El amor es algo tan simple, pero también muy complejo. Es algo que nos puede hacer muy felices, pero indudablemente, también nos puede hacer sufrir. Y es que hay relaciones tan poco saludables que nos causan más tristeza, decepciones y dolor que alegría y satisfacción. Sin embargo, por alguna razón que ni nosotros sabemos, nos aferramos en mantenerlas. Nos empeñamos una y otra vez en volver a intentarlo, nos agarramos de palabras y actitudes que no tienen nada que ver con la realidad, mucho menos, con la persona que amamos. Terminamos tan confundidos y perdidos en la irrealidad, en esa sensación entre el amor que desearíamos tener y el que realmente estamos viviendo que no sabemos ni qué hacer. Es verdad que quien no arriesga, no gana, pero a veces apostar todo por una relación complicada, definitivamente, no vale la pena. Eso de dar todo sin esperar nada a cambio, me parece una teoría un tanto conformista, porque aunque luches por ese amor que sientes si la otra parte no contribuye, terminará enfriándose. Además, si esa persona te amara de verdad, no dudaría en demostrártelo, por lo tanto, no tendrías por qué luchar. Está claro que si un noviazgo fracasa es por qué no tiene las bases adecuadas. Pero es todavía más doloroso cuando un matrimonio fracasa; sobre todo si hay niños de por medio. Me doy cuenta de que la mayoría de las veces que una nueva pareja se forma, ponen por encima sus sentimientos y deseos antes que la voluntad de Dios para su vida con respecto a la pareja. Incluso cuando dos personas están orando con respecto a una relación, pueden estar perfectamente anteponiendo sus propios deseos a la voluntad de Dios y creen que solo por el hecho de estar orando, Dios ya está bendiciendo su relación. Se inician noviazgos demasiado rápido, muchas veces sin una base previa de amistad profunda. Se declaran sentimientos al mes de haber conocido a una persona, sin haber estudiado a fondo su carácter, y luego se ora y si todo marcha aparentemente bien según ellos, muchos ya creen que su noviazgo ya está bendecido por el hecho de estar orando, y sin embargo pueden estar muy equivocados. Muchas veces algunos cristianos/as buscan la voluntad de Dios a ciegas. Conocen a un chico o chica y enseguida empiezan una relación de noviazgo con él o ella. Piensan ¿será esta persona Señor? ¿Será esta otra? La voluntad de Dios no se consigue probando a ver si me va bien con una chica involucrándome en una relación de pareja precipitada, y luego si no es esta vuelvo a orar y será la otra… Así lo único que se consigue es dañar corazones… Dios no revela su voluntad de esa manera. Las oraciones no cambian la voluntad de Dios. Muchas veces se ora tratando de que Dios bendiga una relación que quizás nunca fue su propósito que comenzara. Muchas veces se ora para tranquilizarse a uno mismo de que se están haciendo bien las cosas. Por supuesto que hay que orar en una relación de pareja, ¡pero hay que orar mucho antes de comenzarla! Pero muchas veces se ora, después de que por nuestra propia voluntad hemos iniciado una relación de pareja que quizás no estaba en los planes de Dios. Los sentimientos y emociones nos traicionan o quizás el no querer estar solos, y se inician relaciones de pareja sin apenas conocerse, relaciones sin base (corta edad, inmadurez emocional, sentimientos de infatuación, no querer sentirse solo/a…). El romance es algo muy bonito. Pero solo porque es bonito no significa que podamos disfrutar de él con quien nos parezca y cuando nos parezca. Al igual que los demás dones que Dios ha creado, el amor romántico también puede ser usado erróneamente». El sabio Salomón lo declara así: «os conjuro hijas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar el amor, hasta que quiera» (Cantares 8:4). Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera. (Cantares 8:4) Muchas parejas se sienten profundamente enamoradas, pero esos sentimientos ¿están siendo despertados en el tiempo y el propósito de Dios? Recordemos que no es lo mismo estar enamorado que amar… El enamoramiento es un sentimiento, el amor es una decisión. El enamoramiento es pasajero, el amor verdadero permanece para siempre. Una de las razones por la que muchos noviazgos fracasan es porque establecen romances sin sabiduría, basados principalmente en las emociones y en la atracción que sienten por la otra persona. Cuando se está enamorado el cerebro segrega una serie de sustancias que nos drogan de tal manera que muchas veces, no se piensa con claridad y se piensa que solo con sentir profundas emociones eso ya es base suficiente para una relación de pareja. Se ponen esas emociones por encima de la razón y se obvian muchas señales de alarma que indican que es una relación abocada al fracaso. Quizás nuestra familia o amigos las vean, pero nosotros estamos tan enamorados que no vemos que vayamos a tener un accidente emocional. Muchas veces, la ceguedad es tal que dichas relaciones acaban en boda… y dichas bodas con grandes posibilidades de divorcio o al menos de matrimonios muy desgraciados. A menudo se ven parejas que inician noviazgos con 16, 17 o 18 años. Muchas de esas relaciones se romperán, otros de esos noviazgos se alargarán tantos años al no poder casarse todavía que caerán en fornicación, y otros muchos quizás terminen en bodas precipitadas sin estar preparados para el matrimonio. En el libro de Eclesiastés la Biblia nos dice que todo tiene su tiempo. Y por supuesto que el noviazgo también lo tiene. Por mucho que queramos engañarnos a nosotros mismos a los 16, 17 o 18 años posiblemente no se sabe lo que es el amor de verdad, ni un noviazgo con propósito… así que mucho menos se está preparado para el matrimonio. A esos años, la mayoría de las veces se tienen noviazgos de emoción, sin bases ni principios sólidos para un matrimonio de éxito. Muchos se preguntarán ¿pero si estamos enamorados qué hacemos? Si realmente esa persona es la que Dios tiene para ti, cultivad una amistad sin involucraros sentimentalmente, y no tengáis miedo porque a su tiempo Dios hará que todo suceda. El tiempo de Dios siempre es perfecto, pero muchas veces nosotros estropeamos todo al tratar de adelantar las cosas. A menudo veo relaciones que se inician prematuramente. Se pueden tener 35 años, y aunque sea una edad óptima para casarse, sin embargo se puede ser inmaduro emocionalmente y no haberse preocupado por prepararse para el matrimonio. Muchas personas inician relaciones porque no saben estar solas. Buscan con desesperación una pareja, se declaran sentimientos al poco tiempo de haberse conocido, e inician relaciones con la esperanza de que sean bendecidas por Dios, cuando quizás estén muy lejos de serlo… En vez de orar y tranquilamente establecer una amistad, o simplemente escuchar la voz de Dios mientras se espera, se ponen los deseos personales por encima, y se inicia una relación prematuramente a la vez que se ora. Es decir se hace la propia voluntad pretendiendo que Dios dé el visto bueno. Pero Dios no actúa así. La paciencia es importante no sólo para esperar por el tiempo correcto cuando debes comenzar una relación, sino para permitir que se desarrolle a un paso saludable. La impaciencia lo apresura todo. Nos incita a ignorar el tiempo y la atención que requiere una relación de amistad saludable, y a lanzarnos inmediatamente a la intimidad física y emocional. En resumen: Asegúrate de que tus emociones estén basadas en la realidad. No te involucres en una relación precipitadamente. Asegúrate de que conoces lo que Dios dice sobre lo que verdaderamente importa en un compañero o compañera y qué es necesario para tener un matrimonio saludable. Aprende a discernir correctamente sobre tu propia situación y la de la persona en la que estás interesado. Recibe el consejo de otras personas más sabias que tú y fórmate leyendo libros sobre noviazgo y matrimonio. Ora mucho antes siquiera de conocer a una persona para que Dios te de sabiduría respecto a las relaciones de pareja. No te dejes llevar por tus sentimientos hasta que primero los hayas puesto a prueba. El tiempo y la edad correctos para comenzar a dar pasos serios hacia el matrimonio, van a ser diferentes para cada uno de nosotros y dependerán de nuestra madurez emocional entre otros aspectos. Pero lo que todos debemos tener en común, es esperar hasta que la sabiduría predomine por encima de nuestras emociones. Solo entonces podremos experimentar un noviazgo en el tiempo correcto, con un propósito definido y con claridad mental. PUNTOS A TOMAR EN CUENTA SI UNA RELACIÓN TERMINA: 1. No fue solo la culpa de uno, sino de los 2, no cargues con un peso que no te corresponde porque eso frustra 2. La voluntad de Dios es que vivamos una vida plena, si tal vez no es tu caso; o elegiste mal, o no te supiste esperar el tiempo de Dios (no culpes a Dios por tus decisiones) Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos--declara el SEÑOR. (Isaías 55:8) 3. Terminar una relación no es fracasar en el amor, es solo consecuencias de las malas decisiones; fracasar en el amor seria no darte la oportunidad de cambiar y de estancarte en un pasado frustrado. (…olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante... Filipenses 3:13) 4. Después de terminar una relación, darse un tiempo de “soledad o sanidad” de 6 meses a un año, te equilibra las emociones; sin vaciles, ni amigos con derechos, ni desliz, sino mantener la paz durante un tiempo, te ayudara a reencontrar tu valor, y si en ese tiempo te encuentras con Cristo mucho mejor (…porque el que os toca, toca a la niña de su ojo… Zacarías 2:8) Lo que NO debes hacer cuando terminas una relación amorosa: No llames a tu ex ni revises su perfil de Facebook. Esto solo conseguirá que te confundas y no logres seguir con tu vida. No tienes que borrarlo si no quieres, pero te aconsejamos que te mantengas al margen de su vida. No caigas en los excesos, aunque muchas veces el alcohol, las fiestas excesivas y el trasnoche, se pueden ver como una buena opción para salir de tu tristeza. Solo harán que te distraigas por unas horas, pero no solucionas el problema de fondo. No escribas en un diario sobre el quiebre, y abras un blog al respecto. Según el estudio realizado por Universidad de Arizona, lo peor que puedes hacer cuando terminan una relación es escribir sus sentimientos en un diario. Y no deberías ventilar tu privacidad emocional en Internet. No le cuentes a todo el mundo sobre tu cambio de estado amoroso. A veces es bueno desahogarse, pero contarle tus problemas a todo el mundo no solucionará nada, y solo hará que tu tema principal de conversación sea haber terminado. Lo que SÍ debes hacer Enfoca tu tiempo en algo positivo. No pienses en lo que hubiera podido ser y no fue. Da vuelta la página y empieza a reconstruir tu vida, realizando las actividades que más te gustan. Calma y paciencia, no esperes que el amor desaparezca de un día para otro, porque posiblemente no sea así. Vive tu dolor con calma y quédate con los mejores recuerdos de la relación. No reprimas tus sentimientos. Por ejemplo, si estás triste y tienes ganas de llorar, no te aguantes, ya que lo peor que puedes hacer es tratar de esconder lo que sientes. Rodéate de gente que te haga reír y que sólo tengan buenas vibras para ti.