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Libro Cambiando Balas Por Libros - Gustavo Gutiérrez-Comprimido
Libro Cambiando Balas Por Libros - Gustavo Gutiérrez-Comprimido
Primera edición:
Octubre de 2018
Impreso por:
Impros Ltda.
1. Trincheras de esperanza 21
5. Agradecimientos 281
6. Fotografías 287
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
Cambiando balas
por libros
Gustavo Gutiérrez
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agua del río había ingresado por completo a las casas del jarillón
de Venecia y Las Vegas. Todas esas personas corrieron y sacaron
lo poco y nada que la Defensa Civil les permitió. Esas familias
fueron recibidas provisionalmente en la sede comunal del barrio
Petecuy 1. Allí hacinadas habían cerca de doscientas personas
de las cuales cien eran niños y niñas, que no tenían ropa, ni
chanclas, ni un cuaderno donde poder contar los días para vol-
ver a la normalidad.
Los organismos de rescate y prevención activaron sus pla-
nes de emergencia y en compañía de la Junta de Acción Comunal
de Petecuy 1, adelantaron una jornada de recolección de ropa,
comida, implementos de aseo personas y colchonetas o cobijas.
En un triciclo con un megáfono al volante, el presidente de la
Junta de Acción Comunal invitaba a la comunidad a colaborar.
A su paso por la esquina donde estábamos reunidos, se detuvo y
a voz sin megáfono nos invitó a ocupar el tiempo libre de cerca
de cien niños y niñas que estaban sin más que la ropa que tenían
puesta. En esa solicitud, sentimos, había una magia oculta, un
destino imparable para cada uno de nosotros. Como dijimos en
su momento, le copiamos al presidente y a la mañana siguiente
todos asistimos a la sede comunal. Unos se disfrazaron de pa-
yasos, otros fueron en zancos, otros con trofeos y un balón de
microfútbol, otros con regalos y yo, con un libro en gran formato
prestado, claro está, en la Biblioteca Departamental, junto con
hojas de resma y una cantidad de lápices.
Fueron seis días maravillosos, llenos de magia, de alegría
y un amor por el otro increíble. Salíamos de ocupar el tiempo
hablando en una esquina a compartirlo con niños que jamás ha-
bían palpado un libro ilustrado y no sabían que era que les leye-
ran en voz alta.
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Gustavo Gutiérrez.
Creador y director de Biblioghetto.
Cali, marzo de 2018.
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El primero
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Cinta Larga
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niños y niñas se pasaran los días y las horas hurgando entre los
escombros, tratando de encontrar algún hierro oxidado, papel,
botellas plásticas o ladrillos para vender y tener unas cuentas
monedas e ir a las máquinas de videojuegos y comprar salchi-
chón o cualquier bombón. Y otros sirviendo de campaneros.
El acento del pacífico le dio una característica al territorio.
Corrió por mucho tiempo un estigma hacía esta zona, pues gran
parte de la comunidad del barrio Petecuy, sostenía que allá nun-
ca irían, que allá estaba la parte fea y peligrosa del barrio. Y eso
fue una determinante al momento de establecer diálogos entre
vecinos. Así se empezó a crear un ghetto donde se pasaba ham-
bre, necesidad y miedo. Todos los días se escuchaban las balas,
los heridos, el dolor.
Cinta Larga le sumo más de la mitad de la violencia que la
historia puede contar del barrio. El asesinato de un niño de seis
años, el enfrentamiento contra la policía y el ESMAD, que duró
veinticuatro horas y que fue noticia que abrió la emisión de las
siete de la mañana en uno de los noticieros más vistos en el país,
robos, extorciones y cobros de vacuna, expendio de vicio, cap-
turas y operativos, todo ahí enfrente de una población infantil a
merced del destino.
Esa fue la Cinta Larga que nos tocó, en la que dicta-
mos más de un centenar de talleres de lectura en voz alta y a don-
de fueron a parar muchos de los libros que hacían parte de nues-
tros eventos.
Un taller de lectura ahí era toda una función de un circo
mágico. Los niños llegaban en conjunto, otros descalzos, des-
peinados, con hambre, pero ante todo con la firme disposición
de poder tener en sus manos un libro, un cuaderno o varios colo-
res. Escuchaban atentos las historias de libros leídos en voz alta
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como Donde viven los monstruos, Colombia, mi abuelo y yo, los cuen-
tos de la Declaración de Derechos Humanos para Niños, las obras de
Jairo Aníbal Niño, Iván Dar Coll y muchos más. Siempre llevá-
bamos un elemento sorpresa luego de la lectura, una jornada de
adivinanzas, de retos, de chistes, esto los dinamizaba. Muchas
veces llegaban pocos niños. Esos días eran unos grises, otros
solitarios y entonces comprendíamos que las balas habían pa-
sado por allí o la sangre había sido derramada, o también algo
sospechado iba a pasar. Aun así, salían unos pocos a escuchar.
Lo nostálgico era verlos de regreso correr a sus casas con sus
libros en mano, sintiendo la protección mágica y sorprendente
de las palabras.
Al pasar de los años, fuimos abriendo nuevos escenarios
de lectura y las jornadas las dividíamos entre Cinta Larga y las
esquinas del barrio. Luego vinieron el empleo, los hijos y el tiem-
po nos fue sesgando las actividades. Ya en muchos niños y niñas
podíamos reconocer el gusto por la lectura, o las pequeñas re-
pisas con retazos de madera por ahí en cualquier rincón de sus
ranchos, sosteniendo los libros que a lo largo de los años habían
recibido de Biblioghetto. Igualmente, el desempeño escolar lo
reconocíamos cuando asistíamos al colegio y los docentes nos
contaban que ya los alumnos habían hecho mitin para pedir que
se abriera la biblioteca escolar, que querían leer en clase y una
infinidad de anécdotas valiosas que daban poder a esas herra-
mientas llamadas libros y letras.
Luego llegaron los operativos para desmantelar las ban-
das, los grupos, llegó la alerta del Río Cauca y luego la reubica-
ción. Y con esperanza veíamos como las volquetas y camiones
institucionales se llevaban los corotos, con ellos arriba sonrien-
do llenos de alegría y esperanza.
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Los domingos
de Biblioghetto
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Pal Jarillón
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Pa la escombrera
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La sala de lectura
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Taller de lectura
cuéntame
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Talleres de Lectura
en hogares de
Bienestar Familiar
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“Más del 15% de la población del barrio Petecuy 1 no sabe leer y es-
cribir según censo cultural del 2008. La mayoría de población en
Petecuy 1 es de 5 a 9 años con un total de 978, le sigue de 10 a 14 años
con un total de 914 y posteriormente de 20 a 24 años con una pobla-
ción de 910. Sobre el Jarillón del Río Cauca en la comuna 6 tenemos
que, de una población de 1796, 348 de ellas no sabe leer y escribir.
El total de la población de Petecuy 1 es 9.183, 22 de ellos indígenas y
2330 son negros, mulato o Afrocolombiano”.
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infantiles a leer en voz alta. Más de cien niños se daban cita dia-
riamente, era un potencial que además nos permitía la posibili-
dad de institucionalizar la lectura en estos sitios, también po-
díamos establecer vínculos con los padres de familias en charlas
o compromisos de lectura en voz alta en casa.
Ese día empezamos desde las nueve de la mañana visi-
tando los hogares en Petecuy 3. Nos encontramos con luga-
res organizados, con bastante población infantil cuyos padres
de familia trabajaban y su apoyo eran esos hogares con sus ma-
dres comunitarias.
Leidy Bedoya y Lucrecia Correa iniciaron narrando en voz
alta con un libro en gran formato con ilustraciones a full color.
Narraban la historia de un elefante y sus amigos de visita en la
playa, Nano va a la playa de Ivar Da Coll. Empezaron por los hoga-
res de Petecuy 1, cerca al sector el hueco, mientras Viviana Dora-
do y quien escribe íbamos cubriendo Petecuy 3 hasta encontrar-
nos en el hogar de Yaneth Romero.
La lectura en voz alta se convertía en una estrategia nove-
dosa, complementaria de las actividades lúdicas de los hogares.
Las madres comunitarias sentían que tenían apoyo, pues todo el
funcionamiento era netamente de ellas y en muy pocas ocasio-
nes tenían el tiempo y el material necesario para articular una
oferta de lectura de este tipo.
Terminada la jornada, regresamos a casa con la convicción
de haber realizado un buen trabajo. Con el paso de las semanas,
las madres comunitarias fueron escribiéndonos solicitando ir
a acompañar las mañanas con lectura en voz alta. Extendimos
este programa durante nueve meses, pero con el tiempo también
fueron naciendo obligaciones académicas y económicas que nos
restaron tiempo a nuestras actividades y fue necesario parar.
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Doris Rojas y
el comedor infantil
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Picnic al barrio
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Javiera Poesía
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Mochileros
cartoneros
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Gira Sur-Sur
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sabíamos que existía una brecha enorme que era cultivada por
los adultos.
Los talleres en el Colegio César Conto transcurrieron sin
ninguna novedad, mientras que en la Escuela San Jorge fue todo
lo contrario.
Para esa época el barrio estaba popularmente “caliente”,
había una guerra declarada entre el sector de Cinta Larga y Pe-
tecuy 3. El parque Nuevo Sol era una frontera invisible y los ho-
micidios y atracos ocurrían a diario. Para el inicio de Mambrú,
el día anterior dos jóvenes fueron asesinados cerca de ahí por
cruzar fronteras invisibles.
La primera jornada, que eran espacios de una hora dentro
de la horario escolar, familiarizamos a los niños y niñas con el
mundo literario y la saga del escritor bogotano Mario Mendoza.
Esta saga, la del Elegido de Agartha a cargo de Arango Editores,
era un viaje por los lugares insospechados de nuestra América,
por el Amazonas, por México, Perú, entre otros, de una pareja
singular: Pipe y Elvis. Esta serie juvenil venía arrasando por los
colegios del país siendo incluida en los planes de lectura.
Para el segundo momento avanzamos en la escritura y a
pensarse experiencias de vida, recordar los momentos difíciles
o alegres que la vida les haya hecho vivir. En el tercer encuentro
reforzamos esas experiencias y nos metimos de lleno en las ex-
pectativas que tenían desde los hechos violentos ocurridos en su
barrio y su entorno.
Aquí llegaron todas las sorpresas. Por una parte, los niños
y niñas eran conscientes de la violencia y de miedo que estaba
viviendo el barrio. Practicamos cartografía con ellos e identifi-
caron los lugares de temor, los lugares donde nunca irían y los lu-
gares de confianza que eran los que a común visitaban o hacían
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LitWorld y LitClub
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todo el día y eso había hecho que poco se usara ese lugar los fines
de semana.
Luego el lugar pasó por un incendio en fin de año. Decidi-
mos entonces hablar con el dueño y tratar de recuperarlo para
que ahí funcionara nuestro lugar de encuentro. No compartía-
mos la idea que un espacio físico era fundamental. Habíamos na-
cido como una estrategia de promoción de lectura en lugares no
convencionales y la sede de operaciones era la calle, la esquina o
el parque. Pero con el paso de los años nos fueron llegando dona-
ciones, estantes y requeríamos la necesidad de reunirnos o aten-
der visitas y la única opción era nuestras propias viviendas. Así
que tomamos la decisión y hablamos con René, conocido como
Papi y quien era el arquitecto de aquella obra. Aceptó el uso del
espacio a cambio de una suma de dinero mensual.
Aseamos el lugar y empezamos a llenarlo con estantes, li-
bros, afiches, armarios y mesas. Empezamos ofreciendo talleres
de lectura en voz alta, manualidades, préstamo de libros y jor-
nadas de tareas. Los niños y la comunidad en general identifica-
ron, con el paso de los meses, el lugar como un nicho, un lugar de
encuentro y de paz y respeto. Ahí nos visitaron varios escritores
contemporáneos y cientos de líderes de ciudad.
Una tarde un equipo periodístico del Q’hubo nos visitó con
la intención de hacer un reportaje. De paso no trajeron algunos
libros a regalar. Al día siguiente con sorpresa se acerca al lugar
de reunión uno de los niños de los talleres con el periódico en
mano gritando Biblioghetto… Biblioghetto. Tremenda sorpresa. En
portada principal estaba la foto del equipo de lectura con niños
y niñas del sector. Y un titular grande que decía: La Olla donde se
lee. Y empezamos a leerlo en voz alta frente a todos:
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El cuarto aquel se volvió tan feo, y tan peligroso, que los peque-
ños ya no pasaban por aquel lugar por miedo, y ya no jugaban
en la cancha que está al frente. Miedo, sí, mucho miedo.
con la lectura a los jóvenes de las calles, fueron los valerosos jó-
venes que con sus espadas y sus letras lograron levantar aquel
noble templo hoy llamado Biblioteca del Ghetto.
Con los súper poderes que les otorgaron los héroes de los cuen-
tos que ellos mismo les leen a los niños, los Biblioghettos logra-
ron que una persona les permitiese arreglar aquel marchito
lugar.
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Un complot
para leer
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la cancha hasta el otro día, pues era imposible dejar ese equipa-
miento en alguna casa. Tampoco teníamos recursos para pagar
un vigilante. Así que asumimos nosotros el cuidado y un par de
compañeros pasamos la noche en la cancha. Pasada la media
noche se escucharon varios balazos provenir de Petecuy 3, vale
aclarar que el Parque Nuevo Sol está ubicado en la frontera entre
Petecuy 1 y 3 y que en momentos de efervescencia de las pandi-
llas este había sido sitio donde muchos jóvenes habían caído. Es-
tábamos en medio de la cancha que a su vez estaba cerrada por
malla metálica y las puertas con candado, por un momento pen-
samos que se iban a meter dando plomo y que nosotros ahí no
íbamos a saber qué hacer. Afortunadamente no se escucharon
más disparos ni se vio alboroto alguno.
El domingo desde las siete de la mañana estábamos en
función del festival. Para nosotros ese día era el más crucial. Se
programó una eucaristía con el párroco del sector a la que asis-
tieron cerca de ochenta personas en la pequeña rotonda peato-
nal cerca al parque infantil.
La programación continuó con las finales de microfútbol
infantil, masculino y femenino. La comunidad se sumó tan de
lleno al evento que muchas familias sacaron empanadas a ven-
der, prepararon sancocho y demás alimentos para ofrecer.
Luego de las tres de la tarde empezamos a organizar el
escenario para las presentaciones artísticas y culturales. Se co-
rrió la tarima, se ubicaron las sillas, carpas, se delineó la zona
de organización del evento y se encendió el sonido. En tarima
lo primero que se realizó fue la premiación de los campeones de
microfútbol en las tres categorías. Luego se presentó el niño ma-
riachi Camilo Atuesta Velasco de cinco años, posteriormente la
Tuna Musical de la Comuna 6 liderada por Luz Marina Henao,
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Los murales
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sociales el furor que causaba esta obra de arte. Los chicos iban y
posaban con la pared de fondo y luego pasaban a la sede comunal
a hacer lo mismo con el otro mural.
Y así Petecuy fue convirtiéndose en referente de barrio
con murales, que años más adelante sería una apuesta de trans-
formación social y urbana.
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Haciendo Futuro
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cuando nos dábamos unos días para retomar labores, niñas que
nos acompañaban a las labores de gestión de implementos, re-
frigerios y demás, niños que tocaban las puertas de los vecinos
pidiendo una escoba o una bolsa de basura. Ya veníamos iden-
tificando esos chicos y hablábamos de que no toda la vida nos
íbamos a quedar ahí, recorriendo las mismas calles y con todo
el tiempo libre del mundo. Iban a llegar los hijos, el trabajo, la
familia, la universidad y este proceso iba a necesitar de relevos,
para no perder ese trabajo tan maravilloso.
Entonces pensamos en replicar los conocimientos y la ex-
perticia que teníamos. Y así nació el Proyecto Escuela de Liderazgo
Haciendo Futuro. Se identificaron quince niños y niñas entre los
siete y doce años, les realizamos una inscripción y los citamos
los sábados de cuatro a seis de la tarde.
El currículo estaba compuesto por seis fases. La primera
de ella era el reconocimiento del sector, del barrio, de las calles,
de los detalles que no percibimos cuando caminamos, pero que
si están presentes cuando nos detenemos. Tuvimos de invitados
a las organizaciones de base identificadas en la cartografía so-
cial, como también a los elementos negativos del territorio. La
segunda fase era salir del barrio y reconocer la ciudad como la
habitancia entre millones. Vinieron líderes de ciudad de otros
barrios como de procesos privados y públicos a reconocer en
ellos que la voluntad en el corazón es el mejor liderazgo de todos.
La tercera fase consistió en un acercamiento a la realidad
ambiental de su entorno incluyendo el barrio, la ciudad, el país
y el planeta. En la cuarta fase se potencializaron aptitudes me-
diante la estimulación en talleres de lectura, pintura, dibujo,
escritura y canto. Le siguió la quinta fase con un proceso peque-
ño de contar los resultados hasta el momento. La sexta y última
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56 Pesebres para
conjurar el miedo
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Caminata por
la niñez
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donde los invitados eran los niños que pedían un cese, un final
de hostilidades.
Así que empezamos yendo a colegios, a hogares infantiles,
invitamos a líderes de ciudad, a representantes del gobierno y a
la misma comunidad que estaba cansada y con miedo.
La mañana del siete de mayo de 2013, fueron llegando las
cinco instituciones educativas de Petecuy con el objetivo de ca-
minar el barrio pidiendo paz. No fue fácil convencer a los rec-
tores, ni a las madres comunitarias y mucho menos a la misma
comunidad que sabía esto podía generar escozor en los actores
de la violencia.
Participaron el Colegio César Conto, la Escuela San Jorge,
el Liceo Rafael García Herreros, el Centro Parroquial San Mar-
cos y la Institución Educativa Inmaculada Concepción. Asistie-
ron cerca de quinientos estudiantes, que iban guiados por algu-
nos niños y niñas de los hogares de bienestar familiar, quienes a
su vez iban acompañados por funcionarios del ICBF. También al
punto de salida llegaron el profesional especializado del CALI 6
Roberto Portilla, medios de comunicación, la Arquidiócesis de
Cali que fue garante y fundamental, funcionarios de la Secre-
taría de Salud, algunos líderes políticos de la ciudad, la Funda-
ción Artística Hakuna Matata que fue nuestra coequipera y que
acompañó la caminata con zanqueros y tambores, delegados de
Emcali, dignatarios de las Juntas de Acción Comunal de Petecuy
1, 2 y 3 y la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia MA-
PP-OEA, que por ese entonces monitoreaba y acompañaba las
políticas de paz en el país.
El punto de encuentro fue el Colegio César Conto. Desde
allí salimos con globos blancos, con la comunidad vestida de
blanco, con el Padre Leudo con micrófono en mano y hablándole
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Desármate,
medítele a
este cuento
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Hay festivalito
al barrio
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Música urbana
y liderazgo
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niñas los que tenían que ocuparse en cosas como esas, canto y
baile. Entonces nos propuso crear un taller de música, a lo que
sin pensarlo le dijimos que sí, que hágale.
Nos dimos cita la semana siguiente en la sede comunal
de Petecuy 1. Diez artistas urbanos llegaron al compromiso, al
igual que los niños y niñas que iban a iniciar sus clases. Mientras
se les tomaban los datos a los niños, escuchamos a Yordi contar
una anécdota:
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Cine al ghetto
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Guardianes de
la esperanza 1
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Guardianes de
la esperanza 2
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A la Biblio en Bici
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Moradito
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La historia
de Miller
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Las maestras
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las dos versiones del Reinado Infantil Petecuy, del cual la prime-
ra versión salió coronada Reina Karen Daniela.
Karen ya vivía empoderada de nuestro proceso de lec-
tura en voz alta. Para los talleres de Mambrú no va a la guerra,
Karen tomó el libro y en las esquinas donde estaban los chicos
iba y abría el libro para leer. Desde nuestra organización esti-
mulamos el gusto por la lectura donándole una pequeña biblio-
teca personal, era quien hablaba de la experiencia de hacer parte
del proceso.
Valentina venía del jarillón, iba a los talleres cuando los ha-
cíamos allá arriba. También asistía a los que se realizaban en el
Parque Nuevo Sol, junto a su hermano que tenía problemas en el
desarrollo del lenguaje. A cada taller lo llevaba y le pasaba libros,
le leía y le enseñaba ese arte de unir palabras para hacer frases.
Pasaron los años y Karen Daniela es parte fundamental de
la iniciativa, ocupó el segundo lugar en la categoría juvenil del
Festival Internacional de Poesía de Cali dos mil diecisiete.
Valentina vive aún en Petecuy y asiste a las actividades
programadas, donde continúa llevando a su hermano, quien
desde que está en Biblioghetto ha visto un desarrollo regular del
lenguaje, dice ella, gracias a los libros y a las lecturas en voz alta.
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La Maestra Luisa
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La hamburguesa
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La vieja biblioteca
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Cacique Petecuy
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La huella de
Andrés Caicedo
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La primera vez
en prensa
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La carta de
las tres Marías
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Con Aprecio,
Esa carta nos marcó, nos daba una señal desde afuera
que las cosas se estaban haciendo bien, estábamos generando
opinión y fuerte, contundente. Los libros y los cuadernos se en-
tregaron a los niños de Petecuy. Nunca volvimos a saber de las
tres Marías.
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La foto de Juanito
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Bibliotecas
Populares en Red
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Editorial
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La Red TELAR
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Los 500
de Mendoza
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H
an sido 13 años llenos de letras, de voces altas, graves,
agudas, felices, de momentos duros, de errores y mi-
les de libros. Se hace necesario honrar la voluntad, el
tiempo y el corazón de quienes han dejado su huella en este mo-
vimiento que busca la democratización del acceso la lectura y la
escritura en la ciudad.
Gracias a Dios por llenar nuestros corazones de voluntad
e interés por los demás. Por colocar tantos ángeles en nuestro
camino, por la fuerza de entereza de estar donde pocos están.
A mi madre por su fe, su esperanza y las palabras de fuerza,
por los libros en mi infancia y sus sueños, por la vida y su sonrisa.
A mi papá por la admiración y sus consejos, su ejemplo y lealtad.
A mi hermana por ser compañía y rectitud en los años vividos,
por su cariño y complicidad.
A mi esposa Zeidy Riveros por su dedicación y su anhelo de
estar tras bambalinas siendo el motor de todo, a su voz y su apo-
yo en las actividades, a las charlas hasta altas horas de la noche
dándole forma a los proyectos y actividades, gracias por ser faro
y llenar de amor toda una vida.
A todo el combo de muchachos que fuimos en un momento
y que hoy la adultez nos ha convertido en señores y señoras. Luis
Gabriel Martínez, Jonathan España, Deisy Lorena Hernández,
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(Recuento fotográfico
de labor sociocultural)
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Trincheras
de esperanza
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Comedor comunitario
en el asentamiento Cinta
Larga. Tarde de sancocho.
Presentación de Biblioghetto
en la visita a Petecuy de la Gira de
Cooperación técnica Sur-Sur.
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Libros de microcuentos
escritos por los niños de Petecuy
en el marco del programa
Mambrú no va a la guerra. Taller de lectura en el sector la
Escombrera, jarillón del Río Cauca.
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Artículo en el periódico el
Q’hubo, La olla donde se lee.
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Luchando con
las palabras antes
que con las armas
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Primero un escritor
que un sicario
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Huellas urbanas
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