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ESCUELA DE VIDAMDV

MÓDULO 1

ÍNDICE

Introducción
Objetivos generales
Tema 1: El Evangelio.
● Parte 1: Libres del Engaño.
● Parte 2: El evangelio de Verdad.
Tema 2: Reconciliación.
Tema 3: Justificación.
Tema 4: El parámetro de éxito desde la Cruz.
Tema 5: Discipulado.
Tema 6: Madurez espiritual.
Tema 7: La salvación del espíritu y la salvación espiritual del alma.
Tema 8: Bautismo.
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INTRODUCCIÓN

El evangelio produce efectos sustanciales y transformadores en el alma de


aquellos que lo reciben y abrazan. Nos otorga vida espiritual y la potestad de ser
hechos hijos de Dios en el espíritu. Esa realidad espiritual abre el camino para que
podamos ser expuestos a la gloria del poder y el amor de Dios. ¿Qué debemos
esperar de dicha exposición? ¿Qué espera Dios de aquella vida que nos ha sido
otorgada?
La expectativa de Dios es que la vida espiritual se exprese en frutos de esa
naturaleza. Esos frutos son la manifestación diaria y constante de la vida de Cristo
que nos ha sido otorgada por gracia. ¿Es posible entorpecer esa manifestación?
¿Es posible colaborar para que esa vida se exprese más y más en nosotros?
Veremos que ambos escenarios son posibles. El desafío de la Escuela de Vida es
colaborar con la manifestación y avance de la vida espiritual, la cual se va
abriendo paso a través de nuestras almas hasta expresarse en la realidad de la
iglesia. El objetivo es claro: la estatura de Cristo.
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OBJETIVOS GENERALES

La Escuela de Vida MDV es un espacio diseñado para ser una herramienta útil
en la colaboración del crecimiento y madurez de los llamados a la salvación.
Son objetivos de este primer módulo:
1- Establecer el fundamento del evangelio con claridad para un crecimiento sano
y productivo en la fe.
2- Provocar ámbitos continuos de madurez y crecimiento en quienes participan.
3- Promover la colaboración mutua y los vínculos sanos para la madurez.
4- Proponer materiales y palabras que puedan ser trabajadas de manera diaria y
en todas las áreas de la vida.
5- Crear ámbitos propicios para la interacción sana y ámbitos de ministración
para la obra del Espíritu.
6- La medida que se busca observar en aquellos que terminan el módulo 1 de la
Escuela de Vida es el siguiente:
● Personas que pueden verse a sí mismas perfectas en Cristo por la obra de
la Cruz y anhelantes de ver esa perfección expresada en sus almas.
● Hijos que son despertados en hambre continua por la Palabra y que valoran
la voz de Dios por encima de todas las cosas.
● Expresiones del corazón que den cuenta de la revelación creciente del valor
e importancia de lo eterno, que menosprecia las cosas temporales y
terrenales.
● Evidencias de corazones que han decidido renunciar a sus justicias
personales y anhelan funcionar bajo los parámetros vivos de la Justicia de
Dios expresada en la Cruz de Cristo.
● Entusiasmo por el entendimiento del evangelio, habiéndose apropiado de
la Palabra.
● Evidencias de amor a los santos y el anhelo de funcionar en los vínculos
sanos del cuerpo.
● Evidencias de la fe no fingida, no sustentada en expectativas humanas y
naturales, sino celebrando lo eterno y procurando la libertad anunciada por
el evangelio.
● Santos que han comprendido que no se pertenecen a sí mismos y ya no
viven para sí mismos, sino para agradar y servir a quien les ha llamado:
Cristo Jesús.
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REQUISITOS INDISPENSABLES DE FUNCIONAMIENTO

1- Se requiere que los participantes de la Escuela de Vida asuman una


responsabilidad en la presencia y puntualidad. Se establece un límite de dos
ausencias. En caso de superar dicho límite, será necesario que el participante
repita el módulo nuevamente.
2- La Escuela de Vida busca producir un crecimiento y resultado en fruto de
madurez en las personas que se involucran.
3- La humildad revelada por la Palabra es una actitud necesaria para aquellos que
aceptan el desafío de la Escuela de Vida. Es necesario estar dispuestos al despojo
de lo viejo, presentándonos como niños delante del Señor para ser expuestos a la
verdad del evangelio.
4- Ninguno debe sentirse obligado o reconvenido para ser parte de la Escuela de
Vida.
5- Es de esperar que las comunidades de vida sean una fuente de evidencias que
den cuenta del verdadero estado de madurez, de manera tal que podamos habilitar
espacios de confesión y sinceridad para ser ayudados. Si una persona que participa
en la Escuela de Vida asiste a la congregación solo y no pertenece a ninguna
atmósfera de convivencia diaria con hermanos, deberá procurar la convivencia y
la comunicación que exponga su estado actual de madurez, crecimiento y
entendimiento de la Palabra.
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TEMA 1: EL EVANGELIO

Objetivos:

● Exponer la esencia misma del evangelio de Jesucristo, sus


propuestas eternas y su obra en el alma.
● Exponer las formas más usuales de evangelios distorsionados o
incompletos que se arraigan en tradiciones y filosofías deteniendo la
madurez espiritual.
● Proclamar la Palabra de la Cruz.

PARTE 1: LIBRES DEL ENGAÑO

Dios amó al mundo eternamente, pero la grandeza y gloria de Su amor aún debían
darse a conocer al hombre. Él no solo nos amó y nos ama, sino que nos ama de
una manera propia y particular. Su manera de amar la manifestó enviando a su
Hijo Jesucristo, el cual entregó su vida por nosotros. La Cruz fue la mayor
expresión del amor de Dios y la mejor noticia que hoy podemos oír; fuimos
justificados y reconciliados para vivir en Él.

Es sorprendente que muchos cristianos deciden vivir una vida religiosa; sin
embargo, no entienden plenamente qué sucedió a su favor en esa cruz. Quizá su
fe les permite creer en Dios; pero no le han permitido a Él darse a conocer.

El evangelio es de aquellas cosas que no pueden ser encapsuladas en frases,


conceptos, ni recetas humanas. Hablar con las palabras correctas no nos asegura
estar anunciando el evangelio de Dios. Entonces, ¿cómo entenderemos y
conoceremos un anuncio que no puede encapsularse en palabras o escritos? Las
palabras son solo una manera de provocar a nuestras almas en anhelar aquello que
Dios procura proponernos. Anunciamos a un Dios vivo y debemos confiar en
que, si es así, entonces Él es quien hace la mayor tarea. Tenemos un Dios vivo
y sus palabras están vivas. ¿Qué deberíamos esperar? Que el anuncio de Dios y
que esa Palabra produzcan en nosotros una transformación profunda y verdadera.

En el próximo tema presentaremos el evangelio. Responderemos a las siguientes


preguntas: ¿Qué sucedió en aquella cruz? ¿Cuál es la buena noticia de Dios para
nuestras vidas? ¿De qué se trata el evangelio? Si usted jamás ha oído acerca de
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Jesucristo, quizá entonces, podría dejar la lectura de este apartado y pasar a la del
próximo tema. Sin embargo, entendiendo que somos parte de una generación que,
de alguna manera, ya fue expuesta a historias, dogmas y conceptos acerca de Dios;
es necesario hacer una labor importante.

¿Cuántos dogmas religiosos hay en nuestros días que presentan formas de


cristianismo? Nuestra manera de entender el evangelio afectará evidencialmente
nuestra manera de vivir; vamos a demostrar esta premisa a lo largo de este
módulo.

Lo primero que necesitamos hacer es quitar las mezclas; es decir, quitar aquellas
formas incorrectas de entender el evangelio. Cualquier evangelio que no sea el
que anuncia el Espíritu Santo debe ser considerado como un evangelio no
genuino y auténtico. La mayor y más exitosa estrategia de las tinieblas para
retrasar en el tiempo la manifestación del propósito eterno de Dios fue, es y será
confundir, distorsionar el verdadero mensaje del evangelio.

EL EVANGELIO VIVO

Es de esperar que las expresiones verbales del evangelio de Dios se oigan y


entiendan como si fueran locura a aquellos que carecen de fe genuina y verdadera.
La esencia del evangelio es una Palabra espiritual que se dirige
primeramente al espíritu; es una Palabra viva, y eso es lo que dijeron los
discípulos a Jesús: “tus palabras son espíritu y vida”.

Necesitamos oír la Palabra del evangelio verdadero que nació del Espíritu de Dios
y desechar todo otro evangelio. Hablamos de una Palabra cargada de la vida de
Dios. Así es como en los días de la iglesia del primer siglo surgieron otros
evangelios; pero ellos siempre fueron considerados peligrosos tropiezos para la
madurez de la Iglesia. (Gálatas 1:6-10, 2 Corintios 11:4)

Si el evangelio que hemos creído es el que proviene de Dios, se volverá para


nosotros la vida que nos sostiene y se abrirá camino hasta que demos los frutos
que Dios espera de nosotros; pero sí creemos en otro evangelio, sólo podremos
llevar una vida religiosa sin posibilidad de alcanzar la verdadera y profunda
madurez en Dios; de esta manera, estaremos constantemente peleando con los
vestigios del pecado y la esclavitud del mundo.
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Algunos piensan que oírlo predicar el evangelio, es una necesidad que se plantea
para una única vez en la vida. Es decir, oímos sobre el evangelio una vez,
recibimos a Jesucristo como Salvador, confesamos su nombre y ya no hay más
necesidad de oír el evangelio.

De acuerdo a las formas particulares de cada religión, existen diferentes formas y


experiencias de compromiso con la creencia del evangelio. Sin embargo, debemos
entender que el evangelio es principalmente una Palabra viva que actúa en
nosotros con poder. Si así lo entendemos, entonces sabremos que necesitamos ser
expuestos todos los días a su luz y transformación. Nunca debemos permitir que
nuestra alma desvalorice o menosprecie el valor de oír, una y otra vez, las Palabras
del evangelio. Cuando le pedimos al Padre que nos sea revelado Su evangelio, las
palabras pueden repetirse una y otra vez; pero lo que sucede en nuestro interior es
extraordinariamente poderoso. El evangelio es una semilla que se abre paso en
nuestro espíritu para darle un fruto al Padre.

LA PALABRA DEL EVANGELIO.

El evangelio anuncia que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, quien murió en la cruz
para sacarnos de la posición de muerte en la que estábamos y nos trasladó a Su
vida; fuimos llevados de las tinieblas a la luz. Ante esta Palabra de verdad sólo
hay dos resultados posibles: creer o no creer. Si creemos y lo confesamos con
nuestra boca, seremos, además, testigos de dos grandes y sorprendentes milagros:

1- Del regalo de Dios a nuestras vidas: La Fe.

2- La resurrección de nuestro espíritu, la vida eterna y la salvación de nuestras


almas.

SER LIMPIOS DEL ENGAÑO

Vemos en nuestra generación serios obstáculos que se oponen a la madurez


espiritual verdadera. ¿Qué significa madurar espiritualmente? Significa ver en
nosotros mismos la expresión de la vida que nos fue otorgada en Cristo Jesús. Si
recibimos del evangelio una propuesta de parte de Dios, la madurez espiritual
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nos conducirá a ser la expresión de una nueva vida y de la grandeza del amor de
Dios. Sea que usted haya oído el mensaje del evangelio hace años, o, que para
usted haya sido una experiencia reciente, debe saber que aceptar las mezclas en
el evangelio, provocará siempre interrupciones en su crecimiento espiritual. Es
por eso que debemos pedir a Dios constantemente: “Señor, hazme limpio de todo
evangelio que no provenga de ti y, háblame el evangelio, por medio de tu Espíritu
Santo”.

Esta es una gran oración para hacer y repetir todos los días, hasta tener la plena
certeza de que la Palabra del evangelio ha sido absorbida por todo nuestro ser con
entendimiento y poder transformador de Dios.

EL ORIGEN DEL ENGAÑO

La predicación incorrecta del evangelio puede provenir de corazones bien


intencionados. Las buenas intenciones humanas de personas que anuncian de
manera incorrecta el evangelio, no le añaden veracidad ni tampoco
disminuyen su capacidad de causar daño. Además, aunque el hombre reciba el
anuncio adecuado del evangelio, se corre el peligro de que lo distorsionemos en
nuestro interior.

Cuando Jesús comenzó su ministerio llamó a sus discípulos y les enseñó su


evangelio; en ese momento no se vieron verdaderos resultados de transformación
en ellos hasta después que Jesús murió y resucitó. La razón es clara y vamos con
ella a descubrir el origen del engaño que distorsiona el evangelio. Jesús debía
morir en aquella cruz para ofrecerles vida espiritual. Todas sus Palabras y las
experiencias que habían tenido con él, no fueron comprendidas. Jesús tenía una
intención, un objetivo claro; sin embargo, las expectativas de los discípulos eran
totalmente diferentes. Jesús enseñaba con parábolas a las multitudes y él mismo
confesó a sus discípulos que lo hacía de esa manera, para que la gente no
entendiera lo que quería decir (Marcos 4:10-12). ¿Por qué Jesús no quería que las
multitudes entendieran sus enseñanzas? Porque no estaba en la tierra para
contarles historias; sino para entregar su vida por su salvación. Sin vida espiritual
es imposible entender los asuntos espirituales; sin embargo, las multitudes lo
buscaban y lo seguían. ¿Por qué seguían a un maestro al que no podían entender?
Sobre todo, porque les solucionaba sus problemas.
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Jesús les enseñaba con parábolas para que no entendieran los verdaderos misterios
del Reino de los Cielos, y porque todavía no había ido a la Cruz. Además, esos
misterios estarían reservados para los que, por medio del evangelio, alcanzaran la
vida espiritual.

¿Cuáles eran las mayores riquezas que Jesús podía darles? El valor de la vida
espiritual y el entendimiento de lo eterno son incomparablemente mayores a las
soluciones temporales y humanas que pudieran obtener de Él.

Tanto los discípulos como las multitudes ignoraban lo que Jesús había venido a
ofrecerles, así como también, ignoraban el valor de la vida espiritual y las riquezas
del conocimiento de Dios. Es posible, que todas las personas que se acercan a
Dios ignoren esta realidad; aunque es de esperarse que al exponernos al evangelio
de verdad dejemos de ignorar la propuesta de Dios, y comprendamos el valor de
aquello que Él nos ofrece.

Jesús, antes de la cruz, estaba ofreciendo cosas que la gente estaba dispuesta a
demandar. Si usted tiene un producto que todo el mundo necesita, seguramente
encontrará multitudes buscando lo que ofrece. Jesús sanaba sus enfermedades,
resucitaba muertos, les daba de comer milagrosamente y era una fuente de
asombro que alimentaba sus necesidades de ver cosas nuevas. Sin embargo,
aunque Jesús solucionaba sus problemas, el evangelio no había sido manifestado
aún. De hecho, Jesús entendía que ese aspecto de Su ministerio, sólo le acercaría
más y más a la razón de su pasar en la tierra: la cruz. Recordemos así las palabras
de Jesús a María en las bodas de Caná, cuando ella le pidió que hiciera un milagro:
“mi hora no ha llegado aún”, una expresión que usaba para referirse a su destino
en la cruz.

El evangelio fue entonces expresado cuando Él fue a la cruz, porque esa sí era la
hora del Señor y allí se consumó la tarea de Jesucristo. Ahora bien, observemos
con detenimiento: ¿cuántas personas permanecieron junto a Jesús en el momento
de la crucifixión? Ni uno de ellos, todas aquellas multitudes desaparecieron,
porque Jesús después de ir a la cruz ya no les ofrecía soluciones. La única oferta
del Padre estaba en la muerte de Jesús en esa cruz. El Hijo de Dios estaba siendo
levantado para que todo el mundo pudiera creer en Él.

He aquí entonces, una llave para entender el evangelio de Dios; nuestra alma
nunca lo demandará ni creerá necesitarlo, ya que sólo puede ser demandado desde
el espíritu. Es por eso que necesitamos fe para creer en Él, pues por la fe
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nos es dado el salir de la muerte y ser trasladados a la vida, sólo por aceptar la
propuesta de Dios. Sin embargo, muchos cristianos que creen en Dios son
engañados por doctrinas y propuestas que evitan exponer las verdaderas
propuestas de Dios. Toda forma de evangelio que ofrece soluciones temporales,
materiales y terrenales, pero no hace énfasis en lo eterno, es engañosa, peligrosa
y vana.

En el afán de lograr mayor “éxito” en términos humanos, las religiones crean


mensajes que se parecen al evangelio, sin serlo. Esos mensajes por lo general,
comienzan con una pregunta: ¿qué necesitan las personas? O más bien, ¿qué creen
ellas necesitar?

Si todo lo que nos liga a Dios son necesidades personales y humanas, es solamente
una cuestión de tiempo el ser robados, distraídos o arrastrados por filosofías
humanas. Por el contrario, si oímos el evangelio que es predicado por el Espíritu
Santo para cada día de nuestras vidas, sin duda, llegaremos a expresar toda la
plenitud de la vida de Cristo en nosotros.

OTROS EVANGELIOS

En este apartado expondremos formas de evangelios que distorsionan la verdadera


propuesta de Dios al hombre. Aunque exista la posibilidad de que el lector nunca
haya oído acerca de Dios y de la obra de Jesucristo en la cruz, eso es improbable.
Las doctrinas cristianas no son sólo enseñadas por las religiones; sino que, muchas
de ellas son permeadas en las sociedades en forma de cultura general, frases
célebres, tradiciones familiares, experiencias personales, canciones, libros, cine,
televisión y muchas otras fuentes inesperadas. Todas esas fuentes crean niveles de
imaginación acerca de Dios y el evangelio, que se interponen a la hora de conocer
verdaderamente a Dios. Ahora expondremos algunas de esas doctrinas, con el
objetivo de permitir al lector la oportunidad de quitar ese tropiezo en el corazón.

EL CRISTIANISMO TRADICIONAL

En este apartado vamos a resumir todas aquellas ideas aceptadas acerca de Dios
que no necesitan ser enseñadas; sino que se transmiten culturalmente. Si usted
conoce a una persona que dice creer en Dios; pero no tiene interés de conocerlo
verdaderamente, ha descubierto una víctima de este tipo de doctrina.
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El cristianismo de nuestros días está lleno de imaginaciones y fábulas. Se


sorprendería de la cantidad de ideas religiosas que se tienen acerca de Dios y el
cristianismo que contradicen la Biblia; aunque son absolutamente aceptadas por
los llamados cristianos. La consecuencia del cristianismo tradicional es la
creación de mitos que edifican un dios imaginario. Aunque ellos piensan que
hablan con Dios y le honran, en realidad se llenan más y más de idolatría. El
cristianismo tradicional crea sociedades que se enorgullecen en llamarse
cristianas; pero que no buscan de corazón el conocer a Dios.

Muchos de los dogmas y conceptos del cristianismo tradicional fueron


evolucionando a lo largo de siglos, atravesando circunstancias sociales y políticas
diversas. No es el objetivo de este apartado describir esa evolución ni explicar sus
razones; sin embargo, podemos mencionar que muchos de estos dogmas se
utilizaron para manipular y someter pueblos y naciones. Sería muy difícil
enumerar todos los falsos dogmas de apariencia cristiana que ha creado el
cristianismo tradicional; pero intentaremos exponer algunos:

● “Dios quiere que seamos buenas personas para que vayamos al cielo, de
lo contrario seremos enviados al infierno. El evangelio trata acerca de ganarnos
el cielo para cuando nos llegue la muerte”. Esto es falso porque no expresa las
verdaderas intenciones de Dios y sus propuestas.
● “Dios juzga, condena y castiga a todos los que hacen cosas malas; pero
ayuda y bendice a las buenas personas”. Esto contradice absolutamente la obra
de la Cruz y crea una imaginación acerca de Dios que impide que las personas
vean Su verdadero amor.
● “Dios mira con agrado a quienes cumplen con él asistiendo a misa o
reuniones religiosas, así como también exige, que demos limosnas y ofrendas a
cambio de su bendición”. Ese tipo de teorías religiosas, menosprecian a Dios y lo
colocan en un lugar inactivo. Muchos cristianos cuestionan a Dios por su inacción
frente a la maldad y los males humanos. Esos dogmas alejan a las personas del
conocimiento verdadero de Dios y sus propuestas para el hombre.
● “Somos humanos y el pecar es humano pero el perdonar es divino. Dios
perdona a todas las personas que le piden perdón y viven una vida religiosa; sin
embargo, condena a todos los que no creen en él”. Este tipo de doctrinas alejan a
las personas de una vida en libertad verdadera. Ponen a Dios en una posición
limitada a asuntos de pecados, privando a la gente del conocimiento verdadero de
Dios.
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Para este tipo de doctrinas la mala noticia es que “nos vaya mal en la vida”. La
buena noticia de este tipo de evangelios es que Dios nos ayude para vivir una vida
mejor y con la conciencia tranquila. Es necesario identificar estas ideas en nuestra
manera de pensar y actuar, para que pierdan influencia, ya que son estructuras de
ignorancia que no nos permitirán entender el verdadero evangelio de Jesucristo.

- EL EVANGELIO DEL ESCAPE. EL CIELO Y EL INFIERNO.

El anuncio de que Jesucristo murió para salvarnos del infierno y llevarnos al cielo
es otra de las formas de como muchos acuden a Dios. Esta predicación se conecta
con el temor a la muerte que opera en todas las personas que no han sido
alumbradas con la verdad. Esta doctrina edifica en las personas un sentimiento
de “escape de la realidad”. La vida, para las personas que han abrazado esta forma
de evangelio, sólo les sirve para sobrevivir y soportar los días. Sus vidas sólo son
un espacio de tiempo para soportar angustias, mientras que esperan morir o que
el mundo termine. Generalmente, aceptan este evangelio, personas que atraviesan
una y otra vez situaciones difíciles y es lo que les atrae de este mensaje religioso.
Este tipo de dogmas no necesita ofrecer respuestas a las circunstancias, ya que lo
importante viene después de la muerte.

Esta forma de evangelio nos habla de que nuestra vida en la tierra, sólo consiste
en esperar pasivamente el momento de nuestra muerte en el cuerpo o experimentar
la venida del Señor. Es un evangelio que no nos propone ningún beneficio ni
garantía de alcanzar madurez; sino que sólo discute si la salvación se pierde o no,
y cómo conservarla cuando fuera necesario.

Jesús dijo: “yo edificaré mi Iglesia” y eso no tiene nada que ver con enviar a
personas al cielo después de la muerte. Para algunas personas, ir al cielo es lo más
importante; pero si oímos el evangelio que predica el Espíritu Santo,
descubriremos que se centra en la esperanza, en las expectativas y en las
intenciones de Dios y no en las nuestras. El verdadero evangelio no se ofrece al
hombre para resolver sus necesidades; sino para proveer a nuestro Padre Celestial
lo que Él espera.
Quienes creen en este tipo de evangelio, experimentan contradicciones en su alma
continuamente. Sus creencias cristianas no le conducen a la madurez espiritual ni
a manifestar el amor de Dios de manera verdadera. La santidad, entonces, se
convierte en un objetivo que sólo se cree alcanzar con “sacrificios para ir al cielo”,
y que resulta en apariencias. Quienes anuncian este tipo de mensajes utilizan una
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y otra vez el temor a la condenación, lo cual es absolutamente contrario al


verdadero mensaje del evangelio, que se sustenta en el amor y no en el temor. Al
decir esto, no estamos negando la existencia del cielo o el infierno; sino que
exponemos la necesidad de oír más perfectamente el evangelio.

- EL EVANGELIO DE LAS SOLUCIONES PERSONALES.

Si la mala noticia que leemos todos los días son los problemas que
experimentamos, entonces, la buena noticia que necesitamos, es que dichos
problemas puedan ser solucionados. Es por eso que, decirles a las personas que
“Cristo es la solución a sus problemas”, pueda resultar muy popular y, como
evangelio, altamente demandado.

Sin embargo, eso tiene un problema sustancial: si los problemas son solucionados,
ya no necesitamos más evangelio pues hemos obtenido lo que buscábamos; y si
los problemas no se solucionan, entonces, es que el evangelio no funciona.

Es común encontrar cristianos que buscan a Dios en determinados momentos de


sus vidas; pero luego se alejan. Aunque pudieron haber experimentado soluciones
a los problemas que los llevaron a Dios, esas experiencias nunca tienen el poder
para conducirles a un encuentro genuino con la verdad del evangelio. Es atractivo
para las personas el anuncio de un evangelio que provee soluciones a problemas
actuales. Muchas personas son invitadas a participar de reuniones religiosas
cuando están atravesando dificultades personales, con la promesa de que esas
circunstancias cambiarán si se acercan a Dios. Eso no es necesariamente
incorrecto; pero debemos saber que en ese proceso las personas aún no han sido
expuestas a la verdadera propuesta de Dios.
Si una persona abraza este tipo de evangelio, sólo conectará con Dios a través
de los problemas y adversidades. En algún momento encontrará que el verdadero
evangelio no sólo le ofrece soluciones; sino que, además, le provee mejores
problemas a los cuales dedicar su vida. Al enfrentarse con este tipo de principios,
le será difícil comprenderlo y mucho más vivirlo.

Este tipo de evangelio se fundamenta en el bienestar y el placer personal. ¿Cree


usted que este tipo de evangelio puede producir verdadera madurez espiritual? Es
común encontrar personas migrando de congregación en congregación, buscando
la iglesia ideal. Su manera de entender el evangelio los lleva a evitar todo tipo de
incomodidad o conflicto que pudieran exigir madurez, prefieren moverse de
iglesia local.
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Observe lo que el apóstol Pablo le dijo a la iglesia en Corinto:

“Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan
manifiestos entre vosotros los que son aprobados”. 1 corintios 11:19

Este tipo de pasajes no son entendidos por quienes han tomado el evangelio como
la noticia de una vida más cómoda y placentera. El apóstol explica la importancia
de los conflictos, ya que el objetivo debe ser alcanzado: que los llamados a la
salvación lleguen a ser aprobados.

Es posible que la vida espiritual provea soluciones a problemas personales, y


traiga consigo niveles de placer; pero esas soluciones no son la sustancia ni el
objetivo del verdadero evangelio. La Iglesia se edifica con personas aprobadas y
en vía de madurez; porque ella no se mide en cantidad de personas; sino en
cantidad de Cristo manifestado.

Problemas de este evangelio:

● La fe es mal fundamentada.
● Produce frustraciones.
● Oímos la palabra sólo en función de los problemas que estoy atravesando.
- EL EVANGELIO DE LOS MILAGROS.

No entender la buena noticia del evangelio verdadero y genuino, proviene de


confundir la mala noticia que le precede. Por ejemplo: si la mala noticia que le
precede al evangelio consistiera en una enfermedad, entonces crearemos un
mensaje equivocado, tal como: “venga a Dios que Él lo sanará”.

He visto carteles en locales evangélicos que anuncian “Cristo sana”. La pregunta


es, ¿Cristo sana? Claro que Dios puede sanar y sigue sanando a los enfermos,
aunque esa no es La Buena Noticia que Dios tiene para el hombre. El evangelio
no se trata de la sanidad; sino de la nueva vida espiritual.

Existe un principio que la Biblia resalta de manera insistente y nos puede ayudar
a entender el problema que estamos presentando, ya que relata un sinnúmero de
episodios en los cuales Dios mostró su poder a favor de Israel. Por ejemplo,
podemos tomar el éxodo de Israel hacia la tierra prometida en el que el pueblo era
alimentado, sanado y cuidado por Dios. Ellos veían señales y prodigios
continuamente y, a pesar de todas esas evidencias indubitables de parte de Dios,
murmuraban y pecaban una y otra vez.
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El mensaje es claro; ninguna persona es transformada por experimentar milagros


de Dios.

Podríamos pensar que, si una persona experimenta un milagro en su vida,


seguramente comenzará a creer en Dios y eso la cambiará. Pensar eso sería como
no haber leído nunca la Biblia, ya que toda ella insiste en lo contrario. Los
milagros no producen fe, así como tampoco las evidencias del poder de Dios
producen transformación verdadera en las personas. Si así fuera, Jesús no hubiera
necesitado morir en la cruz. Antes de Jesús, la Biblia relata todo tipo de milagros
y prodigios; pero no vemos que ellos produzcan lo que Dios espera en el hombre.
Un milagro puede ser lo que el hombre espera, pero el evangelio no se diseñó por
expectativas humanas; sino por las de Dios. Sólo la Cruz de Cristo contiene la
buena noticia del evangelio: la vida en el espíritu del hombre, la resurrección y la
existencia eterna, a través de las cuales podemos dar a Dios lo que Él espera:
frutos espirituales y evidencias de Su gracia.

- EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD.

Los pasajes bíblicos que hablan sobre abundancia, riquezas, prosperidad y


multiplicación, son abrumadores. Leyendo la Biblia podemos extraer principios
que pudieran ser correctos tales como: “tenemos un padre rico", "somos hijos del
rey y debemos vivir como sus hijos”, o también: “Dios concede las peticiones de
nuestros corazones”.
Es saludable creer que la madurez espiritual nos aleja de la pobreza humana y nos
otorga una mente de abundancia y riqueza. Así mismo, la madurez espiritual, nos
hace confiables para administrar todas las riquezas sin que estas nos roben la vida
o nos distraigan. Es de advertir, que hay quienes hacen de esta interpretación el
centro del evangelio. El alma humana siempre está buscando vivir, tanto en
riquezas materiales como temporales.

Una de las peores trampas religiosas en las que caen las generaciones, es la de
poner excusas bíblicas y apariencias espirituales a las intenciones humanas.
Anunciar este tipo de evangelio asegura éxito religioso, porque es probable que
muchos lo compren. En el plano terrenal, el secreto de toda acción de marketing
es conectar con necesidades instaladas en las personas y proveerles una respuesta.
¿Puede Dios prosperarnos y proveer para nuestras necesidades? Sí. Si Dios me
prospera… ¿Sería eso una buena noticia? Claro que sí. ¿Esa es la buena noticia
del verdadero evangelio? Absolutamente no.
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El verdadero evangelio nos revela que somos ricos más allá de las circunstancias
de nuestra economía terrenal. Nos conduce a valorar las cosas eternas y a no ser
gobernados por las terrenales. Si el evangelio no nos conduce a menospreciar lo
material y terrenal, será muy difícil alcanzar una verdadera madurez.

Cualquier tipo de evangelio que no sea el verdadero nos aleja de las intenciones
de Dios, aun cuando estos principios parecen funcionar, en realidad producen
retraso a nuestra generación. Muchos cristianos interpretan que la prosperidad
económica es evidencia del aval y la bendición de Dios, por el contrario, eso no
sólo es un error; sino que, además, puede ser un verdadero obstáculo a la hora de
madurar y entender el evangelio.

- EL EVANGELIO CONCENTRADO EN LAS TINIEBLAS.

Cambiar el mundo es un impulso del alma humana para el cual no se requiere


creer en Dios. Las religiones creen que el mundo puede ser cambiado con Dios y
los humanistas creen que el mundo sólo puede cambiar con las voluntades
humanas. El error radica en querer alcanzar un objetivo válido y noble
(incluyendo a Dios), sin haber oído Sus intenciones y Su propósito.

El evangelio activa un gran poder transformador; sin embargo, sus formas y


objetivos no tienen nada que ver con los que presentan las religiones y el
humanismo. Tanto la religión como el humanismo comparten la misma visión

del mundo: todo está sumido en caos, corrupción y tinieblas, y eso debe revertirse.
Es bueno tener un diagnóstico del mundo en que vivimos; pero el verdadero
evangelio debiera poner nuestros ojos en la luz y no en las tinieblas.

Hay formas de evangelio que proveen a las personas las excusas perfectas para
evadir sus responsabilidades y compromisos. Si todo lo negativo del mundo y de
sus vidas puede atribuirse a Satanás, entonces, ya no necesitamos alcanzar
madurez. Este tipo de evangelio pone en primera plana el accionar de las
tinieblas en la tierra. Todo el tiempo está observando a las tinieblas para “dar una
versión diferente” de lo que el hombre debe consumir. ¿Existen las tinieblas,
Satanás y los demonios? Sí, existen. ¿Las tinieblas producen daño a las personas
y a las sociedades? Sí, lo producen. ¿Son las tinieblas el asunto central del
evangelio? De ninguna manera.
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El evangelio nos propone una vida en la Luz de Dios. Aunque no ignoramos las
maquinaciones de las tinieblas; ellas no serán el centro de atención, y mucho
menos, la fuente de nuestras decisiones. El poder que se desata en una persona
que abraza la vida espiritual es superlativamente mayor a cualquier forma de
tiniebla, y la hace retroceder. El verdadero evangelio debe provocarnos a poner
nuestra mirada en Dios, sus propuestas y expectativas, conduciéndonos a la
madurez y crecimiento espiritual.

Toda forma de evangelio que ofrece soluciones temporales, materiales y


terrenales es peligrosa: no vienen de parte de Dios y son distractoras. Estas crean
imaginaciones y empañan los lentes a la hora de vivir el evangelio puro y genuino.

Esto no es Evangelio: Mezclas

• “Creo en Dios: pero vivo como quiero”.

• “Soy buena persona: hago el bien, soy bendecido”.

• “Voy todos los domingos a la iglesia, y con eso cumplo con Dios”.

• “Soy humano y peco, pero Dios me perdona”.

• “Aguanto lo que me pasa porque ya viene Cristo: No viven ni disfrutan, son


personas que no maduran, no manifiestan amor y viven para ellos”.

• La iglesia ideal: “busco una iglesia donde encuentre lo que me gusta, donde
me siento más cómodo”.

LA PALABRA DE LA CRUZ.

¿Alguna vez ha oído la historia de Jesús? ¿Acaso ha visto alguna película o serie
sobre la vida de Jesús? Conocer la historia no nos conduce a conocer el evangelio,
ya que no es producto de dogmas o creencias; sino que es la Palabra misma del
Dios vivo.

Es posible que alguna vez usted haya oído una expresión así: “Cristo murió en la
Cruz, pero resucitó”.
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¿Hay algo mal en esa expresión? Le invito a leerla una vez más: “Cristo murió,
pero resucitó”. ¿Dónde está lo incorrecto de esa sentencia? Pudiera ser
históricamente correcta; pero terriblemente incorrecta en cuanto al entendimiento
del evangelio. Leamos por última vez con una pequeña ayuda: “Cristo murió,
pero resucitó”. En esta oración la palabra “pero” tiene el poder de menospreciar
lo anterior y elevar lo que sigue. Por ejemplo, si alguien le dijera a usted: “Debo
decirte que he roto tu celular, pero voy a regalarte uno nuevo”. ¿Puede notarlo?
El “pero” hace que lo anterior no tenga importancia.

Cuando decimos que Jesús murió, “pero resucitó”, estamos menospreciando la


muerte del Señor y poniendo el énfasis en su resurrección. En la cruz Jesús dijo
estas palabras: “Consumado es”. Esa expresión no fue dicha luego de resucitar;
sino aún colgado de la cruz y a punto de morir. Por esto, la Cruz es la victoria
misma del Señor. En aquella cruz encontramos la propuesta misma del evangelio.

El evangelio no busca producir personas que conozcan la historia de Jesús y


asuman una vida religiosa. El evangelio anuncia lo que Él nos otorgó en aquel
sacrificio y procura sembrar una semilla eterna en nuestros corazones. No se trata
de una experiencia mental; sino vital. No busca convencernos en nuestros
razonamientos; sino despertar la verdadera fe otorgada por Dios. Tampoco es una
experiencia material. El evangelio no nos promete milagros o experiencias
sobrenaturales; sino una nueva vida verdadera y eterna.

A lo largo de este módulo encontraremos algunas herramientas que nos impulsen


a exponernos a la realidad de aquella Cruz. ¿Qué sucedió en aquella Cruz a
nuestro favor? ¿Qué nos ofrece el evangelio? ¿Cuál es la propuesta de
Dios para nuestras vidas? Si en usted hay un anhelo genuino de conocer a Dios,
su clamor será sin duda correspondido por Él, trayendo luz y entendimiento.

Nuestras experiencias del pasado y los conocimientos religiosos son ineficaces


para conducirnos al encuentro con el evangelio. Es necesario humillarnos delante
de Dios cada día, y reconocer nuestra necesidad de que nuestros ojos sean
abiertos; de esa manera podemos pedir a Dios que nos haga entender Su propuesta
y Su evangelio. Cada día expuestos al verdadero evangelio vale mucho más que
una vida entera fuera de la verdad de Dios.
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EJERCITANDO LA FE:

1- Medite y escriba: ¿Ha identificado en usted maneras de entender el evangelio


que no corresponden a la verdad y esencia misma del evangelio de Jesucristo?
¿Cree usted que en su corazón ha creído formas de “otros evangelios”? ¿Cuáles?
¿Qué tipo de expectativas han operado en su corazón con respecto a Dios y al
evangelio? ¿Ha experimentado expectativas hacia Dios o su vida en el evangelio
que no se han suplido hasta este día?
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PARTE 2: EL EVANGELIO DE VERDAD

INTRODUCCIÓN

El evangelio no pertenece al mundo de los conceptos o dogmas; sino que su


naturaleza es espiritual, por lo tanto, no puede ser encapsulada en frases
aprendidas. El evangelio es una Palabra viva. Aunque resulte difícil entender el
significado de esa sentencia, es importante despertar las expectativas del espíritu.
No buscamos sólo entender el evangelio; sino más bien, experimentar aquella vida
abrazándonos y reformándonos por completo. Muchos cristianos tienen un
conocimiento lejano del evangelio y de la propuesta de Dios al hombre. Sólo
tienen imágenes difusas que se funden en el paisaje de sus propias experiencias y
se pierden inundadas con pensamientos religiosos. ¿Qué le parece si nos
acercamos? Cuando nos acercamos para ver algo más de cerca, ganamos nitidez
y comenzamos a perder información irrelevante. En este apartado hablaremos del
evangelio, aunque la verdadera intención es provocarnos a ver más de cerca la
propuesta de Dios. ¿Está usted interesado en perder información irrelevante de su
panorama actual para ganar nitidez en lo verdaderamente relevante? Si la
respuesta es afirmativa, avancemos con la ayuda de los siguientes pasajes
bíblicos:

1 Pedro 1:12 dice: “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para
nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han
predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las
cuales anhelan mirar los ángeles”.
Marcos 13:10-11 dice: “Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a
todas las naciones. (11) Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis
por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora,
eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo”.

1 Corintios 2:13-14 dice: “lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas
por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente”.
Cuando el evangelio es expresado con palabras espirituales, produce aceptación
para los llamados a salvación, o, completo rechazo para aquellos que carecen de
fe y no creen en la Palabra.
21

La esencia del evangelio es una palabra espiritual que se dirige primeramente al


espíritu. Entender eso puede ser el golpe más certero a las estructuras de
ignorancia que pretenden detenernos. El evangelio no es una oportunidad para
solucionar problemas personales; sino una puerta de acceso a las propuestas de
Dios.

Esta palabra espiritual requiere la intervención y acción directa del Espíritu Santo.
Es Él quien anuncia el verdadero evangelio y nos provoca a la realidad de la Cruz.
El Espíritu de Verdad nos expone a la luz del evangelio para conducirnos a esa
verdad. No podríamos acceder al evangelio por la sola intención humana, aunque
ésta fuera bienintencionada. Eso nos trae un sentido de humildad y cordura para
no intentar intervenir con nuestros méritos en este proceso glorioso de vida eterna.

Si el evangelio contiene esencialmente propuestas espirituales y eternas, ¿quién


estaría dispuesto a demandarlo? Esa es una gran pregunta, cuya respuesta es clara:
nadie. Ningún hombre demanda el evangelio verdadero, a menos que esa gracia le
sea dada por Dios.

Es común ver a personas buscar a Dios por soluciones para su cuerpo y alma, sin
demandar soluciones espirituales y eternas. No hay evidencia más poderosa de la
misericordia de Dios sobre nosotros, que aquel anhelo de Luz y el hambre por Su
Verdad. ¿Puede usted identificar un hambre por conocer la verdad y la libertad
que ofrece el evangelio de Dios?

LA VIGENCIA CONTINUA DEL EVANGELIO

Muchos podrían pensar que el evangelio es aquel mensaje que oímos por primera
vez, cuando nos fue presentada la oportunidad de creer en Dios y confesar a
Jesucristo como Señor de nuestras vidas. Sin embargo, ese pudiera llegar a ser un
pequeño aspecto temporal del evangelio. Es un paso importante; pero la verdadera
experiencia con el evangelio de Dios nos propone mucho más que simples frases
recitadas. Si usted cree en Dios y en Su Hijo Jesucristo, no deje de confesarlo y,
además, procure conocer y entender Su verdadera propuesta.

El evangelio es tan complejo, profundo y misterioso, que se debe caminar en él


todos los días de la vida, profundizando y permaneciendo cada día en aquello que
fue revelado por el Espíritu Santo. Por lo tanto, para poder avanzar y madurar se
necesita disponer un tiempo para quitarle a este evangelio todo vestigio humano
de menosprecio en los corazones.
22

CRISTO CRUCIFICADO.

El evangelio que anuncia la Cruz de Jesucristo no contiene sabiduría humana;


sino sólo la posibilidad de conectar con la mayor expresión del poder de Dios:
nuestra resurrección por medio de Jesucristo. Esta resurrección no es el resultado
de un razonamiento ni el producto de alguna lógica humana; sino voluntad y
sabiduría de Dios. ¿Qué significa todo esto? Que Dios no está buscando
convencernos con argumentos de creer en Él. Tampoco está intentando acercarnos
a Él con beneficios y milagros; sino que busca darse a conocer.

El hombre, bajo su propia sabiduría, lógica y razonamiento, no puede conocer a


Dios. El evangelio no pretende darse a conocer bajo nuestros propios parámetros
y expectativas, por el contrario, sólo puede ser conocido por la revelación de Dios.
¿Qué es una revelación de Dios? Es el regalo que Él nos da, por su misericordia y
gracia, abriendo nuestros ojos para entender Su Verdad. Aunque esa revelación
sólo proviene de Dios, nosotros podemos valorarla, anhelarla y pedirla.

El evangelio es de aquellas cosas que no aceptan mezclas ni adaptaciones.


Hablamos de la semilla misma de la vida de Dios en nuestro espíritu. Es la
sustancia más pura de la expresión de Dios al hombre y es por eso que no acepta
mixturas. El corazón del hombre y la religión siempre intentarán adaptar el
evangelio a sus propios gustos, distorsionando y deformando su esencia. En la
iglesia del primer siglo ya había comenzado a suceder. Eso mismo aconteció con
la iglesia en Galacia, y es la razón por la cual el apóstol Pablo debió exhortarlos
con las siguientes palabras:

Gálatas 3:1 dice: “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la
verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre
vosotros como crucificado?”.

Podemos intentar distorsionar, mezclar o torcer el evangelio; sin embargo, eso no


conducirá a nada provechoso. El evangelio abandona el corazón de aquellos que
intentan mezclarlo con intenciones y propuestas humanistas.

Este pasaje de la carta a los gálatas nos otorga una perla sumamente valiosa. Si el
apóstol Pablo tenía extraordinarios testimonios para contar… ¿Por qué predicaba a
Cristo crucificado?
23

¿Acaso Pablo no había visto a Jesús resucitado en aquel camino cuando perseguía
a la Iglesia? ¿No se cayó del caballo por la luz resplandeciente del Señor y oyó su
voz poderosa que lo llamaba? ¿No fue llevado al tercer cielo donde pudo ver a
Cristo glorificado? Habiendo tenido semejantes experiencias con el Señor, cuando
el apóstol Pablo anunciaba el evangelio, lo hacía dejando de lado dichas
experiencias; solamente se dedicaba a presentar la obra de la Cruz. Veamos otro
pasaje en su carta a los corintios:

1 Corintios 1:17-19, 22-24 dice: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a


predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la
cruz de Cristo. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero
a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito:
Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los
entendidos. […] Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;

pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente


tropezadero, y para los gentiles locura; más para los llamados, así judíos como
griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.”

¿Por qué predicaba Pablo a Cristo crucificado? En la obra de aquella Cruz se


encuentra condensada la Palabra del evangelio y las propuestas eternas de Dios al
hombre. Antes de la cruz, Jesús solucionaba problemas temporales; no obstante,
en la Cruz, solucionó los verdaderos problemas del hombre, los eternos.

Veamos un pasaje más:

1 Corintios 2:1-2 dice: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para
anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.
Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a
este crucificado.”

Cuando Pablo estuvo con los corintios se había propuesto no saber otra cosa que
a Jesucristo crucificado. Es decir, él sí sabía muchas otras cosas; pero se propuso
no saberlas. Nuestro crecimiento y madurez espiritual nos llevarán a conocer
muchas cosas y a exponernos a todo tipo de información; sin embargo, es
importante poder separar la sustancia misma del evangelio. Necesitamos entender
de qué se trata el evangelio.
24

Pablo conocía a la perfección la historia de Jesús. Conocer Su historia no nos


conduce necesariamente a entender el evangelio. Saber que Jesús hizo milagros,
murió en la cruz y resucitó al tercer día, no produce ningún efecto verdadero en
el corazón del hombre. La historia de Jesús puede ser sólo otra fuente de creencias
y filosofías religiosas. Pablo les hablaba de Jesucristo crucificado porque en aquel
suceso se resume todo lo que Dios le propone al hombre.

EL EVANGELIO Y LAS PROPUESTAS ETERNAS

Parecería tener mejor sentido que Pablo anunciara las historias de Jesús. A
muchos les hubiese gustado saber que Jesús podía sanar sus enfermedades,
solucionar sus problemas económicos y resolver sus asuntos familiares. Todo eso
hizo Jesús mientras estuvo con los discípulos. Sin embargo, Pablo no pretendía
difundir la historia de Jesús ni su propio testimonio; él pretendía anunciar el
testimonio de Dios (1 Corintios 2). Si él les hubiera contado acerca de los milagros
de Jesús, quizá ellos entenderían que el evangelio venía a
ofrecerles soluciones a sus problemas humanos; corriendo un serio peligro: el de
distraer el verdadero mensaje del evangelio.

Las expectativas suelen alojarse en lo más profundo del corazón humano,


gobernando sus decisiones y emociones. Es normal que las personas busquen la
ayuda de Dios, gobernadas por sus propias expectativas. El verdadero evangelio
comienza a revelarse cuando nos humillamos delante de Dios y rendimos nuestras
expectativas personales, reconociendo que es Él quien sabe lo que realmente
necesitamos y no, nosotros mismos.

Para entender la buena noticia del evangelio necesitamos entender cuál es la mala
noticia que la precede. ¿Por qué necesita el hombre a Dios? ¿Por qué necesitó
usted la obra de aquella Cruz? Esa Cruz no sucedió por nuestros problemas de
salud o por las consecuencias de nuestras malas decisiones. Esa Cruz era necesaria
porque no teníamos vida espiritual y nuestra existencia era vana. Ningún
problema es más grave que aquella situación y, aunque nuestra alma no lo
entienda ni valore, las soluciones eternas de la Cruz nunca podrán compararse a
ningún tipo de milagro que solucione asuntos terrenales.

El evangelio debe ser anunciado a nuestra alma, exponiéndola a la obra de la Cruz,


porque su mensaje no está gobernado por las expectativas humanas; sino por las
de Dios. Jesucristo se entregó en aquella Cruz, otorgándonos beneficios eternos,
así como también, con la intención de darle al Padre lo que Él espera.
25

Cualquier forma de evangelio que tenga al hombre como centro y destinatario


final, debería preocuparnos. En el verdadero evangelio el destinatario final es
Dios, ya que la vida eterna que nos es otorgada por la obra de la Cruz, buscará
producir los frutos que Él espera de nosotros.

¿Qué necesitamos saber sobre el evangelio?

1- El evangelio es una semilla viva que busca ser alimentada. Su instrucción


es crecer hasta dar el fruto por el cual fue sembrada.

2- Si una persona dice ser cristiana; pero no se expone al verdadero evangelio,


nunca podrá alcanzar verdadera madurez espiritual. Si el evangelio que gobierna
en el corazón responde a expectativas humanas y terrenales, no podemos esperar
los resultados del verdadero evangelio.

3- El evangelio no fue diseñado por causa de las necesidades humanas; sino


que nos es ofrecido en función de las expectativas de Dios. Cristo no murió en la
cruz por causa de nuestros pecados; sin embargo, Él se entregó a sí mismo en la
Cruz para ser la expresión del amor de Dios. El objetivo de la Cruz nunca fue
mejorar la vida humana; sino llevar al hombre a la vida de Dios y conectarlo con
Su propósito eterno.

4- La Cruz no debe ser vista como un símbolo, ni tampoco ser considerada


históricamente, por el contrario, debemos entender su vigencia eterna. El
evangelio no se encuentra en los símbolos cristianos ni en sus dogmas. El
evangelio no se encuentra en las historias bíblicas ni en las experiencias
particulares. El evangelio se encuentra en el suceso eterno del sacrificio de
Jesucristo, del cual se lee en Apocalipsis de la siguiente manera: “...del Cordero
que fue inmolado desde el principio del mundo”. (Apocalipsis 13:8).

5- Cuando predicamos a Cristo crucificado, lo hacemos porque el evangelio


no se ofrece como un conocimiento histórico de la resurrección del Señor; sino
como la vivencia real y verdadera de esa resurrección en nuestras propias vidas
(Filipenses 3:10, Romanos 6:5, Efesios 1:19-20).

LA PALABRA DE LA CRUZ

La Cruz es la victoria misma del Señor y es justamente lo que debemos oír para
recibir el evangelio. Si entendemos ese evangelio, no sólo tendremos la historia
de Su resurrección; sino que seremos también una expresión de ella.
26

Es por esa razón que Pablo predicaba a Cristo crucificado.

Veamos qué propuestas no encontraremos en el evangelio.

● El evangelio no nos garantiza soluciones a problemas personales. ¿Puede


Dios solucionarlos? Sí. ¿Quiere Dios ayudarme con mis problemas? Claro que sí.
¿El evangelio me garantiza las soluciones a todos mis problemas? No; el
evangelio no fue diseñado en función de nuestros problemas.

● El evangelio no nos promete estados de mayor comodidad, confort o


seguridad. El evangelio nos ofrece una vida espiritual y eterna. Esa vida espiritual
es intocable e imposible de dañar; pero no encontraremos en el evangelio la
promesa de que nadie nos dañará. Jesús dijo: “Al que te hiera en una mejilla,
preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues”.
● El evangelio que anuncia la Cruz de Cristo no promete la ausencia de
experiencias injustas. En nuestro camino en la tierra pudiéramos experimentar
situaciones injustas y eso no hace menos al evangelio. El evangelio nos otorga
acceso a una justicia que es superior a toda forma de justicia humana.

● El evangelio no nos ofrece mayores niveles de éxito en metas humanas ni


riquezas terrenales. Todas las riquezas que ofrece el evangelio son eternas y, se
espera que nuestras almas, sean gobernadas por el valor de esas riquezas para
dejar de ser gobernados por el materialismo y el humanismo. El evangelio no fue
diseñado para otorgar mayor éxito al hombre; sino para hacer exitosa la vida de
Cristo en el hombre.

EL EVANGELIO COMO SUSTANCIA EN ACCIÓN

Anunciamos el evangelio al mundo, haciéndole saber que este no se encuentra en


las palabras que decimos; sino más bien, que debemos ser llevados a verlo y a
experimentarlo todos los días de nuestras vidas. Podemos escribir sobre el
evangelio y anunciarlo con palabras; pero él buscará darse a conocer en forma de
frutos en aquellos que lo han aceptado. La forma correcta de anunciar el
evangelio, es hacer carne en nosotros la naturaleza de Dios y Su amor,
expresándose por medio de la transformación de nuestras almas.

Gálatas 1:9-12 dice: “Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno
os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. (10) Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
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(11) Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; (12) pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo”.

Somos provocados por la predicación del evangelio y lo anunciamos para


provocar a otros a recibirlo. Si usted cree en Dios y que Jesucristo es el Hijo de
Dios, significa que hay fe en su corazón. Si hoy entiende que Jesucristo se entregó
a sí mismo para darle vida espiritual y, usted está dispuesto a entregarse a esa vida
y renunciar a toda manera vana de vivir, entonces, bienvenido al evangelio.
Confiese con su boca que Jesucristo es su Señor y pida a Dios que Él abra sus ojos
para entender más y más Su evangelio. Recuerde que su alma necesitará
exponerse a la verdad del evangelio todos los días, hasta que la libertad de esa
verdad se vuelva visible y tangible.
VIVIENDO EN SU RESURRECCIÓN

La Palabra viva del evangelio nos quita de la inexistencia eterna, de la muerte y


de las tinieblas, y nos traslada a la vida, para ser luz en Cristo Jesús.

Manifestamos la resurrección de Jesucristo, en quien hemos sido incluidos,


cuando la semilla de vida en nuestro espíritu se abre camino en el tiempo, en
nuestras almas, en pensamientos y palabras; por medio de acciones y reacciones
que tienen un solo origen: nuestro espíritu. Esa vida requiere un solo tipo de
alimento: la Palabra de Dios, permitiéndonos ser libres de la influencia y gobierno
de todo lo externo a nosotros.

EL EVANGELIO QUE LE DA CONSTITUCIÓN A NUESTRA FE


El evangelio es lo que va a determinar todo en cuanto a nuestra vida.
Cristo Es La Medida, Cristo Es La Sustancia, Pero El Evangelio Que Tenemos
determinará cómo Dios va a accionar en mí .
Es determinante para nosotros entender qué es el evangelio. El evangelio es la
constitución de nuestra fe, como de la misma manera un abogado debe conocer y
entender la constitución para defender a alguien, Cristo nos ha dejado el
evangelio.
Por lo tanto, cualquier cosa que hagamos, con buenas o malas intenciones, que no
sea constitucional al evangelio, Dios no tiene por qué respaldarla.
Romanos 2:16 dice: “...en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos
de los hombres, conforme a mi evangelio”.
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La expresión “mi evangelio” no hace referencia a que Pablo había hecho un


evangelio a su medida, sino que se refiere a que cada persona puede concebir el
evangelio de manera diferente. Un grupo de personas puede estar oyendo lo
mismo, pero no asegura que todos tengan las mismas reacciones y obtengan los
mismos resultados. El evangelio tiene como resultado a personas que oyen acerca
del evangelio con sus propuestas, y lo pueden vivir. Es necesario ser diligentes en
lo que oímos.
El evangelio se aprende por aparición, no por predicación. Si Dios no se nos
aparece, el evangelio no se puede aprender.
Debemos experimentar tener la experiencia de Dios apareciéndose en nuestras
vidas, de la manera en la Él lo determine; sino todo lo que escuchemos acerca del
evangelio será un obstáculo que detendrá nuestro avance.
El evangelio no se trata sólo de oír, sino de ver al Señor en nuestras vidas. Que en
nuestras oraciones no sólo podamos decir “Señor quiero oírte”, sino también
“Señor quiero verte” por causa de haber entendido la experiencia de vivir su
aparición.
Si hoy reconocemos que hay personas que han oído el evangelio durante años,
pero nunca han vivido la experiencia de la aparición del Señor en sus vidas, están
muy lejos de vivir en este tiempo lo que el Señor quiere que vivamos.
Cuando nosotros somos enseñados pedagógicamente, construimos imágenes y
generamos expectativas equivocadas de lo que estamos oyendo. Se nos crean
expectativas erradas de Dios, del predicador, de la gente que nos rodea y de todo
lo que podamos imaginar. Lo pedagógico, es decir, lo que nos enseñan cuando
estamos oyendo la ministración de la palabra, da rienda suelta a nuestra
imaginación. Pero cuando Dios se aparece comenzamos a conocer
verdaderamente a Dios y desde esa realidad todo lo que oímos será construido
desde Su Imagen, no desde nuestra imaginación.
La transformación de nuestras vidas, comienza cuando el Evangelio de Dios se
revela a una generación, apareciéndose a su Cuerpo. Comienza visitando a
familias, a hogares, aún el descanso nocturno por medio de palabras que
provienen del Espíritu, se revela la Imagen del Señor
Necesitamos seguir insistiendo, con toda oración y ruego, que el Señor aparezca
en nuestras vidas.
¿Por qué es tan importante el evangelio? A medida que caminamos en la realidad
de la vida de Cristo en nosotros, debemos entender que el evangelio que se nos
revela en nuestro diario caminar, es proporcional a la medida del Cristo que
portamos.
29

Podemos tener un Cristo “grande” pero un evangelio pequeño; entonces debemos


ampliar nuestro evangelio para que sea a la medida de Cristo. Nuestro
comportamiento y actitudes, serán el resultado de la medida del evangelio que se
nos revela. No dependen de nuestros líderes, ni pastores porque nuestro
comportamiento será la evidencia del evangelio que portamos.

“Que estén firmes, en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del


evangelio” Como cuerpo que representa la Iglesia de Cristo, queremos oír de las
personas que caminan en el evangelio que: están firmes en un mismo espíritu,
siendo unánimes en la Fe. El evangelio es la expresión y la evidencia de una
persona que ha visto al Cristo resucitado.
Los que fueron llamados a salvación, responderán a una demanda de Cristo, no a
una demanda o convocatoria humana. Ese es el resultado de que Cristo está
apareciéndose en nuestras vidas, por lo que lo único que respondemos es lo que
Él está demandando de nuestras vidas.
Lo que produce el evangelio en nuestra vida es Fe, para que todo lo que Dios
habla sea una realidad en nuestro diario vivir. De esta manera, lo que nosotros
producimos será coherente con lo que demanda Cristo en nuestras vidas.

EJERCICIO DE LA FE:
Acompañaremos a la lectura de esta palabra el audio “EL MENSAJE NO
ENTENDIDO DE LA PALABRA DE LA CRUZ” oír el audio y tomar notas. (se
enviará el audio al grupo interactivo).
PREGUNTAS y ACCIONES REFERIDAS AL AUDIO:
1- Escriba en una hoja el punto principal del audio y péguela en un lugar de su
casa donde pueda verla todo el tiempo. ore sobre esta palabra y permita al Señor
darle la dirección de acciones de Fe ante la ofensa.
2- Haga una lista con los nombres de aquellas personas a perdonar. (la lista es
para usted). Ejercítese en el pensamiento de Dios hacia usted y hacia ellos. “Padre
perdónalos porque no saben lo que hacen”, que mi Alma sea conformada a tu
estabilidad, inofendible.
Ejercicio de Fe: (explicación del ejercicio).
1- Debe oír el audio, sobre el mensaje no entendido de la palabra de la cruz, luego
identificar el punto principal, escribirlo como un proverbio gobernante y visible
en que usted pueda verlo cada día y hacerlo parte de su memoria.
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2- sí identifica nombres de personas es para usted en oración y El Señor.


Ejercitando el Amor y el perdón hacia ellos.
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TEMA 2: RECONCILIACIÓN CON DIOS.

Objetivos:

● Profundizar en los efectos eternos del evangelio.


● Presentar el amor de Dios expresados en la Cruz de Cristo y su
consecuencia en reconciliación.
● Exponer a las personas a la realidad de esa reconciliación para verse a sí
mismos en una posición alcanzada por gracia y sin méritos humanos.

LA CRUZ HABLA DE RECONCILIACIÓN

Los apóstoles entendían claramente que el evangelio de Jesucristo estaba


contenido en Su muerte en la cruz. La Palabra de la cruz es aquello que nos es
anunciado a partir de la muerte de Jesucristo en la cruz. Ellos no estaban
interesados en contar al mundo la historia de Jesús, porque creer una historia no
produce ningún cambio. Si pedimos al Padre oír por Su Espíritu ese mensaje, sin
duda una palabra que oiremos es “reconciliación”. A continuación, tomaremos un
fragmento de la carta del apóstol Pablo a los romanos y resaltaremos, de qué
manera, él anuncia el evangelio a través de la muerte del Señor Jesucristo:

Romanos 5:6-11 dice: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo
murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo,
pudiera ser que alguno osará morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para
con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues
mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su
Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no
sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo,
por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

La Cruz nos expresa que hemos sido reconciliados con el Padre y que el poder de
esa reconciliación es total, no sustentada en nuestros méritos. Esa sangre
derramada es el precio pagado por nuestra reconciliación y, así mismo, la
profundidad y el alcance de esa reconciliación.
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La palabra “reconciliación” nos habla de un estado inicial que fue perdido y está
siendo recuperado. Pocas palabras tienen tanta capacidad de describir una realidad
eterna. Lo que en la Cruz sucedió puede ser descrito en gran medida con esta
palabra, ya que, habiendo sido destituidos de la Gloria de Dios, fuimos traídos y
atraídos nuevamente por medio de Jesucristo. En la Cruz se nos devolvió una
posición que no es pasada; sino que es eterna. Para entender la profundidad y la
importancia de esta realidad espiritual, debemos contemplar el panorama de
enemistad en el que vive el hombre sin Dios y la necesidad de estar crucificados
juntamente con y en Cristo.

EL SISTEMA DEL MUNDO Y LA ENEMISTAD

La enemistad es la plataforma para que el mundo subsista y viva sin Dios.


Debemos entender que el hombre se encuentra contenido en un sistema de vida
que le asegura su subsistencia fuera de Dios y fuera del diseño para el cual fue
creado. Es por eso que el árbol de la ciencia del bien y del mal producía un solo
tipo de fruto: desobediencia al Padre y enemistad con Dios. No tenía un fruto para
el mal y otro para el bien; en el mismo fruto estaba contenida la confrontación. El
árbol de la ciencia del bien y del mal fue creado también por Dios, aunque ordenó
a Adán no comer de su fruto. Por esto, ver los efectos nocivos de la enemistad es
muy sencillo, aunque no veamos su aspecto “humanamente positivo”. Ese aspecto
aparentemente positivo de la enemistad es el sistema que opera en el mundo para
sustentar al hombre. Este principio puede aplicarse tanto al rumbo de las naciones,
como a las más pequeñas y sencillas interacciones sociales. A continuación,
vamos a presentar a la enemistad como un sistema de vida, una plataforma sobre
la cual se construye el mundo y la vida humana. La enemistad es algo mucho más
poderoso que simplemente dos personas confrontadas. Es una naturaleza, una
atmósfera que mantiene sometido al hombre; pero que, al mismo tiempo, lo
sustenta. Piense en una persona conectada a un respirador y otras máquinas que
lo mantienen vivo. Esa situación no es natural ni deseable; pero al mismo tiempo,
son esas máquinas las que lo
mantienen vivo. El hombre no fue creado por Dios para vivir en la enemistad,
aunque, separado de Dios se ha vuelto dependiente de esa enemistad. Vivir en
enemistad no es vivir. Vivir en la enemistad es estar muerto y sometido al mundo,
controlados como títeres por los hilos de la vanidad.
33

El evangelio es la única salida posible del sistema del mundo que es enemistad
con Dios. Es imposible entender el evangelio si no reconocemos esa enemistad de
la cual hemos sido quitados. En el evangelio recibimos la vida que nos hace libres
de aquellos sistemas que nos sostenían separados de Dios. Cuando nos acercamos
a la Palabra del evangelio, podemos ver más detalladamente lo que nos ofrece; de
esa manera, podemos descubrir cómo vivimos hasta ahora sometidos a la
enemistad.

A continuación, veremos algunos ejemplos que nos ayuden a evidenciar de qué


manera el mundo funciona en enemistad y depende de ella.

1- La libre competencia en los mercados es una aparente señal de salud y


prosperidad en las economías globales. Debemos observar así, que los sistemas
políticos y económicos más exitosos de la historia son aquellos que favorecen la
competencia. Por ejemplo, el comunismo es altamente atractivo desde un punto
de vista filosófico y teórico; no obstante, es evidente que ese tipo de sistema
económico no produce los niveles de prosperidad de las naciones que adoptan
sistemas capitalistas. En el comunismo se intenta eliminar la competencia y, por
lo tanto, la enemistad de la que se sustentan los mercados. El comunismo es
altamente dependiente de la colaboración y la entrega de los ciudadanos. El
sistema falla al no comprender que la enemistad se encuentra impresa en el
corazón humano, produciendo el egoísmo y el individualismo que hacen
imposible alcanzar las utopías de sus teorías. El ser humano no sólo vive rodeado
de enemistad; sino que se ha vuelto dependiente de ella.

2- Un gran ejemplo de enemistad son las guerras entre naciones. Pese a todos
los esfuerzos históricos para erradicar el flagelo de las guerras, sigue siendo una
realidad sumamente vigente. ¿Puede haber algo positivo en las guerras? Quienes
las inician tienen siempre razones y explicaciones suficientes; pero vemos un
aspecto históricamente evidente. Las guerras han originado grandes avances
científicos en tecnología, medicina y otras ciencias. Si usted se dispone a
investigar acerca de esto encontrará que muchas de las comodidades que
disfrutamos diariamente y nos producen grandes beneficios, llegaron a nosotros
gracias a los avances tecnológicos impulsados por las grandes guerras.

Una vez más, la enemistad está presente para producir mucho daño, mientras que
hace dependiente al hombre por sus beneficios aparente.
34

3- Si observamos detenidamente, descubriremos que el éxito de los juegos del


entretenimiento de hoy están basados y hacen énfasis sobre la enemistad; es difícil
encontrar una serie televisiva o una película en la que no exista un lado bueno y
uno malo. Así, podríamos decir que desde el momento en que se comienza a ver
una película, nuestro cerebro busca identificar si los personajes responden al perfil
del lado bueno o el malo, y cuáles son las confrontaciones que deben resolverse.
Este aspecto del entretenimiento deja en evidencia la necesidad que tenemos de
la enemistad y lo natural que se ha vuelto para nosotros.

4- No existe ámbito humano, sea laboral, familiar, deportivo, académico, etc;


que no refleje de una u otra forma esta enemistad de la cual el ser humano no
puede escapar por sus propias fuerzas. La enemistad está presente en todo ámbito
donde se produzcan interacciones entre personas. Las personas pueden solucionar
problemas interpersonales, discusiones o peleas, pero el ser humano no puede
librarse de la enemistad. Esa enemistad es un fundamento del sistema del mundo
y es imposible que el hombre se libere por sí mismo.

Debemos entender que el hombre no fue creado para vivir separado de Dios, y de
esa manera, al haber sido separado de Él, necesitó un sis de sustento de vida
altamente sofisticado; por eso este sistema sólo se sustenta en la enemistad y se
conserva alimentándose de ella. La separación de la vida espiritual, produce en el
hombre toda forma de enemistad y lo mantiene sometido a esa atmósfera de vida.
Los efectos de la enemistad son diversos y continuos; por ejemplo, podemos
mencionar los pleitos, peleas y contiendas. Sin embargo, es importante entender
que esos son sólo frutos de la enemistad operando en el hombre, aunque su
problema sea más profundo. La enemistad no halla lugar en nosotros cuando nos
enemistamos con personas; sino que, por causa de la enemistad a la que hemos
sido sometidos, producimos el efecto inevitable de los pleitos, guerras y peleas.

El evangelio debe abrir nuestros ojos para ver la enemistad a la cual estábamos
sometidos. La reconciliación que se produjo en la Cruz de Cristo es la única puerta
de salida de aquella esclavitud a la cual se encuentra sometido el hombre.

RECONCILIACIÓN POR GRACIA

Cuando somos expuestos a la realidad eterna de la Cruz de Cristo, ese amor


abrasador nos habla y nos ministra, haciéndonos conocer nuestra verdadera realidad
frente al Padre Celestial: hemos sido reconciliados
35

Éramos enemigos y toda separación fue abolida en la Cruz, tan sólo por Su Gracia.
La realidad de ese amor revelándose en nosotros, comienza a reformar por
completo nuestras almas; y, por lo tanto, nuestra manera de vivir.

2 Corintios 5:17-21 dice: “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene
de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio
de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo,
como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

En la Cruz fuimos reconciliados con Dios; y sólo es necesario caminar en esa


reconciliación. Eso significa ser notificados de aquello que ya hemos recibido en
Cristo y experimentar esa realidad plenamente.

Cuando el evangelio nos es predicado desde palabras religiosas que no se


sustentan en la realidad eterna de la Cruz, esa reconciliación no es entendida como
plena y real. Las personas pasan años creando actividades de aparente piedad,
para recibir a cambio una aceptación favorable con respecto a su comunión con
Dios. Intentar con nuestros méritos o entregas personales mejorar nuestra
comunión con el Padre, es un directo menosprecio a la obra de la Cruz. La
enemistad en la que estábamos antes de la Cruz, era imposible de revertir; puesto
que Jesucristo fue la única moneda que Dios aceptaría para pagar por tal
enemistad, y de esa manera, reconciliarnos con Él. Por esta razón nuestra vida
natural y humana, nuestros esfuerzos, tiempo y recursos, no pueden pagar ese
precio. Entonces, lo único que podemos hacer, es aceptar el pago que nos fue
otorgado por Gracia y celebrar esa Gracia que nos impulsa a la vida y nos
garantiza alcanzar madurez todos los días de nuestras vidas.

Tito 3:4-7 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y
su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en
36

nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados


por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida
eterna”.

Estos pasajes nos ayudan a entender que el único precio posible para acercarnos
al Padre es la Cruz de Cristo. Nada que yo pueda hacer me acerca o aleja de Él.
Nuestros pensamientos deben ser “bombardeados” por esta realidad espiritual. La
potencia de esa reconciliación comienza entendiendo cuán separados estábamos
del Padre. Ninguna obra de bien que nosotros hubiéramos hecho antes de la cruz
podía acercarnos al Padre. No importa cuán “buenas personas” nos creyéramos
ser, nuestra posición era extrema: enemigos, absolutamente separados y
distanciados.

Ahora por la Cruz fuimos reconciliados y somos provocados a la madurez. Esa


reconciliación es un nuevo sistema de vida en el cual debemos edificarnos, no en
nuestras fuerzas; sino en los méritos del Señor.

LA OBRA DE LA RECONCILIACIÓN

A medida que vamos entendiendo la gracia expresada en esa Cruz, su obra


comienza a manifestarse. Recuerde que el evangelio está vivo, y eso significa que
trabajará en nuestra persona hasta llevarnos a la plenitud de la naturaleza que nos
otorga.

Efesios 2:14-22 dice: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno,
derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las
enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear
en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la
cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las
enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais
lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros
tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros
ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la
principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien
coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros
también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu".
37

Todo tipo de enemistad y separación, como la realidad en la que habitábamos


antes de Cristo, fueron destruidas en la Cruz; fuimos así regresados a una
posición: nuestro diseño eterno, la atmósfera de Gloria del Padre y nuestra
participación en Su propósito eterno.

Todo sentimiento del alma que pudiera expresarse en contra de esta realidad sólo
necesita un tratamiento: exponerse a la verdad. Si nos sentimos lejanos a Dios, o
separados de Él, no queda ninguna duda de que ese sentimiento es mentiroso,
engañoso y debe ser tratado como tal.

Debemos entender que las realidades espirituales son las únicas que pueden ser
catalogadas como verdaderas. Cuando queremos sentir (con sentir propio) por
encima de todo lo que Dios nos habla, cometemos el error de alimentar nuestro
ser interior con un alimento dañino. Nuestros pensamientos deben ser alimentados
por la verdad presente de Dios que nos es anunciada en Su evangelio todos los
días.

Hemos sido reconciliados en la Cruz, y esa reconciliación que no fue producida


por nuestros méritos, no debe ser opacada por errores propios ni tampoco
pretender ser mejorada por nuestras buenas acciones. Las buenas y malas obras,
si bien afectan nuestras vidas en otros aspectos, no pueden cambiar el resultado
de la Cruz como acción unilateral de Dios que ha sido pensada para nuestro
beneficio.

Ahora bien, esa vida que nos fue otorgada en la Cruz debe ser aceptada, creída y
abrazada por todo nuestro ser, cuando tenemos la intención de producir una
profunda y completa transformación.

Colosenses 1:21-23 dice: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños
y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en
su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha
e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la
fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica
en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho
ministro”.

Faltando la reconciliación en Cristo, somos enemigos de la Cruz; así los


pensamientos de nuestra alma tampoco experimentan la reconciliación de la Cruz,
transformándose en enemigos de ella. Pero en Cristo nos fue devuelta una
38

identidad y una posición frente al Padre, así como también, nos fueron dados
nuevos pensamientos por la mente de Cristo, cargados de vida y luz.

DERRIBANDO TODA ALTIVEZ

Cuando cometemos errores por causa de nuestra debilidad, es posible que nuestra
mente nos acuse y las emociones se activen en la dirección de hacernos sentir
lejos de Dios. Debemos entender que esos pensamientos y sentimientos son
contrarios a la realidad en que fuimos depositados por medio de Jesucristo. Si
creemos que nuestros errores nos alejan de Dios, también creeremos que nuestros
aciertos nos acercan a Él. Es entonces donde nuestro orgullo se interpone para que
no podamos alcanzar madurez. Nada podemos hacer que nos acerque o aleje del
Padre, porque no fue por nuestras obras o méritos que hemos sido reconciliados;
sino por la obra de Jesucristo en la cruz.

La religión catalogó como "peligrosa" esta verdad por generaciones. Eso se debe
a que, potencialmente, una persona podría pensar que puede pecar libremente sin
que su posición cambie en lo absoluto delante del Padre. Ante esa posición tengo
la siguiente respuesta: el pecado no es una acción de libertad; sino de absoluta
esclavitud. Por lo tanto, lo que debemos entender es que la Palabra de la Cruz no
es un conjunto de dogmas y principios que intentan regir nuestras vidas; sino más
bien, una realidad eterna a la que somos expuestos. Necesitamos ver esa Cruz, en
cuanto al amor que allí se expresa y la potencia de su luz hacia nuestras vidas.

Cuando pecamos o cometemos errores, la ley nos condena y nos trata de


pecadores; sin embargo, Jesucristo nos dice: “yo pagué el precio”. Cuando vemos
esa realidad somos santificados, porque la cruz no nos trata de pecadores; sino de
santos, limpios y sin mancha por medio de Jesucristo. La Cruz nos dice: "Eres
santo, por lo tanto, quítate esa vestidura equivocada y deja de andar por la vida en
el personaje falso y ficticio que has representado hasta aquí".

RECONCILIACIÓN Y VIDA EN LA GRACIA

Muchos cristianos caminan su vida cristiana basados en recetas humanas y


religiosas, privándose así de las riquezas que nos provee la verdadera vida en el
espíritu. La oración, la lectura de la Palabra, la adoración, el congregarse, son una
serie de pequeños sacrificios que hacemos para Dios, los cuales nos hacen sentir
un poco más cerca. Esa estructura de orgullo debe ser derribada, nada que
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hagamos puede acercarnos más a Dios. Esas disciplinas espirituales deben darse
en nosotros por disfrute y por entendimiento de su verdadera realidad espiritual.
No oramos para que Dios vea que queremos ser mejores; oramos porque es natural
disfrutar lo más valioso que nos ha sido otorgado en nuestras vidas por medio de
Jesucristo: acceso pleno y confiable al Padre.

Es posible que por momentos el orar no sea algo que nuestra carne o nuestra mente
quieran hacer, porque nos cuesta entender aún las realidades espirituales. Pero es
de esperarse que, en la medida que vamos madurando, el entendimiento de nuestra
reconciliación con el Padre, nos active hacia una manera de vivir en el espíritu;
disfrutando hablar con Él y atraídos a la congregación con los santos.

Nuestra exposición a la realidad de la Cruz nos transforma al entender y ver esa


reconciliación operando en nosotros. Es de esperarse que ningún efecto del mundo
siga operando en nuestros corazones, en la medida que le permitimos a la luz
ingresar en nuestras almas.

Santiago 4:1 dice: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?
¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?”.

Gálatas 6:14 dice: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.

La enemistad ya no tiene lugar en el corazón de un hijo de Dios y esa


transformación se produce en el alma cuando somos expuestos una y otra vez a la
realidad de la Cruz de Cristo. Es necesario anhelar que nuestras almas vivan en
esa libertad. Reconciliación es libertad y vida en el Espíritu.

Gálatas 5:19-24 dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto,
como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios. (22) Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay
ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos.
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VIVIENDO EN SU RESURRECCIÓN

En el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo fuimos reconciliados con Dios, de


manera tal que tenemos acceso pleno y confiable al Padre. Así como Jesucristo
fue glorificado en su resurrección y se sentó en lugares celestiales, nosotros
fuimos resucitados y sentados con Él.

Manifestamos Su resurrección cuando nuestra alma obedece a esa verdad eterna.


Toda vana manera de vivir humana, en la cual nuestras almas parecieran
permanecer por un poco de tiempo, no es otra cosa que una mentira que debe ser
expuesta. Ya no somos esclavos del pecado, ni presos de nuestras debilidades.

Cuando nos exponemos de manera real y viva a nuestra realidad de reconciliación


con Dios, somos una expresión de Cristo resucitado para caminar en santidad y
correr la carrera que nos fue concedida.

EJERCITACION DE LA FE:

1- Identifique por medio de la oración que pensamientos en su vida, creencias de


engaño que hacen que no pueda vivir la plenitud de la Reconciliación. (haga una
lista)

Recuerde que la Verdad de esta palabra “somos reconciliados en Cristo” tiene


el poder de quitar los espinos de la enemistad.

2- Escriba y lea en voz alta la verdad de la palabra apropiándose de esta


concesión por Gracia de ser hijos Reconciliados, renunciando a toda mentira,
usted pertenece a la Luz.
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TEMA 3: JUSTIFICACIÓN.

Objetivos:

● Profundizar en los efectos eternos del evangelio.


● Presentar el amor de Dios expresados en la Cruz de Cristo y su
consecuencia en justificación.
● Exponer a las personas a la realidad de su justificación con Dios, para
verse a sí mismos en una posición alcanzada por gracia y sin méritos humanos.
● Exponer toda edificación en justicia humana y desactivar sus efectos en el
alma, para disponerla a la obra completa del evangelio.

INTRODUCCIÓN
El Señor en la cruz terminó con toda la basura que puede estorbar nuestro
desarrollo en la tierra. Cuando me auto-justificó y defiendo esa autojustificación
llegando a tener explicación para todo, con el tiempo eso se traduce en pecados,
toda obra de hechicería, todo tipo de blasfemia.
Comience a amar a las personas, dejemos de culpar; Al final hasta las obras de las
tinieblas ayudarán a nuestra madurez. Todas las cosas ayudan a bien para los que
aman al Señor y Dios está manifestando su amor para los que aprenden a decir
Hay una migración de la predicación a la impartición, eso no significa que no me
instruya, porque puede predicar lo que cualquiera predica, pero solo puedes
impartir aquello que está dentro de ti impartido. Él fue partido por nosotros, por
eso lo podemos impartir.
El evangelio de Jesucristo revelado a mi vida llevará todo orgullo en mí a la
obediencia de Cristo y como resultado habrá la justicia de Dios.

JUSTIFICACIÓN

Ser justificado significa “ser hecho justo”. Cuando alguien nos acusa o nos pide
cuentas sobre algún asunto, normalmente presentamos nuestras excusas y
razones; con lo cual esperamos ser justificados. Cuando explicamos nuestras
acciones y presentamos nuestras razones, lo que hacemos es demostrar nuestra
42

justicia personal, esperando conservar un estatus justo frente a los demás. Esa
conducta es continua en la vida de los hombres. Toda autojustificación y excusa
se produce en nuestros corazones cuando nos suponemos justos en nuestra opinión
y, ese estado de justicia, se ve amenazado por la opinión de quienes nos rodean.
Sin la revelación del evangelio, nuestra alma se siente justa e intenta mantener
una imagen aceptable hacia otros.

La Cruz de Cristo expone el estado de injusticia del mundo y de los hombres


frente a Dios. No lo hace para condenarnos y descartarnos; sino que produce luz
para exponer la verdad. Cuando esa luz alumbra nuestros corazones, comenzamos
a ver la injusticia y la esclavitud en la que vivíamos por ignorancia. Para entender
la obra de la Cruz, y comprender la hermosura de la justificación que nos fue
concedida, es necesario despojarnos de toda excusa orgullosa que intenta
excusarnos y auto-justificarnos.

Una frase muy repetida en los ámbitos cristianos es: “Jesús murió en la cruz para
perdonar nuestros pecados”. En este capítulo seremos desafiados a acercarnos
más a esa obra para ver más de cerca, y de esa manera, entender que no sólo hemos
sido perdonados; sino que en la Cruz de Cristo fuimos también justificados. Ver
la obra de la Cruz es vernos a nosotros mismos como justos por los méritos de
aquel sacrificio, y no por nuestra propia justicia. Es necesario acercarnos a ese
sacrificio para entender en detalle la grandeza del amor de nuestro Dios y, como
efecto inevitable, dejar de lado toda información innecesaria que ocupa lugar en
nuestro panorama. Si usted desea acercarse a esa Cruz, deberá estar dispuesto a
despojarse de su propia justicia y exponerse a la luz de la justicia de Dios. Si nos
acercamos cada día más y más, pronto descubriremos que Su amor nos está
absorbiendo y transformando a la imagen misma de aquel que nos llamó.

JUSTIFICADOS POR FE

Romanos 5:1-2 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe
a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios”.
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La gracia de Dios es presentada por el apóstol Pablo como una geografía a la que
debemos entrar. El único camino para entrar a esa gracia es por medio de la fe; y
la puerta de ingreso es nuestra justificación por el sacrificio de Jesucristo. Al
acercarnos a la Cruz podemos entender que, sin la Cruz, no tendríamos paz para
con Dios ni la posibilidad de ser llamados justos. Esa Cruz nos otorgó entrada a
una gloria, la cual sólo podemos entender y conocer entregándonos por completo
a la propuesta del evangelio.

Tito 3:4-7 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y
su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su
gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”.

Jesús enseñaba en una casa abarrotada de gente. Muchos estaban allí atraídos por
lo que Jesús expresaba y hacía. Ellos buscaban sus milagros, enseñanzas e
historias; pero rechazaban su naturaleza divina y sus verdaderas propuestas. En
medio de esa casa colmada de gente, unos jóvenes traían a un paralítico en una
camilla, a quien, después de abrir el techo, bajaron por allí. Esos amigos y ese
paralítico no tenían nada especial; buscaban lo mismo que los demás. No querían
otra cosa que los beneficios de un hombre milagroso; sólo buscaban revertir la
parálisis.

Sin embargo, aquel paralítico que fue traído por sus amigos a Jesús, se llevó
mucho más que su sanidad, pues Él le dijo: “Tus pecados te son perdonados”.
Ante el enojo de los escribas y fariseos, Jesús explicó clara y contundentemente:
“Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para
perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete
a tu casa”. (S. Lucas 5:24).

Jesús podía perdonar pecados, ya que el Padre le había dado esa potestad. Si
consideramos al pecado como un agravio contra Dios, entonces, sólo Él tiene la
legalidad de perdonarlos. El punto al que buscamos arribar es este: no se
necesitaba la cruz para perdonar los pecados. Más de una vez Jesús perdonó los
pecados de quienes le rodeaban. Sin embargo, el que perdonara solamente
nuestros pecados, no nos haría justos; sino que permaneceríamos en la misma
esclavitud que somete al mundo.
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Muchas personas pasan hoy sus vidas pidiendo perdón por sus pecados; sin
conocer, sin percibir, ni entender la plenitud de lo que les ha sido otorgado en la
Cruz. La religión nos lleva a Dios por causa de una conciencia que nos acusa,
esperando recibir el alivio que nos permita continuar. Si pensáramos o dijéramos
que la Cruz de Cristo fue necesaria sólo para aliviar nuestras conciencias,
estaríamos devaluando y menospreciando su verdadera obra. Es necesario
acercarnos más para ver más de cerca y exponernos a una mayor gloria del amor
allí presentado.

Si Jesús podía perdonar pecados antes de la cruz, es importante saber que en la


cruz se ejecutó a nuestro favor algo mucho más profundo que el perdón. Es claro
que hemos sido perdonados; no obstante, la realidad de la vida eterna que
recibimos en la Cruz de Cristo, es mayor que ese perdón, pues recibimos además
la justificación

El perdón resuelve el agravio; pero la justificación lo quita de en medio, de tal


manera que, ya no es necesario recibir el perdón de pecados, pues en la Cruz ha
sido pagado el precio de nuestros pecados. En la Cruz, la deuda no fue perdonada;
sino que fue pagada.

Entonces, ¿es necesario pedir perdón a Dios por nuestros pecados? Sí es


necesario, por causa de nuestra humillación y como parte de nuestro
arrepentimiento. Eso no significa que Dios tenga que perdonarnos cada vez que
pecamos, ya que en la Cruz fue pagado el precio por todos los pecados. Nuestro
arrepentimiento genuino debería acercarnos más y más a la libertad a donde ya no
estemos atados a las viejas cadenas del pecado. Entonces, una vez más, ¿es
necesario pedir perdón a Dios cuando pecamos? Si nuestro pedido de perdón a
Dios sólo nos provoca una sensación de bienestar y nos permite seguir viviendo
lejos de la vida espiritual, entonces, no tiene ningún sentido ni valor; por el
contrario, si pedimos perdón a Dios, humillando nuestros corazones y procurando
Su libertad, entonces sí es necesario.

Sabemos que nos hemos acercado más a la Cruz de Cristo, porque estamos siendo
perfeccionados en Él; alejándonos de la vida en el viejo hombre y experimentando
la gloria de una vida en el espíritu. Esa profundidad de redención nos provee
libertad respecto del pecado, que es el camino a una vida de verdadera santidad.
Eso nos lleva a entender que la santidad que se espera de nosotros en el Nuevo
Pacto, no es como la santidad que propone la Ley (las exigencias externas de lo
bueno y lo malo que producen obligaciones y
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castigos); sino que es la que se provee por medio de la misma naturaleza de Dios.
De esta manera alcanzamos santidad cuando damos a conocer la vida del Ser
Espiritual y nos despojamos de las apariencias superficiales del viejo hombre.

Mientras la Ley nos dice: "Usted ha mentido, por lo tanto, es pecador"; la Gracia
nos dice: "Ese no es usted, ya no tiene que caminar en esclavitud, despójese del
pecado y camine en la verdad de la vida". Esta es la diferencia entre ser
perdonados y ser justificados: el perdón sólo soluciona el agravio, y la
justificación, más bien, nos otorga una nueva naturaleza que nunca ha agraviado
ni puede agraviar a Dios.

JUSTIFICACIÓN Y JUSTICIA

La gracia de Dios es un sistema legislativo y judicial de muy alta complejidad y


la Cruz de Cristo, la manifestación de un sistema de justicia también altamente
complejo. La Ley de Moisés era tan compleja, que la Nación de Israel necesitaba
contar con maestros de la Ley. Ese puesto no podía ser elegido por cualquier
persona que lo pudiera simplemente desear; sino que sólo unos pocos podían
acceder y ser favorecidos para esta tan honorable función. La Gracia de Dios es
un sistema legal aún más complejo y misterioso. Para entenderlo no es suficiente
leer un libro o procurar un título de Teología. Esa legalidad sólo puede ser
entendida por exposición a la Cruz. Debemos acercarnos cada día más, dejando
atrás las formas de justicia que nos han sostenido hasta aquí y disponernos a ser
consumidos por la Justicia de Dios.

Cuando hablamos de “la Ley” nos referimos, por un lado, a las reglas e
imposiciones que Moisés estableció sobre la Nación de Israel; así como también,
nos referimos a todo sistema legal que intenta mejorar al hombre por medio de
mandamientos externos. Todo sistema de justicia que pretende controlar los
impulsos humanos y sus conductas, puede llamarse ley. ¿Hay algo malo con la
ley? No. El problema con ella es que nunca produce transformación y libertad;
sino que el hombre continúa atado al pecado y a la muerte.

Cuando hablamos de la Gracia de Dios, nos referimos al verdadero camino por el


cual accedemos a las propuestas de Dios. Mientras la Ley nos condena y nos
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exige, la Gracia nos justifica y nos otorga. La Cruz de Cristo no pertenecía al


sistema de la Ley; sino a la Gracia de Dios.

La Cruz es un sistema legislativo vivo y eterno que contiene los parámetros del
Reino de Dios, al cual Santiago le llama “la ley de la libertad”. Por todo esto, la
muerte de Jesucristo en la cruz no fue sólo un acto de misericordia; sino que
respondió y responde a un complejo sistema legal, al cual el hombre no puede
comprender a menos que lo experimente en persona.

EL PADRE A NADIE JUZGA

S. Juan 5:21-23 dice: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida,
así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino
que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”.

Es de observar que esta expresión contiene un misterio de alta relevancia; Jesús


está en la tierra para dar a conocer la estructura de Justicia en la que el Reino de
Dios se sustenta. De este modo, Jesús da a conocer que su función como Hijo es
juzgar. Ahora bien, recordemos aquel suceso en el cual Jesús se enfrentó a los
escribas y fariseos, cuando le fue traída la mujer adúltera. Jesús les presentó una
propuesta: “El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra
contra ella”. Si sólo uno de ellos hubiera estado libre de pecado, el resto habría
podido arrojar sin culpa su piedra contra ella. El problema no era arrojar la piedra;
sino arrojar la primera piedra. ¿Cuántos de los que allí estaban cumplían el
estándar que Jesús había levantado? ¿Ni uno solo? Si hubiese habido uno con la
autoridad para arrojar la primera piedra, Jesús hubiera condenado a muerte a
aquella mujer. Él juzgando así, no estaba haciendo un acto de benevolencia; sino
que estaba expresando la Justicia que vino a expresar. La Gracia de Dios
expresada así en Jesucristo obró la condenación de la naturaleza del pecado que
hoy nos hace libres para vivir en Él.

¿Quién estaba libre de pecado y hubiera podido arrojar la primera piedra? Jesús
estaba libre de pecado. Él sí cumplía con el requisito establecido; sin embargo,
dijo a la mujer: “Ni yo te condeno”. En aquel acto, Jesús no condenó a la mujer
pero sí ejecutó un juicio. Jesús no vino a la tierra para condenar al hombre sino
para condenar el pecado. La Cruz demuestra que el hombre es esclavo del
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pecado y reproduce esa naturaleza. El hombre no es el creador de pecados, es más


bien una manifestación de esa naturaleza. Así, la Gracia de Dios, viene a ser
condenación del pecado y garantía eterna de nuestra libertad.

LA JUSTICIA DE DIOS INVADIÉNDOLO TODO

Cuando la Justicia que se da a conocer en la Cruz de Cristo, invade todo nuestro


ser, entonces, se desmantela toda justicia humana en nuestros corazones.
Sabemos que nos hemos acercado a la Cruz, porque nuestra alma comienza a
desarmarse por completo. Sólo esa experiencia nos permite volver a edificar
nuestras almas sobre un nuevo y firme fundamento: la Justicia de Dios. ¿Está
usted dispuesto a ser desarmado por el evangelio?

Cuando la justicia humana es desmantelada, dejamos una "geografía" para


acceder a otra; y eso es estar en Cristo. El apóstol Pablo lo expresó a los filipenses,
y esto es digno de leerse con atención:

Filipenses 3:8-10 dice: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual
lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él,
no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de
Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su
resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a
él en su muerte”.

Cuando nos aferramos a nuestra propia justicia, a lo que nos puede parecer bien
o mal; lo que consideramos justo, nos aleja del entender y vivir en la Justicia de
Dios. Así, cuando somos expuestos a la verdad expresada por el evangelio que
anuncia la Cruz de Cristo, somos quitados de toda estructura y sistema de justicia
humana, para vivir bajo la nueva y eterna Justicia del Hijo de Dios.

Observemos que, si alguien nos golpea, muchas reacciones pueden desatarse de


acuerdo a los instintos del alma:

· Gritos, quejas o reclamos.


· Retribuir en igual o mayor fuerza el golpe recibido.
· Denunciar y reclamar legalmente por lo acontecido.
· Acciones premeditadas de venganza.
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· Silencio y sometimiento que dan lugar a la amargura y el dolor.

En ningún caso el alma tiene el impulso de “dar la otra mejilla”; sólo una persona
que ha muerto a su justicia propia puede disponerse a ser agraviado nuevamente.
Pero así es la vida de Cristo en nosotros, tiene el poder de absorber la muerte y
transformarla en vida. Cuando Jesús dijo: “...cualquiera que te hiera en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra”, no estaba hablando de permitir el maltrato;
sino de una transformación completa de la justicia del alma. Exponernos a la
Palabra de la Cruz, es llevar a nuestras almas a ser gobernadas sólo por Dios y ser
libres de todo aquello que intenta someter nuestras decisiones y reacciones.

Cuando Jesús estaba en la cruz dijo: “Padre perdónalos…”. Y aunque el que


recibía el agravio era Jesús, Él no tuvo que perdonar porque la Cruz sepulta las
injusticias personales. Es decir, Jesús no dijo: “Yo los perdono por lo que me
hacen”; sino que oró a favor de aquellos que le estaban dañando, cumpliendo así
la mayor de todas las leyes: el amor. La Cruz es justicia y es amor; por lo tanto,
exponernos a la Cruz nos conduce a vivir en una nueva justicia: el amor. En esa
nueva justicia no se nos instruye sólo a perdonar los agravios sino a ser libres, de
tal manera que ya no tengamos que esforzarnos por perdonar. El perdón deja de
ser un sacrificio para aquellos que entienden y aceptan el evangelio de Jesucristo,
porque el amor del que somos testigos, nos lleva a estar crucificados juntamente
con Cristo. Por nuestro lado, tenemos el sentir que hubo en Cristo Jesús; a aquellos
que nos han agraviado y aún a nuestros enemigos, tenemos el poder de amarlos.
Estamos dispuestos a recibir el agravio y hacerlo morir en nosotros para reflejar
una luz que sólo puede ser explicada por la vida del Espíritu Santo de Dios en
nosotros.

BENEFICIOS Y RESPONSABILIDADES DE LA JUSTICIA DE DIOS

Nuestra justificación en la Cruz de Cristo, nos introduce a la Justicia de Dios, su


gobierno y señorío. Todo sistema de justicia nos asegura derechos o beneficios y
nos exige responsabilidades u obligaciones. Las responsabilidades de la Justicia
de Dios, jamás serán sobre nosotros imposiciones externas que intenten obtener
conductas correctas desde nuestras fuerzas. Parte del mensaje del evangelio
explica que cuando Cristo nos alcanzó con su amor, éramos débiles y cortos. En
el Nuevo Pacto se nos otorga algo mucho más extraordinario: ya no somos
conducidos por leyes u obligaciones externas; sino que Dios pone en nosotros
mismos su ley en nuestra mente y corazón. Estamos hablando de la Ley de Dios,
lo cual es su propia naturaleza, su propia voz cargada de vida.
49

No es una lista de requisitos, antes bien, es la voz misma de Dios en nosotros la


que nos hace libres.

La Gracia de Dios no es un “pase libre para pecar”. Algunos piensan que, como
el hombre no pudo cumplir con la ley de Dios dada a Moisés, entonces en
Jesucristo se bajaron los estándares de exigencia para que ahora podamos “ir al
cielo” sin tener que cumplir tantas exigencias. Por el contrario, de hecho, la Gracia
de Dios eleva cualquier estándar a niveles tan altos que son literalmente
imposibles de cumplir, a menos que por gracia los podamos alcanzar. Los
estándares de la Justicia del Reino de Dios son tan inalcanzables que, fue
necesaria la muerte de Jesús para que pudiéramos acceder a ellos. Por lo tanto,
debemos estar seguros de que Jesús nunca propuso rebajar los estándares de la
Ley; sino que vino a cumplirla y a pagar el precio de nuestra redención, libertad
y justificación.

S. Mateo 5:21-22, 27-28, 33-35, 38-42 dice: “Oísteis que fue dicho a los antiguos:
No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que
cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera
que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le
diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. […] Oísteis que fue dicho:
No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer
para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. […] Además habéis oído que
fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.
Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono
de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque
es la ciudad del gran Rey. […] Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por
diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te
hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a
pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a
llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses”.

Una pregunta válida que pudiéramos haberle hecho a Jesús si hubiéramos estado
allí, habría sido: “Señor, si no pudimos cumplir las exigencias de la Ley, ¿cómo
podremos ahora cumplir con este nivel de exigencia aún mayor?”. La respuesta
podemos encontrarla en la Cruz de Cristo que nos dice: No vengo a darles una
lista de exigencias y ordenanzas, en mi entrega les otorgo una nueva naturaleza
que produce los frutos esperados por mi Padre.
50

La Cruz nos habilita para una vida en la Gracia de Dios, lo cual es una vida en la
legalidad y el gobierno de Dios. La Gracia de Dios es altamente legal, y el
sacrificio de Cristo no es tampoco un “último intento” de Dios con el hombre. La
complejidad legal de la Cruz es extremadamente alta y misteriosa. De todo esto
debemos saber que no podemos tan sólo elegir los beneficios de la Cruz; sino
abrazarlo todo y dejarnos absorber por completo. Vivir en la Justicia de Dios es
recibir sus beneficios, aceptar la carrera que nos propone y producir los frutos que
se esperan de nosotros.

Cuando vemos al Cristo crucificado, entendemos la grandeza de nuestra


justificación. No es una experiencia única; sino más bien, el proceso continuo de
acercarnos más y más para oír y ver más claramente. El Justo nos dio Su justicia
y nos hizo justos en Él; no por nuestros méritos o capacidades; sino por Su Gracia.
Esa Justicia nos llama a salir de nuestras propias justicias personales; y así
entonces, todo lo que consideramos justo, las exigencias que nos auto imponemos,
las expectativas que imponemos sobre otros y, nuestros juicios y sentencias; todo
ello ha caer cuando estamos en Cristo.

VIVIENDO EN SU RESURRECCIÓN

En la Cruz de Cristo fuimos plena y eternamente justificados. En la Cruz fueron


clavadas todas las leyes que nos regían en la vieja vida y todas nuestras condenas.
Nuestra justificación nos posiciona legalmente irreprensibles delante de Dios. En
Cristo, en Su resurrección, somos una nueva creación, sin historial y sin
prontuario humano; de esa manera podemos vivir en nueva vida y sometidos a la
ley de la libertad.

Manifestamos la resurrección de la cual fuimos hechos parte, cuando nos


entregamos a andar en la vida espiritual y en la ley de Dios, que es el amor.
Expresamos nuestra resurrección, cuando nos despojamos de todo aquello que nos
detiene en nuestra madurez, sabiendo que sólo lo que hay de Cristo en nuestra
vida puede ser llamado verdad; todo lo demás sólo es una vestidura que debe ser
quitada. Si en la Cruz queda atrás nuestra justicia humana, hemos de manifestar
la resurrección y vida de nuestro Señor Jesucristo al mundo.
51

EJERCITANDO LA FE:

1- Determine firmemente no ser condescendiente ante la autojustificación en


usted.

2- identifique cuando usted se oiga hablar con otros, ya sea de su familia, trabajo
y en el entorno donde esté cuando: se excusa, cuando culpa a otros de algo que es
su responsabilidad. (si lo identifica, accione ante eso, con pedir perdón, diciendo
la verdad). (contar experiencia si ha sucedido).

3- sí tiene deudas a pagar: escriba porque no lo ha hecho, identifique si hay una


excusa de autojustificación.

● sí debe devolver algo que le han prestado porque no lo ha hecho y


comience a accionar.
● Si no ha llamado algún familiar hace tiempo o ha tenido un episodio de mal
entendido con alguna persona, identifique qué excusa hay detrás en usted y
si hay alguna autojustificación y accione.
● permita que Dios diga que es Justo y que no ante cada situación.
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TEMA 4: EL PARÁMETRO DE ÉXITO DESDE LA CRUZ

INTRODUCCIÓN

Entre las cosas que más se oponen a nuestra madurez espiritual se encuentran los
parámetros de éxito que el “viejo hombre” (la vieja naturaleza en la que
operábamos antes de Cristo) ha aceptado. Nuestra madurez espiritual requiere que
permitamos a Dios cambiar un aspecto altamente profundo de nuestro ser: aquello
que consideramos que nos hace exitosos. No estamos hablando de ser o no ser
exitosos; sino de aquellos conceptos tan aprendidos como adoptados por nuestra
mente, sobre lo que llamamos éxito.

Si Dios nos dijera a qué cosas Él llama éxito, seguro que nos sorprenderíamos
humanamente hablando. Nos daríamos cuenta de que muchas personas exitosas
según Dios, no lo son para los hombres. Muchos de aquellos que se encuentran
satisfechos con sus logros materiales o espirituales, en realidad, no responden a la
visión que Dios tiene. La pregunta es: ¿Quiere usted ser exitoso según los
parámetros de Dios o según los suyos propios?

Uno de los más comunes y grandes errores que nuestra generación ha cometido,
fue y es el intento de encauzar los principios bíblicos para alimentar los
parámetros de éxito que busca el alma no regenerada. Pensamos que si son
bíblicos, entonces, nos dejarán depositados en el destino correcto; y eso es un
error. Dicho de otra manera, adaptamos los pasajes bíblicos, mientras
continuamos buscando un éxito personal altamente enfocado en cosas temporales
y humanas. Si la verdad del evangelio no puede quebrar nuestros parámetros de
éxito personales, entonces, nunca podrá producir en nosotros una transformación
profunda y verdadera.

Normalmente escuchamos expresiones tales como: “Muy linda la Palabra, pero


ahora necesito que me funcione”. Es bueno querer que la Palabra funcione. La
pregunta en todo caso sería: ¿Qué significa para ti que la Palabra funcione?
¿Significa que debes prosperar económicamente? Los cristianos siempre dicen:
“Quiero que mi familia cambie”, “Yo quiero cambiar, quiero ser diferente”.

Cuando el alma busca cambios, lo hace en base a sus expectativas de comodidad


personal y no busca suplir las expectativas de Dios. El ser espiritual sabe que el
propósito eterno no está diseñado en función de una comodidad personal; sino
53

por el contrario, en función de los frutos que el Padre espera. Ser exitoso según
Dios es formar parte de Sus diseños dentro del propósito eterno, expresando Su
naturaleza y participando de sus planes.

LOS DISCÍPULOS DE JESÚS ANTES DE LA CRUZ

Cada vez que Jesús hablaba de la cruz a la que Él se dirigía, los discípulos
rechazaban rotundamente esa idea. Ellos no querían saber nada con la muerte del
maestro. El parámetro de éxito que gobernaba sus pensamientos era que Jesús
tomaría el poder al entrar en Jerusalén. Todo estaba listo para que eso sucediera,
ya que las multitudes estaban a su favor. Ellos tiraban palmas y mantos a su paso.
Ningún sacerdote se hubiera atrevido a contrariar una multitud; y, de hecho, si
Jesús hubiera impuesto su autoridad para gobernar Jerusalén, entonces quizá
hubieran creído que Él verdaderamente era el Cristo. Pero Jesús rompía una y otra
vez los esquemas de ellos, de manera tal que cuando la cruz fue levantada, ni
siquiera los discípulos permanecieron allí.

Quisiera que usted pueda verse como un discípulo de Jesús antes de que fuera a
la cruz. Todos estuvimos allí de alguna manera, buscando los beneficios de tener
al maestro a nuestro lado, ayudándonos y solucionando nuestros problemas.
Todos estuvimos con el Jesús que responde a nuestras expectativas personales; no
obstante, de la misma manera, todos lo dejamos en la cruz porque no entendimos
lo que Él hacía. Recuerde que el alma viviente es altamente cíclica, repetitiva y
predecible. Aunque crea pequeños cambios aparentes en sus conductas, en
realidad, no puede innovar demasiado, ya que opera bajo la esclavitud del pecado
y de una mente reprobada.

LA HISTORIA ESCRITA SEGÚN DIOS

El alma se alimenta de los parámetros de éxito que provee la historia humana, a


saber:

1- El impacto social de aquello que se hace.

2- La atención que se atrae sobre uno mismo.

3- La cantidad de recursos que se acumulan.


54

4- El poder que se ha logrado ostentar.

5- Las grandes hazañas deportivas, descubrimientos científicos, obras de arte


reconocidas, entre otras expresiones de naturaleza humana.

Jesús renunció a su protagonismo en la Cruz, para dar lugar al protagonismo del


Espíritu Santo, quien impactaría al mundo a través de Su Iglesia. Esta es una
tecnología del Espíritu: la capacidad de desaparecer para que Dios reciba toda
Gloria. El apóstol Pablo escribió a los corintios: “Fui a ustedes sin sabiduría ni
excelencia de palabras, estuve entre ustedes con debilidad, temor y temblor”.

La renuncia a los parámetros de éxito del hombre natural, es parte de nuestra


circuncisión del corazón obrada por el Espíritu. La herramienta espiritual que
produce esta circuncisión es la revelación de la historia que Dios escribe. No todo
lo que los hombres consideran importante, lo es verdaderamente para Dios.
Muchas veces la religión pone "las cámaras" en lugares donde Dios no tiene
puestos sus ojos.

El libro de la vida no es una lista de nombres con personas salvas. Cuando


comenzamos a conocer la esperanza del Padre, descubrimos que Su libro está
lleno de eventos eternos. Claro que la salvación de una persona es un gran evento
de valor eterno (ya que la vida que nos fue dada es eterna); pero eso es sólo la
presentación, la introducción de nuestras vidas en la historia que Dios escribe. De
allí en adelante se espera de nosotros que vivamos apasionados por encontrar la
línea de los eventos eternamente relevantes. Jesús dijo acerca de la mujer que
derramó su perfume: “Esta mujer quedó pegada al evangelio, ya que me ha ungido
para la sepultura”.

Es mi anhelo, que el Espíritu de Dios circuncide su corazón, desechando lo que


su alma y el mundo presentan como éxito y, de esta manera podrá abrazar aquello
que el Padre considera y llama éxito.

LA CRUZ Y SU PARÁMETRO DE ÉXITO

A menudo escucho decir a los cristianos: “Cristo murió, pero resucitó”. Ese
“pero” es trágico y peligroso porque menosprecia la importancia de la cruz. El
éxito de Jesús no se dio en su resurrección. Esa resurrección fue la consecuencia
55

de su verdadero éxito; pues Él triunfó en la cruz por su muerte y, porque estando


en ella, sus últimas palabras fueron: “Consumado es”.

El mundo no puede entender esa muerte, sólo conoce la historia; sin embargo, no
puede explicar ni su poder, ni su sabiduría. En aquella cruz fue asegurado nuestro
acceso al Padre y a la vida eterna. Por medio de esa muerte, la muerte misma fue
vencida y las tinieblas despojadas de todo su poder.

Si Dios nos deja ver cuál es Su Esperanza acerca de nuestras vidas, seremos
absorbidos por la pasión de alcanzar aquello para lo cual hemos sido llamados.
Viviremos nuestros días en la tierra corriendo detrás de aquellas cosas que pocos
buscan: las que tienen valor eterno. Seremos inexplicables e impredecibles para
el mundo, que no nos encontrará donde se supone que debemos estar. No obstante,
estaremos exactamente donde Dios nos viene a buscar, y esto es: en Cristo.

LAS EVIDENCIAS DEL ÉXITO SEGÚN DIOS

Llegando al final del libro de los Hechos, Lucas nos relata los últimos sucesos de
la vida del apóstol Pablo, su defensa ante el rey Agripa y su viaje a Roma. Dentro
de tan exquisito relato podemos encontrar una perla que disfrutaremos para
terminar este documento. El viaje a Roma no hubiera podido ser peor de lo que
fue. Para comenzar, los vientos eran contrarios a la navegación. Vamos a indagar
con una mente religiosa esta información: ¿Será factible que los vientos contrarios
mostraran que Pablo no debía ir a Roma?, ¿podría ser que los vientos se opusieron
a la injusticia de que Pablo estuviera preso? El mismo rey Agripa dijo: “Este
hombre podría ser puesto en libertad”. De hecho, Agripa dijo que Pablo sólo
seguiría preso porque él mismo apeló a César, y no porque lo mereciera. En ese
punto Pablo podría pensar que cometió un grave error; “Estoy preso por haber
apelado a César, y ahora los vientos son contrarios”. ¿Intenta Dios decirme que
estoy en el camino incorrecto?

El camino sigue lentamente y avanzando a duras penas (así lo describe Lucas).


Frente a semejante escenario Pablo les insistía que detengan el viaje,
advirtiéndoles que todos ellos podían morir, incluyéndose a él mismo en esa
posibilidad. En este punto podríamos juntos decirle a Pablo: “¡Un minuto Pablo,
tienes a Dios de tu parte! ¿Cómo crees que unos vientos van a poder quitarte la
vida?”. Sin embargo, podemos observar mucha seguridad y certeza en lo que
Pablo dice y, no encontrar siquiera un pequeño guiño de reproche de parte de
56

Lucas al describir este suceso. Es decir, ellos estaban completamente convencidos


de que si seguían adelante podrían morir en ese viaje.

Sucedió exactamente lo que usted está sospechando. El centurión no oyó a Pablo


ni a su consejo. Ahí está Pablo, el apóstol de Jesucristo, sabiendo claramente lo
que hay que hacer, pero, aun así, siendo gobernado por un centurión romano. En
sólo tres días de este nefasto viaje, ya estaban arrojándolo todo al mar para aligerar
la nave y mejorar las probabilidades de continuar. Una vez más, podríamos hablar
con Lucas (el escritor del libro de Hechos) y decirle: “¡Lucas: eres un hijo de Dios,
¡no nos interesan las probabilidades! ¿Qué haces arrojando cosas al mar? ¡Deja
eso para los incrédulos!”. La misma religiosidad que intenta decirle estas palabras
a Lucas, seguramente también se preguntará: “¿Por qué me está pasando esto?
¿Acaso no soy yo un hijo de Dios? ¿No tiene mi Dios el poder para detener esta
tormenta? ¿No he creído en el Señor Jesucristo, el cual reprendió la tempestad y
al instante se calmó?”. Seguramente descubrirá que muchos gastan tiempo y
energías gritando una y otra vez a las tormentas y, más aún, reprendiendo a cuanta
cosa le venga a la cabeza sin obtener resultados.

Continuando el relato de este cuadro de desesperación y amenaza de muerte,


encontramos las siguientes palabras:

Hechos 27:21-26, dice: (21) “Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no
comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto
conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir
este perjuicio y pérdida. (22) Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no
habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave.
(23) Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quién soy y a
quién sirvo, (24) diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante
César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. (25) Por
tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como
se me ha dicho. (26) Con todo, es necesario que demos en alguna isla”.

¿Está usted leyendo lo mismo que yo? Por favor, cerciórese de que su Biblia diga
lo mismo. Pablo está animando a los que van con él y les dice que recibió una
Palabra de parte de Dios: “Te necesito en Roma”. En este momento podríamos
hablar con Dios: “Señor, si me quieres en Roma, ¿no será factible que me pongas
un vientito favorable?”. Sin embargo, esa no fue la oración de Pablo. De ninguna
manera, él nunca cuestionó la inteligencia de su Dios. Pablo siempre tuvo en
claro cuál es el parámetro de éxito del Padre, porque muchas
57

veces él fue expuesto a la Palabra de la Cruz. De hecho, Pablo en su corazón


estaba pidiendo algo; por los que navegaban con él. No estaba pidiendo nada que
lo hiciera pasar mejor ese momento, pues es de observar, que después de la Palabra
que recibió de parte de Dios, todo fue mucho peor. Tal es así que terminaron
naufragando, se quedaron varados en una isla y a Pablo le picó una serpiente.

La religión siempre utiliza las Escrituras para alimentar los parámetros de éxito
humanos. Por ejemplo: “Si estás con Jesús en tu vida, las tormentas serán
calmadas”. Lo cierto es que Jesús reprendió a los discípulos por su falta de fe en
medio de la tormenta, antes de calmarla. Porque la gloria de Dios expresada en
nosotros, no tiene nada que ver con los milagros y prodigios que antes de Cristo
se habían visto. Nada es más poderoso que un hombre expresando la naturaleza
de Dios. Aunque su vida pueda verse gobernada en muchas maneras por las
decisiones de los hombres; aunque parezca que todo a su alrededor se levanta para
detener su paso y oponerse a su avance hacia lo que Dios le envió a hacer,
recuerde: su verdadera carrera la corre en su espíritu. Nada puede prohibir que
usted exprese la vida de Cristo que le fue dada en la Cruz; ese es el nuevo
parámetro de éxito. Eso es a lo que Dios llama éxito y debe absorber toda su
atención.

Nunca más persiga los aplausos de los hombres, porque sin duda, lo van a distraer.
Disfrute los aplausos de Papá, de nuestro Padre. Si los hombres lo ven calmar una
tormenta, lo aplaudirán; pero debe saberlo: mañana querrán matarle. Si, por el
contrario, usted puede permanecer en paz y en confianza, aun sabiendo que su
vida corre peligro, o que se encuentra con sincera incomodidad, no viendo salida
para su cuerpo o su alma, entonces, conocerá la sensación, los sentimientos, los
pensamientos y el verdadero gozo en su espíritu al oír a nuestro Padre Celestial
diciendo: “Bien, hijo, lo estás haciendo bien”.

HAS SIDO CREADO PARA EL ÉXITO

Si es hijo de Dios, el éxito es su destino. Por eso, cuando vaya a la Cruz de Cristo,
ella le va a recordar que el éxito está asegurado y le va a proponer que participe
de esta pelea ya ganada porque lo hará parte de los premios. Cuando alguien le
diga que nació para ser exitoso, recuerde en su interior: ¡Eso es cierto! Sin
embargo, inmediatamente después, permita que el Espíritu Santo de Dios le traiga
a la memoria lo que significa éxito para Él. Haga esto cada día de su vida.
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Háblele a su mente y a su corazón del éxito según Dios y, en muy poco tiempo,
verá el fruto de su propia madurez y la de quienes lo rodean.

Es de esperar que, por momentos, vea que muchas cosas le salen bien. Es muy
posible que los recursos materiales se le acerquen; así como también, que personas
quieran oírle. Probablemente se encuentre por momentos viviendo cosas que los
hombres llaman éxito. Cuando eso suceda, descubrirá que está madurando,
porque su alma comenzará a despreciar aquellas cosas y las tendrá por basura. Sin
embargo, hay una sola cosa que el ser espiritual anhela ganar y es a Cristo.

Filipenses 3:7-9 dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado
como pérdida por amor de Cristo. (8) Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por
amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, (9) y
ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es
por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe…”.

VIVIENDO EN SU RESURRECCIÓN

En la Cruz de Cristo se deshace toda esclavitud a la que estábamos amarrados por


causa de los deseos y expectativas humanas, naturales y temporales.

La resurrección de nuestro Señor Jesucristo se da a conocer en nosotros cuando


todo nuestro corazón y pensamientos son absorbidos por la pasión de alcanzar lo
que Dios nos ha propuesto. Ya no somos atraídos por aquellas cosas que atraen a
los hombres en el mundo. Ser testigos de nuestra propia madurez espiritual y
colaborar con la madurez de otros, se vuelve nuestro verdadero parámetro de éxito
diario y de vida. A eso le llamamos “el vivir en la fe del Hijo de Dios”.

Ejercicio:

● Medite: ¿Qué parámetros de éxito han operado en su corazón hasta hoy?


¿De dónde vienen esos parámetros? Piense en los parámetros familiares,
culturales, amistades, profesionales, religiosos, etc.
● Escriba algunas conclusiones a las que ha arribado por el Espíritu.
59

TEMA 5: DISCIPULADO

Un discípulo es aquel que ha aceptado el llamado de Dios al crecimiento, madurez


y a expresar el fruto de una vida espiritual.

2 Timoteo 1:8-9 dice: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro


Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según
el poder de Dios, (9) quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue
dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos…”.

Quien acepta ser discipulado debe entender que acepta una propuesta de Dios y
no de un hombre. Ese discipulado tiene un solo objetivo central: darle al Padre
frutos espirituales de la vida que nos ha sido otorgada en Cristo Jesús. Esos frutos
espirituales afectarán sin duda, todos los aspectos de nuestra vida material:
familia, congregación, empresas, administración, proyectos, vida personal, etc.

Un evangelio que presenta la salvación, pero no presenta el llamado del Señor a


ser Su discípulo, no es evangelio.

Si aceptamos la propuesta del Señor de seguirle y ser verdaderos discípulos de Él,


entonces, pondrá a las personas y las herramientas necesarias para alcanzar la meta
que nos ha propuesto; pero nuestra aceptación debe estar a la altura de Su
propuesta.

LA RECOMPENSA DE UN DISCÍPULO

Antes de emprender el viaje de ser un discípulo del Señor, debemos responder


algunas preguntas importantes. Evaluar los costos de un viaje sólo tiene sentido
si se tiene en claro la recompensa. Si la recompensa es alta, se estará dispuesto a
pagar el costo para alcanzarlo. ¿Qué tipo de recompensa hará que usted esté
dispuesto a dejarlo todo?

● Un verdadero discípulo es una persona apasionada por ver a Cristo


expresado en su propia vida y en otros.
● Un discípulo del Señor es aquel que ha podido ver (al menos en parte) la
grandeza de las recompensas que Dios ha preparado para aquellos que
alcanzan la meta que Él les ha propuesto.
● Discipulado no tiene que ver con dejar a Dios participar en nuestras vidas.
● Discipulado tiene que ver directamente con participar del Propósito
Eterno de Dios.
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● No es dejar a Dios entrar en nuestros negocios.


● Es ser absorbidos completamente por los negocios del Padre y dejar que
Sus Negocios absorban los nuestros.

Lucas 14:25-33 dice: “Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo:
(26) Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
(27) Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
(28) Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero
y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? (29) No sea que
después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean
comiencen a hacer burla de él, (30) diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y
no pudo acabar. (31) ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta
primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con
veinte mil? (32) Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una
embajada y le pide condiciones de paz. (33) Así, pues, cualquiera de vosotros que
no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.

El inicio de un verdadero camino a la madurez espiritual es la revelación de la


calidad, grandeza y gloria de las recompensas que nos han sido propuestas por el
Señor. Esta es una gran noticia: podemos ser partícipes del evangelio y no sólo
beneficiarios (1 Pedro 5; 1 Corintios 9:23, Mateo 26:13).

Al revelarse a nuestras vidas las recompensas eternas que nos han sido propuestas,
comienza a producirse en el corazón un menosprecio y renuncia a las metas y
recompensas humanas y temporales que antes nos tenían atrapados.

El inicio de un camino discipular nos enfrenta a la diferencia entre ser un seguidor


del Señor y ser un verdadero discípulo. ¿Qué marca la diferencia entre un seguidor
y un verdadero discípulo?

Un seguidor procura sus propios beneficios, pero un discípulo vive por aquel que
le llamó y para alcanzar la meta propuesta.

Un seguidor procura al Señor para obtener soluciones para su vida, pero un


discípulo vive para dar al Señor lo que Él espera.
Un seguidor no puede completar el camino porque no está dispuesto a entregar lo
que es necesario. Un verdadero discípulo ha entregado todo en el inicio de este
camino.
61

Un seguidor tiene la inspiración necesaria para estar hoy con el Señor, pero un
verdadero discípulo ha dado al camino de madurez el más alto grado de
importancia en su vida, de manera tal que nada hay más importante en su vida que
el ser discípulo.

PRINCIPIOS SOBRE EL DISCIPULADO

1- Somos llamados a ser discípulos de Cristo y hacemos discípulos para Él.


a. Si el discipulado es verdadero y espiritual, entonces responde al Señor.
b. Los hombres recibimos la propuesta de ser colaboradores de ese proceso y no
señores de las personas. En este sentido, podemos discipular a otros desde un
plano humano y natural, pero en las realidades espirituales, es el Espíritu Santo
de Dios el que hace el verdadero trabajo y los hombres colaboramos con esa
realidad. (1 Cor. 3:9; 1 Tes. 3:2)
c. 2 Corintios 3:4-5 dice: “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con
Dios;(5)no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como
de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios…”.
d. Mateo 20:25-28 dice: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen
sobre ellas potestad.(26)Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,(27)y el que quiera ser el
primero entre vosotros será vuestro siervo;(28)como el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
2- El verdadero discipulado exigirá el 100% de mi vida, tiempo, fuerzas y
recursos.
a. El ser discipulado en Cristo requerirá de la colaboración de ministros y
tiempos especiales de ministración, pero sabiendo que toda nuestra vida deberá
ser absorbida por este llamado.
b. Si verdaderamente queremos ser discípulos del Señor, no podremos retener
nada a Él.

c. Cada pensamiento y palabra serán parte de nuestro discipulado. Cada reunión


con personas será parte de esa vida discipular. Toda información a la que nuestros
sentidos se exponen deberá ser examinada en ese parámetro.
3- La responsabilidad de ser discípulo de Cristo es personal.
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a. No podremos nunca excusar nuestra falta de vida discipular por la


incompetencia de hombres, ya que el llamado de Dios es directo a nuestras propias
vidas.
b. Si asumimos la responsabilidad de ser un discípulo del Señor, entonces Él
pondrá todos los recursos necesarios, sabiduría, inteligencia, y personas que sean
necesarias para alcanzar la madurez.
4- La obra completa hacia nuestra propia madurez la efectúa principalmente el
Espíritu Santo.
a. Su tarea es continua y constante.
b. El Espíritu es responsable con su asignación y persistente. Él no se dejará
gobernar por nuestros aciertos o errores, sino que persistirá mientras haya vida en
el cuerpo, para conducirnos a la expresión de Cristo en nuestras propias vidas y
en la Iglesia.
c. Juan 16:13-14 dice: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a
toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo
que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. (14) Él me glorificará;
porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”.
5- En el camino a nuestra madurez necesitaremos responder, dar cuenta y ser
guiado por personas. El discipulado espiritual no puede ser asumido en soledad o
en autonomía individual.
a. Hebreos 13:17-18 dice: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos;
porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que
lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. (18) Orad
por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando
conducirnos bien en todo”.
b. El objetivo de la obra ministerial es la madurez y estatura de los santos en la
Iglesia. Efesios 4:11-16 dice: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, (12)a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo, (13) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo;(14)para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados
por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error,(15)sino que siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,
63

Cristo,(16)de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.
c. El fin de la obra de un ministro del Señor no es dejar a las personas atadas a sí
mismas, sino aferradas al Señor y Su Palabra por la madurez verdadera. Filipenses
2:14-16 dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación
maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el
mundo;(16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda
gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.
6- El discipulado implica gestión.
a. No puede haber discipulado sin disciplina.
b. El discipulado espiritual y verdadero no puede ser vivido en el formato de
buenas opciones. No puede ser opcional, sino gobernante e imperativo.
c. Esa gestión no deberá ser por imposición externa, sino por la convicción
personal del llamado de Dios y, asumiendo que nuestra obediencia a Él es nuestra
verdadera libertad.
d. Un discípulo es aquel que puede demostrar un crecimiento constante de su
obediencia a Dios.

DISCÍPULO, REINO, PODER E INFLUENCIA

Una de las connotaciones espirituales de la palabra discípulo nos da la idea de


órgano del cuerpo atrofiado por un golpe o una enfermedad. Se hace necesario
volver a recuperar la capacidad que ese órgano perdió dentro de la vida del cuerpo.

Así como la palabra discípulo representa a un órgano atrofiado, la palabra


disciplina o discipular tiene que ver con aquel daño que el pecado produjo en el
ser humano y que puede ser revertido por recuperación y restauración.
Al tener un mayor entendimiento por medio del Espíritu Santo ante las Escrituras,
veremos que “el hombre no cae en pecado” como de costumbre hemos oído o se
nos enseñó, sino que el hombre murió en el pecado. De tal manera que es extrema
la diferencia entre caer y morir.

Es importante detectar las doctrinas que se edifican acerca del hombre caído. La
fe no nos ha sido otorgada para solucionar la caída del hombre, sino para producir
la resurrección de un hombre muerto. No es lo mismo ayudar a alguien que se ha
caído que resucitar a un muerto.
64

Ahora si usted está ante el cuadro de una persona que presenta rasgos de muerte,
¿se atrevería a intervenir, al menos que esté capacitado para eso? No, porque
puede empeorar el cuadro. El evangelio apunta a resucitar a una generación
muerta. A los muertos hay que resucitarlos, y a los resucitados hay que
discipularlos.

Debemos enfocarnos en el espíritu de resurrección y espero hermanos que todos


nosotros trabajemos sobre esta palabra orando, buscando en intimidad con Dios,
porque el espíritu de resurrección es un hecho en un momento determinado.
Luego, este espíritu de resurrección se perfecciona en nosotros todos los días de
nuestra vida hasta el día que nos morimos y llevamos ese espíritu con nosotros a
la tumba. Es el espíritu de resurrección quien va a operar en la primera
resurrección, levantando de entre los muertos a aquellos que vivieron en la tierra
fluyendo en ese espíritu. Mientras que estamos en la tierra, discipulamos el
espíritu, el alma y el cuerpo de una generación para manifestar la gloria de Dios
en la tierra.

Si veremos un cambio en nuestra generación será por haber entendido el concepto


de discipulado como el proceso posterior a la resurrección del espíritu regenerado.

Un discípulo comienza a disciplinarse para entender que forma parte de una


Nación que nace de Dios. De esa Nación surge una nueva raza, es decir, que un
discípulo debe entrenarse para mantener a un remanente que se produce en medio
de una generación entendida, y que pertenece a esta Nación que ha nacido de Dios.
Esta raza, es una generación resucitada, que desmorona toda malformación, toda
fachada imitadora que no condice con la construcción de la Iglesia de Cristo. Son
un remanente de personas que han experimentado el nuevo nacimiento en su
espíritu y como fruto de ese nuevo nacimiento, se produce una disposición única
de ser discípulos.

Lo que el Señor demanda de esta generación es recuperar y mantener el genoma


de un evangelio real y genuino que pertenece a la realidad de Su Espíritu.
Debemos entender y concebir como Iglesia que la base del discípulo es contener,
mejorar y llevar al 100% aquel espíritu con el cual Cristo nació, vivió, murió,
resucitó y fue impartido a través del pan a sus discípulos. Discípulo no se relaciona
con separar una hora del día. No tiene que ver con un tiempo determinado de la
semana, ni con un programa de la iglesia. Discípulo es un concepto espiritual que
absorbe las 24 horas del día.
65

Definiciones:

Discipulado: No es sólo una palabra para la iglesia, sino que es una palabra para
la vida, abarca todo lo que emprendemos; por eso es mucho más amplio de lo que
pensamos. No es una célula a la que asistimos un día a la semana. Muchas veces
decimos: “Estoy en discipulado porque estoy asistiendo a la célula”; pero es
mucho más que asistir a una célula, porque es una dinámica de vida de la que
hemos malinterpretado el concepto real. Discipulado tiene que ver con el
individuo: es entender primero a Cristo en mí. Es la persona en su vida integral.
Es el trabajo de la transformación en una persona que ha recibido a Cristo para
que lo exprese en todas las áreas de la vida. Es un diseño de Dios, es un sistema
de vida dinámico, no estático; con el fin de producir el fruto de Cristo en las
personas.

Discipulado NO es un método para ganar personas. Ser discípulo es algo que


no se puede enseñar, comienza en nosotros por la naturaleza de Cristo que se
imparte en nuestras vidas.

Discípulo: Es alguien que aprende un dogma, es decir, los principios de la palabra.


Un dogma se relaciona con una creencia, lo que nos hace a nosotros creer por
medio de la fe lo que hemos oído. Somos discípulos de Cristo porque aprendemos
la doctrina de Cristo. La sana doctrina no es algo externo a nosotros, sino que es
algo instalado en nuestro interior que se desarrolla por medio de nuestra madurez.

Romanos 13:1-2 dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores;


porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas. (2) De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por
Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.”

Esto quiere decir, que tanto las autoridades civiles que nos gobiernan en nuestro
país, como las autoridades espirituales que nos gobiernan en el Señor, deben ser
respetadas y aceptadas. Somos discípulos cuando podemos rendirle cuentas a
alguien y, además, reconocemos qué es autoridad. Un discípulo, es discípulo
porque primeramente reconoce que Dios es autoridad.

La base del discipulado es cómo está formándose Cristo en nosotros

Es imposible impartir un Cristo más grande que el que se nos reveló a nosotros;
así como es imposible también, que otros puedan comer de Él, si no está creciendo
permanentemente en nuestra vida.
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Debemos ser coherentes con el tamaño de Cristo que se está formando en nuestras
vidas, ya que es imposible impartir un Cristo más grande que el que se nos está
revelando. Debemos comprender que al tomar la disciplina de ser discipulados
cada día, permitimos que nuestro conocimiento de Cristo aumente y nuestra
madurez se desarrolle. La palabra de la que hoy nos alimentamos, es decir, la
impartición de Cristo en nuestras vidas, es el alimento que daremos a otros.

De la misma manera, también debemos procurar ser cuidadosos con la palabra


que oímos cuando nos ministran en el Señor y los ámbitos donde recurrimos a oír
o compartir Su palabra, porque de alguna manera, algo se está gestando en nuestro
interior. Todo ambiente debe estar en condiciones para que lo que se gesta por
medio de su palabra, nazca sin impedimento.

Al comenzar a vivir esta realidad en nosotros, Cristo se convierte en nuestra fuente


de inspiración. Cuando surja la necesidad de recibir un consejo, de recibir una
palabra puntual porque necesitamos ayuda y dirección, debemos procurar antes
que cualquier intervención humana, comer de Cristo. Él es nuestra fuente de vida
y provisión. No debemos darnos prisa en buscar consejo, sin antes oír el consejo
que viene del Espíritu del Señor a nuestras vidas. El éxito del discipulado también
consiste en imprimir esta realidad de vida a otros.

La comida que ingerimos cuando nos congregamos como Iglesia, es la palabra


del Señor. La palabra que hoy recibimos por medio de quienes nos ministran, es
impartida por un mismo Espíritu. Al tener una naturaleza espiritual, nuestro
entendimiento no dependerá de si estamos cerca de un líder, de un pastor o de un
apóstol, sino que por caminar bajo la realidad del espíritu que imparte la palabra
y por entender su genética, tendremos un mayor entendimiento. De esta manera
podemos estar listos para impartir lo que estamos entendiendo y recibiendo en
nuestra casa. Si caminamos bajo un mismo entendimiento, si procuramos tener
vida discipular y ser discipulados, alimentándonos por el Espiritu del Señor, las
personas que se añadirán serán alimentadas con el mismo alimento: Cristo. No
habrá necesidad de aplicar algún método e interferir con ideas, sino que será una
impartición de vida sin ningún esfuerzo humano. De este modo, la vida de Cristo
en nosotros provocará en los demás un cambio de naturaleza como acto deliberado
de Dios.
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El discipulado tiene una sola medida: el tamaño de Cristo que crece en nosotros.

Tenemos que convertir nuestras vidas en verdaderos discípulos de Cristo y no


procurar otra cosa que ver a Cristo formarse en nosotros y crecer sin impedimento.
Los días que vivimos son muy decisivos, muy desafiantes, determinantes y
acelerados, por lo que Dios está llamándonos a ser protagonistas para darlo a
conocer.

¿QUÉ ES SER UN DISCÍPULO?

Como mencionamos anteriormente, podemos decir, que un discípulo es el alumno


o aprendiz de un maestro. Nosotros debemos comprender primeramente que ser
discipulados no comienza cuando alguien nos dice que debemos pertenecer a su
área de “discipulado”, sino cuando se nos revela la necesidad de aceptar la
enseñanza, la exhortación y la demanda de alguien que es autoridad en el Señor.
Es un entrenamiento diario, es el paso inicial para ser enseñados, guiados en
nuestro transitar en la vida y demostrar que estamos sujetos a una autoridad
delegada. La primera acción que da evidencia de que nos sujetamos es Obedecer.

¿POR QUÉ A VECES, HAY RESISTENCIA A SER DISCIPULADOS?

Al alma le cuesta disciplinarse cuando no entendemos que el camino a ser


discípulos, es ser guiados y enseñados; para tener mayor entendimiento sobre los
asuntos eternos que provienen de una vida en crecimiento y madurez.

Cuando comenzamos a pensar que nuestra vida es privada y tenemos temor a que
sea invadida por otros, pensando que impondrán acciones; perdemos el verdadero
sentido de ser discipulados. Se pierde la oportunidad de vivir bajo los beneficios
que provienen de una vida que ha comprendido vincularse, estar en obediencia y
abrir su corazón.

Debemos procurar no dar lugar a pensamientos que provienen de una vida aislada,
que no permite nutrirse y vincularse con aquellos que desean impartir de la Gracia
que les ha sido dada. Porque ser discípulo, además de entender que se relaciona
todos los días con mi intimidad con el Señor, también es permitirnos ser
evaluados, enseñados, corregidos y guiados por aquellos que están al servicio del
cuerpo de Cristo.

Que los momentos de comunión con otros, de compartir la palabra y de darnos a


conocer, sean momentos de disfrute donde podamos estrechar lazos de gracia y
amor unos con otros, viendo a Cristo formarse en nuestras vidas.
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Al comprender estas verdades nos será más fácil tener vida de comunión,
estimulándonos en amor y ejercitándonos en la fe.

DISCIPULADOS EN LA REALIDAD DE DIOS

No podemos crear un discipulado a nuestro gusto y preferencias. ¿Recuerda las


palabras de Jesús al ver la multitud siguiéndole? “Así, pues, cualquiera de
vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas
14:33).

Es por eso que Jesús les dice: “deben hacer cálculos para ver si tienen lo
necesario”. Lo necesario para ser un discípulo del Señor es TODO.

· No retener nada de lo que Él nos pida.

· Estar dispuestos a que todo lugar donde estamos sea discipulado.

· No aferrarnos a filosofías, formas de pensar, experiencias del pasado,


argumentos, etc.

· No defender nuestra trayectoria personal o imagen.

· Poner al Señor por sobre todas las cosas y asuntos.

· Valorar el ser su discípulo más que cualquier persona en la vida y más que
nuestras propias vidas.

· Entregarle a Él todo nuestro tiempo, nuestras fuerzas y nuestra atención.

¿Tenemos todo lo necesario para ser sus discípulos? Recordemos estos puntos en
las palabras de Jesús (Lucas 14:25-33): “Grandes multitudes iban con él; y
volviéndose, les dijo:

1- PRIORIDAD Y VALORACIÓN: (26) Si alguno viene a mí, y no aborrece a


su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo.

2- DISPONIBILIDAD: (27) Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no


puede ser mi discípulo.

3- CÁLCULO DEL COSTO: (28) Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar


una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita
para acabarla? (29) No sea que después que haya puesto el cimiento,
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y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, (30)
diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. (31) ¿O qué rey, al
marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer
frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? (32) Y si no puede,
cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de
paz.

4- RENUNCIA: (33) Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo


que posee, no puede ser mi discípulo”.

En pocas palabras, si tenemos vida, tenemos todo lo necesario para ser un


discípulo del Señor. La pregunta es si estamos dispuestos a entregarlo. Las
palabras del Señor son claras: no comiences si sabes que no vas a terminar.

Todo camino que nos propone el evangelio se sustenta en la Gracia y el Poder de


Dios. Él no está esperando que seamos poderosos o sabios, ni que contemos con
características especiales para ser llamados a ser discípulos.

Recuerde: nadie hace cálculos de costos si no está interesado en la ganancia que


desea obtener. Cuando logramos ver la grandeza y gloria de las recompensas
eternas que implican nuestra madurez, entonces estaremos dispuestos a entregarlo
todo por aquello.

Discipulado:

· Nos conecta con la Verdad de Dios.

· Nos vincula a la Realidad de la Iglesia.

· Nos hace partícipes de la expresión material de La Iglesia Eterna.

· Nos hace partícipes de los negocios del Padre.

· Nos lleva a expresar las victorias otorgadas por Dios: Su Salvación, Su


Libertad, Su Luz, Su Gloria y Poder.

¿POR QUÉ SER UN DISCÍPULO?

El discipulado espiritual es un camino a la madurez verdadera, a la expresión de


la naturaleza de Dios en nosotros mismos.

1- ¿Por qué desea usted madurar?

2- ¿Por qué tiene usted la intención de ser discipulado?


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Si la respuesta es: “Quiero que mi vida cambie y que me vaya bien en todo lo que
emprenda”, entonces, debe entender que ese no es el camino que debe tomar. Hay
muchas maneras de obtener resultados personales mejorados, sin la necesidad de
estar expuestos a un discipulado espiritual.

El discipulado verdadero no tiene como objetivos:

1- Cambiar su vida.

2- Mejorar su calidad de vida (emocional, material, etc).

3- Cambiar su matrimonio.

4- Cambiar su familia.

5- Llevarlo a mayores niveles de éxito profesional.

6- Mejorar sus finanzas personales.


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Eventualmente, algunas de esas cosas pueden suceder en el camino de un


discípulo, pero ninguna de esas cosas son el objetivo. Un ejemplo: En las agencias
de autos suelen tener una sala de recepción donde ofrecen café, bebidas frescas,
sillones cómodos y aire acondicionado. Un día caluroso de verano usted pudiera
estar deseando esas comodidades. “No estaría nada mal en este momento un
tiempo en el sillón, con aire acondicionado y alguien que me ofrezca una bebida”.
Sin embargo, nunca tomaría usted la decisión de comprar un automóvil, sólo para
poder tener un momento de aire acondicionado en la sala de la agencia. Es decir,
el costo es demasiado alto para el beneficio que se busca.

¿Qué tipo de beneficio es el que me atrapa de tal manera que estaría dispuesto a
entregarlo todo? Seguramente, los objetivos humanos, temporales y naturales nos
harían quedar en el camino.

Si el beneficio que usted busca se encuadra dentro de las seis opciones anteriores,
le animo en este momento a replantear este camino, ya que no es ninguno de los
objetivos que buscará el verdadero discipulado.

Veamos este principio en las palabras de Jesús:

Mateo 10:39 dice: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por
causa de mí, la hallará”.

Lo importante es detectar los clamores del ser espiritual:

● El clamor de ser discipulado proviene del espíritu y no del alma.


● Es el espíritu el que responde al llamado santo y eterno de Dios.
● Son las propuestas eternas las que atraen al ser espiritual.
● Está impresa en la vida espiritual la necesidad imperativa de alimento
espiritual (la voz de Dios) y el impulso de dar fruto a su tiempo.
● En el espíritu está la fuerza y la libertad necesaria para traer a gobierno la
mente y corazón para la toma de decisiones alineadas a la voluntad de Dios.

¿CUÁL ES EL VERDADERO OBJETIVO DEL DISCIPULADO?

Juan 15:1-9 dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (2) Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto. (3) Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado. (4) Permaneced en mí, y yo en vosotros.
72

Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,


así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.(5)Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer.(6)El que en mí no permanece, será echado
fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y
arden.(7)Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho.(8)En esto es glorificado mi Padre, en que
llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.(9)Como el Padre me ha amado,
así también yo os he amado; permaneced en mi amor”.

El verdadero discipulado tiene por objetivo DARLE AL PADRE LO QUE ÉL


ESPERA. (Ver Isaías 5).

· El llamado a ser discípulos responde directamente a la vida espiritual y sus


objetivos nos llevan a las riquezas eternas principalmente.

· El evangelio de Jesucristo nos provee PRIMARIAMENTE Vida Eterna, por


causa de la muerte de Jesucristo en la Cruz y por Su Gracia. Esa vida eterna es el
asunto central del discipulado.

· Nuestra vida natural y temporal sólo será atendida en función de la vida de


Cristo y todo recurso será provisto por causa de esa vida creciendo y avanzando
en nosotros. (ver Juan 12:8; Mateo 6:25-34)

Note este detalle en las palabras de Jesús. ¿Por qué el Padre nos limpiará?
Respuesta: Porque hemos dado un fruto. ¿Para qué seremos limpiados por el
Padre? Respuesta: Para que demos más frutos. ¿Para quién son esos frutos?
Respuesta: Para el Padre.

Esa limpieza no tiene que ver con los pecados solamente, sino que está pensada
en nuestra productividad espiritual. No sólo debemos ser limpios de los vestigios
del viejo hombre, sus vicios y pecados; también debemos ser limpios de
pensamientos que ocupan lugar y son improductivos. Ser limpios es recibir del
Padre la capacidad de disponer tiempo, recursos y personas para que nuestra vida
se vuelva más productiva en las cosas eternas.

¿Por qué la madurez espiritual de los hijos es tan importante? Porque es nuestra
madurez (nuestras vidas dando frutos de la naturaleza de Dios en nosotros) lo
único que provee al Padre de Su Esperanza, Su Expectativa.
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Efesios 1:17-18 dice: “…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre
de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de
él,(18)alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la
esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia
en los santos…”. (Se recomienda la lectura detenida de Efesios 1:15-23)

Filipenses 3:12 dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino
que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús”.

Cuando el objetivo del evangelio se limita a la salvación de las almas, la única


esperanza que se ve provista es la de los hombres. En la madurez de los santos se
perfecciona el evangelio por causa de la provisión de la Esperanza del Padre. Ver
Romanos 8:24-25 y Efesios 1:4.

CONCLUSIONES

Si hemos seguido detenidamente las expresiones anteriores, podemos arribar a


algunas conclusiones importantes:

1- No es nuestra alma la que quiere alcanzar madurez. Hablando humanamente,


es importante tener una posición de verdadera humildad delante de Dios para
comenzar un camino de discipulado verdadero: “En realidad no quiero madurar”.
Pero sí podemos reconocer la pasión del espíritu y su verdadera hambre por
madurez, y rendirnos a esa realidad.

2- El verdadero interesado en nuestra madurez es Dios. Ver Isaías 55:8-11.

3- El verdadero encargado de nuestra madurez es el Espíritu Santo.

4- Nuestra acción diaria: clamar para que nuestros ojos sean abiertos, que seamos
despertados de todo sueño de la vida natural, para poder ver las cosas verdaderas
producirse en nuestra alma, mente y corazón.
74

a. Efesios 3:16-17 dice: “…para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria,
el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;(17)para que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor…”.
b. Pedro 1:19 dice: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual
hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro,
hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones…”.
c. Proverbios 4:18 dice: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
d. 1 tesalonicenses 5:5-6 dice: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del
día; no somos de la noche ni de las tinieblas. (6) Por tanto, no durmamos como
los demás, sino velemos y seamos sobrios”.
e. Efesios 5:8-10 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor; andad como hijos de luz (9) (porque el fruto del Espíritu es en toda
bondad, justicia y verdad), (10) comprobando lo que es agradable al Señor”.

Por lo tanto, antes de aceptar un verdadero desafío de discipulado debo reconocer


estas dos realidades:

1- El viejo hombre y el alma en sus viejas estructuras de pensamiento, no anhela


la verdadera madurez, sino que sólo busca los cambios superficiales para alcanzar
beneficios personales.

2- Mi espíritu clama por la madurez. Gime por el alimento espiritual. Es la vida


espiritual que habita en mí la que debe atravesar todo obstáculo hasta expresar el
fruto por el cual ha sido puesto allí.

Tome un momento de meditación y piense nuevamente la respuesta: ¿Por qué


desea usted ser discipulado?

TAREA

Medite en las siguientes preguntas y escriba

1- ¿Anhela usted ser un discípulo de Cristo?

2- ¿Ha evaluado los costos que requiere llegar al final de la carrera discipular?
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3- ¿Identifica en usted la tendencia (en el pasado) a aislarse cuando las


circunstancias adversas vienen a su vida?

4- El verdadero discipulado requiere asumir una responsabilidad y estar


determinado a caminar en Cristo. ¿Cuáles son las determinaciones y
responsabilidades que usted no había asumido aún y hoy decide asumir?
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TEMA 6: MADUREZ ESPIRITUAL

Objetivos:

● Evidenciar las verdaderas motivaciones espirituales que conducirán a los


discípulos a alcanzar la madurez.
● Que el estudiante pueda discernir claramente las evidencias de la madurez
verdadera y las falsas evidencias de madurez que muchas veces son
aceptadas.

EL DESPERTAR DE LA PASIÓN POR VER MADUREZ

Hebreos 13:20-21 dice: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro
Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, (21)
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en
vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por
los siglos de los siglos. Amén.”

Declaramos sobre esa palabra, que el Dios de paz os haga aptos para toda buena
obra, que sea nuestro clamor el hacer su voluntad y lo que es agradable delante de
Él, siendo nuestra fuente de inspiración su vida misma en nosotros.

Una de las consecuencias más inmediatas y evidentes de una experiencia


verdadera con el evangelio y la salvación en Jesucristo es el anhelo de oír a Dios
y el valor que eso tiene. No es necesaria la enseñanza para ello, sino que es un
instinto del espíritu que clama por ser alimentado. Tal como el niño que nace,
llora por la leche materna y se calma al recibirla, sólo porque algo le indica que
eso es lo verdaderamente valioso y lo que ha estado esperando.

Cuando vamos creciendo en el conocimiento y entendimiento de la vida espiritual,


es imperativo que cambie nuestra manera de valorar las cosas y nuestra escala de
prioridades.

Preguntas que pueden despertarnos a las realidades de Dios:

1- ¿Qué importancia tiene para mí alcanzar madurez espiritual?


77

a. ¿Cuáles son las cosas en mi vida que superan en importancia a la meta de


madurar?
b. ¿Cuánto tiempo destino a ese fin?
c. ¿Cuántas veces pienso y hablo sobre la madurez espiritual? ¿Todos los días?
¿una vez a la semana? ¿nunca pienso en eso?
d. ¿Cuánto absorbe mis pensamientos la meta de madurar? ¿cómo afecta mis
emociones? ¿me gozo al ver una señal de madurez verdadera en mi persona?
¿cuánto me gozo? ¿Me entristece no ver madurez en mi vida? ¿me entristece la
falta de madurez, aun cuando cosas materiales, temporales y personales
prosperan?

2- ¿Qué importancia tiene para Dios mi madurez espiritual?

Podríamos preguntarnos también ¿Qué importancia debería tener para mí la


madurez espiritual? La respuesta a esta última es sencilla: en nuestro ser interior,
la madurez espiritual debería tener la misma importancia que Dios le da.

Un gran freno a la madurez verdadera en una generación es el desfasaje que hay


entre la importancia que le damos a nuestra madurez y la importancia que Dios le
da a nuestra madurez. Alinearnos a Su real expectativa es imprescindible; de otra
manera nos costará entender Su Palabra, Su Propósito Eterno, Sus intervenciones,
la obra del Espíritu Santo y mucho más. Todo lo que Dios hace y dice está
perfectamente alineado a SUS EXPECTATIVAS. Dios no alineará su gestión a las
expectativas de los hombres y por eso es tan necesario entender la importancia
que tiene nuestra madurez espiritual.

El apóstol Pablo operaba en un entendimiento de la altísima importancia de la


madurez de los santos. Él le daba tan alta importancia a la madurez espiritual que,
de hecho, entendía que, si las iglesias no mostraban señales de madurez,
entonces su trabajo había sido vano. Es decir, él creía que si no se producía
madurez, entonces todo su trabajo se habría desperdiciado por completo.

1 Tesalonicenses 3:5 dice: “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más,
envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y
que nuestro trabajo resultase en vano”.
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Filipenses 2:14-16 dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para
que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares
en el mundo; (16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo
pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.

Gálatas 4:8-11 dice: “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais


a los que por naturaleza no son dioses; (9) más ahora, conociendo a Dios, o más
bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles
y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?
(10) Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. (11) Me temo de
vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros”.

2 Corintios 6:1 dice: “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os


exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios”.

1 Corintios 15:58 dice: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo
en el Señor no es en vano”.

1 Corintios 15:10 dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no
ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no
yo, sino la gracia de Dios conmigo”.

En esto vemos el entendimiento apostólico de que el evangelio tiene por objetivo


directo la madurez espiritual y la salvación como inicio. No vemos la salvación
del hombre como objetivo final del evangelio. Esa manera de entender el
evangelio pudiera ser uno de los grandes obstáculos generacionales (ver la
salvación como un fin).

LA MADUREZ Y EL FRUTO DEL ESPÍRITU

Habiendo aceptado que la madurez espiritual es un objetivo que El Evangelio


buscará en nosotros y conecta directamente con el corazón del Padre, es bueno
detenernos a meditar en esta gran pregunta: ¿A qué llama Dios madurez?

Debemos despojarnos de todo concepto humano o simplista que no nos permita


arribar a la verdad de este asunto. Si el parámetro de madurez estuviera
equivocado, entonces no podemos esperar alcanzarla verdaderamente.
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EL FRUTO DEL ESPÍRITU

Madurez es darle a Dios frutos de la vida que Él nos ha entregado.

Gálatas 5:22-25 dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay
ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos. (25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”

Efesios 5:8-10 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en
el Señor; andad como hijos de luz (9) (porque el fruto del Espíritu es en toda
bondad, justicia y verdad), (10) comprobando lo que es agradable al Señor.”

Mateo 7:15-17 dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. (16) Por sus frutos los
conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (17)
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.”

Juan 15:8 dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y
seáis así mis discípulos”.

La madurez espiritual es la expresión del fruto del Espíritu. Un fruto es una


acción, palabra, pensamiento, decisión, reacción, gesto o emoción cuyo origen y
alimento proviene de la vida espiritual que nos fue otorgada en Cristo Jesús.

Cuando una acción sólo puede ser explicada por la vida de Cristo en una persona,
eso es un fruto del espíritu. No puede haber fruto del espíritu sin expresiones
visibles y tangibles. Un fruto es la naturaleza de Dios espiritual
atravesando el alma y expresándose al mundo. Es la conexión más directa y clara
de una realidad eterna encontrando lugar en el tiempo y el espacio.

Un fruto espiritual es una sustancia del Reino de Dios, expresada al mundo.

LAS FALSAS FORMAS HUMANAS DEL FRUTO

Sobre cada una de las expresiones que el apóstol Pablo utiliza para describir al
fruto del Espíritu, hay un paralelo humano y natural. Observe lo siguiente: el
hombre tiene una forma humana de amar (aún si no conociera o creyera en Dios).
Las personas pueden gozarse o alegrarse por muchas razones o circunstancias,
aún sin vida espiritual.
80

Piense por un momento en todas las falsas versiones humanas del fruto:

1- Amor: relaciones románticas, amistades, vínculos familiares, etc.

2- Gozo: cuando una persona recibe una buena noticia, un regalo, un negocio
que tiene éxito, momentos de diversión…

3- Paz: Aquella que puede alcanzarse por medios humanos, como la


meditación, tiempos de soledad y descanso, comodidad financiera, niveles de
seguridad humanos, etc.

4- Paciencia, mansedumbre y templanza: Producto del carácter humano, por


experiencias de la vida, por interés personal o por afectos naturales.

5- Benignidad y bondad: expresiones del bien humano que se encuentran en


el ser humano, aún sin Dios.

6- Fe: aquella que opera en los hombres para creer lo que no ven, pero que no
siempre les lleva a conectar con el evangelio, sino con sus propias expectativas
naturales. También la capacidad de tener visiones personales y proyectos para
llevarlos luego a su concreción.

De hecho, tenemos estas palabras en nuestro vocabulario porque existen realidad


humanas y naturales que le dan lugar. Sin embargo, debemos entender que la
naturaleza, potencia y gloria de un fruto espiritual no tienen paralelo alguno con
aquellas expresiones humanas. Podemos llamarlas igual, pero no tienen nada que
ver una con otra.

Por decirlo de alguna manera: “nada tienen que ver el amor con El Amor”. Se
llaman igual pero no son lo mismo. Para que un fruto sea Espiritual y Verdadero,
debe responder a la naturaleza de Dios en una persona, su origen y alimento debe
ser la vida espiritual.

Por ejemplo: si una acción de amor puede explicarse externa al Espíritu, no es un


fruto del Espíritu.

CUADRO COMPARATIVO DEL FRUTO DEL ESPÍRITU Y SUS


PARALELOS HUMANOS
Mateo 5:43-48 dice: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a
tu enemigo. (44) Pero yo os digo:
81

Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que
os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; (45) para que seáis
hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y
buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. (46) Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
(47) Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen
también así los gentiles? (48) Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto”.

Amor humano: Aquel que busca su propio beneficio y placer. Abre puertas a
todo tipo de cosas buenas, pero también malas que mantienen al hombre en
distracción para no ver el amor verdadero. Hace acepción de personas, porque se
alimenta de lo que hay en otros. Responde al fruto del bien y el mal. Amor
Espiritual: Es la expresión perfecta de la naturaleza de Dios. Es una expresión
que responde directamente a la obediencia a Dios y no se alimenta de ninguna
acción humana, circunstancia o situación natural. No hace acepción de persona.
Sólo produce bien, reconciliación y provocación a la vida verdadera.

Gozo humano: emociones y pensamientos que se conectan al placer personal, al


alcance de metas personales, etc. Por ejemplo, cuando somos honrados y
reconocidos por hombres; cuando obtenemos bienes materiales. El gozo natural
se alimenta de palabras o experiencias materiales y temporales. Gozo
Espiritual: Es la posición asumida por las realidades espirituales y eternas. El
alma se somete a la grandeza e importancia de lo eterno, menospreciando lo
temporal y terrenal. El gozo de la salvación, o de la participación en el propósito
eterno de Dios, puede estar presente aún cuando las circunstancias externas sean
absolutamente adversas.

Paz humana: La que provee la seguridad o estabilidad de la vida material o por


métodos no espirituales. Se alimenta de palabras o experiencias externas. El
aislamiento de personas, la elusión a los problemas, la meditación que no conecta
con cosas verdaderas y eternas. Paz Espiritual: Aquella que proviene del
reposo espiritual y la seguridad de la vida espiritual. Puede expresarse aún cuando
las circunstancias externas sean amenazantes. Las presiones externas no afectan
la paz verdadera. El fruto de paz se vive y expresa en el alma, cuando puede
permanecer en firmeza a pesar de las tormentas y tribulaciones externas.
82

Paciencia, mansedumbre y templanza humana: Aquellas expresiones del


carácter externas o de apariencia resultado de un aprendizaje humano y por
conveniencia personal. Generalmente se asocia a pasividad o a posiciones
externas, pero que producen una acumulación de asuntos irresueltos que afectan
la mente y el cuerpo. Paciencia, mansedumbre y templanza Espiritual: Es el
resultado de un alma instruida por la vida del Espíritu. Es la capacidad de
persistencia y acción, aún cuando las respuesta de las personas pueden ser
contrarias. Se evidencia generalmente cuando lo externo es cambiante y
amenazador, mostrando una posición estable y persistente en el tiempo.

Benignidad y bondad humana: Resultado del fruto del bien y el mal. Aquella
bondad natural como instinto en determinadas personas. Muchas veces tiene que
ver con una bondad que produce un beneficio personal. Se asocia a acciones que
afectan a la conciencia y el “deber ser”, pero no alcanza a ser la expresión del bien
de Dios. Benignidad y bondad Espiritual: Son expresiones y acciones que
se producen sin la dependencia de experiencias de bien anteriores o posteriores.
Un apersona que opera en bondad espiritual no necesita que otras personas sean
bondadosas con sí mismo. Por ejemplo, amar a un enemigo, bendecir al que
maldice, ofrecer la otra mejilla a quien golpea. El único alimento de esa acción de
bondad es la instrucción de la vida espiritual en el hijo de Dios.

Fe humana: La capacidad de creer sin ver. Una forma de expectativa en cosas


que pueden venir en el futuro, pero cuyo beneficio es personal y temporal. No
conecta con asuntos de valor eterno. También provoca a las personas a la vida
religiosa. Fe Espiritual: Es la expresión de un don de Dios que vincula el
alma y el cuerpo a realidades espirituales y eternas. La fe como fruto espiritual se
expresa primariamente para creen en el evangelio de Jesucristo y a partir de allí
para permitirnos ver a Cristo como naturaleza perfecta en nosotros, hasta la
madurez completa (la certeza de lo que se espera). Ver Hebreos 10 y 11.

La oposición al amor espiritual no es el odio o el rencor, sino el amor humano y


natural. Desde el momento en que un hijo de Dios comienza a conocer las
expresiones del fruto del espíritu, los paralelos humanos comienzan a ser
entendidos como falsos. El amor humano no es otra cosa que un amor falso, una
imitación, un embalaje vacío, una publicidad engañosa. Por lo tanto, ¿qué se
opone al fruto del espíritu?

Respuesta: el amor humano, la bondad natural, la paz personal que se vive por
circunstancias favorables, la fe que busca el beneficio propio, etc.
83

LA EXCELENCIA DEL FRUTO DEL ESPÍRITU

Hechos 1:6-8 dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo:
Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? (7) Y les dijo: No os toca a
vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
(8) pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra”.

El fruto del Espíritu es una expresión directa de la naturaleza de Dios en el hombre


y la vida eterna. Es una realidad espiritual manifestándose en palabras y acciones
temporales. Cuando un pensamiento espiritual se abre camino en la mente, entre
los pensamientos humanos y naturales, para establecerse y gobernar. Nunca es
producto de razonamientos o deducciones personales. Un fruto del Espíritu no es
el resultado de un milagro, sino que es en sí mismo una expresión de la Gloria y
el Poder de Dios.

En las escrituras vemos cientos de expresiones del poder de Dios en milagros,


maravillas y prodigios. Sin embargo, es imposible ver la expresión del fruto del
Espíritu antes de la Cruz de Cristo. Hizo falta la entrega de lo más valioso en el
cielo y en la tierra (la vida del Hijo de Dios), para que la tierra pudiera conocer la
expresión del fruto del Espíritu en una persona.

Un cristiano comienza a observar los primeros pasos de madurez cuando aprende


a valorar más la manifestación del fruto del Espíritu en su vida, que la recepción
de beneficios personales en forma de milagros.

El fruto del Espíritu nunca provocará a una persona a enorgullecerse o


vanagloriarse, sino que siempre es entendido como el resultado de la obra de la
Gracia de Dios produciendo madurez. Aunque es una manifestación de madurez,
en realidad no traerá gloria personal a quien la expresa, sino que glorifica a Dios.

¿PORQUÉ DEBO ANHELAR VER EL FRUTO DEL ESPÍRITU EN MI VIDA?


Isaías capítulo 5 presenta el “Cantar del Amado a Su Viña”. El Amado es Dios y
Su Viña es Israel. El cantar expresa la decepción de Dios con Israel.

Muestra de qué manera Dios tuvo cuidados y acciones con Israel, cuidados de
todo tipo. El asunto central del cantar no son los cuidados de Dios ni el mismo
pueblo de Israel, sino que lo más resaltado es la EXPECTATIVA DE DIOS.
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El cantar expresa algo que nunca entendió Israel: que, de cada acción de Dios,
cada milagro, cada victoria concedida, cada profeta otorgado, cada rey concedido
tenía por objetivo obtener un beneficio. Dios buscaba obtener algo que nunca
obtuvo.

Isaías 5:4 dice: “¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en
ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?”.

El evangelio de Dios fue diseñado en función de las expectativas del Padre.

Somos vistos por Dios en función de Sus expectativas. Darle a Dios lo que nos
parece que Él espera, no tiene ningún sentido. Eso sólo produce decepción. Todo
camino de madurez comienza entendiendo más cuáles son los resultados que se
esperan de parte de Dios en nuestras vidas. Hay recompensa para nosotros en esa
respuesta, pero el centro es el Padre. Fruto es acción, palabra, pensamientos, etc.
Pero el secreto es la naturaleza.

Una viña de la cual se esperan frutos con genética puntual, es una viña que
produce vino. No puede ser cualquier fruto: debe tener el sello de Cristo mismo.

Debo anhelar expresar el fruto del Espíritu en mi vida, porque es lo que dará
sentido a toda mi vida y al evangelio.

MADUREZ, IDENTIFICANDO LO FALSO Y LO VERDADERO.

En el sacrificio de Cristo nos fue dada plena libertad. Todo tipo de esclavitud que
podamos expresar en nuestras vidas son sencillamente mentirosas e ilegales.

Cuando el evangelio nos anuncia una nueva vida, debe encenderse un fuego
arrasador en nuestras almas, en la forma de una pasión por conocer esa vida.
Vernos en Cristo es la visión más poderosa por la cual un hombre puede vivir.
Esa revelación no puede producirse en un corazón que desprecia el valor de esa
experiencia. Un corazón enfocado en las cosas del mundo y anhelando lo que el
mundo ofrece, no podrá nunca acceder a una revelación de la vida, libertad y luz
que nos fue otorgada en la Cruz.

La madurez espiritual comienza extendiendo una raíz poderosa: Soy lo que soy
en Cristo. Todo lo que no proviene de Cristo en mí, es mentiroso e irreal, y debo
despojarme de eso.
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2 Corintios 3:18 dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.

La gloria que Dios a dispuesto para nuestra transformación es aquella que debe
ser vista “como por un espejo”. ¿Por qué debo verla? Porque discipulado
comienza con una apertura de ojos, y la visión tiene el poder de gobernar nuestro
camino. ¿Por qué debo verlo como por un espejo? Porque esa gloria no está fuera
de mí, sino que Dios nos la ha otorgado en el espíritu. Está en nosotros mismos
esa Gloria transformadora. En la inmadurez espiritual, esa vida está cubierta de
tierra, de las vestiduras del viejo hombre, las estructuras del alma que no han sido
sometidas a Cristo. Pero cuando podemos ver esa nueva vida espiritual, seremos
transformados por esa imagen y atrapados por verla manifestada.

2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

1 Corintios 13:12 dice: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces
veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui
conocido”.

Efesios 1:4 dice: “…según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él…”.

El apóstol Pablo habla de una experiencia superlativa que gobernó toda su vida.
Eso expresó a los corintios (cap. 12), llevándolos a entender que no tiene sentido
gloriarse de nada carnal o natural en la vida. Él pudo verse a sí mismo en su
realidad eterna y espiritual. “De tal hombre me gloriaré, me mí mismo en nada
me gloriaré.”. El apóstol no está contando un testimonio, sino expresando un
principio fundamental para nuestra madurez espiritual: de la única gloria que
puede participar nuestra alma, es poder ver al ser espiritual y trabajar por
expresarlo en el tiempo que tenemos en la tierra.

FALSAS EVIDENCIAS DE MADUREZ ESPIRITUAL

Jesús detuvo a la multitud para expresarles lo que él entendía de un discípulo.


(Lucas 14:25)

No es lo mismo un seguidor que un discípulo.


86

• Según la visión del Señor, un seguidor es aquel que encuentra una razón
suficiente para salir de una posición pasada y estar dispuesta a seguir a Dios.

• Un seguidor está dispuesto a entregar un poco de comodidad a cambio de


otros beneficios. Los seguidores eran sanados, alimentados, liberados y
enseñados.

• El seguidor continuará siguiendo, mientras los beneficios personales se


mantengan.

• Un seguidor se transformará en discípulo verdadero a partir del momento


en que se corta la dependencia de los beneficios naturales.

• Un discípulo es aquel que sigue al Señor porque persigue Sus propuestas


eternas.

• Un discípulo desprecia todo lo natural y temporal y seguirá al Señor a


través de cualquier circunstancia, menospreciando aún su propia vida.

Entendiendo eso, debemos saber que existen falsas evidencias de madurez. Jesús
debió separar lo aparente para que sea resaltado lo verdadero y eso debemos hacer
en nuestras vidas.

El problema no es la apariencia, sino cuando una vida se configura con apariencias


y falta de sustancia. Ver Mateo 13:24 (la parábola del trigo y la cizaña). El alma
humana siempre está actuando e imitando, pero carece de lo necesario para una
vida espiritual verdadera.

Consejo: siempre humille su alma, entendiendo que: somos discípulos verdaderos


del Señor en el espíritu y sometemos nuestra alma a esa realidad.

¿Qué conductas o evidencias no pueden ser tomadas como válidas medidas de


madurez?

Observación importante: lo que a continuación mencionaremos muchas veces


estarán presentes en una persona que va madurando en Dios. El asunto es: no
pueden ser tomadas como evidencias indubitables de madurez, y mucho menos
como objetivos a alcanzar.
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• Actitudes físicas que tengan apariencias de espiritualidad. Ej. Los escribas


y fariseos.

• Conocimiento de las escrituras. Ej. Los maestros de la Ley en Israel.

• Asistencia persistente a las reuniones congregacionales. Ej. Los que


seguían a Jesús antes de la cruz.

• Operación en dones espirituales. Ver Mateo 7:21-23

• Capacidad de hablar en público, predicar, liderar, etc. Ver Efesios 6:19.

• Niveles de éxito en negocios o carreras profesionales.

• Expresión de seriedad o señales de madurez humana y natural.

• Edad.

Debemos clamar por las evidencias verdaderas de madurez que no tiene otra
medida que Cristo mismo expresado en los santos y en la Iglesia.

LA EXPRESIÓN DE CRISTO Y SU NATURALEZA

Cinco expresiones de Cristo contundentes que debemos procurar como


evidencias de verdadera madurez espiritual.

1. Expresar Su Justicia.

2. Expresar Su Amor.

3. Manifestar Su Libertad.

4. Mostrar al mundo Su Luz.

5. Ser su boca.
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1. Expresar Su Justicia.

a. Expresar a Cristo es ser la expresión de Su Justicia. Él mostró su justicia en


Su Cruz.

b. Lucas 6:27-36. Los enemigos, los que maldicen, los que hieren la mejilla.

c. Mateo 18:21-35. La parábola del siervo que no perdonó.

d. Filipenses 3:8-9 dice: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor
del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, (9) y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por
la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe…”.

2. Expresar Su Amor.

a. Madurez es la expresión del amor de Dios como naturaleza que proviene


de la vida espiritual.

b. La expresión del amor de Dios no tiene paralelo humano. No se expresa


por emoción o elección humana.

3. Manifestar Su Libertad.

a. Romanos 6:14 dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues


no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.

b. 2 Corintios 3:17 dice: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el


Espíritu del Señor, allí hay libertad”.

c. Madurez es alcanzar y expresar la libertad que nos fue otorgada en Cristo.

d. Gálatas 4:1 dice: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño,
en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo…”.

4. Mostrar al mundo Su Luz.

a. 1 Tesalonicenses 5:5 dice: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos
del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”.
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b. Efesios 5:8 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor; andad como hijos de luz…”.

5. Ser su boca.

a. Jeremías 15:19 dice: “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te


restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás
como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”.

b. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios”.

LA EXPRESIÓN DE LA IGLESIA ETERNA EN EL TIEMPO

La madurez espiritual verdadera es un camino que nos conduce a la expresión en


el tiempo de las verdades eternas. Nos ha sido dada la participación en la
edificación y manifestación de la Iglesia del Señor.

Esa Iglesia Eterna es perfecta, gloriosa y poderosa. Luego tenemos las


expresiones locales y temporales de la Iglesia. Tal como lo vemos en Apocalípsis,
las expresiones temporales de la Iglesia de Jesucristo, es decir, “las iglesias”,
pueden presentar imperfecciones. Esas imperfecciones temporales responden a la
naturaleza del hombre natural, pero eso no hace menos perfecta a La Iglesia.

Esto es importante, ya que nos lleva a entender más y más lo que significa madurar
espiritualmente. Madurez espiritual verdadera es expresar a la Iglesia Eterna en
nuestros días. Eso nos provoca a una amplia gama de principios y desafíos.

• La madurez espiritual es un asunto corporativo.

• Madurar nos requiere entrelazados y vinculados a otros.

• La responsabilidad de la madurez es personal, pero el objetivo es


corporativo.

Cuando vemos nuestras propias vidas como parte de un TODO en el diseño de


Dios, se abre delante nuestro un nuevo panorama de madurez. Esa visión
gobernará nuestras vidas hasta llevarnos a una verdadera madurez.

Si vemos nuestras vidas desde una perspectiva individualista y personalista,


tendremos allí nuestro mayor límite de la madurez.
90

Somos, lo que somos en La Iglesia del Señor.

1 Corintios 3:10-15 dice: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo


como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno
miré cómo sobreedifica. (11) Porque nadie puede poner otro fundamento que el
que está puesto, el cual es Jesucristo. (12) Y si sobre este fundamento alguno
edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, (13) la obra de
cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será
revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. (14) Si permaneciere
la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. (15) Si la obra de alguno
se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por
fuego”.

Es claro que la madurez espiritual es resultado de una construcción en nuestras


almas. Responde a lo perfecto de la vida espiritual expresándose en nuestras
almas.

Algunos principios sobre la madurez espiritual:

• El diseño de La Iglesia es uno.

• El fundamento es Cristo mismo.

• Todo cristiano tiene la responsabilidad de sobreedificar esa única realidad


en sus propias almas.

• Toda acción y decisión es material que se suma a nuestra sobre edificación.

• La verdadera madurez nos lleva a edificar nuestras almas con materiales


eternos.

• Todo lo que edificamos con materiales humanos, naturales y corruptibles,


es lo que nos retrasa y distrae. Todo aquello tiene un solo fin: ser quemado.

• Las acciones, pensamientos, palabras, decisiones y reacciones que


provienen de la vida del Espíritu, tendrán verdadero valor, porque son los que nos
llevan a expresar la excelencia y gloria de La Iglesia del Señor.
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TEMA 7: LA SALVACIÓN

Objetivos:

· Exponer los principios fundamentales acerca de la Salvación otorgada en


Cristo Jesús.

· Quebrar los límites que intentan opacar la magnitud y grandeza de la


salvación y su alcance.

· Poner en evidencia el valor de la salvación operando por medio de la Fe y la


Gracia de Dios.

· Reconocer las evidencias de la verdadera salvación y la fe no fingida.

· Entender el por qué y para qué de la salvación otorgada por Dios al hombre.

· Distinguir la salvación del espíritu y la salvación del alma.

INTRODUCCIÓN

2 Timoteo 1:8-10 dice: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro


Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según
el poder de Dios, (9) quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme
a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en
Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, (10) pero que ahora ha sido
manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la
muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio…”
¿De qué debo ser salvo? ¿Cuál es la salvación que busco y cuál es la que Dios me
ofrece? ¿Qué valor tiene la salvación para mí? ¿Qué valor tiene la salvación para
Dios?
El entendimiento acerca de la salvación debe ser abierto, para que nuestro camino
de crecimiento en el Señor sea firme y sin detenimiento. Si no entendemos la vida
que nos fue dada en Cristo Jesús, nunca podremos entender la salvación que Dios
nos otorgó por medio de su Hijo. Podríamos entonces creer que fuimos salvados
de una “mala situación” o de una “mala vida”. Cuando conocemos la vida
espiritual entendemos que fuimos salvados, no por estar mal, sino porque
estábamos muertos.
92

Por lo tanto, en la muerte no teníamos manera de saber lo que en realidad


necesitábamos. No fuimos salvos porque pedimos salvación, sino por el puro
afecto de la voluntad y Gracia de Dios. Salvación es un inicio verdadero (pero)
que nos desafía a conocer el llamado de Dios a una nueva vida. Entonces
podremos decir como el Rey David:
Salmos 51:12 dice: “Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me
sustente”.

SALVACIÓN POR GRACIA, POR MEDIO DE LA FE


1- Hemos sido salvados por Gracia.
Efesios 2:4-9 dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con
que nos amó, (5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), (6) y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
(7) para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en
su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. (8) Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para
que nadie se gloríe”.
El entendimiento de la grandeza y gloria de la salvación debe dejarnos sin lugar
para el orgullo o la vanagloria personal. Nada pudimos hacer para recibir
salvación. Nada hicimos por esa salvación y nada podremos hacer para ser salvos.
Esa sentencia debe permanecer para mantener nuestras almas y corazones con
altos niveles de humildad delante del Señor.
Este entendimiento de la salvación humilla nuestro pasado. No sólo son
humillados nuestros errores, sino también nuestros aciertos y bondades humanas.
Toda fortaleza personal, logros y ventajas, son nada delante de Dios y este
evangelio nos establece en un fundamento firme en la Gracia.

2- Hemos sido salvados por medio de la Fe.


Habacuc 2:4 dice: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas
el justo por su fe vivirá”.
Gálatas 3:25-26 dice: “Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, (26) pues
todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús…”.
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Romanos 5:1-2 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo; (2) por quien también tenemos entrada por la
fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios”.
La fe es un sello y evidencia indubitable de que hemos sido llamados por Dios a
la salvación. La fe es un don de Dios. Nadie puede tener fe si no le es dado de
Dios.
¿Cree usted en Dios?
¿Cree que Jesucristo es el Hijo de Dios y Él murió en la Cruz para salvarle a
usted?
¿Cree que la muerte del Señor ha sido precio suficiente para que usted sea
quitado de la muerte y llevado a la vida?
Si cree y hay convicción plena en su corazón acerca de eso, debe tener certeza
de que en usted está el mayor y más valioso regalo de Dios: FE.

3- Hemos sido salvados por las intenciones y expectativas de Dios.


2 tesalonicenses 2:13 dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios
respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido
desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe
en la verdad…”.
La salvación no nos fue dada por nuestra búsqueda. Fue el Padre quien se acercó
a nosotros y nos reconcilió consigo mismo por medio de Su Hijo. Fue Su accionar.
Sólo hemos correspondido a Sus Intenciones, y eso debería mantenernos atentos
a Sus Expectativas.
Filipenses 3:12 dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino
que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús”.

4- Salvación es una nueva vida en Cristo.


En lo humano y natural, estábamos muertos y en tinieblas y nada había en
nosotros que pudiera hacernos dignos de tan grande salvación.
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1 Juan 3:14 dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que
amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte”.
2 Corintios 4:6 dice: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
Juan 5:24-25 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al
que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida. (25) De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando
los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”.
Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Debemos entender que la salvación no nos otorga una “salida” a problemas
personales. La Salvación no mejora nuestras vidas. Salvación nos otorga acceso
a lo verdadero y eso comienza con una VERDADERA VIDA.
¿Qué de la vida que antes llevaba sin Dios? No era vida, sino un suspiro temporal,
una estructura de mentira.
Vamos comprendiendo más y más la salvación cuando entendemos que la antigua
vida era falsa y mentirosa, decidiendo cada día vivir en la nueva y verdadera vida:
una vida con calidad eterna.

SEÑALES DE LA SALVACIÓN
La vida espiritual tiene instintos. Los instintos son aquellas acciones no
aprendidas por instrucción externa, sino que nos conducen al crecimiento en la
Luz.
Una persona que ha experimentado salvación, muestra evidencias de al menos
estos cuatro instintos espirituales. Si ellos no están, entonces, debería haber una
acción de verdadera humillación a Dios y clamor, para regresar a la vida y clamar
para que la fe no sea abortada.

1- Hambre de la palabra de Dios.

Lucas 4:4 dice: “Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá
el hombre, sino de toda palabra de Dios”.
95

Anhelar oír la voz de Dios. Tener hambre de Él. Buscar Su palabra y Su dirección.
Esto significa separar tiempo cada día para recibir de Dios Su Palabra.
Es abrir espacio en nuestras decisiones y desafíos para recibir los Criterios del
Padre sobre cada asunto.
Es saber que si no le oímos, no podemos vivir. Así como dependemos del comer
y beber en el cuerpo, dependemos de Dios. No podemos dejar la vida espiritual
relegada a pocos momentos y espacios, dándole poca prioridad y quitándole
espacio para ocuparnos una y otra vez de cosas materiales y humanas.

2- Fe.
Romanos 12:3 dice: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener,
sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a
cada uno”.
Efesios 1:15-16 dice: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en
el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, (16) no ceso de dar
gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones…”.
La fe es un don de Dios y es un instinto espiritual. Es la fe la que contiene la
genética de Dios inseminada en nuestro espíritu para vida y transformación. Esa
fe debe ser guardada y resguardada día a día, hasta que su fortaleza produzca
victorias poderosas en nuestros días.

3- Amor a los santos. Congregabilidad.


Colosenses 1:3-6 dice: “Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, (4) habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús,
y del amor que tenéis a todos los santos, (5) a causa de la esperanza que os está
guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del
evangelio, (6) que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva
fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia
de Dios en verdad…”.

Hebreos 10:24-25 dice: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al


amor y a las buenas obras; (25) no dejando de congregarnos, como algunos tienen
por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se
acerca”.
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4- Ser Testigos y Testificar.


Hechos 1:8 dice: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta lo último de la tierra”.
Hechos 20:24 dice: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida
para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí
del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.
1 Corintios 2:1-2 dice: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros
el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. (2) Pues
me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado”.
1 Juan 5:6-12 dice: “Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no
mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da
testimonio; porque el Espíritu es la verdad. (7) Porque tres son los que dan
testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.
(8) Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre;
y estos tres concuerdan. (9) Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es
el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado
acerca de su Hijo. (10) El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí
mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el
testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. (11) Y este es el testimonio: que
Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. (12) El que tiene al Hijo,
tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.

LA SALVACIÓN DEL ESPÍRITU Y LA SALVACIÓN DEL ALMA


Cualquier forma de salvación que no proponga una manera de vivir en la tierra,
estará incompleta. El evangelio nos anuncia vida eterna y, con ella, una propuesta
a ser parte de la expresión de lo verdadero en nuestros días.

1 Corintios 3:12-15 dice: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, (13) la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra
de cada uno cuál sea, el fuego la probará. (14) Si permaneciere la obra de alguno
que sobreedificó, recibirá recompensa. (15) Si la obra de alguno se quemare, él
sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por fuego”.
97

Lucas 6:46-49 dice: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, ¿y no hacéis lo que yo
digo? (47) Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré
a quién es semejante. (48) Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó
y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el
río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba
fundada sobre la roca. (49) Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que
edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu,
y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa”.
Los principios que se encuentran en esta parábola son los siguientes:

● Todas las personas construyen algo en la vida.


● Todos somos responsables y constructores de una vida interior.
● La construcción proviene del hacer y también del no hacer.
● Toda construcción de vida es probada por las circunstancias.
● Tormenta y adversidad acontecen a todos.

SALVACIÓN DEL ESPÍRITU Y SALVACIÓN DEL ALMA EN LAS


ESCRITURAS
Por Cristo Jesús Dios nos salvó. Esa es la única salvación verdadera a la que el
hombre puede acceder. Una obra salvadora que se expresa de dos maneras: Una
eterna y otra temporal.
La expresión eterna de la salvación es la vida eterna que nos fue otorgada por la
fe en Jesucristo. La Vida en el espíritu es vida eterna. (Juan 3:14-16)
La expresión temporal de la salvación es la manifestación de la vida espiritual. La
vida espiritual, como una semilla, crece para manifestar un fruto.
1 Corintios 5:4-5 dice: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos
vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, (5) el tal sea
entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo
en el día del Señor Jesús”.
1 Pedro 1:6-9 dice: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de
tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, (7) para que
sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando
sea manifestado Jesucristo, (8) a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo,
aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; (9) obteniendo
el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.
98

1 Pedro 2:1-3 dice: “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía,
envidias, y todas las detracciones, (2) desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, (3) si es que
habéis gustado la benignidad del Señor”.
2 Timoteo 3:14-15 dice: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te
persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; (15) y que desde la niñez has sabido
las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la
fe que es en Cristo Jesús”.
Filipenses 2:12-13 dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, (13) porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

LA MADUREZ Y LA SALVACIÓN DEL ALMA


Hebreos 10:35-11:1 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande
galardón; (36) porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la
voluntad de Dios, obtengáis la promesa. (37) Porque aún un poquito, Y el que ha
de venir vendrá, y no tardará. (38) Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no
agradará a mi alma. (39) Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. (11:1) Es, pues, la
fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
La obra completa de la Cruz de Cristo se expresa en la vida espiritual que nos fue
otorgada: nuestra salvación. Esa vida contiene una instrucción en aquellos
llamados a la salvación, que es expresarse y darse a conocer.

El fruto del Espíritu es el resultado de una vida espiritual expresándose en el alma.


La salvación del alma es un proceso que debe observarse día a día.
El alma se salva por madurez. (1 Pedro 2)
Gálatas 4:1-7 dice: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en
nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; (2) sino que está bajo tutores y
curadores hasta el tiempo señalado por el padre. (3) Así también nosotros, cuando
éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.
99

(4) Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido
de mujer y nacido bajo la ley, (5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley,
a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. (6) Y por cuanto sois hijos, Dios
envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7)
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo”.
La inmadurez esconde al hijo, haciendo que se parezca a un esclavo. El evangelio
incluye el llamado de Dios a la madurez y la expresión de Su Naturaleza.
1 Corintios 3:1-3 dice: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a
espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. (2) Os di a beber leche,
y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, (3) porque aún
sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no
sois carnales, y andáis como hombres?”.
2 Tesalonicenses 2:13-14 dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a
Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad, (14) a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio,
para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.

LA CONSTRUCCIÓN DEL ALMA


El alma es un espacio de construcción. Todo lo que conocemos del alma humana
es aquello que fue contraído en algún momento del tiempo. Es tan así que usted
nunca verá a un bebé recién nacido buscando un psicólogo.
Materiales de construcción: lo que recibe por los sentidos. Los sentidos son las
fronteras del alma, donde "importa y exporta" materiales de construcción.

La edificación se produce internamente. Aunque hay ocasiones donde ilegalmente


otros edifican desde afuera. A eso lo llamamos manipulación.
El alma del hombre es compleja, con todos sus intrincados sistemas:
Pensamientos, emociones, recuerdos, carácter, cultura nacional, cultura familiar,
talentos, anhelos, etc. Pero su complejidad no le da firmeza, sino que el alma (al
igual que el cuerpo) es compleja pero frágil.
Las construcciones del alma pueden destruirse de muchas maneras. Podemos ver
almas orgullosamente edificadas como torres, y otras como una acumulación de
ruinas que las circunstancias de la vida dejaron atrás.
100

Algunas almas están construidas como cuevas: Corazones de piedra desgastados


por las circunstancias de la vida (1 Samuel 25:37; Ezequiel 36:26; 2 Corintios
3:3). El mundo emocional que se genera detrás de esta forma de alma, es
altamente estéril y es necesario salir de esa geografía interior. Ver 1 Reyes 19:9-
13 (Elías y la cueva).
Otras almas son una acumulación de elementos que la vida pone a disposición,
enfocadas en la supervivencia y en los anhelos personales e ignorando el propósito
eterno de Dios (Isaías 1:8, Jonás 4:5. Ver Lucas 9:30-33 (Pedro y las tres
enramadas).
A toda construcción del alma del hombre le espera un fin, pero también vemos
ejemplos evidentes durante la vida:
• La pérdida de memoria. Cuando una persona pierde la memoria totalmente,
pasa a ser para sí y para otros como otra persona. Se perdió a sí mismo.
Tenemos la historia que el hombre ha escrito (con contenido y exactitud
crecientes), nunca podrá abarcar los hechos de todos los hombres, sino sólo
algunos hechos específicos selectos. ¿Cuántos hechos y eventos han sido
olvidados? ¿Cuánta edificación del alma ha sido barrida?
Una realidad que el hombre ignora: no importa cuán relevante parecería ser un
hecho en la historia, todo aquello que carezca de calidad eterna, será olvidado.
Los sueños son un gran ejemplo. Cuando una persona sueña, puede reír, llorar,
disfrutar, temer; pero cuando despierta del sueño descubre que todo aquello no
era real y, por lo tanto, se destruye. Sólo quedará algún recuerdo con mucho
esfuerzo o una sensación por algunas horas.

He aquí un principio poderoso: El final de toda construcción del alma es la


manifestación de la Verdad. En ese sentido, toda la vida de los hombres es vista
como un sueño desde una visión eterna, a la espera de que se manifieste la Verdad.
Entonces, toda alma será probada y, no quedará en pie lo que carezca de calidad
eterna. TODO LO QUE NO TENGA NATURALEZA ETERNA SERÁ
QUEMADO.

¿Cuáles son los materiales con los cuales se construye el alma?


• Decisiones
• Pensamientos
101

• Palabras
• Acciones
• Reacciones
• Gestos
1 Corintios 3:12-13 dice: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, (13) la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra
de cada uno cuál sea, el fuego la probará”.
Romanos 14:9-12 dice: “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir,
para ser Señor así de los muertos como de los que viven. (10) Pero tú, ¿por qué
juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque
todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. (11) Porque escrito está: Vivo
yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a
Dios. (12) De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.

LOS MATERIALES PARA EL ALMA: ORO VS HOJARASCA


1 Corintios 3:11-15 dice: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que
está puesto, el cual es Jesucristo. (12) Y si sobre este fundamento alguno edificare
oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, (13) la obra de cada uno se
hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. (14) Si permaneciere la obra de
alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. (15) Si
la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque,
así como por fuego”.
El evangelio contiene una propuesta de edificación. Esa propuesta es altamente
atractiva para el ser espiritual, porque contiene recompensas. Hablamos de
recompensas de alto valor: recompensas eternas. ¿Cuál es la manera de alcanzar
esas atractivas recompensas? Edificando nuestras almas con materiales que
permanezcan: materiales eternos.

¿Cómo sobreedificamos nuestras vidas con materiales eternos?

MATERIAL ORO: Decisiones que tomamos por la expresión del Propósito


Eterno de Dios. Buscamos la guía del Espíritu Santo en las decisiones. Decidimos
cada día conocer y entender más Su Propósito y Voluntad, alejándonos de las
voluntades humanas.
102

Filipenses 2:12-13 dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, (13) porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

MATERIAL HOJARASCA: Decisiones tomadas en busca de comodidad o placer


personal. Sigue siendo hojarasca aun cuando pudiéramos darle lenguaje espiritual
a la decisión. Generalmente no se tiene en cuenta cómo afecta al Cuerpo de Cristo
y a otros santos. Tiene una visión más bien personal (o familiar, pero desde una
visión humana y aislada del Cuerpo).
Tito 3:3 dice: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos,
rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo
en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros”.

MATERIAL ORO: Reacciones que provienen de la naturaleza de Dios en


nosotros. Aquellas que demuestran el gobierno de Dios por la vida espiritual. Es
la expresión del amor de Dios frente a las acciones externas adversas.

Mateo 5:38-45 dice: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
(39) Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera
en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; (40) y al que quiera ponerte a pleito
y quitarte la túnica, déjale también la capa; (41) y a cualquiera que te obligue a
llevar carga por una milla, ve con él dos. (42) Al que te pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses. (43) Oísteis que fue dicho: Amarás a tu
prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. (44) Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen; (45) para que seáis hijos de vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que
hace llover sobre justos e injustos”.

MATERIAL HOJARASCA: Reacciones que provienen del viejo hombre.


Aquellas que provienen de la justicia personal y no expresan la Justicia de la Cruz.
Son reacciones programadas por las experiencias del alma y expresan el gobierno
del mundo. Estas reacciones pueden persistir en la inmadurez, pero cuando son
tomadas como normales y aceptables, se vuelven material de construcción sin valor
eterno y no aceptados por Dios.
103

Efe 4:22 dice: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,
que está viciado conforme a los deseos engañosos...”
1Ts 5:15-17 dice: “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid
siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. (16) Estad siempre
gozosos. (17) Orad sin cesar”.

MATERIAL ORO: Emociones producidas por la vida espiritual. Cuando el gozo


del espíritu gobierna el alma, dándole paz en medio de adversidades. También,
hay llantos, tristezas que dan cuenta de una visión más alta de la vida, y que
terminan siendo productivos en la expresión de la Iglesia.
2 Co 7:9-10 dice: “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque
fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según
Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.
(10) Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación,
de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.

MATERIAL HOJARASCA: Emociones desconectadas de toda vida espiritual y


sin valor eterno. Emociones egocéntricas que se consumen en el bienestar y placer
personal.

MATERIAL ORO: Oraciones inspiradas por el Espíritu. Aquellas que provienen


de un hijo que anhela expresar lo que el Padre busca oír. Oraciones cuyo centro y
motivación es la madurez y el propósito eterno de Dios. Oraciones que se
producen por el amor espiritual a los santos y a quienes nos ministran en el Señor.

MATERIAL HOJARASCA: Oraciones aprendidas desde lo natural que se


vuelven vanas repeticiones. Oraciones que son vistas como un sacrificio personal
y no como una gracia de Dios otorgada a los santos. Oraciones cuyo centro y
motivación es el beneficio individual, pero que no tienen en cuenta la construcción
y manifestación de la Iglesia en nuestros días.
Santiago 4:3-4 dice: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros
deleites. (4) ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios”.
104

MATERIAL ORO: Proyectos, empresas, misiones y visiones que se sujetan a la


Visión de Dios: la expresión de Cristo a través de la Iglesia. Estos están sujetos a
la dirección constante del Espíritu y los resultados buscados son aquellos vistos
por Dios y no por los hombres. Buscan satisfacer al Padre de Su Expectativa.

MATERIAL HOJARASCA: Proyectos, empresas, misiones y visiones cuyo


alimento proviene del corazón de hombres. Pueden estar bien intencionadas, pero
carecen de valor eterno porque no han nacido de la voluntad de Dios, no se sujetan
a él día a día y su búsqueda de resultados es natural y temporal.

EL VIEJO HOMBRE Y EL NUEVO HOMBRE


Efesios 4:22-24 dice: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, (23) y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, (24) y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en
la justicia y santidad de la verdad”.
La salvación del alma se produce cuando, por causa de la vida espiritual y el nuevo
nacimiento, el viejo hombre debe ser quitado.
La salvación del Espíritu pone en evidencia al “viejo hombre”.
¿Qué es el “viejo hombre”? Una estructura humana y natural construida por el
mundo, el hombre y las tinieblas, que nada contienen de la Verdad que es En
Cristo.

Viejo Hombre es:


• Experiencias
• Cultura
• Historia
• Carácter
• Temperamento
• Memoria
• Maneras de vivir
105

• Maneras de pensar. Paradigmas


• Relaciones personales
• Agenda. Sueños. Proyectos.
• Pecados pasados. Debilidades. Inquidad.
• Aciertos. Logros personales. Victorias obtenidas por fuerzas personales.
• Bondad y amor humano.
Romanos 6:5-6 dice: “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la
semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; (6)
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para
que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”.

El Nuevo Hombre es: Cristo.

Colosenses 3:9-11 dice: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado
del viejo hombre con sus hechos, (10) y revestido del nuevo, el cual conforme a
la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, (11) donde
no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni
libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”.
No hay mayor mentira en la tierra que un hijo de Dios expresando al viejo hombre.
Cuando expresamos al viejo hombre, habiendo recibido la salvación que es en
Cristo Jesús, entonces, expresamos una mentira. La inmadurez y la ignorancia son
en esencia una mentira, porque no somos aquello. Lo que somos es la vida del
nuevo hombre. Somos lo que hay de Cristo en nosotros.

Hebreos 11:39-40 dice: “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio


mediante la fe, no recibieron lo prometido; (40) proveyendo Dios alguna cosa
mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”.
La fe ha actuado en nosotros para producir lo que antes nunca pudo producir. Para
los antiguos la fe llegó a darles un buen testimonio. Para nosotros la fe actuó para
otorgarnos la perfección por la vida espiritual. Cristo en nosotros es esa
perfección. Aunque no vemos esa perfección, esperamos verla y, tenemos certeza
de que está en nosotros.
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Tenemos certeza de lo que esperamos y convicción de lo que no vemos: somos


perfectos en Cristo y buscamos por la fe que Su naturaleza se exprese en nosotros.

Hebreos 10:35 – 11:1 dice: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande
galardón; (36) porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la
voluntad de Dios, obtengáis la promesa. (37) Porque aún un poquito, Y el que ha
de venir vendrá, y no tardará. (38) Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no
agradará a mi alma. (39) Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la
certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

LAS REALIDADES ETERNAS Y LAS OBRAS TEMPORALES

Hebreos 4:3 dice: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera
que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras
suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo”.
Podemos definir una realidad eterna como aquella que no está sujeta al tiempo y
al espacio. Cuando decimos que algo es eterno, no nos referimos a algo
“duradero” como si el tiempo continuara sin fin, sino más bien a algo que no está
sujeto a la temporalidad a la que el hombre y la creación están sujetos. A eso se
refiere el escritor a los hebreos cuando habla del “reposo de Dios”. Podemos decir
que Dios reposó al séptimo día aunque sus obras estaban acabadas desde la
fundación del mundo.
Quienes recibimos la vida eterna, recibimos con ella la capacidad de participar en
los asuntos eternos. Tener vida eterna abre una nueva y grandiosa oportunidad:
que nuestras acciones temporales, lo que manifestamos con nuestra alma y cuerpo,
participen de aquella extraordinaria eternidad.

Efesios 2:8-10 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe. (10)
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Una vez más vemos este principio expresado: Somos salvos por gracia y no por
obras. Somos hechura suya: esa es nuestra realidad eterna. Fuimos creados En
Cristo Jesús: eso es eterno.
107

Fuimos creados para buenas obras: esa es nuestra propuesta temporal.


Somos seres eternos con un cuerpo temporal. Nuestra alma es el lugar donde
podemos participar de esa eternidad y eso es parte de la Buena Noticia del
Evangelio.

Tomado del libro: “En Cristo, en Su Gracia”


A lo largo de todas las escrituras y las cartas apostólicas podemos observar dos
dimensiones de la Verdad de Dios. Podemos decir que una es vertical: aquella
realidad eterna y consumada de la verdad y la realidad de Dios. Luego podemos
ver la dimensión horizontal: la de los hombres, la del tiempo, la dimensión en la
cual la eternidad de Dios se dispensa en el tiempo.

Por ejemplo, vemos en las Escrituras el “Pacto Eterno de Dios” en Cristo y la


Iglesia, como el que leemos en Isaías 54 y 55. Pero también vemos todos los
pactos que Dios fue estableciendo con el hombre, dispensando en cada uno de
ellos un aspecto del Pacto Eterno. Vemos cómo Dios hizo pacto con Adán, Noé,
Abraham, Moisés y el pueblo, etc.

Cuando logramos ver estas dos dimensiones en las Escrituras, podemos alcanzar
un mayor entendimiento de nuestra posición y la manera de gestionar aquello que
nos fue otorgado por Dios.

• Lo otorgado por Dios es vertical. Las cartas apostólicas destilan


constantemente expresiones de aquello que ya nos fue otorgado en Cristo.
108

• Verdad vertical: somos parte de la Iglesia y miembros del Cuerpo de Cristo.


La Iglesia ES El Cuerpo de Cristo.
• Manifestación horizontal: debemos alcanzar la madurez necesaria para
funcionar en la iglesia de manera efectiva y vital. Debemos ser ministrados hasta
alcanzar la estatura del Varón Perfecto. (Efesios 4:13)
• En la realidad vertical Dios es uno.
• En la expresión horizontal vemos a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
• De forma vertical, somos hijos de Dios y somos uno en el Hijo.
• En lo horizontal somos siervos del Señor.
• Fuimos aceptados por Dios, y esa es una realidad eterna y vertical.
• Caminamos en nuestras vidas en la transformación por el Espíritu Santo y
procuramos ser aprobados en nuestra obra. Eso es horizontal.
Entenderlo nos permitirá vernos completamente aceptados por Dios, para que
nuestra gestión diaria ya no sea una búsqueda por ser aceptados por Dios; sino la
expresión y manifestación de la posición que nos fue otorgada en Cristo.

DIFERENCIA ENTRE LO QUE ES MORIR Y SEPARAR


Aceptar la salvación de Dios es aceptar morir en los términos en que la Biblia lo
enseña. Morir no es dejar de existir sino "separar" sin volver a lo mismo.
Las personas conforme vamos creciendo en el Señor, vamos muriendo. Algunas
personas cuando oyen la palabra "morir" la conectan culturalmente con la
extinción. Por ejemplo, si alguien muere ya no volveremos a verlo. El sentido que
le dan las Escrituras al término morir es el de separar, es decir: no volver a lo
mismo.
Las personas morimos a medida que experimentamos la separación. La palabra
morir significa: separar, apartar, dividir y nunca más volver a vivir donde
estábamos. Esto sucede por una cuestión mucho más profunda que una decisión,
es una muerte, es un ciclo de vida que termina.
Es fundamental entender de qué se trata la vida. Una vez que cada uno de nosotros
nace, emprende su carrera hacia la muerte.
109

Cuando nacemos somos parte de una noticia: nacemos para morir. Algunos
demorarán 90, 100 o 200 años, pero, en realidad, la vida es un camino, es un ciclo
que va a terminar. En el evangelio nosotros podemos administrar ese ciclo; esa es
la gracia de Dios.
Nosotros podemos colaborar con la muerte que Dios quiere producir, para que
algo viva más efectivamente en la tierra. El evangelio es efectivo en la medida
que morimos a lo que tenemos que morir, para vivir a lo que tenemos que vivir.
110

TEMA 8: EL BAUTISMO

Objetivos:

● Identificar el bautismo provisto por el evangelio, provocando la luz y el


conocimiento espiritual de tal experiencia.
1
este tema ha sido tomado del libro En Cristo, En Su Espíritu.

● Provocar el clamor de la vida en el espíritu que nos ha sido propuesta por


el evangelio, habiendo sido notificados de la libertad otorgada en Cristo y
la sepultura de la vieja vida.
● Comprender el diseño del alma en cuanto a la consciencia y la realidad del
ser espiritual.

BAUTISMO EN EL ESPÍRITU

1 Corintios 10:1-2 dice: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros
padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés
fueron bautizados en la nube y en el mar”.

El apóstol Pablo le pide a los corintios no ignorar lo que Israel vivió en el desierto,
recordando que ellos fueron bautizados, pero eso no les fue suficiente, ya que Dios
no se agradó de ellos. El bautismo que ellos vivieron fue natural, como un anuncio
de aquel bautismo que nos es otorgado en el Nuevo Pacto. Pero la advertencia del
apóstol Pablo tiene que ver con entender que ese bautismo no puede quedar sujeto
a experiencias sensoriales, sino que su importancia radica en la vida espiritual. Si
tenemos una experiencia con el Espíritu Santo, pero gestionamos nuestras vidas
desde lo natural, entonces caemos en la misma ignorancia que dejó a Israel en el
desierto. ¿Qué significa gestionar nuestras vidas desde lo natural? Tomar
decisiones gobernados por asuntos naturales y humanos, y por lo tanto, sin
considerar la vida espiritual.

En el bautismo en agua el cuerpo es sumergido y luego sacado, porque no fue creado


para vivir en esa atmósfera. Eso no es así en el bautismo en el Espíritu Santo, ya que
somos sumergidos en Él para nunca más salir. En ese bautismo recuperamos la
atmósfera de la cual nunca debimos salir, haciendo morir las obras de la carne, ya
que ellas no pueden sobrevivir allí. El evangelio nos anuncia esa propuesta, la cual
consiste en recobrar la atmósfera vital para la cual hemos sido creados. Una
atmósfera que es perfecta y favorable para todo lo espiritual, pero hostil y mortal
para el pecado y los vestigios del mundo en nosotros. ¿Anhela
111

EL ESPÍRITU SANTO Y LA NATURALEZA DEL HIJO

Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios”.

Por mucho tiempo la religión ha circunscripto, de manera práctica, la obra del


Espíritu Santo a eventuales experiencias o a manifestaciones sobrenaturales en las
personas. Aunque esas pudieran ser algunas señales de la acción del Espíritu, las
escrituras lo asocian una y otra vez con la palabra “guía”. Es decir, el Espíritu
Santo está directamente interesado en nuestras acciones y gestión diaria. usted
vivir en esa atmósfera?

He aquí un punto importante: El Espíritu de Dios no intentará ayudarnos con las


decisiones que debemos tomar, sino que nos provocará a gestionar nuestras vidas
tomando, como fuente de fuerza e inspiración, la vida espiritual. Claro que nos
otorgará sabiduría e inteligencia para tomar decisiones acertadas, pero su obra es
mucho más importante y trascendente. No son las decisiones acertadas las que
nos conducen en el camino del Señor, como quien logra tener éxito personal, sino
la naturaleza y reino que nos gobierna.

Algunas de las acciones relevantes desde el punto de vista espiritual son:

· Conocer y entender en mayor medida la vida que nos ha sido otorgada en


Cristo Jesús.

· Ver la Esperanza a la cual nos ha llamado el Padre. Crecer en el


entendimiento del Propósito Eterno de Dios y Su llamado a nosotros.

· Ser atrapados por la pasión de otorgar frutos de la vida espiritual para Dios.

· Identificar aquellas cosas en nuestras almas que no pertenecen a la Verdad


que es Cristo en nosotros y ponerlas en evidencia para poder despojarnos de
ellas.

· Discernir el Cuerpo de Cristo de manera tal que podamos crecer en los


vínculos y coyunturas que nos nutren y nos hacen partícipes de la Iglesia de
Cristo.

Éstas y muchas otras son las acciones que se asocian a la obra del Espíritu Santo
de Dios. Es común observar que el alma humana valora y busca cosas que no son
importantes desde el punto de vista de Dios.
112

Si menospreciamos lo que Dios llama importante, terminaremos menospreciando


la obra del Espíritu y por lo tanto menospreciando su persona.

Debemos saber que la naturaleza humana y natural no percibe las cosas que son
del Espíritu. El mundo no puede conocerle porque no le ve. Nosotros podemos
conocer al Espíritu sólo y tan sólo en nuestro espíritu y no en la mente natural. La
persona del Espíritu no nos fue dada para tener conversaciones personales o
consejos esporádicos, sino que Él nunca dejará de trabajar para que seamos
despojados de una vida en la carne y podamos conocer y caminar una vida en el
espíritu.

LA MUERTE A LO NATURAL PARA UNA VIDA EN LO ESPIRITUAL

Pida al Padre aquello que Él nunca le negará: que sus ojos sean abiertos para ver
la realidad de la nueva vida en Cristo por la obra de Su Espíritu. A partir de ese
momento usted no dejará de ser provocado día a día, minuto a minuto, a una
muerte y a una nueva vida. Debe saber que la operación del Espíritu Santo puede
ser altamente incómoda para el hombre natural, pero superlativamente beneficiosa
para el Ser Espiritual. Su tarea no es provocar comodidad a nuestra alma, sino que
su consuelo está dirigido a lo que realmente importa: nuestra vida eterna siendo
manifestada al mundo todos los días.

¿Recuerda a Israel en el desierto? Ellos se presentaron frente al desierto, pero el


camino que tenían por delante no estaba puesto bajo suerte. Ellos tenían la columna
que los guiaba. De día los cubría del sol, de noche les otorgaba calor y luz, de
manera que podían avanzar en el camino de día y de noche. El Señor llamó al
Espíritu “el Consolador”. Para Israel en el desierto su avance era natural y físico;
pero venido Cristo, nuestro avanzar es en una carrera que se corre en el ser interior.
Es una carrera espiritual que se experimenta en el alma, por la expresión de la vida
de Dios en nosotros.

Filipenses 3:12-15 dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto;
sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús. (13) Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante, (14) prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús. (15) Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo
sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios”.
113

Esta carrera tiene que ver con nuestra perfección. La obra perfecta de Cristo en
nuestro espíritu perfeccionando nuestras almas y dándose a conocer al mundo a
través de nuestras vidas.

RECUPERANDO LA FRESCURA

Si usted ha transitado por mucho tiempo el camino de la fe en Jesucristo, permita


al Espíritu devolverle la frescura del primer día. Si algo puede interponerse al
accionar del Espíritu en nosotros es la altivez de la mente, que tiende a pensar que
ya sabe algo sobre la vida en el Espíritu. Pero si observamos detenidamente a
nuestra generación, descubriremos que aún debemos salir de la infancia,
despojándonos de todo orgullo y soberbia que nos hacen permanecer en
ignorancia.

El bautismo en el Espíritu es la experiencia que nos permite regresar a la


atmósfera para la cual hemos sido creados. Cuando una persona es bautizada en
agua, es sumergida e inmediatamente sacada. Si esa persona fuera dejada en el
agua, su cuerpo moriría, por lo cual cada segundo el cuerpo buscará salir de ese
lugar para el cual no fue creado. Cuando la persona es sacada del agua recibirá
una bocanada de aire en sus pulmones que aliviarán aquella breve espera. El
bautismo en el Espíritu es justamente así, cuando pensamos que fuimos creados y
llamados por Dios para vivir en el espíritu, pero hemos estado sometidos hasta
aquí a una atmósfera de vida para la cual no fuimos creados. Es por eso que el
bautismo en el Espíritu nos lleva a recuperar la frescura, las fuerzas, el enfoque y
el sentido a todas nuestras vidas.

Cuando Salomón escribió el libro de Eclesiastés, acuñó la siguiente expresión:


“aflicción de espíritu”. La palabra “vanidad” nos hace entender que todo camino
humano, separado del propósito eterno de Dios y separado de Cristo, carece
absolutamente de sentido. Salomón encontró en toda su sabiduría que al ser
humano, y aún a sí mismo, le faltaba aquello que le otorgara verdadero sentido y
propósito. Es por eso que Salomón profetizó a Cristo en el hombre y al hombre
en Cristo. Pero también tenemos aquella otra expresión: “aflicción de espíritu”. Si
leemos detenidamente Eclesiastés, descubriremos que Salomón resume la gran
mayoría de los negocios y asuntos a los cuales los hombres dedican toda su vida
en la tierra. Sin embargo, Salomón dice que todas esas actividades producen
aflicción de espíritu. Esa aflicción es la incomodidad de la creación que clama por
salir de aquella atmósfera contraria y adversa: el pecado, la muerte, las tinieblas,
el mundo y la vanidad.
114

Sólo el bautismo en el Espíritu Santo nos otorga la experiencia de regresar a la


atmósfera que nos permite respirar vida, de tal manera que aún nuestras almas
comienzan a comprender que debe alejarse de toda otra vida. A partir de allí,
siendo guiados por el Espíritu, el camino a recorrer propuesto por el evangelio es
fresco y lleno de vida. Es por medio del Espíritu Santo de Dios que podemos ser
libres de toda forma humana y religiosa de vivir el evangelio. La religión suele
ofrecer formas frías y muertas de vivir el cristianismo, llenando la mente de
información, acumulando reglas de conductas y conformándonos a ritos y
costumbres que nada tiene que ver con la experiencia viva y real de la vida de la
Iglesia del Señor. Es tarea del Espíritu estorbarnos, provocarnos y conducirnos a
salir de toda forma falsa y vana de vivir, para ser conducidos a la realidad de Dios,
hasta expresar en nosotros Su Verdad.

BAUTISMO ESPIRITUAL

La materia prima del evangelio es la vida espiritual que nos fue otorgada en Cristo.
El alma es el lugar donde debemos edificar, pero los materiales de esa
construcción provienen de la vida eterna, de la nueva naturaleza que nos hizo
partícipes Jesucristo por medio de la Cruz.

La experiencia del bautismo en el Espíritu es indispensable para alcanzar una


verdadera madurez. El bautismo es parte esencial del evangelio y en este espacio
veremos cuál es el bautismo que Dios ha provisto para nuestra transformación y
su importancia en el evangelio.

Efesios 4:1-6 dice: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es
digno de la vocación con que fuisteis llamados, (2) con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, (3)
solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; (4) un cuerpo,
y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; (5) un Señor, una fe, un bautismo, (6) un Dios y Padre de todos, el cual
es sobre todos, y por todos, y en todos”.

Aunque en la Biblia vemos muchos tipos de bautismo, el evangelio de Jesucristo


presenta a aquel único bautismo que tiene calidad de ser verdadero. ¿Será que los
otros bautismos no son importantes o son inservibles? De ninguna manera, sino
que todos ellos anuncian y hablan sobre la importancia y la sustancia de aquel
único bautismo que traería el evangelio al hombre.
115

El bautismo que ningún hombre pudo recibir antes del sacrificio de Jesucristo, es
el bautismo en el Espíritu. Sobre este bautismo pueden surgir muchas preguntas:
¿Qué es el bautismo en el Espíritu? ¿Cómo puedo recibirlo? ¿Cuál es su función
e importancia? ¿Cómo afectará mi vida?

Veremos a través de las Escrituras y cartas apostólicas lo referente a este


bautismo. Al hacerlo no buscamos la información intelectual sobre el bautismo,
sino más bien, ser provocados a la vida y sustancia de ese bautismo, ser
provocados a valorar cada día más las cosas reales de Dios y Su gobierno en
nosotros.

Es importante destacar que el bautismo en el Espíritu no viene a reemplazar la


práctica del bautismo en agua. Si comprendemos que el bautismo en el Espíritu
es el que contiene toda la sustancia y realidad de la vida en Cristo, más adelante
veremos qué función cumple el bautismo en agua.

Hechos 1:4-5 dice: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén,
sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. (5) Porque
Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días”.

Fue Jesús mismo quien puso el nombre de “bautismo” al hecho de recibir al


Espíritu Santo, como el cumplimiento de una promesa.

La palabra bautismo proviene de la palabra “baptizo” del griego (βαπτίζω G907),


bautizar. La expresión “bapto” significa mojar. Se usaba entre los griegos para
referirse al teñido de vestidos. También era usada para referirse a la acción de
sacar agua introduciendo una vasija en otra más grande. Plutarco (un historiador
y filósofo del siglo I) usaba esta palabra para referirse a la acción de introducir
una copa en un cuenco para sacar vino.

Podríamos decir que bautismo se relaciona con tres acciones esenciales:

• Lavar

• Sumergir

• Transformar
116

Es una sola idea que se expresa en tres aspectos:

Lavar. En el sentido del bautismo de Juan, ellos confesaban sus pecados y se


sometían al agua con la esperanza de ser lavados de esos pecados. En el bautismo
del Espíritu, el sentido es quitar lo falso para que salga a relucir lo

1- verdadero, lo limpio, lo que es.

2- Sumergir. Es el paralelo a la experiencia de la sepultura. Tiene que


ver con dejar atrás una vieja vida, una vieja naturaleza, para caminar en una vida
nueva.

3- Transformar. Como aquella tela que es sumergida para ser teñida,


devolviéndole vida y utilidad. Es el bautismo que nos devuelve el sentido para el
cual vivir, un lugar en el propósito eterno de Dios.

1. Antiguo Pacto, había mensajes escondidos para que en nuestros días


pudiéramos entender. El Espíritu Santo estaba dando a entender en aquellas
directivas algo que es importante para nosotros.

2. Los múltiples sacrificios que se hacían cada año ponían en evidencia


la insuficiencia de aquel Pacto. Los sacrificios NO PODÍAN hacer perfectos a los
que presentaban esos sacrificios. ¿Qué es lo que no podía ser perfeccionado?

3. Los sacrificios que Israel hacía para Dios, no podían hacerlos


perfectos en cuanto a la conciencia. El resultado de esa falta de perfección era
evidente: ellos seguían esclavos del pecado y por esa razón los sacrificios nunca
cesarían.

¿Qué es conciencia? Conciencia es el centro de operación del alma humana. Es el


órgano que nos permite ser conscientes. La conciencia nos permite saber que
existimos y somos en un momento dado del tiempo y lugar en el espacio. El
hombre (a diferencia de los animales) es consciente de su propia existencia, de sí
mismo, de las cosas y de las personas que le rodean. Cuando alguien dice “Yo”,
es su conciencia la que habla.
117

Veamos la definición del diccionario acerca de la palabra “conciencia”.

1. Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente
la realidad y los actos, especialmente los propios.

2. Sentido moral o ético propios de una persona.

3. Conocimiento espontáneo y más o menos vago de una realidad.

4. Conocimiento claro y reflexivo de la realidad.

5. Capacidad de reconocer la realidad circundante.

6. Actividad mental del propio sujeto que permite sentirse presente en el mundo
y en la realidad.

29 veces se habla de conciencia en el Nuevo Testamento

Muchas veces se utiliza la palabra conciencia para referirse al aspecto moral, al


conocimiento del bien y el mal. También como una voz interna que intenta regular
las decisiones hacia lo que “debe ser”, frenando los impulsos hacia el mal. En ese
sentido, podríamos hallar una diferencia entre “conciencia” y “consciencia”. Es
decir, podríamos pensar que conciencia y consciencia (con “s”) se refieren a dos
cosas totalmente distintas. Sin embargo, ambas palabras tienen un mismo origen
(del latín conscientia), y el diccionario incluye dentro de la definición de
“conciencia” la aplicación de la palabra como “consciencia”. Quiere decir que
“consciencia” está incluida dentro de la “conciencia”.

Lo que en realidad nos interesa es la intención de los autores bíblicos (en especial
los del Nuevo Testamento).

La palabra griega syneídēsis, o suneídesis, se traduce como “co-percepción”. El


diccionario Vine lo define así: “uno conociendo con (sun, con; oida, conocer),
esto es, un co-conocimiento (con uno mismo)”. En numerosas ocasiones puede
usarse como conciencia del bien y el mal, o el sentido de culpa, o el testimonio de
lo correcto moralmente hablando. Sin embargo, es perfectamente aplicable a la
capacidad de ser conscientes. De hecho, la conciencia vista como el sentido de
moral, nos permite construir una consciencia y capacidad de percepción de todo
lo que nos rodea y afecta, incluyéndonos a nosotros mismos. Por lo tanto, cuando
el escritor a los hebreos habla de hacer perfectos en cuanto a la conciencia,
118

lo hace en sentido amplio. No en el sentido de un “deber ser” que nos acusa, sino
a la capacidad de expresarnos perfectamente en la vida. Es por eso que en el
capítulo 10 define esa perfección como “la preservación del alma”. Esto es, la
consciencia como el centro mismo de todos los sistemas del alma.

Hebreos 10:1-4 dice: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros,
no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se
ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. (2) De
otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una
vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. (3) Pero en estos sacrificios cada
año se hace memoria de los pecados; (4) porque la sangre de los toros y de los
machos cabríos no puede quitar los pecados”.

El escritor de la carta está haciendo un énfasis especial sobre la perfección y la


incapacidad de la Ley y las prácticas establecidas en el Antiguo Pacto, de producir
personas perfectas. Sólo el evangelio y la salvación por medio de Jesucristo puede
producir perfección. Eso no se produce por muchos sacrificios, sino por un solo
sacrificio.

Hebreos 10:14 dice: “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre
a los santificados”.
Hebreos 10:22 dice: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de
fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura”.

Debemos saber que la vida espiritual contiene su propia conciencia y su propia


memoria. He aquí algunos pasajes bíblicos que pueden ser útiles para meditar
acerca de esto:

➢ “Renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10).


➢ “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu” (Jn. 13:21).
➢ “Su espíritu fue provocado viendo la ciudad llena de ídolos” (Hch. 17:16).
➢ “Pues no habéis recibido espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor” (Ro. 8:15).
➢ “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios” (Ro. 8:16).
➢ “Pues yo ... presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal
cosa ha hecho” (1 Co. 5:3).
119

➢ “No tuve reposo en mi espíritu” (2 Co. 2:13)


➢ “El espíritu está dispuesto pero la carne es débil” (Mt. 26:41).
➢ “Jesús, conociendo en Su espíritu” (Mr. 2:8).
➢ “Y gimiendo profundamente en Su espíritu” (Mr. 8:12).
➢ “Jesús ... se indignó en Su espíritu” (Jn. 11:33).
➢ “Este ... siendo ferviente de espíritu” (Hch. 18:25).
➢ “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén” (Hch. 20:22).
➢ “Porque, ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu
del hombre que está en él?” (1 Co. 2:11).
➢ “Porque confortaron mi espíritu y el vuestro” (1 Co. 16:18).
➢ “Por cuanto su espíritu recibió refrigerio de todos vosotros” (2 Co. 7:13).
➢ “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu” (Ro. 1:9).
➢ “Sirvamos en la novedad del espíritu” (Ro. 7:6).
➢ “Habéis recibido espíritu filial, con el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Ro.
8:15).
➢ “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu” (Ro.
8:16).
➢ “Oraré con el espíritu” (1 Co. 14:15).

Estos pasajes y muchos otros dan cuenta de la actividad del espíritu en aquellos
que han recibido la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. ¿Es posible vivir
una vida ignorando esa actividad? A esa posibilidad el apóstol Pablo le llama “ser
carnales”.

EL EVANGELIO PRESENTA LA NUEVA CONCIENCIA

Conciencia es quien yo soy. Conciencia es cómo percibo el mundo. Conciencia es


cómo me percibo a mí mismo. Conciencia es lo que me dice qué es real y que no.
Piense en la conciencia como ese órgano interior que puede diferenciar entre la
imaginación, los acontecimientos de la vida real, la memoria de cosas pasadas, las
intenciones de lo que se desea, así cómo también identificar quiénes somos en esa
interacción. El Espíritu Santo de Dios actúa directamente en aquel órgano,
confrontando todo aquello que el mundo ha depositado en nuestras almas e
instruyéndonos para conocer y vivir en la Verdad del evangelio.

¿De qué manera el evangelio nos perfecciona en cuanto a la conciencia?


Presentándonos a nosotros mismos en la nueva vida y nueva realidad espiritual.
120

2 Corintios 5:16-17 dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie
conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo
conocemos así. (17) De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Mientras la Ley trae a la memoria los pecados, la Gracia nos otorga una nueva
vida sin historia de pecado y nos propone una nueva tecnología: despojarnos del
viejo hombre y la vieja naturaleza. Es decir, el evangelio no mejora ni prolonga la
antigua conciencia, sino que nos perfecciona otorgándonos acceso a aquella
conciencia espiritual, eterna y perfecta. En esa renovación se produce la sepultura
de un viejo modelo de vida y la experiencia de la novedad de vida espiritual.
Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de
Dios”.

LA CONCIENCIA DEL ALMA Y LA DEL ESPÍRITU

¿Qué sucede con la vieja conciencia en la que operaba el alma antes del evangelio?

Esa conciencia sigue operando en el alma, mientras va siendo desvestida del viejo
hombre y le es propuesto el negocio de expresar al Señor por medio de la madurez
espiritual. El alma es, en su forma más esencial, esa conciencia que debe
experimentar el despojo de lo viejo y ser revestida de lo nuevo. Un odre nuevo (la
conciencia del alma renovada por el Espíritu), para un vino nuevo (la conciencia
del ser espiritual). La verdadera transformación del alma se produce cuando
aquella conciencia del alma es vaciada para llenarse de las realidades de la vida
espiritual que nos ha sido otorgada en Cristo.

Veamos esto en la carta a los hebreos:

Hebreos 10:35 – 11:1 dice: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande
galardón;
(36) porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad
de Dios,
obtengáis la promesa. (37) Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y
no t a r d a r á .
(38) Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. (39) Pero
nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe
para preservación del alma.
121

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

• ¿Qué es lo que no vemos? No vemos aún la perfección que nos fue


otorgada en Cristo. ¿Por qué? Porque aún vemos los vestigios del viejo hombre
en nosotros. Vemos un alma que aún no ha sido preservada, llena de vanidad y
corrupción. No vemos aún que somos perfectos, aunque dice: “con una sola
ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:14).

• No vemos esa perfección, pero tenemos fe. Esa es la fe operando para


perfección. Es la fe que nos provoca a la madurez. Es la fe dándonos certeza de
lo que esperamos: ver a Cristo expresado en nosotros.
• Aunque no vemos esa perfección en nosotros, no somos de los que
retroceden para perdición. Seguimos avanzando por causa de la fe. No avanzamos
para ser perfeccionados, sino que avanzamos porque vemos por fe que ya hemos
sido perfeccionados y buscamos manifestar esa perfección. ¿Dónde se encuentra
esa perfección completa y consumada? En la vida espiritual que nos ha sido
concedida en Cristo Jesús.

• Luego, el escritor mostrará de qué manera la fe operó para darles


buen testimonio a los antiguos, a pesar de que ninguno de ellos pudo gustar el
cumplimiento de lo prometido: la perfección en Cristo. (ver Hebreos 11:40)

Veamos estas dos conciencias operando en el Apóstol Pablo:

2 Corintios 12:1-6 dice: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a


las visiones y a las revelaciones del Señor. (2) Conozco a un hombre en Cristo,
que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios
lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. (3) Y conozco al tal hombre (si en el
cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
(4) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado
al hombre expresar. (5) De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada
me gloriaré, sino en mis debilidades. (6) Sin embargo, si quisiera gloriarme, no
sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí
más de lo que en mí ve, u oye de mí”.

Aunque el apóstol está hablando de sí mismo (del ser espiritual), parece hablar en
tercera persona. Es la manera coherente de mostrar que, aunque el alma sigue
operando en una conciencia que está siendo transformada, en la vida espiritual
portamos una conciencia ya perfecta: la nueva criatura, el nacido de nuevo.
122

El evangelio no dice: “vengo a cambiarte”, el evangelio viene y dice: “vengo a


mostrarte quién eres en la realidad”.

EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU

La obra del Espíritu es conducirnos a la verdad. ¿Cuál es la verdad a la que nos


guía el Espíritu? La vida de Cristo que nos ha sido dada en el espíritu. Cristo es
la Verdad y nuestra madurez es la tarea asignada al Espíritu Santo.

Juan 16:13 dice: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.

Juan 14:15-17 dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. (16) Y yo rogaré
al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: (17)
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le
conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros”.

Observe que Jesús les dice que el mundo no puede recibir al Espíritu Santo porque
no le conoce. Esta expresión nos deja en claro que es necesario conocer al Espíritu
Santo para poder recibirlo. Pero los discípulos no tenían información sobre el
Espíritu a manera de conocimiento humano. Sin embargo, del conocimiento que
Jesús se refería es diferente a aquel conocimiento humano que se alcanza
acumulando información mental, doctrinal o religiosa. Ese es el conocimiento que
nos provee la vida espiritual: el conocimiento que contiene la conciencia del
espíritu. Es un conocimiento que no sucede en nuestras mentes, sino el
conocimiento contenido en la vida espiritual. Esa vida espiritual, que es eterna,

contiene un conocimiento que trasciende a nuestras experiencias en la tierra. Es


por causa de ese conocimiento que nos es otorgado por la gracia de Dios, que
podemos recibir al Espíritu Santo. Le recibimos porque le conocemos.

Es necesaria la vida espiritual para recibirle, ya que en esa vida lo conocemos, lo


reconocemos y lo vemos. Al recibirle, Su obra comienza y permanece hasta
llevarnos a la madurez y a vivir en la Verdad. Ese bautismo es el que ha dispuesto
el evangelio: donde una antigua vida es sepultada y una nueva vida nace.

Nota: observe que la conciencia está íntimamente relacionada con el lenguaje.


(usted puede investigar acerca de este asunto altamente estudiado por la
neurociencia).
123

No debería de ser ninguna sorpresa y descubrir que en el bautismo del Espíritu se


despiertan nuevas lenguas. Ese pudiera ser un testimonio de que en nosotros opera
un conocimiento y una vida que nuestra alma no alcanza aún a comprender, ni
puede gobernar.

EL BAUTISMO EN AGUA

Si el evangelio nos presenta un bautismo, y sabemos que nos ha sido provisto el


Bautismo en el Espíritu Santo, ¿Cuál es la función del bautismo en agua? El
apóstol Pedro responde a esta pregunta en su carta:

1 Pedro 3:18-22 dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los
pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto
en la carne, pero vivificado en espíritu; (19) en el cual también fue y predicó a
los espíritus encarcelados, (20) los que en otro tiempo desobedecieron, cuando
una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba
el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. (21)
El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias
de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por
la resurrección de Jesucristo, (22) quien habiendo subido al cielo está a la diestra
de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades”.

El bautismo en agua es una aspiración. Es la decisión consciente del alma de ser


sepultada para experimentar la resurrección y el nuevo nacimiento en Cristo Jesús.
Nos bautizamos en agua como una aspiración de alcanzar la madurez: la
operación en nosotros de la conciencia espiritual.

En esa conciencia:

Ø Podemos andar en el espíritu.

Gálatas 5:16 Ø Podemos obedecer a Dios.

Filipenses 2:13

Ø Podemos conocer a Dios y recibir todas las cosas que pertenecen


a la vida. (2 Pedro 1:3)
124

El bautismo en agua es una referencia para nuestro cuerpo y alma de que hemos
sido sepultados juntamente con Cristo y por lo tanto:

Ø No nos pertenecemos a nosotros mismos. (1 Corintios 6:19)

Ø No somos atraídos por nada de lo que hay en este mundo y nada


puede gobernar nuestro camino, solo Cristo puede hacerlo.

Ø Somos peregrinos en esta vida natural, porque nuestra vida está


escondida en Dios. (Colosenses 3)

SEPULTURA EN CRISTO

Romanos 6:4 dice: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por
el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”.

Colosenses 2:11-12 dice: “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión


no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la
circuncisión de Cristo; (12) sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis
también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de
los muertos”.

Al venir a nosotros la nueva vida, la vida espiritual, es evidente que la vieja vida
(o la muerte en la que andábamos) debe ser quitada de en medio.

Israel siempre tuvo bautismos entre sus ritos, pero nunca pudo comprender lo que
esos bautismos y abluciones significaban. Nicodemo no pudo comprender lo que
Jesús decía al hablar del nuevo nacimiento (Juan 3). La purificación que Jesucristo
nos ha propuesto no es una limpieza superficial para continuar viviendo en la vieja
vida, sino un nuevo nacimiento.

Nuevo nacimiento es nueva vida. Nueva vida exige que lo viejo sea quitado. A
eso se refiere el escritor a los hebreos al decir:

Hebreos 13:12-14 dice: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo
mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. (13) Salgamos, pues, a él,
fuera del campamento, llevando su vituperio; (14) porque no tenemos aquí ciudad
permanente, sino que buscamos la por venir”.
125

Cuando los sacerdotes sacrificaban al animal por los pecados del pueblo, estando
Israel en el desierto camino a la tierra prometida, ellos podían continuar viviendo
sus antiguas vidas con normalidad dentro del campamento. Eso se debía a que el
pecado los dejaba fuera del pueblo de Dios. Es por eso, de acuerdo a cada
transgresión, estaba previsto el sacrificio que les permitía permanecer dentro del
pueblo a pesar del pecado. Hoy sabemos que aquellos sacrificios no podían
perfeccionar al pueblo, porque sólo eran un anuncio de aquel único sacrificio
verdadero que vendría en Cristo Jesús. El escritor de la carta a los hebreos está
poniendo un énfasis en la actitud de aquel pueblo frente al sacrificio de esos
animales. Esos sacrificios se hacían fuera del campamento, llevando el vituperio
del pecado para que aquellas personas pudieran seguir una vida común dentro del
campamento. ¿Hemos de tener la misma actitud nosotros que ellos al ver el
sacrificio de nuestro Señor? Cuando somos expuestos al verdadero sacrificio,
nuestra reacción no es la misma que la de aquellos hombres. No somos llamados
a “aprovechar la muerte del Señor”, para continuar una vida común y corriente.
Nuestro impulso no puede ser el continuar con la vieja vida, sino comprender que
debemos “salir del campamento”, llevando ese vituperio para que aquella muerte
opere en nuestros corazones, dejando atrás la pasada manera de vivir (Efesios
44:22).

Podemos comprender que el Bautismo Espiritual es aquel que nos revela la nueva
vida en Cristo y despierta en nosotros el anhelo de madurez y de ser parte del
Propósito Eterno de Dios.

El bautismo en agua es una acción consciente, una determinación del alma de ir


a la sepultura. Ese acto no produce acciones mágicas, pero nos ayudará a recordar,
frente a circunstancias de la vida, que conscientemente hemos decidido sepultar
al viejo hombre. Esa acción puede ser relevante en nuestro proceso de madurez,
si es el resultado de la apertura de ojos que produce el bautismo espiritual.
Esa sepultura nos dice:

Ø No buscamos los mismos placeres que buscan los demás.

Ø No tenemos en la tierra nuestra ciudadanía, aunque caminamos en ella


como extranjeros y peregrinos. (Hebreos 13:14, 1 Pedro 2:11)

Ø Ya no vivimos por nuestra justicia propia, ya que hemos renunciado a


ella. (Filipenses 3:9)
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Ø No nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que tenemos un dueño. 1


(Corintios 6:19)

Ø Ya no vivimos por el juicio de los hombres ni por sus opiniones, como


tampoco por las nuestras. (1 Corintios 4:3)

Ø Toda nuestra búsqueda en la tierra es la participación de los negocios


eternos del Padre.

Ø Cuando el alma atraviesa sufrimientos, debe recordar que hemos sido


sepultados en esa vieja vida y que ya no buscamos nuestra comodidad
ni placer personal. Por esa sepultura buscamos participar de
padecimientos más relevantes, aquellos con consecuencias eternas. (1
Pedro 4:13, 2 Timoteo 3:11, Filipenses 3:10)

Colosenses 3:1-4 dice: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas
de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. (2) Poned la mira en las
cosas de arriba, no en las de la tierra. (3) Porque habéis muerto, y vuestra vida
está escondida con Cristo en Dios.
(4) Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria.”

EN SU ESPÍRITU

Estar en Cristo, es estar en Su Espíritu, viviendo una verdadera vida. El apóstol


Pablo declara en su carta a los romanos que el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5). Esta
es la naturaleza del amor de Dios bañando nuestras almas, limpiando nuestros
corazones de toda falsedad para que podamos vivir expresando Su amor. Ese amor
verdadero es la evidencia irrefutable de la presencia del Espíritu Santo de Dios en
nosotros. Cualquier otra manifestación puede ser actuada y superficial, pero la
expresión misma de la calidad del amor de Dios en nuestros corazones, sólo puede
ser alcanzada por la acción del Espíritu. Estar en Cristo es, por lo tanto, estar en
Su amor por la acción del Espíritu Santo.

Romanos 8:9 dice: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu,
si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de él”.
127

Vivir en Su Espíritu lleva consigo una consecuencia inmediata e irremediable:


dejar atrás la vida en la carne. Es esta nueva vida en nosotros que clama por la
transformación de nuestras almas hasta expresar la excelencia del conocimiento
de Dios.

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