Está en la página 1de 12

L a definición más usual de catástrofe define

ésta como “una situación de amenaza


extraordinaria para una comunidad de una mag-
En el año 2000, alrededor de 256 millones de
personas resultaron afectadas por desastres
naturales, catástrofes y guerras, una cifra por
nitud tan grande que desborda la capacidad de encima de la media de 211 millones de prome-
respuesta de ésta” (i.e . Hodgkinson & Stewart, dio de la década anterior (ICRC 2001) y de los
1998; Cohen & Ahearn, 1989. ICRC, 1991). Esta 117 millones estimados, como promedio, para el
definición pone el énfasis en la existencia de una período 1967-1991 (Green, 1994). Los desastres
amenaza que agrede a la comunidad. Desde naturales han sido responsables del fallecimiento
esta perspectiva un desastre puede ser de causa de 665.598 personas entre 1991-2000, el 83 por
natural (por ejemplo un terremoto, una inunda- ciento de las cuales eran asiáticas y en propor-

Intervención en catástrofes desde


un enfoque psicosocial y comunitario
Pau Pérez-Sales
Psiquiatra. Centro de Salud Mental de Parla. Madrid.
Grupo de Acción Comunitaria.
Psiquiatra. Jefe SSM Alcalá de Henares.

ción, un huracán) o provocado por el hombre ción mucho menor de América Latina y África.
(por ejemplo un accidente de ferrocarril o el Representan el 88 por ciento de las muertes por
incendio de una planta química...). La guerra y la desastre de la última década (ICRC-World
violencia política se consideran formas de catás- Disasters Report 2001).
trofe provocadas por el hombre (ICRC, 1991).
Una definición alternativa (i.e. Martín-Beristain
2000) sería considerar que una catástrofe es En el norte: el papel del Estado.
aquella situación de amenaza puntual (por ejem-
plo un huracán) o repetida (por ejemplo el ham- Existen diversos modelos de intervención en
bre o la violencia política) que provoca una des- catástrofes que tienen en cuenta algunos aspec-
estructuración y una ruptura importante del teji- tos de carácter psicosocial. Pero la mayoría de
do social impidiendo a la población afectada estos modelos están diseñados desde centros de
continuar funcionando con normalidad. El énfasis investigación o intervención en países europeos
en esta definición no estaría tanto en si las per- o en los EUA y Canadá, siendo de difícil aplica-
sonas y comunidades afectadas necesitan ayuda ción en otros contextos. Por un lado porque par-
externa para salir adelante, como en si es nece- ten de estudios sobre las consecuencias indivi-
sario reorganizarse y el modo en que es preferi- duales y comunitarias de los desastres ajenos a
ble hacerlo para conseguir salir adelante. En esta los modos de afrontamiento individual y colecti-
segunda definición, cambia por tanto quién es el vo propias, por ejemplo, del mundo latino o asiá-
protagonista y dónde se pone el foco de la tico. Y, sobretodo, porque se basan en modelos
acción. Congruente con un enfoque psicosocial y de articulación y coordinación de estructuras
comunitario en catástrofes. dependientes del Estado con frecuencia inexis-

Átopos 5
tentes. Así sucede, por ejemplo, con los servicios dual de casos, teniendo como unidad de acción
de Protección Civil, que son el pilar de la res- el individuo o en todo caso la familia. Desde
puesta inmediata en la mayoría de los países del esta perspectiva se analizan las consecuencias
Norte, las redes de Servicios Sociales con recur- de la catástrofe y se arbitran las medidas de
sos económicos para programas de acogida o de auxilio y paliación. Como su nombre indica, los
alojamiento temporal, los sistemas de seguro servicios de Protección Civil están más pensa-
individual o colectivo que cubran parte de las dos desde la óptica de la prevención y de la
pérdidas, las medidas extraordinarias de protec- atención inmediata que desde la de la recons-
ción social o las ayudas económicas tras la decla- trucción.
ración de zona catastrófica etc. En el terreno de En suma, teniendo en cuenta que la inmensa
la salud la diferencia viene dada no sólo por con- mayoría de catástrofes ocurren en países del sur
tar con unidades de emergencia o hospitales de y que allí se producen las consecuencias más
campaña sino simplemente por la existencia de devastadoras a todos los niveles, puede consi-
niveles definidos de atención primaria, secunda- derarse que estos esquemas americanos y euro-
ria y terciaria en salud suficientemente podero- peos son formas de respuesta de lujo y por tanto
sos y que lleguen a todos los lugares del país inaplicables en lo inmediato, con escaso énfasis
como para que puedan desplazarse equipos en la reconstrucción, y por tanto insuficientes
cualificados a la zona sin que deje de funcionar el desde una perspectiva de desarrollo y de traba-
resto del sistema. jo sobre las vulnerabilidades individuales y
Todas estas cosas no son parte de la realidad comunitarias.
cotidiana de la mayoría de los países del sur, es
decir, del 97% de víctimas por catástrofes.
Además, los esquemas de trabajo que se En el sur: el papel de las agencias.
manejan desde los servicios de Protección Civil
de los países del Norte tienen un enfoque muy Cuando ocurre una emergencia en países del
centrado en la misma emergencia, con escasa sur, el gobierno local y las agencias (ONGs)
atención al seguimiento posterior. Las graves nacionales e internacionales ponen en marcha
repercusiones psicológicas y sociales, evidentes planes urgentes de intervención. Pese a los múl-
incluso décadas después, de los afectados por el tiples intentos de coordinación (i.e. ReliefWeb,
Síndrome del Aceite Tóxico en el Estado Español 2002) cada uno acude por lo general con su pro-
(CISATER, 2002) o de las comunidades costeras pio método, no siempre bien coordinado con
afectadas por la marea negra tras el hundimien- otros que ya están o van llegando. Suele, por lo
to del petrolero Eppson Valdez en Alaska (PWS- general, realizar un análisis de las necesidades
RCAC (2001) son ejemplos de ello. Pasada la pri- de la población y fija sus prioridades de actua-
mera emergencia y excepto ocasionales apari- ción, que dependiendo de su origen, su forma-
ciones en televisión, suelen convertirse en pobla- ción o sus recursos, podrán ser muy diversas y
Todas estas
ciones olvidadas. El Norte dispone de excelentes seguirán o no las líneas que suelen intentar fijar
cosas protocolos para intervención en emergencias, el gobierno y los organismos de coordinación
no son parte pero escasa tradición de trabajo en procesos internacionales. En este proceso la voz de la
de la realidad post-catástrofe, es decir, con una perspectiva de población suele tener un papel generalmente
cotidiana reparación y reconstrucción social y humana. escaso (Harrell-Bond, 1985).
de la mayoría Este tipo de esquemas emergencistas parten Frente a este enfoque basado en la determi-
de los países de un modelo centrado en la atención indivi- nación de los daños, los recursos, las priorida-

6 Átopos
des y la elaboración subsecuente de planes de lar excedentes (semillas, alimentos, ahorros....)
acción, existen alternativas, ya formuladas en para enfrentar las épocas futuras de carestía.
los ochenta (i.e. Woodrow & Anderson (1981) 4. Urbanísticos y medio ambientales deriva-
que con diferentes nombres, pretenden un dos de las migraciones económicas o por la vio-
enfoque centrado en un análisis de vulnerabili- lencia (p.e. villas de miseria, favelas, asentamien-
dades y capacidades comunitarias. Este tipo de tos de personas desplazadas por la violencia
enfoque es el que se entendería desde una política...).
perspectiva psicosocial del trabajo en catástro- 5. Socio-políticos: actitud de las autoridades y
fes. posibilidad de participación democrática de la
población en política, compromisos financieros
internacionales etc.
Trabajar fortaleciendo: el análisis 6. Clima social y elementos culturales: actitud
de vulnerabilidades y la perspectiva de la población y modo en que enfrenta las situa-
comunitaria. ciones críticas. Los grupos donde predomine el
desencanto, el escepticismo, la falta de motiva-
Existen numerosas definiciones de la idea de ción el fatalismo o la desesperanza serán más
vulnerabilidad. La consideraremos aquí como el vulnerables ante desastres.
conjunto de factores de larga evolución que En su texto clásico Rising from the Ashes, De-
hacen a una comunidad más frágil ante la adver- velopment Strategies in Times of Disaster, An-
sidad y que dificultan su desarrollo. En este sen- derson y Woodrow (1998) consideran que las di-
tido se distinguiría de las necesidades, entendi- ferentes vulnerabilidades pueden resumirse den-
das como requerimientos inmediatos para la tro de tres grandes componentes:
supervivencia o la recuperación de una crisis. La 1. Vulnerabilidad física y material: son más
mayor parte de la ayuda de emergencia enfrenta vulnerables las personas que viven en áreas de
necesidades y no vulnerabilidades, y por esta riesgo, que viven en la pobreza o en situaciones
razón no fortalece –a veces puede, de hecho, de privación, con pocos medios, sin acceso a la
debilitar– las capacidades de una población para educación, a la salud y a los recursos producti-
valerse por sí misma durante y sobretodo des- vos.
pués de la emergencia (Pirotte et alt, 2002). 2. Vulnerabilidad social y organizativa: son
La vulnerabilidad depende, entre otros, de al más vulnerables las personas marginadas de los
menos seis tipos de factores. sistemas económicos, políticos y sociales debido
1. Geográficos y climáticos derivados tanto a procesos de exclusión basados en razones polí-
de la vulnerabilidad intrínseca de la zona, como ticas, económicas, religiosas, de raza, género,
de la acción del hombre (deforestación, empo- clase, casta u otras. También son más vulnerables
brecimiento de las tierras cultivables, erosión...). las personas y las comunidades cuyas institucio-
El Salvador es ejemplo de zona con una alta vul- nes son ilegítimas e ineficaces, y están minadas
nerabilidad geológica y Mozambique o el África por la corrupción, y se insertan en sociedades
Subsahariana de alta vulnerabilidad climática. desarticuladas y sin redes de solidaridad.
2. Estructurales: construcciones y red de ser- 3. Vulnerabilidad motivacional y actitudinal:
vicios, acceso a medios de comunicación, me- son más vulnerables las personas y las comuni-
dios de transporte... dades con actitudes fatalistas y con barreras cul-
3. Capacidad de reserva ante los problemas turales y religiosas desfavorables al cambio, la
que van a venir, es decir, capacidad para acumu- participación o la solidaridad.

Átopos 7
De acuerdo con este enfoque, un trabajo de nas o realizar los cada vez más cuestionados gru-
fortalecimiento deberá tener como objetivos las pos de debriefing (Littrell (1998), Van Emmerik et
mismas tres áreas (ver tabla 1): alt (2002).
En suma, existen enfoques limitados en el tra-
bajo en un contexto de catástrofe centrados en
las necesidades inmediatas y que ponen el foco De la comunidad al individuo.
en los aspectos físicos y materiales. Un enfoque Respuestas traumáticas a las catástrofes.
psicosocial y comunitario va más allá para:
1. Poner el foco en las vulnerabilidades y no Las catástrofes provocan innegables conse-
en las necesidades. cuencias sobre las personas que las padecen.
2. Considerar el fortalecimiento social y orga- Una buena parte de la literatura existente sobre
nizativo y el fortalecimiento en las actitudes y estas situaciones se ha venido centrando en las
habilidades de las personas y las comunidades últimas décadas en el concepto del Trastorno de
como elementos básicos que puedan romper la Estrés Post-Traumático (TEPT), lo que ha supues-
espiral de vulnerabilidad de las poblaciones to un empobrecimiento de la reflexión fenome-
afectadas por desastres. nológica, existencial, clínica y humana que repre-
Esto es especialmente así en el caso de las sentaban esfuerzos anteriores. Cualquiera que
poblaciones refugiadas (Muecke, 1992, Harell- haya leído la trilogía de Primo Levi sobre su
Bond, 1986). En ellas el trabajo en salud mental experiencia como superviviente de Auschwitz, y
sólo puede entenderse desde una perspectiva muy especialmente su obra póstuma Los hundi-
psicosocial. La mayor parte de las fuentes de dos y los salvados (1986) puede observar que la
desestructuración, ansiedad, o anomia proceden complejidad y la hondura de la respuesta del ser
de elementos comunitarios que requieren de humano ante las catástrofes no puede ser reco-
respuestas comunitarias. En condiciones de refu- gida por la aparición o no de un puñado de sín-
gio el papel de un trabajador de salud mental tomas esencialmente de corte neurovegetativo.
puede tener más que ver con hacer trabajo de En lugar de buscar las llamas, diagnosticamos
lobby y desarrollar estrategias de autoorganiza- por el humo.
ción que faciliten su consecución, que con reali- Pensar el trauma o la resistencia. Del mismo
zar talleres de relajación, repartir benzodiacepi- modo en que es posible pensar el trabajo comu-
nitario no desde las necesidades, sino desde las
vulnerabilidades y capacidades, es posible re-
pensar el trauma desde la fortaleza y la resisten-
Tabla 1. cia. Si se han obtenido valores de prevalencia-vi-
Perspectiva psicosocial en el trabajo da de hechos traumáticos superiores al 50%
en catástrofes. Análisis de capacidades.
(Breslau, Davis & Andreski, 1995) y la prevalen-
1. Fortalecimiento físico y material: dotación de recursos económicos y materiales,
incluyendo las rentas e ingresos, el acceso a los recursos productivos, la dotación de cia-vida estimada de TEPT es del 1-3% en pobla-
infraestructuras y el acceso a la educación y la salud. ción general (5-15% si se incluyen formas menos
2. Fortalecimiento social y organizativo: existencia de instituciones locales y naciona- severas) (Kessler et alt, 1995), debería ser priori-
les representativas, eficaces y legítimas; de organizaciones sociales efectivas y de amplia
tario prestar mucha más atención en la investiga-
base y de redes de solidaridad y apoyo mutuo, y de valores y prácticas que aseguran la
plena participación de la población sin que existan situaciones de discriminación. ción a los factores de afrontamiento positivo y de
3. Fortalecimiento de habilidades y actitudes: las aptitudes, conocimientos y forma- resistencia al trauma (Avia y Vazquez (1998) y al
ción que amplían las opciones de las personas y las comunidades, y los valores y com- modo en que puede partirse de ellos para enfo-
portamientos favorables a la solidaridad, la innovación, la participación y la tolerancia.
car la respuesta clínica que debe darse.

8 Átopos
La intervención post-catástrofe como tan indeseables como los sucesos traumáticos
determinante de las consecuencias inducidos por humanos (e.g., guerras, violencia
psicosociales. interpersonal, homicidios, etc.), por cuanto no
comportan el componente de intencionalidad en
Se ha sugerido que los desastres naturales el daño que quiebra las asunciones básicas de
probablemente no tengan unas consecuencias vivir en un mundo justo y predecible (Burt (1987),

Tabla 2.
Factores Post-catástrofe relevantes en la respuesta traumática.
Dimensiones Ejemplos
1. SENSACIÓN DE PERTENENCIA - Creación de una identidad colectiva entre los refugiados hutus que se refugiaron en Tanzania con reela-
(identificación con endogrupo -real boración de la historia antigua a efectos cohesionadores. Los mitos proporcionan un sentimiento de iden-
o como narrativa personal construida-). tidad que moviliza a la acción y la resistencia en condiciones muy difíciles (Voutira, Benoist, Piquard
a. Sentido de Comunidad vs aislamiento. (2000))
b. Construcción de narrativas colectivas - Dificultades para la elaboración del duelo en familiares de detenidos-desaparecidos y ejecutados políti-
basadas en estereotipo de supervivientes / cos en América Latina (Pérez-Sales et alt 1998, 2000)
fortaleza vs víctimas / vulnerabilidad - Rasgos comunes bloqueadores en la narrativa de supervivientes del Holocausto (Shalev, 1994; Lipton, 1973)

2. CLIMA SOCIAL - Las creencias culturales sobre la violación condicionan directamente el pronóstico del superviviente (i.e.
(relación con exogrupo de referencia) Lebowitz & Roth, 1994).
a. Visibilización y reconocimiento vs dinámi- - Mal ajuste de los veteranos holandeses de la II Guerra Mundial, por el clima social de ambivalencia, la
cas de silencio moral calvinista y la actitud gubernamental de indiferencia (Op den Velde, 1994)
b. Validación del sufrimiento versus rechazo - Alrededor del 10% de los veteranos argentinos de las Malvinas han intentado o consumado suicidios en los
social, estigmatización o humillación años posteriores. Pese a sufrir condiciones inhumanas, a su regreso experimentaron un estigma social den-
(Blaming the victim) tro de una maniobra gubernamental de descalificación mediática como “fracasados” (INJP, 1995).
- El silencio y el aislamiento por parte de familiares y amigos secundario al miedo ha sido señalado de
manera consistente como el principal factor perpetuador del duelo y el trauma en familiares de personas
detenidas-desaparecidas o ejecutadas por razones políticas en Argentina y Chile (Lira & Castillo, 1991,
Pérez-Sales P. Durán T, Bacic R. (2000)

3. CONSERVAR EL CONTROL SOBRE - Los planes de autogestión de los damnificados por el Terremoto de Ciudad de México (1985) y la autor-
LA PROPIA VIDA ganización contrastan con la baja prevalencia de consecuencias psicológicas reportados (Gavalya, (1987),
Autoeficacia y Autodeterminación vs VVAA, 1997)
Indefensión y Dependencia - Los supervivientes de la erupción del Volcán Nevado del Ruiz presentaron cifras inusualmente altas con incre-
mentos consistentes en la prevalencia de TEPT en la siguiente década que han podido correlacionarse con
la estructura de los programas de ayuda tanto externa como gubernamental. Durante los primeros cinco
años las decisiones eran tomadas por agentes externos. (Saavedra M. R, 1996; Anderson & Woodrow, 1998).

4. RECUPERACIÓN DE RUTINAS - Comparación de la situación de los damnificados en Ciudad de México (1985) y Armero (1985).
a. Recuperación de la sensación de - 80% de bajas por causa psicológicas israelies en la guerra del Líbano tratadas según los principios de pro-
seguridad psicológica vs Incertidumbre. ximidad, inmediatez y expectativa de retorno a primera linea no sufren TEPT, versus 29% con otras moda-
b. Actitud activa de tensión vs Parada forza- lidades (Solomon & Benbenishty, 1986)
da y alejamiento.

5. ELEMENTOS INSTRUMENTALES - En solicitantes de asilo en Australia, las dificultades para legalizar su situación, los interrogatorios, el maltra-
a. Apoyo social vs Aislamiento y to, el aislamiento o el desempleo posterior son mejores predictores de síntomas postraumáticos que las
Marginalización experiencias de detención o tortura previas a la solicitud de asilo (Silove, Silove, Steel et al, 2000).
b. Condiciones de vida con respeto a la dig- - En 84 refugiados políticos iraquíes en Suecia, el soporte social percibido es mejor predictor a corto tér-
nidad personal vs Condiciones denigratorias. mino que los hechos traumáticos pre-exilio (Gorst-Unsworth &. Goldenberg (1998)

6. PERSPECTIVAS DE FUTURO - La falta de perspectivas políticas y la visión pesimista respecto al futuro personal ha sido hallado repeti-
damente en diferentes estudios como uno de los principales factores implicados en la presencia de tras-
tornos de conducta y síntomas post-traumáticos en adolescentes palestinos (i.e. Qouta, Punamäki & El
Sarraj (1995).

Átopos 9
Janoff-Bulman (1992). Pero no cabe duda que posteriores sobre afrontamiento positivo al trau-
tienen consecuencias devastadoras en otros sen- ma (Glantz & Jonson (1999) O’Connell (1994),
tidos. Por ejemplo, su aparición brusca e inespe- Norman (2000)).
rada podría favorecer condiciones psicológicas Teniendo todo esto en cuenta, las interven-
de indefensión y vulnerabilidad (Hodgkinson y ciones post-catástrofe deberán tener en cuenta
Stewart, (1998), Weaver y Clum, 1995). Además, los factores de dignidad y fomento del control
las pérdidas que ocasionan estos sucesos suelen sobre la propia vida de los que hablábamos en la
ser múltiples en un sentido individual (pérdida introducción, y venir determinadas por el marco
del hogar, las pertenencias, el trabajo, e incluso cultural en que ésta se produce.
de seres queridos) y sobretodo colectivo (ruptu-
ra del tejido social, desestructuración comunita-
ria, pérdida de las redes de apoyo mutuo…) El problema de las diferencias culturales.
(Eisenbruch, 1990, 1991) colocando a la mayoría
de ciudades, barrios y comunidades frente al Las diferencias culturales no sólo promueven
reto de reconstruir su estructura social y organi- diferentes construcciones del yo, sino diferencias
zativa (Martín-Beristain, 2000a, 2000b) . en cómo los individuos piensan, sienten y actúan
Existe un notable consenso en admitir que la (Chang, 1996,2000; Matsumoto, 1996). Por
intensidad de la respuesta traumática depende tanto, es importante desarrollar métodos de eva-
de la naturaleza del estresor (e.g., grado de ame- luación que eviten asumir presupuestos etic res-
naza para la vida, cronicidad) (i.e. Saporta & Van pecto a lo que es normal y anormal en la conse-
der Kolb, 1991) y de factores concomitantes de cuencias y los modos de afrontamiento indivi-
vulnerabilidad relacionados con el individuo (his- dual y comunitario frente a desastres (Oliver-
toria psiquiátrica previa, rasgos de personalidad, Smith, 1996). Por ejemplo, una percepción fata-
historia previa de traumas, etc.) – (Scott & lista de los desastres (Voluntad Divina, Destino
Stradling (1992), Ballanger et al. (2000), pero etc) puede ser mal entendido desde modelos
cada vez más se reconoce la importancia de los euroamericanos como pasividad o falta de ener-
factores post-catástrofe. La tabla 2 resume algu- gía interna. La experiencia en contextos no occi-
nos trabajos que aportan a esta idea, agrupados dentales muestra en cambio, como esta actitud
en seis ejes básicos: puede ser una herramienta poderosa de resis-
Si tomamos, por ejemplo, los trabajos del tencia frente a desastres, promoviendo un enfo-
grupo de Silove, en Australia (i.e. Silove, que de supervivencia orientado-a-la-tarea
Sinnerbrink et al. (1997), Silove, Steel, et al. (ODHAG, 1999). La falta de expresión verbal de
(2000)) vemos que en estudios longitudinales emociones puede ser malentendido como dure-
con refugiados de países asiáticos víctimas de za emocional e insensibilidad (Pérez-Sales (1998),
tortura y violencia política y solicitantes de asilo, Martín-Beristain (2000a). En un contexto crónica-
las dificultades para conseguir legalizar su situa- mente adverso –como en zonas muy vulnerables
ción, el aislamiento, el desempleo crónico y la o en un contexto de guerra o represión política
dependencia son factores que predicen mejor la duraderas– ésta puede ser vista como una estra-
aparición de síntomas postraumáticos que la tegia prudente de supervivencia y las interven-
propia experiencia de persecución y tortura vivi- ciones forzadas de debriefing al estilo occidental
da en el país de origen. Un dato que ya era espe- pueden hacer más daño que ayuda (Littrell
rable a partir de los estudios clásicos de resilien- (1998), Van Emmerik et alt (2002)). El silencio
cia en niños de Rutter (1987) y las investigaciones puede ser también una consecuencia de intentar

10 Átopos
no perturbar al resto de personas de la familia o Ya Primo Levi decía en sus textos sobre Ausch-
la comunidad, asumir que nadie puede entender witz (1986) que uno de los elementos clave para
los sentimientos y el sufrimiento, el estigma aso- prevenir actitudes de autoabandono y fatalismo es
ciado a la situación en este contexto o esta cul- intentar conservar una cierta sensación de control
tura o algunas reglas idiosincrásicas referidas a lo sobre la propia vida. Aunque sólo sea, como expli-
que es correcto o no respecto a la expresión caba Bettelheim (1973) el espacio de hacer la ca-
pública de emociones. La confianza asienta ma de manera metódica cada mañana. Rosencoff
sobre la comprensión cultural y la aceptación describe ideas similares en su experiencia como
entre pares, y las herramientas diseñadas preso político de la dictadura uruguaya condena-
siguiendo las concepciones occidentales (como do al aislamiento absoluto en un espacio mínimo
algunos cuestionarios de TEPT) o determinados durante más de diez años (Ronsencoff (1993).
conceptos (como la alexitimia para designar las En los alojamientos temporales (que general-
aparentes dificultades en la expresión de emo- mente duran muchos meses, en muchas ocasio-
ciones) pueden acabar siendo más una barrera
que una ayuda para acercarnos a la comprensión
de la persona en su medio.
La tabla 3 intenta resumir algunos componen- Tabla 3.
Moduladores culturales del afrontamiento.
tes relevantes que pueden determinar significa-
Concepción del tiempo Circular Lineal
dos y soluciones idiosincrásicos en desastres Ligado a ritmos Cronológico
comunitarios (Lavelle et alt 1996, Martín- de la naturaleza
Beristain et alt, 2000a; Paez, Fernández, Martín- Pensamiento Analógico (basado en Lógico-formal
imágenes, metáforas,...)
Beristain, 2001; Perez-Sales, 1999, 2002).
Comunicabilidad Privacidad Publicidad
Todos estos elementos (que no pretenden ser de las emociones
un recuento exhaustivo) señalan puntos poten- Cosmovisión Integración Compartimentos estancos
ciales de desencuentro entre ayudados y ayuda- (epistemologia) persona-naturaleza-
comunidad-universo
dores en un contexto de catástrofes.
Construcción causal Externo (fatalismo; destino) Interno
(locus de control)
Patrones de expresión Contención Dramatización
Estructura organizativa y respuesta comu- emocional
Rango de “normalidad” Restrictivo Amplio
nitaria.
Significado social Señal Ruido
del “síntoma”
El trabajo en catástrofes contempla muchos Permisividad individual Alta Baja
escenarios posibles que dependen de la magni- y social de “patología”
(ej.: alucinaciones)
tud de la misma, del contexto y los recursos eco-
Pensamiento Repetitivo – Rumiación Supresión - Inhibición
nómicos locales, del histórico previo de catástro- Afrontamiento Aceptacion Orientado a la accion –
fes de una comunidad y su capacidad de res- hiperactividad
puesta etc. Bloqueo
Culpa Daño comunitario – Por sobrevivir –
El escenario de trabajo más común en un con-
Vergüenza Culpa Interpersonal.
texto de catástrofe son los alojamientos tempo- Rituales - Para restablecer el - Para restablecer el equilibrio
rales formales o espontáneos, en forma de cam- equilibrio comunitario personal
pos, albergues o refugios. Es también en ellos - Para acompañar a los - Para acompañar
que fallecieron a los dolientes.
dónde resultan más relevantes los elementos psi-
Formas de apoyo Familia ampliada Familia nuclear
cosociales. Comunidad

Átopos 11
nes años, y en algunas se convierten en definiti- rutinas de vida y especialmente poder trabajar y
vos) resulta clave la gestión de los procesos de no depender completamente de la ayuda o
toma de decisión y los espacios de autonomía poder atender por uno mismo las necesidades
personal y dignidad. Esto está en relación con el familiares básicas (cocina, limpieza de ropa).
modo como las autoridades administran, cómo Pasados los primeros momentos de impacto,
se realizan los procesos de organizativos (tabla 4). suele ser relevante intentar evitar las gestiones
El papel de un profesional de la salud mental centralizadas de servicios (cocina, limpieza etc)
en estos contextos puede más tener que ver con aunque resulten, en apariencia, algo más coste-
velar por los factores de participación, control y eficientes.
dignidad. La tabla 5 considera algunos elementos de
carácter psicosocial especialmente relevantes en
la gestión de albergues.
Dignidad y Resistencia.

Los testimonios de los campos de concentra- Los riesgos de la participación


ción y los estudios en reclusos también han seña- comunitaria.
lado, desde hace décadas, que la dignidad per-
sonal es una de las piezas clave para evitar la vul- Pero esto no debe hacer olvidar los riesgos de
nerabilidad (Primo Levi, 1986) en zonas de convi- la participación cuando el objetivo no es la reso-
vencia forzada. En este sentido es importante lución práctica de problemas desde una óptica
señalar que determinadas situaciones suelen, de responsabilidad y trabajo voluntario compar-
por lo general, repetirse. Existen al menos cinco tidos, sino la creación de estructuras formales
situaciones especialmente relevantes para un tra- que por su escasa representatividad, por no estar
bajo psicosocial con supervivientes: criterios y basadas en una demanda de articulación o en el
forma en el reparto de comida, criterios y forma respeto a una tradición organizativa pre-existen-
en el reparto de donaciones (ropa, ayudas, mate- te, cristalicen sistemas que al final sólo sirven
rial de reconstrucción...), habilitación y uso de las como forma de aval o de manipulación por las
letrinas, duchas y zonas de aseo, e información autoridades o por determinados grupos de inte-
confiable sobre lo que está ocurriendo en cada rés, con el grave riesgo de fracturar aún más el
momento y control de rumores por parte de la tejido social de los afectados. La metodología
propia comunidad o de las autoridades. del denominado Desarrollo Rural Participativo
A ello cabe añadir tres elementos psicosocia- implementada por el Banco Mundial en muchos
les más : (a) habilitación de espacios y condicio- de sus proyectos es un buen ejemplo de este
nes que permitan realizar adecuadamente y con tipo de situaciones. Algunos teóricos contempo-
dignidad los procesos de duelo (b) acceso a vías ráneos están empezando a reflexionar sobre
de contacto o reunificación familiar, (c) poder dis- estos riesgos (i.e Cooke & Kothari, 2001) y a
poner de algunos espacios de intimidad, para enunciar presupuestos para una participación
poder desconectar temporalmente de la convi- comunitaria que sea un auténtico elemento de
vencia forzada (d) detección y manejo de situa- afrontamiento colectivo ante desastres y no de
ciones generadoras de miedo, y atención espe- mayor división y descomposición. La participa-
cial al tema de la seguridad. ción requiere un proceso de construcción y no
A medio término pasan a ser centrales, desde sólo la creación de estructuras nominales.
una óptica psicosocial, la necesidad de recuperar Y el elemento que probablemente más esti-

12 Átopos
mule la participación, como han señalado dife- situaciones, el tiempo parece que va aquilatando Cabría pensar
rentes trabajos (VVAA, 1997, Klandermanns las cosas. Una primera oleada de trabajos meto- que
(1997), Javaloy (2001) sea el comprobar que las dológicamente polémicos hablaron de una epi- lo expuesto respec-
iniciativas comunitarias son tenidas en cuenta demia de Trastorno de Estrés Postraumático que to a componentes
por autoridades y gestores y generan decisiones estaba asolando al país y que requeriría de la psicosociales tiene
y cambios reales. Es lo que Bandura (1995) ha intervención de miles de psiquiatras y de la crea-
menor sentido
denominado fomentar la autoeficacia comunita- ción de centros especializados para prevenir una
cuando hablamos
ria y Anderson y Woodrow (1998) denominaban, catástrofe generacional (NYCBE (2002), trabajos
de catástrofes
como veíamos, la creación de capacidades orga- publicados en revistas tan prestigiosas como
ocurridas en países
nizativas y sociales que ellos consideran que son JAMA (Schlenger et alt. (2002) o New England
tan importantes como las instrumentales o de Journal of Medicine (Galea, S et alt (2002), industrializados.
supervivencia. Schuster MA et alt (2002). Discursos así ya se
Los componentes psicosociales impregnan oyeron en Bosnia hace diez años y que la reali-
toda la vida de las personas y los grupos tras una dad se encargó de desmentir. El paso del tiem-
catástrofe. Si la personas pueden recuperar sus po ha desmontado las teorías del trauma masivo
rutinas en poco tiempo, las consecuencias se (Summerfield, 1999). Un reciente metanálisis
atenúan. Cuando se requiere de procesos más (Van Emmerik et alt (2002) sobre 7 trabajos publi-
prolongados de reconstrucción, los elementos cados de debriefing postrauma tras el 11 de sep-
psicosociales que hemos ido desgranando pasan tiembre en personas afectadas por la conmoción
a cobrar una importancia decisiva. Es entonces social que supuso ha mostrado que este tipo de
cuando, más que nunca, una catástrofe puede intervenciones no sólo no resultaron útiles sino
convertirse en una oportunidad. que fueron iatrogénicas para mucha gente. La
realidad es que, asesorados por psiquiatras o no,
el núcleo real de las actuaciones post-catástrofe
Sociología de las catástrofes: reflexiones desarrolladas en Estados Unidos ha sido mediá-
psicosociales desde el Norte. tico y psicosocial. Desde la denominación de
“zona cero”, las visitas guiadas a autoridades de
Para cerrar el círculo de estas reflexiones, vol- otros países, los actos conmemorativos rodeados
vamos a las catástrofes de los países económica- de un sentimiento colectivo, la entrega de pie-
mente desarrollados, donde decíamos que exis- dras y restos de los edificios a cada familia de
ten costosos y bien estructurados programas fallecido, las celebraciones de aniversarios o los
emergencistas y de protección civil, y menor tra- proyectos por reconstruir la zona como memo-
dición en procesos a medio y largo término. rial, o la proliferación de enseñas nacionales en la
Cabría pensar que lo expuesto respecto a com- vida cotidiana de los norteamericanos son mues-
ponentes psicosociales tiene menor sentido tras prácticas de que al final la psiquiatría más
cuando hablamos de catástrofes ocurridas en biologicista del planeta, que levantó y consolidó
países industrializados. Pero, paradójicamente, el edificio nosológico del estrés postraumático
quizás resulte que haya mucho que aprender si frente a la oposición durante mucho tiempo de la
realiza el proceso de mirada a la inversa : del Sur psiquiatría europea, acabó plegándose a un im-
hacia el Norte. Mirando hacia atrás, el primer año presionante despliegue de recursos y estrategias
tras la catástrofe del 11 de septiembre en Nueva colectivas desarrollados eminentemente desde
York y la avalancha de artículos que aparecieron niveles políticos. Probablemente, como es de su-
sobre el papel de los psiquiatras en este tipo de poner, no siempre fueran criterios de salud men-

Átopos 13
tal lo que guiaran estas acciones y carecemos de Burt, M. and B. Katz (1987). Dimensions of re-
estudios longitudinales que avalen su eficacia. covery from rape: focus on growth outcomes.
Pero se trata, probablemente, de un buen ejem- Journal of Interpersonal Violence. 2: 57-81.
plo de cómo, más allá de los debates académi- CISATER – Centro de Investigación sobre el
cos, la realidad impone la interrelación entre los Síndrome del Aceite Toxico y Otras enfermeda-
factores clínicos y comunitarios en las actuacio- des raras (2002). http://cisat.isciii.es/
nes post-catástrofe. Chang, E.C. (1996). Cultural differences in op-
Cuando ésta es, además -como en este último timism, pessimism, and coping: Predictors of sub-
ejemplo- fruto de la violencia política, entrarán sequent adjustment in Asian American and Cau-
en juego otros elementos de carácter ético y casian American college students. Journal of
deontológico: contribuir a fomentar la no violen- Counseling Psychology, 43, 113-123.
cia frente a la agresión, promover la tolerancia Chang, E.C. (2000). Causal uncertainty and de-
frente a la polarización, defender el derecho de pressive symptoms: Appraisal and coping as me-
los supervivientes a no ser utilizados política- diating variables. Journal of Social and Clinical
mente ni ellos ni la memoria de las víctimas etc. Psychology
Entramos en otra dimensión del trabajo psicoso- Cohen & Ahearn (1989) Manual de la atención
cial en catástrofes que entronca con los derechos de Salud Mental para víctimas de desastres. Mé-
humanos y con los componentes éticos y huma- xico, HARLA. 1989.
nitarios del trabajo médico, que constituyen nue- Cooke B & Kothari U. (2001). Participation: the
vos retos de reflexión para el trabajo en catástro- new tyranny?. Zed Books Ltd. Londres.
fes. Eisenbruch, M. (1990). Cultural bereavement
and homesickness. En S. Fisher and C. Cooper
(ed) On the move: The psychology of change and
BIBLIOGRAFÍA transition. John Wiley and Sons: 191-205.
Eisenbruch, M. (1991). From Post-traumatic
Anderson M.B., Woodrow (1988) P.J. Rising stress disorder to cultural bereavement: diagnosis
from the Ashes: Development Strategies in Times of southeast asian refugees. Soc. Sci. Med 33(6):
of Disaster. Book News, Inc. Portland, Oregon. 673-80.
Avia MD, Vázquez C. (1998) Optimismo inteli- Galea, S et alt (2002) Psychological Sequelae
gente. Barcelona. Alianza Editorial. of the September 11 Terrorist Attacks in New York
Bandura, A. (1995). Exercise of personal and City. New England Journal of Medicine 346 (13)
collective efficacy in changing societies. Self-etti- 982-987.
cacv in Changing Societies, Cambridge University Gavalya, A. (1987). Reactions to the 1985 Me-
Press. xican earthquake: case vignettes. Hosp Commu-
Beiser M, Hyman I. (1997) Refugees’ time pers- nity Psychiatry Dec 38(12):1327-1330.
pective and mental health. Am. J. Psychiatry Glantz M.D. & Johnson J.L. (1999) Resilience
154:7, 996-1002. and Development. Positive Life Adaptations. Ple-
Bettelheim B (1973) El corazón bien informa- num Press. N. York.
do. La autonomía en la sociedad de masas. Méxi- Gorst-Unsworth, C. and E. Goldenberg (1998).
co. Fondo de Cultura Económica. Psychological sequelae of torture and organised
Breslau N, Davis CG, Andreski P. (1995) Risk violence suffered by refugees from Iraq. Trauma-
factors for PTSD-related traumatic events. A pros- related factors compared with social factors in
pective analysis. Am. J. Psychiatry 152: 529-535. exile. Br. J. Psychiatry 172: 90-94.

14 Átopos
Green B.L. (1994). Traumatic stress and disas- en catástrofes colectivas: De la prevención a la
ter: mental health effects and factors influencing reconstrucción. Caracas. AVEPSO y Universidad
adaptation. In F. Liehmac & C. Nadelson (eds) In- Central de Venezuela.
ternational Review of Psychiatry (vol II). Washing- Matsumoto D. (1996) Culture and Psychology.
ton DC. American Psychiatric Press. Brooks / Cole Publishing. California. EUA.
Harrell-Bond, E. (1986). Imposing Aid. Oxford Muecke, M. (1992). New paradigms for refu-
University Press. gee health problems. Soc Science Med 1992
Hodgkinson, P. E. and M. Stewart (1998). Co- Aug; 35(4):515-523.
ping with catastrophe (2nd Edition). Londres, New York City Board of Education (NTCBE)
Routledge. (2002) Effects of the World Trade Center Attack
IFRC-RCS. World Disasters Report. 2001. on New York City Public School Students.
Geneve. Informe disponible en http://www.nycenet.edu/
Instituto Nacional de Jubilados y Pensionados offices/spss/wtc_needs/ coping.htm
(1995). Informe sobre la situación de los Vetera- Norman E (2000) Resiliency enhancement.
nos de las Malvinas. Buenos Aires. Argentina. Columbia University Press. N. York
Janoff-Bulman R. (1992). Shattered Assump- O’Connell G (1994). Resilient adults. Jossey-
tions. Towards a new psychology of trauma. New Bass Pub. San Francisco.
York. Free Press. ODHAG (1991). Guatemala: Nunca Más. Gua-
Javaloy F, Rodríguez A, Espelt E. (2001) Com- temala.
portamiento colectivo y movimientos sociales. Oliver-Smith, A. (1996). Anthropological rese-
Prentice Hall. Madrid arch on hazards and disasters. Annual Review of
Kessler, R.C., Sonnega, A., Bromet, E., Anthropology 25: 303-328.
Hughes, M., and Nelson, C.B. (1995). Paez D, Fernández I, Martín-Beristain C.
Posttraumatic stress disorder in the national (2001) Catástrofes, traumas y conductas colecti-
comorbidity survey. Archives of General vas : procesos y efectos culturales. En San Juan
Psychiatry, 52, 1048-1060. C (ed). Catástrofes y ayuda de emergencia.
Klandermanns B. (1997) The social psycho- Icaria. Barcelona.
logy of protest. Blackwell. Londres. Pérez-Sales P. (1998) Muerte y desaparición
Lavelle J, Tor S, Mollica RF, Allden K, Potts L. forzada en la Araucanía. Una perspectiva étnica.
(1996) Harvard Guide to Khmer Mental Health. Publicaciones Universidad Católica de Chile /
Cambridge. EUA. LOM. Santiago de Chile.
Lebowitz L, Roth S. (1994) “I feel like a slut”: the Pérez-Sales P. (1999) Actuaciones
cultural context and women’s response to being Psicosociales en Guerra y Violencia Politica. Ed
raped. Journal of Traumatic Stress 7, 366-90. Ex Libris. Madrid.
Lira, E. Castillo, MI. (1991) Psicología de la Pérez-Sales P. Durán T, Bacic R. (2000) Long
amenaza política y del miedo. ILAS. Ed Chile- term psychosocial consequences in first-degree
américa .CESOC. Santiago de Chile. relatives of people detained-disappeared or exe-
Littrell, J. (1998). Is the reexperience of painful cuted for political reasons in Chile: a study on
emotion therapeutic?. Clinical Psychology mapuce and non mapuce persons. Psicothema
Review 18(1): 71-102. Vol 12. Suppl. Pp 109-116.
Martin Beristain C et alt (2000a) Reconstruir el Pérez-Sales. P. (2002) Psicologia transcultural y
tejido social. Ed. Icaria. Bilbao. 2000. antropologia psiquiatrica. Ed Desclee de Brower.
Martin Beristain C. (2000b) Apoyo psicosocial Bilbao.

Átopos 15
Pirotte C, Husson B, Grünewald F (ed) (2002) Shuster MA et alt (2002). A National Survey of
Entre emergencia y desarrollo. Icaria. Barcelona Stress Reactions after the September 11, 2001,
Primo Levi. (1986) Los hundidos y los salvados. Terrorist Attacks. N Engl J Med 345 : 1507-1512
Muchnick Editores. Barcelona. Silove, D., I. Sinnerbrink , et al. (1997). Anxiety,
PWS RCAC (22/02/2001) Coping with techno- depression and PTSD in asylum-seekers: associa-
logical disaster. http://www.pwsrcac.org/CWTD tions with pre-migration trauma and post-migra-
Qouta, S., Punamäki, R.L. & El Sarraj, E. (1995). tion stressors. Br J Psychiatry. 170: 351-357.
The impact of the peace treaty on psychological Silove, D., Steel, Z et al. (2000). Policies of De-
well-being. A follow-up study of Palestinian chil- terrence and the Mental Health of Asylum See-
dren. Child, Abuse & Neglect, 19, 1197-1208. kers. JAMA. 284 : 604-611
ReliefWeb (2002). http://www.reliefweb.int/w/ Solomon Z, Benbenishty R (1986). The role of
rwb.nsf/vLND proximity, inmediacy and expectancy in frontline
Rosencoff M. (1993) Memorias del calabozo. treatment of combat stress reactions among Is-
Ed. Txalaparta. Bilbao. raelis in the Lebanon War. American J. Psychiatry,
Rutter M (1987) Psychosocial resilience and 143, 613-617.
protective mechanisms. American J. Orthopsy- Summerfield D. (1999). Una crítica de los pro-
chiatry 57 (3) 316-331. yectos psicosociales en poblaciones afectadas
Saavedra M.R (1996) Desastre y Riesgo. Acto- por la guerra basadss en el concepto de trauma
res sociales en la reconstrucción de Armero y psicológico. En Pérez-Sales P. (ed) Actuaciones
Chinchiná. CINEP. Santa Fé de Bogotá. Psicosociales en Guerra y Violencia Politica. Ed Ex
Saporta JA & Van der Kolb B.A. (1992.). Libris. Madrid.
Psychobiological consequences of severe trauma. Van Emmerik, Kamphuis, Hulsbosch, Emmel-
En Basoglu M (ed). Torture and its consequences. kamp (2002) Single session debriefing after
Cambridge University Press. Pp 151-171. psychological trauma: a metaanalysis The Lancet
Schlenger, W.S. et alt. (2002) Psychological (360) 766–71
Reactions to Terrorist Attacks: Findings From the VV.AA. (1997) Aquí nos quedaremos : testimo-
National Study of Americans' Reactions to Sep- nios de la Coordinadora Unica de Damnificados.
tember 11. JAMA (288) 581ss Universidad Iberoamericana. Mexico DF.
Scott, J. M. and S. G. Stradling (1992). Coun- Voutira E, Benoist J, Piquard B. (2000) La antro-
selling for Post-Traumatic Stress Disorder. Lon- pología en la ayuda humanitaria. Universidad de
dres, Sage Publications. Deusto. Bilbao. pg 58-60.

16 Átopos

También podría gustarte