Está en la página 1de 57

Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras

Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación


Cátedra de Historia General de la Educación y de la Pedagogía
Ciclo Lectivo 2021 - Docente a cargo: Dr. Daniel E. Yépez

Propuesta de Actividades para el Modulo 1 - Estadio III - Clase 1

Historia General de la Educación y de la Pedagogía

Estadio III: Modernidad y Realismo Pedagógico


(Siglos XV, XVI y XVII
Consultar el Programa de Contenidos 2021 de la Asignatura

Leer con Atención este Instructivo


1) Los Contenidos a estudiar, analizar y comprender en este módulo son:

3.1. Modernidad, Globalización, Mercantilismo y Humanismo. Un Nuevo Sujeto Histórico.

2) Clase 1, semanas del 27-08-21 al 03-09-21

3) Actividades de Aprendizaje, para la Clase 1 serán las siguientes:

a. Conformar un grupo de trabajos prácticos con 5 (cinco) integrantes como máximo y 2 (dos como
mínimo).
b. Lectura individual de la bibliografía digital sugerida.
c. Desarrollar una dinámica grupal virtual, con el objeto de intercambiar opiniones y reflexiones que
permitan analizar y comprender los significados más importantes de los textos sugeridos.
d) Elaborar grupalmente, como resultado de ese intercambio respuestas a un cuestionario, como
síntesis de la producción intelectual del grupo. Las preguntas son las siguientes:
1. Defina la Modernidad y las notas esenciales del Renacimiento europeo de los siglos XVI y XVII.
2. Describa los “descubrimientos” geográficos y la colonización de los continentes periféricos.
3. Caracterice el Absolutismo monárquico como régimen político de este tiempo histórico.
4. ¿Qué fue el Mercantilismo? Y ¿cuáles sus características fundamentales?
5. Caracterice a la burguesía del Siglo XVII. ¿Por qué se la considera un nuevo sujeto histórico?
6. Por qué se asocia la ética burguesa y protestante, con el nacimiento del capitalismo mercantil?
f. El mismo tendrá una extensión de 8 (ocho) carillas como máximo y 6 (seis) como mínimo, es decir
4 (cuatro) hojas como máximo y 3 (tres) hojas como mínimo.
g. Dicho cuestionario, elaborado en formato word tradicional (no en PDF), hoja tamaño A4, tipografía
Arial o Times New Roman 12, interlineado sencillo y márgenes justificados, debe ser remitido
digitalmente a la dirección electrónica que se indicará oportunamente

1
h. El plazo, sin prórroga, para presentar el TP, será el Viernes 10-09-21, a las direcciones electrónicas
indicadas oportunamente.
i. La bibliografía digital básica, sugerida para las dos clases de este módulo, se adjunta en esta
presentación.
4) Los Recursos Didácticos y Audiovisuales serán los siguientes:
a. 1. Bibliografía Obligatoria y Textos Complementarios. (Consultar: Dossier Bibliográfico Digital,
Estadio III, Año 2021 en el blog de la Cátedra
a. 2. Abbagnano, N. y Visalberghi, A., (1975), Historia de la Pedagogía, FCE., México. (Consultar
versión digital en el blog de la Cátedra)
a. 3. Suayter, M. A., Barros, S. y Jaimes, E., (C), (2008), Cuaderno de Historia de la Educación y de
la Pedagogía. Selección de textos desde el 850 a. de C. al Siglo XX, Tomo II., Departamento de
Publicaciones, FFyL-UNT, Tucumán. Formato Impreso. (Se encuentra en la fotocopiadora de la
Facultad)
b. La Bibliografía Obligatoria de la Clase 1 se adjunta continuación y para diferenciarla de la Clase 2,
tienen que fijarse en el encabezado, en donde se indica a que clase corresponde cada texto.
c. Clases Grabadas Virtuales
c. 1. Clase grabada del 07 de Julio,, encuentro de las 11.30 (En la Plataforma)
c. 2. Clase grabada del 18 de Agosto, encuentro de las 11.30 (En la Plataforma)
c. 3. Clase grabada del 25 de Agosto, encuentro de las 11.30 (En la Plataforma)
c. 4. Clase grabada del 01 de Septiembre, encuentro de las 11.30 (En la Plataforma)
d. Diapositivas de Power Point:
d. 1. “El Contexto Histórico-Social de los Siglos XVI y XVII”.
d. 2. “La Conciencia Burguesa de la Modernidad”.
d. 3. “Los Siglos XVI y XVII y la Concepción Burguesa de la Educación”
Consultar el Dossier Bibliográfico Digital Estadio III (Blog)
e. Ver Mapa Conceptual en el Dossier Bibliográfico Digital Estadio III (Blog)
f. Ver Líneas de Tiempo 1 y 2 en el Dossier Bibliográfico Digital Estadio III (Blog)
g. Videos:
g. 1. Video 1: “El Renacimiento y las Ideas Humanistas”. Enlace: https://youtu.be/D1P9YMbH8-Y
g. 2. Video 2: “Renacimiento, Comercio y Burguesía”. Enlace: https://youtu.be/1JmjIt9dIxI
i. Película de Ficción:
“1492. La Conquista del Paraíso”. Director: Ridley Scott. 146 minutos. Youtube
Enlace: https://youtu.be/h9IeVnsTw2k
Está claro que los recursos citados tienen la función de apoyar y afianzar, con lenguaje audio-visual, el
proceso de aprendizaje y comprensión de las/os alumnas/os. Razón por la cual, también deben
integrarse a la dinámica grupal y a las respuestas del cuestionario indicado.
Por último, se deja debidamente aclarado que las/os alumnas/os, tienen absoluta libertad para explorar,
relevar, indagar y buscar fuentes documentales primarias, secundarias, como así también digitales,
audiovisuales y periodísticas, diversas y alternativas a las sugeridas por la Cátedra. Siempre que la
mismas observen rigurosidad científica, histórica, educativa y cuenten con respaldo académico y sean
debidamente citadas en el ensayo.

2
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez - Ciclo Lectivo 2021 – Clase 1

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

¿Qué es la Modernidad?
Ficha de Contenidos
Autor: Dr. Daniel E. Yépez
Profesor Asociado a Cargo de la Cátedra

Leonardo Da Vinci y la representación del Antropocentrismo Moderno: El ser humano como esencia de todas las cosas

Crisis Feudal en el Origen de la Modernidad


El régimen feudal, basado en el pacto entre el señor y el vasallo por el cuál éste le trabaja la tierra y el
señor le defiende, se derrumba y el señor feudal se ve obligado a comprar la mano de obra. Surge
entonces la burguesía, concepto que en un principio se refiere a los habitantes de los burgos, ciudades,
venidos del campo, que pasó a designar una nueva clase social que, frente a la aristocracia, busca la
fuente de riqueza en el trabajo, bajo la afirmación de que el hombre vale lo que produce. Con los
finales de la crisis, la población demuestra una actitud de búsqueda y desarrollo de los deseos de vivir.
En este clima surgen una serie de fenómenos como fueron los de movilización social donde el hombre
comienza a pensar que la condición social es un producto que hay que ganar y se produce por otra
parte un fenómeno vertical social en el que la nobleza pierde paulatinamente valor, ganándolo la
burguesía. Las naciones modernas surgen con la burguesía y son un fenómeno burgués. El poder de
los reyes va creciendo en las ciudades, estando las monarquías amparadas por el capital burgués. La
posterior decadencia del poder y del régimen monárquico trae como consecuencia la unificación de las

3
leyes, que hasta entonces eran múltiples y el posterior nacimiento de las repúblicas democrático-
burguesas, durante el Siglo XVIII.

Modernidad. Concepto
La Modernidad eurocéntrica es un periodo histórico caracterizado por el advenimiento de un
conjunto de ideas y cambios profundos en la sociedad europea occidental, que se manifestó en los
ámbitos de la filosofía, la ciencia, la política y el arte y en los modos de vida en general.
La modernidad comprende uno de los grandes periodos en que se divide la historia de la humanidad
occidental y cristiana: Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna, además de la Edad
Contemporánea y del tiempo post-moderno presente. Tradicionalmente se asocia la Modernidad con la
idea de la ruptura, pues esta representó con el Renacimiento una ruptura con los paradigmas
dominantes en la Edad Media en términos de pensamientos filosófico, político, artístico, etc. La
Modernidad inicia en el siglo XV, marcada por un conjunto de eventos de gran significación: como la
llegada de los españoles a América, la invención de la imprenta, la reforma protestante de Lutero o la
revolución científica. En este tiempo histórico se producen cambios profundos respecto a la
concepción del mundo para los seres humanos en general y para los sectores intelectuales e
ilustrados, en particular: la razón y el pensamiento científico se imponen por sobre la religión y el
mito creacionista deja de ser la explicación del origen del universo y de las cosas.
Ya no se trata de “creer” sino de buscar por medio de métodos racionales las causas y el origen de
todos los fenómenos históricos, naturales, sociales, culturales y económicos, apelando a la ciencia. El
ser humano abandona una vida de contemplación y pasa a ocupar el centro del pensamiento y de la
escena histórica (antropocentrismo, humanismo), lugar que antes le pertenecía a ese Dios omnipotente
y omnipresente, creado por el teocentrismo medieval En la modernidad comienzan a gestarse el
nacimiento de las futuras naciones, las cuales a través del absolutismo monárquico ven
transformada su organización: el Estado, deja de estar gobernado por el universalismo papal y pasa
a manos de las monarquías y clases aristocráticas, mientras la Iglesia, se seculariza, al mismo tiempo
que la irrupción de un nuevo sujeto histórico: la burguesía comienza a construir el futuro poder
republicano y liberal del siglo de las luces, guiado por la racionalidad y la justicia.

Modernidad y Renacimiento
Se conoce como Renacimiento al movimiento cultural y artístico que surgió en Italia ente los siglos
XIV y XVI. Se extendió a toda Europa (especialmente, en países como Alemania, los Países Bajos,
Inglaterra, Francia, España y Portugal). Etimológicamente, la palabra renacimiento se compone con el
prefijo latino re- que significa “reiteración” y el verbo nasci que significa “nacer”. Por lo tanto,
renacimiento significa, literalmente, volver a nacer. Se usa figuradamente para referir la recuperación
de energías o el ánimo, sea de un individuo o de un grupo.
En este sentido, el Renacimiento toma su nombre del afán por recuperar la grandeza cultural del
pasado grecorromano, tiempo en que la península italiana era el centro del poder imperial. Florencia,
Roma, Venecia, Génova, Nápoles y Milán fueron escenarios cruciales en su desarrollo. El
Renacimiento se oponía a los valores de la Edad Media, período caracterizado por la consolidación de
una cultura teocéntrica y anti-individualista. En contraposición, los renacentistas lucharon por rescatar
los valores y prácticas de la antigüedad clásica, y promover el antropocentrismo y el individualismo.
El Renacimiento ayudó al desenvolvimiento del comercio en el Mediterráneo y a la formación de una
economía calificada por algunos como mercantilista y proto-capitalista. También supuso el reimpulso
de la investigación científica, la secularización de la sociedad, el apogeo de las universidades y la
separación de los conceptos de arte y artista respecto de artesanía y artesano.

El Renacimiento se caracterizó principalmente por:

4
- El Antropocentrismo: El Renacimiento propone el paso de una sociedad y cultura teocéntrica hacia
una sociedad antropocéntrica, en la cual el ser humano sea visto como el centro del universo. El
antropocentrismo se basó filosóficamente en el humanismo antropocéntrico.
- La secularización de la sociedad: fue el proceso mediante el cual los sectores civiles de la sociedad
fueron ganando mayor influencia política, económica y, especialmente, cultural, con respecto al poder
detentado hasta entonces por la clase clerical.
- La valoración de la antigüedad clásica: el Renacimiento rescató muchos documentos producidos
en la antigüedad clásica escritos en latín, griego y árabe, los cuales fueron traducidos a las lenguas
vulgares en beneficio de la secularización. Además, se abocaron al estudio del arte grecorromano.
- La aparición de la idea del gentil-hombre: el Renacimiento creó el ideal del hombre múltiple y
docto que debía conocer sobre todas las materias.
- El racionalismo y cientificismo: los renacentistas estaban convencidos de que todo puede ser
explicado a través de la razón y la ciencia. Por ello florecieron las ciencias y destacaron científicos
como Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Alonso de Santa Cruz, Miguel Servet y el propio Leonardo
Da Vinci.
- El Individualismo: el Renacimiento favorece la idea de la autoconcepción, autovaloración, auto-
calificación y auto-distinción del hombre. No debe confundirse con el individualismo consumista.

Modernidad y Antropocentrismo
Antropocentrismo es una corriente filosófica que tuvo su origen en el Renacimiento, según la cual el
hombre es la medida de todas las cosas y el centro del universo. La palabra se forma de la expresión
latina antropo, que quiere decir „hombre‟ y el sufijo ismo, que quiere decir „movimiento‟. Esta
corriente de pensamiento se conoce también como humanismo antropocéntrico y tiene sus
antecedentes directos en el humanismo teológico de la Baja Edad Media, el cual revalorizó al ser
humano en tanto creación divina. Con el paso del tiempo, este planteamiento derivó en la valoración
del hombre en sí mismo, transformación que ocurrió bajo la influencia de los clásicos greco-latinos.
Parte de los postulados del antropocentrismo están relacionados con transformaciones históricas como:
1l. La secularización del saber y la sociedad;
2. La traducción de muchos textos del latín, del árabe y del griego a las lenguas vulgares;
3. El apogeo de universidades (aparecidas en la Edad Media);
4. La compresión del hombre como totalidad (placer, dignidad y libertad);
5. La revalorización de lo humano a través del estudio de la Antigüedad Clásica, y la aparición del
concepto de la autonomía del arte.
En el contexto de la filosofía antropocéntrica, nació el ideal del gentil hombre, caracterizado por ser
imagen modelo del hombre múltiple y docto, que maneja diferentes áreas de conocimiento (artes
liberales, ciencias, etc.) y que se distingue por la exhibición de tal conocimiento.
El antropocentrismo se vuelve así un paradigma de pensamiento que permite abrir el camino para la
conformación de la modernidad o era moderna, con todo lo que ello implica, especialmente a partir
de la progresiva libertad para el estudio y la investigación, que permitió el desarrollo de la ciencia.
Entre los autores más representativos del antropocentrismo podemos mencionar a Erasmo de
Rotterdam, famoso por haber escrito el Elogio de la locura, y Michelle de Montaigne, escritor francés
conocido por crear el género del ensayo.

5
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez - Ciclo Lectivo 2021 – Clase 1

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

Europa y el Mundo en el Siglo XVI


Vista Panorámica del Siglo y de los Descubrimientos Geográficos

Síntesis histórica elaborada por


Pau Ballbé
Fuente. Página web: Resums ‘d Història Moderna

La trata de esclavos, el colonialismo, el racismo, la explotación y exterminio de los pueblos originarios, fueron los sellos
identitarios de los europeos que conquistaron los nuevos continentes

6
Presentación
Fueron España y Portugal las potencias mundiales que más se desarrollaron a nivel territorial durante
este siglo, formando, tras el descubrimiento de América y las expediciones por África y Asia, vastos
imperios que las situaron a la cabeza de Europa y del mundo. No obstante otros pueblos; por un lado el
ruso, bajo el mandato de Iván el Terrible, y por el otro los llamados “imperios islámicos de la
pólvora”: turcos otomanos, safávidas de Irán y mongoles de la India, dedicaron gran parte de sus
esfuerzos en el XVI a la conquista de nuevas tierras, sometiendo a quienes las habitaran. Fue el caso
de Siria, Egipto, Mesopotamia, Austria y Hungría, por ejemplo, que pasaron a formar parte del
imperio otomano, o el núcleo cultural hindú, Vijayanagra, que sucumbió al dominio musulmán.

Las Potencias Ibéricas y las Primeras Exploraciones Oceánicas


Fue Portugal, a principios del siglo XV, el primer país en expandirse fuera del territorio continental.
Comenzó anexionando las islas más cercanas a la península: Madeira y Porto Santo, más tarde las
Azores, para luego dar con la costa oeste africana, en Gambia y Senegal, donde los navíos lusos se
ocuparon del tráfico de esclavos. Finalmente, Bartolomé Días hacia 1488, tras perder la costa africana
en Namibia y salir a mar abierto, dio con la costa este de Sudáfrica, lo cual habilitó la ruta hacia la
India. Por su parte, los Reyes Católicos comenzaron un proceso similar, ocupando las islas Canarias,
que culminaría con el descubrimiento de América por Colón en 1492, después de tres meses en el
océano, probando, de hecho, de llegar a las Indias a través de una hipotética nueva ruta marítima. El
descubrimiento del nuevo continente, no cabe decir que supuso un beneficio económico inmenso para
la corona a corto plazo, aunque en cualquier caso la inversión para el proyecto de colonización fue
mayúscula, y la corona tuvo que solicitar la subvención de algunos bancos europeos. En cambio, para
los nativos americanos, que fueron esclavizados y sometidos a unas condiciones de vida que resultaron
mortales para muchos, el perjuicio no pudo ser mayor. De hecho la actividad y las tareas de
explotación de los recursos en América fueron tales, que los esclavos nativos no fueron suficientes, así
que se importó mano de obra esclava africana para llevarlas a cabo.

La Conquista de México y Perú


La colonización española adquirió mayor magnitud cuando entre 1519 y 1521 Hernán Cortés llegó a
México con 500 hombres para someter a la población autóctona, una civilización avanzada de dos mil
años de antigüedad, dividida en un campesinado sedentario y la población urbana, formada a su vez de
artesanos, nobles guerreros y el clero religioso; capaz, por otro lado, de construir grandes templos y
pirámides, pero tecnológica y militarmente muy inferior a la española, de modo que sucumbió a la
ocupación. Por otro lado, Francisco Pizarro se encaminó una década más tarde hacia la zona de los
Andes y Perú, donde topó con el imperio Inca, que del mismo modo fue sometido. Ambos personajes
se establecieron en los respectivos territorios, donde mandaron a sus anchas los primeros años con
permiso de los reyes de España, a cambio de la quinta real, una quinta parte de los metales preciosos
que obtuvieran.

La Iglesia en la Nueva España: Respuestas Éticas a la Conquista


Franciscanos y dominicos llegaron a México y Perú para imponer el culto cristiano, a base de acabar
con todo objeto y símbolo pagano, adoctrinando en cambio a los indígenas. Se preocuparon de
aprender las lenguas autóctonas en cada lugar para así llegar más fácilmente a los nativos. De este
modo Juan de Zumárraga publicó un resumen de la doctrina cristiana en lengua mejicana, el primer
libro editado en América. Durante la tercera década del XVI, fray Bartolomé de las Casas, reivindicó
los derechos de los indígenas, constantemente maltratados, de tal modo que Carlos V terminó en 1542
por promulgar las Nuevas Leyes de Indias, que liberaron parte de los esclavos y mejoraron sus
condiciones de vida.

7
El Establecimiento de una Sociedad Hispánica en el Nuevo Mundo
Con tal de explotar las minas de plata, como ya he dicho, los colonos establecidos en América
utilizaron a menudo esclavos indígenas y africanos, pero también trabajadores libres asalariados. A
otro nivel, desde mitad de siglo en adelante, la plata, que proporcionó cierta solvencia a la debilitada
economía del imperio de Felipe II, se convirtió en el principal producto comercial, y dio lugar al
surgimiento de una poderosa clase comerciante que también importaba productos de la península
Ibérica, sobretodo tela. Pronto se convirtieron en el reflejo americano de la burguesía europea. En
definitiva, a grandes rasgos, el modelo social del Viejo Continente se trasladó a la Nueva España con
sus clases o estamentos, costumbres etc.

El Imperio Portugués
Portugal, mediante Vasco da Gama, nueve años después de la vuelta de Bartolomé Días, a la orden del
nuevo rey Manuel I, surcó las costas Africanas hasta atravesar el Cabo de Buena Esperanza, y llegar
finalmente a la India. Así establecieron los primeros puertos comerciales en Asia, y las primeras
relaciones con los musulmanes que habían llegado hasta allí. El propósito del rey luso en primera
instancia era el de forjar una alianza con el legendario rey cristiano de la India para combatir los
musulmanes, pero resultó que cuando los portugueses entraron en los templos de Calicut se dieron
cuenta que la religión que en realidad practicaban era la hindú, que nada tenía que ver con la cristiana,
de modo que acabaron enfrentándose unos con otros y a la vuelta de Vasco da Gama en 1502
bombardearon la ciudad hindú y la tomaron también contra los puertos musulmanes de la zona. En
cualquier caso Portugal se extendió por la costa asiática, se asentó en Goa, en la costa este de la India,
donde estableció su principal puerto y dio muestras de su hegemonía militar derrotando a todos
aquellos que intentaron echar sus barcos del océano Índico. Finalmente, el proceso en Asia terminó
con la llegada a China y Japón, dos grandes potencias en oriente y muy provechosas para el comercio
portugués. Por otro lado, en América consiguió el dominio de Brasil, que supondría, dos siglos mas
tarde, un gran beneficio en forma de oro a la corona.

Otras Potencias Europeas


Holanda, Francia e Inglaterra se contagiaron del espíritu explorador de los países ibéricos para navegar
hasta Asia y América. Destacaron en esta empresa el galo Jacques Cartier o el capitán inglés, sir
Francis Drake. No obstante, aunque se ocuparon de comerciar, a menudo protagonizaron campañas de
piratería, saqueos a galeones lusos o españoles y enfrentamientos varios que deterioraron las
relaciones, ya mermadas por el conflicto entre católicos y protestantes, entre unos y otros países. Por
otra parte, cabe decir que Holanda fue la heredera del imperio comercial portugués en Asia, formando
La Compañía de las Indias Orientales Holandesas.

Los Europeos en África


Aunque Portugal estableció varios puertos en ambas costas del continente africano, como ya hemos
visto; la actividad allí no se desarrolló con tanto ímpetu como en América, debido a que las tierras
africanas no eran tan ricas como las americanas, y la resistencia de los pueblos en este continente era
mayor que la que mexicas e incas opusieron. En cualquier caso, la presencia europea en el continente
se hizo patente, de modo que las consecuencias fueron la exportación de 254.000 esclavos del
continente o la llegada del cristianismo a países como el Congo.

La Compañía de Jesús en el Mundo


Cabe destacar en este siglo la misión que los jesuitas llevaron a cabo, con el propósito de cristianizar
este nuevo mundo que florecía para Europa. Lo probaron en la India sin éxito y luego en Japón, donde
la religión tuvo una gran aceptación e impacto a mediados de siglo, aunque finalmente fuera
rechazada. Más tarde fue en China, donde Mateo Ricci se estableció causando gran impresión a los

8
chinos por sus conocimientos de astronomía, geografía y matemáticas. El italiano aprendió la lengua
del país y aprobó el confucianismo como un sistema filosófico cercano a la doctrina cristiana.

El Mundo en la Literatura Europea


Tanto para elogiar como para poner en duda la actividad expansionista de las principales potencias
europeas, algunos autores a lo largo del siglo XVI publicaron distintas obras con gran repercusión.
Entre ellas se encuentran Os Guisadas de Camoes, en la que elogia los conquistadores portugueses, o
La Historia general de las Indias, de Francisco López de Gomara; en la misma línea que la anterior.
Pero también la obra de fray Bartolomé de las Casas, que condena la ocupación hispánica de América
y a Pizarro y Cortés, o la literatura de Garcilaso de la Vega, que reivindica el pasado y la cultura de su
pueblo, el Inca.

La Sociedad Europea en el Siglo XVI


Las Formas de Vida Social en la Europa de la “Edad de Oro”
Síntesis histórica-social elaborada por:
Xavi Lago
Fuente: Resums ‘d Història Moderna

Europa en el Siglo XVI

Los historiadores se han enzarzado durante buena parte del siglo XX en una dura lucha con el fin de
determinar si para describir la sociedad europea del siglo XVI es más útil hablar de clases o de órdenes
y estatus. El primer enfoque, influido por el marxismo, daba prioridad a los factores económicos que
regían las relaciones existentes entre las personas, y se insistía sobre todo en los conflictos sociales y

9
en la violencia existente en la época, causada por las luchas económicas. Sin embargo el planteamiento
contrario sostenía que la sociedad estaba estructurada más bien jerárquicamente. Los estamentos u
órdenes de esta podían ser el clero, la nobleza y el tercer estado, que a su vez podía dividirse en
estados urbanos y rurales. Los que defendían esta última tesis, solían defender una sociedad más
estática y armónica, con una interdependencia mutua de los estratos sociales. Han incluido, asimismo,
muchos más factores en las relaciones existentes entre las personas, que irían mucho más allá de las
simples relaciones de poder, jurídicas, hereditarias o económicas. Al hablar de toda Europa, debemos
tener en cuenta hasta que punto existía una gran línea divisoria que separaría la Europa occidental
(habitualmente incluiría el mundo mediterráneo, con la Península Ibérica e Italia) y la oriental (situada
al este del Elba), u otra que separaría el norte del sur (las zonas del Atlántico y el Báltico frente a las
del Mediterráneo y el sur de Alemania. En la sociedad del siglo XVI un individuo habría podido tener
numerosos vínculos distintos que habría sabido reconocer con toda facilidad: de familia en sentido
lato, de parentesco, gremio, cofradía…
De un modo menos favorable un individuo podría podía estar vinculado a un amo o señor. La verdad
es que existían muchas modalidades distintas de familia y la casa. Dichas modalidades venían
determinadas tanto por la mortalidad y las necesidades económicas de productividad y de
supervivencia, como por cultura. En muchas familias podía haber tres generaciones viviendo juntas,
especialmente una viuda y sus hijos, con varios tíos y tías, hermanos y hermanas, etc. Para muchos, la
movilidad y la interconexión entre las familias era importante por motivos económicos y para la
ampliación de nuevos horizontes. Casi el 90 por cien de la población del centro, sur y oeste de Europa
vivía en comunidades rurales, pueblos o aldeas, algunas de ellas autárquicas, que desarrollaban
diversas actividades económicas y en las que había distintos niveles sociales, como por ejemplo en el
sur de Inglaterra. Por el contrario, en la Europa central y oriental se consideraba más opresiva y feudal
que el resto del continente. Aun así, las cofradías (asociaciones seglares de fieles católicos)
contribuyeron al bienestar social, a la moralización y al control social. Podían representar incluso una
élite religiosa, al igual que los gremios, que constituirían otra dimensión importante de la organización
social en las comunidades urbanas, de modo que se puede decir que, en el siglo XVI, los más
prestigiosos solían tener un carácter menos económico y ser más propensos al elitismo sociopolítico.
Por otro lado, la sociedad en el siglo XVI era estamental y jerárquica, en la que todos los ciudadanos
no eran iguales ante la ley, que reconocía dos clases o estamentos privilegiados: la Nobleza y el Clero.
La mayoría de la población que no gozaba de estos privilegios formaba el Pueblo Llano: campesinos
libres que poseían tierras y los jornaleros que trabajaban para otros, los artesanos agrupados
generalmente en gremios, los comerciantes que, en España, no alcanzaron el mismo desarrollo que en
otros países europeos, y los letrados que ejercían las profesiones liberales, como el derecho; sólo
siglos más tarde esta situación se pondrá en cuestión. Sin embargo, es en esta época cuando alcanzan
gran desarrollo algunos de los rasgos que se asocian generalmente con el carácter español: la dignidad,
la ausencia de actitud servil, el sentido del honor. La principal generalización que puede hacerse en
torno a la sociedad campesina tal vez sea que en la Europa central y del este las condiciones
empeoraron para la mayor parte de la población en relación a sus señores. Las leyes dieron además a
estos, derechos para despojar los bienes de los campesinos incrementando la postración y opresión
social. Sin embargo, en Inglaterra el incremento de la población rural con cierto grado de libertad
acabaría dando lugar al proletariado rural. Cabe destacar que en la época que nos ocupa se produjo una
gran tensión social debido al sistema de enclosure y a las expropiaciones de tierras comunales, con lo
que el siglo XVI fue testigo de graves motines y sublevaciones rurales. La protesta contra la
servidumbre o las condiciones casi-serviles constituye un factor importante y podían quebrantar las
jerarquías sociales.
Las villas y ciudades tenían una configuración física muy variada y subdivisiones de todo tipo. En
algunas, ricos y pobres vivían separados unos de otros, buscando los nobles barrios selectos, aunque
no siempre fue así. A lo largo de todo el siglo la sociedad urbana se volvió cada vez más profesional,
más culta y más consumista. Un consumismo que se vio fomentado por la emulación en la ostentación
de los gastos en bienes culturales, o por la cultura propagandística a favor de las necesidades políticas

10
y religiosas. Se trataba de una forma de vida más característica en la zona occidental de Europa que no
en el este. Además, la cultura conoció una mayor expansión como la difusión de la imprenta, las
campañas humanistas en pro de una mayor diversificación del saber, etc.
Cabe destacar que las élites urbanas estaban formadas, si contamos a los nobles sin título, por
mercaderes, funcionarios y juristas; que en a veces mantenían una rivalidad con la nobleza
terrateniente. En ocasiones podía haber una nobleza y aristocracia mixta, basada en la sangre
(pertenencia a una buena familia), la virtud, la competencia y la cultura. Se partía de la idea de que la
nobleza y el poder que llevaba aparejado se basaban en la posesión de tierras y en las rentas
producidas por éstas, y es que los intereses agrícolas siguieron siendo muy poderosos durante todo el
siglo. Hay que destacar que un feudo territorial podía comportar el control de una ciudad importante y
su territorio circundante. Una consideración trascendental de las élites era la de privilegio, que
significaba el derecho efectivo a hacer una cosa o sólo una exención especial: llevar armas, ser
privados de impuestos, etc.
La sociedad del siglo XVI se caracterizó por una notable movilidad, en términos tanto geográficos
como sociales. Las comunidades urbanas necesitaban una afluencia constante de vecinos para
mantener estable su población; buena parte de la emigración, era a largo plazo o permanente, pero
cabe destacar que la expansión ultramarina atrajo a gran número de europeos, al igual que las guerras
de la época, que contribuyeron a la movilidad de la población. Esta movilidad principalmente varonil,
fue muy perjudicial para la vida familiar y fomentar de paso la movilidad forzosa de las mujeres. Pero
también las grandes ferias y mercados anuales celebrados en Europa atraían a los campesinos y a los
intermediarios de lugares remotos del planeta que, para bien o para mal, las comunidades rurales se
vieron cada vez más expuestas a los visitantes urbanos.
Por otro lado, es indudable que las mujeres eran legal y políticamente inferiores a los hombres, a
menos que fueran reinas. Las muchachas y mujeres en general podían ayudar a la producción de
actividades agrícolas al tiempo que se ocupaban de los más pequeños. Además, su trabajo solía ser
humilde, pero en cambio es posible que se fomentara en ellas el conocimiento de los números y letras
para que se encargaran de la contabilidad. El impacto de los debates y las luchas de religión sobre la
posición de la mujer sigue siendo discutida, supuestamente, la interpretación bíblica de los
protestantes fomentaba una actitud que veía en las mujeres a las herederas del pecado de Eva. Aun así,
si el fortalecimiento de los valores religiosos tuvo efectos negativos para las mujeres, también cabría
ver la aparición de consecuencias positivas: en los círculos de la alta cultura, el siglo XVI vio como
una cuantas mujeres se convertían en destacadas poetas, pintoras y músicas.
En cuanto a la mendicidad, fue prohibida y severamente controlada ya que se afirmaba que la cantidad
de pobres era cada vez mayor; que estos eran cada vez más peligrosos especialmente en las áreas
urbanas y, para ello, se tomaron medidas entre ellas el castigo y la expulsión de la urbe. Aunque a
finales de siglo, la población urbana Europea occidental tenía unos sistemas de bienestar social mejor
controlados, pero las crisis alimentarias que afectaron a toda Europa durante 1590 vinieron a empeorar
la situación. Ya para terminar, decir que las luchas provocadas por la Reforma hicieron que se
pusieran en duda muchas cosas y tras la reorganización emprendida por las autoridades eclesiásticas
probablemente hubiera muchos individuos que temieran que sus creencias y sus prácticas fueran
puestas en entredicho por las autoridades locales o por los inquisidores: la llamada caza de brujas ha
sido considerada un síntoma de las tensiones propias de la época.

11
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez - Ciclo Lectivo 2021 – Clase 1

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

Absolutismo y Mercantilismo
Ficha de Contenidos
Autor: Dr. Daniel E. Yépez
Prof. Asociado a Cargo de la Cátedra

Carlos V y su hijo, heredero del trono español Felipe II. Las más puras expresiones del Absolutismo monárquico.

Concepto de Absolutismo
La monarquía absoluta fue el sistema político imperante en Europa occidental entre los siglos XVI y
XVIII. "Existe cuando el rey encarnando el ideal nacional, posee de hecho y de derecho los atributos
dela soberanía: poder de hacer las leyes, de administrar justicia, de percibir impuestos, de tener un
ejército permanente, de nombrar a los funcionarios, de hacer juzgar los atentados contra el bien
público". Mousnier, Los Siglos XVI y XVII, Destino, Barcelona, 2000.

Teorías Justificativas del Absolutismo


Bossuet: el absolutismo teocrático y el derecho divino de los reyes: "La monarquía hereditaria es el
mejor gobierno... es el más natural y se perpetúa por si mismo...nada de azar, nada de cábalas en un
Estado para lograr un rey: la naturaleza lo hace. El muerto provee al vivo, y el rey no muere jamás...
El trono real no es el de un hombre sino el de Dios mismo. Los príncipes actúan como ministros de
Dios". "Cuando menos tiene (el rey) que dar cuenta a los hombres, más tiene que dar cuenta a Dios".
Bossuet, "Política extraída de las Santas Escrituras" (1709).
"Aquel que ha dado los reyes a los hombres ha querido que se los respetase como a sus lugartenientes,
reservándose a El sólo el derecho de examinar su conducta. Su voluntad es que esta ley tan expresa y tan
universal no está hecha en favor de los príncipes solos, pues es saludable a los pueblos a los cuales se
impone". Luis XIV, "Memorias para la Instrucción del Delfín" (1681).

12
El Porqué del Absolutismo
"La monarquía absoluta es resultado también de la rivalidad de dos clases: nobleza y burguesía... El rey
que necesita a los burgueses para sus finanzas y sus cuerpos de funcionarios, así como para resistir a la
presión de los señores feudales obtiene fácilmente su obediencia y apoyo... La aspiración suprema de
estos burgueses es ennoblecerse. Sólo el rey les puede proporcionar el ascenso de categoría social
confiriéndoles cargos públicos, otorgándoles obispados y abadías o haciéndoles merced de patentes de
nobleza...”. “La burguesía se aristocratiza y la nobleza se aburguesa... Contra el burgués, el noble
puede sólo defender su rango efectivo en la sociedad recurriendo al rey. Hay cada día menos señores
feudales, mientras crece el número de nobles (duques, marqueses, condes, barones, dependientes del
Estado)". Mousnier, Op. Cit.
"El recuerdo de las guerras de religión está todavía vivo... el absolutismo sale reforzado de ellas... En
los países desgarrados por las guerras la mayoría de la población, sólo aspira a la paz, contando con el
monarca para garantizarla...” “Tanto en Inglaterra como en Francia se manifiesta un sentimiento
común de independencia respecto al Papado... Anglicanismo y galicanismo caminan en la dirección del
Absolutismo". Touchard, J., Historia de las Ideas Políticas, Tecno, Madrid, 2020.
La crisis del estado absolutista se producirá a partir de las revoluciones burguesas del siglo XVIII.

Expansión Europea
"En la historia de la expansión humana, ninguna época es tan importante". Aubert, A. Histoire, 3.

Los Mundos Nuevos y el Sometimiento Material y Espiritual de las culturas periféricas

Diario de viaje de Colón:


"Yo porque conocí que era gente que mejor se libraría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza,
le di a alguno de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y
otras cosas, muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era
maravilla... Ellos no traen armas ni las conocen porque les mostré espadas y las toman por el filo, y se
cortaban con ignorancia... Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio... y creo que ligeramente
se harían cristianos".
Estos descubrimientos fueron facilitados por: los progresos de los conocimientos geográficos y el arte de
la navegación, difundidos gracias a la invención de la imprenta.

Las Grandes Transformaciones


"Si se leen todas las crónicas no se encontrará, después del nacimiento de Cristo, nada que pueda
compararse con lo que se ha producido entre nosotros en los últimos cien años. ¡Nunca, en ningún país,
se han visto tantas construcciones, tantos cultivos! Nunca alimentos tan abundantes y delicados al
alcance de tanta gente. ¿Quién ha oído hablar nunca de un comercio como el de hoy? Da la vuelta al
mundo, abarca a la tierra entera. La pintura, el grabado, todas las artes han progresado y progresan
aún hoy. Además, hay entre nosotros personas tan hábiles y sabias que su espíritu lo penetra todo, de
modo que ahora un joven de veinte años sabe de todo ello más de lo que sabían doctores en otros
tiempos". Vid., Lutero, citado por Romano, R. y Tenenti. A., Los Fundamentos del Mundo Moderno,
p. 257.

"Nada en el mundo queda exento y ajeno a las fuerzas desencadenadas por la expansión europea. Ella
está en la base de la renovación de la naturaleza cuya flora y cuya fauna se uniforma en todas las
latitudes. Diezma millares de etnias, es la causa fundamental de la fusión de razas y de la expansión
lingüística y cultural de los pueblos europeos. En el curso de esta expansión se difunden y generalizan
las tecnologías modernas, las formas de ordenación social y los cuerpos de valores vigentes en Europa.
Su producto verdadero es el mundo moderno, unificado por el comercio y por las comunicaciones,

13
movido por las mismas técnicas, inspirado en un sistema básico de valores comunes". Darcy Ribeiro.
"La España de la Conquista".

La Afluencia de Metales Preciosos y sus Consecuencias


De 1500 a 1600 los precios se cuadruplican. "Es increíble pero sin embargo verdad, que han venido del
Perú después del año 1533 más de cien millones de oro y dos veces esta suma de plata... Es verdad que
el español que vive de Francia e inevitablemente nos compra el trigo, las telas, las vestimentas, el papel,
los libros y todas las manufacturas, nos va a buscar al fin del mundo el oro, la plata y las especies. Creo
que la carestía que padecemos tiene cuatro o cinco causas; la principal es la abundancia de oro y plata
que hay hoy en este reino". Bodino, J., "La Résponse", tomado de Martínez D. N. Mercantilismo,
materiales para su estudio.
"...el oro y la plata de las Indias, aún transformados en moneda no eran más que una mercancía
cambiable por otras mercancías. A pesar del monopolio español el metal se derramó sobre los grandes
centros productores europeos y, cuando en la Península cesó la producción, el oro dejó de acudir o
escapó inmediatamente". Vilar, P., citado por Nadal Oller, La Revolución de los precios españoles en el
S. XVI.
"Entre 1503 y 1660 llegaron al puerto de San Lúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de
kilos de plata. La plata transportada a España en poco más de un siglo y medio excedía en tres veces el
total de las reservas europeas". Galeano. E. "Las Venas Abiertas de América Latina".

14
La Nueva Estructura Socio -Económica
El alza de los precios provocó que ciertas clases se enriquecieran y que otras se empobrecieran.
Los trabajadores fueron duramente golpeados porque los salarios aumentaron muy poco.
Algunos nobles poco afortunados cayeron en una semi - miseria y fueron obligados a vender una parte de
sus dominios. Al contrario, los grandes propietarios nobles o burgueses a los cuales sus campesinos dan
parte de la cosecha, se enriquecen vendiéndola porque los precios de los productos agrícolas aumentaron.
Arondel, cita:
"La Revolución capitalista fue obra de un tipo humano que participó del espíritu del Renacimiento: el
burgués capitalista... posee, el espíritu de empresa, el afán del riesgo y de la conquista. ...Es un
organizador... es un hombre de negocios dotado de un fuerte poder de sugestión, que sabe influir
decididamente sobre otros hombres". "Un creciente número de hombres proporciona a otros -artesanos,
agricultores, soldados- los capitales, útiles, máquinas, materias primas, armas, o bien el dinero para
adquirirlas, les hacen trabajar y se quedan con parte de la producción". "Los hombres de negocios son
al mismo tiempo, banqueros y fundadores de nuevas industrias". "Aparecen las bolsas, los banqueros se
especializan y se crean las bancas estatales. Surgen grandes compañías comerciales en forma de
sociedades por acciones". "Los grandes burgueses adquieren señoríos, Ingresan en las funciones
públicas, en los consejos reales, y sostienen encarnizada competencia con la nobleza de sangre. Su ideal
consiste en adoptar el género de vida de la aristocracia y fundirse con él. La insuficiente conciencia de
clase hizo de la burguesía un elemento evolutivo. En los Países Bajos e Inglaterra por su mayor
importancia económica, y numérica fue un factor revolucionario". Mousnier. Op. Cit.

Ejemplo de una Nueva Mentalidad


"¡Oh, dinero, que no sin razón la mayor parte de los hombres tiene por dios! Tú eres la causa de
todos los bienes y el que ocasiona todos los males. Tú eres el inventor de todas las artes y el que las
conservas en su perfección, por ti las ciencias son estimadas y las opiniones defendidas, las ciudades
fortalecidas. y sus fuertes torres allanadas, ¡os reinos restablecidos y al mismo tiempo perdidos...

15
finalmente no hay dificultad en el mundo que para ti no sea ni lo más escondido que no penetres,
cuesta que no allanes, ni collado humilde que no ensalces". Lazarillo de Tormes, Siglo XVI

El Mercantilismo. Principios Básicos


"El aumento del capital dio nacimiento a nuevas ideas económicas, al sistema mercantilista y al
proteccionismo". Sée, H. Orígenes del Capitalismo Moderno, p. 47.

Metalismo
"Si el poder y la eminencia de un país consisten en que tenga excedente de oro, plata y demás cosas
necesarias o que pudieran convenir para su propia subsistencia, cosas derivadas, hasta donde es
posible de sus mismos recursos o sea sin la dependencia de otros países, quiere decir que en términos
generales una economía nacional debe considerar la manera de obtener ese excedente, sin depender
de los demás...". Hornick, F. (S. XVII), tomado de Martínez Díaz, N., ob. cit.
"Una vez que el oro y la plata se hallen en el país, ya sea que proceda de minas propias o bien que se
hubieran obtenido del extranjero, por ninguna circunstancia deberán sacarse de él. Cualquiera que
sea el fin que se persiga, dentro de la medida de lo posible. Ni permitir que nadie lo encierre en cofres
o roperos, sino al contrario, hacer que circulen siempre". Hornick, F., Op. Cit.

Balanza Comercial Favorable


"Aunque un reino puede ser enriquecido por presentes recibidos o por rentas tomadas de algunas
otras naciones, sin embargo, esto es incierto y de pequeña importancia cuando ocurre. Los medios
ordinarios, por tanto, para aumentar nuestra riqueza y tesoro son por el comercio exterior, por lo que
debemos siempre observar esta regla: vender más anualmente a los extranjeros en valor de lo que
consumimos de ellos". Mun, T. (S. XVI-XVII). "La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior",
tomado de selección y textos realizados por Martínez Díaz, N. F. H. C.

Industrialismo
"La cuantía de la industria hará abundar en dinero a todo reino o ciudad cuando las manufacturas
variadas y múltiples, necesarias y convenientes o agradables para el uso humano, se verifiquen en
cantidades que excedan a las necesidades del país". Serra A. "De las causas que pueden hacer
abundar el oro y la plata en los reinos desprovistos de minas", tomado de Martínez Díaz, N., Op. Cit.

Proteccionismo
"La ventura de los hombres, para hablar a nuestra manera, consiste principalmente en la riqueza y
ésta en el trabajo. Ni más ni menos que todos los animales que tienen sangre poseen un corazón,
todos los países que cuentan con riqueza tienen industrias. La industria que se encuentra en tal sitio
debe. Por lo tanto, ser lo primero que viva y lo último que muera...". Montchretlen, A., (S. XVI-
XVII)."Tratado de Economía Política", tomado de Martínez Díaz, M., Op. Cit.

Expansión Demográfica
“Se hace menester cuidar de que la población se extienda tanto como los límites del país lo permitan.
Se hace imperioso por todos los medios posibles que esas gentes, en vez de caer en la indolencia, se
orienten hacia profesiones u oficios remunerativos; que se instruyan y penetren con aliento en el
dominio de los inventos, las artes y el comercio. De ser necesario, deberán traerse del extranjero
algunos maestros que contribuyan a tal propósito". Hornick, F., Op. Cit.

16
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez -Ciclo Lectivo 2021 – Clase 1

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

El Burgués del Siglo XVII


Características Distintivas de un Nuevo Sujeto Histórico

Ficha de Contenidos
Autor: Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias Sociales, Orientación Historia
Doctor en Ciencias Sociales, Orientación Historia de la Educación

Pintores Holandeses del Renacimiento

Van Eyck. Retrato de un Matrimonio Burgués. Rembrandt. Los Síndicos de los Pañeros

La Burguesía del Siglo XVII


La expansión mercantil europea desarrollada a partir del siglo XVI, con el descubrimiento y
colonización de nuevos y vastos territorios ultramarinos y la apertura nuevos mercados, proporcionó
unas inmensas posibilidades de enriquecimiento a la naciente burguesía. Pero el mantenimiento de las
estructuras tradicionales le impedía un papel social y político acorde con su poder económico.
A partir del siglo XVI se produjo también un cambio de mentalidad, con la difusión de nuevas ideas:
el humanismo, el racionalismo e incluso la ética protestante (especialmente en su versión calvinista),
transformaciones ideológicas, filosóficas y culturales que encuentran culminación en la Ilustración,
que tuvo en la burguesía a su principal valedora y beneficiaria. Se santificó el afán de lucro y el éxito
en los negocios, como signo del divino y como contribución a la prosperidad general. El
individualismo y la igualdad entre los hombres se elevaron a la categoría de dogmas, contradiciendo el
si de privilegios estamentales que impedía a la burguesía desempeñar un pape destacado en la vida
pública. Por último, el apoyo al progreso científico y técnicas a la mentalidad racionalista, también en
la economía, se oponían a las viejas estructuras productivas (gremios) y comerciales (mercantilismo),

17
que constituían una para el pleno desarrollo del capitalismo, el nuevo sistema socioeconómico que se
fue gestando con las actividades de la burguesía.

Noblezas y Burguesías
La evolución de las burguesías europeas del siglo XVII resultó desigual. Como en tantos otros
aspectos, es necesario trazar una divisoria entre los países que obtuvieron un mayor grado de
desarrollo capitalista y aquellos otros que padecieron de forma más aguda los efectos de la crisis,
viendo detenida la marcha de su desarrollo económico. Los primeros asistieron a un auge burgués sin
equivalente en otras áreas. En los segundos, por el contrario, los grupos burgueses se deterioraron en
beneficio de un reforzamiento de las estructuras sociales tradicionales, dominadas por la nobleza
señorial y por el modelo aristocrático.
La crisis forzó formas de comportamiento inversor que alejó a la burguesía de las actividades
económicas que habían sido propias de su clase. La incertidumbre de los negocios detrajo capitales de
la industria y el comercio, y orientó las inversiones hacia terrenos más seguros. A pesar de su
desvalorización relativa, efecto evidente de la crisis, la tierra mantenía su condición de refugio de
valor estable. La burguesía no sólo conservó, sino que incluso incrementó, su propensión a comprar
propiedades rústicas. En muchas ocasiones esta actitud, dictada por motivos económicos, formaba
parte al mismo tiempo de las estrategias de ennoblecimiento puestas en práctica por los burgueses
como medio de ascender socialmente y de adquirir el prestigio añejo a las clases aristocráticas.
Otra forma de deserción de los negocios vino representada por el acceso a cargos de la Administración
del Estado. En Francia esta tendencia se vio muy favorecida por la venalidad de oficios públicos
resultado de las necesidades financieras de la Monarquía. La venta de cargos alcanzó en este país su
momento de mayor apogeo en el siglo XVII. En realidad, como sostiene Mousnier, la adquisición de
un cargo era una manera de inversión segura, a la que correspondía un beneficio en forma de salarios,
gajes y posición social. Numerosos hijos o nietos de comerciantes acabaron ocupando puestos de
funcionario en los diversos niveles de la Administración estatal e, incluso, lograron el derecho a hacer
transmisible su titularidad. Ello contribuyó a la consolidación de la nueva clase de funcionarios de
origen burgués dentro de las élites locales y provinciales, pero también constituyó una fuente de
tensiones con la aristocracia antigua, celosa ante el ascenso de esta nueva nobleza de toga advenediza.
En España, las capas burguesas, ya de por sí débiles, estuvieron al borde de la extinción a raíz de la
crisis económica y financiera desatada a fines del XVI y que se prolongó a lo largo del XVII, lo que
acentuó la polarización social y la distancia existente entre la minoría privilegiada y la mayoría no
privilegiada. La burguesía tendió a hacerse terrateniente y rentista, buscando refugios de valor como
alternativa a los problemas económicos. Las oscilaciones monetarias desalentaron las iniciativas de
inversión en actividades reproductivas y propiciaron la inhibición de las clases medias respecto a la
industria y el comercio. Muchos capitales se desviaron hacia el préstamo privado (censos),
favoreciendo la conversión de la burguesía en una clase parasitaria. Cuando los moriscos españoles
fueron expulsados por Felipe III, los prestamistas urbanos de Valencia -área de mayor asentamiento de
aquella minoría- se resintieron de las dificultades de sus deudores aristócratas, señores rentistas de
vasallos moriscos, para satisfacer las cantidades debidas por los censales, cuya garantía de devolución
eran precisamente las rentas agrarias generadas por los vasallos moriscos.
En las Provincias Unidas y en Inglaterra, por el contrario, la burguesía se consolidó. En Holanda y
Zelanda el desarrollo urbano y mercantil propició la formación de sólidos grupos burgueses, que
fueron muy influyentes políticamente y que impusieron una particular mentalidad y forma de vida.
Estos grupos nutrieron de elementos a los patriciados urbanos y proporcionaron los cuadros del
Gobierno del país. En cualquier caso, no faltaron actitudes sociales y formas de inversión que ponen
de manifiesto algún grado de dependencia respecto al modelo aristocrático y que han llevado a varios
historiadores a preguntarse si pudo llegar a producirse un cierto anquilosamiento de la dinámica
burguesía de esta zona.

18
En Inglaterra, la influencia social de la aristocracia retrocedió frente al avance decidido de la burguesía
capitalista. La propia nobleza amoldó progresivamente sus actitudes a los usos burgueses. La
expansión de la industria y del comercio colonial favoreció la creación de fortunas y el ascenso
económico, social y político de la burguesía. Las formas políticas y la mentalidad social,
crecientemente teñida de un utilitarismo pragmático, se adaptaron a las concepciones representadas
por los grupos emergentes. En cualquier caso, la historia social inglesa del siglo XVII no debe
reducirse a una mera dialéctica de enfrentamiento entre aristocracia y burguesía capitalista. Ello
representaría ignorar una realidad de integración, al menos parcial, de ambos niveles en unas élites
oligárquicas que dominaron la vida económica y política del país y que se nutrieron indistintamente de
uno y otro sector social.

Retratos de burgueses del siglo XVII

El Burgués del Siglo XVII. Concepto


“A los nobles de dignidad, nobles de función, los calificaban de “burgueses”. La desgracia
para nosotros es que las cosas eran más complicadas que lo dicho por Loyseau, porque las
palabras “burgués”, “burguesía”, tenían para sus contemporáneos muchas acepciones. Con
frecuencia designaban “al conjunto de un pueblo que habita una ciudad”, los ciudadanos, por
oposición a los rurales. A menudo también toda la gente del tercer estado, diferenciándolos de
los gentilhombres y de los eclesiásticos. O también aquel para quien trabaja un obrero. El
epíteto burgués es frecuentemente un simple título jurídico, que designa a quien tiene
domicilio en una ciudad, participa de sus cargas financieras, forma parte de su milicia, ha sido
reconocido como “burgués” por el cuerpo de la ciudad. En ese sentido un humilde zapatero
remendón puede ser un “burgués” de tal lugar; y también un gentilhombre. Los
gentilhombres, hasta de alta nobleza, estaban orgullosos de su título de “burgueses de
Bordeaux”. En algunas ciudades además hay que llenar condiciones de fortuna, de ingresos y
de hábitat
Los principales maestros de oficios y los mercaderes pueden incluso ser considerados como los únicos
burgueses. Pero entre los autores de la historia de las ciudades, de los siglos XVI al XVII, hay un
sentido muy frecuente y muy notable: El “burgués” es el plebeyo, habitante de una ciudad, que vive
noblemente de sus rentas, sin ocuparse de oficio ni mercancía, y que además tiene derecho a título de
“burgués” de tal ciudad; con participación en sus honores, sus privilegios, voz en sus asambleas y,

19
eventualmente, convertirse en magistrado municipal. Esos burgueses no son en absoluto un grupo
social de empresarios capitalistas que participan en la producción de bienes materiales. De todos
modos, el término “burgués”, burguesía, despectivos en boca en la pluma de los gentilhombres, no nos
hacen salir de la sociedad de órdenes. Pero esa variedad de sentidos, a menudo tan diferentes del que
prevaleció en el siglo XIX, nos invita al encontrar ese término en un texto, a mirar de cerca el contexto
para tratar de discernir con qué grupo social nos encaramos…”. Vid., Mousnier, R. Furores
Campesinos. Los Campesinos en la Revueltas del Siglo XVII (Francia, Rusia, China), Siglo XXI,
España Editores, Madrid, 1989 pp. 30 y 31.

Origen del Término

La burguesía nace en la sociedad europea de los siglos X-XI, sociedad estamental, fundamentalmente
rural y de economía cerrada. La formación de la burguesía medieval es un fenómeno que está en
íntima relación con el renacer del comercio y con el desarrollo de la vida urbana que tiene lugar a
partir de mediados del siglo X. El término burgueses se encuentra por vez primera consignado en un
documento de la abadía de Beaulieu (Francia), fechado en el año 1007.

Interpretación
La crisis del siglo XVII puede interpretarse (Maurice Dobb) como el momento clave en la transición
del feudalismo al capitalismo, puesto que los países que salen reforzados de ella (fundamentalmente
Inglaterra) se encaminan al proceso que comienza con la Revolución burguesa y que en el siglo XVIII
les llevará a la Revolución Industrial; mientras que los países que salen en peores condiciones de ella
(fundamentalmente España o lo que más precisamente podríamos llamar la Monarquía Católica de los
Habsburgo) pierden la posición de centralidad que hasta entonces habían tenido en la Civilización
Occidental.

El Eje de la Civilización se Desplaza


El desplazamiento de las rutas comerciales del Mediterráneo al Atlántico no es un proceso nuevo, y
podría rastrearse desde la Edad Media, pero el cambio del eje entero de la civilización en beneficio de
la Europa Noroccidental queda fijado decisivamente con esta crisis. Es significativo el auge de plazas
como Londres y Ámsterdam en perjuicio de Sevilla o Lisboa (también atlánticas y que a su vez habían
sustituido a las mediterráneas Génova y Venecia en el siglo XVI). El punto de inflexión quizá fue el
saqueo de Amberes de 1576, o la sucesión de victoria en Lepanto ante los turcos y derrota sin
paliativos de la Armada Invencible de Felipe II ante Inglaterra. Lo que hasta entonces había sido la
principal amenaza para la Europa cristiana, el Imperio Turco, queda relegado a una posición periférica
(en claro retroceso desde el fracaso del sitio de Viena de 1683). Lo que era su centro, Italia y sus rutas
hacia Flandes por Alemania, está entre las zonas en mayor declive. La Francia que sale de la Fronda y
la minoría de edad de Luis XIV, en cambio, es la potencia emergente en Europa, bien desde el tratado
de Westfalia de 1648 (que modernizó las relaciones internacionales), o desde la paz de los Pirineos de
1659. Queda en evidencia la decadencia española.
Lo que debió ser para los perdedores puede adivinarse sólo con ver que los ganadores han tenido que
pasar un siglo temible: Inglaterra sufre mortíferas pestes, guerras exteriores (con Holanda, con
Francia, con España...), la guerra civil entre Parlamento y Rey, la ejecución de éste (la primera de un
rey por su propio pueblo), la dictadura de Cromwell y las disensiones religiosas (puritanos, anglicanos,
católicos...), el Gran Incendio de Londres (1666)..., hasta cerrar el siglo con la “Revolución Gloriosa”.

Siglo Donde se Hizo Ostensible la Acumulación Capitalista Primaria


El flujo de capitales coloniales hacia las metrópolis, fue decisivo para la acumulación del capital
comercial y del capital dinero que desde 1500 hasta 1750 echó las bases de la primera gran revolución

20
industrial. Como datos seriamente evaluados entre 1503 y 1660 la sangría en divisas alcanzó en
América Latina la suma de 500 millones de pesos oro; a su vez, la banda de ladrones y asesinos que
operaban en Indonesia, bajo el nombre de "Compañía de Indias Orientales", arrebató 600 millones de
florines oro en el período 1650-1780. Por su parte, en el mismo período, Francia atesoró alrededor de
500 millones de libras-oro francesas, como provecho de la trata de negros; mientras al otro lado del
canal, los esclavos de las Indias Occidentales británicas proporcionaron a la fina cultura del país de
Shakespeare y Kipling, 400 millones de libras oro. O para determinar, por último, que el saqueo inglés
a la India reportó al imperio 250 millones de libras oro. Crouzet , al respecto, señaló: "la suma total se
eleva a más de mil millones de libras oro, o sea, más que el capital de todas las empresas industriales
movidas por fuerza de vapor, que existían hasta 1800 en Europa entera".

España Deja de ser Potencia en Europa


En plena era del absolutismo francés (Luis XIV) “El Estado soy Yo”, nacen las monarquías
constitucionales o parlamentarias. El caso inglés y la revolución de Cromwell (1649). Siglo que
presencia la decadencia de España como potencia europea, es sustituida por Francia, luego de la guerra
de los 30 años, decadencia que también comienza a manifestarse como imperio colonial, al entrar en
lento declive la expoliación metalífera preciosa de las colonias del nuevo mundo.

Análisis del Siglo


El siglo XVII es sin duda un punto de inflexión en la historia europea. Conscientes desde hace mucho
de que las grandes transformaciones de la industrialización tenían que hundir sus raíces en fechas
anteriores a su arranque en el siglo XVIII, los historiadores buscaron en la centuria anterior. Y lo que
hallaron fue una crisis importante, pero sobre todo reacciones muy distintas a ella. En algunas
sociedades (como la inglesa y la holandesa, sobre todo), la respuesta se centró en profundizar en las
vías de especialización y división del trabajo, empezando por una agricultura decididamente orientada
a los mercados y culminando con un sector financiero y comercial que iba a sacar grandes beneficios
de unos imperios que aún no eran coloniales.
En cambio, otras regiones respondieron a la crisis replegándose en las formas más seguras -pero más
estancadas- de la agricultura de auto-subsistencia, y esa vía arrastró consigo las posibilidades de
crecimiento de una economía de base neta y mayoritariamente agraria. España, como otros países
mediterráneos, fue probablemente el más claro ejemplo de ese tipo de respuesta a la crisis. Unido a la
incapacidad de rentabilizar adecuadamente su imperio colonial y a los gastos de las guerras, el siglo
XVII marcó el inicio de la decadencia de España, y de una divergencia con respecto a la Europa más
avanzada que iba a arrastrar durante casi trescientos años. Ahora bien, una cosa es describir el XVII
como una bifurcación de las sendas del futuro económico de Europa, y otra proporcionar una
explicación satisfactoria. En el pasado, han tenido un éxito notable aquellas que apelaban a un único
factor: el efecto de la revolución de los precios (Hamilton), los beneficios de las actitudes del
protestantismo ante el lucro, frente a la condena católica de la riqueza (Weber y seguidores), la
constitución de un núcleo central avanzado frente a una periferia atrasada (Wallerstein), la pujanza de
las burguesías del norte frente a la traición de la burguesía en el sur (Braudel). Actualmente, en
cambio, tendemos a pensar más bien que las vías de salida a la crisis, y los efectos de la propia crisis,
tienen más que ver con la estructura social y el reparto del poder político en esas sociedades: en la
española, el predominio indisputado de la nobleza y el alto clero terratenientes, aliados con unas
oligarquías urbanas que habían perdido poder, se concretaron en un reforzamiento de la monarquía, y
con ella de un sistema fiscal, una política de prestigio militar y unos mecanismos de captación y
distribución de rentas que coartaron las vías más dinámicas de salida de la crisis. Dicho de otro modo:
las respuestas a la crisis del XVII en España tenían mucho más que ver con la gestión del poder, que
con la gestión de la economía. El precio de la solidez de las estructuras feudales en el XVII aún lo
estaba pagando España en el siglo XX.

21
Síntesis del Siglo
El objeto de estudio serán los hechos más significativos que sucedieron en la Europa entre los años
1517 y 1700, al ser las dos fechas que marcaron el principio y final de la monarquía de los Austrias.
Este núcleo conceptual podría titularse: la Europa convulsa. Para hacer más fácil la compresión de los
acontecimientos se establecen tres periodos. El primero comenzaría en 1515 para acabar el año 1560 y
en este tiempo se situarán los acontecimientos indicados a continuación:
1.- Tuvo lugar en aquella fase la expansión geográfica y económica de España, ya que al
descubrimiento de los primeros territorios americano se sumó la conquista de los imperios azteca,
maya e inca. Con posterioridad se consolidaban las relaciones comerciales entre Indias y Europa; si
bien, a partir de 1535 comenzaron a vislumbrarse sobre las economías europeas un fenómeno
conocido como la revolución de los precios.
2.- Los españoles, por otro lado, efectuaban la definitiva conquista del mar con los viajes de
circunnavegación de Magallanes y Elcano.
3.- En Europa, entretanto, se difundía un movimiento de trascendental importancia, el Renacimiento, y
en Alemania comenzaba a vislumbrarse los primeros síntomas del protestantismo, un fenómeno que
junto a otros provocaría el fracaso del sueño imperial carolingio. Dentro de este núcleo de hechos no
debe olvidarse que la iglesia de Inglaterra se separó de la Iglesia Católica romana.
La segunda etapa estuvo comprendida entre los años 1561 y 1660. Convendría destacar que en esa fase
se produjo un fuerte enfrentamiento religioso e ideológico, destacando estos hechos:
1.- Europa comenzó a estar dividida por las luchas religiosas, cuyas tensiones se van a agudizar mucho
más por la convocatoria de un concilio, Trento, y el movimiento de control que de él surge: la
Contrarreforma. La expansión del calvinismo frente al protestantismo fue un determinante para la
rebelión de los Países Bajos y las guerras de religión francesas.
2.- Quedaban truncadas las expectativas mediterráneas de los españoles, aun ganando la batalla de
Lepanto (1571), pero se agrandaban las atlánticas. Fueron los momentos de mayor hegemonía
española en Europa, aunque no debe quedar olvidado el choque marítimo anglo-español, Armada
Invencible de 1581, que marcó el comienzo del declive marítimo español.
3.- Naciones recientemente constituidas se contagiaban del ciclo bonancible de la economía, como
sería el caso de Holanda, hasta el punto de convertirse en la nueva potencia comercial europea. La
Europa de 1600, en el lado más negativo, sufrió una crisis demográfica, económica y social, que
desembocaba en una guerra civil: la guerra de los Treinta Años.
4.- Los avances del absolutismo encontraban su contrapeso en el rechazo de las clases populares,
protagonistas de movimientos como la Fronda, en Francia, las revoluciones inglesas contra los
Estuardo, la crisis de la monarquía española en la década de los años cuarenta, con los movimientos de
Cataluña, Portugal o las alteraciones andaluzas, tan magistralmente analizadas por D. Antonio
Domínguez Ortiz.
5.- La hegemonía española de los años anteriores iba a ser sustituida por la francesa. En esta fase,
además, apareció la primera potencia naval, Inglaterra. En el plano económico serían superados los
obstáculos que retardaban la transición al capitalismo. Surgió un movimiento científico, el
racionalismo, que actuaba como germen de la revolución científica y preludio a la Ilustración, con
Galileo, Descartes y Newton como figuras sobresalientes.

22
6.- La centuria concluyó con una guerra en la que intervinieron casi todas las naciones europeas. La
mecha que encendió ese conflicto fue la sucesión a la corona de España, al morir el último Austria,
Carlos II, sin descendencia.

Bibliografía
Mousnier, R. (1989), Furores Campesinos. Los Campesinos en la Revueltas del Siglo XVII (Francia, Rusia,
China), Siglo XXI, Madrid
Batjin, M., (1974), La Cultura Popular en la Edad Media y el Renacimiento, Seix Barral, Barcelona.
Burckhardt, J., (1968), La cultura del Renacimiento en Italia, Zeus, Barcelona
Cassirer, E, (1971) Individuo y Cosmos en la Filosofía del Renacimiento, FCE, México
Chadraba, R. y otros, (1965), Renacimiento y Humanismo, Cartago, Buenos Aires
Groethuysen, P., (1943), La formación de la conciencia burguesa, FCE, México.
Gueventter, E. L. de, (1965), La Educación en el Humanismo Renacentista, Huemul, Buenos Aires
Hazard, P., (1941), La Crisis de la Conciencia Europea, Pegaso, Madrid
Abal de Hevia, I., (1985), Historia de la Educación, Braga, Buenos Aires.
Abbagnano, N. y Visalberghi, A., (1975), Historia de la Pedagogía, FCE., México.
Bowen, J., (1986), Historia de la Educación Occidental, Herder, Barcelona.
Boyd, W. y King, E., (1970), Historia de la Pedagogía, Huemul, Buenos Aires
Capitán Díaz, A., (1984), Historia del Pensamiento Pedagógico en Europa. (2 tomos), Dykinson, Madrid
Cipolla, C., (1983), Educación y desarrollo en Occidente, Ariel, Barcelona

------------------------000----------------------

Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras


Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez - Ciclo Lectivo 2021 - Clase 1

Textos Curriculares para Reflexión y Debate de las/os Alumnas/os

Burguesía y Ética Protestante


Ficha de Contenidos
Autor: Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Pedagogía
Magíster en Ciencias Sociales, Orientación Historia
Doctor en Ciencias Sociales, Orientación Historia de la Educación
Fuente. Página web: Artehistoria

A partir de la obra de F. Braudel, "El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe


II", ha venido siendo común hablar de "la traición de la burguesía" para describir el fenómeno de
adaptación de las clases medias del Antiguo Régimen a los modos de comportamiento de la
aristocracia. Se puede, en efecto, comprobar que existió un modelo generalizado de conducta social
entre los burgueses según el cual a la adquisición de una fortuna mediante el ejercicio de actividades
propias de su clase, como el comercio, seguía la compra de tierras, la búsqueda de cargos públicos y
los esfuerzos por acceder al estatuto nobiliario.
Las actividades mercantiles eran progresivamente abandonadas en aras de la consecución de un
prestigio social que se concebía como íntimamente vinculado al paradigma aristocrático. Ello habría
tenido negativas consecuencias para el correcto desarrollo de la economía capitalista, ralentizado por
la persistencia de hondos prejuicios de carácter social. Este fue el modelo descrito por Braudel para
España e Italia y que otros autores han hecho extensivo a otros países europeos. Numerosos ejemplos

23
pueden citarse para ilustrar la tendencia de la burguesía a desertar de las filas de su clase para pasarse a
las de la nobleza. El caso de los Fantoni es uno más entre los muchos existentes.

El Joyero burgués en su taller. Flandes 1449 Los burgueses recaudadores de impuestos. Francia 1542

Simone Fantoni, mercader florentino del barrio de Santo Spirito, amasó una cierta fortuna a través del
comercio. En su empresa, de carácter familiar, se hallaba asociado a sus hermanos. Dicha empresa
estableció ramificaciones en España y Portugal en plena época de expansión del comercio colonial de
estos países. Raffaello Fantoni se estableció en Lisboa, mientras que Santi Fantoni lo hacía en Cádiz,
ciudad proyectada al comercio con América. En el testamento de Simone, que murió a comienzos del
siglo XVII, puede ya comprobarse cómo este comerciante había ido adquiriendo una buena cantidad
de tierras en la Toscana, sobre las que instituyó un fideicomiso de carácter familiar. Mientras tanto,
Santi Fantoni había ingresado en las filas del patriciado urbano gaditano, accediendo a un puesto de
regidor en el cabildo de la ciudad, y había logrado ver reconocido el status nobiliario. Los sucesores de
ambos se dedicaron a vivir de las rentas del fideicomiso. Mientras la línea italiana de la familia se
agotaba por falta de continuidad, los descendientes de la española establecieron ventajosas uniones
matrimoniales, accedieron un mayorazgo y, finalmente, adquirieron un título de nobleza, el condado
de Jimera. Arruinados por la crisis del siglo XVII, vivieron en adelante de las rentas de las
propiedades familiares en Toscana.
El caso de Simón Ruiz, estudiado por H. Lapevre, revela en cierto modo una trayectoria similar. La
familia, establecida en un núcleo mercantil y financiero de la importancia de Medina del Campo, hizo
su fortuna comerciando con Francia. Más tarde, en 1576, Simón Ruiz orientó sus inversiones hacia las
finanzas públicas. Sus hijos, en cambio, abandonaron ya los negocios para integrarse de pleno en la
aristocracia. Las estrategias de la burguesía para acceder a la nobleza eran siempre semejantes. Al
estar reputada la tierra como fuente de honor, la adquisición de propiedades rústicas puede
considerarse como un requisito. El logro de cargos públicos, a menudo en el ámbito municipal urbano,
permitía no sólo participar en el control de los resortes del poder local, sino también adquirir status.
Algunas veces, en cambio, la consecución del cargo era consecuencia del reconocimiento de una
posición social a la que se había llegado previamente. Otras, la burguesía utilizaba el mecanismo de
venalidad de cargos públicos, fenómeno que se produjo con particular intensidad en Francia. Los
monarcas sacaban a la venta puestos de la administración judicial o civil a fin de conseguir recursos
para sus apuradas arcas, ocasión que era aprovechada por elementos burgueses para ascender
socialmente.

24
Con la misma finalidad la burguesía recurrió a los matrimonios con individuos de mayor calidad
social. En este sentido empleó estrategias matrimoniales útiles no sólo para concentrar la fortuna en el
ámbito familiar, sino también como medio de promoción social. Las endogamias oligárquicas
constituyeron, por otra parte, un fenómeno corriente en el Antiguo Régimen. Pero, volviendo al núcleo
de la cuestión, el fenómeno de la traición de la burguesía se encuentra en la actualidad cuestionado en
la historiografía. En las actitudes inversionistas de los comerciantes y hombres de negocios de
comienzos de la Edad Moderna influyeron decisivamente las condiciones de la coyuntura económica.
La compra de tierra pudo muy bien venir determinada no sólo por razones de prestigio social, sino de
rentabilidad inversora. Era, además, un medio de asegurar unos capitales que podían disiparse por
efecto de una quiebra. Por otra parte, la fundación de vínculos tras acceder a la nobleza puede
interpretarse como una estrategia de utilización de los mecanismos de amortización propios de la
aristocracia para fijar capitales adquiridos mediante actividades burguesas.
Los comerciantes, en definitiva, invirtieron en todo aquello que les podía resultar rentable, sin
necesidad de disponer de una visión clara de su papel potencial como clase.
"En la base de una traición de la burguesía -escribe Kamen- está la premisa de que el burgués tenía
unos ideales o una ética a la, que debería haber sido, fiel. Es verdad que en algunas regiones la
burguesía presentaba una identidad clara (…). Pero la identidad de grupo del burgués nunca dio
origen en la Europa preindustrial a una identidad coherente de clase. A diferencia de los nobles, que
conocían y reconocían los ideales de su status, el burgués sentía que en el fondo lo suyo no era su
condición presente, sino el rango al que aspiraba. La movilidad social le alentaba a adoptar los
ideales de los órdenes tradicionalmente superiores. Ello no implicaba necesariamente retirar su
capital de la acumulación de riqueza".

Esta última afirmación, en cualquier caso, es más válida para el caso inglés, en el que la asociación
entre nobleza y negocios estaba mejor vista, que para el de otros países, en el que existía una mayor
renuencia a compatibilizarlos.
Otra cuestión que se puede plantear en torno al perfil de la burguesía europea del siglo XVI es su
relación con la Reforma. Max Weber sugirió la influencia de la ética protestante en el desarrollo del
espíritu capitalista. La Iglesia católica, desde este punto de vista, habría obstaculizado
tradicionalmente con escrúpulos morales el logro de ganancias mediante el comercio y el préstamo a
interés. La Reforma -particularmente en su desarrollo calvinista- contribuyó por el contrario, según
esta visión, al avance de una mentalidad que hacía del éxito en los negocios un signo de elección
divina. Ello no impidió, sin embargo, que el capitalismo tuviera origen en áreas de profunda raigambre
católica.
Es cierto, pese a todo, que en el siglo XVI la burguesía de determinados países en los que se extendió
el protestantismo careció de la veleidades aristocráticas de las clases medias de otras áreas, en
particular la mediterránea. Pero esto llevaría a otro tipo de consideraciones. La burguesía mercantil de
los Países Bajos es citada como paradigma de una clase social austera, entregada a los negocios y que
desdeñaba las vanidades del fasto aristocrático. A pesar de ello, se difundió un cierto estilo neo-
aristocrático en medio de los patriciados urbanos de aquellas provincias. La mejor predisposición para
los negocios, así como la mayor constancia y competencia en ellos son cualidades que pudieron,
ciertamente, depender de factores de mentalidad. Pero de nuevo es necesario tener presentes las
condiciones objetivas (principalmente económicas, pero también de otra índole) que modularon las
actitudes concretas de inversión y comportamiento social de las élites burguesas en la Europa
moderna.

San Miguel de Tucumán, 24 de Agosto de 2021

25
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y de la Pedagogía
Ciclo Lectivo 2021 - Docente a cargo: Dr. Daniel E. Yépez

Propuesta de Actividades para el Modulo 1 - Estadio III - Clase 2

Historia General de la Educación y de la Pedagogía


Estadio III: Modernidad y Realismo Pedagógico
(Siglos XV, XVI y XVII)

Consultar el Programa de Contenidos 2021 de la Asignatura

Leer con Atención este Instructivo


1) Los Contenidos a estudiar, analizar y comprender en este módulo son:
1. La concepción Burguesa de la Educación. 2. Realismo Pedagógico y Escuela Moderna
2) Clase 2, semanas del 03-09-21 al 10-09-21
3) Actividades de Aprendizaje, para la Clase 2, serán las siguientes:
a. Conformar un grupo de trabajos prácticos con 5 (cinco) integrantes como máximo y 2 (dos como
mínimo).
b. Lectura individual de la bibliografía digital sugerida.
c. Desarrollar una dinámica grupal virtual con el objeto de intercambiar opiniones y reflexiones que
permitan analizar y comprender los significados más importantes de los textos sugeridos.
d) Elaborar grupalmente respuestas a un cuestionario, las cuales deben expresarse como síntesis de la
producción intelectual del grupo. Las preguntas son las siguientes:
1. ¿Cuál es la “Nueva Imagen de Hombre”, conformada por el Humanismo europeo occidental?
2. ¿Cómo definiría la “Nueva Imagen de Mundo”, construida por dicho Humanismo?
3. Describa los aspectos más significativos de la “Educación Humanista”
4. Señale los principios fundamentales del “Realismo Pedagógico” comeniano.
5. Explique qué “crisis” y qué “rupturas” fueron los antecedentes históricos de la Escuela Moderna.
6. Con qué características surge la Escuela Moderna en este tiempo histórico?
f. El mismo tendrá una extensión de 8 (ocho) carillas como máximo y 6 (seis) como mínimo, es decir
4 (cuatro) hojas como máximo y 3 (tres) hojas como mínimo.
g. Dicho cuestionario, editado en formato word tradicional, (no PDF) hoja tamaño A4, tipografía Arial
o Times New Roman 12, interlineado sencillo y márgenes justificados, debe ser remitido digitalmente
a la dirección electrónica que se indicará oportunamente
h. El plazo, sin prórroga, para presentar el TP, será el Viernes 10-09-21, a las direcciones electrónica
indicada oportunamente.
i. La bibliografía digital básica, sugerida para las dos clases de este módulo, se adjunta en esta
presentación.

26
4) Los Recursos Didácticos y Audiovisuales serán los siguientes:
a. 1. Bibliografía Obligatoria y Textos Complementarios. (Consultar: Dossier Bibliográfico Digital,
Estadio III, Año 2020 en el blog de la Cátedra
a. 2. Abbagnano, N. y Visalberghi, A., (1975), Historia de la Pedagogía, FCE., México. (Consultar
versión digital en el blog de la Cátedra)
a. 3. Suayter, M. A., Barros, S. y Jaimes, E., (C), (2008), Cuaderno de Historia de la Educación y de
la Pedagogía. Selección de textos desde el 850 a. de C. al Siglo XX, Tomo II., Departamento de
Publicaciones, FFyL-UNT, Tucumán. Formato Impreso. (Se encuentra en la fotocopiadora de la
Facultad)
a. 4.. (Consultar: Dossier Bibliográfico Digital, Estadio III, Año 2020 en el blog de la Cátedra)
b. La Bibliografía Obligatoria de la Clase 4 se adjunta continuación y para diferenciarla de la Clase 3,
tienen que fijarse en el encabezado, donde se indica a que clase corresponde cada texto.
c. Clases Grabadas Virtuales
c. 1. Clase grabada del 18 de Agosto, encuentro de las 11.30 (En la Plataforma)
c. 2. Clase grabada del 25 de Agosto, encuentro de las 11.30 (En la Plataforma)
c. 3. Clase grabada del 01 de Septiembre, encuentro de las 11.30 (En la Plataforma)
d. Diapositivas de Power Point:
d. 1.” La Concepción Burguesa de la Educación”
d. 2. “La Escuela como Proyecto Cultural de la Modernidad”
Consultar el Dossier Bibliográfico Digital Estadio III (Blog)
e. Ver Mapa Conceptual en el Dossier Bibliográfico Digital Estadio III (Blog)
f. Ver Líneas de Tiempo 1 y 2 en el Dossier Bibliográfico Digital Estadio III (Blog)
g. Videos:
g. 1. Video 1: “Realismo Pedagógico”. Enlace: https://youtu.be/PzhYuVafQyk
g. 2. Video 2: “Principios Didácticos de Juan Amos Comenio”.
Enlace: https://youtu.be/-FTCB743cZg
i. Película de Ficción:
“Los Borgia”. Director: Antonio Hernández, 141 minutos. Youtube
Está claro que los recursos citados tienen la función de apoyar y afianzar, con lenguaje audio-visual, el
proceso de aprendizaje y comprensión de las/os alumnas/os. Razón por la cual, también deben
integrarse a la dinámica grupal y a las respuestas del cuestionario indicado.
Por último, se deja debidamente aclarado que las/os alumnas/os, tienen absoluta libertad para explorar,
relevar, indagar y buscar fuentes documentales primarias, secundarias, como así también digitales,
audiovisuales y periodísticas, diversas y alternativas a las sugeridas por la Cátedra. Siempre que la
mismas observen rigurosidad científica, histórica, educativa y cuenten con respaldo académico y sean
debidamente citadas en el ensayo.

27
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez - Ciclo Lectivo 2021- Clase 2

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

El Humanismo Histórico Occidental


Ficha de Documentación
Autor: Daniel E. Yépez
Licenciado en Pedagogía,
Magíster en Ciencias Sociales, Orientación Historia
Doctor en Ciencias Sociales, Orientación Historia de la Educación
Referencia. Página web:eresmas.net/ortega/human/historic.htm

Un profesor dictando clase en la Universidad de Salerno

1. El Retorno a los Antiguos y el Ideal de “Humanitas”


El humanismo[1] renacentista se desarrolla en un arco de tiempo que aproximadamente se extiende
desde la segunda mitad del siglo XIV hasta finales del siglo XVI. Para Italia, y en general para Europa,
éste es un período de extraordinaria aceleración histórica en el que los acontecimientos se suceden a
ritmo vertiginoso, produciendo radicales transformaciones políticas y espirituales.
Un tema de interminable discusión entre los historiadores es si el humanismo constituye una ruptura
neta con respecto a la época medieval o si es la culminación de un proceso de maduración de temáticas
filosóficas, religiosas, sociales, económicas, etc. que ya habían surgido en el Medioevo tardío.
Indudablemente existen excelentes argumentos para sostener ambas interpretaciones, pero -más allá de
la posición que se elija- ninguna reconstrucción histórica puede prescindir de la imagen que los
protagonistas de aquella época tenían del propio tiempo y del significado que atribuían a sus
obras. Este punto no da lugar a ambigüedades ya que la evaluación es unánime. En efecto, todas las
grandes figuras humanistas perciben que el tiempo que les ha tocado vivir es especial: un tiempo en el

28
que la humanidad, luego del largo sueño de barbarie del Medioevo, retorna a sus orígenes, pasa a
través de un “renacimiento” entendido según la tradición mística, es decir, un “segundo nacimiento”,
una renovación total que le permite recobrar la fuerza, el ímpetu que sólo es posible encontrar en el
principio. Por lo tanto, para la cultura del humanismo no se trata simplemente de desarrollar y
completar las realizaciones de la época precedente, sino de construir un mundo y una humanidad
completamente renovados, y esto -de acuerdo a la imagen del “renacer”- es posible sólo gracias a la
muerte, a la desaparición del mundo y del hombre medievales.
Para la Edad Media cristiana, la tierra es el lugar de la culpa y el sufrimiento; un valle de lágrimas en
el que la humanidad ha sido arrojada por el pecado de Adán y del que sólo es deseable huir. El hombre
en sí no es nada y nada puede hacer por sí solo: sus deseos mundanos son solamente locura y soberbia;
su obras, no más que polvo. El hombre puede aspirar sólo al perdón de un Dios infinitamente lejano en
su perfección y trascendencia, que concede su gracia según designios inescrutables.
La concepción de la historia y la imagen del universo reflejan esta visión teológica. La historia no es la
memoria de hombres, pueblos, civilizaciones, sino el camino de expiación que lleva del pecado
original a la redención. En el límite extremo del futuro luego de los terribles prodigios de la
Apocalipsis, vendrá el juicio tremendo de Dios. La Tierra, inmóvil y al centro del universo según la
concepción ptolomeica, está circundada por las esferas de los cielos planetarios y de las estrellas fijas
que giran animadas por potencias angélicas. El cielo supremo, el empíreo, es la sede de Dios, motor
inmóvil que todo lo mueve.
A su vez, la organización social coincide con esta visión cosmológica cerrada y jerárquica: los nobles
y las clases subalternas de los burgueses y los siervos se encuentran rígidamente separadas y se
perpetúan por vía hereditaria. En el vértice del poder están los dos guías del pueblo cristiano: el Papa y
el Emperador, a veces aliados, pero a menudo enfrentados en duras luchas por la preeminencia
jerárquica. La organización económica sigue el mismo esquema general. En el Medioevo, al menos
hasta el siglo XI, también la economía es un sistema cerrado, basado en el consumo del producto en el
lugar de producción. La cultura del humanismo rechaza totalmente la visión medieval y, en su
esfuerzo por construir una humanidad y un mundo completamente renovados, toma como modelo a la
civilización clásica greco-romana. Así, el retorno al principio, el “renacimiento”, es un retorno a los
antiguos, un rescatar la experiencia de una civilización a la que se le atribuyen esas potencialidades
originarias de la humanidad que el Medioevo cristiano había destruido u olvidado.
Al principio, el humanismo se manifiesta sobre todo como un fenómeno literario que apunta al
redescubrimiento de la cultura clásica. Con Petrarca comienza la búsqueda de manuscritos antiguos
olvidados en las bibliotecas de los conventos. Un siglo después de Petrarca, se llega a conocer del
mundo latino al menos diez veces más de lo que se había conocido en un milenio. La llegada a Italia
de numerosos doctores bizantinos -primero en ocasión del Concilio de Florencia (1439) que debía
sancionar la reunificación de las iglesias ortodoxa y romana, y luego con la caída de Constantinopla
(1453)- renueva en Occidente el conocimiento del griego.
La literatura greco-latina, que de esta manera vuelve a la luz, se refiere a la vida terrena. Es una
literatura que habla de los hombres de este mundo, radicalmente diversa a la literatura cristiana de los
libros sagrados, de los padres de la Iglesia, de los doctores medievales, donde Dios y la vida
ultraterrena constituyen el centro de todo interés. Es precisamente la contraposición de las humanae
litterae a las divinae litterae lo que inicia la renovación cultural operada por el humanismo. Sin
embargo, los códices antiguos no habrían servido de mucho si la sociedad europea no hubiese sido
capaz de mirar con nuevos ojos y con renovada curiosidad los vestigios del mundo antiguo. De hecho,
en los humanistas se encuentra inmediatamente una actitud nueva en relación a las obras literarias
descubiertas.
Antes que nada, está el amor por el texto, que se trata de reconstruir en su originalidad para liberarlo
de las interpolaciones y deformaciones que generaciones de clérigos habían insertado con la intención
de adaptarlo a la visión cristiana. El gran descubrimiento asociado a esta actitud (y que va de la mano
de la introducción de la perspectiva óptica en la pintura) es la perspectiva histórica; el texto antiguo
fielmente reconstruido permite percibir con extrema claridad la imposibilidad de conciliar al mundo

29
greco-romano con el mundo cristiano. Por consiguiente, la conciencia de la diferencia entre pasado y
presente se transforma, en el humanista, en conciencia del fluir de la historia que la visión medieval
había anulado.
Por otra parte, los textos antiguos redescubiertos muestran una variedad extraordinaria de figuras de
fuerte personalidad, orientadas a la acción, que no huyen ni desprecian el mundo, sino que viven en la
sociedad humana y allí luchan por construir su propio destino. Estos individuos se convierten en los
modelos a seguir, porque su modo de vida parece ser el más adecuado para responder a las exigencias
y aspiraciones de una sociedad en rápido desarrollo, que siente profundamente la necesidad de
elaborar nuevas formas de organización de la vida civil y nuevos instrumentos para dominar a la
naturaleza.
Pero la cultura del humanismo no se reduce a una imitación artificial de los modelos del pasado. Por el
contrario, su vitalidad consiste en la conciencia de que el regreso a los grandes ejemplos de la
antigüedad sería totalmente vano si no diera lugar a una nueva orientación en la vida moral, artística,
religiosa, política, etc. Para la cultura del humanismo, imitar a los antiguos significa sobre todo educar
a los hombres nuevos como lo hacían los antiguos, cultivando las “virtudes” que ellos habían
demostrado poseer en sumo grado y que habían expresado en la vida civil. Sólo con hombres así
formados habría sido posible renovar verdaderamente la sociedad humana. De este modo, el
humanismo renacentista hace suyo aquel ideal, a un tiempo educacional y político, que figuras como
Cicerón y Varrón habían propugnado en Roma en la época de la República: el ideal de la humanitas,
palabra con que se tradujo al latín el término griego paideia, es decir, educación. En una confluencia
rica de significados, humanitas llega a indicar el desarrollo, por medio de la educación, de esas
cualidades que hacen del hombre un ser verdaderamente humano, que lo rescatan de la condición
natural y lo diferencian del bárbaro. Con el concepto de humanitas se quiso denotar una operación
cultural: la construcción del hombre civil que vive y opera en la sociedad humana.
El instrumento al que recurrió este “primer humanismo” occidental fue la cultura griega, a la que el
mundo romano del siglo I A. C. se abrió velozmente y encontró sistematizada en los ciclos de estudio
de las escuelas filosóficas del período helénico tardío. Estas escuelas tenían una orientación ecléctica,
habiéndose ya extinguido la fase creativa del pensamiento griego. De todas maneras, a través de ellas
llegaban al mundo romano las temáticas, los métodos de investigación y el lenguaje desarrollados por
los grandes sistemas filosóficos de la tradición helénica. Es en instituciones de este tipo que, gracias al
ejemplo de personajes relevantes como Cicerón, comenzó a formarse la nueva clase intelectual y
política romana, asimilando un saber filosófico y una cultura poética y artística que la propia tradición
había desatendido casi completamente. Fue precisamente del encuentro con los grandes modelos
griegos que extrajo su linfa vital el espléndido florecimiento de la literatura latina en los dos siglos
separados por el nacimiento de Cristo. Luego, después de casi mil años de cultura cristiana, reaparece
en Occidente el ideal de humanitas, la confianza en el inmenso poder formador que la filosofía, la
poesía y las artes ejercen sobre la personalidad humana, que fue característica de Grecia primero y de
Roma más tarde, y en la que se identifica la esencia misma del humanismo renacentista. Ahora el
instrumento educativo está dado por los grandes clásicos de la literatura latina, y en segundo lugar -
dado el limitado conocimiento del idioma- por los clásicos griegos. En ellos se basan los studia
humanitatis. De aquí el nombre de humanistas atribuido a aquéllos que se dedican a estos estudios
que, a principios del siglo XV en Italia, comprendían: gramática, retórica, poesía, historia y filosofía
moral.
Sin embargo, es necesario tener siempre presente que para el humanismo del Renacimiento estas
disciplinas no conforman un simple curso de estudios que transmiten un conjunto de nociones o
fórmulas. Por el contrario, los studia humanitatis constituyen fundamentalmente un vehículo para la
educación de la personalidad, para el desarrollo de la libertad y la creatividad humanas, y de todas esas
cualidades que sirven para vivir felizmente y con honor en la sociedad de los hombres. En este
sentido, los humanistas no son solamente literatos o eruditos, sino los protagonistas de un grandioso
proyecto de transformación moral, cultural y política, un proyecto cuyo lema es Iuvat vivere (vivir es

30
hermoso) que testimonia el optimismo, el sentimiento de libertad y el renovado amor por la vida que
caracterizan a la época.

2. La Nueva Imagen del Hombre


Toda la literatura del humanismo se concentra en exaltar al hombre y reafirmar su dignidad en
oposición a la desvalorización operada por el Medioevo cristiano. No obstante la diversidad de los
temas, todos apuntan a un objetivo común: recobrar la fe en la creatividad del hombre, en su capacidad
de transformar el mundo y construir su propio destino.
El ataque contra la concepción medieval es decidido y continuo. Una de las primeras personalidades
del Humanismo, Gianozzo Manetti, critica en su libro De dignitate et excellentia hominis (La dignidad
y la excelencia del hombre) precisamente una de las obras más representativas de la mentalidad
medieval, el De miseria humanae vitae (La miseria de la vida humana), escrito por aquel diácono
Lotario di Segni que más tarde, con el nombre de Inocencio III, sería uno de los papas más potentes de
la Edad Media. A la miseria y degradación de la naturaleza del hombre, fácil presa de vicios y
pecados, a la debilidad de su cuerpo, Manetti contrapone una exaltación del hombre en su totalidad de
ser físico y espiritual. Pone de relieve la proporción, la armonía del organismo del hombre, la
superioridad de su ingenio, la belleza de sus obras, la audacia de sus empresas. Los grandes viajes, la
conquista del mar, las maravillas de las obras de arte, de la ciencia, de la literatura, del derecho,
constituyen el mundo del espíritu humano. El reino que el hombre ha construido para sí mismo gracias
a su ingenio. El hombre, además, no está sobre la Tierra como un simple habitante, criatura entre las
criaturas: su posición es especial en cuanto Dios lo ha creado con la frente en alto para que
contemplase el cielo y fuese así espectador de las realidades supremas. En el centro del pensamiento
de Manetti está la libertad humana que, además de ser un don de Dios, es una continua conquista por
la que el hombre lucha cotidianamente con su trabajo, llevando belleza y perfección a las obras de la
creación. Por consiguiente el hombre no es un ser inerme y despreciable, sino el libre colaborador de
la divinidad misma. [2]
Otra gran figura humanista, Lorenzo Valla, ataca en su diálogo De voluptate (El placer) uno de los
aspectos centrales de la ética medieval: el rechazo del cuerpo y el placer. Remitiéndose a la
concepción epicúrea, nuevamente conocida gracias al redescubrimiento de Lucrecio, Valla arremete en
dura polémica contra toda moral ascética, ya sea estoica o cristiana, que lleve al hombre a humillar su
cuerpo y a rechazar el placer. Para Valla toda acción humana -aun aquella que parece dictada por otros
móviles- está motivada por fines hedonistas. Aún el aspirar a una vida después de la muerte se
encuadra en este sentido. ¿Qué puede ser, en efecto, más hedonista que una vida celeste que las
Sagradas Escrituras designan con la expresión paradisus voluptatis (paraíso del placer)? En el hombre
no puede haber una oposición entre cuerpo y espíritu, como no puede existir una parte buena y otra
condenada a priori. El placer, lejos de ser un pecado es más bien un don divino (divina voluptas). En el
placer, la naturaleza se expresa con toda su fuerza y de la manera que le es más propia. Invirtiendo los
términos del problema, Valla llega a afirmar que peca verdaderamente quien humilla y reprime la
naturaleza que palpita en nosotros, rehusando el amor físico y la belleza. Por lo tanto, el himno a la
felicidad de Valla que exalta al hombre todo, no sólo supera el antiguo dualismo entre carne y espíritu,
sino también el pesimismo de los antiguos epicúreos.[3]
León Battista Alberti -que fue filósofo, matemático, músico, arquitecto- es una de esas extraordinarias
personalidades universales que la época del Renacimiento prodigó al mundo. El centro de sus
reflexiones es uno de los más típicos temas humanistas: que la acción humana es capaz de vencer hasta
al Destino. En el Prólogo a los libros Della famiglia (La familia)[4], Alberti niega todo valor a la vida
ascética, rechaza toda visión pesimista del hombre y otorga a la acción humana la más alta dignidad.
El verdadero valor del hombre reside en el trabajo, que permite la prosperidad de la familia y la
ciudad. Alberti invierte la ética medieval de la pobreza y la renuncia, afirmando que el florecer de las
riquezas no sólo no va contra los principios religiosos, sino que es una clara demostración del favor
divino. Además, la “virtud”, entendida como fuerte capacidad de querer y obrar, como humana

31
laboriosidad (también en los campos sociales y políticos), es superior al Destino mismo. Para Alberti,
el hombre es causa de sus bienes y de sus males: solamente los estúpidos reprochan al Destino el
origen de sus desgracias. El Destino o “Fortuna” es incapaz de condicionar totalmente la acción
humana cuando ésta es virtuosa. Y si en algunos casos la “Fortuna” parece superar a la virtud, esta
derrota es sólo temporánea y puede tener una función educadora y creativa. Por consiguiente, en la
concepción de Alberti no hay lugar para el retiro del mundo ni para la sumisión del hombre al Destino;
al contrario, la verdadera dignidad humana se manifiesta en la acción transformadora de la naturaleza
y de la sociedad. El interés de Alberti, arquitecto innovador y teórico de la Arquitectura, se dirige
también a la construcción de la ciudad ideal (otro constante tema humanista), en donde “la naturaleza
se somete a las intenciones del arte”. La ciudad ideal, hecha por el hombre y para el hombre según
armónicas estructuras geométricas, es el lugar de la acción humana y también el lugar donde, a través
del ejercicio de las virtudes sociales, es posible la verdadera glorificación de Dios.
Así es como ya en los primeros humanistas aparecen claros los grandes motivos de la exaltación del
hombre y de sus capacidades creadoras, y la ruptura de la concepción medieval. Pero a fines del siglo
XV, con el redescubrimiento de la filosofía platónica y de las doctrinas herméticas, la imagen del
hombre se proyecta a una dimensión religiosa y adquiere valor cósmico.
Protagonista del movimiento neoplatónico y exponente central de la Academia florentina, fue Marsilio
Ficino. Bajo la protección de Cósimo de Médicis, padre de Lorenzo, Ficino tradujo al latín todas las
obras de Platón, de Plotino y varios textos de los neo-platónicos antiguos. Pero la obra que tuvo mayor
importancia en la construcción del pensamiento filosófico del Renacimiento (y una gran resonancia en
aquel tiempo) fue la traducción del Cuerpo Hermético, o sea el conjunto de obras que contiene la
enseñanza de Hermes Trismegisto. Los manuscritos de estos textos llegaron a Occidente por interés de
Cósimo quien disponía de agentes que buscaban y compraban los antiguos códices en el Imperio
Bizantino.
Se puede comprender la importancia excepcional atribuida por el mundo humanista a las obras
herméticas si se considera que Cósimo ordenó a Ficino dejar a un lado la traducción de Platón para
dedicarse a éstas. Por lo tanto, la sabiduría de Trismegisto era considerada superior aún a la del
“divino” Platón. La figura de Trismegisto adquirió tal popularidad que fue representada junto a Moisés
en el gran mosaico que se encuentra en el ingreso a la Catedral de Siena. Los textos herméticos, que
contienen enseñanzas filosóficas, prácticas mágicas y alquímicas, según la crítica moderna fueron
escritos probablemente entre el siglo II A. C. y el siglo III D. C. y fueron expresión de ambientes
sincréticos greco-egipcios. Sin embargo, no es posible descartar que transmitan enseñanzas mucho
más antiguas. [5]
Ficino y sus contemporáneos atribuyeron a estas obras una gran antigüedad y creyeron redescubrir en
ellas la religión egipcia, o lo que es más, la religión originaria de la humanidad, que habría pasado
luego a Moisés y a las grandes figuras del mundo pagano y cristiano: Zaratustra, Orfeo, Pitágoras,
Platón y Agustín. Ficino llegó a creer que existió siempre, en todos los pueblos, una forma de religión
natural que habría asumido aspectos diversos en las distintas épocas y en los diversos pueblos.[6] Esta
concepción resolvía el problema, tan sentido en aquellos tiempos, de la conciliación entre diferentes
religiones (especialmente el Cristianismo y el Islam), y la cuestión de la Providencia divina para los
pueblos que, por razones históricas y geográficas, no habían podido conocer el mensaje cristiano. De
esta manera el Cristianismo era redimensionado a una religión histórica, a una manifestación de la
religión primitiva de la humanidad. Aún más, la verdadera raíz del Cristianismo debía ser buscada en
aquella religión originaria y no en las formas barbáricas de la Iglesia medieval. Ficino es una figura
filosófica compleja, preocupada sobre todo por conciliar la dignidad y la libertad del hombre,
exaltadas por el primer Humanismo, con el problema religioso que aquel no había afrontado
adecuadamente. Aun siendo el más decidido propagador del platonismo, no rechazó el cristianismo y
hasta tomó las órdenes sacerdotales porque para él cristianismo y platonismo coincidían en su más
profunda esencia. Sin embargo, precisamente partiendo del tema religioso, completó la obra de
glorificación de la naturaleza humana hecha por los primeros humanistas y elevó al hombre casi al
nivel de un dios.

32
Del neoplatonismo antiguo Ficino retoma la idea de la manifestación de la divinidad, el Uno, en todos
los planos del ser, por un proceso de “emanación”. No hay, por tanto, un abismo entre el hombre y la
naturaleza por un lado y Dios por el otro, sino un pasaje in-interrumpido que va de Dios al ángel, al
hombre, a los animales, a las plantas, a los minerales. El hombre está al centro de esta escala de seres y
es el vínculo entre lo que es eterno y lo que está en el tiempo. El alma humana, punto medio y espejo
de todas las cosas, puede contener en sí todo el universo.
Así es cómo se expresa Ficino:
«¿No se esfuerza el alma para transformarse en todas las cosas, así como el hombre es todas las
cosas? ¡Se esfuerza en manera maravillosa! Vive la vida de las plantas en su propia función vegetativa, la
vida de los animales en la actividad sensible, la vida del hombre cuando con la razón trata las cuestiones
humanas, la vida de los héroes investigando las cosas naturales, la vida de los ‘demonios’ en las
especulaciones matemáticas, la vida de los ángeles en el indagar los misterios divinos, la vida de Dios
haciendo por gracia divina todas estas cosas. Cada alma humana hace, de algún modo, todas estas
variadas experiencias, pero cada una según su forma. Y el género humano en su conjunto tiende a
transformarse en el todo, porque vive la vida del todo. Por esto tenía razón el Trismegisto en llamar al
hombre un gran milagro». [7]

Es esta misma máxima, atribuida a Trismegisto, la que una de las figuras más singulares del
Humanismo, Giovanni Pico Della Mirándola, cita al comienzo de su oración sobre la Dignidad del
hombre. Se trata de un texto que, por las intenciones propagandísticas con que fue escrito, puede ser
considerado un verdadero “manifiesto del humanismo”. Pico, que pertenecía a una rica familia
principesca, había mostrado un precoz ingenio y una extraordinaria curiosidad intelectual. Conocía el
griego, el árabe, el hebreo, el arameo; había estudiado a los grandes filósofos musulmanes y hebreos;
la Cábala lo había fascinado. Con poco más de 20 años había tratado de recopilar y sintetizar toda la
sabiduría de su tiempo en 900 tesis que, según su intención, debían ser discutidas públicamente en
Roma por los más grandes doctos de la época, convocados a su cargo desde todos los rincones del
mundo. Pero este extraordinario programa, que superaba los confines de las religiones y las culturas, y
que apuntaba a la paz y la conciliación, fue inmediatamente congelado por la oposición eclesiástica.
Algunas tesis fueron declaradas heréticas, el gran debate fue prohibido, Pico huyó a París donde fue
arrestado por orden del Papa. Logró salvarse sólo gracias a la simpatía de la que gozaba en el ambiente
intelectual y en la corte de Francia. Poco después, Pico se refugió en Florencia donde, bajo la
protección de Lorenzo el Magnífico, pasó el resto de su breve vida.
La oración sobre la Dignidad del hombre había sido pensada como introducción al evento romano: se
tendría que haber leído antes de comenzar los trabajos, a fin de dar dirección a la discusión y delimitar
su horizonte. Al inicio de la oración Pico presenta su concepción del ser humano, y lo hace con un
artificio retórico de gran efecto: Dios explica cómo ha creado al ser humano. He aquí el texto:
«No te he dado un rostro, ni un lugar propio, ni don alguno que te sea peculiar, Oh Adán, para que tu
rostro, tu lugar y tus dones tú los quieras, los conquistes y los poseas por ti mismo. La naturaleza
encierra a otras especies en leyes por mí establecidas. Pero tú, que no estás sometido a ningún límite,
con tu propio arbitrio, al que te he confiado, te defines a tí mismo. Te he colocado en el centro del
mundo, para que puedas contemplar mejor lo que éste contiene. No te creado ni celeste ni terrestre, ni
mortal ni inmortal, para que por tí mismo, libremente, a guisa de buen pintor o hábil escultor, plasmes
tu propia imagen. Podrás degenerar en cosas inferiores, como son las bestias; podrás, según tu
voluntad, regenerarte en cosas superiores, que son divinas».[8]

Así, para Pico el ser humano no tiene una “naturaleza” rígidamente determinada que condicione sus
actividades, como ocurre con los demás seres naturales. El hombre es fundamentalmente ausencia de
condiciones, libertad, elección. El hombre puede ser todo: por libre elección puede colocarse en
cualquier nivel del ser, puede degradarse hasta vivir como los animales o elevarse a un estado en el
que participa de la vida divina. Es, por lo tanto, un puro existir que se construye a sí mismo a través de
lo que elige. Es difícil subestimar la importancia de una tal concepción de ser humano y la influencia

33
que ésta ha ejercido directa o indirectamente hasta nuestros días, como aparecerá claramente en este
ensayo. Esta concepción rompe con todo determinismo y coloca a la esencia humana en la dimensión
de la libertad.
En la obra del humanista francés Charles Bouillé, De sapiente (el sabio) la glorificación del hombre
alcanza quizás su máxima expresión. Bouillé, formado en el pensamiento de Ficino y Pico, afirma -
siguiendo a sus maestros- que el hombre no posee una naturaleza determinada, sino que resume en sí
todos los distintos grados del ser: existe como la materia inanimada, vive como las plantas, siente
como los animales, y además razona y reflexiona. Gracias a esta capacidad el hombre se asemeja a la
Naturaleza creadora. Pero no cualquier hombre es capaz de alcanzar este nivel, sólo el sabio puede
hacerlo a través una paciente obra de autoconstrucción, gracias a su virtud y su arte. Aquí aparece con
toda claridad el ideal de hombre que la cultura del humanismo ha siempre anhelado: el hombre
superior, que supera a la “naturaleza” de los hombres comunes, que se construye, eligiendo y
luchando, una segunda “naturaleza”, más alta, más cercana a la naturaleza de lo divino.[9] En el ser
humano existe esta posibilidad, como así también existe la posibilidad de detenerse en un grado
inferior del ser.
Bouillé retoma y trasciende la equivalencia microcosmos-macrocosmos típica del hermetismo. El
cosmos es todo pero no es consciente de lo que es; el hombre es casi nada, pero poder saber todo.
Entre el hombre y el mundo descansa la misma relación que existe entre el alma y el cuerpo. El
hombre es el alma del mundo y el mundo es el cuerpo del hombre. Pero la conciencia de sí, que el
hombre confiere al mundo, humanizándolo en cierta medida, coloca al hombre por encima del mundo.
[10] Esta concepción, por el valor supremo que atribuye al hombre, bien puede ser considerada como
“digno epígrafe de la filosofía del humanismo”.[11]

3. La Nueva Imagen del Mundo


Todas las corrientes filosóficas del Renacimiento están saturadas de “naturalismo”, pero en este caso
el término asumió una connotación especial, que nada comparte -es más, que era incompatible- con la
concepción moderna.
El mundo natural no era -como en la visión científica actual- pura materia inanimada sujeta a leyes
mecánicas y ciegas, sino un organismo viviente dotado de energías en todo semejantes a las del
hombre. Infinitas corrientes de pensamiento y de sensaciones lo atraviesan, uniéndose a veces, y a
veces oponiéndose entre sí. Al igual que el hombre, posee sensación e intelecto, siente simpatías y
antipatías, placer y dolor. Según la concepción hermética, el universo es un gigantesco individuo
dotado de un alma invisible que siente y conoce, el alma del mundo, y de un cuerpo visible, dotado -
como el humano- de distintos órganos y aparatos. El universo es un macro-antropos.
Por lo tanto, la clave para acceder a la comprensión del mundo natural está en el hombre. El hombre es
el código, el paradigma del universo, ya que, como microcosmos, presenta las mismas características
fundamentales. La estructuralidad, la armonía del cuerpo humano, el hecho de que todas sus partes se
interrelacionan y desarrollan funciones complementarias, se reflejan en la solidaridad y la unidad del
universo. Los distintos planos del ser en los que el universo se articula -los minerales, las plantas, los
animales, los seres humanos, las inteligencias superiores- no están separados ni se ignoran
recíprocamente: están unidos por hilos sutiles, por misteriosas correspondencias. Cierta estrella lejana,
cierta piedra, cierta planta, a pesar de la diversidad y de la distancia que las separa, están ligadas entre
sí por una relación aún más profunda y esencial que la que existe con otras estrellas, piedras o plantas
de distinto tipo. Cada una, en su plano, es la manifestación de una forma ideal; cada una es el signo de
un aspecto esencial de la naturaleza.
El hombre, precisamente porque comprende en sí todos los planos del ser, por su naturaleza
proteiforme -una maravillosa síntesis del resto de la naturaleza- es capaz de seguir los hilos
misteriosos que se extienden de un extremo al otro del Universo, de descubrir los influjos secretos que
unen a seres aparentemente distintos y lejanos. Él puede leer en la naturaleza los signos que la mano
de Dios ha escrito, como si fueran las letras del libro sagrado de la creación.

34
Pero además, si el alma y el intelecto actúan intencionalmente sobre el cuerpo humano, ¿por qué no
deberían actuar también sobre el cuerpo del mundo, del cual el humano es una extensión? Si la Luna
hace crecer las aguas, si el imán atrae al hierro, si los ácidos atacan a los metales, ¿por qué el hombre,
que es todas estas cosas juntas, no puede ejercer una acción sobre cada aspecto de la naturaleza? Él
puede conocer los odios y amores, las atracciones y repulsiones que acercan o separan a los elementos.
Pero mientras estas fuerzas obran de manera inconsciente, el hombre puede usarlas y dominarlas
conscientemente. Así, el humanismo del Renacimiento concibe la relación entre el hombre -en este
caso el hombre superior, el sabio- y la naturaleza, fundamentalmente como una relación de tipo
animista, mágico. El sabio es un mago que, utilizando sus facultades intelectuales y anímicas, somete
a las fuerzas de la naturaleza o coopera con ellas. Su arte puede acelerar, detener o transformar los
procesos naturales cuyos secretos conoce. La astrología, la alquimia, la “magia natural” son las
“ciencias” características de la época.
Es cierto que la astrología conlleva un fuerte elemento de determinismo y de fatalismo, y por esto fue
ásperamente combatida por Pico que, en cambio, era favorable a la magia. Si el destino de los
hombres, de los países, de las civilizaciones es dictado por los movimientos de los astros, que a través
de sutiles vías llegan a determinar sus comportamientos, no hay lugar para la libertad en la gran
máquina del Universo. Pero hasta las concepciones astrológicas del humanismo se conforman al
espíritu de la época, poniendo en primer plano al hombre y su libertad. Así, el conocimiento de los
influjos astrales es entendido como el comienzo de un proceso de liberación de la esclavitud que éstos
imponen y, en un plano cósmico, aporta las pruebas de la solidaridad que une entre sí todas las partes
del Universo.
La ciencia de los astros y de las leyes de la naturaleza implica el uso de las matemáticas. Pero este uso
es bien diferente del que le dará la ciencia moderna. Fiel a la concepción pitagórica y platónica, el
humanismo renacentista no concibe a los números y las figuras geométricas como simples
instrumentos para el cálculo o la medición. Los considera entes en sí, expresiones de la verdad más
profunda, símbolos de la racionalidad del Universo, comprensibles sólo a través de la facultad más
característica del hombre: el intelecto. Así, el humanista Luca Pacioli, que re-descubre la divina
proporción o sección áurea, considera a la matemática -tal como lo hicieran Pitágoras y Platón-
fundamento de todo lo existente. Se trata, por lo tanto, de una matemática mística y no de una ciencia
que encuentra su legitimación en medir, proyectar o construir.
Por cierto, estos aspectos son también de fundamental importancia durante el Renacimiento. El
hombre de esta época es eminentemente activo: intenta, prueba, experimenta, construye, impulsado
por una ansiedad de búsqueda que lo lleva a poner en discusión y someter a verificación las certezas
consagradas por la tradición secular. Este espíritu de libertad, de apertura, constituye la condición para
la revolución copernicana y todos los grandes descubrimientos de la época. Pero en la base del trabajo
técnico, del arte, subyace siempre la idea de un mundo natural que no se contrapone al hombre, sino
que es su prolongación. Y es por esta razón que la actitud hacia las matemáticas y la técnica de
Alberti, Piero della Francesca y Leonardo, que hicieron vastísimo uso de ellas, es sustancialmente
diferente a la del técnico y del científico moderno. La diferenciación entre alquimia y química,
astrología y astronomía, magia natural y ciencia se desconoce en esta época y vendrá mucho más
tarde. Aun Newton, en pleno siglo XVIII, escribe un tratado de alquimia... y los ejemplos de este tipo
se podrían multiplicar.
Para el humanismo del Renacimiento existe en la naturaleza un orden matemático que puede ser
descubierto y reproducido. Este orden es divino y reconstruirlo a través del arte significa “acercarse a
Dios, haciéndose como Dios, creador de cosas bellas.”

Notas
[1]El término “humanismo” ha sido acuñado en tiempos relativamente recientes: fue introducido (como Humanismus) a
principios del siglo XIX por el pedagogo alemán D. J. Niethammer para indicar la importancia atribuida al estudio de la
lengua y la literatura griega y latina en la educación secundaria. La palabra latina “humanista” aparece en Italia durante la

35
primera mitad del siglo XVI con la acepción del literato que se dedica a los studia humanitatis. Cfr. P. O. Kristeller:
Renaissance Thought and its Sources, New York, 1979, pp. 21-22.
[2] G. Manetti. De dignitate et excellentia hominis. Páginas elegidas y traducidas por E. Garin en: Filosofi italiani del

Quattrocento, Florencia 1942, pp. 230-243.


[3] L. Valla. De voluptate. Páginas elegidas y traducidas por E. Garin en: Filosofi italiani del Quattrocento, Op. cit., pp.

174 -199.
[4] L. B. Alberti. Opere volgari: Della famiglia. Cena familiaris. Villa. Ed. por C. Grayson, Bari 1960, Vol. 1, pp. 3-12.

Cfr. J. Doresse. L’ermetismo di origine egiziana. En Storia delle Religioni. Ed. por H.-C. Puech, Vol. 8, Roma-Bari
[5]

1977.
[6] Cfr. F. A. Yates. Giordano Bruno and the Hermetic Tradition. London 1964. Cap. I - IV.
[7]M. Ficino. Theologia platonica de immortalitate animorum, XIV, 3. Citado por G. De Ruggiero en Storia della
Filosofía. Rinascimento, Riforma e Controriforma. Roma-Bari 1977. Vol. I, p. 117.

G. Pico della Mirándola. De hominis dignitate, Heptaplus, De ente et uno, e scritti vari. Ed. por E. Garin, Florencia
[8]

1942, pp. 105-107.

El tema hermético del hombre superior, que se auto-construye y supera el común nivel humano, acerca las concepciones
[9]

del humanismo europeo a las de otras filosofías tradicionales. Efectivamente, este tema es central en el Sufismo y el
Hinduismo, entre otros.

Cfr. E. Cassirer. Individuum und Kosmos in der Philosophie der Renaissance, Leipzig 1927. Traducción italiana de
[10]

F. Federici, Florencia 1935, pp. 142-148.


[11] G. De Ruggiero, Op. Cit., p. 126.
San Miguel de Tucumán, 23 de Agosto 2021

Anatomía y Arte. Leonardo Da Vinci, entre otros, no sólo transformó el cuerpo en objeto expresivo, sino también en objeto
de conocimiento

36
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez- Ciclo Lectivo 2021- Clase 2

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

Educación Humanista y Renacentista


Ficha de Documentación
Autores Varios
Página web: http://lynuz.org/historia/educacion-humanista-renacentista/

Erasmo de Rotterdam Da Vinci. El Hombre Moderno

Síntesis Histórico-Cultural de la Educación Renacentista


La palabra Renacimiento significa “re-nacimiento” y se utiliza para describir el período de la historia
europea entre los siglos XV y XVI. Diferentes estudiosos discrepan su inicio, algunos indican el siglo
XIII, o en los principios de la década de 1400. En algunas zonas al norte de los Alpes, el Renacimiento
puede haber comenzado incluso más tarde. Del mismo modo el final del Renacimiento, según los
historiadores, se da aproximadamente entre los años 1498 a principios de 1600. Al final de la época
medieval que precedió a la del Renacimiento, se produjeron muchos cambios en la visión del mundo
de los que viven en este período de la historia. Estos cambios, en consecuencia, provocaron cambios
radicales en los valores humanos, el arte, la religión y las ciencias.
El renacimiento, o re-nacimiento, fue visto en gran medida como un movimiento lejos de la
oscuridad, la barbarie y la superstición que ha caracterizado la era anterior. En contraste, los
estudiosos y pensadores del Renacimiento, vieron su propio tiempo como un reflejo de las sociedades
de mucho antes, a saber, los de Grecia y Roma clásica. Las obras y filosofía de los antiguos griegos
como Aristóteles, Platón, Euclides, Pitágoras y los romanos, particularmente Cicerón, fueron
influyentes en términos de la configuración del Renacimiento. Primeramente en Italia, luego en
Francia, Inglaterra, Alemania y los Países Bajos, esta asociación con la antigüedad clásica. Del mismo
modo, el Renacimiento también genera una visión filosófica que el lugar del hombre se ubica en el
centro de los intereses humanos, las actividades y preocupaciones. La centralidad de los seres

37
humanos con el tiempo da lugar a las “humanidades” término para describir el arte de los seres
humanos, y la filosofía del humanismo. Contrariamente a la incomprensión, el humanismo no es un
movimiento anti-cristiano. En cierto modo, el humanismo del Renacimiento fue en muchos sentidos
un movimiento muy cristiano en que pretendía situar al hombre en el universo de Dios. El foco de
humanismo es el hombre, que era un foco en el contexto de una creación de Dios. En su mayor parte,
el humanismo del Renacimiento infundio tanto actividades escolares de la época, así como la vida
cívica.
En la educación y la vida académica, el humanismo significó la búsqueda de estudio, particularmente
las matemáticas, la retórica, los estudios de literatura, el arte y la historia. El programa humanista que
se desarrolló, finalmente, en lo que conocemos como el programa de artes liberales.. Esto fue
considerado como el curso de la educación que los hombres libres (y era principalmente un programa
para la educación de los hombres) que se persigue y se siguiendo el modelo de programa de la de la
República de la antigua Roma. Esta noción, a su vez se basa en la filosofía del orador y político
romano Cicerón, un ciudadano bien educado es esencial para una sociedad libre. A medida en que
puede determinarse, la palabra Renacimiento, y su asociación con el resurgimiento de la civilización,
fue acuñado en 1551 por un crítico de arte llamado Giorgio Vasari. Vasari utilizó la palabra italiana
“rinascita” palabra para describir una pintura siglo XIV que vio como un retorno a la antigua usanza
del arte romano. Como movimiento cultural, el Renacimiento tuvo sus comienzos en el siglo XIV en
las ciudades del norte de Italia. Aquí, legalistas empezó la moda de usar el estilo latino, y crecía el
interés entre los estudiosos y críticos de arte de todo el patrimonio de Roma de Italia. Uno de los
líderes todo en el renacimiento clásico fue el poeta Petrach. Su propio éxito como poeta y estudioso de
la antigüedad le valió el apoyo de los hombres poderosos de su tiempo. Esto a su vez influye en toda
una generación de jóvenes hombres de letras cuyas obras comenzaron a tomar sobre las estructuras, la
estilística y alusiones de la Grecia clásica y de Roma.
En el siglo XV, los hombres de letras, muy versado en latín, los clásicos y la retórica se levantarían en
el mundo de la política y en la iglesia. Bien educado, elocuente y muy talentoso, que trajeron con ellos
el humanismo de los tiempos. La imitación ciega de la antigüedad fue reemplazada por una evaluación
más sofisticada de la antigüedad. El estudio de latín y griego, junto con un siglo de cada vez mayor
familiaridad con las artes, historia, filosofía y arqueología del antiguo pasado, produjo un nuevo
sincretismo que mezcla la sabiduría y el conocimiento, la ciencia y el arte, la lógica y la espiritualidad.
En este ambiente intelectual, los eruditos, o “Hombres del Renacimientos”, como caracterizan:
Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Galileo se convirtieron en símbolos de las posibilidades
aparentemente menos limitada de la humanidad.
Algunas de las otras figuras clave del Renacimiento italiano incluyen los artistas florentinos como
Miguel Ángel (1475-11564) y Botticelli (1444-1510). y los artistas venecianos como Tiziano (Tiziano
Vecellio) (1488-1567) y Tintoretto (1518-1594), Raphael (Raffaello Sanzio) (1483-1520), que nació
en Urbino, pero que llegó a ser parte de la tradición florentina. Desde mediados del siglo 15 en Italia,
se sometió a un período de transformación en particular en Florencia y Toscana. Esta fue la época de
Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Rafael y muchos otros que se transformaría no
sólo el mundo del arte, sino la manera en que el mundo moderno vendría a pensar en la existencia
humana y la creatividad humana.
La fama de Italia como centro del mundo cultural atrae a estudiantes de otros países europeos. Desde
el siglo XV en adelante, llegaron a Italia para estudiar arte con los maestros, así como para absorber a
los clásicos, poesía, filosofía, y las reliquias de la antigüedad. A través de estas visitas, las semillas del
Renacimiento italiano pronto se extendieron a Francia, España, Inglaterra, Alemania y los Países
Bajos. La moda Italiana, estilos de pintura, música, formas de vida y, por encima de toda la filosofía
que fue central en el humanismo del Renacimiento, se extendieron, absorbidos y naturalizados
rápidamente en los próximos cien años en toda Europa.
La influencia del Renacimiento italiano se extendió a prácticamente todos los aspectos de la historia y
la cultura europeas. La filosofía humanista que surgió del Renacimiento italiano no era en realidad
una, sino varias cepas de hilos filosófica. Se hizo hincapié en un enfoque flexible a los problemas

38
sociales y un nombre participativo activo de los seres humanos. Esto fue consecuencia apoyado por el
creciente interés en la dignidad y la centralidad de los seres humanos. La idea radical de la dignidad
humana y la importancia de los seres humanos haría el juego a la creciente inquietud frente a la
presencia mediadora de la iglesia. Tanto Erasmus el humanista neerlandés John Colet y el reformista
Inglés sería fuertemente influenciado por el humanismo italiano en sus propias obras. En este
sentido, se puede afirmar que el humanismo italiano impactó directamente sobre la Reforma
protestante más tarde. Mientras tanto, en Inglaterra, el humanismo del Renacimiento encontró su
expresión en la obra de Thomas Morus en particular en su utopía de trabajo. La noción humanista de
la dignidad humana se extendió a la vida cotidiana. Los hombres como Leonardo y Galileo fueron los
arquitectos, astrónomos, anatomistas, ingenieros, así como los pintores sin par; matemáticos abrieron
el camino a la incorporación de la perspectiva en el arte y anatómico a su vez, condujeron no sólo una
mayor comprensión de la constitución humana, sino a un replanteamiento filosófico de la humanidad.
El Renacimiento fue una época de aprendizaje, pero no fue una época de las escuelas como las
conocemos hoy en día. Las escuelas públicas de todo el mundo estaban todavía muy lejos. En la
Europa del Renacimiento, la enseñanza era para aquellos que podían pagarla. Algunas personas
estaban bien educadas, mientras que otros nunca asistieron a la escuela. La educación para los niños en
el Renacimiento fue de dos tipos: una la educación clásica basada en la lengua latina para los niños
que se planeaban llevarlos a una universidad. Y otra educación a través del aprendizaje de los niños
que se planeaba para el comercio. Las niñas reciben menos educación que los niños durante el
Renacimiento. Algunas niñas recibieron una buena educación como los niños, y algunas también se
convirtieron en aprendices. La gran mayoría fueron educadas principalmente en las cuestiones
prácticas en el hogar.
En Inglaterra, los niños que estaban siendo preparados para la universidad comenzaron con la escuela
de menores. Esta fue la primera escuela para niños muy pequeños, y se enseñaba a menudo en la casa
del profesor. Pronto, estos chicos progresivamente aprendieron vocabulario y la gramática latina.
Clásicos de la literatura latina se utilizaron como textos para sus clases.
La Educación en el Renacimiento no es un derecho, es un privilegio. Durante la Edad Media y el
Renacimiento, la mayoría de las escuelas se encontraban en los monasterios de la iglesia. Los chicos
aprendían memorizando y cantando, para ello utilizaban cientos de piezas para ser cantadas por
ejemplo en los servicios de la Iglesia desde los 9 años de edad. También se les enseñaban los
conceptos básicos de lectura, escritura, aritmética. Dado que había pocos libros de texto, se sabe que a
los estudiantes se les proporcionaban placas de pizarra. La mayoría de las asignaturas se enseñan oral
y memorísticamente. Después los niños se convertían en aprendices, para luego ser hombres de
negocios en la ciudad, o seguir estudiando para ser maestros o monjes. A las hijas de la aristocracia se
enseñaba en el hogar, a menudo por los expertos más reputados. Las hijas de comerciantes a veces
eran enviadas a los conventos para su educación. A las niñas de familias pobres sólo se les enseñaba a
hilar, coser, cocinar y administrar un hogar. Las universidades europeas tuvieron influencia intelectual
y religiosa en el Renacimiento y la Reforma. Exhibió una considerable variedad. Su organización hizo
posible que los profesores produjesen investigación original en el derecho, la medicina, la filosofía y
las humanidades.
El norte de las universidades europeas se centró en la enseñanza de las artes a los estudiantes, mientras
que la teología era la facultad de posgrado más importante. La estructura más fuerte lo estableció
Martín Lutero y otros profesores de teología en alemán, neerlandés, suizo, y las universidades de
inglés para crear y dirigir el protestantismo.

San Miguel de Tucumán, 23 de Agosto 2021

39
Hasta el cielo, Dios Padre y el Juicio Final se humanizan y son representados como objetos de expresión artística y de
divulgación popular.
El Juicio Final. Miguel Ángel Buonaroti
http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen: Michelangelo_-_Fresco_of_the_Last_Judgement.jpg

40
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez - Ciclo Lectivo 2021 – Clase 2

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

Realismo Pedagógico y Educación


Autor:
Dr. Willy Saavedra Villacrez
Universidad Nacional de Trujillo - Perú

En el complicado sistema educativo romano y el dogmático de la edad media dominado por la iglesia
cristiana bajo los signos de la escolástica y la inquisición, no hay mención al lado psicológico de la
educación del hombre, ni siquiera posteriormente en la etapa de la pedagogía humanista dada en el
renacimiento italiano al que se incorpora el protestantismo y que como sabemos fue a la búsqueda de
los valores de la antigüedad. Ni las Universidades surgidas en el siglo XII y extendidas rápidamente
por Europa, ni las Órdenes y Compañías Monásticas, ni los modernos Gimnasios alteraron esta
situación.
En los siglos XVI y XVII surge en Europa un movimiento educativo más realista y ajustado a la
esencia del hombre, tanto en lo natural y social como psicológico. Fue una respuesta al verbalismo
infecundo y el privilegio del saber humanista. Este movimiento denominado Realista, se desarrolló en
una gran amplitud en el tiempo (dos siglos) y en un ancho espectro conceptual que conlleva a la
distinción, al menos de tres etapas: realismo humanista o verbal, social y sensorial; pero que en todo
caso, cada una contribuye en determinada medida al enfoque moderno de la educación formulado
sobre bases psicológicas, sociológicas y científicas.
El Realismo Pedagógico es sin dudas la apertura del ideario pedagógico de la Modernidad que sienta
las bases objetivas sobre la que se construye por corrientes o movimientos posteriores el conocimiento
científico pedagógico. Imprimió también, un nuevo sentido a la educación adaptándola a las
posibilidades del individuo y de la sociedad. Abrió las puertas de la educación como una vía realmente
efectiva de formación y transformación del género humano. Para este empeño se propusieron fórmulas
avanzadas que preconizaban el carácter público, general y gratuito de la educación; así como una vía
para reconciliar y aproximar a los pueblos y a las naciones. De esta manera el Realismo Pedagógico

41
pretende superar las utopías del Humanismo en la concepción del hombre y su carácter
antidemocrático y elitista. Es una expresión en el aspecto educativo del renacentismo pero a un nivel
superior en lo filosófico y científico que penetra con un sentido práctico la modernidad con una nueva
dimensión. El Realismo Humanista o Verbal es la etapa primaria del Realismo Pedagógico y tiene
como representante principal al escritor francés Francisco Rabelais (1483-1553) quien en su obra
“Vida de Gargantúa y Pantagruel” quizás sin proponérselo, elabora una verdadera teoría pedagógica
de inestimable influencia en las ideas de Montaigne, Locke, Rousseau y otros insignes pedagogos de
la etapa. La esencia del Realismo Humanista o Verbal está en considerar a
“las lenguas clásicas y la literatura como únicos medios de educación, pero se les selecciona y enseña
teniendo a la vista las necesidades presentes de la sociedad. El objetivo perseguido por ellos era conseguir
un conocimiento de los motivos humanos, de la vida humana en las instituciones, de la vida en contacto con
la naturaleza, por el estudio de los griegos y romanos, que supieron apreciarla mejor que sus propios
contemporáneos o por cualquier otra generación. Los realistas humanistas entendieron que para poder
dominar el medio ambiente de la vida, ya sea natural o social, era necesario un conocimiento más amplio de
la vida de los antiguos”. (3)

Sostienen además, que la educación debe propiciar la libertad de pensar y actuar de acuerdo al
conocimiento que se tenga de la realidad, en lugar de someterse a la autoridad de los eruditos,
clasicistas o de la Iglesia. Consideran el papel del maestro o tutor, que debe impartir la educación en
cualquier hora del día con el fin de propiciar el ulterior desenvolvimiento del hombre tanto en lo
físico, en lo moral como en lo intelectual, ya que la educación es más amplia e integral que la
instrucción. Como método propugnan alternar el juego y el estudio, el uso del espíritu y del cuerpo y
aprovechar todas las posibilidades formativas que da una participación en todas las esferas de la vida.
Quizás nada mejor para comprender la magnitud de esta tendencia del ideario pedagógico universal
que el siguiente fragmento de una carta del gigante Gargantúa a su hijo Pantagruel donde en la práctica
ofrece un verdadero plan o concepción de la enseñanza:
“Pretendo, y así debes hacerlo, que aprendas las lenguas a perfección. En primer término, el griego, como
Quintiliano ordena; en segundo el latín, y a continuación el hebreo, para mejor comprender las Sagradas
Escrituras. Y después, el caldeo y el árabe de igual modo. Que te formes un estilo en griego a imitación del de
Platón y al estilo latino con arreglo al de Cicerón. Que no haya historia que tú no tengas viva en la memoria, y
para esto, los libros de cosmografía serán muy apropiados. En cuanto a las Artes Liberales: aritmética,
geometría y música, ya te dí los primeros rudimentos cuando eras aún pequeño, no mayor de los 5 años;
sigue con ellas adelante y aprende lo demás, si puedes. Sobre astronomía aprende todas las reglas; pero deja
de lado, sin embargo, la astrología adivinatoria y judicial y el arte de Lulio, pues no se trata de otra cosa que
de engaños y vanidades. En cuanto a las leyes civiles, debes saber los textos de memoria, y luego
compararlos con la filosofía. Y en lo concerniente al conocimiento de las obras de la naturaleza quiero que
estudies exactamente; de tal modo que no haya mar, río o fuente del cual no conozcas los peces; todas las
aves del aire; todas las diversas especies de arbustos y árboles bien de bosque o de jardín; toda clase de
hierbas y flores que crecen sobre el suelo, todos los metales ocultos en la entraña de la tierra; juntamente
con todas las piedras preciosas que pueden verse en el Oriente y en las regiones del Sur del mundo. Que
ninguna de estas cosas se te oculte. Pon todo el esmero en escudriñar los libros de los grandes médicos
árabes y latinos, sin despreciar los talmudistas y cabalistas; y mediante frecuentes anatomías obtén un
perfecto conocimiento del microcosmos que es el hombre. Abreviando: quisiera ver en tí un abismo y un
pozo sin fin de conocimientos…”. (4)

Con esta obra de Rabelais se da apertura a una forma típica en lo metodológico para intentar plasmar
el conocimiento pedagógico y es lo que pudiéramos denominar por el consejo pedagógico o por la
orientación educativa, entendidos como un conjunto de recomendaciones, preceptos o indicaciones.
Con este corte se han elaborado importantes obras clásicas de la pedagogía como es el “Emilio” de
Rousseau y “Charlas con los padres” de William James, por sólo citar dos. Por supuesto que, la
concepción y realización de la orientación educativa se ha convertido en una compleja tecnología
psicopedagógica basada en el diagnóstico y en una verdadera especialidad en el campo de la educación
ejercida por un profesional preparado al efecto.

42
Con el realismo humanista se ve al hombre en su dimensión como ser concreto, natural y social, que
tiene que aprender a vivir su propia vida superando de esta forma el abstraccionismo del humanismo
renacentista y aunque no se planteó el aspecto psicológico, al reconocer la individualidad del hombre y
a la educación como un fenómeno que va más allá del estudio y el conocimiento, sino como desarrollo
físico, moral y social; va desbrozando el camino hacia la consideración de la vida psíquica como
problema de la educación y muy particularmente de la actividad psíquica que permite al hombre
acceder al conocimiento y al desarrollo de su personalidad.
Un paso más avanzado en esta dirección lo constituye el Realismo Social que subordina los
conocimientos literarios y clásicos a lo que el sujeto por contacto directo con la sociedad puede
aprender; por lo que en su programa se incluye el viajar como forma de obtener conocimientos
prácticos y una amplia cultura, y el contacto con las personas como vía de encuentro del hombre
consigo mismo, lográndose de esta manera “la formación de su carácter y su juicio”. Concibe, por
tanto, la educación como una preparación para una carrera práctica, próspera y feliz, formando el
“hombre de mundo” e intentando superar la rutina habitual de la escuela y el estatismo de los estudios
humanistas. El representante principal del realismo social es el francés Miguel Eyquem de Montaigne
(1533-1592), quien en algunos capítulos de sus “Ensayos” nos ofrece importantes nociones acerca de
la educación de la infancia. Asimiló y aplicó renovadoramente algunas concepciones socráticas de
quien dijo que había “bajado la filosofía del cielo a la tierra” para convertirla en un “sistema de
conducta”. De esta manera sus ideas pedagógicas adquieren un carácter práctico, dinámico y anti-
academicista. En este sentido nos dice:

“Que el niño aprenda por qué medios llegará a ser mejor y más sabio, y luego se le enseñará lo que es la
Lógica, Física, Geometría y Retórica. Hay en estas ciencias muchas cuestiones que es inútil profundizar, pues
la mayor parte de ellas son desusadas, y vale más siguiendo el consejo de Sócrates, limitar nuestros estudios
a aquellas cosas que traen alguna utilidad”. (5)

Enfatizó también el carácter social de la educación al estimar que


“lo mejor de la vida se adquiría en el contacto directo con los hombres, por lo que educaría siempre para la
vida de la sociedad”. (6)

Finalmente, podemos afirmar que Montaigne fue un precursor de la “educación activa” y de la


“formación integral” del hombre al afirmar en sus “Ensayos”:
“No quiero que el maestro sea el único que investigue y hable, sino que debe escuchar a su discípulo y dejarle
hablar a su vez”. (7)
“Los juegos y los mismos ejercicios corporales constituirán una buena parte del estudio; la carrera, la lucha,
la música, la danza, la caza, el manejo del caballo y de las armas. Yo quiero que el decoro, el don de gente y el
respeto todo de las personas sean modelados al propio tiempo que el alma. No es un alma, no es tampoco un
cuerpo lo que el maestro debe tratar de formar, es un hombre; no hay que elaborar dos organismos
separados”. (8)

Por todo ello, podemos concluir que con el realismo social el proceso de formación del hombre es
ubicado como un fenómeno social que se concibe en la modelación de su carácter y su juicio, que
constituyen de hecho entidades psicológicas. Sin embargo, no es sino hasta finales del siglo XVII con
el surgimiento del Realismo Sensorial que aparecen implicadas categorías netamente psicológicas en
el proceso de educación del individuo.
Con el surgimiento del realismo sensorial en el siglo XVII se cierra el ciclo de la comprensión
humanista abstracta y metafísica del hombre y se da apertura para el estudio científico de la naturaleza
humana en el proceso de aprehensión de la realidad, por lo que es un nudo medular en el tránsito de la
Pedagogía Humanista renacentista hacia una Pedagogía con pretensiones de ciencia. El realismo
sensorial postula que el conocimiento se adquiere por la percepción de los objetos, hechos y
fenómenos del mundo, más que por la pura acción de la memoria o la abstracción metafísica, lo que
significó un violento golpe al escolasticismo. Sustituyó el contenido lingüístico y literario clásico de la

43
educación realista humanista y social por el de las ciencias naturales y de sistematización de la vida
cotidiana, introduciendo la enseñanza de la lengua materna como expresión del desarrollo natural del
niño. Sostuvo que la educación es un proceso natural por lo que sus leyes deben encontrarse en la
propia naturaleza.
Sus concepciones se fundamentaron en importantes reflexiones filosóficas y de carácter psicológico
del acto de conocer, lo que condujo a plantearse por primera vez el problema del método en la
Pedagogía. Estos fundamentos fueron aportados por el inglés Francis Bacon (1561-1629) quien no
sólo sentó las bases filosóficas y científicas en que se asentó el realismo sensorial, sino que elaboró
desde el punto de vista pedagógico una teoría de la enseñanza.
En su obra Novum Organum (1620), Bacon ofrece nueva concepción de la ciencia y bases de la
inducción científica, superando la lógica silogística aristotélica que por milenio y medio había primado
en los esfuerzos de razonamiento científico de la humanidad. Podemos considerarlo fundador del
materialismo y de la ciencia experimental moderna, ya que concibió a la “nueva ciencia” como la
“reelaboración racional de los hechos de la experiencia”.
Fundó esta “nueva ciencia” en una sistematización del “método inductivo” basado en “la
experimentación” y no en la simple experiencia, proponiendo una serie de leyes lógicas de la
construcción del conocimiento que tuvieron una aplicación directa a la Pedagogía y develaron la faceta
psicológica del proceso de aprendizaje, todo lo cual fue magistralmente sintetizado en la obra de Juan
Amos Comenio, el más destacado autor de la etapa del realismo sensorial, e influyó sustancialmente
en otros grandes pedagogos del siglo XVIII y del XIX, como Voltaire, Rousseau, Herbart, Froebel,
incluso en filósofos como John Locke y en la propia pedagogía positivista.
El método inductivo experimental baconiano construye la teoría yendo de lo conocido a lo
desconocido, de lo fácil a lo difícil, de lo particular a lo universal; pero cuidando que las
generalizaciones se obtengan del material fáctico dado por el experimento, limpio de concepciones
preconcebidas por el conocimiento científico anterior que denominó “ídolos”, ya que constituye un
error darlo por sentado definitivamente (“dogmatismo”), como lo puede ser también el sólo recoger los
hechos sin penetrar en su significado (“empirismo”). Esto conduce a comprender que la actitud
científica de Bacon radica en la búsqueda de las causas de los fenómenos en la naturaleza, lo que
concreta en el Novum Organun por medio del siguiente planteamiento:
“Así, los esfuerzos del hombre, ciencia y poder, deben unirse porque la ignorancia de las causas es lo que
hace generalmente la experiencia infructuosa. Esta ignorancia proviene de que no consideramos las cosas
mismas, sino solamente su imagen, habituados desde la juventud a colocar las palabras en lugar de las cosas,
y al emplearlas para ser comprendidas por cada uno las tomamos involuntariamente por ellas: tomamos el
signo de la cosa por ésta. Y sin embargo, las palabras anuncian simplemente. Sólo la observación y la
experimentación conducen al verdadero conocimiento”. (9)

La pedagogía encontró en Bacon una nueva plataforma para construir su ideario, ahora basado en un
plan práctico y útil, fundamentado en los conocimientos aportados por las ciencias y los métodos para
su construcción, todo lo que debe buscarse en la naturaleza y en la actividad senso-perceptual del
hombre. La significación pedagógica de este autor es sintetizada en la década del 50 por el pedagogo
cubano Emilio Plana Ruiz de la siguiente manera:
“Podemos afirmar que Bacon con sus destellos de luz, abrió caminos para el pensamiento científico, hasta
entonces desconocidos, por lo que la educación no tardó en experimentar las influencias de su nueva
doctrina, merced a la cual el trabajo abstracto del espíritu, la comparación estéril de las proposiciones y de
las palabras, el arte de la dialéctica y del razonamiento silogístico, desaparecieron para dar paso al estudio
concreto de la realidad, a la observación directa y fecunda de la naturaleza, a través de una interpretación
lenta y paciente de los hechos por medio de la inducción. En una palabra, que sus ideas constituyen el
preludio de toda una renovación pedagógica moderna y científica demostrando que el silogismo a manera de
un molino sin trigo daba siempre poca harina”. (10)

En el diapasón de pedagogos que asumieron una posición realista podemos situar como predecesores,
particularmente de la etapa sensorial pero sin perder su matiz humanista a los españoles Juan Luis

44
Vives (1492-1540), Juan Huarte de San Juan (1526-1589) y Pedro Simón Abril (1530-1595). Vives
fue el primer pedagogo sistemático de los tiempos modernos, ya que fue el primero en escribir un
tratado completo acerca de la enseñanza, “Tratado de la enseñanza”, y esbozó algunas de las bases
psicológicas de la educación en su obra “Tratado del Alma”, en la que dedica un capítulo al
aprendizaje donde da las primicias realmente de una teoría avanzada al señalar el papel de la práctica
en el mismo como fórmula claramente en la siguiente cita:
“Contribuyen asimismo a esa rapidez y cacumen mental la meditación y la práctica de cualquier disciplina,
mediante las cuales aquella se acrecienta, pues no tanto se sabe lo que recibimos por una callada
contemplación como lo que se nos transmite por el ejercicio y el uso. Esto pasa en las maneras de los actos y
obras externas, en la virtud, en la música, en la elocuencia, en el arte fabril, en el arte pictórico y en todo lo
demás de este género. Y es tanto más grande el provecho cuanto más tenaz es la perseverancia en la obra sin
pesadumbre ni enojo del espíritu. Hay que insistir y persistir en este empeño y lo que por este camino no dio
rendimiento hay que intentarlo por otro. Es preciso luchar con la obra, no desabrirse con ella”. (11)

Estos trabajos conjuntamente con su “Introducción a la sabiduría” y “Ejercicios de lengua latina”


constituyen un rico arsenal del que se nutren las importantes realizaciones de la pedagogía moderna y
contemporánea. Particularmente influenció en Bacon, Ratke y Comenio; en este último se puede
apreciar en los contenidos y similitud entre la Didáctica Magna y el Tratado de la Enseñanza. La obra
pedagógica teórica de Vives asentada en su extensa experiencia como preceptor y maestro constituyó
un puente entre el Humanismo y el Realismo Pedagógico europeo y una síntesis renovadora de las
concepciones aristotélicas y del tomismo, pero que además tuvo la facultad por ser español, la
coincidencia histórica de nacer el mismo año del encuentro entre el mundo europeo y el americano y
su posición privilegiada en la corte española e inglesa, de ser el primer pedagogo europeo que se
introduce en América, particularmente su libro para la enseñanza del latín y en 1554 se publica en
México sus Diálogos, por lo que J. Estellrich lo ha calificado como “el padre de la latinidad del
Nuevo Mundo” (12) y Víctor García Hoz como el
“Pedagogo de Occidente al que con sus obras doctrinales de pedagogía enseñó a los maestros de Europa y de
América y que, con sus libros didácticos, descubrió para la juventud los tesoros de la cultura clásica y
cristiana”. (13)

El realismo sensorial también tuvo su expresión en la pedagogía alemana de la época. Particularmente


importante son las concepciones de Wolfgang Ratke (1571-1635) quien en su obra “Memoria” elabora
una teoría educativa inductiva y por experiencia del aprendizaje “según el orden y curso establecido
por la misma naturaleza” que contempla al alumno como parte de ésta y por tanto sometido a leyes
psicológicas que deben conocerse para su mejor conducción. Resalta la importancia de la enseñanza de
y en la lengua materna y emprende una lucha contra la escolástica al afirmar que la memoria sólo debe
retener aquellas cosas que han sido comprendidas por la inteligencia. Ratke fue iniciador de la mejor
tradición científico- pedagógica alemana y su asentamiento sobre bases psicológicas.
Por último, es necesario presentar, aunque de manera muy breve, a la figura más sobresaliente del
realismo sensorial y quien sentó sin dudas los fundamentos de la pedagogía científica y el papel de lo
psicológico para la misma, nos referimos al checo Juan Amos Comenio (1582-1670). Su vida azarosa
y su alistamiento religioso en la comunidad de Hermanos Moravos que le llevó a la persecución y
peregrinación por Europa, lejos de dogmatizar su pensamiento, le abrieron una original y superior
noción para la comprensión del hombre, su relación con la Naturaleza y con Dios, basada en la
incorporación de las concepciones filosóficas elaboradas por Bacon y la incipiente teoría de la
enseñanza concebida por Vives. Ello le permitió construir un enfoque Realista Pedagógico Sensorial
de una nueva y amplia magnitud que le sitúan junto a Rousseau como el precursor más distinguido de
la Pedagogía Científica. Su “Didáctica Magna” junto al “Emilio” de Rousseau y “Pensamientos” de
Locke constituyen los clásicos más universales de la Pedagogía Moderna y la puerta de entrada hacia
la Contemporánea. Las ideas renovadoras de la Pedagogía que contiene la Didáctica Magna la expresa
Comenio desde el facsímil y exergo de su primera edición acaecida en la segunda década del siglo
XVII.

45
Notas:
(1) Yaroschevky, M. G., Historia de la Psicología, Pueblo y Educación, La Habana, 1985, p. 7

(2) Hernández Ruiz, S. y Tirado Benedí, D., La Ciencia de la Educación, Atlante, México, 1949, p. 1

(3) Plana Ruiz, E., Historia General de la Pedagogía. Tomo II. Universidad Central de Las Villas, p. 16

(4) Idem. Pp. 19-20

(5) Idem. p. 23

(6) Idem. p. 24

(7) Idem. p. 23

(8) Idem. p. 25

(9) Idem. p. 27

(10) Idem. p. 30

(10) Vives, J. L., De Anima et Vita. Cap. II, en Chateau, J., Los Grandes Pedagogos, FCE, México, 1959, p. 47.

(12) Estellrich, J., La Misión de España en México, sobre las Huellas de Vives, Plen, París, 194, p. 15.

(13) García Hoz, V., “Juan Luis Vives, Pedagogo de Occidente”, en Los Grandes Pedagogos, FCE México, 1959,

(14) Comenio, J. A., Didáctica Magna, Editorial Reus, Madrid, 1922 (Portada)

(15) Idem. (Contraportada)

Clara expresión de Realismo Pedagógico: el maestro enseña al niño el mundo que lo rodea

46
Universidad Nacional de Tucumán - Facultad de Filosofía y Letras
Profesorado y Licenciatura en Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia General de la Educación y la Pedagogía
Docente a Cargo: Dr. Daniel Enrique Yépez - Ciclo Lectivo 2021 – Clase 2

Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de las/os Alumnas/os

La Escuela Como Proyecto Cultural de la Modernidad


Antecedentes Históricos de la Escuela
Autor: Dr. Daniel Enrique Yépez
Profesor Asociado a Cargo de la Cátedra

La niñez como potencial Sujeto de la Educación en la Modernidad y sus dos caras: la riqueza y la pobreza

Niños pobres comiendo fruta. Durero Las Meninas de la Realeza Española. Velázquez

Introducción
La noción de escuela, del latín schola, en realidad es muy antigua.1 Ya en los textos latinos, de
Cicerón, aparece como el tiempo de descanso que se destina al estudio o bien a alguna otra ocupación
literaria y artística; en el siglo VIII Alcuino de York la refiere al espacio relativamente libre que
integra a un grupo de intelectuales con fines de enseñanza o bien de realización de otras tareas
culturales vinculadas con el artesanado; ya en el siglo XIII la encontramos definida por Alfonso X,
como:
"ayuntamiento de maestros et de escolares que es fecho en algunt logar con voluntad et con
entendimiento de aprender los saberes".2

Sin embargo, a pesar de las sucesivas transformaciones de esta noción, en ella persisten sus
componentes ineludibles: personas reunidas en un lugar determinado que se vinculan entre sí mediante
un determinado saber.
Habituados como estamos a pensar la escuela primaria en los términos en que hoy la conocemos, es
decir, en un espacio específico, con una distribución de tiempo apropiado, con grupos de alumnos de

1 Vid., Lafforgue, E., La Escuela Popular. Su Evolución y Proyección, EUDEBA, 207, Buenos Aires, 1980

2 Vid., Aguirre Lora, M. E., “Una Invención del Siglo XIX. La Escuela Primaria (1780-1890)”, mimeo, versión digital, Centro
de Estudios sobre la Universidad, UNAM, México, 2001, p. 2.

47
edades similares, con uno o más docentes preparados para ejercer esa actividad, con planes y
programas de estudio cíclicos, se suele olvidar que esta institución no ha existido como tal desde
siempre y que fueron las sociedades euro-céntricas en el transcurso de los siglos XVI y XVII las que
progresivamente construyeron su identidad pedagógica.
La escuela elemental,3 es una de las instituciones más apreciadas por las sociedades occidentales en la
que convergen tanto la modernidad como su consecuente socio-histórico y cultural, denominado
Ilustración o Iluminismo. La modernidad se caracterizó por el amplio despliegue de un nuevo orden
social, emergente de las rupturas con la medievalidad, enmarcado por el cisma protestante, el
mercantilismo y el humanismo renacentista. Por su parte, el Iluminismo cifró en la Razón el
mejoramiento de la vida de los seres humanos, regulada por las instituciones del Estado Moderno.
Las sociedades europeas en general, y la sociedad latinoamericana en particular colonizada e influida
por ambos procesos históricos, se desplazaron en un tránsito dificultoso y contradictorio desde la
cosmovisión teo-céntrica -admitiéndola, en el caso de Indo-América, de manera desigual y tardía-
hacia la concepción antropocéntrica y secularizada. Transición con implicaciones diversas, conflictos
subyacentes y complejas derivaciones en la trama de la vida social, económica, cultural y educativa
del mundo central y periférico. En este contexto, la escuela primaria deviene del resultado de las
formas particulares de racionalidad y regulación social, de sistemas específicos de ideas que se
empezaron a perfilarse en Europa desde el temprano siglo XVI y luego de un tránsito de trescientos
años se definieron con mayor nitidez al finalizar el XIX.4
Ciertamente los siglos de las Reformas Religiosas que emprendiera Europa, bajo el signo de la
disidencia respecto a la Iglesia instituida y de la contrarreforma católica, quedaron atrás, pero no su
intención de fondo: operar una restauración en la vida de los hombres y de las sociedades, en sus
instituciones y en sus saberes. En este marco a la educación se le asignó un carácter redentor, tanto
para los reformadores religiosos en la medida que redimía a los seres humanos de sus males y del
deterioro en el que habían caído, como, para la Ilustración decimonónica, con otro discurso y desde
otras consignas. En este sentido, los iluministas compartieron el anhelo de los reformadores: la
transformación de la vida social y la construcción de un orden diferente a partir de la formación de
hombres nuevos. Desde esta perspectiva social e ideológica la escuela moderna nació encarnando las
utopías sociales, económicas y culturales de una Europa en crisis y revuelta, proyectando su futuro en
la imagen que poco a poco dibujará el Estado Moderno que, revolución francesa mediante, se
concretará en la República con el fin de preservar -a través de los preceptos liberales-, la justicia y la
igualdad de oportunidades entre los individuos.
Para que diera este gran paso, la medida necesaria fue promover la instrucción de los sujetos sociales,
transformándolos en ciudadanos conscientes de sus obligaciones y conocedores de sus derechos,
sustento de toda forma de igualdad y libertad; trabajadores, leales y comprometidos con el proceso de
modernización que requería la nueva sociedad. La construcción de un orden diferente en lo político, lo
económico y lo social sólo fue posible a partir de la formación de otra mentalidad, de la
transformación moral de esa masa ignorante y pobre; del desarrollo de un vasto programa civilizador
cuya bandera esencial fue proporcionar los rudimentos de la lectura, de la moral cívica y secularizada
a todo el pueblo. Filósofos, legisladores, maestros de escuela, se convocaron a la tarea de pensar la
formación del ciudadano virtuoso, de regularla, de plantear métodos, programas y contenidos, así
como las alternativas más concretas para renovar las prácticas escolares.

Crisis y Rupturas. Antecedentes Históricos de la Escuela


La Escuela como espacio social de disciplinamiento cognitivo y actitudinal de la segunda infancia
podría considerársela como una de las síntesis emergentes de un proceso histórico que brevemente
intentaré reseñar a lo largo de este trabajo. Para comprender porque nace como institución educativa

3 Vid., Palacios, J., La Cuestión Escolar. Críticas y Alternativas, Fontamara, México, 1996.

4 Consultar a Abbagnano, N. y Visalberghi, A., Historia de la Pedagogía, FCE, México, 1989

48
emblemática de la modernidad, como espacio cerrado y “maquinaria escolar”,5 donde se procesan y
circulan los saberes formales y socialmente necesarios para la niñez, es necesario echar una mirada
retrospectiva, amplia y crítica de los siglos XVI y XVII europeos, escenario turbulento de profundos
cambios en la vida material y espiritual de estas sociedades.
En primer lugar, en la prolongada transición entre el feudalismo y el capitalismo, extendida según
Hobsbawm,6 a lo largo de ochocientos años (desde los siglos X al XVIII), las transformaciones
infraestructurales se iniciaron a partir de la segunda mitad del siglo XV y el último tercio del siglo
XVIII, marcando el nacimiento de una nueva época histórica en el orbe. Es el lento tránsito del
estrecho regionalismo de los señoríos y las ciudades libres a la consolidación de las naciones
modernas. Por comarcas y feudos del viejo continente se impuso la idea de construir un poder absoluto
y centralizado en provecho de la monarquía, mientras de modo concomitante se perfilaba un nuevo
tipo humano, arquetipo de la nueva economía: el burgués capitalista. Desde fines de la alta edad
media, los grandes mercaderes comenzaron a escalar posiciones en la vida social, política y cultural,
cultivando poder e influencia hacia los gobernantes.7
En las ciudades del norte de la península itálica y en los territorios de las Galias, desde el siglo XIII en
adelante, el desarrollo de la industria pañera, de las operaciones financieras y el comercio a gran
escala entre las ciudades portuarias del mar mediterráneo y el interior del continente, provocaron la
lenta pero segura desintegración del orden feudal. La nueva mentalidad, el afán de lucro y la atracción
hacia los aspectos materiales de la vida terrenal, rompieron con la decadente concepción celestial de la
existencia, dando paso a la creciente secularización de las costumbres sociales. En esta atmósfera
donde el “dinero es el Dios de la tierra”, como escribía el poeta Hans Sachs, nació el humanismo
renacentista de los siglos XV y XVI.8 No por nada, Maquiavelo (1469-1527) exaltaba el paganismo
de la antigüedad como glorificación de la vida terrenal, oponiéndolo al discurso confesional ligado al
desprecio de la riqueza y los placeres mundanos. Asimismo, los mercaderes y sus ideólogos tomaron
de ésta la creencia en la Razón como norma de vida, adoptando una filosofía pragmática, cada vez más
alejada de la escolástica, imprescindible para justificar su pasión por la riqueza, la usura y la ganancia.
Un mismo impulso hacia los tiempos modernos movía a la lucha a sabios y burgueses, pensadores y
comerciantes. La unidad de ese impulso -suma de conocimiento e intereses económicos- gestó la
hazaña de los grandes inventos y los descubrimientos geográficos.
En consecuencia, el Siglo XVI representó el fin y el comienzo de una nueva época histórica. Fin de
aproximadamente un milenio de medievalidad,9 en tanto la cultura mercantil progresivamente se fue
instalando en el mundo occidental a través del monopolio del comercio que ejercieron en el
Mediterráneo las ciudades italianas. Comienzo de la Modernidad cuyas características se resumen a
continuación. El intercambio de las ciudades meridionales con los centros urbanos de la Europa
septentrional; la introducción de moneda de circulación general; el deseo que obtener productos del
lejano oriente estimulado por el relato de viajeros que, ante el cierre del Mediterráneo por la invasión
turca, condujo a la exploración de rutas de navegación alternativas y al descubrimiento de América; la
acumulación primaria de capital excedente del comercio, la navegación y la extracción minera; la
demanda de materiales bélicos, la formación de ejércitos monárquicos y el impulso dado por los
nuevas dinastías reales con el fin de crear otra fuente de impuestos. En suma y como denominador
común, dos fueron los factores que operaron como esencia de este nuevo sistema económico: la

5 Vid., Varela, J. y Alvarez Uría, F., La Arqueología de la Escuela, La Piqueta, Madrid, 1991

6 Vid., Hobsbawm, E., La Transición del Feudalismo al Capitalismo, Crítica, Barcelona, 1983

7 Vid., Pérez Gambini, C., La Cultura Medieval, en Cuadernos de Estudio, Nº 16, Kapelusz, Buenos Aires, 1972

8 Cfr., Ojeda, P. J., La Economía en la Época Moderna, Cuadernos de Estudios, Nº 20, Kapelusz, Bs As., 1974.

9 Vid., Pinni, I., El fin de la Edad Media, Cuadernos de Estudio, Nº 17, Kapelusz, Buenos Aires, 1972

49
concentración de la propiedad de los medios de producción (la tierra, las máquinas y las fuentes de
energía) en manos de la naciente burguesía, comerciante y financiera y el surgimiento de una clase de
desposeídos, para la cual la venta de su fuerza de trabajo era el único medio de vida.
El Siglo XVI, más exactamente, el período comprendido entre los avances portugueses en Oriente a
fines del Siglo XV y el comienzo de la gran expansión de Inglaterra, Holanda y Francia a comienzos
del XVII, podría decirse que resume el momento en que concluye históricamente la edad media y la
modernidad se afianza de la mano del capitalismo mercantil. Tiempo en que la sociedad europea asiste
a una vasta reorganización extendida a todos los órdenes de la vida. En el plano político comienza la
organización-centralización de los Estados-Nación, como poderoso instrumento de unificación,
aspecto fundamental para los intereses del gran comercio, cuya expansión edificará los grandes
imperios de los tiempos modernos. 10
Continentes enteros se convierten en fabulosos depósitos de metales preciosos, de materias primas y
mercados que demandan productos manufacturados provenientes de las metrópolis, a la par que sus
pueblos eran sistemáticamente diezmados y sometidos a los modos más crueles de servidumbre,
trabajo forzado y esclavitud. Las regiones conquistadas se poblaron de aventureros, presidiarios,
soldados, gentiles-hombres, adelantados, burgueses, colonos y también prostitutas de diverso y
multifacético origen. Esta corriente migratoria que se acentuará en el siglo XVII, traslada al nuevo
mundo las tradiciones culturales europeas que le imprimieron su sello distintivo a la sociedad
colonial.11
En el orden de la vida social y económica, el ascenso de la burguesía y el desarrollo cada vez más
acentuado del capitalismo sobresalen como tendencias bien definidas, en un mundo donde permanecen
redivivos importantes resabios feudales, y donde predomina la actividad agrícola y la mayoría de la
población sigue siendo campesina en estado de vasallaje. Los sectores hegemónicos y en particular los
mercaderes capitalistas viven en la opulencia, nutriéndose de la filosofía de los humanistas,
adquiriendo cada vez mayor influencia en las decisiones políticas. Al mismo tiempo, la gran mayoría
de la población padece los flagelos del hambre y las enfermedades, en una sociedad donde el promedio
de vida apenas alcanza veinticinco años.
En segundo lugar, en la dimensión super-estructural de los desarrollos científicos, se avizora un
momento histórico de profundas conmociones epistemológicas. La vigencia de la explicación
aristotélica-ptolomeica del universo permanece incuestionable, hasta que en 1540 aparece la obra “De
Revolutianibus Orbium Caelestium” (De las Revoluciones de las Órbitas Celestes), escrita por el
científico y sacerdote polaco Nicolás Copérnico (1473-1543), cuya tesis fundamental afirma que el sol
permanecía ubicado como astro principal en el centro del universo y los demás cuerpos celestes,
incluyendo la tierra, giran a su alrededor. La teoría de este notable astrónomo echa por tierra el
dogmático geocentrismo medieval y la sostenida creencia, santificada por el poder eclesial del
Vaticano, de que la tierra es una superficie plana cuyo mundo conocido no se extiende más allá de
Europa y del misterioso oriente, relatado por las inolvidables crónicas del comerciante, explorador y
viajero, Marco Polo.
Ante estos descubrimientos, Copérnico toma precauciones personales, ya que los estudiosos que
exponen ideas que refutan a los griegos y a las sagradas escrituras, no sólo eran vistos con malos ojos,
sino que podía ser enjuiciado como blasfemo o hechicero y terminar trágicamente en la hoguera, como
le sucedió a Giordano Bruno o a Miguel Servet. Su prédica, si bien gana seguidores también le genera
enemigos, como Martín Lutero, por ejemplo, quien lo acusó de negar la Biblia. Sin embargo, el Papa
Clemente VII aprobó sus teorías y aceptó el escrito de Copérnico, que por otra parte, estaba dedicado a
él. El mismo día que su obra salió a la luz (1543) el astrónomo falleció.

10 Vid., Nef, J., La Conquista del Mundo Material, Paidós Historia, Buenos Aires, 1969

11 Vid., Assadourian, C. S., Beato, G. y Chiaramonte, J. C., Argentina. De la Conquista a la Independencia, Paidós,
Buenos Aires, 1987; Todorov, T., La Conquista de América. El Problema del Otro, Siglo XXI, México, 1995 y Stein, S. J. y
Stein, B. H., La Herencia Colonial de América Latina, Siglo XXI, México, 1997

50
Estos aportes, en el plano de las ciencias astronómicas y de la naturaleza, que representaban una
verdadera revolución copernicana, en este campo del conocimiento científico fueron profundizados
por Johannes Kepler (1571-1630), quien trascendió las esferas de su antecesor para desarrollar sus
siete elipses, teoría que le permitía explicar los movimientos aparentes de los cuerpos celestes. A partir
de Kepler se supo que los planetas se movían en trayectorias elípticas, con lo que se superaba y
refutaba -a la vez- las esferas copernicanas y sus trayectorias perfectamente circulares. A pesar de su
excelente trabajo, no pudo conseguir el reconocimiento ni las recompensas que tanto necesitó para
salir de la pobreza, a tal punto que él mismo debió financiar la publicación de sus hallazgos. Nadie en
vida le reconoció su grandeza como investigador.12
Sin embargo, fue otro enorme pensador de la época, Galileo Galilei (1564-1642) el que rescató la
producción de Kepler y la continuó. Nació en Pisa, y si bien en 1581 se inscribió en Medicina,
enseguida lo atrajo el estudio de la matemática y la geometría. A los 17 años comenzó a observar y
medir los fenómenos que años más tarde, siendo aún muy joven le permitirían descubrir el péndulo,
convirtiéndose en un importante instrumento de medición de tiempo, antecedente esencial para
construir el primer cronómetro de occidente. Profesor de Matemática en las Universidades de Pisa y
Padua, Galileo en sus investigaciones trascendió a sus antecesores cuando integró el análisis
matemático y la experimentación a la ciencia del movimiento. Sus creaciones fueron altamente
significativas, incorporando instrumentos de medición tales como la regla, la balanza, el reloj de agua
a su trabajo indagativo y diseñando otros como el péndulo, el termómetro y el telescopio, entre los
más importantes.
Esta profunda transformación espiritual, filosófica y científica contiene el germen que abonará la
conformación de un nuevo sujeto del conocimiento, expresado en la figura de Galileo. El desarrollo de
una forma de conocer que buscaba su validación en la experiencia, utilizando instrumental técnico,
unificando el conocimiento de la naturaleza y aplicando la matemática como lenguaje apropiado para
entenderla, sólo fue posible dentro de una cultura mercantil que condujo a ambas disciplinas (la
matemática y las ciencias naturales) a un punto inevitable de fusión.13
A esta altura del Renacimiento tardío y del Barroco contra-reformista, las condiciones sociales y
culturales estaban maduras para que el “giro copernicano” aconteciera en toda su magnitud. Mutación
en la cual se dejaba de mirar el universo como un conjunto de sustancias con sus propiedades y
poderes, para estudiarlo como un flujo de acontecimientos que sucedía según leyes. La concepción del
mundo, fruto de la nueva manera de observarlo, ya visible en hombres como Galileo o Bacon, no era
tanto metafísica y finalista, como funcional y mecanicista.14 Este interés pragmático mecánico-
causalista, que no se preocupará por preguntar ya por el “por qué” y “para qué” últimos, sino por el
“cómo” más inmediato y práctico de los fenómenos y sus consecuencias, emergió como ya lo
señalamos en la centuria que va desde 1543 hasta 1638, año en que ven la luz los Discorsi de
Galileo.15 En este umbral de la nueva ciencia se cristaliza un nuevo método científico, con nueva
manera de considerar qué requisitos debe cumplir una explicación que pretenda llamarse científica. A
este triunfo de las nuevas ideas no le será ajena una condición previa como la labor de recuperación de
la tradición pitagórico-platónica efectuada por los humanistas. Ellos vierten en el pensamiento
occidental la concepción de que el libro real de la naturaleza estaba escrito en lenguaje matemático.
No había que buscar tanto la sustancia subyacente a los fenómenos, cuanto las leyes matemáticas que
develen la estructura real del mundo físico. Galileo fue el típico representante de la nueva mentalidad

12 Vid., Castañeda Jiménez, J., Métodos de Investigación, Volumen 1, McGraw-Hill, México, 1995.

13 Vid., Samaja, J. Epistemología y Metodología. Elementos para una Teoría de la Investigación Científica, EUDEBA,
Bs. As., 1999

14 Vid., Durand, S. E. y Mombrú, A., Encrucijadas del Pensamiento. Análisis crítico del quehacer científico, Gran
Aldea, Buenos Aires, 2003

15 Cfr. Mardones, J. L., Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales, Anthropos, Barcelona, 1991

51
que cambió las explicaciones físicas cualitativas de Aristóteles por las formulaciones matemáticas de
Arquímedes.16
En tercer lugar, la crisis teocrática del poder unificado y omnipresente de la Iglesia Católica
Apostólica Romana, se constituyó en otro factor de cambio fundamental y reflejo del advenimiento de
la modernidad. A principios del siglo XVI, la sublevación religiosa del agustino Martín Lutero y de los
príncipes alemanes aglutinados en la Dieta de Worms, dividió para siempre la unidad religiosa,
política y territorial de la Cristiandad, que como es sabido se extendía desde la península de Eurasia a
orillas del Atlántico, hasta los dominios del Zar, en los confines de los Urales. La ruptura de Lutero
con Roma, la traducción de la Biblia al alto alemán -llevada a cabo por el agustino al amparo del Gran
Elector de Sajonia- dio origen a una interminable serie de rebeldías de príncipes germanos y de
levantamientos campesinos, bajo banderas religiosas. Tomás Münzer, al frente de su ejército de
desarrapados campesinos fundó el anabaptismo, bajo las premisas de su utopía inspirada en el
cristianismo primitivo, y el monje escandinavo Olaf Peterson, al amparo del fundador del estado
sueco, el rey Gustavo I Vasa, traduce a su idioma la Vulgata y crea una iglesia nacional. Alberto de
Brandemburgo, impulsado por los vientos que Lutero ha generado, ocupa los territorios de la Orden
Teutónica y la disuelve, dando origen a Prusia, que al cabo de trescientos años se convertiría en motor
de la unidad estatal alemana.17
La aparición de estas rupturas con el obispo de Roma, a la que hay que agregar la de Enrique VIII y la
fundación de la iglesia anglicana, no es otra cosa que la expresión de la aparición incipiente de los
estados nacionales y el proceso embrionario del capitalismo primitivo, en su faz mercantil. Eran las
necesidades objetivas de ese proto-capitalismo las que llevaron a la ruptura con el universalismo, tanto
de las antiguas formas imperiales -herederas del Sacro Imperio Romano Germánico, sedicente
continuador del Imperio Romano-, como del carácter universal -católico quiere decir, justamente,
universal- del cristianismo.
La ruptura de este universalismo fue un momento necesario en el desarrollo de las fuerzas productivas,
gestada durante los largos años de la Edad Media y las cíclicas crisis de las corrientes internas de la
Iglesia y sus congregaciones, que comenzaron a hacer eclosión, justamente, con el Renacimiento y la
Reforma. No era tan sólo la concupiscencia y los celos lúbricos de Enrique Plantagenet, la venta de
indulgencias, ni el afán del polémico de Lutero, la causa profunda de su rebelión religiosa y política.
Detrás de ellos se expresaban las fuerzas que requerían la conformación de una unidad lingüística, de
un sistema jurídico en función de un mercado nacional, de una autoridad religiosa propia, es decir, de
un sistema material y espiritual que rompiese la ya arcaica unidad de un Imperio y de una Iglesia
universales.
En Europa del siglo XVI la unidad religiosa del Papado se presentaba como un obstáculo para el
desarrollo de fuerzas económicas y políticas que pugnaban por quebrar el corsé de hierro de un mundo
que ya se tornaba anacrónico. En ese sentido, todas las confesiones surgidas del estallido de la
Reforma se convirtieron en religiones capitalistas o cuyos postulados teológicos y morales propendían
y alentaban los presupuestos super-estructurales para ese desarrollo, mientras que la Iglesia de Roma,
en términos generales, quedaba fijada a la visión arcádica de una supuesta armonía medieval, con su
ordenamiento estamental, sus preceptos anti-usurarios, su teoría del precio justo y la subordinación de
la Ciudad Terrestre a la Ciudad Celeste.
El sistema exegético del protestantismo, su revalorización del Antiguo Testamento, y su moral fueron
-como se ha encargado de demostrarlo el tantas veces citado Max Weber-18 el abono intelectual y

16 Vid., Babini, J., El Saber en la Historia, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1971

17 Cfr., Goetz, W., et al, La Época de la Revolución Religiosa. La Reforma y la Contrarreforma (1500-1600), Historia
Universal, Tomo V, versión española dirigida por Manuel García Morente, Espasa Calpe, Madrid, 1932

18 Vid., Weber, M., La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, SARPE, Madrid, 1984.

52
espiritual sobre el cual se desplegaron las fuerzas del capital, del lucro privado, de la libertad de
comercio y la libertad de venta de la mano de obra.
En este sentido, la educación reformada protestante encontró en las ideas pedagógicas de Lutero19 su
síntesis discursiva. Es que el protestantismo al otorgarle al hombre la responsabilidad de su fe y al
depositar la fuente de esa fe en las Sagradas Escrituras contraía al mismo tiempo la obligación de
colocar a todos los fieles en condiciones de salvar su alma, mediante la lectura de la Biblia, por un
lado, permitiéndoles a partir de su interpretación el desarrollo de un ética individual despojada de las
ataduras dogmáticas de la Iglesia tradicional, por otro. La instrucción elemental resultaba así el primer
deber de caridad, por lo tanto aconsejaba el envío de los niños a la escuela. Fiel intérprete de la
burguesía en ascenso, mucho más de lo que él mismo pensaba, Lutero comprendió la estrecha relación
que existía entre la difusión de las escuelas, la alfabetización de la población y la prosperidad de los
negocios.

En esta antigua litografía comeniana, aparece el Aula como espacio escolar destinado al aprendizaje

En cuarto lugar, los antecedentes históricos y culturales de la Escuela moderna también tenemos que
buscarlos en las transformaciones acontecidas en el campo de las llamadas ciencias del espíritu o
humanas. En este sentido fueron inocultables las preocupaciones filosóficas, pedagógicas y sociales
que en distintas regiones del viejo continente comenzaron a expresarse durante el siglo XVI. No sólo
existía el afán de conocer el universo físico o natural, sino de develar el misterio que encerraba la
condición humana de los sujetos sociales y sus expresiones éticas y estéticas. El antropocentrismo,
fundado en el emergente humanismo renacentista, dio curso al nacimiento de un vasto movimiento
que abarcó las letras, el arte, la arquitectura, la pintura, la escultura, el derecho, la política, economía,
filosofía, educación, etc. Por reacción contra el feudalismo teocrático, la antigüedad volvió a cobrar
vigencia. Helenizar era por entonces una manera de oponerse a la Iglesia y a la nobleza. Si para el
feudalismo la virtud dominante fue la sumisión, para los humanistas -expresión intelectual de la
burguesía mercantil, la individualidad triunfante comenzó a ser la afirmación gozosa de su propia
personalidad. Helenizar era también recuperar los ideales greco-romanos de una cultura laica, alejada
por igual del dogmatismo eclesiástico, del ascetismo monacal y del pesimismo imborrable del pecado
original

19 Vid., Di Mare, A., Una Crónica de la Cristiandad. De Lutero (1517) a la Paz de Augsburgo (1555), publicado en Revista
Acta Académica, Universidad Autónoma de Centro América, Nº 14, San José, Costa Rica, 1994

53
En función de lo precedente, interesa destacar en el transcurso del Siglo XVI las actividades que en el
área de la lectura y la alfabetización se desarrollaron en el reino de Portugal. En la investigación
realizada por Ana Martínez Pereira, de la Universidad de Porto,20 sobre Joao Barros y Manoel
Baratta, el primero un prestigioso pedagogo lusitano de la primera mitad del siglo XVI, que en esos
tiempos enseñó al príncipe Don Juan, hijo del Rey Juan III, amparado por la Casa de los Bragança, y
el segundo, autor de un interesantísimo libro de lectura con tres ediciones en 1572, 1590 y 1592
respectivamente.
Del primero puede decirse mostró interés hacia la pedagogía y también hacia la didáctica de las
primeras letras. Formó parte, junto a notables humanistas como Erasmo y Vives, quienes se
interesaron en sus obras por la formación, moral e intelectual de la infancia, de una generación
inconfundible de educadores de esta época. Las escuelas de primeras letras, formadas al amparo de las
parroquias y, más tarde, a expensas del municipio, constituyeron el primer lugar de encuentro entre los
niños y las letras, bajo su atenta mirada.
Estas escuelas pre-modernas ya mostraban el currículum que será básico en las posteriores al que
luego se irá añadiendo algo de gramática, aritmética y buenas costumbres. El primer material del que
disponía el niño para adquirir estas destrezas era la cartilla. Su contenido básico: el alfabeto, un
silabario más o menos extenso, y los textos de la Doctrina Cristiana.21 En ocasiones, este contenido se
ampliaba con algún diálogo entre maestro y alumno, en el que se repasaba el catecismo o se trataban
temas relacionados con las buenas costumbres y se desarrollaban breves nociones de escritura. Pero
sin duda, su obra más original y de mayor valor pedagógico fue la Cartinha, editada en 1539.
Separada en cuatro textos, conformaban un ambicioso proyecto pedagógico de Barros en el que, sin
salirse de las enseñanzas propias de la edad infantil, ofrecía contenidos de mayor profundidad,
dignificando con ello al niño y valorizando la labor del maestro. Esta Cartinha contenía dos alfabetos,
uno de ellos ilustrado, una rueda silábica precediendo a un extenso silabario, con los textos de la
doctrina en latín y romance. Por su alfabeto ilustrado se le ha considerado precursor de Jan Amos
Comenio, pero el Orbis Sensualium Pictus (1658) de este último, especie de enciclopedia infantil
ilustrada, es muy diferente en conceptos y objetivos a la cartilla de Barros.
Del segundo, Manoel Baratta, queda el testimonio de su obra a través de su libro El Arte de Escrever.
La obra que pensó Barata y que publicó en 1572 era un manual de escritura como los que ya se habían
publicado en España e Italia. Por su formato era similar a los modelos de la Europa mediterránea y
para detallar las particularidades del texto, la autora del trabajo señala:
“Aunque tenemos razones para creer en la existencia de una primera edición de 1572, en esta ocasión
vamos a hablar de la de 1590, cuyo título completo es: EXEMPLARES | DE DIVERSAS SORTES DE LETRAS,
| TIRADOS DA POLYGRAPHIA DE MANVEL BARATTA | ESCRIPTOR PORTVGVES, ACRECENTADOS PELLO
MESMO | AVTOR, PERA COMVM PROVEITO DE TODOS. | Dirigidos ao Excellentissimo Dom Theodosio
Duque de Bragança, & de Barcellos, &c. | Condestable dos Reynos de Portugal. | Acostados a elles hum
tratado de Arismetica, & outro de Ortographia Portuguesa. | [escudo de la casa de Bragança] |Impressos
em Lisboa, por Antonio Aluarez: A custa de Ioão de Ocaña liureyro de | Sua Excellencia, onde se vendem.
| ¢ Com licença do Sancto Officio: Anno de 1590”. 22

Dicha autora agrega que se trataría de un volumen que recoge tres obras diferentes: un arte de escribir,
una aritmética y una ortografía. En esa edición se encontraron láminas intercaladas en el texto, de ahí
se puede entender el “tirados da polygraphia” y “acrecentados pello mesmo autor”, con muestras de

20 Vid., Martínez Pereira, Ana, “El ‘arte de escrever’ de Manual Baratta, en el ámbito pedagógico de la segunda mitad del
Siglo XVI”, publicado en Península. Revista de Estudios Ibéricos, N.º 1 , 2004, pp. 235-249

21 Vid., Luzuriaga, L.., Historia de la Educación Pública, Buenos Aires, Editorial Losada, 1946, 9-10 y 15-42 y Bouza
Álvarez, F., Del escribano a la biblioteca. La civilización escrita europea en la alta Edad Moderna (siglos XV-XVII),
Síntesis, Madrid, 1992.

22 Vid. Martínez Pereira, A., Op. Cit., p. 237

54
escritura, sin ningún precepto ni advertencia para el maestro. Las láminas, en total 25, son xilográficas
y calcográficas.
Con esta producción Baratta ingresa y representa la naciente modernidad lusitana, pues en sus láminas
abundan los ejemplos cancillerescos frente a otros modelos que quedaban reservados a un uso más
profesionalizado de la escritura, alejado de la práctica cotidiana. Aún así es común ver en cartillas -
hasta el siglo XVII- modelos de alfabetos góticos y bastardos, porque el niño debía aprender a leer en
esos dos tipos de letra. Por último, Martínez Pereira, sugiere que la intención de Baratta fue cubrir con
esta obra las enseñanzas que completaban la formación básica del niño, aunque no estaba dirigida a él,
como usuario del libro. Probablemente fue una obra pensada para el maestro o para el aprendiz adulto
autodidacta.
Otro ejemplo que opera como antecedente significativo de la Escuela moderna fue el desarrollo de
aprendizajes vinculados a la lógica y a la dialéctica en España y México, promediando el siglo XVI.
Dichos aprendizajes alcanzaron relevancia en tanto tomaban distancia de las predominantes visiones
escolásticas, para abordarlos desde una perspectiva humanista y científica. En este sentido es
importante rescatar el trabajo de Juan Manuel Campos Benítez,23 en el cual expone algunos de los
problemas a los que se enfrentaron los peninsulares Tomás de Mercado (Sevilla 1523-Veracruz 1575)
y Alonso de la Veracruz (Caspueñas 15O5-México 1584) cuando comenzaron a enseñar lógica en el
México del siglo XVI.

Otra litografía antigua que retrata los orígenes de la Escuela Moderna comeniana en el Siglo XVI

Tanto Fray Alonso como Mercado fueron los introductores de la enseñanza de la filosofía en el nuevo
continente, pero con el propósito de innovar contenidos, en tanto tomaban distancia de la tradición
aristotélico-tomista. Para ello incorporan, aún a riesgo de padecer persecuciones y riesgos personales,
una renovadora concepción de su discurso. En este aspecto, el autor del trabajo comenta que viviendo
ambos el apogeo del Renacimiento y del Humanismo a la distancia, y que en este tiempo ya circulaban
textos de lógica ajenos a la tradición escolástica y de inspiración anti-aristotélica como la Dialectica

23 Vid., Campos Benítez, J. M., La Enseñanza de la Lógica en la Nueva España del Siglo XVI, publicado en la página web
del Instituto de Investigaciones Filosóficas, Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, CP. 04510, México,
D.F., 1998.

55
ad Petrum de Médicis (1457) de Joannes Argyropulos, los Dialecticarum Libri Tres (1441) de
Lorenzo Valla, de Melanchton (1497-156O) su Compendiaria dialectices ratio, los Dialectice libri
duo (1556) de Pedro Ramus y también sus 2O libros de Animadversiones Aristotelicae (1556).
También disponían de varios manuales escritos en lengua vernácula y que simplificaban la lógica: The
Rule of Reason (1551) de Thomas Wilson, The Art of Reason rightly termed Witcraft (1573) de Ralphe
Lever, The Lawiers Logike (1588) de Abraham Fraunce, L'Organe (1589), The Arte of Logicke (1599)
de Thomas Blundenville, la mayoría publicados en Inglaterra.
Aparte de ello se identificaban con el pensamiento de Erasmo con el cual coincidían cuando respecto a
la escolástica, este decía
“Estos estudios pueden convertir a cualquiera en un ser presuntuoso y amante de la polémica, pero no
en un sabio. Fatigan el espíritu con una sutileza fría y árida, pero no lo enriquecen ni lo animan en
absoluto. Con su balbuceo y los defectos de su estilo impuro deslucen la teología, enriquecida y
adornada por la elocuencia de los antiguos”. 24

Agrega Campos Benítez que en el caso de estos dos maestros, era evidente que los estudios de teología
eran progresivamente desplazados por los “studia humanitatis” del mismo modo que ocurría en
Europa desde el siglo anterior. Siguiendo el ejemplo de Vives, quien sostiene que la lógica y la
matemática deben relacionarse con las preocupaciones cotidianas de la vida como el comercio, la
industria, el trabajo, la economía o la agricultura, sugieren una serie de pautas metodológicas para que
se opere una verdadera renovación en el hacer de la disciplina. A continuación se exponen algunos
aspectos metodológicos que propone Fray Tomás en el prólogo de su obra:
a. El primer principio es la claridad: no se expondrá un tema si no puede hacerse claramente; se
investigará lo más lejano por lo más conocido y claro.
b. Ya que la dialéctica enseña a argumentar, se usarán ejemplos y ejercicios, y preguntas y respuestas, y
discusiones "con tal que sean de peso". La dialéctica NO se prepara sin ejercicio.
c. Se presentarán las leyes, los preceptos, los argumentos, las objeciones, pero se expurgará todo lo que
sea ajeno a la dialéctica, aquello que corresponda a otras disciplinas.
d. Tampoco se tratarán aquellos aspectos de la dialéctica que siguen inciertos.
e. Observar a quienes han caído en errores, esforzarse por evitar caer en ellos, corregirlos con esfuerzo.
f. No caer en el error de la brevedad y simplificación, evitar las "definiciones ayunas y divisiones
exangües". Hay que tener en cuenta, pues, "los estímulos de los argumentos y los arietes de las
objeciones". 25

Éstos son algunos de los lineamientos metodológicos que ofrece Mercado para la enseñanza de la
lógica. Hay que decir que aparte de su carácter innovador, constituyen toda un área de investigación.
Su enfoque pedagógico y didáctico merece la atención del profesor de hoy, pues al mismo tiempo que
propone una doctrina, la ejemplifica con su propia enseñanza. Su obra abarca, a grandes rasgos,
aquellos aspectos de la lógica que hoy tanto se discuten, tales como la llamada lógica "dialógica" y su
interés por la argumentación en el nivel pragmático, así como el interés netamente formal o sintáctico,
sin dejar de discutir los aspectos semánticos de la misma.
Para cerrar este apartado, un último y relevante ejemplo que abona la emergencia de la Escuela
moderna es la figura del gran humanista y pedagogo español Luis Vives. De él podemos decir en
apretada síntesis que nació en Valencia, España, en 1492. En 1509 inició sus estudios superiores en
París, pero debido a la rigidez escolástica que predominaba en la Sorbona, en 1512 se trasladó a
Bélgica para estudiar primero en Brujas y luego en Lovaina. Allí traduce a los clásicos, especialmente
a Cicerón y Plutarco. Entabla amistad con Erasmo de Rótterdam, con quien revisa y comenta la obra
de San Agustín, La Ciudad de Dios. Vives y Erasmo se hicieron acreedores de la hostilidad de

24 Campos Benítez, J. M., Op. Cit., p. 1.

25 Ibídem, p. 2.

56
elementos oficiales del catolicismo, al grado de ser tratados de herejes. En 1522 se ve obligado a viajar
a su país natal, por razones familiares, y a la muerte de Antonio de Nebrija le es ofrecida la cátedra de
latinidad en Alcalá de Henares. Un año después viaja a Inglaterra, donde es promovido doctor en la
Universidad de Oxford y nombrado profesor de humanidades. Los escritos del autor abarcan diversas
ramas del saber.
Su contribución a la pedagogía se registra en la obra La Instrucción de la Mujer Cristiana, que
significa una reivindicación de la pedagogía femenina. Para el autor, la virtud cristiana y la cultura
intelectual se apoyan mutuamente en la educación femenina. Sin embargo, su aportación principal
queda consignada en su Tratado de la Enseñanza, donde nos dice que el maestro es el indicado para
investigar sobre la capacidad de sus alumnos y para designarles la ocupación conveniente. En el
mismo se destacan las siguientes sugerencias:

- “Cuando un padre lleve a un niño a la escuela, hágasele ver que no ha de acudirse a las letras como un
medio de procurarse un sustento de la ociosidad, fin indigno de trabajo tan elevado
- Antes bien se le debe manifestar que el objeto de los estudios es hacer al joven más instruido y mejor
por lo tanto. Durante uno o dos meses permanecerá en la escuela para examinar sus dotes mentales;
y los maestros se reunirán aparte cuatro veces cada año para hablar y preguntarse mutuamente sobre
la capacidad de sus alumnos y para designar cuál sea la ocupación que según las individuales
disposiciones conviene a cada uno de ellos.
- A una escuela bien gobernada no sólo habrían de acudir los niños, sino aún los mismos viejos, como
refugio, huyendo de las tempestades que la ignorancia y los vicios producen; a todo el mundo
atraerían los buenos maestros con esa especie de majestad y autoridad que respiran; y de mayor
provecho para los oyentes sería esa confianza y respeto, que los golpes y amenazas; más punzante el
estímulo para el estudio, y motivo para obedecer a los preceptores, la admiración de su talento y
virtudes.
- Se ha discutido dónde es preferible dar la enseñanza, si en casa o fuera de ella. Siendo una escuela tal
como la hemos descrito aquí sería muy provechoso instruirse en ella desde temprano, a seguida de la
lactancia para asimilarse buenas costumbres pronto, y desechar como cosa nueva las detestables, a
semejanza de cierto discípulo de Platón que viendo a su padre colérico., se extrañó y ofendió mucho,
asegurando no haberlo visto nunca en su maestro.
- Lo esencial es que el niño se acostumbre a complacerse con las buenas cosas, a amarlas, y al contrario,
disgustarse de las que no lo son y aborrecerlas; también tiene importancia en todo caso el que se
acomoden las explicaciones a la capacidad infantil, que no consiste más bien el aprendizaje en una
costumbre que penetra dulcemente, perdurando todo el resto de nuestra vida las sentencias que
oímos en aquella edad, particular cuando se confirma luego mediante la razón. Además, son los
pequeños algo de naturaleza simiaca y propensos a imitarlo todo, principalmente a quienes
consideran digno de ello, padres, ayos y maestros.” 26

En apretada síntesis, puede apreciarse el pensamiento de un humanista como Vives, que sin dudarlo se
propone superar la tradición medieval de la enseñanza, ubicando al niño en el centro de la escena
pedagógica. Pero no olvida al maestro, ni a la escuela como lugar único para desarrollar una buena
educación, así como la imprescindible colaboración de la familia para hacer posible el cometido. Sin
duda Vives, dentro del naciente liberalismo español representa de uno de los antecedentes más
relevantes de la Escuela moderna.
San Miguel de Tucumán, 23 de Agosto de 2021

26 Vid., Vives, J. L., Diálogos y Otros Escritos, Planeta/Autores Hispánicos, Barcelona, 1988

57

También podría gustarte