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Los Monstruos de Mía

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Ruth Prieto
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Este libro podría tratar de muchas cosas en particular, pero solo
se contará la típica historia de una joven princesa que luchó por
años contra sus propios monstruos. Por años le costó mucho
vencerlos, a tal punto que casi le cuesta la vida.
©Derechos reservados 2020

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Prefacio

Ufff… ¿Es duro? Sí, muy duro.


Es muy difícil escribir y a la vez resumir este libro. Se trata de la
desgarradora historia de una princesa que se convirtió antes de tiempo en
mujer, tomando sus propias decisiones y tratando de huir de varios
monstruos que la atormentaban.
Este libro podría tratar de muchas cosas en particular, pero solo se
contará la típica historia de una joven princesa que luchó por años contra
sus propios monstruos. Por años le costó mucho vencerlos, a tal punto
que casi le cuesta la vida.
Esta historia es simplemente un resumen de años de sufrimientos y de
vivir atrapada en un infierno. ¡No es un cuento de hadas! Es una historia
real. Y aunque hay cosas que no se dicen, puede ser que algunas de las
líneas y párrafos escritas sean difíciles de leer. Ella no escribe este libro
para que a todos le guste o para que vengan a aplaudirle por su valentía.
Solo lo ha escrito para sanar heridas de forma terapéutica, como también
para advertir y tratar de ayudar a otros.
Al adentrarse en las páginas del libro, notarán que los malos de aquí son
monstruos que existen en la vida real. Aunque la princesa es real, en estas
hojas, no hay princesas o príncipes, ni gigantes ni castillos. Solo habrá
dolor y daños físicos. Sangre corriendo por la piel y muchas cicatrices.
Cicatrices que la irán rompiendo cada vez más, llevándola a creer que ella
misma también era un monstruo.

Recuerda que siempre que todo sucede con un propósito.


No te des por vencida, pa lante como los elefantes.

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Capítulo

Once upon a time (Erase una vez)

Así comienzan algunas historias y esta no es la excepción.


Había una vez una pequeña princesita que también creía en cuentos
imaginarios y en príncipes azules. Vivía en una zona de confort y de paz,
en un castillo protegido por sus padres, en la felicidad de una familia
cristiana. Era feliz, sonriendo y riendo. Disfrutaba de su vida infantil.
Tenía muchos amigos de su edad, no se preocupaba por nada solo por
crecer y estudiar. ¡Lo tenía todo! Sueños, juguetes, padres amorosos y
amigos. ¿Qué más pedir a esa corta edad?
Disfrutaba, pasear, cantar, disfrutar de las actividades del club, ver series
y programas de naturaleza y medicina con su mamá. Veía muchas historias
animadas de la Biblia, programas de medicina y naturaleza, como también
películas de Cantinflas que la hacían reír.
Siempre fue una niña independiente, alegre, risueña y encantadora.
Nunca fue apegada a nadie, más que a sus padres. Aunque a veces podía
estar lejos de sus padres y no le importaba, no se preocupaba mucho. Era
la típica princesita inocente, pícara, delicada y tierna.
Ella solo deseaba crecer un poco más. Soñaba con ser grande para
descubrir quién sería su príncipe azul. Sí, sabía que su padre reaccionaría
como un padre celoso y protector. Pero ya se imaginaba teniendo su final
feliz, tal como veía que otros lo tenían. Era un mundo de inocencia, y de
pureza, donde lo malo para ella no existía, porque todo lo veía perfecto.
Pero que equivocada estaba de la verdadera realidad. Pronto sin pensarlo
descubrió, que en cada cuento que se cuenta y no se cuenta, hay muy
pocos príncipes azules y muchos villanos, monstruos y dragones.
Desde entonces su vida cambió por completo. Esa burbuja en donde
vivía se rompió y dejó de creer en los cuentos de hadas y finales felices.
La princesa dejó de creer y soñar, y al contrario tuvo que vivir amenazada
por todos los monstruos que la rondaban y que tenía bajó su cama.
La princesita de esta historia se llamará Mía…
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Capítulo

¿Crees en los monstruos?

Era una mañana soleada del año 2008. Mía estaba recién trasladada con
sus padres a una nueva ciudad donde ahora vivirían que se llamará
JARMA, una ciudad fantasma.
Para ese entonces, Mía veía todo de color rosa. ¡Hasta era su color
favorito! Cosa que con el pasar del tiempo con solo pensarlo le daban
náuseas. Creía que al crecer conocería a un príncipe azul y se enamorarían
para siempre. Esto suena absurdo, porque no veía películas de princesas.
Al contrario, veía series de medicina, naturaleza y de FBI con su mamá en
el canal AXN… Mía era la inocencia hecha niña. No le prestaba atención
al tema los monstruos. Quizá pensaba que no existían, hasta sus 8 años
descubrió la verdadera realidad de aquella burbuja de su propio mundo
irreal. Tratando de imaginar los pensamientos de esta niña, podemos
adentrarnos en su desdichada historia…
En la ciudad de JARMA, un día apareció un monstruo de más de 40
años. Al principio aparentaba ser amigable y atento con Mía. No parecía
ser monstruo. Ella lo vio al principio de aspecto normal, como alguien
normal, y pensó que sería un nuevo amigo de su familia. Los días fueron
pasando, y ese monstruo comenzó a ganarse el cariño de Mía con algunos
regalitos, que para cualquier adulto sería algo normal… Y por supuesto
que para cualquier niña esto también puede ser agradable. De hecho, él
también buscaba, o aparentaba ser amigo de sus padres.
Un día Mía, medio aburrida, fue a la oficina de ese monstruo, donde
también trabajaban sus padres. Ellos tampoco imaginaban el monstruo
que estaba a su lado. ¡Parecía un ser normal! Cuando llegó a la oficina, el
monstruo dejó su trabajo a un lado, y decidió prestarle la completa
atención a la pequeña. Mía muy inocente le dice que está aburrida, lo que
llamó más la atención del monstruo, quien comenzó a preguntarle cosas
normales: Hola ¿cómo estás? ¿Qué estás haciendo…? ¿Por qué estás
aburrida?… entre otras cosas más.

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De repente en medio de la conversación, el monstruo le dice que tiene
una idea perfecta para que ella se divierta. Y rápidamente le empieza a
hacer cosquillas por sus brazos, axilas y en su barriguita. Y Mía inocente
de todo, se reía. De repente se sintió cómoda y tranquila en un juego de
su misma inocencia. Ella le dice que tiene también cosquillas en sus pies.
Pero el monstruoso hombre refuta y dice: Yo sé dónde tienes más
cosquillas. Mía le dice: ¿Dónde? con una sonrisa de inocencia y
entusiasmo. De un momento a otro aquel monstruo vino y la sentó en
una silla, frente a su escritorio sin preocuparse que la puerta de su oficina
estaba abierta de par en par… Se arrodilló frente a ella, le bajó su
pantaloncito color rosa, con rosas a los lados, sin darse cuenta de aquella
verdadera realidad.
Mía no sabía que estaba pasando, ni se imaginaba el peligro en que
estaba. Aunque estaba sorprendida, trató de estar confiada y tranquila en
ese hombre “amigable” que no parecía ser un verdadero monstruo. Había
quedado en shock, mientras los reflejos del atardecer de aquella tarde
entraban por una ventana de tablas de madera… De repente, en segundos,
al ya tener el pantalón abajo le abre las piernas y le baja las panties. Aquel
monstruo se acerca aún más y comienza a acariciarla y a besarla. La
indefensa niña está en sus garras y nada puede hacer. Ella se incomoda y
trata de alejarlo porque la sensación le da asco y le da ardor. Quiere gritar,
pero él le susurra: Tranquila, te va a gustar y prometo no hacerte daño…
Después de tocarla, besarla y manosearla, aquel desgraciado se levantó.
Y es cuando la aquella inocente pequeña se da cuenta del verdadero
monstruo que está frente a ella. Inmediatamente como puedo, se paró y
salió corriendo al baño de damas para escapar. Entró y se encerró tratando
de quitarse la sensación de la saliva, el manoseo y el ardor que todo esto
le había ocasionado… Ella abrió la llave del lavamanos y comenzó a
mojarse las manos para pasárselas por su pequeña vagina y quitarse la
incómoda sensación que tenía en ese momento. Desgraciadamente solo
lo consigue por unos segundos. Ya nada puede quitar esa horrible y
desgraciada situación. La incomodidad otra vez vuelve y Mía repite el
mismo procedimiento del agua por varias veces, pensando que logrará ya
no sentir esa horrible sensación. Aquella tarde inesperada, aquel ser que
parecía amable, mostró su verdadera cara. Y aquella aburrida e inocente
niña, sin saberlo, cayó atrapada en sus destructoras garras.
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La estrategia que usa un abusador o violador para conseguir lo que él quiere, es por
medio de: Sonrisas, caramelos, regalos, cosquillas, masajes, o juegos. Luego siguen

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toques, caricias en donde entran los toques en la espalda, la cabeza, la cintura, y luego
siguen las nalgas, piernas o pecho. Esto puede aplicarse tanto en niñas como en niños.
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El monstruo no quiere parar. Sabe que ha conseguido una niña


indefensa. Quiere seguir envolviéndola. El monstruo sabe que a los niños
le gustan los dulces y chocolates y empieza a comprarle dulces para ganar
su confianza y seducirla. Primero se los da con una aparente sonrisa.
Luego le habla con aparente tranquilidad y le dice: No te preocupes que
todo va a estar bien. “Te daré todos los dulces que quieras si haces lo que
te diga…”. Y desdichadamente, sin poder escaparse de aquel monstruo
hipnotizador, la perjudicada Mía, nuevamente cayó prontamente en sus
garras. Otra vez el monstruo tenía todo el control.
La situación se hizo más difícil para ella. El monstruo atacaba sin
piedad, haciendo que aquella humillada niña, accediera a sus deseos
impuros mientras la obligaba y la amenazaba con matarla, o matar a sus
padres si ella decía lo que estaba sucediendo. Toques, besos, manoseos,
horribles caricias, abusos e intentos de penetración, le sucedieron varias
veces en esa oficina. Algunas veces que el monstruo la veía le decía: Hola,
pepe te extraña; refiriéndose a su pene. Era un verdadero infierno. No
podía hablar, no podía gritar. Solo se quería morir.

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Para mantener calladas a sus víctimas el violador las acosa y las amenaza. Ya sea
con matarla, matar a sus padres, o alejarlo de ellos. El niño o la niña, puede callar
estos abusos por años, y quizás hasta llevárselo a la tumba solo por miedo. De hecho,
algunos estudios muestran que muchos casos de suicidio en los adolescentes, están
relacionados con abusos sexuales.
Ver “Diversitas: Perspectivas en Psicología, vol. 13, núm. 1, 2017, Universidad
Santo Tomás”.
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Un día la triste Mía decidió armarse de valor y comentárselo a una
amiga… No quería por nada decirles a sus padres. Se sentía mal, y pensaba
que ellos la castigarían, o también por miedo por lo que le había dicho el
monstruo. Al parecer su amiga estaba más clara de la realidad y
rápidamente le dice que deberían decirle eso a la policía. Pero no era fácil
decirlo. Tenía mucho miedo por todo lo que el monstruo había
mencionado. La amiguita de Mía se convirtió en su paño de lágrimas y en
su desahogo. Era la única persona que había podido contarle su secreto.

Días más tarde, el monstruo sospechó que Mía había comentado algo.
E inmediatamente, en un tono de verdadero monstruo, le preguntó si
alguien sabía lo que había pasado. La inocente Mía muy temerosa, sin
saber qué más decir le responde que su amiga lo sabe. Además, añade que
quizás también se lo haya dicho a su mamá. Aquel monstruo ahora
molesto y tal vez dejado al descubierto, en forma firme responde diciendo:
¨Hablaré con ella esta misma tarde… debo aclarar las cosas. Y agregó: si
le dices a alguien más, no verás más a tus padres¨
Desde ese momento el miedo, la impotencia y la incomodidad, estaban
siempre en la mente de la triste y pequeña Mía. A pesar de que el monstruo
ya presentía que pronto sería descubierto, los encuentros se hacían más
intensos… Él la sometía con sus palabras y sus miradas. Buscaba
desnudarla y hasta le ponía videos pornográficos, insinuándole que hiciera
como las mujeres de aquellos videos. Le decía que tomará su pene y lo
rozara en su inocente vagina. En ocasiones trató de penetrar a la tierna
Mía, pero luego descaradamente decía: “No deseo lastimarte”. Era como
un ciclo sin fin. Pero cada vez más, mostraba su rabia, su desespero y su
impaciencia. Y cuando Mía se resistía, usaba su fuerza para tratar de
obtener lo que quería. Aquella oficina era un verdadero infierno. Y por

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desgracia, estaba amenazada y no podía decirle nada a sus padres que
estaban en el mismo lugar.
Una tarde estaba sucediendo algo parecido a lo de siempre. Mientras
sus padres estaban ocupados en una reunión, la pequeña fue manipulada
y obligada por el monstruo quien la sentó encima de él, obligándola a ver
en su laptop, un video pornográfico. El monstruo tenía intenciones de
violar y penetrar a Mía, mientras ella estaba en sus piernas mirando
aquellas porquerías y sintiendo asco, rabia, impotencia y ganas de morir.
Ella quería salir corriendo, pero le daba miedo al no saber cómo actuaría
el monstruo. El monstruo le besaba varias veces el cuello y le decía: “Me
gustas y mucho”.
Él terminando de decir eso, y como enviado por Dios, alguien tocó la
puerta que el monstruo había cerrado. Esa tarde se acababa de ir la
electricidad y en medio de la poca luz de la tarde que entraba por la
ventana, el monstruo se sobresaltó al escuchar el sonido de la puerta. Un
pequeño niño, hijo de unos de los trabajadores de aquel lugar, había
venido sin pensarlo para salvarla. El monstruo confundido, abre la puerta,
el pequeño niño mira a Mía y le dice: “Tus padres te llaman, te están
esperando abajo”. Eso fue para ella lo mejor que pudo haber escuchado
aquella tarde. Era su vía de escape momentánea. Fue como si le hubieran
quitado un peso de encima porque no quería seguir allí. Un pequeño
príncipe se había convertido en su salvación.
Irónicamente el monstruo en muchas ocasiones luego de abusarla
oraba, (también conocido como rezar). Mía le escuchaba decir pidiéndole
a Dios que lo perdonará por sus pecados y que le alejará a la mujer que
amaba de su lado. ¡Qué ironía! ¿Cómo entender? ¿Cómo es posible que
un monstruo tan viejo de casi 50 años amé a una tierna pequeña de 8 o
casi 9 años? Además, ¿orar a Dios pidiendo eso? No existe lógica humana
para este tipo de acciones. Solo es una enfermedad monstruosa.
Por su parte, Mía también oraba a Dios para salir de las garras del
depredador. Muchas veces lo hizo, hasta que llegó a pensar que Dios no
hacía nada para ayudarla. Y desde ese momento creció el odio hacia Dios.
Ya no quería saber nada de Él porque pensaba que Dios no hacía nada
por ella.

Pasaron algunas semanas, en que el monstruo no dijo nada y tampoco
buscó a Mía para dañarla. Solo apareció una vez para decirle: “Te prometo
que cuando cumplas 18, te voy a buscar para darte un hijo”. Solo recuerda
que no debes decir nada, porque igual te voy a buscar. Esas palabras
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quedaron grabadas en la mente de aquella pequeña temblorosa que no
sabía todavía como escapar de aquel monstruo.
Todo esto transcurrió por espacio de un año. Aquella hermosa niña de
ahora unos 9 años tenía que crecer con las horribles secuelas de un
verdadero monstruo, que parecía ser bueno, ser amable y lindo con ella,
pero que mostró su verdadera cara al dejarla sola, con miedo y rota.
Ir a aquella oficina siempre fue una pesadilla. Las cicatrices dejadas en
aquel escenario eran tan grandes que no se podían borrar. La
desesperación era inmensa. Poco a poco Mía iba creciendo, pero llevando
una horrible carga de sinsabores que no quería mencionar ni siquiera a sus
padres. Debido a ese trauma, cometió tantas locuras tratando de olvidar,
tratando de luchar sola, y cargando incluso rabia contra sus padres. Y
aunque nadie más sabía de esto, solo su amiga, ya para este tiempo era
obvio que su amiga ni quizás recordaba lo que Mía le había dicho.
Sola, rota, con miedo… Que difícil debió ser cargar con esa tragedia.

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3
Capítulo

Daños colaterales

La pequeña Mía que tenía sueños, metas, anhelos y que pensaba que un
día llegaría su príncipe azul, la que veía todo de color rosa… Ya no está.
Falleció el día que le robaron la inocencia, el día que ese monstruo le
arrebató su niñez y la obligó a crecer con tristeza, rabia e impotencia. La
dejó rota, sin ilusiones, sin ganas de vivir, con un caos en su mente, sin
saber cómo reaccionar o qué debía hacer ante todo lo sucedido.
Aunque el tiempo pasaba, nada podía cambiar la tristeza en su rostro y
las actitudes de rebeldía dejadas por estas secuelas y cicatrices. Y aunque
sus padres le preguntaban qué había sucedido, porqué estaba así, o qué
problema tenía, Mía callaba en silencio. Ya habían pasado 3 años de lo
sucedido y algunas veces cuando veía a aquel monstruo, lo esquivaba con
rapidez, como si jamás lo hubiera conocido. Mía se aisló de todos. Se
volvió rebelde y mal humorada para así llamar la atención de algún adulto
que notará que ella quería ayuda.
Las veces que iba a aquel lugar donde antes trabajaba el monstruo, y
donde sucedió todo, le causaba mucha rabia y dolor. Muchas veces, se
quedaba llorando en el carro de sus padres sin poder decir nada. No le
gustaba entrar a ese lugar, porque solo el hecho de entrar le traía recuerdos
de todo lo sucedido en ese año. Ya era el 2011… el tiempo había pasado
muy rápido, pero para ella esos años habían sido un infierno.
Tanta rebeldía asustó mucho a sus padres. Así que fue necesario pensar
en llevarla a una psicóloga para ayudarla con su rebeldía. En esos días
quien pudo entender todo lo que había pasado era la abuela de la niña.
Ella estaba en su casa y la cuidaba por las tardes después que regresaba de
la escuela. No solo la cuidaba, la bañaba, la peinaba, sino que también a
veces hasta dormían juntas. Pero una tarde como cualquiera su abuela la
está bañando y de la nada le dijo: Tu cuerpo está cambiando, ya pareces
una mujer. Mía solo bajó la cara y siguió bañándose.
Cuando salió de la ducha y estuvo vestida, la abuela comenzó a contarle
una anécdota de su pasado… La abuela le contó que había que cuidarse
mucho, porque a ella años atrás un monstruo casi la viola. Entonces tomó
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la mano de la niña para revisar si cuando cerraba el puño de su mano, se
le formaba una hendidura. La abuela le preguntó con mucho amor si
alguien la había tocado…
Mía confundida le pregunta ¿por qué abuela? La abuela le responde:
Cuando has sido abusada se te forma una hendidura… Puede que sean
cosas de su abuela o de viejitos, o quizás no, pero allí no hubo escapatoria
y la niña entonces tuvo que confesarle lo que había pasado. La pequeña
Mía rápidamente refutó, pero no les digas a mis padres. La abuela con
preocupación contestó: “Está bien, yo no les diré, pero tú debes decirles”.
Pero la abuela no pudiendo callar esta situación, enferma y preocupada
que hasta los nervios se le subieron, llamó a su hija para contarle lo que la
niña le había dicho. En medio de todo esto la madre de Mía muy pensativa,
decidió leerle uno de los libros que tenía sobre historias de la vida real. En
la historia escogida por la madre se hablaba sobre un tío y su sobrina. Y
justamente mencionaba que el tío abusaba de su sobrina por las noches.
Al finalizar con la historia, la madre notó la preocupación en la cara de la
niña y comenzó a preguntarle: ¿Alguien te ha tocado de mala manera o te
ha hecho algo parecido? …
Mía entre lágrimas le dice que sí y le dice quien había sido sin darle
muchos detalles. Solo cayó en llanto en los brazos de su mamá sin decir
nada más, porque el llanto no la dejaba hablar… La madre con un
profundo dolor cayó en llanto junto con Mía. Después de un rato de
hablar sobre el asunto, las dos se quedaron dormidas.
A la mañana siguiente se levantaron para ir a la iglesia, pero tenían los
ojos muy hinchados. Cuando la abuela vio sus ojos, supo que algo había
pasado. El padre de la pequeña estaba de viaje, y no sabía de lo que había
pasado hasta ahora. Mía le había pedido a su mamá que no le dijera a su
papá. Pero estamos muy claros de que entre buenos esposos no hay
secretos, y obvio que no se podía callar ante una tamaña situación. Los
padres de Mía oraron mucho para ver qué hacer, cómo enfrentar el asunto
y qué hacer para salvar la integridad de la niña. Era un asunto muy delicado
y se necesitaba actuar de manera sensata y correcta.
Era agosto del 2011 y todos estaban en preparativos para asistir a un
campamento de niños aventureros. Y para ese campamento el monstruo
también fue. Y aunque todo parecía normal, las heridas de dolor seguían
en el rostro de la pequeña Mía como también la gran preocupación en el
rostro de sus padres quienes al saber esta situación le habían pedido a Mía
que se alejara por completo de este monstruo mientras ellos buscaban
algunas pruebas para enfrentar la situación.

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Una noche había que subir del auditorio al lugar donde estaba el lugar
para dormir. La madre de Mía estaba ocupada y ella tenía sueño. Entonces
una señora quien era parte del personal de la oficina, sin saber todo lo que
había sucedido le dice: Si quieres aprovecha y vete en el carro. Sube a las
cabañas en el carro del monstruo. Inmediatamente ella con miedo le
responde: No, no puedo, me iré sola caminando… Aquella mujer quien
había estudiado algo relacionado a la psicología, notó una actitud rara en
la niña y decidió interrogarla… Mía le confesó con miedo lo sucedido
mientras ambas caminaban desde el auditorio a las cabañas. Poco a poco
le fue comentando muy relajada y calmada como si no le afectaba. Pero
en su voz se le escuchaban los nervios y el miedo. Le contó que ya su
mamá y su papá sabían. Pero le pide que por favor no le diga nada a su
esposo.
Esta mujer habló inmediatamente con sus padres y recomendaba poner
la denuncia lo más pronto posible. Cuando Mía volvió con sus padres a la
ciudad fantasma JARMA, su padre la llamó a su cuarto para pedirle que le
contara todo lo sucedido y con todos los detalles. Ella suelta en llanto y
con miedo a que su papá le dijera algo, e incluso la tocará se alejó y no
pudo hablar más. Lo único que hizo en todo el rato fue llorar sin calmarse,
mientras su padre trataba de acercarse a ella, pero sin conseguirlo. Su padre
le había dolido enterarse de eso, pero fue muy fuerte y no derramó ni una
lágrima frente a ella. Solo quería que ella hablara para poder ayudarla.
Al día siguiente los padres de Mía hablaron con el jefe de la institución
y le comentaron sobre lo ocurrido. Seguidamente sucedieron varias
reuniones para tratar este asunto. Después de enfrentar la situación, y
enfrentar al monstruo, los jefes lo despidieron de aquel lugar. Los padres
de Mía lo enfrentaron y le pidieron que renunciara y se fuera del lugar.
Ellos decidieron no llevarlo a la corte ni meterlo a la cárcel porque no
quisieron que la niña siguiera pasando por más traumas ni por cortes, ni
por declaraciones ante las autoridades. Tampoco quisieron actuar con la
ley para que no se enteraran muchas personas, por proteger la privacidad
de Mía. Esto decidieron dejarlo a la justicia de Dios.
Sus padres lo acorralaron para que confesará y él confesó. Aunque dijo
que no la había dañado, el daño físico, psicológico, emocional y moral ya
había sido hecho al violentar su inocencia. En ese momento ella solo
sentía odio y quería que el monstruo sufriera. Sentía odio dentro de ella y
también mucha rabia con sus padres. Era tan fuerte esta actitud que ellos
tuvieron que comenzar terapias psicológicas con ella.
Pero el pasado ya es pasado y muchas cosas no se podían cambiar. Una
pedíatra ginecóloga verificó hasta qué punto había sido abusada,
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certificándolo con un informe médico. Era un daño psicológico y moral
muy grande para Mía. La psicóloga comenzó dando consejos y tareas para
ayudar a la pequeña. Al principio se le dificultaba contar lo que le había
sucedido, pero la psicóloga le dio la idea de escribirlo y llevarlo en la
siguiente sesión.
Al llegar a su casa ella decidió acostarse en el piso y recordar todo lo
que le había sucedido. Luego comenzó a escribir todo en la hoja para
llevarlo la próxima sesión. Pero desde el punto de vista de aquella niña, la
psicóloga no hizo tareas o terapias para ayudarla a superar el abuso vivido.
Solo se enfocó en su rebeldía y en su desobediencia a sus padres. Tal vez
si la psicóloga hubiera tratado más a fondo el tema del abuso, quizás
algunas de las locuras y errores de ella, más adelante no hubieran pasado…
Mía trataba de olvidar, pero le era imposible estará tranquila. Cuando
se bañaba duraba mucho tiempo echándose agua, porque se sentía
asquerosa y sucia. Fueron momentos muy dolorosos para aquella niña.
Incluso se rebeló y ya no quiso ir más a la academia de música, ni a la
psicóloga. Fue máximo como a 20 sesiones y desistió. Y al no tratarse ese
tema a profundidad, mucho caos vino a la vida de Mía que le afectó su
salud física, mental y espiritual. Día a día se fue rompiendo aún más.

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Es comprensible que, si una niña o niño es víctima de abuso sexual, quedará con
miedo hacia personas del sexo del agresor. Y en este caso, ella no quería que su padre
supiera, por vergüenza y quizá también por miedo hacia ella, o temor de lo que pudiera
hacerle el monstruo a su padre.
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4
Capítulo

Perfección e indecisión

Una mañana del 2012, Mía, ahora ya adolescente, se levantó como de


costumbre. Se preparó para ir al colegio que quedaba como a 15 minutos
de su casa. Mientras se vestía se miró al espejo y notó que estaba gorda.
No se sintió bonita y delgada como sus amigas del colegio. Le dio asco
ver su cuerpo y comenzó a desear estar más flaca. Le comentó a su mamá
y le siguió recordando lo mismo en los días siguientes. Constantemente le
decía que deseaba adelgazar y que necesitaba la llevaran a un gym y bla bla
bla.
Pasaba mucho tiempo frente al espejo viendo como su figura de casi
50 kilos, que ni a eso llegaba, se distorsionaba a una “adolescente” obesa
y deforme de muchos kilos. Cada día que se veía en el espejo sentía odio
hacía ella. Quería meterse un cuchillo por el abdomen y sacarse toda esa
grasa ilusoria, hasta que el reflejo en su espejo le dijera: ¡ESTÁS FLACA!
Aunque la perfección no existe, Mía quería ser perfecta. Pero era lo que
la sociedad le había mostrado. Un estereotipo de mujer irreal en donde si
no te ves delgada, no eres bonita. Y aunque realmente desde niña ella no
había sido delgada, esa distorsión venía de lo que ella veía y lo que había
en su mente. Las secuelas de todo lo sucedido le hacían sentir y asco y
odio hacia su cuerpo.
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Este problema medicamente hablando se denominada: Trastorno dismórfico
corporal. Va de la mano con los problemas alimenticios, y asociado a las consecuencias
del abuso sexual de la niñez. Hay dos tipos de consecuencias, la de a corto plazo y de
largo plazo, pero se clasificarán por físicas y emocionales.
Físicas: La víctima puede hacerse lesiones en el cuerpo como: rasgaduras, heridas en
áreas genitales, sufrir de alguna enfermedad de transmisión sexual, embarazos no
deseados, abortos espontáneos, dolores crónicos de origen desconocido, desórdenes
alimenticios, alteración del sueño, dolores de cabeza, infecciones del tracto urinario de
manera frecuente. Todas estas, son de forma general, pero en niños y niñas son: dolor,
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picazón o inflamación genital, residuos de lubricantes, dolor de estómago o garganta,
fatiga extrema y actividad sexual no adecuada a su nivel de desarrollo.
Emocionales: Aquí se presentan: sentimiento de culpa, vergüenza, depresión,
agresividad hacia él mismo y a otras personas, bañarse mucho, llantos incontrolados,
desconfianza, inseguridad, pierde las ganas de vivir, abuso de drogas, consumo de
alcohol, temor de las personas adultas, aislamiento, miedos, pesadillas, miedo a la
oscuridad y alteración del sueño, conductas desafiantes, rebeldes y agresivas.
Tomado de: Consecuencias que se derivan de la violencia sexual,
https://www.svet.gob.gt/temasdetrabajo/consecuencias-que-se-derivan-de-la-
violencia-sexual#:~:text=Estudios%20estiman%20que%20un%20alto,fracaso%
20escolar%20e%20ingesti%C3%B3n%20de
Cualquier trauma ocurrido en la niñez pueden llevar a una cadena de acciones o
circunstancias que afectan la vida de cualquier adolescente.
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Mía le tenía terror a la oscuridad. Cada vez que se iba la electricidad, o
estaba en un lugar oscuro se quedaba paralizada. En algunas ocasiones
hasta llegaba a llorar sin parar. Se bañaba demasiado, tenía inseguridad de
todos y desconfianza de todos. Vivía aislada, tenía pesadillas y lloraba casi
todas las noches mientras todos dormían. Al paso del tiempo se volvió
agresiva y muy rebelde.
Había pasado un año desde que empezó a verse obesa frente al espejo,
pero esos pensamientos los dejó dormir. Ahora tenía cosas más
importantes en que pensar. Ella ya había terminado la escuela primaria y
ahora estaba en la escuela secundaria. Tenía nuevas amistades. Tal vez no
tan buenas, pero le daba igual lo que pensaran de ella. Era su vida y les
decía a todos que se pudrieran y la dejarán vivir. Para Mía solo existía su
grupo de amigas, el grupote. Era un grupo de seis amigas que siempre
estaban juntas. Se organizaban para hacer tareas, salidas y estar siempre
juntas. Al paso de los meses se tenían tanta confianza que no había
secretos entre ellas. Sin embargo, ella jamás les contó sobre su abuso
sexual.
Uno de esos días, Mía comenzó a sentir mariposas por un joven del
colegio. Era el amor platónico de la niña. Ante los ojos de ella era
perfecto, tenía rizos de oro en su cabello; era tierno y lindo. Y aunque le
llevaba muchos años de edad, Mía nunca lo vio como algo más que eso.
Nunca quiso tener algo con él, aunque hubo ocasiones donde estuvieron
a punto de besarse, donde ella mismo se negó… De hecho, este era el
mismo jovencito que había tocado la puerta años atrás, interrumpiendo al
monstruo que buscaba violar a la pequeña. Aquel joven le gustaba, ella
vivía hablando de él, le gustaba mucho. Pero pronto dejó de verlo y lo
superó. Mía estaba en la edad de sentir mariposas en su estómago, y sintió
una que otra mariposita por varios de sus compañeros, pero jamás sintió
algo fuerte por ninguno. Sus amigas del grupote, también hablaban de
ánime, de películas, canciones, y una que otra vez sobre chicos.
Pero cierto día una chica del grupote les dijo que le gustaban las chicas.
Aunque no era algo normal, todas lo tomaron de forma normal y en vez
de alejarse se volvieron más unidas… Ya para ese momento era el 2014.
Ya estaban de regreso al colegio después de unas vacaciones. El grupote
seguía igual, entre risas, retos y locuras. Pero ya para ese tiempo, todas
sabían que 3 chicas del grupote eran bisexuales, aunque luego una de ellas
confesó que era lesbiana. El grupote también tenía sus roces y problemas,
porque dos de ellas decían que no querían ser amigas de las lesbianas y las
señalaban y catalogaban como si fueran un bicho feo. Pero Mía, jamás
juzgó a sus “amigas”. Al contrario, se acercó más a ellas, en especial a una.

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El grupote en medio de la nada se desapareció y algo raro comenzó a
suceder. Mía comenzó a sentir mariposas por una las chicas, con quien
más se la pasaba. La celaba, se preocupaba más de lo habitual y quería
estar siempre cerca de ella. Hasta llegó a pensar si besarla o no. Pero
reprimió todo eso dentro de ella por casi dos meses sin decírselo a nadie,
tratando de sacar lo que sentía hacia ella. Estaba viviendo un caos si…
¿CHICOS O CHICAS?

Lo que sus padres le decían y le habían enseñado a Mía “No te dejes


engañar: Las malas compañías corrompen las buenas costumbres"(1
Corintios 15:33), ya no le tomaba importancia. Y los refranes estaban
teniendo su cumplimiento: “quien anda con lobos a aullar aprende” o
dime con quién andas y te diré quién eres”.

23
Era marzo del año 2015. Una mañana como otras, Mía se levantó como
de costumbre. Pronto estaba lista para ir al carro de sus padres quienes la
llevaban al colegio. Pero en su mente ya tenía un plan que pondría en
práctica ese día. Se confesaría con su amiga y le pediría ser su novia. Era
algo ilógico. No era lo que sus padres le habían enseñado, pero ella solo
pensaba que estaba necesitada de amor. Deseaba sentirse “amada” por
alguien, no importando si fuera hombre o mujer.
En el tiempo del recreo de primera hora de la mañana ella se armó de
valor, y justo al lado de la cantina del colegio, se colocó para hablarle. Ella
estaba en frente de ella. La estatura entre ambas era notable. Era algo así
como Tom y Jerry. Su amiga era alta y ella pequeña, y eso la intimidaba.
Pero sin más rodeos, la miró y le confesó lo que sentía hacia ella,
invitándola a ser su novia. Aquella amiga respondió con un sí entre
sonrisas y vergüenza. Ese momento terminó con un fuerte abrazo entre
ambas.
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El niño que es víctima de abuso sexual prolongado, generalmente desarrolla una
pérdida de autoestima, tiene la sensación de que no vale nada y adquiere una perspectiva
anormal de la sexualidad. El niño puede volverse muy retraído, perder la confianza en
todos los adultos y puede llegar a considerar el suicidio.
Algunos niños que han sido abusados sexualmente tienen dificultad para establecer
relaciones con otras personas a menos que estas relaciones tengan una base sexual.
Algunos niños que han sido abusados sexualmente se convierten en adultos que abusan
de otros niños, se dan a la prostitución, o pueden tener otros problemas serios cuando
llegan a adultos.
Tomado de: American Academy of Child and Adolescent Psychiatry,
https://www.aacap.org/aacap/families_and_youth/facts_for_families/Facts_for_F
amilies_Pages/Spanish/El_Abuso_Sexual_a_los_Ninos_09.aspx
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Los meses transcurrieron y Mía fue notando que una relación con una
mujer es como si fueran amigas y ya. Y aunque se llegaron a besar como
dos o cuatro veces, todos fueron solo picos sin sentir nada. Era como
besar a una pared. Mía ya no sentía esas mariposas por ella. Solo se
tomaban de las manos de vez en cuando y se daban manifestaciones de
cariño de una manera muy sutil para que nadie se enterará. De hecho, los
profesores y sus padres no podían saber. Aunque ella ya estaba en la mira
de todos, se hizo más evidente gracias a sus malas amistades.
24
Mía ya no era la niña de papi y mami. No quería serlo. Todo le
molestaba de los consejos de sus padres. Ahora se escapaba de clases,
tomaba licor cuando sus amigos llevaban bebidas alcohólicas al colegio.
Se escapaba, se iba sola sin permiso de sus padres. Quería ser libre. Hasta
se perforó las orejas para ponerse zarcillos. Todo a escondidas, porque
desde niña ella era cristiana. Nació y creció en un hogar cristiano y eso lo
hacía más complicado para ella. Sabía que si sus padres se enteraban se iba
a ganar un gran regaño, la iban a castigar, le iban a quitar privilegios, no la
dejarían usar zarcillos y mucho menos ver a otras chicas.
La forma como Mía se abrió los huecos para colocarse sus zarcillos
parece graciosa. Lo hizo al estilo de la película de juego de gemelas. Ella
agarró la idea del momento en que las gemelas cortan una manzana, un
hielo y una aguja para tener los huecos para sus zarcillos. Así lo hizo en
casa de una de sus amigas del grupote, solo que sin la manzana. Cuando
ella metió la aguja a la oreja, hizo un sonido como CLACK, dando a ver
que había roto una capa pequeña. Luego ella metió fuerte la aguja y logró
tener ya un huequito en la oreja izquierda. No quería manchar de sangre
la camisa que le había prestado su amiga. Pero decidida a cumplir su
objetivo, con determinación se hizo el otro huequito dejando la marca en
sus dos orejas, que ahora tenían dos puntos rojos.
Mía era una chica de cabello largo y podía taparse sus oídos para que
sus padres no lo notaran. Con los días logró comprar zarcillos o mejor
dicho unos abridores dorados de puntitos. Pero al colocárselos, como eran
más gruesos, sangró un poco. Pero a ella el dolor físico no le importaba;
más bien le gustaba la sensación. Solo debía buscar la manera que su
mamá, quien cada noche le daba las buenas noches, oraba con ella y la
arropaba no lo notara. Así que consiguió un tipo de hilo que se usa para
pescar en las herramientas de su papá, y se metía eso en los huequitos. Y
cuando su mamá se iba al trabajo, se ponía los abridores.
Pero sucedió algo inesperado. Mía era de piel delicada y como no
desinfectó la aguja se le infectó la oreja izquierda. Ella consultó con un
amigo del colegio sobre esta situación. Y este le dijo: Creo que eres alérgica
a los zarcillos y debes usar zarcillos de oro o de plata… Obviamente para
ella esto era imposible. No podía pagar algo así. Entonces ella misma se
auto medicó y se le pasó la infección. Todos los días, se limpiaba los
huequitos con un algodón con alcohol para evitar alguna infección peor.
Mía ya estaba en la mira de los profesores del colegio, pero le daba muy
igual si la veían con zarcillos o no. Hasta usó túneles a escondidas. Llegó
hasta el número 2. Muchas veces en plena clase, estaba aburrida y se metía

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un lápiz por el huequito que luego se cerraba y quedaba al tamaño del
huequito del zarcillo.
En esos días el padre de Mía estaba recién operado de la vista. Y su
mamá como cada noche iba a su cuarto para darle la feliz noche, orar con
ella y arroparla, descubrió los pedacitos del hilo de pescar metido en los
huequitos. Su mamá le reclamó, con dolor y tristeza en sus ojos. Pero ella
no respondió nada, mientras miraba como su madre se iba triste de su
cuarto. A la noche siguiente su padre la llama y llorando le dice: ¿Por qué
te abriste esos huecos en tus oídos? Y sin decirle nada ella salió del cuarto,
sin sentir dolor o culpa por lo realizado. Tampoco le importó ver a su
papá llorando y quien estaba recién operado de la vista. A pesar de allí,
Mía actuaba más precavida, pero no dejó de usarlos. Y aunque en medio
de su turbulencia y confusión emocional, ya no sentía nada por su amiga,
Mía estaba iniciando una nueva relación sentimental con otra chica de su
mismo colegio.
Era el mes de junio del 2015 y ya estaban a pocos días para salir a
vacaciones y pasar al siguiente año escolar. Los pocos días juntas querían
aprovecharlos. Sin embargo, Mía se enteró que alguien le había
mencionado algunas cosas de lo que ella estaba haciendo a sus padres.
Cuando su padre la confrontó, ella reaccionó como si no estuviera
pasando nada. Su rebeldía la llevaba a escudarse y no decir nada. Le daba
igual lo que pensaran sus padres. Para ella era un juego de chicas. Y en ese
juego hasta llegaron a casarse en el colegio. Sin embargo, en el fondo, ella
no quería ser así. No le gustaba lo que estaba pasando con su vida.
Pero días después, viendo la tristeza de su padre y deseando cambiar le
confiesa que sí, dándole algunos detalles que él no sabía, pero sin esfuerzos
o deseos de cambiar. Esos fueron días muy duros para aquellos padres
que sufrían mucho y que no sabían cómo actuar o como ayudar a Mía. Y
ella lo sabía, pero no quería reaccionar. Ella seguía actuando de forma
natural con su nueva novia. Quería decirles a todos, que no le importaba
nada de lo que dijeran o pensaran. Quería vivir su mundo irreal. La
abrazaba delante de todos y hasta cantaban juntas, salían juntas, hacían
retos y otros juegos más.
Las cosas cambiaron, ya que luego de volver de vacaciones con sus
padres, las cosas se pusieron feas en su casa. Mía solo quería ser libre, que
sus padres no se metieran en su vida y se rebeló aún más. Comenzó a
dormir poco y si dormía era de día. Dejó de comer y si comía eran pocas
cosas que no la alimentaban. La relación con esa chica duró seis meses.
Fueron días tóxicos y dañinos para Mía, pero en ese momento no lo
notaba y no quería aceptarlo. En su mundo de adolescente, ilusorio creía
26
que era su amor verdadero y hasta decía que se iba a casar con ella y bla
bla bla. ¡Qué desorden mental!
En esos días ella tuvo una charla con una profesora del colegio y esta
le dijo que, si volvía a estudiar allí, sería con reglas y condiciones. Para
ayudarla a salir de su mundo, y terminar esa relación tóxica, dañina y
enfermiza, los profesores y los padres le dieron la opción de mudarse a
otro colegio, a lo que Mía accedió. Se hicieron los preparativos de la
mudanza y se mudó de colegio y de ciudad. Sus padres buscaban hacer
cualquier cosa para alejarla y ayudarla. Y a días de empezar clases en el
nuevo colegio, su papá tuvo que quitarle el teléfono para que no tuviera
más contacto con esa chica. Esto permitió que poco a poco ella se alejará
y pronto terminara esa relación enfermiza de adolescente.
En ese tiempo mientras el padre de Mía tenía su teléfono, descubrió
mensajes, e informaciones sobre aquella relación. Su padre la dejó sin su
teléfono por unos tres meses que estaban condicionados a su
comportamiento. En el nuevo colegio no podía usar zarcillos y esto la
obligó a abandonarlos por un tiempo. El ambiente del nuevo colegio hizo
que mejorara en algunos aspectos, pero una mejora solo por unos días.
Allí buscó más de Dios y se integró más a las actividades de la iglesia.
Hasta parecía que había dejado toda su rebeldía en el pasado. Comenzó a
ver las cosas diferentes. Estaba más enfocada en sus estudios, en su nueva
vida, en nuevos amigos y en la música. Sentía ahora mariposas por un
chico que le parecía lindo, pero no llegó a nada con él porque este gustaba
de otra chica.
Sus padres le consiguieron una nueva psicóloga para ayudarla en su
aparente desviación sexual. Esta psicóloga la estaba ayudando, incluso con
el tema del abuso sexual. Le daba tareas de quemar lo que escribía y así
soltarlo. Eso lo hizo como tres veces. Entre las terapias incluía acuchillar
una almohada para drenar la ira que sentía hacia el monstruo. Y Mía se dio
cuenta que sí funcionaba de momentos, pero luego decaía porque ya había
comenzado a autolesionarse varias partes de su cuerpo.
La vida de Mía era un sube y baja de emociones como una montaña
rusa. Cada vez se hundía más. Cada día vivía más en un mundo extraño.
Era irónico, porque no era normal que una joven de casi 15 años estuviera
pasando por todo eso. Pero, aunque la vida a veces parece no tener
sentido, todo sucede por una razón. A pesar de todo, Dios ama a sus hijos
y siempre tiene un propósito para cada uno. Y en medio de todo hay que
levantarse y seguir “pa lante como el elefante”.

27
5
Capítulo

Auto daños

La vida era muy difícil para Mía. Desde que había sido víctima del abuso
sexual, nada le provocaba dolor físico. Nada de lo que la hacía a su cuerpo
le dolía, ni le importaba. Esta etapa tan dolorosa que había comenzado
con unos simples rasguños en su muñeca izquierda ahora eran más
intensos.
De los rasguños pasó a clavarse puntas de lápices o portaminas para
dejarse rayas en la muñeca. Sus compañeras de clase lo hacían por
diversión, pero ella no lo hacía por eso, sino que lo hacía cuando se sentía
mal o cuando estaba molesta. Era su insana salida en un mundo lleno de
problemas. Era la manera de drenar sus emociones y rebeldías.

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Luego cambió los daños de la muñeca por las piernas. Empezó
haciéndose rayas con los lápices con punta fina, hasta que lo cambió por
cuchillos. Cada vez se hacía marcas más profundas y notorias. Pero como
nadie le revisaba las piernas y no le gustaba andar en short, le daba igual,
lo que pasara. Mía no se cortaba para llamar la atención de otros, por eso
prefería hacerlo en zonas ocultas. Ella poco iba a la playa, y esto era bueno
para esconder esas horribles cicatrices ensangrentadas.
Los cortes siguieron empeorando al paso de los años, 2013, 2014, hasta
el 2015. Jamás había hablado de eso con ningún adulto y mucho menos
con sus padres. Al contrario, no deseaba que supieran porque no la
entenderían. Luego cambió los cuchillos por las hojillas, y desde allí logró
descubrir la puerta que la hacía según ella, sentirse mejor… Cerraba su
puerta con seguro; agarraba la hojilla de su escondite, y se cortaba varias
veces sobre su piel blanca. El dejar la sangre caer por sus piernas, era algo
normal. Amaba ver la sangre de color rojo tirando a vino tinto. Le daba
placer visual, además de satisfacción. Así repetía el mismo ciclo hasta que
sentía en su cuerpo calma y tranquilidad.

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Hay muchas maneras de llamar al trastorno de automutilación, el cual consiste en
hacerse daño a sí mismo. Las lesiones pueden ser menores o ser graves, dejando bien
sea, cicatrices leves, permanentes o causando problemas de salud. Algunas de las
automutilaciones más comunes son:
 Cortarse, ya sea con navaja, cuchillo, u otro objeto filoso que sirva o no para
cortar la piel.
 Golpearse a sí mismo o a cosas, como, por ejemplo; muro, pared o piso.
 Quemarse con cigarrillos, fósforos, velas.
 Arrancarse el cabello.
 Insertar objetos a través de orificios corporales
 Quebrarse huesos o provocarse moretones.
Esto no es denominado una enfermedad mental. Es una conducta, una forma dañina
de enfrentar los sentimientos. Existen casos en personas con alguna enfermedad mental
que acuden a las automutilaciones. Estas personas no buscan suicidarse al lastimarse,
pero si están poniendo en peligro su vida si no son tratadas, porque hay un hilo muy
delgado entre la automutilación y la autoeliminación.
Hay una cantidad de motivos del porque se lastiman, pero aquí solo aplican:
bloquear recuerdos difíciles, liberar sentimientos y castigarse a sí mismos. Este asunto
después de unos meses… se convierte en un vicio repetitivo más frecuente, difícil de salir,
aunque no imposible.
La forma más rápida de ayudar a un adolescente en esta situación es, hablando no
de manera de crítica o de juzgar, si no como amigo o conocido preocupado que no desea
que eso empeore y termine en una autoeliminación, para que así esa joven, adulto o niño
tenga el tratamiento adecuado con un especialista del tema.
Tomado de: Autolesión: https://medlineplus.gov/spanish/selfharm.html
Las automutilaciones en la adolescencia, cómo reconocerlas y tratarlas: Arch.
Pediatr.Urug. vol.89 no.1 Montevideo feb. 2018
http://dx.doi.org/10.31134/ap.89.1.7
http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-
12492018000100036
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Mía, fue combinando los cortes con mordidas en sus dedos, brazos o
piernas, de forma tan fuerte, que se le notaban los morados. Incluso en el
nuevo colegio tuvieron que llevarla al médico para que le vieran esos
morados que ya eran hematomas, (manchas en la piel de color ya sea: azul
o morado, debido a una acumulación de algún líquido en la piel, en este
caso sangre). Dejó de comer y si comía era muy poco. Solo tomaba
líquidos. Empezó a fumar, no lo hacía seguido, pero lo hacía. Se
desmayaba más a menudo en el colegio, y ya no era la joven rellenita ni
con fuerza corporal. Estaba perdiendo peso y cada día se le veía ojerosa.

Un día en un intento de ir más allá, tal vez para drogarse o quizás para
hacerse algún daño corporal, se tomó cierta cantidad de pastillas de
diferentes nombres. La reacción que tomó su organismo simplemente fue
dormir. No le ocurrió nada y creyó que las pastillas no eran una forma de
auto mutilarse y descartó esa opción.
A sus padres les aparentaba que todo estaba normal. Estaba feliz
cuando la visitaban, pero ella seguía sin comer. Y si comía iba al baño y se
metía los dedos para vomitar. Al principio le daba grima y no le gustaba la
sensación porque era incomoda, pero luego de unos días practicando lo
mismo le empezó a gustar y descubrió otra puerta nueva que la hacía sentir
mejor. Le gustaba la sensación que esto dejaba en su cuerpo. Repetía lo
mismo siempre. Comía, pero iba al baño con la excusa que se sentía mal,
que era por su menstruación o que deseaba ir a orinar, y así se metía los
dedos y vomitaba. Muchas veces lo intentaba y fracasaba. Solo quedaba
con la sensación de náuseas, dado a que no todas las comidas, eran fáciles
de vomitar. Solo pensaba que lo haría y nadie más lo sabría.
Una tarde, mientras cenaba sin necesidad de meterse los dedos, sintió
el vómito ya a punto de salir. Salió corriendo al baño y vomitó todo lo que
había ingerido. Solo tenía tiempo para secarse los bordes de los labios,
porque trataba de pararse para irse, pero volvía a vomitar una y otra vez.
Así estuvo vomitando por varias veces, hasta que, al toser, notó algo de
sangre en su mano y boca, a lo que trató de tomar agua, pero también la
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vomitó. Ahora esta vez ya sintió un dolor en el epigastrio (boca del
estómago) y con manchas de sangre… Se alarmó, pero luego de unos
minutos lo obvió. Le daba igual si se moría o si seguía viva. Ella pensaba
que estaba viva por inercia, porque no quería ni tenía ganas de seguir
viviendo.
Su rebeldía llegó a tal punto que ya no deseaba seguir en su nuevo
colegio. Hizo hasta lo imposible para que la expulsaran. Se portaba mal,
no sacaba las mejores notas, era grosera con los profesores y hasta llegó a
besarse con un chico mayor que ella, solo para que la vieran y la expulsaran
de ese lugar. Y sí lo consiguió. No la expulsaron de forma directa, pero se
la entregaron a su papá para que le atendieran su salud y su
comportamiento.
De nuevo fue a JARMA donde vivían sus padres, sin terminar sus
últimos tres meses de clases que le faltaban para terminar su año escolar.
Muchas cosas se hablaban sobre ella, pero a ninguno de esas cosas le dio
importancia, ya que todo lo que dijeran de ella le importaba un rábano.
Desde un embarazo, hasta un hombre en su cuarto eran parte de los
comentarios.

……

Ya habían pasado unas semanas desde que había llegado a su casa y se


la pasaba observando películas y series de TV. En esa soledad de las
noches sin dormir, descubrió la que llegaría a ser su película favorita:
Abzurdah. Ahora cuando se paraba a verse al espejo veía una figura más
delgada pero aun así quería más.
Sus ojos ya no se veían llenos de vida, sino que estaban apagados, llenos
de ojeras y bolsas. Aunque Mía seguía buscando la perfección de su
cuerpo, seguía haciéndose daño. Pero ahora agregaba algo de emoción al
asunto. Se hacía los cortes seguidos en el mismo lugar hasta que tuviera
toda la pierna llena de sangre, mientras se veía frente al espejo de su cuarto.
Y si le empezaba a salir una concha o costra en la cicatriz, se la quitaba y
volvía a pasar la hojilla sobre ella. Tenía un concepto muy triste y
equivocado de la vida.
Sus cortes, sus heridas, su silencio, el no dormir, combinado de no
comer y provocarse vómitos a la fuerza, hizo que entrará en una
enfermedad común en muchos adolescentes: anorexia y bulimia.

32
33
6
Capítulo

¡Peligro!

Mía había perdido el apetito. No deseaba ni siquiera tomar agua. Solo


quería estar encerrada en su cuarto y que nadie le invadiera su espacio. En
todo, esto era como si la existencia del amor y la familia en su vida era
nula. Sus padres buscaban ayudarla, sacarla, llevarla a la psicóloga, oraban
por ella y con ella, pero nada le importaba. Era como si estuviera muerta
en vida; encerrada en un mundo hipnótico, miserable y destructivo.
Había perdido peso y su abdomen ahora era plano. Sus piernas se
habían vuelto delgadas y podía agarrar su muñeca con su mano y
encerrarla con facilidad en un círculo. Su mamá buscaba de cualquier
forma de que ella comiera. Le daba opciones de cosas para comer. Y
aunque le ofrecía hamburguesa o pizza, alimentos preferidos por Mía,
nada de eso le llamaba la atención. Ya no era una chica de buen comer.
Solo prefería no comer y ya. De hecho, le molestaba tener que comer 3
veces al día. Tenía trastornos alimenticios, y ataques de ansiedad, pero ella
no lo presentía. Sus padres sufrían le hablaban y buscaban ayudarla, pero
ella no aceptaba ayuda. Al contrario, odiaba cuando trataban de ayudarla.

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Una crisis de ansiedad, te da angustia leve, miedo, aceleración del ritmo cardíaco, y
puede estar combinado algunas veces con crisis de pánico. En cada persona estos
síntomas pueden variar, porque va desde un simple mareo hasta alucinar, sin poder
respirar bien, sudoración, temblores hasta desmayos.
¿Qué se puede hacer ante una crisis de ansiedad?
Primero que todo, si no estás informado sobre el tema, lo más recomendado es pedir
ayuda. Debes tratar de mantenerte sereno, tratar de respirar de forma calmada usando
la técnica de: Inspira por la nariz y exhala por la boca de una manera rítmica pero
pausado. Luego busca ver un psicólogo, orientador o psiquiatra. Muchas veces estas
crisis suceden porque algo lo desencadena, y así el especialista evaluará si es necesario
algún uso de un fármaco o si solo requerirá de alguna terapia psicológica.
Crisis de ansiedad, https://www.sanitas.es/sanitas/seguros/es/particulares/
biblioteca-de-salud/psicologia/crisis-ansiedad.html
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Cada vez que a Mía le daban ataques de ansiedad, reaccionaba de la
única manera que sabía. Drenaba su ira o lo que sentía, lastimándose.
Mientras se veía al espejo, solo tenía nuevas cicatrices notorias y muy
profundas en su piel. En muchas oportunidades cuando tenía la hojilla o
el cuchillo sobre su piel, ella misma se decía que debía parar. Ya no podía
más. Ella misma se pedía ayuda, era como si ella misma estuviera atrapada
en ella. Muchas veces tenía llantos sin razón, solo porque no quería seguir
lastimándose. Era como si no sirviera de nada, porque la parte de ella que
pedía ayuda a gritos, era dominada por la que disfrutaba auto mutilarse.
Hasta llegó a pensar que era bipolar en su momento por sentirse así.
La comida al paso de los días se convirtió en su peor enemiga. Cada vez
que podía se pesaba. Y siempre que lo hacía se quitaba todo, para no
molestarse. Sus 50 kilos le molestaban y fue bajando rápidamente hasta
llegar a los 40 kilos. Cuando se miraba al espejo se decía que su objetivo
era pesar 20 kilos; verse súper delgada. Deseaba tener una mini cinturita;
agarrar las piernas con sus dos manos en forma de círculo, donde solo se
le notarán los huesos. Para ella eso era la belleza total.
Sin darse cuenta, se estaba matando de forma lenta porque no quería
aceptar ninguna ayuda. Su salud era un caos y podía ir directo al hospital.
El peso ya no le marcaba un número, ahora ponía en letras mayúsculas
¡PELIGRO!

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Entre tantas cosas que veía por internet, descubrió varias historias de
jóvenes como ella que deseaban la perfección. Descubrió que esto tenía
un nombre: anorexia y bulimia. Pero como las páginas que veía solo decían
que los demás eran los anormales y que ellos eran los normales, no le
importó mucho. Querer ser perfecta y dejar de comer. Era tan común
como que de la gallina vienen los huevos. Y entre más se adentraba al tema
quería ser aún y aún más delgada. Y aunque veía artículos que decían que
esas dos enfermedades provocaban la muerte, no le importaba. Era como
si quisiera morir, lentamente.
Una madrugada, como a las 2 am, Mía estaba despierta viendo videos
en YouTube. De repente vio una portada en donde salía una actriz que
ella ya conocía, de la serie llamada “casi ángeles”, y decidió darle CLICK.
Era una película divertida para ella. Como le gustaba ver actuar a esa actriz,
la dejó correr. Y así conoció su película favorita.

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Abzurdah, trata de la historia de Cielo Latini, una adolescente de clase media
acomodada, que conoce a un chico, nueve años mayor que ella por Internet y se enamora
obsesivamente. La relación se vuelve cada vez más enfermiza, y destructiva hasta llegar

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a límites insostenibles. Fue sacada en el 2015, y su género es Drama/Romance. Dura
1h 30 minutos y la actriz protagonista se llama María Eugenia Suárez, conocida como
la China. La película es Argentina; aunque primero salió el libro y tuvo su debut en
Argentina en el 2006.
Los temas principales son: Anorexia nerviosa, bulimia, autolesión, trastorno y
límite de la personalidad. Se caracteriza por estados de ánimo, comportamiento y
relaciones inestables; sus síntomas son: inestabilidad emocional, inseguridad,
impulsividad y dificultades en las relaciones sociales. El libro es la autobiografía de
Cielo Latini.
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Cuando Mía vio todo esto le llamó mucho la atención. Se fijó en lo que
quería ver. En las partes de los cortes, la anorexia y bulimia, y en la canción
titulada: “Trátame suavemente” de Soda estéreo. Canción que luego robó su
corazón. Comenzó a buscar en blogs para conocer más sobre esta historia.
Luego comenzó a buscar el libro porque quería leerlo. Al principio solo
encontró una parte y hasta allí lo leyó. Pero luego un amigo se lo regaló
en físico, y así se convirtió en su libro favorito.

37
7
Capítulo

Bulimia y Anorexia

Muchos jóvenes y adolescentes no escuchan consejos y esto los lleva a


sumergirse cada vez más en situaciones dolorosas. Hay tantas cosas
llamativas que más temprano que tarde, dan sus nefastos frutos. Influyen
y controlan la vida de una manera poderosa hasta por varios años. Y esto
también afectó la vida de Mía. Sus padres le aconsejaban y trataban de
espantarle los monstruos que podían atormentarla, pero mientras ellos
dormían, ella clara o no de su situación, los llamaba.
Se dedicó a buscar en Internet cosas para ser la princesa perfecta. Y
encontró un blog que le llamó profundamente la atención. Al adentrarse
más al blog, empezó a guardar en su cabeza las cosas importantes para ser
la princesa perfecta de Ana y Mía. Su teléfono y la computadora de
escritorio de la sala se llenó sobre esos temas, buscando ser la anoréxica y
bulímica perfecta.

38
Lo primero que ella leyó fue, ¿Cómo vomitar? De allí entendió que no
todo es fácil de vomitar y todo tuvo lógica en ese momento, ya que en sus
principios de meterse los dedos se le hacía complicado vomitar, mientras
que ahora ya le era más fácil. Ya muchas veces ni tenía que meter el dedo
para masajear la campanilla. Mientras leía como hacerlo de forma más
fácil, lo iba haciendo paso por paso hasta que vomitó lo poco que tenía en
su estómago. Lo siguiente que hizo fue leer los mandamientos de Ana,
que la llevaron a un mayor caos.
Los 10 mandamientos de ANA
1. Si no estás delgada, no eres atractiva.
2. Estar delgada es más importante que estar sana.
3. Muere de hambre, lo que sea para parecer más delgada.
4. No comerás sin sentirte culpable.
5. Contarás las calorías y limitarás tus comidas.
6. Los designios de la báscula son los únicos importantes.
7. Perder peso es bueno, engordar es malo.
8. Nunca se está lo suficientemente delgada.
9. Ser delgada, no comer demuestra la única fuerza de voluntad.
10. Amarás tu báscula y tus huesos sobre todas las cosas.

El mandamiento número 8, que se toca en la película de Abzurdah llegó


a ser su Hakuna Matata. Mía lo volvió como su ley de vida y por eso
siempre quería más y más… Antes ella casi no vomitaba porque prefería
no comer, pero ahora teniendo de su lado a Ana y a Mía, empezó a vomitar
como si fuera igual a cepillarse todos los días.
Se metía los dedos y el cepillo dental, o simplemente el vómito venía
solo sin hacer nada. Ahora todo era más fácil, ya que no tenía días ni
semanas en eso. Ya llevaba casi un año practicando la técnica de meterse
los dedos para vaciar su estómago.

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La anorexia es un trastorno de la alimentación que se identifica por medio del peso
corporal anormalmente bajo, el temor al subir y la distorsión de su cuerpo frente al
espejo. La bulimia es un trastorno de la alimentación, donde la persona que la sufre al
terminar de comer debe vomitar debido a su sentimiento de culpa por comer. Estas dos
enfermedades juntas son como una bomba a punto de estallar, y solo se pueden alimentar
de agua y algunas veces se mezcla con cigarrillos y licor.

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Algunos síntomas físicos son:
 Pérdida de peso excesiva.
 Fatiga.
 Insomnio.
 Mareos o desmayos.
 Pérdida de cabello.
 Ausencia de menstruación.
 Estreñimiento y dolor abdominal.
 Piel seca o amarilla.
 No soportar el frío.
 Ritmo cardíaco irregular.
 Deshidratación.
 Mal olor en la boca o manchas en los dientes de tantas veces que se ha vomitado.
 Enfermedades derivadas a eso, como la Anemia.
Algunos síntomas emocionales son:
 Se prohíben la ingesta de comida.
 Hacer ejercicios de forma excesiva.
 Saltar las comidas o no comer.
 Poner excusas para no comer.
 Tener técnicas para no mantener por tanto rato la comida en la boca o en el
estómago, ya sea escupiendo o corriendo al baño como si fueras a orinar y meterte
los dedos y vomitar.
 No comer en público.
 Mentir sobre si comió y la cantidad de comida.
 Sentir temor a subir de peso, por eso se pesan siempre.
La forma de tratar estos trastornos, son con un psicólogo. Y dependiendo qué tan
avanzados estén los síntomas, puedes ser referido al psiquiatra, y ellos determinarán si
necesitas algún tratamiento externo a ellos, ya sea internarte a un hospital psiquiátrico,
medicarte con pastillas recetadas por ellos, o simplemente con terapias de aceptación y
de autoayuda a la autoestima.
Las causas de la anorexia y bulimia son desconocidas hasta ahora. Tal vez es una
mezcla de los 3 factores juntos, o tal vez sea algo externo a ello. Sus 3 factores son: el
biológico, psicológico y el del entorno. El biológico se trata de algún cambio genético de
la persona que haga que padezca de anorexia. El psicológico suelen sufrirlo las personas

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que tienen una personalidad obsesiva compulsiva que se les facilita el no comer, seguir
dietas y vomitar. Además, aquí entran los altos niveles de ansiedad.
Y el último que es el entorno, es cuando la presión de grupo te fomenta o te obliga a
que si no estás delgado no eres alguien normal. Y esto afecta más a las mujeres.
Tomado de: Anorexia nerviosa: https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-
conditions/anorexia-nervosa/symptoms-causes/syc-20353591
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En el caso de Mía, cada día se


incrementaban sus ganas de querer ser
más y más delgada. Y su mejor salida
para sentirse mejor era comiendo sin
parar muchas cosas, en su mayoría
dulces, para luego sentirse culpable y
vomitar. En algunas ocasiones solo
tomaba jugo o agua para vomitarlo y
sentirse vacía; por ende, sentirse
delgada y hermosa. Lo que ella no
notaba era que se estaba enfermando.
No solo física sino también
psicológicamente. No le importaba si
el siguiente día amanecía viva.
Y aunque no le veía sentido a su
vida, algo la ayudaba a tener fuerzas
cada día en el infierno que vivía. Y
claro que era un ser muy grande. Era Dios, que, aunque lo odiaba y no lo
viera, en ese momento era su motor, y quien tenía un plan especial para
ella, como también lo tiene para cada ser humano.
A mediados del año 2016, Mía llegó a pesar entre 35 a 38 kilos, cuando
su peso normal era entra 55 a 60 kilos. Nunca fue una persona gorda. Solo
era rellenita y siempre tuvo una buena figura. Ella era pequeña, no creció
más de 1,55 cm. Su piel era de color mestizo, una combinación de blanca
con morena. Sus ojos eran marrones casi tirando a café y siempre estaban
activos y llenos de vida. Sus piernas siempre fueron rellenitas, pero con
forma. Su cabello castaño oscuro y ondulado en las puntas. Tenía más
cintura que cadera y un hermoso cuerpo hermoso que ella no aceptaba.
Pero en sus problemas y en sus inseguridades se volvió ojerosa. Llegó
a tener las piernas delgadas y se le notaban algunos huesos. Ya no tenía
41
esos ojos cafés llenos de vida, ahora estaban tristes y decaídos. La ropa le
empezó a quedar floja. Antes le gustaba salir, pero ahora prefería estar
metida dentro de las cuatro paredes de su cuarto. No le gustaba que nadie
entrará en su burbuja a tratar de sacarla de su cueva. Era muy difícil para
sus padres moverla, incluso para salir a dar algún paseo.
Sus padres preocupados por ella, al verla dormir mucho y que casi ni
comía porque comía demasiado poco durante algunas semanas, buscaron
ayuda médica y psicológica combinados con exámenes rutinarios, de
sangre, orina y de heces. De hecho, esto lo hicieron varias veces. Pero ella
cada vez vomitaba más y más. Corría a sus padres de su cuarto y no quería
que ni siquiera le hablaran ni que la molestaran tocando su puerta. Una
vez hasta quiso sacar un cuchillo que tenía escondido para agredir y matar
a su padre. Era como si su vida estuviera controlada por un demonio. Esto
permitía que podía cortarse a la hora que quisiera, tener fotos en su
teléfono de sus cortadas, tener varias hojillas y cosas con las que se
cortaba. Tenía pedazos de vidrio y espejos rotos. Y todo eso lo usaba una
y otra vez sin limpiarle la sangre. En medio de todo, Dios en su gran
misericordia y gracias a las oraciones de sus padres y de muchas personas,
le cuidaba su vida, porque nunca le dio una infección en su piel o en sus
cortadas.
Cuando sus padres fueron a retirar los resultados de unos exámenes
que le habían hecho, mostraron resultados alarmantes que la pusieron a
pensar.

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La anorexia es un trastorno de la alimentación que se identifica por medio
del peso corporal anormalmente bajo, el temor al subir y la distorsión
de su cuerpo frente al espejo.

La bulimia es un trastorno de la alimentación, donde la persona que la


sufre al terminar de comer debe vomitar debido a su sentimiento de
culpa por comer. Estas dos enfermedades juntas son como una
bomba a punto de estallar, y solo se pueden alimentar de agua y
algunas veces se mezcla con cigarrillos y licor.
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43
8
Capítulo

Muy enferma…

Los exámenes del laboratorio reflejaron que Mía no estaba bien de


salud. Los exámenes mostraron principios de anemia, dado que la
hemoglobina estaba más baja de lo normal. Estaba entre 8 y 9g/dl. Se
considera que hay anemia si los valores de hemoglobina son inferiores a
estos: Hombres adultos: 13 g/dl; Mujeres adultas: 12 g/dl;
Embarazadas: 11 g/dl. En adolescentes está entre 12-14 g/dl.
La doctora les indicó, que hay varios tipos de anemia y por lo observado
era una anemia ferropriva. Esto los asustó a todos. La doctora les
mencionó a Mía y a sus padres: “Si ella no cuida la salud, la anemia le
puede terminar en otros problemas más serios”. Los tres quedaron como
en shock mientras caminaban vía al carro para irse a la casa.
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¿Qué es lo peligroso de la anemia?
Si tiene anemia, su cuerpo no obtiene suficiente cantidad de sangre rica en oxígeno.
Esto puede hacer que se sienta cansado o débil. También puede tener dificultad para
respirar, mareos, dolores de cabeza o latidos cardíacos irregulares.
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Mía tuvo que pensar seriamente en su salud y en su vida. Los médicos


después de otra serie de exámenes más profundos, la colocaron en
tratamiento. Debía comer muchas cosas que le subieran la hemoglobina.
Los jugos de tomate de árbol eran una pesadilla. A unas horas específicas
debía tomarse un jarabe que sabía horrible. Era como pasar la lengua por
un tubo de hierro, pero oxidado. Además, que ese jarabe podía manchar
sus dientes. Era fuerte con un componente de Sulfato de hierro. También
debía unirlo con Farma-D y ácido fólico…
Y sobre la comida, hacía lo mismo. Comía y vomitaba, pero con más
castigos. Ahora se golpeaba el estómago, y se daba cachetadas diciéndose
que era una débil. Debía seguir los mandamientos de Ana si quería seguir
44
en su castillo de princesas anoréxicas y bulímicas. Y mientras sus padres
se ocupaban en sus tareas o se descuidaban, ella podía botar la comida por
el sanitario o bajante de la basura. Si no simplemente la vomitaba y ya.
Además, ella no podía comer cosas con mucha grasa y eso la ayudaba a
vomitar muy fácil. Algunas verduras y frutas eran imposible de vomitar.
Muchas veces solo consiguió salir del baño con los ojos rojos y aguados
de tantas veces que insistía, pero no vomitaba. Y por eso, había un castigo
que mandaban las princesas Ana y Mía. Debía cortarse preferiblemente en
el estómago o por ende en otra parte de su cuerpo. Entonces se destrozaba
las piernas hasta verlas llenas de sangre. Duraba rato con la sangre hasta
que se secara y luego se metía al baño a lavarse o bañarse. Cualquiera de
las dos formas era válida para quitarse la sangre, pero jamás le aplicaba ni
jabón ni alcohol, nada que pudiera curarlas.
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La anemia es cuando hay menos glóbulos rojos en la sangre de lo normal. Pero la
anemia ferropriva es cuando hay una disminución de dichos glóbulos debido a la falta
de hierro en el organismo.
Sus síntomas pueden ser:
 Fatiga extrema.
 Debilidad.
 Piel seca.
 Falta de aliento o latidos del corazón muy rápidos.
 Cefalea(dolor de cabeza)
 Manos y pies fríos.
 Uñas quebradizas.
 Antojos inusuales como: Hielo, tierra, jabón.
 Falta de apetito.

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Hasta ahora Mía había presenciado algunos de esos síntomas. Siempre


tenía sueño y estaba acostada porque decía que estaba cansada y no tenía
fuerza de estar de pie. Su piel, aunque se aplicara crema corporal, se veía
muy reseca. Empezó a tener muchos ataques de ansiedad que en su
momento no había reconocido. La anemia había provocado que tuviera
un problema respiratorio. Parecía estar empezando a sufrir de asma.
Además de que vivía entre latidos irregulares de su corazón, tenía cefaleas

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continuas que luego se convirtieron a migrañas. Sus manos siempre
estaban frías, aunque la temperatura estuviera en 30 grados centígrados.
Ella tenía las manos como si estuviera la temperatura en 10 grados. Sus
uñas que siempre las había tenido largas ya no duraban porque se le
quebraban. Le gustaba comer jabón e hielo… Muchas veces mientras se
estaba bañando le metía mordiscos al jabón y se lo tragaba luego de
masticarlo. El hielo lo comía casi que todos los días. Era como el postre,
y su comida era el agua. La falta de apetito cada vez era mayor.
Ya no era una joven normal. Ahora tenía trastornos alimenticios,
insomnio, depresión, anemia, ataques de ansiedad, ira y demás. Se auto
mutilaba y pensaba que eso era lo máximo. Se creía la reina del mundo,
estando a punto de alcanzar su meta de “ser perfecta”, siguiendo las
indicaciones del blog de Ana.
Había pasado un mes y debía ir otra vez al médico para hacerse nuevos
exámenes de sangre. Ella odiaba ir al médico y mucho menos hacer
exámenes de sangre. Ahora estaba entre medicinas; comer esto y lo otro
para subir sus defensas y agujas por aquí y por allá. Varias veces sus padres
tuvieron que llevarla al médico. Los nuevos exámenes de sangre reflejaron
que su hemoglobina había subido. Ya no estaba en tanto peligro. Pero en
el fondo, no era lo que ella quería. Mía buscaba dejar de tomar el jarabe,
los jugos y los concentrados que le daba su mamá. Solo anhelaba que el
próximo examen de sangre indicara que su hemoglobina había bajado. Así
pensaba ella.
Un día agarro el frasco de vidrio donde estaba el hierro asqueroso que
tomaba y lo botó por el lavamanos. Les dijo a sus padres que se había
acabado. No quería tomarlo más. Esto le funcionó por solo un día, porque
sus padres le compraron otro. Entonces pensó que debía ir gastándolo
poco a poca para que no lo sospecharan. A veces su mamá tomaba la
cuchara y el jarabe y se lo daba, lo que no le gustaba para nada. Las veces
que podía, botaba la porción que debía tomarse y las que no se lo tomaba
a la fuerza. Como varias veces el vómito venía solo, las otras medicinas
también las dejó de tomar. Esto no era importante para ella, porque
pensaba que ya estaba bien.

46
47
9
Capítulo

La depresión y sus efectos

Una de las cosas que Mía tenía que hacer era retomar las consultas con
su psicóloga. Sus padres la llevaron casi que arrastrada porque ella no
quería salir a ningún lado y menos a la psicóloga. Incluso cuando se
enteraba que debía ir al médico o sacar algún examen de sangre, se hacia
la dormida. Cuando llegaron al consultorio, sus padres le expresan a la
psicóloga todo lo que han visto y notado en ella. Mía estaba afuera furiosa
y con una cara que quitaba el ánimo de todo. Cuando llegó su turno dijo:
¡Por fin! Así podré irme rápido de aquí. ¡Eso creía! Entró y se sentó. Pero
segundos más tarde estaba contando todo a la psicóloga, como si en el
ambiente hubiese un químico que la obligara a decirlo todo.
La psicóloga anotaba en hojas todo lo importante. Tal vez, ella buscaba
tener un respaldo de su vida. Mientras anotaba, le pidió a Mía que hiciera
unos dibujos en una hoja. Le dijo: “Haz a una persona en una hoja, un
árbol en otra y pon figuras a tu gusto en los 9 cuadritos que ves. Al que
vayas haciendo primero enuméralo y cuando termines le das un nombre”.
Siempre eran los mismos dibujitos. En el momento pensó hacer
trampa, pero no quiso hacerlo y puso lo que realmente vino a su mente.
La psicóloga detalló todos los dibujos, le hizo unas preguntas y luego le
dijo: Llama a tus padres.
Cuando ellos entraron la psicóloga les comenzó a hablar. “Ella tiene
una fuerte depresión. También tiene problemas alimenticios que yo no
puedo tratar. La enviaré con una amiga que es psiquiatra. También deben
medicarla por sus crisis de ansiedad y por el insomnio que está sufriendo.
Ella se está lastimando a sí misma, y si no se controla puede llegar al
suicidio”.
Eso no era lo que Mía deseaba oír. Ahora no era una consulta médica.
Ahora eran dos y más medicamentos que tomar. Esto no le gustaba para
nada. Uffffffffffff

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Sus padres inmediatamente sacaron cita con la psiquiatra, quien ya tenía
una agenda entre, medicinas, exámenes médicos, consultas y bla bla bla.
El día de la consulta Mía pensaba: Conoceré a una doctora que jura que
desea ayudarme, pero solo quiere el dinero. Todas siempre dicen lo
mismo. Es pérdida de tiempo. Además, que yo ni le voy a interesar. Solo
quiere el dinero que está detrás de mí”.
Igual sus padres la llevaron a la consulta psiquiátrica en el mismo
consultorio donde la veía la psicóloga. Cuando entró, observó a una
señora mayor y su esposo a su lado. Ahora no serían dos, eran tres. Mía
estaba viviendo una pesadilla. Ella se sentó y se presentó, y como si no
49
tuviera sentimientos, dijo las razones del por qué estaba allí. Le habló
sobre los problemas alimenticios que todos decían y los medicamentos
que estaba tomando. La doctora miró a su esposo. Se paró e hizo pasar a
sus padres. La puerta se cerró y sin más rodeos expresó: “Ella como muy
bien lo dijo la psicóloga, tiene una depresión severa y la ha estado
combinando con crisis de ansiedad. Quiero enfocarme ahora en el tema
depresión para así evitar lo que es la automutilación. Y si pasa algo, no
duden en llamarme para ir a su casa a la hora que sea. Para esto requiero
de su ayuda como padres. Ella debe comer. Y por sobre todo velen que
no vaya a vomitar, porque si no, la última opción será internarla en un
hospital psiquiátrico para tratar la bulimia y la anorexia”.
Además, agregó que debía seguir las terapias con la psicóloga y que
debían estar conscientes que, por la personalidad de ella, tendría siempre
bajones depresivos y más cuando tuviera la menstruación. También les
recomendó, que ella debía tener secciones psicológicas, ya que como era
más propensa a sufrir de depresión, debían estar alertas porque podría
pensar hasta en suicidarse. Luego la doctora escribió en un récipe el
nombre de 2 pastillas que solo vendían medicadas, junto con las
indicaciones para tomarlas. Una de ellas era Alprazolam de 1 mg.
Esa tarde sus padres buscaron por todas las farmacias las dos pastillas,
hasta conseguirlas. Sabían que debía empezar el tratamiento esa noche. Al
llegar a casa a la hora de la cena su mamá le dio algo para que comiera,
pero ella solo lloraba y decía que le dolía comer. No quería comer, pero
tuvo que comer a la fuerza y evitar de no vomitar a toda costa. Su mamá
le dio la medicación horas antes de las 9 de la noche para que pudiera
dormirse. La pastilla por unos días funcionó y la dormía, pero días después
ya no le funcionaba mucho.
En esas semanas papá y mamá obligaban a Mía a que comiera. Si no
acababa la comida no se paraba de la mesa. Ella podía pasar horas allí
sentada dándole vueltas a la comida y hasta llorando porque no quería
comer. No quería ser gorda de nuevo, quería ser delgada. Muchas semanas
estuvo negándose, hasta que poco a poco fue cediendo a la comida.
Algunas cosas le dejaron de gustar. Prefería vomitarlas que tenerlas en su
estómago. Comía poco, pero comía, aún con dolor al comer, pero ya sabía
en su interior que era por su bien.
Para Mía era como tener dos personas dentro de ella. Una era la buena
y otra la mala. Algunas veces comía y vomitaba lo que comía. Otras veces
comía, pero se cortaba para castigarse. Sin embargo, poco a poco fue
dejando la costumbre de vomitar o no comer. Lo había cambiado por

50
comer dos cucharadas en las tres comidas. Algo era algo, para una joven
que venía de no comer y de vomitar.
Fueron semanas duras para todos, desde comer de a poco y soportar el
dolor que le provocaba el tragar y comer. Las medicinas ya no le hacían
efecto y ya no dormía como antes. Los cortes que se hacía cada día eran
peores… Ya no eran las piernas, ahora se hacía cortadas en el tobillo,
muñeca y manos. Por todos lados habían cortadas. Mejoró muy
lentamente en su problema alimenticio, pero se veía gorda en el espejo.
Entonces pensó en hacer ejercicio hasta ponerse delgada, para que sus
padres no la vieran mal. Pero empeoro en su depresión y estuvo a punto
de traer el caos a su vida.

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La depresión es un trastorno emocional que causa un constante sentimiento de
tristeza. Se pierde el interés en todo, afectando los sentimientos, los pensamientos y el
comportamiento de la persona. El tratamiento de este trastorno es a largo plazo. No es
algo que se cura de la noche a la mañana y muchas veces debes estar medicado para
controlarlo.
Sus síntomas:
 Siempre están tristes, quieren llorar o tienen un vacío.
 Enojo y frustración.
 Pierden el interés en todo.
 Alteraciones del sueño, insomnio o dormir mucho.
 Falta de energía.
 Falta de apetito o muchas ganas de comer.
 Ansiedad.
 Lentitud para hacer cualquier actividad.
 Culpabilidad.
 Dificultad para pensar y concentrarse.
 Pensamientos suicidas y auto mutilarse.
 Dolores físicos sin razón.
Sus causas:
 Diferencias biológicas
 Química del cerebro
 Hormonas
 Rasgos hereditarios
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 Factores de riesgo (Hacen que esto aumente):
 Tener autoestima baja, ser demasiado dependiente.
 Situaciones traumáticas, como maltrato físico o abuso sexual, la muerte de algún
ser querido, etc.
 Antecedentes de depresión en su familia, trastorno bipolar, alcoholismo o suicidio.
 Ser lesbiana, gay, bisexual.
 Debido a algún otro trastorno como, el de alimentación y ansiedad.
 Abuso de alcohol o drogas.
 Ciertos medicamentos.
Puedes prevenir que esto llegue a mayores, tomando medidas para controlar el estrés
y la ansiedad; acercándote a tu familia y amigos; consiguiendo un tratamiento y
considerando tener alguna ayuda a largo plazo.
El insomnio, es un trastorno común del sueño. Las personas que lo sufren tienen
dificultad a quedarse dormidas, debido a eso duermen muy poco o mal. Pueden
provocarse por muchos factores, pero el más común es por la ansiedad, y para dejar de
sufrir por ese trastorno del sueño primero se debe tratar la ansiedad.
Fuente: Depresión, trastorno depresivo mayor, www.mayoclinic.org/es-es/diseases-
conditions/depression/symptoms-causes/syc-20356007 (febrero 03, 2018)
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Veía, le dolía, callaba y sonreía.
Veía, le dolía, sufría y no dormía.
Hasta que un día se cansó de tanta monotonía.
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10
Capítulo

Morir para resucitar

0
Pasaron los días y Mía parecía estar bien. Al menos eso aparentaba. Ya
no demostraba que tenía depresión o que necesitaba medicarse para sus
crisis de ansiedad y para dormir… Sin embargo, esa semana no había
dormido nada. Lo mucho que dormía eran de 2 a 3 horas. Ese día estaba
ayudando a su mamá con algo del día del padre y estaba ocupada. Pero su
mente y su cuerpo le decían que necesitaba dormir, porque eso le estaba
empeorando la depresión.
Desde niña siempre había tenido un amigo muy cercano. Era su mejor
amigo y que luego se convirtió como su ángel de la guarda. Eran como las
2 de la tarde de ese 16 de junio, del 2016. Como llevaba días que dormía
poco, se sentía cansada. Su mente le decía que estaba cansada de vivir esa
vida y que no podía seguir más. En ese momento estaba sola en la casa.
Podía hacer lo que quisiera. Entonces buscó en Google que pasaría si
tomaba 8 pastillas de Alprazolam de 1mg. Realmente buscaba eso porque
seguía los pensamientos negativos de su mente y quería dejar de vivir.
Aunque sabía que si no funcionaba pondría la excusa de que quería dormir
bien, ya que solo tomaba la mitad de la pastilla. Pero la búsqueda fue sin
respuestas. Entonces le escribió a su ángel de la guarda, por WhatsApp
para preguntarle sobre el asunto.

16 de Junio, 2016
2: 30 pm
Mía: Oye, quiero hacerte una pregunta
Ángel de la guarda: Dime
Mía: ¿Qué pasa si me tomó 8 pastillas de Alprazolam de 1mg? Es que estaba
buscando y no encuentro la respuesta. ¿Será peligroso?
Pasan 10 minutos
54
Ángel de la guarda: Sí, con 2 pastillas puedes quedar fuera de consciencia, ¿por
qué?
Mía: Es que me tomé 8
Ángel de la guarda: ¿Cómo? ¿Qué hiciste?
Mía: Me siento como mareada, todo se ve medio raro. Luego le mandó un audio
hablando de forma pérdida, sin sentido, explicando que está mareada y añade que lo
quiere y que ella está bien
Ángel de la guarda: Toma algo, es muy peligroso, estás en mucho peligro.
... Sin respuesta

3: 00 pm
Ángel de la guarda: Hey
Ángel de la guarda: Mía responde…
Fin del chat.

Luego de que Ángel nota que no ella no respondió más, decidió


preguntarle a su mamá por el número de teléfono de la mamá de Mía. Y
en cuestión de segundos la llamó. Le dijo: Ve a tu casa inmediatamente
que hay un serio problema con tu hija. Creo que puede estar en peligro.
Parece que se tomó algo que puede causar que esté en muchísimo peligro.

55
Cuando sus padres llegaron a la casa entraron al cuarto de Mía y la
vieron acostada y no en muy buenas condiciones. Trataron de despertarla
y la llamaban, pero ella solo balbuceaba, mientras sus ojos se veían
perdidos y su lengua caída. Solo decía cosas sin sentido. En eso se
desvaneció y no supo más de sí.
Inmediatamente sus padres llamaron al doctor y a la psiquiatra de la
familia. Mía solo decía palabras sin sentido y balbuceos. La psiquiatra les
dijo que lo más seguro es que ella se había tomado más de la dosis
recomendada de la pastilla. Les recomendó revisarla periódicamente para
ver sus reacciones, y les dijo que preguntaran o estuvieran pendientes para
verificar si ella había vomitado. (Posiblemente sí lo había hecho, pero no
había rastros). También les dijo que le avisaran de cualquier novedad.
Luego acotó: Busquen las pastillas y escóndanlas, porque tal vez este fue
un intento de suicidio. Y aunque los padres estuvieron muy pendientes de
la situación, y la movían y la llamaban cada rato, no hubo una gran
reacción ni favorable ni desfavorable. Esa noche sus padres poco
durmieron. Se intercambiaban periodos de descanso para vigilarla,
esperando cualquier reacción para salir de emergencia al médico.
Al día siguiente, sus padres esperan que, al llamar a Mía, ella responda
tranquilamente, sin balbuceos y diciendo algo lógico. Pero
lamentablemente consiguieron la misma respuesta. Y al ver eso,
preocupados, deciden llamar nuevamente a la psiquiatra. La doctora les
recomendó que si la situación continuaba la llamaran para ir a verla. Pero
ya al pasar el mediodía Mía comenzó a decir cosas más coherentes, pero
sin pararse de la cama. Solo decía tengo mucho sueño, cosa que seguía
preocupando mucho a sus padres. Mía seguía durmiendo mientras sus
padres mantenían comunicación con los doctores para ver sus reacciones.
La psiquiatra les dijo que había que esperar que el efecto de la dosis pasara.
Sin embargo, sus padres estaban muy pendientes de la situación y de
cualquier reacción.
Al otro día por la mañana ya Mía se levantó, pero sin recordar qué había
pasado. Tomó su teléfono y se dio cuenta que había muchos mensajes de
preocupación de Ángel. Al leerlos recordó que había ingerido varias
pastillas. Había intentado quitarse su vida. Tenía mucha cefalea y sed. No
se había percatado de que ya habían pasado dos días y trató de recordar lo
que había pasado el 16 en la tarde. Por la misericordia de Dios su plan no
había funcionado. Seguía viva. No había logrado su propósito. Murió por
varias horas para luego revivir. Y eso no era lo que ella estaba buscando.
Ella no quería revivir. Solo pocas horas le había durado el efecto del
Alprazolam de 1mg. En medio de todo esto solo consiguió que su mamá

56
le escondiera las pastillas y que sus padres la mantuvieran vigilada. Y por
su parte la psiquiatra le puso más terapias.
Aunque su plan no funcionó, esto le hizo entrar en razón. Pero trataba
de obviar de eso. En el fondo Dios la estaba protegiendo, porque tenía un
miedo que no la dejaba clavarse la hojilla o un cuchillo en el cuello, ni
mucho menos la dejaba cortarse las venas. Por eso ya había tratado de
auto eliminarse dos veces con pastillas, sin éxito.
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El Alprazolam, también conocido como Xanax, es un fármaco que pertenece a la
familia de las Benzodiacepinas y se utiliza para el tratamiento de los estados de
ansiedad, especialmente en las crisis de angustia, agorafobia, ataques de pánico y estrés
intenso, y eso también es un relajante del cerebro que puede ayudarte a dormir con más
facilidad.
La sobredosis de este fármaco es muy peligrosa. Los síntomas de una sobredosis
pueden incluir somnolencia extrema, confusión, debilidad muscular, pérdida del
equilibrio o la coordinación, sensación de desvanecimiento y desmayo.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Alprazolam
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La psiquiatra de Mía al ver


lo que había hecho, decidió
cambiarle el tratamiento y las
pastillas. Le recetó una
nueva pastilla que ayudaba a
la ansiedad, y a tener la
hormona del sueño, para
lograr dormir más fácil. La
pastilla era más suave para su
organismo. Su mamá guardó
muy bien la caja que le
quedaba del Alprazolam
para que Mía no las
consiguiera. La nueva
pastilla ayudaba, pero no
tanto. Ella dormía, pero muy
tarde por la noche. No podía
lograr dormirse antes.

57
Mía seguía en terapias con la psicóloga y la psiquiatra. En el tema de la
depresión estas dos doctoras le ayudaron a controlarse. No al 100%, pero
tal vez un 50%. Sus ataques de ansiedad los lograba controlar con las
pastillas que tomaba diariamente, pero igual no quería tomarlas.
Un día ella decidió que no quería seguir con la psiquiatra y en su cara
se lo hizo saber. No estaba de acuerdo con ella. Y la doctora le dijo que
ella estaba tomando esa decisión a riesgo de su propia vida y que estaba
corriendo el riesgo que cometiera alguna locura peor. Sus padres la
animaron a continuar con la doctora, pero ella no quiso. A tal reacción
accedieron a su decisión, pero con mucha preocupación. Mía era de
carácter muy fuerte, más que sus padres juntos. Y cuando decía que no
nadie podía hacerla cambiar de opinión.
Al paso de las semanas, cuando todo parecía normal, un día viernes,
Mía cayó en otra crisis. Estuvo todo el día llorando a cada rato, y sin querer
comer. Al otro día, sábado en la mañana fue con sus padres a la iglesia.
Cuando llegó de la iglesia se encerró en su cuarto sin querer almorzar y
tuvo otra crisis peor que la del día anterior. Tomó una hojilla y se volvió
a cortar sus piernas y no se limpió la sangre. En su crisis no se percató que
su camisa había quedado manchada de sangre. Su mamá tocó la puerta
porque quería saber cómo estaba. Cuando ella abrió la puerta su mamá se
dio cuenta de la situación. Su mamá trató de levantar su camisa a lo que
ella se rehusó.
No se podía ocultar esta situación. Sus piernas estaban llenas de
cortadas con sangre. Enseguida sus padres llamaron a la psiquiatra que
Mía había rechazado, para que fuera a su casa para ver si podía ayudar a
su hija. Las cortadas eran más profundas. También se hizo cortes en los
tobillos y todas eran profundas. Eran las más profundas hasta ahora. Su
padre había salido a salido a buscar la doctora. Y Mía entre lágrimas y la
sangre que le corría por las piernas, salió llorando a la cocina donde se
encontraba su mamá. Cuando vio a su mamá se suelta a llorar mientras le
decía que la ayudará mostrándole las manos y las piernas…
Su madre comienza a llorar con ella. La abraza y trata de calmarla
mientras esperaban por la doctora. Cuando entró la psiquiatra, todos se
sentaron en la sala mientras la doctora comenzó preguntaba qué había
sucedido y por qué lo había hecho. La mamá contó lo que había sucedido
y Mía sin decir palabras solo le mostró las cortadas… A lo que la doctora
tiene una mini terapia esa noche del sábado con ella, y en todo eso, le da
una pastilla para que pueda tranquilizarse y dormir sin tener otra crisis.

58
Mía quedó más calmada, luego que la psiquiatra se fue. Se le notaba más
calmada. Su mamá le ayudó a limpiarse las cicatrices y las manos, para que
no se le infectarán. Esa noche después de todo lo sucedido, sus padres
oraron con ella y Mía logró dormir bien con tranquilidad.
Estuvo meses en tratamiento para controlar las crisis logrando
superarla por un tiempo. Tenía sus crisis de llanto, pero ya no se lastimaba.
Así estuvo por un largo tiempo, todo en calma. Hasta logró recuperar su
peso corporal, ya no pesaba 35 kilos, ahora pesaba 55 kilos, y comía un
poco más.

59
11
Capítulo

Errores

0 Faltaban pocos días para empezar el nuevo año escolar. Había


emociones encontradas para ir de nuevo al colegio y estar de nuevo con
sus amigos. Sin embargo, Mía no podía sacar de su mente todo lo
acontecido con el monstruo de su niñez. En esos días ella había decidido
llamar al monstruo. Indagó y consiguió su número de teléfono. Ella estaba
pensando enfrentar la situación para tratar de sanar su mente y también
para cerrar ese capítulo. Cuando escuchó su voz quedó paralizada. Era él,
tenía años sin oírle la voz. Cuando escuchó su voz no sintió nada hacía él.
Era algo impresionante para ella. No sintió la rabia que tenía por años.
Solo se quedó como en shock al escucharlo.
Luego de escuchar su voz, ella le dice: Soy Mía y solo te estoy llamando
para decirte que te perdono, y espero puedas perdonarme también. El
monstruo le respondió: “Bueno tenía mucho tiempo sin saber de ti.
Tranquila, espero tú puedas perdonarme a mí, yo no tengo que perdonarte
a ti y me gustaría verte algún día a solas para responderte algunas
preguntas”.
Cuando ella oyó eso, enseguida se le revolvieron los pensamientos y sin
pensarlo le cuelga luego de despedirse. Al colgar sintió como si un peso
de encima se le cayera. Ese nudo invisible en su cuello ya no estaba. Sintió
paz luego de muchos años sobre ese tema. Sintió que el tratar de perdonar
era la mejor medicina para su mente.
El primer día que Mía volvió a clases, se lo encontró en su colegio.
Cuando lo vio quedó paralizada, porque no esperaba verlo más.
Rápidamente le pasó por un lado, mientras mantenía la fuerza para no
desmayarse o ponerse a temblar del miedo. Ella sintió que él la estaba
mirando fijamente y salió corriendo donde estaba una amiga para
expresarle que ese hombre la estaba persiguiendo. Ambas chicas se
esconden hasta que lo vieron salir del colegio.
60
A la mañana siguiente, recibe una llamada en su celular. Era un número
desconocido. Cuando respondió se dio cuenta que era la voz del
monstruo. El monstruo la estaba llamando para saber si ella estaba en
colegio. El monstruo le decía que quería hablar con ella. Le dijo: estoy
fuera y como ayer te vi quería saber si podemos hablar, te espero hasta
que salgas.
Ella en ese momento una vez más quedó paralizada. Rápidamente le
dijo a una amiga que le gritará algo cerca del teléfono para así decir que no
podía hablar. Y así fue. Ella le cortó la llamada. Luego Mía se quedó
pensando y entendió que ella había cometido un error. Lo había llamado
de su teléfono y ahora el monstruo ya sabía cuál era su número. Por eso
al llegar a su casa le contó todo eso a su mamá quien le dijo que, si la volvía
a llamar, tomaría cartas en el asunto.
Era su último año del colegio de grado 11 y quería disfrutarlo al
máximo… Hizo un nuevo “grupote” pero esta vez se llamaban la secta.
No era una secta satánica, solo la llamaron así. En total eran 7 personas. 3
varones y 4 hembras y todos tenían apodos entre ellos. Hacían tareas,
retos, salidas y juegos. Con los varones de la secta comenzó a tomar
pastillas estimulantes de diversas clases, incluso hasta inhalar pastillas.
Nuevamente recordó que en su casa tenía el Alprazolam, y decidió una
tarde ponerse a buscar las pastillas que su mamá tenía escondida. Rebusco
y rebuscó hasta que las consiguió.
Los chicos del colegio ya eran varios que tomaban pastillas para tratar
de drogarse o sentir algún efecto. Mía llevó las pastillas y unos 10 chicos
ingirieron los antidepresivos. Un chico ingirió una dosis de pastillas a tal
punto que tuvieron que ir a buscarlo porque se estaba durmiendo y con
manifestaciones extrañas. Esto no duró por mucho tiempo porque la
directiva del colegio lo descubrió y tuvieron que parar eso. A la mamá de
Mía la llamaron para ponerla al tanto de la situación. Eran días en que los
padres de Mía ya no sabían qué esperar de ella en cualquier momento.
Las reuniones de la secta eran de bailes, y algunas veces esas reuniones
se volvieron sexuales entre los participantes. Había una chica bisexual y
un chico gay, pero no todos participaban. Mía llegó a participar de las
fiestas, pero no tuvo sexo con ninguno ni tampoco la vieron desnuda
porque ella no quería que nadie la viera sin ropa. Algunas veces jugaban la
ouija, o simplemente se quedaban hablando o tomándose fotos. Así
transcurrieron los meses hasta el año 2017. Ya estaban a punto de terminar
su último año, y una chica de la secta, les contó que se había abierto unos
piercings en los pezones. A Mía le gustó la idea y sin nada más que pensar,
decidió también hacérselos. Sin leer y sin preguntar sobre las
61
contraindicaciones, estaba metiéndose en la boca del lobo, porque esto
podía dañarle algo en sus senos.
Decidió hacerse los huecos en sus pezones, poniéndose hielo y una
crema que decía que dormía la zona. Pero descubrió que eran puras
mentiras. El dolor lo sentía como si una avispa la estuviera picando. Sin
embargo, con una de sus amigas terminó de hacerse los huecos en sus
senos. Estuvo así por días, mientras conseguía las piezas que se debía
poner. Luego agarró una aguja y se la clavó en su ombligo queriendo
hacerse un piercing. Todo esto le produjo fiebre y malestar en su cuerpo
por lo que decidió no seguir con su plan.
Al mes siguiente ella logró conseguir las piezas del piercing pero no las
había utilizado porque le hacía falta la aguja especial para los piercings. La
pieza, era mucho más gruesa que el huequito que tenía en el pezón. Era
un deseo de tenerlo, pero también buscaba a toda costa que sus padres no
la descubrieran.

Llegó el día de la graduación y estaba muy emocionada, ya dejaría de
estudiar en el colegio. Podría irse a cualquier universidad lejos de su casa
y dejaría de estar con sus padres, que hasta el momento su relación con
ellos, ella decía era horrible. No podía hacer lo que ella quería, buscaba ser
libre y en casa estaba controlada. Aunque ya le daba igual lo que pensaran
o le dijeran sus padres.
Después de la graduación salió de vacaciones a la playa para el mes de
agosto con su familia. No fueron largas, pero fueron buenas. Todos
debían regresar pronto, antes de que sus tíos y primos vinieran a la casa
con su abuela, para visitarlos. Fueron unas gratas vacaciones para ella.
Disfrutaba la piscina muy relajada. Comía, dormía, usaba su teléfono y
salía de la habitación solo para comer e ir a la piscina y la playa. Ella
dormía sola en una habitación y se sentía súper bien. Se sentía mayor de
edad, aunque en el fondo, le daba miedo, debido a las palabras que le había
dicho el monstruo.
“Te prometo que cuando cumplas 18, te voy a buscar para darte un
hijo”.

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“Todos en algún momento hemos estado absurdamente enamorados”.
Cielo Latini
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12
Capítulo

Más espinas que rosas

0 Mía había regresado de vacaciones a su casa. Ahora disfrutaba de la


compañía de sus tíos, primos y su abuela. Pasaron unos días muy
divertidos en familia, con su tía favorita, sus primos y su abuela. La
abuelita era quien la bañaba y la cuidaba cuando niña… Eran recuerdos
muy hermosos.
En esos mismos días ella comenzó a tener más comunicación con uno
de sus amigos del colegio. Él estudiaba en el mismo colegio donde ella se
había graduado y era un año menor que ella. Pronto se dio cuenta que
estaban hablando muy seguido. Los dos súper interesados, pasaban horas
hablando, hasta que un día, él en broma le dice: Novia y luego corrige y
coloca: “Amiga”. Ella solo se hace la loca y no le hace caso, aunque ya
estaba sintiendo algo por ese chico, aparentemente dulce y tierno con ella.
Pero pocos días más tarde, los dos se preguntaron qué eran, ya que se
estaban celando y se decían apodos de novios, a lo que ella responde:
Novios. Así se hicieron novios por teléfono.

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Sus conversaciones siempre eran agradables y tenían de que hablar. Se
enviaban muchas fotos indicando todo lo que hacían. Se contaban todo
lo de cada día. Así estuvieron hasta el 21 de septiembre en la noche,
cuando ella llorando le contó sobre su miedo a cumplir años. Le contó
que no le gustaba cumplir años y lo odiaba debido a la promesa del
monstruo de su niñez. Así le terminó confesando lo que le había sucedido
en el pasado, pero sin decirle quien había sido, porque sabía que él y su
familia conocían al monstruo. Él tratando de calmarla y hacerla sentir bien
agregó: “Mañana iré a tu casa”. Ella sobresaltada le preguntó el porqué, a
lo que él le respondió: Lo que me contaste me dio ganas de abrazarte y
besarte…
Era el día del cumpleaños 17 de Mía. Ella se levantó temprano para
arreglarse y esperar a su novio. La mañana la pasaron entre, hablar, risas y
besos. Ese día era la primera vez desde que eran novios, que se habían
visto. Era su primer beso con él. Ella se estaba enamorando y le daba
miedo porque no quería sentir amor por nadie; además que no sabía amar.
Pasaron las semanas y en una sesión con la psicóloga, ella le sugirió
estudiar en una universidad de esa ciudad, que quedaba relativamente
cerca de donde se había graduado. Ella tomó esa idea como la última
opción, pero terminó estudiando allí… Ahora su vida se compartía en su
novio y la universidad. La semana que empezó la universidad se vio con
su novio cerca de su casa. El encuentro fue de besos, pero él quería más y
lo consiguió. Ella solo tenía recuerdos de su pasado, y sí, estaba sintiendo
algo, pero eran más sus recuerdos que otra cosa… Estuvieron en eso
como 30 minutos, hasta que aquel encuentro terminó. Él la besó y le dijo
que debía irse a su casa y se fue.
Para Mía su novio siempre fue un chico alegre y chistoso. Trataba de
sobresalir e inventaba historias de cosas que decía hacer. Se dejaba llevar
por sus amigos y la presión de ellos. Era algo tímido y penoso, pero
también dominante en su relación. Él era más alto que ella y su cabello era
rizado. Sus ojos siempre fueron intensos y oscuros; era un año menor que
ella y era también de su misma religión. Era atento, amoroso, lindo con
ella, y parecía que de verdad se había enamorado de ella. Le decía que hasta
se quería casar con ella, pero Mía le temía a los compromisos. En un
mundo de adolescentes, Mía lo veía como un príncipe azul para ella. Creía
que había encontrado a su hombre perfecto. Él no la celaba, siempre le
daba pequeñas sorpresas cuando salía de su colegio o cuando salían juntos.
Ella sentía que vivía en una película de romance. Era un sueño irreal en
un mundo irreal.

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La primera alerta que tuvo con él, fue cuando abrió su Facebook. Ella
abrió sus redes y no le gustó lo que vio. En el chat notó una conversación
de él con una amiga donde se mostraban fotos comprometedoras
mutuamente. Ella indignada cerró su Facebook y luego le reclamó. Pero
él solo le respondió que hablarían después. Pero ella no soportaba la
sensación de celos que provocaba en su cuerpo y entró en una crisis de
ansiedad. Tomó una tijera de cortar uñas de bebes y se lastimó ambas
piernas. Eso aparentemente la calmó, mientras apagaba su teléfono para
que su novio no la llamara, porque no quería saber nada de él.

Los meses transcurrían y los celos eran cada día peores. Pero para Mía
eran celos con razón. La relación era turbulenta, y la vida de Mía también,
aunque ella quería ser libre y no quería que sus padres le dijeran nada.
Odiaba que sus padres la controlaran, la aconsejaran o, peor aún que le
mencionaran que debía cuidarse y no cometer alguna locura con su novio.
Un día del mes de enero después de estar con él, Mía comenzó a temblar
y tener una crisis de ansiedad, solo quería salir corriendo y que nadie la
viera por muchos días. Pero él siendo un “buen chico”, consiguió
calmarla. Ella lloraba y sus manos y pies se entumecían. Sentía que el
monstruo de su niñez la perseguía. Algunos toques o besos, la hacían viajar
al pasado de tal manera que no quería tener más sexo con su novio. Era
una lucha mental y emocional muy terrible. Ya estaba dependiendo

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emocionalmente de él, y eso la estaba enfermando, aunque ella no lo
notará.
Un día ella invitó a su novio a su casa. Su mamá había salido al trabajo.
Pero cuando estaban en su cuarto, pensando que nadie los descubriría,
apareció su mamá y los descubrió. Su mamá se molestó muchísimo. Fue
un impacto muy fuerte para ella. Y molesta les pidió rápidamente que se
vistieran y salieran. Ella esperaba salir con él, pero su mamá no la dejó salir
de casa, y eso la molestó aún más. Pero a Mía le daba igual lo que pensaran
sus padres. Ella quería demostrarles que estaba grande y que esa era su
vida. Si les gustaba bien, y si no, que la botaran de la casa. Muchas veces
les había dicho a sus padres que quería irse donde no supieran nada de
ella. Estaba molesta, no quería escuchar sus consejos que para ella eran
sermones. Todo esto le molestaba, no quería saber nada de Dios y mucho
menos de la religión de sus padres.
Entonces ideó un plan para poder escaparse con su novio. Y lograron
escaparse hasta un centro comercial por lo que llegó tarde a su casa. Esa
situación hizo que sus padres molestos y preocupados la llevaran otra vez
a la psicóloga para que la recetaran a un psiquiatra porque ellos pensaban
que tenía algunos problemas sexuales. A lo que ella molesta le dice a su
psicóloga: “Cuando estoy con mujeres es porque las mujeres y cuando
estoy con hombres es porque son hombres, me tocará entonces meterme
con animales o con cosas”. Mía realmente estaba molesta. Actuaba de
forma muy grosera. Era como que si una fuerza extraña dominara su
mente y su cuerpo. No quería escuchar ni atender consejo de nadie. Quería
vivir su vida a su manera y ser libre como el viento. Sus padres observaban
sus reacciones y oraban mucho por ella. Y como no quería atención
psicológica, no la llevaron más porque no veían en ella ningún interés de
recibir ayuda para mejorar. Ambos sentían que esto no estaba ayudando
en nada.
Sus padres desaprobaron la relación que tenía con su novio por todo lo
que estaba aconteciendo. Le decían que esto no era amor, que solo era
infatuación y que si no se controlaba le traería consecuencias. Pero Mía
solo pensaba y decía: más bla bla bla bla… Los padres de su novio
tampoco estaban de acuerdo, y los aconsejaban bastante, pero ellos no
escuchaban nada. Era una atracción infatuada y enfermiza que ellos no
veían. Ya no se lo pasaba en casa, prefería estar fuera o en casa de su novio.
Y cuando estaba en casa eran gritos y peleas. Cuando sus padres le decían
algo, o le tocaban la puerta para tratar de hablar u orar con ella, ella solo
les reclamaba a sus padres y les gritaba que si no la habían cuidado del
monstruo cuando era niña, que ahora no trataran de ser buenos padres,

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que no le dijeran nada ni trataran de cuidarla. Groseramente gritaba: “esta
es mi vida y no se metan en ella. Déjenme tranquila. Y si no les gusta como
soy pues bótenme de la casa y punto”.
En unas de esas peleas les dijo a gritos a sus padres, que el monstruo le
había dicho que a los 18 años la iba a buscar para darle un hijo. Ella no les
había dicho sobre esto, y ellos no sabían qué otras cosas quizás habían
pasado. Mía era demasiado cerrada para hablar, y mucho menos hablar de
esos temas. Sus padres se preocuparon y hasta pensaron en buscarlo y
demandarlo, pero como no tenían pruebas no pudieron hacer nada.
Muchas peleas en casa eran debido a su novio. Y ella prefería irse de su
casa y llegar tarde. Usaba la excusa de que iría a la universidad y se iba a
casa de su novio. O decía que iría donde amigos, pero no era verdad. Y
muchas ocasiones tuvo que salir corriendo de donde estaba o donde había
dicho que estaría, para que sus padres pasarán por ella. Cualquier mentira
inventaba para tratar de tapar muchas cosas y aparentar que todo estaba
bien. Gracias a su empeño de seguir con su novio como fuera, la poca
relación que tenía con sus padres se deterioraba cada vez más mientras
crecía su rebeldía. Nuevamente recayó en daños hacia ella. En medio del
desastre de vida, Mía no era la persona que aparentaba ser.
Las peleas de celos y desconfianza cada vez eran más fuertes. Su novio
coqueteaba con otras chicas y ella conseguía las evidencias. Y esto era
razón suficiente para sentir celos. Él siempre le negaba todo, y como una
estúpida ciega de amor ella le creía todo y lo perdonaba. Sin embargo, ella
se volvió más desconfiada y celópata. Todos le aconsejaban y le decían
que se alejará de él; que no era el chico para ella, pero ella puso a todos en
su contra, solo por seguir al lado de su novio. Las crisis de celos eran más
seguidas. No solo se cortaba, sino que se quemaba el cuerpo con la cera
que botaban las velas. Se golpeaba, y se hacía cortes en sus manos. Y
cuando le preguntaban, decía que había sido la gata. Se clavaba las uñas en
su dedo pulgar y se pegaba en los senos. Comenzó a golpear a la pared
para dejarse los nudillos morados. Hasta coleccionaba fotos de
hematomas y deseaba tener su cuerpo así… Buscó mil formas de dañarse.

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Un día sonreía, otro estaba molesta y al siguiente triste. Era una
montaña rusa de sentimientos incontrolables que ni siquiera la psicóloga
a veces entendía. La psicóloga, aunque era una creyente católica muy fiel,
les decía a sus padres que este era un asunto también espiritual, que
requería mucha oración y dependencia de Dios para poder ayudarla a
entrar en razón. Y en medio de tantas complicaciones y desastres de
emociones, también se puso otro piercing, conocido como el piercing
smile, en la parte del frenillo en los dientes de arriba por dentro de la boca.
Era tan escondido que nadie lo notaba, ni siquiera sus padres. Como los
demás, se lo hizo sola, pero esta vez usando la aguja especial y le fue más
fácil, ya que en esa zona no había tanta carne que traspasar.

En medio de ese maremoto de emociones y sentimientos, Mía había


hecho planes de irse a una universidad fuera del país. Dejaría la carrera
que estaba haciendo en la universidad para irse sola a otro país. Cuando
su novio supo esto, la hacía ir a su casa casi que todos los días. No quería
que se fuera. Las terapias con la psicóloga le ayudaron y sus emociones
mejoraron mucho. Ya no tenía mayores crisis. Unas que otras le daban,
por peleas con su novio o porque él siempre le dijo que estaba gorda y eso
resonaba en la joven anoréxica y bulímica de su pasado.
Antes de irse debía hacerse muchos exámenes de salud y demás, y
también fue a despedirse de su psicóloga, a lo que ella algo nostálgica la
despide y le dice que si necesitaba algo le hablara por correo electrónico.
Le recordó todo lo que había crecido, y añadió que había superado su
abuso de la niñez. También le dijo que el dar el paso de tener sexo con su
novio, le había ayudado a superar su trauma infantil. Ella lo decía como
sexóloga. Y aunque sus padres no estuvieron de acuerdo con ella,
respetaron su forma de pensar. Antes de irse del consultorio, la doctora le
hizo unos dibujos nuevos. Dibujos que hizo como ella quería que fueran

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y luego le entregó su resumen psicológico de todos esos años. Al finalizar
se tomaron una foto y se despidieron para no volver quizá a verse.
Antes de irse, Mía deseaba cerrar algunos ciclos de su vida. Como creía
haber superado su abuso sexual, decidió contarles a sus padres por medio
de una carta lo que había sucedido. En esa carta que redactó les dijo hasta
los olores y las sensaciones que sintió en cada recuerdo. Trató de no obviar
nada. Y ya terminando su escrito les pidió que no tocarán más el tema,
que hicieran como si jamás hubiese pasado para evitar hacerla viajar al
pasado. Sus padres cuando terminaron de leerlo la abrazaron y entre
algunas lágrimas le dijeron una vez más que la amaban más de lo que ella
se imaginaba. Como ella lo había pedido, solo le preguntaron: ¿Cómo
quieres que te ayudemos?, a lo que ella les respondió que no lo sabía y
cuando lo supiera se los haría saber.
Pasaron los días de los preparativos y Mía estaba muy nerviosa. Llegó
el día del vuelo, y el día anterior ella había despedido a su novio y a su
familia con un fuerte dolor en el alma. Pero ya todo estaba decidido. Ya
se iba a ir a otro país, donde sabía que no vería más a su novio. Pero a
pesar de, no terminaron su noviazgo. Era el momento de la despedida y
era la hora de viajar. Antes de la Universidad pasarían unos días de
vacaciones como familia y luego irían a la universidad.
El avión aterrizó luego de horas de viaje. Su papá quien ya estaba en
ese país las fue a recoger con la señora de la casa donde se iban a quedar.
Los días allí los pasó entre tomarse fotos, video llamadas, ver series en
Netflix o solo salir a conocer lugares. Todo iba bien hasta que un
incidente lamentable detonó recuerdos, pensamientos y emociones por
una acusación en su contra. La señora de la casa le dice a su mamá que
Mía había visto películas pornográficas. La acusó de ver varias películas.
Esa acusación tan fuerte en contra de ella, hizo que Mía explotara y gritara
a la señora de la casa, diciéndole que ella no tenía pruebas y que debía
callarse. Mía en su impotencia y en su rabia solo cayó a llorar y a llorar. Y
para sentirse limpia de esa acusación se metió a bañar. Se sentía sucia,
sentía asco cuando ella no había visto nada. Ella era inocente. Pero como
la señora de la casa la había juzgado, jurando que había sido ella, se empezó
a sentir muy culpable.
Se metió a bañar, dándose golpes en su cuerpo mientras lloraba.
Realmente solo dejaba que el agua corriera por su cuerpo… Comenzó a
llorar tanto que estaba a punto de desvanecerse por la crisis de ansiedad
que estaba empezando a tener y la rabia que sentía hacia la señora. Quería
conseguir al culpable de quien había visto eso para pegarle la prueba por
la cara y decirle muchas cosas. Quería decirle: ¿No es que eres maestra y
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siempre sabes cuándo te mienten? ¿No es que estabas muy segura que
había sido yo? Solo deseaba golpearla y callarle la boca, porque la estaba
acusando sin pruebas.
Pero ella sentía que a la señora le daba igual. Ella decía que sabía y juraba
que había sido Mía. Su trauma del pasado se abrió, haciendo así que ella
sintiera odio y asco hacía sí misma. Pero en el fondo sabía que debía
calmarse para descubrir quién había sido. Solo que estaba tan metida en
su llanto que estaba a punto de desmayarse. Y de la nada sintió unos
brazos que la sujetaban. Cuando levantó la vista era su mamá que la
abrazaba fuertemente. Le puso la toalla y la llevó al cuarto para que se
calmara, ya que sabía que ella podría terminar haciéndose daño y no
deseaba eso. Su mamá había llegado en el momento indicado a salvarla de
su infierno y su agonía mental.
Debido a toda esa situación ella volvió a recaer dándole golpes al piso,
a tal punto que sus nudillos se hincharon, y empezaron a ponerse
morados. Su mano derecha, la tenía hinchada y morada pero no le dolía.
Solo lloraba por la impotencia y odio. Su mamá se percató de la situación
y decidió ponerle un hielo en la mano para que no se le pusiera tan morada.
Su papá que apenas estaba regresando de un viaje de 4 días, no sabía de lo
sucedido en la casa. Sabía solo algunos pocos detalles, pero no todos. Mía
y su mamá le contaron todo lo sucedido y él les prometió que indagaría y
resolvería esa situación.
Y así fue. A la mañana siguiente se descubrió que había sido una
persona fuera del círculo social de todos los de esa casa. Ella quería
restregarle en la cara la verdad a la señora mientras seguía con su rabia.
Quería que ella le pidiera perdón, que sufriera por la acusación sin base
que le estaba haciendo, pero esto jamás sucedió. Sin embargo, sus padres
le solicitaron que le pidiera perdón a la señora porque ella la había gritado.
Para ella era una estupidez, porque era una reacción muy natural pero
bueno, obedeciendo a sus padres ella lo hizo. Fue un momento muy difícil
donde Mía sentía que nuevamente le abrían una cicatriz profunda
recordándole su niñez.
Llegó el día de irse a la universidad. Era agosto 8, del 2018 y Mía estaba
emocionada y a la expectativa de cómo sería todo en aquella universidad.
El vuelo estuvo bien, sin complicaciones. Solo esperaban sacar las maletas
y salir rumbo a la universidad. Estaba realmente feliz, porque conocería
un nuevo lugar y allí estaría sola sin sus padres. Nuevas aventuras, nueva
vida, nuevas comidas entre ellas sushi… ¿Qué más podría pedir?

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13
Capítulo

Mil maneras de sentir dolor

0 Mía estaba en su nuevo hogar. La universidad era hermosa. Se sentía


como en las películas de Estados Unidos donde siempre se ven esos
campus universitarios perfectos. Era una ciudad dentro de otra ciudad.
Tenía facultades de varias carreras, un hospital, canchas, gym, comedor,
dormitorios para los que vivirían dentro del campus. Era muy grande.
Todos o casi todos debían tener bicicleta para poder ir más rápido a los
lugares.
Ya sus padres se habían ido. Ya estaba sola y compartía habitación con
3 chicas increíbles. Se había acoplado muy fácil a vivir en otro país y se
sentía muy bien. Aunque el ambiente era cristiano y no se sentía tan
cómoda, estaba tranquila. Allí se quitó los piercings de los senos y de la
boca. Estaba ocupada todo el tiempo. Estudiaba todo el día y los ratos
libres eran para su trabajo. Le tocaba trabajar porque debía ayudar a pagar
sus estudios con el trabajo que hacía. Casi no tenía tiempo de nada.
Se levantaba tipo 5 am para poder arreglarse, antes de que la levantaran
en el dormitorio para hacer un pequeño devocional bíblico para luego
correr a desayunar porque su horario de entrada a clases variaba. Luego
corría del comedor a su facultad que quedaba a pie como a 8 minutos,
cargando su pesado bolso como de 5 kilos por los libros y la computadora.
Al mediodía corría otra vez para buscar su almuerzo, dejar sus cosas en su
habitación y correr al hospital que quedaba a como 5 minutos a pie de su
facultad, para su trabajo. No tenía cena fija, resolvía como podía por
alguna fruta que sus amigas dejaban o alguien que le daba un pan o equis
cosa. Algunas veces se acostó sin comer por tantas ocupaciones o porque
no tenía cena, pero lo recompensaba el desayuno y el almuerzo.
La hora de estar en su habitación era a las 9 de la noche. Por eso
aprovechaba el tiempo que le sobraba para socializar si no tenía mucha
tarea. Y si tenía tareas o algo por estudiar, iba a la biblioteca que era
espectacular. Mía amaba la biblioteca, sentía que entraba a otro mundo. O
si estaba muy cansada prefería darse un baño y esperar que fueran las 9
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para ir al devocional vespertino antes de dormir. Cuando tenía muchas
tareas iba a su habitación a estudiar, hacer más tareas o simplemente
relajarse o divertirse por un rato.
Como su vida era muy atareada poco usaba su celular. Lo usaba solo
para abrir el grupo de su clase para ver qué tareas había. Era tanto así, que
hablaba muy poco con sus padres y mucho menos con su novio a la
distancia. También se distraía con sus rommies, y no necesitaba usar el
teléfono para nada. Se sentía bien allí, se reía, disfrutaba y la pasaba muy
bien. Debido al poco tiempo libre que tenía, la relación que tenía con su
novio se fue deteriorando, y ya no le dedicaba tiempo. Al contrario, si le
hablaba una vez cada semana era mucho. Y así estuvo hasta su
cumpleaños, sin prestarle mucha atención.
El día viernes antes del día de su cumpleaños número 18, decidió salir
a comprar una botella de tequila, porque quería celebrar. No pudo
comprarla porque no era mayor de edad todavía. Y le pidió a un amigo
que la comprara. Ese día ella metió la botella a su habitación en su bolso.
Y como nadie revisaba los bolsos al entrar, le fue fácil.
Por la mañana, sus amigas la levantaron con un regalito y le cantaron el
feliz cumpleaños. Mientras se alistaba para ir a la iglesia, la llamaron para
darle gran una sorpresa. Era un ramo de flores grandísimo, y una bolsa de
regalo que venía de parte de sus padres. Ya para ese momento sus ojos
estaban hinchados de llorar. Había llorado por los
mensajes de su novio deseándole feliz cumpleaños, como
también los mensajes de sus padres y amigos. En la bolsa
de regalo había una nutella amada por Mía, y una biblia
juvenil dedicada a su nombre.
Todo ese día fue grato para ella. Estaba con sus
amigos. Y aunque no estaba con su novio le daba
igual realmente. Pero todo cambió cuando al
finalizar el día, se encerró en su habitación en
donde empezó a tomarse la botella. No era la
primera vez que tomaba, pero sabía que se podía
emborrachar. Casi se tomó toda la botella. Y antes
de las 2 de la mañana, solo le quedaban como 2
vasos de licor. Su novio la estaba acompañando por
el teléfono mientras ella le enviaba audios de cosas
sin ilógicas y sin sentido, mientras todo se le volvía
borroso.

73
Al otro día se levantó toda mareada aún. Hacía cosas divertidas para
todos. Y como pudo se alistó para ir a desayunar y no levantar sospecha
de que estaba tomada. El resto del licor de la botella la escondió en los
zapatos y la ropa. Al mediodía, unos amigos la invitaron a comer fuera de
la Universidad. Todos pidieron hamburguesas. Pero luego que ella le pegó
un mordisco, tuvo que salir corriendo para vomitar. Entre vómitos y pocas
mordidas, pudo comer algo más de la hamburguesa. Y esa semana la pasó
así entre náuseas y vómitos.
El día domingo de la semana siguiente, Mía fue sorprendida por alguien
que creía que pensaba era un amigo. Él la invitó a salir. Ella salió apurada
y se le olvidó pedir permiso de salida. Se montó en su carro y él la llevó al
centro. Él compró comida y le dijo que como estaba sin permiso, quería
ir a un lado más a solas para que no los vieran. Ella pensó que irían a un
parque o a su casa para saludar a su esposa e hijos. Pero se estaba
equivocando. Donde irían la pondría sobre un hilo. Pasaron por un motel
y aún ingenua pensaba que irían a otra parte. Pero él dio la vuelta y se
metió al motel. Ella solo se paralizó mientras pensaba ¿qué hacer? No
sabía qué hacer. Era como si se estuviera paralizada. Y de una vez pensó
en la niña de 8 años cuando había sido afectada por el monstruo.
Cuando entró al garaje del hotel, ella se bajó del carro y trató de
calmarse y ver qué hacer. El olor de la habitación era extraño para ella. Se
sentaron y aquel monstruo sacó la comida y comenzaron a comer. Mía
trataba de no mostrar miedo o nervios. Trató de estar seria y ver qué hacer
para salir de allí. No quería estar en ese lugar. Él la miro y le dice que
prenda la tv. Ella tomó el control y enseguida se dio cuenta que los canales
eran de sexo y decidió apagarlo rápidamente sin que él notara nada, ya que
estaba concentrado en comer. Después de terminar de comer, aquel
hombre comenzó a sacar sus garras de monstruo y le dijo que le quería
dar un masaje. Ya para ese tiempo Mía había leído mucho sobre el tema
de abusos sexuales y rápidamente le dijo que no.
Él le dijo que él podía darle un masaje de pies, espalda o algo más. Ella
solo se niega sin mirarlo. Todo estuvo en silencio. Hasta ahora estaban
retirados el uno del otro. De repente él se levantó y se acercó a Mía para
buscarla y abrazarla. Pero ella solo se quedó quieta y paralizada. De
repente reaccionó y se alejó como pudo. Corrió al baño mientras sentía la
mirada penetrante de él en su cuerpo y lo verificaba mientras lo veía de
reojo por el espejo.

74
En el baño ella miraba su teléfono y pensaba qué hacer. Pensó rápido
y llegó a la conclusión de que si llamaba a la policía no le iban a creer y si
le decía a alguien de la universidad se iba a meter en un problema porque
no había pedido permiso. Así que pensó que la solución era decirle
seriamente a este monstruo que tenía que ir a hacer una tarea y que la
estaban esperando.
Salió del baño y sentó en el sofá. El monstruo le empezó a decir que
sentía algo por ella, que lo hacía sentir joven, que quería ser su novio; que
estaba enamorado de ella y que la amaba. Ella de forma tajante, decidió
pararse y decirle que debía irse y que por favor la llevará a la universidad.
Él reaccionó y se paró para abrazarla y tratar de besarla en el cuello
mientras le susurraba que se quedara un rato más. Pero ella se alejó y le
dijo de forma seria y fuerte que debía irse ya. Él reaccionó empujándola.
La tumbó en la cama y buscaba besarla, pero ella rápidamente se escapó.
Lo hizo a un lado abrió la puerta y corrió a toda prisa. Ella estaba molesta,
confundida y se sentía engañada y abusada mental y físicamente.

El camino de vuelta a la universidad fue sin fin. Ella solo miraba al


frente, sin dirigirle una sola palabra. Solo pensaba que el monstruo no se
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metiera a otro lado. Debía llegar rápido a la universidad. Quería llorar,
gritar, hacer cualquier cosa por no estar en ese carro. Pero no podía
hacerse la débil o demostrarle que tenía miedo.
Por eso cuando la dejó en la universidad y se bajó del carro, entró rápido
al hospital y corrió al baño… Cuando entró al baño solo empezó a
temblar. Sabía que estaba teniendo una crisis de temor y ansiedad. Pensó
que lo mejor que podía hacer en ese momento era llamar a su novio.
Cuando habló con él entre llantos, solo le dijo: “Te necesito, Él intentó
violarme. Al teléfono escuchaba que su novio le decía: Solo a ti se te ocurre
salir sin permiso, y con un hombre a solas.
Mía en seguida le dijo: ¿Me estás juzgando? Es lo menos que necesito
en este momento, te llamé porque necesitaba que estuvieras para mí, pero
me estás culpando. Es verdad, cometí ese error, pero eso no le daba pie a
él para intentar violarme.
Novio: Por eso siempre te pasan las cosas, por eso mismo fue que
abusaron de ti cuando tenías 8 años. Cuando ella escuchó eso en seguida
cortó la llamada con una gran herida. Se sintió traicionada, abusada,
acosada y acusada. Luego salió de ese baño para seguir llorando mientras
caminaba. Era algo terrible para ella.
Más tarde decidió contarle a un amigo de la Universidad y también a
sus padres. Ella sintió que sus padres reaccionaron de una forma quizá
normal, sin asustarse mucho. Ella pensó que ellos no le creían, porque
aquel monstruo era amigo de su papá. Su papá le pidió a Mía que le contara
todos los detalles. Él quería saber qué había pasado. También le dijo: ¿Y
por qué saliste sin permiso de la universidad? Pero Mía no veía la actitud
de su padre como tan preocupado por eso. Lo notó que le hacía muchas
preguntas, además como incrédulo ante esta situación. Pero igual, ella solo
quería informarles, aunque ya era mayor de edad.
El tema de este monstruo no se tocó más, era como si ella estaba sola
sobre ese tema. Sus padres estaban lejos, su novio también, pero le tocaba
seguir luchando sola. Así comenzó a tener una ansiedad horrible. Vivía
con miedo de encontrarse con ese monstruo en cualquier lado. Comenzó
a encerrarse, en sí misma, no quiso hablar más con sus padres y buscó mil
formas de hacerse daño y así drenar su dolor.
Se cortaba las piernas con pedazos de vidrios, con hojillas, con
lapiceros, afeitadores, con la hojilla del sacapuntas. Golpeaba más seguido
la pared, se golpeaba en las piernas y se mordía. Empezó a sacarse sangre
con jeringas solo para probar la sangre o echársela encima.

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Se volvió más enfermiza aún. Sus crisis eran frecuentes y para que nadie
lo notara iba al baño y se quedaba mucho tiempo metida allí. Su novio en
todo esto había desaparecido. Estaban en países diferentes y no estaba
cerca de ella.

Mía había olvidado el resto de licor que tenía escondido. Pero una
noche mientras hacían una revisión, cuarto por cuarto, buscando un
teléfono perdido, para completar su desgracia le consiguieron la botella. Y
en seguida la llevaron a hablar con la directora encargada del hogar de
señoritas, donde estaba viviendo. Le dijeron que tomarían cartas en el
asunto y que debía esperar la respuesta de los directivos de la Universidad.
Así la tuvieron por varios días, hasta que le informaron que sería
suspendida de sus clases. La noticia llegó a sus padres y estos fueron
informados de todos los pasos a seguir. Era un asunto muy duro y difícil
para ellos también. Estaban muy lejos en otro país y no podían hacer
mucho para ayudarla.
Después de varios conversatorios de su papá con los directivos de la
universidad, accedieron a dejarla en la universidad. Pero decidieron
cambiarla de trabajo al comedor. Y aunque no le dijo nada a sus padres,
Mía se dio cuenta del gran error que había cometido. Quería gritar, pedir
perdón, hablar, devolver el tiempo o pensar mejor las cosas, pero ya era
tarde. Esto le afectó mucho, porque supo que había arruinado todo. Pero
debía seguir adelante, ya que eran más las personas que le daban su apoyo
que las que no.
Su vida había dado un giro solo por una noche de embriaguez. También
pensó que lo mejor era terminar con su novio intenso y celoso. Como no
quería tener algo a distancia decidió bloquearlo de su teléfono por unas
semanas.

77
Ya trabajaba en el comedor. Era un ambiente divertido. Le gustaba y la
hacía sentir bien. Además, ella tenía sus 3 comidas allí. Le gustaba la
comida del comedor, y más las cenas, ya que daban unos cereales rellenos
de chocolate. Y como ella trabajaba allí podía repetir. Sin embargo, Mía
seguía pensando en su vida y en su error cometido. Una psicóloga de la
universidad después de atenderla y ver las causas de todo lo ocurrido, llegó
a la conclusión que había un trauma de su niñez que aún no había cerrado
y eso hacía que tuviera un vacío. Un vacío que trató de llenar con el licor.
También Mía pensó que podía ser para tapar su miedo por la promesa que
el monstruo de su niñez, le había hecho.
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Un vacío emocional es la sensación de malestar psicológico con uno mismo. La
autopercepción de estar separado, desconectado de los demás y del universo. La sensación
de soledad, insatisfacción, infelicidad, los pensamientos de que todo carece de sentido, la
carencia de identidad. La forma más conocida de llenar algún vacío entre jóvenes es:
sexo, alcohol y drogas, estos son los más comunes en la juventud.
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Todo lo que le decían a Mía tenía mucho sentido. Le pidieron que
soltara todo su pasado, incluyendo amistades y relaciones que no la
ayudaban a crecer ni a soltar su pasado. Al saber eso, se propuso alejarse
de su pasado intentando con todas sus fuerzas... Pero era difícil para ella
soltarse de todo. El monstruo que la había querido abusar en el motel,
nuevamente comenzó a llamarla. La llamaba y la acosaba hasta el punto
de decirle que nadie la amaría como el, que ella era suya, que él podía darle
lo que quisiera. Hasta le llegó a comprar un teléfono que se lo dejó con
alguien donde vivía, pero ella estaba tan asustada que le dijo que si seguía
llamándola le diría a su esposa. Desde allí no la molestó más.
Todo eso la dejó con crisis
continuas, en donde se metía a bañar
varias veces por día. Se metía para
quitarse la sensación de suicidad y
asco. Siempre era lo mismo. A veces
se tiraba en el suelo de la ducha y
gritaba en silencio para que nadie la
oyera. Le daba golpes a la pared o al
piso. Pataleaba hasta llegaba a
cortarse mientras se duchaba.
Se mordía las rodillas, se golpeaba
los senos, o trataba de comerse su
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propio cabello entre llantos combinados con sus crisis. Todo esto lo hacía
ella sin decirle a nadie. Ni siquiera sus padres se imaginaban de su lucha
infernal, porque no quería que supieran nada. Ella sabía que quizá ellos
podían ayudarla, pero no les decía nada. Total, ya era mayor de edad.
Muchas de sus cosas o tristezas nunca sus padres se llegaron a enterar
de nada. Mía era muy cerrada y no hablaba con nadie. Ella sola se estaba
destruyendo. En varias ocasiones se caía en el baño y se quedaba en el
piso de la ducha hasta que una de sus rommies u otra persona le
preguntaban si estaba bien, porque sospechaban que no estaba bien. Su
cuerpo otra vez estaba lleno de cicatrices horribles y aun así seguía
buscando nuevas maneras de lastimarse.

No podía calmarse y por eso probaba algunas técnicas nuevas, como


usar la plancha de cabello para quemarle los dedos o la piel. Se golpeaba
la nariz y se provocaba sangrados nasales (epistaxis). Se echaba limón en
los ojos. Comía picante en exceso para que la garganta le ardiera. Se
cepillaba los dientes tan fuertes que se sacaba sangre de las encías y luego
se aplicaba limón con sal.
Hacía lo que fuera con tal de sentir una pisca de dolor, aunque ella no
sentía dolor. Su límite de dolor era muy alto comparado con otras

79
personas. Ella podía saber que algo le estaba doliendo porque sentía una
punzada o pinchazo en la zona y ya.
Y cuando se trataba de dolores físicos por alguna enfermedad, solo
sentía una incomodidad en su cuerpo. Su manera de afrontar el dolor
siempre había sido extraña. Mía no estaba clara con su vida ni con el
peligro que corría. Solo la misericordia de Dios pudo librarla de morir en
medio de tantas agresiones locas que le hizo a su cuerpo.
Su ciclo de vida era, levantarse, ir al comedor a trabajar, comer,
encerrarse y lastimarse. Pero le hacía ver a todos que todo estaba bien.
Nadie podía presentir que su vida estaba pendiendo de un hilo. A veces
salía por un rato a compartir con sus amigos, pero luego otra vez entraba
al cuarto para volver a tener una crisis y decidir cómo se iba a lastimar en
su variedad de formas que tenía.
En ese ciclo estuvo hasta mediados de noviembre del 2018. Ya había
desbloqueado a su ex, y hablaba con él algunas veces hasta por video
llamada. Uno de esos días él le dice que le compraría un pasaje de avión
para que lo fuera a visitar. Pero la condición era si terminar definitivo o
volver, a lo que a ella le pareció buena idea y decidió volver con él. Él se
movió en semanas para buscar el dinero para el boleto de avión y logró
conseguirlo. Todo estaba planificado a escondidas de sus padres. Cuando
el boleto fue comparado, Mía les dijo a sus padres que iría donde estaba
su novio. Esto los tomó por sorpresa, porque ella les había dicho que ya
no tenía nada con su novio.
Le dijo a su papá que ella se iría como fuera. Que ella era mayor de edad
y que ella decidía con su vida. Al principio sus padres no estaban de
acuerdo. Buscaron muchas maneras para disuadirla, pero nada pudo
hacerla desistir de su idea. Después de tanto rogar, accedieron a que ella
fuera, con la condición de volver a estudiar luego de las vacaciones. Cosa
que ya ella y su novio sabían que no iba a pasar. Ella estaba algo feliz y
emocionada porque nuevamente lo vería luego de meses. Pasaría navidad
con él y luego vivirían juntos. Era todo perfecto para ella. ¡Que desastre
de locura emocional! Estaba tan necesitada de amor, que todo le daba
igual.
Salió de la universidad para el aeropuerto. Viajaría toda una noche para
llegar a su destino. Pero justo cuando estaba a punto de abordar el avión
le pidieron la hoja de inmigración que le habían entregado a la entrada al
país. Pero esto se había quedado en la universidad. Así que la aeromoza le
dijo que debía ir hasta una taquilla del aeropuerto para volverlo a sacar.
Debía correr porque que en 10 minutos salía el vuelo. Mía corrió casi 1

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kilómetro mientras que al escribir puso todo rápido y mal escrito. De
regreso fue lo mismo, corrió hasta que se dio cuenta que era la última al
subir para cerrar el vuelo. Casi pierde un vuelo de casi 400 dólares. Y si lo
perdía, se iba a tener que quedar allí sin saber qué hacer, porque no tenía
modo de pagar otro vuelo y su teléfono estaba ya descargado.
Al fin pudo solucionar su situación y con mucha emoción abordó el
avión al viaje de su perdición.

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14
Capítulo

¿Adiós pasado?

0Luego de toda una noche de viaje Mía había llegado a su destino. Su


novio la estaba esperando, prometiéndole que sería un comienzo desde
cero y que todo estaría bien. Su reencuentro fue un abrazo cálido. Luego
de casi 6 meses sin verse, ella se sentía feliz ya que estaría con un hombre
que decía amarla… Todo parecía color de rosa, pero eso no duró mucho
tiempo. A los pocos días ya había peleas, gritos e insultos.
El ciclo era repetitivo. Peleas, estar bien y otra vez, dormirse hasta
peleados. Ya era común en ellos y ninguno de los dos hacía nada para
solucionarlo. Dado a eso y todo lo que venía arrastrando de su pasado,
Mía comenzó cada noche a no poder dormir y a tener crisis… Al principio
su novio trataba de ayudarla, pero al paso de los días ya le importaba un
bledo si la veía mal o no. El trato con la familia de su novio siempre fue
bueno, entre risas, chistes y consejos.
Aparentaban en fotos ser felices, pero pronto de las peleas pasaron a
los golpes y a las cachetadas. Al descubrir algunas cosas en el teléfono, ella
entró en un ataque de celos iracundos. Después de haberlo cacheteado,
comenzó a caerle a golpes al piso como si el piso tuviera la culpa. Lo
golpeó varias veces en su intento de sacar todo el dolor que sentía y la
rabia. Su novio trató de agarrarla, pero ella le gritó: Déjame en paz. Él no
la dejo sola, y eso provocó más su rabia. Entre gritos e insultos, él le dice
que le iba a aclarar todo. Pero Mía creía que todo era un bla bla bla.
Luego que él se fue al trabajo, Mía se vistió y con el poco efectivo que
tenía se fue hasta un lugar que quedaba a casi una hora en transporte
público, en donde solo quería pensar sola y decidir si se iría o no. Con una
venda logró vendar su mano que tenía un hematoma e hinchazón. Sin
decirle a sus suegros a donde iría, desapareció toda esa tarde, hasta
aproximadamente seis horas después. Pensaba si perdonar o no perdonar.
Si seguir o no seguir en esta relación.

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Las relaciones tóxicas entre jóvenes adolescentes en su mayoría traen serias
consecuencias. Y más dolorosas aun cuando no se han superado los traumas de la niñez
de cada uno de ellos. Los jóvenes adolescentes no ven el peligro que trae este tipo de
relaciones amorosas. Cada día hay un aumento de este tipo de relaciones que han
terminado en grandes desastres emocionales, dejando grandes heridas y consecuencias.
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En la noche ambos hablaron sobre la situación. Y aunque la


conversación no estuvo muy bien, al fin trataron de calmarse, se abrazaron
e hicieron como si nada hubiera pasado.
El fin de año lo pasaron muy bien. Entre amigos y la familia de su
novio, alcohol, comida y sexo. Las peleas por esos momentos no parecían
importar. Pero ya se acercaba la hora de decirles a los padres de su novio
que no se regresaría a la universidad si no que vivirían juntos en otra casa.
También Mía le hizo saber a sus padres sobre la decisión. Y esto
desconsoló a sus padres, quienes entendieron que todo había sido
planeado. Ellos no querían que su hija se metiera a vivir con un hombre
porque sabían que eso no terminaría bien. Trataron de orientarla, le dieron
consejos, le mostraron todo lo que podía suceder, pero Mía no quiso
escuchar ninguno de sus consejos. Ella les dijo que esa era su vida y que
la dejaran tranquila. Pobre Mía no sabía en qué problemas estaba metida.
Pronto buscaron cerca de donde vivían sus suegros, un lugar a donde
irse. Ya para el 15 de enero del 2019, estaban instalados en otra casa. Todo
parecía un cuento de hadas. Ella solo pensaba en vivir y compartir su vida
con su novio Pensó que como había comenzado un nuevo año también
sería un nuevo comienzo. Pero no se daba cuenta que se estaba metiendo
en su peor pesadilla; donde solo seguirían juntos por la toxicidad de
ambos.
Trató en ese nuevo comienzo dejar todo su pasado atrás y empezar una
nueva vida al lado del hombre que decía amar y que creía conocer.
Estuvieron bien por 3 semanas, hasta que otra vez volvieron las peleas y
los celos. Se celaban por lo que fuera. Su vida era una constante pelea,
hasta el punto de que otra vez dependía de él. Si estaban bien ella lo estaba
y si estaban mal, ella lo estaba… Tanto tiempo en psicólogos había sido
perdido. Nuevamente lloraba desconsoladamente. Muchas noches se
dormía en el piso o en el baño tratando de calmarse.

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Su forma de dañarse ya no era cortándose, porque sabía que si lo hacía
su novio la vería. Ahora comía y vomitaba de nuevo, o no comía.
Golpeaba la pared una y mil veces con su mano derecha que ya la tenía
bien malograda. Fue de mal en peor. Dios no le importaba y tampoco
buscaba de él. Comenzó a fumar cuando él no estaba. No comía y ya
fumaba entre 2 a 4 cigarros por día. Y aunque muchas veces el fumar le
hacía sentir ese vacío, seguía haciéndolo… Muchas veces pasaba el día
llorando o durmiendo, hasta que él llegaba y se dormía súper tarde. Ya
para ese tiempo ella estaba mendingando amor de él, y lo poco que le daba
la hacía sentir amada. Ya había golpes, empujones de parte de ambos y
todo iba de mal en peor. Pero pensaba que si lo dejaba no conseguiría a
alguien mejor que él.
Las crisis le aumentaron y otra vez tuvo pensamientos suicidas. Pensó
que, si se tomaba toda la valeriana en el agua, podría dormir y matarse
así… La reacción que obtuvo de su cuerpo fue sentirse de forma drogada
y tener mucho sueño. Horas más tarde le comenzó a dar fiebre, una fiebre
que no le bajaba de 40 grados. Luego estuvo medicada con una pastilla
para la gripe por casi 1 semana. El efecto que dejó en su cuerpo le duró
aproximadamente 48 horas, en donde si estaba mucho tiempo de pie
sentía que se iba a caer y no tenía fuerzas para nada.

Pasaron las semanas y ella se puso los zarcillos y los piercings de nuevo.
Puso piercings en los pezones, su labio, el cartílago de la oreja derecha, y
además se agregó 4 zarcillos en esa misma oreja… En medio de su
confusión mental quería ser libre y diferente. No quería que sus padres
supieran nada de ella ni de su vida, y menos que le dijeran algo. Aunque a
veces les escribía para decirles que no se sentía muy bien, esto preocupaba
a sus padres quienes solo oraban y lloraban por ella a la distancia, sin
conocer todo el infierno en que vivía. Todos estaban sufriendo.
Una mañana ella escuchó que tocaban a su puerta. Ni siquiera
imaginaba quien era, pero decidió abrir la puerta. ¡Tamaña sorpresa! No
podía ser verdad. ¿Cómo era esto posible? Quedó paralizada al ver a un
hombre bien vestido y con cara muy preocupada. Era su papá. Y en su
sorpresa y sin medir palabras le dijo: Papá, ¿qué haces aquí?
Su padre preocupado solo le dice que había usado su sueldo para ir a
verla, porque estaban muy preocupados por su vida. Pero nada de eso
parecía hacer eco en sus palabras. Fue tan inesperada la visita que dejó a
su papá en la puerta y ni siquiera lo invitó a sentarse o a pasar, aunque no
había ninguna silla en ese lugar. Esto sucedió por unas dos horas. Su padre

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le hablaba y buscaba sacarle algunas palabras, pero ella solo estaba en
silencio y no decía nada. Su padre le decía que ese no era lugar para ella,
que había un mejor lugar y que no dejara que el pecado la hundiera más
en su dolor. Pero cuando ella hablaba era para juzgar con rabia y hablar
duramente a su padre.
Esperó que su novio llegara para hablar. La conversación fue un poco
más de lo mismo. Su padre volvió a decirles que analizaran su vida, que
no dejaran que el pecado los hundiera. Que dejaran ese noviazgo tóxico y
no sufrieran más. Les dijo que ellos estaban muy preocupados por su salud
y por cómo estaban viviendo, sin comer bien y ahora sin estudios. Mía
no quería escuchar a su padre. En tantas cosas que ella escuchaba, molesta
solo decide gritar: “Lo único que quiero es que te mueras. ¿Acaso no lo
ves? Vienes a imponer tu papel de padre cuando nunca estuviste para mí.
Además, cundo abusaron de mí cuando era una niña jamás estuviste allí.
Te enteraste fue por otra persona, porque si no jamás te hubieras dado
cuenta. No quiero que me digas más nada. Esta es mi vida y quiero que te
vayas y me dejes tranquila…”
Su novio trató de calmarla y dijo que ella realmente no quería decir eso.
Pero ella lo miró con ganas de matarlo refutándole: No señor. Si quiero
que se muera y me dejen tranquila.… Era como si un demonio o varios
demonios estuvieran dominando sus pensamientos. Su padre lloraba todo
esto en silencio y no pronunció más palabras por varios minutos. La
conversación no duró mucho. El novio se fue a su trabajo y solo quedó
un profundo silencio. Mía dentro del cuarto y su padre parado en la puerta.
Después que su padre oró por varios minutos en silencio sin que Mía
lo supiera, ella le dijo: ¿Y entonces cuando te vas? Su padre le dijo me voy
mañana pero antes quiero llevarte a un médico para que te vean esa mano
que la tienes bien hinchada. Mía accedió y ambos salieron con la suegra de
Mía a una clínica que quedaba cerca de allí. Cuando recibieron los
resultados de la radiografía, estos reflejaron que Mía tenía una fisura en
uno de sus huesos de la muñeca. Le mandaron a inmovilizar la mano con
una venda o muñequera. Le recetaron cremas y un tratamiento para bajar
la hinchazón que su padre le compró.
Al caer la noche, deciden tener una charla familiar con los padres del
novio, en donde su padre les dio algunos consejos sabiendo que eso no
iba a funcionar, pero también agregó que deseaba llevarse a Mía. El vuelo
saldría temprano al otro día y estaba dispuesto a comprar un boleto de
avión para llevársela a su casa. Él sabía que, si seguían más tiempo
viviendo solos, terminaría alguno en el hospital o muerto. Mía y su novio

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hablaron a solas y decidieron que seguirán un tiempo más juntos. Su padre
aceptó sus palabras con mucha preocupación.
Luego ella decidió hablar a solas con su papá en donde entre lágrimas,
le dice que sí quería irse. Que sí necesitaba ayuda, que ella no estaba bien
pero no sabía cómo tomar decisiones. Quería ayuda, pero a la vez no. Es
cierto que no estaba bien, comía mal y solo comía huevo cada día con
arroz o pasta y dormía en el piso literalmente, viviendo diariamente de
crisis en crisis. Ella sabía que no era una chica sana. Era obvio la
preocupación de su padre, pero aun así ella creía que eso sería por un
tiempo y luego estaría mejor. Tampoco se sentía fuerte para pedirle
perdón a su padre por todo lo que le había dicho. Su padre entre lágrimas
accede a esperar que Mía reflexione. Le dice que por favor no se decidiera
demasiado tarde, porque no quería verla sufrir. Y así ambos se despidieron
porque su padre regresaría temprano por la mañana.
Nuevamente en dos semanas las cosas entre ellos empeoraron. Otra
vez se volvió a lastimar la mano golpeando la pared. Ambos estaban hasta
el borde, hasta que una noche su novio le confiesa que no deseaba tenerla
más allí. Le dice que son muy jóvenes y no está listo para un compromiso
tan grande. Ella entre lágrimas le dice que, si se va, su relación va a acabar
y que no desea tener una relación a distancia. Solo había discusiones y
malos tratos. Había estrés, mal humor, golpes y desesperación. Y esto era
lo que tenían que hacer desde antes de meterse en ese problema enorme.
El último día mientras ella terminaba su maleta y mientras recibía un
último golpe de su novio, él le dijo: “Tu papá tenía razón, menos mal
mañana te vas, porque si no uno de los dos termina en el hospital o
muerto”. Mía sabía que no podía seguir así, y dentro de sus adentros decía:
Ya mañana saldré de este país, estaré lejos de él y este infierno se acabará.
Y aunque él me hará falta es mejor así. Luego pensó en sus adentros:
espero que los golpes no sean graves y no me traigan consecuencias.

Esa noche no pudo dormir muy bien, pero pensaba que a la mañana
siguiente abría algo mejor para ella. Ya no estaría más en ese infierno. Iría
a casa de sus padres, aunque era el lugar donde menos quería estar. Y
aunque siempre era lo mejor, ella en ese momento no lo veía así. Sus
padres querían lo mejor para ella, nunca la habían abandonado, buscaban
ayudarla por todos lados, oraban y ayunaban mucho por ella, les dolía
muchísimo lo que ella estaba pasando, pero ella no lo quería aceptar. ¡Que
terquedad tan tremenda!

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15
Capítulo

Automutilaciones por vicios

0 El avión aterrizó luego de unas horas. Mía había llorado todo el vuelo
y le dolía la cabeza. Cuando llegó al aeropuerto buscó la maleta y salió.
Apenas salió, vio a sus padres a lo lejos con globos y flores para ella. Ella
siempre amaba esos detalles de ellos, la hacían sentir importante. Y aunque
no quería aceptarlo eso le daba paz.
La nueva ciudad donde vivían sus padres era gigante. De noche se veía
muy bonita y hacía algo de frío. En el camino a casa divisaba todo el
hermoso panorama. Cuando llegó a su casa descubrió que era muy
hermosa. Parecía un hotel, aunque era algo pequeña. Pensó que estaba en
los Estados Unidos. Su nuevo cuarto estaba muy bien decorado, con
regalos de bienvenida. Se sentía bien en una casa así. Además, en la nevera
había frutas, postres y buena comida. Para sus adentros dijo: Creo que
aquí estaré mejor que allá. Sin embargo, toda esa noche se lo pasó
llorando. Se paraba asustada buscando a su novio. Y al no verlo lloraba
aún más. Estaba muy confundida y así estuvo por varios días mientras se
acomodaba en su cuarto.
A los pocos días volvió a descubrir fotos y otras cosas más en las redes
sociales de su novio. Debido a eso, le puso varias reglas sobre sus redes y
le indicó a quien debía bloquear. Además, ambos debían tener las claves
de todo. Esto le bajaba la autoestima y la hacía sentir muy celosa. En cada
pelea ella tenía crisis. Estas crisis eran cada semana. Cada vez que hablaban
por teléfono se golpeaba, gritaba y despertaba a sus padres, que muy
preocupados empezaron a anotar las fechas y horas de cada episodio
hablar con la nueva psicóloga.

Mía sabía que sus padres oraban por ella, que querían ayudarla, pero no
los dejaba. Volvió a ser agresiva con ellos, los corría de su cuarto, les tiraba
la puerta, veía a sus padres llorando por ella, pero le daba igual. Les gritaba
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que no quería ser cristiana y que no quería nada con Dios. Su relación
tóxica con su novio la estaba destruyendo cada vez más, pero ella no lo
aceptaba.

Al fin aceptó la ayuda ofrecida por sus padres y comenzó sus terapias
con la psicóloga. Sus padres habían orado mucho por esto y Dios proveyó
una excelente joven psicóloga. Su padre había tenido una entrevista con la
psicóloga y le contó todo lo que había pasado y lo que estaba pasando con
Mía. Ella aceptó ayudar y ver en qué consistía todo este problema. Era tan
buena que hasta venía a su casa para atenderla. Ahora la trataban como
adulta y no como una niña, porque ya tenía la mayoría de edad.
Ya no tenía que estar sus padres presentes. Las sesiones con ella eran
buenas, podía desahogarse y contar sus cosas, tratando varios puntos en
específico.

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 Su trauma del pasado.
 Sus crisis.
 Su automutilación.
 Su autoestima.
 El perdón.
 La relación con sus padres.
 La relación con su novio.
Mía estuvo de acuerdo en los temas y accedió a empezar sus terapias.
Los meses pasaron entre tareas, sesiones con su doctora, peleas con su
novio y resentimientos continuos con sus padres, quienes le decían que
buscara a Dios y que fuera con ellos a la iglesia. Ella ya no estaba en la
iglesia, no quería saber más nada de Dios, usaba zarcillos y hacía lo que
quería. No asistía al culto, no quería orar con sus padres y mucho menos
hacer el culto con ellos. Era una rebeldía desesperante.
El ciclo repetitivo del pasado volvió. Se aisló de todos y solo salía
cuando venía su psicóloga. Se cortaba una que otra vez, pero no con la
misma intensidad de antes, porque ahora tenía una mejor forma de drenar.
Consiguió cigarrillos a escondidas de sus padres. Entonces abría la ventana
de su cuarto, cerraba la puerta con seguro y prendía entre cuatro a seis
cigarros por noche. Podía fumar mientras escuchaba música, mientras
hablaba con su novio o simplemente mientras pensaba en muchas cosas.
Tenía varios encendedores para no quedarse sin fumar, ya que en una
ocasión tuvo que esperar a que sus padres se fueran para prenderlo en la
cocina, porque su cocina era de chispa eléctrica y no requería
encendedores.

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Pero cuando hablaba con su psicóloga, hacía como si nada hubiera
pasado y que estaba mejorando en el ámbito de sus cortes y sus nuevos
métodos de dañarse. Dejó de comer a las horas que eran, comía muy poco,
se dormía a las dos de la mañana y se paraba a veces a las tres de la tarde.
Solo salía como noctámbula para bañarse o ir al baño. De resto buscaba
su comida y se encerraba. Entre rasguños, golpes y mordidas pasaba sus
noches de crisis, agregándole los cigarros para sus pulmones. Hasta llegó
a comprar un vaper que usaba por diversión, ya que el humo era de
sabores y podía botar mucho humo por la boca. En su bolso tenía cajas
de diferentes sabores de cigarros.
Mientras eso pasaba, su novio se cansó de su toxicidad y sus celos por
todo. Él le hizo saber que ya no la amaba, a lo que ella se aisló aún más de
todos, porque creía que, si él no la amaba, nadie más lo podría hacer.


Pocas veces salía con su mamá o sus padres, y si salía estaba a la
defensiva de todo. La relación a distancia con su novio cada vez era más
toxica. Se revisaban constantemente las redes, se prohibían muchas cosas
pensando que así no se perderían o se respetarían. Desde que su novio le
había dicho que no la amaba, su trato se volvió diferente. Solo vivían
peleando con abusos verbales. La culpaba de su abuso sexual de niña, y
eso de una u otra forma aumentaba sus crisis.
Un día Mía decidió buscar en el internet sobre el abuso infantil y
descubrió el alto porcentaje de niños y niñas que son abusados de forma,
física, sexual o verbal. Descubrió en una investigación del 2017, que son
alrededor de 300 millones. Cuando supo la cifra tan alta, quedó muy
preocupada y con mucha impotencia. Entonces buscó testimonios de
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personas que habían sido abusadas. Y leyó uno que le dejó el corazón
hecho pedazos. Leyó sobre Stephen Kigoma quien fue víctima de una
violación en 2011 en medio del conflicto interno en su país, la República
Democrática del Congo.
Al terminar de leer, pensó en buscar la manera de ayudar a otras mujeres
y hombres, pero no sabía cómo, tratando de pensar bien. Mientras
pensaba qué podía hacer, comenzó a sentir algo raro en su cuerpo. Sintió
un dolor muy fuerte en el pecho y el corazón. Entonces corrió donde
estaba su mamá buscando ayuda…
Al rato que se había calmado, entendió que le había dado una crisis de
pánico. Era la primera vez que lo tenía. Se sentía horrible, era como si se
estuviera muriendo. Muy asustada lo anotó para hacérselo saber a su
psicóloga. Cuando llegó el día de la consulta con su doctora, le contó todo
sobre la crisis de pánico. La doctora le explicó que esto estaba relacionado
con las crisis de ansiedad y que debía estar pendiente porque podrían ser
muy peligrosas. Que lo primordial era alejarse de todo y tratar de calmarse
sola, usando una respiración adecuada. También le dijo lo que sentía en su
cuerpo, era solo una crisis y no significaba que se iba a morir.
Mía intentó mejorar con las crisis de pánico y con todo lo que le
provocaba ansiedad o rabia. Esto la ayudó, pero como le agregaba unos
cigarros a la técnica, sin que nadie lo supiera, era como si nada hiciera
porque eso no la ayudaba en nada. Tuvo crisis de pánico como tres o
cuatro veces, en las que logró tomarlas con calma. No se le salió de las
manos. Pero cada vez que tenía una crisis de ansiedad le daban las
sensaciones en su cuerpo de pánico y allí ya los consejos que le había dado
la psicóloga no servían y todo se salía de control.
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Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones
físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Los ataques de
pánico pueden provocar mucho miedo; al presentarse un ataque de pánico, sientes que
estás perdiendo el control, que estás teniendo un ataque cardíaco, o incluso que vas a
morir. En toda la vida de una persona solo le dan entre uno o dos ataques de pánico,
debido a alguna situación estresante que se resuelva, sin embargo, cuando es constante
se denomina “trastorno de pánico”
Fuente: www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/panic-attacks/symptoms-
causes/syc20376021#:~:text=Un%20ataque%20de%20p%C3%A1nico%20es,
p%C3%A1nico%20pueden%20provocar%20mucho%20miedo.
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92
Pronto volvió a cortarse. Y para que sus padres no lo notaran usaba
shorts largos o se ponía vendas. Los usaba bajándolo a la altura de la
cadera más abajo. Sus padres no lo notaban y sus heridas quedaban así
hasta que se le curaban. Su novio a todo esto estaba ausente, cuando ella
le expresaba que lo necesitaba o quería contarle sus cosas, él solo decía:
“Debo trabajar, estoy ocupado, me da muy igual lo que sientas o tengas,
tu psicóloga no te está ayudando”. Cada vez que ella quería contarle sus
cosas le decía dramática, que hacía un show, que solo lloraba o que era
una tóxica. Le recalcaba que ya no la amaba y ya no le importaba como
antes. De hecho, también eran reacciones de un chico inmaduro, tratando
de sobrellevar una relación tóxica y descontrolada.
Ella vivía mendingando amor. Y sus padres trataban de hacerla caer en
razón, pero ella se cerraba o simplemente les gritaba que la dejaran
tranquila. Decía que era su vida y que era su problema. Hasta algunos
amigos le decían que era un idiota por comportarse así, pero ella no lo
aceptaba. Mía estaba tan tóxica y enfatuada en lo que ella llamaba amor.
Pensaba que, si lo dejaba, jamás lograría estar con otro hombre. Era una
dependencia horrible y una necedad insensata que no sabía controlar.

93
16
Capítulo

Desajustes en el Epigastrio

0
El horario de comidas de sus comidas era un completo desastre. Sus
padres ya no tenían ideas de cómo ayudarla a establecer un horario de
comida. Su mamá le preparaba comidas apetitosas y variadas, pero igual
ella no respondía de buen agrado, y muchas veces dejaba su comida.
También se acostaba tarde y por ende seguía durmiendo hasta las horas
de la tarde. Desayunaba entre las 12 y las 3 pm y cenaba a las 10 de la
noche. Pero a la madrugada mientras sus padres dormían, se levantaba a
buscar que comer. Estuvo varios meses así, donde se paraba con dolores
en el estómago, ganas de vomitar y dolores de cabeza. A veces se
despertaba a las 10 am, pero salía de su cuarto a las 12 o 1 de la tarde. Y a
veces ni agua tomaba. Parecía la propia hikikomori aislada en su cuarto.
Debido a que muchas veces prefería no comer porque no le gustaba lo
que le daban, empezó a recordar su anorexia y bulimia. Sus padres le
decían que comiera porque se podría enfermar de muchas cosas como:
 Anemia.
 Gastritis.
 Anorexia y Bulimia.
 Defensas bajas.
 Entre otras.
Pero ella estaba buscando otra vez enfermarse. En su inmadurez de no
comer por castigar a sus padres y a su novio, prefería estar encerrada
siempre en su cuarto. Le daba mucha flojera salir para ver a sus padres y
que le dijeran cualquier cosa que la hiciera molestar. La relación con sus
padres no era buena debido al odio que sentía por ellos, ya que seguía
culpándolos de su abuso sexual de la niñez, además de que no estaban a
favor de su relación con su novio. Además, le hablaban de Dios y le decían
que se volviera a Dios, quien era el único que podía ayudarla, pero a ella
ese tema la ponía de mal humor debido a que culpaba también a Dios de
todos sus problemas. Y cuando trataba de acercarse a ellos, ella no sabía
cómo relacionarse y solo había roces y peleas.
94
Con quien mejor se
llevaba era con su mamá,
porque era la que más estaba
en casa, aunque a veces
también le molestaba que su
mamá le hablara. Su mamá
buscaba ser su amiga en vez
de ser madre. Trataba de
sacarle conversación y
sacarla de su cueva, y muchas
veces lo conseguía. A veces
salían a pasear y a caminar
por la ciudad y así conoció
varios lugares, gracias a ella.
A veces iban a McDonald’s a
comer helados y pasaban
momentos divertidos. Pero
cuando llegaba a la casa, se metía a su cuarto y volvía al mismo ciclo.
Para ella, era muy difícil dejar de lastimarse, perdonar a todos y por
sobre todo, amarse tal como era. Sus padres pidieron una consulta con la
psicología donde estuvieran todos presentes, para dar su punto de vista.
La mamá tal vez por ser madre, por pasar más tiempo con ella y por ser
más sentimental, decía que veía algunos cambios y avances en Mía. No tan
grandes, pero los veía; solo estaba la preocupación de su desajuste a la
hora de la comida.
En cambio, su papá no veía mejoras. Él notaba que cada día empeoraba
y le decía que no iba a mejorar hasta tanto ella no tomara una decisión.
También le dijo que nada sucedería si su vida espiritual no mejoraba. Él le
dijo que ese además de ser un problema psicológico era también un
problema espiritual. Esto molestaba mucho a Mía, porque no quería
escuchar esto. Además, sentía que no veían el esfuerzo que estaba
haciendo por mejorar.
Su papá también acotó con mucha preocupación, que su novio había
subido a sus redes una foto casi desnuda de ella. Él estaba muy
preocupado y quería que la foto la quitaran de Instagram ya que a diario
le llegaban mensajes y correos anónimos a donde le enviaban esa foto, y
no se sentía cómodo verla en una fotografía así. Mía se molestó mucho
más con su padre y dijo que no la quitarían, que era mayor de edad, que
esa era su vida y que no veía nada malo en eso. Unos días después la quitó,
pero igual seguía en su toxicidad y en su relación con su novio.

95
Los días pasaban y ella se odiaba a sí misma. Deseaba ser como esas
mujeres que veía y seguía. Quería ser como esos cuerpos falsos y editados,
sin saber que todas esas mujeres también tenían sus estrías. Algunas luego
las vio con celulitis, con un seno más grande que otro, con senos pequeños
o nalgas pequeñas. Se dio cuenta que cada cuerpo es diferente y que
muchas fotos llevan miles de retoques para hacerlas ver perfectas. Esa es
la irrealidad de las redes sociales. Son muy pocas personas las que
muestran su cuerpo tal cual es y su vida como realmente es, con sus altas
y bajas.
Tanto era su obsesión de ser como ellas que borró muchas fotos de sus
redes, y si subía algo debía ser “perfecto”. Ordenó sus redes tratando de
ser como esas mujeres, aparentando ser algo que no era, solo para que su
novio la mirará solo a ella. Estaba tan equivocada en pensar así. Aunque
también dejó de subir tantas cosas a sus redes y borró varias cosas que
entendió que no debía subir a las redes.

Sin embargo, ella y su novio vivían cambiándose las claves o
contraseñas de sus cuentas. Cada rato se la pasaban peleando y
cambiándose las claves en una obsesión enfermiza de celos. Peleaban, se
acusaban, se gritaban y se decían por teléfono palabras feas. Ella podía
revisar sin mentir, cada 10 minutos las cuentas para ver qué había pasado.
Ya era una situación muy enfermiza, en donde si no veía algo en sus redes
sabía que en cualquier momento le podrían cambiar las claves y le daban
crisis, pero si veía algo también le daban crisis. Todo referente a su novio
y a sus celos le daban crisis y le quitaban su paz mental, a tal punto que
quería saber hasta qué guardaba su novio en su teléfono. Por eso empezó
a pedirle captures, a ver qué tipo de emojis usaba, y saber todo lo que hacía
o no hacía.
Cada rato se bloqueaban las cuentas entre ellos, lo que generaba peleas
insoportables. Se hablaban y se culpaban mutuamente de los hackeos de
sus cuentas porque habían subido algunas informaciones
comprometedoras entre ellos. Sin darse cuenta se derrumbó. Se puso a
llorar desconsoladamente porque varias personas, incluyendo amigos,
familiares y desconocidos podrían haber visto sus fotos. Se empezó a
bañar más seguido porque se daba asco, no quería ni verse en el espejo.
Usaba ropa larga y muy ancha y se encerró aún más. Dejó de comer y si
comía era algo como dulces o comida chatarra.
Pero poco a poco comenzó a pensar lo que sus padres le habían
advertido y aconsejado, pero ya era tarde. Aunque jamás hablaba de ello,

96
estaba muy afectada. Era una nueva cicatriz para romperse y perderse. Se
alejó de sus redes por casi una semana, en donde solo pasaba el día viendo
series o películas, sin revisar el teléfono. Ya era una situación desesperante
a tal punto que Mía fue entendiendo que todo esto debía terminar. Debía
tomar una decisión o de verdad estaba resignada a morir.
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Una relación tóxica es una relación de pareja donde una o ambas partes sufren, más
de lo que disfrutan. Ambos se ven sometidos a un desgaste emocional con el objetivo de
convencerse a ellos mismos de que pueden salvar esa unión.
¿Cómo identificar a las personas tóxicas?
 Siempre son víctimas.
 Nunca admiten su culpa.
 Deforman la realidad.
 Todo se basa en su interés personal.
 Saben manipular y darle vuelta a las situaciones.
 No son productivos.
 Se quejan de todo.
 Se centran en las personas y no en los problemas.
 No saben escuchar ni escuchan consejos
 Buscan excusas.
 No viven en el presente.
 Critican a los demás.
Hay muchas parejas que normalizan conductas que son dañinas para la relación.
Aceptan maltratos, violencia, celos, control, mentiras, engaños, faltas de respeto y
humillaciones.

Pautas y consejos para salir de una relación tóxica:


 Toma conciencia.
 Afronta tus miedos.
 Suelta los amarres y toma fuerzas.
 Acepta tu tristeza.
 Fortalece tu autoestima.
 Escucha consejo.
 Busca apoyo.

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Diferencias de la relación tóxica y sana:
-Relación sana, las personas son honestas con sus sentimientos, actos y opiniones.
Hay confianza entre ellos y pueden mantener conversaciones en donde la verdad reina.
-Relación tóxica, cuando no hay honestidad empieza el terrible juego de los celos, se
espían entre ellos y siempre están en alerta pues temen ser engañados.
-Relación sana, se mantiene y respeta la privacidad y los espacios individuales de
cada miembro de la pareja.
-Relación tóxica, en estas relaciones es común encontrar que se están revisando los
teléfonos, correos, redes sociales, etc. No existe la confianza entre ellos y no saben
controlarse a la hora de hacer los reclamos.
-Relación sana, la pareja puede resolver sus conflictos y roces de una manera correcta,
agradable y justa.
-Relación tóxica, las peleas son el pan de cada día, los continuos enfrentamientos,
gritos, abusos, las continuas culpas, los maltratos psicológicos y emocionales.
-Relación sana, logran mantener sus relaciones y sus amistades cada uno, comparten
con ellos y dan la libertad de que cada uno tenga un grupo social distinto.
-Relación tóxica, alguno de los dos se muestra posesivo y celoso frente al otro evitando
que tenga amigos y establezca vínculos con cualquier otra persona, privándolo de una
vida social normal.
-Relación sana, pueden resolver sus conflictos con dialogo y con la capacidad de
escuchar al otro, piden disculpas si es necesario y las peleas no son duraderas pues logran
resolver todo tranquilamente y a la brevedad posible.
-Relación tóxica, ninguno cede frente al otro, se recriminan constantemente los
errores, pero no admiten defectos o culpas propias, se mantiene una relación llena de
resentimientos y rencores que poco a poco la irán debilitando.
-Relación sana, las relaciones sanas te dejan vestirte como quieras, y respetan tus
gustos.
-Relación tóxica, critica tu forma de vestir, maquillarte, tus gustos.
-Relación sana, cimentada en la libertad.
-Relación tóxica, cimentada en la dependencia.
-Relación sana, rompéis y volvéis constantemente.
-Relación tóxica, vuestra relación es sólida, los problemas se hablan.
Son muchas las diferencias entre las dos.

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¿Qué hacer si tus fotos privadas terminan en internet?
 No entres en pánico.
 Recopila evidencia.
 Denuncia ante la ley.
Recuerda:
 -Si eres menor de edad, difundir tus “nudes” es castigado por delito de pornografía
infantil.
 -Quien comparte estas fotos es cómplice y también se le considera responsable.
 -La extorsión sexual es un delito y la pena va de los 4 a 13 años de cárcel.
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99
17
Capítulo

Migren 650 mg

0 Habían pasado los días y las cosas todavía no marchaban bien para Mía.
Aunque ya había logrado dejar de sentir asco hacia ella, ya no tenía crisis
tan seguidas. Comía un poco más, pero lloraba mucho en cada pelea diaria
con su novio. Un día de junio, ella se levantó algo decaída, pero trató de
estar bien, comer a las horas y socializar más con sus padres. En la tarde
ya se estaba empezando a sentir peor y decidió meterse a su cuarto a estar
a solas, a esperar se le pasara el malestar. Ya había anochecido y estaba
teniendo una crisis de ansiedad. Le escribió a su novio, porque quería que
la hiciera sentir mejor, pero su reacción fue dejarla sola por horas hasta las
10 de la noche.
Ella le dijo que se sentía mal y estaba teniendo pensamientos negativos
en donde se quería lastimar. Su novio explotó con ella y le dijo: Si te
mueres me dará igual. Si quieres mátate, pero sé que no eres capaz… Ella
le dice llorando: ¿porque eres tan cruel conmigo? Realmente se sentía mal
y no quería cortarse. Se sentía fatal y quería su apoyo, pero él la trató
despectivamente y la dejó sola. Ella entre la crisis de ansiedad, su migraña
y lo que le dijo su novio, agarró sus pastillas de la migraña que tomaba
desde hace casi 3 años y se tomó varias pastillas. En su momento no sintió
nada. Pero a la medianoche comenzó a sentir un cosquilleo en todo su
cuerpo. Le estaba dando mucha taquicardia, y le costaba levantarse. Se
mareaba y debía sentarse, a tal punto que con miedo fue al baño y vomitó
todas las pastillas.
Se metió los dedos a la boca, vomitó varias veces esa madrugada. Y
cada vez que vomitaba el sabor de la pastilla le provocaba aún más ganas
de vomitar. Estuvo así por muchas horas. Vomitaba y cuando intentaba
dormir se paraba de nuevo a vomitar. Así amaneció. Sus padres que
habían salido a caminar y a hacer ejercicio, llegaron casi a hora del
mediodía. Cuando notaron que estaba mal, al conocerla le preguntaron si
había tomado algo, a lo que ella lo negó. Pero ellos ya sabían la verdad.
Estuvo tirada en el piso del baño mucho rato, y cuando vomitaba apretaba
100
la pierna de su mamá, tratando de tener fuerzas. Su mamá trató de darle
sopa, té y jugos para que pudiera calmar su estómago, pero todo lo que
metía a su estómago salía más rápido de lo que entraba.
Su papá preocupado viendo la situación, llamó a un taxi para llevarla al
médico, para que le dieran algún tratamiento porque ya estaba
deshidratada, debido a que había vomitado demasiado… En el taxi antes
de llegar al hospital vomitaba cada 5 minutos. En el hospital vieron que
quizás era una mala digestión y la dieron de alta sin mandarle nada de
medicina. Solo le dijeron que sacará una cita con un médico especialista
para descartar una gastritis. Saliendo del hospital se vino en vómito otra
vez. Sus padres ante esta situación consultaron a una farmacéutica, quien
le recetó un protector gástrico, y una bebida para aliviar sus vómitos,
además de sueros y pastillas.
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Migren, está indicado para el tratamiento de las migrañas y jaquecas. Contiene
acetaminofén, cafeína, dihidroergotamina. En caso de sobredosis se pueden producir
mareos, náuseas, vómitos y dolor abdominal, frialdad de manos y pies, taquicardia,
entre otras cosas.
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Ahora ya de vuelta en casa, se tomó toda la medicina que le habían
mandado para sentirse mejor. Entre unos que otros mensajes y vómitos,
se durmió por algunas horas hasta aproximadamente las 6 de la tarde. Los
medicamentos eran:
 Pedialyte, que es un suero para vómitos y diarreas.
 Gaviscon, es un relajante del estómago.
 Raditinina, para evitar los vómitos.
 Omeprazol, protector gástrico.
Estuvo por días tomando sus medicamentos. Tenía buen apetito, pero
si comía cosas pesadas podía vomitar. A veces le dolía comer y tragar; por
eso solo podía comer sopitas y jugos de mora a cada rato. Al paso de los
días trató de seguir las dietas recomendadas, tratando de volver con su
vida normal. Trataba de comer a horas, y no comer nada que le provocará
vomitar. Tuvo que optar por soportar sus migrañas sin tomar las pastillas,
ya que de solo pensarlas o verlas le daban náuseas.
Aunque habían pasado las semanas, seguía aún algo delicada del
estómago. Y aunque seguía fumando a escondidas de sus padres, ya casi
no lo hacía para evitar la sensación de dolor y náuseas. Trató de mejorar,

101
ya no se lastimaba, evitaba fumar, intentó alejarse de su novio y seguir las
tareas al pie de la letra como le decía su psicóloga…
Debía mejorar porque los cambios en la forma de comer y la idiotez
que había hecho de tomarse esas pastillas, podían ocasionar una gastritis
o hasta una ulcera en la boca del estómago. Ella no deseaba tener gastritis,
ya que sabía que daban dolores fuertes y debía estar en tratamiento. Hasta
ahora estaba teniendo principios de gastritis por los dolores que le daban
y las náuseas. No deseaba tener una enfermedad tan delicada. No quería
pasar por problemas alimenticios de nuevo, aunque ella misma lo había
provocado. Ya no pensaba en ser anoréxica y bulímica. Ya los vómitos no
le daban placer, le dolía y la hacían sentir insegura, muy desprotegida, y
muy enferma.

Mientras más pasaba el tiempo mejor se sentía. Aunque cualquier cosa
fuerte como el alcohol, el humo del vaper, o el cigarro le provocaban
fuertes dolores y muchas náuseas. Pero ya podía comer como una persona
normal sin preocuparse de sentirse mal. Su novio en todo esto estaba
desaparecido, y si volvía era para tratarla mal. Ante todo, Mía trató de
hacerse la vista gorda e ignorarlo, porque pensaba que eso no iba a
funcionar. Poco a poco comenzó a entender que esta relación a distancia
con su novio era peor o igual que cuando estaban juntos.
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La gastritis es un término general para un grupo de enfermedades con un punto en
común: la inflamación del revestimiento del estómago. La inflamación de la gastritis
generalmente se produce por la misma infección bacteriana que provoca la mayoría de
las úlceras estomacales. El uso frecuente de determinados analgésicos y beber demasiado
alcohol también pueden contribuir a la gastritis. Los síntomas son:
 Dolor o ardor (indigestión) en la parte superior del abdomen; pueden mejorar o
empeorar cuando comes.
 Náuseas.
 Vómitos.
 Sensación de saciedad en la parte superior del abdomen luego de haber comido.
Información sacada de: www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/gastritis/
symptoms-causes/syc 20355807#:~:text=pylori%2C%20o%20de%20tener%20
trastornos,Estr%C3%A9s.
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102
103
18
Capítulo

Noche de monstruos

0
Mía había superado sus dolores y vómitos. También estaba saliendo de
su encierro. Había salido con una amiga de su infancia que estaba en la
misma ciudad, pero quería volver a verla para ver si se distraía un poco.
Cuadró con su amiga para ir a donde vivía, un día domingo. Les dijo a sus
padres que iría a casa de su amiga, a lo que ellos accedieron llevarla en el
carro. La tarde se la pasaron entre cantar, bailar, contarse cosas,
maquillarse y prestarse ropa. Luego salieron y compraron dulces y refresco
para pasar el rato… Estuvieron hasta las 6 de la tarde así. El novio de Mía
supo que estaba fuera de casa y le pidió que regresara, porque ya era tarde.
Pero ella le respondió que se iba a quedar y esto lo molestó.
Mía y su amiga querían seguir disfrutando. Por lo que volvieron a salir
para comprar pizzas y bebidas. Luego les dijo a sus padres que se iba a
quedar en casa con su amiga. Sus padres no les pareció nada buena la idea,
pero de algún modo lo aceptaron. Después de cenar, el novio de su amiga
y su cuñado que habían llegado, se pusieron a jugar un juego de mesa
llamado verdad o reto. Se divertían entre besos, fumar y beber vodka
ligado con jugo de naranja. Mía solo tomó 2 dedos de licor, pero su amiga
había tomado mucho más.

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Ya como a las 11 de la noche Mía veía las cosas borrosas y le costaba
recordar lo que habían hecho. Ella había dejado de pensar y de escribirle
a su novio y se sentía libre “disfrutando” el momento. De repente su amiga
se volvió loca con el alcohol; estaba borracha y con poca ropa. Mía tuvo
que meterse con ella a la ducha para tratar de calmar la situación. Su amiga
lloraba y decía muchos disparates debido al efecto del alcohol. Luego se
dio cuenta que estaba en el piso de la habitación de su amiga y de su novio.
Mía trataba de quedarse consciente porque sabía que algo le habían dado,
no era normal que no recordará muchas cosas de la noche.

Al rato estaba en la sala. Estaba al lado del cuñado de su amiga, quien


trataba de besarla. Él lo consiguió, pero luego ella se alejó de él porque le
decía que no quería eso. Luego cerró sus ojos para pestañear y luego se
encontró en el baño desnuda a luces oscuras, con un hombre. Mientras
trataba de quitárselo solo conseguía que la empujarán, la golpearan y la
obligaran a tener sexo. Los pocos momentos que estuvo consciente se
trataba de alejar, defender y resistirse, pero solo conseguía que la golpearan
o la empujaran contra la pared o el piso. Mía estaba drogada y no lo sabía.
Le habían dado a beber algo sin darse cuenta. Y en estas condiciones
podían hacer lo que quisieran con ella. Trataba de limpiarse, echarse agua,
mientras se trataba de vestir en su poca lucidez.

Era la madrugada reaccionó dándose cuenta que había sido
sexualmente abusada y drogada. Estaba tan desesperada que llamó a su
novio, para tratar de buscar una ayuda. Llorando le dijo: Amor no tengo

105
la culpa de esto y tampoco de lo que sucedió hace años. No recuerdo muy
bien que acaba de pasar. En seguida su novio entendió que algo estaba
pasando, y decidió llamar a sus padres para que fueran a buscarla. Mía no
quería que sus padres supieran, pero ya él los estaba llamando. Sus padres
eran los únicos que podía ayudarla en ese momento. Mía sabía que ellos
no estaban muy contentos que se quedara fuera de casa con su amiga. Le
dijeron que era peligroso, que no lo hiciera, pero ella había insistido en ir.
Sus padres inmediatamente la llamaron. Eran las 5:30 de la mañana y
ella estaba encerrada en el baño. Le dijeron que iban a buscarla, pero ella
dijo que no. Entonces le dijeron que saliera de allá enseguida y regresara a
casa. Mientras ella estaba en el baño encerrada, su amiga estaba en una
crisis rara. También estaba drogada y gritando muy fuerte, cosa que
también alertó a los vecinos. Mía logró salir del baño con mucho temor.
En eso los dos monstruos, el novio de su amiga y el cuñado le dijeron:
“No digas nada de lo que pasó”, mientras Mía salía rápidamente de aquella
casa.
El camino de vuelta a su casa se le hizo complicado. Tenía sueño, estaba
mareada y no coordinaba muy bien. Su novio no estaba para ella y le dijo
que se las arreglara como pudiera. Mía comenzó a pensar que en medio
de todo lo que le había sucedido, tal vez podía estar embarazada. No
recordaba mucho, pero sabía que algo había pasado. Por lo tanto, decidió
comprar una malta y canela para tomar. Llegó a su casa a bañarse para
tratar de dormir. Pero cada vez que cerraba los ojos todo le daba vueltas.
Sus padres sabían que algo había pasado, pero ella no quería decir nada.
Su mamá notó que ella estaba muy preocupada en tomar malta y canela y
preguntando qué tomar para hacer bajar el periodo. Pero ella como la
mayoría de las veces, no dijo nada.
Luego notó que tenía
varios morados y golpes en
su cuerpo. Entonces decidió
mostrárselos a su mamá
para que se diera cuenta de
lo que había pasado, sin
decirle nada. Le daba mucha
vergüenza hablar con sus
padres de lo sucedido y no
quería que lo supieran.

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Las drogas para violar a veces son utilizadas para facilitar un ataque sexual. Estas
drogas pueden dejar a las víctimas física y mentalmente indefensas, y hacer que no
recuerden nada de lo que pasó. Con frecuencia estas drogas no tienen color, olor o gusto
y se agregan fácilmente a las bebidas de sabor sin que lo advierta la víctima.
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Mía se comunicó con un amigo doctor quien le recomendó tomar una
píldora de precaución porque por los síntomas y todo lo que ella le había
dicho la habían drogado. Pero ya era tarde para que se hiciera exámenes
de sangre para determinar que droga le habían dado. También estos
monstruos la amenazaron diciendo que no dijera nada porque tenían
videos de ella desnuda. Esto le hizo recordar nuevamente sus heridas del
pasado cuando era solo una niña.
A los 4 días después que tomó las pastillas que su amigo ángel de la
guarda le envió junto con dos pruebas de embarazo, la menstruación le
llegó por seis días. Ella sabía que era por la pastilla, pero le inquietaba el
hecho de algún embarazo no deseado. Por ello se hizo una semana una
prueba de embarazo dando resultado negativo.

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Ya cuando se hizo esta prueba, sus padres sabían de lo sucedido al igual
que su psicóloga. Todos estaban dispuestos a poner la denuncia para
buscar a esos monstruos y encerrarlos. Pero Mía por miedo de que
filtraran algunas fotos o videos dijo que no. Prefería dejarlo así. Aunque
su papá no sabía nada del video que decían los monstruos, estaba muy
molesto. Quería denunciarlos a ambos, pero se contuvo por la petición de
su hija, aunque no quedó muy satisfecho.

Desde aquel momento Mía comprendió que no debía callarse ante este
tipo de situaciones. Entendió que, aunque no escuchó consejos, aun así,
esto no es culpa de la víctima. Y aunque la vieran desnuda no le daba pie
a nadie de abusar de ella y violarla. Sus padres la apoyaron mucho luego
de eso. No deseaban que pasará por situaciones lamentables como esta.
Les dolía demasiado todo esto y querían todos devolver el tiempo, pero
ya había sucedido.
Ella entendió que tomó una muy mala elección en ir a casa de su amiga
aquel día para disfrutar, beber, fumar y estar con aquellos “amigos” que
no conocía. Deseó profundamente no haber ido. Se lamentó muchas
veces y otras tantas cosas, pero sabía que ya era demasiado tarde. No podía
cambiar el pasado. Solo debía aceptarlo, levantarse y avanzar con el apoyo
de sus padres y su terapeuta. Ahora entendía que los consejos de sus
padres eran muy valiosos y que debía escuchar, antes de ser terca, cerrada
y en querer ser libre.

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La prueba de embarazo Clearblue Plus se ha diseñado para ofrecer una experiencia
de prueba de embarazo lo más sencilla posible, con la precisión qué espera de Clearblue,
y en apenas un minuto.
Levonorgestrel: es un tipo de anticonceptivo oral y se usa para evitar el embarazo
después de una relación sexual sin protección. Este medicamento se usa como método de
emergencia o apoyo en caso de que un método anticonceptivo regular falle.
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19
Capítulo

En 4 pedazos

0
Ahora Mía pensaba en su vida y en lo que debía hacer. La relación con
su novio estaba a punto de desaparecer. Ya ella no deseaba seguir con él.
Cada vez que hablaban se sentía más sola, sentía que él cada vez la culpaba
más por sus errores y hasta le decía palabras que la herían demasiado. Un
día él le dijo que era una regalada y que lo que había pasado cuando niña
era por su culpa. Inmediatamente ella le tomó captura a ese mensaje y se
lo pasó a su papá. Su papá lo enfrentó y le dijo que podía denunciarlo por
eso. Ya se había perdido el respeto entre ellos, pero ese mensaje había
superado los límites.
Desde ese momento comenzó a pensar más claro en su vida. Comenzó
a buscar a Dios y a orar. Todas las noches oraba, con el propósito de
pedirle a Dios respuestas de sus preguntas por medio de acciones. Quería
que Dios le diera una respuesta clara sobre su vida y su novio. Deseaba
saber si debía alejarse o no y le pedía que le respondiera por medio de
cosas absurdas. Ya ella sabía que debía alejarse y terminar esa relación
tóxica. Dios le había dicho muchas veces eso, pero ponía peros y no se
alejaba.
Entre insultos, oraciones y mensajes en sus redes, llegó a la conclusión
que debía alejarse, pero no encontraba la fuerza. Pero se armó de valor y
con mucho dolor en el alma, en medio de sus crisis le dijo que ya no podía
seguir con él. Así fue como al fin terminó esa relación sin darle más
explicaciones.
Todo ese día se lo pasó llorando. Dejó de revisar el celular para no ver
los mensajes, tratando de superar todo lo que había pasado en un año y
diez meses. Era difícil de superar, pero su vida estaba en calma. Ya se
habían vuelto tan tóxicos que terminaban y volvían. Por eso ella trató de
no volver con él, trataba de no escribirle, se alejó mucho y eso hizo que
110
esta toxicidad la fuera cerrando aún más…. No estaba dispuesta a seguir
en su ciclo de toxicidad con él.
Días después de que habían terminado ella comenzó a entender que
había estado por mucho tiempo en un infierno sin darse cuenta. Solo había
tratado de mendigar un poco de amor. Sin embargo, Mía no había
aprendido la lección. En el fondo seguía buscando que su novio mejorara
y las cosas cambiaran. Era un asunto difícil para ella. Y como todo ciclo
tóxico, volvieron a hablar otra vez, para volver a su rutina de peleas e
insultos. Su plan de alejarse había fallado.
Habían pasado ya algunas semanas, y las sesiones con su doctora y la
ayuda de su mamá al ir juntas al gym la fueron animando, a tal punto que
cada día lo amaba menos, lo pensaba menos y hasta ni se acordaba de él.
Esos días los usó en dedicar tiempo para hacer cosas que le gustaban.
Además de que ya casi no usaba sus zarcillos ya que le molestaban. A veces
tenía sus crisis, pero ya no se lastimaba, estaba mejorando. Se sentía bien,
pero algo no la estaba dejando avanzar y debía descubrirlo con ayuda de
su psicóloga.
Su padre le decía que comenzara a romper con todas las cosas del
pasado y del presente, y eso, incluía fotos y recuerdos. Ella también sabía
que debía quitar las fotos con su novio de redes, debía bloquearlo y
alejarse, para así cerrar ese ciclo. Pero aún no encontraba la fuerza
suficiente o más bien, no pensaba que fuera necesario hacerlo. Pero más
adelante descubrió que esa era la pieza clave para soltar su pasado.

111
20
Capítulo

Buscando la paz mental

Ya estaba por terminar el mes de agosto y Mía sabía que su cumpleaños


se estaba acercando. Pero no le daba importancia tanta importancia, ya
que nunca le había gustado cumplir años. Había tenido terapias enfocadas
en su pasado, su relación y muchas cosas más. Pero no habían tocado a
fondo el tema de su autoestima. Su psicóloga le dio una tarea que parecía
algo tonta pero que realmente le funcionó. Consistía en seguir algunos
pasos para enamorarse y amarse a sí misma. Debía tener citas con ella
misma. Los 8 puntos que debía hacer eran:
 Ver a la persona.
 Interés.
 Coincidir.
 Contacto.
 Comunicarse más.
 Pasar más tiempo.
 Hay algo en ti que me atrae y quiero pasar más tiempo contigo.
 Pasar todo el tiempo que pueda con la persona.

112
Debía mirarse al espejo desnuda mientras veía sus cosas que no le
gustaban y las que sí le gustaban. Debía también hacerse dibujos en sus
cicatrices, para aceptarlas… Debido a esta actividad, salía más para estar a
solas. Probaba cosas nuevas y trataba de hacer actividades nuevas solo
para ver si le gustaban o no. Luego de unas semanas, descubrió que se veía
diferente. Se sentía linda y estaba empezando a amarse tal como era.
Además, ir al gym la hacía sentir más animada y más sana.
La técnica que le dio la psicóloga le funcionó. No solo tenía esa
actividad. También hizo muchas otras cosas para lograr mejorar antes de
que el 2019 terminará. Debía tener metas y objetivos. Hasta llegó a
componer una canción como tarea.

Todas las terapias con su psicóloga la ayudaron muchísimo. Ya prestaba


más a atención a lo que le decía la psicóloga y lo que sus padres le
hablaban. Ya no era la niña inmadura, tóxica, sin autoestima. Estaba
mejorando y madurando en muchas áreas de su vida. Solo debía terminar
de sacar de su vida a su novio y a su relación tóxica. Ella no lo veía
necesario pero sus padres y su psicóloga sí. Después de tantos tropiezos y
sufrimientos, al fin lo entendió y lo logró. Para ella fue una experiencia de
113
satisfacción y de paz. Se sentía diferente y libre de un peso emocional y
psicológico. Estaba comenzando a ver la verdadera realidad.

Obtuvo nuevas cualidades y convirtió esos defectos en cosas buenas:


 Respeto.
 Olvidar.
 Bienestar.
 Aceptarse.
 Sanar.
 Salud.
 Perdonar.
 Soltar.
 Amarse.
 Cerrar ciclos, comenzando con su noviazgo.

114
Ahora solo deseaba tener absoluta paz mental. Anhelaba estar en modo
HAKUNA MATATA. Su relación con sus padres mejoró muchísimo,
hasta salían juntos, veían películas, iban a la iglesia juntos algunos sábados,
pasaban más tiempo juntos y eso la hizo sentir muy bien.
Al paso de los días descubrió
que ella tenía un monstruo peor
que todos, el cual era ella misma.
Siempre fue ella misma, pero se la
pasaba culpando a otros. Que, si
influenciaron, que otros tuvieron la
culpa, y otras cosas más. Comenzó
a entender que era a ella misma a la
que debía destruir en su mente y
sacar de su vida. Debía sacar la Mía
tóxica, destructiva, terca, necia,
arrogante, celosa, odiosa y
amargada. Comenzó a hacer su
propia terapia interna y descubrió
la verdadera Mía que estaba oculta.
Veía que era otra joven, ya no
sentía odio, ni rencor. Comenzó a perdonar a todos, incluyendo a Dios.
Ya no lo culpaba de sus desgracias y comenzó a entender que sus padres
no tenían la culpa de todo lo que había vivido. Tenía padres maravillosos
que siempre habían buscado lo mejor para ella. Que habían siempre
buscado ayudarla, pero ella les había cerrado toda posibilidad. Ya casi no
usaba sus zarcillos, solo usaba sus piercings. Aunque no fumaba, todavía
guardaba algunos pocos cigarros.
Ya faltaba poco para acabar el año y Mía estaba aclarando su panorama.
Los días grises ya los veía de colores. Ya dormía y comía más. Era más
sociable, sonreía más, salía y disfrutaba con sus padres y pensaba en no
volver atrás nunca más. Ya llegaría el fin del año y su vida daría un giro
gigantesco.

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“La gota que colmó el vaso, es la semilla del cambio que esperabas”.
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115
21
Capítulo

¿Fin?

Era el mes de diciembre y todo parecía estar bien. Fueron días


emocionantes que pasó en familia de la mejor manera. Hubo paseos y
salidas para conocer nuevos lugares. Era un verdadero cambio de actitud
con nuevos aires de tranquilidad. Sin embargo, esto no era todo lo
acontecería en mes de diciembre. Unos amigos de la iglesia y de su infancia
habían llegado a la ciudad donde vivía y muchas cosas cambiarían.
El sábado 28 de diciembre Mía salió de su casa temprano para ir a ver
sus amigos. Sus planes eran ir y regresar el domingo a casa. Fue
emocionante verlos y compartir con ellos. Mía había ido en zarcillos y
también había llevado los pocos cigarros que le quedaban. Además, pensó
que quizás podría divertirse. Pero nada de eso sucedió. Sus amigos tenían
otros planes y otras intenciones muy deferentes a los que ella había
pensado. Y mientras comían pizza y veían películas, algo no la dejaba
tranquila… Ella notaba que sus amigos la miraban de manera diferente.
Luego descubrió que uno de sus amigos de hace años, le había dicho a los
demás: “Si me llegó a quedar, hay una ovejita que debemos rescatar”.
Ella sabía que estaban hablando de ella, a lo cual solo se rio, pero algo
dentro de ella se movió. Sabía que debía mejorar si quería tener un mejor
futuro. Además, pensó, que, si deseaba en un futuro tener una relación
seria con alguien, no podía seguir como estaba. También pensaba que su
pasado no cualquiera lo aceptaría… Y todo esto le inquietaba.
Los días fueron pasando y sus amigos la invitaron a quedarse. Y ella
accedió. Era el martes 31 de diciembre y quedaban solo pocas horas para
terminar el año. Sus amigos planificaron ir esa noche a la iglesia para
recibir el año y la invitaron. A ella le pareció bien. Sin poner peros, todos
fueron a la iglesia. Ella comenzó a recordar momentos maravillosos de su
niñez en la iglesia. Recordaba donde había estado antes y donde se veía
ahora. Era un momento de reflexión personal. Luego de la pequeña
programación de la iglesia, se fueron a unos juegos sociales en donde,

116
jugaron ping pong, maquinitas, y otros juegos más. Ella se sentía feliz en
un tono de familiaridad diferente.
Al llegar a la casa de un momento a otro, ella comenzó a llorar. Las
lágrimas se le salieron solas. Comenzó a quitarse sus zarcillos, piercings y
demás cosas que tenía. Botó los cigarrillos e hizo planes de comenzar una
nueva vida. Les pidió a sus amigos que los botaran porque iba a hacer un
cambio definitivo. Y antes que fueran las 12 de la noche, decidió borrar
todas las fotos con su ex-novio de las redes sociales, para cerrar ese ciclo
definitivo.

Dicen que año nuevo es vida nueva, y Mía amaneció con pensamientos
diferentes en el nuevo 2020. Su comienzo de año fue entre amigos que la
hacían sentir en familia. Se sentía muy bien después de haber dicho adiós
a muchas cosas… Se había propuesto dejar atrás:
 Ansiedad.
 Miedo.
 Ciclos.
 Obsesión.
 Ataques.
 Rencor.
 Tristeza.
 Monstruos.
117
 Tóxica.
 Auto daños.
 Pasado.
 Estrés.
 Odio.
 Crisis.
No quería ir tan rápido en su vida espiritual para no sentirse presionada.
Iba avanzando paso a paso sin apuros. Deseaba hacer esos cambios no
por sus propios méritos. Comenzó a orar más y a pedirle a Dios ayuda,
mientras sus amigos la inspiraban y la animaban a seguir adelante en su
vida espiritual.
Había llegado el primer fin de semana del mes de enero. Su padre estaba
de cumpleaños. Mía no tenía dinero para algún regalo para su padre, pero
pensó que sí podía darle un gran regalo a su padre. Sus padres no estaban
en ese momento en casa y entonces aprovechó, fue a su casa y sacó todos
sus zarcillos, joyas, piercings y los colocó en la puerta de su cuarto.
También dejó una nota diciendo: Boten todo esto. No los voy a usar
más. Pidió perdón por todo lo que había hecho y les dijo que volvería a
los caminos de Dios. Luego añadió: Papi este es mi regalo para ti.
Definitivamente, que este fue el mejor regalo de cumpleaños que su padre
recibía en toda su vida. Él había sufrido mucho por ella y sus actitudes.
Pero ahora estaba leyendo con lágrimas de felicidad en sus ojos, los
mensajes de Mía mientras sostenía en sus manos todas sus joyas. Ahora
junto con su esposa no paraban de llorar, agradeciendo a Dios por las
oraciones respondidas.
Los días fueron pasando y Mía se sentía muy bien. Entre tantas cosas
fue conociendo más a uno de los chicos quien era un buen amigo. Pronto
se encontró iniciando una nueva relación sentimental. Era muy diferente
a la anterior. Había respeto y sobre todo búsqueda de Dios. Oraban
mucho y buscaban que esa relación fuera sustentada por Dios. Sus padres
no estaban muy de acuerdo con Mía porque pensaban que era algo muy
rápido para ella. Pero sentían que era mejor que la anterior. Aunque había
algunos errores y defectos por mejorar, era una relación sana. No eran
novios y solo tenían una amistad especial. Pero se trataban con mucho
respeto porque ambos pensaban en hacer las cosas bien.
Su ex novio la llamó preguntándole miles de cosas, como si tuviera
derecho sobre ella. Ella escuchó todo lo que él dijo y al terminar solo le
dijo: goodbye you. Ya ella le había dicho a sus padres y a su psicóloga que

118
ahora sí, había cerrado este capítulo. Se
sentía tranquila y libre de tanta toxicidad.
Poco a poco los ciclos se fueron cerrando.
Pero Mía sabía que no debía confiarse y que
debía seguir con sus terapias. Ella sabía que
el alejarse de Dios y el no haber controlado
todos estos impulsos de adolescente rabiosa
e impulsiva, la llevaron a vivir todas estas
calamidades.
Hoy Mía sigue avanzando y tratando de
recuperar el tiempo perdido. Ella sabe que
debe ordenar todos sus pensamientos.
Ahora ella está concentrada en cada día
buscar más a Dios, ya que entendió que no había sido la culpa de él. Y una
forma más ilustrada de entenderlo fue cuando vio una película titulada:
“La cabaña”. Luego de muchos años los sueños y metas volvieron a su
mente. Mía está enfocada ahora en mantenerse sana, no volver a su pasado
y seguir con sus terapias.
Quizá la vida no le será color de rosas, pero ella cree que, si Dios es lo
primero en su vida, alcanzará la victoria. Está tratando de rehacer su vida
en una nueva relación sentimental comenzando desde cero en un
noviazgo cristiano. Está aprendiendo a amarse para poder amar a otros,
ya que no sabía lo que era amar. Siempre había buscado tener compañías
tóxicas que no le ayudaban en nada. Ahora
busca mejores amigos y también tener una
relación sana basada en los principios de
Dios.
Está aprendiendo a perdonarse a sí
misma, como también busca perdonar a
todos los que de alguna manera le hicieron
daño. No ha sido fácil el proceso, pero sigue
avanzando en ese camino. Aunque hay
muchas cosas y detalles que ella no contó, su
historia continuará. Este no es el fin; es solo
el comienzo. Ella tiene muchísimas páginas
en blanco por llenar, donde con la ayuda de
Dios derrotará a otros monstruos que
pudieran atravesarse en el camino.

119
Epílogo

Muchas veces los recuerdos surgen tan fuertes en la mente de Mía. Pero
debe calmarse y entender que este fue su pasado. Y aunque no está muy
lejos, ya es cosa del pasado. Mía siempre fue una joven extraña o rara entre
todos sus amigos y familia. Pensaba que era sola, independiente y libre.
No escuchaba consejos de quienes trataban de ayudarla. Pero ahora luego
de tantos años, busca acabar y cerrar todos los ciclos de su triste pasado.
Ella sabe que aquella niña de 8 años de sonrisa alegre que una vez la
perdió, estaría orgullosa de la mujer que comienza a ser el día de hoy.
Muchos días ella quiere dejar de ser la mujer de un pasado oscuro y
difícil, pero ha entendido que debe aceptarse con todos sus errores. Su
pasado solo la está ayudando a crear a la mujer increíble de hoy y de
mañana. Aún siente miedo de regresar a ser esa joven tóxica e inmadura,
pero no le da tanta cabeza al asunto porque sabe que no es sano vivir con
miedo.
Está aprendiendo a descubrirse, a conocer sus gustos y saber quién es.
Siempre será la joven dominante y seria, de pocos amigos; la alocada y
algo rebelde en muchos aspectos. Siempre será la chica que no aceptará
estar gorda o, mejor dicho, no subir de los 60 kilos. Será siempre la joven
que se expresa mejor por medio de escritos y que le cuesta mucho decir
un te quiero o te amo. Siempre será la joven que cuando ríe lo hace hasta
que le duele la panza; que drena sus miedos, sus crisis y sentimientos por
medio de dibujos. Será siempre ella misma, pero en una mejor versión,
dejando de lado a sus monstruos bien lejos.
Tiene el gran reto de ser fuerte, para así afrontar lo que le toque vivir.
Ella ha entendido que vivió un pasado traumático debido a un hombre
que aparento ser su amigo y la terminó llevando a su infierno. Le tocó
crecer sola, ocultando por años su abuso infantil. También tomó varias
decisiones tristes que la llevaron a cometer los peores errores de su vida.
Vivió un amor obsesivo y tóxico hasta el punto del maltrato. Daño mucho
su cuerpo y tocó la muerte de cerca. Algunos la juzgaron y la seguirán
juzgando al conocer su historia. Otros tratarán de entenderla o se
sorprenderán. Pero solo desea que muchos levanten su vida a través de la

120
oración. Que lo hagan por ella, como también por los que han sufrido o
están sufriendo en silencio.
Tal vez hasta dirán que perdió tiempo en todos esos años. Pero ella cree
que ha sido una escuela de aprendizaje. Está aprendiendo a entender el
dolor de quienes la acompañaron en todo el camino, pero también de
quienes lo han sufrido. Es una nueva visión de una gran realidad.
Mía no quiere seguir culpando a los demás de sus decisiones. No quiere
ocultarse atrás de personas o excusarse en que todo lo que hizo fue gracias
a sus traumas, aunque sí influenciaron. En toda esta historia, ella solo
desea decirle a alguien, que no es sano callar y no dejarse ayudar. Hablar
es lo mejor para evitar tanto sufrimiento. De hecho, algunas actitudes que
tomó, no eran porque ella realmente lo hubiera querido. Solo estaba
dejándose llevar por todo su caos mental, que siempre estuvo guiado por
alguien que usó a todas esas personas. Ese es Satanás; el peor enemigo de
todos, quien busca destruir a la raza humana.
Tal vez al terminar la lectura de este libro algunos tendrán una idea de
quienes son algunos de los personajes. Pero si no tienen una idea, no traten
de saberlo, porque la idea no es juzgarlos o darles importancia. Cada uno
tiene sus luchas y debilidades. Y necesitan como todos del amor de Dios.
Mía ha escrito este libro para desahogar todo lo que vivió. Lo ha hecho
buscando cerrar ese ciclo de su vida por completo. También ha querido
mostrar, que todos batallamos sin decirlo, con un pasado difícil. Y aunque
en el momento no se vea la salida, siempre al final del oscuro túnel, habrá
una luz.
Realmente solo unos pocos escriben sus historias, mientras millones lo
callan. Si Mía, la joven de la historia puede comenzar a superar, perdonar
y salir a flote, reenfocando su vida; cualquiera puede hacerlo. Solo se
necesita un poco de ayuda y entender que todo sucede por una razón. El
asunto no es por qué suceden las cosas, sino para qué. Dios siempre está
al control de todo, aunque tengamos que pasar por situaciones difíciles o
dolorosas. Y mientras tengamos vida, Dios en su infinita misericordia
siempre nos dará muchas oportunidades. Dios te dará oportunidades
hasta que tu corazón siga latiendo. Por lo tanto, no te rindas por ningún
monstruo que intente atemorizar tus días.
La Mía de la historia soy yo. Y ahora cada día me levanto con un
pensamiento que ronda mi cabeza diciéndome: Ruth, ya no repitas más.
Eres única y especial. Dios tiene grandes planes para ti. Aférrate a Él y sal
a conquistar las alturas. Y aunque hay muchísimo camino por recorrer,
solo miraré atrás para no volver a pasar por ese mismo lugar.

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Querida Ruth del pasado

Sé que no te cuidé como debí. Sé que te lastimé y te hice mucho daño.


Sé que dañé tu cuerpo con miles de golpes, marcas y con sustancias
dañinas. Sé que no tomé las mejores decisiones para ambas. Solo fui una
egoísta sin pensar en las consecuencias. No debí culparte de todo lo que
te hizo ese monstruo a tus 8 años cuando eras solo una niña inocente, que
confió demasiado en ese ser incorrecto. No debí permitir que te alejarás
de todos; debí ayudarte a que lo contarás a tiempo. No debí alejarte de las
personas que más te aman y que te seguirá amando: tus padres. Nunca
debí permitir que pensarás que la belleza solo estaba en ser flaca, cuando
siempre fuiste hermosa, tal cual eras.
Debí impedir tu primer corte para evitar que terminarás con las piernas
llenas de hondas cicatrices. No debí dejar que entrarás en el mundo de la
bulimia y anorexia, ni debí permitir que buscarás muchas formas para
dañarte. No debí dejar que mendigaras amor, ni debí permitir que te
entregarás a tus desenfrenos sexuales sin control. No debí permitir que
odiarás a tus padres a tal punto que les desearás la muerte… Perdóname
porque debido a mi descuido casi no cuentas esta historia. Debí impedir
tantas cosas. No supe cuidarte y te pido perdón por todo el daño que te
hice mientras ahora las lágrimas corren por mis mejillas. Prometo cuidarte
más, de ahora en adelante, para que estés orgullosa de la mujer en que te
estás convirtiendo. Te prometo que pase lo que pase no repetiré la misma
historia otra vez.
Querida Ruth, sigue siendo esa niña sonriente y feliz. No permitas que
nadie te quite esa energía. No te rindas nunca ante las duras adversidades.
Vive, sueña y crece de la mano de Dios. Nuevamente te pido perdón desde
lo más profundo de mi corazón y no olvides que te amo…

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Agradecimientos

En primer lugar, quiero agradecer a Dios, el dador de la vida. Si no fuera


por Él no estaría escribiendo todo esto.
Quiero agradecer profundamente a todas aquellas personas que oraron
por mí en todos estos años. Sé que gracias a sus oraciones sigo con vida.
También agradezco a quienes siguen orando por mí y seguirán orando por
mi vida, mi futuro y mi crecimiento espiritual.
Quiero agradecerles a las personas más importantes para mí en estos
momentos: a mis padres. Sé que sin su apoyo, tiempo y amor no estaría
aquí. Gracias por soportar cada mala palabra, cada grosería y cada mala
actitud. Gracias papi y mami, porque a pesar de que fui una joven
problemática, siempre me recibieron con los brazos abiertos una y otra
vez. Gracias por no rendirse conmigo. Gracias porque ustedes fueron un
impulso para empezar y terminar este proyecto. Les amo demasiado, y
aunque no se los diga muy a menudo, ustedes lo saben.
Gracias a todas esas doctoras que estuvieron en cada etapa de mi vida.
Aprendí de cada una de ellas. Pero quiero agradecer de manera muy
especial a mi psicóloga actual. Sé que sin su ayuda y sus terapias no hubiera
logrado mejorar y avanzar. Gracias por tener tanta paciencia conmigo.
Porque lo admito, mi proceso fue muy lento, pero los resultados están
dando sus frutos.
A mis pocos amigos que estuvieron en su momento dándome ánimo y
ayudando en lo que podían. Pero quiero agradecer de manera muy especial
a mi “ángel de la guarda”, que desde siempre ha estado y aunque todo se
pusiera difícil y oscuro para mí, se quedó sin quejarse. Además, que en dos
ocasiones me ayudó y me salvó. Agradezco que se quedará a mi lado sin
importar mis terquedades. Te amo demasiado y lo sabes. Una vez más,
gracias por todo. También oraré por ti para que Dios dirija todos tus
planes y te bendiga siempre donde vayas.
Quiero agradecer a mi familia de parte de mamá, por todo su amor y
apoyo sin juzgarme nunca, ante las cosas y locuras que hacía. Pero sobre
todo a mi querida abuela. Gracias por tus cuidados y amor. Te amo

124
mucho. Sé que quizás no leas este libro, pero deseo darte las gracias
públicamente.
Gracias Dios porque no permitiste que muriese ese día de junio.
Gracias porque a pesar de todo lo malo, allí estuviste cuidándome y
devolviéndome la vida. Gracias Dios por siempre estar para mí y por
esperar que volviera a tus brazos otra vez.
Y por último quiero agradecer a mi amigo especial actual “mi novio”,
quien me enseñó a ver en qué consiste el amor. Gracias por tratar de
entenderme y aun así nadar contra la marea a mi lado. Muchos te han
juzgado y otros te seguirán juzgando, porque estás con alguien de un
pasado público no muy grato. Gracias por ser paciente ante mis cambios
de malas conductas. Gracias por amarme y aceptarme, así como soy.
Gracias por ayudarme a acercarme más a Dios y por tratar de ayudarme
cada día a ser mejor persona. Gracias por orar por mí y motivarme a
mejorar en todos los aspectos de mi vida. Gracias por tu apoyo al no poner
peros ante este proyecto. Gracias por todo. Te amo mucho mi amor. No
sé qué será de nuestras vidas en un futuro, solo debemos seguir orando
para que Dios nos dirija y nos lleve a ambos a puerto seguro. Bien sea
juntos o cada quien por su lado.
Quizás se me pasaron varias personas, pero públicamente solo deseo
agradecer a las ya nombradas. Sé que hay otras más que luego les
agradeceré. A todos los mencionados, gracias por todo su apoyo y amor.
Sin ustedes no lo habría logrado.

Gracias, gracias, gracias.

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126
Esta es la perturbadora historia de una niña que pensó
solo en príncipes y castillos; pero que pronto descubrió
que en los cuentos de hadas del diario vivir, conviven
horribles monstruos. Para su desdicha conoció a varios
monstruos que la forzaron a crecer, perdiendo su
inocencia y pureza. En medio de su agonía, se sumergió
en aguas profundas, cometiendo los peores errores de
su vida. Llegó a pisar su peor abismo, y casi ni vive para
contarlo.
Aquí se muestra el verdadero infierno que enfrenta
gran cantidad de adolescentes y jóvenes en la vida real.
Muchas lo callan por miedo o vergüenza. Pero son muy
pocas las que deciden asumir la gallardía de contarlo.
Ruth lo ha contado y lo ha escrito para desahogar todo
lo que vivió y cerrar ese ciclo de su vida por completo.
Además, desea decirle a alguien, que no es sano callar y
no dejarse ayudar. Hablar es lo mejor para evitar tanto
sufrimiento. Aunque vivió un gran caos mental, que
estuvo guiado por Satanás el peor enemigo de todos,
también ha querido mostrar que, en medio de la batalla,
aunque no se vea la salida, siempre al final del oscuro
túnel, hay una luz que brilla.

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