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“Todo tiene su tiempo”, explica la Biblia: “Tiempo de nacer y tiempo de morir […]; tiempo de

llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentar y tiempo de bailar” (Eclesiastés 3:1–2, 4). El saber
que la muerte y el duelo son necesarios quizás no mitigue el dolor, pero puede hacer que la
felicidad sea más dulce cuando llegue. El dolor no es una debilidad, una imperfección o una
señal de maldad; es una parte necesaria de la vida terrenal.

Habla de tus sentimientos

Dios sabe que en esta vida sufrirás pesar, pero no se espera que tengas que hacerlo solo(a). Él
desea que busques consuelo. “Bienaventurados los que lloran”, enseñó Jesús, “porque ellos
recibirán consolación” (Mateo 5:4). Confiar en Dios y en los demás puede aliviar tu tristeza y
brindarte apoyo.

Habla con Dios acerca de tu dolor

Habla con tus amigos acerca de tu dolor

Cuando Lázaro, un amigo de Jesús, cayó enfermo y murió, la comunidad acudió a sus hermanas
Marta y María “para consolarlas” (Juan 11:19). Acepta el servicio y los oídos prestos a
escuchar de las personas que te rodean y desean ayudarte. Cuando estés listo(a), es
importante que compartas tu pérdida, tu dolor y tu enojo. Marta expresó su frustración ante
el hecho de que Jesús hubiera estado fuera cuando Lázaro murió. Jesús mostró Su amor por
ella y lloró con ella.

Haz preguntas y busca respuestas

Afrontar la muerte puede acercarnos más a Dios, pero también puede hacernos cuestionar Su
plan. Podemos llevar nuestras preguntas a Dios en oración. Se nos promete: “Pedid, y se os
dará” (Mateo 7:7).

En las santas Escrituras, Dios ofrece respuestas a muchas preguntas difíciles acerca de la
vida y la muerte.

Estas son algunas preguntas que puede que tengas, junto con las respuestas que se
encuentran en la Santa Biblia

¿Qué sucede después de la muerte?

“Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” (Job 14:14). Job preguntó lo que la mayoría de las
personas que afrontan la pérdida de un ser querido anhelan saber. La incertidumbre de la
muerte puede intensificar la tristeza. Sin embargo, Job respondió a esta pregunta con
confianza: “Y después de deshecha esta mi piel, aún he de ver en mi carne a Dios”
(Job 19:26). Gracias a la resurrección de Jesús, “en Cristo todos serán vivificados”
(1 Corintios 15:22).

¿A dónde van las personas cuando mueren?

La muerte es la separación del cuerpo y el espíritu de una persona. Después de la muerte, el


cuerpo físico vuelve a la tierra pero ¿qué sucede con el espíritu?
¿Estaré con mis seres queridos después de la muerte?

Sí. Cuando Jesús estaba muriendo en la cruz, un ladrón que también estaba siendo castigado
le pidió al Señor que se acordara de él en el cielo. “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo
que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Después de esta vida, tú también
estarás con las personas a las que conoces y amas.

Tener fe

Dios sabe cómo te sientes. Debido a que te ama, Él llora contigo cuando sufres. Desea que
seas feliz, y ha hecho que eso sea posible.

El Santo Espíritu transmite paz

En la Biblia, al Espíritu Santo se le llama “el Consolador”. El Espíritu Santo tiene el poder de
“consolar a todos los que lloran” (Isaías 61:2). Las personas que experimentan este consuelo
divino lo describen como calidez, plenitud, calma y paz. Es el cumplimiento de la promesa de
Jesús: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27).

Jesús venció la muerte por todos

Gracias al sacrificio y la resurrección de Jesucristo, “no hay victoria para el sepulcro, y el


aguijón de la muerte es consumido en Cristo. Él es la luz y la vida del mundo

Se te promete gozo

La felicidad es el verdadero propósito que tiene Dios para tu vida. Nuestro gozo no será
incesante pero “[Dios] enjugará […] toda lágrima de [tus] ojos […]; y ya no habrá más muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de ser”
(Apocalipsis 21:4).

El dolor del pesar es real, pero también lo es la paz que proviene de Dios . Si haces
frente a la pérdida de un ser querido, rodéate de todos los recursos que te brinden apoyo y
paz. Por medio de la oración, el estudio de las Escrituras y el apoyo de tus seres queridos,
puedes encontrar verdadera esperanza y consuelo.

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