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EL HOGAR CRISTIANO
Es posible decir que toda familia en el mundo está constituida de tal forma que
pueda gozar de la naturaleza y de la mayor parte de los propósitos del
matrimonio sin mucha referencia a Dios. Es cierto, porque la familia es una
realidad universal. Pero esto no ha de promover un punto de vista secular en
cuanto al matrimonio, sino el que reconoce que la naturaleza de la familia viene
desde la creación.
Entonces, si todo el mundo puede gozarse de los privilegios del sexo y tener
una familia naturalmente feliz, ¿qué diferencia hace que el hogar sea cristiano?
La respuesta es: que hace toda la diferencia en el mundo. El hogar cristiano es
un elemento redentor en la sociedad porque es el lugar donde Cristo debe y
puede manifestar su “extra”, especialmente en la vida familiar, o sea, en sus
relaciones e interrelaciones. En la relación con Cristo la pareja puede aprender
cómo responder en sumisión voluntaria y agradable a su Señor. Esto les
prepara para someterse el uno al otro. (Efesios 5:21.) En “conocer” a
Cristo, uno comprende el gran misterio de conocer a uno que de veras le ama.
Esto le capacita para expresar un amor no fingido hacia otros. Lo que uno ha
recibido de Cristo como perdón, estímulos, aprecio, esperanza y gozo debe y
puede ser reflejado en sus relaciones cotidianas comenzando dentro de su
propia casa. (Colosenses 3:12-21.)
LOS AJUSTES DENTRO DEL MATRIMONIO
El matrimonio exitoso y feliz es un arte y una tarea. Es un arte porque se basa
en pericias que la pareja aprende al atenderse y cuidarse conscientemente el
uno al otro. No es algo accidental. Por consiguiente, es una tarea que exige la
vida para aprenderla, especialmente cuando se consideran las diferentes etapas
que ellos experimentarán juntos: comenzando la familia, cuando los hijos son
adolescentes, los años de madurez y la vejez. La pareja no queda igual, sino
que está siempre cambiando aunque sea lentamente.
EL AMOR: ¿ES ALGO QUE CRECE Y MEJORA?
el amor puede y debe crecer entre la pareja penetrando y
convirtiendo a cada faceta de su relación en una verdadera felicidad y
comprensión.
El amor va entrelazado con el valor, atemperado por el deber, probado
en el sufrimiento, endulzado con la ternura, fortalecido con la
felicidad.
El amor es aquel aspecto sentimental y sicológico de la relación conyugal que
tiene la capacidad de profundizarse, y que debe crecer de atracción a afecto y
eventualmente llegar a ser admiración. No hay una mejor descripción de aquel
amor que tiene la capacidad de crecer y mejorar que la de. 1 Corintios
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13:4-8a:
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanec e; no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser.
Quizá haya más señoras como la que dijo: “Yo no tendría ningún problema en
sujetarme a mi esposo si él me amara como Cristo amó a la iglesia”. Es
interesante que nunca se les manda a las mujeres amar a sus esposos con el
agape y sólo una vez (Tito 2:5) son instruidas a amarles con fileo que es
amor tierno entre madres e hijos; o sea, es un amor que responde a un objeto
que necesita el cariño y la atención. No es que la mujer no sea capaz de amar a
su esposo con agape, sino que sicológicamente (y bíblicamente también) la
esposa espera la pauta amorosa de su marido para devolverle el afecto y el
respeto. Estos conceptos del amor agape (de esposo) y fileo (de la esposa)
son la estructura sobre la cual pueden los cónyuges construir una relación
profunda como Dios realmente propone.
LAS DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES
¡Resulta sorprendente que haya tantos matrimonios con éxito! Pero la realidad es
que hay muchos
matrimonios desavenidos porque no se comprenden. Son diferentes
especialmente en sus necesidades o esperanzas y en su composición
emocional
Las Necesidades de las Mujeres
La mujer necesita ser protegida, acariciada, amada, pero a la vez desea la
libertad de ejercer sus papeles de ser una madre, una esposa y en algunos
casos una profesional. Ella busca profundamente frecuentes muestras de
reconocimiento, afecto y aprobación. Las pequeñas expresiones de cariño e
interés en ella significan mucho más para la mujer de lo que el hombre se
imagina.
A ella le agrada que se le recuerde, se le halague, se le hagan cumplidos
y se le escuche; quiere que se preste atención a sus sentimientos, aun
cuando a su marido le parezcan pueriles o fuera de razón. La mujer
necesita que le haga sentir su feminidad por medio de la protección, el
cuidado, las demostraciones de afecto sin mostrar deseo sexual y
especialmente siendo aceptada cuando ella se ve inaceptable a sus
propios ojos.
Las Necesidades de los Hombres
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mucho cansancio. La regla sana es esperar hasta cuando los dos tengan la
mayor oportunidad y deseo de entrar en el acto sexual.
También, hay otra clave para la felicidad sexual en cuanto al asunto de tiempo.
La naturaleza del hombre es excitarse rápidamente, mientras la mujer es mucho
más lenta en lo mismo. Se requiere tiempo para excitarla y prepararla para el
acto. Las caricias estimulan y son una expresión de ternura que la mujer
necesita. No es algo en lo cual se debe apresurar. Recordemos que la mujer
normalmente puede gozarse del sexo sólo cuando esté relajada y entra en éste
con plena confianza de que el marido la está ayudando y quiere que ella esté
contenta. Este convencimiento sicológico en la mujer de que su galán es su
principal protector, no se logra con un par de palabras y un poco de
maniobras.
La naturaleza de la mujer es de responder más lentamente al acto sexual y
requiere que el hombre no se precipite, durante ni después del acto, porque una
vez que la mujer esté excitada no se relaja rápidamente. El hombre debe seguir
con sus atenciones, caricias, conversación, etc., aun cuando todo el acto en sí
ha terminado felizmente. De otro modo el silencio o el sueño del hombre es
recibido por la mujer como una comunicación brusca, contraría al cariño
cabal.
PLANIFICACIÓN FAMILIAR
Para terminar este capítulo, se considera importante aclarar uno de los fines
principales del sexo dentro del matrimonio: engendrar niños. Ha sido lo más
natural para una pareja, desde que Adán y Eva comenzaron el proceso. Dios
dijo a aquella primera pareja en forma de una bendición: “Fructificad y
multiplicaos: llenad la tierra, y sojuzgadla...” (Génesis 1:28). Ellos y sus
herederos tomaron en serio la primera parte del mandato de Dios, pero sólo es
en esta segunda mitad del siglo veinte que hemos llegado a presentar atención al
asunto de “sojuzgar” la creación, particularmente con referencia al número de
niños que procreamos.
La planificación familiar, debe ser bien entendida como la decisión responsable
de los esposos para tener solamente el número de niños que quieren y creen
que pueden criar. El doctor José G. Carrero, de San Cristóbal, Venezuela dice:
...no es otra cosa que una intervención médica que tiene el propósito de
dirigir y cuantificar la procreación de los hijos que una pareja puede
tener, cuidar y educar óptimamente.
Todos los niños son dádivas de Dios. (Salmo 127:3-5.) La pareja
cristiana debe considerar la posibilidad de tener cuantos niños cree poder
preparar adecuadamente para una vida cristiana y productiva.
Para realizar una planificación familiar, normalmente hay que practicar el control
de la natalidad. La razón por querer hacer esto son ciertos factores y presiones
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todas las atenciones de la esposa, ya que ella ahora tiene que compartirlas.
2. La Etapa del Pacto Fracturado
El pacto se refiere al estado de confianza que existe entre las dos personas
porque se comprometen a guardar aquel estado, y aun hacerlo florecer. En esta
etapa, algo de la confianza ha sido dañada o, por lo menos, amenazada. A
veces, por haber tenido relaciones prematrimoniales se ha creado una sombra
de desconfianza, tal como se explicó en los capítulos dos y cinco. Sin duda, la
causa más común de la pérdida de confianza es la de los celos, y aún más
cuando cualquiera de los dos da razón para que el otro se sienta sospechoso.
Esta etapa se caracteriza por una mala comunicación y peleas con palabras,
todo lo cual resulta en amenazas a la integridad de ambos.
3. La Etapa de la Evidencia Escondida
Aquí, la pareja guarda toda apariencia, mientras que también guardan rencor y
resentimiento. Se nota que a veces, para convencerse de que todo saldrá bien,
hacen compras indebidas que sobrepasan el presupuesto, como las de ropa,
muebles, automóvil, etc. En esta etapa, ellos reconocen su incapacidad de
comunicarse y se resignan a no intentarlo. Experimentan aislamiento, soledad y
ansiedad que a veces culminan en buscar a otra persona de confianza, la cual,
con demasiada frecuencia, es del sexo opuesto. En esta tapa se buscan el
alcohol, las drogas, las compras excesivas, y/o el sexo, como medios falsos de
consolación.
4. La Etapa del Conocimiento Público
Ahora la pareja comienza a buscar consejos, o sea en la familia, o entre los
suegros, o aun consultando con un consejero profesional ya sea un sicólogo o
el pastor. Se nota que la llegada a un consejero profesional o semiprofesional
es casi siempre tardía. Es la regla más que la excepción, buscar una ayuda
adecuada sólo cuando están ya desesperados. Entonces la relación está
despedazada y la comunicación es casi imposible; haciendo difícil lograr
volverles a un estado tranquilo y tratable. Sin embargo, la buena voluntad, la
sinceridad y el deseo de volver, hacen posible el descubrimiento de algunas
entradas de alivio a las tensiones. Desgraciadamente, esta es la etapa cuando a
menudo uno de ellos, o ambos, buscan abiertamente a otra persona del sexo
opuesto para llenar su vacío. Una vez que el problema se hace público, tienden
a dar rienda suelta a sus sentimientos. Esto puede resultar en la gota que hace
rebosar la copa.
5. La Etapa de las Amenazas o los Intentos de Separación
Esta etapa consiste en algunas formas de separación; a veces, simplemente por
visitas prolongadas por la esposa a la casa de los padres, o en tomar un trabajo
que le permite al esposo viajar. Estas separaciones son socialmente aceptable.
Pero mudarse a la casa de los padres, o echar al esposo de la casa o viceversa
por la borrachera, la infidelidad o cualquier razón, constituyen una verdadera
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rotura de la relación.
6. La Etapa de Legalizar la Separación
Comienza esta etapa por la consulta a un abogado en cuanto a sus derechos.
También se discuten entre ellos la división de la propiedad, los niños, etc.
Habrá normalmente un cierto conflicto sobre las razones o bases del divorcio, o
si uno de ellos cederá al divorcio, Los familiares y amigos, a veces, juegan un
papel que presionan las decisiones que se toman.
7. La Etapa del Divorcio
Este es un tiempo parecido al “duelo”; pero el divorcio es, en un sentido, peor
que la muerte. El divorcio es una separación causada por el fracaso, y deja
cicatrices como si fueran hechas por un serrucho o un cuchillo oxidado. Los
niños son un continuo recuerdo de los errores. Los divorciados precisan de un
compañerismo y amor profundos para poder soportar las angustias de este
tiempo y para poder reorientarse y reconstruir sus vidas.
El pastor puede jugar un importante papel en este proceso, si puede reconocer
lo que está ocurriendo y si busca orientar a la pareja antes de que lleguen al
extremo. El pastor no debe esperar que uno de ellos le busque, por aquel
tiempo puede ser demasiado tarde. Si él puede ayudarles a reconocer donde
están en su relación, esta simple orientación a veces les despierta a renovar los
votos de la intimidad.
Además de las etapas, existen unos tres tipos de conflictos.f68 El reconocerlos,
al igual que las etapas, brinda una orientación aliviadora para la pareja que
tantas veces se frustra y se encierra en sus circunstancias.
El primer tipo de conflicto es el de los ajustes y desarrollos en el matrimonio.
Los cambios que ocurren en la familia, como el nacimiento del primer hijo;
cuando los hijos comienzan a estudiar; la adolescencia; y cuando dejan de vivir
en casa. Todos estos cambios traen necesariamente una especie de conflicto o
tensión que requiere un ajuste por parte de la pareja.
El segundo conflicto es el de tensiones personales que surgen cuando miembros
de la familia que, viviendo comprometidos el uno al otro, experimentan alguna
diferencia de opinión, expectación o actuación. El romper promesas, cambiar
planes sin consultar al otro, o responder alteradamente, frustran la buena
marcha de cualquier hogar.
El tercer conflicto es el de emergencias que pueden ser de índole espiritual,
emocional o física. Cuando un miembro de la familia estalla en rebelión esto
repercute en los demás. La depresión o la ansiedad, como la enfermedad o un
accidente, traen crisis a la familia y crean un tipo de conflicto normal.
CAUSAS DE CONFLICTOS
Las causas de conflictos son múltiples y generalmente más de un factor
contribuye a que la pareja se confunda y experimente una rotura de relaciones.
Los factores pueden ser debidos a la salud mental, al trasfondo cultural o a las
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experiencias personales. Hará bien la pareja percatarse de por qué sufren estos
frustrantes momentos de disgustos.
Hay unos tres factores normales de salud mental que pueden influir en el
consorcio para crear desavenencias.f69 Si en la niñez, uno o ambos han sufrido
mucha rigidez, crítica, falta de amor y comprensión, es probable que ahora
respondan a los conflictos con una ultrasensibilidad, que se estremezcan en
autodefensa, que actúen irresponsablemente y que huyan de las relaciones
profundas. En otras palabras, el trato duro y la falta de amor durante la niñez
puede resultar en una inestabilidad mental que impide que los adultos se
relacionen satisfactoriamente como pareja. Estos individuos necesitan que
alguien les ayude a entenderse a sí mismos. Esto se puede hacer aceptando sus
acciones como algo natural debido al acondicionamiento que recibieron durante
la niñez y la adolescencia. Otro factor de salud mental es el del “complejo de
culpabilidad.” No debemos ser sorprendidos cuando sintamos culpa por haber
fallado. No somos infalibles. <241709>Jeremías 17:9 dice: “El corazón es
engañoso
por sobre todas las cosas, es excesivamente perverso, corrompido y grave,
mortalmente enfermo.” El pecado en nuestra vida destroza la confianza,
robando la felicidad y haciéndonos irritables. Es la ocasión para ejercer aquella
valiosa virtud espiritual y escritural: el perdón. Puesto que somos imperfectos,
viviendo en un mundo imperfecto y con un cónyuge imperfecto, ejercitemos con
regularidad la función genuinamente cristiana de buscar el perdón de Dios y de
perdonarnos el uno al otro (<620108>1 Juan 1:8, 9). Así se nos devuelve el
equilibrio
mental y racional. David Mace comenta que “La verdad es que toda la amistad
del matrimonio, en último término, está basada sobre el perdón. Dos personas
incapaces de perdonar no pueden durar en una vida juntos, como pareja de
casados.”f70
Un tercer factor de salud mental se ve en algunas personas sobre las cuales las
crisis se acumulan hasta que entran en un estado de depresión. En aquel estado
experimentan una desorientación hacia la vida, la cual se caracteriza por
emociones apáticas y flemáticas. “A veces, se desarrollan graves sentimientos y
sensaciones a causa de la pérdida de uno de los padres (o del cónyuge) por
separación, divorcio, muerte o falta de una mutua respuesta emocional.”f71 Se
nota en los niños deprimidos una baja tanto en rendimiento como en
cumplimiento en la escuela, a pesar de que sean inteligentes. Es mejor que un
siquiatra o un consejero profesional trate a la persona así afectada. No es fácil
resolver estos estados emocionales, aunque con tiempo, si las lesiones mentales
no son tan graves, la persona puede rehabilitarse, especialmente si recibe un
trato suave y comprensivo de los suyos.
Además de estos tres factores de salud mental, con demasiada frecuencia los
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El capítulo anterior enfocó el sexo dentro del matrimonio. Sin embargo, vale la
pena resaltar otra vez que el sexo es uno de los ajustes principales y por
consiguiente una de las primeras crisis del matrimonio. En todo el mundo
occidental, el sexo se está explotando por todos los medios. Tal explotación ha
engendrado expectaciones e imágenes falsas de lo que es el sexo, de modo que
la mayoría de las parejas modernas está sufriendo por aquella mala orientación.
El doctor J. G. Carrero interpreta que el frecuente resultado de todo esto es el
rápido desencanto, la desilusión y el aborrecimiento de un cónyuge hacia el
otro, debido a que no se están complaciendo sus anticipadas aberraciones
sexuales. El dice que las expresiones exageradas y corruptas del sexo no son
“más que la moneda sexual con que se paga el estímulo de la inflación sexual en
el matrimonio.”f76
Aunque siempre se habla del ajuste sexual como una causa fundamental de
conflictos en el matrimonio, los asuntos financieros, a veces, lo sobrepasan,
creando agudos problemas. Cuando la pareja se endeuda mucho por los
muebles, el automóvil, o por cualquier otro motivo, se ve obligada a esforzarse
para cancelarlos. Pero más de una vez, esta circunstancia ha motivado a uno o
a los dos a tomar trabajos extras, con el infeliz resultado de tener menos tiempo
para estar juntos, y el natural enfriamiento de la relación. El atolladero
financiero se complica aún más cuando hay niños a los cuales hay que dar de
comer y vestir. Lo mejor para las parejas, es ponerse de acuerdo sobre sus
planes, sus entradas, sus salidas, ahorros, etc.; en otras palabras, hacer un
presupuesto que sea mutuamente aceptable, y guiarse por el mismo.
Otro factor personal que normalmente trae unos encontronazos verbales, es el
de la religión; y esto aun entre cristianos. Es cierto que ya se enfrían muy
fácilmente al ausentarse de la iglesia, o al no tener lectura bíblica ni oración
juntos. A veces uno de los cónyuges es más fervoroso que el otro, y no sabe
cómo estimular a éste hacia las buenas obras, sino que le “predica” de lo que
debe hacer o de cómo debe pensar, reaccionar, etc. Responder así es
contraproducente porque causa la reacción de sentirse arremetido o
amenazado. El que es supuestamente más “espiritual” debe saber que sus
ataques producirán violentas diatribas u hostiles silencios. Sería mejor guiarse
por la sabiduría espiritual de <480601>Gálatas 6:1-5, donde dice: “Restauradlef77
con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también
seas tentado”.
En muchas ocasiones el uso del tiempo libre y el tiempo que el hombre pasa
con sus amistades, provoca auténticos agravios. Para mantener una estrecha
“amistad” con la señora y con los niños, hay que guardar tiempo para estar
juntos y compartir la vida, las ideas y las ocasiones. Uno no tiene derecho de
concluir que, por pasar un rato con la familia viendo la televisión, ya ha hecho
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personas enojadas cuando hablan con Dios. Mucho se cambia después de orar
juntos, franca y abiertamente. Es un error grande, sin embargo, usar la oración
como una manera de reprender a cualquier familiar. Decir en oración a Dios, en
presencia del niño, que él ha cometido tal y tal error, ES CAUSARLE A Él un
menosprecio para con el familiar, para con la oración y para con Dios. Es el
niño quien tiene que hacer esa confesión, y de buena voluntad; por el contrario,
no resuelve nada. (<590509>Santiago 5:9, 13, 15, 16.)
13. Cuando sea preciso, busque ayuda de otros. A veces la pareja no logra
buena comunicación y necesita que alguien les ponga en contacto otra vez.
Aceptar consejos y discernimientos responsables, con frecuencia rescata la
relación.
LA BUENA COMUNICACIÓN: EL ARTE DE LA
COMPRENSIÓN
Un estudio en los Estados Unidos mostró que la mayoría de las parejas
casadas, gastan sólo 26 minutos por semana en la conversación seria.f79 Una
causa principal de esta falla es el tiempo ocupado viendo la televisión.
Aparentemente algunos esperan que les baste conversar sólo durante los
comerciales de la televisión. Sin duda alguna, el récord de los latinoamericanos
no es mucho mejor que el de los vecinos del norte. Si esta cifra es precisa, las
dimensiones del problema de la comunicación en el hogar, son verdaderamente
alarmantes.
La buena comunicación puede y debe estar ocurriendo constantemente en la
relación familiar; pero tiene un uso especial en la resolución de conflictos. Es un
arte que es aplicable a todas las relaciones humanas que uno mantiene. Es un
arte porque hay algunas pericias que se requieren para poder efectuar una
buena comunicación; y tal comunicación le llevará a comprender a la otra
persona. ¡Este sí es un arte que vale la pena aprender!
Hay dos conceptos preliminares que forman las bases de una buena
comunicación. Primeramente, todas las buenas relaciones se forman dentro del
marco de confianza y aceptación. La experiencia nos ha enseñado que cuando
el nivel de confianza y aceptación es alto, casi cualquier esfuerzo para
comunicarse es exitoso. Al contrario, cuando este nivel es bajo, la
comunicación normalmente se tuerce y malentiende, no importa cuán articulado
o inteligente sea quien está hablando. La aceptación es la afirmación
incondicional del otro como persona de valor sin tomar una posición de juicio ni
condenación contra él. Los sentimientos oscuros, negativos y de juicios, son
inevitables contra los que nos ofenden; sin embargo, no tenemos que tomar
acción según estos sentimientos. Recordemos que la aceptación engendra
aceptación; y la alineación engendra alineación. La confianza también es
contagiosa. Por confiar en otros, una base de confianza se construye.f80
Un segundo concepto preliminar es el de una actitud de templanza. Cuando
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haya desacuerdos y uno se siente atacado, en vez de replicar con ira, la primera
cosa que debe hacer es alzar una pregunta: “¿Cómo puedo yo ayudar a esta
persona a sentirse mejor acerca de sí mismo y a pensar que es una persona
participante con pleno derecho como yo?” Esta actitud le ayudará a crear líneas
para una buena comunicación. Cómo hacerlo ahora se verá, pero el alzar esta
pregunta es de suma importancia en manejar creativamente el conflicto.
Ahora, examinemos la comunicación creativa y las pericias necesarias para
lograrla. Recordemos que la comunicación es de doble vía: hay que saber
cómo escuchar así como también expresarse. La pericia menos utilizada por la
mayoría y, en un sentido la más importante, es la de escuchar a fondo lo que
esta diciendo el otro. Esta atención intensiva que se presta al interlocutor
consiste en percibir sus palabras y el peso o valor que va detrás de ellas; o sea
la emoción que las acompaña, porque la comunicación es tanto verbal como no
verbal. Es preciso reflexionar sobre lo que el otro dice y seleccionar
cuidadosamente a qué parte o en qué sentido va a responderle. Hay dos
maneras creativas de reflexionar sobre lo que se dice. La primera es probar la
percepción que se ejerce, mediante la repetición, a quien nos habla, de lo que
pensamos que hemos oído. El problema es que nuestras emociones y
mecanismos defensivos filtran lo que oímos. A veces oímos lo que queremos
oír. Entonces es valioso “chequear” para ver si estamos oyendo exactamente lo
que el otro está diciendo. En segunda instancia, podemos pedir una ampliación
o una clarificación de lo que el otro está tratando de decirnos. Esto le da al que
está hablando, un sentido de aprecio. En muchas ocasiones conflictivas,
hablamos solamente cuando estamos disgustados. Esta oportunidad de aclarar
o ampliar la expresión, puede calmar un poco al que habla y motivarle para
comunicar mejor su mensaje porque se siente valorizado.
La segunda pericia de la buena comunicación es la de mandar mensajes
congruentes, o sea aquellos que están de acuerdo con nuestros sentimientos.
Esto quiere decir que hablamos con honestidad y sensibilidad. No tenemos que
dar rienda suelta a todo lo que sentimos. La clave es revelar sólo aquella parte
de nuestros sentimientos que nos permita movernos con libertad; pero también,
la que el otro pueda recibir y manejar. Parte de la aceptación de nuestro
mensaje se basa en que admitimos nuestra propia percepción del asunto en
mano; por ejemplo: “A mí me parece...”, “Creo que es así...”. Es preferible que
mandemos mensajes de “yo” en vez de “tú” o “usted” porque estos últimos dos
implican ataque o acusación. Es mejor decir “a mí me parece que algo anda
mal” , que decir, “tú siempre dejas las cosas desbaratarse”.
El valor de esto es que deja que el otro tenga sus propias percepciones, sin
requerir que uno se jacte de estar en lo correcto o implicar que el otro está
equivocado o que percibe el asunto con más precisión que el otro. Esta
práctica evita alzar los sentimientos defensivos y argumentos innecesarios.
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ideal del matrimonio cristiano es perfecto, y los medios que Dios pone a
disposición de las parejas cristianas son perfectos. Sin embargo, no hay
matrimonio perfecto, ni comunicación perfecta en el matrimonio. La gloria del
matrimonio cristiano reside en aceptar la perpetua y eterna tarea de realizar un
ajuste continuo dentro del desorden de la existencia humana, en esforzarse
siempre en mejorar la habilidad necesaria para la comunicación y en buscar el
poder de Dios que nos capacite para ello.