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ESCUELA DE VIDAMDV
MÓDULO 1
ÍNDICE
Introducción
Objetivos generales
Tema 1: El Evangelio.
● Parte 1: Libres del Engaño.
● Parte 2: El evangelio de Verdad.
Tema 2: Reconciliación.
Tema 3: Justificación.
Tema 4: El parámetro de éxito desde la Cruz.
Tema 5: Discipulado.
Tema 6: Madurez espiritual.
Tema 7: La salvación del espíritu y la salvación espiritual del alma.
Tema 8: Bautismo.
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INTRODUCCIÓN
OBJETIVOS GENERALES
La Escuela de Vida MDV es un espacio diseñado para ser una herramienta útil
en la colaboración del crecimiento y madurez de los llamados a la salvación.
Son objetivos de este primer módulo:
1- Establecer el fundamento del evangelio con claridad para un crecimiento sano
y productivo en la fe.
2- Provocar ámbitos continuos de madurez y crecimiento en quienes participan.
3- Promover la colaboración mutua y los vínculos sanos para la madurez.
4- Proponer materiales y palabras que puedan ser trabajadas de manera diaria y
en todas las áreas de la vida.
5- Crear ámbitos propicios para la interacción sana y ámbitos de ministración
para la obra del Espíritu.
6- La medida que se busca observar en aquellos que terminan el módulo 1 de la
Escuela de Vida es el siguiente:
● Personas que pueden verse a sí mismas perfectas en Cristo por la obra de
la Cruz y anhelantes de ver esa perfección expresada en sus almas.
● Hijos que son despertados en hambre continua por la Palabra y que valoran
la voz de Dios por encima de todas las cosas.
● Expresiones del corazón que den cuenta de la revelación creciente del valor
e importancia de lo eterno, que menosprecia las cosas temporales y
terrenales.
● Evidencias de corazones que han decidido renunciar a sus justicias
personales y anhelan funcionar bajo los parámetros vivos de la Justicia de
Dios expresada en la Cruz de Cristo.
● Entusiasmo por el entendimiento del evangelio, habiéndose apropiado de
la Palabra.
● Evidencias de amor a los santos y el anhelo de funcionar en los vínculos
sanos del cuerpo.
● Evidencias de la fe no fingida, no sustentada en expectativas humanas y
naturales, sino celebrando lo eterno y procurando la libertad anunciada por
el evangelio.
● Santos que han comprendido que no se pertenecen a sí mismos y ya no
viven para sí mismos, sino para agradar y servir a quien les ha llamado:
Cristo Jesús.
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TEMA 1: EL EVANGELIO
Objetivos:
Dios amó al mundo eternamente, pero la grandeza y gloria de Su amor aún debían
darse a conocer al hombre. Él no solo nos amó y nos ama, sino que nos ama de
una manera propia y particular. Su manera de amar la manifestó enviando a su
Hijo Jesucristo, el cual entregó su vida por nosotros. La Cruz fue la mayor
expresión del amor de Dios y la mejor noticia que hoy podemos oír; fuimos
justificados y reconciliados para vivir en Él.
Es sorprendente que muchos cristianos deciden vivir una vida religiosa; sin
embargo, no entienden plenamente qué sucedió a su favor en esa cruz. Quizá su
fe les permite creer en Dios; pero no le han permitido a Él darse a conocer.
Jesucristo, quizá entonces, podría dejar la lectura de este apartado y pasar a la del
próximo tema. Sin embargo, entendiendo que somos parte de una generación que,
de alguna manera, ya fue expuesta a historias, dogmas y conceptos acerca de Dios;
es necesario hacer una labor importante.
Lo primero que necesitamos hacer es quitar las mezclas; es decir, quitar aquellas
formas incorrectas de entender el evangelio. Cualquier evangelio que no sea el
que anuncia el Espíritu Santo debe ser considerado como un evangelio no
genuino y auténtico. La mayor y más exitosa estrategia de las tinieblas para
retrasar en el tiempo la manifestación del propósito eterno de Dios fue, es y será
confundir, distorsionar el verdadero mensaje del evangelio.
EL EVANGELIO VIVO
Necesitamos oír la Palabra del evangelio verdadero que nació del Espíritu de Dios
y desechar todo otro evangelio. Hablamos de una Palabra cargada de la vida de
Dios. Así es como en los días de la iglesia del primer siglo surgieron otros
evangelios; pero ellos siempre fueron considerados peligrosos tropiezos para la
madurez de la Iglesia. (Gálatas 1:6-10, 2 Corintios 11:4)
Algunos piensan que oírlo predicar el evangelio, es una necesidad que se plantea
para una única vez en la vida. Es decir, oímos sobre el evangelio una vez,
recibimos a Jesucristo como Salvador, confesamos su nombre y ya no hay más
necesidad de oír el evangelio.
El evangelio anuncia que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, quien murió en la cruz
para sacarnos de la posición de muerte en la que estábamos y nos trasladó a Su
vida; fuimos llevados de las tinieblas a la luz. Ante esta Palabra de verdad sólo
hay dos resultados posibles: creer o no creer. Si creemos y lo confesamos con
nuestra boca, seremos, además, testigos de dos grandes y sorprendentes milagros:
nos conducirá a ser la expresión de una nueva vida y de la grandeza del amor de
Dios. Sea que usted haya oído el mensaje del evangelio hace años, o, que para
usted haya sido una experiencia reciente, debe saber que aceptar las mezclas en
el evangelio, provocará siempre interrupciones en su crecimiento espiritual. Es
por eso que debemos pedir a Dios constantemente: “Señor, hazme limpio de todo
evangelio que no provenga de ti y, háblame el evangelio, por medio de tu Espíritu
Santo”.
Esta es una gran oración para hacer y repetir todos los días, hasta tener la plena
certeza de que la Palabra del evangelio ha sido absorbida por todo nuestro ser con
entendimiento y poder transformador de Dios.
Jesús les enseñaba con parábolas para que no entendieran los verdaderos misterios
del Reino de los Cielos, y porque todavía no había ido a la Cruz. Además, esos
misterios estarían reservados para los que, por medio del evangelio, alcanzaran la
vida espiritual.
¿Cuáles eran las mayores riquezas que Jesús podía darles? El valor de la vida
espiritual y el entendimiento de lo eterno son incomparablemente mayores a las
soluciones temporales y humanas que pudieran obtener de Él.
Tanto los discípulos como las multitudes ignoraban lo que Jesús había venido a
ofrecerles, así como también, ignoraban el valor de la vida espiritual y las riquezas
del conocimiento de Dios. Es posible, que todas las personas que se acercan a
Dios ignoren esta realidad; aunque es de esperarse que al exponernos al evangelio
de verdad dejemos de ignorar la propuesta de Dios, y comprendamos el valor de
aquello que Él nos ofrece.
Jesús, antes de la cruz, estaba ofreciendo cosas que la gente estaba dispuesta a
demandar. Si usted tiene un producto que todo el mundo necesita, seguramente
encontrará multitudes buscando lo que ofrece. Jesús sanaba sus enfermedades,
resucitaba muertos, les daba de comer milagrosamente y era una fuente de
asombro que alimentaba sus necesidades de ver cosas nuevas. Sin embargo,
aunque Jesús solucionaba sus problemas, el evangelio no había sido manifestado
aún. De hecho, Jesús entendía que ese aspecto de Su ministerio, sólo le acercaría
más y más a la razón de su pasar en la tierra: la cruz. Recordemos así las palabras
de Jesús a María en las bodas de Caná, cuando ella le pidió que hiciera un milagro:
“mi hora no ha llegado aún”, una expresión que usaba para referirse a su destino
en la cruz.
El evangelio fue entonces expresado cuando Él fue a la cruz, porque esa sí era la
hora del Señor y allí se consumó la tarea de Jesucristo. Ahora bien, observemos
con detenimiento: ¿cuántas personas permanecieron junto a Jesús en el momento
de la crucifixión? Ni uno de ellos, todas aquellas multitudes desaparecieron,
porque Jesús después de ir a la cruz ya no les ofrecía soluciones. La única oferta
del Padre estaba en la muerte de Jesús en esa cruz. El Hijo de Dios estaba siendo
levantado para que todo el mundo pudiera creer en Él.
He aquí entonces, una llave para entender el evangelio de Dios; nuestra alma
nunca lo demandará ni creerá necesitarlo, ya que sólo puede ser demandado desde
el espíritu. Es por eso que necesitamos fe para creer en Él, pues por la fe
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nos es dado el salir de la muerte y ser trasladados a la vida, sólo por aceptar la
propuesta de Dios. Sin embargo, muchos cristianos que creen en Dios son
engañados por doctrinas y propuestas que evitan exponer las verdaderas
propuestas de Dios. Toda forma de evangelio que ofrece soluciones temporales,
materiales y terrenales, pero no hace énfasis en lo eterno, es engañosa, peligrosa
y vana.
Si todo lo que nos liga a Dios son necesidades personales y humanas, es solamente
una cuestión de tiempo el ser robados, distraídos o arrastrados por filosofías
humanas. Por el contrario, si oímos el evangelio que es predicado por el Espíritu
Santo para cada día de nuestras vidas, sin duda, llegaremos a expresar toda la
plenitud de la vida de Cristo en nosotros.
OTROS EVANGELIOS
EL CRISTIANISMO TRADICIONAL
En este apartado vamos a resumir todas aquellas ideas aceptadas acerca de Dios
que no necesitan ser enseñadas; sino que se transmiten culturalmente. Si usted
conoce a una persona que dice creer en Dios; pero no tiene interés de conocerlo
verdaderamente, ha descubierto una víctima de este tipo de doctrina.
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● “Dios quiere que seamos buenas personas para que vayamos al cielo, de
lo contrario seremos enviados al infierno. El evangelio trata acerca de ganarnos
el cielo para cuando nos llegue la muerte”. Esto es falso porque no expresa las
verdaderas intenciones de Dios y sus propuestas.
● “Dios juzga, condena y castiga a todos los que hacen cosas malas; pero
ayuda y bendice a las buenas personas”. Esto contradice absolutamente la obra
de la Cruz y crea una imaginación acerca de Dios que impide que las personas
vean Su verdadero amor.
● “Dios mira con agrado a quienes cumplen con él asistiendo a misa o
reuniones religiosas, así como también exige, que demos limosnas y ofrendas a
cambio de su bendición”. Ese tipo de teorías religiosas, menosprecian a Dios y lo
colocan en un lugar inactivo. Muchos cristianos cuestionan a Dios por su inacción
frente a la maldad y los males humanos. Esos dogmas alejan a las personas del
conocimiento verdadero de Dios y sus propuestas para el hombre.
● “Somos humanos y el pecar es humano pero el perdonar es divino. Dios
perdona a todas las personas que le piden perdón y viven una vida religiosa; sin
embargo, condena a todos los que no creen en él”. Este tipo de doctrinas alejan a
las personas de una vida en libertad verdadera. Ponen a Dios en una posición
limitada a asuntos de pecados, privando a la gente del conocimiento verdadero de
Dios.
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Para este tipo de doctrinas la mala noticia es que “nos vaya mal en la vida”. La
buena noticia de este tipo de evangelios es que Dios nos ayude para vivir una vida
mejor y con la conciencia tranquila. Es necesario identificar estas ideas en nuestra
manera de pensar y actuar, para que pierdan influencia, ya que son estructuras de
ignorancia que no nos permitirán entender el verdadero evangelio de Jesucristo.
El anuncio de que Jesucristo murió para salvarnos del infierno y llevarnos al cielo
es otra de las formas de como muchos acuden a Dios. Esta predicación se conecta
con el temor a la muerte que opera en todas las personas que no han sido
alumbradas con la verdad. Esta doctrina edifica en las personas un sentimiento
de “escape de la realidad”. La vida, para las personas que han abrazado esta forma
de evangelio, sólo les sirve para sobrevivir y soportar los días. Sus vidas sólo son
un espacio de tiempo para soportar angustias, mientras que esperan morir o que
el mundo termine. Generalmente, aceptan este evangelio, personas que atraviesan
una y otra vez situaciones difíciles y es lo que les atrae de este mensaje religioso.
Este tipo de dogmas no necesita ofrecer respuestas a las circunstancias, ya que lo
importante viene después de la muerte.
Esta forma de evangelio nos habla de que nuestra vida en la tierra, sólo consiste
en esperar pasivamente el momento de nuestra muerte en el cuerpo o experimentar
la venida del Señor. Es un evangelio que no nos propone ningún beneficio ni
garantía de alcanzar madurez; sino que sólo discute si la salvación se pierde o no,
y cómo conservarla cuando fuera necesario.
Jesús dijo: “yo edificaré mi Iglesia” y eso no tiene nada que ver con enviar a
personas al cielo después de la muerte. Para algunas personas, ir al cielo es lo más
importante; pero si oímos el evangelio que predica el Espíritu Santo,
descubriremos que se centra en la esperanza, en las expectativas y en las
intenciones de Dios y no en las nuestras. El verdadero evangelio no se ofrece al
hombre para resolver sus necesidades; sino para proveer a nuestro Padre Celestial
lo que Él espera.
Quienes creen en este tipo de evangelio, experimentan contradicciones en su alma
continuamente. Sus creencias cristianas no le conducen a la madurez espiritual ni
a manifestar el amor de Dios de manera verdadera. La santidad, entonces, se
convierte en un objetivo que sólo se cree alcanzar con “sacrificios para ir al cielo”,
y que resulta en apariencias. Quienes anuncian este tipo de mensajes utilizan una
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Si la mala noticia que leemos todos los días son los problemas que
experimentamos, entonces, la buena noticia que necesitamos, es que dichos
problemas puedan ser solucionados. Es por eso que, decirles a las personas que
“Cristo es la solución a sus problemas”, pueda resultar muy popular y, como
evangelio, altamente demandado.
Sin embargo, eso tiene un problema sustancial: si los problemas son solucionados,
ya no necesitamos más evangelio pues hemos obtenido lo que buscábamos; y si
los problemas no se solucionan, entonces, es que el evangelio no funciona.
“Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan
manifiestos entre vosotros los que son aprobados”. 1 corintios 11:19
Este tipo de pasajes no son entendidos por quienes han tomado el evangelio como
la noticia de una vida más cómoda y placentera. El apóstol explica la importancia
de los conflictos, ya que el objetivo debe ser alcanzado: que los llamados a la
salvación lleguen a ser aprobados.
● La fe es mal fundamentada.
● Produce frustraciones.
● Oímos la palabra sólo en función de los problemas que estoy atravesando.
- EL EVANGELIO DE LOS MILAGROS.
Existe un principio que la Biblia resalta de manera insistente y nos puede ayudar
a entender el problema que estamos presentando, ya que relata un sinnúmero de
episodios en los cuales Dios mostró su poder a favor de Israel. Por ejemplo,
podemos tomar el éxodo de Israel hacia la tierra prometida en el que el pueblo era
alimentado, sanado y cuidado por Dios. Ellos veían señales y prodigios
continuamente y, a pesar de todas esas evidencias indubitables de parte de Dios,
murmuraban y pecaban una y otra vez.
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- EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD.
Una de las peores trampas religiosas en las que caen las generaciones, es la de
poner excusas bíblicas y apariencias espirituales a las intenciones humanas.
Anunciar este tipo de evangelio asegura éxito religioso, porque es probable que
muchos lo compren. En el plano terrenal, el secreto de toda acción de marketing
es conectar con necesidades instaladas en las personas y proveerles una respuesta.
¿Puede Dios prosperarnos y proveer para nuestras necesidades? Sí. Si Dios me
prospera… ¿Sería eso una buena noticia? Claro que sí. ¿Esa es la buena noticia
del verdadero evangelio? Absolutamente no.
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El verdadero evangelio nos revela que somos ricos más allá de las circunstancias
de nuestra economía terrenal. Nos conduce a valorar las cosas eternas y a no ser
gobernados por las terrenales. Si el evangelio no nos conduce a menospreciar lo
material y terrenal, será muy difícil alcanzar una verdadera madurez.
Cualquier tipo de evangelio que no sea el verdadero nos aleja de las intenciones
de Dios, aun cuando estos principios parecen funcionar, en realidad producen
retraso a nuestra generación. Muchos cristianos interpretan que la prosperidad
económica es evidencia del aval y la bendición de Dios, por el contrario, eso no
sólo es un error; sino que, además, puede ser un verdadero obstáculo a la hora de
madurar y entender el evangelio.
del mundo: todo está sumido en caos, corrupción y tinieblas, y eso debe revertirse.
Es bueno tener un diagnóstico del mundo en que vivimos; pero el verdadero
evangelio debiera poner nuestros ojos en la luz y no en las tinieblas.
Hay formas de evangelio que proveen a las personas las excusas perfectas para
evadir sus responsabilidades y compromisos. Si todo lo negativo del mundo y de
sus vidas puede atribuirse a Satanás, entonces, ya no necesitamos alcanzar
madurez. Este tipo de evangelio pone en primera plana el accionar de las
tinieblas en la tierra. Todo el tiempo está observando a las tinieblas para “dar una
versión diferente” de lo que el hombre debe consumir. ¿Existen las tinieblas,
Satanás y los demonios? Sí, existen. ¿Las tinieblas producen daño a las personas
y a las sociedades? Sí, lo producen. ¿Son las tinieblas el asunto central del
evangelio? De ninguna manera.
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El evangelio nos propone una vida en la Luz de Dios. Aunque no ignoramos las
maquinaciones de las tinieblas; ellas no serán el centro de atención, y mucho
menos, la fuente de nuestras decisiones. El poder que se desata en una persona
que abraza la vida espiritual es superlativamente mayor a cualquier forma de
tiniebla, y la hace retroceder. El verdadero evangelio debe provocarnos a poner
nuestra mirada en Dios, sus propuestas y expectativas, conduciéndonos a la
madurez y crecimiento espiritual.
• “Voy todos los domingos a la iglesia, y con eso cumplo con Dios”.
• La iglesia ideal: “busco una iglesia donde encuentre lo que me gusta, donde
me siento más cómodo”.
LA PALABRA DE LA CRUZ.
¿Alguna vez ha oído la historia de Jesús? ¿Acaso ha visto alguna película o serie
sobre la vida de Jesús? Conocer la historia no nos conduce a conocer el evangelio,
ya que no es producto de dogmas o creencias; sino que es la Palabra misma del
Dios vivo.
Es posible que alguna vez usted haya oído una expresión así: “Cristo murió en la
Cruz, pero resucitó”.
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¿Hay algo mal en esa expresión? Le invito a leerla una vez más: “Cristo murió,
pero resucitó”. ¿Dónde está lo incorrecto de esa sentencia? Pudiera ser
históricamente correcta; pero terriblemente incorrecta en cuanto al entendimiento
del evangelio. Leamos por última vez con una pequeña ayuda: “Cristo murió,
pero resucitó”. En esta oración la palabra “pero” tiene el poder de menospreciar
lo anterior y elevar lo que sigue. Por ejemplo, si alguien le dijera a usted: “Debo
decirte que he roto tu celular, pero voy a regalarte uno nuevo”. ¿Puede notarlo?
El “pero” hace que lo anterior no tenga importancia.
EJERCITANDO LA FE:
INTRODUCCIÓN
1 Pedro 1:12 dice: “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para
nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han
predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las
cuales anhelan mirar los ángeles”.
Marcos 13:10-11 dice: “Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a
todas las naciones. (11) Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis
por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora,
eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo”.
1 Corintios 2:13-14 dice: “lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas
por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente”.
Cuando el evangelio es expresado con palabras espirituales, produce aceptación
para los llamados a salvación, o, completo rechazo para aquellos que carecen de
fe y no creen en la Palabra.
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Esta palabra espiritual requiere la intervención y acción directa del Espíritu Santo.
Es Él quien anuncia el verdadero evangelio y nos provoca a la realidad de la Cruz.
El Espíritu de Verdad nos expone a la luz del evangelio para conducirnos a esa
verdad. No podríamos acceder al evangelio por la sola intención humana, aunque
ésta fuera bienintencionada. Eso nos trae un sentido de humildad y cordura para
no intentar intervenir con nuestros méritos en este proceso glorioso de vida eterna.
Es común ver a personas buscar a Dios por soluciones para su cuerpo y alma, sin
demandar soluciones espirituales y eternas. No hay evidencia más poderosa de la
misericordia de Dios sobre nosotros, que aquel anhelo de Luz y el hambre por Su
Verdad. ¿Puede usted identificar un hambre por conocer la verdad y la libertad
que ofrece el evangelio de Dios?
Muchos podrían pensar que el evangelio es aquel mensaje que oímos por primera
vez, cuando nos fue presentada la oportunidad de creer en Dios y confesar a
Jesucristo como Señor de nuestras vidas. Sin embargo, ese pudiera llegar a ser un
pequeño aspecto temporal del evangelio. Es un paso importante; pero la verdadera
experiencia con el evangelio de Dios nos propone mucho más que simples frases
recitadas. Si usted cree en Dios y en Su Hijo Jesucristo, no deje de confesarlo y,
además, procure conocer y entender Su verdadera propuesta.
CRISTO CRUCIFICADO.
Gálatas 3:1 dice: “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la
verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre
vosotros como crucificado?”.
Este pasaje de la carta a los gálatas nos otorga una perla sumamente valiosa. Si el
apóstol Pablo tenía extraordinarios testimonios para contar… ¿Por qué predicaba a
Cristo crucificado?
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¿Acaso Pablo no había visto a Jesús resucitado en aquel camino cuando perseguía
a la Iglesia? ¿No se cayó del caballo por la luz resplandeciente del Señor y oyó su
voz poderosa que lo llamaba? ¿No fue llevado al tercer cielo donde pudo ver a
Cristo glorificado? Habiendo tenido semejantes experiencias con el Señor, cuando
el apóstol Pablo anunciaba el evangelio, lo hacía dejando de lado dichas
experiencias; solamente se dedicaba a presentar la obra de la Cruz. Veamos otro
pasaje en su carta a los corintios:
1 Corintios 2:1-2 dice: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para
anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.
Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a
este crucificado.”
Cuando Pablo estuvo con los corintios se había propuesto no saber otra cosa que
a Jesucristo crucificado. Es decir, él sí sabía muchas otras cosas; pero se propuso
no saberlas. Nuestro crecimiento y madurez espiritual nos llevarán a conocer
muchas cosas y a exponernos a todo tipo de información; sin embargo, es
importante poder separar la sustancia misma del evangelio. Necesitamos entender
de qué se trata el evangelio.
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Parecería tener mejor sentido que Pablo anunciara las historias de Jesús. A
muchos les hubiese gustado saber que Jesús podía sanar sus enfermedades,
solucionar sus problemas económicos y resolver sus asuntos familiares. Todo eso
hizo Jesús mientras estuvo con los discípulos. Sin embargo, Pablo no pretendía
difundir la historia de Jesús ni su propio testimonio; él pretendía anunciar el
testimonio de Dios (1 Corintios 2). Si él les hubiera contado acerca de los milagros
de Jesús, quizá ellos entenderían que el evangelio venía a
ofrecerles soluciones a sus problemas humanos; corriendo un serio peligro: el de
distraer el verdadero mensaje del evangelio.
Para entender la buena noticia del evangelio necesitamos entender cuál es la mala
noticia que la precede. ¿Por qué necesita el hombre a Dios? ¿Por qué necesitó
usted la obra de aquella Cruz? Esa Cruz no sucedió por nuestros problemas de
salud o por las consecuencias de nuestras malas decisiones. Esa Cruz era necesaria
porque no teníamos vida espiritual y nuestra existencia era vana. Ningún
problema es más grave que aquella situación y, aunque nuestra alma no lo
entienda ni valore, las soluciones eternas de la Cruz nunca podrán compararse a
ningún tipo de milagro que solucione asuntos terrenales.
LA PALABRA DE LA CRUZ
La Cruz es la victoria misma del Señor y es justamente lo que debemos oír para
recibir el evangelio. Si entendemos ese evangelio, no sólo tendremos la historia
de Su resurrección; sino que seremos también una expresión de ella.
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Gálatas 1:9-12 dice: “Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno
os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. (10) Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
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(11) Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; (12) pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo”.
EJERCICIO DE LA FE:
Acompañaremos a la lectura de esta palabra el audio “EL MENSAJE NO
ENTENDIDO DE LA PALABRA DE LA CRUZ” oír el audio y tomar notas. (se
enviará el audio al grupo interactivo).
PREGUNTAS y ACCIONES REFERIDAS AL AUDIO:
1- Escriba en una hoja el punto principal del audio y péguela en un lugar de su
casa donde pueda verla todo el tiempo. ore sobre esta palabra y permita al Señor
darle la dirección de acciones de Fe ante la ofensa.
2- Haga una lista con los nombres de aquellas personas a perdonar. (la lista es
para usted). Ejercítese en el pensamiento de Dios hacia usted y hacia ellos. “Padre
perdónalos porque no saben lo que hacen”, que mi Alma sea conformada a tu
estabilidad, inofendible.
Ejercicio de Fe: (explicación del ejercicio).
1- Debe oír el audio, sobre el mensaje no entendido de la palabra de la cruz, luego
identificar el punto principal, escribirlo como un proverbio gobernante y visible
en que usted pueda verlo cada día y hacerlo parte de su memoria.
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Objetivos:
Romanos 5:6-11 dice: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo
murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo,
pudiera ser que alguno osará morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para
con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues
mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su
Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no
sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo,
por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
La Cruz nos expresa que hemos sido reconciliados con el Padre y que el poder de
esa reconciliación es total, no sustentada en nuestros méritos. Esa sangre
derramada es el precio pagado por nuestra reconciliación y, así mismo, la
profundidad y el alcance de esa reconciliación.
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La palabra “reconciliación” nos habla de un estado inicial que fue perdido y está
siendo recuperado. Pocas palabras tienen tanta capacidad de describir una realidad
eterna. Lo que en la Cruz sucedió puede ser descrito en gran medida con esta
palabra, ya que, habiendo sido destituidos de la Gloria de Dios, fuimos traídos y
atraídos nuevamente por medio de Jesucristo. En la Cruz se nos devolvió una
posición que no es pasada; sino que es eterna. Para entender la profundidad y la
importancia de esta realidad espiritual, debemos contemplar el panorama de
enemistad en el que vive el hombre sin Dios y la necesidad de estar crucificados
juntamente con y en Cristo.
El evangelio es la única salida posible del sistema del mundo que es enemistad
con Dios. Es imposible entender el evangelio si no reconocemos esa enemistad de
la cual hemos sido quitados. En el evangelio recibimos la vida que nos hace libres
de aquellos sistemas que nos sostenían separados de Dios. Cuando nos acercamos
a la Palabra del evangelio, podemos ver más detalladamente lo que nos ofrece; de
esa manera, podemos descubrir cómo vivimos hasta ahora sometidos a la
enemistad.
2- Un gran ejemplo de enemistad son las guerras entre naciones. Pese a todos
los esfuerzos históricos para erradicar el flagelo de las guerras, sigue siendo una
realidad sumamente vigente. ¿Puede haber algo positivo en las guerras? Quienes
las inician tienen siempre razones y explicaciones suficientes; pero vemos un
aspecto históricamente evidente. Las guerras han originado grandes avances
científicos en tecnología, medicina y otras ciencias. Si usted se dispone a
investigar acerca de esto encontrará que muchas de las comodidades que
disfrutamos diariamente y nos producen grandes beneficios, llegaron a nosotros
gracias a los avances tecnológicos impulsados por las grandes guerras.
Una vez más, la enemistad está presente para producir mucho daño, mientras que
hace dependiente al hombre por sus beneficios aparente.
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Debemos entender que el hombre no fue creado para vivir separado de Dios, y de
esa manera, al haber sido separado de Él, necesitó un sis de sustento de vida
altamente sofisticado; por eso este sistema sólo se sustenta en la enemistad y se
conserva alimentándose de ella. La separación de la vida espiritual, produce en el
hombre toda forma de enemistad y lo mantiene sometido a esa atmósfera de vida.
Los efectos de la enemistad son diversos y continuos; por ejemplo, podemos
mencionar los pleitos, peleas y contiendas. Sin embargo, es importante entender
que esos son sólo frutos de la enemistad operando en el hombre, aunque su
problema sea más profundo. La enemistad no halla lugar en nosotros cuando nos
enemistamos con personas; sino que, por causa de la enemistad a la que hemos
sido sometidos, producimos el efecto inevitable de los pleitos, guerras y peleas.
El evangelio debe abrir nuestros ojos para ver la enemistad a la cual estábamos
sometidos. La reconciliación que se produjo en la Cruz de Cristo es la única puerta
de salida de aquella esclavitud a la cual se encuentra sometido el hombre.
Éramos enemigos y toda separación fue abolida en la Cruz, tan sólo por Su Gracia.
La realidad de ese amor revelándose en nosotros, comienza a reformar por
completo nuestras almas; y, por lo tanto, nuestra manera de vivir.
2 Corintios 5:17-21 dice: “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene
de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio
de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo,
como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
Tito 3:4-7 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y
su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en
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Estos pasajes nos ayudan a entender que el único precio posible para acercarnos
al Padre es la Cruz de Cristo. Nada que yo pueda hacer me acerca o aleja de Él.
Nuestros pensamientos deben ser “bombardeados” por esta realidad espiritual. La
potencia de esa reconciliación comienza entendiendo cuán separados estábamos
del Padre. Ninguna obra de bien que nosotros hubiéramos hecho antes de la cruz
podía acercarnos al Padre. No importa cuán “buenas personas” nos creyéramos
ser, nuestra posición era extrema: enemigos, absolutamente separados y
distanciados.
LA OBRA DE LA RECONCILIACIÓN
Efesios 2:14-22 dice: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno,
derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las
enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear
en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la
cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las
enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais
lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros
tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros
ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la
principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien
coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros
también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu".
37
Todo sentimiento del alma que pudiera expresarse en contra de esta realidad sólo
necesita un tratamiento: exponerse a la verdad. Si nos sentimos lejanos a Dios, o
separados de Él, no queda ninguna duda de que ese sentimiento es mentiroso,
engañoso y debe ser tratado como tal.
Debemos entender que las realidades espirituales son las únicas que pueden ser
catalogadas como verdaderas. Cuando queremos sentir (con sentir propio) por
encima de todo lo que Dios nos habla, cometemos el error de alimentar nuestro
ser interior con un alimento dañino. Nuestros pensamientos deben ser alimentados
por la verdad presente de Dios que nos es anunciada en Su evangelio todos los
días.
Ahora bien, esa vida que nos fue otorgada en la Cruz debe ser aceptada, creída y
abrazada por todo nuestro ser, cuando tenemos la intención de producir una
profunda y completa transformación.
Colosenses 1:21-23 dice: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños
y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en
su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha
e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la
fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica
en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho
ministro”.
identidad y una posición frente al Padre, así como también, nos fueron dados
nuevos pensamientos por la mente de Cristo, cargados de vida y luz.
Cuando cometemos errores por causa de nuestra debilidad, es posible que nuestra
mente nos acuse y las emociones se activen en la dirección de hacernos sentir
lejos de Dios. Debemos entender que esos pensamientos y sentimientos son
contrarios a la realidad en que fuimos depositados por medio de Jesucristo. Si
creemos que nuestros errores nos alejan de Dios, también creeremos que nuestros
aciertos nos acercan a Él. Es entonces donde nuestro orgullo se interpone para que
no podamos alcanzar madurez. Nada podemos hacer que nos acerque o aleje del
Padre, porque no fue por nuestras obras o méritos que hemos sido reconciliados;
sino por la obra de Jesucristo en la cruz.
La religión catalogó como "peligrosa" esta verdad por generaciones. Eso se debe
a que, potencialmente, una persona podría pensar que puede pecar libremente sin
que su posición cambie en lo absoluto delante del Padre. Ante esa posición tengo
la siguiente respuesta: el pecado no es una acción de libertad; sino de absoluta
esclavitud. Por lo tanto, lo que debemos entender es que la Palabra de la Cruz no
es un conjunto de dogmas y principios que intentan regir nuestras vidas; sino más
bien, una realidad eterna a la que somos expuestos. Necesitamos ver esa Cruz, en
cuanto al amor que allí se expresa y la potencia de su luz hacia nuestras vidas.
hagamos puede acercarnos más a Dios. Esas disciplinas espirituales deben darse
en nosotros por disfrute y por entendimiento de su verdadera realidad espiritual.
No oramos para que Dios vea que queremos ser mejores; oramos porque es natural
disfrutar lo más valioso que nos ha sido otorgado en nuestras vidas por medio de
Jesucristo: acceso pleno y confiable al Padre.
Es posible que por momentos el orar no sea algo que nuestra carne o nuestra mente
quieran hacer, porque nos cuesta entender aún las realidades espirituales. Pero es
de esperarse que, en la medida que vamos madurando, el entendimiento de nuestra
reconciliación con el Padre, nos active hacia una manera de vivir en el espíritu;
disfrutando hablar con Él y atraídos a la congregación con los santos.
Santiago 4:1 dice: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?
¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?”.
Gálatas 6:14 dice: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.
Gálatas 5:19-24 dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto,
como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios. (22) Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay
ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos.
40
VIVIENDO EN SU RESURRECCIÓN
EJERCITACION DE LA FE:
TEMA 3: JUSTIFICACIÓN.
Objetivos:
INTRODUCCIÓN
El Señor en la cruz terminó con toda la basura que puede estorbar nuestro
desarrollo en la tierra. Cuando me auto-justificó y defiendo esa autojustificación
llegando a tener explicación para todo, con el tiempo eso se traduce en pecados,
toda obra de hechicería, todo tipo de blasfemia.
Comience a amar a las personas, dejemos de culpar; Al final hasta las obras de las
tinieblas ayudarán a nuestra madurez. Todas las cosas ayudan a bien para los que
aman al Señor y Dios está manifestando su amor para los que aprenden a decir
Hay una migración de la predicación a la impartición, eso no significa que no me
instruya, porque puede predicar lo que cualquiera predica, pero solo puedes
impartir aquello que está dentro de ti impartido. Él fue partido por nosotros, por
eso lo podemos impartir.
El evangelio de Jesucristo revelado a mi vida llevará todo orgullo en mí a la
obediencia de Cristo y como resultado habrá la justicia de Dios.
JUSTIFICACIÓN
Ser justificado significa “ser hecho justo”. Cuando alguien nos acusa o nos pide
cuentas sobre algún asunto, normalmente presentamos nuestras excusas y
razones; con lo cual esperamos ser justificados. Cuando explicamos nuestras
acciones y presentamos nuestras razones, lo que hacemos es demostrar nuestra
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justicia personal, esperando conservar un estatus justo frente a los demás. Esa
conducta es continua en la vida de los hombres. Toda autojustificación y excusa
se produce en nuestros corazones cuando nos suponemos justos en nuestra opinión
y, ese estado de justicia, se ve amenazado por la opinión de quienes nos rodean.
Sin la revelación del evangelio, nuestra alma se siente justa e intenta mantener
una imagen aceptable hacia otros.
Una frase muy repetida en los ámbitos cristianos es: “Jesús murió en la cruz para
perdonar nuestros pecados”. En este capítulo seremos desafiados a acercarnos
más a esa obra para ver más de cerca, y de esa manera, entender que no sólo hemos
sido perdonados; sino que en la Cruz de Cristo fuimos también justificados. Ver
la obra de la Cruz es vernos a nosotros mismos como justos por los méritos de
aquel sacrificio, y no por nuestra propia justicia. Es necesario acercarnos a ese
sacrificio para entender en detalle la grandeza del amor de nuestro Dios y, como
efecto inevitable, dejar de lado toda información innecesaria que ocupa lugar en
nuestro panorama. Si usted desea acercarse a esa Cruz, deberá estar dispuesto a
despojarse de su propia justicia y exponerse a la luz de la justicia de Dios. Si nos
acercamos cada día más y más, pronto descubriremos que Su amor nos está
absorbiendo y transformando a la imagen misma de aquel que nos llamó.
JUSTIFICADOS POR FE
Romanos 5:1-2 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe
a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios”.
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La gracia de Dios es presentada por el apóstol Pablo como una geografía a la que
debemos entrar. El único camino para entrar a esa gracia es por medio de la fe; y
la puerta de ingreso es nuestra justificación por el sacrificio de Jesucristo. Al
acercarnos a la Cruz podemos entender que, sin la Cruz, no tendríamos paz para
con Dios ni la posibilidad de ser llamados justos. Esa Cruz nos otorgó entrada a
una gloria, la cual sólo podemos entender y conocer entregándonos por completo
a la propuesta del evangelio.
Tito 3:4-7 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y
su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su
gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”.
Jesús enseñaba en una casa abarrotada de gente. Muchos estaban allí atraídos por
lo que Jesús expresaba y hacía. Ellos buscaban sus milagros, enseñanzas e
historias; pero rechazaban su naturaleza divina y sus verdaderas propuestas. En
medio de esa casa colmada de gente, unos jóvenes traían a un paralítico en una
camilla, a quien, después de abrir el techo, bajaron por allí. Esos amigos y ese
paralítico no tenían nada especial; buscaban lo mismo que los demás. No querían
otra cosa que los beneficios de un hombre milagroso; sólo buscaban revertir la
parálisis.
Sin embargo, aquel paralítico que fue traído por sus amigos a Jesús, se llevó
mucho más que su sanidad, pues Él le dijo: “Tus pecados te son perdonados”.
Ante el enojo de los escribas y fariseos, Jesús explicó clara y contundentemente:
“Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para
perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete
a tu casa”. (S. Lucas 5:24).
Jesús podía perdonar pecados, ya que el Padre le había dado esa potestad. Si
consideramos al pecado como un agravio contra Dios, entonces, sólo Él tiene la
legalidad de perdonarlos. El punto al que buscamos arribar es este: no se
necesitaba la cruz para perdonar los pecados. Más de una vez Jesús perdonó los
pecados de quienes le rodeaban. Sin embargo, el que perdonara solamente
nuestros pecados, no nos haría justos; sino que permaneceríamos en la misma
esclavitud que somete al mundo.
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Muchas personas pasan hoy sus vidas pidiendo perdón por sus pecados; sin
conocer, sin percibir, ni entender la plenitud de lo que les ha sido otorgado en la
Cruz. La religión nos lleva a Dios por causa de una conciencia que nos acusa,
esperando recibir el alivio que nos permita continuar. Si pensáramos o dijéramos
que la Cruz de Cristo fue necesaria sólo para aliviar nuestras conciencias,
estaríamos devaluando y menospreciando su verdadera obra. Es necesario
acercarnos más para ver más de cerca y exponernos a una mayor gloria del amor
allí presentado.
Sabemos que nos hemos acercado más a la Cruz de Cristo, porque estamos siendo
perfeccionados en Él; alejándonos de la vida en el viejo hombre y experimentando
la gloria de una vida en el espíritu. Esa profundidad de redención nos provee
libertad respecto del pecado, que es el camino a una vida de verdadera santidad.
Eso nos lleva a entender que la santidad que se espera de nosotros en el Nuevo
Pacto, no es como la santidad que propone la Ley (las exigencias externas de lo
bueno y lo malo que producen obligaciones y
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castigos); sino que es la que se provee por medio de la misma naturaleza de Dios.
De esta manera alcanzamos santidad cuando damos a conocer la vida del Ser
Espiritual y nos despojamos de las apariencias superficiales del viejo hombre.
Mientras la Ley nos dice: "Usted ha mentido, por lo tanto, es pecador"; la Gracia
nos dice: "Ese no es usted, ya no tiene que caminar en esclavitud, despójese del
pecado y camine en la verdad de la vida". Esta es la diferencia entre ser
perdonados y ser justificados: el perdón sólo soluciona el agravio, y la
justificación, más bien, nos otorga una nueva naturaleza que nunca ha agraviado
ni puede agraviar a Dios.
JUSTIFICACIÓN Y JUSTICIA
Cuando hablamos de “la Ley” nos referimos, por un lado, a las reglas e
imposiciones que Moisés estableció sobre la Nación de Israel; así como también,
nos referimos a todo sistema legal que intenta mejorar al hombre por medio de
mandamientos externos. Todo sistema de justicia que pretende controlar los
impulsos humanos y sus conductas, puede llamarse ley. ¿Hay algo malo con la
ley? No. El problema con ella es que nunca produce transformación y libertad;
sino que el hombre continúa atado al pecado y a la muerte.
La Cruz es un sistema legislativo vivo y eterno que contiene los parámetros del
Reino de Dios, al cual Santiago le llama “la ley de la libertad”. Por todo esto, la
muerte de Jesucristo en la cruz no fue sólo un acto de misericordia; sino que
respondió y responde a un complejo sistema legal, al cual el hombre no puede
comprender a menos que lo experimente en persona.
S. Juan 5:21-23 dice: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida,
así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino
que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”.
¿Quién estaba libre de pecado y hubiera podido arrojar la primera piedra? Jesús
estaba libre de pecado. Él sí cumplía con el requisito establecido; sin embargo,
dijo a la mujer: “Ni yo te condeno”. En aquel acto, Jesús no condenó a la mujer
pero sí ejecutó un juicio. Jesús no vino a la tierra para condenar al hombre sino
para condenar el pecado. La Cruz demuestra que el hombre es esclavo del
47
Filipenses 3:8-10 dice: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual
lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él,
no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de
Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su
resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a
él en su muerte”.
Cuando nos aferramos a nuestra propia justicia, a lo que nos puede parecer bien
o mal; lo que consideramos justo, nos aleja del entender y vivir en la Justicia de
Dios. Así, cuando somos expuestos a la verdad expresada por el evangelio que
anuncia la Cruz de Cristo, somos quitados de toda estructura y sistema de justicia
humana, para vivir bajo la nueva y eterna Justicia del Hijo de Dios.
En ningún caso el alma tiene el impulso de “dar la otra mejilla”; sólo una persona
que ha muerto a su justicia propia puede disponerse a ser agraviado nuevamente.
Pero así es la vida de Cristo en nosotros, tiene el poder de absorber la muerte y
transformarla en vida. Cuando Jesús dijo: “...cualquiera que te hiera en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra”, no estaba hablando de permitir el maltrato;
sino de una transformación completa de la justicia del alma. Exponernos a la
Palabra de la Cruz, es llevar a nuestras almas a ser gobernadas sólo por Dios y ser
libres de todo aquello que intenta someter nuestras decisiones y reacciones.
La Gracia de Dios no es un “pase libre para pecar”. Algunos piensan que, como
el hombre no pudo cumplir con la ley de Dios dada a Moisés, entonces en
Jesucristo se bajaron los estándares de exigencia para que ahora podamos “ir al
cielo” sin tener que cumplir tantas exigencias. Por el contrario, de hecho, la Gracia
de Dios eleva cualquier estándar a niveles tan altos que son literalmente
imposibles de cumplir, a menos que por gracia los podamos alcanzar. Los
estándares de la Justicia del Reino de Dios son tan inalcanzables que, fue
necesaria la muerte de Jesús para que pudiéramos acceder a ellos. Por lo tanto,
debemos estar seguros de que Jesús nunca propuso rebajar los estándares de la
Ley; sino que vino a cumplirla y a pagar el precio de nuestra redención, libertad
y justificación.
S. Mateo 5:21-22, 27-28, 33-35, 38-42 dice: “Oísteis que fue dicho a los antiguos:
No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que
cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera
que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le
diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. […] Oísteis que fue dicho:
No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer
para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. […] Además habéis oído que
fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.
Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono
de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque
es la ciudad del gran Rey. […] Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por
diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te
hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a
pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a
llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses”.
Una pregunta válida que pudiéramos haberle hecho a Jesús si hubiéramos estado
allí, habría sido: “Señor, si no pudimos cumplir las exigencias de la Ley, ¿cómo
podremos ahora cumplir con este nivel de exigencia aún mayor?”. La respuesta
podemos encontrarla en la Cruz de Cristo que nos dice: No vengo a darles una
lista de exigencias y ordenanzas, en mi entrega les otorgo una nueva naturaleza
que produce los frutos esperados por mi Padre.
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La Cruz nos habilita para una vida en la Gracia de Dios, lo cual es una vida en la
legalidad y el gobierno de Dios. La Gracia de Dios es altamente legal, y el
sacrificio de Cristo no es tampoco un “último intento” de Dios con el hombre. La
complejidad legal de la Cruz es extremadamente alta y misteriosa. De todo esto
debemos saber que no podemos tan sólo elegir los beneficios de la Cruz; sino
abrazarlo todo y dejarnos absorber por completo. Vivir en la Justicia de Dios es
recibir sus beneficios, aceptar la carrera que nos propone y producir los frutos que
se esperan de nosotros.
VIVIENDO EN SU RESURRECCIÓN
EJERCITANDO LA FE:
2- identifique cuando usted se oiga hablar con otros, ya sea de su familia, trabajo
y en el entorno donde esté cuando: se excusa, cuando culpa a otros de algo que es
su responsabilidad. (si lo identifica, accione ante eso, con pedir perdón, diciendo
la verdad). (contar experiencia si ha sucedido).
INTRODUCCIÓN
Entre las cosas que más se oponen a nuestra madurez espiritual se encuentran los
parámetros de éxito que el “viejo hombre” (la vieja naturaleza en la que
operábamos antes de Cristo) ha aceptado. Nuestra madurez espiritual requiere que
permitamos a Dios cambiar un aspecto altamente profundo de nuestro ser: aquello
que consideramos que nos hace exitosos. No estamos hablando de ser o no ser
exitosos; sino de aquellos conceptos tan aprendidos como adoptados por nuestra
mente, sobre lo que llamamos éxito.
Si Dios nos dijera a qué cosas Él llama éxito, seguro que nos sorprenderíamos
humanamente hablando. Nos daríamos cuenta de que muchas personas exitosas
según Dios, no lo son para los hombres. Muchos de aquellos que se encuentran
satisfechos con sus logros materiales o espirituales, en realidad, no responden a la
visión que Dios tiene. La pregunta es: ¿Quiere usted ser exitoso según los
parámetros de Dios o según los suyos propios?
Uno de los más comunes y grandes errores que nuestra generación ha cometido,
fue y es el intento de encauzar los principios bíblicos para alimentar los
parámetros de éxito que busca el alma no regenerada. Pensamos que si son
bíblicos, entonces, nos dejarán depositados en el destino correcto; y eso es un
error. Dicho de otra manera, adaptamos los pasajes bíblicos, mientras
continuamos buscando un éxito personal altamente enfocado en cosas temporales
y humanas. Si la verdad del evangelio no puede quebrar nuestros parámetros de
éxito personales, entonces, nunca podrá producir en nosotros una transformación
profunda y verdadera.
por el contrario, en función de los frutos que el Padre espera. Ser exitoso según
Dios es formar parte de Sus diseños dentro del propósito eterno, expresando Su
naturaleza y participando de sus planes.
Cada vez que Jesús hablaba de la cruz a la que Él se dirigía, los discípulos
rechazaban rotundamente esa idea. Ellos no querían saber nada con la muerte del
maestro. El parámetro de éxito que gobernaba sus pensamientos era que Jesús
tomaría el poder al entrar en Jerusalén. Todo estaba listo para que eso sucediera,
ya que las multitudes estaban a su favor. Ellos tiraban palmas y mantos a su paso.
Ningún sacerdote se hubiera atrevido a contrariar una multitud; y, de hecho, si
Jesús hubiera impuesto su autoridad para gobernar Jerusalén, entonces quizá
hubieran creído que Él verdaderamente era el Cristo. Pero Jesús rompía una y otra
vez los esquemas de ellos, de manera tal que cuando la cruz fue levantada, ni
siquiera los discípulos permanecieron allí.
Quisiera que usted pueda verse como un discípulo de Jesús antes de que fuera a
la cruz. Todos estuvimos allí de alguna manera, buscando los beneficios de tener
al maestro a nuestro lado, ayudándonos y solucionando nuestros problemas.
Todos estuvimos con el Jesús que responde a nuestras expectativas personales; no
obstante, de la misma manera, todos lo dejamos en la cruz porque no entendimos
lo que Él hacía. Recuerde que el alma viviente es altamente cíclica, repetitiva y
predecible. Aunque crea pequeños cambios aparentes en sus conductas, en
realidad, no puede innovar demasiado, ya que opera bajo la esclavitud del pecado
y de una mente reprobada.
A menudo escucho decir a los cristianos: “Cristo murió, pero resucitó”. Ese
“pero” es trágico y peligroso porque menosprecia la importancia de la cruz. El
éxito de Jesús no se dio en su resurrección. Esa resurrección fue la consecuencia
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El mundo no puede entender esa muerte, sólo conoce la historia; sin embargo, no
puede explicar ni su poder, ni su sabiduría. En aquella cruz fue asegurado nuestro
acceso al Padre y a la vida eterna. Por medio de esa muerte, la muerte misma fue
vencida y las tinieblas despojadas de todo su poder.
Si Dios nos deja ver cuál es Su Esperanza acerca de nuestras vidas, seremos
absorbidos por la pasión de alcanzar aquello para lo cual hemos sido llamados.
Viviremos nuestros días en la tierra corriendo detrás de aquellas cosas que pocos
buscan: las que tienen valor eterno. Seremos inexplicables e impredecibles para
el mundo, que no nos encontrará donde se supone que debemos estar. No obstante,
estaremos exactamente donde Dios nos viene a buscar, y esto es: en Cristo.
Llegando al final del libro de los Hechos, Lucas nos relata los últimos sucesos de
la vida del apóstol Pablo, su defensa ante el rey Agripa y su viaje a Roma. Dentro
de tan exquisito relato podemos encontrar una perla que disfrutaremos para
terminar este documento. El viaje a Roma no hubiera podido ser peor de lo que
fue. Para comenzar, los vientos eran contrarios a la navegación. Vamos a indagar
con una mente religiosa esta información: ¿Será factible que los vientos contrarios
mostraran que Pablo no debía ir a Roma?, ¿podría ser que los vientos se opusieron
a la injusticia de que Pablo estuviera preso? El mismo rey Agripa dijo: “Este
hombre podría ser puesto en libertad”. De hecho, Agripa dijo que Pablo sólo
seguiría preso porque él mismo apeló a César, y no porque lo mereciera. En ese
punto Pablo podría pensar que cometió un grave error; “Estoy preso por haber
apelado a César, y ahora los vientos son contrarios”. ¿Intenta Dios decirme que
estoy en el camino incorrecto?
Hechos 27:21-26, dice: (21) “Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no
comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto
conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir
este perjuicio y pérdida. (22) Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no
habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave.
(23) Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quién soy y a
quién sirvo, (24) diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante
César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. (25) Por
tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como
se me ha dicho. (26) Con todo, es necesario que demos en alguna isla”.
¿Está usted leyendo lo mismo que yo? Por favor, cerciórese de que su Biblia diga
lo mismo. Pablo está animando a los que van con él y les dice que recibió una
Palabra de parte de Dios: “Te necesito en Roma”. En este momento podríamos
hablar con Dios: “Señor, si me quieres en Roma, ¿no será factible que me pongas
un vientito favorable?”. Sin embargo, esa no fue la oración de Pablo. De ninguna
manera, él nunca cuestionó la inteligencia de su Dios. Pablo siempre tuvo en
claro cuál es el parámetro de éxito del Padre, porque muchas
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La religión siempre utiliza las Escrituras para alimentar los parámetros de éxito
humanos. Por ejemplo: “Si estás con Jesús en tu vida, las tormentas serán
calmadas”. Lo cierto es que Jesús reprendió a los discípulos por su falta de fe en
medio de la tormenta, antes de calmarla. Porque la gloria de Dios expresada en
nosotros, no tiene nada que ver con los milagros y prodigios que antes de Cristo
se habían visto. Nada es más poderoso que un hombre expresando la naturaleza
de Dios. Aunque su vida pueda verse gobernada en muchas maneras por las
decisiones de los hombres; aunque parezca que todo a su alrededor se levanta para
detener su paso y oponerse a su avance hacia lo que Dios le envió a hacer,
recuerde: su verdadera carrera la corre en su espíritu. Nada puede prohibir que
usted exprese la vida de Cristo que le fue dada en la Cruz; ese es el nuevo
parámetro de éxito. Eso es a lo que Dios llama éxito y debe absorber toda su
atención.
Nunca más persiga los aplausos de los hombres, porque sin duda, lo van a distraer.
Disfrute los aplausos de Papá, de nuestro Padre. Si los hombres lo ven calmar una
tormenta, lo aplaudirán; pero debe saberlo: mañana querrán matarle. Si, por el
contrario, usted puede permanecer en paz y en confianza, aun sabiendo que su
vida corre peligro, o que se encuentra con sincera incomodidad, no viendo salida
para su cuerpo o su alma, entonces, conocerá la sensación, los sentimientos, los
pensamientos y el verdadero gozo en su espíritu al oír a nuestro Padre Celestial
diciendo: “Bien, hijo, lo estás haciendo bien”.
Si es hijo de Dios, el éxito es su destino. Por eso, cuando vaya a la Cruz de Cristo,
ella le va a recordar que el éxito está asegurado y le va a proponer que participe
de esta pelea ya ganada porque lo hará parte de los premios. Cuando alguien le
diga que nació para ser exitoso, recuerde en su interior: ¡Eso es cierto! Sin
embargo, inmediatamente después, permita que el Espíritu Santo de Dios le traiga
a la memoria lo que significa éxito para Él. Haga esto cada día de su vida.
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Háblele a su mente y a su corazón del éxito según Dios y, en muy poco tiempo,
verá el fruto de su propia madurez y la de quienes lo rodean.
Es de esperar que, por momentos, vea que muchas cosas le salen bien. Es muy
posible que los recursos materiales se le acerquen; así como también, que personas
quieran oírle. Probablemente se encuentre por momentos viviendo cosas que los
hombres llaman éxito. Cuando eso suceda, descubrirá que está madurando,
porque su alma comenzará a despreciar aquellas cosas y las tendrá por basura. Sin
embargo, hay una sola cosa que el ser espiritual anhela ganar y es a Cristo.
Filipenses 3:7-9 dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado
como pérdida por amor de Cristo. (8) Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por
amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, (9) y
ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es
por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe…”.
VIVIENDO EN SU RESURRECCIÓN
Ejercicio:
TEMA 5: DISCIPULADO
Quien acepta ser discipulado debe entender que acepta una propuesta de Dios y
no de un hombre. Ese discipulado tiene un solo objetivo central: darle al Padre
frutos espirituales de la vida que nos ha sido otorgada en Cristo Jesús. Esos frutos
espirituales afectarán sin duda, todos los aspectos de nuestra vida material:
familia, congregación, empresas, administración, proyectos, vida personal, etc.
LA RECOMPENSA DE UN DISCÍPULO
Lucas 14:25-33 dice: “Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo:
(26) Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
(27) Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
(28) Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero
y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? (29) No sea que
después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean
comiencen a hacer burla de él, (30) diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y
no pudo acabar. (31) ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta
primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con
veinte mil? (32) Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una
embajada y le pide condiciones de paz. (33) Así, pues, cualquiera de vosotros que
no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.
Al revelarse a nuestras vidas las recompensas eternas que nos han sido propuestas,
comienza a producirse en el corazón un menosprecio y renuncia a las metas y
recompensas humanas y temporales que antes nos tenían atrapados.
Un seguidor procura sus propios beneficios, pero un discípulo vive por aquel que
le llamó y para alcanzar la meta propuesta.
Un seguidor tiene la inspiración necesaria para estar hoy con el Señor, pero un
verdadero discípulo ha dado al camino de madurez el más alto grado de
importancia en su vida, de manera tal que nada hay más importante en su vida que
el ser discípulo.
Cristo,(16)de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.
c. El fin de la obra de un ministro del Señor no es dejar a las personas atadas a sí
mismas, sino aferradas al Señor y Su Palabra por la madurez verdadera. Filipenses
2:14-16 dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación
maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el
mundo;(16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda
gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.
6- El discipulado implica gestión.
a. No puede haber discipulado sin disciplina.
b. El discipulado espiritual y verdadero no puede ser vivido en el formato de
buenas opciones. No puede ser opcional, sino gobernante e imperativo.
c. Esa gestión no deberá ser por imposición externa, sino por la convicción
personal del llamado de Dios y, asumiendo que nuestra obediencia a Él es nuestra
verdadera libertad.
d. Un discípulo es aquel que puede demostrar un crecimiento constante de su
obediencia a Dios.
Es importante detectar las doctrinas que se edifican acerca del hombre caído. La
fe no nos ha sido otorgada para solucionar la caída del hombre, sino para producir
la resurrección de un hombre muerto. No es lo mismo ayudar a alguien que se ha
caído que resucitar a un muerto.
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Ahora si usted está ante el cuadro de una persona que presenta rasgos de muerte,
¿se atrevería a intervenir, al menos que esté capacitado para eso? No, porque
puede empeorar el cuadro. El evangelio apunta a resucitar a una generación
muerta. A los muertos hay que resucitarlos, y a los resucitados hay que
discipularlos.
Definiciones:
Discipulado: No es sólo una palabra para la iglesia, sino que es una palabra para
la vida, abarca todo lo que emprendemos; por eso es mucho más amplio de lo que
pensamos. No es una célula a la que asistimos un día a la semana. Muchas veces
decimos: “Estoy en discipulado porque estoy asistiendo a la célula”; pero es
mucho más que asistir a una célula, porque es una dinámica de vida de la que
hemos malinterpretado el concepto real. Discipulado tiene que ver con el
individuo: es entender primero a Cristo en mí. Es la persona en su vida integral.
Es el trabajo de la transformación en una persona que ha recibido a Cristo para
que lo exprese en todas las áreas de la vida. Es un diseño de Dios, es un sistema
de vida dinámico, no estático; con el fin de producir el fruto de Cristo en las
personas.
Esto quiere decir, que tanto las autoridades civiles que nos gobiernan en nuestro
país, como las autoridades espirituales que nos gobiernan en el Señor, deben ser
respetadas y aceptadas. Somos discípulos cuando podemos rendirle cuentas a
alguien y, además, reconocemos qué es autoridad. Un discípulo, es discípulo
porque primeramente reconoce que Dios es autoridad.
Es imposible impartir un Cristo más grande que el que se nos reveló a nosotros;
así como es imposible también, que otros puedan comer de Él, si no está creciendo
permanentemente en nuestra vida.
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Debemos ser coherentes con el tamaño de Cristo que se está formando en nuestras
vidas, ya que es imposible impartir un Cristo más grande que el que se nos está
revelando. Debemos comprender que al tomar la disciplina de ser discipulados
cada día, permitimos que nuestro conocimiento de Cristo aumente y nuestra
madurez se desarrolle. La palabra de la que hoy nos alimentamos, es decir, la
impartición de Cristo en nuestras vidas, es el alimento que daremos a otros.
El discipulado tiene una sola medida: el tamaño de Cristo que crece en nosotros.
Cuando comenzamos a pensar que nuestra vida es privada y tenemos temor a que
sea invadida por otros, pensando que impondrán acciones; perdemos el verdadero
sentido de ser discipulados. Se pierde la oportunidad de vivir bajo los beneficios
que provienen de una vida que ha comprendido vincularse, estar en obediencia y
abrir su corazón.
Debemos procurar no dar lugar a pensamientos que provienen de una vida aislada,
que no permite nutrirse y vincularse con aquellos que desean impartir de la Gracia
que les ha sido dada. Porque ser discípulo, además de entender que se relaciona
todos los días con mi intimidad con el Señor, también es permitirnos ser
evaluados, enseñados, corregidos y guiados por aquellos que están al servicio del
cuerpo de Cristo.
Al comprender estas verdades nos será más fácil tener vida de comunión,
estimulándonos en amor y ejercitándonos en la fe.
Es por eso que Jesús les dice: “deben hacer cálculos para ver si tienen lo
necesario”. Lo necesario para ser un discípulo del Señor es TODO.
· Valorar el ser su discípulo más que cualquier persona en la vida y más que
nuestras propias vidas.
¿Tenemos todo lo necesario para ser sus discípulos? Recordemos estos puntos en
las palabras de Jesús (Lucas 14:25-33): “Grandes multitudes iban con él; y
volviéndose, les dijo:
y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, (30)
diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. (31) ¿O qué rey, al
marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer
frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? (32) Y si no puede,
cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de
paz.
Discipulado:
Si la respuesta es: “Quiero que mi vida cambie y que me vaya bien en todo lo que
emprenda”, entonces, debe entender que ese no es el camino que debe tomar. Hay
muchas maneras de obtener resultados personales mejorados, sin la necesidad de
estar expuestos a un discipulado espiritual.
1- Cambiar su vida.
3- Cambiar su matrimonio.
4- Cambiar su familia.
¿Qué tipo de beneficio es el que me atrapa de tal manera que estaría dispuesto a
entregarlo todo? Seguramente, los objetivos humanos, temporales y naturales nos
harían quedar en el camino.
Si el beneficio que usted busca se encuadra dentro de las seis opciones anteriores,
le animo en este momento a replantear este camino, ya que no es ninguno de los
objetivos que buscará el verdadero discipulado.
Mateo 10:39 dice: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por
causa de mí, la hallará”.
Juan 15:1-9 dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (2) Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto. (3) Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado. (4) Permaneced en mí, y yo en vosotros.
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Note este detalle en las palabras de Jesús. ¿Por qué el Padre nos limpiará?
Respuesta: Porque hemos dado un fruto. ¿Para qué seremos limpiados por el
Padre? Respuesta: Para que demos más frutos. ¿Para quién son esos frutos?
Respuesta: Para el Padre.
Esa limpieza no tiene que ver con los pecados solamente, sino que está pensada
en nuestra productividad espiritual. No sólo debemos ser limpios de los vestigios
del viejo hombre, sus vicios y pecados; también debemos ser limpios de
pensamientos que ocupan lugar y son improductivos. Ser limpios es recibir del
Padre la capacidad de disponer tiempo, recursos y personas para que nuestra vida
se vuelva más productiva en las cosas eternas.
¿Por qué la madurez espiritual de los hijos es tan importante? Porque es nuestra
madurez (nuestras vidas dando frutos de la naturaleza de Dios en nosotros) lo
único que provee al Padre de Su Esperanza, Su Expectativa.
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Efesios 1:17-18 dice: “…para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre
de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de
él,(18)alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la
esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia
en los santos…”. (Se recomienda la lectura detenida de Efesios 1:15-23)
Filipenses 3:12 dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino
que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús”.
CONCLUSIONES
4- Nuestra acción diaria: clamar para que nuestros ojos sean abiertos, que seamos
despertados de todo sueño de la vida natural, para poder ver las cosas verdaderas
producirse en nuestra alma, mente y corazón.
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a. Efesios 3:16-17 dice: “…para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria,
el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;(17)para que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor…”.
b. Pedro 1:19 dice: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual
hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro,
hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones…”.
c. Proverbios 4:18 dice: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en aumento hasta que el día es perfecto.”
d. 1 tesalonicenses 5:5-6 dice: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del
día; no somos de la noche ni de las tinieblas. (6) Por tanto, no durmamos como
los demás, sino velemos y seamos sobrios”.
e. Efesios 5:8-10 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor; andad como hijos de luz (9) (porque el fruto del Espíritu es en toda
bondad, justicia y verdad), (10) comprobando lo que es agradable al Señor”.
TAREA
2- ¿Ha evaluado los costos que requiere llegar al final de la carrera discipular?
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Objetivos:
Hebreos 13:20-21 dice: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro
Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, (21)
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en
vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por
los siglos de los siglos. Amén.”
Declaramos sobre esa palabra, que el Dios de paz os haga aptos para toda buena
obra, que sea nuestro clamor el hacer su voluntad y lo que es agradable delante de
Él, siendo nuestra fuente de inspiración su vida misma en nosotros.
1 Tesalonicenses 3:5 dice: “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más,
envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y
que nuestro trabajo resultase en vano”.
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Filipenses 2:14-16 dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, (15) para
que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares
en el mundo; (16) asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo
pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.
1 Corintios 15:58 dice: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo
en el Señor no es en vano”.
1 Corintios 15:10 dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no
ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no
yo, sino la gracia de Dios conmigo”.
Gálatas 5:22-25 dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay
ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos. (25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”
Efesios 5:8-10 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en
el Señor; andad como hijos de luz (9) (porque el fruto del Espíritu es en toda
bondad, justicia y verdad), (10) comprobando lo que es agradable al Señor.”
Mateo 7:15-17 dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. (16) Por sus frutos los
conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? (17)
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.”
Juan 15:8 dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y
seáis así mis discípulos”.
Cuando una acción sólo puede ser explicada por la vida de Cristo en una persona,
eso es un fruto del espíritu. No puede haber fruto del espíritu sin expresiones
visibles y tangibles. Un fruto es la naturaleza de Dios espiritual
atravesando el alma y expresándose al mundo. Es la conexión más directa y clara
de una realidad eterna encontrando lugar en el tiempo y el espacio.
Sobre cada una de las expresiones que el apóstol Pablo utiliza para describir al
fruto del Espíritu, hay un paralelo humano y natural. Observe lo siguiente: el
hombre tiene una forma humana de amar (aún si no conociera o creyera en Dios).
Las personas pueden gozarse o alegrarse por muchas razones o circunstancias,
aún sin vida espiritual.
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Piense por un momento en todas las falsas versiones humanas del fruto:
2- Gozo: cuando una persona recibe una buena noticia, un regalo, un negocio
que tiene éxito, momentos de diversión…
6- Fe: aquella que opera en los hombres para creer lo que no ven, pero que no
siempre les lleva a conectar con el evangelio, sino con sus propias expectativas
naturales. También la capacidad de tener visiones personales y proyectos para
llevarlos luego a su concreción.
Por decirlo de alguna manera: “nada tienen que ver el amor con El Amor”. Se
llaman igual pero no son lo mismo. Para que un fruto sea Espiritual y Verdadero,
debe responder a la naturaleza de Dios en una persona, su origen y alimento debe
ser la vida espiritual.
Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que
os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; (45) para que seáis
hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y
buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. (46) Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
(47) Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen
también así los gentiles? (48) Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto”.
Amor humano: Aquel que busca su propio beneficio y placer. Abre puertas a
todo tipo de cosas buenas, pero también malas que mantienen al hombre en
distracción para no ver el amor verdadero. Hace acepción de personas, porque se
alimenta de lo que hay en otros. Responde al fruto del bien y el mal. Amor
Espiritual: Es la expresión perfecta de la naturaleza de Dios. Es una expresión
que responde directamente a la obediencia a Dios y no se alimenta de ninguna
acción humana, circunstancia o situación natural. No hace acepción de persona.
Sólo produce bien, reconciliación y provocación a la vida verdadera.
Benignidad y bondad humana: Resultado del fruto del bien y el mal. Aquella
bondad natural como instinto en determinadas personas. Muchas veces tiene que
ver con una bondad que produce un beneficio personal. Se asocia a acciones que
afectan a la conciencia y el “deber ser”, pero no alcanza a ser la expresión del bien
de Dios. Benignidad y bondad Espiritual: Son expresiones y acciones que
se producen sin la dependencia de experiencias de bien anteriores o posteriores.
Un apersona que opera en bondad espiritual no necesita que otras personas sean
bondadosas con sí mismo. Por ejemplo, amar a un enemigo, bendecir al que
maldice, ofrecer la otra mejilla a quien golpea. El único alimento de esa acción de
bondad es la instrucción de la vida espiritual en el hijo de Dios.
Respuesta: el amor humano, la bondad natural, la paz personal que se vive por
circunstancias favorables, la fe que busca el beneficio propio, etc.
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Hechos 1:6-8 dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo:
Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? (7) Y les dijo: No os toca a
vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
(8) pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra”.
Muestra de qué manera Dios tuvo cuidados y acciones con Israel, cuidados de
todo tipo. El asunto central del cantar no son los cuidados de Dios ni el mismo
pueblo de Israel, sino que lo más resaltado es la EXPECTATIVA DE DIOS.
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El cantar expresa algo que nunca entendió Israel: que, de cada acción de Dios,
cada milagro, cada victoria concedida, cada profeta otorgado, cada rey concedido
tenía por objetivo obtener un beneficio. Dios buscaba obtener algo que nunca
obtuvo.
Isaías 5:4 dice: “¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en
ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?”.
Somos vistos por Dios en función de Sus expectativas. Darle a Dios lo que nos
parece que Él espera, no tiene ningún sentido. Eso sólo produce decepción. Todo
camino de madurez comienza entendiendo más cuáles son los resultados que se
esperan de parte de Dios en nuestras vidas. Hay recompensa para nosotros en esa
respuesta, pero el centro es el Padre. Fruto es acción, palabra, pensamientos, etc.
Pero el secreto es la naturaleza.
Una viña de la cual se esperan frutos con genética puntual, es una viña que
produce vino. No puede ser cualquier fruto: debe tener el sello de Cristo mismo.
Debo anhelar expresar el fruto del Espíritu en mi vida, porque es lo que dará
sentido a toda mi vida y al evangelio.
En el sacrificio de Cristo nos fue dada plena libertad. Todo tipo de esclavitud que
podamos expresar en nuestras vidas son sencillamente mentirosas e ilegales.
Cuando el evangelio nos anuncia una nueva vida, debe encenderse un fuego
arrasador en nuestras almas, en la forma de una pasión por conocer esa vida.
Vernos en Cristo es la visión más poderosa por la cual un hombre puede vivir.
Esa revelación no puede producirse en un corazón que desprecia el valor de esa
experiencia. Un corazón enfocado en las cosas del mundo y anhelando lo que el
mundo ofrece, no podrá nunca acceder a una revelación de la vida, libertad y luz
que nos fue otorgada en la Cruz.
La madurez espiritual comienza extendiendo una raíz poderosa: Soy lo que soy
en Cristo. Todo lo que no proviene de Cristo en mí, es mentiroso e irreal, y debo
despojarme de eso.
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2 Corintios 3:18 dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.
La gloria que Dios a dispuesto para nuestra transformación es aquella que debe
ser vista “como por un espejo”. ¿Por qué debo verla? Porque discipulado
comienza con una apertura de ojos, y la visión tiene el poder de gobernar nuestro
camino. ¿Por qué debo verlo como por un espejo? Porque esa gloria no está fuera
de mí, sino que Dios nos la ha otorgado en el espíritu. Está en nosotros mismos
esa Gloria transformadora. En la inmadurez espiritual, esa vida está cubierta de
tierra, de las vestiduras del viejo hombre, las estructuras del alma que no han sido
sometidas a Cristo. Pero cuando podemos ver esa nueva vida espiritual, seremos
transformados por esa imagen y atrapados por verla manifestada.
2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
1 Corintios 13:12 dice: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces
veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui
conocido”.
Efesios 1:4 dice: “…según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él…”.
El apóstol Pablo habla de una experiencia superlativa que gobernó toda su vida.
Eso expresó a los corintios (cap. 12), llevándolos a entender que no tiene sentido
gloriarse de nada carnal o natural en la vida. Él pudo verse a sí mismo en su
realidad eterna y espiritual. “De tal hombre me gloriaré, me mí mismo en nada
me gloriaré.”. El apóstol no está contando un testimonio, sino expresando un
principio fundamental para nuestra madurez espiritual: de la única gloria que
puede participar nuestra alma, es poder ver al ser espiritual y trabajar por
expresarlo en el tiempo que tenemos en la tierra.
• Según la visión del Señor, un seguidor es aquel que encuentra una razón
suficiente para salir de una posición pasada y estar dispuesta a seguir a Dios.
Entendiendo eso, debemos saber que existen falsas evidencias de madurez. Jesús
debió separar lo aparente para que sea resaltado lo verdadero y eso debemos hacer
en nuestras vidas.
• Edad.
Debemos clamar por las evidencias verdaderas de madurez que no tiene otra
medida que Cristo mismo expresado en los santos y en la Iglesia.
1. Expresar Su Justicia.
2. Expresar Su Amor.
3. Manifestar Su Libertad.
5. Ser su boca.
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1. Expresar Su Justicia.
b. Lucas 6:27-36. Los enemigos, los que maldicen, los que hieren la mejilla.
d. Filipenses 3:8-9 dice: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor
del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, (9) y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por
la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe…”.
2. Expresar Su Amor.
3. Manifestar Su Libertad.
d. Gálatas 4:1 dice: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño,
en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo…”.
a. 1 Tesalonicenses 5:5 dice: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos
del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”.
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b. Efesios 5:8 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor; andad como hijos de luz…”.
5. Ser su boca.
b. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios”.
Esto es importante, ya que nos lleva a entender más y más lo que significa madurar
espiritualmente. Madurez espiritual verdadera es expresar a la Iglesia Eterna en
nuestros días. Eso nos provoca a una amplia gama de principios y desafíos.
TEMA 7: LA SALVACIÓN
Objetivos:
· Entender el por qué y para qué de la salvación otorgada por Dios al hombre.
INTRODUCCIÓN
Romanos 5:1-2 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo; (2) por quien también tenemos entrada por la
fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios”.
La fe es un sello y evidencia indubitable de que hemos sido llamados por Dios a
la salvación. La fe es un don de Dios. Nadie puede tener fe si no le es dado de
Dios.
¿Cree usted en Dios?
¿Cree que Jesucristo es el Hijo de Dios y Él murió en la Cruz para salvarle a
usted?
¿Cree que la muerte del Señor ha sido precio suficiente para que usted sea
quitado de la muerte y llevado a la vida?
Si cree y hay convicción plena en su corazón acerca de eso, debe tener certeza
de que en usted está el mayor y más valioso regalo de Dios: FE.
1 Juan 3:14 dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que
amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte”.
2 Corintios 4:6 dice: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
Juan 5:24-25 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al
que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida. (25) De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando
los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”.
Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Debemos entender que la salvación no nos otorga una “salida” a problemas
personales. La Salvación no mejora nuestras vidas. Salvación nos otorga acceso
a lo verdadero y eso comienza con una VERDADERA VIDA.
¿Qué de la vida que antes llevaba sin Dios? No era vida, sino un suspiro temporal,
una estructura de mentira.
Vamos comprendiendo más y más la salvación cuando entendemos que la antigua
vida era falsa y mentirosa, decidiendo cada día vivir en la nueva y verdadera vida:
una vida con calidad eterna.
SEÑALES DE LA SALVACIÓN
La vida espiritual tiene instintos. Los instintos son aquellas acciones no
aprendidas por instrucción externa, sino que nos conducen al crecimiento en la
Luz.
Una persona que ha experimentado salvación, muestra evidencias de al menos
estos cuatro instintos espirituales. Si ellos no están, entonces, debería haber una
acción de verdadera humillación a Dios y clamor, para regresar a la vida y clamar
para que la fe no sea abortada.
Lucas 4:4 dice: “Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá
el hombre, sino de toda palabra de Dios”.
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Anhelar oír la voz de Dios. Tener hambre de Él. Buscar Su palabra y Su dirección.
Esto significa separar tiempo cada día para recibir de Dios Su Palabra.
Es abrir espacio en nuestras decisiones y desafíos para recibir los Criterios del
Padre sobre cada asunto.
Es saber que si no le oímos, no podemos vivir. Así como dependemos del comer
y beber en el cuerpo, dependemos de Dios. No podemos dejar la vida espiritual
relegada a pocos momentos y espacios, dándole poca prioridad y quitándole
espacio para ocuparnos una y otra vez de cosas materiales y humanas.
2- Fe.
Romanos 12:3 dice: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener,
sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a
cada uno”.
Efesios 1:15-16 dice: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en
el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, (16) no ceso de dar
gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones…”.
La fe es un don de Dios y es un instinto espiritual. Es la fe la que contiene la
genética de Dios inseminada en nuestro espíritu para vida y transformación. Esa
fe debe ser guardada y resguardada día a día, hasta que su fortaleza produzca
victorias poderosas en nuestros días.
1 Corintios 3:12-15 dice: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, (13) la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra
de cada uno cuál sea, el fuego la probará. (14) Si permaneciere la obra de alguno
que sobreedificó, recibirá recompensa. (15) Si la obra de alguno se quemare, él
sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por fuego”.
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Lucas 6:46-49 dice: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, ¿y no hacéis lo que yo
digo? (47) Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré
a quién es semejante. (48) Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó
y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el
río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba
fundada sobre la roca. (49) Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que
edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu,
y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa”.
Los principios que se encuentran en esta parábola son los siguientes:
1 Pedro 2:1-3 dice: “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía,
envidias, y todas las detracciones, (2) desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, (3) si es que
habéis gustado la benignidad del Señor”.
2 Timoteo 3:14-15 dice: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te
persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; (15) y que desde la niñez has sabido
las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la
fe que es en Cristo Jesús”.
Filipenses 2:12-13 dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, (13) porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
(4) Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido
de mujer y nacido bajo la ley, (5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley,
a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. (6) Y por cuanto sois hijos, Dios
envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7)
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo”.
La inmadurez esconde al hijo, haciendo que se parezca a un esclavo. El evangelio
incluye el llamado de Dios a la madurez y la expresión de Su Naturaleza.
1 Corintios 3:1-3 dice: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a
espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. (2) Os di a beber leche,
y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, (3) porque aún
sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no
sois carnales, y andáis como hombres?”.
2 Tesalonicenses 2:13-14 dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a
Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad, (14) a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio,
para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.
• Palabras
• Acciones
• Reacciones
• Gestos
1 Corintios 3:12-13 dice: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, (13) la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra
de cada uno cuál sea, el fuego la probará”.
Romanos 14:9-12 dice: “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir,
para ser Señor así de los muertos como de los que viven. (10) Pero tú, ¿por qué
juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque
todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. (11) Porque escrito está: Vivo
yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a
Dios. (12) De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.
Filipenses 2:12-13 dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, (13) porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Mateo 5:38-45 dice: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
(39) Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera
en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; (40) y al que quiera ponerte a pleito
y quitarte la túnica, déjale también la capa; (41) y a cualquiera que te obligue a
llevar carga por una milla, ve con él dos. (42) Al que te pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses. (43) Oísteis que fue dicho: Amarás a tu
prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. (44) Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen; (45) para que seáis hijos de vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que
hace llover sobre justos e injustos”.
Efe 4:22 dice: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,
que está viciado conforme a los deseos engañosos...”
1Ts 5:15-17 dice: “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid
siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. (16) Estad siempre
gozosos. (17) Orad sin cesar”.
Colosenses 3:9-11 dice: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado
del viejo hombre con sus hechos, (10) y revestido del nuevo, el cual conforme a
la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, (11) donde
no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni
libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”.
No hay mayor mentira en la tierra que un hijo de Dios expresando al viejo hombre.
Cuando expresamos al viejo hombre, habiendo recibido la salvación que es en
Cristo Jesús, entonces, expresamos una mentira. La inmadurez y la ignorancia son
en esencia una mentira, porque no somos aquello. Lo que somos es la vida del
nuevo hombre. Somos lo que hay de Cristo en nosotros.
Hebreos 10:35 – 11:1 dice: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande
galardón; (36) porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la
voluntad de Dios, obtengáis la promesa. (37) Porque aún un poquito, Y el que ha
de venir vendrá, y no tardará. (38) Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no
agradará a mi alma. (39) Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la
certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Hebreos 4:3 dice: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera
que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras
suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo”.
Podemos definir una realidad eterna como aquella que no está sujeta al tiempo y
al espacio. Cuando decimos que algo es eterno, no nos referimos a algo
“duradero” como si el tiempo continuara sin fin, sino más bien a algo que no está
sujeto a la temporalidad a la que el hombre y la creación están sujetos. A eso se
refiere el escritor a los hebreos cuando habla del “reposo de Dios”. Podemos decir
que Dios reposó al séptimo día aunque sus obras estaban acabadas desde la
fundación del mundo.
Quienes recibimos la vida eterna, recibimos con ella la capacidad de participar en
los asuntos eternos. Tener vida eterna abre una nueva y grandiosa oportunidad:
que nuestras acciones temporales, lo que manifestamos con nuestra alma y cuerpo,
participen de aquella extraordinaria eternidad.
Efesios 2:8-10 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe. (10)
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Una vez más vemos este principio expresado: Somos salvos por gracia y no por
obras. Somos hechura suya: esa es nuestra realidad eterna. Fuimos creados En
Cristo Jesús: eso es eterno.
107
Cuando logramos ver estas dos dimensiones en las Escrituras, podemos alcanzar
un mayor entendimiento de nuestra posición y la manera de gestionar aquello que
nos fue otorgado por Dios.
Cuando nacemos somos parte de una noticia: nacemos para morir. Algunos
demorarán 90, 100 o 200 años, pero, en realidad, la vida es un camino, es un ciclo
que va a terminar. En el evangelio nosotros podemos administrar ese ciclo; esa es
la gracia de Dios.
Nosotros podemos colaborar con la muerte que Dios quiere producir, para que
algo viva más efectivamente en la tierra. El evangelio es efectivo en la medida
que morimos a lo que tenemos que morir, para vivir a lo que tenemos que vivir.
110
TEMA 8: EL BAUTISMO
Objetivos:
BAUTISMO EN EL ESPÍRITU
1 Corintios 10:1-2 dice: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros
padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés
fueron bautizados en la nube y en el mar”.
El apóstol Pablo le pide a los corintios no ignorar lo que Israel vivió en el desierto,
recordando que ellos fueron bautizados, pero eso no les fue suficiente, ya que Dios
no se agradó de ellos. El bautismo que ellos vivieron fue natural, como un anuncio
de aquel bautismo que nos es otorgado en el Nuevo Pacto. Pero la advertencia del
apóstol Pablo tiene que ver con entender que ese bautismo no puede quedar sujeto
a experiencias sensoriales, sino que su importancia radica en la vida espiritual. Si
tenemos una experiencia con el Espíritu Santo, pero gestionamos nuestras vidas
desde lo natural, entonces caemos en la misma ignorancia que dejó a Israel en el
desierto. ¿Qué significa gestionar nuestras vidas desde lo natural? Tomar
decisiones gobernados por asuntos naturales y humanos, y por lo tanto, sin
considerar la vida espiritual.
Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios”.
· Ser atrapados por la pasión de otorgar frutos de la vida espiritual para Dios.
Éstas y muchas otras son las acciones que se asocian a la obra del Espíritu Santo
de Dios. Es común observar que el alma humana valora y busca cosas que no son
importantes desde el punto de vista de Dios.
112
Debemos saber que la naturaleza humana y natural no percibe las cosas que son
del Espíritu. El mundo no puede conocerle porque no le ve. Nosotros podemos
conocer al Espíritu sólo y tan sólo en nuestro espíritu y no en la mente natural. La
persona del Espíritu no nos fue dada para tener conversaciones personales o
consejos esporádicos, sino que Él nunca dejará de trabajar para que seamos
despojados de una vida en la carne y podamos conocer y caminar una vida en el
espíritu.
Pida al Padre aquello que Él nunca le negará: que sus ojos sean abiertos para ver
la realidad de la nueva vida en Cristo por la obra de Su Espíritu. A partir de ese
momento usted no dejará de ser provocado día a día, minuto a minuto, a una
muerte y a una nueva vida. Debe saber que la operación del Espíritu Santo puede
ser altamente incómoda para el hombre natural, pero superlativamente beneficiosa
para el Ser Espiritual. Su tarea no es provocar comodidad a nuestra alma, sino que
su consuelo está dirigido a lo que realmente importa: nuestra vida eterna siendo
manifestada al mundo todos los días.
Filipenses 3:12-15 dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto;
sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús. (13) Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante, (14) prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús. (15) Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo
sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios”.
113
Esta carrera tiene que ver con nuestra perfección. La obra perfecta de Cristo en
nuestro espíritu perfeccionando nuestras almas y dándose a conocer al mundo a
través de nuestras vidas.
RECUPERANDO LA FRESCURA
BAUTISMO ESPIRITUAL
La materia prima del evangelio es la vida espiritual que nos fue otorgada en Cristo.
El alma es el lugar donde debemos edificar, pero los materiales de esa
construcción provienen de la vida eterna, de la nueva naturaleza que nos hizo
partícipes Jesucristo por medio de la Cruz.
Efesios 4:1-6 dice: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es
digno de la vocación con que fuisteis llamados, (2) con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, (3)
solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; (4) un cuerpo,
y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; (5) un Señor, una fe, un bautismo, (6) un Dios y Padre de todos, el cual
es sobre todos, y por todos, y en todos”.
El bautismo que ningún hombre pudo recibir antes del sacrificio de Jesucristo, es
el bautismo en el Espíritu. Sobre este bautismo pueden surgir muchas preguntas:
¿Qué es el bautismo en el Espíritu? ¿Cómo puedo recibirlo? ¿Cuál es su función
e importancia? ¿Cómo afectará mi vida?
Hechos 1:4-5 dice: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén,
sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. (5) Porque
Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días”.
• Lavar
• Sumergir
• Transformar
116
1. Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente
la realidad y los actos, especialmente los propios.
6. Actividad mental del propio sujeto que permite sentirse presente en el mundo
y en la realidad.
Lo que en realidad nos interesa es la intención de los autores bíblicos (en especial
los del Nuevo Testamento).
lo hace en sentido amplio. No en el sentido de un “deber ser” que nos acusa, sino
a la capacidad de expresarnos perfectamente en la vida. Es por eso que en el
capítulo 10 define esa perfección como “la preservación del alma”. Esto es, la
consciencia como el centro mismo de todos los sistemas del alma.
Hebreos 10:1-4 dice: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros,
no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se
ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. (2) De
otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una
vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. (3) Pero en estos sacrificios cada
año se hace memoria de los pecados; (4) porque la sangre de los toros y de los
machos cabríos no puede quitar los pecados”.
Hebreos 10:14 dice: “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre
a los santificados”.
Hebreos 10:22 dice: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de
fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura”.
Estos pasajes y muchos otros dan cuenta de la actividad del espíritu en aquellos
que han recibido la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. ¿Es posible vivir
una vida ignorando esa actividad? A esa posibilidad el apóstol Pablo le llama “ser
carnales”.
2 Corintios 5:16-17 dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie
conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo
conocemos así. (17) De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
Mientras la Ley trae a la memoria los pecados, la Gracia nos otorga una nueva
vida sin historia de pecado y nos propone una nueva tecnología: despojarnos del
viejo hombre y la vieja naturaleza. Es decir, el evangelio no mejora ni prolonga la
antigua conciencia, sino que nos perfecciona otorgándonos acceso a aquella
conciencia espiritual, eterna y perfecta. En esa renovación se produce la sepultura
de un viejo modelo de vida y la experiencia de la novedad de vida espiritual.
Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de
Dios”.
¿Qué sucede con la vieja conciencia en la que operaba el alma antes del evangelio?
Esa conciencia sigue operando en el alma, mientras va siendo desvestida del viejo
hombre y le es propuesto el negocio de expresar al Señor por medio de la madurez
espiritual. El alma es, en su forma más esencial, esa conciencia que debe
experimentar el despojo de lo viejo y ser revestida de lo nuevo. Un odre nuevo (la
conciencia del alma renovada por el Espíritu), para un vino nuevo (la conciencia
del ser espiritual). La verdadera transformación del alma se produce cuando
aquella conciencia del alma es vaciada para llenarse de las realidades de la vida
espiritual que nos ha sido otorgada en Cristo.
Hebreos 10:35 – 11:1 dice: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande
galardón;
(36) porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad
de Dios,
obtengáis la promesa. (37) Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y
no t a r d a r á .
(38) Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. (39) Pero
nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe
para preservación del alma.
121
Aunque el apóstol está hablando de sí mismo (del ser espiritual), parece hablar en
tercera persona. Es la manera coherente de mostrar que, aunque el alma sigue
operando en una conciencia que está siendo transformada, en la vida espiritual
portamos una conciencia ya perfecta: la nueva criatura, el nacido de nuevo.
122
EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU
Juan 16:13 dice: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.
Juan 14:15-17 dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. (16) Y yo rogaré
al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: (17)
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le
conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros”.
Observe que Jesús les dice que el mundo no puede recibir al Espíritu Santo porque
no le conoce. Esta expresión nos deja en claro que es necesario conocer al Espíritu
Santo para poder recibirlo. Pero los discípulos no tenían información sobre el
Espíritu a manera de conocimiento humano. Sin embargo, del conocimiento que
Jesús se refería es diferente a aquel conocimiento humano que se alcanza
acumulando información mental, doctrinal o religiosa. Ese es el conocimiento que
nos provee la vida espiritual: el conocimiento que contiene la conciencia del
espíritu. Es un conocimiento que no sucede en nuestras mentes, sino el
conocimiento contenido en la vida espiritual. Esa vida espiritual, que es eterna,
EL BAUTISMO EN AGUA
1 Pedro 3:18-22 dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los
pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto
en la carne, pero vivificado en espíritu; (19) en el cual también fue y predicó a
los espíritus encarcelados, (20) los que en otro tiempo desobedecieron, cuando
una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba
el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. (21)
El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias
de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por
la resurrección de Jesucristo, (22) quien habiendo subido al cielo está a la diestra
de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades”.
En esa conciencia:
Filipenses 2:13
El bautismo en agua es una referencia para nuestro cuerpo y alma de que hemos
sido sepultados juntamente con Cristo y por lo tanto:
SEPULTURA EN CRISTO
Romanos 6:4 dice: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por
el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”.
Al venir a nosotros la nueva vida, la vida espiritual, es evidente que la vieja vida
(o la muerte en la que andábamos) debe ser quitada de en medio.
Israel siempre tuvo bautismos entre sus ritos, pero nunca pudo comprender lo que
esos bautismos y abluciones significaban. Nicodemo no pudo comprender lo que
Jesús decía al hablar del nuevo nacimiento (Juan 3). La purificación que Jesucristo
nos ha propuesto no es una limpieza superficial para continuar viviendo en la vieja
vida, sino un nuevo nacimiento.
Nuevo nacimiento es nueva vida. Nueva vida exige que lo viejo sea quitado. A
eso se refiere el escritor a los hebreos al decir:
Hebreos 13:12-14 dice: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo
mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. (13) Salgamos, pues, a él,
fuera del campamento, llevando su vituperio; (14) porque no tenemos aquí ciudad
permanente, sino que buscamos la por venir”.
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Cuando los sacerdotes sacrificaban al animal por los pecados del pueblo, estando
Israel en el desierto camino a la tierra prometida, ellos podían continuar viviendo
sus antiguas vidas con normalidad dentro del campamento. Eso se debía a que el
pecado los dejaba fuera del pueblo de Dios. Es por eso, de acuerdo a cada
transgresión, estaba previsto el sacrificio que les permitía permanecer dentro del
pueblo a pesar del pecado. Hoy sabemos que aquellos sacrificios no podían
perfeccionar al pueblo, porque sólo eran un anuncio de aquel único sacrificio
verdadero que vendría en Cristo Jesús. El escritor de la carta a los hebreos está
poniendo un énfasis en la actitud de aquel pueblo frente al sacrificio de esos
animales. Esos sacrificios se hacían fuera del campamento, llevando el vituperio
del pecado para que aquellas personas pudieran seguir una vida común dentro del
campamento. ¿Hemos de tener la misma actitud nosotros que ellos al ver el
sacrificio de nuestro Señor? Cuando somos expuestos al verdadero sacrificio,
nuestra reacción no es la misma que la de aquellos hombres. No somos llamados
a “aprovechar la muerte del Señor”, para continuar una vida común y corriente.
Nuestro impulso no puede ser el continuar con la vieja vida, sino comprender que
debemos “salir del campamento”, llevando ese vituperio para que aquella muerte
opere en nuestros corazones, dejando atrás la pasada manera de vivir (Efesios
44:22).
Podemos comprender que el Bautismo Espiritual es aquel que nos revela la nueva
vida en Cristo y despierta en nosotros el anhelo de madurez y de ser parte del
Propósito Eterno de Dios.
Colosenses 3:1-4 dice: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas
de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. (2) Poned la mira en las
cosas de arriba, no en las de la tierra. (3) Porque habéis muerto, y vuestra vida
está escondida con Cristo en Dios.
(4) Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria.”
EN SU ESPÍRITU
Romanos 8:9 dice: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu,
si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de él”.
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