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en clave freireana
Módulo 3. Sueños de encuentros y de matria
Introducción
No hay educación, no hay formación sin lectura
de mundo y sin lectura de texto.
¡Hola a todas y todos! Nos produce una alegría esperanzada estar escribiendo estas clases con
las que ustedes se van a encontrar en un tiempo diferido de nuestra actualidad, aunque no
tanto. También nos produce curiosidad, cierta ansiedad, como ocurre cuando estamos por
entrar al aula, en cualquier ámbito, en cualquier espacio, por muchos años de práctica que
tengamos. ¿Les ha pasado, les pasa? Tenemos ese registro de nuestro no saber, del temor a
aburrirlas y aburrirlos, de no considerar las particularidades que produce enseñar y aprender
en contextos virtuales. Vivimos una época en la que no solo la educación y los discursos
acerca de ella están atravesados por la tecnologización de todos los órdenes de la vida, sino
que los mismos procesos de humanización están en crisis. Así que este proceso formativo
requiere de nuestra humildad y su paciencia, como la define Freire: una humildad que “exige
valentía, confianza en nosotros mismos, respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás”
(Freire, 2013, p. 75).
Objetivos
1
Cuando hablamos de hegemonía y contrahegemonía, nos referimos a la hegemonía en los sistemas
educativos oficiales latinoamericanos. Quienes quieran ampliar este concepto de hegemonía, pueden
hacerlo leyendo “Hegemonía: un concepto clave para comprender la comunicación” (Huergo, 2009).
Freire nos propone modos de pensar la educación que siguen teniendo mucha actualidad e,
incluso, una perspectiva acerca del futuro que no abandona una posición, una ética de la
esperanza. Como vimos en el módulo anterior, tiene una concepción de la educación en la cual
la educadora o el educador no pueden hacer su tarea si no conocen la realidad de su país, de
su región, de su ciudad, de la provincia; no pueden hacer su tarea si no conocen y no desean
transformar las situaciones de injusticia y opresión que atraviesan nuestras sociedades, como
resultado de los procesos de colonización, de modelos capitalistas patriarcales, desiguales y
un sistema global neoliberal que no ha hecho más que profundizar esas desigualdades y la
explotación de pequeñas minorías por sobre las mayorías. Es así que de todos estos saberes y
experiencias se va nutriendo nuestro campo, nuestra gnoseología.
Educación liberadora
la llamaríamos la “educación liberadora”; esto es, la que convierte al educando en sujeto
de su propio desarrollo. La educación es efectivamente el medio clave para liberar a los
pueblos de toda servidumbre y para hacerlos ascender “de condiciones de vida menos
humanas a condiciones más humanas”…
Salmo 1
La educación liberadora produce una transformación profunda en las ideas de Paulo Freire,
incluso en su decisión de dedicarse a la enseñanza. Seguramente, todas y todos acá tuvimos
algún momento que podemos identificar como aquel en el que tomamos la decisión original
de dedicarnos a la enseñanza –decisión que seguramente se vuelve a tomar una y otra vez–.
De repente, el amor
Nuestra vida es dinámica y está sujeta a múltiples influencias. En aquel
Brasil de los años 40, Freire, que tenía un origen social humilde, se había
recibido de abogado y ya estaba trabajando en esa profesión cuando
conoció a quien sería su primera esposa y madre de sus hijas e hijos:
Elza María Costa Oliveira, una profesora de Educación Primaria con
quien se casó en 1944 y tuvieron cinco hijos.
Si bien no estamos haciendo una biografía de Freire, nos interesa señalar que hay aspectos de
nuestras biografías personales que terminan teniendo enorme impacto en las elecciones que
hacemos, en las posiciones que tomamos, en los compromisos que asumimos y en los modos
en los que construimos vínculos pedagógicos. Todo el pensamiento de Freire está atravesado
por la idea de reconocimiento (ya la desarrollaremos) y la idea del deseo y el amor como
condiciones para construir vínculos que produzcan aprendizajes significativos.
Indudablemente, el encuentro con esta mujer produjo un enorme viraje en los planes del
abogado, y en ese vínculo también está la semilla que lo llevará a convertirse en educador de
adultos, educador popular y militante de la pedagogía emancipadora.
Recién en los sesenta, a partir de sus propias prácticas, empieza a escribir, contribuyendo
de esta manera a construir una referencia indiscutible para eso que en los sesenta se llamó
educación liberadora, pero que es más conocido como Movimiento de Educación Popular.
El libro de Freire que indudablemente ha sido más reconocido y ha operado un quiebre que
excede el pensamiento pedagógico es Pedagogía del oprimido (1970), que constituye una
aportación latinoamericana fundamental al proceso de organización política de los sectores
sociales dominados, al enfatizar el reconocimiento de la situación de opresión como una
situación de violencia, y la estrategia general de trabajo revolucionario con los oprimidos y
no para ellos, como lo son las políticas asistencialistas. (Huergo, 2017, pp. 235-236)
Paulo Regulus Neves Freire llega a la elaboración de sus primeras obras luego de pasar
por una educación dialogal, a la vez que religiosa, en su hogar; también por su formación
en psicología del lenguaje y en el existencialismo y el personalismo cristiano de Tristán
de Atayde, Maritain, Mounier –y por la primera lectura hegeliana de Marx que hizo
gracias al sacerdote Henrique Vaz–; por su graduación en Derecho y por el viraje que
significó su casamiento con la educadora Elza Maia Costa Oliveira, quien lo acercó a la
práctica educativa. Pero también llega a esas primeras obras con algunas marcas
“políticas”: la primera es su participación en la Campaña de Educación de Adolescentes y
Adultos –lanzada por Getulio Vargas, en 1947–. Más adelante participa en el Servicio
Social de la Industria (SESI), de Pernambuco, una entidad asistencialista en la que fue
director del Departamento de Educación y Cultura, donde realiza las experiencias que lo
conducirán a la elaboración de su famoso “método”, en 1961. Pasa también por el
Instituto Superior de Estudios Brasileños (ISEB) (…) que se proponía elaborar una
ideología del desarrollo nacional, pero que sufre, en la década del cincuenta –en algunos
de sus intelectuales–, un desplazamiento hacia posiciones de izquierda nacional y
cristiana en el contexto del modelo desarrollista. Luego, durante el gobierno de João
Goulart –después de Janio Quadros, quien gobernó Brasil entre el 31 de enero y el 25 de
agosto de 1961–, hay un fuerte proceso de transición ideológica en un importante grupo
de instituciones e intelectuales, hacia posiciones más radicalizadas que tienden a
sintetizar elementos del cristianismo y del marxismo. En esa época se consagra el
“método Freire” que logra –como experiencia– alfabetizar a trescientos trabajadores en
sólo cuarenta y cinco días. El método se extiende rápidamente. Freire participó en la
gestión de Goulart (1961-1964) dirigiendo el Programa Nacional de Alfabetización de
Adultos, aprobado el 21 de enero de 1964. Poco tiempo después, en abril de 1964, cae el
gobierno de Goulart y Freire es acusado por la Dictadura de “subversivo intencional”,
“traidor de Cristo y del pueblo brasileño” y “pedagogo bolchevique, con métodos
similares a los de Stalin, Perón y Mussolini” (Freire, 1974: 18); es tomado preso y luego se
exilia sucesivamente en Bolivia, Chile y Suiza. Su exilio finalizará recién en 1980. De
regreso a Brasil, trabajó con el Partido de los Trabajadores (PT) de Sâo Paulo y supervisó
el plan de alfabetización de 1980 a 1986. Cuando el PT se impuso en las elecciones
municipales de 1988, Freire fue nombrado Secretario de Educación de Sâo Paulo. En
1986, su esposa Elza murió. Se casó más tarde con Maria Araújo Freire, quien continúa
con su labor educativa. Freire murió el 2 de mayo de 1997 en Sâo Paulo a causa de una
insuficiencia cardíaca.
Les proponemos escuchar, en palabras del propio Freire, una síntesis de las ideas que vimos
hasta acá.
Retomando la entrevista que mencionamos antes, allí Freire les da la razón a aquellas
feministas. No tiene miedo de reconocer que ha hablado desde una condición de privilegio. Al
contrario, afirma que la pedagogía feminista debe no solo ser transformadora, sino denunciar
cuando el pensamiento legitimado en ámbitos intelectuales, de formación, académicos, se
funda y se legitima en una perspectiva cuyas matrices nacen de quienes gozan de privilegios
en nuestra sociedad. Freire señala que esto también ocurre con ciertas corrientes de los
feminismos de raíz urbana, blanca, del Norte. Se manifiesta en deuda con las feministas
estadounidenses que lo llevaron a “reparar en diversas ocasiones en la discriminación de
género” (2015, p. 142). En esa línea, Freire explica el contexto en el cual él se formó, en una
concepción de la liberación y de marxismo que no asumía esta problemática.
Una de las cuestiones que surge a partir de estos temas es si somos capaces de reconocer
cómo nos marcan las matrices en las que nos formamos, nuestros prejuicios, nuestras
prácticas autoritarias. Una posición ontológica esperanzada nos dice que no es posible educar
sin asumir que podemos mejorar nosotras y nosotros y, de este modo, mejorar y transformar
la sociedad.
Desde ya, es una lucha que debe darse en el lenguaje, en el orden simbólico, donde las
mujeres, sobre todo las campesinas, afrodescendientes, trabajadoras, padecen mayor
opresión. No se trata solamente de debatir el uso del lenguaje inclusivo –aunque bienvenido
sea si sirve para visibilizar la desigualdad–, sino de poner en debate justamente la politicidad
del lenguaje, la enseñanza de la lectura y la escritura como un requisito para la toma de
conciencia, para la apropiación y la transformación del mundo. También, de reconocernos
atravesadas y atravesados por las marcas de las gramáticas de la dominación, desde el
momento en que se nos impuso la lengua del conquistador como una pedagogía del
disciplinamiento y negación de las otras lenguas y de la cultura letrada como si fuera más
valiosa que las tradiciones orales de los pueblos latinoamericanos. No se trata de no conocer y
Una reflexión en voz alta: si este curso sirviera solamente para que se sientan motivadas y
motivados a escribir sus experiencias y aprendizajes docentes, ya nos sentiríamos cumplidas.
Tomar la palabra, escribir, dar cuenta es una manera de planificar y de evaluar de manera
permanente nuestras prácticas, actividades ambas fundamentales en el pensamiento de
Freire: “Toda práctica plantea a sus sujetos, por un lado, su programación, y por el otro, su
evaluación permanente. Sin embargo, programar y evaluar no son momentos separados, el
uno a la espera del otro. Son momentos en permanente relación” (Freire, 2013, p. 31).
Esto significa observar dichas prácticas y observar los procesos de implementación, sin miedo,
sin prejuicios, pero siempre de manera crítica. Un pizarrón, una tiza, un libro, un mapa, una
lámina, una caja de óleos, un piano, todas son tecnologías del aula. Una aplicación diseñada
por una corporación transnacional también lo es. Una plataforma de enseñanza del Estado,
una biblioteca o repositorio digital de la DGCyE, también lo son. Algunas suponen el
predominio de lógicas mercantiles en su uso y funcionan como dispositivos que generan
distintas subjetividades, de modo que, como decía el maestro Jorge Huergo –director de
Educación Superior de la provincia de Buenos Aires entre 2005 y 2007–, un modo freireano de
entender esta problemática tan contemporánea es no asumir posiciones tecnofílicas (de amor
a la tecnología, es decir, creer que la incorporación de tecnología de la información y la
comunicación por sí misma resuelve los problemas de enseñanza-aprendizaje) ni tecnofóbicas
(rechazar las innovaciones tecnológicas sin entender cómo funcionan o qué beneficios pueden
aportar en la educación) sin comprender, y usar las tecnologías de las que disponemos al
servicio del proyecto político pedagógico. Sin embargo, la incorporación acelerada de
modalidades de enseñanza en entornos virtuales o combinados, tema al cual volveremos
sobre el final del curso, repercute en el tipo de subjetividades que estos dispositivos van
moldeando y eso, claramente, es un problema educativo. Por otra parte, la instauración de un
sistema que privilegie una visión instrumental, tecnocrática, por sobre la pedagógica, la
2
El término LGBTI+ se forma por como sigla con las iniciales de las palabras lesbiana, gay, bisexual,
transgénero, transexual, travesti e intersexual. Al final, el símbolo + es un modo de incluir a todos los
colectivos que no están representados en las palabras anteriores. Esta definición que es utilizada
actualmente por el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de
Buenos Aires, y muchos ámbitos, es el resultado de acuerdos que se han ido construyendo a lo largo de
estos años y no pretenden clausurar ningún debate.
El diálogo indica un tipo de comunicación para construir la verdad, la cual nadie posee de
manera absoluta; en este sentido, instaura un principio de derecho a la igualdad cognitiva,
tema central en Freire, pues supone rechazar toda verdad prescriptiva o dicha para otros desde
una posición de poder, de desigualdad, que es propia de la educación bancaria; por eso la
educación dialógica es la que niega los comunicados y genera la comunicación (Freire, 2017). El
diálogo es praxis, es acción más reflexión, y posee un alcance político indiscutible, que afirma
así la politicidad de la educación en dos sentidos: uno relacionado con la democratización de los
espacios sociales y los trabajos culturales, y el otro vinculado con la intervención
transformadora (sobre la base de aquel requisito) en el mundo social y cultural.
Comunicación liberadora
Para que haya diálogo debe haber reconocimiento del otro, de una otredad que es diferencia,
pero no desigualdad: reconozco al otro como una igual, alguien capaz de jugar mi mismo
juego. Y para eso es necesario el reconocimiento del universo vocabular, tal como explica
Huergo, recuperando una cita de Freire:
Para Freire (1970: 112), el “universo vocabular” es el conjunto de palabras o el lenguaje con que
los sujetos interpretan el mundo; contiene los temas y problemas que son más significativos
para los educandos y que tienen relación con los temas preponderantes en una época. En este
sentido, la educación popular o liberadora debe provenir del reconocimiento del universo
vocabular de los grupos populares.
Por lo demás, en el reconocimiento del universo vocabular ocurren los siguientes procesos:
● El reconocimiento del diálogo cultural, que permite generar (o instaurar, como dice
Freire) la acción dialógica o el diálogo como estrategia de trabajo político-cultural.
● El reconocimiento mismo; es decir, no se trata solo de “conocer” el universo vocabular
como algo extraño, exótico o separado; por ejemplo, en el caso de nuestras y nuestros
estudiantes que provienen de mundos culturales distintos al nuestro. La referencia de
En este sentido, en una cultura de dominación, las oprimidas y los oprimidos creen que el
lenguaje es neutral y que la experiencia está determinada, como una fatalidad del destino,
como si no hubiera otra experiencia posible que la de ser dominada o dominado. El propósito
de la alfabetización crítica, entonces, es político-cultural, en cuanto liberación de la cultura de
dominación o “cultura del silencio”. Pero esto se hace posible solo en la medida en que se
devuelve la articulación entre lenguaje y experiencia, entre hablar la palabra y transformar la
realidad, entre palabra y acción, si no, es palabrería. Esa articulación se logra como “acto de
conocimiento” que se produce y se constituye en la praxis y que es el rasgo distintivo de los
procesos educativos. Este interjuego de la experiencia con el lenguaje se completa con la
desnaturalización y la desmitificación de los significados dominantes, que requieren de que
las oprimidas y los oprimidos se sientan inferiores culturalmente y se autoperciban
ignorantes.
A modo de cierre
Terminamos este tercer módulo que ya nos pone en mitad del recorrido y esperamos que lo
estén disfrutando. Deseamos haber podido poner en palabras las fuentes y la importancia que
tiene en el pensamiento de Freire la posición ontológica de esperanza para quienes seguimos
enseñando en la provincia de Buenos Aires; así como dar cuenta de la cuestión dialógica en la
educación y el reconocimiento de la otredad como condición para la igualdad –en contraste
con la educación bancaria–; y también mostrar los vínculos pedagógicos que generen
aprendizajes transformadores, emancipadores, en el marco de debates contemporáneos como
la transversalización de la perspectiva de género en la educación y la relación entre los usos
de las tecnologías en educación y comunicación con el contexto del mundo actual.
DGCyE. Subsecretaría de Educación (SSE) (2007). Diseño Curricular para la Educación Superior.
Niveles Inicial y Primario. Disponible en:
http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/consejogeneral/disenioscurriculares/
documentosdescarga/dcurricularsuperior.pdf
Freire, P. (2013). Cartas a quien pretende enseñar. Buenos Aires: Siglo XXI.
Freire, P. (2015). Pedagogía de los sueños posibles. Buenos Aires: Siglo XXI.
Aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=1suUCwlyUHc