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Ulises, el cíclope Polifemo y Nadie

Laura Vélez, Adaptación

El héroe griego Ulises navegaba de regreso a su


casa después de la guerra.

En ocasiones Ulises y sus marineros tenían que


parar en alguna isla para buscar algo de comida.
Fue así como llegaron a la isla de los cíclopes, la
actual Sicilia en Italia. Los cíclopes eran unos
seres extraños, unos gigantones con una fuerza
descomunal que tenían un solo ojo, pero ni
Ulises ni sus marineros sabían sobre la
existencia de estas gigantes criaturas.
Descendieron de su embarcación y se
adentraron en la isla en busca de comida sin
ningún temor.

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Caminaron por muchas horas hasta que llegaron
a una cueva enorme. Allí se encontraron con
unos enormes y deliciosos trozos de quesos.
Sacaron el vino que llevaban y se pusieron a
degustar el delicioso y enorme queso. Estaban
en eso cuando de pronto el suelo empezó a
temblar bajo sus pies. A la cueva empezaron a
entrar decenas de ovejas. Detrás de ellas llegó
un gigante feo y sucio con un solo ojo. Era el
cíclope Polifemo.

Al ver que Ulises y sus hombres habían comido


de su queso y entrado a su cueva sin permiso,
Polifemo se enfureció de tal forma que su cara se
puso roja y su único ojo se hinchó de la rabia.
“Cerraré la entrada de la cueva con una piedra
tan grande que ninguno de ustedes podrá mover

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para salir de aquí.” Entonces, el cíclope se
acercó a Ulises y a sus hombres y los comenzó a
oler lentamente, uno a uno.

“¿Quiénes son ustedes?” y “¿por qué están en mi


cueva?”, gritó Polifemo.

Ulises, quien era el héroe griego más astuto e


inteligente contestó:

“Me llamo Nadie, y estos son mis marineros”, dijo


Ulises

“Debo decirte que tus marineros están muy


sabrosos, Nadie,” dijo Polifemo, mientras se
comía a dos de los marineros.

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Ulises intentó calmar al enfurecido cíclope
tocando la flauta mientras pensaba en un plan
para escapar de ahí. Entonces, le ofreció un
trago del vino que llevaban. Polifemo nunca
había probado el vino y le gustó tanto que se
bebió la botella entera. Así se quedó un poco
atontado y se durmió. Ulises no sabía muy bien
cómo iban a salir de aquella cueva porque era
imposible mover la enorme piedra que
obstaculizaba la entrada a la cueva.

Entonces, el astuto Ulises, cogió una rama de


árbol y pinchó con ella el único ojo de Polifemo,
dejándole ciego. El cíclope se despertó gritando
del dolor y a ciegas consiguió llegar hasta la
puerta de la cueva. Luego, movió la piedra y salió
para avisar a sus hermanos cíclopes que vivían
en la misma isla, mientras Ulises y sus marineros

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corrían a su embarcación para marcharse de allí
lo más rápido posible.

“¡Hermanos, me han dejado ciego!”, gritó


Polifemo.

“¿Quién te ha dejado ciego, Polifemo?”, le


preguntaron sus hermanos.

“¡Nadie me ha dejado ciego!, contestó el cíclope.

Esa fue la respuesta de Polifemo después de que


Ulises le engañara con su nombre. Entonces el
resto de los cíclopes pensaron que era una
broma de Polifemo y no le hicieron más caso.

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Rito funerario en el imperio romano

Hoy te contaré cómo sucedían los funerales en el


imperio romano. Cuando alguien moría en su
casa, parientes y amigos se juntaban a su
alrededor para despedirlo. Para sellar el
momento, el pariente más cercano le daba un
beso y cerraba sus ojos como signo del paso del
alma del difunto a otra vida. El cuerpo era lavado
y perfumado con aceites aromáticos para luego
colocarlo sobre la tierra; mismo ritual que se
hacía con los recién nacidos.

Una costumbre bastante particular consistía en


enterrar al muerto con una moneda dentro de su
boca, esto por el mito de “Caronte”. Se creía que
Caronte era un anciano barquero encargado de
trasladar al difunto a través de las aguas desde el
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mundo de los vivos hasta otro ubicado bajo tierra.
Pero para esto, debía de pagársele, si no, el
difunto corría el riesgo de nunca llegar a destino.

Algunos difuntos eran cremados y otros eran


enterrados en cementerios. Los cementerios
estaban ubicados lejos de la ciudad, pues se
pensaba que los vivos no debían contaminarse
con los muertos. Esto resulta bastante
contradictorio, pues por un lado los muertos
contaminaban y por otro eran honrados con
estas, ofrendas y sacrificios. Por ejemplo, una
vez que el difunto llegaba al cementerio, se
mataba y asaba un animal, generalmente un
cerdo. Este era comido por los familiares
signicando la última cena del difunto entre los
vivos.

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Sin embargo, el cuidado de las tumbas y la
relación con los muertos no terminaba en el
funeral; frecuentemente se realizaban rituales y
oraciones en honor a los difuntos. Incluso,
durante el mes de febrero se celebraba un
festival dedicado a ellos. Este duraba 9 días y las
familias se reunían en el cementerio para ofrecer
comida y vino a sus seres queridos.

Por último, te contaré que los antiguos romanos


creían que una vez que morían eran juzgados en
un tribunal ubicado bajo tierra. Si habían sido
seres virtuosos eran enviados a un lugar sagrado
en donde solo había paz y felicidad. En
contraposición, si habían sido malvados eran
llevados a un lugar horrible donde eran
castigados eternamente.

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1. FOTOSINTESIS

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2. INGERIR

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3. DESPLAZARSE

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4. FRONDOSAS (Abundante en hojas y
ramas)
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5. EMANAR (desprender; Hacer [una
persona o una cosa] que una cosa
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material se separe de otra a la que está
pegada o adherida)

6. PERENNES

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