia lo social, lo cual


llenará al otro de tensión.
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El compañero fiel acepta todo en extremo, pero si sus rasgos son exagerados, tal
vez le falta la firmeza porque ambas crean estrechos vínculos cuando el sensible
necesite alguien en quien apoyarse.

La unión de una persona de tipo cómodo o sacrificado con un sensible puede dar
muy buen resultado porque ambas crean estrechos vínculos de familia. El
individuo que tenga al menos cierta propensión al estilo sensible o vigilante se
contentará con vivir en el pequeño mundo de su compañero, pues cada uno
acentuará el malestar del otro en el campo social en vez de simplificarle la vida en
ese sentido.

Para el sensible, una de las peores parejas será la de tipo audaz, pues esta
persona necesita correr riesgos y explorar.

El idiosincrásico, pese a ser un individuo interesante, puede aumentar las


tensiones sociales del sensible.

Las capacidades del idiosincrásico en la conducta o en la vestimenta quizá hagan


pasar vergüenza al sensible, que se preocupa siempre por amoldarse cuando está
en compañía y prefiere no llamar la atención sobre su persona.

LOS PROGENITORES SENSIBLES

Son buenos padres, que velan por la seguridad de sus hijos.

El de rasgos sensibles moderados protege al hijo de los peligros que puede


encontrar ‘fuera’: ‘ponete un abrigo porque va a hacer frío’, ‘no hables con
desconocidos porque nunca se sabe lo que puede pasar y, si alguien te molesta,
tienes que hacer esto’; ‘lleva en el bolsillo una tarjetita con tu nombre y dirección
por si te pierdes’, etc.

Temen que algo pueda ocurrir cuando sus hijos se van de campamento o
simplemente cuando conciertan una cita. Del mismo modo, también brindan al
hijo un sentido profundo del hogar y de la familia, y el niño sabe que siempre
tendrá un lugar donde acudir.

Los hijos se sienten seguros y, posteriormente se sentirán agradecidos de que los


hayan cuidado tan bien y se les haya enseñado a cuidarse solos.

Sin embargo, el padre sensible en extremo o que padece el trastorno evasivo


debe tener cuidado de no contagiar sus ansiedades al hijo volviéndose temeroso
de correr riesgos
7:
EL YO, EL AUTODOMINIO Y EL MUNDO EXTERIOR: PROTEGERSE
CONTRA EL PELIGRO

En el terreno firme de su propio mundo, los sensibles tienen una idea cabal de
quiénes son y de lo que son capaces de hacer.

No obstante, fuera de esos límites, en el amplio mundo de los extraños, quizá


pierdan momentáneamente la perspectiva.

Entonces, las demás personas adquieren una mayor dimensión, son poderosas y
potencialmente peligrosas, mientras que ellos se vuelven pequeñitos y débiles.

En esta transformación a lo ‘Alicia en el país de las maravillas’, los sensibles


pierden toda certeza sobre sí mismos.

Sin embargo, poseen autodisciplina y autodominio, elementos que utilizan para


modelar su conducta y no demostrar sus sentimientos y malestares.

Lo que menos quieren en la vida es atraer la atención sobre sí mismos.

El único riesgo que corre su autodominio es el de comenzar a automedicarse con


alcohol o tranquilizantes para superar esa tensión social.

Estas sustancias pueden llegar a convertirse, para ellos, en ‘coraje químico’. (Sin
embargo, si los tranquilizantes son recetados y su uso está controlado, pueden ser
muy útiles para el tratamiento de la ansiedad).

A la persona sensible, el mundo exterior le produce temor. Pasando la frontera de


su territorio, se siente perdido en el bosque.

Por eso prefiere quedarse cerca del hogar, o bien, si por fuerza tiene que
aventurarse al exterior, regresa luego con verdadero alivio.

EL TRABAJO: EL HOGAR FUERA DEL HOGAR

El sensible aporta grandes cualidades a su lugar de trabajo, si es que logra


convertirlo en un ‘nidito’ confortable.

Entonces será confiado, juicioso y eficaz. Trabaja mejor con pocos compañeros,
con los que pasado el tiempo se sentirá cómodo.

La oficina, el escritorio, el taller serán como una pequeña familia para él, el refugio
al que volverá cada día. Le gusta no moverse de su puesto y no siente la
necesidad de buscar la variedad por la variedad.
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Algo que contribuye a su efectividad laboral es que se siente cómodo con la rutina.
Toda ocupación, ya sea dentro o fuera de la casa, tiene su cuota de repeticiones
diarias.

Para algunos tipos de personalidad –incluido el teatral- la rutina equivale a una


monotonía que socava su fortaleza y su espíritu. Para el sensible, en cambio, la
rutina brinda una estructura a cada día.

Por motivos similares, le agradan los papeles definidos, en los cuales sabe qué se
espera de él y se evita la obligación de readaptarse a diario.

Los sensibles son minuciosos y se concentran bien en su labor. Puesto que les
preocupa lo que los demás puedan pensar con ellos, ponen mucho de su parte
para que el trabajo les salga bien. Se cohíben en su trato con los superiores, a
menos que trabajen en un ámbito pequeño, familiar.

En general, no les gusta tratar con desconocidos (sin embargo, pueden tratar con
clientes). Algunos, de rasgos excesivamente sensibles, son reacios a hablar por
teléfono con personas que no conocen, aunque no sea más que llamar
simplemente a alguien para que vaya a arreglar algo a la oficina.

EL JEFE SENSIBLE

Los hombres y mujeres con este tipo de personalidad a menudo tienen ambiciones
laborales, pero no tanto por las ventajas que puedan obtener sino por el trabajo en
sí.

Se empeñan al máximo y sienten placer en complacer a sus superiores. Quizá


aspiren a ascender a cargos directivos y realizar tareas más exigentes, pero no se
vuelven ansiosos por alternar con los escalones jerárquicos superiores.

A los gerentes sensibles no les agrada tratar con personas fuera de su círculo
inmediato y tal vez nombren a un subordinado para que actúe de enlace. Sin
embargo, el sensible puede sacar mucho provecho de una relación de largo
tiempo con algún jefe y apoyarse siempre en sus sensatos consejos.

El gerente sensible sabe crear un clima familiar con su personal. A los ojos de los
desconocidos, parece frío y reservado mientras no se siente seguro de sí mismo y
de su labor. Trabaja mejor cuando no hay demasiada movilidad de personal.

CARRERAS Y EMPLEOS ADECUADOS PARA EL SENSIBLE

El sensible debe buscar una carrera que tenga un papel definido –por ejemplo,
contable, programador, médico- y que no le exija mucho trato con el público.
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Sin embargo, también puede tener trato con clientes porque se refugia en lo
profesional, lo cual le permite preocuparse por el interés del cliente, aunque sin
crear un vínculo emocional con él.

Pero se siente incómodo cuando tiene que consultar con extraños o influir sobre
ellos. Por eso le conviene evitar el campo de los contratistas, las relaciones
públicas o las ventas. Asimismo, deberá evitar los trabajos que impliquen tener
que hablar en público.

Debido a su familiaridad con lo rutinario y repetitivo, así como también a su


capacidad para concentrarse, le suele ir muy bien en los campos tecnológicos.

CÓMO TRATAR AL SENSIBLE

Considérese afortunado. Valore el cariño y la fidelidad que su compañero


sensible le brinda. Reconozca que es uno de los pocos favorecidos por él. Valore
la vida de hogar que esa persona hace posible, y la dedicación que otorga a la
amistad y a la familia.

Acéptelo por entero, con sus defectos también. Si se pone tenso o se vuelve muy
reservado frente a los extraños, o si parece otra persona cuando está con otros,
¿qué tiene de malo? Eso no le afecta a usted.

Evite las torturas emocionales. No le insista para que haga las cosas que detesta
sólo para complacerle a usted.

Los sensibles quieren que uno se sienta cómodo en su compañía, pero hay ciertas
cosas a las que se van a resistir. Este desagrado no tiene nada que ver con usted
personalmente, así que no se ofenda con él.

Si a usted le gustan las reuniones sociales o ir al teatro, por ejemplo, y su cónyuge


sensible prefiere quedarse en casa, piense en la posibilidad de ir usted solo
alguna vez. El sensible no tiene dificultades para estar solo, siempre y cuando
sepa que muy pronto se va a reunir con el ser querido.

Sepa llegar a acuerdos. Si usted desea irse de vacaciones a la Playa y su


compañero prefiere algún lugar más cercano, considere una tercera alternativa,
como podría ser ir a un lugar que ambos no conozcan.

Los sensibles quieren complacer al ser querido, de modo que, si usted se muestra
dispuesto a ceder, quizá él se anime a dar unos pasos más lejos de lo que haría
normalmente.
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Ayúdelo. Sea para él o ella un guía frente a lo ignoto. Vaya con él a las fiestas y
acompáñelo cuando tenga que hacer incursiones en territorio desconocido.

Pero no exagere porque si no, en vez de ayudarlo a superar ciertas limitaciones, lo


va a convertir en un ser absolutamente dependiente de usted. Tranquilícese,
aliéntelo y elógielo cada vez que dé un paso adelante.

Recuerde que, si le puede ayudar a superar algunas barreras, ambos lo pasarán


muy bien, y la persona sensible –ya sea su cónyuge, familiar o amigo- recordará la
experiencia con placer.

Sepa reconocer los indicios. Van a ir juntos a una cena en honor de su nuevo jefe.
Su cónyuge sensible de pronto se siente indispuesto o malhumorado, o bien tarda
en terminar de vestirse.

Evite una pelea. Dígale: ‘Sé que estás nervioso por lo de esta noche’.
Tranquilícelo asegurándole que les va a caer bien a todos.

Hable del tema. Si le molestan las ansiedades de su cónyuge sensible, no se lo


guarde. Tampoco lo/la ataque por experimentar esas dificultades. En cambio,
hable abiertamente del problema. Dígale que usted tiene interés en encontrar una
solución beneficiosa para ambos.

CÓMO SACARLE PROVECHO A SU TIPO SENSIBLE DE PERSONALIDAD

Su gusto por lo conocido y familiar le permite crearse un ambiente personal


cómodo.

Para que no se convierta en algo monótono, practique un poco de ‘medicina


preventiva’.

EJERCICIO 1: Haga algo distinto. De vez en cuando cambie alguna de sus rutinas
sólo para variar.

Coma en otro restaurante, vaya al trabajo por otro camino, acomode de diferente
manera los muebles de la sala, planee unas vacaciones diferentes.

Los sensibles se preocupan por todo y así se crean dificultades.

Haga una lista de 10 cosas que le hagan sentirse bien, que le hagan olvidarse de
sus problemas y relájese.

Aprenda técnicas de meditación, muy útiles para dominar la ansiedad. Ejercicios


de relajamiento y masajes. Para controlar el estrés que le produce poner un
peligro a todo lo nuevo que se atreven a realizar.
11:
Ejercicios para manejo de ansiedad.

Usted es una persona simpática, que cae bien, leal, imaginativa, buena, pero su
‘sistema de alerta contra el peligro’ es demasiado sensible.

En los siguientes ejercicios encontrará métodos para dominar, evitar e incluso


vencer sus ansiedades.

EJERCICIO 2: Hágalo de todos modos. Cuanto menos se exponga a situaciones


incómodas, más difícil le será superar la ansiedad en el futuro.

De manera inversa, cuanto más trate de hacerlo, más fácil le será eliminar el
malestar. Por lo tanto, haga eso que prefiere evitar.

Cada vez que se sienta tentado de eludir un desafío o rechazar una oportunidad
debido a su ansiedad, haga lo contrario. Ej. Si lo invitan a una fiesta y tiene
ganas de decir que no, acepte y vaya. Si ya en la fiesta quiere volverse en
seguida, quédese.

Vaya dando pequeños pasos; no espere vencer todo de una sola vez. Sepa
valorar cada progreso, por minúsculo que sea.

EJERCICIO 3: Se a usted mismo. Sus imperfecciones le dan carácter y lo


convierten en una persona interesante. Esos esfuerzos para disimular sus
naturales defectos son precisamente los que a veces le convierten en una persona
tensa, incómoda y posiblemente inabordable.

Si acepta sus imperfecciones, también a los demás les resultará más fácil aceptar
su compañía.

EJERCICIO 4: Tenga confianza en usted mismo. Muchas personas sensibles se


miran con los ojos de los demás.

Cuando usted está tocando el piano, cree que los vecinos piensan que lo está
haciendo muy mal. Cuando pronuncia un discurso, supone que el público lo
considera poco interesante. Cuando se encuentra en una reunión social, imagina
que su interlocutor lo considera aburrido.

Usted trata de modificar su conducta para complacer a alguien que SUPONE lo


está criticando. Si está tan pendiente de lo que piensen los demás, seguramente
va a perder concentración y así terminará equivocándose de tecla, extraviándose
en medio del discurso, sin saber qué decir.
12:
Cada vez que se dé cuenta de que está pensando en la opinión de los demás,
interrumpa en el acto dichos pensamientos y siga con lo que estaba haciendo.

Tal como ocurre con la mayoría de los ejercicios, éste, con la práctica, se vuelve
más sencillo.

EJERCICIO 5: Cuando tenga la sensación de que la gente le mira con desagrado,


pregúntese si ese sentimiento no proviene de usted. ¿Se siente inseguro?

¿Abriga sentimientos negativos sobre su persona y por lo tanto cree que son los
demás lo que piensan así?

Tenga presente que su timidez proviene de su interior. Los demás tienen cosas
más importantes que hacer que ponerse a juzgarlo.

EJERCICIO 6: Cada vez que alguien le critique, trate de distanciarse y observar


cómo reacciona usted (o cómo exagera su reacción).

Pregúntese si no está tomando la crítica como una expresión de odio o de


rechazo. Imagine que hace girar un mando para bajar el volumen de su respuesta
interior.

EJERCICIO 7: Haga lo que realmente pueda. A lo mejor le gustaría viajar a la


playa, pero no se atreve a ir solo.

En vez de pasarse las vacaciones en su casa, piense en la posibilidad de ir a otro


lugar y quedarse unos días en la de su primo. Si no se atreve a ir solo a cualquiera
a lo mejor se anima a pedirle a su amigo o familiar que vayan con Ud.

Pregúntese QUÉ PUEDE hacer en cada situación en la que se sienta limitado o


encerrado. Resolución de conflictos corrección de pensamientos negativos.

Cada pensamiento negativo decir ALTO y corregirlo con uno opuesto de tipo
positivo.

EJERCICIO 8: La ansiedad no es más que un sentimiento (aunque muy


desagradable); es indicio de un peligroso estado interior, no de una realidad
exterior, por lo que es preciso tener fe en que las cosas van a salir bien.

Por ejemplo, si tiene miedo de volar porque cree que el avión se va a estrellar o
teme quedar como un tonto si se pone a dar gritos histéricos, trate de entrar en la
‘onda de la fe’. Confíe en que los aviones casi nunca se caen, en que usted se va
a comportar como corresponde, que será aceptado por muchas personas; en una
palabra, confíe en que está tan protegido como su vecino contra las catástrofes.
Tenga fe en usted mismo.
13:
EJERCICIO 9: Si siempre se apoya en su compañero para que le ayude a vivir las
experiencias desagradables o para que haga las cosas que a usted no le gustan,
procure darle un respiro.

Vea todo desde el punto de vista del otro. Quizá no se haya dado cuenta de que lo
está forzando hasta el límite de su tolerancia al exigirle que haga tanto por usted.

Por ejemplo, como a algunos sensibles no les gusta conducir, sus cónyuges
terminan siendo el chófer de la familia.

Si bien el sensible se siente agradecido de que lo alivien de esa incomodidad, a lo


mejor no percibe la carga que eso constituye para el otro. Evite una crítica con su
pareja comprendiendo hasta qué punto está obligado usted al ser querido.
Plantéese la posibilidad de superar la ansiedad en vez de pedirle a él o a ella que
lo proteja.

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