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INTRODUCCIÓN
La generalidad en las parejas es ver fácilmente lo que nos hacen o no a nosotros antes
de ver lo que estamos haciendo o no a nuestro conyugue; lo que nos lleva a asumir
una posición egoísta y peligrosa para la relación.
1. EL CICLO ALIENANTE
El mayor anhelo y la mayor necesidad del varón es que su esposa le de honor, respeto,
admiración y el mayor anhelo y necesidad de la mujer es ser amada por su esposo. Por
el contrario, el mayor temor del varón es no ser respetado, ser considerado débil o
pusilánime y el mayor temor de la mujer es no ser amada o ser menospreciada.
Cuando no se están supliendo esas necesidades fundamentales en la relación de
pareja, es porque se ha dado lugar al irrespeto y al desamor, lo que se convierte en
una forma de vida a la cual la pareja se puede acostumbrar, pues se sienten incapaces
de revertir el daño que se han causado. Esto es lo que llamaríamos el ciclo alienante
en el matrimonio.
3. EL PAPEL DE LA MUJER
Respetar a su esposo: No es para que entierre su cerebro, ni tampoco para que
no muestre su capacidad de liderazgo, tampoco no estar en desacuerdo con él,
ni que ella sea inferior a su marido, y menos ignorar sus propias heridas y áreas
vulnerables. “Hagan el bien y vivan sin ningún temor” 1 Pedro 3.6b NVI, Tito
2:4-5.
Una actitud equivocada: Las esposas usan muchas veces semblante sombrío,
críticas negativas, cantaleta, regaños, correcciones, menosprecio y actúan
como si fueran madres de sus esposos, lo que no es una buena manera de
acercarse a él, y esto lo hacen porque solo quieren convertirlo en la clase de
hombre que ella siente que debería ser. Ella continúa usando el negativismo
porque siente que le da mayor control y cree que se hace entender. Esto
abruma al hombre y prefiere retirarse. Los esposos usan el obstruccionismo en
su matrimonio ya que se rehúsan a hablar.
Máxima del hombre: “¡CUANDO MENOS MEREZCA RESPETO, RESPÉTAME
PORQUE ES CUANDO MÁS LO NECESITO!”
APLICACIÓN TEOTERÁPICA
Podemos reducir la velocidad del ciclo alienante incluso detenerlo con solo tener ojos
para ver, oídos para oír y corazón para entender. (Deuteronomio 29:4)