Está en la página 1de 11

En (Génesis 1:17).

-    La palabra “morirás” del hebreo (mut),  se usa en la Biblia en tres sentidos:

I. Muerte física
- La muerte física es la separación entre lo material (físico) y lo inmaterial (no físico), o
sea, entre el cuerpo (físico) y el alma y espíritu (inmaterial).

- La muerte del cuerpo físico se menciona cuando se usa la frase “pues polvo eres,  y al
polvo volverás” (Génesis 3:19; Job 34: 15). El cuerpo al morir  sale el alma
(Génesis_35:18) y el espíritu (Génesis  25:8; 25:17; 35:29; Santiago 2:26),  se descompone
completamente y deja de existir, en cambio el alma y el espíritu siguen existiendo en el
mundo espiritual.

- La muerte física es la separación entre lo material y lo inmaterial, o sea, el cuerpo  del
alma y el espíritu.

- La muerte física fue la paga del pecado, pero si observamos bien, Adán no perdió la vida
el día que comió del fruto prohibido, porque la Biblia dice que  vivió 930 años (Génesis
5.5) y aparte de Caín y Abel tubo más hijos (Génesis 5:4). Su muerte consistió en dejar de
ser inmortal, comenzó a envejecer desde aquel momento y luego murió. si el hombre no
hubiera desobedecido a Dios, hubiera sido inmortal, tanto física como espiritualmente.

- Esta establecido que todo ser humano tiene que experimentar la muerte (Hebreos 9:27),
nadie escapa de esa realidad sin la intervención divina. Por Ejemplo: Enoc no vio muerte
(Hebreos 11:5) y Elías (2 Reyes 2:11) fueron trasladados al cielo sin sufrir la muerte física.
Otro ejemplo se muestra en (1Tesalonisences 4:16,17) el arrebatamiento de la iglesia
cuando Cristo venga por segunda vez.

II. Muerte espiritual.


- La muerte espiritual es la separación del ser humano de su Dios. El hombre desobedeció,
entro el pecado y luego la muerte, esto hizo que El hombre espiritualmente se separara de
su creador perdiendo la comunión intima con él (Isa 59:2).

- La muerte espiritual  se menciona cuando Dios saca a la pareja del huerto para que coma
del árbol de la vida y viva en esa condición caída para siempre (Génesis 3:22-24).

- No solamente la muerte física paso a todos los hombres sino que la muerte espiritual
también la heredamos (Romanos 5:12, 15; Efesios 2:1; Colosenses 2:13).
- A causa del pecado, éramos por  naturaleza "hijos de ira", es decir, estamos bajo el
merecido juicio de Dios (Efesios 3:3) ser hijo de Dios es algo distinto a ser hijo de ira. Hijo
de Dios es el nombre que se nos coloca en Cristo (Juan 1:12), hijos de ira es el nombre que
teníamos antes de aceptar a Jesús.

- La Biblia menciona que el alma que pecare esta morirá (Ezequiel 18:20) Dios hace
responsable a cada persona de su pecado, nadie es responsable por el pecado de otro. El
alma es algo inmaterial y no puede dejar de existir. Sin embargo el alma al morir se separa
de Dios y el hombre pierde la comunión con su creador.

Así como Dios coloco el árbol de la vida y el árbol de la muerte (ciencia del bien y del
mal), de la misma forma Dios dice que a puesto la  vida y la muerte, el bien y el mal
(Deuteronomio_30:15-20), camino de vida y de muerte (Jeremías 21:8; Mateo 7:13,14).
Dios permite esto para que decidamos y escojamos  que camino tomar.

III. Muerte eterna.


- La Biblia menciona que existe la  “segunda muerte” (Apocalipsis 2:11) indicando que
existe la muerte primer y la muerte segundo, es decir, solo dos muertes y no tres.

- ¿Cuál es la primera muerte? Primeramente hay que entender que la “Muerte Física”
surgió porque el hombre murió espiritualmente, si el hombre no hubiese pecado no hubiese
existido en el hombre la muerte espiritual ni tampoco la muerte física. El hombre se separo
de Dios (muerte espiritual) comenzó a morir físicamente (muerte física). Concluyo que la
muerte espiritual le dio paso a la muerte física,  y a este acontecimiento se le conoce como 
la “primera muerte”. Todo ser humano pasa por la “primera muerte”, sin embargo no todo
ser humano pasa por la “segunda muerte”. Comparemos con (Romanos 5:12) la muerte la
heredo el hombre  de Adán. Esta muerte es  la primera que el hombre experimenta y que
esta compuesta por la muerte espiritual y la muerte física.

- La segunda muerte como ya mencionamos no todos la experimentaran porque esta


muerte no tiene potestad sobre lo verdaderos creyente (Apocalipsis 2:11; 20:6).

- La muerte segunda  es el lago que arde con fuego y azufre donde  irán solo los que no se
hallaron inscritos en el libro de la vida y vivieron una vida de pecado (Apocalipsis 20:14,
15; 21:8).
- La muerte espiritual es una separación temporal para el creyente verdadero porque en le
momento que recibimos a Jesús  como su salvador, de muerte pasa a vida, porque Jesús es
el dador de la vida (Juan 5:24). En cambio no se pude decir lo mismo de las personas que
mueren físicamente y que nunca se arrepentirán, ni aceptaron a Jesús porque su “muerte
espiritual” que es parte de la primera muerte le dará paso a la segunda muerte y será
lanzado al lago que arde con fuego y azufre estando allí eternamente.. ¿CÓMO
PUEDES RESOLVER LOS CONFLICTOS
BÍBLICAMENTE? 
¿Está tu matrimonio luchando con múltiples conflictos que parecen nunca
terminar? ¿Están cansados de discutir las mismas cosas vez tras vez? ¿Dudas
que puedan llegar ustedes dos a un acuerdo satisfactorio? Sí así te encuentras,
esta publicación es para ti.

Sí hay forma de resolver los conflictos entre tú y tu cónyuge. Si existe alguien


que sabe solucionar los problemas matrimoniales, tiene que ser Aquel que
creó el matrimonio. El que te hizo muestra su diseño para el matrimonio en su
palabra-la Biblia. Pero, ¿cómo resuelves los conflictos? ¿Qué se necesita para
llegar a una solución?

Primero, necesitas una voluntad dispuesta a resolver los conflictos. El punto


decisivo, el punto inicial, es la disposición de resolver los conflictos. En
consejería matrimonial, es la primera pregunta que acostumbro hacer a una
pareja: "Para poder resolver este conflicto, ¿están ustedes dispuestos a hacer
todo lo que la Biblia requiere?" La respuesta que me dan, me indica muy
pronto si en verdad vamos a poder lograr una solución. Antes de leer este
artículo, tienes que averiguar lo mismo: ¿Has determinado resolver los
conflictos entre tú y tu cónyuge? ¿Tienes una voluntad dispuesta a tomar los
pasos que Dios requiere de ti?

Con dos corazones dispuestos, no existe problema que no tenga remedio. Dios
promete en su Palabra que él está buscando corazones dispuestos a obedecerle,
para que él haga abundar en ellos sus bendiciones. Dice así: "si quieren y
oyen, comerán el bien de la tierra" (Isaías 1:19). Luego les advierte: "si no
quieren y son rebeldes, serán consumidos a espada; porque la boca del Señor
lo ha dicho" (Isaías 1:20). Nota cuánta importancia tiene para Dios un corazón
realmente dispuesto. Y con este tipo de corazón tienes que comenzar.

Pídele a Dios que te dé un corazón dispuesto a resolver los conflictos. ¡Quizás


tengas que empezar pidiéndole que te dé un corazón dispuesto a estar
dispuesto! Él puede hacer eso también!

Segundo, tú necesitas reconocer tu necesidad de la ayuda de Dios. Jesús dijo a


sus discípulos, "Velen y oren, para que no entren en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26:41). Aunque Jesús
sabía que sus discípulos estaban dispuestos a seguirle, también él conocía la
debilidad de ellos. Por eso nos anima a orar. Él sabe que sólo el poder del
Espíritu Santo domina la debilidad de la carne.

¿Te das cuenta de cuán débil e incompetente eres para hacer en tu propia
fuerza lo que Dios requiere de ti? Si así te ves, pídele ahora que te dé el poder
de su Espíritu para que en amor busques reconciliación con tu cónyuge. ¡En lo
que tú eres débil, él te hará fuerte (2 Cor. 12:9-10)!

Si no eres creyente, o no has estado siguiendo a Cristo, él aun así te ama y


quiere ayudarte a enderezar tu vida. Sin embargo, necesitas estar en relación
directa con él para poder solicitar su ayuda. No puedes pedir sus recursos y
beneficios, y al mismo tiempo no querer tener nada que ver con él. De la
misma manera como te gustaría a ti muy poco que algún desconocido te
pidiera tu ayuda y dinero, sin querer tu amistad, así Dios quiere primeramente
una relación íntima contigo. Si quieres la ayuda de Dios, necesitas conocerle
más que "de oídas"; necesitas una relación íntima, personal, y vital con él.
Entonces, Dios te dará su vida morando en tu alma para realizar en ti lo que él
te pide.

Para tener un cambio en tu relación con Jesús, también necesitas un corazón


verdaderamente dispuesto. Jesús comentó acerca de muchas personas de aquel
entonces, "y ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida" (Juan 5:40).
¿Quieres venir a Cristo, dejando una vida independiente para depender de él?
¿Quieres dejar tu pecado y rebelión para seguirle a él? Cristo murió para darte
perdón, ¡y cuánto anhela perdonarte ahora mismo! Pídele que entre a reinar en
tu corazón y tu vida. Así como puedes estar reconciliado con Dios, puedes
estar reconciliado también con tu cónyuge.

Tercero, necesitas tener el deseo de agradar a Dios. Este deseo es


indispensable en el proceso de reconciliación. El deseo de agradar a Dios te
motivará a tomar cualquiera acción que sea necesaria; algo que no harías si no
entrara Dios en el asunto. Cuando el apóstol Pablo escribió a los cristianos en
Tesalónica, les aconsejaba acerca de "cómo conviene conducirse y agradar a
Dios..." (1 Tes. 4:1). Nota la relación entre cómo conviene conducirte, y el
deseo de agradar a Dios.

Esta actitud, este deseo de agradar a Dios, es tan importante porque la


dificultad básica en cada matrimonio es el deseo de agradarse a uno mismo.
Muchos de los conflictos existen en verdad por ser egoístas, caprichosos, o por
querer justificarse a uno mismo. En Santiago 3:16 nos dice, "Porque donde
hay celos y contención (contención nace del egoísmo) allí hay perturbación y
toda obra perversa." Por eso, para superar tus propios deseos egoístas,
necesitas ser motivado por algo más fuerte: el deseo de agradar a Dios.

Cuando escoges agradar a Dios, tocas la raíz de tus problemas. Si obedeces la


palabra de Dios, naturalmente vas a agradarle en todas las áreas de tu vida.
Con esa actitud, y un corazón dispuesto, y el poder del Espíritu Santo, ahora
puedes tomar estos pasos prácticos:

1. Tienes que controlar tu ira. Es una decisión que tienes que tomar en cada
conflicto, ya que la ira explosiva es lo que impide una solución de los
conflictos. Muchos me han dicho, "Es que no puedo controlar mi genio." Pero
afirmar eso es contradecir lo que la Biblia declara. Cuando el apóstol Pablo
estaba en la cárcel, falsamente acusado, él pudo haber estado muy enojado y
deprimido. Sin embargo, él dijo, "Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece" (Fil. 4:13). Sin duda, el poder controlar su ira y emociones está
incluído en el "todo lo puedo" que Pablo declara. Tú también puedes controlar
tu ira, si pides ayuda de Dios. Él tiene la fuerza que tú necesitas para hacer lo
que ves como imposible.   Salomón dijo, "Honra es del hombre dejar la
contienda; mas todo insensato se envolverá en ella" (Prov. 20:3). También
dijo, "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de
su espíritu, que el que toma una ciudad" (Prov. 16:32).   Refrenar tu ira es una
manera de apagar una discusión antes que se encienda. Igualmente, en una
discusión, puedes decidir mejor calmarte, dejando el enojo. Tú tienes que
dominar tu espíritu en lugar de permitir que tu espíritu te domine a ti. Se
requiere de más fuerza y valor para hacer esto que para conquistar una ciudad.

¿Pero cómo puedes refrenar tu ira? ¿De dónde sacas las fuerzas suficientes
para controlar tu espíritu? Por hacer una decisión: decides pedir ayuda de
Dios; y por someterte al poder del Espíritu Santo. Al apagar tu enojo, tú tomas
la decisión de agradar a Dios en ese momento. Toma unos cinco minutos para
orar y para calmarte. Acuérdate: no es con ejército, ni con fuerza, sino con su
Espíritu (Zacarías 4:6). Tu ira es fuerte, pero el Espíritu Santo es aun más
fuerte. ¿Has experimentado el poder de Dios? Es para ti.

2. Tienes que escuchar, en lugar de tratar de demostrar que tienes la


razón. Es posible desarrollar esta habilidad sólo cuando tu enojo está bajo el
control del Espíritu Santo. Cuando tu cónyuge te quiere comentar algo por lo
cual está molesto, ¿le interrumpes? ¿Tratas de contestar o resolver el asunto
antes de que termine de hablar? ¿En verdad estás escuchando, o ya estás
pensando en lo que vas a contestar? Todas son señas de que en verdad no estás
escuchando. Si no sabes escuchar, no sabes comunicarte bien, porque no
puedes entender lo que tu cónyuge te está diciendo. Si tu cónyuge te dice con
frecuencia, "No dije eso" o, "No me entendiste", ¡es muy probable que tenga
razón! Si no entiendes lo que tu cónyuge está diciendo, ¿cómo vas a poder
resolver el conflicto?

La Biblia nos dice que seamos "prontos para oír, tardos para hablar, tardos
para airarse" (Santiago 1:19). Entre más escuchas, más te tardas para
contestar; entre más te tardas para contestar, más fácil es refrenar tu enojo.
¡Inténtalo! La próxima vez que tengan una discusión, escucha y espera hasta
que tu cónyuge termine completamente, y entonces contéstale. Te sorprenderá
cómo esto controlará tu enojo.

3. Confiesa tus errores en lugar de echar la culpa a otros. Cuando exista un


conflicto, primero identifica en qué consiste tu parte de la culpa. ¿Es tu
actitud? ¿Tu forma de expresarte? ¿Tu tono de voz? ¿Algo que haces?
¿Algunas palabras que usaste? ¿Qué hiciste tú que pudo haber causado el
conflicto? Debes reconocer y confesar sinceramente tus faltas en el asunto,
antes de comenzar a señalar las faltas del otro. Jesús dijo, "¿Y por qué miras
la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en
tu propio ojo?...¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces
verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano" (Mateo 7:3,5). La
verdadera sinceridad resuelve cualquier conflicto más pronto. ¿Por qué?
Porque cuando tú primeramente reconoces tus faltas, tu cónyuge no tiene que
pasar horas tratando de convencerte de lo que has hecho mal. Además, eres
hipócrita si tratas de culpar a tu cónyuge por todo el problema, no viendo tú
tus propias faltas. Nota la hipocresía de Adán y Eva cuando trataron de echar
el uno al otro la culpa por su propio pecado: "La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol, y yo comí." Eva también trató de esquivarse
cuando dijo, "La serpiente me engañó, y comí." Si nos damos cuenta cuando
otros se esquivan, ¿por qué no lo reconocemos en nostotros?

Pídele a Dios primero que te ayude a ver tus propios errores. Luego, como se
nos exhorta en Santiago 5:16, "Confiésense sus ofensas unos a otros, y oren
unos por otros..." Es asombroso ver cuán fácil es entonces resolver los
conflictos en el matrimonio.

4. Toma acción inmediatamente para resolver el conflicto. Jesús


dijo, "Ponte de acuerdo con tu adversario pronto..." (Mateo 5:25). Existen
varias razones por las cuales es tan importante resolver pronto los conflictos:
Primero, entre más tiempo ha pasado, más fácil será que se distorsionen los
hechos. Muy pronto se les olvida exactamente quién dijo qué. Entonces es
muy probable que pierdan tiempo discutiendo acerca de esos detalles en lugar
de enfocarse en el problema mismo. Así no se resuelve nada. ¡Es mejor
resolver el conflicto de hoy, hoy mismo!

También, entre más tiempo haya pasado, más duro puede volverse tu corazón.
Por eso el autor de la epístola a los hebreos insta, "Si oyeres hoy su voz, no
endurezcas tu corazón, como en la provocación..." (Hebreos 3:7,8). Pablo
también, consciente de la tendencia del corazón humano de endurecerse con el
tiempo, exhorta, "no se ponga el sol sobre su enojo..." (Efesios 4:26). En otras
palabras: No dejes pasar ni siquiera un día, guardando enojo en tu corazón.
¡No se acuesten enojados! El resentimiento y el enojo endurecerán tu corazón
más y más, y harán que sea casi imposible una solución al conflicto más
sencillo.

No seas el tipo de persona que deja pasar semanas, meses, o hasta años sin
resolver los conflictos. Porque si así eres, tú siempre saldrás perdiendo.

5. Pide perdón por tu pecado. Perdonar no es opcional; es un mandamiento.


Jesús dijo, "Y cuando estés orando, perdona, si tienes algo contra alguno,
para que también tu Padre que está en los cielos te perdone a ti tus ofensas.
Porque si tú no perdonas, tampoco tu Padre que está en los cielos te
perdonará tus ofensas" (Marcos 11:25,26). Este mandamiento abarca todo;
entonces "algo contra alguno" incluye también todo lo que sucede entre tú y tu
cónyuge ahora mismo.

El perdón es algo que escoges hacer, no algo que tengas que sentir primero:
escoges agradar y obedecer a Dios. No sentirás en ti jamás el perdonar a otro;
la sensación de perdonar viene después de la decisión de perdonar. De hecho,
nadie merece ser perdonado. Por eso, "Antes sean benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios les perdonó a ustedes
en Cristo" (Efesios 4:32).

¡Escógelo ahora mismo! Decide mostrar misericordia: escoge perdonar. Luego


pide perdón de Dios por haber guardado resentimiento contra tu cónyuge. Esto
les colocará en el camino para encontrar las soluciones que buscas para tu
matrimonio.

6. Explica a tu cónyuge, con la actitud correcta y de buen modo, cuál es la


acción o la actitud que te ha ofendido. Después de seguir los pasos antes
señalados, puedes presentar tu caso, si es que tu cónyuge aún no ha
reconocido sus faltas. Esto debe hacerse con palabras amables y moderadas,
no con palabras ásperas o crueles. "La blanda respuesta quita la ira; mas la
palabra áspera hace subir el furor"(Prov.15:1).

Lo que quieres evitar en este momento es provocar más ira. Necesitas llegar a
tu cónyuge con palabras blandas, de reconciliación, para exponerle sus
ofensas. Siempre existen dos partes en un conflicto. Las dos partes deben
escucharse por completo.

Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a resolver sus conflictos, les dio una
meta: "si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te
oyere, has ganado a tu hermano" (Mateo 18:5). La meta es: ganar a tu
hermano, y por tanto, vas a él con esa actitud, con ese deseo. Si llegas con
gritería y acusaciones, solamente para desahogar tus frustraciones, los
resultados no van a ser provechosos. Es más: así jamás vas a ganar una buena
relación con tu cónyuge.

7. Lleguen a un acuerdo a través de un arreglo. La meta debe ser, en lo


vertical: agradar a Dios; en lo horizontal: llegar a un acuerdo. ¿Recuerdas el
mandamiento de Jesús que vimos antes: "ponte de acuerdo con tu
adversario..." ( Mateo 5:25)? Los dos llegarán a un acuerdo cuando cada uno
decide ceder en áreas donde antes ha sido egoísta y necio. Esto es lo que
agrada a Dios y demuestra amor a tu cónyuge.

El profeta Amós hace la pregunta, "¿Andarán dos juntos, si no están de


acuerdo?" (Amós 3:3). Amós estaba reprendiendo al pueblo de Dios a causa
de su desobediencia y porque neciamente resistían estar de acuerdo con Dios
acerca de su pecado. Juan el apóstol reafirma este concepto en el Nuevo
Testamento: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados..." (1 Juan 1:9). "Confesar" quiere decir "estar de acuerdo",
"decir lo mismo." Cuando tú confiesas tus pecados, te pones de acuerdo con
Dios, lo cual permite que andes con él. Dios no te va a forzar a hacer su
voluntad. Él espera hasta que tú llegues a un acuerdo con él.

Lo mismo sucede con tu cónyuge. Cuando ambos confiesan sus faltas, llegan a
un acuerdo inmediatamente. Tal acuerdo es lo que permite que encuentren una
armonía duradera, donde antes cada uno insistía en su propio antojo. Para
llegar a esa armonía, ambos tienen que estar de acuerdo en que van a ceder
algo, no a exigir algo. Imponer tu voluntad a la fuerza, no es más que soberbia
y egoísmo de tu parte. ¡Así no vas a reconciliar a nadie!
8. Toma acción aunque tu cónyuge no haga nada. Así hizo Dios contigo.
Él "mostró su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros" (Romanos 5:8). Cristo actuó en amor aún cuando
nosotros estábamos en rebelión contra él. Si hemos de amar a otros como él
nos ama a nosotros, entonces tenemos que hacer esto mismo (Juan 13:34).

Cuando tú comienzas a actuar en amor y cambiar lo que tú haces mal, esto trae
un poderoso incentivo para estimular a tu cónyuge a amar y a cambiar también
(Hebreos 10:24). Jesús dijo, "todas las cosas que quieras que los hombres
hagan contigo, así también haz tú con ellos..." (Mateo 7:12). Aplica este
principio a tu matrimonio. ¿Cómo quisieras que tu cónyuge actuara contigo?
Actúa de esa manera con tu cónyuge. ¡Hazlo hoy!

9. ¿Qué debes hacer si tu cónyuge no responde de acuerdo con esto? Ora,


ten paciencia, ¡y no te rindas! Algunas personas responden más lentamente
que otras. Aquí cabe mencionar que ésta es la actitud que Dios ha adoptado
contigo. Dios es "paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Así
también, "te es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad
de Dios, obtengas la promesa" (Hebreos 10:36).

Necesitas tener pacienca porque la mayoría de los conflictos fuertes no se


resuelven con un solo diálogo. Después de orar y esperar un poco, si aún no
hay cambios, ve otra vez a tu cónyuge y pídele que considere nuevamente las
cosas que ya platicaron. Sigue tú orando que Dios obre para que tu cónyuge se
rinda a la verdad y actúe. Asimismo, si tu cónyuge te señala puntos en que tú
has estado ofendiendo, entonces sigue los pasos que hemos estudiado.

Acuérdate que el amor de Dios siempre está buscando reconciliación con el


hombre. ¡El amor de Dios hará lo mismo en ti! ¡Busca reconciliación!

Si necesitas más ayuda para resolver estos asuntos, no esperes más: habla con
tu pastor lo más pronto posible.

,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,

Señor y Dios mío, hoy vengo a ti fatigado y cargado por esta amenaza que
sufro. Necesito tu descanso y liberar este peso ante ti, prefiero llevar tu carga
porque es fácil y ligera.

Te puede interesar: Seis hábitos para cuidar la salud visual en el trabajo


Necesito tu paz porque en mi trabajo solo recibo aflicción, Oh Jesús, existe
mucha discordia, y malos entendidos con mi jefa, estoy oprimida y viviendo
un tiempo de angustia; pero en ti confío porque tú NO abandonas a los que
te buscan.

Perdóname si yo he sido injusto con alguien y te prometo que practicaré


solo el bien con mi prójimo; porque los justos NO serán desamparados ni
sus descendientes mendigarán pan. Por favor suple mi necesidad de
estabilidad laboral y financiera conforme a tus riquezas en gloria. Dios, con
esta plegaria busco primeramente que tu reino y tu justicia se establezcan en
mi vida, y que luego todas las cosas que necesito sean añadidas para que yo
pueda darte gloria y alabanza.

Tú eres mi luz en la oscuridad de esta situación, Tú eres mi salvación de los


que son más fuertes que yo, ahora lo pienso bien y digo: ¿de quién
temeré? Señor, tú eres mi fortaleza en este momento. Entonces repito, ¿de
quién temeré?

Tú eres mi socorro y no temeré lo que el ser humano me quiera hacer. Tú


eres todopoderoso para hacer cosas nuevas a mi favor, porque yo creo en
ti. Tú crearás un camino para mí en este desierto laboral y me darás a beber
de ríos de bendición en medio de la sequía; por tanto ya no desmayaré a
causa de las amenazas que he recibido.

Tú eres mi redentor, el Dios que me enseña provechosamente y que me


conduce por el camino en que debo andar. Tú me guardarás de todo mal y
heredaré la tierra que me has prometido para vivir en ella. Declaro que de
ahora en más ya NO me aferraré al dinero por amor, sino que decido
contentarme con lo que tú me das, porque nunca me abandonarás.

Deposito mi amor en ti, haré tu voluntad; tú me librarás del mal y me


pondrás en alto, porque yo te clamo a ti y a nadie más. Confío en ti Señor
con todo mi corazón y no me apoyo en mi propia inteligencia. Reconozco
que te necesito en todas mis decisiones; por favor, corrige mis pasos para
que yo pueda llegar a la meta. 

Declaro que todas las cosas me ayudarán para bien porque yo te amo,
porque NO soy un rebelde contra tu voluntad, sino que hago todo aquello
que tú me guías a hacer conforme a tu plan. Mientras espero en tu ayuda y
salvación, me esforzaré y alentaré leyendo tu palabra, recibiendo y
declarando tus promesas de bendición. En el nombre de Jesús, Amén.

- Concluyo que  el no creyente muere dos (2) veces, y el creyente more una sola
vez.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,

También podría gustarte