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LET. 240
LA LITERATURA DE LA INDIA
La India es un país creado de innumerables mitos, leyendas y tradiciones que aún conserva, y que, debido a la
dispersión de grupos humanos, los arios, arrastrando su idioma, el Sánscrito, por diversas regiones europeas,
su literatura tiene mucha trascendencia en el mundo occidental.
En ese grande y fantástico país tiene sus cimientos la creación poética que es, la manifestación más antigua
del pensamiento filosófico y humanístico. Esta expresión abarca más de 2800 años.
“Los primeros atisbos de la creación poética fueron sensoriales, miméticos, religiosos y doctrinarios, como
podrá comprobarse en los proverbios y cantares del rey Salomón y en la panorámica del paisaje palestino.
Luego deriva en histórica, poniendo de manifiesto las condiciones geográficas, las costumbres, los
sentimientos y actividades culturales de los pueblos de Oriente” (Cándido Gerón).
Los Vedas, libros sagrados escritos en Sánscrito, es la primera obra conocida. Además, aparecen algunas
colecciones de cuentos, fábulas y dramas, como el Pantchatantra, el Hitopadesa y Sakúntala, junto a otra digna
creación poética que se manifiesta como inspiración de guerra o de combate, como el poema épico.
Sobre este género se expresa así R. Lapesa en su Introducción a los Estudios Literarios:
Los creadores de este tipo de poesía épica eran poetas errantes que cantaban o recitaban sus obras en los
palacios de los nobles y en las plazas de las villas. Acompañaban el canto con instrumentos de cuerda (entre
los griegos, la cítara, y entre los germanos, el arpa). Estos poetas se llamaban en Grecia aedas y rapsodas,
scopas entre los germanos primitivos, escaidas en Escandinavia e Islandia, y en los pueblos latinos de Europa,
durante la Edad Media, juglares. No expresaban sentimientos exclusivamente suyos, sino propios también de
la colectividad, y su nombre, de ordinario, es desconocido. Hasta su labor personal acaba muchas veces por
diluirse, mezclada con la de otros en posteriores refundiciones. Sus creaciones pasaban de unas generaciones a
otras, modificándose constantemente. A veces las gentes aprendían fragmentos de las obras y a su vez
introducían variantes y suprimían o añadían versos. Otras veces poetas geniales recogían producciones
anteriores a ellos y les daban forma casi definitiva: es el caso de la epopeya india, de Homero y de Los
Nibelungos.
La epopeya tradicional india está reunida en los dos grandes poemas, Ramayana y Mahabharata, cuya
compilación se atribuye respectivamente a Valmiki y Vyasa. De la epopeya griega son muestra suprema la
Ilíada y la Odisea, atribuidas a Homero. (Ed. Cátedra, Madrid, q984. Pág.19)
En la Edad Media, con las invasiones, surgen nuevas epopeyas nacionales: la germánica agrupa sus leyendas o
sagas en torno a la figura de Atila, y su producción más importante el poema de los Nibelungos. La Nórdica es
una rama de la epopeya germánica y está constituida por las compilaciones llamadas Edda y Sagas
posteriores. La epopeya francesa celebra las empresas de Carlomagno y las hazañas de caballeros de su época,
bien en guerra contra los moros, bien en luchas contra los feudales; su obra principal de Chamsón de Roland,
cuenta la muerte de este héroe en la batalla de Roncesvalles”
(Op. Cit. Cátedra, Madrid, 1981, 13; pág. 128)
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En España, la gran epopeya castellana es el Cantar del Mío Cid, y narra hazañas heroicas, acontecimientos y
hechos históricos ocurridos en la Edad Media.
El Mahabharata es la primera epopeya conocida en el mundo y narra los orígenes de los pueblos hindúes, sus
luchas, tradiciones, etc., con la intervención de los dioses y seres fantásticos.
El Mahabharata se atribuye a un poeta “recopilador” llamado Vyassa. Consta de cien mil Slokas o estrofas
breves, en forma paralelísticas, donde se contienen todos los conocimientos filosóficos indios. Sus 200,000
versos son como una Sumna o Biblia india.
El Ramayana es otro poema épico indio, cuyo autor es Valmiki y consta de 240,000 Slokas, canta la historia
del Rey Rama (hazañas de Rama), encarnación de Vismú, y modelo de perfección humana, a quien su
enemigo, Ravana, le lleva su esposa Sita, escondiéndola en la isla de Ceilán. Rama, con ayuda de los dioses
logra conquistar Ceilán y recobrar su esposa.
Poemas indios menores
El Panchatantra es una colección de fábulas, apólogos y cuentos, escritos en prosa, con breves versos
intercalados a modo de sentencias o moralejas, síntesis de la enseñanza, que el sabio Vishnusarman (supuesto
autor real) hace leer a los hijos de un rey para ilustrarle de la moral pública y privada.
El Panchatantra ejerció mucha influencia en la literatura de occidente, en autores de la Grecia antigua como
Esopo, de Francia como La Fontaine y algunos fabulistas españoles: Samaniego, Iriarte, entre otros.
Sakúntala es uno de los tres dramas que dejó el poeta Calidassa y ha sido traducida a todas las lenguas.
Sakúntala es un largo drama escrito en siete actos, en que se cuenta la historia de la bella hija de un asceta
indio, enamorada del rey Dusyanta. La obra mezcla la vida de los hombres en sus más cotidianas
manifestaciones con la múltiple intervención divina.
EL Hitopadezza es otro fabulario en que se han añadido nuevos relatos y corregido otros, insistiendo más en la
parte doctrinal. Su autor lo llamó Narayana: La buena enseñanza.
MAHABHARATA (Fragmento)
Nala y Damayanti
Mucho tiempo ha pasado. Nala trabaja humildemente en los establos del rey Rituparna. Limpia las cuadras y
los carros, da pienso a los caballos y doma los potros salvajes. No se avergüenza de su humilde oficio, pero
sus ojos lloran nía y noche recordando a la bella Damayanti, que abandonó en la selva.
Damayanti está ahora acogida en el palacio del rey de los Chedis, sirviendo de doncella a la princesa Sunanda.
El magnánimo rey Bhima, desde que supo la desgracia de Nala y Damayanti, arde en deseos de volver a
verlos. Una día llamó al sabio brahamán Sudeva y le dijo:
-Mucha es tu sabiduría, Sudeva. Sólo tú puedes hallar a mis hijos Nala y Damayanti. Ve por la tierra y busca
sin descanso, día y noche. Di a Nala que no tenga reparo en venir a mis brazos; le daré mil vacas, todas las
tierras que quiera y la mayor de mis ciudades. Que los dioses te protejan, Sudeva.
Cien días habían pasado cuando Sudeva llegó al reino feliz de los Chedis. Fue a saludar a la princesa Sunanda,
y al mirar a sus doncellas su corazón saltó de gozo. A pesar del sol y del viento, ¿quién no hubiera reconocido
la voz maravillosa y la belleza de Damayanti al lado de sus hijos, en la casa de su padre? Y Sudeva vuelve a
recorrer la tierra en busca del rey Nala. A los caminantes, a los pájaros, a las tierras, el buen brahamán
preguntaba:
-¿Habéis visto cruzar por aquí a Nala, el más hermoso de los hombres?
Pero ¿quién podría reconocer a Nala en aquel feo mozo de los establos de Rituparna?
Así, al cabo de otros cien días llegó Sudeva al palacio de Rituparna. Tampoco allí sabía nadie el paradero del
gran Nala. Pero los ojos de Sudeva saben vr lo que no ven los ojos de los otros hombres. Una noche oyó al
mozo de los establos llorar, clamando por su amor perdido. Sudeva se fijó en sus manos, finas y blancas; en la
tristeza de sus ojos de dulce mirada, en su manera de domar los potros salvajes y conducir los sonoros carros.
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Y en todo esto recordaba Sudeva al gran Nala; le preguntó su nombre y su patria, pero Nala, compliendo las
palabras del Naga, se negó a decirlos.
Al fin Sudeva decidió hacer una última prueba. Si aquel hombre extraño era Nala lo demostraría en las
carreras de carros, en que nadie pudo igualársele jamás. Y Sudeva habló al rey Tituparna delante de todos sus
criados:
-Sabed, ¡oh gran rey!, que la princesa Damayanti, considerándose viuda, reúne mañana nueva Asamblea
nupcial para elegir esposo. ¿No iréis vos allá, oh Rituparna?
-De buen grado iría. Pero el país de los Vidarbas está a cien leguas de aquí. ¿Quién podría recorrer en un solo
día tan enorme distancia?
Al oír esto el corazón de Nala tiembla de emoción. De un salto se coloca ante el rey:
-Yo te llevaré, ¡oh Rituparna! Mañana al amanecer tu carro estará ante el palacio de la bella Damayanti.
Nala corre a los establos gritando y llorando de gozo. Unce al brillante carro dos potros sin domar, de sangre
picante, que se encabritan y piafan nerviosos al sentir los frenos de plata. Rituparna, con Sudeva y su cortejo,
monta en el carro. Nala, de pie, empuña las riendas, restalla su largo látigo, y envueltos en una nube de polvo,
gritos y relinchos, los caballos se lanzan a través del campo.
Damayanti se ha levantado esta mañana temprano y alegre como nunca. Su corazón ha soñado un dulce
presentimiento. Está amaneciendo: en el jardín se escucha el bramido de los elefantes; en el estanque juegan
los cisnes reales, y las flores se abren frescas al sol.
Damayanti sale a su terraza respirar el aire limpio de la mañana. Allá lejos, en el camino, divisa un brillante
carro. Se acerca, se acerca; parece que vuela. Un hombre lo guía cubierto con un manto rojo. Ya entra al carro
en la ciudad, atronando sus calles dormidas. Ya llega ante el palacio. El hombre vestido de rojo desciende al
suelo de un salto; corre a la puerta, derribando en su carrera a los centinelas, petrificados de asombro; sube la
ancha escalinata como un loco, cruza las salas, llega a la terraza. Grita sin aliento:
-¡Damayanti, Damayanti!
Y arroja al suelo el manto rojo, apareciendo de repente en todo su esplendor.
-¡Oh Nala, mi bien amado!
Y Nala y Damayanti se abrazan sin palabras.
En el jardín del rey cantan los ruiseñores.
El gran Nala recobró su reino, del que cedió generosamente la mitad a su hermano Puskara. Siempre reinó
para la justicia y el amor.
Y los hombres y los dioses fueron dichosos largos años con la dicha de Nala y Damayandi.
ANÓNIMO
PANTCHATANTRA (La olla rota)
En cierto lugar vivía un brahmán llamado Svabhakripana, que tenía una olla llena de arroz, que le habían dado
de limosna y que le había sobrado de la comida. Colgó esta olla de un clavo en la pared, puso su cama debajo
y pasó la noche mirándola sin quitarle la vista de encima, pensando así:
“Esta olla está completamente llena de harina de arroz. Si sobreviene ahora una época de hambre, podré
sacarle cien monedas de plata. Con las monedas compraré vacas. Cuando las vacas hayan parido, venderé las
terneras. Con las vacas compraré búfalas. Con las búfalas, yeguas. Cuando las yeguas hayan parido, tendré
muchos caballos. Con la venta de éstos reuniré gran cantidad de oro. Por el oro me darán una casa con cuatro
salas.
Entonces vendrá a mi casa un brahmán y me dará en matrimonio a su hija hermosa y bien dotada. Ella dará a
luz un hijo. Al hijo le llamaré Somasarmán. Cuando tenga edad para saltar sobre mis rodillas, cogeré un libro,
me iré a la caballeriza y me pondré a estudiar. Entonces me verá Somasarmán y, deseoso de mecerse en mis
rodillas, dejará el regazo materno y vendrá hacia mí, acercándose a los caballos. Yo, enfadado, gritaré a la
brahmanas: “¡Coge al niño! ¡Coge al niño!” Pero ella, ocupada en las faenas, no oirá mis palabras. Yo me
levantaré entonces y le daré un puntapié.”
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Tan embargado estaba en estos pensamientos, que dio un puntapié y rompió la olla, y él quedó blanco con la
harina de arroz que había dentro, y que le cayó encima.
Por esos digo yo: El que hace sobre el porvenir proyectos irrealizables, se que blanco como el padre de
Somasarmán.
1.- Este cuento del Pantchatantra, en especial influyó en el cuento de Doña Truhana del libro El conde
Lucanor del infante Juan Manuel y en la fábula La lechera de Samaniego.
LITERATURA HEBREA
La obra máxima de la literatura hebrea es la Biblia, que es una compilación de libros donde se contiene la
“vida” del pueblo hebreo, encargado de mantener, a través de la historia, la idea, infundida en el alma humana,
de la unidad de Dios. Como libros sacros para los hebreos, y transmisores de la revelación para los cristianos,
se han compenetrado tanto con la vida del hombre civilizado, que no se pueden analizar fácilmente como
simple obra literaria. Se impone siempre el examen de su sentido literal, bien en su significado propio o en el
metafórico; y el sentido real.
La Biblia, también llamada Sagrada Escritura, es el conjunto de libros sagrados inspirados por Dios.
Literariamente es una obra maravillosa que ha ejercido una influencia trascendental en la religión y en la
literatura, escrita en los tonos más sencillos de una poesía humana, hasta los más solemnes y arrebatados para
expresar la palabra del señor. Consta de dos partes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento está escrito fundamentalmente en hebreo, con algunas partes en Arameo y vario libros
en griego. En cambio el Nuevo está escrito en griego. Ambos transmiten enseñanzas de una trascendencia
religiosa muy profunda, el primero sobre toda para el judaísmo, el cristianismo, y en cierta medida para el
Islam, las llamadas “religiones del libro”; el segundo, para el cristianismo.
En el Antiguo Testamento no se puede hablar de un autor sino a lo sumo de muchos autores, compiladores y
redactores, las más de las veces desconocidos. Su texto definitivo fue el resultado de un largo proceso de
formación por redacción y agrupación de escritos cuyos eslabones solo se pueden rastrear de forma
imperfecta. Intenta describir la historia del hombre desde la creación y continúa con la historia y experiencia
religiosa del pueblo hebreo. La obra comprende 45 libros que se escribieron desde el siglo XV al siglo II a. C.
La ley o Torah, formada por los cinco libros (llamado también Pentateuco) de Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio.
Los profetas, integrados por los llamados “Profetas anteriores”, Josué, Jueces, Samuel, Reyes, y los profetas
posteriores, que incluyen libros de Isaías, Jeremías, Ezequiel y doce profetas menores.
Escritores, entre los que figuran: Salmos, Job, proverbios, Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés,
Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías y Crónicas.
Los cinco primeros libros del Antiguo Testamento (Pentateuco) parecen haber sido escritos por el legislador
del pueblo, Moisés, y relata la historia de la humanidad desde la creación del mundo hasta los antepasados de
Israel (Génesis), la historia del pueblo de Israel esclavo de Egipto y su liberación (Éxodo), prescripciones de
Culto y rituales que regulan la vida de la comunidad (Levítico), los censos de las diversas tribus al iniciar la
marcha desde el Sinaí hasta la tierra prometida (Números), y los diferentes discursos normativos de Moisés,
hasta su muerte (Deuteronomio). Estos libros son de temas históricos. Los demás tienen distintos autores:
Jueces, Reyes, Ester, Judit, Tobías, Macabeos.
Los libros de carácter poéticos son: Los Salmos, una colección de 150 poesías atribuidas en su mayoría a
David, El Libro del Cantar de los Cantares, a Salomón; y Lamentaciones y los Profetas a: Isaías, Baruch,
Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías,
Malaquías.
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Esos libros están compuestos por profetas que interpretan la voluntad de Dios o prevén el porvenir del pueblo
judío, donde se avisaba la venida del Mesías.
Los libros de carácter didáctico o sapiensal: Libro de la Sabiduría, Los Proverbios, contienen una enseñanza
moral en forma breve, lapidarias, de un sentido práctico muy notable y de una elevación filosófica muy
destacada.
El Nuevo Testamento es la Biblia del Cristianismo. Comprende 27 libros y relata la vida de Jesucristo en los
Evangelios, en las cartas que dan consejos, hechos de la predicación de los Apóstoles y se profetiza el fin del
mundo en El Apocalipsis.
Jesucristo, el fundador de la nueva religión, no es autor literario de los evangelios ni de los otros escritos del
Nuevo Testamento. El Evangelio fue antes predicado que escrito. En su forma final es el resumen escrito de la
tradición oral basada en testigos oculares cualificados sobre los dichos y hechos de Jesús, cuyo espacio
cronológico cubierto por los acontecimientos descritos es muy corto, de poco más de un siglo, el primero de
nuestra Era.
Jesús, el galileo solo se limitó a recorrer las aldeas de Palestina como profeta itinerante y carismático
predicando un mensaje de salvación y remitiendo constantemente a la Biblia judía, el Antiguo Testamento. La
historia del Nuevo Testamento es un proceso por el que libros escritos en su mayoría por diversos motivos y
para otros fines al final del siglo II d. c. llegaron a alcanzar un status económico de Nuevo Testamento que
relegó la Biblia judía a la condición de Antiguo Testamento.
Los cuatro Evangelios: San Marcos, San Mateo, San Juan, San Lucas:
Los hechos de los Apóstoles, escritos por San Lucas.
Las Epístolas: San Pablo (14), San Pedro (2), San Juan (3), Santiago (1), San Judas (1).
El Apocalipsis, escrito por San Juan.
LOS SALMOS
El libro de los salmos es uno de los más estimados de la Biblia. Gran parte de ellos los compuso David. Otros
son de autor desconocido.
A los hebreos les eran familiares y los cantaban en todo momento. Contienen auténtica poesía. Son los
salmos, en su mayoría, poemas líricos de concentrado sabor poético. Caben en ellos los sentimientos:
indignación, piedad, contrición…
Los salmos tienen su ritmo: ritmo de ideas. Es un fluctuar entre pensamientos paralelo o contrarios.
He aquí dos salmos: el 1 y el X11, una versión poética traducción de Fray Luis de León.
SALMO 1
1. Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos, ni camina por las sendas de los pecadores, ni
se sienta en compañía de malvados.
2. Antes tiene en la ley de Yavé su complacencia, y a ella día y noche atiende.
3. Será como árbol que se planta a la vera del arroyo, que a su tiempo da sus frutos, cuyas hojas no se
marchitan. Cuanto emprenda tendrá buen suceso.
4. No así los impíos, sino como paja que arrebata el viento.
5. No prevalecerán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos.
6. Porque conoce Yavé el camino de los justos, pero la senda de los pecadores acaba ma.
(Versión de Nácar-Colunga)
SALMO X11
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CAPÍTULO 1
Título
El Canto más hermoso, de Salomón.
Preludio
La Amada
¡Que me bese ardientemente con su boca!
Porque tus amores son más deliciosos que el vino;
sí, el aroma de tus perfumes es exquisito,
tu nombre es un perfume que se derrama:
por eso las jóvenes se enamoran de ti.
Llévame contigo: ¡corramos!
El rey me introdujo en sus habitaciones:
¡gocemos y alegrémonos contigo,
celebremos tus amores más que el vino!
¡Cuánta razón tienen para amarte!
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Primer canto
La hermosura de la Amada
Soy morena, pero hermosa,
hijas de Jerusalén,
como los campamentos de Quedar,
como las carpas de Salmá.
No se fijen en mi tez morena:
he sido tostada por el sol.
Los hijos de mi madre se irritaron contra mí,
me pusieron a cuidar las viñas,
¡y a mi propia viña no la pude cuidar!
Coro
Si tú no lo sabes,
¡la más bella de las mujeres!
sigue las huellas del rebaño
y lleva a pastar tus cabritos
junto a las cabañas de los pastores.
Elogio de la Amada
El Amado
Yo te comparo, amada mía,
a una yegua uncida al carro del Faraón.
¡Qué hermosas son tus mejillas entre los aros
y tu cuello entre los collares!
Te haremos pendientes de oro,
con incrustaciones de plata.
La Amada
Mientras el rey está en su diván,
mi nardo exhala su perfume.
Mi amado es para mí una bolsita de mirra
que descansa entre mis pechos.
Mi amado es para mí un racimo de alheña
en las viñas de Engadí.
El Amado
¡Qué hermosa eres, amada mía, ¡qué hermosa eres!
¡Tus ojos son palomas!
La Amada
¡Qué hermoso eres, amado mío,
eres realmente encantador!
¡Qué frondoso es nuestro lecho!
Las vigas de nuestra casa son los cedros
y nuestro artesonado, los cipreses.
La Epopeya de Gilgamesh” (2500-2000 a. C.) es un poema épico de la antigua Mesopotamia y uno de los primeros
escritos literarios conocidos en el mundo. Se originó como una serie de leyendas y poemas sumerios en escritura
cuneiforme que se remontan a principios del tercer milenio o finales del segundo milenio a . C. que luego se
reunieron en un poema acadio más largo (la versión más completa que existe hoy en día, conservada en 12 tablillas
de arcilla, data del siglo XII al X a. C.).
Sigue la historia de Gilgamesh, un rey-héroe mitológico de Uruk, y su amigo medio salvaje, Enkidu, mientras
emprenden una serie de búsquedas y aventuras peligrosas, y luego la búsqueda de Gilgamesh del secreto de la
inmortalidad después de la muerte de su amigo. También incluye la historia de un gran diluvio muy similar a la
historia de Noé en “La Biblia” y en algunas partes también han encontrado influencias suyas en la “Odisea” de
Homero.
El miedo de Gilgamesh a la muerte es en realidad un miedo a la falta de sentido y, aunque no logra ganar la
inmortalidad, la búsqueda en sí le da sentido a su vida. Este tema ha sido explorado por escritores y filósofos desde
la antigüedad hasta nuestros días.
Ilustración de Sina Hayati (Ubisoft)
JAZ
#poema #literatura
LITERATURA GRIEGA
Literatura clásica, por excelencia, la griega y la latina, son consideradas madres de la cultura occidental.
Grecia es la maestra de la humanidad. Los griegos en su época de esplendor crearon el arte, la filosofía, la
literatura, la ciencia, que aún sirve de modelo en nuestros días. Por eso se le llama, “Cuna de la cultura
occidental”.
La literatura clásica griega y latina, frente al estilo exuberante, simbólico y místico de los orientales nos
ofrecen el sentido de la proporción en a la imaginación y la inteligencia, lo que produce una impresión de
equilibrio, de fuerza, de armonía y de perfección.
LA POESÍA ÉPICA
Homero fue el poeta griego cuyo nombre es el símbolo de la epopeya helénica, y muy poco sabemos de su
vida. Al parecer, se trataba de un Aedas ciego, es decir, un poeta errante que utilizó para la composición de
sus magnas obras: Ilíada y Odisea, antiguas tradiciones y cantos de otros aedas. Debió vivir entre los siglos
XIII y VII a. C., nació en Esmirna o en Chíos, aunque ya antiguamente otras muchas ciudades jónicas
pretendían haber sido su cuna.
La crítica literaria ha puesto en duda su existencia y la paternidad de sus obras. Actualmente se le considera
autor de los dos poemas mayores: La Ilíada y la odisea. Los estudiosos del mundo griego están en general de
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acuerdo en datar entre finales del siglo VIII y mediados del VII a.C., las primeras obras conservadas de la
literatura griega, los poemas homéricos (Ilíada y Odisea). Los hesiódicos (Teogonía y trabajos y días), la
primera poesía elegiaca (Calino hacia 660; poco después Tireo hacia 640) y la primera poesía yámbica
(Arquiloco, hacia 650).
La Ilíada es un canto guerrero en el que se exaltan los valores e ideales de la antigua aristocracia aquea. El
poema tiene por tema uno de los episodios de la guerra de Troya, centrada en la cólera de Aquiles, uno de los
jefes del pueblo griego.
La Iliada, Su nombre proviene de Lías, Iliadas, Ilián, ciudad de Troya. Es un poema de casi 16,000 versos,
dividido en 24 cantos llamados también libros o rapsodias. Cuenta la guerra que sostuvieron los griegos contra
Ileón o Troya, por haber raptado París, hijo del rey de los troyanos, a la hermosa Helena, mujer de Menelao,
rey de Esparta.
Los griegos consideraban este rapto como una ofensa nacional colectiva, y se dispusieron a la venganza de
esta. En rigor, el poema simboliza el esfuerzo de los griegos por extenderse por Asia, buscando factorías
comerciales y expansión para sus gentes activas, que vivían en un país pobre.
En la Iliada, Aquiles es el protagonista; Héctor, el antagonista. Su argumento es como sigue:
El joven Aquiles ofendido porque su rey Agamenón, jefe del ejército griego que desde hace diez años está
combatiendo a Troya para recuperar a Helena, esposa de Menelao, raptada por el Príncipe Paris, se apodera de
una esclava suya. Encolerecido se retira de la lucha. Patroclo, su amigo, ocupa su lugar, pero muere a manos
de Héctor, hermano de Paris y jefe de los troyanos. El hecho causa dolor y furia en Aquiles, decidiendo volver
a la lucha para vengar a su amigo. Combate con Héctor en memorable batalla individual y lo mata. Príamo,
padre de Héctor, acude de noche al campamento griego a pedir el cadáver de su hijo para incinerarlo y el
poema termina con los funerales del héroe troyano y de Patroclo. Afrodita protege a los troyanos, Atenea a los
griegos…
LA ODISEA
La Odisea es una novela de aventura, contrario a la Ilíada, que según la crítica puede ser considerada una
epopeya militar. Cuenta la intimidad del pueblo griego y resulta inferior en grandeza a la Ilíada, pero es más
variada y nos ofrece mayor interés a la curiosidad y a la imaginación. Su personaje central es Ulises = Odisea:
el antagonista, el que se opone a él y le crea tantos problemas. Su esposa es Penélope, la amada que espera al
amado, es sinónimo de fidelidad y su hijo Telémaco. Ulises es la personificación del carácter griego.
El poema abarca una extensión de 12 mil versos y nos cuenta cuarenta días de viaje, en los que también se
sintetizan diez años de aventuras de Ulises, uno de los destacados aqueos atacantes de Troya. Homero ha
puesto gran emoción en las distintas aventuras que encuentra el héroe en su peregrinación marítima. La
Odisea no sólo canta el heroísmo, sino la astucia del protagonista, del mismo modo que, en lugar de las
costumbres militares, es la vida íntima de los griegos lo que sirve de marco a la acción. He aquí su argumento.
Su protagonista es Ulises (un griego Odiseo) uno de los reyezuelos que tomaron parte en la guerra de Troya.
Ulises logra escapar de la isla donde lo retiene, por amor, la ninfa Calipso, y llega a nado al país de los
reacios, donde lo recibe la princesa Náutica. Ante los padres de ésta, el héroe cuenta sus aventuras: la del
cíclope –de que se libra cegándole sus ojos- la de la maga Circe - que convierte en cerdos a sus compañeros-,
la de las sirenas -que con sus dulces cantos atraen a los navegantes, haciéndoles naufragar- Ulises consigue
por fin regresar a su patria chica, Itaca, donde, tras reunirse con su hijo Telémaco, que había partido en su
busca, se presenta en su palacio. Sin darse a conocer, mata a los pretendientes de su esposa Penélope y recobra
a ésta y a su reino.
LA ILIADA
La Aurora, de azafranado velo, se levantaba de la corriente del Océano para llevar la luz a los dioses y a los
hombres, cuando Tetis llegó a las naves con la armadura que Vulcano le entregara. Halló al hijo querido
reclinado sobre el cadáver de Patroclo, llorando ruidosamente, y en torno suyo a muchos amigos que
derramaban lágrimas. La divina entre las diosas se puso en medio, asió la mano de Aquiles, y hablóle de este
modo:
“¡Hijo mío! Aunque estamos afligidos, dejemos que ese yasga, ya que sucumbió por la voluntad de los dioses;
y tú recibe la armadura fabricada por Vulcano, tan excelente y bella como jamás varón alguno la haya llevado
para proteger sus hombros”.
La diosa, apenas acabó de hablar, colocó en el suelo delante de Aquiles las labradas armas, y éstas resonaron.
A todos los mirmidones les sobrevino temblor; sin atreverse a mirarlas de frente, huyeron espantados. Mas
Aquiles, así que las vio, sintió que se le recrudecía la cólera; los ojos le centellearon terriblemente, como una
llama, debajo de los párpados; y el héroe se gozaba teniendo en las manos el espléndido presente de la deidad.
Y cuando hubo deleitado su ánimo con la contemplación de la labrada armadura, dirigió a su madre estas
aladas palabras.
“¡Madre mía! El dios te ha dado unas armas como es natural que sean las obras de los inmortales y como
ningún hombre mortal las hiciera. Ahora me armaré, pero temo que en el entretanto penetren las moscas por
las heridas que el bronce causó al esforzado hijo de Menetio, engendren gusanos, desfiguren el cuerpo –pues
le falta la vida- y corrompan todo el cadáver.”
Respondióle Tetis, la diosa de los argentados pies: “Hijo, no te preocupe el ánimo tal pensamiento. Yo
procuraré apartar los importunos enjambres de moscas, que se ceban en la carne de los varones muertos en la
guerra. Y aunque estuviera tendido un año entero, su cuerpo se conservaría igual o más fresco que ahora. Tú
convoca a junta a los héroes aqueos, renuncia a la cólera contra Agamenón, pastor de pueblos, ármate en
seguida para el combate y revístete de valor.”
……………………..
1. Tetis: diosa griega, madre de Aquiles. La llamaban diosa de los argentados pies (plateados)
2. Vulcano: en Mitología, Dios del fuego y de la metalurgia que hizo la armadura para Aquiles.
3. Patroclo: amigo de Aquiles.
4. Mirmidones: raza guerrera de la Mitología griega.
5. Menetio: padre de Patroclo.
LA ODISEA
(Ulises u Odiseo y sus compañeros llegan al país de los cíclopes. Con doce de ellos va en busca de Polifemo).
“Pronto llegamos a la gruta; mas no dimos con él, porque estaba apacentando los pingues vejas. Entramos y
nos pusimos a contemplar con admiración y una por una todas las cosas: había zarzos (1) cargados de quesos;
los establos rebosaban de corderos y cabritos, hallándose encerrados separadamente los mayores, los
medianos y los recentales, y goteaba el suelo de todas las vasijas, tarros y barreños de que se servía para
ordeñar.
Los compañeros empezaron a suplicarme que nos apoderásemos de algunos quesos y nos fuéramos; y luego,
sacando prestamente de los establos los cabritos y corderos, y conduciéndolos a la velera nave, surcáramos de
nuevo el salobre mar. Mas yo no me dejé persuadir –mucho mejor hubiera sido seguir su consejo- con el
propósito de ver a aquél y probar si me ofrecería los dones de la hospitalidad. pero su venida no había de
serles grata a mis compañeros.
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Encendimos fuego, ofrecimos un sacrificio a los dioses, tomamos algunos quesos, comimos y le aguardamos,
sentados en la gruta, hasta que volvió con el ganado. Traía una carga de leña seca para preparar su comida y
descargó la dentro de la cueva con tal estruendo que nosotros, llenos de temor, nos refugiamos
apresuradamente en lo más hondo de la misma. Luego metió en el espacioso antro todos los pingues ovejos
que tenía que ordeñar, dejando a la puerta, dentro del recinto de altas paredes, los carneros.
Después cerró la puerta con un pedrejón grande y pesado que llevó a pulso, y que no hubiesen podido mover
del suelo veintidós sólidos carros de cuatro ruedas. ¡Tan inmenso era el peñasco que colocó en la entrada!
Sentóse en seguida, ordeñó las ovejas y las baladoras cabras, todo como debe hacerse, y a cada una le puso su
hijito. A la hora, haciendo cuajar la mitad de la blanca leche, la amontonó en canastillos de mimbre, y vertió la
restante en unos vasos para bebérsela, y así le serviría de cena. Acabadas con prontitud tales faenas, encendió
fuego y, al vernos, nos hizo estas preguntas:
POLIFEMO. -¡Oh, forasteros! ¿Quién sois? ¿De dónde llegasteis navegando por húmedos caminos? ¿Venís
por algún negocio o andáis por el mar, a la ventura, como los piratas que divagan, exponiendo su vida y
produciendo daño a los hombres de extrañas tierras?
Así dijo. Nos quebraba el corazón el temor que nos produjo su voz grave y su aspecto monstruoso. Mas, con
todo eso, le respondí de esta manera:
ODISEO. –Somos aqueos (2) a quienes extraviaron, al salir de Troya, vientos de toda clase que nos llevan por
el gran abismo del mar; deseosos de volver a nuestra patria, llegamos aquí por otra ruta, por otros caminos,
porque de tal suerte debió ordenarlo Zeus.
Nos preciamos de ser guerreros de Agamenón Atridas, cuya gloria es inmensa debajo de los cielos -¡tan
grande ciudad ha destruido y a tantos hombres ha hecho perecer!- y venimos a abrazar tus rodillas por si
quisieras presentarnos los dones de la hospitalidad o hacernos algún otro regalo, como es costumbre entre los
huéspedes. Respeta, pues, a los dioses, varón excelente; que nosotros somos ahora tus suplicantes. Y a
suplicantes y forasteros los venga Zeus hospitalario, el cual acompaña a los venerados huéspedes.
Así le hablé; y respondióme en seguida con ánimo cruel:
POLIFEMO.- ¡Oh, forastero! Eres un simple o vienes de lejanas tierras cuando me exhortas a temer a los
dioses y a guardarme de su cólera; de que los cíclopes no se cuidan de Zeus, que llega la égida, (3) ni de los
bienaventurados números, (4) porque aún les ganan en ser poderosos; y no te perdonaría ni a ti ni a tus
compañeros por temor a la enemistad de Zeus, si mi ánimo no me lo ordenase…
Pero dime en qué sitio, al venir, dejaste le bien construida embarcación; si fue, por ventura, en lo más apartado
de la playa o en un paraje cercano, a fin de que yo lo sepa.
“Así dijo para tentarme. Pero su intención no me pasó inadvertida a mí, que sé tanto, y de nuevo le hablé con
engañosas palabras.
ODISEO.- Poseidón, que sacude la tierra, rompió mi nave llevándosela a un promontorio y estrellándola
contra las rocas, en los confines de vuestra tierra; el viento que soplaba del ponto (5) se la llevó y pude
librarme junto con éstos de una muerte terrible.
Así le dije. El Cíclope, con ánimo cruel, no me dio respuesta; pero levantándose de súbito, echó mano a los
compañeros, agarró a dos y, cual si fuesen cachorrillos, arrojóles a tierra con tamña violencia que el encéfalo
fluyó al suelo y mojó el piso. De contado despedazó los miembros, se aparejó una cena y se puso a comer
como montaraz león, no dejando ni los intestinos ni la carne, ni los huesos. Nosotros contemplábamos aquel
horrible espectáculo con lágrimas en los ojos, alzando nuestras manos a Zeus, pues la desesperación se había
señoreado de nuestro ánimo.
El Cíclope, tan luego se hubo llenado su enorme vientre, devorando carne humana y bebiendo encima leche
sola, se acostó en la gruta tendiéndose en medio de las ovejas. Entonces formé en mi magnánimo corazón el
propósito de acercarme a él, y sacando la aguda espada que colgaba de mi muslo, herirle el pecho donde las
entrañas rodean el hígado, palpándolo previamente; mas otra consideración me detuvo. Habríamos, en efecto,
parecido allí de espantosa muerte, a causa de no poder apartar con nuestras manos el grave pedrejón que el
Cíclope colocó en la alta entrada. Y así, dando suspiros, aguardamos que apareciera la divina Aurora.
Cuando se descubrió la hija de la mañana, la Aurora de rosáceos dedos, el Cíclope encendió fuego y ordenó
las gordas ovejas, todo como debe hacerse, y a cada una le puso su hijito.
12
Acabadas con prontitud tales faenas, echó mano de otros dos de los míos, y con ellos se aparecjó el almuerzo.
En acabando de comer, sacó de la cueva los pingues ganados, removiendo con facilidad el enorme pedrejón de
la puerta; pero al instante lo volvió a colocar, del mismo modo que si a un carcaj le pusiera su tapa. Mientras
el Cíclope aguijaba (6) con gran estrépito sus pingues rebaños hacia el monte, yo me quedé meditando
siniestras trazas, por si de algún modo pudiese vengarme y Atenea me otorgase la victoria.
Al fin parecióme que la mejor resolución sería la siguiente. Echada en el suelo del establo veíase una gran
clava de olivo verde, que el Cíclope había cortado para llevarla cuando se secase. Nosotros, al contemplarla, la
comparábamos con el mástil de un negro y ancho bajel de transporte que tiene veinte ramos y atraviesa el
dilatado abismo del mar: tan larga y gruesa se nos presentó a la vista. Acerquéme a ella y corté una estaca,
como de una braza, que di a los compañeros mandándoles que la puliesen.
No bien la dejaron lisa, agucé uno de sus cabos, la endurecí, pasándola por el ardiente fuego, y la oculté
cuidadosamente debajo del abundante estiércol esparcido por la gruta. Ordené entonces que se eligieran por
suerte los que, uniéndose conmigo, deberían atreverse a levantar la estaca y clavarla en el ojo del Cíclope,
cuando el dulce sueño le rindiese. Cayóles la suerte a los cuatro que yo mismo hubiera escogido en tal
ocasión, y me junté con ellos formando el quinto.
Por la tarde volvió el Cíclope con el rebaño de hermoso vellón, que venía de pacer, e hizo entrar en la
espaciosa gruta a todos los pingues reses, sin dejar ninguna fuera del recinto; ya porque sospechase algo, ya
porque algún dios así se lo ordenara. Cerró la puerta con el pedrejón, que llevó a pulso; sentóse, ordenó las
ovejas y las baladoras cabras, todo como debe hacerse, y a cada una le puso su hijito. Acabadas con prontitud
tales cosas, agarró a otros dos de mis amigos y con ellos se aparejó la cena. Entonces lleguéme al Cíclope y
teniendo en la mano una copa de vino, le hablé de esta manera:
ODISEO.- Toma, Cíclope, bebe vino, ya que comiste carne humana, a fin de que sepas qué bebida se
guardaban en nuestro buque. Te lo traía para ofrecer una libación en el caso de que te apiadases de mí y me
enviaras a mi casa; pero tú enfureces de intolerable modo. ¡Cruel! ¿Cómo vendrá en lo sucesivo ninguno de
los hombres que existen, si no te portas como debieras?
Así le dije. Tomó el vino y bebiólo. Y gustóle tanto el dulce licor que me pidió más.
POLIFEMO.- Dame de buen grado más vino y hazme saber inmediatamente tu nombre para que te ofrezca un
don hospitalario con el cual huelgues. Pues también a los Cíclopes la fértil tierra les produce vino en grandes
racimos, que crecen con la lluvia enviada por Zeus; mas esto se compone de ambrosia (7) y néctar. (8)
Cuando se descubrió la hija de la mañana, la Aurora de rosáceos dedos, los machos salieron presurosos a
pacer, y las hembras, como no se las había ordeñado, balaban en el corral con las ubres retesadas. Su amo,
afligido por los dolores, palpaba el lomo a todas las reses, que estaban de pie, y el simple no advirtió que mis
compañeros iban atados a los pechos de los vedijudos animales.
El último en tomar el camino de la puerta fue mi carnero, cargado de su lana y de mi mismo, que pensaba en
muchas cosas. Y el robusto Polifemo lo palpó y así le dijo:
POLIFEMO.- ¡Carnero querido! ¿Por qué sales de la gruta el postrero del rebaño? Nunca te quedaste detrás de
las ovejas, sino que andando a buen paso, pacías el primero las tiernas flores de la hierba, llegabas el primero
a las corrientes de los ríos y eras quien primero deseaba volver al establo al caer de la tarde; mas ahora vienes,
por el contrario, el último de todos. Sin duda, echarás de menos del ojo de tu señor, a quien cegó un hombre
malvado con sus perniciosos compañeros, perturbándome las mientes con el vino. Pero me figuro que aún no
se ha librado de una terrible muerte. ¡Si tuvieras mis sentimientos y pudieses hablar, para indicarme dónde
evita mi furor! Pronto su cerebro, molido a golpes, se esparciría aquí y acullá por el suelo de la gruta, y mi
corazón se aliviaría de los daños que me ha causado este despreciable Nadie.
Diciendo así dejó el carnero y lo echó fuera. Cuando estuvimos algo apartados de la cueva y del corral,
soltéme del carnero y desaté a los amigos. Al punto entrecogimos aquellas gordas reses de gráciles (9) piernas
y, dando muchos rodeos, llegamos por fin a la nave”.
…………………………
1. Zarzo: tejido de varas, cañas, mimbres o juncos, que forma una superficie plana. 2. Aqueo: natural de
Acaya o Grecia. 3. Égido: escudo de Zeus o Júpiter, y de Minerva; muchas veces es sinónimo de protección,
13
defensa. 4. Númen: divinidad. Ponto: mar. Aguijar: picar o pinchar con la aguijada o aijada. 7. Ambrosia:
alimento de los dioses. 8. Néctar: jugo azucarado de las flores; bebida de los dioses. 9. Grácil: delgado.
El teatro griego es una de las formas del arte que más gloria ha dado a Grecia, considerado como el Pueblo
creador del arte dramático. De él se ha dicho que “es uno de los milagros del género humano”.
La tragedia y la comedia son dos géneros que surgieron y se desarrollaron en Atenas, de donde se difundieron
por todo el mundo helénico, a partir de finales del siglo VI. Tanto la tragedia como la comedia están formadas
de partes recitadas y partes cantadas. Las primeras por un acto, las segundas por un coro; ambas partes
difieren por el metro y por variantes dialectales; las partes recitadas lo son en metros yámbicos y las cantadas
en los metros de la lírica Coral. Así surgió el teatro, de la. evolución de uno de los géneros de la lírica antigua
y en una fiesta ateniense dedicada al dios Dioniso, que tenía lugar en el mes de marzo. El género dramático
surgió al hacer dialogar al coro –que danzaba y cantaba conmemorando los hechos del dios-, y al director de
este, con un autor. De esta forma, la ceremonia lírico-religiosa se convirtió en representación teatral: la acción
basada en asuntos tomados de la tradición épica y por lo tanto, conocidos de todos- corría a cargo de los
actores, en tanto que el coro se limitaba a comenzar con sus cantos lo que sucedía en escena. El espectáculo se
desarrollaba en teatros al aire libre, los actores, provistos de máscaras y calzando altos coturnos ocupaban el
escenario, el coro evolucionaba en los grados en semicírculos, construidos alrededor de estas. Según
estudiosos la primera tragedia representada fue obra de Tespis y la representación tuvo lugar hacia el año 534
a.C., en época de Pisistratos, mientras que la comedia no fue introducida en la fiesta hasta el año 486. La
primera tragedia que se conserva es, Los Persas de Esquilo, representada en el 472, y la primera comedia que
nos ha llegado es Los Acarnienses de Aristófanes, representada en el año 425 a.C.
En fin, Tespis, es el primer gran innovador y director teatral de que se tiene noticia, pero muy poco sabemos
de este creador de escena. Solo que vivió hacia el siglo VI, introdujo nuevos cambios y formó un coro de
actores, y sobre su carro los trasladaba de pueblo en pueblo para las fiestas y ceremonias báquicas.
ESQUILO (525).
Fue escritor fecundo, pues cuenta hasta 70 ó 90 títulos. Solo siete han llegado a nosotros. Llevó a la escena
asuntos espectaculares sacados de la edad heroica. En su época, el poeta concurría a los certámenes de
Dionisio con tres tragedias, que formaban una trilogía y un drama satírico, pieza cuyo tema era mítico, pero
cuyo desarrollo y desenlace eran más bien de tipo cómico. Se conserva íntegra la trilogía, la Orestiada,
compuesta por Agamenón, Cóeforas y Eumenides, que es de tema encadenado desde la vuelta de Agamenón
a su casa, tras la guerra de Troya, hasta la liberación de su hijo Orestes, que ha vengado la muerte de su padre
a manos de Clitemnestra y su amante. Pero esta obra es de 458, dos años antes de la muerte del poeta. Otras
tragedias son Los Persas del año 472; Las Suplicantes del 463; Los siete contra Tebas, del 467 y Prometeo
encadenado.
Los Persas es la tragedia de la vuelta a casa de Jerjes, el rey Persa, y de lo poco que quedó de su ejército, tras
la derrota sufrida en Salamina frente a la flota ateniense.
Prometeo Encadenado, es el titán que roba el fuego para dárselo a los hombres –el fuego, origen de la
civilización, fuente de la tecnología- Prometeo es castigado por Zeus a quedar atado a una roca, donde un
águila devora cotidianamente su hígado.
Esquilo es el verdadero creador de la tragedia griega. El coro sigue siendo el protagonista de sus obras. La
acción, si bien es breve, es sencilla y grandiosa. Destaca en su obra la fuerza sobrehumana, el sentimiento y
emoción trágicos. Su teatro no es psicológico, pero sí de profundo sentido moral. Recomienda la moderación
como solución universal, incluso contra la fatalidad. Se devuelve con brillantez y audacia insuperables.
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Nació en Colona. Hijo de un rico industrial fabricante de armas, recibió muy esperada educación. En el 480
a.C. dirigió el coro de jóvenes en las celebraciones de la victoria de Salamina. Su talento y encanto personal le
condujeron a una vida feliz y a una carrera teatral brillante. Era treinta años más joven que Esquilo, y en el
año 468 a.C., lo derrotó en un concurso de tragedias.
Fue muy amigo de Heródoto y de Pericles. Tras su muerte (Atenas, 406 a.C.) se le consideró como un héroe.
Escribió unas 123 tragedias, no en trilogías, sino aisladas, cuyo asunto –como sucedía con Esquilo- procedía
de las tradiciones y ficciones heroicas, de las que solo se conservan siete, y algunos fragmentos del drama
satírico Los Sabuesos. Sófocles es el mayor trágico griego. Los personajes de su teatro son menos heroicos,
pero más humanos que los de Esquilo. Pinta a los hombres como debieran ser: perfecto y fieles a su deber.
Según Aristóteles, Sófocles introdujo un tercer actor en la tragedia, abandonó el sistema de trilogías y aunque
elevó de doce a quince el número de comedias, disminuyó su importancia. Supo perfeccionar la técnica teatral
y reunir en su persona todas las cualidades intelectuales que caracterizan el “Siglo de Pericles”: la nobleza, la
fuerza y la belleza. Comparado con Esquilo, sin embargo, no posee tanto inventiva ni imaginación: menos
grande y menos sublime, si bien más humano y más equilibrado. Perfeccionó la intriga, lo que favorece la
estructura de las obras, y humaniza sus personajes.
ANTÍGONA
Personajes:
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La escena, frente al palacio real de Tebas con escalinata. Al fondo, la montaña. Cruza la escena Antígona,
para entrar en palacio. Al cabo de unos instantes, vuelve a salir, llevando del brazo a su hermana Ismene, a la
que baje bajar las escaleras y aparta de palacio.
ANTÍGONA.
Hermana de mi misma sangre, Ismene querida, tú que conoces las desgracias de la casa de Edipo, ¿sabes de
alguna de ellas que Zeus no hay a cumplido después de nacer nosotras dos? No, no hay vergüenza ni infamia,
no hay cosa insufrible ni nada que se aparte de la mala suerte, que no vea yo entre nuestras desgracias, tuyas y
mías; y hoy, encima, ¿qué sabes de este edicto que dicen que el estratego1 acaba de imponer a todos los
ciudadanos?. ¿Te has enterado ya o no sabes los males inminentes que enemigos tramaron contra seres
queridos?
ISMENE
No, Antígona, a mí no me ha llegado noticia alguna de seres queridos, ni dulce ni dolorosa, desde que nos
vimos las dos privadas de nuestros dos hermanos, por doble, recíproco golpe fallecidos en un solo día2.
Después de partir el ejército argivo, esta misma noche, después no sé ya nada que pueda hacerme ni más feliz
ni más desgraciada.
ANTÍGONA
No me cabía duda, y por esto te traje aquí, superado el umbral de palacio, para que me escucharas, tú sola.
ISMENE
¿Qué pasa? Se ve que lo que vas a decirme te ensombrece.
ANTÍGONA
Y, ¿cómo no, pues? ¿No ha juzgado Creonte digno de honores sepulcrales a uno de nuestros hermanos, y al
otro tiene en cambio deshonrado? Es lo que dicen: a Etéocles le ha parecido justo tributarle las justas,
acostumbradas honras, y le ha hecho enterrar de forma que en honor le reciban los muertos, bajo tierra. El
pobre cadáver de Polinices, en cambio, dicen que un edicto dio a los ciudadanos prohibiendo que alguien le dé
sepultura, que alguien le llore, incluso. Dejarle allí, sin duelo, insepulto, dulce tesoro a merced de las aves que
busquen donde cebarse. Y esto es, dicen, lo que el buen Creonte tiene decretado, también para ti y para mí, sí,
también para mí; y que viene hacia aquí, para anunciarlo con toda claridad a los que no lo saben, todavía, que
no es asunto de poca monta ni puede así considerarse, sino que el que transgrieda alguna de estas órdenes será
reo de muerte, públicamente lapidado en la ciudad. Estos son los términos de la cuestión: ya no te queda sino
mostrar si haces honor a tu linaje o si eres indigna de tus ilustres antepasados.
ISMENE
No seas atrevida: Si las cosas están así, ate yo o desate en ellas, ¿qué podría ganarse?
ANTÍGONA
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ISMENE
¿Qué ardida empresa tramas? ¿Adónde va tu pensamiento?
ANTÍGONA
Quiero saber si vas a ayudar a mi mano a alzar al muerto.
ISMENE
Pero, ¿es que piensas darle sepultura, sabiendo que se ha públicamente prohibido?
ANTÍGONA
Es mi hermano —y también tuyo, aunque tú no quieras—; cuando me prendan, nadie podrá llamarme traidora.
ISMENE
¡Y contra lo ordenado por Creonte, ay, audacísima!
ANTÍGONA
El no tiene potestad para apartarme de los míos. (Fragmento)
Nació en la isla de Salamina, hijo del rico propietario ateniense Mnesarco y de la noble Clito, innecesario y de
la noble Clito. Desde su infancia recibió una magnífica educación, no tardando en destacar su buena voz, sus
dotes de pintor y su precoz afición a las letras, sin perjuicio de una excelente preparación atlética. Participó en
las danzas sagradas en honor a Apolo Delia, actividad reservada a los hijos de los ciudadanos más ricos.
Era poseedor de una vastísima cultura, se hizo con una bien surtida biblioteca. Casó dos veces con Melito y
Quéride, que le fueron infieles. Tuvo una oposición a sus reformas teatrales, ya que fue atacado por otros
dramaturgos y poetas, que llegaron a acusarle de impiedad, pero al final se impuso su gesto porque en varias
ocasiones obtuvo premios en competiciones dramáticas.
Eurípides llegó a escribir noventa y dos dramas, y sólo se conservan 17 tragedias y una obra satírica, pasiones,
sentimientos e intereses genuinamente humanos llegaron con él a escena. Mientras que el coro redujo su
importancia, como consecuencia del relieve dado al individuo. Su teatro es psicológico. Describe a los
hombres como son en realidad, con todas sus grandezas y su miseria. Plantea en sus tragedias problemas
humanos, creando numerosos tipos femeninos, como Medea y Electra.
Es muy controvertido el orden cronológico de sus tragedias, ya que solo existen fechas fiables para algunas:
Alcestes (438 a.C.), Medea (431 a.C.), Hipólito (428 a. C.), Las Troyanas (415 a.C.), Helena (412 a.C.),
Orestes (408 a.C.), Higenia en Aulide y Las Bacantes fueron representadas después de su muerte. Las otras
obras son: Andrómaca, Hécuba, Electra, Hércules furioso, Los Heraclidas, Las Fenicias. Ifigenia en Táuride,
Las Suplicantes y El Cíclope, que es un drama satírico.
Argumento de Alcestes. Es una obra en la que la generosidad de una mujer se contrapone al egoísmo de su
marido, en la que Heracles, a pesar de su glotonería y amor a la bebida –un tema típico de la comedia- opera
el milagro. El dios Apolo nos cuenta al principio haber logrado que las moiras perdonen la vida a Admito, que
ha de morir, si alguien se ofrece a hacerlo por él; su mujer, Alcestes, se ofrece. Muerta, llega Héracles como
huésped y es acogido por Admito, mientras se preparan las honras de Alcestes; enterado de la situación logra
salvar a la fiel mujer de la muerte.
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Aristófanes es autor de 44 comedias de las cuales once se mantienen vivas. Los temas de sus obras son
siempre referencia a una realidad ciertamente imaginativa y surcada de fantasía a la que la extraordinaria
vitalidad de la poesía de su autor confiere una profundidad hecha de observación, de sabiduría tradicional, de
la conciencia del gozo de vivir y de la satisfacción del trabajo y del esfuerzo humano. Es decir, que en sus
comedias trata asuntos que apasionaban a sus conciudadanos; la paz, la libertad, la política…
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Aristófanes era un escritor conservador y satírico. Pues se levantaba contra todas innovaciones que no
estimaba conveniente, ataca con libertad a los poderosos como Pericles, Cleón y a los filósofos por sus teorías
avanzadas, como Sócrates e igualmente, a los trágicos, por sus innovaciones en las normas establecidas. Sus
comedias son: Los Arcanenses (425 a.C.), Los Caballeros (424 a.C.) son sátiras contra Cleón y Demóstenes;
Las Nubes (423 a.C.) en la que ataca a Sócrates; Las Avispas, La Paz (421 a.C.), favorece a Nicias; Las Aves
(414 a.C.), en la que critica la vida pública y privada de Atenas y presenta una utópica ciudad ideal.
Otras comedias son Lisistrata (411 a.C.), en la que las mujeres obligan a los hombres a firmar la paz, bajo la
amenaza de no cumplir sus deberes conyugales; las Tersoforias (411 a.C.), Las Ranas (405 a.C.), arremete
contra Eurípides; la Asamblea de las mujeres (392 a.C.) y Pluto (338 a.C.). Poco antes de su muerte presentó
una última obra, firmada con el nombre de su hijo Avaros. Toda una producción se ajusta a una estructura
tradicional con partes cantadas y otras dialogadas y ha influido en algunos grandes autores de todos los
tiempos.
Es el último cómico ateniense y el más conspicuo exponente de la comedia “nueva”. De familia Aristócrata,
llevó una vida fácil y elegante, dedicado por entero a su arte. Discípulo de Teofastro y Epicuro, compuso
ciento ocho comedias, de las que conservan numerosos fragmentos, lo que ha permitido la reconstrucción de
algunas de ellas y hacerse una idea de su ingenio. De otras se tiene noticias por las imitaciones de Plauto y
Terencio, y por una compilación de Sentencias Monósticas, al placer de la época romana.
Menandro ponía en sus obras, escenas de costumbres sociales del momento entre los ingeniosos recursos
cómicos y diálogos chispeantes. Era una época en que no había espacio para la sátira política, aunque sí, era
un derecho para la comedia de enredo con situaciones típicas y tópicas de la vida misma. En 1907 el hallazgo
de un papiro egipcio permitió conocer importantes fragmentos de cuatro de sus comedias El Héroe, El
Arbitraje, La bella de los rizos cortados y La Samiana. Otras comedias son El Adulador y El Misántropo,
descubierta casi entera y publicada en 1958.
ESCRITORES GRIEGOS
Poesía épica
Homero (Siglo IX u VIII a.C.) es autor de: La Ilíada y La Odisea.
En la didáctica:
Hesíodo (S. VIII) escribió: La teogonía y Los trabajos y los días.
Esopo (S. VII-VI a.C.) es famoso fabulista clásico.
Demetrio de Fabra (s. IV a.C.) fabulista.
En la poesía lírica cabe distinguir tres corrientes: Jónico, Eólico o Lesbio y el dórico.
El Lirismo Jónico reviste dos formas: la elegiaca y la yámbica.
Tirteo (S. VII-VI a.C.) cantó al patriotismo y la guerra.
Mimnermo de Colofón (S.VI), fue un poeta cortesano, melancólico y tierno. Poeta erótico. Canta los amores y
la belleza de la juventud.
Solón (Atenas, año 604-588 a.C.) Estadista y poeta y uno de los “siete sabios” griegos. Caracterizado por su
patriotismo, elegancia y el sentido moralizador de sus poesías.
Teognis de Megara (S. V a.C.) era un rico terrateniente perteneciente al partido aristocrático. Sus versos se
desenvuelven en un sentido enérgico y realista, aunque llenos de pesimismo y amargura.
Arquiloco de Paros (712-644), poeta vagabundo, hijo de un aristócrata y una esclava. Es autor de poemas
satíricos contra su amada Neboule el padre de ésta, Licambes, que lo depreciaran por su pobreza.
ALCEO (S. VII-VII a. C.) de Mitilene (Lesbos) fue contemporáneo de la poetisa Safo y, junto a ella, Máximo
exponente de la lírica eólica. Obra: Himno de Harmodio y Aristogitán, diversas canciones báquicas y algunos
epigramas.
SAFO, originaria de Lesbos, vivió casi siempre en Mitilene, rodeada de jóvenes féminas que practicaban con
ella la poesía, la música, las danzas y el culto a afrodita. Se dice que rechazada por su amante, el joven Faón,
se arroyó al mar. Compuso Epitalamios e Himnos. Es creadora de la estrofa sáfica.
ANACREONTE (hacia 570-485 a.C.) Natural de Teos, cantó al amor, el vino y los placeres, no desdeñó la
sátira ni la diatriba. Su poesía fue muy imitada por Catulo, Horacio y Fray Luis de León, entre otros.
ESTESÍCORO DE HIMERA (640-555 a.C.) Nació en Sicilia, normalizó el uso de las tres estrofas (estrofas,
antiestrofa y épodo) en poesía y danza. Compuso baladas de tipo homérico, poesías de temas pastoriles y las
historias novelescas de amor.
SIMÓNIDES DE CEOS (556-468 a.C.) Destacan de él poesías funerarias dedicadas a los griegos casídos en
las luchas contra poesía y sus patéticos cantos de tristeza y muerte, entre los que destaca el Lamento a Donae.
PÍNDARO 518-438 a.C.). Natural de Tebas alcanzó la celebridad alcanzando con él su forma más perfecta la
lírica. Fue un autor fecundo. Sus epinicios, que han llegado hasta nosotros. Son 44 odas triunfales, compuestos
en honor a los vencedores de los juegos y en ellos hallan las olímpicas, las píticas, y las nemeas e istmicas.
Píndaro se manifiesta como un poeta religioso, muchos de sus himnos son verdaderas plegarias a los dioses.
EN LA TRAGEDIA:
Esquilo, Nació en Eleusis (525 a.C.) y murió en Gela (456 a.C.). Es autor de La Orestiada, Prometeo
encadenado y Los Persas.
Sófocles, Nació en Colona (496 a.C.) y murió en Atenas (406 a.C.) Es autor de Edipo Rey, Antígona, Electra,
etc.
Eurípides (sobre 480-406 a.C.), Nació en la isla de Salamina. Escribió las obras: Alcestis, Media, Hipólito,
Aristes, etc.
EN LA COMEDIA:
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Epicarno de Siracusa (S. VI-V a.C.) se inspiró con gran fantasía, humor y realismo en la vida popular. Es
autor de: El Aldeano, Las Rapiñas, La Megariense.
Cratino de Atenas (519-422 a.C.) es autor de Las Tracias.
Aristófanes (hacia 450-386 a.C.), representante de la llamada comedia “Antigua”, debutó a los veinte años en
Atenas, su patria. Con los Banqueteadotes. Otras obras son: Las Avispas, Los Acarnenses, Las Nubes.
Menandro (342-292 a.C.), ateniense. Es el más conspicuo exponente de la comedia “nueva”. Compuso el
Adulador, El Misántropo, El Héroe, etc.
Historiadores griegos
Heródoto de Halicarnaso (hacia 485-420 a.C.) fue llamado “Padre de la Historia” por Cicerón. Es autor de
Historias.
Tucidides (sobre 460-400 a.C.) obra: Historias de las guerras del Peloponeso.
Jenofonte (hacia 435-354 a.c.), de familia noble y discípulo de Sócrates. Es autor de Anábasis o la Expedición
de los diez mil.
Polibio (210-120). Es un historiador del período grecolatino.
Plutarco (46-120) nacido de Queronea. Es autor de Vidas Paralelas, que son 46 biografías de personajes
griegos y romanos y Moralia.
Luciano de Samosata (125-192). Es autor de: Diálogos de los dioses y Los diálogos de los muertos.
FILÓSOFOS GRIEGOS
Sócrates (470-399) no dejó escritos. Sus doctrinas son recogidas por Platón en sus Diálogos.
Platón (427-347), ateniense que dedica su vida a la enseñanza filosófica. Obras: Los Diálogos, La República,
El Banquete, etc.
Aristóteles de Estagira (384-322 a.C.). Es autor de: La Retórica, La Poética, El Organón, etc.
LITERATURA LATINA
El imperio romano inicia su influencia y esplendor a partir del siglo III a.C. hasta el siglo V d.C. Roma era un
pueblo eminentemente práctico que ponía lo útil por encima de lo bello, lo material por encima de lo ideal,
con un cuerpo militar imponente. Por eso, creó una gran obra maestra, el Derecho. También creó su idioma,
el latín, que ha sido vehículo de la cultura durante muchos siglos. Todavía en el siglo XVIII era el latín el
idioma universal de muchos universitarios.
La literatura latina nace por imitación de la griega, no obstante, presenta ciertas notas originales que la
diferencian de su modelo griego, con una evidente inclinación hacia los géneros didácticos: la oratoria, la
moral, la historia y la ciencia.
Pleyán-García, ahondan este concepto, cuando escriben “El desenvolvimiento de la literatura latina comienza
en el siglo 111 antes de Cristo, durante el cual roma se pone en contacto con Grecia y la toma por modelo,
convirtiéndose en heredera directa y fervorosa difusora de su civilización.
No obstante, la literatura latina presenta ciertas notas originales que la distinguen, a menudo, de su modelo
griego: entre ellas, una evidente inclinación hacia los géneros didácticos –moral, oratoria, historia, ciencia…-,
como corresponde a un pueblo eminentemente práctico, que ponía lo útil por encima de lo bello, y un lenguaje
sobrio y austero, que contrasta a veces con la graciosa elegancia del arte helénico. Roma fue en sus comienzos
un pueblo de rudos campesinos y soldados, y esta circunstancia no dejó nunca de influir en sus productos
culturales”. (Paradigma, pág. 219)
Entonces, ¿cómo pasó la hegemonía de Grecia en el aspecto político y cultural a ser patrimonio de Roma?
Roma fue la heredera directa y fervorosa difusora de la cultura griega, pueblo este al que invadió y sometió
político y militarmente. Pero que, debido a la pobreza científica y cultural del mundo romano, terminaron
siendo aprendices, asimilando la elegancia del arte helénico.
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En efecto, Roma logró, en el aspecto político y militar, conquistar a Grecia. Sin embargo, en lo que atañe a la
cultura al arte y la literatura, no pudo igualarla, ni mucho menos superarlo. Pero Grecia es deudora de Roma
por haberla convertido en cuna del saber científico y artístico en el mundo occidental.
EL TEATRO LATINO
Empezó a escribir comedias a imitación del teatro de Grecia, hasta convertirse en el cómico más genial de la
literatura latina. Este género, desde un principio, tuvo notables cultivadores y había logrado grandes éxitos.
Plauto, a causa de su tono popular y el cultivo de temas político y la sátira social, logró poner en escena 130
comedias, de los cuales, sólo 21 han llegado a nosotros y aún fragmentadas.
Plauto, en sus obras es hábil en la creación de situaciones cómicas. Su lenguaje es chispeante y pintoresco.
Sus principales comedias son: Los Esclavos (Captivi). El soldado fanfarrón (Miles gloriosus), El Mercader
(Mercator), La Soga (Rudens), Asinaria (Los asnos), El avaro (Aulularia).
Argumento de la comedia Aulularia o Comedia de la Olla, trata del viejo avaro Euclión, que guarda con
extremo cuidado una olla llena de oro que se encontró enterrada en su casa. Liconides está enamorado de la
hija de Euclión. También la pretende el rico Megadoro. El viejo sospecha que Megadoro busca, sobre todo, su
oro. Por eso lo entierra en diversos lugares. Un esclavo de Licónides lo ve y roba la olla al avaro. Cuando
menos lo espera, Licónides devuelve la olla al avaro, consiguiendo que éste, agradecido, Se case con su hija.
La escena que vas a leer es el momento en que Megadoro, viejo y rico, pide a Euclión le conceda su hija. El
avaro, siempre receloso, cree que se ha enterado del tesoro. Accede, pero la casará sin dote ninguna.
Euclión (Aparte).- Ya me lo decía el corazón. Mi salida de casa iba a ser inútil; por eso lo hcía sin ganas. No
había nadie en la curia, ni estaba el jefe que tenía que hacer la distribución del dinero. Apresurémonos a
volver a casa, porque en ella está mi corazón, aunque mi cuerpo esté aquí.
Megadoro.- Buenos días, Euclión; la ventura te acompañe siempre.
Euclión.- Los dios te favorezcan Megadoro.
Megadoro.- ¿Qué tal te va? ¿Te encuentras bien de salud?
Euclión (Aparte).- no carece de misterio el que el rico salude con tanta afabilidad al pobre; este hombre sabe
que yo tengo ese oro, y he aquí por qué me trata con tanto cariño.
Megadoro.- ¿Qué me decías? ¿Qué te hallas bien?
Euclión.- Del bolsillo no muy bien.
Megadoro.- como estés contento de espíritu, bastante tienes para vivir.
Euclión (Aparte).- La condenada vieja le tiene que haber indicado algo acerca del oro, bien claro se ve. En
cuanto esté en casa le tengo que cortar la lengua y arrancarle los ojos.
Megador.- ¿Qué estás hablando contigo mismo?
Euclión.- Me estaba lamentando de mi pobreza: ya ves, tengo una hija moza en sazón, sin dote, difícil de
colocar, pues no puede encontrar quien la pretenda.
Megadoro.- Cesa, Euclión, en tus quejas; anímate; lo encontrarás. Yo te ayudaré: dime, ordena lo que sea
preciso.
Euclión (Aparte).- Algo busca el que promete: se le abre la boca pensando en devorarme el oro. En una mano
lleva la piedra y en la otra enseña el pan. No me fío de ningún rico que con tanta amabilidad trate a un pobre.
Cuando le larga la mano cariños, le echa encima una carga de pesadumbre. No me engañan estos pulpos que
lo que palpan retienen fuertemente.
Megadoro.- Préstame atención un momento, quiero hablarte en posas palabras de algo que nos interesa a los
dos.
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Euclión (Aparte).- ¡Mal negocio! Ya echaron el garfio a mi oro; ahora éste quiere entrar conmigo en arreglo.
Tengo que ir a casa a ver lo que hay.
Megadoro.- ¿Dónde vas?
Euclión.- Vuelvo en seguida. Necesito vr algo en mi casa. (sale).
Megadoro.- Seguro estoy de que cuando le mencione mis propósitos de casarme con su hija, se figurará que
me burlo de él, pues no se encuentra actualmente persona más pobre entre los de su clase.
Euclión (Aparte).- Los dioses me protegen: nadie ha tocado mi hacienda… ¿Nadie?... ¡Quién sabe!... mucho
temor me asaltó. Antes de llegar iba sin aliento. (En voz alta.) aquí estoy de vuelta, Megadoro; mira a ver qué
se te ofrece.
Megador.- Cracias. Te ruego respondas a lo que quiero preguntarte.
Euclión.- Te responderé con tal que no me hagas preguntas a las que no me haría gracia tener que responder.
Megadoro.- Dime: ¿Qué opinión tienes de mi linaje?
Euclión.- Buena.
Megadoro.- ¿Y de mi palabra?
Euclión.- Segura.
Megadoro.- ¿Qué tal mi conducta?
Euclión.- Honrada, digna de aprobación.
Megadoro. ¿Sabes cuántos años tengo?
Euclión.- Sé que son muchos, como tus riquezas.
Megadoro.- por mi parte, a la verdad, siempre te he juzgado un ciudadano sin mácula. Y en este concepto sigo
teniéndote.
Euclión (Aparte).- ¿Anda al husmo del oro! (Alto) Bueno; ¿qué quieres decirme con eso?
Megadoro.- Que sabiendo yo quién eres tú y quién soy yo, para conveniencia mía, tuya y de tu hija, vengo a
pedírtela por mujer; dime que me la otorgarás.
Euclión.- ¡Por Dios, Megadoro! No es esa acción digna de ti: burlarte así de un pobre como yo, que ningún
daño te ha hecho ni a ti ni a los tuyos. Ni por mis palabras ni por mis actos he merecido que me hicieras
semejante cosa.
Megadoro.- Te juro que no he venido a burlarme de ti, ni me burlo. Eso lo considero impropio de mí.
Euclión.- Entonces, ¿porqué vienes a pretender a mi hija?
Megadoro.- Para mejorar tu situación, juntamente con la mía y la de tu familia…
Euclión.- Es que no tengo dote que darle.
Megadoro.- No se la des. Bastante bien dotada está si tiene buenas costumbres.
(Traducción de P.A. Martín Robles)
Escritor de origen africano. Nació en Cartago. Vino a Roma como esclavo de un senador romano que le
concedió la libertad. En los estudios adquirió sólida cultura clásica, relacionándose con los elementos más
sobresalientes de la Roma imperial, conquistadora, guerrera y social de la administración.
Su teatro es menos popular que el de Plauto y va dirigido con preferencia a los hombres cultos. Fue un
imitador de Menandro.
Terencio publicó pocas obras. Se conservan de él seis comedias. Estas son: Hégira (comedia de la suegra),
Los Adelfos (contrapone la educación que reciben dos hermanos, de preferencia, una dura, otra blanda),
Eunucos (el afeminado), Andrea (el hombre), el Heautonti Nouroumenos (el atormentador de sí mismo).
Los años de gobierno de Augusto (segunda mitad del siglo 1 antes de J.C.) con el que se inicia la época
imperial, significaron un período de paz y prosperidad, gracias a las reformas con que se fomentaron los
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trabajos del campo, la vida familiar, la moralidad y la fe en los dioses y en la misión civilizadora de Roma. La
literatura, protegida por el noble Mecenas y por el propio emperador, llegó a su momento cumbre. Una serie
de escritores llevaron la poesía a su suprema perfección y clasicismo, guiados por los admirados modelos de
Grecia, cada vez mejor conocida y apreciada.
Nació en Andes, Mantría. Hijo de familia campesina acomodada y aficionada a la vida campestre. Parece que
fue algo enfermizo y de carácter tímido, suave y complaciente. A causa de la posición económica de sus
padres, le permitió estudiar en Manaría, Cremona, Milán, Nápoles y Roma. Dedicó su vida a la labor literaria,
y destacándose tanto, como poeta lírico y como poeta épico.
En la capital del imperio, Roma, el poeta fue testigo de la entrada triunfal de Julio César, tras pasar el
Rubicón, y de su muerte a manos de Brutus; y de las famosas Filípicas de Cicerón. Además entró a formar
parte privilegiada en el círculo de escritores y poetas protegidos por el poderoso Mecenas y por el propio
emperador Octavio Augusto. Escribió tres obras:
Las Bucólicas: Diez églogas acerca de la vida pastoril. Unos pastores dialogan sobre la vida del campo viendo
en ella solamente belleza y bienestar. Sus versos cargados de emoción y dulzura nos describen a la naturaleza
como agradable refugio de paz y sosiego.
Las Geórgicas es un poema didáctico que se divide en cuatro libros: Cultivo de los campos, cultivo de los
árboles frutales, cuidado de los animales y las apiculturas. En este poema, Virgilio nos habla nuevamente del
campo, pero su intención es ahora, coincidiendo con el proyecto de Augusto de impulsar las tareas agrícolas,
mostrarnos como en la paz de la naturaleza el hombre se dignifica con el doloroso esfuerzo de trabajo.
Desde el punto de vista literario, “el mérito de su producción se haya en la pureza del estilo y en la exquisita
delicadeza de sus descripciones del campo, llenas a menudo de una melancólica ternura”.
La Eneida, considerada como el poema nacional romano, escrito por Virgilio, con la intención de glorificar al
emperador Augusto, su protector presentándolo como descendiente del héroe troyano que dio nombre a la
obra, Eneas ¿y quién es Eneas?
En Lengua Española Estructural, Ed. Susaeta, pág. 49, dice: “Roma, que está siendo helenizada por la cultura
griega, es la resurrección de la única fuerza importante que, en los tiempos heroicos, se opuso a los griegos.
Estos arrasaron Troya, pero los mejores troyanos al furor de los griegos. Y Eneas, hijo de Anquises y de la
diosa Venus, consiguió llegar al Lacio y suceder en el trono al rey Latino. Y de Julo, hijo de Eneas,
descendería la familia Julia, a la cual pertenecía Octavio Augusto. Ascendencia, pues, divina para el
emperador: gloria para Roma, frente a los griegos”.
La Eneida es un poema épico en doce cantos, perfecta de forma y de carácter culto. Le ocupó al autor 11 años
de trabajo. No tuvo tiempo de retocarla y quiso destruirla por faltarle las correcciones deseadas. Es la epopeya
del pueblo romano, considerado como el poema nacional del pueblo romano, es decir, en el fondo viene a ser
un monumento elevado a la grandeza de Roma y de sus ideales civiles y religiosos. Religiosidad y patriotismo
son, en efecto, sus dos elementos capitales. Porque no hay, la finalidad del poema es enlazar los orígenes de
Roma y entroncarla con héroes y dioses.
En fin, Eneas, el fecundo en recursos, el fecundo en ardides, el famoso por su lanza, como le llama Homero en
la Iliada, y Virgilio: Magnanimo Gallardo, el grande, el más consumado guerrero, el más valiente y justiciero,
el gran caudillo, es el presunto fundador de Roma, no los gemelos Rómulo y Remo de que nos cuenta la
legendaria historia.
MUERTE DE LAOCOONTE
Eneas está contando a la reina Dido la destrucción de Troya, uno de cuyos pasajes es la muerte del sacerdote
Laocoonte. Este había advertido a los troyanos el peligro que podía encerrar el gigantesco (lleno de soldados)
que los griegos ofrecían. Los troyanos no escuchan sus razones. Los dioses envían un terrible castigo al
Laocoonte y sus hijas.
“Estaba sacrificando un gigantesco toro, junto a las aras solemnes de Neptuno, su sacerdote Laocoonte. Y he
aquí que (¡me horrorizó de contarlo!) se lanzan desde Ténedos, por el mar profundo
en calma, dos serpientes de inmensos espirales, que avanzan a la para hacia la ribera. Por encima de las andas
levantan su pecho, y sus sangrientas crestas superan el agua; lo bastante de su cuerpo se desarrolla largamente
a flor de ola y su enorme espinazo se desdobla en anillos sin fin.
El mar hace espuma y sonido. Y ya llegaba a la orilla; sus ojos ardientes, llenos de sangre y llama, vibrando
sus lenguas de saeta, lamiendo con ellas las sibilantes bocas. Exangües, a tal vista de horror, huimos. Ellas,
derechamente, van a Laocoonte.
Cada una de ellas abraza el pequeño cuerpo de cada uno de sus hijos y a mordiscos engullen los miserables
miembros. Atacan luego y en ingentes espirales llegan al mismo Laocoonte, que iba en su auxilio y disparaba
dardos: le han aprisionado en medio de dos vueltas y en derredor de su cuello, con doble anillo de su
escamoso cuerpo le aprisionan, y con su cabeza y sus cervices altas le superan.
El, con ambas manos, intenta romper los nudos; y sus vendas están manchados de su pus y de negro veneno, y
eleva a los astros horrendos alaridos, cual los mugidos que da el toro herido cuando huye del altar y sacudió la
segur en su cuello mal segura. Y hacia el templo sublime de la Tritónida terrible se arrastran los dragones a la
par, y se acurrucan a los pies y bajo el redondo escudo de la diosa.
A los pechos, ya transidos de miedo, se añade nuevo terror, y alguien insinúa que Laocoonte espía el castigo
merecido porque con su lanza atacó el sagrado monstruo y porque metió su sacrílego dardo en sus entrañas. Y
a voz en grito dicen que hay que entrar la efigie en la ciudad y aplacar la ofendida majestad de la diosa.
Hacemos brecha en las murallas, y la ciudad aqueda patente. Todos se ciñen a la obra; ponen ruedas a los pies
del caballo y cuerdas de estopa a su cuello. Sube a los muros la máquina fatal, preñada de armas, y en
derredor suyo, niños y vírgenes elevan cánticos sagrados y se gozan de acercar el manso a la soga.
Entra el caballo y llega, amenazador, en medio de la ciudad. ¡Oh patria, oh, Troya, templo de dioses; oh muros
de los dardánidas que la guerra esclareció! Cuatro veces en el umbral mismo de la puerta el monstruo fatal se
detuvo y cuatro veces las armas resonaron en su vientre. Más afanosos aún, volvemos a la obra, ciegos de
delirio, y le colocamos en medio de la sagrada ciudadela.
Y también entonces abre su boca a los futuros hados, por inspiración de Dios, Casandra, no creía jamás por
los teucros. Y nosotros, cuitados, para quienes aquel día fue el supremo día, con follaje festivo adornamos, por
toda la ciudad, los templos de los dioses.
Rueda entre tanto firmamento y la noche se precipita en el Océano, envolviendo en su gran sombra la tierra, y
el cielo y la falsía de los mirmidones; callaron los teucros todos, recogidos en sus casas; riega el sueño los
fatigados miembros. Y ya partida de Ténedos, con sus dispuestas naves, la falange argiva, por el amigo
silencio de la callada luna, iba avanzando hacia las riberas conocidas. Y cuando la nave real alzó un fuego,
simón defendido por los hados inicuos de los dioses, abre la prisión de madera a los griegos encerrados en el
vientre.
El caballo abierto los devuelve a las auras, y salen alegres del gran leño vacío deslizados por una cuerda:
Macaón antes que nadie, y los caudillos Tesandro y Estenelo, y el cruel Ulises, y Acamante y Toante, y
Neoptólemo, hijo de Peleo, y Menelao, y el mismo Eneo, fabricador del dolo.
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Invaden la ciudad, sepultada en vino y en sueño; son asesinados los centinelas y, abiertas las puertas, dan
entrada a todos los compañeros y se unen ambos ejércitos conjurados.
Nació en Sulmona. Fue el poeta favorito de la sociedad mundana de los inicios del imperio, por sus poemas
ligeros y mitológicos. En su vida de ciudadano, gozó de privilegios y puestos honrosos con Augusto, hasta
que un día cayó en desgracia con el emperador y por motivos que aún se desconocen, el poeta afeminado y
vicioso, recibió orden inaplazable de destierro, para el Ponto Euxino, a las orillas de la desembocadura del
Danubio, donde murió.
Ovidio era hombre de una cultura amplia y segura en sus informaciones. Tenía una facilidad maravillosa para
la construcción de versos. Convirtiéndose en uno de los poetas más impresionantes de las letras latinas por la
perfección alcanzada en sus versos, por la facilidad con que dominó los metros y por la influencia enorme de
sus obras en las nuevas generaciones. Nos dejó una obra extensa y de calidad incuestionable.
Ars Amandi (arte de amar) es el fruto de un poeta metido en todas las sutilezas de la Roma corrompida.
Las tristes y las pónticas: elegías escritas en el destierro, cargadas de profunda melancolía.
Las Metamorfosis, es su obra principal. Son una serie de leyendas metodológicas en la que derrocha una
imaginación extraordinaria desde la creación del mundo hasta Julio César.
Los Fasti o Fastos es un poema descriptivo de las fiestas romanas.
Heroidas son 18 fingidas epístolas de enamorados mitológicos.
Epistolae ex panto es el otro libro de un poeta llorón que va sembrando sus versos de adulaciones y lamentos
para conseguir le levanten la pena.
Nació en Venusa, Abulia. Hijo de un liberto dedicado a las labores agrícolas, y que luego, pasó a Roma para
educar al hijo. Después fue a Atenas a completar su formación. En su estadía en la capital griega, se alistó en
las tropas de Brutus para la batalla de Filipo, pero desertó. De regreso a Roma, sufre las confiscaciones que
impuso Augusto a favor de sus veteranos. Virgilio intervino, introduciéndolo en el círculo de Mecenas, quien
lo tuvo como amigo sincero. Horacio fue un poeta lírico extenso en cantidad y en calidad, que proporcionó a
las letras latinas una poesía a la vez familiar, nacional y religiosa.
Fue el modelo de las virtudes clásicas de equilibrio y mesura para los humanistas del renacimiento por la
perfección de su estilo. Era el mejor lírico romano.
Sus obras más destacadas son:
Los Epodos, de tipo satírico, entre jocoso y alegre. Uno de ellos es el famoso Beatus Ille…
Sátiras, en dos libros que publica en los años 30 a.C. Las llamó Sermones o conversaciones.
Odas, son 103 composiciones de muy rica variedad de metros. Consta de cuatro libros de composiciones
publicados en los años 23 y 17 y son los más acabados que se produjo en latín en todos los tiempos.
Epístolas, están reunidas en dos libros de madurez, de asuntos variados, serios y filosóficos. La más celebrada
es la Epístola a los pisones. Ha servido de norma preceptiva, muy recordada y repetida por sus enseñanzas
breves, concisas y prácticas.
También se le llama Arte poética. En ella, da una serie de consejos literarios inspirados en el clasicismo,
imitación de los griegos, trabajo paciente, reflexión que influyeron enormemente en épocas posteriores.
BEATUS ILLE
…………………………….
1. Logrero: usurero. 2. Reales: campamento. El verso se refiere al toque de “el arma”, con que se avisaba a
los soldados la proximidad del enemigo. 3. Desparcida: esparcida. 4. Injiere: injerta. 5. Castra sus colmenas:
quita los panales de miel de la colmena. 6. Silvano: divinidad de los campos y bosques. 7. Ejido: campo. 8.
Paradas: preparadas. 9. El sentido es: con todos entretenimientos del campo, ¿quién no olvida los cuidados del
amor. 10. Sabina o salabresa: mujeres de ciertas regiones de Italia, famosa por su honestidad. 11. Hatajar:
distribuir el ganado en hatajos o pequeños hatos (porciones de ganado). 12. Zarzo: pescado muy sabroso. 14.
Mero: pez que llega a medio metro de largo, de carne muy delicada. 15. El sentido es: no me serán tan
sabrosos los alimentos exquisitos (ostas, etc.) como lo son los más sencillos del campo (oliva, romazas). 16.
Francolín: ave parecida a la perdiz. 17. Romazas: hierba cuyas hojas se comen en potaje. 18. Vicioso prado:
frondoso, lozano. 19. Disanto: día de fiesta. 20. Así: así. 21. Loar: alabar. 22. El sentido es: así hablaba el
avaro, dispuesto a ser labrador. Cobró, para ello, las deudas atrasadas, pero hoy ha vuelto a sus préstamos. 23.
Dita: lo que se debe cobrar. 24. Logro: usura.
ESCRITORES LATINOS.
Livio Andrónico (275-200). Es el primer poeta romano. De él aparecen varios de sus Ludi Romani como
iniciación del teatro.
Cneo Nevio (270-200). Obra: Las guerras púnicas.
Quinto Ennio (239-169). Obra: Anales, abarca desde la fundación de Roma hasta las campañas de Escipión en
África.
Marco Porcio Catón (234-149). Fue activo cultivador de la prosa literaria. Compuso De agricultura, primera
obra en prosa.
Tito Marccio Plauto (254-184 a.C.). Autor de comedias de enredos y situaciones cómicas. Obra: Aulularia.
Publio Terencio Afer (184-159). Dramaturgo autor de Adelfos y Andria.
Tito Lucrecio Caro (96-53 a.C.). Obra: De rerumnatura, poema de carácter filosófico científico.
Publio Virgilo Marón (71-19). Es el gran poeta nacional, autor de La Eneida y La Geórgica y La bucólica.
Horacio Flaco, Quinto (65- 8 a.c.) poeta lírico autor de Los Epodos y Epístolas a los Pisones.
Cayo Valerio Catulo (84-54 a.C.) Escribió El Rizo de Berenice, Epitalamio de Tetis.
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Albio Tibulo (60-19 a.C.) Canta a sus musas Delia y Némesis, autor de elegias. Es un poeta elegíaco.
Sexto Propercio (50-15 a.C.). Es un poeta elegiaco que canta con pasión los amores de Cintia.
Publio Ovidio Nasón (43 a.C. – 18 d.C.). Escribió El Arte de Amar, Metamorfosis.
HISTORIADORES CLÁSICOS
AUTORES ESPAÑOLES
Séneca (Lucio Anneo Séneca): natural de Córdoba. Fue preceptor de Nerón, pero éste le obligó a darse.
Escribió varias tragedias y diversas obras filosóficas de carácter filosófico.
Lucano. (39-65): sobrino de Séneca, y nacido también en Córdoba. Al igual que Séneca tuvo que darse muerte
por orden de Nerón. Escribió un poema épico La Farsalia, en diez cantos que describe la guerra civil sostenida
entre César y Pompeyo.
Marcial (40-104): famoso por sus epigramas: es, tal vez, el mayor epigramático del mundo; compuso más de
1500.
ITALIA
DANTE (1265-1321)
Dante Alighieri, nació en Florencia, tomó parte en las luchas de su tiempo. Vencido su partido, tuvo que
expatriarse muriendo en el destierro, pasa los años amargos del destierro en diversos puntos de Italia,
maquinando proyectos para reintegrarse a su patria. Dante amó apasionadamente a una joven, Beatriz, que
murió en plena juventud (24 años). Este amor, idealizado más tarde, inspiró siempre al poeta.
Dante escribió varias obras, tanto en latín como en italiano. Su obra cumbre es La divina comedia. Es un
poema alegórico, filosófico y religioso. Está dividido en tres partes, con un total de cien cantos y en tercetos
endecasílabos, donde el poeta nos presenta una impresionante visión alegórica del mundo de ultratumba.
En torno a este poeta, Pleyan-García, nos ofrece el siguiente comentario:
Perdido en una selva (el pecado), Dante se ve auxiliado por Virgilio (la razón humana), los condenados,
distribuidos en nueve círculos cada vez más estrechos, sufren espantosas tormentas. Prosiguiendo su viaje,
visita luego al purgatorio, montaña de nueve gradas. Al final de las cuales Virgilio desaparece para que ocupe
su puesto Beatriz (la teología). Acompañado por ésta, Dante avanza, entre coros de ángeles, a lo largo de las
nueve esferas concéntricas del paraíso, hasta que San Bernardo (la mística) le permite gozar de la presencia de
Dios.
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La Divina Comedia, aunque recoge lo más importante del pensamiento religioso medieval, no es una simple
exposición alegórica de las ideas filosófica del siglo X111, sino una extraordinaria obra de arte, en la que su
autor emplea intensamente su fantasía imaginando ambientes y escenas de atroz dramatismo –así en el
infierno- de una exquisita dulzura –como el Purgatorio-, de una resplandeciente belleza –como en el Paraíso-:
Algunas figuras son realmente impresionantes por lo que cuentan o por la forma en la que el poeta nos las
presenta: tal el arrogante Farinata en su sepulcro de fuego; el trovador provenzal Beltrán de Born, llevando su
propia cabeza en la mano a guisa de linterna; o el conde Ugolino, que suspende la horrible tarea de roer el
cráneo a su enemigo, para narrar como fue encerrado para siempre en una mazmorra con sus hijos.
Todo ello le sirvió a Dante como pretexto para atacar implacablemente las bajas pasiones de su tiempo –sobre
todo las de sus enemigos políticos, a los que coloca en el Infierno- y al mismo tiempo para cantar con
fervoroso entusiasmo el amor a Dios y los más nobles y puros impulsos del alma, personificados por él en la
figura de Beatriz. Dante sintió ambas cosas con tanta fuerza que por ello su obra se halla llena de una intensa
emoción
LA DIVINA COMEDIA
A la mitad del curso de la vida, por haber perdido el buen camino me encontré en una oscura selva. Y ¡qué
difícil es decir cuán salvaje, áspero e intrincada (1) era!; su solo recuerdo hace renacer el miedo. Poco más es
la muerte. Pero para poder contar el bien que hallé en ella, he de decir también las otras cosas que allí vi.
No acertaría a explicar cómo entré en ella; de tal manera que el sueño del pecado oscurecía mi mente cuando
me aparté del buen camino. Pero después que hube llegado al pie de una colina que ponía término a aquel
valle que tal pavor infundió en mi corazón, miré a lo alto y vi las pendientes ya acariciadas por los rayos del
astro que es guía de los hombres en todos los caminos. Sólo entonces se aplacó (2) un poco el miedo que se
había aposentado en el fondo de mi corazón durante la noche que pasé en tan angustioso estado. Y al igual que
aquel que con respiración afanosa, huyendo del mar logra alcanzar la orilla y vuelve la vista atrás para mirar
con desconfianza las peligrosas aguas, así mi alma, aún fugitiva, se volvió a mirar el paso del que nunca
saliera gente viva.
Después de dar un poco de reposo al fatigado cuerpo, reanudé mi camino por la desierta playa, ascendiendo
lentamente. Y de pronto, al empezar el repecho, (3) se me aparece una pantera (4) de jaspeada piel, (5) ligera
y veloz, que no se alejaba de mí, y de tal manera me obstaculizaba el paso que estuve varías veces por volver
atrás.
Hacía algún tiempo que había amanecido y el sol ascendía con la constelación de Aries, entre las mismas
estrellas que le acompañaban cuando el Divino Amor imprimió el primer movimiento a las cosas bellas. La
hora, el día y la dulce estación me hacían confiar en ver alejarse aquella fiera de gaya piel, (6) pero no era
tanta esta confianza que no me produjese espanto la repentina aparición de un león que parecía venir contra
mí, y que, con la testa erguida y hambre rabiosa, al propio aire infundía pavor; y la de una loba, que en su
delgadez parecía cargada de todos los torpes deseos, que a muchos había causado ya grave daño. De tal
manera me atemorizó esta última, por el horror que de sí despedía, que perdí la esperanza de llegar a la
cumbre. Y como aquel que, satisfecho después de haber ganado, cuando le llega el tiempo de perder, llora y se
contrista, así me sucedió con la implacable (7) bestia que, acosándome poco a poco, me empujaba hasta el
paraje a que el sol no llega (la selva).
(Aparece Virgilio)
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Y mientras precipitadamente volvía hacia abajo, surgió ante mis ojos una figura que parecía haber
enmudecido a causa del largo silencio. Cuando la vi en el gran desierto:
-Ten piedad de mí –le grité- quienquiera que seas, sombra u hombre.
Respondióme:
-No soy hombre, pero lo fui, y mis padres fueron lombardos, ambos nacidos en Mantúa. Nací al final del
reinado de César y viví en Roma bajo el buen Augusto, en tiempo de los dioses falsos y mentirosos. Fui poeta
y canté al justo hijo de Anquises (alude a Eneas y a su poema La Eneida) que vino de Troya cuando la
soberbia ciudad fue quemada.
Pero tú, ¿por qué vuelves al pecado?, ¿por qué no subes al deleitoso monde que es el principio y la causa de
todo goce.
-Entonces, ¿eres tú aquel Virgilio que vierte tan rico caudal de poesía? –le contesté ruboroso-.
¡Oh, honra y lumbrera (8) de todos los poetas! Válgame el largo estudio y el gran amor que me han impelido a
buscar tus obras. Tú eres mi maestro, mi autor, y sólo de ti e aprendido el bello estilo con que me honro. Mira
esa fiera que me hace huir y ayúdame contra ella, sabio ilustre, pues ya ves el temblor que pone en mis venas
y en mi pulso.
Te conviene seguir otro camino –me contestó al verme llorar- si quieres salir de este lugar salvaje; porque esta
bestia de la que te asustas no cede el paso a nadie y acosa hasta dar muerte. Es de naturaleza tan malvada que
jamás se aplaca su apetito insaciable, y su hambre crece cuanto más devora...
… por esto, y para tu bien, he decidido que me sigas; yo seré tu guía. Te sacaré de aquí a través de un lugar
eterno, donde escucharás desesperadas lamentaciones, verás los antiguos espíritus en tormento que claman por
la segunda muerte (infierno) y verás también a aquellos que aun en el fuego están contentos (Purgatorio),
porque esperan llegar cuando quiera que sea, a morar entre los bienaventurados (Paraíso). Si quieres subir
junto a ellos, necesitarás un guía más digno que yo en cuyas manos te dejaré cuando haya de abandonarte;
porque el Emperador que en el Cielo reina, no quiere que se entre en su ciudad llevado por mí, tal vez porque
yo fui rebelde (Virgilio era pagano) a su ley.
El impera en todas partes y desde allí rige los destinos del Universo; allí está su ciudad y trono. ¡Dichoso
aquel que Dios elige!
Y yo le contesté:
-Poeta: en nombre de aquel Dios que tú no conociste, yo te ruego que, para huir de esta mal y de otros aún
peores, me guíes hacia las regiones de que me has hablado, de modo que yo pueda ver la puerta de San Pedro
y aquellos que según tú dices, están tan afligidos.
Entonces, se puso en marcha y yo le seguí.
……………..
1. Intrincada: enmarañada, oscura. 2. Aplacar: amansar, calmar. 3. Repecho: cuesta bastante pendiente y no
larga. 4. Pantera: la pantera representa la lujuria; el león, el orgullo, y la loba, la avaricia. 5. Jaspeada: veteada
o salpicada de pintas, como el jaspe. 6. Gaya piel: con listas de diverso color. 7. Implacable: que no se puede
aplacar. 8. Lumbrera: cuerpo que despide luz.
Nació el 20 de julio de 1304 en Arezzo (Italia). Su padre fue un desterrado del mismo grupo político de Dante.
Poeta, considerado como la figura cumbre de la lírica medieval y un verdadero humanista italiano y la figura
cumbre de la lírica medieval italiana: gusta de los clásicos, cultiva las formas latinas y alcanzó una perfección
en verso, difícil de superar, convirtiéndose en modelo como creador de sonetos.
31
Petrarca es el poeta del amor platónico o idealizado. Este amor se lo inspiró una joven llamada Laura que
conoció en Avignón. A ella dedicó sus mejores versos, en vida de la joven y después de su muerte. Por ella
llegó muy hondo en la expresión de su subjetividad y el dominio del ritmo que lo ha hecho modelo a través
del tiempo.
El viernes Santo de 1327 en Avignón, vio por primera vez a Laura, la mujer idealizada por el poeta, cuyo
nombre inmortalizó a través de sus poemas líricos. Realizó viajes por toda Italia, Francia, Alemania y los
Países Bajos. En 1330 conoció al escritor Giovanni Boccaccio en Florencia, con quien ya había mantenido
correspondencia desde hacía algún tiempo. Ambos se situaron al frente de un movimiento de
redescubrimiento de la cultura de la antigüedad clásica.
Entre 1353 y 1361 reside en Milán y hasta 1374, entre Padua, Venecia y Arquà (Véneto). Le nombraron poeta
laureado por el Senado de Roma, en 1341. Escribió en latín e italiano. Entre sus obras en latín
destacan África (1338-1342) y De viris illustribus (hacia 1338), una serie de biografías de personajes ilustres.
Además, en latín escribió églogas y epístolas en verso, el diálogo Secretum (1343), y el tratado De vita
solitaria (1346-1356). De sus obras, la más famosa es una colección de poemas en italiano titulada Rimé in
vita e morta di Madonna Laura (posterior a 1327) y que después fue ampliada a lo largo de su vida. Estas
poesías llevan por título general de Cancionero: comprende 317 sonetos, 7 baladas, 29 canciones, 6 sextinas y
4 madrigales. Además, escribió los Truinfi, seis composiones sobre el amor, castidad, muerte, fama, tiempo y
divinidad.
Las poesías de Petrarca ejercieron gran influencia en los poetas del Renacimiento. Francesco Petrarca falleció
en Provenza el 18 de julio de 1374.
CANCIÓN
SONETOS
11
Es el gran creador de la prosa italiana. Nació en París y en Florencia. Dejó las ocupaciones de mercader y se
entregó a la poesía. En Nápoles se enamora de Fiammetta-María D’Aquino, a quien cantó en sus versos.
Escribió dos otras fundamentales: El Corbaccio o Laberinto de amor que es una sátira contra las mujeres muy
aprovechada como inspiradora de muchas otras obras y el Decamerón, que es una colección de cien cuentos o
novelas cortas, contadas durante diez días (eso significa el título) por siete damas y tres caballeros que huyen
de Florencia para escapar de la peste negra de 1348. Estos cuentos son alegres, divertidos, satíricos y aún
picantes o desvergonzados. Son una pintura de la sociedad de su tiempo.
En la ciudad de Cafsa, en Berbería, hubo hace tiempo un hombre riquísimo que, entre otros hijos, tenía una
hijita hermosa y donosa cuyo nombre era Alibech; la cual, no siendo cristiana y oyendo a muchos cristianos
que en la ciudad había alabar mucho la fe cristiana y el servicio de Dios, un día preguntó a uno de ellos en qué
materia y con menos impedimentos pudiese servir a Dios. El cual le repuso que servían mejor a Dios aquellos
que más huían de las cosas del mundo, como hacían quienes en las soledades de los desiertos de la Tebaida se
habían retirado. La joven, que simplicísima era y de edad de unos catorce años, no por consciente deseo sino
por un impulso pueril, sin decir nada a nadie, a la mañana siguiente hacia el desierto de Tebaida, ocultamente,
sola, se encaminó; y con gran trabajo suyo, continuando sus deseos, después de algunos días a aquellas
soledades llegó, y vista desde lejos una casita, se fue a ella, donde a un santo varón encontró en la puerta, el
cual, maravillándose de verla allí, le preguntó qué es lo que andaba buscando. La cual repuso que, inspirada
por Dios, estaba buscando ponerse a su servicio, y también quién le enseñara cómo se le debía servir. El
honrado varón, viéndola joven y muy hermosa, temiendo que el demonio, si la retenía, lo engañara, le alabó su
buena disposición y, dándole de comer algunas raíces de hierbas y frutas silvestres y dátiles, y agua a beber, le
dijo:
-Hija mía, no muy lejos de aquí hay un santo varón que en lo que vas buscando es mucho mejor maestro de lo
que soy yo: irás a él.
Y le enseñó el camino; y ella, llegada a él y oídas de éste estas mismas palabras, yendo más adelante, llegó a
la celda de un ermitaño joven, muy devota persona y bueno, cuyo nombre era Rústico, y la petición le hizo
que a los otros les había hecho. El cual, por querer poner su firmeza a una fuerte prueba, no como los demás la
mandó irse, o seguir más adelante, sino que la retuvo en su celda; y llegada la noche, una yacija de hojas de
palmera le hizo en un lugar, y sobre ella le dijo que se acostase. Hecho esto, no tardaron nada las tentaciones
en luchar contra las fuerzas de éste, el cual, encontrándose muy engañado sobre ellas, sin demasiados asaltos
volvió las espaldas y se entregó como vencido; y dejando a un lado los pensamientos santos y las oraciones y
las disciplinas, a traerse a la memoria la juventud y la hermosura de ésta comenzó, y además de esto, a pensar
en qué vía y en qué modo debiese comportarse con ella, para que no se apercibiese que él, como hombre
disoluto, quería llegar a aquello que deseaba de ella.
Y probando primero con ciertas preguntas que no había nunca conocido a hombre averiguó, y que tan simple
era como parecía, por lo que pensó cómo, bajo especie de servir a Dios, debía traerla a su voluntad. Y
primeramente con muchas palabras le mostró cuán enemigo de Nuestro Señor era el diablo, y luego le dio a
entender que el servicio que más grato podía ser a Dios era meter al demonio en el infierno, adonde Nuestro
Señor lo había condenado. La jovencita le preguntó cómo se hacía aquello; Rústico le dijo:
-Pronto lo sabrás, y para ello harás lo que a mí me veas hacer. Y empezó a desnudarse de los pocos vestidos
que tenía, y se quedó completamente desnudo, y lo mismo hizo la muchacha; y se puso de rodillas a guisa de
quien rezar quisiese y contra él la hizo ponerse a ella. Y estando así, sintiéndose Rústico más que nunca
inflamado en su deseo al verla tan hermosa, sucedió la resurrección de la carne; y mirándola Alibech, y
maravillándose, dijo:
-Rústico, ¿qué es esa cosa que te veo que así se te sale hacia afuera y yo no la tengo?
-Oh, hija mía -dijo Rústico-, es el diablo de que te he hablado; ya ves, me causa grandísima molestia, tanto
que apenas puedo soportarlo.
Entonces dijo la joven:
-Oh, alabado sea Dios, que veo que estoy mejor que tú, que no tengo yo ese diablo.
Dijo Rústico:
-Dices bien, pero tienes otra cosa que yo no tengo, y la tienes en lugar de esto.
Dijo Alibech:
-¿El qué?
Rústico le dijo:
-Tienes el infierno, y te digo que creo que Dios te haya mandado aquí para la salvación de mi alma, porque si
ese diablo me va a dar este tormento, si tú quieres tener de mí tanta piedad y sufrir que lo meta en el infierno,
me darás a mí grandísimo consuelo y darás a Dios gran placer y servicio, si para ello has venido a estos
lugares, como dices.
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-¿Cómo se mete al diablo en el infierno? La joven, entre palabras y gestos, se los mostró; de lo que tanto se
rieron que todavía se ríen, y dijeron:
-No estés triste, hija, no, que eso también se hace bien aquí, Neerbale bien servirá contigo a Dios Nuestro
Señor en eso.
Luego, diciéndoselo una a otra por toda la ciudad, hicieron famoso el dicho de que el más agradable servicio
que a Dios pudiera hacerse era meter al diablo en el infierno; el cual dicho, pasado a este lado del mar, todavía
se oye. Y por ello vosotras, jóvenes damas, que necesitáis la gracia de Dios, aprended a meter al diablo en el
infierno, porque ello es cosa muy grata a Dios y agradable para las partes, y mucho bien puede nacer de ello y
seguirse.
ALEMANIA
En Alemania existen varios poemas épicos derivados de la lucha entre semidioses guerreros que habitan el
Walhalla o paraíso germánico. El más importante es el de los Nibelungos.
Los Nibelungos es una de esas leyendas primitas que centra su relato sobre el héroe por antonomasia de los
arios germánicos: Sigfrido. Es una obra escrita en el siglo XIII, de autor desconocido y caracterizado por su
excesiva grandiosidad.
Sus héroes son gigantescos y capaces de hazañas sobrehumanas, envueltos en una barbarie de sublime
grandeza. Personajes y episodios se suceden en acciones rápidas, aventuras audaces, artificios mágicos. Los
episodios míticos se mezclan con los de fondo histórico (invasión de los hunos), se inicia con un idilio juvenil
amoroso, mezclándose con malas pasiones. Finalmente, la venganza atroz y una inevitable fatalidad echa
sobre culpables e inocentes, que mueren en la catástrofe común. Un mundo de héroes queda reducido a
cenizas.
Argumento.
Nibelungos es un poema que canta al héroe Sigfrido, sus hazañas y su muerte, y la venganza que toma su
viuda Grimalda.
Sigfrido es el héroe invulnerable por haberse bañado en la sangre de un monstruoso dragón, a quien había
vencido y matado. Es el vencedor en batallas sin cuento y también de la terrible reina norteña Brunilda. Su
aspecto humano aparece reflejado en su amor a Crimilda y dulce doncella, hermana de su aliado el rey Gunter.
Sigfrido se casa con Crimilda.
Brunilda logra dar muerte a Sigfrido sirviéndose del traidor, Hagen. Entra en juego el rencor de Crimilda, que
se casa con Etzel (Atila), para lograr la venganza completa, Crimilda invita a un banquete a los príncipes
enemigos. El banquete acaba con la muerte de miles de Nibelungos, muerto abrasado Gunter. Hagen es
decapitado por ella misma, pero el viejo guerrero Hildebrando da muerte a la misma Crimilda.
Características.
Hay grandiosidad, pues los héroes son capaces de hazañas sobrehumanas. Los personajes se suceden en
acciones rápidas y artificios mágicos. Los episodios míticos se mezclan con la historia (invasión de los hunos
de Atila). La obra se inicia con un idilio amoroso, que se ensombrece con malas pasiones y que termina con la
venganza atroz. La fatalidad cae sobre culpables e inocentes, que mueren. “Un mundo de héroes queda
reducido a cenizas”.
LOS NEBILUNGOS
-Sigfrido y el dragón-
Cuando Sigfrido hubo muerto, volvió Siglinda al bosque, y allí, en gran dolor y soledad, dio a luz un niño. Y
en seguida muyió. Pero el niño creció, como había vivido su padre, salvaje entre los animales del bosque.
En el bosque habitaba un nibelungo, llamado Mimir. Hacia su fragua llegó un día un niño que salía corriendo
de la espesura, y cuando Mimir lo vio exclamó lleno de alegría:
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-He aquí a Sigfrido, el vástago de Sigmundo; el audaz héroe llegó a mi casa. Gran botín me prometo de este
lobezno.
Mimir educó a su lado al pequeño Sigfrido, enseñándole el oficio de la fragua; y cuando el niño hubo crecido,
incitó al joven héroe a matar al dragón Fafnir, que custodiaba en el brezal de Gnita el prodigioso tesoro de los
nibelungos: montones de oro y joyas, y el yelmo encantado, que tenía la virtud de cambiar el rostro del que lo
llevaba puesto. También formaba parte del tesoro el anillo maldito de los nibelungos, que atraía la desgracia
sobre quien lo poseyera. El fabuloso tesoro había estado mil años bajo el agua verde del Rhin, custodiado por
tres ninfas. A ellas lo había robado el rey de los nibelungos. Y a los nibelungos se lo arrebató el gigante
Fafnir, el cual, por la maldición del anillo, se transformó en un colosal dragón, que oculto en el brezal de
Gnita, (1) dormía siempre con los ojos abiertos sobre su tesoro.
El astuto Mimir, contemplando el valor indomable del joven Sigfrido, pensaba: “Este lobezno de los Welsas
es el único sobre la tierra que sería capaz de matar al dragón Fafnir. Si consigo que lo haga, yo lo mataré a él
cuando duerma, y el tesoro de los nibelungos será sólo mío.”
Pero cuando Sigfrido oía contar el cuento del tesoro, se reía; a él nada le importaba el oro, y sólo le gustaba
saltar por las rocas tocando su bocina de plata y medir su fuerza con los animales del bosque. Luego se
burlaba del enano, diciendo:
-Viejo remendón, si quieres que mate al dragón fórjame antes una espada que taje la roca y el hierro.
Mimir trabajaba afanosamente por forjar la espada deseada; pero cuando estaba concluida, Sigfrido llegaba
saltando del bosque, daba con ella un tajo en el yunque y la espada se rompía.
Un día, en el lugar del bosque donde su padre había muerto, el joven Sigfrido encontró los pedazos de una
espada rota. Conoció que eran de la materia más noble y decidió forjar con ellos una espada nueva. Se fue a la
fragua, (2) y ante el asombro del nibelungo limó todos los trozos, reduciéndolos a polvo; los fundió luego
juntos en el fuego, templó el hierro ardiente en el agua fría del Rhin, y cuando la espada estuvo terminada dio
con ella un tajo en el yunque, y el yunque se rajó en dos pedazos. Brillaba la espada como el oro, s sus filos
parecía de fuego. Sigfrido la blandió alegremente sobre su cabeza, y seguido por el enano se internó en el
bosque en busca del dragón.
Al cruzar el Rhin vio un rebaño de caballos salvajes.los espantó a gritos, persiguiéndolos hasta la orilla del
río; pero al llegar a agua todos se encabritaron y retrocedieron espantados, menos un potro. Entonces Sigfrido,
alcanzándolo a nado, lo tomó por suyo y le puso por nombre Grani, y a caballo de Grani llegó al amanecer del
día siguiente al brezal de Gnita.
Allí estaba el dragón tumbado sobre su tesoro, a la entrada de una cueva. Era de colosales dimensiones,
parecido en la forma a un lagarto; su baba venenosa corroía la carne y los huesos, y su cola de serpiente, al
golpear las rocas, las hacía saltar como el cristal.
Al ver al joven el dragón rugió sordamente y sus ojos lanzaron fuego. Se arrastró hacia él haciendo retemblar
la tierra a su paso. Quiso derribarle de un coletazo, pero Sigfrido le hirió en la cola con su espada. Entonces el
dragón, lanzando un rugido espantoso, se abalanzó de frente contra él para aplastarle con todo su peso. Y
Sigfrido aprovechó el momento para hundirle su espada en el corazón hasta el puño. El monstruo, al sentir la
mortal herida, se estremeció y golpeó con la cabeza y la cola a su alrededor desesperadamente, tanto, que los
árboles saltaban en astillas.
El nibelungo, temblando de miedo, contemplaba la batalla escondida entre los matorrales. Cuando el dragón
hubo muerto, Sigfrido limpió la hoja de su espada en la yerba y penetró en la cueva del tesoro. Despreció el
oro y sólo tomó el casco mágico, que colgó de su cinturón, y el anillo maldito, que se puso al dedo sin conocer
la fatalidad se su poder.
Después, sintiendo hambre, arrancó el corazón del dragón y lo asó clavado en una espina. Al ir a tocarlo para
ver si estaba bien asado se quemó el dedo; llevóse el dedo a la boca, y en cuanto la sangre del dragón tocó su
lengua comprendió por arte de milagro el lenguaje de los pájaros.
Estaba sentado bajo un tilo, y desde las ramas le habló un abejaruco, descubriéndole su estirpe y su destino:
-De la estirpe de los dioses vienes, Sigfrido, welsas (3) fueron tu padre y tu abuelo. Naciste de Siglinda,
abandonada en el bosque y del rey Sigmundo, muerto en el campo de batalla. Hs fabricado tu espada con los
trozos de la espada de tu padre, rota por el mismo Odín, dio0s de las batallas. Fatal te ha de ser el anillo que
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has conquistado hoy; guárdate de la traición. Triunfo te aguarda, y tu fama será eterna como el mundo. Pero
morirás joven, al conocer el amor.
Sigfrido, sin importarle la voz que le hablaba de muerte, se llenó de gozo al conocer su estirpe y saber que la
sangre de los welsas corría por sus venas. Luego preguntó al pájaro:
-Dime, buen abejaruco, ¿dónde encontraré el amor? ´
-Sígueme –respondió el pájaro-. Dormida está la doncella en altas rocas, en la peña de la Corza, rodeada de
fuego. Sólo el valiente salvará el cerco de llamas y la despertará de su sueño.
Y dicho esto, el abejaruco desplegó las alas. Sigfrido saltó sobre su fie Grani y, abandonando al nibelungo,
siguió por el bosque el vuelo del pájaro.
………………
1. Brezal: lugar poblado de brezos (arbusto de hojas pequeñas y flores rosadas). 2. Fragua: fogón en el que
forja el metal. 3. Welsas: tribu germana.
FRANCIA
Su cantar de gesta es la Chansón de Roland (La canción de Roldán). Es la más destacada de las canciones de
gesta francesas, debido a su importancia lingüística y literaria. Se supone escrita a fines del siglo XI, basada
en un episodio histórico, ocurrido a fines del siglo VII, hacia el 778. Probablemente, el copista fue Turoldo
nombre que aparece en el ejemplar.
Tema: La exaltación del héroe Roldán, valiente y obstinado en la lucha.
En el poema, el poeta describe y narra el valor y hazañas de Roldán con dimensión sobrehumana Roldán parte
de un solo tajo a una serie de moro, su olifante se oye a treinta leguas… y hay milagrosas apariciones – un
ángel recoge el alma del héroe al morir. Además, para dar mayor grandeza al relato, no sólo los hechos
históricos están falseados, sino que concretamente el héroe central aparece como símbolo de valor, de
fidelidad al monarca y de espíritu religioso.
La Canción de Roldán reúne todos los caracteres del género épico, así como la grandiosidad y la rudeza de los
antiguos héroes. El protagonista y sus compañeros caminan aureados por la lujosa pompa de sus armas y por
la devoción del juglar, que les atribuye increíbles hazañas. Las recias virtudes de los pares de Francia se nos
imponen con el estilo solemne del narrador: el amor a la patria, la leal amistad, la abnegación sin límites, el
gallardo concepto del honor, el fiero ardor en la lucha, el estilo religioso. Sólo le falta la verosimilitud y
realismo impreso en el poema castellano, en este muy evidente, por su desbordada fantasía.
La Canción de Roldán, es como en todos los países, la primera poesía épica que nació en Francia. El poema es
la epopeya heroico-popular o canción de gesta más famosa de la literatura francesa. Su autor es anónimo y nos
cuenta la derrota de Carlomagno y la muerte de Roldán o Rolando en Roncesvalles, debido a la traición de
Ganelón.
Carlomagno simboliza la majestad; Roldán, el valor, Canelón, la traición.
Argumento
Es una derrota que el poeta quiere justificar exaltando a un héroe que es vencido por traición.
Marsilio, rey moro de Zaragoza quiere vengarse de Carlomagno porque ha conquistado a España. Por tanto, se
ofrece como vasallo y decide hacerse cristiano. Por medio de Canelón caballero de rey Carlos, le ofrece la
llave de ciudad y ricos presentes. Pero cuando Carlomagno se retira con su ejército a Francia, Ganelón,
símbolo y ejecutor de la traición, se combina con Marsilio en Roncesvalles y emprende una emboscada a la
retaguardia del emperador Carlos. Los franceses son aniquilados y Roldán no se decide a tocar su cuerno, su
trompeta de guerra u olifonte, resiste, y ya tarde, convencido por el arzobispo Turpín, y herido gravemente,
Roldán, llama a Carlomagno, que demasiado atrasado para apoyarle. Vence a los moros y el traidor sufre el
castigo merecido.
Roldán, peleando con los moros desde la retaguardia, pone en peligro el éxito de la lucha y su propia vida
porque no ha querido tocar el olifonte, con el que hubiera podido pedir ayuda a Carlos el Emperador. Junto a
la prudencia de Oliveros, el valor de Roldán adquiere una dimensión sobrehumana.
LA CANCIÓN ROLDAN
Los francos recomienzan la pelea. Duros son los golpes, pesada la contienda. Los cristianos se hallan en gran
cuita. ¡Qué bello contemplar a Roldán y a Oliveros dar tajos certeros con espada! El arzobispo hiere con su
lanza. De aquellos que han matado, puede calcularse el número, porque está escrito, dice la gesta, en las cartas
y en los breves: llegarán a cuatro mil. A los cuatros primeros asaltos han resistido gallardamente; el quinto les
fue muy penoso. Han muerto casi todos los caballeros franceses. Sólo quedan sesenta, que Dios ha
escatimado. Antes de morir se venderán muy caros.
El conde Roldán ve la gran derrota de los suyos, y llama a Oliveros, su par:
-Gentil señor, compañero querido: ¿qué os parece? ¡Dios mío, mirad cuántos valientes yacen en tierra! ¿Bien
nos toca llorara la dulce Francia, la bella! ¡Qué desolada va a quedar, vacía de tales barones! ¿Oh, rey amigo!,
¿por qué no estáis aquí? Hermano Oliveros, ¿qué podremos hacer? ¿Cómo enviarle estas nuevas?
Oliveros dice:
-¿Cómo? No lo sé. ¡Antes morir que la afrenta de una huida!
-Penosa es nuestra lucha –dice Roldán-. Tañeré mi cuerno, y el rey Carlos ha de oírlos.
-Hacer tal no cumple a hombres de pro –dice Oliveros-. Cuando yo os hablé de hacerlo, compañero, vos no os
habéis dignado. Si el rey hubiese vuelto, nada hubiéramos sufrido. Los que aquí yacen, ningún reproche ha
merecido. ¡Por esta mi barba, que, si yo vuelvo junto a Alda, mi hermana, nunca habéis de reposar en sus
brazos!
-¿Por qué –dice Roldán- os irritáis contra mí?
-Compañero –responde-: vuestra es la falta, porque el valor sensato no es lo mismo que locura, y es mejor
mesura que jactancia: Si murieron nuestros francos, fue por vuestra ligereza. Jamás podremos servir a Carlos.
Si me hubieseis creído, mi señor hubiera vuelto, y hubiéramos ganado la batalla. Y el rey Marsil sería ya
muerto o prisionero. Vuestra intrepidez, Roldán, nos fue asaz funesta. Carlos el grande, de quien nunca habrá
semejante hasta el día del juicio, jamás tendrá ya nuestra ayuda. Vais a morir y Francia se verá deshonrada.
Hoy fina nuestra de la amistad. Antes de la noche nos separaremos para siempre, con gran pesadumbre.
Ha escuchado la querella el arzobispo, y, espoleando el caballo, acude a ellos y les responde: -Señor Roldán, y
vos, señor Oliveros: ¡os ruego en nombre de Dios que cese esta disputa! Tañer el cuerno no podrá ya
salvarnos, pero tañerlo será siempre lo mejor. Vendrá el rey, y podrá vengarnos. Así no podrán los de España
retornar alegres. Nuestros francos, al desmontar, nos encontrarán muertos y descuartizados; nos conducirán,
llenos de piedad y de lástima. Seremos sepultados en los atrios de los monasterios; no seremos pasto de los
lobos, de cerdos y de perros.
-¡Bien decís, señor! –responde Roldán.
Roldán se lleva a la boca el olifante. Lo ajusta bien y lo tañe a pleno pulmón. Altas son las cumbres y el
sonido es prolongado. A treinta leguas se le escucha en el contorno.
INGLATERRA
Los cuentos de Canterbury es una obra del escritor inglés Geoffrey Chaucer, que presenta una estructura
semejante a El Decamerón, de Boccaccio.
Los cuentos fueron escritos a finales del siglo XIV. Es una de las obras más importantes de la literatura
inglesa, y quizás la mejor obra de la Edad Media en Inglaterra. Fue la última obra de Geoffrey Chaucer. La
versión de la obra que prevalece hoy en día procede de dos manuscritos ingleses diferentes: el Ellesmere y los
manuscritos Hengwrt.
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Los cuentos, escritos en inglés medio (algunos de ellos originales, otros no, dos escritos en prosa y el resto
en verso), están contenidos en una narrativa mayor y son contados por un grupo de peregrinos que viajan
desde Southwark a Canterbury para visitar el templo de Santo Thomas Becket, en la Catedral de Canterbury.
La obra contiene historias de todo tipo, hasta las de tipos humorístico y anticlerical.
CUENTOS DE CANTERBURY
Mientras hablaba el administrador, el cocinero de Londres estalló en carcajadas como si le hicieran cosquillas
en la espalda.
-¡Ja! ¡Ja! ¡Por la Pasión de Cristo! Los razonamientos sobre el hospedaje le han acarreado penosas
consecuencias a este molinero. Ya lo dijo Salomón: «Vigila a quien cobijas en tu casa». Es peligroso que un
forastero pernocte en casa ajena. Quien da cobija debe ser consciente de estos peligros. Que el Señor me dé
miserias y penas si, así como me llamo Hodge de Ware, escuché relato alguno con molinero más trasquilado.
Las tretas nocturnas funcionaron a la perfección. Pero Dios no permite que nos paremos aquí. Si queréis
escuchar mi cuento, os relataré lo que sucedió en mi ciudad, de la mejor forma posible.
-Tienes permiso, Roger. Procura que sea bueno. Has rebajado la salsa de muchos estofados. Has vendido
muchos Jacks de Dover doblemente recalentados y enfriados. Muchos peregrinos te han maldecido
sobremanera porque padecieron los efectos de tus perejiles cuando probaron tus viejos gansos rellenos de
rastrojos. Muchas moscas andan sueltas por tu cocina. Empieza tu relato, mi querido Roger. Te ruego no te
enfades si te tomo el pelo. De broma, se pueden decir muchas verdades.
-Por mi vida que tienes razón -dijo Roger-. Los flamencos dicen: «Una broma en serio es una mala broma.»
Por consiguiente, Harry Bailey, no des rienda suelta a tu enfado antes de que nos separemos si mi relato es
acerca de un hospedero. Sin embargo, no tengo intención de contarlo aún. Te pagaré antes de que nos
despidamos.
A continuación, empezó a reírse y a bromear y contó lo que a renglón seguido escucharéis.
Una vez vivía un aprendiz en nuestra ciudad que trabajaba en un comercio de comestibles. Era más alegre que
un jilguero suelto por el bosque. Era un muchachote guapo, pero algo bajito, muy moreno y llevaba su pelo
negro elegantemente peinado.
Bailaba tan bien y tan animadamente, que le apodaban Jaranero Perkin. Toda chica que se juntaba a él tenía
suerte, pues él estaba lleno de amor y lascivia como una colmena de miel.
Bailaba y cantaba en todas las bodas y le tenía más afición a la taberna que a la tienda, pues siempre que había
una procesión por Cheapside salía disparado de la tienda tras ella y no regresaba hasta que había bailado lo
suyo y había visto todo lo que había que ver. Alrededor suyo reunió a una banda de tipos como él, para bailar,
cantar y divertirse. Se reunía en una calle o en otra para jugar a los dados; pues no había ningún aprendiz en la
ciudad que echase los dados mejor que Perkin. Además, de hurtadillas, era un derrochador. Esto lo descubrió
su amo a sus expensas, pues muchas veces se encontró con el cajón del dinero vacío. Podéis estar seguros de
que cuando un aprendiz lo pasa tan bien echando los dados, jugando y con mujeres, es el dueño de la tienda el
que lo paga con sus caudales, aunque no comparta el jolgorio.
Aunque el aprendiz sepa tocar el violín y la guitarra, sus juergas y juego los paga el robo. Pues, como podéis
ver, la honradez y la buena vida siempre andan disociados, cuando se trata de gente pobre.
Aunque le regañaban noche y día y algunas veces era llevado a bombo y platillo a la cárcel de Newgate, el
alegre aprendiz permaneció con su dueño hasta que casi terminó su aprendizaje. Pero un día, el dueño,
revisando su contrato de aprendizaje, se acordó del proverbio que reza: «Más vale arrojar la manzana podrida
que dejarla que pudra a las demás.» Lo mismo ocurre con el criado protestón: es mejor dejarle marchar que
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permitirle que estropee a los demás criados de la casa. De modo que el dueño lo dejó libre y le ordenó que se
marchara, con maldiciones sobre su cabeza. Así fue cómo el alegre aprendiz consiguió su libertad. Ahora
podría hacer jarana toda la noche, si así le apetecía. Pero, como sea que no hay ladrón que no tenga un
compinche que le empuje a saquear y estafar al que ha robado o estrujado, Perkin inmediatamente envió su
cama y el resto de su ajuar a casa de un compañero inseparable que era tan aficionado a los dados, al jolgorio
y a la disipación como él. La esposa de este amigo inseparable tenía una tienda para cubrir las apariencias,
pero se ganaba la vida traficando con su cuerpo.
Let- 146
INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA ESPAÑOLA
La lírica medieval: Los debates o disputas. La disputa del alma y el cuerpo, La Razón feita de amor y los
Denuestos del agua y el vino, La disputa de Elena y María.
La prosa didáctica.
El legado de Alfonso X, el Sabio. La Escuela de Traductores de Toledo.
La labor de Alfonso en la lengua castellana. Cantigas de Santa María. Las siete partidas.
Santa Teresa de Jesús: Las Moradas o Castillo interior, Libro de la vida, Libro de las fundaciones.
San Juan de la Cruz: Subida al monte Carmelo, Cántico espiritual, Llama de amor viva, Noche oscura.
Fray Luis de Granda. Poeta ascético: Guía de pecadores.
Miguel de Cervantes y Saavedra: Las Novelas Ejemplares. El Quijote de la Mancha. Bizantina: Los trabajos
de Persiles y Segismunda. Pastoril: La Galatea. Nueve entremeses y ocho comedias
Luis de Góngora y Argote: La fábula de Polifemo y Galatea. Soledades. Sus sonetos. Sus letrillas y romances.
ESPAÑA.
Durante la Edad Media, la península Ibérica estaba fragmentada en diversos reinos, unos musulmanes y otros
cristianos. Las fronteras eran muy inestables, puesto que los reinos cristianos estaban inmersos en el proceso
de expansión que reconocemos como reconquista.
A partir del siglo X111, la situación política se estabilizó y la Península quedó dividida en cinco unidades
políticas: la Corona de Aragón, los reinos de Castilla, Portugal y Navarra y el reino musulmán de Granada.
Tal situación se mantuvo hasta finales del siglo xv.
La organización social
Así, cada estamento social tenía unas funciones precisas que cumplir. Se pertenecía a un determinado
estamento por el origen, lo cual hacía imposible el paso de un estamento a otro.
Los nobles vivían en los castillos, donde se adiestraban en el manejo de las armas, y desde allí organizaban
sus expediciones guerreras. Por el contrario, los clérigos vivían en los monasterios, donde se dedicaban a
copiar manuscritos para conservar el saber antiguo y transmitir la cultura a las personas que quisieran
aprender. Por tanto, los catillos centraban la actividad mundana, mientras que los monasterios polarizaban la
actividad espiritual.
A partir del siglo X1V, la armonía social y religiosa se perturbó con la aparición de la burguesía, clase
adinerada cuyo objetivo es el bienestar material. Poco a poco fue surgiendo la idea de que la tierra no es sólo
un lugar de paso hacia el cielo, sino que se trata de la única realidad conocida. Por eso, la vida se orientó cada
vez más hacia el disfrute de los placeres terrenales, en perjuicio de los valores religiosos.
El impulso cultural
En literatura surgieron a lo largo de la Edad Media dos escuelas: el mester de juglaría y el mester de clerecía.
En el siglo X1V, coincidiendo con el auge de la burguesía, se empezaron a escribir cuentos moralizantes y
obras cuyo tema central era el amor.
44
Las lenguas que hablan hoy en España (castellano, gallego y catalán) tienen un origen común: el latín. En
atención a ese origen, se denominan lenguas neolatinas, románicas o romances, que fue el resultado del
dialecto impuesto por los legionarios, gente inculta y en su mayor parte iletrada, quienes realizaron las
conquistas de los romanos.
Para el estudio del español primitivo se cuenta con tres fuentes de información. Estas fuentes son las glosas de
los documentos notariales y la de algunos textos religiosos en los monasterios de Silos y San Milán de la
Cogolla y por último, las jarchas y muasajas, que son ejemplos de poesía de género lírico.
Glosas. Significa explicación o comentario de un texto oscuro o difícil de entender. Glosar es comentar, hacer
comentarios (El pequeño Larousse Ilustrado).
Celso Benavides anota en, apuntes de Cátedra de Historia de la Lengua Española dice:
Para el estudio del español primitivo se cuenta con tres fuentes de información:
1.- Los documentos notariales, que, aunque pretenden estar escritas en latín, contienen palabras y a veces
construcciones en romance. A veces el revestimiento latino es muy ligero, casi formal y los textos parecen
estar escritos en romance con forma latina; las primeras y más importantes glosas de actas notariales aparecen
en el dialecto leonés y fueron redactados en el Siglo IX; y
2.- Las glosas de textos religiosos, en las cuales la lengua primitiva aparece usada con plena conciencia;
revelan el propósito de aclarar el texto latino; de hacerlo comprensivo en el naciente idioma. Las más
importantes son:
a) Las glosas emilianenses (siglo X): el primer texto escrito en formas románicas españolas. No tiene
carácter literario. Es una oración de un manuscrito en el monasterio de San Milán de la Cogolla, en la zona
riojana.
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Son anotaciones a una Homilía, pláticas sobre unos puntos de la religión y un penitencial latino.
Ambas son apuntaciones al margen o encima del texto original hechas por los monjes que consultaban el texto
latino, con el fin de comprender el significado. Están en dialecto navarroaragonés, aunque los Monasterios
están en tierra de castilla. Datan del siglo X.
Las glosas no son el primer intento de escritura en la lengua vulgar; para componerlas, los glosadores usaron
una especie de diccionario de términos latino-romance, hoy desaparecido.
3.- Las jarchas. Son palabras y a veces versos o estrofas escritas en el romance de los mozárabes, pero con
grafías o signos árabes. Son una especie de estribillos agregados al final de las composiciones líricas más
antiguas en lengua romance (las muasajas). Las más antiguas se ubican en el siglo X1. Su interpretación ha
sido difícil porque además de estar escritas con signos árabes o hebreos, a veces se emiten o son inciertas las
grafías.
Las jarchas y las muasajas, además de ser muestras del romance mozárabe lo son del estado de mestizaje o
mezcla lingüística (Almería) a que habían llegado ese dialecto y el árabe.
Ejemplo de jarcha:
Traducción:
Mi corazón se me va de mí.
Oh Dios, ¿acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿cuándo sanará?
LA POESÍA LÍRICA
Las más antiguas manifestaciones literarias escritas en lengua romance que hoy conservamos son las jarchas,
que eran poesías que sabía el pueblo, y generalmente cantada, en diversas ocasiones de la vida: en el trabajo,
en las fiestas y en las casas.
Las jarchas son cancioncillas breves compuestas por dos, tres o cuatro versos que los poetas árabes o hebreos
ponían al final de unos poemas más largos, llamados Moaxajas. Estas poesías testimonian la existencia de una
lírica oral entre los mozárabes-cristianos que quedaron a vivir en la España árabe.
46
Las jarchas tienen por tema el sentimiento amoroso: una mujer se dirige a su madre o a sus hermanas para
lamentarse por la ausencia o la enfermedad del amigo. Veamos:
11
¡Ven, hechicero!
Alba que tiene bello vigor,
Cuando viene pide amor.
111
11
Madre, la mi madre,
El mi lindo amigo
Moricos de allende
Lo llevan cativo;
Cadenas de oro,
Candado morisco.
111
Y hallábanlas cogidas,
Y tornanban desmaídas
Y las colores perdidas
En Jaén
Axa y Fátima y Marieén.
****
Por un pajecillo
del corregidor
peiné yo, mi madre,
mis cabellos hoy.
Por un pajarillo
de los que más quiero
me puse camisa
labrada de negro,
y peiné, mi madre,
mis cabellos hoy,
por un pajecillo
del corregidor.
***
EL MESTER DE JUGLARÍA
La palabra mester, deriva del latín ministerium y significa menester, oficio o profesión.
Mester de Juglaría es el oficio o forma específica de componer de los Juglares. Fue una generación de artistas
que recorría pueblos, ciudades y castillos cantando y escenificando sus creaciones propias o ajenas para
divertir a un público que gustaba de oír las hazañas o gestas de sus héroes nacionales.
-Tendencia a los versos que oscilan entre trece y dieciséis sílabas con métrica irregular, rima asonante.
-Las obras tienen carácter anónimo porque su elaboración es colectiva y tradicional. El juglar podía añadir,
quitar o cambiar episodios, estaba sujeta al gusto del público.
-Tratan asuntos heroicos basados en hechos históricos.
-Son destinados a ser cantada o a la recitación pública.
-Su lenguaje ofrece fórmulas típicas de la expresión oral.
-Se transmitían oralmente de padres a hijos.
La manifestación más importante del mester de juglaría son los Cantares de Gesta.
Los cantares de gesta. Son manifestaciones guerreras cantadas por los juglares. Suelen tener fondo histórico y
destacan extraordinariamente un héroe y sus hazañas, héroes que son colectivos como El Cid, Los Infantes de
Lara, Fernán González….
Gesta significa hazaña.
El tema fundamental de los cantares de gesta –como se le llamaba en los países de lengua romance- era la
guerra o el esfuerzo heroico, motivado por un bárbaro deseo de venganza o por otros ideales más altos, la
fidelidad al rey o la defensa del honor y de la fe espiritual.
Sus orígenes son inciertos. El cantar de gesta es un fenómeno típicamente feudal y específicamente europeo.
Es una exaltación del espíritu nacional, salvo el poema de Mío Cid Campeador, siglo XII, que ha llegado casi
íntegro hasta nosotros, de la mayor parte de los cantares no conservamos textos originales.
Otros cantares importantes fueron: Cantar de Beowulf, siglo VII, en Inglaterra; las “Sagas” en Escandinavia
del año 930; Canción de Roldán, Francia, siglo XI; Cantares de las huestes de Igor, en Rusia, siglo XII; Cantar
de los Nebilungos, en Alemania, año 1200.
En España hubo distintos cantares de gesta. El cantar más antiguo del que se tiene noticia es el Cantar de don
Rodrigo y la pérdida de España. Luego El cantar de Roncesvalles, poema basado en la conocida derrota de
Carlomagno. De él se conservan unos cien versos. El cantar de los siete infantes de Lara. En este poema, la
cruel doña Lambra acarrea la muerte de los siete infantes de Lara y el cautiverio del padre de éstos. El
bastardo Mudarra, hermanastro de los infantes de Lara, los vengará cumplidamente pasados los años.
El cantar de Roncesvalles
Título: mío= nuestro. Mío, es un tratamiento que usaba el siervo para hablar al señor feudal. Cid= señor, del
árabe “sidi”, campeador, batallador, vencedor. Viene del latín “Campidoctor”, es decir, experto en batallas.
El poema de Mío Cid es el primer poema épico castellano que ha llegado hasta nosotros. Se conserva casi
íntegro, gracias a una copia de 1307 (siglo XIV) realizada por Per Abbat, Pedro Abad. Faltan en él tres hojas:
una al principio, otra en medio y otra al final. Los que faltan en el poema fue restaurada por Ramón Menéndez
Pidal con ayuda de crónicas de la Edad Media.
El manuscrito, desconocido hasta 1779, fue publicado ese año por su descubridor, Tomás Antonio Sánchez.
Según Menéndez Pidal, que es el mejor investigador de la obra, quien afirma, basándose en comparaciones
lingüísticas, que la fecha de redacción original puede señalase como 1140, cuando aún estaban muy recientes
las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar. Aunque el poema es anónimo-rasgo frecuente en la literatura de
transmisión oral-, el investigador propone la hipótesis de que sus autores fueron dos juglares, uno natural de
Medinaceli (Soria) y otro de San Esteban de Gormaz (Burgos).
En su estructura, el poema consta de 3,755 versos, de los cuales faltaban páginas del códice, siendo
reconstruido modernamente basándose en la “Crónica general”.
La lengua en que está escrito el poema es Romance, castellano del siglo XII, género: poesía épica,
versificación: irregular, con predominio de versos de 14 a 16 sílabas y rima, asonantada. Sus personajes están
bien caracterizados de acuerdo con la ideología política, creencias religiosas y estatus social de la época, la
Edad Media. El profesor Abelardo Vicioso, en sus apuntes de cátedras los describe así:
Características generales del poema.
El Poema de Mío Cid narra las aventuras y desventuras del Cid Campeador, desde el destierro impuesto por
Alfonso VI hasta su triunfo final. Es una obra de los siglos XI o XII. Es un extenso poema épico, máximo
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exponente del mester de juglaría (poesía hecha por los juglares), que cuenta las hazañas de Rodrigo Díaz de
Vivar, quien por dos veces pierde su honor y lo recupera con creces. Es nuestro poema nacional, lleno de
realismo humano, ya que el poeta no acudió a las fábulas para dar valor a su obra, sino que la basó sobre la
verdad histórica y humana.
Personajes:
a) El Cid Campeador: fiel vasallo, buen esposo y padre, valiente, generoso con sus vasallos y aun con sus
enemigos, buen cristiano, piadoso.
b) Jimena: modelo de esposa, fiel, buena cristiana, piadosa y honrada.
c) Doña Elvira y doña Sol: hijas, hermosas, buenas, inocentes, obedientes.
d) Alvar Fáñez (Minaya): sobrino del Cid, fiel y valiente.
e) Pero Bermúdez: otro sobrino del Cid, modelo de caballero.
f) Martín Antolínez: vasallo “Valvasor” del Cid, leal, valiente.
g) Muño Gustioz: hombre de confianza del Cid, servidor leal, valiente.
ANTI-HEROES:
a) Alfonso: rey de Castilla y León, no malo, pero sí mal aconsejado, arbitrario, excesivamente riguroso.
b) Diego y Fernán González, infantes de Carrión: yernos del Cid, soberbios, rebeldes, pero cobardes.
Rodrigo Díaz de Vivar es enviado por Alfonso VI a cobrar las parias (tributos) a los reyes moros de Córdoba
y Sevilla; y tiene que luchar contra el conde García Ordóñez y otros nobles castellanos que apoyaban al rey
moro de Granada contra el de Sevilla. Estos castellanos, envidiosos del Cid, le enemistan con el rey Alfonso,
quien le destierra de su reino.
El Cid hace sus preparativos para el destierro, en el que le seguirán sus vasallos incondicionales (trescientas
lanzas con sus pendones, más los hombres de a pie: vs. 417-18). Encarga la custodia de su esposa Doña
Jimena y de sus hijas a los monjes de San Pedro de Cerdeña; y sale del reino de Castilla. Comienza sus
conquistas por tierras de Aragón. Vence al conde de Barcelona.
El Cid conquista Valencia y le envía presentes al rey Alfonso, solicitándole permiso para que doña Jimena y
sus hijas, doña Elvira y doña Sol, puedan viajar a Valencia. Los infantes de Carrión, codiciosos por las
riquezas que el Cid va alcanzando, le solicitan, por medio del rey Alfonso, casarse con sus hijas. Las bodas se
celebran en Valencia.
La afrenta de Corpes
Los yernos del Cid se muestran cobardes en varias ocasiones: con el león suelto, en la batalla contra el rey
Búcar de Marruecos: y son objeto de burla en el palacio; por ello, deciden vengarse de sus mujeres, a las que,
con el permiso del Cid, llevan hacia Castilla. Pero en el robledal de Corpes les caen a golpes y las dejan
abandonadas. El Cid, ante tamaña afrenta, pide justicia al rey, quien reúne su Corte en Toledo. Acude el Cid;
demanda la devolución de las espadas Tizona y Colada que un día entregara a sus yernos; también reclama el
ajuar de sus hijas y exige la reparación de su honor en buena lid. Los infantes son vencidos. De regreso a
Valencia, doña Elvira y doña Sol se casan con los infantes de Aragón y Navarra. Muerte del Cid.
La Lengua
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El castellano usado en el poema original es el propio del siglo XII; es decir, un castellano primitivo. El trozo
presente en la lectura a continuación, al estilo antiguo en comparación con la traducción moderna del filósofo
Pedro Salina, es una fuente valiosísima para conocer la evolución y desarrollo de nuestro idioma: la lengua
española.
La métrica del Poema de Mío Cid es irregular: realizado en versos cuya medida fluctúa entre 10 y 20 sílabas,
aunque predominan los de 13, 14 y 15 y que se agrupan en tiradas (grupos de versos con una sola rima
asonante).
EL ASALTO A CASTEJÓN
Frente a la literatura de tradición oral, representada por la lírica popular, los Cantares de Gesta y El Mester de
Juglaría, se produce en la Edad Media otra clase de obras que tiene sus raíces en los monasterios y la
aristocracia cristiana, en muchas ocasiones de origen latino. Esta preocupación cultural de los clérigos
comienza con el fin de compartir con los Juglares, que difundían sus composiciones recitando y cantando,
cuya única razón de existencia era la de entretener a un público poco deseoso de matices, sin ninguna
finalidad de educar o adoctrinar.
La nueva corriente surge en el siglo XIII. El nombre significa ministerio u oficio de hombres ocultos, cuya
finalidad didáctica es aprovechar en la difusión de sus enseñanzas el arte juglaresco que tanta aceptación tenía
en el pueblo. Para tal fin, frente a la irregularidad métrica de los juglares, usan invariablemente la “cuaderna
vía” (tetrásticos monorrimo), estrofa compuesta por cuatro versos de rima consonante y catorce sílabas,
dividido en dos hemistiquios de siete. Escrito con un lenguaje, en general, de carácter más cuidada y selecto
que el de los juglares, pero adoptando a menudo un tono familiar y expresiones pintorescas para facilitar la
llegada al pueblo de las leyendas e historias que este desconoce. La temática, al comienzo, debido a la
intención didáctica, los poetas del Mester de Clerecía buscan y encuentran los temas de inspiración en la
historia y en las obras cultas del pasado, trata temas eruditos. Esto es, de carácter histórico o religioso (las
leyendas alusivas a la Virgen o vidas de Santos, sobre todo). Pero como en su afán de propagar la cultura, los
clérigos tratan de compartir con los juglares ante el mismo público iletrado que escucha los relatos heroicos,
no nos ha de extrañar que utilicen con frecuencia expresiones típicamente juglarescas y utilizando siempre un
léxico muy variado.
El mester de clerecía en Castilla, puede definirse así: escuela literaria constituida por aquellos clérigos que en
tetrástrofos monorrimos y en lengua castellana transmitían al pueblo relatos religiosos o profanos a veces, sólo
conocidos hasta entonces por los únicos cultos de la época, es decir, por los representantes de la Iglesia.
57
Literariamente es la poesía culta de los siglos X111 y X1V, se diferencian porque en la temática y en la forma.
En la temática tratan asuntos religiosos, ascéticos, didácticos, amorosos, legendarios, también históricos e
imaginarios. Sólo el Poema de Fernán González trata asunto épico: la independencia de Castilla. En la forma,
emplean la cuaderna vía.
El autor toma siempre tiene como base para su escrito una obra antigua, preferentemente la Biblia. Utilizan un
lenguaje claro y asequible para el público al que se dirigen, pero a vez tienen cierta conciencia artística e
introducen nuevas palabras y cultismos.
Con estos creadores, el castellano desarrolla su capacidad como lengua escrita. Esto le permite alcanzar un
apreciable grado de fijeza y convertirse en la lengua principal de la península.
En el siglo XIII, el pueblo no sabía leer ni escribir y, por lo tanto, la palabra clérigo llegó a convertirse en
sinónimo de culto o sabio, y con este significado se aplicó a autores que no formaban parte del clero. El autor
del Mester de Clerecía toma siempre como base para sus escritos una obra antigua, preferentemente la Biblia
u obras de autores grecolatinos, la cual cita con frecuencia como argumento de autoridad.
Entre las principales aportaciones del Mester de Clerecía, se destacan, la obra de Gonzalo de Berceo, el primer
poeta castellano de nombre conocido, que se preocupó por dotar a la religión de humanidad y de prestigio
poético y legendario, y dos poemas extensos anónimos: el libro de Apolonio y el Libro de Alexandre.
El libro de Apolonio es una novela en verso llena de aventuras, la Juglaresa Tarsiana, hija del rey de Tirso, en
un delicioso personaje que Cervantes tomó como modelo para su novela; La gitanilla.
El libro de Alexandre trata de la vida y muerte de Alejandro Magno. Es la obra más extensa del Mester de
Clerecía.
El Mester de Clerecía culminará en el siglo XIV con El Libro del Buen Amor, de Juan Ruiz, arcipreste de
Hita, y con Rimado de Palacio del canciller López de Ayala.
Los principales representantes del Mester de Clerecía son:
Gonzalo de Berceo, Alfonso X, el sabio, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, el canciller Pedro López de Ayala y
Don Juan Manuel, el infante.
GONZALO DE BERCEO.
Es el primer poeta español de nombre conocido. Es el más genuino representante del Mester de Clerecía.
Nació en Berceo, pequeño pueblo de la Rioja a fines del siglo XII. Fue sacerdote y aparece documentado
como notario del abad de San Millán de la Cogolla. Murió entre 1265 y 1270.
Sus obras: todas son religiosas y están escritas en estrofa Cuaderna Vía, con gran regularidad formal. Son en
total nueve: Vida de San Millán de la Cogolla, Vida de Santo Domingo de Silos, Martirio de San Lorenzo,
Vida de Santa Oria, Los Milagros de Nuestra Señora, Loores de la Virgen, Duelo de la Virgen el día de la
pasión de su hijo.
Las vidas de santos escritas por Berceo presentan unas estructuras uniformes que sirve para exponer la
biografía, los milagros realizados por el santo en vida y los milagros que hizo después de muerto. De todas las
obras de Berceo, Los Milagros de Nuestra Señora es la que goza de mayor fama. Son 25 poemas precedidos
de una introducción alegórica, donde el poeta va narrando otros tantos que realiza la virgen a favor de sus
devotos para salvar su alma o protegerles de algún mal. Estos relatos se hallan relacionados con la tradición
mariana europea. Así, el que nos presenta a Teófilo, que tras vender su alma al diablo se arrepiente y se salva
por intercesión de la virgen, que recupera la escritura de venta, o el de la “gloriosa” que salva de la horca a un
ladrón devoto, sosteniéndole en el aire para que el nudo no pueda ahogarle.
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Berceo no inventa sus asuntos. Para componer la mayor parte de sus poemas se inspiró en una colección de
milagros escritos en latín. Sus obras se caracterizan por ese realismo ingenuo, lleno de sabor popular y
familiar, además de ese sano argumental, sino en la forma pintoresca y graciosa de decir y los detalles que
recoge. Escribe con gran ingenuidad, sencillez y candor, además de espíritu profundo y religioso. Arte realista
y vigoroso.
Obsérvese que el esquema de la estrofa que usa Berceo es el siguiente: Cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo.
14 A 4 versos alejandrinos monorrimos (de rima única) de 14 sílabas, divididos por la cesura
14 A o pausa intermedia, en dos hemistiquios de 7 sílabas cada uno.
14 A
14 A
EL CLÉRIGO IGNORANTE
1. cutiano: cotidianamente. 2. misacantano: clérigo que puede decir misa. 3. viédote: te prohíbo. 4.
agudencia: agudeza, maña. 5. desarrado: desamparado. 6. aquejado: afligido. 7. radía: errada, perdida.
Es el gran propulsor de la prosa castellana. Como rey no fue afortunado, pero de gran prestigio en las
extraordinarias empresas culturales que cometió, conocido como labor de alfonsí, que consiste en reunir a su
alrededor, prescindiendo de prejuicios de raza o de religión, a unas series de hombres doctos, musulmanes,
judíos, castellanos, hebreos, italianos – que, continuando la tarea iniciada un siglo antes en la Escuela de
Traductores de Toledo, llevaron a cabo una intensa labor de divulgación científica. Aunque el monarca no fue
el realizador directo de todas las obras que habitualmente se acogen a su nombre, él fue su inspirador y
arquitecto. Pero si, puede afirmarse que fue el creador de la prosa científica castellana. Su aporte en las
ciencias y en las letras de la Edad Media es extraordinaria.
El propósito de Alfonso X, fue habilitar la lengua para que sirviera de instrumento de difusión didáctica y
transmitir los conocimientos científicos, depurar el castellano, liberándolo de los latinismos, vulgarismos,
extranjerismos, dilectísimo y localismos que tanto lo afean.
Producción Literaria.
Entre los diversos escritos de Alfonso X, reveladores de grandes conocimientos en materia de jurisprudencia,
historia, astronomía, poesía, música, pintura, etc., destacan las Siete Partidas, código legislativo redactado
bajo su dirección. Es el código más importante de la Edad Media. De finalidad científica Libros del saber de
astronomía o histórica; Crónica general (es la primera historia de España escrita en castellano, abarca hasta
Fernando III); Grande e General Estoria (Historia universal, desde la creación del mundo hasta la venida de
Cristo). Recreativas: Libros de ajedrez, dados y tablas. Poéticas: Cantigas de Santa María, que son una
colección de 430 composiciones breves sobre temas marianos. Están escritas en gallego, idioma preferido para
las líricas, por ser según los autores de la época, más musical y poético que el castellano.
El castellano medieval, a partir de Alfonso X, tuvo una intervención decisiva en la fijación y creación de un
sistema gráfico que acabara con la vacilación en la representación de los sonidos, por formar nuevas palabras
para designar conceptos abstractos y por habilitar nuevas conjunciones y nexos sintácticos que dieran mayor
riqueza y variedad a la oración.
61
Alfonso X, el sabio, rey de Castilla y León entre 1252 y 1284, siguiendo la política que había iniciado el rey
Fernando III, declaró el castellano lengua oficial de Castilla, no sólo para la transmisión didáctica, sino
también en los documentos oficiales, y puso empeño en traducir las obras más importantes de la cultura
musulmana, hecho este que sea como fuere, parece evidenciar que sus ideas sobre la lengua era producto de
una visión más avanzada que el simple catecismo y el afán de definición territorial del reino.
Santa María
Los griegos comenzaron, antes que otros hombres, a navegar con frecuencia por el mar; y algunos de ellos se
esforzaron cuanto pudieron en adentrarse en él para tratar de hallarle fin por el extremo opuesto. Y anduvieron
tanto, que llegaron a un lugar donde oyeron sones y voces teles, que les pareció que ninguna cosa podía ser
más deleitosa y dulce, y comenzaron a hablar de ello entre sí.
Y se preguntaron si alguna vez hubo alguien que hubiese oído tan duce son en cualquier lugar del mundo.
Estando hablando de esto, miraron y vieron que había un peñasco lejos de ellos, y pensaron que serían sirenas
que cantaban en ella y producían aquel deleitable sonido: reuniéronse y se fueron hacia allí con gran decisión,
llegáronse a la peña. Y estando ellos como sin aliento por el placer del dulce canto que oían, sobrevino de
súbito un gran soplo del cierzo que los sumergió en el agua, matándolos en el mismo mar, salvo unos pocos
que quedaron con vida y se acogieron a las piezas de los navíos que había quebrantado el viento. Llegaron
éstos a tierra y contaron a los griegos lo sucedido y cómo les aconteció.
Juntáronse entonces muchos hombres de Grecia e hicieron con maderos un ingenioso y sólido artefacto con el
cual poder entrar multitud de ellos en la peña. Reuniéronse en el lugar por donde fueron los primeros y
anduvieron hasta que llegaron al peñasco, dirigiéndose hacia él en el instrumento en que venían y que habían
fabricado al intento. Estando allí observaron la piedra y vieron que estaba como vaciada por dentro y que
había en ella siete agujeros de distintos tamaños, unos anchos y otros estrechos, unos altos y otros bajos,
dispuestos ordenadamente. Y vieron asimismo cómo entraban los vientos en el agua del mar y salían por
aquellos agujeros produciendo tan dulces sones.
Y allí aprendieron ellos el arte de la música y hallaron cabalmente sus siete notos. Y como la descubrieron a
causa del viento y del agua, diéronle el nombre de moys, pues esta palabra quiere decir en la lengua de los
griegos lo que agua en el lenguaje de Castilla; así como sicox significa en el suyo lo que viento en el nuestro.
De ahí que el nombre música, que está compuesto de las dos palabras griegas moys y sicox, quiera decir lo
mismo que arte del sonido, hallada por el agua y por el viento.
El canciller de Ayala. Nació en Victoria 1332 y murió en Calahorra, en 1407. Ocupó alto puesto en los reinos
de Pedro 1, Enrique 1, Juan 1, y Enrique 111. Como cortesano y hombre de armas, su influencia se dejó sentir
en la vida política-social y militar de su tiempo. Frente al popularismo y desenvoltura del arcipreste de Hita, el
Canciller representa el espíritu aristocrático y la moral severa.
Sus obras, como poeta dejó: Rimado de Palacio, extenso poema de unos 8,200 versos, escritos en “cuaderna
vía”. Es el último poema importante del Mester de Clerecía y está constituido por diversos temas: religiosos,
morales, líricos y políticos, a través de los cuales fustiga los vicios sociales y costumbres de la época, pero no
reacciona como el arcipreste, su sátira resulta amarga y dura.
Como prosista, escribió las Crónicas a los reinados a quienes les sirvió. De las cuatro crónicas, las crónicas de
Pedro I es considerada como la obra maestra del canciller.
Fue un historiador imparcial y verídico. El Canciller es el primer gran historiador castellano, entendiendo este
título a la manera moderna.
López de Ayala fue un hombre culto. Tradujo la primera, segunda y tercera décadas, Los morales de San
Gregorio y De Constantia Animi.
Su técnica es la del Mester de Clerecía en su mayor parte. Pero además aparecen formas de transición como
pareados, sextina alejandrina, dodecasílabos y versetes de juglar.
PECADO DE LUJURIA
La presencia de la burguesía al lado del sector caballeresco y eclesiástico es una de las notas más
características de la baja Edad Media. Esta nueva clase social frente a dos poderes tradicionales; iglesia y
nobleza determina la habilidad, la astucia y el dinero prevalecen sobre las preocupaciones religiosas y los
ideales caballerescos.
Con la burguesía, la producción didáctica, que hasta entonces consistía en observaciones encaminadas a
procurar el perfeccionamiento moral, para ser un conjunto de expresiones de tipo práctico y llena de malicia,
contra las acechanzas del prójimo. Sin embargo, la literatura didáctico-moral alcanza también un abundante
cultivo.
Dos posiciones fundamentales surgen: la de aquellas que reaccionan jocosamente, con desenvuelta sátira
(Arcipreste de Hita; y la de quienes reaccionan con un gesto de agria repulsa (el canciller de Ayala).
Nieto de San Fernando y sobrino de Alfonso X, el sabio. Nació en Escalona en 1282 y muerto en 1349. Su
vida ofrece una doble faceta, la del político y la del escritor. Como político es cauteloso, hábil y confiado;
como hombre de letras representa el punto culminante de la prosa castellana en el siglo XIV.
Don Juan Manuel es continuador de la brillante tradición cultural representada por su tío Rey sabio, si bien
dentro de una orientación predominante didáctico-moral. Sus doctrinas que expone en sus obras se inspiran
generalmente en la moral cristiana y en los conceptos tradicionales de la Edad Media, tales como el respeto a
la jerarquía y al orden establecido. En sus obras se nota el afán por disponer de un estilo propio. Es el primero
de nuestras letras afanado en la búsqueda de un arte literario personal.
Su producción literaria: Libro del caballero y del escudero, constituido por los consejos que un anciano
caballero da a un joven aspirante a la caballería; Libro de los Estados, nos da a conocer con ello un amplio
cuadro de la sociedad del siglo XIII. El conde Lucanor o Libro de Patronio, es la obra más importante y
popular del autor. En el conde Lucanor, el autor sintetiza el pensamiento político, social y religioso, y hasta
literario.
La variedad temática de estos cuentos es grande: hay fábulas orientales, clásicas, alegóricas, milagros,
leyendas, tradiciones, etc. Se trata de una colección de 50 cuentos, cada uno consiste en un problema que
plantea el conde Lucanor a su ayo Patronio. Este le contesta con un apólogo o ejemplo, al final del cual añade
una moraleja que, en forma de pareado, lo resume.
El conde Lucanor es un ejemplo de cómo se convierte en instrumento de lucha política, una fuente literaria
que corresponde a la ideología de la clase dominante de la época. Sus ejemplos corresponden, en el fondo, a
una clase declinante.
En el estilo, los más característico de Don Juan Manuel, es la claridad y la concisión. Pues, si Alfonso X y la
Escuela de Traductores de Toledo habían hecho del castellano una lengua apta para la expresión científica, fue
Don Juan Manuel quien aplicó su sentido artístico para crear una prosa de carácter literario. Pero la
importancia de Juan Manuel en los lingüístico radica “en su afán casticista” que lo lleva a “evitar los
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latinismos y a crearle al castellano una total independencia; en hacerlo apto para el raciocinio, la dialéctica y
la abstracción”. Es el primero en empeñarse en darle a sus obras un sello estilístico personal.
LO QUE SUCEDIÓ A UN MANCEBO QUE CASÓ CON UNA MUCHACHA MUY REBELDE
perseguido por el mancebo, saltando ambos por entre la ropa, la mesa y el fuego; tanto lo persiguió que, al fin,
el mancebo le dio alcance, lo sujetó y le cortó la cabeza, las patas y las manos, haciéndolo pedazos y
ensangrentando toda la casa, la mesa y la ropa.
Después, muy enojado y lleno de sangre, volvió a sentarse a la mesa y miró en derredor. Vio un gato, al que
mandó que trajese agua para las manos; como el gato no lo hacía, le gritó:
-¡Cómo, falso traidor! ¿No has visto lo que he hecho con el perro por no obedecerme? Juro por Dios que, si
tardas en hacer lo que mando, tendrás la misma muerte que el perro.
El gato siguió sin moverse, pues tampoco es costumbre suya llevar el agua para las manos. Como no lo hacía,
se levantó el mancebo, lo cogió por las patas y lo estrelló contra una pared, haciendo de él más de cien
pedazos y demostrando con él mayor ensañamiento que con el perro.
Así, indignado, colérico y haciendo gestos de ira, volvió a la mesa y miró a todas partes. La mujer, al verle
hacer todo esto, pensó que se había vuelto loco y no decía nada.
Después de mirar por todas partes, vio a su caballo, que estaba en la cámara y, aunque era el único que tenía,
le mandó muy enfadado que les trajese agua para las manos; pero el caballo no le obedeció. Al ver que no lo
hacía, le gritó:
-¡Cómo, don caballo! ¿Pensáis que, porque no tengo otro caballo, os respetaré la vida si no hacéis lo que yo
mando? Estáis muy confundido, pues si, para desgracia vuestra, no cumplís mis órdenes, juro ante Dios daros
tan mala muerte como a los otros, porque no hay nadie en el mundo que me desobedezca que no corra la
misma suerte.
El caballo siguió sin moverse. Cuando el mancebo vio que el caballo no lo obedecía, se acercó a él, le cortó la
cabeza con mucha rabia y luego lo hizo pedazos.
Al ver su mujer que mataba al caballo, aunque no tenía otro, y que decía que haría lo mismo con quien no le
obedeciese, pensó que no se trataba de una broma y le entró tantísimo miedo que no sabía si estaba viva o
muerta.
Él, así, furioso, ensangrentado y colérico, volvió a la mesa, jurando que, si mil caballos, hombres o mujeres
hubiera en su casa que no le hicieran caso, los mataría a todos. Se sentó y miró a un lado y a otro, con la
espada llena de sangre en el regazo; cuando hubo mirado muy bien, al no ver a ningún ser vivo sino a su
mujer, volvió la mirada hacia ella con mucha ira y le dijo con muchísima furia, mostrándole la espada:
-Levantaos y dadme agua para las manos.
La mujer, que no esperaba otra cosa sino que la despedazaría, se levantó a toda prisa y le trajo el agua que
pedía. Él le dijo:
-¡Ah! ¡Cuántas gracias doy a Dios porque habéis hecho lo que os mandé! Pues de lo contrario, y con el
disgusto que estos estúpidos me han dado, habría hecho con vos lo mismo que con ellos.
Después le ordenó que le sirviese la comida y ella le obedeció. Cada vez que le mandaba alguna cosa, tan
violentamente se lo decía y con tal voz que ella creía que su cabeza rodaría por el suelo.
Así ocurrió entre los dos aquella noche, que nunca hablaba ella sino que se limitaba a obedecer a su marido.
Cuando ya habían dormido un rato, le dijo él:
-Con tanta ira como he tenido esta noche, no he podido dormir bien. Procurad que mañana no me despierte
nadie y preparadme un buen desayuno.
Cuando aún era muy de mañana, los padres, madres y parientes se acercaron a la puerta y, como no se oía a
nadie, pensaron que el novio estaba muerto o gravemente herido. Viendo por entre las puertas a la novia y no
al novio, su temor se hizo muy grande.
Ella, al verlos junto a la puerta, se les acercó muy despacio y, llena de temor, comenzó a increparles:
-¡Locos, insensatos! ¿Qué hacéis ahí? ¿Cómo os atrevéis a llegar a esta puerta? ¿No os da miedo hablar?
¡Callaos, si no, todos moriremos, vosotros y yo!
Al oírla decir esto, quedaron muy sorprendidos. Cuando supieron lo ocurrido entre ellos aquella noche,
sintieron gran estima por el mancebo porque había sabido imponer su autoridad y hacerse él con el gobierno
de su casa. Desde aquel día en adelante, fue su mujer muy obediente y llevaron muy buena vida.
Pasados unos días, quiso su suegro hacer lo mismo que su yerno, para lo cual mató un gallo; pero su mujer le
dijo:
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-En verdad, don Fulano, que os decidís muy tarde, porque de nada os valdría aunque mataseis cien caballos:
antes tendríais que haberlo hecho, que ahora nos conocemos de sobra.
Y concluyó Patronio:
-Vos, señor conde, si vuestro pariente quiere casarse con esa mujer y vuestro familiar tiene el carácter de
aquel mancebo, aconsejadle que lo haga, pues sabrá mandar en su casa; pero si no es así y no puede hacer todo
lo necesario para imponerse a su futura esposa, debe dejar pasar esa oportunidad. También os aconsejo a vos
que, cuando hayáis de tratar con los demás hombres, les deis a entender desde el principio cómo han de
portarse con vos.
El conde vio que este era un buen consejo, obró según él y le fue muy bien.
Como don Juan comprobó que el cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que
dicen así:
LO QUE OCURRIÓ A UN HOMBRE QUE POR POBREZA Y FALTA DE OTRO ALIMENTO COMÍA
ALTRAMUCES
-Patronio, bien sé que Dios me ha dado tantos bienes y mercedes que yo no puedo agradecérselos como
debiera, y sé también que mis propiedades son ricas y extensas; pero a veces me siento tan acosado por la
pobreza que me da igual la muerte que la vida. Os pido que me deis algún consejo para evitar esta congoja.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que encontréis consuelo cuando eso os ocurra, os convendría
saber lo que les ocurrió a dos hombres que fueron muy ricos.
El conde le pidió que le contase lo que les había sucedido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, uno de estos hombres llegó a tal extremo de pobreza que no tenía
absolutamente nada que comer. Después de mucho esforzarse para encontrar algo con que alimentarse, no
halló sino una escudilla llena de altramuces. Al acordarse de cuán rico había sido y verse ahora hambriento,
con una escudilla de altramuces como única comida, pues sabéis que son tan amargos y tienen tan mal sabor,
se puso a llorar amargamente; pero, como tenía mucha hambre, empezó a comérselos y, mientras los comía,
seguía llorando y las pieles las echaba tras de sí. Estando él con este pesar y con esta pena, notó que a sus
espaldas caminaba otro hombre y, al volver la cabeza, vio que el hombre que le seguía estaba comiendo las
pieles de los altramuces que él había tirado al suelo. Se trataba del otro hombre de quien os dije que también
había sido rico.
“Cuando aquello vio el que comía los altramuces, preguntó al otro por qué se comía las pieles que él tiraba. El
segundo le contestó que había sido más rico que él, pero ahora era tanta su pobreza y tenía tanta hambre que
se alegraba mucho si encontraba, al menos, pieles de altramuces con que alimentarse. Al oír esto, el que comía
los altramuces se tuvo por consolado, pues comprendió que había otros más pobres que él, teniendo menos
motivos para desesperarse. Con este consuelo, luchó por salir de su pobreza y, ayudado por Dios, salió de ella
y otra vez volvió a ser rico.
“Y vos, señor Conde Lucanor, debéis saber que, aunque Dios ha hecho el mundo según su voluntad y ha
querido que todo esté bien, no ha permitido que nadie lo posea todo. Mas, pues en tantas cosas Dios os ha sido
propicio y os ha dado bienes y honra, si alguna vez os falta dinero o estáis en apuros, no os pongáis triste ni os
desaniméis, sino pensad que otros más ricos y de mayor dignidad que vos estarán tan apurados que se
sentirían felices si pudiesen ayudar a sus vasallos, aunque fuera menos de lo que vos lo hacéis con los
vuestros.
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Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló y, con su esfuerzo y con la ayuda de Dios, salió de
aquella penuria en la que se encontraba.
Y viendo don Juan que el cuento era muy bueno, lo mandó poner en este libro e hizo los versos que dicen así:
(Alfonso X de Castilla, llamado el Sabio; Toledo, 1221 - Sevilla, 1284) Rey de Castilla y de
León (1252-1284).
Era hijo primogénito de Fernando III el Santo, a quien sucedió en 1252. Ya como infante llevó
a buen término importantes labores, como la conquista del Reino de Murcia (1241) o la paz con
Jaime I de Aragón, que conllevó el matrimonio del mismo Alfonso X con Violante, hija del rey
aragonés. Alfonso X el Sabio impulsó la Reconquista tomando plazas como Jerez, Medina-
Sidonia, Lebrija, Niebla y Cádiz perteneciendo a la Corona de Castilla y León (1262), y
repobló Murcia y la Baja Andalucía. La expulsión que se produjo de musulmanes en las tierras
andaluzas y el agotamiento demográfico de los reinos de Castilla y de León tuvo como
consecuencia una bajísima densidad de población en el sur, que no pudo ser paliada en su
totalidad por la labor repobladora de Alfonso X en la comarca del Guadalete y en la bahía de
Cádiz, ni por las iniciativas señoriales en la frontera con Granada. Finalmente, los repobladores
se concentrarían en las grandes ciudades del valle del Guadalquivir. Hizo frente a una
sublevación de los musulmanes de sus reinos, promovida por los reyes de Granada y Túnez
(1264), e incluso continuó el avance frente al Islam pasando al norte de África, al enviar una
expedición a Salé (1260).
El reinado de Alfonso destacó sobre todo en el orden cultural. A Alfonso X el Sabio se le
considera el fundador de la prosa castellana y, de hecho, puede datarse en su época la adopción
del castellano como lengua oficial. Sus profundos conocimientos de astronomía, ciencias
jurídicas e historia y su interés por las más diversas áreas del saber lo llevaron a impulsar la
organización de tres grandes centros culturales que giraron alrededor de Toledo, Sevilla y
Murcia.
En la primera ciudad quedó ubicada la famosa Escuela de Traductores de Toledo, la cual, junto
a compiladores y autores originales repartidos por el resto, emprendió una ingente labor de
recogida de toda clase de materiales para la elaboración de libros, que el propio rey corregía y
supervisaba. Movido exclusivamente por un afán cultural, el rey hizo tabla rasa de las
diferencias de raza o religión, por lo que reunió a judíos, musulmanes, castellanos e italianos,
que colaboraron libremente y otorgaron al conjunto una proyección universal.
Las obras así producidas pueden encuadrarse en tres grandes apartados: obras jurídicas, obras
científicas o de carácter recreativo y obras históricas. El propósito de las primeras fue
contribuir a la labor unificadora iniciada por Fernando III el Santo. El Fuero real de Castilla
(1254) preparó la redacción de la que sería su gran obra, el Código de las siete partidas (1256-
1263 o 1265), donde se recoge lo mejor del derecho romano para unirlo a las más vivas
tradiciones de Castilla. Este código, de larga influencia en el ordenamiento castellano y
español, supuso la recepción del derecho romano en Castilla y su incorporación a la corriente
europea del «derecho común».
Alfonso X el Sabio merece el reconocimiento en cuanto forma parte de nuestra historia, porque
la realidad cultural que hoy tenemos delante, nos guste o no arrancan, con él. Pero, además,
estamos ante un personaje esencial en la historia de este país y de seguro podía ser hoy ejemplo
para muchas cosas. A ese Alfonso X es al que recordamos, al que la historia le apellidó El
Sabio, el que ha dado nombre a calles y avenidas e incluso a una universidad y tiene
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Muchas son las hipótesis que tratan de explicar los orígenes del teatro medieval. Algunas teorías sostienen que
el nacimiento hay que buscarlo en las solemnidades y ceremonias litúrgicas que se realizaban en las iglesias.
Nace en las catedrales. De los numerosos elementos dramáticos de muchos diálogos litúrgicos que eran
alternados en la misa y al ritual religioso. Esto sucedía principalmente en las festividades de Semana Santa,
Pascua de Resurrección y Navidad.
Causas. Los oficiantes hacían una especie de pausa de la literatura severa para hacer representaciones con el
fin de que el público comprendiera más directa y placenteramente lo que se trataba. Era una forma de
catequizar, de hacer agradable, de atraer la simpatía del público.
Por el tono popular y humorístico que tomaron las escenas religiosas continuaron saliendo de la iglesia y
terminaron haciéndose en las plazas públicas (S. XIII), así nació el misterio. Alfonso X recomendó ofrecer en
las plazas públicas piezas de la vida de Jesús y de los Santos. Sus actores eran clérigos que se habían salido
del marco estrictamente religioso para expresar sus propios sentimientos. Los dramas pasaron de profano a
semiprofanos, que empezaron en la iglesia y después fuera, pero siempre tuvo sus raíces eminentemente
religiosa.
Obras: La animación de la Virgen, La verdad de la pasión, Daniel en el foso de los leones, La vida de Teófilo,
La vida de Saint Leger.
El germen primero de las representaciones litúrgicas estuvo constituido por los llamados tropos, que venían a
ser “brevísimos textos latinos que se servían ya con introducción como interpelación o como conducción de
algunos pasajes de la liturgia”. Los textos litúrgicos se agrupaban en torno a dos momentos fundamentales de
la vida de Cristo: el nacimiento y la pasión y resurrección.
Dos tendencias jugaron papeles importantes en el teatro medieval: la profana y la religiosa.
La tendencia profana respaldada por el mundo campesino del que nació la masa burguesa de las ciudades,
partía de la concepción pagana del mundo y la vida, cuyas raíces se remontan a los siglos de la barbarie. Tenía
por forma típica el rito, y más adelante caracterizó y conformó en las representaciones de los bufones y
juglares, para culminar en las actuaciones alegres y optimistas de los actores de las farsas. Esta tendencia se
basaba en la representación veraz de la vida diaria.
La tendencia religiosa, respaldada por los señores feudales y por el clero, partía de la concepción cristiana de
la vida. Surgió en los templos católicos, vinculada estrechamente al ceremonial de la misa, y creó primero el
drama litúrgico y luego el misterio y el milagro, para desembocar en las moralidades. Esta tendencia difundía
el ascetismo religioso.
El “Auto de los Reyes Magos” es la primera y única obra teatral en lengua castellana, desde su inicio hasta el
siglo XV. Es un fragmento de 147 versos polimétricos (de distinta medida), con predominio de alejandrinos,
eneasílabos y heptasílabos, de autor anónimo, cuya lengua corresponde a la de fines del siglo XII o principios
del XIII. Se inspira en el Evangelio de San Mateo y representa la adoración de los Reyes Magos.
La versificación es tosca, pero hay cierta perfección por la sobriedad, la rapidez en la acción y la soltura del
diálogo.
Al manuscrito le faltan el principio y el final, pero las cinco escenas conservadas revelan unidad dramática a
través de un diálogo vivo e intencionado. Como más relevantes de la obra se podrían señalar el escepticismo
de los tres Reyes sobre el significado de la estrella; el realismo en cuanto a su lengua y expresión; y la
ingenuidad, algo confusa pero simpática, de la actitud de Herodes y de los rabinos.
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El “Auto de los Reyes Magos”, comienza con Melchor, Gaspar y Baltasar que declaran haber visto una
estrella milagrosa y, después de mostrarse maravillados y confusos, se reúnen y deciden seguirla para hallar al
niño Dios. En el camino encuentran a Herodes, quien manifiesta temor y llama a unos sabios judíos para que
lo aconsejen. Los rabinos entablan una discusión, con la que termina el texto.
ESCENA 1
Personajes
Gaspar, Baltasar, Melchor, Herodes, Dos Rabinos, El Ángel, Dos Pastores.
Gaspar.
¡Dios creador! ¡Qué maravilla!
¿qué estrella será esa que brilla?
Hasta ahora, no la he advertido;
hace bien poco que ha nacido.
¿Habrá nacido el Creador,
de todas gentes señor?
No es verdad, no sé qué me dugo;
todo esto no vale ni un higo.
Otra noche lo cataré,
y si es verdad, bien lo sabré.
¡Gran verdad es lo que yo digo!
En absoluto porfío.
¿No puede ser otra señal?
¡Esta es, y no es nada más!
Dos –es seguro- nació de hembra
en el mes de este diciembre.
Donde esté, iré, lo adoraré,
por Dios de todos lo tendré.
Baltazar
No sé esa estrella de do viene,
quien la trae, o quien la detiene.
¿Poe qué ha surgido esta señal?
Jamás en mis días vi tal.
De cierto ha nacido en la tierra
aquel que, en la paz y en la guerra,
señor será, desde el oriente,
de todos, has el occidente.
Por tres noches me lo veré,
y más de veras lo sabré.
¿Será verdad que ya ha nacido?
Dudo de lo que he advertido.
Iré, lo adoraré,
le imprecaré y le rogaré.
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Melchor
Válgame el Creador, ¿tal cosa
ha sido alguna vez hallada
o en una escritura encontrada?
No había esa estrella en el cielo:
para eso soy buen estrellero.
Yo no me engaño: he advertido
que un hombre de carne ha nacido
que es el señor de todo el mundo;
así es, como el cielo, rotundo.
De las gentes señor será,
y todo el orbe juzgará.
¿Es?... ¿No es?
Pienso que verdad es.
Lo veré hasta que me persuada
de si es verdad o si no es nada.
¡Sí! ¿Ya ha nacido el Creador
de todas las gentes señor!
Yo bien lo veo que es verdad.
¡He de ir allá, por caridad!
……………………………………………………….
ESCENA III
Gaspar.
Guárdate el Creador, Dios te libre de mal.
Te entretendremos poco… un instante no más.
Dios te dé larga vida, y te libre de mal.
Vamos en romería, para a un rey adorar,
que ha nacido en la tierra… no lográmosle hallar.
Herodes.
¿Es así… en verdad?
Gaspar.
Sí, rey, por caridad:
Herodes.
Y ¿cómo lo sabéis?
¿probado lo tenéis?
Gaspar.
Rey, verdad te diremos:
Probado lo tenemos.
Melchor.
Esto es gran marivilla:
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Baltazar.
¡Señal de que ha nacido
y que en carne ha venido!
Herodes.
¿Cuánto hace que lo visteis
y que lo pervivisteis?
Gaspar.
Trece días son ya,
creo que más no hará
desde que está advertido
y muy bien percibido.
Herodes.
Pues andad y buscad
y a ese rey adorad
y por aquí tornad…
Si lo encontráis, iré,
y yo lo adoraré.
ESCENA IV
Herodes.
¿Quién vio nunca tal mal?
¡Sobre un rey, otro tal!
Aún no estoy muerto
ni bajo tierra puesto.
¿Otro rey sobre mí?
¡Nunca tal cosa vi!
El mundo va hacia atrás:
no sé que me haga ya.
Juro que no lo crea,
hasta que no lo vea.
¡Mi mayordomo venga
el que mi haber gobierna!
(Versión modernizada de
Fernando Lázaro Carreter)
Nació en Alcalá de Henares a fines del siglo XIII. Estudió en Toledo y por motivos desconocidos sufrió
prisión. Murió antes de 1351.
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El Libro del Buen Amor, es la única obra conocida. Consta de 1709 estrofas. La característica más aparente de
la obra es la variedad tanto en la forma como en los temas. Está escrita en versos, a excepción del prólogo que
está hecho en prosa. La estrofa más usada es la cuaderna vía, pero también están presentes diferentes formas
de poesía juglaresca y del arte de los trovadores, porque combina los versos alejandrinos con los de 16 sílabas
y tampoco son escasos los versos de arte menor de diversas medidas (desde 8 a 4 sílabas).
En lo temático, tiene cabida lo religioso y lo profano, la narración junto a fragmentos líricos, la fábula y la
sátira, lo popular y lo culto.
La unidad fundamental del libro procede de la narración en primera persona; esto hace que la obra se nos
presente como una autobiografía amorosa de carácter ficticio. Pero usa tal procedimiento para lograr mejor su
intención didáctica, además de que en ciertos momentos tiene una actitud crítica frente a la iglesia y al clero,
comparables a los goliardos, con la única diferencia de que escribe en lengua romance, en castellano y no en
latín.
El Libro del Buen Amor está integrado por un conjunto de heterogéneos elementos: un relato amoroso en
forma autobiográfica, una colección de fábulas y cuentos, un grupo de ejemplos y apólogos, numerosas
disquisiciones didácticas y morales, una versión libre del Pamphilus, De amore (comedia latina del siglo
XIII), un relato alegórico de carácter épico (la batalla de Don Carnal y de doña Cuaresma), las aventuras de
don Melón y doña Endrina, además de diversos tipos de poesías: sátira, alegórica, elegíaca, burlesca, etc., y
poesías líricas, como las cantigas de serranas y loores a la virgen.
El estilo.
En los versos de Juan Ruiz hallamos el lenguaje más rico y pintoresco de la literatura medieval. El sabe usar el
idioma con viveza y espontaneidad, lo colma de colorido y de vida. En él, son abundantes los refranes y
modismos del lenguaje popular.
El aspecto capital en El libro del buen amor es el humor. Ese humor se aviene perfectamente con el espíritu
burlón de la sociedad burguesa de la época. Es aquí, las reflexiones de carácter didáctico moralizante.
En esta obra excepcional se pintan de manera realista personajes, costumbres, escenas, y se tratan temas que
por primera vez penetran en la literatura. Por eso tiene, además de su valor literario, un gran valor histórico-
social, porque es un verdadero retrato de la vida de la gente común y corriente de aquel siglo y hasta de los
más humildes individuos.
El Libro de Buen Amor es una composición extensa y variada de 1700 estrofas, cuyo hilo conductor lo
constituye el relato de la autobiografía ficticia del autor, quien es representado por don Melón de la Huerta.
El libro se caracteriza por su gran variedad: de contenido (ejemplos, narraciones amorosas, serranillas,
elementos didácticos, composiciones líricas, etc.); métrica (además de la cuaderna vía utiliza estrofas de
dieciséis versos, estrofas zejelescas, etc.); de tono (serio, festivo, religioso, profano, etc.).
Se distinguen, entre otros, los siguientes elementos en la obra:
Una introducción donde el autor explica el sentido e interpretación del libro.
Una autobiografía ficticia del autor, que consiste en narrar sus amores con distintas mujeres, ayudado por
Trotaconventos.
Una narración de los amores de don Melón y doña Endrina.
Una colección de ejemplos, fábulas y cuentos, que sirven como enseñanza moral y cierre de los episodios.
El relato alegórico de la batalla de don Carnal y doña Cuaresma.
Es importante el uso de la parodia y la ambigüedad en la obra, lo que influye en la verdadera intención de la
misma. Así, por un lado, se puede deducir un carácter moralizante y didáctico cuando nos muestra la lección
moral sobre la infelicidad y el alejamiento de Dios que provoca el loco amor. Pero, por otro, el tono de
algunos pasajes invita al goce de los placeres de la vida.
Moraleja: Se termina con dos versos en los que el autor resume la enseñanza de la narración.
En la obra se utilizan cuentos de diferentes procedencias (árabes, clásicos, etc.). En todos los cuentos es
patente la intención didáctica, al dar soluciones a los problemas que a una persona pueden planteársele en su
vida.
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EJEMPLO DE LOS DOS PEREZOSOS QUE QUERÍA CASARSE CON LA MISMA MUJER
EL ROMANCERO
Tipos de Romancero
Atendiendo a su cronología, existe una clasificación del Romancero: romancero viejo y romancero nuevo.
Según tal distribución, al romancero viejo pertenecerían todos los escritos antes del siglos XV y, en tanto que
al romance nuevo lo harían los elaborados en siglos posteriores hasta hoy día. Siendo aceptable tal distinción.
Creemos, sin embargo, que merece una precisión. Romancero viejo y romancero nuevo son dos modalidades
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de un mismo fenómeno, diferenciadas, más que por su cronología, por su forma peculiar de propagarse.
Romance viejo: oral, tradicional y anónimo; escrito y personal, el romancero nuevo.
Al Romancero Viejo han de pertenecer, todos los romances que nazcan y/o se propaguen con la peculiaridad
de ser o haberse convertido en anónimos desde la Baja Edad Media hasta hoy, y que por el tema que tratan, la
clasificación corriente señala romances de asunto épico nacional, como los del ciclo don Rodrigo, los siete
infantes de Lora, Bernardo del Carpio, el Cid…; de temas francés, como los cantos en torno a Roldán; de
carácter novelesco, como el del conde Arnaldos; de tono lírico, como Ponte Frida, y los llamados fronterizos o
moriscos, referentes a las últimas luchas de la reconquista: Abenamar, Abenamar y otros.
Frente al Romancero viejo, surge el Romance nuevo, que abarca no sólo los romances concebidos como tales,
por los poetas a partir del barroco, sino todas las múltiples formas métricas romanceadas que participan de las
peculiaridades épico-líricas y de sencillez que le caracterizan.
Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-“Yo no digo esta canción,
sino a quien conmigo va”.
ROMANCE DE ABENÁMAR
-¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
El otro es Generalife,
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ROMANCE DE ROSAFLORIDA
EL REINO PERDIDO
Cuestionario.
– ¿De qué composiciones surgieron los primeros romances?
– ¿Qué es un hemistiquio?
– ¿Qué es una cesura?
– ¿Para qué se componían originariamente los romances?
– ¿A qué género pertenecen los romances anteriores?
– ¿En qué clase de romance lo incluirías?
– Escribe en prosa un resumen breve del romance
– Analiza los siguientes versos:
Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos,
hoy ninguno poseía:
ayer tenía criados
y gente que me servía,
hoy no tengo ni una almena
que pueda decir que es mía.
En este período, contrario a los anteriores X11 y X111, donde hubo predominio de la poesía épica y religiosa;
en el siglo X1V abundó la poesía didáctica y satírica; en el siglo XV hay predominio de los géneros líricos y
dramáticos.
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Para la literatura es una época de transición en la que se funden las formas culturales de la Edad Media con
nuevas corrientes que han de desembocar en el Renacimiento y se distingue de los anteriores por el carácter
cortesano en el arte y la literatura. La nobleza se hace cortesana.
En el marco cultural la corriente más fértil fue el humanismo con sus destacados seguidores:
Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera “Gramática Castellana”, que fue a su vez la primera gramática de
una lengua romance. Luego en el siglo XV1 se destacó Juan Luis Vives, cuya labor se desarrolló en el campo
de la Pedagogía.
En el género lírico, tres grandes poetas representan con dignidad este período:
El Marqués de Santillana, Don Iñigo López de Mendoza, Juan de Mena y Jorge Manrique.
En género teatral se destaca: Fernando de Rojas y obra maestra: La Celestina.
Dos vías: 1º.- la corriente popular o tradicional, que recibe influencia de la lírica galaico-portuguesa o de
inspiración provenzal.
2º.- la alegórico-dantesca de influencia italiana. Esta utiliza asuntos didácticos-morales, lenguajes solemne,
alegóricos de origen dantesco, petrarquista y abundantes latinismo.
Nació en Carrión (Pelencia). Intervino en las luchas políticas de su tiempo. Es el poeta más fecundo y original
del siglo XV. Encarna la figura de caballero-escritor. Sus obras son variadas, El infierno de los enamorados,
La comedieta de Ponza, y 42 sonetos hechos al itálico modo. También escribió canciones, decires y
serranillas, que son escritas al estilo popular o de influencia provenzal. Las serranillas provienen de la
literatura provenzal. Son un modo medieval de tratar el antiguo tema bucólico. En ellas se describe el
encuentro de un caballero con una pastora; el caballero le declara su amor; la serrana unas veces lo acepta,
otras lo rechaza.
En los sonetos imita a Petrarca y son notables por ser los primeros escritos en lengua castellana. Sus sonetos
están hechos al itálico modo, aunque sus endecasílabos tal vez cojean.
LA VAQUERA DE LA FINOJOSA
Serranilla
En un verde prado
de rosas e flores,
84
guardando ganado
con otros pastores,
la vi tan graciosa,
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.
………………………
1. faciendo la vía: yendo de viaje, caminando. Fragosa: intrincada, llena de maleza. 3. Perdí la carrera. 4.
Fablando sin gloria: hablando sencillamente, sin exageración. 5. Donosa: graciosa. 6. Demandades:
demandáis, preguntáis.
Fue un gran intelectual, un asiduo hombre de letras, aficionado lector de los griegos y los latinos. Apartado de
las luchas políticas. Escribió el Laberinto de Fortuna o La trescientas. El poema consta de 297 coplas de arte
mayor o Coplas de Juan de Mena, que es un poema alegórico de imitación dantesca.
Es el poema culto más importante de la literatura medieval. Su lenguaje es rico en cultismo tomado del latín.
Juan de Mena, con el Laberinto de Fortuna, y el Marqués de Santillana, con la Comedieta de Ponza y el
Infierno de de los enamorados, suponen la culminación de la poesía alegórica dantescas en la España del siglo
XV.
Primero de mantener
continuamente pobreza
de alegría y de placer,
pero no de bien querer,
ni de males, ni tristeza;
que la regla no lo manda,
ni la razón lo requiere,
ni consiente, ni demanda,
que quien en tal orden anda
se alegre mientras viviere.
ya cualquier ordenamiento
que la regla de amor diere,
aunque tenga gran tormento,
yo prometo y soy contento
de guardarlo si viviere.
En lugar de castidad
prometo de ser constante,
prometo de voluntad
de guardar toda verdad
que ha de guardar el amante;
prometo de ser sujeto
al amor y su servicio;
prometo de ser secreto,
y aquesto todo prometo
de tenerlo por oficio.
FIN
Se inmortalizó con una extensa poesía titulada Coplas a la muerte de su padre, don Rodrigo Manrique,
Maestre de Santiago. Obra capital de nuestra poesía, en la que se hermana la profundidad de pensamiento
sobre la fugacidad de la vida, con la sencillez de la forma, sencillez en la exposición. –“nuestras vidas son los
ríos que van a dar a la mar”. Las coplas son unas dolorosas elegías de carácter melancólico, con lenguaje
sencillo y puede ser considerada como la mejor composición lírica de la literatura castellana medieval.
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Jorge Manrique fue, en su tiempo, una figura altamente simpática por su elegancia y su heroísmo. Hombre de
arma y de letra, por lo que se le identifica con el ideal de caballero que se tenía en la época. Partidario de
Isabel la Católica, murió en un combate defendiendo sus derechos al trono contra los partidarios de Juana la
Beltraneja.
Las Coplas son un conjunto de 40 estrofas, llamadas Coplas de pie quebrado o estrofa manriqueña, es decir, la
estrofa empleada (sextina de pie quebrado o estrofa manriqueña) se presta admirablemente al carácter
melancólico de la composición.
Su estructura. Tiene dos partes: la primera expresa el concepto medieval de la existencia humana, una fluir
hacia la muerte. La segunda parte es de carácter renacentista: en ella nos da la exaltación de su padre, bravo y
fiel cumplidor de su deber.
En fin, cada copla de pie quebrado está formada por dos sextillas y obedece al siguiente esquema métrico:
8a 8b 4c 8a 8b 4c 8d 8e 4f 8d 8e 4f
A lo largo de las Coplas, Jorge Manrique se plantea problemas filosóficos, tales como la fugacidad de la vida,
la variabilidad de la fortuna, la muerte, el sentimiento de la fama y la vida eterna, temas todos ellos que refleja
la visión del mundo que tiene el hombre del Prerrenacimiento.
Jorge Manrique parte de una reflexión general y abstracta sobre la vida, la muerte y la fugacidad de las cosas
materiales y se centra después en hechos y personajes históricos, y en especial, en la figura de su padre. En
este desarrollo de lo general a lo particular, de lo abstracto a lo concreto, se descubren tres partes.
De sus coplas, Lope de Vega dijo que estas merecían estar escritas en letras de oro.
11
111
V1
1X
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Decidme: la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud.
X111
XV11
XX111
XXXV111
No gastemos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
y consiento en mi morir
con voluntad placentera
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera.
En el marco cultural la corriente más fértil fue el humanismo con sus destacados seguidores:
Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera “Gramática Castellana”, que fue a su vez la primera gramática de
una lengua romance. Luego en el siglo XV1 se destacó Juan Luis Vives, cuya labor se desarrolló en el campo
de la Pedagogía.
El humanismo nace en Italia durante el siglo X1V, se extiende por toda Europa imponiendo un nuevo modo
cultual, estético y vital.
Sus principales características fueron:
-Devoción por la cultura clásica. El descubrimiento del clasicismo grecolatino fue visto como ideal digno de
imitación.
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- Revitalización del latín y del griego. El aprecio por la cultura clásica fue acompañado de un ansia de
aprender las lenguas que la expresaban.
En las universidades se recibían las enseñanzas de todas las materias en latín. La reina Isabel la Católica la
aprendió e hizo que la aprendieran el príncipe heredero y las infantas.
- Valoración del hombre como individuo. Es decir, el humanismo se caracterizó por el amor a la condición
humana y por valorar la curiosidad y los logros del hombre.
- Búsqueda de la armonía y elegancia. El buen gusto. La armonía se convirtió en un ideal estético y moral.
FERNANDO DE ROJAS
Pocos datos conocemos de Fernando de Rojas. Nacido en Puebla de Montalbán (Toledo), probablemente en
1476. Procedía de una familia de judíos conversos y quizás por este motivo prefiriera ocultar su nombre en la
obra. Estudio Leyes en la Universidad de Salamanca. Murió en Talavera (Toledo) el años 1541.
Fernando de Rojas es uno de los pocos autores que ha alcanzado la fama por una sola obra: La Celestina.
La fusión de la tendencia popular y la tendencia culta se efectúa con maestría en la Tragicomedia de Calisto y
Melibea, obra en la que cada personaje emplea el habla que corresponde a su nivel social.
La Celestina, obra de la autoría de Fernando de Rojas y publicada en 1499, sintetiza la crisis del pensamiento
de la Edad Media y el encuentro de dos mundos distintos: el medieval y el renacentista. Es una especie de
novela dialogada, difícilmente representable. Sus protagonistas son dos jóvenes, Calisto y Melibea, cuyos
amores acaban trágicamente.
Según los críticos, el mérito de la obra reside en el estilo y en la pintura de caracteres, además del aspecto
moral, en el que tiene escenas excesivamente crudas. El tipo más logrado es el de la vieja Celestina, figura
dotada de maravilloso realismo.
Versiones de la obra.
La Celestina presenta diversos problemas que afectan tanto al texto y al título como al autor. Hoy se
conservan dos versiones de la obra.
Las primeras ediciones constan de dieciséis actos y llevan por título Comedia de Calixto y Melibea.
Las ediciones sucesivas constan de veintiún actos, y llevan por título Tragicomedia de Calisto y Melibea. Los
cinco actos nuevos se intercambian entre los actos XIV y XV de la versión primitiva.
La tragicomedia es, por tanto, la versión definitiva.
Problemas de autoría.
En una carta de “el autor a un amigo” inserta en la segunda edición, Rojas afirma que encontró unos papeles,
sin firma de autor, con la historia de los amores de Calisto y Melibea y decidió continuarla, dejando lo escrito
por el primer autor en el acto primero. Según esta declaración, La Celestina es obra de dos autores:
-El acto primero se debe a un autor desconocido.
-Los quince actos restantes de la Comedia y los cinco que añaden en la Tragicomedia se deben a Fernando de
Rojas.
La mayor parte de los estudios realizados sobre la obra confirman la existencia de dos autores.
También en esta carta afirma Rojas que decidió encubrir su nombre, como había hecho el primer autor. Sin
embargo, a partir de la segunda edición se incluyen once octavas escritas en versos de arte mayor. Sí se junta
la primera letra de cada verso se obtiene esta leyenda:
El bachiller Fernando de Rojas acabó la comedia de Calysto y Melibea e fue nascido en la puevla de
Montalván.
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Los personajes.
La Celestina presenta la típica sociedad burguesa de la época a través de sus personajes.
-Calisto es un joven adinerado que sólo se dedica a la caza y al amor. Su único objetivo en la obra es satisfacer
su impulso amoroso. Su inseguridad hace que sea manejado por sus criados y por Celestina.
-Melibea es también una joven rica. Encarna el proceso de la pasión amorosa femenina. Al revés que Calisto,
se comporta de forma resuelta y decidida.
-Los criados son un espejo de la riqueza de sus amos. Actúan siempre en su propio beneficio, aun a costa de
perjudicar a sus amos.
-Celestina es el personaje mejor caracterizado. Por ellos no extraña que su nombre acabara por dar nombre a
toda la obra. Rojas la presenta como una hechicera que trabaja en un oficio que ella considera digno y honrado
como cualquier otro. Su objetivo no es otro que sacar provecho personal de cualquier situación.
Pleberio es el padre de Melibea.
Significación de la obra.
La Celestina es una obra de encrucijada. Publicada por primera vez en 1499, en el paso del siglo xv al siglo
XV1, refleja la lucha entre dos concepciones del mundo y dos maneras de vivir: la medieval, centrada en lo
religioso, y la renacentista, con su exaltación de la vida y de los sentidos. Esta exaltación de la vida y de los
sentidos parece conducir al caos. Se cumple así el propósito moral que enuncia el autor al comienzo de la
obra:
“Siguiese la comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea, compuesta en representación de los locos
enamorados, que vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dicen ser su dios. Asimismo
hecha en aviso de los engaños de las alcahuetas y malos lisonjeros sirvientes”.
Su argumento.
En La Celestina se muestran los trágicos amores de Calisto y Melibea y las malas artes que emplea la
alcahueta Celestina para que se enamoren.
Calisto, un mozo inteligente y de clase alta, ha conocido en una huerta, algo alejada de la cuidad, a la
bellísima Melibea, y se ha enamorado de ella. Vuelve a encontrársela en la ciudad, cerca de la iglesia, y le
comunica sus sentimientos; ella lo despide irritada. Vuelve Calisto a su casa y confiesa su amor y su pesar a su
criado Sempronio. Éste le propone que utilice a la vieja Celestina como intermediaria, para que suavice la
aspereza de Melibea.
Celestina logra entrar en la mansión de Melibea e intercede en favor del enamorado; consigue vencer su
esquivez y la joven corresponde a Calisto. Sempronio y Pármeno, criados de Calisto, de acuerdo con
Celestina, desean explotar la pasión de su amo, que había ofrecido a la vieja una cadena de oro si lograba sus
propósitos. Los criados reclaman su parte a la vieja, que se niega; la matan y huyen. Pero son apresados y
muertos por la justicia.
Calisto suele visitar a Melibea trepando a su jardín por una escalera de cuerda; estando en él, se produce en la
calle una pelea. El joven, pensando que uno de sus nuevos criados tiene problemas, desea intervenir en ella y
al bajar por la escalera cae al vacío. Calixto muere, y Melibea, al saberlo, sube a una torre y se arroja desde lo
alto.
La obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea.
Esta mezcla de elementos medievales y renacentistas será una característica del Siglo de oro español. Pero La
Celestina desarrolla también otros dos planos:
El idealista: la exaltación del amor con tendencia al idealismo. El realista: el mundo sórdido de los criados y
de la vieja Celestina.
Esta mezcla también se repite en obras como El Quijote de la Mancha de Cervantes de Saavedra, las comedias
de Lope de Vega y de Calderón de la Barca.
Los personajes
Dos mundos se contraponen en la obra: el ideal o renacentista, de los jóvenes enamorados que sólo viven para
su pasión; y el real o medieval de la Celestina y los criados, ruines explotadores de aquel amor. El personaje
mejor trazado en la obra es de Celestina, la vieja astuta, encarnación del mal, que con tentadoras palabras
quebranta la virtud de Melibea.
MELIBEA.- ¿Por qué dices, madre, tanto mal de lo que todo el mundo, con tanta eficacia, gozar o ver desea?
CELESTINA.- Desean harto mal para sí, desean harto trabajo. Desean llegar allá porque llegando viven, y el
vivir es dulce, y viviendo envejecen. Así, que el niño desea ser mozo, y el mozo viejo, y el viejo más, aunque
con dolor. Todo por vivir, porque, como dicen, "viva la gallina con su pepita". Pero ¿quién te podría contar,
señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermedades, su frío, su calor, su
descontentamiento, su rencilla, su pesadumbre; aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera y
fresca color, aquel poco oír, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca,
aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco andar, ¿aquel espacioso comer? Pues ¡ay, señora!, si
lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros trabajos cuando sobra la gana y falta la
provisión, que jamás sentí peor ahíto que de hambre.
En Dios y en mi alma [Calisto] no tiene hiel; gracias dos mil; en franqueza, Alexandre; en esfuerzo, Héctor;
gesto de un rey, gracioso, alegre, jamás reina en él tristeza. De noble sangre, como sabes. Gran justador; pues
verlo armado: un San Jorge. fuerza y esfuerzo, no tuvo Hércules tanta. La presencia y facciones, disposición,
desenvoltura, otra lengua había menester para las contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Ahora, señora, le
tiene derribado una sola muela que jamás cesa de quejar.
CELESTINA.- Podrá ser, señora, de veintitrés años; que aquí está Celestina que lo vio nacer.
MELIBEA.- Ni te pregunto eso, ni tengo necesidad de saber su edad; sino qué tanto ha que tiene el mal.
MELIBEA.- ¡Oh, cuánto me pesa con la falta de mi paciencia! Porque siendo él ignorante y tú inocente,
habéis padecido las alteraciones de mi airada lengua. En pago de tu sufrimiento, quiero cumplir tu demanda y
darte luego mi cordón. Y porque para escribir la oración no habrá tiempo sin que venga mi madre, si esto no
bastare, ven mañana por ella muy secretamente.
********
Sempronio y Pármeno, criados de Calixto, discuten con Celestina, exigiéndole parte del pastel que éste ha
hecho a la vieja por ayudarle a conseguir el amor de Melibea.
SEMPRONIO. ¡Quién la oyó a esta vieja decir que me llevase yo todo el provecho, si quisiese, deste negocio,
pensando que sería poco! Agora que lo ve crecido, no quiere dar nada, por cumplir el refrán de los niños, que
dicen: De lo poco, poco; de lo mucho, nada”
PÁRMENO. Déte lo que prometió, o tomésmolo todo. Harto te decía yo quien era esta vieja, si tú me
creyeras.
CELESTINA. Si mucho enojo traéis con vosotros, o con vuestra ama, o armas, no lo quebréis en mí.
SEMPRONIO. Déjate conmigo de razones. A perro viejo no cuz, cuz. Danos las dos partes de cuenta de
cuanto de Calisto ha rescibido. No quieras que se descubra quién tu eres. A los otros, a los otros, con esos
halagos, viejas.
CELESTINA. ¿Quién soy yo, Sempronio? Calla tu lengua, no amengües mis canas. Que soy una vieja cual
Dios me fizo, no peor que todas. Vivo de oficio, o como cada cual oficial del suyo, muy limpiamente. A quien
no me quiera no le busco. De mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan. Si bien o mal vivo, Dios es el
testigo de mi corazón. Y no pienses con tu ira maltratarme, que justicia hay para todos y a todos es igual; tan
bien yo oída, aunque mujer, como vosotros muy peinados. Déjame en mi casa con mi fortuna. Y tú, Pármeno,
no pienses que soy tu cativa, por saber mis secretos y mi vida pasad, y los casos que nos acaescieron a mí y a
la desdichada de tu madre. Aun así me trataba ella cuando Dios quería.
PÁRMENO. No me hinches las narices con esas memorias; si no, enviarte he con nuevas a ella, donde mejor
te puedas quejar.
CELESTINA. ¿Qué es esto? ¿Qué quieren decir tales amenazas en mi casa? ¿Con una oveja mansa tenéis
vosotros manos y braveza? ¿Con una gallina atada? ¿Con una vieja de sesenta años?
*****
En la siguiente escena, Sosía, criado de Calisto, comunica a éste la muerte de Sempronio y Pármeno, que han
sido ajusticiados por haber dado muerte, por codicia, a Celestina.
SOSÍA. Recuerda y levanta, que si tú no vuelves por los tuyos, de caída vamos. Sempronio y Pármeno quedan
descabezados en la plaza como públicos malhechores, con pregones que manifestaban su delicto.
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CALISTO. ¡Oh, válasme, Dios! ¿Y qué es esto que me dices? No sé si te crea tan acelerada y triste nueva.
¿Vistelos tú?
CALISTO. Cata, mira qué dices, que esta noche han estado conmigo.
CALISTO: ¡Oh, mis leales criados! ¡Oh, mis grandes servidores! ¡Oh, mis fieles secretarios y consejeros!
¿Puede ser tal cosa verdad? ¡Oh, amenguado Calisto! Deshonrado quedas para toda su vida. ¿Qué será de ti,
muertos tal par de criados? Dime, por Dios, Sosía: ¿qué fue la causa? ¿Qué decía el pregón? ¿Dónde los
mataron? ¿Qué justica lo hizo?
SOSÍA. Señor, la causa de su muerte publicaba el cruel verdugo a voces, diciendo: “Manda la justicia mueran
los violentos matadores”.
CALISTO. ¿A quién mataron tan presto? ¿Qué puede ser esto? No ha cuatro horas que de mi se despidieron.
¿Cómo se llamaba el muerto?
CALISTO. Pues si eso es verdad, mata tú a mí, yo te perdono; que más mal hay que viste ni puedes pensar si
Celestina, la de la cuchillada, es la muerta.
SOSÍA. Ella misma es. De más de treinta estocadas la vi llagada, tendida en su casa, llorándola una su criada.
SOSÍA. ¡Oh, señor!, que si los vieras, quebraras el corazón de color. El uno llevaba todos los sesos de la
cabeza de fuera, sin ningún sentido; el otro, quebrados entrambos brazos y la cara magullada. Todos llenos de
sangre, que saltaron de unas ventanas muy altas por huir del alguacil; y así cuasi muertos les cortaron las
cabezas, que creo que ya no sintieron nada.
CALISTO. Pues yo bien siento mi honra. Pluguiera a Dios que fuera yo ellos y perdiera la vida, y no la
esperanza de conseguir mi comenzado propósito, que es lo que más en este caso desastrado siento. ¡Oh mi
triste nombre y fama, cómo andas al tablero de boca en boca! ¿Oh, mis secretos más secretos, cuan públicos
andaréis por las plazas y mercados! ¿Qué será de mí? ¿Adónde iré? ¿Qué salga allá?: a los muertos no puedo
ya remediar. ¿Qué me esté aquí?: parecerá cobardía? ¿Qué consejo tomaré? Dime, Sosía, ¿qué era la causa
porque la mataron?
SOSÍA. Señor, aquella su criada, dando voces, llorando su muerte, la publicaba a cuantos la querían oír,
diciendo que porque no quiso partir con ellos una cadena de oro que tú le diste.
CALISTO. ¡Oh, día de congoja! ¡Oh, fuerte tribulación! ¡Y en qué anda mi hacienda de mano en mano, y mi
nombre de lengua en lengua! Todo será público, cuanto con ella y con ellos hablaba, cuanto de mi sabían, el
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negocio en que andaban. No osaré salir ante gentes. ¡Oh, pecadores de mancebos, padecer por tan súbito
desastre! ¡Oh, mi gozo, cómo te vas disminuyendo! Proverbio es antiguo, que de muy alto muy grandes caídas
se dan. Mucho había anoche alcanzado, mucho tengo hoy perdido.
**********
Melibea muestra a Lucrecia, sirvienta suya, su impaciencia por el retraso de Calisto, quien ayudado por Sosía
y Tristán, llega al fin.
MELIBEA. Mucho se tarda aquel caballero que esperamos. ¿Qué crees tú o sospechas de su estada, Lucrecia?
LUCRECIA. Señora, que tiene justo impedimento y que no es en su mano venir más presto.
MELIBEA. Los ángeles sean en su guarda, su persona esté sin peligro, que su tardanza no me da pena. Mas,
cuitada, pienso muchas cosas que desde su casa acá le podrían acaecer. ¿Quién sabe si él, con voluntad de
venir al prometido plazo, en la forma que los tales mancebos a tales horas suelen andar, fue topado de los
alguaciles nocturnos y, sin conocer, le han acometido; el cual, por defender, los ofendió o es dellos ofendido?
¿O si por acaso los ladradores perros con sus crueles dientes, que ninguna diferencia saben hacer ni
acatamiento de personas, le hayan mordido? Mas, ¡oh, mezquina de mí!, que son éstos inconvenientes que el
concebido amor me pone delante, y los atribulados imaginamientos me acarrean. No plega a Dios que ninguna
destas cosas sea, antes esté cuanto le placerá sin verme. Mas oye, oye, que pasos suenan en la calle y aun
parece que fablan destotra parte del huerto.
SOSÍA. Arrima esa escala, Tristán, que éste es el mejor lugar, aunque alta.
TRISTÁN. Sube, señor, yo iré contigo, porque no sabeos quién está dentro. Hablando están.
CALISTO. Quedaos, locos, que yo entraré solo, oye a una señora oigo.
MELIBEA. Es tu sierva, es tu cativa, es la que más tu vida que la suya estima. ¡Oh, mi señor! No saltes de tan
alto, que me moriré en verlo. Baja, baja poco a poco por el escala, no vengas con tanta presura.
CALISTO. ¡Oh, angélica imagen! ¡Oh, preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¿Oh, mi señora y mi
gloria! En mis brazos te tengo y no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer, que me hace no
sentir todo el gozo que poseo.
SOSIA.- ¡Oh Tristán, discreto mancebo, mucho más has dicho que tu edad demanda! Astuta sospecha has
remontado y creo que verdadera. Pero, porque ya llegamos al huerto y nuestro amo se nos acerca, dejemos
este cuento, que es muy largo, para otro día.
CALISTO.- Poned, mozos, la escala y callad, que me parece que está hablando mi señora de dentro. Subiré
encima de la pared y en ella estaré escuchando por ver si oiré alguna buena señal de mi amor en ausencia.
MELIBEA.- Canta más, por mi vida, Lucrecia, que me huelgo en oírte mientras viene aquel señor, y muy paso
entre estas verduricas, que no nos oirán los que pasaren.
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LUCRECIA
MELIBEA.- ¡Oh cuán dulce me es oírte! De gozo me deshago. No ceses, por mi amor.
LUCRECIA
MELIBEA.- Cuanto dices, amiga Lucrecia, se me representa delante. Todo me parece que lo veo con mis
ojos. Procede, que a muy buen son lo dices, y ayudarte he yo.
LUCRECIA y MELIBEA
Papagayos, ruiseñores,
que cantáis al alborada,
llevad nueva a mis amores
como espero aquí asentada.
CALISTO.- Vencido me tiene el dulzor de tu suave canto; no puedo más sufrir tu penado esperar. ¡Oh mi
señora y mi bien todo! ¿Cuál mujer podía haber nacida, que desprivase tu gran merecimiento? ¡Oh salteada
melodía! ¡Oh gozoso rato! ¡Oh corazón mío! ¿Y cómo no pudiste más tiempo sufrir sin interrumpir tu gozo y
cumplir el deseo de entrambos?
MELIBEA.- ¡Oh sabrosa traición! ¡Oh dulce sobresalto! ¿Es mi señor de mi alma, es él? No lo puedo creer.
¿Dónde estabas, luciente sol? ¿Dónde me tenías tu claridad escondida? ¿Había rato que escuchabas? ¿Por qué
me dejabas echar palabras sin seso al aire con mi ronca voz de cisne? Todo se goza este huerto con tu venida.
Mira la luna cuán clara se nos muestra, mira las nubes cómo huyen, oye la corriente agua de esta fontecica,
¡cuánto más suave murmurio zurrío lleva por entre las frescas hierbas! Escucha los altos cipreses cómo se dan
paz unos ramos con otros por intercesión de un templadico viento que los menea. Mira sus quietas sombras
cuán oscuras están y aparejadas para encubrir nuestro deleite. Lucrecia, ¿qué sientes, amiga? ¿Tórnaste loca
de placer? Déjamele, no me le despedaces, no le trabajes sus miembros con tus pesados abrazos. Déjame
gozar lo que es mío, no me ocupes mi placer.
CALISTO.- Pues señora y gloria mía, si mi vida quieres, no cese tu suave canto. No sea de peor condición mi
presencia, con que te alegras, que mi ausencia, que te fatiga.
MELIBEA.- ¿Qué quieres que cante, amor mío? ¿Cómo cantaré, que tu deseo era el que regía mi son y hacía
sonar mi canto? Pues, conseguida tu venida, desapareciose el deseo, destemplose el tono de mi voz. Y pues tú,
señor, eres el dechado de cortesía y buena crianza, ¿cómo mandas a mi lengua hablar y no a tus manos que
estén quedas? ¿Por qué no olvidas estas mañas? Mándalas estar sosegadas y dejar su enojoso uso y
conversación incomportable. Cata, ángel mío, que así como me es agradable tu vista sosegada, me es enojoso
tu riguroso trato. Tus honestas burlas me dan placer, tus deshonestas manos me fatigan cuando pasan de la
razón. Deja estar mis ropas en su lugar y, si quieres ver si es el hábito de encima de seda o de paño, ¿para qué
me tocas en la camisa, pues cierto es de lienzo? Holguemos y burlemos de otros mil modos que yo te
mostraré, no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras?
CALISTO.- Señora, el que quiere comer el ave quita primero las plumas.
LUCRECIA.- Mala landre me mate si más los escucho. ¿Vida es ésta? ¡Que me esté yo deshaciendo de
dentera y ella esquivándose por que la rueguen! Ya, ya, apaciguado es el ruido, no hubieron menester
despartidores. Pero también me lo haría yo si estos necios de sus criados me hablasen entre día; ¡pero esperan
que los tengo de ir a buscar!
MELIBEA.- ¿Señor mío, quieres que mande a Lucrecia traer alguna colación?
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CALISTO.- No hay otra colación para mí sino tener tu cuerpo y belleza en mi poder. Comer y beber,
dondequiera se da por dinero, en cada tiempo se puede haber y cualquiera lo puede alcanzar. Pero lo no
vendible, lo que en toda la tierra no hay igual que en este huerto, ¿cómo mandas que se me pase ningún
momento que no goce?
LUCRECIA.- Ya me duele a mí la cabeza de escuchar, y no a ellos de hablar ni los brazos de retozar ni las
bocas de besar. ¡Andar!, ya callan, a tres me parece que va la vencida.
CALISTO.- Jamás querría, señora, que amaneciese, según la gloria y descanso que mi sentido recibe de la
noble conversación de tus delicados miembros.
MELIBEA.- Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano; tú, señor, el que me haces con tu visitación
incomparable merced.
SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a asombrar a los que no os temen? ¡Pues yo juro que si esperarais,
que yo os hiciera ir como merecíais!
CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a valerle, no le maten, que no está sino un
pajecico con él. Dame presto mi capa, que está debajo de ti.
MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar.
CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen corazas y capacete y cobardía.
MELIBEA.- ¡Oh desdichada yo!, y, ¿cómo vas tan recio y con tanta prisa y desarmado a meterte entre quien
no conoces? ¡Lucrecia, ven presto acá, que es ido Calisto a un ruido! Echémosle sus corazas por la pared, que
se quedan acá.
TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes, que idos son; que no era sino Traso el cojo y otros bellacos que pasaban
voceando, que se torna Sosia. Tente, tente, señor, con las manos al escala.
TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caído del escala y no habla ni se bulle.
SOSIA.- ¡Señor, señor! ¡A esotra puerta! ¡Tan muerto es como mi abuelo! ¡Oh gran desventura!
TRISTÁN.- ¡Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge,
Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aciago! ¡Oh
arrebatado fin!
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MELIBEA.- ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo?
Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes. Veré mi dolor, si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre.
¡Mi bien y placer, todo es ido en humo, mi alegría es perdida, consumiose mi gloria!
LUCRECIA.- Tristán, ¿qué dices, mi amor? ¿Qué es eso que lloras tan sin mesura?
TRISTÁN.- ¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores! Cayó mi señor Calisto del escala y es muerto. Su
cabeza está en tres partes. Sin confesión pereció. Díselo a la triste y nueva amiga que no espere más su penado
amador. Toma tú, Sosia, de esos pies; llevemos el cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su honra
detrimento, aunque sea muerto en este lugar. ¡Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad, síganos
desconsuelo, visítenos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga!
MELIBEA.- ¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor!
LUCRECIA.- Señora, no rasgues tu cara ni meses tus cabellos. Ahora en placer, ahora en tristeza, ¿qué
planeta hubo que tan presto contrarió su operación? ¿Qué poco corazón es éste? Levanta, por Dios, no seas
hallada de tu padre en tan sospechoso lugar, que serás sentida. Señora, señora, ¿no me oyes? No te
amortezcas, por Dios, ten esfuerzo para sufrir la pena, pues tuviste osadía para el placer.
MELIBEA.- ¿Oyes lo que aquellos mozos van hablando? ¿Oyes sus tristes cantares? Rezando llevan con
responso mi bien todo, muerta llevan mi alegría. No es tiempo de yo vivir. ¿Cómo no gocé más del gozo,
cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales, jamás conocéis vuestros
bienes sino cuando de ellos carecéis!
LUCRECIA.- ¡Avívate, aviva!, que mayor mengua será hallarte en el huerto que placer sentiste con la venida
ni pena con ver que es muerto. Entremos en la cámara. Acostarte has. Llamaré a tu padre y fingiremos otro
mal, pues éste no es para se poder encubrir.
El Renacimiento fue un movimiento de renovación total que surge en Europa entre 1400 y 1600: se cambia la
manera de pensar, de expresarse y de vivir, y todo, queriendo resucitar los valores estéticos y espirituales de la
antigüedad clásica.
Renacimiento significa “nacer de nuevo” o “nuevo renacer”. La palabra renacimiento procede de “renacer”,
“volver a nacer”. Resurrección de la cultura grecolatina, olvidada o desatendida durante la Edad Media, como
consecuencia de las continuas guerras.
En Italia, Petrarca, Dante y Bocaccio fueron los herederos y líderes de este movimiento social y cultural. Esta
corriente de tipo político, cultural y social separa la Edad Media y la Edad Moderna, produciendo una honda
transformación en las sociedades occidentales.
El Renacimiento en España tiene varias generalidades. Es la época de mayor esplendor en las letras españolas.
Algunos los llaman: Siglo de Oro, Época Clásica, Período Clásico, Época de Oro, Renacimiento.
El siglo XV1 es la época del gran florecimiento imperial, que se corresponde con el reinado de Carlos 1
(1517-1556) y coronado en 1519 emperador de Alemania con nombre de Carlos V, y otras regiones europeas.
Con su política imperial se consuma la hegemonía de España en el mundo, pues en sus empresas militares,
Carlos 1, además continuar la conquista de América, hizo frente al auge de los nacionalismos, a la aparición
del protestantismo y a la amenaza turca en el Mediterráneo.
101
El denominado Siglo de Oro de la literatura española es, en realidad, un período de ciento sesenta y cuatro
años, que abarca desde la proclamación de Carlos 1 como rey de España, en 1517, hasta la muerte de
Calderón de la Barca, en 1681.
Tuvo dos fases bien diferenciadas:
-El Renacimiento (siglo XV1), como fase de apertura, en la que la cultura española sintoniza con la cultura
europea. Se corresponde con el reinado de los Carlos 1 y V de Alemania.
-El Barroco (siglo XV11), como fase de hermetismo, en la que España se vuelve sobre sí misma y se cierra a
toda influencia exterior. Se corresponde con el reinado de Felipe 11 y sus sucesores, Felipe 11, Felipe 1V y
Carlos 11.
España se consideraba campeón del catolicismo, y puso el tribunal de la Inquisición al servicio del trono. En
este siglo (el siglo XV1) comienza la Edad de Oro debido a diversas razones, entre ellas:
1ero. La lengua española había alcanzado una gran madurez que la convertía en un instrumento útil al
pensamiento.
2do. Introducción de la imprenta que penetró ediciones numerosas de obras, lo que facilitó su divulgación y
constituyó un poderoso estímulo a los escritores.
3ero. La cultura renacentista logró penetrar en España e influir en sus intelectuales.
4to. Como consecuencia de lo anterior se profundiza el proceso de laicización de la cultura y el acceso a ella
de los menesteres burgueses.
5to. El descubrimiento de América influye de diversos modos, aportando nuevos temas, nuevos bríos, afanes,
problemas y una nueva manera de ver la vida. Da apertura hacia nuevas tierras, que da lugar a los
descubrimientos geográficos.
En el siglo XV1 se impone en España la cultura renacentista que penetra por dos vías.
1ero. Procedente de Flandes.
2do. Procedente de Italia.
La influencia flamenca se manifestó en la forma del “Eramismo” (Erasmo de Rotherdam). Erasmo combinaba
las doctrinas humanistas con el cristianismo aprovechando de esa manera los estudios de la Biblia y otros
libros antiguos para hacer una fuerte crítica al papa, los cardenales, los monjes y a la escolástica. El
humanismo de Erasmo era cristiano e influyó notablemente en muchos intelectuales europeos, particularmente
en los españoles.
Destacados escritores de España, como Juan de Valdez, Alfonso de Valdez, Luis Vives y otros eran
fervorosos “erasmistas”, e incluso tenían correspondencia con Erasmo de Rotterdam.
La influencia italiana se manifestó en el siglo XV1, principalmente en el triunfo de las formas poéticas
italianas. Fue entonces cuando los poetas españoles lograron dominar el verso endecasílabo y adoptaron
diversas formas estróficas italianas. La influencia también se dejó sentir en la literatura y en toda la vida
española, en el culto del amor platónico a Petrarca y, en general, del neoplatonismo que domina las letras
castellanas con su espíritu idealista.
En la segunda fase del Siglo de Oro, llamado Barroquismo (Siglo XV11), tal apertura se torna en hermetismo
oficial a raíz del Concilio de Trento, cuando España se erige en defensora de los dogmas católicos (desastre
de la Armada Invencible en 1588, el imparable endeudamiento del Estado de Felipe 11, entre 1558 y 1595,
incapacidad de triunfar en las guerras de religión en los Países Bajos. España se convirtió en una auténtica
bancarrota económica, moral y política. Pero a partir de ese momento se desarrollan en literatura las
tendencias nacionales, cuyos máximos exponentes son el resurgir de la épica, la aparición de la novela
picaresca y el desarrollo de una literatura que culminó en la mística y la ascética.
En conclusión, durante el Renacimiento, España fue el país más poderoso del mundo. Carlos 1 reunió bajo su
cetro un vastísimo imperio, y el nombre de España se pronunciaba en todo el mundo con respecto o con
102
temor, nunca con indiferencia. En cambio, el siglo XV11, fue una época de decadencia económica y política,
durante la cual se endeudó y se desangró en multitud de conflictos.
El poderío militar español también disminuye. A las continuas campañas victoriosas del Emperador y de su
hijo Felipe 11 –Pavia, san Quintín, Lepanto…- les suceden diversas derrotas por las que se independizan
Portugal y los Países Bajos y se cede el Rosellón y el Franco Condado. Al mismo tiempo que el Estado tiene
que afrontar sublevaciones en Cataluña, Andalucía, Sicilia y Nápoles.
El Renacimiento fue la época de la formación de los grandes Estados nacionales. La aplicación de la pólvora
permitió a los reyes crear modernos ejércitos y afianzar su poder frente a la nobleza. La monarquía absoluta se
fue imponiendo como forma de gobierno.
El reinado de Carlos 11 (1665-1700) estuvo marcado por las constantes guerras con Francia. La falta de
descendencia del Monarca hizo que las potencias europeas se aprestasen al reparto de los territorios aún
dominados por España. A la muerte del Rey estalló la guerra de Sucesión, en la que participaron Francia,
Inglaterra, Austria y una España dividida en dos bandos.
Andrea Navagero fue quien pidió a Boscan en 1526 que intentara escribir poesía española al modo italiano.
Boscán conocedor del nuevo ideal lírico español lo intentó y logró dominar el ritmo suave, variado y lento del
verso endecasílabo italiano.
Nacido en Barcelona en 1500. Estudiante universitario en su tierra, pasa después a preceptor del Duque de
Alba. Boscán era un humanista por sus estudios y aficiones. Se relacionó con maestros italianos como Lucio
Marineo Sículo, llegado a España a enseñar latín. Tiene el mérito de ser colocado entre los grandes artífices
innovadores de la estrofa, del metro y de dos géneros poéticos castellanos. Cinco son los tipos que
definitivamente aclimató a nuestro parnaso: el soneto, la canción, el terceto, la octava rima, estancias y el
verso suelto, primera liberación del verso castellano. También convenció a su amigo Garcilaso de la Vega
para que siguiera su ejemplo.
SONETO
Garcilaso de la Vega murió joven: a los 35 años. Su valor y arrojo en la lucha lo llevó a la muerte. Hombre de
de armas y letras, culto y elegante. Personificaba el ideal del cortesano renacentista. El fue la cabal fusión del
hombre de armas y letras. Y con su poesía a la manera italiana, renacentista, inaugura en España una nueva
época: el renacimiento lírico.
104
Su genio poético se basaba en su certero intento del ritmo y en su dominio de la lengua castellana y de la
métrica italiana. Llegó a ser maestro insuperable de las nuevas formas provenientes de Italia. La grandeza de
Garcilaso consiste en que instauró una corriente de poesía de corte italianizante que se impuso sobre la
tradicional castellana, compuesta a base de versos de arte menor y de versos endecasílabos. Además logró
transmitir al endecasílabo castellano la musicalidad que caracterizaba a los endecasílabos italianos
compuestos por Petrarca. Combinó con acierto los versos endecasílabos con los versos heptasílabos e inventó
algunas estrofas como la lira, que tuvieron especial fortuna en el siglo XV1.
Garcilaso nació en Toledo en 1503. Su producción poética no fue muy intensa, pero si aprovechable y
prestigiosa para la literatura. 3 églogas, 2 elegías, 1 epístola, 5 canciones, 38 sonetos y 8 composiciones
breves, a la manera tradicional. Es petrarquista, conocedor e imitador de Virgilio y de Horacio.
Sus sonetos son generalmente de tema amoroso, el amor platónico. Se han señalados como más importantes el
dedicado al mito de Hero y Leandro y el de la ninfa del río.
Entre sus canciones sobresalen, la tercera, escrita desde el Danubio, río divino… y sobre todo, la quinta,
dedicada A la flor de Gnido, Violante Sanseverino, dama napolitana a la que en nombre de su amigo, Mario
Galeota, reprende sus desdenes.
Un aspecto muy interesante de la poesía de Garcilaso es el bucólico: su sensibilidad y amor por la vida
pastoril y campestre: idealización pastoril. La égloga primera –dice Lapesa- marca la más alta cima de su
poesía. La escribió con motivo de la muerte de su amada, (Isabel Freire). En ella expone las quejas de dos
pastores que expresan los sentimientos íntimos del poeta, Salicio y Nemoroso. Salicio se lamenta por los
desdenes de su amada y Nemoroso llora la muerte de su amada.
Un hecho importante en él es que nunca abordó temas religiosos ni hay resonancias bíblicas en sus poesías,
por esos es considerado el mejor lírico profano del Renacimiento. Mientras que San Juan de la Cruz es el
mejor lírico místico con su obra “Cántico espiritual”.
Anterior a Boscán y Garcilaso, en el siglo XV (el Marqués de Santillana) escribió versos endecasílabos a
manera italiana pero no logró dominarlo perfectamente.
Garcilaso se casó en 1525, muy joven, con doña Elena de Zúñiga, a la que no parece recordar en sus poesías.
En cambio si aparecen sus galantes discreteos y sus ondas pasiones imposibles hacia doña Isabel Freyre
(Elisa), casada con Antonio de Fonseca y ligada a la corte con la emperatriz Isabel. “Elisa” es cantada en la
“Egloga primera.” El soneto a su muerte, muy joven aún ella, es una de sus composiciones mejores.
SONETO
SONETO
SONETO XXIII
ÉGLOGA 1
Salicio:
A LA FLOR DE GNIDO
Si de mi baja lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento,
y la furia del mar y el movimiento;
y en ásperas montañas
con el süave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese,
y al son confusamente los trajese;
ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes
el fiero cuello atados,
108
No fuiste tú engendrada
ni producida de la dura tierra;
no debe ser notada
que ingratamente yerra
quien todo el otro error de sí destierra.
Hágate temerosa
el caso de Anajárete, y cobarde,
que de ser desdeñosa
se arrepentió muy tarde,
y así su alma con su mármol arde.
Estábase alegrando
del mal ajeno el pecho empedernido
cuando, abajo mirando,
el cuerpo muerto vido
del miserable amante allí tendido,
Nació en Belmonte, Cuenca. Ingresó muy joven en la orden de los agustinos. La Inquisición lo llevó a la
cárcel durante 5 años por haber traducido al castellano “El cantar de los cantares” de Salomón. Ganó la
cátedra de Biblia en la Universidad de Salamanca, en donde hizo célebre la frase: “Decíamos ayer…” En la
cárcel compuso su famosa obra “De los nombres de Cristo”, que es su obra capital, donde comenta los
nombres con que es llamado Cristo en la Biblia: Pastor, Camino, Cordero, Pimpollo, Príncipe de la Paz…
Escribió sus obras tanto en verso y en prosa.
Obras:
“En la ascensión” y “La morada del cielo”, poesías netamente religiosas que nos refiere sobre el ascenso del
alma al cielo para posar junto a Dios.
“La perfecta casada”, que trata de los deberes de una mujer cristiana. Es como un manual que contiene las
normas que toda mujer debe seguir para convertirse en una esposa ideal; El libro de Job, es una traducción del
original hebreo, con comentarios.
La perfecta casada y Los nombres de Cristo, están escritos en prosa.
“Vida retirada”, son 17 liras donde el autor expresa su preferencia por la soledad y la calma, a imitación del
Beatus Ille de Horacio, como elogio al campo como lugar donde apartarse; “Noche oscura”, donde expresa
con tristeza la comparación entre el cielo y la miseria de la tierra; “A Salina”, sobre la música de este célebre
compositor; “La profecía del Tajo”, “A Felipe Ruiz”.
En Fray Luis de León se hallan fundidas dos líneas ideológicas: la tradición cristiana y la nueva moda
renacentista. Tanto la prosa como el verso se caracterizan por su sencillez y sobriedad en el uso de los
recursos estilísticos, con estrofas cortas, aquellas que están escritas en versos endecasílabos y heptasílabos, en
especial por la lira.
Fray Luis de León fue la síntesis cristiana del Renacimiento y el más destacado de la escuela poética
salmantina. Mantiene preferencia por los temas religiosos, filosóficos y morales.
ODA I
VIDA RETIRADA
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
112
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquece a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
EN LA ASCENSIÓN
Nació en Sevilla. Es poeta, historiador y crítico. Escribió poesías caracterizada por la gran riqueza
imaginativa, la abundancia de formas descript ivas y de epítetos, buscando siempre lo ampuloso y lo retórico,
es decir, cuidado minucioso por la forma. En sus poesías están presente la búsqueda de expresiones brillantes
y cultas, con numerosos epítetos, hipérboles y cultismos, rompiendo siempre el equilibrio renacentista entre
expresión y contenido, a favor de la expresión.
Es el poeta más destacado de la escuela poética Sevillana del siglo XV1, su obra representa la transición desde
del clasicismo renacentista de Garcilaso hacia la complejidad estilística barroca de Góngora y Quevedo. Sus
contemporáneos le apellidaban el “divino”. Escribió composiciones amatorias y patrióticas.
Las poesías amatorias están inspiradas en un amor más o menos platónico a la condesa de Galves. Las
patrióticas son las que más famas le han dado, con poesías como “Por la victoria de Lepanto” y “Por la
pérdida del rey Don Sebastián”
SONETO 1
SONETO 2
LA POESÍA RELIGIOSA:
La poesía ascética consiste en acercarse a Dios por medio de los ejercicios de virtud y con la ayuda de la
gracia divina.
Sobresale: Fray Luis de Granada (1504-1588).
La poesía mística es acercarse a Dios por medio de las gracias sobrenaturales extraordinarias. En la ascética,
el papel principal lo tiene el hombre; en la mística, Dios.
Grandes místicos: Santa Teresa de Jesús y San Juan de Jesús.
San Juan de la Cruz, llamado Juan de Yepes Alvares. Nació en Fontiveros (Avila) en 1542. Estudió con los
jesuitas y en Salamanca. Fundó varios conventos de Carmelitas descalzos; por esta labor estuvo preso durante
ocho meses donde escribió casi todas sus poesías. Es un gran poeta a pesar de los pocos versos que escribió
115
que no llegan a mil. “Una noche oscura”, “La subida al monte Carmelo”, “La llama de amor viva” y “Cántico
espiritual, es una composición de cuarenta liras en las que se desarrolla un asunto alegórico: la esposa y el
amado.” Esta oda es un diálogo entre el alma y Cristo que representa la búsqueda del amado por la amada,
aunque en este caso el amado es Dios y la amada es el alma del poeta. “El cántico espiritual” tiene como
antecedente el “Cantar de los cantares”, de Salomón.
El poeta lírico es, pues, el poeta que canta a un amor misterioso, pero no menos real, entre el hombre y Dios,
que por esencia, es amor.
Fue un ferviente colaborador de Santa Teresa, con quien representa la más alta expresión de la poesía mística
en España. Sus composiciones son unas poesías predominantemente exclamativas, que revelan el auténtico
temperamento de poeta del autor. Sus obras en prosa explican sus poemas y estaban destinadas a las monjas
de los conventos que no entendían lo que San Juan quería decir.
Su poesía es, a juicio de Menéndez Pelayo: “angélica, celestial y divina, tanto que no se puede medir con
criterios literarios, aun cuando es más ardiente en pasión que cualquier otra profana.” “Es elegante y exquisita
en la forma, y tan plástica y figurativa como los más valiosos frutos del Renacimiento. Confieso que me
infunden religioso terror al tocarlas: por allí ha pasado el espíritu divino hermoseándolo todo”.
Murió en Úbeda después de una vida de milagros, éxtasis y sufrimientos.
CÁNTICO ESPIRITUAL
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.
(Fragmento)
117
EL PASTORCICO
NOCHE OSCURA
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guiaba
118
En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
De familia noble, nace en Ávila en 1515. Muy joven ingresó a la orden de Carmelitas y no escribe su primera
obra hasta pasado los 40 años. Escribe sin ninguna pretensión literaria, solo escribe porque tiene cosas que
decir: lo importante para ella es decirlas, pero no las manera de formularlas. Escribe cartas, escribe sobre su
vida, sus actividades, etc. A partir de 1563 se dedica a reformar los conventos de Carmelitas. Santa Teresa de
Jesús es una mística. Su obra cumbre se llama “Las moradas”, Libro de su vida, Libro de las fundaciones,
Catillo interior, en la que revela el puro amor a Dios con una prosa de gran calidad, llena de ternura y emoción
popular. Otro “El libro de mi vida”.
Murió en 1582. Fue canonizada en 1622.
Obras:
Libro de mi vida o de las misericordias de Dios, Libro de las fundaciones, Las moradas o Castillo interior,
Conceptos del amor divino, Camino de perfección, Poesías sueltas, Cartas.
CAPITULO PRIMERO
LA INFANCIA DE SANTA TERESA
121
El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me
favorecía para ser buena. Era mi padre aficionado a leer buenos libros, y ansí los tenía de romance para que
leyesen sus hijos.30 Estos, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar, y ponernos en ser devotos de
Nuestra Señora y de algunos Santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis u siete años.
Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas.
Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres, y piedad con los enfermos y aún con los criados ; tanta
que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos, porque los había gran piadad31 ; y estando una vez en casa
una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía, que de que no era libre, no lo podía sufrir de
piadad. Era de gran verdad ; jamás nadie le vio jurar ni mormurar. Muy honesto en gran manera.
Mi madre también tenía muchas virtudes, y pasó la vida con grandes enfermedades ; grandísima honestidad.
Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella ; porque con
morir de treinta y tres años, ya su traje era como de persona de mucha; muy apacible y de harto
entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron que vivió; murió muy cristianamente.
Eramos tres hermanas y nueve hermanos ; todos parecieron a sus padres, por la bondad de Dios, en ser
virtuosos, si no fui yo, aunque era la más querida de mi padre. Y antes que comenzase a ofender a Dios parece
tenía alguna razón, porque yo he lástima cuando me acuerdo las buenas inclinaciones que el Señor me había
dado y cuan mal me supe aprovechar de ellas. Pues mis hermanos ninguna cosa me desayudaban a servir a
Dios.
Tenía uno casi de mi edad. Juntábamonos entramos a leer vidas de Santos, que era el que yo más quería,
aunque a todos tenía gran amor y ellos a mí. Como vía los martirios que por Dios las Santas pasaban,
parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios, y deseaba yo mucho morir ansí ; no por amor que yo
entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo, y juntábame
con este mi hermano a tratar qué medio habría para esto. Concertábamos irnos a tierra de moros, pidiendo por
amor de Dios, para que allá nos descabezasen ; y paréceme que nos daba el Señor ánimo en tan tierna edad, si
viéramos algún medio, sino, que el tener padres nos parecía el mayor embarazo. Acaecíanos estar muchos
ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces : ¡para siempre, siempre, siempre ! En pronunciar
esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad.
De que vi que era imposible ir adonde me matasen por Dios, ordenábamos ser ermitaños, y en una huerta que
había en casa procurábamos, como podíamos, hacer ermitas, puniendo unas pedrecillas, que luego se nos
caían, y ansí no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo ; que ahora me pone devoción ver cómo me
daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi culpa. Hacía limosna como podía, y podía poco. Procuraba
soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el Rosario, de que mi madre era muy devota, y
ansí nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monesterios, como que éramos
monjas ; y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho.
De Libro de mi vida
1.- de romance: en castellano, no en latín.
2.- harta: mucha.
3.- embarazo: dificultad.
4.- presto: pronto.
Poeta madrileño que viajó a América a los 21 años y participó como soldado en las luchas contra los
araucanos en Chile. Compuso su poema en el campo de batalla, “escribiendo muchas veces en cuero por falta
de papel y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían sus versos, que no costó después
trabajo juntarlos”.
122
La araucana, escrito en octavas reales, rima consonante o perfecta y métrica, versos endecasílabos. Consta de
37 cantos, con dedicación a Felipe 11 y compuesto en circunstancias heroicas, de los cuales los 15 primeros
fueron escritos desde el propio valle araucano, en Chile. Es un poema en el que la historia de los hechos
vividos ha permitido leerlo para confirmar aspectos de la conquista que ya habían sido registrados en la prosa
de los cronistas de Indias. Para el poeta la historia “no es ficción ni fantasía”, y La araucana, según los
propósitos de su autor, “es una relación versificada de acontecimientos”.
A La araucana se le considera el mejor poema épico de América. En ellos describe el maravilloso paisaje de
esa región, las costumbres y hábitos guerreros de las tribus araucanas. Posiblemente que su mayor mérito
consiste en las descripciones de las bellezas naturales en un momento en que el paisaje no había entrado aún
en la literatura americana. La narración de las batallas, sus luchas y de las dificultades que sufrieron los
conquistadores en las ásperas montañas chilenas son de gran interés y se leen con deleite. Nos narra la lucha
entre españoles e indios del valle del Arauco (Chile) por el dominio del territorio. El jefe español era el
marqués de cañete. Caupolicán es el héroe araucano. Después de sangrientas e igualadas batallas es cogido
prisionero, Caupolicán y condenado a muerte. Tiene la obra diversos incidentes que rompen la unidad de
acción, como por ejemplo: batallas de San Quintín y Lepanto, amores de la reina Dido y otros
acontecimientos. La influencia de los clásicos latinos y griegos Virgilio, Ariosto, el mismo Homero es
evidente en Ercilla.
LA ARAUCANA
Lincoya y Caupolicán vencen a todos los caciques que han intentado la prueba propuesta por Colocolo para
elegir capitán del ejército araucano.
EL RENACIMIENTO EN INGLATERRA
El apogeo renacentista en Inglaterra llega rezagado. Es a través de Francia, Italia y España, incluyendo
además los temas greco-latinos. La literatura inglesa llenará un carácter universal sin que desaparezca el matiz
nacional. Es durante la época isabelina cuando alcanzará el teatro el máximo esplendor, pero arrastrando los
modelos de los comediógrafos latinos, Plauto y Terencio, y en las tragedias, Seneca, con obras como
Gardobuc de Norton. En esta obra tenemos la primera tragedia importante inglesa, llena de crímenes, que
anuncia ya las obras melodramáticas de Marlowe
Cristóbal Marlowe es considerado como el propulsor de Shakespeare. Escribió varias tragedias, entre las más
importantes producciones suyas son El Judío de Malta, que es la fuente de inspiración para El mercader de
124
Venecia, Tramerlán y La trágica historia del Dr. Fausto, en la que se mezclan el tema alemán con la alegoría
medieval: un hombre vende su alma al diablo a cambio de obtener poder y sabiduría.
Las aportaciones Marlowe fueron decisivas para el devenir de la escena inglesa. En primer lugar, Marlowe
dignificó el género de la tragedia. En segundo lugar, su dramaturgia explora la historia de Inglaterra a la
búsqueda de asuntos que lo inspiren. En tercer lugar, escribe sobre uno de los grandes temas teatrales de todos
los tiempos: el poder. Estos tres elementos -tragedia, historia y poder- confluyen en una parte del teatro de
Shakespeare.
En la comedia, después de Shakespeare, el comediógrafo más destacado de la época isabelina fue Ben Jonson.
Su arte cómico se basa en la recreación de caracteres prototípicos y en la sátira de vicios y costumbres.
La mejor obra de Jonson es Volpone, o El Zorro. En ella dibuja el carácter de un viejo avaro quien, ayudado
por su criado Mosca, pretende burlarse de los que desean heredar bienes. Para conseguirlo, Volpone se finge
enfermo y promete su herencia a quien más generosamente se porte con él antes de morir. Al final, se
descubre el engaño, y el viejo y su criado son castigados como merecen.
Shakespeare utiliza las más diversas fuentes: inglesas, españolas, italianas, clásicas, populares, y crea
magníficas obras. Lo que más se destaca en su teatro es la perfección de sus personajes, que se convierten en
figuras universales.
-Hamlet, representa la duda.
-Romeo y Julieta, el amor.
-Otelo, los celos.
Macbeth, la ambición y el remordimiento.
El rey Lear, la pasión filial.
Julio César, el patriotismo.
Como podríamos confirmar, Shakespeare compuso tragedias desde el mismo inicio de su trayectoria: una de
las más tempranas fue la tragedia romana de Tito Andrónico, siguiendo unos años después Romeo y Julieta.
Sin embargo, las más aclamadas fueron escritas en un período de siete años entre 1601 y
1608: Hamlet, Otelo, El Rey Lear, Macbeth, y luego Antonio y Cleopatra, junto a las menos conocidas Timón
de Atenas y Troilo y Crésida.
A continuación se listan las tragedias completas de Shakespeare, ordenadas según la fecha aproximada de su
composición:
Tito Andrónico (1594), Romeo y Julieta (1595), Julio César (1599), Hamlet (1601), Troilo y Crésida (1602),
Otelo (1603-1604), El rey Lear (1605-1606), Macbeth (1606), Antonio y Cleopatra (1606), Coriolano (1608),
Timón de Atenas (1608).
Comedias.
Si bien el tono de la trama es con frecuencia burlesco, otras veces se encuentra latente un inquietante elemento
trágico, como en El mercader de Venecia. Cuando trata temas que pueden desencadenar un trágico desenlace,
Shakespeare trata de enseñar, a su modo habitual, sin tomar partido, proponer remedios ni moralizar o
predicar en absoluto, los riesgos del vicio, la maldad y la irracionalidad del ser humano, sin necesidad de caer
en la destrucción que aparece en sus tragedias y deja a la Naturaleza el orden restaurador y reparador.
Los finales de las comedias son, por lo general, festivos y placenteros. Debe tenerse en cuenta que el lenguaje
vulgar y de doble sentido, así como la magnitud de diversos puntos de vista, los cambios de suerte y el
trastorno de las identidades, aportan un ingrediente infaltable que suele estar acompañado de sorprendentes
coincidencias. La parodia del sexo, el papel del disfraz y el poder mágico de la naturaleza para reparar los
daños y heridas ocasionados por una sociedad corrupta y sedienta de codicia son elementos trascendentes en
la comedia shakespeariana.
Se estima que la fecha de composición de las comedias de Shakespeare ha de girar en torno a los
años 1590 y 1612, como punto de partida y culminación de su labor como escritor. La primera y menos
elaborada fue Los dos hidalgos de Verona, seguida de El mercader de Venecia, Mucho ruido y pocas
nueces, Como gustéis, Cuento de invierno, La tempestad, y otras tantas que se enumeran a continuación:
La comedia de las equivocaciones (1591), Los dos hidalgos de Verona (1591-1592), Trabajos de amor
perdidos (también traducida como Penas de amor perdidas) (1592), El sueño de una noche de verano (1595-
1596), El mercader de Venecia (1596-1597), Mucho ruido y pocas nueces (también traducida como Mucho
ruido para nada) (1598), Como gustéis (traducida como A vuestro gusto), (1599-1600), Las alegres comadres
de Windsor (traducida como Las alegres casadas de Windsor, 1601), Noche de reyes (1601-1602), A buen fin
no hay mal principio (traducida como Bien está todo lo que bien acaba) (1602-1603), Medida por
medida (1604), Pericles (1607), Cimbelino (1610), Cuento de invierno (1610-1611), La tempestad (1612), La
fierecilla domada (fecha desconocida).
Es importante dejar en claro que La tempestad, Cuento de invierno, Cimbelino y Pericles son consideradas
por muchos fantasías poéticas (en inglés se emplea el término romance), dado que poseen características que
las diferencian del resto de las comedias.
126
Obras históricas
A continuación se ofrece una lista de estas obras ordenadas según la fecha aproximada de su composición:
Eduardo III, compuesta entre 1590 y 1594; publicada (anónimamente) en 1596). Enrique VI; compuesta
hacia 1594. Ricardo III; compuesta hacia 1594; publicada en 1597). Ricardo II; compuesta hacia 1595;
publicada en 1597). Enrique IV; compuesta hacia 1596; publicada en 1597 ó 1598), Enrique V, compuesta
hacia 1597-1599. El rey Juan; compuesta probablemente hacia 1597, ya que hay datos de su representación
en 1598. Enrique VIII ; compuesta en 1613. Existen serias dudas sobre la autoría de la primera de la
lista, Eduardo III. De la última, Enrique VIII, se cree que fue escrita en colaboración con John Fletcher, quien
sustituyó a Shakespeare como principal dramaturgo de la compañía King's Men. Dentro del conjunto de sus
obras históricas, se suelen agrupar la decena que una obra sobre Edward III. Este Ciclo excluye, por no seguir
la secuencia histórica, a El rey Juan y a Enrique VIII.
Ocho de estas obras están agrupadas en dos tetralogías cuyo orden de escritura no coincide con el orden
cronológico de los acontecimientos históricos reflejados. La primera de estas tetralogías está formada por las
tres dedicadas al reinado de Enrique VI (1422-1461), junto con la consagrada al ambicioso y terrible Ricardo
III (que reinó en el período 1483-1485). Todas ellas fueron compuestas con toda probabilidad entre 1590 y
1594.
La segunda tetralogía, formada por Ricardo II, las dos partes de Enrique IV y Enrique V, retrocede en el
tiempo. Se centra en los reinados de Ricardo II (1377-1399), Enrique IV (1399-1413) y Enrique V (1413-
1422). Todas estas obras fueron compuestas en el período 1594-1597.
ESCENA TERTIA
nadie diga: «Son fenómenos naturales, y sus causas éstas», porque, a mi juicio, son presagios siniestros para
los países donde se verifican.
CICERÓN. — Es ésta una época bastante extraña por cierto; pero los hombres pueden interpretar las cosas a
su manera, contrariamente al fin de las cosas mismas. ¿Vendrá mañana César al Capitolio?
CASCA. — Sí, porque encargó a Antonio que os hiciera saber que estaría allí mañana.
CICERÓN. — Pues buenas noches, Casca. Con esta perturbación del firmamento no está el ánimo para
pasear.
CASCA. — ¡Adiós, Cicerón!
(Sale CICERÓN. Entra CASIO.)
CASIO. — ¿Quién va?
CASCA. — Un romano.
CASIO. — Por vuestra voz, sois Casca.
CASCA. — Tenéis buen oído. ¡Qué noche, Casio!
CASIO. — Una noche muy grata para los hombres de bien.
CASCA. — ¿Quién ha visto jamás un cielo tan airado?
CASIO. — ¡Los que saben lo llena de delitos que está la tierra! Por mi parte, he vagado por las calles,
arrostrando la noche peligrosa. Y desceñido como me veis, Casca, he expuesto mi pecho a las centellas, y
cuando el azulado relámpago oblicuo parecía desgarrar el seno del cielo, yo mismo me ofrecí como su blanco
y bajo su fuerte estallido.
CASCA. — Pero ¿por qué tentáis tanto a los cielos? Es propio del hombre temblar y estremecerse cuando los
dioses de mayor potencia envían para aterrarnos estos terribles mensajeros.
CASIO. — Sois torpe, Casca , y carecéis de esos destellos de vida que deben existir en todo romano; o al
menos, no los queréis utilizar. Os veo pálido y pusilánime, lleno de temor ,y repentinamente estupefacto ante
la rara impaciencia de los cielos. Pero si consideráis la verdadera razón de todos estos fuegos, de todos estos
errantes fantasmas, de esas aves y bestias que cambian de naturaleza, de esos decrépitos, locos y niños que
reflexionan, de todas esas cosas que transforman su orden, su modo de ser y sus facultades primitivas en
cualidades monstruosas, habéis de convenir en que el cielo les ha infundido semejante disposición,
tomándolos como instrumentos de temor y alarma para algún estado de cosas fuera de las condiciones
normales. Ahora podría yo, Casca, nombraros a un hombre muy semejante a esta terrible noche, que truena,
relampaguea, abre tumbas y ruge como león del Capitolio; un hombre que en valor personal no es más fuerte
que vos y que yo, y que, sin embargo, ha crecido prodigiosamente y es tan aterrador como esas extrañas
conmociones.
CASCA. — Es a César a quien os referís, ¿no es así, Casio?
128
CASIO. — ¡Sea quien fuere! Porque hoy los romanos tienen músculos y nervios como sus antepasados. Pero,
¡desdicha de los tiempos!, el alma de nuestros padres ha desaparecido, y es el espíritu de nuestras madres el
que nos gobierna. ¡Nuestro yugo y sumisión prueba que somos afeminados!
CASCA. — Se dice, efectivamente, que los senadores pretenden mañana aclamar a César como rey, y que
llevará su corona por mar y tierra en todas partes, menos aquí en Italia.
CASIO. — ¡Ya sé entonces el sitio de este puñal! ¡Casio librará a Casio de la esclavitud! Por eso, ¡oh. dioses!,
convertís a los débiles en los más fuertes. Por eso, ¡oh dioses!, sojuzgáis a los tiranos. ¡Ni las torres de piedra,
ni las murallas de bronce forjado, ni las prisiones subterráneas, ni los recios eslabones de hierro pueden resistir
el vigor del espíritu! Porque la vida, fatigada de estas, barreras mortales, nunca pierde el poder de libertarse a
sí propia. Y pues yo sé esto, que el mundo entero sepa también que de la parte de tiranía 'que sufro puedo
sacudirme cuando me plazca.
(Truenos todavía.)
CASCA. — ¡Igual puedo yo! ¡Cada esclavo tiene en su propia mano el poder de anular su cautividad!
CASIO. — ¿Y por qué, entonces, habría de ser César un tirano? ¡Pobre hombre! Bien se me alcanza que no se
atrevería a ser un, lobo a no ver que los romanos son unos corderos. ¡Ni sería león si no fueran ciervos los
romanos! Los que tienen prisa en encender un gran fuego lo hacen con míseras pajas... ¿Qué estercolero, qué
desecho, qué inmundicia es Roma, cuando sirve de baja materia para alumbrar una cosa tan vil como César?
Pero ¡oh dolor! ¿Adonde me conduces? Quizá hablo ante un hombre que voluntariamente es siervo, en cuyo
caso me hará responder de mis palabras; pero voy armado y el peligro me es indiferente.
CASCA. — ¡Habláis a Casca, esto es, a un hombre incapaz de violar un secreto! ¡Tomad mi mano! ¡Alzad la
voz para remediar todos estos males, e iré tan lejos en mis pasos como el más atrevido!
CASIO. — ¡Queda aceptado el trato! Sabed ahora, Casca, que he comprometido a algunos de los más
generosos y nobles romanos a acometer conmigo una empresa llena de honrosas y arriesgadas consecuencias.
En este instante me esperan en el atrio de Pompeyo, pues en noche tan terrible como ésta no hay movimiento
ni paseo en las calles y el aspecto del cielo favorece la obra que tenemos entre manos, la más sangrienta, feroz
y aterradora.
(Entra CINA.)
CASCA. — Apartad un momento, pues se acerca uno a toda prisa.
CASIO. — Es Cina; le conozco en los pasos. Un amigo. Cina, ¿dónde marcháis tan apresuradamente?
CINA. — En busca vuestra. ¿Quién es éste? ¿Metelo Címber?
CASIO. — No; es Casca, un afiliado a nuestra empresa. ¿Me aguardan, Cina?
CINA. — Me alegro de ella ¡Qué tremenda noche! Dos o tres de los nuestros han visto visiones extrañas.
CASIO. — ¿Me esperan? Decidme.
CINA. — Sí, os aguardan. ¡Oh Casio! ¡Si pudierais atraer a nuestro partido al noble Bruto!...
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CASIO. — ¡Tranquilizaos, querido Cina! Tomad este papel y colocadlo en la silla del pretor, de modo que
Bruto pueda hallarlo, y arrojad éste por su ventana. Éste fijadlo con cera en la estatua del antiguo Bruto. Y
hecho todo, dirigios al atrio de Pompeyo, donde nos encontraréis. ¿Están allí Decio Bruto y Trebonio?
CINA. — Todos, menos Metelo Címber, que fue a buscaros a vuestra casa. Bien; iré en seguida y distribuiré
estos papeles como me habéis ordenado.
CASIO. — Después encaminaros al teatro de Pompeyo.
(Sale CINA.)
Venid, Casca. Vos y yo iremos todavía antes de amanecer a ver a Bruto en su casa. Tres cuartas partes de él
son a estas horas nuestras, y al primer encuentro nos pertenecerá completamente el hombre.
CASCA. — ¡Oh, él ocupa un lugar elevado en todos los corazones del pueblo! Y lo que en nosotros parecería
delito, su sola presencia, como por la más rica alquimia, lo transformaría en virtud y acto meritorio.
CASIO. — Habéis comprendido perfectamente cuánto vale y la gran necesidad que tenemos de su persona.
Vayámonos, pues es ya más de media noche [7], y antes del día debemos despertarle y asegurarnos de él.
(Salen.) FIN DEL ACTUS PRIMUS (William Shakespeare, Inglaterra).
Ejercicios de interpretación.
17.- Nombra la dinastía de los doce césares y los antoninos. Cita el período de su reinado en orden
cronológico.
18.- ¿Cuál es el argumento de Romeo y Julieta, Hamlet, Otelo, El rey Lear, Macbeth y Sueños de una noche
de verano?
El 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro, una iniciativa de la UNESCO que decidió señalar esta
fecha para rendir un homenaje universal a los libros y autores, alentando a todos, y en particular a los jóvenes, a
descubrir el placer de la lectura y a valorar las irreemplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado
el progreso social y cultural de la humanidad. Pero, ¿Por qué la UNESCO eligió el 23 de abril como el día del
libro?
Porque en esa fecha en 1616 fueron registradas la muerte de tres grandes escritores: el español Miguel de
Cervantes Saavedra, el dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare, y el cronista hispano-incaico Inca
Garcilaso de la Vega.
Sin embargo, Cervantes no murió el 23 de abril. La confusión de su fecha de defunción se produce al registrar el
día de su entierro como el día de su muerte, y el error se mantuvo por siglos, cuando en realidad falleció el 22 de
abril. En el caso de Shakespeare, la fecha de su muerte si es el 23 de abril, solo que en esa época en Inglaterra se
regía por el calendario Juliano, que difiere del calendario Gregoriano. El 23 de abril en el calendario Juliano es el 3
de mayo en nuestro calendario moderno. La fecha si coincide con la muerte del Inca Garcilaso de la Vega, es el
único que tiene como fecha confirmada de fallecimiento el 23 de abril del 1616.
Lo importante de la fecha, más allá de que no coincida exactamente, con la fecha de muerte de dos de los tres
celebrados, es que se conmemora el surgimiento de la literatura moderna. Con Cervantes se inicia la novela
moderna, su Quijote es referencia de todos los escritores posteriores. Descubre nuevas técnicas narrativas, con
Cervantes la novela toma forma, y abandona los viejos parámetros medievales.
Cervantes es revolucionario en la novela, como Shakespeare lo es en la dramaturgia. El teatro moderno le debe
todo a Shakespeare, su obra marca una revolución creativa inigualable. Shakespeare es la renovación del teatro
antiguo, que, desde la época de los griegos (los creadores de todos los géneros, drama, comedia, tragedia), no
habían variado. Con Shakespeare el teatro se vuelve un arte de masas.
La contribución del Inca Garcilaso de la Vega, al mundo de las letras no ha sido menor. Es el primer cronista
nacido en las Américas. El primer mestizo que usa la pluma para reivindicar su herencia española y americana.
Su obra cumbre, los Comentarios Reales de los Incas, descubrió a los europeos la historia, cultura y costumbres de
los Incas y otros pueblos del antiguo Perú. Su libro contradecía la versión oficial de que la conquista fue una
empresa civilizadora, que antes de ellos, en la América precolombina, sus habitantes Vivian sin ley ni orden.
¡Feliz día del Libro a todos!
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CULTERANISMO Y CONCEPTISMO
El Barroquismo fue el movimiento de mayor auge en el arte y la literatura, en todos los aspectos: arquitectura,
pintura, música, escultura y literatura, aunque en los políticos, social y económicos fue un desastre, por
consecuencia de la locura belicista proyectada por los gobiernos imperiales de la época. Fue una época que
estuvo marcado por el progresivo desmoronamiento del imperio español durante el siglo XV11. Durante esta
centuria reinaron en España los Austrias menores: Felipe 111, Felipe 1V y Carlos 11.
En la literatura sobresalen: Calderón de la Barca, Luis Góngora y Argote, Francisco de Quevedo, Francisco de
Rojas, Baltasar Gracián, Lope de Vega, Pedro de Alarcón, Tirso de Molina, Miguel de Cervantes Saavedra.
En lo político, económico y social es la época de la peor crisis. Este movimiento se caracteriza por el
desengaño y el apasionamiento.
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La valoración del mundo caballeresco durante la época del Barroco provocó una exaltación del honor, que
convirtió en el motivo central de muchas obras teatrales.
La profesora Sylvia Bigastones, 1975, en torno a los diversos movimientos y escuelas universales y sus
características hispánicas, dice a continuación:
“El estilo barroco es una constante histórica de la cultura tanto en Oriente como en Occidente, que surge como
reacción a lo clásico.
Características
-Radical desvalorización de la vida presente y de la naturaleza humana.
-Expresión de angustia, confusión y desencanto.
-Gusto por los contrastes y el claroscuro.
-Pérdida del sentido de equilibrio y mesura que predominó en el renacimiento.
-Visión esencialmente dinámica de la vida.
-Preferencia por el artificio y la complicación, tanto en las ideas como en el estilo.
-Uso de cultismos y neologismos, metáforas complicadas, imágenes sensoriales, hipérbaton.
-Tendencias o variantes: Conceptismo y Culteranismo.
La literatura barroca se caracteriza por su amplitud temática. El desengaño barroco conlleva una visión
pesimista de la naturaleza humana, que se manifiesta en la obsesión por la fugacidad de las cosas, por la
brevedad de la vida y por la muerte. La indistinción entre apariencia y realidad es otra de las obsesiones del
hombre barroco.
Otros temas dominantes son:
-temas históricos o legendarios. Inspiran buena parte del teatro barroco.
-temas filosóficos y doctrinales. Plantean asuntos como la religión, la naturaleza humana, el libre albedrío…
-temas extraídos de la realidad social o política. Son la base de la novela picaresca y están presentes también
en otros géneros.
-temas satíricos, festivos o burlescos.
Nació en Córdoba. Tenía carácter adusto y malhumorado, ya en su época, tuvo literariamente partidarios
pavorosos y acérrimos enemigos, entre ellos Lope de Vega y Quevedo. A los 50 años se ordenó sacerdote y
132
fue Capellán de honor de Felipe III, lo que le permite relacionarse con la corte y los círculos literarios de la
época.
Góngora estudió leyes en la Universidad de Salamanca y escribió muchas obras, divididos en grupos: los
poemas menores y los poemas mayores. A su vez, entre los poemas menores hay poemas menores escritos en
métrica tradicional y los poemas escritos en metros de origen italiano. Fue hombre culto, y es a comienzo del
siglo XVII, el creador de la lírica culterana, caracterizada por el uso interno de la metáfora, del cultismo y de
la mitología, por su afición a destacar las notas de luz, color y musicalidad.
Su producción como toda la del Barroco oscila entre dos polos; una poesía culta que trata de asuntos graves
(sonetos, escritos con una estructura perfecta y de los más bellos de castellano y unos poemas dificilísimos y
extensos: las Soledades y la Fábula de Polifemo y Galatea) y, por otro lado, la métrica tradicional: las letrillas
populares y romances que son los mejores del Romancero del siglo XV11. Góngora es un innovador en la
poesía de la misma manera que Lope de Vega lo es para el teatro.
Luis de Góngora revela en sus obras un ansia de perfección estilística: escribe sólo para minorías: él mismo
dice: “Deseo hacer algo, no para los muchos”. Véase como le llama al gallo: “doméstico del sol, nuncio
canoro”, y a los pájaros: “esquilas dulces de sonoras plumas”.
Su influencia ha llegado hasta los poetas de nuestro siglo, como por ejemplo: La generación del 27 en España.
Los romances gongorinos versan sobre asuntos diversos: los hay autobiográficos, mitológicos, pastoriles,
caballerescos, moriscos… el tratamiento es a veces burlescos y a veces serio.
Las letrillas son composiciones escritas en versos de arte menor, en las que al final de cada estrofa se repite un
estribillo. Suelen tener un carácter satírico o burlesco, aunque también de temas religiosos.
La Fábula de Polifemo y Galatea, inspirado en la Metamorfosis de Ovidio. Está escrita en octava real y trata
de los amores del Fauno Acis y la ninfa Galatea y la venganza del gigante. Polifemo, quien impulsado por los
celos aplastó al fauno con una roca, quedando este convertido en un riachuelo.
En sus Soledades, Góngora hace gala de su devoción estetizante, sin interés por el fondo, con un poema
narrativo que se refiere a la soledad del campo. Es un poema narrativo de versos endecasílabos y heptasílabos,
se refiere a la vida real del siglo XVII y un apego a la belleza incierta y fugaz de la naturaleza. El espacio
geográfico y los personajes sólo existen en el cerebro del poeta.
Consta de cuatro partes: Soledad de los campos, Soledad de las riberas, Soledad de las Selvas, Soledad del
yermo. Sólo completó la primera.
En 1091 versos relata el rescate de un náufrago que arriba a una playa; es un joven que no se ha visto
correspondido por su amada; quienes lo recogen y atienden son unos cabreros; amanece donde ellos. Pasa un
grupo de serranos y serranas que van de bodas. El viejo que lo encabeza echa un largo discurso condenando la
ambición; invita luego al joven a unirse al grupo. Llegan todos al lugar de las bodas que se celebra al día
siguiente con toda solemnidad y regocijo.
SOLEDADES
Al conde de Niebla
POESÍA CULTA
A CÓRDOBA
A UNA ROSA
POESÍA POPULAR
LLORAD, CORAZÓN
Lloraba la niña
137
(y tenía razón)
la prolija ausencia
de su ingrato amor.
Dejóla tan niña,
que apenas creo yo
que tenía los años
que ha que la dejó.
Llorando la ausencia
del galán traidor,
la halla la Luna
y la deja el Sol,
añadiendo siempre,
pasión a pasión,
memoria a memoria,
dolor a dolor.
Llorad, corazón,
que tenéis razón.
Dícele su padre
“Hija, por mi amor,
que se acabe el llanto,
o me acabe yo.”
Ell leresponde:
“No podrá se, no;
las causas son muchas,
los ojos son dos.
Satisfagan, madre,
tanta sinrazón,
y lágrimas lloren,
tantas como dellos
un tiempo tiró
flechas amorosas
el arquero dios. (2)
Ya no canto, madre,
y si canto yo,
muy triste endechas (3)
mis canciones son:
porque el que se fue;
con lo que llevó,
se dejó el silencio
y llevó la voz.”
Lorad, corazón,
Que tenéis razón.
1. Viola: violeta. 2. El arquero dios: Cupido, el dios del amor. 3.- endecha: canción triste.
ANDEME YO CALIENTE
138
ROMANCE
Nació en Madrid. Estudió con los jesuitas humanidades, lenguas clásicas y modernas, literatura, filosofía,
teología, patrística y otras disciplinas en Alcalá y Valladolid. Estando sus padres introducidos en la corte, se
relaciona con personajes reales y ocupa altos cargos políticos que le ocasionan más tarde cuatro años en un
calabozo por sus ataques a la política del Conde-Duque de Olivares.
Su producción literaria en abundantísima, tanto en prosa como en verso. Cultivó los más diversos géneros
literarios: poesía lírica, prosa doctrinal, novela picaresca, teatro.
Quevedo fue consejero del Duque de Osuna, Virrey de Nápoles y también a ser nombrado poeta secretario de
Felipe 1V. Nadie como él caracteriza el espíritu Barroco del siglo XVII, tanto como autor de poesías y de
prosa, reflejado en su personalidad contradictoria. Fue satírico y burlón, con una inclinación especial hacia la
caricatura acre y mordaz. Es el más famoso de su tiempo, aparte de su profundidad lírica. Su producción
literaria es abundantísima y encierra una crítica cruel, amarga, desengañada y violenta a la sociedad de
entonces, escribió una poesía doctrinal con cierto tono de espíritu inconformista. Sus obras en prosas son
abundantes y variadas: festivas, picarescas, satíricas, filosóficas, políticas…. Destacándose entre ellas: los
Sueños y Historia del buscón llamado don Pablos.
El Buscón, es una novela de carácter picaresco; de carácter ascético: Providencia de Dios; de carácter político:
Política de Dios, Gobierno de Cristo y Tiranía de Satanás; Satíricas: Los sueños, La hora de todos, La cuna y
la sepultura y en versos: Parnaso español, Las tres musas, publicadas después de su muerte.
Quevedo cultivó todos los temas, satírico, político, amatorio y religioso. En la poesía amorosa Dámaso Alonso
dice: es “el más alto poeta de amor de la literatura española”. “Él ve el amor como único camino para superar
la muerte, pero al fin todo sería una esperanza vana. Centenares de sonetos, siete idilios, varios madrigales,
algunas redondillas, quintillas y romances, ilustran estas ideas, destacando también, los dedicados a Lisi o
Lisida, la mujer que nunca correspondió a sus sentimientos, como el soneto: “Cerrar podrá mis ojos”.
Quevedo es el mejor humorista de la literatura española. La obra más famosa es El Buscón, ejemplo de
caricatura grotesca de la realidad.
Su argumento: Pablos, el Buscón, es hijo de un barbero ladrón y de una mujer aficionada a la brujería, y oficio
de celestina. Entra en Segovia al servicio de Don Diego Coronel; va a estudiar a Segovia, hospedándose en
casa del Dómine Cabra, colérico avaro que los mata de hambre, marchan después a la Universidad de Alcalá,
donde Pablos es objeto de sucias bromas estudiantiles. Al saber Pablos que su padre ha muerto en la horca
vuelve a Segovia a recoger la herencia y se marcha a Madrid. Ingresa en una cofradía de pícaros. Van todos a
la cárcel y se salva Pablos. En Toledo actúa como cómico y como fullero en Sevilla. De allí se dirige camino a
las Indias, pero es detenido y encarcelado.
Entramos en casa de don Alonso y echáronnos en dos camas con mucho tiento, porque no se nos
desparramasen los huesos de puro roídos del hambre. Trajeron exploradores que nos buscasen los ojos por
toda la cara, y a mí, como había sido mi trabajo mayor y la hambre imperial, que al fin me trataban como a
criado, en buen rato no me los hallaron. Trujeron médicos y mandaron que nos limpiasen con zorras el polvo
de las bocas, como a retablos, y bien lo éramos de duelos. Ordenaron que nos diesen sustancias y pistos.
¡Quién podrá contar, a la primera almendrada y a la primera ave, las luminarias que pusieron las tripas de
contento? Todo les hacía novedad. Mandaron los doctores que por nueve días no hablase nadie recio en
nuestro aposento, porque como estaban huecos los estómagos sonaba en ellos el eco de cualquiera palabra.
Con estas y otras prevenciones comenzamos a volver y cobrar algún aliento, pero nunca podían las quijadas
desdoblarse, que estaban magras y alforzadas, y así se dio orden que cada día nos las ahormasen con la mano
del almirez. Levantámonos a hacer pinicos dentro de cuarenta días, y aún parecíamos sombras de otros
hombres, y en lo amarillo y flaco simiente de los Padres del yermo. Todo el día gastábamos en dar gracias a
Dios por habernos rescatado de la captividad del fierísimo Cabra, y rogábamos al Señor que ningún cristiano
cayese en sus manos crueles. Si acaso, comiendo, alguna vez nos acordábamos de las mesas del mal pupilero,
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se nos aumentaba la hambre tanto que acrecentábamos la costa aquel día. Solíamos contar a don Alonso cómo
al sentarse en la mesa nos decía males de la gula (no habiéndola él conocido en su vida), y reíase mucho
cuando le contábamos que en el mandamiento de No matarás, metía perdices y capones, gallinas y todas las
cosas que no quería darnos, y, por el consiguiente, la hambre, pues parecía que tenía por pecado el matarla, y
aun el herirla, según regateaba el comer.
Pasáronsenos tres meses en esto, y, al cabo, trató don Alonso de enviar a su hijo a Alcalá a estudiar lo que le
faltaba de la Gramática. Díjome a mí si quería ir, y yo, que no deseaba otra cosa sino salir de tierra donde se
oyese el nombre de aquel malvado perseguidor de estómagos, ofrecí de servir a su hijo como vería. Y con esto
diole un criado para ayo que le gobernase la casa y tuviese cuenta del dinero del gasto, que nos daba remitido
en cédulas para un hombre que se llamaba Julián Merluza. Pusimos el hato en el carro de un Diego Monje; era
una media camita y otra de cordeles con ruedas para meterla debajo de la otra mía y del mayordomo, que se
llamaba Baranda, cinco colchones, ocho sábanas, ocho almohadas, cuatro tapices, un cofre con ropa blanca, y
las demás zarandajas de casa. Nosotros nos metimos en un coche, salimos a la tardecica, una hora antes de
anochecer, y llegamos a la media noche, poco más, a la siempre maldita venta de Viveros.
El ventero era morisco y ladrón, que en mi vida vi perro y gato juntos con la paz que aquel día. Hízonos gran
fiesta, y como él y los ministros del carretero iban horros (que ya había llegado también con el hato antes,
porque nosotros veníamos de espacio), pegóse al coche, diome a mí la mano para salir del estribo, y díjome si
iba a estudiar. Yo le respondí que sí; metióme adentro, y estaban dos rufianes con unas mujercillas; un cura
rezando al olor; un viejo mercader y avariento procurando olvidarse de cenar andaba esforzando sus ojos que
se durmiesen en ayunas; arremedaba los bostezos, diciendo: -«Más me engorda un poco de sueño que cuantos
faisanes tiene el mundo». Dos estudiantes fregones, de los de mantellina, panzas al trote, andaban aparecidos
por la venta para engullir. Mi amo, pues, como más nuevo en la venta y muchacho, dijo:
-Señor huésped, déme lo que hubiere para mí y mis criados. (Fragmento, Cap. 1V )
POESÍA CULTA
LA BREVEDAD DE LA HERMOSURA.
POESÍA POPULAR
A UNA NARIZ
es don Dinero.
¿A quién no le maravilla
ver en su gloria, sin tasa,
que es lo más ruin de su casa
doña Blanca de Castilla?
mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que aun con estar hecho cuartos
no pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
al gañán y al jornalero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Novela de género picaresco, narrado en tono autobiográfico, publicada por vez primera en 1554, en Burgos,
Alcalá de Henares y Amberes, con el título de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y
adversidades, de autor anónimo.
El problema de su autoría, dada la importancia de la novela, ha interesado a la crítica. Entre los posibles
autores, tenemos a Diego Hurtado de Mendoza, poeta petrarquista, historiador y famoso diplomático de la
corte de Carlos 1, Sebastián de Horozco, dramaturgo toledano, y fray Juan de Ortega, fraile de la orden de San
Jerónimo. También algunos estudiosos han plateado la hipótesis de que el autor fuese un judío converso, pero
hasta ahora no hay pruebas concluyentes.
Lazarillo es el nombre del héroe pícaro, un mozo que va teniendo distintos señores: un ciego, un escudero, un
fraile, un bulero, un maestro pintor de pandero. Luego durante cuatro años comparte con un capellán el
beneficio que le supone estar de aguadero, ya que el referido capellán le facilita el burro y los cántaros.
Después por breve tiempo, sirve a un alguacil. Y, por fin, consigue independizarse con el oficio de pregonero,
y se casa con la sirvienta de un arcipreste.
Con el Lazarillo se inicia la novela picaresca y surgen otras, como El pícaro Guzmán de Alfarache de Mateo
Alemán, El buscón de Quevedo y El Periquillo Sarniento de José Joaquín Lizardi en América.
Argumento:
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Lázaro, hijo de padre ladrón y madre poco honesta, nace en una aceña del Tormes. Entra al servicio de varias
personas en Toledo, despierta a la picardía por los trastazos de la vida: “desperté de la simpleza en que, como
niño dormido estaba”. Sirve a un ciego astuto, al clérigo avaro, al pobre escudero petulante y al buldero sin
escrúpulo. Le hace acabar como alguacil en Toledo.
El estilo es llano y coloquial. La narración es sencilla y popular. Se hace interesante por reflejarnos una
realidad vivida. Todo va contado con una gracia entre ingenua y maliciosa, con un cierto dejo de amargor. Se
hace leer sin cansancio hasta la parte final en que decae bastante el tono y se hace repetidor. Su ambiente es
Toledo. El tema es la aventura del un pícaro.
Su autor. Es la más importante el primer período. Es de autor hasta ahora desconocido. Su estilo elegante,
conciso y sobrio, parece reflejar un hombre muy cultivado en los clásicos. Se atribuye a Don Diego Hurtado
de Mendoza, ya conocido poeta ecléctico del primer renacimiento, y autor de las Guerras de Granada, en
prosa escogida y brillante. Pero continúa considerándose anónima.
EL LAZARILLO DE TORMES
Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de
Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual
causa tomé el sobrenombre; y fue de esta manera: mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una
molienda de una aceña que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y, estando mi
madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me
puedo decir nacido en el río.
Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que
allí a moler venían, por lo cual fue preso, y confesó y no negó, y padeció persecución por justicia. Espero en
Dios que está en la gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada
contra moros, entre los cuales fue mi padre (que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho), con
cargo de acemilero de un caballero que allá fue. Y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno de ellos,
y vínose a vivir a la ciudad y alquiló una casilla y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la
ropa a ciertos mozos de caballos del comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las
caballerizas.
Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se
venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta en achaque de comprar
huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color
y mal gesto que tenía; mas, de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque
siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños a que nos calentábamos.
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De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual
yo brincaba y ayudaba a calentar. Y acuérdome que, estando el negro de mi padrastro trebejando con el
mozuelo, como el niño vía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía de él, con miedo, para mi madre, y,
señalando con el dedo, decía:
-¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
-¡Hideputa!
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí: «¡Cuántos debe de haber
en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!».
Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se llamaba, llegó a oídos del mayordomo, y,
hecha pesquisa, hallóse que la mitad por medio de la cebada, que para las bestias le daban, hurtaba, y
salvados, leña, almohazas, mandiles, y las mantas y sábanas de los caballos hacía perdidas; y, cuando otra
cosa no tenía, las bestias desherraba, y con todo esto acudía a mi madre para criar a mi hermanico. No nos
maravillemos de un clérigo ni fraile, porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y
para ayuda de otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto.
Y probósele cuanto digo, y aún más; porque a mí con amenazas me preguntaban, y, como niño, respondía y
descubría cuanto sabía con miedo: hasta ciertas herraduras que por mandado de mi madre a un herrero vendí.
Al triste de mi padrastro azotaron y pringaron, y a mi madre pusieron pena por justicia, sobre el acostumbrado
centenario, que en casa del sobredicho comendador no entrase ni al lastimado Zaide en la suya acogiese.
Por no echar la soga tras el caldero, la triste se esforzó y cumplió la sentencia. Y, por evitar peligro y quitarse
de malas lenguas, se fue a servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana; y allí, padeciendo mil
importunidades, se acabó de criar mi hermanico hasta que supo andar, y a mí hasta ser buen mozuelo, que iba
a los huéspedes por vino y candelas y por lo demás que me mandaban.
En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo sería para adestrarle, me pidió a
mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe,
había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre, y que le
rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano. Él respondió que así lo haría y que me recibía, no
por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su contento,
determinó irse de allí; y cuando nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y, ambos llorando, me dio su
bendición y dijo:
-Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he
puesto; válete por ti.
Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba.
Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene
forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:
-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la
mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada,
y díjome:
-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí:
«Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer».
Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza. Y, como me viese de buen ingenio,
holgábase mucho y decía:
-Yo oro ni plata no te lo puedo dar; mas avisos para vivir muchos te mostraré.
Y fue así, que, después de Dios, éste me dio la vida, y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrera de
vivir.
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Huelgo de contar a Vuestra Merced estas niñerías, para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir
siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos cuánto vicio.
Pues, tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, Vuestra Merced sepa que, desde que Dios crió el
mundo, ninguno formó más astuto ni sagaz. En su oficio era un águila: ciento y tantas oraciones sabía de coro;
un tono bajo, reposado y muy sonable, que hacía resonar la iglesia donde rezaba; un rostro humilde y devoto,
que, con muy buen continente, ponía cuando rezaba, sin hacer gestos ni visajes con boca ni ojos, como otros
suelen hacer.
Allende de esto, tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero. Decía saber oraciones para muchos y
diversos efectos: para mujeres que no parían; para las que estaban de parto; para las que eran malcasadas, que
sus maridos las quisiesen bien. Echaba pronósticos a las preñadas si traían hijo o hija. Pues en caso de
medicina decía que Galeno no supo la mitad que él para muelas, desmayos, males de madre. Finalmente,
nadie le decía padecer alguna pasión, que luego no le decía:
-Haced esto, haréis esto otro, cosed tal yerba, tomad tal raíz.
Con esto andábase todo el mundo tras él, especialmente mujeres, que cuanto les decía creían. De éstas sacaba
él grandes provechos con las artes que digo, y ganaba más en un mes que cien ciegos en un año. (Fragmento)
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MATEO ALEMAN
Nace en 1547, en Sevilla. Su existencia transcurre difícil: la falta de recursos le hace emigrar a Méjico, donde
murió. Su obra más importante es la Vida del pícaro Guzmán de Alfarache (1599), refleja una amarga visión
del mundo en un estilo preciso y sobrio. Se encuentran intercalados, entre las andanzas del pícaro, varios
sermones moralizadores, una de las notas que lo diferencian de la restante producción picaresca.
Argumento de la novela.
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Su padre era un genovés con muchos ribetes de ladrón; su madre, una aventurera adúltera. Sale de Sevilla y
llega hasta Madrid, entrando al servicio de un cocinero. Marcha a Toledo y se alista para Italia, donde busca a
los parientes de su padre. Pasa a Roma, y un cardenal se apiada de sus falsas llagas. Le sirve de paje luego.
Pasa al servicio del embajador de Francia, enamoradizo. Termina mal y se escapa, pasando por las ciudades
de Italia del norte y Génova. Roba y se embarca para España. Llega a Zaragoza y Madrid. Pasa a Alcalá a
estudiar para acogerse a sagrado. Pero se enamora de una mesonera con fortuna. Se casa y se muere su mujer.
Casa nuevamente y se dedica a la venta de joyas. Pasa a Sevilla y cae en manos de la justicia, que le condena a
galeras. Intenta escaparse y se le condena a perpetuidad.
Valoración.
Señala la culminación del tipo de la novela picaresca en su segunda fase. En esta novela está concebida en el
período de decadencia del Imperio y parece reflejar ese pesimismo de los períodos de derrota. El antihéroe se
siente vencedor de los ilusos y hasta permite consolarles dándoles consejos en largas disertaciones morales.
Su filosofía es pesimista, amarga: el amor, la bondad, la justicia, no existen; han son desbordados por las
fuerzas del materialismo; hasta encubren hipocresías contrarias a la virtud verdadera: ¿El honor, la honra?:
hasta puede comprarse ya: “¿quién les da honra a los unos que a los otros se la quita? El más o menos tener”.
Sátira social: este pícaro nos ofrece una sátira sobre muchos tipos: médicos, eclesiásticos, escribanos. Todos,
altos y bajos, envueltos en engaños y trapisondas, se caracterizan con sangrienta burla.
Capítulo 111
Era yo muchacho vicioso y regalado, criado en Sevilla sin castigo de padre, la madre viuda -como lo has
oído-, cebado a torreznos, (2) molletes (3) y mantequillas y sopas de miel rosada, mirado y adorado, más que
hijo de mercader de Toledo o tanto. Hacíaseme de mal dejar mi casa, deudos (4) y amigos; demás que es dulce
amor el de la patria. Siéndome forzoso, no pude escusarlo. Alentábame mucho el deseo de ver mundo, ir a
reconocer en Italia mi noble parentela.
Salí, que no debiera, pude bien decir, tarde y con mal. Creyendo hallar copioso remedio, perdí el poco que
tenía. Sucedióme lo que al perro con la sombra de la carne. Apenas había salido de la puerta, cuando sin
poderlo resistir, dos Nilos reventaron de mis ojos, que regándome el rostro en abundancia, quedó todo de
lágrimas bañado. Esto y querer anochecer no me dejaban ver cielo ni palmo de tierra por donde iba. Cuando
llegué a San Lázaro, que está de la ciudad poca distancia, sentéme en la escalera o gradas por donde suben a
aquella devota ermita.
Hice allí de nuevo alarde (5) de mi vida y discursos della. Quisiera volverme, por haber salido mal apercebido,
(6) con poco acuerdo y poco dinero para viaje tan largo, que aun para corto no llevaba. Y sobre tantas
desdichas -que, cuando comienzan, vienen siempre muchas y enzarzadas unas de otras como cerezas- era
viernes en la noche y algo oscura; no había cenado ni merendado: si fuera día de carne, que a la salida de la
ciudad, aunque fuera naturalmente ciego, el olor me llevara en alguna pastelería, comprara un pastel con que
me entretuviera y enjugara el llanto, el mal fuera menos.
Entonces eché de ver cuánto se siente más el bien perdido y la diferencia que hace del hambriento el harto.
Los trabajos todos comiendo se pasan; donde la comida falta, no hay bien que llegue ni mal que no sobre,
gusto que dure ni contento que asista: todos riñen sin saber por qué, ninguno tiene culpa, unos a otros la
ponen, todos trazan y son quimeristas, todo es entonces gobierno y filosofía.
Vime con ganas de cenar y sin qué poder llegar a la boca, salvo agua fresca de una fuente que allí estaba. No
supe qué hacer ni a qué puerto echar. Lo que por una parte me daba osadía, por otra me acobardaba.
Hallábame entre miedos y esperanzas, el despeñadero a los ojos y lobos a las espaldas. Anduve vacilando;
quise ponerlo en las manos de Dios: entré en la iglesia, hice mi oración, breve, pero no sé sí devota: no me
dieron lugar (7) para más por ser hora de cerrarla y recogerse. Cerróse la noche y con ella mis imaginaciones,
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mas no los manantiales y llanto. Quedéme con él dormido sobre un poyo del portal acá fuera .
(Fragmento)
1. Heredad adonde tuve mi principio: finca rural donde nací. 2. Torreznos: pedazo de tocino frito. 3.
Molletes: pan redondo, pequeño y blando. 4. Deudos: parientes. 5. Hice alarde: pasé revista. 6. Apercibido:
provisto. 7. Lugar: tiempo. 8. Poyo: banco arrimado a las puertas de las casas.
Nació en Alcalá de Henares en 1547. Soldado de oficio, a los veintiún años embarca para Italia y más tarde
interviene heroicamente en la batalla de Lepanto (1571), durante la cual fue herido en el pecho y en un brazo.
Como consecuencias de estas heridas, su mano izquierda quedó paralizada para siempre.
Tras otras campañas militares por el norte de África, ya de regreso a España es apresado en Argel por los
piratas barbáricos. Duró cinco años de cautiverio hasta ser rescatado por los padres trinitarios, poniendo fin a
esa etapa heroica. Su vida está llena de tormentos y disgustos que terminarán con la muerte.
Sus últimos años los pasa en Madrid, donde publica el Quijote y las Novelas Ejemplares. Muere el 23 de abril
de 1616.
La producción literaria de Cervantes es extensa, abarcando diversos géneros: narrativa, lírica y dramática. En
su agitada vida, conoció la historia de España a los largo de tres reinados: nació en los últimos años del
reinado de Carlos 1: fue testigo directo de la grandeza imperial de Felipe 11; y supo ver la decadencia que se
avecinaba en tiempos de Felipe 111. Su vida transcurrió, pues, entre dos siglos, cruciales en la historia y en la
cultura española, el XV1 en su segunda mitad y el XV11 en sus dos primeras décadas, conocimientos que el
autor supo plasmar en sus obras.
En sus escrituras que es amplia y variada revela lo esencial del pensamiento humanístico, que conocía a fondo
las doctrinas renacentistas –son frecuentes alusiones a Aristóteles, Platón, Horacio, Ariosto, etc.-, y que había
leído a los autores italianos y españoles más importantes de su tiempo.
No fue buen versificador, pero escribió algunos poemas con matices de ironía, como el soneto “Al túmulo de
Felipe 11” y “El viaje del parnaso.” Como autor dramático fue partidario del teatro humanista con la obra El
cerco de Numancia, en la que intervienen personajes alegóricos –la guerra, el Duero, la Fama-, que exaltan
con nobles acentos el heroísmo español.
Ante el triunfo de Lope de Vega, publicó en 1615 ocho comedias, junto a ocho entremeses. Entre las comedias
tenemos: Los baños de Argel, de sabor autobiográfico, y Pedro de Urdemalas, la mejor pieza del teatro
cervantino, desarrollada en un ambiente de gitanos y pícaros. Entre los entremeses que son las mejores
muestras del género aparece en el Retablo de las maravillas, de ambiente popular y constituye una sátira
contra las hipocresías sociales. Otros son: La guerra cuidadosa, La cueva de Salamanca, etc.
En novelas escribió La Galatea (1585), una novela pastoril en la que revela la sólida formación estética y
cultural de su autor: platonismo, exaltación de la naturaleza, idealización del mundo pastoril, como prueba de
la devoción que sentía por los géneros idealistas del Renacimiento.
El Quijote de (1605) y las Novelas ejemplares (1613), con las que abre causes nuevos a la técnicas
novelísticas, poniendo el primer eslabón de la cadena que conduce a la novela moderna. También se pone de
manifiesto el eterno dualismo del arte de Cervantes: a la visión idealista y a la realista.
El Quijote, sátira política. Según los críticos, Sancho es la expresión del pensamiento burgués de la época. El
personaje que simboliza la aguda conciencia de la realidad material. Don Quijote, expresión del pensamiento
de la nobleza dominante y su acción anti-histórica, desfasada.
El mismo Cervantes dice que su objetivo fue “desacreditar los libros de caballería”. Es una lucha contra lo
fantasioso e imaginario. Dice el autor:
-Todo él es una inventiva contra los libros de caballerías.
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-Esta escritura no mira más que a deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el vulgo tienen los
libros de caballerías.
-La mira puesta a derribar la máquina mal fundada destos caballerismos libros, aborrecidos de tantos y
alabados de muchos más.
Las Novelas Ejemplares son: El amante liberal, Las dos doncellas, La gitanilla, El coloquio de los perros, La
ilustre fregona, La española inglesa, El licenciado vidriera, El curioso liberal. También escribió una novela
pastoril La Galatea; una novela idealista Los trabajos de Persiles y Segismunda; novela bizantina de aventura,
cuyos rasgos esenciales son su cuidado y elegante estilo poético; en ella los héroes vencen y, el amor, la
poesía y el misterio se convierten en elementos decisivos de un mundo maravilloso de fantasía.
En El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Cervantes llega a la cumbre de su arte y nos da, no sólo la
obra más importante de la literatura española, sino la mejor novela del mundo. Consta de dos partes, la
primera publicada en 1605 y nos cuenta como el hidalgo manchego don Alonso Quijano pierde el juicio a
fuerza de leer libros de caballerías y cómo después de adoptar el nombre de Don Quijote de la mancha y de
escoger como dama a una aldeana, a la que llamará Dulcinea del Toboso, abandona el pueblo para actuar, a la
manera de los caballeros andantes, en defensa de los débiles. Su escudero será su paisano Sancho Panza.
Ambos salen en busca de aventuras. La primera salida del protagonista acaba con una paliza que le aplican los
mercaderes. El cura del pueblo lo expulsa de su librería, pero Don Quijote escapa de nuevo, ahora
acompañado de su escudero Sancho Panza, humilde paisano suyo. Varias aventuras se suceden: la de los
molinos de viento, la del yelmo de Mambrino, la de los galeotes. En todas ellas la fantasía desbordada del
caballero choca duramente con la realidad. Don Quijote, como Amadís, desea hacer penitencia por su dama y
desde Sierra Morena, le envía por manos de Sancho, una carta, descubriéndose así su paradero. El cura y el
barbero de su pueblo consiguen volverlo a casa con su engaño.
La segunda parte (1615) cuenta una tercera salida del héroe, que después de vencer al caballero de los espejos
–el bachiller Sansón Carrasco, paisano suyo-, de enfrentarse con los leones y de bajar a la cueva de
Montesinos, llega a la corte de los Duques, que se divierten a su costa (episodio de Cabileño, el caballo de
madera: nombramiento de Sandro para gobernador de la ínsula Barataria, etc., Don Quijote marcha luego a
Barcelona, donde es derrotado por el Caballero de la Blanca Luna, que es otra vez el mismo Bachiller. Vuelve
de nuevo a su pueblo y allí, desilusionado recobra la razón y muere con resignación entereza y serenidad
ejemplar.
Las Novelas ejemplares son una serie de novelas cortas que Miguel de Cervantes escribió entre 1590 y 1612,
y que publicaría en 1613. Son doce novelas cortas que siguen el modelo establecido en Italia. Su
denominación de ejemplares obedece al carácter didáctico y moral que incluyen en alguna medida los relatos,
dar ejemplos- decía el autor. Cervantes se jactaba en el prólogo de haber sido el primero en escribir
en castellano este tipo de novelas al estilo italiano. Se sentía satisfecho de ellas. El autor dice: “a esto se aplicó
mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación y más que me doy a entender”. Continúa diciendo: “Heles dado
el nombre de ejemplares, y si bien lo miras, no hay ninguna de que no se pueda sacar un ejemplo provechoso.
Una cosa me atreveré a decirte: que si por algún modo alcanzara que la lección de estas novelas pudiera
inducir a quien las leyera a algún mal deseo o pensamiento, antes me cortara la mano con que las escribí que
sacarlas en público. Mi edad no está ya para burlarse con la otra vida. Que a los cincuenta y cinco años gano
por nueve más y por la mano”
Emplea la palabra “novela”, del italiano, ya admitida entonces en el sentido de narración breve, a lo
Boccaccio, “nuestro español Boccaccio”, dice Tirso de él, en los Cigarrales.
Se suelen agrupar en dos series: las de carácter idealista y las de carácter realista. Las de carácter idealista, que
son las más próximas a la influencia italiana, se caracterizan por tratar argumentos de enredos amorosos con
gran abundancia de acontecimientos, por la presencia de personajes idealizados y sin evolución psicológica y
por el escaso reflejo de la realidad. Se agrupan aquí: El amante liberal, Las dos doncellas, La española
inglesa, La señora Cornelia y La fuerza de la sangre. Incluso, en El amante liberal y La española inglesa, nos
podríamos encontrar con novelas bizantinas, del mismo modo que, Rinconete y cortadillo junto a El coloquio
de los perros, que son relatos de inspiración picaresca. Las de carácter realista atienden más a la descripción
de ambientes y personajes realistas, con intención crítica muchas veces. Son los relatos más
conocidos: Rinconete y Cortadillo, El licenciado Vidriera, La gitanilla, El coloquio de los perros o La ilustre
fregona.
En El licenciado Vidriera el estudiante pobre Tomás Rodaja marcha a Salamanca a estudiar acompañando a
un noble y allí se licencia con honores; viaja por diversas ciudades de Italia, pero pierde la razón a causa de un
filtro de amor que le han suministrado en secreto y cree tener el cuerpo de vidrio y ser sumamente frágil. Sin
embargo, su agudeza es sorprendente y todos le consultan. Finalmente recobra el juicio, pero ya nadie le
contrata ni va a verle.
En La fuerza de la sangre se construye un relato bastante problemático en que una doncella violada por un
aristócrata es deshonrada y ocultada por su familia. Por un accidente providencial de su hijo, concebido en el
acto de la violación, termina casada con su violador y de este modo restaura su honor.
El celoso extremeño narra los celos patológicos de un viejo indiano que vuelve a España enriquecido y
encierra a su jovencísima esposa en una casa herméticamente, sin permitirle que salga ni que nada masculino
pase la puerta, en la cual ha instalado como vigilante a un esclavo negro con orden de no dejar pasar a nadie.
El seductor Loaysa lo logra engatusando al negro, al que le encanta la música, con una vihuela, y se acuesta
con la moza. El viejo, humillado, muere de pena.
En La ilustre fregona se desgarran dos mozos que pretenden cortejar a la muy bella moza de una posada. Uno
logra su propósito, el otro no y es humillado por una serie de chiquillos que le gritan por la calle y le siguen a
todas partes. El calificativo de ilustre fregona, consiste en que la joven era de la alta alcurnia y vivía haciendo
el trabajo de cenicienta.
En Las dos doncellas, Teodosia confiesa a un desconocido, que resulta ser su hermano, las relaciones y
promesa de matrimonio con Marco Antonio. En busca del marido, encuentran a Leocadia, a quien también dio
su palabra, sin tomar su honra. Marco Antonio acepta ser el marido de Teodosia, y su hermano, Rafael, el de
Leocadia. El final feliz evita un duelo.
El casamiento engañoso narra el timo que hace una señorita aparentemente honesta a un militar casándose con
él; éste ignora que ha sido una meretriz y esta lo abandona dejándole una enfermedad venérea que debe purgar
con sudores en el hospital de Atocha. El casamiento es la más corta de todas y la de más clara ejemplaridad
moral; El coloquio es la más extensa y la de mayor ejemplaridad poética.
En El coloquio de los perros, el militar, que está purgando su enfermedad en medio de fuertes fiebres, asiste
de noche a la conversación entre dos perros, Cipión y Berganza; uno cuenta al otro la historia de su vida y sus
muchos (y muy sinvergüenzas) amos y dejan para el día siguiente la relación del otro. Se trata de una fantasía
al estilo de las de Luciano de Samosata y el desfile entremesil de tipos, entre ellos unos pastores y una bruja,
recuerda al de una novela picaresca o un entremés, y una última, La fía fingida.
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SONETO
RINCONETE Y CORTADILLO
En la venta del Molinillo, que está puesta en los fines de los famosos campos de Alcudia, como vamos de
Castilla a la Andalucía, un día de los calurosos del verano, se hallaron en ella acaso dos muchachos de hasta
edad de catorce a quince años: el uno ni el otro no pasaban de diez y siete; ambos de buena gracia, pero muy
descosidos, rotos y maltratados; capa, no la tenían; los calzones eran de lienzo y las medias de carne. Bien es
verdad que lo enmendaban los zapatos, porque los del uno eran alpargates, tan traídos como llevados, y los del
otros picados y sin suelas, de manera que más le servían de cormas que de zapatos. Traía el uno montera verde
de cazador, el otro un sombrero sin toquilla, bajo de copa y ancho de falda. A la espalda y ceñida por los
pechos, traía el uno una camisa de color de camuza, encerrada y recogida toda en una manga; el otro venía
escueto y sin alforjas, puesto que en el seno se le parecía un gran bulto, que, a lo que después pareció, era un
cuello de los que llaman valones, almidonado con grasa, y tan deshilado de roto, que todo parecía hilachas.
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Venían en él envueltos y guardados unos naipes de figura ovada, porque de ejercitarlos se les habían gastado
las puntas, y porque durasen más se las cercenaron y los dejaron de aquel talle. Estaban los dos quemados del
sol, las uñas caireladas y las manos no muy limpias; el uno tenía una media espada, y el otro un cuchillo de
cachas amarillas, que los suelen llamar vaqueros. Saliéronse los dos a sestear en un portal, o cobertizo, que
delante de la venta se hace; y, sentándose frontero el uno del otro, el que parecía de más edad dijo al más
pequeño:
-¿De qué tierra es vuesa merced, señor gentilhombre, y para adónde bueno camina?
-Mi tierra, señor caballero -respondió el preguntado-, no la sé, ni para dónde camino, tampoco.
-Pues en verdad -dijo el mayor- que no parece vuesa merced del cielo, y que éste no es lugar para hacer su
asiento en él; que por fuerza se ha de pasar adelante.
-Así es -respondió el mediano-, pero yo he dicho verdad en lo que he dicho, porque mi tierra no es mía, pues
no tengo en ella más de un padre que no me tiene por hijo y una madrastra que me trata como alnado; el
camino que llevo es a la ventura, y allí le daría fin donde hallase quien me diese lo necesario para pasar esta
miserable vida.
-Y ¿sabe vuesa merced algún oficio? -preguntó el grande.
Y el menor respondió:
-No sé otro sino que corro como una liebre, y salto como un gamo y corto de tijera muy delicadamente.
-Todo eso es muy bueno, útil y provechoso -dijo el grande-, porque habrá sacristán que le dé a vuesa merced
la ofrenda de Todos Santos, porque para el Jueves Santo le corte florones de papel para el monumento.
-No es mi corte desa manera -respondió el menor-, sino que mi padre, por la misericordia del cielo, es sastre y
calcetero, y me enseñó a cortar antiparas, que, como vuesa merced bien sabe, son medias calzas con avampiés,
que por su propio nombre se suelen llamar polainas; y córtolas tan bien, que en verdad que me podría
examinar de maestro, sino que la corta suerte me tiene arrinconado.
-Todo eso y más acontece por los buenos -respondió el grande-, y siempre he oído decir que las buenas
habilidades son las más perdidas, pero aún edad tiene vuesa merced para enmendar su ventura. Mas, si yo no
me engaño y el ojo no me miente, otras gracias tiene vuesa merced secretas, y no las quiere manifestar.
-Sí tengo -respondió el pequeño-, pero no son para en público, como vuesa merced ha muy bien apuntado.
(Fragmento)
22 de abril
Hoy es un día muy especial para la literatura, especialmente para nosotros, los lectores de habla hispana…
Hace 407 años murió uno de los grandes genios de la literatura universal, el español MIGUEL DE CERVANTES
SAAVEDRA.
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo
de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor...”, así comienza
El Quijote es considerada la primera novela moderna que desmitificó la tradición caballeresca y cortesana. Es
uno de los libros más publicados y editados en la historia, récord que solo ha sido superado por la Biblia.
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547 - Madrid, 22 de abril de
1616) no necesita presentación.
Está considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito El
ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha (conocida habitualmente como el Quijote), que muchos críticos
han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser
el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia. Se le ha dado el sobrenombre de
«Príncipe de los Ingenios»
Cervantes falleció en Madrid a la edad de 68 años de diabetes, en la conocida Casa de Cervantes, situada en la
esquina entre la calle del León y la calle Francos, en el ya citado barrio de las Letras o barrio de las Musas, en el
158
‘A Miguel de Cervantes,
insigne y cristiano ingenio de nuestros tiempos,
a quien llevaron los terceros de San Francisco a enterrar con la cara descubierta, como a tercero que era’.
Aunque se sabe que el escritor recibió sepultura en una capilla pequeña del convento, a la que se accedía por
la calle Huertas, el convento sufrió transformaciones años después. Se edificó una iglesia mayor en el mismo sitio
y se trasladó a este nuevo templo a las personas que habían sido enterradas en el emplazamiento anterior. Así
hicieron con Cervantes y con su esposa Catalina de Salazar y Palacios, que falleció diez años después que su
marido. Se sabe pues que, al menos tres cuerpos, yacen bajo el subsuelo del convento madrileño.
Imagen de la red.
CAPÍTULO PRIMERO
D. Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de
los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero,
salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura
los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de
velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo
más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un
mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro
hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y
amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna
diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se
llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de
la verdad.
Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba
a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y
aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas
hanegas de tierra de sembradura, para comprar libros de caballerías en que leer; y así llevó a su casa todos
cuantos pudo haber dellos; y de todos ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso
Feliciano de Silva: porque la claridad de su prosa, y aquellas intrincadas razones suyas, le parecían de perlas;
y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafío, donde en muchas partes hallaba escrito: la
razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de
la vuestra fermosura, y también cuando leía: los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las
estrellas se fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza. Con estas y
semejantes razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas, y desentrañarles el
sentido, que no se lo sacara, ni las entendiera el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy
bien con las heridas que don Belianis daba y recibía, porque se imaginaba que por grandes maestros que le
159
hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales; pero con todo
alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le
vino deseo de tomar la pluma, y darle fin al pie de la letra como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y
aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran.
Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar (que era hombre docto graduado en Sigüenza), sobre
cuál había sido mejor caballero, Palmerín de Inglaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del
mismo pueblo, decía que ninguno llegaba al caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar, era don
Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo; que no era caballero
melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los
días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a
perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de
pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de
tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía,
que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
Decía él, que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero; pero que no tenía que ver con el caballero de la
ardiente espada, que de sólo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor
estaba con Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalle había muerto a Roldán el encantado, valiéndose de la
industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos. Decía mucho bien del
gigante Morgante, porque con ser de aquella generación gigantesca, que todos son soberbios y descomedidos,
él solo era afable y bien criado; pero sobre todos estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando le
veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en Allende robó aquel ídolo de Mahoma, que era
todo de oro, según dice su historia. Diera él, por dar una mano de coces al traidor de Galalón, al ama que tenía
y aun a su sobrina de añadidura.
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y
fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su
república, hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras,
y a ejercitarse en todo aquello que él había leído, que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo
género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.
Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su brazo por lo menos del imperio de Trapisonda: y así con
estos tan agradables pensamientos, llevado del estraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa a poner en
efecto lo que deseaba. Y lo primero que hizo, fue limpiar unas armas, que habían sido de sus bisabuelos, que,
tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón.
Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo; pero vió que tenían una gran falta, y era que no tenía celada de
encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada,
que encajada con el morrión, hacía una apariencia de celada entera. Es verdad que para probar si era fuerte, y
podía estar al riesgo de una cuchillada, sacó su espada, y le dio dos golpes, y con el primero y en un punto
deshizo lo que había hecho en una semana: y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho
pedazos, y por asegurarse de este peligro, lo tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de
dentro de tal manera, que él quedó satisfecho de su fortaleza; y, sin querer hacer nueva experiencia de ella, la
diputó y tuvo por celada finísima de encaje. Fue luego a ver a su rocín, y aunque tenía más cuartos que un
real, y más tachas que el caballo de Gonela, que tantum pellis, et ossa fuit, le pareció que ni el Bucéfalo de
Alejandro, ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le
podría: porque, según se decía él a sí mismo, no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él
por sí, estuviese sin nombre conocido; y así procuraba acomodársele, de manera que declarase quien había
sido, antes que fuese de caballero andante, y lo que era entones: pues estaba muy puesto en razón, que
mudando su señor estado, mudase él también el nombre; y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía a
la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba: y así después de muchos nombres que formó, borró y
quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar ROCINANTE,
nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora
160
era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo. Puesto nombre y tan a su gusto a su caballo,
quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento, duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar DON
QUIJOTE, de donde como queda dicho, tomaron ocasión los autores de esta tan verdadera historia, que sin
duda se debía llamar Quijada, y no Quesada como otros quisieron decir. Pero acordándose que el valeroso
Amadís, no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y
patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el
nombre de la suya, y llamarse DON QUIJOTE DE LA MANCHA, con que a su parecer declaraba muy al
vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.
Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín, y confirmándose a sí mismo,
se dio a entender que no le faltaba otra cosa, sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero
andante sin amores, era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma. Decíase él: si yo por malos de mis
pecados, por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los
caballeros andantes, y le derribo de un encuentro, o le parto por mitad del cuerpo, o finalmente, le venzo y le
rindo, ¿no será bien tener a quién enviarle presentado, y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora,
y diga con voz humilde y rendida: yo señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania, a
quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero D. Quijote de la Mancha, el cual me
mandó que me presentase ante la vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante?
¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero, cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quién dar
nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy
buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque según se entiende, ella jamás lo supo ni se dio
cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus
pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de
princesa y gran señora, vino a llamarla DULCINEA DEL TOBOSO, porque era natural del Toboso, nombre a
su parecer músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.
Es el creador del Teatro Nacional. Vivió a lo largo de los reinados de Felipe 11 (1556-1598), Felipe 111
(1598-1621) y Felipe 1V (1621-1665), época de decadencia del imperio español. Su vida fue agitada, dio
categoría literaria a las manifestaciones teatrales populares y su producción dramática es increíble: unas 1800
comedias y unos 400 autos, según su biógrafo Juan Pérez Montalbán. Pero hasta nosotros sólo han llegado
500 comedias y 42 autos, además de una inmensidad de poesías sueltas y algunas novelas.
Lope de Vega es un hombre de fama extraordinaria. Su temperamento sano, pasional, era capaz de grandes
caídas y de grandes arrepentimientos. Su juvenil optimismo es totalmente opuesto a la altivez de Góngora o al
pesimismo de Quevedo.
Como poeta lírico debe colocarse junto a Góngora y Quevedo con sus romances, sonetos, églogas y canciones.
Como épico cultivó todos los géneros de la poesía narrativa, el tema histórico, en La Jerusalén conquista y La
Dragontea, sobre la muerte el pirata inglés Drake; el tema mitológico en La Circe y La Filomena; el tema
burlesco en La Gatomaquia. Entre las novelas en prosa sobresale La Arcadia, novela pastoril, cuyo principal
personaje es el duque de Alba, y La Dorotea, mezclado de novela y comedia, de técnica semejante a la de La
Celestina, con carácter autobiográfico.
Su vida personal es turbulenta, característico del movimiento Barroco: apasionamiento y contradicción. Lope
estuvo presente con su pueblo, su monarquía y su iglesia, en bodas, canonizaciones o lutos. Su vida es pasión
y acción. Entre las mujeres que amó se mencionan: Elena de Ozorio, mujer de teatro (Filis en sus versos
juveniles y de algunos de los melancólicos sonetos de sus Rimas e idealizado después en la Dorotea; Isabel de
Urbina, quien es la Belisa de algunos romances y de parte de La Arcadia; Micaela Luján, la Camila Lucinda
de sus primeros éxitos literarios; Juana Guardo, quien ocupa poco lugar en sus poesías; pero la muerte de Juan
161
y su hijo Carlos Félix, son motivos de inspiración de sus Rimas Sacras, poemas enternecedores que nos
ofrecerán una concepción completamente afectiva de la religión. Se ordena sacerdote, pero así se enamora de
Marta de Nevares, mujer casada, con quien procreó a Antonia Clara. Marta es Amarilis, Marcia Leonarda, la
cual inspiró novelas cortas, que aparecieron en La Filomena y La Circe.
Lope de Vega fue llamado por sus contemporáneo “Fenix de los ingenios”, “Monstruos de la naturaleza”, dos
calificativos que definen su increíble capacidad de creación artística. Cultivo todos los géneros, en prosa: la
novela pastoril (La Arcadia y Los pastores de Belén); la bizantina (El peregrino en su patria); novela histórica
y dialogada (La Dorotea), mas cuatro novelas cortas, A Marcia Leonarda.
La Dorotea, novela que Lope llama “acción en prosa”, es una novela dialogada en cinco actos, recoge el
abandono de “Filis” para casarse con un galán rico llamado Don Bela. Files aquí Dorotea, es llevada hacia el
rico pretendiente con regalos promesas. Fernando (Lope) sufre este duro y humillante abandono. Se duele,
pero no zahiere al galán Don Bela. El elemento poético juega gran papel en este relato autobiográfico, que
rememora sus relaciones con Elena Osorio (Filis). Lope hace gala de una prosa suelta, ágil y elegante en esta
obra.
En este soneto, Lope recoge su actitud ante Don Bela y lamenta el hondo sentir del poeta:
En la lírica recorrió todos los géneros: églogas, epístolas, sonetos, canciones, poemas amorosos, religiosos y
burlescos, patético y cómico; elegías, romances, villancicos, etc., en los que revela las contracciones de su
espíritu, en los aspectos formales dominaba las métricas españolas e italiana. Poesía didáctica: Arte nuevo y
Laurel de Apolo. En el arte nuevo de hacer comedias en este tiempo es que el autor plantea sus opiniones
sobre la dramaturgia, un extenso poema formado por endecasílabos sueltos, escrito en 1609 versos para ser
leído en la academia de Madrid, sin otro objetivo que producir placer al pueblo, para lo que creyó necesario
prescindir de los preceptos retóricos: unidad de acción, unidad de tiempo y unidad de espacio. La revolución
teatral iniciada por Lope de Vega significa la consolodización de la nueva función, eminentemente popular,
del teatro del Siglo de Oro: mezcla de lo trágico con lo cómico, de lo popular con lo aristocrático, lo lírico con
lo épico y de personas elevadas con vulgares (rey) vasallos, dama, galán, gracioso, creando así la
tragicomedia. También libertad en la elección del tema, aunque el tema del honor es el más conmovedor.
Dice: “Los casos de la honra son mejores/ porque mueven con fuerza a toda la gente…”
El teatro de Lope aparece agrupado de la siguiente manera:
El sentimiento del honor aparece a veces ligado, en las comedia de Lope, a las luchas del pueblo español por
su independencia y libertad durante la Edad Media. Lope de Vega no duda en considerar el honor del pueblo
superior al de los nobles. Fuenteovejuna, cuyo tema es sacado de una historia real, cual fue el levantamiento
162
armado de este pueblo cordobés alegando que el sentimiento de honra no es privativo de las clases altas. Para
componerla, el autor se basó en la crónica de los tres Órdenes de Caballería: de Santiago, de Calatrava y de
Alcántara, de Redes y Andrada, escrita en Toledo en 1572. El ámbito geográfico es el pueblo de
Fuenteovejuna, donde aparecen enfrentados: el señor feudal y los labradores. Otras obras del mismo tema son:
El mejor alcalde el rey, Peribáñez y el comendador de Ocaña. Basada en leyenda medievales de Ocaña, en
donde se destacará la defensa del honor realizada por un labriego “Peribáñez”; leyendas locales, junto a la
gestión del juego del amor y de la muerte El caballero de Olmedo; de ambiente ciudadano El acero de
Madrid; campesino El villano en su rincón; comedia de amor, también llamada de enredo, de capa y espada;
pero el motor es el amor que siempre termina triunfando: La dama boba, El perro hortelano, El anzuelo de
Fenisa. Además escribió comedias de temas religiosos. Lope de Vega trazó las líneas maestras que le debe
seguir la obra dramática: métrica, personajes, estructura, etc.
Ramón Menéndez Pelayo la clasifica de la siguiente manera:
Comedias históricas y de leyendas españolas: El mejor alcalde el rey, Peribánez y el Comendador de Ocaña,
Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo, El casamiento de la muerte, El bastardo Mudarra, etc.
Comedias novelescas y de ajunto extranjero: El castigo sin venganza, Las mocedades de Roldán, etc.
Comedias de costumbres: Santiago el verde. La boda, El acero de Madrid, El villano en su rincón.
Comedias mitológicas y pastoriles: El marido más firme, Bilardo el furioso.
Comedias religiosas: La guarda cuidadoso, San Isidro Labrador.
Autos y piezas cortas: La siega, El pastor bobo, El hijo pródigo, etc.
FUENTE OVEJUNA.
La obra se basa en un episodio histórico que ocurrió en Fuente Ovejuna, un pueblo cordobés en 1476. Es la
época de la reconquista y de la sociedad feudal tardía.
Este pueblo es sometido no a la monarquía sino a la Orden de Calatrava. El Comendador del pueblo, Fernán
Gómez de Guzmán, no respeta las leyes y abusa de su poder, traicionando los principios feudales y
comportándose como un tirano. No sólo traiciona al pueblo, sino también a los Reyes Católicos, cuando
decide atacar Ciudad Real. Tras una dura batalla, conquista dicho pueblo para el bando de Juana la Beltraneja.
Mientras tanto, Laurencia, la hija del alcalde, le dice a una amiga que el Comendador, que ya tenía fama de
aprovecharse de las mujeres del pueblo, le había propuesto a Laurencia ser amantes, pero ella lo rechazó.
Los Reyes Católicos se enteran de que la Ciudad Real ha sido conquistada por las tropas del Maestre de
Calatrava y de Fernán Gómez y deciden enviar sus tropas a Ciudad Real para derrotar a los de Calatrava y
retomar la ciudad. El Comendador se encuentra por casualidad con Laurencia y trata de llevarla a su palacio a
la fuerza. En ese momento llega Frondoso, que está enamorado de Laurencia, y la rescata, apuntándole su
ballesta al Comendador.
Tras este suceso, el Comendador está furioso por el rechazo de Laurencia y quiere detener a Frondoso por
haberlo amenazado con la ballesta. Además, recibe la noticia de que los Reyes Católicos han retomado Ciudad
Real. Frondoso le pide la mano a Laurencia y ella lo acepta, pero en medio de la celebración de la boda, llega
el Comendador y detiene a los novios. El pueblo, ya harto de los robos, atropellos y crueldades del
Comendador, decide unirse y tomar la justicia por su mano. Una noche llegan al palacio, invaden su casa y lo
matan en nombre de Fuente Ovejuna y de los Reyes Católicos.
En el juicio, cuando el juez les pregunta quién mató al Comendador, todo el pueblo responde: “Fuente
Ovejuna, señor”. El pueblo pide el perdón real y los Reyes Católicos absuelven el pueblo, porque es imposible
determinar la identidad de los culpables, y además, incorporan la villa a la corona.
Comentario crítico sobre el acontecimiento.
La tesis elemental es que el pueblo no se propone cambiar el sistema social, tan solo quiere justicia y dado el
panorama decide tomarse la justicia por su mano, confiando en que la autoridad real avale su acción. La clave
163
de su triunfo final es la unidad de todo el pueblo. No hay ningún vecino que, aun siendo sometido a tortura,
delate al autor directo de las muertes. Ante la pregunta repetida del juez, la respuesta siempre será la misma:
"-¿Quién mató al Comendador?
-Fuenteovejuna, Señor.
-¿Quién es Fuenteovejuna?
-Todo el pueblo, a una."
El amor cristiano de Frondoso por Laurencia frente al deseo lascivo del Comendador, es el argumento de peso
que permite a Lope hacer creíble su interpretación del hecho histórico, con la llegada de los católicos reyes,
que restablecen el orden y reconocen la justicia popular. La comedia se cierra con un apoteósico final feliz
entre vítores a los reyes y gritos contra la tiranía.
Las bodas del rico labrador Peribáñez con Casilda son interrumpidas por la llegada a su casa del Comendador
de Ocaña, gravemente herido en un caso de toros. Restablecido el Comendador, se prenda de Casilda, a quien
en vano solicita durante algún tiempo. Para lograr sus malos propósitos, hace que uno de sus criados entre
como segador al servicio de Peribáñez. Este sigue ocupado en Toledo. Casilda vive en la heredad, cuidando su
hacienda (Lope pinta sus quehaceres poéticos y campesinos a la vez), y allí va el Comendador, que se
introduce en la casa y ve cerrado el dormitorio de Casilda: repite sus proposiciones y la dama finge no
conocerle, contestándole honradamente, unas veces en serio, otras en burla, hasta que llama a los segadores.
Peribáñez ha visto en Toledo un retrato de su mujer, que se hace por orden del Comendador, sin que ella lo
sepa, y empieza a sospechar. El Comendador le nombra capitán de una tropa que va a pelear con los moros,
tratando de alejarle. Peribáñez sale con gene, pero vuelve de incógnito y se esconde en su casa: y poco
después al Comendador, que podido penetrar también allí. Peribáñez se detiene un momento para ver claro en
tan terrible situación, se convence de la inocencia de su esposa y mata al execrado Comendador. El Rey
manda que se castigue severamente a Peribáñez; éste cuenta al Rey lo sucedido, y don Enrique el Doliente,
presentado aquí, una vez más, con el carácter de justiciero, aprueba lo que hizo Peribáñez en defensa de su
honor, confirmando su nombramiento de capitán.
Argumento:
El caballero de Olmedo, don Alonso, se enamora de doña Inés en la feria de Medina. Se vale de una especie
de Celestina, llamada Fabia, para declararle su amor a Inés. También se enamora de Inés el noble don
Rodrigo. Inés, para evitarlo, finge querer ser monja. Al llegar el rey Don Juan 11 a Medina, se organiza en su
honor una corrida de toros. Don Alvaro salva de la muerte a don Rodrigo, el cual, lleno de rencor, decide
164
matarlo. Don Alvaro se despide de Inés para volver a su lugar, Olmedo. En el camino oye a un labrador cantar
la canción anteriormente citada. Don Alvaro presiente la muerte. Los criados de don Rodrigo hieren a don
Alonso. Tello (criado de don Alonso) lo lleva a Olmedo, donde muere. Tello pide justicia al rey, quien
condena a los traidores y son decapitados.
Acto 111.
Sale un LABRADOR
LABRADOR: Ya voy.
LABRADOR: A mi labor.
LABRADOR: No puedo
deciros de este cantar
más historia ni ocasión,
de que a una Fabia la oí.
Si os importa, ya cumplí
con deciros la canción.
Volved atrás. No paséis
166
de este arroyo.
ALONSO: En mi nobleza,
fuera ese temor bajeza.
LABRADOR: No puedo.
Vase
FERNANDO: Deténgase.
ALONSO: Caballeros,
si acaso necesidad
los fuerza a pasos como éstos,
desde aquí a mi casa hay poco;
no habré menester dineros
que de día y en la calle
se los doy a cuantos veo
que me hacen honra en pedirlos.
FERNANDO: El de Olmedo,
el matador de los toros,
que viene arrogante y necio
a afrentar los de Medina,
el que deshonra a don Pedro
con alcahuetes infames.
Riñan
A MENDO
Tírale.
Disparen dentro
Cae
FERNANDO: ¡Bien lo has hecho, Mendo!
POESÍAS
POESÍAS POPULARES
Al agua de Dinadámar,
que yo me las varearé,
allí estaba una cristiana,
que yo me la varearé.
Cogiendo estaba avellanas,
que yo me las varearé.
El moro llegó a ayudarla,
que yo me las varearé,
respondióle enojada,
171
MAYA
En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
En las mañanicas,
como son frescas,
cubren ruiseñores
las alamedas.
Riense las fuentes
tirando perlas
a las florecillas
que están más cerca.
Vístense las plantas
de varias sedas,
que sacar colores
poco les cuesta.
Los campos alegran
tapetes varios,
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
VILLANCICO
Zargalejo de perlas,
hijo del alba,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?
Guillén de Castro 1569-1631), perteneciente al grupo valenciano, autor de Las necedades del Cid, Las hazañas
del Cid, Don quijote de la Mancha.
Juan Ruiz de Alarcón (1581-1639), con La verdad sospechosa, Las paredes oyen y Los pechos privilegiados.
Tirso de Molina (1584-1648), con El burlador de Sevilla y Convidado de piedra. Tirso de Molina es después
de Lope de Vega y Calderón de la Barca la figura más importante del teatro español del siglo XV11.
Antonio Mira de Amescua (1574-1644), hombre de fecunda imaginación. Fue canónigo en la catedral de su
ciudad natal. Hombre de carácter difícil, estrafalario, arrogante e inquieto. Autor de: El clavo del Jahel, el
esclavo de demonio, La desdichada Raquel, Galán, valiente y discreto, etc.
Luis Vélez de Guevara (1579-1644), creador de piezas sobresalientes. , muy apasionado, impetuoso y
arrebatado, autor de Reinar después de morir, Atila, azote de Dios, Más pesa el rey que la sangre.
Fray Gabriel Téllez, mejor conocido como Tirso de Molina, nació en Madrid, España, el 24 de marzo del año
1579. Fue un religioso mercenario español que se destacó como dramaturgo, poeta y escritor de la época
barroca, considerado actualmente como uno de los más grandes escritores del Siglo de Oro español.
Tirso de Molina se destaca sobre todo como autor teatral, en temática abarca la comedia de enredo, como Don
Gil de las calzas verdes, y obras hagiográficas como la trilogía de La Santa Juana o La dama del olivar. Se le
atribuye la creación del mito de Don Juan en El burlador de Sevilla. En la citada obra, Don Juan, un noble
sevillano, altera el orden social deshonrando a cuantas mujeres se le ponen delante y finalmente es castigado
por la estatua funeraria de una de sus víctimas, el padre de una de las damas burladas, que lo mata y lo arrastra
a los infiernos. También se encuentra en discusión la autoría de El condenado por desconfiado, comedia de
bandoleros a lo divino. Tirso fue el primer autor que dio profundidad psicológica a los personajes femeninos,
que llegaron a ser protagonistas de sus obras literarias.
173
En 1600 ingresó en la Orden de la Merced y tras pasar favorablemente el noviciado tomó los hábitos en 1601.
Se ordenó sacerdote en 1606 en Toledo, donde estudió Artes y Teología y empezó a escribir, y desde allí hizo
viajes a Galicia, Salamanca y a Lisboa.
Entre 1616 y 1618 estuvo en Santo Domingo, en cuya universidad fue profesor de teología durante tres años y
donde además intervino en asuntos de su Orden.
De vuelta ya en 1618, se instaló en Madrid, donde entre 1624 y 1633 aparecieron las cinco Partes de sus
comedias; estas «profanas comedias» que causaron un gran escándalo, de forma que el 6 de marzo de 1625 se
reunió una de las Juntas con que el Conde-Duque de Olivares pretendía reformar las costumbres con el
siguiente orden del día:
“El escándalo que causa un frayle merçenario que se llama el Maestro Téllez, por otro nombre Tirso, con
Comedias que hace profanas y de malos incentivos y exemplos. Y por ser caso notorio se acordó que se
consulte a S. M. de que el Confessor diga al Nuncio le eche de aquí a uno de los monasterios más remotos de
su Religión y le imponga excomunión mayor latæ sententiæ para que no haga comedias ni otro género de
versos profanos.” Fue desterrado por la iglesia hacia Sevilla.
De ahí en adelante, a pesar de sus fuertes convicciones religiosas y sus impecables predicaciones, sus obras de
teatro, llenas de sarcasmo y humor, le causaron bastantes problemas al escritor, razón por la cual se retiró
hacia el monasterio de Estercuel, en Aragón.
Su obra dramática se caracterizaron por contar con argumentos realmente muy complejos. De él conservan
unas sesenta piezas dramáticas. Sin embargo, según su propio testimonio en el prólogo a la Tercera Parte, sin
duda algo exagerado, habría escrito en 1634, cantidad que lo convertiría en uno de los dramaturgos más
prolíficos del Siglo de Oro.
Sus personajes poseen una profundidad psicológica mayor que en otros dramaturgos de la época, y sus
caracteres femeninos destacan a menudo en sus obras, como por ejemplo la reina María de Molina en La
prudencia en la mujer. Tirso destacó sobre todo en la comedia, con piezas como Marta la Piadosa, Por el
sótano y el torno, Don Gil de las calzas verdes, La villana de Vallecas y, dentro de la comedia palatina, El
castigo del penseque, El amor médico y sobre todo El vergonzoso en palacio. Cultivó también las obras
religiosas, como los autos sacramentales: El colmenero divino, Los hermanos parecidos, No le arriendo la
ganancia; los dramas hagiográficos: Santo y sastre, la trilogía de La santa Juana, y bíblicos; La mejor
espigadora, sobre la historia de Ruth, y La vida y muerte de Herodes. Escribió además dos misceláneas, Los
cigarrales de Toledo (1621) y Deleitar aprovechando (1635), donde tienen cabida la novela cortesana, las
piezas dramáticas y los poemas de distinta temática. Otras obras son: El colmenero divino, No le arriendo la
ganancia. Escribió varios libros, como Los cigarrales de Toledo, Historia de la Orden de la Merced, Deleitar
aprovechando, La villana de La Sagra, La santa Juana. El estilo de sus obras es abiertamente conceptista,
muy jugador con los vocablos, y en sus últimas obras con algo culterano, pero siempre sobre un fondo
conceptista.
El 12 de marzo de 1648, luego de varios años de brindarle al pueblo fabulosas comedias y poesías, Tirso de
Molina murió en Almazán.
Argumento de: El burlador de Sevilla. Comedia de caracteres.
Don Juan Tenorio escapa de Nápoles por haber burlado a la duquesa Isabela, penetrando furtivamente en su
habitación con el nombre de su prometido, el duque Octavio. Naufraga en las playas de Tarragona y le llevan
a la cabaña de una pescadora, a quien rinde baja la palabra de casamiento, y luego huye. En Sevilla penetra en
la mansión de doña Ana de Ulloa, hija del comendador don Gonzalo, gracias a una carta de ésta, interceptada,
citando a su prometido, el Marqués de la Mota. Cuando doña Ana se da cuenta del engaño, grita y acude su
padre; don Juan le mata y huye; la justicia prende al Marqué de la Mota. Tenorio llega Dos Hermanas, donde
en aquel momento se está celebrando una boda de campesinos. Engaña al marido, retrayéndole de su novia
con imposturas, y al padre de la novia, deslumbrándole con sus riquezas y palabra de casamiento. Logrado su
mal propósito, huye, dejando burlada a la infeliz labrador. Vuelve Don Juan a Sevilla, y en una iglesia ve la
estatua de piedra del Comendador, a quien mató, convidándole a cenar; éste acude, cena e invita a don Juan a
la sepultura de Ulloa. Tenorio se presenta; la estatua le da la mano, por la cual le comunica un fuego infernal;
pide confesión, pero ella le contesta: “Es tarde”, y don Juan muere.
174
EL BURLADOR DE SEVILLA
Fragmento de la Jornada 1.
JUAN: No.
JUAN: Detente.
175
Vase el REY
PEDRO: Prendedle.
PEDRO: Matadle.
PEDRO: Apartad;
a ese cuarto os retirad
todos con esa mujer.
JUAN: Ya lo digo.
Tu sobrino.
PEDRO: No prosigas.
Tente. ¿Cómo la engañaste?
Habla quedo, y cierra el labio.
Nació en Madrid, de familia noble. Estudió en el Colegio Imperial de los jesuitas y después en Alcalá y
Salamanca. Adquirió una profunda formación teológica. A los 50 se ordena sacerdote. Contrario a Lope de
Vega que llevó una vida agitada, en él fue tranquila, precedida por la meditación y el estudio. Su criterio
político es monárquico-absolutista; su estilo de vida, cortesano y aristocrático; su religiosidad, contra-
reformista, y su nacionalismo, militar e imperialista: siempre estuvo ligado a los intelectuales más prestigiosos
de España, llegando a ser nombrado en 1663 capellán de honor del rey.
Es portavoz de su época en las ideas sobre el honor y respeto al rey, que antepone a la propia vida, pero en la
interpretación de la naturaleza y de la Historia, se muestra heredero de una etapa anterior. Para él, la vida es
un teatro y el hombre un personaje de la representación.
El teatro del Calderón es mucho más profundo que el de Lope de Vega, y perfecciona las técnicas lopistas de
la escenografía: basta comparar el Alcalde de Zalamea de suyo, con el que escribió Lope de Vega sobre el
mismo tema. Calderón vivió en el siglo XV11, siglo de barroquismo artístico y asimiló las características del
barroquismo español, en sus dos tendencias: culteranismo gongorismo y el conceptismo quevedesco, sin caer
en ninguno de los extremismos de ambos.
Sus juegos de palabras, metáforas brillantes, lenguaje apasionado, métrica cuidadosa, caracteres bien
delineados de sus principales personajes, los cuales sirven de modelos en la literatura universal, permiten
considerar a Calderón de la Barca, como el más grande dramaturgo de la literatura española.
178
Sus grandes temas son: la lealtad a la monarquía como freno a los desafueros de la nobleza; la defensa del
honor, los celos, como motor principal de las pasiones humanas; la virtud; la defensa de los dogmas
religiosos, y la meditación acerca de la brevedad de la vida La vida es sueño.
Hasta 1635, su producción continúa la técnica de Lope, pero después los personajes se hacen cada vez más
estilizados y van perdiendo su entidad humana para convertirse en símbolo de valor universal. La realidad es
más abstracta y en ella los personajes sostienen una lucha íntima, agonista, entre su razón y su sentimiento.
Calderón es el mejor representante del teatro de esa época. En sus obras están bien presentes las características
del Barroco.
-Culteranismo y conceptismo en el lenguaje de los personajes principales.
-Escenografía complicada, en comparación con la usada en tiempo de Lope de Vega. Se le da importancia a
los cambios de luz y a la música.
Calderón escribió 120 comedias, 80 autos, 20 entremeses y loas, dotado de gran temperamento poético; pero
también el dramaturgo europeo que experimentó en mayor grado la influencia de la ideología cristiana y las
concepciones espiritualistas. Escribió comedias de capa y espada: La dama duende; filosófica: La vida es
sueño; religiosa: El mágico prodigioso; fantásticas y mitológicas: La hija del aire; de honor y celos: El
médico de su honra; de historia y leyenda española: El alcalde de Zalamea; obra que gira en torno al honor
popular amparado por el monarca. Su argumento es como sigue:
El capitán don Álvaro atenta contra el honor de Isabel, hija de Pedro Crespo, villano de fortuna, luego
nombrado alcalde de Zalamea, y este, después de haberle rogado sin éxito que repare la afrenta, casándose con
ella, lo manda a ahorcar. El rey Felipe 11 que viajaba hacia Portugal, al momento del juicio, supo lo sucedido
aprobó la conducta de Pedro Crespo y lo nombra alcalde perpetuo.
Comedias religiosas: El médico prodigioso; fantásticas y mitológicas: La hija del aire, La estatua de
Prometeo. Comedias filosóficas: La vida es sueño. Obra que posee un valor excepcional como drama de ideas,
pues es una verdadera encrucijada de problemas filosóficos: el poder de la voluntad frente al destino,
simbolizado este en el influjo de los astros. El escepticismo ante las apariencias sensibles, el escaso valor de la
conciencia humana, considerada como un simple sueño. La comedia, en sí, encierra un intenso pesimismo al
afirmar que, “la mayor desgracia del hombre es haber nacido”.
En Calderón la vida humana está formada tres partes: la material, que debe ponerse al servicio del rey,
equivalente a la patria. La espiritual, que es el alma, que es de Dios. El honor, es patrimonio espiritual del
alma, que poseen todos los hombres. El alcalde de Zalamea desarrolla y agota este tema muy bien. Está
basada en un hecho histórico comprobado y que tuvo lugar en el Siglo XV1, cuando Felipe 11, rey de España
se dirigía a Portugal para proclamarse rey de la nación.
La obra deja un ejemplo en el lector: la importancia de los valores honor y honra, temas típicos en aquellos
tiempos y uno de los elementos básicos del Siglo de Oro de la literatura española.
Tanto en Lope de Vega como en el teatro calderoniano, hay una exaltación del honor y del ideal religioso y el
monárquico, en todo lo cual coincidía con la ideas de su tiempo. Es decir, su criterio político es monárquico
absolutista; su estilo de vida, cortesano y aristocrático; su religiosidad, contrareformista, y su nacionalismo,
militar e imperialista.
Es portavoz de su época en las ideas sobre el honor y el respeto al rey, que antepone a la propia vida.
Su argumento:
Don Lope de Figueroa, general de las atropas españolas que van a ocupar Portugal, para asegurar la autoridad
del rey Felipe 11, se detiene para descansar cerca de la frontera hispano-portuguesa en el pueblo extremeño de
Zalamea de la Serena. Al aposentar a soldados y oficiales en las casas de la Villa, a él le toca dormir en la de
Pedro Crespo, labrador rico, muy considerado, y padre de Isabel.
Don Ávaro de Atalde, capitán a las órdenes de D. Lope, se enamora de la hija de Crespo, Isabel, pero sin
ánimo de compromiso serio. Con ayuda de algunos subalternos se la lleva al monde y la viola. Esto que sería
en otros casos, un engaño y un abuso, se convierte en un conflicto de clases y de choque de jurisdicciones,
pues al ser elegido en esos momentos Pedro Crespo Alcalde de Zalamea, además de padre ofendido, es la
autoridad civil y judicial más importante del pueblo.
179
Se enfrentan pues los representantes de la milicia y la aristocracia, D. Lope y D. Alvaro, el ofensor, contra
Pedro Crespo, máxima autoridad representante del rey (monarquía). Crespo hace preso a D. Alvaro, y le pide
que se case con su hija Isabel para así reparar e honor de su familia, que representa ya a la nueva clase social
de la pequeña y gran burguesía, aliada del centralismo del rey, contra el poder decadente de la nobleza.
El capitán no accede a unirse con una tosca campesina, aunque Pedro Crespo le ofrece su fortuna, bastante
apetecible, pues es el más rico de Zalamea. Ataide no cede, y D. Lope, su superior jerárquico, reclama su
derecho a juzgarlo. Crespo entonces, de acuerdo con la ley y la costumbre, ordena darle muerte. Al llegar el
rey, Felipe 11, de paso para Portugal, y en el momento crítico, después de enterarse de los hechos, y pese a la
rapidez y drasticidad dl Alcalde-Juez Pedro Crespo, aprueba la actitud del alcalde y lo nombra Alcalde
perpetuo de Zalamea.
LA VIDA ES SUEÑO.
El argumento es como sigue: los astrólogos reales de Basilio, rey de Polonia, han vaticinado que su hijo que
acaba de nacer, lo destronará y lo matará. Ante esa perspectiva, Basilio decide encerrar a su hijo Segismundo
en un castillo, amarrado con cadenas, dándole como maestro a un miembro de la nobleza de palacio, para que
lo eduque, y el cual se llama Clotaldo.
Al crecer como un joven fuerte, inteligente y tranquilo, Basilio quiere hacer una prueba, ya que es único hijo,
y quiere saber si en una sociedad humana su comportamiento será bueno y justo, o por lo contrario se
despertarán sus instintos primitivos y la vida de él, Basilio, y su trono, estarán en peligro.
Se le da a Segismundo un narcótico en la comida, y lo despiertan en la corte, vestido como príncipe y rodeado
de halagos cortesanos. Sus dudas comienzan a surgir, acerca de si aquel cambio es cierto o es un sueño, y su
corazón y voluntad entran a prueba. En una pequeña discusión con un criado, lo lanza por una ventana, y
persigue a las damas de la corte.
Basilio lo hace narcotizar de nuevo; y lo llegan al castillo. Al despertar más tarde Segismundo, empiezan de
nuevo sus dudas: ¿vive? ¿Murió y está en otro mundo? ¿Es un sueño? De ahí vendrá la interrogante de vida-
sueño, sueño-vida. ¿Es cierto lo que nos dicen nuestros sentidos? ¿La vida es un sueño y el despertar será la
muerte?
Solamente la profunda religiosidad de Calderón y su sólida formación teológica, le hará decir a Segismundo,
arrepentido por su anterior experiencia, que “aunque sea en sueños, el bien debe hacerse”. Esta conclusión de
profunda determinación ética, es la que salva la amargura vital de Segismundo, y el pesimismo que encierra la
otra conocida sentencia de “que la mayor desgracia del hombre es haber nacido”.
Basilio será destronado y los soldados sublevados reclamarán la proclamación de Segismundo. Este después
de todo, perdona a su padre la reclusión en la caverna del castillo, con la cual el oráculo se cumple a medias, y
Segismundo con cautela, dándose cuenta de cuan mudable es el destino humano, se deja proclamar rey.
LA VIDA ES SUEÑO.
180
Segismundo se rebela contra la injusticia y la falta de libertad, equivalente a falta de vida. De entre todos los
animales destaca los que simbolizan los tres elementos, para concluir con el fuego, cuya fuerza y pasión le
domina en ese instante.
Segismundo:
¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo:
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Segismundo:
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
…………………………
Este apólogo procede de la tradición medieval oriental. Tiene gran relación con el “Exemplo X” de Don Juan
Manuel: “De lo que aconteció a un omne que por pobreza et mengua de otra vianda comía atramuces” (El
conde Lucanor). Rosaura pone un ejemplo (apólogo) para explicar que las penas de ella, resultan poco graves,
poca cosa, en comparación con las de Segismundo.
Rosaura:
Con asombro de mirarte,
con admiración de oírte,
ni sé que pueda decirte,
ni qué pueda preguntarte.
Sólo diré que a esta parte
hoy el cielo me ha guiado
para haberme consolado, ver
si consuelo puede ser,
del que es desdichado, ver
183
Calderón fue el mejor y el más fecundo. Casi treinta años de su vida le dedicó a escribirlos. El auto es la
representación escénica y simbólica en defensa de los misterios teológicos, en especial de la Eucaristía, en
forma tal que lleguen fácilmente a los analfabetos de la época.
Calderón de la Barca organizó una compañía de actores que se trasladaban en seis o siete carretas a las plazas
de los pueblos, después de juntarlos de frente, utilizaba sus plataformas como un escenario. Calderón fue un
gran director de escena, creador de numerosos trucos escénicos, y de los que ahora llaman en el
cinematógrafo, efectos especiales; sorprendía al público y le hacía llegar así su mensaje religioso. En este
género es donde el tema mitológico abarca con mayor extensión. Entre sus mejores autos figuran: El gran
teatro del mundo, La cena del rey Baltasar, El mágico prodigioso, La divina Filotea y El divino Orfeo.
Primera Jornada
y bengala
LOPE: Pues yo
a tan buen tiempo he llegado,
satisfaré a todos hoy.
¿Quién fue el soldado, decid,
que a su capitán le dio
ocasión de que sacase
la espada?
por todos!)
REBOLLEDO: Yo hombre
de estos tratos no soy.
REBOLLEDO: (¿Cómo no
lo he de decir, pues si callo,
los brazos me pondrán hoy
atrás, como mal soldado?)
A don LOPE
El capitán me mandó
que fingiese la pendencia,
para tener ocasión
de entrar aquí.
CRESPO: Sí.
LETRAS 146