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EL CASO DE CAMILA

El presente trabajo refiere la difícil situación que ha enfrentado desde su infancia la niña

Camila; ella nació en Huanipaca, departamento de Apurímac, una zona rural de la sierra

peruana; es importante mencionar que sus derechos humanos fundamentales han sido

sistemáticamente vulnerados. Desde los 9 años de edad, Camila ha sido privada de sus

derechos humanos, dentro de los cuales tenemos: El derecho a la seguridad, derecho a la

integridad física y mental, derecho a una vida digna, derecho a la protección y cuidado. Los

niños tienen derecho a vivir en un entorno seguro, protegidos de cualquier forma de abuso,

violencia o explotación, todos estos derechos, en el caso de Camila fueron

lamentablemente vulnerados.

Por otra parte, su padre biológico nunca cumplió con su deber moral y social de ser un

verdadero protector, ya que su padre, muy por el contrario, la violento desde los nueve

hasta los trece años de edad. Trágicamente, esta violencia no se detuvo ahí, dado que

también se vulneraron sus derechos a la salud y a la protección infantil, entre otros derechos

fundamentales. Como resultado de esta terrible acción, la niña quedó embarazada.

Este hecho plantea un dilema ético y legal que merece una discusión profunda y cuidadosa.

Por consiguiente, planteamos la siguiente controversia ¿Se debería despenalizar el aborto

en las niñas que han sido víctimas de violación sexual?

Creemos que sí, a continuación, defenderemos nuestra postura.

Nosotros sostenemos, que sí se debe despenalizar el aborto. Caso contrario, limitaría y

vulneraría los derechos humanos fundamentales, como el derecho a la protección y

cuidado, Camila y todos los niños tienen derecho a vivir en un entorno seguro de cualquier
forma de abuso, violencia o explotación.

Experimentar una violación, creemos que es devastadora, un acto repugnante, y más aún

forzar a la víctima a continuar con un embarazo no deseado prolongaría su sufrimiento. Sin

embargo, se debe tener en cuenta que el concebido de esta resultante está protegido por

la constitución, no obstante, se debe reconocer los derechos y la dignidad de la víctima.

Esto lleva a generar una gran controversia, para el mundo jurídico y médico.

La despenalización del aborto, en estos casos, es una medida humanitaria que busca

garantizar que las niñas que han sufrido abusos sexuales tengan la opción de tomar

decisiones sobre su cuerpo y su futuro. Por lo tanto, se debe respetar la autonomía y la

integridad de las víctimas de violación y proporcionar apoyo y comprensión a quienes han

pasado por experiencias traumáticas, y permitirles recuperarse de una manera que sea más

acorde con sus necesidades y derechos fundamentales. Según la Convención de los

Derechos del Niño (1989), todos los países deben respetar y proteger el principio

fundamental del "Interés Superior del Niño".

Los embarazos de niñas abusadas sexualmente, tienen altos riesgos, no solo psicológicos,

si no también físicamente, ya que sus cuerpos no han terminado de desarrollarse, para ser

madres; las niñas se ven forzadas a continuar con un embarazo sumamente peligroso y

con complicaciones médicas severas. Además del inmenso estrés emocional asociado a

un embarazo no deseado. El artículo 13 de la Convención de los Derechos del Niño enfatiza

el derecho de todo niño a la información, un derecho que lamentablemente no se otorgó en

el caso Camila.

No se brindó la información necesaria para considerar un aborto terapéutico, a pesar del

riesgo evidente que implica un embarazo en una niña de trece años. Sin embargo, es
importante reconocer el contraargumento basado en consideraciones éticas y religiosas.

Algunos argumentan que la vida del concebido es inviolable, sin importar las circunstancias

de la concepción.

En nuestra legislación peruana, la Constitución de 1993, en su artículo 2, establece de

manera inequívoca que toda persona tiene el inalienable derecho a la vida, un principio que

abarca no solo a los individuos ya nacidos, sino también a aquellos que se encuentran en

el período prenatal, es decir, desde el momento de la concepción. Esta disposición

constitucional consagra la protección de la vida desde su inicio y refuerza la idea de que el

derecho a la vida es uno de los fundamentos esenciales de nuestra sociedad y de nuestra

legislación. Este reconocimiento legal de la vida desde la concepción se alinea con una

visión valiosa para muchas personas que consideran que la vida humana debe ser

preservada desde sus primeros momentos, independientemente de las circunstancias de

su concepción. Para aquellos que sostienen esta perspectiva, el embrión o feto tiene un

estatus jurídico y moral que merece protección y consideración.

Este principio constitucional que reconoce el derecho a la vida desde la concepción se ve

complementado y reforzado por el artículo 1 del Código Civil (3), que establece de manera

explícita que la vida humana comienza en el momento de la concepción. Además, este

artículo establece que el concebido es considerado un sujeto de derecho, lo que significa

que tiene derechos y protecciones legales desde ese mismo instante.

Esta inclusión del concebido como sujeto de derecho implica que, en la cultura y la ley de

nuestro país, se concede un alto valor y reconocimiento a la vida prenatal. Estos dos marcos

legales, reflejan de manera clara y sólida la importancia atribuida a la vida prenatal en la

sociedad peruana. Establecen un fundamento legal sólido que aboga por la protección de

la vida desde su inicio y respalda la perspectiva de que el feto merece consideración y

salvaguardia en el ámbito legal.


En conclusión, la despenalización del aborto en el caso de niñas víctimas de violación

representa una medida necesaria e imperativa en aras de proteger sus derechos, su salud

y su bienestar integral. Esta determinación no solo aboga por la justicia, sino que también

demuestra una profunda empatía hacia aquellas victimas menor de edad que han pasado

por un trauma inimaginable. Se presenta un desafío delicado al tener que equilibrar estos

principios legales con las consideraciones sobre la salud y el bienestar de las mujeres en

situaciones extremas, lo que subraya la complejidad del tema y la necesidad de un diálogo

informado y cuidadoso en la sociedad peruana. Al final del día, debemos recordar que la

despenalización no es la solución única, pero es un paso importante hacia un sistema más

justo y compasivo para estas víctimas vulnerables.

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