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Fecha:16/01/23

Procesos psicológicos básicos


Psicología:
Es una ciencia social y una disciplina enfocada en el análisis y la comprensión de la conducta
humana y de los procesos mentales experimentados por individuos y por grupos sociales durante
momentos y situaciones determinadas. Se centra en la mente y la experiencia humanas, desde
diversas perspectivas, corrientes y metodologías. Esta ciencia social se interesa por los procesos de la
percepción, la motivación, la atención, la inteligencia, el aprendizaje, el pensamiento, la
personalidad, el amor, la conciencia y la inconsciencia, pero también por las relaciones
interpersonales y por el funcionamiento bioquímico del cerebro.

La psicología presenta una enorme cantidad de ramas y divisiones, que pueden agruparse en dos
conjuntos de acuerdo a sus características comunes, de esta manera:

1.Psicología básica. Ubicada como un campo del saber entre lo biológico del hombre y lo social o
lo humano, se centra en el entendimiento y la recopilación de información sobre los procesos básicos
del pensamiento humano. Comprende las siguientes subramas:

Cognitiva. Estudia los procesos mentales que permiten el conocimiento, es decir, la experiencia.
La percepción, la memoria, el lenguaje y el pensamiento son sus áreas de interés.
Del aprendizaje. Se dedica al estudio de los procesos de adaptación y cambio más o menos
permanente en el individuo, es decir, al modo en que el ser humano aprende.
Evolutiva. Estudia las distintas etapas del crecimiento y desarrollo de la psique humana a lo largo
de su vida.
Psicopatología. El estudio de las “anormalidades” o trastornos de la psique¹, desde un método
eminentemente descriptivo.
Del arte. Estudia los fenómenos de la creatividad, la creación y la expresión artística desde el
punto de vista de la mente humana.
De la personalidad. Intenta construir modelos de comprensión de la personalidad humana.

2. Psicología aplicada. También llamada psicología profesional, es el conocimiento básico


psicológico puesto al servicio de la resolución de problemas puntuales de la sociedad. Comprende las
siguientes subramas:

Clínica. Es la que lidia con pacientes, atendiendo sus sufrimientos mentales y emocionales y
permitiéndoles llevar una vida lo más funcional posible según el caso.
Educativa. Centrada en el aprendizaje y en el crecimiento del individuo, colabora con la
construcción de hábitos y entornos escolares más propicios para formar las generaciones futuras.
Infantil. Junto con la infanto-juvenil, se especializan en los problemas emocionales o mentales
durante las primeras etapas de la vida humana.
Social. Se centra en los grupos humanos y en las interacciones humanas, haciendo énfasis en la
importancia del entorno en la configuración de la psique.
Industrial. Similar a la social, pero aplicada a los diversos ambientes laborales y a las situaciones
mentales involucradas en el trabajo.
Forense. Colabora con la justicia en la comprensión mental de criminales, homicidios y otras
situaciones límite.
Del deporte. Aplica sus conocimientos al campo atlético y deportivo, para comprender lo que allí
ocurre mental y emocionalmente.
andragogía
Es el campo de estudio que tiene como objetivo la educación para individuos adultos. Es la guía o
conducción, de un conjunto de técnicas de aprendizaje y enseñanzas, donde los aprendices son los
adultos; es la contraparte de la pedagogía, que es la orientación o enseñanza a niños que se
concentra en contenidos, en cambio esta se orienta en procesos.

conducta
Es la manera de comportarse una persona en una situación determinada. Puede ser consciente o
inconsciente, voluntario o involuntario, etc. según las circunstancias que lo afecten.

1. Innata o heredada. Son de los primeros tipos de conducta que realizamos en nuestra vida, y
se caracterizan por ser aquellas que aparecen en la persona de manera natural y derivada de
nuestra genética, sin que nadie nos las haya enseñado antes. Un ejemplo de ello lo encontramos
en reflejos como el chuparse el dedo o mamar cuando somos bebés. Pueden aparecer tras el
nacimiento o incluso antes (ya se observan algunas conductas de este tipo en la etapa fetal).
2. Adquirida o aprendida. Acción que no surge de manera natural en la persona o animal si no
que es aprendida a lo largo de la vida. Este aprendizaje puede ser inculcado por la propia
experiencia o bien transmitido o modelado a partir de la observación del comportamiento de
otros.
3. Observable/manifiesta. Se puede ver a simple vista desde el exterior. Se trata de
comportamientos que llevamos a cabo y que implican algún tipo de movimiento por nuestra parte
en relación con el medio que nos rodea. Son el tipo de conducta que se suele considerar como tal,
ya que nos llevan a “hacer” físicamente alguna acción.
4. Latente/encubierta. Cosas como imaginar, pensar, recordar o fantasear son actos o
comportamientos que no pueden apreciarse a simple vista desde el exterior, pero no dejan de ser
actos que llevamos a cabo. Se trata de las conocidas como conductas encubiertas.
5. Voluntarias. Son todas aquellas que el sujeto que las realiza lleva a cabo de manera consciente
y acorde a su voluntad.
6. Involuntarias/reflejas. Llevan a cabo de manera inintencional. Por lo general ello incluye
principalmente las conductas reflejas: retirar la mano de un fuego que nos quema, respirar o el
conjunto de reflejos de los cuales disponemos desde el nacimiento.
7. Adaptativas. Permiten a aquel que las realiza adaptarse de manera más o menos eficiente al
medio que le rodea, de manera que su realización resulta una ventaja y facilita la supervivencia y
el ajuste y bienestar del sujeto.
8. Desadaptativas. Dificultan que el sujeto se adapte al medio y que le pueden generar malestar
o dificultar su funcionamiento en el entorno en el que se encuentra. Tienden a causar sufrimiento
y que por lo general resulta deseable modificar (aunque a veces es difícil o el propio sujeto no
quiere hacerlo).
9. Apetitivas/de aproximación. Conjunto de acciones llevadas a cabo con aproximarse a un
objetivo determinado, el cual motiva y activa al sujeto a actuar.
10. Consumatorias. Acciones que llevamos a cabo con el fin de conseguir obtener el objetivo,
meta o gratificación que nos mueve a la actuación, y que nos permiten dar por finalizada un
patrón o serie de acciones o comportamientos para lograrla.
11. Pasivas. Comportamientos vinculados a la manera de relacionarse con el entorno que nos
rodea y con el resto de nuestros semejantes, caracterizado por una supresión o minimización de
los propios deseos y necesidades en favor de las de los demás. Aparecen generalmente debido a
una necesidad o deseo de ser apreciado o evitar el conflicto que podría suponer la expresión de la
propia voluntad.
12. Agresivas. Es aquella en la que la obtención del propio beneficio o la gratificación de las
propias necesidades se pone por delante del bienestar de los demás. Se trata de una conducta de
tipo dominante y que puede llegar a expresarse por medio de la violencia. Si bien evolutivamente
tuvieron un propósito (defenderse de las agresiones externas), este tipo de conducta puede llegar
a ser aversivo para el resto.
13. Asertivas. El sujeto defiende su punto de vista y sus intereses, pero teniendo en cuenta y
valorando la opinión y las necesidades del resto. Permite la negociación y llegar a un punto de
acuerdo.
14. Condicionada/respondiente. Hace referencia a aquella que el sujeto lleva a cabo como
consecuencia de la asociación realizada entre su emisión y la presencia o ausencia de otro
estímulo apetitivo o aversivo.
15. No condicionada/incondicionada. Se trata del tipo de conducta que el sujeto realiza de
manera innata y natural al presentarse un estímulo de por sí apetecible o aversivo, hacia el que
hay una tendencia a acercarse o a alejarse dependiendo del caso.
16. Operante. Se lleva a cabo con el propósito de obtener o conseguir un determinado bien,
objetivo o meta. Una conducta que debido a la previsión de su realización nos permite recibir
reforzamiento o bien evitar castigos.

ciencia:
Es el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento ,
sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad
predictiva y comprobables experimentalmente.

Estos conocimientos son registrados y sirven de base a las generaciones futuras. Así que la ciencia
se nutre a sí misma, se cuestiona, depura y acumula con el paso del tiempo.

En el concepto de ciencia están contenidos diferentes saberes, técnicas, teorías e instituciones.


Todo ello, en principio, tiene como objetivo descubrir cuáles son las leyes fundamentales que rigen la
realidad, cómo lo hacen y, de ser posible, por qué.

Abarca un enorme conjunto de saberes organizados, que se distribuyen a lo largo de tres grandes
ramas, que son:

1. Ciencias naturales. Se llama así a todas aquellas disciplinas científicas que se dedican al estudio
de la naturaleza, empleando el método científico para reproducir experimentalmente (en
condiciones controladas) los fenómenos en los que se interesan. Se las conoce también como
ciencias experimentales, ciencias duras o ciencias físico-naturales, y son ejemplo de ello: la
biología, la física, la química, la astronomía, la geología, etc.
2. Ciencias formales. No se dedican a estudiar la naturaleza, sino objetos y sistemas puramente
abstractos, que sin embargo pueden ser aplicados al mundo real. Así, sus objetos de estudio
existen sólo en el mundo de la mente, y su validez se deriva no de experimentos, sino de
axiomas², razonamientos e inferencias³. Son ejemplo de este tipo de ciencias: la matemática, la
lógica, la informática, etc.
3. Ciencias sociales. También conocidas como ciencias humanas, este conjunto de disciplinas se
dedica al estudio de la humanidad, pero conservando una perspectiva empírica, crítica, guiada
por el método científico. Se alejan, así, de las humanidades y del mundo de la subjetividad,
aunque también del mundo experimental, acudiendo en su lugar a la estadística, la
transdisciplinariedad y el análisis del discurso. Son ejemplo de este tipo de ciencias: la sociología,
la antropología, las ciencias políticas, la economía, la geografía, etc.
percepción:
Es el mecanismo individual que realizan los seres humanos que consiste en recibir, interpretar y
comprender las señales que provienen desde el exterior, codificándolas a partir de la actividad
sensitiva. Se trata de una serie de datos que son captados por el cuerpo a modo de información bruta,
que adquirirá un significado luego de un proceso cognitivo que también es parte de la propia
percepción.

Allí radica la diferencia entre la percepción y la sensación, con la que suele confundirse el término:
mientras que la percepción incluye la interpretación y el análisis de los estímulos, la sensación es la
experiencia inmediata que apunta a una respuesta involuntaria y sistemática.

La percepción refiere a una imagen mental formada a partir de la experiencia humana, que incluye
su forma de organización, su cultura y sus necesidades. Allí están los dos componentes de la
percepción que analiza la psicología:

El medio externo que es precisamente la sensación que será captada (en forma de sonido,
imagen), y…
El medio interno que es el modo en el que se interpretará ese estímulo (totalmente variable según
el individuo).

Por esto se dice que la percepción es de carácter subjetivo, es selectiva, porque las personas
deciden (a veces de forma inconsciente) percibir algunas cosas y otras no, y es temporal porque no se
producirá por siempre sino por un corto plazo.

Entre todas, se ha determinado que la percepción funciona con un proceso de tres etapas:

1. Detección / Exposición. Los individuos solo perciben una porción pequeña de los estímulos
que están a su alcance. Sin embargo, esta selección que se realiza no se hace de forma
consciente, pero tampoco de forma aleatoria. Por el contrario, hay ciertos criterios que hacen un
estímulo sea percibido con mayor facilidad. Respecto al estímulo, cuanto mayor sea el tamaño,
más variado sea el color, mayor movimiento, intensidad, contraste y choque con lo que el
individuo espera encontrar, probablemente tenga una mayor capacidad de ser percibido. En lo
que hace al propio individuo, las necesidades y los valores individuales, los gustos personales y
colectivos, los intereses y lo que no es dañino para su cuerpo o su espíritu será lo que se atienda
con mayor facilidad.
2. Atención / Organización. La asignación de un significado a lo que está percibiendo también ha
sido materia de análisis. Probablemente el mayor aporte haya sido el de la Escuela psicológica de
la Gestalt, que delimitó las leyes en las que las personas agrupan sus percepciones (sobre la base
de que el contenido de la percepción no es igual a la suma de las características del estímulo). Las
más importantes son las siguientes:
Los individuos organizan los estímulos diferenciando concretamente la figura y el fondo.
Agrupan los estímulos de acuerdo a su proximidad, vinculando a las cosas que están en
continuado.
En los casos de secuencias no completas, se busca completar y cerrarlas, para contribuir a la
proporcionalidad y el equilibrio en el que nos manejamos.
Los estímulos semejantes tienden a agruparse juntos.
3. Interpretación. La parte final del proceso será la que le dará contenido a los estímulos que
previamente se seleccionaron y se organizaron. Aquí ya entra mucho más en juego la
individualidad de cada persona, con su experiencia previa y sus valores personales. Se han
establecido sin embargo, comportamientos habituales a la hora de este proceso, como son la
creación de estereotipos, la proyección de las características propias en los demás, o las pocas
disposiciones a lo que no se conoce mucho.

sensación:
Es nuestra capacidad para detectar sentidos como el tacto, el dolor, la visión o el movimiento y
posicionamiento de nuestro cuerpo.

Algunos pueden tener dificultades para detectar la sensación debido a la integridad de la piel o a
factores anatómicos. Otros pueden detectar sensación, sin embargo, la forma en que su cerebro
procesa la entrada sensorial puede no ser percibida con precisión. Por ejemplo, algunas personas son
más sensibles a la entrada vestibular⁴, como el giro o el movimiento, que otras. Dos personas pueden
estar girando la misma cantidad de tiempo y a la misma velocidad, pero solo una de las dos se marea.

Este concepto suele ir acompañado del concepto de percepción. Mientras que la sensación es la
mera detección del estímulo, la percepción consiste en la organización, identificación e interpretación
de dicha información sensorial, con el objetivo de interpretar y entender esta información de nuestro
entorno. Dentro de un proceso de detección de información sensorial encontramos tres fases
diferentes:

1. Fase física. En ella el estímulo activa el órgano receptor sensorial correspondiente.


2. Fase fisiológica. Se da una reacción en cadena en nuestro organismo, generando el conocido
proceso de transducción por el cual la información sensorial se convierte en información neuronal
y activando un serie de estructuras del sistema nervioso.
3. Fase psicológica. En esta última fase la persona es consciente de la sensación, lo que provoca
una reacción o respuesta. Aquí entrar a formar parte del proceso de percepción.

Habitualmente, se nos enseña que las personas poseemos cinco sentidos básicos: la vista, el oído,
el gusto, el olfato y el tacto. Sin embargo, somos capaces de percibir muchos más sentidos algo
menos conocidos. Entre ellos encontramos el sentido cinestésico y el sentido kinestésico.

Las sensaciones pueden ser clasificadas en distintos tipos. Además, estas pueden ser clasificadas
en subgrupos dependiendo de si responden a estímulos externos o internos.

Dentro del grupo de sentidos externos se encuentran:

Sentido visual. Es aquel encargado de detectar aquellas sensaciones creadas cuando la persona
observa o mira su entorno. Dentro de este mismo sentido encontramos dos tipos de sensaciones
visuales diferentes:

a. Sensaciones cromáticas: generadas por la detección de los colores.


b. Sensaciones acromáticas: generadas por el grado de claridad del ambiente. Este va desde el
blanco hasta el negro absoluto.

Cuando este sentido falla por cualquier causa y a cualquier nivel, aparecen los distintos tipos de
ceguera, incluyendo la incapacidad completa para ver.
Sentido auditivo. Este sentido nos permite detectar los sonidos que llegan al mecanismo interno
del órgano auditivo en forma de vibraciones y los cambios en la presión del medio. Estas
sensaciones pueden ser diferentes en función de la altura y del tono, igual que también varía en
función del timbre. Características como la frecuencia, la intensidad y la complejidad de las ondas
de sonido que nos llegan del medio externo son detectadas por los receptores auditivos del oído.
La pérdida de la capacidad para escuchar es conocida como sordera, la cual también puede
aparecer en diferentes grados y afectar a uno o ambos oídos.

Sentido olfativo. Es la capacidad para percibir los aromas y olores del medio. La aparición de
cualquier fragancia externa, tanto agradable como desagradable, activa los receptores capilares
de las fosas nasales. Estos receptores trasladan la señal al bulbo olfatorio, situado en la base del
cerebro. El sentido del olfato puede servir para muchos propósitos tales como la detección de
peligros (oler un escape de gas), alimentos en mal estado o la detección de feromonas, entre
muchos otros. Además, se integra con el sentido del gusto para percibir eficazmente los distintos
sabores. Una persona que no posee esta capacidad o la ha perdido debido a algún tipo de lesión
es una persona que sufre de anosmia.

Sentido del gusto. Es aquella sensación producida por una reacción química que se da cuando
una sustancia es detectada por las células receptoras del gusto, situadas en las papilas gustativas
de la cavidad bucal, principalmente en la lengua. Los receptores del gusto se activan por la
presencia de comida o cualquier otro elemento colocado en la lengua. Las papilas gustativas
pueden detectar cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. No obstante, el sentido
del gusto trabaja junto con el olfato y la estimulación del nervio trigémino para determinar los
diferentes sabores, así como la temperatura de estos. La imposibilidad completa de percibirlos es
conocida como ageusia.

Sentido del tacto. Es aquel cuyas sensaciones responden a los cambios en la superficie del
cuerpo. Es decir, la piel de la persona; la cual puede sentir todo aquel estímulo o elemento que lo
toque. A través del sentido del tacto podemos percibir e identificar las características de los
objetos. Nos permite conocer si es suave, rugoso o áspero. De la misma manera, también nos
puede informar de la temperatura de los objetos mediante la activación de los termorreceptores.
Las células receptoras de información sensorial se encuentran conectadas a las fibras nerviosas
aferentes. Ante la detección de un estímulo táctil, los receptores sensoriales se activan
transportando la información hacia los centros cerebrales correspondientes.

Sentido kinestésico o propiocepción. Hace referencia a la capacidad de detectar la posición de los


músculos, así como la capacidad para ser conscientes de la posición o postura de nuestro cuerpo
en relación a lo que nos rodea. Este sentido hace posible en control de la dirección y el rango de
nuestros movimientos, por lo que nos permite dar respuestas motoras rápidas y automáticas. En
comparación con los sentidos descritos anteriormente, la kinestesia es un sentivo interoceptivo,
es decir que se encarga de detectar los estímulos y estados internos de nuestro organismo. Como
consecuencia, también ejerce un importante papel en la percepción y mantenimiento del
equilibrio, así como en la coordinación de los movimientos. Por otra parte, las disfunciones
relacionadas con este sentido son aquellas que se manifiestan mediante la torpeza motriz, caídas
y falta de coordinación.
Sentido cenestésico. Es uno de los sentidos menos conocidos y es el que se encarga de detectar
el conjunto de sensaciones internas de nuestro cuerpo. Las unidades receptoras de este sentido
son aquellas terminaciones nerviosas de las membranas de los órganos internos. Informa sobre el
estado de los órganos y del organismo en su totalidad. Los estímulos que las activan son los
propios de la fisiología digestiva, respiratoria y muscular, entre otros. En algunos ámbitos, se
refieren a la cenestesia como la sensación general de la existencia de nuestro propio cuerpo y al
estado en el que este se encuentra.

personalidad:
Es el conjunto de dinámicas psíquicas que son características de una misma persona, es decir, a su
organización mental interior, que determina el modo en que dicha persona responderá ante una
situación determinada.

Los elementos de la personalidad tienen que ver no sólo a las respuestas ante estímulos y
situaciones determinadas, sino también al estilo de vida, las creencias y motivaciones, e incluso las
concepciones del mundo.

Conforme a la escuela y el modelo de pensamiento del psicoanálisis, especialmente de los estudios


de Sigmund Freud (1856-1939), la personalidad de los individuos está conformada por tres factores
importantes que operan en conjunto y por separado:

1. El Yo. También conocido como lo consciente o la consciencia, es el componente de nuestra


mente del cual más percepción tenemos, ya que está constantemente diciéndonos dónde estamos
y haciendo qué, o cómo estamos. Ello implica tanto la percepción del mundo externo, como los
pensamientos y el mundo interior. Su función es brindarnos un Principio de realidad respecto a la
existencia.
2. El SuperYo. Comprendido como el conjunto de interiorizaciones que definen el «deber ser»
sobre a nosotros mismos, es decir, es la instancia en donde se encuentran grabadas las leyes
existenciales, sociales, culturales, etc., que provienen del exterior, y que sirven para brindarnos
un Principio de perfeccionamiento respecto de nosotros mismos.
3. El Ello. Se refiere al contenido bloqueado o reprimido de nuestra mente, que se vincula con
nuestras necesidades primarias y biológicas, como la alimentación, la reproducción, etc. Está
encargado de brindarnos el Principio del placer.

Conforme al modelo de los Grandes Cinco (Big Five, en inglés), todas las personalidades están
determinadas por una serie de factores que se dan en distinta proporción en cada individuo. Estos
cinco factores son:

Factor O (de Openness o apertura). Se refiere al grado de apertura que un individuo presenta
respecto a las nuevas experiencias, al cambio y la variedad, e incluso la curiosidad. Los individuos
dotados de gran apertura son inquietos, imaginativos, originales y deseosos de valores no
convencionales. Su polo opuesto lo constituyen sujetos más conservadores en lo social y en la
vida, que prefieren el ámbito familiar y las experiencias más controladas.
Factor E (de Extraversion o extroversión). La extroversión se refiere a un alto grado de
sociabilidad y de interés por situaciones sociales, por la compañía de otros y la tendencia a evitar
la soledad. Los individuos extrovertidos requieren de estimulación social constante y están muy
volcados al mundo externo, a diferencia de sus opuestos, los introvertidos, que le rehúyen a las
situaciones sociales, se sienten a gusto en su mundo interior y suelen valorar la soledad.
Factor C (de Conscientiousness o responsabilidad). Alude al autocontrol, la planificación y el
compromiso, tanto en la organización como la ejecución de las tareas. También se la conoce
como “voluntad de logro” y los individuos que la poseen en altas dosis suelen ser los llamados
workaholics o adictos al trabajo, que manifiestan altísimos grados de compromiso con las tareas
emprendidas. Por el contrario, sus opuestos son personas poco confiables y poco comprometidas,
informales o laxos con sus principios morales.
Factor A (de Agreeableness o amabilidad). Se refiere a las tendencias interpersonales,
específicamente a la empatía y la capacidad de vínculo con el otro. Las personas con alto nivel de
amabilidad tienden a ser consideradas, altruistas, confiadas y solidarias, mientras que las
personas con baja amabilidad tienden a relacionarse de maneras más hostiles.
Factor N (de Neuroticism o neuroticidad). Este último rasgo tiene que ver con la inestabilidad
emocional fruto de ansiedad, preocupación y percepciones catastróficas de las cosas, que son
consecuencia de la imposibilidad de la mente de prever y controlarlo todo. Las personas con alto
nivel de neuroticidad suelen ser ansiosas, estresadas, poco sociables, y pueden incurrir a menudo
en la depresión, la irritabilidad o la vulnerabilidad. Por el contrario, los bajos niveles de este rasgo
tienden a personalidades más estables, menos preocupadas por el control y más relajadas.

Existen muchas y muy diversas formas de clasificación de la personalidad, dependiendo del


enfoque psicológico o psicoanalítico y del método específico que se emplee para comprenderla. Por
citar un ejemplo, el psicoanalista Carl Gustav Jung (1875-1961) propuso una clasificación de 8 tipos
de personalidad, que son:

Pensamiento-introvertido. Aquellas personalidades que están más interesadas por las ideas que
por los hechos, es decir, por su realidad interior que por los demás. Son propensas a las
reflexiones, los pensamientos abstractos o los desafíos teóricos.
Sentimental-introvertido. Personalidades contenidas en su propio mundo emocional, poco
propensas a lidiar con el mundo exterior, pero capaces de hacerlo a partir de lo emotivo, en lugar
de lo reflexivo del caso anterior. Son propensas al apego, pero en un círculo íntimo y cerrado.
Sensación-introvertido. Típica de artistas y creadores, esta es la personalidad más preocupada
por la experiencia subjetiva del ser, lo cual puede conducirlos a vivir en un mundo irreal,
construido a su propia medida.
Intuición-introvertido. La típica personalidad de los soñadores, es decir, de quienes están más
pendientes de lo que pasará, lo que podría pasar o lo que les gustaría que pasara, que con el
presente real. Están, a su manera, en contacto con su contenido inconsciente y pueden ser
talentosos creadores.
Pensamiento-extrovertido. Aquellas personalidades más interesadas en los hechos y en el afuera,
que su mundo interno, sobre todo como fuente de teorías y reflexiones, ya que se vincula
racionalmente con el mundo. Sus emociones y sensaciones son, por ende, reprimidas, y suele
descuidar sus vínculos socio-afectivos.
Sentimiento-extrovertido. Es el perfil de las personas más empáticas, sociales y ajustadas al
entorno comunitario, típicas de aquellos a quienes gusta cuidar de los demás o que se sienten
bien protegiendo a terceros. Su actividad intelectual se enmarca necesariamente en lo que
sienten.
Sensación-extrovertido. Se vincula con lo real a partir de las sensaciones que le evoca, es decir,
prestando mucho interés a lo que el entorno real y los demás le hacen sentir. Es la personalidad
típica de quienes viven en busca del placer, y por lo tanto suelen buscar nuevos estímulos
constantemente.
Intuición-extrovertido. La personalidad del aventurero, de quien cambia de perspectivas una vez
que consigue el objetivo deseado, pero nunca para de moverse. Suelen ser carismáticos y
entusiasman a terceros con sus ideas, siéndole fiel a su intuición más que a sus sentimientos y sus
razonamientos.

atención:
Es una cualidad perceptiva que funciona como filtro de los estímulos sensoriales. La atención
permite evaluarlos y priorizar aquellos estímulos que consideren más importantes.

Dependiendo de los mecanismos utilizados por la persona, se puede hablar de:

Atención selectiva. Es cuando se consigue obviar elementos secundarios y estímulos que no


están relacionados con una actividad que se está realizando.
Atención sostenida. Cuando se mantiene de manera constante durante un largo periodo de
tiempo.
Atención dividida. Cuando se es capaz de prestar atención a dos o más estímulos al mismo
tiempo, útil en el desarrollo de tareas complejas como por ejemplo, conducir.

La atención también puede ser voluntaria e involuntaria. En el primer caso, se produce de manera
consciente y se puede desarrollar y trabajar para ser mejorada. En el segundo caso, obedece mas a
cuestiones emocionales es más difícil de controlar.

aprendizaje:
Es el proceso mediante el cual el ser humano modifica y adquiere aquellas habilidades, destrezas,
conocimientos, conductas o valores necesarios para su desarrollo personal. Es el proceso de formar
experiencia y adaptarla para futuras ocasiones: aprender.

El aprendizaje humano se vincula con el desarrollo personal y se produce de la mejor manera


cuando el sujeto se encuentra motivado, es decir, cuando tiene ganas de aprender y se esfuerza en
hacerlo. Para ello emplea su memoria, su capacidad de atención, su razonamiento lógico o abstracto y
diversas herramientas mentales que la psicología estudia por separado.

La pedagogía, en tanto ciencia del estudio del aprendizaje, distingue entre los siguientes tipos del
mismo:

Aprendizaje receptivo. Aquellas dinámicas de aprendizaje en que el sujeto que aprende


únicamente debe comprender, entender, el contenido para poder luego reproducirlo, sin que
medie ningún tipo de descubrimiento personal.
Aprendizaje por descubrimiento. Caso contrario al anterior, implica que el sujeto que aprende no
reciba la información de manera pasiva, sino que descubra los conceptos y relaciones según su
propio esquema cognitivo.
Aprendizaje repetitivo. Se basa en la repetición del contenido a aprender, para fijarlo en la
memoria. Es conocido como “caletre” o “aprender a la letra”.
Aprendizaje significativo. Aquel que le permite al sujeto poner en relación el nuevo contenido con
lo que ya sabe, incorporándolo y ordenándolo para darle sentido según aprende.
Aprendizaje observacional. Se basa en la observación del comportamiento de otro, considerado
modelo, y la posterior repetición conductual.
Aprendizaje latente. En este caso se adquieren nuevos comportamientos que permanecen ocultos
(latentes) hasta que se recibe un estímulo para manifestarlo.
Aprendizaje por ensayo y error. El aprendizaje conductista por excelencia, en el que se prueba
una respuesta a un problema tantas veces como sea necesario para variar y encontrar la
adecuada.
Aprendizaje dialógico. Sostenido en el diálogo entre iguales, en otras palabras, es la
consecuencia de un diálogo en el que diferentes personas dan argumentos basados en
pretensiones de validez y no de poder.

Existen numerosas teorías sobre el aprendizaje, pues se trata de un campo en continuo desarrollo.
Sin embargo, las principales y más conocidas son:

Teorías conductistas. Tales como el condicionamiento clásico de Pavlov, el conductismo de


Skinner o el aprendizaje social de Bandura, se trata de un conjunto de teorías distintas que tienen
en común la consideración del estímulo y la reacción como bases del aprendizaje. Un estímulo
negativo desestimará una conducta, mientras que uno positivo la reforzará.
Teorías cognitivas. Posteriores a las conductistas, comparten con ellas algunos de sus principios,
pero haciendo énfasis en el rol mucho más activo de quien aprende, ya que emplea en ello sus
esquemas mentales y su enciclopedia de mundo, en base a lo que le resulta significativo. Ejemplos
de ellas son el constructivismo de Piaget, el aprendizaje significativo de Ausubel y Novak, el
cognitivismo de Merrill, o la Topología del aprendizaje de Gagné.
Teorías del procesamiento de la información. Tales como el conectivismo de Siemens, ofrece una
explicación sobre los procesos internos del aprendizaje basados en la interconexión y la idea de
redes.

cerebro:
Es un órgano complejo, ubicado dentro del cráneo, que gestiona la actividdad del sistema
nervioso. Forma parte del Sistema Nervioso Central (SNC) y constituye la parte más voluminosa y
conocida del encéfalo. Está situado en la parte anterior y superior de la cavidad craneal y está
presente en todos los vertebrados. Dentro del cráneo, el cerebro flota en un líquido transparente,
llamado líquido cefalorraquídeo, que cumple funciones de protección, tanto físicas como
inmunológicas.

Como parte fundamental del encéfalo y del SNC, las funciones del cerebro podrían resumirse en
controlar y regular la mayoría de funciones del cuerpo y de la mente. Este se encarga de funciones
vitales, como respirar o regular el pulso cardíaco, pasando por el sueño, el hambre o la sed, hasta
funciones superiores como el razonamiento, la memoria, la atención, el control de las emociones y la
conducta.

Todo lo que sucede en nuestra vida, en la vigilia y en el sueño, es regulado por nuestro encéfalo.
Algunas de las más importantes funciones del cerebro son:

Control de funciones vitales. Como la regulación de la temperatura, de la presión sanguínea, de


la tasa cardíaca, la respiración, dormir, comer.
Recibe, procesa, integra e interpreta toda la información que recibe de los sentidos. La vista, el
oído, el gusto, el tacto y el olfato.
Controla los movimientos que hacemos y la posición postural. Caminar, correr, hablar, estar de
pie.
Es responsable de nuestras emociones y conductas.
Nos permite pensar, razonar, sentir, ser.
Controla las funciones cognitivas superiores. La memoria, el aprendizaje, la percepción, las
funciones ejecutivas.

El cerebro forma parte del encéfalo. El encéfalo humano se divide en tres partes: cerebro,
cerebelo y tronco cerebral. De ellas el cerebro es la de mayor peso y volumen de neuronas.

Hemisferios del cerebro. Los anatomistas cerebrales dividen la corteza en dos hemisferios que se
encuentran separados por la fisura interhemisférica y unidos por una estructura conocida como
cuerpo calloso que transmite la información entre ambas partes. Los hemisferios tienen una
relación invertida con nuestro cuerpo, de forma que el derecho se encarga de coordinar la parte
izquierda y viceversa. Pese que las funciones de cada hemisferio pueden variar dependiendo del
sujeto —un 15% de los zurdos, por ejemplo, poseen centros del habla en ambas partes del
cerebro— en líneas generales el hemisferio derecho se encarga de la expresión no verbal:
emociones, orientación espacial, intuición, memoria, etc. Se dice, en este sentido, que el
hemisferio derecho piensa y recuerda en imágenes. Por su parte, el hemisferio izquierdo está
relacionado con las funciones verbales incluyendo áreas como la de Broca⁵ y la de Wernicke⁶,
exclusivas del ser humano.

Lóbulos del cerebro. Cabe referir que cada hemisferio se divide en cuatro lóbulos, cada uno de
los cuales tiene funciones diversas:
a. Lóbulo frontal: Es el lóbulo más grande del cerebro ubicado tras la frente. Cobija al ‘director
de orquesta’ encargándose de las funciones ejecutivas: resolver problemas, control de los
impulsos, planificación y razonamiento.
b. Lóbulo temporal: Se encuentran en los laterales del cerebro de forma horizontal y pegados a
las sienes. Tiene un importante papel vinculado a la memoria, así como al procesamiento
auditivo y del lenguaje.
c. Lóbulo parietal: Se encuentra entre el frontal y el occipital y se encarga de procesar la
información sensorial, así como controlar los movimientos recibiendo y procesando
información visual del lóbulo occipital.
d. Lóbulo occipital: Se ubica en la parte posterior del cráneo cerca de la nuca siendo la primera
zona a la que llega la información visual.
Bulbo raquídeo. Se encuentra ubicado en la nuca, entre la médula espinal y el puente tronco
encefálico. Es una prolongación de la médula espinal. Es a través de este bulbo raquídeo que los
impulsos nerviosos provenientes de la médula y del sistema nervioso periférico llegan al cerebro.
Aquí se cruzan los nervios de ambos hemisferios cerebrales y es justamente donde se separan los
nervios provenientes del hemisferio derecho y se dirigen hacia el lado izquierdo y viceversa. Los
estímulos del cuerpo pasan sin excepción por el bulbo raquídeo. De este modo el cerebro se
informa de lo que ocurre en las diferentes partes del cuerpo. También:
Regula la secreción de los jugos gástricos del estomago.
Controla el estornudo, la deglución, el vómito y la tos así como también todos los músculos
que intervienen en estas tareas
Regula el equilibrio
Actúa sobre la fonación
Interviene en el despertar cada mañana de la persona. De allí proviene la frase “reloj interno”
Regula el movimiento de los ojos

Cerebelo. Es una estructura del sistema nervioso central (SNC). Es la parte más grande del
encéfalo después del cerebro. Se sitúa en la parte posterior e inferior del cráneo. La función
principal del cerebelo es la de integrar vías motoras y sensitivas. En pocas palabras, recibe
información y órdenes de la corteza cerebral y las conecta con el aparato locomotor. También se
encarga de algunos procesos de la memoria, del lenguaje, de la atención, del aprendizaje entre
otras funciones. Sin embargo el cerebelo no se encarga de ninguna de las funciones del sistema
olfativo. Además, es el encargado del temblor fisiológico. Es por esta razón que frente a una
lesión en este parte del encéfalo no se produce parálisis pero sí se pueden generar desórdenes en
la ejecución motora, del equilibrio o posturas corporales. Es decir, hace que los músculos
reaccionen ante estímulos sensoriales. Es el cerebelo quien reacciona o responde rápidamente
frente a una señal de peligro exterior y envía la señal al cerebro para que reaccione con rapidez y
se produzca la reacción.

Tronco cerebral. Al ser una estructura central del sistema nervioso, se encarga de dar paso a la
información que viene y va hacia el cerebro, cerebelo y la médula espinal; así mismo interviene
en la conciencia, sueño, control cardíaco, la respiración, y además colabora en el trabajo de los
nervios craneales.

Esto quiere decir que el cerebro funciona como el centro integrador de todos los estímulos, debe
contar con diferentes partes que lo ayuden a cumplir todas sus funciones. Dentro de las otras partes
importantes del cerebro tenemos:

Corteza cerebral: es la capa más externa del cerebro, la cual está llena de pliegues y es la que se
divide en hemisferios y lóbulos propiamente dichos. La principal función de la corteza es integrar
los estímulos recibidos de las estructuras profundas para llevar a cabo procesos mentales
complejos.
Ganglios basales: son estructuras ubicadas por debajo de la corteza cerebral, compuestos por
el núcleo caudado, el putamen y el globo pálido. Los ganglios basales están relacionados con la
realización de movimientos complejos previamente aprendidos de forma automática como
escribir, hablar o caminar.
Sistema límbico: se trata de una de las partes más antiguas del cerebro y posee límites difusos.
Esta región se relaciona con las emociones, el placer, el ciclo sueño-vigilia, el miedo y muchas
otras reacciones inconscientes.
Hipocampo: es una estructura antigua ubicada en el lóbulo temporal, por lo que se relaciona con
la memoria y el aprendizaje.
Tálamo: esta estructura es el primer centro integrador del cerebro. Se encarga de interpretar
todos los estímulos externos captados por los órganos de los sentidos antes de enviarlos a
estructuras cerebrales superiores.
Hipotálamo: la principal función es mantener la homeostasis del cuerpo, ya que es una de las
principales estructuras involucrada en la secreción de hormonas. También coordina funciones
como la sed, el sueño, el hambre y algunos otros instintos primitivos.
Amígdala: es una de las partes del cerebro que se ubica en cada uno de los lóbulos temporales.
Se trata de una de las partes del sistema líbico y está relacionada con las reacciones de
supervivencia, con la memoria emocional y la ansiedad.

sistema nervioso:
Se llama sistema nervioso al conjunto de órganos y estructuras de control e información del
cuerpo humano, constituido por células altamente diferenciadas conocidas como neuronas, que son
capaces de transmitir impulsos eléctricos a lo largo de una vasta red de terminaciones nerviosas.

Este aparato de transmisión de energía química y eléctrica recorre el cuerpo entero y permite la
coordinación de los movimientos y acciones del cuerpo, tanto las conscientes como las reflejas, a
partir de lo cual se distinguen dos tipos de sistema nervioso: el somático y el autónomo. El primero
se ocuparía de la conexión entre las extremidades del cuerpo y el cerebro, mientras que el segundo
se ocupa de las acciones reflejas e involuntarias.

El sistema nervioso del cuerpo humano se divide en dos conjuntos:


Sistema Nervioso Central (SNC). Encargado del procesamiento de la información recopilada por
los sentidos y de la toma de acciones conscientes. Lo integran los siguientes órganos:
El encéfalo. Su parte más voluminosa, que abarca el cerebro, dividido en sus dos
hemisferios; el cerebelo, que integra las funciones motoras y está en la región de la nuca; y el
tallo cerebral que conecta la médula espinal al encéfalo, compuesto por mesencéfalo,
protuberancia anular y bulbo raquídeo.
La médula espinal. Prolongación del encéfalo que va por dentro de los huesos de la columna
vertebral y a la que se conectan todas las terminaciones nerviosas del cuerpo.
Sistema Nervioso Periférico (SNP). Se compone de nervios, que recorren el cuerpo y se dividen
en dos grupos:
Nervios craneales. Son 12 pares de nervios ubicados, como su nombre lo indica, en la
cabeza, en donde controlan la información pertinente al rostro, cuello y sentidos principales,
conectándolo todo al cerebro.
Nervios espinales. Son 31 pares de nervios que controlan la información del tronco y de las
extremidades, conectándose a la médula espinal.

Como se ha dicho antes, el sistema nervioso tiene la función básica de conectar los centros de
procesamiento nervioso como el cerebro, con la periferia de las extremidades y los diversos órganos
del cuerpo. En primer lugar, permite activar la musculatura y propiciar el movimiento, tanto
voluntario (caminar, sujetar cosas, etc.) como involuntario (los movimientos del intestino, la
respiración, los reflejos, etc.). En segundo lugar, permite la coordinación sensorial de los estímulos,
como el dolor y el tacto, y su transmisión para ocasionar respuestas, lo cual es vital en la protección
del organismo como un todo.
GLÁNDULAS ENDÓCRINAS:
Una glándula es un conjunto de células encargadas de la producción y secreción de una o varias
sustancias. Las glándulas endocrinas lo que segregan son hormonas que se eliminan directamente en
los capilares sanguíneos. Existen numerosos órganos endocrinos: hipófisis, tiroides, paratiroides,
suprarrenales, ovarios, testículos y hueso entre otros. Cada uno se encarga de la producción y
secreción directa al torrente sanguíneo de una o varias hormonas específicas. Las hormonas por
tanto son sustancias importantes que ejercen su acción a distancia, normalmente en múltiples
órganos al mismo tiempo.

Son responsables de mantener el equilibrio de constantes vitales como la frecuencia cardiaca y la


tensión arterial así como la homeostasis hidroelectrolítica (fluidos, glucosa, sodio, potasio), el
crecimiento, la lactancia y la función reproductora. Existe una fina regulación de la producción,
liberación y acción de estas hormonas en función de las necesidades del organismo. Así un
mecanismo de retroalimentación negativo controlado por la hipófisis establece cuatro ejes
hormonales fundamentales: el eje suprarrenal, tiroideo, gonadal y el crecimiento.

Hipófisis. También conocida como pituitaria, está considerada la principal glándula del sistema
endocrino siendo primordial para nuestro organismo. Hace de coordinadora recogiendo los
mensajes del cerebro por:
Producir hormonas que estimulen y regulen otras glándulas endocrinas (suprarrenales,
tiroides, ovarios o testículos).
Producir y segregar hormonas que directamente intervienen en funciones biológicas
fundamentales.

Tiroides. Es responsable de la producción de hormonas en todo el cuerpo. Las hormonas


producidas por la glándula tiroides ayudan a controlar procesos como el consumo de calorías en
el cuerpo, la tasa metabólica del cuerpo, así como a regular el desarrollo del cuerpo desde el
nacimiento hasta la vejez. La función de la glándula tiroides es producir, almacenar y liberar
hormonas tiroideas, conocidas como T3 (triyodotironina) y T4 (tiroxina), cuyo compuesto básico
es la tiroxina. Estas hormonas intervienen en el desarrollo del sistema nervioso y regulan el
metabolismo, o la velocidad a la que el cuerpo quema calorías para obtener energía. Estas
hormonas se encargan de:
Controlar la frecuencia cardíaca y la concentración de colesterol
Intervenir en la síntesis de glucógeno y en el uso de glucosa
Formar vitamina A
Mantener la temperatura corporal
Tener un papel gastrointestinal de memoria y de fuerza muscular.

Paratiroides. Son cuatro glándulas muy pequeñas del tamaño de una arveja ubicada en el cuello.
Se encuentran detrás de la glándula tiroides. Su función principal es mantener el nivel de calcio
en la sangre dentro de los niveles normales. Esto permite lograr un funcionamiento adecuado de
los músculos y de los nervios. También ayuda a mantener los huesos fuertes.

Glándulas suprarrenales. Produce multitud de hormonas, de las cuales el cortisol, controlado


por la pituitaria, es imprescindible para la vida y responsable del mantenimiento de la tensión
arterial y las reservas de glucosa y grasa.
Órganos sexuales. Los ovarios y testículos son reguladores de la fertilidad a través de la
producción de las hormonas sexuales. Los estrógenos y progestágenos permiten la fecundación,
implantación y mantenimiento de la viabilidad embrionaria

Crecimiento lineal del hueso. El hueso durante la edad de crecimiento se ve finamente regulado
por la secreción de la somatotropina hipofisaria que va a inhibir su producción en caso de
enfermedad grave o desnutrición.

La Lactancia. La mama produce leche en respuesta al nivel circulante de prolactina hipofisaria.


En su ausencia la lactancia no es posible.

Glándulas como el páncreas o la paratiroides no están controladas por la hipófisis sino por otros
procesos metabólicos como la nutrición, que estimulará la producción de insulina o como los niveles
de vitamina D y la ingesta de calcio que modificarán la producción en las paratiroides de la
parathormona cuyo exceso puede favorecer la osteoporosis.

bases biologicas de la conducta:


Tienen un papel crucial para entender por qué somos como somos. Las bases biológicas de la
conducta aúnan el saber de dos disciplinas. En primer lugar, toman como base la biología y las
actitudes de supervivencia del reino animal. El segundo elemento relevante es la psicología, más
adaptada a la realidad de los seres humanos.

Los objetivos de estas bases son establecer (o no) relaciones de determinación entre nuestra
naturaleza y las formas de actuar en solitario o en sociedad. Lo que sí es importante señalar es que,
en estos casos, el análisis que se busca es global. Por lo tanto, e indudablemente, habrá numerosas
generalizaciones. Este es un punto importante, y lo que se busca es realizar medias estadísticas. No
se trata de analizar caso por caso la psicopatología sino, más bien, de entender por qué actuamos de
determinada manera. Y esto sirve para los contextos que consideramos sanos, pero, también, para
los patológicos.

Lo cierto es que los condicionantes biológicos son varios y, dependiendo de la persona, uno u otro
tendrá más peso. Aunque el organismo humano es una máquina casi perfecta, lo cierto es que no
siempre funciona igual y, por ello, hay variaciones en función de cada individuo. Es ahí donde gana
importancia la generalización como pauta.

Hay que señalar, además, que suele existir una interrelación entre las diferentes vertientes. Los
tres principales ejes biológicos que condicionan nuestras actitudes y comportamiento son el sistema
nervioso, el sistema endocrino y la genética.

Sistema nervioso. La configuración cerebral y el funcionamiento del sistema nervioso son


elementos fundamentales para entender nuestras acciones. No en vano, los miles de millones de
neuronas de nuestro cerebro accionan nuestros comportamientos, aunque luego puedan estar
influidos por otros factores. Es indudable que las alteraciones o problemas que podamos tener
influyen en el comportamiento. Ahora bien, la actuación del sistema nervioso es,
fundamentalmente, adaptativa. La gran diferencia del homo sapiens, con respecto a otras
especies, está en esa capacidad de decisión racional. Por lo tanto, la arquitectura de nuestro
cerebro influye, y lo hace decisivamente, en nuestras conductas y comportamiento.
Sistema endocrino. La segregación de hormonas, de la que es responsable el sistema endocrino,
también genera o predispone a determinadas actitudes. Es importante señalar que, en función de
las hormonas que se segreguen, estos cambios serán más o menos permanentes. Un ejemplo
paradigmático es el de la libido. Otras conductas puntuales, generadas también por la secreción
de hormonas, son la mayor o menor pasividad, generadas a su vez por las neuronas del cerebro.
Las depresiones, o la predisposición a las mismas, tienen mucho que ver con estos mecanismos.
En definitiva, el sistema endocrino puede influir de muchas maneras en cómo nos comportamos.
Esta es la razón por la que convendrá conocer su funcionamiento e interrelación con otras zonas
del organismo.
Genética. Ya se ha sugerido, históricamente, como factor que determinaba conductas de padres
e hijos. Sin embargo, es importante señalar que la socialización y la cultura tienen un peso
decisivo. Dicho esto, hay que señalar que el descubrimiento del genoma humano en 2000 ha
permitido afinar los estudios. Hoy sí, se puede determinar que, al igual que en determinadas
enfermedades, la herencia genética puede influir en los comportamientos. Ahora bien, los
estudios actuales van mucho más allá de la herencia genética, también denominada epigenética.
Hoy se trata de comprobar también, sin más, qué genes pueden influir más o menos en
determinadas actitudes o predisposiciones. Si las alteraciones genéticas influyen en las
enfermedades, también lo hacen en nuestros comportamientos. El estudio, pues, de la genética,
tiene una importancia capital en todo lo relacionado con la conducta.

Los análisis deberían ser multidisciplinares para que sean efectivos. Esto es, que este grupo de
factores deben estudiarse en conjunto para tener respuestas completas. Por ejemplo, hay
condicionantes genéticos que, a su vez, influirán en comportamientos del sistema nervioso y
endocrino. Esto hace que un análisis por separado resulte poco útil y nada realista. Tomar en
conjunto todas estas disciplinas permitirá entender mejor las pautas de conducta. No ha de extrañar,
pues, que en los estudios de Psicología se le dé una importancia creciente a esta cuestión.

Es importante señalar, sin embargo, que, aunque los condicionantes biológicos pesan, el factor
ambiental también lo hace. Esto es, que dónde vivimos influye, y mucho. Otros elementos, como la
procedencia social, también serán determinantes.

el hombre como ser biopsicosocial:


Debido a que la conceptualización de salud definida por la Organización Mundial de la Salud
(OMS), detalla: "es el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no tan solo la ausencia
de enfermedad o afección". El hombre debe ser considerado como un ente biopsicosocial, pero para
hacer esto primero se debe definir cada uno de los términos que se encuentran en esta afirmación:
Ente: Se refiere a lo que existe o puede existir.
Bio: Significa vida.
Psico: Significa alma, mente o actividad mental.
Social: Perteneciente o relativo a una compañía o sociedad, o a los socios o compañeros,
aliados o confederados.

El hombre es un ente, porque existe y su componente bio se refiere a que es un organismo vivo
que pertenece a la naturaleza. Su componente psico se refiere a que además de ser un organismo
vivo tiene mente, lo que le permite estar consciente de su existencia. El hombre es un ente social
porque recibe influencias favorables y desfavorables como resultado de la interacción con la
sociedad (constituida por semejantes a él) que lo rodea y con el medio ambiente físico, en el cual
lleva a cabo su vida.
Por lo tanto, se establecen interrelaciones complejas de los seres humanos con los seres humanos
y con su entorno, dando como resultado que el hombre es un elemento más de la comunidad social y
de un ecosistema. Que permite enmarcar a la salud como la correcta aptitud para dar respuestas
armónicas que sean acordes y ajustadas a los estímulos del ambiente (físico y la comunidad) y que
garanticen una vida activa, creadora y una progenie viable, lo que conlleve al hombre a manifestarse
en el óptimo de su capacidad.

El modelo psicosocial pretendía dejar atrás el cerrado esquema de «causa-efecto», según el cual el
plano emocional y el contexto social no influían en el proceso de curación o en el tratamiento de una
enfermedad o discapacidad. Por otro lado, también era un paso hacia una realidad en la cual los
médicos comenzarían a tomar en cuenta la opinión del paciente antes de tomar sus decisiones; en
otras palabras, el paciente pasó de ser «objeto» a «sujeto».

como llego la psicología a ser ciencia:


Corría el año de 1879 cuando el fisiólogo, filósofo y psicólogo, Wilhelm Wundt (1832–1920) fundó
el primer laboratorio de psicología experimental en la Universidad de Leipzig, Alemania. Esta fecha
es considerada el referente histórico que marca el surgimiento de la psicología como una rama
separada de la filosofía. Se podría pensar que es una disciplina relativamente joven, con alrededor de
138 años de existencia.

En efecto, si estudiamos los diversos escritos de filósofos como Platón, Aristóteles, Agustín de
Hipona, Tomas de Aquino, René Descartes, Immanuel Kant, David Hume, etc., encontraremos varias
preguntas y respuestas de tinte psicológico, solo que no recibían este calificativo, ya que no existía
una disciplina formal llamada Psicología.

Que esta haya surgido en el siglo XIX no es casual. Tuvieron que darse una serie de condiciones
para que ello fuese posible. El contexto en el que nace está permeado por la filosofía moderna, así
como los temas y problemas que ella aborda, particularmente aquellos que tienen que ver con el
conocimiento y la subjetividad. Asimismo, dicho entorno está marcado por el auge de la ciencia
moderna, cuyo padre fue Galileo (1564–1642), y que ya para el siglo XIX había generado una gran
cantidad de descubrimientos científicos y su consecuente aplicación tecnológica. Según el filósofo,
matemático y escritor inglés, Bertrand Russell (1872–1970), la ciencia moderna empezó indagando
los astros, continuó con los cuerpos físicos en la Tierra, más tarde los seres vivos y finalmente, el
comportamiento del ser humano; es decir, comenzó estudiando lo más lejano y terminó con lo más
cercano: la condición humana.

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