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Rusia en los últimos 20 años

Con una aguda crisis económica, Yeltsin dimitió en 1999. Al año siguiente, Vladimir Putin fue
elegido presidente de la Federación de Rusia e instauró un nuevo sistema de gobernanza
territorial, con siete distritos federales. En el 2008, Dimitri Medvedev llegó a ocupar la silla
presidencial; en agosto se produjo el conflicto armado con Georgia motivado por las repúblicas
secesionistas de Osetia del Sur y Abjasia.

Sus numerosas reformas internas, desde recortes de impuestos hasta una expansión de los
derechos de propiedad, han ayudado a cambiar la vida de millones de rusos afectados por la
pobreza y la inestabilidad que siguieron a la caída de la Unión Soviética.

Por otro lado, muchos le señalan de haber conducido a su país durante los últimos 20 años a un
nuevo autoritarismo, inflexible en su represión de la disidencia y en sus incursiones militares o
políticas en Crimea, Medio Oriente o en las elecciones de Estados Unidos.

Admiradores y críticos no niegan que ha sido una de las figuras más influyentes del complejo
mundo de la política rusa en su historia, pero 20 años después, su mandato comienza a mostrar
grietas visibles en el mismo centro de su poder.

Durante su gestión hubo altos índices de crecimiento económico, con un incremento del 72% en el
PIB, según cifras oficiales, y una sustancial disminución de la pobreza.

Según el Levada Center, su popularidad nunca descendió del 60% por años, aunque una nueva
encuesta del pasado mes de julio lo ubicó en el 31,7%, un polémico resultado que el Kremlin
rechazó.

Las guerras de Crimea y Georgia

Para muchos, fue el hecho que redefinió y puso a un nivel crítico las relaciones de Rusia con
Occidente.

En abril de 2014, Moscú se anexó la península de Crimea después de que unas masivas protestas
en Ucrania llevaran a la destitución del presidente Viktor Yanukóvich, apoyado por Rusia.

La anexión rusa de Crimea provocó una dura condena de Occidente y una oleada de sanciones
económicas contra el Kremlin que todavía continúan y que han afectado los bolsillos de la
población rusa.

"En la psicología del poder ruso, Ucrania es parte de Rusia y Putin de alguna forma heredó esa
mentalidad, de querer recuperar los territorios que antes pertenecieron al imperio ruso", señala
Maloveryan.
En diciembre de 2007, un discurso de Putin en la ciudad alemana de Múnich cambiaría desde
entonces la posición de Rusia hacia el resto del mundo.

Durante su intervención en la Conferencia de Seguridad, cuestionó la existencia de un "mundo


unipolar" en el que Estados Unidos y Europa eran las principales voces.

A partir de entonces, dijo, habría que contar con Rusia y con el resto del mundo.

Según el Kremlin, se dio inicio entonces a un "mundo multipolar".

"Ese hecho marcó la futura política exterior de Putin y su relación con el resto del mundo", señala
Maloveryan, como posteriormente sería visible en diferentes puntos del globo.

En 2011, por ejemplo, la Primavera Árabe llegó a Siria y, para el otoño de 2015, la presidencia de
Bashar Al Asad pendía de un hilo con la participación de Estados Unidos en la guerra.

Fue entonces cuando el Kremlin decidió intervenir en la guerra y Siria se convirtió en el escenario
principal para las operaciones de combate de las fuerzas armadas rusas, así como su más
importante "centro de entrenamiento" en el mundo.

Las posiciones de Washington unos años más tarde también serían cuestionadas por Rusia en su
propia zona de influencia.

Las protestas que sacudieron Moscú en las últimas semanas no son las primeras señales de
oposición que encuentra el ejecutivo de Putin en los últimos 20 años.

A los pocos años de su gobierno, el mandatario fue duramente cuestionado por su gestión tras el
hundimiento del submarino Kursk o cuando grupos islamistas tomaron un teatro y una escuela y
las operaciones de rescate finalizaron con cientos de muertos.

Pero lo que le ha valido más críticas es lo que sus opositores consideran un retroceso en los
avances democráticos que se habían dado en el país tras la caída del bloque soviético.

Para muchos, otro de los momentos incuestionables que marcó la Rusia de Putin fue su estrategia
para conservar el poder.

Si en 2000 ganó las elecciones presidenciales con el 52,94% de las boletas, para 2004 más del
71,31% de los rusos votaron por él.

Pero en 2008, al no poder presentarse a un tercer mandato por no estar permitido en la


Constitución, Putin impulsó la candidatura del entonces vice primer ministro Dmitri Medvédev,
quien tras ganar las elecciones, lo convirtió en primer ministro.

"Entre diciembre de 2011 y mayo de 2012, ocurrieron otras protestas masivas en Moscú
promovidas por los liberales rusos que estaban decepcionados por sus ingenuas esperanzas de
que Medvedev podría cambiar algo y vieron entonces que Putin estaba de vuelta", afirma
Maloveryan.

"Esto llevó a un mayor endurecimiento del régimen", agrega.


Luego, en marzo de 2012 fue elegido nuevamente presidente con el 63,60% de los votos y el año
pasado, entre crecientes acusaciones de fraude, repitió su victoria con el 76,69%.

En su biografía "El nuevo zar: el ascenso y el reinado de Vladimir Putin", el periodista e


investigador Steven Lee Myers señala que el ascenso del gobernante ruso durante los últimos 20
años marcó también el regreso de la autocracia, de la concentración de poderes y el culto a la
personalidad que caracterizaron a la Rusia imperial y, luego, a la Unión Soviética.

Para muchos, la gran interrogante es qué pasará en 2024, cuando termine el actual mandato de
Putin un cuarto de siglo después de haberlo iniciado.

Un ejército fuerte siempre ha sido una parte fundamental de la identidad rusa, pero la Unión
Soviética se quebró económicamente en un esfuerzo de equipararse con Estados Unidos durante
la Guerra Fría.

El colapso de la Unión Soviética llevó a las fuerzas armadas a un estado de penuria debido a la
restricción en los presupuestos. El equipamiento y el armamento se volvieron obsoletos.

Vladimir Putin, en su primer periodo, intentó detener ese declive y reconstruir un ejército más
moderno, lo que lo ha obligado a duplicar el gasto militar durante sus recientes gobiernos.

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