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Agradecimientos
A todas nuestras fantásticas traductoras, les damos nuestro inmenso
agradecimiento, su trabajo es maravilloso. Muchas gracias también al increíble
equipo de corrección. ¡Chicas todas ustedes son lo máximo! Y un agradecimiento a
todos los lectores que paso a paso nos siguieron incansablemente de inicio a fin,
ustedes nos dan el ánimo necesario para seguir trabajando en nuevos libros.

Moderadora
Onnanohino Gin

Traductoras
Onnanohino Gin
Maia8
Ahtziri29
Val Nox
Rihano

2
Jhos
Lavi
Mulan231
Doña Truji
Mica:)
Heather A

Correctoras
Val Nox
Maia8
Fer_rdn
Peke chan
Megan17
Liset_11
Lavi
Jime02

Recopilación y Revisión

Onnanohino Gin & Maia8

Diseño
Jennii
Índice
Agradecimientos
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14 3
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Próximo libro
Sobre la autora
Sinopsis
Traducido por Onnanohino Gin

Tercer libro de la serie Desencantada.


No todo lo que brilla es oro.

Cuando a Mina Grime, de dieciséis años, le roban algo muy pre-


ciado, se dispone a hacer todo lo que sea necesario para recuperarlo.
Incluso si eso significa viajar al peligroso mundo de las Hadas para
combatir con uno de los villanos más poderosos a los que se ha enfren-
tado hasta el momento.

Sin embargo, nada puede preparar a Mina para superar los terribles
obstáculos a los que tendrá que enfrentarse en el mundo de las Hadas,
ni para tomar las decisiones que surgen cuando todo lo que ama y su
propia vida están en juego.
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Capítulo 1

Traducido por Onnanohino Gin

Corregido por Maia8

Era otro mal día de verano y Mina se sentía miserable. La unidad de aire acondicionado
de su apartamento estaba muy vieja y se había roto otra vez y el pequeño ventilador de
mesa apenas enviaba ráfagas de aire para mitigar el calor. Por una vez, estaba ansiosa
por empezar las clases, sólo para poder regresar a las salas con aire acondicionado, pero
esa no era la única razón.

El inicio del nuevo año escolar también significaba más oportunidades para ver a Brody
Carmichael, su amor platónico desde hacía mucho tiempo. El curso anterior había
terminado cuando Brody y su mejor amiga Nan Taylor comenzaron a casi salir. O así
era como Mina calificaba su comportamiento de ―somos amigos, pero más que amigos‖.
Ninguno estaba dispuesto a admitir que eran pareja y a Mina le parecía bien, porque
tenía la esperanza de que alguno de los dos entrara en razón.

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La maldición de la familia de Mina había juntado a Brody y a Nan como si sus vidas
formaran parte de un cuento de hadas. Nan había estado en coma y fue despertada por
el beso de Brody, desde entonces habían sido inseparables. Era como si no se lo
creyesen, pero no estaban dispuestos a discutir lo que el destino les empujaba a hacer.
Pero Mina sabía que no era el destino. Sabía que era la Historia, o dicho de otra
manera, Teague, el hermano de Jared.

Un movimiento en el suelo hizo que Mina moviera la cabeza para mirar a su hermano
menor. Charlie, ajeno a todo, estaba jugando un juego inventado que combinaba
caramelos y una pista de carreras. Incluso con el calor, Charlie seguía vestido con sus
botas amarillas para la lluvia, una camiseta de las Tortugas Ninja y un casco de Darth
Vader.

Tiró los dados, sacó una tarjeta de color rojo y llevó al pequeño hombre de pan de
jengibre de color amarillo de un tablero de juego para el otro. Mina no entendía el juego
ni sus reglas inventadas, pero tenía la sensación de que el hombre de pan de jengibre
amarillo iba ganando cuando llegó al candelabro, a través del pantano de caramelo.

—Eh, cabeza de balde, ¿tienes hambre? —preguntó Mina, a sabiendas de que podía
sacar lo que quisiera de la nevera por sí mismo. Pero le gustaba hablar con él, cuidar de
él.

Charlie negó con la cabeza cubierta de plástico y continuó distribuyendo distintas


piezas por el tablero antes de rodar hacia el otro lado y recoger a otro personaje.

—Haz lo que quieras. Voy a subir a ver si mi habitación está más fresca.
Charlie asintió hacia Mina y la saludó con su pequeña mano.

Se levantó de la silla de la sala de estar y se trasladó a su habitación, pasando de


puntillas sobre montones de ropa tirada por el suelo y se dirigió a la ventana abierta.
Pasó por encima de la cornisa que llevaba a la escalera de incendios y subió hasta la
azotea. No estaba más fresca, pero al menos notaba una ligera brisa. El sudor corría por
su frente y se lo limpió con la manga de su camiseta azul. Se sentó en una de sus sillas
de jardín rotas y contempló el jardín: Estaba lleno de plantas, en su mayoría falsas y un
puñado de flamencos rosados, luces de Navidad, y un estante con dos gnomos que
había traído al final del año escolar, Sir Nomer y Nomita.

Era la primera vez en meses que se aventuraba a subir a la azotea y se sorprendió de


que el rosal siguiese floreciendo. Había estado evitando el techo desde su
enfrentamiento con Teague, cuando le dijo que sabía quién era y que matarlo acabaría
con la maldición que pesaba sobre su familia. Él continuó acosándola todo el verano,
creando cuentos de hadas para que se los encontrara a cada paso que daba, pero Mina
hizo algo que nunca había pensado que haría. Los ignoró.

Decidió tratar de tomar el control de su situación... Es decir, no hacer absolutamente


nada. Teague tenía todo el poder y la hacía saltar a través de sus aros de misiones de
cuentos de hadas, pero no podía hacer nada si ella se empeñaba en evitarlos. Y era
relativamente fácil.

Por ejemplo, un día su familia fue al centro comercial y ella sintió los inicios de poder
agitándose a su alrededor. Una sensación de cosquilleo comenzó en sus manos y se
disparó por sus brazos, haciendo que el cabello en la parte posterior de su cuello se
erizara. Mina inspeccionó rápidamente la situación y vio cuervos, había siete, posados
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en fila a lo largo de la acera.

Sabía que era otra prueba, pero en vez de dejarse manipular para enfrentarse a ellos
frente a su familia, exclamó en voz alta que iban a encontrar mejores ofertas en el otro
centro comercial de la ciudad. Su familia volvió al coche y se marchó. Una tras otra,
había evitado sus manipulaciones. Evitó la búsqueda de Rapunzel cortándose el pelo
todos los días durante dos semanas. Un viaje al zoológico se convirtió casi en un
desastre cuando los osos comenzaron a hablar con ella y decirle lo deliciosa que
pensaban que se veía; Mina decidió que la exposición de los monos sería más
entretenida.

Tras actuar así una y otra vez, las misiones se hicieron menos frecuentes y Mina
empezó a relajarse. Estaba disfrutando de su libertad y del hecho de que por una vez en
su vida, estaba ganando la partida, excepto que era un poco solitario. Nan había ido a
un campamento de teatro y Brody estaba de vacaciones en el extranjero con sus padres;
habían dejado sola a Mina. Claro, Jared estaba cerca, pero como ella se negaba a atacar
a cualquier criatura de los cuentos de hadas, él también disfrutaba de su libertad. Se
mantenía en contacto y la miraba extrañado cada vez que evitaba enfrentarse a lo que
obviamente era una misión, pero nunca la presionaba para que actuara. De hecho,
parecía muy aliviado por la falta de acción. Además, pasaba mucho tiempo con su
amiga hada, Ever.
Mina se tragó sus celos y se obligó a pensar en otra cosa. Sus pensamientos le habían
traído problemas en el pasado, y en su caso, la Historia había usado o espoleado sus
celos para convertirla en la reina malvada del cuento de Blancanieves. Desde entonces,
había aprendido y crecido y había conseguido que sus emociones y sus poderes
estuvieran bajo control.

Pero eso había sido hacía semanas y Mina sabía que el sentido del tiempo en el plano
sobrenatural era diferente que en el humano, por lo que podría ser que cualquier día se
abriera una puerta y todo un ejército de Parcas la atravesaran, buscándola; o podría
permanecer cerrada durante años y ella envejecería. ¿Entonces qué? La maldición
seguiría existiendo y se transmitiría a su hermano mudo o a sus propios hijos.

No, tenía que terminar con ella. Eventualmente tendría que encontrar una manera de
destruir la Historia. Pero cada vez que pronunciaba esas palabras, recordaba para sí
misma que la Historia era una persona viva, que respiraba. ¿Podía decidirse a matarlo?

Tenía que haber otra respuesta, otra manera. Iba a tener que cerrar las puertas al
mundo sobrenatural y si no había modo de hacer eso, tendría que matar a Teague.
Pero, ¿qué diría Jared? ¿Qué haría si ella mataba a su hermano?

Una melodía le llegó flotando desde el restaurante italiano que había en su calle y Mina
suspiró ruidosamente. Tendría que tomar una decisión, y pronto. El tiempo se agotaba,
el verano llegaba a su fin, su intuición le decía que Teague planeaba algo grande e iba a
golpear pronto. Pero ¿cuándo?

Se recostó en la silla de jardín y cerró los ojos, deseando una señal, una brisa fresca o
incluso la lluvia. La humedad del aire la estaba matando. Comenzó a rezar para que
lloviera, para que cayera una tormenta de granizo o incluso una tormenta de nieve, ya
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que cada segundo que pasaba estaba más y más caliente.

Tal vez debería volver a entrar. El intenso calor del techo estaba creando un olor a
quemado muy raro que le hacía picar la nariz. Mina se sentó y miró a su alrededor
frenéticamente, olfateando el aire y mirando los orificios de vapor a través de la azotea.
El humo negro salía de los mismos. ¡Hacía cada vez más calor porque el edificio estaba
en llamas!

Corrió hacia el borde y miró a la calle de abajo. Su apartamento estaba encima del
restaurante Golden Palace Chinese y, efectivamente, allí abajo los Wong estaban
evacuando a los comensales. La gente comenzó a reunirse y apuntar hacia arriba en el
aire... hasta que Mina se dio cuenta de que estaban señalándola.

¡Mamá!, gritó Mina mentalmente, entonces recordó que estaba en el trabajo y pensó en
Charlie.

—Oh, cielos, ¡ayuda! —gritó Mina a nadie en particular, mientras corría a través de la
azotea hacia la escalera de incendios para bajar. ¿Por qué no había saltado la alarma de
incendios? Sabía que el edificio tenía una; incluso su habitación tenía una, porque a
menudo se quedaba mirando la luz roja en la oscuridad cuando no podía dormir.

El humo negro de la ventana abierta del dormitorio de Mina se alzaba hacia el cielo.
Agarrando el cuello de su camisa, se la pasó por la boca y la nariz y se metió en su
dormitorio. Su puerta estaba cerrada, pero Mina sintió el calor del fuego antes de
abrirla y correr por el pasillo.

—¡Charlie! —gritó mientras corría hacia el salón. Las llamas subían por las paredes y se
arrastraban a lo largo del techo. El juego de mesa de Charlie aún estaba tendido en el
suelo, las piezas de caramelo estaban esparcidas por todas partes. Las lágrimas le
escocían en los ojos mientras examinaba la zona. Fue a su habitación y encontró su
cama vacía. No tenía un armario, ya que siempre llevaba casi toda su ropa encima, así
que rápidamente miró debajo de su cama. ¡Nada!

—Charlie, ¿dónde estás? ¡Canta, golpea algo, si puedes oírme! —Estaba llorando y su
corazón latía acelerado por el miedo. Mina corrió a la habitación de su madre y gritó
cuando vio que estaba tan vacía como el resto de la casa. No tenían muchos muebles;
allí no había muchos lugares para esconderse.

Por favor, oh, por favor, que haya salido, pensó. Su única esperanza ahora era que
Charlie hubiese bajado a la calle ante los primeros signos de fuego. Ahora el humo era
más espeso y Mina tuvo que arrastrarse por el suelo. Trató de salir por la puerta
delantera, pero cuando la abrió, todo estaba en llamas. Mina se apresuró a regresar a su
dormitorio. El fuego aún no había llegado allí, pero faltaba poco.

Sus manos temblaban mientras apartaba objetos de su escritorio, en busca de una llave.
Habían pasado semanas desde que había guardado el Grimorio y ahora no podía
recordar dónde había puesto la llave. Un grito estridente estalló cerca, haciéndola
saltar. El grito se repitió, esta vez más cerca. Sonaba como una sirena, por lo que
supuso que tenía que ser el camión de bomberos.

Si Mina fuese del tipo de personas que creían en alguna deidad, habría rezado para que
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cayera una tormenta. Pero como no lo era, intentó serenarse y pensar con sangre fría; o
con toda la sangre fría que era capaz de reunir una chica de dieciséis años. Pero ante la
perspectiva de ser quemada viva, eso no sucedió.

Renunció a la búsqueda de la llave y tomó un bate de béisbol de aluminio que guardaba


en su habitación para protegerse contra ataques sorpresa de las criaturas de los cuentos
de hadas y comenzó a golpear su escritorio. No era un escritorio sólido y ahora que lo
pensaba, probablemente no era el mejor lugar para esconder el Grimorio, ya que
después de unos cuantos golpes a la parte inferior del cajón, se soltó. Agarró el pequeño
libro y se dirigió a la escalera de incendios.

Normalmente, la usaba para subir hasta el techo, pero ahora tenía que soltarla para
bajar. Estaba encajada. Trató de patearla y saltar sobre ella, pero sólo se deslizó un par
de centímetros. Tendría que salir de otra manera. Se dio la vuelta y comenzó a bajar por
los peldaños cuando le pareció oír a alguien gritando su nombre.

—¿Charlie? —Levantó la vista y podría haber jurado que había alguien caminando en el
techo. El calor era cada vez más intenso y el humo le hizo toser. Incluso sabiendo que
era casi imposible, sintió que tenía que comprobar. ¿Y si se había perdido y había ido a
la azotea?

Pero ahí estaba otra vez, el sonido de alguien llamándola. Tan sólo había empezado a
volver a subir el peldaño cuando sucedió lo impensable. Con su peso añadido, la
escalera finalmente se aflojó y se deslizó hacia abajo, hacia el callejón. Mina perdió el
equilibrio y cayó hacia atrás. En un raro momento de déjà vu, pensó que estaba
volando. No se caía. Trató de gritar para pedir ayuda, pero sus palabras se perdieron en
el aire. Vio el cielo alejándose de ella cuando unos brazos la agarraron y entonces todo
se volvió negro.

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Capítulo 2

Traducido por Val Nox

Corregido por Maia8

Una voz habló a través de los latidos de su cabeza.

—¿Está bien, señorita?

—Mi he-hermano. —Algo cubría su boca, haciéndole difícil concentrarse.

Las sirenas resonaban entre los edificios, causando que Mina se estremeciera de dolor.

Un joven con «EMT1» bordado en su chaqueta encendió una pequeña luz entre sus
ojos, ignorando sus intentos de quitar la máscara de oxígeno cubriendo su rostro.

—Señorita, ¿sabe dónde está? ¿Recuerda su nombre?

Mina miró a su alrededor y vio que estaba a pocas calles de su casa, tendida en una
camilla. Sus ojos trataban de enfocarse, pero ya había oscurecido, y el fuego abrasador
iluminaba el cielo de la noche, distrayéndola. ¿Era esa su casa?
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—¿Ch-Charlie?

—¿Charlie es tu nombre? —preguntó.

—No. ¿Dónde está mi hermano? Se encontraba en el apartamento, y no podía


encontrarlo. —Más gritos siguieron mientras los otros bomberos corrían hacia el
edificio en llamas.

—¡MINA! —Una frenética mujer atravesó la cinta policial y se lanzó hacia los técnicos
de emergencias que socorrían a su hija. El cabello de Sara Grime caía despeinado; tenía
los ojos hinchados y enrojecidos por el llanto mientras tiraba de Mina para abrazarla—.
¡Oh, Dios mío! Estoy tan contenta de que estés bien. ¡Estaba muy preocupada! Cuando
Mei Wong me llamó y me lo dijo, corrí hasta aquí tan pronto como pude. —Las palabras
de Sara se derramaron rápidamente mientras estiraba el cuello hacia atrás y adelante,
mirando las otras ambulancias cercanas—. ¿Mina? ¿Dónde está Charlie?

—Mamá, yo… no lo sé.

—¿Qué quieres decir con que no lo sabes? Mina, ¿dónde está tu hermano? ¿Cómo
pudiste dejar a tu hermano ahí?

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EMT: Siglas de Emergency medical technician, que en español equivale a técnico de
emergencias médicas.
Mina empezó a llorar más fuerte.

—Estaba allí antes del incendio, y luego una vez que comenzó volví a entrar y no lo pude
encontrar.

Sara dejó caer los brazos de Mina y se quedó inmóvil. Su rostro palideció y empezó a
temblar. Luego se giró y corrió hacia el edificio en llamas.

—¡MAMÁ! —gritó Mina y trató de bajarse de la camilla.

Un policía atrapó a Sara Grime en la cinta amarilla y la retuvo mientras trataba de


abrirse camino al edificio, gritando el nombre de Charlie.

—Señora, no puede entrar ahí. No es seguro.

—¡Mi hijo está ahí dentro! —gritó Sara—. Él no puede hablar. Podría estar atrapado allí,
incapaz de pedir ayuda, y no serías capaz de escucharlo. ¿Lo entiendes? ¡No puede
hablar, y está ahí!

El policía sacudió la cabeza con comprensión.

—El edificio está a punto de caerse. El fuego ha causado demasiado daño. Es demasiado
tarde.

—¡No, no, no! Él está ahí —discutió ella.

Una pequeña mujer asiática salió de la multitud y envolvió sus brazos alrededor de los
hombros de Sara.

—Shhh, shhh, Sara. Está bien. —La Sra. Wong trató de consolarla.
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—¿Dónde está, Mei? ¿Dónde está mi hijo? —Sara se derrumbó en la calle, y la señora
Wong se arrodilló con ella, susurrando y meciéndola. Las lágrimas cubrían los rostros
de ambas mujeres al ver su hogar y negocio volverse cenizas.

Mina se levantó de la camilla y se dirigió a las mujeres. Los ojos de Sara brillaban
intensamente, juzgando a su hija.

—¿Qué pasó? ¿Qué hiciste?

—¡Yo no hice nada! Ni siquiera sé cómo empezó el fuego. ¿Y usted? —Mina se giró hacia
la señora Wong.

Mei Wong negó con la cabeza.

—No, llegó rápido, apareció en las paredes y cubrió el techo. Nunca había visto algo así
antes. Estaba vivo. Apenas tuve tiempo de conseguir que los clientes salieran, antes de
que ¡puf! Ido.

Mina se quedó allí, entumecida; su mente empezó a jugar con las posibilidades. Se giró
para mirar su edificio de apartamentos. Los bomberos rociaban agua a través de las
ventanas rotas en lo que una vez fue su sala de estar. Otros empapaban los edificios
junto al suyo para evitar que las llamas se propagaran. Un policía se acercó a Sara y la
Sra. Wong, estaban rellenando un informe sobre Charlie. Él sacudía su cabeza, diciendo
que nadie había visto salir a un joven del edificio. Los bomberos no encontraron a nadie
más que Mina en el callejón, pero comprobaría con los otros autos. Sacó su radio y puso
una difusión con la descripción de su hermano, en caso de que hubiera escapado del
fuego y deambulara por las calles.

Ella lo ignoró y se dirigió al perímetro de la cinta amarilla de precaución, tratando de


conseguir ver más de cerca el edificio y el fuego engulléndolo. Charlie tuvo que haber
salido antes de que comenzara el fuego. Simplemente tuvo que hacerlo. ¿Tal vez vio el
fuego y fue a buscar ayuda? Pero si ese fuera el caso, ¿por qué no trató de avisarle antes
de irse? Tenía que haber dejado una pista. Ni siquiera podía empezar a imaginar que
siguiera allí. Él aparecería. En cualquier momento saldría corriendo de la multitud con
una sonrisa en su cara, usando su estúpido casco de Star Wars, y todo estaría bien.

Mina estudió a la gente reunida en las calles. Comenzó a correr entre ellos, llamándolo
por su nombre. Unas pocas personas la miraron como si estuviera loca, pero
probablemente parecía un desastre. Su cola de caballo se había deslizado y ahora estaba
a un lado de su cuello. Tenía la cara manchada de hollín, y sus ojos cafés parecían
enloquecidos por la preocupación. Sí, ella era la imagen definitiva de la locura.

Pero su hermano no pudo haber desaparecido en el aire, ¿verdad? Un viento frío


soplaba sobre su piel. Imposible, con toda la humedad y el calor del fuego, pero
soplaba, y con eso llegó una advertencia intuitiva. Esto no era un accidente.

Un llamado de sirenas irrumpió en la noche de nuevo, y Mina se giró para mirar el


fuego con incredulidad. Había escuchado ese sonido antes, cuando estaba en el
apartamento, y no eran las sirenas de la policía. Cerró los ojos y respiró antes de
deliberadamente acercarse al fuego. Pasó por debajo de la cinta de la policía y se dirigió
al callejón, donde había menos tráfico peatonal. Una de las ventanas había estallado y
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el humo seguía saliendo de ella hacia el cielo nocturno, pero pudo ver el interior de la
primera planta, la cocina del restaurante de los Wong.

Había algo allí. Era grande y cubierto de fuego, pero saltaba, flotando o volando de un
lugar a otro. Era difícil distinguirlo porque el color de las llamas a su alrededor era de
un blanco intenso y oro. Tuvo que parpadear continuamente para siquiera centrarse en
la bestia, porque ahora tenía la certeza de que estaba vivo.

Sus ojos dolían de mirar fijamente la llama color oro, pero no podía apartar la mirada.
¡Ahí! Vio algo, la punta de un ala llameante. O tal vez su mente le jugaba una mala
pasada, pero no lo creía así.

Un grito atravesó el aire, e intensas llamas blancas y oro estallaron cuando el techo se
derrumbó sobre el edificio. Mina salió corriendo del edificio a una distancia segura
mientras el humo, el polvo y los escombros llovían desde el cielo. Algo se disparó del
edificio, oculto por las llamas, y desapareció en la oscuridad, rodando en el humo de la
noche.

—¿Viste eso? —gritó Mina, apuntando hacia arriba, girándose para ver si alguien más
había notado la aparición. Los vecinos y curiosos se sorprendieron cuando el techo se
derrumbó, pero parecía que nadie más pudo ver lo que ella vio.
Más lágrimas se deslizaron silenciosamente por sus mejillas mientras observaba el
fuego devorar la vida de su familia. Algo plástico crujió bajo su zapato, y levantó
suavemente su pie para ver un objeto parcialmente fundido. Mientras lo recogía, su
corazón lloró con desesperanza cuando reconoció al hombre de jengibre rojo del juego
de mesa de Charlie.

Seguía caliente, chamuscado, y su base se había fundido en una pequeña burbuja.


Colapsando en la acera, Mina miró la pieza de plástico y sintió que su corazón se
rompía en dos. La conmoción finalmente desapareció, y todo lo que pudo hacer fue
llorar.

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Capítulo 3

Traducido por lavi

Corregido por Val Nox

El funeral se suponía que fuese pequeño, con los Wongs, algunos de los maestros de
Charlie y su amigo que vivía en la misma calle. El servicio se realizó en una pequeña
iglesia Metodista a la que su familia asistía con poca frecuencia. Pero la prensa había
hecho una historia del trágico suceso de la muerte de Charlie y el incendio. Carteles,
flores, velas y osos de peluche se apilaban en su memoria, y los bancos de la iglesia es-
taban llenos de extraños, reunidos sólo por la tragedia de la muerte prematura de un
niño pequeño.

Mina estaba paralizada. Su mente apenas funcionaba, y le era difícil realizar hasta las
tareas más simples, como comer y vestirse. Era demasiado doloroso respirar, y cuando
se acordaba de inhalar, cada respiración era una completa agonía. Sara siempre había
sido la más fuerte, durante el funeral de su esposo, e incluso ahora mientras sostenía la
mano de Mina durante el panegírico. El pastor decía cosas muy bonitas sobre su her-
mano, qué tipo de niño fue, quién habría sido si hubiera tenido la oportunidad de cre-
cer, y cómo estaba ahora en los brazos del Señor. Las palabras del pastor trajeron cierto
consuelo, pero hicieron poco para borrar la culpa que lentamente carcomía a Mina.
Negligencia. Esa fue la palabra que un reportero había utilizado al describir el incendio,
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y cómo la hermana mayor que se suponía debía estar cuidándolo fue negligente en sus
deberes.

Ella se quedó mirando el ataúd de tamaño infantil y sintió su garganta ponerse rígida
con más culpa y tristeza. Había llorado todo lo que podía y era incapaz de seguir lloran-
do, sus lágrimas se habían disipado, pero no el dolor. Alguien, probablemente un
miembro del coro, cantó una hermosa canción acerca del cielo y los ángeles, y Sara se
puso a llorar. El pastor terminó con una oración. Finalmente, era el momento. El mo-
mento que había estado temiendo. El entierro. Sara y Mina se fueron con los Wongs
detrás del auto fúnebre mientras se dirigían al Cementerio Gray’s Lake.

No era una hermosa parcela, o una ubicación privilegiada. Estaba de hecho cerca de la
calle y junto a la entrada, pero era todo lo que podían permitirse. Mina pensó que su
hermano se merecía algo mejor, algún lugar con sombra y tal vez con un paisaje, pero
de nuevo, no era como si Charlie estuviera realmente en el ataúd. Su cuerpo nunca fue
recuperado. Las llamas habían ardido con tanto calor y rapidez que los bomberos dije-
ron que no había nada más que recuperar aparte de la suela de una de las botas de llu-
via de Charlie, que había sido encontrada bajo el sofá. Fue entonces cuando tuvieron
que afrontar la verdad: él había muerto en el incendio.

Los recuerdos de esa noche estaban siempre cerca de la superficie, como una tetera a
punto de hervir, lista para enviarla a una espiral de sufrimiento, dolor y pérdida. Ha-
bían permanecido despiertas toda la noche y vieron en vano como todas sus pertenen-
cias se volvían cenizas y ascendían al cielo en forma de humo. Esa misma noche, los
Wongs fueron llevados a la comisaría, donde rellenaron el papeleo, dieron sus declara-
ciones acerca de lo que había ocurrido y quién podría haber provocado el incendio. Hu-
bo algunas acusaciones desagradables que fueron lanzadas sobre un incendio provoca-
do para cobrar el seguro del edificio, pero Mina sabía que no eran ciertas.

Pero eso dejaba a Sara y Mina solas. Una vez que las llamas fueron contenidas, los so-
corristas preguntaron si podían notificar a la familia para que viniera y las buscara.

—¡No! No hay nadie. No tenemos familia —respondió Sara.

El joven la miró entristecido.

—Bueno, entonces, señora, déjeme al menos llevarlas a un refugio. Tienen duchas y


pueden darles una comida caliente. Estoy seguro…

El golpe de una puerta de auto cortó al joven, y Sara alzó la mirada sorprendida hacia el
Lexus blanco. La jefa de Sara, Terry, salió del asiento del conductor y caminó con fir-
meza hasta ella.

—Ahora, Sara, sé que vas a intentarlo y decirme que no, pero como tu jefa, te digo que
no puedes. Vienen a casa conmigo.

—Terry, no puedo… no puedes estar hablando en serio.

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El rostro con forma de corazón de Terry y sus ojos azules se asomaron por detrás de las
delgadas gafas enjoyadas. Su cabello blanco grisáceo estaba recogido en un moño seve-
ro. No estaba vistiendo el uniforme de Camarera Feliz de pantalones caqui y camisa que
Sara y los demás empleados usaban. Llevaba una falda de negocios gris, blusa blanca y
chaqueta. Costosos anillos cubrían cada uno de sus cortos dedos, mostrando una rique-
za evidente.

Ella levantó la mano, silenciando a Sara.

—No. Piénsalo, Sara. Soy tu única amiga además de Mei Wong. Sabes que es conmigo o
el refugio, y me niego a dejar que mi amiga que acaba de perder a un miembro de su
familia se quede en un lugar como ese.

La boca de Sara se abrió y cerró en shock, antes de que finalmente asintiera. Se giró
hacia Mina y le hizo un gesto hacia el auto blanco. Ellas no tenían nada que cargar en la
maletera excepto por unas pocas mantas que la gente les había dado, y por supuesto el
Grimorio.

Terry Goodmother vivía en el último piso de un gran y costoso edificio de apartamen-


tos. Todo en el apartamento era blanco: la alfombra, los muebles, las paredes, incluso
los cinco caniches, cada uno llamado por una piedra preciosa extravagante. Estaba Ja-
de, Turq —corto para Turquesa—, Diamante, Esmeralda, Perla y Rubí.

Sara durmió en la única habitación de invitados de Terry, y a Mina le tocó dormir en el


sillón. Cada mañana se despertaba con la espalda rígida porque Turq y Rubí se encar-
gaban de dormir encima de Mina. Pero los últimos días se habían arrastrado. La charla
constante de Terry hacía poco para sacarlas de su estado de conmoción. Completos ex-
traños pasaban con cajas de ropa y artículos del hogar para darle a la familia Grime.
Terry era genial y organizaba todas las donaciones en su sala de estar. Era obvio que
pronto tendrían que encontrar un nuevo lugar para vivir. No podían continuar sobrevi-
viendo de la bondad de la jefa de Sara. Pero Terry estuvo fenomenal en encargarse de
los preparativos del funeral.

Alguien tocó su codo, trayéndola abruptamente de regreso al presente. Mina parpadeó


sorprendida y alzó la vista hacia la notable cara de su flechazo, Brody Carmichael. Esta-
ba bronceado y su cabello rubio se había vuelto más claro, evidencia de su verano via-
jando por el Mediterráneo. El viento azotó su cabello alrededor de su cara, pero ignoró
el tormento de la Madre Naturaleza mientras la miraba fijamente a los ojos, estudián-
dola.

El corazón de Mina saltó dentro de su pecho, y su mente se quedó en blanco. No había


esperado que ninguno de sus compañeros viniera al funeral. Incluso Nan seguía fuera
del estado y no llegaría a tiempo. Que fuera Brody Carmichael el que se presentara des-
garró su corazón. No podía creerlo, mostraba realmente cuán cariñoso y especial era, y
ahora estaba haciendo más difícil para ella el no enamorarse de él una vez más.

Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, y su labio inferior tembló con emoción. Iba
a hacer el ridículo justo frente a él. Brody todavía no había soltado su agarre en su codo,
y cuando vio las lágrimas empezar a acumularse, sus ojos se abrieron de preocupación,
y la atrajo hacia su pecho.

Estaba sorprendida por la muestra de preocupación y se derritió en su cálido abrazo,


porque eso es lo que era. Sus brazos cautelosamente se envolvieron a su alrededor y su
mano gentilmente acunó la parte posterior de su cabeza. Ella se negó a moverse o respi-
rar, y rezó para que este momento durara para siempre mientras trataba de imprimirlo
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en sus recuerdos. Estaba tan distraída por su aroma, sus fuertes brazos sosteniéndola,
que no lo escuchó susurrándole algo. Trató de levantar su cabeza para oír lo que estaba
diciendo, pero tan pronto como lo hizo, abruptamente la soltó y dio un paso hacia atrás.

Decepcionada por la rapidez con la que la había dejado, ella miró el suelo, aún sin estar
lista para mirar sus magníficos ojos. Sabía lo que vería allí: lástima, no amor. Su cora-
zón dolía por él, y probablemente no era recíproco. A estas alturas, si no lo estaba, ya
debe estar enamorado de Nan. Es decir, ¿quién no la amaría? Es hermosa, graciosa y
extravagante. Mina esperó que los meses de verano y la distancia entre ellos hiciera
que el amor que sentía por él disminuyera, pero verlo una vez más y tenerlo sostenién-
dola en sus brazos hizo que todo se precipitara de vuelta como un maremoto. Aún le
importaba Brody Carmichael y cada parte de ella quería lanzarse a sus brazos y decirle
que nunca la soltara de nuevo. Pero no lo hizo; se mantuvo firme, se aclaró la garganta
y reunió coraje para hacer contacto visual. Lo que vio allí la hizo dudar de su decisión.

Él luchaba. Podía ver su confusión interna, la batalla que estaba siendo peleada dentro
de él. Tenía lágrimas en sus ojos y tragó nerviosamente. Sus manos se apretaron en
puños a sus costados y sus nudillos se pusieron blancos por la tensión. Rápidamente le
dio la espalda y pasó sus manos por su cabello con frustración. Mina estaba muy asus-
tada para acercarse y esperó hasta que se diera la vuelta otra vez.

Cuando finalmente lo hizo, se disculpó:


—Lo siento. Estuve fuera de lugar. —Miró con dolor. Sus ojos suplicaban perdón.

Mina estaba confundida, hasta que recordó que él estaba con Nan. Luego resultó claro,
tenía miedo de lo que su amiga pensaría.

—Está bien, fue sólo un abrazo. No le diré nada a Nan.

Sus palabras parecieron lastimar a Brody aún más, porque cerró sus ojos y sacudió la
cabeza.

—No, no estoy pidiendo perdón por abrazarte. Nunca voy a lamentar eso. Me estoy dis-
culpando por lo que dije.

Los ojos de Mina se ensancharon, y mentalmente comenzó a reprenderse a sí misma


por desconectarse y no escuchar lo que había dicho cuando la abrazó. ¿Qué le había
susurrado? ¿Qué podría haber dicho que lo alteraría tanto? ¿Podía pedirle que lo repi-
tiera, o sonaría tonto? ¿Tal vez estaba diciendo que aún sentía algo por ella? Su mente
inventó cientos de cosas diferentes que él podría haberle confesado. El misterio la esta-
ba matando tanto que quería acurrucarse y morir.

—No te disculpes. Me siento de la misma manera —mintió e instantáneamente lamentó


su elección de palabras.

Parecía confundido y se quedó mirándola como a un extraño. ¡Genial!, pensó ella. Lo


había arruinado todo de nuevo. ¿Por qué no se metía un pie en la boca?

Brody había retrocedido un paso de Mina y ahora miraba los alrededores del cemente-
rio, incómodo. Probablemente acababa de darse cuenta de cuán inapropiada fue su
conversación, teniendo en cuenta su ubicación, y buscaba una rápida escapatoria. Mina
17
sintió lástima por él y decidió aliviar su angustia.

—Así que, supongo que te veré en la escuela. —No era su frase más elocuente, pero fun-
cionaría.

Brody miró a Mina, y movió los pies incómodo. —Sí, nos vemos después. —Se dio vuelta
para irse, pero se detuvo como si hubiera olvidado algo. Metió la mano en su traje y
sacó una rosa algo arrugada. Calor subió por las mejillas de Mina cuando se dio cuenta
que tal vez fue ella quien la había aplastado cuando enterró su rostro en su pecho.

Caminó hasta el ataúd de Charlie y sostuvo la rosa torpemente, como si no se atreviera


a soltar la flor. En cambio, se volvió hacia Mina y le ofreció la rosa. Esa única acción
creó otra ola de lágrimas silenciosas. Había jurado que no podía llorar más, pero Brody
demostraba ser su perdición. Gentilmente, extendió su mano y tomó la patéticamente
destrozada flor, y se rió en voz baja. Charlie se reiría histéricamente si estuviese aquí
para ver el estado de la rosa. En su momento fue un hermoso ejemplar de una rosa, y a
diferencia de las otras que los demás habían traído y dejado en el ataúd de Charlie, ésta
aún tenía sus espinas. Debió haber venido del propio jardín de Brody. Lo cual la hacía
incluso más especial.

—Gracias —susurró.

Él asintió y bajó caminando silenciosamente la colina hasta su auto.


Dos hombres se acercaron y comenzaron a bajar el ataúd. La rosa de Brody seguía en su
mano, y tuvo un momento de egoísmo donde quiso guardarla para siempre, porque era
un regalo de él. Al último minuto, Mina se apresuró hacia adelante para dejar caer la
rosa junto a las otras mientras el ataúd finalmente descendía hasta el fondo.

Unas pocas personas se detuvieron a hablar con Sara y ofrecer sus condolencias, pero
Mina no podía evitar mirar la rosa que había arrojado sobre el ataúd. Por mucho que
hubiera querido quedarse con ella, tenía que empezar a romper los lazos entre ellos.

Pero algo estaba mal. A diferencia de las otras rosas, esta no permanecía quieta. Se mo-
vía adelante y atrás como si fuese soplada por un poderoso viento invisible. Increíble-
mente una ráfaga vino, y la rosa salió disparada de la tumba y voló por el césped. Irrita-
da, Mina persiguió la rosa de Brody, tratando de detenerla y recogerla, pero siguió su
desenfrenado viaje hasta que voló bajo las ramas de un sauce sombreado.

Mina se detuvo, apartó las largas ramas del sauce llorón y pudo ver la rosa descansando
contra la bota negra de Jared. Espera… no era Jared, sino Teague.

Teague se agachó para recoger la rosa y la llevó hasta su nariz para inhalar su aroma. Su
cabello era de un tono marrón más claro que el de Jared, y sus ojos eran de un azul pro-
fundo, mientras que los de Jared eran de un inquietante gris. Ambos tenían mandíbulas
angulares similares y un maravilloso aspecto para caerse muerta. Teague una vez más
vestía de negro, y Mina tuvo ánimo para bromear sobre si iba a un funeral; pero estaba
en uno, así que las palabras murieron en sus labios antes de que incluso las dijera.

En su lugar, lo fulminó con la mirada y extendió su mano, exigiendo la rosa sin decir
una palabra. 18
Los ojos de Teague se ensancharon y la miró de arriba abajo, sin dejar caer ninguna vez
su sonrisa de gato Cheshire.

—Sólo vine a presentar mis condolencias.

—¿Qué condolencias? Tú no me respetas ni respetas a mi familia. Si no, tu especie nun-


ca nos hubiera echado esta maldición.

—Estás equivocada, siempre es sabio respetar a tus enemigos.

—Bueno, yo no te respeto.

—Deberías, Mina. ¿Ves lo que sucede cuando ignoras tu deber, cuando me ignoras? —
Señaló la tumba de Charlie, y su voz se tornó amenazadora—. No me gusta ser ignora-
do, y ahora tienes una distracción menos en tu vida, así puedes enfocar más tiempo en
mí.

Las palabras de Teague confirmaron sus peores temores. Sus acciones lo habían llevado
a arremeter contra su familia y matar a su hermano. Su estómago se contrajo, la bilis
subió por su garganta y cada centímetro de ella estaba enfermo con la culpa que sus
palabras apilaron. Era su culpa y lo sabía. Pero no podía mostrarle cuán débil era, ni lo
mucho que sus palabras la habían afectado. Tenía una persona más para proteger: su
mamá, y no sería negligente de nuevo.
—No eres bienvenido aquí. Así que, por favor, vete. —Mina arrancó la rosa de la mano
de Teague y sintió una punzada en la palma de su mano. Hizo una mueca de dolor pero
se negó a reconocerlo.

Teague tomó su mano, y Mina le permitió abrir su palma para inspeccionar la herida
hecha por la espina. Seguía conmocionada, y todo su cuerpo temblaba de ira. Teague se
inclinó y sopló en el pequeño corte en su palma y éste se sanó. Ella arrebató su mano de
su agarre y retrocedió dos pasos, casi cayendo al suelo. Necesitaba mantener un mejor
control de sí misma. Necesitaba a Jared.

—¿Cómo está mi querido hermano? —preguntó él, como si leyera su mente.

—¿Por qué no se lo preguntas tú mismo?

Sus ojos se oscurecieron.

—No estamos exactamente en buenos términos.

—No tendrá nada que ver con el hecho de que trataste de matarme, ¿verdad?

—Ahora, dulce Mina, nuestra pelea se remonta a mucho antes de que nacieras. Pero no
puedes reprocharme que sólo esté haciendo mi trabajo. Se supone que tengo que man-
darte misiones, y se supone que tú tienes que tratar de detenerme. Es tan simple como
eso. No puedo hacer nada si tenemos un accidente o dos en el proceso. Eso es lo que
hace a las historias tan buenas. —Sonrió con satisfacción—. Eso es lo que las hace popu-
lares. Eso es lo que me hace a mí poderoso. —Estaba tan cerca de ahora que él pasó la
parte trasera de su dedo por su mejilla, y ella retrocedió y lo apartó.

—Veo que sigues tan repugnante como siempre.


19
—Veo que vas a tomar represalias. Sabes, Mina, de todos los Grimm que murieron a
manos de mis fábulas, tú eres mi favorita. ¿Me pregunto por qué es eso? —preguntó,
pareciendo reflexionar sobre la pregunta.

—Tal vez porque elegiste a la chica equivocada con quien meterte.

—No lo creo. Finalmente he encontrado al Grimm perfecto. Creo que serás la más desa-
fiante. Lo cual significa que tu final, el cuento que acabará contigo, nos hará a ambos
famosos.

El labio de Mina tembló, y se armó de valor para no mostrar miedo. Se mantuvo firme y
miró a Teague directo a los ojos.

—Mil palabras dulces no pueden disfrazar el sonido del cascabel de una serpiente a
punto de atacar. No bajaré la guardia nunca más. Y acabaré con esta maldición, hacien-
do lo que sea necesario, o matando a quien se interponga.

El rostro de Teague se enfureció, y sus labios se presionaron en una delgada línea de


ira.

—Entonces prepárate, querida Mina, porque no serás capaz de ignorar el próximo


cuento. Me aseguraré de eso.
Se alejó de ella. Un trueno sacudió la tierra y saltó, girándose con sorpresa. Un segundo
después, una lluvia torrencial lo siguió, empapando a todos en cuestión de minutos.
Mina se giró hacia Teague, pero ya se había ido.

20
Capítulo 4

Traducido por lavi

Corregido por Megan1

Mina regresó corriendo hacia el lugar donde se estaba celebrando el entierro y arrojó
con delicadeza la rosa de Brody sobre las demás. Miró la tumba y sintió como su
corazón se desgarraba de nuevo. Charlie era tan joven, nada de esto era justo: la
maldición, las mudanzas constantes, el no poder llevar una vida normal… todo por
culpa de su apellido.

Ignoró la lluvia torrencial e incluso disfrutó con su frío tacto. La lluvia ocultó sus
lágrimas, sintiendo como si lavara su culpa, su pasado. Se estremeció y se hizo una
promesa a sí misma y a su hermano.

—Te he fallado, Charlie. Fallé en protegerte de la maldición. Lo siento tanto. Pero no


permitiré que se lleve a otro Grimm. La maldición terminará conmigo, te lo prometo.

Mina oyó que su madre la llamaba, alzó la vista y comenzó a correr hacia el vehículo de
los Wong. 21
Era hora de irse… ¿pero irse a dónde? No creía que pudiera seguir viviendo con Terry
por mucho más tiempo. No tenían por qué hacerlo, porque Terry apareció justo en ese
momento con una gran camioneta blanca que llevaba el logotipo de Happy Maids en
uno de sus costados.

—¡Yoo-hoo, Sara! ¡Por aquí, querida! —Terry sacó el brazo por la ventanilla e hizo señas
con la mano, haciendo caso omiso tanto a la lluvia como al funeral que se había
perdido—. Tengo noticias fantásticas, así que recoge tus cosas y súbete.

Sara intercambió unas pocas palabras con los Wong, sacó su bolso de la parte trasera
del automóvil y abrió la puerta del asiento del acompañante de la camioneta de Happy
Maids. Mina hizo lo mismo y abrió la puerta corredera, solamente para ser recibida por
todo un montón de trastos. O por lo menos, toda la pila de cajas donadas que había ido
acumulando Terry en su salón.

—¿Qué está pasando, Terry? ¿Por qué están todas nuestras cosas aquí? —preguntó
Sara, confundida. Era evidente por su expresión que se sentía un poco herida por no
haber sido informada de la mudanza.

—Shhh, no puedo echaros a perder la sorpresa ya. Tú sólo espera. —Terry agitó las
manos en el aire y le señaló a Mina un pequeño asiento con un cinturón de hebilla
gastada. Ella se lo puso y se sintió extraña al mirar las cajas llenas de comida, ropa y
elementos indispensables amontonados en la parte trasera. Era como si una vez más
estuvieran siendo desplazadas a un nuevo y extraño lugar. En secreto se preguntaba si
Terry iba a frenar en alguna curva y lanzar todas las cajas fuera del vehículo.

Mina volvió a mirar por la ventanilla a medida que pasaban frente a la tumba de
Charlie y distinguió una figura solitaria de pie junto a ella, que llevaba sombrero de
copa. Mina estiró el cuello para ver si podía reconocer al hombre, que parecía no
percatarse de la venida del aguacero. El hombre del sombrero de copa daba la
sensación de estar más interesado en ver caer las gotas de agua que de presentar sus
respetos a su hermano.

—Mamá. —Mina señalo hacia la ventanilla, que fue rápidamente empañada por el
calor—. ¿Conoces a ese hombre?

Sara miró en la dirección que indicaba, pero para cuando se giró en su asiento, el
hombre de la lluvia se había ido.

—¿Qué hombre, Mina?

—Olvídalo. Creí haber visto a alguien allí.

Mina se acomodó en el asiento, escuchando la tranquila charla de las mujeres y el


molesto chirrido de los viejos limpiaparabrisas contra el cristal. Aburrida, Mina
comenzó a inspeccionar las cajas con sus pertenencias y se quedó sin aliento cuando vio
una bolsa llena de artículos de baño y el Grimorio tirado de cualquier forma encima de
ellos. Estaba enfadada. ¿Cómo se atrevía esta mujer a tocar sus cosas y tratarlas con
tanta falta de respeto? A Mina ya no le importaba la sorpresa estúpida de Terry. Tocar
las cosas de un adolescente no está bien. Era tabú. Un gigantesco no-no.

Terry se alejó del cementerio y condujo hacia una autopista de peaje. Aquello era
22
surrealista… acababan de enterrar a su hermano, y ahora estaban siendo desalojadas
por su amiga y teniendo que mudarse en el mismo día. Mina comenzaba a preguntarse
si la jefa de su madre tenía algún tornillo suelto. Después de lo que parecieron horas,
pero que probablemente sólo habían sido minutos, abandonaron la carretera y
continuaron por un camino que no le resultaba familiar. Debían estar a las afueras de la
ciudad, porque no reconocía el terreno.

Giraron por una carretera apenas visible, y Mina se preguntó si Terry sabía por dónde
se estaba metiendo. Finalmente, siguieron camino arriba hasta llegar a una sinuosa
colina, y Mina pudo ver una casa en la distancia, una casa muy grande. Terry se detuvo
ante una puerta de hierro forjado, se bajó de la furgoneta y buscó en su cartera la
tarjeta de acceso. Al final encontró la correcta, la deslizó por la caja de seguridad y la
puerta se abrió. Entró de nuevo en el vehículo, conduciendo por el sendero de la
entrada, bordeado de sauces llorones, y paró frente a una gran finca. Era anticuada e
inquietantemente hermosa al mismo tiempo, como si el arquitecto no hubiera podido
decidir cuál sería el diseño de la casa, y los utilizara todos a la vez. O, mejor aún, como
si la casa hubiera estado allí durante siglos, y cada nuevo siglo añadía algo moderno de
la época. Necesitaba bastante trabajo y una nueva capa de pintura. Las persianas
exteriores se habían caído y necesitaban ser recolocadas, los arbustos estaban rodeados
de maleza y a los escalones de la fachada les faltaba una tabla. Un gran invernadero
estaba anexo a la casa, e incluso a esa distancia se podía apreciar que un buen número
de ventanas de cristal estaban hechas añicos y plagadas de follaje.
—Bienvenidas a casa —dijo Terry con entusiasmo mientras aparcaba la camioneta —.
Tuve que hacer un par de llamadas y tirar de algunos hilos, pero es tuya.

—¿El qué? —preguntó Sara.

—¡Pues la casa, por supuesto! Es una de las propiedades con las que mi empresa ha
tenido un contrato… bueno, desde siempre. Ha estado vacía durante la mayor parte de
esos años, los dueños no tienen ninguna intención de venderla y casi nunca vienen por
aquí tampoco. Así que sigue vacía, lo cual no es bueno para una casa. Me puse en
contacto con ellos y les expliqué vuestra situación, que tú eras una de mis empleadas de
mayor confianza y una amiga muy querida, y aceptaron ofreceros la casa a ti y a tu
hija… pero con una condición.

Sara miró hacia la gran casa, llevándose una mano al corazón con miedo y asombro.

—Tendrás que vivir en ella y cuidarla. Puedo recomendarte algún personal de


mantenimiento para ayudarte a arreglarla, y pronto volverá a estar como nueva. —La
cabeza de Terry se balanceaba con entusiasmo—. No me malinterpretes, estoy
encantada de tenerlas a las dos viviendo conmigo, pero es hora de que comencéis de
nuevo. Sobre todo porque Mina tiene que volver a la escuela en un par de días…

Terry continuó poniendo al día a una conmocionada Sara, abrió la puerta principal y las
hizo pasar a un gran vestíbulo. ¿Qué demon…? ¿Una escalera de caracol? La casa
parecía sacada de una película, está bien… una película de terror.

Fuera del vestíbulo había una sala de estar con biblioteca y un muy polvoriento piano
de cola, mientras que a la derecha había un comedor formal. En cada una de las
habitaciones había en las paredes espacios en blanco donde era evidente que allí se
23
colgaron cuadros y que habían sido retirados recientemente, debido a una ligera
decoloración en las paredes, apenas perceptible. Todos eran lugares privilegiados;
encima de la chimenea, del escritorio, de la biblioteca. Cada nuevo lugar vacío
descubierto irritaba a Mina. ¿Los dueños quitaron los cuadros porque creían que los
iban a robar?

Había una cantidad ingente de alas para ser exploradas en el futuro. Siguieron adelante
y entraron en la cocina más grande que habían visto nunca. Era el sueño de todo
cocinero, con múltiples islas y encimeras de granito, pero al fin y al cabo cosas que a
Mina no le importaban. Lo primero que vio fue, por supuesto, el lavavajillas.

—Todo está muy bonito, Terry, pero no me siento demasiado cómoda con este acuerdo.
Ni siquiera conozco a los propietarios. ¿Cómo puedo estar segura de que nos quieren
aquí como inquilinas?

—Tonterías. —Terry le frunció el ceño a Sara. Mina tuvo que contener una sonrisa; no
creía que la gente aún siguiera hablando así hoy en día—. A caballo regalado no se le
mira el diente. Te estoy diciendo que prácticamente he hecho un milagro, y te puedo
asegurar que no habrá otra oferta como esta. Hice esto porque te considero una hija. Y
te lo mereces.

Justo en ese momento un extraño zumbido salió del portero automático de la cocina.
Terry se adelantó y apretó un botón.
—¿Sí, quién es?

—Soy yooo. Trajimos el auto de Sara como pediste. Ahora aprieta el botón y déjanos
entrar. —Era la señora Wong. Terry puso los ojos en blanco antes de presionar el botón.

Mina supuso que las grandes puertas de hierro de la entrada estaban abriéndose. Unos
minutos después los Wong entraron por la puerta principal, cargando consigo las cajas
de la camioneta de Happy Maids.

—Eh, que bonita casa conseguiste, Terry. ¿A cuál de tus ex maridos le sacaste esto? Tal
vez podrías darle mi número. —La pronunciación chapucera de la señora Wong hizo
que su intento de ser graciosa fuera difícil de entender.

El marido de Mei se llevó una mano al corazón en un gesto dramático.

—Oh, Mei, me hieres. Ahora deja de quejarte, y ayudémoslas a instalarse.

Tras un par más de intentos fallidos por parte de Sara para abandonar la casa,
finalmente cedió y ayudó a transportar las últimas cajas al vestíbulo. Los Wong y Terry
mantuvieron una ligera charla, pero era obvio por las orejas bajo los ojos de Sara que
era hora de que se marcharan. Una vez que todos se fueron, la casa quedó
inquietamente vacía.

Sara se quedó mirando con perplejidad una de las desnudas paredes cubiertas de papel
pintado a rayas.

—Esta casa. Hay algo en esta casa. —Alargó la mano para tocar la pared y sacudió la
cabeza en un intento de aclarar los pensamientos de su mente turbada—. Lo siento,
cariño, estoy agotada. Encontremos una habitación, vaciemos las cajas, y ya
24
hablaremos mañana. Ha sido… —Comenzó a sollozar pero se contuvo—, un día largo.

Mina estuvo de acuerdo. ¿Solo hacía del funeral unas pocas horas? La lluvia seguía
cayendo afuera, y de vez en cuando los relámpagos iluminaban el cielo nocturno. El
segundo piso estaba lleno de más giros, alas y cuartos oscuros. Sara encontró una
habitación a su gusto e inmediatamente se dispuso a acomodarse en la cama sin
moverse. Como no quería dejar a su madre sola, sobre todo esta noche, Mina se subió a
la cama grande de matrimonio y se acostó junto a su madre.

Los ojos de Sara estaban cerrados, y Mina pudo ver el brillo de las lágrimas
deslizándose por sus párpados. El largo pelo de su madre se había soltado de su moño,
y un toque de gris se mezclaba con el marrón. ¿Había envejecido esta tragedia a su
madre unos años en tan solo unos días? Mina tomó una respiración profunda y se
estremeció de dolor y tristeza. Deslizó su mano dentro de la de Sara y la apretó
suavemente, consolando a su madre en silencio. La respiración de Sara se volvió
constante, y le devolvió el apretón a su hija. Unos minutos más tarde, las dos estaban
dormidas.
Capítulo 5

Traducido por lavi

Corregido por Megan17

Un ruido sordo despertó a Mina en medio de la noche. Se sentó en la cama y, con


miedo, echó un vistazo a la habitación a oscuras. Nada se movía. La lluvia seguía
cayendo torrencialmente afuera, y el cielo nocturno se iluminó, seguido por el sonido
con retraso de un trueno. El breve destello de luz confirmó que no había nada en la
habitación.

Se volvió para mirar a su madre, que seguía acurrucada en posición fetal y durmiendo
profundamente. Sabía que Sara había estado muy preocupada por conseguir un lugar
dónde vivir, y ahora que había encontrado uno parecía poder dormir durante días.
Mina se recostó de nuevo en la cama y se quedó mirando el techo, luego las paredes. Se
dio la vuelta y trató de dormir sobre su estómago, pero no sirvió de nada, estaba

25
completamente despierta. Su mente seguía intentado hacer recuento de todas las
posibles causas que podrían haber provocado aquel ruido, y su paranoico cerebro de
adolescente no iba a dejarla descansar hasta que descubriera de qué se trataba. Aún
seguía completamente vestida, así que salió de puntillas de la habitación y cerró la
puerta con un suave clic.

El pasillo nunca había parecido tan inquietante como lo hizo aquella noche de tormenta
eléctrica. A Mina no le importaba lo que los dueños dijera o lo que costaría contratar
una empresa de servicios públicos; traería luz a aquella mansión oscura. Palpó a lo
largo de las paredes hasta que encontró un interruptor y lo encendió. Los candelabros
eléctricos de la pared parpadearon hasta encenderse por completo.

Uf, pensó, uno menos, solo quedan un centenar más por comprobar.

Dobló la esquina del ala y una vez más fue recibida por otro pasillo oscuro. Repitió el
proceso y casi estuvo a punto de entrar en pánico al no encontrar el interruptor, ya que
este se encontraba escondido tras las cortinas. Cuando el pasillo se iluminó, dejó de
recorrer la casa. En su lugar, decidió echar un vistazo a todas las habitaciones. ¿Cómo
iba a poder dormir si no sabía lo que se escondía detrás de cada una de esas siniestras
puertas?

Abrió violentamente la primera puerta y retrocedió de un salto hacia el pasillo,


esperando que algo o alguien saliera, como un murciélago. Pero tan solo era otra
habitación vacía. La siguiente puerta reveló lo mismo. La de al lado, un cuarto de baño.
La otra, una sala de juegos, con futbolín y mesa de billar. Se volvía más valiente con
cada puerta que abría y dejó de encender las luces después de que las del pasillo
iluminaran las habitaciones vacías.
La penúltima puerta daba a un trastero, lleno de sillas, mesas, flores artificiales y
jarrones. Una parte de la habitación se encontraba menos desordenada, como si todos
los trastos hubiesen sido apartados del objeto central. Era un caballete, cuya pintura
estaba cubierta con una sábana. Apoyados contra la pared habían pilas de lo que
parecían más pinturas. ¿Eran estos los cuadros que habían sido descolgados del resto
de las habitaciones? Si era así, y fueron retirados por temor a un robo, entonces los
dueños debían ser estúpidos para dejar todas aquellas valiosas pinturas en aquella
habitación. O tal vez se habían olvidado de cerrar la puerta. Fuera como fuese, esto era
lo que había estado buscando… respuestas.

¿Quizás fuera un Monet? ¿O un Picasso? ¿No sería genial ver uno en persona? ¿Pero… y
si los dueños habían guardado todos aquellos cuadros en esa habitación para luego
echarles la culpa a Mina y a su madre de un robo una vez se hubieran mudado?
Encontró multitud de razones por las que los propietarios podrían haber dejado las
pinturas allí… y en todas ellas Mina y su madre acababan en la cárcel.

No había otra opción; iba a tener que mirarlas, y comenzaría con la que se encontraba
cubierta sobre el caballete. Justo cuando estaba a punto de tirar de la sábana, tuvo la
intensa sensación de que estaba siendo observada. Dejó caer la mano para mirar a su
alrededor, y el más simple reflejo de movimiento contra el cristal llamó su atención
hacia la gran ventana enmarcada. Continuaba lloviendo y estaba oscuro, pero le pareció
ver algo en el césped cuando un relámpago cayó.

Con cuidado de no ser vista, se deslizó hacia uno de los lados de la gran ventana y
cortinas, y echó un vistazo. Contuvo la respiración a la espera del siguiente relámpago.
¡Allí estaba, un destello fugaz! Y, efectivamente, había alguien en medio del patio,
mirando hacia la casa. La oscuridad regresó, y empezó a entrar en pánico. ¿Qué había
26
sido eso? ¿Quién era? Permaneció quieta el siguiente minuto a la espera de que los
relámpagos iluminaran de nuevo el patio.

¡Boom! El sonido fue simultáneo al trueno, ¡y allí estaba él! ¡Justo allí! A diez metros de
la ventana, y mirándola directamente a los ojos. ¡Era el hombre del cementerio! Se
había detenido justo delante de lo que parecía un círculo de piedras blancas, y le hacía
señas, a ella.

Mina chilló y cayó de espaldas contras la pintura que había detrás de ella, su miedo hizo
que inconscientemente llamara a Jared.

Un instante después Jared estaba a su lado, sosteniendo y tratando de evitar que la


pintura cayera.

—Torpe, como siempre. Creo que te vendría bien otra de mis lecciones.

—¡Hay alguien… fuera! —dijo con voz ahogada. El miedo la paralizaba, por lo que le
resultaba difícil hablar. Le empujó hacia la ventana para que pudiera verlo por sí
mismo, pero él no lo necesitó.

Jared echó un vistazo a su rostro asustado y salió corriendo por la puerta que daba al
pasillo, dejándola sola en la oscuridad del cuarto. El silencio de aquella casa
fantasmagórica, mezclado con el intruso, eran demasiado para sus nervios. Que se
dispararon. Así que optó por la opción más fácil. Se acurrucó en el suelo contra el sofá y
se abrazó a sí misma, intentado no caerse a pedazos. Minutos después Jared apareció
en la habitación, empapado y sin aliento.

—¿Mina? —La llamó al no verla de inmediato.

—¿Quién era? —preguntó desde su escondite junto al sofá.

Jared la vio y se arrodilló frente a ella, teniendo cuidado de no tocarla.

—No lo sé, pero se ha ido.

Mina se estremeció.

—Pero tú me crees, ¿no?

—Por supuesto que sí. Había alguien allí fuera… podía olerlo. Simplemente no reconocí
el olor.

—¿Quieres decir que era un Hada?

—Definitivamente. Es solo que no sé de qué clase, y eso me preocupa. —Se puso en pie
y se sacudió las rodillas, volviéndose como si fuera a salir por la puerta otra vez.

—Espera, Jared, no me dejes sola. —Se sentía tonta por estar tan asustada, pero esto
era real. Al principio no sabía a qué se enfrentaba ni cómo luchar contra ello, pero
ahora, sabiendo que se trataba de un Hada tenía la información necesaria para
vencerle. Pero necesitaba el Grimorio; necesitaba a Jared.

Se detuvo y se giró hacia ella con gesto irritado. 27


—Vaya, ¿así que no me necesitas durante todo el verano y ahora, de repente, no quieres
que te deje sola? Mira a tu alrededor. No me necesitas mientras tengas todo esto.
Además, quienquiera que estuviera por ahí no pudo atravesar las defensas de la casa, y
dudo mucho que lo haga esta noche o cualquier otra. Llámalo un regalo especial que
viene incluido con la casa.

—Entonces, ¿cómo has podido entrar?

—Tú me llamaste, tonta. A dónde tu vayas, yo voy. A menos que sea al baño de mujeres.
—Él le hizo una mueca—. O dejas el libro en algún lugar que no recuerdas o lo pierdes, y
entonces vienen los problemas, como ya has aprendido.

—Sí, lo recuerdo. —Se mofó—. ¿Pero a qué te referías con eso de que ―no pudo atravesar
las defensas de la casa‖? ¿Qué defensas?

Jared cruzó la habitación y se dejó caer en el sofá cubierto de polvo. Un pequeño puf de
partículas flotaron en el aire antes de desaparecer en torno a él. Inclinó la cabeza hacia
atrás y cerró los ojos, como si se estuviera tomando una siesta, ignorando
deliberadamente la pregunta.

Ella se puso en pie y se abalanzó sobre él, completamente preparada para asestarle un
golpe en el hombro, cuando se dio cuenta de lo cansado que parecía. Sus tormentosos
ojos grises permanecían cerrados en un fingido sueño, y no puedo evitar reparar en su
aspecto. No era obvio al principio, pero si mirabas detenidamente su mandíbula
angular y la forma en que su piel brillaba, estaba bastante claro que él no pertenecía a
este mundo. Era demasiado atractivo. Tenía el pelo un poco largo y parecía que no le
vendría mal un corte, pero aún seguía desordenado y con mucho estilo. Allí, de pie a su
lado, no pudo evitar compararlo con Brody. El príncipe de las Hadas perfectamente
podría haber sido el rompecorazones de la secundaria.

Ella había estado evitando a Jared, porque verlo le recordaba el juramento que había
hecho de matar a su hermano. ¿Cómo iba a decirle que necesitaba ser más fuerte,
trabajar más, porque, oye, quiero matar a tu familia? La verdad era que no podía. No
podía hacer frente a la realidad, y por lo tanto no podía hacer frente a Jared.

¿Qué podía decir? Mina decidió olvidarlo. No había nada que no pudiera decirle
mañana, a la luz del medio día. Se alejaba de él para regresar de nuevo a su habitación
cuando el caballete junto con el marco que casi había derribado captaron su atención.
Le echó un rápido vistazo a Jared y sus ojos aún continuaban cerrados, por lo que
avanzó hacia la solitaria pintura y levantó la mano para tirar de la cubierta.

Él habló sin abrir los ojos.

—Yo no haría eso.

—¿Por qué no, Jared?

—Porque hay algunas cosas que es mejor no descubrir… como el Spam. Cosas
desagradables; que deberían haber permanecido en el misterio. —Se giró sobre uno de
sus costados y le sonrió débilmente.

Mina quiso poner los ojos en blanco, pero él la detuvo con esa atormentada mirada
suya.
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—Lamento no haber estado para ti ese día.

Ella se tensó. No fue culpa de Jared, era suya, pero en secreto quería echarle la culpa de
la muerte de Charlie, por perder la casa. Pero sabía que aquello era solo una mentira.
La culpable era ella. Levantó la vista hacia Jared y negó con la cabeza.

—No, yo podía haberte llamado, y no lo hice. La culpa de que esté muerto es mía… de
nadie más.

Jared parecía incómodo.

—Te estaba ignorando porque tú me habías ignorado. Así que apagué tus emociones a
propósito. No sabía que algo iba mal hasta que caíste. Casi no llegué a tiempo. No supe
lo de Char…lo que había sucedido hasta después de…

—Fuiste tú el que me sacó de allí, ¿verdad?

Él asintió.

—Te llevé hasta el callejón junto a la ambulancia y te dejé allí. Lo siento. Aún estaba
enfadado.

—Debiste quedarte conmigo. No dejarnos a mí y a mi familia solos en la peor noche de


mi vida. Creí que me habías abandonado.

Jared saltó del sofá y se quedó a pocos centímetros de ella, su aliento cálido y dulce en
su rostro.

—Yo nunca te abandonaré. Siempre estaré ahí para encontrarte cuando te hayas
perdido.

Ella cerró los ojos y se apoyó contra él, con cuidado de no tocarle… y de proteger su
corazón.

—Tengo miedo de perderme… Tengo miedo de no ser lo suficientemente fuerte como


para enfrentarme el futuro.

La mandíbula de Jared tembló de emoción.

—Entonces yo te enseñaré. Ha llegado el momento de que encuentres algunas


respuestas. Tira de la sábana —replicó.

—Me acabas de decir que no lo haga.

—Está bien, que tal si… tiras bajo tu propia responsabilidad.

Por una vez realmente no lo quería saber, pero sus ojos la miraban con tanta tristeza
que comenzaba a enfadarse por haber mostrado signos de debilidad. Le dio un fuerte

29
tirón a la sábana, y el caballete estuvo a punto de caerse. Se estabilizó, y Mina se centró
en el retrato. Un hombre de unos treinta años, vestido con un traje marrón y corbata de
lunares, se sentaba en un sofá rojo, frente al artista. Tenía el pelo castaño oscuro y un
bigote bien recortado remarcaba sus bonitos labios. Sus ojos eran cálidos y del mismo
aburrido marrón que el de su cabello. El mismo aburrido marrón que del de Mina.
Estaba contemplando un retrato de su padre.
Capítulo 6

Traducido por lavi

Corregido por Jime02

—¿Quién pintó esto? —Jadeó.

—Una de las Hadas. No recuerdo cuál, pero se parece bastante.

—¿Por qué su pintura está en esta casa? —preguntó Mina, sintiéndose agitada por este
nuevo descubrimiento—. ¿Qué está haciendo aquí, Jared?

—¿No lo has averiguado todavía? Esta casa solía pertenecer a tu padre, sin embargo
nunca vivió aquí. —Ella le miró con una mirada de absoluta confusión en su rostro.

Jared comenzó a reírse de ella.

—Está bien, ahora veo cuán carente tu entrenamiento como Grimm es. Alguien debería
ver eso.

—Sí, ¿por qué no trabajas en eso? —bromeó Mina en respuesta, sintiéndose aliviada al
descubrir que la casa no pertenecía a un asesino en serie. Pero dejaba incluso más
30
preguntas sobre su padre y su muerte. No estaba realmente preparada para profundizar
en ello, así que dejó caer las preguntas que la azotaban.

Jared se limpió las lágrimas y se sentó con la espalda recta.

—Lo siento, no debería reírme de ti… sólo pensé que tú habrías sido más inteligente que
eso.

Mina se sintió insultada y golpeó a Jared juguetonamente en su brazo.

—Lo sería, si tú no fueras un engañoso príncipe testarudo que juega en ambos lados de
los cuentos y obviamente disfruta aterrorizarme.

—Me gusta aterrorizarte. Tu rostro se pone del más lindo de los colores. —Jared le
devolvió el golpe a Mina juguetonamente.

En venganza, ella le empujó un poco más fuerte. Siendo un chico, e impulsado por el
desafío de una lucha libre, Jared gritó en voz alta y se abalanzó sobre Mina,
noqueándola en el sofá. Ella chilló y empezó a golpearlo cuando comenzó a hacerle
cosquillas en sus costados.

—¡Deténte… deténte… NOO! —gritó ella.

Él se reía y continuaba su emboscada. Mina trató desesperadamente, recuperar el


aliento. Le pateó en las piernas y trató de empujarlo, pero todo lo que hizo fue traer su
rostro más cerca del de ella. Los ojos de él se agrandaron cuando también se dio cuenta.
Dejó de hacerle cosquillas, con sus manos en su cadera, se inclinó y le acarició la
mejilla. Mina se congeló inmediatamente y contuvo el aliento.

Jared se detuvo y levantó su cabeza para mirar la puerta.

Un segundo después, la puerta del almacén se abrió y la luz se encendió, iluminando la


habitación. Sorprendida, Mina se levantó de un salto del sofá y algo pesado cayó al
suelo.

Sara estaba de pie en el umbral de la puerta sosteniendo un atizador frente a ella. Su


pecho subía y bajaba por correr. Sus ojos volaron a Mina.

—¿Estás bien? —preguntó Sara—. Te escuché gritar.

Mina miró fijamente al maniquí de plástico en el suelo que hace un momento había
sido Jared. Se sonrojó y sacudió la cabeza.

—Sí, estaba explorando en la oscuridad y me golpeé con esto. Me asustó al comienzo.

Sara miró alrededor, sin estar convencida. Sus ojos escanearon cada centímetro de la
habitación antes de asentir.

—Está bien, entonces. Salgamos de aquí. Parece que hay un montón de cosas que

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pueden romperse. ¿Está bien ese maniquí? No está roto, ¿verdad?

Mina trató de no reírse mientras se ponía de pie y pateaba gentilmente al maniquí.

—¿Esta cosa vieja? Nah, no está roto. Es duro como una roca, ¿ves? —Disfrutó patearlo
con su pie una vez más, un poco más fuerte.

—Qué cosa más extraña para estar en una casa. Casi parece vivo.

Mina no pudo evitarlo, dejó escapar un bufido.

—No, es un maniquí, ¿bien? No tiene corazón ni nada.

Caminó hasta su mamá y la condujo hasta el pasillo.

—¿No vas a levantarlo? —preguntó Sara.

Mina sonrió.

—Nop. Por mí, puede quedarse en el frío suelo toda la noche. Como castigo por
atacarme.

—Está empezando a no gustarme esta casa. Se siente tan… misteriosa.

—Yo creo que es perfecta. Estaba destinada para nosotras.

Con eso, Mina apagó la luz y cerró la puerta.


Capítulo 7

Traducido por Onnanohino Gin & Maia8

Corregido por lavi

―Sabes que no hace falta que vayas hoy. Podría llamar al director y justificar tu
ausencia ―dijo Sara con delicadeza. Normalmente, a esa hora Sara estaría dejando a
Charlie en la escuela y Mina estaría llegando con su bici. Pero como ya no estaban
Charlie ni la bici, era hora de adoptar una nueva costumbre.

Mina se mordió el interior de su mejilla y observó el instituto. Hacía tan sólo dos
semanas, se moría de ganas por volver a clase; ahora lo último que quería era atravesar
las puertas. Y no entendía por qué. Nan estaba allí. Sería la primera vez que hablaría
con Nan en todo el verano, pero Brody también estaría allí, junto con Ever.

Pero tal vez Nan no se enteró acerca de Charlie. Mina había intentado llamarla tan
pronto como Nan volvió de sus vacaciones, pero era muy extraño. La casa en donde
estaban alojadas no tenía teléfono ni televisión. En cuanto atravesara esas puertas, los
ojos de todos los estudiantes estarían en ella y ellos la compadecerían, y lo más
probable era que no lo soportaría y empezaría a llorar.

¿Qué podía hacer? Estaba a punto de decirle a su madre que diese la vuelta y la llevase
32
a casa, cuando sintió que su mochila se calentaba en su regazo. Una sensación de
hormigueo se extendió a lo largo de su pierna, y ella abrió la puerta del auto y salió de
un salto en un tiempo récord.

Esa sensación no era precisamente un misterio para ella; era el Grimorio, lo que quería
decir que era Jared diciéndole que se pusiera en marcha. Efectivamente, cuando había
caminado unos veinte pasos del auto, él apareció a su lado de la nada.

Silenciosamente caminó junto a ella y sólo asintió con la cabeza en un saludo informal.
Mina trató de devolverle la sonrisa, pero fue forzada. Podía sentir las lágrimas brotando
y trató desesperadamente por mantenerlas a raya. Alargó la mano hacia la puerta de
entrada y comenzó a abrirla, pero Jared puso su mano en el cristal, cerrándola
gentilmente. Los estudiantes murmuraron molestos por el atasco que estaban causando
y los esquivaron, utilizando una de las otras puertas. Jared se volvió y la miró con sus
ojos de color gris oscuro llenos de emoción.

―Oye ―dijo, tocándole suavemente el hombro para que ella pudiera mirarlo―. Vas a
salir de esto. Si hoy es demasiado para ti, sólo dilo y te sacaré de aquí. ¿De acuerdo?

Mina dejó caer su cabeza para mirarse los zapatos y le resultó imposible tragar el nudo
formándose en su garganta.

―¿Me lo prometes?
―Lo prometo. Sólo di mi nombre, y te llevaré lejos.

Mina asintió y ajustó su mochila sobre su hombro. Ahora se sentía como si alguien la
hubiera cargado con ladrillos. Jared abrió la puerta y le indicó que entrara primero.

La escuela olía igual, una mezcla extraña de libros, pintura y zapatillas de deporte. El
aire acondicionado la golpeó tan pronto como entró, y ella retrocedió ante los recuerdos
y la culpa que la asaltaron. Jared le tocó suavemente el codo y la empujó hacia adelante.
Ella metió la mano en su chaqueta verde y sacó un horario de clases arrugado que decía
«Grime, Wilhelmina—Junior. Clase A». No sabía dónde se encontraba su primera clase.
Tenía los ojos llenos de lágrimas. Ni siquiera sabía si Nan estaba en alguna de sus
clases. Ella era un desastre.

Una linda chica con falda plisada, botas negras y una camisa de calaveras apareció
junto a ellos y se pegó al brazo de Jared. Su corto cabello negro tenía una nueva franja
púrpura, dándole un toque rebelde.

Ella comenzó a charlar sin parar y Mina pudo sentir la suave brisa creada a partir de
sus alas invisibles. Ever era un Hada, como Jared. Una duendecilla, para ser exactos,
que tenía el mayor flechazo por el príncipe desterrado.

―Oh, ¿has visto a quién tengo en Historia? ¡Aburrido! Y Física avanzada. ¡Ay! Creo que
estoy condenada a ser una estudiante para siempre. Nunca voy a pasar esas clases.
―Siguió charlando hasta que se dio cuenta de que había alguien a la izquierda de

33
Jared. Cuando vio a Mina, se detuvo el tiempo suficiente para decir:

—Hey, Gimp.

Y entonces volvió a su universo egocéntrico, pidiéndole a Jared que salieran después de


la escuela.

Mina no debería haber estado sorprendida por la reacción de Ever. Los duendecillos
tendían a tener poca capacidad de atención. Pero Jared detuvo la charla superficial de
Ever. Tiró de su brazo y le echó una mirada fea para que se quedara callada. Ella captó
la señal y de inmediato dejó de hablar, y desaceleró para caminar unos centímetros por
detrás de ellos. Jared acompañó a Mina a su clase principal se detuvo frente a la puerta.

―Aquí estás, sana y salva ―dijo a la ligera―. No te preocupes, si consigues superar el


primer día, mañana te será mucho más fácil. Te veré en cuarenta y cinco minutos,
vendré para asegurarme de que no te pierdas en el camino hacia tu segunda clase. Aquí,
dame tu mochila, la pondré en tu taquilla.

―Espera, ¿cómo sabes dónde está mi taquilla?, y ¿cómo sabes la combinación para
abrirla?

Jared sonrió enigmáticamente y por primera vez desde el incendio sintió algo más que
no fuese tristeza. Su mente regresó a su encuentro en la habitación de almacenamiento
y sus mejillas se sonrojaron. Era como si su corazón congelado se hubiese comenzado a
descongelar sólo un poco gracias a su sonrisa.

―Ah, eso es algo que yo sé y que tú no lo averiguarás. —Jared abrió su mochila, sacó un
cuaderno de espiral y una pluma, y se los entregó a Mina antes de girarse y salir.
Mina casi dejó caer el cuaderno y tuvo que maniobrar rápidamente para agarrarlo. En
lugar de sentarse cerca de la parte delantera de la sala, se dirigió a la esquina más
alejada de la habitación y se sentó en la última fila. Ever estaba en el mismo salón
principal2 que Mina y al entrar la miró con desdén y se sentó unas cuantas filas más
adelante. Era obvio que estaba molesta por cómo la había tratado Jared, y había
decidido tomarla con Mina.

Los estudiantes comenzaron a sentarse y Mina miró fijamente el cuaderno de espiral,


prefiriendo no hacer contacto visual con nadie. Después de unos minutos mirando
fijamente el cuaderno, se dio cuenta de algo extraño en él. Era el Grimorio, pero esta
vez tenía forma de cuaderno y no la del libro pequeño forrado en cuero que había visto
antes. Jared debió haber cambiado su forma mientras estaba en la mochila a propósito,
y luego se lo entregó. Ella ni siquiera sabía que eso era posible, pero entonces recordó,
estúpidamente, lo estrechamente conectados que estaban.

Abrió el cuaderno y observó detenidamente a todos sus presos, porque eso era el libro,
un tipo de cárcel. Lo más extraño de todo era la forma en que todo esto comenzó. Los
antepasados de Mina, Jacob y Wilhelm Grimm, habían encontrado un camino hacia el
plano sobrenatural y exigido que las puertas entre los mundos se cerraran. Las Hadas
estuvieron de acuerdo, pero sólo si los hermanos completaban una lista de misiones,
que sería registrado en un poderoso libro que residía en el mundo sobrenatural. Por
desgracia, los Hermanos Grimm habían sido engañados por las Hadas. No había fin a
las misiones, porque si uno de los Grimm moría, la responsabilidad pasaba al siguiente

34
en la línea de sucesión. Y todas las misiones debían volver a completarse. Mina se había
dado cuenta de que no tenía nada que ver con las misiones y todo que ver con ser
manipulado por la Historia. La Historia quería que los hermanos Grimm atraparan a
los incontrolables monstruos hambrientos de poder que vivían en el plano humano.

Pero en algún momento a lo largo de la línea, una bruja o criatura poderosa dividió el
libro en dos y atrapó a los dos hermanos de la familia real del mundo de las Hadas,
Teague y Jared, como siervos de estos libros, uno en el plano humano para ayudar a los
Hermanos Grimm, mientras que el otro residía en el plano sobrenatural. Mina todavía
tenía que averiguar qué era lo que los hermanos habían hecho para merecer esa suerte,
pero Jared se negaba a hablar de ello. Se limitaba a decir que había sido desterrado de
su casa y debía vivir como un siervo de los Hermanos Grimm. Así fue como Mina
descubrió que Teague también estaba relacionado con ella de alguna manera.

Acarició las páginas y trazó los contornos borrosos de las imágenes dibujadas en el
papel. Había un dibujo muy real de la bruja Claire y el lobo Cola Gris, los tres jugadores
de fútbol de los Osos de Chicago y otros. Su mano empezó a temblar cuando vio los
rostros asustados de los inocentes atrapados dentro. Había una Parca, un asesino que
perseguía a los Grimm, que había conseguido hacerse con el Grimorio y lo había usado
para atrapar criaturas inocentes entre sus páginas. Allí estaba su maestra, la Sra.
Porter, un trabajador de UPS, una chica joven. Rápidamente, pasó las páginas y vio a
Diedre y a la Parca encerrados en un abrazo mortal, congelados en la página. Giró una
página más y sintió como si le estuvieran arrancando el corazón. Había una imagen de
Brody besando a Nan, en el fondo estaba el hospital en llamas. Era el cuento de

2Salón principal: Home room en inglés, clase en la que el profesor guía toma asistencia y hace
anuncios. Salón hogar en Puerto Rico; tutoría, sala de asesoría.
Blancanieves y la Bella Durmiente, todo en uno, completo con el dragón de fuego y el
hospital de cristal.

No podía apartar la mirada de la imagen. ¿Por qué Jared le había dado esto? Ya era
bastante difícil para ella aceptar su responsabilidad respecto al hecho de no haber
completado ningún cuento en los últimos dos meses y la muerte de su hermano en el
incendio. No estaba segura de lo que le pasaría si perdía a su madre.

Estaba a punto de cerrar el cuaderno cuando una sombra cayó sobre la página. Mina
cubrió rápidamente el dibujo con sus brazos y miró a la cara sonriente de… Brody.

―Eh, Mina, parece que estamos en el mismo salón.

Por favor, pensó Mina, que esa sea su única pregunta. Por mucho que quería hablar
con Brody, abrazarlo, besarlo, decirle lo que sentía por él y explicarle que el beso al final
del año pasado, ella no podía. No sin desmoronarse y llorar como un bebé.

El maestro, el Sr. Ames, comenzó repasando los anuncios de la mañana, las actividades
del club, y las pruebas para entrar en los equipos deportivos. Brody se sentó en la mesa
justo en frente de ella y no se dio vuelta para seguir con la conversación. Nan nunca
entró por la puerta, lo cual probablemente significaba que estaba en otra clase, ya que
este año habían organizado a los estudiantes por orden alfabético. Y Taylor estaba al
final. Por suerte para Mina, tenía la clase más relajada del día con Brody, pero por
desgracia para ella, se había sentado en el asiento más alejado de la puerta.

Cuando el profesor terminó de hacer los anuncios, tuvieron tiempo libre, ya que era el
primer día de escuela y no había ninguna tarea o exámenes para estudiar. Pero el Sr.
Ames fue hacia el fondo de la sala, hasta el escritorio de Mina.
35
Se arrodilló para mirarla a los ojos y respiró hondo.

―Nos enteramos del incendio y la muerte de tu hermano. Los profesores y yo sabemos


que este es un momento difícil para ti. Si necesitas algo, por favor, dínoslo y habla con
nosotros o con el consejero de la escuela.

Había estado tratando de hablar en voz baja, pero era obvio por la rigidez de los
hombros de Brody y por la audible inspiración de aire frente a ella que él había
escuchado a su maestro. Bueno, esa era una conversación incómoda menos que tendría
que tener.

Brody se volvió y susurró en voz baja al Sr. Ames:

―Si la escuela y los profesores querían apoyar a Mina y a su familia, ¿por qué ninguno
de ustedes asistió al funeral? ―La pregunta había tomado por sorpresa el maestro, y
Mina mentalmente ovacionó a Brody. Cuando el Sr. Ames volvió al frente de la sala,
Brody se dio la vuelta, con lástima en los ojos―. Eso no fue sincero. Tendrían que
haber estado allí para mostrar su apoyo. Yo debería haberme quedado más tiempo.

Mina sintió como si la estuviesen apuñalando en el corazón repetidamente con un


cuchillo.

―¿Por qué? No eres responsable de mí. No eres mi novio.


Se dio cuenta que sus palabras le lastimaron un poco, porque las mejillas de Brody
enrojecieron y sus ojos se fijaron en sus labios. Ella sabía que él estaba recordando el
beso que compartieron en el hospital. No se podía negar la atracción... o el hecho de
que una hora más tarde estaba besando a su mejor amiga.

Mina contuvo el aliento cuando vio donde quedaron sus ojos. Ella también comenzó a
recordar su beso, pero recordó uno diferente, su primer beso en el escenario de la
escuela; un beso que él nunca recordaría. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y sus
pulmones gritaron por aire ante la intensidad que estaba aumentando en un crescendo.

Él extendió la mano y tocó la parte superior de la suya, y Mina saltó en su asiento,


haciendo que su cuaderno cayera de la mesa al suelo. Él movió su mano de la de ella y
se agachó para recoger su cuaderno. Sintió una pérdida en cuanto movió su mano, y no
la puso de nuevo cuando le entregó el cuaderno.

—Bueno, pensé que al menos estábamos lo suficientemente cerca... —comenzó.

—No, Brody... no lo estamos. Nunca vamos a estar cerca, porque mi mejor amiga
significa el mundo para mí. —Su énfasis en la palabra «amiga» no le dejaba espacio
para discutir.

El hechizo se había roto definitivamente, y necesitaba poner su corazón bajo control.


Este ya no era su novio.

—¿Sabe Nan que nosotros...? —Brody hizo un gesto entre los dos, en referencia a su
beso.

—¿Esa noche en el hospital? De ninguna manera... No si puedo evitarlo. No vas a


decirle, tampoco... ¿no? —Le dirigió una mirada suplicante.
36
—Uh, no —dijo rápidamente. Parecía tenso, como si estuviera molesto porque no le
había dicho a Nan.

Le tomó a Mina hasta la última gota de fuerza de voluntad no plantar su cara en la


mesa. Eso no era exactamente lo que esperaba, y ahora estaba muriendo para que
sonara el timbre.

Gracias a Dios, él se dio vuelta y empezó a hablar con uno de sus amigos de waterpolo.
Cuando la campana sonó, se puso de pie y salió por la puerta. Se sorprendió al ver que
Jared estaba esperándola, y puso su mano en la parte baja de su espalda para guiarla
hacia el costado de la puerta.

—¿Cómo te fue? ¿Crees que puedes sobrevivir cinco horas más? —preguntó en voz baja.

Brody salió por la puerta detrás de Mina y vio las manos de Jared sobre ella. Frunció el
ceño.

Un chillido se oyó al final del pasillo, seguido por el golpeteo de pies que corrían. Mina
fue bombardeada por cabello rubio, perfume de fresa, y la lloriqueante forma de Nan
Taylor, quien se sujetó a su cuello. El largo cabello rubio de Nan estaba en una cola de
caballo lateral, y llevaba una camisa verde azulada de encaje, pantalones cortos de
mezclilla y chorrocientos brazaletes coloridos en sus muñecas. Su nariz y ojos estaban
rojos de tanto llorar.

—Yo-yo-yo no lo puedo creer. No puede haberse ido. —Comenzó a llorar en voz alta y
fuerte, y Brody lucía incómodo e inseguro sobre cómo consolar a su novia, ya que
estaba envuelta alrededor del cuello de Mina.

Nadie entendía a Charlie como Nan. Los dos eran los mejores amigos y tenían una
relación dinámica hermano-hermana, burlas e insultos incluidos, que Mina envidiaba.
Nan era hija única y trataba a Charlie como a su propio hermano. Mina se estaba
sintiendo muy culpable por no encontrar una manera de comunicarse con Nan cuando
estaba en Nueva York en el campamento de teatro.

Mina sintió las lágrimas formándose en sus ojos, pero las detuvo y consoló a Nan. Los
estudiantes se detuvieron a mirar, y no pocos hicieron comentarios groseros, pero las
miradas severas de Jared y Brody los mantuvieron a raya, dando tiempo a que las
chicas se calmaran.

Algunas chicas no tomaron la indirecta. Savannah White y Priscilla Rose se detuvieron


y pusieron los ojos en blanco. Savannah solía salir con Brody a principios del año
pasado, y ahora tenía que ir en contra de cualquier persona que se interpusiera entre
ella y él. Se veía fenomenal en su falda de diseño, camiseta de encaje y zapatos
enjoyados. Su cabello rubio platino estaba recogido en su típica cola de caballo alta, y
sus labios tenían tanto brillo que casi podías ver tu reflejo en ellos. Pri llevaba una
versión similar pero moderada del traje de Savannah.

—He oído en las noticias que el Retardado murió y tu casa se incendió. Apuesto a que
estás secretamente aliviada de no tener que vivir con él nunca más en ese basurero. 37
Todo el alboroto en el pasillo se detuvo de inmediato, como si sus palabras hubieran
sido pronunciadas por el intercomunicador. Llegó a estar tan silencioso que se pudo oír
las tensas inspiraciones de Mina y Nan. Mina no era propensa a la violencia y estaba a
punto de pensar en algo que contestar a Savannah, pero no tuvo la oportunidad de
hacerlo, porque Nan Taylor, la alegre, feliz y despreocupada Nan Taylor, cerró su puño
y golpeó a Savannah en la cara.

Savannah no estaba preparada, y cayó al suelo. Nan se puso sobre su rostro


conmocionado y gritó:

—Él no era de ninguna manera discapacitado o diferente. Él era el más especial, más
genial, y más inteligente chico que nunca existió. Y el mundo es un lugar mucho más
triste porque él no está aquí. ¡Y nunca, NUNCA, lo insultes de nuevo! —Nan se sacudió
con enojo.

El pasillo estaba lleno de estudiantes y profesores, y uno por uno comenzaron a


aplaudir. Los aplausos se hicieron más fuertes, y las manos de Nan fueron a su boca con
sorpresa. Vio lo que había hecho, y su rostro se puso rojo.

Se volvió y echó sus brazos alrededor de Mina, y habló rápidamente:

—Lo siento. Lo siento mucho. Estuvo mal de mi parte. Probablemente me voy a meter
en muchos problemas por esto, pero valió la pena. Nadie insulta a nuestro Charlie. —Se
separó y caminó hacia la oficina del director, con la cabeza en alto. Savannah, durante
la conmoción, comenzó a gritar y sollozar, y lloriqueó sobre Nan siendo una «matona,
mocosa y celosa de su belleza».

El Sr. Ames estaba tratando de ocultar la sonrisa en su cara mientras ayudaba a


Savannah y la llevaba a la oficina del director detrás de Nan. La segunda campana sonó,
y nadie se dirigió a la siguiente clase. Todos estaban justo donde se habían detenido,
hablando y enviando mensajes de texto sobre el altercado.

Fue la Sra. Colbert, con su pelo corto y gafas azules con punta de ala, quien se llevó los
dedos a la boca y silbó en voz alta, haciendo que los más cercanos a ella se cubrieran los
oídos.

—Basta de parloteo. ¡Vayan a clase, o todos tendrán un castigo! —gritó en voz alta.

Brody despegó rumbo a su siguiente clase. Jared pareció un poco temeroso al ver a la
Sra. Colbert, y se escondió detrás de un grupo de estudiantes y desapareció. Mina se
quedó sola y de mal humor, pero fue capaz de llegar a su próxima clase. Actuó como un
zombi durante todo el tiempo y estuvo bastante segura de que el profesor le llamó la
atención un par de veces, pero fue inútil hasta la hora del almuerzo. Jared se reunió con
ella después del cuarto período e hizo cola para pagar el almuerzo con ella. Cuando
Mina fue a recoger su bandeja de pizza, zanahorias cortadas, y leche con chocolate,
Jared la tomó y la llevó fuera de la cafetería hacia el pasillo.

—¡Hey! —gritó, mientras trataba de seguir el ritmo de sus piernas más largas. Él no se

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detuvo, pero giró y se dirigió hacia una puerta lateral que daba al exterior. Encontrando
un lugar cómodo debajo de un árbol, finalmente colocó la bandeja en el suelo y esperó a
que se sentara.

Ella debería haber estado enojada por sus acciones, pero después de ver la escasez de
alumnos, y la sombra tranquila y calma que el árbol proporcionaba, en realidad se
sintió agradecida. Aún hacía mucho calor afuera, pero podía soportarlo a cambio de
soledad. O casi soledad.

Mina tomó un bocado de su pizza, que sabía a papel cubierto de queso. Se forzó a
tragarlo y luego rompió sus palitos de zanahoria en trozos minúsculos.

—¿Qué te hicieron esas zanahorias? —bromeó Jared.

—Charlie odiaba las zanahorias, así que él solía hacer esto para que pareciera que las
había comido, o las hacía lo suficientemente pequeñas como para ocultarlas bajo el
puré de papas.

—Chico inteligente.

—Sí, lo es... o lo era. —Un silencio incómodo se levantó entre ellos, y parecía que algo
preocupaba a Jared.

—Mira, Mina, no puedes dejar que su muerte te afecte de esta manera. Necesitas seguir
adelante. Prepararte para cualquier locura que el destino envíe en tu camino.

—Lo sé. Es que ya no estoy segura de que tenga el corazón para ello.

Las mejillas de Jared se tensaron de ira.


—Sé que perdiste a tu hermano, pero no te puedes dar por vencida tan fácilmente.

—¿Por qué si quiera te importa?

—¡Me importa! Estaba seguro que ya que habías descubierto el vínculo entre el
Grimorio y yo, por lo menos me convocarías o hablarías conmigo. Pero me ignoraste
todo el verano. ¡Estaba enojado contigo!

—Y yo estaba confundida y herida. Había perdido a mi novio... otra vez.

—Supera al humano. Es obvio que ustedes dos no están destinados a estar juntos.

—Bueno, tal vez podríamos tener una oportunidad si las Hadas dejaran de interferir en
mi vida.

—Sólo le ahorramos la molestia de romper contigo después de que se diera cuenta de lo


cerca que estuvo de tener que cargar contigo y tu equipaje emocional. —Jared se
enfureció.

—Yo no tengo un equipaje emocional —susurró Mina, atragantándose con el dolor que
sus palabras causaron.

—Sí, lo tienes. Tienes suficiente carga emocional como para abrir tu propia línea aérea.
—Empezó a enumerar con sus dedos—. Veamos: problemas de abandono, baja
autoestima, problemas de celos... y eres obsesiva.

Mina se quedó atónita y sorprendida por su evaluación de ella. Si tenía razón o no, no
importaba. Lo que importaba era el hecho de que estaba hablando mal de ella. 39
—No tengo que aceptar esto de ti. Tal vez todo este tiempo estaba en lo cierto al no
hablar contigo. Es obvio que no tienes compasión ni comprensión de los sentimientos
de un ser humano. Los cuales son completamente normales para una adolescente que
tiene que cargar injustamente con una maldición que ha destruido a toda su familia.
Perdóname si tengo la estabilidad emocional de una montaña rusa en este momento,
pero eso es mejor que tú, quien tiene la madurez emocional de una roca.

Apretó el cartón de leche con chocolate con tanta fuerza que una fuente de chocolate
salió por la parte superior cayendo por su mano hacia sus pantalones vaqueros. Los
ojos de Mina se abrieron de la sorpresa, y dejó caer la caja en el regazo de Jared. Él se
levantó más rápido que un rayo y comenzó a bailar.

Mina miró el rostro sorprendido de Jared y su regazo sucio, y se echó a reír, sin poder
parar. Se echó a reír con tanta fuerza que soltó un bufido, y luego rio un poco más a
causa de ello. Jared la miró extrañado y comenzó a reírse también. Se arrodilló con las
servilletas y le secó los pantalones vaqueros de la manera más torpe. Mina apartó sus
manos de un manotazo y le quitó las servilletas. No importaba; una vez más tendría
otro incidente embarazoso de leche con chocolate para escribir en su cuaderno de
Incumplimientos y Desastres Épicos, si todavía lo tenía. Tal vez tenía que empezar uno
nuevo.

—Lo siento —murmuró él, sin mirarle a los ojos.

—Yo soy la que derramó la leche sobre ti. Soy yo la que debería disculparse. —Todavía
no podía recuperar el aliento.

Jared se había serenado bastante rápido.

—No, sabes lo que quiero decir. Realmente no me refería a ninguna de esas cosas.

—Entonces, ¿por qué las dirías?

—Te estabas enterrando tanto en tu miseria que te estabas volviendo insensible a tus
alrededores, lo cual te deja vulnerable a un ataque. Estaba tratando de sacarte, y estaba
apuntando a que sintieras una emoción diferente. Me imaginé que la ira habría sido la
más fácil de conseguir que sintieras, pero ignoré por completo la alegría. Olvidé lo fácil
que es hacer que los humanos se rían. —Se puso de pie; una gran mancha de chocolate
corría por sus pantalones. Su rostro seguía cambiando de repugnancia absoluta ante la
leche en su ropa al remordimiento por hacerle daño.

Mina no pudo evitarlo, se echó a reír de nuevo. A pesar de que su razonamiento detrás
de ser grosero con ella era terrible, la risa le ayudó el resto del día. Incluso fue capaz de
levantar la mano en clase y responder dos preguntas. No se lo creía, pero el intento de
Jared de preocuparse pretendiendo que no lo hacía... funcionaba

Incluso Sara notó un ligero cambio en ella cuando la recogió de la escuela.

—¿Has tenido un buen día, cariño? —preguntó mientras fruncía el ceño ante la mancha
marrón en los pantalones de Mina.

—No, fue horrible. El peor primer día de clases de la historia —respondió Mina con una
enorme sonrisa en su rostro. 40
Capítulo 8

Traducido por Maia8 & mica :)

Corregido por lavi

Nan fue suspendida de la escuela por una semana. Lo que dejaba a Mina
completamente indefensa contra el constante robo de papas fritas de Ever. La
duendecilla tenía algo muy serio con las patatas fritas. Pero también la ponía justo
entre Brody y Jared.

El período de almuerzo era doloroso e incómodo. Cada vez que Brody trataba de hacer
una pregunta a Mina, Jared se metía y cambiaba el tema de nuevo a Nan. Ever,
frustrada por la falta de atención de Jared, volvía a tirar la comida al aire y la atrapaba
con su boca. No fue sino hasta que Ever casi se atragantó con una de las papas fritas
que los chicos calmaron su disputa y se volvieron a ayudar a la chica para que no se
asfixiara hasta la muerte.

Por una vez en su vida, Mina estaba agradecida por la interferencia de la duendecilla.
Ahora, si sólo pudiera interferir y encontrar una manera de que Mina se saltara la clase
de educación física de los martes y jueves…

Mina estaba aterrorizada por la clase de gimnasia, y se esforzaba en mantenerse fuera


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del camino de los estudiantes más atléticos. También odiaba gimnasia porque se veía
obligada a cambiarse a estúpidos pantalones cortos de gimnasia, y siempre creyó que
sus piernas eran demasiado flacas, como las de un pollo o pato. Las otras chicas
llevaban su ropa de gimnasia como si salieran directamente de la pasarela. La ropa de
gimnasia de Mina, sin importar cómo la doblaba, siempre lucía como recién salida de
un cesto. Esperaba que hoy fuera un día de correr en vez de algo como béisbol o
baloncesto. Realmente le gustaba correr la milla en la pista de la escuela. Había menos
probabilidades de lesionarse a ella u otros.

Pero hoy no iba a su manera. No era un día de atletismo. Era peor. Estaban jugando a
fútbol de bandera 3 . Solía aterrorizarle el fútbol y tener a los chicos más agresivos
corriendo directo hacia ella, intentando coger sus banderas.

Algunas veces el año pasado fue arrollada en el proceso, y una vez incluso se arrancó su
propia bandera y la tiró al suelo delante de TJ cuando estaba a punto de taclearle. Eso
la hizo una compañera de equipo muy impopular. Así que su objetivo para este año era
permanecer fuera del camino.

Mina llegaba tarde porque de alguna manera los cordones de sus zapatos estaban

3Fútbol de bandera: flag football, modalidad de fútbol americano o canadiense que se juega
sin placajes. En vez de tirar al suelo al jugador contrario para detener una jugada (down), el
equipo defensor debe retirar uno de los dos banderines (flags) que cuelgan de un cinturón usado
por quien lleva el balón
anudados horriblemente. Tiró sus zapatos sobre su hombro y salió corriendo al campo
en calcetines. Una vez allí, se dejó caer en el suelo detrás de las chicas y trató
desesperadamente de desenredar los nudos de los cordones para ponerse sus zapatos.
Los capitanes de los equipos fueron elegidos, pero ella ni siquiera se dio cuenta.

Brevemente se detuvo y trató de conseguir un recuento para ver si habría demasiados


jugadores y podría sentarse. O mejor aún, la próxima vez debería tratar de conseguir
una nota del médico que dijera: «Mina Grime no puede participar en ningún deporte
debido al peligro para la salud de otros estudiantes». Los equipos comenzaron su
reclutamiento; Mina sabía que su nombre no sería llamado pronto, así que continuó
atacando a sus cordones. Estaba equivocada.

—¡Mina!

No era difícil pasar por alto la voz dorada llamándola por su nombre sobre la multitud
de estudiantes, alta y clara, y ella se quedó inmóvil en su lugar sobre el césped. Al ver
que no se presentaba de inmediato, la llamó por segunda vez. Mina atacó sus nudos con
venganza y finalmente metió su pie en el último zapato. Las chicas a su alrededor se
abrieron, y todo el mundo vio su lucha por ponerse de pie del suelo y limpiarse con
furia la hierba que se aferraba a la parte de atrás de sus pantalones cortos. Ella respiró
hondo, cuidadosamente escondió su cola de caballo por encima del hombro, y se dirigió
hacia la voz que la había llamado por su nombre.

Su cara se puso roja de nuevo cuando se acercó a Brody. Él sonrió ampliamente; ella le
frunció el ceño y tomó su lugar en su equipo. Ella podía ver las miradas que estaba
recibiendo de la mitad de las chicas y las miradas incrédulas de todos los chicos.

¿Qué estaba haciendo el chico más popular de la escuela, eligiendo a la chica más lenta
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para estar en su equipo? Una vez más, los rumores siguieron, y pudo distinguir algunos
mezquinos insultos. Pero no le importaba. Levantó la barbilla con orgullo y se juró que
iba a esforzarse, y no defraudar a Brody. Siempre que no tuviera la pelota, intentaría
fingir que sabía lo que estaba haciendo.

El reclutamiento del infame fútbol de bandera continuó con el resto de los chicos
siendo elegidos, seguido por las chicas. Mina vio como Tiffany fue colocada en el equipo
rojo, seguida por Priscilla Rose en el equipo amarillo. Una a una las chicas se fueron
dividiendo. Con los ojos abiertos por la incredulidad, Mina estuvo asombrada de que
Brody evitara deliberadamente elegir a Savannah White para su equipo. Como el
destino matemático quiso, ella terminó en el equipo contrario como la última chica de
pie, un lugar que usualmente era reservado para Mina.

Fue un momento incómodo, pero no por mucho tiempo, cuando Savannah le lanzó a
Mina su famosa mirada de odio, lo que significaba quédate fuera de mi camino. Tras el
saque inicial, el equipo amarillo recibió el balón y llegó a la línea de cuarenta y cinco
yardas antes de perder una bandera. Cuando se alinearon para el segundo intento,
Savannah se colocó enfrente de Mina.

No pudo evitar compararse con la extremadamente en forma animadora y supo que


Savannah iba a avergonzarla. Esto sólo alimentó el fuego de Mina, ella iba a acabar con
Savannah y no humillarse en el proceso. Bueno, bastante fácil, siempre y cuando Brody
no le pasara el balón.
Pero eso no fue lo que hizo el caliente, dulce, sensible chico. Él agregó leña al fuego al
colocar el balón en las manos de Mina.

—¿Estás loco? —dijo entre dientes.

—¡Corre! —Se rio y le dio una palmada en la espalda.

Mina se quedó mirando el balón en sus manos y alzó la vista a la cara de Savannah, que
se volvió francamente fea mientras corría directamente hacia la cintura de Mina y se
alejaba con las dos banderas amarillas a sólo segundos en el juego.

Mina humillada, tuvo que ir a recuperar las banderas del lugar en que Savannah
vilmente las arrojó a tierra. Las unió y decidió que esto iba a parar aquí y ahora. La
intimidación, los insultos. No podía permitir que Nan peleara sus batallas de la escuela
por ella. Era una Grimm, ¿no? Había luchado con osos, dragones, Parcas, ¿pero no
podía manejar a una sola chica maliciosa?

Mina apretó los dientes, clavó los talones en el suelo, y llegó a lo más profundo de sí
misma, a un lugar oculto que ella no sabía que existía. Estaba recién aprendiendo las
capacidades que llegaban a todos los Grimm cuando repetidamente se sumergían en el
poder de las Hadas.

Sus pies comenzaron a sentir un hormigueo, como si se hubieran quedado dormidos, y


sus manos se calentaron. Podría haber jurado que podía oír mejor. Su respiración se
aceleró mientras sus músculos se flexionaban y una sonrisa maniática se formaba en su
rostro. ¿Es esto lo que se siente al tocar activamente el poder de las Hadas?

Savannah frunció el ceño cuando vio la mirada de confianza en el rostro de Mina, y


cuando comenzó el tercer juego, seguía allí de pie, confundida, cuando Mina voló a su
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alrededor. Como el viento, giró, se torció, y esquivó a Savannah, y se echó a correr hacia
la zona de anotación y hacia Brody. Él estaba corriendo, y ella mantuvo su ritmo.
Alguien en el equipo rojo lo alcanzó, y ella lo escudó. Se sentía bien proteger al chico
que le gustaba.

Ni siquiera estaba sin aliento mientras yarda a yarda corría incluso al ritmo de Brody e
interfirió nuevamente cuando otro jugador llegó para robar su bandera.

No sucederá, pensó, y rápidamente se dio la vuelta, se echó a correr hacia atrás y


desaceleró para interponerse en su camino.

—¡Muévete!

—¡Oblígame! —gritó ella en respuesta, sonriendo de oreja a oreja. Pudo oír el grito de
su equipo mientras Brody cruzaba la zona de anotación. Nadie más estaba siquiera
cerca de ellos.

Brody regresó corriendo y le chocó los cinco.

—Buena defensa. No sabía que fueras tan rápida.

—Yo tampoco —sonrió, sintiéndose gloriosa.

Hubo otros que notaron la nueva confianza de Mina. El entrenador incluso trató de
convencerla para que se uniera al equipo. Los chicos comenzaron a prestarle atención,
no por su aspecto, sino por su habilidad, lo que la convertía en uno de ellos. A Brody no
le gustaba la atención que estaba recibiendo, y era obvio. Continuó manteniéndola
cerca hasta que ella estuvo jugando de corredora.

Se sintió muy bien el momento en que Savannah tuvo la pelota, y Mina consiguió
arrancarle las dos banderas de su cinturón en rápida represalia. Mina fue tan rápida
que agarró banderas de izquierda y derecha. Era un partido cerrado. Estaban atados, y
su equipo tenía la pelota.

Brody hizo la cuenta regresiva, y ella se echó a correr. Oyó a Steve gritar:

—¡Mina está sola, tíraselo a Mina!

¿Espera? ¿Qué? ¡OH NO! No del todo preparada, levantó la vista y se asustó mientras
la piel de cerdo venía directamente hacia su cabeza. Sin pensarlo, levantó los brazos y
con confianza capturó el balón. ¿Y ahora qué? Oh, sí, correr. Corrió hacia la zona de
anotación, con sus dos banderas amarillas todavía unidas a su cinturón. Frank estaba
corriendo hacia su brazo, decidido a poner fin a su carrera, pero no, ella no iba a dejar
que eso sucediera. Obligó a sus piernas a moverse más rápido y cargó por el campo,
esquivando a la derecha, luego a la izquierda, manteniéndose fuera del alcance de los
defensores del otro equipo.

¡Podía verlo! El objetivo, y nada iba a detenerla. No sabía lo que estaba pasando, pero

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fuera lo que fuera, le gustaba. Especialmente cuando llevó el balón hacia la zona de
anotación y todavía tenía todas sus banderas. Mina hizo un pequeño baile de la victoria
y trató de lanzar la pelota al suelo para celebrarlo, sólo para que rebotara y le golpeara
en la cara. Sí, era más rápida y más fuerte, pero seguía siendo tan descoordinada como
siempre.

Sus manos volaron a su cara y nariz hinchada. Ella apartó la mano y vio sangre.

Brody era el más cercano a ella.

—¡Ay! ¿Estás bien? ¿Necesitas ir a la enfermería?

Mina rodó los ojos. Por supuesto, él vería su acto de estupidez.

El entrenador Beeber los había alcanzado e hizo eco a la declaración anterior de Brody.

—No, no necesito a la enfermera, sólo una toalla y un poco de hielo —murmuró Mina a
través de su mano ensangrentada.

—Voy a acompañarla —anunció Brody.

—¿Al vestuario de las chicas? —se burló el entrenador Beeber—. Es una chica grande,
Carmichael. Si no puede encontrar la bolsa de hielo y sentarse en el vestuario de las
chicas por un tiempo, entonces me siento mal por ella. Además, todavía quedan diez
minutos de clase. —Brody se puso escarlata. El entrenador Beeber se volvió hacia ella—.
Ahora, si crees que necesitas ir a la enfermera de la escuela, no lo dudes ni por un
momento.

Mina asintió con la cabeza y lentamente cruzó trotando el campo hacia las puertas
dobles azules del gimnasio. Se deslizó a la oficina del entrenador Beeber y se dirigió a la
pequeña nevera. Estaba muy familiarizada con la ubicación de los paquetes de hielo. De
hecho, ella probablemente tenía uno con su nombre en él. Efectivamente, allí estaba la
bolsa de hielo en forma de un lindo oso. Lo agarró por costumbre y se retiró a los
vestuarios de las chicas. Se sentó en el banco, aplicando presión, y repitió la última
media hora una y otra vez en su cabeza. Cuando la nariz dejó de sangrar, finalmente,
decidió aprovechar el vestuario vacío y tomar una ducha.

Fue a la última caseta, abrió el agua caliente, y se fue a su armario para sacar su ropa,
sabiendo que llevaría un tiempo calentar el agua. Con una velocidad antinatural, el
ambiente del baño se llenó de vapor, convirtiendo la fea luz blanca fluorescente en
hermosos halos. Había algo extraño en la bruma. El vapor de agua centelleaba y
brillaba como oro. Se estaba haciendo difícil respirar, pero nunca antes había visto algo
tan hermoso y desconcertante a la vez.

Mina miró la condensación construyéndose en los espejos y cuidadosamente pasó el


dedo a través de ella, dejando una limpia franja de su propio reflejo. Su dedo se
desprendió cubierto de oro.

¿Qué dem…?

Sus manos temblaron ligeramente mientras abría el grifo para confirmar sus sospechas.
Al principio el agua salió clara, pero luego se transformó ante sus ojos en oro líquido.
Asustada se apresuró a cerrar la llave de agua. Un ruido resonó en el rincón de los
vestuarios y Mina se dio la vuelta, su corazón latiendo extrañamente ruidoso incluso a
sus propios oídos. Algo se lanzó por el techo como una flecha y voló hacia otra viga de
hierro. Era un pájaro.
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Con alivio se llevó la mano al corazón. Esta no era la primera vez que un pájaro entraba
al vestuario de las chicas y asustaba a un buen número de ellas. Anteriormente habían
entrado animales más extraños, aves y serpientes, deslizándose a través de las ventanas
abiertas del vestuario. Este pájaro era grande como un águila, pero sus alas brillaban,
reflejaban como si estuviesen hechas de un material antinatural y las puntas
destellaban como si estuvieran en llamas.

El sonido de la perilla de la ducha girando, seguido por el silencio de la ducha que


estaba encendida anteriormente, alertó a Mina de la presencia de otra persona en el
vestuario, lo cual distrajo su atención del ave. El estremecimiento construyéndose en su
interior le advirtió que era un ser sobrenatural.

—¿Hola? —dijo Mina—. ¿Hay alguien ahí?

No obtuvo respuesta, pero podía escuchar el eco de unas botas en el piso de cemento.
Sin embargo, no pudo deducir de qué dirección provenía. El vapor se había vuelto
innaturalmente espeso y la bruma dorada estaba comenzando a dejarle un rastro de
rocío color oro en su piel. Miró hacia abajo, y piel de gallina se extendió por sus brazos.
Mina abrió el casillero más cercano y metió la mano para agarrar el primer objeto que
pudiera encontrar para defenderse. Un bate de béisbol. Lo tomó.

¡Ahí! Lo vio. Un ligero movimiento a su izquierda. Movió los pies, se mantuvo de


espaldas al casillero y comprobó el agarre del bate de metal. Algo se estaba moviendo
hacia ella entre la bruma. Mina acababa de apuntar hacia la oscura figura que venía a
por ella cuando algo voló desde arriba y la atacó. Un fuerte dolor recorrió la mano de
Mina y ella perdió su agarre sobre el bate. Miró hacia abajo y vio tres cortes de color
rojo brillante a lo largo de la parte superior de su mano. El pájaro maníaco giró en las
vigas y regresó por otro ataque. Por auto-preservación e instinto, ella se agachó y rodó
fuera del camino.

Saltó a sus pies sin su arma.

—Hola, querida, ¿estás buscando esto?

La niebla se había dispersado para revelar a un hombre sonriendo profusamente


mientras sostenía su bate de béisbol. Era un hombre bien parecido, de unos treinta y
tantos años; su cabello cobrizo estaba recogido en una coleta. Su piel pálida no hacía
más que acentuar sus inquietantes ojos color avellana. Incluso en este calor de los
vestuarios llevaba un traje de tres piezas adornado con una cornucopia de baratijas de
oro, cuero y bolsillos que completaban su estrafalario conjunto haciéndolo tener una
apariencia entre atractiva y revoltosa. Pero fue su sombrero lo que le advirtió a Mina
que era su acosador de medianoche. Con el sombrero de copa y una pluma de oro, las
siluetas eran idénticas

—¿Quién es usted y por qué está siguiéndome?

—Temple. Mi nombre es Temple, y tengo una propuesta para ti. —Levantó su mano

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enguantada e inclinó su sombrero de copa hacia ella—. Escucha primero lo que tengo
que decir y luego te prometo que si quieres gritar podrás hacerlo. Pero creo que vas a
estar muy interesada en lo que tengo para ofrecerte.

Mina vaciló cuando vio que él sostenía el bate y lentamente se quitó un guante y lo tocó
convirtiéndolo en oro. Mina trago saliva y se enfrentó al desconocido. Hasta ahora no
había hecho un intento de hacerle daño, y a ella no le haría daño por lo menos
escuchar.

—Está bien, ¿qué es lo que quiere? —preguntó vacilante

—Quiero que tú consigas una cosa para mí. Eso es todo. Di que conseguirás lo que
necesito y yo te daré todo esto, —Hizo una seña al bate de oro—, y más. —Extendió su
mano hacia su hombro; incluso sus uñas eran largas y doradas

Mina se encogió, pero él dirigió su mano al armario abierto tras ella y extrajo una sola
sandalia costosa que ella reconoció como la de Savannah. Tan pronto como su mano
tocó la sandalia esta se convirtió en oro. Sonrió torcidamente cundo vio que sus ojos se
abrían y dejó caer la sandalia en sus manos. De inmediato, Mina tiró el zapato.

—¿El toque de Midas? —preguntó.

El frunció el ceño.

—No, más un rasgo de familia. Así que ya lo ves, puedes ser rica más allá de tus sueños
más salvajes. Tan rica como para impresionar a tu joven humano y tal vez incluso
robárselo a tu mejor amiga.
—¿Cómo sabes eso? ¿Cómo es posible…?

—Mi negocio consiste en saber ciertas cosas. Así que, ¿qué dices? Adquieres el artículo
para mí, y yo te haré rica.

Mina miró la sandalia y el bate de oro, y de vuelta al hombre. Cada centímetro de ella
sabía que era mejor no hacer un trato con lo sobrenatural, sin importar cuál fuese el
coste.

—No, no hay ninguna cantidad de dinero en el mundo que me haga cerrar un trato con
usted.

Ella trató de dar un paso en torno a él, pero él tendió su brazo, bloqueándola.

—¡Espera! Todo el mundo tiene su precio, y nadie me dice que no a mí. —Él frunció el
ceño.

—Bueno, yo acabo de decir que no.

—Eso es sólo porque no has oído mi otra oferta. —Temple se quitó el sombrero y
sacudió el polvo imaginario de él.

—No importaría, porque la respuesta sigue siendo un no. No tiene nada que yo quiera
—dijo Mina.

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—Ah, y ahí es donde me permito disentir. De hecho tengo algo que quieres. Me aseguro
de tener siempre algo que alguien quiere. —Colocó el sombrero en su cabeza.

—¿Está usted sordo? Porque acabo de decir no. —Colocó las manos en las caderas y alzó
la barbilla

—¿Qué hay de tu hermano Charlie? Un chico tan tranquilo pero simpático también. Te
extraña, puedo notarlo.

Mina cobró vida con una fuerte ira

—¿Qué quieres decir, Charlie? ¡Él murió en el incendio!

—¡Vamos! ¡No puedes creer eso! —Tocó el sombrero y acarició la pluma de oro—. Envié
a mi siervo para que recuperara al chico para mí y destruyera tu casa. Ahora él es mío.
Lo voy a negociar contigo a cambio del artículo que quiero que me traigas y nada más.
Su vida por mi artículo. Es justo, ¿qué dices?

Mina se quedó mirando a Temple con horror.

—¿Tú hiciste eso? ¡Tú planeaste esto desde un principio, secuestrar a mi hermano para
asegurarte de que no pudiera decir que no! ¿Qué clase de monstruo eres? Han pasado
semanas. ¿Por qué ahora? Podrías estar mintiendo. ¿Por qué no viniste a mí esa noche?

—Porque has estado rodeada de cosas sobrenaturales. ¿Qué es un par de semanas en la


vida de un Hada eterna? Soy paciente. He estado esperando cientos de años, ¿qué son
unas pocas semanas? Pero si fallas, Charlie es mío para siempre.

Lágrimas de alivio empezaron a arrastrarse por las mejillas de Mina.


—¿Qué es lo que tengo que hacer?

—Un favor, un pequeñísimo, minúsculo favor. Pan comido para una Grimm. —Sonrió
con tanta dulzura que fue repugnante.

—¿Qué es? —dijo Mina con el corazón en la boca del estómago ya que ella tenía una
idea de lo que podría ser

—Tú tienes un maravilloso libro. El Grimorio; su poder es incomparable… a excepción


de otro libro. Su gemelo. Quiero ese libro.

—Imposible —dijo Mina bruscamente.

La expresión de Temple comenzó a tornarse enojada, pero luego fue capaz de calmarse
a sí mismo.

—Desafortunadamente, sé que estás equivocada. Mis planes son siempre... perfectos.

—¿Cómo esperas que yo…? ¿Cómo podría…? —Mina no pudo terminar la frase; no
sabía nada del mundo sobrenatural o como cruzar a él. Era una búsqueda imposible.

¿Pero no eran todas las búsquedas imposibles en algún momento u otro? Si sus
ancestros cientos de años atrás averiguaron cómo cruzar, entonces, ¿cuán difícil podría
ser ahora, en el siglo veintiuno?

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—Yo no sé cómo hacerlo. No sé cómo cruzar —dijo Mina.

—Ah, ¿dónde está la diversión en eso? Además, estoy seguro de que lo descubrirás. Me
parece que los que tienen más que perder tienden a ser los más motivados. Así que
¿tenemos un acuerdo?

—No tengo otra opción —murmuró Mina—. Tengo que tratar de salvar a Charlie.

Temple se inclinó y recogió una horquilla, y le hizo señas para que ella mantenga su
dedo hacia arriba en el aire. Así lo hizo, y él pinchó su dedo, extrayendo sangre. Cuando
esta empapó el borde de la horquilla, comenzó a convertirse en oro. Él sonrió y abrió su
chaqueta, revelando una serie de bolsillos y contenedores con diversos objetos de oro,
cada uno con una pequeña mancha de sangre en ellos, la evidencia de otras gangas y
operaciones que él había hecho. Podía ver un lápiz, un cuchillo, un gran huso, y su
corazón se detuvo en seco.

—Por si no sabes lo que acabas de hacer. Has hecho un trato que no se puede deshacer.
—Él dio unas palmaditas en su chaqueta felizmente.

—¿Quién eres tú? —le preguntó con temor, sabiendo en el fondo que ella acababa de
hacer un trato con él, pero sintiendo la necesidad de saber si sus sospechas eran ciertas.

—Te dije que mi nombre es Temple.

—No, ¿cuál es tu nombre completo?

—Ah, eso. Bueno, no soy tan famoso como el resto de mi familia, y digamos que he
heredado el don de la familia. Pero me gustaría pensar que sabes todo acerca de esto,
teniendo en cuenta que estás en el negocio y todo. Así que creo que ya sabes lo que soy.
Ella lo sabía, y sus palabras acababan de confirmarlo. Secuestrar a un niño, artículos de
oro, negocios.

—Eres un Stiltskin, ¿no es así?

Temple sonrió ampliamente, revelando molares de oro, se quitó el sombrero y se


inclinó.

—Templestiltskin a su servicio, y por cierto... Yo encontraría una manera de cruzar más


temprano que tarde. Tu especie no suele sobrevivir en el plano sobrenatural. Algo les
sucede. Ellos cambian, y no para mejor. Así que yo me pondría manos a la obra, porque
según mi reloj, ya son dos semanas de retraso. Y quiero el libro del príncipe oscuro.

Temple se rio y desapareció tan abruptamente como se había materializado.

Mina se quedó mirando la gota de sangre todavía en su dedo, un doloroso recordatorio


del trato que acababa de hacer con un Stiltskin.

En segundos, el vestuario volvió a la normalidad, la neblina desapareció cuando las dos


puertas dobles que conducían al exterior se abrieron de golpe y molestas chicas
entraron gruñendo y quejándose. Mina agarró la sandalia de oro del suelo, lo tiró
dentro del casillero y cerró la puerta de un golpe mientras se dirigía al suyo propio. Se
cambió apresuradamente, sin siquiera molestarse en arreglar su cabello o salir de sus
zapatos. Lágrimas de alivio se derramaban de las comisuras de sus ojos, y salió
corriendo del vestuario, pero no sin antes escuchar un fuerte grito de Savannah White:

—¿Qué rayos le sucedió a mi sandalia de Louis Vuitton?


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Capítulo 9

Traducido por Ahtziri29

Corregido por Maia8

Su mente era un nudo, su corazón latía incontrolablemente, pero de alguna manera


logró salir de los vestidores y se tambaleó en un estado de estupor hacia el pasillo. Dejó
que su pánico saliera a la superficie y llamó a Jared. Apareció en segundos, tomó un
vistazo a su cara y agarró sus brazos mientras ella casi colapsaba.

—¡Está vivo! —se apresuró a decir Mina después de que la conmoción hubiera
desaparecido.

—¿Quién?

—Mi hermano. Ese hombre, el que me ha estado siguiendo, vino aquí a la escuela. Me
dijo que secuestró a mi hermano y que está vivo, en el plano sobrenatural. Todo lo que
tengo que hacer es cruzar al plano sobrenatural e intercambiar un objeto por él. Jared,
tengo que recuperarlo. —Sus manos agarraron la chaqueta de Jared y él muy
cuidadosamente separó sus dedos de la chaqueta. 50
—¿Estás segura? Quiero decir, ¿cómo puedes saber que está diciendo la verdad? ¿Y qué
le pasó a tu mano?

—Porque lo sé. Escuché un sonido extraño el día del incendio. Lo escuché de nuevo
hoy. Es su extraño pájaro dorado. —Sostuvo la parte trasera de su mano, enseñándole a
Jared los rasguños—. Sé que son ellos. Se llevaron a Charlie al plano sobrenatural.
Tengo que traerlo de vuelta. Tienes que ayudarme a cruzar para que pueda salvar a mi
hermano.

La cara de Jared palideció y susurró el nombre de su hermano.

—Mina, no puedo dejarte hacer eso.

—¡No! Tienes que ayudarme, ayudar a mi hermano. —Sus palabras se apresuraron a


salir y se juntaron por el pánico.

—Para, detente ahí, Mina. No puedes ir al plano sobrenatural. —Cuidadosamente, la


ayudó a pararse y se alejó dos pasos de ella. La distancia que estaba creando
físicamente entre ellos se sintió como si fueran kilómetros.

—Tienes que hacerlo —susurró confundida por su comportamiento.

—No, no puedes. No sabes lo que hay ahí. No es como tu plano. No es seguro —


respondió Jared y comenzó a alejarse por el pasillo.
Mina se sacudió el ensimismamiento y fue detrás de él, tratando de mantener su voz
baja.

—Así que, ¿qué? ¿Estás diciendo que debería abandonar a Charlie?

—No… sí… no lo sé. Estoy diciendo que pienses las cosas antes de tratar de saltar hacia
algo de lo que no sabes nada. A un país donde no conoces las reglas o la disposición de
la tierra. No puedes ir. No voy a permitirlo. —Apenas se giró para responder, sus manos
ondeando en conclusión. Lo estaba perdiendo y los dos lo sabían.

—Solo ayúdame a llegar allí. Puedo salvar a Charlie y regresar.

Jared abrió su boca para responder, pero la segunda campana sonó, anunciando su
tardanza.

—Cielos Mina. Déjalo ir, es solo un humano. Hay un millón más como él. —Él se giró y
caminó hacia su siguiente clase.

***

Jared la evitó durante dos días, rehusándose a venir cuando usaba el Grimorio. Había
tratado rogar, llamar e incluso fingió ser atacada por un lobo sobrenatural, pero nada.
Jared no cedió o mostró su cara. Finalmente, al tercer día, reapareció en su mesa de la
cafetería, tratando a propósito de hacer la conversación incómoda. Mina continúo
observando a Jared, quien pretendía estar extremadamente interesado en su espagueti,
girando los fideos en su tenedor por al menos un centenar de veces antes tomar un
bocado. No pudo evitarlo, era un manojo de energía excitada y no pudo evitar jugar con
su pajilla, dejar caer su tenedor al piso dos veces e incluso pisar el pie de Brody debajo
de la mesa accidentalmente. Ever se rió ante la obvia falta de gracia de Mina y continúo
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codeando a Jared para que la viera, pero él se rehusó a ceder o mirar.

Mina suspiró y miró el reloj, esperando que la escuela terminara así podía volver a
acorralar a Jared para que la ayudara. ¿Tal vez podía chantajearlo? Humm, la idea
tenía su mérito. ¿Tal vez incluso Ever la ayudaría a hacerlo?

La voz de Nan Taylor cortó a través de la melancolía de su mesa.

—Está bien, alguien va a tener que largarse por que los dos están en mi asiento.

Mina saltó de la mesa, su silla haciendo un fuerte chirrido mientras abrazaba a su


amiga y casi tiraba la bandeja de Nan. Brody también se paró y se hizo a un lado así su
novia podía sentarse entre él y Mina.

—¡Regresaste!

Nan se giró para ver a Mina e ignoró completamente a Brody.

—Sí, estoy tan contenta de estar de vuelta y no castigada. Pero no me arrepiento ni un


minuto. Tengo que decirte que mi mamá estaba furiosa y quería escribir una carta a la
escuela, pero le dije que el tiempo vence el crimen y que lo dejara estar. Savannah pudo
haber comenzado la pelea verbalmente, pero yo lo lleve físicamente donde no
necesitaba ir. Aunque mamá todavía se queja acerca de escribir una carta al consejo
escolar.
Nan se sentó entre Brody y Mina y comenzó a mover la comida alrededor de su plato.

—Estaba completamente aburrida en casa toda esta semana. No puedo decirte todas las
cosas que he inventado para mantenerme ocupada. Tuve un maratón de Glee, una
fiesta de Hello Kitty para uno e incluso intenté hacer un vestido de Project Runway con
las cosas en nuestra cocina. —Nan cambió a una expresión de Tim Gunn—. Lucía
fabulosa…y lo crean o no, lo hice funcionar.

Mina comenzó a reírse… fuerte. Incluso Brody y Ever estaban riendo. Jared continuaba
girando su espagueti.

Nan lucía genial en su falda de mezclilla, leggins blancos, camiseta azul y brillante
barniz rosa, hasta en su experta trenza de espiga. Mino no puedo evitar sentirse
ligeramente desaliñada en su pantalón de rebajas, tierna camiseta de arcoíris, sudadera
azul y Converse. Al menos hoy intentó usar rubor y brillo rosa. Nunca acostumbraba a
comparar su apariencia con Nan, pero ahora que Brody estaba tan cerca de ellas otra
vez, no pudo evitar que las comparaciones salieran.

Ella era definitivamente el patito feo.

—Mina —Nan interrumpió sus pensamientos—, te ves tan linda hoy. Dime, ¿Es por un
chico? Lo es, ¿no es así? ¿Quién es?

La cabeza de Brody giró abruptamente en la dirección de Mina; estaba obviamente


interesado en oír su respuesta, pero cuidadosamente fingía indiferencia mientras
tomaba un sorbo de refresco.

—No, no hay ningún chico. No hay nadie.


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—Bueno, debería haber uno. Debería haber miles de chicos en fila para salir con mi
mejor amiga. ¿Verdad Brody? —Nan lo arrinconó con una mirada.

Brody casi se ahogó con su bebida y después de limpiar su boca en su chaqueta, le dio a
Nan una mirada avergonzada.

—Um, sí, cientos. —Tragó y miró directamente a los ojos de Mina.

—Bueno, deberías arreglarle una cita con uno de tus amigos entonces —dijo Nan.

—¡No! —gritaron Mina y Brody al unísono, mientras Ever bombeaba su puño y gritaba:

—¡Sí!

Nan comenzó a reírse, levantó su botella de agua y giró la tapa.

—Es oficial Bro. Esta noche… cita doble.

—Hazla triple —interrumpió Ever. Mirando a Jared a través de la mesa esperanzada. La


cabeza de Jared se levantó abruptamente y miró a los cuatro con horror… una vez que
se dio cuenta lo que estaban diciendo.

Brody gimió. Mina se volvió rojo remolacha, Nan rió y Ever miró a Jared, quien
finalmente dejó de jugar con su comida y enterró su cabeza en sus manos.
Capítulo 10

Traducido por Maia8

Corregido por Jime02

—Mina, no creo que pueda seguir adelante con esto —gritó Nan, caminando de un lado
a otro en el dormitorio de Mina, con su larga falda meneándose tras ella, sus sandalias
doradas repiqueteaban en el suelo de madera dura.

—¿Seguir adelante con qué? ¿La cita? —preguntó Mina.

Se miró en el espejo y suspiró. Así era lo mejor que iba a lucir.

Se había recogido el pelo largo y castaño ondulado en una cola de caballo que le caía
por su hombro izquierdo. Llevaba pantalones cortos, una camiseta sin mangas de color

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azul zafiro, sandalias y una chaqueta corta marrón con un bolsillo interior, en donde
había metido la versión más pequeña del Grimorio.

Ella no era Nan ni Savannah; nunca podría competir con ellas. Pero creía que lucía
bastante guapa.

—Tengo miedo de ir a una cita con Brody —admitió Nan antes de estrellarse en la cama
de Mina y mirar alrededor de la habitación, como si la estuviera viendo por primera
vez. Bueno… lo estaba, pero la abundancia o pobreza nunca le importaron a Nan.
Incluso cuando Mina vivía en un destartalado piso encima de un restaurante chino.

—Pero ustedes dos han estado saliendo desde hace cuatro meses. ¿Cómo puedes estar
nerviosa? —respondió Mina.

—No es como piensas. Nuestras citas han consistido en sentarse, en su mayoría, en la


mesa del almuerzo en las últimas semanas del curso, y algunas películas. Luego
estuvimos separados todo el verano, y apenas hablamos, Mina. Todo esto, pasó muy
rápido. No estoy muy segura de qué pensar.

—¿Por qué no hablas con él sobre esto?

—No lo sé. Quiero decir, me despertó de un coma con un beso, así que debe significar
que me gusta. Y por supuesto, fue muy dulce la manera en que Brody me cuidó cuando
salí del hospital. Corre la silla para mí, lleva mis libros. Pero sólo lo he besado una vez
después de eso, y fui yo la que lo presionó, y eso fue antes de que empezáramos el
verano. Ha sido muy difícil desde entonces. Es como si fuéramos mejores amigos más
que novio y novia. Solíamos llamarnos todos los días, y luego cada dos días, y ahora una
vez por semana. Quiero decir, ¡es viernes por la noche! Nuestra primera noche de
viernes de nuevo juntos después del verano, así que por supuesto significa una cita.
Pero, por favor, oh, por favor, Mina. No puedo seguir con esta cita, sola. ¿Qué pasa si
mis temores son correctos, y sólo somos amigos?

Las palabras de Nan hicieron que el espíritu de Mina se elevara y luego se estrellara en
un revoltijo de confusión y dolor por la situación de su amiga. Era lo que en secreto
quería escuchar, pero al mismo tiempo, nunca querría que eso le sucediera a su mejor
amiga.

Oh, los sentimientos encontrados que creó, y justo en el medio de su propia pesadilla de
tratar de salvar a su hermano. Estaba tan desgarrada, pero necesitaba tener a Jared de
su lado y que la ayudara a pasar todo esto.

—Va a estar bien —dijo Mina, animándola—. Si necesitas un escape rápido, lo


dejaremos, e iremos a casa temprano. ¿Qué te parece?

Los ojos azules de Nan se abrieron con incredulidad.

—¿Lo harías por mí?

—Bueno, hay un cincuenta por ciento de probabilidad de que suceda de todos modos,
así que sí, haría eso por ti.

—¡Mina, eres la mejor amiga del mundo! —Nan abrazó a Mina antes de que ellas se
dirigieran escaleras abajo para esperar al resto del grupo.

Sara estaba sentada tranquilamente en una mecedora en la biblioteca, mirando a un


punto en la pared donde obviamente un cuadro había estado colgado. Mina sabía el
tamaño del punto en donde había estado el cuadro de su padre. ¿Acaso Sara de alguna
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manera lo sabía?

Mientras que Nan charlaba y se dirigía hacia el vestíbulo, Mina no pudo evitar reducir
la velocidad para mirar a su madre. ¿Había una diferencia en ella? Por una vez, no, se
dijo; ella se mecía en una silla, tarareando para sí misma. Su madre se comportaba de
forma extraña, y no sólo desde que Charlie había desaparecido, sino desde los últimos
meses. Ella no estaba saltando a cada ruido, amenazando en levantar y mover todo el
país. Se estaba convirtiendo en normal.

Los pelos de los brazos de Mina se erizaron en temor. ¿Qué le estaba pasando a su
mamá? No había nada obviamente mal, pero nada, obviamente, bien, bien.

—Mamá —llamó Mina, caminando suavemente hasta su silla.

Sara llevaba un jersey de punto gris de gran tamaño envuelto alrededor. Su cabello
castaño había empezado a salirse de su moño. Algo brillaba alrededor de su muñeca, y
Mina vio una pulsera simple, probablemente algún regalo que le habían regalado antes
y no lo recordaba.

El balanceo de Sara se detuvo, y con él su tarareo—. ¿Sí, querida?

—Voy a salir con mis amigos. ¿Vas a estar bien?

Sara comenzó a mecerse de nuevo—. Oh, sí, estoy pensando en todas las habitaciones
de esta casa que necesitan limpiarse. Creo que voy a empezar con ese trastero que has
encontrado.

—¡No, no! Solo hay basura allí. ¿Por qué no llevas los armarios al otro lado de la casa?
Cuando tenga tiempo, voy a limpiarlos.

—Eso estaría bien. ¡Qué dulce hija tengo! —entonó, y se quedó mirando la pared—. Me
gustaría haber tenido más niños como tú.

Mina se alejó de su madre, con las lágrimas empezando a construirse en sus ojos.

—Mamá, lo hiciste. ¿No te acuerdas de Charlie? —Mina no había podido decirle a su


madre lo del trato que había hecho con Temple, por miedo a ganarse otra de las
acusadoras miradas que Sara le había dado después del incendio. Era evidente que su
mamá, a pesar de que no era su intención, todavía la culpaba. ¿Qué pasaría si Mina era
incapaz de salvar a Charlie? ¿Qué pensaría de ella?

Sara dejó de mecerse una vez más—. ¿Charlie? Es un buen nombre. Si alguna vez tengo
un niño, pensaré en llamarlo así.

—Mamá, tienes un hijo llamado Charlie. Charlie de nueve años. ¿Recuerdas?

—Hmm. —Sara cerró los ojos y se quedó dormida.

Nan agarró el brazo de Mina y la sacó de la habitación.

—Mina, dale tiempo. Todo estará bien.

—¿Estás segura?
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—En realidad no, pero ha pasado por mucho, y podría tener un lapsus de memoria.
Diría que la vigilemos cuando lleguemos a casa, y si quieres, puedo hacer que Robert
venga y le eche un vistazo.

Mina había olvidado momentáneamente que la mamá de Nan se había casado durante
el verano con el Dr. Robert Martin. Esa fue toda la tranquilidad que necesitaba. No
sabía lo que iba a hacer si Sara iba al hospital y se quedaba en la casa sola.

—Creo que por un par de horas estará bien. La llevaría al hospital si fuera sólo por un
corto período de tiempo. —Las palabras colgaron en el aire, y la mente de Mina empezó
a retorcerse con las posibilidades. No tuvo tiempo para continuar con la idea, porque el
timbre plateado sonó.

Ella corrió al timbre y pulsó el botón verde.

—¿Hola?

Estática, y luego oyó dos voces discutiendo en el fondo—. ¿Por qué en el mundo
estamos pulsando el botón? —Reconoció la voz de Ever.

—Porque esa es la forma en que lo hacen —argumentó la voz de Jared.

—Bueno, nosotros no somos como ellos. Eres un príncipe. Simplemente mueve tu mano
y…
Mina empujó rápidamente el botón de "abierto" para la puerta de entrada, con la
esperanza de cortar la conversación de Ever y Jared sobre la magia, antes de que Nan la
escuchara.

Unos segundos más tarde, Jared se detuvo en un Ford Mustang Boss 429 naranja de
1969 —producto de la magia. Otro coche se acercó por el camino, y Mina se sorprendió
al ver el nuevo auto de Brody que había conseguido después del accidente, un Escalade
negro.

La ventanilla del conductor bajó y Brody inclinó la cabeza por la ventana.

—¿Están listas, señoritas?

Nan sonrió ampliamente, pero apretó la mano de Mina con nerviosismo.

—Por supuesto.

Mina trató de estirar el cuello para ver quién estaba en el coche con Brody, pero no lo
podía ver.

Segundos después, la otra puerta se abrió y alguien salió. Era alto y ancho de hombros,
con el pelo de color cobre y cálidos ojos color avellana. Llevaba vaqueros, un polo
blanco y chaqueta. Mina exploró su anuario de la escuela, pero no podía colocar la
imagen en ningún lugar. Él era lindo, eso seguro. Su corazón dio un pequeño aleteo
nervioso por la anticipación. Ahora fue el turno de Mina de agarrar la mano de Nan
muy duro.

Brody saltó del asiento del conductor, se acercó a Nan, y puso un brazo alrededor de sus
hombros.
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—Oye, Mina, este es Reid Stone.

—Encantado de conocerte, Mina —anunció Reid.

Su cabeza se levantó, y respondió en voz baja:

—Encantada de conocerte, también. No vas a Kennedy, ¿verdad?

—No, conozco a Brody a través de un amigo mutuo.

—Oh —dijo con tristeza, preguntándose si Brody había sido incapaz de encontrar a
alguien de su propia escuela quien en realidad fuera a una cita con ella.

—Wow, Brody. Se te olvidó decirme que era tan guapa. —Reid golpeó a su amigo en el
hombro.

Brody frunció el ceño, y estaba apretando visiblemente los dientes.

—¿Sí?

Jared no se bajó del coche y aceleró el motor con irritación en respuesta a la charla.

—Vamos a acabar con esto. A menos que quieran llegar tarde a la proyección de las
nueve de Death Pledge, tenemos que irnos.
Mina corrió. Reid abrió la puerta trasera para ella y se sentó en el coche, su piel se
estremeció un poco en los asientos de cuero. Reid se deslizó detrás de ella y se volvió
para que pudiera hacerle frente en el asiento.

—Entonces, Mina, háblame de ti.

Se sentía incómoda, nerviosa, y como si estuviera a punto de vomitar. Observó a Nan


saltar en el asiento delantero con Brody, y se veía más nerviosa aún.

Tal vez los dos no estaban destinados a salir... nunca. Hasta el momento, ninguna de
ellas tenía suerte para atraer a los chicos que realmente querían.

—Um, vamos a ver. Soy una junior en Kennedy High, y me gusta... —Se quedó en
blanco. Completamente en blanco. En ese segundo se dio cuenta de lo absolutamente
aburrida y simple que era. Cualquier cosa remotamente interesante no era algo que
podía simplemente llegar y decir. Persigo villanos de cuentos de hadas en mi tiempo
libre y los atrapo en mi libro mágico. Sí, no podía decir eso—. ...Me gusta mi familia,
los niños y los animales.

Nan se dio la vuelta e hizo un ruido de disgusto hacia ella—. Suenas como si estuvieras
siendo entrevistada para Miss América. Aquí, déjame ayudarte. Ella es artista, una de
los mejores en su clase de arte avanzado. Sus dibujos a lápiz, si alguna vez puedes hacer
que te los muestre, son fenomenales, junto con sus pasteles. Le gusta leer, pero cosas
clásicas, no obscenas, y libros que sean profundos. Recuerda todo lo que alguien le dice

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y tiene un don para encontrar lo bueno en todos.

Brody le devolvió la mirada a través del espejo retrovisor.

—Y es muy buena en el fútbol americano. No dejes que te engañe. Sabe luchar.

Mina se sonrojó y Reid rió.

—Lo tendré en cuenta.

Debido a que Nan era una gran rompehielos, el camino a la sala de cine pasó rápido.
Aprendió que Reid era el más joven de cinco hermanos. En su familia eran todos
abogados —casi— y que seguiría con el negocio familiar cuando terminara la escuela. Le
gustaba trabajar con metales, soldadura y escultura.

Se sintió sonriendo y riendo con Reid.

Cuando llegaron a AMC Theaters, estaba preparada para comprar su propio boleto,
pero Reid no la dejó. Compró dos entradas, dos bebidas y un gran cubo de palomitas.
Se sintió aliviada en secreto de que la cita fuera realmente bien.

Jared a regañadientes pagó la entrada de Ever y su caja de Sour Patch Kids. Ever giró y
comenzó a bailar de la emoción al ver que también vendían paquetes de Pixie Stix.

Nan se adelantó corriendo al cine, luego regresó y anunció que estaba lleno por lo que
tendrían que separarse. Mina se mordió el interior de la mejilla para no poner una
mueca aterrorizada, pero todos entraron en la sala oscura y trataron de encontrar
asientos que no estuvieran tan cerca de la pantalla, así no tendrían dolores en el cuello
al mirar hacia arriba.
Brody y Nan encontraron asientos a unas filas delante de ellos y a su izquierda. Jared y
Ever terminaron en la última fila. Mina y Reid encontraron asientos en la parte derecha
de la sala, junto a un hombre excesivamente grande con una barba y gafas que tenía
suficientes palomitas y bocadillos para tres películas.

La mayoría de los adolescentes tenían sus teléfonos y enviaban mensajes de texto o


twitteaban mientras esperaban a que empezase la película. Reid se inclinó hacia atrás,
estiró sus largas piernas delante de él, y la miró pensativamente.

—Así que veo que no eres aficionado a los mensajes de texto —dijo Mina, después de
darse cuenta de que no había sacado un teléfono celular.

—Nah, no ven lo que es el gran problema de esas cosas.

Era una extraña elección de las palabras, y Mina iba a preguntarle al respecto, cuando
las luces se apagaron y las vistas previas comenzaron —de los cuales el noventa por
ciento de ellos resultó ser comerciales para Toyota, Coca-Cola, y advertencias de "por
favor apague su teléfono celular".

La película finalmente comenzó, y Mina tuvo que entrecerrar los ojos cuando los
efectos 3D comenzaron. Las líneas rojas y azules la hicieron sentir mareada, así que se
acercó y le tendió la mano a Reid con expectación.

Miró la pantalla, completamente desconcertado, y su rostro se arrugó con disgusto.

—Uh, las gafas —Se burló Mina de él.

—¿Qué? —Parecía irritado. 58


—La gafas 3D que te dieron cuando compraste las entradas.

—Oh, eso. —Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó dos pares de gafas de
plástico y le entregó una a Mina. La miró ponérselas y la imitó—. Ah, eso está mejor. —
Él sonrió y se dispuso a ver la película.

Sin duda era extraño, pensó para sí, pero rápidamente se olvidó porque la primera
escena de acción llenó la pantalla.

Una chica estaba corriendo y siendo perseguida por un hombre a través de los
callejones oscuros. La escena era muy similar a su propia vida y la hizo sentir un poco
incómoda. Reid se inclinó hacia adelante y saltó cuando la escena se intensificó. No
parecía preparado para los efectos 3D. Ella extendió la mano para tomar un puñado de
palomitas de maíz, y de mala gana él le acercó el cubo.

Vaya, tal vez había hablado demasiado pronto acerca de una buena cita. Parecía que en
cuanto se separaron del grupo, dejó caer la fachada. Actuaba como si estuviera más
interesado en la película que en ella.

Debería haber esperado eso, y haberse preparado. Si fuera inteligente, se habría traído
un libro con ella, como había hecho en el pasado, dado la vuelta en su asiento y leído a
la luz de la pantalla de cine cuando la película se volviera aburrida.

Sus ojos se movieron para ver a Brody y a Nan. No estaban tomados de la mano, y
ninguno de ellos se inclinaba hacia el otro.

Oh, espera. Nan saltó y Brody puso su brazo alrededor de sus hombros. Vio como Nan
se inclinó y le susurró algo al oído. Brody susurró algo a cambio, y cuando se volvió
captó la mirada de Mina. Su sonrisa vaciló, y Mina sintió la necesidad de hacer algo
atrevido. Se inclinó y se acurrucó en el hombro de Reid. Éste pareció sorprendido, pero
luego levantó el brazo y se lo puso a su alrededor. Brody frunció el ceño y se volvió.

Después de un tiempo, se olvidó de Reid, Brody, e incluso de Jared. Se volvió absorta


en la historia que se desarrollaba ante ella.

Era intensa, sobre una joven huérfana cuyo hermano estaba secuestrado y mantenido
como rehén. Si no asesinaba al presidente, entonces iban a matar a su hermano.

Mina movió su mano en el cubo de palomitas casi vacío y se dio cuenta de que estaban
empezando a saber extraño, como peniques. Vio como Reid metía la mano, sacaba un
puñado, y se las comía sin notar el sabor. Sacó el cubo de sus manos y miró dentro. Las
palomitas de maíz se habían vuelto marrón. Metió la mano para otro puñado, pero ella
dio una palmada.

—No te lo comas. Hay algo de malo en ellas. —Sacó un pedazo y se dio cuenta de que
tenía manchas de remolino de color alrededor del blanco. Ella dejó que las palomitas de
maíz se deslizaran de sus dedos, dejando algo duro. Como hilo.

—No tienen nada malo. Es sólo la forma en que me gusta. —Reid agarró el cubo detrás
de ella y comenzó a comerlo con venganza.

Mina miró a Reid. Realmente lo miró por primera vez desde que se había puesto las
gafas 3D.
59
Se veía diferente a través del filtro rojo y azul. Las gafas hacían que su pelo cobrizo
pareciera crepitar en la luz. Sus ojos aún tenían un brillo reflectante en ellos. Entonces
vio las uñas, y su corazón se quedó atascado en la garganta. Eran de color cobrizo. No
pintadas con esmalte de uñas, sino realmente de ese color.

Había visto a sólo una persona con las uñas de ese color antes... y no había estado allí
para ayudarla.

Se quitó las gafas, y tuvo de nuevo un aspecto muy humano. Era otro glamour Fae. Un
truco. Los Fae habían aprendido —hacía mucho tiempo— a ocultar su verdadera
naturaleza en el plano físico. Sólo para estar segura, Mina se puso las gafas de nuevo y
una vez más pudo ver la verdadera forma de Reid.

Volvió sus ojos de fuego sobre ella y sonrió mientras metía otras pocas palomitas de
cobre en su boca. Podía oír el sonido de crujido de metal entre los dientes.

—Ah, ya veo que por fin me has notado. Esta noche va a volverse mucho más
interesante.

Se movió hacia Mina, y su mano crepitaba con electricidad. Un sonido de explosión se


escuchó mientras la película se detenía. Las luces se apagaban. A medida que el cine se
hundía en la oscuridad total, los gritos comenzaron.
Capítulo 11

Traducido por rihano

Corregido por Maia8

El cubo de palomitas voló en el aire cuando Mina se tambaleó hacia atrás hacia la
persona sentada junto a ella y se medio giró, se medio deslizó sobre la fila hacia un
asiento vacío delante de ella. Fue un caos extremo.

Había apagado de alguna manera la electricidad. Estaba segura de esto. Sin embargo,
su principal preocupación era conseguir alejarse de él tanto como pudiera.

La gente estaba gritando y se dirigía hacia las salidas de emergencia, por el camino
iluminado por luces de seguridad en el piso, pero incluso esas empezaron a parpadear y
desaparecer. Se arrastró a lo largo del suelo sucio y fue capaz de deslizarse por debajo
de la barra para los asientos de discapacitados.

Un espectador en pánico pisó su mano, la pateó en el estómago, pero tenía miedo de


dejarse ver. Necesitaba que todos salieran del teatro, y rápido. Este no era el lugar para
una pelea entre un Grimm y un... ¿qué? 60
Alguien gritó su nombre, y ella se asomó con cuidado entre los asientos. Podía ver a
Nan por las salidas de emergencia, negándose a abandonar el edificio, a pesar de que
Brody estaba tirando de su brazo. Nan gritó su nombre otra vez, pero por suerte Brody
la sacó por la puerta a la izquierda de la pantalla. La gente todavía estaba luchando para
salir y se atropellaban unos a otros, pero Reid estaba esperando lo mismo.

Mina miró a unas cuantas filas arriba y vio a Reid parado exactamente donde lo había
dejado, sonriendo locamente. Sus manos dejaron salir unas cuantas chispas más, y se
acercó a tocar a la persona más cercana a él, el gran hombre barbudo todavía sentado y
comiendo su cubo extra grande de palomitas de maíz, sin ser molestado por la
conmoción a su alrededor. Pero una vez que la mano de Reid le tocó, se congeló y se
convirtió en piedra. No, no en piedra, metal. Sus chispas iluminaron el cine como una
luz estroboscópica.

Su corazón dejó de latir.

—Jared —susurró ella. Él oyó, respondió. Salió de la nada como un ángel vengador,
saltando sobre la espalda de Reid, y ambos se estrellaron en la fila en frente de ellos,
rompiendo sillas en el proceso.

Mina sacó el Grimorio, sabiendo que necesitaba ayuda, pero que también tenía que
mantener su distancia al mismo tiempo. El libro brillaba, y se alargó en una ballesta.

¡Santo cielo!, pensó Mina. Sería mejor hacerlo bien al primer disparo. Se levantó,
estabilizó la ballesta en la parte posterior de un asiento, y apuntó, pero un cuerpo
estaba siendo lanzado contra ella, el de Jared. Apenas tuvo tiempo de girar antes de que
aterrizara sobre ella con toda su fuerza y estuviera atrapada entre los asientos.

—¡Jared! —gritó Mina—. Levántate. Muévete.

Él no contestó, no podía. Estaba inconsciente. Todo lo que fue capaz de hacer fue un
pequeño gemido mientras luchaba por liberarse. En la conmoción, había perdido la
ballesta, y esta se había deslizado debajo de un asiento.

Más luces parpadearon, risas, y gritos se mezclaban en el aire. Su mejilla rozó contra
algo pegajoso, pero apretó los dientes y estiró su brazo hasta donde pudo. Apenas pudo
llegar a la culata de la ballesta.

Podía verlo, Reid lentamente dirigiéndose hacia abajo, fila por fila. Estaba casi sobre
ella, y todavía estaba metida debajo del cuerpo tendido de Jared.

—Vamos —gruñó, pero era demasiado tarde. Él estaba allí.

Saltó la última fila y se paró sobre su mano para evitar que tocara el arma. Su sonrisa
de confianza se tambaleó hacia un ceño fruncido.

—Esto fue demasiado fácil. Demasiado fácil manipular a los humanos. Demasiado fácil
hacerme uno de ustedes. Estaba esperando más de la más nueva Grimm y su protector.
Estoy muy decepcionado. Oh, bueno, tal vez tu amiga, Nan, ¿verdad? Tal vez tenga más
sentido que pelee con ella.

—¡Oye, cabrón! —gritó una voz desde detrás de él. 61


Reid levantó la mirada y recibió una patada en la cara de la gran bota negra del ejército
de Ever, tomándolo por sorpresa.

—¡Quieres una pelea, aquí la tienes! —gritó en plena gloria sobrenatural, con alas y
todo, mientras volaba fuera de su alcance. Ever parecía furiosa, Ever parecía gloriosa.
Había desaparecido en un segundo, escondida en la sala oscura. Las luces de
emergencia, finalmente fallaron, y Reid se vio obligado a utilizar la magia que fuera que
tenía para crear destellos de luz para iluminar el cine para tratar de encontrarla. Pero la
luz no era su fuerte, descubrió Mina. Estaba encendiendo cosas de cobre y el cobre
conducía la electricidad.
Mina luchó otra vez, y fue capaz de darle la vuelta a Jared sobre su costado y deslizarse
por debajo de él, pero su arma estaba ahora dos filas más abajo. Se arrastró y trató de
bajar por las escaleras sin ser vista. Ever estaba haciendo su mejor esfuerzo contra el
ser sobrenatural, pero sin el elemento sorpresa, obviamente estaba superada.

Él se abalanzó hacia ella y atrapó su bota. Ella gritó cuando esta lentamente se volvía de
metal.

Sus alas golpeaban salvajemente mientras trataba de salir de su alcance, pero él se rió,
estirando su otra mano para agarrar su pierna.

Estaba falta de tiempo. Mina se puso de pie y corrió hacia la ballesta, ladeó la cuerda, y
cargó el perno. Sin pensar ella gritó su nombre.
—Oye, Reid, por aquí. —Soltó la flecha y oró. Con la suerte de la magia sobrenatural, su
objetivo estaba seguro, y este atravesó a Reid en el pecho.

— Gracias por la gran cita. No me llames —cantó Mina.

Él jadeó de dolor y soltó la pierna de Ever. Su impulso la hizo chocar contra la pared y
se deslizó hasta el suelo. Reid agarró la flecha sobresaliendo de su pecho. Se echó a reír.

—Ahora, ahí está la pelea que yo quería. Esto se pone interesante. —Más chispas
danzaban de sus dedos, y la flecha lentamente se convertía en cobre.

—¿Qué tal esto para tu final? —preguntó Mina, sosteniendo la ballesta. Arrojó la
ballesta hacia él, y esta empezó a brillar e irradiar luz y poco a poco se convirtió en un
libro. Su rostro se congeló en horror, y trató de sacar la flecha de su pecho. El cobre en
el perno dejó de extenderse y comenzó a retroceder al enfrentarse al poder del
Grimorio. La flecha de luz se volvió más brillante y empezó a tirar de él hacia las
páginas, como un pez en un anzuelo.

Él gimió y se volvió para agarrarse a algo, cualquier cosa. Hundió sus manos en la silla,
pero esta comenzó a ceder ante el poderoso vórtice creado dentro de las páginas. El
cuerpo de Reid flotó en el aire y fue lentamente dejándose arrastrar hacia este. Trabajó
palmo a palmo hasta que se estaba sosteniéndose sobre la cabeza de metal del gran
hombre que él había convertido en cobre, pero no era rival para el Grimorio.

Con un último grito de derrota, Reid perdió su agarre y fue absorbido hacia el
Grimorio. El libro continuó tirando, arrastrando cubos de palomitas de maíz, bebidas,
cajas de dulces, e incluso un par de teléfonos celulares perdidos hacia sus páginas. El
libro se cerró con un golpe, y el teatro una vez más estaba sumido en la oscuridad. Mina
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podía sentir una sensación asfixiante de poder llenar la habitación. Este se sentía
pesado, como una presión en su pecho, y ella sabía que en la oscuridad algo mágico
estaba sucediendo.

Unos pocos segundos intensos pasaron antes de que la energía en el edificio volviera, y
con ella las luces del techo. Su mano se levantó para proteger sus ojos del cambio
extremo de la oscuridad a la luz.

El teatro todavía estaba destruido. Ever estaba saltando hacia ella con una bota
faltante. Se arrodilló junto a Jared y lo ayudó a levantarse. Él tenía un enorme moretón
en su mejilla, pero parecía estar bien por otro lado. Mina fue a ayudar a Ever, y ellas
medio llevaron, medio arrastraron a Jared a la salida de emergencia.

Un alto ruido de sorbido resonó detrás de ellos, y Mina giró su cabeza para mirar
alrededor al otro único habitante del destruido teatro. Era el enorme cinéfilo barbudo,
totalmente humano de nuevo, sorbiendo felizmente su bebida.

—La mejor película en 3D de todos los tiempos —dijo él.


Capítulo 12

Traducido por Heather a

Corregido por liset_11

—¿Qué está pasando ahí? —gritó Nan enrollando a Mina con sus brazos—. Todo se
puso oscuro y escuche el ruido como de un arma; ¿estás bien? ¿Jared está bien?

—Sí, estamos bien, pero podríamos necesitar ayuda para Jared.

Brody saltó y enrolló los brazos fuertemente alrededor de Jared, rápidamente lo alejó
del cine y lo llevó al estacionamiento. Grupos de personas se reunían para ver el
edificio, apuntando hacia él y tomando fotos con su teléfono. El cuerpo de bomberos
llegó y entraron precipitadamente.

Mina se sentó en el suelo, junto a Jared y pasó sus manos por su cara con preocupación.
La herida en su mejilla se estaba haciendo más grande y sus ojos luchaban por
mantenerse abiertos.

—Hey, tú —susurró cuando sus ojos se encontraron con los de ella, y que hermosos
ojos eran; llenos de pánico y confusión y, cuando se concentraron en los suyos
63
rompieron en una sonrisa silenciosa. En el oscuro estacionamiento sus ojos grises se
veían casi azules y ella sintió que se le atascaba la respiración. Una mano cálida tomó su
codo y Jared frotó suavemente de regreso.

—Me alegra que no murieras. —Ella le sonrió cálidamente.

—Toma más que un golpe perforador de un…

—Chico celoso —lo interrumpió Mina, dándole un rápido vistazo a su audiencia.

Los ojos de él se abrieron en entendimiento y bajo su voz de modo que ella tenía que
acercarse para escuchar sus próximas palabras.

—¿Lo atrapaste?

Mina miro a Ever y murmuró.

—Sí, nosotras lo atrapamos.

Brody andaba arrastrando los pies hacia adelante y hacia atrás incomodado por el frío,
mirándolos, cuando él se dio cuenta de los presentes.

—Hey ¿A dónde se fue Reid?

Mina se sentó hacia atrás sobre sus talones y dio a Brody una mirada disgustada
—Se fue.

—¿Qué quieres decir con que se fue?

—Exactamente eso, cuando no consigue lo que quiere simplemente desaparece. —


Trató de decirlo sin mostrar ningún sentimiento pero Ever resopló ruidosamente tras
de ella.

Nan estaba en shock.

—¡Que imbécil! Mina, te debes de sentir horrible; ¿el no trataría de aprovecharse de ti,
verdad? Estoy tan enojada que quiero buscarlo para darle una muestra de mis
pensamientos y una patada en su culo. Y Brody… ¿Por qué trajiste a ese idiota para que
saliera con Mina?

Brody retrocedió por la sorpresa y frotó la parte trasera de su cabeza.

—Yo…uh…la verdad no recuerdo por qué. —Y era una muy posible que ni tan siquiera
recordara haber conocido a Reid o que el Hada hubiese usado su poder de persuasión
para que hiciera lo que quisiera.

Un oficial de policía uniformado vino y empezó a tomar las declaraciones de los


testigos. El aire se volvió a llenar de una oleada de poder y Mina se volvió alarmada a
buscar la fuente, Jared la agarró del codo y se sentó, sintiendo lo mismo que ella.
Magia, pero ¿de cuál? Mina escuchó disimuladamente la conversación y se sorprendió
por cómo rápidamente las historias de lo que había pasado cambiaron y modificaron
cómo la gente las estaba diciendo. La Historia estaba trabajando, cubriendo el incidente
del cine tomando todas las diferentes versiones de los testigos.
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Era fascinante y horrible como la Historia manipulaba a la gente tan fácilmente. Un
hombre que llevaba una camisa de manta comentaba cómo vio un tipo que disparaba
rayos de sus manos, pero entonces sus ojos se tornaron pesados y su voz lenta debido a
la fuerte persuasión de la Historia. El policía le pidió que repitiera lo que dijo, pero su
historia ya había cambiado.

—Eran fuegos artificiales infiltrados. Algún tipo disparó fuegos artificiales dentro del
cine.

—¡No, no es cierto! —Intervino una mujer de corto cabello rojo—. Yo lo vi…tenia esas
cosas explotando como fuegos artificiales.

—¿Eres tonta? Es una conspiración del gobierno, un soldado vino con luces
experimentales para tratar de hipnotizarnos y hacernos sus esclavos —dijo un hombre
con una camisa blanca y una gorra de Nascar.

—No era un chico… era una chica y estaba volando. —Era el hombre alto de antes, aun
sorbiendo su bebida—. Y fui convertido en bronce pero estoy mejor ahora.

—¿Estas metido en drogas? No había ninguna chica, era un grupo de chicos y lanzaban
rayos para incendiar cosas, yo los vi y accioné la alarma de incendios.

—No, yo vi a alguien en el cuarto del proyector; dejaron una bomba de humo —


interrumpió un adolescente irritado.

—Yo creo que era una falla, algún empleado seguro se metió con los interruptores —
alguien más gritó.

Lentamente la verdad fue cubierta con tantas mentiras que ya no se sabía qué había
pasado verdaderamente. Finalmente el policía se dio por vencido y se fue sacudiendo su
cabeza y sin estar siquiera cerca a la verdad.

Jared se levantó y dejó ir un suspiro aliviado

—¿Estás acostumbrado a esto? —preguntó Mina.

—Sí, pero nunca se sabe si limpian o no el desastre después ellos mismos.

—¿Te refieres a tu hermano?

Asintió.

—¿Puedo ver el Grimorio rápidamente? —Ella le tendió el libro y él lo abrió en el final y


tomo un vistazo del esbozo en lápiz de la pelea entre Ever, Reid y Mina, para murmurar
con sorpresa—. Parece que ustedes dos hacen un buen equipo.

Ever se puso en medio y alzó su barbilla con orgullo.

—Solo porque tenía que hacerlo, tú estabas fuera del panorama entonces alguien tenía
que servir de remplazo. No es un trabajo que querría tener en un futuro así que no se
acostumbren a ello.

Brody se acercó, con un brazo agarrando protectoramente a Nan.


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—Hey, la policía está diciendo que seguro que sólo fue alguna clase de broma, y sin
daño ni consecuencias, entonces todos nos podemos ir a casa. El cine nos está dando a
todos tickets gratis para ver otra película una vez que vuelvan a abrir.

Nan estaba terriblemente sonrojada por la atención de Brody y Mina no pudo evitar
sentirse tanto feliz como triste por ella. El ataque repentino de peligro había puesto a
Brody en modo caballero de brillante armadura y reaccionó rápidamente protegiendo a
su chica. Mina estaba encantada por cómo había protegido a Nan cuando ella no pudo.
¿Cómo iba ella a envidiar su felicidad, si eso es lo que realmente querían? Brody
siempre protegería a sus seres más cercanos, esa era su naturaleza. Y si Nan seguía
siendo amiga de una Grimm, entonces siempre necesitaría protección y no podía
pensar en nadie mejor para hacerlo que en Brody; el problema era convencer a su
corazón de eso.

El camino a casa paso en silencio; la gravedad de lo que había sucedido en el cine había
llenado el aire con nerviosismo. Ni tan siquiera se atrevió a pregúntale a Nan y Brody
qué era lo que recordaban, prefiriendo no saber qué tanto estaban afectadas sus
mentes. Se enrolló en el asiento trasero y se acercó el Grimorio al pecho para mirar
hacia la ventana, a la noche.

Varias veces atrapó a Brody mirándola por el retrovisor, pero rápidamente apartaba la
mirada para parecer que no se había dado cuenta. El pequeño cuaderno se sentía
caliente en sus manos, lo abrió en una página en blanco y contempló asombrada como
las palabras empezaban a aparecer.

¿Disfrutaste la cita? ~T

Las palabras aparecieron por unos pocos segundos y después desaparecieron del papel.
Teague debía estar escribiendo en el libro del plano sobrenatural para hacerlo aparecer
en el suyo en el plano físico. Una imagen de un príncipe de cabello negro inclinado en
una columna de oro en una sala redonda apareció en su mente. En la columna
descansaba un libro muy grande y antiguo. Él miraba a su alrededor para asegurarse
que nadie lo espiaba, y luego se inclinaba hacia adelante para escribir en sus páginas
con una pluma blanca.

Mina buscó en su bolso un bolígrafo e indecisa escribió en el Grimorio con su corazón


latiendo rápidamente por la adrenalina.

Fue decepcionante, tenía grandes expectativas. Pero supongo que soy difícil de
complacer.

Todavía no podía creer que estuviese haciendo eso, burlando a la Historia a través del
Grimorio; ni tan siquiera sabía que eso era posible.

Trataré de estar a la altura de tus expectativas la próxima vez. Y puedes estar segura
de que habrá próxima vez… y la siguiente…y la siguiente… y la siguiente.

¡Te derrotaré!

Hubo una larga pausa, por lo que pensó que se había marchado y dejaría de escribir. Se
quedó examinando la página, deseando que apareciera una respuesta, pero nada.
66
Finalmente, cuando estaba por cerrar el libro de tanta frustración, su respuesta llegó,
escribiendo despacio deliberadamente.

Entonces esperare a ese día, para enfrentarnos cara a cara.

Ese día será antes de lo que esperas, Teague.

No esperaba que fueses tú la que contara los cuentos.

¿Por qué parecía que estaba coqueteando con ella? Podría haber jurado que estaba
sonriendo mientras escribía eso pero ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo podía visualizarlo tan
fácilmente escribiendo en el libro, cuando no lo podía ver? ¿O era que estaba conectado
a los cuentos tanto como ella? Su estómago se revolvió en disgusto.

Mina.

Ya no quería jugar ese juego y casi paró por completo de escribir.

¿Qué? Finalmente le respondió.

Lo siento.

¿Por qué?

Por lo que voy a hacer…pero de nuevo… tal vez no.


El auto paro en frente del edificio en donde estaba el apartamento de Nan y Mina no
tenía idea de cuánto tiempo habían estado sentados ahí. Subió la mirada en alarma y
vio a Brody besando a Nan en los labios. Era agresivo, algo muy impropio de él,
entonces supo que era lo que Teague había hecho; había empujado a Brody a besar a
Nan. Supo entonces que era realmente malvado y sádico. Cerró el libro de golpe y se
acomodó totalmente frustrada. El sonido del golpe y el movimiento en el asiento
trasero hizo que se rompiera el hechizo en el que estaban Brody y Nan.

Nan se empezó a sonrojar y Brody retrocedió tan rápidamente que su cabeza golpeo la
ventana.

—¡Auch!

Nan limpió su boca con el reverso de su manga, mientras Brody frotaba su cabeza, sin
querer ver a ninguna de las chicas.

—Mina, lo siento… estabas tan callada allá atrás que olvide por completo que estabas
ahí.

—Está bien. Llamare a mi mamá para que venga por mí, si ustedes quieren continuar
con su cita. —Su voz sonó hueca hasta para ella.

—No, yo te llevaré a casa —replicó Brody bruscamente.

Nan sonrió hacia él en agradecimiento y se despidió antes de salir del coche y dirigirse
hacia el portero del edificio. Se giró justo antes de entrar por las puertas dobles y ondeo
su mano dulcemente para tirar un beso hacia el auto. Mina no dudo que ese beso era
para Brody.
67
Se quedó en la parte trasera del auto mientras Brody arrancaba para alejarse del
edificio. El silencio se volvió ensordecedor entre los dos. Mina se dijo a si misma que no
le importaba, que Brody y Nan debían estar juntos. Pero cuando Teague intervenía en
la vida de sus amigos solo para dañarla, lo odiaba a él, los odiaba a ellos. Salir de una
relación es doloroso y con eso Teague había encontrado una herida que podría seguir
picando para lastimarla. Le había creído por un segundo cuando le dijo que lo sentía.
Pero sabía que no lo hacía.

Después de unas calles, Brody disminuyó la velocidad y paró en una calle llena de casas
sumidas en la oscuridad.

—¿Te gustaría sentarte en el asiento delantero?

—No, estoy bien aquí —dijo rígidamente

—De verdad no sé qué me pasó —dijo Brody calmadamente, mientras la miraba por el
retrovisor.

—Ella es tu novia…no necesitas darme explicaciones.

—No, fue desconsiderado de mi parte, considerando nuestro pasado; ni tan siquiera


estoy seguro de por qué llevé a Nan hasta su casa primero que a ti, nunca fue mi
intención dañarte así.
—Lo sé, no es tu culpa. —Su corazón se retorcía y sabía que ya no lo podía aguantar
más. Rápidamente abrió el Grimorio y sacó su bolígrafo para intentar algo.

¿Jared? Escribió

¿Mina? Wow, ¿Cómo estás haciendo esto? Puedo ver tus palabras en mi mente.

Eso no importa. ¿Podrías venir y recogerme…AHORA?

¿Estás en peligro?

Mina lo pensó por un minuto

Sí, no. Solo ven a recogerme… por favor.

Voy de camino, respondió.

Brody apretó sus manos alrededor del volante y se dio la vuelta en su asiento para verla.

—No quisiste decir eso, no puedes simplemente perdonarme por la forma en que te he
tratado. Mina, nunca he estado tan confundido, siento como si estuviera en batalla con
mis emociones. Cuando estoy con Nan es como si una poderosa fuerza de la naturaleza
me arrastrara y no la pudiera combatir. No sé cómo combatirla. Pero me siento muy
mal por ti. Yo no…no estoy seguro…

Mina no lo dejó terminar porque vio unos faros viniendo por la carretera y fueron
disminuyendo la velocidad a medida que se acercaba al auto. Agarró su bolso y su
cuaderno y abrió la puerta. Brody estaba sorprendido por su repentina salida, entonces
abrió la puerta del conductor para salir tras ella.
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No podía abandonarlo sin ninguna explicación, así que se dio la vuelta y tomó un gran
respiro para mantener a raya las lágrimas. Se acercó a la puerta y la cerró. La cálida
mano de Brody cayó sobre la suya a través de la ventana abierta.

—A veces vale la pena luchar por amor. Y si no peleas es posible que se te escape. —Se
dio la vuelta y se alejó de él.

Se veía devastado pero ella no se dio la vuelta y siguió caminando hacia el Ford Boss.
Jared estaba siendo cauteloso en no establecer contacto visual con Brody, por una vez
estaba siendo un verdadero caballero; solo esperaba que no hubiera interrumpido su
cita con Ever.

Se deslizó en el asiento delantero y abrió la ventana mientras Brody se alejaba. La


ráfaga de viento en su cabello y el zumbido del motor la arrastraron hacia un lugar de la
nada. Se negaba a pensar en Brody, Jared o Teague para quedarse en su lugar feliz. En
uno de los momentos en que pensaba en el tiempo que seguía con su hermano y
jugaban juntos. Momentos después Jared se detuvo en la casa de los Grimm y esperó en
la puerta. Mina se inclinó sobre él y dio un puñetazo en el código, y la puerta se abrió.
Condujo lentamente hasta la puerta principal y apagó el motor. Ella siguió sentada, en
su mundo, hasta que Jared caminó alrededor del auto hasta llegar del lado del pasajero.

No habló, ni le hizo preguntas incómodas lo que la hizo respetarlo por eso. Él sabía que
estaba herida por lo que agarró su brazo y le dio un asfixiante abrazo. Ella se perdió. Se
tiró en sus brazos y empezó a llorar usando su hombro como consuelo. Jared sostuvo
sus manos torpemente en el aire antes de abrazarla para que siguiera llorando.

Cuando hubo terminado de gimotear, se alejó de él y con el revés de sus mangas limpio
lo que quedaba de sus lágrimas.

—Lo siento —suspiró.

—Tonterías. He visto muchos Grimms apenados a lo largo de los años y creo que me
gusta más como tú lo haces —le respondió.

Le sonrió y asintió patéticamente

—No es justo para ti y Ever que también les haya arruinado su noche.

—Hey, tal vez seré viejo pero la noche aun es joven. —Inclinó su cabeza y la luz de la
luna hizo más visible su mejilla hinchada y magullada. Notó hacia donde dirigía ella su
mirada y movió su cabeza—. El me golpeó con un puño hecho de hierro.

—Cobre —la corrigió.

—¿Fue eso?

—Sí, creo que era Stiltskin también, ¿Cuántos de ellos hay allá afuera?

69
—Más de los que quisieras saber.

—Entonces ayúdame a entrar al plano Hada y rescatar a mi hermano. —Probablemente


no era el mejor momento para traer el tema a colación pero sólo estaba tratando de
perder el tiempo. Esa noche lo comprobó. Y no iba a mencionar lo que necesitaba hacer
una vez que estuviera ahí. Si Jared sabía de su plan de robar el libro Hada, lo más
probable es que rechazará ayudarla.

—¿Eres sorda y tonta? De ninguna manera. —Agarró el brazo de Mina para


amenazarla—. No dejare que malgastes tu vida en algo que es imposible.

—Cada búsqueda que emprendo es una situación de vida o muerte, así que ¿por qué
cuando quiero hacer algo, es tonto, pero cuando se trata de un cuento de hadas o
encontrar una criatura es diferente? Es porque buscar a Charlie no ayudará a romper la
maldición, ¿verdad? —Tiró su brazo lejos de su agarre.

—No, es porque buscar a Charlie es una causa perdida que seguramente terminará con
tu muerte.

—¿Cuál es el problema? La maldición pasara a otro Grimm y estarás libre de mí, y


pasarás a decidir si ayudar o no al próximo Grimm.

Jared se veía desconcertado, se recostó en el auto y cruzó los brazos.

—Tal vez no quiera ayudar a otro Grimm.

—Tal vez no quiera tu ayuda tampoco, entonces. Si no me ayudas encontraré a otro que
lo haga —lo amenazó.
Él resopló.

—¿A quién?

—No lo sé… tiene que haber otra Hada allá afuera que esté dispuesta a ayudar a un
Grimm.

La cara de Jared se puso roja por vergüenza y empezó a tartamudear.

—Uh, ¿acerca de eso?

—J-a-r-e-d —arrastró su nombre.

—Tal vez haya alguien, tendré que pensar en ello. —Se metió en el auto sin decir otra
palabra y condujo hacia la noche.

70
Capítulo 13
Traducido por Mulan231

Corregido por liset_11

Estaba teniendo una pesadilla. Reid estaba en su habitación, vigilando a Nan.


Amenazando con convertirla en cobre. Él siguió acariciando su cara, burlándose de ella.
Mina estaba congelada en su estado de sueño, y no podía moverse. Nan desapareció y
Reid lentamente se transformó en Temple. Su voz llenó la habitación y resonó en su
inconsciente. Él llegó con su mano de oro, llena de polvo, hasta ella e intentó evadir su
tacto, pero todavía estaba congelada. Su aliento salía entrecortado al tiempo que él
tocaba su cara. Ella podía sentirse a sí misma cambiar y convertirse en oro. Miró sus
manos y eran de oro, pero aún no podía moverse.

—No olvides tu promesa —susurró, luego desapareció en la oscuridad, riéndose de ella.

71
El sueño cambió nuevamente. Vio a Charlie encerrado en una jaula de oro, hecho un
ovillo.

Lo llamó, y él se sentó con confusión. Entonces, su cara se iluminó cuando la vio, y


corrió a los barrotes. Charlie estiró su mano, para que ella lo agarrara, pero estaba
demasiado lejos.

—¡No puedo! No sé cómo salvarte, Charlie. No sé cómo llegar hasta allí. —Sus manos
cayeron, y ella pudo ver la desilusión grabada en su pequeña cara. Pero entonces, fue
remplazada por una mirada de miedo. Él apuntó detrás de ella, y ella giró para ver una
pared de fuego emerger alrededor de ellos. Ambos estaban atrapados dentro de esa
ardiente agarradera. El fuego se alzó entre ellos, separándolos ahora por fuego y barras
de oro. Había alguien más allí. Ella pudo descubrir el cuerpo de un hombre tendido en
el suelo, y supo que estaba muerto.

—¡NOOOO! —gritó.

Se despertó, respirando entrecortadamente. El sueño se sintió real. ¿Había visto a


Charlie? Se echó en su cama y se alentó a si misma a dormir otra vez, así podría volver
soñar con su hermano y obtener una pista de cómo salvarlo. El sueño la evitó, y luego
de acostarse dos horas en su cama, ningún sueño llegó. Se vistió con un short azul y una
camiseta blanca. Corrió hacia el baño para rápidamente lavarse los dientes y pasar un
cepillo por su cabello sin siquiera mirarlo.

El suelo de madera se sentía frío contra sus pies descalzos y frenó en cuanto escuchó
voces viniendo de la cocina. Rápidamente, abrió la puerta y fue bienvenida por la vista
de su madre y Jared sentados calmadamente en la mesa, hablando amigablemente.
Mina se congeló con su mano en el picaporte. Sus ojos fueron con incredulidad de su
madre a Jared.

Él estaba vestido con las mismas ropas de la noche anterior y lucía como si no hubiese
dormido, pero eso no le quitó para nada su belleza. Anteriormente, Jared nunca había
mostrado interés en conocer a su familia. ¿Su madre sabía que estaba hablando con el
mismo Jared que la había secuestrado el año anterior? No, si lo supiese, probablemente
hubiese demandado que dejase la casa… inmediatamente.

Mina esperó un par de segundos, pero nada sucedió. Sara no era consciente de la
batalla interior que su hija estaba sufriendo. Sara vio a Mina entrar, y se aclaró la
garganta e hizo un movimiento a Jared con su mano.

—Em, cariño, este es Jared y, uh… Terry lo envió para que arreglara las ventanas de la

72
casa.

Mina miró fijamente a su mamá, antes de darle una mirada curiosa a Jared, siendo
cuidadosa de dejar su cara en neutro.

—Oh —respondió.

—Sé que es algo repentino, pero Terry me aseguró que es un buen trabajador, y si ella
confía en él, yo también.

—Que bien. —Su boca se sintió seca, sus palabras eran forzadas.

Jared entrecerró sus ojos mientras se inclinaba con las patas traseras de la silla,
tambaleándose al borde como un adolescente rebelde. Era obvio que él sabía algo,
aunque su madre no. Aun así, Jared contestó con un tono formal.

—Mucho gusto en conocerte…

—Mina —respondió irritada, sabiendo que él solo estaba jugando su parte.

—Que nombre más raro ¿Es un apodo de algo? —se burló de ella, sabiendo muy bien
qué significaba.

—Sí, labio hinchado.


Respuesta equivocada, porque escuchó a su madre dar un grito ahogado, y Sara se
levantó.

—Ya, Mina, discúlpate con nuestro invitado.

—Mamá, míralo ¿No te resulta remotamente familiar? —Mina insinuó.

Sara se giró para ver fijamente a Jared, con desconcierto en sus ojos, y negó con su
cabeza.

—No, lo siento cariño ¿Debería hacérseme familiar? No lo sé, últimamente mi mente


ha estado echa un lio ¿Puedes mostrarle la casa… por favor?

Mina puso sus ojos en blanco y mantuvo la puerta abierta para que Jared la siguiera al
pasillo, pero no antes de arrebatar una manzana de la fuente de fruta en el mostrador.
Cuando estuvieron lejos del alcance del oído de su madre, ella le gritó.

—¡Genial, simplemente genial! Ahora estas lavándole el cerebro a mi mamá.

Él la miró confuso.

—No hice nada.

—Seguuuuro. ¿Qué diablos estás haciendo aquí?


73
—Empecé a pensar sobre lo que dijiste anoche, y me di cuenta de que tal vez haya
actuado… ¿Qué le pasó a tu pelo?

—¿Huh? —Su mano paso por él, y aún estaba allí.

Jared señaló con sus dedos su frente, y ella corrió al espejo del pasillo y jadeó en shock.
Todo un mechón de su cabello, comenzando desde su frente y pasando más allá de sus
hombros, era de oro.

—Cre…Creí que era un sueño —susurró, con miedo a tocarlo.

—¿Qué sueño?

—Soñé sobre el Hada, sobre Reid y Temple y… y mi hermano. Él estaba en una jaula de
oro, y había fuego por todos lados. Él me tocó en el sueño, y ahora esto. —Ella tragó y
giró hacia Jared—. ¿Qué hago ahora?

Él se quedó allí, mirándola con incredulidad.

—No puedo creerlo ¿Has hecho lo que creo?


—¿Creer qué?

—¿Entiendes lo que esto significa? —Se estaba enojando, se acercó y la tomo por los
antebrazos.

—No, no entiendo lo que significa, excepto que estoy asustada.

—Lo…Lo siento. Estaba equivocado y esto lo prueba. —Toco su cabello asombrado—.


Si alguien puede terminar todas las preguntas y romper la maldición, eres tú. Y estás en
lo correcto, sólo porque no puedo ayudarte con Stiltskin, no significa que alguien más
no pueda. Las viejas van a odiarme por esto… bueno ya me odian, pero van a estar muy
interesadas en este nuevo desarrollo.

—¿Quiénes? —dijo ella impaciente.

Jared la ignoró y se encaminó por el pasillo a la puerta del frente.

—Vamos.

—¿Irnos? ¿A dónde?

—A las viejitas. Es tiempo de mover el gallinero.


74
Capítulo 14
Traducido por Val Nox y Mica:)

Corregido por Jime02

Jared la llevó hasta su motocicleta. Ella levantó la vista hacia la casa; a las persianas
rotas que él debía arreglar.

—¿Qué pasa con las persianas?

Él se giró hacia la casa y chasqueó los dedos. Mágicamente, las persianas volvieron a
unirse.

—Y el pórtico delantero. —Mina no lo dejaría salir de su artimaña tan fácilmente.

Jared se inclinó hacia el pórtico y apenas la miró antes de que el escalón fuera
arreglado.

—¿Podemos irnos ya? —preguntó Jared, mordiéndose las uñas.

—La casa necesita pintura.

75
—Listo, ahora avanza —demandó Jared.

Mina regresó su mirada a la casa. La que, ahora, era de un reluciente y prístino blanco.

Él sonrió y ayudó a Mina a ponerse su casco; incluso yendo tan lejos como para mover
la trenza de su hombro. Ella levantó la vista hacia el cielo lleno de nubes y frunció el
ceño.

Jared notó su mirada.

—Confía en mí, no dejaré que un poco de lluvia arruine nuestro paseo.

Le dio una mirada sorprendida.

—¿Confiar en un Hada? Nunca. Pero será mejor que me mantengas seca, o la próxima
vez será el autobús para ambos.

Sonrió mostrando sus dientes blancos, y bajó su visera.

Mina pasó la pierna sobre el asiento de la motocicleta y no supo dónde colocar las
manos. No era la primera vez que había montado con él, pero cada vez que lo hacía
tenía la misma sensación desconcertada de qué hacer con ellas. Rápidamente lo superó
cuando la motocicleta rugió a la vida y envolvió sus manos alrededor de su cuerpo para
sostenerse mientras aceleraba hacia el portón.

Jared no se detuvo a introducir el código de seguridad, sino que aceleraba mientras


más se acercaban. El corazón de Mina le latía con fuerza y chilló, pensando que se
estrellarían a través de él; pero todo fue por nada. En el último segundo —debido al
poder de Jared— el portón se abrió, dejándolos pasar. Jared se rió por el grito y fue
mucho más rápido, haciendo que lo apretara con más fuerza.

Condujeron por veinte minutos antes de que se detuviera en una antigua planta de
reciclaje en la costa. El edificio era de un descolorido verde guisante, con las palabras:
―Centro de Reciclaje Green Mill‖ apenas legibles. Las ventanas se encontraban
entabladas, y hasta las puertas tenían cadenas en ellas, desalentando a los visitantes
indeseados.

Mina se dirigió hacia la puerta principal, pero se detuvo cuando Jared la pasó y se
dirigió a la parte trasera. Buscó en los montones de ―Contenedores para ser reciclados‖,
hasta que encontró una puerta de entrada metálica a una bodega. A diferencia de las
otras, ésta no estaba encadenada o entablada, sino que se encontraba sellada con un
disco metálico. El disco en sí era de bronce, con un sol y una luna grabados sobre él y
con letras antiguas garabateadas en los bordes.

Él se agachó, puso su palma sobre el emblema, y murmuró algo ininteligible. Segundos


después, el sello brilló y se desbloqueó.

Jared sonrió mientras abría las puertas que conducían a una oscura escalera, y le hizo
señas a Mina para que entrara.

—Las damas primero.

Mina dudó.

—Uh, edad antes que belleza.

—Los Grimms nunca ganan. 76


—El príncipe antes que el mendigo.

—Oh, bien. Después no digas que la caballerosidad está muerta. Porque tuviste tu
oportunidad. —Fue por las escaleras primero, pisando con confianza sobre las botellas
de plástico y envases de cartón.

—¿Tienes una linterna? —preguntó ella, sintiéndose incómoda.

—No le tienes miedo a la oscuridad, ¿verdad?

—No, no es la oscuridad lo que me asusta. Es lo desconocido… y tú —susurró.

Él no debía escuchar las últimas dos palabras, pero lo hizo.

Giró sobre sus talones rápidamente, para mirarla, haciendo que Mina tropezara con
una botella de vidrio y patinara hacia él. Hábilmente la atrapó y apretó contra su pecho;
aunque luchaba por liberarse de su agarre, él no la soltó.

—Ten cuidado —dijo.

Empujándola lejos de él con fuerza, Jared se agachó, agarró una botella de vidrio de
Coca-Cola, y cerró los ojos. Unos segundos más tarde una brillante luz emanaba de su
interior.

—Aquí tienes. Sólo durará unos pocos minutos, pero debería ayudar a mantener a los
espantosos monstruos lejos… incluyéndome.

Mina tomó la botella de vidrio de Coca-Cola de la mano de Jared y la miró con


asombro. Era preciosa, un tesoro, y de hecho iluminaba el pasadizo bastante bien.
Caminando con ella, pudo sentir el suave calor proviniendo de allí, pero ni una sola vez
la quemó.

—Está justo aquí.

Los dirigió otros veinte metros antes de llegar a un callejón sin salida.

—No hay nada allí.

—Eres muy observadora —respondió con sarcasmo—. Apuesto a que siempre podías
encontrar a Wally, también. Ahora, acerca la botella para que puedas ver.

Ella obedeció.

Jared metió la mano en su bolsillo trasero y sacó una pequeña caja de metal. Eligió dos
objetos de forma irregular y los insertó en un minúsculo agujero en la pared. Ella pudo
escuchar unos pocos clics de metal contra metal.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó.

—Dado que no tengo la llave para este elegante establecimiento, estoy forzando la

77
cerradura.

—Pero acabas de usar magia en la otra cerradura. ¿Por qué no puedes hacerlo en ésta?

—Porque la otra tenía una cerradura mágica, y ésta no. Es una llave de cinco puntas, así
que deja de hablar para concentrarme… ¿o prefieres tú forzar la cerradura?

Negando con la cabeza preguntó:

—Si buscamos a estas personas para pedirles ayuda, ¿por qué no tocamos y usamos la
puerta principal?

Los hombros de Jared se hundieron con culpa.

—Porque nunca llamo. No debería tener que tocar la puerta.

—Así que solo haces esto por tu propia diversión.

—Sí, y para ver la expresión en sus caras cuando consigo lo mejor de ellos. —Le sonrió a
Mina.

Bajo el resplandor de la luz inducida por la Coca-Cola, se veía impresionante. Tan


apuesto que ella casi lo perdonó por querer renunciar a la búsqueda de su hermano.

—¡A-ha!

La cerradura hizo clic y él apagó la luz. Jared agarró la mano de Mina, mientras abría la
puerta silenciosamente.

Un suave resplandor llenó el pasadizo, y entraron a una gran biblioteca. Luego cerró la
puerta sin hacer ruido. Había un fuego ardiendo en la chimenea en la pared del fondo, y
las sillas de la sala parecían cálidas y acogedoras.

Una de ellas se encontraba ocupada.

Mina vio como un brazo se estiraba para tomar una taza de té de una mesa lateral y
desaparecía detrás de la parte posterior de la silla. Unos segundos más tarde la taza fue
reemplazada, y se escuchó el sonido de un periódico; el lector no había notado su
intrusión.

Algo le advirtió que no dijera ni una palabra, sobre todo porque Jared había estado
existencialmente tranquilo desde que entraron en esta habitación. Él llamó la atención
de Mina con un gesto de su mano y asintió hacia el lado oeste de la sala.

Se giró hacia Jared y pellizcó su brazo, duro.

Él se encogió y dejó caer sus hombros, negándose a mirarla. Lo pellizcó más duro hasta
que se dio la vuelta y apartó sus manos con fuerza.

—¿Estamos irrumpiendo en la casa de alguien? —Articuló las palabras dramáticamente,


y luego lo golpeó en la cima de la cabeza.

Él intentó callarla con sus manos, le dio una sonrisa tímida y asintió.

Mina arrugó la cara y levantó las manos como si fuera a estrangularlo, pero se controló.

¿Por qué?

Gesticuló con sus manos.


78
—Porque pediste ayuda —susurró, sin apartar los ojos del ocupante en la silla.

—Estamos allanando, y vamos a quedar atrapados, o peor aún, enviados a la cárcel —


siseó silenciosamente en su oído.

—Nah. —Se movió hacia el otro extremo de la habitación hacia dos puertas dobles, al
lado de una mesa con un gran florero.

—Hola, Jared. Me alegro de verte de nuevo. ¿Recuerdas lo que pasó la última vez que
trataste de escabullirte aquí? —La voz elocuente pertenecía a una mujer.

Jared se quedó inmóvil y tiró la cabeza hacia atrás para mirar el techo, como un
adolescente que acababa de ser castigado.

—Sí —gruñó.

Mina saltó por la voz y golpeó la mesa. El florero sobre ella se tambaleó peligrosamente
y luego se cayó antes de que alguno pudiera atraparlo. Mina jadeó mientras se
estrellaba contra el piso y se rompía en pedazos. Su cabeza se movió al ocupante de la
silla, y escuchó un largo e interminable suspiro.

—Jared, Jared, Jared. ¿Qué voy a hacer contigo? Me temo que nunca aprenderás. —El
periódico fue arrojado suavemente a un lado, y la mujer se levantó para enfrentarlos.
La conocía. Era su profesora de música, la Sra. Colbert.

—¿Sra. Colbert?

La Sra. Colbert parecía molesta porque Jared la llevó allí; caminó rápidamente hacia el
príncipe Hada y colocó las manos en sus caderas.

—¿Qué crees que es esto? ¿Una biblioteca pública? No puedes entrar y salir a tu antojo.
No tienes permiso para estar aquí, y no tenías que traerla contigo. Tú, príncipe Hada,
estás arruinando todo. Solo porque hayas hecho una buena acción no significa que el
pasado sea olvidado fácilmente.

La puerta se abrió, y otra mujer se asomó en la biblioteca.

—Constance, ha habido otro avance.

Mina se encontró con una mujer que parecía extremadamente familiar pero a la vez
extraña. Había suficientes similitudes para hacerla dudar. La altura, los ojos de color
marrón oscuro, el tono de voz; pero le faltaban las arrugas, las canas en las sienes, y su
grueso y terrible acento.

Pero no fue hasta que la mujer reconoció a Mina, dejó escapar un chillido de miedo, y
cerró de golpe la puerta que supo que tenía razón.

Unos segundos después la puerta se abrió de nuevo, y la señora Wong se puso delante

79
de ella.

—¿Sra. Wong?

La Sra. Colbert rodó los ojos y le hizo un gesto a la mujer.

—Déjalo, Mei, el príncipe sacó al gato de la bolsa.

—Sra. Wong, ¿qué está pasando aquí? ¿Es una de ellos?

Los suaves ojos marrones de Mei Wong se cerraron mientras tomaba una respiración
profunda y lentamente dejó caer el encanto. Sólo había un débil resplandor en el aire a
su alrededor, y la anciana china que Mina conoció y amó fue reemplazada por una
pequeña mujer con grandes y hermosos ojos y piel del color del chocolate caliente.

Dolor. Ira. Traición.

Todas esas emociones corrían a través de ella, provocando una sinfonía desarticulada
de dolor. Mina inconscientemente retrocedió cuando la mano de la mujer se extendió
para tocar su hombro.

—¡No! —Mina se giró para enfrentarse a Jared—. Y tú… tú lo sabías ¿no? Has sabido
todo el tiempo que ellas son Hadas.

Jared se había cruzado de pie junto a la ventana dejando pasar un filtro de luz a través
de su piel dándole un aspecto de otro mundo. Inclinó la cabeza y la estudió
cuidadosamente.

—¿Estás diciendo que tú no lo sabías?


—Yo... eh. No lo sabía.

—No puedes ser tan ingenua. ¿No sabías que tenías una? Son las encargadas de
conducir la casa por ti. Todos los hermanos Grimm tienen una niñera.

Él se encogió de hombros y señaló a la correcta y formal Sra. Colbert.

—No son muy buenas para cualquier otra cosa.

Los labios rosados de la señora Colbert y sus ojos se estrecharon con ira.

—Joven príncipe, nosotras no somos niñeras. Somos un gremio colectivo de hadas


dedicadas a la coexistencia pacífica entre lo sobrenatural y lo no sobrenatural. Nos
esforzamos por mantener el equilibrio mediante la protección de los Grimm.

Jared mostró sus dientes blancos a la señora Colbert en desafío y se inclinó.

—Oh, perdóneme —dijo lentamente—, su amor por el orden…

—Ahora, escúchame… —Ella comenzó.

—¡Alto! —Mina gritó. Su mundo se estaba desmoronando de nuevo—. ¿Qué quieres


decir? ¿Tú proteges a los Grimm?

Se giró hacia la señora Wong, diciendo las palabras como puñales.

—Nunca me has protegido. Ni de Claire, ni de los lobos ni de la Parca. Si tú eres mi


protectora entonces, ¿por qué no me hablaste de mi padre? ¿De la maldición? ¿De la
historia? Podrías haberme advertido. 80
—Nosotras observamos, orientamos, pero nunca interferimos. Rompimos esa promesa
cuando tu hermano nació, y hemos estado tratando de arreglarlo desde entonces.

—¡Charlie! ¿Qué tiene esto que ver con Charlie? ¿Qué hiciste?

Mina empezó a pasear frenéticamente, manteniendo la mayor distancia posible entre


ella y las hadas. Debería haberlo sabido, debería haber visto las señales. Ellas estaban
allí. Al igual que el té mágico que la señora Wong le dio para sanar sus heridas, todo
apuntaba a lo obvio, pero se negó a creerlo. Optó por no creer.

—Vamos a explicártelo todo, pero creo que tenemos que tomar asiento. Esto podría
tomar un tiempo. Ven. —Abrió las puertas dobles blancas e hizo un gesto hacia el
pasillo—. Sígueme.

Mina dudó al principio, mordiéndose el labio inferior con indecisión. Necesitaba


respuestas, y ellas las tenían. Por lo que caminó obedientemente tras el hada; Jared
comenzó a dirigirse tras de ella. La Sra. Colbert —o como Mei la llamó, Constance— se
giró y en cortas y definitivas palabras lo frenó.

—No Jared. Tu podrás ser el príncipe pero no nos gobiernas a nosotras A dónde vamos
tú no puedes ir.

Él la miró.
—¿No crees que merezco algunas respuestas, también?

Ella le devolvió la mirada.

—¿Cuándo te has ganado esas respuestas? Yo creo que no.

Su boca hizo una mueca irritada y miró hacia Mina antes de encogerse de hombros y
caminar hacia la silla vacía. Hizo un gran show moviéndola a través de la habitación y
sentándose en ella mientras ponía sus zapatos sobre la blanca mesa de café. Puso una
mirada de suficiencia en su rostro y gritó en un tono de mando.

–Bueno, si vas a dejarme aquí esperando al menos tráeme algo de beber.

Constance cerró la puerta con un firme click. Mina realmente dudaba que le dieran a
Jared una bebida pronto.

Siguió a la mujer que fue su maestra, preguntándose por todas las cosas que la habían
llevado hasta este momento. Mei Wong las seguía a unos pocos pasos mientras viajaban
por el pasillo alfombrado. Mantenía la cabeza gacha y sus pasos lentos, como si la
mujer Hada estuviera tratando de mantenerla fuera de su vista.

Sintiendo lastima, y en cierto modo responsable Mina comenzó a caminar más lento
para hablar con su vieja amiga.

—¿Así que tu nombre de verdad es Mei? ¿Qué hay de Ken? ¿Están ustedes dos casados?

Ella negó con la cabeza, su voz suave y melódica; dejar su acento le favorecía. Tras una
inspección más cercana, su protector Hada no se veía mucho mayor que su propia
madre.
81
—Es Meira, o Mei, para abreviar, y sí, estamos casados. —Tenía las mejillas sonrojadas,
y sus ojos brillaron con picardía.

Entraron en un ascensor dorado y presionó un botón. Las puertas se cerraron, pero en


lugar de bajar o subir el ascensor se quedó estático en su lugar. El aire crujía a su
alrededor. Mina dirigió su mirada a una sonriente Mei cuando el reconocimiento la
golpeó como una tonelada de ladrillos.

––Fuiste tú, ¿no es así? ¡Tú querías que la Historia me encontrara! Colocaste las fotos
de mí en tu restaurante, me diste té mágico. Tu acento era terrible, por cierto.

Mei miró a su alrededor con pánico.

Constance se giró hacia Mei con las manos en las caderas.

—¿Mei, lo hiciste? Tu sabes mejor que nadie que no hay que involucrarse demasiado
pronto. Hay que esperar hasta estar seguros.

—Constance perdóname pero la Historia tenía que encontrarla. No importó cuántas


veces nos mudamos, cambiáramos de forma o que Sara te cambiara de escuela, él
siempre la encontraba a ella. La Historia siempre se ha sentido particularmente atraída
por mi Grimm. Sabía, a pesar de que ella era una niña, que sería el próximo elegido. Mi
Mina será la que rompa la maldición. Sólo con mirarla lo ves.
Mei sonrió ampliamente e hizo un guiño en dirección a Mina.

—Esta conversación no ha terminado aquí, Mei. Esa fue una grave violación al
protocolo.

Las puertas se abrieron de nuevo, y ellas estaban en una circular y grande habitación
blanca, llena de espejos de todo tipo: pequeños, ornamentados, y espejos más grandes
que un camión de reparto.

—Aquí estamos —sonrió con orgullo y movió sus manos alrededor—. Sé que no hay
mucho que ver y nosotros ejecutamos una pequeña operación, pero yo creo que el
Gremio es algo por lo que cualquier Grimm se sentiría orgulloso. Bueno al menos eso
espero, ya que tú eres la primera que alguna vez ha estado aquí.

Mina caminó alrededor de la sala de los espejos y pudo ver un ligero vislumbre o una
sombra de actividad en cada uno de ellos.

—¿Qué son?

Mei se acercó y tocó el borde de plata del espejo más cercano.

—Son nuestros espejos. Desde aquí llevamos un control de todos los Grimm. Mira éste
es el tuyo. Uh, me refiero al mío.

Ella sacó el espejo de mano de la pared y se lo entregó a Mina.

Al principio estaba lleno de niebla pero luego ésta se dispersó para revelar una imagen
de una Mina sosteniendo un espejo en una habitación rodeada de ellos. Mina levantó la
vista y miró a su alrededor buscando una cámara o cualquier objeto mágico que la
82
estuviese grabando y proyectando su imagen ahí. La Mina del espejo miró alrededor de
la habitación al mismo tiempo.

—Así que hay un espejo para todos los Grimm.

No puede haber tantos hermanos Grimm por ahí... ¿o sí?

—Bueno, sí, hay más de los que piensas. Hay un espejo para todos los Grimm y un hada
madrina asignada a ellos… mira. Pero la historia sólo elige de uno en uno, por eso
debemos mantener un registro de todos ellos por si acaso. Incluso los primos lejanos y
los suegros.

Giró el espejo en sus manos para que Mina pudiera ver el nombre grabado en la parte
posterior. Tenía el nombre de Meira grabado en hermosas letras cursivas. Mina lo
colocó de nuevo en el soporte, y algo en el próximo espejo de arriba le llamó la
atención. Lo arrebató de la estantería y se alejó de Meira y Constance. Sólo tomó unos
segundos para que la imagen se aclarara y mostrara una vista perfecta de su madre
pasando la aspiradora en una casa llena de vidrios. Sin pensarlo, Mina dio la vuelta al
espejo para leer el nombre en la parte posterior.

Terrylin

—Terrylin. —Ella susurró el nombre en voz alta. Le sonaba familiar, y luego cayó en la
cuenta—. ¡Terry! Terry es la de mi mamá.
—Sí. —Constance frunció el ceño ligeramente—. Ella es la de tu mamá. A pesar de que
no se le ocurrió un alias más original.

—Hada Madrina. Sigues diciendo eso. —dijo Mina.

––Sí, Terry y Meira son tus hadas madrinas.

—¿Quieres decir que ella es mi hada madrina, como en las películas?

—No, no somos todas hadas, aunque hay algunas de ellas que se han unido a nuestro
gremio. Somos un grupo de hadas libres, Meira es un duende, Terry es un elfo
doméstico, es por eso que prefiere el negocio de la limpieza y yo, soy una musa. Somos
muchas razas unidas para una sola causa, para ayudar y guiar a los hermanos Grimm.

—¿Dónde está Charlie? —Mina exigió—. Quiero ver el espejo de Charlie.

Constance y Mei parecían incomodas y ninguna de las dos habló.

—No se puede ver a los muertos, Mina.

—Oh, vamos. Yo sé que él no está muerto.

Mei se precipitó hacia adelante para poner una mano en Mina.

—Cariño, los espejos no permiten ver dentro del reino de las Hadas.

Ella sacudió la mano de Mei y se volvió contra ellas.

—Pero no está muerto. Un Stiltskin me lo dijo. 83


—¡Un Stiltskin! —dijeron ambas mujeres al unísono.

—¿Cuándo conociste a un Stiltskin? —preguntó Mei.

—No uno, dos. —Mina arrojó el Grimorio sobre una mesa de mármol blanco, y Mei
abrió el libro y miró la última página, pensativa.

—Me hice cargo de ese. El otro tiene a mi hermano.

—Bueno, eso explica por qué los espejos no puede encontrarlo. No pueden ver más allá
de este plano.

Mei miró a Constance con una pizca de alivio en su voz. Pero Constance estaba
preocupada por otra cosa.

—Por favor, dime que no has hecho un trato con el otro. Por favor, Mina, dime que no.

—Yo… lo hice, y lo haría cien veces si eso significa que puedo salvar a mi hermano.

Constance miró a Mei con preocupación en sus ojos.

—Bueno, esto cambia las cosas, ¿no?

—¿Cambiar qué? —preguntó Mina.

—Bueno, Sara ya lleva un encanto de No me olvides. Se lo dimos a tu madre para


ayudarla a olvidar a Charlie… permanentemente.

—¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué hacer que mi madre se olvide de mi hermano? —Mina
se ahogó.

Constance volvió y suavemente tomó el espejo de Sara de la mano de Mina y lo colocó


de nuevo en la pared.

—Hija, escúchame, y escúchame bien. Tu madre ha sufrido más que la mayoría. Te


protegió tanto como pudo, y ya ha perdido a tu padre. Y después a tu hermano, no creo
que ella salga adelante. Decidimos que lo mejor era hacer el encantamiento para que
pudiera sobrevivir y estar allí para ti. Ahora mismo eres más importante que Charlie.

—Suenas igual que Jared —dijo Mina acusadoramente.

Constance frunció el ceño hacia Mina.

—Hay momentos en que la sabiduría de nuestro príncipe desterrado nos sorprende


incluso a nosotros. Pero en este caso, se equivoca. Tú has hecho un trato con un
Stiltskin, un acuerdo sellado con sangre, que sólo la sangre puede romper.

—¿Así que me van a ayudar? ¿Me ayudarán a salvar a Charlie?

—No hay mucho que podamos hacer para ayudarte, hija. Pero sabes que no estamos
haciendo esto para salvarlo. Estamos haciendo esto para salvarte a ti. Porque si no

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puedes obtener lo que quiere el Stiltskin, te convertirás en su esclava para siempre.
Capítulo 15
Traducido por Heather A

Corregido por lavi

Mina pensó que el tiempo se había detenido. Mientras el mundo a su alrededor


continuaba moviéndose, su mente corría millas en minutos y la gravedad de lo dicho
por sus Madrinas se asentaba. Su corazón se detuvo, su visión se volvió borrosa y se dio
cuenta de que iba a desmayarse. Pero Mei agarró su brazo y la ayudó a calmarse. Mei y
Constance decidieron llevar a Mina a caminar, y le dieron un tour por el lugar. La
llevaron fuera del cuarto de espejos y pasaron bajo unas escaleras para entrar a alguna
clase de garaje. Era como una tienda llena de Hadas masculinos trabajando en todo
tipo de proyectos diferentes. Pudo ver a algunos construyendo un elevador parecido al
que ellas utilizaron cuando habían bajado. Una de las esquinas estaba iluminada por
destellos y Mina pudo ver un centauro sosteniendo un soldador.

—Es increíble lo que son capaces de crear cuando tienen acceso a las máquinas y
herramientas de este mundo. Las Hadas han estado muriendo por venir aquí sólo para
tener acceso a internet. —Constance se detuvo frente a la estación de trabajo y dejó que
Mina viera a un enano sentado frente a una computadora, imprimiendo el esquema de
un diseño en el que un fauno había estado trabajando.

—Ha elevado cada uno de sus proyectos e invenciones. La tecnología en el plano


sobrenatural no existe. No puede existir. Sólo la magia y los objetos encantados. Así que
este lugar es también el hogar de inventores, maquinistas y científicos Hadas. ¿Quién
85
sabe lo que uno de ellos puede descubrir cuando combina nuestra magia con su
tecnología? Las posibilidades son infinitas.

Constance llamó a Mina y continuaron su tour bajando por otro pasillo y terminando
en un invernadero interno. Fue Mei la que apuntó y saludó animosamente a un hombre
pequeño que se encontraba en el medio de una fila de tomates. Era su esposo, Ken
Wong. Él también se veía diferente sin su glamour. Su piel era más oscura que la de Mei
y en sus ojos tenía un tinte dorado. Se veía bastante feliz y como en casa, trabajando en
los jardines.

Entonces Mina supo que no tenía que preocuparse por los amigos de su familia. Era
obvio que había gente para ayudar a cuidar de ellos.

Pasaron a través de otro par de puertas dobles y entonces Mei apuntó hacia los
cuarteles, donde estaba la escuela, los vigilantes, las estaciones de entrenamiento y por
supuesto, la cafetería.

—Somos mucho más que una organización, ayudamos no sólo a los Grimms, sino a
todo ser sobrenatural que ha perdido su camino en este mundo humano y no puede
adaptarse. Les enseñamos sobre este mundo, los ayudamos a estudiarlo y a que
aprendan un oficio, así pueden vivir de forma pacífica.

Constance abrió otra puerta y entramos a un gran lugar de reunión, lleno de Hadas de
todo tipo de formas, tamaños y colores. Todos estaban sentados en largas mesas, llenas
de comida que olían como el paraíso. Cuando vieron a Mina, el ruido se detuvo y todos
la estudiaron. Después de unos segundos, un gato peludo, como de una rodilla de alto,
vino y se presionó contra la pierna de Mina en busca de afecto.

Su mano de inmediato reaccionó para apartarlo, pero cambió de opinión y en su lugar


lo acarició. Hubo un gran suspiro, y el silencio fue roto mientras Hada tras Hada
comenzaba a aplaudir y llamarla por su nombre. La mano de Mina sólo pudo frotar la
pequeña cabeza peluda presionándose contra su rodilla. Miró hacia abajo sólo para
encontrar que había desaparecido, pero su mano seguía agarrada a una bola de pelo.

—¡Whoa!

Escuchando su confusión, el gato apareció brevemente… sólo para cambiar


nuevamente en un perro, después en una cabra y finalmente a una ardilla que decidió
subir corriendo por la pierna de su pantalón e instalarse en su hombro.

—Veo que te hiciste amiga de nuestro residente Baldander.

—¿Qué es un Baldander? —preguntó Mina, tratando de quedarse quieta bajo la


embestida de las curiosas manos de la ardilla.

—Creo que es bastante obvio. Eso. —Mei se rió.

Mina trató de sacárselo de encima, pero desapareció de nuevo y se trasladó a su otro


hombro.

—Son extremadamente raros. Dale un momento, se asentará y dejará de cambiar de


forma y desaparecer. Él sólo está extremadamente feliz por conocerte y que lo puedas
86
ver.

—¿No puede verlo todo el mundo?

—No, no todos —respondió Mei.

Una pequeña mano peluda palmeó su mejilla en señal de afirmación y pudo sentir
cómo se acomodaba en su hombro. Comenzó a acariciar su cabeza como si ella fuera la
mascota.

Constance las instó para que continuaran a través de la cocina, y a medida que ella
pasaba junto a las Hadas, podía sentir como algunos tocaban gentilmente su brazo, le
deseaban suerte, palmeaban su espalda, todo mientras el Baldander rodaba en su
hombro, chillando de felicidad.

—No soy un poni, los paseos no son gratis —susurró Mina muy bajo.

El Baldander cambió a un mini Pegaso y voló alrededor de su cabeza, sin separarse de


ella.

Habían atravesado una puerta y caminado por otro largo pasillo cuando tuvo una
sensación de algo extraño. Un cambio en el ánimo, el aire más frio. Tal vez era sólo su
imaginación, pero se sentía observada. Allí en la esquina había una gigante estatua de
un troll que se confundía con la piedra gris de la pared. En realidad no era que se
confundía con el color, sino que verdaderamente estaba insertado en la piedra de la
pared.

Se detuvo y lo estudió. Se veía tan real, como si de verdad tuviera vida.

—¿Estas bien? —preguntó Mei.

—Sí, yo sólo…

El troll abrió los ojos y los enfocó en Mina. Estaban tan llenos de furia y odio que ella
comenzó a temblar. Su mirada era poderosa e intensa, y se sintió entumecida hasta la
médula, sin la capacidad de moverse. El Baldander chilló y desapareció de su hombro
para aparecer quién sabe dónde.

Constance vino y se ubicó en medio de los dos, cortando así la mirada del troll de su
cuerpo.

—Mina, está bien. No lo mires a los ojos. Él no te puede hacer daño a menos que hagas
contacto visual. Estamos tan acostumbrados a él que ya no lo vemos, por eso se está
fusionado con la pared.

Mina sintió como lentamente recuperaba su autocontrol y comenzaba a respirar más


fácilmente.

—¿Qué es y por qué está aquí?

Mei fue la que le respondió:

—Fue enviado por el príncipe oscuro a destruir nuestros cuarteles hace como 20 años y
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ha estado congelado desde entonces. Sucedió en una mañana de octubre. Todo menos
tres cuarteles de la GM fueron destruidos. Ha estado prisionero desde entonces.

—Eso es horrible.

—¿Hubieras preferido que lo matáramos? —preguntó Constance—. Ya no puede hacerle


daño a nadie y está vivo, lo cual es mucho en comparación a los cientos de Hadas que
mató hace años. En este momento está congelado y lentamente se convertirá en piedra.

—¿Y hay más como él?

Constance asintió.

—El troll en Seattle está casi por completo convertido en piedra. Está bajo el puente
Fremont. Pero no lo mires a los ojos o caerás bajo su inmenso odio.

Mina fue capaz de apartar su mirada y seguir de nuevo a las dos mujeres Hadas dentro
de una pequeña oficina con una mesa redonda. Se sentó en la silla más cercana y sintió
como si sus pies estuvieran revestidos en piedra. Miró a su alrededor y descubrió un
mapa gigante en la pared cubierto con puntos brillantes que sólo podía asumir eran
Grimms o personas de interés. Grandes imágenes se alineaban en la pared y ella
reconoció que era su árbol familiar. Vio a su tío Jack, a su padre y otros, todos extraños
para ella, pero podía reconocer características familiares.

Mei vio hacia donde Mina dirigía su atención y apuntó a un espacio en blanco con
orgullo.

—Tu foto ira allí, eventualmente.

—¿Qué es este lugar?

—Esas fotografías representan a todos los Grimms que han sido maldecidos.
Representa nuestro llamado a la acción. Nuestro llamado a la ayuda.

—¿Por qué hay tantos?

Mei se veía incomoda y se rehusaba a hacer contacto visual con Mina.

Constance se aclaró la garganta y sus manos se movieron nerviosamente.

—Mina, esas fotos no representan a los vivos. Esas fotos representan a los Grimms que
han muerto debido a la maldición.

—Así que estás diciendo que en ese espacio… ese espacio en blanco… donde va mi
retrato… ¡es para cuando MUERA! Ustedes son de lo peor.

Mina se levantó de la mesa y casi atropelló su silla, preparándose para ir directo hacia
la puerta.

—Detente Mina. Sabes mejor que nadie que no puedes escapar de tu destino. Sí,
muchos Grimms han ido y venido, muchos de ellos no pasaron ni su primera prueba,
porque no tuvieron lo que tú tienes. No tenían el Grimorio, ¿no has estudiado los
cuentos? ¿Jared no te ha estado explicando las cosas? —preguntó Constance.

—Sí y no —replicó a regañadientes—. ¿Puede un Hada alguna vez decir algo


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rotundamente sin ocultarlo detrás de insinuaciones y verdades a medias? A veces ni
siquiera estoy segura de si debería confiar en él.

—Estás en lo correcto, no puedes confiar plenamente en él. Pero eso no importa ahora.
El Grimorio vino a ti. Tienes una oportunidad aun mayor de vencer esto, porque has
descubierto el secreto del Grimorio. Eres más fuerte que el resto.

Mina tuvo que cerrar sus ojos y tratar de calmar su corazón para escucharlas. Había
venido a pedir ayuda. Probablemente era la primera humana en pisar los cuarteles GM.

—Está bien, cuéntenme lo de la maldición de los Grimm, quiero oír su versión.

Constance se inclinó hacia adelante y apoyó las manos en la mesa, justo enfrente de
ella.

—Bueno, ya sabes que la Historia prefiere a los hombres. Creemos que es porque piensa
que son oponentes más fuertes. Y la Historia tiende a escoger al próximo Grimm del
pariente masculino más cercano, por eso fue de tu abuelo a tu tío y a tu padre. Después
de que tu padre muriera, la Historia tendría que escoger a otro Grimm masculino, por
eso Sara pensó que iría tras algún primo segundo o tercero lejano y que ustedes dos
serían libres de la maldición. Pero sabes tan bien como yo que unas semanas después
del funeral de tu padre, tu madre descubrió que estaba embarazada.
—Sara estaba extremadamente aterrorizada y preocupada, y le contó todas sus
preocupaciones a Terry, si el bebé era un niño, la maldición nunca dejaría a su familia
en paz. Terry, usando magia, fue capaz de saber el sexo del niño nonato. Cuando tu
madre descubrió que llevaba al próximo Grimm, se puso histérica, se negó a comer,
dormir o trabajar. Finalmente Terry, cansada de presenciarlo y no poder ayudar, nos
rogó que la ayudáramos, y lo hicimos. Hicimos algo que prometimos que nunca
haríamos. Intervenimos en un Grimm nonato. Lanzamos un hechizo para hacerlo
invisible a la Historia, para que la Historia buscara en otra parte al próximo Grimm.

—¿Es por eso que Charlie es cómo es? —preguntó Mina y comenzó a llorar de alivio—.
Sabía que era especial, sabía que… —Sorbió y Mei se acercó y la abrazó, y dejó que
llorara todas sus preocupaciones y frustraciones.

—Sí, es nuestra culpa que Charlie sea diferente. Está indefenso y es de ningún interés
para la Historia, pero la Historia sabía que había sido engañada. Siempre regresaba,
año tras año, para asegurarse de si había habido un cambio. Para saber qué le había
ocurrido a su próximo Grimm. Creo que ahí fue cuando se interesó en ti Mina.

Mei se unió con entusiasmo:

—Él seguía probándote mientras crecías y tu madre se dio cuenta y se alarmó, entonces
comenzaron a mudarse mucho. Pero yo lo sabía. Sabía que te escogería a ti.

—¿Qué hay de la casa? —preguntó Mina.

—¿Qué hay con ella? —Constance no parecía estar preocupada.

—¿De dónde vino?


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—Es la misma casa en donde los Hermanos Grimm vivieron cientos de años atrás. Ha
estado invisible, oculta durante años hasta que el próximo Grimm la necesitara.
Tuvimos que reunir y convencer a suficientes Hadas para que hicieran un círculo
mágico para moverla aquí, y cada vez que es movida cambia para adaptarse a sus
nuevos alrededores. Tu abuelo vivió ahí, pero tu padre sólo la usaba como oficina. Se
rehusó a mover a su familia ahí. Él quería tratar de tener una vida tan normal como
fuera posible. Y ahora te pertenece a ti.

Mina meditó sobre lo que le habían dicho. Tenía una casa que estaba protegida por
Hadas, todo un Gremio de Madrinas que no servían de nada porque no estaban
dispuestas a pelear, y guardaban un espacio en blanco en su pared para cuando
muriera.

—¿Qué hay del Grimorio?¿Cómo hicieron Jared y Teague para verse involucrados en
las pruebas que originalmente comenzaron entre las Hadas y los Hermanos Grimm?
Jared ya me dijo que un hada partió el libro en dos, creando la Historia original y su
gemelo, el Grimorio, y que uno es malo y el otro bueno. ¿Pero cómo encajan Jared y
Teague en esto? ¿Cuándo se volvieron… tan apegados? —Mina no pudo evitar sonreír
ante su propia broma.

Mei se sonrojó y se negó a mirar a Mina.

—Bueno, eso es un tema delicado.


Mina fácilmente leyó entre líneas.

—Esto tiene que ver con una chica, ¿verdad?

Constance intervino:

—Hay mucho que no se sabe acerca de la Realeza, es una familia muy reservada, pero
siempre ha habido muchos rumores de que algo pasó y algo maldijo a los príncipes para
que sirvieran a los libros y después de tantos años sus personalidades han cambiado y
fusionado. Uno de los príncipes lucha para no convertirse en un esclavo del libro,
mientras que el otro sucumbió rápidamente y se volvió más oscuro y más obsesionado
con el poder y el rol de los cuentos.

Todo tenía más sentido ahora que ella poseía más piezas del rompecabezas y
finalmente pudo ver la imagen completa. Se empezó a sentir mal por Jared y su
hermano.

—¿No hay nada que se pueda hacer para romper su maldición? —preguntó.

—Oh Mina. No es de extrañar por qué eligió venir a ti. Sólo tú estarías preocupada por
romper la maldición de otro antes que la tuya.

Mina se sentó en la mesa y sintió algo contra sus pantorrillas antes de trepar de regreso
a su regazo. No tenía la energía para echar al Baldander, y de hecho estaba encontrando
consuelo en su proximidad. Era calmante acariciar su piel y estudiar detenidamente
toda la nueva información que acababa de aprender.

Constance se aclaró la garganta para llamar la atención de Mina. 90


—Pero necesitamos concentrarnos en tu problema no en el de ellos. Así que volviendo
al problema actual. ¿Qué clase de Stiltskin eran?

—Uno era joven, un adolescente como yo. El otro era mayor. Lucía como si acabara de
salir de una convención de cómics.

—No, Mina, no cómo se vestían sino, ¿cuál era su elemento? ¿Con qué trabajaban? ¿Era
estaño, hierro, bronce, plata?

—¡Oh! Um, cobre. Reid continuaba cambiando todo a cobre.

Mei se veía aliviada.

—El cobre significa que probablemente era el más joven de los hermanos. ¿Y con el que
hiciste el trato…?

—Oro —respondió emocionada—. Todo lo que tocaba se convertía en oro.

Constance dejó escapar un largo suspiro y se frotó la frente fatigosamente.

—Eso era lo que temía. Él es el hermano mayor, entonces, probablemente pertenece a


la familia original. Si tan sólo hubieras conocido a un níquel o bronce... Podríamos
haber manejado a uno de esos, ¿pero oro? Eso se remonta a la familia Stiltskin original,
hasta el mismo Rumple.
—Bueno, en el cuento, lo único que tenía que hacer la princesa para salvar a su bebé era
adivinar su nombre, ¿así que no debería funcionar de la misma manera? Él ya me dijo
que se llamaba Temple.

—Se han vuelto más inteligentes, han cambiado sus tratos. Los nombres solían tener
mucho poder. Creo que nuestra mejor opción es tratar de hacer lo que quiere, aunque
lo más probable es que trate de engañarte para convertirte en su esclava de cualquier
manera. Así que el primer asunto del día es, ¿qué quería?

De repente algo le dijo que no lo dijera. Una pequeña voz le advirtió que se alejara de
las GM. Si les decía que iba a ir tras el libro mágico probablemente se negarían a
ayudarla, al igual que Jared. Así que por auto preservación para su misión, prefirió
mentir:

—No me lo dijo aun, quería que cruzara al plano sobrenatural primero, entonces me
encontraría y me diría cuál era mi tarea.

—¿Estás bromeando? Sólo puede haber una razón por la que quiere que un Grimm
cruce. Él te mandará tras la Familia Real —dijo Mei nerviosamente.

—Tienes razón. No puedes hacerlo. Dudo que puedas llegar al palacio sin ser asesinada.
Así que sólo tienes otra opción. Tienes que matar a Temple —dijo Constance.

91
Capítulo 16
Traducido por Mica 

Corregido por Megan17

—No, de ninguna manera. ¿Después de lo que me hizo? —Mina señaló su mechón de


pelo dorado—. Y esto ocurrió mientras estaba durmiendo. Ah, no. No volverá a suceder.

—Esa es la razón por la que deberías matarlo. Eres la única que puede conseguirlo. Ya
has iniciado la conexión con el mundo de las Hadas —dijo Constance.

—¿Ya lo hice?

—Sí, lo hiciste mientras dormías. El mundo de las Hadas está en alguna parte entre el
plano sobrenatural y el terrenal. Jacob y Wielhelm Grimm son los únicos que han
conseguido entrar por su propia voluntad. Ningún otro ser humano lo ha hecho desde
entonces. Pero tú puedes lograrlo. No fue Temple quién te visitó en sueños. Tú le
visitaste a él, o al menos conectaste con él mientras dormías, y el poder que continúa
creciendo en tu interior contribuyó a que se hiciera realidad.

—Entonces, ¿cómo lo hago de nuevo?

Ambas mujeres se miraron y se encogieron de hombros.

—No lo sabemos. 92
—Jared me trajo aquí con la promesa de que me ayudarían —voceó ella.

—Queremos ayudarte, pero esta es una situación de la que sabemos muy poco —dijo
Mei—. Sin embargo, si pudiste ir hasta allí una vez puedes hacerlo de nuevo. Es posible
que tengas que esperar hasta que hayas resuelto más misiones. No solo la Historia
incrementa su poder conforme vas cumpliendo misiones. Tú también. Así que tal vez
con el tiempo, tendrás mayor control sobre esta habilidad. Pero en este momento no
sabemos qué más podemos hacer.

—¿No hay otra opción? Esa no puede ser la única forma para que un humano cruce.
¿Qué pasa con todas esas historias sobre niños que fueron robados por Hadas?

—Los niños son más pequeños y tienen menos energía, pero se necesita de un Hada
muy fuerte y poderosa para cruzar con un humano adulto. La mayoría apenas son lo
suficientemente fuertes para conseguirlo por sí mismas. Asumo que ya se lo has
preguntado a Jared. —Constance observó detenidamente a Mina, sabiendo ya la
respuesta.

—Por supuesto, no quiere que vaya al mundo de las Hadas. Pero no entiendo por qué.

—Porque para él es mucho más peligroso cruzar que incluso para ti. Jared ha sido
desterrado, y si regresa, corre el riesgo de perder la vida.

—Me gustaría que me contara esas cosas. —Mina echaba humo.


Mei se mordía el labio pensativamente.

—Quizás tenga un descosedor.

—¿Te refieres a ese pequeño tubo de plata? —preguntó Mina, sintiendo como su
corazón se aceleraba por el entusiasmo.

—Sí, un mago le dio uno a cada Hada. ¿Por qué? ¿Sabes dónde se encuentra? —
preguntó Constance.

—Creo que conozco a alguien que tiene uno.

Cuando Mei la llevó de nuevo a la biblioteca, Mina estaba completamente desanimada.


Tenías más preguntas que respuestas. El Hada madrina le había dicho que llamaría a
todos sus contactos europeos y averiguaría todo lo que pudiera.

Jared estaba durmiendo en el sillón junto a la chimenea y no se despertó ante el ruido


que hicieron al entrar. Mei sostuvo la mano de Mina y le dio ánimos en voz baja.

—Mina, realmente creo que eres la única que puede romper la maldición. Tienes algo
que ningún otro de los hermanos Grimm tenía. —Ella miró hacia donde dormía Jared.

—¿Jared?

—Nunca antes el Grimorio había mostrado su lado más humano. Hay algo especial en

93
ti, Mina. Algo que vi hace años, algo que nuestro joven príncipe vio. Confía en eso.

Mina volvió a observar a Jared, sintiendo emociones conflictivas y confusas. El primer


día que encontró el Grimorio y fue atacada por Grey Tail, Jared pudo haberse quedado
en el libro, pero interfirió. Le mostró su verdadero yo, y lo había vuelto a hacer en
numerosas ocasiones. Sí, no siempre decía la verdad, pero se estaba protegiendo a sí
mismo y a su familia. ¿No haría ella lo mismo si estuviera en su lugar?

El suave clic de la puerta le dijo que Mei había salido de la biblioteca, pero fue seguido
por el sonido chirriante de unas uñas en el suelo.

Mina sonrió, sabiendo lo que estaba corriendo en su dirección. Sin embargo, el


Badlander no saltó sobre ella; en cambio, la bola de pelo invisible se lanzó sobre un
Jared aún dormido, quién se sobresaltó y gritó alarmado.

—Santa madre del destino, ¿qué ha sido eso? —Movió sus brazos, y al instante apareció
un cuchillo en su mano, listo para atacar.

El Baldander gorjeó en voz alta y se hizo visible en forma de ardilla. Brincó delante de
Mina de manera protectora y cambio a un gato grande.

Mina se río del enfrentamiento.

Jared trató de espantar al gato, pero este no se movió. Desafiante, Jared, que como
tenía sangre real podía cambiar a voluntad, hizo exactamente eso. Cambió a un perro
grande y le gruño al gato. El gato se transformó en un lobo rabioso. Jared volvió a
cambiar a un lobo más grande. El Baldender a un tigre. Jared a un león. De ida y vuelta
fueron cambiando de forma, desafiándose mutuamente, hasta que la biblioteca estaba
totalmente ocupada por un dragón gigante y un troll enorme.

—¡Suficiente! Calma, chicos, ambos sois muy poderosos. Lo he pillado.

Jared fue el primero en adquirir su forma humana de nuevo, y parecía un poco


avergonzado de haber permitido que un Hada pequeña lo sacara de quicio.

—Perdona, pero ¿qué es eso? —Señaló con disgusto al dragón, que había adquirido un
tamaño de bolsillo y batía sus alas como si hubiera ganado el enfrentamiento.

—Es un Baldander.

—¡No puede ser! Creía que estaban extintos.

El pequeño dragón se giró y lanzó lo que parecía una pequeña bola de fuego al príncipe
de las Hadas.

—Supongo que no lo están, y no le importa en absoluto que seas un príncipe. —Ese río.
El dragón voló y se posó en la parte interior de la capucha de Mina, rápidamente se
convirtió en invisible de nuevo.

—No confío en esa cosa —replicó Jared.

—Relájate, yo lo encuentro adorable. ¿No es así, Ander? —Alzó un dedo y sintió al


dragón invisible frotar su cabeza contra ella.

—Genial, le has puesto nombre, ahora querrás quedártelo. Pero te digo que lo mejor
que puedes hacer es entrenarlo.

Se giró hacia la estantería y comenzó a tirar del libro que abría la puerta oculta.
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Mina sintió como Ander abandonaba su hombro, pero no se lo dijo a Jared. Vio cómo la
taza de té de Constance flotaba misteriosamente sobre la cabeza de Jared. Se llevó la
mano a la boca para contener la risa. Un segundo después la taza volcó, derramando el
tibio té sobre la cabeza de un desprevenido Jared.

—Oh, ¡será mejor que no se acabe de hacer pis encima de mí! —gritó él.

La taza de té cayó al suelo cuando Ander la soltó. Jared miró la taza y luego al dragón.
Un instante después se dio la vuelta y saltó en el aire, convirtiéndose en un halcón listo
para salir a la caza de un dragón en miniatura.

Mina abrió la puerta y se dirigió hacia las de la bodega, sabedora de que Ander se las
ingeniaría bastante bien para burlar al irascible Jared. Esperaba que Jared saliera con
su ego intacto.

Había oscurecido desde que entraron en la planta de reciclaje, y el aire de la noche era
frío contra sus brazos desnudos. Se acercó a la moto de Jared, se sentó y examinó los
alrededores. El río se alineaba en la parte este del edificio, la carretera y los
aparcamientos habían sido invadidos por la maleza y viejos contenedores. En el lado
oeste se encontraba un bosque, los árboles de hoja perenne se disponían bordeándolo
como centinelas que custodiaban Hadas madrinas. Habían pasado tantas cosas en tan
poco tiempo, que estaba más confundida que nunca.
Una intensa sensación de hormigueo recorrió su espalda, haciéndole cosquillas en los
dedos, seguido de un familiar sonido que atravesó la noche. Mina bajo de la moto,
cautelosa y alerta. Escrudiñó el oscuro bosque, sabiendo que aquel sonido tan
particular provenía del pájaro Stiltskin. Observó el bosque pero al principio no vio
nada, sin embargo un resplandor comenzó a emanar de la oscuridad, volviéndose más y
más brillante.

Mina sacó el Grimorio, e inmediatamente se convirtió en un arco y una flecha. Colocó la


flecha en su lugar, estiró hacia atrás la cuerda, y apuntó hacia su objetivo. El pájaro voló
entre los árboles, posándose sobre una rama y luego se fue aleteando hacia otra más
cercana. Continuó con el mismo patrón, como si intentara no asustarla. Algo se sentía
diferente esta vez; no tenía la sensación de que el pájaro fuera a atacarla. El gran pájaro
dorado se detuvo al borde del bosque, sobre una rama del árbol de hoja perenne más
cercano. Su larga cola de plumas doradas casi tocaba la rama debajo de él. Fuego
goteaba de sus alas, como si el pájaro estuviera hecho de fuego y las plumas avivaran el
mismísimo infierno.

El pájaro de fuego retrocedió y volvió a avanzar, ella se dio la vuelta, guardándose las
espaldas de una emboscada. Nada. Estaban solos en el bosque.

—¿Por qué estás aquí?

El pájaro ladeo la cabeza, ya que solo era un pájaro y eso la hizo enfadar aún más.

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Alzó la flecha de nuevo y amenazó al pájaro con ella.

—Haz un solo movimiento en falso, como encender una chispa, y esta noche cenaré
pollo a la barbacoa.

El pájaro graznó, y su cuerpo estalló en escalofríos, calándole su canto hasta los huesos.
Realmente era un sonido escalofriante. El pájaro inclinó su gloriosa cabeza y comenzó a
picotear las plumas de su cola hasta tirar de la más larga y atraparla con el pico. El
pájaro desplegó las alas lentamente y saltó de la rama en dirección a Mina; dejó caer la
pluma en el suelo frente a ella y rodeó su espalda.

El pájaro de fuego emitió un graznido mucho más penetrante, y luego se perdió en la


noche, dejando una estela ardiente de fuego tras él. Mina miró al pájaro de fuego y
volvió la vista al regalo que le había dejado al partir. La pluma misteriosamente seguía
ardiendo, brillante. Esperó para ver si con el tiempo se quemaba, pero no fue así.
Sintiéndose valiente, tocó la pluma dorada y pasó los dedos por la superficie, sintiendo
su suavidad. Al parecer, el estar hecho de oro no cambió la textura de la pluma del
pájaro. La punta de la pluma, o la parte más suave de esta, aún parpadeaba en llamas,
incluso después de que le diera una buena sacudida, continuaba ardiendo. Mantuvo sus
dedos lo más cerca que pudo y no sintió calor alguno. Finalmente, la curiosidad ganó la
partida, tomó la pluma entre sus manos y no sintió nada, solo frío.

¿Por qué? ¿Qué sentido tenía que el pájaro de fuego le diera una pluma cuando
obviamente era la mascota de un Stiltskin? ¡Stiltskin! ¿La había seguido hasta allí?
¿Sabría que esta era la sede de las Hadas madrinas?

Agarrando la pluma, regresó corriendo al sótano y fue recibida por un perturbado Jared
en su camino hacia arriba.

—¡Estúpido hámster! —Giró sobre sus talones y gritó de nuevo hacia la oscuridad—.
Espero que te trasmitan la rabia, mocoso.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que el Hada había ganado el
enfrentamiento.

—¿Jared? Creo que estuvo aquí un Stiltskin.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, mira esto. —Le tendió la pluma, Jared estudió el fenómeno en llamas y
extendió la mano para tocarlo experimentalmente.

—¿Eh? Genial —entonó.

Mina no se lo tomó con tanta calma como Jared.

—El pájaro de fuego apareció aquí y me dio esto. ¿Crees que él podría estar aquí
también? ¿Qué el Stiltskin podría habérselo entregado a las Hadas madrinas?

Jared se apartó de ella y alzó la cabeza hacia el cielo. Cerrando los ojos, la movió en
todas direcciones antes de volverse.

—No, no hay ninguna otra Hada cerca del pájaro. Mina, creo que estaba tratando de
ayudarte. No creo que sea una trampa… Sino un regalo.

—Sí, pero ¿ahora qué hacemos con esto? 96


—No lo sé. Es una pluma de fénix. En la historia hay todo tipo de leyendas sobre ellas.
Algunos dicen que pueden resucitar a los muertos, regenerar, darte riquezas infinitas
como la piedra filosofal. Puedo entender por qué este Stiltskin querría uno. Si está
obsesionado con el oro y tiene un fénix de oro, sería aún más poderoso.

—Y quizás esta sea mi única pista.

—O una ofrenda de paz.

—Jared, me estoy quedando sin tiempo. ¿Crees que el Stiltskin ha descubierto que no
estoy cumpliendo el contrato? ¿Cuánto tiempo me queda antes de que venga a
buscarme?

—No lo sé, pero él no te va capturar sin antes haber luchado. Puedes contar con eso.

—¿Así que has decidido que me ayudarás a salvar a Charlie?

—No, ya te lo dije. Deberías olvidarte de él y preocuparte por ti misma. Tenía la


esperanza de que las Hadas Madrinas te ayudaran a encontrar una forma de romper el
trato que hiciste con el Stiltskin. —La tomó de la mano, sujetándola firmemente. Su
mano era cálida, fuerte y envió escalofríos a lo largo de todo su brazo—. Mina, estoy
haciendo cosas por ti que nunca antes he hecho por ningún otro Grimm en la historia, y
ni si quiera sé por qué. Eso me preocupa, las decisiones que estoy tomando... Ever tiene
razón. Tal vez estoy involucrándome demasiado.
Se quedó helada al oír sus palabras, y retiró su mano de entre la suya.

—¿Qué significa eso de que estás involucrándote demasiado?

Él se encogió de hombros.

—Míranos. Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que cometí un error.

—Eres mi Grimorio, por el amor de Dios. ¡Se supone que estás para ayudarme a superar
las misiones! Soy consciente de que tienes diferencias con tu familia con respecto a
esto, pero ¿estás echándote para atrás ahora por lo que diga Ever? Me doy cuenta de
que tienes obligaciones y no siempre puedes contármelo todo, pero creía que habíamos
conseguido estar por encima de todo eso.

—Lo que pretendes hacer es un suicidio. Estarás sin protección en el mundo de las
Hadas. ¿Quién sabe a dónde irás a parar allí? Es demasiado peligroso. No pienso
dejarte ir, ni siquiera por Charlie.

Se quedó de piedra en el frío aire de la noche.

—Encontraré la manera de salvarle, Jared. Tal vez Ever me ayude.

Jared soltó un bufido.

—Sí, claro. Como si ella pudiera encontrar el camino de regreso a casa. De momento ni

97
siquiera puede encontrar el camino hacia el centro comercial más cercano.

—Bueno, las Hadas Madrinas dijeron que tendría que esperar hasta que completara
todas las misiones para hacerme más fuerte, o utilizar el descosedor de Ever.

—¿Me estás diciendo que Ever tiene un descosedor?

—Sí —dijo Mina lentamente.

—¿Cuándo la viste cruzar? Piénsalo bien, Mina.

Ella se sorprendió por el cambio de tema.

—El año pasado se me acercó cuando la Parca robó el Grimorio y yo no sabía dónde
estabas. Ella utilizó esa cosa en forma de tubo, dibujó un círculo y desapareció. —Mina
indicó con sus dedos el tamaño del tubo.

Jared, confundido, comenzó a caminar hacia el aparcamiento.

—Es un descosedor, y sólo existen unos pocos de ellos. Se usa para hacer un corte a
través de ambos planos y crear una puerta temporal, pero son peligrosos. Sólo las
Hadas más poderosas son capaces de ir y venir a su antojo, y se debilitan casi hasta el
punto de morir. Razón por la que un mago creó los descosedores para abrir puertas a la
Realeza y al regimiento de las Hadas. Donde se abre una puerta, se consume una cierta
cantidad de tiempo… es así como las Hadas más débiles se cuelan aquí. Pero estos…
estos son regalos entregados a un puñado de personas, y Ever no era una de ellas.

Le hizo señas para que subiera a la moto. Arrancó la motocicleta y se perdieron una vez
más en la noche. Mina no tenía ni idea de hacia donde la estaba llevando Jared y se
quedó un poco sorprendida cuando paró frente a un pequeño motel descuidado. Jared
bajó de un salto de la moto, se dirigió a la habitación número ocho y llamó a la puerta.
Unos segundos más tarde, Ever abrió la puerta, con un vestido gris de lino, y le sonreía
a Jared… hasta que se percató de su expresión. Luego lanzó una mirada de reproche
hacia Mina. Detrás de ella, Mina pudo distinguir una habitación de hotel apenas
decorada con algunos libros y una mochila sobre la cama.

Jared le hizo un gesto con el dedo para que lo siguiera, y caminó rápidamente hacia el
interior de la habitación de Ever. Mina lo siguió, manteniendo la cabeza gacha mientras
entraba en la propiedad privada del duendecillo. Se sintió mal por el hecho de que la
chica estuviera durmiendo en un motel. Pero eso fue hasta que cerró la puerta y el
hechizo se desvaneció. Lo que antes era tan solo una habitación con una única cama
sucia y una lámpara rota, se transformó en un gran apartamento abarrotado de todas
las plantas imaginables. Había grandes ventanas que le daban a la habitación un efecto
invernadero. La mesa del comedor y los mueblen eran blancos, pero el resto estaba
lleno de estatuas y obras de arte de duendecillos que decoraban la habitación.

Ever estaba pálida, con los ojos abiertos por la inquietud, pero aún era lo
suficientemente valiente para lanzarle a Mina una última mirada fulminante antes de
seguirla a la sala de estar.

Era obvio por la manera en que Jared no se molestó en mirar a su alrededor que había
estado allí antes.

—¿Cómo pudiste, Ever? —preguntó Jared, su voz fría como el hielo.

—¿Cómo pude qué? —espetó. 98


—¿Por qué me mentirías?

—¿Sabes de lo que estás hablando, Grimm?, porque estoy segura de que no tienes ni
idea.

Mina se sentía incómoda bajo el escrutinio de Ever. Se encogió de hombros.

—Esto no va con ella, Ever. Esto es entre tú y yo. —Jared salió disparado.

Se puso en pie, con los ojos en llamas. Su pelo comenzó a agitarse sobre sus hombros.

—No, no lo es. Siempre se trata de ella. No hay un tú y yo… te has encargado de eso.
Desde que ella apareció, has dejado de preocuparte por mí.

—Eso no es verdad. Es complicado, y más ahora que no puedo confiar en ti. ¿Qué trato
hiciste con las Hadas? ¿Qué trato hiciste con mi madre?

—¿Quién te lo ha dicho?

—¿Quién te dio el descosedor? —exigió.

Los ojos de Ever se abrieron de golpe para mirar acusadoramente a Mina y luego se
llenaron de inocencia cuando regresaron hacia su príncipe, llenándose de lágrimas. Era
obvio que lo amaba y había hecho algo terrible.
—¡Lo dejé todo por ti! Lo dejé para poder estar aquí contigo. Ellos me ayudaron a venir,
y todo lo que tenía que hacer era mantenerles informados de tus movimientos. No se
suponía que sería así. —Su mirada regresó de nuevo hacia Mina—. Se suponía que ella
debía fracasar como el resto, y entonces todo volvería de nuevo a ser como en los viejos
tiempos. ¡No se suponía que realmente la ayudases!

—¡Dámelo! —Jared extendió la mano hacia Ever.

Su espalda se tensó, y sus hombros se crisparon.

—No, no puedo.

—Ever, tú no deberías tener uno. Ahora, ¡dámelo!

—Yo… no voy a hacerlo. No puedo. Es la única manera que tengo de volver a ver a mi
familia. No tengo la culpa de que se te haya ablandado el corazón y quieras ayudar a la
Gimp. —Dejó escapar el apodo despectivo que las Hadas utilizaban para referirse a los
Grimms.

—Es demasiado peligroso que tengas uno. ¿Cuántas veces lo has usado ya, y dónde?
¿Aquí? ¿En la casa de Mina? —Ever agachó la cabeza, y miró a Mina con aire de
culpabilidad—. Por favor, no me digas que lo has usado cerca de su casa —Jared señaló
a Mina.

—Tuve que hacerlo —chilló Ever—. Estabas pasando demasiado tiempo con ella,
apegándote. Teníamos miedo de perderte. Tuve que seguirlos a los dos.

—¡Cualquier cosa puede haber cruzado a través del portal! No sabemos lo que ahora
está vagando por ahí. Probablemente incluso hayas dejado entrar a otra Parca.
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Ever negó con la cabeza y levantó una mano.

—No.

Los puños de Jared adquirieron un tono blanquecino de la fuerza con que los apretaba.
Mina creyó que hasta podía oír el crack que provenía de ellos.

—¡Ever!

Ella se mordió el labio inferior ansiosa, y, finalmente, dándose cuenta de que no tenía
otra opción, se levantó y rebuscó en su bolso. Le temblaban las manos, y Mina creyó oír
una inhalación proveniente del duendecillo. Ever se dio la vuelta con el puño cerrado y
lo extendió hacia Jared.

Él se lo quitó de la mano a la velocidad del rayo y salió disparado hacia la puerta. Sus
hombros cayeron y ella asintió. Antes de agarrar el pomo de la puerta, Ever se giró y
habló, su voz estridente por el miedo.

—Por favor, no me des la espalda, Jared. Hice todo esto por ti. Hice todo esto por
nosotros.

Jared se pasó las manos por su oscuro pelo y se dio la vuelta, furioso.

—No, hiciste esto por ti. Me había olvidado de lo egoístas que son los duendes… son
incapaces de preocuparse por nadie que no sean ellos mismos.

—No quisiste decir eso.

—Entonces demuéstralo. Demuestra que tu raza no define quién eres. Demuéstrame


que no eres como todos los demás duendes. Que te preocupas más por los demás que
por ti misma.

Los hermosos ojos de Ever se llenaron de lágrimas, y parpadeó para intentar retenerlas.
Su barbilla cayó contra su pecho, y respiró hondo antes de cerrar la puerta.

Jared se quedó mirando el objeto que sujetaba su mano y lo guardó en el bolsillo antes
de hacer contacto visual con Mina. Le sonrió débilmente, pero la sonrisa no llegó a sus
ojos; parecía cansado, agotado.

—Vamos a llevarte a casa —dijo.

Ella no respondió, simplemente se sentó rígida en la moto y él la llevó de regreso a su


casa. Aquella se estaba convirtiendo en la noche de nunca acabar. Cuando se detuvo
frente a su casa, permaneció en la motocicleta, inmóvil.

Ella se bajó de la moto y se le quedó mirando fijamente. Supo entonces por la mirada
furiosa de sus ojos que no tenía ninguna intención de volver a ayudarla a salvar a su
hermano. Él había hecho todo aquello para hacerse con el descosedor, no para
ayudarla. Podía entregárselo e ir a partir de ahí por su cuenta. Él podría incluso cruzar
y ponerse en peligro.

Jared no le dejaba otra opción… tendría que traicionarlo, traicionar la poca confianza
que se había ganado. Y una vez que hubiera terminado con su misión, entonces se
10
preocuparía de las repercusiones de sus acciones. Cerró los ojos y agudizó los sentidos,
preparada para que la sensación de poder la embargara. Lo hizo. Vivía en una casa
rodeada de magia, cerca de un príncipe de las Hadas. Cada vez le resultaba más y más
fácil reconocer el poder que siempre estuvo allí, justo al borde. Recordó la vez que
0
había llamado a Jared pidiendo ayuda y este había respondido. No lo hizo porque
quería; lo hizo porque así se lo había ordenado ella. Ahora estaba a punto de hacer lo
mismo.

—Jared, dame el descosedor. —Depositó todo su poder en aquellas palabras.

Él abrió los ojos en estado de shock, y se apartó de ella horrorizado.

—¡Mina! ¿Qué estás haciendo?

—De la misma forma que estás ligado al Grimorio, también estás ligado a mí y a mis
deseos. Te ordeno que me des el descosedor.

—No hagas esto, Mina. No sabes en lo que te estás metiendo. No se puede confiar en la
magia de las Hadas… tú no eres un Hada. —Incluso mientras decía aquellas palabras,
podía ver cómo luchaba consigo mismo y el poder de la orden. Introdujo la mano en el
bolsillo, agarró el descosedor y lo sacó.

—Sé lo que estoy pidiéndote que hagas, y siento que tenga que ser de esta manera.
—Mina, ¡no me obligues a hacer esto! —Los ojos de Jared eran suplicantes, todo su
cuerpo temblaba mientras luchaba contra la magia—. Por favor —gritó.

Las lágrimas que ella había estado conteniendo ahora fluían libremente. Estaba
arrebatándole su libertad.

—Si haces esto, Mina, nunca voy a perdonártelo. —gritó las palabras mientras caía de
rodillas al suelo del dolor, con el puño alargado frente a Mina.

—Tengo que hacerlo, Jared. Es algo que tengo que hacer.

—¡No!… no así. —Uno a uno sus dedos fueron desdoblándose, revelando el tubo de
plata brillante—. Estás rompiendo nuestra confianza.

—Jared, para empezar tú nunca confiaste en mí plenamente, y ahora mismo tengo que
salvar a Charlie. Cuando esto acabe, espero que puedas perdonarme. Pero ahora, no
estoy pidiendo tu permiso ni tu perdón.

Jared dejó escapar un gruñido de dolor, y como último acto de libertad lanzó el
descosedor al suelo y lo aplastó bajo su bota. Trozos de él volaron por el pavimento,
esparciéndose en la oscuridad.

Conmoción. Ira. Dolor. Se precipitaron sobre ella y tomaron el control sobre su cuerpo.
Su mano abofeteo con tanta fuerza a Jared, que se sorprendió a sí misma.

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La mejilla de Jared adquirió un furioso rojo, y el músculo de su mandíbula tembló de
rabia, pero se rehusó a mirarla. En su lugar, su mirada cargada de ira se dirigía hacia la
oscuridad que había tras ella.

—Podrías haber elegido venir conmigo y ayudarme —dijo ella entre dientes.

—No puedo. —La miró a los ojos para mostrarle que iba en serio—. Si vas allí, Mina,
irás sola. —Jared la fulminó con la mirada. 1
Capítulo 17
Traducido por rihano

Corregido por Megan17

Las clases fueron una tortura. Nada podía ir peor. Jared se negaba a hablar con Mina y
Ever la evitaba durante el almuerzo. Mina no apartó la mirada del reloj de la pared
durante la primera hora de clase, preguntándose continuamente cuanto tiempo
quedaba antes de que Stiltskin viniera a por ella. ¿Tal vez semanas? ¿Meses? ¿Días? La
madrina le había dejado muy claro que un trato de magia sellado con sangre podría ser
más fuerte que el poder que albergaba su Grimorio, así que necesitaba un plan B.
Encontrar otra forma de vencerlo si finalmente viniera a por ella, porque era evidente
que no tenía otra alternativa.

Alguien la llamó, y ella salió de su ensoñación para encontrarse con los preocupados
ojos de Brody.

—¿Te encuentras bien? —preguntó.

—Sí, claro.

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—Oye, siento lo de nuestra cita triple y…

Mina alzó una mano para detenerlo.

—Por favor… no hace falta… de verdad.

—Podríamos quedar de nuevo, tal vez este próximo viernes —dijo esperanzado.

—Ah, no, gracias. Creo que el trío se ha disuelto —dijo ella, recordando la mesa del
almuerzo vacía del día anterior. Jared y Ever habían estado ausentes, y Mina no se
2
sentía capaz de sentarse con Nan y Brody otro día más sin ellos.

La campana sonó, saltó de su silla y salió al pasillo, luego se dirigió a la sala de música,
decidiendo que era mejor que le pusieran falta por no asistir a una clase si así podía
hablar con Constance, esto, la Sra. Colbert, entre clases. Siguió a un grupo de chicas que
no le resultaban conocidas hasta la sala del coro y se detuvo al lado de una morena alta
cuyo cabello largo bajaba por su espalda y un puñado de pecas cubrían su nariz
respingona. Llevaba una camisa azul claro con un elefante rosa en ella.

Escuchaba música en su iPod y tarareaba bajito para sí misma. Mina observó cómo
estiraba las puntas de los dedos de sus pies varias veces mientras esperaba en la fila, el
signo de un bailarín dedicado a practicar a la menor oportunidad que se presentaba. Se
quitó uno de los auriculares, y Mina pudo oír los débiles sonidos de la música country
antes de que la chica apagara el iPod y lo guardara. La fila se había movido, y llegó su
turno. La morena agarró una carpeta de música, se dio la vuelta y le entregó otra a
Mina. Supo que había elegido bien a la chica que había seguido.

—Hola —dijo la chica en voz alta—. ¿Es tu primer día en el coro?


—Sí, y después de que la Sra. Colbert me oiga cantar, es probable que también sea el
último —bromeó Mina.

La chica se echó a reír. Un sonido suave y melódico.

—Soy Melissa.

—Mina.

—¿Eres contralto o soprano?

—Eh… ¿qué eres tú? —preguntó Mina.

—Soprano.

—Yo también —mintió Mina.

—Entones puedes sentarte conmigo y Bekah. Te ayudaremos a integrarte, y me meteré


contigo si te vas fuera de tono —bromeó Melissa.

Mina siguió a Melissa hasta la segunda fila y vaciló. No quería sentarse tan cerca de la
primera línea de la clase. Hubiera preferido sentarse en la parte de atrás, pero alguien
ya se había unido a la cola, y Mina se vio obligada a ponerse en movimiento.

Melissa señaló a las chicas que se encontraban a cada lado de ella.

—Esta es Julianne, Makaylee, y, por supuesto, Bekah.

Cada una de ellas agitó la mano cuando escucharon sus nombres y sonrieron. 10
—¿Vas a hacer la audición para el musical? —preguntó Makaylee.

—¿El musical?

—La Sra. Colbert siempre elige un cuento de hadas. El año pasado tocó la Princesa y el
3
Guisante, y el anterior, Rapunzel. ¿Tenéis alguna idea de qué elegirá este año? —
preguntó Bekah.

—Espero que no sea Caperucita Roja —contestó Julianne.

—Uf, definitivamente no.

—Estoy segura de que hay una escena con un beso. —Melissa se estremeció—. Nunca se
sabe quién será el elegido para el papel del príncipe, y podría llegar a ser muy
incómodo.

Todas las chicas asintieron al unísono, pero detrás había una mirada de deseo en sus
ojos.

La Sra. Colbert entró en la clase y ocupó su lugar detrás del piano. Llamó a la clase y
comenzó a hacer ejercicios de calentamiento. Mina estaba totalmente sorprendida con
la voz de la profesora Hada. Constance no había bromeado cuando le había dicho que
era una musa. Cantaba realmente bien, y era obvio que disfrutaba mucho con ello. Su
rostro se iluminó de satisfacción, y no se percató de la nueva estudiante que se había
sentado en su clase.

Con las carpetas de partituras abiertas, Mina le echó un vistazo a la de Melissa para ver
en qué página se detenía e hizo todo lo posible por pasar inadvertida tras los acordes de
la música. Estaban ensayando una pieza de El Fantasma de la Ópera, y Mina dejó de
cantar para mirar a Melissa. La chica había cerrado sus ojos y llegaba a todas las notas
con facilidad. Mina la envidió un poco pero intentó continuar, no obstante su voz se
quebró, revelando que en realidad era contralto. Melissa abrió los ojos y le dio un ligero
codazo. Luego sonrió ampliamente y le guiñó un ojo.

Mina se descubrió devolviéndole la sonrisa y tuvo el presentimiento de que Melissa y


Nan podrían llegar a ser grandes amigas. A mitad de la segunda canción, la Sra. Colbert
finalmente se dio cuenta de la nueva incorporación a su clase. Se quedó congelada por
un segundo y luego se recuperó con rapidez. Arqueó una ceja inquisitiva en dirección a
Mina pero continuó con la clase. Terminó antes de lo esperado y dio las instrucciones
finales para la audición.

—Probablemente habréis escuchado hablar de nuestro musical. Este año haremos la


Cenicienta. Las audiciones serán dentro de tres semanas después de clases en el
auditorio principal. Por favor, venid preparados para interpretar una pieza del solo. Eso
es todo.

Puesto que la clase terminó pronto, Mina esperó a que todos los estudiantes salieran
corriendo de la sala, pero eso no fue lo que ocurrió. Con la emoción del musical, todo el
mundo quería quedarse y hablar.

Mina se excusó y abandonó la fila, dejando a las chicas hablando entusiasmadas sobre
la obra.
10
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la Sra. Colbert, con una sonrisa forzada en el
rostro—. ¿Ocurre algo?

—No, en realidad no. Es solo que han pasado muchas cosas desde la otra noche. Jared
4
rompió el descosedor, no me dirige la palabra, y no me ha visitado o como sea en
sueños. No sé qué hacer.

La Sra. Colbert se quitó las gafas azules con punta de alas y perdió un poco de su
encanto, pareciéndose más que nunca a la musa Constance.

—Mina, escucha a tu corazón. Cuando llegué el momento adecuado, sabrás que hacer.

—No, no lo sabré. Estoy muy cerca. No puedo encontrar una solución, y Jared no me
ayuda.

Los alumnos continuaron hablando entre sí, y la Sra. Colbert se sentó en la butaca
frente al piano e hizo un gesto hacia él.

—¿Recuerdas lo que te dije sobre que la tecnología no funciona en el mundo de las


Hadas? Las cosas hechas por el hombre no pueden traspasarse allí. No sabemos por
qué… simplemente no pueden. Es una regla, alguna clase de ley que no podemos
cambiar. Y al igual que cualquier otra regla, siempre parecen surgir más en lo que
respecta a las fábulas.
Agitó la mano sobre la partitura, y las notas y pentagramas comenzaron a entrelazarse y
danzar sobre el papel blanco. Empezó a tocar el piano, y los pentagramas y notas
construyeron una historia. Cuanto más tocaba, más imágenes se formaban.

—Cada historia a través del tiempo tiene sus reglas. A un héroe se le asigna una misión
imposible. —Un caballero hecho con notas musicales apareció sobre el papel, espada en
mano, haciendo una reverencia ante un rey. Entonces, el dibujo cambió y el caballero
viajaba solo a través de un peligroso bosque—. Él está seguro de que fracasará, pero
obtendrá ayuda de quién menos se lo espera. —El caballero ayudó a tres criaturas, y
estas le bendijeron—. Cuando el caballero llega a un obstáculo insuperable, olvida que
tiene aliados que le ayudaran. Una de las criaturas de la historia ayuda al caballero a
superar los obstáculos y trampas, hasta alcanza su meta. Y conseguir la mano de la
princesa en matrimonio. —Dejó de tocar, y los dibujos en movimiento volvieron a ser
una simple partitura—. Mina, no somos tus únicos aliados, y en la Historia, como bien
sabes, no hay un único adversario. Si las pruebas fueran fáciles, entonces la maldición
estaría rota desde hace mucho tiempo.

—¿Pero cómo voy a saber si esto es una prueba?

—Porque es el tópico de todos los cuentos de Hadas. Cada vez que el héroe se atasca,
algo o alguien por arte de magia aparecerá en su ayuda. Puedes estar segura de ello. El
final de la Historia aún está en tus manos, pero no me sorprendería que ya tuvieras la
repuesta y sencillamente no la vieras. No hay que olvidar que el príncipe de las Hadas
es siervo del libro de las Hadas. Así que todos ellos tienen reglas que cumplir.

Mina suspiró de frustración.

—¿Así que estás tratado de decirme que una criatura peluda del bosque va a venir a
10
ayudarme?

—Mina, todas las Hadas se sienten atraídas por ti. La ayuda llegará, si es que no lo ha
hecho ya.
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Estaba a punto mencionarle a la profesora la misteriosa pluma de fénix que le había
sido entregada cuando sonó el timbre. Mina levantó la vista para ver cómo la siguiente
clase se llenaba, retirando atriles y abriendo fundas de violín. Los alumnos de la
siguiente clase de Constance habían llegado.

—Oh, yo, eh. Se me hace tarde —dijo tímidamente Mina.

Constance sacó un bloc de notas rosa y rápidamente escribió una nota de justificación,
entregándosela a Mina.

—Por mucho que me guste que te hayas dejado caer hoy por aquí, intenta que saltarte
las clases no se convierta en un hábito. Tu educación es muy importante.

—Tan importante como mi otro deber —insinuó Mina.

Constance frunció el ceño.

—No… sí. Oh, esa no es la cuestión. Ponte en marcha.

Mina salió y se dirigió hacia su siguiente clase, que era en el gimnasio. Oh, ¿Por qué no
podía haber elegido perderse aquella en vez de la anterior? Por otra parte, habría sido
más difícil fingir saber tocar un instrumento de cuerda que colarse en el coro. Como la
tenía aprobada, se tomó su tiempo para ir al gimnasio, pero se detuvo en seco cuando
dobló la esquina y lo vio de pie, mirando la vitrina de trofeos de la escuela. Era Temple.

Su espalda estaba rígida. Llevaba una chaqueta larga, traje gris adornado con botones
de oro y guantes grises de piel de cordero.

—Una gran cantidad de trofeos. Lástima que solo sean trozos de plástico. Sin ningún
valor. A diferencia de mi preciada colección. —Se dio la vuelta para mirarla y entrecerró
los ojos estudiándola—. Has estado desviándote de tu objetivo, y me estoy
impacientado.

Mina respondió con voz firme.

—Dicen que la paciencia es una virtud.

—Así como el autocontrol, y siento que él mío puede estar acabándose en lo que a tu
hermano se refiere. —Abrió su chaqueta y sacó una pequeña bola de cristal. La sostuvo
frente a ella, y pudo ver a Charlie dentro de una jaula de oro, al igual que en su sueño—.
He oído algunas noticias inquietantes. Al parecer mi hermano pequeño ha
desaparecido. Tú no tendrás nada que ver con eso, ¿verdad?

—Quizás se fue de vacaciones sin pensárselo dos veces.

—Tal vez haya cambiado de idea sobre lo que quiero. Si no consigues la Fábula, el libro
de las Hadas, entonces quiero el Grimorio.

—No, ¡no puedes tenerlo!


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—Nadie me dice lo que puedo o no tener —dijo entre dientes, levantó el puño y lo
estrelló contra la vitrina de trofeos. El cristal se hizo añicos y cayó al suelo en una lluvia
de pedazos. Él sacudió su mano y la volvió a dejar caer contra su costado. Había
perdido el control y estaba esforzándose por recuperarlo. Temple cerró los ojos, y se
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recolocó el chaleco y la chaqueta—. Alégrate de que sea lo suficientemente generoso
para perdonar tu vida hasta que cumplas con nuestro trato. Tienes hasta mañana a
media noche para entregarme uno de los libros, o tu hermano morirá y ocuparás su
lugar en mi jaula de oro. No vuelvas a decepcionarme.

Se dio la vuelta y se marchó por el pasillo, sus botas haciendo un chasquido hueco al
caminar. Mina se quedó mirando la destrozada vitrina de trofeos y la figura de Temple
alejándose, y sintió que su corazón se aceleraba. Tenía que irse de allí antes de que
alguien viniera a investigar quién había sido el culpable de tanto alboroto. Pero algo en
el suelo llamó su atención; se inclinó y recogió algo que se le había caído: un trozo de
cristal teñido de oro con una gota de la sangre de Temple. Debió cortarse sin querer con
el trozo de cristal, convirtiéndolo en oro.

Una puerta se abrió, y pudo escuchar el sonido de unos pasos acercarse rápidamente.
Mina deslizó el trozo de cristal en el bolsillo de su chaqueta y se escondió tras una
esquina antes de que el Director Hame apareciera y gritara:

—¿Qué demonios le ha pasado a la vitrina de trofeos?


Capítulo 18

Traducido por Doña Truji

Corregido por Jime02

Estaba desesperada y sin opciones.

Mina se escabulló hasta su casillero y se puso a trabajar en la combinación. Pero al


tener prisa, sus dedos no cooperaban y le tomó tres intentos antes de oír el clic y abrir
el armario. Éste se encontraba a la vuelta de la esquina de la vitrina de trofeos y sabía
que si no se movía, se metería en un gran problema por faltar a clase. No creía que
salvar al mundo fuera una excusa aceptable. De hecho, probablemente terminaría en la
oficina del consejero escolar.

La conmoción aumentó a medida que más maestros venían a investigar la diatriba


verbal del director Hame contra los delincuentes que destruyen la propiedad escolar, y
de cómo iba a encontrarlos y expulsarlos.

Vamos.

Se reprendió mentalmente a sí misma, mientras que cavaba en su mochila. Sus dedos


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rozaron algo caliente, lo sacó de su bolso y cerró de golpe la puerta de su casillero un
poco fuerte.

—¿Has oído eso? Probablemente sea nuestro delincuente. —La voz del director se hizo
más fuerte, y Mina pudo escuchar sus pasos acercándose.
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Agarró la pluma del fénix dorado y tiró del pomo de la puerta del aula más cercana, por
suerte, estaba sin llave y vacía. Le tomó un momento reconocer dónde estaba porque
todas las luces estaban apagadas. Se alejó de la puerta y tropezó con la familiar mesa
del laboratorio.

Era el laboratorio de biología.

Esta habitación siempre le ponía los pelos de punta, ya que no podía dejar de recordar
lo que había sucedido la última vez que había estado ahí. Las criaturas espeluznantes en
los cristales habían cobrado vida. Se movió a un rincón de la habitación y se agachó
detrás de un archivador alto. ¿Podrían mirar en el aula a oscuras?

Un momento después, la puerta se abrió y la luz del pasillo iluminó la habitación.


Apretó sus rodillas y zapatos contra su cuerpo, y contuvo la respiración.

El director Hame irrumpió en el laboratorio y gritó:

—Sé que estás aquí. Oí esta puerta cerrándose.


Su pecho corpulento inhalo y exhaló por la emoción. Incluso su cara roja tenía un ligero
brillo de sudor. El director Hame, o "jamón", como los estudiantes lo llamaban,
realmente se asemejaba a los cerdos que coleccionaba en su oficina. Y, por supuesto, al
igual que un cerdo podía olfatear una bellota, éste la había encontrado.

Mina intentó pensar en una excusa mientras poco a poco comenzaba a desplazarse de
su escondite, pero una voz familiar la salvó.

—Lo oí también, pero creo que fue esa puerta. —Era la voz de la señora Colbert—. De
hecho, estoy casi segura de que vino desde el pasillo sur.

El director Hame masculló algo y se detuvo justo en frente del archivador. Estaba a dos
pasos de descubrirla.

—No lo sé. Estoy seguro de que era ésta.

La voz de Constance se volvió suave como la seda mientras su piel adquiría un brillo
translúcido.

—Estoy segura de que tienes la razón. El culpable se metió en un salón de clases y está
muerto de miedo detrás de ese gabinete, justo ahí. O está probablemente dirigiéndose a
la salida más cercana de la escuela. Piénsalo. Es la vitrina de trofeos. ¿Quién iba a
destruirla? Mi conjetura es que se trata de alguien del Instituto Barlow.

—Tienes toda la razón. —Juntó las manos y se volvió sobre sus talones—. Barlow
siempre ha estado celoso de nuestros triunfos. Apuesto a que no lo han superado aún.
Rápido, envíe a seguridad, que peine los pasillos, el estacionamiento…

Su voz se apagó mientras salían del salón de clases y la puerta hizo clic detrás de ellos.
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Mina no respiró ni se movió hasta que contó hasta cien. Mantuvo la cabeza agachada y
se quedó cerca del suelo mientras sacaba la pluma de fénix, que aún ardía lentamente.
Sus llamas minúsculas bailaban alrededor.

—Creo que me diste esto para que me ayudara. Así que si quieres ayudarme, entonces,
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ayúdame —susurró a la pluma.

La pluma seguía ardiendo brillantemente, y la estudió con atención. Actuando con


intuición, se inclinó hacia adelante y comenzó a soplar sobre ella, justo al lado de las
llamas, del mismo modo en que lo haría si estuviera iniciando un incendio.

Esta vez, las llamas se hicieron más y más brillantes. Trató de aferrarse a la pluma, pero
la dejó caer cuando la luz se volvió demasiado brillante. Podía oír el crepitar del fuego,
creciendo más y volviéndose fuera de control.

—¿Qué he hecho? —Mina entró en pánico, corrió a la puerta y agarró el extintor de la


pared. Nunca antes había usado uno y trató de maniobrar la manguera en la dirección
correcta.

El fuego ardía tanto que se volvió azul. Un grito surgió del centro del fuego, y una fuerte
explosión sacudió el ambiente. Mina cayó hacia atrás y se tapó los oídos. Iba a ser
atrapada. No había duda de dónde había venido el ruido.

Miró hacia la pluma y vio que la explosión había destruido dos mesas del laboratorio,
transformándolas en un montón de cenizas y escombros. Pero otra brasa continuaba
ardiendo y el ave fénix comenzó a surgir.

El fénix estiró su cuello y flexionó sus alas experimentalmente antes de voltear sus
pequeños ojos negros en dirección a Mina.

—Um, ¿se supone que tenía que hacer eso? —preguntó.

El ave la siguió mirando.

—Bueno, no sé por qué me diste la pluma, pero creo que quieres ayudarme, así que…
¿puedes ayudarme? Necesito cruzar al plano sobrenatural.

Una voz invadió su mente, no cualquier voz, sino la de Nan.

Eres una Grimm. No me necesitas para cruzar, dijo el pájaro.

—¿Cómo haces eso? Suenas como Nan —preguntó Mina, aturdida.

El ave movió la cabeza hacia Mina de nuevo, ignorando la pregunta.

—Está bien, sé que soy una Grimm y que debería ser capaz de cruzar, pero no sé cómo
todavía. No puedo hacerlo en orden.

Esta vez la voz cambió y comenzó a salir como la voz de Ever antes de transformarse en
la de Jared.

Entonces necesitas pasar a través del guardián.

—¿Qué es un guardián?
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La voz de Brody llenó su mente.

Yo soy el guardián. 9
El fénix siguió hablándole utilizando las voces de los más cercanos a ella.

—Así que sabías que necesitaba ir al plano sobrenatural. Es por eso que querías
ayudarme.

Sí, ayudarte… ayudarme.

El dialecto chino de la señora Wong salió.

El Stiltskin me tiene encarcelado y utiliza mis dones terriblemente. Quiero hacer mi


propio trato contigo. Soy mucho más valioso que tu hermano. Elígeme en su lugar.

La voz de Sara le gritó, llena de desesperación.

—No puedo. Tengo que salvar a mi hermano.

Las plumas del fénix comenzaron a oscurecerse un poco de tristeza.

—Pero voy a encontrar una manera de liberarte. Si no es hoy, entonces pronto —


prometió Mina.
Entonces, se te concederá tu deseo. Te enviaré al plano sobrenatural.

El fénix voló en el aire. Sus plumas eran tan brillantes que cegaban.

Mina oyó la puerta del aula abrirse, y Jared se precipitó a entrar, en estado de pánico.
Vio al pájaro y empezó a correr entre las mesas del laboratorio. Mina fue absorbida por
el ave que volaba en círculos por encima de ella, tejiendo un rastro ardiente de fuego.

—No, Mina. ¡No! —gritó Jared—. Es demasiado peligroso.

Un destello amarillo pasó batiendo su hombro, y un chillido penetrante arrancó por el


aire de nuevo. Un vórtice de fuego se arremolinó por encima de ella y comenzó a
descender, como si fuera a tragársela entera.

Vio a Jared tratar de agarrar su brazo, pero él estaba luchando contra el viento que lo
empujaba fuera de su alcance. Su pelo giró sobre su rostro dolorosamente y ella trató de
advertirle que se quedase atrás, pero seguía empujando hacia adelante.

—No voy a dejar que te vayas.

—Me tengo que ir, Jared. —Vio su cara llenarse de desesperación al darse cuenta de que
no podía salvarla, mientras el vórtice de fuego la levantaba y la hacía desaparecer.

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Capítulo 19

Traducido por Doña Truji

Corregido por Maia8

¡Dolor! Una sensación de ardor la atravesó. Abrió la boca en busca de aire, pero nada
más que el calor le llenó los pulmones. Era como si estuviera bajo el agua, y cuando
abrió la boca, algo más se apresuró a entrar en lugar del oxígeno. Entró en pánico y
trató de gritar, pero no podía. Las lágrimas surcaron sus mejillas mientras pensaba que
se estaba ahogando, muriendo lentamente.

Algo le dio un puñetazo en el estómago, y, de repente, pudo respirar de nuevo. Sin


aliento, yacía inmóvil hasta que las luces cegadoras desaparecieron de su vista.

Mina levantó la cabeza de la hierba en la que estaba acostada para observar los
alrededores desconocidos.

Atrás quedaban las paredes de ladrillo, ventanas y escritorios de la escuela. Estaba


rodeada de árboles, plantas y flores de aspecto extraño. Estaban torcidos, deformados,
tenían un aspecto amenazador y ninguna especie le era familiar. Hacía unos pocos
minutos había sido de día, pero aquí era de noche.
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—¡Jared! —gritó Mina y miró a su alrededor para ver si había pasado a través del portal.
No lo había hecho. Estaba sola.

El bosque hizo eco de su llamado nada naturalmente, y decidió que sería mejor si no lo
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hacía de nuevo. ¿Quién sabe lo que había en el bosque sobrenatural? Controlando sus
nervios, se levantó y se sacudió el polvo de sus pantalones, y vio la pluma de fénix en el
suelo junto a ella.

Pero sentía como si hubiera olvidado algo. Sus manos fueron a su bolsillo de la
chaqueta, donde mantenía el Grimorio, y el bolsillo estaba vacío. Después de unos
minutos de buscar en el área inmediata, llegó a la conclusión de que el Grimorio no
podría existir en el mismo plano que el libro de las Hadas. O era porque estaba tan
ligado a Jared que si él no podía cruzar al plano sobrenatural, tampoco el libro.

De cualquier manera, estaba en un arroyo, sin ayuda.

En lugar de estar de pie quieta, esperando a que Stiltskin la encontrara, pensó que tenía
que empezar a buscar el palacio. Comenzó a caminar y se mantuvo distraída por
algunas especies o flores nuevas que le llamaron la atención. Mina se detuvo y olfateó
una flor, olía como a... pastel de arándanos, pero mejor.

Curiosa, se acercó a otra flor de color naranja brillante e inspiró cuidadosamente. Olía
como una mezcla entre galletas de azúcar, canela y mantequilla de nueces.
Incluso los insectos que zumbaban alrededor de las flores eran más grandes que
cualquiera que hubiera visto en su propio mundo. Había un abejorro amarillo del
tamaño de su puño. Vio como la abeja bajaba a posarse sobre un gran lirio, pero apenas
había aterrizado la abeja y la flor se cerró y la atrapó. Mina tragó saliva, nerviosa, y
decidió darle a todas las flores un gran rodeo. Jared tenía razón… su mundo era
hermoso, aunque también era peligroso.

Mina caminó por un sendero hasta llegar a una encrucijada en el camino.

—Ahora, ¿a dónde? —se quejó, y accidentalmente tropezó con las ramas de un arbusto
cercano. Pequeñas luces del tamaño de luciérnagas se levantaron del pequeño arbusto
de bayas y se pusieron a bailar alrededor de su cabeza.

Cautivada, Mina se acercó a tratar de tocar una de las luces. Una de ellas voló más cerca
y casi se posó en su dedo antes de revolotear fuera de su alcance. Sonrió y siguió
caminando hasta que oyó la más maravillosa voz jamás oída. Melodiosa, nostálgica,
llena de añoranza. La preocupación que había sentido hacía instantes fue olvidada
mientras que el deseo de seguir la canción y las luces danzantes crecía.

Sus pies se movían por su propia voluntad, y ella siguió la canción desde la encrucijada
por un camino diferente, casi imperceptible que la llevó más adentro del bosque y hacia
un gran lago.

Mina estaba cautivada. Nunca antes había visto o escuchado algo tan glorioso, tan

11
encantador, tan poco natural, y algo le dijo que necesitaba poseerlo… si tan sólo dejara
de moverse sobre el lago. La canción se hizo más fuerte cuando Mina se detuvo y vaciló,
instándola.

Su zapatilla se sumergió en la orilla del agua, y se petrificó momentáneamente mientras


el frío se filtraba a través de la tela, pero no fue suficiente. Olvidando cualquier
vacilación, escuchó la canción y avanzó en el agua. Siempre podía secar sus zapatos más
tarde, pero ahora mismo, en este mismo momento, tenía que obedecer la canción más
de lo que necesitaba nada más, y nada iba a detenerla.
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Unos pasos más adelante, el agua le llegaba hasta las rodillas, pero no se dejó intimidar
y se metió más adentro de la corriente. Sabía nadar; no tenía miedo. Momentos más
tarde, el agua le llegaba hasta la cintura y una sonrisa triunfal llegó a sus labios. La
sonrisa solo duró un segundo, sustituido por el miedo mientras algo grande la agarró
por las piernas y la arrastró bajo el agua.

No tuvo tiempo de gritar mientras un escalofrío helado se envolvía alrededor de ella y


se hundió profundamente en el agua oscura. Las luces danzantes desvaneciéndose
desde arriba del agua ya no parecían tan hermosas. Ahora parecían mortales, ya que
iluminan su tumba de agua.

Mina trató de luchar y golpear a la cosa que la agarró del pie, pero la mantuvo como un
torno. La iluminación momentánea le dio a Mina un vistazo de lo que la había
capturado, y la imagen la aterrorizó hasta la médula.

Era una mujer joven. Su piel brillaba como con escamas, y su largo cabello, del color de
las algas, fluía más allá de su cintura. Sin embargo, sus enormes ojos de gato eran
negros como la noche y miraban con avidez hacia ella.

La boca de Mina se abrió al gritar de terror. El agua corrió por sus labios, e
inconscientemente la tragó. Entró en pánico y trató de nadar hasta la superficie, pero la
bruja del mar se aferró y tiró de ella hacia abajo. Mina sintió que se empezaba a zafar, y
a diferencia de hacía unos momentos, cuando su mente estaba embrollada con un
encantamiento, ahora tenía el control total de sus facultades e hizo lo único que podía
hacer. Dejó que el frío se filtrara en sus huesos hasta que sintió el cosquilleo familiar de
poder. Pudo haber sentido como su cuerpo se quedaba sin fuerzas y perdía sensibilidad
en los dedos, pero no lo creía así.

No tenía mucho tiempo. Metió la mano en el bolsillo de sus pantalones vaqueros, lo que
era una lucha en sí misma, sacó el trozo de vidrio y lo sostuvo en la manga de su
chaqueta. Giró el trozo de cristal hacia abajo y perdió al monstruo. Lo intentó una y
otra vez, y en el tercer intento, apuñaló a la bruja del agua en la mano.

La bruja cesó su lucha por dominar a Mina. Se paralizó y dejó de aferrarse a ella. Mina
vio cómo su agresor se hundía en la oscuridad, su cuerpo poco a poco volviéndose oro
como si el propio Stiltskin la hubiera tocado. La bruja se hundió con su mano
extendida, su último momento de humanidad lentamente escapando. Instintivamente
Mina trató de agarrar la mano de la mujer y nadar hacia arriba con ella, pero no podía.
La bruja era un peso muerto y tiraba de ella hacia abajo.

Al no tener elección, Mina tuvo que dejar ir la mano de la bruja, y vio como poco a poco
desapareció en la oscuridad, transformada en una carcasa de oro.

Recordando su difícil situación, trató de nadar hacia la superficie, pero estaba


demasiado lejos y se sentía muy cansada. No debería haber perdido esos preciosos
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segundos tratando de salvar al monstruo que trataba de matarla. Ahora iba a morir de
todos modos. Sus ojos comenzaron a cerrarse y vio algo verde parecido a un cohete
avanzando en su dirección. Tuvo el tiempo justo para darse cuenta de que era otro
monstruo... y había venido a acabar con ella.
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Capítulo 20

Traducido por Doña Truji

Corregido por Jime02

Tenía la boca seca y los ojos cerrados con fuerza. Sus manos se sentían como martillos
gigantes golpeando su cara mientras trataba de limpiar la porquería de sus ojos para
abrirlos.

Algo duro y fresco se presionó contra su boca. Ella la cerró con fuerza, tratando de
luchar contra el líquido desconocido que estaba siendo forzado a entrar por sus labios.
Oyó un suspiro de frustración antes de que unas manos verdes aparecieran sobre su
nariz y la pellizcara levemente.

Alarmada, Mina se quedó sin aliento y abrió la boca. La cosa estaba de vuelta en sus
labios, y sintió pasar algo fresco y mentolado.

No tragues. No tragues, se dijo.

Cuando la cosa se alejó, volteó la cabeza y escupió el líquido. Trató de alejar las
socorristas manos verdes, pero su cuerpo tenía problemas para obedecer sus órdenes.
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La mano verde llegó a su boca otra vez, y ella empleó todas sus fuerzas en morder los
ofensivos dedos.

—Hey. ¡Ay! —Una voz masculina se quejó.


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Mina volvió la cabeza, confusa, para mirar a un joven de piel verde. Su cabello verde era
de longitud media, apenas tocaba el borde de su cuello, y fluía hacia atrás y adelante
como si estuviera siendo sacudido por una corriente invisible. Era delgado y musculoso,
como un nadador. No llevaba camisa pero sí unos largos pantalones verdes que
parecían estar hechos de hierba o algas.

—¿Q-quién eres? —Su voz se hundió, lamió sus labios y tragó unas cuantas veces antes
de sonar normal.

El joven se volvió, sacudiendo su dedo lesionado en el aire, y le dio una mirada


cautelosa antes contestar.

—Nix.

—Tú me salvaste, ¿no?

No podía apartar los ojos de su piel ya que fuera del agua parecía muy humano, excepto
por el color verdoso. Si se movía, la luz hacía brillar débilmente sus escamas.
—Sí, por poco no pude revivirte, así que lo siento si estás un poco adolorida.

Mina se preguntó por qué su pecho se sentía como si un elefante hubiera estado
sentado en él.

—Gracias... Nix, ¿verdad? Qué nombre tan raro.

—Es un nombre perfecto para un nixie. —La miró ofendido y tendió su mano mordida.
Una pequeña cinta translúcida apareció entre sus dedos y cuando estuvo seguro de que
estaban intactos, desapareció de nuevo.

¡Guau! pensó. Así que así es como se ve un nixie.

Nix la miró de nuevo, pero esta vez se puso de pie y se alejó aún más de ella, sentándose
cerca de un agujero lleno de agua en el suelo. Se sentó en el borde poniendo ambos pies
en el agua, y la miró desde la distancia.

Mina se sentó, y una mano fue a su caja torácica adolorida. Debió de haberse
desmayado un tiempo porque toda su ropa estaba seca. Miró a su alrededor, a su
prisión.

Estaba en una cueva, y las paredes estaban cubiertas de cristales brillantes que creaban
luz luminiscente. Había una pequeña cama en la que estaba acostada, una manta, una
taza y un pequeño paquete de artículos en una pared del fondo. No había salidas obvias.

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—¿Qué hiciste con ella? —preguntó Nix con cautela.

—¿Te refieres a la mujer que trató de matarme? —respondió Mina.

Él asintió.

—No estoy segura. La apuñalé con un trozo de cristal de oro, y cambió. —respondió
Mina tratando de sonar indiferente. 5
La miró, y ella se sintió estremecer bajo su oscura mirada. Entonces se dio cuenta de la
diferencia entre Nix y la mujer. Mientras que los ojos de la bruja del mar eran de un
negro intenso, los gatunos ojos de Nix eran de color verde brillante y aun así de
apariencia humana.

—Eres diferente. Tú y ella. —Mina apuntó a sus ojos—. Sus ojos estaban llenos de
maldad.

La piel verde de Nix se volvió una sombra extraña cuando palideció y se negó a mirarla
a los ojos. Se inclinó y pasó sus dedos por el agua como si se consolara con su tacto.

—Sí. Fue seducida por nuestra propia sangre —suspiró y sacó su pierna del agua y
apoyó la barbilla en la rodilla—. Bruja del agua, bruja del mar, nixies... todos somos uno
y lo mismo. Malditos por nuestros propios deseos, por lo que la mayoría piensa en
nosotros como el mal. Pero te lo digo, no hemos nacido de esa manera. Somos criaturas
amables. Una vez que llegamos a una cierta edad, nuestro poder sobre el agua se
desvanece y nos volvemos desesperados, sedientos de ese poder de nuevo. Y entonces
tenemos que hacer una elección: perder con el tiempo nuestra relación con el agua,
envejecer y morir, o comenzar a ahogar y matar inocentes para alimentarnos y vivir
para siempre.

El miedo pasó a través de su cuerpo. Sus ojos escanearon la cueva de nuevo, en busca
de una forma de salir, hasta que cayó en la cuenta. El agujero lleno de agua. La única
salida era a través del agua, y Nix estaba bloqueando el camino.

Él podía ver su miedo por lo que alzó la voz.

—¡Sí, pero no todos somos así! ¡Mírame! Mira mis ojos. Yo no soy como ella. No he sido
seducido por el ansia de poder. Raina no siempre fue así. —Nix parecía tan afligido y
solo que no podía dejar de sentir lástima por él.

—¿Qué pasó entre ustedes?

—Estuvimos enamorados una vez. Nos hicimos una promesa el uno al otro de envejecer
y morir juntos. Para no ceder a la maldición de nuestra raza. Creíamos que éramos más
fuertes que la tentación, que por lo general se supera una vez que se alcanza la edad
adulta. Pero un día del año pasado, la encontré llorando en las aguas poco profundas
del agua. Ya no podía escuchar los pensamientos de los peces, o hablar con los
renacuajos. No importa lo mucho que les cantó, nunca respondieron. Le dije que estaba
bien, que todavía podía hablar conmigo. Ella era mayor que yo, por lo que la afectó
primero. Da miedo, ver cómo una maldición afecta a alguien que amas y saber que será
mi destino también.

—Sí, lo es —dijo Mina, pensando en sus propios problemas.

Nix asintió, perdido en sus pensamientos. Ella pensó que él había terminado, pero
volvió la cabeza, y vio que había una lágrima deslizándose por su delicadamente
escamada mejilla.
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—Le dije que podríamos sufrir juntos, que siempre estaría ahí para ella hasta nuestro
final. Entonces me desperté una mañana por una canción… su canción, y lo supe. Sabía
que había hecho su elección, y no la detuve. Podría haberlo hecho. Sabía lo que estaba
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haciendo, pero me negué a mirar. Tenía miedo. Temía que me uniría a ella y cambiaría
también. —Sorbió y luego miró con orgullo a los ojos de Mina.

Sus profundos ojos verdes se llenaron de lágrimas.

—Pero no lo he hecho.

Mina no podía dejar de sentir lástima por Nix y el amor perdido de Raina. Se limpió la
esquina de su ojo mientras una lágrima comenzaba a manifestarse.

—Ella ya no es la Raina que conocía y amaba. Es un monstruo, una verdadera bruja del
mar, y estoy condenado a morir solo.

—Y yo estoy condenada a morir en un cuento de hadas, así que no vamos a partir solos.
—Mina rio suavemente.

Nix saltó del borde del agua y se alejó de ella.

—¡Eres una Grimm! Aquí, en el plano sobrenatural.


—Sí, y tú eres un nixie. ¿Y qué?

—Pero… pero hay demasiadas historias que implican a los Grimm, y nosotros somos los
que terminamos muertos. No quiero ser parte de eso.

Mina suspiró ruidosamente.

—Creo que ya es demasiado tarde. Si no querías participar, debiste dejar que me


ahogara.

Se quedó allí, en silencio, antes de que asintiera en señal de acuerdo.

—Sí. Tienes razón. Debí dejar que te ahogaras. —Se zambulló en el agua, y como un pez
se disparó a través de las oscuras profundidades, desapareciendo.

Mina fue a la orilla del agua y miró a la oscuridad. Sabía que la había abandonado para
morir.

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Capítulo 21

Traducido por lavi

Corregido por Jime02

Mina recogió la taza, aquella que Nix había tratado de obligarle a tomar, y la arrojó al
abismo de agua. Contó los segundos que le tomó antes de que se hundiera;
desapareciendo en la oscuridad después de tres. ¿Quién sabía si incluso había un
fondo?

Se sentó sobre sus talones y trató de no entrar en pánico. Probablemente estaban en


una caverna submarina que solamente era accesible desde, bueno, bajo el agua. Pero
qué si había más cavernas. Si pudiera aguantar la respiración el tiempo suficiente,
podría ser capaz de explorar y encontrar una salida. O podría ahogarse en el intento.

¿Qué hacer?

Se mordió su labio inferior mientras miraba alrededor de la pequeña caverna y


contemplaba sus opciones. No era el momento para romperse a llorar. Era tiempo de
ser inteligente. 11
Mina fue hasta el bolso de Nix, y rebuscó entre los objetos que él había dejado atrás.
Dentro tenía unas bolsas pequeñas rellenas con conchas, algo de cordel, un cuchillo y
un tarro con tapa que contenía un líquido azul.

Un plan comenzó a formarse en su mente. Tomó el cuchillo, fue hasta la pared de la


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caverna, y empezó a desenterrar una piedra brillante. Una y otra vez ella raspaba,
golpeaba, y hacía palanca; separando sólo las rojas y las verdes.

Cuando tuvo lo que pensó que era una cantidad suficiente, ella arrojó las conchas fuera
de las bolsas y las remplazó con las piedras. Limpió el tarro y puso la pluma de fénix
dentro de él, volviendo a sellarlo con cera y cordel. Estando completamente seca y
protegida del agua, la pluma creaba un cálido brillo; había sacado la idea de la botella
de Coca-Cola de Jared. Cuando la pluma se mojaba, el ardiente fuego se extinguía casi
a nada hasta que se volvía a secar por completo.

Luego, Mina se puso a trabajar en fabricar un arma con el pedazo de vidrio del Stiltskin.
Encontró un pedazo de madera y lo unió al vidrio envolviéndolo con cordel, creando así
un pequeño cuchillo. Hizo una vaina con algas, y junto con el cuchillo, la fijó en su
muslo con cordel.

Mina estaba bastante orgullosa de su ingenio y estaba lista para poner a prueba su plan.

Se quitó los zapatos y la chaqueta; usó un pedazo de una cuerda que encontró para
recogerse el cabello, y otro pedazo para fijar los dos sacos y el tarro con la pluma de
fénix a sus pantalones cortos.

Cuando dio su primer paso, jadeó con el toque del agua fría contra su piel; el agua sólo
podía ser así de fría si la caverna estaba realmente profunda.

Sumergiendo su pie un par de veces, empezó a respirar profundamente y contó cuánto


tiempo podría aguantar la respiración. Se negaba a morir sola en una caverna
submarina en el plano sobrenatural; tenía que salvar a su hermano.

Segura de que podía aguantar la respiración por al menos un minuto, echó un último
vistazo a la caverna antes de aguantar la respiración y comenzar su escape. Estaba
oscuro, y el tarro con la pluma creaba un hermoso brillo cálido contra las sombras.
Podía ver al menos dos caminos, y quién sabía cuántos más después de éstos. Ella iba a
tener que dejar un rastro de migas de regreso a la caverna por si se perdía.

Mina dejó caer la primera piedra brillante verde bajo la entrada de la caverna; y se
sorprendió de que hubiese, de hecho, un fondo. Se quedó ahí, brillando. Nadó, unas
yardas más abajo por el túnel hacia su izquierda, y dejó caer otra piedra verde. Luego,
siguió unas yardas más, antes de decidir desandar su camino de regreso a la caverna
por otro respiro. Esto iba a tomar un tiempo y ella se estaba cansando rápidamente.

Mina repitió las acciones: respirar, seguir el mismo túnel hasta un callejón sin salida, y
reemplazar las piedras verdes por las rojas para marcar que no tenía escape.

Había empezado a ir por el túnel de la derecha, siguiendo el mismo patrón de dejar caer
las piedras verdes, cuando encontró otro hoyo en el techo del túnel. ¿Podría ser una
salida? ¿Podría ser otra caverna con aire?

Impulsó sus piernas y nadó con fuerza hacia la abertura, y salió a la superficie con un
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enorme jadeo. Había aire.

¡Sí!

Pero esta caverna era igual a la otra, llena de piedras brillantes, y completamente vacía.
No quería gastar mucho tiempo, así que tomó otra respiración y siguió nadando. Nadó
a otra bifurcación en los túneles y a otro callejón sin salida.

Mina necesitaba aire y más piedras, así que se retiró a la segunda caverna para volver a
llenar sus bolsas de piedras rojas y verdes.

Podía hacer esto, pensó para sí. Si había cavernas con aire allí abajo, podría lograr
salir… con vida.

Ya estaba por su cuarto túnel cuando empezó a sentirse aturdida y mareada. Esto se
estaba volviendo demasiado para ella.

Estaba a punto de regresar nadando a otra caverna con aire cuando vio una gran
abertura y más luz viniendo de arriba. ¿Era una salida? Pateó el suelo y nadó con
fuerzas hacia el faro de luz sobre ella. Lucía diferente, así que rezó para que lo fuera.

Su cabeza rompió la superficie, y sintió una brisa fría contra su rostro. Sonrió de alivio.
Pisoteando el agua, se limpió los ojos, sólo para ver que no había exactamente
escapado. Era sólo otra caverna más grande, llena incluso con más piedras brillantes.
Su corazón se desplomó. Seguía atrapada.

Algo se movió en una esquina, asustado por la intrusión de Mina. Al principio creyó que
era una serpiente, o una pila de hojas debido a la forma que crujía y se movía, pero una
cabeza se alzó del suelo lentamente y se giró para mirarla.

No había duda de que los ojos negros como gatos eran los de una bruja del mar. Ésta
siseó y empezó a arrastrarse por el suelo en su dirección. Mina gritó del susto y se
sumergió bajo el agua para tratar de nadar lejos de ella.

Fue una decisión terrible.

No conseguía aguantar la respiración lo suficiente, su miedo y adrenalina estaban


entorpeciendo su escapada. Se dirigió hacia un túnel que no había marcado con
piedras. Mirando hacia atrás, observó algo verde desplazándose a través del agua.

Era rápida, más rápida de lo que Mina podía nadar. Ella lo sabía. No había manera de
que pudiera escapar; iba a tener que pelear. Girándose, sacó el cuchillo de su muslo y
esperó a que la bruja llegara a ella. Los ojos negros de la bruja la llenaron de terror,
pero Mina sostuvo la cuchilla frente a ella y continuó pataleando en el agua.

El monstruo se abalanzó directo hacia ella, sus largas manos como garras alcanzándola,
cuando algo surgió de la oscuridad y estrelló a la bruja contra una pared.

Mina nunca había escuchado un grito como el que oyó bajo el agua. Era horrible,
mientras las dos criaturas peleaban entre sí.

Era Nix. 12
Estaba aplastando a la bruja contra la pared de una caverna, usando todo su peso para
mantenerla aprisionada. Físicamente, él era más grande que ella, pero era obvio que no
era tan fuerte, ya que él no se alimentaba de inocentes.

Su voz resonó dentro de su cabeza.


0
El túnel hacia la izquierda. Apúrate.

Ella agarró su cabeza con dolor, pero no perdió el tiempo que Nix le estaba comprando.
Mina nadó con todas sus fuerzas hacia el túnel, y efectivamente, pudo verla: la salida.
Era una abertura de seis metros de ancho y tres de alto.

Pero parecía estar tan lejos.

Sus pulmones ardían por aire, pero se enfocó en su objetivo y continuó nadando. Sus
piernas se sentían como pesos de plomo y sus brazos como gelatina. Pero continuó
hasta que atravesó la abertura y se dirigió hacia arriba. Podía verlo. El cielo. Bailaba a lo
largo del agua a través de un mar de vidrio.

Su corazón se hundió cuando se dio cuenta de que era más lejos de lo que podía
aguantar la respiración. Incluso ahora, las burbujas se estaban escapando de sus labios,
y ya no tenía fuerzas.

La falta de oxígeno de su cuerpo le estaba causando alucinaciones, y de repente podía


ver el rostro sonriente de Brody flotando en frente de ella. Extendió su mano hacia él,
pero desapareció, para ser reemplazado por el rostro enojado de Jared, gritándole.

¡Nada, Mina! ¡Pelea! ¡No te rindas!

—Estoy cansada, Jared. No puedo. Estoy tan casada —respondió mentalmente antes de
que su cuerpo le traicionara y sus músculos se contrajeran bajo el agua.

Ella sintió cómo se hundía más y más...

¡NOO!

Escuchó un grito y no estaba segura de si era su propia alucinación de Jared o alguien


más. Algo duro y áspero la agarró por la cintura, la estaba impulsando a través del agua
más rápido de lo que alguna vez había nadado en su vida, directo hacia la luz.

Pero Mina sabía que no lo lograría. Su cuerpo quedó inerte, y sus ojos se habían cerrado
por sí solos; cuando algo cálido se presionó contra sus labios. No tenía la energía para
luchar, y se sorprendió cuando su boca fue forzada a abrirse, permitiendo la entrada de
oxígeno.

Abrió los ojos por la sorpresa, para descubrir los labios de Nix presionados a los suyos,
besándola. No, respirando por ella mientras él continuaba nadando hacia arriba. Sus
manos se alzaron hacia el rostro de él y lo sostuvo contra su boca hambrientamente
como si su vida dependiera de su beso, y así era.

Su beso dio marcha atrás a la oscuridad de la muerte y su mente empezó a funcionar de


nuevo. ¡Estaba besando a un monstruo! 12
Unos segundos después rompieron la superficie del agua y se alejó de sus labios para
respirar por su cuenta. Nix cuidadosamente la sostuvo y se dirigió hacia la orilla. Mina
sólo tenía fuerzas para rodar sobre su espalda y dejar que él la pusiera a salvo.

Ahora, ya había salvado su vida tres veces.


1
Rocas rozaban sus pies y ella trató de pararse, sólo para caer de rodillas en las rocosas
aguas poco profundas. Nix se aferró a su brazo y trató de soportar su peso.
Desesperadamente la alejó del agua, y a pesar de que estaban en la orilla, no se detuvo.

Trató de obligarla a moverse, pero ella no podía. Por lo que cayó al suelo. Sintió cálidos
brazos envolviéndola, y levantándola. Nix la había recogido y continuó corriendo tan
lejos del lago como pudo. Poco tiempo después, encontró un pequeño claro en donde se
detuvo, y gentilmente la bajó.

Estaba sin aliento en el suelo, viendo el camino detrás de ellos, buscando un


perseguidor.

Mina rodó en el suelo, su cuerpo sacudiéndose del frío y la casi asfixia. Miró la
musculosa espalda verde de Nix con absoluta confusión. Pensó que él la había
abandonado para morir, que no quería tener nada que ver con la maldición Grimm. Si
era así, ¿por qué la había salvado… de nuevo? Pero sus pensamientos continuaron
danzando mientras sentía cómo se iba deslizando en un exhausto sueño.
***

Mina se despertó sobresaltada y escuchó atentamente el sonido de pasos caminando


silenciosamente junto a ella. Trató de mover el brazo, pero estaba entumecido por
dormir sobre él incómodamente. En cambio, fingió seguir dormida y observó a través
de sus pestañas cerradas mientras el sonido volvía y una sombra pasaba junto a ella.

Su corazón se detuvo cuando su visión se llenó con una silueta verde. Inmediatamente
pensó que la bruja del mar la había encontrado, pero luego suspiró cuando se dio
cuenta de que era Nix. Había encontrado un palo y se había subido a uno de los
extraños árboles torcidos. Su alto y ágil cuerpo verde se deslizó hacia arriba, probando
que era tan ágil en la tierra como en el agua.

Nix agitó el palo con facilidad para acercarlo a la rama más cercana, provocando que
dos frutas cayeran y rodaran por el suelo. Luego, dejó caer el palo y empezó su
descenso.

Mina tocó sus labios con sus dedos ante la memoria del beso que le salvó la vida. Estaba
agradecida de que no pudiera ver sus mejillas ardiendo de vergüenza.

Decidiendo que el peligro inminente se había acabado, lentamente se sentó y se estiró.


El cuerpo entero le dolía de pies a cabeza, y no pudo evitar sentirse como si una
tonelada de ladrillos hubiese aterrizado sobre su pecho. Nix se acercó y le tendió un
pequeño pedazo de fruta. Estaba apenas golpeada de la caída.

—Aquí, come esto —ordenó, antes de moverse y sentarse frente a ella. Su piel parecía
más clara bajo el sol de la mañana, menos verde.

—No creo que deba comer comida del mundo de las Hadas —dijo ella.
12
—Eso es verdad para la mayoría de las comidas de aquí. Puede ser adictivo para tu
especie, pero en cuanto a efectos secundarios respecta, esta es la fruta más suave que
hay.
2
Mina tomó la fruta púrpura de apariencia extraña y la olfateó cuidadosamente antes de
rodarla entre sus dedos. Se moría de hambre, pero incluso la tentación más simple
podía poner en peligro la razón por la que estaba aquí.

—¿Qué sucedió allá? —preguntó, deseando que supiera que se estaba refiriendo a la
bruja del mar—. ¿Y por qué me salvaste, cuando pensaba que me habías dejado para
morir?

Nix la miró atentamente sobre su propio pedazo de fruta, antes de darle un pequeño
mordisco.

—Tuviste un desafortunado encuentro con una de las más viejas y más fuertes brujas
del mar de por aquí… mi madre.

—¿Tu madre? Pensé que… bueno, no sé qué pensé. Sólo me imaginé que tú y Raina
eran los únicos que quedaban.

—Lo somos, es decir… lo éramos, los únicos nixies que quedaban. El resto ha cambiado.
Así que trato de mantenerme fuera de su camino tanto como sea posible. Pero tú… tú
irrumpiste en su casa. Tienes suerte de que llegara cuando lo hice, o habrías sido su
cena. Pero tengo que reconocerlo. Eres estúpidamente loca o valientemente loca por lo
que intentaste. Casi lo habías logrado.

—No importa. Fue loco de cualquier manera, pero no lo habría hecho si no pensara que
iba a morir en esa cueva. Pudiste haberme dicho que ibas a regresar. —Mia se detuvo
pensativamente y luego dijo en una más suave e insegura voz:

—Ibas a volver, ¿no?

Sus hombros cayeron, y Nix miró al suelo.

—Necesitaba tiempo para pensar, para decidir qué iba a hacer con mi vida. Mataste a la
única persona que amaba.

—Pero ella era un monstruo. Tú mismo lo dijiste.

—Sí, y sé que nunca nadie ha regresado una vez convertido. Pero después de
encontrarme contigo, sabía que iba a verme implicado en cualquiera que sea la misión
en la que estás embarcada en este momento. Yo, también, sé lo del libro y del acuerdo
con los Grimm. También sé cómo terminan las historias para la mayoría de los nixies.
No muy bien. Así que tenía que decidir si iba a convertirme, o unirme a ti en tu misión y
morir más pronto que tarde.

Los dedos de Mina se clavaron en la fruta púrpura, y ella le miró incrédula.

—Así que te fuiste porque no podías decidir si ibas a matarme y unirte a los monstruos
o ayudarme. Hablando sobre presión grupal —respondió sarcásticamente—. Tanto para
terminar todo de una forma tan noble.
12
Nix se puso de pie y empezó a pasearse de arriba abajo.

—No, ya ves, eso es lo que pensé primero. Pensé que vivir cerca de Raina, a pesar de
que era un monstruo, era suficiente para mí, pero ahora que ella está muerta, pensé que
3
tendría que ser el que tomara venganza por su muerte, pero no puedo. Te dije antes que
somos criaturas gentiles hasta que nos convertimos. Así que decidí que si no puedo
vivir con Raina, no quiero vivir sin ella.

Detuvo su paseo y se sentó en el suelo, cara a cara con Mina. Sus manos arrugadas en
apretados puños. Mina podía notar que esta era una conversación difícil para él. Sus
brillantes ojos verdes miraban profundamente hacia los de ella, rogándole que lo
entendiera.

—Cumplí diecisiete el mes pasado, y, como Raina, he perdido mi habilidad para


escuchar a las criaturas del agua. Y ya no puedo controlar las corrientes. Puedo sentir
cómo estoy envejeciendo, volviéndome más débil. No falta mucho ahora… Estoy
muriendo, Mina.

Mina miró al apasionado Nix con absoluta sorpresa. Podía ver por la forma en la que
hablaba que lo decía en serio.

Él tragó saliva cautelosamente y no tartamudeó ninguna palabra cuando valientemente


dijo:
—Preferiría morir ahora ayudándote en cualquiera que sea tu misión que vivir como un
monstruo sin ella.

Mina le repitió sus propias palabras:

—Eres estúpidamente loco o valientemente loco.

—De cualquier forma, simplemente estoy loco. —Soltó una risita.

—Bueno, a los locos siempre les gusta la compañía. Así que, ¿crees que estás listo para
una peligrosa misión que probablemente nos matará a ambos?

Nix se puso de pie, sólo para arrodillarse frente a Mina. Su cabello verde aún se
balanceaba misteriosamente, pero ahora que estaban lejos del agua, se movía menos.
Sus penetrantes ojos verdes se llenaron con determinación mientras agarraba su mano
y murmuraba:

—No temo a la muerte… es la muerte quien debería temerme.

12
4
Capítulo 22

Traducido por Maia8 y Onnanohino Gin

Corregido por Jime02

Mina no podía creer su suerte.

Después de que le contara a Nix su historia y le hablara sobre su búsqueda para salvar a
su hermano Charlie, estaba aún más entusiasmado por ayudarla. Probablemente era
porque se trataba de una misión para salvar vidas.

Aún más increíble, era que Nix sabía cómo llegar al palacio de las Hadas. Parecía
demasiado fácil y simple, así que sabía que no debía darlo por sentado. Primero, tenían
que llegar al palacio; lo que de acuerdo con Nix, era un recorrido por lo menos de dos
días a pie.

—Me gustaría que tuviéramos un medio de transporte más veloz —dijo Mina.

Se tropezó con otra raíz de árbol y cayó boca abajo sobre un montón de hojas. Ya era la
tercera vez que se caía en las últimas dos horas. 12
—¿Qué es un medio de transporte? —preguntó Nix, mientras la ayudaba a levantarse.

—Um, un automóvil, un coche... ya sabes, Vroom Vroom. —Hizo un movimiento de


conducción y descanso. 5
Por Dios, sonaba estúpida.

Nix se limitó a mirarla confundido, luego su rostro se iluminó.

—Oh, ya entiendo. Así. —Él hizo un gesto para que lo siguiera, y caminó hacia el río que
habían, cuidadosamente, seguido; habían sido precavidos para no perder el camino,
manteniendo siempre una distancia prudencial.

Nix se detuvo en el río y vaciló.

—¿Qué pasa? —preguntó Mina.

—No sé si me van a responder. No he podido hablar con ellos. Pueden que no vengan,
así que no te hagas ilusiones.

Caminó a lo largo del cauce del río, entre la hierba alta, hasta que encontró una rama
moteada azul. Usando una roca afilada, talló rápidamente tres agujeros y otro más en la
parte superior.

Mina observó fascinada.


Una vez que hizo su silbato, Nix se metió a la mitad del río y empezó a tocar una
canción silenciosa. Su cabello comenzó a volver a la vida, fluyendo ampliamente con el
agua.

Su boca soplaba, sus dedos se movían, pero Mina no escuchaba ni una sola nota de la
flauta. Una y otra vez la tocaba en silencio, pero no pasaba nada. Después de dos
canciones más, salió del río y se sentó en el banco con solemnidad.

—No podía escuchar nada —dijo Mina.

—Eso es porque eres humana. No puedes escuchar la hermosa música que toqué para
ellos. Esto hubiera pagado por nuestro paso, pero no lo sé. Tampoco podía oír la
música. Tuve que tocarla de memoria. —Se dejó caer sobre su espalda y se quedó
mirando el cielo.

—Nunca tardan tanto en venir. Lo siento. Te fallé —gimió Nix.

—¿Quién, Nix? ¿A quién estabas tratando de llamar?

—A los caballos marinos. Pero debería haber sabido que no iba a funcionar. —Se pasó
las manos por el pelo, frustrado, y dejó escapar un largo suspiro—. No he sido capaz de
escucharlos en mucho tiempo.

Mina sabía que estaba pensando en las consecuencias de ser un nixie y todo lo que
había perdido.

—Está bien, de verdad. No me importa caminar.

—No, no está bien. Creo que nos siguen, y no puedo alejarme demasiado del agua sin
12
debilitarme aún más. Necesitamos los caballos si queremos dejarla atrás.

—¿Quién? ¿Te refieres a que la bruja del mar nos está siguiendo? —preguntó Mina,
vacilando. 6
—Sí, nos está siguiendo. Sigo cruzando los arroyos, siguiendo caminos distintos, pero lo
sabe y no puedo alejarme de una fuente de agua.

—¿Por qué nos está siguiendo?

—Es porque intervine. No es cualquier bruja del mar la que nos sigue... es mi madre, y
no se detendrá hasta que nos haya encontrado.

Frustrado, se levantó y arrojó la flauta de caña en medio del río. Hizo un sonido de
hundirse y luego desapareció. Nix se había dado la vuelta, comenzando a caminar por la
orilla del río hacia Mina, cuando un sonido de ráfaga fuerte les llamó la atención. Se
volvió hacia el río; una amplia sonrisa formándose en su rostro.

—Vinieron —dijo con asombro, como si no hubiera creído realmente que lo hicieran.

Mina se volvió a observar cómo el medio del río se convertía en un remolino; en un


torrente de agua. Las olas chocaban unas contra otras, provocando un fuerte ruido,
como una cascada estrellándose. Un sonido de otro mundo emergió desde el medio, y
una gloriosa cabeza transparente apareció.
Era un caballo hecho de agua.

Después, otro salió de la mitad del río y luego otro. Seis hermosas bestias translúcidas
se presentaron delante de ellos; eran brillantes y reflejaban las propias imágenes de
Mina y de Nix.

Caminaron hacia ellos, pero se detuvieron en la orilla del agua.

El caballo de plomo se separó de sus hermanos, y tan pronto como su pata tocó la costa
rocosa se transformó. Como una serpiente que muda su piel, la capa del caballo se
volvió blanca, mientras que los otros se quedaron en sus formas sobrenaturales
translúcidas, seguros en el abrazo del agua.

Nix corrió hacia él y apretó la cara contra su hocico. El caballo blanco le respondió con
deleite mutuo.

Un par de segundos después, Nix se alejó con el ceño fruncido en su rostro.

—¡Oh, cómo me gustaría poder escuchar tu dulce voz de nuevo!

—¿Van a llevarnos? —preguntó Mina. Estaba algo esperanzada y miedosa de montar a


la bestia.

—Se lo puedo pedir.

12
Nix se inclinó hacia adelante y empezó a hablar con el caballo, pero todo lo que Mina
escuchó fue un suave chasquido y resoplido de nariz, similar a como hablaría un delfín.

Observó de cerca la reacción del caballo. El cual se volvió a los otros, que comenzaron a
dar un paso atrás en el medio del río.

—¿Qué está pasando? ¿Se van? —preguntó con miedo.

—No lo sé —dijo Nix lentamente.


7
El caballo blanco se encontraba todavía en forma física, y parecía que un poco de
discusión se desarrollaba entre ellos. Uno de los caballos relinchó y se levantó sobre sus
patas traseras, sus pezuñas delanteras pateando el aire con disgusto. Otros bailaban
sobre los lados, mientras que algunos sacudían sus crines.

—Oh, vaya, Nix, no les dijiste que era una Grimm, ¿verdad? Probablemente no sea la
manera más segura de ganar su confianza o ayuda, —dijo Mina con sarcasmo.

Su rostro se volvió una sombra extraña de color marrón.

—Uh, podría haberlo mencionado.

Mina puso los ojos en blanco y continuó observando una de las escenas más hermosas
que había visto nunca.

Primero uno de los caballos, luego dos, dieron media vuelta y desaparecieron entre las
olas del río. Después, un tercero se fue, seguido por un cuarto.

Se iban.
Sólo un caballo se quedó con el blanco. Era un caballo más pequeño y todavía parecía
joven, pero lo siguió con valentía a donde se encontraban. Cuando el pequeño caballo
alcanzó el terraplén y salió, su capa acuosa se volvió de un rojo oscuro. Mina se puso de
pie y lo miró. No era un tono de rojo que alguna vez hubiese visto en un caballo; era de
color rojo sangre.

Se preguntaba si los demás caballos hubieran salido del agua, de qué color habrían sido
sus capas. Este era el plano de las Hadas. Nada venía en envases promedio.

Ambos caballos se pararon frente a ellos. El blanco se inclinó, y Nix saltó ágilmente
sobre su espalda. El rojo hizo lo mismo, Mina hizo lo posible para no avergonzarse a sí
misma mientras lo montaba. Dieron media vuelta y echaron a correr junto al río.

Mina no podía dejar de sentir la emoción de montar una criatura mística en una tierra
extranjera y sonrió. Echándose a reír a carcajadas, envolvió sus dedos alrededor de la
melena del caballo rojo. Nix miró por encima del hombro y comenzó a reír con ella por
su emocionante paseo.

Corrieron increíblemente rápido. Los árboles, rocas y bosques pasaban; con cada paso
que los caballos daban, una impresión clara de una pezuña húmeda quedaba atrás.

Ella se agachó y acariciándole el cuello del caballo, le susurró:

—Eres magnífico.

No pensó que la entendería, pero parecía que el caballo sacudía la cabeza y procedió a
mostrarle lo magnífico que era el correr más rápido, poniéndose a la altura del caballo
de Nix y luego pasándolo en una curva del río.
12
Mina no pudo evitar dar la vuelta y soplar un beso juguetón hacia Nix al pasar veloces
junto a él. Su cara mostró sorpresa total, pero se inclinó hacia delante y le susurró a su
caballo. La carrera estaba en marcha.

Los caballos corrieron, cabeza a cabeza, por el bosque. Eran tan juguetones en la tierra
8
como lo eran en el agua, tomando turnos; dejando un caballo correr por delante, y a
continuación, ejecutando un pase separado para saltar sorpresivamente por delante.

Cuando Mina volvió a colocarse en la delantera, se encontraban muy cerca de la ribera


del río.

Una ola enorme emergió para caer justo sobre su cabeza.

―¡Aaaaaaaaj! ―gritó Mina cuando Nix la adelantó de nuevo.

—¡Eso no es justo! ―exclamó al verlo pasar.

Entonces, Red despegó, como un gato detrás de un ratón, e hizo algo completamente
inesperado. Saltó al río y se desvaneció debajo de ella, transformándose en agua de
nuevo. Mina se agitaba en el agua, pensando que el caballo había desaparecido por
completo, pero entonces notó cómo una corriente gigantesca la llevaba por el río a una
velocidad de vértigo, adelantando a Nix y al caballo blanco.

Era lo más extraño y temible que había hecho jamás, viajar por un río a tal velocidad.
Pensaba que iba a chocar contra una de las rocas, pero la corriente de agua que era el
caballo marino, la esquivó justo a tiempo.

Cuando estaban por delante de Nix, la corriente recogió a Mina y, literalmente, la


expulsó del río; lanzándola hacia la orilla rocosa. Mina gritó y extendió los brazos para
tratar de amortiguar la caída, pero en el último momento, la corriente de agua salió tras
ella, reapareciendo como el caballo rojo. Éste relinchó feliz y se levantó sobre sus patas
traseras.

Mina se aferró a su crin y gritó en voz alta:

―Por favor, no vuelvas a hacer eso. O por lo menos avísame la próxima vez. ―No
estaba segura, pero parecía que el caballo asentía en señal de acuerdo.

Los caballos se calmaron, después de que Red resultara ser el ganador de la alocada
carrera por el rio. Desaceleraron y retomaron el rumbo a un ritmo tranquilo.

―Así que háblame de ti ―dijo Nix.

―¿Qué? ¿Ahora?

―Sí, quiero saber lo que se siente ser humano, y por qué lo sacrificarías todo para
salvar a tu hermano.

Mina pensó qué responder durante un minuto y luego empezó a hablarle de su vida. Le
contó que su familia siempre se mudaba de un estado a otro, hasta que un día la
maldición los encontró. Habló de que sus amigos a veces se veían envueltos en los
cuentos. 12
Como Nix parecía estar muy interesado, se decidió a contarle un poco sobre la vida de
sus amigos.

―¿Quién es Nan? ―preguntó Nix cuando Mina describió cómo la Historia la había
utilizado para hacer de Blancanieves.
9
―Bueno, Nan ha sido mi mejor amiga desde que me cambié al Instituto Kennedy. Ella
me acogió bajo su ala y se negó a dejar que me convirtiera en una rechazada. Adoraba a
mi hermano Charlie, es una gran fan de los reality shows y ama... ama su teléfono
celular.

El rostro de Nix adquirió una expresión extraña, Mina se dio cuenta de que no conocía
ni la mitad de las cosas de las que estaba hablando. Probablemente no sabía lo que era
una escuela secundaria, ni un televisor ni un teléfono celular. Era fácil asumir que como
Jared y Ever conocían todas las cosas de su mundo, el resto de criaturas del mundo de
las hadas también lo sabían.

―¿Y quién es Brody?

―Brody es… ―suspiró y sintió que se ponía un poco melancólica―. Brody es el chico
más atractivo y popular que conozco, también es encantador. Juega en el equipo de
waterpolo del instituto. Es un deporte que se juega con una pelota y una red en una
piscina.
Los ojos de Nix se iluminaron ante la mención del waterpolo.

Hizo que Mina pasara la siguiente media hora describiéndole todo acerca de ese
maravilloso deporte jugado en el agua. Mina no estaba segura de saber lo suficiente de
waterpolo como para hablar dos minutos seguidos, pero resultó que sabía más de lo que
pensaba.

―Me encantaría jugar a waterpolo en este mundo. Aunque puede ser un poco difícil
encontrar una criatura de agua con la espalda recta y extremidades para jugar. ―Nix se
perdió en sus propios pensamientos mientras se obsesionaba con tratar de recrear el
juego aquí―. Podría hacer una red de Siempre Hierba.

―¿Qué es Siempre Hierba?

―Una mala hierba que se encuentra en las partes más profundas de los ríos. Si te
atrapa, se envuelve alrededor de ti para siempre... hasta que te mueres.

―¿Y quieres hacer una red con eso? ¿Y si alguien se estrella contra ella? ¿Se envolvería
alrededor de los jugadores para no dejarlos ir? ―dijo Mina abruptamente, horrorizada
ante la idea. Nix la miró como si fuera tonta.

―Bueno, cualquier criatura de agua que se aprecie sabe que no es buena idea chocar
contra ella.

Mina lo dejó divagar hasta que la conversación se convirtió de nuevo en silencio.

—Lo siento, no te dejé terminar ―dijo Nix elevando la voz.

―¿Terminar qué?
13
―La historia sobre tus amigos. ¿Tienes más? Me gustaría saber más acerca de tu vida.
Raina era mi única amiga y ahora que se ha ido, creo que eres lo único que me queda.

Mina sintió que se atragantaba por la emoción, y tuvo que aguantar las lágrimas que
0
amenazaban con derramarse.

¿Qué pasaría si todos los que había en su vida se iban o se transformaban en algún tipo
de monstruo y los perdía para siempre? ¿Estaría dispuesta a vivir una vida llena de
soledad y a morir joven? ¿O elegiría el camino de la oscuridad? Un escalofrío le recorrió
la columna vertebral, no pudo evitar sentir un hormigueo de aprehensión.

Ya casi había cedido ante el poder una vez y lo había usado para causar un terrible
accidente que había matado a su mejor amiga. Hasta que Maeve, la reina de las hadas,
intervino e hizo un trato con Mina. Si salvaba a su hijo, la reina salvaría a su amiga.
Aunque por supuesto, el trato no resultó ser tan simple.

Así había aprendido la lección de que no se podía confiar en las Hadas.

Los caballos desaceleraron y se detuvieron junto a un acantilado. Todavía estaban


viajando en paralelo al río, el cual, acababa en lo que parecía ser una cascada de más de
300 pies.

Era la primera vez que Mina veía el mundo de las Hadas desde este punto de vista, y lo
que vio la dejó sin aliento. Era similar a su propio mundo, pero completamente
diferente.

Había dos soles separados y tres lunas, dos de las cuales, ya estaban haciendo su
aparición.

La mezcla de lunas y soles creaba un caleidoscopio de colores pintados en el lienzo del


cielo. Si volvía la cabeza podía divisar una estrella fugaz en el azul oscuro que
desaparecía al llegar al sol, ya que éste le daba al cielo un tono rosado. No tenía sentido,
nada tenía sentido, pero se sentía tan bien…

―Es hermoso ―susurró Mina.

―Puede serlo, a veces ―dijo Nix con cansancio―. Otras veces es demasiado perfecto.
—Esperó hasta que el último sol se hubiese puesto y señaló a lo lejos; a lo que parecía
una montaña cubierta de nieve blanca, rodeada por un hermoso lago de cristal.

―Mira, ahí está. Ahí es a dónde vamos.

―No veo nada. ―Mina se tensó y trató de mirar a lo lejos.

Vio un pequeño carro en la distancia, tirado por lo que parecía una quimera,
acercándose al lago.

El carro y la bestia cruzaron un gran puente de piedra, que se mezclaba perfectamente


con las tonalidades brillantes del lago; no lo veías a menos que lo estuvieses buscando.

Mina miró hacia adelante para ver lo que había al otro lado, pero el puente se veía
inacabado, como si alguien hubiese olvidado completar el extremo norte. El carro no
13
aminoró la marcha y no pareció notar la falta de una carretera.

Un minuto estaba allí, y al segundo siguiente, el carro había desaparecido en el aire.

―¿Dónde ha ido? ―Mina se quedó sin aliento.


1
―Espera y lo verás ―canturreó Nix y señaló el sol desapareciendo en el horizonte.

Mina forzó la vista, mirando el lugar al que se refería Nix. Cuando el sol desapareció
completamente, pudo ver el resto del puente que terminaba en una puerta en arco de
plata y oro, y la parte delantera de un palacio glorioso. A la luz de la luna, las paredes
brillaban y brillaban, reflejando el último rayo de los soles.

Mina se quedó sin aliento y una lágrima se deslizó por su mejilla ante la magnificencia
del hogar de las Hadas.

El lado norte del palacio estaba unido a la montaña, protegiéndolo de una posible
invasión. Varias torres perforaban el cielo; parecían desaparecer entre las nubes
blancas y suaves. En ese momento, se encendieron las luces del interior del castillo,
envolviéndolo en un suave resplandor etéreo.

Nix le explicó que el castillo sólo se podía ver al atardecer y al amanecer, mientras que
se mantenía escondido el resto del día. Algo lo sobrevoló y Mina creyó ver un grifo
patrullando el cielo. Bajó a tierra en un segundo, para sobrevolar el lago. Por supuesto,
el palacio real estaba protegido.

Observó la entrada principal del palacio y vio lo que el velo escondía. Había guardias al
otro lado del puente, guardias gigantes.

Un segundo más tarde, el palacio desapareció detrás de su velo de protección una vez
más.

Mina tragó saliva con nerviosismo.

―¿Y ahora qué? ¿Cómo conseguiremos entrar con todos los guardias?

―Oh, los gigantes y los grifos son la menor de nuestras preocupaciones. No vamos a
entrar ni por tierra ni por aire.

―Por supuesto que no ―respondió ella con sarcasmo.

―Los caballos saben cómo entrar ―dijo Nix y su sonrisa se ensanchó.

―Uh, ¿de qué hablas Nix? ―preguntó Mina preocupada, pero ya era demasiado tarde.

Nix sonrió. Le dio un codazo a su caballo y echó a correr hacia la cascada; a


continuación, se lanzó por el precipicio.

Su caballo, sin preguntar, siguió al caballo blanco y saltó por el acantilado.

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2
Capítulo 23

Traducido por Onnanohino Gin


Corregido por peke chan

—Oh, no, no, no, No, ¡Noooo! —gritó mientras el caballo salía volando para volver a
desaparecer. Se sintió caer y cada fibra de su ser falló al tratar de detener el terrorífico
descenso. No podía tomar aliento, ya no podía gritar. Las rocas afiladas de la base de la
cascada se acercaban a gran velocidad, y justo cuando pensaba que moriría, una bola de
agua apareció a su alrededor, formando una burbuja protectora. Cayó en el agua con
fuerza, pero no con tanta fuerza como para hacerse daños graves. Dentro de la burbuja
se movía, y daba vueltas, notaba los golpes de las rocas pero nada reventaba la burbuja.
Todavía estaba conteniendo la respiración y unos minutos después salió de la zona de
rocas y caídas peligrosas. Su burbuja salió a flote y el caballo transparente apareció
debajo de ella. Estaba nadando alegremente a lo largo del arroyo.

13
—¡Malditas cascadas! No vamos a hacer eso otra vez... ¡nunca! —Mina lo abrazó, Red le
había salvado la vida y tenía miedo de que volviera a desaparecer.
Nix estaba más arriba, riéndose a carcajadas. Mina miró debajo de ella y se sorprendió
de que el Kelpie ahora parecía un híbrido entre un caballo y una foca. Su larga cola era

3
muy potente y avanzaba contra las corrientes del río rápidamente. Estaba helada y
empapada, sólo le aliviaba el calor del propio Kelpie. Ahora se alegraba de haber
viajado por tierra la mayor parte del camino. En cuestión de minutos se acercaron a la
zona donde se encontraba oculto el palacio.
Hubo un ligero zumbido y luego ¡pop! Atravesaron una barrera invisible y el palacio de
las Hadas apareció ante ella. No había ningún libro de cuentos capaz de capturar su
belleza. Las paredes del palacio brillaban como si estuvieran cubiertas de polvo místico.
Las puertas eran de oro y plata, distintos dibujos del sol y la luna estaban presentes en
la decoración y las banderas que adornaban el palacio. Incluso desde la distancia se
podían apreciar las formas del sol y la luna incrustadas en el puente de piedra, que
estaba hecho de piezas de mármol en forma de luna y de oro en forma de sol.
El corazón de luna comenzó a latir salvajemente al ver a un troll discutiendo con el
conductor de un carruaje tirado por una quimera. Al parecer, no era bienvenido y un
segundo después, escuchó un grito y un silbido cuando el troll hizo que el carruaje, la
quimera y el conductor salieran volando por los aires y cayeran al agua. Entonces, dos
pares de ojos verdes que brillaban intensamente en las sombras aparecieron debajo del
puente y se dirigieron hacia el conductor, que estaba luchando para llegar a la orilla.
Nix se inclinó y le susurró al oído que esos gigantes eran trolls. Mina no necesitaba la
aclaración; ya sabía exactamente lo que eran.
La quimera fue capaz de salir rápidamente del agua, voló hacia el puente y se echó a
correr, pero el conductor del carruaje no tuvo tanta suerte.
Los Kelpies habían dejado un charco de agua del río frente al palacio y descansaban
tranquilamente, manteniendo una distancia prudencial de los trolls y de su víctima. En
cuestión de segundos el sonido de jadeos y salpicaduras de agua desapareció, seguidos
de un grito. Un largo minuto después, volvieron los trolls, con un integrante más en el
grupo.
—¿Qué hacemos ahora? —susurró Mina, temblando, por el frío del agua y por el miedo
que le inundaba todo el cuerpo—. Ya no tengo el Grimorio para defenderme. No tengo
nada para capturarlos en este plano.
Nix pasó la mano por la melena del Kelpie y estudió el diseño del palacio. Parecía
preocupado, pero la miró con incredulidad.
—¿Estás bromeando? Mina, mírame —ordenó. Temblando de incertidumbre, Mina
miró los ojos verdes de gato de Nix y vio absoluta fe en ellos—. No necesitas un arma —
dijo en voz baja—Eres tu mejor arma.
Mina cerró los ojos y dejó que su confianza y sus palabras penetraran en su mente.
Estaba en lo cierto. Si estas criaturas creían en ella, no iba a defraudarlos.
—Vamos a hacer esto antes de que cambie de opinión —dijo con firmeza—. A ver,
¿cómo entramos?
El rostro de Nix se iluminó con entusiasmó, y se frotó la parte posterior de su cuello.
—Está bien, tengo un plan, pero no creo que te guste.
Mina lo miró con los ojos entrecerrados.
—Nix... —dijo en todo de advertencia.
Sus mejillas se pusieron de ese extraño color marrón, se estaba sonrojando.
—Um, podríamos nadar bajo el agua del puente, pasar sin que nos vean los guardias,
hasta un conducto submarino que lleva a una cascada interior que desemboca en una
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cámara de baño.
Mina calculó rápidamente la distancia y sabía que no había manera de que pudiera
contener la respiración tanto tiempo. Miró el rostro sonrojado de Nix y luego al agua,
sabía exactamente como planeaba que llegaran tan lejos.
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—Eh, prefiero ir por la puerta principal y hacer frente a los gigantes a que nos besemos
durante cinco minutos. ¿Cómo voy a explicarle esto a...? —Sus mejillas también se
volvieron de color rojo oscuro mientras se imaginaba contándoselo todo a Brody. Y
entonces recordó que ella no estaba saliendo con Brody, y ni siquiera estaba segura de
cómo se sentiría a Jared acerca del hecho de que besara a alguien. Probablemente ni
siquiera le importaría. Entonces, pensó en Charlie atrapado en una prisión de fuego y
eso la convenció.
No iba a permitir que su modestia y timidez le impidiesen alcanzar su objetivo. Estaba
en otro mundo, jugaba con reglas diferentes y si quería alguna posibilidad de llevar una
relación normal con alguien, necesitaba terminar las misiones. Todas ellas.
Nix no se sintió ofendido lo más mínimo por el rechazo de Mina. De hecho se le veía un
poco aliviado.
—Bueno, podría distraer a los gigantes para alejarlos de las puertas, hasta que pudieses
entrar, pero no sé qué hacer con los trolls del puente.
—Está bien, está bien. Me gusta más tu manera. Lo de nadar bajo el puente y todo eso.
Se encogió de hombros y evitó mirarla a los ojos.
—Muy bien entonces. Hagamos lo del beso. —Se pellizcó los labios y rápidamente se dio
la vuelta, pero Mina podía ver sus hombros subiendo y bajando rápidamente. Se estaba
riendo de ella. Y entonces se dio cuenta de lo absurdo que sonaba que sonaba el plan y
se echó a reír también.
Incluso los Kelpies parecían hacerse eco de sus risas y comenzaron a bailar en el agua.
Todo eso llamó la atención de los guardias hacia su área del río.
—Oh, no —Nix se calmó al instante—. Saben que hay alguien aquí.
Los trolls se estaban moviendo en su dirección. E incluso los gigantes se habían
acercado un poco a mirar si había algo extraño.
—Tenemos que actuar con rapidez. —dijo Mina.
—Sí, es ahora o nunca. —Nix se bajó del Kelpie y Mina hizo lo mismo. Rápidamente se
inclinó y presionó su cabeza contra la del Kelpie blanco, estaba tratando de darle
instrucciones. Un momento después, el Kelpie rojo salió del agua en forma de caballo y
comenzó a correr hacia el puente. Se detuvo y se elevó sobre sus patas traseras, era una
magnífica criatura y la distracción perfecta. El Kelpie blanco hizo lo mismo y se fue
hacia los trolls, bailando y retozando a unos pocos metros de ellos, burlándose sin
piedad. Nix se escondió con Mina entre los juncos, hasta que supo que tanto los trolls
como los gigantes estaban distraídos.
—¿Estás lista? —preguntó. Ella asintió—. Respira profundamente y aférrate a mí. Si
necesitas oxígeno, tira de mi mano. Y recuerda, no pueden vernos hasta que estemos a
salvo en el palacio. ¿Lo entiendes?

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—Sí. —susurró Mina.
Nix contó hacia atrás.
—Tres, dos, uno.
Mina tomó aire y se hundieron, nadaron tomados de la mano hacia el puente. Mina

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seguía tratando de sacar todo su coraje para bajar hacia la parte inferior del río, pero su
instinto le decía que evitara sus oscuras profundidades a toda costa.
Nix hizo un gesto hacia abajo con la mano y ella finalmente dio una patada y lo siguió,
justo cuando notó un chapoteo en la parte superior. Mina se volvió y pudo ver al Kelpie
blanco nadando hacia los juncos, de dónde acababan de irse. Ya casi habían llegado al
puente, podía mirar hacia arriba por encima del agua y ver un par de ojos que brillaban
intensamente. ¿Dónde estaba el otro troll? ¿Había seguido al Kelpie? Tenía la
esperanza de que ambos persiguiesen al Kelpie, pero le hacía feliz aunque sólo fuera
uno. Eso significaba que había un monstruo menos para matarla si los atrapaban.
Mina estaba en su límite así que rápidamente, tiró de la mano de Nix. De inmediato, se
dio la vuelta, puso sus brazos alrededor de su cintura y apretó sus labios contra los de
ella.
Aire dulce se precipitó en su boca y se intercambiaron el dióxido de carbono y el
oxígeno. Nix tocó suavemente el lado de su cuello tres veces, lo que indicaba que
empezara a nadar. Ella lo comprendió de inmediato, tomó un último aliento y se
pusieron en marcha.
Todavía nadaba un poco más rápido que ella, Mina podría haberlo hecho mejor si no
hubiera empezado a dudar de sí misma, de repente. Su plan era estúpido, no era lo
suficientemente fuerte y aunque consiguieran entrar, no sabía cómo salvar a su
hermano. Nix sintió la desaceleración y tiró de ella con desesperación. ÉL vio que
estaba helada y siguió tirando de ella.
Era inútil; la duda inundaba su mente como una canción hipnotizante y espeluznante.
Miró a Nix y señaló hacia la superficie. Los ojos de Nix se abrieron con horror y negó
frenéticamente con la cabeza.
No podía evitarlo. No había manera de que pudiera ganar; sería mejor que la atraparan
los trolls. Tal vez se apiadaran de ella y la metieran en la cárcel. Era mejor que la
muerte. Era débil, no era valiente. No podría acabar con la maldición de los Grimm. Las
palabras seguían llegando y la canción se detenía. Si soltaba la mano de Nix, él podría
escapar y sólo la atraparían a ella. Sí, sí. Eso era lo que debía hacer.
Mina dejó ir la mano de Nix y dio una patada hacia la superficie, hacia los ojos
brillantes del troll que la esperaba en la superficie.
Una voz resonó en su cabeza. ¡NO LA ESCUCHES! Era la voz de Nix, lo sabía y sabía lo
mucho que le costaba hablar con ella debajo del agua. Nix se agarró la cabeza por el
dolor, pero luego nadó tras ella como pez en el agua. Agarró su pie desnudo y tiró de
ella hacia abajo, justo antes de que saliera a la superficie. Mina pateó y forcejeó, pero él
puso sus manos sobre sus orejas y se concentró.
—No le hagas caso. Es una trampa, hay una sirena. Son como brujas del mar, pero peor.
Mírame. Puedo ayudarte a superar esto. ¡Confía en mí!
Se adelantó y presionó sus labios contra los de ella, forzando la entrada de aire en sus
pulmones. Fue un alivio para Mina, que ni siquiera había caído en que necesitaba aire
hasta ese momento. La desoladora canción de la sirena había sacado sus peores miedos
y dudas; se había sentido tan desesperada que se olvidó por completo de respirar.
—Mira, está allí. ¿Lo ves?
Mina trató de seguir la dirección de su mano y divisó una estatua enterrada
profundamente en el agua. Era la estatua de una hermosa mujer en el fondo del río, con
los brazos extendidos en el aire como si estuviera esperando un abrazo de su amante.
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—Esa es la sirena. Convertida en piedra por uno de los trolls. Es la guardiana de las
aguas profundas. Mientras puedas ignorar su canto, lograremos llegar. —Dejó de hablar
en su mente porque su energía estaba disminuyendo. Nix tiró de ella y siguió nadando,
más allá de la estatua de piedra. Mina no podía apartar los ojos de ella. Jamás lo habría
conseguido si no fuera por Nix. Se preguntó con qué horrible canción lo habría
atormentado la sirena; parecía adolorido, pero por lo demás bien. Pronto dejó de sentir
el efecto del canto de la sirena.
Sentimientos abrumadores se agolparon en su interior, pero podía tenerlos bajo
control.
Después de dos paradas más para que Nix la ayudara a respirar, finalmente llegaron a
un acueducto submarino. Él señaló la pequeña entrada circular que parecía apenas lo
suficientemente grande para una persona. No podía ver el interior. Estaba todo negro.
Le temblaban las manos, pero entonces se acordó del frasco con la pluma de fénix y se
la entregó a Nix. Como era obvio que Mina no iba a entrar en primer lugar, se inclinó
hacia adelante para compartir el aliento con Nix y se volvió a nadar hasta el túnel,
utilizando la luz de la pluma como guía.
Mina sacó una pequeña piedra verde del bolsillo e hizo lo mismo, teniendo cuidado de
mantenerse junto a los talones de Nix. Este túnel era más pequeño que las cavernas en
las que había nadado antes, sintió que se volvía extremadamente claustrofóbica. Nix
nadaba más rápido, y a continuación, dio la vuelta y nadó a través de otro túnel que
seguía hacia arriba. Mina apenas se había preparado a sí misma para girar y subir,
cuando algo la agarró del pie y tiró de ella hacia abajo.
Luchó contra lo que la agarraba y trató de golpearlo con el puño, pero la cosa no la
soltaba. El fulgor de la piedra verde iluminó el rostro mortalmente familiar y los ojos
negros llenos de odio de la bruja del mar.
La bruja sonrió ampliamente para revelar una fila de afilados y puntiagudos colmillos, y
su garra golpeó la mano de Mina, que dejó caer la piedra. El resplandor desapareció,
dejándola totalmente a oscuras con el monstruo.

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Capítulo 24

Traducido por lavi


Corregido por peke chan

El pánico abrumó a Mina mientras la oscuridad amenazaba con tragarla por completo.
¿Era este su funesto destino? Trató de nadar pero sintió las garras de la bruja
agarrándole las piernas. El dolor la atravesó donde las torcidas garras arañaron su piel.
Pero fue ese doloroso corte el que le recordó su propia arma. Estiró su mano hacia su
muslo y sacó su cuchillo de vidrio, y frenéticamente trató de apuñalar a la bruja, pero
no podía verla y fallaba.

Un resplandor amarillo llenó el pequeño espacio mientras Nix reaparecía. Lucía


horrorizado y se apresuró a ayudar a Mina. Pero ahora había demasiados cuerpos y sin
suficiente espacio para maniobrar. Alguien o algo pateó su mano, y dejó caer el cuchillo.
También le faltaba el aire y necesitaba respirar... ahora. Trató de impulsarse y pateó de
nuevo el túnel, pero la bruja la agarró y tiró de ella hacia abajo. Mina trató de empujarla

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pero luego sintió a la bruja ponerse rígida y congelarse. Su rostro se congeló en una
máscara de horror y dolor mientras algo la apuñalaba por la espalda. El grito de la
bruja murió en sus labios, y sus gatunos ojos negros se nublaron, convirtiéndose en oro.

La bruja se hundió, liberando a Mina, y ella no pudo evitar mirar al rostro horrorizado
de Nix mientras sostenía su cuchillo con el poder Stiltskin. Él la había salvado, pero
había asesinado a su propia madre. Lentamente se sentó en el túnel y enterró su cara
entre sus manos. Mina trató de hacerle señas de que necesitaba aire, pero él no estaba
prestando atención. Estaba perdido en su propia miseria. Agarró sus hombros y los
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sacudió, pero se quedó inmóvil y miró el cuchillo entre sus manos.

Frustrada, se apartó y nadó con tantas fuerzas hacia el túnel por el que Nix había ido.
Éste tenía que conducir al exterior; era su única oportunidad. Pateó hasta que sintió
una corriente que empezaba a succionarla y tirar de ella hacia arriba. Ya no estaba
nadando sino que era llevaba a la fuerza a lo largo de una tubería. Su cabeza rompió la
superficie del agua, y ella tuvo el tiempo suficiente para respirar y zambullirse cuando
fue arrastrada a un túnel y luego por una larga pendiente. Más rápido y más rápido
viajó hasta que pudo ver una abertura, y luego una caída.

¿No mencionó Nix algo acerca de una cascada interior que llevaba a una piscina de
baño? No dijo que tan grande era. Acallando cualquier grito o sonido, trató de
mantenerse tranquila mientras era expulsada por la abertura. Esta vez estaba
preparada para la caída, y no eran más de nueve metros de altura antes de sumergirse
en la pequeña piscina. Tuvo cuidado; mantuvo su cabeza bajo el agua y trató de mirar
hacia arriba y buscar señales de vida. Había una sombra, pero se alejó.
Mina pataleó a lo largo del fondo de la piscina y encontró la estatua de una sirena en un
pedestal vertiendo agua de una jarra. Manteniendo la cabeza baja, se escondió detrás
de la fuente de agua y echó un vistazo. Como era de noche, no había tantas Hadas. Vio
pasar a alguien en una bata y silenciosamente se sumergió en el agua e ideó un plan. El
pasillo estaba oscuro; varias antorchas se alineaban en las paredes, proyectando
misteriosas sombras a lo largo del suelo de mármol. Afortunadamente, había un
montón de plantas en macetas, estatuas y decoración para que se escondiera.

Primero que nada, necesitaba cambiarse sus ropas mojadas y curarse la herida que le
había hecho la bruja del mar en la pierna. Segundo, bueno, segundo, necesitaba pensar
en un mejor plan para conseguir ropa seca. Nadó hasta el borde de la piscina de baño,
la cual era apenas lo suficientemente profunda para que se pusiera en pie, se arrastró
sobre el borde por el lado más cercano a la cascada y se agachó detrás de una maceta de
helecho. Tenía razón, el agua se encharcaba bajo sus pies y corría por el suelo. Era algo
bueno que no llevara zapatos, o podría haber estado haciendo ruidos chirriantes
mientras caminaba. Mina hizo lo que pudo por escurrir su camiseta mojada en el
helecho, que comenzó a moverse y sacudirse ante su ofrenda líquida.

—Psst, no —acalló a la planta. Pero sus hojas trataron de alcanzarla como si le diera un
abrazo—. ¡Agh, no! No tienes que dar las gracias —Dio un paso hacia atrás, y el helecho
se marchitó un poco, como si ella hubiera lastimado sus sentimientos—. ¿Vas a portarte
bien y quedarte quieto esta vez? —La planta se contoneó esta vez en anticipación, pero
parecía como si dijera que sí—. Entonces sé bueno.

Mina terminó de exprimir su camiseta y su pelo, e hizo lo que pudo con sus pantalones.
Aún había un charco formándose cada vez que caminaba, pero al menos era pequeño.

Alguien estaba viniendo por el pasillo, y Mina se agachó detrás del helecho una vez
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más. Esta vez la planta envolvió sus largas hojas alrededor de ella, no para abrazarla
sino para ayudarle a ocultarse.

Era un guardia, con una armadura completa de cuero blanco, a diferencia de los
gigantes y los trolls de afuera. Éste estaba cubierto de pies a cabeza de acero con
emblemas del sol y la luna grabados en la coraza. Estaba corriendo hacia el final del
pasillo, donde dos enormes puertas dobles se abrieron incluso antes de que él se
acercara. Su corazón saltó de alegría cuando vio a Jared salir y confrontar al guardia.
No, espera, tenía que recordar que ambos tenían el mismo aspecto. No era Jared; era su
hermano Teague, vestido de negro.

—¿Qué sucede, capitán Plaith? —demandó Teague airadamente.

—Algo ha agitado a los trolls y a los gigantes, mi príncipe. Incluso las sirenas cantaron.

Teague se congeló ante las palabras de su capitán y lo miró detenidamente.

—Y...

—Y Kelpies, señor. Fueron vistos causando un alboroto cerca del palacio.

El guardia se removió pero tuvo cuidado de mirar a un punto a la izquierda del


príncipe.
—¿Kelpies? ¿Eso es todo? Esos estúpidos caballos de agua siempre están causando un
alboroto. ¿Algo más?

—No, señor. Sólo que fueron vistos dos Kelpies fuera en el lago.

—Siempre hay Kelpies en el lago. Diles a tus hombres que vuelvan a sus puestos.

Teague echó a su capitán y se dirigió a lo largo del pasillo, pero luego se detuvo y se dio
la vuelta, y llamó de nuevo a su capitán.

—¿Plaith?

—Sí, mi príncipe. —El hombre alto se acercó una vez más.

—¿Dijiste que sólo había dos Kelpies?

—Sí, dos. Uno en tierra y el otro en el agua.

Teague miró hacia la cascada y luego hacia la fuente pensativamente. Sus oscuros ojos
no se perdían nada mientras escaneaba la habitación, y pasó un montón de tiempo
mirando directamente a la maceta detrás de la cual se estaba escondiendo. Sus piernas
empezaron a sacudirse de miedo. Incluso el helecho empezó a temblar.

—Nunca hay sólo dos Kelpies. Ellos viajan en manadas —dijo Teague pensativamente—.
¿Dónde está el resto de la manada? ¿También dijiste que las sirenas bajo el agua

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cantaron? —El soldado asintió. Teague lucía satisfecho consigo mismo—. Duplica los
gigantes y los trolls en las puertas, y trae a más guardias a cada una de las paredes por
si acaso. Creo que tenemos compañía.

—Pero señor, si hay algo en el palacio que es una amenaza a los Destinos, ¿no

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deberíamos notificar...?

Los ojos azules de Teague ardieron de furia. Su mano se alzó para golpear al soldado,
pero Plaith se encogió y Teague se contuvo.

—No cuestiones mi autoridad de nuevo. Los Destinos están en el Festival del


Crepúsculo y no regresarán hasta más tarde. No hay nada aquí que pudiera ser
posiblemente una amenaza para los Destinos. ¡Ahora vete! —Señaló y Plaith huyó. Pero
Teague no se fue; estaba de pie, congelado, mirando al helecho en la maceta—. No hay
nada ni nadie aquí que pudiera posiblemente dañar a los Destinos, ¿no, Mina?
Capítulo 25

Traducido por Josh


Corregido por peke chan

Ella se congeló y dejó su voz hacer eco en el salón vacío. Tal vez, si contenía el aliento y
cerraba los ojos, él desaparecería como un mal sueño. No lo hizo. La planta comenzó a
sacudirse incluso más, como si estuviera asustada del príncipe, y puso sus manos sobre
sus frondas para calmarla.
Esto era ridículo. Ella no debería estar asustada de Teague, no lo estuvo antes. Pero esta
vez no tenía nada. Ni el Grimorio, ni una pluma de fénix, ni ningún fragmento de cristal
mágico para defenderse a sí misma. Sólo su ingenio.
—Vamos, Mina, debes de estar congelándote. Vamos a calentarte y luego hablaremos.
—Teague hizo gestos por el salón, y ella siguió de pie clavada en el lugar. Sus ojos se
volvieron oscuros, y su voz destilando veneno—. Dije, ven aquí.
Batió su dedo en su dirección, y la gran maceta de helechos que estaba ocultándola fue

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lanzada a través de la habitación y se rompió en pedazos contra la pared de piedra. Ella
gritó cuando la planta luchó una vez y luego dejó de moverse. Lo que fuera mágico en
su interior rápidamente murió, y la planta se convirtió en sólo una planta. En ese
momento comprendió un poco más sobre la magia de las Hadas y cómo funcionaba.

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—No es como que te escondes.
—No es como si robas y mientes, no, espera, eso es —sonrió llenando su voz de falsa
bravuconería.
Teague negó con su cabeza y dejó a su cabello oscuro establecerse en su frente. Era
guapo, no tan guapo como Jared, porque podía verlo mejor en el mundo de las Hadas.
Era capaz de ocultar lo que fuese mientras visitaba el plano físico, pero aquí, Teague no
podía ocultar la oscuridad que estaba pegada a su alma, puesta allí por la división de los
libros. Un hermano bueno, el otro malvado. Claro, hubo unas pocas veces en las que
pensó que Jared podía ser el malo, pero estando aquí, cara a cara, sin ninguna capa,
glamour o magia, pudo ver la verdadera Historia. Y la aterrorizaba.
—Quiero lo que es mío —demandó—. Quiero a mi hermano.
—Oh, Mina, no puedes tenerlo. No has completado tu búsqueda. Conoces las reglas tan
bien como yo. Debes completar la Historia. Sólo entonces podrás tener lo que deseas. —
Se alejó de ella, por el oscuro pasillo.
¡Cómo se atrevía a alejarse de ella! Echó a correr detrás de él, pero se detuvo cuando
llegó a la planta rota. Era tonto por parte de ella, lo sabía, pero no pudo evitar querer
tocarla y agradecerle por tratar de ayudarla. Sus manos acariciaron sus grandes hojas y
susurró.
—Lo siento, ¡No es justo! Pero gracias por dar tu vida por mí. —Se puso de pie para irse,
y no se dio cuenta de que después de alejarse, la planta comenzó a crecer de nuevo.
Lentamente extendió una hoja detrás de ella, y luego se fue.
Teague salió del cuarto de baño y entró en una enorme sala de estar que parecía estar
conectada a otros conjuntos de habitaciones más grandes. Tiró de la hoja de una
pequeña campana azul, y un sonido encantador pudo ser escuchado en la distancia.
Unos pocos minutos más tarde una pequeña hada se apresuró a entrar, llevaba un
vestido azul pálido y una luna de plata en una faja.
—Trae a la chica algunas ropas y vendas. —ordenó Teague, y luego fue a una pequeña
mesa donde se sirvió a sí mismo una bebida y le ofreció a Mina un poco. Ella se negó y
él sonrió, pero la sonrisa no alcanzó a sus ojos.
—Alguien te ha enseñado bien.
Mina no pudo evitar sino levantar la barbilla y sonreír.
—Pero obviamente no fue suficiente, porque no veo a Jared —Teague suspiró—. Es
demasiado cobarde.
—Él no es un cobarde. Tú eres el cobarde. Secuestrando a jóvenes niños inocentes,
quemando mi casa porque estás asustado de mí. Estás asustado de lo que voy a hacerte.
—No es un inocente. —dijo Teague con frialdad.
—Es un niño, un niño de nueve años.
—Es un Grimm. —Teague la miró, retándola a discutir ese punto con ella.
—¡Soy una Grimm! Si tienes un problema, ven tras de mí, no de mi hermano.
—Oh, Mina, eres tan divertida para jugar. Traté de conseguir que jugaras, pero
ignoraste las búsquedas, y sabes que así no es como jugamos limpio. Así que necesitaba
hacer que te interesaras en el juego de nuevo.
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Estaba a punto de decir algo, cuando la sirvienta apareció con ropas para que se
cambiase. Había traído un vestido de color rojo profundo, y lo que parecía como medias
y zapatillas. Mina recogió el vestido e inconscientemente hizo una mueca de disgusto
por el color escogido.
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Teague rio fuerte por su expresión.
—Oh, eso fue bueno. Me recuerdo coloreando toda tu ropa de rojo por el cuento de La
Caperucita roja, ¿Te acuerdas? —Continuó riéndose tan fuerte que se limpió una
lágrima que sobresalía en la esquina de su ojo—. Oh, sí, esa ha sido mi misión favorita
hasta la fecha.
Su mirada lanzaba dagas a Teague, y finalmente se calmó y caminó hacia el vestido.
—Muy bien, ¿cómo te gustaría que fuera? —Chasqueó sus dedos—. Azul, esmeralda,
blanco.
Con cada color que nombraba, el vestido cambiaba. —O tu más reciente color favorito,
el dorado. —Lo dejó en ese color y observó a Mina de cerca para estudiar su reacción.
Ella se estremeció, pero se rehusó a hacer sonido alguno. Teague dejó el vestido de un
pálido dorado brillante, y señaló hacia una delicada pantalla para que se cambiara
detrás. Esto es estúpido, pensó. Incluso aunque estaba congelándome y goteando de
humedad, el atuendo que tenía era mucho más adecuado para escapar que un vestido.
—Gracias, pero no. —Dio un paso lejos de él y dejó caer el vestido sobre una silla.
Teague no parecía divertido.
—Deberías ser decapitada por entrar sin autorización. Podría haberte matado, pero en
cambio pensé que sería apropiado tratar de ser agradable. Lo menos que puedes hacer
es no insultar a tu anfitrión. —Sus palabras fueron suavemente pronunciadas, acorde
con su estatus real, pero cada palabra destilaba cólera.
Podía sentir la fuerza de su ira, y sus manos temblaron de miedo. Recogió el vestido,
medias, y zapatillas, y se zambulló detrás de la pantalla. Para el momento en el que
estaba metiéndose en el vestido, ya no estaba asustada sino furiosa. Cómo se atrevía a
jugar con ella como si fuera un peón más en su juego. ¿Acaso no sabía que incluso un
peón puede vencer a la reina? Al pensarlo, algo llegó a Mina, que estaba acumulando
tanta rabia que podía sentir su cuerpo temblando, pero esta vez era con poder. Había
un espejo de cuerpo entero detrás de la pantalla, y pudo verse a sí misma en él. Su pelo,
un desastre húmedo y enmarañado, caía sobre un hombro. Su piel parecía pálida, y sus
ojos ardían con ira. El vestido tenía volantes, estúpidos volantes y demasiado largos, y
rozaban su pierna vendada. Las zapatillas eran poco prácticas, con seda en la planta de
los pies. Estaba vestida como una muñeca, y se sintió como si tuviera diez años de edad.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que esto no la ayudaba sino que la hacía sentir
desmoralizada, débil. Y ella no era así. Nunca.
—Oh, por el amor de Dios. Este vestido y estos zapatos tienen que irse —gruñó mientras
trataba de cepillarse el pelo. El poder que había reunido alrededor de ella, fluyó
emocionado y respondió a su deseo más profundo. El vestido resplandeció y brilló, la
falda larga disminuyó su longitud para convertirse en pantalones hechos a medida en
un color tostado suave. La parte superior del vestido se convirtió en una camisa de

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mangas largas del blanco más pálido, y un cinturón color café apareció alrededor de sus
caderas. Lo había hecho de nuevo, inconscientemente controlando la magia Hada.
Las zapatillas se hicieron más largas y se estiraron hacia arriba, tapando sus
pantorrillas hasta convertirse en botas a la altura de la rodilla. Incluso su pelo se había

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secado y se encontraba trenzado sobre su hombro. Sonrió a su reflejo y susurró.
—Gracias.
Realmente necesitaba trabajar en estar más en sintonía para invocar esa magia y sentir
cuando estaba cerca. Sintiéndose confiada, Mina salió de la pantalla, para encontrar a
Teague confundido y sin palabras.
—Qué... ¿cómo? No te di esas ropas.
—Sí, lo hiciste. Sólo las cambié para encajarlas a mis necesidades —bromeó Mina.
—¿Pero cómo? —La miró con incredulidad, y luego su expresión cambió a una de
diversión. Pero no era un tipo de diversión feliz. Se dio la vuelta y Mina pudo ver que
estaba más emocionado.
—Sabía que eras la correcta. Lo sabía —Sostuvo el brazo extendido y esperó a que se
uniera a él—. Vamos, creo que hay alguien que se muere por conocerte.
Mina no necesitó ninguna invitación más, se apresuró tras Teague, asustada de que
cambiara de opinión y decidiera no llevarla hasta Charlie.
No lo hizo. Caminaron a través de tres corredores de diferentes colores, uno azul cielo,
uno amarillo dorado y otro lavanda, antes de que entrara en lo que parecía ser el ala
norte del palacio. El salón era de un gris deprimente, los colores en los tapices
desvanecidos y monótonos, e incluso las alfombras parecían olvidadas, como si esta
fuese el ala que la vida había olvidado. En un palacio de sol, luna y luz, esta ala apestaba
a oscuridad y muerte.
Teague llegó a un juego de puertas dobles negras con un árbol muerto quemado en la
madera grabado. Teague levantó su mano derecha sobre una esfera de metal redonda, y
Mina supo que era otro sello mágico. Una luz brillante zumbó, hubo una explosión, y el
sonido de una palanca pulsando destrabó el sello. Las puertas se abrieron hacia
adentro, y entraron en la habitación.
Estaba oscura, con un indicio pálido de luz de luna brillando a través del techo de
cristal. Le tomó un poco de tiempo para que sus ojos se ajustasen. La habitación era tan
grande como el auditorio de su colegio, las paredes estaban alineadas con altos pilares
de mármol blanco. En el centro de la habitación estaba un pedestal iluminado por la
luna donde se encontraba un libro. No necesitaba ninguna explicación para saber que
éste era el libro de las Hadas.
Era grande y viejo, y allí había un zumbido resonante que parecía estar viniendo del
libro, o tal vez era su imaginación. Tan pronto como dio un paso dentro de la
habitación, las grandes puertas dobles se cerraron detrás de ella, y una enorme viga
transversal se deslizó en el lugar encerrándolos. Un débil resplandor púrpura apareció
alrededor de las puertas, y Mina supo que Teague los había sellado, tanto mágica como
físicamente, dentro de la habitación.
Teague fue hacia el libro y ubicó su mano en él cariñosamente. Cerró sus ojos, y su
cabello comenzó a soplar alrededor de la habitación. Pareció como si sólo por tocar el
libro fuera más fuerte. Allí había una gran chimenea de piedra al final de la habitación,
con dos tronos como sillas de madera al otro lado. Otra fuente goteaba con dulzura
junto a una pared de grandes ventanas de cristal. Parecía como si la habitación alguna

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vez hubiese sido un salón de baile.
—Así que aquí está, Mina. El libro. Lo sé todo acerca del trato con don Stiltskin que te
encargó que robaras este libro a cambio de tu hermano. Pero déjame decirte algo, robar
el libro para dárselo no completará la misión.
Mina apenas escuchó el monólogo de Teague mientras escaneaba la habitación. Allí en
el rincón lo vio. Una jaula dorada.
—¡Charlie! —gritó y corrió a la prisión. Charlie estaba acurrucado entre las mantas al
igual que en su sueño, y despertó al oír el sonido de su voz. Tiró las mantas y extendió
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sus brazos a través de los barrotes hacia su hermana.
—Oh, Charlie, cariño. Lo siento tanto por no protegerte. Te sacaré de aquí, lo prometo.
—Las manos de Mina tocaron su rostro, su cabeza, y luego sus brazos, comprobando si
estaba herido.
Los dedos de Charlie se hundieron profundamente en los brazos de Mina, y lágrimas
silenciosas chorreaban por sus mejillas. Presionó su pequeño rostro contra los barrotes
para poder estar lo más cerca posible de ella, tanto como podía.
Lágrimas frescas se derramaron por el rostro de Mina, pero las ignoró.
Mina se puso de pie y fue a la cerradura de la jaula. Parecía ser una mezcla de cerradura
y sello mágico.
—Sácalo... ¡AHORA! —Su voz daba poco margen para la discusión.
—No puedo. No has terminado tu cuento. Debes derrotar a Stiltskin para ganar la
libertad de tu hermano.
—Pero ya lo hice. Atrapé al Stiltskin de cobre en el Grimorio. ¿Qué más quieres que
haga? —lloró, rehusándose a dejar ir a su hermano.
Teague caminó hacia una puerta oculta en la pared y la abrió. En el otro lado apareció
Temple Stiltskin, y parecía furioso. Sus botas hacían clic amenazadoramente mientras
caminaba hasta el centro de la habitación y miraba a Mina.
—¡Dijiste que no tenías nada que ver con la desaparición de Reid! —Temple rugió, sus
manos flexionándose de forma amenazadora a sus costados—. Mentiste.
—No fue a propósito. Él me atacó, y tuve que defenderme. Ni siquiera estoy segura de
por qué estaba allí. No debió haberse metido en una misión —dijo Mina, tratando de
explicarlo.
Temple se congeló y se giró para mirar a Teague.
—Tú enviaste a mi hermano más joven a pelearse con un Grimm, ¿después de haberte
prometido que secuestraría al chico para ti? ¿Por qué? Hice el trato, dije que iba a
armar la misión para ti. ¿Por qué en todos nuestros mundos, harías algo tan
deshonesto?
Era obvio que incluso Temple estaba en un entorno de trabajo infeliz. Algo estaba
cayéndose a pedazos entre ellos, y no era la relación más beneficiosa.
Teague se alejó de su amado libro, y levantó sus manos al aire.
—Él estaba cansado de ser el más joven, el más débil. Quería fama y gloria, y vino a mí.
Me ofreció sus servicios y como nuestra Grimm no tenía ninguna prisa por tratar de
salvar a su hermano, pensé en darle una advertencia.
Temple levantó sus manos y dejó salir un grito de verdadero corazón roto. Teague
parecía aburrido y comenzó a golpetear sus dedos con impaciencia.
—Entonces Mina, aquí está él, tu cuento. Derrótalo y te daré lo que has perdido. Pierde,
y la maldición deberá pasar definitivamente hacia él.
—¡No! ¡No puedes hacer eso! —le espetó, y se puso de pie para enfrentar a Stiltskin,
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luego tuvo un momento de duda.
—Temple, recuerda, no fui yo quien mató a tu hermano, sino la chica. Eso es al menos
un regalo de despedida que puedo darte. —Teague sonrió con languidez.
Los ojos de Temple estaban rojos de tanto llorar, pero se giró hacia Mina con furia en
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sus ojos.
—¡Te mataré por lo que le hiciste a mi hermano! —Abrió su chaqueta y sacó un pequeño
frasco. Lo abrió y dejó caer un colmillo en la palma de su mano. Susurró algo en lengua
Hada, y el colmillo creció hasta que ya no pudo ser contenido en su palma. La punta del
colmillo agitó su cabeza, y una capucha de reptil apareció a su alrededor. Mina pudo ver
dos ojos rojo sangre mirando hacia ella cuando el colmillo se transformó y continuó
creciendo hasta adoptar la forma de una gran cobra de oro.
—A una de mis mascotas le gustaría decirte hola. —Temple se jactó.
Ella contuvo la respiración por el miedo y miró alrededor de la habitación en busca de
un arma. Cualquier cosa con la que combatir a la cobra. La serpiente se deslizó por el
suelo, ahora era tan alta como un humano adulto y tenía toda la intención de hacer de
ella su siguiente víctima. Teague se había movido hacia una gran silla junto al libro y se
sentó en ella, observando la batalla por venir con interés. Sus dedos tamborileando a lo
largo del reposabrazos como si se estuviera poniendo impaciente.
Mina se alejó del centro de la habitación, agarró un gran jarrón y se lo lanzó a la
serpiente. Vio el ataque y rápidamente se movió esquivó el florero, que impactó contra
el suelo de mármol y se rompió en mil pedazos.
Corrió hacia la chimenea, agarró un largo atizador y giró justo cuando la cobra se lanzó
sobre ella. Su mano fue hacia arriba, balanceó el atizador, golpeando a la serpiente en el
costado. Casi pierde el equilibrio. La cobra estaba molesta y se enroscó
protectoramente antes de levantar su cabeza, que era tan grande como un doberman, y
se balanceó hacia atrás y adelante con su gran capucha abierta en un intento de
intimidarla. Funcionó.
Sus manos temblaban, y podía sentir el mango del atizador enterrándose en su piel a
causa de agarrarlo con todas sus fuerzas. La serpiente se abalanzó sobre ella de nuevo,
dio un paso al lado y utilizó el atizador para apuñalar con furia a la cobra. Lo hizo.
Apuñaló a la serpiente pero no en la cabeza que era su objetivo. En represalia, la
serpiente utilizó su cola para golpear el atizador y quitarle a Mina su única arma.
Observó como el atizador se deslizaba por el suelo hasta llegar a una columna. La
serpiente era rápida, más rápida de lo que había anticipado, y no tenía la ayuda del
Grimorio ni de Jared. Pero eso no significaba que estuviera completamente indefensa.
Miró hacia el libro yaciendo tras Teague, y una idea comenzó a formarse en su cabeza.
Era una idea estúpida, pero las ideas estúpidas funcionaban, bueno, al menos casi
siempre.
Mina se dio la vuelta y comenzó a dirigir a la serpiente de nuevo hacia Teague. La
siguió. Comenzó a correr, y la llevó tras ella. Saltó sobre el podio, y tan pronto como
agarró el libro, dos grandes y fuertes manos la agarraron desde atrás y la levantaron en
el aire. Era Temple. Temporalmente se había olvidado de Stiltskin. La lucha no era
justa, eran dos contra uno.
Mina gritó mientras sus piernas volaron en el aire, no podía encontrar un punto de
apoyo. Temple era más fuerte de lo que parecía cuando empezó a apretar su cuerpo.
Ella se sintió como un caramelo frágil entre sus brazos. Se ahogaba y no podía respirar.
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Teague se sentó inmóvil en su silla, no parecía divertido. Ni siquiera parecía
sorprendido cuando trató de hacer la jugada del libro. Sus dedos tamborilearon a través
del reposabrazos con impaciencia.
—¡Ayuda! —Trató de gritar, pero la palabra murió en sus labios, y Temple apretó de
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nuevo. Un ruido de traqueteo alcanzó sus oídos y ella sintió el mundo entero
congelarse. Temple la había girado hacia la serpiente y la sostenía como una ofrenda.
La serpiente se deslizó molesta hacia ella, con sangre cayendo de sus heridas. Estaba a
seis metros de distancia, tres, un metro y medio. Entonces, un crujido y un estallido de
luz aparecieron.
Las cabezas de todos se giraron hacia las puertas dobles. Una brillante luz blanca se
filtró a través de las grietas de las puertas mientras el sello mágico se iba rompiendo y
destrabando. Allí aún había una viga que físicamente bloqueaba la puerta, pero quien
fuera que estuviese al otro lado no iba a permitir que eso se interpusiera en su camino.
El tronar de un estallido inundó la habitación, y los candelabros comenzaron a temblar.
Los jarrones se deslizaron unos cuantos centímetros de la mesa. El impacto vino una y
otra vez, creando una pequeña grieta en la viga.
Teague se puso de pie amenazante y miró hacia la puerta. Temple se rehusó a bajarla,
pero incluso la serpiente se había girado hacia el sonido de la nueva amenaza.
¡Boooooom! Las puertas se salieron de sus goznes, y todo el mundo se agachó mientras
pedazos de madera, metal, y el marco volaban por todas partes. El polvo apenas se
había aclarado cuando Nix entró corriendo en la habitación. Parecía mortalmente
pálido y su pelo estaba convirtiéndose en una sombra marrón extraña. Sus ojos verdes
se habían desvanecido a un color casi gris, pero eso no fue lo que más la sorprendió, fue
quién estaba a su lado.
Uno de los gigantes más grandes que Mina había visto nunca atravesó pesadamente las
puertas rotas, pisoteando lo que quedaba de ellas. Parecía uno de los gigantes que había
estado custodiando el puente pero no podía estar segura.
—¡Mina! —gritó Nix, corriendo hacia ella.
La serpiente se volvió rápidamente hacia atrás y se elevó de nuevo para atacar. Esta vez
él estaba más cerca de ella, y Temple agarró la frente de Mina y la empujó duramente
hacia el techo, exponiendo su cuello. Tragó saliva, y sintió los ojos de la serpiente
concentrándose en la suave piel de su garganta. Siseó, y su mandíbula se abrió de par
en par. Tal vez lo imaginó, pero pensó que vio una gota de veneno deslizarse por sus
perfectos colmillos de oro.
Se escuchó a sí misma dejar salir un pequeño gemido, y cerró sus ojos mientras la
serpiente se abalanzaba hacia adelante. Algo cayó con fuerza contra ella, y sintió dolor
en su garganta. Imaginó que sería la serpiente envolviéndose alrededor de ella y
mordiéndola.
Hubo un gemido detrás de ella, entonces sintió que estaba cayendo al suelo. Impactó
contra el suelo de mármol y salió rodando. Mina abrió sus ojos para ver que era Nix
quien ahora estaba envuelto en una batalla de vida o muerte contra la cobra. Tenía algo
en su mano y trató de utilizarlo para apuñalar a la serpiente, pero se le escapó y se
deslizó a través del suelo para aterrizar justo enfrente de Mina. Era su cuchillo.
Temple estaba yaciendo en el suelo, sangrando por la cabeza, donde había aparecido un
gran corte, con un jarrón roto yaciendo junto a él. El gigante, que había echado abajo
las puertas, ahora estaba siendo lanzado a través de la habitación contra una de las
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paredes de mármol. Una enorme red de grietas apareció en el mármol, en todas las
direcciones posibles.
Teague se había puesto de pie y se estaba riendo histéricamente, finalmente disfrutaba
la batalla. Parecía divertido de tener oponentes dignos. Mina se olvidó del gigante y se
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lanzó a por el cuchillo de cristal para ayudar a Nix.
Casi estaba allí cuando vio a la serpiente alzar su cabeza hacia atrás para lanzar un
ataque, y entonces mordió a Nix en el hombro. ¡Lo escuchó gritar! Era el grito de dolor
más terrible, desgarrador, y entonces se dio cuenta de que no era Nix quien estaba
gritando, ¡era ella!
Mina saltó sobre la espalda de la serpiente, y la apuñaló una y otra vez, y otra vez. Sin
importarle nada más. En el primer ataque, la serpiente comenzó a retorcerse de dolor
mientras lentamente se convertía en oro. Dejó caer el trozo de cristal y rápidamente
llevó a Nix lejos de las garras de la serpiente de oro.
—¡Nix! ¡¿Estás bien?! —Mina lloró, utilizando sus manos para cubrir los dos grandes
agujeros del hombro de su amigo. Su piel estaba secándose y sus ojos parecían casi
blancos.
—Lo siento, por no venir antes. Lamento no ayudarte a salvar a tu hermano. Lo siento,
soy un pobre ejemplo de un nixie.
—Tú mismo dijiste que los nixies son criaturas gentiles. Nunca debí haberte pedido que
me ayudases en mi misión. Y ahora es mi culpa que estés muriendo.
—Ya me estaba muriendo. Ahora he hecho algo valiente antes de morir. Soy feliz. —Su
respiración se ralentizó, y Mina trató de ponerlo cómodo. Su corazón estaba doliendo
tanto por la culpa que le era difícil respirar.
Un largo rugido llenó el aire, y una mesa voló pasando por encima de su cabeza. Ella
gritó, cubrió el cuerpo de Nix con el suyo para protegerlo, y levantó la mirada con
alarma. Charlie se retorcía contra los barrotes de su jaula frenéticamente y señalando a
Stiltskin. Temple finalmente había conseguido superar su desorientación, porque
estaba abriendo su chaqueta y sacando algo más de ella. Una pluma de oro.
Un eco se estiró a través de la habitación, y el fénix una vez más apareció, volando alto
en el cielo. Temple giró la pluma en un círculo alrededor de la habitación, y el fénix hizo
el mismo camino, creando un círculo de fuego y dividiendo la habitación en dos, con
Charlie en un lado de las llamas de un metro y medio de altura y Mina en el otro.
Era igual que en su sueño. Mina observó al fénix volar fuera de su alcance y sentarse en
un travesaño alto. No pudo evitar sentir lástima por el ave de fuego, y entonces su
corazón se encogió todavía más cuando se dio cuenta de las pocas oportunidades que
tenían los esclavos de Stiltskin para el caso. El ave de fuego y la serpiente no querían ser
esclavos más de lo que ella quería. ¿Qué cosas haría un Stiltskin si tenía a un Grimm
por esclavo?
—¡Charlie! —Mina le gritó a través del humo y de las llamas. Apenas sí podía verlo a
través de la pared de fuego. Tenía que derrotar a Stiltskin, luego tenía que salvar a su
hermano y encontrar un camino de regreso a su propio mundo.
Agarró el pedazo de cristal y corrió de nuevo hacia el libro de las Hadas. Teague había
dejado el libro desatendido mientras se enfrentaba al gigante. Sus ojos lo buscaron por
la habitación, y se dio cuenta de que Teague, como miembro de la realeza, se había
transformado en un gigantesco tigre dientes de sable y estaba acuchillando al gigante a
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través del pecho con sus garras.
El gigante dejó salir un largo rugido de dolor que la distrajo una vez más. Allí estaba, de
pie frente al libro de las Hadas y lo tenía en sus manos, pero no podía olvidarse de la
difícil situación del gigante.
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El gigante estiró el brazo y agarró al tigre dientes de sable por la parte posterior del
cuello, y lo lanzó a través de la habitación. El tigre ágilmente aterrizó sobre sus zarpas y
luego cambió de forma al joven y apuesto Teague, quien estaba sin aliento y tenía una
mancha de sangre saliendo de su boca.
—Muy bien, hermano. Estoy impresionado. Te has vuelto más fuerte, pero no lo
suficientemente fuerte.
¿Hermano? La palabra hizo que las rodillas de Mina se debilitaran con incredulidad.
No podía ser, ¿o sí? Él dijo que nunca vendría. No podía venir. No pudo evitarlo, gritó
su nombre.
—¡Jared!
La cabeza del gigante se giró hacia ella, sus ojos eran muy humanos e idénticos a los de
Jared. Tenía una mano sobre una herida profunda en el costado, y estaba cayendo
lentamente sobre sus rodillas. Ella le escuchó gritar su nombre.
—¡Mina! —Y luego cayó hacia delante sobre el mármol. Pero para cuando finalmente
impactó sobre el suelo era completamente humano y estaba herido.
Teague bailó hacia el cuerpo de su hermano y lo pateó en el estómago. Jared se
acurrucó en una pelota, y luego, lentamente, muy lentamente, se puso de pie. Su pelo
estaba alborotado, sus ropas rasgadas, e incluso en su forma humana, las heridas se
transformaron en grandes desgarros atravesando su pecho y rostro. E incluso aunque
su hermano se burlaba de él, Jared nunca quitó sus ojos de ella.
¡Su corazón se disparó! ¡Él había venido a por ella! No la había abandonado. Iba a tener
un montón de palabras enfadadas con él más tarde. Pero por ahora, desde que Jared
estaba aquí, sabía que todo estaría bien.
Las manos de Jared se alzaron y sus ojos se abrieron con miedo, fueron la única
advertencia para Mina de que algo no iba bien. Se giró justo cuando la mano, sin
guante, de Temple se extendía por su brazo.
Ella balanceó su brazo, y apuñaló a Temple en la palma de la mano con el pedazo del
cuchillo de cristal. Temple gritó y retrocedió, sosteniendo su mano sangrante. Miró al
cristal dorado con horror y luego a la sangre cayendo de la herida. Primero era roja, y
luego, lentamente, gota por gota, se convirtió en oro. Él sacó el vidrio y lo dejó caer con
asombro.
—¡No! ¡No! ¿Qué has hecho? ¿Cómo lo supiste?
Mina lo miró sin ninguna simpatía.
—Un trato hecho con sangre que sólo puede ser roto con sangre. La tuya.
—¿Cómo has conseguido mi sangre?
Gimió con dolor tratando de usar su poder para revertir el efecto de la magia que estaba
convirtiendo su brazo y hombro en oro. Fue capaz de frenarlo por un segundo, seguía
abrumado y perdiendo el terreno que había ganado. Sudaba y luchaba, pero Mina supo

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que perdería la batalla.
—Tú me la diste... libremente.
—No habría hecho tal cooo... —Y se fue. El Stiltskin más poderoso atrapado en su
propia maldición de oro. Y lo hizo sin el Grimorio.
Llegó un ruido chirriante desde el techo, y el fénix flexionó sus alas y voló en un círculo
grande. Gracias por liberarme, la voz hizo eco en la cabeza de Mina. El ave voló sobre
su cabeza, hizo que Teague se agachara para cubrirse, y con un guiño del ojo, todas las
llamas de la habitación se fueron. El ave apareció en el libro de Teague y miró hacia
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Mina con una larga mirada solemne.
—De nada, pero ahora ¿puedes ayudarme? —Mina se giró para señalar a Nix, cuyo
hombro se había vuelto de color púrpura. Estaba luchando por cada respiración.
—Dicen que las lágrimas de fénix pueden sanar a las personas. ¿Es cierto?
—Sí, pero incluso si lo sano, morirá en este plano.
—Entonces, ¿no hay nada que puedas hacer?
Mina lloró. Un brazo cálido se envolvió a través de su hombro, y pudo sentir a Jared
venir a ayudarla.
—No, no hay nada que pueda hacer. Realmente lo siento —dijo el ave, usando el
mismo tono de angustia en la voz que su madre—, pero te agradezco de nuevo por
nuestra libertad.
—¿Nuestra? —Mina miró alrededor confundida.
—Tu valentía no sólo me liberó, liberó a todos los atrapados por sus maliciosos tratos.
—La voz del fénix se hizo más profunda, más masculina. El timbre de voz conocido hizo
debilitar las rodillas de Mina. La voz de su padre. El ave miró hacia Stiltskin, quien
estaba rodeado por orbes de oro, que crecían y crecían hasta mostrar su verdadera
forma.
Una pequeña burbuja de oro mostró a una ninfa de los bosques quien miró alrededor
de la habitación y echó a correr por el pasillo. E incluso el orbe más grande resultó ser
un grifo mareado y confundido. Otro liberó un ogro, una pequeña hada. Uno tras otro,
cientos de orbes cambiaron, y hadas de todas las razas y tamaños comenzaron a salir de
ellos, abrazándose los unos a los otros y regocijándose de su libertad.
Entonces la cosa más increíble pasó, cuando todas y cada una de las hadas liberadas
hicieron una reverencia hacia Mina en señal de respeto.
Teague caminó hacia adelante y atrás, su rabia derramándose de él en oleadas.
—¡No, no , no! No deberían de estar reverenciándola, soy el único que los liberó. Envié
el Stiltskin a su mundo así ella podría derrotarlo. ¡Soy el que instigó la misión!
¡Deberían inclinarse ante mí!
La colección de esclavos ignoró a Teague y abandonó la sala por todas las salidas
posibles, ya fueran las ventanas rotas, las paredes destruidas del palacio, e incluso por
dentro del palacio, ansiosos por salir y no ser esclavizados de nuevo. El fénix le gritó un
verdaderamente ensordecedor grito de alegría y luego se desvaneció en la noche.
Pero allí quedaba un orbe de oro. Era el último en ser liberado y el más lento. El último
orbe flotó hasta el centro de la habitación, y lentamente tomó la forma de un hombre
que le parecía familiar. No podía ser... ¿podía?
Él parecía confundido, mareado, y se tambaleó hacia una columna rota. Su aburrido

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pelo marrón y su pequeño bigote no podían esconder los ojos marrones abiertos con
miedo mientras el hombre miraba hacia la estatua de Stiltskin con horror.
—No, no puede ser —Mina se quedó petrificada, con su mano yendo hacia su corazón
mientras trataba de gritar su nombre. No lo había visto en casi nueve años, así que no

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podía estar segura, estaba demasiado asustada en caso de estar equivocada. Mina trató
de decir algo, pero su nombre murió en sus labios, apenas salió un débil.
—¿Padre?
Pero él se fue, escapó, como los otros, en la noche. Estaba a punto de correr tras él, pero
no podía, no todavía. Tenía un asunto aquí... ahora. Tal vez sólo lo imaginó porque el
fénix le había hablado utilizando su voz.
—Vamos Mina. —La suave voz de Jared susurrando en su oído. Su brazo envuelto
alrededor de ella y se hundió a sí misma en su abrazo.
—¿Viniste? —Comenzó a llorar suaves lágrimas silenciosas.
—Se supone que no puedo volver. Mi madre, la reina, lo prohibió, dijo que era
demasiado peligroso para mí venir aquí. Así que fui desterrado a tu mundo, y a nunca
cruzar, por temor a perder mi vida.
—¿Por qué viniste? P-pensé que estabas molesto conmigo por venir, y dijiste que no me
seguirías. —Comenzó a hipar.
Los ojos grises de Jared se clavaron en los suyos. Su rostro se llenó con emoción, y sus
propios ojos parecían estar igual de llenos de lágrimas.
—¿Realmente no sabes la razón por la que vine? Vine por ti. Siempre vendré por ti.
Presionó su frente contra la de ella. Su presencia hizo cosquillear sus sentidos, y ella no
pudo evitar apretarlo más. Jared levantó suavemente la barbilla de Mina, y se inclinó
para presionar sus labios a los suyos en un suave beso que rápidamente se convirtió en
deseo. Tantas emociones reprimidas y palabras no dichas se vertieron en un beso, en la
cima de todos los besos. Nunca antes había perdido todo el sentido del tiempo y lugar
mientras sus labios buscaron tras los de su protector, su amigo y su príncipe hada.
Todos los pensamientos de Brody desaparecieron, su mundo abarcaba a Jared y
únicamente a Jared.
Él se retiró, y visiblemente estaba temblando por la intensidad de su beso.
—Mina, quiero que sepas que me he sentido sólo por mucho tiempo. Estaba
incompleto, y nada podía llenar ese vacío. Hasta que te conocí. Lo he sabido durante un
largo tiempo, pero no estaba seguro de cómo te sentías con respecto a mí. A veces
pensaba que me odiabas, pero quería decirte que yo, eh, Mina, te a... ¡aaaargh!
El cuerpo de Jared se tensó con dolor, y cayó lejos de ella. Mina trató de agarrarlo, pero
lo apuñaló en su costado. Miró hacia abajo y vio su torso cubierto de sangre, pero no
era suya. Levantó la mirada para ver un gran cuchillo sobresaliendo del estómago de
Jared. Teague de pie detrás de él con sus manos envueltas alrededor de la garganta de
Jared, sus ojos brillando con malicia.

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Capítulo 26

Traducido por Jhos

Corregido por Fer_rdn

Los ojos de Jared estaban fuertemente cerrados con dolor, pero se rehusaba a hacer
ningún ruido.

—Teague, no, déjalo ir, —rogó Mina. Los ojos de Jared se abrieron, y sacudió su cabeza
de lado a lado, diciéndole que se mantuviese callada.

—Eso es cierto. Nuestra querida madre lo envió al mundo humano para alejarlo de mí.
—Todavía tenía el cuchillo en el interior de Jared, y no lo había sacado. Ese cuchillo era
la única cosa que evitaba que se desangrase—. Ella sabía cuánto lo necesitaba —Teague
rabió salvajemente.

—¡No lo entiendo! ―gritó Mina, sus manos apretadas a su costado con rabia.

—Es fácil, Mina. ¡Quiero Poder! Quiero que termines más misiones así puedo hacerme
más poderoso. Usa el libro. Utiliza mi libro para atraparlos a todos. —Teague se río con
locura. Estaba volviéndose inestable. Ella pudo verlo estremecerse y parpadear como
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un adicto buscando su siguiente dosis.

—No puedo —susurró ella.

—Sí, puedes. Es fácil. Es lo mismo que tu libro. Sólo abre sus páginas y termina el
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cuento.

—Mina lentamente caminó a través de los escombros de la habitación, hacia el podio.


Siguió mirando a Charlie, quien estaba siendo muy valiente y observaba desde su jaula,
a Jared, cuyo rostro ahora sudaba. Estaba haciendo su mejor esfuerzo para permanecer
calmado y no preocuparla, pero sus ojos seguían agitándose hacia su hermano.

¿Por qué Teague querría lastimar a Jared? ¿Por qué necesitaba que ella utilizara el
libro? ¿Todo era parte de su gran plan para ganar más poder? ¿Por qué estaba Jared
tan preocupado por Charlie?

—No hasta que sueltes a mi hermano, —dijo Mina con firmeza. Sabía que sin importar
lo que sucediese, él necesitaba estar a salvo.

Los ojos de Teague se entrecerraron, y meneo su cuchillo dentro de Jared, quien gimió
y mordió su labio para evitar llorar.

Mina se mantuvo de pie, las lágrimas todavía viniendo, pero se negaba a flaquear.
—¡DEJA IR A MI HERMANO! ¡Vencí tu misión! Quiero a mi hermano, ¡ahora!

—Muy bien. —Teague ondeó sus dedos, y la cerradura hizo clic. El niño corrió hacia
Mina y la abrazó alrededor de la cintura. Mina sabía que ahora no era el momento de
distraerse de nuevo. Empujó a Charlie con ella y miró el libro por primera vez.

Le habían dicho que una vez hubo sólo un libro, y que el Hada había dividido el libro en
dos: uno con el poder para el bien, el otro para el mal, y la misión o cuento que los
Grimms completaran en el plano físico, aparecería mágicamente en el libro de las
Hadas. Aquí, tuvo la oportunidad de mirarlo con sus propios ojos, y jadeó.

El libro definitivamente estaba lleno con las mismas historias, como el suyo, pero este
estaba lleno con imagen tras imagen de Jared. No pudo evitar sino retroceder unas
cuantas páginas para ver las imágenes mágicamente cobrar vida. Jared defendiéndola
en un callejón. Sentado en clase de arte con Mina, girando en torno a la rueda de
alfarería.

Allí estaba otra de Jared junto al lago, enseñándole a pelear. Jared y ella en la
habitación de almacenamiento, riendo, antes de su pelea de cosquillas. Ella dio la
vuelta a las páginas hacia adelante y vio la última página con una imagen capturando su
beso.

—¿Qué es esto? —allí había algo terriblemente mal, una sensación profunda en la boca
de su estómago de que no estaba bien. No era como las imágenes de su Grimorio.

—Utiliza el libro hada y termina la misión, Mina. O mataré a Jared.

—Mina no lo hagas. Sólo llévate a tu hermano y corre, —Jared siseó cuando su hermano
apretó con más fuerza alrededor de su garganta.
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—No puedo regresar, Jared. Nunca averigüé cómo regresar por mi cuenta.

La mirada de Jared vacilo abajo hacia su bolsillo y una mano lentamente se desplazó
para sacar algo de él. Era pequeño y plateado, y encajaba en la palma de su mano.
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—Tuve que ir a las viejas beatas y las hice arreglarlo, pero es tuyo. Siempre debió haber
sido tuyo. —Lanzo el descosedor tan fuerte como pudo hacia Mina, y gritó cuando
Teague sacó el cuchillo al mismo tiempo. Jared colapsó sobre el suelo, sosteniendo su
costado, y lentamente sus dedos se volvieron rojos con la sangre.

El descosedor llegó junto a su bota. Charlie lo recogió y se puso de pie protectoramente


al lado de Mina.

—Ahora no tienes opción, Mina. Utiliza el libro, o Jared morirá… aquí… y ahora.

—¡Está bien! —Se dio la vuelta con ira y levantó el libro alto en el aire sobre ella. Lo
abrió en una página negra, y lo giro hacia el cuerpo de oro de Temple y la serpiente.
Nada sucedió.

—¿Por qué no está funcionando?

Teague se giró hacia ella, sus brazos abiertos en par, dejó caer el cuchillo sobre el suelo
y sonrió abiertamente.
—Porque esa no es la misión que he preparado para ti. Necesitas utilizarlo en mí, en
nosotros. —Comenzó a girar abiertamente en un círculo―. He esperado cientos de
años, hermano, para este momento. Para finalmente tenerte a ti y a un Grimm en el
mismo lugar, y ahora lo he hecho. Los otros Grimm no te tentaron lo suficiente para
venir de regreso a nuestro mundo. Pero nunca esperaste que escogiera a una chica, ¿o
sí? Y una de la que te enamoraste.

Mina los miró fijamente y se sintió entumecida. Teague quería a Jared. Siempre fue
sobre Jared. Manipuló a Temple para secuestrar a su hermano, sabiendo que Mina
vendría aquí, y eventualmente Jared la seguiría. Era una trampa, y ella era el cebo, y
ahora Jared iba a morir por causa de ella.

—Miiiina, Miiina. Estás desperdiciando valioso tiempo. Está muriendo, Mina. Y es tu


culpa. Sólo completa este último cuento, y podrás salvarlo.

—¿Estás seguro?

—Sí, es mi hermano, mi otra mitad, y quiero lo mejor para él. Siempre he querido lo
mejor para él. ¿Pero qué tipo de héroe eres si no puedes ni siquiera salvar a tu amado?
Lo amas, Mina, ¿no es así? Estoy seguro de que en ese pequeño, confundido, fácilmente
influenciable corazón humano, late algo de amor por esta hada.

—Pero el libro, podría… ¿Y si…?

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—Ese libro ha sido una parte de nosotros durante demasiado tiempo, no nos lastimará.
Lo prometo. Es lo único que puede sanarnos.

Teague sostuvo su mano extendida hacia ella.

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—Hemos estado separados por tanto tiempo, eres la única que verdaderamente puede
sanarnos.

El corazón de ella comenzó a acelerarse, y agarro las páginas del libro tan fuerte que
pude sentirlas arrugarse entre sus dedos. Estaba enojada, enojada por ser engañada,
enojada por ser utilizada. Pero no podía dejar que sus propios sentimientos se metiesen
en el camino de salvar la vida de Jared. Al menos le debía eso.

Mina tiró de toda la magia en la habitación hacia ella y la dejo inundarla. Estaba furiosa
y quería que Teague pagase, pero quería más a Jared vivo. Sintió un grito gutural y
forzó todo el poder a través de ella y dentro del libro. Abrió el libro a una página en
blanco y lo giro hacia Teague.

Él estaba tan seguro de que era la única forma de salvar a Jared, y ella no tenía ninguna
otra opción. Jared había dejado de moverse.

Una luz brillante estalló desde el libro y se disparó directo en el corazón de Teague,
mientras otro rayo de luz se derramó en la forma moribunda de Jared sobre el suelo.
Ambos comenzaron a brillar más y más. Teague comenzó a reír maniáticamente, sus
cuerpos lentamente alzados hasta que estaban flotando en el aire. El cuerpo
inconsciente de Jared levantado en el aire y flotó junto al de Teague. Mina pudo ver la
herida en el abdomen de Jared lentamente comenzando a sanar por sí misma.
Teague tenía razón. El libro estaba sanándolos y no atrapándolos en el interior de sus
páginas.

Ella comenzó a tener esperanzas y siguió vertiendo cada onza de poder que pudo en
dirigir el libro. No sabía qué estaba haciendo, pero obviamente el libro sí.

Jared gimió y abrió sus ojos. Cuando se vio a sí mismo flotando en el aire y el rayo de
luz yendo dentro de su corazón, comenzó a jurar y gritar.

—¡Nooo, noo!

Fue entonces que cuestionó su elección. Teague había mentido.

—¡Mina! —Jared gritó, y extendió la mano hacia ella.

Dejó caer el libro, pero nunca golpeó el suelo. Continuó flotando y enviando vívidos
rayos de luz y poder a los dos hermanos. Pero luego, algo comenzó a suceder. Los
hermanos comenzaron a ser colocados más cerca, y la luz creció más y más. Hilos de
poder envueltos alrededor de ellos, vinculándolos, y entonces ambos, Jared y Teague
convergieron en uno solo.

Un séquito de guardias irrumpió a través del salón de baile, seguidos por las Parcas, el
Rey y la Reina. La Reina Maeve grito ¡NO! Antes de caer al suelo desmayada.

Un ruido llenó la habitación, y zarcillos de magia arremetieron en cada dirección,

15
golpeando a todo quien estaba de pie. Le tomó a Mina unos pocos segundos reunir sus
pensamientos, porque estaba cegada y no podía escuchar. Miró hacia el centro de la
zona de la explosión. Sólo pudo ver un cuerpo, y estaba tumbado boca abajo sobre el
suelo, y Mina supo que era Jared.

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Capítulo 27

Traducido por rihano

Corregido por Fer_rdn

Mina corrió hacia el cuerpo en el suelo y volteó a Jared, y envolvió sus brazos alrededor
de él.

—Estás bien. Estás vivo ―susurró, y pasó las manos por su cara. Los ojos de Jared se
abrieron, y ella se sentó sobre los talones en estado de conmoción. El joven ante ella era
Jared. Tenía el cabello de Jared, la cara, el cuerpo, pero los ojos eran los equivocados.
No eran grises, eran azules, como los de Teague.

—¿Qué, no hay beso? ―se burló él, y apartó su mano con disgusto. Se sentó y miró
alrededor de la habitación, y comenzó a reír.

La reina Maeve, su cabello negro oscuro impresionante contra su vestido blanco,


parecía aún más pálida de la angustia por lo que había acabado de presenciar. Incluso
el rey Lucian parecía sorprendido por lo que había ocurrido.

Él se aferró a su bella esposa y les habló en voz baja a los guardias reales detrás de él.
15
Teague se volvió hacia la reina y dijo:

—Bueno, hola, madre. ―Y se echó a reír cuando ella dio un paso hacia atrás, asustada. 6
¿Qué había hecho? Mina sintió una mano tirando contra su brazo y miró a un afectado
Charlie. Él seguía apuntando y arrastrándola. Ella siguió a su hermano al otro lado de la
habitación y no pudo dejar de sentir que acababa de hacer la peor cosa imaginable.
Había destruido a Jared.

Sí, él ahora estaba vivo, pero esa persona, esa cosa a través de la habitación no era su
Jared.

Sus pies estaban llenos de plomo, y ella seguía tropezando y tambaleándose mientras
corrían a través de los escombros. Charlie se detuvo ante una forma quieta y se
arrodilló. ¡Nix aún estaba respirando! Mina tomó sus manos y sintió un suave apretón
de Nix. Su rostro estaba ahora casi irreconocible de la hinchazón; y ella podía ver que él
casi había dejado de respirar.

—Tú eres el nixie más valiente que he conocido. Gracias por elegir no ceder a tu
maldición ―susurró Mina.

Nix ya no podía hablar, pero parpadeó en respuesta. Una enorme lágrima se deslizó por
su rostro.
Charlie le entregó a Mina el descosedor, y ella no dudó ni un segundo. Apretó la joya en
el extremo, y un sonido explosivo y un crujido emanaron de la punta. Mina imitó
rápidamente a Ever y trazó un gran círculo en el aire. El devanador continuó
explotando y desgarró mientras cortaba a través de los planos, creando una puerta. La
puerta vaciló y luego se volvió lúcida. Ella podía ver algo en el otro lado, y parecía su
mundo.

—¡Charlie, tú ve primero! ―ordenó ella, pero él no estaba cerca del portal. En lugar de
ello, su silencioso hermano estaba sosteniendo el brazo de Nix y tratando de arrastrarlo
hacia la apertura―. Charlie, no podemos ayudarlo.

El pequeño niño de nueve años de edad, se puso las manos en las caderas y la miró. Ella
conocía esa mirada, sabía que Charlie no se movería sin Nix.

―Está bien, está bien. ―Mina podía ver que la puerta se estaba cerrando lentamente, y
no podía perder más tiempo. Se inclinó y puso el brazo de Nix por encima de su
hombro, y lo medio arrastró, medio llevó hacia el portal. Una vez que Charlie había
visto que se había salido con la suya, él felizmente saltó a través de la puerta a su
mundo.

Mina no pudo evitarlo. Se volvió para mirar el mundo de las Hadas una última vez. Una
batalla había sobrevenido entre Jared/Teague y los guardias. Ser real significaba que
ambos eran cambia formas, y ahora que los dos eran uno, él era un luchador aún más
fuerte y más despiadado. Oyó un grito y una espada pasó cerca de su cara, y supo
entonces que tenía que irse.

Respiró profundamente y se agachó para agarrar mejor a Nix. Lo oyó susurrar con
asombro mientras miraba la puerta.
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—¿Es esto el cielo?

—No, pero es lo más cercano que tenemos ―respondió Mina antes de saltar por la
puerta.
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Capítulo 28

Traducido por rihano

Corregido por Fer_rdn

Despertó de regreso en el laboratorio de biología. Algo húmedo estaba presionado


contra su cara, y se sentó bruscamente para limpiarlo. Había estado babeando.
Susurros y risitas estallaron a su alrededor, y Mina se recostó en la silla y miró a todos
con confusión.

Estaba sentada en una mesa de laboratorio vacía en el fondo de la sala, y el resto de la


clase parecía estar en el medio de un experimento de laboratorio.

Una cara familiar apareció frente a ella, y Melissa sonrió dulcemente antes de susurrar
en voz alta

—¿Estás pensando en volver a tomar biología? Me han dicho que puede ser bastante
fuerte. ―Ella se había colado en la mesa vacía de Mina. Sus amigos estaban mirando a
Mina y saludando. Ellos eran la fuente de las risitas.

—Yo ni siquiera sabía que estabas aquí. En un minuto esta mesa está vacía. Al siguiente,
15
estás aquí. ¿Estás, como, relacionada con Houdini?

—No, ¿dónde estoy? ―preguntó Mina con preocupación. Se dio la vuelta en la silla y
luego saltó a mirar debajo de la mesa de laboratorio por Charlie.
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—Um, en el último período ―contestó Melissa, y se metió debajo de la mesa de
laboratorio con Mina.

Por suerte, la mayoría de la clase parecía preocupado con el trabajo, y el profesor no se


dio cuenta de la súbita aparición de un estudiante extra en su clase.

—Bueno, ¿qué día es hoy?- Mina se sintió completamente perdida. ¿Qué había
sucedido? ¿Dónde estaba Charlie? ¿Dónde estaba Nix?

Melissa frunció el ceño y luego tocó suavemente la cabeza de Mina.

―No te ves muy bien. Tal vez deberías ir a ver a la enfermera. Deberías usas la puerta
de atrás, si no quieres una detención. Estoy bastante segura de que puedo causar una
distracción, y tú puedes salirte.

—¿Puedes? ―preguntó Mina, aliviada.

—No hay problema. ―Melissa salió de debajo de la mesa de laboratorio y caminó


directo a su jarro con una rana muy viva en este, y lo tiró por la ventana abierta. Ella le
hizo un guiño a Mina y susurró.

—He estado buscando una manera de no hacer esta disección. ―Se volvió hacia sus
amigos, a quien Mina reconoció del coro, y las otras chicas hicieron lo mismo. Otras
tres ranas hicieron un vuelo hacia la libertad.

—¡Sr. Pierson! Nuestras ranas se han escapado ―dijo Melissa con una expresión muy
preocupada―. No sé lo que pasó, dimos la espalda, y se habían ido.

—A ver, chicas, las ranas no caminan por su cuenta. ―el Sr. Pierson le frunció el ceño y
sacó una llave de su bolsillo, luego se acercó a la vitrina grande y lo abrió, buscando
otro ejemplar para las chicas.

—Tiene razón. Las ranas no caminan, saltan ―respondió Melissa inocentemente.

Toda la clase estalló en carcajadas, y Mina utilizó la distracción para deslizarse por la
puerta trasera del laboratorio hacia el pasillo vacío.

Se agarró la cabeza con asombro y trató de darle sentido a lo que había sucedido.
¿Dónde está Charlie? ¿Dónde está mi hermano? Comenzó a caminar por los pasillos de
la escuela de puntillas, diciendo el nombre de su hermano. Tal vez apareció en un
salón de clases diferente, y ahora está asustado y escondido.

Habitación por habitación fue buscando, armario por armario. Buscó en el gimnasio, en
el casillero, la biblioteca, y finalmente se dio por vencida y se sentó derrotada en su
casillero. Era una terrible Grimm; había perdido a su hermano otra vez, perdió a su
buen amigo Nix, que estaba segura no sobrevivió al viaje hasta aquí, y Jared estaba
perdido para ella. Nada era fácil, y tenía un trillón más de preguntas por contestar. La
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campana final sonó, y Mina ignoró a los estudiantes yendo y viniendo, agarrando su

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mochila y saliendo. No le importaba. Ella no iba a ninguna parte hasta que hubiera
encontrado a su hermano.

Un par de zapatos blancos planos se detuvo a su lado y le dio a su pierna un pequeño


empujón. Mina miró hacia la cara preocupada de Nan.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? ―Nan se inclinó y tocó la rodilla de Mina con
suavidad―. ¿Tenemos que cancelar la película de esta noche?

―No estoy de humor para ver una película ―susurró Mina, y trató de ignorar los
intentos de conversación de su mejor amiga.

Nan se volvió y se sentó en el suelo junto a Mina.

—Bueno, si no quieres ir, puedo simplemente llevar a Charlie. Él ha estado muriendo


por ver esa nueva película llamada Fable desde hace semanas, y sé que en verdad no
quieres ver esa de todos modos. Ni siquiera estoy segura de por qué, ya que ha estado
recibiendo tantas opiniones buenas.

La cabeza de Mina saltó en dirección a Nan.

―¿Qué acabas de decir?

—Dije que Fable ha estado recibiendo muy buenas críticas, y sólo porque tú seas una
hermana idiota no quiere decir que no pueda ser una genial mejor amiga y llevar a tu
hermanito a verla. ―Nan empujó a Mina en el brazo.

—¿Y cuánto tiempo ha estado esperando Charlie para verla? ―La voz de Mina se
estremeció con incredulidad.

—¡Por-siem-pre! ―dijo Nan arrastrando las palabras―. Justo anoche en tu casa, me


sacó toda una tira cómica inventada acerca de esto, con una serpiente, un lindo tipo
verde, y un gigante. Dijo que tengo que llevarlo. Bueno, está bien, en realidad no dijo
que tenía que llevarlo, pero me escribió una nota. ―Ella sacó el papel y, efectivamente,
Mina reconoció los garabatos de Charlie.

Mina se lanzó hacia un lado y abrazó a Nan.

—Eres increíble, como siempre.

—Lo sé. Lo sé. Y un día, tú crecerás y serás impresionante, también. Tal vez incluso tan
impresionante como yo ―bromeó Nan, antes de levantarse y poner su mochila en su
hombro―. Por lo tanto, ¿te veo a las siete, entonces?

—¿Va Brody? ―preguntó Mina.

—¿Brody Carmichael? Eh, ¿por qué lo haría? ―preguntó Nan, confundida.

—Bueno, ¿no están él y tú...? ―Mina hizo un gesto con sus dedos hacia atrás y adelante
entre ellos, y la sonrisa de Nan cayó―. Ah, uy. Él es tu obsesión, no la mía. Además,
probablemente esté en las pruebas de waterpolo. Pero yo tengo que ir a hacer un recado
antes de esta noche. ―Nan saludó y se dirigió a la salida, pero luego se dio la vuelta y
gritó―. Si decides ir a ver la práctica, lleva una servilleta para limpiarte la baba.
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Mina se puso de pie y se rió de Nan. ¿Podría ser que el mundo se hubiese vuelto a poner
al derecho? Sonaba como si lo estuviera. Charlie estaba en casa sano y salvo, Nan y
Brody ya no eran una pareja de cuento de hadas, pero ¿dónde dejaba eso a ella y a su
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maldición?

Caminó lentamente hacia el edificio de deportes acuáticos y se coló en la fila superior


de las gradas. Bien, ahí estaba Brody Carmichael, preparándose para hacer una
inmersión en el agua. Las pruebas no habían comenzado oficialmente, por lo que los
chicos, siendo chicos, estaban jugando brusco y tratando de encestar entre sí.

Sintió el aluminio de las gradas hundirse cuando alguien se sentó en el asiento de al


lado. Mina no apartó sus ojos del agua por temor a que esta realidad se desvaneciera.
Además, por el olor del perfume sabía que era la Sra. Colbert.

—Lo que hiciste fue un acto de valentía. ―Se inclinó hacia adelante y doblándose, puso
sus manos sobre sus rodillas.

Mina suspiró ruidosamente.

—Sólo lo empeoré todo.

—¿Eso crees, no? No es de los mejores resultados. Por supuesto, no es el ideal, pero
podemos vivir con estas consecuencias.
Mina miró a la señora Colbert, y su voz tembló con lágrimas no derramadas.

—Salvé a mi hermano, pero ¿a qué costo? Jared se fue, Nix se fue, y la maldición se ha
metido con los recuerdos de mi amiga de nuevo. ¿Hay un efecto secundario de toda esta
manipulación? Quiero decir, ellos no se van a volver locos ni nada, ¿no?

—No, siempre y cuando tú puedas mantener tu realidad junta y realmente creer en esta,
entonces ellos van a aceptarla también. ―La Sra. Colbert se meció adelante y atrás
sobre sus talones, y parecía realmente interesada en el inicio de las pruebas de
waterpolo. El entrenador había entrado y comenzó a dar a los chicos una charla.

—Toma, lo arreglaste, creo que debes mantenerlo a salvo. ―Mina sacó el descosedor,
que de alguna manera había llegado de nuevo a su bolsillo y se lo entregó a la Sra.
Colbert.

—Hmm, deberías haber visto lo preocupado que estaba Jared cuando te vio pasar al
plano sobrenatural. Él encontró cada pieza del descosedor y nos rogó que lo
arregláramos. Fue Ken Wong quien finalmente descubrió cómo iba armado. Ese
muchacho estaba decidido a ir tras de ti.

Mina pudo sentirse enojándose con su profesora, y ella no pudo contener la amargura
en su voz.

―Lo sabías, ¿verdad? Sabías por qué Jared no podía volver. Que su hermano quería

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destruirlo. Sabías todas esas razones, sin embargo, lo ayudaste a ir tras de mí, y ahora
está... él ya no está...

—Sí, lo sabía. Es por eso que seguimos al joven príncipe en la oscuridad, porque un día
ellos podrían reunirse, y entonces ninguno de nuestros secretos estaría ya a salvo.

1
Teague es más fuerte ahora, y más peligroso. Incluso el rey y la reina ya no pueden
tenerlo bajo control.

—¿Por qué permitieron que sucediera?¿Por qué no podían controlar a su propio hijo?
―Mina iba a empezar a llorar de nuevo, pero se mordió la parte interior de su mejilla.
No quería parecer débil.

—Mina, hay algo que necesitas entender acerca de Jared y Teague. Esto fue poco
después, claro está, de que los Hermanos Grimm comenzaran sus misiones para cerrar
las puertas entre los mundos. Teague estaba comprometido con la princesa de un reino
vecino y casi provocó una guerra cuando canceló el matrimonio. Parecía que esa era su
intención desde el principio: provocar una guerra de destrucción masiva. Para salvar a
su hijo, la Reina y el Rey pidieron a las Hadas más fuertes de su mundo que vinieran y
trataran el lado oscuro de Teague. Lo hicieron. Separaron su personalidad oscura de la
buena, pero no se dividió al chico uniformemente.

—Ni que lo digas ―refunfuñó Mina al recordar lo hosco que Jared podía ser a veces.

—Pero ahora que habían separado las dos mitades de Teague, necesitaban encarcelarlos
y mantenerlos muy separados al uno del otro, para que nunca se volviesen a reunir de
nuevo. Así que una de las propias doncellas de la Reina, un duende, dividió el libro
Grimm con el que Teague estaba siempre tan obsesionado en dos y ató cada una de las
dos personalidades a este, y luego los envió a planos separados.
—¿Así que estás diciendo que nunca hubo un Jared? ―Mina no pensaba que pudiera
asimilar esta noticia.

—Oh, no, siempre hubo un Jared. Todavía hay un Jared. Él es sólo un lado de Teague.

Mina hizo una mueca de disgusto.

—No creo que me guste ninguna parte de Teague.

La Sra. Colbert le dio a Mina una mirada abrasadora.

—No lo desacredites. Después de todo, hay una pequeña parte de Teague que amas y
que siempre amarás, el lado de Jared. Y si tú lo amas, siempre hay esperanza.

―Así que todo fue una trampa desde el principio. Teague sólo estaba tratando de hacer
regresar a su otra mitad al plano sobrenatural para que pudieran unirse de nuevo y
llegar a ser aún más poderoso. Todas las misiones, todo era una gran ¡mentira! ―gritó
la última palabra, y esta hizo eco en el interior del edificio. Unas pocas personas se
detuvieron para mirarlas antes de que siguieran trabajando.

—Siempre ha sido su plan, pero para que funcionara, necesitaba que un Grimm
utilizara el libro para unirlos.

—Y yo fui el único Grimm lo suficientemente estúpido como para hacerlo. ―Mina


empezó a torcer su pelo castaño alrededor de su dedo con distracción.

—No, tú fuiste la única lo suficientemente valiente como para hacerlo.

—¿Qué pasa con mi padre? ―Mina obligó a salir las palabras y miró sus manos
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cerradas en puños, preparándose para lo peor.

—Él, como tú, hizo un trato con Stiltskin, sólo que su trato era diferente. Él no sabía el
lado real de Teague y Jared. Tu padre buscó a Temple en este plano e hizo su propio
acuerdo. Si moría durante una misión, quería que Sara tuviera un hijo para
2
reemplazarlo. Así que, durante una de las misiones más mortales de Teague, tu padre
fue herido de muerte, y el Stiltskin vino a recogerlo. La vida de tu padre por el hijo aún
no nacido de Sara. Él dio el resto de su vida voluntariamente, Mina.

Los ojos de Mina se cerraron fuertemente, y su corazón se llenó de dolor.

—Entonces, ¿qué vi en el otro plano? ¿Quién fue el que se liberó después de que el
Stiltskin muriese? ¿Un fantasma?

La Sra. Colbert se acercó y apretó sus manos.

—Él murió en este mundo, Mina, en el plano físico. No creo que pueda volver. ―Le
entregó un pañuelo de papel.

Mina sorbió y arrugó el pañuelo para limpiar sus ojos.

―Asíiiiii, ―tartamudeó ella entre llorosas respiraciones—, que siempre y cuando se


quede en el mundo de las Hadas, vivirá.

La Sra. Colbert tomó el descosedor y se lo devolvió, colocándolo suavemente entre sus


manos.

―No has terminado con esto todavía, querida ―sonrió suavemente―. Ya sea que lo
sepas o no. Estás un paso más cerca de romper la maldición que pesa sobre tu familia.
―Puso el bolso sobre su regazo y lo abrió para sacar un pequeño y familiar libro. Era el
Grimorio.

Mina había estado tan preocupada cuando no viajó a través del plano con ella, y
preocupada sobre quién lo encontraría. Resultó que no tenía que preocuparse en
absoluto. Mina recogió con cuidado el cuaderno y pasó sus dedos sobre este. No se
sentía igual. Se sentía vacío, como si le estuviera faltando algo, Jared.

Abrió el libro y encontró que era sólo un libro. La cubierta era la misma, pero todas las
páginas estaban en blanco. Su pulso empezó a acelerarse, y sus manos se volvieron
húmedas.

—¿Qué pasó? ¿Rompí la maldición?

La Sra. Colbert negó con la cabeza.

—No.

—¿Entonces qué, qué está pasando?

—Has llegado más lejos que cualquier otro, y sin embargo, eres tan joven. ―Los ojos de
su maestra estaban tristes, y Mina podía sentir el temor arrastrándose en ella.

—¿Qué pasa? ―preguntó Mina. 16


—El Grimorio es sólo un libro, nada más. Imitará al libro Fábula para ti, pero eso es
todo. Está perdido para su guardián, así como para ti. Has debilitado la maldición, y
ahora sólo hay una cosa más que puedes hacer para ser completamente libre ―susurró
la señora Colbert con tristeza.
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—No. No lo diga. ―Lo sabía, podía adivinar por la forma en que su maestra la
compadecía que iba a ser malo. Y sabía por la manera intuitiva en que su corazón se
estaba rompiendo que no podría hacerlo.

—Tú misma lo dijiste, Mina. Todo lo que tienes que hacer para romper la maldición es
matar a Teague.

—No... Está equivocada ―dijo Mina, tratando de convencerse a sí misma.

—Teague es ahora más vulnerable que nunca. Antes no tenía una debilidad. Si Jared te
ama, entonces Teague va a sentir esas emociones también. Así que tienes que
preguntarte, Wilhelmina Grimm, ¿puedes utilizar eso a tu favor? Eras la más grande
debilidad de Jared, y ahora eres la de Teague. ¿Estás dispuesta a matar a Jared para
romper la maldición para siempre?
Capítulo 29

Traducido por Val Nox

Corregido por Fer_rdn

La Sra. Colbert se levantó, usó sus manos para alisar su falda y puso el bolso sobre su
hombro.

—No creo que pueda hacerlo —susurró Mina, y sintió que su garganta comenzaba a
encogerse. Acababa de empezar a amar de nuevo, sólo para perderlo. Bueno, de hecho,
matarlo.

La Sra. Colbert se inclinó y tocó suavemente el hombro de Mina.

—Creo que harás lo que tienes que hacer. Confía en tus instintos y tus amigos, y tal vez,
tal vez sobrevivas a esta Historia.

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—¿Por qué tuviste que decirme esto? Podrías haber esperado, hasta, como, la próxima
semana, o el próximo año —exclamó.

La Sra. Colbert exploró la piscina y sonrió irónicamente.

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—No hay mejor tiempo que el presente, ya que el tiempo de las Hadas y tu tiempo no
siempre transcurren igual. Además, no creo que pase mucho tiempo antes de que Tea-
gue venga a por ti. Después de todo, va a estar bastante molesto de que te escaparas.

Mina suspiró y comenzó a pellizcar un punto en sus pantalones. Esto era demasiado. Ni
siquiera había visto a Ever aún. ¿Cómo en el mundo iba a decirle al duendecillo que lo
había arruinado todo? Había unido a Teague y a Jared, y ahora tenía que matarlos a
ambos. ¿No había ningún punto brillante en su futuro? Parecía que todo con lo que se
ponía en contacto terminaba ya sea herido, condenado, o muerto.

Se encontraba tan perdida en sus pensamientos que falló al ver qué pensaba la Sra.
Colbert que era tan divertido, ya que ella seguía riendo y sonriendo.

—Bueno, seguro que es un equipo de waterpolo poderoso el que tenemos este año, ¿no?
—Le dio un codazo a Mina y señaló.

Mina gimió y sintió que sus mejillas enrojecían. Su maestra la había sorprendido co-
miéndose con los ojos a los chicos.

—Sobre todo ese chico nuevo, cuál es su nombre, Nix, uh, no, eso no es correcto. Es
Nick ahora. Jamás había visto a nadie más aclimatado al agua. Incluso podría darle a
Brody una paliza —sonrió y se alejó de las gradas, sus tacones hicieron suaves chasqui-
dos mientras dejaba a Mina con sus pensamientos.
Mina no necesitaba ninguna otra discusión. Se encontró escaneando el agua, buscando
a un chico con la piel verdosa. Oh, ¿en qué pensaba? No podía tener la piel de color
verde aquí. Sólo le tomó un momento el ver al joven que hacía largos alrededor de los
otros atletas. Parecía haber nacido en el agua. Sus trazos eran largos y poderosos, tenía
una gran resistencia y podía avanzar en el agua sin esforzarse. Realmente actuaba como
si tuviera una nueva oportunidad de vivir. Bueno, la tenía.

No fue hasta que él se dio la vuelta e hizo contacto visual con ella que notó de verdad
que sabía que era Nix. Estaba vivo y bien, y aparentemente humano. Su cabello era de
un impactante color rojo, y su piel de un blanco pálido. Pero sus ojos… sus ojos seguían
con esa brillante sombra verde típica de las criaturas mágicas.

El entrenador estaba ocupado discutiendo las pruebas con su asistente, y Nix le sonrió y
le dio un pulgar arriba. Brody usó ese momento para golpear a Nix en la parte posterior
de su cabeza con la pelota. La cabeza de Nix rebotó con el impacto, se dio la vuelta y se
lanzó tras de Brody, atacándolo desde abajo y tirándolo bajo el agua. La sonrisa de
Brody se desvaneció mientras se le llenaba la boca de agua. Brody resurgió con una
mirada traviesa en su rostro y se lanzó sobre Nix, empujando su cabeza bajo el agua.

Mina se rio de los chicos, que estaban unidos como hermanos por el amor al agua. Pa-
recía que Nix había encontrado otra familia. No pudo evitar pensar en lo que el fénix le
había dicho. Incluso si lo sanara, morirá en este plano. Era su parte Hada la que se
estaba muriendo. Al traerlo aquí, tenía la oportunidad de vivir como un humano. Un
adolescente con un futuro que era mucho más estable que el de ella.

Tal vez Mina Grimm no había arruinado tanto las cosas después de todo.
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5
Próximo Libro: Reign
Viajar al mundo de las Hadas contra las órdenes de
Jared ha tenido graves consecuencias para Mina.
Su decisión continúa torturándola mientras surge
un nuevo peligro. Los Grimms se están
desvaneciendo.
Para salvar el futuro de su familia, Mina Grime
tendrá que viajar al pasado con la ayuda de su
Hada Madrina y un par de zapatos mágicos.
Debe volver a donde comenzó la Historia, al
principio del reinado del príncipe oscuro. Pero,
¿será capaz de terminar la misión a tiempo o se
quedará atrapada en el pasado para siempre?

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Traducido, Corregido y
Diseñado en:

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Welcome to Another World
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