Venimos a este funeral con pesar y dolor, y la vez con fe y
esperanza. Aunque tenemos la seguridad de que nuestro amado se ha ido a estar con el Señor y que está vivo y en el cielo hoy, todavía las lágrimas llenan nuestros corazones.
Aunque lloramos en un funeral, también tenemos un sentido
de consuelo y seguridad. Los miembros de la familia se apoyan unos a otros. Esta es una relación saludable. Caminamos juntos en un tiempo como este. Oramos unos por otros, expresamos amor y apoyo en toda manera posible.
Dios es nuestro consuelo más grande cuando la muerte
viene. El apóstol Pablo afirma en 2 Corintios 1:3 que Dios es "Dios de toda consolación". Él da consuelo a los que sienten hoy profundamente la pérdida.
1. Dios nos consuela con la promesa de
descanso. Sabemos que Pablo sin duda se cansaba en sus viajes misioneros. Una parte de nuestra vida la pasamos apresurados y nos agotamos físicamente. La Biblia promete descanso para los que están cansados. Apocalipsis 14:13 dice: "¡Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus arduos trabajos".
La carta a los Hebreos nos recuerda de un reposo para el
pueblo de Dios. La declaración en 4:9 es que "Queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios. David en el Antiguo Testamento llegó a agotarse como un muchacho pastor y como rey. En el Salmo 127:2 él escribió: "A su amado dará Dios el sueño". Una persona que ha padecido enfermedad, vejez y hasta de luchas en los años de la juventud, muy a menudo anhela reposo. Dios provee descanso para los que enfrentan las presiones de la vida. Realmente no querríamos traer a los que partieron, a una vida de dificultad.
2. Dios nos consuela con la promesa de resurrección. La
gente siempre ha anhelado una vida que no termine. Es decir, el hombre tiene dentro de sí la creencia de que de alguna manera, en la providencia de Dios él seguirá viviendo. A la luz de la muerte física, ¿cuál es la respuesta para una vida que continúa?
Jesús tiene una palabra segura para nosotros acerca de la
resurrección. En Juan 11:25 encontramos palabras que Jesús pronunció cuando visitó la tumba de Lázaro. El Salvador dijo: "Yo soy la resurrección y la vida". La Biblia claramente afirma que es "Mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del Señor" (2 Cor. 5:8). Una promesa mayor se da en 1 Corintios 15:52-55 que declara que cuando Jesús venga resucitará nuestros cuerpos mortales y débiles. Romanos 8 y 1 Tesalonicenses 4:16, 17 nos dicen claramente que tendremos cuerpos glorificados que un día se unirán con nuestras almas y nuestros espíritus. Simón Pedro dio una gran promesa de resurrección en 1 Pedro 1:3-5. Tendremos una herencia incorruptible que nunca se marchitará. Esto es consuelo para nosotros.
3. Dios nos consuela con la promesa de recompensas. El
Señor da buenas recompensas en esta vida presente. Ahora tenemos una "vida abundante" (Juan 10:10). Aquellos que no han recibido a Jesucristo como salvador personal deben abrir su mente y su corazón a Jesús creyendo en él y recibiéndolo para tener la vida abundante de Dios. La recompensa de una vida hermosa nos espera. Cuando leemos las palabras gloriosas de 1 Juan 3:2, 3 no podemos menos que impresionarnos con lo que Dios tiene para su pueblo. Cuando la reina de Saba visitó a Salomón, declaró: "Era verdad lo que había oído... Yo no creía las palabras hasta que vine, y mis ojos lo han visto. Y he aquí que no se me había contado ni la mitad..." (1 Reyes 10:6, 7). Tendremos la imagen del Salvador glorificado. Esa será una vida de asombro y gloria para siempre.
Nos espera la recompensa de una hermosa comunión.
Podremos sentarnos con los profetas, con el salmista, con los poetas, con los apóstoles y, sí, hasta con Jesús. Los redimidos de todas las edades van a estar allí. Las huestes angelicales, millones de ellas, nos esperan en el cielo. ¡Qué compañerismo para siempre!
Palabras de aliento para hoy
Salmos 55:22 "Echa tu carga sobre Jehovah, y él te
sostendrá. Jamás dejará caído al justo."
Nos gusta escuchar palabras que nos alientan. En un tiempo
de dolor en su propia vida, David escuchó palabras del Señor que le dieron nueva esperanza. Escuche este provechoso mensaje en Salmos 55:22.
1. Observe estas palabras de consejo del Señor. "Echa tu
carga sobre Jehovah." La palabra "echar" significa colocar encima de, quitarse de encima, mover a otro lugar. "Tu carga" significa el peso, las preocupaciones y disturbios que usted enfrenta hoy. La carga y presión de las preocupaciones nos molesta. En un tiempo de muerte sentimos el agudo dolor de estar cansado, de estar cargado. La enfermedad y la muerte causan noches de desvelo y días de inquietud. Uno está cansado. Ponga esa carga sobre el Señor como Jesús dijo en Mateo 11:28-31.
La carga del pecado puede ser puesta sobre el Señor. Jesús
ha llevado en su cuerpo nuestros pecados. Todos nosotros somos pecadores y hacemos errores, según Romanos 3:23. Deje eso con el Señor.
La carga de la soledad y el dolor vienen sobre usted. Usted
enfrenta días de soledad, de congoja. La muerte trae dolor a incontables vidas. Ponga su carga sobre el Señor que conoce el dolor.
2. Observe las palabras de consuelo que Dios da. "Y él te
sostendrá." Sostener significa soportar, levantar, impedir que uno caiga.
Dios nos sostiene con su propia persona. Él es infinito y
fuerte. Él es la respuesta a sus necesidades. El Salmo 46:2 dice: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones".
Dios nos sostiene con su gente. La Biblia afirma que "Porque
ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí". Estamos unidos y conectados a otros. Permita que otros caminen y hablen con usted y compartan sus congojas.
Dios sostiene con sus provisiones. Isaías 40:28-31 dice: "Los
que esperan en Jehovah renovarán sus fuerzas". Nuestro infinito Dios provee. Deuteronomio 33:25, 27 nos habla de las abundantes provisiones de Dios. Confíe en él. .